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IDENTIDAD PERSONAL Y SOCIAL Nuestra identidad personal posee una dimensión individual y una dimensión social y cultural.

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IDENTIDAD PERSONAL Y SOCIAL Nuestra identidad personal posee una dimensión individual y una dimensión social y cultural. Tal como hemos visto en la unidad anterior, a través del proceso de socialización interiorizamos los rasgos de nuestra cultura y desarrollamos una personalidad acorde con la misma que nos permita vivir en sociedad de forma integrada y productiva. Ahora bien, si como personas socializadas en la misma cultura tenemos una personalidad social muy similar (la globalización cultural hace que aún seamos más parecidos) también es cierto que cada persona es única y diferenciada de las otras. Así que individuación y socialización actúan de forma paralela en el desarrollo de nuestra identidad. Identidad social: referido a tu comportamiento asociado a las características de cierto grupo social, dentro de los que conforman la sociedad, está asociado con tu actuar psicológico. Identidad personal: es la forma de como desarrollas dentro de una sociedad, lo que te identifica como persona única e irrepetible y permite distinguirte dentro del conglomerado social donde desarrollas tu personalidad. 1. LA PERSONALIDAD 1.1. Definición: La personalidad puede definirse como el modo característico y habitual en que cada persona piensa, siente y se comporta. Con frecuencia, la personalidad se confunde con otros términos: el temperamento y el carácter. Aunque usamos estas palabras como sinónimos en el lenguaje cotidiano, los psicólogos los utilizan con un significado diferente y preciso: El temperamento está formado por los rasgos biológicos, congénitos e innatos desde los cuales comenzará a formarse la personalidad. Al tratarse de rasgos genéticos, el temperamento es difícil de cambiar. El carácter está formado por aquellos rasgos que vamos adquiriendo a lo largo de la vida en interacción con lo social, se forma desde la infancia y permanece siempre permeable a los influjos externos. La personalidad es la conjunción del temperamento y el carácter en una única estructura organizada de forma dinámica y formada por un conjunto de rasgos cognitivos, afectivos y conductuales que expresamos en todo lo que pensamos, sentimos y hacemos pues determinan la conducta y el pensamiento característico de cada individuo. Esos rasgos persisten durante largos periodos de tiempo y son resistentes a la extinción.

1.2. Características de la personalidad  La personalidad no es una entidad física, como si fuera una parte anatómica del organismo. Es un constructo psicológico necesario para comprender y explicar las conductas humanas.  Comprende la conducta manifiesta característica de una persona, así como la no manifiesta, pensamientos y sentimientos, que definen su estilo personal de interactuar con el ambiente físico y social.  Se produce por la interacción de la herencia genética y el ambiente del individuo, por el aprendizaje social y las experiencias personales.  Se desarrolla y cambia a lo largo de la vida. Algunos periodos de la vida, como la pubertad y la menopausia, son muy sensibles a estos cambios, porque se producen fuertes transformaciones fisiológicas y psicológicas. 2. TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD Las teorías de la personalidad intentan responder a preguntas como: qué características definen a las personas y cómo se organizan esas características, porqué cada persona se comporta de forma diferente en una situación, cómo evoluciona la personalidad, cuáles son las causas de la conducta anómala y de la personalidad patológica, cómo interactúan los factores genéticos y ambientales…etc. 2.1. El psicoanálisis de S. Freud El psicoanálisis es una teoría psicológica sobre el desarrollo y la estructura de la personalidad así como una psicoterapia diseñada para el tratamiento clínico de la neurosis a través de la interpretación de los sueños, la asociación libre de ideas, la interpretación de los actos fallidos y la función de la transferencia de las emociones ocultas al psicoanalista. Creada por Sigmund Freud (1856-1939), ha ejercido una notable influencia sobre la concepción del ser humano que tenemos en la actualidad. 2.2. Teoría de los rasgos de Hans J. Eysenck Un rasgo representa una forma específica de comportamiento; así, podemos describir a una persona como ordenada, simpática, tímida, atrevida…En general, los psicólogos consideran los rasgos de personalidad como características duraderas de una persona, que se infieren a partir del comportamiento observado. Un conjunto de rasgos constituye un tipo de personalidad. Los tipos son modelos de comportamiento, que no existen en realidad, pero cada persona puede incluirse dentro de uno, aunque jamás coincide plenamente con él.

3. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD 3.1. Definición Los trastornos de la personalidad no son algo exótico, sino formas de conducta desadaptadas que se dan en todas las culturas y grupos sociales y que podemos descubrir en nuestro entorno laboral, social y familiar. Muchas veces utilizamos las expresiones «loco», «sádico», «paranoico» en la vida cotidiana para describir a alguien cuya conducta consideramos «anormal». Lo cierto es que no es posible diferenciar de forma objetiva y tajante entre normalidad y anormalidad, más bien se trata de establecer una línea continua que va de la normalidad, que es siempre una normalidad estadística, hasta la anormalidad. Podemos señalar los siguientes criterios para diferenciar el funcionamiento de la persona con un trastorno de personalidad:  Su estabilidad emocional es muy frágil en situaciones estresantes, por ello suele provocar situaciones críticas y percibe la realidad social de forma distorsionada.  Carece de capacidad de adaptación. La persona normal es flexible respecto al papel que desempeña, sabe cuándo tomar la iniciativa y modificar el entorno. La persona con personalidad anormal es inflexible desde el punto de vista adaptativo.  Posee unas pautas de conducta rígidas que impiden nuevos aprendizajes, por ello los repertorios patológicos que dominan su vida se repiten como círculos viciosos, provocando nuevos problemas y perdiendo oportunidades de mejorar. 3.2. Algunos trastornos de la personalidad Personalidad antisocial (psicópata). Se trata de un individuo frío, duro e insensible, ambicioso y agresivo, con baja tolerancia a la frustración. No se inhibe ante el peligro o el castigo. Descuida los derechos y el bienestar de los demás. Sus patrones cognitivos son rígidos e inflexibles. Personalidad narcisista. Es presuntuoso, esnob, mimado y explotador. Sobrevalora su importancia personal. Dirige sus afectos hacia sí mismo más que hacia otros. Espera que los demás reconozcan su valor único y personal. Quiere ser el centro de atención, es emocionalmente frágil y se comporta de forma exhibicionista. Personalidad dependiente. Se caracteriza por la docilidad. Tiene sensación de falta de ayuda, de apoyo y de reafirmación, baja autoestima y sentimientos de inferioridad; prefiere abdicar de la propia responsabilidad y control en los demás.

Cuando está solo, es incapaz de desarrollar una vida constructiva y presenta falta de habilidades para interactuar en su ambiente. Personalidad pasiva-agresiva. Personalidad ambivalente y negativista. Tendencia a ser opositor, no complaciente, malhumorado, pesimista y quejica. Suele estar descontento y desmoralizar a los demás. El pasivo agresivo muestra rápidos cambios de humor, y parece inquieto, inestable y errático en sus sentimientos. Personalidad obsesivo-compulsiva. Tiene tendencia a construir su mundo en términos de reglas y normas, esquemas y jerarquías. Se relaciona con los demás según su rango y estatus. Los valores convencionales son las reglas con las que vive. Es afectivamente reprimido, solemne y serio. No expresa su afecto por miedo a experimentar emociones incontrolables. Personalidad por evitación. Se caracteriza por sentimientos de aislamiento y soledad combinados con temor al rechazo y la humillación interpersonal. Es hipersensible, posee baja autoestima y es reacio a entablar relaciones interpersonales. Personalidad esquizoide. Consiste en la incapacidad para percibir las necesidades de los demás. La persona esquizoide es insensible y poco comunicativa. Es impreciso sobre sus metas, indeciso en sus acciones, permanece absorto en sí mismo y está aislado socialmente. Trabaja calladamente y rara vez atrae la atención de quienes están en contacto con él. Prefiere el aislamiento social y realiza actividades que son extrañas para los demás. Su estilo cognitivo es reflexivo y autista; incapaz de orientar sus pensamientos de forma lógica. Su expresión afectiva es apática e insensible. Suele considerarse a sí mismo desamparado, vacío y sin sentido de la vida. Personalidad paranoide. Es la tendencia a estar siempre en guardia y a desconfiar del demás, combinada con el deseo de estar libre de relaciones personales íntimas, en las que exista una pérdida de poder, de independencia y autocontrol. La persona se vuelve suspicaz, resentida y hostil. 4. LA PERSONALIDAD SOCIAL 4.1. La percepción de las otras personas Como dijimos al principio a través de la socialización desarrollamos nuestra identidad personal y social, una identidad que permita la adaptación al grupo y la cohesión social. En ese largo proceso la relación con otras personas es fundamental, esa relación implica poder comunicarnos con ellos, formar lazos afectivos estables y cooperar de forma activa en una comunidad.

Si la vida social consiste sobre todo en la relación e interacción con otras personas, debemos estar alerta sobre el hecho de que en esa interacción nosotros tratamos a los demás tal y como los percibimos, no tal y como son en realidad, y del mismo modo somos tratados por ellos. Por eso es tan importante saber cómo se lleva a cabo el proceso de percibir y ser percibido por las personas. Nuestro pensamiento es más vulnerable al error de lo que sospechamos. La capacidad de la mente humana es grande para sostener creencias falsas y crear experiencias ilusorias del mundo social. Para comprender este mundo, muchas veces usamos atajos mentales que nos llevan a establecer juicios falsos o tomar decisiones erróneas. La percepción social es el proceso por el cual tenemos una primera impresión de las personas y nos formamos sobre ellas juicios que guiarán nuestra interacción posterior. La percepción de las personas es semejante a la percepción de un objeto ya que ambos tienen unas características físicas que presentan cierta estabilidad (peso, forma, volumen, etc.). Sin embargo, las motivaciones, intereses y expectativas de quien percibe a otra persona, así como el carácter dinámico y complejo del contexto en el que tiene lugar la percepción, convierten este proceso en algo diferente y mucho más complejo que la percepción física. Para empezar el contexto en que interactuamos con las personas por primera vez es determinante. Las personas respondemos a una situación o contexto de manera subjetiva, en función de cómo la percibimos, y no de cómo la situación es en sí. Distintas personas percibirán una misma situación objetiva de maneras diferentes al procesar diferentes aspectos de la misma; es más, para un mismo sujeto la misma situación es interpretada de modo distinto en diferentes momentos. Cualquier situación es interpretada en función de esquemas previos del sujeto; el que se activen unos u otros depende de los estados de ánimo del sujeto, de la presión del tiempo (tener prisa por terminar una tarea en el trabajo o estar relajado en las vacaciones) y del espacio (un bar o el metro) y de las experiencias anteriores. 4.2. La atribución de la causalidad: Para conocer e interactuar con otras personas y desenvolvernos en nuestro entorno social, necesitamos saber las causas de sus acciones y de las nuestras. La teoría de la atribución analiza el proceso de hacer inferencias sobre las causas de la conducta propia y ajena. Las causas a las que atribuimos nuestra conducta y la de otros son: 

Causas externas o ambientales: No son controlables por el actor. Pueden ser.

-



Estables: Se mantienen constantes, la principal es la dificultad de la tarea. - Inestables: Se refiere al azar, la suerte y otras fluctuaciones incontrolables del ambiente como puede ser recibir una ayuda extra. Causas internas o personales: Son controlables por el actor aunque no en la misma medida. - Capacidad: habilidades físicas y psíquicas exigidas para realizar una tarea, depende de factores como nuestros aprendizajes previos, actitudes y creencias personales, estado de ánimo y autoestima. Es una variable poco controlable. - Motivación: está compuesta por dos elementos, la intención que nos pone en la dirección de algo, y el esfuerzo, que mide el grado o intensidad con la que lo buscamos. Es una variable controlable.

Las posibilidades de obtener éxito en nuestra vida personal y social aumentan si atribuimos nuestra conducta a causas internas y controlables. Por otro lado los principales errores de atribución que pueden afectar a nuestras explicaciones sociales son: -

-

-

Subestimamos el poder de la situación. Consiste en asignar a factores personales las causas de la conducta del otro y menospreciar las influencias ambientales, mientras que nuestro comportamiento lo atribuimos casi exclusivamente a causas externas. Por ejemplo: si un amigo llega tarde a una cita es porque es un irresponsable, pero si tú llegas tarde es porque tienes una buena razón, el tráfico. Sesgo favorable al yo. Es la tendencia a atribuir el éxito a causas internas («aprobé matemáticas») y el fracaso a causas externas («me han suspendido historia»). Sesgo actor-observador. Se refiere a la diferencia entre la persona que actúa o hace algo y la persona que lo observa en la atribución causal que ambos hacen de una determinada conducta. En general, los actores atribuyen sus acciones a la situación, causa externa, y los observadores a disposiciones del observador, causa interna. Por ejemplo, si veo en la calle que un peatón tropieza con un bache de la acera, probablemente pensaré « ¡qué individuo más distraído, debería fijarse por dónde pisa...!». El peatón, sin embargo, sabe que esto no suele ocurrirle, ya que no tiene por qué haber baches en la acera, y echará la culpa a la desidia del Ayuntamiento.

5. LAS ACTITUDES 5.1. Definición y componentes Nuestras actitudes son determinantes en todas nuestras interacciones sociales. La forma en la que nos relacionamos con cada persona, nuestros padres, nuestra pareja, nuestros profesores, el conductor del coche que llevamos delante …etc. depende de las actitudes que tengamos hacia las categorías sociales en las que incluimos a esas personas. Las actitudes explican por qué interactuamos mejor con unas personas que con otras y muchas veces son inconscientes, por lo tanto sin saberlo, pueden estar provocando problemas en nuestro desarrollo social. Forman parte de ellas nuestros prejuicios, los estereotipos que aplicamos a determinados grupos, nuestras conductas discriminatorias, nuestras actitudes racistas, xenófobas y sexistas. Una actitud social es la predisposición a responder de forma favorable o desfavorable hacia algo (por ejemplo, la pena de muerte) o hacia alguien (por ejemplo, los inmigrantes). Las actitudes constan de tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual: -

El componente cognitivo es la creencia que el sujeto tiene acerca del objeto de la actitud y puede ser favorable o desfavorable. El componente afectivo es la emoción que le produce el objeto de la actitud y puede ser positiva o negativa. El componente conductual es la acción que el sujeto emprende cuando se encuentra con el objeto de la actitud, puedes ser de apoyo u hostil.

Las actitudes se aprenden durante toda la vida y se adquieren a través de la educación, de la experiencia personal (por ejemplo la persona que deja de beber después de sufrir un accidente automovilístico causado por la embriaguez), de los grupos con los que nos relacionamos y de los medios de comunicación (muchas actitudes hacia los objetos materiales de nuestro ambiente como coches, alimentos, ropa… y hacia nuestro cuerpo se basan en la influencia de la televisión). 6. CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD ¿Cómo se va formando la identidad? Como ya hemos visto, la identidad personal se forma desde el momento mismo de nacer, a través de las maneras en que el medio y las personas con las que nos vinculamos responden y se relacionan con nosotros. Por ejemplo, muchos padres hacen diferencias entre sus hijos según el sexo, y de esta manera influyen en la construcción de los roles y la imagen de

género de cada uno: a las niñas les compran ropita de bebé rosada y a los niños celeste; cuando son algo mayores, a los niños les compran juguetes de construcción o de guerra, mientras a las niñas les dan juguetes más relacionados con el cuidado del hogar, como muñecas o utensilios de cocina; igualmente, muchos padres matriculan a sus hijos en actividades consideradas propiamente “masculinas” como, por ejemplo, en una academia de fútbol, mientras que a sus hijas la envían a clases de manualidades o de vóley. De esta manera, los niños y las niñas van construyendo una identidad de género diferente. 7. IDENTIDAD EN LA ADOLESCENCIA Como adolescente inicias la búsqueda de ti mismo(a) porque necesitas conocer quién eres y cuál es tu papel en la sociedad. Por lo tanto, debes saber que desarrollar la propia identidad es un proceso que implica aciertos y desaciertos, los que son propios de la búsqueda que se emprende para llegar a ser uno(a) mismo(a). Muchas de las crisis de la adolescencia están relacionadas con las dificultades que a veces los jóvenes encuentran a lo largo del proceso de formación de la identidad personal. Aunque no todos los adolescentes la experimentan, algunos de ellos pueden vivir una tensión positiva que acompaña al proceso vital de ir dejando la infancia e ir ensayando y/o asumiendo un rol más cercano al del adulto. Como muchas cosas están cambiando durante el paso de la niñez a la adultez, resultará natural que experimentes sentimientos y estados de ánimo muy diferentes, según cada caso. Cuatro puntos importantes a considerar sobre la identidad 1. La identidad se construye en interacción con otros. 2. La identidad es una definición socialmente construida del ser. 3. La identidad es un fenómeno eminentemente subjetivo, con un fuerte componente emocional. 4. La formación de la identidad implica un proceso de reconocimiento y valorización de la propia individualidad Autoestima. 8. IDENTIDAD SOCIAL Y GLOBAL DE LOS Y LAS ADOLESCENTES: CONTRADICCIONES Y RETOS. Nuestra época está caracterizada por profundos cambios. Uno de los más impactantes es la globalización, proceso por el cual las personas, en cualquier parte del mundo, pueden conectarse unas con otras y aprender de las costumbres y culturas de cada quién., por ejemplo, muchas empresas que ofrecen puestos de trabajo por Internet y cualquiera, desde cualquier lugar del mundo, se entera de

ello y puede postular e incluso puede trabajar para una empresa extranjera desde sus propio país, pues la tecnología con la que contamos actualmente lo permite. En este sentido es que decimos que gracias a la globalización ya no existen barreras de tiempo ni espacio. A través de la televisión, el internet y otros medios de comunicación, cualquier adolescente de cualquier lugar del planeta puede conocer cómo vive otro adolescente de su misma edad en – por ejemplo – los Estados Unidos, China, o Francia; puede conocer gustos, sus ocupaciones y la manera en que organiza su tiempo. Definitivamente, la globalización de las comunicaciones ha permitido que las diversas sociedades se conozcan unas a otras, lo que tienen un impacto en la formación de la propia identidad cultural y social, muchas veces, adolescentes de pocos recursos observan la vida lujosa de jóvenes de otras latitudes del planeta, lo que puede generarles frustración y rabia. Otras veces, sin embargo, los jóvenes observan a través de los medios de comunicación malas prácticas sociales y económicas que nos afectan a todos, como por ejemplo la depredación del medio ambiente, lo que puede llevarlos a desarrollar una actividad de protección, y a afiliarse a alguna causa ecológica y de cuidado del medio ambiente que será luego parte importante de su identidad como personas. Por último, los estímulos del entorno globalizado, vía la moda, la cultura y la socialización, vienen acompañados de imágenes o íconos (cantantes, actores, etc.) sobrevalorados que tienden a uniformar los gustos y las costumbres de todos los (las) jóvenes del mundo, sin reconocer particularidades regionales y descuidando la diversidad. Es importante, entonces, que estemos conscientes de quiénes somos y del contexto cultural en el que nos desarrollamos, de manera que podamos hacerle frente, del mejor modo posible, a las consecuencias negativas de la globalización, a la vez que aprovechamos las positivas. CONCLUSIONES  Lo que Yo soy (Identidad personal) es lo que Yo reflejo (Identidad Social)  El desarrollo de la personalidad fundamentado en valores, permite enfrentar con mayor asertividad las dificultades que se nos puedan presentar en la vida.  Siempre la sociedad nos estará presionando con un modelo a seguir, con nuestra identidad personal decidimos si nos dejamos manipular o no.  La mayoría de las personas piensan que si no están a la moda, no son parte de la sociedad.  Debemos evitar etiquetar a las personas negativamente, para no marcarles un comportamiento y asilarlos de la sociedad.