Idealismo Pedagogico de Immanuel Kant

IDEALISMO PEDAGOGICO DE IMMANUEL KANT Immanuel Kant fue un filósofo alemán, nacido en Königsberg, Reino de Prusia, 22 de

Views 121 Downloads 0 File size 299KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

IDEALISMO PEDAGOGICO DE IMMANUEL KANT Immanuel Kant fue un filósofo alemán, nacido en Königsberg, Reino de Prusia, 22 de abril de 1724. Es el primero y más importante representante del idealismo alemán y es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna. Aportes de Kant a la Educación Integró la actividad pedagógica en el conjunto de actividades culturales interpretadas colectivamente, en las que propone: Principales tareas para la Educación: Disciplinamiento Cultivamiento Civilización Moralización Ofrece tres reglas de Conducta Pedagógica para el progresivo desarrollo de la Libertad: 

Comportarse libremente en todos los ámbitos.



Habituar a los niños al trabajo.



Demostrarle que se le impone una fuerza que le conduce al uso de su libertad.

Ideología de Kant: Immanuel Kant perfeccionó con gran intensidad el idealismo a través de su análisis crítico sobre los límites del conocimiento asequible para el ser humano, sostenía que todo lo que se puede saber de las cosas es la forma en que se manifiesta su experiencia, no hay modo de averiguar lo que son en esencia en sí mismas. Sin embargo, también consideraba que los principios básicos de la ciencia se basan en la estructura de la mente más que en el mundo externo. En educación se le recordará siempre por ese pequeño libro, donde expresa sus ideas y titulado sencillamente Pedagogía (1803), que todos los educadores deberían haber leído. Comienza señalando: El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Entendiendo por educación los cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción, juntamente con la educación Según esto, el hombre es niño pequeño, educando y estudiante …. La educación es un arte, cuya práctica ha de ser perfeccionada por muchas generaciones. Cada generación, provista de los conocimientos de las anteriores, puede realizar constantemente una educación que desenvuelva de un modo proporcional y conforme a un fin, todas las disposiciones naturales del hombre, y conducir así toda la especie humana a su destino. La Providencia ha querido que el hombre deba sacar el bien de sí mismo y le habló, por decirlo así: «¡Entra en el mundo!; yo te he provisto de todas las disposiciones para el bien. A ti toca desenvolverlas, y, por tanto, depende de ti mismo tu propia dicha y desgracia.» El hombre debe desarrollar sus disposiciones para el bien; la Providencia no las ha puesto en él ya formadas; son meras disposiciones y sin la distinción de moralidad. El hombre debe hacerse a sí propio mejor, educarse por sí mismo, y, cuando malo, sacar de sí la moralidad. Como puede advertir el lector informado, Kant se anticipa a Rawls al señalar que el hombre carece al nacimiento de los valores como la bondad, la amistad, la belleza, la solidaridad y que es labir de la educación formal y de la familia inculcarlos en el niño. Otra idea importante den la pedagogía Kantiana está en considerar que la educación es el problema más grande al que tiene que enfrentarse el ser humano; tanto que si los problemas esenciales del ser humano se pudieran reducir a dos, estos serían el ya indicado y el otro es el de gobernar.

Immanuel Kant tiene fama de haber sido un excelente profesor, volcado con su docencia. Como parte precisamente de sus obligaciones estaba la de impartir algunos cursos sobre la materia Pedagogía que fueron rescatados por apuntes de algún alumno y que hoy conocemos como un opúsculo llamado precisamente así, Pedagogía, que tiene cierta fama en el área de la Teoría de la Educación. Se trata de unas pocas páginas que se leen en apenas unas horas, densas, casi telegráficas en algunos momentos, a las que la edición española de la editorial Akal que recoge la traducción de Luzuriaga, añade unos apéndices extraídos de otros lugares de la edición crítica de la Obra Completa del filósofo. De hecho, yo me voy a referir a esta versión: Immanuel Kant, Pedagogía, Akal, Madrid, 2003 (3ªedición).

Kant parte de la afirmación de que sólo el hombre puede ser educado. Si un hombre no fuera educado, hipotéticamente, tan solo desarrollaría su animalidad, señala, es decir, su parte instintiva. Así, el filósofo establece una separación tajante entre el hombre y el animal aunque no niega en ningún momento la animalidad existente en el hombre ni lo físico, que ha de ser objeto de crianza y cuidados y sometido a cierta disciplina. Básicamente, lo que establece esta línea divisoria es la razón, por lo que el texto de Kant sostiene un racionalismo que ensalza la cualidad por la que el hombre debe hacerse capaz (gracias a la educación) de asir las riendas de su voluntad, de razonar lo que hace, lo cual es sinónimo, dice, de actuar moralmente. Así, Kant es un pedagogo racionalista y formalista, como era de suponer. Se le tacha, oficialmente, de idealista. Todo esto quiere decir que elude la materialidad en la ética, como hemos indicado, y constantemente está operando con un hombre ideal, adelgazado, reducido a sus componentes racionales, a su capacidad de actuar según máximas, que es lo que hay que perseguir y que por tanto constituye, obsesivamente para él, el fin de la educación, sin concretar ya más cosas. El formalismo moral del imperativo categórico late aquí como ideal pedagógico que hace hombre al hombre y que lo eleva sobre su propia animalidad. Es lo que para Kant más merece la pena en nosotros, lo que nos humaniza, lo que sin negar nuestro componente animal, nos distingue del mundo del hábito (vs Bourdieu) y el instinto. Esto puede incurrir en una negación de la materialidad, a pesar de todo, que como muchas filosofías posteriores han señalado, continúa operante en la inteligencia y la razón, sin que la superación o elevación que implican las mismas constituya una negación absoluta de lo anterior. Baste acudir a Zubiri, por ejemplo, para cuestionar esta hybris kantiana.

Kant tiene un ideal del hombre como alguien totalmente capaz de una voluntad casi omnipotente para autorregirse, en un plano moral por lo menos, pero también, progresiva y colectivamente, política e históricamente. Su tratadito sobre pedagogía indicaría muy someramente el camino en tamaño micro que ha de seguir el individuo para este proyecto ilustrado colectivo, que sería la educación. Kant, su filosofía educativa tiene un enfoque moral. Para él, el fin de la educación debe ser la formación del carácter moral del estudiante. Debe formar al niño para que actúe de acuerdo con lo que le dicta su conciencia racional. El fin último de la educación debe ser la búsqueda de la perfección moral tanto individual como socialmente. Para Kant el conocimiento se compone de tres niveles diferentes y sucesivos. El primero es la sensibilidad, que se encarga de ordenar en el espacio y en el tiempo (espacio y tiempo que no preexisten en la realidad, sino que se alojan en nuestra sensibilidad como formas de conocer) las impresiones que tiene cada sujeto. En segundo lugar encontramos el entendimiento, cuya función es organizar estas impresiones a partir de ciertas categorías (que tampoco preexisten en el mundo, sino que constituyen formas a partir de las cuales interpretamos el mundo) que nos permiten constituir juicios. El idealista trascendental puede ser realista empírico y, por consecuencia, como suele llamársele, un dualista, es decir, concordar la existencia de la materia sin salir de la simple conciencia de sí mismo y admitir alguna cosa más que la certeza de las representaciones en mí, es decir, el cogito ergo sum. Kant vendría a decir, suponemos, que en el ego cartesiano está el cogito (conciencia de sí) y el sum, es decir, una realidad que no se reduce al cogito, porque lo desborda, y no se deduce (ergo) de él.