Horacio Quiroga

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HORACIO QUIROGA Literatura del siglo a finales del siglo XIX e inicios del XX La literatura realista latinoamericana tiene influencia de las literaturas francesas, inglesa, alemana y española. Es en este momento en el que la prosa adquiere un papel prioritario como género literario. La literatura realista se caracteriza por: Mantener rasgos románticos. Un sentimiento amoroso más sereno y menos exaltado. La tendencia al individualismo social. La presencia de una naturaleza viva y muy vinculada al ser humano. El Realismo Como el término lo indica, el Realismo tiene por objetivo la presentación del mundo, tal como lo perciben nuestros sentidos. Por lo tanto, el arte de la escuela realista, en cualquiera de sus manifestaciones (pintura, literatura, música, escultura, etc.), persigue la imitación y copia directa de la realidad. Desde este punto de vista, el Realismo no supone nada nuevo, pues no es más que la profundización de uno de los objetivos del Romanticismo: el rechazo de las especulaciones idealistas y la preferencia por la realidad objetiva. Por su parte, el Naturalismo debe considerarse como un desvío de un sector del Realismo, verificado hacia fines del siglo XIX. Esta particular visión estética refleja la enorme repercusión que tuvieron los numerosos descubrimientos científicos y los métodos experimentales en los hombres dedicados al arte. Primero, un grupo de escritores europeos y, luego, otros americanos intentaron ensayar los mismos métodos experimentales de la ciencia, en el campo literario, en particular en el de la novela.

Características del Realismo literario Tendencia marcada hacia la objetividad. Preferencia por los temas socio-económicos. Preferencia por el sicologismo de los personajes. Estila literario sobrio. Propósito pedagógico. Tendencia al género narrativo (novela). Precisión y exactitud en las descripciones. El Realismo en Latinoamérica El Realismo latinoamericano es una reacción contra el Modernismo y contra el intimismo romántico. Se le denomina "Realismo social" y en algunos casos se vincula con el regionalismo y criollismo. Incluye las llamadas novelas "de la tierra", de la selva", "de la Revolución mexicana", e "indigenista". Ganadas las guerras civiles, fundadas las primeras capitales nacionales, ajustados los límites internacionales, definidas las nacionalidades, las luchas pasaron a otro estadio: al de las relaciones entre los detentadores del poder y del capital y las masas campesinas (indios, cholos, lIaneros, gauchos), los obreros, los empleados o sin oficio. En Latinoamérica, después de la Primera Guerra Mundial, y la organización de las asociaciones obreras impulsadas por la Revolución Rusa (1917), surgen movimientos propios: la separación de la Iglesia el Estado, los golpes militares, las constituciones radicales, las legislaciones petroleras, etc. En este marco histórico-social surge el Realismo latinoamericano, a través de autores eu-ropeos como: Gustave Flaubert y Honorato de Balzac, los rusos León Tolstoi y Nicolás Gogol, y narradores españoles como Pedro Antonio Alarcón, José María de Pereda, Juan Valera y Benito Pérez Galdós. Los representantes más importantes de este movimiento son: –

- Horacio Quiroga (uruguayo):

psicológicamente extraños de alucinaciones, c

en

-

unos

descripción de fenómenos cuentos de misterio poblados

Presidente de l enfrentamiento de la civilización y la

Su obra muestra el –

La Literatura fantástica y el Realismo Mágico Dentro del Realismo se desarrollaron 2 ramas del mismo las cuales son: El relato fantástico El cual se produce en los discursos narrativos en los que aparecen un orden real y otro extraordinario, y además aparecen en conflicto. L relación con la nueva situación que modifica la realidad.





En el siglo XX, por el contrario, el relato fantástico, con sus acciones fuera de lo común, emerge de la cotidianeidad en que nos desenvolvemos y no como una realidad extraña, generando así un mayor efecto de perturbación en los lectores. REALISMO MÁGICO Es una tendencia narrativa propiamente latinoamericana en la cual coexisten de modo armónico e integrado los planos de la realidad natural y sobrenatural. El lector no se desconcierta por la aparición de lo insólito; al contrario, la narración de esta tendencia tiene un efecto de encantamiento y hechizo sobre él. Diferencias entre ambas ramas: Modo de presentación de la realidad

Autentificación narrativa

El lector y el efecto discursivo

Literatura Fantástica Realismo Mágico Se mezcla lo natural y lo Se mezcla lo natural y lo sobrenatural de modo sobrenatural de manera problemático espontánea y sin contradicciones Se mezcla lo natural y lo El narrador básico sobrenatural de manera autentifica los hechos al espontánea y sin presentarlos como contradicciones naturales (generalmente desde una neutralidad) El lector se ve inmerso en El lector acepta la un mundo extraño que lo realidad maravillosa sin perturba debido a la cuestionarla, en una mezcla conflictiva de especie de planos. encantamiento por lo

Persona gramatical empleada

Realidad cultural y espacio

Carácter Universo de la ficción

Tiempo

Predominio de la 1ª persona porque el discurso aparece como una versión discutible de los hechos. Si se presenta la 3ª persona estará subjetivada y usada en función de alguno de los personajes. Posee una atmósfera cosmopolita que lo vincula a lo europeo y su espíritu racionalista (de ahí la colisión tan abrupta con lo irracional).

Se centra en el individuo Se presenta desconcertante y ambigua.

A veces se presenta como una superación extraordinaria de las dimensiones temporales, los cual los personajes asumen como problemático (viajes en el tiempo, disyunción del tiempo, etc). Resolución del conflicto Hay una explicación científica; se presentan varias soluciones simultáneamente o el conflicto queda abierto

Procedimientos compositivos

narrado. Predominio de la 1ª persona porque el discurso aparece como una versión discutible de los hechos. Si se presenta la 3ª persona estará subjetivada y usada en función de alguno de los personajes. Se contextualiza en el espacio latinoamericano rural y pueblerino reivindicando una comunicación autóctona entre lo mítico, lo telúrico, lo mestizo y las creencias colectivas. Involucra una colectividad Se presenta como un mundo armonioso y coherente donde conviven lo racional y lo irracional. Se presenta como una dimensión temporal vinculada a lo mítico y a lo sagrado.

“ ” narrativa y en la verosimilitud que construye este tipo de relatos; por lo tanto, lo que se resuelve es la historia en sí, no los hechos extraordinarios de forma aislada Recursos gráficos de Hipérboles, énfasis (signos de exageraciones, exclamación); paradojas: naturalización de lo oxímoron, etc. maravilloso, etc

1878. El 31 de diciembre nace HORACIO SILVESTRE QUIROGA FORTEZA en la ciudad de Salto. Es el cuarto hijo del matrimonio constituido por Prudencio Quiroga, vicecónsul argentino en aquella ciudad hacía ya dieciocho años, y de Juana Petrona Forteza, a quien familiares y amigos llamaban Pastora. Según apunta Jorge Lafforgue, su padre era "descendiente lejano del caudillo (de la provincia argentina La Rioja) Juan Facundo Quiroga, que en 1845 Sarmiento había erigido en figura clave de su texto más famoso: Facundo". Aún más, como lo ha demostrado María M. Garibaldi de Sábat Pebet, los Quiroga y los Sarmiento estaban emparentados; las dos familias se habían instalado en el sur de América en el siglo XVI. (Entronque de Quirogas y Sarmientos, Buenos Aires, 1951.) 1879/1889. A raíz de que a los dos meses y medio de vida el niño contrajo la tos convulsa (que antes sus tres hermanos habían padecido), los padres deciden trasladarse a una chacra ubicada en San Antonio Chico, próxima a la ciudad de Salto. Según José María Delgado y Alberto J. Brignole (sus amigos, coterráneos y primeros biógrafos), en un paseo por el arroyo cercano, el padre de Horacio Quiroga se disparó accidentalmente un tiro de escopeta, muriendo casi de inmediato. Doña Pastora Forteza se traslada por un tiempo a Córdoba con sus hijos. De regreso a Salto, en 1883, "la madre descubre que la fortuna familiar se evapora. Trata de reorganizar la casa. Manda a Horacio a estudiar a la escuela Hiram, fundada por la masonería y que daba sobre la calle Pintado, casi enfrente de la casa familiar. 1890/1895. Ingresa al Instituto Politécnico para cursar estudios secundados, los cumple con satisfacción aunque sin brillo. En un breve pasaje de su familia por Montevideo, casi dos años de permanencia, estudiará en el Colegio Nacional. En 1891 su madre contrae enlace con Ascensio Barcos, "argentino de 52 años, residente en Salto desde hace años". Al menos en apariencia relaciones con su padrastro transcurren en un clima de cordialidad. Escasos años más tarde Barcos sufre una hemorragia cerebral, situación crítica que lo llevará a quitarse la vida en 1896. Más allá de estos sucesos que ensombrecen su vida, Quiroga se aficiona al ciclismo, su primera pasión deportiva (una foto de 1893 lo muestra luciendo traje de ciclista y sosteniendo una pesada bicicleta); frecuenta un taller de maquinarias y carpintería e ingresa, también, al mundo de las ideas conectándose con algunos rudimentos del materialismo filosófico. 1896. Con sus amigos Alberto J. Brignole, Julio J. Jaureche y José Hasda forma su primer cenáculo, la comunidad "Los tres mosqueteros". Quiroga, el "D'Artagnan" del grupo, sobresale como líder. Leen textos decadentistas franceses, escriben poemas y relatos. De esta época proceden las primeras experiencias literarias de Quiroga: veintidós textos escritos entre 1894 y 1897.

1900. Quiroga vive de las rentas que producen los bienes que habían pertenecido a su padre. Una propiedad de la calle Daymán "fue vendida por Quiroga en febrero de 1900" (Enrique A. Cesio, art. cit.), urgido por la necesidad de dinero que no ganaba en ninguna forma de empleo pero, además, porque necesitaba fondos para viajar de Salto a Montevideo (lo que hizo el 21 de marzo) y nueve días después de la capital a Génova (Italia), en un barco italiano. La meta era París, adonde llega el 24 de abril con ochenta y ocho pesos en el bolsillo: "París es una buena cosa -escribe en su diario-, algo así como una sucesión de Avenidas de Mayo populísimas". Luego de pasar un par de semanas en Salto decide radicarse en Montevideo. Vive con Julio Jaureche en una piecita larga y angosta" de pensión. Los amigos salteños se reencuentran para formar su segundo cenáculo, el "Consistorio del Gay Saber", así bautizado por un nuevo integrante del grupo, salteño también: Federico Ferrando. Por las tardes -y hasta las diez de la noche a lo sumo- se reúnen ruidosamente en el Café Sarandí, a pocas cuadras de la modesta sede de la agrupación literaria. Con el seudónimo Aquilino Delagoa (portugués), Quiroga publica un cuento en la revista Rojo y Blanco (Nº 17, 7 de febrero ) y, en noviembre sobre un total de setenta y cuatro originales remitidos desde "toda América", obtiene el segundo premio del concurso de narraciones organizado por la revista La Alborada, con el relato "Sinrazón, pero cansado". En el jurado se encontraba Eduardo Ferreira junto a dos de los escritores más prestigiosos del Uruguay: Javier de Viana y José E. Rodó. El primer premio lo obtuvo el desconocido e irrelevante Oscar G. Rivas. 1901. Mueren dos hermanos de Quiroga que llevan el nombre de sus padres (Pastora y Prudencio), el último era un bienio mayor que el escritor. Cuando declina el año aparecen Los arrecifes de coral, libro de poemas y breves narraciones, con una ilustración en la podada del pintor Vicente Puig que representa la provocativa imagen de una joven ojerosa, con uno de sus senos semidescubierto, esta es la primera publicación del autor. 1902. "Recuerdo así habemos encontrado una tarde, en marcial terceto, Herrera y Reissig con sus guantes nuevos y sus botines antagónicos de siempre, Roberto de las Carreras con un orioncillo verde cotorra, y yo -escribe Quiroga en 1925- con un sombrero boer (...) Teníamos entonces veinte años, bien frescos". Seguramente fue entonces cuando conoció de paso al dramaturgo montevideano Florencio Sánchez cuando éste iniciaba el camino de su consagración; con él se volverá a encontrar pocas veces más en algún café de Buenos Aires un par de años después.

El 5 de marzo Federico Ferrando se prepara para batirse a duelo con el poeta Guzmán Papini y Zás, luego de una fuerte polémica en la prensa por motivos literarios, la que concluye en insultos de consecuencias irreparables. Quiroga examina el arma de su amigo en la casa de éste en la calle Maldonado y, sorpresivamente, se le escapa un disparo que hiere de muerte a Ferrando. "Horacio Quiroga (...) tuvo que ser retenido a la fuerza, porque se quería eliminar tirándose a un aljibe que existía en la vivienda", recordó casi noventa años después Anastacia Albín, testigo directo del hecho. ("Un testimonio oculto: Así mató Quiroga a Federico Ferrando", en Brecha, Montevideo, Año VII, Nº 331, 3 de abril de 1992, p. 22.) Estuvo detenido unos días hasta que su abogado (el doctor Manuel Herrera y Reissig, hermano del poeta) logró demostrar su inocencia. Una vez liberado, Quiroga partió de inmediato a Buenos Aires, donde pasó a vivir provisoriamente en casa de su hermana María. El "Consistorio", destruido por la doble ausencia, se disuelve. 1903. A instancias de su cuñado, Eduardo D. Forteza, y en ausencia temporaria de éste, obtiene una suplencia como profesor de Castellano en el Colegio Británico de Buenos Aires. En marzo comienza a publicar cuentos en el periódico porteño El Gladiador, que al 25 de diciembre totalizaban cinco, todos ellos integrados más tarde a su segundo libro. Mientras tanto fortalece su amistad con Lugones. Este dirige una expedición de estudio a las ruinas jesuíticas, a la que Quiroga se pliega como fotógrafo improvisado; "mi viaje por el territorio de Misiones (...) no se limitó a la parte argentina", escribió Lugones en el prólogo al libro que sobre las misiones jesuíticas publicó en 1904 a pedido del gobierno (El Imperio Jesuítico). Quiroga toma contacto en su aventura con San Ignacio y la región que sería su hogar en gran parte de su vida futura. 1904. Publica El crimen del otro, cuentos. En el transcurso del año no se registra ninguna colaboración en las publicaciones periódicas rioplatenses. Quizá porque el escritor decide utilizar todo su tiempo para el trabajo físico y todo su capital para la compra de un campo situado "a siete leguas al suroeste de Resistencia, a orillas del Saladito". En ese páramo Quiroga no sólo invierte lo que le queda de su herencia y sus muchas energías de hombre joven en la plantación del algodón, sino que apenas escribe. Además, Quiroga quemó en la empresa casi toda su desgarbada fortuna. "El mármol inútil", un cuento aparecido algunos años después (y luego integrado al libro Anaconda, 1921), revela la dureza de esta experiencia, en que se encontraba: "Sin noticia alguna del mundo", como le escribió a mediados de 1904 a Fernández Saldaña. La correspondencia con éste lo muestra, también, afanoso por rememorar aventuras eróticas juveniles; entusiasta en la lectura de Dostoiewski ("el escritor más profundo que haya leído"), confidente

como en pocos momentos posteriores se lo verá. Las referencias y las preguntas sobre María Esther Jurkowski (una salteña con la que había tenido una tormentosa historia de amor hacia 1896) se multiplican. De esta prolongada obsesión saldrá el relato "Una estación de amor". 1906. Por influencia personal de Lugones se lo nombra profesor de castellano y Literatura en la Escuela Normal Nº 8. "En las vacaciones de 1906 viaja a San Ignacio con otro salteño, Vicente Gozalbo, boticario y hombre de empresa. Aprovechando las facilidades que ofrece el Gobierno del Territorio a todos los que deseen dedicarse al cultivo de la yerba mate, Cozalbo y Quiroga proyectan una empresa, la Yabebirí (...)". Quiroga compra 185 hectáreas próximas a San Ignacio. En la correspondencia a sus amigos salteños se repite la idea de "huir de la civilización", de preparar "mi viaje definitivo a Misiones" donde "hacer un poco de vida brava". 1909. En el correr del año aparecen más de una decena de cuentos breves (entre ellos el posteriormente muy conocido "La gallina degollada", Nº 562, julio, 10), y dos novelas más de las que publicó en entregas y se recopilaron en 1967 junto a la antes mencionada: "El mono que asesinó" y "El hombre artificial". Todos ellos, con la excepción del cuento "El siete y medio", aparecen en Caras y Caretas. 1910. Quiroga y su mujer se trasladan a San Ignacio. Los acompañan, en los primeros días, la madre del escritor y el doctor Brignole. "Quiroga teme un poco el efecto que el mísero caserío y la desolación de aquellos lugares (...) pueda producir en Ana María", escriben sus amigos-biógrafos. Algún tiempo después su suegra compra una finca contigua en la que suele pasar largos meses, cercanía física con el matrimonio que contribuye a que las relaciones familiares se enturbien. 1910. Quiroga y su mujer se trasladan a San Ignacio. Los acompañan, en los primeros días, la madre del escritor y el doctor Brignole. "Quiroga teme un poco el efecto que el mísero caserío y la desolación de aquellos lugares (...) pueda producir en Ana María", escriben sus amigos-biógrafos. Algún tiempo después su suegra compra una finca contigua en la que suele pasar largos meses, cercanía física con el matrimonio que contribuye a que las relaciones familiares se enturbien. 1911/1912. El 29 de enero de 1911 nace Eglé, primera hija del matrimonio. Se practica el parto natural a expresa solicitud de Quiroga, primera muestra de la manifiesta omnipotencia en el seguimiento de la vida de sus hijos. El 15 de enero de 1912, tenía 34 años recién cumplidos, cuando nació su primer hijo varón: Darío. Pero esta vez se trató de un parto convencional, Ana María se

trasladó a Buenos Aires a donde fue acompañada por su madre, quien había quedado viuda un año atrás. 1913/1914. El carácter irascible de Quiroga, las dificultades que su mujer afrontaba para soportar la vida en la selva, la soledad, los roces y desgastes en la pareja, todo o parte de esto, va minando la relación con Ana María Cirés. Mientras tanto el escritor escribe (aparecen los cuentos "Los pescadores de vigas", mayo 2, 1913; "Los mensú", abril 3, 1914); trabaja en sus plantaciones; mata y diseca animales; estudia y clasifica vegetales. También su visión del mundo y de Uruguay ha cambiado. Pero en cierta forma carecía de patria, o su patria era lo que buscaba incesantemente, buscándose a sí mismo. Quiroga no era más que un observador lejanísimo de las transformaciones que se operaban en su país de origen, atento sí pero remoto, entre hormigas, yacarés, ríos violentos y árboles infinitos. 1915/1916. El 14 de diciembre su mujer ingiere una fuerte dosis de sublimado. Quiroga, quien trabajaba la tierra en ese momento, se enteró del hecho a través de un peón: "Los ocho días que duró el proceso de intoxicación fueron pavorosos. Pasado el estupor inicial, cayó Quiroga en un confuso estado de espíritu, a un tiempo colérico contra su esposa, hasta no querer verla más, y anheloso de que se revolviera el cielo y la tierra para salvarla". "Quiroga (explicó el suicidio de su mujer) en una especie de testamento, que debí leer como relato vulgar y corriente entre los papeles que me dejó en el departamento (suyo) que yo (E. Amorim) ocupaba (transitoriamente) en la calle Agüero (...) Descansar es el destino de estas treinta cuartillas. Pudieron ser llevadas a cualquier redacción y pasadas a componer como texto narrativo. Pero eran nada menos que un testamento terriblemente doloroso". Una vez desaparecida su esposa decide quedarse en la selva, criando en toda soledad a sus dos pequeños hijos. Continúa escribiendo y publicando gran parte de los relatos "para niños" que integrarán más tarde los Cuentos de la selva, seguramente los mismos que en las largas horas de compañía le narraba a sus propios hijos. El relato "El desierto" (publicado en Atlántida, Buenos Aires, enero 4, 1923) contiene grandes trazos de estos momentos. A fines de 1916 decide volver a Buenos Aires. 1917. En la capital argentina se instala en un sótano de la calle Canning Nº 164, precariedad que no oculta sus penurias financieras. Pero el 17 de febrero, merced a las influencias de sus amigos batllistas en Montevideo (Fernández Saldaña, Baltasar Mezzera, Baltasar Brum, todos ellos salteños) se le nombra secretario contador del Consulado General del Uruguay en la Argentina. Manuel Gálvez, escritor argentino y editor de circunstancia, lo visita para solicitarle un libro: "Y no

me iré si no me lo da. Me contestó que tenía un centenar de cuentos publicados en Caras y Caretas (...) Trajo una carpeta y elegimos algunos (...) Le puso por título Cuentos de amor de locura y de muerte, y no quiso que se pusiera coma alguna entre esas palabras. El libro se agotó (...)". Construye la embarcación "La Gaviota", con la que realiza algunos paseos en el Paraná en compañía de ciertos amigos. "Por aquellos años -anota Rodríguez Monegal- Quiroga asiste a la primera conmoción social importante de la Argentina: una huelga tranviaria en que de algún modo se registran los primeros ecos rioplatenses de la revolución rusa de 1917". 1918. Se muda a un departamento pequeño, pero bastante confortable, en la calle Agüero -al que aludió Amorím en el fragmento antes citado-. Allí se encontró con "tres piezas y un cuarto de servicio", y con Julia, la empleada doméstica que Quiroga impuso a Amorim cuando le cedió el apartamento en alquiler para regresar a Misiones (Véase 1925). Aparecen los cuentos "Un peón", en folletín; "Los fabricantes de carbón"; "Juan Polti, halfback" (relato en el que narra el suicidio del futbolista uruguayo -del Club Nacional- Abdón Porte, anécdota que debió pasarle el presidente de dicha institución y amigo del escritor, José María Delgado) y el libro Cuentos de la selva (para los niños), que el autor había planificado como texto de lectura con destino a la escuela primaria de Uruguay, pero el Consejo de Enseñanza lo rechazó por "incorrecciones sintácticas" (sic). Se trata de uno de los primeros libros de cuentos redactados, en toda América, con destino a un público exclusivamente infantil y cuyo uso escolar hoy es casi de precepto. 1921. Aparece el libro de relatos Anaconda y publica seis cuentos más, entre ellos "El espectro" (julio, 29). El 17 de febrero se estrena en el Teatro Apolo de Buenos Aires "Las sacrificadas". 1923. Publica nueve textos. Año de magra producción si se lo compara con los anteriores; no obstante, aparecen "El desierto" (enero, 4), "Los destiladores de naranja" (noviembre, 15) y los primeros artículos sobre la creación literaria, sus vicisitudes y las iniciales pistas teóricas de su propia factura ("Satisfacciones de la profesión del escritor", julio, 5; "La bolsa de valores literarios", enero 4, 1924). 1924. Aparece su libro de cuentos El desierto y entrega la serie "El hombre frente a las fieras", reunidas en volumen en 1967. 1926. De regreso a Buenos Aires, a principios de año, alquila una casaquinta en Vicente López. Se imprime su libro más celebrado por la crítica ya desde entonces: Los desterrados. Tipos de ambiente. BABEL publica un "Homenaje a Horacio Quiroga", en el que participan desde Benito Lynch a César Fernández

Moreno, de Luis Franco a Juana de Ibarbourou. Conoce a una muchacha de 18 años, María Elena Bravo. Tenía la edad de su hija Eglé, de la que no era amiga pese a que tanto se lo ha repetido en biografías, cronologías y artículos. Así lo declaró la misma María E. Bravo en 1983. 1927. Los cuentos comienzan a ralear en su bibliografía. Como compensación se dedica a redactar textos sobre literatura ("El decálogo del perfecto cuentista", "La profesión literaria", etcétera), junto a una serie de "Biografías ejemplares" hasta ahora no reunidas en volumen. El 16 de julio se casa con María E. Bravo. Quiroga tiene 48 años. "(Lo conocí) en el tren. Vivíamos en Vicente López, viajábamos en el mismo tren, yo iba a estudiar con mi hermana (...) Horacio me llevaba 30 años, era mayor que mi propio padre (...) Cuando vivíamos en Buenos Aires, íbamos al cine todos los días y la casa estaba siempre con gente: Fernández Moreno, Gernuchoff, Berta Singermann, Alfonsina Storni y muchos otros amigos (...) y hay que decir la verdad, en Misiones no lo querían, no podían entenderlo. Horacio no saludaba a nadie. Entraba al almacén y decía: "Déme 10 clavos", "Déme un kilo de harina", ni buen día ni buenas tardes" (Daniel Cabalero, "Cuentos de amor, selva y orquídeas". Reportaje a María Elena Bravo, en El Día, Montevideo, 23 de enero de 1983, Suplemento dominical en huecograbado, p. 1). 1928. Se trenza la amistad entre Quiroga y el joven escritor Ezequiel Martínez Estrada. En abril nace la hija del nuevo matrimonio; lleva el nombre de la madre pero la llaman "Pitoca". En 1988 se suicida en Buenos Aires, como antes sus hermanos Eglé (en 1939) y Darío (en 1954). 1929. Publica la novela Pasado amor, de la que apenas se vendieron medio centenar escaso de ejemplares. Sólo diez textos suyos aparecen en la prensa periódica, entre ellos el cuento "Los precursores", el de mayor contenido social y político de toda su obra, aunque estaba prefigurado en el cuento "Los desterrados" con este enunciado tajante: "iniciábase en aquellos días el movimiento obrero, en una región que no conserva del pasado jesuítico sino dos dogmas: la esclavitud del trabajo, para el nativo, y la inviolabilidad del patrón". Tal como lo ha testimoniado Carlos Selva Andrade, vecino de Quiroga en Misiones, el escritor pudo presenciar la sangrienta represión de los trabajadores rurales de la zona en más de una ocasión. 1930. Desde que en 1927 el gobierno uruguayo cae en manos del sector más conservador del coloradismo, alejados sus amigos del poder, el control sobre las actividades burocráticas del escritor en el consulado se hacen más estrictas. También comienzan algunas refriegas matrimoniales a lo que se suma, en fin, la multiplicación de ataques de la nueva generación. Quiroga les responde con su artículo "Ante el tribunal".

1931. En la segunda mitad del año Quiroga decide trasladarse a Misiones con su mujer y su hijo, lo que define en enero del año siguiente. Salvataje desesperado de su matrimonio, hastío de la vida ciudadana, rechazo a las presiones en su trabajo consular, pueden ser las causas probables del traslado final. A esta opción por la soledad, por la hurañía, se la compensa con el mismo cargo, la que podía ejercer en la selva con idéntica jerarquía y salario. Todavía entre los nuevos gobernantes uruguayos le queda algún influyente contacto.

1932. "Cuenta Castenuovo que, en 1932, él y Álvaro Yunque, se empeñaron en convencer a Quiroga de que, en vez de volver a Misiones (...) debería ira Rusia donde podría vivir de nuevo. Quiroga no manifestó ningún deseo de experimentar aquella renovación. Los oyó con cierto escepticismo desdeñoso, "como si también fuese de los que creían que la revolución rusa era o no era una revolución profunda (...)". 1933. Viviendo en la casa de piedra, el matrimonio renueva sus peleas. La vida dura y aislada de Misiones no atrae a la joven esposa. 1935. Un grupo de escritores que lleva adelante el sello binacional y cooperativo S.A.L.R.P, entre los que figuran César Tiempo y Alfredo Mario Ferreiro (quien, además, adhiere al terrismo y tiene, en consecuencia, influencias en el gobierno dictatorial) publican Más allá. Quiroga celebra que su libro vaya con prólogo de Zum Felde, en tanto ello significa una forma de retractarse del descarte establecido por el critico en 1930. También algunos jóvenes lo reconocen como un maestro, así lo hace el entonces crítico literario y más tarde brillante musicólogo Lauro Ayestarán en las páginas del diario católico El Bien Público (18 de febrero de 1935). "(..) Yo no soy uruguayo ni argentino (...) La sección uruguaya debe apreciar como es debido la conquista de un raro pájaro como yo", le escribe Quiroga a César Tiempo el 20 de agosto de 1934. Y muy cerca de su muerte, el 21 de noviembre de 1936, le hacía saber a Asdrúbal Delgado que había recibido "la excelente noticia de mi reincorporación oficial a la literatura uruguaya. Aún sin agasajos, me alegro del hecho. Al fin y al cabo hasta los elefantes van a morir todos al sitio donde dieron sus primeros trotes". Por la intermediación de Amorim y de Ferreiro, cada uno por su lado, merced a la expresa simpatía de Martín R. Etchegoyen, el gobierno lo nombra Cónsul Honorario, liquidándole cincuenta pesos al mes y permitiéndole que inicie trámite jubilatorio. Todo "en mérito a sus notorias y relevantes condiciones intelectuales".

Por ese tiempo comienza a padecer una "hipertrofia en la próstata"; su mujer lo asiste aunque la relación sigue enfriándose; su hija Eglé se divorcia y "con el varón (Darío) no nos entendemos", le confiesa a su "hermano" M. Estrada. 1936. En la correspondencia con Ezequiel Martínez Estrada arma el diagnóstico de sus propios achaques, haciendo gala de su autodidáctica erudición médica (dice deleitarse leyendo tratados de medicina y de agricultura, no dice lo mismo ni de su literatura ni de la ajena). Al mismo tiempo se jacta de su todavía intacto potencial erótico que la afección señalada no ha menguado. Pero la crisis de pareja llega al límite y su mujer vuelve a Buenos Aires llevándose a la niña consigo. Días después, describe la total soledad en la que está sumido refiriendo la espera de la correspondencia: "Yo sólo estaba con las manos sobre las rodillas, sin cartas, ni familia, ni nada. Pienso, hermano, en que he tenido un hogar durante nueve años, y que he sido abandonado por mi familia. Lo que lloro no es seguramente la mujer con la que no nos entendemos hoy un ápice, sino lo de antes, y la época en que nos amamos" (12 de agosto). La soledad no pudo derrotarlo, tampoco lo hace ahora. Relata paseos por el Paraná, sus últimos trabajos, su devoción siempre viva por Dostoiewski y por el Brand de Henrik Ibsen; le agrada descubrir nuevos narradores norteamericanos como Hemingway y Caldwell; se irrita con su viejo maestro Lugones por "la torpeza de su prosa actual". La guerra civil española lo conmueve, confirma su devoción republicana: "No quiero nada de militares, mi grande fobia, y tampoco de curas" (19 de agosto). A fines de setiembre viaja a Buenos Aires para atenderla enfermedad que los "buenos clínicos" que hay en Posadas no se atreven a tratar. Se interna en el Hospital de Clínicas, allí su mujer lo cuida con devoción, allí goza de la permanente compañía de sus compadres: "Charlábamos de literatura, empero; y ése fue el tema central de nuestras charlas en el Hospital de Clínicas". A menudo salía del Hospital a dar alguna vuelta, a visitar algún amigo. Tal vez fue entonces que un joven ignorado, Juan Carlos Onetti, quien vivía en Argentina en ese tiempo, lo vio fortuitamente "en una esquina de Buenos Aires. Lo había leído tanto, sabía tanto de él, que me resultó imposible no reconocerlo con su barba, su expresión adusta, casi belicosa (...) Era inevitable ver, mientras él esperaba el paso de un taxi sin pasajero, que su cara había estado retrocediendo dentro del marco de la barba. Continuaban quedando la nariz insolente y la mirada clara e imposible que imponía distancia. Y cuando apareció el coche y Quiroga revolcó su abrigo oscuro para subirse recordé un verso de Borges (...) que dice, en mi recuerdo, "el general Quiroga va en coche al muere".

Según Alfredo Mario Ferreiro, probablemente a fines de este año o a principios del siguiente: "Amorim se lo llevó a "Las Nubes", a su casa de la calle Paraguay, en Salto, cerca de la estación ferroviaria, en la parte norte de la ciudad. Ahí lo tiene a Quiroga un tiempo (...) Vicente Batistesa, quien se hace amigo suyo en el Hospital, le atiende con solicitud enternecedora (...) le tiende la cama que Quiroga destiende a menudo para recostarse vestido. (...) Quiroga, cuando se siente mejor, puede salir del Clínicas, donde está como en su casa. Sale y torna a entrar. (...) El mal avanza, sordo, implacable, decididamente. El que mejor lo sabe de todos, es el propio Quiroga". 1937. A medida que los sufrimientos aumentan, Quiroga solicita a sus médicos la verdad, una verdad que sospechaba. Estos le declaran que tiene cáncer gástrico. Él sabe que eso es irremediable. El 18 de febrero da un largo paseo en las calles por las cuales tanto había andado, compra cianuro, regresa a las once a su habitación. En la madrugada del 19 aparece muerto. Se lo vela en la Casa del Teatro, sede de la Sociedad Argentina de Escritores, de la que había sido fundador y vicepresidente. Con amplios honores sus restos fueron trasladados a su Salto natal donde permanecen. Sus más famosas obras fueron: 1. A la deriva 2. La gallina degollada 3. Las moscas 4. El almohadón de plumas 5. La muerte de Isolda 6. El desierto 7. La insolación 8. El hijo 9. El perro rabioso 10. Anaconda 11. Juan Darién 12. Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre

Conclusión: Horacio Quiroga, a pesar de no ser muy reconocido en nuestros tiempos, es uno de los más grandes cuentistas latinoamericanos del siglo XX, quien vivió una época de grandes cambios en Argentina y su país de origen Uruguay. Sus escritos representan como es la sociedad desde un punto fantasioso, el cual se expresa con animales y cómo interactúan con su medio, así es como funciona la sociedad dentro del mundo de este escrito. Su vida estuvo llena de tragedias, por las cuales se vio varias veces sumido en una profunda depresión, como la muerte de su padre, la muerte accidental de su amigo Ferrando, el suicidio de su padrastro y de su primera mujer, al igual que la de sus hermanos. A pesar de ello siempre intento vivir una vida activa y, aunque no fuera posible, feliz, refugiándose en sus escritos, en actividades deportivas y recreativas, pero más que nada en el mundo literario del cual se veía rodeado. Sin duda un personaje altamente emblemático para nuestra literatura latinoamericana realista, de la cual hoy en día no se ve muy apreciada por que la sociedad ya no sabe interpretar aquella realidad que se le intenta plantear.

Méndez Tobón Jesús Antonio Horacio Quiroga Taller de Lectura y Redacción IV 3° “A”