Hay un dinosaurio en mi sopa

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES. PLANTEL ORIENTE MATERIA: QUÍMICA I ENSAYO D

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES. PLANTEL ORIENTE

MATERIA: QUÍMICA I

ENSAYO DEL LIBRO: “¡HAY UN DINOSAURIO EN MI SOPA!” DE ÁLVARO CHAOS.

ALUMNA: HERNÁNDEZ GONZÁLEZ ARIEL ALEJANDRA

GRUPO: 124 A FECHA DE ENTREGA: 17 DE SEPTIEMBRE DEL 2018

OBSERVACIONES: _______________________________________________ ____________________________________________________________ ____________________________________________________________

CICLO ESCOLAR: 2018-2019

¡Hay un dinosaurio en mi sopa! Es un libro del autor Álvaro Chaos Cador que tiene como tema principal la evolución biológica, explicando a través de un lenguaje sencillo y comprensible la diferencia que existe entre los conceptos que se han dado de este término alrededor de la historia. De igual forma desmiente mitos sobre el tema, como el de que la evolución es un proceso lento, que no se puede percibir porque acontece durante miles o millones de años, siendo errónea la utilización de este término ya que cuando se habla de un tipo de cambio específico, que puede ser tardado, nos estamos refiriendo a evolución biológica, que no es lo mismo a hablar de evolución en física entendiéndose en esta rama como un cambio generalizado. La evolución biológica –según el autor- es “el cambio de las poblaciones a lo largo de sus generaciones”, que es importante no confundir con el cambio de los individuos durante sus vidas que se traduce mejor como desarrollo. El autor hace hincapié en el tema central en la página número 25 que tiene un capítulo titulado como el libro, donde se habla de la evolución del supuestamente extinto animal para/con el ambiente. El creador nos explica que la razón por la que eligió este animal fue por ser especialmente famoso y “una franquicia exitosa, nos muestra que a pesar de esto hay elementos sustanciales poco conocidos sobre los dinosaurios. Por ejemplo, que algunos de los más grandes poseían huesos huecos, con lo que aligeraban sus masivas estructuras corpóreas, u otro dato sorprendente como el hecho de que en realidad no se hayan extinguido. Algunos de los grandes reyes del mundo antiguo desarrollaron protuberancias en la piel parecidas a picos cortos. Algo equivalente a los pelos de un mamífero, pero más gruesas. Surgían a partir de un folículo circular. En lugar de permanecer así, como sucedió con el pelo de los mamíferos el tubo se ramificó en multiplicidad de fibras que después adoptó una organización en la cual se entretejían todas las prolongaciones que es lo que hoy conocemos como pluma. Se ha propuesto que este recubrimiento suave aislaba a los portadores del clima frío, pero no sólo funcionó para eso. Eran trepadores de árboles; la ligereza de la capa les convino para moverse con destreza entre troncos y encima de ellos con gran facilidad gracias a una reducción de sus tamaños y el hecho de estar constituidos por huesos huecos. A la larga a través de las generaciones, fueron transformando sus patas y su cuerpo, saltaban cada día más lejos, planeaban mejor, hasta que un día volaron. Convirtiéndose de esta forma en los antepasados poco conocidos de los que conocemos en la actualidad como aves y que comemos fritos, empanizados, como caldo, etc. Este capítulo nos demuestra lo magnífica que puede ser la evolución y los monumentales que puede generar en las especies después de generaciones según la necesidad que tuvieran de adaptarse a las condiciones del ambiente, utilizando la ley del uso y desuso que Lamarck proponía en su libro “Filosofía Zoológica” (1809) exponiendo que la vida posee una tendencia natural a la complicación. Con el famoso ejemplo del cuello de las jirafas.

Cuando las condiciones cambian, los individuos lo detectan, adoptan nuevos comportamientos o modifican los anteriores, transformando su cuerpo. Los cambios asimilados se transmiten a los hijos, siendo la especie la que cambia al son del ambiente, como se mencionó anteriormente. En un principio existían jirafas con cuellos cortos que comían hojas de arbustos y árboles pequeños. Sin embargo, el follaje de estas plantas comenzó a ubicarse cada día a mayor altura por lo que de manera natural las jirafas tenían que realizar ciertos estirones para alcanzar su alimento, modificando el músculo lentamente. La modificación en el músculo se registraba en las gémulas que llevaban la información a las células sexuales, óvulos o espermatozoides, según el caso de manera que las siguientes generaciones nacían con un cuello más largo que el de sus progenitores. Por ser las jirafas que poseían estas características las más aptas para sobrevivir, el tamaño del cuello de estos animales fue acrecentando. No obstante Lamarck no fue el único científico que investigó indirectamente sobre la evolución biológica. Otro, quizá el más famoso, fue Charles Darwin con su libro titulado “El origen de las especies por medio de la selección natural” que capítulo a capítulo nos explica su punto, como en aquel capítulo de nombre “Variación en el estado doméstico”. En este se explica la forma en que el hombre ha influido en la evolución de las especies en una forma artificial. Seleccionando cuidadosamente a los organismos elegidos para brindar lo que el humano necesita o prefiere, como es en el caso de las vacas. En un principio existía una población de vacas el que se encontraban individuos que daban mayor cantidad de leche que otros provocando que los granjeros deseosos de producir en mayor cantidad esta sustancia decidieron reproducir a estos especímenes solo entre ellos de manera que en la siguiente generación la producción era mayor hasta llegar a la cantidad de leche que da una vaca Jersey. Sin embargo como ya sabemos la variación también se da en estado salvaje, como vimos en el caso de los dinosaurios y esto se expone en el siguiente capítulo del libro. El tercero nos habla de “La lucha por la existencia”. Lo que detiene a las poblaciones para no inundar la tierra con sus hijos se relaciona con los recursos. A medida que el alimento empieza a escasear, la especie dejará de aumentar en número. A esto se le denomina “Capacidad de carga”. En pocas palabras indica cual es l aforo del ecosistema para sostener un tamaño determinado de población de cierta especie. En las producciones domésticas el hombre escoge las características que desea modificar. En la naturaleza son los propios individuos quienes se seleccionan de acuerdo con sus capacidades de obtener recursos. Dado que difieren, sus destrezas para conseguir alimento y huir de sus depredadores serán distintas; los mejores sobrevivirán y los demás perecerán. Darwin le pone el nombre de Selección Natural a este mecanismo, donde la naturaleza selecciona a ciertos individuos porque poseen características que hacen a sus portadores más eficaces en la lucha por la vida.

El aporte original de Darwin a la teoría evolutiva se relaciona con el surgimiento de la variación. En Grecia ésta era mala, un sinónimo de erros. Para Lamarck era una adaptación, algo positivo. En el darwinismo se incorporaban las dos visiones. Una fracción de las variaciones podían surgir independientemente de las necesidades de los seres vivos, por razones desconocidas y su utilidad se vería reflejada en el momento en que el organismo poseedor de ellas se enfrentara al medio. Aún así, la selección natural es la idea central del pensamiento Darwiniano y requiere de cuatro requisitos para operar. El primero necesita organismos que se reproduzcan. El segundo requiere que las características de los seres se pasen a su descendencia, es decir, que exista una herencia. La tercera exigencia depende de la variación en los rasgos. Si todos los organismos son iguales, si su color, talla, fuerza, resistencia, son idénticos, es bastante obvia la imposibilidad de escoger sobre otros. La última condición especifica que el desempeño de las variaciones sea distinto, así podrán escogerse unos individuos sobre otros. Esto último está de la mano con la eficacia, que es el producto de la proporción de supervivientes por el promedio de hijos de cada individuo. Se pueden medir ambos parámetros en los individuos y así proyectar a futuro la composición de determinada población. Es un concepto trascendental en los estudios sobre evolución biológica por selección natural. No obstante, el libro no sólo habla de la evolución y la forma de representar este proceso gráficamente mediante a lo que los científicos llaman “Árbol filogenético”. También nos habla un poco de la importancia del cuidado del medio ambiente y de las especies, explicando lo difícil que es crear un área natural protegida (cuya función es la de cuidar la biodiversidad amenazada) que viene desde reconocer el territorio necesario para mantener a salvo a determinada especie, esto varía dependiendo del tamaño de esta. Sin embargo, del cuidado de especie grandes se pueden sacar beneficios de igual magnitud, ya que al ser un territorio extenso el que hay que salvaguardar otras especies se ven protegidas de igual forma, siendo la especie grande llamada “Especie paraguas”. De la misma manera se tiene que hacer un seguimiento continuo después de aislar un área, para constatar que en realidad la reserva funcione. Hay que saber si la vegetación se recupera y si la zona está libre de contaminación, esta salud del ecosistema se ve reflejada en las “especies indicadoras” que son aquellas cuyos organismos son los primeros en ser afectados. También existen las “Especies clave” que son aquellas que soportan con su sola presencia una comunidad, saber cuáles son estas, ayuda a destinar correctamente el dinero a cada especie, dándole un mayor porcentaje a esta última. El libro trata temas variados, ligados directamente a la evolución de las especies con un deje de consciencia ambiental, naturalmente, porque tierra solo tenemos una y si algo me dejó en particular este libro fue esa enseñanza de agradecer más por el planeta en el que me tocó vivir, que tantas especies ha visto nacer y tantas otras que ha visto morir, planeta que nos toca cuidar.