Grupo Operativo Comunitario

El Grupo Operativo Comunitario Abelardo Eliezer Salita Introducción El presente trabajo es producto de quince años de p

Views 155 Downloads 1 File size 159KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El Grupo Operativo Comunitario Abelardo Eliezer Salita

Introducción El presente trabajo es producto de quince años de practica de la psicología social en el ámbito comunitario, a través de organizaciones y también en forma individual, atendiendo demandas que muchas veces me han complicado pensando cual es el mejor dispositivo para esas tareas. Entre esos interrogantes ocupa un lugar destacado la pregunta acerca de la validez y la pertinencia de la técnica de los grupos operativos, su estrategia y su relación con los encuadres comunitarios. En este trabajo intento sistematizar mi experiencia implementando tales grupos en la comunidad. Me baso en mi paso por diversos espacios oficiales y no oficiales como: el ministerio de acción social, secretaria de deportes de la nación; centro de salud mental nro. Tres (asociación civil “jardín de otoño”); centros de jubilados de capital federal y gran buenos aires; instituciones de colectividades y clubes; también en los ámbitos hospitalarios y universitarios y en diversos proyectos autogestivos. En cada uno de ellos junto a los aciertos he cometido también errores, ha habido experiencias frustradas, pero el balance que hago de estas tareas es satisfactorio y como parte del mismo quiero resaltar la idea de que el grupo operativo es una herramienta útil, rica y profunda. Considero que es un instrumento versátil, apto para responder a una vasta variedad de situaciones de la compleja vida cotidiana contemporánea. La situación actual de la psicología social es de riqueza de experiencias. Hoy muchos psicólogos sociales se encuentran trabajando en el ámbito comunitario. La diversidad de las prácticas y la vastedad de los problemas tratados renuevan la necesidad de reflexionar acerca de los recursos, encuadres y modos de abordar cada tarea concreta. 1

Hay una tensión en el trabajo psico socio comunitario actual: dado a mi entender por el COMO se trabaja. El riesgo que plantean las nuevas realidades es abordarlas repitiéndonos, aplicando mecánicamente esquemas y “saberes” conocidos, no dando lugar a un enfoque creativo de la realidad. Otro riesgo surge de la fascinación por las “técnicas”. Como si estas por si mismas bastaran para resolver los nuevos desafíos. Mi punto de vista es que la cuestión de las técnicas es un problema ligado, determinado por nuestra comprensión de la realidad, del contexto a investigar. Quien cuente con elementos conceptuales que le permitan una percepción integradora de la realidad lograra operatividad. Desde este punto de vista el debate determinante acerca del COMO del trabajo comunitario se plantea a nivel de concepciones ideológicas y teóricas de nuestra disciplina. Pareciera que hay quienes no lo entienden así. Hoy se plantea el debate acerca del valor del grupo operativo como técnica de trabajo en el espacio comunitario desligándolo de sus fundamentos teóricos y metodológicos, reduciendo la complejidad de nuestro rol y de nuestra tarea al tipo de técnica empleada. “En la comunidad no se trabaja con grupos operativos” (1). Esta es una máxima reduccionista que circula en diversos ámbitos de la psicología social. Considero que entre la técnica de los grupos operativos y los grupos naturales hay una coincidencia esencial, que los hace un instrumento adecuado a este tipo de tarea. Constituyen el reflejo activo consciente de estos grupos, son la expresión teórica y metodológica que permite conocer sus rasgos nucleares. Como parte de una estrategia consciente de trabajo pone su foco en ellos. Toda esta técnica encuentra su momento culmine cuando se liga a un nuevo oficio: el psicólogo social, quien esta particularmente entrenado para tareas psico socio comunitarias. Así, creo yo, lo entiende Pichón Riviere cuando titula a su principal obra escrita “Del psicoanálisis a la psicología social”, marcando un pasaje que no solo es ruptura con la ortodoxia psicoanalítica (2) sino el paso de una psicología cuyo objetivo era la clínica a otra entendida como psicología de la vida cotidiana. ¿Por qué psicología de la vida cotidiana? Porque considera que la psicología mas que curar a un individuo debe promover la salud colectiva. En función de ello la tarea del psicólogo social es indagar los mecanismos que generan, promueven y afianzan la salud mental comunitaria y consecuentemente su calidad de vida. Establece el vínculo como unidad mínima de análisis psicosocial porque es en ellos donde cotidianamente surgen condiciones de sostén, apoyo e impulso para la realización de los proyectos de individuos, grupos y comunidades. Por eso jerarquiza el trabajo con grupos; Porque entienden que ellos son “la vía regia” para el estudio del vinculo. 2

El grupo que propone como técnica, se fundamenta en el método dialéctico que entiende que en la vida “todo esta en movimiento, transformación y cambio”, y que la función de quien trabaja en el campo de las ciencias sociales es descubrir, comprender y potenciar las causas generadoras, impulsoras y posibilitadoras del cambio. La operatividad, es decir, la capacidad de actuar cooperativamente para resolver problemas es un rasgo esencial de los grupos. Estos logran un plus operativo respecto al individuo aislado. Esta es su razón de ser. En grupo el individuo resuelve problemas que solo no podría o los solucionaría a un costo (emocional, energético, temporal o económico) mucho mayor. Fundamentándose en estas ideas es que la psicología social contemporánea propone que la técnica de trabajo en la comunidad debe apuntar a promover y mantener la operatividad y el protagonismo de los grupos que componen organizaciones y comunidades. El grupo operativo centrado en la tarea trabaja dialécticamente sobre el factor de cambio.

Grupo Operativo y Actualidad Hago referencia a nuevas realidades sobre determinadas social, económica, políticamente. Hoy se habla del nuevo orden mundial, de globalización, de una gran revolución tecnológica. Atravesando las históricas y asombrosas transformaciones que estamos viviendo detrás del discurso triunfalista con que son presentadas surge como resultado una realidad para pocos. Pocos puestos de trabajo, bajos ingresos, poco acceso a salud y educación y como dice Ana P. de Quiroga, se instala en la cotidianeidad “un horizonte de amenaza” (3). Esto genera efectos a nivel de los vínculos y por lo tanto moldea al sujeto. La amenaza de exclusión, el creciente deterioro de la calidad de vida, el mito encubridor de la “sociedad de consumo” con su restringido “horizonte de consumidores”, que perversamente invita a desear aquello a lo que no se puede acceder: “pertenecer”, “no ser parte del rebaño”. El ritmo acelerado sea por exigencias crecientes o en busca de una oportunidad moldean y determinan la conducta y la subjetividad. Aflora de esta forma el individualismo, la actitud competitiva, el otro no como un semejante sino vivido como rival, el debilitamiento creciente del tejido social, el doble discurso en las organizaciones, la búsqueda del “zafar”, y de la “salvación” individual, llevando a personas, grupos y organizaciones a las respuestas rígidas, repetitivas por desconocimiento o falta de “capacitación”, y sobre todo a la acción 3

desligada del pensamiento y al sujeto disociado. Estos son a grandes rasgos los problemas que se manifiestan en el espacio comunitario. Ante esta realidad surge el debate acerca de la vigencia del grupo operativo como ámbito e instrumento de tarea de comunidad.

Grupo y Comunidad Hoy, desde el panorama que brevemente he esbozado, surgen voces que ya sea por “precaución” o por urgencia de “actualización” cuestionan al grupo operativo como uno de las herramientas idóneas del trabajo en comunidad. Se descalifica al grupo operativo como viejo, y acompañando a esta idea se plantea la necesidad de técnicas nuevas, supuestamente rápidas, en las que la gente ponga el cuerpo ya que esta cansada de hablar. “En la comunidad no se interpreta” se señala el riesgo de la interpretación y se la opone a los beneficios de la “capacitación”. Cabe preguntarse por lo novedoso de estas criticas y por la solidez de su fundamentación. Se dice que no tiene sentido invocar las causas que generan los conflictos, eso seria un paradigma superado. Tampoco tiene sentido la búsqueda de la verdad científica, ni la adaptación activa a la realidad como criterio de salud ya que esta es lo que para uno es. ¿Constituye este conjunto heterogéneo de ideas la base de un nuevo modelo científico o por el contrario significa un retroceso al antiguo positivismo y a lo peor del subjetivismo especulativo? La elección de una técnica no es una cuestión neutra. Sabemos que estas dependen de la visión que cada trabajador tenga de su rol y su tarea. Se trata de tener conciente desde que concepción de la salud y la enfermedad; del conflicto y del cambio se esta operando. Planteada la cuestión en estos términos queda por indagar desde que punto de vista y posición nos ubicamos frente al trabajo comunitario. ¿Cómo intervenimos ante las contingencias comunitarias? ¿Falta capacitación o conciencia critica’ ¿son sinónimos ambos conceptos? ¿Son mutuamente excluyentes? ¿Para enfrentar los problemas que diariamente se presentan en la comunidad, se necesita reflexión crítica y dialogo o este a pasado a ser un anacronismo? Como se ve en estas preguntas el problema de la elección de las técnicas de trabajo, va a estar subordinado a la respuestas teóricas – ideológicas que demos a las demandas que nos plantea la actualidad.

4

Es necesario aclarar que nuestro rol esta ligado a la promoción comunitaria y no al desarrollo social, ambos son conceptos muy diferentes que no deben ser equiparados. Esta última tarea corresponde a la política. De la misma manera que la psicología social no es para una psicología grupal sino que el trabajo con grupos es una consecuencia de la fundamentación, la implementación de los grupos operativos en comunidad es el punto de llegada de un proceso mas amplio, realizado previamente por el psicólogo social, quien ejerce funciones: • Consultoras. El psicólogo social participa desde su saber experto. Es un idóneo en vínculos y comunicación humana, que sostiene un espacio de dialogo para asesorar, identificar, señalar modalidades de interacción y comunicación, de toma de decisiones y resolución de problemas, de planificación y puesta en marcha de proyectos. • Mediadoras. Suele ser muy habitual que cuando vamos a un ámbito comunitario, encontremos sobrentendidos, malentendidos, enojos y desconfianzas. Esto puede deberse a dos razones: lucha por el poder y la imposición de proyectos diferentes o por el contrario la causa, paradójicamente, se encuentra en la búsqueda de objetivos comunes solo que por ausencia de hábitos y modelos de resolución conjunta de problemas se termina en confrontaciones inconducentes. Nuestro sol que tiene como uno de sus puntos de mira la superación y rectificación de los dilemas, es por definición esencial, mediador. • Instituyentes. Nuestra tarea ante los impactos de la realidad debe ser promover la conciencia critica entendiendo por esta el refuerzo de los lazos de la comunidad, la promoción de los procesos identificatorios con los pares, el reconocimiento de recursos y carencias comunes, la identificación de los problemas en su policausalidad, y sobre todo la puesta en marcha de un proyecto en común en la búsqueda de soluciones. Esto implica una acción instituyente y transformadora. Autonomía, autogestión y conciencia y acción solidaria son tres parámetros para evaluar lo que entendemos por conciencia crítica. • De Holding. 5

Nuestro sol no es solo de copensor, sino que la actitud psicológica, tal como la entendemos, implica una función de sostén en el sentido Winnicottiano de “prestar el yo” al servicio del desarrollo. El psicólogo social adopta una actitud de escucha, tolerancia a la frustración y a la incertidumbre, de capacidad de espera, muchas veces necesitadas y ausentes. En síntesis, acepta ser depositario operativo de las ansiedades colectivas. • Integrativas. Apuntamos estratégicamente, a la integración comunitaria, objetivo central de nuestro sol, nuestra función esta ligada a identificar factores de unión, revisar creencias acerca de lo que divide y favorecer nuevos lazos de encuentro. Estos rasgos del rol psicólogo social son los que se vehiculizan desde la función de coordinador de grupo operativo comunitario, caracterizado por el análisis sistemático de las contradicciones. Es por estas características que lo considero el instrumento por excelencia para estos requerimientos. Lo que no significa considerarlo ni la única técnica necesaria, ni aquella que es imprescindible siempre.

Instrumentación del grupo operativo comunitario Trabajamos con todas las herramientas del grupo operativo. Lo que modificamos es el dispositivo de trabajo. El grupo operativo nos provee de una metodología y un instrumental para comprender e intervenir en los procesos interacciónales y comunicacionales de los grupos. Lo que no empleamos es el mismo encuadre que en los grupos de formación. El trabajo comunitario se realiza en última instancia, con determinados grupos que son mediadores. ¿Cómo abordamos esos grupos? En primer lugar, lo primero que tomamos e instrumentamos de la dialéctica natural de los grupos, es la condición procesal de los grupos: La configuración de un grupo y su realización como tal implica un proceso de trabajo y de conocimiento; el surgimiento de un grupo esta siempre acompañado por un movimiento previo, esto es espontaneo, donde se van sentando sus bases. Ello se corresponde con todas las funciones realizadas y mencionadas anteriormente que nos van a permitir definir los objetivos, el encuadre y el contrato de trabajo. Esta necesidad de proceso previo es inherente a lo grupal solo que en la comunidad, esta conciencia organizativa muchas veces es difusa, y es una de las tareas nuestras transmitirla. Por lo tanto nuestra primer acción organizativa es 6

indagar, explorar y decodificar los fenómenos presentes en el campo. Si esto es resuelto acertadamente cuando llegamos al grupo ya hemos realizado gran parte de la tarea comunitaria. Una dificultad habitual cuando se trabaja en lugares con una organización muy precaria o con muchas urgencias, es que, desde vivencias de caos, desorden y des-instrumentación, defensivamente queremos encerrarnos a trabajar ya con un grupo forzando el proceso, sin indagar lo suficiente porque nos convocan, quienes, con que objetivos, etc. Se “acepta” la demanda sin analizarla. El trabajo del psicólogo social se inicia con el primer contacto. El que ya produce efectos en ellos y en el operador, quien ya pasa a estar implicado en un campo afectivo e interaccional que aun no conoce y que de no ser rigurosamente analizado puede dejarlo incluido en alianzas y conflictos que impotenticen su labor. Otro aspecto a contemplar en la comunidad es el carácter mediador de los grupos: cuando iniciamos el dialogo exploratorio, aquellos que colaboran con nosotros no hablan solo por si mismos; son quienes por su función social, vocación de servicio, compromiso o lo que fuere transmiten demandas que corresponden a la comunidad en la que están insertos. Son los portavoces de la necesidad de problematizar esas cuestiones. Nuestra mirada esta puesta en estudiar el vínculo que ese grupo sostiene con las demandas y necesidades conscientes o no de esa comunidad de la que forma parte. Los grupos se sostienen como tales interactuando con factores que los sobredeterminan: cuando planteamos que esta técnica esta “centrada en la tarea” hacemos referencia a que todo grupo natural tiene una razón de ser que va más allá de las necesidades de sus integrantes o de la comprensión de la dinámica en si. Los grupos crecen como tales en la medida que interactúan con factores “externos” que constituyen su principal objeto de conocimiento. Estos grupos "representan “espontáneamente problemas de su contexto inmediato. Lo recién mencionado reabre la reflexión sobre la representatividad y la demanda en estos grupos. El grupo comunitario sea a partir de la convocatoria de una o varias instituciones, nos llama siendo un sector de “la comunidad”. Esta condición plantea una serie de interrogantes. Presuponemos, como ya señalamos en las clases anteriores, que si llegamos a la instancia de instrumentación de los grupos operativos es porque hubo algún nivel de definiciones institucionales acerca de los objetivos y tareas, falta establecer el contrato voluntario con los participantes. Debemos chequear el grado de identificación o contradicción con la convocatoria, definición de los problemas por parte de ellos, expectativas explicitas e implícitas. 7

Nuevamente debemos definir el problema en este nuevo nivel: implica analizar la demanda, las contradicciones que la recorren. Tenemos un primer nivel de análisis evaluando como estamos incluidos en la situación lo que requiere no solo tener en cuenta los fenómenos transferenciales, sino que, al configurar con nuestra presencia un vinculo que de hecho genera gratificación o frustración debemos analizar dichas implicancias, lo que desde la escuela institucionalista francesa, René Loreau denomino implicancias sintagmáticas, simbólicas y paradigmáticas. Como somos percibidos y como nuestra presencia y accionar genera ambivalencia o posibilidad de confianza y encuentro. Un factor a debatir y esclarecer es lo que la terapeuta sistémica M.Selvini Palazzoli (4) denomino la presencia paradojal del operador. Todos están de acuerdo con su presencia pero ninguno se siente objeto de su accionar. Revisar el grado de congruencia entre la aceptación verbal y la colaboración efectiva. Ayuda a evaluar como estamos siendo incluidos. Un aporte útil desde el análisis transaccional (5) es el “triangulo dramático”: ¿estamos siendo incluidos como salvadores, perseguidores, victimas? ¿O estamos recibiendo un pedido genuino de colaboración? ¿Cuánto de uno, cuanto de otro? Porque como nos estén ubicando en el proyecto y como nos perciban nos da mucha información sobre la calidad del conflicto y el pronostico. Una cosa es si somos convocados al servicio de elaborar ansiedades y otra muy distinta si la fantasía es que vayamos a controlarlas. Esto requiere abordar los rasgos contradictorios de los grupos: Si consideramos que todo acto o proceso es contradictorio en si mismo, sabemos que una determinada propuesta va a llegar recorrida por la contradicción. ¿ como se va a expresar la contradicción? Tiene niveles de expresión. Cuando en la comunidad surgen conflictos o se proponen determinados objetivos que hacen necesaria la presencia de un psicólogo social, suele ocurrir que no hay una clara identificación del problema o hay definiciones encubridoras al servicio de controlar las ansiedades o por intereses específicos; además. No suele estar acordado los objetivos a alcanzar e inclusive no se ha puesto en debate las distintas visiones y perspectivas. El establecimiento de un contrato psicosocial de trabajo, definiendo objetivos y encuadre va a depender de como y quien defina el problema y quienes se sienten comprometidos en el mismo. Igualmente esta primer tarea exploratoria acerca del contrato ya es en si misma la puesta en marcha de la tarea y debe ser reconocida como tal. 8

Estos conceptos hacen necesario diferenciar las características particulares que adquieren los grupos operativos en los ámbitos naturales de la comunidad respecto de aquellos que implementamos en las instituciones formativas en relación a: 

El encuadre.



La técnica de intervención.



El encuadre

En los espacios comunitarios los grupos no se suelen “armar”, ya existen naturalmente, su heterogeneidad es propia de la vida cotidiana. Esto es una significativa diferencia respecto de los grupos “artificiales”, sean de formación, capacitación o terapéuticos y por lo tanto van a generar problemas particulares a enfrentar: Uno de estos es sobre la naturaleza de su composición. A diferencia de los otros en este grupo no hay un criterio selectivo que nos permita resguardar la tarea evitando a las personalidades difícilmente agrupables o inagrupables. Inclusive dependiendo de las características y objetivos de la actividad y el tipo de lucha por el poder que esta genera es habitual la presencia de personas con indicios de caracteropatías y psicopatías /1/. Por eso es fundamental, que el trabajo se realice preservando la función simbólica propia de la estrategia de los grupos operativos donde la palabra, como medio de aprehensión de la realidad sigue teniendo un lugar privilegiado. Sin negar la utilidad de otras técnicas, pero sin caer en la ilusión de creer que el tecnicismo podrá fortalecer los mecanismos de autopreservación y desarrollo que grupos, instituciones y comunidades poseen. Desde este modelo de trabajo decimos que una de las consecuencias del trabajo en grupo operativo es aprender a trabajar en grupo, por lo tanto un psicólogo social no va a coordinar un grupo natural de la comunidad buscando solucionar problemas, sino que, proponiéndose transmitir un modelo de trabajo grupal va a tener como mira que ese grupo reconozca las modalidades de realizar la tarea y resolver sus problemas pudiendo de esta manera desarrollar nuevas formas de trabajo, solidaridad y defensa frente a los problemas. Teniendo en cuenta estas ideas, la construcción del encuadre hace necesario: reconocer el encuadre natural de cada grupo y ayudar a sus integrantes a identificar los aspectos funcionales y disfunciones del mismo. No vamos, tal vez, a funcionar con 9

el mismo dispositivo de los grupos de formación lo que no implica renunciar al grupo operativo, entendido como conjunto metodológico. No vamos a imponer un dispositivo (6), sino a reflexionar sobre los dispositivos que los grupos ya tienen y vamos a ayudar a pensar como optimizarlos. Es necesaria flexibilidad para adaptarse a las condiciones que ese contexto nos impone. Muchas veces la misma flexibilidad que necesitan los integrantes que habitualmente trabajan de esa forma, causa convocante de nuestra presencia. Al mismo tiempo se requiere claridad conceptual para adaptarnos activamente aportando una mirada sobre las dificultades del encuadre que sea directriz hacia una mayor operatividad. Entiendo que el prejuicio de que en la comunidad no se trabaja con grupos operativos es una reacción contra el traspaso mecánico del dispositivo de formación al ámbito comunitario. El trabajo con grupos operativos y la construcción del encuadre adquieren así las características de lo que llamamos investigación participativa. /1/. Por ejemplo en capacitación de líderes comunitarios, u otras actividades caracterizadas por una abierta o encubierta disputa política.



La técnica de intervención

Mas bien tendríamos que decir las técnicas, ya que debemos apelar a un amplio repertorio de recursos, sin forzar la comprensión de la gente. Es nuestra la responsabilidad por comprenderlos. Dentro de estas técnicas no renunciaremos a nuestra función interpretante. No vamos a trabajar con la interpretación entendida como desciframiento, pero si vamos a trabajar con un tipo de tarea interpretativa entendida como atribución de significados y multiplicación de sentidos. Esto requiere una actitud que permita sostener el dialogo. La palabra que circula permite salir de la rutina y la actuación. Permite religar la acción al pensamiento que en los mecanismos de la cotidianeidad actual quedan desarticuladas como ya he señalado. Permite que los mecanismos irreflexivos de la vida diaria salgan a la luz y sean puestos en cuestión (7). Quien trabaja en el ámbito comunitario sabe que en la medida que se pueden crear y sostener espacios para el encuentro y el dialogo los seres humanos encuentran soluciones, nuevas alternativas y propósitos. No hay nada mas poderoso que eso. Junto con esta función de sostener la palabra – y al servicio de ella – hay muchos otros recursos: lúdicos, dramáticos, plásticos, de imaginería, etc. Que son útiles y necesarios, pero no debemos ceder a la ilusión de que las 10

técnicas pueden remplazar al dialogo fecundo, como diría Frankl (8), “en busca de sentido”. Como dice Ana P de Quiroga la práctica de la psicología social es el ejercicio de la sospecha. Es, además y fundamentalmente el ejercicio de la esperanza, porque solo puede ser psicólogo social aquel que confía en las infinitas capacidades de los hombres para nuclearse y encontrar nuevos caminos.

11