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© Asunción Fernández Doctor

Antonio Seva Díaz I.S.B.N.: 84-930635-3-3 Dep. legal: Z-2240-2000 Imprime: INO Reproducciones, S.A. Ctra. Castellón, km 3,800 - 50013 Zaragoza

Índice Prólogo

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Goya y la locura Introducción

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1. Corral de locos ..

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Su producción artística sobre la locura . . ......... ...... .. .

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20 31 35 38 43 46 49 51 54 57 61 63 64 67 71 72

1 7. Locaquevende los placeresII SaludI SueñoI Libertad I GustoI Alegría .. . . ....... .... ....... ..... ... . ... . 18. Sucesos campestres........................................................... .. . .... ... . ...... ...... ...... .......... .. ........... ... 19. El idiota

75 78 81

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2. La enfermedad de la razón

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3. Locura . .... ..... ... . .. ......... ..... ...... ... .. ....... ....... ..... 4. La casa de locos ... ... ......... .. .. . ........ . ..... .. 5. LocoI Calabozo . ....... ... . . .............. . . . ... . ...... . . .

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6. Loco furioso .. ... ........ . .

7. 8. 9. 10. 1 1.

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LocoAfricano .. .

Locos .......

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Locos ...........

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13. Loco furioso ... .. . .

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16. Loco por errar .. . .. .......... ...... .. . .

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15. Loco pícaro....................... .. ....... .

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14. Loco por escrúpulos.. ... . .......... .. ........ ..... .. .

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Elhombre feliz...................

12. Locos .....

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De laCe Mr Loco ... .

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Su experiencia personal con la locura ...

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Prólogo De la experta mano de los profesores de la Universidad de Zaragoza, Asunción Fernández y Antonio Seva, nos introducimos con esta publica­ ción en un tema y autor universales: la locura y Gaya. No dudó nuestro pintor en seguir sus pasos o huellas en algunos momentos de su bio­ grafía artística en el siglo de la Razón -o de la pasión de la Razón- y en los años de su distanciadora vej ez. Pues es que ha sido Gaya el único que a lo largo de la historia de la pintura española de los siglos XVIII y XIX abordó de manera más direc­ ta y testimonial la representación de la locura como manifestación de la soledad e incomunicación. Fuera de los entonces reinos de España, sólo dos pintores destaca­ dos abordaron, como es bien sabido, las manifestaciones de la locura de un modo directo, aunque por motivos bastantes diferentes: a media­ dos del siglo XVIII el inglés William Hogarth en un grabado de una serie moralizante, como final de la vida libertina, y el malogrado Theodore Gericault, hacia 1820-24, con una serie de diez retratos de maniacos de ambos sexos por encargo de su amigo el doctor Georget, director médico del hospital parisino de La Salpetriere. Las dos pequeñas pinturas y los diecisiete dibuj os de dementes que realizó Gaya y comentan ahora nuestros investigadores dan tes­ timonio humano y estremecedor de la variedad de las manifestacio­ nes de la locura. Sus rostros son muecas de esta enfermedad tenida como castigo divino y azote permanente de la humanidad o en los tiempos modernos, como alteración de la mente con múltiples diag­ nósticos. Los autores Fernández y Seva han abordado el tema desde la visión de la psiquiatría para determinar las diferentes manifestaciones de la demencia a partir de las clasificaciones que realizó el alienista francés Philippe Pinel (1745-1826), coetáneo de Francisco Gaya, pionero de la psiquiatría moderna y reformador de los manicomios. Ambos estudiosos -ella en su condición de historiadora de la medi­ cina y de catedrático de Psiquiatría él- llevan bastantes años investi­ gando

la

historia

del

importante

y

ej emplar

Departamento

de

Dementes, construido en 1762, del Hospital General de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, que tan bien conocían Pinel y otros médicos franceses de la época. Atendía enfermos mentales de todo el noreste de España, hasta de Madrid, e incluso del sur de Francia, y en el que, como descubrió y comenta de nuevo la profesora Asunción Fernández,

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estuvieron ingresados dos familiares maternos de Gaya cuando éste era un joven de poco más de dieciséis años. Han extendido ahora su trabajo investigador de los documentos de archivo a estas imágenes no menos testimoniales creadas por Gaya, quien rotulará de su mano esos rostros de miradas abisales y expresio­ nes sostenidas por las espesas sombras a que redujo sus cuerpos con el lápiz como: loco furioso, loco de la calle Mayor, loco africano, loca que vende los placeres, loco por escrúpulos, loco pícaro, etc.

Pero muchos años antes los había reunido el pintor en ese pequeño cuadro titulado Corral de locos (1794. Dallas, Meadows Museum), en el que los autores dicen se encuentran los tres tipos de locos que los escri­ tos de la época describen en el Hospital de Ntra. Sra. de Gracia. Tal

como, indudablemente, el mismo Gaya tuvo oportunidad de verlos en los patios o corrales del hospital de Zaragoza, según sus grados de demencia, desnudos o vestidos con sacos y libreas con los colores pardo y verde que distinguían a los dementes más tranquilos de este hospital. No debe pasarnos desapercibido que Gaya pintó este cuadro durante los meses de convalecencia tras la grave enfermedad, de extraña natura­ leza (de la que los autores nos ofrecen también un estado de la cuestión actualizado), que lo había dejado completamente sordo, y en un año de grandes conmociones políticas en Europa y en España después de la noti­ cia de haber sido conducido a la guillotina el monarca Luis XVI

.

Sin embargo, más idealizada e incluso alegórica es la composición del cuadro conocido como

La casa de locos (1812-1819.

Madrid,

Academia de Bellas Artes de San Fernando) con dementes semidesnu­ dos en un patio, algunos con coronas y gorros de formas caprichosas, cetros y otros objetos, cuyas actitudes y posturas definen como las expresiones de los delirios psicóticos más conocidos en su época.

Quiero subrayar, además, que la serie de dibujos de locos presenta una unidad estilística y que debió realizarlos, siguiendo la cronología aceptada hasta ahora, en sus años de vejez y de exilio en Burdeos. ¿Eran acaso locos vistos entonces por Gaya en París y Burdeos, o recordados de nuevo los que había visitado en Zaragoza? En cualquier caso, no deja de ser curioso e interesante para los ara­ goneses saber que al menos siete de estos dibujos pertenecieron al pin­ tor zaragozano y director de la Academia de Bellas Artes de San Luis, Bernardino Montañés, quien los había recibido de su amigo el afama­ do pintor Federico de Madraza y éste a su vez del hijo de Gaya. Después de fallecer Montañés en 1893, su colección de cuarenta dibu­ jos de Gaya fue vendida. Estos de dementes y otros pertenecieron des­ pués a la colección berlinesa Gerstenberg, pero se pierden sus pasos tras la ocupación de Berlín en 1945 por el ejército ruso. 10

Dispersos unos en la actualidad y conocidos éstos por fotografías, siguen siendo estos dibujos un testimonio veraz de las efigies habitua­ les de la locura, que, como comentan los autores, supo interpretar Goya con escrutadora y certera mirada -a modo de un diagnóstico fiso­ nómic

y un ejemplo más de la insaciable mirada de nuestro pintor

en su vejez por recoger con sus lápices las expresiones de la vida doliente de los seres humanos enajenados de la razón. Manuel García Guatas Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza

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Goya y la locura

Introducción La temática social de la pintura de Gaya, en la segunda parte de su vida, se caracteriza por una crítica sistemática a los problemas más acu­ ciantes de España: incultura, guerra, violencia y represión son asuntos centrales en su producción artística. Efectivamente, la cara menos ama­ ble de la sociedad en que vivió Gaya es frecuentemente representada por él, y entre esta producción existe un pequeño número de obras cuyo tema es la locura. Pero nos referimos no a la locura en sentido figurado, como contraposición a la razón que con frecuencia el trata también, sino a la locura pura y dura como enfermedad del ser huma­ no. Éste es el tema que nos interesa estudiar aquí, y por lo tanto, no vamos a referirnos a la temática en que critica la sociedad en que vivió, en la que con frecuencia representa la sin-razón del ser humano, sino exclusivamente aquellas representaciones de la locura misma: sus óleos y dibujos sobre la enfermedad mental que trataremos de ponerlos en relación con su propia vida. Para describir e interpretar los posibles padecimientos de los enfer­ mos mentales que Gaya quiso plasmar en sus cuadros, vamos a fun­ damentar nuestros razonamientos en los conocimientos que el gran alienista francés Philippe Pinel (1745-1826) sistematizó y difundió por los mismos años en que vivió el pintor. Teniendo en cuenta que Gaya nació en el año 1746 y falleció en 1828, podemos decir que sus vidas coinciden casi exactamente en el tiempo. Philippe Pinel realizó sus estudios de medicina en Toulouse, donde se le «recibio de doctor» en el año 1773, y un año después marchó a la Universidad de Montpellier para perfeccionarse en el arte médico. En

1778 se trasladó a París donde vivió de una manera intensa la Revolución Francesa, allí fue profesor de Física Médica, de Higiene y de Patología Interna en la nueva Escuela de Salud de París, y al mismo tiempo, como médico en el hospicio de Bicetre, revolucionó la asis­ tencia psiquiátrica introduciendo nuevas formas de organización y tra­ tamiento de los alienados, con el fin de recuperarlos en todo lo posi­ ble a una vida normal y libre, para lo cual utilizó lo que se conoce como el «tratamiento moral» de la locura. Sus ideas se extendieron rápi­ damente por todo el mundo científico al publicarse sus dos grandes obras: Nosographie Philosophique, 17981 y Traité Médico-philosophique

' Para nuestros comentarios hemos consultado la edición siguiente: Nosographie Philosophique ou La Méthode de l'Analyse appliquée a la Médecine, 3 vols. Paris, ].A. Brosson Librairie, 1818. 1

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sur la Alienation Mental ou Manie en 18012, en la que este gran inno­ vador de la Psiquiatría, para mayor