Georges Didihuberman Supervivenvia de Las Luciernagas

GEORGES DIDI-HUBERMAN Supervivencia de las luciérnagas LECTURAS Serie Filosofía Director FÉLIX DuauE Cua1QU1erforma

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GEORGES DIDI-HUBERMAN

Supervivencia de las luciérnagas

LECTURAS Serie Filosofía Director

FÉLIX DuauE

Cua1QU1erforma de reproducctón. dtslribuctón. comunicación pública o transforna­

ctón de esta obra solo puede ser realiza:::a CO'l .a autorización de sus 1 tula:-es. salvo excepCión pcevrsta por la ley. Drrijase a CEDRO iCen! ro lspanol de Derechos Reprográ­ �:cos. www.cedro.org} s. necestla fotoc:)ptar o escanear algúr fragmento de esta obra.

TÍTULO ORIGI�AL: Survivance des lucioles '1';: fJ

LES

É DITIONS DE

MI�UIT,

2009

ABADA EDITORES, S. L., 2012 paru todos los países de lenyua española Calle del Gobernador, 18 28014 \1adrid Tel.. 914 296 882

Fax: 914 297 507

v.'\'..w

.abadaeditorcs. com

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ISBN depósito legal

preimpresión impresión

SABÁTICA

GGADAI.GPE GISBERT

978-84--15289 30-'2 S

66-2012

DALL'BFRr Ar U: GR.�FICAS VARONA.

S.A.

GEORGES DIDI-HUBERMAN

Supervivencia de las luciérnagas

traducción JUAN CALATRAVA

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A B A D A EDITORES LECTURAS DE FILOSOFÍA

La luce é .1empre uguale ad altra luce. Poi m rió: da luce diventó incerta alba, [. . . /e la speran�a ebbe n uova luce.

[ > ] . . .

P. P. PAsOII"I, «La Resistenza et la sua luce», 1961

Era l 'unico modo per sen tire la vito, l 'unica tinta, l'unica forma: ora é finita. Sopraz:iv1'iamo: ed é la confusione Di una vita rinata fuori dalla ragione. n supplico, ah, tu supplico: non ¡:oler morire.

[ > l. P. P. PAsour 2 (ogni fiamma un percatare invola) . Aquí la gran l uz no resplandece, no hay más que unas tinieblas e n las que crepitan déb i l mente los > , los p o l íticos tu rbio s . E n sus famosos dibuj o s para La Divina Comedia , Sandro Bottice l l i incluyó minúsculos rostros q u e gesticulan o imploran entre las suaves volutas de las llamas infernales. Pero el art ista , que ha renunciado a hundirlo todo en las tinieblas, fracasa a la hora de representar las lucciole tal y como Dante nos las des­ cribe: el blanco de la vitela no es ya más que un fondo neu­ tro sobre el que las > se recortarán en negros, secos, absurdos e inmóviles contornos3 . Tal sería , e n todo caso , l a m iserabl e > de los condenados : no la gran claridad de los goces celestiales bien merecidos, sino el pequeño fulgor doloroso de las faltas que se arrastran baj o una acusación y un castigo sin fin . Al con ­ trario que las falenas, que s e consumen en e l instante extá -

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Dante Alighieri. Dlcma Comedia. Infierno. XXV I . 25 31 . t rad . española de Angel Crespo . Barcelona. Circulo de Lectores. 2002. p p . 169·-170 . /bid . XXVI. 42. trad. cit . . p. 171. Cfr. ll. T. Schulze Altcappenberg. Sundro Botilcel/1. pittore del/a D1nna Com mcdw. Roma M i lá n . Scuderie Papali al Quirinale - Skira editore. 2000. 11. PP· 1 08- I OCJ . .

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tico de su co ntacto c o n las l lamas , los gusa nos rel ucientes del infierno son pobres > -firejlies, como se l laman en inglés n u estras lucié rnagas- que sufren en su propio cuerpo una eterna y mezquina quemazón . Ya a Pli­ n i o el Viej o l e había resultado i n q u ietante u n a especie de mosca , l la m ada pyrallis o pyrotocon, que no podía volar m ás q u e e n el fu ego : -t. De súbito l a vida de l as l uc i érnagas parecerá extra ña e inquie­ tante , como s i est uvie ra hecha de l a materia superviviente -lu m i n iscente pero pálida y d éb i l , a menudo verdosa- de los fantasmas . Fuegos deb i litados o almas errantes . No nos asombremos, pues, de que se pueda sospechar e n el vuelo incierto de las luciérnagas , por la noche, algo así como una reunión de espectros e n m i niatura , seres extraños de in ten­ ciones más o menos b uenas5 • *

La historia que quisiera esbozar -la cuest i ó n que quisiera c o nstruir- c o m i e nza en B o l o n ia e n los últimos d ías de e n e ro y primeros de febrero de 1941. Un j oven de d i ec i ­ nueve años, matriculado e n la Facultad d e Letras , descubre , j unto con el psicoanálisis freudiano y l a filosofía existencia­ l ista , toda la poesía modern a , de H olderl i n a G i useppe U ngaretti y Eugenio Montale. No olvida nada de Dante, por supuest o . Pero va a releer La Divina Comedia con nuevas miras :

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P l i n i o el Viej o . Hi , dice de estos j óvenes luminosos y de su > en medio de la noc h e . > 1 2 • La carta de Paso l i n i fi naliza y culmina con el contraste violento entre esta excepción de la alegría inocente, que recibe o i rradia la l uz del deseo , y la regla de una real i dad hecha de culpab i l idad , m undo de terror concretado aquí en el rayo inquisidor de dos reflectores y en el ladrido espantoso de los perros guardianes en la noch e : > . .

De esta condena celest e , el gentil N inetto no comprende absolutamente nada. Pregunta, con el aire más inocente del mundo : > (che?). Antes de hundirse en una actitud que repite exactam e nte la de un cadáver fil mado durante l a guerra d e l Vie t n a m . La luciérnaga está muerta , ha perdido sus gestos y su luz e n l a historia pol ítica de nuestra oscura contemporaneidad que condena a muerte a su inoce nte . *

La cuestión de las luciérnagas sería, pues, ante todo política e histórica . J ean- Paul Curnier, que también recuerda la carta de 1941, dice co n razó n , en un artículo sobre la polít ica pasoliniana, que la belleza inocente de los jóvenes de Bolonia e n absoluto denota > y alcanzar así el l ugar c rucial en el que l a política se encarnaría

11·

Id. . ( 1 9 6 7 - 1 969) . Per i/ Cinema, l . ed. W. Siti y F. Zabagli . M ilán , Arnoldo Mondadori, 2 00 1 . p. 1 0 9 5 .

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en los cuerpos. los gestos y los deseos de cada uno10• Es evi ­ dente -y no sólo porque Pasolini lo repitiera durante años, sino también porque es algo que podemos experimentar cada día- que la danza de las luciérnagas. ese momento de gracia que resiste al mundo del terror, es la cosa más frágil y fugaz . Pero Pasolini. seguido en ello por muchos de sus comentaristas. va mucho más lej o s : prácticamente teo riza . o afirma como una tesis histórica , la desapariciÓn de las luciérnagas. El 1 de febrero de 1 9 7 5 -o sea . exactamente trei nta y cuatro años despué s , día por día, o más bien noche por noche, de su bella carta sobre la aparición de las luciérnagas , y exacta mente nueve meses antes de ser salvaj e m e nte asesi ­ nado e n plena noche en una playa de Ostia- Pasolini publ i ­ caba en e l Corriere del/a sera u n art ículo sobre l a situaci ó n polí­ tica de su tiempo . E l texto se titula > (ll vuoto del potere in Italia), pero será i n c l uido e n los Scritti corsari bajo el título, en adelante famoso , de > 1 b . Se trata de una lamentación fú nebre sobre el momento en que en Italia desaparecieron las luciér­ nagas , esas señales humanas de la i nocencia, aniquiladas por la noche -o por l a luz > de los reflecto res- del fas ­ cismo triunfante . La tesis es la siguiente : es un erro r creer que el fascismo de los años tre i nta y cuare nta ha sido vencido . S i n duda , Mussoli n i fue ej ecutado y colgado por los pies e n el piazzale Loreto de Milá n , en una escenificación > carac-

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J. P. Curnier. , L¡gnc.,, n.0 18. 2005. p. 72. P. P. Paso l i n i . > , {critsconUJrc;, Paris. Flammario n . 1 97 6 (ed . 2 0 05) . pp. 1 8 0 - 1 89 [ ed . castellana f,cn­ to; corsuno;, \1 adrid. Edicio nes del Oriente y del �lediterráneo . 2009 ! .

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terística d e los más a n t iguos hábitos p o l íticos italianos ' 7 • Pero , sobre l a s ruinas de ese fascismo , ha re nacido el fas ­ c i s m o mismo , un n uevo terror m á s pro fundo aún , más devastador a oj os de Paso l i n i . Por una part e , > ; por otra, a mediados de los años sesenta pasó > que dio lugar al surgim iento de un > ' 8 • La primera fase del proceso estuvo marcada por > , todo ello aho­ gado e n u n > contra el cual > de cambio político'9• La segunda fase de este proceso histórico ha comenzado, segú n Pasolin i , en el momento mismo en que > 20• Se encuentra en las palabras que Pasolini reúne ento nces toda la violencia del polem ista -e incluso del provocador, como acostumbra a decir sobre sí mismo- asociada , montada , con toda la dulzura del poeta . El polemista no duda en hablar de , recurriendo

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18 19 20

Sobr> ) .

.

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rico todavía era posible resisti r , es decir, ilum inar la noche con algunos resplandores de pensa m i e n t o , releye ndo , por ej emplo , el Infierno de Dante, pero también descubriendo la poesía dialectal o s i m plemente observando l a da n za de las l uciérnagas e n Bolo n ia en 1 94 1 . > 2 1 . E n 1974 Pasol i n i desarrollará ampliamente su tema del > . El , dice , es el que la emprende con los valores, con las almas , con los len ­ guaj e s , c o n los ges t o s , con los cuerpos del pueblo25• Es el que > , y es por eso por lo que hay que llamar genocidio > 2 6 . En 1 9 7 5 , a punto de escribir su texto sobre la desapa­ rición de las l u c i é rn agas , el c i n e asta se introducirá en el motivo -trágico y apocalíptico- de la desaparición de lo humano e n el co razó n de la sociedad presente : ( 1 9 74) . t rad . P. Guilhon, fcnl.1 corswrc.1. op. nt . . p.

25 2G

49 led . castellana cit . l.

I d aboca al fracaso y a la desesperac i ó n . Con la imagen de las luciérnagas es toda una real idad del pueblo lo que, a ojos de Pasol i n i , está en t rance de desapari c ió n . Si > de manera catastró­ fica, como dice el cineasta en sus Cartas luteranas, es en primer luga r porque > 3 5 • Y podría decirse que es u n a cuest ión de l u z , una cuest ión de aparición . De ahí l a pertinencia del recurso a las luc iérnagas. Desde este punto de vista , Pasol i n i parece e ncontrarse a la vez sobre las huellas de Walter Benj a m i n y e n las zonas de reflexión exploradas, más próximas a él. por Cuy Debord .

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35

Cfr. . sobre todo . A. Ferrero. 11 cmema di Pier Paolo Pasolim. Veneci�. M�rsi· lio Editori, 1 977 (ed. 2005) , pp. 109-155 («!.a ricerca dei popoli fH'r· duti e il presente come OITOre>>). R. Cherer, >

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P. 1'. l'asolini, >, concluye Pasolini10 • Pero las l u c i érnagas han desaparecido en esta época de dictadura industrial y consumista , en la que todos y cada uno terminan por exh ibirse igual que una mercanc ía e n su escap a ra t e , una manera , justamente de no aparecer. Un modo de trocar la dig­ nidad civil contra un espectáculo i ndefi nidamente moneti­ zab l e . Los refl ecto res han ocupado todo el espacio social . nadie escapa ya a sus > . Y l o peor es que todo el mundo parece c ontento , c reye ndo poder > aprovechando esta triunfal industria de la exposición política. .

*

¡ Demonios! ¿,No parece todo esto la descripción de una pesa­ dilla? Ahora bien, Pasolini insiste en decirnos: tal es la reali ­ dad , nuestra realidad contemporánea , esa realidad política t a n evi ­ dente que nadie quiere verla e n lo que e s pero que tan poderosamente captan > del poeta , ese vidente, ese profeta . La brutalidad de su lenguaj e no tiene igual más que en la finura de su percepción ante una realidad infinita­ m ente más brutal . Pero ¿,acaso no hay sino gritos de lamenta­ ción ->- para responder a esa realidad? Más allá de > hipersensibles del poeta, comprendemos bien que semejante descripción implica tam­ bién > , la significaci ó n misma, no sólo l i teraria sino también filosófica, de lo que la palab ra > puede querer decir, algunos siglos después de Dant e . Paso -

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/bid . .

p. 4 1 1 . Trad . cit. . p.

189.

l.

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lini , en sus textos políticos y hasta en su último fil m e , Salo, habrá querido presentarnos o representarnos esta real idad nueva del círculo de los > o la bolsa de los > , sin co ntar a los > , los y otros > . Lo que describe como reino fascista es, pues , un infierno realizado al que nadie escapa , al que todos esta mos en adelante condenados. C ulpables o i nocentes , poco i mporta : co ndenados e n todos los casos. D ios ha muerto y los > y los > han aprovechado l a ocasión para ocupar su trono de J uez supremo. Son ellos, en adelante, quienes deciden sobre el fin de los tiempos. Los profetas de la desgracia, los imprecadores , son deli ­ rantes y desmoral izadores para u n o s , c larividentes y fasci ­ nantes para otros. E s fácil reprobar el tono pasoliniano , con sus acentos apocalípticos, sus exageraciones, sus hipérboles, sus provocaciones. Pero ¿,cómo no experimentar su inquie­ tud p unzante cuando todo e n l a Italia de hoy -po r hablar sólo de I talia- parece corresponderse cada vez con más exac ­ t i t u d a l a i n fernal desc r i p c i ó n propuesta por el c i n e asta rebelde'? ¿,Cómo no ver en acción ese neofascismo televisivo del que habla , un neofasc i s m o que cada vez duda m e n o s , dicho s e a de paso , a la hora d e reasumir todas l a s represe n ­ t a c i o n e s del fascismo histó rico que lo precedi ó ? H e ahí l a razón de que u n comentador de Pasol i n i pueda l legar a aprobarlo hasta la paráfrasis, hasta el exceso : > +' . O , d i c h o de o t r o m o d o -por otro d e s u s lectores aten ­ tos-, el > diagnosticado p o r Pasolini será descrito c o m o > +2 • Las luciérnagas han desaparecido , y eso quiere decir que la cultura , en la q ue Pasolini reconocía hasta ento n ces una p ráctica -popular o vanguardista- de resistencia, se h a conver­ t ido en un instrumento de l a barbarie totalitaria , c o nfinada como está e n el reino mercanti l , prostitucional , de la toleran­ cia gen e ralizada : , art . cit . , p p . 7 8 - 7 9 . A . Brossa t , > 43. H e aqu í , pues, a Pas o l i n i probado , aprobado , pro l o n ­ gad o , ponderado . El apocalipsis sigue su march a . ;..J' uestro actual > va e n ese sent i d o , según parece, y así es como lo experimentamos la mayor parte de las veces . Pero una cosa es designar la máquina totalitaria y otra otorgarle tan rápidamente una victoria definitiva y s i n d iscus ió n . ¿ Está el mundo tan total mente sometido como han soñado -como proyectan , programan y quiere n impo­ nernos- nuestros actuales > '? Postu­ larlo así es, j usta m e n t e , dar crédito a l o que su máquina quiere hacernos creer. Es no ver más que la noche negra o la luz cegadora de los reflectores . Es actuar como vencidos : es estar convencidos de que l a máquina hace su trabaj o sin des­ canso ni resist e n c i a . Es n o ve r más que el todo. Y es, por tanto , n o ver e l espaci o -aunque sea i ntersticial , i nterm i ­ tente, nómada , improbablemente situado- d e las aberturas, de las posibilidades , de los resplandores , de los pese a todo. La cuesti ó n es crucial y . s i n duda , i nextricab l e . N o habrá, p o r ello , respuesta dogmática -y c o n ello quiero decir respuesta gen e ral . rad i c a l . toda- a esta cuest i ó n . N o habrá .

43

Jb,J . . p.

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SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

más que señales , si ngularidades , migajas. resplandores pasa ­ j e ros e incl uso débilmente l u m i n osos . Luciérnaga s , para expresarlo de nuestra manera presen t e . Pe ro ¿,q u é ha sido hoy de las señales lumi nosas evocadas por Pasolini e n 1 9 4 1 y después triste mente revocadas e n 1 9 7 5 '? ¿,C uáles son sus posibilidades de aparición o las zonas en las que se borra n , cuáles son sus potencias y sus fragilidades? ¿,A q u é parte de la reali dad -lo con t rario de un todo- puede di rigirse hoy la imagen de las luciérnagas?

1 1 . SU PERVIVENCIAS

Y, ante todo , ¿,han desaparecido verdaderamente las luciér­ n agas? ¿ H a n desaparecido todas? ¿, E m iten aún -pero ¿dónde'?- sus maravillosas señales intermitentes'? ¿Todavía en alguna parte se buscan entre sí, se habla n , se ama n , pese a todo , pese al todo de la máquina, pese a la noche oscura, pese a los reflecto res fe roces'? E n 1 9 8 2 apareció en Francia una obra titulada precisamente La Disparition des lucio/es. Su auto r , D e nis Rach e , describía e n e l l a sus experiencias de poeta ­ fotógra fo ' . El t ítulo , evidenteme nte , so naba como u n homenaj e a l poeta - cineasta asesinado siete años antes. Denis Rache utilizó , para u n capítulo de su obra , la forma de una carta -un estilo del que el propio Pasol i n i había hecho amplio uso- di rigida a Roland Barthes : poco después de su muerte, le dirigía el firme aunque tierno reproche de haber o m i t i d o . en La Chambre claire , todo lo que la fot ografía es

D. R o c h t> . Lu D�>puntwn de.' lucw /e , (rejln wns .> ur l 'acte photugr·u¡Ji11C¡ uc) . Pa r í s . É d i t i o ns de l ' l> t o i l e ,

1982.

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S UPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

capaz de movilizar en los ámbitos del > , de la libertad y. dice, de la > 2 • Este motivo d e l a intermitencia puede parecer a primera vista sorprendente (pero sólo si se considera una fotografía como un obj eto, no como un acto ) . En realidad , es funda­ me ntal . ¿ C ó m o n o pensa r , e n este punto , e n e l carácter > de la imagen dialéctica según Walter Benj a ­ m í n , noción destinada precisa mente a co mprender de qué modo los tiempos se hacen visibles, cómo la propia histo ria se nos aparece e n un resplandor pasaj e ro que hay que llamar > 3 ? La intermitencia de la image n - discontinua nos remite a las luciérnagas. desde l uego : luz pulsante, pasajera, frágil . ¿Todavía hacían visibles l o s t iempos las l u c i é rnagas siete años después de la muerte de Pasolini? El título elegido por Denis Roche para su texto parecería decir : n o . Todo se i nvierte , sin embargo , en un momento dado de nuestra lec­ tura . E l motivo esbozado e n l a crítica hecha a B a rthes deja paso , de repente , a un fragmento de diario íntimo escrito el 3 de julio de 1 9 8 1 e n un pueblo ital iano . Como en la carta de 1 94 1 , es una balada i nocente entre amigos , en el campo. de noch e . Y he aquí la reaparición , el descubrimiento enca n ­ t a d o d e l a s lucié rnagas : ro . Madrid, Aka l . 2 0 0 5 ! . C fr. G . Didi - H uberm a n . Ce que nous ¡·c�)' ( 1 -o del mal- lo que está en causa es, ante todo , el j uego cruel de la atracción i nhere nte al rei no a n i m a l : alternativa ­ mente don de vida y don de muerte, llamada a la reproduc­ ción y l lamada a la destrucción m utua. Ahora b i e n , e n el centro de todos estos fenómenos, la bioluminiscencia il ustra un principio m agistra l m e nte i ntroducido en etología por

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C . Gud i n , Une h1stoire naturelle de la séductwn , París , L e Se u i l , 2 0 0 3 ( e d . 2 0 0 8 ) , p p . 3 6 - 3 7 . Sobre la bioquímica de est e > , c fr . D . C h ampiat . > . a rt . c i t . . p p . 3 4 - 5 8 ( . Sobre los d ebates sobre el origen de la biol u m i niscenria interpretación adaptacionista c o n t ra i n t erpretación filoge n e t i ca - , cfr. D. Grimaldi y \1 . S . Fnge l . J-."¡o/utwn ofthe lnsect.1 . op. Cit . p p . 383 - 3 8 7 . .

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S UPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS

Adolf Po rtmann : no hay com unidad viva sin una fen o m e ­ nol ogía de la presentación e n l a que c a d a individuo afro nta -atrae o rechaza , desea o devora , mira o evita- al otro ' 'l . Las luciérnagas se presentan a sus co ngéneres con una especie de gesto m(mico que tiene la particularidad extraordinaria de no ser más que un trazo de luz intermitente, una seña l , un gesto en este sentido20• Hoy se sabe que, al nivel más fundamental , todos los seres vivos emit e n fluj os de fot o n e s , ya sea e n el espectro visible o en el ultravioleta2 1 • *

Pero tal fue la desesperació n política de Pasolini e n 1 9 7 5 : las criaturas humanas de nuestras sociedades contemporáneas, como las l u ciérnaga s , han sido ve ncidas , aniquiladas , pin ­ chadas con a l fileres o desecadas baj o la l uz artificial de l o s reflectores , baj o el ojo panóptico de las cámaras de vigila n ­ cia , bajo la agitación mortífera de l a s pantallas de televisión . En las sociedades de control -esas cuyo fu ncio n a miento gen e ral han esbozado M ichel Fo ucault y Gill e s Deleuze- a

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A . Port man n . > ) . . J . E . L.loyd. > , Annuul Re¡ iea , C/udistics. X I X . 2 0 0 3 . pp. 1 · 2 2 . C h·. J -. J . C h a ng . .J . Fisch y F . A . Popp ( d i r . ) . Bwphotons. D> , en Aby Warburg. Fl .

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renacimiento del paganismo. Aportacione.l a la historw cultural del Renacimiento europeo,

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

H istórica e intelectualme nte próximo al gran a ntropó ­ l ogo ital iano de las supervivencias, Ernesto de Martina , que t rabaj ó sobre todo sobre la larga durac ión de los gestos de l amentación y sobre la historia del imaginario apocalíptico27, Pasol i n i sabí a , poética y visual m e n t e , lo que q u i e re decir supervivencia. C onocía el carácter indestructible , acá transm i ­ t i do , allá invisible pero latente , en otras partes resurgente , de las i mágenes e n perpetuas metamo rfosis . Eso es l o que aparece hasta e n sus fi lmes más > -pienso , por ej e m p l o , en los gestos de Laura Betti en Teo ­ rema- y. p o r supuesto, en todos sus fil mes mitológicos, rel i ­ giosos o > . E s l o que determina en é l la conjun­ ción asumida de lo arcaico y de lo co ntemporáneo , cuando hace decir a O rson Welles en La ricotta : > (piu moderno di ogni moderno [. ] io sono una forza del PassatoY 8 • N o olvi­ demos q u e , e n el fil m e esta frase es pronunciada p o r u n artista cargado d e s u experiencia y d e s u amor p o r la historia, . .

..

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ed. a ca rgo de Fel i pe Pereda , t rad. de Elena Sánchez y Fel i pe Pereda . Madrid. Alianza Editorial . 2 0 0 5 . pp. 41·5 - 5 1 2 ] . Id . . Cesammelte Schrijien, ll- 1 . Der Bilderatlas Mnemo�vne, ed. M . War n ke y C . B r i n k . Berl í n , Akademie Verlag. 2 0 0 0 , p p . 1 32 - 1 33 1 e d . castellana Atlas Mnemo:yne, ed. a ca rgo de Fe rnando Checa, t ra d . de Joaquín C h a m o rro M ielke. M adrid. Aka l . 2 0 1 0 ] . Sobre la noción de supervivencia, c fr. G . Didi H uberm a n . l. 'lmage survivante. Histoire de l'a rt ef temps desfantómes selon Aby War­ burg. París, M i nuit . 2 00 2 ] edición castellana La imagen supen·it'iente. Histo­ ria del arteJ tiempo de los j (Documentarwerk) que tuviera por objeto la imaginación misma2 • No es casual que este libro fuese en parte redactado por Agamben entre las estanterías -esas estanterías exaltantes, inagotables mi nas de saber y máquinas de imaginación al mismo tiempo-- de la Biblioteca Warburg de Londres. Como desarrollan luminosamente algunos de sus textos más recientes , G i o rgio Agamben es un fi lósofo no del dogma sino de los paradigmas : los obj etos más modesto s , las i m ágenes más diversas se convierten para él -además de los textos canónicos de la larga duración filosófica, que comenta y discute sin descanso- en la ocasión de una > y de una verdadera > q u e , de una manera también muy benj a m i n ia n a , > m isma remonta el curso de las cosas al margen de las grandes teleologías conceptuales'; . La puesta en evidencia de l a s fuentes aparece aquí como la c o n d i c i ó n necesaria -y el ej e rc i c i o paciente- de un pensa m i e nto que n o busca de Écnts sur f "mwge. la danw et le cinéma. Paris. D t>scl&e de Brouwer, 2 00.1- . pp. 9 - 35 . Id . . Stan;;e. Paro/e etjántmme dan, /a wlture omdcntale ( 1 97 7 ) . t rad. Y. l l ersant . Paris. Christ ian Bourgois. 1 9 8 1 1 edición castellana Estannas. La palabru r el jóntasmo en la cultura ocndcntul. t raducción de To mas Segovia . Valencia, !'re Textos. 1995 ! . El pi'Oyecto de una Dokummtanrcrk sobre la imaginación es mencionado por W. Benjamin en Journal de Mo.,mu ( 1 92 6 1 9 2 7 ) , t rad. de .J . F. Poirier, Pa ris, L'Arche . 1 ')83. p. 1 5 ! edición castellana W. Benja m i n . Dwrw de Aloscti . t raducc i ó n de \ll a r i sa Delgado . \ll ach·i d . Ta urus, 1 988 ! . C . Agambe n . S1gnatura rcnun. Sur la mrthodc ( 2 008) . t ra d . de J . Gayra u d . l'aris. Vri n . 2008. p p . 2 0 y 1 3 l ed . castellana S1gnaturu rerwn. Sohrc el metodo . t ra d . de l· lavia Costa y. M e rcedes Ruv i t uso. Barce lona . Ana ·· grama. 2008 ! . mémo�re.

2

3

1 1 1 . ¿APOCALIPSIS?

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entrada tomar partido sino que quiere i nterrogar a lo contem ­ poráneo a part i r de su fi lo logía oculta , de sus tradicio nes esco ndidas. de sus impensados . de sus supervivencias. Lejos, pues, de los filósofos que ejercen como dogmát i ­ cos para l a eternidad o c o m o in mediatos fabricantes d e o p i ­ niones para e l t iempo presente -a propósito del últ imo gadget tecnológico o de la última elección presidencial-, Agamben consi dera lo contemporáneo e n el espesor considerable y complej o de sus t e m p o ra l idades e ntrelazada s . De ahí el aspecto de mo ntaj e , también warburgiano y benjaminiano. que presentan sus textos. Para é l . no es con�emporáneo más que lo que aparece > con respecto a todo lo que percibimos como nuestra > 1 • Ser contemporáneo sería , en este sentido , oscurecer el espectáculo del siglo presente con el fin de percibir. en esa oscuridad misma , la > 5 . Sería, pues, tomando el paradigma que aquí nos ocupa , darse los medios de ver aparecer las luciérnagas en el espa ­ cio sobreexpuesto, feroz, excesivamente lum inoso , de nues­ tra h i storia p resente . Es una tare a , a ñade Agambe n , que exige a la vez coraj e -vi rtud política- y poesía , que es el arte de fracturar el lenguaj e . de quebrar las apariencias. de desu ­ n i r la unidad del tiempo u . Ahora bien , esas dos virtudes son las m ismas que Pasolini había puesto en práctica e n cada uno de sus textos . en cada una de sus i mágenes. De Paso l i n i a Ciorgio Agambe n , las referencias históricas y fi losófi cas presenta n , ciertamente , diferencias considerables. Pero el gestus general de sus pensa -

4

Id . .

Qu 'c, f - cc > ( 1 99 5) , t rad. D . Yali n , M> ( 1 99 5 ) , ibid . , pp. 73 8 ! . Id . > ( 1 997) [ texto original e n fra ncés l. lmage ef mémoire. op. Clf . pp. 1 1 3 - 1 1 9 . .

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JO

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111.

¿APOCALIPSIS?

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humano > , a t e n c i ó n que , en el fo n d o , debe quizás menos al pensamiento de Lév i nas que a la práct ica amorosa del primer plano e n Pasolini " . Lenguajes del pue­ blo , gestos, rostro s : todo aquello que la h istoria no puede exp l icar e n simples términos de evolución o de obsolescen­ cia. Todo aquello q u e , p o r co ntraste , d ibuja zonas o redes de supervivencias e n el m i s m o punto en que se declaran su extraterritorialidad , su m a rgi naliza c i ó n , su resisten c i a , su vocación de revuelta . *

Ahora bien , el primer l ibro de Giorgio Agamben que trataba explícitamente sobre la cuestión de la historia inscribía en su propio subtítulo la palabra destrucción12• En ella resuena un diag­ nóstico sin apelación sobre los tiempos presentes, un diagnós­ tico abruptamente enunciado en las primeras líneas de la obra : ( 1 992 ) , t rad. D . Loayza. ibid . . pp. 1 2 1 - 1 2 7 . Id. . La Communauté qui uient. Théone de la singulanté que/conque (1990) . t rad. M . Raiola, Paris, Le Seui l . 1 990. pp. 25 y 6 8 - 70 [ed. castellana La comunidad que viene, t rad . de j . l . . Villacañas et al. , Valencia. Pre - textos, 2006 ] . Id. , > ( 1 995) , t rad. D. Val i n , M> ':l . Estas frases , escritas sólo algunos meses después del texto de Paso l i n i sobre la desaparición de las l u c iérnaga s , procede n , en el fo ndo , d e la misma lógica . Se trataba, en u n primer tiempo , d e referirse a u n a situación d e apocalipsis mani­ fiesta, concreta , i ndubitable, explosiva, es decir, una situación de conflicto m ilitar. Agamben no se refería entonces al fa5cismo sino a la Pri mera Gue rra mundial tal y como Walter Benj amin había trazado su paisaje mental en > , en 1 9 3 3 , y después , e n 1 9 3 6 , en > , u n texto al que remite explícitamente y del cual h e aquí el pasaj e central : in

modo alcuno necessario) : l a vida cotidiana e n una gra n ci udad basta perfectamente, e n t ie mpo de paz, para garan tizar este resultad o . E n e fec t o , e n la jornada de u n hombre contemporáneo n o hay casi nada que pueda t raducirse en experiencia : ni l a lectu ra del periódico . tan rica e n not icias i rremediablemente aje nas a l lec­ t o r mismo al que c o nciernen ; n i el t iempo pasado en e mbote -·

14

W . Benjam i n , > 15.

Esta descripció n de los tiempos prese ntes -fo r m u lada sobre la base de una situación de guerra total- c o nstituye una verdadera matriz filosófica : es a partir de ella como se fo rmulará , en la co ntinuació n del texto , toda una serie de

15

G. Agamben. En{ : > 16 -una pro­ posici ó n i nsostenible, me parece , ante el menor texto de Rilke , de M ichaux, de René Char, de Bertolt Brecht, de Paul Celan . O de Pasolini m ism o , dicho sea de paso-. De hech o , se tiene la i mpresión d e q u e Agamben haya querido retomar las cosas exactamente en el punto en que el c i neasta las había dejado en 1 9 7 5 : en el punto preciso en que el elogio de la infan­ cia -inherente a la carta d e 1 9 4 1 y hasta a l o s fil mes d e la Trilo­ gla de la vida- se transforma e n duelo de toda infancia . D e ahí la definición , negativa y después trascendental , de l a i nfancia en Agamben : > : una exp eriencia originaria , c ie rtamente , pero que habría sido destruida, extinguida como una l uciér­ naga, en los tiempos de nuestro pobre hoy17 • ¿ C ó mo procede a q u í Agamben? Prim e ro afirma u n a destrucción radical ; a continuación construye una trascen ­ dencia. Tal sería l a matriz filosófi c a , e l movim ie nto que estructura esta i nquietud y este poder del pensamiento . La mayor parte de los paradigmas elaborados por el filósofo en la l arga dura c i ó n de su obra parecen todos m a rcados , en efecto , por algo que, desgraciadamente, atraviesa e n negativo la 16 I7

Jbid . . p . 53 · !bid PP· 66. 6 8 y 8 ! . . .

6o

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS

extraord i naria agudeza de su m i rada : es como un m ovi ­ m i e n t o de balancín entre los ext remos de la destrucción y de una suerte de redención por la trascendencia . Así , por ej e m ­ plo , e n s u ensayo sobre el > e n los c a m p o s d e concentración nazis, Agamben parte d e lo > y de la > para evocar, e n el otro extre mo de su rec o rrid o , u na c o n d i c i ó n trasc e n dental -su b l i m e en un sentido , como e n Lyota rd- del > y de la > ' • En M?Jens sansfin -un libro significativamente dedicado a Cuy D ebord- la dimen­ sión > del gesto y su valor > e n el s e n t i d o de Wittge nste i n no son afi rmados sino sobre l a base de u na destrucc i ó n , de u n d u e l o de partida : > 'q · · · C o mo s i toda cosa no debiera su dignidad filosófica más que a haber desaparecido primero -dest ruida por algún neofascismo o sociedad del espectáculo- de nuestro mundo comú n . *

Se trata , desde l uego , como había admitido el propio Paso ­ lin i , de una . O , más b i e n , de una manera apocahptica de > en acción, y singularmente el tiempo presente. Cuando Pasolini anuncia que > o cuando G i o rgio Agamben a n u n c i a .

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Id . . Ce q w rr.1te d'Auschu·itz. l. 'orchu·e r t le témom. Homo ¡accr. /// ( 1 998) , t rad. P. Alfieri. París. Pay ot & Rivages . 1 99 9 . pp. 4 9 · 57 y 65 66 l e d . cast ellana 1 o q ue q ueda de A usch ) '? Así , pues, ¿el ser sólo se d iría e n pasa d o ? ¿Sólo se revelaría una vez muerto '? Es fácil comprender, en este punto , cómo al metafísico le es precisa l a muerte de su obj eto para poder pronunciarse , a título de un saber defi n itivo , sobre su verdad última20• A últimas verda­ des, por tanto , realidades destruidas : tal sería el > de los filósofos cuando prefiere n , e n vez de los pequeños > -que s o n fatalme nte

20

Aristóteles, Aletaphv\lque, Z . 1 0 2 9 3 - 1 0 3 0 b . t ra d . d e J. Tricot . Paris . Vri n . 1 9 74 . pp . 352 - 36 7 [ ed . castel l a na Metafi;ica , t ra d . de To más Calvo, Madrid. Credos. 2 0 0 0 ] . C fr. el análisis clásico de estos pasaj es por P. Auben . Po rque nos enseñan q ue la destrucción n o es nunca absoluta -aunque sea continua-, las supervivencias nos dis­ pensan , j ustamente , de creer que una > revelación o una salvación > sean necesarias para nuest ra libertad. *

U n a > por defi n ición pres­ cinde -forzosame nte- del fi nal de los t i e m po s . Warburg jamás hace alusión a ello , que yo sepa , en el plano metodo ­ lógico : sólo hace refere n c i a desde un punto de vista h istó ­ rico y s i n t o m á t i c o , como h a rá más tarde E r nesto de Mar­ t i n o 3 0 . Exist e , pues , una a mb igüedad , tanto en el plano metodológico como en el p o l ítico , cuando se pasa , como Agamben hace a menud o , d e una reflexi ó n a nt ropológica sobre la potencia de las supervivencias a una asunción filosófica del poder de las tradiciones. Tal es , por ej emplo , l a i nte rpretac i ó n por parte del filósofo italiano d e l tie mpo mesián ico según San Pablo : desemboca, por un lado , en una referencia pre­ ciosa a la imagen benjami n iana en tanto que > del tiempo y > :11 • Pero , por otro lad o , se reapropia del horizonte teológico de toda la tradición j udeocristiana para hacer de él un paradigma político , algo

30

A . Wa rb u rg . > , tbtd . . PP · 7 9 - g 2 . .1· Derrida. fon e dc lot. Le « fondemcnt mrslt q uc de l 'aulontr>> , Pa n , . Galilce . 1 ') 9 · � · p . ':>7 [ ,. d . c;"tt>llana Fuer;:_u de In. Fl ji,ndomcnlo nl l > t t co de lo outor�tiod. t ra d . d e l'a t t· i c i o l'et1 a l v e r . \1 a d r i d . lecnm. 2 0 ! 0 ] .

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SUPERVIVENCIA DE LAS LUCI ÉRNAGAS

Agamben es un filósofo de la imagen (un poco como Paso­ lini cuando construía sus filmes por fragmentos o por p rime­ ros planos) ; de ahí esa especie de filología por la que descu ­ brim o s , a menudo maravillados, la potencia oculta del m e n o r gesto , de l a menor letra , del menor rostro , del 8 menor resplandor3 . Pero , en tanto que lector de H e idegger, Agamben busca el horizonte detrás de cada i magen (un poco como Pasolini cuando decidió j uzgar el todo y los fines de l a civilización en la que vivía) . Ahora bien , este horizonte refo rma de manera i n evitable el cosmos metafísico , el sis­ tema filosófico , el corpus j urídico o el dogma teológi c o . Es a s í como El Reinoy la gloria s e presenta como u n a gran investigación filosófica abierta a dos planos fundame ntales. Po r u n lado , el mundo de las fuentes, e n el que Aga m b e n n o s h a c e descubrir u n a fundamental > entre > y > 39 • La en..dición filológica, la glosa y el método arqueológico -el de M ichel Fou c a u l t , p e r o , m á s aún , el de E rnst Kantorowic z , por ej e m pl o+o_ parecen ocupar en el pensamiento de Agamben el papel de la poesía en el de Pasolin i : dan forma a la potencia, a la vio­ l e n c ia intrínseca de su pensamiento . Por otro lado , es el mundo de los fines el que se abre ante n uestra vista y concierne , desde ese momento , a nuestra situaci ó n co ntem p o rá ne a . Pero todo ello sobre el fondo d e u n a terrible , d e una deses­ perante o desesperada, de una inaceptable equivalencia polí­ tica de los extremos ahogados en el mismo horizo nte , en la misma claridad cegadora del poder. :� 8

:� ej emplarment e en la política nazi formalizada por el propio Schmitt3- por una tra­ dición de los oprimidos que viene caracterizada, en su época, por una lucha a toda costa contra el fascismo : > 4 . Aga m b e n , e n su propio u s o de C arl S c h m i t t , parece marchar tras la senda d e j acob Taubes , cuyas glosas prolo nga tanto sobre la larga duración de los co nceptos escato lógicos como sobre el aspecto , más puntua l , del comentario de San Pab l o 5 • Taubes había intentado clarificar su recurso a C arl Schmitt a t ravés de l a expresi ó n -to mada del vocab ulario heracliteano- de gegenstrebige Fügung, > . Estigmatizado c o m o j udío y c o m o enemigo por una corriente de pensamiento de la que tomaba, sin embargo , su propia energía teórica, Taubes fo rmulaba , c o n respecto tanto a Martín H eidegger como a Carl Schmitt, un diagnós­ tico de una gran claridad : > , gracias a lo cual revelan -

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3 4 5

C . S eh m i t t . État, mouvement. peuple. L 'o�t;anisation tnad1que de / "u m té polit1que ( 1 9 3 3 ) . t rad. A . Pilleul. París, Editions Kimé, 1 9 9 7 . W. Benj a m í n , o del > - de las decisiones que orientarán su puesta en práctica. Ahora bien , tales decisiones están, a su vez, orientadas por un horizonte : toda la cuestión es saber qué se quiere hacer con un concepto cualquiera, hacia dónde se le quiere hacer operativo . Uno de los pocos momentos en que Taubes marca con claridad sus opciones, es decir, su protesta, su toma de postura, en su debate con Carl Schmitt , es cuando escribe : > 9 •

6 7

Id . . En d1¡;ergent accord. .4 propos de Car/ Schmitt ( 1 952 - 1 987) , t rad. P. lvernel. París, Payot & Rivages, 2 0 0 3 . p . 1 2 . /bid . . pp. 67 6 8 y 1 0 7 : . Sobre Carl Sch m i t t y su > , cfr. el estudio de R. Gross, Car/ Schnlltt el lesjuif.\ ( 2 0 0 0 ) , t rad . D . Trierweiler·, París, PU F. 2005. C. Sch mit t , > ( 1 9 2 2 ) , t rad . J - L. Schlege l . Théolog�r polit1que (192 2 t g6g) . París, Gallimard , 1 98 8 . pp. 9 - 7 5 J . Taubes, En ,¡,,.e�¡;enf accord, op. nt. , p. 1 1 1 . .

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9

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SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS

La reciente cont ribució n de G i o rgio Agamben a este debate vuelve no a reivindicar la separación contra la tota/ización del poder, como hace aquí Taubes, sino a observar esta sepa­ ración hasta en las formas más totalizadoras de la soberanía , co m o por ej emplo en la > , una distinción de m uy l arga duraci ó n que , según Agambe n , Carl Schmitt > en el m i s m o m o mento en que reflexi o n a , e n 1 9 3 3 , p o r cuenta de H it l e r , sobre las relaciones entre > , > (es decir, e l partido n azi) y > ' 0 • E l aut o r de Hamo sacer se situaría , pues , e n su pensamiento de la soberanía , más allá tanto de toda separa ­ ción como de toda totalización : l a segunda estaría s i empre dividida, y la primera siempre totalmente , radicalmente , en acció n e n esta genealogía del poder en Occidente" . Y es la paradoja de semej ante econom(a -una palabra cen­ tral e n todo el análisis de Agamben- la que permite asumir > l a agudeza del torturador de Saló : > 1 2 • De repente , no habría ya n i nguna distinción que hacer -mientras que Taubes i nsiste en remarcar la i mportancia de la misma- entre los , como lo fueron Leon Trotski , Bertolt Brecht o el propio Benjamín, y los > , como lo fueron Oswald Spengler, Ernst J ünger, M artín H eidegger o el propio Carl Schmitt'3. Lo que desaparece , e n semej ante horizonte de pensamiento , es la posibilidad de aportar una respuesta o una réplica a la econo-

10 11 12 13

G . Aga m b e n . L e Régne e t la girJlre. op. C J t p . 1 2 4 (en r�fcrc ncia a C arl Sch mitt, f'tat. mout'emcnt. pcuple, op. crt. ) . /b,d . p p . 1 1 5 1 6 7 . /bu/ . . p . 1 0 8 . J . · ¡ ¡lUbcs. Fn dit;ogcnt acconl. op. cit . p p . 37 y 1 0 ? ¿Se puede hacer una genealogía del poder sin desarrollar el contra - tema de la ? ¿ Qué se ha hecho , en tal economía , de las luciérnagas? *

E n todo esto , las luciérnagas sufren nada menos -metafóri­ camente hablando, se entiende- que la suerte de los pueblos mismos expuestos a desaparecer. A principios de los años setenta Paso l i n i se m uestra todavía en t o da su potencia de ver y de conmoverse : dej a I talia para marchar a E ritrea, e n un viaj e d e reportaj e y d e casting para su filme Las Mi/y Una Noches. Y allí todo son luciérnagas, una serie i n co mparablemente de des­ l u mbramientos ante l a l u m inosidad, l a belleza de los p u e ­ blos q u e e ncuentra : > 14 , e cosl via . Pero d o s a ñ o s más tarde , de reto rno e n

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P . P . Pasoli n i . > ( 1 973), t rad . H . J ouberl · Lau ­ ren c i n , fcrits sur le cinema , Lyon , Presses U n iversitaires de Lyon - l nst itul Lumii>re, 1 9 8 7 , pp. 2 3 2 2 3 8 ( u n t exto -, lo abandona baj o la ley del Reino y baj o la luz de la Gloria. E n adelante , para él, e l p ueblo ha caído . Estilística m e n te hablan d o , el artículo de las luciérnagas no es más que una tumba de los pueblos perdidos . Una vez más las recientes co nclusiones de Agamben n o dej a n d e tener relación con t a l desesperación polít ica . Des­ pués de dos notables capítulos > dedicados -vía Erik Peterson y C arl Schmitt , Andreas Alfoldi y E rnst Kantorowicz, Percy E rnst Schramm y Jan Assmann- a la his­ toria de los aspectos ceremoniales del poder y, después, a la noción m isma de (Herrlichkeit) > para articularse mej o r con la de > como tal15 (Herrschajt) , Agambe n abre u n > que aparece como la co nclu­ sión misma de su i nvestigación , aunque sea provisional , e n el i nm e nso arch i p iélago del Hamo sacer16 • U na i nvestigac i ó n que l e habrá l levado , fin a l m e nte > 17 • Máquina d e l rei n o (Herrschajt) y espectáculo de la gloria (Herrlichkeit) , dando esta última a l p r i mero su 1 uz m isma , si n o su voz. > 1 8 •

15 16 17 18

en la edición más reciente de los Écrit; sur le cinéma. Petits dialogue.\ avec les jllms 1957- 1974 . París, C a h iers de c i n é m a , 2 0 0 0 . Agradezco a D e l p h i n e C h a i x haberme comunicado este punto) . G . Aga mben Le Régne et lagloire, op. cit . , pp. 2 57 - 376 [ed . castellana c it . ] . !bid . . p p . 3 7 7 - 3 85 . !bid. , p. 3 7 7 · /bid . pp. 3 7 7 - 3 7 8 . ,

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IV. PUEBLOS

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¿,Y hoy? > . > , se i nterroga a con ­ t inuaci ó n 1 9 • C o mpre n d e m os e ntonces q u e l a cuesti ó n debería for m ularse m á s b i e n así : ¿ c ó m o l a victoria de las democracias occidentales sobre los totalitarismos de la Ale ­ m a n i a h itleriana y de la Italia fascista habrá transformado , > e incluso prolongado u n fenómeno cultual cuyo apogeo se encuentra p e rfectamente escenifi cado en el Triumph des Willens fil mado por Leni Riefe nstahl? Ahora b ie n , es a Carl Schmitt a quien da la palabra Agamben p a ra responder a esta cuest i ó n . C ita l a Veifassun ­ glehre, u n texto d e 1 9 2 8 e n e l que se expresaba l a crítica con­ servadora del j ur ista hacia l a República de Wei m a r : > 2 0 • Do nde C arl Schmitt evocaba un p ueblo u n á n i m e reun ido e n el estadio seis años antes de las gra ndes m a ni festaciones de N ü re mberg, es decir, en el horizonte del totalitarismo nazi , Gior­ gio Agamben buscará e n este m ismo texto algo que si rva . .

19 20

!bid. . p. 3 7 8 . /bid . . pp. 3 7 8 - 379 (citando a Carl Schm itt, Théoric de la comtitution 1 1 9 2 8 J . t ra d . L. Déroche. París, PUF, 1 9 9 3 . pp. 3 8 2 - 38 3 l ed . castellana Teor¡"a de la constituCión, t rad . d e Fran c isco Aya l a . M a d r i d , A l i a n za E d i t o r i a l . 1992 D .

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS

como diagnóstico de lo que nos ocurre hoy, och enta años después, y en el horizonte de la democracia o ccidental . Pero para ello habrá sido preciso reducir el > del pueblo a la aclamación -romana , biza n t i n a , medieval. . . totalitaria- y remitir ésta a lo que l o s demócratas llaman la opinión pública : > 2 1 • Nos pregu ntare m o s , p ues : ¿qué es l o que hace de l a o p i n i ó n pública e n l a s d e mo c racias u n equivalente estricto - s i hay diferencias, no son señaladas-· de la aclamc.ción en los siste ­ mas de poder absoluto ? Es a Cuy D ebord a quien Agamben da ahora la palabra para resp o n der a esta cuest i ó n : la > es a la opinión pública de hoy lo que el sometimiento de las multitudes fue a los totalitaris­ mos de ayer. >

22.

Las i mágenes -qu e Agamben reduce aquí a la >- asumen así en el mundo contem ­ poráneo l a funció n d e u na anudada a l a máqu i na del > : imágenes luminosas que contribuyen , por su fuerza misma , a hacer de nosotros pueblos sometidos, hipnotizados en su fluj o . El d iagnóstico , s i n duda, no es falso . Se co rres-

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SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

ponde con las sensaciones de ahogo y de angustia que hacen presa en nosotros ante la prolife ración calculada de las imá­ genes utilizadas a la vez como vehículos de la propaga nda y de la mercancía . Pero e n el libro de Agamben este diagnós­ tico aparece como verdad última : tanto la co nclusió n de su libro como el horizonte apocalíptico que en él domina. D e suerte q u e termina p o r desdialectiza r , desconfl i ctualizar y e mpobrece r tanto la noción de imágenes como la de pueblos. La i m agen no es ya una alternativa e n el h o rizo nte , l a lucciola c o m o alternativa a la luce . No parece ya más que u n a p u ra fun c i ó n del poder , i ncapaz del menor c o ntra - pode r , de la m e r.or i nsurrecc i ó n , de la m e n o r c o nt ra -glo r i a . Lo que indica, recordémoslo , mucho más que una simple cuestión de estética: del estatuto de la imagen -del valor de uso que se le d a- depende , e n e fect o , el aparecer de lo político e n cuanto que tal . lo que compromete todo el de los pueblos confrontados al > y a su . Si e l d iscurso de Agamben termina por establ e c e r una especie de equivalencia desengañada e ntre democracia y dic­ tadura sobre el plano de una antropología de la , es porque imágenes y pueblos han sido previamente reducidos las primeras a puros procesos de sometimiento y los segundos a puros cuerpos sometidos. Pasolini, en 1 9 7 5 . habrá declarado s i n l ugar a dudas su desán i m o con respecto al pueblo ita­ lian o , pero la gente común que asistía en 1 967 al espectáculo de mario netas en Che cosa sano le nuvole ? no había dudado e n protestar, e n levantarse d e sus asientos, invadi r el escenario , emanciparse , en suma , mediante una ruptura concreta de las reglas impuestas por la representació n . C uando deja h ablar por él a Carl Schm itt , por un lado , y a Cuy D e b o rd p o r o t ro , Agamben n o v e n i nguna alternativa a la espa ntosa > del espectáculo. Y es que , sobre todo , no ve en el pueblo otra cosa que lo que de él dicen Carl Schm itt y Cuy

IV. PUEBLOS

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Debord : es decir, algo que sólo se puede definir privativa ­ mente , negativamente. > 2 3 • Así , pue s , en semej a nte noción de los pueblos, todas las diferencias serían reducibles al mismo estat u s , al m is m o desti no : l a doxa , l a opin i ó n , la c re e n c i a . Lo que sucu mbe a los e nga ños de las apa riencias sensibles, lo que piensa mal y produce fal sos conocimientos. E n suma, todo aquello q u e e l idealismo fil o s ó fico opone tradicionalmente a la episteme, el conocimiento verdadero , la ciencia inteligible , la captación de las ideas j ustas . Esta defi ­ nición viene, quizás , d e muy l ejos, e s decir, d e Plató n . Pero , e n l a eco n o m ía del l ib ro de Aga m b e n , c o n c l uye con C a rl Schmitt quien , por su parte , recoge toda una tradición con ­ servadora de m iedo a l a s m ultitudes2 1 y l a a m p l i fica y pro ­ longa en una voluntad constitucionales de mantenerlas, conte­ nerlas, someterlas. Es algo que puede verse en Carl Schmitt , en 1 9 2 8 . en el contexto mismo de las páginas que Agamben extrae de la Ver­ Jassunglehre : en ellas, la noció n de pueblo queda reducida pri­ meramente a la unificación de una esencia ( nada de multipl ici­ dades , nada de s i ngularidades, e n ese pueblo) ; y reduc ida , en segundo lugar, a expresarse como simple negatividad. , 2 0 04) 1 ed. castellana lmpeno, t rad. de Alcira !\él ida Bixio. Barcelona, Paidós I bér i c a 2 0 09 ] . Id. , Mulfitude. CuCITe et démocratie a l 'áge de l 'Empire ( 2 0 0 4 ) , t ra d . !\ . C u i l hot , Pa t·ís, La D e c o u ­ vert e , 2 0 04 (ed . > , 2 006) l ed. castellana Mulfitud: guerra y demo ­ cracia en la era del lmperw, t rad. de J . A. Bravo, Bat·celona. Debate , 200 4 ! . ,

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS *

Lo m ismo que Pasolin i . con sus tomas de posición tan extre ­ mas como paradój icas , había suscitado reaccio nes tan escan­ dal izadas como u n i late rale s , también Agamben se ha visto criticado con una violencia que ofusca a m e nudo cualquier lectura p rofunda de su trabaj o . Po r ej e m pl o , para no sal i r del ámbito francés, Phil ippe M esnard y Claudine Kahan han fustigado el análisis del > desarrollado en Lo que queda de Auschwitz. en tanto que É ric Marty ha hecho lo p ropio con la n o c i ó n de > e labo rada en Estado de excep ­ ción30. A estas críticas unilaterales Giorgio Agamben respon­ día recientemente que se l e j uzgaba sobre el plano d e los > -en el primer caso , Auschwitz ; en e l segundo , Guantánamo- cuando su anál isis t e n ía u n carácter arqueológico y n o trataba m á s q u e de paradigmas > 3 ' . Agamben articula filosóficamente s u puesta en evidencia de los paradigmas y su > arqueológica de l a his­ toria lo mismo que Pasolini , antes que él , articulaba poéti ­ camente sus imágenes del presente c o n una energía que bus­ caba en las supervivencias, e n l a arqueología sensible d e los gestos, de los cantos, de los dialectos, de las arquitecturas en ruin as de M atera o de los suburbios de Roma . H ay e n estos

30

31

P. \-l esnard y C. Ka h a n . Giorgw :�amben ii l"épreuve d'A u_,chu·¡t�. Paris, Kimé,

2 00 1 , pp. 1 4 - 7 6 . f:. M a t·ty . . La arqueolog!afilosójlca tal y como Giorgio Agamben la rei ­ vindica tiene , a s u vez, u n a a rqueología , o , al m e n o s , una tradició n . marcada por los no mbres de Kant . de N i etzsche y Ove rbeck, de Hermann Usener, de Heidegge r·, de Dumézi l .

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIÉRNAGAS

de M ichel Fo ucault . . . y. por supuesto , de Walter Benj a ­ mi n'P . Este últ i m o e s traído a colación p o r s u célebre tesis sobre el ·n . Pero , a la espera de otros text os más explícitos sobre la idea de excavación arqueoló ­ gica'll , un pasaj e más fundamental sobre estas cuest io nes se encuentra en el > del Origen del > alemán , en el que Benjamín construye la noción de l o que sería una verdadera > :lo (philosophische Geschichte als die Wissenschajl vom Ursprung) . É sta , dice, > -lo que puede j ustificar la defensa de Aga m ­ b e n co ntra sus detractores- > :l 6 (er betrijj'dessen Vor- und Nachgecchichte) . U n modo , para Benj a m í n . de dar un nuevo giro a la dialéc­ tica como > (der Dialektik die de m Urs ­ prung beiwohnt) en cuanto que > 'l 7 • Y he aquí también por qué ( 1 93 2 ) , t rad . .J . F. Poirier, lmo¡;e, de perbée. París, Christian Bourgo is. 1 99 8 . pp. 1 8 1 - 1 8 2 . Id . . Ong1 ne du drame boroque allemand ( 1 9 2 8 ) , t t·ad . S. \1 u l l e r y A. l l i rt . Pa rís, Fla m marion , 1 9 8 5 . p. 4 5 [ ed . castellana El or(¡;en del > alemán . en Wal t e r Benja m i n . Obra,, /.ibro / .• col. ! . t ra d . de Alfredo B ro ­ tons. M adt·id. Abada editores. 2 0 0 6 . p p . 2 1 7 459 [ . !bid . . p . H/bid . . P P · H - 4 5 -

IV. PUEBLOS

1/ung), y. por otra , como algo que . po1· ello mismo está inaca­ K bado (unvollendet) , siempre abierto >> :l . Ello significa. concretamente, que una arqueología fil o ­ sófica, en s u > m isma , está obl igada a describi r los tiempos y los contra - t iempos. los golpes y los contra-golpes, los suj etos y los contra - suj et o s . Y ello sign i fica que a un libro como El Reinoy la glona le fa lta , fu ndamental mente , la descripción de todo lo que le falta tanto al reino (me refiero a la > y la a rqueología de los contra-poderes) como a la gloria (y me refiero a la tradición de las oscuras resistencias y a la arqueología de las > ) . A la arqueología de las aclamaciones, de rivada de Ernst Kanto rowicz y de Carl Schmitt , le falta una arqueología de las manifestaciones, o in cluso de las revoluciones , en las que los pueblos hacen mucho más que decir > -o > , por lo demás, porque el > eventual de las aclamaciones está sometido a las m ismas condiciones del ceremon ial que fija la instancia del poder. Es entonces cuando los pueblos se cons­ tituyen en suj etos políticos e n todo el sentido de la palabra , de manera que pueden cambiar las reglas del reino y de la gloria. Todo eso es lo que subraya Benjamín en Pans, capital del siglo XIX o en las cuando evoca la Revol ución fra n c e s a , la de 1 84 8 y e l movimiento espartaquista , o cuando describe ese momento de la Revolu­ ción de j ul i o e n e l que > 3'1•

38 39

1/Jid . . PP · 4 3 - 4 .¡. . Id . . Pan.,. capitule \/1

conc

cit . [ .

.\1\c

,,¡,efe. op. ut . . pp. b3 5 - 68 .¡. y

e pt d ' h ist o i re •> . art . c i t . .

p. .¡..¡.o

7 8 8 - 7 , al comienzo de su investigación sobre La Paro/e ouvrieré2•

42

A- Faure y .J . R a n c i i're. 1. de la gran luz devo ran toda fo rma y todo resplandor -toda diferencia- en la trascendencia de los fi nes últ imos. C o nceder una atención exclusiva al horizonte es volve rse incapaz de mirar la menor image n . S ó l o en los momentos d e exaltac ión mesiánica es, qu1 zás, eventualmente posible soñar con un horizonte que recogiera. que hiciera visibles todas las imágenes. Esto es lo que en raras ocasiones aparece en Walter Benj a m í n cuando se trata de una bien hipotética hi storia llegada a sus fi nes . ·

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

90

donde cada instante -cada imagen- podría verse convocada en la duración absoluta , paradój i ca , del j uicio fi nal : > ' . Pero ese > no nos es dado. Lo que nos corresponde no es sino una > atravesada acá por el dulce resplan­ dor de las luciérnagas y allá por el cruel rayo de los reflect o ­ res . E s sabido q u e l a s tesis de Benj amin s e interrumpen -en unas palabras que son , para nosotros , las últimas suyas- con la imagen de esa > mesiánica que contiene > de tiempo invest ido por el pensamie nto'2 • Este estrecho encuadramiento , este lapso ínfimo, n o desig­ nan , en mi opin ión, otra cosa que la imagen misma : imagen > 3 • En la versión francesa de su texto , Benj amin escribe que esta definición de la ima­ ge n > que nadi e , que yo sepa , ha podido aún identificar" . Pero este rec uerd o . por vago que sea , nos es precioso : hace de la imagen , e n alguna

W. BPnjarn i n . > ( 1 9 + 0 ) . t\·nf,Ji'un¡-w.' . ed . . J . · \1 . \1 o n nover. l'aris. Gall imard, 1 , escribe Benjamin en el con­ texto mismo -los > manuscritas­ de su reflexi ó n sobre la h istoria y la polít ica5 . En nuestro propio mundo histórico -lejos, pues , de todos los fines últ i ­ mos y d e todo j u icio Fi nal-, e n ese mundo e n e l que > ¡ , y e n el q u e el h o r i ­ zonte parece o fuscado p o r e l reino y p o r s u gloria, el primer operador político de protesta , de crisis , de crítica o de emanc ipac i ó n debe ser l l a mado 1magen en cuanto que es lo que se revela capaz de franquear el horizonte de las co nstrucciones totalitarias. Tal es el sentido de una reflexió n esbozada por Benj a m i n , y e n m i o p i n i ó n capita l . sobre el papel de las i máge n es como maneras de > -es decir, t a m ­ b i é n , de desmontar, d e analizar, d e contestar- el horizonte mismo de nuestro pesi mismo visceral : > ( I C)4 ü ) . 1b1d . p. 3 4 8 .

6

Id . .

7

.

.

.

. art. cit . . p. 4 3 1 . Id . ( I evocada por Walter Benjamín : no > más que para caer hacia nosotros, para afectarnos. Sólo muy raramente se eleva hacia el cielo inmóvil de las ideas eternas: por lo general descie nde , decl i n a , se precipita y cae sobre n uestra tierra , e n algu na parte delante o detrás del horizonte. Como una luciérnaga , termina por desaparecer de nuestra vista y se va a u n luga r d o n de será qu izás percibida por algú n otro , allá donde su supervivencia pueda aún observarse . Si la image n , tal y como trata mos de construir su h ipótesis a partir de Warburg y Benjamin, es un operador temporal de supervivencias -por­ tadora , a este título , de una potencia política relativa tanto a nuestro pasado como a nuestra > y. por e n d e , a nuestro futuro-, entonces hay que tratar de c o m ­ prender mej o r su m ov i m i e nto de ca(da hacia nosot ros , esa caída o ese > , i ncluso esa decL naci ó n , que no es , tem i e ra lo que tem iera Pasol i n i e n 1 9 7 5 . piense l o que piense Agamben hoy , desaparición . *

Tenemos que volver, pues , al horizonte sin recurso que sugiere la proposición liminar de Ciorgio Agamben en Irifa ncia e historia , para confrontarlo c o n este recurso de la i magen que trata­ mos aquí de aprehender'1 • Como hemos visto , Aga mben ve

8

Cfr. C . D i d i · H uberman . diagnosticada por Ben­ jamin en resultado pasado , en > sin recurso . > (die Erfahrung ist im Kurse gefallen) : el participio gefallen , > , > , indica. ciertamente, un movim iento terri­ b l e . Pero sigue siendo u n movimiento . Y, lo que es más, suena de un modo extraño a n uestro oído , porque el verbo gefallen significa, además , el acto de amar, de producir placer, de convenir. Y, sobre todo , este movimiento no concierne a lH experi e n c ia m isma s i n 0 a su > e n la bolsa de los valores modernos (y el d iagnóstico de Benj a m i n sigue con­ firmándose si tomamos e n consideración la > postmoderna) . Lo que Benjamin describe e s , s i n duda ,

10 11

m i n o heideggeriano de Moglichkeit para crit icar su uso por Aga mben e n el sentido - e n e l doble sent ido- d e l > (potere ) . C fr. L. Schwarte. Philosoph1e der Arch1tektur, � ún i c h , Fi n k Verlag, 2009, pp. 3 2 5 - 336. Por su part e , Sigrid Weigel ha criticado ampliamente la lectura por Aga m ­ ben de los t ext os d e Benj a m í n sobre la violen c i a . el estado d e exce p ­ c i ó n . la noción d e secula1·ización, la relación e n t re márt i r y so b eran o . a s í como el uso d e l o s concepto.s j urídico- teológicos derivados d e la t r a ­ d i c i ó n j ud e a - c r i st i a n a . C fr . S . We igel . Wa/ter Benjam1n. Die Kreatur. Jw 1/ei/,ge. d1c Blldcr. Frankfort . Fischer Verlag. 2008 . pp. 5 7 1 0 9 . W. Benjam í n . > , art . cit . . p . 1 1 5 l ec!. castellana c i t . l . C fr. supra . p p . 6 1 - 67 . G . Agamben. E.nfánce ct h�>fo¡re. op. u f . p p . 1 9 - 2 0 [ e s e l del declive, sin duda . Pero el declive entendido en todas sus armo­ n ía s , en todos sus recursos, que supo nen la declinac ió n , la inflexión , la persistencia de las cosas caídas. Desde el princi­ pio Benjamín habla del > en térmi­ nos de > ' 'l : Erschein ung, es decir, una aparició n . j ustamente, una > , s i se m e per­ mite decirlo. Evoca después una > q : un Vorgang, es decir, un proceso , un aconte­ cimiento , una reacción (como se dice en química) o un inci­ dente , término que describe exactamente lo que Benj a m í n quiere significar, c o n su referencia al movimiento d e caída y al hecho de que no carece de consecuencia , de incidencias. Vocab ulario procesua l , por tant o . Cuando Benj a m í n n o s dice que > , expresa a l mismo tiempo un horizonte de > (Ende) y un m ovi ­ m i e n t o s i n fi n (neigen : propender, incl inarse , baj a r) que

12

1 ') 1 ¡

C . Didi - H uherrnan . . que e s lo q u e quiere decir aquí e l verbo auss­ terben , despoblarse , extinguirse , ir hacia la desapa rición ' " . Se trata, por tant o . de > y no de desaparición ya cum ­ plida : l a palabra Niedergang. que Benjamín emplea frecuente­ mente. tanto aquí como e n otros lugares , sign i fica el des­ censo progresivo , el ocaso . el occidente (es deci r. un estado del sol que desaparece ante nuestra vista pero que no por ello deja de existir bajo n uestros pasos , en las antípodas , con la posibilidad . el > , de reaparecer por el otro lado . por el oriente) . U n poco más l ej o s a ú n -trato de no dej a r nada e n la sombra- Benj a m í n escrib i rá que > ' " , l o que supo n e , desde luego , el devenir (Werden) y no la estasis mortal , así como la subsisten ­ cía, por m i norada , rara o > (se/ten) que sea, de aquello que, en consecu e n c i a , no habrá sido dest ruido . Sin duda , la experiencia transm it ida por el narrador > , pero el verbo que aquí emplea Benjam í n . gehen , supone q u e l a meta d e l c a m i n o -el horizo nte- no s e encuentra a ú n a l a orden del día'7• E s l a > misma l a q u e debe ocupar toda nuestra atención. La última frase del texto -> ' - emplea el tiempo del pre­ sente : no la intemporalidad de una definició n regulada sobre l o eterno o l o absoluto , s i n o la tempo ralidad misma de l o q u e hoy , entre nosotros, en la extrema precariedad , sobreui¡;e y se decli na baj o nuevas en su propio declive .

l 'í

1/JIJ . . p . 1 2 0 .

1 li

1/,J . . p. 1 2 :{ .

17

/bid . . p . 1 '2 , como la Antigüedad tardía o -el aspecto que i nte­ resó a Benjamin en su trabajo sobre el Trauerspiel- el 20 man1ensmo y e1 arte b arroco . . . S i , desde esta óptica, volvemos al texto sobre > , no tardaremos en hallar en él todos los eleme ntos de esa vital idad : es la impronta i ndestructible mediante la cual el na rrador . La cotización de l a experiencia se ha derrumbado , pero sólo de nosotros depende, en cada situación particular, elevar esta calda a la dignidad , a la > de una coreogra ­ fía , de u n a i nve n c i ó n de fo rmas . ¿,Acaso la image n , e n su fragilidad m i s m a , e n su i ntermitencia de luciérnaga , n o asume e s a misma potencia cada vez q u e n o s muestra su capa­ cidad para reaparecer, para sobrevivir'? En un artículo titulado njam i n . Obru.•, Libro 1\' i vol. 1 . \1adrid. Abada editores. p p . 249- 389 ] . Id . Sur le hmchn·h el uutre" 'cnt.• .our /¡¡ drogue ( 1 9 2 7 - 1 9 34- l . t ra d . J . - F. Po i ri e r . Pa rís. C h rist i an B o u rgo i s . 1 99 3 . p p . 'i 'i 6o v 88 9 8 .

\\'. B e n j a m i n /muge• d e pcn•ée. op.

.

V. ¿ DESTRUCCIONES?

101

mundo hostil >> 'lo . Pe nsemos e n las admirables Feui/lets d'l-fyp ­ nos, escritas por René Char desde sus l uchas cotidianas en el maquis y e n las que la Resistencia pol ítica -act iva , m i l i t a r , peligrosa a cada instante para su propia vida- no s e diferen ­ ciaba d e l o que nosotros c onsideramos aquí como la > del pensa m i e n t o :l' . Pe nsemos e n la LTI de Víctor Klemperer, ese > , c o m o escribe , desde e l espacio de l a opresión cotidiana : un t rabaj o en e l q u e la elucidación de/ len ­ guaje s e convertía, e n las t i n ieblas necesarias para l a clandes­ tinidad , en una respuesta de las > a las feroces > impuestas por la propaganda nazi:l2 . Sucede incl uso que las palabras más sombrías no sean las palabras de la desaparición absoluta, sino las de una supervi­ vencia pese a todo cuando han sido escritas desde el fondo del i n fiern o . > de los diarios del ghetto de Varsovia y de las crónicas de su insurrección ; > de los manuscritos de los miembros del Sonder­ kommando ocultos bajo las cenizas de Auschwitz y cuyo > tiene que ver con el soberano deseo del narrador, del que va a contar, a test i m o n i a r , más allá de su propia

30

H. M ichaux, {preuce.\, e1omsmes. 1 9 4 0 - 1 94·1 ( 1 945 ) , OcutTcs compldes, l. cd. R . Rellour e Y . Tra n , París, Gall i m a rd , 1 9 9 8 . P · 7 7 4 [ e d . cast ellana Adz•ersidade.l, cwrcismos, t ra d . de J o rge R iech m an n , Madrid, Catedra ,

31

R . Char. Fcuillets d'l!ypnos ( 1 94 3 - 1 944) , Ocwre1 com¡Jletes . Parb, Gall i mard. 1 9 9 5 . pp. 1 7 1 - 2 3 3 [ e d . cast e l l a n a l.as llojUS de 1-[_¡pnUl . t ra d . de F d i s o n S i m o m . Madrid, Alberto Corazó n . 1 9 7 3 ! . V. Kl cmperer. LTI. la langue du llle Reich. Carnets d 'un phdologuc ( 1 9 4 7 ) . t ra d . E . Guillot , París, A l b i n Michel. 1 gg G . pp. 3 1 y passun l ed . castellana I.Tl. la lengua del /ll Red. opunte.' de unjilólogo, t ra d . de /\dan Kovacsi,, Barcelona . C irculo de l .ectorcs, 2 0 0 5 [ .

I g8 8 J .

32

102

SUPERVIVENCIA D E LAS LUCIÉR NAGAS

muerte 33 • Entre las tin ieblas sin recurso de las cámaras de gas y la luz cegadora del verano de 1 9 4 4 , esos mismos resistentes del Sonderkommando lograron hacer aparecer imágenes cuando la i magi nación parecía ofuscada por una rea l i dad de masiado e n o rme para ser pensada3·� . I mágenes clandestinas, cierta­ mente , i mágenes largo tiempo ocultas, l argo tiempo inúti­ les. Pe ro i mágenes tra n s m it idas hasta nosotro s , a n ó ni m a ­ m e n t e , e n l o que B e nj a m í n reconoció como l a s a n c i ó n últi ma d e todo relat o , de todo testimonio de experiencia, a saber , l a autoridad del moribundo35.

33

34 35

C fr . E. Ringelbl u m . Chromque du ghetto de Varsoue ( 1 94 2 - 1944) . trad. l .. Pol ia kov. París, Robert Laffo n t , 1 9 7 8 ; H . Seidma n , Du Jond de l'obime. Journal du ghetto de Varsouie ( 1 9 42 - 1 94 3 ) , tra d . t\. Weinstock, París. P l o n , 1 9 9 8 . Des wis sous la cendre. Manuscrits des Sonderkommandos d 'A uschu·itz-Birkenau ( 1 944) , trad. � . Pfeffer y B. B au m , París, C a l ma n n - Levy C e n t re de Documentation juive contemporaine. 2 0 0 5 . Cfr. G . D i d i H uberman , lmages malgré tout, París, � i nu it , 2003 . W . B e nja m í n , > , a r t . cit . . p p . 1 2 9 - 1 3 2 [ e d . castellana

cit . ] . H abría sin duda que relacionar esta > con el tema de la > en Benj a m í n , un tema del que se encuentran ecos en J acques Derrida . Sobre este ú l t i m o , cfr. el trabajo, todavía i nédito, de l .. Odello, Écritures du politique. Á partir de}acques Derrida , uno de cuyos capítulos se t itula . Tal fue la poco razonable tarea e m p re ndida por C harlotte Beradt, su tarea de narradora b e nj am iniana : cuenta que, en 1 93 3 , espantada por e l giro que tomaban los aco ntec imientos e n

1 2

_ W . Be njam i n , > , art . c it . , p. 1 3 8 [ ed . castellana cit. l . 1 1 . Volakova (el i r . ) . > 7 • Saber de una h u m a n idad a la q u e se puede arrojar como papeles a una papelera , o, peor aún (el que había tenido el sueño era j udío) : '0 • Sería qu izás más co rrecto decir que l a luz e n cuestión n o es > sino extraña -intercalada de oscuridades , demasiado cercana o demasiado lejana para hacer que su objeto sea cla­ ramente visible- y. sobre todo , intermitente . Lo i mportante aquí e s que el h istoriador reconozca al relato del sueño u n a

7

11"'1. . P · 8 ¡ .

8 9

/b,J. . pp. 1 60 - 1 6 1 . /h,J. . p. 1 2 9 .

10

R . Koselleek. > ( 1 9 8 1 ) . ibid . p . 1 8 2 . .

VI. I MÁGENES

107

autoridad e n e l conocimiento h istórico como tal . No es casual que Koselleck evoque , entonces, a Kleist . Hebbel y Kafka, tres > paradigmáticos de la noción que del narrador mismo daba Benjami n " . Es entonces, dice, cuando > 1 2 • Las i mágenes soñadas bajo el terror se convierten ahora en imáge­ nes producidas sobre el terror. > 13 • De a h í que las > p uedan ser vistas no sólo como testimonios, sino también como profecías, previ­ siones, sobre la historia polít ica en deve n i r : > '+ . Si es ver­ dad , como decía Pierre Féd ida , que > en su constitución metapsicológica fundamental . si es verdad que > 1 5 , podemos co mprender e ntonces esa videncia , reconfigurada aquí por j irones e n los relatos de los sueños , bajo la autoridad del moribundo que Benjamin hacía el paradigma último de toda experiencia transmitida. Pero el moribundo . . .

11 12 13 14 15

/bid . /b,d /bid . /b,d .

.

. . . .

p . 1 83 . p. 1 84 . p . 187. p. 175.

P . Fed ida,

Cnse e l confre transját,

Pa,·is, f'L) F . 1 9 9 2 . p p . 3 7 y 4 4 -

108

SUPERVIVENCIA DE LAS LUCIERNAGAS

no es exactamente el agon izante, el sin-voz, el > según Aga mbe n . M o ribundos lo somos t o d o s . a cada ins­ tante. por el solo hecho de afrontar la condición temporal . la extre m a fragil idad de nuestros > de vida . , escribía Ceorges Bataille en los t i e mpos de l a Segu nda gue rra mundial . Y añadía : > ' ¡,. *

H aría falta un libro entero para comprender exactamente qué fue l o que determ i n ó e n Ceorges Bata i l l e , e n los momentos de la guerra , esa mezcla de retirada a la oscuridad y esa > . como él decía , a sabe r, la voluntad soberana, ansiosa. frenética, que le llevó a lanzar tantas seña­ les en la noche , como u na l uciérnaga que quisiera escapar a la luz de los reflectores para mejor emitir sus fulgores de pensa ­ mientos, de poesías, de deseos , de relatos que transm i t i r a toda costa . El texto que decidió emprender desde el com ienzo de la guerra se t i t ulaba Le Coupable . Su primer capítulo , > , c o m ienza a s í : > '7 • Paradoj a , fi sura del n o - saber, soberanía lej o s de todo reino : no hablar de los acontecim ientos para lb

17

C . Bat a i l l e . Sur .\'ict�·chc. \ (J/onté dcc hunce ( 1 9 4+ - 1 rnando Savat c r . M ad r i d . 'Eturu,, I y aquello q ue aún deseo locame nte llamar una > : > . . . a condición de añadir, para desmarcarse de todo prestigio y de toda vía religiosa : > ' • Así , pues, lejos del reino y de la l u z , Bataille trataba de emitir sus señales en l a noche como otras tantas paradoj as cuyo resultado s e llamará , como es bien sabido , L 'Expérience intérieure ' �l . Entre tanto , Bataille publicaba bajo seudó n i m o , en las bien l lamadas É ditions d u S o l i t a i re , su escandaloso relato Madame Edwarda , e n el que c o m p rendemos que la experiencia erótica podría ofrecer una p rimera respuesta del > a los aco ntec i m ie ntos de m u e rte que rei n a n por toda E uropa . Es u n a danza del des�o e n l a noche parisi n a , un contrapunto a los movim i entos de los aviones y a los feroces reflectores de la gue rra . C o m o hacía , en el mismo momento , en u n prado cerca de Bolo nia, el joven Pasoli n i , el narrador d e Madame Edwarda s e desnuda > . La prostit uta que conoce e nt o n ces -una lucciola , p u e s , pero no e n el sentido propio sino , si se me permite decirl o , en el >- aparecerá y desaparecerá en las intermitencias de su luz ( > ) y d e s u oscuridad ( ) . Se retorcerá > en el espasmo y la blanca desnudez , c o m o un gusan o reluc iente. Para ado rmecerse en la noche, brusca ­ ment e . y evaporarse del relato del mismo modo con que las luciérnagas saben tan bien desaparecer de nuestra vista20• E nt re t a n t o . Bata ille conoce a M a u rice Blanchot , que acababa de publicar Thomas l'obscur. En casa de Den ise Rollin , e n o t o ñ o de 1 94 1 , intentó reconstru i r algo así como una c o m u n idad de l uciérnagas -reunio nes de un > en las que leía fragmentos de L 'Expérience intérieure, e n c urso de escritura-. pero e n m e d i o de > , puesto q u e , para é l . esta experiencia no se compro met ía sino a > 2 ' . En 1 9 4 1 contrajo una tuberculosis pulmo nar que dio l ugar a un tiempo de sufri ­ miento q u e debía , como dice M ichel Surya, > 2 2 • Retirado e n un pueblo de N or­ mandía , Bataille escribe salvas de poemas, así como Le Mort, breve relato de u n a lúgubre experiencia erótica cuyo p ro ­ yecto d e prefacio incluía terribles visio nes -vividas- d e la guerra : el avión alemán abatido , las llamas, los rostros calci­ nados , i n formes, y ese p i e , > , que yacía intacto e n medio de los escombros23 • La escrit u ra de Le Coupable, durante todo este perío d o , pretendía crear algo así como u n a colisión entre e l espacio inmenso de las > y el l ugar

20

Id . . .\fadamc Fda·arda ( 1 32 (después se reabrirán , como sabemos , para que el autor de L 'Expérience intérieure pueda escribir eso m ismo a la luz de una

30 31 32

11)/(1. , p p . 1 0 0 . 1 1 2 y 1 4 8 . Jb,d . . p . Jb,J . . p .

144· 25.

VI. I MÁGENES

113

lámpara , qu1zas . en medio de la n o c h e , sobre una hoj a de papel blanco) . Aho ra bien , es en este co ntexto en el que Batai l l e , al final de l a gue rra , vuelve a l a co ntestación fi losófica y a la construcc ión de un saber otro -que llamará unas veces > , otras >- capaz de reubicarse , de volver a tomar posición en la h istoria política del tiempo presente. Sur Nietzsche, escrito en 1 944 en el > de la de rrota alemana y del centenario del filósofo·n . publicado en febrero de 1 9 4 5 , es un l ibro extraordinari o . En él se mezclan un errático diario de guerra -es decir, el no-saber de una expe­ riencia en la que se a m a lga man de m a n e ra e nsordecedora bombardeos aéreos y ferias de pueblo , ru inas trágicas y j ue ­ gos infantiles14- y una tentativa d e elucidación co nceptual des­ tinada a devolver un val or de uso a los textos nietzscheanos más allá de su utilización por los fascistas , que Bataille vuelve a criticar del modo más virulento3". Y es también de una experiencia tensa entre pérd i da y éxtasis, tinieblasy luminosidad, de lo que se trata en estas páginas. E l l ib ro se abre con u n a cita de N ietzsche que traduce así : > 3b . Se tratará , despué s , de una > hacia algo así como un > : 3¡ . Y se tratará de afi r m a r , finalm ente , que el pensa­ miento con altura de experiencia es algo así como una bola de fuego o una luciérnaga , admirable y en trance de desapa­ rició n : > 3 • Todo eso no impedirá a Bataille, tras el final de las hosti ­ lidades, volver a posicionarse para recordar q u e a l l á donde había comenzado la > de la guerra m undial , esto es, en la España de la guerra civi l , se mante nía aún > bajo el poder de Franco39• Al editar una publicación titulada Actualité y dedicada especialmente a . Por el con­ trario -y poco i mporta e l poder del re i n o y de su glo r i a , poco importa la eficacia u niversal d e la >- hay que afirmar que la experiencia es indestructible, aun­ que se encuentre reducida a las superv ivencias y a las clan­ dest i n i dades de s i mples resplandores e n l a n o che . Quizás pueda establecerse una relaci ó n entre el pesimismo de Agamben , e ntre su tesis sobre l a > -su duelo d e toda infancia, desde 1 9 '78- y la defi ­ n i c i ó n d e l o s pueblos que , en 2 0 0 8 , term i nará p o r tomar de Carl Schm i t t . Si, e n mi o p i n i ó n , uno de los más bellos libros de Agamben sigue siendo La Comunidad que viene, es por­ que parece escrito para abrir u n campo de rec u rsos : es un l i b ro sobre el > e n cuanto que amable , o sobre e l rostro humano e n cuanto que lo que > cuando ese paso abre el espacio de una ética t i . Pero no escapa, al final , a lo > heideggeriano y a la cuestión , ofuscante en mi opinió n , del reino mesiánico >>42 que es todavía un reino . ¿ N o será necesario buscar primero e n las comunidades que quedan -sin reinar- el recurso mism o , el espacio abierto de las respuestas a nuestras cuestiones'? Los reinos, según Foucault o > según Ranciere , tien­ den , ciertamente , a reducir o someter a los pueblos. Pero esta reducción , por extrema que sea , como en las decisio nes de genocidio , siempre deja restos, y los restos casi ocurren sin

41

G . Agambe n , L a Commurwuté qUi nent. op. tellana c i t . ] .

42

/bid . . pp. 9 1 - 1 1 9 .

nt . .

p p . g - 1 1 y 2 2 - 2 7 l ed .

ra'­

IJ6

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movimiento : huir, esconderse, enterrar un testimonio , irse a otra parte, encontrar la tangente . . . Eso es lo que nos enseñan, cada una a su manera, las libres > escritas por Ceorges Bataille, las experiencias sobre el lenguaj e o l o s sueños transmitidas p o r Víctor Klemperer o Charlotte Beradt , o incluso las , desespera ­ das pero dirigidas, agonizantes pero precisas, d e los miemb ros del Sonderkommando de Auschwitz. Todas estas expe riencias clandest i n as se di rigen -ta nto más i m pe riosamente cuanto que e n principio se han visto impedidas- a los pueblos que puedan o quieran , en uno u otro moment o , oírlas. Todas son actos políticos basados en la > . Todas > , como reconocía Walter Benjamín en todo relato capaz de transmitir una experiencia a otro . No es el hecho de que Robert Antel me hubiera vuelto vivo de los campos de concentración lo que sugería a M a urice Blanchot su noción de lo indestructible . Más bien se trata de que L 'Espece h umaine manifestaba l iteralmente , en su estatus de escritura dirigida a l a especie, de relato transmitido -y no logro ima­ ginar que un día , como Si esto es un hombre de Pri mo Lev i , pueda no s e r y a leído por nadie-, esa fuerza : que > B , una paradoja que se explica, evidentemente, por la noción de supervivencia . Supervivencia de los signos o de las i máge n es cuando la supervivencia de los protago nistas m i s ­ m o s se halla comprometida . Ahora b i e n , esta fuerza implica , como sigue diciendo Blanchot, > fundada sobre el acto de -cuando no a la destrucción pura y simple : esa libertad de hacer aparecer a los pueblos a pesar de todo , a pesar de las censuras del reino y de las luces cegadoras de la gloria (es decir, cuando el reino lo hunde todo en la oscuri ­ dad o cuando la gloria sólo utiliza su luz para cegarnos)-. En su el ogio de Lessing t itulado Hombres en tiempo de oscuridad, Arendt evocaba la situación de quien se e ncuentra confron ­ tado a un tiempo d e este gén e ro , u n tiempo e n el que > '" . tiempo e n e l que n o nos sentimos ya > según el orden de las razones n i > segú n el o rden de los afectos . H e a q u í , pues, lo que algu n o s e n esa situación habrán optado por hace r : retirarse > de la luz tra ­ baj ando en algo q u e pueda > +h , u n resplandor e n s u m a . Retirarse s i n replegarse , c o m o hizo Lessi ng. que permaneció en su soledad > : > ( 1 9 5 9 ) , t ra d . B . Cassi n y P. Lévy. \'ie, ¡JO!itique,, París . C a l l i ­ mard, 1 9 7 4 ( reed . 1 997) , p . 1 2 [ ed . c ast el l a n a l lombres en lirm¡JO de o"·uri­ dad. t ra d . de C l a u d i a Fe rrari y Ag u st í n Serrano de H a ro . Bat·c e l o n a . Gedisa . 2 0 0 1 [ . /bu! . . p. 1 3 .

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!18

acció n y pensamiento [ . . J . ese vínculo consiste en que tanto la acción como el pensamiento advienen baj o la forma del movim iento y . por tanto , l a libertad que los fundame nta a ambos es la libertad de movimiento >> 47• Entonces el sufri m i ento inherente al retiro se convierte en alegría inherente al m ovi ­ miento, ese deseo , ese actuar a pesar de todo capaz de producir sentido e n su transmisión a otro : > ¡ R . Y he aquí cómo > +9 . En e l bello texto q u e abre L a Crisis de la cultura titu­ lado > Arendt evoca también los ej emplos de René Char y de Franz Kafka para esperar que se transmita la más inestimable de las leccio nes a través de ese > , e n alguna parte en l a brecha abierta entre memoria y deseo 5°. Y es p reciso que la m e m o ria sea > 5 ' . Y es preciso también reconocer la esencial vitalidad de las supervive ncias y de l a m emoria e n gen e ral cuando encuentra las formas correctas de su transmisión . Entonces se liberaría , en esta combinación geométrica de la ret i rada y .

4i

fb1d. , pp. 1 3 y 1 8 . El subrayado es mío , G. D. H .

48 49 50

lb. d .. p . 33· Id .. l.a Cnse de l a culture. ifult exerclse, de per�>ée pol1t1que ( 1 9 5 4 - 1 96 8 ) , t ra d .

51

dirigida p o r 1'. l .évy. Galli mard , 1 9 7 2 (ed. 1995) . p . 1 3 l ed. castellana, Entre pmado_y jilfuro: Ocho ejermws .,obre la rej/wcin poht•ca . Ba ree lo n a . Pe n í n ­ sula . 1 9 96 ! . Jb,J . p . 2 0 .

!bid .. p . 3 1 .

.

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1 19

del no - repl iegue , lo que Arendt llama muy adecuadamente una fuerza diagonal. que d i fiere de las dos fuerzas -la del pasado y l a del futuro- de las que es resultan t e . > 52 • Tal sería , para terminar, el infi n ito recurso de las luciér­ nagas : su retirada cuando no es repliegue sobre sí misma sino > ; su comunidad clandestina de > , esas señales enviadas por intermitencias ; su esencial l ibertad de movimiento ; su facultad de hacer apare­ cer el deseo como lo indestructible por excelencia (y me vie ­ nen aquí a la memoria las últimas palabras elegidas por Freud para su Traumdeutung: > 53) . Sólo de nosotros depende no ver desaparecer las luciérnagas. Aho ra b i e n , para ello debemos asumir en

52 53

lb1d . pp. 2 2 - 2 3 . S . Frt>ud. L 'lnterprétution des rél'es ( 1 90 0 ) . t ra d . l . M eyerson r , hacen lo imposible para afirmar sus deseos, emitir sus propios res­ plandores y di rigi rlos a otro s . De repente vuelvo a pensar -sólo es un último ej e m p l o , entre otros muchos que podrían ser convocados- en las pocas imágenes frágiles sur­ gidas en la noche del campamento de Sangatt e , en 2 0 0 2 . y fil madas por Laura Waddington baj o el título de Border55• Laura Waddington pasó varios meses en las zonas que rodeaban el campamento de la C ruz Roja e n Sangatte . Fil ­ maba a los refugiados afganos o i raquíes que trataban desespe­ radamente de escapar de la policía y atravesar el túnel de la M ancha para alcanzar I nglaterra . De todo ello no pudo sacar sino imágenes-luciérnaga : i mágenes al borde de la desaparición , siempre mudas por la urgencia de l a huida , siempre cercanas a quienes, para tener éxito en su proyecto, se ocultaban en la noche e intentaban lo i mposible a riesgo de su propia vida. La > de este fil m e se paga en claridad, desde luego : necesidad de un material ligero , obturador abierto al máximo , imágenes impuras, puesta a punto difíci l , grano invasivo , ritmo a sacudidas, produciendo algo así como u n efecto d e ralentí. I mágenes d e l miedo. I mágenes - resplando ­ res, sin e mbargo . Vemos pocas cosas , j irones solamente : cuerpos apostados e n el lateral de una autopista, seres que atraviesan la noche hacia un horizonte improbable. A pesar de la oscuridad reinante , no son cuerpos invisibles, sino > que el filme consigue precisamente hacer aparecer, por frágiles y breves que sean sus apariciones. Lo que aparece e n estos cuerpos de la huida n o es otra cosa que la obstinación de un proyecto , el carácter i n d e s -

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L. Wadcl i ngto n . Bonlcr. 2 0 0 2 . video. 2 i m i n uto>. Cfr. C . D i d i l l u ber man. > . /Jictionnairc morulud de.' mwgc; , dir. l .. Gc t'Ven·a u . l'a ds. :'\ouveau :'vl ond Edit ions . 2006. pp. 198- 1. 0 0 .

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2.

Laura Waddington, Border, 2004. Videograma.

tructible de u n deseo . Lo que aparece es también, a veces , la gra c i a : gracia que esconde todo deseo que toma fo rma . B el lezas gratuitas e inesperadas, como cuando ese refugiado kurdo danza en medio de la noche y del viento , c o n su manta por todo atuendo : tal es el ornamento de su d ignidad y . en alguna parte , de su alegría fundamenta l , su alegría pese a todo (fig. 2) . Border es un fil m e i l egal que atraviesa , de hecho , todos los estados de la luz. Hay, por una parte, esos res­ plandores e n la noche : i n fi n itamente preciosos, en cuanto que portadores de l ibertad , pero también angust iosos en cuanto que siempre so metidos a u n pel igro palpa b l e . Por o t ra parte -como en la situación descrita por Pas o l i n i en 1 9 4 1- vemos los > del rei n o , si no de la gloria : linternas de la policía en medio del camp o , i mplaca -

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ble rayo de luz que barre las tinieblas desde un helicóptero . I ncluso las simples luces de las casas , las farolas o los faros de los automóviles que pasan nos ponen un nudo en la garganta por el contraste desgarrado r -visualmente desgarrador- que se instaura con toda esta humanidad a rroj ada a l a noch e , arrojada a la huida. Estos contrastes en los estados de l a l uz van acompañados por un sorprendente contraste sonoro en el que dos estados de la voz confiere n al relato de Laura Waddington toda su suti ­ leza d ialéctica a pesar de l a extre m a simplicidad de sus opciones fo rmales . Está , por un lado , la voz de l a propia artista : la voz de una m uj e r muy j oven , musical aunque sin efectis m o , de una extrao rdinaria ternura . Se descarga c o n modestia de l a s exigencias d e l testimonio : n o s dice su histo­ ria y sus límites i ntrínsecos; no j uzga , no domina nada de lo que narra ; se d irige a seres singulares que encuentra y a los que n o mb ra c o n precisión ( O rna r , Abdulla h , M ohamed) , sin o m itir la perspectiva espantosa del fenómeno completo (se nos i n forma de alrededor de sesenta mil refugiados habrán pasado por Sangatte) . Allá donde nosotro s , los espectadores del filme, quedamos a veces deslumbrados por un plano sobreexpuest o , Laura Waddingt o n nos dice cómo los refugiados m ismos volvían a l campamento cegados por los gases lacrimógenos. De repente, en medio de este relato y de su voz -que no deja de reco rdar el l a m e nto l írico que recitaba la poetisa Forough Farrokhzad como acompañamiento de su implaca­ ble documental sobre una leprosería iraní, titulado La Casa es negra-, explota una secu e n c i a grabada e n directo y fil mada desde el interior de una manifestación de los refugiados e n contra del i n minente c ierre del campamento . Ya n o s o n entonces resplando res, s i n o explosiones, flashes : no s o n ya palabra s , sino gritos e m itidos en toda su fuerza, en pura

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pérdida . La cámara misma se manifiesta y se debate . Su ima­ gen es maltratada , puesta en peligro : en cada plano i ntenta salvarse a sí misma. Más tarde volverá el silencio . Veremos a un grupo de refugiados -pero no hay que decir > , sino, una vez más , >- guiados por u n pasa­ dor, alejarse entre las tinieblas hacia u n horizonte vaga mente l u m in o so . Su meta está a l l í , detrás de esa l í n e a . Aunque sepamos que ese > no siempre será para ellos u n refu­ gio . Ter m i na n por c o n fu nd i rse c o n l a oscuridad de l o s matorrales y la l ínea del horizonte. Vuelven a aparecer faros . Y e l filme termina c o n algo así como u n a parada e n deslum ­ bra m iento. I máge n e s , pues , para o rga nizar n uestro pesim is m o . I m ágenes para protestar contra la gloria del reino y sus haces de dura luz . ¿ Han desaparecido las luciérnagas? Desde luego que no . Algunas están cerca de nosotro s , n o s rozan en l a oscuridad ; otras s e han i d o al otro lado d e l horizonte , tra ­ tando de volver a formar e n otras partes su comunidad , su minoría , su deseo compartido . I ncluso aquí s iguen e n nues­ tra mente l as i mágenes de Laura Waddington y los nombres -en medio de lo genérico del fil me- de todos aquellos a quienes encontró . Podemos volver a ver el fil m e , podemos hacerlo ver a otros , hacer circular sus j irones , que suscitará'1 otros : i mágenes-luciérnagas.

ÍNDICE

l.

¿ I N FIERNOS?

Gran luz (luce) paradisíaca versus pequeñas luces (/ucciole) en la bolsa i n fernal de l o s > [7] . - Dante puesto patas a rriba e n l o s t i e mp o s de l a gue rra moderna [ g ] . - U n j ove n , en 1 94 1 , descubre en las luciérnagas los res ­ plandores del deseo y de l a i nocencia [ 12] . - U na cuestión política : Pier Paolo Pas o l i n i e n 1 9 7 5 , el neofascismo y l a desaparición d e l a s luciérnagas [ 17] . - El pueblo , su resisten ­ c i a , su supervivencia , destruidos por una nueva dictadura [23] . - ¿, El i n fierno rea l izado ? E l apocal ipsis pasol i n ia n o reprobado , experimentado, aprobado , ponderado hoy [28 ] . 11.

SUPERVIVENCIAS

¿, H a n desaparecido todas las l uciérnagas o bien sobreviven a pesar de todo? La experiencia poético -visual de la intermiten­ cia en Denis Rach e : reaparecer, redesaparecer [33] . - Luces menores : desterritorializadas, políticas, colectivas . La deses ­ perac ión política y sexual de Paso l i n i . N o hay comu nidad viva sin fenomenología de su representación : el gesto l u m i ­ noso d e l a s luciérnagas f3gl . - Walter Benjamin y las imáge -

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nes dialécticas. Toda manera de imaginar es una manera de hacer política . Política de las supervivencias : Aby Warburg y Ernesto de Martina [44] . 111.

¿APOCALIPSIS?

Interrogar lo contemporáneo a través de l o s paradigmas y una arqueología filosófica : Giorgio Agamben co n Pas o l i n i [ st ] . - L a > : apo c a l i p s i s , d u e l o de l a infancia. E nt re destrucción y redención [ssJ . C rítica del tono apocalíptico por J acques D errida y de l o impensado d e l a resurrección p o r Theodor Adorno [ 6o] . No hay, para una teoría de las supervivencias, ni destrucción radical ni redención final . I magen versus horizonte [6s] . IV. PUEBLOS

Luces del poder versus resplandores de l o s c o ntra - poderes : Carl Schmitt versus Benj a m í n . Agamben más allá de toda separación [691 . - Tota litarismo y democracia según Agam ­ ben vio Schmitt y Cuy Debord : d e l a aclamación a l a opinión pública. Los pueblos reducidos a la unificación y a la n egati ­ vidad [ 73] . - L a arqueología filosófic a , según Benj a m í n , exige l a > d e l o s golpes y l o s co ntragolpes , d e las aclamaciones y de las revoluciones [82] . V. ¿ DESTRUCCIONES?

I magen versus ho rizonte : el resplandor dialéctico > de manera i ntermitente [89 ] . - Recursos de la imagen versus horizonte s i n recursos . Declive no es desapari­ ció n . D ecli nación , incidencia, bifurcación [92] . - Lo i nes­ timable versus l a devaluació n . La temporalidad i mp u ra d e l deseo versus l o s tiempos sin recurso de la destrucción y d e l a redenció n . Hacer aparecer palabras, imágenes [97] .

ÍNDICE

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VI. I MÁGENES

H acer aparece r imáge nes : Charlotte B e radt o el saber­ luciérnagas. Testimonio y previsión. La autoridad del mori­ bundo [ 103]. Retiradas e n l a oscurida d , resplandore s . Georges Bataille e n la guerra : fisura , erotismo , experiencia interior. Elucidación política y no-saber [w8] . Lo indes­ tructibl e , la comunidad que queda : M aurice Blanchot. Par ­ celas de h u m a nidad e n l a > : Hannah Arendt y la > [usJ . - Luz de l o s re inos versus resplandores de los pueblos. Las i máge ­ n e s - luciérnaga de Laura Wad d i ngto n . O rgan izar e l pesi ­ mismo [ 120] . -

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