Foucault Vigilar y Castigar

MAESTRIA EN FILOSOFÍA UNIVERSIDAD DEL ROSARIO SEMINARIO: FOUCAULT PROFESORA: AMALIA BOYER ESTUDIANTE: JOSÉ ARQUÍMEDES LÓ

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MAESTRIA EN FILOSOFÍA UNIVERSIDAD DEL ROSARIO SEMINARIO: FOUCAULT PROFESORA: AMALIA BOYER ESTUDIANTE: JOSÉ ARQUÍMEDES LÓPEZ LÓPEZ VIGILAR Y CASTIGAR- LA DISCIPLINA.

“La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos “dóciles”. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad económica) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos de obediencia política)”. (Foucault p. 160). INTRODUCCIÓN En este capítulo Foucault, comienza definiendo la disciplina como un conjunto de técnicas dispuestas, de tal manera que permiten garantizar el ordenamiento de las multiplicidades humanas. Ahora bien, es preciso establecer que la disciplina para Foucault ha tenido que resolver cierto número de problemas para los cuales la antigua economía del poder no estaba lo suficientemente capacitada. Es así, como Foucault, analiza las distintas dinámicas que ha asumido la disciplina, y las distintas transformaciones en las que se ha sumido para instaurar una táctica del poder que responda a las distintas necesidades que se plantean en la historia, especialmente a partir de los siglos XVII y XVIII. En este escrito se tratará de seguir una secuencia sobre los distintos problemas planteados por dicho autor respecto a la disciplina, comenzando por la docilidad de los cuerpos, que plantea los problemas del arte de la distribución, el control de las actividades, la organización de la génesis, y la composición de la fuerza. Seguidamente se tratarán las problemáticas que surgen con los medios del buen encausamiento, tales como la vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora y el examen. Finalmente se tratará la temática correspondiente al panoptismo. 1. LOS CUERPOS DÓCILES En éste capítulo Foucault utiliza la figura del cuerpo del soldado de comienzos del siglo XVII en contraste del soldado de mediados del siglo XVIII y, desde allí establece el cambio importante que se instaura en cuanto a la concepción del mismo, en tanto que, a comienzos del siglo XVII, el soldado es concebido según uno signos naturales que representan su vigor, valentía, altivez, fuerza, ánimo, etc. Dichos signos naturales desaparecen para la segunda mitad del siglo XVIII, ya que en esta época el soldado es algo que se fabrica según una coacción calculada, el cuerpo se convierte en una máquina que responde a una necesidad específica, según una serie de hábitos, movimientos, posturas y rutinas acordes con las órdenes de un superior. Ahora bien, según Foucault, es en la época clásica cuando se descubre al cuerpo como objeto y blanco del poder, se descubre al cuerpo manipulable, formable, educable, que se puede hacer obediente, hábil, y más fuerte. Es más, la noción de hombre-máquina, para dicho autor se fundamenta en dos registros a saber: El anátomo-metafísico, que comienza en Descartes, es continuado por médicos y filósofos, y que trata del funcionamiento y explicación de un cuerpo analizable, y El técnico-político, que se instituyó a partir de reglamentos militares, escolares, hospitalarios y por procedimientos empíricos y reflexivos, buscando controlar y corregir las operaciones del cuerpo por medio de la sumisión y utilización de un cuerpo manipulable. (Cf, p. 158). Dichos registros aparecen unidos a una noción de docilidad. En éste sentido, para Foucault “Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado”. (p. 159). Es necesario resaltar que en cualquier sociedad, el cuerpo es atrapado entre múltiples poderes que le imponen coacciones, interdicciones y obligaciones. Sin embargo, en las técnicas anteriores aparecen elementos nuevos como la escala de control, mediante la cual se trabaja al cuerpo en sus partes, ejerciendo sobre él una coerción débil que influye en sus movimientos, gestos, actitudes, rapidez, etc. Otro de los nuevos elementos corresponde al llamado objeto de control, que pertenece a una economía, en cuanto a la eficacia de los movimientos y la organización interna. Aquí se ejerce una coacción sobre las fuerzas físicas, que son modificadas a partir del ritual del ejercicio. Finalmente, aparece la modalidad como un tercer elemento que se instaura en una coerción ininterrumpida y constante, cuidando los procesos de actividad más que de los resultados. A los anteriores nuevos métodos de control del cuerpo, que garantizan una sujeción constante a partir de la docilidad-utilidad se les denomina disciplinas, las cuales tienen la función de hacer no sólo cuerpos más obedientes, sino también mucho más útiles, constituyendo al mismo tiempo una dominación política y económica de los cuerpos. Dichas disciplinas se constituyeron en los siglos XVII Y XVIII en las formulas generales de dominación distintas a la esclavitud, la domesticidad, el vasallaje y el ascetismo. No obstante, para Foucault, la disciplina aparece a partir del momento mismo en que el cuerpo es concebido a partir de un mecanismo de poder que lo desarticula y al mismo tiempo lo recompone según una “anatomía política” y una “mecánica del poder” que puede hacer que los cuerpos funcionen como se requiere y se desea. En dicho sentido la disciplina disgrega el poder del cuerpo, convirtiéndolo en una capacidad de aumentar la potencia en torno a una relación de sujeción continua y estricta.

Lo anterior se puede identificar como una nueva anatomía política que se establece a partir de una multiplicidad de procesos menores y diseminados que delinean un método general que actúa tempranamente en las instituciones como colegios, escuelas elementales, hospitales y regimientos militares, entre otros, para responder a ciertas exigencias circunstanciales. Desde la anterior perspectiva, Foucault se encarga de señalar algunas de las técnicas, minuciosas, ínfimas, pero esenciales, que se han generalizado definiendo una adscripción política y detallada del cuerpo, o nueva microfísica del poder, que al mismo tiempo desarrolla ciertos dispositivos que hacen parte de unas economías que instauran coerciones, que al mismo tiempo generan una mutación en el régimen punitivo contemporáneo. Atendiendo, y dando sentido a lo aparentemente insignificante, es que aparece la disciplina como una anatomía política del detalle. En consecuencia, dicha anatomía se hace presente en la historia a través de la educación cristiana y, en general se hace presente en todas las formas de encausamiento de la conducta. “Para el hombre disciplinado, como para el verdadero creyente, ningún detalle es indiferente, pero menos por el sentido que en él se oculta que por la presa que en él encuentra el poder que quiere aprehenderlo”. (p, 162). En este sentido, se hace presente una atención minuciosa al detalle, al mismo tiempo que se instaura una concepción política de las pequeñas cosas para alcanzar el control útil de los sujetos. Esto se desarrolla de manera fuerte en la época clásica acorde con un conjunto de técnicas, procedimientos, saberes, descripciones y datos, que dan origen al humanismo de la modernidad. 1.1.

El arte de las distribuciones.

La disciplina emplea varias técnicas para la distribución de individuos en el espacio. La primera corresponde a la clasura, que es definido como un espacio cerrado sobre sí mismo, protegido de la monotonía disciplinaria y donde el orden, la disciplina y la seguridad deben ser garantizados y mantenidos. Los ejemplos más evidentes de la clausura estarían representados en el “encierro” de los vagabundos e indigentes, los colegios, los cuarteles y las fábricas, en las cuales se instauran nuevos tipos de control, en la medida que algunas fábricas crean espacios para el alojamiento de los obreros. La segunda técnica se establece, debido a que la clausura no es suficiente ni constante para los aparatos disciplinarios. Por ende, dichos aparatos deben hacer uso del principio de La localización elemental o división en zonas. De acuerdo a éste principio, a cada individuo le corresponde su lugar, el espacio es dividido en tantas parcelas como individuos haya. Esto, con el fin de evitar la deserción, el vagabundeo y la aglomeración de individuos, vigilando constantemente su conducta, midiendo sus cualidades. En general, es un procedimiento que permite conocer, dominar y utilizar, a partir de la organización en un espacio analítico celular. La tercera técnica se instaura a partir de la regla de los emplazamientos funcionales, el cual permite configurar dentro de las instituciones disciplinarias el espacio que la arquitectura dejaba disponible para varios usos. Desde esta perspectiva se establecen lugares fijos para vigilar, romper las comunicaciones peligrosas y crear espacios útiles. Esta técnica aparece de manera clara en los hospitales, especialmente los marítimos, como un dispositivo que localiza y selecciona, ejerciendo vigilancia médica tanto de enfermedades como de contagios y encargándose de otros tipos de control como el militar, sobre los desertores, fiscal, sobre las mercancías, administrativo, sobre remedios, raciones, desapariciones, curaciones, muertes y simulaciones. Dicha técnica, poco a poco pasa de ser un espacio administrativo y político a un espacio terapéutico que individualiza los cuerpos, las enfermedades, los síntomas, las vidas y las muertes, en un cuadro de singularidades yuxtapuestas. Un segundo ejemplo de ésta técnica es el de las fábricas, que buscan una manera más compleja de distribución individualizante de los individuos. “Se trata, a la vez, de distribuir a los individuos en un espacio en el que sea posible aislarlos y localizarlos, pero, también, de articular esta distribución sobre un aparato de producción que tiene sus propias exigencias. Hay que ligar la distribución de los cuerpos, la disposición espacial del aparato de producción y las diferentes formas de actividad en el reparto de los “puestos””. (p. 168). Bajo esta perspectiva, la fuerza laboral puede controlarse tanto de manera general, como de manera individual, permitiendo la comparación entre obreros y la clasificación de los mismos acorde con sus habilidades. En términos generales, queda establecido que las distribuciones del espacio disciplinario han garantizado tanto el nacimiento de la industria, como la descomposición individualizante de la fuerza laboral. En cuarto lugar se encuentra la técnica del rango. Dado que en la disciplina los diferentes elementos son intercambiables, y cada uno de ellos se define tanto por el lugar que ocupa dentro de una serie, como por la distancia que lo separa de los demás. Se establece que la unidad de medida en dicha serie no es pues ni el territorio (unidad de dominación), ni el lugar (unidad de residencia), sino el rango o lugar que se ocupa en una clasificación. Para Foucault la disciplina es el arte del rango y la técnica para la transformación de las diferentes combinaciones, en tanto que individualiza los cuerpos en torno a una localización que no los implanta, pero los distribuye y los hace circular en un sistema de relaciones. (Cf, p. 169). Ahora bien, un ejemplo claro del rango es el que define la distribución de los individuos en el orden escolar, que cuenta con unas especificaciones concretas y bien establecidas, tales como: las hileras de alumnos en clase, en los pasillos y los estudios; alineamiento y clasificación de grupos por edad, unos a continuación de los otros, unos detrás de otros; sucesión y organización de las materias obligatorias y con temáticas específicas, enseñadas según un orden de dificultad creciente. En conclusión, en dicha organización y alineación obligatoria, cada alumno de acuerdo a su edad, a sus adelantos y a su conducta, ocupa un orden determinado, es decir, un rango específico, en torno al cual se establece un

movimiento perpetuo, en el que los individuos compiten y se sustituyen unos a otros en un espacio armonizado por intervalos alineados que unen lo singular con lo múltiple. 1.2.

El control de la actividad.

1) El empleo del tiempo llegó a estandarizarse en los colegios, talleres y hospitales, por medio de sus tres grandes procedimientos heredados de las comunidades monásticas, ya que las órdenes religiosas han sido maestras de la disciplina y el tiempo durante muchos años, expertas en establecer ritmos, obligar a ocupaciones determinadas y regular los ciclos de repetición. Sin embargo dichos procedimientos fueron poco a poco modificados por la misma disciplina, a partir del establecimiento de rutinas controladas en cuartos de hora, minutos y segundos, haciendo que haya una muy útil división ceñida del tiempo, en aras del aseguramiento de la calidad del tiempo empleado. Con esto se establece un control continuo, la presión de los vigilantes y la supresión de las distracciones, esto con el fin de garantizar un tiempo sin defectos, íntegramente útil, en el cual la exactitud, la aplicación y la regularidad se constituyan en las virtudes principales del tiempo disciplinario 2) La elaboración temporal del acto estableció un nuevo conjunto de coacciones, otro grado de precisión en la descomposición de los gestos y los movimientos y otra manera de ajustar el cuerpo a los imperativos temporales. (Cf, p. 176). En éste sentido se define un esquema anátomo-cronológico del comportamiento, ya que el acto queda descompuesto en sus elementos haciendo que a cada movimiento le corresponde una dirección, una amplitud y una duración. Desde ésta nueva perspectiva, el tiempo penetra el cuerpo, y con él todo los controles minuciosos del poder. 3) Establecimiento de correlación del cuerpo y del gesto. En el control disciplinario no solamente se exige la enseñanza y la imposición de gestos definidos, sino que también se impone la mejor relación entre el gesto y la actitud global del cuerpo, permitiendo el mejor empleo tanto del cuerpo, como del tiempo. 4) La articulación cuerpo-objeto. Para Foucault, la disciplina instaura cada una de las relaciones que el cuerpo debe mantener con el objeto que manipula. Donde el poder mismo de desliza sobre la superficie de contacto entre cuerpo y objeto manipulado, amarrándolos uno al otro y constituyendo al objeto manipulado como una extensión del cuerpo mismo. En este sentido, la reglamentación impuesta por el poder es, al mismo tiempo la ley de construcción de la operación, ya que el carácter del poder disciplinario tiene una función de síntesis y de vínculo coercitivo con el aparato de producción. 5) La utilización exhaustiva. La concepción tradicional del empleo del tiempo era esencialmente negativa, ya que planteaba el principio de no ociosidad. La disciplina, en cambio, procura una economía positiva; en el sentido que plantea el principio de una utilización siempre creciente del tiempo, en la cual se trata de extraer, del tiempo, cada vez más instantes disponibles y, de cada instante, cada vez más fuerzas útiles. (Cf, p. 178). En consecuencia, es necesario intensificar el uso del menor instante, como si el tiempo en su fraccionamiento fuera inagotable, o como si, por una disposición interna se tendiera hacia un ideal en el que la máxima rapidez se une con la máxima eficacia. Bajo esta técnica de sujeción, aparece un nuevo objeto, el cuerpo natural, el cuerpo susceptible de operaciones especificadas, que tienen su orden, su tiempo, sus condiciones internas, sus elementos constitutivos. Dicho cuerpo, al ser el centro de nuevos mecanismos del poder, se ofrece a nuevas formas de saber. Cuerpo del ejercicio, cuerpo manipulado por la autoridad, del encauzamiento útil, pero en el cual se anunciará cierto número de exigencias de naturaleza y de coacciones funcionales. (Cf, p. 180). En este aspecto, “El poder disciplinario tiene como correlato una individualidad no sólo analítica y “celular”, sino natural y “orgánica””. (p. 181). 1.3.

La organización de la génesis.

En esta sección, Foucault hace referencia a las características generales del aprendizaje corporativo, que establece la relación dependiente del alumno al maestro, una duración específica de la formación, una prueba clasificatoria, un intercambio entre maestro y aprendiz, en el cual la forma de servidumbre es intercambiada por una transferencia de conocimiento. En éste tipo de escuela los alumnos, son divididos en tres clases según sus conocimientos, hacen deberes individuales, los mejores son recompensados, son comparados unos con otros, según sus progresos, y su conducta es seguida en un libro general que es examinado periódicamente por un inspector. Lo anterior devela el desarrollo, en la época clásica, de una nueva técnica para dirigir las relaciones del tiempo, los cuerpos y las fuerzas, asegurando una acumulación de tiempo y vida que garantiza un aprovechamiento útil y acrecentado del tiempo. Por ende, estas disciplinas que descomponen y recomponen las actividades deben ser entendidas como aparatos que permiten sumar y capitalizar el tiempo, por medio de cuatro procedimientos que aparecen en la organización militar. 1.

Dividir el ciclo vital en segmentos, sucesivos o paralelos, cada uno de los cuales debe llegar a un término específico. Se debe descomponer el tiempo en trámites separados y ajustados, aislando la instrucción de los nuevos del ejercicio de los más antiguos y, separando el tiempo de formación del período de la práctica.

2.

Organización de dichos trámites de acuerdo con un esquema analítico, estableciendo sucesiones de elementos desde la simplicidad, y llegando a combinarlos de acuerdo con una complejidad creciente, que obliga a abandonar el principio de repetición analógica.

3.

Finalización de los segmentos temporales por medio de una prueba que tiene una triple función de indicar si el sujeto ha alcanzado el nivel estatutario, garantizar la conformidad de su aprendizaje con el de los demás y diferenciar las dotes de cada individuo. (Cf, p. 184).

4.

Disponer series de series; cada individuo debe pertenecer a una serie temporal, que define específicamente su nivel o rango, antigüedad, grado, y ejercicios que le convienen. En consecuencia, al final de cada serie, tienen su comienzo otras distintas, estableciendo una ramificación de series que se subdividen, conformando diferentes estadios que se separan por pruebas graduales, en torno a programas que se desarrollan durante fases determinadas, según ejercicios de creciente dificultad, para calificar a los individuos acorde con el recorrido que han realizado en dichas series. La pedagogía analítica, descompone en elementos muy simples el aprendizaje, jerarquizando cada fase del progreso. En este sentido, las series proporcionan un control más detallado, y la intervención concreta en cada serie, permitiendo diferenciar, corregir, depurar y eliminar, en cada fragmento de la serie. Con todo esto, el poder se profiere directamente sobre el tiempo, asegurando su control y garantizando su uso. Es preciso decir, que los procesos disciplinarios generan un tiempo lineal, evolutivo en términos de progreso, un tiempo constituido a partir de la integración de segmentos, en series individuales, que conducen a una evolución en términos de “génesis”. “Progreso de las sociedades, génesis de los individuos, estos dos grandes “descubrimientos” del siglo XVIII son quizás correlativos a las nuevas técnicas de poder y, a una nueva manera de administrar el tiempo, haciéndolo más útil a través de un corte en segmentos, mediante la seriación, por síntesis y totalización. (Cf, p. 186). Así pues, la macro y microfísica del poder permitieron la integración temporal, unitaria, continua, acumulativa de los controles y las prácticas de dominación. Haciendo que la historia evolutiva esté vinculada al funcionamiento del poder. Finalmente, Foucault reconoce en toda esta seriación del tiempo al “ejercicio” como procedimiento central en la disciplina. En consecuencia, el ejercicio es una técnica por la cual se impone a los cuerpos tareas que son al mismo tiempo repetitivas y diferentes, pero que influyen sobre los comportamientos individuales, permitiendo una perpetua caracterización del individuo y garantizando un crecimiento, una observación y una calificación. El ejercicio economiza el tiempo de la vida, lo acumula en una forma útil, y ejerce el poder sobre los hombres por medio del tiempo. El ejercicio, convertido en elemento perteneciente a una tecnología política del cuerpo y de la duración, tiende a una sujeción que no ha acabado jamás de completarse. (Cf, p. 188).

1.4.

La composición de fuerzas.

Según Foucault, en el transcurso de la época clásica se dio una transformación importante en cuanto a la composición de la fuerza de una tropa, es más, para que dicha transformación fuera posible hubo que liberarse del modelo físico de la masa, buscar la manera de hacer útil a cada individuo y rentable la formación de la tropa. La invención del fusil obligó a que se diera la nombrada transformación, debido a que exigía una mayor movilidad por parte de los individuos, en tanto que había mayor potencia de fuego y todos los soldados se constituían en blancos fáciles. De esta manera desapareció la técnica de masas y se estableció una especie de máquina con piezas múltiples, cuyo principio fuera de segmentos divisibles cuya unidad de base fuera el soldado móvil con su fusil. (Cf, p. 190). Esta misma problemática se presenta cuando se trata de constituir una fuerza productiva cuyo efecto deba ser superior a la suma de las fuerzas elementales que la componen. En este aspecto, “La fuerza productiva específica de la jornada laboral combinada es una fuerza productiva social de trabajo, o fuerza del trabajo social. Surge de la cooperación misma” (p. 190). Con lo anterior, la disciplina tiene que enfrentarse a una nueva exigencia, la de conformar unas fuerzas que conformen un aparato eficaz, sin embargo dicha exigencia es traducida de maneras distintas: 1) Reducción funcional del cuerpo, e inserción de dicho cuerpo-segmento en un conjunto de segmentos sobre el cual se estructura. Desde esta perspectiva el cuerpo se articula como pieza de una máquina multisegmentaria. Es decir, que el cuerpo singular se convierte en un elemento que se puede instalar, mover, articular sobre otros, en una especie de combinación de los cuerpos. Definiéndose acorde con el lugar que ocupa, con la regularidad. En conclusión, un hombre de tropa es un fragmento de espacio móvil, antes que valentía y honor. 2) El tiempo de unos debe articularse de manera precisa con el de los demás, es decir, debe establecerse como pieza de las diversas series cronológicas que la disciplina debe combinar para formar un tiempo compuesto, de esta manera, la cantidad máxima de fuerzas puede ser extraída de cada uno y combinada, para alcanzar un resultado óptimo. 3) Dicha combinación cuidadosamente medida de las fuerzas exige un sistema preciso de mando. En este sentido, toda la actividad del individuo disciplinado debe ser sustentada por órdenes terminantes cuya eficacia repose en la brevedad y la claridad; la orden debe ser precisa, para provocar el comportamiento

deseado. No se trata de comprender la orden, sino de percibir la señal. En esta medida, es necesario situar los cuerpos en un sistema de señales a cada una de las cuales este adscrita una respuesta obligada. El alumno y el soldado deberán aprender el código de señales, para que puedan responder de manera automática a cada una de ellas. En conclusión, Foucault establece que la disciplina crea una individualidad dotada de cuatro características: Es celular (por el juego de la distribución espacial), es orgánica (por el cifrado de las actividades), es genética (por la acumulación del tiempo), es combinatoria (por la composición de fuerzas). Y para ello utiliza cuatro grandes técnicas: construye cuadros; prescribe maniobras; impone ejercicios y, finalmente, dispone “tácticas” para garantizar la combinación de las fuerzas. La táctica, es la forma más elevada de la práctica disciplinaria, en tanto que es el arte de construir, a partir de los cuerpos localizados, las actividades codificadas y las aptitudes formadas, a través de unos aparatos, donde el producto de las fuerzas diversas se encuentra aumentado por su combinación calculada. (Cf, p. 196). La época clásica vio nacer, tanto la gran estrategia política y militar, como la minuciosa táctica militar y política, mediante la cual, los estados ejercen poder y control de los cuerpos, y de las fuerzas individuales. Con todo esto, es la estrategia la que posibilita la comprensión de la guerra como una manera de conducir la política entre los Estados y, es la táctica la que permite comprender el ejército como un principio para mantener la ausencia de guerra en la sociedad civil. En esta medida, junto al sueño de la sociedad perfecta, atribuido a los filósofos y juristas, reposa el sueño militar de la sociedad; su referencia fundamental se halla en los engranajes cuidadosamente subordinados de una máquina, en las coerciones permanentes, en la educación y formación indefinidamente progresivos, en la docilidad automática. Según Foucault, los militares y los técnicos de la disciplina, establecieron los procedimientos para la coerción individual y colectiva de los cuerpos. 2. LOS MEDIOS DEL BUEN ENCAUZAMIENTO Para Foucault, el poder disciplinario tiene como función principal “enderezar conductas”. Encadena las fuerzas, no para reducirlas, sino para multiplicarlas y usarlas. “Encauza” las multitudes móviles, confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos individuales. La disciplina “fabrica” individuos como objetos y al mismo tiempo los toma como instrumentos de su ejercicio. La disciplina representa un poder modesto, que funciona según el modelo de una economía calculada y permanente. Ella cuanta con unos procedimientos menores, encargados de invadir poco a poco esas formas mayores de la soberanía y el estado, a modificando sus mecanismos e imponiendo sus procedimientos. Se puede decir que el éxito del poder disciplinario se debe al uso de instrumentos simples, entre los que cuentan: la inspección jerárquica, la sanción normalizadora, y su combinación en un procedimiento específico, que es el examen. 2.1.

La vigilancia jerárquica.

El ejercicio de la disciplina requiere un espacio creado para la vigilancia y control, y es en el transcurso de la época clásica, cuando se construyen dichos “observatorios” de la multiplicidad humana. Esto quiere decir que al lado de la gran tecnología de los anteojos, de las lentes, ha habido técnicas concretas de vigilancias múltiples y miradas que ven sin ser vistas. Dichos observatorios plantean un modelo casi ideal, en el que el viejo y tradicional plano cuadrado ha sido modificado y sobre él se dibuja la red de las miradas que se controlan unas a otras. El modelo del campamento como diagrama de un poder que actúa por el efecto de una visibilidad general, es utilizado en la construcción de ciudades obreras, de hospitales, de asilos, de prisiones, para establecer un encaje espacial de vigilancias jerarquizadas. Con el anterior punto de vista, se instaura una arquitectura que no está hecha simplemente para ser vista, sino para permitir un control interior, articulado y detallado. El viejo esquema simple del encierro y de la clausura comienza a ser sustituido por el cálculo de las aberturas, de los pasos y de las trasparencias. De esta manera, se organizan poco a poco las instituciones disciplinarias, que generan una maquinaria de control funcional, a manera de microscopio de la conducta. En este sentido, las divisiones tenues y analíticas que se habían realizado, han llegado a constituirse en un aparato de observación, de registro y de encauzamiento de la conducta, instituyendo el aparato disciplinario perfecto que permitiría a una sola mirada verlo todo permanentemente, como un ojo al cual nada se sustrae y el centro hacia el cual están vueltas todas las miradas. Desde ésta nueva configuración se establece una vigilancia jerarquizada, continua y funcional, que debe su extensión y relevancia a las nuevas mecánicas de poder que lleva consigo, gracias a las cuales, se convierte en un sistema “integrado” vinculado desde el interior a la economía, y a los fines del dispositivo en que se ejerce. Dicha vigilancia, se organiza también como un poder múltiple, automático y anónimo; su funcionamiento se configura a través de un sistema de relaciones de arriba abajo, pero también de abajo arriba y que se da, también, lateralmente, constituyendo vigilantes perpetuamente vigilados. El poder en la vigilancia jerarquizada de las disciplinas funciona como una maquinaria, en la que dicha organización piramidal proporciona un “jefe”. Sin embargo, es el sistema entero el que produce “poder” y distribuye a los individuos en ese campo continuo. Esto permite al poder disciplinario la indiscreción, el continuo estado de alerta, que no deja ninguna zona de sombra y, al mismo tiempo, controla a aquellos que están encargados de controlarlo, funcionando desde el silencio gracias a las técnicas de vigilancia, la “física” del poder, el dominio sobre el cuerpo que se efectúan de acuerdo con las leyes

de la óptica y de la mecánica, estableciendo todo un juego de espacios, líneas, pantallas, que liberan de recurrir a la violencia, al menos en principio. 2.2. La sanción normalizadora. 1) Según Foucault, en todo sistema disciplinario funciona un mecanismo penal. De tal manera que las disciplinas establecen una “infra-penalidad”, en torno a un espacio que las leyes dejan vacío, al reprimir conductas, que se sustraen a los grandes sistemas de castigo. Es decir, tanto en el taller, en la escuela, como en el ejército, reina una verdadera micropenalidad, del tiempo (retrasos, ausencias, interrupciones de tareas), de la actividad, (falta de atención, descuido), de la manera de ser, (descortesía, desobediencia), de la palabra, (charla, insolencia), del cuerpo, (actitudes “incorrectas”, gestos impertinentes, suciedad), de la sexualidad, (falta de recato, indecencia). Aesto hace que se utilice como castigos, una serie de procedimientos sutiles, que van desde el castigo físico leve, a privaciones menores y a pequeñas humillaciones. En consecuencia, se trata de hacer penables las fracciones más pequeñas de la conducta, haciendo que cada sujeto se encuentre sujeto de una universalidad castigable y castigante. 2) Pero la disciplina lleva consigo una manera específica de castigar, y que no es únicamente un modelo reducido del tribunal. Lo que compete a la penalidad disciplinaria es la inobservancia, todo lo que no se ajusta a la regla. El orden que los castigos disciplinarios deben hacer respetar, es de naturaleza mixta, debido a que es un orden “artificial”, dispuesto por una ley, un reglamento, pero también definido por procesos naturales y observables, como la duración de un aprendizaje, el tiempo de un ejercicio, que constituyen también una regla. 3) El castigo disciplinario tiene por función ser correctivo, reduciendo las desviaciones. Al lado de los castigos tomados directamente del modelo judicial (multas, látigo, calabozo), los sistemas disciplinarios dan privilegio a los castigos del orden del ejercicio –del aprendizaje intensificado, varias veces repetido. El castigo disciplinario es en buena parte isomorfo a la obligación misma; es menos la venganza de la ley ultrajada que su repetición. El efecto correctivo esperado pasa accesoriamente por la expiación y el arrepentimiento, que se obtienen directamente por el mecanismo de un encauzamiento de la conducta. En este sentido, Castigar es ejercitar. 4) El castigo disciplinario es un elemento de un sistema doble: gratificación y sanción. Este mecanismo de dos elementos permite cierto número de operaciones características de la penalidad disciplinaria. La calificación de las conductas y de las cualidades a partir de dos valores opuestos del bien y del mal; se tiene una distribución entre polo positivo y polo negativo; toda la conducta cae en el campo de las buenas y de las malas notas, de los buenos y de los malos puntos, acorde con esto, una contabilidad penal permite obtener el balance punitivo de cada cual. La disciplina, al sancionar los actos con exactitud, calibra los individuos y los clasifica jerarquizándolos. 5) La distribución según los rangos o los grados tiene un doble papel: señalar las desviaciones, y jerarquizar las cualidades, competencias y aptitudes; pero también castigar y recompensar. La disciplina recompensa ascendiendo, y castiga haciendo retroceder y degradando. El rango por sí mismo equivale a recompensa o castigo. En suma, el arte de castigar, en el régimen del poder disciplinario no conduce ni a la expiación ni a la represión, sino que utiliza cinco operaciones distintas: referir los actos, los hechos extraordinarios, las conductas similares a un conjunto que es a la vez campo de comparación, espacio de diferenciación y principio de una regla que seguir. Diferenciar a los individuos en función de esta regla de conjunto. Medir en términos cuantitativos y jerarquizar en términos de valor, las capacidades, el nivel, la “naturaleza” de los individuos. Hacer que juegue, a través de esta medida “valorizante”, la coacción de una conformidad que realizar. La penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y controla todos los instantes de las instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, homogeniza, excluye. En una palabra, normaliza. Ahora bien, el poder de la normalización obliga a la homogeneidad, pero al mismo tiempo individualiza, ya que permite las desviaciones, determina los niveles, fija las especialidades y hace útiles las diferencias ajustándolas entre sí.

2.3.

El examen.

El examen toma forma y se configura como un mecanismo que inspecciona, vigila y controla los saberes, las aptitudes y virtudes de los individuos, codificándolas y reconociendolas como facultades y destrezas adquiridas por el sujeto, con el propósito de individualizarlo de manera cuantificable y cualificable. Es decir, que el examen permite de manera estandarizada a los individuos desde un carácter pedagógico. Es importante anotar que el examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza . En otras palabras, es una mirada normalizadora, y una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. El examen se halla arraigado, a manera de ritual, en todos los dispositivos de disciplina, y desde allí manifiesta el sometimiento de aquellos que están sometidos, a partir de una superposición entre las relaciones de poder y las relaciones de saber. 1) El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder. Debido a que el examen es la técnica por medio de la cual, el poder, en vez de emitir los signos de su potencia e imponer su marca a sus sometidos, los mantiene constantemente en un mecanismo de objetivación, se establece como un poder disciplinario en el espacio que domina. Dicho espacio manifiesta su poderío acondicionando objetos. De esta manera, el examen se instaura como ceremonia de la nombrada objetivación.

2) El examen hace entrar también la individualidad en un cambio documental. Es decir, que al colocar a los individuos en un campo de vigilancia, los sitúa igualmente en documentos que los captan y los inmovilizan. Esto es debido, a que generalmente los procedimientos de examen han estado acompañados por un sistema de registro intenso y riguroso, de acumulación documental y, gracias a todo este aparato escrito que lo acompaña, el examen abre dos posibilidades correlativas:  

la constitución del individuo como objeto descriptible y analizable, para mantenerlo en sus rasgos singulares bajo la mirada de un saber permanente. la constitución de un sistema comparativo que permite la medida de fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de hechos colectivos, y la valoración de las desviaciones.

3) El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales, hace de cada individuo un “caso”: un caso que constituye un objeto para el conocimiento y una presa para un poder. El caso es el individuo tal como se lo puede juzgar, medir, comparar, en su individualidad, pero al mismo tiempo, es también el individuo cuya conducta hay que encauzar, a quien hay que clasificar, normalizar, excluir, etc. Bajo esta nueva perspectiva, el individuo es, al mismo tiempo un átomo ficticio de una representación “ideológica” de la sociedad; pero es también una realidad fabricada por esa tecnología específica de poder que se llama la “disciplina”. Finalmente, Foucault formula la idea de que no se debe describir a los efectos de poder en términos negativos: “excluye”, “reprime”, “rechaza”, “censura”, “oculta”. Sino que es posible concebir al poder, en términos positivos, en tanto produce realidad; produce ámbitos de objetos, rituales de verdad, etc. EL PANOPTISMO En éste capítulo, Foucault toma como referencia el Panóptico de Bentham. Este es una figura arquitectónica con una composición específica. Es una construcción en forma de anillo, tiene en el centro una torre con anchas ventanas que se abren hacia la cara interior del anillo. Dicha estructura se encuentra dividida en celdas que cuentan con dos ventanas, una que da al interior (correspondientes a las ventanas de la torre) y la otra que da al exterior, permitiendo que la luz entre a la celda. El dispositivo panóptico dispone de unas unidades espaciales, que permiten ver y vigilar de manera continua. Se hace necesario resaltar que el panoptismo establece una posibilidad de vigilar sin ser visto, desde la torre central, lo cual garantiza el orden, sin que haya amenaza de revuelta ni contagio, ya que en el panóptico se ordena una colección de individualidades separadas unas de otras. Por consiguiente, el mayor efecto de dicho lugar establece, es el de inducir en el detenido un estado permanente y consiente de visibilidad, que al mismo tiempo garantiza el funcionamiento automático del poder, asegurando de manera permanente la vigilancia en cuanto a sus efectos. Ahora bien, el panóptico de Bentham ha cimentado el principio de que el poder debe ser visible e in-verificable. Desde esta perspectiva, es Visible, en tanto que cada uno de los individuos tendrá sin cesar frente a sus ojos la elevada silueta de la torre de donde es espiado. Y por otro lado es In-verificable, puesto que, cada uno de los detenidos no debe saber jamás si en aquel momento se le mira, pero sí debe estar seguro de que siempre puede ser mirado. En este sentido, quien está sometido a un campo de visibilidad, y que lo sabe, reproduce por su cuenta las coacciones del poder, las hace jugar espontáneamente sobre sí mismo, inscribiendo en sí, la relación de poder, de esta forma, se convierte en el principio de su propio sometimiento, sin necesidad de medios ni de fuerzas para instarle a la buena conducta. En términos generales, el panóptico permite establecer las diferencias, notar los hechos singulares, y las aptitudes de cada uno. Sin embargo, también puede ser utilizado como máquina de experimentación, de modificar el comportamiento, de encauzar o reeducar la conducta de los individuos, experimentar medicamentos y verificar sus efectos, probar castigos, e intentar experiencias pedagógicas. Así pues, el panóptico es un lugar privilegiado para hacer posible la experimentación sobre los hombres, y para analizar con toda certeza las transformaciones que se pueden obtener en ellos. Puede constituir una especie de control sobre sus propios mecanismos ya que funciona como aun especie de laboratorio de poder, en el cual gana en eficacia y capacidad de penetración en el comportamiento de los hombres, gracias a sus mecanismos de control. En esta medida, el panóptico es polivalente en sus aplicaciones, en la medida que representa un tipo de organización de los cuerpos en el espacio, de distribución de los individuos unos en relación con los otros, de organización jerárquica, de disposición de los centros y de los canales de poder, de definición de sus instrumentos y de sus modos de intervención. Finalmente, Foucault, instituye que el panóptico es aplicable a todos los establecimientos donde haya que mantener bajo vigilancia cierto número de personas, debido a que permite perfeccionar el ejercicio del poder y, esto se debe a que reduce el número de los que ejercen dicho poder, a la vez que multiplica el número sobre quienes se ejerce. Por otro lado, permite intervenir continuamente, y esta presión constante, actúa aun antes de que las faltas, los errores, los delitos, se cometan. Finalmente, se tiene que reconocer que la fuerza del panóptico radica en no intervenir jamás directamente, en desplegarse de manera espontánea y sin ruido, en constituir un mecanismo cuyos efectos se encadenen los unos a los otros, y actúen directamente sobre los individuos, sin otro instrumento que una arquitectura y una geometría.

BIBLIOGRAFÍA Foucault Michel. Vigilar y Castigar. Ed Siglo XXI.