Filthy Beautiful Love

1 Sinopsis Capítulo 10 Capítulo 1 Capítulo 11 Capítulo 2 Capítulo 12 Capítulo 3 Capítulo 13 Capítulo 4 Capítu

Views 88 Downloads 1 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1

Sinopsis

Capítulo 10

Capítulo 1

Capítulo 11

Capítulo 2

Capítulo 12

Capítulo 3

Capítulo 13

Capítulo 4

Capítulo 14

Capítulo 5

Capítulo 15

Capítulo 6

Epílogo

Capítulo 7

Filthy Beautiful Lust

Capítulo 8 Capítulo 9

Nunca esperé ver a Sophie alejarse. Ella era mía. La poseería. Ella no lo sabía aún. Nueva meta: Cerrar el trato y sacudir su mundo tan a fondo para que nunca quiera irse de nuevo.

Altamente sexual y cargada emocionalmente, Filthy Beautiful Love es la provocativa conclusión de Filthy Beautiful Lies. Filthy Beautiful Lies2

Sophie —¿Vas a decirme de dónde vino el dinero? —Becca me mira expectantemente sobre el borde de su tercera copa de Chardonnay. —Colton —revela mi lengua suelta gracias al alcohol antes de que pueda filtrarlo—. Él y yo teníamos una especie de arreglo. —¿Cómo lo conociste? —pregunta Becca, su mirada inquisitiva. —Siguiente pregunta. —Puede que tenga varios tragos de más pero no hay manera de que le diga de la subasta. Tenía que mantener algo de dignidad en esta vergonzosa situación. Sus ojos nunca se alejan de los míos mientras toma otro sorbo contemplativo. Estamos sentadas en un pequeño bar en el lobby de nuestro hotel. Cuando me enteré del estado civil de Colton, huí a casa, destruida y con el corazón roto. Becca me convenció de que necesitábamos un fin de semana de chicas. Decidí mejorarlo y volamos a Roma por capricho. Así que aquí estamos, a mitad de camino alrededor del mundo y todo lo que podemos discutir es el exacto tema que me hizo huir en primer lugar. Increíble. Tomo otro saludable trago de mi bebida. Dios, ¿no tienen nada más fuerte que el vino en este país? —¿Qué clase de arreglo puedes hacer con un hombre que solo te da medio millón de dólares, Soph? —Su tono es acusador. Es algo bueno que no sepa sobre el resto del dinero, que está estancado en mi propia cuenta bancaria. Sé que mi familia tiene un montón de preguntas acerca de dónde vino el dinero para el tratamiento de Becca, y hasta ahora, no he dicho ni una palabra. Hasta ahora. Sus ojos se amplían y golpea una mano sobre su boca—. Oh, por Dios, ¿eras algo así como, su esclava sexual? —Se ríe. Mis mejillas arden, pero sacudo la cabeza.

—En realidad tienes que tener‖sexo‖para‖que‖sea‖el‖caso,‖y‖creo… Todavía se está riendo, así que sé que no tiene idea de que dio en el clavo. Ding, ding, ding. Tenemos un ganador. —No hablemos del dinero, Becca. No es importante. Colton estaba dispuesto a proporcionarlo, y no me arrepiento de nada porque ayudó a que mejoraras. Por favor, déjalo así —le suplico que lo deje ser. Su salud está cooperando por una vez y quiero disfrutar este viaje, solo nosotras. No quiero volver a pensar en Colton Drake. Es demasiado doloroso. —Si es tan sexy como dijiste, pasaría un mal momento al no arrancarle la ropa y saltar sobre él. Ups, lo siento, mi vagina accidentalmente aterrizó sobre su pene. Fuerzo una sonrisa ante su cambio de tema. Por supuesto que es sobre sexo. Becca no es una virgen y está mucho más adelantada en el sexo que yo. Pensarías que es lo contrario, pero de algún modo, yo soy la prudente, mientras que el estar enferma desde muy joven le enseñó a agarrar la vida por las bolas y vivirla al máximo. Le envidio eso. Su primera experiencia sexual fue con un chico en el centro de tratamiento para el cáncer. Él tenía diecisiete años y ella apenas tenía quince. Me contó cada detalle, un brillo de orgullo en su mirada. Era inspirador cómo no dejaba que nada se interpusiera en su camino. Había invocado su fuerza interior la noche que me encontraba en ese bloque de subastas esperando ser vendida. —¿Soph? —pregunta, alejándome de mis distantes pensamientos—. ¿Estás bien? —Lo extraño —admito suavemente—. Es una locura, ¿verdad? —No lo es. Eso es normal cuando rompes con alguien, por lo que he escuchado. —No rompí con él. No era mi novio. Está casado, ¿recuerdas? —Le había dicho todo a Becca, sobre vivir con él, volvernos más cercanos, y sobre estar desnuda en la piscina cuando su esposa llegó una tarde. Por supuesto que Colton trató de detenerme, todo menos enfrentarme en el pasillo de su mansión que de repente se sentía fría y extraña para mí. Esperé que tratara de negarlo, que me lo explicara todo, pero lamentablemente, era cierto. Stella era su esposa. Estuvo casado todo el tiempo. —Técnicamente. Pero todavía pienso que necesitas el resto de la historia. Obviamente su esposa no estaba viviendo ahí. ¿Cuánto tiempo han estado separados? Me encojo de hombros. —Él no había tenido sexo en dos años. —Amenos que también estuviera mintiendo sobre eso. Ya no sé qué creer. —Maldición, esa es una larga temporada de sequía. Y si es tan sexy como dijiste que es…no es como si no hubiera tenido ofertas,¿no?

Yo era una de esas ofertas. Me sonrojo, dándome cuenta de que prácticamente le puse mi vagina en bandeja de plata y repetidamente la rechazó. Es suficiente para darle a una chica baja autoestima. —Escucha, está bien extrañarlo. Está bien estar confundida. —Se extiende a través del espacio entre nosotras y toma mi mano. A pesar de ser seis minutos más joven que yo, Becca siempre ha sido muy sabia para su edad. Su consejo es reflexivo y puntual. Bebe lo último de su vino—. Pero estamos en la maldita Roma en un viaje de chicas por primera vez en nuestras vidas, así que no está permitido lamentarse. Vamos a divertirnos. Yupi, diversión. Mi corazón se siente como si hubiera pasado por una trituradora de papel. Asiento y fuerzo una sonrisa en mi rostro. Becca tiene razón. Este podría ser realmente el viaje de nuestras vidas para ambas. Quién sabe lo que traiga el futuro. No puedo desperdiciar el tiempo en sentir lástima por mí misma. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo. Extraño la cama de Colton, su aroma, la sensación de su áspera barba contra mi mejilla cuando nos besamos. Extraño todo de él. Justo mientras comenzábamos a acercarnos, todo lo que había empezado a amar fue arrancado de mí, dejando un agujero en mi pecho. Forzándome a alejar los pensamientos de él de mi mente, me tomo el resto de mi vino y miro el encantador ambiente del bar que nos rodea, esperando que este viaje sea la distracción que necesito.

***

A la mañana siguiente, el toque en la puerta de nuestra habitación nos sorprende a ambas. Becca y yo intercambiamos una mirada. Ella se encoje de hombros mientras cruzo la habitación para ver quién es. Al menos ambas estamos vestidas. Una vez que la puerta se abre, tropiezo hacia atrás, mirando esos oscuros, intensos ojos enmarcados por pesadas pestañas que reconocería en cualquier parte. —Colt…—murmuro, absolutamente sorprendida de verlo aquí en Italia. —Soph…—responde, su voz ronca. —¿Q-Qué estás haciendo aquí? —Estoy sin aliento y no sé por qué. —Tú —dice simplemente, sus ojos quemando los míos. Todo lo que he estado tratando de olvidar me golpea a la vez. Sus profundos ojos azules hambrientos y buscando. La masculina línea de su mandíbula, su altura, e incluso su aroma evoca un sentido de deja-vu. Recuerdo todo con perfecto detalle, incluyendo el perverso placer que le daba a mi cuerpo. Suprimo un cálido estremecimiento.

—Hola, pastelito —dice Pace, sonriéndome desde detrás de Colton. ¿Qué en el mundo? Recordando mis modales, dejo que mi mirada vague de mala gana de Colton para saludar a Pace y presentarle a Becca. Totalmente perdida por lo que están haciendo aquí, doy un paso a un lado para dejarlos entrar. La amplia sonrisa de Becca mientras sacude la mano de Pace me recuerda el efecto que puede tener en una chica reunirse con él por primera vez. Sus mejillas están rosadas y sus ojos están encendidos con picardía. Oh, esto no es bueno. —Y esta debe ser el infame Colton Drake —dice ella, encontrando los ojos de Colton. Mirando a mi hermana mientras aprecia la perfecta forma de Colton de la cabeza a los pies, mi pecho se aprieta y siento mis ojos llenarse de lágrimas. Luego mi rabia comienza a elevarse, recordando su traición. Pero estoy en tal estado de sorpresa que me toma un momento hacer funcionar mi boca. —Ignóralo. Ya se va —digo, recordando lo que hemos pasado. —Ahh, no seas así —dice Pace—. Solo pasamos diez horas aprendiendo a volar para venir a verte. Lo menos que puedes hacer es invitarnos a entrar, y dejarme coquetear con tu hermana. —Su sonrisa ladeada está de regreso y lo juro, prácticamente veo doblarse las rodillas de Becca. —¿Aprendiste a volar por mí? —espeto sin pensar. —Era la única opción. El jet no estaba disponible. Quería salir en el próximo vuelo y la primera clase se encontraba llena —explica Colton. Trato de imaginar a estos dos hombres, quienes miden más de dos metros de altura doblados en los estrechos asientos del avión durante horas. —Ahora, eso es amor —declara Pace en voz baja. —¿Aquí es donde se están quedando? —Colton echa un vistazo alrededor del pequeño cuarto, lo que le toma tres segundos. Venir a este viaje ya era un derroche en primer lugar, no iba desperdiciar el precioso dinero que tenía en volar en primera clase o una lujosa habitación de hotel. Incluso aunque hasta ahora Becca había respondido bien al tratamiento, no había garantía de que permaneciera saludable, o que no necesitaría otra ronda en un costoso centro de tratamiento. —¿Qué hay de malo con la habitación? ¿No satisface tus altos estándares? — declaro, cruzando mis brazos frente a mi pecho. Frunce el ceño. —Déjame darte una mejor. Déjenme llevarlas a un lugar más apropiado —dice Colton, sus ojos encontrándose de nuevo con los míos. ¿Cómo se atreve? No puede llegar aquí, interrumpir mis vacaciones y después insultar el lugar donde me estoy quedando. No lo controla todo. La urgencia de empujarlo fuera del cuarto y

cerrarle la puerta en la cara es casi abrumadora. Tomo una respiración profunda, mientras él lee mi incómoda expresión y da un paso atrás. —No importa. Mientras estén cómodas. —Mira la ropa de cama como si estuviera buscando chinches. Imbécil. —Lo estoy. —O por lo menos lo estaba hasta que llegó de la nada y envió mis emociones completamente en picada. Pace cruza la habitación, saca la pequeña silla del escritorio y se deja caer en ella. Su forma empequeñece todo en nuestro cuarto. Se ve fuera de lugar, pero de buena manera. —No me había dado cuenta de que tenías una hermana. Lo sexy obviamente corre en la familia. —Le da un guiño a Becca. —Somos gemelas —le informa Becca. Siempre nos hemos visto un poco diferentes, y ahora más que nunca. Con el cabello de Becca volviendo a crecer, apenas llega a sus hombros y lo lleva ondulado y desordenado. Mi cabello cae como una gruesa cortina por mi espalda y es tan liso como una flecha. También es como siete kilos más delgada que yo. La quimio te hace eso. —Mmm —gruñe Pace, sus ojos vagando entre las dos—. Siempre he tenido una fantasía secreta con gemelas. —La mirada hambrienta en su rostro es suficiente para llevar a una mujer a sus rodillas. Becca no tiene oportunidad ante su encanto. Colton se acerca a mi lado, sus puños tensándose cuando lanza una mirada malvada hacia Pace. —No me hagas matarte tan pronto después de aterrizar. Eso realmente arruinaría el viaje. —No me hagas confiscar tus bolas. Ahora ve a hablar con tu mujer —lo desafía Pace. Abro la boca para corregirlo. No soy la mujer de nadie, pero mi cerebro regresa a la fatídica noche en que Colton me adquirió en la subasta. Acepté el dinero y gasté una buena parte de él. ¿Eso significa que todavía le pertenezco a pesar de descubrir que está casado? Maldigo el estúpido contrato, maldigo al hombre por sostener cautivo mi corazón. Eso nunca fue parte del plan. Cuando encuentro sus ojos nuevamente, se ve perdido, roto, y eso tira de algo profundo dentro de mí. Por mucha rabia que sentí cuando descubrí que me había mentido todo el tiempo que estuvimos juntos, todavía tengo sentimientos por él. No puedo solo apagarlos. A pesar de sus defectos, ayudó a mi hermana, y me hizo sentir viva. Él era todo lo que nunca supe que quería. —¿Podemos salir al pasillo y hablar por un minuto? —pregunta Colton, su voz un susurro suave. —Escúchalo, niña. Hazlo por mí —dice Pace, sus hoyuelos a máxima potencia, como si supiera que son imposibles de resistir. El idiota.

Trago y doy un imperceptible asentimiento antes de seguirlo al pasillo. Voló medio camino por el mundo, lo menos que puedo hacer es escuchar su explicación. Tal vez me dará un muy necesario cierre. Tal vez pueda obtener las respuestas que necesito para continuar y también descubrir en dónde nos encontramos con respecto a la enorme cantidad de dinero que intercambiamos. Nunca recogió su parte del trato después de todo, todavía soy virgen. Una vez que estamos en el pasillo, Colton se detiene delante de mí, mirándome a los ojos directamente. —Entonces, esa es Becca, ¿eh? —Inclina su cabeza hacia la puerta. —Sí. —Se ve bien. Es decir, saludable. Asiento. —Sí, el tratamiento funcionó, hasta ahora. Va a tener otra ronda en dos semanas, pero con todo lo que ha pasado, parecía un buen momento para escapar, para ambas. —Ninguna de las dos ha hecho nada así antes, pero era parte de mi plan de empezar realmente a vivir. Asiente. —Ya veo. Nos quedamos en silencio por varios segundos y la mano de Colton se tuerce como si quisiera tocarme, pero no lo hace. Gracias a Dios. —¿Y el hecho de que huyeras a otro país tiene algo que ver con…Stella? Me encojo involuntariamente. Odio que diga su nombre. Eso inmediatamente conjura la imagen de ese día en la piscina, cuando todo mi mundo se destrozó. En Italia, su nombre no existe. —¿Me contarás la historia? —pregunto. —Cualquier cosa que quieras saber. —¿Te estás divorciando? —Eso está en discusión. —Entonces me voy. —Me giro hacia la puerta, mi mano agarrando el pomo. —No. Quédate. Escúchame, por favor —implora Colton, alejando mis dedos de la manilla de la puerta. Su mano sobre mi piel envía una ráfaga de calor a través de mí ante el recuerdo de lo que esas manos pueden hacer. Aún es el único hombre que me ha hecho venirme. Me estremezco como si el recuerdo chamuscara una parte de mí.

Escucho una ronda de risa femenina detrás de la puerta. Me calienta escuchar a Becca divertirse, y eso me devuelve al momento. Girándome para volver a enfrentar a Colton, tomo una profunda, calmante respiración. —¿La amas? —No. —Su voz es segura, firme—. Nunca la amé como debía hacerlo. Mis hombros se relajan levemente. Incluso si mi cuerpo quiere correr, y mi cabeza está gritándome que escape, mi corazón se ha ligado a este hombre. Y para bien o para mal, una parte de mí necesita escucharlo, entender esta desastrosa situación en la que me encuentro. Tal vez si puedo encontrarle sentido, entonces pueda seguir adelante. —Por favor, déjame explicarte, eso es todo lo que pido. —Levanta sus palmas en un gesto conciliador. Nunca lo había visto parecer tan devastado y roto. Ojeras delinean sus ojos y no se ha afeitado en días. Aunque estoy de acuerdo en escucharlo, una ola de nauseas me golpea. ¿Estoy preparada para manejar lo que sea que está a punto de decirme? Pongo una mano contra la pared buscando apoyo. —Solo necesito un minuto… Deja salir un pesado suspiro y juro que parece que el arrepentimiento cae sobre sus facciones. —Te daré todo el tiempo que necesites, dulzura —murmura. El apodo en sus labios se presiona como un peso contra mi pecho. Mi corazón se siente pesado, latiendo sordamente contra mi caja torácica. Otro ataque de risa de Becca nos saluda desde detrás de la puerta. —Probablemente está tratando de meterse en sus pantalones —dice Colton. —No creo que a ella le importe mucho. —¿Deberíamos comprobar a nuestros hermanos mientras te tomas un minuto? Asiento. Bien podríamos hacerlo. No creo que esté lista para oír toda la sórdida historia acerca de cómo el hombre del que me estaba enamorando está casado, y por como suena, no necesariamente planeando divorciarse. Una bebida fuerte podría ayudar a aliviar un poco este dolor en mi pecho, también. De vuelta en la pequeña habitación de hotel, Becca y Pace están de pie cerca de las ventanas abiertas, enfrascados en una conversación. Nunca la había visto lucir tan feliz y animada. Está coqueteando abiertamente y acicalándose como un pavo real, torciendo un mechón de cabello alrededor de su dedo y sonriéndole brillantemente. Nuestras vacaciones están a punto de volverse más interesantes.

Notando que nos encontramos de regreso en el cuarto, Becca se gira hacia mí. —Soph, ¿sabías que Pace pasó un semestre estudiando aquí en Roma? Va a llevarme de excursión, para mostrarme los mejores lugares que no están en esas guías de turismo que compramos. Tanto por patear a Pace y a Colton. Se suponía que este era un viaje de chicas, pero no voy a negarle nada a Becca, y puedo decir que le encantaría pasar más tiempo en compañía de Pace. Es esa maldita sonrisa ladeada y su hoyuelo que solo te ruegan que vayas a jugar. —¿Cómo supiste en donde estaba? —le pregunto a Colton. —Kylie —confirma. Comencé a trabajar con Kylie en la organización benéfica de Colton un par de días a la semana y no se sintió bien dejarla colgada. Y mientras que solo había tenido la intención de decirle que estaría fuera de la ciudad por un tiempo, ella de alguna manera me hizo soltar la sopa sobre mi viaje a Roma. —¿Cuándo llegaron? —pregunta él. —Anoche. —Es casi mediodía, pero con el cambio de horario y el vino que consumimos anoche, ni Becca ni yo hemos desempacado nada. En realidad es un milagro que estemos levantadas y duchadas. —Asumo que no han almorzado todavía. Vayamos a conseguir algo de comer y lo explicaré todo. —Se gira hacia mi hermana, quien por alguna razón está apretando el bíceps de Pace mientras él le sonríe con adoración—. Pace, Becca, ¿qué les parece un bocado rápido antes de irse de excursión? —Estoy dentro —dice Pace. —Yo también —se entromete Becca, agarrando su cartera. Quiero enfurruñarme, estampar mi pie y negarme a ir, pero negarme la comida es una infantil manera de castigarlo. —Hay servicio de habitación. — Asiento hacia el menú ubicado encima del vestidor. —De ninguna manera vamos a quedarnos dentro de la habitación todo el día, Soph —incita Becca—. Vamos, solo es un almuerzo. Le frunzo el ceño. Traidora. Hago una nota mental de no ser tan buena con ella. Como ahorrarle un poco de agua caliente para la ducha esta mañana, ese era un trato de una sola vez en la vida. Puede que piense que está ayudando al interferir entre Colt y yo, pero no lo hace. Recojo mis cosas, mi cartera, lentes de sol, los euros que cambié antes de dejar el aeropuerto, y sigo al grupo hacia el elevador. Esto debería ser interesante.

14

Traducido por Sandry & *~ Vero ~*

Corregido por Helena Blake

Sophie

La cafetería con terraza es hermosa y discreta. Mesas negras de hierro forjado y sillas con cojines mullidos de color vino, y la hiedra que crece a lo largo de un pequeño enrejado que separa la calle de la terraza de la cafetería, completan el espacio. Por encima, el cielo azul está soleado y claro, pero no hace demasiado calor, y me resulta difícil mantenerme de mal humor. Colton sugiere un vino blanco de un viñedo local y cuando llega, nunca he

15 probado algo tan ligero, fresco y refrescante. Su impecable sabor es sólo una cosa más fácil de amar de él. Pero no puedo ir allí. No lo haré. Mi cuerpo ya me ha traicionado saltando a la vida cuando está cerca, al igual que cuando me ayudó con la silla y su mano rozó la parte inferior de mi espalda. Dejó un hormigueo en la piel. Y cuando deslizó la silla en frente de mí, su altura e imponente presencia causó que me aleteara un poco el pecho. Tengo que controlarme. Sus ojos recorren mi piel, mis hombros desnudos expuestos atisbándose a escondidas del top y mi pecho y el cuello a ras del calor. Me alegro de que nuestras hermanas vayan al grano cuando se trata de hacer una conversación, porque Colton y yo nos quedamos en completo silencio. La charla no parece encajar en mi estado de ánimo y no tengo la menor idea de qué decir independientemente. Ellas charlan a lo suyo, sin que les importe el mundo, mientras Colton y yo intercambiamos miradas serias. —¿Cuánto tiempo llevan aquí? —pregunta Becca. —Depende —dice Pace. —¿De qué? —reto. En lo que a mí respecta, Colton lo ha dejado claro, mostrándose aquí en algún tipo de alarde masculino para reclamar su propiedad. Puede enojarse ahora, muchas gracias.

Los ojos tristes de Colton se deslizan sobre los míos. —Quiero una oportunidad —dice, su voz oscura. ¿Una oportunidad de explicarse, o una oportunidad conmigo? Estoy agradecida por las grandes gafas de sol que me protegen los ojos de los suyos. —¿No es eso lo que ella te ha dado todas esas semanas en LA? —pregunta Becca, viniendo a mi rescate. Gracias, Dios. La hermana sana y luchadora que conozco y amo está de vuelta. Miro por encima a Becca, comunicándole mi agradecimiento sin necesidad de hablar. Colton observa la interacción que ocurre entre Becca y yo, no dudando en preguntarse lo que le he contado de mi tiempo en Los Ángeles. Espero que me conozca lo suficientemente bien como para saber que nunca habría divulgado nuestro secreto. —La cagué. Fue un error que no te dijera... —La voz de Colton es gruesa con emoción, a diferencia de la que jamás le he oído antes. —Stella es un mega bestia que... —comienza Pace. Colton levanta una mano, silenciando a su hermana.

16

—No, Pace. Este es mi problema. Voy a arreglarlo. No tengo ni idea de por qué, pero el repentino deseo de aliviar su dolor y angustia estalla dentro de mí. —¿Estoy aquí no? —digo, mirando a los ojos de Colton. Por supuesto, no soy lo suficientemente valiente para quitarme la cubierta de mis gafas de sol, pero aun así. Su mirada triste se disipa muy ligeramente. Una hora más tarde, estamos por nuestra segunda botella de vino antes de que la camarera incluso piense en traer el menú del almuerzo. Me doy cuenta de que la sugerencia de Colton de tomar un bocado rápido se está convirtiendo rápidamente en un asunto de toda la tarde. El ritmo de la comida de este país no es nada como los EE.UU... —Vamos a pedir algo de comer, ¿de acuerdo?—pregunta Pace, y me entrega un menú impreso íntegramente en italiano. Nuestra comida es finalmente entregada, y mientras comemos, Becca se abre sobre su tratamiento. No puedo dejar de notar cómo Colton se inclina hacia adelante en los codos para absorber cada palabra. Él sabe que los altos precios del tratamiento fueron posibles por su generosa oferta ganadora. Y tal vez es es su lado caritativo,

pero puedo ver en su expresión reverente que algo dentro de él se siente orgulloso de haber ayudado. Cuando Becca sondea a Colton sobre su trabajo, él hace algunos comentarios improvisados acerca de la banca de inversión y luego se lanza en una discusión detallada de su fundación de caridad. Está cerca de cumplir su misión en África. La nueva escuela que ha construido tendrá su gran inauguración en breve. Becca está asombrada escuchándolo —claramente es un buen partido que acaba de ponerse aún mejor a sus ojos. —La obra de Sophie está olvidada. Fue de gran ayuda esas semanas que pasamos para atrapar a Kylie. —Él alcanza mi mano y me muevo bajo la mesa. Aunque la conversación zumba alrededor de mí, apenas puedo mantener el ritmo. Mi cabeza está llena de preguntas sobre el matrimonio de Colton con una mujer a la que reconocidamente no ama. ¿Por qué se casó con ella? ¿Dónde ha estado mientras yo he estado durmiendo en su cama? Toda mi relación con él ahora se siente contaminada. A pesar de nuestro precario inicio de las cosas, empecé a creer que había sido traído a mi vida por una razón. Enviado a mí como un ángel de la guarda para sanar a Becca y mi despertar sexual. Me pasé dos meses viviendo con él, acercándome, enamorándome de él.

17

Me pregunto ahora más que nunca por qué no se acostó conmigo. ¿Era porque no quería ser infiel a su esposa? —¿Sophie? —La voz de Colton corta a través de mi cabeza—. ¿Más vino? Niego con la cabeza. —Preferiría ponerme en marcha de regreso al hotel. Él mira su reloj y frunce el ceño. —Está bien. Eso debería estar bien. Terminamos nuestro almuerzo de insalata, pan caliente, vino blanco y varias botellas de agua con gas. Después de que Colton paga la comida, Pace y Becca se levantan de la mesa, pareciendo un poco achispadas y con ganas de compensar su exploración. Colton y yo caminamos al lado del otro en silencio todo el camino de vuelta al hotel. Pero hay tantas nuevas vistas, sonidos y olores que capturar, que apenas observo el rígido silencio incómodo que se instala entre nosotros. Simplemente el navegar por las calles empedradas desiguales con mis sandalias de tiras me lleva una concentración extra. Cuando llegamos al hotel, Colton abre la puerta y me hace

pasar con su palma caliente una vez más contra mi espalda y dejando una ráfaga de hormigueo a su paso. Un joven vestido con un uniforme del hotel nos detiene en el vestíbulo. —Una nueva llave para usted, señorita. —Su acento italiano acaricia las palabras, por lo que suenan mucho más sexy de lo que son. —Tengo una llave. —La sostengo. —Sí, pero es para su nueva suite. Planta diecisiete. —Dobla la tarjeta llave en mi mano, mientras que me quita la vieja. Recuerdo que Colton se detuvo para hablar en voz baja con el conserje antes irnos del hotel. ¿Es esto lo que ha hecho? Él levanta una ceja y se encoge de hombros. —Sólo quería que estuvieras cómoda. Me muerdo la lengua para evitar señalar que había estado más cómoda antes de que él apareciera y comenzara a interferir, pero en el fondo, sé que está tratando de ser amable, tan molesto como eso podría ser. No puede ganarme de nuevo con gestos reflexivos y observaciones dulces. Llámame loca, pero tengo una regla sobre ir a citas con hombres, que están casados: no lo hago. —No deberías haberlo hecho —muerdo y me doy la vuelta hacia el ascensor, golpeando el botón varias veces con mi pulgar. Me doy cuenta de que

18 Colton está esperando a mi lado y le doy una mirada afilada—. Creo que puedes esperar en el vestíbulo a Becca y Pace para acabar la cita turística. —Me prometiste que podríamos hablar —dice, haciendo que su tono sea claramente de desagrado. Sí, pero eso fue antes del vino y de las miradas posesivas que él me obsequió durante todo el almuerzo. No confío en mí misma a solas en una habitación con él ahora mismo. —No creo que estar a solas en una habitación de hotel con un hombre casado sea lo correcto. Lanza un gruñido de frustración a la vez que las puertas del ascensor se abren, y me arrastra dentro. Campanas de advertencia suenan dentro de mi cabeza. Estoy a punto de estar a solas con un hombre que todavía tiene poder sobre mi corazón a pesar del estatus de no disponible de su relación.

Sé fuerte, Sophie.

Colton Fijando a Sophie en la pared del ascensor, mis manos se aprietan en puños por encima de su cabeza. Necesito invocar cada onza de autocontrol que tengo para no empujar mis caderas contra las suyas y reclamar su boca. Sé que he perdido la razón, pero mi cuerpo se niega a entender eso. Puedo ver su pulso vibrar en el cuello mientras me agacho cerca de su oído. —No me empujes ahora. No puedo controlar mis emociones de mierda — algo muy nuevo para mí, puedo asegurarte. —Ella empuja ambas manos contra mi pecho, empujándome hacia atrás varios pasos. —Oh, ¿no puedes controlar tus emociones? Trata de ponerte en mi lugar. — Su voz se eleva frenéticamente—. Estaba completamente desnuda en tu maldita piscina tratando de seducirte cuando tu esposa se presentó. —La palabra esposa es escupida de su boca como una agria bomba. —Te fuiste corriendo antes de que tuviera la oportunidad de explicarte. No

19 respondiste a mis llamadas y ahora que he volado seis mil millas sólo para establecer el récord directamente contigo. —Doy una respiración profunda y enderezo mi postura. Discutir con ella no va a llegar a ninguna parte. Por supuesto, tiene el derecho de estar enfadada. —. Escucha, Soph. Necesitaba verte. He venido arriba para hablar contigo. Después de una intensa disputa, su mirada cae al suelo mientras ella se da cuenta de que más negociación será inútil. —¿En qué piso estoy? —Planta superior —respondo. La mejor suite que tienen. Obviamente. Al darse cuenta de que sólo estamos de pie en el ascensor, que aún no nos hemos movido desde el nivel del suelo, con cautela se inclina y presiona el botón. Mi boca se levanta en una sonrisa. Estamos progresando. Por mis instrucciones, el equipaje de Sophie y de Becca se ha transportado a la suite. Hay un salón de tamaño moderado, dos dormitorios separados, cada uno con su propio baño y un pequeño balcón con vistas a la fuente del patio. Ella se da

un minuto para navegar por las habitaciones, ligeramente pasando los dedos a lo largo de un dorado aparador antiguo y doblando la cintura para oler el nuevo arreglo de flores blancas en la mesa de café. Tomo cada segundo que pueda para empaparme de ella. Aunque sólo han pasado tres días desde que la he visto, entre mis brazos, dormida con su cuerpo caliente junto a mí, se siente como si fuera mucho más tiempo. El privilegio de tocarla se ha roto, y mi cuerpo se revuelve en silenciosa agonía, mi corazón dolorido y mis puños apretados inútilmente en mis costados. Yo odio jodidamente esto. Tenemos que hablar como adultos civilizados, pero joder, no sé ni cómo empezar. —Soph... —empiezo. —Colt... —dice ella, al mismo tiempo. Compartimos una sonrisa incómoda. —Ven, siéntate. —Hago un gesto al sofá —territorio neutral y ella obedece, quitándose las sandalias y enrollando las piernas debajo suyo mientras se hunde en el cojín más alejado de mí. —Pregúntame lo que quieras saber. No hay más secretos —prometo. Rebotando una rodilla arriba y hacia abajo, ella retuerce el anillo en su dedo pulgar. —¿Cuánto tiempo llevas casado?

20 Libero un profundo suspiro y empujo los dedos por mi pelo. Mucho más tiempo del que quiero admitir. —Si tratas de ocultar las cosas... si vas a estar evasivo... —Ella traga. —Todo lo que quieras saber. Aunque la verdad es dura de escuchar — confirmo. Como tanto me gustaría protegerla de la horrible verdad, no lo haré. No, si no es lo que ella quiere. —. He estado casado durante cuatro años. Durante los últimos dos, no hemos vivido en el mismo estado. —¿Por qué estaba en tu casa ese día? —¿Quién coño sabe? Hemos estado tratando de resolver nuestro divorcio durante mucho tiempo. Pero ninguno de nosotros puede estar de acuerdo en nada. —Ella se lame los labios, pensando en esta información. —¿Ella es la razón por la que te fuiste a Nueva York?

—Sí, Stella vive en Nueva York con su novio. Fui allí para tratar de hablar con ella acerca de los términos de nuestro divorcio en persona. No funcionó. Su frente arruga. —¿Tiene novio? Asiento con la cabeza. —Nuestro ex jardinero. Me enteré de que comenzaron a follar después de que nos casamos. Su boca se estira en un ceño fruncido. —Oh. —Resulta que nunca me quiso, a pesar de que mi familia me advirtió acerca de sus motivos, no pude verlo. Quería una mujer en mi vida, y no sé... —Me froto la sien distraídamente. —Tal vez tenía que ver con la pérdida de mi madre a una edad tan joven... Pero me gusta la compañía, la compañía de alguien a mi lado. Alguien cálida y amorosa para compartir mi vida con ella. —Sueno como una mariquita completa, pero así era como el yo de veinticuatro años de edad veía el mundo. Y Stella era la esposa trofeo perfecta, acompañándome a funciones de trabajo, vistiéndose a la última moda y siempre una sonrisa de felicidad en sus labios. Lástima que todo había sido falso. —¿Qué pasó? —pregunta Sophie, su tono ablandándose. —Las cosas cambiaron tan pronto como nos comprometimos. Pensé que era sólo la tensión por la planificación de la boda, quería que fuera el asunto de la década, algo que la élite de Los Ángeles estuviera zumbando los años por venir, el planearlo puso mucha presión en ella. No veía que todo era para el espectáculo. Era más sobre el vestido, la fiesta y el champán francés que sobre nosotros. Sophie muerde su labio, escuchando atentamente. No tengo ni puta idea de

21 por qué estoy descargando todo esto... pero algo me dice que si tengo alguna esperanza en salvar las cosas entre nosotros, tengo que desnudar mi alma. Me aclaro la garganta y continúo. —Y a pesar de que mis hermanos trataron de convencerme de lo contrario, me había convencido de que todo iba a estar bien. No iba a cancelar mi boda, simplemente porque mi prometida se estaba convirtiendo en una noviazilla. Me imaginé que todo se calmaría después del día de la boda. —¿Pero no lo hizo? —pregunta Sophie en voz baja. —No. Estaba distante y fría. Nada que ver con la sonriente chica encantadora de la que me enamoré en primer lugar. Una vez que la roca estaba en su dedo y la tinta sobre la licencia de matrimonio, estaba seca, se convirtió en una persona completamente diferente. La persona que sospechaba que ella era en realidad todo

el tiempo. Había jugado conmigo. Se había casado conmigo por mi dinero y había caído en ello como un tonto enamorado. —Lo siento, Colt... —comienza. —No, no lo hagas. —Ella no debe ser la que se disculpe conmigo. El dolor de cabeza que sentí venir antes ahora era un gran latido en mis sienes. Continué—: Después de la fiesta Stella me atrapó, hizo difícil el siquiera pensar en confiar en otra mujer. Estando separados durante los últimos dos años, he tratado de salir en citas causalmente. No quería, pero mis hermanos de vez en cuando me presentaban una mujer. Detrás de cada sonrisa dulce y cada mirada coqueta estaba alguien interesado sólo en mi cuenta bancaria y el estilo de vida que podía proporcionar. Quería una conexión genuina, no una esposa trofeo. Pero me di cuenta de que con mi estado y mi riqueza, amor verdadero no iba a ser algo fácil de encontrar. —Entonces, ¿por qué ir a la subasta? —Su confusión está grabada entre sus cejas mientras espera a que responda. —¿Lo digo sin rodeos? —Sonrío. Asiente con la cabeza para que continúe. —Un hombre tiene sus límites. La frustración sexual reprimida de ser célibe durante dos años... Estaba caliente como la mierda y necesitaba tener sexo. Su boca se retuerce en una sonrisa. —Esa es la verdad completa. Sabía exactamente lo que estaba pagando y que no habría ninguna posibilidad de sentimientos o falsas promesas. —¿Por qué no simplemente contratar una escolta1?

22

Me encojo de hombros. La idea se me había ocurrido un par de veces. — Supongo que no soy el tipo de persona que contrata una escolta. Quería algo más discreto. No podía tener esa información filtrándose. CEOs que se ven atrapados contratando prostitutas por lo general terminan en el noticiero de la noche. Asintió con la cabeza comprendiendo en silencio. —Con la subasta, me gustó la prueba médica, los acuerdos de no divulgación y confidencialidad prometidos para mí. Además, el ángulo de compañerismo que cubrimos antes.

1

Damas de compañía.

—Pero tú nunca... nosotros nunca... —Hace una pausa. —Nunca te cogí —termina por ella. Levanta la barbilla con indignación. —¿Por qué no? ¿Es porque te has sentido como si la estuvieras engañando? —pregunta, sus grandes ojos azules se clavaron en los míos. Alcanzo su mano, tirándola sobre mi regazo, incapaz de resistir el calor físico que proporciona. —No, es porque me he sentido como si te estuviera engañando a ti. Te merecías más y yo lo sabía. Su labio inferior tiembla y las ganas de chuparlo se encienden dentro de mí. Tirando de su mano, Sophie se levanta de un salto. —No puedes decir esas cosas. —Hay rabia en sus ojos y me quedo sin palabras. No puedo ni empezar a imaginar todos los pensamientos y emociones que pasan por su cabeza. Así que no voy a tratar. Se mueve a la ventana y mira hacia afuera solemnemente. Levantándome, me paro detrás de ella, resistiendo la tentación de tirarla más cerca. —No puedo perderte —susurro—. No cuando siento como si mi vida está finalmente cayendo en su lugar. Eras la pieza que faltaba. Eras el queso de mis macarrones. —Sonrío ligeramente, esperando que recuerde. Se gira hacia mí. Su mirada suave se fija en la mía y puedo decir que los dos estamos recordando el tiempo que pasamos juntos. Se sentía bien. —No puedo hacer esto, Colton. Estaba desarrollando sentimientos reales por ti. ¿Estaba? Sé que me estoy enamorando de ella, malditamente aterrador como lo es. Sacudo la idea alejándola, una vez más tratando de convencerme de que mi interés por ella es sólo acerca de ver cumplirse el acuerdo. —Estás casado —me recuerda.

23 Pisoteando mis emociones, trago. —Sólo legalmente. Y si puedo conseguir que esté de acuerdo con los términos, voy a firmar el divorcio... —Espera. ¿Tú eres el que retrasa el divorcio? —Ira parpadea en los ojos azules normalmente tranquilos de Sophie. El cambio en ella es inconfundible. Es como si me hubiera tropezado sin querer con un alambre y una bomba está a punto de detonar. Doy un paso atrás vacilante. —Sí. —Pero... no entiendo...

Mierda. ¿Cómo le explico esto sin enojarla más? —Si me divorcio, ella gana. Va a tomar la mitad de todo, además de que seré condenado a pagar la manutención del cónyuge. —No se trata de dinero. Bueno, supongo que sí, porque la división de mis millones pondrá en riesgo mi inversión en el proyecto de África. Esto significa que habré caído en su juego, gancho, línea y plomo. Stella uno, Colt cero. Pero peor que eso, los fondos para la escuela, el hospital y todos los proyectos que había planeado se detendrían mientras mi dinero está atado en una batalla legal. No voy a dejar que mi cagada personal sea la causa de tanta destrucción. Estoy canalizando cada poco de dinero que tengo en esta caridad y no voy a sacrificar un solo dólar para mantener a Stella en Manolo Blahnik mientras niños pasan hambre. Malditamente no. —Tú... —Sus ojos se abren y luego cierran de golpe. —No tienes un acuerdo prenupcial, y ahora tu orgullo masculino es demasiado terco para soportar el golpe financiero. —Parpadea hacia mí y algo se tuerce en el interior de mis entrañas. Tiene razón sobre el acuerdo prenupcial, fui un maldito idiota. Veinticuatro años de edad cuando nos casamos y pensé que estaba enamorado. Pero se equivoca sobre el resto. —Esto no tiene nada que ver con el orgullo masculino. Mi objetivo desde el principio ha sido esperar a que salga, y completar mi proyecto en África antes de finalizar el divorcio. No tendré mi dinero atrapado en una batalla judicial, mientras que podría estar haciendo algo realmente útil con él. La mirada escrutadora de Sophie y su postura rígida me obligan a ver que tal vez todo esto no va a terminar bien. Después de sobrevivir a Stella, necesito una mujer que entienda mi disco duro y el deseo de ver algo bueno en el mundo. Pensé que Sophie sería esa mujer. Pero tal vez me equivoqué. Tomo una respiración tranquilizadora y lucho para despejar mi cabeza. Sophie se mueve a través del cuarto, su postura rígida mientras va a la ventana del fondo que da al patio de abajo. Cruzo la habitación en unos pocos pasos largos y estoy detrás de ella, respirando el aroma de su cabello. —Soph... —

24

murmuro. Sus hombros se relajan y sorbe como si estuviera llorando. Girándola hacia mí, veo que su cara está de color rojo y una sola lágrima cae por su mejilla de porcelana. —No llores. —Limpio la humedad con mi pulgar. —Eres todo lo que quiero. El resto, Stella, el papeleo, voy a resolverlo. Sólo necesito tiempo. Y necesito tu fe en

mí. —No sé por qué eso es repentinamente tan importante, pero lo es. Sus ojos se cierran y no protesta. Es un comienzo. Nunca me arrastré así antes, pero tampoco, nunca me sentí tan atraído por una mujer como lo estoy por Sophie. Incapaz de resistir la tentación de tocarla, paso mis dedos a lo largo de sus brazos expuestos, acariciando delicadamente su piel suave. Sophie traga y parpadea hacia mí. Inclinándome para bajar mi boca a la suya, susurro contra sus labios. —Eres mía, dulzura. Mi pene estuvo medio duro todo el almuerzo, pero ahora que estamos solos, la bestia está exigiendo atención. He viajado miles de kilómetros para conseguir que me escuche, y ahora lo último que quiero hacer es hablar. Estoy deseándola como una droga. Su boca se abre y tomo la oportunidad de besar suavemente su labio inferior, y luego la parte superior, salpicando cuidadosamente su dulce boca con besos tiernos. Sus manos se cierran en puños en mi camisa y en un momento creo que va a alejarme, pero me arrastra más cerca y mis besos van de castos a calientes en dos segundos. El saber que no la he perdido envía una carrera de emoción a través de mí. Mi lengua empuja más allá de sus labios entreabiertos y la acaricia. Maldita sea, he echado de menos las cosas que esta boca puede hacer. La erección que hace estragos en mis pantalones recuerda muy bien. La necesidad de saborearla, consumir cada parte de sus llamas dentro de mí. Y sabiendo que hay una cama en la habitación contigua envía mi mente girando con posibilidades. Quiero más. Lo quiero todo, todo lo que tiene que ofrecer, pero me obligo a desacelerar y mirarla a los ojos, buscando alguna señal de disgusto. Su mirada es la lujuria desenfrenada pura. Mi mano se desliza bajo el dobladillo de la falda que lleva puesta. Si supiera mis oscuros pensamientos en este momento, no se habría puesto esto en mi

25 presencia.

Pero parece felizmente ignorante de que quiero follarla duro y rápido hasta que esté dolorida y con las piernas cansadas de mi polla repetidamente empalándola. El hombre que ha llegado a conocer ejerce moderación y control en todo momento, pero ese hombre no está por ningún lado. Incapaz de contenerme de

tocarla, deslizo mi mano hasta la parte exterior de su muslo y la siento temblar, pero no se aparta. No mueve un solo músculo. Curvando mi mano alrededor, palmeo una mejilla de su culo redondo, suave y caliente en mi mano y amaso la carne suculenta. Me vuelve jodidamente loco de deseo. Quiero su culo. Quiero cada parte de ella. Sintiéndome audaz, deslizo un dedo bajo el elástico de sus bragas y siento que suelta un suspiro tembloroso. Así es bebé. Déjame que tocarte. —¿Quieres esto, no? —susurro contra su clavícula. Niega con la cabeza. —No me mientas, dulzura. Acaricio un dedo a lo largo de sus pliegues de seda. Ya está húmeda de deseo. Arrastro mi dedo hasta su centro, separando sus labios y encontrando su clítoris. Con la yema de mi dedo índice, dibujo círculos pequeños en su manojo de nervios y siento que se hincha. Oh sí. Al recordar la primera vez que la hice acabar, mi polla se llena con sangre hasta que está dura como la roca y es casi doloroso. Las manos de Sophie se cierran en puños a sus costados, y se ve como si estuviera luchando contra algo. Su frente se anuda y su respiración es irregular, pero no se mueve para alejarse, de hecho, se está inclinando a mi tacto, inclinando las caderas, así puedo frotar su clítoris en el ángulo correcto. Me doy cuenta de que está teniendo una batalla interna con ella misma. Su cuerpo quiere esto, pero su cabeza le está diciendo que no. Y mi opinión es que sus manos están apretadas para detenerse a sí misma de alargarlas y tocarme. Seguramente puede sentir mi erección furiosa presionando en su cadera. Está bien, puedes tocarlo, bebé. Por favor jodidamente tócalo. Quiero sentir su pequeño puño cerrarse alrededor de mí y apretando. Siento que me voy a morir si no me toca pronto. Estoy a dos segundos de sacar mi polla yo mismo y acariciarla hasta que me venga. Justo cuando Sophie comienza a gemir en voz baja y puedo decir que se está acercando hacia la liberación, da un paso atrás fuera de mi alcance así que mi desliza fuera de sus bragas. Sus ojos tienen hambre y nadan en emoción tácita. Mierda.

26 mano se

Traducido por Sandry

Corregido por Daniela Agrafojo

Sophie

La mirada de Colton se desliza sobre mis rasgos, como si estuviera asegurándose de que estoy bien antes de llevarla a mis ojos de nuevo. Nada de esto está bien, pero soy incapaz de detenerlo. Tengo miedo de sentir demasiado por él, y tengo miedo de dejarlo ir, así que hago lo único que puedo, me enfoco en el visceral placer corriendo a través de mí, pidiendo una dulce liberación. Mi cuerpo prácticamente está vibrando con necesidad, pero necesito un momento para

27 procesar lo que está pasando, así que doy un paso atrás.

―No huyas de esto ―ronronea. Acercándose, Colt ancla sus manos en mi cintura, sus largos dedos clavándose en mis caderas mientras me levanta. Mis piernas se cierran alrededor de su cintura, mi núcleo buscando fricción contra el borde duro en la parte delantera de sus pantalones. Jadeo ante la loca mezcla de emociones y sensaciones abrumando mi sistema. Sé que debo parar, alejarlo, sólo que no quiero. Echo de menos este lado de él. De pronto, quiero estar de rodillas ante él con su caliente y pesada polla en mi boca. Los recuerdos de nuestras semanas juntos inundan mis sentidos, haciendo imposible el apartarse. ―Colt... ―susurro. No tengo ni idea de lo que estoy buscando y sus ojos suaves le suplican a los míos. Sostiene mi peso sin esfuerzo con las dos manos descansando debajo de mi trasero. Quiero sus dedos otra vez... estaba tan cerca. Y ahora estoy excitada y confundida. ―Estoy enredado en ti. No puedo dejarte ir ―dice, colocando un beso más contra mi boca. Me mira por un momento. No puedo aceptar la calidad rota de su voz, la forma en que su cálida palma se desliza contra el hueso expuesto de mi

cadera. A pesar de que no debería, anhelo sus caricias. Las he echado de menos. He echado de menos esto. Esta creciente conexión entre nosotros. Se necesita toda la fuerza que no tengo no ceder ante él. Antes de que todo se fuera al infierno la tarde en que su esposa apareció, sentí que estábamos construyendo algo real, si no era amor, entonces algo cercano. Yo no tenía experiencia, pero dada la oportunidad, sabía que podía enamorarme de Colton Drake. Lo que significaba que dejarlo en mi habitación de hotel, dejar que me besara y me mirara fijamente a los ojos y dejar que rompiera todos mis muros, era un movimiento peligroso. Mi corazón se encontraba en la línea. Pero él me rastreó y me persiguió al otro lado del mundo. Eso tiene que significar algo, ¿no? ―Dulzura ―murmura, con el tono ronco que he llegado a reconocer que significa que está excitado. Mi voz desaparece mientras cualquier palabra de protesta muere en mi garganta. Tengo que decirle que no. Tengo que hacer que se vaya. Ha hecho algo que no se puede deshacer. Me hizo creer que era soltero y me ocultó la verdad durante semanas. Ahora me pregunto si me lo hubiera dicho alguna vez si Stella

28 no hubiera aparecido. A pesar

de mis sospechas, había ignorado mis instintos femeninos y me entregué a él por completo. Había estado dispuesta a darle mi virginidad. Sus dedos avanzan lentamente por debajo de mi falda, sacándome de mis pensamientos. Mi núcleo se calienta con el conocimiento de que sus hábiles dedos están a pocos centímetros de donde quiero que estén. Sí, sí, sí. Mi ropa interior está empapada y me balanceo contra él, pero mi voz áspera rompe el silencio y contradice todo por lo que está gritando mi cuerpo. ―No... No puedo... ―Desenredo las piernas de su cintura y las bajo al suelo. ―Quieres esto tanto como yo ―dice, su voz profunda y segura. Mis ojos se alzan hacia los suyos, y aparentemente le dicen todo lo que necesita saber. Mi deseo por él está escrito en toda mi cara. Mis pensamientos me traicionan. Y Colton aprovecha al máximo, inclinándose para besarme de nuevo. ―Dime que todavía hay una oportunidad ―susurra contra mis labios. Trago, pero soy incapaz de responder. No confío en mí misma para decir lo correcto. Debato conmigo misma, preguntándome si podría volver a confiar en él otra vez, si podría siquiera encajar en su estilo de vida... Una burbuja de risa femenina y el sonido de la puerta abriéndose me devuelven a mis sentidos.

Becca y Pace entran a la habitación llevando media docena de bolsas de compras entre los dos. Mi cordura regresa y fuerzo un tono serio mientras me vuelvo hacia Colton. ―Es hora de que se vayan. Las despedidas se intercambian entre Pace y Becca mientras yo evito encontrarme con los ojos oscuros de Colton. Sé que si lo hago, perderé por completo mi determinación. Todavía estoy tambaleándome por ese beso, mi cuerpo sobrecalentado y bombeando sangre salvajemente. Él me clava con una mirada intensa, inclinándose tan cerca que puedo oler su colonia. El efecto es vertiginoso. ―Esto no ha terminado. Diviértete con Becca y hablaremos cuando llegues a casa. Desearía poder decirle que está equivocado, que hemos acabado, pero soy incapaz de responder. Me da el espacio que necesito ahora mismo, pero no tengo ni idea de lo que viene a continuación. Una vez que se han ido, agarro una botella de agua del surtido del minibar

29

y doy un largo trago, necesitando enfriarme antes de volverme hacia Becca. Ella no dice nada sobre el cambio de habitación del hotel, pero veo sus ojos vagando por el espacio. ―Entonces, ¿qué pasó con Pace? No creí que regresaran tan rápido. De hecho, me preguntaba si volvería a verte en todo el viaje. Me imaginaba que echarías una mirada a esos hoyuelos y te habrías escabullido con él a una habitación privada del hotel. ―Sonrío, en un intento de aligerar el ambiente tenso. ―Confía en mí, fue tentador. Es guapísimo. ¿Y su pequeño culo apretado? ―se abanica dramáticamente―.‖En serio, esos dos son una combinación letal para la libido. ―Hay un tercero, también. Su hermano mayor, Collins, es tan mordible como lamible. ―Maldición. Buena genética, supongo. ―Vuelca las bolsas de las compras en sofá para que yo inspeccione sus bienes―. Después del almuerzo, empecé a preocuparme por dejarte sola con Colt. Pensé que no era la idea más inteligente, así que corté nuestra prqueña excursión. Dimos una vuelta por esta linda plaza y fui a

un par de tiendas de moda. ―Sostiene un diminuto vestido de verano sobre mi cuerpo―. Pensé que esto te quedaría bien. ―Es lindo. ―Lavanda y toques de hilo azul corren por la suave tela―. Puedo usarlo con mis sandalias de tiras plateadas. ―Exactamente lo que estaba pensando. ―Toma una mini falda roja de la pila de ropa para ella―. Vamos, cambiémonos. Vamos a salir. Becca y yo pasamos el resto del día haciendo turismo y ahora estamos sentadas en un pequeño bar pintoresco, comiendo aceitunas y queso y bebiendo delicioso vino. Todavía no puedo creer que Colton y Pace en realidad hubieran volado a Italia para buscarme. Y mientras me siento aquí, un poco achispada, repito nuestro breve encuentro íntimo en mi cabeza. ―Yo sé cómo podrías deshacerte de ella ―dice Becca pensativa, girando el vino en su copa. ―¿De qué? ―Tu virginidad. Es decir, si todavía quieres, eso es. ―¿Cómo? ―pregunto, mi mente dando vueltas. Ella inclina la barbilla hacia un grupo de tres guapos italianos sentados en la barra.

30

―Podríamos ir a recoger algunas bellezas. Considero eso brevemente. Estando en Roma... ¿por qué diablos no? Porque todavía le pertenezco a Colton, por eso. Incluso si no quiero, una extraña parte de mí sabe que es verdad. Debería ser él quien tome mi virginidad. Cuando pienso en sus ojos oscuros y hambrientos que me queman, su boca llena besando mi cuello, y su gruesa y larga polla, sé que tiene que ser él. Mi pecho se ruboriza con calor y soy transportada de regreso al momento más temprano, cuando me encontraba allí ―justo en el borde― sólo unos pocos trazos más de sus dedos y me hubiera corrido. Siempre pensé que necesitaba un juguete sexual para correrme, pero resulta que sólo necesitaba a Colton. ―Estás pensando en él de nuevo. ―Becca me sonríe. ―No debería hacerlo. ―Pero lo haces. ***

El resto de nuestro viaje es casi perfecto. El tiempo de verano es magnífico, largas tardes vagando por la bella y seductora Roma con mi mejor amiga a mi lado. Pero mis noches están plagados de recuerdos de Colton, aunque supongo que eso es inevitable dada la situación. Después del primer día, cuando él y su hermano Pace aparecieron aquí inesperadamente, no oí nada más de Colton. Estoy agradecida de no haber optado por actualizar mi servicio de telefonía móvil para incluir llamadas internacionales. Sé que no sería lo suficientemente fuerte como para seguir ignorándolo si ese fuera el caso. Tal como es, cada mañana después del desayuno, tengo que obligarme a pasar por delante de un ordenador del hotel y evitar conectarme a mi correo electrónico. Pensar que podría haber una nota de Colton esperándome pesa mucho en mi mente. Por más que trato de convencerme de que las cosas están acabadas entre nosotros, una parte profunda en mi interior sabe que no es cierto.

31

Traducido por ElyCasdel & Val_17

Corregido por Nana Maddox

Colton

De vuelta en California, me lanzo al trabajo. Es la única manera de mantener mis pensamientos alejados de Sophie. Soy brutal en las juntas, tosco en mis comunicaciones y tenso todo el maldito tiempo. Mis emociones están por todo el maldito lugar y mi necesidad de sexo solo se ha cuadruplicado con volver a estar cerca de Sophie. Mis sentimientos de anhelo solo se intensifican al vagar en mi enorme casa solitaria en la noche.

32 He intentado enviarle mensajes un par de veces, pero no he obtenido respuesta. Regresó de Roma el fin de semana pasado y ha estado en contacto con Kylie, que es la única razón por la que sé algo. Debería sentirme aliviado. Sophie sabe la verdad ahora. Todo está abierto. No hay que ocultarle más mi matrimonio deshecho y nadie nunca sabrá mi oscuro secreto de adquirir una esclava sexual. Todo este asunto podría estar terminado, somos libres de nuestro acuerdo. Solo que no quiero estarlo. Debería solo alejarme, pero no lo haré. Todavía quiero follarla. Mierda, es más profundo que eso, si soy honesto conmigo mismo. Me gusta. Su naturaleza genuina, su desinterés al ponerse a sí misma en subasta. No es como otras chicas. Me hizo macarrones, maldita sea, y se rehúsa a aceptar mi ayuda de dinero adicional. No es como las mujeres de mi pasado. O es malditamente buena fingiendo. Como sea, quiero hacerla mía. Me digo que es solo porque nunca la llegué a tener. Semanas gastadas esperando, mientras la tensión sexual y la anticipación entre nosotros crecía en proporciones épicas me dejaron con el caso más crítico en el mundo de bolas azules. Alerta de terror nivel rojo. Mi saco está por combustionar. Mierda, a este punto, me pregunto si incluso recuerdo cómo follar.

No puede ser tan difícil, ¿no? Sacudo los hoscos pensamientos girando en mi cerebro. Quiero reclamar su cuerpo, ser el primer hombre en penetrar su coño. Y tanto como intente negarlo, algo dentro de mí quiere más que eso también. Pero el punto de toda esta farsa fue porque me prometí que no me enredaría con una mujer de nuevo. Tanto que eso no pasará. Mis sentimientos por Sophie son profundos. Estoy completamente envuelto en una mujer que tengo cero oportunidad de tener. Pero no voy a retroceder ahora. De ninguna jodida manera. Compré y pagué su virginidad, algo que no voy a dejar simplemente deslizarse entre mis dedos debido a un tecnicismo. Cuando pienso en lo de la habitación de su hotel en Italia, la forma en que me‖ dejó‖ tocarla…‖ antes‖ de‖ cerrarse‖ completamente‖ a‖ mí,‖ mi‖ estómago‖ se‖ hace‖ nudo. No estoy acostumbrado a ser dejado fuera, y no es un sentimiento al que quiera acostumbrarme. No llegué a donde estoy hoy siendo inactivo. Decidiendo tomar al problema en mis manos, llamo a Sophie una vez más, dándole una última oportunidad antes de aparecer en la puerta de sus padres y traerla de regreso

33

conmigo. Tal vez tenga problemas de confianza, y aún necesite lidiar con Stella, pero nada de eso va a detenerme de tomar lo que es mío. Y Sophie es mía. Esperando su buzón de voz, como todas las otras veces que he llamado, me sorprendo cuando responde al cuarto timbre. —¿Sophie? —La sorpresa es evidente en mi voz. —Hola —dice casualmente. —Necesitamos hablar. —Está callada por un largo tiempo, solo el suave sonido de su respiración me dice que sigue en la línea. —¿Sobre qué? —pregunta finalmente. —Tengo una nueva propuesta para ti.

***

Cuando la limosina que envié deja a Sophie en mi camino de entrada, luciendo desconcertada y cansada, estoy agradecido de que sus padres vivan a unas horas al norte de Los Ángeles. Significa que debo ser capaz de mantenerla aquí al menos por la noche. Tendrá que escucharme. Saliendo a la luz del sol, le doy la bienvenida al lado del auto. Mis puños se aprietan inútiles a mis constados mientras que la idea de que no es mía para tomarla en mis brazos, se estampa contra mí. Levanto su bolsa del camino de ladrillo y fuerzo una sonrisa en mis labios. —Gracias por venir. Asiente. —Gracias por enviar la limo. Eso no era realmente necesario. — Gira su anillo en su pulgar, obviamente curiosa de por qué la he convocado cuando las cosas parecían haber terminado entre nosotros. —Entremos. La dejo adelantarse, apreciando la forma en que su pequeño y redondo trasero se balancea seductoramente. Le sigo como un cachorro con correa. Una vez dentro, Sophie es toda pasos tentativos y miradas inseguras. Decidiendo que lo mejor será ir al grano sobre por qué la traje aquí, la llevo al despacho. La misma habitación a la que la traje la primera noche. Recuerdos de ella arrodillada frente a mí, tomando mi gruesa polla en su boca y chupándola con tal habilidad y entusiasmo causa que mi paquete se endurezca al instante. Joder.

34 Inhalo y me aclaro la garganta, esperando que sus ojos no vaguen frente a mis pantalones. —Siéntate. Sophie obedece, sentándose cuidadosamente en la orilla del sofá. Me pregunto si los recuerdos de esa noche están quemando en su cerebro tan vigorosamente como en el mío. A pesar de mis esfuerzos, soy incapaz de mantener la visión de su boca rosa envuelta alrededor de mi polla fuera de mi mente. La manera en que su lengua probaba la longitud de mi eje y su mano curvada alrededor de mi base, acariciándome mientras chupaba profundo en su garganta. Mi necesitada erección borra toda mi concentración y me toma un momento darme cuenta de que Sophie está hablando. —¿Colton? —Parpadea hacia mí, sacándome de mi espectáculo a rayos X reproduciéndose en mi cabeza. —Estoy feliz de que vinieras —digo.

Muerde su labio inferior, casi tan nerviosa como la primera vez que la traje a casa. Su mirada barre la habitación y su espina está recta como una flecha. No quiere dejar la guardia baja, y asumo que es porque no confía en ella misma conmigo. Bueno saberlo. No confío en mí tampoco. —¿Puedo traerte algo? ¿Vino? ¿Una botella de agua? Sacude la cabeza. —¿Qué querías discutir? Fuiste un poco vago al teléfono. Tiene razón. Fui vago, básicamente porque no tenía idea de qué podría decir para persuadirla. Sabía que necesitaba ver sus ojos, leer su expresión para trabajar mi propuesta. Y la chica nerviosa e insegura sentada delante de mí significa que tengo que proceder con precaución. Consideraría presionarla, convencerla de cuán buenos somos juntos físicamente y persuadirla de estar conmigo de la manera que sé ella quiere. Pero ahora vero que necesito emplear un método diferente, porque verla salir por esa puerta de nuevo, no es una opción. —Sé que lo jodí por ocultarte mi matrimonio. En mis ojos, está terminado, desde hace años. La única cosa que queda son un par de firmas en un pedazo de papel. Pero de todas formas, ahora veo cómo te lastimó. Fue un movimiento idiota. —Asiente encontrando mis ojos. Lamo mis labios y continúo—: Pero no creo que mi pasado signifique que todo esto deba terminar. —¿Qué estás proponiendo? —pregunta, su voz tentativa y un poco sin aliento. Quiero follarte. Dominar tus días y noches, y ocupar cada despertar tuyo, así como tú ocupas los míos. —Quiero que te quedes.

35 Sus cejas se juntan mientras me mira en silencio. No rechaza la idea inmediatamente, es un comienzo.

Sophie Miro a Colton sentado delante de mí, su alta figura pulcramente doblada en el brazo de la silla. Su respiración permanece profunda y estable mientras mi propio corazón golpea como un martillo, causando mi pecho doler. La verdad es que no tengo idea de lo que hago aquí, por qué accedí a venir. Si soy honesta, es porque el hombre tiene algún poder magnético sobre mí. Soy total y

completamente incapaz de rechazarlo, a pesar de mis intenciones de mantenerme alejada. Y por alguna extraña razón, siento la más ligera culpa que me salí de nuestro acuerdo antes de cumplir mi obligación. Nunca obtuvo lo que pagó y ese detallito es algo que no es fácil de olvidar. Expulsa una respiración fortificante de sus pulmones y se inclina ligeramente hacia mí. Sé que si me hala en sus brazos y me besa, sería incapaz de resistirme y encuentro mi mirada aleteando entre sus labios y sus ojos mientras espero que hable.

36

Finalmente lo hace. —Recuerdo que dijiste que querías algo propio, vivir lejos de casa y ser independiente por primera vez —dice Colton. Recuerdo bien esa conversación. Fue una de las primeras veces que nos sentamos a cenar algo preparado por su cocinero en el silencioso comedor. Hablé muy libremente, desnudando demasiado de mí. Pero a algo en mí le agrada que recuerde eso con tal detalle. No es que esté sorprendida, Colton ejercita tal autoridad en cada faceta de su vida, claro que lo recuerda. —Y creo que sabes que me gusta tenerte aquí —admite. Asiento en silencio mi acuerdo. ¿Qué está diciendo? No podemos seguir saliendo, si eso es siquiera lo que hacíamos. Él está casado. Y me mintió sobre ello. ¿Puedo siquiera confiar en él? —Y sé que a Kylie le encantaría que regresaras a trabajar con ella. —¿Colton? —pregunto, finalmente mis cejas juntándose. —No hay razón para que no podamos ser amigos. —¿Amigos? —Mi voz sale demasiado fuerte mientras el shock de su sugerencia me azota. Sus ojos oscuros vagan por mi rostro y asiente levemente, su boca solo tiñendo una sonrisa. No tengo idea de qué está jugando, pero ¿amigos? ¿Eso es siquiera una posibilidad para dos amigos que se atraen? Como si leyera mis pensamientos, Colton sigue—: No hay razón para que esto termine, Sophie. Disfruto tu compañía, y creo que te sientes igual. Puedes seguir viviendo aquí, podemos llevar las cosas entre nosotros lentamente mientras arreglo el pasado y ver a donde va. —¿Y nuestro acuerdo? —pregunto.

Su traviesa sonrisa enciende su rostro. —Amigos, sin sexo. Nuestro acuerdo está descartado. Mi barriga gira mientras me doy cuenta que ya no soy una esclava sexual contratada, y una no bienvenida sensación de decepción me sobresalta. — Entonces, te voy a regresar el dinero. —El dinero es tuyo. Nunca quise pagar por sexo, Sophie. Solo no quería a un idiota comprándote en la subasta para llevarte a casa. Eras demasiado buena,

37 demasiado

pura y hermosa para pertenecerle. —Su confesión me quita el aliento. Me siento inútil y fuera de control y quiero llorar. —He gastado una buena parte del dinero en el tratamiento de Becca, y no tengo forma de pagarte, pero el resto te lo podría regresar —tartamudeo. —Primero, nunca aceptaría el pago. De haber conocido a Becca antes de que todo esto comenzara, habría estado feliz de inscribirla en el programa de tratamiento experimental. Y nunca esperaría que me regresaras el dinero. —No se siente bien quedarme con lo que queda del dinero. —Es tuyo para hacer lo que quieras. Esta conversación es como un juego de ping-pong y mi cerebro se siente confuso. —¿Entonces cómo funcionaría esto? —pregunto, sorprendida de que realmente lo estoy considerando. —Accediste a darme seis meses —me recuerda. —También accedí a darte mi virginidad —añado. —Pero no la tomé. —No, no lo hiciste —concuerdo. Un hecho del que me encuentro dolorosamente consciente. —¿Sigues intacta? —pregunta, su tono rasposo y profundo. Una cálida corriente pasa en mí, sonrojando mis mejillas y mojando mis bragas. —Por s-supuesto. —Mi voz es rasposa y los ojos oscuros de Colton recorriendo los míos imposibilitan hablar claramente. Veo la vena latir en la base de su garganta. —Buena chica —advierte. He esperado veintiún años, ¿realmente pensó que solo la aventaría por ahí con algún chico al azar en las dos semanas que estuvimos separados? —¿Dónde dormiré? —pregunto.

Su boca cae solo una fracción. —Donde quieras. —Supongo que una habitación de invitados —digo más para mí que para él mientras pienso en su rara propuesta. —Si lo prefieres.

***

Él está siendo tan amable, tan servicial. El cambio es refrescante después del

38

infierno emocional por el que me ha hecho pasar. Aún no estoy segura de qué es exactamente lo que propone y si realmente espera que siga viviendo aquí durante los próximos seis meses, pero por alguna extraña razón, no odio la idea. Nos miramos el uno al otro en silencio durante algunos minutos, cada uno digiriendo lo que significaría para nosotros ser sólo amigos. Me duele el corazón de sólo pensarlo. Significaría que no podría tocarlo, no sentiría el calor de su cuerpo presionado firmemente contra el mío. Suelto un pequeño suspiro. —Si insistes en que mantenga el dinero, ¿supongo que soy libre para gastarlo en lo que sea que quiera? —Por supuesto que sí —dice. —Entonces me gustaría donarlo a tu trabajo de caridad en África. Una lenta sonrisa curva sus labios. —Está bien, entonces.

***

Sólo había ido a Los Ángeles para recoger mis pertenencias de la mansión y conseguir el cierre con Colton al escuchar lo que sea que quisiera decirme. En cambio, me encuentro moviendo mi ropa de su armario a una habitación al final del pasillo que huele a polvo y cera para muebles. La cama tiene sábanas y un edredón azul, y los muebles son modernos con líneas limpias de esmalte blanco. Un gran espejo cuelga de la pared y candelabros decorativos flanquean ambos lados del cabezal tapizado. Abro las cortinas de gasa blanca sombreando los grandes ventanales y miro la piscina de abajo. Un temblor frío me atraviesa y envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura. No tengo ningún deseo de estar cerca de esa piscina y vuelvo a cerrar

las cortinas, bloqueando la vista. Sólo con ver brillar el agua azul cristalina a la luz del sol trae una nueva oleada de dolor y humillación por el recuerdo de la mirada fría de Stella y el tono gélido cuando me informó, en términos muy claros, que ella era su esposa. La palabra esposa, en relación a Colton, no resuena. Especialmente viniendo de la boca de esa mujer. Nunca pude verlo con alguien como ella. Simplemente no encajan. Eso me hace preguntarme si incluso lo conozco en absoluto. Una razón aún mejor para permanecer como amigos mientras lo averiguo. Quiero más con Colton. Quiero de vuelta esa cruda sensación de energía sexual que fluye tan fácilmente entre nosotros cada vez que está cerca. Pero me conformaré con amigos, por ahora, mientras navegamos por este camino lleno de baches en el que nos encontramos. Después de que he terminado de mover mis escasas pertenencias a mi

39 nueva habitación, me siento aburrida y sola. Pero en lugar de ir a encontrar a Colton en esta monstruosa casa, me tiro sobre la cama y llamo a Becca. —Hola, hola —responde ella, alegre como siempre, como si no hubiera luchado contra una agresiva etapa cuatro de cáncer en los últimos años. —Hola. —Su fuerza y determinación para vivir me quita el aliento y de repente quejarme con ella sobre mi dilema con Colton parece infantil e inmaduro. —¿Qué pasa? —pregunta. —Nada. —La mentira se desliza fácilmente de mi boca—. Es solo que podría quedarme aquí más tiempo de lo que esperaba. —¿Ah, sí? ¿El señor Sexy, Rico y Apuesto te ha recuperado? —Algo así —admito. Colton había sido más abierto y expuesto de lo que esperé, y tiró de algo dentro de mí—. Me propuso que siga viviendo aquí y trabajando con Kylie. —¿Y supongo que aceptaste? —pregunta. —Voy a intentarlo —confirmo. —No te culpo. Tampoco viviría con mamá y papá si no tuviera que hacerlo. No discutimos el hecho de que no es capaz de vivir por su cuenta por razones de salud. Duele incluso pensarlo. —¿Y qué pasa con ustedes? —pregunta—. ¿Son una pareja de nuevo, o qué? —No. —Esta vez mi voz es firme—. Él dijo que sólo como amigos y acepté. Vamos a tomar las cosas con calma mientras trabaja en su pasado.

—Creo que es una buena idea. Sé que eras feliz allí. Pero, ¿qué te hizo reconsiderarlo? Está dotado como un elefante bebé, ¿no? —¡Becca! —la regaño—. Siempre con el sexo en el cerebro. —No puedo evitarlo. Es mejor dejar que mi mente derive hacia allí que a algo más morboso. El pene es mi lugar feliz. Puedo oír su sonrisa a través del teléfono y me gusta. —El pene es una buena cosa. —Así‖que…‖¿qué‖vas‖a‖hacer‖con‖respecto‖al‖pene‖de‖Colton? —Tomar las cosas con calma, como él lo propuso. Estoy bastante segura de que eso significa que no hay pene en mi futuro.

40

—Buu.‖ Eres‖ aburrida.‖ Voy‖ a‖ ir‖ a‖ McGilroy’s‖ y‖ conseguir‖ un‖ helado‖ con‖ chocolate caliente. —¿Tu apetito está de vuelta? —pregunto. —Síp. Estaré gorda antes de que lo sepas. Sí, claro. La idea de Becca distinta a un palo flaco sería un milagro. Tiene dificultades para retener los alimentos y por lo tanto problemas con su peso. — Diviértete. Te quiero. —También te quiero, pero tú eres la que necesita divertirse. Encuentra una manera de acelerar su divorcio para que puedas saltar sobre ese chico. —Estoy en ello. —Sonrío, y finalizo la llamada. Sostengo el teléfono en mis manos por varios minutos después de que terminamos la llamada. Dios, amo a mi hermana. Después de organizar mi habitación lo mejor que puedo, decido ir en busca de Colton. Lo encuentro sentado en un taburete en la isla de la cocina, su Tablet frente a él con su correo electrónico lleno de mensajes que está revisando. —¿Te interrumpo? —pregunto, agarrando una botella de agua de la nevera. —Por supuesto que no. ¿Estás bien? Asiento. —Acabo de llamar a Becca para decirle que me voy a quedar. Está tranquilo, pero su actitud calmada me dice que esto lo hace feliz. En lugar de sentarme en el taburete a su lado, rodeo la isla de la cocina y me paro frente a él, apoyando los codos contra la losa de granito.

Se ríe de mí. —¿Qué tienes en mente, cariño? No me di cuenta que era tan obvia. Enderezo mis hombros y relajo la línea arrugando mi frente. —Tú‖ y‖ Stella…‖ —No debería preguntar, sólo me estoy torturando, pero no puedo evitarlo. Necesito saber, porque no puedo imaginármelo con ella—. Quiero saber la naturaleza de su relación. ¿Era como un matrimonio normal, con todas las ventajas y beneficios del matrimonio? Aprieta un botón para oscurecer la pantalla de su Tablet y suelta un suspiro calmado. —¿Qué estás preguntando? —Viviste aquí con ella. Asumo que esta casa está llena de recuerdos para ti, y simplemente es extraño para mí pensar en ti con otra mujer viviendo aquí, durmiendo en la‖cama‖que‖compartí‖contigo… —¿Qué quieres saber? —pregunta Colton. —Supongo‖ que‖ lo‖ que‖ quiero‖ saber‖ es…‖ ¿fuiste‖ feliz?‖ Stella,‖ en‖ mi‖ muy‖

41 breve interacción, parecía bastante diferente de mí. —Ella era toda dureza en el exterior, con bordes afilados y preocupada hasta del último centímetro de ella. —Eras diferente. Joder, eres diferente, Sophie. Me gusta saber que tal vez lo que él y yo compartimos fue diferente de lo que tuvo con ella. —¿Cómo es eso? —Eres suave y dulce y gentil. Me haces reír. —No me gusta que tengas recuerdos con ella de cosas que tú y yo nunca compartimos. Estoy segura de que sabe que hablo sobre el sexo, y mis mejillas se sonrojan ligeramente. Dijo que sólo somos amigos, así que, por qué lo estoy empujando a contarme su historia sexual, no tengo idea. Sueno como una novia celosa, pero soy incapaz de detenerme. Colton se inclina hacia mí, sus ojos oscuros inmovilizándome en el lugar. — ¿Quieres saber por qué sólo quería sexo oral contigo? Asiento, incapaz de resistirme a la pizca de información que está colgando frente a mí. —Porque eso es algo que Stella no haría. —¿Qué estás diciendo?

—Nunca me follé su boca. Nunca me perdí completamente con ella. Cada vez‖contigo…‖fuimos‖solo‖nosotros.‖No‖hubo‖recuerdos‖amargos‖para‖cont aminar‖ eso. Era nuestra cosa. Sus palabras envían un torrente de emociones conflictivas a través de mí. Mi corazón retumba en mi pecho mientras recuerdo nuestros encuentros eróticos con total nitidez. —Ella‖no‖lo‖haría…‖¿por‖qué? Se encoge de hombros. —Decía que no le gustaba el sabor. Por supuesto, eso es exactamente lo que la atrapé haciéndole al jardinero, tomándolo profundamente en su garganta en la biblioteca. Parecía gustarle mucho, siempre y cuando no fuera conmigo. Me duele el corazón por él. Tan enojada como estoy, empiezo a comprender el profundo dolor y desconfianza que ha llevado con él. Recuerdo cómo nunca parecía querer entrar en esa habitación y mi corazón se ablanda un poco. Y me gusta saber que, aunque sea trivial, hacerle una mamada es algo que solo yo hice. Supongo que ahora entiendo su aversión a la biblioteca. —Estar con ella era una mera conveniencia. Tú eres una elección. Una que quiero‖tomar‖desesperadamente…‖si‖me‖lo‖permites.

42 Sus palabras me inundan. No debería confiar en él, no después de que me mintió sobre su pasado, me hizo creer que era soltero. Sin embargo, ninguna parte de mí niega que lo quiero. —Pero dijiste que somos amigos. —Mi voz es pequeña. Tomaría poco o ningún esfuerzo de su parte convencerme de que estaríamos mejor como algo más que amigos. El zumbido de calor entre nosotros es palpable e intenso. —Por ahora, sí. Quiero que confíes en mí otra vez. No voy a presionarte aún. Aún. Esa palabra suena ruidosamente en mi cabeza. Trago con dificultad, tratando de descifrar el significado más profundo detrás de sus palabras. Él me quiere de vuelta, estoy segura de eso. Entonces, ¿por qué demonios no termina de divorciarse de Stella y sigue adelante con su vida? Dos años de espera para ser libre parece extremo. Incluso para alguien tan terco y arrogante como Colton. —Lo‖siento…‖—me disculpo, aunque no estoy del todo segura de por qué. Odio la idea de Colt encontrando a esa bruja de rodillas, dándole a otro hombre lo que le negó a él. —No lo hagas —dice, con frialdad. Pero sus ojos cuentan una historia diferente. Son oscuros y lejanos, como si está luchando por escapar de los recuerdos amargos que lo siguen alrededor de las habitaciones de su propia casa.

Dejo a Colton con su trabajo y me encuentro paseando por las habitaciones de su casa, terminando en la biblioteca. Odio a Stella. No puedo decir que realmente he odiado a alguien antes. Odio el cáncer de Becca, odio que Colton esté casado, pero jodidamente odio a Stella por completo. Ha hecho que un hombre dulce se endurezca y se cuestione a sí mismo y a sus relaciones. Me quedo en la biblioteca, mirando silenciosamente al vacío durante demasiado tiempo. Cuando encuentro a Colton en su oficina más tarde, lo convenzo de dejar su trabajo por la noche y dormir un poco. Los círculos oscuros bajo sus ojos tiran algo dentro de mí, pero resisto la tentación de envolver mis brazos alrededor de su cuello. Él no es mío para calmarlo. Nos separamos en la parte superior de las escaleras y decimos buenas noches. El paseo a la habitación de invitados se siente demasiado largo y simplemente extraño. Mientras me arrastro entre las sábanas frescas, mis pensamientos van directamente al hombre al otro lado del pasillo.

***

43 El día siguiente es interesante. Una extraña sensación de malestar crece a medida que pasa el día. Comemos juntos, voy a trotar, y Colton trabaja en la isla de la cocina mientras veo una revista, pero no puedo evitar sentir que algo está mal. Estamos luchando por encontrar nuestro ritmo solo como amigos. Sigo robando miradas de él, notando la forma en que su camiseta blanca se aferra a su esculpido pecho y siento sus ojos en mi espalda cuando me alejo. Odio no poder tocarlo. ¿Es posible ser amiga de un hombre que quiero tan desesperadamente? Cuando cae la noche, me ducho, cepillo mis dientes y termino mi ritual nocturno habitual, pero no estoy lista para ir a la cama. Mi cuerpo está demasiado tenso. Empiezo a pensar que este nuevo arreglo que he aceptado nunca funcionará. Después de dar vueltas durante una hora, decido ir por Colton. Sé que mis acciones —ir a su habitación en medio de la noche— definirán cómo pasaremos nuestros próximos meses, pero no me importa. Necesito verlo, hablar con él, para entender en lo que me estoy metiendo. Me arrastro por el pasillo de puntillas como una intrusa sigilosa y golpeo suavemente su puerta.

No hay respuesta. Tal vez ya está dormido. Entro y mis ojos buscan por la habitación oscura. Sus sábanas están en una pila desordenada sobre la cama, pero no veo ningún movimiento. —¿Colton? —susurro. Nada. Me arrastro más cerca y me arrodillo en el borde del colchón. Ahora que mis ojos se han adaptado a la oscuridad, puedo ver que no está aquí. La habitación está tranquila y vacía. Me atraviesa una punzada de decepción, seguida por llamaradas de curiosidad. Me aventuro en busca de él.

44

Traducido por Vani & Miry GPE Corregido por Fany Stgo.

Sophie El anochecer ha bañado la casa en la oscuridad casi total, con excepción de las pequeñas luces de camino que están colocadas estratégicamente en puntos de salida en toda la casa. Es sólo la luz suficiente para verme mientras bajo por las escaleras y me dirijo hacia la oficina de Colton. Paso el estudio en mi camino y confirmo que no está ahí. Tal vez no podía dormir bien y ha vuelto a trabajar. Sus

45 mantas estaban esparcidas por la cama como si hubiera luchado con ellas. Mi conjetura es que él intentaba dormir, igual que yo, y perdió la batalla. La puerta de su oficina se encuentra abierta y una lámpara proporciona una franja de luz suave. Escucho gruñidos y mi estómago se tambalea. Doy un paso alrededor de la puerta y estoy completamente sorprendida por lo que encuentro. Colton está sentado en su sillón de cuero, sus pantalones bajos y su polla gruesa está de pie con orgullo. Su mano se mueve de arriba abajo en movimientos cortos y desiguales y está gruñendo en voz baja. Mi coño se aprieta a la vista de él. Libero un pequeño gemido y sus ojos se apoderan de los míos. —Cristo, Sophie. —Se mete a sí mismo de nuevo dentro de los pantalones, lo cual no es tarea fácil. Está tan duro y su polla llena de sangre no se ve feliz de estar metida en el espacio confinado. Yo sólo sigo observándolo. —¿No sabes tocar la maldita puerta? —ladra en mi dirección.

—La puerta estaba abierta —murmuro, sintiéndome una idiota. Mira detrás de mí hacia la puerta abierta. —Supongo que lo estaba. ¿Aunque, qué haces fuera de la cama? —Creo que la mejor pregunta es, ¿qué haces tú? —Me siento descarada y quiero verlo retorcerse un poco siendo capturado. Salvo que se encuentra tranquilo y sereno, y me sigue viendo con calma. Sacude la cabeza hacia mí, obviamente, sin morder el anzuelo. —No hagas preguntas para las que no estás dispuesta a escuchar las respuestas. No estoy segura de lo que quiere decir, pero cruzo la habitación y me paro delante de él, mis piernas todavía inestables de lo que acabo de presenciar. — Estabas masturbándote. Se queda tranquilo y calmado. No lo había dicho como una acusación, pero por suerte Colton no parece ofenderse. —Sólo tengo curiosidad... —Tengo necesidades, Sophie, como tú sabes. Asiento. —Los dos las tenemos. —Doy un paso más cerca. —Ten cuidado, dulzura. Estás jugando con fuego, tentándome, haciéndome querer algo que no puedo tener.

46 —¿Quién dice que no puedes? —No sé quién es la chica que se halla provocando, pero me siento audaz, inquieta y solitaria. Es una mala combinación, y me hace querer actuar. Levanta una ceja oscura, mirándome de cerca. —Ha cambiado tu opinión sobre todo esto, porque te voy a follar aquí y ahora, tan profundo que todavía sentirás mi polla dentro de ti mañana. No digo nada más, sobre todo porque no sé qué decir, pero mi cuerpo zumba con anticipación. Mis pezones se endurecen contra la parte posterior de mi top y mis bragas se aferran a mis sensibles pliegues. Colton lanza un gemido de frustración y empuja su palma contra su erección —la cual definitivamente sigue allí. —¿Sophie, cuál es la mierda actual? — Su tono es un cruce entre juguetón y enojado. —Siento haberte interrumpido —digo.

—A la mierda —dice, apoyando su cabeza contra la silla de cuero y cerrando los ojos. Cuando los abre de nuevo, su ira se ha ido. Todo lo que veo es lujuria. —¿Por qué nunca me tomaste? —pregunto. —A medida que pasaban las semanas, comenzaste a significar más para mí. No quería tomar algo de ti que no era mío. Es tuyo, quiero decirle. —Pero ese día que Stella se presentó, ibas a hacerlo. — Había visto la mirada de determinación en sus ojos y supe que por fin iba a entregarse a mí. —Porque sabía en ese momento que me pertenecías. Incluso sin la subasta, sin el acuerdo. Eras mía. Observo sus ojos, sin estar en desacuerdo en lo más mínimo. Todavía lo soy. La forma en que su oscura mirada barre a la mía me dice que me quiere, pero elige no presionarme. Quiero saber por qué. —¿Por qué sugeriste que seamos sólo amigos? —pregunto. Toma una respiración profunda y la deja escapar lentamente. Luego hace un gesto para que me siente en una de las sillas frente a su escritorio. Sigo su ejemplo y me siento, metiendo mis piernas desnudas debajo de mí. La parte superior de mi top y pijama corto que llevo no es rival contra el aire acondicionado frío. Eso, o mi cuerpo todavía se encuentra temblando de lo que presencié cuando entré. —Estaba desarrollando sentimientos reales por ti, algo que asustó la mierda

47

de mí dado mi pasado. —No entiendo. Los dos estábamos nos estábamos enamorando... —Es la primera vez que he admitido mis verdaderos sentimientos, pero algo me dice que esto no es una sorpresa para él. Colton no dice nada, solo me mira pacientemente como si tuviéramos toda la noche para sentarnos aquí y hablar en acertijos. Tal vez es sólo su discurso de sólo amigos —una solicitud hueca hecha sólo para que me quede. —Si quieres una oportunidad real conmigo, necesito algunas cosas de ti — dice. —¿Cómo cuáles? —Sabes que no me ha ido bien en cuanto a las mujeres, y el dinero y la confianza.

—Sí —reconozco. —Las mujeres por lo general sólo me quieren por mi dinero —añade. —¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Soy lo más lejano a ser una caza fortunas. —Bueno, tienes que admitir que el inicio de nuestra relación no infundió mucha confianza. Sólo accediste a ir conmigo esa noche porque te estaba pagando. —Sí, pero a medida que fui conociéndote, sabes que no fue por el dinero. Ese dinero era para Becca. Te dije que te voy a dar el resto ahora. —Eso no es lo que quiero. —Su tono es firme y me siento como si estuviéramos dando vueltas en círculos. —¿Entonces qué es lo que quieres? —Algo mucho más valioso... —Sus ojos trazan un camino a lo largo de mi escote expuesto, haciendo que mis pezones se endurezcan. Me quedo tranquila, expectante y preguntándome lo que tiene en mente. —Quiero saber que puedo confiar en ti. Necesito tu fe y tu creencia en mí de que yo puedo encargarme de mi pasado. —Puedes confiar en mí... —empiezo. —Hablar es barato y me he quemado antes. Sophie, lo que pasó con Stella hace que sea difícil para mí creer en las mujeres. La falta de juicio y un matrimonio roto bajo mi cinturón puede ser comprensible, ¿pero dos? Eso no es algo que estoy dispuesto a arriesgar. Amigos es más seguro en este momento.

48

—¿No confías en mi? No responde. —Tú eres el que ocultó la verdad —dejo escapar. —Puede ser, pero quería saber cómo me sentía y te lo estoy diciendo —dice. —No sé lo que tratas de decirme —admito—. Colton, tienes que saber que no soy nada como ella. —No me gusta que una mujer malvada nos haya arruinado. La mirada que me da es de incredulidad. —Sólo te encuentras en mi vida por razones monetarias. Te pagan por estar aquí, y saliste corriendo tan pronto como las cosas se pusieron difíciles. ¿Qué se supone que debo pensar? —dice, sujetándome con una mirada caliente.

Dios, tiene razón. Cuando miro mis acciones a través de ese lente, puedo ver lo que quiere decir. Estuve aquí sólo por el dinero. Tan pronto como fui confrontada con su pasado, huí de él, negándome a escuchar una sola palabra. —Tengo que ser capaz de confiar en la mujer con la que estoy —añade. Me destroza ver nuestro acuerdo a través de sus ojos, al saber que me ve como otra mujer que sólo le interesa su riqueza. Me levanto y cruzo los brazos sobre mi pecho. Por qué había pensado alguna vez que ser amigos era una buena idea, no tengo ni idea. —No va a funcionar para mí. Te quiero. Tú me quieres. Sin embargo, no confías en las mujeres. Y no puedo simplemente pasar por alto tu matrimonio. Estamos en un callejón sin salida. —Así parece. —Colton tamborilea con los dedos sobre el escritorio. Allí, de pie en la tranquila soledad de su oficina, me pregunto qué demonios voy a hacer ahora. Considero hacer las maletas y volver a casa, pero en el fondo, sé que no es la solución. Estaría haciendo exactamente lo que Colton espera. Huir. Necesito permanecer y mostrarle que hay una manera diferente. Incluso si asusta la mierda siempre amorosa de mí. Una idea se afianza y soy incapaz de deshacerme de ella. Mi boca comienza a trabajar antes de que mi cerebro pueda incluso ponerse al día con lo que propongo. —Tengo normas morales. Que dictan que no me acuesto con hombres casados. Me mira con curiosidad. Me siento frente a él una vez más y respiro calmadamente. —Quiero demostrarte que puedes confiar en mí. Que puedes poner tu fe en una mujer de nuevo.

49

—¿Cómo? —Dejándome de lado y sometiéndome como debería haber hecho desde el primer día que me compraste. Sus ojos hambrientos parpadean en los míos. —No entiendo. —Colt, tengo miedo. De todo esto. Mis sentimientos por ti, de ser herida, de darte mi virginidad. Tengo miedo de que no puedas romper los lazos con Stella. Pero tengo fe en ti. Esta es mi forma de mostrar que confío en que hagas lo correcto y la mejor manera en que puedo demostrarte que no voy a ninguna parte es entregarme a ti.

—Sophie... —gime, frotando una mano por su cabello —Puedes tenerme de cualquier forma que quieras. —Sophie, quiero tu virginidad. Quiero reclamarte totalmente. Es la única manera de demostrarme que estás realmente aquí por mí. —Pero dijiste amigos —bromeo ligeramente, sacando el delicioso enfrentamiento verbal que se parece tanto a los juegos previos. —A la mierda lo de amigos. Quiero estar dentro de ti. —Lo quiero también —digo—. Más que nada. —¿Te encuentras segura de eso? Asiento, encontrado su mirada oscura. —Había un hombre que conocí en un bar en Italia, era atractivo y educado y... —¿Sohpie, querías que él te jodiera? ¿Querías que él pusiera su polla dentro de ti? Su lado posesivo me hace sentir caliente y nerviosa. —Sólo escucha —le pido—. Podría haber dormido con él, y de hecho Becca me alentó. Me dijo que seguir siendo virgen era mi elección y podría haber ido adelante con ello. —¿Pero no lo hiciste? Niego. —Sabía que debías ser tú. Quiero que seas tú. Se levanta de un salto y me tira contra él. Mi pecho queda al ras con el suyo y sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura, aplastándome. Eso roba mi aliento y me quedo allí, inmóvil, dejando que se aferre a mí para salvar su vida. El movimiento es sorprendentemente tierno, y puedo decir que mi oferta ha golpeado algo dentro de él. No puedo pensar en una sola cosa que decir, pero sé con claridad rotunda que esto no es algo que puede ser hablado. Tiene que ver mis acciones para

50

entender dónde se encuentra mi lealtad. Justo cuando contemplo mi próximo movimiento, él pone su cabeza en mi hombro, apoyando su mejilla contra la parte superior de mi pecho. Puedo sentir su aliento fantasma sobre mis pezones en mis pantalones suaves. Mi piel se calienta con su proximidad, pero esto no es sexual. Es un gesto dulce, como si estuviera reconociendo mi aceptación de él y todo su equipaje. Empiezo a envolver mis brazos alrededor de él, pero me detiene, tomando mis manos y manteniéndolas a mis costados, enlazando sus dedos con los míos.

Levanta la cabeza de mi hombro, mirándome directamente a los ojos. Nuestras palmas se presionan entre sí y ninguno de los dos dice una palabra. Se siente íntimo y familiar. Odio cómo de dañado está, y apenas comprendo toda la profundidad de ello en este momento. Normalmente es tan seguro, tan exigente, que este lado tierno suyo es completamente inesperado. Nuestros ojos permanecen mirándose y es como si los dos estamos compartiendo el mismo pensamiento. Estamos dando un paso gigante hacia adelante como una pareja, cada uno dejándonos al descubierto a nosotros mismos. Él, aprendiendo a confiar de nuevo, y yo tirando una cana al aire con un hombre casado. Incluso sin el contrato, él es mi dueño, y yo había sido tonta al pensar que sólo podía alejarme. Soy suya. Inclinando su cabeza a la mía, me da un suave beso en mis labios. Mis ojos perezosamente se cerraron y separo mis labios, aceptándolo. Su lengua acaricia la mía, invitándome a jugar. Después de varios minutos de sus profundos besos hambrientos, me alejo, sin aliento. —Dijiste que pasaron dos años. Eso es mucho tiempo para esperar. Traga, su nuez de Adán moviéndose. Sus manos se liberan de las mías y se desplazan por mis brazos hasta acunar mi rostro. —¿Qué juego juegas? — pregunta, con un tono confundido a su voz. —No hay juegos. Sólo nosotros. Tienes que ser capaz de confiar en la mujer con la que estás. —Por supuesto —concuerda. —Soy suya, señor. Todo lo que quieras. Las cosas pervertidas que puedas fantasear. —Lo miro, queriendo decir cada palabra. Me siento traviesa, sexual y me gusta. Me desnudé ante él y no tengo idea de lo que piensa. —¿Si quiero vendarte y joderte hasta que estés irritada? El tono hambriento en su voz es inconfundible. Quiero cumplir todos sus

51 deseos y aliviar esta tensión entre nosotros más de lo que quiero mi siguiente respiración. —Todo lo que quieras —murmuro. —¿Y si quiero tomar tu pequeño trasero apretado?

Mi estómago da una voltereta, pero mi mirada permanece en la suya. No sé si trata de asustarme, o si eso es algo que realmente desea. Enderezando mis hombros, respondo—: Entonces estoy en el juego. Creo en ti. Y creo en nosotros. —¿Te encuentras segura de esto? Porque una vez que me encuentre enterrado dentro de ti, no seré capaz de parar. —Me encuentro segura de esto. —Al menos eso creo—. ¿Cuando empezamos? —pregunto. —Ahora. Su tono áspero me sobresalta. Y el calor en la habitación parece incrementarse varios grados. —¿Quieres mi boca? —pregunto, poniéndome de rodillas en la alfombra de felpa. —No. —Me mira, y acaricia mi mejilla con su pulgar—. Por muy tentadora que es esta linda boquita tuya, necesito follarte. Jadeo con un aliento estrangulado. Olvidé lo explícito que puede ser sobre sus necesidades. La dulce ternura de Colton se fue. El hombre de pie frente a mí es toda fuerza masculina y presencia dominante. Trago y doy un asentimiento tenso.

52

Colton Sophie no sabe que ya firmé los papeles del divorcio, pero su confianza en mí lo es todo. Sabía que mis instintos estaban en lo cierto sobre ella. No sólo es el sueño húmedo de todo hombre hecho realidad, sino que también tiene un corazón de oro. Entiende mis problemas de confianza y se la juega de la única forma que sabe de cómo demostrarme que se encuentra aquí por las razones correctas. Casi tengo ganas de llorar cuando comprendo eso. Sophie espera ansiosamente sobre sus manos y rodillas, completamente desnuda delante de mí. Su confianza en mí es asombrosa e inesperada. Enciende todo tipo de sentimientos que pensé que juré que ya no tenía desde hace mucho tiempo. La noche sin duda dio un giro para mejor. Después de una acalorada llamada telefónica con Stella, me metí en la cama solo. Permanecí ahí sin poder dormir y comprendí que me comportaba de una jodida manera increíblemente infantil. Aparté las mantas y me dirigí a mi oficina para revisar los documentos

53 que mi abogado dejó en mi bandeja de

entrada hace mucho tiempo. Los imprimí y los miré por una eternidad, mi cabeza zumbaba y mi corazón dolía. Los firmé en el acto, el peso en mi pecho se liberó casi de inmediato. ¿Por qué en el mundo le dije a Sophie que sería su amigo?, no tenía idea. Me hallaba atado tan apretado que antes de saberlo, tenía mi polla en mi mano cuando Sophie me encontró. Y ahora ella se arrodilla ante mí, su trasero hacia arriba y sus manos enterradas en la alfombra de felpa de mi oficina. Camino a su alrededor y veo tensarse su espalda. —Relájate, dulzura —digo—. Me prometiste cualquier cosa que yo quisiera. —Le recuerdo. Voy y me paro detrás de ella y me siento contento al ver su coño brillando por su humedad. No la he tocado aún —sólo le ordené desnudarse, y lo hizo, dejándose completamente al descubierto ante mí, antes de ponerse sobre sus manos y rodillas a mi comando. Es una hermosa jodida vista y mi polla duele al pensar en finalmente tomarla. Pero no me apresuraré esta noche. Me quedo de pie sobre ella y desabrocho mi camisa lentamente, descartándola en el suelo junto con su ropa. Puedo sentir los ojos de Sophie observando mis movimientos, su cabeza se giró a mirarme. Saber que ella me mira

y que se siente completamente tan excitada como yo, me alimenta. Sus ojos queman directamente a través de mí, creando un dolor físico. Tomo mi tiempo, desabrocho el cinturón y lentamente lo deslizo fuera de mis pantalones. Abriendo el frente de mis pantalones de vestir, empujo mis bóxers por mis caderas y tomo mi polla en mi mano derecha. No necesito mirar para saber que ella se concentró en cada uno de mis movimientos. Mira cómo me acaricio en toda mi longitud, incluso tiro, sus ojos trazando cada centímetro de mi dureza. —¿Estás lista para mí, dulzura? —pregunto. Su mirada se eleva hacia la mía y me da un asentimiento sin palabras. Me arrodillo, me posiciono detrás de ella y coloco mis manos en la curva redondeada de sus nalgas. Usando mis pulgares, separo sus labios inferiores y la encuentro húmeda y lista. Ahora, eso es jodidamente excitante. Aún ni siquiera la he tocado, y mi ángel está empapada por mí. Me posiciono en su entrada y me burlo de ella con la punta de mi polla, deslizándola hacia arriba y abajo. Su calor me envuelve y la sensación hace que mis

54 bolas se tensen contra mi cuerpo. Joooder. Desde ya puedo decir que el sexo entre nosotros será intenso y aún ni siquiera la he penetrado. Dijo que quiere esto, pero tengo que asegurarme antes de tomar algo tan preciado de ella. Menea sus caderas, empujándose hacia atrás contra mí, y casi pierdo el jodido control en ese mismo momento. Sujeto su trasero y sofoco un gemido, viendo la gran cabeza de la polla presionarse en su carne rosa. Un suspiro tembloroso se estremece a través de sus labios. —El condón — murmura. Me echo hacia atrás y reanudo el burlarme de ella al frotar mi polla en su contra. —Esta noche quiero follarte con mi boca. Y si eres buena, mañana te follaré con mi polla. —¿Y pasado mañana? —Si aún puedes estar de pie, sí. Inhala fuertemente. —¿Y follaras mi trasero?

Maldita sea. Escuchar esas palabras eróticas salir de sus perfectos labios, provoca que una gota de líquido escape de mi punta. —Aún no, hermosa. Pronto, pero aún no. Sabré cuando estés lista para más. —Oh. —Si lo hago demasiado pronto te haré daño —explico. —¿Me harás daño? —No te haré daño. No a propósito. Pero, tu trasero es muy apretado. —Le doy una palmada juguetona en su nalga. Sonríe hacia mí con desafío. Le doy otra palmada, más en serio esta vez y soy recompensado con un satisfactorio chasquido y un jadeo mientras Sophie inhala. Ella podría pensar que tiene el control —entregándose a mí de esta manera— me encuentro a punto de demostrarle que aún tengo esto muy en control. Me inclino sobre ella, besando los hoyuelos gemelos en la parte baja de su espalda, en ese jodido lugar sexy justo encima de su trasero. Moviéndome más abajo, planto mi rostro en la unión entre sus muslos. Se pone rígida momentáneamente, al darse cuenta de que mi rostro se encuentra casi enterrado en su trasero. —Colton... —gime. Su tono es inseguro, vacilante y lucha contra mí,

55

tratando de zafarse de mi alcance. —No —advierto y tiro de sus caderas hacia mí. No tiene ninguna razón de ser auto consciente a mí alrededor. Quiero adorar a su coño con mi boca. Podría permanecer aquí durante horas y no sería suficiente. Mis manos sostienen firmemente sus caderas en su lugar mientras mi lengua barre y le lame de arriba a abajo. Lanza un gemido suave y deja de intentar alejarse. Sabe dulce, como el caramelo, y me consiento, sin vacilar en mi ritmo contra su clítoris hasta que sus gemidos de placer son lo suficientemente fuertes como para despertar a los vecinos. —¡Colton! —grita una y otra vez. Se encuentra ahí, en ese hermoso momento justo antes de que su orgasmo estalle a través de ella. Sumerjo dos dedos profundamente en su interior y la siento apretarse a mi alrededor.

De repente, ya no es sólo sobre verla deshecha por su orgasmo, quiero que se venga más duro de lo que nunca lo ha hecho en su vida y saber que es por mi causa. Empuja su trasero hacia atrás, moliéndose contra de mis dedos, y una visión de ella montando mi polla destella a través de mi mente. —Eso es, nena. Déjate ir. —Mis dientes se hunden en la nalga carnosa de su trasero perfecto, mis dedos se curvan hacia arriba contra ese punto sensible en el interior. Sophie se deshace, repitiendo mi nombre una y otra vez mientras jadea buscando aire y sujeta mis dedos. Su cuerpo tiembla por la intensidad de su liberación, y la levanto de su posición boca abajo, acunándola en mis brazos y besando su cuello, frente y labios. —Mierda, eso fue caliente, bebé. —Colton... —murmura de nuevo. Sus ojos azules se encuentran confusos y fuera de enfoque, jadea como si justo hubiera corrido un maratón. —Nunca fue de esta manera. —Eso es porque somos tú y yo —digo, queriendo decir cada palabra. Compartimos una conexión innegable que va mucho más allá de lo físico. No sé si es por todas esas semanas que pasamos viviendo juntos, conociéndonos el uno al otro y todo sobre el ignorar la química explosiva entre nosotros, pero es intensa y diferente a todo lo que experimenté.

56 Nuestros labios se encuentran en un torrente de besos hambrientos. Las manos de Sophie recorren mi cuerpo, trazando mis abdominales y moviéndose más abajo hasta que encuentra mi polla dura. Se burla de mí al principio, sus dedos me exploran, sus uñas arañan ligeramente contra mi piel, su delicada mano ahueca mis bolas. Gruño cuando me agarra y comienza a acariciarlo perezosamente de arriba abajo. Empujo mis caderas hasta encontrarme con sus caricias. —Más duro, bebé. —Le muestro lo que me gusta, apretando mi mano alrededor de la de ella y empiezo a bombear más rápido. Sus labios se quedan quietos momentáneamente aún contra los míos como si se concentrara en encontrar el ritmo. Cuando lo hace, el placer llena mi cuerpo y muevo mi mano a su nuca. —Se siente tan jodidamente bien —gimo, empujando mis manos entre su cabello y llevando su boca de nuevo a la mía.

Mientras nuestras lenguas chocan y exploran, Sophie utiliza ambas manos para acariciar mi longitud de arriba abajo hasta que me encuentro a punto de explotar. —Soph —gruño—. Me harás venir... Baja su cabeza y me toma dentro de su cálida caverna de su boca, succionando contra la cabeza de mi polla. Es inesperado y caliente que quiera probarme y no puedo resistir ni un segundo más. Enredando mis dedos en su cabello, hago erupción con una secuencia de maldiciones incoherentes y me vacío en su boca. Sophie suelta un bajo gemido y se traga hasta la última gota. —Nena, demonios. —La miro con aturdida incredulidad. No puedo creer que acabó de hacer eso. Sonríe tímidamente y baja su mirada a mi polla flácida, luego le da una suave palmadita. —Me alegra que decidieras en contra de ser amigos. —Alejo su cabello de la cara y beso sus labios. —Sabías que nunca funcionaría, ¿no? —Sabía que no era lo que yo quería, pero me encontraba dispuesto a intentarlo si esa era la única manera de tenerte en mi vida. —Honestamente es la verdad.

57

Me mira, sus ojos brillando con anhelo. —Lo quiero todo. —Yo también, dulce Sophie. Yo también. Me pongo de pie, sosteniéndola en mis brazos. —Vamos, vamos a la cama. —¿Qué pasa con nuestra ropa? —Baja la mirada al montón de ropas desechadas que decoran el piso de mi oficina. —Le darán a las amas de llaves algo para chismear. Descansa su cabeza contra mi hombro, suelta un suspiro de satisfacción y me permite llevarla por las escaleras.

Traducido por Jadasa Youngblood Corregido por Cotesyta

Sophie Por la mañana, cuando me despierto, Colton ya lo está y se fue de la cama. Echando un vistazo al reloj, me doy cuenta de que son las siete y diez, y ya que es un lunes, asumo que se despertó para alistarse para el trabajo. Queriendo verlo antes de que empiece su día, me levanto de la cama y me arriesgo escaleras abajo vistiendo solo su camiseta en la que dormí. El algodón

58 caliente

es suave contra mi piel y me recuerda que hay tantas cosas minúsculas que extrañé de él. Una sonrisa feliz juega en las comisuras de mi boca. Lo encuentro en la cocina, vestido con un traje oscuro, camisa blanca almidonada y una corbata azul marino. Está descalzo. Se ve delicioso. Quizás simplemente lo tendré a él de desayuno. Sus ojos se encuentran con los míos y coloca su teléfono celular sobre la isla. ―¿No eres algo lindo para mirar? ―Su mirada se pasea a lo largo de las curvas visibles bajo la camiseta, antes de detenerse sobre mis piernas desnudas―. Ven acá. Su sencilla orden pone tenso mi cuerpo con anticipación. Cruzo la cocina y me detengo frente a él. ―¿Dormiste bien? ―pregunto, extendiendo mis manos para ajustar su corbata. ―Como una jodida roca. ―Coloca un beso en mi sien―. Gracias a Dios que regresaste. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y exhalo suavemente mientras me tira en sus brazos y me sostiene fuerte. Viéndolo todo conservador con su traje y

corbata me dan ganas de despeinarlo, desnudarlo y hacer cosas malas, aquí mismo, en la cocina. ―Dijiste que hoy era el día... ―Levanto mi cara desde su cuello y susurro contra su oreja, dejando que las palabras permanezcan entre nosotros. La promesa de tener sexo más tarde tiene a todo mi cuerpo demasiado consciente de su cercanía, su aroma. La boca de Colton se estira en una sonrisa juguetona. ―Joder, Soph... Jugueteo con el dobladillo de mi camiseta y veo su mirada caer hacía el sur. Vistiendo solo una vieja camiseta gris, y nunca me sentí más sexy. Levanto la camiseta, dejando al descubierto el hecho de que no estoy usando ninguna braga, cuando Colton de repente se aclara la garganta, viéndose incómodo. ―¿Qué? ―pregunto. Suelta un suspiro. ―Marta está aquí. Me atraviesa la decepción y casi me quejo por la frustración. Dejo caer el dobladillo de la camiseta, cubriéndome de nuevo y miro alrededor de Colton a la ventana de la cocina, la cual tiene una vista directa a la entrada. Su pequeño coche deportivo de color rojo se encuentra estacionado en la calle, pero no la veo por ninguna parte. Raro.

59 ―Voy a vestirme ―le digo y lo dejo en la cocina. Llámame anticuada, pero cuando uno de los empleados de Colton está aquí, me imagino que al menos debería estar usando bragas. No toleraba sacarme su camiseta y simplemente me coloque ropa interior y un par de pantalones de yoga antes de dirigirme a la planta baja. Me encuentro con Marta en el pasillo fuera de una de las habitaciones. ―¿Sophie? ―Suena sorprendida y arquea sus cejas cuando me ve. ―Hola. ―Doy un vistazo a su alrededor y veo varias maletas en la habitación de invitados y ropas dejadas sobre la cama. ¿Qué infiernos? No entiendo qué está pasando, pero en lugar de quedarme a charlar con Marta, quiero hablar con Colton. Me dirijo directamente a la cocina. ―Marta se ve muy cómoda arriba. ―Se está quedando aquí ―dice, sin más explicaciones. ―¿Por qué? ¿No tiene un lugar propio? ―Si me da algún discurso sobre el compañerismo o que la casa está vacía, voy a enloquecer. Ya sospechaba sobre en

qué consistía su relación completa y después del fiasco de su matrimonio, no podía soportar que en este momento me cayera alguna otra granada de información. ―En su edificio hay infestación de ratas y se está restaurando su apartamento. Es solo por un par de días más o menos. ¿Ratas? Ew. ―Está bien. ―¿Qué está mal? Te ves molesta. ―Ella parecía sorprendida de verme aquí, como si no sabía que regresé. Se encoge de hombros. ―Regresaste recién ayer. Aún no he tenido tiempo de contarle. Su respuesta tiene sentido, simplemente no me gusta la idea de que con Colton nuevamente soltero, Marta no perdió tiempo en mudarse. Y a juzgar por las tres maletas gigantes que trajo con ella, está planeando estar aquí algo más que una par de días. Marta escoge ese momento exacto para entrar en la cocina y servirse una taza de café desde el armario. Sé que es irracional, pero su familiaridad con este hombre y su casa, me molesta. ―Jefe ¿listo para el trabajo? Podemos irnos juntos. ―Lo trata con una amplia sonrisa. Colton besa ligeramente mis labios y sus ojos le imploran a los míos que lo deje pasar antes de que se dé la vuelta hacia Marta. ―En realidad, me di cuenta de que probablemente estaríamos trabajando en horarios diferentes, entonces nos

60

iremos por

separado. ―No, eso está bien. No me importa si tienes que trabajar hasta tarde, me juego por lo que sea. Además, será un buen momento para ponernos al día. Puedo ponerte al tanto sobre las renovaciones he planeado para la casa de la piscina. ―¿Qué renovaciones para la casa de la piscina? ―pregunté. ―¿Colton no te lo contó? Sacudí mi cabeza. ―Una de las bombas de aire se averió y la casa de la piscina se inundó. Desde entonces, me he encargado de la redecoración desde... no tiene importancia. ―Marta sonríe coqueta, compartiendo una mirada secreta con Colt. ―¿Desde qué? ―pregunto.

Se encoge de hombros. ―Ya que Stella es quien decoró, no creía que la decoración púrpura y dorada combinara con los gustos de Colton, pensé que era tiempo de un cambio de imagen. Colton desliza su palma caliente contra mí, un gesto destinado a calmarme y tranquilizarme. No tengo ni idea de por qué estoy actuando tan territorial sobre un hombre que ni siquiera estoy segura de que es mío, pero ver esta mañana a Marta aquí, tiene todos mis sentidos en alerta máxima. Si voy a tener una relación verdadera con Colton, necesito que las mujeres de su pasado dejar dejen de presentarse aquí sin previo aviso. Hago una nota mental de preguntarle a Colton de los detalles sobre su relación con Marta. Estoy de pie cerca de la puerta en pijama y observo como Colton y Marta se suben a su pequeño auto deportivo rojo. Salen del camino de entrada, sobre la calle y perdura hasta que desaparecen de mi vista, el sonido de la música a todo volumen. Suspiro y cierro la puerta. Me va a tomar un tiempo acostumbrarme a mi nueva vida.

61

Traducido por Jadasa Youngblood Corregido por Adriana Tate

Colton Como un exitoso empresario que dirige dos empresas, que se ocupa regularmente de altos ejecutivos y negocia con feroces competidores, encuentro casi ridículo cómo me puede poner a sudar una pequeña chica, vestida sólo con mi camiseta. Mientras Marta conduce, mis pensamientos divagan hacia Sophie, como sucede a menudo.

62

Le escribo un mensaje de texto. Ya te extraño. Su respuesta es casi instantánea. Yo te extraño más. Sonrío y escribo mi respuesta. Vamos a divertirnos esta noche. ¿Lo prometes? Su respuesta me hace reír. Toda la que puedas manejar, dulzura. ―Así‖que,‖¿Sophie‖regresó?‖―pregunta‖Marta,‖bajando‖ el volumen de la radio, y desviando mi atención de mi teléfono. Detecto un toque de celos agitándose entre sí, algo a lo que necesito ponerle un alto ahora mismo. ―Sí,‖se‖mudó‖de‖nuevo…‖definitivamente, espero.

Marta‖baja‖sus‖gafas‖de‖sol‖y‖me‖mira.‖―Guau.‖Ese‖es‖un‖gran‖pa so. ―Así‖ es‖ ―confirmo―.‖ Marta,‖ estoy‖ loco‖ por‖ ella,‖ y‖ necesito‖ saber que entiendes eso. Tú y yo tenemos un pasado complicado, pero es allí donde eso necesita‖permanecer… en el pasado. ―Ya‖veo.‖―Detecto‖un‖toque‖de‖decepción‖en‖su‖voz. No puedo decir que estoy sorprendido por su reacción, siempre he sospechado que quería más de mí. ―Te‖valoro‖como‖una‖amiga‖y‖una empleada, pero Sophie es un cambio de juego para mí. De hecho, estoy finalmente lidiando con Stella. ―Colt,‖lo‖entiendo.‖―Su‖voz‖adquiere‖un‖tono‖ligeramente‖exaspera do―.‖ Las cosas entre nosotros terminaron mucho antes de que Sophie entrara en el panorama. Y soy una mujer madura. Puedo lidiar con ello. ―Sé‖ que‖ puedes.‖ Gracias‖ por‖ eso.‖ ―Me‖ alegra‖ de‖ que‖ parezca‖ comprenderlo. Lo último que quiero es que las cosas se pongan extrañas entre ella y Sophie. O para el caso, entre ella y yo. ―Adem{s,‖fueron‖sólo‖un‖par‖de‖veces‖―comenta. Ambos miramos el camino y me da la sensación de que está recordando con vívidos detalles las pocas veces que estuvimos íntimamente juntos. ―Est{‖ en‖ el‖ pasado‖ ―confirmo.‖ Sólo espero que se quede allí. Marta no responde―.‖Est{‖casi‖olvidado,‖¿verdad?

63 Deja escapar una breve risita.‖―Colton,‖yo‖no‖iría tan lejos. No creo que olvide en un futuro cercano que eres el hombre más intenso con quien alguna vez he estado, o cuán inclemente y dominante puedes llegar a ser cuando estás excitado. En mis recuerdos, nuestros encuentros no son tan memorables. Sólo recuerdo que en los meses después de que Stella se fue, me sentía deprimido y solitario. Marta se encontraba ahí dispuesta, y le permití reducir el dolor un par de veces,‖pero‖nunca‖tuvimos‖sexo.‖―Marta,‖estoy‖hablando‖en serio sobre esto. Si le dificultas las cosas a Sophie, o si sacas‖a‖relucir‖cosas‖del‖pasado… Se da la vuelta hacia mí bruscamente.‖ ―Jefe,‖ rel{jese.‖ Déjeme‖ con mis buenos recuerdos y le prometo que no diré nada. Compartimos un viaje tenso hacia el trabajo y hago una nota mental para contarle a Sophie todo esta noche cuando regrese a casa. Ahora que está de vuelta y

confía en que haga lo correcto, no tendré a algo tan intrascendente arruinando nuestro progreso.

***

El día se me hace lento como un paso de tortuga, mientras espero mi noche con Sophie. Mis hermanos irrumpen por la tarde sorprendiéndome con el almuerzo. Las cosas en el trabajo han estado tan ocupadas que he estado dejando de lado nuestras citas semanales de almuerzo. Hoy no corrieron riesgos, irrumpieron en mi oficina con mi asistente disculpándose detrás de ellos. ―Señor,‖ ellos‖ simplemente‖ entraron‖ sin‖ permiso‖ ―dice,‖ luciendo‖ preocupado. ―Está bien, David. Mi asistente, David, es un poco del tipo nerd y frágil, me dio la sensación de que está abrumado con la presencia de mis hermanos. Pero es el mejor asistente que jamás he tenido, así que no lo regañaré por la interrupción. ―Tienes‖ que‖ comer‖ ―dice‖ Pace,‖ sosteniendo‖ una‖ bolsa‖ de‖ comida‖ para‖ llevar‖de‖uno‖de‖mis‖restaurantes‖favoritos‖de‖sushi―.‖Y‖necesito‖que‖me ‖cuentes‖ las últimas noticias sobre lo que está pasando con la dulce Sophie. Viajó a Italia conmigo en un capricho, así que tal vez le debo ponerlo al

64

corriente.‖―¿Hay‖un‖rollito‖de‖atún‖en‖esa‖bolsa?‖―pregunto. Asiente y comienza a sacar los recipientes con los alimentos. Me uno a él y Collins en la larga mesa de mármol en el centro de mi oficina. ―¿Entonces?‖ ―pregunta‖ Collins―.‖ ¿Fue‖ una pérdida de tiempo tu viaje improvisado a Italia? ¿O conseguiste a la chica? ―Sophie‖se‖mudó‖de‖nuevo‖―confirmo. ―¡Joder sí! ―La‖amplia‖sonrisa‖de‖Pace‖ilumina‖todo‖su‖rostro.‖Siempre ha demostrado abiertamente sus emociones. Al mismo tiempo, es una bendición y una maldición. Es un constructor, entonces su personalidad sociable a menudo le ayuda a ganar más clientes, pero puede ser un obstáculo cuando está negociando acuerdos grandes.

Con él, todas las cartas están boca arriba sobre la mesa. Puedes ver cada pensamiento fugaz que pasa por su cerebro. ―¿Y‖Stella?‖―pregunta‖Collins. Durante años, mi hermano mayor me ha estado insistiendo en divorciarme de ella. A pesar de ser sólo dos años mayor, siempre ha actuado más como una figura‖paterna‖para‖Pace‖y‖para‖mí.‖―Firmé‖los‖papeles. Pace salta‖poniéndose‖de‖pie.‖―¡A‖la‖gran‖puta! Necesitamos un poco de champán para brindar por esta mierda. ―Siéntate,‖joder‖―me‖quejo,‖pero‖soy‖incapaz de ocultar la sonrisa torcida que levanta una de las comisuras de mi‖boca―.‖Sí,‖sí,‖lo‖sé.‖Joder,‖ya‖era‖hora. ―Estoy‖ tan‖ jodidamente‖ contento‖ de‖ que‖ Sophie‖ esté‖ en‖ tu‖ vida‖ ―dice‖ Collins, sirviéndose de mi plato un poco de jengibre al escabeche. Es obvio que le atribuye este cambio a su presencia en mi vida. Y, por supuesto, tiene razón. ―Hermano,‖necesitamos‖celebrarlo.‖En‖verdad‖―dice‖P ace. ―No‖es‖una‖mala idea. Una gran fiesta para celebrar tu libertad de la mega perra‖―dice‖Collins,‖masticando‖pensativamente. ―Déjenlo,‖chicos. He firmado los papeles y se los envié a mi abogado. Eso es‖celebración‖suficiente.‖―No‖hay‖necesidad‖de‖celebrar‖la‖violación‖anal‖ que‖est{‖ recibiendo mi cuenta bancaria sólo para pagarle para que se aleje. Por varios minutos, comemos en un cómodo silencio. Ante el período de calma en la conversación, mi mente divaga automáticamente hacia Sophie y lo que ocurrirá esta noche cuando llegue a casa. ―Marta‖ est{‖ soltera,‖¿verdad?‖ ―pregunta‖Pace,‖ acercando‖ un‖ pedazo‖ de‖ sushi a su boca.

65

―¿Por‖qué‖lo‖preguntas?‖―le pregunto, doblando una servilleta sobre mi regazo. ―Se‖ve‖como‖si‖podría‖necesitar una buena follada.‖―Sonríe. Bajo‖mis‖palillos.‖―No‖folles‖a‖mis empleadas. ¿Por qué para ti eso es tan difícil de entender?

Pone los ojos en blanco.‖―Joder,‖hombre.‖Eres‖peor‖que una mujer. Primero me insultas por coquetear con la hermana de Sophie, Becca, y ahora estás quejándote de que me fije en el pequeño trasero coqueto de Marta. ―No‖ me‖ estoy‖ quejando.‖ Estoy‖ señalando‖ que‖ sin‖ ninguna‖ duda‖ tus‖ habilidades para conquistar se extienden más allá del par de mujeres de mi círculo íntimo, que prefiero que no folles y luego vengan a mí llorando. Conozco tu historial con las mujeres, imbécil. Collins interviene, viniendo a mi defensa.‖―Tiene‖razón,‖idiota, tu récord de historial es de cero ¿a qué?, ¿a cien? ―¿Qué‖ demonios‖ significa‖ eso?‖ ―Moment{neamente,‖ Pace‖ deja‖ de‖ masticar. ―Que‖has‖tenido‖cero‖relaciones‖monógamas‖exitosas‖y‖m{s‖de‖cien ‖parejas‖ sexuales‖―dice‖Collins. Pace‖se‖encoge‖de‖hombros.‖―Dejé‖ de hacer el seguimiento una vez que llegué a los tres dígitos. ―Escúchame,‖ imbécil.‖ Ya‖ te lo dije. Marta trabaja para mí, así que no la folles. Y en lo que respecta a Becca, tiene cáncer. No necesita ningún tipo de estrés adicional en su vida de alguien que la va a follar una vez y largarse después. Sin mencionar que es la hermana de mi chica. Si la follas y luego haces un acto de desaparición, yo tendría que lidiar con las consecuencias. Él se pone de mal humor, hundiéndose más profundamente en su silla, pero no responde. Collins y yo compartimos una rápida mirada triunfal. No tengo ni idea de si Becca es virgen como Sophie, y no me importa. No quiero a Pace cerca de ella. Su historial con las mujeres es despreciable. ―¿Sophie‖aún‖es‖virgen?‖―pregunta‖Pace. ―No‖por‖mucho‖tiempo‖―le confirmo.

66

Traducido por Nikky & Michelle♡ Corregido por Alessandra Wilde

Sophie Para cuando Colton y Marta llegan a casa, estoy duchada, vestida y esperando en la cocina, justo abriendo una botella de vino blanco y acomodando unas copas de tallo largo. Frunzo el ceño bajando la mirada a la tercera copa sobre la barra. Tres es una multitud.

67

Cuando entran en la cocina, Marta se excusa, inmediatamente yendo arriba para cambiarse, dejándonos a Colton y a mí solos. Felicidad. He estado esperando este momento todo el maldito día, y no siento como que pudiera esperar un minuto más. Camina hacia mí, luciendo delicioso en su traje. Quizás me había abstenido esta mañana, cuando apenas evité arrancarlo de él, pero no voy a mostrar ese tipo de paciencia esta noche. Sin decir una sola palabra, sus manos ahuecan mis mejillas, tirando de mi cara a la suya, presionando sus labios con los míos y dándome un largo beso. Cuando se aleja, me encuentro mareada y llena de anhelo. —¿Cómo estuvo tu día? —pregunto. —Demasiado jodidamente largo. Te extrañé —dice. Me siento de la misma forma. —¿Sería grosero si nos saltamos la cena y nos vamos directamente a la cama? —Pienso en los platos en la bandeja térmica que Beth había dejado para los tres. Aparentemente el personal de la casa sabía que Marta estaba quedándose aquí. Por supuesto, como su asistente personal, Marta probablemente les dijo.

Colton recorre mi cuerpo con sus manos, deteniéndose en mis caderas y acercando mi cuerpo al suyo. —La cena es la última cosa en mi mente. —Me mira como si ya estuviera imaginándome desnuda. Un cálido escalofrío corre a través de mí. Me pregunté si iba a molestarme que Marta estuviera aquí en la casa para nuestra primera vez, pero ahora, no me importa si me oye gritando por la casa. Puede irse al diablo. —He estado duro todo el maldito día —gime Colton, llevando mi mano bajo su cinturón y presionándola contra el gigantesco bulto allí. Cierro mi mano alrededor de él y lo escucho gruñir. Toma cada pizca de fuerza de voluntad que tengo para no dejarme caer de rodillas y tomarlo en mi boca. Incluso si no me importa Marta escuchando nuestros sonidos de placer a puertas cerradas, no la quiero viendo el paquete de mi hombre. Eso no es algo que planeo compartir. Ahora o nunca. Sus caderas meciéndose hacia adelante mientras mi palma se mueve hacia arriba y abajo sobre él. —No puedo esperar para estar dentro de ti —susurra muy despacio cerca de mi oído. Mis bragas se desbordan con humedad.

68 —Vamos arriba. Te voy a ayudar a cambiarte de ropa. —Le doy una mirada juguetona. Pasos doblando la esquina y sé que ya no estamos solos. Me vuelvo para enfrentar a Marta, asegurándome de permanecer delante de Colton para bloquear la vista de su furiosa erección. Al parecer estamos en la misma página, porque sus manos rodean mi cintura, silenciosamente comunicando que necesito quedarme allí. Mis ojos se pierden detrás de ella en las maletas apiladas sobre el suelo. —Mi arrendador dice que la infestación de ratones está completamente solucionada, así que estoy volviendo a casa —dice. —¿Pensé que eran ratas? —pregunto. —Ah, correcto. Ratones, ratas. Lo mismo. —Sonríe, pero sus mejillas se sonrojan un poco, sabiendo que ha sido atrapada en una mentira. Tengo la sensación de que solo se había estado quedando aquí en mi ausencia para hacer un movimiento sobre Colton, y ahora que estoy de vuelta, sabe que ha perdido su oportunidad.

Arrastra sus maletas detrás de ella, deteniéndose para estirarse de puntillas y darle a Colton un rápido beso en la mejilla. —Gracias por tu hospitalidad. Y estoy completamente de acuerdo con lo que hablamos en el coche. Él asiente en silencio, su boca dibujando una firme línea. Unos minutos después, la puerta se cierra detrás de ella y escuchamos su pequeño deportivo rojo marcharse, el ruido desvaneciéndose en la distancia hasta que los únicos sonidos que quedan son nuestros latidos y nuestras respiraciones entrecortadas. Me giro para enfrentar a Colton de nuevo. Me está mirando con una intensa expresión. —Fue grosero de mi parte no ayudarla a llevar sus maletas, pero no podría hacer eso muy bien con mi polla dura. ¿Qué estás haciéndome, nena? — gime frustrado. Me rio y me levanto sobre mis dedos de los pies para besarlo. —Estoy segura de que está bien. Parecía como que lo tenía manejado. Se encoje de hombros. —Supongo que lo hacía. —¿De qué halaron en el coche? —pregunto, recordando lo que Marta dijo

69 justo antes de irse. —¿Eh? —pregunta. —Ella dijo que estaba completamente de acuerdo con ello... —Intento refrescar su memoria. Se pasa una mano por su cabello. —Vamos, tenemos que hablar. Me guía hasta la sala de estar y me hace señas para que me siente en el sofá a su lado. Mi vientre se agita de los nervios. Todo el estado de ánimo de Colton ha cambiado. Creo que lo que sea que va a decirme tiene algo que ver con él y Marta. Respiro profundamente y me preparo para lo peor. Podría haberle dicho solo ayer que era suya y que sin importar qué, confiaba en él. Ahora quiero tragar todas esas palabras y hacerme un ovillo con el dolor que ya está amenazando con alcanzarme. —Respira profundamente, Sophie —murmura Colton. Estoy segura de que puede ver el dolor y la preocupación escritos por todo mi rostro—. Después de que Stella se fue, tuve una breve aventura con Marta —dice.

Mi estómago cae a mis pies mientras mis peores sospechas se confirman. Tomo otra profunda respiración ante el deseo y lucha de Colton para permanecer en control recordándome a mí misma que eso fue en el pasado. —Me encontraba destruido después de mi divorcio —explica—. Ella estaba ahí y disponible y ahora lo lamento, pero conectamos un par de veces. —Ah. —Estoy sin palabras y destrozada y tengo ganas de llorar. He estado celosa de Marta y de su buena apariencia y de su estrecha relación con Colton desde el primer día. Y ahora todas mis corazonadas son confirmadas. —Nunca tuvimos sexo —añade. Esta noticia me hace sentir un poco mejor. —¿Qué quiso decir antes? ¿De qué hablaron en el coche que ella se hallaba completamente de acuerdo con ello? —Le dije que estoy malditamente loco por ti. Y pese a que ha sabido desde hace mucho tiempo que no estoy interesado en ella, le hice saber que no iba a tolerar nada interponiéndose entre tú y yo. Buenos empleados son difíciles de encontrar, pero si intenta interferir de alguna manera... Deja el resto sobreentendido. Caray, ¿había amenazado con despedirla si hacia las cosas difíciles para él y para mí? Su encriptado mensaje y luego largándose de aquí hoy debe significar que acepta la relación de Colton conmigo y no tiene intención de interferir.

70 —Quería ser honesto contigo sobre de mi pasado. Quiero un futuro real contigo, Soph. Dime cómo te estás sintiendo —dice. —Estoy contenta de que te abriste y me contaste sobre Marta. —Pero en el fondo sé que el problema con Marta es la menor de mis preocupaciones. Puedo aceptar su necesidad de una aventura. Volviéndome valiente, enderezo mi columna—. Pero si quisieras una verdadera relación conmigo, no estarías retrasando tu propio divorcio. Y no me vengas con esa mierda de culpabilidad acerca del dinero para el proyecto de África... si tus finanzas se encontraban en ese estado precario, ¿realmente habrías gastado un millón de dólares en una esclava sexual, oh, perdón, quiero decir amante? Por lo visto, Marta no es alguien por quien tenías verdaderos sentimientos, y puedo superarlo, pero si quieres esto conmigo, vas a tener que demostrarme que sí valgo la pena. No puedo compartirte con Stella. —Nunca‖ me‖ compartir{s…‖ —Sus oscuros ojos me suplican, posesivos y llenos de deseo.

—Te estoy compartiendo... el recuerdo de ella frunciéndome el ceño en la piscina y diciéndome que me fuera de su propiedad está firmemente grabado en mi mente. ¿Te diste cuenta de que no puedo ni siquiera acercarme la piscina? —Sophie, firmé los papeles. Anoche en mi oficina, cuando me interrumpiste —dice. —¿QUÉ? —Sí. Está hecho. Se los envié a mi abogado esta mañana. —¿Por qué no me lo dijiste? —Esta es una noticia impresionante y la está mencionando en una conversación casual como si nada. —No quise interrumpir nuestra diversión anoche. —Sonríe. Recordaba detalladamente nuestro caliente encuentro en su oficina anoche, cuando prometí entregarme a él. Todo regresa rápidamente al mismo tiempo, y mi vientre se aprieta con un nudo. —Además, todo lo que dijiste, la forma en que te desnudaste, tu completa fe y confianza en mí... eso era justo lo que necesitaba. Y si hubieras sabido que había firmado los papeles antes de decirme todo eso, no habría tenido el mismo efecto — continúa Colton. Entiendo lo que quiere decir. Había acordado básicamente tener fe ciega en él para que hiciera lo correcto, y resulta, que ya lo había hecho. Mi corazón se hincha de felicidad. —Colton...

71

Sus ojos se balancean sobre los míos y me da una pequeña sonrisa. Cuando pregunto acerca de los términos del divorcio, no retiene nada. Me dice que su fortuna de trescientos sesenta y cinco millones de dólares fue dividida exactamente por la mitad. Y tan feliz como estoy sobre su divorcio terminando, detesto la idea de que su ahora ex-esposa esté recibiendo incluso un centavo de él. Ya lo había despojado de su confianza en las mujeres y agriado su casa con sus recuerdos. Colton había prometido gastar quinientos millones de dólares en África durante los próximos diez años, pero ahora veo que eso no ocurrirá. Me duele el corazón por él, y trabajo para convencerlo de que su tiempo y donaciones son todavía más que generosos. Asiente y da palmaditas en mi rodilla, pero puedo ver que sus pensamientos están lejos.

Algunos sombríos segundos pasan, y puedo decir que está dándose cuenta de que hay un nuevo rumbo en su vida. Pasando página, y todo eso. Tuvo que pasar por mucho, y a pesar de su fortaleza y actitud, sé que ha sido duro para él. Quiero consolarlo, abrazarlo. La necesidad de arrastrarme hasta su regazo es demasiado fuerte como para ignorarla y así lo hago. —¿Sophie? —pregunta. —Solo abrázame —digo. Lo hace. Colton me rodea con sus brazos y me sostiene fuerte, su aroma masculino envolviéndome con calidez. Puedo decir que lo que sea que venga para nosotros será grande. Puede que hayamos comenzado este viaje juntos, pensando que sería algo fugaz y sexual, pero la intensidad de nuestra relación y los profundos sentimientos son demasiados fuertes como para ignorarlos. —¿Qué hiciste hoy? —Peina mi cabello hacia atrás fuera de mi rostro y baja la mirada hacia mí, donde todavía sigo acurrucada sobre su regazo. —¿Además de esperar a que mi hombre llegue a casa? —¿Tu hombre? —Mi hombre. —Mi voz es segura y firme. Él es mío, y no voy a ser asustada por sus confesiones sobre Marta o su pasado difícil—. Salí a correr, me duché, y luego pasé la tarde regresando mis cosas desde la habitación de invitados a la habitación principal. —Bien. —Sigue acariciando mi cabello y se siente maravilloso. —Eso me hizo pensar sin embargo. —¿Sobre qué? —Acaricia mi cuello con su rostro, inhalando mi aroma y

72

dándome un

tierno beso sobre ese sensible punto justo detrás de mi oreja. Está intentando distraerme, y casi funciona, pero sé que necesito tener esta conversación con él antes de que las cosas lleguen demasiado lejos. —Compartiste esa habitación con ella —digo. Percibiendo la dirección en la que voy, Colton toma mi mano en la suya. — Tuve la habitación completa remodelada cuando se fue. Los muebles, el colchón, las sábanas son todos nuevos. —¿Marta los escogió? —cuestiono en voz alta, recordando el comentario de ella acerca de redecorar la casa de la piscina.

—No. Me mostró un sitio web de diseños y yo escogí todo lo que quería, y luego la tuve pidiéndolo con mi tarjeta de crédito. —Oh. —¿Eso ayuda? —Sí, lo hace. Creo que me habría sentido extraña intimando en la misma cama que compartiste con tu esposa —admito. —Ex-esposa —me corrige—. Y te prometo que Stella estará lo más alejada de mi mente cuando finalmente te tome. Una acogedora onda de calor pasa entre nosotros ante la mención de sexo. — ¿He arruinado la noche haciendo todas estas preguntas? —pregunto, encontrando su azul mirada. —No. Quiero ser honesto contigo acerca de todo de ahora en adelante. —Creo que puedo manejar eso. Ahueca mi cara con sus cálidas palmas, y con su pulgar delinea mi labio inferior. —Gracias al maldito Dios que todavía estás aquí conmigo. La mayoría de las mujeres habrían huido gritándome obscenidades, ¿sabes? Asiento. —Sí, es una buena cosa que seas lindo. —¿Crees que soy lindo? —Levanta una ceja, observándome detenidamente. —Adorable —confirmo. Sacude su cabeza hacia mí, su expresión tornándose seria. —¿Qué hay de malo en eso? —pregunto. —Los hombres no quieren ser llamados adorables, Sophie. —¿No?

73

—No. —¿Cómo te gustaría ser llamado, Colton? Su lengua sigue la línea de su labio inferior mientras lo piensa. —Fuerte, formidable, un dios del sexo. —Me da una juguetona sonrisa y pone sus manos en mi cintura. —Bueno, no sé nada de eso último, ¿no crees? —bromeo. Sus ojos se aferran a los míos y dándome la más oscura, hambrienta y ansiosa mirada que puedo sentir en lo profundo de mi cuerpo—. Colt...

Un sonido de necesidad retumba en su pecho y sus labios se encuentran con los míos. Todas las semanas de dejar crear la tensión sexual hasta exquisitas proporciones en un instante cae rápidamente encima de nosotros. Estoy llena de deseo y lujuria tan potente que exige atención inmediata. Todavía estoy plantada sobre su regazo y me muelo contra él, retorciéndome, luchando para estar más cerca mientras me besa profundamente. Su lengua acariciando la mía al ritmo más hipnótico, recordándome la forma perversa con la que lamió mi centro anoche hasta que me vine tan duro que casi me desmayé. Sintiendo la dura cresta de su erección, empujo mis caderas más cerca, inclinando mi cuerpo para poder sentirlo justo entre mis muslos. Me froto contra él sin sentido. —Colt... —gimo de nuevo, mi voz una ronca súplica en la silenciosa habitación. Quita mi blusa por encima de mi cabeza, y sus manos están de repente en todas partes al mismo tiempo, soltando mi sujetador y arrojándolo al otro lado de la habitación, acariciando mis pechos, pellizcando suavemente mis pezones. Besando un mojado camino por mi garganta y tomando un pecho en su caliente boca. Chillo en una mezcla de placer y frustración. Tan agradable como es su atención sobre mi pecho, no es donde lo necesito. —No puedo jodidamente esperar más, Sophie —gime. —No esperes —jadeo. Estiro mi mano entre nosotros y desabrocho su cinturón, empujo mis manos dentro de sus pantalones hasta encontrar lo que estoy buscando. Su polla está caliente y pesada en mis manos. Dios, he extrañado esto. Anoche se siente como hace mucho tiempo, o tal vez es solo que veinticuatro horas sin tocarlo es el

74

infierno. Colton empuja sus pantalones y bóxer por sus caderas, dejándome masajear su longitud de arriba y abajo, gruñendo palabrotas. Me levanta repentinamente, poniéndome de pie y haciendo el rápido trabajo de despojarme de mis pantalones. Mis bragas son arrancadas de mi cuerpo luego y estoy casi temblando de deseo. Colton se quita su camisa y quita los pantalones y boxers que están enredados alrededor de sus tobillos. Cuando los dos estamos libres de ropa, me dejo caer de rodillas, incapaz de resistir la tentación de tomarlo en mi boca.

Giro mi lengua alrededor de su punta antes de poner mis manos alrededor de su base y chuparlo profundamente en mi boca. —Joder, Sophie... —gime, empujando sus manos en mi cabello y balanceándose hacia adelante para empujar más profundo. Después de que admitió que era algo que ella nunca hizo por él, solo hizo que me dieran ganas de hacerlo aún más. Es nuestro algo, y eso me encanta. Bombeo mis manos arriba y abajo, lamiendo y chupando con un ritmo cada vez mayor. Nunca he querido algo en mi vida tan mal como quiero su polla ahora mismo. Me siento loca de deseo. Colton ahueca una mano alrededor de mi mandíbula, y mueve mi boca fuera de él. Levanto mi mirada, preguntando qué es lo que he hecho mal. —Necesito estar dentro de ti —gruñe, su voz ronca de necesidad. Me ofrece su mano y me pongo sobre mis pies. Prácticamente trepando por su cuerpo mientras Colton me levanta del suelo. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y me carga desde la sala, al principio creo que se dirige hacia las escaleras, pero luego se detiene y nos ancla con mi espalda contra la pared. Moviendo su gruesa erección contra mi centro, burlándose de mí, y haciéndome sufrir por él. Besa mi cuello, mis labios, la parte superior de mis pechos todo mientras balancea sus caderas contra mí, empujando su gran punta en mi contra. —No puedo esperar... —dice—. He estado soñando con este momento desde la primera vez que te vi en esa plataforma. Tu belleza, tu coraje... eres tan malditamente sexi, nena. —Fóllame, Colton —gimo en frustración. Coloca su mano entre nosotros y agarra su polla, deslizándola a través de mi

75

humedad y colocándose directo en mi apertura. Saber que no lograremos llegar a la habitación es muy excitante. —Esto puede doler un poco al principio. —Está bien. —Estoy lista. He querido esto durante demasiado tiempo. No voy a dejar que un poco de incomodidad arruine la experiencia. No puedo esperar a ser llenada por él, para ver qué tipo de amante es. Lo he imaginado durante tanto tiempo, estoy muriendo por saber cómo folla. Duros y rápidos, o largos y lentos golpes.

—Mierda —maldice. —¿Qué pasa? —No tengo un condón. Su casa es demasiado malditamente grande y no hay forma de que espere mientras deambulamos a través de su mansión en busca de protección. Además me doy cuenta con absoluta certeza de que no quiero nada entre nosotros para mi primera vez. Quiero sentirlo. Solo él y yo, sin ninguna barrera entre nosotros. — No, sin condón. Quiero sentirte. Por favor, Colton. Su mirada captura la mía y puedo leer la indecisión en sus ojos. —¿Estás segura? Asiento. —Sí, solo tómame. Estoy segura de que sabe que no estoy en ningún control de natalidad, pero puedo ver el momento exacto en el que decide que eso no importa. Sus ojos se suavizan y su profunda mirada azul se asienta en la mía. —Bésame, dulce Sophie —murmura. Lo hago. Amplía su postura, trayendo una mano debajo de mi trasero y con la otra, posiciona su palpitante polla en mi contra. Me aferro a él con mis brazos con fuerza alrededor de su cuello y mi boca se fusiona con la de él. Con movimientos suaves, Colton comienza a moverse, burlándose de mi apertura con solo su punta. Jadeo cuando siento que finalmente empuja hacia adelante. Su rostro es una máscara de concentración, como si toda su atención se centrara en controlarse a sí mismo, para no hacerme daño. Sé que es grande, pero en este momento, simplemente no me importa. Quiero ser llenada con él, ser superada con la sensación y saber que es por este hombre. Incluso si grito de dolor, incluso si sangro, valdrá la pena, porque significará que está finalmente haciéndome suya — un momento que he esperado toda una vida.

76 —¿Estás lista? Le doy un asentimiento apretado. —No contengas la respiración. No sabía que lo había estado haciendo, pero exhalo y Colton se

balancea hacia adelante, la cabeza me penetra solo un poco antes de que se retire de nuevo. —¿Estuvo bien? —pregunta. —Se siente bien —confirmo. Hay una sensación de ser estirada y solo la más mínima punzada. Es increíble y a pesar de la incomodidad, nunca quiero que se detenga. Su lengua acaricia la mía mientras presiona dentro de mí con pequeños incrementos. —Dios,‖bebé…‖ —Se mueve lentamente hacia adelante de nuevo, mi cuerpo se extiende a su alrededor. —Colton... —gimo—. Me gusta. —Bien. Estoy tratando de hacer que sea bueno para ti. Al darme cuenta de que estoy inmovilizada contra la pared y que está sosteniendo todo mi peso, de repente me preocupa que no esté disfrutando de esto tanto como yo. —¿Soy demasiado pesada? —No te preocupes por eso. —Se mueve hacia adelante de nuevo y besa de mis labios—. Me gusta sostenerte mientras te follo. Oh. Me gusta también. Me siento pequeña y poseída por él de una manera que nunca supe que anhelaba. Pero sé que lo está tomando con calma conmigo, meciéndose hacia adelante siempre tan cuidadosamente y luego retrocede cada vez que lo siento comenzar a hundirse más. Sé lo grande que es, así que pensé que lo sentiría más profundo dentro de mí. —¿Se siente tan bueno para ti? —Mejor —confirma y calientes escalofríos corren por mi espalda ante manera en que lentamente la palabra sale de su lengua. Es tan sexy y en completo control, y las dos pequeñas cosas son mi perdición—. Estás apretada tan ceñida y apretada a mí alrededor. Tu calidez se siente increíble. Dejo escapar un gemido de felicidad cuando se mueve poco a poco hacia delante de nuevo, meciéndose más profundo esta vez. Nunca había pensado en cómo se siente para él, pero me encanta la forma en que lo ha descrito.

77 —Joder, estás tan apretada, nena. Esta parte puede doler un poco. Quédate conmigo, ¿de acuerdo?

Asiento y lo miro a los ojos. Puedo ver al instante que se ha estado frenando. Pero también sé que confío en él. Estrella sus caderas contra mí, llenándome tan completamente que me roba mi aliento. Solo un débil gemido se me escapa. Este momento es todo lo que he estado esperando y es aún más significativo de lo que jamás hubiera imaginado. Una profunda punzada de dolor en mi interior se disipa después de un momento. —Mierda —gruñe—. Respira para mí, dulzura. Inhalo una profunda bocanada de aire y me aferro a sus hombros mientras Colton golpea en mí en trazos largos y duros, tomando lo que quedaba de mi virginidad. Su ritmo constante continúa, empujando en mí y retirándose. Pronto la punzada desaparece y me quedo con una sensación placentera cálida, como un navío siendo llenado después de una larga sequía. Es un momento tan esperado que estoy muy contenta de que me he guardado solo para él. Aprieto mis músculos internos en torno a él, provocando un gemido ronco de su garganta. Unos empujones más profundos unen su cuerpo en lo profundo del mío y siento que todos sus músculos se tensan. Harto de frenarse, su agarre se aprieta en mis caderas y empuja en rápidos y duros golpes. Colton trae sus labios a los míos y su aliento cálido y húmedo viene en rápidos jadeos mientras libera un corto gemido de placer, el cual sé que debe significar que está llegando a su clímax. Se hunde aún más profundo dentro de mí y siento la descarga de semen caliente haciendo en erupción dentro de mí y momentos después Colton me está bajando a mis pies, besando mi boca, diciéndome lo perfecta que soy. Y en ese momento, me siento perfecta. Me siento como una jodida diosa del sexo que acaba de sacudir el mundo de su hombre. Y la soñolienta, satisfecha mirada sobrepasa su rostro hermoso. —Lamento que fuera tan rápido. Fuiste demasiado para mí como para manejarme a mí mismo correctamente. —Besa mi cuello, acariciándolo—. Hermosa chica —murmura contra mi garganta. —Fue perfecto, Colton. —No me he venido, pero no lo esperaba en mi primera vez.

78 —No fue perfecto. Pero lo será. Voy a entrenar tu cuerpo para que se venga con el mío —dice, dejando caer otro beso en mis labios.

Un cálido escalofrío me recorre ante la idea de un orgasmo junto con él. La imagen que evoca es increíblemente erótica. Antes de que pueda cuestionar lo que está haciendo, Colton se pone de rodillas, trae su boca caliente a mi centro, y sus labios se cierran, chupando mi clítoris mientras que sus dedos empujan muy dentro de mí. Oh, Dios mío. —¡Colt! ¿Qué estás haciendo? —Mis piernas tiemblan mientras mi cuerpo reacciona a su caliente boca poseyéndome—. Te acabas de venir en mí y ahora estás... —Bebé, tengo que probar lo que es mío. Incapaz de resistirme, lo miro con grandes ojos, y mi boca abierta. Él es hermoso. Su oscuro cabello desordenado, pestañas revoloteando contra sus mejillas, una completa exuberante boca que actualmente me devora... Estoy hinchada con la excitación y su boca es cálida y codiciosa, lamiendo y chupando en mi contra mientras yo gimo y me muelo contra su cara. —Colton — me quejo, mis dedos hundiéndose en su cabello. La visión de él cayendo de rodillas después de tener sexo y comiéndome con avidez es algo que nunca olvidaré. No parece importarle que sus propios fluidos están goteando de mi cuerpo, su única preocupación es mi placer —es increíblemente caliente. Inhalo temblorosamente, sin dejar de mirar su boca contra mí. Su lengua azota brutalmente contra mi clítoris y se burla de él en varias ocasiones. Presionada dos largos dedos dentro de mí, y la visión de su semen recubriendo sus dedos, mientras bombea dentro y fuera de mí es mi perdición. Empiezo a temblar y me sé que mi clímax está cerca. Él gruñe y muerde a mi clítoris con los dientes, engatusando un gemido de mi garganta. Me aprieto alrededor de sus dedos mientras mi orgasmo se construye y me vengo con un grito, mis piernas casi fallando. Colton impide que colapse en un montón, con sus manos bloqueadas en mis caderas me mantiene constante mientras termina, suavemente besando mis labios menores hasta que dejan de temblar. Luego se pone de pie con una mirada engreída de satisfacción en su rostro. Toma mi mano y me aleja del pasillo que siempre voy a recordar como la

79 primera habitación que hemos bautizado. Colton no deja de tocarme una vez que hacemos nuestro camino por las escaleras y entramos en el baño principal, manteniendo su mano en la mía, o

descansando inocentemente en mi cadera, o no tan inocentemente contra mi trasero. Solamente me libera para encender el grifo y comenzar a llenar la bañera grande que me he perdido en mi tiempo libre. —¿Qué tal un baño relajante? —pregunta, besando mis labios. —Solo si estás pensando en unirte a mí. Me sonríe con malicia. —Por supuesto. Los dos estamos todavía tan desnudos como el día en que nacimos y no puedo dejar de robar miradas en su cuerpo. Él es como un muro de piedra sólida de músculo construido para un máximo placer. Profundos cortes de músculos abdominales que conducen a una V a los costados. Mi mirada se desplaza más abajo y veo su virilidad que está colgando pesadamente entre sus poderosas piernas. Incluso en su estado relajado, es impresionante. Las veces anteriores —cuando le había dado placer oralmente, estuvo duro de nuevo en un instante. Quizás esta vez realmente lo satisfice. Sació su sed, por así decirlo. Mis labios se tuercen en una sonrisa. —¿Qué es tan gracioso? —Baja la vista hacia su pene suave y de nuevo a mí con el ceño fruncido. —Nada. —Enderezo mi boca, perdiendo la sonrisa. —Sophie —reprende—. Estabas con la mirada fija en mi polla y riendo. —No me reí —lo corrijo. —Bien, entonces estabas sonriéndole como si ambos estuvieran compartiendo alguna broma privada. ¿Todo bien entre ustedes dos? —Muchísimo —confirmo. —Entonces dime qué hizo para hacerte sonreír. —Está blando. Colton frunce el ceño y deja escapar un suspiro. —Eso tiende a ocurrir después de que un hombre eyacula, Sophie. Me rio, incapaz de detenerme. Escuchar a Colton‖decir‖la‖palabra‖“eyacula”‖ ha sacado mi niña interior de doce años. Recomponiéndome, me explico—: Sí, ya lo sé. Pero las veces pasadas, las veces que, um, usé mi boca, estuvo duro de nuevo

80

de inmediato.

Él me mira de cerca, con el rostro impasible, pero te puedo decir que está pensando acerca de cómo responder. —Tiendo a tener un tiempo de recuperación muy rápido, pero tienes razón, contigo fue una locura. Honestamente, creo que es porque te quería tan mal que estaba constantemente listo para otra ronda. —¿Y ahora, a causa de lo que hicimos en la planta baja estás satisfecho? —Por el momento. Oh. Mastico mi labio, al darme cuenta de que simplemente porque ya hemos tenido sexo una vez esta noche no significa que no volverá a suceder. Una punzada de nervios me golpea, mientras contemplo si voy a ser capaz de mantenerme al día con este hombre sexualmente. —Entra en el baño, dulzura —dice, tirándome de mis pensamientos. Aceptando su mano, doy un paso dentro la bañera y bajo mi cuerpo en el agua deliciosamente caliente. Está casi demasiado caliente, pero se siente bien contra mis sobre-utilizados y adoloridos músculos. Me muevo a un extremo de la bañera y Colton entra y se sienta en el agua, justo enfrente de mí. —¿Cómo te sientes? —pregunta, su tono es suave y tierno y los dedos de sus pies están tocando los míos debajo del agua. Mis tejidos internos se sienten un poco hinchados y sensibles. Pero en la mejor manera posible, decido. —Como una mujer. —Sonrío. Se ríe a carcajadas de mí. Su risa es el mejor sonido. Es un hombre serio, a menudo bastante reflexivo y compuesto, por lo que escuchar su explosión masculina de risa en la tranquila habitación me llena de un profundo sentimiento de felicidad. Nos instalamos en el agua caliente, cada uno de nosotros se hunde hasta nuestros hombros y solo nos vemos el uno al otro en silencio. Es un momento pesado, pero en el buen sentido. Todo lo que hemos compartido, todo lo que está delante de nosotros me deja sentir feliz y segura. —No me debí de haber venido dentro de ti, Soph. Estaba siendo descuidada —dice Colton, finalmente rompiendo el silencio. Mi pequeña burbuja feliz se rompe momentáneamente. —Quería que lo hicieras. —Pero no estás en control de natalidad, ¿verdad? Podrías quedar

81

embarazada.

—Lo sé. —Me quedo mirándolo, esperando a ver cómo va a responder. Su respuesta es una sonrisa perezosa que ilumina toda su cara. —Entendido. Mi cuerpo se inunda con las endorfinas y la sensación de calor se extiende por encima de mí. Él y yo estamos en la misma página. Esto no es una aventura. Esto no es algo efímero o temporal. Hay significado y profundidad y claridad a lo que estamos haciendo. —Ven aquí —ordena, su voz baja y ronca. Prácticamente nado a través de la bañera para llegar a él y Colton sonríe mientras me ve. Me subo a su regazo, acomodándome en su contra. Abro mis piernas y las pongo a cada lado de sus caderas, mis brazos descansando sobre sus hombros. Acuna mis mejillas y trae su boca a la mía en un beso dulce. —Gracias por esta noche. Por creer en mí. Para entregarte a mí. Asiento lentamente, dejando que el peso de este momento, y el significado profundo detrás de sus palabras se hundan. —Estabas tan confiada al venir a mi casa esa noche. Tan fuerte —dice, acariciando su boca contra mi garganta. —Sabía que de todos esos hombres allí esa noche, estaba destinada a ir contigo —le digo. —Me perteneces. Siempre. —Sí. Sin juegos, sin ser tímidos o negando nuestros sentimientos, y jodidamente amo eso. Mientras nos besamos y abrazamos en el agua caliente, puedo sentir la hombría de Colton alargarse y crecer. Me deslizo hacia arriba y abajo de él, provocándonos con el pensamiento de que podía hundirse tan fácilmente en mí con la ayuda del agua. Dejando sus manos derivar, aprieta mis pechos, acariciándolos con ligeros toques. —Nunca me cansaré de esto —dice. —¿De qué? —Tocarte, sabiendo que eres mía.

82

Me siento de la misma manera y no quiero que este momento termine.

Colton La primera vez que hicimos el amor fuimos una maraña extremidades, desesperados y luchando para acercarnos. Esta vez, la estoy sosteniendo en mis brazos, ambos extendidos en mi cama, tendidos lado a lado, y me comprometo a tomarme mi tiempo. Aparto el cabello de sus ojos y la miro. —No debí haber tomado tu virginidad así. —Me sentí mal que nuestra primera vez fue una rápida dura follada contra la pared. Nunca me había sentido tan fuera de control con lujuria antes como lo hice con ella. —¿Cómo qué? —Presionándote contra la pared con mi pene enterrado dentro de ti. Debí haber sido más romántico. Gentil contigo. Menea la cabeza. —Lo necesitaba de esa manera —dice, en desacuerdo conmigo.

83

—Pero, ¿por qué? —Debido a todas estas semanas que pasamos en abstinencia, estaba empezando a pensar que había algo indeseable en mí. Necesitaba que perdieras todo el control y me tomarás así —admite en voz baja. —No hay nada indeseable sobre ti —le aseguro, llevando mi mano a su cara y frotando mi pulgar por su labios. —Muéstrame... —murmura. Me agacho y acaricio mi polla que está dura otra vez y extendida contra mi vientre. —Esto es lo que me haces. Tú me pones tan duro y adolorido. Sus mejillas se ruborizan y hunde sus dientes en su regordete labio inferior. —¿Crees que puedes manejar esto de nuevo? —le pregunto.

Sin cruzar palabra, Sophie se mueve encima de mí, sentándose a horcajadas en mis caderas y frotando los labios de su húmedo coño arriba y abajo de mi eje. Su confianza y nivel de comodidad sexual sigue sorprendiéndome. Ella sabe lo que quiere y no tiene miedo de tomarlo. —Ven aquí, dulzura. Toma mi polla. Se levanta, colocándome en su apertura y poco a poco comienza a bajarse. Esta vez entro en ella con más facilidad, su sedoso calor envolviéndome maravillosamente. Poco acostumbrado a sentirme tan fuera de control, coloco mis manos inútiles sobre sus caderas y las establezco allí, pero le permito controlar el movimiento. Mirando sus ojos mientras me toma, algo en mi pecho se aprieta como si pudiera explotar. Nunca había experimentado una sensación de confianza tan completa. Es abrumadora. Había venido de nuevo a mí, creyó en mí para hacer lo correcto y luego se entregó a mí completamente. —¿Qué debo hacer? —pregunta, balanceándose encima de mí. —Móntame. Tómame profundo. Ella aplana sus manos contra mis abdominales y menea el culo, lanzándome una sonrisa sexy. —¿Así? —Joder sí. Así. Se ríe. —No me duele tanto esta vez.

84 Sabía que me estaba mintiendo antes de no estar dolorida. Cuando la lave en la bañera, la tela que usé entre sus piernas quedó con un tinte de color rosa, enviando mi lado primario en un ataque de rabia. Odiaba saber que le había hecho daño, pero jodidamente me maravillaba por el hecho de que había sido el primer hombre en penetrar su dulce coño. Fruncí el ceño. —Deberías haberme dicho que dolía antes. —De ninguna manera. —Sacude la cabeza, todavía por encima de mí para concentrarse en el lento balanceo hacia arriba y hacia abajo. —¿Por qué de ninguna manera? —gruño. Es muy jodidamente difícil concentrarse en nuestra conversación con su apretado calor estrangulando mi polla. —Lo quería, Colton. Quería esto y a ti desde el principio. —Yo también —admito—. Me alegro de que esperásemos sin embargo.

—También yo —dice. Ni siquiera habíamos discutido usar protección esta vez, y la cantidad de confianza entre nosotros se siente increíble. A pesar de solo conocer a Sophie por poco tiempo, compartimos una intensa y profunda conexión. Una como nunca había sentido antes. Los dos estábamos en la misma página con no querer nada entre nosotros. Yo era vagamente consciente de que tenía que tener cuidado con venirme en ella, pero mi mente no trabajaba bien del todo cuando de ella se trataba. Mirándome con ardientes ojos azules, Sophie me toma más profundo y deja escapar un pequeño suspiro feliz. —Te amo, Colton. Tan bueno como su cuerpo se siente ceñido a mi alrededor, no es nada en comparación con la forma que se siente cuando dice esas palabras. El amor y la aceptación y la emoción en estado puro precipitándose sobre mí. Esto no es solo un acto físico. Es mucho más que sexo. Bloqueo mis ojos en los de ella, me levanto del colchón, hasta que estemos cara a cara. —Te amo con todo lo que soy. Soy tuyo y tú eres mía, dulce Sophie. —Sí —murmura, llevando sus labios a los míos. Tomo sus caderas en mis manos y la subo y bajo en mí. —Fóllame, hermosa chica. Monta mi polla. —Sí, señor —gime. Sophie trabaja su culo arriba y abajo en mí —silenciando efectivamente

85

cualquier otra declaración entre nosotros. Se siente condenadamente increíble. Cada vez que se mece en mí contra, puedo sentir su ardiente amor directo a través de mí. Blanco caliente y tan poderoso que me roba el aliento. Nunca había entendido el sentimiento de hacer el amor, o en qué se diferenciaba de las relaciones sexuales, pero en este momento, lo hago. Completamente lo entiendo. Es un hermoso acto. Dos cuerpos compartiendo un perfecto momento, corriendo juntos hacia la liberación. Esto es lo que he estado esperando. Esto. Nosotros. Cara a cara. Nada entre nosotros, más que el calor crudo y dulce exploración. Incapaz de estar quieto y en silencio un momento más, la levanto de mí y coloco de espaldas en la cama. Me muevo por encima de ella y extiendo sus piernas. —Esta vez quiero que te vengas en mi polla. —Empujo, hundiéndome en su interior con una rápida estocada. Ella gime en voz baja y muerde su labio.

—Envuelve tus piernas alrededor de mí, bebé —le digo, empujando mi polla un poco más profundo. Sophie gime, levantando sus piernas y envolviéndolas alrededor de mis caderas. —¿Está bien? —pregunto, meciéndome hacia adelante de nuevo. —Más, Colton. Dame todo —respira, colocando sus labios contra mi cuello. Hundiéndome cada vez más entre sus muslos, empujo hacia adelante — duro— llenándola cada centímetro que tengo para ofrecer. Siento a Sophie tensarse y le recuerdo una vez más respirar. Lo hace, inhalando profundamente y soltando un grito torturado. Puede que sea quien está sobre ella, llenando su cuerpo con mi polla, pero no soy tan estúpido como para creer que soy el que tiene el control. Esta chica malditamente me posee. Con su dulce naturaleza, su fuerza, su inocencia, me está haciendo añicos, y por supuesto su cálido coño, mojado. Es perfecta. Y por fin es mía. Nada va a cambiar eso. De rodillas sobre la cama frente a ella, haciendo círculos en su clítoris con mi pulgar mientras continúo mis largas embestidas perezosas en ella. Su calor me envuelve en una apretada, caliente funda, chupando mi polla dentro de ella. Está temblando, y sabiendo que me estoy acercando a la orilla, necesito asegurarme de que ella se venga antes que yo. Nuestra primera vez juntos, era comprensible que no se corriera conmigo, pero esta vez me estoy asegurando de que lo haga. ¿Qué clase de hombre sería si no me asegurase de que mi chica fuera atendida?

86

Los murmullos bajos de Sophie se aceleran y sé que está cada vez más cerca. —Eso es, nena. Déjate ir. Sudor se escurre por mi espalda mientras lucho contra mi orgasmo que se convierte en un dolor físico. Me sumerjo dentro de ella una y otra vez, mi mandíbula apretando. Mi corazón está palpitando dolorosamente en mi pecho y estoy a punto de deshacerme. Solo tengo que conseguirla allí... Nos movemos juntos, profundamente, nuestros ojos se encontrándose. —Te amo, Sophie.

Se aprieta a mi alrededor, su cuerpo teniendo espasmos salvajemente mientras se viene. —Mierda —rujo, enterrándome en su perfección. La envuelvo en mis brazos y se aferra a mí. Mientras que no intercambiamos una sola palabra, el gesto lo dice todo. Ni siquiera me molesto en salir, feliz de permanecer dentro de ella durante el mayor tiempo posible. Soy un hombre controlado en todas las cosas. En todo lo que hago. Desde mi empresa, a mi caridad, a obstinadamente tratar de manipular las condiciones de mí divorcio, a comprar a Sophie esa noche... Sin embargo, todo ese orden y control perfecto cae en un instante. El amor es impredecible e incontrolable. La fuerza me golpea como un peso de mil kilogramos —tejiendo su camino en cada fibra de mi ser y tomando residencia. Estoy profunda y locamente enamorado de esta mujer. Me siento como si me hubieran cortado en dos, crudo y vulnerable e inseguro de mí mismo por primera vez en mi vida. Es aterrador, sin embargo, no cambiaría este sentimiento por nada del mundo.

87

Traducido por Jasiel Odair Corregido por Val_17

Sophie —Así que lo siento por el desorden —dice Kylie, mostrándome el camino dentro de su linda cabaña de playa—. Sin embargo, gracias a Dios que estás de vuelta. —Me tira en un abrazo con un solo brazo. Puedo decir que está agotada. Si no fuera por el bebé llorando que tiene rebotando en la cadera, o el moño desordenado que está luciendo en la cima de su

88 cabeza,

la carpeta de archivos que sostiene en sus dientes es un claro indicativo. Tiro de la carpeta. —Por supuesto. ¿En qué necesitas que te ayude primero? —le pregunto. Es evidente que está abrumada, o tal vez sólo aparecí en un mal momento. —¿Puedes tomar a Max? —pregunta, entregándome al bebé llorando. —Claro. —Aprieto los dientes. No soy buena con los bebés. O animales. O plantas, para el caso. Culpo a la falta de experiencia. Sus gritos se calman mientras me mira pensativo, pero le toma solo tres segundos decidir que no es un fan. Sus gritos se elevan a niveles épicos que dejan mis pobres tímpanos zumbando. Pero Kylie ya ha desaparecido en la cocina, gritando algo sobre la necesidad de buscarle un biberón. Está bien, entonces. Mientras le echo un vistazo al pequeño en mis brazos, se me ocurre que nunca lo he visto, aparte de las numerosas fotografías que Kylie ha enmarcado en su oficina. Por lo general está durmiendo cuando estoy aquí, o con su niñera.

Es una pequeña cosa gordita con el pelo castaño desordenado y enormes ojos azules brillantes. Y diría que es adorable, pero los aullidos ensordecedores que está dejando escapar hacer que sea difícil juzgar eso con precisión. Estoy segura de que sería mucho más lindo si balbuceara e hiciera ruidos dulces. Lo reboto contra mi cadera al igual que Kylie, pero no ayuda. Afortunadamente, regresa con su biberón y toma al bebé. Cuando la boquilla llega a la boca, al instante se calma y el alivio de Kylie es visible. Su postura se vuelve relajada y una sonrisa lenta se forma en sus labios mientras baja la mirada hacia él. —Está bien, ¿vamos a la oficina y te puedo decir donde lo dejé? Voy a terminar de alimentar a este monstruo y luego bajarlo para su siesta de la mañana. —Claro. Nos dirigimos por las escaleras hasta el espacio de oficinas por encima de su cochera que Colton tan amablemente había construido para que ella pudiera trabajar desde casa con su bebé. Todavía no sé la historia detrás de su relación, y hago una nota mental para preguntarle sobre ello esta noche. El trabajo me mantiene ocupada durante todo el día y estar de nuevo en la fogosa presencia de Kylie —escuchar como hace llamadas de ventas difíciles,

89 duplicando sus esfuerzos para conseguir más donaciones— me hace sentir mejor acerca de mi decisión de regresar a Los Ángeles. Llama a inversores potenciales y los mete en el proyecto con facilidad. Estoy segura de que ha escuchado sobre el acuerdo de divorcio de Colton y los reducidos fondos que tiene para contribuir. Nuestro trabajo es ocasionalmente interrumpido por episodios de gritos que podemos escuchar desde el monitor de bebé. Kylie corre a trompicones, saltando de la habitación para recuperar un chupete varado, regresa a la oficina para escribir un correo electrónico apresurado en su computadora portátil, y luego juega un intenso juego de no-me-ves mientras responde preguntas de un inversor al teléfono acunado entre el hombro y la oreja. Realmente es una súper mujer. Nunca me di cuenta de lo difícil que sería ser una madre soltera hasta que la veo en acción. Estoy exhausta sólo mirándola. Cuando llego a casa del trabajo, sé que la motocicleta estacionada a un costado significa que Colton me ganó en llegar a casa. Casa. Suspiro felizmente. Quitándome los zapatos en el cuartillo de la entrada, voy en busca de él. No creo que alguna vez me acostumbre a lo grande que es esta casa. Tal vez algún día voy a hablar con él

para que nos mudemos a un apartamento acogedor de un dormitorio. Aunque extrañaría mucho la vista del mar. Encuentro a Colton en su despacho, con la corbata aflojada alrededor de su cuello, las mangas de la camisa blanca subidas hasta sus antebrazos y un vaso de cristal lleno de whisky. ¿Llegó del trabajo y ya está tomando licor fuerte? Esto es nuevo. —¿Todo bien? —pregunto, sentándome en su regazo y llevando mis brazos alrededor de su cuello. Baja su vaso y apoya la barbilla en mi hombro. —Sólo el trabajo. —Libera un profundo suspiro—. Las cosas están jodidas por el momento. No suele hablar mucho de su trabajo, y me doy cuenta de que quiero que me deje entrar a esta faceta de su vida. Él es el presidente de una compañía de la que conozco muy poco. —¿Qué está pasando con el trabajo? —pregunto. Levanta la cabeza y encuentra mis ojos. —No es nada para que te preocupes, dulzura. Puede que no tenga una educación Ivy League como él, pero estaba bastante segura de que podía entender lo que le molestaba. Tal vez incluso podría ayudar a que fuera un poco mejor. ¿No es eso lo que las novias hacen? Me levanto de su regazo y me paro frente a él con las manos en las caderas.

90

—No creo que tenga que recordarte que la retención de información te metió en problemas antes. Nunca hablas de tu trabajo. Déjame entrar. Voy a ser una verdadera compañera, Colton. La línea del ceño frunciendo su frente se profundiza mientras me mira. — Eso no es… no estoy tratando de ocultarte nada. —¿Cómo conoces a Kylie? —espeto. —Vamos a ir a cenar y hablaremos de todo. Oh, mierda. Tiene esa mirada en su rostro como si tuviera que decirme algo desagradable. ¿Todo el mundo ha visto la polla de mi novio? Trabajar mañana con Kylie va ser extremadamente difícil de ser así. Por mucho que me gusta y la respeto, no voy a ser capaz de mantener la calma si compartieron algún pasado ilícito.

Colton Una vez que Sophie y yo estamos sentados en la mesa del comedor con nuestros platos de comida en frente de nosotros, sé que no puedo frenarlo por más tiempo. No estoy acostumbrado a traer a la gente a mi mundo tan completamente. Incluso cuando me casé, rara vez discutí de mi trabajo con Stella. No creo que ni siquiera notara lo que hacía, con toda honestidad. Pero también sabía que era hora de cambiar. —En primer lugar, conocí a Kylie en la universidad. Nos encontrábamos en la misma fraternidad de negocios. Y hace unos años, cuando fundaba mi caridad, escuché de un amigo en común que se había mudado aquí y que buscaba un trabajo. La entrevisté en una cafetería. No habíamos hablado en un par de años en ese momento. Me pareció que se encontraba más que calificada. Había dejado su trabajo en una gran empresa de marketing en el este para disfrutar del sol de California. Sabía que si no la contrataba, pronto tendría múltiples ofertas de empresas más grandes.

91 Sophie juguetea con el tenedor. —¿Así que nunca hubo nada romántico entre ustedes? —No. —Es la verdad absoluta, y nunca he estado más agradecido de mantener mi polla en los pantalones de lo que estoy en este momento. No podría aceptar otra mirada de decepción cruzar las facciones de mi chica—. Es una empleada, eso es todo. —Está bien. Gracias a Dios, porque el trabajo sería realmente extraño si hubieran tenido un pasado secreto. —Sophie sonríe y toma un gran bocado de la comida en su plato. —Ahora, en cuanto al trabajo. No soy bueno en hablar de mis errores. Ella me mira y su expresión cae. —Tuvimos un mal trimestre y la acción de la compañía se ha reducido un quince por ciento. —¿Qué significa eso?

—Significa que la CNBC2 y varias agencias de noticias están discutiendo por qué la compañía se está hundiendo y lo que el presidente hará al respecto. —Oh. Lo siento, Colton. No lo sabía. Asiento. —No lidio bien con el fracaso. —Esto no es un fracaso, Colton. No eres un fracaso. —Su brillante mirada azul quema en la mía—. Eres un director ejecutivo con veintiocho años. Eso es bastante malditamente increíble. ¿Y qué empresa no tiene malos resultados de vez en cuando? Tiene razón. —Cierto. —¿Tienes algún plan de cómo vas a arreglarlo? —pregunta. —Lo tengo. —Me reuní con mi personal de alto nivel durante toda la tarde para idear un plan de trabajo de seis meses que nos saque de la zona roja. De ahí el por qué me encontraba en casa temprano y bebiendo licor fuerte. Había sido un día brutal, pero al menos teníamos un plan. Estuve cargando en mis hombros todo esto, no quería preocupar a Sophie, pero cuando se estira a través de la mesa y toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, veo lo equivocado que estaba. Decírselo —abrirme de esta manera— no va a empeorar la situación, de alguna manera lo mejora. Al menos coloca las cosas en perspectiva. El trabajo era trabajo. Siempre estaría allí. Habría altibajos. Pero esta era mi vida real. Esta mujer, que me

92 aceptaba con todos mis defectos, y me amaba de todos modos. —Arreglarás esto —dice, dándole un apretón a mi mano. —En efecto. —Aprieto en respuesta. Seguimos comiendo, y luego llevamos nuestros platos a la cocina. —Estuve preocupada por un segundo de que tu estado de ánimo tuviese algo que ver con Stella, o su acuerdo de divorcio —confiesa Sophie, enjuagando los platos y entregándomelos uno a la vez para ponerlos en el lavavajillas. Niego con la cabeza. —No. Todo eso está en un cuadro aparte. —No puedo creer que así como así… se acabó. —Sí, dulzura. —Colton,‖estoy… —Lo sé. También estoy en la maldita luna por todo esto. Pace me sugirió hacer una fiesta. 2

Es un canal de televisión sobre noticias de economía en Estados Unidos.

Su frente se arruga por la concentración. —Deberíamos hacerla. —¿En serio? ¿Quieres celebrar mi divorcio? Niega con la cabeza. —No, quiero que celebremos como una pareja. Podríamos invitar a mi familia, la tuya, reunirlos a todos. —Me gusta la idea. —Me apoyo en la isla de la cocina y planto un beso en su boca—. ¿Qué deberíamos hacer? —Creo que la única cosa apropiada sería una fiesta en la piscina. —¿Ah, sí? No pensé que querrías estar cerca de la piscina otra vez. —Ese es el punto, Colton. Es hora de seguir adelante y dejar atrás el pasado. Mi pecho se hincha de orgullo. Amo a esta chica. —Vamos, vamos arriba. —Toma mi mano de nuevo—. Creo que un masaje puede relajarte. Levanto una ceja. —¿Te acuerdas de lo que pasó la última vez que trataste de darme un masaje? —Las imágenes eróticas de nosotros en la ducha después de su intento fallido de masaje queman en mi cerebro. —Claro que sí. —Sonríe y me saca de la cocina.

93

Traducido por Jasiel Odair & Val_17 Corregido por SammyD

Sophie —Esto es tan malditamente extraño —digo, girándome hacia Becca. —¿Qué? —responde, ajustando los lazos de su bikini. —Papá se encuentra allí hablando con Colton. —El hombre que me compró en una subasta de sexo, añado mentalmente.

94

—¿Y? Becca y yo giramos y observamos sobre la piscina donde Colton y nuestro padre se hallan de pie bajo la sombra de la glorieta de cedro, bebiendo cócteles y hablando casualmente. —Simplemente es raro —digo. Se encoge de hombros a mi incomodidad. —Somos chicas grandes, Soph. A papá no le importa si te acuestas con un millonario. Mierda, probablemente se siente orgulloso. Sé que yo sí. —Me sonríe. Ruedo los ojos, agradecida por mis gafas de sol ocultándolos. Está loca. La ansiedad que sentí planeando esta fiesta era en su mayoría sobre la forma en que mi papá y Colton se llevarían. Nunca le he presentado a mis padres un hombre antes. Especialmente uno que es siete años mayor, maneja una empresa, y tiene su propia mansión en Malibú. Es un poco angustioso. Mi madre se ha ocupado ayudando en la cocina, claramente incómoda dejando que el personal contratado nos sirviera completamente, a pesar de que Colton y yo le dijimos en numerosas ocasiones que disfrutara y se relajara. No creo

que mi madre sepa cómo relajarse. Es algo que aprendo ahora cómo hacerlo yo misma. Sin embargo, el día es bastante perfecto. El sol brilla por encima de nosotros. La temperatura es perfecta. Música reggae suave suena débilmente en el fondo a través de los altavoces al aire libre y el bar se halla abastecido con bebidas tropicales y botellas heladas de cerveza. No hay nadie en la piscina aún, pero las bolas de colores brillantes se menean en la superficie del agua seductoramente. Después de un rato más yaciendo fuera, estoy segura que estaré lista para tomar un baño. Collins y Pace se hallan sentados en el bar, cada uno con una copa en la mano. Es temprano todavía y Beth, la cocinera personal de Colton, tiene todo preparado para una barbacoa después. Lo que me pone aún más curiosa acerca de en lo que mi madre podría ayudar con el interior. Probablemente vuelve loca a Beth. Tomo otro sorbo de mi daiquirí de mango y trato de relajarse. Marta viene paseando por las puertas del patio como si estuviera trabajando en una pasarela. Por alguna razón verla en su pequeño bikini rojo de cuerdas hace que se me forme un nudo en el estómago. No me gusta que tuviese una aventura con Colton, no importa cuán breve fuera.

95

––¿Quién diablos es esa? —pregunta Becca, bajando la voz. —Marta. Trabaja para Colton como su asistente personal. —Es hermosa —dice Becca. Al parecer, Marta no entendió el tema de fiesta casual en la piscina, su maquillaje es como realizado por expertos y ha labrado su pelo en olas perfectas que caen sobre sus hombros y espalda. Mi pelo se encuentra en una coleta desordenada y lo único que adorna mi piel es una gruesa capa de protector solar grasienta. Siento la necesidad de ir arriba, añadir rímel y lápiz labial y el cambiarme en mi top del bikini que levanta. En lugar de eso me bebo el resto de mi bebida. —¿Te la vuelvo a llenar? —pregunta Becca, riéndose de mí. —Sí, por favor. Becca va hasta el bar, se presenta a Marta y hace una breve charla con Pace y Collins, vuelve a llenar cada uno de los vasos de daiquirí, luego se detiene para hablar con papá y Colton. Finalmente regresa con nuestras bebidas semi-derretidas en la mano. — ¿Qué fue todo eso? —pregunto, aceptando la copa y sorbiendo un trago helado.

—Bien, en primer lugar. Los hermanos de Colton son tan calientes. Asiento. Duh. —Todavía pienso que Pace y yo podríamos haber tenido diversión en Italia... —le dice a nadie en particular—. En segundo lugar, no te preocupes por papá y Colton. Hablan de las obras de caridad de Colton en África y papá prácticamente babea, colgado de sus palabras. Estoy bastante segura de que consiguió un enamoramiento por tu novio. —Gracias, Becs. —Me preguntaba lo que estaba haciendo. Por otra parte, espiar para mí se encuentra prácticamente en el manual del gemelo. —En tercer lugar, Marta no es nadie de la que necesites estar preocupada. Sus tetas son obviamente falsas y, en serio, ¿usa tacones en una fiesta de piscina? No me había dado cuenta de sus zapatos, pero Becca tenía razón, sus sandalias tenían un tacón de diez centímetros. Hija de... —Lo intenta demasiado duro, Soph —continúa Becca—. Eres naturalmente hermosa y los hombres prefieren eso sobre algo falso cualquier día. Confía en mí. Libero a un profundo suspiro. Sé que tiene razón. Colton no mira a Marta como me mira a mí. —Ella y Colton tuvieron una aventura —le admito a Becca—.

96

La primera vez que se separó de su ex mujer. Estoy bastante segura de que no ha visto simplemente el paquete de mi hombre, pero ha tenido el placer de estar de rodillas delante de él, tomándolo profundamente en su garganta. —Qué perra real. Me río, amando el odio instantáneo de Becca hacia Marta. —En serio, hermanita, ¿te sientes bien con que trabaje para él, dado su pasado? Si no, debes hablarlo con él. —El gesto tirando su boca hacia abajo me es familiar. Es lo mismo que veo cuando me miro en el espejo. —Tuvo una conversación con ella. Le dijo que si causaba algún problema entre nosotros, sería despedida. —Sí, pero cuando aparece aquí con ese aspecto, algo me dice que debes tener tu propia pequeña charla con ella. Un agradable comunicado, un aléjate de mi hombre, perra, debe hacer el truco. —¿Eso crees? —Nunca me imaginé diciéndole algo así a Marta directamente, pero ahora que Becca lo sugiere, la idea me llena de ansiedad y un extraño tinte de emoción. Nunca he reclamado a un hombre.

Bebo el resto de mi bebida hasta que la paja hace un sorbido ruidoso contra el fondo del vaso. —Mantén esto. —Le entrego a Becca. Sin darme la oportunidad de acobardarme, me levanto de la silla y me pavono hacia donde Marta habla con Pace y Collins al lado del bar. —¿Podemos hablar un momento, Marta? —Claro. —Me sonríe dulcemente y deja su vaso de vino blanco. La llevo al grupo de sillas cerca con cojines fuera del alcance del oído de nadie más. —Entonces, ¿cómo va la redecoración en la casa de la piscina? —le pregunto. Mierda. Puedo sentirme relajándome. Esto se hace aún más difícil por el hecho de que ella y yo somos alguna clase de amigas. Ha sido amable conmigo. Me ha llevado de compras y se quedó conmigo cuando Colton estuvo fuera de la ciudad por negocios. Por supuesto, se me ocurre que todas esas cosas de amistad podría haber sido un acto para acercarse a Colton. Simplemente no se encuentra en mi naturaleza ser mala y resulta que no tengo la primera pista sobre cómo empezar. —En marcha. Le envié un correo a Colton con un enlace de una serie de

97

diseños que me gustan para el espacio, pero al final le toca a él. Mi lengua queda trabada y sin saber qué decir a continuación. Creo que los dos sabemos que no la aparté de la diversión para tener una conversación privada sobre las nuevas cortinas de la casa de la piscina poco utilizada. —¿Todo bien, Sophie? —No, en realidad no. —Me aclaro la garganta, deseando haberme bebido un tercer daiquirí antes de intentar esta conversación incómoda—. Colton me habló de tu pasado con él. —Oh. —Baja la mirada en el patio de piedra a sus pies. —Y aunque me aseguró que no tiene ningún interés en ti, necesitaba escuchar que dices lo mismo. —Hago una pausa, mirándola a los ojos y me concentro en respirar con calma. No necesita saber que mi corazón late como un tambor. —En un tiempo, me gustó Colton. Es un hombre inteligente, encantador. ¿Qué mujer no se enamoraría de él? Pero con los años, he aceptado que no me ve de esa manera, Sophie. Puedo prometerte que lo he superado. Asiento, sin dejar de mirarla, y no se siente segura de qué decir a continuación. Caray, esto es incómodo. Debería haber hecho a Becca venir aquí y tener esta

conversación. Lástima que no éramos tan idénticas y no podíamos hacernos pasar la una por la otra, porque de lo contrario, lo haría totalmente. Marta se inclina más cerca. —Escucha, la verdad es que sé que no puedo competir contigo. Eres una chica hermosa. Y Colton te ama. Si no te lo ha dicho, sin embargo, estoy seguro de que lo hará, porque puedo verlo cada vez que te mira... —Me lo ha dicho —lo admito. —Oh. Bueno, como he dicho, no me sorprende. —Se toma un minuto, mirando a sus dedos del pie de nuevo, antes de mirarme a los ojos—. Espero que mi trabajo no te moleste. Si lo hace, lo entiendo, pero me encanta mi trabajo, y... Me levanto una mano, deteniéndola. —No me molesta. Confío en Colton. Sólo necesitaba que sepas que ahora es mío. —Lo sé —dice en voz baja—. Lo sé. Me enderezo mis hombros, mi confianza en aumento. —Bien. Estoy contenta de haber tenido esta conversación. Estoy bien con que sigas trabajando para él, pero solo sé que no voy a tolerar que coquetees con lo que es mío. —Lo entiendo, Sophie —dice, con la barbilla inclinada hacia abajo, como si

98 algo de su aplomo hubiera desaparecido. Me alejo de nuestra conversación sintiéndome un poco extraña y un poco triste. Cuando le transmito los detalles a Becca después de hundirme en la tumbona, hace un gesto para desestimarlo. —No te sientas mal. Escucha, Marta es jodidamente hermosa. Es un diez. No tendrá ningún problema encontrando un hombre ahora que sabe que es hora de dejar ir a Colton. Hiciste lo correcto al hablar con ella. Ahora todo se halla al descubierto y no hay secretos. Además, ahora que sales con un hombre tan absolutamente atractivo como Colton, será mejor que te acostumbres a sacar a las chicas de encima. Eso fue un buen calentamiento. Asiento en acuerdo. —Bien, buen punto. —Cómo se volvió tan sabia mi hermana, no tengo idea. —Estoy feliz por ti, Soph —dice—. Como en serio jodida y ridículamente feliz. No importa lo que pase, quiero que vivas cada día al máximo. Ríete. Canta en la ducha. Baila desnuda. Ten sexo con tu hombre en la cocina. Ten un montón de bebés. La miro, mi estómago de repente apretándose en un nudo. —¿De qué hablas? ¿Por qué dices todo esto?

Se encoge de hombros. —Es solo que nunca sabemos cuánto tiempo nos queda, eso es todo. Esta conversación en la brillante luz del sol con Bob Marley cantando Everything's Gonna Be Alright en el fondo se siente totalmente equivocada y fuera de lugar. Lo odio. Me trago el nudo en mi garganta. —Estás saludable, ¿verdad? Asiente. —Todo lo que digo es que si mi cáncer me enseñó algo, es a vivir cada día como si fuera el último. —Cielos. No me asustes así, Becca. Ambas tenemos un montón de tiempo para los bebés y todo. —Por supuesto. Es sólo que has estado enfocada en mí durante tanto tiempo, ahora que estoy sana es el momento de que te enfoques en ti. —Nunca me ha importado estar allí para ti ni un solo segundo. Haría cualquier cosa por ti. —Ya lo sé. Simplemente no quiero que tengas que sacrificar más. —Sonríe débilmente.

99 Odio que tenga razón. Me avergüenza admitir que he estado resentida varias veces en mi vida. El baile de graduación de nuestro último año en la secundaria era el ejemplo perfecto. Había comprado el vestido plateado más hermoso sin mangas y se suponía que iba a ir con el capitán del equipo de baloncesto de nuestra escuela, Johnny Knight. En su lugar, Becca tuvo una recaída y toda nuestra familia viajó a Houston para una cirugía de emergencia. Me siento tan egoísta por pensar en ello siquiera. Finalmente boté ese vestido plateado el año pasado. Las etiquetas seguían puestas. Y la culpa no terminaba ahí. Ahora me sentía mal por no haberlo donado, pero en un arranque de ira, lo arrojé al bote de basura en su lugar. —Es sólo que has vivido en la sombra de mí y mi enfermedad por tanto tiempo. Este es tu momento y no quiero que nada se interponga en el camino de eso. —¿Cuándo es tu próxima visita al médico? —pregunto, cambiando el tema lejos de mi propia vida amorosa. —Voy el lunes. Pero me siento bien. —Se da cuenta de mi estado de ánimo amargo y su sonrisa se convierte en un ceño fruncido—. Oye, lo siento por ponerme tan pesada contigo. Sólo quiero saber que sin importar lo que pase, vas a estar bien.

—Por supuesto que lo estoy. —Mi vida se forma y Becca finalmente mejora. Todos tenemos mucho que esperar. Me acuesto mirando directamente hacia el sol. Nuestra conversación me ha dejado un poco al borde. En realidad, todo el día lo ha hecho. Entre mis padres conociendo a Colton por primera vez, mi conversación con Marta y ahora esta extraña‖discusión‖con‖Becca…‖he‖perdido‖mi sentido de calma zen. Puf. Se ha ido. Mi mirada se desvía a Colton y veo que me mira desde el otro lado de la piscina. Sostiene el teléfono en la mano y le echa un vistazo a mi bolso de playa y luego de vuelta a mí. Agarro mi propio teléfono del bolso, preguntándome si eso es lo que me pide que haga. Tan pronto como saco mi teléfono, veo un mensaje. Te ves estresada. Lo miro, preguntándome cómo puede leerme tan bien, cómo es posible que pueda estar sintonizado conmigo cuando entretiene a los invitados. Lo amo aún más en ese momento. Escribo mi respuesta. No lo estoy. En realidad no.

100

Mientes. Lo miro y sonrío. Me encanta que me conozca tan bien. Estoy bien. Lo prometo. ;) Mantengo mis ojos en la pantalla, esperando su respuesta, pero cuando no llega lo miro de nuevo. Se encuentra de pie al otro lado de la piscina y me siento impresionada por la belleza de nuestro idílico entorno. Sin nada más que el cielo azul por encima, y el reluciente sol brillando sobre su cuerpo lo hace parecer una estatua de bronce de un Dios Griego. Su pecho desnudo y la mansión elevándose por detrás, solo con la extensión de agua azul brillante separándonos, me recuerda lo afortunada que soy. Finalmente me responde. Bueno, yo no lo estoy. ¿Qué pasa? Quiero follarte. ;)

—Voy a ir a nadar —dice Becca. Mierda, estoy tan envuelta en mi conversación traviesa que me olvidé que se encontraba a mi lado. —Bien. Diviértete. —La observo mientras se pasea hacia la piscina y veo a Pace mirándola con nostalgia, pero no hace ningún movimiento. Me pregunto brevemente si Colton le advirtió que se mantuviera alejado de ella. Una vez que Becca se encuentra en el agua, le echo un vistazo a mi teléfono. Mi polla te extraña. Le dije que te tendríamos más tarde, pero se halla jodidamente firme en que tiene que ser ahora. ¿Ahora? ¿Al igual que AHORA? ¿Está loco? No es posible que podamos. Mientras mi cabeza da vueltas, el teléfono suena en mi mano. Sí. Lo miro y lo veo escribir otro mensaje. Nos vemos en la casita de la piscina. Mis pezones se endurecen contra la parte superior de mi bikini y mi corazón se tropieza en su lucha por ganar velocidad. Sin esperar mi respuesta, mete su

101 teléfono

en el bolsillo de sus pantalones cortos. Le dice algo a mi padre, quien asiente una vez, y luego se pasea despreocupadamente hacia la casita de la piscina. Mi propia caminata hacia la casita de la piscina no es tan casual. Me siento tan culpable como un criminal condenado a muerte, segura de que todo el mundo me mira y sabe exactamente lo que voy a hacer. Mis mejillas ya se encuentran ruborizadas de un rojo brillante y mi respiración sale demasiado rápido. Al parecer, apesto en los encuentros de sexo secretos. Cuando llego a la puerta de la casa de la piscina —que para cualquier persona normal sería una casa de grandes dimensiones—se encuentra en la puerta esperándome con una sonrisa expectante. —Viniste. —¿De verdad pensaste que te rechazaría? —pregunto. —No. Tomando mi mano, me tira adentro, cierra y bloquea la puerta detrás de nosotros. Los tres dormitorios y los dos baños se hallan en construcción. El papel

tapiz se ha despojado de las paredes y hay lonas cubriendo los pisos. El polvo y las herramientas al azar se encuentran dispersas por encima. Todas las pequeñas cosas tontas por las que me preocupé antes se desvanecen mientras me concentro totalmente en mi hombre y este hermoso momento. Tomando mis muñecas con sus manos, las lleva a su boca, besando la parte interior de cada una. Su sonrisa me dice que puede sentir la forma en que mi pulso se acelera por su toque. Me guía hacia la cocina y nos detiene junto al mostrador de piedra. —Las manos en el mostrador —susurra bajo cerca de mi oído, sus labios haciéndole cosquillas a la piel sensible en mi cuello. Trago y obedezco, girándome para poner mis palmas sobre el mostrador. Se mueve detrás de mí y lo siento desatar lentamente la cuerda en mi espalda. Sus manos se mueven bajo las copas de mi bikini y masajea mis pechos, tirando mis pezones duros hasta que jadeo por la sensación. Quitando mi cola de caballo del camino, tira de la cuerda detrás de mi cuello y saca mi bikini por completo, poniéndolo sobre el mostrador junto a mis manos extendidas. Besa a lo largo de mi nuca y mi espalda mientras sus manos siguen frotando mis pechos y pezones. Empujo mi culo en su contra y soy recibida por su

102 gruesa erección, que estoy

segura es apenas contenida por sus pantalones cortos. Lanza un fuerte gruñido. Sus manos bajan por mis costados y empuja la parte trasera de las bragas de mi bikini. Ahueca mi culo, amasándolo con las manos y luego continúa bajando mis bragas hasta que se acumulan en mis tobillos. —Abre las piernas —respira en mi oído. Tiemblo por todas partes, pero amplío mi posición, preparando mi cuerpo para él. Lo escucho desatar sus pantalones cortos de natación, la tela arrugándose es el sonido más delicioso, mientras los empuja por sus caderas. —Voy a alimentarte con mi polla. Un centímetro a la vez. Quédate muy quieta, ¿de acuerdo? Asiento y lo siento empezar a frotar la cabeza de su polla en mi contra, probando mi humedad.

Presiona hacia adelante, sólo su punta ancha penetrándome. Gimo y me presiono más, necesito sentirlo empujar más profundo. Se retira. —Tienes que quedarte quieta, dulzura. No queremos que nadie sepa que te estoy follando aquí, ¿verdad? Asiento de nuevo. —Estaré quieta. Lo prometo. —Solo sigue follándome. Una mano permanece anclada a mi cadera y la otra envuelta por el frente. Alcanza entre mis piernas y utiliza sus dedos para frotar mi resbaladizo clítoris en pequeños círculos. El placer me atraviesa mientras un inesperado orgasmo me golpea. Muevo mis caderas contra su cuerpo, tomándolo más profundamente con cada embestida. —Colton…‖—gimo, incapaz de estar quieta. Mete la parte superior del bikini en mi boca, ahogando mis gritos de placer. —Shhh…‖—me recuerda—, quiero hacerte venir otra vez. Gimo suavemente, mordiendo la tela que huele ligeramente a cloro y sudor. Tomando mis caderas en sus manos, me tira hacia atrás cada vez que empuja hacia adelante, estrellándose en mí, haciéndome gritar. —Te ves tan jodidamente caliente, nena. Quiero tanto follarte el culo. Presiona un dedo dentro de mi culo y la sensación —aunque completamente extraña— no es como ninguna otra cosa. El placer se apodera de mí desde adentro. Es jodidamente caliente. Su dedo presiona más profundo y libera un gemido

103

ahogado. —Tan. Jodidamente. Caliente —gruñe. Su polla se hincha y sé que se encuentra cerca. —Me voy a correr por todo tu culo. Continúa bombeando en mí mientras arrastra su dedo dentro y fuera de mi trasero y pronto siento que mi interior tiembla. Mi clímax estalla a través de mí y mis gritos ahogados llenan la tranquila habitación. Envuelve una mano alrededor de mi boca y se estrella contra mí una y otra vez, ordeñando hasta la última gota de placer de mi cuerpo. Luego saca su polla y siento el semen caliente chorreando por mi culo y espalda baja mientras se vacía, marcando mi piel. Santa mierda, eso fue caliente.

Coloca un beso húmedo en la parte posterior de mi cuello, y luego se inclina y desliza las bragas de mi bikini por mis piernas. Estoy toda húmeda y desordenada por nuestros orgasmos, pero la casa se ha limpiado, no hay toallas de papel, ni siquiera agua corriente. —¿Colton? —digo, preguntándome cómo voy a limpiarme. —Puedes usar la ducha al aire libre. —Su sonrisa tranquila y ojos, brillantes con deseo, me desafían. No sé qué juego está jugando, pero si salgo así, hay una posibilidad de que la gente pueda verme. Sin embargo, no hay manera de que me eche atrás. Me siento valiente y llena de vida después de nuestra aventura sexual al mediodía. —No hay problema, señor Drake. —Sonrío dulcemente y su boca se abre. Me paseo hacia la luz del sol con él siguiéndome de cerca por detrás, esperando que ninguno de nuestros invitados se dé cuenta del semen marcando mi espalda y muslos.

104

Traducido por Mire Corregido por Dannygonzal

Colton Tira de la cadena sobre ella, el agua cayendo en cascada del cabezal de la ducha en forma de lluvia, empapándola de la cabeza a los pies. Me pongo semiduro otra vez observándola. Corrientes de agua corren por su cuerpo y sus pezones se endurecen por el agua fría. Tengo que obligarme a mirar a otro lado para tratar y domar mi erección. Congenié con sus padres muy

105 bien y no me gustaría deshacer todas mis buenas primeras impresiones por tener una erección inoportuna mientras me como con los ojos a su hija. Sophie dirige su mirada hacia mí y su sonrisa desafiante me dice que sabe exactamente a qué está jugando. Pequeña chica mala. Será azotada después por tratar de sacarme de quicio de esta manera. Levanto una ceja en pregunta y Sophie apaga el chorro de agua y envuelve una toalla a su alrededor, cubriendo todas esas hermosas posesiones. Un chillido perfora de otra manera el entorno pacífico y todos los ojos se mueven hacia las puertas del patio. Kylie está cargando en su cadera a un bebé llorando y una bolsa de playa rebosante con pañales y juguetes de bebé en el otro brazo.

Cruzo el camino de piedra y tomo la bolsa de su hombro, de ninguna manera me ofreceré a cargar al bebé llorando. A uno calmado, podría intentarlo, pero no a esta cosa. Él está tomando lecciones de un banshee3, estoy seguro de ello. De todas formas, no hay otra explicación posible a cómo podría ser capaz de alcanzar esas octavas. ―Gracias. Y disculpa por lo de Max ―dice Kylie, aceptando mi ayuda. ―No es un problema. ¿Está todo... bien? ―pregunto, levantando una ceja hacia el banshee, quiero decir hacia el bebé, en cuestión. ―Ha estado así por días. Llora sin parar. Le están saliendo los dientes ―explica. ―Entonces vamos a conseguirte una copa de vino. ¿Algo que pueda hacer por el pequeño? ―pregunto. Ella sacude la cabeza. ―No, con suerte se calmará. Lo siento tanto, no quiero que arruine la fiesta. ―No lo hace, Kylie. En absoluto. Ven, por favor, relájate. ―La llevo a la barra, donde Pace y Collins han estado toda la tarde. Pace se pone en pie, asumiendo el papel de barman. ―¿Qué puedo servirle? ―Pace, Collins, esta es Kylie. Ella es el cerebro detrás de mi organización de

106

caridad. Las presentaciones son intercambiadas mientras Pace le sirve a Kylie vino blanco. ―¿Segura que no quieres algo más fuerte? ―pregunta Collins, sonriéndole al bebé aun quejándose en sus brazos. ―Estoy bastante segura de que mis tímpanos estallaron hace dos días ―explica‖ella,‖para su beneficio, que al pequeño bebé le están saliendo los dientes. ―Permíteme cargarlo ―ofrece‖Pace,‖rodeando la barra y deteniéndose ante Kylie―. ¿Te importa?

3

Espíritus femeninos que, según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus gemidos la muerte de un pariente cercano.

Sus cejas se disparan a su frente con sorpresa. Estoy muy sorprendido. Pace es un gato al acecho, pero incluso él no es tan estúpido como para tratar de seducir a otra de mis empleadas, especialmente no una que es madre soltera. ―Puedes intentar... ―No antes de que las palabras salgan de la boca de Kylie y el bebé esté en los brazos de Pace, su llanto se detiene por completo. El repentino silencio nos sorprende a todos y nos quedamos allí, mirando a Pace sosteniendo un bebé. ―Oye pequeño hombre ―dice Pace, rebotando al bebé con un brazo. El bebé se queda mirando fijamente a mi disparatado hermano, sus ojos azules gigantes parpadeando contra la luz del sol mientras lo toma todo. Él agarra las gafas de sol de Pace, las saca de su rostro y comienza a masticarlas en el extremo. ―Lo siento mucho, tiene juguetes para la dentadura aquí en alguna parte ―dice Kylie, corriendo a buscar en la bolsa gigante a sus pies. ―Estamos bien ―dice‖Pace,‖alej{ndose con el pequeño. ―¿Quién es él, el encantador de bebés? ―bromea Collins. Todos nos encogemos de hombros y Kylie toma un gran sorbo de su vino, sus ojos en Pace y su hijo. Pace pasa la mayor parte de la tarde con el bebé, sosteniéndolo, rebotándolo en su rodilla, nadando con él en la piscina... y Max permanece tranquilo y contento a lo largo de toda la cosa, sus grandes ojos azules clavados en el hombre que lo sostiene todo el tiempo. ―¿Por lo general es así con los bebés? ―Kylie‖me‖alcanza y me pregunta. ―Esta es la primera vez ―admito. Ella se muerde el labio y los mira chapotear en la parte menos profunda de

107 la piscina. No tengo idea de lo que está pensando y, francamente, no quiero saber. Pace y Kylie sería una idea terrible. Más tarde, nos sentamos en una comida perfecta preparada por Beth, y Pace renuncia a su dominio sobre el bebé, solo lo suficiente para comer, pasándoselo a Sophie para que Kylie pueda comer en paz. Pace podría haber estado bien cuidando al bebé durante toda la tarde, pero nada se interpondría entre él y el montón de costillas en su plato. Es mejor así, probablemente se comería el brazo del bebé por error.

La visión de Sophie con un bebé en sus brazos me hace algo extraño. Mi corazón palpita en mi pecho y distraídamente pongo mi palma contra él, tratando de ponerlo a latir normalmente de nuevo. ¿Qué demonios? Sophie le está balbuceando algo, algo que no puedo entender, pero su voz es un susurro suave y dulce, como nunca he escuchado antes. Decido que me gusta. Bastante. Se sienta con él en su regazo y le da de comer pequeños bocados de galletas que rompe en pedazos diminutos. Nunca supe que esto podría ser tan cautivante, pero por alguna maldita razón, han capturado toda mi atención.

*** Cuando Sophie y yo nos arrastramos a la cama esa noche, los dos estamos bronceados y aletargados por la tarde pasada entretenida. ―Me alegra que nuestras familias se conocieran ―dice alrededor de un bostezo. ―Yo también. ―¿De‖qué‖hablaron‖mi padre y tú? Supongo que se dio cuenta de que yo lo recluté toda la tarde. ―Principalmente hablamos de mi trabajo. Un poco sobre mi familia. Nada demasiado emocionante. Solo una pequeña charla ―miento. No le diré a Sophie, pero le dije a su padre que estoy locamente enamorado de ella. Que es todo para mí. Pedí su bendición y le dije que pensaba pasar el resto de mi vida amándola. Él se quedó allí con una expresión seria como si estuviera evaluando no solo a mí como hombre, sino también mis intenciones. Después de un momento de tensión, sonrió, me dio la mano y luego me dio la bienvenida a la familia. Nuestra follada de mediodía en realidad fue de celebración, solamente que ella no lo sabía.

108

―Vamos a dormir un poco, nena. ―Aseguro mis brazos a su alrededor, esperando detener cualquier otra duda.

Traducido por Mire Corregido por Sandry

Colton El martes siguiente en el trabajo, recibo una serie de llamadas telefónicas de Kylie, luego de Marta y finalmente de Beth. Dejo que se vayan todos al correo de voz y me pregunto si todas las mujeres de mi vida se han vuelto de repente locas. Hoy, me voy a reunir con los directivos, teniendo una sesión de estrategia sobre tratar de cambiar el tercer trimestre antes de que el informe de ganancias salga el

109

próximo mes. Cuando mi teléfono parpadea de nuevo, bajo la mirada hacia la pantalla. El texto de Kylie me hace tirar la pila de informes que estoy revisando. Colton, ¡responde a tu maldito teléfono! ¡¿Dónde estás?! En la oficina, ¿qué pasa? Escribo, molesto. Tienes que venir a ver a Sophie. Su hermana ha fallecido. Mirando las palabras en la pantalla, trato y fallo al comprender su significado. Acabábamos de pasar el fin de semana con la familia de Sophie. Becca se encontraba bien. Estaba delgada y se quejaba de estar cansada, pero había estado bien. No. Esto tenía que ser algún tipo de error. Excusándome de la sala de juntas, le escribo un texto a Kylie, confirmando que me hallaba en camino. Llamo a Marta con mi teléfono mientras bajo corriendo por las escaleras. No hay tiempo para esperar al ascensor, no mientras mi chica me necesita. —Colt, ¿dónde has estado? He estado tratando de...

—Lo sé. Kylie me lo acaba de contar. —Oh Dios, Colton, es horrible. *** Conduzco como un cohete todo el camino hacia la casa de Kylie. Cuando llego, no me molesto en llamar, me dirijo al interior, mis ojos buscando a Sophie. En su lugar, encuentro a Kylie en la habitación de enfrente, su expresión angustiada. —Gracias a Dios que estás aquí. —¿Dónde está? —grito. Kylie señala a la parte trasera de la casa. Corro por el pasillo y encuentro a Sophie sentada en la mesa de la cocina mirando a sus manos, una taza de té ahora frío ubicada a su lado junto con media docena de pañuelos usados. La sala está en silencio y sin vida. Joder, lo odio. —Dulzura... —murmuro contra el zumbido de la nevera. La cabeza de Sophie se alza y su expresión es una que nunca la he visto tener y una que espero nunca ver de nuevo el tiempo que vivamos.

110 Su piel está pálida, su boca se dibuja en una línea apretada, pero sus ojos son lo peor. Están en blanco e inexpresivos —dos piscinas encantadas de azul que, a pesar de su silencio, gritan de dolor y trauma tan profundo que mi estómago se encoge mientras temo que nunca volverá a estar completa de nuevo. Becca no era solo su hermana, no solo su mejor amiga. Ella era la gemela de Sophie. Es una pérdida que no puedo ni siquiera empezar a entender. —Ven aquí, cariño. —La pongo en mis brazos y ella se levanta fácilmente, dejándome ponerla en mi pecho. Entierra su cara en mi cuello y solloza. La agarro con más fuerza, odiando que tenga dolor y yo no pueda hacer una maldita cosa al respecto. —Lo siento mucho. —Las palabras se sienten huecas y tan inadecuadas, que quiero tragarlas de nuevo al segundo que salen de mi boca. Quiero preguntar qué ha pasado, pero sé que ahora no es el momento adecuado. Así que en cambio, la dejo llorar, sosteniéndola con fuerza contra mí y amortiguando los sonidos de su llanto con mi chaqueta.

Unos minutos más tarde, sus sollozos se tranquilizan y le quito el pelo de la cara. —¿Puedo llevarte a casa? Ella asiente y me deja coger su mano y llevarla hasta el coche mientras Kylie observa desde la puerta con una mirada triste y melancólica. Cuando llegamos a casa, despido al personal. Pasar la aspiradora y pulir jarrones de cristal de repente parece mucho menos importante. Acuesto a Sophie en mi cama, donde se acurruca en una pequeña bola, abrazando mi almohada en su contra. Cojo su teléfono del bolso y llamo a su padre. —¿Señor Evans? —Mi voz se quiebra y él hace el sonido de un sollozo ahogado en el otro extremo. —Colton, ¿cómo está? —Está en la cama ahora mismo. No ha dicho ni una palabra todavía. —Me gustaría tener mejores noticias para informar, pero es la realidad de la situación—. Cuidaré de ella, señor. —Sé que lo harás. —¿Qué ha pasado? Becca parecía estar bien cuando estaba aquí... Me entero de que cuando Becca regresó a su casa el domingo, se quejó de una hinchazón leve y de dolor en el lugar de su puerto al catéter. En cuestión de horas, la fiebre se había disparado y la llevaron a emergencias. Los médicos empezaron con antibióticos para una infección que rugía sin control a través de su

111

sistema. Pocas horas después de ser

admitida en el hospital, se introdujo en un coma mientras la agresiva infección tomaba total ventaja de su debilitado sistema inmunológico. Su salud reducida contribuyó al problema —y la infección mortal tuvo una línea directa de acceso a una vena en el pecho, cortesía del puerto instalado para hacer sus tratamientos de cáncer más fáciles. Su padre tiene que parar dos veces para recobrarse. Le digo que está bien — no tiene que continuar, pero cada vez, le hace falta un par de minutos para ponerse bajo control y continúa con la historia. Cuando termina, no tengo ni idea de qué decir. Así que le digo que estaremos allí pronto. Después de finalizar la llamada, llamo a Marta, instruyéndola para que tenga listo el piloto y mi avión y para hacer gestiones por mí para estar fuera del trabajo durante un tiempo. Es el peor momento posible, pero el desastre no se planea en torno a tu calendario, solo se precipita y te golpea en la cara, exigiendo su atención.

Y ahora mismo, esta situación tiene mi completa e íntegra atención —y mi primera prioridad es Sophie. *** Unas horas más tarde, estamos a bordo en mi jet y está ascendiendo suavemente en el cielo nocturno. Tuve que cargar a Sophie hacia coche y ayudarla a subir al avión. Está débil y desorientada y esa atormentada mirada vacía no ha dejado sus ojos ni una vez. No mientras descansaba en la cama mirando el techo, no cuando le expliqué que íbamos a volar a casa esta noche, y no ahora —mientras mira las pequeñas luces brillando a tres mil metros por debajo de nosotros. Hice nuestras maletas, que además de artículos de higiene personal y artículos aleatorios de ropa, cada una tiene el traje formal negro adecuado para un funeral. Levanto la botella de whisky de su lugar de descanso en la consola central y me sirvo un poco. Echando un vistazo a Sophie, recuerdo nuestra primera noche juntos —este avión, su sombrío estado por una razón completamente diferente. Ella había estado luchando para salvar la vida de su hermana. Mi estómago se aprieta y me tomo un amargo trago de alcohol, necesitando su efecto adormecedor ahora más que nunca. Es solo cuando estamos en el aire que Sophie habla sus primeras palabras para mí.

112 —¿Puedo tomar algo de eso? —pregunta, asintiendo hacia la jarra de cristal ubicada a mi lado. —Por supuesto. —Le ofrecí agua, té y traté de hacerla comer, todo lo cual rechazó más temprano. Y aunque sabía que el licor fuerte no era lo mejor para su estómago vacío, no se lo negaría. Vertiendo una cantidad moderada en un vaso, se lo entrego. Sus dedos rozan los míos y los ojos de Sophie se alzan para reunirse con mi mirada. —Te amo —digo. —Lo sé. Yo también te amo —dice ella, luego da un gran trago a su bebida y hace muecas. No hablamos de lo que sucederá cuando aterricemos. Nunca he visto su casa de la infancia, pero ahora no es el momento para la nostalgia. Quiero darle comodidad y alejar cada gota de su dolor. Esta es la más frustrante y jodida situación que puedo imaginar. Odio esto. Quiero que Becca vuelva. Quiero que mi dulce

Sophie llena de vida regrese. Odio el pensamiento que cruza por mi mente —sin la existencia de Becca, ¿la propia existencia de Sophie se atenúa? Ella bebe dos vasos grandes de whisky, que le dejé tomar en contra de mi mejor juicio, y luego cae dormida en mi hombro. Apretando mis brazos alrededor suyo, la miro mientras duerme, y prometo que lo que sea que venga después, estaré ahí para ella.

113

Traducido por vals