Fascismo- Nazismo

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UNIVERSIDAD ANTONIO RUIZ DE MONTOYA

FASCISMO Y NAZISMO TEORÍA POLÍTICA II

MARIA GRACIA REYES ANTENOR ESCUDERO LEANNA ZÚÑIGA

OCTUBRE- 2013

ÍNDICE

1. Introducción

2. Características, idearios e implicancias 2.1. Fascismo Italiano 2.2 El Nacional Sindicalismo Español 2.3 Nazismo

3. Interpretaciones contemporáneas 3.1 Neopopulismos 3.2 Grupo Greece y la Nueva derecha 3.3 Neofascismo y neonazismo

4. Apreciación crítica

INTRODUCCIÓN

El proyecto que impulsaba el fenómeno fascista y, dentro de su espectro, el nazismo, podría situarse entre el ideal supremo de salvar la Nación, solucionar de manera unitaria los problemas que acontecían en ella, restaurar y respetar la cultura y las tradiciones, y establecer un sistema meritocrático que busque desarrollar las capacidades y habilidad creativa de cada persona para el servicio de la comunidad. (Cfr. Antón, 2006:220) Sin embargo, una ampliación de la situación particular donde se desarrolló cada caso, revela la tarea compleja de definir los patrones reales que lo direccionaban.

Una interpretación que parta desde un enfoque liberal o marxista puede brindarnos características lineales y amplias que dejan de lado algunos esquemas específicos. Ambas interpretaciones se ubicarían en parámetros que definan al fenómeno fascista, como una regresión civilizatoria, producto de la debilidad de la revolución burguesa o como la respuesta reaccionaria del capital por medio de la dictadura para perpetuar el poder político (Cfr. Antón, 2006:215)

Es evidente que comprender el surgimiento del fascismo implica más que una revisión dicotómica. Resulta importante situarse en los acontecimientos históricos del siglo XX para capturar los procesos de construcción que, no solo, generaban diferencias entre un fascismo italiano con la versión española, sino las variantes del nacional-socialismo alemán.

Partiendo por estas premisas, consideramos oportuno el empleo tanto de textos escritos por los ideólogos del fascismo, como de aquellos que han invertido tiempo en analizar el comportamiento de esta corriente. Así por ejemplo, recurrimos a los informes realizados por Ramiro Ledesma para las Juntas de Ofensivas Nacional Sindicalista, donde se ubica la demostración de las particularidades del movimiento fascista en España; se describe el carácter profundamente ultramontano de la variante franquista, además de su carácter sindicalista, evidenciado en el movimientos fundado por Ledesma, JONS, que demostraba el cariz interclasista que proponía el fascismo. El conjunto de artículos permite demostrar la defensa hacia una aristocracia militarizada y clerical, el intento por mantener un nexo con el proletariado a través de la articulación con los sindicatos, evitando revueltas. La revisión bibliográfica también recoge los textos escritos por

Alfred Rosenberg;

consideramos importante conocer los fundamentos del Nacionalsocialismo y la valoración de las luchas anímico espirituales del siglo XX. El texto brinda información sobre la identidad de la cultura germana, las características del Nuevo Orden y el Tercer Reich. En concordancia con este escrito se encuentra la producción de Adolf Hitler, se presenta la reivindicación de la identidad alemana y la pureza de la raza aria. Por otro lado, también se emplearon libros como “Ideologías y movimientos políticos contemporáneos” de Joan Antón; el texto “Los límites de la Fascistización de la derecha española durante la II República” de Eduardo Calleja, los artículos recopilados de Antonio Gramsci en el libro “Sobre el Fascismo” y otros. El material en conjunto aporta grandes rasgos del pensamiento fascista y neofascista, el contexto en el que se desarrollan, sus principales impulsadores y sus principales ideas. El análisis con un énfasis histórico se sustenta en la dificultad de enmarcar el fenómeno del fascismo como un modelo

previamente “ideado”; sino que, formándose y convirtiéndose en realidad a la vez que se iba justificando a través de una serie de proclamas e ideas. Los textos permiten revisar el fascismo originario, el que se creó ideológicamente mientras se construía como régimen en el Estado, y aquellos que se plegaron a este modelo alternativo al modelo soviético o al capitalismo liberal. Asimismo, brindan una base que permite entender a un fascismo ya hecho ideología y quienes lo apoyan en el presente, los nuevos movimientos nacionalistas populistas de derecha.

Emplear una diversidad de material bibliográfico permitirá conocer, por un lado, la variabilidad que registra la construcción de la definición de fascismo; por otro, brindar, a partir de nuestra interpretación, los posibles puntos en común que generó la base para el surgimiento de este fenómeno ideológico.

De este modo, iniciaremos por la descripción de las características más resaltantes del fascismo italiano, la versión fascista española para concluir con la construcción del nazismo en el intento de reconocer una base o patrón común. Posterior a ello, se intentará explicar el surgimiento de las nuevas vertientes del fascismo y nazismo para, finalmente, brindar una apreciación crítica sobre las implicancias de los idearios fascistas.

CARACTERÍSTICAS, IDEARIOS E IMPLICANCIAS

El análisis realizado por Joan Antón hace hincapié en aquellos componentes que permite comprender, fuera del sesgo marxista o liberal, los acontecimientos que impulsaron la consolidación del fascismo. El intento por comprender éste fenómeno se refleja en la importancia de contextualizar cada variable pero también por reconocer que existió una utopía fascista que sedujo a la comunidad nacional en cada caso.

FASCISMO ITALIANO:

Con el término de la primera Guerra Mundial, Italia había conseguido el rango de potencia mundial y esto se evidenció en su inclusión dentro del Consejo de la Sociedad o Liga de las naciones. A pesar de esta ascensión, Italia está supeditada al poder de Estados Unidos Francia e Inglaterra, quienes tenían una alianza militar; la superioridad de estos países frente a Italia no sólo se basaba en su fuerza bélica sino también en su desarrollo económico. En estos países, a diferencia de Italia, el capital industrial había logrado consolidar un Estado democrático y constitucional.

Un ejemplo de esto es el caso de Inglaterra, donde la burguesía nacional había impulsado el desarrollo industrial en todo el país y el libre cambio se había adoptado como premisa. A la par del desarrollo de la industria las masas obreras también se habían organizado y fueron estas con la ayuda de la burguesía emergente quienes en contra de los intereses aristocráticos

y terratenientes abolieron las leyes cerealistas e introdujeron el primer paso decisivo hacia el libre cambio y competencia.

El Estado Italiano había sido dominado, hasta antes del ascenso del fascismo, por el capital, invertido en la gran industria, distribuido en algunas manos que sacrificaron el bienestar de la nación por sus propios intereses. Esto ha ocurrido a pesar del ideal de “unidad nacional” que la burguesía Italiana venía afirmando. El contexto de la I Guerra Mundial, los innumerables conflictos que esta suscitó afianzó dentro del Estado Italiano el rol disgregador de la burguesía italiana.

Los políticos liberales que llegaron al poder no instauraron regímenes que sentaran las bases de la industrialización del país y la libre competencia. Sobre ellos, Gramsci señala: “El diputado Orlando se convirtió en el presidente del consejo, y su liberalismo se convierte en un error de juventud. Lo mismo sucede con el diputado Nitti. El financiero F.S. Nitti ha sido siempre un liberalista, como diputado de la oposición pronunció enérgicos discursos de crítica edificados sobre ideas amplísimas de libertad económica, sobre la teoría de que el Estado no debe inmiscuirse nunca en la actividad comercial privada, no debe hacerse distribuidor de riqueza, no debe hacerse promotor de consorcios y monopolios. Una vez convertido en ministro el señor Misti propugna el cártel de la banca. Lo mismo Goretti, lo mismo Crispi, lo mismo toda la tradición liberal de nuestro país” (Gramsci, 1974: 43)

Para Gramsci, las razones por las cuales los primeros ministros no cumplen con sus agendas liberales son: la ausencia de partidos nacionales que puedan apoyarlos y controlarlos en el gobierno; y de burguesía nacional que tenga intereses iguales y extensos.

Otro reto que afronta el Estado burgués en el contexto de la I Guerra Mundial es el surgimiento del Partido Popular Italiano, fundado por el sacerdote Luigi Sturzo, que llegó a

contar con 700 mil afiliados y de tendencia demo-cristiana. Este fue un fenómeno nuevo, ya que hasta entonces no había surgido una fuerza organizada y en búsqueda del poder central constituida desde las zonas rurales italianas, postergadas históricamente.

Es así, como el Estado Italiano se encuentra sumergido en una crisis. El coste de la guerra ha devenido en deudas impagables, a pesar del aumento de impuestos de parte del gobierno, y estas han sido asumidas por los bancos, los cuales de esta forma se hicieron del poder del aparato industrial. Las condiciones laborales paupérrimas de las cientos de fábricas han producido una enorme masa de obreros sindicalizados organizados no sólo por mejoras salariales sino también frente a la amenaza de destrucción de su propia clase frente a la posible victoria del Partido Popular Italiano, el cual podría sacrificar la producción industrial y reduciría a Italia a mera esfera de influencia del capitalismo extranjero. Por otro lado, el Partido Socialista Italiano falla en organizar efectivamente una alternativa pese a la creciente proletarización de las masas y el auge de ideologías socialistas en Europa. Esto se debe: en primer lugar, a que el Partido socialista manejaba un discurso dirigido a la masa obrera y fomentaba la ideología proletaria; sin embargo la mayor parte de sus afiliados eran campesinos. Es así como el 60% de los afiliados al PSI provenían de zonas rurales, entre los 150 diputados socialistas en el parlamento 110 habían sido elegidos en el campo, de 2500 administraciones comunales conquistadas por el PSI 2000 eran exclusivamente campesinas y cuatro de cada cinco cooperativas administradas por los socialistas eran cooperativas agrícolas. Esta falta de coordinación de las luchas obreras y campesinas es consecuencia tanto de la histórica de la rivalidad entre la Italia rural como de la falta de estrategia política del PSI. En segundo lugar, el Estado burgués ha creado una máquina de represión y terror que sirve a los intereses de los terratenientes e industriales en contra de

campesinos y obreros y que busca arremeter contra sus intentos de apropiarse de los medios de producción. En este contexto de crisis, el fascismo se fortalece utilizando un discurso retórico, que critica la inmutabilidad de los partidos liberales y acusa al partido socialista de querer destruir el Estado. La marcha sobre Roma representa el momento cumbre del fascismo mediante el cual acceden al poder sobre Italia.

Antecedentes del Fascismo Para hablar de los antecedentes fascistas tenemos que mencionar a uno de los políticos liberales más representativos de la época. Giovanni Giolitti fue primer ministro entre 1903 y 1914, casi de forma ininterrumpida y debe su éxito político a haberse hecho promotor, utilizando el poder del Estado, de la plutocracia. Es así como, para favorecer a las industrias del norte, inició medidas de liberalización del Estado de modo que se eliminó la fuerza restrictiva de los propietarios y para esto, elaboró leyes para incentivar la libre asociación. Sin embargo, las razones de estas medidas escapaban a un espíritu liberal y fueron ejecutadas para evitar una catástrofe mayor. Giolitti tendió los puentes entre la burguesía y la clase aristocrática y puso a su servicio todas las fuerzas económicas del país, de esta forma, creó la estructura contemporánea del Estado italiano. Durante este periodo surgieron líderes políticos de oposición. Este es el caso de Gabriele D’Annunzio, poeta, dramaturgo y ensayista. El gobierno de Fiume significó la oposición materializada al gobierno de Giolitti, a través de la “Carta de Carnaro” se proponía un gobierno alternativo que establecía un Estado corporativista integrado por nueve sectores de la economía: trabajadores industriales y agricultores, pescadores, técnicos agrícolas e industriales, estudiantes y profesores, abogados y doctores, funcionarios públicos y,

finalmente, cooperativa de trabajadores. La popularidad de su propuesta se debió a que el Estado central representaba las deudas de guerra y la dependencia de las finanzas internacionales; asimismo, ineficiencia para frenar el avance de las masas obreras que pretendían hacerse de los medios de producción. En su pensamiento se pueden rastrear elementos populistas, sin embargo no reside ahí su arraigo político. Para Gramsci, existen varios factores que pueden explicar la popularidad de este personaje, estas razones serían muy similares a las que explicarían el apoyo masivo inicial a Mussolinni. En primer lugar, el apoliticismo y por ende, el aprecio por medidas políticas pragmáticas; en segundo lugar, en el pueblo italiano no existía una tradición de partido de masas por lo tanto éstas eran manipulables; en tercer lugar, el contexto de la guerra había dejado a muchos hombres en condición de vagabundos y sin afiliación política partidaria. A pesar del creciente y tradicional apoliticismo hubo un reacomodo de las fuerzas políticas; sin embargo, ningún partido pudo aglomerar a estas masas bajo un programa político concreto, lo que recrudeció la sensación de crisis. El carisma, aunque difícil de definir por su carácter subjetivo, ha jugado siempre un rol determinante en la popularidad de los líderes políticos. Para Gramsci, el pueblo italiano ha estado siempre fascinado ingenuamente por la inteligencia, por el hombre inteligente como tal, pensamiento relacionado con el nacionalismo italiano y quizás la única forma de chovinismo popular en ese país. Otro factor relevante en el origen del fascismo fueron los medios informativos de las ideologías de la época. “Avanti!” de tendencia socialista era el periódico más vendido en Italia seguido de “Idea Nazionale”. El nacionalismo impartido desde este periódico dio conciencia de sí a la clase burguesa que se había desarrollado sin programas claros y orgánicos. Para Maurizio Maraviglia, escritor recurrente en la “Idea Nazionale” el

nacionalismo no es una doctrina conservadora que pretende mantener los privilegios de clase. Por el contrario, postulaba que el nacionalismo es revolucionario, ya que tiene como punto de referencia a la nación, mientras que otras ideologías no tienen punto de referencia o estos son menores como: clase, partido o facción. Un antecedente organizativo al Partido fascista italiano fue la Confederación General de la Industria Italiana ya que, si bien no fue un partido, propuso un plan de la acción capitalista unificada frente al avance de la ideología comunista materializada en las crecientes huelgas obreras y apropiaciones de tierras de parte de los campesinos. Esta confederación hizo una alianza con Ivanoe Bonomi, ministro de guerra de Giolitti; éste último movilizó a cerca de 600 mil oficiales a los centros políticos más importantes para unirse a los “fasci de combate”, quienes eran hasta el momento un conglomerado de anarquistas, socialistas, sindicalistas y republicanos favorables a la participación de Italia en la guerra del lado de la Triple Entente. Los “fasci de combate” serían grupos de ensayo del ala dura del fascismo consolidado.

Bases ideológicas Para analizar las bases ideológicas del fascismo es necesario en primer lugar hacer un resumen del desarrollo del movimiento fascista. Los “fasci de combate” por su carácter de oposición al movimiento socialista obtuvieron el apoyo del gobierno así como de los capitalistas. Estos últimos, ensancharon las filas fascistas con sus bandas y ejércitos de defensa frente a las organizaciones campesinas. De modo que, en las zonas agrícolas el fascismo tuvo su mayor desarrollo donde llegaron, con la anuencia de las autoridades locales, a tener poder político total. Años más tarde, los desmanes que causaron los fascistas

en la Italia del sur causarían una crisis interna y una posterior escisión dentro del movimiento lo que llevaría incluso a la renuncia del vice-secretario general de los fasci. Si bien el fascismo es armado desde el campo es organizado políticamente desde la ciudad y tiene su base en la pequeña burguesía urbana y de la nueva burguesía agraria surgida de una transformación de la propiedad rural en algunas regiones. El fascismo en sus orígenes encuentra en los ejércitos rurales de los terratenientes una unidad ideológica y organizativa fuertemente influenciada por la tradición de guerra y que utilizará después como herramienta para la conquista del poder del Estado. El fascismo, ya consolidado, sustituye la táctica de los acuerdos y los compromisos, propia del partido liberal, con el propósito de realizar una unidad orgánica de todas las fuerzas de la burguesía y un solo organismo político bajo el control de una central única que debería dirigir al mismo tiempo el partido, el gobierno y el Estado. Para lograr esto cuenta con el apoyo de la clase burguesa

que formará un solo cuerpo con el Estado fascista para frenar

los avances de los obreros y campesinos. Los mecanismos que el fascismo ha usado para hacerse del poder y perpetuarse en él son diversos. Se ha valido de la complicidad moral y material de funcionarios del Estado, especialmente los encargados de velar por la seguridad como la policía, guardia real y carabineros; además de ello, poseen en todo el territorio depósitos de armas y municiones de modo que puedan derrotar y amedrentar cualquier intento de sublevación. El fascismo italiano contaba con una estructura partidaria semejante a la militar, de modo que garantizaban el componente disciplinario y la lealtad a sus líderes.

EL NACIONAL SINDICALISMO ESPAÑOL: SER ESPAÑOL ANTES QUE SER HUMANO El fascismo español es extraño en su género pero aún así, existe una estructura ideológica que la inserta dentro de la categoría “fascista”. La manifestación española de este fenómeno, se ha definido como nacional sindicalismo, ajeno a creer que ideologías extrajeras, por más geniales y poderosas que sean, como el Fascismo Italiano o el NacionalSocialismo, según señalaría el propio Ledesma, puedan devolver a España el sentido nacional. No existe ideología foránea que rebele el camino real hacia la patria española porque ello significaría arrebatarla de toda autenticidad.

Entender el llamado “Fascismo a la Española” nos remite al contexto de 1931, donde surgieron las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, bajo la premisa de ser aquella línea de la eficacia segura contra el marxismo y la incapacidad revolucionaria de las fuerzas demo-liberales. La JONS consideraba que el drama histórico de no contar con valores nacionales que unifiquen a España se debía a la inconsistencia de una política monárquica. Los valores del pueblo se habían olvidado, estaban expuestos bajo una fachada carente de sentido.

En este contexto de crisis, la JONS surge, según Ramiro Ledesma 1, como indignación frente a una política que desacredita la autenticidad de España en toda Europa. En este sentido, las acciones realizadas buscaban instalarse no solo en el ámbito político, sino

1

Ledesma, Ramiro. (1935) ¿Fascismo en http://www.ramiroledesma.com/nrevolucion/ifascismo.html

España?

[En

línea]

Disponible

en:

también económico y social. Alcanzar la revolución nacional no representaba solamente la expulsión de ideologías extranjeras; significaría además construir nuevamente una conciencia española.

La meta de este movimiento político era lograr una revolución nacional que sea capaz de devolverle a España su cultura y seguridad; buscaban instalar una política totalitaria y unánime que configure un solo imaginario social. Se hablaba de valores nacionales pero no de aquellos que justificaban un orden social de épocas pasadas (representados por el partido tradicionalista de España) que mostraron ser ineficientes en el vivir político y económico que exigían los cambios históricos.

Configurar el nuevo imaginario social significaba identificar al enemigo que combatían, el marxismo. La JONS consideraba que el culto a la tradición era importante, sobre todo para reconocer la historia nacional; sin embargo, el triunfo de una patria que busca recuperarse debía mantenerse en constante dinamismo, reconocer al nuevo enemigo y combatirlo con la misma capacidad revolucionaria. Las prácticas del movimiento de ideología nacionalsindicalista, denunciaban no solo el peligro marxista; sino que, contemplaban, además, denunciar a aquellos sujetos que habían olvidado la grandeza del Imperio español y se convertían en separatistas de la patria.

La revolución que perseguía la JONS estaba compuesta por tres consignas: El sentido nacional, el sentido de eficacia y acción y, el sentido social sindicalista. Los tres axiomas del movimiento estaban en sintonía con la idea de creer que la existencia del Estado estaba vinculada a los valores de una patria unitaria, sin enemigos en ella. La fuerza de este ideal

buscaba influir de manera directa en las masas españolas a través de un partido minoritario que organice, adoctrine a la población nacional y garantice la seguridad y protección por medio de secciones militarizadas. La defensa que buscaba promover la JONS, también sostenía la posibilidad de denunciar, en caso de no interpretar los reales valores nacionales, a un Estado antinacional.

Además de ello, el carácter nacional-sindicalista decía garantizar, en las masas populares, que el capital financiero e industrial no debía controlar el destino nacional; para ello, se debía establecer el control del campo económico a través de un régimen de sindicatos. La segunda garantía que parecía buscar la JONS, era erradicar la lógica del paro forzado impuesta por el marxismo; era necesario cambiar el rencor hacia la posesión de la riqueza por una perspectiva motivada por la moral y la dignidad nacional. La sociedad española debía contar con una cultura que promueva la patria, el pan y la justicia.

Posterior a los ideales que la JONS pronunciaba en 1933, surgirá la Falange Española de las Juntas Ofensiva Nacional Sindicalistas (FE de la JONS). En 1934 Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo se unen a José Primo de Rivera, para dar nacimiento a un partido político que representaba la resistencia a la democracia de masas 2

a través de una

confrontación violenta, una acción colectiva totalitaria y una misión nacionalizadora.

2

González Calleja, Eduardo (2008) La extrema derecha en la España contemporánea. [En línea] Disponible en: http://grupsderecerca.uab.cat/republicaidemocracia/sites/grupsderecerca.uab.cat.republicaidemocracia/files/P_ GLEZ_CALLEJA.pdf

Debemos notar que el fascismo español contempla particularidades que dificultan un análisis conjunto a la par de las otras manifestaciones de la época (fascismo italiano y nazismo alemán). En este sentido, resulta

importante diferenciar el “fascismo” de la

“Fascistización” porque eso determinará las diferencias fundamentales entre la experiencia Italiana y Alemana. Joan Antón nos brinda una explicación al sostener que “El carácter ontológico de la violencia, distinguía al fascismo de cualquier otra corriente política de la época, pues la militarización de la acción política no se entendía como un simple recurso o estrategia destinada a la conquista del poder, sino como un elemento capital de la propia existencia y como un síntoma verificable de su autenticidad” (Antón, 2006)

Sobre este punto, la “fascistización” se entendería como una manera de radicalizar las formas de acción colectiva en el escenario de una confrontación violenta contra los rivales políticos, considerados enemigos a eliminar (Cfr. Antón, 2006:6). Ledesma hablaría que en el caso Español no existía un fascismo canónico, que promueva un mito único en torno a limpieza racial o étnica; en el caso español se hablaría de una impregnación de valores, símbolos y principios promovidos para lograr la “revolución nacional”. Sin embargo, el régimen fascista depuraría3 aquellas fuerzas “revolucionarias” que intenten desestabilizar o deslegitimar la autenticidad de España durante le época dictatorial. Sobre el caso español, quedaría señalar que el “proyecto fascistizador” de los ideólogos y líderes españoles (Ledesma, Primo de Rivera, otros) falla de interpretación en relación al nivel de penetración de las ideas fascistas. Se podría hablar de un optimismo injustificado acerca del calado de las ideas fascistas en España y un error basado en el encapsulamiento ideológico e interpretación sesgada de la 3

Portal virtual de noticias ABC. es. Falangistas que quisieron matar a Franco, véase en: http://www.abc.es/archivo/20130723/abci-falangistas-matar-franco-201307171427.html

realidad nacional. De esta manera, el hecho del fascismo español es, al final, la supuesta puesta en práctica del “proyecto fascista” de los pensadores españoles. Franco suponía, en sus primeros años, el adalid práctico de las ideas que, según los pensadores, se habían volcado irreversiblemente en la sociedad española. Sin embargo, pronto se desilusionarían de los resultados de esta puesta en práctica y darían cuenta del error de interpretación mencionado líneas arriba. Franco no materializa un interés fascista, sino que asume discursos fascistas para legitimarse y, por otro lado, opera en función de intereses pragmáticos, a saber, conservar el poder construyendo un Estado con intenciones totalitarias, pero con resultados, más bien, dictatoriales. Finalmente, podríamos hablar de dos dinámicas que operan en simultáneo a atender: 1) encapsulamiento ideológico e interpretación de la realidad sesgada por parte de los ideólogos y 2) interés político del líder sobredimensionado (Franco) distinto de aquellos proclamados por los pensadores del “fascismo a la española”.

EL NAZISMO ALEMÁN: ROMANTICISMO DE ACERO4 O SIGFRIDO UNIFORMADO El nombre disuade de la etiqueta de fascismo, en comparación con las variantes italiana y española explicadas con anterioridad, al tener un nombre muy diferente y ello implicando una serie de propuestas diferentes que responden a este regreso a la identidad germana y la Como afirmaba Goebbels, “el ideal nazi era un romanticismo de acero” Antón Mellón, Joan (2006). Capítulo IX El Fascismo. Antón Mellón, Joan (ed.) Ideologías y movimientos políticos contemporáneos. Tecnos, Madrid. Pág.: 222. 4

supremacía de la raza aria. Su máximo exponente político vendría a ser Adolf Hitler, que dirigió Alemania durante los años 30’s y hasta la caída del régimen en 1945, pero siendo uno de los más importantes ideólogos, el filósofo y político Alfred Rosenberg. En esta sección explicaremos los diversos fundamentos de la ideología nazi, haciendo un énfasis en sus características únicas que lo definen con respecto a las otras variantes; agregaremos datos históricos pertinentes para contextualizar y, por último, concluiremos con un recuento general. Nos prestamos datos del libro Mi Lucha de Adolf Hitler, así como de pasajes de los libros de Rosenberg, El Mito del Siglo XXI y Fundamentos Ideológicos del Nacional Socialismo. Sabiendo que es bastante difícil encontrar el punto de inicio de la influencia, al menos masificada, del nazismo, primero comenzaremos tratando de ver los factores que promovieron su aceptación por el pueblo alemán. Para esto, retorno al artículo de Ernest Mandel (1969) El Fascismo y los escritos de Rosenberg para llegar a considerar tres factores importantes: el fracaso de la Revolución Espartaquista, la firma del Tratado de Versalles y la Crisis de 1929. La Liga Espartaquista era un movimiento obrero comunista liderado por Rosa Luxemburg y Kar Liebknecht, los cuales tras salir de la cárcel, forman el partido Comunista Alemán, uniéndose a la Comiterm y dirigiendo una revolución similar a la rusa en 1918; la superioridad de las fuerzas combinadas del ejército y militantes armados de los partidos Socialdemócrata Alemán y de extrema derecha aplacan la insurrección, matando a ambos y disolviendo el movimiento obrero; este suceso significó un fuerte golpe para las organizaciones obreras de izquierda, al adquirir el estatus de proscritas y crear un vacío ideológico dentro de las mismas (Mendel, 1969).

La firma del Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial se suma a estos eventos con su cariz catastrófico en la historia alemana, al significar la entrega de diversas colonias de Alemania a las naciones aliadas, el cercenamiento el ejército alemán y de su equipamiento, y el pago de reparación por la guerra, cuya deuda ascendía a los veinte billones de marcos de oro; tal tratado dejó un mal sabor en la boca del pueblo alemán, que además de ser derrotados, se vieron humillados por sus contendores y obligados a pagarles sus gastos (Hitler, 1924). El Crash de 1929, la Caída de la Bolsa, fue un evento delimitante a los largo del globo, simbolizando el inicio de una profunda desconfianza hacia el modelo capitalista estándar y el viraje de las preferencias hacia otras alternativas que pudieran evitar llegar a esos mismos errores; si bien, tuvo diferentes efectos en el mundo, generando una preferencia por la alternativa soviética, que se mostraba exitosa al ser impermeable a la dinámica capitalista o el fascismo, que ascendía en Italia y España, en Alemania se sintió con más fuerza debido al contexto inestable5(Frankel, Daniel; 2004). Estos tres factores estuvieron acompañados, a lo largo de su desarrollo por una fuerte crisis política, encarnada en las pugnas entre partidos, las movidas estratégicas y fragilidad democrática; lo cual permitió al partido Nacional-Socialista Alemán, ya con un espacio dentro de la política, ascender hacia las preferencias parlamentarias y, por último, en los puestos ejecutivos. Con estos puntos sobre el contexto, nos queda exponer los elementos de la ideología nazi como respuesta a este entorno políticamente caótico, corroído por la incertidumbre y la desconfianza a los partidos políticos convencionales. En esencia, en su calidad de 5

Daniel Frankel (2004) El ascenso nazi al poder y la naturaleza de su régimen. En Zadoff Efraim (Ed.) SHOÁ, Enciclopedia del Holocausto, Yad Vashem y E.D.Z. Nativ Ediciones: Jerusalén. [En línea] http://www.yadvashem.org/yv/es/holocaust/about/pdf/rise_of_the_nazis_fraenkel.pdf

“reacción” ante el contexto, buscaba retornar a la identidad germánica aria a través del rechazo a fórmulas extranjeras, que habían ayudado a socavar el sentido de unidad alrededor de esta identidad germana con sus ideas individualistas o igualitaristas; sea rompiendo la vida comunal o rompiendo con la jerarquía natural. Siendo un poderoso elemento, pero no delimitante, el ultranacionalismo nazi que buscaba retornar a una Alemania próspera y poderosa, empezó adjudicándole un título al régimen que evocaría ese mismo espíritu, el Tercer Reich. Este vendría a ser el nuevo período de prosperidad de Alemania, que seguiría al Primer Reich, el Sacro Imperio Romano Germánico, y el Segundo Reich, de la Unificación Alemana de 18716.

El resultado de la Primera Guerra Mundial, con la firma del Tratado de Versalles, se percibió como una derrota no solo militar, sino moral; el sentimiento de humillación caló profundamente en la mente del pueblo alemán, debido a esto se busca regresar a un pasado idealizado, a la Alemania dorada, poderosa y orgullosa, a las Alemanias Imperiales de antaño. De esta manera, se genera esta idea de un regreso a las tradiciones alemanas, el regreso a la identidad nacional, cuya corrupción fomentó la situación decadente; se produce una visión romántica de lo que era el pasado alemán y su gloria. Esta situación también implica una necesidad por purificar a lo alemán de lo extranjero, en su variante más conocida, a lo ario de los judío. El retorno también implicaba el reconocimiento de un factor corruptor, y dentro de la retórica ultranacionalista nazi aparecía la figura del judío y su conspiración mundial, como el que atentaba contra dicha “alemanidad” e infectaba con su veneno a la sociedad. 6

El Tercer Reich en profundidad (s.f) En: Enciclopedia del Holocausto. [En línea] http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007937

Rosenberg (1990) en Fundamentos Ideológicos del Nacional Socialismo, en varios pasajes, nos muestra este énfasis en la purificación racial, propia del ideario nazi: “La idea racial, como puede comprobarse, no es un elemento destructivo sino constructivo. Más aún: es el último aglutinante para conducir a un pueblo enfermo por la penuria, la fatiga y la vida artificial de las grandes urbes, es decir, corroído por el veneno judío, a la unidad y hacia la condición de Estado fuerte”(Rosenberg, 1990)

Junto a esta retórica de regreso a la alemanidad y su purificación, se suma la cuestión de la superioridad étnica que justifica tal búsqueda por la purificación y el ímpetu por dominar a otras naciones; la superioridad de la raza aria germana sobre el restos de las naciones sustenta la intención de conquista y subordinación de las naciones a esta misma. Este elemento llamado “darwinismo social” es parte de esta retórica, que alimenta la visión de la vida como una situación de constante lucha, y por ende, de búsqueda de la supremacía; ellos explicando este carácter militarista del nazismo y su compleja jerarquía; sin embargo no solo se aplica a la relación entre naciones, sino a la misma sociedad alemana. La búsqueda por la superioridad y perfección aria generó la marginación, desplazamiento y erradicación de otras etnias, homosexuales, mestizos, las políticas de eugenesia y la eutanasia para los discapacitados, todo en pos de garantizar la pureza. Su carácter de diferencia con las corrientes marxistas y liberales se hace fuerte en su absoluto rechazo a estas ideas, al considerarlas erróneas y corrompedoras del pueblo; son foráneas a las ideas intrínsecas del pueblo y, además, ser influenciadas por judíos. Le criticaba a ambos la intención de disolver las diferencias raciales y nacionales (Rosenberg, 1990) a través de la democracia parlamentaria, en el caso liberal; o la revolución proletaria, en el caso del marxismo. La crítica al liberalismo era más pronunciada dado que era el

sistema imperante, la fuente de la Crisis económica y base del insatisfactorio sistema democrático parlamentario de partidos que no representaban el interés del pueblo y, al ser relativamente universal, les daba privilegios políticos a aquellos considerados inferiores. Aunque al igual que el marxismo, que crítica al liberalismo precisamente por esos puntos, el nazismo dista bastante del mismo; éste último legítima la jerarquía y busca mantener las diferencias étnicas, no considera relevantes las diferencias de clase. Un pasaje del libro de Rosenberg nos ilustra ello: “Una ‘revolución’ que después de la existencia multi-milenaria de un pueblo predica ‘pensamientos absolutamente nuevos’ pone de relieve que es inorgánica y enemiga del pueblo, porque cuando un pueblo no ha sostenido determinados pensamientos en todo el curso de su historia, no ha servido a ciertos valores, queda evidenciado que tales pensamientos y valores no pertenecen a su modo de ser. Una Revolución sólo es auténtica cuando es el medio para la restauración de los valores eternos de una Nación. (Rosenberg, 1990)

Con respecto a su posición en el ámbito económico, el nazismo presenta una propuesta particularmente ambigua; para poder explicarla adecuadamente contrastaré tanto la opinión del ideólogo nazi Alfred Rosenberg como las observaciones de Joan Antón Mellón. Para Rosenberg, lo que vendría a proponer el nacional-socialismo es una economía con un único fin de estar al servicio del pueblo, fortaleciéndolo; superando esta ambigüedad, lo que formula como el nacional socialismo económico es una esfera económica intervenida por el Estado, estableciendo límites para la propiedad colectiva y la propiedad privada “necesaria”. La posición ambigua se transluce también con lo examinado por Antón (2006), al asegurar que los nazis no pusieron en peligro el estatus de las élites económicas con sus medidas7; de esta manera, el ambiguo socialismo emprendido por el Estado como 7

“Bajo estas condiciones era relativamente sencilla y fácil la misión del Estado con respecto al capital: se debía cuidar únicamente de que éste se mantuviera al servicio del Estado y no pretendiese convertirse en el amo de la nación.”(Hitler, 1929) Pág: 41.

interventor y el mercado que convive se vuelven meros instrumentos que justifican todo acto en tanto se asegure el bien de la Nación. Así señala Rosenberg “El que hoy quiera ser nacionalista debe ser socialista. E inversamente”.

Todo estos puntos se conjuga en su visión del Estado, al cual ven como una institución cuya única función es la conservación del pueblo, de la raza; como señalaría Hitler (1929) “No es el Estado en sí el que crea un cierto grado cultural; el Estado puede únicamente cuidar de la conservación de la raza de la cual depende esa cultura” y Rosenberg (2002) “El Estado no es hoy ya para nosotros un ídolo autónomo, ante el cual todos deben estar echados en el polvo; el Estado no es ni siquiera un fin, sino que es también sólo un medio para la conservación del pueblo”. En efecto, al igual que su relación con la economía, el Estado solo es un mero instrumento que garantiza la protección de la nación, de la raza y la cultura que la conforman. El Estado se vuelve esta organización, dirigido necesariamente por un gran líder (Rosenberg, 1990), que se sobrepone a todos los ámbitos de la vida para garantizar la supremacía de la raza por encima de todo, este es el cariz totalitario del nazismo. Concluyendo esta sección, el desarrollo del nazismo se debió, netamente, a su rechazo de propuestas fracasadas o extranjeras que atentarán contra la unidad e identidad de la nación, manifestándolo con la subordinación absoluta de todo aspecto de la sociedad a la conservación de dicha nacionalidad. Nada parece ser ambiguo, borroso o confuso cuando se hace en el nombre del bien superior que significa la alemanidad. A pesar de las diferencias entre los fascismos alemán, italiano y español, sobre todo respecto a su praxis durante el gobierno y sus discursos anteriores a esta, es posible señalar elementos en común. En primer lugar, la necesidad de regenerar la nación de modo que se

recuperasen las auténticas tradiciones. Es así que para Mussolinni, esto implicaba recuperar el estatus de potencia, lo que haría posible el engrandecimiento de la nación; Primo de Rivero hablaba de la redención de España para hacer grande la nación; para Hitler, la constitución de un imperio racial de amos y esclavos dirigido por la raza aria. En segundo lugar, la utilización de la categoría de Imperio, ya que esto implicaba la prueba de la supremacía de la nación sobre otras naciones y razas más débiles. El imperio recoge distintos nombres: en Italia, Neo-imperio romano del Duce; en Alemania, Imperio racial ario; y en España, Unidad de destino en lo Universal. Otra razón para utilizar este término se debe a que neutralizaría la ideología de clases ya que los sujetos antagónicos serían las naciones lo que permitiría la unión de ricos y pobres a pesar de ser de distintas clases. En tercer lugar, hay valores comunes que son exaltados como: disciplina, sacrificio sin límites, supeditación de los intereses individuales a los colectivos; todos estos valores hacían del fascismo una estructura casi militar. Para Mussolinni; G. Strasser, miembro del partido Nazi; o Junger la integración de la estructura militar se debió a que la guerra marcó a una generación entera. Por último, en los tres regímenes el lenguaje juega un rol esencial como medio de instrumentalización social y que amalgama conceptos difusos como: darwinismo social, nacionalismo, romanticismo o socialismo. Otro elemento central sobre el cual se pueden rastrear elementos comunes es la utopía fascista. Europa durante la primera mitad del siglo XX estaba pasando por un momento de crisis marcado por la caída del modelo liberal clásico, la masificación del movimiento obrero organizado y la industrialización de las sociedad occidentales. Todos estos fenómenos nuevos, además de los surgidos tras el fin de la Primera Guerra mundial, marcaban un contexto caótico. Es así como el fascismo surge como alternativa frente al

descrédito del modelo político e inestabilidad económica del liberalismo, así como el agravio nacional que significó el Tratado de Versalles en Alemania o el olvido de Italia de las compensaciones; situaciones que reavivaron los resentimientos nacionales. Las fechas de la ascensión al poder tanto de Mussolinni, cuatro años después de terminada la guerra; como de Hitler, tras el crash del 29, evidenciarían el factor decisivo que tuvieron las crisis en la consolidación de los regímenes fascistas. El fascismo se erige como oposición ante algo antes que como reafirmación en una ideología propia. A pesar de lo señalado anteriormente hay un elemento clave es el discurso fascista para convertirse en programa político creíble para masas en varios países. Este régimen, había generado expectativas que generaban ilusiones utilizando para ello los viejos mitos nacionalistas y recreando la tradición. En los diferentes idearios fascistas también hay elementos en común como: el anti marxismo, antiliberalismo, ultranacionalismo, darwinismo social, elitismo y totalitarismo. Los fascismos son antimarxistas, ya que es ideología se construye respecto a la lucha de clases, mientras que el fascismo alrededor del concepto de nación. Antiliberal ya que es enemigo del constitucionalismo, de las ideas de igualdad política y separación de poderes. Ultranacionalista, ya que su teoría gira en torno y se justifica por el concepto de nación. Darwinista social porque una sociedad fascista inculca en los sujetos la disposición al sacrificio supremo. Ultra-elitista ya que el componente biológico sustenta su xenofobia así como justifica una sociedad altamente jerarquizada. Es totalitaria, porque este es su rasgo distintivo de otros proyectos políticos; este rasgo es visible en la estructura mono-partidaria así como en la identificación de Estado-Partido.

TRABAJOS CONTEMPORÁNEOS:

Más allá de declarar la muerte de los movimientos nacionalistas finalizada la guerra, se puede hablar de una reaparición, sino fortalecimiento de los mismos en los años 70s hasta ahora, quizá con un punto de vista más crítico pero viendo de todas maneras el mundo occidental en decadencia por esta falta de unión nacional. He aquí la aparición de grandes autores como Evola, De Benoist y el grupo GRECE, que observan la decadencia de la Europa posguerra, dominada por los ideales liberales igualitaristas y democráticos, ya no buscan hacerse con el poder inmediatamente, sino fijarse como influencias dentro de la misma derecha. Para tratar de explicar este fenómeno y detallar como fue su aparición me serviré de los texto de Simón sobre el Neofacismo (2006) y la Nueva Derecha (2011), el texto de De Benoist sobre Evola (2003), el artículo de Ferrán Gallego (2003) y el de Hernandez-Carr (2011). LA EDAD OSCURA DE LA MODERNIDAD: EL NEOFACISMO DE JULIUS EVOLA El periodo posguerra fue un nuevo proceso de humillación e incertidumbre para muchas naciones europeas, con más énfasis en las naciones derrotadas de Italia y Alemania, el sueño del regreso a la época dorada imperial se desvaneció con más violencia que con la que apareció; es aquí donde aparece este faro de lucidez crítica de Julius Evola. Habiendo vivido tanto la Italia Fascista en su grandeza y en su caída, podía hacer una revisión de la situación de lo ocurrido en este periodo, dando tanto cierto grado de apreciación como un poderoso pesimismo desesperanzado ante la hegemonía de la Modernidad imperante. Las ideas de Evola, de fuerte influencia dentro de los partidos neofascistas y de tendencia similar, se inspiran de la Revolución Conservadora, de Nietzsche y Spengler (Simón, 2006) se fundan en un regreso a la tradición, de una forma radical y revolucionaria al punto de considerar al fascismo insuficientemente radical en esta vuelta a las tradiciones y el orden

jerárquico, por lo cual se declara miembro de una Derecha genuina y “merecedora de ese nombre” (De Benoist, 2003). La noción de jerarquía en Evola se funda no en meritocracias, sino en la fidelidad de la élite con la Idea (la tradición, el pasado ideal), de tal manera que pueda propiciar el Orden; esto se vuelve un énfasis en la jerarquía al observar el valor que le da al Estado, que a diferencia de los ideales anteriores, no es un medio para garantizar la protección del pueblo o alguna etnia, sino que es un fin en sí mismo, es la manifestación del Orden, superior a toda idea de sociedad o nación (De Benoist, 2003). Sin embardo, su ímpetu va decayendo desde Hombres en las Ruinas, en su análisis de los que quedarán a defender la tradición tras la derrota de la guerra; al pesimismo absoluto en Cabalgando al Tigre, considerando la batalla contra la modernidad fútil y desesperanzada. Evola se despide al final convencido de que Europa se encuentra en la Edad Oscura, el Kali Yuga hindú, ya todo está perdido (Simón, 2006).

EL GRUPO GRECE Y LA NUEVA DERECHA: EUROPA ENTRE LAS RUINAS Con el contexto posguerra, el mundo polarizado con la hegemonía liberal y la aparicióndisolución de los grupos de Nueva Izquierda con los eventos de Mayo 68, la Francia que fue, en su momento, laboratorio ideológico del fascismo (Antón, 2006) tiene como caldo de cultivo lo que vendría a ser el grupo GRECE o Groupement de Recherche et Études pour la Civilisation Européenne8. Esta agrupación vendría a ser “los hombres entre las ruinas” de Evola, que se mantienen defensores de las tradiciones europeas y que buscan hacerle frente a esta modernidad que corroe todo; liderador por De Benoist, el grupo se inspira de Evola, la Revolución Conservadora, Nietszche, Maurras, Heidegger, Schmidt entre otros (Simón, 2006), concibiéndose como una posición de conservadora revolucionaria (Antón, 2011). 8

Agrupación de Investigación y Estudio para la Civilización Europea.

El grupo GRECE, que vendría a darle vida a lo que se conocería como Nueva Derecha se pensaba a si mismo fuera de la derecha institucional, específicamente, con una labor meta política, de influencia sobre las otras derechas conservadoras, populistas o afines. Según Antón, la ND “se define en sus textos más emblemáticos como un “laboratorio de ideas”, una “escuela de pensamiento”, una “comunidad de espíritu” y también como un “espacio de resistencia contra el sistema”” (Antón, 2011; pág. 74). Inspirándose de Gramsci, por su concepto de hegemonía, al considerar ahora que la forma más adecuada de llegar al poder es primero cambiando los valores y elementos culturales, que sean aceptados por el público, de tal manera que la toma de poder político sea secundaria. (Antón, 2011)(Simón, 2006) El grupo GRECE y la Nueva Derecha se basan en tres elementos, según Simón (2006): Fuerte europeísmo, el diferencialismo y la unión de Europa contra la modernidad. El fuerte europeísmo es su percepción de buscar un sustrato común europeo, más allá de los estados nación y el chauvinismo clásico; el diferencialismo vendría a ser esta doctrina de respeto absoluto por las diferencias que hay entre las culturas, al punto de la imposibilidad de interacción mutua; por último, está la intención de unificar a Europa contra las corrientes liberales y marxistas que la llevaron a la decadencia; por lo demás, mantienen un desprecio por el igualitarianismo y la democracia como el fascismo de antaño(Antón, 2011).

EL NACIONAL-POPULISMO: EXTREMISTAS CARISMÁTICOS La influencia de la Nueva Derecha se hizo sentir en el pensamiento de diversas agrupaciones de extrema derecha, sus diversas ideas alimentaron las bases de varios partidos en Europa, a través de propuestas populistas y similares. El nacional-populismo

aparece como la puesta en práctica la arena política, simbolizando un descontento ante los partidos comunes de derecha e izquierda, además de observar la decadencia de la europeidad a manos de los extranjeros invasores. Sin embargo, su cariz populista le dan un cierto grupo de particularidades que obedecen más a asegurarse votos que tener una base ideológica fuerte. Conjugando las observaciones de Simón (2006) y las de Hernandez-Carr (2011) identificamos dos elementos principales en el discurso de los partidos nacional-populistas: La xenofobia anti-inmigrante, basada en su deseo por la regeneración dela nación, la homogeneidad y pureza racial, y el regreso a esta Europa idealizada “blanca”. Por otra parte, está la retórica anti-establishment del movimiento, sustentada en su rechazo a los partidos liberales y socialistas, por considerarlos corruptores de la nación; a esto se suma las teorías conspirativas de agrupaciones secretas que trabajan con el poder para vulnerar la unidad nacional. De esta manera, estos partidos logran posicionarse dentro del espectro político europeo, sin necesidad de alejarse del sistema parlamentario. El punto particularmente llamativo es la fuerza que comienzan a tomar estos partidos en la actualidad, la crisis económica y la caída del Estado de Bienestar ha creado una población europea cansada de los partidos tradicionales que no simbolizan cambios reales; Barro (2012) nos presenta este panorama perturbante de un crecido apoyo a las alternativas de extrema derecha e izquierda en Europa. La política de los tecnócratas, de los bipartidismos de propuestas gemelas ha socavado la confianza del electorado en estas fórmulas que solo demuestran tener los oídos cerrados a sus demandas, inclinándose por estas alternativas.

Perspectiva Crítica

Este breve análisis del fenómeno del fascismo y sus variantes más actuales nos ha dejado en claro las variaciones bastante pronunciadas que puede adquirir esta ideología en los tres países en las que tuvo acogida, pero con fuertes coincidencias evidentes y resaltantes que sostienen sus fundamentos de rechazo a la Modernidad; tanto en el fascismo clásico como en los nuevos movimientos ultraconservadores.

La crítica que nosotros le hacemos a esta ideología se basa en el apego idealizado que se tiene a la idea de nación BIBLIOGRAFÍA:

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