ensayo sobre cerebro emocional

Cerebro emocional María Zambrano Geovanny Fernández Tradicionalmente, nos hemos definido como una especie racional, c

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Cerebro emocional

María Zambrano Geovanny Fernández

Tradicionalmente, nos hemos definido como una especie racional, con una fuerte capacidad para controlar las emociones mediante procesos conscientes y racionales. Sin embargo, las teorías más modernas de la psicología afirman que deberíamos darle más importancia a los sentimientos y capacidades como la empatía y la gestión emocional. Sin embargo una de las teorías más extendidas es la de la inteligencia emocional. Donde nuestras capacidades racionales no son lo más importante en nuestro camino hacia la superación personal y el crecimiento psicológico. También las emociones son las responsables de muchas de nuestras decisiones, aunque para el intelecto parezca irracional. Aunque desde hace mucho tiempo se han intentado encerrar y reprimir con normas morales, como serían los mandamientos, estas superan a la razón en situaciones extremas. Las emociones son impulsos para la acción, derivan de “e-movere” (moverse hacia). Por eso cada emoción predispone al cuerpo para una acción. Entre ellas tenemos enojo aumenta el riego sanguíneo en las manos, para golpear. Aumentan las hormonas y la adrenalina, proporcionando la energía para golpear. Por otro lado el miedo, la sangre se dirige hacia la musculatura larga para permitirnos correr o huir. También la felicidad q provoca la activación de la zona neuronal que inhibe los pensamientos negativos y el malestar. Por ultimo sorpresa la cual provoca el arqueo de las cejas, aumentando el campo visual. Asimismo la expresión de las emociones es modelada por nuestra cultura, por la época, el entorno. En la actualidad se ven más moderadas ya que antiguamente un ataque de ira te permitía sobrevivir, y en la actualidad te puede arruinar, dada la facilidad de obtener un arma de fuego. Todas las personas tenemos dos mentes. Mente que piensa más mente que siente Racional, somos conscientes de ella, Impulsivo y

poderoso. Más activa. Reflexiona Cuando estamos seguros de algo con el corazón,(mente emocional) es algo más profundo que estarlo con la cabeza. Sin embargo estas dos mentes coexisten, reprimiendo la razón a la emoción mientras que esta alimenta y da forma a la razón, existiendo un equilibrio entre ellas. El cerebro evoluciona en sus funciones desde sus zonas situadas en la parte más baja hacia la más alta. El principio del cerebro es el tallo encefálico, el cuál regula los actos reflejos y automatizados. De igual forma es seguido del lóbulo olfatorio, que en principio regulaba los procesos sociales básicos, (comer, reproducirse, peligro...). El sistema límbico (alrededor del tallo encefálico) agrega las emociones, el aprendizaje y la memoria. La parte superior es ocupada por el neocórtex. Es la región que planifica, coordina los movimientos y comprende lo que siente. Esta es la relación que se da entre el neocórtex y el sistema límbico. El número de conexiones neuronales entre estas dos zonas del cerebro, aumenta el abanico de reacciones que podemos experimentar. Sin embargo en momentos críticos, el neocórtex delega en el sistema límbico, dejando la mente emocional al mando. También el diseño biológico que rige nuestro espectro emocional no lleva cinco ni cincuenta generaciones evolucionando; se trata de un sistema que está presente en nosotros desde hace más de cincuenta mil generaciones y que ha contribuido, con demostrado éxito, a nuestra supervivencia como especie. Por ello, no hay que sorprenderse si en muchas ocasiones, frente a los complejos retos que nos presenta el mundo contemporáneo, respondamos instintivamente con recursos emocionales adaptados a las necesidades del Pleistoceno. En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La propia raíz etimológica de la palabra da cuenta de ello, pues el latín movere significa moverse y el prefijo e denota un objetivo. La

emoción, entonces, desde el plano semántico, significa “movimiento hacia”, y basta con observar a los animales o a los niños pequeños para encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una acción determinada, que puede ser huir, chillar o recogerse sobre sí mismos. Es por ello que cada uno de nosotros viene equipado con unos programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos. Finalmente Las emociones pueden definirse como experiencias afectivas internas y pasajeras, con fuerte componente somático. Los sentimientos son estados afectivos más estructurados y estables, menos intensos y con menor carga somática que las emociones. Pueden describirse como fuerzas energéticas que están detrás de los pensamientos, una especie de brújula interna que nos da información (mensajes a través del cuerpo) acerca de nosotras mismas y de cómo nos tomamos las situaciones. Si necesitamos más de una palabra para definir la emoción, probablemente se trata de un pensamiento. Por ejemplo “enfadada” es una emoción, pero “me he sentido tratada injustamente” es un pensamiento. A veces expresamos las dos cosas a la vez, una emoción y un

pensamiento:

“me

has

decepcionado”

(emoción=decepción,

pensamiento=tú eres culpable de que me sienta decepcionada). Las emociones muy intensas pueden “cegarnos” o “secuestrarnos”, si nos dejamos llevar por ellas. Y la falta de conciencia de las emociones o sentimientos (que a veces llamamos intuición, sensación visceral, etc.) también puede ser fatal, especialmente en decisiones importantes.