Ensayo de Harold Bloom y Shakespeare de Joyce

ENSAYO DE HAROLD BLOOM Y SHAKESPEARE DE JOYCE El crítico estadounidense Harold Bloom desarrolla un amplio y profundo an

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ENSAYO DE HAROLD BLOOM Y SHAKESPEARE DE JOYCE

El crítico estadounidense Harold Bloom desarrolla un amplio y profundo análisis comparativo de Joyce con Shakespeare, destacando el coraje del primero «al basar Ulises simultáneamente en la Odisea y Hamlet», pues, como señala Ellmann, los dos paradigmas de Ulises y el príncipe de Dinamarca prácticamente no tienen nada en común. Según este crítico, Leopold Bloom es tanto Ulises como el fantasma del padre de Hamlet, mientras que Stephen es Telémaco y el joven Hamlet, y Leopold Bloom y Stephen juntos forman a Shakespeare y a Joyce. Bloom compara asimismo a Joyce con Flaubert, y habla de la condición judía del protagonista de Ulises: «Joyce admiraba a Flaubert, pero la conciencia de Poldy [Leopold Bloom] no se parece a la de Emma Bovary. Es una psique curiosamente anciana para un hombre apenas de mediana edad, y todos los demás personajes del libro parecen mucho más jóvenes que el señor Bloom. Es de presumir que tiene que ver con el enigma de su judaísmo. [...] Dublín lo considera incómodamente judío, aunque su aislamiento es autoimpuesto, [...] él está perpetuamente dentro de sí mismo, algo sorprendente en un hombre tan afable».Bloom defiende a ultranza Finnegans Wake, que compara a la obra maestra de Proust: «Puesto que Finnegans Wake, más que Ulises, es el único rival auténtico de En busca del tiempo perdido que ha producido nuestro siglo, también tiene su lugar en este libro». Bloom sospecha, sin embargo, que tanto Finnegans como The Faerie Queene, de Edmund Spenser, «serán leídas, durante los siglos venideros, por solo un pequeño grupo de entusiastas especialistas». Herbert Gorman, en 1924, aparte de hacer hincapié en la «extrema sensibilidad de su temperamento», describió la mente de Joyce como totalmente alejada del estatismo: «Es dinámica en sus concienzudas exploraciones, como la mente de la Irlanda moderna, lo que se observa en ciertos atributos notables; esa apasionada, mística, inquieta, intrépida mente

que ha sobrellevado a duras penas dos cargas monstruosas: la del Imperio Británico y la de la Iglesia Católica Romana». Ya en 1929, Samuel Beckett supo describir muy bien la gran proeza técnica que deslumbró en las dos grandes obras de su mentor: «Aquí, la forma es el contenido, y el contenido es la forma. Puede usted quejarse de que este material no está escrito en inglés. Pero es que no está escrito después de todo. No está escrito para ser leído, o no solo para ser leído. Se ha creado para ser mirado y escuchado. Su escritura no es acerca de algo, es algo en sí mismo. [...] Cuando el sentido es dormir, las palabras se van a dormir (véase el final de "Anna Livia"). Cuando el sentido es bailar, las palabras bailan. [...] El lenguaje está borracho. Las palabras se tambalean, eufóricas. [...] Aunque de ningún modo fue él el primero en reconocer la importancia de tratar a las palabras como algo más que meros símbolos educados. Shakespeare usa gruesas, grasientas palabras para expresar corrupción. [...] ninguna criatura, en el cielo o en la tierra, ha usado nunca el lenguaje de la Obra en marcha». Para Edmund Wilson, «Joyce es el gran poeta de una nueva fase de la conciencia humana. Como el mundo de Proust, de Whitehead o de Einstein, el de Joyce se halla en perpetuo cambio mientras es percibido por diferentes observadores en diferentes momentos. Es un organismo formado de "eventos". [...] Cada uno de ellos implica a los otros, y además es único. [...] "eventos" que transcurren en la mente de los personajes. Pero todo se reduce a simples "eventos" como los de la física moderna y la filosofía, eventos integrando un continuum, pero que pueden considerarse como infinitamente pequeños».

Humberto Eco coincide en esta perspectiva "científica" sobre la obra del irlandés, en la cual se verifica «la transposición, en la estructura del discurso, de fenómenos descritos por las metodologías científicas contemporáneas; la obra se convierte en una grandiosa metáfora epistemológica». En Finnegans, más aún que en Ulises, «cada palabra se convierte en un acontecimiento espacio-temporal». Eco, asimismo, a lo largo de todo su ensayo Las poéticas

de Joyce, describe generosamente las relaciones de la obra de Joyce, no solo con todas las vanguardias del siglo XX, ya sean literarias, pictóricas o musicales, sino también con la estética medieval, muy presente en todos sus libros. Harry Levin compara igualmente a Joyce con otros artistas revolucionarios de su época: «“Siendo usted capaz de pintar tan bellamente, ¿cómo es que se aplica a esas excentricidades?”, preguntó alguien a Picasso, y éste contestó: “Esa precisamente es la razón”. Joyce, a una pregunta similar de su amigo Frank Budgen, respondió que habría sido sencillo producir un par de libros fáciles al año, pero que para él no habría valido la pena. [...] La originalidad sólo se obtiene a cambio de una voluntad implacable de romper con los clichés. El artista creativo, Joyce o Picasso, Eliot o Stravinsky, debe ser fría y deliberadamente excepcional; no sólo está obligado a superar a sus predecesores sino también a sí mismo». T. S. Eliot, rebatiendo la idea del crítico Richard Aldington de que el Ulises suponía “una invitación al caos”, escribió: «Este método ha sido ya esbozado por el señor Yeats. En lugar del método narrativo, podemos ahora usar el método mítico. Es, creo firmemente, un paso adelante para transfigurar en arte el mundo moderno, en aras del orden y la forma que el señor Aldington tanto anhela. Y sólo aquellos que han desarrollado su propia disciplina en secreto y sin ayuda, en un mundo que ofrece muy poco apoyo en este sentido, pueden ser de alguna utilidad en el impulso de este avance». Stuart Gilbert refuta el "pesimismo" que se le ha atribuido al dublinés: «Las páginas finales [de Ulises], un pasaje de viviente belleza lírica, [...] son al mismo tiempo intensamente personales y simbólicas del amor divino de la Naturaleza por sus hijos, un canto primaveral de la Tierra; es significativo para aquellos que ven en la filosofía de Joyce nada más que un negro pesimismo, un evangelio de negación, que Ulises termine con un himno triple de afirmación». El crítico de Cambridge Christopher Butler sugiere que Joyce «persigue uno de los objetivos centrales del modernismo temprano, que es atraer a un

público dispuesto a tratar de descifrar las relaciones entre el medio y el mensaje estilístico. Sus obras, de Stephen Hero a Finnegans Wake, marcan en este sentido los pasos esenciales en la evolución de la literatura de la época simbolista a la post-moderna. [Joyce es] el más humorístico y generoso de todos los escritores del siglo XX». El escritor español Enrique Vila Matas, siempre que se acercó a Finnegans Wake temió ser presa de una conmoción, «además, con el temor a no estar a la altura de la clase de lector que espera este libro: alguien en radical contacto con lo incomprensible y, por tanto, con el arte verdadero, con esa "hora segunda insondable sin estrellas" de los textos más próximos a nuestra gran verdad, a la realidad brutal y muda, sin significado, de las cosas. [...] siempre que he emprendido la lectura de este libro admirable, he acabado golpeado, tarde o temprano, primero por una sensación de colapso que se mezclaba con el pasmo por tan lúcido trabajo con el lenguaje, y luego por el colapso mismo, por ya ni hablar del consiguiente rubor al sentirme un negado para descifrar con precisión la espectacular exploración que hizo Joyce de los límites de la literatura».

El escritor y crítico español Eduardo Lago ve en Joyce a «quien habría de llevar a la prosa en lengua inglesa al límite de sus posibilidades, sometiéndola a la mayor renovación de toda su historia; el genio diabólico y burlón que, sorbiendo el tuétano de las palabras, sabía cómo llegar al alma misma del idioma, para desde allí, entre risas y veras, reventar códigos y normas, haciéndole cosquillas a la sintaxis, tejiendo telarañas donde caían prisioneros los morfemas; el mágico prodigioso del verbo que, destripando resortes y mecanismos, reagrupaba los vocablos en insólitas combinaciones tras las que alumbraba la fuerza desnuda de la poesía; quien, en fin, estaba destinado a cambiar, de una vez y para siempre, los rumbos por donde habría de transitar en el futuro la novela».

En otros campos: Su impronta es también evidente en campos alejados de la literatura. La frase «Three Quarks for Muster Mark», de Finnegans Wake, es el origen del término físico quark, nombre de una de las partículas elementales más importantes, propuesta por el científico Murray Gell-Mann. El filósofo estadounidense Donald Davidson ha escrito sobre Finnegans Wake comparándola con las obras de Lewis Carroll. El psicoanalista Jacques Lacan utilizó los escritos de Joyce para explicar su concepto de sinthome. Según Lacan, la escritura de Joyce supone el último asidero que lo libró de la psicosis. El filósofo deconstructivista francés Jacques Derrida tiene asimismo un trabajo sobre el uso del lenguaje en Ulises. Derrida afirma que esta novela hay que oírla a la vez que leerla, a fin de comprenderla en profundidad. Se conmemora anualmente a Joyce el día 16 de junio —día en que transcurre Ulises, llamado Bloomsday—, en Dublín y cada vez en más lugares del mundo. La James Joyce Society fue fundada en febrero de 1947, en el centro cultural Gotham Book Mart, de Manhattan. Su primer miembro fue T. S. Eliot. El biógrafo de Joyce, John Slocum, fue el primer presidente de la sociedad, y Frances Steloff, fundadora y propietaria del centro Gotham, fue su primer tesorero.

Cada año se celebra en Dedham, Massachusetts, la «James Joyce Ramble», un paseo pedestre en el que cada milla está dedicada a una obra de este autor. En su transcurso, actores profesionales leen y dan vida a distintos pasajes literarios de Joyce. Gran parte del legado de Joyce se conserva en el "Harry Ransom Center", en la Universidad de Texas, que alberga miles de manuscritos, correspondencia

epistolar, proyectos, pruebas, notas, fragmentos de novela, poemas, letras de canciones, partituras musicales, limericks (poemillas humorísticos de cinco versos) y traducciones de Joyce. No todo son facilidades, sin embargo, para los estudiosos de la obra y la biografía de Joyce. Stephen Joyce, nieto y único beneficiario de la herencia, ha afirmado que ha destruido parte de la correspondencia del escritor; amenazó asimismo con demandas si se efectuaban determinadas lecturas públicas durante el Bloomsday, y bloqueó adaptaciones de obras que consideró «inapropiadas». El 12 de junio de 2006, Carol Shloss, profesora de la Universidad de Stanford, demandó a su vez a la testamentaría por negarle el permiso de colgar material sobre Joyce y su hija Lucia en la página web de la profesora. Syd Barrett, miembro y primer líder de la banda de rock Pink Floyd, versioneó el poema "Golden Hair", de Joyce, en su primer disco en solitario, The Madcap Laughs. El compositor vanguardista italiano Luciano Berio ha homenajeado a Joyce a través de obras como Thema (Omaggio a Joyce), en el que una cantante recita el principio del capítulo "Las Sirenas", de Ulises, y Chamber music, sobre varios poemas del libro homónimo del dublinés. Otros compositores de música clásica que se han inspirado en este autor: Samuel Barber, Luigi Dallapiccola, Pierre Boulez, John Cage; del pop, rock y folk: The Pogues, Kate Bush, Jefferson Airplane, Joan Baez, Van Morrison, así como los músicos de jazz Louis Stewart, Susanne Abbuehl, André Hodeir, etc. En el campo del cómic, su vida ha sido narrada por Alfonso Zapico en Dublinés (2011). Esta obra fue galardonada en 2012 con el Premio Nacional de Cómic español.

Cartas entre James Joyce y su mujer Nora Barnacle:

22 Noviembre 1909 44 Fontenoy Street, Dublín.

Queridísima: tu telegrama se encontraba en su corazón aquella noche. Cuando te escribí aquellas últimas cartas, era presa de absoluta desesperación. Pensaba que había perdido tu amor y tu estima… como bien merecía. Tu carta de esta mañana es muy cariñosa, pero estoy esperando la carta que probablemente escribirías después de enviar el telegrama. Todavía no me atrevo, querida, a mostrarme familiar contigo, hasta que no vuelvas a darme permiso. Tengo la sensación de que no debo hacerlo, a pesar de que tu carta está escrita en tu antiguo tono familiar y pícaro. Me refiero a cuando hablas de lo que harás, si te desobedezco con respecto a cierta cuestión. Voy a aventurarme a decir sólo una cosa. Dices que quieres que mi hermana te lleve ropa interior. No, querida, por favor. No me gusta que nadie, ni siquiera una mujer o una niña, vea cosas que te pertenecen. Me gustaría que fueras más cuidadosa y no dejases ciertas ropas tuyas por ahí, quiero decir cuando acaban de llegar de la lavandería. Oh, me gustaría que mantuvieras todas esas cosas ocultas, ocultas, ocultas. Me gustaría que tuvieses gran cantidad de ropa interior de todas clases, de todo tipo de colores delicados, guardada, planchada y perfumada. ¡Qué terrible es estar lejos de ti! ¿Has aceptado de nuevo en tu corazón a tu pobre amante? Voy a estar impaciente por tu carta y, sin embargo, te agradezco tu cariñoso telegrama.

No me pidas que te escriba una carta larga ahora, queridísima. Lo que he escrito me ha entristecido un poco. Estoy cansado de enviarte palabras. Nuestros labios pegados, nuestros brazos entrelazados, nuestros ojos desfalleciendo en el triste gozo de la posesión me complacerían más. Perdóname queridísima. Tenía intención de mostrarme más reservado. Y, sin embargo, debo añorarte y añorarte y añorarte.

Ulises de James Joyce:

La obra monumental de James Joyce. Ulises es el relato de un día en la vida de 3 personajes Leopold Bloom, su mujer Molle y el joven Stephen Dedalus. Un viaje de un día, una Odisea inversa, en la que los temas tópicamente homéricos se invierten y subvierten a través de un grupo decididamente anti heroico cuya tragedia raya la comicidad. Relato paródico de la épica de la condición humana y de Dublín y sus buenas costumbres cuya estructura, desbordantemente vanguardista avisa a cada rato de su dificultad y exige la máxima dedicación. Ulises es un libro altisonante, soez y erudito donde los haya que ofrece una literatura distinta, extraña, ocasionalmente molesta y sin duda excepcional.

Circulan en castellano dos traducciones. La primera, de José Salas Subirás data de 1948 y actualmente la pública Planeta. La segunda es de José María Valverde, de 1978 (galardonada con el premio nacional de traducción), publicada por Lumen.