Ensayo Analisis Del Discurso

El conocimiento previo como herramienta de coherencia y cohesión para la formación de oraciones. Massiel Serrano A. Des

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El conocimiento previo como herramienta de coherencia y cohesión para la formación de oraciones. Massiel Serrano A.

Desde hace mucho tiempo se ha tratado de estudiar la mente humana y de llegar a conocer qué sucede más allá de nuestras formas de pensamiento más ínfimas y profundas, desde ahí variadas han sido las teorías en torno a cómo se produce el lenguaje y qué nos lleva a formar conceptos, luego oraciones y finalmente, lo que denominamos, habla. Es por esta razón que los conocimientos previos en una persona significan el número de conceptos que tiene incorporados en la memoria y las asociaciones que se crean a partir de esas incorporaciones, pero ¿cómo llegamos a ordenar esos conceptos? ¿Cómo logramos incorporarlos en nuestra memoria? No es tan sólo la experiencia ni el contexto donde nos encontramos insertos lo que ayuda a incorporar nuevas palabras, sino además, añadimos la unión de lectura y escritura que mejoran la habilidad de almacenar nuevos conceptos a nuestra memoria, lo que nos capacita para crear el lenguaje diario. Por ejemplo, al leer una palabra, ésta se activa en nuestra memoria, siempre y cuando el concepto ya almacenado, provoque dicha activación extendiéndola automáticamente a otros conceptos relacionados o asociados, lo que nos permite hacer las llamadas inferencias o interpretaciones y obtener así, información nueva que no está implícita en el texto que estamos leyendo. Es por esta razón que la activación de esas asociaciones antes descritas se deben realizar teniendo en cuenta el contexto donde aparece la palabra activada, en este caso, si es un texto, el tipo de lectura realizada y si conocemos acerca del tema que estamos leyendo, todo esto conseguirá que se active la asociación más adecuada. Con respecto a esto último, la activación adecuada de conocimientos previos es de suma importancia para asegurar los nuevos aprendizajes por lo que los lectores con más experiencia y habilidad en los conocimientos previos sobre un tema específico son capaces de recordar más información del texto leído y, por ello, responden más rápido y de manera correcta a las preguntas de comprensión lectora. En teoría, según explica Rumelhart (1980), “la comprensión puede fallar por tres causas distintas relacionadas con los conocimientos previos del lector”: Primero: Que el lector no conozca los conceptos apropiados. Segundo: Que las señales del texto sean insuficientes para activar los conceptos que posee el lector. Tercero: Que el lector interprete la información de una manera distinta a como la entendió el autor. Veamos un ejemplo: “El negocio había sido lento desde la crisis del petróleo. Nadie parecía querer algo realmente más elegante. De repente, la puerta se abrió y un hombre bien vestido, entró en el piso de la exhibición. John se puso más amable y la expresión más sincera y caminó hacia el hombre”. (Schemata: “the building blocks of cognition”, pág. 43).

Cualquier persona que lea este texto, podría llegar comprenderlo o no, dependiendo de la activación de conocimientos previos que posea. Pueden existir palabras que para un sujeto no sean reconocibles, pero para otro, que si sepa del tema, no le sea de mayor dificultad leer algún texto de este tipo. Por otra parte, si llegamos a analizar mejor esta situación en la que nos coloca este ejemplo, podríamos decir que desde un conductor de micro hasta un vendedor de autos podría interpretar el ejemplo como una exhibición de vehículos en algún lugar donde John es un trabajador correcto y elegante digno de un evento como éste. Asimismo se pueden inferir situaciones que en el ejemplo no aparecen de manera explícita y eso sucederá sólo si la persona que lo lea conoce aquellos conceptos y si logra comprender la situación producida a modo contextual. En el libro “Relaciones entre lectura y escritura” (Parodi, 1999) se extrae lo siguiente: ”la comprensión puede ser entendida como un proceso cognoscitivo complejo que requiere la intervención de varios factores tales como sistemas de memoria, procesos de decodificación y percepción, sistema de acceso léxico, analizadores sintácticos, procesos de inferencias basados en conocimientos anteriores, sistemas atencionales, etc.” No es fácil realizar la comprensión de un texto, puesto que es mucho el trabajo que se requiere para enfocar la concentración de una lectura específica, y es aún más complejo cuando los individuos no conocen el tema o nunca han leído algún texto de tipo formal, por ejemplo. En este caso, las situaciones sociales y culturales de los diversos sujetos también se ven reflejadas. En un contexto de curso, si los alumnos son de estrato social bajo y otros, de estrato social alto, el tipo de comprensión de la misma novela no es la misma. Algunos interpretaran temas que ni siquiera habían sido considerados por el docente, mientras que otros simplemente se aburrirán con facilidad porque los temas no son de interés de ellos y ni siquiera activarán su mente para lograr captar detalles de la lectura que los hagan inferir o interpretar. De acuerdo a esto, volvemos a decir que comprender es un proceso constructivo que un sujeto logra realizar, claramente de manera intencionada para a partir de ciertos datos e información aportada por el texto dado y que tiene incorporada de manera previa en su memoria, lo que ayuda a construir una interpretación que de la información del texto leído a la luz de los conocimientos previos. Siguiendo la senda de Rumelhart (1976) la teoría del esquema es definido como “un concepto adicional, dentro del modelo interactivo del proceso lector”. Este modelo teórico plantea la idea de que la lectura implica el procesamiento de los distintos elementos textuales (proceso denominado de “abajo hacia arriba”) y el de las experiencias y expectativas que el lector aporta al texto (proceso denominado de “arriba hacia abajo”). En este contexto de “modelo interactivo” la teoría del esquema intenta explicar cómo se integra en nuestros cerebros aquella información previa ya integrada en la memoria de largo plazo con la nueva información que va entregando el texto a medida que leemos lo que ayuda a dicho lector a entender la coherencia de las ideas aportadas en la

lectura y a cohesionar las palabras para darles significado contextual, otra vez, pensando en lo que éste, conoce. Desde el momento en que el individuo comprendedor de un texto deja de entenderse como un simple decodificador de signos escritos y comienza a tomar su rol activo en la comprensión textual, una multitud de disciplinas, como por ejemplo la psicología cognitiva, la lingüística y la psicolingüística, estudian el funcionamiento de los procesamientos de la comprensión y, es así, como el papel que cumple el conocimiento previo en los sujetos comprendedores comienza a dar un verdadero significado. Como se señaló al inicio de este escrito, son muchos los estudiosos que buscan determinar cómo está organizado y representado este conocimiento en la memoria de los distintos lectores. Asimismo, Van Dijk & Kintsch (1983) incorporan un modelo que a finales de los años setenta, se reconoce como nivel de representación mental de la información construida, el que a partir del procesamiento de los textos se puede extraer información esencial de manera explícita de los términos y creación de oraciones cohesionadas en el texto definido lo que proporciona inferencias y el funcionamiento de varias fuentes de información en forma simultánea o, al menos, en espacios de tiempo mínimos. Ello exige una forma muy eficiente de trabajo, capaz de resolver problemas de alta complejidad con el mínimo de recursos y en tiempo real. Van Dijk & Kintsch (1983) indican además que “el desarrollo de esta forma de representación mental depende de la relación con la sociedad y la cultura, ya que conocimiento previo del sujeto es progresivamente más amplio y complejo y, por otra, de que sus procesos mentales son cada vez más afinados y abstractos”. Para hacer uso de un sistema de signos, la persona necesita de su memoria a corto plazo, la que permite llevar a la conciencia las representaciones del momento y así procesar todos aquellos que le es preciso conocer para determinar con qué contenidos almacenados en la memoria de largo plazo debe relacionarse. La capacidad de distinguir entre aquello que es relevante y qué no lo es se relaciona con la capacidad que tiene este sujeto para seleccionar, que también es una habilidad que se desarrolla con el tiempo en que el sujeto aprende a orientar su atención hacia aquello que desea comprender lo mas siempre posible. Otra de las características del sujeto más esenciales y que permiten la buena lectura son la “capacidad de abstracción”, que permite hacer representaciones de las experiencias, las que se van haciendo día a día más específicas y unas de otras según aumentan las vivencias del individuo. Una vez que se desarrolla el lenguaje se puede establecer el tipo de relación existente entre diversos sujetos y en qué situaciones es más oportuno ocupar ese lenguaje partiendo de la base del conocimiento previo. Es así como el sujeto incorpora nuevas vivencias que permiten dar coherencia a lo que ha vivido. Esta es una característica muy importante del ser humano, quien puede, a través de la coherencia, diferenciar un texto de una serie de oraciones inconexas.

De acuerdo con Halliday (1986), “el lenguaje nos permite codificar dos aspectos de la realidad social en la que nos insertamos”, por lo tanto, es de suma importancia que por medio del lenguaje se construya y se transmitan los sistemas de valoración y conocimiento que compartimos, de alguna manera, en un ámbito social común, y que por lo tanto, se dé también en el uso de la lengua hablada y escrita con el fin de que se logre dar coherencia a las ideas producidas. De acuerdo a lo anterior, se puede definir que el lenguaje es la habilidad de significar en los distintos tipos de situación o contextos sociales dados por la cultura y lo que le sigue luego es el uso del lenguaje que está presente en nuestra concepción de la realidad y el dominio de la lengua de manera reiterativa. Al llevar a cabo las actividades lingüísticas se hace alusión tanto a la forma adecuada de lo que producimos, porque poseemos capacidad lingüística, de ahí que podemos cohesionar nuestras ideas y de la expresión de los conceptos y su significado, porque hemos desarrollado la capacidad comunicativa. Son Los participantes de esta interacción los que deben compartir no sólo un conocimiento del mundo, sino también un conocimiento del lenguaje y de las convenciones que regulan el uso del lenguaje o en palabras de Fairclough (1989) que propone que “en la mente de los participantes existen diferentes tipos de esquemas que deben ser activados para lograr interpretar”. Hasta ahora todos los estudiosos coinciden en el mismo tema. Entonces, tanto la producción como la interpretación son procesos sociales y a la vez culturales, que se basan en que los miembros de una comunidad comparten una serie de conceptos y convenciones y que dependen del conocimiento previo que éstos poseen para activar su lenguaje mismo por ejemplo, todos manejan distintas concepciones de mundo, valores, creencias, conocimiento de normas y convenciones sociales diversas. Por otra parte, en palabras de De Beaugrande y Dressler (1986) indican que en un texto puede existir “una característica normalmente atribuible a la existencia de una serie de desajustes entre la organización de los conceptos o de las relaciones expresadas en un texto y el conocimiento previo del mundo que tienen los receptores”. Una vez más se vuelve al tema base discutido y que tiene que ver con la coherencia, entendiendo que se regula bajo los conceptos y relaciones entre sí. Desde este punto se logra decodificar y luego, comprender lo leído, revisando aquellas palabras desconocidas y que pueden ser interpretadas de acuerdo a la lectura realizada y cuyo significado se extrae desde ahí. Aunque si, los distintos estudiosos del tema plantean que el proceso central de la lectura no es la mera decodificación, sino “la interacción entre el lector, el texto y el contexto, todo lo que resulta en un proceso dinámico, interactivo y altamente intencionado por parte del sujeto” que lo indica muy bien Parodi (1999) en el texto tratado al principio de este escrito. Aspectos de la estructura del texto que más influyen en la comprensión de la lectura son la coherencia y la cohesión ya tratados en varios pasajes de este ensayo y que logran a través de relaciones en las que “la interpretación de una idea depende de la interpretación satisfactoria de otra

idea” según lo plantea Halliday y Hasan, (1985) también otros teóricos especializados en esta temática y que indican además, que “las oraciones que son estructuralmente independientes, pueden estar unidas entre sí lo que contribuye a que el lector pueda establecer una representación mental coherente del texto leído” utilizando así sus conocimientos previos. Para seguir con la misma idea, se puede decir entonces que un elemento presupone al otro en el sentido de que no puede ser efectivamente decodificado si no se conoce y por lo tanto no se puede activar el conocimiento previo en el sujeto y cuando esto sucede, no se establece una relación cohesiva ni coherente con lo conocido y sólo se logra presuponer aquello dado en el texto, situación que se da bastante en el contexto educativo. Es así finalmente, como el contenido es potencialmente coherente y cohesionado si, al leer, se observa una continuidad inmediata, lo que significa que la comprensión y la activación de conocimientos previos se realiza de manera exitosa porque aquel sujeto que lee y que escribe acerca de un tema específico tiene almacenados esos conocimientos en su memoria y la experiencia además, le ha aportado riqueza a su sabiduría, y si sucediera lo contrario, se requiere de la aplicación de estrategias remediales o un esfuerzo especial por activar esos conocimientos previos que permita salvar al sujeto de esa discontinuidad. Todos los teóricos vistos en este escrito recalcan lo mismo, enfatizando en la importancia que tiene nuestra experiencia al momento de leer, de escribir o simplemente de hablar. Además de este tipo de conocimiento metalingüístico, no está de más recordar la necesidad de conocer los mecanismos oracionales y transoracionales de la lengua que sirven para dar coherencia y cohesión a texto oral o escrito y, así ayudar a recuperar esa pérdida o vacío del autor de dicho texto. Del mismo modo, para activar todo este conocimiento previo del que ya hemos hablado, sobre un tema y dar sentido a la lectura del texto que se pretende revisar, se pueden analizar los conceptos más importantes y el vocabulario previo a la lectura en el caso de los estudiantes por ejemplo, y también se pueden utilizar organizadores previos de la información para explicar la estructura del aquel texto que se va a leer y así provocar un diálogo sobre el tema específico, realizar las preguntas pertinentes, las valoraciones y las predicciones, no menos importantes sobre lo que creen que van a leer y llegar así a realizar inferencias para activar de manera adecuada la asociación de las palabras o conceptos a través de los conocimientos almacenados en la memoria.

Bibliografía: 

De Beaugrande, R. y Dressler, W. (1986). “Introduction to Text linguistics”. Londres, editorial longman.



Fairclough, N. (1989). “Language and Power”, Londres y Nueva York, Editorial Longman.



Halliday, M. (1986), El lenguaje como semiótica social. “La interpretación del lenguaje y del significado”. México. Fondo de cultura económica.



Halliday, M y Hasan, R. (1985). Language, context and text: “aspects of language in a social-semiotic perpective”. Oxford.



Parodi, G. (1999). Relaciones entre lectura y escritura: “una perspectiva cognitiva discursiva” Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).



Rumelhart, D. (1980). Schemata: “the building blocks of cognition”. Hillsdale.



Van Dijk, T. y Kintsch, W. (1983). Comprehesion”. New York. Academic Press.

“Strategies

of

Discourse