Enfermedades de Los Apostoles

ENFERMEDADES DE LOS APOSTOLES SAULO DE TARSO, que era su nombre Judío antes de darse a conocer como Pablo, fue un hombre

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ENFERMEDADES DE LOS APOSTOLES SAULO DE TARSO, que era su nombre Judío antes de darse a conocer como Pablo, fue un hombre de un talento y una capacidad organizadora indiscutible -que ha llegado a ser conocido como el “apóstol de los gentiles” a pesar de haber sido un perseguidor feroz de los cristianos y de no haber pertenecido jamás al círculo de discípulos de Jesúsy acabo por convertirse en la figura clave para el desarrollo y expansión de la nueva religión. EL APOSTOL SAULO nació en la ciudad de Tarso (Cicilia), en el seno de una familia judía bastante acomodada, poseía la ciudadanía Tarsiota y romana –un enorme privilegio en esos días- y recibió una esmerada educación griega además de la rabínica. Desde su adolescencia fue enviado a estudiar con Gamaliel el viejo, rabino de Jerusalén y reconocido “doctor de la ley” fariseo de quien aprendió el exegesis (interpretación bíblica) al modo rabínico de la escuela de Hillel; en esos días nació también su gran interés por el ocultismo y el misticismo fariseo –que tenía muchos puntos de encuentro con las doctrinas de los esenios (monjes budistas)-, que marcaria el resto de su agitada existencia. Saulo, condenado a sobrellevar un carácter muy difícil, depresivo, fanático y paranoide, y una salud física muy endeble, intento compensar sus problemas personales encerrándose progresivamente en sí mismo hasta el punto de llegar a vivir totalmente ajeno a la dura realidad que amargaba la existencia a sus conciudadanos judíos, sometidos a la opresión del invasor romano. Saulo se volcó en un mundo espiritual muy personal, que le llevo a experimentar, según él, algunos episodios místicos y que, finalmente le condujo a verse a sí mismo como el enviado mesiánico destinado a preparar el camino para el inminente retorno del “Hijo del Hombre” celeste –que vendría a la tierra para resucitar a los muertos y para establecer el “Reino de Dios”. El fanatismo de Saulo iba acompañado, lógicamente, de un comportamiento violento. Así, en realidad, hay una participación directa de Saulo en el asesinato mediante lapidación de Esteban. Él devastaba a la iglesia, y entrando a las casas, arrastraba a hombres y mujeres y los hacía encarcelar. Por su trayectoria ideológica y su amor por la violencia Saulo formo parte del partido extremista de los zelotas (Zelotes: eran revolucionarios dedicados fanáticamente al derrocamiento del poder romano. Rechazaban pagar impuestos a Roma e iniciaron varias revueltas contra sus amos romanos. Una revuelta resulto en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.c. Aunque el termino Zelote llego a ser identificado con el levantamiento del año 70 d.c. su uso en el NT (nuevo testamento) puede haber tenido una connotación que no era política). Saulo tenía ataques de epilepsia que padecía regularmente, con una insolación severa, con un brote psicótico y con una reacción histérica (neurosis de conversión); psicopatologías, estas últimas, le hacían escuchar voces y pronunciar voces irreconocibles, ya que se habla mediante sonidos guturales y/o ventriloquía involuntaria. En el Damasco de Saulo aún no se habían inventado neurolépticos (farmacéuticos para esa enfermedad) como el haloperidol (medicamento para enfermedades mentales).

Insultado en todas partes incluso por los suyos, los judíos, atormentado por sus males físicos y por sus crisis emocionales, y acomplejado por su aspecto poco agraciado, puso su máxima energía en hacerse reconocer ante sus seguidores como apóstol, exclusivo y privado. Pero su “convicción” -que en lenguaje diagnóstico psiquiátrico actual podría denominarse más bien como “trastorno delirante paranoide de tipo grandioso”. -De ser el intérprete de la voluntad de Dios y de Jesús no tenía porque fijarse en minucias de ese tipo; de ahí su personalismo y autoritarismo y la forma perentoria (definitiva) en que están redactadas sus epístolas a las diferentes comunidades por él fundadas que, por lo demás, dado que estaban integradas por el estrato social más bajo, no se distinguían precisamente por sus cualidades morales. Pablo, haciendo gala de un egocentrismo y una presunción inaudita, llego a situar su conocimiento “revelado” acerca de “la voluntad de Jesús” por encima del testimonio que los apóstoles habían recibido directamente de Jesús mientras predico y, para colmo, pretendió adoctrinar a los mismísimos apostales con enseñanzas que eran totalmente contrarias a las difundidas por Jesús. No es de extrañar, pues, que Pablo fue un personaje odiado por los primeros responsables de la iglesia cristiana, para quienes era poco más que un advenedizo (ajeno) sin escrúpulos; por esta razón, cuando Pablo fue detenido por los romanos no recibió el menor apoyo o ayuda por parte de las iglesias de Jerusalén y de Roma. De hecho, la mayoría de las epístolas de Pablo reflejan sus constantes enfrentamientos con Santiago, el hermano de Jesús, y con los apóstoles Pedro y Juan, principalmente que en esos días constituían la autoridad central del cristianismo en Jerusalén y pretendían un Israel cristiano que cumpliera la ley mosaica (los mandamientos de la ley de Moisés que eran 10 y se encontraban en pergaminos colgados en marcos del ingreso de las casas judías), obligación a la que se opuso Pablo con ferocidad (a esta costumbre judía de besar el pergamino antes de entrar a sus casas, algo que Jesús les había advertido que dejaran de hacer), hasta que Pablo forzó que en sus comunidades de gentiles, los llamados “prosélitos(partidarios) de la puerta”, se obviara la obligada observancia de la ley. (Pese a lo Jesús les dejo dicho a los apóstoles de que ya no besaran esos pergaminos con las leyes mosaicas, Santiago hermano de Jesús, Pedro, Juan y demás apóstoles lo continuaron haciendo después de la partida física de Jesús, además de otras indicaciones precisas que les había dado a todos y no las cumplieron por ello todo comenzó a distorsionarse y el pago fue muy triste en todos los apóstoles, se ha omitido por lo doloroso que fu su fin).