El+Padre+Vicente+ +Diario+de+Un+Cura+de+Barrio

EL PADRE VICENTE (Diario de un Cura de Barrio) El Padre Vicente, un cura de barrio, escribe sus experiencias cotidianas

Views 63 Downloads 0 File size 621KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Citation preview

EL PADRE VICENTE (Diario de un Cura de Barrio) El Padre Vicente, un cura de barrio, escribe sus experiencias cotidianas y las cuenta a los oyentes. Por las páginas de su diario desfila una inmensa gama de personajes, con sus problemas, sus preguntas y sus esperanzas. En cualquier barrio, en cualquier parroquia, viven hombres y mujeres como éstos y se desarrollan situaciones semejantes. La fe cristiana con la que el Padre Vicente las mira y las resuelve ofrece pistas de discusión y reflexión.

Autor: Mario César Kaplún. 80 programas de 25 minutos cada uno.

En una nueva etapa de superación y como un servicio más, La Voz de Alemania Católica presenta a sus abonados de toda Latinoamérica esta nueva serie de 20 programas.

ÍNDICE Páginas Capitulo 1

7

Capitulo 2

17

Capitulo 3

27

Capítulo 4

37

Capitulo 5

47

Capitulo 6

57

Capítulo 7

67

Capítulo 8

77

Capitulo 9

87

Capítulo 10

95

Capitulo I1

105

Capítulo I2

115

Capitulo 13

125

Capitulo 14

137

Capitulo 15

147

Capitulo 16

159

Capítulo 17

I69

Capítulo 18

181

Capítulo I9

193

Capítulo 20

203

CAPITULO 1

Duración: 22:00

PERSONAJES:

PADRE VICENTE DONA CLARA

—35 años. Humano, afectuoso, jovial.

—40 ó 45 años. Vecina, presidenta de la Comisión de Damas de la Parroquia.

DOÑA ELVIRA —40 ó 45 años. Vecina, tesorera de la Comisión de Damas. DR. AVELLANAL

—48

años-

influyente,

Hombre

autoritario

y

importante acostumbrado

e a

mandar. JOSÉ

—27 años, obrero. Sensible, sincero,

servicial.

LOCUTOR

—A partir de hoy, vamos a compartir la vida de un hombre que vale la pena conocer… de un hombre que, estamos seguros, muy pronto ustedes apreciarán como se aprecia a un amigo. Ustedes podrán compartir su vida cotidiana,

y

pensamientos

hasta más

penetrar

íntimos.

en

Porque

sus este

hombre lleva un diario de su vida. Y nosotros

tendremos el privilegio de asomarnos a sus páginas, humanas y sinceras. (PAUSA) ¿Por dónde abriremos este diario? Al azar... por una página cualquiera. Abramos ya, pues, el cuaderno de tapas azules y empecemos a hacernos amigos de…

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA BAJA Y QUEDA.

PADRE VICENTE

—El Padre Vicente.

LOCUTOR

—Diario de un cura de barrio.

CONTROL

—SUBE

CARACTERÍSTICA

MUSICAL

-

LUEGO ENTRA FONDO SUAVE. PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Jueves 26- Me parece,

me parece que he hecho otra de las mías. Es inútil… Ya me lo decían mis maestros en el Seminario: "tienes que aprender a adaptarte a las normas sociales"… Y eso que doña Clara, la presidenta de la Comisión de Damas de la parroquia, ya me lo había prevenido esta mañana... (CESA FONDO) DOÑA CLARA —Por Dios se lo pedimos, padre Vicente... Por esta vez trate de ser un poco más… (NO SE ATREVE) un poco más... PADRE VICENTE

—(EN ACCIÓN) ¿Un poco más, qué?

DOÑA CLARA —Cómo le diré... un poco más diplomático. Eso: un poco más diplomático. Usted no se figura

el

trabajo

que

nos

ha

costado

convencer al doctor Avellanal de que viniera a visitar esta parroquia. ¿No es cierto, Elvira? dile, dile tú... DOÑA ELVIRA —Ah... fue un trabajo terrible. El doctor Avellanal es un hombre tan ocupado… tan importante… DOÑA CLARA —¡Tan tremendamente importante! Y él ya tenía

elegidas

las

parroquias

a

las

que

pensaba destinar este año la ayuda de la Cofradía San Roque. DOÑA ELVIRA —Y ya se sabe que la Cofradía hace lo que dispone el doctor Avellanal. Él es el que hace y deshace. (SUSPIRA) ¡Y tienen tanto dinero! DOÑA CLARA —(SUSPIRA) ¡Tanto! El año pasado, a la parroquia de San Javier, la Cofradía le construyó la torre del campanario íntegra. DOÑA ELVIRA —¡Con campanas y todo! DOÑA CLARA —Así que figúrese, padre, lo importante que es que el doctor Avellanal venga, quede bien impresionado, y consienta en incluir a nuestra parroquia en su lista de donaciones de este año. DOÑA ELVIRA —¡Ay! Sería una bendición de la Providencia.

PADRE VICENTE

—Y, sí, es verdad. Esta es una parroquia

muy pobre. Y nos hace tanta falta terminar de levantar la policlínica para el vecindario. DOÑA CLARA —Si

el

doctor

impresionado,

nos

Avellanal regala

queda una

bien

policlínica

"tamaño familiar". Todo está en que se vaya de aquí bien impresionado. ¡Es un hombre que se fija en todo! DOÑA ELVIRA —Ah, sí, en todo. Hasta en los menores detalles. ¡Tiene un sentido del orden...! DOÑA CLARA —Por eso le suplico, padre... con el trabajo que nos dio hacerlo venir... Por esta vez, siquiera

por

esta

vez,

trate

de

ser

diplomático, de caerle bien. ¡Hágalo por la policlínica! PADRE VICENTE

—(SONRÍE) Descuide, doña Clara. Seré

un nuncio. DOÑA CLARA —Elvira,

¿te

parece

que

el

despacho

parroquial está presentable? DOÑA ELVIRA —Habría que darle una buena fregada al piso, lustrar los picaportes... DOÑA CLARA —De eso me encargo yo. Como el padre Vicente es un cabeza dura que no quiere tener ama de llaves… PADRE VICENTE

— Pero, ¿volvemos otra vez a la historia

del ama de llaves? ¿Para qué necesito ama de

llaves si yo no como en casa, si como en la fonda de don Rómulo? DOÑA ELVIRA —Bueno, no es tiempo de discutir ahora. El doctor Avellanal puede llegar en cualquier momento EFECTO

—RUIDO DE CORRER SILLAS.

DOÑA CLARA —Tú ve llenando el balde, Elvira… ¿Me ayuda a correr este escritorio que es pesado, padre? CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

ÁGIL

-

LUEGO

FONDO.

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) - Todo el santo día me

lo pasé esperando al famoso doctor Avellanal. Me quedé sin almorzar por esperarlo. Claro, llegó la noche y tenía hambre. Además, yo sabía que esa noche en la fonda me esperaba José Benítez para hablar de un asunto muy importante… no le podía fallar. De modo que, ya avanzada la hora de la cena, resolví que el ilustre doctor Avellanal ya no se dignaría venir hoy, que era inútil seguir esperándole, y me fui a la fonda a cenar y a conversar con mi amigo José.

CONTROL QUEDA.

—LEVANTA

FONDO

MUSICAL,

BAJA

Y

PADRE VICENTE me

—Al regresar, doña Clara y doña Elvira estaban

esperando

a

la

puerta

del

despacho parroquial. Sus caras de tragedia griega me hicieron presentir la catástrofe...

CONTROL

—CORTINA

MUSICAL:

HUMORÍSTICO

DE

LA

COMENTARIO "CATÁSTROFE"

(PAUSA PARA EL CORTE).

CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

(MISMO

TEMA

O

ESTILO DE LA ANTERIOR) .

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Las

dos

señoras

me

abrumaron con el relato a dos voces de la tragedia... DOÑA CLARA —¡Ay, padre...! ¡Y tanto que le pedimos! ¡Y tanto

que

le

explicamos

que

el

doctor

Avellanal es un hombre que le da extrema importancia a las formas! PADRE VICENTE

—Pero si el doctor Avellanal no vino en

todo el día. Me cansé de esperarlo hasta bien entrada la hora de cenar. DOÑA ELVIRA —Porque, según le comentó a don Luís, tuvo problemas en su oficina. DOÑA CLARA —Y después un desperfecto en su automóvil.

DOÑA ELVIRA —Pero llegó justo cuando usted se había ido a la fonda. DOÑA CLARA —(DRAMÁTICA) ¡A la fonda! PADRE VICENTE

—¿Y nadie le dijo dónde estaba, que

podía encontrarme allá? DOÑA CLARA —Justamente. Esa fue la desgracia. Viene aquí, golpea, golpea, y en eso pasa don Luís, el

panadero,

que

venía

de

cerrar

su

panadería. Y el muy tonto, sin que nadie le preguntara nada, se le acerca y le dice: "¿Busca al Padre? A esta hora debe de estar en la fonda". PADRE VICENTE

—Y si era verdad... Allí estaba yo.

¿Qué hay de malo en eso? DOÑA ELVIRA —Pero usted no comprende, padre... ¿Cómo iba a impresionarle al doctor Avellanal, que es tan formal, saber que el cura párroco de esta parroquia come ['] en la f... PADRE VICENTE

—(INTERRUMPE EN [']) ¿Es que los

curas párrocos no deben comer? DOÑA ELVIRA —… ¡En la fonda! Dice don Luís que el doctor Avellanal

le

contestó

con

una

voz

muy

extraña, como no queriendo creer: "Debe de estar usted en un error, amigo. Le digo que estoy

buscando

al

padre

Vicente,

cura

párroco de esta iglesia. ¡Cómo va usted a hacerme creer que el señor cura párroco se encuentra... en la fonda!".

DOÑA CLARA —Y ese cabeza hueca de don Luís le contestó: "¿Pues no me quiere usted creer? Venga conmigo". Y lo llevó hasta la puerta de la fonda y se lo señaló a usted por la vidriera. PADRE VICENTE

—(ASOMBRADO) ¿Y por qué no entró?

¿Llegó hasta allí, me vio y no entró? Yo lo habría invitado a cenar conmigo. Había una cazuela riquísima. DOÑA CLARA —(DRAMÁTICA) . Lo vio a usted, sentado en una mesa, de gran conversación con no se quién y… ¡tomando vino! PADRE VICENTE

—Ah, sí, con José Benítez.

DOÑA CLARA —(REPITE ENFÁTICA). ¡Tomando vino! DOÑA ELVIRA —Dice don Luís que le preguntó: "¿Usted está seguro, usted me jura que ese que está sentado ahí bebiendo con ese otro, es el señor cura párroco? Bien. Es cuanto quería saber. No tengo nada más que hacer aquí". (LLOROSA) Y dio media vuelta... ¡y se fue! DOÑA CLARA —Qué

desgracia,

Señor,

qué

desgracia—

¡Después de tanto trabajo para hacerlo venir! ¡Qué habrá pensado de esta parroquia el doctor Avellanal... qué habrá pensado! DOÑA ELVIRA —¡Estamos perdidas! La Cofradía de San Roque nos ha hecho la cruz para siempre. ¡Adiós policlínica!

DOÑA CLARA —Y tantas veces que le hemos pedido, padre Vicente... tome un ama de llaves que le cocine... la Comisión se la paga... DOÑA ELVIRA —Padre, usted tiene que ir a verlo al doctor Avellanal,

explicarle.

Decirle

que

usted

estaba en la fonda por una casualidad... que usted nunca va... PADRE VICENTE

—Voy dos veces por día. Mentir no es

cristiano. DOÑA CLARA —O...

bueno...

pensando

y

que

había

ya

lo

resuelto

había

estado

tomar

una

cocinera. Que ya justamente el lunes que viene comienza a venir la cocinera. Que se ha dado cuenta que frecuentar la fonda es inconveniente para un sacerdote... PADRE VICENTE

—Ustedes son dos almas de Dios, pero

no comprenden nada. ¿No se dan cuenta de que también en la fonda hay hermanos, hay hijos de Dios? DOÑA ELVIRA —Sí, nosotras lo entendemos, padre Vicente, pero él... DOÑA CLARA —Él jamás lo va a entender. Es un hombre rico, severo, ordenado, que le gusta cada cosa en su lugar. Y el lugar del cura es la iglesia. PADRE VICENTE

—¡El lugar del cura! ¿Tuvo Cristo un

lugar, acaso? ¿No anduvo por todos los caminos predicando, curando, consolando, sin

siquiera

una

almohada

donde

reclinar

su

cabeza? DOÑA ELVIRA —(LLOROSA). Pero, ¿y la policlínica, padre? Si

usted

no

transa,

¡nos

quedamos

sin

policlínica! CONTROL

—ENTRA FONDO SUAVE

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) ... Y aquí estoy, sin

saber qué hacer. ¿Cuál es mi deber, Señor? ¿Seré tan torpe que hago siempre todo al revés? Sin duda, el párroco de San Javier nunca ha puesto los pies en ninguna fonda de su parroquia, y la Cofradía le ha regalado la torre del campanario con sus campanas de bronce y todo. ¿Seré tan anormal, Dios mío, que no me importa ni jamás me importó no tener campanario? Pero, ¿y la policlínica? ¿Qué es más importante? ¿La policlínica, o el gusto de sentarme a la mesa con todos los que van a la fonda, y conversar con todos, y comprenderlos y quererlos? Ay, Señor, soy tu servidor inútil... y lo peor es que lo se y no puedo ser de otro modo. Ayúdame, Señor... dime cuál es mi deber…

CONTROL

—LEVANTA FONDO COMO CORTINA

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(SIGUE

EN

RELATO).

Viernes

27.

Gracias, Señor... Me has respondido- Ahora se cuál es mi deber- Ya me disponía a ir a ver al doctor Avellanal, aunque sin saber qué le diría cuando estuviera frente a él, cuando de pronto... EFECTO

—GOLPES A LA PUERTA

AVELLANAL

—(DESDE AFUERA) ¿Se puede?

EFECTO

—PASOS

DEL

PADRE

VICENTE;

ABRE

PUERTA PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Ni bien lo tuve frente a

mí adiviné de quién se trataba. Ese traje tan elegante... ese sombrero... esos guantes... AVELLANAL

—(2º PLANO) ¿Padre Vicente? Buenos días.

Soy el doctor Avellanal. PADRE VICENTE

—(EN RELATO) ¿Y había vuelto a pesar

de todo? Pedí paciencia y serenidad al Señor y me preparé a pasar uno de los peores ratos de mi vida. (EN ACCIÓN) Pase, pase, doctor. Tome asiento. EFECTO

—RUIDO DE SILLAS

PADRE VICENTE

—(AZORADO).

Creo

que

tengo

que

pedirle perdón. Usted vino anoche y... y no me encontró. AVELLANAL

— (TRAS UNA PAUSA) Padre Vicente, creo que el que tengo que pedirle perdón soy yo.

PADRE VICENTE AVELLANAL

—¿Usted? ¿Por qué?

—Pues... verá usted: Anoche... me fui muy

disgustado. PADRE VICENTE

—Sí... es claro... algo supe, ¿verdad?

(INTENTA UNA RISITA FALSA; AL DARSE CUENTA

DE

QUE

QUEDA

PEOR,

CARRASPEA). AVELLANAL

—Esta mañana, tuve un impulso y decidí volver. Pero volvía —le voy a ser sincero— a decirle la penosa impresión que me había llevado de aquí y que la Cofradía había resuelto...

quiero

decir,

que

yo

pensaba

recomendar a la Cofradía que eliminase a esta parroquia de su lista. PADRE VICENTE

—Este...

¿Le

agradaría

un

cafecito,

doctor? (ALEJÁNDOSE). Caramba, ¿dónde me habrán metido esas buenas señoras la cafetera? AVELLANAL

—No se moleste. Como le decía padre, a eso vine. Pero quiso el destino que, a pocas cuadras de aquí, se me volviera a empacar el auto. Se ve que la reparación de apuro hecha ayer, no dio resultado.

PADRE VICENTE

—¡Caramba! ¡Qué contratiempo! ¡Cuánto lo

siento! AVELLANAL

—No lo sienta, padre. Yo tampoco lo siento. Fue muy bueno que el motor se atascara. Muy bueno para los dos: para usted... y para mí. Porque gracias a ese accidente, conocí a un amigo suyo. Cuando me vio dándole una y otra vez al arranque sin éxito, se me acercó muy servicial...

EFECTO

—ARRANQUE VARIAS VECES SEGUIDAS AMBIENTE DE CALLE DE BARRIO.

JOSÉ AVELLANAL

—¿Algún problema, señor? —(CONTRARIADO) Sí, el carburador. Ayer

me lo repararon de prisa, pero se ve que... EFECTO

—ARRANQUE OTRA VEZ.

JOSÉ

—No insista con el arranque. Se va a quedar sin

corriente.

El

motor

está

ahogado.

Permítame... AVELLANAL

—¿Usted es mecánico?

JOSÉ

—Sí. José Benítez, para servirle. ¿Tiene

un destornillador? AVELLANAL

—Mucho gusto. Enrique Avellanal.

EFECTO

—ABRE BAÚL DEL AUTO.

AVELLANAL

—Sírvase. ¿Cree que podrá servirle?

JOSÉ

—Espero poder arreglarme. ¿Usted no será el señor que esperaba ayer el padre Vicente?

EFECTO

—RUIDOS AL DESARMAR EL CARBURADOR.

AVELLANAL

—¿Cómo sabe?

JOSÉ

—Estuve anoche con él en la fonda de don Rómulo, y se disculpó de llegar tarde porque había estado todo el día esperando a un señor importante. Y como usted tiene aspecto de señor importante...

AVELLANAL

—Ah, usted estuvo anoche con él en la fonda. ¿Va muy a menudo a la fonda ese padre Vicente?

JOSÉ

—Almuerza y cena allí. Y eso es bueno.

AVELLANAL

—(AMOSCADO) ¿Bueno? ¿Qué puede tener eso de bueno?

JOSÉ

—Porque así uno sabe dónde encontrarlo

cuando lo necesita. AVELLANAL

—¿Y acaso no lo puede encontrar en la iglesia? ¿No es ese el lugar donde uno debe buscar y poder encontrar a un sacerdote?

JOSÉ

—Bueno... Hombres como yo no solemos ir a menudo a la Iglesia, ¿comprende? En cambio en la fonda... qué se yo... es distinto. Uno lo siente al padre Vicente un hombre igual que uno.

A

uno

le

es

más

fácil

confiarse,

hablar... Es distinto. Delante de un vaso de vino...

AVELLANAL

—Dígame... ¿es muy afecto al vino ese padre

Vicente? JOSÉ

—(OFENDIDO) Oiga, ¿qué está queriendo decir?

¿Qué

se

piensa

usted

del

padre

Vicente? Si bebe un vaso de cuando en cuando sólo por acompañarnos... porque sabe que en este barrio tomamos como un desaire al que rehúsa un vaso de vino. Y entonces... para que arranque el motor, ¿entiende? AVELLANAL

—No. ¿Para que arranque el motor?

JOSÉ

—Sí, para que haya confianza... para hablar de amigo a amigo... (CON AFECTO) El padre Vicente es eso. Un gran amigo de todos nosotros. Anoche, si no fuera por él... Yo estaba por hacer un disparate. Un enorme disparate. Y él, suavecito, poco a poco, me fue haciendo ver... que mi lugar estaba aquí... junto a mi mujer y mis hijos... (MUY HONDO) Si anoche yo no hubiese encontrado en la fonda al padre Vicente... al demonio conmigo, con mi hogar y con todo.

EFECTO JOSÉ

—CIERRA EL CAPOT DEL AUTOMOVIL. —Pruebe ahora, ¿quiere?

EFECTO

—PASOS, SUBE AL AUTO; ARRANCA.

AVELLANAL

—¡Arranca perfecto! ¡Qué suerte!

JOSÉ basurita.

—No era nada. Se le había quedado una

AVELLANAL

—Me ha prestado un gran servicio. Hágame el

favor, acepte esto. JOSÉ

—Déjele esos pesos mejor al padre Vicente. El siempre necesita para su policlínica...

CONTROL

—CORTINA MUSICAL EMOTIVA - QUEDA

DE FONDO. AVELLANAL

—"Si anoche yo no hubiese encontrado en la fonda al padre Vicente..." -Eso dijo José Benítez- Y por eso estoy aquí, padre Vicente. Para comunicarle que cuente con la policlínica.

PADRE VICENTE AVELLANAL

—(ALEGRE) ¿De veras?

—Eso sí... con una condición. Usted sabe que la Cofradía siempre pone sus condiciones, es muy exigente...

PADRE VICENTE

—(SUSPIRA)

Sí,

claro

tenía

que

suponérmelo. ¿Con la condición...? AVELLANAL

—Con la condición de que usted... siga yendo

a la fonda todos los días. CONTROL

—LEVANTA

CULMINA EN CIERRE.

CORTINA

MUSICAL

QUE

CAPITULO 2

Duración: 21:38

PERSONAJES:

PADRE VICENTE.

DOÑA BERTA —43 años. Quiere a sus hijos pero está convencida de que hay que ser severa e imponer ciertas conductas por la fuerza si es necesario. PEPÍN

—Un niño vivaz y sincero de unos 9 o 10

años.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA: BAJA Y QUEDA DE FONDO.

LOCUTOR

—"El padre Vicente" - diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA

Y

FUNDE

CON FONDO DE MÚSICA DE CUERDAS, MELODIOSO.

POÉTICO,

ALEGRE:

SENSACIÓN MUSICAL DE PRIMAVERA.

PADRE VICENTE

—(RELATA). Domingo 14. Esta mañana,

iba caminando de prisa rumbo a la iglesia a celebrar la misa de las 10. Había ido a visitar a don Damián, que está enfermo, y se me había hecho tarde. Lamenté estar de prisa: era una de esas mañanas de domingo con que a veces nos regala Dios, radiante, soleada, luminosa. Habría querido caminar despacio, con tiempo para gozar de la paz de ese azul, de la alegría de ese verde tierno de los árboles recién brotados. Pero debía llegar en

hora

(TRANS.).

para Unos

la

misa. metros

Apuré delante

el de

paso. mí,

también camino a la iglesia, iban doña Berta y su hijo Pepín. "Caramba, caramba —me dije— parece que hay tormenta entre madre e hijo". El niño forcejeaba como para soltarse y ella lo tenía fuertemente tomado del brazo y lo llevaba casi arrastrando. A medida que me acercaba a ellos, me fueron llegando cada vez más nítidamente los estrépitos de la batalla.

EFECTO

—PASOS DE DOÑA BERTA Y DEL NIÑO QUE SE RESISTE Y SE EMPACA.

DOÑA BERTA —(CON RABIA, LUCHANDO CON EL NIÑO) Camina, camina, hereje. Vas a caminar, te digo. O...

PEPÍN

—(PROTESTA MIENTRAS FORCEJEA) .

Pero yo no quiero. DOÑA BERTA —¡Qué es eso de "no quiero"! ¡Cómo no vas a querer ir a misa! PEPÍN

—Ay, ay, no me aprietes tanto.

DOÑA BERTA —¿No sabes que es obligación ir a misa todos los domingos? Camina, condenado, que la misa ya va a empezar. PEPÍN

—Pero yo quiero ir a jugar al fútbol.

DOÑA BERTA —¡Al fútbol! ¿Así que el importante

que

la

misa,

fútbol es más ¿eh?

Andando,

renegado... ale... rápido, así... Pero, ¿no te das cuenta que es por tu bien, para que Dios no se enfurezca contra ti? ¡Vamos impío! PEPÍN

—No quiero y no quiero.

DOÑA BERTA —(DRAMÁTICA) Pepín, que Dios lo ve todo. ¡Que Dios te está mirando! ¡Cuidado! ¿No sabes que faltar a misa es desobedecer a Dios? ¿No sabes lo que te va a pasar? Que Dios te va a castigar. Sí, vas a ver: Dios te va a castigar. PADRE VICENTE

—(RELATA) En ese preciso instante, en

el forcejeo con el niño, doña Berta volvió la cabeza y me vio. ¡Justo el cura allí en ese momento! Yo era el aliado ideal que el cielo le enviaba.

DOÑA BERTA —Mira,

mira

quién

está

ahí.

El

padre.

Pregúntale, pregúntale, él te va a decir. ¿Verdad, padre, que si él no va a misa Dios lo va a castigar? ¿Que si va a jugar al fútbol se va romper una pierna como castigo de Dios? PADRE VICENTE

—(RELATA) Y se quedó muy tranquila

esperando mi respuesta, la respuesta del representante

de

Dios,

que

seguramente

zanjaría el pleito a su favor, confirmando que en efecto, si Pepín no iba a misa, nada podría salvarlo del terrible castigo divino. El niño, por su parte, con la cabeza baja, esperaba su sentencia. ¿Qué decir? Si contesto que no, dejo mal a la madre —pensé—. Pero si contesto que sí, dejo al niño con una falsa idea de Dios. DOÑA BERTA —Diga, padre, dígale. ¿Verdad que Dios lo va a castigar? PADRE VICENTE

—No, Pepín. Dios no te va a castigar.

DOÑA BERTA —(ATÓNITA) ¿Cómo... cómo? Pero, padre... PADRE VICENTE

—(RELATA) Doña Berta abrió tamaños

ojos. Tan escandalizada que no podía creer lo que

oía.

El

propio

Pepín

me

miraba

asombrado, casi asustado. PEPÍN

—¿Entonces...?

PADRE VICENTE o a jugar al fútbol?

—Dime, Pepín: ¿tú qué quieres, ir a misa

PEPÍN

—(AVERGONZADO) A jugar al fútbol.

PADRE VICENTE

—Ve. ¿Por qué no vas?

PEPÍN

— ¿Y... y si Dios me castiga?

PADRE VICENTE

—Así que tú vas a misa, ¿por qué?

¿Porque quieres ir... o porque le tienes miedo a Dios? PEPÍN

—Porque le tengo miedo a Dios.

PADRE VICENTE

—¿Y si yo te doy mi palabra de que Dios

no te va a hacer nada? CONTROL

—ENTRA

FONDO

MUSICAL

TIERNO,

ALEGRE PADRE VICENTE

—(RELATA) Por un instante, el niño

vaciló asombrado, desconcertado, sin saber qué hacer. Después, resuelto, se soltó de la mano de la madre que, atónita por mi actitud, ya no atinó a retenerlo. Y salió corriendo. PEPÍN

—(SE

ALEJA

GRITANDO

ALEGRE)

Muchachos, ¡yo también juego! ¡Espérenme! ¡Voy a jugar! ¡Espérenme! PADRE VICENTE

—Sus gritos alegres vibraron como el

cristal bajo el azul luminoso de la mañana del domingo. PEPÍN

—(YA

LEJOS)

Muchachos,

¡juego

también! Ya voy, ¡espérenme! CONTROL

—LEVANTA MÚSICA ALEGRE, BRILLANTE

yo

PADRE VICENTE

—(RÍE)

Pobrecito.

Hay

que

comprenderlo. Con una mañana tan hermosa... DOÑA BERTA —(ESTALLA FURIOSA) Pero, padre, ¡usted lo deja faltar a misa! ¡Y para ir a jugar al fútbol! ¡Usted! Me echa a perder todo mi trabajo para educar al chico y hacerlo un buen cristiano... PADRE VICENTE

—¡Un buen cristiano! Doña Berta, me

parece que usted y yo tenemos mucho que hablar. No ahora, porque la misa está por empezar. Pero un día de estos necesito hablar largo con usted. ¿Cree que es así como se forma un buen cristiano, cómo le va a inculcar al niño el amor a Dios? ¿Llevándolo a misa a la fuerza, amenazándolo, asustándolo, diciéndole que Dios lo va a castigar? DOÑA BERTA —(ATROPELLADAMENTE) Y bueno, si él no... Peor es que... PADRE VICENTE

—Doña Berta, ¿qué es la misa? ¿Por qué

vamos los cristianos a misa? DOÑA BERTA —Y... para rendir homenaje a Dios. PADRE VICENTE

—Y bien: el mejor homenaje, el más

sincero que le puede hacer Pepín a Dios esta mañana, ¿no será quizá jugar al fútbol? DOÑA BERTA —(ASOMBRADA) ¿Cómo? PADRE VICENTE

—Doña Berta, no solo en misa rendimos

homenaje a Dios. Cuando Pepín se enferma y

usted se desvela cuidándolo, pasando días y noches junto a su lecho... también le está usted rindiendo homenaje a Dios. Cuando simplemente prepara la comida para los suyos, eso también es un homenaje a Dios. Su esposo trabajando para ganar el pan para ustedes, le rinde a Dios el homenaje de su trabajo. El dirigente obrero que sacrifica sus noches en el sindicato, luchando por más pan y más justicia para sus compañeros, rinde homenaje a Dios, aun sin saberlo. DOÑA BERTA —No entiendo nada. No lo entiendo. No me cabe en la cabeza. Usted, el cura, diciéndole al niño que no vaya a misa, que se vaya a jugar... PADRE VICENTE

—Sí, ya se que no entiende. Ahora en la

misa, pida a Dios que la ayude a entender. Y otro día hablamos. CONTROL

—CORTINA MUSICAL - PAUSA PARA EL

CORTE

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Mientras

me

ponía

las

vestiduras para celebrar la misa, me seguía sonando en la cabeza la confesión de Pepín: PEPÍN Dios.

—Yo voy a misa porque le tengo miedo a

PADRE VICENTE

—Y pensaba: ¿éstos que están hoy aquí

para la misa? ¿Cuántos habrán venido también por miedo a que si no Dios los va a castigar? Se que hay quienes vienen por amor a Dios... Pero, ¿y los otros? Pensé en don Mauricio, que viene mucho a la Iglesia. Pero, ¿para qué? Para que "la Virgen le de suerte" como él dice. Y en doña María, que no falta un día a misa... para que Dios permita que cambie la ley de alquileres, así ella les puede aumentar a sus inquilinos y sacar más. Tantos que usan a Dios. Para que les consiga un novio. O una casa. O un empleo. Usan a Dios como un talismán, como un amuleto mágico. Y otros que le tienen miedo, que solo tratan de escapar al castigo de ese Dios cruel y terrible que imaginan. CONTROL

—ENTRA SUAVEMENTE FONDO MUSICAL.

PADRE VICENTE

—Pepín. Pepín rubiecito lindo de ojos

celestes. Tú, con tus 9 o 10 años recién asomados a la vida... ¡quiera el Señor que descubras al verdadero Dios! Amén. CONTROL

—LEVANTA

FONDO

MUSICAL

COMO

CORTINA

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Al

terminar

la

misa...

estaba tan linda la mañana, que salí a disfrutar del sol. (SONRÍE) Del sol... y de otra cosa: del espectáculo de los chiquillos

jugando al fútbol en el campito. Acaso, esperaba volver a encontrarme con Pepín. EFECTO

—VOCES DE LOS CHICOS JUGANDO AL

FÚTBOL PADRE VICENTE

—En

efecto,

los

niños

estaban

entregados al entusiasmo de un encuentro reñido. Pero, curioso: Pepín no estaba entre los jugadores. Lo encontré solito en un rincón, pateando con desgano una pelota. EFECTO

—PAUSA LLENADA POR LAS VOCES DE LOS

NIÑOS. PADRE VICENTE

—(ACCIÓN)

¡Pepín! ¿Qué haces aquí,

solo? ¿Te echaron, no te dejan jugar? PEPÍN

—Me dejan, si. Pero... yo no quiero.

PADRE VICENTE

—¿Que no quieres jugar? ¿Por qué?

PEPÍN

—(EN VOZ BAJA) Tengo miedo.

PADRE VICENTE

—¿A quién?

PEPÍN

—A Dios.

PADRE VICENTE

—¿Por qué?

PEPÍN

—Porque me porté mal y no fui a misa. Y

eso es pecado mortal. PADRE VICENTE PEPÍN

—¿Quién te dijo?

—Mamá. Después de salir de misa pasó por aquí y me dijo que estaba en pecado mortal y que Dios me va a castigar.

PADRE VICENTE

—Y te asustaste y dejaste de jugar. Te

volvió a entrar el miedo. PEPÍN

—Sí.

PADRE VICENTE

—Claro. Tienes razón de estar asustado.

Porque mira, este es Dios. (CON CÓMICA VOZ DE ESPECTRO) Pepín, te estoy mirando. Estás jugando al fútbol. Grandísimo bandido. Te voy a castigar. Buuh... Grrrr... PEPÍN

—(SE ECHA A REÍR)

PADRE VICENTE

—(RIENDO CON EL) ¿Qué te parece?

¿Será así, Dios? PEPÍN

—(SIEMPRE RIENDO) No.

PADRE VICENTE

—(OTRA VEZ CON VOZ DE ESPECTRO)

Pepín, si llegas a errar ese penal y no haces gol y por culpa tuya tu equipo pierde el partido... entonces sí que te voy a castigar... (LAS

ULTIMAS

PALABRAS

LAS

DICE

RIENDO) PEPÍN

—RÍE CON EL.

PADRE VICENTE

—Ven para acá, trae esa pelota que está

ahí muerta de aburrimiento... tengo ganas de mandarme unos centros. PEPÍN

—(ASOMBRADO Y DIVERTIDO) ¿Usted,

padre? PADRE VICENTE

—Sí, yo. ¿O qué te crees? ¿Que a tu

edad no me hacía mis buenos partidos? ¡Los

vidrios que habré roto! (RÍEN) A ver, ataja esta si puedes. EFECTO

—RUIDOS

DE

LA

PELOTA

SEGÚN

VA

INDICANDO LA ACCIÓN. PADRE VICENTE

—¡Bravo, muy bien! Vas a ser un gran

Bolero tú. (CAMBIA DE TONO) Ven, Pepín dime: ¿y a mi también me tenías miedo? PEPÍN

—Sí.

PADRE VICENTE

—¿Por qué? ¿Porque yo era el comisario

de ese Dios cruel que se enoja y castiga, verdad? PEPÍN

—Sí.

PADRE VICENTE

— ¿Y ahora, ya no me tienes más miedo?

PEPÍN

—No. Tú eres... digo, usted es...

PADRE VICENTE

—Tú, tú, muy bien, nada de usted.

PEPÍN

—Tú eres bueno. Eres mi amigo.

PADRE VICENTE

—Claro que soy tu amigo. Y Dios es tu

amigo. ¿Ves el sol ahí arriba? Hoy hay un precioso sol, ¿no es cierto? Bueno: ese sol es el saludo que Dios nos manda. Porque está contento. Contento de vernos contentos a nosotros. De vernos alegres, felices amigos. No hay cosa que lo alegre más a Dios que ver a los hombres contentos y amigos. ¿Me crees, Pepín?

PEPÍN

—Sí, te creo. Pero, y entonces, ¿por qué

mamá...? PADRE VICENTE

—(INTERRUMPE) A ver, jefe, venga aquí

por esa pelota. A ver si me la puedes quitar. (RISAS

Y

JADEOS

MIENTRAS

HACEN

GAMBETAS) Basta... me entrego... se ve que estoy fuera de training. Me has dejado liquidado. Oye cómo me crujen los huesos: crrrc...

crrrrc...

(RÍEN)

(CAMBIA

DE

TONO) Mira, Pepín: cuando yo tenía tu edad, también me asustaban con Dios. Un padre que había en el colegio (pobre, debía ser un santo, pero creía que así se debía hacer) bastaba que yo me moviera un pelito no más durante la misa, para que ya me dijera: "Dios te va a castigar, verás, arderás en el fuego eterno del infierno"... (RIENDO) Hasta que yo de miedo me hacía pipí en los pantalones... PEPÍN

—(RÍE)

PADRE VICENTE

—Iba a misa así como tú: por miedo. No

me atrevía a dejar de ir un solo domingo. Hasta que un día, ya un poco mayor, dije: "Si Dios es así, tan malo, tan cruel, no quiero saber nada más de Él. Al diablo con Dios". ¡Así! (PELOTAZO), ¿No te parece? PEPÍN

—Claro

que

sí.

¡Al

diablo

con

Dios!

(PELOTAZO; LUEGO, ASUSTADO) ¡Huy, lo que estamos diciendo!

PADRE VICENTE

—No te preocupes. Si ese no es Dios. Un

día, por suerte, encontré al verdadero Dios. PEPÍN

CONTROL

—¿Y cómo es?

—CORTINA MUSICAL - PAUSA PARA EL

CORTE

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—¿Cómo es Dios? Bueno, mira Pepín.

Dios es un padre que nos quiere. Y El mismo vino a la tierra para que supiéramos que es nuestro Padre y que todos somos sus hijos. Y nos enseñó a querernos como hermanos para que en la tierra haya más justicia y más amor. PEPÍN

—¿Qué

quiere

decir

que

haya

más

justicia? PADRE VICENTE

—Bueno, tú sabes que los hombres no

siempre se portan como hermanos. A veces son egoístas. PEPÍN

—¿Como esos grandotes que vienen a veces aquí y nos sacan a puntapiés para jugar ellos?

PADRE VICENTE

—Así. Bueno: eso es egoísmo. Eso es

injusticia. Echarlos a ustedes así es una injusticia. Tú mismo, ¿no eres egoísta muchas veces?

PEPÍN

—Sí.

PADRE VICENTE

—Todos lo somos. Pues bien: Dios vino a

poner en el mundo la semilla de su amor, para que todos luchemos contra el egoísmo y para que se acaben las injusticias... unos que tienen mucho y otros que no tienen nada... Dios nos llama a trabajar y luchar junto a El para que el mundo sea más justo, más bueno. Para

que

todos

seamos

hermanos.

¿Qué

piensas? PEPÍN

—Que

Dios

es

formidable.

Que

me

gusta. PADRE VICENTE

—(SONRÍE)



Pepín.

Dios

es

formidable. PEPÍN

—Pero...

PADRE VICENTE

—¿Pero qué?

PEPÍN

—No, nada.

PADRE VICENTE

—Sí, tú querías decir algo: ¿pero qué?

PEPÍN

—Pero, ¿por qué hay que ir a misa? ¿Por

qué nos obliga a ir a misa? PADRE VICENTE

—No, Pepín, Dios no nos obliga. Mira, si

no quieres ir, no vas nunca más. PEPÍN

—¿Nunca más? ¿Puedo no ir nunca más?

PADRE VICENTE

—Dios no quiere que vayas si no vas a

gusto. Dios solo quiere que vayas si vas por tu propia voluntad, libremente.

PEPÍN

—Pero que vaya, ¿para qué?

PADRE VICENTE

—Mira, Pepín: Dios es padre. ¿No es

cierto? Bueno; a todo padre le gusta una vez por semana, el domingo que es día de fiesta, ver reunidos a todos sus hijos. Es como una comida en común, ¿entiendes? Y en esa comida nos alimentamos con el pan que El nos da, un pan de vida. ¿Para qué? Bueno... comemos para tener fuerzas, ¿no es cierto? Pues bien; ese pan de vida que todos juntos comemos en la misa, nos da fuerzas para cumplir nuestra tarea, que es la de luchar contra el egoísmo y la injusticia... poner en el mundo más justicia y más amor. PEPÍN

—Ah, si la misa es eso... yo quiero ir a misa. Si Dios es así como tú dices...

PADRE VICENTE PEPÍN

—Sí, Pepín, Dios es así como yo digo.

—¿Pero entonces, por qué siempre que hago esto o no hago aquello, mamita me dice a cada rato que Dios me va a castigar?

PADRE VICENTE

—Porque seguramente a tu mamita, de

niña, no le explicaron bien cómo era Dios. PEPÍN

—Ah, pero ahora yo que se, le voy a

explicar. PADRE VICENTE

—(SONRÍE)

Estupendo.

Y

si

no

te

comprende todo bien, me la mandas, le dices que venga a hablar conmigo.

EFECTO

—EL NIÑO HACE REPICAR LA PELOTA

PEPÍN

—(SONRÍE) Cuando le cuente que me he hecho amigo tuyo, no lo va a querer creer. ¿Sabes? Estoy contento, Vicente. ¡Epa! ¿Se te puede llamar Vicente, así sin el "padre" adelante?

PADRE VICENTE PEPÍN

—(RÍE) Claro.

—Dime, Vicente: ¿y por qué hay que rezar todas las noches? Mamá dice que hay que rezar todas las noches y confesar a Dios los pecados, las cosas malas que hicimos cada día. Y me hace hincar con las manos juntas, así, pero... no me sale nada.

CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL CONTINUA EL REPICAR DE LA PELOTA.

PADRE VICENTE

—Pues... si ya estamos rezando.

PEPÍN

—(ASOMBRADO) ¿Cómo?

PADRE VICENTE

—Cuando

dijiste

"estoy

contento",

estabas rezando. Contándole a Dios lo que sentías, compartiendo con El tu alegría y dándole gracias por ella. Sigue rezando. No, no, no, sin hincarte ni juntar las manos ni nada.

Sigue

haciendo

rebotar

la

pelota.

Recemos juntos. Padre, aquí estamos los dos,

Vicente y Pepín, contentos. Contentos de que sea una mañana tan linda de sol. PEPÍN

—Hemos jugado a la pelota los dos. Y yo aprendí que Tú eres bueno y que me quieres. Y que yo te quiero a Tí. Y que voy a tratar de no ser egoísta. Y de ayudarte a que nadie lo sea.

PADRE VICENTE

—(HONDO, EMOTIVO) Amén.

CONTROL—LEVANTA FONDO MUSICAL COMO CIERRE.

CAPITULO 3

Duración: 21:53

PERSONAJES

EL PADRE VICENTE.

DON RÓMULO —Dueño de la fonda. 55 años. Habla con acento italiano. RAÚL

—Obrero. 28 años. Sencillo, sincero,

espontáneo. PEDRO

—Obrero. 32 años. Un buen vecino.

SERVANDO REYES —40 años. Bravucón, pendenciero. BLANCA

—18 años. Una muchachita tímida y asustada.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA: BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL Y FUNDE CON FONDO SUAVE PARA EL RELATO.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Martes 2. Hoy he tenido un

incidente desagradable en la fonda de don Rómulo. Pensar que, desde que me nombraron cura de esta parroquia, voy todos los días a comer en la fonda y nunca en tantos años había tenido el menor choque, el menor rozamiento con nadie. Como bien dice don Rómulo

en

su

pintoresco

español

de

inmigrante... DON RÓMULO —Ah, sí; cuí, somo tutti amico. La clientela e tuta dal bario. Tutti nos conocemo, tutti nos entendemo bene... PADRE VICENTE

—(RELATA) Por eso, yo nunca he querido

tener cocinera y comer solo en casa. Porque ir todos los días a la fonda me permite conocer a la gente del barrio, fraternizar con todos, que me sientan uno más entre ellos, uno de los suyos. Que aun para aquellos que nunca vienen a la iglesia, el cura no les resulte un desconocido, un extraño, un tipo raro y diferente. Es lindo llegar a la fonda y sentir que en el saludo de todos, palpita el afecto, la confianza... RAÚL

—(CORDIAL)

Buenas

noches,

padre

Vicente, qué tal... PEDRO

—(IDEM) Hola, padre Vicente, qué gusto de

verlo... RAÚL

—Siéntese aquí al lado nuestro, padre...

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y me cuentan de sus vidas,

de sus problemas, de sus luchas. Y comparten conmigo su jarra de vino. Y comparten mucho más:

sus

sentimientos,

sus

penas,

sus

alegrías, sus esperanzas. Y en tantos años, nunca

un

incidente,

nunca

un

altercado.

Discutimos, sí... discutimos mucho de ideas y de religión y de Dios y de fe... (SONRÍE) y hasta de fútbol también. Pero siempre como amigos. Hasta que hoy... Qué lástima. Hoy por primera vez en tantos años, un incidente desagradable... CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL BREVE

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Parece

que

se

mudó

un

vecino nuevo al barrio. Un tal Servando Reyes. Tipo grandote con aire de bravucón. Y él fue el que provocó el incidente. Ya ni bien entré yo... EFECTO

—AMBIENTE FONDA

PADRE VICENTE

—(EN

ACCIÓN,

ENTRANDO)

Buenas

noches a todo el mundo. TODOS RAÚL

—Buenas noches, padre Vicente. —Cómo está. Venga, aquí tiene un lugar,

padre. SERVANDO

—(UN POCO MAS LEJOS) ¿Padre? (RIE) ¿Y a tí por qué te dicen padre? ¿Tantos hijos tienes? (RIE).

PADRE VICENTE

—(BAJO) ¿Y ese quién es, que no lo

conozco? PEDRO

—Nuevo en el barrio. Se mudó hace un par de

días. RAÚL

—Más vale que no le conteste. Está buscando gresca. Y debe andar con alguna copa encima.

SERVANDO

— (ACERCÁNDOSE) ¿Y? ¿No contestas?

¿Por qué te llaman padre? PADRE VICENTE

—(TRAS UNA PAUSA Porque soy cura,

amigo. Por eso. SERVANDO

—(RÍE) ¿Cura? ¿De veras? ¿Y la falda?

¿Eh? ¿Dónde está la falda? PEDRO

—(SERIO) Bueno, bueno, amigo; como broma

ya está bien. SERVANDO

—¿Saben por qué los curas arriba de los pantalones se ponen faldas como las mujeres? ¿No saben? Yo sí: porque son medio hombre y medio mujer. No hay un solo cura que sea hombre entero.

RAÚL

—Vea, amigo, usted ya se está pasando para el otro lado. Quédese tranquilo y tengamos la fiesta en paz.

SERVANDO

—¿Y usted qué se mete? Yo estoy hablando con el padre. Yo simplemente quería pedirle una cosa al padre, que se ve que es tan bueno. Padre, por favor, ¿no me bendice una estampita?

(SE

PALPA

LOS

BOLSILLOS)

(¿Dónde la puse?) Para que vea que soy católico. Yo siempre con mi estampita santa y ahora por suerte vengo a encontrar un padre para que me la bendiga. Pero, ¿dónde la puse? ¿Aquí? No, aquí tampoco. Ah, sí aquí está. PADRE VICENTE

—(RELATA) . Y me puso ante los ojos un

grasiento recorte de revista: el retrato de una mujer semidesnuda. SERVANDO

—Mire

qué

hermosa

estampita.

¿Le

gusta? (RÍE) . PADRE VICENTE

—(RELATA) Tuve que hacer esfuerzos

para mantenerme sereno y no soltarle una trompada. Don Rómulo se acercó tratando de apartarlo y poner fin a la ingrata escena. DON RÓMULO —Vea, signore, si quiere venir a esta fonda como tuto il mondo, tiene que respetare, ¿entiende? res-pe-tare. Y basta. Allá en el mostradore

tiene

su

copa

servita.

Allá.

Venga, venga. SERVANDO

—(SE ALEJA MURMURANDO) .

PADRE VICENTE

— (RELATA, SOBRE LOS MURMULLOS

DE SERVANDO) Se alejó murmurando no se qué. Pedro y Raúl trataron de calmarme. PEDRO

—No le de importancia, padre. Es un bruto.

PADRE VICENTE

—Es un ser humano. Hecho a imagen y

semejanza de Dios. Yo debiera acercarme a él, penetrar en su corazón. Pero no se cómo. DON RÓMULO —(DESDE ALGO MAS LEJOS) Padre Vicente, ¿qué va a cenar questa sera? PADRE VICENTE

—¿Qué

me

recomienda,

don

Rómulo?

¿Qué tiene de bueno esta noche? DON RÓMULO —¿Buono? ¡Buoníssimo! Una cazuela de gallina especiale. SERVANDO

—(ACERCÁNDOSE) Pero no, salvaje, cómo le va a ofrecer eso a un cura. Cómo una gallina se va a comer otra gallina. Para gallina ya lo tenemos a él. (SE ACERCA BIEN A PRIMER PLANO IMITANDO UNA GALLINA) Clo-cloclo-clo-clo...

RAÚL

—Cálmese

padre,

tranquilo.

Aquí estamos

todos con usted para defenderlo si hace falta. PEDRO

—(A SERVANDO) Dígame ¿qué está buscando usted? ¿Que le rompamos la cara? Pues ahora mismo le voy a hacer el gusto.

PADRE VICENTE

—Quieto, Pedro, quieto; te lo pido por

favor. Vea, señor. Se perfectamente lo que usted está buscando: sacarme de quicio hasta que salga a pelearlo. Pero no pienso entrar en su estúpido juego. Se que lo va a sacudir más que una trompada, encontrarse con alguien capaz de respetarlo a usted. De respetarlo

mas de lo que usted se respeta a sí mismo. (HONDO) ¿Qué le pasa? ¿Por qué necesita insultarme? SERVANDO

—Pero mire cómo cambia el mundo. Los curas se

disfrazan

pantalones...

de a

hombres la

y

cobardía

se la

ponen llaman

respeto... (VUELVE A CLOQUEAR) Clo-cloclo-clo-clo... RAÚL

—Bueno, basta, se terminó. Fuera de

aquí ahora mismo carroña. PADRE VICENTE

—Raúl, no... no vale la pena.

PEDRO

—Déjenos, padre. Esto es asunto nuestro.

EFECTO

—VOCES EN LA GRESCA

PADRE VICENTE

—(RELATA) No lo pude impedir. Se

trabaron a golpes. Así, a golpes y empellones, lo sacaron a la calle... RAÚL—

(REGRESA AGITADO) Listo. Ahora podremos

cenar en paz.

CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

(PAUSA

PARA

EL

CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL: QUEDA DE FONDO PARTE DEL RELATO Y LUEGO DESVANECE.

PADRE VICENTE más

—(RELATA) Viernes 19. Ya han pasado de

dos

semanas

después

de

aquel

incidente. Servando Reyes no ha vuelto a asomar por la fonda. Parecería que aquello ya pasó definitivamente, y que no habría por qué seguir recordándolo. Y sin embargo... sin embargo, hay algo que me inquieta. No es Servando. Son... los otros. Raúl, Pedro, Manuel, Nacho, todos los que estaban allí esa noche,

los

que

salieron

pendenciero

para

a

enfrentar

al

defenderme.

Aparentemente, siguen siendo tan amigos míos como

antes.

Pero

sin

embargo,

algo

ha

cambiado entre nosotros, algo se ha enfriado. Ya rara vez me invitan a su casa; no por herirme; sino porque no les nace. Ya no confían en mí como antes. Se diría que, en el fondo, ellos también me sienten un poco un cobarde. No es que me lo digan ni me lo demuestren; quizá ellos mismos ni siquiera se den cuenta. Pero es como si les hubiera defraudado que yo no haya salido a pelear con Servando; como si en el fondo, hubieran esperado otra cosa de mí. "Y claro —deben pensar—; cómo iba a pelear. Después de todo, es un cura, no es un hombre como nosotros". Por ejemplo, esta noche se hablaba de problemas gremiales y Pedro, como al pasar, casi sin darse cuenta, dijo algo muy sugestivo...

EFECTO

—AMBIENTE DE LA FONDA

RAUL PEDRO

—Estuvo brava la asamblea anoche, ¿eh? —A esos traidores que no quisieron votar el paro, va a haber que agarrarlos en la calle y...

PADRE VICENTE

—Pedro, ¿y te parece que es así como se

arregla un problema gremial? "Agarrando en la calle" a los que piensan distinto, y... PEDRO

—Vea, padre Vicente, ustedes los curas, ven las cosas de otra manera. Pero nosotros los obreros...

EFECTO

—DESVANECE AMBIENTE

PADRE VICENTE

—(RELATA)

"Ustedes

los

curas...

nosotros los obreros". Ustedes, los curas. La frase me golpeó. Decía mucho. Ustedes, los diferentes, los de otra raza. Ustedes los blandos, los flojos, los cobardes... Preferí no contestarle y hablar con don Rómulo. EFECTO

—VUELVE AMBIENTE

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) ¿Y, don Rómulo, cómo sigue

su señora? DON RÓMULO —Mecor, un poco mecor; pero dice el médico que todavía tiene para rato. Por eso he tomado a una empleada, a una pobre chica recién llegada de afuera que vino oggi a pedirme trabaco, para que me aiute un poco

en la fonda, porque lo solo sin mi signora no doy abasto. PEDRO

—Pero,

¿será

conveniente

traer

a

una

muchacha joven aquí, a una fonda? ¿A usted qué le parece, padre Vicente? PADRE VICENTE

—Dime, Pedro, ¿por qué soy el indicado

para opinar sobre si una muchacha joven puede estar en una fonda y no puede opinar sobre un problema gremial? PEDRO

—Y, bueno... lo que pasa es que ustedes, los

curas... PADRE VICENTE

—Yo antes no era "ustedes los curas".

¿Qué posó? Hablemos claro de una buena vez. Digamos las cosas como son. Pasó que no me enfrenté a pelear con Servando. ¿No es eso? PEDRO

—Natural, cómo se iba a poner a pelear. Un

cura. PADRE VICENTE

—¿Y qué es un cura para ustedes? ¿No

es antes que todo un hombre, un hombre igual que ustedes? Pero, ¿en qué consiste ser un hombre, un hombre de verdad? ¿En pelear y nada más? A veces, hace falta ser muy hombre para negarse a pelear. Si: negarse a pelear porque sí, a pelear sin sentido, a pelear simplemente porque otro nos provoca, solo por demostrar que uno es "muy hombre", que uno no es cobarde...

RAÚL

—Y además, Servando es un tipo peligroso, tiene mucha fuerza. Lo hubiera deshecho a usted. Usted no está acostumbrado a pelear, no sabe pegar.

PADRE VICENTE

—Te equivocas, Raúl. Se pegar. Pero no

quise. CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Pero leí en sus miradas que

no me creían. Yo soy un cura. Y, para ellos, los curas son así. Gentes que tienen el derecho y hasta la obligación de rehuir la lucha... de ser cobardes. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Sábado

20.

Esta

noche,

como era sábado, la fonda estaba llena de gente. Y, como nadie me invitó a su mesa, fui a sentarme solo, en la única mesa que quedaba libre, junto al mostrador. EFECTO

—AMBIENTE DE LA FONDA. AHORA CON

MAS GENTE. DON RÓMULO —Buona sera, padre Vicente. Vieni, Blanca, te voy a presentare al padre. Padre Vicente, esta

é

Blanca,

la

nuova

camariera.

arrivata... ha llegado questa tarde. PADRE VICENTE BLANCA

—Mucho gusto, Blanca.

—(TÍMIDA) Mucho gusto, padre Vicente.

E

PADRE VICENTE

—¿Y, cómo te encuentras aquí? ¿Es la

primera vez que vienes a la ciudad? BLANCA

—Sí, padre. La primera vez.

DON RÓMULO —La poveretta todavía está un poco asustada. Pero ya se va a ir costumbrando... PADRE VICENTE

—No tengas miedo. Ya verás: aquí es

toda gente muy buena. DON RÓMULO —Casi toda. (BAJANDO UN POCO LA VOZ) ¿Sabe quién volvió, maledetto, justo oggi? —(2o PLANO) ¿Y? ¿Para cuándo ese

SERVANDO aguardiente?

DON RÓMULO —¿Oyó? Mírelo ahí, detrás suyo. PADRE VICENTE

—Ya veo: ese fanfarrón.

DON RÓMULO —Justo oggi tenía que volver! SERVANDO

—A ver, rica, si te mueves. Un aguardiente he dicho. A mí se me atiende cuando yo pido una cosa, ¿sabes preciosa?

PADRE VICENTE

—(ENÉRGICO)

Oiga,

Servando:

a

la

muchacha déjala tranquila. Considere que esta pobre muchacha está aquí porque necesita trabajar. SERVANDO

—Ah... el curita... ¿Usted también le echó el ojo a la niña? ¡Qué va a decir su patrón: el Papa, si se entera! (RÍE).

EFECTO

—DILUYE AMBIENTE.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Mientras comía mi cena, no

le sacaba el ojo de encima a Servando. Y más de una vez me encontré con su mirada clavada en mí, entre burlona y desafiante. CONTROL

—CORTINA MUSICAL DRAMATICA (PAUSA

PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL DRAMÁTICA.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Fumando

displicente...

entrecerrados los ojos, me seguía mirando Servando Reyes, mientras, dificultosamente, vacilante, Blanca se abría paso entre las mesas

para

traerme

Disimuladamente,

Servando

la

sopa.

descorrió

una

silla. EFECTO

—RUIDO

DE

BLANCA

AL

TROPEZAR

-

RUIDO DE PLATOS BLANCA

—¡Ay! Esta silla... No la vi... casi me caigo... Creo que se me derramó un poco de sopa. Disculpe, señor. ¿Lo manché?

SERVANDO

—Aquí, un poco, en la camisa. Hay que tener más cuidado, dulzura. Pero no me enojo. Con tal de que usted misma con esas manitos tan lindas venga y me limpie. Venga, límpieme aquí. Así...

BLANCA

—(ASUSTADA) Suél... suélteme la mano.

PADRE VICENTE

—¡Cuidado, Servando! ¡Cuidado con lo que

hace! SERVANDO

—(BURLÓN) Clo-clo-clo-clo. Se alborotaron las gallinas. Muy bien, preciosura, me limpió muy bien. Aquí tiene su propina. Tome, un regalito para usted.

BLANCA

— (NERVIOSA) Gracias. No quiero nada.

SERVANDO

—Pero venga. Es una estampita. ¿qué se

ha pensado? Mire qué linda. PADRE VICENTE

—(RELATA) Nadie se enteró de lo que

estaba sucediendo; todo el mundo estaba ajeno, charlando animadamente en sus grupos. Pero yo reconocí en el acto aquella sucia fotografía. Y antes de que alcanzara a desplegarla y ponerla ante los ojos asustados de la muchacha, me abalancé sobre él y se la arrebaté. EFECTO

—PUSO QUE GOLPEA SOBRE LA MESA

SERVANDO

—¡Epa! Traiga eso que es mío.

PADRE VICENTE

—Guarde

esa

inmundicia,

¡canalla!

Guárdela ahora mismo, o... SERVANDO EFECTO

—Ahí va con vuelto y todo, curita. —RUIDO DE GOLPES

PADRE VICENTE

—(RELATA) Me soltó una trompada. Se

la devolví con alma y vida.

EFECTO

—DE LA PELEA ENTRE LOS DOS; RUIDO DE SILLAS,

GOLPES,

JADEOS.

TODOS

INTERVIENEN PARA SEPARARLOS. PADRE VICENTE

—(RELATA) Cuando nos separaron, yo

sentía que me ardía un poco la mandíbula; pero a Servando Reyes debía estar ardiéndole toda la cara. Había recibido duro. (ACCIÓN; AGITADO:) Y ahora, vamos a darle el gusto al

amigo

Servando

por

fin.

Vamos

a

bendecirle la estampita... EFECTO

—(EN P. PLANO) RUIDO DE PAPEL AL SER ROTO EN MUCHOS PEDAZOS

PEDRO

—¡Madre mía! ¡Qué paliza histórica!

RAÚL

—Entonces, era verdad que sabía pegar.

¡Y cómo! PADRE VICENTE

—Y... cuando me dan motivo...

RAÚL

—Pero, ¿en qué quedamos? ¿No era que

usted no quería pelear? PADRE VICENTE

—(RELATA)

Pero

Pedro

habla

comprendido. PEDRO

—¿No comprendes? Ahora es distinto. Un hombre, un hombre de verdad no pelea porque sí, por pregonar su hombría. Pero pelea por defender a un inocente, por proteger a un débil. Pelea contra una injusticia.

PADRE VICENTE hemos entendido.

—Así es, Pedro. Eso es ser hombre. Nos

RAÚL

—Venga, padre Vicente. Venga a nuestra

mesa a sentarse con nosotros. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 4

Duración: 22:10

PERSONAJES:

PADRE VICENTE SEÑORA CRESPO

—Directora

de

la

modesta

Escuela

Parroquial anexa a la Parroquia del padre Vicente. 48 años. Muy buenos sentimientos gran cariño y dedicación a su trabajo; pero un poquito cursi y novelera. Sin llegar nunca a lo ridículo,

habla

afectado

y

con

pedante,

un

tono

como

ligeramente

suelen

hablar

algunas educadoras. DON LUCAS

—Miembro de la Comisión de Padres de la Escuela. Hombre bondadoso y de muy buena voluntad. 42 años.

LUCHO

—Un niño de la escuela. 9 años. Simpático,

natural, espontáneo. MONSEÑOR

—El Obispo de la diócesis. Frisa los 60 años. Bondadoso y jovial, aunque al comienzo de su escena usará un tono que para quien no le conozca bien, podría parecer severo.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA DEL PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO.

LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—SUBE CARACTERÍSTICA Y FUNDE CON:

EFECTO

—VOCES

DE

NIÑOS

SALIENDO

DE

LA

ESCUELA EN BULLICIOSA ALGARABÍA. SEÑORA CRESPO

—(2°

PLANO)

¡Orden,

niños,

orden!

¡Salgan en orden! ¡No rompan la fila! EFECTO

—BAJA

SONIDO

PERO

SE

MANTIENE

SUAVE DE FONDO. PADRE VICENTE

—Martes

26.

Fue

hoy

al

mediodía.

Terminadas las clases de día los niños de nuestra escuela parroquial ganaban la calle en bulliciosa algarabía. Fue en ese momento que la señora de Crespo —la directora—se acercó para volver a recordarme... EFECTO

—VUELVE A LEVANTAR SONIDO.

SEÑORA CRESPO

—Padre... quería volver a recordarle...

PADRE VICENTE

—¿Cómo dice, directora? Con la bulla que

arman estos chiquillines, no le oigo nada. SEÑORA CRESPO

—(GRITA)

.

Quería

volver

a

recordarle... Es inútil. (EN OTRO PLANO) ¡Niños! ¡Si-len-cio!

EFECTO

—SONIDO

BAJA

Y

LUEGO,

MIENTRAS

CONTINUA EL DIALOGO, DESAPARECE DE A POCO: LOS NIÑOS SE VAN RETIRANDO. SEÑORA CRESPO

—¡Hoy están fatales!

PADRE VICENTE

—(RÍE). Todos los años para esta fecha

es igual. Llega el verano y con el calorcito y la fatiga de todo el año de clases... ¡Pobres! Hay que comprenderlos. SEÑORA CRESPO

—Usted es demasiado bueno, demasiado

tolerante con ellos. Cómo se ve que no tiene que lidiar toda la mañana con ellos, como nosotras, las maestras! PADRE VICENTE

—Y bueno, hay que tener paciencia.

Total, ya no faltan más que tres días para que terminen las clases. SEÑORA CRESPO

—Justamente

era

eso

lo

que

quería

recordarle, padre: la fiesta de fin de cursos. Es el sábado. Apenas nos quedan 4 días para ultimar los preparativos. PADRE VICENTE la

—(DESANIMADO) Ah, sí, es verdad... fiesta

de

fin

de

cursos.

Sí,

sí,

el

sábado... Cuatro días apenas... SEÑORA CRESPO

—(SONRÍE). No disimule, padre, que es

inútil. Igual se le nota. PADRE VICENTE qué?

—(FINGE INOCENCIA) ¿Que se me nota

SEÑORA CRESPO

—Ya todos en el colegio nos hemos dado

cuenta de la "simpatía" que le tiene usted a la fiesta de fin de cursos. PADRE VICENTE

—¿Yo? No se por qué lo dice. No tengo

nada contra la fiesta de fin de cursos, al contrario, me parece muy bien. Debe de ser una falsa impresión. SEÑORA CRESPO

—(SUAVEMENTE BURLÓN) Debe ser.

Bueno, padre: ya se ha invitado a todos los padres de los niños... estamos preparando los cantos, los recitados, los discursos. ¿Y usted, ya fue a ver al Obispo para invitarlo a la fiesta? PADRE VICENTE

—No... la verdad es que… tuve mucho

que hacer estos días… y… SEÑORA CRESPO

—Me pareció. Por eso quise volver a

recordárselo. Irá hoy sin falta entonces, ¿verdad? PADRE VICENTE

—Sí,

sí,

descuide,

iré.

Aunque

la

verdad, ni se para qué Ya es el tercer año que lo invitamos y nunca viene. SEÑORA CRESPO

—Y, son muchos colegios que tienen su

fiesta de fin de año el mismo día. Por más que Monseñor quiera multiplicarse, la tarde no le alcanza para cumplir con todos. Pero esperamos que este año nos toque a nosotras. No se olvide que hay un refrán que dice que "la tercera es la vencida".

PADRE VICENTE

—Vaya por el refrán, entonces.

SEÑORA CRESPO

—Y mañana me gustaría que se hiciera

usted

un

rato

para

revisar

conmigo

el

programa de la fiesta... ultimar detalles. PADRE VICENTE

—(CON

UN

SUSPIRO

DE

RESIGNACIÓN) Si, sí, con todo gusto. (AL MICRÓFONO, EN RELATO) ¡Hum! "Con todo gusto"... Me sentía un perfecto hipócrita. Y bueno, qué le voy a hacer si la dichosa fiesta de fin de cursos me resulta detestable. El infernal ajetreo de los preparativos... las corridas para conseguir prestado nunca se sabe de dónde un sillón de aspecto importante para Monseñor... los esfuerzos para decorar el patio y disimular la indisimulable pobreza de nuestra escuelita: con todos esos florones y guirnaldas de papel, el pobre patio queda tan feo como esas viejas que se pintorrajean para

parecer

(SUSPIRA)...

jovencitas. la

fiesta.

Y

¡Esa

luego...

fiesta

tan

solemnemente aburrida! ¡Esos recitados! ¡Esos discursos! Los pobres chiquillines almidonados, duros y tiesos "porque va a venir Monseñor y qué va a decir Monseñor". Y yo, de verlos así sufro más que ellos ¡Pobrecitos! Todo el año trabajando y el último día, en vez de una despedida alegre, todavía como "premio" esta tortura. ¡Qué le he de hacer, entonces, si la dichosa fiesta me resulta detes-ta-ble! CONTROL

—CORTINA MUSICAL BURLONA.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL FESTIVA.

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Sábado 30. Bueno. Ya

pasó por fin la fiesta de fin de cursos. Y tengo que reconocer que esta vez resultó muy diferente. ¡Vaya si fue diferente! ¡Pero qué susto bárbaro! Al principio, todo iba como siempre... EFECTO

—AMBIENTE,

SUAVE;

APENAS

MURMULLOS APAGADOS, EDUCADOS. DON LUCAS

—Mi buen trabajo me ha dado, pero ha quedado rebonito el patio, ¿verdad, padre?

PADRE VICENTE



(FINGE

CORTÉSMENTE)

Sí,

don

Lucas. Precioso. Le ha quedado precioso. DON LUCAS

—Disponiendo los adornos con picardía, fíjese: ¿Logra ver una sola soltadura, una sola rotura, del revoque de las paredes? Si viene Monseñor, se va a quedar encantado. Este año vendrá, ¿verdad? no nos irá a fallar de nuevo.

PADRE VICENTE

—No se. Me prometió que vendría. Me lo

aseguró; pero... DON LUCAS

—Entonces, vendrá.

PADRE VICENTE

—Pero

ya

también

me

había

dado

seguridad el año pasado y el ante-año. DON LUCAS

—¡Mire, mire qué formalitos están todos nuestros chicos! Como en misa. ¡Quién diría, viéndolos

así,

tan

serios,

tan

firmes

y

quietos, lo diablos que son! SEÑORA CRESPO

—(SE ACERCA) ¡También! Las cosas que

he tenido que decirles para que se quedaran así. Los tengo muertos de miedo. PADRE VICENTE DON LUCAS

—¡Pobrecitos! Me dan tanta lástima

—Este... Usted perdonará el atrevimiento, señora directora, pero se me hace que habría que comenzar. Ya son las 5 y media pasadas, y debimos haber comenzado a las 5.

PADRE VICENTE

—Sí; y los chiquillines mucho tiempo más

así no van a aguantar. Hace media hora que los tiene usted como penitentes. SEÑORA CRESPO

—Pero es que Monseñor no ha llegado

todavía. ¡Cómo vamos a empezar sin él! PADRE VICENTE

— Quizá llegue más tarde. Me dijo que,

en todo caso, si se retrasaba, que no lo esperásemos, que comenzáramos igual. DON LUCAS

—Quizá sea lo mejor. ¡Monseñor ha de tener tantas fiestas de colegios a las que está invitado hoy!

SEÑORA CRESPO

—Si,

no

habrá

más

remedio

que

comenzar. ¡Qué lástima! Sin Monseñor. (SE

ALEJA). En fin, qué le hemos de hacer. Voy a abrir el acto. EFECTO

—APLAUSOS EN 2° PLANO - GOLPES DE MICRÓFONO

A

PARLANTES, ALGÚN

EL

TRAVÉS RUIDO

ESTÁTICO.

AMPLIFICADO

DE

METÁLICO

LUEGO,

POR

LOS

LOS

DE

SIEMPRE

PARLANTES,

CRUJIDO DE PAPELES Y LA VOZ DE LA DIRECTORA

QUE

COMIENZA

SU

DISCURSO. SEÑORA CRESPO

—(SE ACLARA LA VOZ) Reverendísimo

señor

obis...

(SE

INTERRUMPE

AL

CONTENIDAS

DE

ADVERTIR LA GAFFE). EFECTO

—ALGUNAS

RISITAS

NIÑOS; CHISTIDOS. SEÑORA CRESPO

—(CARRASPEA) Reverendo señor cura

párroco.

Padres

y

madres

de

alumnos.

Señoras, señores, niños: Un año más ha transcurrido. Un año. Muy poco en la infinitud inescrutable de Cronos. (LA VOZ SE VA ESFUMANDO). Pero mucho, mucho, para las jóvenes y fecundas vidas que en esta querida casa van forjando su acervo acrisolado... (SIGUE DE FONDO DECLAMANDO HASTA PERDERSE TOTALMENTE). PADRE VICENTE

—(EN RELATO, SOBRE LA VOZ DE LA

DIRECTORA).

Siguió

el

largo

y

pesado

discurso. Y los cantos de siempre, esos cantos escolares tan insulsos y sin gracia. Y

los recitados de siempre. Los niños luchaban heroicamente contra aquella forzada rigidez y contra el aburrimiento mortal que los invadía. Y adelante de todo, presidiendo la ceremonia como un símbolo de tanto padecimiento inútil, el sillón para Monseñor... vacío. NIÑO

—FINAL DE UN RECITADO ESCOLAR: "Bebe, niña, bebe, la clara pureza de mi manantial"

EFECTO

—ALGUNOS APLAUSOS DESGANADOS.

DON LUCAS

—Todo va saliendo espléndido. ¡Qué pena que Monseñor no haya podido venir! ¡Le habría gustado tanto, se habría llevado tan buena impresión!

SEÑORA CRESPO

—(DECEPCIONADA)

Sí,

evidentemente

ya no viene. ¡Y yo que decía que "la tercera es la vencida!". PADRE VICENTE

—Olvidó que hay otro proverbio que dice

que "no hay 2 sin 3". SEÑORA CRESPO

—Les confieso que estoy desilusionada.

¡Tantos

trabajos,

tantos

preparativos!

Lo

siento como un desaire. Yo se que hoy tenía muchos compromisos. Y que nuestra parroquia está muy lejos. Pero por eso mismo, porque somos un colegio tan alejado y tan pobre, justamente por eso debió haber hecho un esfuerzo y venir aunque fuera una vez.

(CONTIENE

UN

LAGRIMEO).

En

fin,

continuemos la fiesta. PADRE VICENTE

—(EN

sarcasmo sucediéndose

RELATO).

¡La

llamarla

fiesta!

los

números.

fiesta! Y

¡Qué

Siguieron de

pronto,

mirando las caras de los niños, me di cuenta de por qué aquella "fiesta" me sublevaba tanto, pensé: "Somos un colegio católico... y parecemos habernos olvidado de que uno de los atributos del cristiano es la alegría. De que el primer milagro que hizo Jesús fue convertir el agua en vino para que hubiera alegría en una fiesta de bodas. Los cristianos de

ahora

nos

hemos

hecho

solemnes

y

tristes". Y así estaba pensando, cuando de pronto se me acerca Lucho, un delicioso chiquillo de 3°. y me dice... LUCHO

—Ay, padre, ¡qué aburrido está esto! ¿Por qué ahora, que sabemos que Monseñor ya no viene, no va a buscar un acordeón y nos toca un poquito?

PADRE VICENTE

—¿El acordeón? ¿Y por qué no? —pensé—

¿Por qué no darles un poco de limpia alegría? Y me fui a buscar mi acordeón a piano, ese acordeón que todos en la parroquia conocen y que tanto celebran cuando alegro un poco con él las fiestitas del barrio. Me lo calcé al hombro y de pronto, irrumpí en el patio tocando a todo volumen mi acordeón.

EFECTO

—AIRE POPULAR TOCADO EN ACORDEÓN A PIANO QUE SE VA ACERCANDO HASTA PRIMER PLANO- VOCES DE ALEGRÍA DE NIÑOS Y ADULTOS.

LUCHO

—(29 PLANO) ¡Hurrah! ¡Viva el padre Vicente!

DON LUCAS CONTROL

—¡Y viva su acordeón! —SUBE ACORDEÓN COMO CORTINA.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—ACORDEÓN; QUEDA DE FONDO

DON LUCAS

—(EN VOZ ALTA, ALEGRE). ¡Ahora sí, que se animó de veras la fiesta!

LUCHO

—(IDEM) ¡Viva, viva! ¡Viva el acordeón del

padre Vicente! PADRE VICENTE

—(EN RELATO, SOBRE EL FONDO DEL

ACORDEÓN). Una sensación de pesadez: que se rompe, como de brisa fresca irrumpiendo y quebrando el calor sofocante de una tarde de verano, se apoderó de todos. Me ubiqué junto al inútil "sillón episcopal" y seguí tocando. EFECTO

—SIGUE ACORDEÓN. AHORA SE SUMAN MANOS COMPÁS.

QUE

GOLPEAN

MARCANDO

EL

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Señor, cuando toco mi

acordeón soy feliz, porque siento que doy algo a la gente, algo muy tuyo: alegría. (TRANS.). Toda

la

estirada

solemnidad

del

acto

académico estaba rota y olvidada. Algunos se pusieron a bailar en rueda. Yo los animé: (GRITA) ¡Eso, eso, muy bien! (SONRÍE) - La directora no sabía qué hacer ni qué decir ante

aquel

programa.

imprevisto Al

número

principio,

fuera

parecía

de como

ofendida, como escandalizada. Pero al rato se plegó ella también a la alegría fresca y espontánea de la gente del barrio. Y cuando rompí con otro aire popular... EFECTO

—ACORDEÓN TOCA OTRO AIRE POPULAR (PUEDE SER "CIELITO LINDO").

DON LUCAS

—(CANTA) Y ese lunar que tienes-cielito

lindo-junto a la boca... EFECTO

—RISAS DE TODOS.

PADRE VICENTE

—(CANTA EN DÚO) No se lo des a

nadie... Vamos, todos... TODOS

—SE

VAN

INCORPORANDO

AL

CANTO:

cielito lindo - que a mí me toca. PADRE VICENTE

—(EN PRIMER PLANO) Ay, ay, ay, ay,

ay.-- ¡Vamos, todos! TODOS

—Canta y no llores... porque cantando se alegran... (LAS VOCES SE CORTAN, VAN

DEJANDO

DE

CANTAR,

HASTA

QUE

QUEDA EL PADRE VICENTE SOLO). PADRE VICENTE

—(SOLO) ay, ay, ay, ay, ay--. Pero,

¿qué pasa? ¡Vamos, todos! DON LUCAS

—(TOSES SIGNIFICATIVAS). Padre, padre Vicente... (SIGUE TOSIENDO).

SEÑORA CRESPO

—(ALTO,

PARA

QUE

EL

PADRE

VICENTE LA OIGA). Adelante, Monseñor, pase, pase, Monseñor... PADRE VICENTE

—(SE CORTA DE GOLPE)... cie...li...

to (CASI INAUDIBLE) ... lindo... EFECTO

—DE

LOS

NERVIOS,

EL

ACORDEÓN

REMATA EN UNA CÓMICA NOTA FALSA. PADRE VICENTE

—(RELATA) Ahí, frente a mí, estaba

Monseñor, mirándome con tamaños ojos de asombro.

Contemplando

al

"señor

cura

párroco" el acordeón en ristre, cantando a voz en cuello, y para colmo, bloqueando su sillón. ¡Hubiese querido que me tragara la tierra!

A

lo

único

que

atiné

fue

a

desembarazarme como pude de mi acordeón, tomar a Monseñor de un brazo y sacarlo de allí, llevármelo de prisa, casi a la rastra, al salón de la directora. (EN ACCIÓN). Venga por aquí, Monseñor… Pase, pase... (RELATA). Mientras nos alejábamos del patio, me cruzó por la mente la idea de hacerle un discurso sobre la alegría cristiana, hablarle de Jesús

transformando el agua en vino en las bodas de Caná. ¡¡Pero para discursos estaba yo, con lo nervioso y avergonzado que me sentía!! ¡Y Monseñor que me miraba de una manera! EFECTO

—PASOS. PUERTA QUE SE ABRE - PASOS SOBRE PISO DE MADERA AVANZANDO PUERTA SE VUELVE A CERRAR.

PADRE VICENTE

—Por

(RELATA).

aquí, ¡Y

por aquella

aquí,

Monseñor

mirada

extraña,

burlona, desconcertante, con que me seguía mirando! MONSEÑOR

— Vaya, vaya. Pues... no te conocía

esas habilidades. PADRE VICENTE

—Nosotros...

esperarle...

ya...

quiero

nos

cansamos

decir,

ya

no

de lo

esperábamos... y... MONSEÑOR

—DE

PRONTO

SE

ECHA

A

REÍR

CON

ALEGRE Y SONORA CARCAJADA. POCO A POCO EL PADRE VICENTE SE SUMA A SU RISA. TERMINAN RIENDO ALEGREMENTE LOS DOS. MONSEÑOR

—Te

felicito,

hijo.

Te

felicito

de

todo

corazón. Es la primera fiesta a la que me toca concurrir, que vale la pena, que merece llamarse fiesta. Estoy harto de ir de una a otra y todas iguales, ¡estiradas, aburridas! Te confieso que a esta casi no te vengo de miedo a otra lata igual. No se qué maldita idea se

hacen de lo que es un obispo y de lo que se debe hacer en su presencia. En cambio, ustedes... ¡Dios los bendiga! Ea, hijo, ven... volvamos

a

la

fiesta.

Tienes

que

seguir

tocando tu acordeón, tienen que cantar todos. PADRE VICENTE

—¿Delante de usted? ¿Tocar y cantar

delante de usted? MONSEÑOR EFECTO

—Sí, sí, tienen que darme ese gusto. —ACORDEÓN

TOCANDO

OTRO

AIRE

ALEGRE Y POPULAR DE FONDO. PADRE VICENTE



(EN RELATO) -

Al rato, ya lo

sentíamos como uno más de los nuestros. Arrumbamos en un rincón el pesado sillón que estorbaba, y ahí seguimos como dos horas más. Todavía me duele la espalda de tanto darle al acordeón. Y siento todavía el afecto con que Monseñor me abrazó al marcharse, los ojos brillantes. Y vuelve a sonar en mis oídos la bendición con que nos despidió: MONSEÑOR

—Dios los bendiga a todos, hijos, por saber sentir

la

alegría

y

por

saber

sentirse

hermanos en la alegría. Canten, cristianos. Siempre que puedan, canten. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 5

Duración: 22:56

PERSONAJES:

PADRE VICENTE ESTER

—37

años:

mujer

con

aspiraciones

intelectuales frustradas. Nerviosa, tensa. HÉCTOR

—16 años. Adolescente inteligente.

FELIPE

—42 años. Afectuoso, dinámico.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA - EMPALMA CON FONDO SUAVE.

PADRE VICENTE

—(RELATA)- Lunes 20. La visita de

Ester me retrotrajo a la época, antes de ser

nombrado párroco de aquí, cuando yo era teniente cura en la parroquia de Guadalupe. En aquel entonces, me tocó bendecir la boda de Ester con Felipe Míguez. Pese al tiempo transcurrido seguimos siendo amigos y todos los años me invitan a cenar en su casa. Aparentemente, invitarme,

Ester

como

había

todos

venido los

a

años.

Aparentemente. (CESA FONDO). ESTER

—De modo, padre, que lo esperamos el viernes

a cenar. PADRE VICENTE

—Muchas gracias, Ester. Iré con todo

gusto, porque les tengo mucho cariño a los dos, tanto a Felipe como a usted. ¿Cuántos años hace que los casé? ESTER

—El mes que viene se cumplen 17.

PADRE VICENTE

—¡17 años! ¡Cómo pasa el tiempo! Los

recuerdo aquel día, tan jovencitos todavía... y ahora ya con hijos mozos. ESTER

—(CON UN SUSPIRO) Si, 17 años.

PADRE VICENTE

—(EN

RELATO)

¿A

qué

venia

ese

suspiro? No se por qué, pero encontraba extraña a Ester. Nerviosa, tensa. ESTER

—No se olvide, entonces, padre. El viernes,

¿eh? PADRE VICENTE

—Si Dios quiere. Lo que siento es que se

haya molestado hasta aquí, tan lejos, solo

para

invitarme.

llamarme

por

No

valía

teléfono

la

pena.

habría

Con

bastado.

(RELATA). Bajó la vista; se mordió los labios nerviosamente.

Confirmé

aparentemente,

solo

mi

había

intuición;

venido

para

invitarme; pero en realidad, era otra cosa la que la traía. (ACCIÓN) ¿Le pasa algo, Ester? ¿Algún problema? ESTER

—No, padre, ¿por qué? Nada. No me pasa

nada. PADRE VICENTE ESTER

— Disculpe. Tuve una impresión.

—SÚBITAMENTE,

YA

SIN

CONTROL,

ROMPE A LLORAR. PADRE VICENTE ESTER

—(AFECTUOSO) ¿Qué hay, Ester?

—Nada, padre, nada... Nervios, nada más.

PADRE VICENTE

—Usted ha venido a decirme algo...

necesita decirme algo. Sabe que soy su amigo. Si lograra sincerarse le haría mucho bien.

¿No

quiere

que

pasemos

al

confesionario? ESTER

—No, no. En este momento no podría.

PADRE VICENTE ESTER

—Hablemos aquí, entonces.

—No, no puedo, no puedo. Sí, es cierto. Vine a decirle algo. Pero ahora no puedo. Pienso: usted va a venir el viernes a casa... y nos va a ver a todos alrededor de la mesa... y pensará que soy una mujer feliz...

PADRE VICENTE

—(ASOMBRADO) ¿Y no es, acaso, una

mujer feliz? ESTER

—(ESTALLA)

Es

todo

una

mentira... una

miserable mentira! PADRE VICENTE ESTER

—(APENADO) ¡Ester!

—¿Ve?, por eso no quería hablar. Usted nos

cree un matrimonio ideal... PADRE VICENTE

—Sinceramente,

sí.

Un

ejemplo

de

matrimonio. O soy muy mal sicólogo, o... ESTER

—O... dígalo... o yo disimulo muy bien. Sí, padre, parece que soy buena actriz. Pero no puedo más. Mi vida con Felipe es un infierno. Un tormento permanente. Le aseguro que, si no fuera católica, ya hace tiempo que habría pedido el divorcio. Pero ya que no puedo divorciarme, al menos separarme.

PADRE VICENTE

—(AFLIGIDO)

¿Separarse,

Ester?

¿Ustedes? ESTER

—Ahora que nuestros hijos ya son mayorcitos y no sufrirían tanto... No puedo más. Mi vida no es vida, es un infierno.

PADRE VICENTE

—¿Pero es que acaso Felipe no la quiere?

Viéndolos, uno tiene la impresión de que la adora. ESTER

—No se, no se. Es posible que me quiera. A su modo. Es posible que un hombre ame y al mismo tiempo destruya al ser que ama. Lo que

se es que me ha destruido. No, no, padre, no puede quererme y ser tan egoísta conmigo... humillarme así... portarse como un avaro. PADRE VICENTE

—¿Felipe egoísta? ¿Felipe avaro? Pero si

es todo generosidad. ESTER

—Sí, con todo el mundo. Menos conmigo. Usted, sabe, padre, que estamos en una situación económica bastante buena.

PADRE VICENTE

—Al menos, a juzgar por la casita que

tienen en Guadalupe... ESTER

—Y sin embargo, lo viera haciéndome escenas terribles por cuestiones de dinero. Me obliga a rogarle, a suplicarle para darme hasta para los gastos más indispensables de la casa. Hay días en que no me deja ni para el gasto diario.

Y

lo

hace

a

propósito,

para

amargarme. PADRE VICENTE

—Jamás hubiera sospechado una cosa así

de Felipe. ESTER

—Claro, ¿quién se lo podría imaginar, verdad? Se complace en humillarme, en rebajarme. Me hace sentir no como una esposa, sino como una esclava. El es el amo... yo dependo de él y tengo que arrastrarme a sus pies. Hace como un mes que quiero comprarme una novela que me interesa (usted sabe que siempre me ha gustado la lectura) . Y él... Un día me dijo de muy mal modo: "Hoy no tengo dinero".

Otro día, inventó cualquier pretexto... me obligó a pedirle cinco, seis veces. Hasta que al

fin,

como

siempre...

de

rabia

y

de

vergüenza renuncié a la novela y no le pedí más.

Pero

por

dentro

me

voy

sintiendo

deshecha. Claro, como a él mis libros no le interesan... como los desprecia... PADRE VICENTE ESTER

—¡Pobre Ester! ¿Y siempre fue así?

—No. Al principio era tan generoso. Pero poco a poco fue cambiando. Hasta que he acabado arrepentida de haberme casado con él. No, Felipe no es el hombre para mí. Somos demasiado distintos. Lo mejor será que me separe y termine este tormento.

PADRE VICENTE

—Espere, Ester. No se precipite. Ya que

soportó tanto tiempo, espere un poco más. ESTER

—¿Y para qué? ¿Qué objeto tiene seguir esperando? El ya no va a cambiar. El es así.

PADRE VICENTE ESTER

—No

—Se lo pido como un favor de amigo. se,

(SUSPIRA;

no

se.

Ya

PAUSA).

no

soporto

Bueno,

más.

tengo

que

marcharme. Será hasta el viernes, padre. PADRE VICENTE

—-Hasta el viernes, Ester. Es decir, no

se. No se si después de lo que me ha contado, le resultará cómodo que...

ESTER

—Sí.

Prefiero

que

haya

gente

en

casa.

Cuando estamos solos, hay una tensión tan grande. Venga por favor. PADRE VICENTE

—En ese caso, iré. Y entre tanto, sepa

que rezaré mucho por usted. Y por Felipe. CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Viernes

24.

Acabo

de

regresar de casa de los Míguez. HÉCTOR

—Mamá en seguida baja, padre. Se está

terminando de vestir. PADRE VICENTE

—¿Tú eres... a ver, a ver... Héctor,

verdad? El mayor... ¿Y tu padre, está en casa? HÉCTOR

—No, todavía no volvió de la obra. Trabaja

hasta muy tarde. PADRE VICENTE

—Y, Héctor, ¿cómo te va a tí en los

estudios? HÉCTOR

—(SIN DEMASIADA FIRMEZA) Bien, padre.

PADRE VICENTE

—¿Ya tienes pensado qué carrera vas a

seguir? HÉCTOR

—Sí. Profesorado de literatura.

PADRE VICENTE

—Ah, muy bien. ¿Y tus padres, qué

opinan? ¿Están de acuerdo? HÉCTOR

—Mamá, por supuesto que sí. Si es ella la que me hizo ver que esa es mi vocación. Papá, en cambio, quería que yo fuera al Politécnico y me recibiera de constructor para trabajar con él en su empresa.

PADRE VICENTE HÉCTOR

—Pero a tí no te gusta.

—En realidad, a mí al principio la idea me gustaba. Yo siempre decía que iba a ser constructor como papá. Pero por suerte mamá me hizo ver que estoy hecho para las letras. A papá le dio mucha rabia. Discutieron tanto por eso. Pero yo soy como mamá. Mamá es maravillosa. Tan inteligente, tan culta. Si hubiera estudiado...

PADRE VICENTE HÉCTOR

—(PENETRANTE) ¿Y papá... cómo es?

—(CON

UN

INVOLUNTARIO

DEJO

DE

DESDEN) Bueno. Papá es distinto. PADRE VICENTE ESTER

—¿Distinto, por qué? Cuenta.

—(ENTRANDO)

Buenas

noches,

padre.

Bienvenido. CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Fue una lástima la llegada de

Ester. Me habría gustado hablar más con Héctor. Luego llegó Felipe; nos sentamos a cenar.

Todo

transcurría

en

el

ambiente

amable y cordial de siempre. Pero ahora que yo sabia la tragedia de incomunicación, la guerra sorda que había detrás de aquella aparente cordialidad, no podía sentirme como antes. Me costaba mantener la conversación. EFECTO

—RUIDOS DE PLATOS, CUBIERTOS, COPAS,

ETC. PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) ¿Siempre con tanto trabajo,

Felipe? FELIPE

—Sí. Estoy haciendo el nuevo edificio para el Banco Industrial. Un sistema de construcción revolucionario, ingeniero

inventado

francés,

Laselle

por

ese

gran

(PRONUNCIA:

"Lasel") - Fíjese qué sistema tan genial, tan... ESTER

—(RISITA) Perdón, querido, pero el francés y tú nunca se han llevado demasiado bien. Se pronuncia Laseie.

FELIPE

—¿De veras? ¿Estás segura? Se escribe "Laselle". Hubiera jurado que se pronuncia Lasel.

ESTER

—Claro. Justamente. Se escribe "Laselle", se pronuncia Laseie. Héctor, tú que estudias francés, ¿verdad que es Laseie?

HÉCTOR mamá.

—(MOLESTO) Bueno... sí... es como dice

FELIPE

—(SIN

INCOMODARSE)

Bueno,

como

se

pronuncie. Lo cierto es que el sistema... ESTER

—(INTERRUMPE) Perdón, padre, ¿le sirvo un

poco más de ensalada? PADRE VICENTE

—Gracias.

Le escucho, Felipe.

Decía

usted que el sistema... ESTER

—Y a propósito de franceses talentosos, padre, ¿leyó la última novela de Simone de Beauvoir? ¡Qué interesante! ¡Qué escritora! qué estilo, que...

CONTROL

—CORTINA MUSICAL CUBRIÉNDOLA.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Antes

de

marcharme,

mientras Ester me alcanzaba mi abrigo, le dije en voz baja que quería volver a hablar con ella. Que viniera a verme. Voy a rezar mucho, Señor. Mucho. CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Sábado 25. Ester no se hizo

esperar. ESTER

—Anoche usted dijo que quería hablarme. Aquí

me tiene, padre.

PADRE VICENTE

—(SUAVEMENTE BURLÓN, TRAVIESO).

Ester. ESTER

—Sí, padre.

PADRE VICENTE ESTER

—Lasel.

—¿Cómo?

PADRE VICENTE

—Se escribe Laselle, se pronuncia Lasel.

Felipe tenía razón. Y su hijo Héctor se puso colorado porque él también sabía que se pronunciaba

Lasel,

pero

no

se

animó

a

desmentirla a usted. ESTER

—(MOLESTA)

¿Y

me

ha

llamado

para

corregirme mi francés? PADRE VICENTE

—No.

La

he

llamado

porque

he

reflexionado mucho sobre su caso. Sí, Ester, usted tiene razón. Usted no debía haberse casado con Felipe. Con su cultura, con sus inquietudes, usted debía haberse casado con un escritor, con un intelectual. ESTER

—Me alegro que lo comprenda, padre. Hace

mucho que me di cuenta. PADRE VICENTE

—(PENETRANTE). Y lo peor es que,

desde que se dio cuenta, empezó a hacérselo sentir a Felipe. A despreciarlo un poco. ESTER

—(NERVIOSA) ¿Cómo?

PADRE VICENTE

—Usted se sintió superior a Felipe. O, lo

que es lo mismo y es peor, sintió a Felipe

inferior a usted. E, inconscientemente, se lo hizo

sentir

arrogante,

así

a

él. Tomó una actitud

despectiva.

¿Cuántas

veces

delante de todos, delante de sus hijos, le ha corregido su pronunciación francesa, como anoche? ¿Cuántas veces, como anoche, cuando él intentaba hablar de la obra que está construyendo, hablar

de

usted la

lo

última

interrumpió novela

para

que

leyó?

Discúlpeme Ester, pero soy su amigo, la estimo, y tengo que ser sincero. ESTER

—Bueno, admitamos que haya algo de eso. Pero, en todo caso, ¿qué son esos pequeños defectos

míos

frente

a

las

horribles

humillaciones a las que él me somete? PADRE VICENTE

—Ya

Quizás

iremos

esas

sean

a

eso.

Déjeme

pequeñeces.

seguir.

Pero,

¿es

pequeñez también haber influido sobre su hijo Héctor

para

que

la

admire

a

usted

y

desprecie a su padre? ESTER

—(MUY NERVIOSA). Padre Vicente, ¿qué

está usted diciendo? PADRE VICENTE

—Tenga el valor de mirar por una vez

hasta el fondo de su corazón, Ester. Para Héctor, sólo usted vale. Felipe no es más que el que mantiene la casa. Héctor quería de veras ser constructor y trabajar junto a su padre. Pero usted lo inclinó hacia la literatura porque era una forma de alejarlo de Felipe y

mantenerlo unido a usted. Usted es la que siempre soñó ser profesora de literatura. ESTER

—(BAJO).

¿Cómo

lo

adivinó,

padre?

(REACCIONA). Bueno, pero le repito, aun así, todo eso no es nada al lado de lo que Felipe... PADRE VICENTE

—Quizá él diga: "Todo lo que yo le hago

a Ester no es nada al lado de lo que ella me hace a mí". Y tal vez los dos tengan razón. Cuando él sintió que usted lo menospreciaba, que la perdía, que perdía a Héctor, cometió un gran error. Sí, Felipe es muy culpable también y no lo defiendo. Pero necesitaba de alguna manera conservar el dominio sobre usted... hacerle sentir que, en otro terreno, él seguía siendo superior... y no encontró otra forma que hacerle sentir que él era el amo puesto que era el dueño del dinero. Y por eso se lo retacea, obligándola a humillarse y pedírselo.

Sin

darse

cuenta,

inconscientemente, se estaba vengando así de usted, desquitándose, tomándose la revancha. El es culpable, Ester. Pero usted también. Los dos tienen la culpa. Como casi siempre. El la quiere profundamente. La adora. Y es un hombre que vale muchísimo, un hombre lleno de valores. Pero usted no supo valorarlo. ESTER

—(PAUSA). Dios mío. Es increíble... pero nunca me di cuenta de todo lo que lo herí a

Felipe. Recién ahora que usted me lo dice, empiezo... PADRE VICENTE

—Ester, Felipe la ha hecho sufrir mucho

a usted, es cierto. Pero usted lo ha hecho sufrir

mucho

cambiara,

a

vería

él.

Mucho.

cómo

él

Y

si

usted

inmediatamente

cambiaría también. Si eso es lo que él está deseando y esperando con toda su alma! ¡recobrarla! ESTER

—Padre...

ahora

sí...

—FONDO

MUSICAL

ANTES).

SUBE,

hoy



quisiera...

confesarme. CONTROL

(ENTRA

BAJA

Y

UN

POCO

QUEDA

DE

FONDO. PADRE VICENTE

—La confesión de Ester fue larga y

sincera. Reconoció totalmente su parte de culpa. Y al marcharse, ya no hablaba de separarse sino de rehacer su matrimonio. "Díos los va a ayudar", le dije. Y estoy seguro de que Dios los va a ayudar a los dos a redescubrir el camino del mutuo respeto, que es el camino del mutuo amor. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 6

Duración: 21:30

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. DON MATÍAS —Comerciante. 48 años. ENRIQUE

—Obrero. 32 años.

ELISA

—Su esposa. 29 años.

MEDICO.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA - EMPALMA CON FONDO SUAVE.

PADRE VICENTE

—(RELATA). Miércoles 2. Creo que hoy

no tengo nada especial para contar en mi diario. Ha sido un día como todos: pura rutina. (COMO RECORDANDO DE PRONTO) Salvo que... (SONRÍE) Si, después de todo,

es

un

hecho

inusitado,

digno

de

ser

registrado: ¡hoy den Matías ha cerrado su comercio!

La

tienducha

de

don

Matías

cerrada: algo nunca visto... un verdadero acontecimiento. Si me lo contaban, no la hubiera creído. Pero lo comprobé con mis propios ojos. Yo había ido a visitar a doña Julia, que está enferma. En el camino de regreso me encontré con mi joven amigo Enrique...

(DESVANECE

Y

CESA

FONDO

MUSICAL) . EFECTO

—AMBIENTE DE CALLE TRANQUILA.

ENRIQUE

—¿Va

para

su

casa,

padre

Vicente?

Yo

también voy para ese lado. Si gusta lo acompaño y vamos charlando por el camino. PADRE VICENTE EFECTO

—Encantado, Enrique.

—PASOS DE AMBOS.

PADRE VICENTE

—(SOBRE

EL

FONDO

DE

PASOS,

RELATA A PRIMER PLANO). Cuando nos acercábamos al pequeño comercio de don Matías... ENRIQUE

—Me quedé sin cigarrillos. Si no molesto, padre, voy a comprar en lo de don Matías. Es un minuto. ¿Me espera?

PADRE VICENTE

—Mejor entro contigo y aprovecho para

comprar café que se me acabó. EFECTO

—PASOS SE DETIENEN.

ENRIQUE

—Caramba. Qué raro. Cerrado.

PADRE VICENTE

—(ASOMBRADO)

¿Cerrado?

¿Don

Matías? Imposible. Si son apenas las 7 de la tarde. Y jamás cierra antes de las 11 de la noche. Ni los domingos, siquiera. ENRIQUE

—Sin embargo, ya lo ve. Cerrado a cal y

canto. PADRE VICENTE

—Bueno, enhorabuena. Se habrá decidido

por fin a descansar un día. ENRIQUE

—¿Qué habrá ido a hacer?

PADRE VICENTE

—Dios lo sabe. No sé, habrá salido con

algunos amigos. ENRIQUE

—¿Amigos? ¡Vamos! Si ese hombre no tiene un

solo amigo en el mundo! PADRE VICENTE ENRIQUE

—O habrá ido a visitar a algún pariente.

—Tampoco se le conocen parientes. Si los tiene, se ha alejado de todos. Usted sabe cómo es don Matías: no se da con nadie. Acuérdese, acuérdese cómo se portó conmigo cuando...

PADRE VICENTE

—Bueno, o simplemente se fue a pasear

por ahí. ENRIQUE

—Pues

es

como

para

publicarlo

en

los

periódicos: "Don Matías cerró su tienda y salió a pasear". ¿Qué santo es hoy, padre, para que se haya producido ese milagro?

CONTROL

—CORTINA MUSICAL BREVE, AGIL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) El "acontecimiento" fue el

tema obligado de conversación durante el resto del camino. Enrique y yo evocamos anécdotas, rasgos, actitudes de ese hombre huraño y solitario. ENRIQUE

—Un día, hace ya muchos años, medio en broma le pregunté: ¿Piensa vivir así siempre, don Matías?

DON MATÍAS —(SECO, CORTANTE). ¿Así, cómo? ENRIQUE

—Así, solo... sin nadie. ¿Nunca ha pensado en

casarse? DON MATÍAS —Primero tengo que juntar dinero. Después veremos. Por ahora, a mí que me dejen solo que estoy muy bien así. PADRE VICENTE

—Pero por lo visto, el dinero que juntó

nunca

le

pareció

bastante.

Recuerdo

un

domingo en que pasé cerca de medianoche y, como siempre, encontré todavía abierto el comercio. Necesitaba ya no recuerdo qué, y entré. Mientras me despachaba, no pude menos que comentarle: Un domingo... y un domingo tan lindo como ha hecho hoy... Todo el

mundo

paseando...

y

usted

siempre

encerrado aquí dentro, don Matías. DON MATÍAS —Qué quiere, padre. Tengo que trabajar, vender. A mí el dinero no me llueve del cielo. Si no trabajo...

PADRE VICENTE

—¿Y no le convendría tener un socio, así

se turnan y usted puede tener libertad para salir de tanto en tanto? DON MATÍAS —¿Un socio? ¿Para que me robe? A mí que me dejen solo. PADRE VICENTE

—Podría ser un amigo de su confianza.

DON MATÍAS —Gracias a Dios no tengo amigos. PADRE VICENTE

— (SERIO) ¿Cómo dice "gracias a Dios",

don Matías? Una de las cosas más hermosas que nos ha dado Dios son los amigos. DON MATÍAS —Sí, sí. Solo sirven para enredarle la vida a uno. Bien dice el refrán: "el buey solo bien se lame".

Yo

gano

lo

mío

para

vivir,

soy

independiente, no le debo nada a nadie. Eso es lo mejor de todo: no deberle nada a nadie, así tampoco nadie puede venir a pedirme nada. A mí que me dejen solo. PADRE VICENTE

—Pero, ¿no le resulta triste vivir así,

tan solo? DON MATÍAS —¿Triste, por qué? Si tengo todo lo que necesito. Mis ahorros en el banco... mi seguridad...

mi

tranquilidad.

Soy

independiente. No dependo de nadie. Lo mío es mío. Vivo seguro, ¿comprende, padre? Seguro. Y eso es lo más importante. Ah, sí: la seguridad es lo primero. CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

— (RELATA) De más está decir que en el

barrio don Matías no es querido. Un hombre así no se hace querer. Pero él parece no darse cuenta. O no importarle. Sobre todo, hubo una actitud de don Matías que le granjeó

la

antipatía

cuando,

precisamente

del a

vecindario. Enrique,

se

Fue le

incendió la pobre casucha en que vivía. Con esa solidaridad admirable de los pobres, todos acudimos en su ayuda para volver a hacerle la caza. EFECTO

—VOCES

ANIMADAS

DE

LOS

VECINOS

PASANDO - QUEDAN DE FONDO. PADRE VICENTE

—Bueno: todos, no, hubo uno... uno solo

que no vino: don Matías. (PAUSA MIENTRAS SE SIGUEN OYENDO LAS VOCES; LUEGO, EN ACCIÓN, EN VOZ ALTA, COMO AL PASAR) : Eh, don Matías, vamos. DON MATÍAS —(DESDE 2° PLANO) . ¿A dónde? PADRE VICENTE

—(SE ACERCA) ¿Cómo a dónde? ¿No

sabe, acaso? A ayudar. A hacerle la casita nueva a Enrique.

DON MATÍAS —(AHORA CERCA) Yo no puedo. Tengo que atender la tienda. PADRE VICENTE

—Pero, ¡don Matías! ¿Qué hay de grave

si cierra por una vez? Todos vamos. Hasta los viejos. Las mujeres, los niños... todos. DON MATÍAS —Entonces, si van tantos, ¿qué falta hace uno más? (LAS VOCES SE ALEJAN). PADRE VICENTE

—Pero, ¿no me quiere entender, don

Matías? Usted es el único, el único en todo el barrio que no se va a hacer presente. DON MATÍAS —Y... cuando se junta la gente es cuando más se vende, cuando más falta hace mi tienda abierta. Hace calor, con el trabajo les va a venir sed, precisarán re frescos... PADRE VICENTE

—(RELATA) Y es posible que, en efecto,

ese día don Matías haya vendido y ganado mucho. Pero nadie en el barrio olvida que fue el único que no colaboró. (PAUSA BREVE) Y por tantas cosas como esas, es que haber encontrado hoy por primera vez cerrado el comercio de don Matías, parece un suceso digno de ser registrado en mi diario... CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Jueves 3. La cosa cambia de

aspecto. Esta mañana salí en busca del café que no pude comprar ayer... y... la tienda de don Matías seguía cerrada! Frente a su puerta ya se había congregado un buen grupo

de vecinos que comentaban extrañados. Al verme, Enrique se me acercó. EFECTO

—COMENTARIOS DE LOS VECINOS.

ENRIQUE

—¿Qué me dice, padre? Esto ya es más que

raro. PADRE VICENTE

—¡Rarísimo! ¿Nadie lo ha visto por la

calle después que cerró? ENRIQUE

—Nadie.

PADRE VICENTE

—¿Y han golpeado a la puerta, a ver si

está adentro? ENRIQUE

—Varias veces. Pero no contesta.

PADRE VICENTE

—¿No sería cosa de avisar a la policía. y

que echen la puerta abajo? ENRIQUE

—En eso estamos pensando. Aunque para derribar esa puerta con todos los cerrojos y trancas que le pone...

PADRE VICENTE

—Probemos de llamar una última vez.

EFECTO

—GOLPES FUERTES A LA PUERTA.

TODOS

—(GRITAN) ¡Don Matías ¡Don Matías!

ENRIQUE

—Nada.

PADRE VICENTE EFECTO

—Silencio. Me parece oír pasos.

—PASOS QUE SE ARRASTRAN - SE OYE ABRIR CERROJOS - PUERTA SE ABRE.

DON MATÍAS —(MUY DÉBIL) ¡Socorro! Me siento muy mal.

ENRIQUE

—(IMPRESIONADO) ¡Don Matías!

PADRE VICENTE



(RELATA)

Había

acudido

casi

arrastrándose, con el último resto de sus fuerzas. (EN ACCIÓN). Este hombre está muy enfermo. Alguien que vaya donde el doctor Díaz y le pida que venga en seguida. CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL.

MEDICO

—¿Y desde ayer que está así? Tiene suerte de seguir con vida. Es un cuadro de origen cardíaco. Necesita cuidados muy especiales... un régimen de comidas muy sano y atención permanente. ¿Hay algún familiar que pueda hacerse cargo de él?

PADRE VICENTE

—Usted sabe, doctor, que don Matías es

un hombre solo. MEDICO

—En ese caso... (PAUSA).

ENRIQUE

—(TRAS LA PAUSA, RESUELTO). Yo tengo un cuarto en casa. Doctor, ¿me ayuda a llevarlo en su automóvil hasta allí?

PADRE VICENTE

—(CONMOVIDO) ¡Enrique! ¿Vas a llevarlo

a tu casa? (RELATA) Yo sabía hasta qué punto había indignado a Enrique la actitud egoísta de don Matías cuando se negó a ayudar a rehacer su casa. Sin embargo, ahora Enrique parecía haberlo olvidado por completo,

como

si

aquello

nunca

hubiese

sucedido. Gracias a Dios, hay gentes así,

para quienes los gestos generosos son algo tan natural como caminar o respirar. ENRIQUE

—Pobre hombre. Tan solo. No tiene a nadie. En este momento lo único que siento por él es una

lástima

enorme.

¿Me

ayuda,

padre

Vicente? ¿Viene conmigo? PADRE VICENTE

—(RELATA). No pude menos que pensar

en el Buen Samaritano... CONTROL

—CORTINA MUSICAL EMOTIVA.

PAUSA PARA EL CORTE

CONTROL

—CORTINA MUSICAL ALEGRE, EMOTIVA. QUEDA DE FONDO PARA EL RELATO.

PADRE VICENTE

— (RELATA) Martes 8. Como casi todas

las tardes desde que don Matías se enfermó, hoy fui a visitarlo. Aunque débil todavía, ya está mucho mejor. Los solícitos cuidados de Enrique y, sobre todo, los de Elisa, su esposa, que lo atiende como si fuera de la familia... la sana comida casera... el cuarto modesto, pero limpio, alegre, soleado, tan distinto de la oscura trastienda en que vive... todo ha contribuido a reponerlo. ELISA Adelante...

—¿Viene

a

ver

al

enfermo,

padre?

PADRE VICENTE

—(ACERCÁNDOSE)

¿Qué

tal,

don

Matías? ¿Cómo anda eso? DON MATÍAS —Mejor, padre... mucho mejor... Ya bien pronto podré levantarme, volver a la tienda y dejar de molestar a estos amigos. ELISA

—(REPROCHE CARIÑOSO) Don Matías, don Matías... ya sabe que usted no se va de aquí hasta que lo ordene el médico. De modo que no insista. Y ahora, se va a comer "todita" esta compota de manzanas.

EFECTO

—DEPOSITA PLATO SOBRE LA MESA.

DON MATÍAS —Pero es que... si hace apenas dos horas que... ELISA

—Ya sabe lo que dijo el médico: comida liviana, de a poquito y cada dos horas, para que se reponga.

DON MATÍAS —(SUSPIRA) ¡Me cuidan como a un niño! ELISA

—Y si usted es un niño, don Matías. Y ahora lo dejo con el padre Vicente, que tengo que preparar la cena. (SE ALEJA). No se olvide que cuando vuelva no quiero ver ni un restito de la compota. (RÍEN).

DON MATÍAS —(TRAS UNA PAUSA) ¡Dios mío! ¡Dios mío! PADRE VICENTE

—¿Qué le pasa, don Matías?

DON MATÍAS —Tengo tanta vergüenza. Todo lo que esta gente está haciendo por mí. Y después de la

forma en que yo me porté con ellos. No sé cómo podré pagarles. No hay dinero en el mundo que... EFECTO

—A LO LEJOS, RUIDOS EN LA COCINA (ELISA PREPARANDO LA COMIDA)

PADRE VICENTE

—Ya les está pagando con lo que acaba

de decir. Siga sintiendo, don Matías. Y pensando en lo que siente. DON MATÍAS —Oh, padre, si es por eso, estos días me han servido para pensar mucho. Mucho. PADRE VICENTE

—¿Y qué ha pensado?

DON MATÍAS —Que he sido un imbécil. He perdido mi vida. He vivido para nada. Yo podría tener un hogar, una familia, una esposa como Elisa... PADRE VICENTE

—Pero prefirió casarse con otra esposa.

Su famosa "señora Seguridad". DON MATÍAS —¡Seguridad!

Seguridad

porque

tengo

una

libreta del Banco con unos números puestos en columnas. ¿Y qué? ¿De qué me sirvió cuando me enfermé? De nada. Si los vecinos no llamaban a mi puerta... si Enrique y Elisa no se apiadan de mí y me recogen... ahí me hubiera muerto en mi cueva, solo, como un perro... solo con mi libreta de Banco. (SE ESTREMECE) Solo. Solo. Morir solo. Vivir solo.

PADRE VICENTE

—Qué palabra tan triste, ¿verdad? Y a

usted le gustaba tanto. La repetía con tanta satisfacción: "A mí que me dejen solo". Pero don Matías, los hombres no somos islas. Dios no nos ha hecho para vivir "independientes" como usted, sino para que dependamos los unos de los otros. Gracias a Dios, todos dependemos de todos. DON MATÍAS —Empiezo a comprenderlo. PADRE VICENTE

—A usted no le gusta deber nada a

nadie. Ni un favor, siquiera. Y ahora debe e Elisa y Enrique nada menos que la vida. DON MATÍAS —Es curioso. Usted no me creerá, padre. Pero deber tanto a otros por primera vez en la vida... me hace sentir feliz. ELISA

—(DESDE LEJOS) Y, don Matías ¿Cómo

marcha esa compota? CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Ya me marchaba, cuando en

la puerta de calle me encontré con Enrique que regresaba del trabajo. ENRIQUE

—¿Y, padre? ¿Cómo encontró hoy al enfermo?

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Mejor... mucho mejor. Y no

solo de salud. Sino de otra cosa también. Es otro hombre. No se imaginan Elisa y tú el bien que le han hecho. Lo han cambiado. Le han enseñado a vivir.

ENRIQUE

—Usted no me va a creer... pero le he tomado cariño a don Matías. Pobre hombre. Ahora que lo conozco mejor, no era una mala persona.

Simplemente

era

un

hombre

equivocado. Creo que llegaremos a ser buenos amigos... CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL.

PADRE VICENTE

—Miércoles 30. Hace pocos días que don

Matías, ya completamente repuesto, ha vuelto a su tienda. Esta noche, me acordé a última hora que necesitaba jabón y, llevado por la costumbre, me corrí hasta la de don Matías. Pero, con gran sorpresa, encontré la tienda cerrada. Y, clavado en la puerta, un cartel que decía:

DON MATIAS —Cerrado. Horario, de 8 a 12 y de 15 a 20. Se

ruega

al

vecindario

acostumbrarse

a

comprar sus provisiones en horario normal. Uno tiene que tener tiempo para sus amigos. Muchas gracias. Don Matías.

CONTROL

—CIERRE MUSICAL ALEGRE.

CAPITULO 7

Duración: 22:10

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. JORGE

—(20 años), joven estudiante, noble, sincero.

FÉLIX GARMENDIA

—(19 años), también joven estudiante. —(47

años),

temperamento

rico

hacendado,

dominador,

hombre

de

acostumbrado

a

imponer su voluntad.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA.

PADRE VICENTE

—Julio, jueves 6. Fue una alegría volver

a ver a Jorge Garmendia. Guardaba un recuerdo muy simpático de ese muchacho. Vino a verme esta tarde, en compañía de otro amigo de su edad.

JORGE

—¿Se acuerda de mí, padre?

PADRE VICENTE eres

—¡Pero, cómo no me voy a acordar! Tú Jorge

Garmendia,

el

estudiante

de

ingeniería que nos ayudó el año pasado a levantar el comedor infantil. JORGE

—(BROMEA). Y en confianza... el comedor ¿todavía está en su sitio? ¿No se cayó?

PADRE VICENTE

—(RÍE).

Está

enterito,

donde



lo

levantaste. JORGE

—Menos mal. Tan mal aprendiz de ingeniero no soy, entonces. (RÍEN) Padre, le quiero presentar a un amigo, Félix Irrazábal.

PADRE VICENTE

—Mucho gusto, Félix.

FÉLIX

—Encantado, padre.

PADRE VICENTE

—Bueno, ¿y qué los trae por aquí?

JORGE

—Nosotros formamos parte de un grupo de estudiantes católicos. Somos siete que nos reunimos todos los sábados en casa de alguno de nosotros para conversar y reflexionar.

PADRE VICENTE FÉLIX

—Ah, muy bien.

—Y queremos pedirle, si le es posible, que venga a nuestra reunión de este sábado y nos de una meditación cristiana.

PADRE VICENTE

—¿El sábado? ¿A ver? Tengo bautismos

a las 5. Podría quedar libre a eso de las 7 de la tarde.

FÉLIX

—Estarla perfecto. Esa es la hora en

que solemos reunirnos. PADRE VICENTE

—Cuenten conmigo, entonces. ¿Dónde va

a ser la reunión? JORGE

—Este

sábado

la

hacemos

en

mi

casa.

Aprovechamos que este fin de semana papá tiene que ir a la hacienda y no va a estar. PADRE VICENTE JORGE

—¿Y por qué dices "aprovechamos"?

—Mi padre es furiosamente anticlerical. No le gustan nada los curas ni le gustan nuestras reuniones ni mis amigos católicos. Piensa que es a causa de mi catolicismo que no me intereso por sus negocios, y le echa la culpa a la religión y a los curas. Pero, como por suerte

papá

no

va

a

estar,

estaremos

tranquilos... CONTROL

—CORTINA MUSICAL ÁGIL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Julio, sábado 8. Llegué a

casa de Jorge Garmendia a la hora convenida. Viniendo de un barrio pobre como el mío, el contraste con ese jardín, con esos mármoles, con esas alfombras, me resultó un impacto. Bueno, tenía que habérmelo imaginado: yo sabia que don Alejandro Garmendia —el padre de

Jorge—es

uno

de

los

hacendados

terratenientes más ricos de la república. EFECTO

—SE ABRE PUERTA CANCEL.

y

JORGE

—Adelante, padre, adelante. Bienvenido.

PADRE VICENTE

—Buenas

tardes,

Jorge.

¿Ya

están

todos? EFECTO

—SE CIERRA PUERTA.

JORGE

—No, todavía faltan algunos.

FÉLIX

—Son muchachos que tienen exámenes en estos días y están estudiando fuerte; por eso avisaron que llegarán un poco más tarde. Pero no van a demorar. Permítame su abrigo, padre.

PADRE VICENTE JORGE

—¡Qué residencia, Jorge!

—No me hable. Me da tanta vergüenza vivir en medio de este lujo, cuando los campesinos de la hacienda de mi padre viven hacinados en tugurios.

PADRE VICENTE

—Tú

no

elegiste

a

tu

familia.

Lo

importante es que sientas eso y luches para corregir esas injusticias. JORGE

—Eso es lo que intento. Y a propósito de mi familia,

pequeño

contratiempo:

a

último

momento papá cambió de planes y no fue a la hacienda. Se quedó en casa. Por ahora está mirando televisión. Espero que el programa sea muy entretenido y no le de por... EFECTO

—SE ABRE LA PUERTA INTERIOR.

GARMENDIA

—(ACERCANDOSE) Jorge.

JORGE

—(BAJO) ¡Zas! Ahí viene.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

GARMENDIA

—(2° PLANO) Jorge.

PADRE VICENTE

—(RELATA)En un primer momento, don

Alejandro

Garmendia

no

reparó

en

mi

presencia. Es de esos hombres que siempre están solo en lo suyo, que no reparan en la presencia de otros. Que no miran. O que miran sin ver. GARMENDIA

—Jorge, tú que entiendes a ese endiablado televisor, ven a ver qué pasa que sale todo lleno de rayitas.

JORGE

—Sí, papá, ya voy.

GARMENDIA

—Oye aturdido, pero antes, ¿no me presentas

al señor? JORGE

—(EN 2º PLANO A DESGANO) Ah, sí. Papá, te presento al padre Vicente. (ALEJÁNDOSE) En seguida vuelvo, padre.

EFECTO

—SE CIERRA PUERTA INTERIOR.

GARMENDIA

—¿El padre Vicente? ¿Otro cura?

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Me

clavó

una

mirada

despectiva, burlona. GARMENDIA

—Antes era más fácil reconocerlos a ustedes.

Usaban faldas. PADRE VICENTE GARMENDIA

—(SONRÍE) ¿Y le parecíamos mejor así?

—En cierto modo, era más natural. Después de todo, la religión, la iglesia, son cosas de mujeres. ¿Y a qué debemos el honor de su visita?

PADRE VICENTE

—Los muchachos me invitaron a darles

una meditación. GARMENDIA

—(ARRUGANDO

LA

CARA)

Ah,

otra

meditación. PADRE VICENTE

—Seria una impertinencia invitarlo puesto

que está usted en su casa, pero por supuesto que si gusta escucharla... GARMENDIA

—No, muchas gracias. Prefiero seguir viendo pistoleros en la televisión. Son más reales que esas (va a perdonar la franqueza, padre, pero yo soy de los que llaman las cosas por su nombre) que esas cataplasmas espirituales.

PADRE VICENTE

—Cataplasmas. Vaya. Un poco fuerte el

nombrecito, ¿no? Sobre todo no habiéndola escuchado ni sabiendo de qué pienso tratar. GARMENDIA

—Ni falta que hace. Son todas por el mismo estilo. "Hay que sufrir en este mundo para ganar el cielo en el otro... Hay que atravesar

por este valle de lágrimas con la vista puesta en el más allá... Dios recompensa a los buenos y castiga a los malos... La oración es el

camino

espiritual

de

la

salvación

del

alma..." ¡Puff! ¿Qué tendrá qué ver todo eso con la realidad de la vida? Ustedes, los curas, no viven con los pies sobre la tierra. Viven en el limbo, al margen de la vida, ajenos al mundo. PADRE VICENTE

—Habría que ver qué es "vivir con los

pies sobre la tierra", según usted. GARMENDIA

—Mire esta casa. Vaya a ver mis campos, mis haciendas, mi ganado. No levanté todo esto rezándole a los santos, sino moviéndome, comprando, vendiendo, vigilando, mandando, siempre despierto para saber en qué momento dar el golpe. Y por eso llegué a donde llegué. Ganados,

tierras,

propiedades,

acciones,

billetes: esas son cosas sólidas, concretas, tangibles, que se pueden ver y tocar y contar. En cambio ustedes, misas, plegarias, súplicas, "mea culpas", el cielo, el más allá... (BAJA UN POCO LA VOZ; EN TONO FIRME E INTENSO) Y le quiero advertir una cosa, padre: lucharé con-to-das-mis-fuer-zas para que mi hijo Jorge (que no se cómo han conseguido ustedes llenarle la cabeza de incienso), se despabile de una buena vez. Que deje de perder el tiempo en "meditaciones" y

empiece a aprender a manejar mis negocios, mis haciendas... EFECTO

—SE ABRE PUERTA.

JORGE

—(ACERCÁNDOSE)

Papá,

ya

te

conseguí

ajustar el televisor. PADRE VICENTE

— (RELATA, SONRIENDO) Por suerte

vino Jorge a rescatarme. El señor Garmendia se

volvió

con

sus

pistoleros

y

nosotros

pasamos a la salita donde ya estaban todos reunidos. Si don Alejandro Garmendia hubiera oído mi meditación, mi "cataplasma espiritual" como él decía, menudo asombro habría tenido. Y menudo sobresalto. PADRE VICENTE

—EN PRIMER PLANO Y LOS JÓVENES

UN TANTO MAS ATRÁS, TERMINAN DE REZAR nuestras

EL

PADRE

ofensas

NUESTRO:

como

también

"Perdona nosotros

perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén. FÉLIX

—Cuando guste podemos empezar, padre.

PADRE VICENTE

—Bien. He elegido como tema de esta

meditación, la lectura y el comentario de algunos pasajes de la encíclica. "El progreso de los pueblos", del Papa Paulo VI. Nos dice el Santo Padre: EFECTO

—PASA LAS PÁGINAS DE UN LIBRO HASTA ENCONTRAR EL PASAJE BUSCADO.

PADRE VICENTE

—"Si la tierra está hecha para procurar

a cada uno los medios de subsistencia, todo hombre tiene el derecho de encontrar en ella lo que necesita. Dios ha destinado la tierra y todo lo que en ella se contiene, para uso de todos los hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados deben llegar a todos en forma justa, según la regla de la justicia, inseparable de la caridad". Cita luego el Papa a San Ambrosio, cuando le dice al rico: "No es parte de tus bienes lo que le das al pobre; lo que le das le pertenece. Porque lo que ha sido dado para el uso de todos, tú, te lo apropias. La tierra ha sido hecha para todo el mundo y no solamente para los ricos". Y comenta Paulo VI: "Es decir, que la propiedad privada no constituye para

nadie

absoluto.

No

un

derecho hay

incondicional

ninguna

razón

y

para

reservarse en uso exclusivo lo que supere a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario". CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Pude apreciar que aquellos

cristianas enseñanzas del Papa Paulo, calaban muy hondo en el corazón de los muchachos. Sobre todo en Jorge Garmendia produjeron un profundo impacto. JORGE

—(REPITE IMPRESIONADO) "La tierra ha sido hecha para todo el mundo y no solamente

para los ricos". Ahora veo más claro que nunca cuál es mi deber de cristiano, cuál debe ser mi lucha. No se imagina el bien que me ha hecho su charla, padre Vicente. CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Agosto, miércoles 9. Hoy

tuve que ir al centro a hacer unas diligencias y en la calle, por casualidad, me encontré con don Alejandro Garmendia. Se me acercó con una cordialidad mitad burlona, mitad triunfal. EFECTO

—AMBIENTE

CALLE

CON

INTENSO

TRANSITO. GARMENDIA

—(ACERCÁNDOSE) Francisco...

no,

Padre... no,

Vicente...

padre padre

Vicente... PADRE VICENTE

—(SALIENDO DE SU DISTRACCIÓN)

¿Eh? GARMENDIA

—(RÍE) ¿No ve? Estos curas. En la luna como siempre. ¿No se acuerda de mí? Estuvo en mi casa el mes pasado.

PADRE VICENTE

—Sí,

como

no,

lo

recuerdo

perfectamente. Simplemente andaba un poco distraído.

¿Cómo

está

usted,

señor

Garmendia? ¿Y su hijo? GARMENDIA

—Yo, muy bien. Y mi hijo, mucho mejor. Pero a usted le va a dar un poco de fastidio saberlo, padre.

PADRE VICENTE GARMENDIA

—¿Saber qué cosa?

—Que le gané la batalla. Mi hijo se despabiló por fin. ¿Sabe dónde está ahora? En la hacienda.

Ha

ido

a

interiorizarse

de

la

marcha de la hacienda. Ya no pierde el tiempo en cataplasmas. Por fin ha puesto los pies sobre la tierra. EFECTO

—DESVANECE AMBIENTE.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Si, don Alejandro Garmendia

hubiera leído la carta que yo había recibido esta mañana! Me escribía Jorge, desde la hacienda... JORGE

—Y estoy aquí tratando de organizar el sindicato de los campesinos para que ellos empiecen a defenderse y a reclamar sus legítimos derechos. Les doy charlas en que les leo el Evangelio y las inolvidables enseñanzas del Papa que usted nos comentó aquella tarde en casa.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—Agosto,

irrumpió

don

viernes Alejandro

18.

Esta

Garmendia

mañana, en

mi

despacho

echando

chispas.

Temblaba

de

indignación cuando me dijo... GARMENDIA

—¡Se lo exijo! ¡Se lo exijo! Usted es el que desencadenó todo este lío y usted tiene que arreglarlo. Usted que tiene tanta influencia sobre

mi

hijo,

tiene

que

hacerlo

volver

inmediatamente y que termine con esa locura. ¿Usted sabe lo que está haciendo en mi hacienda? ¿Usted sabe lo que está haciendo mi hijo allá? PADRE VICENTE GARMENDIA

—(SONRÍE) Algo se.

—¡Un sindicato... un sindicato en mi hacienda! ¡Me esta sublevando a mi gente! ¡Y todos andan repitiendo frases subversivas que mi hijo aprendió de usted!

PADRE VICENTE

—De mí, no. Del Papa Paulo VI. Y de

San Ambrosio. Pues no veo de qué se queja, señor Garmendia. Su hijo se ha "despabilado". Está pisando con los pies sobre la tierra. ¿No era lo que usted quería? GARMENDIA

—¡Pero no así, demonios! Usted tiene que parar esa insurrección. Tiene que convencerlo a mi hijo de que... ustedes, los curas, tienen recursos de sobra para frenarlo me lo hace rezar, confesar, meditar...

PADRE VICENTE

—¿Pero, cómo, don Alejandro? ¿Usted

pidiéndome

que

le

aplique

a

su

hijo

"cataplasmas espirituales"? En primer lugar,

dudo mucho de que su hijo me hiciera caso aunque

intentara

convencerlo.

Cosa

que

tampoco pienso intentar, porque lo que está haciendo su hijo me parece muy cristiano y muy bien. GARMENDIA

—¿Cómo?

¿Usted

aprueba

lo

que

está

haciendo Jorge? ¡Entonces, usted es un cura comunista! ¡Sí señor, un cura comunista! Lo voy a denunciar al obispo, a Roma si es necesario. Les voy a decir que usted está sembrando la subversión dentro de la Iglesia. Usted es un infiltrado, un enemigo de la Iglesia! PADRE VICENTE

—(IRÓNICO) ¿Y de dónde le viene a

usted, señor Garmendia, ese repentino interés por la Iglesia, por defender a la Iglesia de sus "enemigos"? ¿Qué le importa a usted la Iglesia... esa antigualla de museo, ese trasto inservible, esa cosa de mujeres...? GARMENDIA

—Yo no entiendo nada. Esto es el mundo al revés. ¿Qué tiene que hablar un cura de ricos y de pobres y de salarios justos y de condiciones de vida y de justicia social y de reparto de las tierras? Los curas están para rezar por los muertos, decir misa, predicar la resignación, ocuparse de las almas...

PADRE VICENTE era

—(DIVERTIDO) ¡Pero don Alejandro! ¿No justamente

eso

lo

que

usted

nos

reprochaba? ¿Qué solo habláramos del más

allá y del alma, que todo se nos fuera en misas y plegarias, que viviéramos en el limbo? Pero ahora que nos ve pisando con los pies en la tierra y denunciando las injusticias de los ricos

y

hablando

de

cosas

"concretas,

tangibles, que se pueden ver y tocar" como usted quería, y enseñando a los pobres que tienen derecho a una vida digna porque los bienes de Dios son de todos... entonces, no le gusta. Y se indigna. Y nos exige que volvamos al más allá, a las "cataplasmas espirituales" de las que tanto se burlaba... GARMENDIA

—(FURIOSO) ¡Ah! ¡Con usted no se puede

hablar! EFECTO

—PORTAZO

CONTROL

—INICIA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

...Y

se

marchó

echando

chispas, dando un portazo. Y yo me quedé pensando: "palos porque no bogas... y palos porque bogas". Cuántos como don Alejandro Garmendia le reprochan a la religión ser algo ajeno al mundo, le reprochan a la Iglesia vivir al margen de la vida. Pero cuando la Iglesia inspira una acción concreta, una puesta en práctica de las enseñanzas del Evangelio, los mismos que le reprochaban su inutilidad, su pasividad,

su

inacción...

reprochan su acción. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

esos

mismos

le

CAPITULO 8

Duración: 22:18

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. DOÑA CLARA —40/45 años. Presidenta de la comisión de señoras de la parroquia. Una señora lista, enérgica y vivaz. Es la misma del programa No. 1 de la serie. CARDUCHA

—55 años. Una viuda con perfiles cómicos y hasta ligeramente ridícula. Cursi, sentimental, habla sin escuchar al interlocutor. Con todo, la

interpretación,

no

debe

caer

en

la

caricatura ni ser cruel. En medio de todo, Carmucha debe inspirar algo de simpatía humana. VICARIO

—50 años. Un tanto curialesco y afectado en

sus maneras. PADRE VÁSQUEZ

—25

años.

Sacerdote

joven,

recién

ordenado, tímido.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO.

LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA

Y

FUNDE

CON FONDO ALEGRE, RISUEÑO. PADRE VICENTE

—(RELATA) Febrero, martes 3. Una vez

más tengo que reconocer que doña Clara, la presidenta de la Comisión de señoras de la parroquia, tiene razón cuando me regaña: DONA CLARA —Es inútil, padre, usted será muy buen cura, pero

para

las

cosas

prácticas,

es

un

desastre. A usted lo llevan de la nariz... lo manejan como quieren. PADRE VICENTE

—Y es cierto, no lo puedo negar. No hay

más que ver lo que me pasó esta tarde. Anteayer supe que Carmucha se va a vivir al interior. Aunque mi parentesco con Carmucha es bastante lejano (creo que debemos ser primos segundos o primos terceros o algo así) consideré del caso hacerle una visita para despedirla. CARMUCHA

—Muchas gracias, Vicente. Es muy gentil de tu

parte

costearte

hasta

aquí

para

despedirnos. PADRE VICENTE CARMUCHA

—De modo que te marchas al norte.

—Sí. Desde que murió mi marido, mi querido Sofanor que en paz descanse y quedé viuda, se me hace duro seguir en esta casa donde cada rincón me trae el recuerdo del pobre

Sofanor. Y Juan, mi hijo, tanto me insistió que me fuera a vivir con él y los suyos en Santa Inés... PADRE VICENTE

—Haces bien. Tu hijo tiene razón. A qué

quedarte tan sola aquí. CARMUCHA

—El problema grande que tengo ahora es que no se qué hacer con todas estas cosas. Tú sabes cómo era mi Sofanor, que en paz descanse. Un coleccionista, por así decirlo. Todo lo guardaba, todo lo conservaba, nada botaba... ni un periódico.

PADRE VICENTE

—Basta ver esta casa. Es casi un museo.

No se puede dar un paso sin tropezarse con un mueble o con algún adorno. CARMUCHA

—Todas antigüedades venerables, recuerdos de

familia,

de

un

valor

sentimental

incalculable. Pero, y ahora, que me tengo que ir de aquí, ¿qué hacer con todo esto? Sobre todo pensando que para el finado Sofanor, que

en

paz

descanse,

estas

cosas

eran

reliquias sagradas... PADRE VICENTE

—(POR DARLE LA RAZÓN) Es claro, es

claro. ¡Qué problema! CARDUCHA

—(DE PRONTO SE LE HA OCURRIDO LA GRAN IDEA) Y ahora que digo reliquias sagradas, cómo no se me había ocurrido antes! Vicente, tu visita es providencial. A ti te manda Dios. Pero sí, ¡cómo no lo pensé! ¡El

candelabro! ¡Ya tengo la solución para el candelabro! PADRE VICENTE CARDUCHA

—(CONFUNDIDO) ¿El cande...?

—Tú eres cura, en el altar de tu iglesia te va a venir de perlas. Y es el destino más espiritual

para

un

objeto

de

arte

tan

hermoso, de tanto valor y que el pobre Sofanor que en paz descanse apreciaba tanto. PADRE VICENTE CARDUCHA

—Pero...

—No, querido Vicente, no tienes nada que agradecerme. Soy yo más bien la que te quedo

agradecida.

Es

como

un

homenaje

póstumo que rindo a la memoria del pobre Sofanor que en paz descanse. El altar de tu iglesia será como un sitial de honor, digno de un objeto tan artístico... (SUSPIRA)... ¡tan artístico! PADRE VICENTE

—Sí, pero...

CARMUCHA

—(ALEJÁNDOSE) Ven, ven a verlo.

PADRE VICENTE

—Es que...

CARMUCHA

—Sí, sí, ahora mismo. No te imaginas lo que es

ese

candelabro.

(VUELVE

A

PRIMER

PLANO) Ni te lo imaginas! EFECTO CARMUCHA cosa única.

—ABRE PUERTA. —Aquí lo tienes. Mira qué belleza, qué

PADRE VICENTE

—(SE ATRAGANTA) Glup! ¿E... este e...

es? Sí, como único es único. CARMUCHA

—Te has quedado mudo de la emoción. Es lo que les pasa a todos la primera vez que lo ven.

PADRE VICENTE

—(RELATA) ¿Cómo describirlo? ¿Cómo

describir su forma, extraña mezcla de torre Eiffel, torre de Pisa y pirámide egipcia? ¿Cómo hacer el inventario de los cientos de figuras en relieve? Había de todo. Santos, ángeles, ninfas,

profetas, centauros,

evangelistas, sabinas,

sirenas,

coéforas,

las

siete plagas de Egipto, las doce tribus de Israel, San Jorge y el dragón, Hércules y todos sus trabajos, Romeo y Julieta... CARMUCHA

—¿Qué me dices? Jamás soñaste con tener un candelabro así en tu iglesia, ¿verdad?

PADRE VICENTE

—Es cierto, jamás tuve una pesadi...

digo... jamás soñé algo así. (TÍMIDAMENTE) Ahora... no se... ¿no te parece, Carmucha... que... que es demasiado candelabro para mi iglesia, tan sencilla? CARDUCHA

—Es lo que mi Sofanor decía siempre:

demasiado, demasiado hermoso. PADRE VICENTE

—Por eso me parece que...

CARMUCHA

—Y eso que es uno solo. Figúrate si

estuvieran los dos.

PADRE VICENTE

—(DÉBILMENTE,

SOLO

PENSARLO)

ATERRORIZADO

DE

Ah,

porque

eran

dos

como

tienen

que

ser.

todavía. CARMUCHA

—Es

claro.

Dos,

Exactamente iguales. Figúratelos en tu altar, uno de cada lado. Eso es lo único que siento, la única lástima: no poder ofrecerte los dos. No se sabe cómo el otro, la pareja, se perdió. Mira que Sofanor lo buscó y lo buscó. Visitó a todos los parientes ancianos de la familia, a los viejos sirvientes de la casa de sus

abuelos,

suplicándoles

que

hicieran

memoria, que trataran de recordar dónde podía haber ido a dar el otro, quién podía tener la pareja. (SUSPIRA) Pero todo fue en vano. PADRE VICENTE

—(TÍMIDO)Bueno,

Carmucha,

sabes,

pensándolo bien... CARMUCHA

—Sí, tienes razón: dos ya sería demasiada felicidad, una dicha demasiado perfecta para este mundo. Ay, Vicente, no sabes lo feliz que me siento al pensar que he encontrado un destino digno para el candelabro, para el predilecto de Sofanor. Pienso que el pobre Sofanor

en

el

cielo

debe

estar

tan

contento...! CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL HUMORÍSTICO.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y me despedí sin atreverme

a decirle que no. Todavía creo que murmuré

un "muchas gracias". Es inútil. Doña Clara tiene razón. Soy un tímido incorregible! CONTROL

—LEVANTA

FONDO

RISUEÑO

COMO

CORTINA.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL HUMORÍSTICAMENTE

PESADA. PADRE VICENTE

—(RELATA) Febrero, viernes 6. Hoy

trajeron

el

artefacto;

y

tras

no

pocas

maniobras —ya que el bendito candelabro pesa lo suyo y es más alto que yo—, el "artístico" objeto quedó instalado en el altar. Justo en ese momento entraba doña Clara... DOÑA CLARA —(ACERCÁNDOSE) Padre, ¿a qué hora va a ser la reunión de...? (LANZA UN GRITO DE HORROR). PADRE VICENTE

—Cálmese, señora, no se asuste. No

muerde. DOÑA CLARA —¿Y ese monstruo? PADRE VICENTE

—Donación.

DOÑA CLARA —¿Y por qué la aceptó? PADRE VICENTE

—Es

un

recuerdo

de

familia

de

la

donante. Ella cree que es el objeto más

hermoso

del

mundo.

No

me

atreví

a

desilusionarla. No tuve valor. DOÑA CLARA —Ay, padre Vicente, usted será muy buen cura, pero en las cosas prácticas... PADRE VICENTE

—Estamos completamente de acuerdo,

doña Clara: un desastre. DOÑA CLARA —A usted lo llevan de la nariz, lo manejan como quieren... CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Febrero, domingo 8. Primera

misa dominical con el monstruo instalado en el altar.

Varias

impresión.

señoras En

fin,

desmayadas ya

se

de

la irán

acostumbrando... CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Marzo, miércoles 18. El que

no se acostumbra soy yo. La presencia del monstruo me pone nervioso. Me cuesta un esfuerzo sobrehumano no mirarlo mientras celebro la misa. Y si lo miro es peor: me da la impresión de que en cualquier momento el dragón se me va a abalanzar y me va a devorar sin que San Jorge consiga impedirlo. Tengo que encontrar la manera de librarme de este adefesio. Pero, ¿cómo? CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Junio, domingo 14. El hijo

de doña Clara, que hoy oficiaba de acólito en la misa, se dio un golpe contra el monstruo y se hizo un hermoso chichón en la cabeza. Después de la misa, doña Clara me dijo furiosa: DOÑA CLARA —Padre, elija: el monstruo o yo. O usted se desprende de "eso" o renuncio a la comisión. Ya ve, hoy casi me deja huérfana de hijo. PADRE VICENTE

—Pero,

¿qué

quiere

que

haga,

doña

Clara? DOÑA CLARA —Véndalo a un trapero como chatarra. O mándelo a un remate de trastos viejos. PADRE VICENTE

—Pero,

cómo

voy

a

hacer

eso.

Le

prometí solemnemente a Carmucha que velaría porque el candelabro tuviera un destino digno. DONA CLARA —Le prometió, le prometió. A usted le hacen prometer cualquier cosa, ¿Me deja tomar el asunto en mis manos y verá cómo le encuentro solución al problema? CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL ÁGIL.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Agosto,

sábado

8.

Hoy

recibimos la visita del señor vicario para inaugurar el ciclo de reuniones bíblicas en el salón

parroquial.

Luego

del

acto,

nos

quedamos conversando con monseñor y algunos matrimonios de la parroquia. VICARIO

—Sí,

querido

padre

Vicente.

Esta

nueva

corriente de austeridad que impera hoy en la iglesia está muy bien. Pero siempre que sepamos distinguir. Una cosa es el lujo y otra la

belleza.

Un

grabado

de

Durero,

una

cantata de Bach, una escultura de Miguel Ángel, un candelabro de Benvenuto Cellini, no son lujo, son arte. Y el arte sacro siempre fue y debe ser hijo dilecto de la santa madre iglesia. Por eso yo, en mi casa... PADRE VICENTE

—(RELATA) Sentí que doña Clara me

daba un codazo. Como adiviné su nefasto plan, le hice una seña desesperada, pero se encogió de hombros y emprendió el ataque. DORA CLARA

—A propósito de obras de arte, monseñor. Ya que el padre Vicente no lo menciona de puro modesto, le diré que esta humilde iglesia ha recibido en donación un objeto de arte de incalculable valor; y que el padre Vicente estaba pensando si esta iglesia tan pobre es el lugar digno de un objeto tan hermoso, si no sería mejor donarlo, por ejemplo, a... la vicaría.

VICARIO

—¿Ah, si? Qué interesante. Confieso que el

arte es mi debilidad. PADRE VICENTE

—(ASUSTADO

POR

EL

GIRO

QUE

TOMAN LAS COSAS) Este... en realidad

monseñor, doña Clara exagera un poco. El objeto no es tan extraordinariamente hermoso como ella dice. Más bien es un poco... como decirle... un poco horriblemente feo. VICARIO

—(SONRÍE) Y bueno, padre Vicente, si se arrepintió

y

no

quiere

cedérmelo,

mala

suerte. Está usted en su derecho. PADRE VICENTE

—No,

no,

monseñor,

eso

no.

Si

le

agrada, yo con todo gusto... VICARIO

—¿Podría verlo, aunque fuera por curiosidad?

DOÑA CLARA —Pero si, desde luego, cómo no, monseñor... por aquí... EFECTO

—PASOS.

DOÑA CLARA —Aquí lo tiene. VICARIO

—(TOSE AHOGÁNDOSE) Jm, jm, jm. Creo que... no me siento bien. Bf, bf, bf. En cuanto a esta cosa... sería una crueldad privarlo de un objeto tan hermoso, querido padre. (SE ALEJA). Este... salgamos de aquí rápido. Necesito aire...

CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Octubre, martes 27. Hoy

estuvo a verme para despedirse, el padre Vásquez, un joven sacerdote de reciente ordenación que, cuando seminarista, venia muchas veces a ayudar a nuestra parroquia. PADRE VICENTE

—(EN ACCIÓN). De modo que te nos vas

al Este ¿Eh? Así que vas a ser cura rural. El cura de Monte Quemado. Muy bien, hijo, muy bien. Que Dios te guíe. DOÑA CLARA —¿Y ya conoce la iglesia de Monte Quemado, padre Vásquez? PADRE VÁSQUEZ

—Aún no. Me han contado que es muy

modesta; desnuda hasta por demás. Pero, poco a poco, iré tratando de embellecerla. DOÑA CLARA —¡Padre Vicente! ¿Ha oído usted eso? PADRE VICENTE

—(BAJO) No, doña Clara, ¡se lo prohíbo!

¿Cómo se le ocurre? DOÑA CLARA —Pero, padre, si usted viene pensando en hacerle ese regalo al padre Vásquez desde que se ordenó. No me diga que ahora se echó atrás. PADRE VICENTE

—(CONFUNDIDO) No, no es eso, sino

que realmente... PADRE VÁSQUEZ

—¿Un regalo?

DOÑA CLARA —Sí, padre: el padre Vicente tiene una sorpresa para usted, pero es tan tímido que

no se anima a decírselo. Un adorno para su iglesia. Un adorno bellísimo. PADRE VÁSQUEZ

—¿De veras?

DOÑA CLARA —Un candelabro para el altar. Y no se figura qué candelabro. PADRE VÁSQUEZ

—¡Padre Vicente! No sabe la emoción que

me da, lo agradecido que le quedo. PADRE VICENTE

—Bueno,

hijo,

en

realidad

yo...

te

diré... DOÑA CLARA —(ALEJÁNDOSE)

Venga,

venga,

padre

Vásquez, venga a verlo. EFECTO

—PASOS.

PADRE VICENTE

—(AZORADO) Va a ir después, doña

Clara, qué prisa hay. Después. EFECTO

—LOS PASOS SE DETIENEN; PAUSA.

PADRE VÁSQUEZ

—(EMITE

UN

CÓMICO

RUIDO

DE

SUSTO) Fffffff... No. no. Es demasiado. PADRE VICENTE

—Es lo que yo decía. ¿Ve, doña Clara?

PADRE VÁSQUEZ

—Quiero decir... demasiado importante.

DOÑA CLARA —No importa. El padre Vicente tiene una estima

tan

grande

por

usted,

que

se

desprende gustosamente de él. PADRE VICENTE toda franqueza y...

—Mira, hijo, si no te gusta, dilo con

PADRE VÁSQUEZ

—No, no es eso, padre, cómo no me va a

gustar. Si es una belleza. DOÑA CLARA —No

se

hable

más.

Mañana

mismo

lo

embalamos bien en un cajón, lo ponemos en el ferrocarril... y a ¡Monte Quemado! CONTROL

—CORTINA MUSICAL RISUEÑA.

PADRE VICENTE

—No, doña Clara, lo que usted ha hecho

no tiene perdón de Dios. El pobre muchacho de tímido, por no desanimarme, no se atrevió a confesar que el candelabro le parecía un reverendo adefesio. Y usted se aprovechó de su timidez y... DOÑA CLARA —Igual que su parienta se aprovechó de la timidez de usted. Si todos los curas son iguales,

si

ninguno

sabe

afrontar

las

situaciones prácticas. Si no era por mí, jamás nos deshacíamos del monstruo. Vamos, padre, déjese de escrúpulos y a festejarlo: por fin nos hemos librado de esa pesadilla!

CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Octubre,

jueves

28.

Ya

marchó el catafalco para Monte Quemado ¡Pobre

Vásquez!

Pero,

aunque

me

cueste

confesarlo, ¡qué alivio! Le hemos hecho una mala jugada al padre Vásquez, pero ¡qué bien

se está en la iglesia desde que nos hemos librado del monstruo! CONTROL

—CORTINA MUSICAL.

PADRE VICENTE los

—(RELATA) Diciembre, lunes 28, día de Santos

Inocentes.

Entre

las

muchas

postales de Navidad que el correo me trajo con retraso, recibí también una carta. CARMUCHA

—Santa Inés, 23 de diciembre. Querido Vicente:

te

escribo

para

desearte

feliz

Navidad y anticiparte el más extraordinario regalo navideño que puedas imaginarte. Hace pocos días, viajando con mi hijo de regreso de Río Seco, donde fui a tomar baños termales a causa de mi reumatismo, nos detuvimos a oír misa en un pequeño pueblecito perdido de campaña, Monte Quemado. ¿Y a que no te imaginas lo que encuentro en la iglesia? ¡La pareja, Vicente, la pareja! Exactamente igual al otro que te regalé. Sabe Dios por qué misterio había ido a dar ahí. Lo cierto es que conseguí convencer al joven cura párroco de Monte

Quemado

que

me

vendiera

el

candelabro (cosa que, aunque te sorprenda, aceptó

inmediatamente

y

sin

la

menor

dificultad) y ya te lo estoy enviando. Recibe un afectuoso abrazo de... CARMUCHA. PADRE VICENTE Vásquez. ¡La pareja!

—(PARA SI) ¡Carmucha! El bandido de

DOÑA CLARA —Padre, ¿qué es ese cajón que están bajando de un camión ahí afuera? y... ¿por qué está temblando así? ¿Se siente mal? PADRE VICENTE

—Nada, doña Clara, nada. Y ese cajón

es... el destino. Algo contra lo que nadie puede. ¡Ni siquiera su sentido práctico, doña Clara! CONTROL

—CIERRE MUSICAL RISUEÑO.

CAPITULO 9

Duración: 22:06

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. MANUEL, obrero, 42 años. ALFONSO, obrero, 50 años. EL

INGENIERO

REYES

LINARES,

55

años.

Industrial

acaudalado. Carácter autoritario, rígido, severo. Hombre acostumbrado a mandar y a ser obedecido. Temperamento dominador.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA - EMPALMA CON FONDO SUAVE.

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) . Martes 11. Ni bien

entré en la fonda de don Rómulo para cenar, tuve la sensación de que algo estaba pasando.

Algo grave. Todas las caras se veían serias, adustas, preocupadas. No necesité indagar mucho para saber que había una causa. Vaya si la había. (CESA FONDO MUSICAL). EFECTO

—DESDE

UNOS

SEGUNDOS

ANTES,

MURMULLOS, AMBIENTE DE LA FONDA. ALFONSO

—¡Cómo no vamos a estar así, padre! Cinco

despedidos en la fábrica. PADRE VICENTE

—(IMPRESIONADO) ¡Cinco despedidos!

MANUEL

—Cinco hombres que se quedan sin trabajo.

ALFONSO

—Injustamente.

MANUEL

—Cinco

familias,

cinco

hogares

con

hijos

chicos, donde desde mañana no habrá pan. ALFONSO

—Ah, no, pero esto no va a quedar así. Esta vez iremos a la huelga, si es necesario, hasta que repongan a los cinco. El ingeniero Reyes Linares tiene que empezar a comprender que somos seres humanos, no tornillos que se sacan y se ponen a capricho.

PADRE VICENTE

—Pero, ¿qué pasó? ¿Cómo fue?

MANUEL

—¿Cómo fue? Por nada.

ALFONSO

—Todo empezó por el problema de las duchas. Hace quince días que no podemos bañarnos. Se descompuso la bomba de agua y no la reparan.

MANUEL

—¿Usted sabe lo que es, después de 8 horas de trabajo en las máquinas, con un calor de infierno, no poder darse una ducha?

PADRE VICENTE ALFONSO

—Me figuro.

—Entonces hoy fue una delegación a hablar con González, superintendente. A reclamarle que mandase reparar la bomba de una buena vez.

MANUEL

—Pero usted no sabe cómo es González. Siempre fue medio déspota, medio tirano; pero ahora que ya está viejo se ha puesto imposible.

ALFONSO

—Ni con los hijos se habla. Hace mucho que debió haberse jubilado y retirado, lleva como 35 años en

la fábrica, está cansado y

enfermo. Pero sigue firme en su puesto, y cada día hay otro problema con él, otro incidente. MANUEL

—Ya era la tercera vez que se le hablaba por el problema de los baños. Con todo, los delegados empezaron hablando de buen modo, correctamente. Pero González se puso hecho una fiera. Que él sabía lo que tenía que hacer, que no necesitaba que nadie viniera a recordárselo a cada rato, que no toleraba órdenes ni imposiciones de nadie... y que ahora nos íbamos a quedar todo el verano sin duchas, para que aprendiéramos. Que igual

para qué queríamos tanta ducha si éramos todos unos mugrientos. ALFONSO

—Con esa respuesta... imagínese, padre... la cosa fue subiendo de tono... los ánimos se caldearon.

Y

justo

en

ese

momento,

el

patrón. El ingeniero que pasa por allí, oye las voces, entra, y ahí no más: "A ver, ustedes los cinco. A la calle. Por insubordinación". PADRE VICENTE

—Pero, ¿así, sin averiguar, sin entrar a

investigar la causa del altercado, el por qué, quién tenía razón? ALFONSO

—Nada. No quiso oír una sola palabra.

MANUEL

—El

ingeniero

Reyes

Linares

es

así.

Intentaron explicarle. Nada. "No me interesa quién tiene la razón, sino quién tiene la autoridad aquí. El señor González es el superintendente de la fábrica y nadie, por ningún concepto, puede levantarle la voz. Ni aun en el supuesto caso de que tuviera razón", ALFONSO

—Para el ingeniero Reyes Linares, no somos seres

humanos.

No

tenemos

dignidad

ni

derechos. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE de

—(EN RELATO) Domingo 16. El problema los

cinco

despedidos

me

tiene

muy

angustiado. Esta mañana, en la misa, hicimos una colecta para ayudar a las cinco familias.

Pero con eso no solucionamos nada. ¡Dios mío! No se qué hacer. ¿Hablaré con el ingeniero, intentaré

hacerle

comprender?



sabes,

Señor, que tengo una carta que jugar. Pero es una carta muy fuerte y muy arriesgada. Puede hacer cambiar a Reyes Linares... o endurecerlo todavía más. ¿Qué hacer? ¿La juego o no? Ayúdame a ver claro, Señor. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—Martes

18.

Fracasadas

todas

las

tratativas de entendimiento, ante la cerrada negativa de la empresa a reconquistar la situación de los cinco despedidos, los obreros han declarado la huelga. Sigo indeciso. ¿Voy a hablar con ese hombre, o no? CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—Jueves 27. Décimo día de huelga. Sin

perspectivas de arreglo. La angustia se ha apoderado de todo el barrio. Prácticamente todo el barrio vive de la fábrica, depende de la fábrica. Señor, creo que ha llegado el momento de actuar. De jugarme el todo por el todo. Confío en ti, Señor. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—Viernes 28. Esta mañana dije la misa a

las 6, recé mucho y, con mi carta en el bolsillo, me encaminé hacia la fábrica. Eran las 7 en punto cuando llegué... EFECTO

—SIRENA DE FÁBRICA. ... y estaba tocando la sirena. Ya me habían contado que, pese a la huelga, el ingeniero hacía sonar la sirena todas las mañanas como si no pasara nada. Nadie respondió a su llamado;

aquello

era

un

desierto.

Aquel

llamado de la sirena en medio del vacío, hacía aún más triste la desolación. (PAUSA) Y a pesar de que nadie, salvo el superintendente y los jefes, concurrían a trabajar, tal como me lo imaginaba, el ingeniero Reyes Linares había llegado como todas las mañanas a ocupar su puesto de mando a las 7 en punto. REYES

—Veo que usted también es de los que madrugan, padre. Muy saludable costumbre. Bueno; ¿qué lo trae por aquí? Supongo que algún pedido de donación para sus obras parroquiales. El momento no es muy propicio para nosotros, no se si sabe que estamos en conflicto con el personal; pero siempre puede contar con algo.

PADRE VICENTE dinero.

—No,

ingeniero.

No

vengo

a

pedir

REYES

—(INTENCIONADO) ¿No? Sin embargo, lo se muy afecto a organizar colectas. Con buenos motivos... o con malos. Ya me llegó la noticia de una que hizo el otro domingo a favor de unos revoltosos que no lo merecen. Y a propósito, espero que no vendrá a hablarme de esa gentuza... a mediar por ellos.

PADRE VICENTE REYES

—Tampoco. Vengo por otro asunto.

—Menos mal. Perdería su tiempo y me haría perder el mío. Así que me alegro de que no sea ese el motivo de su visita. De ese modo, usted y yo, los dos, nos ahorramos un mal momento inútil. ¿Sabe usted cuál es mi divisa, padre? "Cada cual en lo suyo".

PADRE VICENTE REYES

—Si... alguien me lo contó.

—Cada cual en lo suyo. El superior mandando, los subordinados cumpliendo sus órdenes. El panadero en su panadería, haciendo su pan...

PADRE VICENTE REYES

—(CAPTA) Y el cura...

—... El cura en su altar, diciendo la misa y dando los sacramentos, que esa y no otra es su función. Cada cual en lo suyo. Si no, ¿dónde vamos a parar? Si un cura, por ejemplo, se mete a terciar en conflictos gremiales... a decidir cómo debe actuar un director de fábrica... un asunto del que un cura no entiende nada... imagínese qué caos sería un mundo así. Es como si yo me pusiera

a decir sermones. Sería un desastre. En cambio, yo se cómo se dirige una fábrica, cómo se maneja a un personal. PADRE VICENTE

—¡Dios quiera, ingeniero, que realmente

lo sepa! REYES

—No lo dude, padre. Hace 30 años que estoy aquí dentro... 20 años, desde que murió mi padre, que empuño el timón de esta empresa. Y la llevo adelante, porque me atengo a mi principio: cada cual en lo suyo. Créame, padre. Ustedes, los curas, conocen muy poco de la vida. En la vida todo es cuestión de mantenerse

firme

en

sus

principios.

Por

ejemplo: González, nuestro superintendente, es

un

funcionario

fiel,

incondicionalmente

adicto a la empresa. Hace 35 años que está en la fábrica: desde los tiempos de mi padre. Es una cuestión de principios que González siempre tiene razón. PADRE VICENTE REYES

—¿Aun cuando no tenga razón?

—Aun cuando no tenga razón, tiene razón. Tiene que tenerla. Ese es el principio del orden, de la autoridad. Si usted entra a aflojar, donde admita la menor concesión, todo se desmorona. Adiós empresa, adiós todo. Y no solo en las empresas. En las familias es lo mismo. Yo puedo decir con orgullo que soy el jefe de una fábrica que funciona y de una familia que funciona. De

una familia ejemplar. ¿Y por qué? Porque he sabido sostener firmemente el principio del orden, el principio de la autoridad. Cada cual en lo suyo. El padre a disponer, los hijos a obedecer. PADRE VICENTE

—Bueno, pues, ingeniero. El caso es

que... justamente... he venido... por alguien de su familia. REYES

—(SORPRENDIDO) ¿Por alguien de mi familia?

¿Por quién? PADRE VICENTE REYES

—Por su hija Graciela.

—Una muchacha estupenda, de la que estoy orgulloso. La he formado en mis principios y ahí tiene: apuesto a que usted no conoce otra joven de 19 años más juiciosa, más seria, más dócil. Bueno, usted lo sabe bien puesto que es su confesor. Ahora está pasando el verano con sus tíos en el campo.

PADRE VICENTE

—Lo se. Desde allí me ha escrito. Hace

cerca de un mes que recibí su carta. Vacilé mucho en hablarle a usted de esa carta, pese a que ella casi me exhorta a hacerlo. Pero temía el impacto que pudiera causarle a usted. Finalmente, ya lo ve: me he decidido. Sentí como que Dios me impulsaba a venir. REYES

—(DISIMULA SU NERVIOSIDAD) Caramba. Vaya introducción. ¿Qué puede decir esa carta, para...?

PADRE VICENTE CONTROL

—Escuche.

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—Escuche, ingeniero. Trate de mantener

la calma... y escuche.

EFECTO

—MIENTRAS DICE ESTO ULTIMO, SACA UNA CARTA DEL BOLSILLO. EXTRAE EL PAPEL DEL SOBRE Y LO DESDOBLA.

(LEE) "Querido padre Vicente: le escribo porque usted es el único al que puedo abrirle mi corazón. Mi padre... usted sabe cómo es... jamás me comprendería. Padre Vicente, estoy al borde de la desesperación. Temo que voy a cometer un disparate, pero no puedo más. REYES

—Pero. ¿Qué quiere decir todo esto?

PADRE VICENTE

—Nuevamente...

Trate

de

guardar

calma. "Sigo más enamorada que nunca de Javier".

REYES

—(ESTALLA) ¿Cómo? Pero habíamos quedado en que esa locura de verano era un asunto definitivamente terminado. Le ordené que...

PADRE VICENTE

—"Cuando intenté hacérselo comprender

a papá fue tan tajante, tan terminante, que jamás me atreví a volver a hablarle del asunto. Usted sabe, papá es así. Yo se que nos quiere, a su modo, pero para él, ante todo está la autoridad. Son sus principios, como él dice. Los famosos principios que enfermaron a mamá, que nos han deshecho la vida a mis hermanos y a mí. REYES

—(ANIQUILADO) (MUY BAJO) ¿Qué... les

he deshecho...? PADRE VICENTE

—"Es el que tiene que decidir por todos.

Y una vez que dice una palabra, es inflexible. Ha dicho "no" a Javier y es no para siempre. REYES

—¡Por supuesto! Ese maestrucho rural, ese

pobretón... PADRE VICENTE

—"Pero yo lo amo, padre. En él he

encontrado lo que nunca tuve: comprensión. Papá... papá no nos ha comprendido nunca. A papá se le tiene miedo, más que cariño. Padre Vicente, si usted pudiera hacerle comprender a papá que no se puede vivir toda la vida así, sometidos, oprimidos, como si no fuéramos seres humanos. Que si mañana hago un disparate y me voy con Javier, toda la culpa será suya, por esa forma en que nos ha

tenido sojuzgados a todos. Por ese famoso `cada cual en lo suyo' que nos ha ahogado y aniquilado a todos". EFECTO

—VUELVE

A

DOBLAR

LENTAMENTE

LA

CARTA. REYES

—(TRAS UNA PAUSA, MUY ABATIDO) ¡Dios mío! ¡Qué golpee!, ¡Qué golpe!

PADRE VICENTE

—Lo comprendo. Se cómo se siente.

Tiene que haber sido como un mazazo. REYES

—Déme esa carta, por favor. Y déjeme solo. Comprenda: necesito asimilar el golpe... poco a poco.

PADRE VICENTE

—Lo entiendo perfectamente. Y créame:

de todo corazón, cuente conmigo. Si me necesita, no tiene más que avisarme. REYES

—(DÉBILMENTE) Gracias. Y ahora, por favor,

déjeme solo. CONTROL

—ENTRA

FONDO

MUSICAL

-

BAJA

Y

QUEDA PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Domingo 30. Gracias,

Señor.

Fue

una

jugada

arriesgada,

pero

parece que la carta estuvo bien jugada. Hoy he sabido que el ingeniero Reyes Linares partió para el campo, donde su hija Graciela. Tengo muchas esperanzas de que muy pronto habré de bendecir la boda de Graciela y Javier. Y esa esperanza se me hace más

cierta porque antes de partir, el ingeniero dispuso

el

retiro

a

jubilación

del

viejo

superintendente González, la restitución de los cinco despedidos... y hasta la reparación inmediata de la bomba de agua. Por todo lo cual, y por el corazón de un hombre que empieza a abrirse a los demás, la misa de este domingo ha sido en acción de gracias... CONTROL

—CAMPANAS A VUELO Y CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 10

Duración: 22:07

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. SEÑORA DE LAMAS, 48 años. Autoritaria; se ofusca cuando la contradicen. DANIEL,

27

años.

Trabajador

modesto.

Inteligente,

generoso. INÉS, 24 años ( su esposa) . Simpática, receptiva, sincera.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA; BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA.

DANIEL

—¿Y se acuerda, padre Vicente, de cómo

empezó todo esto?

CONTROL

—ENTRA FONDO SUAVE, EVOCATIVO. SIN INTERRUMPIR LOS PARLAMENTOS.

PADRE VICENTE

—(SIN

PAUSA,

COMIENZA

A

RELATAR): "Cómo empezó todo esto"... Esta pregunta,

hecha

hoy

como

al

pasar

por

Daniel, ¡me ha hecho evocar tantas cosas! Vaya si recuerdo "cómo empezó todo esto". Cómo

no

recordarlo,

si

fue

uno

de

los

momentos más duros y difíciles de toda mi vida. Además, bastaría para recordarlo tomar mi diario de aquellos días; releer los viejos cuadernos donde, con letra nerviosa y el pulso que me temblaba de angustia, iba anotando mi fracaso de cada día. Pero ni hace falta acudir al diario: lo recuerdo todo como si fuera ayer... CONTROL

—CORTINA MUSICAL - BAJA Y SIGUE DE

FONDO. PADRE VICENTE

—Todo empezó cuando me hice cargo de

esta parroquia. Llegué aquí lleno de celo, de entusiasmo, de optimismo. ¡Iba a crear una parroquia

modelo!

(IR

DESVANECIENDO

FONDO POCO A POCO). Como primer paso, implanté de inmediato algunas reformas que sabía urgentes. Por ejemplo, dispuse que, en lo sucesivo, antes de bautizar a un niño, sería obligación

de

los

padres

y

los

padrinos

concurrir a una serie de pláticas donde se les explicaría el significado del bautismo y el compromiso cristiano que asumían. Asimismo,

los novios antes de casarse tendrían que asistir también a un ciclo de reuniones de preparación al matrimonio, en las que se les explicaría

el

sentido

del

sacramento

matrimonial. Creí —iluso de mí— que todos comprenderían y aprobarían esos cambios, tan necesarios. No imaginé la ola de resistencias que iban a provocar. Un día, una vecina muy conocida en la parroquia, la señora de Lamas, me vino a ver especialmente para decirme... SEÑORA LAMAS

—Padre,

vengo

por

la

cuestión

del

casamiento de mi hija. PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Ah, sí, estuvo aquí esta

mañana con su novio para anotarse. SEÑORA LAMAS

—Sí, pero usted les dijo que primero

tenían que asistir a no se qué reuniones. PADRE VICENTE

—Así

es,

señora.

Usted

sabe

perfectamente que ahora, en esta parroquia... SEÑORA LAMAS

—Bueno, pero ellos no tienen tiempo para

reuniones. No van a poder venir. PADRE VICENTE

—En ese caso, lo siento mucho, señora:

yo no los puedo casar. SEÑORA LAMAS

—¿Cómo que no los puede casar? Usted

tiene que casarlos igual. Antes, cualquiera que quería casaba.

casarse,

venía,

se

anotaba

y

se

PADRE VICENTE

—Usted viene a misa, señora. Bien: en

misa se ha explicado bien claro durante varios domingos, por qué la Iglesia pone estas exigencias. SEÑORA LAMAS

—Pero ya le digo: él no puede, no tiene

tiempo. PADRE VICENTE

—Señora, si no tiene tiempo para oír la

palabra de Dios, es que Dios le interesa bien poco. Y en ese caso... SEÑORA LAMAS

—(CAMBIA DE TONO; EN CÓMPLICE)

Padre, hablemos claro. Usted me tiene que ayudar. El no quería casarse por la Iglesia. Fui yo la que tanto le rogué, tanto le lloré, que al fin conseguí convencerlo. Pero dice que más que hasta ahí no llega; que reuniones también, no. ¿Se da cuenta cómo es la situación, padre? Si nos ponemos demasiado exigentes, el muchacho no se casa por la Iglesia! Y eso no puede ser, sería pecado, ¿no es cierto? De modo que por esta vez hacemos una trampita y los casamos derecho, sin reuniones, ¿eh? PADRE VICENTE

—Señora, lo siento mucho, pero no me

gustan las trampitas. Sin preparación no caso a nadie. El sacramento no es una magia. El que se casa por la Iglesia tiene que saber qué es lo que está haciendo y por qué lo hace. SEÑORA LAMAS

—¿Cómo? ¿Usted, el cura, se niega a

ayudarme

a

cristianar

un

matrimonio?

(IMPACIENTE) ¡Oh, está bien, lo traeré a esas dichosas reuniones a la rastra, si es necesario!

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Sí; logró que vinieran. Pero

el resultado fue bien distinto al que ella esperaba. Tan distinto, que una mañana a primera hora se me apareció en mi despacho hecha una leona furiosa. SEÑORA LAMAS

—(FURIOSA)

¿Cómo

es

eso,

padre?

¿Qué es eso con lo que me salen ahora mi hija y el novio? ¿A ver, qué es lo que pasó aquí anoche? PADRE VICENTE

—Anoche, señora, pasó que estuvimos

conversando serenamente, amistosamente, los tres:

su

hija,

el

novio

y

yo.

Quedó

claramente en evidencia que ninguno de los dos, ni ella ni él, tienen el menor asomo de fe cristiana. Ella iba a casarse por la iglesia nada más que por el brillo de la ceremonia, por lucir el vestido de novia y todo eso. Y él lo hacía contra su voluntad simplemente para no tener que discutir más con usted. En esas condiciones ellos mismos comprendieron que no tenía sentido casarse por la Iglesia, recibir une sacramento en el que no creen. Que sería

una farsa, una comedia deshonesta. De modo que han decidido no casarse por la Iglesia, sino solo por lo civil. SEÑORA LAMAS

—¡Y vivir todo el resto de su vida en

pecado mortal! PADRE VICENTE

—(SONRÍE) ¿Por qué, señora? ¿Quién le

dijo semejante cosa? Si se casan según su conciencia. ¿No es eso cumplir con Dios? ¿Qué más les puede pedir Dios? ¿No sería más pecado celebrar el matrimonio cristiano sin creer en Cristo, fingiendo una fe que no tienen? SEÑORA LAMAS

—Yo de eso de fe y no-fe no entiendo.

Yo, como católica, lo que se es que es obligación casarse por la Iglesia como Dios manda. Y que yo ya lo tenía todo arreglado y que usted, con ese invento de las reuniones, lo ha echado todo a perder. Usted, un sacerdote,

es

el

que

tiene

toda

la

responsabilidad, toda la culpa. Ah, pero le prevengo que esto no va a quedar así, que todo el barrio va a saber que usted se ha negado a casarlos. PADRE VICENTE

—Pero le repito, señora, que han sido

ellos, voluntariamente los que han desistido, al comp... SEÑORA LAMAS

—Usted tendrá que darle cuenta a Dios

de lo que está haciendo. (SE ALEJA) Usted será cura, pero no es católico.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) La señora de Lamas es una

vecina influyente. Y soliviantó a todo el barrio contra mi. Las "buenas almas" que nunca faltan, venían corriendo a contarme las cosas que la buena señora iba diciendo sobre mí de casa en casa. SEÑORA LAMAS

—¿Se da cuenta, doña Julia? ¡Un cura

que se niega a casar a la gente por la Iglesia! Y para bautizar, también pone impedimentos, dificultades:

reuniones,

sus

famosas

reuniones. El, sin reuniones, no bautiza. ¡Ah, no! A él no le importa nada si los niños quedan sin bautizar, fritos en pecado mortal los pobrecitos inocentes. Dígame, vecina: ¿eso es estar al servicio de quién: de Dios o del demonio? Créame, doña Julia, es lo que yo le digo: ese será cura, pero no es católico. PADRE VICENTE

—Muchos la escuchaban y le creían. En

las misas, yo trataba de explicar el por qué de

los

cambios,

trataba

de

que

todos

comprendieran. Pero pesaban mucho más las palabras impactantes de los disidentes.

SEÑORA LAMAS ECO

—(VOZ CON RESONANCIA COMO UN LLEGA

casar...

se

EN

RÁFAGAS)

niega

a

Se

niega

bautizar...

a

pecado

mortal... demonio. PADRE VICENTE

—Me empezaron a hacer una verdadera

guerra de nervios. Se fue haciendo el vacío en torno mío. SEÑORA LAMAS

—Ah, no, lo que es yo, mientras no

saquen a ese padre Vicente, no piso más la iglesia. Iré a misa donde sea... a esa capillita del padre Anselmo, que ya de viejo casi ni puede tenerse en pie, pero por lo menos no sale con todas esas herejías de los curitas de ahora. CONTROL

—FONDO MUSICAL.

PADRE VICENTE

—... Y aunque tratara de no fijarme, yo

no podía dejar de ver que cada domingo había menos gente en la misa. Cada vez menos y menos.

Me

estaba

quedando

solo!

Mi

seguridad empezó a flaquear. Era joven, inexperto. ¿Estaría obrando bien? Yo lo único que quería era formar buenos cristianos; pero, ¿por qué entonces solo lograba provocar tamaño escándalo? Se fueron apoderando de mí el desaliento, el desconcierto, la angustia. Cuánto y cuánto recé a Dios aquellos días! "Señor —le decía—, soy tu servidor inútil... no sirvo para nada... soy un fracaso". Para terminar de desplomarme, aquella gente se

ensañaba mandando denuncias contra mí al obispo. Denuncias absurdas, increíbles. Y el señor obispo me mandaba llamar. Y aunque aceptaba mis explicaciones, yo regresaba de cada

una

de

esas

entrevistas

amargado,

destrozado de oír las cosas increíbles que la gente

en

su

ofuscación

podía

inventar.

Cuántas veces estuve a punto de renunciar a la parroquia, de pedir mi traslado! (PAUSITA) . Llegó un domingo en que la iglesia estuvo casi vacía: apenas un puñadito así de fieles. "Esto es el fin" —me dije—. En el sacrificio, ofrecí al Señor mi sufrimiento, mi tristeza. Al terminar aquella misa atormentada, se me acercó un joven matrimonio. CONTROL

—CESA FONDO

DANIEL

—Padre, usted apenas me conoce de vista. Nosotros somos Inés y Daniel. Y queremos decirle que... que nos duele mucho lo que está pasando.

PADRE VICENTE DANIEL

—Gracias. Muchas gracias.

—... y que estamos con usted.

PADRE VICENTE

—Sí,

ustedes,

sí.

Pero

todos

los

demás... ya ven. INÉS

—¡Qué mala puede ser la gente a veces!

PADRE VICENTE

—No; no son malos. Ellos creen que el

malo soy yo. Simplemente, no entienden, no se los ha sabido formar como cristianos.

Creen que los sacramentos (la comunión, el bautismo, el matrimonio) son magia, son una especie de pasaporte mágico para el cielo. Y que

yo

soy

un

brujo

malo

que

quiero

retacearles esos hechizos mágicos. DANIEL

—Padre, usted dice que ellos no entienden. Si hemos de decirle la verdad, nosotros tampoco entendemos muy bien esos cambios de ahora.

INÉS

—Estamos

con

usted,

porque

le

tenemos

confianza y vemos lo que sufre y lo que lucha y nos parece que todo eso usted lo hace por algo bueno. Pero nos gustaría comprender mejor la razón de todo eso. DANIEL

—¿No quiere venir una noche de estas a casa

y explicarnos? INÉS

—Nosotros no podemos salir de noche porque tenemos hijos chicos y no tenemos con quién dejarlos.

Pero

si usted

quisiera

venir

a

visitarnos... PADRE VICENTE

—Con todo gusto. No saben lo que les

agradezco

el

gesto

de

invitarme,

en

un

momento en que me siento tan solo. ¿Qué les parece pasado mañana? CONTROL

—CORTINA MUSICAL

INÉS

—(ACERCÁNDOSE) Bueno, por fin, se durmió el más inquieto. ¡Es un bandido!

PADRE VICENTE

—Es encantador. Inés, Daniel, ustedes

son una familia encantadora. DANIEL

—Bueno, y ahora que por fin hay paz y tranquilidad en casa, explíquenos, padre.

PADRE VICENTE

—He pensado que antes de hablar de la

Iglesia y de los cambios... antes que todo eso, tendríamos que empezar por hablar de otra

cosa

más

importante:

de

Cristo.

Preguntarnos quién es Cristo... por qué somos cristianos. ¿Ustedes han leído los Evangelios, los conocen? DANIEL

—Bueno... francamente, muy poquito, padre.

INÉS

—En el catecismo, no daban evangelio. Y

después, nunca nadie nos... PADRE VICENTE

—No se avergüencen. A casi todos los

cristianos les pasa lo mismo. Ese es el problema.

Nos

decimos

cristianos

y

no

sabemos lo que es. He traído el Evangelio. ¿Qué les parece si lo leemos y lo comentamos juntos? CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Quedaron vibrando ante el

mundo nuevo que se les abría. Me pidieron por favor que volviera el martes siguiente; luego, que siguiera yendo todos los martes. Me sentí renovado: por fin alguien que me escuchaba y me comprendía, aunque no fueran más que dos.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Fue, creo a la cuarta visita

a casa de Daniel e Inés. O a la quinta. En el momento de marcharme me dijeron... INÉS DANIEL

—Padre, queríamos pedirle un favor. —Hemos pensado que estamos aprendiendo tantas cosas importantes. Y que por qué solo nosotros y otros no. Tenemos un matrimonio amigo que sabemos que esto les haría mucho bien. ¿Usted tendría inconveniente en que los invitáramos el próximo martes?

PADRE VICENTE

—Pero cómo no. Si quieren venir, que

vengan no más. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y al martes siguientes ya

fueron dos matrimonios, y luego 3 y después 5 matrimonios los que, semana a semana, descubrían, deslumbrados y conmovidos, el mensaje del Evangelio. INÉS

—Y pensar que nos decíamos cristianos, y no sabíamos

nada

de

esto.

podremos agradecerle...

Padre,

jamás

PADRE VICENTE

—Soy yo el agradecido. Ustedes me han

devuelto

la

esperanza.

Ustedes

son

la

respuesta de Dios a mi angustia. (RELATA) Muchos otros vecinos que se iban enterando de aquellas reuniones, pedían participar. Pero ya no cabían más en la casita de Inés y Daniel, hubieran sido demasiados. Hubo que formar otro grupo en otra casa. Y luego otro. Y otro. Ya eran como 40 o 50 personas que empezaban a descubrir a Cristo. DANIEL

—Ahora entendemos. La fe no es solo ir a misa.

La

fe

es

sobre

todo

vivir

como

cristianos. PADRE VICENTE

—(RELATA) Compenetrados de la verdad

del Evangelio, comenzaron a vivir y a actuar como

cristianos,

dando

un

fraternal

testimonio de solidaridad en todo el barrio. Inés y Daniel enseñando a leer a muchos adultos de la zona que no habían ido a la escuela. Luis, destacándose por su entrega como dirigente en el sindicato obrero. Hugo y Adela,

organizando

una

cooperativa

de

viviendas. Andrés, en la lucha política por condiciones de vida más humanas y más justas para los pobres... DANIEL

—Es lo que anunció el Señor: "En esto se conocerá que son cristianos: en que aman a sus hermanos".

PADRE VICENTE

—Y era tan fuerte su testimonio de

generosidad, de sincera entrega a los demás, que llegó inclusive a muchos de los vecinos "disidentes".

No

pudieron

menos

que

conmoverse. Poco a poco, muchos de ellos volvieron a acercarse a la parroquia y a mí. Un día, hará unos 8 meses, en uno de esos grupos de reflexión cristiana, advertí con sorpresa a aquella pareja por la que empezó todo el conflicto... aquella pareja que, según mis censores "yo me había negado a casar". Cuando yo los conocí, no eran creyentes; pero ahora, a través de estos cristianos "en serio", Cristo y la fe se les presentaba de otra manera que los llamaba, los atraía. Me escucharon con gran interés, me hicieron un montón de preguntas. Y esta mañana, la señora de Lamas tuvo el gesto de venir a decirme... SEÑORA LAMAS

—Padre, tengo que reconocer que estaba

equivocada con usted. ¿A qué no se imagina lo que me dijo mi yerno anoche? Que después de haberlo escuchado a usted, empieza a creer, a tener fe. CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—Conté

a

Inés

y

Daniel

el

acontecimiento: la reconciliación de la señora de Lamas, mi más acérrima enemiga de aquellos días difíciles. Y fue justamente a raíz de eso, que Daniel comentó:

DANIEL

—Cuánto camino andado desde aquella época, ¿eh, padre? ¿Y se acuerda cómo empezó todo esto?

PADRE VICENTE

—Cómo no lo voy a recordar, Daniel.

Empezó justamente cuando creí que todo había terminado. Cuando me quedé con un puñadito. Pero un puñadito de hermanos que querían ser cristianos de veras. INÉS

—Y hoy somos unos cuantos, ¿eh?

PADRE VICENTE

—No

importa

cuántos

—si

pocos

o

muchos—. Lo que se es que ahora la parroquia es lo que debe ser: una auténtica comunidad de hermanos. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 11

Duración: 22:06

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. NACHO

—Joven obrero, 21 años.

LUCKY

—Vendedor a domicilio. 30 años. Muy listo; gran instinto comercial. Se hace el simpático para conseguir ventas. Ostentoso.

PELUSA

—Un niño de 11 años, afectuoso, tierno,

sincero.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA - BAJA Y QUEDA DE FONDO. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA

Y

FUNDE

CON MÚSICA ÁGIL.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Julio, viernes 7. En las

casas, cuando no se descompone una cosa se descompone otra. Hace días que el timbre de

casa no funciona. Visto que mi escasa ciencia no acertaba con el desperfecto, como siempre en esos casos, acudí a los buenos oficios de Nacho, que es tan hábil y tan servicial. Le mandé avisar si podía pasar por casa a revisar la instalación del timbre. Me hizo contestar

—cosa rara en él— que estaba

con mucho trabajo... que pasaría cuando pudiera.... CONTROL

—CORTINA MUSICAL ÁGIL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Julio, martes 18. Sigo sin

timbre. Nacho me falló: no vino. Hasta que hoy me lo encontré por la calle y, como al pasar le recordé su promesa incumplida y que yo seguía esperándolo. EFECTO

—AMBIENTE CALLE

NACHO

—Vea, padre, me va a disculpar, pero ya veo que no le voy a poder cumplir. Ando muy ocupado, con mucho trabajo ¿sabe? Va a ser mejor que llame a un electricista. Claro, le va a cobrar, no lo hará gratis como yo. Pero yo... lo siento mucho pero no puedo.

PADRE VICENTE

—Sí,

claro,

comprendo.

Perdona,

no

sabía que estás tan ocupado. Como antes siempre me hacías esos arreglitos en casa, había tomado la mala costumbre de acudir siempre a ti.

NACHO

—No solo usted, todos los vecinos. Que la plancha, que la cocinilla, que un fusible... Y yo, con todo gusto. Pero ahora las cosas son distintas. Los tiempos han cambiado.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Nerviosamente,

miró

su

vistoso reloj pulsera calendario. Y, mirando más al reloj que a mí, siguió hablando. NACHO

—(PARA

SI)

Las

6

y

23.

(AL

PADRE

VICENTE) ¿Sabe lo que ocurre, padre? Que además

de

mi

trabajo

en

el

taller

de

soldadura autógena, he tenido que tomar otros trabajitos. Con un empleo solo, no me alcanzaba para todos mis gastos. Y hacer favores está bien, pero la caridad bien entendida empieza por casa, ¿verdad? Uno tiene que pensar primero en uno mismo, después en los demás. PADRE VICENTE NACHO

—Ya

—Estás en tu derecho, Nacho; pero... le

digo,

padre.

Los

tiempos

han

cambiado. Ahora trabajo para mí. Y cobro. Necesito, ¿sabe? Y me va a perdonar, pero estoy de prisa. PADRE VICENTE

—(RELATA) Volvió a mirar otra vez su

llamativo reloj, y se alejó. Me quedé con las ganas de preguntarle: ¿Son los tiempos los que cambiaron... o eres tú el que cambiaste, Nacho?

Qué

cambio

tan

grande.

Antes,

siempre tan dispuesto, tan desinteresado, tan

servicial. Ni hacía falta pedirle. El mismo se ofrecía... NACHO

—¡Qué va a andar pagando electricista! Yo se

lo arreglo con todo gusto... PADRE VICENTE

—Y,

justamente

por

ser

así,

un

muchacho tan querido en el barrio, el amigo de los niños, de todo el mundo... ¿Qué te ha pasado, Nacho? ¿Por qué ese cambio tan grande

y

tan

de

golpe?

¿A

qué

podía

deberse? Me quedé pensando, y de pronto me acordé de un episodio en la fonda de don Rómulo. Fue meses atrás; en aquel momento no le di mayor importancia, tanto que ni lo anoté en mi diario. Justamente fue el día en que Nacho pasó a ser dueño de su famoso reloj. Yo estaba almorzando y Nacho sentado a mi mesa, cuando apareció Lucky. CONTROL

—BREVE RÁFAGA (DE FONDO) DE JAZZ MODERNO (TEMA DE LUCKY)

EFECTO

—AMBIENTE

DE

LA

FONDA:

(VOCES,

COPAS, PLATOS, CUBIERTOS, ETC.) . LUCKY

—(CON

PÉSIMA

PRONUNCIACIÓN

INGLESA) Good morning, muchachos. Este... hoy tengo algo sen-sa-cional. Un reloj que es la locura. PADRE VICENTE

—(RELATA) Qué tipo que no trago, ese

Lucky. Todos lo llaman así, Lucky; no se cuál es su verdadero nombre. Tampoco se de

dónde saca para vestir siempre ropa tan llamativa de última moda... para tanto nylon, tanta corbata chillona con traba de oro, tanto

anillo

de

rubíes,

tanto

cigarrillo

importado de los largos. Debe darle sus buenas ganancias su negocio de ventas a plazos. LUCKY

—Miren, Automático.

boys, Con

miren

doble

qué

calendario,

reloj. ¿ven?

Indica el día de la semana y la fecha del mes.

Máquina

25

rubíes,

Waterproof.

Antichoc. ¿Quiere verlo, padre Vicente? PADRE VICENTE NACHO

—No, muchas gracias.

—A ver, a ver... (ADMIRANDO) ¡Qué reloj

bárbaro! LUCKY

—¿Te gusta, Nacho?

NACHO

—¡Si me gustará! Pero no es para mí. Debe

costar un kilo de plata. LUCKY

—Pero con facilidades. Te lo puedo dar a 20

meses. Toma, póntelo. NACHO

—No, para qué, si no lo puedo comprar.

LUCKY

—Por gusto, para que veas cómo te queda. Trae, sácate ese viejo tacho de porquería que tienes y ponte este por un ratico.

NACHO Lucky?

—(EMOCIONADO) ¿Cómo... como se ajusta,

LUCKY

—Así, ¿ves? Un golpecito y ya queda. Cierre

automático de seguridad. NACHO

—¡Qué soberbio! Y me quedan bien ¿eh?

LUCKY

—Pareces James Bond.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y a Nacho le brillaban los

ojos, clavados en el reloj. CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

(TEMA

DE

JAZZ

MUSICAL

(TEMA

DE

JAZZ

MODERNO)

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA

MODERNO) PADRE VICENTE

—(RELATA) Nacho no podía separar los

ojos de su muñeca izquierda, en la que rutilaba la atractiva esfera del vistoso reloj. NACHO

—¿Le gusta, padre? Qué hermosura, ¿eh?

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) No se qué decirte. Para mi

gusto, lo hallo un poco ostentoso... cómo decirte... un poco insolente. Pero yo no entiendo de modas. NACHO

—(SUSPIRANDO)

Es

una

belleza.

Bueno,

Lucky, ¿cómo se hace para quitárselo? LUCKY

—Espera, tonto. No te lo quites todavía. ¿Por qué no te lo quedas? Si estás loco por

él. Me gustaría que fuera para ti, me caes simpático. NACHO

—(ANHELANTE) ¿Y... y cuánto pides por él?

LUCKY

—¿Cuánto podrías entregar ahora?

NACHO

—Pues... haciendo un sacrificio... quinientos.

LUCKY

—¿Nada más? Es muy poco.

NACHO

—Es todo lo que tengo.

LUCKY

—Bueno, o-kay. Vengan los 500 ahora y

después 800 por mes. NACHO

—¿Cuánto

dijiste?

¿800?

(TRISTE)

Qué

lástima. Ten tu reloj, Lucky. Es demasiado para mi. Yo no gano para poder pagarte tanto. LUCKY

—No seas idiota. Vas a vivir toda la vida amargado

de

haber

dejado

pasar

la

oportunidad. Si se te ve en la cara que te mueres por él. NACHO

—Sí, pero 800 por mes es demasiado para mí.

LUCKY

—Eso te parece ahora. Pero cuando uno tiene un motivo, se las arregla para ahorrar y consigue reunir el dinero.

NACHO

—Sí, eso también es verdad.

LUCKY

—Lo pagarás sin sentirlo, my boy, sin darte

cuenta.

NACHO

—(DESEOSO

DE

OBTENER

RESPUESTA

FAVORABLE) ¿Qué le parece, padre? ¿Me lo quedo? PADRE VICENTE

—No

soy

buen

consejero

para

esas

cosas, Nacho. ¿Lo necesitas mucho? ¿Tu reloj viejo ya no sirve? NACHO

—Sí, servir, sirve; pero...

LUCKY

—Pero no va a comparar ese tacho viejo con un reloj-calendario automático último modelo.

PADRE VICENTE

—Y además, no se, pero si tendrás que

meterte

en

una

deuda

tan

grande

para

pagarlo... NACHO

—Sí... con lo que gano en el taller, ¿de dónde

ahorro 800 por mes? LUCKY

—Bueno. Trae el reloj, entonces, si eres tan cobardón.

Total,

me

bastará

hacer

así

(CHASQUEA LOS DEDOS) y en un momento encuentro comprador para un reloj como este. NACHO

—Si, tómalo. (EN UN IMPULSO) No, espera.

Ten 500. Me lo quedo. LUCKY

— (LE PALMEA LA ESPALDA) O-kay, boy.

Eso es ser hombre. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) ¡Qué orgulloso andaba Nacho

con su reloj nuevo! Se paseaba mirando y dando la hora, viniera o no viniera al caso. En

la fonda, me daba risa observar la manera estudiada con que posaba el brazo sobre la mesa para que el reloj quedara bien a la vista. Pero ahora, viendo cómo ha cambiado Nacho, ya no me hace tanta gracia. Empiezo a relacionar las cosas, a atar cabos. Empiezo a recordar también que el mes pasado cuando Lucky dio su acostumbrada vuelta por la fonda... EFECTO

—AMBIENTE FONDA

LUCKY

—Good morning everybody... Salud, Nacho.

CONTROL

—TEMA DE LUCKY (RÁFAGA DE FONDO)

NACHO

—Hola, Lucky. Vienes por tu cuota, me

figuro. Aquí tienes tus 800. LUCKY

—"Thank-you very much". ¡4ª cuota paga! ¡Caja! Clinck! ¿Viste cómo podías?

NACHO

—Así tengo que trabajar también.

LUCKY

—Oye, ¿sabes lo que traigo en esta caja?

NACHO

—Por favor, Lucky. No me muestres nada.

LUCKY

—Bueno,

no

tienes

por

qué

ponerte

en

guardia. No estoy pensando en venderte. Era para que lo vieras, nada más. EFECTO

—DESENVUELVE PAQUETE

LUCKY

—¿Qué me dices de este radio?

NACHO

—(DEJA ESCAPAR UN SILBIDO)

LUCKY

—12 transistores. Onda corta y larga. Oye

qué sonido, qué potencia. EFECTO

—SE OYE RADIO: AUMENTA Y BAJA EL VOLUMEN (QUEDA FUNCIONANDO) .

LUCKY

—Tenía dos; le acabo de vender el otro a Lino

Marín. NACHO

—(ADMIRADO) ¿Lino Marín? ¿El cómico de la

televisión? LUCKY

—El mismo. Ahora me queda este solo.

NACHO

—¿Cuánto? No, para qué te lo pregunto. Ya

con el reloj tengo de sobra. LUCKY

—¿Y qué problema? Tú eres cumplidor, pagas puntual. Te amplío el crédito. Con 2 mil por mes vas pagando el radio y el reloj.

NACHO

—2 mil por mes... No, Lucky, es una locura.

LUCKY

—También te pareció locura los 800 del reloj y ya ves. Eres joven. Estás en la edad de darte gustos y gozar de las cosas buenas de la vida. Querer es poder. El que no tiene ambición, no progresa.

NACHO

—(PIENSA) 2 mil por mes... Mira, me han hablado de un trabajito extra de noche. Pagan bastante bien. Yo no quería aceptar, pero... Okay, Lucky. Venga el radio.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Octubre lunes 16. Nacho

sigue

"progresando".

Ahora

ya

casi

no

conversa con nadie en la fonda. Se sienta, enciende su radio y come de prisa, al ritmo de la música, y mirando nervioso su reloj, porque siempre está de prisa... EFECTO

—RADIO PASANDO MÚSICA BEAT

NACHO

—Don Rómulo, rápido ese asado, que tengo que ir a trabajar. Ah, Lucky, oye... Siempre tienes aquella cámara fotográfica, ¿verdad?

LUCKY

—Sí, Nacho, pero no te puedo ampliar tanto el crédito. Tendrías que hacerme una entrega a cuenta, bastante grande. 5 mil por lo menos.

NACHO

—O-kay. Querer es poder. Dame unos meses y los tendrás. Voy a tomar otro trabajito los fines de semana. No la vayas a vender, ¿eh? Mira que es mía.

EFECTO

—DESVANECE RADIO

PADRE VICENTE

—¡Los fines de semana también! Me dio

pena, porque antes Nacho dedicaba los fines de semana al cuadrito de fútbol de los niños del barrio. Era su entrenador, su "director técnico", el alma del cuadrito. Era. Pero, como

dice

Nacho,

cambiado"... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

"los

tiempos

han

PADRE VICENTE

—(RELATA) Noviembre, domingo 12. Hoy

encontré a los chicos del barrio sentados en el cordón de la acera, tristes y con la cara larga... (ACCIÓN) ¿Qué hay? Milagro. ¿Un domingo tan lindo y no juegan? PELUSA

—Tch. No tenemos ganas. Desde que nos falta

Nacho,

perdemos

casi

todos

los

partidos. (CONTENIENDO LAS LÁGRIMAS) Nacho nos dejó plantados. Ya no le importa de nosotros. Tan amigo nuestro que era y ahora no le importamos nada. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—TEMA NAVIDEÑO. ALEGRE

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Diciembre

25.

Navidad.

Tarde de sol radiante. Clima de fiesta en el barrio. Desde mi ventana, veía a los chicos jugando al fútbol en el campito... EFECTO

—CHICOS JUGANDO AL FÚTBOL

PADRE VICENTE

—(RELATA) En eso Nacho que se les

acerca. Siempre con su radio a cuestas. EFECTO

—SE ACERCA RADIO PASANDO MÚSICA

BEAT NACHO

—Hola, chicos.

PELUSA

—(FRÍO)

Hola,

¿No

trabajas

hoy?

Qué

milagro. NACHO

—No, hoy es Navidad. ¿Qué tal si hacemos un poco de prácticas como en los buenos tiempos?

PELUSA

—No, gracias. (GRITA) Sigamos, muchachos.

¿Quién hace ese tiro libre? PADRE VICENTE

—(RELATA) De puro nervioso ante el

desaire, en un gesto que ya es maquinal en él, Nacho miró su reloj. NACHO

—(PARA SI) 4 y 29. (A LOS CHICOS, HERIDO:)

Entonces,

si

no

quieren

practicar... hasta la vista. PELUSA

—Que te vaya bien, Nacho. (GRITA) Pasámela

que estoy solo, Mario. EFECTO

—MÚSICA DEL RADIO SE ALEJA - LUEGO DESVANECER GRITERÍA NIÑOS.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y Nacho se alejó con paso

lento, aburrido, triste. Me dio lástima. Le salí al encuentro. EFECTO

—PASOS DE LOS DOS POR LA ACERA: LA RADIO SIGUE FUNCIONANDO.

PADRE VICENTE NACHO

—(ACCIÓN) Hola, Nacho.

—Hola, padre.

PADRE VICENTE

—¿Qué haces?

NACHO

—Nada, qué voy a hacer.

PADRE VICENTE

—¿Cómo dijiste? No te oigo bien con ese

radio. NACHO

—Tiene razón. Ni se para qué lo tengo

funcionando. La costumbre. EFECTO

—APAGA RADIO - SIGUEN LOS PASOS DE

DOS. PADRE VICENTE

—¿Qué te pasa Nacho? Pareces de mal

humor. NACHO

—Y qué quiere. Navidad y solo. Parece que fuera un extraño en el barrio, que nadie me conociera. Soy el único que está solo en Navidad.

¿Qué

tengo,

soy

un

enfermo

contagioso para que todos me escapen así? PADRE VICENTE

—¿Qué tienes? Lo que quisiste tener, lo

que elegiste. Un reloj automático y un radio. NACHO

—Me los gané con mi trabajo, no los robé, Qué ¿me tienen envidia por eso?

PADRE VICENTE

—No, Nacho. Mucha más lástima que

envidia. Pero ya ves el precio que estás pagando por el radio y el reloj y por la cámara que pronto tendrás. El precio que tú mismo pusiste. Te alejaste de todos, cortaste con todos. Ahora no te quejes. EFECTO

—LOS PASOS SE DETIENEN.

NACHO

—Y bueno, tenía que trabajar. Si no, no podía

tener cosas. PADRE VICENTE

—Ahí está, Nacho: cosas. Cambiaste

afectos por cosas. Ahora tienes cosas. Un reloj. ¿Para qué sirve un reloj? NACHO

—Y... para medir el tiempo, creo, ¿no?

PADRE VICENTE

—Exactamente. Para medir el tiempo...

que no tienes. El tiempo que te falta. El tiempo que ya no tienes para los demás. Y un radio. Un radio para llenar el vacío de todas esas horas en que ya no hablas con nadie. En lugar de la gente, es el radio el que te habla. El radio te habla, pero tú no puedes hablar con él. Y pronto tendrás una cámara... ¿para fotografiar a quién? ¿A los amigos que ya no tienes? ¿A quién, entonces? ¿A tu propia sombra? Nacho, ni siquiera es cierto que tengas cosas. Las cosas te tienen a tí. Te dominan. Te has convertido en un esclavo, en un hombre solo y sin amigos, para pagar la cuota de Lucky. Te has hecho un esclavo de la cuota... un esclavo de las cosas. NACHO

—(REPITE

LENTA,

HONDAMENTE)

¡Un

esclavo de las cosas! PADRE VICENTE

—Es bueno tener cosas; pero no dejarse

esclavizar por ellas. Mira, Nacho, los pueblos ricos, los países desarrollados, fabrican cosas llamativas, vistosas, que nos tientan; que incitan en nosotros el deseo de poseerlas. Las

compramos. Y después, para pagarlas, nos pasamos la vida trabajando, sin tiempo para los amigos, sin tiempo para pensar, sin tiempo para vivir. ¿No eras mucho más feliz antes, Nacho, cuando no tenías tu reloj calendario pero tampoco necesitabas saber la hora a cada rato? ¿Cuando no tenias tu radio, pero tenias tiempo para hablar con la gente, para estar con los amigos, para arreglarle la plancha a doña Berta, para jugar al fútbol con los chicos? NACHO

—(REPITE PARA SI) Un esclavo. Me he hecho

un esclavo de las cosas. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Martes, diciembre 26. Creo

que en toda su vida de vendedor a domicilio, Lucky nunca se ha llevado una sorpresa tan grande. EFECTO

—AMBIENTE FONDA

CONTROL

—RÁFAGA TEMA DE LUCKY (DE FONDO)

LUCKY

—(ENTRANDO)

Salud,

everybody.

Hola

Nacho. Me dijeron que me andabas buscando. Mira, si es por la cámara, ya te dije que primero... NACHO

—No. No es por la cámara. Es por esto. Ten. Te los devuelvo. No te voy a seguir pagando. Quedamos a mano y en paz.

LUCKY

—¿Qué? ¿La radio? ¿El reloj? Pero, ¿vas a perder todo ese montón de dinero que ya me pagaste? ¿Te has vuelto loco?

NACHO

—Más bien me he vuelto cuerdo. Es que,

¿sabes? No tengo tiempo para trabajar, tanto. Tengo mucho que hacer. Por ejemplo, el cuadrito de los chicos se ha venido abajo, está perdiendo muchos encuentros. Tengo que volver a levantarlo... hacerlo campeón de nuevo... CONTROL

—CIERRE MUSICAL ALEGRE.

CAPITULO 12

Duración: 22:17

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. RUPERTO, modesto obrero. MANUEL, idem. BERNARDO ARRIAGA, 55 afios, acaudalado industrial.

CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

CARACTERÍSTICA,

BAJA Y QUEDA. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERISTICA

PADRE VICENTE

—(RELATA) Marzo, miércoles 8. Esta

tarde, esperaba el bus en la parada, junto a mí

dos

obreros

del

barrio,

mientras

esperaban también conversaban entre ellos. EFECTO

—AMBIENTE CALLE

MANUEL

—¿Y conseguiste trabajo, por fin?

RUPERTO

—Sí. En la fábrica de jabón.. ahí, en la calle

Viñas. MANUEL

—¿En qué fábrica de jabón? ¿En la de

Arriaga? EFECTO

—DESVANECE SONIDO

PADRE VICENTE

—(

COMO

TRATANDO

DE

HACER

MEMORIA) Fábrica de jabón... Arriaga... Arriaga... ¿de dónde me era familiar ese nombre? (RECUERDA) Arriaga. ¡Ah, sí! Fue el viernes

pasado

de

mañana.

Era

muy

temprano, yo acababa de levantarme, debían ser las 6 y media. Vi detenerse frente a la iglesia un imponente Mercury último modelo. En este barrio tan pobre, un automóvil tan lujoso

no

atención.

podía Y

a

menos esa

hora

de de

llamarme la

la

mañana,

resultaba un acontecimiento más insólito aún. Instantes después llamaban a la puerta de la casa parroquial. EFECTO

—TIMBRE, PASOS, ABRE PUERTA

ARRIAGA

—Buenos días, padre.

PADRE VICENTE

—(ACCION) Buenos días. (RELATA) Me

encontré frente a un señor muy bien vestido, pulcro, acicalado, con aspecto de persona importante. ¿Quién podría ser? ¿Y qué podía estar buscando allí a esa hora?

ARRIAGA

—Padre, va a haber misa ahora, ¿verdad?

PADRE VICENTE

—Sí, señor. Dentro de un rato... a las

7. ARRIAGA

—Ah, muy bien. Usted no me conoce, voy a presentarme. Bernardo Arriaga.

PADRE VICENTE

—Mucho

gusto.

Y

yo

soy

el

padre

Vicente, el párroco. Pero usted no es de por aquí, ¿verdad? ARRIAGA

—Bueno, yo vivo por Parque Ramos. Pero soy un industrial de esta zona. Quizá conozca usted la fábrica de jabón a unas pocas cuadras de aquí, en la calle Viñas. Bueno: esa es mi fábrica. De modo que, los días de trabajo, al ir para la fábrica, su parroquia me queda de paso. Y la misa de 7 aquí me viene de perlas: antes de las 8 ya puedo estar en la fábrica. ¿Sabe, padre? Quiero hacer los 9 primeros viernes.

PADRE VICENTE

—Ah, es verdad; justamente hoy es el

primer viernes del mes. ARRIAGA

—Hoy voy a empezar. Y quiero hacerlos bien completos; con comunión y confesión todas las veces.

PADRE VICENTE

—(ACOTA) Qué señor tan religioso —

pensé. ARRIAGA

—Así que si usted pudiera confesarme ahora,

antes de la misa...

PADRE VICENTE

—Bueno. La iglesia ya está abierta. Pase

y espéreme en el confesionario. Dentro de unos minutos estoy con usted. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) La confesión fue muy breve;

una confesión de rutina, digamos. Pequeñas faltas sin importancia. No tenía nada serio que confesar; se ve que se confesaba nada más que para llenar la formalidad y cumplir con su devoción de los 9 primeros viernes. Le dije que rezara 3 padrenuestros y le di la absolución. Ya en misa, recibió la comunión con gran solemnidad. Concluido el oficio, oí el zumbido de su Mercury alejándose; camino de su fábrica, seguramente. Y he aquí que esta tarde, cinco días después, en la parada del bus, por casualidad, oigo otra vez el nombre de Arriaga. Y con qué "elogios"! EFECTO

—VUELVE AMBIENTE CALLE

MANUEL

—¿Así que estás trabajando en lo de Arriaga?

Hermano, te compadezco. RUPERTO

—Sí, es un negrero. Pero qué le vamos a

hacer, no encontré otra cosa. MANUEL

—Es

famoso

Arriaga.

Paga

salarios

de

miseria. RUPERTO

—De hambre. Hay meses que no me alcanza ni para dar de comer a mis hijos. Es dura, es amarga la vida del obrero.

MANUEL

—Y pensar que ese explotador, en cambio... ¿viste que volvió a cambiar de automóvil? ¿Viste el acorazado que tiene ahora?

RUPERTO

—Sí. Pero ve a pedirle que te pague unos céntimos más por día. Te pone de patitas en la calle.

MANUEL

—(BURLÓN)

Y

tengo

entendido

que

es

católico. RUPERTO

—Ah, sí, muy católico. Mucha misa y mucha comunión y mucha confesión. ¡Pst! —¡Y después matan de hambre a la gente!

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL - BAJA Y QUEDA DE

FONDO. PADRE VICENTE

—(RELATA)

"Mucha

misa,

mucha

comunión, y después matan de hambre a la gente".

¡Cómo

me

dolió

que

un

católico

mereciera ese juicio! Qué doloroso me resulta siempre. Por lo visto, el señor Arriaga es uno de esos católicos "de templo adentro", como los llamaba mi maestro. Hombres muy devotos dentro del templo; pero que, ni bien dejan atrás el atrio, se olvidan de Dios y de Cristo. Ellos entienden que "cumplir con Dios" es solo

eso: hincarse, rezar, comulgar... Pero que eso no tiene nada que ver con su vida; que no los obliga a nada... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Abril, viernes 7. El señor

Arriaga ha vuelto esta mañana, para cumplir con el segundo de sus 9 viernes. Volvió a hacer una confesión banal, intrascendente. Que habla llegado un poco tarde a una misa... que se había distraído mientras rezaba su rosario.

Terminó

tranquilamente

la

y

quedó segura

esperando absolución.

(ACCIÓN). En conciencia, ¿eso es todo lo que tiene que confesar, señor Arriaga? ARRIAGA

—(SORPRENDIDO) ¿Cómo? Sí, claro que es todo. Al menos, no recuerdo nada más.

PADRE VICENTE

—(PENETRANTE) Piénselo bien. ¿Está

seguro? ARRIAGA

—(YA ALGO MOLESTO) Sí, padre.

PADRE VICENTE

—(SUSPIRA) Bien. En ese caso, voy a

darle la absolución. CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

— (RELATA) Ni se da cuenta que hay

otras faltas con Dios, infinitamente más graves que llegar tarde a misa o distraerse al rezar. No supe qué decirle, cómo atravesar esa muralla de insensibilidad. Confieso que me

desarmó verlo tan seguro de sí mismo, tan seguro de ser un cristiano casi perfecto. Y pensar

que

en

su

fábrica

paga

salarios

infrahumanos... Pero eso no lo perturbaba; no le impidió recibir la comunión —el cuerpo de Cristo— con la conciencia tranquila y en paz. CONTROL

—CORTINA MUSICAL - QUEDA DE FONDO DURANTE EL RELATO

PADRE VICENTE

—(RELATA) Viernes 1° de septiempre.

Con el de hoy, ya van 7 meses que, todos los primeros viernes, viene el señor Arriaga a confesarse y comulgar solamente. Y entre tanto,

me

sigo

enterando

de

detalles

tenebrosos sobre la forma en que paga a sus obreros. Esta vez, quise ver si de alguna manera podía llegar a su corazón; y, en la misa, a la lectura marcada para el día, agregué otra que yo había preparado y escogido a propósito... PADRE VICENTE

—(EN ACCIÓN; LEE EXPRESIVAMENTE.

SU VOZ RESUENA UN POCO EN EL TEMPLO CASI

VACÍO).

Lectura

de

la

carta

del

apóstol Santiago. ¿De qué sirve hermanos, que alguien diga "tengo fe" si no tiene obras? ¿Acaso la fe sola puede salvarlo? Si un hermano o una hermana están desnudos, si no tienen qué comer y uno de ustedes les dice "vayan

en

paz,

que

Dios

los

abrigue

y

alimente", sin darles lo necesario para su

cuerpo, ¿eso de qué sirve? La fe sin obras está muerta. (BREVE PAUSA) Ustedes los ricos, lloren, aúllen sobre las desdichas que les esperan. El salario con que explotan a sus obreros, grita; y el clamor ha llegado a oídos del Señor. Sus riquezas se pudrirán, sus ropajes se los comerán los gusanos. Sus tesoros se quedarán en el fuego y ustedes con ellos. Palabra de Dios. CONTROL

—COMENTARIO MUSICAL; BAJA Y QUEDA

DE FONDO. PADRE VICENTE

—(RELATA) Pero cuando levanté la vista

y miré a Arriaga, lo hallé hincado, sumido en el rezo de su rosario. No había oído nada. Estaba sordo a la palabra de Dios... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Viernes

6

de

octubre.

Penúltimo viernes de la novena del señor Arriaga.

Hoy,

mientras

oía

su

rutinaria

confesión sentí que no podía seguir callando; que, como sacerdote y como cristiano, tenía el deber de hablar. ARRIAGA

—(EN

VOZ

BAJA,

CONFESIONARIO)

Ah...

PROPIA también

DEL debo

acusarme, padre, de que el otro día me puse un poco violento con mi esposa y le dije algunas palabras fuertes. Es cierto que había razones; ya van 3 veces que se olvida de conseguir el lomo para el perro; y es un perro

fino, de raza, solo debe comer lomo. Pero reconozco que estuve un poco grosero en las cosas que le dije. Eso es todo, padre. PADRE VICENTE

— (RELATA). E inclinó su pulcra cabeza,

esperando la absolución. ¡Lomo para su perro, huesos

para

esperando

sus

obreros!

tranquilamente

Y la

ahí

estaba

bendición

de

Dios. Pasaron minutos que mi silencio hizo largos; él esperando, yo callado. Al fin, extrañado, volvió a levantar la cabeza. Quizá temió que yo me había adormecido. ARRIAGA

—(DESCONCERTADO,

CARRASPEA

PARA

LLAMAR LA ATENCIÓN) Jm, jm. Eso es todo padre. PADRE VICENTE ARRIAGA

—(INTENSO) No, Arriaga, no es todo.

—(AMABLE,

LE

DELICADAMENTE:)

Perdón,

RECUERDA padre,

pero

usted todavía no me ha dado la absolución. PADRE VICENTE

—Ya

lo

se,

tranquilícese,

no

lo

he

olvidado. Señor Arriaga: acerca de... sus obreros, ¿no tiene nada que confesar al Señor? ARRIAGA

—(SORPRENDIDO) ¿De... mis obreros? No veo qué tienen que hacer mis obreros en mi confesión.

PADRE VICENTE

—Venga, Arriaga, tenemos que hablar.

Es necesario que hablemos. Pasemos a mi

despacho, allí podremos hablar más sueltos, más cómodos. ARRIAGA

—Pero... pero, padre, aún no me ha dado la

absolución. PADRE VICENTE

—Ni usted ha terminado de confesarse,

aun que lo crea. (ALEJÁNDOSE) Venga, por favor. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—Señor Arriaga, yo no sería leal con

usted, no sería cristiano, si, como hermano suyo en Cristo, no tratara de hacerle ver que usted está faltando gravemente contra Dios. ARRIAGA

—¿Yo, faltando? ¿En qué? Disculpe, padre, pero, ¿de qué me acusa? Yo cumplo con Dios en todo. En todo. Y a usted le consta.

PADRE VICENTE

—Sí, usted cumple con Dios dentro del

templo. Pero, y afuera del templo, ¿qué? ¿O es que fuera del templo no existe Dios? ARRIAGA

—(YA

UN

TANTO

Francamente, no le entiendo, padre.

IMPACIENTE)

PADRE VICENTE

—Ya se que no me entiende. Pero trate

de entenderme, Arriaga, ábrale su corazón a Dios. Ya no estamos en el confesionario, pero Dios nos escucha, lo escucha. Arriaga, ¿paga usted lo debido a sus obreros? ARRIAGA

—¿Que si pago...? (SECAMENTE) Esa es una cuestión de negocios. ¿Qué tiene que ver con la religión? No mezclemos. Mi fábrica es mi fábrica y la iglesia es la iglesia.

PADRE VICENTE

—No, Arriaga. Justamente lo que estoy

tratando de hacerle ver es que usted tiene que ser cristiano en todas partes. En la iglesia y en su casa... y en su fábrica también. ARRIAGA

—De acuerdo. Vaya a ver mi escritorio en la fábrica. Es el de un cristiano. Verá el crucifijo que tengo colgado; y un Sagrado Corazón; y la Virgen de...

PADRE VICENTE

—(INTENSO) Sí; un crucifijo colgado.

Pero, ¿no se da cuenta de que usted vuelve a crucificar a Cristo cada vez que niega a sus obreros el salario al que tienen derecho como seres humanos? ¿No se da cuenta de que debemos ver a Cristo en cada hombre; que cada uno de sus obreros debería ser Cristo para usted? ARRIAGA

—(SUSPIRA) Lo de siempre. Porque uno es

rico, en seguida lo critican.

PADRE VICENTE

—No, Arriaga, no le estoy enrostrando

su riqueza. Hay malos cristianos ricos y hay malos cristianos pobres, también. Mire que no lo estoy juzgando; no lo estoy culpando, no lo estoy acusando de nada. Quizá más culpa que usted tengan los que no supieron inculcarle la verdadera fe. Pero ahora es deber suyo convertirse de veras a Cristo, convertir su corazón. Oír lo que le pide Dios, lo que le pide la iglesia. ARRIAGA

—¿La Iglesia? Todo lo que me pide la iglesia,

yo lo doy. PADRE VICENTE

—Lo que le pide la Iglesia es ante todo

justicia, señor Arriaga. Justicia. Le estoy hablando como hermano suyo. A usted le parece que "cumple" con Dios porque declara creer en El y se confiesa y comulga y reza el rosario.

Pero,

¿sabe

lo

que

enseña

el

Evangelio? Que no vamos a ser juzgados por la cantidad de misas que hayamos oído, ni por la cantidad de oraciones que hayamos rezado. Sino por si le dimos o no le dimos de comer al hermano

hambriento;

si

vestimos

o

no

vestimos al hermano desnudo. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Horas después, frente a la

parroquia, se detuvo un camión de la fábrica de Arriaga.

TÉCNICA

—CAMIÓN LLEGANDO - PASOS - TIMBRE

ABRE PUERTA. RUPERTO

—Buenas tardes. ¿Está el padre Vicente?

PADRE VICENTE RUPERTO

—Este sobre es para usted.

PADRE VICENTE RUPERTO

—Soy yo.

—Gracias.

—(ALEJÁNDOSE) Buenas tardes.

EFECTO —CAMIÓN QUE ARRANCA Y SE ALEJA. PADRE VICENTE RASGA SOBRE. PADRE VICENTE

—(RELATA) Adentro había un cheque de

Arriaga. Y una tarjeta que decía: "Para sus pobres. Bernardo Arriaga". CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA;

CON

TRISTEZA)

¡Una

limosna! ¡Como si se pudiera comprar a Dios con limosnas! ¡Qué tristeza! yo esperaba que hubiera entendido. Pero no ha comprendido nada. CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE no

—(RELATA) Sábado 7 de octubre. Decidí esperar

más.

Hoy

de

mañana,

bien

temprano, fui hasta la calle Viñas, me aposté en

una

esquina

y

aguardé

el

paso

del

automóvil de Bernardo Arriaga. Cuando le ví llegar —atildado... pulcro... seguro de sí mismo como siempre—...

CONTROL

—AUTOMÓVIL MODERNO SE ACERCA

PADRE VICENTE

—...salí a su encuentro y le hice una

seña. Detuvo su automóvil, extrañado. CONTROL

—AUTO SE DETIENE - QUEDA MOTOR EN MARCHA MUY SUAVE.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

En

silencio,

le

tendí

su

sobre. PADRE VICENTE

—(SIN ASOMO DE RABIA EN SU VOZ;

SOLO TRISTEZA) Tenga, Arriaga. Tome. Esto es suyo. ARRIAGA

—(DESCONCERTADO) ¿Cómo? ¿Mi cheque?

¿Me lo devuelve? PADRE VICENTE ARRIAGA

—Sí.

—Pero, ¿cómo? ¿No se trataba de eso, de dar para los pobres? ¿No quiere ayuda para sus pobres?

PADRE VICENTE

—(SIEMPRE APENADO) Pero. Arriaga...

no son "mis" pobres. ARRIAGA

—No entiendo.

PADRE VICENTE

—Sí, Arriaga, ya se que no entiende.

Rece para que Dios le haga entender. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 13

Duración: 22:20

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. DOÑA CLARA, vecina. Unos 40 años. Autoritaria y enérgica pero afectuosa. PADRE ALDAO, 35 años. Anodino; le gusta el orden, la tranquilidad, vivir, "sin problemas"... SEÑORA MARTICORENA. Alta sociedad. Muy dada a obras de beneficencia. SEÑORA MENDIZABAL. Otra dama de alta sociedad. MARCOS. Un albañil sencillo, cordial. (El mismo actor cubre el GUARDA).

CONTROL

—CARACTERÍSTICA PROGRAMA - BAJA Y

QUEDA. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA.

DOÑA CLARA —Padre,

usted

está

agotado.

Tiene

que

descansar, tomarse unas vacaciones. PADRE VICENTE

—(RELATA) Hace tiempo que mis amigos

de la parroquia me lo vienen diciendo. Y es cierto: estoy fatigado; me está haciendo falta un descanso. Por eso, la propuesta del padre Aldao me tentó. Mi viejo compañero del Seminario, me escribe desde su parroquia de Costa del Mar proponiéndome... PADRE ALDAO —Querido Vicente: Hace mucho que no voy a la capital a estar con mis padres. A tí, en cambio, podría resultarte agradable pasar una temporada

aquí,

en

este

balneario

tan

hermoso, junto al mar y los bosques. ¿Qué te parece la idea? Tú te vienes a pasar el mes de enero aquí y me atiendes mi parroquia y yo me voy allá y te atiendo la tuya. DOÑA CLARA —¿Y

qué

le

va

a

parecer,

la

idea?

Providencial. Llovida del cielo. Padre, tiene que aceptar volando. Y tan luego en Costa del Mar! ¿Usted sabe lo que es eso? ¡Un sueño! PADRE VICENTE

—Sí, dicen que es un sitio muy bonito.

DOÑA CLARA —El balneario más hermoso del país. Por algo los millonarios construyen allí su casa de veraneo. PADRE VICENTE

—Pero, ¿y me hallaré yo entre tantos

millonarios? Y además, no se... dejar la

parroquia por un mes, con todo el trabajo que hay en marcha... EFECTO

—PASOS DE DOÑA CLARA ALEJÁNDOSE Y LUEGO VOLVIENDO.

DOÑA CLARA —(SE ALEJA) ¿Ya empezamos? Ah, usted es incorregible. (VUELVE) Tome, tome. PADRE VICENTE

—(RISUEÑO) ¿Qué me da, doña Clara?

DOÑA CLARA —Papel de cartas, lapicera y tinta. Para que ya mismo le escriba al padre Aldao diciéndole que acepta la propuesta. PADRE VICENTE

—(RIENDO)

¡Esta

doña

Clara!

A

la

orden, mi sargento... CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

HUMORÍSTICA

DE

SABOR MILITAR. PADRE VICENTE

—(RELATA) 2 de enero. Fueron muchos

los amigos de la parroquia que me dieron el alegrón de venir a despedirme a la estación. EFECTO

—AMBIENTE ESTACIÓN FERROCARRIL.

DOÑA CLARA —...Y me da su palabra de honor que hasta el 31 no se nos aparece de vuelta por aquí, ¿eh? PADRE VICENTE

—(RÍE) Está bien, mi sargento, usted

manda... DOÑA CLARA —Y por Dios, padre, no se meta en líos. Por un mes, no piense en nada, no se preocupe de nada... Dedíquese a descansar, a tocar su

acordeón, a no pensar. Por un mes, deje que el mundo siga como está... PADRE VICENTE

—(RÍE) Se ve que me conoce, doña

Clara. EFECTO

—TIMBRE ELÉCTRICO - SILBATO GUARDA

- TREN ARRANCA. TODOS

—Adiós, padre Vicente... Hasta la vuelta...

Buen viaje... PADRE VICENTE

—(ALEJÁNDOSE)

Adiós...

hasta

la

vuelta... DOÑA CLARA —(P. P.; GRITA) Ya sabe, ¿eh? Hasta el 31. Antes no. Y nada de líos. PADRE VICENTE

—(MAS

LEJOS)

Hasta

el

31,

mi

sargentoooo... DOÑA CLARA —(P. P.) ¿Será capaz de pasar todo un mes sin meterse en líos ese hombre tan... tan... (EMOCIONADA) tan bueno? El más bueno que he conocido. CONTROL

—CORTINA MUSICAL EMOTIVA PERO ÁGIL

Y ALEGRE EFECTO

—TREN EN MARCHA - SILBATO DE LA

LOCOMOTORA. PADRE VICENTE

—(RELATA) Aunque los bancos de 3ª son

bastante duros, yo me sentía más feliz que un millonario en su mullido sillón del salón pullman.

Qué

bien

me

van

a

hacer

estas

vacaciones. Cómo voy a gozar. En la playa, tendido

al

sol,

sin

preocupaciones,

sin

problemas... Mientras la máquina devoraba distancias, ya por el solo hecho de estar viajando en un tren, yo me sentía como nuevo,

contento

como

un

niño.

A

cada

momento sentía la necesidad de volver a dar gracias a Dios por el inesperado regalo de este viaje. EFECTO

—LEVANTA

TREN

EN

MARCHA

CON

SILBATO DE LA LOCOMOTORA. CONTROL

—CORTINA ÁGIL Y ALEGRE ACOMPAÑANDO LA MARCHA DEL TREN.

EFECTO

—TREN LLEGANDO.

GUARDA

—¡Costa del Mar! ¡Costa del Mar!

CONTROL

—CORTINA POÉTICA, MELODIOSA, QUEDA DE FONDO HASTA (1) Y DESVANECE.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

¡Dios

mío!

¡Qué

belleza!

Jamás creí que el mar pudiera ser tan radiantemente azul. Y esa espuma del oleaje. Y esa sinfonía de rojos en la puesta de sol. Y el verdor intenso y vital de los pinos mecidos por la brisa marina. Vaya —pensé—; los ricos saben

vivir.

Por

algo

todas

las

grandes

familias tienen su residencia veraniega aquí. ¡Y

qué

residencias!

¡Qué

parques,

qué

jardines, qué mansiones! La misma casa del párroco

me

sorprendió

por

lo

amplia,

luminosa, confortable. ¡Qué distinta a la mía! Claro, este balneario está lleno de gente rica. ¿Qué les cuesta regalarle una casa así al cura?

Bueno,

bueno

ya

estoy

criticando.

Acordarse de doña Clara: este mes, disfrutar de la buena vida y no pensar en nada... CONTROL

—MÚSICA

BAILABLE

MODERNA,

LUEGO

EN

BEAT (2)

BIEN

CAMBIA

A

FONDO DE BLUES TRISTE Y DRAMÁTICO EN SOLO DE TROMPETA O CLARINETE. PADRE VICENTE

—Por la noche, salí a caminar, a conocer

el balneario. Me sentí un provinciano. Un club nocturno al lado del otro. Todos casi a oscuras. En medio de la oscuridad, siluetas de parejas

bailando

apretadas.

Bailando

y

bebiendo. Beben torrentes de alcohol. Dios sabe que no tengo nada de puritano, pero, ¿es

que

eso

es

divertirse?

Cuánto

más

sanamente se divierten las gentes de mi barrio. (2) Y pululando por las calles y los nightclubs, un enjambre de pobres mujeres y chiquillos desarrapados vendiendo —o tratando de vender— ramilletes de flores, cigarrillos, cerillas. Cuando emprendí el regreso a la parroquia, eran las 4 de la madrugada y todavía

andaban

por

ahí

esos

pobres

rapazuelos ofreciendo sus cajas de cerillas. Otros, dormían acurrucados en los portales. Y en la calle, relucientes, los Galaxies y los Impalas, los Jaguars y los Mercedes Benz. Y

adentro,

las

parejas

besándose

ebrias

y

bebiendo como esponjas. Y los camareros sirviendo más cócteles y echando a empellones a

esos

molestos

chiquillos

descalzos.

(INTENSO) Que me perdone doña Clara, pero no puedo no pensar. No puedo no pensar. CONTROL

—LEVANTA FONDO TRÁGICO DE BLUES

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL —CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Enero 3. Mi primer día de

vacaciones. Me disponía a ir a la playa, cuando

me

anunciaron

que

dos

señoras

preguntaban por el padre Aldao. EFECTO

—PUERTA, PASOS

PADRE VICENTE

—Buenos

días.

El

padre

Aldao

está

ausente por todo el mes de enero. Si se trata de algún asunto de la parroquia, soy el padre Vicente y estoy en lugar del padre Aldao por este mes. MARTICORENA

—Ah, mucho gusto, padre. Yo soy la

señora de Marticorena y esta es la señora de Mendizábal. PADRE VICENTE

—Mucho gusto. ¿En qué puedo servirlas?

MENDIZÁBAL —¿El padre Aldao no le habló de nosotras? PADRE VICENTE

—Pues... a decir verdad, no. Se le debe

haber olvidado. MARTICORENA

—(ALGO OFENDIDA) Qué extraño.

MENDIZÁBAL —Realmente, qué extraño, siendo como somos las principales benefactoras de la parroquia. Con todo el dinero que aportamos para sus pobres. MARTICORENA

—Ahora mismo veníamos para avisarle

que la semana próxima vamos a comenzar la temporada con un bridge de beneficencia. PADRE VICENTE

—¿Con un cómo?

MENDIZÁBAL —Un bridge. ¿No conoce padre? ¡No puede ser! Bridge; ese juego de cartas. PADRE VICENTE

—Ah,

sí,

es

claro,

un

bridge.

(PRONUNCIA COMO SE ESCRIBE). MARTICORENA

—Ah, pero un bridge que va a ser el

acontecimiento de la temporada. Con desfile de modelos de Pierre... ¿se da cuenta? MENDIZÁBAL —Y a la hora del cóctel, una receta creada especialmente por Marinucci. PADRE VICENTE

—(FINGE QUE SABE PERO NO LOGRA

CONVENCER) Sí, sí. MARTICORENA

—Padre, no me va a decir que no sabe

quién es Marinucci. El barman del Embassy, toda una institución en Costa del Mar. ¿A que

no sabe qué nombre se le ha ocurrido ponerle al cóctel? "Amor cristiano". ¿No está genial? PADRE VICENTE

—(ANTE

EL

NOMBRE

"GENIAL"

SE

SOBRESALTA Y CARRASPEA) Jm, jm. MENDIZÁBAL —Y todo a total beneficio de los pobres de la parroquia. ¿Se figura el dineral que vamos a obtener? MARTICORENA

—A propósito, padre, ¿qué le parece?

¿Cuánto podemos cobrar el ticket este año? El año pasado, el padre Aldao puso 50 dólares, pero no teníamos desfile de Pierre. MENDIZÁBAL —Seguro. Yo le dije a Michy que este año con el desfile bien podemos poner 80 dólares. ¿Qué opina, padre? PADRE VICENTE

—(NERVIOSO) No se, yo no entiendo de

eso. MARTICORENA

—Por supuesto, padre, que usted va a ir.

PADRE VICENTE

—¿Eh? No... yo... francamente...

MENDIZÁBAL —Pero,

padre,

el

cura

tiene

que

estar

presente. Aunque sea un ratico. Es una fiesta católica. Para los pobres. PADRE VICENTE

—(NO PUEDE CONTENERSE MAS) ¿Para

qué pobres? MARTICORENA padre.

—¿Cómo para qué pobres? No entiendo,

MENDIZÁBAL —Los de siempre. Los pobres de la parroquia, familias de buena moral. PADRE VICENTE

—¿Ustedes no han visto a los pobres de

aquí? ¿No han visto a esos niños vendiendo flores a las 4 de la mañana, durmiendo en los portales? MENDIZÁBAL —Ah, padre, eso es otra cosa, esos no son pobres, esos son vagabundos hijos de nadie que es una vergüenza que se les permita... PADRE VICENTE

—(INTERRUMPE) ... que se les permita

existir. MARTICORENA

—¿Cómo dijo, padre?

PADRE VICENTE

—Nada... no tiene importancia.

MENDIZÁBAL —Bueno, padre, volviendo al bridge... PADRE VICENTE

—Sí. Bueno, me imagino que ustedes

querrán saber mi opinión sobre la idea de esa fiesta, que han venido para saber si estoy de acuerdo... MARTICORENA

—(ASOMBRADA) ¿Su opinión? Disculpe,

padre, pero ya está todo organizado. MENDIZÁBAL —Además, cómo no iba a estar usted de acuerdo,

si

es

para

los

pobres

de

la

parroquia. PADRE VICENTE

—Yo se que ustedes tienen la mejor

buena voluntad, pero, si quieren realmente ayudar a los pobres, ¿no les parece que hay

formas mejores que esa, una fiesta con bridge y desfile de modelos y todo eso? MENDIZÁBAL —Pero, padre, se ve que usted no conoce. Esa es la única forma de que la gente venga y de dinero... PADRE VICENTE

—Perdón. No me siento bien. Voy a salir

a tomar un poco de aire. Vuelvan en otro momento

y

les

diré

si

cuentan

con

mi

aprobación o no. EFECTO

—PASOS EN PEDREGULLO EN EL SITIO

MARTICORENA

—(SU VOZ SE ALEJA) ¿Pero, cómo su

aprobación? ¿No le digo que ya está todo comprometido, el salón, el desfile, todo...? MENDIZÁBAL —Ven. Michy, ven. Este cura no entiende nada. Le falta roce. ¿De dónde lo habrán sacado? CONTROL

—CORTINA MUSICAL CUBRIÉNDOLA

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Enero

5,

domingo.

Mi

primera misa dominical en Costa del Mar. Allí estaban la señora de Mendizábal, la señora de Marticorena, el ministro Ibáñez Lagos... en fin, todo el gran mundo. Me dije: tengo que hacer que me comprendan. Sí; si se les explica, comprenderán. Comencé mi sermón. PADRE VICENTE

—(ALGO DE RESONANCIA) Hermanos,

el Evangelio de hoy nos invita a meditar en el amor

de

Cristo

por

los

pobres.

¿Cómo

debemos hoy vivir ese amor? ¿Con limosnas?

No. Yo se que al dar limosna, ustedes la dan llenos

de

buena

voluntad;

pero

debemos

comprender que la limosna no sirve para nada, no arregla nada. Al contrario; solo sirve para humillar al pobre, para degradarlo todavía más. TODOS

— TOSES Y CARRASPERAS QUE SIGUEN MIENTRAS EL PADRE VICENTE CONTINUA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Se empezó a crear un clima

incómodo. La gente comenzó a toser, a carraspear, a moverse en sus asientos... (2º PLANO) La limosna ofende, la limosna rebaja, la

limosna

no

redime,

no

construye, no

promueve, no levanta, porque no hay amor sin justicia... PADRE VICENTE

—Meditemos hermanos. Lo que Cristo nos

pide no es dar limosna y quedarnos con la conciencia tranquila. No es lucirnos en una fiesta social y creer que así cumplimos con el pobre. No tenemos derecho a hacer del pobre un pretexto para nuestra fiesta. El pobre es nuestro hermano, es igual a nosotros, y lo primero a lo que tiene derecho es a que respetemos su dignidad. PADRE VICENTE

— (RELATA) De pronto, la señora de

Marticorena

se

levantó

ostensiblemente

y

salió del templo. Tras ella, la señora de Mendizábal. Sus esposos. Y el ministro. Y un matrimonio. Y otro más. Hasta que el templo

quedó medio vacío. (2º PLANO) No puede haber, hermanos, auténtico amor si no está basado en la justicia. No se trata entonces de tomar al pobre de pretexto para una fiesta social, sino... (DESVANECE). CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Enero 7. Anteayer escribí en

mi diario que era mi primer domingo en Costa del Mar. Debí decir: mi primer domingo... y el último. Esta mañana, presuroso y repentino regreso del padre Aldao. PADRE ALDAO —Hermano, por Dios, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué líos estás armando? Ayer recibí este telegrama de una familia amiga. EFECTO

—DESDOBLA PAPEL.

PADRE VICENTE

—(LEE)

"Fieles

escandalizados.

Punto.

Prudencia

cristiana

aconseja

inmediato

regreso".

(REPITE)

"Prudencia

cristiana

aconseja

inmediato

Prudencia

Cristiana

regreso". debe

ser

Esa una

señora dama

sumamente respetable. En este balneario uno aprende muchas cosas. El otro día conocí algo que he buscado toda la vida: nada menos que

el Amor Cristiano. ¿Y sabes lo que es? Ni te imaginas. Un coctel. PADRE ALDAO —Bueno, explícate de una vez. ¿Por qué me mandaron este telegrama? PADRE VICENTE

—Ya no importa. De todos modos, me

ganaron de mano por unas horas apenas. ¿Sabes

a

dónde

iba

cuando

llegaste?

a

ponerte yo un telegrama. Para pedirte que volvieras. Me quiero ir de aquí. Hoy mismo. Me ahogo aquí. Me asfixio. Esto no es descanso

para

mí.

El

ambiente

de

este

balneario de moda no es para un pobre cura de barrio como yo. Y además_ este telegrama tiene razón. Es mejor que me vaya. Fracasé. Fallé. No supe hacerme entender por la gente.

Quise

hacerlos

pensar,

hacerlos

revisar sus actitudes, y solo conseguí que se ofendieran. En lugar de hacerles comprender, lo único que logré fue herirlos. No sirvo para este lugar. EFECTO

—ABRE ARMARIO; MOVIMIENTOS.

PADRE ALDAO —¿Qué haces? PADRE VICENTE

—Aprontar mi valija. ¿No sabes a qué

hora hay tren para la capital? PADRE ALDAO —Dentro de... ¿a ver? ... dentro de 25 minutos. PADRE VICENTE

—Si me doy prisa lo alcanzo. ¡Cómo se va

a enojar doña Clara! Tanto que me repitió que

no me metiera en líos y que no volviese hasta el 31 y ahí tienes: hoy es 7, ¿verdad? y ya estoy regresando. Hermano, perdóname. Te repito: la culpa fue toda mía. No sirvo. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—TREN EN MARCHA.

PADRE VICENTE

— (RELATA) Curioso. En el tren que me

traía de regreso, en ese inhóspito vagón de tercera, volví a sentirme cómodo. Volví a respirar a mis anchas, cosa que no logré ni un momento en todos esos días en Costa del Mar.

Volvía

a

estar

rodeado

de

gente

sencilla, humilde, gente con la que yo puedo hablar, con la que puedo entenderme. Llegó el mediodía y todos abrieron sus paquetes e intercambiaron amistosamente sus provisiones. Todos compartieron lo de todos; todo era de todos, como entre los primeros cristianos. Recién entonces caí en la cuenta de que, en mi prisa, no había traído nada para almorzar. MARCOS

—Y usted, amigo ¿no come nada?

PADRE VICENTE MARCOS

—Pero no puede ser, sírvase.

PADRE VICENTE MARCOS

—No... me olvidé de traer.

—No, si no tengo hambre.

—Vamos, cómo no va a tener hambre. No se va a pasar todo el viaje sin comer nada.

Sírvase, hágame el favor. (GRITA) ¡Eh! Aquí hay un compañero sin almuerzo. TODOS

—Sírvase... Sírvase de lo mío... Tenga...

Sírvase otro poco. PADRE VICENTE

—(RÍE) Gracias, muchas gracias. Al final

voy a tener más que todos. MARCOS

—Usted subió en Costa del Mar, ¿no? ¿Estuvo

trabajando allá? PADRE VICENTE

—(COMIENDO) Intenté. Pero no me fue

bien. Por eso estuve unos pocos días y ya estoy volviendo. MARCOS

—Yo estuve el verano pasado y me sucedió lo mismo.

Eh...

con

los

ricos

es

difícil

entenderse. Yo soy albañil, ¿sabe? Bueno: los ricos, es como si estuvieran detrás de una pared de cemento. La plata es como una pared. No los deja oír, no los deja ver, no los deja entender. Pobres. Dicen que los ricos saben vivir. "Eh, Fulano es rico, qué bien vive". Mentiras. No saben vivir. PADRE VICENTE

—Tiene razón, mi amigo. Yo me echaba

la culpa de todo. Pero usted tiene razón. No pueden

oír,

no

pueden

ver,

no

pueden

entender. MARCOS

—En cambio entre los pobres, siempre nos entendemos. Porque sabemos lo que es la vida. ¿No le simpatiza un trago de vino? Sírvase.

EFECTO

—SIRVE VINO, CHOCAN VASOS.

PADRE VICENTE MARCOS

—Salud.

—Salud. Ahora, hay que decir lo que es: Costa del Mar es precioso. Para el que puede ir a descansar...

PADRE VICENTE

—(BEBE; LUEGO) Sí. Es precioso. Y sin

embargo, pasé todo el tiempo con un nudo atravesado

aquí.

Recién

ahora

aquí,

con

usted, entre ustedes, me vuelvo a sentir a gusto... Me vuelvo a sentir entre los míos. MARCOS —Dígame, hermano: ese estuche que lleva ahí, ¿no es un acordeón? PADRE VICENTE

—Sí, lo llevé pensando tocar allá, en

Costa del Mar. Y en todo el tiempo ni lo abrí. MARCOS

—Pero

ahora

tiene

que

tocarnos

algo,

alegrarnos el viaje. PADRE VICENTE

—Con todo gusto. Pero mire que no se la

música

de

moda.

Solo

viejas

canciones

populares. MARCOS

—Mucho mejor, son las más lindas. (ALTO) Oigan, que aquí el compañero nos va a tocar algo...

TODOS

—COMENTARIOS CELEBRANDO.

ACORDEÓN

—ESBOZA UN TEMA COMO REPASÁNDOLO Y ROMPE A TOCAR.

TODOS

—GOLPEAN LAS MANOS ACOMPAÑANDO.

CONTROL

—DISOLVING LENTO.

DOÑA CLARA —(ENTRE ASOMBRADA Y ENOJADA) ¿Eh? ¡Padre Vicente! ¿Qué hace usted por aquí? Si no

hace

una

semana

que

se

fue.

¿No

habíamos quedado en que...? PADRE VICENTE

—Qué le vamos a hacer, doña Clara. Los

extrañaba. Extrañaba el barrio. Vengo a... tomar vacaciones, ¿sabe? Necesito volver a respirar. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 14

Duración: 22:10

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. MARIANA.

—28

años.

Joven

sensible

y

afectuosa.

Temperamento vehemente y emotivo. FAJARDO.

—38 años. Penado. Como muchos presos que el autor ha conocido, no tiene nada de facineroso. No es un delincuente profesional. Posiblemente está purgando una condena por crimen pasional.

DOÑA AMPARO.

—Anciana humilde. Ha vivido una larga

vida de pobreza. SCHORENBAUM.

—Comerciante

alemán.

Aunque

tiene

varios años ya de residencia en el país, sigue hablando con bastante acento alemán.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA MUSICAL - BAJA Y

QUEDA DE FONDO. LOCUTOR barrio.

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA

-

FUNDE

CON FONDO MUSICAL SUAVE. PADRE VICENTE

—(EN

RELATO)

Martes

9.

Pobre

Mariana. ¡Qué angustiada estaba esta mañana Mientras yo decía la misa, la veía rezar con las manos crispadas... después, de pronto, no poder más y, con la cabeza hundida entre las manos, largarse a llorar. Rezaba y lloraba, lloraba y rezaba. Terminada la misa, se abalanzó a mi encuentro. (CESA FONDO SIN INTERRUMPIR LA ACCIÓN). MARIANA

—(ACERCÁNDOSE) Padre, usted tiene que hacer algo. Esto es horrible. Usted tiene que hacer algo.

PADRE VICENTE

—(SIGUE

EN

RELATO)

Estaba

demacrada y ojerosa. Sin duda, no había dormido en toda la noche. (EN ACCIÓN, SUAVE,

AFECTUOSO):

¿Qué

pasa,

muchacha? MARIANA

—(LLOROSA) Papá.

PADRE VICENTE

— (SE HACE CARGO EN SEGUIDA) Ah.

MARIANA

—Dice el médico que... no pasa de esta noche (LLORA) Ahora sí. Se acabó. (LLORA).

PADRE VICENTE

—(TRATA

DE

CONSOLARLA)

Bueno,

Mariana, hace mucho que tú sabías que tu padre...

MARIANA

—Sí, sí, yo sabía, pero no es solo eso...

no es solo eso... PADRE VICENTE

—Claro, ahora que la hora ha llegado...

comprendo, la separación siempre es muy dura,

muy

consolarte

dolorosa. pensando

Pero

que

es

tienes

que

mejor

así,

después de todo. Terminarán para él todos estos

largos

meses

de

sufrimiento...

descansará por fin. Es mejor Mariana. Es un acto de piedad de Dios llevárselo. MARIANA

—(SU ANGUSTIA ESTALLA) Llevárselo... ¿Y cómo puedo yo saber a dónde va mi pobre padre? Si va hacia Dios, o si va hacia... hacia...

PADRE VICENTE MARIANA

—¡Mariana! ¿Qué estás diciendo?

—Eso, eso es lo que me tiene así. Si a la separación yo estoy resignada, si comprendo que eso es lo mejor para él y para todos. Pero a lo que no puedo resignarme es a la angustia de que papá se... se condene. (LLORA REPITIENDO BAJO) : ¡Es horrible, es horrible!

PADRE VICENTE

—(AL MISMO TIEMPO, DESPUÉS QUE

ELLA PRONUNCIA "SE CONDENE") ¿Qué dices? Pero, ¿cómo se te ocurre? MARIANA

—Pero, padre, si usted sabe que papá... no cree. Que desde chico no pisa una iglesia. No va a misa, no se confiesa... Yo esperaba que

ahora, llegada su última hora se reconciliara con Dios. Pero no hay caso, no hay caso. No quiere ceder. No de su brazo a torcer. PADRE VICENTE

—(COMO PARA SI) Era eso, entonces, lo

que te tiene tan afligida. MARIANA

—¡Y cómo quiere que no me aflija! Usted sabe cómo quiero yo a papá. Lo adoro. ¡Es tan bueno! Ha sido siempre tan bueno conmigo, con mamá... con todo el mundo! Y verlo perderse... Anoche, después que el médico nos previno, me le acerqué, le hice una caricia, y le insinué: "Papá, ¿y si hiciéramos venir al padre Vicente?".

PADRE VICENTE MARIANA

—(ADIVINA) Pero él...

—...Sonrió afable, me dio un beso... pero hizo que no con la cabeza. "Hijita, lo haría por darte ese gusto. Pero no, sería una hipocresía. demasiado

Aunque tu

fe

no

para

creo, prestarme

respeto a

esa

comedia. Si Dios realmente existe, no puedo fingir ante Él y ante ti una fe que no tengo. Déjeme morir como he vivido: en mi verdad. Si el padre Vicente quiere venir a verme como amigo, bienvenido, me gustará mucho darle el último abrazo. Pero como "lo otro... no". PADRE VICENTE

—E

honrado, tan íntegro!

Este

don

Alberto!

¡Siempre

tan

MARIANA

—Pero hay que hacer algo, padre... Dios me tiene que ayudar. Papá se va a morir sin Dios. He estado todo el tiempo en la misa pidiéndole un milagro al Señor. Padre Vicente, usted tiene que venir conmigo, hablar con él. Usted que es tan bueno, sabrá encontrar la forma de convencerlo.

PADRE VICENTE

—Pero no comprendes, hija, que si no

nace de él no tiene ningún sentido. Dios no quiere confesiones forzadas, sino solo la aceptación que surge libremente de nuestro corazón. MARIANA

—Y entonces, ¿tengo que verlo irse así? ¡No, no es posible! Usted tiene que intentarlo. Tal vez a último momento Dios se apiade de papá y le conceda la gracia de creer. Usted tiene que venir conmigo, no me puede dejar así, en esta angustia horrible, en este infierno.

PADRE VICENTE

—(PAUSA; SE DECIDE) Espérame un

instante. Voy por mi bufanda. En seguida estoy contigo. MARIANA

—(ESPERANZADA) ¡Gracias, padre!

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—PASOS

EN

BALDOSA

(LOS

DOS

CAMINANDO POR LA ACERA). PADRE VICENTE modelo 27, verdad?

—¿No te asusta viajar en mi poderoso

EFECTO

—ABRE

PORTEZUELA

DE

AUTOMÓVIL

ANTIGUO PADRE VICENTE

—Sube. Ten cuidado que los muelles del

asiento son traicioneros. EFECTO

—CIERRA PORTEZUELA.

PADRE VICENTE

—Y ahora, ruega a San Cristóbal que se

digne arrancar. EFECTO

—VARIOS

INTENTOS

DE

ARRANQUE

FALLIDOS; EL PADRE MASCULLA COSAS. MARIANA

—Padre, pero ¿y el cáliz, y los santos

óleos? ¿Se le olvidaron? PADRE VICENTE

—No te preocupes; en el bolsillo llevo lo

necesario. MARIANA EFECTO

—(SORPRENDIDA) en el bol... —EL

VIEJO

AUTOMÓVIL

ARRANCA,

FINALMENTE. PADRE VICENTE

—Ah, todo llega alguna vez...

CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL ÁGIL.

EFECTO

—AUTOMÓVIL

ANTIGUO

EN

MARCHA;

TRANSITO EN SEGUNDO PLANO. MARIANA

—Pero, padre, por aquí no se va al

hospital. Nos estamos alejando. PADRE VICENTE

—No vamos al hospital, Mariana.

MARIANA

—No comprendo. Entonces, ¿no vamos

donde papá?

PADRE VICENTE

—Estamos yendo, pero dando un rodeo.

Saldremos al encuentro de tu padre por otro camino. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—AUTOMÓVIL ANTIGUO EN MARCHA.

MARIANA

—Pero, ¿por qué tenemos que ir al encuentro de papá por otro camino? No comprendo.

EFECTO

—FRENA.

PADRE VICENTE

—¿Conoces este edificio, verdad?

MARIANA

—Sí, la cárcel.

PADRE VICENTE

—Tu padre venía aquí casi todas las

mañanas. MARIANA

—Sí. A visitar a "sus presos", como él decía. (LAGRIMEA) Pobre papá. Tan bueno, tan generoso, y…

PADRE VICENTE

—Bajemos un momento, ¿quieres?

CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL ÁGIL.

FAJARDO

—¿Así que usted es la hija del doctor Sandoval, señorita? Entonces, ordene. Por el

doctor

Sandoval,

nosotros

aquí,

cualquier

cosa. MARIANA

—(EMOCIONADA) ¿Tanto lo quieren a

papá? FAJARDO

—Usted no sabe el golpe que fue para nosotros cuando supimos que estaba enfermo y que no podría seguir viniendo. Era como un padre para todos nosotros.

PADRE VICENTE

—Era el abogado de todos ustedes,

¿verdad, amigo Fajardo? FAJARDO

—De todos los que no podíamos pagarnos un abogado. Nos defendía gratis.

PADRE VICENTE

—¡Pobre! Así fue como pudiendo haberse

hecho una fortuna, como sus colegas... MARIANA FAJARDO

—... termina sin un céntimo. —Y cómo luchaba para conseguir justicia y clemencia para nosotros! Como un tigre. Pero no era solo eso, el abogado. Era mucho, mucho más. Era el amigo que nos visitaba, que nos escuchaba, que nos comprendía, que nos perdonaba, que nos quería.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—AUTOMÓVIL

ANTIGUO

EN

MARCHA:

TRANSITO PADRE VICENTE Mariana?

—¿En qué vas pensando tan callada,

MARIANA

—¿En qué voy a pensar? En papá. Era un hombre

de...

(SE

INTERRUMPE,

NUEVAMENTE ABATIDA) No. PADRE VICENTE

—Sigue. ¿Qué ibas a decir?

MARIANA

—Casi iba a decir que era un hombre...

un hombre de Dios. PADRE VICENTE MARIANA

—¿Y por qué no lo decías?

—Ahorra esa frase suena amarga y cruel. (TRANSICIÓN) ¿Ahora sí vamos al hospital, verdad?

PADRE VICENTE

—Todavía no. No te preocupes. Estamos

llegando donde tu padre. Pero... ya te lo dije... por otros caminos. EFECTO

—EL AUTOMÓVIL SE DETIENE

PADRE VICENTE

—En esa casa también deben recordarlo.

Vamos a saludar a doña Amparo. CONTROL

—PANTALLAZO MUSICAL.

DOÑA AMPARO

—¡Pero cómo no voy a recordar a don

Alberto, padre! Si fue el que me consiguió suspender el desalojo cuando ya me veía sin techo y en la calle. ¡Luchó a brazo partido con el propietario y con los abogados del propietario y con los jueces y con todo el mundo! Siempre así, siempre a disposición de todos los pobres del barrio. Y todavía hay quien dice por ahí que no es creyente.

MARIANA

—(TRISTEMENTE) Y no lo es, señora.

DOÑA AMPARO

—Si usted lo dice así será, niña. Pero

para mí, es el hombre más santo que he conocido en este mundo. CONTROL

—FONDO MUSICAL.

EFECTO

—AUTOMÓVIL ANTIGUO EN MARCHA EN MEDIO DEL TRANSITO.

PADRE VICENTE que

—(EN RELATO) "El hombre más santo he

conocido".

Ahora,

Mariana

iba

silenciosa, sumida en sus pensamientos. Una chispa de luz empezaba a abrirse camino en sus ojos cansados de llorar. Aun tuvimos tiempo de detenernos un momento en la cervecería de Schorenbaum. EFECTO

—DESVANECE

SONIDO

Y

MÚSICA

SIN

INTERRUMPIR LA ACCIÓN; ENTRA RUIDO DE VASOS, VOZ DEL MOZO AL HACER LOS PEDIDOS EN SEGUNDO PLANO, ETC. SCHORENBAUM

—Ustedes saben, yo recién llegado de

Alemania. desembagco y me "engfegmo". Muy "grafe". Al hospital. Solo. Solo como un pego. Yo no se cómo don Albegto se enteró. Venía a vegme todos los tías. Todos. Sin faltag uno. Yo lloraba de soledad, de desespegación. Y él, a dagme ánimos, a consolagme. Si no fuega pog don Albegto, yo me habría dejado morig, entregado. El me sacó adelante... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—AUTOMÓVIL ANTIGUO EN MARCHA EN MEDIO DEL TRANSITO.

PADRE VICENTE

—Estás muy callada, Mariana.

MARIANA

—(SALIENDO DE SU ABSTRACCIÓN)

¿Eh? Ah, sí. PADRE VICENTE

—Pero... ya no lloras.

MARIANA

—No se qué me pasa. No lo entiendo.

Me entró como una paz. PADRE VICENTE

—Esa es buena señal. La señal de Cristo.

Donde hay paz, es que está El. MARIANA

—¿Dónde estamos yendo ahora?

PADRE VICENTE

—Así me gusta. Ya no exiges el camino

del hospital. Te dejas llevar. Mira Mariana: salimos de mi casa para ver cómo juntar a tu padre con Dios. Con tu padre, ya hemos estado de alguna manera. Hemos estado con él a través de todos los que lo quieren y lo recuerdan. MARIANA

—(SUAVEMENTE) Sí, es verdad.

PADRE VICENTE

—Ahora, vamos a oír a Dios. Vamos a

ver qué dice Dios.

MARIANA

—(TEMEROSA) ¿Acaso usted sabe lo que

dice Dios de mi padre? PADRE VICENTE

—Sí. Lo se. El me ha hablado de tu

padre, y me dijo lo que tú quieres saber. Bajamos un momento en el parque. Aquí... EFECTO

—EL AUTOMÓVIL SE DETIENE, SE OYEN CANTOS DE PÁJAROS. PORTEZUELA SE ABRE. PASOS DE AMBOS CAMINANDO POR EL SENDERO DE PEDREGULLO.

PADRE VICENTE

—... bajo este sol, en medio de estos

árboles, de estos pájaros, déjame sacar lo que traía en el bolsillo. Este librito, ¿ves? MARIANA

—(LEE) "El Evangelio de San Mateo". ¿Y

aquí se habla de mi padre? PADRE VICENTE

—En el capítulo 25. Mira, es un pasaje

que leo y releo tantas veces, que el librito ya se abre solo en esta página. Sentémonos. EFECTO

—LOS PASOS SE DETIENEN - SIGUE EL

CANTO DE PÁJAROS. PADRE VICENTE

—"Entonces, Jesús dijo: Cuando el Hijo

del Hombre venga en su gloria, escoltado de todos sus ángeles, separará a las gentes y pondrá a unas a su derecha, y a otras a su izquierda. Entonces, el Rey dirá a los de su derecha: `Vengan, benditos de mi Padre, reciban en herencia el Reino que les está destinado desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de

comer, tuve sed y me dieron de beber, fui un extranjera y me acogieron, estaba desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y vinieron a verme' ". MARIANA

—Dios. Pensar que papá hizo todo eso: dio de comer al hambriento, ayudó al extranjero, socorrió al preso, visitó al enfermo. Pero... no a Cristo.

PADRE VICENTE MARIANA

—Sigue leyendo, Mariana.

—"Entonces,

los

justos

le

responderán:

'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, extranjero y te acogimos, desnudo y te vestimos, enfermo o preso y te visitamos?' Y el Rey les dará esta respuesta: 'La verdad es que cuando lo hicieron al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo estaban haciendo' ". (LA EMOCIÓN LE IMPIDE CONTINUAR) . PADRE VICENTE

—(CONCLUYE DULCEMENTE) Y se irán

los justos a la vida eterna. MARIANA

—(REPITE EMOCIONADA) Cuando lo hicieron al más pequeño de sus hermanos...

PADRE VICENTE

—A El se lo estaban haciendo. El preso

Fajardo,

la

viejecita

Amparo,

el

alemán

Schorenbaum, son Cristo, Mariana. MARIANA lo sepa.

— (PARA SI) Son Cristo. Aunque papá no

PADRE VICENTE

—Y tu padre les tendió la mano. Y, sin

saberlo, Cristo.

le

estaba

Mañana,

tendiendo

ante

su

la

mano

a

gloria,

El

le

revelará: "Alberto, hermano querido, tuve hambre y tú me diste de comer; extranjero me acogiste, preso me socorriste, enfermo me visitaste". Y tu padre, asombrado, le preguntará: "¿Cuándo, Señor?". Y El le dirá: "Amparo

era

yo,

Fajardo

era

yo,

Schbrenbaum era yo. Y tú te abriste a mí en Fajardo, en Schorenbaum, en Amparo. Yo estuve todo el tiempo en tu corazón y tú, sin conocerme, supiste recibirme en él". MARIANA

—Bendito sea Dios, que hizo bueno a mi padre, aunque el pobre no sepa que esa bondad le viene del Señor!

PADRE VICENTE

—No lo sabe hoy todavía; mañana lo

sabrá... para siempre. MARIANA

—Sí. Dios mío, cómo pude ser tan tonta de temer que un hombre tan bueno podía no llegar a Dios!

PADRE VICENTE

—Y ahora sí, vamos al hospital. Como él

quería: simplemente en amigo, a darle un abrazo. El último abrazo. Ojalá todos los que nos

decimos

cristianos

fuéramos

tan

verdaderamente cristianos como él! Vamos, Mariana,

a

rodear

a

don

Alberto.

acompañarlo en su partida hacia el Padre. CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL SUAVE

A

PADRE VICENTE

—(EN RELATO) Ahora, cuando termino

de escribir esta página, ya clarea la luz de la madrugada. Acabo de regresar del hospital. Don Alberto se ha ido lleno de paz. Y me atrevo a decirlo, Señor; se ha ido... en tu paz, en la paz del Señor. Mariana le cerró los ojos y le lloró suavemente. También en ella, en medio del hondo dolor de la separación, ya no había angustia, sino paz. Y como oración de despedida, volvimos a leer juntos tu palabra: PADRE VICENTE Y MARIANA JUNTOS, SUAVEMENTE: —"Cuando lo hicieron al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo estaban haciendo". CONTROL MUSICAL.

—EL

FONDO

CULMINA

EN

CIERRE

CAPITULO 15

Duración: 21:46

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. ARTURO FERNÁNDEZ.

—19

o

20

años.

Estudiante.

Honrado, sincero, auténtico. ALBERTO FERNÁNDEZ. —48. Buen hombre pero de visión estrecha. ETELVINA.

—46.

Tímida,

apaciguadora,

conciliadora; pero no ve claro. Carácter débil, muy influenciable por su esposo. DON JOAQUÍN.

—65

años.

Un

hombre

humilde,

golpeado por una vida dura. DOÑA YOLANDA.

—62 años. Sufrida, cansada de

luchar...

CONTROL

—CARACTERÍSTICA MUSICAL PROGRAMA; BAJA Y QUEDA DE FONDO.

LOCUTOR barrio.

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA;

BAJA

Y

QUEDA DE FONDO.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Mayo

19.

A

veces,

sin

querer, uno pone "el dedo en la llaga", como suele decirse. Como me sucedió esta noche. Me habían invitado a cenar los Fernández... los padres de Arturo. Estábamos en la mesa los cuatro: Alberto, Etelvina, Arturo y yo. Hablábamos... de bueyes perdidos. Hasta que, simplemente por sacar otro tema de conversación se me ocurrió decir... EFECTO

—RUIDOS PROPIOS DE LA CENA (PLATOS, CUBIERTOS, VASOS).

PADRE VICENTE

—(ACCION)

Arturo,

qué

callado,

hombre. No has abierto la boca en toda la cena. ARTURO

—¿Y de qué quiere que hable, padre?

PADRE VICENTE

—No se. De tu vida... de tus estudios.

Ahí está: cuéntanos un poco cómo te va en los estudios. ¿Cómo marcha ese futuro abogado? EFECTO

—CUBIERTOS QUE CAEN SOBRE EL PLATO.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Inmediatamente que hice la

pregunta, el clima cambió de golpe. Arturo hizo un gesto de contrariedad y desvió la vista.

Doña

Etelvina

bajó

la

cabeza

y,

nerviosamente, se puso a hacer bolitas con

migas

de

pan.

Don

Alberto

dejó

caer

bruscamente los cubiertos y se mordió los labios. PADRE VICENTE

—(ACCIÓN)

Vaya...

parece

que

sin

querer he mentado la soga en casa del ahorcado. Perdónenme. ETELVINA

—Sí, va a ser mejor que cambiemos de tema, padre. Si queremos tener la fiesta en paz.

ALBERTO

—No, no; ya que el padre preguntó, hay que responderle. Vamos, Arturo, contesta. Ya oíste, el padre quiere saber cómo marchan tus estudios. Dile.

ETELVINA

—(BAJO) Ay, Alberto, por favor, no

empecemos como siempre. ALBERTO

—¿Por qué no le dices? Dile al padre que hace un año que no das un examen. Que el último que diste, saliste aplazado. Que estás a punto de perder la carrera... Que...

ETELVINA

—Este... ¿Le sirvo otro trocito de pastel

padre? PADRE VICENTE

—No, muchas gracias, señora, está muy

rico. pero... ETELVINA ALBERTO

—¿Y tú, Alberto? —No, gracias, ya se me fue el apetito al diablo. ¿Usted se da cuenta, padre, qué desgracia? Hacer los sacrificios que hemos hecho para que el muchacho estudie y llegue a

algo en la vida... y él, nada, mirando el techo, sin tomar un libro desde hace ya no se cuánto. Un vago. Eso es lo que es: un vago. "Cómo le va en los estudios". ¡Jm! ¿Qué estudios... si no estudia nada? PADRE VICENTE

—(RELATA) Yo observaba a Arturo. Los

tres lo mirábamos esperando que dijera algo. Nada. Permanecía callado. ETELVINA

—Arturo, por Dios, di algo. No te quedes así, callado como una pared. Siempre es igual este muchacho. Si eso es lo que más enfurece a tu padre.

ALBERTO

—¿Y qué va a decir? ¿Qué puede decir si sabe que no tiene perdón? Echar a perder una oportunidad así, que tantos se la quisieran y no pueden. Usted no sabe, padre, no se imagina los sacrificios que yo he hecho para que este inútil pudiera estudiar. Trabajé como

una

bestia,

privándome

de

todo,

ahorrando. Por él. Todo por él. Me decía, "yo soy pobre y nunca he podido llegar a nada, nunca

saldré

de

pobre

porque

no

tengo

estudios. Pero mi hijo, no. Mi hijo va a triunfar en la vida. Va a tener un porvenir, una

posición.

Va

a

ser

como

el

doctor

Simonetti, que también es hijo de una familia pobre, pero estudió, llegó... y hay que ver lo que es ahora. El sí que supo triunfar. Una casa que es un palacio. Y residencia de

verano en Costa del Mar. Y dos automóviles. Y viajes a Europa todos los años... ETELVINA

—Es cierto. Siempre le decíamos a Arturo: Tú

tienes

que

seguir

el

ejemplo

de

Simonetti... triunfar como él, llegar donde él llegó. ALBERTO

—Y nos sacrificamos como esclavos. ¿Para qué? Para esto. Mírelo, padre. Ahí lo tiene. Uno le habla y es como si le hablara a una estatua.

PADRE VICENTE

—(AFECTUOSO) ¿Qué dices tú, Arturo?

¿Por qué no te explicas? ARTURO

—Es inútil. No me comprenden. He intentado.

Pero no me comprenden. ALBERTO

—Claro. Seguro; no lo comprendemos. Ya va a salir con sus "ideales", con sus famosos ideales. Pero con los ideales no se come ¿sabes?

PADRE VICENTE

—¿No te gusta estudiar? ¿Te resulta

demasiado difícil? ETELVINA

—Pero no padre, si usted lo conoce desde niño y sabe que es inteligentísimo. Si toda su vida trajo notas brillantes, si de secundaria egresó con medalla de oro al mejor alumno. Si justamente por eso dijimos: "hay que hacer cualquier

sacrificio

para

que

pueda

estudiar"... (CASI LLORANDO) Y ahora ya

ve... Si él quisiera, se recibiría en dos años. Pero no quiere, no quiere. ALBERTO

—"No me comprenden". ¿Comprender, qué? ¿Qué es lo que tenemos que comprender? ¿Que

eres

un

vago?

¿Que

no

tienes

vergüenza? ¿Que a ti no te importa nada de nada? ETELVINA

—Calma, Alberto, por Dios. Que está el

padre... ALBERTO

—Pero si es la verdad. Que el padre también lo sepa. Sí, señor. No le importa nada de nada. No le importa nuestro sacrificio. No le importa lo que va a ser de su vida. No va a ser nadie, no va a llegar a nada... Ya lo veo, fregando platos en una fonda o cargando fardos en el puerto. (DANDO UN PUÑETAZO EN LA MESA) ¿No ve, padre, no ve? Ni se inmuta. Si a él le da todo lo mismo: ser abogado o estibador, llegar o no llegar, ser un triunfador o un muerto de hambre. A él tanto le da. Esta es la juventud de ahora... sin ambiciones, sin rumbo, sin norte. No les importa nada de nada.

CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y Arturo seguía mudo, como

si realmente no le importara nada de nada... como si fuera apático, indiferente a todo... como si en verdad todo le diera lo mismo. Casi se hubiera dicho un cínico. ¿Será así

realmente? ¿Se habrá convertido en eso Arturo Fernández: en un perdulario, en un parásito? CONTROL

—LEVANTA

FONDO

MUSICAL

COMO

CORTINA

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Mayo 26. Ahora se lo que

pasa a Arturo. Ahora lo comprendo. Esta noche, me vino a ver a casa. EFECTO

—MOVIMIENTOS

EN

LA

COCINA

CALENTANDO CAFÉ. ARTURO

—Hola, padre.

PADRE VICENTE ARTURO

—Hola, Arturo, ¿qué hay?

—Necesito hablar con usted.

PADRE VICENTE

—Con todo gusto, hombre. Siéntate.

Llegas justo a tiempo para tomar un café caliente, estaba por servirlo. EFECTO

—SIRVE CAPE

PADRE VICENTE ARTURO

—Bueno... ¿qué pasa, Arturo?

—Pasa que me... que me quiero ir de casa.

PADRE VICENTE

—(SILBA) ¿Y eso?

ARTURO

—Y para eso necesito de qué vivir, necesito un trabajo. Usted que conoce tanta gente... ¿no podría ayudarme a conseguir un trabajo? Cualquier trabajo, me da lo mismo.

PADRE VICENTE

—Pero, ¿has pensado que eso puede

costarte

la

carrera?

Fíjate:

trabajar

y

estudiar a la vez, es muy difícil. Pero mucho más si te vas de tu casa y tienes que ganarte la vida, pagarte tú solo todo: techo, comida, ropa... ARTURO

—No me importa. ¿No seré abogado? Y bueno, no seré abogado. No me importa.

PADRE VICENTE ARTURO

—¿Por qué no te importa?

—Mire, padre. Mis abuelos fueron pobres. Mis padres son pobres. Yo nací pobre. Todos en este barrio somos pobres. ¿Por qué voy a ser yo rico? No quiero ser rico. No me importa "triunfar", "llegar", como dicen mis padres. Quiero seguir siendo pobre como ellos, como lo somos todos aquí. Para mí ser obrero vale tanto y es tan respetable como ser abogado. O más. Estudiar. Recibirme. ¿Para qué? ¿Para ganar mucho dinero? para hacer fortuna como ese famoso Simonetti que a cada momento me sacan de ejemplo? ¿Para tener un palacete, un bungalow en Costa del Mar, dos automóviles y todo eso? No me importa.

O

si;

me

importa.

Pero

para

rechazarlo con toda mi alma. ¿Vivir para eso,

para ganar dinero y nada más? (INTENSO) Lo rechazo, lo rechazo, lo rechazo. PADRE VICENTE

—Ahora

empiezo

a

comprenderte,

Arturo. Ahora sí. ARTURO

—No quiero convertirme en un abogado rico, en

uno

de

esos

abogados

de

grandes

empresas... maestros en chanchullos, artistas en maniobras y astucias, que ganan dinero enseñando a las empresas cómo burlar, cómo evadir la ley. Esto es lo que mis padres llaman "triunfar". PADRE VICENTE

—Bueno, Arturo. Quiero creer que no

todos los abogados que hacen fortuna se prestan a maniobras deshonestas. ARTURO

—Ya lo se, padre; pero aun así... siempre son abogados del mundo de los negocios. Que acciones,

que

bancos,

que

consorcios

financieros, que sociedades anónimas, que convenios

comerciales,

que

contratos

petroleros... Y a mi todo eso, aun cuando sea licito, no me interesa. ¿Entiende, padre?... no me interesa. No nací para eso. No quiero vivir para eso. Y eso es lo que mis padres no com... EFECTO

—GOLPEAN LA PUERTA

PADRE VICENTE EFECTO

—¿Quién es? Adelante.

—SE ABRE LA PUERTA

DON JOAQUÍN

—¿Se puede, padre? Con permiso.

DOÑA YOLANDA

— Buenas noches, padre.

PADRE VICENTE

—Hola, don Joaquín. Cómo está, doña

Yolanda.

¿A

Arturo

lo

conocen,

verdad?

(CAMBIAN SALUDOS). DON JOAQUÍN

—Este... interrumpimos, por lo visto,

padre. PADRE VICENTE

—Bueno,

conversando

a

decir

con

verdad,

Arturo

de

estaba

cosas

muy

importantes. ARTURO

—No importa, padre. Yo puedo esperar, no tengo prisa. Después seguimos conversando...

PADRE VICENTE

—Siendo

así...

tomen

asiento.

(MOVIMIENTO DE SILLAS). DON JOAQUÍN

—Nosotros solo vamos a robarle al padre

un momentico. Y es urgente. ARTURO

—Yo

me

retiro,

así

los

dejo

hablar

tranquilos... DOÑA YOLANDA

—No, no hace falta... si no es nada

secreto... Puedes quedarte nomás. DON JOAQUÍN

—Padre,

estamos

desesperante.

Por

eso

ante nos

un

problema

tomamos

la

libertad de venir a ver si usted nos puede ayudar.

Padre,

usted

que

conoce

gente... PADRE VICENTE

—(SONRÍE) Esa frase me suena...

tanta

DON JOAQUÍN

—¿... no conocerá por casualidad a un

buen abogado... y que cobre poco? PADRE VICENTE

—¿Un buen aboga...? ¿Oyes. Arturo?

Seguimos en el terna. ¿Y por qué necesitan ustedes un buen abogado? DOÑA YOLANDA

—Convéncete Joaquín. Estás pidiendo un

imposible.

Los

buenos

abogados

solo

se

interesan por los asuntos gordos... los que les dejan dinero. De las cosas chicas, ni se ocupan. No les conviene. ARTURO

—¿Ve,

padre?

Es

lo

que

yo

le

estaba

diciendo. Eso es "triunfar". DON JOAQUÍN

—Padre, nos están por dar el desalojo.

Nos vamos a quedar sin techo, en la calle. ¿Usted sabe lo que es eso? Tenemos más de 60 años, somos pobres, estamos enfermos. ¿Dónde vamos, a dónde nos metemos? ARTURO

—Pero, ¿cómo, el desalojo? ¿por qué?

DOÑA YOLANDA

—Nos querían subir la renta al triple.

¿Se da cuenta? Al triple. Y como nosotros no podemos pagar tanto... ARTURO

—Pero

es

que

el

propietario

no

puede

aumentarles... no puede desalojarlos. La ley ampara al inquilino modesto y sin recursos. DON JOAQUÍN

—Sí, la ley, la ley. Pero resulta que el

propietario tiene un abogado sensacional... un

maestro... un tigre para esas cosas... un tal Simonetti. ARTURO

—(EXCLAMA) ¿No ve, padre? Simonetti. Ese

es el gran Simonetti. DOÑA YOLANDA

—Y nuestro abogado... claro, como para

él es un asunto insignificante, con el que no va a ganar porque nosotros qué le podemos pagar... DON JOAQUÍN

—... no se ocupa, no se dedica, no pone

interés. ARTURO

—¡Los abogados! ¿Ha visto, padre? Pero aun así

no

logro

entender

cómo

los

pueden

desalojar. La ley es clarísima. Los ampara, reconoce el derecho de ustedes. Y todos son iguales ante la ley. PADRE VICENTE

—Sí. Todos son iguales. Pero parece que

algunos son más "iguales" que otros... DORA YOLANDA

—SI, la ley está con nosotros. Pero

Simonetti sacó a relucir no se qué artículo de la ley... no me acuerdo. ¿Articulo cuánto era, Joaquín? DON JOAQUÍN

—Yo tampoco me acuerdo. De esas cosas

de leyes no entiendo nada. ARTURO

—¿No será el artículo 27?

DON JOAQUÍN

—Sí,

justamente.

(ASOMBRADO) ¿Y tú cómo sabes?

El

artículo

27.

PADRE VICENTE

—No se olviden que están delante de un

estudiante de Derecho. DON JOAQUÍN

—Ah,

es

cierto

que

Arturo

estudia

Derecho. ARTURO

—Al menos estudiaba.

DORA YOLANDA

—¿Qué? ¿Piensas dejar? ¿Te has vuelto

loco? Sería un pecado. ARTURO

—Ese es otro problema. Así que ese canalla les quiere aplicar el artículo 27. Pero no puede. Lo que tiene que hacer el abogado de ustedes es interponer recurso acogiéndose al artículo noveno inciso d... y lo funde a Simonetti. Lo liquida.

DON JOAQUÍN

—Si, pero lo que pasa es que ese

Simonetti es una fiera y nuestro abogado se deja estar. DORA YOLANDA

—(SUSPIRA) Harían falta abogados que

se ocuparan de nosotros, los pobres. ARTURO

—(REPITE

IMPRESIONADO)

Harían

falta

abogados que se ocuparan de los pobres. DON JOAQUÍN

—Los

pobres

cuando

caemos

en

esa

maraña de leyes y de artículos y de chicanas y expedientes y apelaciones... Y uno que no entiende nada se pierde, se marea... DOÑA YOLANDA

—Nos enredan, nos trituran.

DON JOAQUÍN

—Por eso, padre. ¿No conocerá usted a

un abogado cristiano que...? PADRE VICENTE

—De momento no se me ocurre, pero

déjenme un día para pensar y averiguar entre mis amigos, y seguramente lo encontraré. ARTURO

—Lo que yo les puedo decir es que el día que yo me reciba, podrán confiar en mí. Lucharé, pelearé por el derecho de los pobres. A mí no me va a envolver ningún Simonetti por astuto que sea.

PADRE VICENTE

—¿Cómo dices, Arturo? ¿El día que te

recibas? ¿Pero no era que...? ARTURO

—Sí. Pero creo que... he cambiado de idea.

PADRE VICENTE

—Bravo,

muchacho.

Te

pido

un

solo

favor; que me des el gusto de ser yo el que le de la buena noticia a tus padres. ¡Cómo se van a alegrar! CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

ALBERTO

—(DEPRIMIDO) ¡Abogado de pobres! ¿Oyes,

Etelvina? ETELVINA

—(SUSPIRA) Abogado de pobres.

ALBERTO

—Esto va cada vez peor, padre, cada vez peor. Ahora sí que ya no entiendo nada, que ya no se qué pensar de nuestro hijo. ¿Está loco?

PADRE VICENTE

—El que no entiende nada soy yo. Le

vengo a dar la gran noticia de que Arturo vuelve a estudiar, y a estudiar en serio, que está absolutamente resuelto a recibirse, y ustedes... mírense las caras: como si les estuviera anunciando una desgracia. ALBERTO

—Sí… recibirse... pero para trabajar aquí, en el barrio, defendiendo gente pobre. ¿Usted, sabe lo que es eso? No va a ganar ni un céntimo, se va a morir de hambre.

PADRE VICENTE

—Pero va a ser útil a los pobres, a sus

iguales, a quienes más lo necesitan, a quienes más necesitan justicia. Va a hacer lo que tiene que hacer todo verdadero cristiano: servir a los pobres, luchar por la justicia. ETELVINA

—Si

bueno,

pero

así...

nunca

va

a

triunfar. PADRE VICENTE

—¡Triunfar,

triunfar!

Pero,

¿qué

es

triunfar para ustedes? ¿Lo único que importa para ustedes es hacer dinero; eso es lo único que llaman triunfar? ¿No se dan cuenta que por hablarle tanto a Arturo de triunfar, a fuerza de ponerle siempre delante el ejemplo de ese Simonetti, lo único que consiguieron fue que Arturo terminara por tomarle asco a

su profesión... que no le encontrara sentido a estudiar? Ustedes se quejaban de que Arturo no estudiaba. Pero, ¿no se dan cuenta de que los culpables eran ustedes? ALBERTO

—(OFENDIDO) ¿Nosotros? ¿Que nosotros...?

ETELVINA

—(AL MISMO TIEMPO) ¿Nosotros?

PADRE VICENTE

—Ustedes... como tantos padres de hoy

que no comprenden a sus hijos. La juventud de hoy necesita un ideal, necesita encontrarle un sentido a lo que hace. Y ustedes lo único que

le

proponen

es

casas,

automóviles,

dinero... el premio que consigue aquel que es más

astuto,

proclaman

más

egoísta...

"triunfador"...:

y

ese

a es

ese el

lo que

"llega", el que tiene "éxito", el que ha sabido "hacerse una posición", "abrirse camino en la vida". ¿No comprenden que la juventud no quiere saber nada de ese "éxito", de esa "posición"... que los jóvenes rechazan todo eso... y que hacen bien en rechazarlo? ETELVINA

—Padre, pero entonces, ¿usted justifica

la rebelión de los jóvenes? PADRE VICENTE

—Por lo menos, trato de comprenderla.

Como tantos jóvenes de hoy, Arturo es puro, es

noble.

Tiene

un

ideal.

Rechaza

esta

sociedad que le ofrecemos, esta sociedad donde solo el dinero cuenta, donde imperan el interés y el egoísmo. Arturo sueña con una sociedad

más

justa,

más

humana,

más

cristiana, en la que el valor de la gente no se mida por el dinero que gana, sino por su capacidad de amar al prójimo. Sin saberlo, sin quererlo, un pobre matrimonio anciano reclamó

el

aporte

de

jóvenes

como

él,

reclamó su ayuda, y Arturo respondió al llamado y volvió a encontrarle sentido a sus estudios. Descubrió que su profesión podía ser un servicio, una forma de darse, de ayudar, de contribuir a cambiar este mundo injusto y egoísta... ALBERTO

—No entiendo, no entiendo nada.

PADRE VICENTE

—Ya lo se, amigo Fernández. Y eso es lo

triste:

que

no

comprendan.

Traten

de

comprender a su hijo antes de que sea demasiado tarde y lo pierdan. Traten de comprender. CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) ¿Comprenderán realmente?

No lo se. Señor, ayúdalos Tú a comprender. Y ayuda a Arturo para que triunfe, para que triunfe de veras en la dura lucha que ha emprendido. La lucha de ser un abogado pobre al servicio de los pobres. Ayúdalo a mantenerse fiel... a ser siempre capaz de seguir amando su pobreza. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 16

Duración: 21:34

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. DONA JULIA:

—Una vecina vanidosa, un tanto agresiva;

poco seso. DOÑA MARIA: —Una

vecina

simple,

muy

amiga

de

la

anterior. ANDRÉS:

—Otro vecino. Hombre sincero, que dice lo

que siente.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

PROGRAMA:

BAJA

Y

QUEDA. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL - FUNDE

CON FONDO TRISTE. PADRE VICENTE

—(RELATA) Sábado 2. Qué vergüenza.

Cómo pude exasperarme de esa manera... perder la calma hasta ese extremo. Tan luego yo, un sacerdote, que debe ser ejemplo de tolerancia; yo, que debo dar testimonio del

amor de Cristo, perder los estribos hasta ese punto! Qué vergüenza. Qué horriblemente culpable me siento, Señor, esto que estoy escribiendo, más que una página de mi diario, es una amarga, una dura confesión. CONTROL

—LEVANTA FONDO BREVEMENTE: LUEGO BAJA Y DESVANECE DURANTE EL RELATO.

PADRE VICENTE

—Sucedió esta tarde. Se acerca el día

en que los niños del catecismo tomarán su primera comunión; por eso, hice citar para hoy a los padres, para informarles de cómo pensábamos realizar este año la ceremonia. Los padres fueron llegando de a poco y ubicándose en el saloncito parroquial donde tendría lugar la reunión. En el despacho contiguo al saloncito, en tanto aguardaba a que llegaran todos, yo aprovechaba el tiempo contestando unas cartas. Mientras escribía, me llegaban las voces de los padres, que conversaban entre ellos. Sobre todo, la de doña Julia que, como es costumbre en ella, hablaba en voz muy alta. EFECTO

—RUMORES DE LA GENTE CONVERSANDO.

DOÑA JULIA

—Si viera, doña María... ¡si viera qué

vestido! Un sueño. DOÑA MARIA —(CON ADMIRACIÓN Y ENVIDIA A LA VEZ) ¿Largo?

DOÑA JULIA —Por

supuesto

que

largo.

Un

verdadero

vestido de primera comunión. Largo hasta el suelo. Todo de brodiere de nylon. DONA MARIA —(SIEMPRE EN EL MISMO TONO) ¡Brodiere de nylon! DOÑA JULIA

—... con religiosa de encaje.

DOÑA MARIA —(SUSPIRA) ¿Y el velo? DOÑA JULIA —Todo de tul de nylon. No veo el momento de que mi hija se lo ponga. Va a quedar... Una novia. Cabalmente, una novia. DONA MARIA —¡Qué maravilla! ¡La fortuna que debe salirle. doña Julia! DONA JULIA

—¡Uff! Si le digo solamente lo que me

cobra la modista por la hechura... PADRE VICENTE

—(ACOTA)

Mientras

escribía,

yo

oía

toda aquella descripción, e iba levantando presión. Cada vez sentí más rabia. DOÑA MARIA —¡Qué belleza! Feliz de usted que puede permitírselo. Yo, desgraciadamente... Mi hija no podrá lucir un vestido así. Y vaya si me gustaría. Pero no... ni en sueños. DOÑA JULIA —¿Y usted piensa que nosotros podemos? Hemos

tenido

que

pedir

un

préstamo

y

empeñarnos no se imagina cómo. Pero la primera comunión de una hija es la primera comunión de una hija. Una hace cualquier sacrificio.

ANDRÉS

—Pero, dígame, doña Julia, y perdone... Yo no estoy muy informado de cuestiones de iglesia, estoy aquí solo para acompañar a mi señora, pero nuestro hijo también viene al catecismo. Y el otro día le oí decir que el obispo ha mandado suprimir los trajes de lujo en la primera comunión.

DOÑA JULIA —Sí, mi hija también me dijo. Pero, bah, deben ser cosas del cura. Mire usted si el obispo se va a poner a ocuparse de cuestiones de ropa. Pst, qué ridiculez. Yo ni lo tuve en cuenta. EFECTO

—PASOS SE ACERCAN

DOÑA MARIA —¡Chist! El padre... ahí viene el padre. DOÑA JULIA PADRE VICENTE

—Huy, ¿me habrá oído?

—(EN

VOZ

ALTA)

todos. TODOS —Buenas

Buenas tardes...

tardes

a

Buenas

tardes, padre. PADRE VICENTE

—Bueno, la semana próxima sus hijos

tomarán la primera comunión. Por eso, les he pedido que vinieran para ponernos de acuerdo en algunos detalles. En primer lugar, ya sabrán —porque me imagino que sus hijos lo habrán comentado con ustedes— que el señor obispo ha mandado suprimir los vestidos de lujo. Todos —niñas y niños— deberán venir con ropa común y corriente. Ropa decente, limpia y planchada, desde luego; pero nada de vestidos largos y lujosos. Creo...

TODOS

—COMENTARIOS

(FAVORABLES

Y

DESFAVORABLES) . PADRE VICENTE

—Creo que ni hace falta que les explique

la razón de esta medida. Sus hijos van a recibir por primera vez el cuerpo de Cristo; deben vivir ese momento en un ambiente de sencillez,

despojada

de

toda

vanidad.

Además, ustedes saben que la iglesia es de todos, pero sobre todo es la Iglesia de los pobres, porque así lo quiso Cristo. Por eso... DOÑA JULIA

—(PROTESTA) Pero, padre... ¿y las que

ya compramos el vestido? PADRE VICENTE

—Lo

siento

mucho,

señoras;

pero

nosotros ya advertimos con tiempo que... DONA JULIA —Pero, padre, es el día de la primera comunión. Yo por ejemplo ya tengo todo arreglado: hora reservada en el fotógrafo para que le hagan a la niña la fotografía en colores con su vestido largo, que es un recuerdo para todo la vida... La visita a todos los parientes, para que la vean con su vestido de comunión... PADRE VICENTE

—Pero, señora, ¿no ve que todo eso es

pura vanidad social? ¿Qué tiene que ver todo eso con la comunión...? ¿Qué tiene que ver con el cristianismo?

DONA JULIA —Pero, padre, ¿qué me quiere decir con eso? ¿Que yo no soy cristiana? Yo cumplo con la iglesia en todo, yo... TODOS

—COMENTARIOS

PADRE VICENTE

—Le estoy queriendo decir, señora, que

Cristo,

nuestro

maestro,

al

que

todos

debemos imitar, vivió tan pobre que no tuvo una almohada donde posar su cabeza. Le estoy queriendo decir que no es cristiano que su hija venga vestida de no se qué de nylon, mientras comprarles

otras

cuyos

semejantes

padres

no

lujos,

pueden sufren,

disminuidas y humilladas porque solo tienen un sencillo vestido de algodón. ¿Usted quiere saber si eso es cristiano? Si aún no lo sabe, si necesita que se lo digan, yo le digo que no; que no es cristiano. DOÑA MARIA —Pero, padre, perdone, pero a mí me parece que usted debería considerar la situación. Ya hemos comprado las telas, ya hemos mandado a hacer los vestidos. Ahora no los vamos a botar. Por esta vez... PADRE VICENTE

—(IMPACIENTÁNDOSE) Ni por esta vez

ni por ninguna vez. Se ha dispuesto una cosa para todos y todos la van a cumplir. DOÑA JULIA —Yo no se padre, pero francamente, me parece una medida inhumana. Que las niñas tomen su primera comunión vestidas como un

día cualquiera... como si fueran huérfanas del asilo, las pobrecitas. PADRE VICENTE

—¡Huérfanas

del

asilo!

¡Pero

que

disparate está diciendo, señora! DOÑA MARIA —Yo pienso igual que doña Julia. Eso es destruirles a las pobres niñas toda la ilusión de su primera comunión. PADRE VICENTE

—(CADA VEZ MAS ENCOLERIZADO) La

ilusión que tienen ustedes, no sus hijas! Son ustedes las que quieren lucirse, las que quieren exhibir ante la parentela, ante el barrio, su tul y su encaje. DOÑA JULIA —Pero, ¿y qué hay de malo en eso? Una es madre, se pasa un año entero soñando con ese gran día, y ahora... PADRE VICENTE

—(ESTALLA) ¿Y ahora qué? Señoras, si

toda su religión depende de un vestido, si toda la fe cristiana que le van a dar a sus hijas consiste en disfrazarlas de largo, son ustedes las que tendrían que venir de nuevo al catecismo y aprender quién es Cristo y qué significa ser cristiano. Sí; tendrían que venir todas de nuevo al catecismo. Todas. DOÑA JULIA —(SE

VA

LLORANDO)

¡Cristiano,

tanto

cristiano! Tampoco es nada cristiano gritarle así a la gente y ofenderla, ¿sabe? EFECTO

—PASOS Y PORTAZO

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL - FONDO TRISTE

PADRE VICENTE

—(RELATA) Martes 5. Ya han pasado

tres días del altercado y cada vez me siento peor... más desasosegado... más culpable. Es imperdonable, no tiene perdón. Van tres noches que casi no duermo. No comprendo cómo

me

violentarme,

dejé

llevar

así,

descontrolarme,

cómo

pude

perder

la

paciencia hasta ese punto. Qué clase de cristiano, qué clase de sacerdote soy. Un servidor inútil, un testigo falso. Si pudiera borrar lo sucedido... Qué no daría porque no hubiera

pasado.

Pero

ahora,

desgraciadamente, ya está hecho y yo siento como un nudo por dentro. He mandado pedir a todos los que estuvieron en la reunión del otro día, que vuelvan mañana, que necesito hablar con ellos. Les presentaré mis disculpas por mi arrebato. Dios sabe que no me será fácil... mi buen esfuerzo me va a costar volver a enfrentarme a doña Julia y pedirle perdón. Pero es lo único que puedo hacer. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

TODOS

—VOCES

PADRE VICENTE TODOS

—Buenas noches a todos.

—CONTESTAN

PADRE VICENTE

—Muchas gracias por haber venido. Doña

Julia... ¿no está? ANDRÉS

—No, padre.

DOÑA MARIA —Doña Julia... no va a venir. PADRE VICENTE

—Lo siento. Era la que más deseaba que

viniera. Mañana iré a verla personalmente a su

casa.

vinieran...

Hermanos:

les

porque

sábado...

el

he

pedido perdí

que los

estribos... y dije cosas que no quería decir. Sigo creyendo que tenía razón en la cuestión de la ropa, pero no en como lo dije. He fallado como cristiano y como sacerdote. Les pido perdón. A todos. A doña Julia y a todos. Perdónenme, por favor. DOÑA MARIA —(TRAS

UNA

PAUSA)

Está

perdonado,

padre... No faltaba más... TODOS

—COMENTARIOS

PADRE VICENTE

—(RELATA) Pero ni aun así conseguí

tranquilizarme. terriblemente

Me

seguía

culpable...

sintiendo

horriblemente

incómodo conmigo mismo y con los demás. Sintiendo que, por mi culpa, algo se había roto en mis relaciones con los fieles, y eso que se había roto, ya nunca se volvería a reparar. Pese a las palabras amables con que

aceptaron mis excusas, me pareció sentir en todos como una frialdad, como una distancia, como si ya nada pudiera volver a ser como antes. Me sentía tan mal, que salí a caminar un poco. En ese estado de angustia, me conmovió como nunca sentir de pronto una mano

que

se

apoyaba

en

mi

hombro,

amistosamente. ANDRÉS

—Qué suerte que vuelvo a encontrarlo.

PADRE VICENTE

—Era Andrés, uno de los que había

estado en la reunión. Uno de los pocos vecinos con los que nunca he podido hacer amistad, que nunca se me ha acercado, que siempre me ha mirado... no se... con desconfianza. Y he aquí que justamente ahora, por primera vez, me dirigía una palabra afectuosa: "qué suerte que vuelvo a encontrarlo". ANDRÉS

—¿Para qué lado va, padre?

PADRE VICENTE

—Para ninguno. Salí a tomar un poco de

aire, simplemente. ¿Y usted? ANDRÉS

—Para el mismo lado que usted. ¿Podemos ir

juntos? PADRE VICENTE EFECTO

—Si quiere...

—PASOS DE LOS DOS

PADRE VICENTE

—¿Por qué dijo que se alegra de volver a

encontrarme?

Supongo

comentarme lo del otro día.

que

porque

quiere

ANDRÉS

—Sí.

PADRE VICENTE

—Dígame todo lo que piensa. Sin lástima.

Me lo merezco. He pedido perdón, pero si usted no me lo perdona, está en todo su derecho. Fue imperdonable. ANDRÉS

—Pues vea lo que son las cosas. Para mí fue

formidable. PADRE VICENTE

—¿Cómo?

deprimido.

No

Por me

favor, haga

estoy

más

duro

muy este

momento con esas ironías: sería una crueldad. ANDRÉS

—Pero si se lo digo en serio. Me hizo cambiar

de opinión sobre usted. PADRE VICENTE

—Sí, eso lo comprendo. Cómo no va a

cambiar de opinión sobre mí al verme en ese estado, diciendo barbaridades, gritando como un desaforado. ANDRÉS

—Y eso fue lo que me gustó.

PADRE VICENTE

—Le repito, Andrés. Esta noche, bromas

no. ANDRÉS

—¿Me

deja

hablar?

Voy

a

tratar

de

explicarle, aunque no es fácil. Usted sabe que yo no soy católico. En casa, la católica es mi señora.

Si

nuestro

hijo

va

a

tomar

la

comunión es por deseo de ella. Y si yo estaba el otro día en la reunión, fue simplemente por acompañarla. Era la primera vez que yo iba a la parroquia.

PADRE VICENTE

—Y justamente le tocó presenciar mi

arrebato,

esa

escena

tan

penosa.

Qué

vergüenza. ANDRÉS

—Al contrario, padre. Justamente, lo que estoy queriendo decirle es que... que me hizo mucho bien verlo alterarse.

PADRE VICENTE CONTROL

—(SORPRENDIDO) ¿Que le hizo bien?

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—(SIGUEN LOS PASOS)

PADRE VICENTE

—¿Dice usted que le hizo bien verme

enojado? No comprendo. ANDRÉS

—Le voy a decir toda la verdad: usted...

usted era un tipo que... PADRE VICENTE

—Dígalo, no me va a lastimar, siempre lo

supe. Yo no le gustaba, ¿verdad? ANDRÉS

—Sinceramente, no. Nada.

PADRE VICENTE ANDRÉS

—Es

—¿Por qué? difícil

de

explicar.

Lo

sentía...

demasiado perfecto... demasiado dueño de sí mismo... demasiado... cura. Lo veía... poco humano. Eso: poco humano. Un individuo sin

defectos.

¿Sabe

qué

insoportable

es

un

individuo sin defectos? PADRE VICENTE

—(RÍE) Tiene razón. Es insoportable.

Pero, ¿cómo se le ocurrió que yo era así? ANDRÉS

—No se. Su forma de hablar, su serenidad,

su calma, su equilibrio... PADRE VICENTE ANDRÉS

—Pura apariencia, ya lo ha visto.

—Justamente. Hasta que el otro día, cuando lo vi enojarse... Verlo enojarse, verlo perder los

estribos

como

cualquiera...

me

hizo

sentirme más cerca de usted... me hizo sentirlo... más a mi nivel... más humano. EFECTO

—LOS PASOS SE DETIENEN

PADRE VICENTE ANDRÉS

—(REPITE INTENSO) Más humano.

—¿Ve? eso era lo que más me rechazaba del cristianismo. Me parecía que los cristianos eran todos así: dechados de virtud, de serenidad, de bondad... máquinas que no fallaban nunca. Encontraba al cristianismo demasiado

perfecto

para

mí...

con

una

perfección de la que yo un tipo igual que todos, no soy capaz. Veía a los cristianos, lo veía a usted, allá arriba, muy lejos... Hasta que el otro día lo vi caer a tierra... ¡plum!... enojarse,

gritar,

perder

el

control...

y

después tener que pedir perdón. "Bueno — pensé— entonces, después de todo, este cura

es

un

hombre

igual

que

yo,

igual

que

todos...". PADRE VICENTE

—Qué curioso. Así que para usted los

cristianos éramos una especie de extractos de virtud químicamente puros, concentrados y deshidratados. No, Andrés. Los cristianos somos hombres como todos. De carne y hueso. Imperfectos, limitados, pecadores. Lo único

que

nos

diferencia,

quizá,

es

que

sabemos que Dios comprende y perdona. Nos equivocamos y pecamos y caemos una y otra vez...

pero

sabemos

que

no

debemos

desesperar, que debemos confiar en el amor de Dios. ANDRÉS

—Entonces, ¿por qué se recrimina tanto por su arrebato del otro día? ¿Por qué dice que no tiene perdón?

PADRE VICENTE

—(PAUSA) (INTENSO) Tiene razón. No

tengo por qué desesperarme así. Muchas gracias, Andrés. ANDRÉS

—¿Gracias, por qué?

PADRE VICENTE CONTROL

—Por habérmelo recordado.

—INICIAL FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Nos

despedimos

con

un

apretón de manos muy intenso... como dos amigos. Y aquí estoy. Sintiendo de nuevo poco a poco una paz que había perdido. Qué inesperado es todo en Dios... cómo siempre

Dios escribe derecho sobre líneas torcidas. Mi arrebato del otro día —algo que estuvo mal— Dios lo ha convertido en bien. Gracias a ese arrebato, me he podido acercar a un hombre con el que, de otro modo, tal vez nunca habría logrado dialogar. Empiezo a tranquilizarme...

a

sentir

que

mi

arrepentimiento ha tenido una respuesta. Y cosa curiosa: la absolución, el perdón de Dios, me ha llegado por boca de un hombre que dice que no cree en Dios. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 17

Duración: 21:30

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. GUILLERMO MÉNDEZ. —32 años. Discurseador. Espíritu crítico, negativo. ANSELMO.

—Un

trabajador.

Escéptico,

mordaz

afecto a provocar discusiones. DANIEL CERVIÑO. —Es el mismo del libreto 10. IGNACIO.

—43

años.

Hombre

de

experiencia.

Pintoresco, popular.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA DEL PROGRAMA; BAJA Y QUEDA DE FONDO

LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CARACTERÍSTICA

PADRE VICENTE

—(RELATA) Junio 22. Esta noche, en la

fonda, Guillermo Méndez se sentó a mi mesa y cenamos juntos. Guillermo es un buen muchacho,

uno

de

los

laicos

que

más

participan en las reuniones de la parroquia. Pero a veces me gustaría que hablara un poco menos... que no echara tantos discursos. EFECTO

—AMBIENTE FONDA

GUILLERMO

—Ah, sí, padre. Usted sabe que yo soy creyente. Pero en la Iglesia hay muchas cosas que andan mal. Muchas cosas que cambiar. Muchas.

PADRE VICENTE

—Muchísimas.

Absolutamente

de

acuerdo, Guillermo. Pero, oye, se te enfría el pescado. GUILLERMO

—Sí queremos hacer una iglesia cristiana de verdad, una iglesia que todos puedan decir "Esta es la verdadera Iglesia, tal como Cristo la quiso..." (1) hay que tener el valor de cambiar

muchas

cosas,

de

romper,

de

arremeter contra todo... CONTROL

—A PARTIR DE (1) LA VOZ DE GUILLERMO

SE ALEJA PADRE VICENTE

— (RELATA A PARTIR DE (1) SOBRE LA

VOZ DE GUILLERMO) En una mesa vecina, había dos sujetos tomando cerveza. Como Guillermo discurseaba en voz bastante alta, seguramente le habían oído pronunciando a cada

momento

la

palabra

Iglesia.

Seguramente también me conocían y sabían que era el cura del barrio. Y entonces,

encontraron que era una oportunidad brillante para despacharse a gusto contra la Iglesia. ANSELMO

—(2º PLANO) ¿La Iglesia? ¿Los curas? No me hables, hermano, por favor.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Hablaban como entre ellos,

pero en voz bien alta, para que nosotros los oyéramos. Justamente era eso lo que querían: que los oyéramos. ANSELMO

—Los curas ahora no hacen más que decir que la Iglesia está con los pobres. Se llenan la boca diciendo que son la Iglesia de los pobres. Pero entre tanto, ¿de qué viven? Del dinero de los ricos. Mientras reciban dinero de los ricos, ¿cómo van a ser la Iglesia de los pobres?

No

me

hagas

reír.

Son

unos

comediantes. GUILLERMO

—¿Ha visto, padre? Eso es lo que la

gente piensa de la Iglesia. PADRE VICENTE

—Veo.

GUILLERMO

—Y lo peor es que tienen razón.

PADRE VICENTE

—Tienen.

ANSELMO

—Tanto

hablar

de

pobreza.

Y

mira

el

Vaticano. Repleto de oro. Dime: ¿Cuándo la Iglesia

ha

presentado

un

balance,

una

declaración de sus bienes, eh? Nunca. ¿De dónde le viene todo ese oro? De los ricos. ¿Y de los curas, qué me dices?

GUILLERMO

—(BAJO) Eso va por usted, padre.

PADRE VICENTE

—Chubasco en puerta. Deja que abro el

paraguas. ANSELMO

—¿De qué viven, los curas? De lo que les pasan los ricos. Así, ¿cómo van a poder estar a favor de los pobres, si dependen del dinero de los ricos para poder vivir?

GUILLERMO

—¿Oye, padre, oye? Me subleva, me deprime, que

se

puedan

decir

esas

cosas

contra

nosotros. Y lo peor es que son ciertas. La Iglesia está comprometida con los ricos. Eso es un escándalo intolerable. ¿Ve? es lo que yo le decía: hay que cambiar la Iglesia. PADRE VICENTE

—Y,

bueno.

Me

parece

perfecto.

Cámbiala. GUILLERMO

—¿Quién, yo?

PADRE VICENTE

—Sí, tú. ¿Por qué no? Tú también eres

Iglesia. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Junio 24. Parece que la

conversación de antenoche en la fonda le encendió el ánimo a Guillermo Méndez. Porque esta noche había reunión de laicos en la parroquia; y cuando yo llegué, encontré el ambiente caldeado. Un ambiente de rebelión, de protesta.

GUILLERMO

—(EN VOZ ALTA) ¿Y qué me dicen del oro del Vaticano? Así, ¿cómo va a creer la gente en la sinceridad de la Iglesia? Y el mismo padre Vicente... nuestro propio cura... ¿no recibe ayuda de los ricos? Esto No puede seguir así, esto tiene que cambiar.

DANIEL

—Mira, justamente ahí llega el padre Vicente.

PADRE VICENTE TODOS

—Buenas noches a todos.

—CONTESTAN EL SALUDO

GUILLERMO

—Por favor, siéntese, padre. Tenemos

que hablarle. PADRE VICENTE

—¿Dónde?

¿En

el

banquillo

de

los

acusados? Qué, ¿me están por hacer un juicio? EFECTO

—SE SIENTA

GUILLERMO

—Padre, esto va muy en serio. La gente critica a la Iglesia. Y con razón. La Iglesia está diciendo una cosa y haciendo otra. Y eso es un escándalo. Las riquezas del Vaticano...

PADRE VICENTE

—Mira, Guillermo, el Vaticano está muy

lejos. Es difícil que nuestra voz llegue hasta allá. ¿Por qué no hablamos primero de lo que tenemos cerca, de lo que está en nuestras manos cambiar? Lo mejor es predicar con el ejemplo. Si todos somos capaces de cambiar, el

Vaticano

parece?

también

cambiará,

¿no

les

GUILLERMO

—Bueno, está bien. Hablemos de nuestra parroquia. Padre, todos lo queremos y lo respetamos y lo sabemos sincero. Pero usted no nos va a negar que recibe ayuda de los ricos.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

GUILLERMO

—Sí, padre: usted recibe ayuda de los ricos. Y eso va en contra de todo lo que usted predica. ¿Cómo el pueblo va a creer que usted está realmente a favor de los pobres, si por otra parte acepta los regalos de los poderosos?

PADRE VICENTE

—(PAUSA) Bueno hasta ahora solo he

oído hablar a Guillermo. Y los demás, ¿qué piensan? ¿Piensan como Guillermo? DANIEL

—Sinceramente, sí, padre. No nos parece

bien. TODOS

—APOYAN

PADRE VICENTE

—Magnífico. No saben lo que me alegro.

Siempre esperé que un día, ustedes, los laicos de la parroquia, me plantearan esta cuestión. A mí también me disgusta recibir esa ayuda.

Pero yo no lo podía plantear: eran ustedes los que debían tomar la iniciativa. Me alegra ver que los laicos han madurado y están resueltos a tomar su responsabilidad en la marcha de la Iglesia. GUILLERMO

—Padre,

mañana

mismo

usted

tiene

que

comunicar a esos señores que no quiere saber nada más de sus donaciones. PADRE VICENTE



Con todo gusto; será un placer para mí.

Les diré que, felizmente, su ayuda ya no es necesaria; porque de aquí en adelante, todos ustedes, todo el barrio, se compromete a sostener la parroquia, a contribuir para sus gastos. Muchas gracias, hermanos. GUILLERMO

—(TRAS

UNA

PAUSA

BASTANTE

LARGA) Este... sí... es claro... DANIEL

—En realidad... nosotros... todavía...

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Se

produjo

un

silencio.

Todos estaban sorprendidos, cortados. IGNACIO

—¿Y qué pasa ahora? ¿Se les acabó la gana

de hacer discursos? GUILLERMO IGNACIO

—Padre, usted quiere decir que... —(ACCIÓN) Creo que lo que dijo el padre es muy claro. Y muy lógico. ¿Independizarse de la ayuda de los poderosos? magnífico. Pero para independizarse, hacen falta recursos. ¿O a qué creen que destina el padre esa

ayuda?

¿A

comprar

cálices

de

oro

por

docenas? No: a sostener la parroquia. PADRE VICENTE

—Yo vivo muy modestamente, a todos

ustedes les consta. Pero tengo que comer, tengo que vestirme. La parroquia tiene pocos gastos,

pero

parroquia,

algunos

ustedes

tiene.

saben

Y

en

bien

que

esta los

servicios de la iglesia, son gratuitos. IGNACIO

—El padre casa gratis, bautiza gratis...

PADRE VICENTE

—Entonces,

si

resolvemos

prescindir

también de los donativos de los pudientes, de algún otro lado tiene que salir el dinero. Nos guste o no nos guste, esos donativos son casi la única entrada fija y segura con que cuenta la parroquia. ¿Independizarnos de esa ayuda? Me parece estupendo. Pero con algo hay que sustituirla, ¿no les parece? DANIEL

—(TRAS UNA PAUSA) Compañeros, creo que el padre tiene razón. No basta con criticar lo que

está

mal.

Hay

que

dar

soluciones.

Después de todo nosotros recibimos todo gratis de la parroquia y nos parece lo más natural del mundo; nunca nos hemos puesto a pensar que es obligación nuestra contribuir a sostenerla. El cura está a nuestro servicio. Nunca nos hemos preguntado: ¿de qué vive el cura?, ¿quién lo mantiene? IGNACIO

—Será cura, pero no vive del aire... Cuando vamos

al

cine,

pagamos

la

entrada.

Si

queremos leer el diario, lo compramos. Pero para la parroquia, ¿qué damos? Apenas unos pocos céntimos en la colecta de la misa de los domingos. Y después criticamos que acepte la ayuda de los ricos. DANIEL

—Voy a hacer una proposición concreta. Que nos comprometamos entre todos a aportar mes

a

mes

el

dinero

que

necesita

la

parroquia. Total, no es mucho dinero; y nosotros somos muchos. Con una pequeña contribución mensual que ponga cada uno (lo que pueda, según lo que gana) , se resuelve el problema. TODOS

—APOYAN

IGNACIO

—La idea es formidable. Pero yo conozco a la

gente. Eso no va a marchar. DANIEL

—¿Cómo que no va a marchar? Tiene que marchar. Hagamos una cosa: formemos un pequeño equipo responsable de las finanzas de la parroquia. El padre nos presenta la cuenta de los gastos de cada mes, y el equipo se encarga de reunir el dinero entre todos.

TODOS

—APOYAN

IGNACIO

—¿Y quiénes se ofrecen para trabajar en el equipo?

(PAUSA)

¿Ven?

Silencio

de

cementerio. DANIEL

—Propongo a Guillermo Méndez, que fue el que

planteó la cuestión.

TODOS

—APOYAN

GUILLERMO

—Bueno... yo... sinceramente... tengo

poco tiempo... DANIEL

—Para esto tienes que tenerlo, Guillermo.

(TODOS APOYAN). IGNACIO

—Y yo propongo a Daniel Cerviño, que fue el

que propuso la solución. TODOS

—APOYAN

PADRE VICENTE

—No se imaginan lo feliz que me siento.

Ahora será toda la comunidad parroquial la que maneje los problemas de dinero de la parroquia.

Ustedes

llevarán

las

cuentas,

ustedes aportarán los recursos... Ahora sí nuestra parroquia será en todo una comunidad cristiana. IGNACIO

—(MURMURA) Muy lindo, sí. Pero esto no marcha. Acuérdense lo que les digo... yo conozco a la gente. Esto no marcha.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Agosto 6. Hoy es un gran

día para mí. Daniel y Guillermo han venido a entregarme el primer aporte mensual. DANIEL

—Va a disculpar, padre, nos hemos atrasado unos días; y además, no está todo el dinero todavía, falta un poco, no hemos conseguido reunirlo todo.

PADRE VICENTE

—No importa; poco a poco con el tiempo

la cosa funcionará mejor. Lo importante es que hemos puesto en marcha el cambio. GUILLERMO

—Ya esos de la fonda no podrán decir que la Iglesia vive de los ricos. Qué lección les hemos dado, ¿eh? Ah, me gustaría ver la cara que ponen esos ricachones cuando usted les diga que se pueden guardar su maldito dinero, que no lo necesita para nada, que no depende más de ellos. Les va a caer como una bofetada.

PADRE VICENTE

—¿Y por qué dar "bofetadas", Guillermo?

¿Por qué ofenderlos? Ayudaban con buena voluntad. Les explicaré de buen modo que ustedes,

en

una

reflexión cristiana,

han

optado por una solución que les ha parecido más de acuerdo con el Evangelio. Ah, pero ustedes no pueden saber lo que significa este día para mí. Cuando recibía el dinero de los ricos, me parecía que yo no me ganaba el dinero... que era como una limosna que me daban. Era humillante. En cambio ahora, son ustedes mismos, los hermanos a cuyo servicio estoy, los que demuestran que aprecian mi servicio y me lo pagan. Y me lo pagan con sacrificio, con el fruto de su trabajo. Siento que me he ganado este dinero, que me lo he merecido, que tengo derecho a él, como el obrero a su salario. Cuánto más digno me siento, cuánto más hombre.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Octubre

14.

Tengo

el

corazón encogido mientras escribo esto. Pero ya no puedo seguir engañándome. Falló, la gente falló. Tan ilusionado, tan feliz que estaba al principio, y ahora... El primer mes, la gente más o menos respondió. Pero ahora, pasado el primer entusiasmo... hace ya dos meses que no recibo un céntimo. Las deudas de la parroquia se acumulan... los acreedores reclaman, se enojan... Y yo mismo estoy comiendo

fiado

en

la

fonda

y

pasando

apreturas. Debería hablarles, reclamarles. Pero me resulta violento. Me viene como una timidez. No me animo. Y lo peor no es el problema del dinero. Lo peor es ver cómo la gente se compromete y después no cumple. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Octubre 18. Hoy, en el

despacho

parroquial,

encontré

a

Daniel

Cerviño ordenando su contabilidad. DANIEL

—(SUSPIRA)

Aquí

Preparando mi balance para mañana.

me

tiene,

padre.

PADRE VICENTE

— (ACCIÓN) ¿Contabilizando, qué? ¿Más

deudas? DANIEL

—Es descorazonador. Esto no marcha, padre, no marcha para nada. Estamos a mediados de octubre y todavía no he conseguido cubrir el presupuesto de agosto. Todos se hacen los desentendidos. Que mañana, que la semana que viene, que este mes no pueden, que el sueldo no les alcanzó, que tuvieron gastos imprevistos...

PADRE VICENTE DANIEL

—Y, a lo mejor es cierto.

—No, padre. Si es una cuota ínfima. Si es menos de lo que gastan en cigarrillos o en revistas o en ir a la fonda. Me hacen volver y volver una y otra vez. Y además, me revelo: yo no tengo por qué estarles encima. Si ellos mismos se comprometieron. Si cada uno sabe cuál es su deber, el compromiso que asumió, sin necesidad de que yo tenga que estar recordándoselo.

PADRE VICENTE DANIEL

—En eso tienes toda la razón. Daniel.

—Pero casi nadie contribuye ni colabora. ¿Se acuerda

aquella

protestaba:

"La

noche?

Todo

el

mundo

Iglesia

no

debe

seguir

dependiendo de los ricos". Y ahora aquí me tiene. Solo. Luchando solo. PADRE VICENTE

—Bueno, tan solo no. Está Guillermo

Méndez en el equipo contigo.

DANIEL

—¿Guillermo? Por favor, padre. No colabora en nada. Que no tiene tiempo. Que está muy ocupado. ¡Con decirle que está atrasado tres meses en su cuota!

PADRE VICENTE

—¿Guillermo

Méndez?

El

que

más

criticaba... y ni siquiera ha puesto su parte? DANIEL

—Ah, pero mañana en la reunión... usted me va a perdonar, padre... pero les voy a decir lo que pienso. ¡No aguanto más!

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Octubre 19. ¡Sí que estuvo

animada esta noche la reunión parroquial! PADRE VICENTE

—(EN ACCIÓN) Bueno. Hoy vamos a

seguir comentando el Evangelio. DANIEL

—Perdón, responsable

padre, de

pero

finanzas,

antes... tengo

que

como dar

cuenta del balance del primer trimestre. Queríamos cuentas claras, que las cuentas de la Iglesia salieran a la luz del día, ¿no es cierto? Pues aquí están. Gastos, 34.287. Aportes, 9.513. Déficit, 24.773. TODOS

—COMENTARIOS

DANIEL

—Esta es la realidad, compañeros.

GUILLERMO 25.000? ¿Tanto?

—Pero... pero no puede ser... ¿Casi

IGNACIO

—Ya decía yo: esto no va a marchar... esto

no va a marchar. GUILLERMO IGNACIO

—Pero, ¿cómo es posible que...? —Es posible, compañeros, porque todos somos rápidos para criticar, pero después, cada uno en lo suyo. Mucho criticar a la Iglesia, mucho reprocharle

que

acepte

depender

de

los

poderosos... pero después nadie aporta. Y así hacemos

en

todo.

Para

criticar,

para

protestar, siempre estamos prontos. Pero para actuar... que actúe el de enfrente. Protestas,

si.

¿Pero

responsabilidad,

sacrificio? Ah, no... eso no. GUILLERMO

—Bueno, también hay que considerar que

a veces... DANIEL

—Mira,

Guillermo,

¿Recuerdas

con

tú qué

mejor

no

hables.

vehemencia

exigías

cambios, con qué ímpetu querías arrojarles su ayuda en la cara a los ricos? ¿Y? ¿Después qué te pasó? Hace dos meses que estás demasiado

"ocupado"

para

venir

a

las

reuniones del equipo de finanzas. Me dejaste solo. ¿Es cierto o no es cierto? GUILLERMO

—(INTENTA PONER PRETEXTOS) Bueno, lo que pasó es que yo realmente estuve... (AVERGONZADO) A qué mentir. Es cierto.

PADRE VICENTE

—Todos criticamos las cosas que están

mal, exigimos que cambien. Pero, ¿de quién

depende el cambio? De nosotros. Está en nuestras manos cambiarlas. El derecho a criticar

es

un

derecho

que

hay

que

conquistarlo, que hay que ganarlo. Actuando. No tiene derecho a protestar el que no asume su responsabilidad, su cuota de sacrificio, en el compromiso común de luchar por el cambio. GUILLERMO

—Qué mal hemos estado todos. Le aseguro, padre, que esto no se va a repetir.

TODOS

—APOYAN

PADRE VICENTE

—Así lo espero. Y les diré: casi me

alegro de que haya sucedido. DANIEL

—¿Que se alegra, padre?

GUILLERMO

—¿Cómo es eso?

PADRE VICENTE

—Sí: para que todos nos enfrentemos a

la realidad de cómo somos. De cómo nos gusta hablar... IGNACIO

—... y qué poco nos gusta hacer.

PADRE VICENTE

—Y por eso la Iglesia está como está:

llena

de

defectos,

defectos

que

todos

criticamos. IGNACIO

—Y no solo la Iglesia: el país. Y el mundo. ¿Defectos?

A

montones.

¿Injusticias?

En

cantidad. Y allá salen las lenguas a toda máquina, critica que te critica. Pero ¿qué hacemos por conseguir lo que está mal? Ni esto.

PADRE VICENTE

—La Iglesia somos todos. El país somos

todos. El mundo somos todos. IGNACIO

—Dígame, padre: si el mundo somos todos... ¿por qué a nosotros nos tocó una parte tan fea? (RÍEN).

PADRE VICENTE

—Quizá por eso, amigo Ignacio: porque

nunca hicimos nada por cambiarla. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 18

Duración: 21:56

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. NARRADOR BÍBLICO INÉS.

—(es la misma del libreto No. 10).

DANIEL CERVIÑO —(es el mismo de los libretos 10 y 17). RAMÓN BENÍTEZ. —Unos 40 años. Un hombre vencido y aplastado, aunque oculte su drama bajo una máscara arrogante.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA BAJA Y QUEDA. LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA

CARACTERÍSTICA

Y

FUNDE

CON FONDO INTIMO (OBOE, FAGOT O CELLO). NARRADOR

—Evangelio de Lucas. Como Jesús enseñaba que para alcanzar la vida eterna era esencial amar al prójimo, un doctor de la ley, para

confundirlo, le preguntó: "Sí, bien: pero... ¿quién es mi prójimo?" Jesús respondió con una parábola... Un hombre iba de Jerusalén a Jericó y cayó en medio de unos bandidos que, después de despojarlo y molerlo a golpes, se fueron dejándolo medio muerto. Por el camino acertó a pasar un sacerdote: vio al herido... cruzó al otro lado del camino... y siguió de largo. Así también un religioso, al llegar a aquel lugar, cruzó al otro lado del camino... y siguió de largo. Pero un samaritano que estaba de viaje, llegó cerca de él, lo vio y sintió compasión. Se acercó, vendó sus llagas; después lo cargó sobre su caballo, lo llevó a la posada y lo cuidó. Cuando terminó su relato, Jesús preguntó al doctor de la ley: ¿Cuál de estos tres te parece que se mostró el prójimo del hombre caído? Respondió el otro: "El que practicó la misericordia con él". Jesús dijo: "Ve y haz tú lo mismo". CONTROL

—LEVANTA

FONDO

INTIMO

COMO

CORTINA LARGA. PADRE VICENTE

—Miércoles 15. Esta noche, al llegar a

casa de mis amigos, Inés y Daniel para la reunión del grupo de reflexión cristiana, encontré caras largas, fruncidas. Claro.., estaban un poco enojados conmigo... INÉS

—El miércoles pasado nos falló feo, padre...

DANIEL

—Lo estuvimos esperando hasta más de las once de la noche y usted no vino. Nos abandonó, ¿eh?

INÉS

—(ALGO RESENTIDA) Claro, habrá tenido cosas

más

importantes

que

hacer

que

ocuparse de este modesto grupito... PADRE VICENTE

—No digan eso, ustedes bien saben cómo

los aprecio y lo importantes, lo valiosas que son para mí estas reuniones en que leemos y comentamos juntos el Evangelio. Si les fallé, créanme que fue porque hubo un motivo. Un motivo poderoso. A veces, cumplir puede ser una forma de fallar... y fallar puede ser una forma de cumplir. INÉS

—¿Cómo es eso? Que cumplir puede ser fallar...

y

fallar

puede

ser

cum...

Francamente, no comprendo. PADRE VICENTE

—(SONRÍE)

Claro,

dicho

así

para

ustedes suena como un galimatías. Será mejor que les cuente lo que me pasó el miércoles pasado. Por qué les fallé, por qué no vine. Verán ustedes... El miércoles pasado... CONTROL

—CORTINA

MUSICAL

(EMPIEZA

UN

POQUITO ANTES / RELOJ DE MESA DA LOS 3/4. PADRE VICENTE

—Eran las 9 menos cuarto. Faltaban 15

minutos para la hora de la reunión con ustedes. Yo estaba en casa, preparando el

tema para la reflexión. Recuerdan cuál era el tema

fijado,

¿verdad?...

el

pasaje

del

Evangelio que íbamos a leer y comentar... DANIEL

—Cómo no lo vamos a recordar. Un pasaje precioso: la parábola del buen samaritano.

PADRE VICENTE

—Pues bien. Yo estaba tomando algunas

notas del comentario que pensaba hacerles... de cómo debemos seguir el ejemplo del buen samaritano y acudir con amor en auxilio de nuestro prójimo... cuando en este momento... zaz: el timbre de la puerta de calle. EFECTO

—(SIMULTÁNEAMENTE CON EL RELATO) :

TIMBRE. PADRE VICENTE

—Caramba...

quién

podrá

ser

—me

dije... qué momento poco oportuno... justo cuando estoy de prisa, por salir... Acudí a abrir. EFECTO

—ABRE PUERTA

PADRE VICENTE RAMÓN

—Buenas noches. ¿Qué deseaba, señor?

—¿Señor? ¿Ya no te acuerdas de mí? ¿Cómo estás, Vicente? Tanto tiempo.

PADRE VICENTE

—El hombre que tenía ante mí me sonreía

con una sonrisa desagradable... desdentada. Siempre son desagradables las sonrisas de los desdentados,

¿verdad?

Llevaba

un

traje

raído... sucio... un gran lamparón de grasa en su gastada corbata. Y ese sujeto me tuteaba

y pretendía conocerme... Sin esperar mi respuesta, entró en la habitación. Siempre sonriéndome

con

una

sonrisa

estúpida,

molesta. RAMÓN

—Así que ya no te acuerdas de mí.

PADRE VICENTE RAMÓN

—A decir verdad...

—Debo

estar

muy

cambiado.

Estoy

muy

cambiado. A ver, escarba en tu memoria. Pasa revista a tus compañeros del colegio secundario. PADRE VICENTE RAMÓN

—Mis compañeros de...

—Exprime el archivo mental. Cómo no te vas a acordar de Ramón Benítez.

PADRE VICENTE

—Ramón...

Benítez...

(RECUERDA

VAGAMENTE) Ah, sí, ahora sí. No te había reconocido, hombre. Perdona. RAMÓN

—Claro...

tanto

tiempo.



estás

como

siempre. Yo, en cambio. PADRE VICENTE

—(RELATA) Sin ser invitado, se sentó en

mi sillón. INÉS

—¡Pero, qué individuo grosero!

DANIEL

—Y qué poco oportuno, además.

INÉS

—Me figuro lo nervioso que se sentiría usted. Justo cuando tenía que salir...

PADRE VICENTE

—Bueno... y... ¿y a qué debo tu visita,

Ramón? RAMÓN

—Pero,

hombre,

di

al

menos

que

estás

contento de volver a verme, después de tantos años. PADRE VICENTE

—Sí,

pero,

por

supuesto,

¿sabes?...

muy

contento...

desdichadamente,

esta

noche... RAMÓN

— (INTERRUMPE) Oye, me dejé los cigarrillos

en casa. ¿No tienes uno? PADRE VICENTE

—Y me extendió unos dedos amarillentos

de nicotina y con las uñas negras de tan sucias. EFECTO

—CHASQUIDO DE UN FÓSFORO

RAMÓN

—Ah, se está bien aquí. Pues, nada hombre. Esta noche de pronto sentí ganas de volver a ver a alguno de los viejos amigos... de recordar

con

alguien

los

buenos

viejos

tiempos. Me acordé de ti y me largué hasta aquí. Vamos a ver al cura —me dije—... al bueno de Vicente... PADRE VICENTE

—Pues,

mira,

me

pescaste

por

casualidad. Unos minutos más y ya no me encontrabas. Todos los miércoles a esta hora tengo una reunión de... RAMÓN

—Los miércoles. ¿Te acuerdas clase de qué

teníamos los miércoles?

PADRE VICENTE

—No,

sinceramente,

quién

se

va

a

acordar después de tantos años. Te decía que estoy por salir para... RAMÓN

—Pues

yo



me

acuerdo.

Los

miércoles

teníamos Física con el Profesor Ugalde. ¿Te acuerdas

del

narigón

Ugalde?

Un

espectáculo... (RIENDO) ¿Te acuerdas de aquella vez...? CONTROL

—CORTINA MUSICAL CUBRIÉNDOLO

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL - TIC-TAC DE RELOJ

RAMÓN

—(RIENDO) ¿... Y aquella mañana en que el director

los

pescó

a

Carvajal

y

a

ti

remedando a los profesores? PADRE VICENTE RAMÓN

—(FRÍAMENTE) Si, fue muy gracioso.

—Carvajal era genial, ¿eh? Lo encontré hace un tiempo, vieras. Ahora es representante de la Stanley Steel. Está hecho un personajón. Gordo, inflado. Viaja por todo el mundo. Oye, ¿te queda otro cigarrillo?

PADRE VICENTE

—Pasaba el tiempo y Ramón Benítez no

parecía

dispuesto

a

marcharse

nunca.

Instalado en el sillón como para quedarse toda la noche, seguía fumándome cigarrillo

tras cigarrillo y exhumando viejas anécdotas del colegio, anécdotas polvorientas que ya no tenían

gracia

ni

sentido.

Yo

ardía

de

impaciencia. ¿Se marcharía alguna vez aquel latoso? RAMÓN

—... Y entonces yo, muy serio, le contesto: "San Bernardo, San Benito y Sanseacabó". (RÍE)

Yo

era

una

pantera

para

esas

respuestas, ¿eh? (RÍE) Tú y toda la clase se retorcían de risa... PADRE VICENTE

—Je, je. Oye, Ramón vas a perdonar,

pero son las 9 y media pasadas, ya hace más de media hora que me están esperando en una reunión... RAMÓN

—Pero, no, hombre, tú no te vas. Qué te vas a ir con esta noche tan fea. Eres cura, ¿no? No es de cristiano, una noche que viene un compañero a visitarte después de tantos años...

PADRE VICENTE

—(RELATA) Para peor, era impertinente.

Decía

cosas

así,

insolentes,

agresivas...

Parecía sentir un placer especial en molestar. RAMÓN

—Yo siempre digo: Primero, los amigos. Al

amigo que llega, se lo recibe. PADRE VICENTE mi

—Sentí ganas de increparle: "Pero no es obligación,

caramba.



caíste

de

sorpresa, sin anunciarte. Debes comprender que uno tiene obligaciones, compromisos. Y

además... ¿amigos? No somos amigos. Yo no me siento tu amigo. Apenas un ex-condiscípulo con el que ya no tengo nada en común...". RAMÓN

—¿Estabas escribiendo cuando yo llegué? ¿A

ver, déjame ver? PADRE VICENTE

—(COMENTA) No hay nada que me irrite

más que el que metan la nariz en mis cosas personales... (ACCIÓN) No, mira, son unos apuntes.. RAMÓN

—(LEE) "El ejemplo del buen samaritano". ¡Bah! Sermones. Eso es... lo que saben hacer los curas: sermones. Ahora, cumplirlos... jm. "Haz lo que yo digo y no lo que yo hago".

PADRE VICENTE

—(RELATA) No aguanté más. Me puse de

pie y me eché encima mi gabán. EFECTO

—RUIDO

AL

APARTAR

SILLA

Y

ABRIR

PUERTA PADRE VICENTE

—Oye, tendrás que disculparme, pero se

me ha hecho muy tarde. Me tengo que ir sin remedio.

En

todo

caso,

combinamos

con

tiempo para otra noche. Ven, te acompaño hasta la parada del bus y después yo sigo camino a mi reunión. Por la calle, entre tanto, seguimos conversando. ¿Te parece bien? RAMÓN

—No, pero a ti eso no te quita el sueño.

PADRE VICENTE

—Vamos, y discúlpame, hermano. De

veras que debo marcharme.

CONTROL

—ENTRA

EL

FONDO

DE

OBOE

DEL

COMIENZO NARRADOR

—Pasó un sacerdote... y siguió de largo.

CONTROL

—CORTA FONDO OBOE

EFECTO

—AMBIENTE

CALLE

CON

UN

POCO

DE

TRÁFICO (PERO POCO) PADRE VICENTE

—Me dijiste que vives en la ciudad vieja,

¿verdad? RAMÓN

—Sí, cerca del puerto.

PADRE VICENTE

—Entonces, ese bus que viene ahí te

deja bien. Adiós, hermano. CONTROL

—NUEVAMENTE EL FONDO DE OBOE

NARRADOR

—Pasó un religioso... y siguió de largo.

CONTROL

—CESA FONDO

RAMÓN

—Adiós.

EFECTO

—DENTRO DEL RELATO, BUS QUE LLEGA Y SE DETIENE BREVEMENTE

PADRE VICENTE

—(RELATA) Y entonces... le tendí la

mano... y me la apretó muy fuerte. Muy fuerte. Casi hasta lastimarme. En la sombra, busqué su mirada. La apartó en seguida. Pero alcancé a leer algo en sus ojos... no se bien qué... algo como una súplica... como un llamado. Y... ¿sería el reflejo del farol... o sus ojos estaban húmedos?

EFECTO

—ÓMNIBUS QUE REANUDA LA MARCHA

PADRE VICENTE

—No se qué impulso tuve... y cuando

subió al bus, salté tras él. RAMÓN

—¿Cómo? ¿Dónde vas?

PADRE VICENTE RAMÓN

—Te acompaño hasta tu casa.

—¿Y tu reunión?

PADRE VICENTE

—Ya

llegaría

demasiado

tarde.

Y

además... ahora más que la reunión deseo tu compañía. EFECTO

—ÓMNIBUS QUE SE ALEJA

CONTROL

—FONDO DE OBOE

NARRADOR

—Pero un samaritano que estaba de

viaje, lo vio y sintió compasión.

CONTROL

—LEVANTA FONDO OBOE

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Descendimos

del

bus

y

entramos en ese dédalo de callejuelas míseras y ruinosas de la ciudad vieja... De pronto, Ramón había perdido su aplomo, su altanería. Hablaba nerviosa, confusamente. EFECTO

—PASOS

DE

DOS

EN

LA

PIEDRA

este

barrio

RESONANDO EN LA NOCHE RAMÓN

—Estoy

viviendo

en

provisoriamente mientras me... me terminan

de refaccionar mi casa. Mentiras. Por qué te digo mentiras. Yo vivo aquí. En esta pocilga. Hace doce años que vivo aquí. EFECTO

—PASOS SE DETIENEN

RAMÓN

—Bueno, mi casa es aquí no más, al doblar la esquina. Aquí nos separamos. Gracias por la compañía. O bueno, ahora ya tanto da. Ven.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

Una

sórdida

casa

de

inquilinato que, de vieja y ruinosa, se caía a pedazos. Con ese olor tan penetrante, mezcla de olor a humedad, a agua estancada, a suciedad, a hacinamiento. RAMÓN

—(CON AMARGURA) Mi casa. Al menos, aquí vivo. No te invito a pasar a mi pieza porque a esta hora mi mujer y mi hijo deben estar durmiendo.

PADRE VICENTE RAMÓN

—¿Tu mujer? ¿Tu hijo? No sabia que...

—Sí, estoy casado con... Enferma. Ella está enferma, ¿me entiendes? Enferma de aquí. De los nervios. De la cabeza. Y el niño... nació con asma. No se desarrolló bien.

PADRE VICENTE

—Hermano... (RELATA) Apoyé una mano

sobre su hombro y ante ese solo, pobre gesto de amistad, cayeron todas sus barreras. RAMÓN

—(APRETANDO LOS PUÑOS) Ay.

PADRE VICENTE

—Le brotó muy de adentro algo como un

sollozo reprimido quién sabe cuánto tiempo.

RAMÓN

—Bueno. Tienes que irte.

PADRE VICENTE RAMÓN

— (HONDO) No. No me voy.

—Sí, Vicente. No te vayas. Por Dios, no te

vayas. PADRE VICENTE

—¿No hay por aquí algún café donde

quedarnos conversando? RAMÓN

—Cafetines por aquí hay a montones.

PADRE VICENTE CONTROL

—Vamos, entonces.

—FONDO OBOE

NARRADOR

—... Lo cargó sobre su caballo y lo llevó

a la posada... CONTROL

—LEVANTA FONDO OBOE

(PAUSA PARA EL CORTE)

EFECTO

—AMBIENTE CAFÉ

CONTROL

—FONDO OBOE

RAMÓN

—Qué bueno. Qué bueno que hayas querido

quedarte conmigo. PADRE VICENTE RAMÓN

—No digas tonterías, hombre.

—Tienes que perdonarme. Estuve tan necio,

tan majadero en tu casa. PADRE VICENTE

—Bah, quién se acuerda ya de eso.

RAMÓN

—Hoy, en mi pieza, de pronto, me ahogó la soledad. ¿Sabes qué solo estoy? Hace años que no hablo con nadie. Sin amigos. Es desesperante. La soledad es desesperante. Es inhumana. Al final te sientes como tirado en medio de un camino, moribundo, y que todos pasan de largo...

PADRE VICENTE

—(PARA

SI)

Como

el

herido

de

la

parábola. RAMÓN

—¿Eh?

PADRE VICENTE

—Nada, cosas mías, una idea que me

cruzó de pronto. RAMÓN

—Qué

tremendamente

crueles

son

las

ciudades. De pronto sentí que me ahogaba si no encontraba una compañía humana. Me acordé

de

ti.

Un

cura,

pensé...

quizá

encuentre calor en él. Pero llegué y sentí la frialdad de tu recibimiento. Sentí que era mal recibido,

que

era

inoportuno,

sentí

tu

impaciencia... y eso me exasperó. No sabía cómo retenerte... y me puse a hablar de tonterías. Por no soltarte. Y sentía que con eso solo lograba darte rabia... y no podía parar. Y hablaba y hablaba. Del colegio. Del tiempo

en

que

todavía

tenía

ante



perspectivas, esperanzas, ilusiones de llegar a ser alguien. PADRE VICENTE

—(RELATA) Y Ramón Benítez se abrió.

Me volcó, toda su tristeza, toda la angustia,

toda la desesperanza de su vida frustrada, de su fracaso. Nos quedamos hablando hasta la madrugada. RAMÓN

—Vicente... no sabes el bien que me has

hecho. PADRE VICENTE

—¿Bien? ¿Por qué? Lo único que hice fue

escucharte. RAMÓN

—¿Y te parece poco?

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE el

—... Y ahora ya saben por qué les fallé miércoles

pasado.

Ahora,

si

quieren,

comentamos la parábola del buen samaritano. INÉS

—¿Y

no

le

parece...

que

ya

está

como

el

buen

comentada padre? DANIEL

—A

usted

le

tocó

ser

samaritano que se detuvo a recoger al herido junto al camino. PADRE VICENTE INÉS

—¿Yo? Oh, no.

—Ramón Benítez no estaba herido por fuera. Pero estaba herido por dentro. Y usted... "le vendó sus llagas".

PADRE VICENTE

—No,

no

creo

haber

sido

el

buen

samaritano. Más bien estuve a punto de ser el sacerdote que pasó de largo. Sí: casi paso de largo junto a Ramón Benítez y lo dejo tirado

en

el

camino.

Lo

único

que

me

importaba en aquel momento era la reunión, mi compromiso con ustedes. Seguramente, aquel sacerdote también tenía mucho que hacer, compromisos, obligaciones... "No puedo detenerme

—se dijo—; imposible, tengo

que ir al templo a rezar, a decir mis oraciones, a oficiar el culto, el homenaje a Dios... el culto es sagrado". Y pasó de largo junto al herido, sin darse cuenta de que lo que Dios le pedía en ese momento no eran oraciones, no eran cultos... sino que amara al prójimo...

¡Eso

era

lo

único

realmente

sagrado! Y habrá llegado al templo y rezado oraciones de amor a Dios... y le había dado la espalda al mismo Dios que se desangraba tendido en el camino. Yo estuve a punto de hacer lo mismo. De darle la espalda a Ramón. ¿Y para qué? Para venir a platicarles del amor al prójimo... y del ejemplo del buen samaritano... satisfecho,

Y muy

me

habría

buen

sentido

cristiano...

muy y

aparentemente, habría "cumplido"... pero en realidad, habría fallado. Los cristianos de hoy hablamos mucho de amor y amor... pero, ¿sabemos amar de veras? Este grupo de reflexión no sirve para nada si no sirve para eso,

para

amar,

para

amar

de

verdad.

Sabiendo que ese prójimo que hay que amar no siempre se presenta en el momento más oportuno, ni siempre es el ser más agradable. A veces es un tipo que nos cansa, que nos

rechaza, que nos cae pesado como Ramón Benítez. Pero que nos necesita. Nos necesita desesperadamente. Como Ramón Benítez. DANIEL

—Tampoco el herido con sus llagas abiertas debía ser cosa linda de ver... también debía resultar un poco repulsivo. Y el sacerdote y el religioso apartaron la vista y pasaron de largo.

INÉS

—Padre

Vicente,

¿qué

podríamos

hacer

nosotros por Ramón Benítez... y por esa esposa y ese hijo enfermos? CONTROL

—ENTRA FONDO OBOE

NARRADOR

—... Y Jesús le dijo: "Ve y haz tú lo mismo".

CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

CAPITULO 19

Duración: 21:25

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. ADELA MORETTI. —19

años.

Joven

inteligente,

lúcida,

generosa. DONA AIDA.

—50 años. Su madre, humilde lavandera.

DON TADEO. —60 años. Su padre, modesto albañil.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA

MUSICAL

DEL

PROGRAMA; BAJA Y QUEDA LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL Y FUNDE CON FONDO TIERNO PARA EL RELATO.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Julio 27. Todas las mañanas

a las 7 y cuarto en punto, la veía pasar, con sus libros bajo el brazo. Era una presencia amiga, tierna, querida. Iba a tomar el bus, camino al Instituto Superior de Comercio, donde estudiaba. Siempre miraba hacia mi

ventana y, si me veía, me hacía un saludo con la mano. ADELA

— (EN 2° PLANO) Adiós, padre Vicente.

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Adiós, Adela. ¿Cómo van

esos estudios? ADELA

—Bien, bien. Aunque es duro estudiar cuando

se es pobre. PADRE VICENTE

—Ya lo se, Adela. Es duro. Exige muchos

sacrificios. Pero tienes que tener voluntad. Tú eres inteligente, saldrás adelante. ADELA

—Dios quiera. Hasta mañana, padre.

PADRE VICENTE CONTROL

—Hasta mañana, Adela y... coraje.

—CORTINA MUSICAL TIERNO - FONDO TIERNO PARA EL RELATO

PADRE VICENTE

—(RELATA) Era de las que no faltaban

nunca a clase. A veces me conmovía verla andar por esas calles solitarias, en aquellas madrugadas de invierno... Oscuro todavía, casi

de

noche...

enfrentando

el

viento

helado... la naricita roja, la cabeza hundida como tratando de eludir el castigo... Y la pobre, con su chaquetica corta... la única que tenía... la misma siempre desde que yo la recuerdo... EFECTO

—VIENTO

ADELA

—(EN



PLANO)

Buenos

días,

padre

Vicente... Brrrr... qué frío. PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Buenos días, Adela. ¿Cómo

te fue en las pruebas trimestrales? ADELA

—Estupendo. Ayer me dieron las notas. 10 en

redacción comercial, 9 en inglés, 9 en contabilidad, 8 en práctica mercantil, '7 en taquigrafía. PADRE VICENTE

—¡Bravo! ¿Viste? Y tú que estabas tan

asustada. Créeme, muchacha... es como yo te digo siempre: a ti no te para nadie. ADELA

—(TIRITA) Ay, pero qué frío. Hasta mañana,

padre. PADRE VICENTE CONTROL

—Hasta mañana. Y siempre adelante.

—COMENTARIO MUSICAL TIERNO

PADRE VICENTE

—(RELATA) Recuerdo que hace un par de

semanas...

Llovía

torrencialmente

cuando

Adela pasó... EFECTO

—LLUVIA

PADRE VICENTE

—La pobrecita iba hecha una sopa. Me

dio pena. ADELA

—(2º PLANO) Adiós, padre Vicente. Disculpe, hoy no me detengo. Llueve fuerte.

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Oye... ¿No quieres que te

preste un paraguas? ADELA

—Y bueno... le agradezco.

EFECTO

—ABRE PUERTA

PADRE VICENTE EFECTO

—Ven, pasa un segundo.

—CIERRA PUERTA; LA LLUVIA SE ESCUCHA AHORA MAS LEJANA

PADRE VICENTE

—¿No llovía ya cuando saliste? ¿Por qué

no te pusiste el impermeable? ADELA

—¿Por qué? Porque no tengo. Este invierno mis padres me iban a comprar uno, pero... bueno, no se pudo.

PADRE VICENTE

—Pero estás empapada, aterida. ¿No

quieres una taza de café caliente? ADELA

—Lo bien que me vendría. Pero se me hace tarde, voy a perder el bus. Y si lo pierdo, no llego a clase en hora.

PADRE VICENTE

—Es un momentito, ya lo tengo caliente.

Siéntate, Adela, deja que amaine un poco el chaparrón. Si te enfermas, va a ser peor, perderás más días de clase. EFECTO

—SIRVE CAFÉ

PADRE VICENTE

—Sírvete. Aquí tienes azúcar, ponte a

gusto. EFECTO

—SONIDOS REQUERIDOS POR LA ESCENA

ADELA

—Ah, qué bueno está. Bien calientito.

PADRE VICENTE

—¿No lo quieres con un poco de leche?

ADELA

—Bueno. (AGREGA RÁPIDAMENTE) Aunque en realidad yo ya desayuné.

PADRE VICENTE

—(RELATA)

No

se

por

qué

tuve

la

certeza de que no era cierto; que no había desayunado. Que la pobre iba a clase con el estómago vacío. (ACCIÓN) Sírvete un poco de pan, también. ADELA

—Qué glotona. Voy a desayunar dos veces

esta mañana. PADRE VICENTE

—¿Sabes,

Adela?

No

se

cómo

explicártelo. Pero me hace bien verte pasar todas las mañanas camino al Instituto. ADELA

—¿Que le hace bien? ¿Por qué?

PADRE VICENTE

—Pues... este es un barrio pobre, chato,

gris, donde la gente no progresa. Un barrio de vidas tristes; de vidas duras, fracasadas. La gente trabaja y trabaja sin horizontes, sin esperanza, sin ver una salida, un mañana. Mira tus propios padres, don Tadeo, doña Aída: trabajan desde que nacieron casi... y tienen que seguir trabajando duro sin ver nunca el sentido, el fruto de su esfuerzo. Siempre igual, siempre igual. Un día igual a otro día. Y la angustia del dinero que nunca alcanza. Y las privaciones. Y el impermeable para Adela, que no hay con qué comprarlo... Tú en cambio, tienes inquietud, tesón, luchas; no te dejas vencer. Eres como un rayo de luz, como un brote de esperanza.

EFECTO

—ADELA DEJA SU TAZA Y LA APARTA

PADRE VICENTE

—(PAUSA) ¿No dices nada, Adela? ¿Por

qué tan callada? Te digo cosas que debieran alegrarte y en cambio parecen haberte puesto triste. ADELA

—Un brote de esperanza, dice usted. ¿Sabe que papá en todo este mes apenas tuvo 5 días de trabajo? Ya van tres meses así, casi sin trabajo.

Dicen

construcción

que

está

la en

industria crisis.

de

Y

la

mamá

deslomándose lavando ropa. Con esa agua helada que corta las manos. PADRE VICENTE

—Bueno, pero dentro de 3 años te

recibes, y con tu capacidad y tus notas brillantes

en

seguida

consigues

un

buen

empleo. Y se acaban las privaciones. ADELA

—Tres años. Tres años son demasiados años. (PAUSITA) El profesor de mercantil exige un texto nuevo, que cuesta un ojo de la cara. ¿Con qué valor le puedo pedir a papá, sin trabajo...? (SUSPIRA) Bueno... amainó un poco. Sigo viaje. Gracias por todo.

PADRE VICENTE

—Llévate el paraguas. Está viejo, pero

algo protege. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Hasta que el lunes pasado...

por primera vez, no vi pasar a Adela. Pensé que acaso habría pasado más temprano que de

costumbre y que por eso no la había visto. Pero al día siguiente estuve atento... y tampoco pasó. Y al otro día tampoco. ¿Se habrá enfermado con aquella lluvia? Hoy al fin, ya inquieto y preocupado, resolví llegarme hasta la casa de Adela y preguntar. DOÑA AIDA

—¿Adela? ¿Quiere saber por Adela, padre? Adela no estudia más. Dejó el Instituto. Ha entrado de obrera en una fábrica de dulces.

CONTROL

—CORTINA MUSICAL DRAMÁTICA

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—¿Pero,

cómo?

¿Y

ustedes

le

han

permitido que deje de estudiar? DON TADEO

—¿Permitido? Estamos desesperados. Usted no sabe las escenas que ha habido en casa.

DOÑA AIDA

—Pero usted no la conoce a Adela. Una vez que toma una decisión...

PADRE VICENTE

—Qué

lástima.

Qué

lástima.

Tan

inteligente, tan capaz... DON TADEO

—Además, no nos dijo nada. Nos enteramos cuando

ya

estaba

todo

hecho.

Nosotros

creíamos que se iba al Instituto, como todas

las mañanas, con sus libros bajo el brazo... y se iba para la fábrica. PADRE VICENTE

—¿Y por qué dejó? ¿Qué explicación les

dio? DOÑA AIDA

—Bueno...

ahora

que

no

está

ella

oyéndonos... la verdad es que era demasiado duro. Si no tenía qué ponerse, con qué abrigarse. Esos zapatos viejos... remendados cuatro veces... los días de lluvia, los pies se le empapaban. Nunca nos dijo nada. Pero debía

tener

vergüenza

delante

de

las

compañeras. Para comprar los libros, era un drama. Y cuántas veces se fue de casa sin desayuno. Al final, no aguantó más. No era vida. PADRE VICENTE

—Pobrecita,

muchacha

qué

inteligente

y

injusticia. se

le

Una

niegan

las

posibilidades de estudiar, de hacerse un porvenir. DONA AIDA

—¿Dicen que la educación es gratis, que

es para todos? Mentira. PADRE VICENTE

—Pobre Adela, haber tenido que dejar.

Qué amargada debe estar. DOÑA AIDA

—Yo

no

se.

Es

raro,

pero

no

parece

amargada. A veces hasta diría que está más contenta que antes. DON TADEO

—Los que estamos amargados somos nosotros. Me dan ganas de agarrar y romper todo. ¡No

hay derecho! ¡No hay derecho! La veíamos tan inteligente. Todos los sacrificios que hicimos para que pudiera estudiar y llegar a ser una titulada. Yo pensaba: "Nosotros no somos nada... yo me voy a morir sobre un andamio apilando ladrillos... Aída nunca va a dejar de ser una pobre lavandera con las manos llenas de sabañones. Pero al menos Adela va a llegar, va a salir de esta vida de hambre y de miseria, va a ser otra cosa". Y ya ve. Empacando dulces en una fábrica. DORA AIDA

—(CON VOZ LLOROSA) Y lo raro es que ella parece contenta.

DON TADEO

—¡Cómo va a estar contenta! Se hace la que está

contenta

nosotros.

Pero

para por

no

afligimos

dentro

debe

más

a

estar

deshecha... odiando este mundo que no la dejó levantar cabeza, que la aplastó como a una cucharada, que le dijo: ¿Tú, la hija de un albañil y una lavandera pretendiendo ser alguien? ¡A su madriguera otra vez. Cucha! DONA AIDA

—Ah, padre, si se pudiera hacer algo... si usted pudiera hacer algo...

CONTROL

—CORTINA MUSICAL DRAMATICA

PADRE VICENTE

—(RELATA) Julio 29. Lo intenté. Hablé

con Adela. Pero sucedió lo que temía: no sirvió de nada. Esa muchacha tiene demasiado carácter para aceptar una solución así.

ADELA

—Me dijo mamá que usted quería hablar conmigo, padre.

PADRE VICENTE

—Siéntate,

Adela.

Oye.

He

sabido

que... ADELA

—Sí. Que ya no soy alumna del Instituto Superior

de

Comercio.

Que

ahora

pego

etiquetas en frascos de dulces. Con estas manos. ¿Ve? PADRE VICENTE tus

—Me imagino cómo te sientes. Ver todos sueños

destrozados,

tus

aspiraciones

frustradas... ADELA

—No. Créame que no. Estoy contenta.

PADRE VICENTE ADELA

—(INCREDULO) ¿De veras?

—De veras. Se acabó la comedia. Estoy en mi lugar.

PADRE VICENTE

—No,

Adela,

no

digas

eso.

Eso

es

entregarse. ¿Sabes? Yo extraño mucho tu paso de todas las mañanas a las '7 y cuarto. ¿Recuerdas que te decía que para mí eras como un rayo de esperanza? Pues bien... en nombre de esa esperanza... y en nombre de tus padres que están tan apenados, tan disilusionados... No te vayas a ofender... pero yo podría rabiar a algunas familias amigas... personas buenas y comprensivas... que estoy seguro de que te ayudarían.

ADELA

—(CORTA) ¿Una limosna? No, padre, muchas gracias.

PADRE VICENTE

—Pero no lo tomes así. Sería para que no

tengas que abandonar los estudios... para que el día de mañana... ADELA

—Mire, padre: si usted me hubiera hecho ese ofrecimiento hace un par de meses, lo habría aceptado feliz.

PADRE VICENTE ADELA

—¿Y ahora?

—Ahora es distinto. Trabajar en la fábrica me

está

haciendo

mucho

bien.

Estoy

aprendiendo a ver la vida de otro modo. CONTROL

—CORTINA MUSICAL - QUEDA DE FONDO

PADRE VICENTE

—Octubre 7. "Estoy aprendiendo a ver la

vida de otro modo" —me dijo Adela aquella tarde—. Ahora sé a lo que llamaba "ver la vida de otro modo". CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Sí. No cabía duda. Era ella.

Allí estaba su nombre en letras pintadas: Adela Moretti. Allí estaba su nombre, en el

cartel que acababan de poner en la plaza, frente a la parroquia. "Gran acto de la juventud obrera. Hablarán Carlos Rodríguez, Hugo Mederos, Adela Moretti...". DON TADEO

—¿Qué me dice de esto, padre? ¿Qué

me dice? PADRE VICENTE

—(RELATA) A mi lado, contemplando

también el cartel con ojos torvos, don Tadeo Moretti, el padre de Adela, se indignaba: DON TADEO

—Que haya dejado el Instituto, vaya y pase. Que haya entrado a trabajar de obrera, todavía.

Pero

esto...

esto

no.

Esto

es

demasiado! PADRE VICENTE DON TADEO

—La verdad, amigo Tadeo, es que...

—La verdad es que a esta muchacha le han llenado la cabeza de ideas locas... peligrosas. Quiere cambiar el mundo. Y no sabe que el mundo es así y siempre será así; unos que nacen con estrellas y otros que nacemos estrellados. Mucho hablar de justicia y de unión y de qué se yo. Como siga así, perderá el trabajo en la fábrica también...

PADRE VICENTE

—Bueno, don Tadeo, no entro a juzgar lo

que está haciendo Adela porque no lo sé. Pero nosotros

somos

cristianos,

¿no?

Nuestro

maestro es Cristo. Y Cristo también fue perseguido... acusado de agitador peligroso y subversivo.

DON TADEO

—Sí, pero, pero...

PADRE VICENTE

—¿Sabe una cosa? Voy a ir a ese acto.

Me interesa escuchar qué dice Adela. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—VOCES, AMBIENTE, CHISTIDOS

ADELA

—(UN POCO DE RESONANCIA PERO NO MUCHA) Compañeros. No les quiero hacer un discurso,

sino

con

versar

con

ustedes.

Contarles lo que estoy viviendo y sintiendo. Hasta hace poco yo era estudiante. Estudiaba comercio. Mi aspiración en la vida era la de llegar a tener un buen empleo en un banco o en una compañía, ganar un buen sueldo. No pude. Tuve que renunciar a esos planes. Entré en la fábrica. Y empecé a pensar... y comprender. Estudiando, yo me quería liberar sola. Tener un buen empleo para mí. Para mí sola. ¿Y los demás, entre tanto? ¿Todos ustedes, qué? Iban a seguir como hasta ahora, sin horizontes, sin mañana. Como mis pobres padres, que trabajan y trabajan como condenados a trabajos forzados y no le encuentran sentido. Mis padres creen que eso es una fatalidad. Que el mundo es así porque Dios lo hizo así. Yo creo en Dios. Soy cristiana. Y se que Dios no hizo el mundo así, no lo quiere así. Quiere un mundo de hombres libres, que puedan realizarse y amarse y encontrar un sentido a sus vidas y a su

trabajo

y

compartirlo

todo.

Empecé

a

preguntarme muchas cosas. ¿Por qué mi padre apenas consigue trabajo 5 días al mes? ¿Qué culpa tiene él de la crisis? ¿Por qué mi madre está encorvada de tanto lavar ropa? ¿Por qué en este pobre país nuestro, por qué en esta América Latina, no hay trabajo para todos ni casas para todos, ni salud para todos, ni educación para todos? CONTROL

—CORTINA MUSICAL

ADELA

—En el mundo hay miles, cientos de miles, millones como nosotros. Hundidos, aplastados bajo el peso de la pobreza. Entonces, ¿de qué hubiera valido que yo me liberara sola? Compañeros, lo que aprendí, lo que descubrí y vengo a decirles, es que nadie puede liberarse solo. Tenemos que liberarnos todos juntos. Todos unidos. Luchar. Construir entre todos un mundo más justo y más humano... un inundo mejor... un mundo de fraternidad y de amor

donde

todos

puedan

encontrar

un

sentido a su trabajo y a su vida, sentirse útiles, valiosos. Donde se reconozca a cada ser

humano

su

dignidad,

su

derecho

a

participar en la tarea común, su derecho a hacer oír su voz. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

ADELA

—¿Que el cambio va a costar? Claro que va a costar. No va a ser fácil. Tendremos que

conquistarlo entre todos poco a poco, a costa de muchas luchas, de muchos esfuerzos, de muchos sacrificios. Pero entre todos. No cada uno por su lado. Sino entre todos. Y para todos. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

EFECTO

—AMBIENTE

PADRE VICENTE

—¡Don

Tadeo!

¡Doña

Aída!

¿Ustedes

también aquí? DONA AIDA

—Y... pasábamos por casualidad y Tadeo me dijo: ¿entramos un momentito?

DON TADEO

—No

mientas,

no

es

verdad.

Vinimos

a

escuchar a Adela. PADRE VICENTE DOÑA AIDA

—¿Y qué piensan?

—Yo... Después de escucharla... tengo más miedo que antes.

DON TADEO

—Yo... la verdad es que mucho, mucho no entendí. Pero un poquito sí. Y ese poquito que entendí... bueno... me parece que un poco de razón tiene.

DOÑA AIDA

—¿Y a usted también le parece, padre? ¿Usted, qué piensa?

PADRE VICENTE

—Pienso... que Adela me ha dado una

gran lección de amor cristiano. Dice lo mismo que enseña Jesús en el Evangelio: que nadie se salva solo. Comprendo que para ustedes

resulte difícil entenderla y aceptarlo. Pero ella se ha embarcado en una lucha valiente por todos... por ustedes también... CONTROL

—ENTRA FONDO MUSICAL

PADRE VICENTE

—Adela... Todavía la recuerdo pasando

todas las mañanas camino del Instituto. La veía como un rayito de esperanza. DONA AIDA

—Ya no la verá pasar más, padre. Nunca más.

PADRE VICENTE

—Pero a esta Adela que ha descubierto

su puesto de lucha, la vuelvo a ver más que nunca como un rayo de esperanza. De esta nueva Adela espero aún mucho más que de la otra. Más que nunca me dan ganas de decirle, como cuando pasaba frente a mi ventana: "Valor, Adela. Valor y adelante". CONTROL

—CIERRE MUSICAL

CAPITULO 20

Duración : 22 :05

PERSONAJES:

PADRE VICENTE. INÉS.

—Es la misma de los libretos 10 y 18.

DANIEL.

—Es el mismo de los libretos 10, 17 y 18.

HUGO.

—Alrededor de 30 años. Sincero, simpático,

afectuoso. BETO.

—Un niño muy humilde, de unos diez

años. LA MADRE DE BETO. —Unos 40 años. Muy pobre. Una vida de dolor e indigencia.

CONTROL

—CARACTERÍSTICA MUSICAL PROGRAMA -

BAJA Y QUEDA LOCUTOR

—"El Padre Vicente" - Diario de un cura de

barrio. CONTROL

—LEVANTA CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) 5 de noviembre, 1969. Sí.

Mi decisión está tomada. Definitivamente. Una etapa de mi vida termina... otra nueva va a comenzar. INÉS

—Pero

entonces,

¿es

cierto,

padre?

¿Es

cierto que se nos va? No, no lo vamos a dejar. No puede ser que se nos vaya, no puede ser. PADRE VICENTE

— Puede... y debe ser, Inés. Debo

irme. CONTROL

—CORTINA MUSICAL - QUEDA DE FONDO

PADRE VICENTE

— (RELATA) Vuelvo atrás las páginas de

mi diario... Las páginas donde han quedado, aquí y allá, tenues huellas, borrosas pistas de los hechos que hoy me llevan a tomar esa decisión... EFECTO

—HOJEA CUADERNO

PADRE VICENTE

—La

primera

huella

está

registrada

aquí... en una anotación que escribí hace más de dos años. (LEE) "8 de septiembre de 1967. En Brasil, les llaman fevelas. En Argentina, villas miseria. En Chile, cayampas. En Uruguay, cantegriles. Aquí en mi país, les llamamos "lateríos", porque sus pobladores improvisan con latas las míseras casillas, los sórdidos tugurios en que viven —si es que a eso se le puede llamar vivir—. Pero llámese como se los quiera llamar, son siempre lo

mismo; fruto amargo de la pobreza, que va dejando por el camino gente sin techo, sin porvenir, sin horizontes. Y bien: aquí, en mi propio barrio, a unas 15 cuadras de la parroquia,

en

un

gran

terreno

baldío

abandonado, se ha formado un laterío. DANIEL

—¿Ha visto qué cosa espantosa, padre, ese laterío que se ha formado en la calle Olivera, detrás del arroyo?

PADRE VICENTE

—Sí, claro que lo he visto, Daniel. Cómo

no verlo. INÉS

—Un día cualquiera, apareció una casilla de lata. En seguida, otra, otra, otra... Ahora, son más de cien. Todo un barrio.

PADRE VICENTE

—Por

algo

en

Chile

les

llaman

"poblaciones cayampas", es decir poblacioneshongos, porque brotan y crecen así, como los hongos, de la noche a la mañana. HUGO

—Es horrible, ¡es inhumano que haya gente que tenga que vivir así!

INÉS

—Yo no se. La señora de Lamas dice que son vagabundos, gente de mal vivir, gente inútil que no quiere trabajar.

PADRE VICENTE

—No, Inés. Eso lo dice para quedar en

paz con su conciencia. Yo he ido a hablar con ellos... DANIEL

—Ah, ¿usted fue?

PADRE VICENTE

—... y les aseguro que la mayoría son

familias, gente buena, trabajadora. Viven así porque no tienen más remedio, porque no encuentran donde vivir. INÉS

—¡Qué injusticia! Es inhumano... subleva.

HUGO

—Pensar que hay pobre gente viviendo así, mientras familias de 4 personas disponen de residencias de lujo de 12 habitaciones con cancha de tenis y piscina.

INÉS

—Y después decimos que este es un país cristiano.

PADRE VICENTE

—¿No han ido ustedes todavía? Vayan,

aquello es dantesco. El piso de esos tugurios es de tierra. Cuando llueve, las casillas se convierten en fangales. Por entre las latas, se cuelan el frío, el viento, la lluvia. Del estado sanitario; no hablemos: un solo grifo de agua corriente para todo el barrio. Cada vez que necesitan agua, tienen que caminar 300 metros cargando sus baldes y esperar largo rato frente al grifo hasta que les toca el

turno.

De

modo

que

con

semejantes

"servicios sanitarios", se imaginarán lo que es aquello. DANIEL

—Un foco de enfermedades.

PADRE VICENTE

—Y ese olor... ¡Ese olor! Se me ha

quedado incrustado. HUGO

—Y si ahora es así, lo que será en verano.

PADRE VICENTE

—Bueno, en verano va a ser el infierno.

Recalentadas por el sol, las latas deben arder. INÉS

—Y nadie hace nada. A nadie le importa.

DANIEL

—Pero nosotros, que nos decimos cristianos, tenemos que denunciar esa injusticia, sacudir la conciencia de todos... luchar por soluciones humanas para esos pobres hermanos nuestros.

HUGO

—Sí, hay que hacer algo. Tenemos que hacer algo.

DANIEL

—Iniciar una gran campaña. Que todo el país se entere, que cobre conciencia.

HUGO

—Hacer oír nuestra voz de protesta, y no descansar

hasta

que

se

mejoren

efectivamente las condiciones de vida de todos los refugiados de los lateríos. PADRE VICENTE

—Si, amigos. Tienen que hacerlo. Me

alegra oírles hablar así. Eso significa que la semilla

del

Evangelio

ha

penetrado

en

ustedes. Que son cristianos de veras... CONTROL

—ARPEGIO DE ARPA SEÑALANDO PASO DEL TIEMPO

PADRE VICENTE

—(RELATA) En esa época casi todos los

días aparece mencionado en mi diario el laterío. Hablo de él con angustia, con dolor, con rabia, con urgencia. (TRANS.) Eso fue... al principio. Después... después, ya pasado el

impacto inicial, las menciones van escaseando, raleando cada vez más. Aquí y allá alguna anotación perdida... como ser... EFECTO

—PASA PÁGINAS DEL CUADERNO

PADRE VICENTE

—"12 de julio de 1968. En la misa de

hoy hicimos una colecta para las familias del laterio y les llevamos alimentos, ropas de abrigo usadas". Si, una colecta de tanto en tanto y nada más. Insensiblemente, todos nos fuimos acostumbrando a la existencia del laterio... a verlo como una cosa normal. Yo mismo

—lo

confieso

con

vergüenza—

lo

visitaba muy poco, cada vez menos; y rara vez pensaba en él. Cuántas veces habré pasado por la calle Olivera, frente al laterio, indiferente... pensando en otra cosa. Ya se había hecho un escenario habitual, corriente, aceptado. Hasta que un día... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE EFECTO

—(RELATA) Hasta que un día...

—PASA PÁGINAS DEL CUADERNO

PADRE VICENTE

—(RELATA)

A

ver...

aquí

está

la

anotación... fue hace pocos meses, este invierno... CONTROL

—REPITE ARPEGIO DE ARPA

EFECTO

—GOLPEA LAS MANOS

PADRE VICENTE BETO

—(ACCIÓN) ¿Qué hay, muchachito?

—Dice mi mamá si puede ir allá.

PADRE VICENTE

— (RELATA) No conocía al niño; pero me

bastaba ver su ropa andrajosa, su carita sucia y desgreñada, para saber dónde era "allá". BETO

—Dice mi mamá si puede ir allá a rezar un responso.

PADRE VICENTE

—¿Un responso? ¿Para quién?

BETO

—Esta noche se murió mi hermanito.

CONTROL

—GOLPE MUSICAL DRAMÁTICO (GOLPE DE CUERDAS EN VIOLA O CELLO) - LUEGO FONDO MUSICAL TRISTE Y DRAMÁTICO

PADRE VICENTE

—(RELATA)

muerto...

de

Aquella frío.

Dije

criatura el

había

responso...

acompañé al cementerio el pequeño, tosco ataúd de aquel niño a quien habían despojado de su derecho más elemental: el derecho a vivir. Luego volví al laterío a acompañar a los padres, a tratar de consolarlos. Pero, ¿qué palabra de consuelo podía decir? Lo que leí en

aquellos ojos agotados de llorar era distinto a la

tristeza.

Era

desesperanza...

desesperación. MADRE

—(AHOGA

UN

GEMIDO

DE

PROTESTA)

Traer hijos al mundo para que se mueran de hambre y de frío. ¿Por qué Dios nos castiga así? PADRE VICENTE

—No es Dios, señora. Dios no quiere

esto, le aseguro que Dios no lo quiere. Son los hombres. MADRE

—Pero, ¿por qué Dios y los hombres nos dejan tan solos? ¿Por qué estamos tan solos?

CONTROL

—LEVANTA FONDO BREVEMENTE; BAJA Y QUEDA.

PADRE VICENTE

—(RELATA) Esa pregunta se me metió

adentro. Se me grabó a fuego. ¿Por qué estamos tan solos? Se sienten abandonados de los hombres... y hasta de Dios. Aquella noche, al regresar deshecho, anoté en mi diario una sola frase: Jesús nació en un establo. Si hubiera vivido en esta época, habría nacido en un laterío... CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA)

creciendo,

Desde

madurando

en

entonces, mí

la

fue

decisión.

Hasta que me resolví a ir a hablar con el obispo...

CONTROL

—ARPEGIO DE ARPA

PADRE VICENTE

—(ACCIÓN) Monseñor... en el laterío

cercano a mi parroquia, hay más de mil seres humanos que se sienten solos, abandonados. Cristo vivió pobre entre los pobres. Quiero pedirle que me permita ir como sacerdote al laterío. Sí, ya sé lo que me va a decir, monseñor... que allí ni siquiera hay una capilla. No importa, la haré... de lata. CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—(RELATA) Cuando se enteraron, mis

feligreses, los fieles de mi parroquia, se rebelaron.

Los

sorprendí

redactando

un

petitorio para el obispo. HUGO

—Hay que ponerle también a monseñor, que el padre Vicente siempre fue de poca salud, acuérdense de esa infección que tuvo... que él no tiene resistencia física para vivir así, que se va a enfermar gravemente y entonces, qué ganamos con eso.

INÉS

—Sí,

sí,

escribe

eso

también,

Daniel,

escríbelo. Verás que todo el barrio firma el petitorio.

Todos

queremos

que

el

padre

Vicente no se vaya. DANIEL

—A ver, cómo podemos decirlo... (ENSAYA) "Por otra parte, monseñor, le encarecemos tener presente que el padre Vicente... cómo

diríamos... le encarecemos tener presente que el padre Vicente... EFECTO

—ABRE PUERTA

PADRE VICENTE

—(ENTRANDO, EMPALMA) ... que el

padre

Vicente

es

bastante

grande

para

decidir por sí mismo. INÉS

—(CONFUNDIDA) Buenas... buenas noches, padre... No...

DANIEL

—No lo esperábamos tan temprano.

PADRE VICENTE

—Tampoco

yo

esperaba

que,

en

mi

ausencia, en lugar de leer el Evangelio —que para eso son estas reuniones— se dedicaran a escribir cartitas. ¿Se puede saber qué están escribiendo y a quién? HUGO

—Bueno... ahora será mejor que digamos toda la verdad, ¿no les parece?

INÉS

—Al obispo. Pidiéndole que no lo traslade, que lo deje aquí, con nosotros. Lo necesitamos, padre, usted nos hace mucha falta.

PADRE VICENTE

—Vendrá otro párroco en mi lugar, tan

bueno y mejor que yo. DANIEL

—Pero lo queremos a usted. Usted es el que nos ha formado como cristianos. A usted le debemos el haber vuelto a descubrir a Cristo.

PADRE VICENTE

—Me conmueve mucho eso que dicen.

Pero...

INÉS

—Pero aunque diga que se conmueve, por lo visto usted no nos quiere. No le importa de nosotros, nos abandona.

PADRE VICENTE

—Eso no. No saben cuánto los quiero.

Separarme

de

ustedes,

va

a

ser

un

desgarrón. INÉS

—¿Y entonces, por qué se va?

PADRE VICENTE

—¿No lo comprenden? Ustedes ya no me

necesitan tanto, ya están encaminados por el camino del Evangelio. En cambio allá hay hermanos

que

me

necesitan

mucho

más.

Hermanos que están solos, abandonados. DANIEL

—¿Pero no se da cuenta que allá va a enfermarse, arruinar su salud?

INÉS

—¿Qué necesidad tiene de ir a vivir allá? ¿No puede visitarlos y ayudarlos sin necesidad de eso?

HUGO

—De veras, padre... ¿a qué se va?

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

(PAUSA PARA EL CORTE)

CONTROL

—CORTINA MUSICAL

PADRE VICENTE

—¿A

qué

voy?

Ante

todo,

a

acompañarlos. A compartir su suerte. A ser

un habitante más del laterío. A vivir con ellos y como ellos. A mostrarles que Dios no los ha abandonado. Que Cristo está como siempre junto a ellos. DANIEL

—Es

decir,

a

predicarles

la

resignación

cristiana... a decirles que deben aceptar resignadamente su destino... PADRE VICENTE

—(VIGOROSAMENTE) ¡No! ¿Resignación?

Al contrario. La resignación cristiana existe y es una virtud, pero se la ha deformado, se ha hecho una caricatura de ella, se la ha usado para acallar el justo clamor de los oprimidos. No es resignación lo que iré a predicarles, sino la Buena Nueva del Evangelio. El anuncio de que Cristo vino para todos los hombres... ¡para todos!... y sobre todo para ellos, para los pobres. Que ellos tienen, por amor de Cristo, la dignidad de hijos de Dios. Y por lo tanto, tienen derecho. Derecho a una vivienda digna, derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a una vida humana. Y que deben luchar para conquistar esos derechos que hoy la sociedad les niega. HUGO

—Pero entonces usted se va a convertir no en un sacerdote, sino en una especie de líder político.

PADRE VICENTE

—En absoluto. Yo solo les comunicaré la

Palabra del Señor, la verdad del Evangelio. "La verdad los hará libres", dijo el Señor.

Una vez que descubran esa verdad liberadora, ellos mismos buscarán las formas de combatir contra la miseria que hoy los oprime. Yo simplemente iré en nombre de Dios a decirles que son seres humanos, que son hombres. Cuando

se

sepan

hombres,

cuando

se

descubran hombres, buscarán por sí mismos sus formas de acción. Pero para eso, para que me escuchen, tengo que estar allí, junto a ellos. Ellos no creen en los que van de visita, bien comidos, bien abrigados, para luego volver a sus casas calentitas. Y tienen razón en no creer. Solo me escucharán si me sienten de veras un hermano, uno de ellos, que vive como ellos, que se ha comprometido con su suerte. Solo así podré merecer su confianza. EFECTO

—ROMPE PAPEL

PADRE VICENTE

—¿Qué era eso que acabas de romper,

Daniel? DANIEL

—La carta. El petitorio a Monseñor.

INÉS

—Muy bien, Daniel. Justamente estaba por decirles que ya no quiero que enviemos esa carta. Ahora me doy cuenta con cuánto egoísmo estábamos obrando.

HUGO

—Sí, Inés tiene razón, su presencia, su palabra eran una gran riqueza para nosotros. Y entonces, quisimos retenerlo.

DANIEL

—Cuando justamente lo que usted nos enseñó, la enseñanza del Evangelio que usted nos trasmitió, es que las riquezas no son para guardarlas

sino

para

compartirlas.

Que

debemos compartir con los hermanos cuanto tenemos. INÉS

—Y si no fuéramos capaces de eso, es que no habríamos comprendido nada del Evangelio.

PADRE VICENTE

—Muy bien. Ahora, con esa actitud, me

demuestran que han crecido, madurado en la fe. Que me puedo ir tranquilo, seguro de que dejo cristianos formados. INÉS

—Aun así, de todos modos, la separación nos va a ser muy dura, muy dolorosa. Claro que podremos seguir viéndolo de tanto en tanto, pero no será lo mismo.

PADRE VICENTE

—¿Y creen que para mí no será duro y

doloroso? Ustedes son mis amigos queridos. Una parte de mi corazón queda con ustedes. Cuando me recuerden; cuando piensen en mí... ¿se acuerdan cuando brotó el laterío, qué indignados

estábamos

todos,

cómo

nos

sublevábamos contra esa injusticia, contra ese atentado a la dignidad humana? ¿Cómo juramos todos que íbamos a luchar, a hacer algo...? DANIEL

—... y cómo luego nos fuimos olvidando, conformándonos, haciéndonos indiferentes...

PADRE VICENTE

—Pues

bien:

cuando

piensen

en

mí,

recuerden que estoy allá, pasando frío y privaciones. Y que me fui no solo por ellos, sino también por ustedes, para inquietar sus conciencias, para que nunca acepten, para que nunca se dejen envolver por esa costra de indiferencia. Un cristiano no tiene derecho a aceptar el mal. No tiene derecho a aceptar que haya hermanos oprimidos por la injusticia. Un cristiano siempre debe luchar contra el pecado. Y la injusticia que se comete hoy contra nuestros hermanos, es el fruto del peor de los pecados; el pecado del egoísmo. (PAUSA)

Y

ahora,

amigos,

despidámonos.

Démonos las manos y oremos la oración que nos enseñó el Maestro. Padre nuestro que estás en el cielo... TODOS

—Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. (1) Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona

nuestras

ofensas

como

también

nosotros... CONTROL

—A PARTIR DE (1) CORTINA MUSICAL CUBRIÉNDOLOS - FONDO MUSICAL

EFECTO

—RUIDO AL CLAVAR MADERA

PADRE VICENTE

—(RELATA)

24

de

diciembre,

1969.

Nochebuena. Hoy he venido a radicarme en el laterío. Sobre mi casilla de lata, con dos toscas estacas que yo mismo desbasté y

clavé, planté una cruz. Me he traído muy pocas cosas. Entre esas pocas, mi Biblia y mi acordeón: la palabra de Dios para transmitir y un rayito de alegría para ofrecer... CONTROL

—UNOS COMPASES DE TEMA POPULAR Y ALEGRE EN ACORDEÓN - LUEGO REANUDA FONDO

PADRE VICENTE a

—Una etapa de mi vida termina, otra va comenzar.

Cierro

definitivamente

este

diario. Si algún día lo reanudo, ya no será el diario de un cura de barrio, sino el diario de un cura del laterio... CONTROL

—LEVANTA FONDO, BAJA Y QUEDA.

PADRE VICENTE

—Sí, Señor. Hagamos tu voluntad. En el

cielo, pero también aquí, en la tierra. Tu voluntad,

que

es

la

de

un

mundo

sin

egoísmo... un mundo de justicia y de amor. Un mundo de hombres fraternalmente unidos. CONTROL

—CIERRE MUSICAL.

Ha llegado así a su fin, este primer ciclo de "EL PADRE VICENTE". Diario de un cura de barrio. Esta última secuencia contó con el siguiente reparto, por orden de aparición:

Padre Vicente: Inés

:

Roberto Fontana Lilián Olhagaray

Daniel:

Leonel Etchegorry

Hugo:

Juan Jones

Un niño:

Leonardo Pozzolo

Su madre:

Violeta Amoretti

Montaje sonoro:

Juan Francisco Bello

Efectos especiales: Néstor Cebas Puesta en el aire:

Mario César

TEMA DE CIERRE Tuvo el agrado de ofrecerles estos humanos momentos en la vida del Padre Vicente, el Servicio de Radio de La Voz de Alemania Católica. En su nombre, les agradecemos el interés con que han recibido y

seguido este programa y les

decimos... hasta pronto.

GUITARRA DEL TEMA DE LARRY ADLER.