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LAS ELECCIONES Y SUS CLAVES Jesús Navarro Introducción. Precisar la singularidad de cada momento- lugar, caracterizar s

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LAS ELECCIONES Y SUS CLAVES Jesús Navarro

Introducción. Precisar la singularidad de cada momento- lugar, caracterizar sus implicaciones según diferentes perspectivas y, en su caso, elegir el instante-posición más adecuado para el logro de una cierta finalidad han sido tareas específicamente ligadas al saber astrológico durante milenios. Y en modo tan relevante que el propio aben Ragel dedicó uno de los ocho tomos de su Libro Conplido en los Iudizios de las Estrellas [Rag 97] a las técnicas electivas. Sin embargo, la práctica de éstas sigue reiterando vicios que ya dicho autor denunciaba allá por el siglo X del cómputo cristiano. El más "popular" de ellos es dar por supuesto que un determinado momento, una cierta configuración astrológica, es "bueno/a" o "malo/a" por sí mismo/a, en abstracto, y que dicha catalogación es aplicable sin restricciones, en consecuencia, a no importa qué realidad terrestre. Sin embargo, en el séptimo volumen (o libro, como se decía entonces) de la obra citada se nos advierte (página 23) que "es útil la elección de los días y horas cuando el momento está bien ajustado desde su origen. Si es al contrario no será útil, aunque se haya dirigido a un buen resultado". Como queda anotado a pie de página, y corroboran los contenidos que el propio texto recoge a continuación, ese "origen" correcto, esa referencia adecuada, es el tema radical (la natividad, si se trata de una persona) que en cada caso proceda considerar, convenientemente ampliado(a) a "las revoluciones de ese año". Bien mirado, tan seculares advertencias debieran resultar, por obvias, innecesarias, ya que, cuando se elige "algo", se elige para y en razón de "alguien", y de ahí la necesidad de referir a su realidad concreta todo lo relativo a la elección en curso, al margen de que, como integrantes del universo que somos, le pertenecemos a él antes que él a nosotros y, en consecuencia, como muy bien se subraya en [Fra 02], el tema de un momento no es patrimonio individual en exclusiva, sino que, siendo un referente válido para nuestros procesos personales, lo es también para los de muchas otras y variopintas realidades existenciales. Así pues, parece inmediato concluir que, tener en cuenta al correspondiente "alguien", exige prestar atención tanto a sus características específicas como a su dinámica existencial particular durante la época de la elección, lo cual, si ha de hacerse astrológicamente, nos remite con meridiana claridad al tema radical, así como al empleo de las oportunas técnicas de prognosis, sean direcciones/progresiones, revoluciones/tránsitos u otras. Tal planteamiento es, desde luego, absolutamente coherente con el transmitido por la mejor astrología tradicional: "te aconsejo que no ajustes la elección a alguien de quien ignores el nacimiento, sino a aquél de quien conozcas su nacimiento y las revoluciones de ese año" ([Rag 97], libro VII, página 23), añadiéndose que: "poca es la utilidad que proviene de una buena elección (...) cuando las revoluciones existentes son malas o contrarias" ([Rag 97], libro VII, página 26). Tomando, en consecuencia, tal perspectiva como referente de trabajo y, por lo mismo, como criterio estructurador de mi exposición, comenzaré por considerar el qué de la elección

(apartado 1), llevando a cabo una primera aproximación al tema de cómo precisar los significadores más idóneos para establecerla. Fundamentar convenientemente dicho conjunto de significadores exige, de acuerdo con lo recién comentado, remitirnos al correspondiente horóscopo radical, así como (es mi propuesta al respecto) a las progresiones en marcha y a la revolución solar en curso, lo cual hace posible también, a través de este último tema, tener presentes los tránsitos activos en el momento de la elección. El cómo proceder a todo ello quedará oportunamente recogido en el apartado 2 de este artículo. Para concluir el proceso eleccional es inexcusable, amén de obvio, apoyarse en las claves técnicas (al menos las básicas) propias de la astrología electiva, a las que me referiré en el apartado 3, lo que nos conducirá definitivamente al oportuno tema eleccional (apartado 4), cuyas implicaciones comentaré y contrastaré oportunamente con lo acontecido hasta el momento presente. Un quinto y último apartado hará viable afianzar conceptualmente lo previamente planteado, tomando a tal fin referencias metodológicas distintas a las citadas en los apartados precedentes, tras lo cual concluiré mi exposición subrayando los pasos clave del procedimiento propuesto.

1.- La naturaleza de la elección. Si, para llevar a cabo el recorrido recién comentado, me sirviese de meras consideraciones teóricas y me apoyase en ejemplos hipotéticos, mis planteamientos resultarían escasamente atractivos y difícilmente convincentes. Para evitarlo, me referiré a una elección muy concreta, que llevé a cabo personalmente, y cuya evolución y resultados han quedado, a día de hoy, en buena medida explicitados. El periodo transcurrido desde el momento eleccional hasta la fecha posee ya una extensión suficiente (próxima a los seis años) como para ofrecer el oportuno contraste entre la teoría de los objetivos perseguidos y la realidad de los alcanzados. Dicha elección correspondió a mi puesta en marcha de una iniciativa para que la actividad mía y, a la par, de otros colegas de la Universidad de Zaragoza, relativa a la investigación y recuperación conceptual, metodológica e histórica del saber astrológico, viniera a ser institucionalmente reconocida como parte integrante de nuestra dedicación académica. El empeño no era precisamente menguado, y su logro hacía prever la necesidad de gestiones más bien dilatadas, así como la presencia de elementos claramente obstaculizadores en su camino, de manera que resultaba muy recomendable facilitar al máximo todo el proceso, incluso desde antes de su arranque. A tal fin, nada mejor que confiar en el conocimiento por mí adquirido y elegir convenientemente el momento de poner en marcha dicha iniciativa, teniendo en cuenta, por un lado, mis propios parámetros astrológicos y, por otro, la coyuntura astronómica concreta de la época en que me encontraba. Dada mi condición de iniciador de la propuesta en ciernes, era a mí mismo a quien debía referenciar, antes que a nadie, la oportuna elección astrológica. Para ello, debía precisar la naturaleza de la misma y bosquejar una primera aproximación de lista de significadores adecuados, a ser confirmada, corregida o/y completada gracias a su inexcusable contraste con mi propia natividad y los temas progresados y de revolución activos en mi caso para el entorno temporal de la elección. De acuerdo con lo ya mencionado, la iniciativa se refería a mi/nuestra realidad profesional dentro del ámbito universitario, en su doble faceta investigadora y docente, por lo que las casas

IX y X del tema eleccional habrían de ser convenientemente subrayadas y reforzadas, amén de cuidar, por supuesto, lo concerniente a su ASC. Asimismo, teniendo en cuenta el ánimo innovador de los objetivos perseguidos, convenía no descuidar a Urano. Pero, en razón de la naturaleza y el entorno institucional (académico, docente e investigador) del planteamiento, había n de ser mantenidos en primer plano Júpiter y Mercurio, pero sin olvidar a Saturno. Y todo ello, por descontado, sin descuidar lo más mínimo (forma parte del ‘abc’ de la astrología electiva) las posiciones de los luminares, particularmente del nocturno, tan directamente ligado, junto con el ASC, a los inicios de las cosas. Así pues, la nómina tentativa de significadores, amén de los "obligados" (ASC y Luna), se centraba en Júpiter y Mercurio, más Urano, con la colaboración del Sol y Saturno, por el lado de los planetas, amén de las casas IX y X, sin olvidar la posible cooperación de la III (también ligada al hecho docente y a la búsqueda/investigación de datos), la VI (el asunto era, al fin y al cabo, de trabajo) o la IV (por referirse a la fundamentación y, en consecuencia, finalización de lo emprendido). Una lista (muy) provisional que, así bocetada, quedaba a la espera de su contraste con el grupo de significadores astrológicos más y mejor representativos de mis potencialidades (rádix) y mi dinámica existencial en esa época (progresiones y revolución solar en curso), en lo personal, lo universitario, lo vocacional, lo docente e investigador. Del cruce y convergencia de uno y otro conjunto de significadores habrían de salir los referentes astrológicos definitivos de la elección en ciernes.

2.- Los cimientos de la elección. A la vista de mi tema natal (figura 1), correspondiente a las 05:59:40 GMT (aproximadamente) del día dos de enero de mil novecientos cuarenta y nueve, en Zaragoza (España), queda meridianamente clara la relevancia que en lo personal y en lo académico tienen Júpiter (regente del ASC, en casa I), el Sol (en conjunción con el anterior) y Saturno (regente de ambos, en casa IX), amén de Mercurio, en recepción mutua con este último. Adicionalmente, Saturno se halla en trigonocracia, mientras Júpiter está en caída, pero recibiendo la oportuna recepción por aspecto (un trígono, además) de Saturno, que también se la otorga al Sol. Júpiter tiene, a la par, el apoyo de Mercur io, gracias al oportuno paralelo de declinación entre ellos. En realidad, dicho aspecto no sólo implica a ambos, sino que se da también (todos con todos) con el Sol, Urano, Plutón (en trígono a su vez con el ASC) y el eje ASC-DSC. Nótese, asimismo, la trigonocracia de Urano y su favorable conexión con su regente (Mercurio), que también lo es del DSC y de la VI, y conecta por exaltación con la IX. Como también conviene tomar buena nota de la exaltación de Quirón, regente simultáneo [Nav 00a] de la IX y de Saturno, si bien su cuadratura con éste desde la XII complica la correspondiente coyuntura astrológica. Es necesario subrayar, además, la conjunción de Venus, regente (a la par) del MC y de Neptuno (a su vez señor de la III), al ASC, así como sus paralelos de declinación con la Luna (reforzando el sextil con ella), la Parte de la fortuna y el exaltado Marte, quien recibe la conjunción de Mercurio, y éste la de la Parte de la fortuna. De acuerdo con ello, desde la perspectiva de mi natividad, y a la vista de lo comentado en el apartado anterior, los planetas a considerar prioritariamente en la elección son, sin duda, Mercurio, Júpiter, Saturno y Urano, con un posible apoyo adicional en el Sol y Venus. Respecto a las casas a privilegiar, nada nuevo: la IX y la X, sobre todo, con la III, la VI y la IV a continuación.

Y teniendo siempre bien presentes, claro está, el ASC y la Luna (extremo que sobreentenderé a partir de aquí y no reiteraré en lo sucesivo) En cuanto al tema progresado anual vigente [Nav 00b, Nav 00c], resultaba ser (acababa de celebrar mi cuadragésimo noveno cumpleaños) el A-49 (figura 2), levantado, como procede, para el 20/02/1949, en el cual destaca Venus, en la I, aspectando por sextil, simultáneamente, tanto su propia posición radical como el ASC natal, mientras el ASC progresado se hallaba, a su vez, encuadrado por Mercurio (estando en paralelo de declinación con él) y Venus. A resaltar, asimismo, la posición lunar en la X progresada, si bien formando parte de una T cuadrada, cuyo foco ocupa con Quirón, y en la que participan el Sol, Marte y Saturno. Dicha figura aspectal conecta, a su vez, con Saturno y Quirón radicales, como lo hace la Luna, por declinación, con Mercurio, el Sol, Júpiter, Urano y Plutón natales, aunque más estrechamente con el primero y los dos últimos. Por su parte, Júpiter progresado se aproxima a la conjunción con la Parte de la fortuna radical, estando simultáneamente en paralelo de declinación con ella, lo mismo que con la Luna, Venus y Marte natales. La Parte de la fortuna progresada se sitúa en la IX del tema, mientras el Sol progresado todavía se halla en trígono con Urano, sobre todo con el natal, aunque el contacto sea separativo y disociado. Como puede comprobarse, de no ser por las tensiones lunares, la panorámica general de la progresión es de todo punto interesante para el objetivo eleccional perseguido. Pero debe observarse que, en mi rádix, la Luna no presenta tensiones con los planetas por ella contactados en la progresión, por lo que la citada cruz en T vendría a señalar, en lo profesional-vocacional, antes que inconvenientes y pérdidas o problemas serios, el replanteamiento o/y la ruptura por mi parte de dinámicas asociadas a los significadores implicados, así como el empuje y el esfuerzo necesarios para llevarlo s adelante, y la tensión asociada a ello. Nótese asimismo que [Nav 00b, Nav 00c] la regencia lunar sobre VI progresada y su contacto con uno de los ejes del tema (y sobre la XII natal además) indicaban posibles achaques de salud más que otra cosa, incluyendo estos un cierto riesgo para mi integridad física, dado el dominio de la Luna sobre mi VIII radical (tales amenazas se concretaron, por cierto, a mitad de 1998, por sobreestrés, pero, afortunadamente, sin excesiva gravedad). En cualquier caso, en lo sucesivo, la luminaria nocturna había de progresar por el área más cargada de aspectos relajados de mi natividad, superponiéndose sucesivamente a Venus y al ASC radicales, para luego, salvada la oposición a Urano, lanzar sendos trígonos a Saturno progresado y radical, y aplicarse a continuación a la conjunción entre Júpiter y el Sol natales, al margen de establecer diversos paralelos de declinación de interés. Todo ello sugería un proceso de sacar a la luz, en el ámbito profesional (X progresada), en conexión con mis proyectos y aspiraciones (casa XI progresada), y mostrándolas como intrínsecamente mías (ASC radical), una serie de realidades propias (casa I) previamente vividas más en el ámbito “privado” y desde una cierta “reserva ” (casa XII). Este proceso cubría un margen temporal de unos tres años, un periodo que, por su duración, debía ser suficiente para lograr el objetivo perseguido: de no alcanzarse en dicho plazo, mejor posponer la tentativa para un futuro más o menos lejano. Por otra parte, en la primavera de 2000 Júpiter y Saturno habrían de hacer conjunción sobre mi casa V radical (en un trígono exacto, además, a mi conjunción natal Parte de la fortunaMercurio), señalando la oportunidad, si era adecuadamente aprovechada, de arrancar un ciclo personalmente creativo para mí, y la manera mejor de hacerlo, parecía ser, allá por los inicios de 1998, temporizar el proceso de manera que la aceptación formal de mi iniciativa se diera a nivel institucional, si es que se daba, en esas fechas del año 2000, precisamente.

Así que, valorando positivamente el panorama de conjunto, sin arredrarme ante las dificultades astrológicamente previsibles, consciente de que, según mis análisis, tampoco amenazaban con ser insalvables, seguí adelante con mi procedimiento elecciona l, tomando buena nota de cómo eran, en razón de los diferentes contactos analizados, Júpiter y Mercurio los planetas a privilegiar, manteniéndose el interés de Urano, quizá el del Sol, pero sin ser tan confiables los apoyos directos, y menos exclusivos, sobre Saturno y Quirón. Persiguiendo, pues, discriminar un momento oportuno, dentro de los meses inmediatos, para poner mi iniciativa en conocimiento de mis colegas, el paso siguiente fue atenerme a mi carta de cumpleaños, cuyo tema para Zaragoza recoge la figura 3 (de momento, haré caso omiso de las líneas a trazos que aparecen en las proximidades de los ejes de la carta). En ella destaca, para empezar, la presencia en I de Plutón, regente del ASC (ángulo superpuesto a mi XI radical), el sextil que ese plane ta recibe de Urano (en domicilio) y la relativa cercanía al ASC de Quirón, regente del MC. Para continuar, la masiva presencia de significadores en casa III, todos ellos (excepto Neptuno) interceptados y bajo la regencia de Urano, que forma parte del grupo (stellium), lo mismo que Júpiter (regente de Mercurio, a la sazón) y la Luna (regente de la IX), si bien estos se hallan en conjunción ajena a los demás. Interesantes también los aspectos del caído (¡lástima!) Saturno con Mercurio (trígono), el Sol (cuadratura) y Marte (sextil), así como la cuadratura de éste con Quirón, que recibe un sextil solar. De ellos, los más significativos son el Marte-Saturno, que pone a éste bajo la recepción de aquél (por aspecto, claro está), y el Saturno-Mercurio, que activa la recepción mutua existente entre ambos en mi rádix. Los otros dos, por contradecir los aspectos existentes en mi natividad, pierden fuerza, aunque hubieran favorecido más mis planes, ciertamente, de haber ido en la línea de los radicales. Pero hay un hecho adicional sobremanera relevante: la superposición exacta (tan sólo 3' de orbe) de Mercurio a mi ASC natal, lo cual subraya más todavía, si cabe, el papel de la conjunción entre Júpiter (regente de ambos) y la Luna, que "casualmente" conecta así (y por partida doble además) con la I radical y liga simultáneamente a ésta con la III y la IX de revolución. Más aún, relocalizando la carta de cumpleaños de manera que los ejes sigan las líneas a trazos marcadas en la figura 3, aunque el MC pierda contacto con la cúspide de IX y Saturno natales, se sigue garantizando la conexión entre la X de revolución y la IX y la I radicales (Saturno, dispositor de mi ASC natal [Wei 73, Nav 00a], sigue situándose bajo dicha casa del cumpleaños). Además el regente del MC relocalizado pasa a ser el Sol, con lo que se establece una nueva conexión X-I entre mi revolución y mi natividad, a la vez que se aproxima el corregente de la X relocalizada (Quirón) al ASC del tema, se rompe la intercepción de Acuario y sus ocupantes, y se lleva el FC hacia la conjunción Júpiter- Luna, tan interesante (por sus regencias) para fundamentar (casa IV) un nuevo planteamiento universitario (casa IX) más ajustado a mi realidad personal (ASC, casa I) y vocacional (casa X). A la vista de ello, como es fácil suponer, no cumplí años en Zaragoza sino en las proximidades de Madrid, activando el tema relocalizado según acabo de comentar, subrayando así la relevancia particular, de cara a mi elección, de Júpiter, Mercurio, la Luna y Urano, sin olvidar al Sol ni a Quirón, ... ni a Marte (regente de mi IV natal), al que se aplica Urano de revolución y él, a su vez, a la Luna radical. Con lo cual, quedaba reafirmado que mi elección debía pivotar especialmente en torno a Júpiter y Mercurio, contando con el Sol y Urano, dando a la Luna alguna relevancia mayor que la genéricamente prevista y teniendo en cuenta, si convenía, pero no obligatoriamente, a Venus, Marte, Saturno o Quirón.

Por descontado, el ASC, la X y la IX de la elección habían de ser particularmente atendidos, sin olvidar, en su caso, la III, la IV y la VI. El cómo procedí al respecto es objeto de los dos próximos apartados, comenzando por considerar en el siguiente qué pautas y criterios de base es oportuno tener presentes a tales efectos.

3.- Las claves eleccionales. En sus líneas fundamentales, las normas a seguir en la génesis de un tema eleccional, quedaron oportunamente establecidas por el saber astrológico clásico. Si nos atenemos a las más seculares tradiciones, para lo cual podemos remitirnos a obras como [Zah 85, Rag 97], queda clara la particular relevancia del ASC y la Luna eleccionales, así como la del regente del ASC de la elección. Zahel nos previene ([Zah 85], páginas 41 y 42), por ejemplo, sobre las imperfecciones y malos estados de la Luna (combusta, exilada o caída, conjunta, opuesta o cuadrando al Sol o a "los maléficos", junto a sus nodos, en Géminis o en términos de maléficos, cadente, en vía combusta, en curso vacuo, lenta), así como sobre las debilidades de los planetas, algunas de ellas directamente dependientes de su relación con el ASC del tema eleccional (páginas 39 a 41), siendo en su caso reiterativas las expresiones que se inician con un "si la Luna o el señor del ascendente ...". También queda clara la relevancia de las conexiones de cualquiera de ellos, y mejor de ambos si son favorables, con el señor de la cosa pretendida. Otro tanto sucede en la obra de aben Ragel, ya sea en los libros dedicados a la astrología horaria (los tres primeros de la misma) ya en el específicamente referido a la astrología electiva (el séptimo de ella, como ya se ha dicho). El primer aforismo de este último se refiere, precisamente, a la Luna y al señor del ascendente, indicando expresamente que "si no pudieras adaptar (es decir, adecuar) todos los significadores a la elección, adapta y dirige, siempre, al dominante del ascendente" ([Rag 97], libro VII, página 26), recomendación fundamental (tanto que el autor la pone, como digo, en el "pórtico" de sus consideraciones sobre el tema), pues suele resultar imposible optimizar la posición de todos los significadores. Obviamente, no voy a pormenorizar (estaría fuera de lugar por evidentes razones de espacio) todas las reglas y aforismos potencialmente relacionados con la elección que nos ocupa. Me limitaré a citar, al margen de las mencionadas, y siguiendo a aben Ragel, unas pocas de entre las primordiales. De día, tomar un ASC en signo masculino, y de noche tomarlo en signo femenino, y situarlo en signos de ascensión rápida para mayor agilidad de lo pretendido. Buscar aspectos de trígono o sextil entre el Sol y la Luna, y de ambos (sobre todo de ésta) con el regente del ASC y/o de lo pretendido (dependiendo del planeta implicado, sería correcto recurrir a la conjunción), conectando estos últimos entre sí, ya sea por signo, por casa o por aspecto no tensionado. Aspectar adecuadamente el ASC con su regente, el regente de lo buscado o/y con las luminarias, evitando encarecidamente la debilidad o/y el infortunio del regente del ASC, de la Luna y del regente de lo buscado. Siempre han de adecuarse antes el ASC, la Luna y el regente del ASC que el señor de lo buscado, "pues, sin duda, es mejor cuidar el espíritu y el cuerpo que realizar la cosa, pues así se mantiene, al menos, la vida" ([Rag 97], libro VII, página 34).

Cuidar que el ASC de la elección no esté en signo ocupado por planeta infortunado, ya sea en el momento de la elección ya lo fuera en la revolución del año, y también que el regente del ASC no retrograde, pues esto tiende a conllevar dificultades, negación o tardanza de las cosas. Evitar los nodos lunares en la casa I, particularmente en el ASC, o en la casa de lo buscado, colocando la luminaria diurna en cualquiera de dichas casas, pero la nocturna sólo en la casa de lo buscado, no en la I ni, menos aún, en el ASC. Prevenir la combustión de los significadores principales de la elección, fortificando al regente del ASC todo lo posible. Procurar que las posiciones de Júpiter o/y Venus se produzcan, si su estado no lo desaconseja, en el ASC o en el MC del tema eleccional, o en la casa de lo buscado, evitando la presencia en esos lugares de planetas infortunados. Tomar a Júpiter como referente idóneo para todo aquello que se desea mejorar. Venus y la Luna son (muy) poderosos en el cuadrante meridional, pero (muy) débiles en el oriental. Notar, asimismo, que aben Ragel añade a las debilidades lunares más arriba señaladas, amén de la recién indicada, la correspondiente a estar en un signo que no haga aspecto mayor a Cáncer (o sea Géminis -ya dicha-, Leo, Sagitario o Acuario), como también nos previene de situar la Luna en determinadas casas de la Parte de la fortuna (en concreto la II, la VI, la VIII y la XII). En cuanto a Zahel, recordar brevemente unos comentarios suyos ([Zah 85], página 51) a propósito de la luminaria nocturna: "la unión (aplicación) de la Luna significa lo que ha de venir", siendo "la cantidad de la naturaleza del planeta que recibe la disposición de la Luna" el indicador de "lo que se espera (lo obtenible) de las cosas". Con lo cual se llega con facilidad a una de las recomendaciones dadas por aben Ragel ([Rag 97], libro VII, página 39): "en adelante, observa de qué naturaleza es la cosa que quieres comenzar y qué signos celestes convienen a su naturaleza, y haz aplicativa a la Luna y al señor de aquella naturaleza, y haz lo más efectiva posible esa naturaleza, y asegúrala todo lo que puedas a la hora del comienzo". Añadiendo a renglón seguido: "si quisieras algo del rey, o de algún hombre rico, o del señor de la ciudad, o de algún hombre poderoso o similar, o que sea respetado públicamente, añade al Sol. Pero si quisieras algo de algún noble, añade a Júpiter ...". Pertrechados con estas referencias, nunca absolutas, sino siempre sometidas, no se olvide, a los ajustes y correcciones demandados por los estados de los significadores [Nav 00b], estamos en condiciones de proceder a la elección del instante más idóneo para llevar a efecto lo planteado: el lanzamiento de mi iniciativa universitaria.

4.- La elección y sus resultados. A la vista del listado final de significadores previamente estipulado y del conjunto de recomendaciones reseñado en el apartado anterior, podemos concluir rápidamente sobre la conveniencia de formar una sólida coalición eleccional entre Mercurio, Júpiter y las dos luminaria s, dado que la iniciativa a llevar adelante, tanto en sí misma como en lo referido a mi persona, cuadraba perfectamente con los dos primeros y había de requerir el apoyo y decisión favorable de personas con poder y notoriedad pública (Sol y Júpiter). Logrando una armoniosa aspectación entre ellos y con una Luna de la elección bien posicionada, se redondearía la conveniente interacción de los significadores eleccionales más relevantes. Para cerrar el círculo debía conseguir, además de integrar convenientemente a Urano en el conjunto, que dicho conjunto conectara adecuadamente con lugares clave de mi natividad

(preferiblemente), o/y de mis progresiones en vigor o/y (en su defecto) de mi revolución solar en curso. Estaba claro que Júpiter entraría en breve en Piscis, y que desde allí, transitando mi III natal, aspectaría de sextil su posición radical, así como la solar. Obviamente, el Sol haría otro tanto un par de meses tras mi cumpleaños, reproduciendo la conjunción natal entre ambos. Como mi propuesta había de llegar a mis colegas a una hora prudencial, es decir en horario de trabajo, el Sol, y Mercurio, y también Júpiter y, deseablemente, Urano, habrían de estar por encima del horizonte, con lo cual era recomendable pensar en un signo masculino para el ASC de la elección. Cumplir todas esas condiciones simultáneamente implicaba que no debía poner en marcha mi iniciativa más allá de Mayo de 1998. Más aún, si los mencionados planetas habían de ocupar preferencialmente las casas IX y X del tema eleccional, todo me llevaba a contemplar el paso del Sol por Piscis como el periodo más idóneo para llevar a cabo la puesta en marcha de mis planes. Había algunos inconvenientes técnicos en ello: Mercurio podía estar en caída, Júpiter o/y Mercurio podían hallarse en combustión, y la cola del dragón (en Piscis también) andaría entrometiéndose en lugares a cuidar. Sin embargo, la presencia jupiteriana en dicho signo y su mayor fortaleza en él frente a todos los demás potenciales partícipes (Sol, Mercurio y nodo sur lunar) le otorgaba una primacía que, si todo lo anterior llegaba a concretarse, atenuaría oportunamente las mencionadas inconveniencias. Enseguida pude comprobar que mis cautelas no eran hipótesis baladíes, sino realidades a tener bien en cuenta: en la época indicada, transitarían Piscis (pero también mi III natal, mi I de progresión anual y la IV de mi tema de cumpleaños) una buena colección de significadores, como eran el Sol, Mercurio, Marte, Júpiter y la cola del dragón. Como Urano seguiría en su domicilio acuariano, era inmediato situarlo en la IX y a los demás en la X, lo cual nos remitía, habida cuenta del lugar para llevarla a efecto (Zaragoza: 41N38, 00W53), a Géminis o Cáncer como posibles ascendentes de la elección, es decir a Géminis, por ser masculino y, además, de ascensión rápida. Asimismo, la presencia de mi Urano radical, pero también progresado, al final de dicho signo era una invitación demasiado obvia como para despreciarla: en el margen angular definido por tales posiciones habría de quedar situado el ASC de la elección. Esto otorgaría un énfasis adicional a Urano, que, aprovechando su fortaleza acuariana y su regencia sobre el ámbito universitario del tema eleccional, vendría muy bien a la impronta renovadora- innovadora pretendida. El inconveniente de tener a Mercurio, regente del ASC eleccional, en caída no lo era tanto, debido a la fortaleza mercurial en mi natividad (hecho radical que quitaba buena parte de mordiente a su teórica debilidad actual) y a la fuerza de Júpiter (tradicional regente de Piscis) en el momento eleccional (que hubiera sido todavía mayor de haber tenido más pujanza en mi rádix), pero también por el refuerzo asociado a la recepción mutua entre Marte y Venus (por exaltación y por aspecto, además), siempre que el día de puesta en marcha de mi iniciativa fuese, como mucho, el 4 de marzo de 1998, fecha en la que Venus dejaba Capricornio y Marte abandonaba, simultáneamente, el signo de Piscis. Llamativamente, la Luna recorría su exaltación tauriana durante los días 2, 3 y 4 de dicho mes, aplicando sucesivos sextiles a Júpiter, el Sol, Mercurio y Marte, aunque fuera intercalando con ellos cuadraturas a Neptuno, primero, y a Urano, después.

Siendo inaceptable un aspecto tensionado entre dos significadores tan relevantes de la elección como la Luna y Urano, el día 3 quedaba directamente descartado, mientras el 4 lo era por haberse deshecho ya (al mediodía) los contactos lunares con Júpiter, el Sol y Mercurio. En definitiva, la fecha del 2 de marzo de 1998 parecía presentarse como más oportuna, aun a pesar de ciertos "detalles" que afeaban el panorama: las diversas cuadraturas presentes en él, afectando además a significadores eleccionales destacados. Así, la ya mencionada cuadratura lunar con Neptuno, acompañada de otra a Venus, aspectos menos problemáticos de lo aparente en razón de su separatividad, de la disociación de la segunda y, lo más importante, de la diferente naturaleza de los contactos lunares con dichos planetas en mi tema radical. En cualquier caso, eran dificultades para mis proyectos y esperanzas (Luna en XI) asociadas a los valores/recursos/dineros ajenos (Neptuno y Venus en casa VIII). Saturno y Urano estaban ya fuera de orbe, o en su límite, según las amplitudes consideradas para ellas, de sendas cuadraturas con Venus y Quirón, respectivamente, ambas separativas, con lo cual bastante desestimables, no así la caída del primero en XI, reforzando las dificultades recién indicadas, pero no de un modo excesivamente grave (en razón de su estado y condición en mi rádix). Quedaban las cuadraturas de Plutón a Júpiter y el Sol. Esta última jamás llegaría a cerrarse, al ser separativa primero y luego doblemente separativa en razón de la proximidad de Plutón a su punto de estación y subsiguiente retrogradación. El contacto Júpiter-Plutón sí era problemático, pero menos de lo teóricamente valorable debido a la divergente naturaleza del contacto radical entre ambos, al margen de que no podía comprometer por sí solo [Wei 73, Nav 00a] la fortaleza de la posición jupiteriana, si bien resultaba un inconveniente que, de acuerdo con las reglas tradicionales, se atenuaba al estar Plutón en casa cadente. Pero esa fecha ofrecía adicionalmente algunas "sutilezas" favorables muy de valorar. Para empezar, la Luna eleccional se situaba en el área de su máximo de exaltación (tradicionalmente el grado 3 de Tauro). Además, a Marte le faltaban dos días para, por progresión, entrar en regencia, ganando decididamente en fortaleza para impulsar sus asuntos como regente de la XI de la elección, lo que podía así asociarse a una toma de decisión favorable por parte de mi universidad dos años después, perspectiva coherente con lo ya comentado a propósito de la primavera de 2000. Asimismo, en esa fecha era posible situar, simultánea y respectivamente, a Júpiter, Urano y Quirón en las cúspides de la X, la IX y la VI, o en sus inmediaciones. En definitiva, tomé como hora de mi elección las 12:44 (11:44 GMT) del día 2 de marzo de 1998, lanzando en ese momento mi propuesta al colega cuya colaboración más estrecha pretendía. El correspondiente horóscopo queda mostrado en la figura 4. Como puede comprobarse, su ASC cae sobre mi Urano natal, a la par que su MC hace sextil exacto a la Luna eleccional, que se encuentra, a su vez, en la IX de la Parte de la fortuna y hace trígono a mis posiciones natales de Júpiter, el Sol y Saturno. Júpiter, Urano y Quirón se encuentran, todos ellos según lo indicado, en las cúspides previstas, dentro de las casas respectivas, siendo el último de los mencionados regente del FC del tema, que, antes de entrar en su signo de exaltación, hará trígono a la posición eleccional de Marte, regente de las aspiraciones y esperanzas de la iniciativa. Por contra, este último, lanzando una nada recomendable cuadratura al ASC eleccional, señala claramente tensiones y conflictos que afrontar por mi parte en el proceso. En cualquier caso, el MC de dicho tema habrá de superpone rse por progresión, con orbe de un grado, a Júpiter (eleccional y progresado) desde el segundo al quinto año (2000-2004), sobrepasando la posición solar eleccional en el noveno año (2007), marcando momentos de

previsible expansión (primeras fechas) y de, quizá, potencial tendencia al declive (más allá de la última fecha). Ello debería evitar los riesgos de fracaso de la iniciativa marcados por la progresión lunar a través de la casa XII del tema, con el agravante de sus sucesivas cuadraturas al MC, Júpiter, el Sol, Mercurio y Marte, si bien salteadas con el trígono a Urano y el sextil a Saturno, menos significativo, pero potencialmente peligroso por la caída del planeta, de no ser por su connotación natal para mí. Particularmente críticas podrían ser las cruces en T de la Luna, MC/Júpiter/Sol y Plutón asociadas al paso de la luminaria nocturna por Géminis (casa XII, de los pesares) y Virgo (casa IV, de los finales), correspondientes a los años 2000 y 2001, en el primer caso, y 2007 y 2008 en el segundo. Y especialmente interesante y favorable la época de progresión lunar por Cáncer, lanzando sucesivos trígonos al MC, Júpiter, el Sol, Mercurio y Marte de la elección, abarcando los años 2002, 2003 y 2004. Frente a este panorama astrológico, la realidad de los hechos, tal cual se ha desarrollado hasta la fecha (enero de 2004). Para comenzar, mi iniciativa fue muy bien recibida por el primer colega contactado, quien sugirió el interés de plantear unos estudios de postgrado sobre el saber astrológico, como titulación propia de nuestra universidad, cuya potencial aprobación podía requerir un par de años de tramitación, esquema temporal que encajaba perfectamente con mis planteamientos previos y el tema eleccional. A partir de ahí, contactamos con una serie de compañeros proponiéndoles formar parte de la nómina de profesorado de dichos estudios, obteniendo una respuesta tan favorable que superamos sin dificultades el número mínimo imprescindible para seguir adelante con nuestro proyecto (esta fase del proceso tuvo lugar durante el último trimestre de 1998: hasta entonces me había centrado en la redacción del anteproyecto de actuación a presentar a nuestros colegas). Tras ello, y una vez consensuada la memoria de propuesta de los estudios, estábamos en condiciones de comenzar los contactos institucionales (todavía de caracter oficioso) para lograr un aval de los responsables universitarios con que poder recabar recursos económicos de potenciales patrocinadores (los estudios propios habían de autofinanciarse). Tales gestiones las iniciamos en marzo de 1999. Tras diversas reuniones con diferentes miembros del equipo rectoral, en particular tres de ellas con el vicerrector responsable de ese tipo de estudios (casi todas acompañado por mi colega: nótese la connotación geminiana del hecho), recibimos el mencionado aval en junio de dicho año. La serie de entrevistas con posibles patrocinadores la iniciamos a principios del mes siguiente. Apareciendo oportunamente (en lo astrológico, pero no en lo deseable para nuestros proyectos) las tensiones VIII-XI del tema eleccional, no hubo manera de generar los necesarios apoyos financieros ni conjunta ni separadamente (mi colega, a la vista del panorama, abandonó el esfuerzo hacia octubre de 1999, perseverando yo en solitario hasta principios de 2000), lo cual dió al traste con el pretendido título propio sobre temática astrológica. Pero todo ello facilitó la aceptación por nuestra universidad (abril de 2000) de una asignatura (de libre elección) accesible a cualquier pretitulado de la misma, y cuyo programa ofrecía contenidos históricos, epistemológicos, astronómicos, cronobiológicos, simbólicos, metodológicos y prácticos relativos al saber astrológico. Su impartición fue posible, por cierto, gracias al interés y disponibilidad de otro de los colegas incluidos en la lista de profesorado de los fallidos estudios de postgrado (de nuevo Géminis en acción).

El éxito de la asignatura, titulada "El saber astrológico en Occidente: perspectivas", dotada de 6 créditos (60 horas lectivas) fue tal que, para las 30 plazas ofertadas (no más por la limitada capacidad del aula disponible), hubo una demanda conocida de 87 solicitudes (septiembreoctubre de 2000). Sin embargo, desde antes del verano de ese año, según fue conociéndose la noticia dentro y fuera de la universidad, comenzaron a aparecer objeciones y rechazos a su impartición, que se agudizaron cuando, hacia marzo de 2001 (nótese el para entonces ya iniciado tránsito de Saturno por la casa XII eleccional), hubieron de rehacerse los trámites (es preceptiva la aprobación año a año de ese tipo de asignaturas) para su confirmación académica. A pesar de todo, y tras las oportunas gestiones, negociaciones y modificaciones de título y proporción de contenidos, nuestra universidad aceptó (mayo de 2001) darle continuidad bajo la denominación "Los márgenes de la racionalidad: Historia de la astrología", ampliando su extensión temporal hasta los 9 créditos (90 horas lectivas) y quedando sin efecto la anterior limitación de plazas, al disponer ya de un aula suficientemente amplia para su impartición. En perfecta correspondencia con el tránsito de Júpiter por el ASC y la casa I del horóscopo de la elección, la matrícula creció y creció superando (casi) todas las previsiones, alcanzando los 113 alumnos/as al cerrarse (en octubre de 2001) el plazo habilitado a los efectos. Paralelamente, a lo largo de todo el año 2001 pudimos trabajar en un proyecto de investigación sobre temática astrológica, concedido por nuestra propia universidad, bajo el título "Aportaciones para una visión interdisciplinar de la Historia de la Astrología". Gracias a él, cuatro miembros de la comunidad universitaria avanzamos en el estudio de las facetas mitológico-simbólicas, histórico-antropológicas, artístico-culturales y epistemológico-científicas del saber astrológico. La oportuna memoria de investigación fue entregada a principios del 2002, año que contempló la salida del protector Júpiter de la casa I del tema eleccional, mientras Saturno, transitando Géminis y la casa XII de dicho tema, reactivaba por retrogradación las cruces en T habilitadas desde el verano anterior (fue la preparación oculta de nuestros opositores que habría de emerger con virulencia meses después) al situarse frente a la posición inicial de Plutón y cuadrar sucesivamente las del MC, Júpiter, Sol y Mercurio del tema eleccional. Ello truncó la continuidad de la asignatura de libre elección relacionada con lo astrológico durante el curso 2002-2003, pero no fue capaz de anular la docencia al respecto, pues se logró la paralela aprobación de una asignatura de doctorado, antes inexistente, titulada “La Astrología en el Arte”, que fue impartida con total normalidad, dando fe de la subyacente fortaleza de las progresiones en curso sobre el tema eleccional (Luna en Cáncer y casa I). En el interín, a la par que se iban deshaciendo, primero, las mencionadas cruces en T y, posteriormente, terminaba Saturno su tránsito por la casa XII de la elección, trasladándose a la I de dicho tema, la trayectoria universitaria por mí emprendida alcanzaba reconocimiento institucional externo, internacional en este caso, por parte del Sophia Centre del Bath Spa University Colle ge, gracias a una invitación formal para participar como ponente en la Conferencia Internacional sobre “Astrología y Universidad”, congreso organizado por dicha universidad para celebrar el inicio de la andadura académica del mencionado centro. Y, lo que es todavía más significativo, mirado desde la perspectiva de lo perseguido por mi iniciativa y, en consecuencia, por mi elección astrológica, mi propia universidad apoyó dicha asistencia y presentación de la correspondiente ponencia [Nav 03], concediéndome la oportuna bolsa de viaje. Tal dinámica de mejora trajo consigo, asimismo, para el presente curso 2003-2004 tanto el mantenimiento de la asignatura de doctorado antes citada como la recuperada impartición de una asignatura de libre elección, esta vez sobre “Saberes marginales en la Historia de las Ciencias de la Salud”, cuyo programa contempla no sólo cuestiones astrológicas sino también alquímicas,

contando actualmente con una matrícula de sesenta alumnos/as, a pesar de su orientación específicamente restringida al ámbito sanitario.

5.- Comentarios finales. Como cierre de mi exposición, y dado que en los apartados iniciales de este artículo me he remitido únicamente a textos medievales, no quiero desaprovechar la ocasión para revisar el tema eleccional propuesto haciendo referencia a las recomendaciones que Morin de Villefranche nos legara al respecto, máxime cuando tanto debe la correcta fundamentación de mis planteamientos metodológicos a su maestría astrológica. Aprovecharé a tal fin la reciente publicación de las mismas en esta revista [Mor 03], evitando reiterarlas, y limitándome así a citar la(s) regla(s) a que en cada caso me refiera, entendiéndola(s) directamente disponible(s) para el lector, o lectora, de estas líneas. Pues bien, debido a la naturaleza de la elección contemplada, las reglas números 26, 27, 28 y 29 no son aplicables, de manera que me ceñiré a las veintiséis restantes. De ellas, en razón de las posiciones planetarias, resultan prescindibles la 13 y la 19, reduciéndose a veinticuatro las referibles a la elección aquí considerada. Está claro que la primera y la segunda de dichas reglas han sido tenidas en cuenta como referencia de partida del proceso de elección, así como la tercera, que ayudó a determinar el día más adecuado para llevarla a efe cto. Atender oportunamente la cuarta regla permitió, según se indica en ella, precisar la hora de la elección, mientras que tener presente la quinta hizo aceptable la superposición del ASC eleccional a mi casa VII natal. Cierto que tal solape no era óptimo, pero, al margen de venir forzado por las consideraciones derivadas de la regla 4, y también de la regla 7 (a propósito de la polaridad del signo ascendente), tampoco era inadecuado, dado mi interés en lograr “socios” para llevar adelante mi iniciativa. Algo similar sucedía respecto al cumplimiento de la regla 6, pues Géminis no era estrictamente el signo más idóneo, pero tampoco ajeno a una temática que había de ser puesta en marcha mediante instancias, informes, entrevistas y similares, y desarrollada gr acias a nuestra docencia o/e investigación, en las que tan determinantes resultarían el manejo de datos y la comunicación oral y escrita. En cuanto a las implicaciones de dicha regla a propósito de Mercurio, en su condición de regente del ASC eleccional, éste era, en efecto, directo y rápido (mucho: casi dos grados de avance diario), aunque lo de verse libre de maléficos no estaba tan claro: tenía un paralelo de declinación con Saturno y estaba próximo a la conjunción con Marte, que de hecho aún no existía, salvo admitiendo un orbe de diez grados a tal fin. Sin embargo, en este caso, tanto lo uno como lo otro sólo vendría a reforzar lo ya existente en mi natividad: conjunción Mercurio-Marte y recepción mutua Mercurio-Saturno, ambas favorables, por su estado cósmico y significaciones particulares, a la elección buscada, convirtiendo así los contactos del momento en oportunos para los fines de la elección, de acuerdo con la regla 24. A pesar de ello, teniéndola en cuenta, se separaron Marte y Saturno de los ángulos, acercando a estos últimos otros significadores más adecuados. Eso sí, de no haber existido mejor alternativa, se hubiera podido proceder, a pesar de todo, con los “maléficos”, ¡porque en este caso sus significaciones se orientaban en el sentido de lo favorable!, si bien en tal supuesto hubiera sido necesario optimizar sus respectivos estados cósmicos. La regla 8 no se cumplió en su literalidad (si prescindimos de la regencia tradicional de Mercurio sobre Virgo), pero sí en su intención, al darse la conexión de dicho planeta con mi

ASC natal (por su paralelo de declinación con él) y con mi casa IX radical (figura 1) y la X de mi revolución solar (figura 3) a través de su exaltación en Virgo. El cumplimiento de la regla 9 es obvio: Júpiter, representando al Rector de la universidad, a quien formalmente había de dirigirse la oportuna petición, en conjunción y paralelo de declinación con el MC, cuya afinidad con el signo (cuando menos, si no aceptamos su regencia tradicional sobre él) reforzaba la oportunidad de tal hecho. La exaltación de la Luna de la elección garantiza el cumplimiento de la regla 10 (el luminar nocturno es regente de mi casa VIII natal), lo mismo que la elevación y ausencia de tensiones reales sobre el Sol (corregente de dicha casa radical), pues su cuadratura con Plutón era pura apariencia. De acuerdo con lo anteriormente comentado, la regla 11 quedó oportunamente satisfecha, lo mismo que la 12, la 14 (la cuadratura Luna eleccional-Marte radical es disociada y separativa, luego menos significativa de lo teóricamente posible, amén de verse sobrepasada por lo trígonos lunares hacia Saturno, Júpiter y Sol natales) y la 16, no así la 15 en su literalidad, pero ¿qué mejor para un proyecto a medio/largo plazo que situar la Luna, exaltada además, en la casa de las esperanzas y planes de futuro?. Respecto a la 17, a tenor de lo ya conseguido a propósito del ASC y la Luna de la elección, no hubo necesidad de aplicarla. En cuanto a las reglas 18 y 20, la lunación inmediatamente anterior al día 2 de marzo de 1998 tuvo lugar el 26 de febrero precedente y fue, además, un eclipse de Sol, que se vio encuadrado, precisamente, por Júpiter y Mercurio, debiendo destacarse que el grado del eclipse quedó luego en conjunción con Júpiter de la elección. Por otra parte, el tema del momento del eclipse, levantado para Zaragoza, lugar de la elección, presentaba las dos luminarias y sus dos planetas encuadrantes en casa VII, es decir angulares, mientras los ejes y casas angulares de dicho tema acabaron situándose sobre los ejes o/y casas angulares del tema eleccional. La regla 30 quedó también perfectamente satisfecha, pues la conjunción Sol-Júpiter se sitúa en casa X de la elección, con el último de ellos en conjunción y paralelo de declinación al MC, según ya se ha dicho, a la par que la luminaria diurna se aplica a la conjunción con Mercurio, regente del ASC eleccional. Gracias a todo ello, quedó oportunamente atendido también lo dicho en las reglas 21 y 22, excepto por lo que respecta a la ya comentada cuadratura de Marte al ASC del tema. En lo relativo a la regla 25, señalar que el ASC de la elección se halla conjunto a Betelgeuse, el MC a Formalhaut, Júpiter a Deneb y Neptuno (regente del MC de la elección) a Altair, todas ellas estrellas de primera magnitud y, a tenor de lo recopilado a partir de la tradición [Rob 88], fortalecedoras de los respectivos significadores. Huelga decir que en el proceso preparatorio de la elección, y más aún a posteriori de la misma, tuve (y procuro seguir teniendo) siempre bien present e lo recomendado en la regla 23. Concluye de este modo la revisión de la treintena de observaciones morinianas a propósito de las elecciones y con ello también los comentarios técnicos a mi elección. Subrayar en todo caso que, a pesar de haberme servido de un ejemplo muy concreto y particular a la hora de presentar la metodología de trabajo recomendada, el procedimiento ilustrado en lo que antecede es de validez absolutamente genérica. Así pues, la secuencia de actuación recogida en los apartados precedentes: - propuesta provisional de significadores, en base a la naturaleza de la elección, - confirmación, ampliación o modificación de dicha propuesta, contrastándola a tal fin con los horóscopos radical, progresados y de revolución, - análisis, en base a dichos temas, de la época más oportuna para llevar a efecto la elección, y - determinación del día y de la hora más idóneos para la misma, viene a ser referente fundamental para no importa qué elección haya de establecerse.

Comentar asimismo que, si el momento de llevar adelante un cierto asunto es el existencialmente oportuno, y precisamente por serlo, probablemente aparecerá algún tipo de sintonía entre los temas astrológicos a él asociados (radical, progresados, de revolución y de elección), así como un grado de adecuación, acuerdo y encaje entre sus significadores, aunque ello no haya de traer necesariamente asociada, entiéndase bien esto, la “facilidad” de sus implicaciones. Por descontado, tales afinidades no son de presuponer sistemáticamente, y menos aún la posibilidad de lograrlas, para no importa qué iniciativas más o menos ordinarias, cotidianas, ni incluso en las de cierta relevancia, aunque de entidad "menor". Sí son de algún modo esperables y en cierta medida, pero sólo en cierta medida, previsibles, cuando se trate de la correcta toma de decisiones o/y la puesta en marcha de proyectos o actividades que, de una u otra forma, vengan a construir ajustadamente la historia existencial de quien se trate. Eso viene a ser consecuencia directa, transcripción astrológica inmediata, de la coherencia entre la realidad, es decir, en nuestro caso, la dinámica universal, y los procesos evolutivos que ella induce, un hecho tan obvio a los ojos acostumbrados a percibir las entretelas de lo real que no debiera sorprender, aunque no deje de maravillar.

Referencias bibliográficas. Fra 02.Mor 03.Nav 00a.Nav 00b.Nav 00c.Nav 03.-

Rag 97.Rob 88.Wei 73.Zah 85.-

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Figura 1.- Tema natal.

Figura 2.- Tema progresado.

Figura 3.- Tema de revolución.

Figura 4.- Tema eleccional.