El Viaje Del Eterno Retorno

EL VIAJE DEL ETERNO RETORNO Simbología de la luna Mónica Alejandre Ojea INDICE Introducción Luna y tiempo La luna y

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EL VIAJE DEL

ETERNO RETORNO Simbología de la luna

Mónica Alejandre Ojea

INDICE

Introducción Luna y tiempo La luna y las aguas Luna-vegetación-fertilidad Luna-fertilidad-mujer Luna y muerte

INTRODUCCIÓN Los hombres no han dejado de mirar a la luna. La ha visto cambiar en el cielo; a diferencia del sol, que es inmutable. “La luna crece y decrece y su vida está sujeta a la ley universal del devenir, del nacimiento y de la muerte” (Elíade 1974, 188)

“Ese eterno retorno a sus formas iniciales, esa periodicidad sin fin hacen de la Luna el astro por excelencia de los ritmos de la vida” (Elíade 1974, 188)

La Luna ha estado presente desde tiempos ancestrales en el día a día de los hombres, en sus ritos, dirigiendo sus costumbres, sus cacerías,

sus desplazamientos, sus cosechas... Presente en la literatura, en el arte,

Con la fertilidad, con el tiempo, con la muerte y la resurrección.

“El

hombre percibió, desde antiguo la relación existente entre la Luna y las mareas; y la más extraña relación entre el ciclo lunar y el ciclo de la mujer” (Cirlot, 1992, 283) La dualidad sol-luna es uno de los principales centros de creencias,

fuente de toda mitología (Guichot, 1903: 71-74). Hentze, en su obra Mythes et Symboles Lunaires afirma que “todos los dualismos tienen en las fases lunares, sino su causa histórica, al menos una ejemplificación mítica y simbólica” El mundo inferior, el mundo de las tinieblas, la luna

agonizante; el mundo superior, el mundo de la vida, la luna llena...y el Sol, que es quien le brinda esta luz, puesto que la luna no es más que

un reflejo que emite de vuelta la luz emitida por éste. El simbolismo de la luna se manifiesta en correlación con la del Sol. La hierogamia, generalmente entendida como matrimonio entre la tierra y el cielo, también puede aparecer como la boda entre la Luna y el Sol. Cuando se

sobrepuso el modelo patriarcal al matrialcal, se dio característica

femenina a la Luna y masculina al Sol.

la

Según Elíade en su obra el Mito del Eterno Retorno, las fases de

luna

(aparición,

crecimiento,

mengua

y

desaparición)

han

sido

fundamentales en las concepciones cíclicas. Este ritmo lunar no sólo se

pone de manifiesto en los intervalos cortos de tiempo marcados por la luna (semana, mes) sino que también sirve como arquetipo para

duraciones considerables: “nacimiento” de la humanidad, su crecimiento, su decrepitud... La humanidad pecadora, tras una catástrofe, nace regenerada y salvada por un antepasado mítico o un animal lunar. Esto

nos revela la estructura lunar del devenir univeral. Se consideran animales lunares los que alternan apariciones y desapariciones: los

anfibios, el caracol (aparece y desaparece de su concha), el oso (que

aparece en invierno y aparece en primavera), el toro (los cuernos a semejanza de los de la luna creciente) La luna, ha sido fuente de ceremonias mágicas y religiosas, de

acuerdo con las formas que adopta el disco lunar. En las fases de la luna, se ha leído, desde antiguo, la relación de las fuerzas que hacen

crecer, con las fuerzas que destruyen y hacen disminuir (García Font, 1987: 134). Las fases de la luna se han relacionado con la magia de

crecimiento, con las amenazas de muerte y con la esperanza de resurrección. Buen número de rituales mágicos han tenido como principal objetivo asegurar la recomposición de la figura lunar.

Decir Luna es decir alternancia y eterna esperanza de regeneración. El pasado no es sino la prefiguración del futuro. Ningún acontecimiento es irreversible y ninguna transformación es definitiva

LA LUNA Y EL TIEMPO Al ser la luna un astro alternativo y capaz de mostrar un ciclo completo, el tiempo fue medido, probablemente en todas partes del

globo terráqueo, mediante una adaptación de las fases del astro nocturno a los intervalos periódicos de las actividades humanas. La

paciente observación de las diferentes fases del crecimiento lunar permitió al hombre del paleolítico la acumulación de un conocimiento colectivo que le capacito para predecir las épocas de las maduración de

los frutos y el nacimiento de las crías. En definitiva, el control del paso

del tiempo significó poder planificar sus migraciones siguiendo las grandes manadas

animales

en

sus

desplazamientos

estacionales,

el

aprovechamiento de los frutos de la naturaleza en su época de

maduración y planificar la conservación de recursos alimenticios para las épocas de carestía.

El tiempo concreto se midió por primera vez de acuerdo con las fases de la luna. En los restos arqueológicos y arte rupestre existen

evidencias del culto a la luna así como de objetos usados como calendarios.

La Venus de Laussel sostiene en su

mano un cuerno de bisonte con 13

muescas, como 13 son los días que dura la luna creciente y 13 son los meses que dura el año lunar.

Etimológicamente

la

palabra

mes

proviene

de

la

raíz

protoindoeuropea mehn (luna). En griego derivó a mene (luna), que posteriormente en latín derivaría a mensis (mes). De esa misma raíz

indoeuropea me, también se origina en sánscrito mâmi (yo mido). La luna es el instrumento de medida universal. Toda la terminología relacionada con la luna en las lenguas indoeuropeas deriva de dicha raíz. La luna es un símbolo de ritmos biológicos. Astro que crece, decrece y desaparece para renacer tres días después; es decir, su vida está (como la del hombre y el resto de la naturaleza) sometida a las

leyes universales del devenir, del nacimiento y de la muerte...aunque esta no es definitiva, puesto que reaparece tres dias después. Este perpetuo retorno al inicio, esta periodicidad sin fin, hace que la luna

haya sido siempre el astro por excelencia de los ritmos de la vida; controlando así las aguas, lluvia fertilidad, vegetación. Para nuestros antepasados del Paleolítico y del Neolítico, y para

muchas culturas indígenas actuales, el tiempo histórico era y es concebido como circular o cíclico. Esto que parece una obviedad, si nos

atenemos a los ritmos periódicos de la naturaleza, ha sido sin embargo reemplazado en la cultura occidental por una concepción lineal o progresionista de la historia.

Sin embargo, las culturas que han estado

o están ligadas a la naturaleza, conciben la vida como una interrelación

de seres y leyes naturales que se rigen por un eterno ciclo de vida, muerte y renacimiento.

La observación del movimiento del sol permitió

a nuestros ancestros cuantificar que entre los dos días en que llegaba a

su máxima altura (cenit), fenómeno que ocurre cada 21 de junio,

transcurrían 365 días y un cuarto, lo que originó el concepto de año. En combinación con el astro rey, también observaron la luna, y cuantificaron 13 ciclos durante el periodo entre un cenit y otro, lo que originó el concepto de mes.

El tiempo medido por la luna es un tiempo vivo, pues se refiere siempre a una serie de fenómenos diversos: a la lluvia o a las mareas, a la siembra o al ciclo menstrual. La influencia de la luna en la capacidad

alternativa fue observada por el hombre primitivo, quien estableció

relaciones de equivalencia entre esta serie de fenómenos, unificando realidades heterogéneas. La relación de los ritmos celestes de la luna y el sol con los ciclos

de la naturaleza terrestre, ha sido representada en el arte simbólico de

la mayor parte de los pueblos del planeta a través de símbolos cuaternarios

(cuatro

partes),

que

pueden

representar

diversas

significaciones complementarias. Así por ejemplo, a cada cuarto podemos atribuirle un ciclo de la luna o el sol y su proyección simbólica en la vida terrestre

En esta concepción circular de los ritmos y ciclos de la naturaleza, ha sido precisamente la figura geométrica del círculo la elegida para representar este orden de cosas como símbolo del Todo, lo absoluto, aquello que es infinito porque no tiene ni principio, ni final . El profesor Alexander Marshack estudió más de un millar de

objetos prehistóricos procedentes de nueve países diferentes de Europa, y los sometió a un análisis minucioso. Existía una constante repetitiva en las marcas de los diferentes objetos, un código de escritura, una

constante gráfica. En la mayor parte de los objetos (astas de reno, omoplatos de diferentes mamíferos, útiles líticos, etc.)

Estas marcas (indica Marshack) no fueron hechas en el mismo momento ni por la misma persona, pero tienen un mismo ritmo, revelan un mismo pensamiento y una misma utilidad que se extienden

en el tiempo. Marshack percibió que las marcas no estaban dispuestas al azar.

Generalmente,

están

agrupadas

en

números

múltiples

de

veintinueve o de treinta, que inmediatamente traen a la mente una relación con los meses del ciclo lunar (la más evidente y fácil de observar en la naturaleza). Más aún: en el interior de una misma secuencia, los subgrupos de signos grabados corresponden exactamente a

las diferentes fases de la luna. Mucha de la simbología selénica ha llegado a nuestros días por medio de tradiciones y leyendas. Con respecto a la medida del tiempo, los

nativos

indígenas

de

Norteamérica

nombran

a

la

luna

llena

dependiendo de la naturaleza, las estaciones, y las actividades que realizan: •

En enero, la luna es nombrado como la luna del lobo, ya que medio del frío invierno, los lobos comienzan a aullar alrededor de las villas de los indios nativos



En febrero, la luna de nieve, ya que generalmente las nevadas son más frecuentes y ocurren durante este tiempo.



En marzo, la luna puede llamarse la luna del gusano, puesto que el gusano reaparece removiendo la tierra y la hace apto para la

agricultura, o la luna del cuervo, por el graznido de estas aves que señala el fin del invierno. •

En abril, la luna se conoce como la luna rosada, ya que los pastizales son de color rosado.



En mayo, la luna se conoce como la luna de las flores, ya que las flores abundan por doquier por ser tiempo de primavera.



En julio, el mes de los machos, ya que a los ciervos más jóvenes se les comienzan a desarrollar los cuernos en su cabeza durante esta

época; en otras tribus se conoce como la luna de los truenos, por los constantes truenos que suceden. •

En agosto, es la luna de los esturiones, ya que es en este tiempo donde se capturan de manera amplia estos peces, en otras tribus

nativas, la conocen como la luna roja porque al atardecer el cielo tiene una apariencia rojiza en el horizonte. •

En septiembre, es la luna más famosa de la cosecha, es la fecha más cercana al equinoccio de otoño y es el inicio de la temporada de cosecha



En octubre, la luna es conocido como la luna del cazador, es el tiempo donde comienza la caza de los venados para guardar en los meses venideros de invierno.



En noviembre aparece la luna de los castores, puesto que se colocan las trampas para castores antes que se congelen los pantanos para tener una dotación segura de abrigos de invierno.



En diciembre llega la luna fría, es la época del invierno aunque otras tribus la conocen como la luna de noches largas, porque sus noches son más largas y frías. Esta

nomenclatura

es solo un ejemplo de como el hombre

“primitivo” integraba los símbolos en su día a día. En los fragmentos de hueso que han llegado hasta nosotros, las notaciones lunares tienen

formas sinuosas; esto nos ayuda a comprender la antigua conexión entre la luna y la serpiente. Asimismo, la espiral, cuyo simbolismo lunar era ya conocido en la época glaciar, se refiere a las fases de la luna, pero también incluye rasgos acuáticos, eróticos (analogía vulva-concha).

No existe ningún símbolo, emblema o eficacia monovalente o aislado. “Todo depende de todo”, todo está vinculado y constituye un conjunto

de estructura cósmica. En cierto modo el “primitivo”, al conferir al tiempo una dirección cíclica, anula su irreversibilidad. Todo recomienza por su principio a cada instante. El pasado no es sino la prefiguración del

futuro.

Ningún

acontecimiento

es

irreversible

y

ninguna

transformación es definitiva. En cierto sentido, hasta puede decirse que

nada nuevo se produce en el mundo, pues todo no es más que la repetición de los mismos arquetipos primordiales. El tiempo se limita a hacer posible la aparición y la existencia de las cosas. No tiene ninguna

influencia decisiva sobre esa existencia, puesto que también él se regenera sin cesar.

LA LUNA Y LAS AGUAS Tanto por estar sujetas a ritmos (lluvia, mareas), como por ser origen de la vida, las aguas están regidas por la luna (Elíade, 1974-193)

En gran número de culturas y tradiciones ancestrales las deidades lunares eran también los dioses de las aguas (tradición védica, dioses

iraníes de la luna y el agua…o dioses lunares con atributos acuáticos como en algunos dioses amerindios) Desde antiguo es conocida la influencia lunar en el movimiento de

las mareas. Al igual que en la frecuencia de las lluvias; desde tiempos

muy remotos se ha observado que suele llover cuando cambia la luna.

Henzte en su libro, Mythes et Symboles Lunaires, señala que en la iconografía de las aguas y de la lluvia abundan los símbolos selénicos, y que tanto sus mitos como sus ritos respectivos tienen carácter lunar. Las aguas se rigen por el ritmo de la luna, e igualmente por este inde,

la luna sería causa de las catástrofes acuáticas. Vemos pues, reflejadas, ambas vertientes, la dadora de vida, abundancia y fertilidad…y por otro

lado, el agente de destrucción periódica necesaria para una nueva regeneración. El mito del diluvio correspondería entonces a los tres días de

oscuridad, a la “muerte” de la luna. Y al igual que la luna que renace,

una nueva humanidad emerge tras la destrucción. Casi todos los mitos

del diluvio cuentan como ha sobrevivido un único individuo del que desciende la humanidad. Existen múltiples versiones de este mito, en muchos de ellos aparece también la rana como animal lunar y ligado a

las lluvias. Sea como fuere, en todos ellos la premisa básica es la regeneración, la aparición de un hombre nuevo.

LUNA-VEGETACIÓN-FERTILIDAD Como acabamos de ver, las relaciones entre la Luna, la lluvia y la vegetación se conocían ya antes del descubrimiento de la agricultura. La

presencia del agua es imprescindible para la creación de vida, para que exista la fertilidad y se produzca crecimiento de la vegetación. De forma

práctica, esto fue usado y sigue haciéndose en todo cultivo tradicional: la

siembra

en

una

determinada

fase

lunar

o

estación,

porque

tradicionalmente se conocen los beneficios para lograr una mejor cosecha. Paralelamente a estas tradiciones prácticas, el hombre del Neolítico, o

el actual que vive en ese “estadío” realiza ritos ancestrales de fertilidad, que habitualmente son celebrados en determinada fase lunar y esperando la época de crecidas o de lluvias… Los pigmeos de Africa celebran la fiesta de la Luna Nueva un poco antes de la temporada de

las lluvias. La luna es considerada “principio de generación y madre de la fecundidad”. En casi todos los dioses de la vegetación y de la fecundidad sobreviven atributos lunares.

A la diosa Meztli o Ixchel se le atribuyen los dones

de

la

fertilidad,

la

procreación,

el

trabajo, la curación, además se le conoce como diosa

del agua

y de la luna, ya que

los ciclos de la luna rigen la tierra, por ende

también la siembra y la cosecha. Por otra parte, su figura también es asociada con la destrucción del mundo y las enfermedades, lo cual es un contraste con respecto a sus dones.

La Luna regula la distribución del agua y de las lluvias, por lo que aparece como mediadora entre la tierra y el cielo. La Luna no sólo mide y determina los períodos, sino que también los unifica a través de su

acción (luna, aguas, lluvias, fecundidad de la mujer, de los animales y de la vegetación). (Cirlot 1992, 283)

La fertilidad de los animales depende también, como la de las plantas, de la luna. Hay un atributo lunar que se conserva siempre, el de la

fertilidad, de la creación periódica, de la vida inagotable. (Elíade 1974,198)

La luna es el astro biológico por antonomasia, porque con su crecimiento, decrecimiento y muerte es la que más se asemeja a los ritmos biológicos. Las plantas, brotan del suelo, de la muerte, para crecer y dar fruto, morir de nuevo y volver a renacer en la temporada siguiente. La muerte del fruto produce la semilla y de esta, una nueva

forma de vida. Este ciclo es tomado por el hombre como una esperanza de renacimiento.

LUNA-FERTILIDAD-MUJER Los vínculos de la Luna con la mujer y la fecundidad: la luna es

fuente de toda fertilidad y rige al mismo tiempo el ciclo femenino. Es por esto que la luna siempre ha estado ligada a la mujer. El carácter cíclico del ciclo femenino le ha relacionado de algún modo con el ciclo lunar.

La Luna representa el poder femenino, la Diosa Madre. La luna

siempre ha regido el lado femenino, oscuro, en contraposición a la luz y masculino del sol. Personificada, la Luna se convierte en la “dueña de

las mujeres”. Muchos pueblos han creído (y creen hoy) que la Luna,

bajo la forma de una serpiente o de un hombre, se une a las mujeres.

Entre los Inuit, las mujeres solteras no miran a la luna para no quedar embarazadas. (Elíade 1974, 199). La serpiente, por ser una epifanía de la Luna, desempeña la misma función ( epifanía=manifestación de una cosa). Existen multitud de mitos y consiguientes ritos en los que la

mujer conjura a una serpiente para alcanzar la fecundidad y tener un

hijo. Asimismo, en muchos de estos mitos, la propia serpiente sería la causante de la menstruación. En la tradición norteamericana (sioux, lakotas, sénecas,…) se

llamaba período de la luna a la menstruación. Una mujer cuando menstruaba se la consideraba en su momento más poderoso física y

espiritualmente. El reposo durante la menstruación era considerado imprescindible para que la persona pueda estar concentrada en los planos espirituales adquiriendo sabiduría. Ese reposo tiene lugar en un tipi

especial llamado la tienda de la Luna. Para el pueblo kogi, que habita en las montañas de Colombia, el mundo fue creado por la Gran Madre mientras menstruaba: su sangre es oro y ella permanece en la tierra, es

fertilidad. Muchas otras tradiciones toman este ritual de sangrar durante la menstruación en la tierra como símbolo de reconexión con la

Madre y donación de algo bueno y nutritivo.En la tradición egipcia por ejemplo, la joven menstruaba sobre un poco de musgo de la orilla del

río. Para los lamas tibetanos la primera menstruación de una joven era la medicina más potente de la comunidad. Se dice que el lunar rojo que

las hindúes se pintan a la altura del entrecejo (en el tercer ojo) simboliza la visión que las mujeres adquirimos durante el sangrado

menstrual. Actualmente los shuar (de la selva ecuatoriana) también mantienen un ritual que llaman pago a la tierra. Es un ritual complejo,

con mucha preparación y que continúa con la construcción de un altar para

recordar

lo

sagrado

de

ese

momento.

Cuando

comienza

la

menstruación, se dejan gotas de sangre sobre todo el conjunto de ofrendas que muy cuidadosa y detalladamente hay que recoger con determinada intención y pedidos.

Mirando esta relación luna-serpiente-fertilidad-mujer, podríamos encontrar un nuevo nexo del cielo y la tierra. De algún modo, la luna

adquiere su carácter telúrico gracias a la serpiente, que emerge de la tierra, proveyéndola de fecundidad y vida. Algunos pueblos creen incluso, la que tierra y la luna son de la misma sustancia. Las grandes diosas

participan tanto del carácter sagrado del suelo como del de la luna (los

muertos van a las regiones subterráneas-inframundo- o a la luna a regenerarse y reaparecer bajo una nueva forma.

Imágenes procedentes del libro “El lenguaje de la Diosa” Marija Gimbutas

LA LUNA Y LA MUERTE La Luna es el primer muerto. Durante tres días la luna desaparece del cielo, y al cuarto día renace y, como ella, los muertos adquirirán un

nuevo modo de existencia. La Luna es pues, el paso de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. También se la considera en bastantes

pueblos, como el lugar en el que acontece este pasaje, al igual que en los lugares subterráneos. Por eso es que algunas divinidades lunares,

además de ctónicas (griego khtonios=perteneciente a la tierra) son funerarias. De aquí sobreviene la tradición antiquísisma de enterrar a los muertos, esperando un renacer tras pagar el peaje en la luna, al igual que renace toda vegetación de la semilla. En numerosos mitos la luna es el lugar en el que se purifican las

almas, es la morada de las almas de los muertos. El viaje a la luna después de la muerte. En la mayoría de los casos esta estadía lunar no

era más que una etapa de la ascensión hacia algo mejor, hacia la luz, hacia el sol… El símbolo funerario de la media luna es corriente en toda Europa.

No obstante, la muerte no es definitiva, puesto que la luna no muere.”Así como la luna muere y resucita, así nosotros revivimos

después de la muerte” proclaman los indios mutsune de California durante

las

ceremonias

Inmortality,I, 69)

de

luna

Nueva

(Frazer,

The

Belief

in

Durante las ceremonias de iniciación en distintas culturas, en las que el iniciado sufre una muerte ritual para renacer como un hombre nuevo, es evidente el papel de la Luna en dichos rituales. La mayoría de

las veces aparece un animal lunar formando parte de las iniciaciones, por ejemplo el oso.

La luna por el mero hecho de ser dadora de vida y guía de los

muertos, “teje”todos los destinos. Tejer no sólo significa predestinar, sino crear. Las moirai, tejedoras del destino, son ejemplos de divinidades

lunares (Homero, Odisea, VI, 197). El destino, el hilo de la vida, es un período, más o menos largo, de tiempo. De ahí que las deidades

selénicas pasen a ser dueñas del tiempo, de los destinos, que tejen a voluntad.

CONCLUSIÓN Podría decirse que la luna revela al hombre su propia condición humana. En cierto modo, el hombre se mira y se encuentra a sí mismo

en la vida de la luna. El simbolismo y la mitología lunares son un dualismo continuo, ya que la luna rige muerte y fecundidad. El destino que teje la luna es el cambio, el ritmo de la vida, en constante retorno

cíclico. Un destino que puede herir, pero a la vez confiere esperanza de renovación.

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