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INSTITUT POETA MARAGALL

El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Desde la Conquista hasta principios del siglo XX

Catalina Alemany Paz Segundo 1 de Bachillerato Curso 2013-2014, Barcelona TUTORA asignada: Mª Cinta Espuny TUTORA sustituta: Mari Carme Murillo

El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

ÍNDICE INTRODUCCIÓN………………………………………………………………PÁG. 3

1. PRIMEROS CONTACTOS. LA CONQUISTA……………………………….pág. 5 1.1.Descubrimientos y encubrimientos………………………………………..pág. 5 1.2.Sobre las mujeres indígenas……………………………………………….....pág. 7 1.3.El mestizaje…………………………………………………………………………….pág. 8 1.4.Primeras distinciones culturales…………………………………………….pág. 9 1.5.Las que rompían el molde…………………………………………………….pág. 10 1.6.Segregación………………………………………………………………………….pág. 12 1.7.Las espaldas que cargaron la historia……………………………………pág. 13

2. LAS MUJERES EN LA COLONIA………………………………………………pág. 15 2.1.Fin de la Edad Media. El nacimiento de las colonias……………..pág. 15 2.2.Las espaldas que cargaron la historia II ………………………………pág. 17 2.3.Mujeres trabajadoras…………………………………………………………..pág. 17 2.4.La educación de las niñas……………………………………………………..pág. 19 2.5.Moral despareja…………………………………………………………………..pág. 19

3. MUJERES EN TIEMPO DE REVOLUCION…………………………………pág. 21 3.1.Primeras revoluciones indígenas………………………………………….pág. 22 3.2.Mujeres contra los ingleses………………………………………………….pág. 23 3.3.El frente interno……………………………………………………………….….pág. 24 3.4.Las que rompían el molde 2 ...…………………………………………….pág. 25 3.5.Los escritos guardados…………………………………………………………pág. 27

4. EL PERÍODO POSREVOLUCIONARIO……………………………….………pág. 29 4.1.Las damas de la Beneficencia……………………………………………. pág. 29 4.2.Las espaldas que cargaron la historia III …………………………… pág. 30 4.3.Sus derechos y periódicos…………………………………………………. pág. 31 1

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5. LAS MUJERES EN LA ORGANIZACIÓN NACIONAL……………………pág. 32 5.1.Las espaldas que cargaron la historia IV …………………………….. pág. 33

6. LAS ARGENTINAS “MODERNAS”……………………………………………pág. 38 6.1.Vida cotidiana………………………………………………………………………pág. 39 6.2.Las espaldas que cargaron la historia V ………………………………pág. 40 6.3.Las leyes y las mujeres………………………………………………………….pág. 45 6.4.Las que rompían el molde 3 ……………………………………………….pág. 45 6.5.La primera que pudo votar…………………………………………………..pág. 47 6.6.La primera dirigente partidaria…………………………………………….pág. 48 6.7.Las anarquistas…………………………………………………………………….pág. 48

CONCLUSIONES…………………………………………………………….PÁG. 51 ÍNDICE CRONOLÓGICO………………………………………………….PÁG. 54 BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………….PÁG. 55

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

INTRODUCCIÓN En el presente trabajo abordo, desde un punto de vista más bien amplio, la cuestión e importancia de la participación femenina en los procesos históricos, políticos, económicos y/o sociales en la lucha hacia la independencia, una independencia nacional y personal principalmente. Englobando el proceso de revolución que sufrió América Latina y en un contexto de luchas hacia la liberación del estado colonizado por los españoles, me centro principalmente en esas mujeres argentinas que gracias a ser diferentes pensadoras combatieron con uñas y dientes por los que les pertenecía, por sus familias, por su territorio usurpado, por esas vidas perdidas a raíz de la Conquista, etc., ajustando mi límite histórico desde principios de la Conquista hasta principios del siglo XX, antes de que se formaran los gobiernos nacionales de la República Argentina entre los años 1916 y 1930. El hecho de no tener una clara constancia del papel que llevaron a cabo las mujeres en esos tiempos, me llevó a interesarme más por esta parte de la historia, siempre llena de prejuicios y ninguneada. Ya en nuestra cultura Occidental se nos muestra a la mujer como una especie de maldita pecadora tentadora de hombres. Eva fue la primera. Según cuenta la tradición y el mito cristiano, además de surgir después del hombre y de una de sus costillas, es la que lo tienta y por lo que “Dios” los expulsa del paraíso. Aquella curiosidad de Eva por probar el fruto prohibido –que además de prohibido era el del conocimiento- condenó a la humanidad cristiana a nacer con un “pecado original”, del que la principal culpable era la mujer. Evidentemente este mito es mucho más complejo y amplio, pero superficialmente, con esa salida de la costilla del ser femenino y su consiguiente pecado, ya se condenó a la mujer a subordinarse al hombre, siendo inferior, inferior intelectualmente, inferior en el dominio, inferior por ser mujer. Fue ésta la visión que pasó a América y a las mujeres conquistadas, que sufrieron el doble castigo por ser originarias y mujeres. Fue con ellas que las crónicas y escritos se ensañaban por sus actitudes “libertinas”; en ellas y no en sus violadores que quedaban impunes con la autodenominada “justicia colonial” y el “justo castigo”. Pero no siempre fue aceptada esta subordinación por todas las mujeres, que demostraron su negativa a unirse a los españoles como botín de guerra defendiendo a su persona con la lucha y algunas veces suicidándose en masa para así no ser ni botín de guerra ni madre de un esclavo. En esta dignidad femenina es en la que me centro en este trabajo; en esas mujeres desobedientes, incorrectas, rebeldes y luchadoras que sacaron a la Argentina –y a muchas otras sociedades- adelante. Hace más de doscientos años, el socialista utópico francés Charles Fourier aseguraba que “los progresos sociales y cambios de época se operan en proporción al progreso de las mujeres hacia la libertad”, y es esto lo que me pregunté al iniciar el trabajo, qué

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina de cierto tenía esta contundente e importante afirmación y de qué manera se plasmaba en la historia de la Argentina. Para poder descubrir esto empecé leyendo un libro traído de la Argentina por mi abuela de parte de un gran amigo suyo, que me descubrió la obra de un historiador argentino que abordaba este tema, aunque desde un punto de vista más historiado. A partir de ahí, comencé a investigar sobre escritos que poseyeran la información en la que me centraba y a partir de buscar diversos autores antiguos y modernos descubrí una de las principales fuentes de información de las que se sirve este trabajo: la Biblioteca Francesca Bonnemaison, que tiene un fondo especial de la mujer, con una planta entera llena de libros acerca del género femenino y su historia, en donde encontré libros con temas que ni siquiera llegaba a imaginarme que se trataran o simplemente que los pudiera encontrar en una biblioteca. Fue así como empecé a desarrollar las bases y los puntos principales del trabajo naciente, y fue gracias al libro de Felipe Pigna Mujeres tenían que ser traído desde Argentina que pude descubrir el tema. Abordar este tema me fue muy útil y a la vez muy complicado ya que aun siendo argentina, mis conocimientos sobre Historia Argentina eran ínfimos y por una parte disfruté con los nuevos conocimientos sobre mi país y por otra me costó el hecho de aceptar que en el fondo no tenía la base histórica necesaria para ubicar acontecimientos y personalidades argentinas; por eso en el trabajo no me afano en describir el contexto histórico de cada acontecimiento sino que me centro en los acontecimientos que caracterizaron a ese contexto histórico. Es por esto que narro y recorro la historia de las mujeres argentinas en el ámbito cotidiano, legal, social y cultural en el que llevaban su vida adelante y su participación en los procesos históricos, que fue siempre mucho más destacada de lo que suele enseñársenos. Es importante también la explicación del hecho de abordar esta historia como una historia llena de barbarie y misoginia. Misoginia no desde la Conquista, porque la palabra no se usaba ni existía, pero sí misoginia a lo largo de toda esta revolución femenina que llevó al pueblo hacia el progreso; toda sublevación femenina al hombre, todo desprecio del hombre hacia la mujer, todo esa aversión por ser formadoras de vida y ese miedo –en el fondo- hacia la mujer por tener esa misión de engendrar vida, todas esas ganas del hombre de liberarse de cualquier tipo de dependencia de la mujer, demostrando su poderío sobre ella y rebajando cualquier cuestión femenina a la miseria, fue condensada y explosionada en lo que yo llamaría “ganas” (con mucho énfasis) del género femenino por no sentirse más así, por no ser menos que nadie y no sólo por defender su vida como ser humano igual que el hombre, sino por ser consideradas como lo que son, luchadoras desde el nacimiento, luchadoras por nacer mujer, y luego por engendrarlas.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

1. PRIMEROS CONTACTOS. LA CONQUISTA 1.1 Descubrimientos y encubrimientos Desde el momento en que América –llamada así en honor al navegante florentino Américo Vespucio- fue descubierta y colonizada, toda cultura y/o sociedad fue destruida y sepultada por estos expropiadores que llamaron al encuentro “choque de culturas” cuando fue sin más ni menos el mayor genocidio y etnocidio que conoce este nuestro mundo. No solo se destruyeron preciados textos, construcciones arquitectónicas y objetos materiales de las diferentes culturas originarias, sino que además, para el pueblo indígena la colonización resultó devastadora, pues con ella se perdieron grandes cantidades de población, que pasaron o a la servidumbre o a la tumba.

Para los europeos la invasión del continente americano significó su descubrimiento, ya que América para ellos empezó a existir desde ese momento, sin contar los más de 20.000 años de historia cultural del territorio. Rápidamente las características culturales de cada grupo indígena particular fueron igualadas en la categoría global discriminatoria de “indios. Se miró desde un principio a todos los originarios con ojos deshumanizadores, anulando sobre todo a las conquistadas con su tradición “misógina” (por aquel entonces no existía la palabra) exportada de Europa y tapando la masacre cometida como algo lógico con el argumento del “justo castigo”: el justo castigo por no ser católicos, el justo castigo por tener otra cultura, otra lengua, otro tipo de religión; simplemente era un castigo por ser “diferentes” de lo que ellos y su tarada mente conocía; además de la fácil aceptación que tuvieron por parte de los indígenas al ser recibidos como enviados de los dioses o como los dioses mismos.

Antes de la invasión española, las mujeres indígenas vivían en sociedades en las que la autoridad era el hombre y ellas estaban subordinadas a él. Sus condiciones de vida eran diferentes, dependiendo de su situación de clase, el grupo étnico al que pertenecía y la región donde vivían, pero todas compartían su subordinación de género.

Las sociedades andinas se estructuraban comunitariamente en ayllus1, en las que no había división sexual en el trabajo. En general las parejas eran monógamas, pero los incas más poderosos llegaban a tener además de su esposa, varias concubinas. La 1

En quechua significa literalmente parentesco, de linaje o ascendencia común.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina estructura familiar y la educación conformaban el marco donde las mujeres adquirían los conocimientos necesarios para desempeñar sus roles asignados y donde, a su vez, engendraban y propagaban esa subordinación al hombre.

En todas las culturas originarias, las mujeres tuvieron a su cargo siempre la reproducción biológica y también cultural de los grupos a los que pertenecían; generaban vida y transmitían los valores y tradiciones del grupo. En algunas sociedades, este rol de la mujer era valorado y reconocido socialmente, pero no llegaba al punto de igualar al hombre en posibilidades de acceso a las áreas del poder.

Las mujeres constituían un bien propiedad del hombre y, en cuanto tal, parte del botín de guerra, territorio a conquistar, a arrebatar, vía la apropiación sexual. En su calidad de bienes fueron objeto de intercambio, a través de la institución matrimonial, el concubinato, la prostitución y la esclavitud. La subordinación de las mujeres indígenas formaba parte del entramado social, estaba apuntalada en raíces económicas y sustentada por la ideología dominante del período.

Las actividades desarrolladas por las mujeres indígenas antes de la Conquista giraban alrededor de la prestación de servicios. Todas realizaban trabajo doméstico (hilar, tejer, quehaceres de la casa, etc.), tanto para su hogar y familia como para otros, mientras que las mujeres del pueblo también se involucraban en oficios públicos (guisanderas, sopladoras, parteras, curanderas, etc.) y en la prestación de servicios personales y religiosos. La propiedad de la tierra no les correspondía, ni podían comerciar, ni ser sacerdotisas, maestras o gobernantes. Vinculadas únicamente a sus tutores patriarcales sólo “eran para los otros y de los otros”.2

En este contexto, la Conquista tuvo efectos devastadores para los pueblos conquistados. Genocidio y etnocidio fueron de la mano en este proceso de implantación violenta de la cultura occidental sobre las culturas indígenas. Desarticulación de sistemas sociales, saqueo de recursos naturales, explotación económica y esclavitud, se impusieron en los territorios conquistados.

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Marcela Lagarde, Tierras conquistadas, mujeres cautivas, en: Otra Guatemala, n.10, México, 1990. Visto en: Mujeres indígenas de ayer y de hoy de Teresita Hernández y Clara Murguialday, Talasa, 1992, pág. 68.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina El llamado encuentro de dos “mundos” en realidad constituyó un proceso de dominio de una cultura sobre otra. A través de la guerra, se alcanzó un sometimiento militar que llevó a exterminar pueblos enteros; un genocidio sin comparación en la historia. Más que un encuentro fue la imposición de un nuevo orden social, basado en la expropiación de lo propio (tierra, campos, comunidades, ciudades) en un proceso donde las identidades étnicas se perdieron, se subsumieron dentro del proceso de sometimiento de “los indios”. La población indígena fue exterminada rápidamente. Entre las guerras, las epidemias que traían los españoles, las severas condiciones de vida a las que fueron sometidos y la explotación esclavista diezmaron terriblemente la población.

Para muchos, la conquista fue vista como un proceso civilizatorio, a través del cual los grupos indígenas pudieron salir de las condiciones de vida que tenían. Consideran la implantación de una lengua común –el castellano-, de una religión humanista –la católica- y del mestizaje –considerándolo producto de una actitud no racista- como elementos que beneficiaron a las poblaciones originarias, justificando con ellos el etnocidio cometido.

1.2 Sobre las mujeres indígenas La conquista significó en realidad un rompimiento de culturas y formas de organización de manera violenta y brutal. En este proceso las mujeres no se mantuvieron al margen y fueron ellas las primeras en sufrir en carne propia el choque brutal entre culturas diferentes. Sus cuerpos, considerados la “única fuente de valor”3 de las mujeres dentro del mundo patriarcal, fueron parte de los objetos valiosos que la población masculina prehispánica ofreció a los conquistadores.

Ante la sociedad que se derrumbaba, se vieron obligadas a entrar en la esfera masculina de la guerra, defendiendo activamente a su pueblo y siendo después de cada batalla y de cada ciudad arrasada violadas por los conquistadores, como si se tratara de un “territorio más a conquistar”4 del que también se apropiaban.

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Citado en Marcela Lagarde, Mujer y etnia. De la opresión étnico-genérica a la creación de nuevas identidades, en Doble Jornada, México, 1990; visto en Mujeres indígenas de ayer y de hoy de Teresita Hernández y Clara Murguialday, Talasa, 1992, pág. 73 4 Ibídem, pág. 74.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina La desnudez cotidiana de las mujeres indígenas resultó desconcertante para los invasores, provenientes de sociedades intensamente represivas. Por esto se las acusaba de ser encarnaciones tentadoras del demonio.

1.3 El mestizaje El resultado de este proceso colonial fue el nacimiento del “mestizaje”, consecuencia del contacto hispano-indígena y definido como la “natural comunicación con las mujeres indias” en la que participaron los conquistadores europeos.

Intentando enmascarar estos prejuicios, se explicó aquel contacto en la libertad sexual de las mujeres indígenas como opuesta a la represión de los peninsulares, lo cual justificaba esa activa y profusa “comunicación” entre los miembros.5 Muchos de estos nuevos habitantes de los Andes fueron hijos de la violencia, concebidos por un “soldado” Un espanyol, una india y su hijo mestizo que estaba de paso y que tal vez nunca llegó a saber de su existencia. Otros fueron fruto de la seducción que engendra el “otro” exótico y el poder, naciendo de relaciones breves entre españoles e indias. Con todo, el estamento, rango o estatus del padre conquistador y de la madre india marcaban la vida de estos mestizos. No era lo mismo ser un mestizo abandonado o crecido en el ámbito indígena que uno reconocido y criado en la casa del padre, teniendo este último mejores perspectivas de vida. En los inicios de la colonia, estos últimos tenían acceso a recursos, educación, estatus y poder. En el caso de las mestizas hijas de la élite conquistadora, la pertenencia al estrato social privilegiado les estaba garantizada por el estatus de sus padres y la escasez de mujeres en una tierra de hombres. La segregación y desintegración de los mestizos llegaría hacia finales del siglo XVI y hallaría su base legal en las prohibiciones de acceder a la cultura, llevar armas o 5

Isabel Morant (Dir.), M. Ortega, A. Lavrin y P. Pérez Cantó (Coord.), Historia de las mujeres en España y América latina. El mundo moderno, Cátedra, 2005, tomo II, pág. 556.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina incluso pertenecer a alguna orden religiosa. Con el asentamiento y el paulatino desarrollo del estado colonial, resurgieron con más fuerza los prejuicios y las discriminaciones sociales.

El desprecio por las mujeres conquistadas y sus hijos por parte de los portadores de la “buena nueva” y de la “palabra del señor” puede verse en el primer informe enviado por los primeros dominicos en 1516 a Monsieur de Chièvres, ministro de Carlos I, el futuro emperador Carlos V:

Yendo ciertos cristianos, vieron una india que tenía un niño en los brazos, que criaba, e porque un perro quellos llevaban consigo había hambre, tomaron el niño vivo de los brazos de la madre, echáronlo al perro, e así lo despedazó en presencia de su madre. Cuando de aquellas gentes cautivas algunas mujeres paridas, por solo que lloraban los niños, los tomaban por las piernas e los aporreaban en las peñas o los arrojaban en los montes, porque allí se muriesen.6

1.4 Primeras distinciones culturales Para los españoles, la mujer europea era considerada superior y más evolucionada que la mujer conquistada, cosa errónea ya que las primeras vivían en una sociedad machista y dominada por hombres, guiados por esa doble moral que llevaba a papas como Alejandro VI a contar con numerosas jóvenes amantes incluyendo a su propia hija, con la que tuvo un hijo-nieto. Esto es un ejemplo de como la honra del hombre no quedaba manchada al practicar la poligamia –inclusive la del papa-, mientras que este acto en la mujer era deshonrador de por vida.

A su llegada a América los colonos quedaron sorprendidos por actividades de la cultura de los originarios a las que ellos no estaban para nada acostumbrados a ver, como que fueran semidesnudos o la libertad sexual de hombres y mujeres, pudiendo las muchachas originarias mantener relaciones sexuales con cuántos hombres quisiera sin ser eso mal visto, y los hombres teniendo más de una mujer. Respecto a esto último, el cronista Fernández de Oviedo7 nos informa que los caciques

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Citado por Tzvetan Todorov, La conquista de América, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003. Gonzalo Fernández de Oviedo nació en Madrid en 1478. Fue uno de los cronistas oficiales de la conquista, escribiendo “Sumario de la natural historia de las Indias” en 1525 e “Historia general y natural de las Indias” en 1535. 7

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina […] tenían seis e siete mujeres e todas las más que querían tener, una era la más principal e la que el cacique más quería, y de quien más caso se hacía, puesto que comiesen todas juntas. E no avía entre ellas rencillas ni diferencia, sino toda quietud e igualdad, e sin rifar pasaban la vida debajo de una cobertura de casa e junto a la cama del marido.8

1.5 Las que rompían el molde Una de las figuras más recordadas de la conquista de México es la Malinche, una de las captivas de Hernán Cortés, el conquistador de México, que fue entregada a éste por los indios en una de sus estrategias y terminó siendo una de sus amantes, con la que tuvo un hijo y del que se enamoró, siendo un amor no correspondido ya que a la primera oportunidad se la obsequió a otro español como si de una mercancía se tratara9. Se dice de ella que La Malinche junto a Hernán Cortés traicionó a su pueblo por facilitar a los españoles sus conocimientos acerca de donde había agua, minas o caminos, o les avisaba quiénes estaban preparando una rebelión contra ellos. De este modo les suministraba a los conquistadores datos que les permitían controlar a los indígenas y consiguientemente, conquistar sus territorios.

Mientras la traición de la Malinche es recordada hasta la saciedad, la historia de otras muchas mujeres, las rebeldes, las insolentes, las que se enfrentaron a los invasores por 8 9

Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, Libro V, capítulo III, pág. 241. Laura Esquivel, Malinche, Suma de Letras, Buenos Aires, 2006.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina salvar su dignidad y su pueblo es mucho menos conocida. Una de ellas fue Aracaona10, cacica taína de la isla bautizada como “La Española” (actual Santo Domingo), que junto a su esposo Caonabó participó en el primer levantamiento de los pueblos originarios en 1493. Finalmente, su marido fue aprisionado y ella ahorcada en 150411.

Otra historia de mujer rebelde es el de “la Gaitana”, que cuando los colonos llegaron a su población en busca de El Dorado, la mítica ciudad de oro, y mataron a su hijo a base de extorsiones y torturas delante de ella, se decidió a vengarse y preparó un ejército de seis mil guerreros que lucharían contra la barbarie realizada por los recién llegados. Llegó a matar a 16 españoles en el primer combate y logró capturar al asesino de su hijo, al que tomándose muy enserio lo del ojo por ojo, le arrancó los dos, le atravesó una cuerda por la garganta y lo expuso como símbolo de derrota de los dioses.

Otro ejemplo es el de la mapuche Yanqueo, que al enterarse de la muerte de su compañero el lonko12 Hueputan, se puso al frente de sus guerreros y luchó contra los invasores desde 1586. Con la ayuda de su hermano Huechunturo, fue nombrada lonko y las mujeres se sumaron al combate, como cuenta el gobernador español de la época, Alonso de Sotomayor:

Llevan también a sus indias para su servicio en la guerra, y si hallara algún remedio para excusar que no las tengan consigo, será el hacerlo muy acertado y, en esto conviene ir muy despacio, porque quitar de golpe una costumbre antigua y arraigada en los ánimos de la gente de guerra de aquel reino, que es llevar indias consigo, será muy dificultoso y se irán ofreciendo muchos inconvenientes […].13

Al comprobar en sus carnes que los españoles no venían a hacer alianzas con ellos sino a someterlos a servidumbre y esclavitud, los “indios” se empezaron a rebelar. Las mujeres, después de ver cómo sus hombres eran asesinados sin causa, comenzaron a hacer lo mismo con sus “amos”. Una de ellas fue Juliana que, harta de los abusos

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Aracaona significa “Flor de Oro” en lengua taína. Para un relato detallado de Aracaona y Caonabó, ver libro de Felipe Pigna “1810. La otra historia de nuestra Revolución fundadora”, Planeta, Buenos Aires, 2010, pág. 17-21. 12 En mapuche significa “cabeza”. Es la autoridad principal de una comunidad mapuche. 13 “Sobre el Estado de las Cosas de Chile”, informe del gobernador Alonso de Sotomayor a Felipe II, 1583, citado por Nicolás Palacios, Raza Chilena, Editorial Chilena, Santiago, 1918, pág. 16. 11

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina recibidos por el español a la que había sido entregada junto a sus hermanas, decidió cortarle la cabeza, por lo que después sería torturada y ahorcada.14

1.6 Segregación El racismo profesado hacia los “indios” venía dado por una combinación de aspectos sociales y sexuales. Con respecto a lo primero, América era la puerta de salida para mucha gente con problemas en su patria, y en cuanto a lo sexual, los conquistadores llegaban arrastrando una abstinencia sexual que podían sepultar con las mujeres conquistadas, sexualmente más libres y sin prejuicios eclesiásticos. Gracias a esto los colonos a medida que se establecían en América iban haciendo más común el acto de casarse con “naturales”. Pero a partir del siglo XVI, la Corona empezó a tomar medidas con tal de asegurar la “limpieza de sangre” en los sectores dominantes de las nuevas colonias, por lo que se hizo urgente traer mujeres españolas o bien, si ya estaba casado, traerse a su esposa. Entonces, los “mestizos” pasaron a la categoría de “casta” y fueron excluidos de las posibilidades de acceder a cargos públicos, universidades u órdenes religiosas.

Uno de los motivos de esta exclusión a los “mestizos” y demás “castas” fue la desconfianza que despertaban entre los conquistadores, como puede leerse en este texto de la Real Cédula sobre los Mestizos y Mulatos fechada a 19 de diciembre de 1568:

A nos se ha hecho relación que los mestizos y mulatos que hay en esas provincias son ya muchos y crecen cada día más y mal intencionados, y que convenía mucho que nos mandásemos que ninguno de ellos pudiese traer armas, porque como son hijos de indias, en cometiendo delito, luego se visten como indios y se meten entre los parientes de sus madres, y no se pueden hallar.

Por tanto, el papel de la mujer en estas condiciones era el de preservar la cultura originaria, ya que engendra un nuevo tipo humano al emparentarse con los conquistadores, surgiendo así el fruto menos bélico de este “choque” cultural, una persona “mestiza”, que es el certificado de esta conquista genocida.

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El relato es citado por Susana Dillón, Brujas, Locas y Rebeldes. De Aracaona a las Madres de la Plaza de Mayo, Letra Buena, Buenos Aires, 1994, págs. 60-62.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

Diego de Landa, un cronista nada favorable para los “salvajes”, como los llamaba, describía esta dantesca escena:

Y vio un gran árbol cerca del pueblo en el cual un capitán ahorcó muchas mujeres indias en sus ramas y de Atrocidades cometidas a los esclavos los pies de ellas a los niños, sus hijos. Hicieron en los indios crueldades inauditas pues les cortaron las narices, brazos y piernas, y a las mujeres los pechos y les echaban en lagunas hondas con calabazas atadas a los pies; daban estocadas a los niños porque no andaban tanto como las madres y si los llevaban en colleras y enfermaban o no andaban tanto como los otros, cortábanles las cabezas por no pararse a soltarlos.15

1.7 Las espaldas que cargaron la historia Para los pueblos originarios, la conquista significó un genocidio a gran escala, ya que a los muertos en combates y a causa de las “malocas”16 hubieron de sumarse los producidos por enfermedades traídas por los conquistadores como la viruela, el tifus o la gripe. Además de destruir sus valores y sus formas de organización social, el sometimiento del pueblo originario a servidumbre en condiciones de trabajo inhumanas destruyeron a la población, teniendo que ser extraídos de sus territorios a pasar hambre.

Las mujeres de las poblaciones indígenas tuvieron que cargar con todo el peso de esta historia. Mientras sus hombres eran exterminados en combate, ellas debían salir adelante con sus hijos sin el mínimo sustento, ya que dependían de sus maridos. Por 15

Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2003. 16 Ataques de saque de los “blancos” a poblaciones indígenas para hacerse con esclavos o sembrar terror y echarlas de sus territorios. En España solía llamarse “salidas” o “algaradas” (por las tropas de caballos –algaras- que las efectuaban), venía de los tiempos de la Reconquista española contra los musulmanes. Estas malocas fueron el “modelo” que tomaron los famosos “malones indios”.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina eso muchas eran explotadas en minas para poder asegurarse la vida y la de los suyos. Además de rogar para que no les arrebataran a sus hijos para usarlos como esclavos, debían soportar el sometimiento sexual y el trabajo servil por parte de los “blancos”.

Pese a esto, las mujeres siguieron siendo las principales transmisoras de valores y costumbres en pueblos “indios” y “mestizos”, y antes de la llegada de los colonos buena parte de los ritos religiosos y de culto a la Madre Tierra estaban a cargos de mujeres. Los conquistadores demonizaron estas prácticas, impusieron el cristianismo por la fuerza y mucha de estas mujeres fueron condenadas a torturas y muerte por supuesta brujería.

Recién a mediados del siglo XVI comenzaron a cruzar el Atlántico “mujeres de linaje” español con destino a la región del Río de la Plata. Con el tiempo los colonos empezaron a establecer la “limpieza de linaje”, por lo que se comprometieron a repoblar las colonias con gente puramente española, que fueron nombrados “adelantados”. Poco a poco, la ciudad de Buenos Aires fue llenándose de “vecinos”17, entre los cuales había un número muy reducido de mujeres, ya que incluso entre las damas encumbradas era una rareza la administración de bienes públicos o el ejercicio de cargos políticos o administrativos.

En el ámbito guerrero era impensable ver una mujer empuñando un arma, pero poco a poco esta imagen se fue difundiendo a raíz de las revueltas de las indias en contra de los que masacraban su existencia, y muy pronto los conquistadores relacionaron a estas combatientes que se movían por bosques y ríos con las amazonas de la mitología griega, y fue por esto que el conquistador Francisco de Orellana bautizó “de las Amazonas” al caudaloso y extenso río latinoamericano en 1542.

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El término “vecino” de una ciudad en las normas vigentes durante la colonia correspondía a una persona mayor de edad, “blanca”, propietaria de solar en la jurisdicción de la ciudad. Sólo los vecinos varones tenían derecho a participar en los cabildos.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

2. MUJERES EN LA COLONIA 2.1 Fin de la Edad Media. El nacimiento de las colonias Durante la Colonia las mujeres se movían dentro de un sistema social patriarcal que consideraba que el padre, jefe de la familia, tenía igual autoridad dentro de su hogar que un rey sobre su imperio. Sus derechos eran limitados: no podían ejercer cargos públicos ni efectuar transacciones comerciales sin el permiso del marido. Sólo el padre podía dar su consentimiento para el matrimonio de sus hijos. Al enviudar, podía ser tutora de sus hijos si el marido la nombraba como tal. Las mujeres permanecían encerradas en sus roles de esposa, madre y ama de casa.

Ya para mediados del siglo XVI se podía dar fe a través de centenares de documentos sobre el excesivo poder y la creciente autonomía que iban adquiriendo aquellos que se hacían llamar “adelantados”, esos españoles venidos a más en la Argentina de la época. Entonces, en el verano de 1573, Felipe II mandó a redactar las Ordenanzas sobre el descubrimiento, nueva población y pacificación de las India 18s, que establecían las pautas generales de lo que debía ser el “asiento” de sus súbditos en América, poblándola de “blancos” que asegurasen “reducir a nuestra obediencia” a los “naturales”. Además, el documento enmascaraba el nombre de conquista bajo el de “pacificación”.

Con la llegada de nueva población española, también llegaron esclavas blancas cristianas solicitadas por diferentes prohombres asentados en América, que según ellos servirían mejor que las indias para el trabajo y además los españoles se podrían casar con ellas sin manchar su linaje. La medida se complementó con la instalación de los dos primeros burdeles en América gracias al secretario del emperador don Carlos y de los obispos de Osma, Canarias y Ciudad Rodrigo, 18

El virreinato del Perú hacia 1650

Para más información véase la página http://www.gabrielbernat.es/espana/leyes/odp/odp.html

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina quienes preocupados por la moral y la limpieza de sangre de sus súbditos justificaban este hecho “por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas de ella, y por excusar otros daños inconvenientes, hay necesidad que se haga en ella casa de mujeres públicas”. En estos burdeles terminaron muchas de las esclavas blancas cristianas con las que se acostaban los conquistadores que no aceptaban a las indias por no manchar su linaje.

A principios del siglo XVI, el desequilibrio demográfico entre hombres y mujeres españolas en América era enorme. Casi el 96% de la población europea en la zona conquistada estaba integrada por hombres y esta proporción no bajó hasta el siglo XVII en que las mujeres llegaron al 47,3%.

En esta nueva sociedad implantada por los conquistadores, las “castas” integraban la “chusma” popular de la ciudad, e incluso el licenciado –bastante racista- José Lebrón y Cuervo elaboró la siguiente tabla de mestizaje:

De la unión de español con india, sale mestizo. Del español con mestiza = castizo. Español con castiza = español. Español con negra = mulato19. Español con mulata = morisco. Español con morisca = albino. Español con albina = negro, torna atrás. Indio con mestiza = coyote. Negro con india = lobo o zambo20. Lobo con india = zambaigo. Indio con zambaiga = albazarrado. Indio con albazarrada = chamizo. Indio con chamiza = cambujo. Indio con cambuja negra = torna atrás con pelo liso.

Un indio, una mestiza y su hijo coyote

Un negro, una india y su hijo zambo

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La palabra mulato es claramente despectiva y ofensiva, deriva de mula y hace referencia a la cruza entre el burro y la yegua. 20 Los zambos eran los más marginados de la sociedad colonial.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

Esta clase de racismo, infundado por las clases más acomodadas, pretendía imponer sobre los originarios el poder de su linaje “blanco” y respetablemente europeo, situando a esa minoría femenina entre las más atestadas de la injusta y compleja sociedad colonial.

2.2 Las espaldas que cargaron la historia II Las “vecinas” de las ciudades coloniales en la Argentina eran amas de casa, en el estricto sentido de la palabra, lo que las hacía propietarias de un solar urbano edificado. La principal función de estas mujeres era la de construir una familia “legítima”, a través del matrimonio, para poder cumplir uno de sus roles principales: la procreación, ser madres. Vivían por y para esta función, teniendo en torno a ocho hijos que empezaban a engendrar desde que se casaban, muy jovencitas. Para las mujeres de élite, el matrimonio y la familia eran el destino principal de sus vidas. Eran ellas las que en el seno familiar de los acomodados se encargaban de administrar la economía de la casa, ocupándose de la venta de manufacturas y/o producciones de su huerta, con la ayuda servil de sus esclavos si los poseían. Si una mujer no quería casarse, la única alternativa “decente” que tenía era meterse en un convento, ser monja.

Fuera de la élite, las mujeres libres –ya fuesen “blancas”, “mestizas” o afroamericanasrealizaban, aparte de los trabajos domésticos de los más encumbrados, gran variedad de oficios. El proletario llevaba una vida miserable simple, en ranchos edificados en terrenos estériles e improductivos, sin la menor posibilidad de recuperación social, siendo su situación de miseria definitiva. Por este tipo de vida miserable eran culpados de “afear” la ciudad, cosa que molestaba a los acomodados que con su inmoral discurso eran ellos los que en realidad “afeaban” la ciudad condenando a esos sectores a sobrevivir en condiciones infrahumanas.

2.3 Mujeres trabajadoras Según un censo realizado en Buenos Aires en 1778, uno de cada cinco hogares porteños tenía al frente a una mujer, principal soporte económico de una familia. Entre los trabajos urbanos que habitualmente estaban en manos de mujeres libres, destacan los relacionados con la confección de ropa (costureras y bordadoras) y de alimentos preparados. Pero también se desempeñaban como maestras de “primeras letras”, pulperas, puesteras de los mercados o vendedoras ambulantes, entre otras

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina labores. Pero las que realmente se rompían el lomo eran las “indias” sometidas a servidumbre (esclavas), destinadas a las minas de Potosí (Bolivia) o a centros manufactureros. Estas condiciones de vida de las esclavas –y por supuesto que también de los esclavos- hacían de la posibilidad de formar una familia una tarea muy dura. Además, las “negras” eran objeto de una particular persecución para impedir que tuviesen “relaciones pecaminosas” por el hecho de que embarazadas no resultaban útiles en sus trabajos y además engendrarían más “escoria” para la ciudad.

La participación económica de la mujer era compleja y dependía de la clase a la que perteneciera. Las mujeres de élite podían tener propiedades y negocios si eran viudas o el marido no estaba, gozaban de una posición privilegiada ya que podían llegar a ser dueñas de fincas o chacras.21 Las mujeres del pueblo podían ejercer de profesoras, costureras, hilanderas o trabajar en fábricas de velas y cigarros, considerados empleos de “poca categoría” para las mujeres de élite.

Las condiciones de vida de las mujeres indígenas estaban afectadas por el sistema de explotación que se les había impuesto. Además de su trabajo en las labores agrícolas familiares, también realizaban faenas agrícolas en las tierras de los españoles y trabajos complementarios de la sociedad colonial, sobre todo textiles, donde también participaba mano de obra infantil.

La condición genérica de las mujeres indígenas hizo que se vieran obligadas a integrarse en la economía como fuerza de trabajo familiar en las minas, lavando y clasificando minerales o como empleadas domésticas, vendedoras de alimentos o empleadas en comercios españoles. La industria de la plata fue una de las que se aprovechó directamente de la fuerza de trabajo de las mujeres indígenas.

Por lo general, en las colonias hispanoamericanas las mujeres de élite hacían vida principalmente en sus casas, donde realizaban reuniones y/o tertulias. No salían de casa más que para ir a misa, visitar a alguien, realizar un viaje o una compra especial. Y, cuando salían, debían hacerlo acompañadas de sus maridos, hijos o sirvientes varones, pero jamás solas.

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Granja o propiedad rural en el cual se ejerce la agricultura o la cría de ganado, ya sea este menor o mayor.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina En el Telégrafo Mercantil, el primer diario argentino que comenzó a publicarse en 1801 para ser censurado y cerrado un año después, podía leerse:

[…] una hija deberá ser enseñada a respetar a su marido, obedecerle, haciendo prontamente lo que mande, no mostrarse desdeñosa o aviada, disimular y mostrarse prudente, buena administradora y cuidosa de sus bienes, ocupando su lugar, si él no es apto para ello, o es negligente, pero jamás hablar contra su honor, para evitar, ella misma, quedar deshonrada22.

2.4 La educación de las niñas En esas épocas la población no recibía ningún tipo de educación formal, la mayoría eran analfabetos y las mujeres no iban a ser una excepción. A fines del siglo XVI existieron algunas “escuelas para niñas”, generalmente dirigidas por monjas, que eran la excepción entre las mujeres, ya que tenían una mínima educación. Estas escuelitas funcionaban también como una especia de agencia matrimonial, ya que cuando los hombres querían casarse podían ir al colegio, mirarlas y escoger la que prefiriera, ya que en aquellos tiempos no se consideraba preciso el amor en los matrimonios.

Esta mínima educación que se ofrecía estaba pautada por las ideas del cristianismo católico, regulando la moral pública y privada. Iglesia y pueblo se unían cuando, por ejemplo, debían someter y reprimir rebeliones indígenas o imponer sus valores discriminatorios y represores, queriendo así preservar su autonomía y privilegios.

Las mujeres encontraban en las iglesias uno de los pocos espacios de sociabilidad fuera de casa, y aprovechaban la ocasión para lucir atuendos o contarse chismes.

2.5 Moral despareja Una de las diferencias más características en la situación de la mujer en el territorio colonial aparece en el ámbito moral sexual. Para poder ser juzgados de infidelidad y/o adulterio, en el caso del hombre, este debía de haber tenido una concubina de manera habitual, mientras que en la mujer una sola aventura la convertía en condenada y daba 22

Junta de Historia y Numismática Americana, El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata (1801-1802), Reimpresión facsimilar, Buenos Aires, 1914, pág. 254. Citado en Mujeres tenían que ser, de Felipe Pigna, Planeta, Buenos Aires, 2002, pág. 123.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina motivo a un divorcio justificado pudiendo la mujer ser recluida en una casa de corrección para cuidar su moral y sus buenas costumbres. La misma doble moral se aplicaba con respecto a la prostitución, en la que la mujer “pecaba por cobrar”, pudiendo ser esto motivo de encarcelación, reclutamiento en una casa de corrección o incluso expulsión de la ciudad; y al hombre que “pagaba por pecar” no se le aplicaba sanción alguna.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

3. MUJERES EN TIEMPO DE REVOLUCIÓN Con la entrada del siglo XVIII entró también el pensamiento ilustrado en gran parte del mundo, que daba importancia a la cultura y la educación. Es gracias a esto que los sectores más encumbrados van comprendiendo con cierta resistencia que la ignorancia “mujeril” ya no puede seguir siendo considerada como una “virtud”. Siempre pensando en el provecho final para el matrimonio, a las niñas de las familias más ricas se les empezó a enseñar a leer y escribir, recitar y declamar y a tocar algún instrumento. La máxima expresión del pensamiento ilustrado de la época se reflectó en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea revolucionaria francesa en 1789. Pero cuando los esclavos del pueblo haitiano decidieron acatar el artículo de “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”, se desató sobre ellos una brutal represión por los “ciudadanos” esclavistas franceses y las tropas coloniales, provocando como respuesta la primera revolución independentista triunfante latinoamericana.

Un destino similar sufrieron las mujeres francesas que, como Olympe de Gouges23, exigieron sin más la equiparación jurídica y social, y proclamaron una Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, el cual decía, entre otras cosas:

La mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos […]. La Ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y los ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación.24

Mientras, pese a todo, las ideas misóginas triunfaban en Francia, en los mismos años Manuel Belgrano25 denunciaba que las mujeres, “el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas” de las buenas costumbres en el seno 23

Marie Gouze (1748-1793) se dio a conocer por su seudónimo literario Olympe de Gouges en los últimos años del Antiguo Régimen como autora de piezas teatrales como La esclavitud de los negros, que le “valieron” ser encarcelada en la Bastilla. En 1791 dio a conocer su Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, que acordaba la igualdad para las mujeres. En 1793, el Comité de Salvación Pública la hizo arrestar –acusada de conspirar contra la República- y se la mandó a la guillotina. 24 Una selección de textos se encuentra en Olympe de Gouges, Etta Palm, Théroigne de Méricourt y Claire Lacombe, Cuatro mujeres en la Revolución Francesa, Biblos, Buenos Aires, 2007. 25 Intelectual, economista, periodista, político, abogado y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina, que participó en la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, en la Revolución de Mayo, en la guerra de la Independencia de la Argentina y en las guerras civiles argentinas.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina familiar, “lo tenemos condenado al imperio de las miserias y la ignorancia”, teniendo en cuenta también a las mujeres de las clases populares:

El sexo femenino, sexo en este país, desgraciado, expuesto a la miseria y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se originan, expuesto a la prostitución, de donde resultan tantos males a la sociedad, tanto por servir de impedimento al matrimonio, como por los funestos efectos con que castiga la naturaleza esta vicio, expuesto a tener que andar mendigando de puerta en puerta un pedazo de pan para su sustento26.

3.1 Primeras revoluciones indígenas A lo largo del siglo XVIII, en todo el territorio conquistado empezamos a encontrar diversos levantamientos cívicos en contra de los “blancos”. En territorio andino encontramos, por ejemplo, la revolución encabezada por Túpac Amaru II y su compañera Micaela Bastidas, que tuvo la iniciativa de que pidieran al corregidor de su pueblo no más maltrato a los “indios” y el fin de los abusos. Los explotadores hicieron caso omiso y esto fue el detonante de una insurrección en la que participaron padres, madres, hijos y abuelos. Su primera acción fue el asalto a las casas de los mineros para proveerse de armas, con las que realizaron acciones militares para poder obtener recursos y progresar en su batalla. Esta lucha se prolongó hasta la brutal captura de Micaela y su consiguiente ejecución. Los funcionarios coloniales que lo presenciaron describían así la escena:

[…] habiendo el indio [Túpac Amaru] y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy delgado, no

Muerte de Tupac Amaru II

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Manuel Belgrano, en su segunda Memoria al Real Consulado de Buenos Aires, citado en Aníbal Jorge Luzuriaga, Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia argentina, Universidad de Morón, Buenos Aires, 2004.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una y otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar.

Paralelamente a estas muertes, la revolución andina continuaba de la mano de los hermanos Tomás, Dámaso y Nicolás Katari que en marzo de 1781 ellos y sus más de 80.000 hombres y mujeres tomaron La Paz (Bolivia, antiguamente llamada Alto Perú). Pero los jefes indígenas se dejaron seducir por las amnistías y las concesiones que les ofrecían los españoles y esto hizo que la revolución no se extendiera. Los Katari, traicionados, fueron capturados, torturados y ejecutados en noviembre de 1781. Pero estas muertes traían tras de sí otra más significante, la de la esposa de Tomás Katari, Bartolina Sisa, que después de haber sido usada como rehén para lograr capturar a su marido, fue torturada y ejecutada en septiembre de 1782. Su cuerpo se descuartizó para exhibir sus partes como “escarmiento” en distintas partes del Alto Perú.

En 1983, el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América estableció el día 5 de septiembre –el mismo de la muerte de Bartolina- como Día Internacional de la Mujer Indígena y hace poco, en 2005, el Congreso Nacional de Bolivia reivindicó a la pareja de revolucionarios y los declaró héroes nacionales.

3.2 Mujeres contra los ingleses Mientras se producía la revolución andina, gran parte del territorio conquistado no estaba ni enterada y no hacían más que escuchar los sermones que lanzaban los curas condenando la “rebelión de los indios”.

La tormenta no amainó en estos territorios a los que en 1806 y 1807 se añadieron las Invasiones Inglesas, que convirtieron el territorio de Buenos Aires y Montevideo en un escenario de lucha armada, en la que también encontramos participación femenina. Una de las defensoras de Buenos Aires fue Manuela Pedraza, la “Tucumana”27, mujer de un cabo que combatiendo al lado de su marido, mató un a un soldado inglés y se le otorgó el grado de subteniente de infantería, hecho poco común ya que no era costumbre que el rey le concediera este lujo –gozaría de un sueldo de por vida- a una criolla.

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De la provincia argentina de Tucumán.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina En pos de expulsar de su ciudad a los ingleses, Martina Céspedes, dueña de un pequeño negocio de licores, ideó una forma de contribuir a la lucha junto con sus tres hijas. Teniendo los ingleses fama de alcohólicos, no tardaron en llamar a la puerta de su local, y Martina les atendía, pero de a uno. Así fue como once integrantes de la tropa invasora fueron retenidos y llevados a Santiago de Liniers, jefe de las fuerzas que recuperaron la ciudad.

3.3 El frente interno En el contexto de guerra, se necesitaba la ayuda de toda la población, por eso las mujeres se encargaban de coser los uniformes y las camisas de los soldados. Por otra parte, también eran las encargadas de sus chacras, puestos de estancia, pulperías, etc. Únicamente podían realizar trabajos externos a los militares, ya que generales como San Martín no admitían a mujeres entre sus filas. Pero hubo dos curiosos casos de acciones de valor por parte de estas. Uno fue el de la muchacha mendocina Pascuala Meneses, que se vistió de varón y se presentó como voluntaria, pero fue descubierta en plena marcha y se la hizo volver a Mendoza. Otra, en cambio, logró su cometido, para sorpresa del Libertador, que un día se encontró con esta nota:

Habiendo corrido el rumor de que el enemigo intentaba volver para esclavizar otra vez a la patria, me vestí de hombre y corrí presurosa al cuartel a recibir órdenes y tomar un fusil. El general Las Heras me confió una bandera para que la lleve y defienda con honor. Agregada al cuerpo del Comandante general don Toribio Dávalos, sufrí todo el rigor de la campaña. Mi sexo no ha sido impedimento para ser útil a la patria, y si en un varón en toda recomendación de valor, en una mujer es extraordinario tenerlo. Suplico a V.E. que examine lo que presento y juro. Y se sirva declarar mi libertad que es lo único que apetezco. -Josefa Tenorio, esclava de doña Gregoria Aguilar.

La respuesta del general San Martín figura en los archivos históricos con esta sola frase: “Téngase presente a la suplicante en el primer sorteo que se haga por la libertad de los esclavos”.

A finales del año 1816 se estaban ultimando los detalles para realizar la gran hazaña: cruzar los Andes, y una de las últimas decisiones fue la necesidad de portar una bandera para identificar al Ejército de los Andes. Fueron cinco las mujeres que, gracias a la ayuda del pueblo con donaciones textiles para la confección, se encargaron de esta

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina tarea. La bandera se terminó un 5 de enero de 1817. Otra necesidad era recaudar donativos para poder financiar este cruce. Para ello se organizó una reunión –presidida por María Remedios Escalada de San Martín28- para exponer el motivo de esta necesidad y pedir a las ciudadanas principalmente que donaran sus diamantes y perlas, ya que si realizaban este sacrificio salvarían a su patria y esas joyas en contexto de guerra de nada les valdrían. Esta recaudación entre las clases más acomodadas no resultó muy exitosa y el general San Martín, sin dejar de agradecer lo obtenido, exhortó que esta clase más pudiente contribuyera tanto como lo habían hecho las que menos tenían; paralelamente a esta causa se creó una institución destinada a la reclusión de prostitutas para que trabajaran en la confección de casi 3000 prendas para los soldados.

3.4 Las que rompían el molde 2 Una de las referentes de las mujeres en el ámbito de la elite porteña es Mariquita Sánchez, una mujer avanzada para su época (gracias a que se le ofreció una educación), pero aun con taras mentales como era la de separar niñas “blancas” de niñas “pardas” en escuelas de la Sociedad de Beneficencia que dirigía. Desde 1808 se hicieron famosas las tertulias que en su casa ofrecía, por las que pasaban todos los personajes más notables de la época que discutían el futuro de su patria. La tradición cuenta que fue en su casa donde se compuso e interpretó por primera vez el Himno Nacional argentino allá por 1813. Heredera de la Ilustración y partidaria de reformas “dentro del orden”, fue una de las que rompió el molde convencional según el cual la mujer no podía ni debía tener opinión propia.

Igualmente rica y tan poco convencional como Mariquita Sánchez fue María Magdalena Dámasa Güemes (1787-1866). Desde 1810, ella y su hermano Martín estuvieron entre los primeros partidarios salteños29 de la revolución –de Mayo30-, organizando la primera estructura guerrillera de la patria llamada “los infernales”. 28

Esposa del general San Martín. Pertenecientes a la provincia argentina de Salta. 30 Conocemos la Revolución de Mayo argentina como la serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires que tuvieron como consecuencia la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de gobierno. Los eventos de la Revolución de Mayo se sucedieron durante el transcurso de la Semana de Mayo, entre el 18 de mayo, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha de asunción de la Primera Junta. La Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento del Estado argentino sin proclamación de la independencia formal, ya que la Primera Junta no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España e Indias, pero aún gobernaba nominalmente en nombre del rey de España Fernando VII, quien había sido depuesto por las abdicaciones de Bayona y su lugar ocupado por el francés José Bonaparte. La declaración de independencia de la Argentina tuvo lugar posteriormente durante el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816. 29

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Martín fue un gran defensor de la patria que, en la retaguardia de San Martín, resistió nueve invasiones de los ejércitos españoles y dirigió a los gauchos diciéndoles que tomaran lo que les pertenecía. Junto a su hermano, Macacha (apodo familiar) se encargó de coordinar las acciones de espionaje que realizaban las mujeres, acompañadas por ancianos y niños. Este eficiente aparato popular de inteligencia le complicaba la vida al enemigo, como lo admitía el comandante en jefe de las fuerzas “realistas”, el general Joaquín de la Pezuela, cuando el 21 de julio de 1814 le enviaba una nota al virrey del Perú explicándole la difícil situación en que se encontraba su ejército ante la acción de las partidas gauchas de Güemes:

A todas estas ventajas que nos hacen los enemigos, se agrega otra no menos perjudicial, y es la de ser ellos avisados por hora de nuestros movimientos y proyectos por medios de los habitantes de estas estancias, y principalmente por las mujeres relacionadas con los vecinos de aquí y de Salta […] siendo cada una de éstas una espía vigilante y puntual para transmitir las ocurrencias más diminutas de este Ejército.

En sus acciones, Martín Güemes debió enfrentar a una parte importante de la elite salteña, más dispuesta a acordar con los realistas que a tolerar el poder del “gauchaje”. En 1815 fue nombrado gobernador de Salta y su hermana ejercía de mediadora y operadora política.

Cuando en 1819 los opositores a Güemes fundaron el partido la “Patria Nueva”, Macacha se encargó de fundar la “Patria Vieja”, que garantizará el poder hasta la muerte de Martín en 1821 y la detención, en el mismo año, de su hermana y de otros “güemistas”. Se produjo entonces la “Revolución de las Mujeres”, en las que el “gauchaje” se sublevó y saqueó la ciudad de Salta por la libertad de estos.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Una de las mujeres que mejor expresó las luchas revolucionarias por la independencia fue Juana Azurduy, nacida en 1780. Huérfana desde los 7 años, la muchacha fue expulsada del convento de monjas al que la habían llevado y en 1797 pasó a hacerse cargo de la antigua hacienda que le dejó su padre. En 1805 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio y juntos comandaron a los “indios” de La Paz para impedir el aprovisionamiento de las fuerzas de la represión virreinal en el año 1809. Él, comandante de ejércitos, organizó una guerra de guerrillas en Juana Azurduy Cochabamba para demorar el avance de los realistas y permitir la retirada del Ejército del Norte31. La pareja de guerrilleros defendió a sangre y fuego el avance de los españoles, hasta la muerte de Manuel al librar a Juana de ser capturada por los realistas. En estos feroces combates también perdió a sus cuatro hijos, por lo que, malherida y con un gran dolor en su corazón, juró venganza y no rendirse hasta no haber derrotado al enemigo. Juana y su gente marcharon hacia el Sur para unirse a las fuerzas de Güemes y a Juana se le concedió el reconocimiento, por parte de Belgrano, de teniente coronel de Milicias de los Decididos del Perú.32

3.5 Los escritos guardados La documentación producida por la élite urbana argentina y sus familias supera en mucho a aquella que guardamos en libros de historia. Es sobre todo a partir de los tiempos de la Ilustración, la Revolución de Mayo y la guerra de la independencia cuando empezamos a encontrar más escritos de mujeres. La fuente más importante de estos escritos fueron las cartas que enviaban, que cuentan sus problemas, inquietudes y miradas sobre el mundo que les tocó vivir. De las autoras de estas cartas destacamos a Guadalupe Cuenca, encargada de ir informando a su marido Mariano Moreno de la situación política de su ciudad mientras él estaba en combate, a través de cartas medio serias medio cómicas. Una de ellas empieza así:

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El Ejército del Norte fue el primer cuerpo militar desplegado por las Provincias Unidas del Río de la Plata en la guerra de la Independencia Argentina. Este ejército fue el encargado de actuar, bajo el mando, entre otros de Manuel Belgrano, en la región noroeste de la actual República Argentina y el Alto Perú (actual Bolivia), en donde se desarrolló uno de los principales frentes de batalla contra los realistas fieles a la corona de España. 32 Sosa de Newton, Las argentinas de ayer a hoy, págs. 54-55.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Ay mi Moreno de mi corazón, no tengo vida sin vos, se fue mi alma y este cuerpo sin alma no puede vivir y si quieres que siga viva venite pronto, o mándame llevar.

Otra que enviaba correspondencias era Mariquita Sánchez, la porteña de elite que escribía sobre todo sobre cuestiones familiares y políticas. También fue ella la que se encargó de dejar una descripción de la vida virreinal en Buenos Aires, fuente de primera mano para la “historia social” de esos tiempos.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

4. EL PERÍODO POSREVOLUCIONARIO Todo el período posrevolucionario está marcado por conflictos armados en los que se combinan enfrentamientos por intereses económicos regionales entre los diversos sectores dominantes en la antigua capital colonial y los de las provincias que habían estado bajo su mando, y sociales, entre los diversos sectores de la elite. A partir de la independencia, las guerras empezaron a ser habituales en la vida cotidiana de los latinoamericanos por muchas décadas.

En ese contexto “convulsionado”, la situación de la mujer reflejaba también estos conflictos. Poco a poco, el orden patriarcal de la colonia se fue desquebrajando y por sus fisuras comenzaron a asomar mujeres dispuestas a ocupar nuevos espacios en la vida social y política del país naciente.

4.1 Las damas de la Beneficencia En 1823, bajo las órdenes del ministro Rivadavia, se formó la Sociedad de Beneficencia, con la tarea de alejar un poco a las órdenes religiosas y al clero de algunas actividades de la sociedad. Esta organización, construida originariamente por trece damas de la más encumbrada élite porteña, se empezó a hacer cargo de funciones públicas tan importantes como las casas de huérfanos, los hospitales y las escuelas.

La Sociedad de Beneficencia se hizo cargo del Hospital de Mujeres, de la antigua Casa de Niños Expósito –bautizada como Casa Cuna-, la cárcel de mujeres y la escuela de huérfanas y a lo largo de un siglo mantuvo sus características de entidad en manos de la más rancia oligarquía, usando para sus actividades fondos públicos.33 La concepción con que fue creada muestra la nueva interpretación sobre el papel de la mujer y los límites que se le asignaba. En la inauguración de la entidad, el propio Rivadavia declamaba la necesidad eminente de acordar una seria atención a la educación de la mujer, a la mejora de sus costumbres y el establecimiento de leyes que fijaran sus derechos y deberes para asegurarles la felicidad que les correspondía. Sin embargo, esta “felicidad” que decía que necesitaban las mujeres, solo era merecida a la “parte decente” de la sociedad, excluyendo a los sectores populares.

33

Al respecto, véase Mitos de la historia argentina 4. La argentina peronista (1943-1955), Planeta, Buenos Aires, 2008, págs. 202-204.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

4.2 Las espaldas que cargaron la historia III Las criollas que vivían en la frontera de la ciudad de Buenos Aires eran pocas. Estas mujeres vivían en condiciones de vida sumamente duras y varias descripciones de viajeros que pasaron por la zona advierten de la “promiscuidad” de los ranchos, teniendo que dormir los invitados junto a toda la familia en la misma habitación, generalmente sobre el suelo. Estas mujeres de la frontera debían realizar todo tipo de actividades, tales como las tareas de huerta, el cuidado de animales y el ordeñe, esto siempre con la ayuda de los niños, igual que la vigilancia de los rebaños. En los pueblos del interior era común que las mujeres se ocuparan también de realizar tejidos en husos y telares para después venderlos. Asimismo, las artes de curar y la habilidad de conjurar maleficios fueron ocupaciones que distinguieron a las mujeres del campo.34

Las mujeres urbanas debían trabajar dentro y fuera del hogar. Eran costureras, cocineras, lavanderas, personal de servicio de las casas más acomodadas y vendedoras ambulantes. En las quintas y chacras de los alrededores de las ciudades, buena parte del trabajo recaía en manos femeninas, que eran las mismas que luego llevaban al mercado o casa por casa las frutas y verduras de su producción. Las lavanderas, casi todas ellas afro-argentinas, eran un “gremio” particularmente notorio. Los días de sol muy temprano pasaban a recoger los bultos de ropa sucia de sus clientes casa por casa y se dirigían al río para lavar las prendas que cuando estuvieran secas se devolverían a sus dueños. Otro trabajo característico de las mujeres entonces era el de lechera. Iban ataviadas con un gran sombrero viejo y un enorme poncho de lana y debían recorrer largas distancias para entregar la leche, cargada por ellas mismas hiciera frío o calor.

Las mujeres de la élite porteña eran “amas de casa”, en el sentido colonial del término. Algunas llevaban las riendas de su hogar y mayoritariamente se encargaban de asistir o realizar tertulias en su casa, siendo este el mayor pasatiempo de esas damas. Aparte de esto, muchas se vieron envueltas en las divisiones que abrieron paso las guerras civiles, sobre todo por la acción de sus maridos. Estas acciones en las guerras civiles enviudaban a muchas mujeres. Al menos las más encumbradas tenían la posibilidad de que económicamente y socialmente las amparasen sus allegados, posibilidad que no disfrutaban las viudas del “pobrerío”.

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Dora Barrancos, Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos, 2ª edición, Sudamericana, Buenos Aires, 2010, págs. 76-77.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

4.3 Sus derechos y periódicos Allá por 1833, al aproximarse unas elecciones, un grupo de mujeres federales publicó en el diario La Gaceta Mercantil un documento muy interesante en el que reclamaban su derecho a votar y a ser elegidas representantes del pueblo de la provincia:

Compatriotas: Si vuestra injusticia nos privó del derecho que el pacto social nos concedía de tener voto activo y aun pasivo en la elección de los ciudadanos que deben representarnos, no podrá impedirnos el que manifestemos por medio de la prensa nuestra opinión sobre un asunto que nos interesa tanto como a vosotros. Felizmente, se aproxima la época en que recobrando el bello sueño de sus derechos primitivos, salga de una vez del anonadamiento en que ha vivido. Nuestros nietos, o quizás nuestros hijos verán una mitad de los asientos de la Sala de la provincia ocupados por mujeres que darán lustre a su patria. Entonces, no serán tachadas de entremetidas, pedantes, etc., las que discurran sobre asuntos de interés público. Mientras llega esa época feliz, contentémonos con intervenir indirectamente en los asuntos públicos. Nosotras, pues, hemos formado después de una madura reflexión lista de candidatos para representantes de la provincia que recomiendan a nuestros compatriotas.35

Los primeros escritos publicados de mujeres los encontramos en los dos primeros periódicos para mujeres y escritos por mujeres: La Argentina, que circuló entre octubre de 1830 y junio de 1831, y La Aljaba, que publicó dieciocho números entre noviembre de 1830 y enero de 1831.

La Aljaba –nombre que hacía referencia a la flor austral-, tenía un lema bastante combativo: “Nos libraremos de las injusticias de los demás hombres solamente cuando no existamos entre ellos”. El centro de la inquietud de su editora y redactora Petrona Rosende era el acceso de la mujer a la educación, por el cual batalló constantemente. El periódico dejó de aparecer por la falta de lectoras dispuestas a sostenerlo, ya que entre la élite porteña eran muy pocas las mujeres con hábitos de lectura, y mucho menos periódicos.

35

Citado en Hilda Sábato, Marcela Ternavasio, Luciano de Privitellio y Ana Virginia Persello, Historia de las elecciones en la Argentina, El Ateneo, Buenos Aires, 2011, págs. 123-124.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

5. LAS MUJERES EN LA ORGANIZACIÓN NACIONAL El período que se llamó “organización nacional”, que va desde la derrota del régimen de Rosas en 1852 hasta la aparición de la llamada Generación del 80 en 1880, se presenta como un momento de transición en todos los aspectos de la vida del país, y sobre todo en el ámbito de las mujeres.

En 1869 se realiza el primer Censo Nacional argentino36, del que se averigua que de 1.737.214 de habitantes censados, 9 de cada 10 eran hombres y el 72% de esta población, analfabeta. Un poco más alto era el porcentaje de pobreza -75%-, que chocaba con el uno por ciento que tenía graduado universitario. En total, las mujeres eran 845.400; por cada mil mujeres había unos 1.055 hombres. Otro dato significativo de este Censo es que indicaba que entre mujeres de 14 años para arriba, el 38% se declaraba casada y el 12% viuda. Estas cifras denuncian a un país tremendamente injusto y depravado para con la mujer sobre todo. También destacaba las profesiones más relevantes, en las que predominan las costureras principalmente, seguidas por las sirvientas, las lavanderas, las cocineras y las planchadoras.

Como venimos mostrando, desde el fin de la era colonial las mujeres fueron logrando el reconocimiento de una relativa capacidad para administrar su patrimonio y efectuar contratos. Pero en 1869 se terminó de redactar el nuevo Código Civil, que establecía la incapacidad relativa de las mujeres casadas, que quedaron sometidas a la tutela de sus maridos, convertidos por ley en sus representantes “naturales” y administradores de sus bienes. Años después el autor del Código Civil Dalmacio Vélez Sarsfield declaró que “la misión de las leyes es sostener y acrecentar el poder de las costumbres y no enervarlas y corromperlas”, asumiendo con esto que seguía las costumbres del catolicismo tradicional y que no tenía en mente ningún tipo de progreso hacia la modernización.

Desde 1856 se había empezado a impulsar reformas educativas que incluían a las mujeres, tanto en el papel de alumna como en el de profesora. A partir de estas propuestas, se empezó a implantar en la Argentina un “modelo” de educación que imitaba el de los Estados Unidos, promocionando la educación primaria gratuita y obligatoria y la participación de las mujeres como docentes. Empezaba a surgir otra vez la idea de la noción de la mujer como primera formadora de ciudadanos.

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Véase Historia de los Censos Nacionales: http://www.indec.gov.ar/censo2010/historia-censos.pdf.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Anteriormente, la educación impartida por la Sociedad de Beneficencia no iba más allá de la capacitación de las mujeres en sus tareas relacionadas a la unidad domestica; y ahora empezaban a enseñarles “conocimientos útiles” para hacer de ellas “madres republicanas” formadoras de ciudadanos.

5.1 Las espaldas que cargaron la historia IV El contexto en que se producían estos cambios era el de una región cruzada por los últimos procesos de las guerras civiles. Las penurias de las mujeres en ese contexto pueden ejemplificarse con las “mujeres soldado” o “montoneras” que acompañaban a sus hombres a los frentes de combate. Estas montoneras luchaban junto a los hombres por recuperar sus bienes y, mientras ellos eran ejecutados frente a sus ojos, ellas eran capturadas, torturadas y vejadas, para después ser devueltas a sus tierras sin ningún patrimonio, pero recibidas por su pueblo como heroínas.

Un ejemplo es Martina Chapanay, bandolera y montonera que, cuando supo que San Martín preparaba el cruce de los Andes, se ofreció para enseñarles el territorio que tanto conocía, ya que desde muy pequeña trataba con los caballos, conocía los caminos más difíciles de la montaña y sabía usar el lazo y el cuchillo. Desde entonces, Martina se convirtió en una de tantas y tantos chasquis portadoras de mensajes entre los combatientes del Ejército Libertador. Más adelante se incorporó como un combatiente más a las tropas del caudillo riojano Agustín Palacios y tuvo el honor de participar de los principales combates. Martina siguió luchando hasta el asesinato de uno de sus superiores, que la hizo volver a su tierra natal, donde se encontró con la desolación de los saqueos producidos por sus enemigos. Por esto y gracias a sus conocimientos del monte, decidió dedicarse al bandidaje rural, compartiendo el botín con los más pobres. Hugo Chumbita cuenta:

Por diversión o por dinero apostaba a montar potros indomables y se batía con los mejores cuchilleros. La policía no podía contra ella. Aparecía con frecuencia protagonizando duelos y diversiones, y en otros lados encontraba amigos y encubridores. Repartiendo el fruto de sus correrías, se aseguraba en cada rancho un aliado.37

37

Hugo Chumbita, Jinetes rebeldes. Historia del bandolerismo social en la Argentina, Javier Vergara, Buenos Aires, 2000.

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Se incorporó a los cuerpos de línea, con el grado de sargento mayor, pero al darse cuenta de que esto no era para ella, volvió a luchar entre caminos polvorientos y refugios en las montañas como montonera. Su larga y hazañosa vida terminó en 1887, a los 87 años.

La vida en la “frontera con el indio” a partir de 1852 no era nada pacífica. La paz con los caciques bonaerenses no era fácil y los “malones” volvieron a reaparecer sobre los ranchos porteños y del sur cordobés y cuyano. La respuesta fue la extensión de una nueva línea de fortines que daban el alerta y repelían los malones, así como también destruían las “tolderías” indígenas para aumentar la frontera con las tierras españolas.

La vida en los fortines era, además de riesgosa, miserable. Una forma en que las autoridades pensaron en reducir las deserciones y fugas de sus soldados fue permitir y fomentar la presencia de mujeres. Estas “fortineras” llevaban una vida que un testigo “preferencial”, Alfredo Ebelot,38 describía así:

Imagínense ustedes un reducto de tierra de una cuadra de superficie flanqueado de chozas de juncos algo más grandes que las tiendas y más pequeñas que los ranchos más exiguos, dejando en el medio un sitio cuadrado en cuyo centro está el pozo, e inundado de criaturas que chillan, de perros que retozan, de avestruces, de ratas de aguas domesticadas que allá llaman nutrias, de mulitas, de peludos que trotan y cavan la tierra, de harapos que se secan en las cuerdas, de fogones de estiércol en los que canturrea una pava de mate y se asa el alimento al aire libre y figúrense ustedes en torno la pampa desierta, chata… y tendrá el cuadro en medio del cual transcurría la vida de la mujer del soldado de frontera.39

Además de ser las compañeras de los soldados, cocinarles, lavarles las ropas y encargarse de las huertas, las “fortineras” llevaban una vida implícitamente militarizada. Incluso algunas controlaban formalmente el Ejército y recibían racionamiento. Como señalaba el historiador Carlos A. Mayo:

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Alfredo Ebelot (1839-1920) era un ingeniero y periodista francés que en 1870 viajó a la Argentina, donde colaboró con periódicos tan distintos como La Patria Argentina, La Nación y La Protesta. Se le encargó un estudio de la línea de fortines y regresó a Francia en 1908. 39 Alfredo Ebelot, La Pampa, Eudeba, Buenos Aires, 1961, pág. 114.

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Debían acudir al primer llamado del oficial, concurrir a los velorios y asistir a los enfermos, cuidar las cuadras cuando se ausentaba el regimiento, vigilar las caballadas y hasta vestirse de soldados para engañar a los indios.40Algunas, como mama Carmen, célebre por sus mugrientas tortas fritas y su coraje a toda prueba, tenían grados militares. Mama Carmen era sargento primero y en una ocasión en que estaban ausentes los soldados defendió el fortín de un ataque indígena. Alguna otra fortinera hacía también de curandera. […] Muchas mujeres lavaban y planchaban la ropa de la tropa y cobraban por el servicio, otras cocinaban tortas y la vendían a la oficialidad.41

El caso de “mama Carmen” muestra las agallas de estas fortineras. Según Eduardo Gutiérrez,42 la negra mama Carmen era sargento primero en el Regimiento 2 de Caballería cuando en 1874 organizó a las mujeres del fortín donde “servía”, las vistió de uniforme, les hizo montar guardia y con ellas repelió un ataque indígena. También se vengó de la muerte del más pequeño de sus quince hijos, lanceado en un combate. Mama Carmen se enfrentó cuerpo a cuerpo con su matador y después de apuñalarlo en el pecho, le cortó la cabeza y la ató a la cola del caballo en que llevaba el cuerpo de su hijo.

La otra figura femenina de las fronteras en este período es la de las criollas cautivas, llevadas por los malones. Éstas aparecían como las víctimas de la sensualidad y brutalidad que se les atribuían a los “indios”. Una visión de estas cautivas la encontramos en el canto VIII de La vuelta de Martín Fierro de José Hernández, donde ésta aparece doblemente sometida, a la crueldad del guerrero que la capturó en un malón y a la de la “china”43, su mujer:

Aquella china malvada Que tanto la aborrecía, Empezó a decir un día, Porque falleció una hermana, Que sin duda la cristiana Le había echado brujería. 40

Relatos en este sentido aparecen en Eduardo Gutiérrez, Crónicas y siluetas militares, Hachette, Buenos Aires, 1959. 41 Carlos A. Mayo, “La frontera; cotidianidad, vida privada e identidad”, en Devoto y Madero, tomo I, pág. 92. 42 Eduardo Gutiérrez (1851-1889) destacó como periodista; fue uno de los primeros escritores populares de la Argentina, gracias a obras como Juan Moreira. Con el grado de alférez fue incorporado al 2 de Caballería en agosto de 1874 y conoció personalmente a “mama Carmen”. 43 La palabra “china” deriva del quechua y significa hembra del animal, sirvienta.

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El indio la sacó al campo Y la empezó a amenazar; Que le había de confesar Si la brujería era cierta; O que la iba a castigar Hasta que quedara muerta. Llora la pobre afligida, Pero el indio, en su rigor, Le arrebató con furor Al hijo de entre sus brazos, Y del primer rebencazo La hizo crujir de dolor.

Que aquel salvaje tan cruel Azotándola seguía; Más y más se enfurecía Cuanto más la castigaba, Y la infeliz se atajaba Los golpes como podía. Que le gritó muy furioso: “Confechando no querés”; La dio vuelta de un revés, Y por colmar su amargura, A su tierna criatura Se la degolló a los pies.

Estas cautivas eran esencialmente esclavas, al igual que los cautivos, y no diferían en mucho de los esclavos “negros” de las casas de los españoles y criollos en cuanto a malos tratos. Algunos de estos esclavos “blancos” que tenían los “indios” llevaban con ellos desde su niñez y habían terminado creando vínculos familiares. Los hijos mestizos entre los caciques y las criollas eran el principal motivo por el cual las cautivas se negaban a dejar las tolderías, ya que si el padre no dejaba irse al niño, la madre había de separarse de su hijo, y si lo dejaba marchar junto a la madre, la vida que les esperaba entre los cristianos era de menosprecio por haber transcurrido años entre la “indiada”.

En la década de los 70 del siglo XIX, se llevó a cabo la “solución al problema indígena”. Para ello, miles de cautivas y cautivos fueron llevados a millares de kilómetros de sus tierras ancestrales después de las matanzas en los poblados indígenas y “repartidos” entre diferentes casas de familia para servir como esclavos. La segunda fase de este

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plan fue la llamada “Conquista del Desierto”, en la que en los primeros tres meses más de 14.000 hombre, mujeres y niños indígenas fueron masacrados o tomados prisioneros.

Los supervivientes fueron trasladados, caminando encadenados, unos 1.400 kilómetros, hacia los puertos de Bahía Blanca y Carmen de Patagones. A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración, cerca de Río Negro. Desde este campo partían los sobrevivientes hacía una larga y penosa travesía en barco hasta el puerto de Buenos Aires, donde un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles. Para evitar la burla, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, y estallaron en un emocionado aplauso a los presos que opacó el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro desfile.

Estos prisioneros fueron enviados a los primeros campos de concentración argentinos, y los que no murieron se trasladaron al Hotel de Inmigrantes, donde se “entregaban indios”. Así lo enunciaba El Nacional, como si de una noticia más se tratara: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”. Para las damas de la “alta sociedad” se había vuelto un entretenimiento divertido el ir a pasear por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar. Las “damas” de la Sociedad de Beneficencia se encargaban de realizar este “reparto”, por el cual miles de personas fueron “entregadas” y “regaladas” a familias que buscaban obtener servidumbre.

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6. EL INICIO DE LA “ARGENTINA MODERNA” A finales del siglo XIX el inicio de la modernización argentina vino dado por su modelo económico agroexportador y estructurado políticamente en torno a un régimen conservador basado en el fraude electoral que excluía a la mayoría de la población de la vida política. En poco tiempo, la economía nacional entró en un ciclo ilimitado de crecimiento y “progreso” y la Argentina se convirtió en el “granero del mundo”. Este término no hace referencia al concepto positivo como mejor época del país, sino que define la “condena” a ser proveedores de materias primas y compradores de productos elaborados mayoritariamente con los mismos productos primarios argentinos. Por esto el término “granero”, porque es un depósito abandonado, inanimado; unos pocos eran los que tenían trabajo o empleo remunerado, ya que junto con las ovejas, vacas o trigos argentinos, todas las ganancias iban destinadas a Inglaterra con la exportación.

En la Argentina quedaba la riqueza concentrada y la miseria repartida, por lo que la llamada “Generación del 80” trató de poner al país a la altura de los más “civilizados”, queriendo seguir las ideas del positivismo que en esa época caracterizaba a la burguesía del mundo. Pero no está de más decir que esta “Generación” de prohombres no alcanzó siquiera acercarse a las bases de esta corriente. Queriendo impulsar una modernización a toda velocidad, no respetaron siquiera el principio básico postulado por Comte, uno de los máximos exponentes del positivismo: “El amor como principio, el orden como base, el progreso como fin”, y los grupos oligárquicos empezaron a impulsar “soluciones”, tales como la difusión masiva de inmigrantes o el tendido de redes ferroviarias, que no hicieron más que incordiar y crear contradicciones.

Mientras que para los miembros de la oligarquía ponerse al “nivel de otros países” significaba enriquecerse más y más, para la gran mayoría de los habitantes de la Argentina consistió en lucha diaria por existir, reclamando sus derechos y una sociedad más igualitaria. En esta lucha, las mujeres –en especial las de sectores medios y obreros- formaron parte de ella con la misma valentía que los hombres, planteando que esta “modernización” sólo sería real si se basaba en la igualdad, la justicia social, la educación y los derechos civiles para todos y todas.

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6.1 Vida cotidiana En este ámbito, las mujeres experimentaron cambios notables, sobretodo en el terreno familiar. Cada vez iba siendo más habitual que las mujeres se casaran a una edad más tardía que en épocas anteriores y la diferencia de edad entre la pareja fue descendiendo y dejando de importar tanto como antes, cosa que ayudó a las mujeres para poder disfrutar de esos años de adolescencia que en tiempos coloniales no tenía.

Por esto la natalidad en cantidades de tiempos anteriores empezó a descender, ya que además de casarse más tardíamente, el hecho de estar solteras ayudaba mucho a la hora de obtener contratos laborales pues se demandaban más éstas que las casadas.

Pese a esos cambios, seguía predominando la idea de que la mujer tenía la función principal de ser madre, amante y cuidadora del hogar. El hombre quedaba como proveedor de ingresos y la mujer como “reina-esclava” de la casa, siendo esto una contradicción ya que en la época miles de mujeres estaban incorporadas a todo tipo de trabajos, dentro y fuera del hogar.

La contracara de esta “hermosa” máscara de armonía familiar la encontramos en la práctica habitual, y desde tiempos de la colonización ya, que tenían sus maridos manteniendo una amante y/o frecuentando prostíbulos. Este no era un tema nuevo en la Argentina y con las ideas positivistas se convirtió en una de las cuestiones sociales más cuestionadas y criticadas.

En el Censo de 1869, la sección de “rufianes y prostitutas” incluía a 306 mujeres de las 361 personas en total, y a partir de 1870 se empezaron a decretar ordenanzas en las grandes ciudades que reglamentaban la prostitución, habilitando prostíbulos y controlando la higiene de éstos y de sus trabajadoras. Así el comercio de chicas empezó a fluir en la ciudad de Buenos Aires sobretodo –gracias a su puerto-, y entre 1899 y 1915, los registros porteños incluyen en total unas 16.500 prostitutas, de las cuales más del 80% eran inmigrantes. Frente a esto los grupos anarquistas incluyeron el tema en sus debates de la FORA:44

44

La F.O.R.A. –Federación Obrera Regional Argentina- se creó en el año 1901 con la intención de propagar e ilustrar al pueblo acerca de los principios científicos del comunismo anárquico.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina El 4º congreso declara que para combatir la prostitución sería necesario extirpar sus raíces profundamente arraigadas en la presente sociedad y para ello sería indispensable concluir con la misma, pero comprendiendo que para ir disminuyendo el mal es preciso que se eleve la intelectualidad femenina, siendo imposible encontrar otro remedio, y esta elevación intelectual sería la senda marcada que nos conducirá a su completa desaparición conjuntamente con las desigualdades sociales, base de la prostitución. Se resuelve una activa propaganda para organizar a la mujer, a la vez que la fundación de escuelas libres, donde pueda educarse emancipada de los prejuicios religiosos y sociales.45

Esta imagen de mujer esclava sexual se grabará más profunda y dolorosamente de la mano de las miles de obreras que se partían el lomo cotidianamente luchando por mejores condiciones de vida y gracias a los periódicos obreros y sus publicaciones de reclamos con respecto a las mujeres y sus “malos tratos” sufridos, abarcando desde el insulto hasta el frecuente acoso sexual, y que ayudaban a sacarlos a la luz para que estuviera en mente de todos y no sólo de sus sufridoras.

6.2 Las espaldas que cargaron la historia V En 1904 el gobierno de Julio Argentino Roca le encargó al médico catalán Juan Bialet Massé un informe sobre el estado de la clase obrera en la Argentina. Los testimonios del catalán sirvieron para revelar y denunciar los horrores del sistema de explotación que se estaba desarrollando en la Argentina y que contrastaban fuertemente con la otra cara, la de los carruajes, palacios y dinero de los “acomodados”. De este documento oficial llevado a cabo por Juan Bialet enseño aquí algunos fragmentos:

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En Edgardo Bilsky, LA F.O.R.A. y el movimiento obrero, Biblioteca Política Argentina, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985, tomo 2, pág. 208.

40

El protagonismo de las mujeres en la historia argentina No eran pocas las mujeres que cargaban con el sostén de la familia, con la rudeza de la vida; de aquí que acepten resignadas que se pague su trabajo de manera que sobrepasa la explotación y con tal de satisfacer las necesidades de los que ama prescinde de las suyas hasta la desnudez y el hambre. En poco tiempo han invadido los talleres y las fábricas con paso firme, desempeñándose con precisión en muchos oficios que el hombre desempeña de mala gana y con grosería. Las costureras, las planchadoras, las lavanderas y el servicio doméstico son las principales actividades a las que se dedican las trabajadoras. La clase más numerosa la constituyen las costureras. Hace seis años las costureras ganaban en Tucumán 1,50 a 2 pesos y hasta 4. Han llegado al estado de miseria presente de una manera insensible. […] He leído en los diarios de Tucumán de mediados de abril, que se ha constituido una sociedad gremial de costureras con el objeto de procurar el remedio a sus males. Es que el hambre aprieta y el estómago no se llena con sermones; y si ahora no sucede sucederá más tarde, con la protesta enérgica y triunfante. […] Comienzan los conatos de resistencia de resistencia de las trabajadoras. Hace como dos años tenían convenido una manifestación y huelga colectiva; pero un Padre les dijo que la iglesia Católica no aceptaba esos procedimientos y lo demás que se deduce, y la dejaron quedando sometidas a esa servidumbre. [.…] ………………………………… Una pobre señora de Rosario se quedó viuda con tres niñas. Se matan a puras hambres y trabajan para costearle el colegio al varón para que se haga una carrera: quien sabe si llevarán porque no les alcanza para vestir. En otro lugar voy a casa de una costurera de fino, pero no es la única, son dos hermanas con un hombre. Efectivamente, ganan hasta 2 pesos haciendo camisas con vista de hilo para mantener al sinvergüenza, el marido de una de ellas, compadrito, especie de chulo vicioso y altanero. […]46

Es importante que recordemos que este informe está hecho por un funcionario, que no era un militante anarquista ni socialista, simplemente un enviado contratado por el gobierno de Julio Argentino Roca, y que se transformó en lo que ahora interpretamos como la más cruda denuncia sobre el tema llevada a cabo por un extranjero.

En el Censo Nacional de 1914, de las 714.000 mujeres ocupadas mayores de 14 años, el 48,5% de ellas se dedicaba a servicios domésticos (mucamas, cocineras, lavanderas…), el 31,4% ocupaba el rubro de confecciones (tejedoras, modistas, costureras…) y el 16,1% restante se dedicaba a la industria, el comercio y otros servicios que no eran domésticos.47 Gran parte de las trabajadoras domésticas no eran alcanzadas por las estadísticas ni los informes en el momento en que se reclamaba la

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Juan Bialet Massé, Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos de siglo (selección), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985, vol. 1. 47 Visto en Susana Torrado, Historia de la familia en la Argentina moderna (1870-2000), De la Flor, Buenos Aires, 2003, pág. 211.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina regularización de leyes para el trabajo femenino e infantil, trabajo sin horarios y cobrando un precio ínfimo por pieza.

No es de extrañar tampoco el hecho de que ellas cobraran aproximadamente la mitad que los varones y que junto con los niños trabajadores formaran parte de las escalas laborales menos calificadas. En la Argentina oligárquica las más perjudicadas fueron las niñas trabajadoras. Por aquellos tiempos –finales del siglo XIX principios del XX- no había ninguna legislación protectora de los derechos de los menores en la Argentina, que eran sometidos a tareas insalubres y peligrosísimas como la fabricación de vidrio o la extracción de carbón, ya que por su peso y tamaño eran “aptos” para desplazarse por los estrechos corredores de las minas por ejemplo.

Estos niños empezaban a trabajar a los cinco o seis años en tareas riesgosas de las que el Estado era cómplice. Trabajaban hasta 12 horas al día hiciera frío o calor, por lo que vivían entre enfermedades como la bronconeumonía, que entre los niños que trabajaban en los ascensores de frigoríficos era común, pues se les prohibía usar poncho por si se les enganchaba y causaban alguna desgracia. La explotación que sufrían estos niños les negaba cualquier tipo de infancia y los mandaba directamente al pozo del dolor y del sufrimiento. Con estos testimonios queda claro que la supuesta “época moderna”, de progresos y liberación no tiene nada que ver con la que los llamados liberales argentinos y sus historiadores ponen como ejemplo de Argentina ideal, ya que esto deja claro el hecho de que por mucho esfuerzo para progresar y modernizarse, en el fondo de las ciudades, entre las clases más bajas y humildes, miles de personas eran usadas como trapo, siendo las mujeres y los niños el paño más deslucido, roto y andrajoso de esa sociedad argentina en “liberación”.48

Entre las familias burguesas una práctica habitual era “hacerse” con una menor para el servicio doméstico. Éstas podían sacarse de una institución de menores o podían ser indígenas arrebatadas de su territorio como en la “Conquista del Desierto” o similar, pero en todos los casos llevadas a la fuerza. Así, chicas de nueve, diez u once años se convertían en criadas de la casa. El ya citado Bialet Massé señala las prácticas comunes en el interior del país con un hilo despectivo:

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Hemos de comentar que recién en 1924 se estableció una ley que prohibía el trabajo nocturno de mujeres y menores –la ley 11.317-, pero que una cosa era la existencia de una ley laboral y otra muy distinta su acatamiento efectivo.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina La plaga del servicio doméstico en San Juan son las chinitas criadas en las casas. Las mujeres del pueblo dan sus hijos como se puede dar un cachorro. Las señoras tienen cuidados más o menos cariñosos con estas muchachas, las crían y algunas que salen buenas llegan a considerarse parte de la familia. Pero lo que sucede es que generalmente no salen buenas, y que algunas señoras que considerarían una enormidad dar un golpe a sus hijas creen que la chinita es de otra carne y no le menudean los castigos. El entrevero con los niños de la casa, en el que la chinita es natural que nunca tenga razón, y otras consecuencias que fácilmente se adivinan, son el resultado de este resto detestable de la esclavitud.49

Además, estas chicas eran usadas al antojo de los hombres de la familia, abusando sexualmente de ellas desde los más jóvenes de la casa hasta los padres de familia, que se “desahogaban” con las chinitas. Estas pobres muchachas que no tenían horario ni descanso y eran pagadas según lo que les convenía a los “señores”, terminaban muchas veces vagando por las calles con hijos “no deseados” y cargando con una mancha social de la que nunca se librarían, mientras que los culpables permanecían impunes de sus indecencias.

Los brotes de una Argentina nueva, moderna e ideal de finales del siglo XIX trajeron consigo una oleada masiva de inmigrantes que buscaban una vida mejor, y entre los que desembarcaban en “la tierra de la gran promesa” llegaban dirigentes anarquistas y socialistas que huían de las persecuciones de los gobiernos europeos. Rápidamente éstos difundieron su experiencia sindical y política a través del naciente movimiento obrero argentino y el anarquismo y el socialismo se empezaron a difundir entre la clase obrera. Las dos corrientes coincidían en la necesidad de derrotar a la burguesía para construir una nueva sociedad y en las dos corrientes hubo una temprana participación femenina, debido sobre todo a la necesidad de destruir los prejuicios (muchas veces compartidos por las propias mujeres) de que la principal actividad de la mujer debía ser la crianza de los hijos y la atención de la familia, y no la obtención de ingresos trabajando por y para la familia.

Estas concepciones positivistas que sostenían que la “función natural” de la mujer era ser madre presentaban su influencia incluso entre las filas del movimiento obrero. Pese a este ahínco por reducir el rol de la mujer a simplemente madre, las trabajadoras participaron en la creación de sociedades de resistencia y uniones

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Bialet Massé, op. cit., vol. 3, pág. 394 y siguientes.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina gremiales.50 Entre las primeras organizaciones gremiales de trabajadoras se encontraba la Sociedad Cosmopolita de Obreras Costureras, fundada en 1894. Ya en 1903 un grupo de militantes socialistas dirigido por Fenia Chertkoff y Cecilia Baldovino fundaron la Unión Gremial Femenina (UGF), que tiempo después se uniría a la Unión General de Trabajadores (UGT) que se fundó en 1902.

Pese a la baja participación de mujeres en las huelgas que realizaban los gremios obreros del período (ferroviarios, panaderos, conductores, etc.), ya en 1889 se declararon en huelga modistas de la ciudad de Rosario, lo que desembocó en diferentes huelgas de diversos sectores –telefonistas uno de ellos- en los que se reclamaban jornadas de menos horas y el fin del trabajo a destajo, todo sin resultados. También las cigarreras llevaron adelante conflictos y en 1902 las tejedoras denunciaron el acoso sexual permanente que sufrían por parte de sus capataces. En ese mismo año nació el grupo feminista “Las Libertarias”.51

Ante los reclamos y huelgas, el régimen se encargó de que la policía hiciera “lo que tenía que hacer”. A partir de esto se aprobó una ley en 1902 llamada “de Residencia” por la cual el gobierno tenía la fuerza de expulsar del país a los extranjeros “indeseables”. La norma se aplicaba libremente por el Poder Ejecutivo a todo extranjero que “haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros por crímenes o delitos comunes” y a todo extranjero “cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”. Por tanto, la Argentina y su oligarquía tenían el poder de aplicar el “derecho de admisión” y las autoridades podían retenerte incluso para asegurarse de que te fueras.52 Cabe destacar que los principales destinatarios de estas medidas fueron organizadores de protestas y que esta ley se mantuvo vigente hasta el año 1958.

Entre los sectores con primera incorporación femenina encontramos también al de las tiendas comerciales, las empresas telefónicas, los hospitales y, sobretodo, las escuelas primarias. El trabajo en la educación primaria fue el que más presencia femenina tenía,

50

Los anarquistas preferían denominarlas “sociedades de resistencia” para marcar el carácter de organismos de lucha contra el Estado y otras instituciones, con vistas a organizar y crear conciencia en pos de la revolución social, mientras que los socialistas preferían llamarlas “entidades gremiales”, que luchaban por la obtención de mejoras mediante la aprobación de leyes protectoras del trabajo. 51 En Mabel Bellucci y Cristina Camusso, La huelga de inquilinos en 1907. El papel de las mujeres anarquistas en la lucha, Cuadernos de Sieso, Serie Estudios, Nº 58. 52 Hobart Spalding, La clase trabajadora argentina (Documentos para su historia 1890-1912), Galerna, Buenos Aires, 1970, pág. 580.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina además de gozar mayor prestigio social que otras actividades “femeninas” y al mismo tiempo estar mejor pagado.

6.3 Las leyes y las mujeres Uno de los campos legales en los que se plantearon debates a lo largo de este período fue, por fin, el del trabajo de mujeres y niños, un tema que mostraba la doble moral de los poderosos en la Argentina “moderna”. Recordando siempre que la misión de la mujer era la maternidad, la crianza y la educación de los hijos, se empezaron a poner límites a la sobreexplotación a que mujeres y niños eran sometidos, en los que socialistas y anarquistas participaron haciendo campañas por jornadas laborales justas y por la muy preocupante equiparación salarial. Por su parte, la feminista obrera Gabriela Laperrière de Coni redactó en 1902 un proyecto de ley de regulación de trabajo femenino, que no se tuvo en cuenta hasta el año siguiente y con grandes recortes en lo propuesto (limitación de la jornada laboral a 8 horas, descanso semanal obligatorio, prohibición del trabajo nocturno, etc.). Finalmente en 1907 fue cuando se aprobó definitivamente la primera ley laboral de la Argentina, limitando a 8 horas la jornada laboral de los menores de 16 años, respetando la salud y moralidad de la trabajadora y prohibiendo que ocuparan trabajos peligrosos e insalubres o nocturnos.

6.4 Las que rompían el molde 3 La incorporación al mundo laboral y al de la educación más los cambios “modernizadores” de la Argentina contribuyeron a que cada vez fueran más las mujeres que se salían del “molde” tradicional y sumamente retrógrado. Cada vez más la mujer dejaba de ser sólo una madre y empezaba a ser persona, persona que trabajaba, persona que estudiaba, persona que vivía su vida más libre y vivamente.

Es de notable cuestión el día fijado como “de la mujer”, ya que este se fijó a partir de un incendio en el año 1911 -supuestamente no intencionado- en una fábrica textil en la que sus trabajadoras estaban en huelga. Aquella tragedia mató a 146 personas, la mayoría mujeres, que venían luchando por sus derechos y participando en huelgas que reclamaban el cumplimiento de una jornada laboral de 8 horas y todo lo que se venía reclamando con anterioridad. El incendio no pasó inadvertido y se convocaron diversas marchas en distintos países en recuerdo de las víctimas y como denuncia de la empresa. En uno de los actos la socialista Rose Schneiderman recordó a las mujeres de Salem que fueron quemadas vivas, acusadas de brujería por oponerse al corrupto y supersticioso poder de su tiempo y señaló: “Ésta no es la primera vez que las niñas han

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina sido quemadas vivas en esta sociedad”.53 La propuesta de celebrar un Día Internacional de la Mujer empezó en el año 1910 en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, pero no fue en 1914 en vísperas de la Primera Guerra Mundial que las mujeres del mundo lanzaron un llamado a la fraternidad universal, alertaron sobre los desastres de la guerra “intercapitalista en la que el pueblo se pondrá los muertos para que los mismos de siempre se enriquezcan aún más”, y fijaron el 8 de marzo como fecha universal dedicada a la mujer luchadora.

Otro de los ámbitos de difícil acceso para la mujer fue el universitario. La primera médica recibida en la Universidad de Buenos Aires (UBA) de la Argentina fue Cecilia Grierson, doctorada en el año 1889. Años antes, en 1878, se recibió como maestra. Fue además la fundadora de la primera escuela de enfermería con que contó el país, creando en 1892 la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, todo ello mientras destacaba como gran impulsora del feminismo junto a otras universitarias y señoras de la “aristocracia” porteña. Una característica de estas primeras profesionales universitarias es que muchas de ellas pertenecían a familias de inmigrantes de buena posición económica, con padres profesionales y de ideas liberales. La otra es que aunque desde 1800 alguna mujer ingresaba en la universidad, las mujeres seguirían siendo una rareza en las universidades hasta 1918.

Fue en 1900 que Grierson fundó el Consejo Nacional de Mujeres con el fin de “elevar el nivel moral e intelectual de la mujer”. Otra verdadera pionera fue Elvira López, una de las primeras graduadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, con su tesis “El movimiento feminista”, la primera sobre el tema presentada en la Argentina y en toda Sudamérica. En 1904, Petrona Eyle fundó la Asociación de Universitarias Argentinas, y al año siguiente Elvira Rawson creó el Centro Feminista. En 1906 se realizó un Congreso Internacional de Libre Pensamiento al que acudieron representantes del socialismo, el anarquismo y la masonería. A partir del conjunto de estas iniciativas surgieron la Liga Feminista Nacional y el Primer Centro Feminista del Libre Pensamiento, orientado por Julieta Lanteri.

En 1910 se llevó a cabo el Primer Congreso Femenino Internacional, en el que Elvira López sintetizó los objetivos en su discurso inaugural:

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Hablamos de la sociedad norteamericana, que es donde se produjo este caso.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina 1º Establecer lazos de unión entre todas las mujeres del mundo; 2º Vincular a las mujeres de todas las posiciones sociales en un pensamiento común: la educación e instrucción femeninas; 3º Modificar prejuicios, tratando de mejorar la situación social de las mujeres y exponiendo su pensamiento y su labor, para poner de manifiesto las diversas fases de 54 la actividad femenina.

En estos congresos uno de los temas abordados también fue la prostitución, indicando no simplemente demostrando que sin esfuerzo de la mujer esto no acabaría, sino que exponían también el hecho de que esto pasaba por incentivo principal del hombre, y que era éste el que debía controlar sus instintos para poder desarrollar facultades más nobles y de un verdadero hombre.

6.5 La primera que pudo votar La secretaria de Congreso Femenino de 1910 fue Julieta Lanteri, una italiana que llegó a la Argentina a los seis años. Se graduó en 1898 de farmacéutica en la Universidad de Buenos Aires, donde ocho años después se convirtió en la quinta mujer en recibirse de médica y obtuvo el doctorado en 1907. Junto con su amiga Raquel Camaña se interesó por los derechos políticos de la mujer y por la situación de la infancia. En 1911 las dos fundaron la Liga pro Derechos de la Mujer y del Niño. Pero sin duda lo más curioso de Julieta fue el hecho de que en el contexto de una Argentina recién nacionalizada y en debate sobre la reforma electoral, la doctora Lanteri reclamó judicialmente que se le reconocieran plenos derechos como ciudadana, incluidos los políticos. Fue así como el 16 de julio de 1911, Julieta Lanteri fue la primera mujer Julieta Lanteri incorporada a un registro electoral 54

“Sesión inaugural”, en Primer Congreso Femenino. Buenos Aires 1910. Historia, Actas y Trabajos, Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2008, págs. 53-69.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina argentino, y en las elecciones del 26 de noviembre de ese año fue la primera sudamericana que pudo votar.

Curiosamente en febrero de 1912 se aprobó una ley que imposibilitaba que las mujeres recurriesen al trámite seguido por Julieta Lanteri unos meses antes. Esto no terminó acá, sino que siguió adelante y viendo que ahora era una ciudadana más con derechos políticos, se presentó para el cargo de diputado y se lanzó en campaña con una plataforma electoral bastante progresista. Lamentablemente, en las elecciones de diputados de 1919 Julieta obtuvo 1.730 votos sobre un total de 154.302, pero vale la pena recordar que todos sus votantes eran hombres.

6.6 La primera dirigente partidaria Otra gran novedad llegada con la “modernización” del país fue la aparición de militantes sociales y políticas. Muchas de ellas combinaron sus actuaciones partidarias y feministas con su vida como profesionales universitarias. Otras fueron principalmente organizadoras del movimiento obrero. La primera dirigente política de la Argentina fue Gabriela Laperrière, de nacionalidad francesa y maestra de profesión, llegó a la Argentina a fines del siglo XIX. Su primera participación destacada fue en 1901, cuando pidió que hicieran las paces Chile y Argentina ante el riesgo de enfrentamiento. Al año siguiente se afilió al Partido Socialista y pasó a formar parte del Comité Ejecutivo de este. Era la primera mujer que en la Argentina llegaba a un puesto de dirigente partidaria.

6.7 Las anarquistas Ya a finales del siglo XIX, en el año 1897, la corriente anarquista se expresó también en el ámbito del feminismo argentino. Dentro del activismo anarquista la mujer cumplió un rol muy activo y principal. Ya en 1895 el periódico anarquista en lengua italiana La Questione Sociale55 publicó un artículo de María Mozzoni56 donde reclamaba la 55

Editado en Buenos Aires entre 1885-1886 y más tarde entre 1894 y 1896. Ana María Mozzoni (1837-1920) no pertenecía al movimiento anarquista pero desde 1864 fue precursora del feminismo en Italia. 56

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina igualdad de la mujer; al año siguiente el mismo diario publicaba un llamado “A las proletarias”, de Soledad Gustavo:57

La sociedad que nos ha condenado a ser carne de placer, a ser mueble indispensable, a ser necesidad higiénica, a ser cosa explotable, es nuestra enemiga y como tal debemos combatirla y procurar su ruina total. [Los hombres que] no pueden acostumbrarse a la idea de que algún día podamos ser consideradas iguales […] si ven que la mujer se revoluciona ante tanta iniquidad y ante tan pobre concepto que de ella se tiene formado, con esfuerzos procuran ahogar las quejas, soterrar nuestros derechos y hacer ver que la mujer es un gallo, una cotorra, una charlatana que quiere inmiscuirse en lo que no le importa y en lo que no entiende.58

Al rechazar de lleno al Estado y sus instituciones, el anarquismo no planteaba la misma lucha por la igualdad de la mujer que otros movimientarios, ya que no era su preocupación pelear por leyes protectoras ni por sus derechos políticos. Entre las anarquistas argentinas más destacadas se encontraban Virginia Bolten y Juana Rouco Buela.

La primera amplificó la voz de las mujeres con su excelente oratoria, por lo que realizó una gira nacional para difundir el ideario anarquista y promover la organización y emancipación de la mujer. Entre 1896 y 1897 editó La Voz de la Mujer, un periódico comunista-anárquico que se publicaba bajo el lema “Ni Dios, ni Patria, ni Marido” y que ya desde su primer ejemplar dejaba claro sus principios:

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Seudónimo de la maestra catalana anarquista Teresa Mañé i Miravet (1865-1939). Iniciada en el Partido Republicano Federal, se vinculó luego al anarquismo. Tuvo activa participación en la Semana Trágica de Barcelona y en la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, central anarquista española) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Participó en la Guerra Civil española y murió exiliada en Perpiñán (Francia). 58 Mirta Zaida Lobato, Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960), Edhasa, Buenos Aires, 2007, pág. 217.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina Y bien: hastiadas ya de tanto y tanto llanto y miseria, hastiadas del eterno y desconsolador cuadro que nos ofrecen nuestros desgraciados hijos, hastiadas de pedir y suplicar […] hemos decidido levantar nuestra voz en el concierto social y exigir, exigir decimos, nuestra parte de placeres en el banqueta de la vida. […] He aquí, queridas compañeras, el porqué de nuestro periódico, no nuestro sino de todos, y he aquí, también, por qué nos declaramos COMUNISTAS ANÁRQUICAS proclamando el derecho a la vida, o sea igualdad y libertad.59

Virginia Bolten fue detenida a lo largo de los años por participar en diversas huelgas y protestas y el hecho de pertenecer al Centro Femenino Anarquista la llevó a radicarse a Montevideo, donde no dejó de realizar protestas.

La segunda, de nacionalidad española, en 1904 -a sus 15 años- ya integraba las filas de la FORA y en 1907 fue una de las fundadoras del Centro Femenino Anarquista. A los 18 años se la expulsó del país con la Ley de Residencia que se aplicaba en la época y de la que hablamos en páginas anteriores.

Junto a otras anarquistas fundó el periódico La Nueva Senda, que apareció entre 1909 y 1910, lo que le valió la persecución de las autoridades. En el diario hablaba del miedo que sentía el género masculino por la incipiente emancipación de la mujer y su libertad, por lo que dejaba de amoldarse a la tiranía del hogar y empezaba a cumplir, además de sus deberes, sus derechos como mujer. Años después, en 1922, comenzó a publicar Nueva Tribuna, periódico anarquista “de ideas, arte, crítica y literatura”.

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Del periódico La Voz de la Mujer, Año 1, Nº 1, Buenos Aires, 8 de enero de 1896.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

CONCLUSIONES Realizando este trabajo descubrí un sinfín de acontecimientos, anécdotas y sucesos sobre la evolución de la mujer argentina que antes, por mi desconocimiento acerca de Historia Argentina y por lo poco que se habla de ellos en las asignaturas cursadas, no sabía ni estaba al tanto. La curiosidad que me llevó a realizar el trabajo atrajo hacia mí numerosos libros que me descubrieron otra historia, la historia que no se suele explicar en las escuelas, la que no es importante, la que no cuenta como evolución ni progreso nacional. Estos libros no sólo los apliqué en mi trabajo, sino que muchos de ellos me los guardé en mi colección personal e interesadamente los he ido leyendo a lo largo del año.

La intención inicial del trabajo de descubrir de qué manera influyeron las mujeres en ese paso hacia la igualdad con el hombre, en esa evolución del país, en todos los progresos políticos, etc., se me fue descubriendo a medida que aparecían ante mí el nombre de esas mujeres que fueron las primeras revolucionarias indígenas que se sublevaron contra los españoles, o decidieron pedir y reclamar unos derechos para con las mujeres, o realizaron actos patrióticos para salvar a los suyos; así, poquito a poquito pude ir analizando la forma de vida del sexo femenino en cada etapa de la formación de la República Argentina. Ya desde la llegada de los colonos esas “indias” fueron maltratadas como si de animales se trataran, rebajándolas a la categoría –junto a los hombre- de sirvientes y plebeyas. Pero gradualmente se van descubriendo esas que no estaban de acuerdo con la categoría que se les asignaba ni con los abusos que sufría el pueblo originario por parte de los “blancos”, y con mucha fuerza y valentía empezaron a luchar, empezaron a surgir por debajo de las piedras mujeres que reclamaban sus derechos, esos derechos que se les habían sido negados por pertenecer al sexo femenino, siempre débil y apocado, que “desde siempre” había sido menos que el hombre. Ellas demostraron que sabían trabajar igual que los hombres cuando, por ejemplo, se las llevaba a las minas y durante horas día tras día se dedicaban a extraer carbón, o cuando quedaban viudas en aquella etapa colonial en la que todavía no era común que salieran a trabajar y sin sustentos debían de salir a las calles a prostituirse, etc. Así, a lo largo de toda la historia, y no sólo la historia de la Argentina, podemos ver cómo la cara oscura y reprimida de la sociedad, ellas, sacaron adelante a sus pueblos y se revelaron ante los que las ninguneaban.

La pregunta inicial sobre la que principalmente basé este trabajo, la pregunta sobre qué tenía de cierto el hecho de que los progresos sociales y cambios de época se operan en proporción al progreso de las mujeres hacia la libertad, me fue muy sencilla de responder al final, ya que con todo lo leído puedo afirmar que sin esas mujeres que

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina se sublevaron tal vez no habría llegado a aparecer el documento que otorgaba los derechos a las mujeres, o no habrían llegado estas mujeres al punto de igualdad – aunque claramente sin total equidad- actual con el hombre, o no habrían salido del rol de engendradora y formadora de vida. Todos estos cambios y los tantos más citados en el trabajo fueron gracias al progreso más bien cultural y político del país, que pasó, por ejemplo, de aceptar un matrimonio entre una mujer de 15 años y un hombre de 30 o más –aceptado porque con 15 años seguro que ella era más madura que él- a ver esto como una abominable situación que se fue regularizando hasta llegar a un punto en que el matrimonio dejó de ser por conveniencia y empezó a ser por amor. Esta última anécdota sobre el matrimonio fue bastante pionera si la comparamos con el matrimonio indio, que hasta hace muy poco seguía siendo mayoritariamente por conveniencia y/o sin amor, y esto en países latinoamericanos se empezó a perder a principios del siglo XX. Con esto se demuestra el grado diferencial entre culturas y la represión que todavía siguen sufriendo en un alto grado las mujeres de tantos y tantos países.

Si nos ponemos a indagar, podemos descubrir cómo claramente el peso de toda la historia cayó sobre las espaldas de esas mujeres indígenas que se encontraron de frente con un extraño “blanco” que los deshumanizó y les arrebató la vida. Esos españoles que “descubrieron” América del Sur no supieron aceptar la gran majestuosidad que tuvieron delante de los ojos, no supieron admirar esas culturas y sociedades diferentes a las suyas que destruyeron sin temor, y prefirieron conquistar y despojar a los originarios de todo cuanto tenían. Aun así, su historia no será nunca olvidada por los millones de hermanos indígenas que habitan todavía en Latinoamérica y que descienden del pueblo originario conquistado y de esas mujeres que lucharon para que hoy sigan vivos al menos algunos de los muchos más que podría haber si ese genocidio no se hubiera cometido. Es bastante doloroso pensar cómo sería actualmente todo el territorio que fue conquistado, cómo serían ahora esas sociedades que fueron destruidas y cómo su cultura podría haberse fundido más con la Occidental de una forma más pacífica y distanciada.

Muy importante es indicar que aunque durante los aproximadamente cinco siglos que se detallan en el trabajo sirvieron para avanzar mucho en la concepción hacia la mujer y su rol, aun ahora, en la actualidad, la palabra misoginia tiene ya un significado fuerte y arraigado en nuestra cultura y va en aumento, porque aunque ya no estemos en tiempos coloniales ni dictatoriales, la mujer sigue sufriendo abusos por ser mujer, por ser inferior, no solo en su hogar por parte del hombre, sino en el trabajo por ser mujer y criar o en la vida cultural y ociosa por seguir “tentando” a ese hombre sin sentido que no distingue quién está arriba y quién abajo. Es inconcebible la idea europea que

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina se implantó con la Conquista que rebajaba ya a esas originarias y que ya venía rebajando a sus mujeres europeas desde hacía siglos, pero más intolerable es que esa idea se fuera nutriendo con el paso del tiempo y haciéndose más grande, pesada y significante, tomando la palabra misoginia en la actualidad para expresar esa demostración de superioridad que sienten los hombres cuando desprecian a las mujeres, que no es más que respeto y a la vez temor por alguien que hace que sus sentimientos sean tan intensos que les es imposible concebir un mundo sin ellas; siendo esta idea posiblemente bonita no desembocó más que en malos tratos y sumisión por parte de la mujer.

He de comentar que todos mis intentos por realizar una entrevista al historiador argentino Felipe Pigna fueron en vano ya que de todos los mensajes que le envié no tuve la suerte de que me contestara a ninguno, y viendo este panorama no me iba a poner a hacer cualquier encuesta o reportaje a personas que no supieran exactamente de lo que hablan, porque no obtendría más que respuestas variadas y diversas sobre un tema que muy poca gente sabe y comprende, como es el tema de la importancia de las mujeres en esa creación de lo que hoy es la República Argentina. Dejando a un lado este tema he de decir que realizar este trabajo me resultó muy entretenido e interesante ya que se trata de una parte de la historia de mi país, que no sabía ni había aprendido en ninguna ocasión y que me daba mucha pena no haberlo hecho.

Para finalizar, con el trabajo terminado he observado que el campo de investigación sobre el protagonismo de las mujeres en el progreso de una sociedad lo podría estudiar en todas las culturas y sociedades, obteniendo cantidad de documentos variados. La curiosidad por descubrir el papel de las mujeres en las diferentes sociedades del mundo va a existir en mí siempre a partir de este trabajo, y siempre que pueda indagaré sobre esas mujeres que permanecieron en la cara oculta del país realizando las labores que más adelante sacarían adelante a su pueblo.

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

ÍNDICE CRONOLÓGICO AÑO

ACONTECIMIENTO

1492 1806-1807 1493 Marzo de 1781 Noviembre de 1781 1782

Desembarcan los españoles Las Invasiones Inglesas toman Buenos Aires Primer levantamiento de los pueblos originarios Los revolucionarios hermanos Katari toman La Paz Se pone fin a las revoluciones andinas de los hermanos Katari ejecutándolos Se captura, tortura y ejecuta a Bartolina Sisa, mujer de Tomás Katari y tan revolucionaria como los hermanos La Asamblea revolucionaria francesa aprueba la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano Primera edición de un diario argentino: el Telégrafo Mercantil El cruce de los Andes Finaliza la confección de la bandera argentina

1789 1801 1817 5 de enero de 1817 1823 1830 1869 1870 1892 1896 1902 1902 1902 1904 1907 1910 1911 1911 1914 1919

Se forma la Sociedad de Beneficencia Aparecen los primeros periódicos hechos por y para mujeres: La Aljaba y La Argentina Se realiza el primer Censo Nacional argentino Primeras ordenanzas que reglamentan la prostitución Cecilia Grierson funda la primera escuela de enfermería de la Argentina, la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios Se empieza a editar el periódico comunista-anárquico La Voz de la Mujer Aparece la primera dirigente partidaria en la Argentina Se aprueba la “Ley de Residencia” Se crea la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) Petrona Eyle funda la Asociación de Universitarias Argentinas Se aprueba definitivamente la primera ley laboral de la Argentina Se lleva a cabo el Primer Congreso Femenino Internacional La argentina Julieta Lanteri es la primera mujer que vota Julieta Lanteri y Raquel Camaña fundan la Liga pro Derechos de la Mujer y del Niño Se implanta definitivamente el día 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Julieta Lanteri se presenta a las elecciones de diputado

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El protagonismo de las mujeres en la historia argentina

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