El Perro Guardian Del Vampiro

La distribución de esta traducción queda prohibida sin la previa aprobación de la Administradora de “El mundo de la Luna

Views 97 Downloads 0 File size 1MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

La distribución de esta traducción queda prohibida sin la previa aprobación de la Administradora de “El mundo de la Luna Roja”, y de sus traductor@s y corrector@s.

Esta obra posee CONTENIDO HOMOERÓTICO, tiene escenas sexuales explicitas de M/M

Apoyemos a los autores que nos brindan entretenimiento y fomentan nuestra imaginación, comprando sus libros.

El vampiro volvió a casa temprano. Faltaba todavía una hora hasta el amanecer, y una luz azul débil estaba avanzando a través de las sombras de la ventana. En la casa oscura, los ojos de Lyle eran como destellos azules y, de pie delante de él, Rex suprimió un gruñido que se formo en su garganta. Por el momento, esta criatura violenta y antinatural era su amo. —Estás aquí a tiempo, por una vez, perro. —Lyle sonrió, dejando al descubierto sus relucientes colmillos. Una mano huesuda cepilló el pelo largo y pálido detrás de su oreja. Una furia caliente corría por el cuerpo de Rex. «Todos los días llego a tiempo». Pero peor aún era su propia reacción. Una fastidiosa. La parte patética de él estaba contenta, incluso con esta caricia estaba dispuesto a complacerlo. Frunció el ceño para encubrir su reacción y dejó escapar un sordo suspiro, haciendo el papel de guardia aburrido. —¿Hay algo que necesites, señor? Tengo el lugar cerrado. —Trató de hacer que sonara como el final de la conversación. «Gatea de vuelta a tu hueco, monstruo», pensó. Y, sin embargo, sus ojos deambularon por el hermoso cuerpo antinatural enfrentándose al calor familiar que se arrastraba hasta su cuello. Rex esperaba que por Dios su empleador no pudiera sentir esta dolorosa respuesta física. Lyle se limitó a sonreír más ampliamente. Sus ojos brillantes escanearon a Rex de arriba abajo, haciendo que el temblor del hombre fuera más grande. Si hubiera estado en su

forma animal de vampiro imaginaba que su cola estaría entre sus piernas. Absorbió el cuerpo musculoso, adorándolo, el pelo moreno en la nuca de Rex se erizó. Tenía una línea pálida de una cicatriz en la mandíbula y otra en una de sus mejillas. Rex se encontró con la mirada del vampiro, tenía esos ojos hundidos de color ámbar, y miro rápidamente hacia sus pies. «Él siempre se ve un poco triste», Lyle reflexionó, «¿qué hace a un perro estar así de triste?» Cada vez que regresaba de una noche de caza, era siempre agradable ver al gran y triste Rex —su guarda fiel— y considerar las posibilidades de ese cuerpo bruto. Sin embargo, no confiaba en ningún perro tanto como en ese. «Necesito su sangre», Lyle pensaba, mientras lo miraba fijamente. «Eso lo une a mí. Pero nunca se lo diré libremente, y él es un buen guardián». Mientras imaginaba la sangre caliente de Rex, la dulce sangre de cambiaforma de Rex bajando por su garganta, casi podía oler el calor aumentando que subía a través de aquella deliciosa piel. —El cuello de tu camisa no está derecho —dijo Lyle despreocupadamente. Rex entrecerró los ojos, llevando una mano Inconscientemente para arreglar su cuello. Odiaba esta inspección diaria casi tanto como odiaba a su propia reacción a ella: el calor animal que se levantaba en él, el afán de complacer era patético. Le daban ganas de morderse sus propias extremidades completamente. —Sí, señor. Que tengas un buen día. —Él gruñó, dándole una mirada mordaz. Sintió la caliente mirada de Lyle en su espalda durante unos segundos más antes de que el vampiro se

riera entre dientes ligeramente. Si no hubiera sido por el leve chasquido de la puerta, Rex no lo hubiera oído salir. «Estoy en problemas». Admitió para sí mismo, mientras

dejaba escapar el aire que había estado conteniendo. Una mano grande se levantó para frotar lejos la capa de sudor en su frente. Nunca había esperado que su compañero fuera ser un vampiro y, sobre todo, nunca esperaba que fuera un hombre.

La puesta de sol y Lyle se levantaba de su somnolencia fría. Podría oír abajo el roce leve de garras. Rex estaba patrullando, reconoció, después de un momento de lucidez mental. El vampiro bostezó, estirando sus miembros muertos como un gato en vigilia. No pudo evitar una sonrisa en su cuarto vacío al pensar sobre Rex pisando suavemente escaleras abajo —su suave y esponjoso guardia. «¡Qué cosa que le confiara mi no-vida!» Lyle se vistió rápidamente meticulosamente con ropa humana. Una camisa gris nítido, pantalones vaqueros descoloridos y zapatos marrones de cuero. La única concesión al vampirismo era el anillo de oro y hierro que él recibió de un espigan1—un regalo de un amante nórdico que hacía mucho tiempo había muerto. Esta noche quería parecerse a un humano. Bueno, eso además de le daba un aspecto excelente. Rex lo miró atentamente mientras bajaba las escaleras — un gigantesco pastor marrón que parecía en parte oso. Su cola se 1

Regalar dinero en metálico a los novios que se van a casar.

movía alegremente, sus grandes orejas erguidas. La avidez le hizo reír un poco a Lyle, lo que debió haber hecho que Rex se diera cuenta lo que estaba haciendo. El perro enorme aplanó sus orejas y trotó fuera de la habitación. En un par de segundos volvió en su forma humana y todavía abrochándose la camisa. Tenía las mejillas teñidas de rojo de vergüenza, haciendo que su cicatriz delgada destacara aún más. Era tan joven, tan vivo. En la tranquilidad y oscura casa, Lyle podía oír el latido acelerado de su corazón. —¿Podría ser que te gusto, Rex? —bromeó Lyle. Trató de no concentrarse en el pulso de la garganta del hombre más joven. «Un lobo grande, con su brillante sangre tan...» Siempre era tan difícil cuando el sol caía y él se levantaba. La sangre de un cambiaforma era más brillante de un rojo tan intenso, vívido, y tan ardiente que parecía arder en el camino hacia abajo. Lyle sabía que estaba en un ensueño. Sus colmillos pincharon su lengua, sus ojos miraban frenéticamente a la nada. —Tengo que decirte algo. —Rex hizo un ruido en la parte posterior de su garganta que era algo entre un gruñido y un gimoteo. Sus ojos se movieron nerviosamente sobre el rostro de Lyle—. No puedo trabajar más para ti. Lyle se estremeció. De repente, la sed de sangre se desvaneció como si hubiera sido sumergido en agua helada. —¿Oh? —Pensó en ello por un segundo, sus ojos se abrieron un poco porque de repente se dio cuenta que querías que Rex se quedara. «¿Cuándo empezó a importarme si se queda aquí?»

Lyle frunció el ceño ante el joven rostro serio. —¿Es el dinero? Estaba pensando que mereces un aumento de sueldo de todos modos. —Él sonrió con vacilación, demasiado tarde para darse cuenta que dejó al descubierto sus colmillos. Rex negó con la cabeza, mirando con evidente miedo antes de que Lyle cerrara la boca. —Motivos personales —logró decir el cambiaforma lobo. La cara de Lyle permaneció pálida y calmada, pero sus ojos resplandecieron. Antes de que Rex pudiera alejarse, había dado un paso al frente y deslizó sus fríos dedos alrededor de la muñeca del joven. —¿Es por mí? Rex le enseñó los dientes. Así de cerca, Lyle podía ver cómo el vello del cabello en la parte posterior de su cuello se erizó. —Déjame ir —gruñó Rex. —Rex, ¿tienes miedo de mí? Nunca te haría daño. —Déjame ir. Lyle se aproximó más en lugar de eso, sintiendo el ligero temblor en el cuerpo duro del joven. El calor parecía diluviar en él desde la piel del cambiaforma lobo y podía sentir la vida corriendo a través de él, sin embargo, por una vez, no estaba pensando en la sangre. Rex se sobresaltó alejándose de su mano cuando la levantó, pero Lyle sólo torció sus pálidos dedos a través de ese pelo áspero y oscuro. Erizándose bajo la palma de su mano, tal y como él lo

había imaginado, pero mucho mejor para ser real. El cuerpo del joven cambiaforma estaba rígido bajo su toque, cada músculo tenso y estremeciéndose. Esos grandes ojos ámbar estaban llenos de ira y algo más, parte era rabia y otra parte de…. algo más. Sin embargo, Rex no dijo nada, permitiendo que el toque del vampiro explorara su piel con su mano pálida y fría. Un gemido retumbó en su garganta. Lyle tuvo que ponerse en puntillas para alcanzar la boca del cambiaforma y unirla con la suya pero, cuando lo hizo, Rex echó la cabeza hacia abajo, aunque sólo muy ligeramente. La boca del cambiaforma lobo estaba tan congelada como el resto de él, pero a Lyle no le importaba. Lo besó con avidez con una llama de otro tipo de lujuria que corrió a través de él. Sería tan fácil arrinconarlo y arrojarlo hacia abajo con su fuerza sobrenatural, el sabor de la vida dentro de él... Estaba tan cerca, la carne joven era como un horno en sus manos húmedas por el sudor. «Él no me quiere, yo debería tomarlo. Él es mío». Pero entonces, Rex le devolvió el beso. Lentamente al principio, tentativamente, dejando que su lengua caliente y húmeda se deslizara entre sus labios. Los músculos de su pecho aflojándose, su cuerpo se relajó ligeramente. Un gemido bajo se le escapó. Para el vampiro parecía el sonido más perfecto del mundo. Los dedos de Lyle se resbalaron de la muñeca del lobo, de tal manera de colocar ambas manos sobre su duro pecho, arrastrándolas sobre los contornos cálidos de su cuerpo a través de la camisa.

Empezó a juguetear abriendo un botón del cuello de Rex, todavía besándolo. Rex se tensó de nuevo y, por un momento, pareció como si le fuera a pedir que se detuviera, pero luego cruzó sus amplios brazos sobre la esbelta figura de Lyle, envolviéndolo en el delicioso calor de su cuerpo. Los dedos de Lyle bajaron por su cuello y le quitó la camisa. El vampiro se inclinó para arrastrar su lengua por su pecho tembloroso. Cuando su boca se enredó en uno de los pezones duros de Rex, éste se retorcía y gemía pasando sus manos por el sedoso cabello de Lyle y presionando su cabeza más cerca. Lyle saboreó la sal, oliendo el almizcle propio de los hombres, el animal sobre él era más fuerte. Lamía con avidez, el vampiro movió sus dedos por debajo del cinturón de los pantalones de Rex y lo oyó tragar saliva. El cambiaforma enterró su cara en el pálido pelo de Lyle mientras que el vampiro pasaba su lengua húmeda y ansiosa por su cuerpo, el pelo áspero del pecho de Rex rascó en contra de la suavidad de mármol de las mejillas de Lyle. Entonces, sin previo aviso, Lyle se separó. Se deslizó con facilidad de las garras del lobo. Rex gimió. Sus ojos ámbar llenos con confusión y decepción. —Así que... —Lyle comenzó—, yo tenía razón. —De vuelta volvió a su modo de depredador con aquel brillo de nuevo en sus ojos. Cualquier indicio de emoción se había ido, sustituida por la frialdad con aire de satisfacción por si mismo. —Tú me quieres. «¿Qué es esto?» Rex sabía que sus mejillas ardían, sin

embargo, no podía dejar de mirar a los hermosos rasgos fríos de

Lyle, buscando alguna señal de lujuria. Esos ojos ancestrales no dejaron traslucir nada. Lyle solamente sonreía en silencio, observando su cuerpo semidesnudo, Rex de repente se sintió vulnerable. Cruzó sus brazos sobre su pecho grande. Sabía lo suficiente acerca de los vampiros para saber cuando lo estaban mirando como a una presa, pero nunca había sentido esto antes —este terrible deseo de rendirse, para dar al vampiro lo que quería. «Esto debe ser lo que los humanos sienten», pensó, «los que se abandonan a la sangre y actúan como si fueran ganado tonto». El pensamiento revivió la rabia en él. —¿Cierto? —gruñó, encontrándose con esos ojos brillantes—. ¿Si es eso cierto? Eres mi compañero, bastardo — se le escapó, pero no se detuvo—. Es biológico, y eso está mal. Nunca podré amar a una persona real ahora, porque estoy atrapado amándote. Eres un monstruo muerto, felizmente me matarías por diversión si yo no te divirtiera. Al diablo contigo, señor. Claro, tú estas en lo correcto. —Su voz era cruda, a medio camino de un gruñido. Una mano temblorosa corrió a través de su cabello mientras se alejaba—. Te veré mañana, comienza a buscar otro guardia. La forma en que cerró la puerta al salir hizo saltar a Lyle, y nada le había hecho saltar por cientos de años. Rex se había olvidado su camisa, dejándola tendida y arrugada en la alfombra. Lyle encontró una percha, y la puso sobre el respaldo de una silla donde Rex la vería. «¿Qué hay de malo en mí?», se preguntó, mirando hacia el cielo oscuro. Ahora, a lo lejos, un lobo enorme estaba atravesando corriendo el crepúsculo y preguntándose lo mismo.

Rex regresó temprano a la casa a oscuras, todavía faltaba una hora o así antes del amanecer. Confiaba en que si él ya estaba allí y en su forma animal, el vampiro no intentaría hablar con él. Cuando abrió la puerta, sin embargo, Lyle ya estaba allí. El vampiro estaba sentado ante la mesa del comedor y, en la penumbra de una sola bombilla que colgaba del techo, no había manera de confundirlo con un humano. Sus ojos eran brillantes y claros como las joyas, y su piel era perfectamente blanca. Sentado allí, su rubio cabello caía sobre sus hombros, Lyle se parecía más a una estatua de mármol que a un hombre. Pero, él le sonrió ligeramente a Rex mientras éste cerraba la puerta detrás de él. Rex se estremeció ante la mirada de sus ojos —una extraña ferocidad que nunca había visto antes. —He pensado en una manera —dijo Lyle en voz baja—. Vas a beber mi sangre. —Sus delicados dedos de marfil señalaron un vaso de cristal ante él. Tal vez porque estaba muy ocupado viendo a Lyle, Rex realmente no se dio cuenta... pero ahora veía con claridad horrenda que estaba llenó de un líquido rojo oscuro. Mientras la miraba, pensó que vio chispas nadando adentro de la oscuridad. —No —dijo Rex, sin pausa. —Espera, esto es una forma para que puedas confiar en mí. —La Voz de Lyle era casi normal, pero había un ligero borde de furia arrastrándose hacia dentro—. Si bebes, voy a estar

atado a ti. Quizás no sea lo mismo que lo es para ti, pero voy a sentir lo que sientes… —¿Has matado a alguien esta noche? —Rex lo miró a los ojos. La mirada brillante de Lyle vaciló. —Sí, pero… —No, no voy a beber eso. —Sus finos vellos en la parte posterior de su cuello se erizaron. Rex lo dejó sentado allí. Se acercó a la apenas amueblada sala de estar y se sentó en uno de los duros sillones. Despreocupado, sus garras rastrillaban el apoyabrazos. «Si él trata de matarme», Rex pensó, pasando las manos por la madera pulida, «no voy a ser capaz de luchar contra él». La idea era aterradora, pero también de alguna manera reconfortante. Al menos no necesitaría vivir con este amor crudo y horrible para el resto de su vida. Después de un segundo, Lyle estaba de pie en la puerta. Llevaba el vaso en la mano, y una luz salvaje ardía en sus ojos. Aun cuando habló, su voz era mortalmente silenciosa. —Si te juro que dejaré de matar, ¿lo beberías? —El vampiro tuvo que ahogar las palabras, y parecía disgustado con sí mismo mientras hablaba. Rex le frunció el ceño. Lyle dejó al descubierto sus colmillos por un segundo. — Vas a ser capaz de saberlo, si rompo mi promesa. La sangre te lo dirá. Lo sabrás todo sobre mí. —Sus dedos temblaban en torno del perfecto cristal, haciendo que destellaba.

Rex fue golpeado con la idea de que iba a tirar ese vaso contra una pared. Pero no lo hizo. Lentamente, el vampiro extendió su brazo, ofreciéndoselo. —No sabes lo que es esto, Rex. Si quisieras, podrías destruirme con esto. —La mano de Lyle recorrió su pelo, un gesto extrañamente humano. Rex se dio cuenta de algo entonces, se dio cuenta de que Lyle tenía miedo. —¿Nunca vas a matar a nadie más? —le preguntó de mala gana, buscando en ese rostro fresco alguna señal de que se tratase de una mentira. —Nunca más —dijo Lyle—. Necesito sangre, pero puede ser cuidadoso y no tomar demasiado. No tengo que matar, Rex. Te lo juro. Lo haré por ti. «Él es serio», Rex se dio cuenta, después de observarle

unos segundos más. «Si él tuviera la intención de quebrantar su promesa no estaría tan enfadado. Yo podría... estar con él». La idea era al mismo tiempo excitante y aterradora. Había sido tan difícil decirle que se iba, y no estaba seguro de poder hacerlo por segunda vez. Pero este era su compañero, y tal vez su única oportunidad de ser feliz, tan extraño y titubeante como era. Rex aspiró profundamente y extendió su mano. Lyle le pasó la copa, sonriendo tímidamente. Rex olió sospechosamente, incapaz de reprimir una repentina oleada de náuseas. La sangre olía mal, no como la sangre real. El aroma era extrañamente dulce, como la lluvia en el bosque después de un día caluroso.

Lyle lo miraba con una mezcla de esperanza y terror. Nunca había visto a un vampiro tan emocional. Rex inclinó hacia atrás la cabeza y tragó el contenido del vaso de un trago. Al principio, se ahogó —el líquido en el vaso era como un amargo ácido, quemándole por dentro. Una ola de un dolor extraño y sin origen se apoderó de su cuerpo, dejándolo temblando, pero el dolor se desvaneció tan rápido como había llegado y de repente se sintió bañado en la luz del sol caliente y una perfecta felicidad se empapó en él y se hundió en sus huesos, y de repente todos los muebles oscuros en la sala fueron revelados ante él con exuberantes detalles. Un jadeo ahogado se le escapó. Y su cuerpo... la sangre corría a través de él como un río caliente, su cuerpo era una columna de vida como un monumento palpitante a algún dios oscuro y brillante de fuego. Quería derribar, romper aquel tonel de fuego y bebérselo todo. Lyle lo estaba observando y se dio cuenta, con la misma rapidez, que las sensaciones no le pertenecían a él. —Tú. —Él miraba fijamente al vampiro con los ojos muy abiertos—. ¿Tú te sientes así todo el tiempo? Lyle había recuperado la calma, y simplemente se reía un poco. —Bueno, ¿verdad? —Sus labios se retorcieron en una sonrisa ladeada—. Siento eso más fuertemente, por supuesto. Lo que tú has sentido es una especie de sombra. —Cristo. —Rex se frotó su mandíbula, tratando de ignorar las nuevas sensaciones. Lyle se inclinó rápidamente, y sus labios se encontraron.

De repente, estaba presionado contra el gran sillón, Rex le agarró la camisa en un puño rompiéndola con un gruñido, Lyle hizo un ruido de disgusto ya que tiró de su cuerpo, pero luego la cara de Rex se presionó en su piel sacándole un gemido de necesidad. La mano del vampiro tiró del pelo oscuro de Rex haciendo que los dos saltaran con la necesidad de tocarse cada pulgada de piel expuesta lamiéndose uno a otro con sus lenguas húmedas y calientes, de pronto Rex estaba húmedo por el sudor y de alguna manera también había desaparecido su camisa. Lyle escuchaba en su oído la respiración desigual de Rex cuando sus dedos trabajaban en el cinturón, el vampiro dio un beso en la piel sensible debajo de la garganta y mientras rozaba con la punta de su colmillo, su cuerpo se sintió vivo con la sangre que corría velozmente de su corazón galopante. Como estaba a horcajadas sobre él, Lyle sentía la longitud de hierro de la polla de Rex empujando contra su muslo, sonrió en la carne ardiente de su pecho. Fríos dedos se deslizaron alrededor de las muñecas de Rex, presionándolas en los brazos del sofá. Rex se quejó, contemplándole con una mezcla de miedo y deseo. Quería seguir tocando a su amante y trató de moverse, sintiendo que seguramente podía dominar a esta criatura esbelta. Pero era como estar atrapado por piedra, ni siquiera parecía un ser vivo. Lyle no parecía molesto por su lucha. Rex se retorcía y golpeaba contra el agarre, un grito se le escapó cuando la lengua del vampiro lamió a través de la delicada curva de su cuello. —Lyle, detente. —Rex gruñó. Pero el vampiro se burlaba de él sin piedad, sonriendo a los pequeños gemidos que se le

escapaba siempre que esa lengua se enroscada alrededor de sus dolorosos pezones. Los dedos de Lyle se aferraban dolorosamente en las muñecas del joven lobo. —Estás disfrutando. —Lyle susurró, y cuando Rex se puso de un rojo brillante sabía que tenía razón. Rex simplemente gimió, sin palabras—. Buen chico, simplemente, relájate. La lengua del vampiro se deslizó fácilmente entre los labios y, después de un segundo, Rex lo besó en respuesta con impaciencia, sus caderas se movieron contra el cuerpo duro de Lyle, frotando la longitud de su polla endurecida oculta en contra de su muslo de nuevo. Cuando Lyle sintió su cuerpo suavizarse por las caricias y los desesperados temblores de sus extremidades, de repente lo dejó en libertad. —Levántate. Lyle estaba deshaciéndose de su cinturón, y cualquier rastro de afecto desapareció de su voz. Sin embargo, él miró a Rex alentadoramente, y con innegable hambre. Su cinturón se soltó con un chasquido crujiente del cuero, y lo dobló en sus manos. Rex no se movió, se quedó allí mirando, asombrado, confundido y avergonzado. Su polla se apretaba fuertemente contra la entrepierna de sus pantalones. »—Rex, levánte y date la vuelta. —Esta vez había un borde

de amenaza en la voz del vampiro, como un hombre le hablaba a un perro desobediente. —Lyle... —Rex miró como si fuera a discutir, pero algo en la cara de Lyle hizo que las palabras murieran antes de que salieran. Hizo lo que le dijo y aguantó allí con sus mejillas ardiendo, sintiéndose desnudo y expuesto. Lyle se acercó por

detrás de él, y el aliento del vampiro estaba fresco en la parte posterior de su cuello, agitando sus vellos finos en su columna vertebral y enviando un escalofrío a través de él. Las manos se cerraron alrededor de sus muñecas otra vez, y las llevó inexorablemente hacia la parte baja de su espalda, hasta que sus anchos hombros se tensaron. La adrenalina fluía a través de él y echó una mirada rápida por encima del hombro, reuniéndose con la mirada azul helada de Lyle mientras algo se deslizaba sobre sus muñecas y las apretaba. El cinturón de Lyle, se dio cuenta, mientras la hebilla apretaba contra su piel y el cuero se estiraba duramente. Una oleada de pánico se apoderó de él. Luchó contra las retenciones, pero Lyle ya lo había atado y no podría escaparse. Su erección palpitaba casi dolorosamente, inflamada por el miedo y por los pequeños toques íntimos de Lyle. Miró hacia atrás desesperadamente por encima de su hombro y vio que el vampiro le sonreía. —Yo no... Yo nunca he hecho esto. —Logró Rex decir sin atragantarse. —Tal vez te debería amordazar entonces. —Lyle reflexionó, siguiendo los músculos estriados de la espalda con la punta del dedo. Rex se estremeció—. No quiero despertar a los vecinos, y espero que grites cuando tome tu sangre. Un bajo gruñido se levantó en la garganta de Rex, sus ojos color oro brillaron en la oscuridad. —¿Sangre? Los colmillos de Lyle brillaban mientras sonreía. —¿Tienes miedo, Rex? —Los brazos del vampiro lo rodearon, el calor de la piel de su pecho apretaba contra la espalda de Rex, y aplastó a sus manos en la parte baja de su

columna vertebral. La piel aplastada contra la piel era eléctrica, y Rex dejó escapar un gritito cuando los dedos fríos rodaron a uno de sus pezones. »—Mira, has sido ruidoso. Quédate aquí, no te muevas. —

Lyle golpeó casualmente en su culo, lo que le hizo gritar otra vez, antes de alejarse hacia el piso de arriba. Rex estaba de pie en el cuarto oscuro con su polla palpitante aplastándose dolorosamente contra la costura de sus pantalones y su aliento corriendo en sus pulmones. Esta experiencia iba mucho más allá de todo lo que había imaginado, pero el zumbido de la sangre de Lyle en su interior y la pura lujuria animal por su compañero lo tenían más excitado de lo que jamás había estado en su vida. Sólo la fricción de la tela contra su miembro dolorido era casi suficiente para hacerlo correrse. Una mancha de humedad se extendía a través del algodón de su ropa interior. Lyle reapareció blandiendo un trozo de piel oscura en su mano, enganchado a un negro pedacito de caucho. —Abre. —Lyle movía la mordaza en frente de su cara, jugando con las correas. —No. —Rex lo miró fijamente con los ojos muy abiertos—. No, voy a estar tranquilo, de verdad, por favor… Él fue cortado cuando Lyle metió dos dedos en su boca y su mandíbula fue forzada a abrirse. Rex hizo un ruido sordo de protesta y tensó el cuero sujetando sus muñecas. Los dedos duros del vampiro oprimieron su lengua resbaladiza y bajó sobre su garganta hasta que lo amordazó. Antes de que se diera cuenta, la bola se situó entre sus dientes y Lyle sujetaba las

correas de sujeción detrás de su cabeza. Cuando hubo terminado, Lyle le acarició el pelo suavemente y lo besó en el arco de su cuello mientras Rex gimió en la bola. La lengua del lobo palpaba el suave exterior de la goma saboreándolo en su boca. —Mira, eso no es tan malo. —Lyle le sonrió y lo observó por unos segundo, admirándolo. La manera en que las manos de Rex estaban atadas detrás de él hacían que sus hombros se flexionaran, sacando los arcos limpios de músculos en contra de su piel, y la sorpresa dulce en sus ojos era la cosa más bella que Lyle había visto en varios centenares de años. Bueno, aparte del enorme bulto de su erección. Los dedos del vampiro pasaron por debajo de la cintura, mientras que sus dedos exploraban la suave cabeza de la polla de Rex, el cambiaforma lobo realmente se estremeció, gimiendo en su mordaza. Lyle se arrodilló, y sus dedos juguetearon con la cremallera y comenzó a tirar hasta que el sexo inflamado de Rex se deslizó libre y suspiró levemente en alivio. Su polla estaba surcada de venas, con tanta fuerza que la piel estaba tensa y brillante. Una gota de líquido pre-seminal brillaba húmedamente en la punta. Lyle amasó hasta que Rex se derritió bajo su toque, a continuación, el vampiro inclinó la cabeza hacia la polla brillante sumergiéndola en las profundidades de su boca caliente. Después de una chapada temblorosa, Lyle la liberó en el aire fresco, sonriendo a Rex que gimió de desilusión y empujaba desesperadamente sus caderas mientras trataba de mantener el contacto durante el mayor tiempo posible. Después de ese segundo breve de placer, la ausencia era insoportable.

De nuevo, el vampiro se burlaba de él, lamiendo el líquido salado de la cabeza temblorosa antes de sumergirse todo el camino hasta el eje en un movimiento extático y único, sólo para retirarse de nuevo. Pronto, el pobre Rex brillaba por el sudor y casi al borde de la locura. Mordió la goma en la boca mientras que Lyle dio unos golpecitos al pliegue debajo de la delicada cabeza de la polla con la lengua. El grosor y la gran cantidad de líquido en la polla torturada de Rex eran casi demasiado grandes para su boca. Finalmente, Lyle sintió que no podía tomar nada más, y pareció llegar a una decisión. Lyle lo guio hacia una mesa baja de café en el centro de la habitación empujándolo para que estuviera en sus rodillas, y luego lo obligó a bajar en ella hasta que la esquina presionaba en su piel haciéndolo lloriquear en su mordaza. Unos dedos fríos separaron los globos lisos de su culo, dejando al descubierto su palpitante botón. A Rex nunca lo habían tocado allí antes, y la sensación de los dedos de Lyle palpando en la delicada apertura le hacía erizar el vello de su cuello. Se deslizó sobre su vientre con su propio sudor mientras trataba de alejarse del toque. —Deja de juguetear. —Lyle deslizó su mano libre bajo la correa de su mordaza, reteniéndola mientras seguía bromeando con la punta del dedo. Ni siquiera había puesto algo en su interior todavía, pero Rex estaba a punto de explotar. Algo hizo que el cambiaforma lobo obedeciera, temblando mientras trataba de permanecer quieto, haciendo ruidos suaves de malestar que eran amortiguados por la mordaza. La mano de Lyle fue repentinamente a su boca, tirando con un dedo incómodamente

de sus labios, deslizando otro dedo dentro más allá de la bola hacia su humedad. Se dio cuenta con claridad nítida lo que el vampiro estaba a punto de hacer y lo miró fijamente, con los ojos abiertos. —Tus ojos de cachorro no te salvarán ahora. —Su amante amasaba el tierno botón entre sus nalgas, entonces, en un repentino movimiento, forzó su dedo hasta el primer nudillo. El grito de Rex fue amortiguado por la mordaza, se estremeció donde yacía estirado a través la mesa de café. El dolor y el horror creciente dispararon a través de él. —Buen chico. —Oyó decir a Lyle, y sintió un extraño placer remolinándose en su estómago, mezclado con la humillación, haciéndolo sonrojar. Su polla latía fuertemente contra el borde de la mesa mientras intentaba retirarse un poco lejos del dedo que lo sondeaba, pero Lyle lo atraía fuertemente de nuevo por la correa, tirando con fuerza contra las comisuras de la boca. Derribando a Rex sin poder hacer nada sobre la mesa—. Tienes algunos problemas de obediencia, Rex. Quédate quieto. Empuja de nuevo, eso ayuda. El dedo se hundió más profundamente, enviando estremecimientos extraños a través de su pasaje virgen. Lyle frotaba las paredes interiores poniéndolo más nervioso, todo lo que podía hacer Rex era apretar los ojos cerrándolos y morder la mordaza. Trató de obedecer y, después de unos segundos, se dio cuenta de lo que exactamente “empuja de nuevo” significaba. Sus músculos tensos latían, Lyle trabajaba su dedo húmedo dentro y fuera de su apertura y Rex se quejó. Pero poco a poco el dolor fue menguando y, poco a poco, se mezcló con un intenso calor. Elevándose y envolviéndolo alrededor de su cuerpo, fluía

como un río caliente hasta su columna vertebral, arremolinándose en una espiral alrededor de su sexo dolorido. Sus manos se tensaron el cinturón —ya no porque le doliera sino porque quería llegar abajo y acariciarse para aliviar ese fuego que fluía en él. Lyle deslizó un segundo dedo con facilidad dentro de él, estirándolo más allá, acostándole en posición horizontal. El vampiro acarició los temblorosos músculos de su espalda, pasando una mano entre la maraña del pelo. Él continuó explorando esa fuente oscura y secreta de placer y que hacía que Rex gimiera descontroladamente. —Buen chico —Lyle dijo de nuevo, y Rex podía oír que estaba contento. Eso envió otra sacudida a su dolorida carne. Una gota de pre-semen surgió de él flotando como una tela de araña hasta la alfombra y todo su cuerpo se apretaba ahora, sabía que estaba en el borde con los dedos invadiéndolo y con la aprobación de Lyle, sin tocar su sexo. Su cuerpo se mecía hacia atrás contra la mano de Lyle con creciente desesperación, sintiendo una onda caliente profunda de placer cada vez mayor. Pero, sin previo aviso, los dedos de Lyle se retiraron. Rex gruñó con desesperación en la mordaza mientras se deslizaban afuera y, de nuevo, el calor radiante de su orgasmo disminuyó a duras penas, y el pulso frustrado de su polla era como pura agonía. Su agujero se sentía extrañamente vacío y frío, se sentía diferente que antes. Se dio cuenta que quería que Lyle le hiciera el amor, se volvió para mirar por encima de su hombro con ojos suplicantes. Vio que Lyle se estaba desabrochando los pantalones. El vampiro dejó escapar un débil gruñido de lujuria cuando su polla salió erguida de su confinamiento, acariciándola un par de veces antes de llegar alrededor de un tembloroso y empapado sudoroso Rex. Una mano se deslizó por su largo eje,

Rex casi de nuevo llegó a correrse ya que era insoportablemente placentero para su polla caliente. Casi. Una vez más se sentía frustrado mientras que Lyle masajeaba a su amante obteniendo el líquido pre-seminal y el sudor a través de la enorme longitud de su pene, Rex de repente se dio cuenta que era todo el lubricante que iba a conseguir. Sin ninguna delicadeza, Lyle tiró con fuerza del pelo de Rex aplastándolo contra la mesa. La cabeza dura de su polla se empujaba dolorosamente en su roseta cerrada por una fracción de segundo, deslizando toda su tremenda longitud por todo el camino dentro de él, precipitándose por el pasaje suave de Rex que gruñía en el aire quieto de esta casa oscura. Lyle lo embistió una y otra vez y otra vez, Rex estaba sollozando de dolor, sin embargo, una blanca mancha caliente brotó de él bajando por sus muslos. Su semen caliente manchó el lado inferior de la mesa y salpicó de nuevo contra sus rodillas. Todo su cuerpo estaba en llamas y supo que estaba gritando y no le importaba, Lyle se mantuvo golpeándolo sin piedad. Sintió una repentina punzada de dolor en la piel de su garganta, y algo líquido y caliente goteaba por su hombro y sobre su pecho, pero esto era casi como un nuevo tipo de placer también. El mundo se estaba volviendo difuso y oscuro alrededor de él, no estaba seguro de si era por la sangre que Lyle estaba bebiendo de él o por su orgasmo, no le importaba, el placer que sentía era enorme. Al menos, podía morir feliz. Después de lo que parecieron interminables olas de placer del orgasmo, Rex fue a la deriva en una bruma cálida y se dejó caer sobre la mesa de café. Lyle había desacelerado pero no se

había detenido y, con cada empuje lento y duro, enviaba unos temblores deliciosos por su cuerpo agotado. El vampiro agarró sus caderas con sus dedos fríos y respiraba pesadamente mientras continuaba utilizando el agujero de Rex. Después de un instante, Rex se dio cuenta que las manos de Lyle estaban calientes. No, más que calientes, eran como un horno de piedra bajo un sol abrasador, suave y casi al rojo vivo. Su polla que se hundía lentamente en él, estirándolo, también estaba caliente y ese calor se extendió a través de su vientre. La voz del vampiro salió como un jadeo. —No esperaba que pudieras terminar tan rápido, me contuve cuando te mordí. —Se rio brevemente, pero por la tensión era obvio que estaba a punto de llegar. Su polla se deslizó de nuevo en el anillo que convulsionaba en el suave pasaje de Rex que lo cautivaba, rindiéndose con cada pulgada lentamente. Rex gemía, pensó, pero el sentimiento era aún sólo suficientemente placentero para que sea capaz de soportar el dolor. El cinturón cayó suelto de sus muñecas. Rex se sorprendió repentinamente por la libertad de sus brazos. Casi había conseguido acostumbrase a estar atado. »—Ponte duro otra vez —gruñó Lyle, sin dejar su lento

bombeo dentro y fuera del culo abusado de Rex. Rex obedeció sin pensar, alcanzándose y aprovechando su propia semilla para acariciar a lo largo de su eje. El contacto parecía un lujo inmerecido, sorprendiéndose al descubrir lo agradable que era. Sus caricias, combinadas con los impulsos de los empujes de Lyle en él, pronto tuvieron su miembro hinchado otra vez. Su polla hormigueaba eléctricamente. Sólo hubo una única vez que había logrado llegar dos veces seguidas

con una mujer, pero el sentimiento era más fuerte ahora. La incomodidad de sus rodillas y su pecho amplio presionados contra la dura mesa de café se había desvanecido a otro mundo. Ahora sólo quedaban Lyle y el latido caliente de su propio cuerpo, y los gruñidos fuertes que hacía su amante mientras enterraba profundamente su polla en su cuerpo. El calor se levantó rápidamente de nuevo en él, torció su lengua alrededor de la mordaza que todavía estaba en su boca y se dejó mecer hacia atrás y hacia delante con el ritmo de la invasión de Lyle. Sentía cómo su piel se ponía exquisitamente sensible, donde las palmas calientes de Lyle frotaban en contra de sus caderas, la polla que se hundía dentro de él una y otra vez era la sensación más fuerte de su vida, sacudiéndolo y revolviendo algo dentro de su corazón. Antes de que ni siquiera supiera lo que estaba pasando, estaba en el borde del orgasmo otra vez, y el dolor de su violación se había elevado a una fiebre irresistible y por eso tenía una exquisita vibración en su interior como si una cuerda fuera rasgada en la profundidad. Lyle movió hacia atrás su cabeza, enterrándose hasta la empuñadura. Más rápido. De pronto, lo estaba martillando contra la mesa con una fuerza increíble, Rex jadeó impotente, atrapado en las garras del depredador Lyle que lo follaba muy duro que sentía como si fuera a partirse en dos. Lyle dejó escapar un gutural rugido y, apoyándose en él, respiraba con fuerza sobre su oreja. —Córrete para mí—dijo Lyle, estrellando toda su longitud en casa, Rex se corrió en un esfuerzo desesperado. Su polla palpitaba dolorosamente, unas grandes salpicaduras de lluvia se estrellaron en el suelo mezclándose con los restos de la primera vez, y un hilillo corría por su muslo. Estaba gritando en la mordaza. Su agujero se estremeció y se apretó duramente una y

otra vez mientras que Lyle se estrellaba contra él. El control del vampiro se hizo añicos en un instante, y pronto él estaba gruñendo y triunfante forzó a su caliente polla a mancharse con su propia semilla. Rex sintió una oleada caliente en su interior, llenándolo hasta que no pudo tomar más, filtrándose por los lados pitando su una vez virgen agujero y haciendo que brillara dentro de la raja de su culo. Le tomó mucho tiempo a Lyle detener sus embestidas. Le pareció una eternidad, ambos gemían y estaban agotados, sus cuerpos ardientes uno contra el otro. Los dedos del vampiro se enroscaron en el pelo de Rex, la mesa de café crujió en señal de protesta y una parte de ella se quebró con un chasquido, pero aun así Lyle logró golpearse a sí mismo en el cuerpo de Rex otras pocas veces más dejándose caer sobre él, exhausto, jadeando por un poco de aire y tembloroso. Rex cayó hacia abajo en la mesa, deslizándose lentamente hacia fuera. Ambos cayeron en un montón caliente en la alfombra con un ruido sordo, apelotonados juntos, envueltos en un abrazo entre sí con una clase relajada y lenta necesidad. El calor glorioso de su amor era conservado en el espacio donde sus cuerpos estaban apretujados. Lyle deslizó la mordaza de la boca de Rex, pero a Rex no se le ocurría nada que decir. Él simplemente se quedó allí, trabajando los músculos cansados de su mandíbula. Después de un rato se encontraron mirándose a la cara uno al otro. Rex estaba agotado y delirante, nadando en una neblina caliente. Lyle estaba sonrojado y sin aliento, también, pero había una sorpresa vaga en sus ojos.

Entrecerró sus ojos, con incredulidad. Después de unos instantes, Rex empezó a mirarlo con curiosidad, luego con nerviosismo, suponiendo que algo andaba mal. —Rex —dijo Lyle, por fin—. Podría estar enamorado de ti. La mirada que apareció en el rostro de Rex era tan histéricamente satisfecha que tenía que reírse, porque podía solamente imaginarse una cola esponjosa detrás de él. —Sí, sí. —Sonrió Lyle—. No te pongas engreído.

Rosa Steel es una joven escritora de material erótico y una artista residiendo en Sydney, Australia con su novio. Le gusta el criquet y dos ratas llamadas Perro y Gato. En medio de la escritura de su propio trabajo crea portadas picantes eróticos para otros escritores a través de EroCovers, su negocio personal de diseño de portada.

Luna roja

Luna roja

gaby

Gaby