El Papel Del Coadicto en La Familia Del Farmacodependiente y

EL PAPEL DEL COADICTO EN LA FAMILIA DEL FARMACODEPENDIENTE 1. INTRODUCCIÓN La familia como grupo primario, ha recibido

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EL PAPEL DEL COADICTO EN LA FAMILIA DEL FARMACODEPENDIENTE 1. INTRODUCCIÓN

La

familia como grupo primario, ha recibido el cometido cultural de proteger a sus miembros y de garantizar el desarrollo biológico, social y afectivo de los mismos. Como institución básica, ha sido estudiada desde diferentes perspectivas como son la sociológica, la antropológica, la psicoanalítica, la estructural funcionalista y la sistémica. La complejidad de los problemas humanos ha llevado a que cada vez se dé mayor importancia al estudio de los factores familiares que influyen tanto en los desajustes individuales como sociales. El enfoque sistémico ofrece algunos parámetros para la comprensión de los procesos que se desencadenan, tanto en su dinámica interna como en las relaciones que mantienen, con su entorno social. El presente artículo reúne algunos planteamientos acerca de las familias con miembros farmacodependientes y/o alcohólicos, vistos a través del enfoque sistémico. Según éste, se considera la familia como un sistema abierto que opera a través de pausas transaccionales que tienden a repetirse para regular la conducta de sus miembros. La interacción familiar está gobernada por REGLAS que prescriben y limitan la conducta de cada uno, aunque no siempre estén definidas en forma explícita. La familia debe responder permanentemente a cambios internos y externos para poder enfrentar nuevas circunstancias que se le presentan sin perder la continuidad. En los estudios que se han hecho sobre las familias con enfermos farmacodependientes y/o alcohólicos, se ha llegado a establecer que se trata de grupos disfuncionales en los que se refuerza la problemática individual de quien abusa de las drogas y a su vez ésta, agrava las tensiones y los conflictos familiares.

Al analizar el sistema de roles que se presenta en estas familias, se ha identificado el papel del coadicto, el cual se considera clave tanto en la persistencia y la gravedad del problema como en el manejo y la superación del mismo. “la familia debe responder permanentemente a cambios internos y externos para poder enfrentar nuevas circunstancias que se le presentan sin perder la continuidad” 2. RASGOS EN LA FAMILIA La descripción exhaustiva de un sistema tan complejo como la familia es una tarea difícil de cumplir a cabalidad. Sin embargo, se ha llegado a establecer que la familia opera como marco, tanto en la salud como en la enfermedad emocional de sus miembros. Para el caso de las familias de los farmacodependientes y los alcohólicos, se han definido algunos rasgos que las caracterizan como son: La formación de bandos contrarios entre sus miembros, lo cual desencadena pugnas y rivalidades, en las que con mucha frecuencia el paciente ocupa una posición intermedia, siendo identificado como el motivo del conflicto. Comunicación cortada y agresiva, llevando esto a que la organización y la interrogación familiar sean débiles, bloqueando los intercambios afectivos que deben fluir en la familia y creando distancias cada vez más acentuadas entre sus miembros. Esto no sólo retarda la solución de los problemas sino que además los agrava. Alteraciones emocionales en otros miembros. La estabilidad familiar depende en gran parte del equilibrio que exista en el intercambio emocional de sus miembros. Una desviación en la interacción afectiva y en la conducta de algunos de ellos, altera los procesos de interacción de los otros. Ante la farmacodependencia y/o el alcoholismo de un miembro, los demás tienden a acomodarse generando otros roles disfuncionales o síntomas. El impacto de esta problemática en la familia lleva a los siguientes cambios:

Los problemas emocionales latentes pueden hacerse manifiestos por las demandas de la situación. La familia aparece como un sistema de personas cada vez más sufridas y enfermas. En este sentido es frecuente encontrar: Estados de depresión generalmente en miembros de la familia muy ligados al adicto. Otros miembros con problemas de farmacodependencia, alcoholismo, enfermedad mental y/o suicidio. Sentimientos ambivalentes frente a la muerte. La muerte en estas familias aparece como un tópico de discusión dominante y la adicción puede entenderse en algunos casos como una alternativa suicida. A menudo las familias expresan que preferirían ver al adicto muerto que soportar las consecuencias de su conducta. Conductas desadaptivas principalmente en los niños y los adolescentes, como son: deserción y/o bajo rendimiento escolar, agresividad, temores frente a la vida, aislamiento entre otros. Quejas psicosomáticas en algunos miembros del grupo, como síntoma de la situación de tensión que se vive en la familia. Aislamiento Social: Ante las actividades transgresoras del farmacodependiente y/o el alcohólico, la familia puede reaccionar de dos formas opuestas: Defendiendo y justificando su proceder, entrando en conflicto directo con el medio. El medio social se torna amenazante para toda la familia puesto que su relación con él se mantiene sólo en situaciones de tensión (pagar deudas, arreglar daños, resolver conflictos legales, buscar ayuda médica urgente, etc.). De esta forma, la familia establece un intercambio negativo en su entorno y se encierra cada vez más en sus conflictos, llevando esto a que no cree otras opciones que le permitan canalizarlos en la dirección de posibles alternativas de solución. Este esquema, en buena medida, puede entenderse como un mecanismo que pone en

evidencia la resistencia que desarrolla la familia ante la necesidad de cambios en su organización interna y en la forma de concebir el problema y reconocer su responsabilidad ante el mismo. Disfunciones en otros procesos básicos: Cada familia internamente comparte información, normas y afectos, con mira al logro de unas metas familiares. Estas pueden o no, estar claramente definidas con la presencia de un adicto, se desencadenan conflictos en todos los subsistemas de la familia, es decir, el conyugal, el personal, el fraternal, llevando esto a que la familia no opere como un sistema que protege a sus miembros y les proporcionan elementos emocionales y físicos necesarios para su desarrollo. Por el contrario la dinámica familiar se altera, creándose una distorsión de la comunicación, la cual es cada vez más bloqueada. Así mismo, la autoridad deja de ser un mecanismo adecuado para organizar la vida íntima de la familia, puesto que se vuelve extrema, ya sea porque adopta la forma de la autocracia y la imposición rígida o porque se torna permisiva, contradictoria, débil o casi inexistente. Temor a la culpa: La búsqueda de culpas es un proceso poderoso y observable en familias con farmacodependencia y/o alcoholismo. Permanentemente se lanzan acusaciones y simultáneamente cada uno se defiende y señala al otro como culpable de la situación conflictiva en la que se ha ido sumergiendo cada vez más la familia: Todos los miembros de la familia están igualmente comprometidos en las situaciones de tensión y de bienestar. El proceso de culpar nace de la dificultad que presenta cada uno para reconocer sus propios errores y la manea como su comportamiento ha incidido en la conducta disfuncional de quien abusa de las drogas. Esta característica, de temor a la culpa, lleva a que la familia desplace permanentemente su problema hacia otras fuentes externas, señalando como culpables a los amigos, la sociedad, la escuela, los medio de comunicación o al individuo que presenta el problema. Expectativas mágicas frente a la recuperación: La desesperación en la que se sumerge la familia, unida a otras condiciones de su dinámica, como son la comunicación cortada, la

presencia de otros miembros con problemas emocionales y las pugnas permanentes llevan a que la familia descargue en fuentes externas, como son los profesionales, las instituciones, el Ser Supremo y los grupos de autoayuda, todas las posibilidades de mejoría. Por ésta razón es común encontrar que las familias acudan en forma sucesiva y/o simultánea a solicitar ayuda a las instituciones de tratamiento, fluctuando entre actitudes de menosprecio y actitudes de sobrevaloración de los esfuerzos que en estas se hacen, de acuerdo al relativo “fracaso” o el “éxito” de las mismas frente a la situación del adicto. “Las familias con adictos son sistemas de enfermos con múltiples roles que refuerzan la patología individual de quien abusa de las drogas y a la vez acentúan los procesos de tensión” 3. SISTEMA DE ROLES EN LA FAMILIA DEL ADICTO Cada uno de los miembros de una familia ocupa una posición determinada de acuerdo con su rol, las funciones que cumple y el poder que tiene. Las familias con adictos son sistemas enfermos con múltiples roles que refuerzan la patología individual de quien abusa de las drogas y a la vez acentúan los procesos de tensión. Puede ocurrir que en una familia cada uno desempeñe un papel definido en la patología colectiva o también puede darse que algunos fluctúen por períodos, en varios de los roles que se describan a continuación: Adicto: Es el que abusa de drogas y/o alcohol. A esto se adicionan comportamientos que transgreden las normas familiares y sociales. Es percibido por los demás como hóstil, manipulador, agresivo, desconsiderado, egoísta y débil. No obstante, lo caracterizan los sentimientos de pena, miedo, dolor, autocompasión y ansiedad. Coadicto: Generalmente es alguien del sexo opuesto del adicto. Es la persona que emocionalmente está más próxima a éste. Se presenta, justa, super-responsable, pasiva, físicamente enferma, nerviosa y sufrida. Se esfuerza en ocultar su sentimiento de enojo, resentimiento y culpa. Héroe: Suele ser el protector de la familia, a quien se le identifica como sano, responsable y respetuoso. Busca y obtiene permanentemente aprobación por su comportamiento. Esconde sentimientos de sufrimiento, miedo, inseguridad, temor al fracaso y resentimiento

El Payaso: Su comportamiento es diferente al de los demás. Se mantiene activo y aparentemente feliz y despreocupado. Se esfuerza en divertir a su familia porque sabe que sufre. Sin embargo, la angustia de todos al fin, también se apodera de él y se frustra al saber que su extroversión y simpatía no disminuyen la tensión familiar. El Hijo Olvidado: Pocas veces se le tiene en cuenta en los asuntos familiares. Es tímido, solitario,aparentemente independiente y despreocupado. Internamente se siente solo, incapaz, temeroso y resentido. Puede emitir reclamos de atención bajo la forma de enfermedades psicosomáticas o simplemente aislandose cada vez más. El Ogro: Se opone violentamente a los comportamientos del adicto y del codacito. Interviene con agresividad tratando de controlar la conducta de ambos. Se niega a apoyarlos y a aportar alternativas de solución. Es quien generalmente termina expulsando al adicto. Es considerado como duro, inhumano y violento, pero experimenta dolor y reprocha su impotencia para acabar con el problema. Con mucha frecuencia se da cuenta que padece alcoholismo, pero se resiste a aceptarlo. 4. CARACTERISTICAS DE LA COADICCION Este es un fenómeno en el que una persona adicta mantiene una relación muy estrecha, casi indiferenciada con alguien que no abusa de las drogas, que tiende a reforzar sus comportamientos repetitivos en su afán permanente de obtener drogas para satisfacer su ansiedad. “La coadicción es un fenómeno emocional, psicológico y comportamental que se desarrolla como resultado de una exposición permanente a comportamientos repetitivos del adicto.” De esta forma, la coodependencia implica la adaptación, no sana , al comportamiento de un dependiente. Algunos autores consideran que la coadicción es una enfermedad y otros no. Los primeros la describen como una enfermedad severa, asociada a trastornos de conducta que refuerzan la dependencia del paciente. Se describe como una enfermedad crónica, progresiva y que requiere tratamiento, puesto que se convierte en una especie de obsesión por controlar el comportamiento del adicto. Quienes niegan la condición de enfermedad de este tipo de relación, asignan toda la responsabilidad del problema a quien abusa de las drogas, por no ser capaz de controlar y suspender el consumo de sustancias que le

hacen daño. Estas familias generalmente mantienen silencios, evitando las discusiones sobre problemas y la expresión directa de sentimientos. En ellas, se le concede al adicto el papel de vulnerable y débil. Toda la familia del adicto se envuelve en un esquema disfuncional de relaciones en el que cada uno se acomoda y propicia la relación del adicto y el coadicto, que aunque la juzgan y la reprueban por considerarla dañina, no hacen nada efectivo para ponerle fin. Características del coadicto: -

Generalmente tienen pensamientos tristes. Presentan una especie de atracción por los conflictos. Son activos en su propia victimización. Luchan permanentemente por reivindicar al adicto. Sienten que no hacen lo suficiente por ayudar al otro. Sobre reaccionan o subreaccionan ante los eventos difíciles ligados al adicto, pero pocas veces actúan. Muchas de sus reacciones son respuestas a la tensión y a la incertidumbre frente a la vida. - Presentan tendencia al aislamiento, la depresión y la enfermedad emocional, enfermedad física y fantasías de suicidio. - Asumen actitudes autodestructivas en forma habitual. - Lo que hacen, piensan y sienten es consecuente con su papel de codependientes. Perpetúan hábitos destructivos, que fomentan relaciones destructivas que no función. Manejo de la comunicación en los coadictos: Los codependientes tienen escasas habilidades comunicativas. Se cuidan de utilizar palabras que generan culpa en los otros. En sus conversaciones dejan ver sus temores y su insatisfacción frente a la vida. Pero a la vez racionalizan y toman actitudes defensivas. Utilizan formas indiscretas para expresar lo que sienten y desean, quedando ante los otros como confusos y difíciles de comprender, temen el rechazo, por lo tanto creen que expresar directamente lo que se piensa es malo, no están seguros de cómo son ni que quieren decir. Se sienten incapaces de comunicarse, por lo tanto juzgan la conducta de los otros como equivocada. La intervención con ellos, en este sentido, se debe orientar a estimular el desarrollo de habilidades para comunicarse directamente y ser asertivos.

Rasgos de la conducta del coadicto: Presentan baja autoestima, se sienten diferentes e inferiores a quienes lo rodean. Temen ser rechazados sino pueden ofrecer una ayuda efectivazo identifican sus valores y habilidades por esto tratan de agradar, resolviendo los problemas del adicto. Son reprimidos: Temen conocerse y aparecer como rígidos y controladores, muestran una especie de obsesión por hablar y pensar mucho acerca de los otros y descubrir en ellos las equivocaciones. Evitan recibir favores porque se sienten amenazados por quienes le proporcionan bienstar. Establecen relaciones amorosas con personas problematizadas que dependan de ellos (como el adicto) porque sienten que solo así, evitan ser abandonados. Sus límites con la conducta del adicto son débiles, tratan todo el tiempo de controlarlo aunque esto implique que se proporcione daño. Difícilmente disfrutan de la vida sexual, temen perder el control y por esto pierden interés en el sexo. Se sienten deprimidos, desesperanzados, aislados y rutinizados. Todo lo anterior, lleva a pensar en la urgencia de implementar formas de abordaje que permitan ofrecer a los coadictos una atención integral, a través de la cual se logre modificar sus esquemas patológicos de relación. Esto implicaría una intervención con todo el sistema familiar que, paradójicamente, ha reforzado la adicción. Queda para todos, la inquietud de ahondar en este fenómeno. BIBLIOGRAFIA MOLINA V Beatriz María, familia. Pág. 138-156 HALEY J. Terapia no convencional. Buenos Aires: Amorrortu, 1980 ROVALETYY María Lucrecia. La familia como sistema, alianzas y coaliciones, Pág. 9-16.

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