El Laicismo Su Origen y Significado

Qué es el laicismo El término laicismo puede hacer referencia a dos conceptos. Por un lado, el laicismo se entiende como

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Qué es el laicismo El término laicismo puede hacer referencia a dos conceptos. Por un lado, el laicismo se entiende como la separación entre el Estado y la Iglesia o confesión religiosa. En virtud de este laicismo, el Estado no debe inmiscuirse en la organización ni en la doctrina de las confesiones religiosas, y debe garantizar el derecho de los ciudadanos a tener sus propias creencias y manifestarlas en público y en privado, y a dar culto a Dios según sus propias convicciones. También debe garantizar el derecho a la objeción de conciencia, por el cual los ciudadanos no podrán ser obligados a actuar en contra de sus propias convicciones o creencias. Los Estados modernos suelen reconocer en sus Constituciones este concepto de laicismo. De acuerdo con este concepto de laicismo, el Estado y la Iglesia u organización religiosa mantendrán relaciones de colaboración en los asuntos que son de interés común, como el patrimonio histórico y artístico, la asistencia religiosa en centros estatales como cuarteles, hospitales o prisiones, el derecho a la enseñanza con contenido religioso, etc. Puede haber también colaboración económica con la Iglesia u otro organismo religioso en la medida en que ayudan a solucionar problemas que son de competencia del Estado, como es la atención a los marginados, la ayuda a mayores u otros sectores de la población desprotegidos.

La existencia de relaciones entre el Estado y la Iglesia u organización religiosa no supone privilegio para ninguna religión, sino un reconocimiento del hecho religioso como uno de los intereses de los ciudadanos. Sería discriminatorio que el Estado ignorara el hecho religioso puesto que es uno de los asuntos por el que los ciudadanos manifiestan interés.

La doctrina de la Iglesia Católica también reconoce el concepto de laicismo como se ha descrito hasta aquí; muchas veces se ha llamado sano laicismo o sana laicidad del Estado: puede ampliar la doctrina de la Iglesia sobre la sana laicidad el Mensaje de Juan Pablo II a la Conferencia episcopal francesa en el centenario de la ley de separación de la Iglesia y el Estado.

Sin embargo, el laicismo es entendido por otros como una ausencia de relaciones. En virtud de este concepto de laicismo, el Estado debe ignorar a todas las confesiones religiosas. Quienes propugnan este concepto de laicismo, defienden que se debe prohibir que el Estado mantenga relaciones con la Iglesia u otra organización religiosa. Según este concepto de laicismo, no puede haber capillas o capellanes en los hospitales o cuarteles o prisiones, ni debe haber colaboración entre las autoridades religiosas y estatales. Esta actitud supone una discriminación. Los hospitales públicos y aeropuertos suelen facilitar locales a los sindicatos de los empleados para que desarrollen sus funciones. No se entiende que se niegue este mismo derecho a las confesiones religiosas, especialmente porque la capilla la usa no solo el personal, sino también los usuarios (pacientes o viajeros).

Esta ausencia de relaciones incluye la falta de colaboración económica con la Iglesia incluso en asuntos de tanto interés público como es la conservación del patrimonio artístico. Se puede llegar a negar aportaciones económicas a asociaciones o fundaciones confesionales que contribuyen al bienestar y al desarrollo de la sociedad porque son confesionales, lo cual supone una evidente discriminación religiosa. Es una injusticia que se nieguen subvenciones de fondos públicos a organizaciones católicas para la atención a minusválidos o a colegios católicos porque son confesionales, si se dan subvenciones a organizaciones con fines similares y reúnen las mismas condiciones. FUENTE:

http://www.es.catholic.net/estudiososdelderechocanonico/437/1759/articulo.php?id=32693 ESTADO LAICO

Gabriel Guzmán Riquelme Carta al Director. Diario La Tercera. 26 noviembre 2013.

“Hay algo que claramente no constituye laicismo: ser antirreligioso. El laicismo reclama el derecho a la libertad espiritual y el derecho a discrepar, siendo obligación del Estado garantizar este principio. Así, no se privilegia ninguna religión o pensamiento espiritual en recursos, influencia o símbolos rituales, en desmedro de los demás”. FUENTE: http://laicismochileno.blogspot.com/

CLAVES DEL LAICISMO

CATALINA LAGOS. ABOGADA DE CORPORACIÓN HUMANAS.

¿QUÉ QUIERE DECIR LAICO? EL TÉRMINO “LAICO” TIENE DOS SENTIDOS. EL PRIMERO INDICA UN ESTADO QUE NO PRIVILEGIA NINGUNA RELIGIÓN O CONCEPCIÓN DE VIDA, QUE CONFIERE DERECHOS Y ESTABLECE LA IGUALDAD PARA TODOS LOS CIUDADANOS, INDEPENDIENTEMENTE DE SUS CONCEPCIONES FILOSÓFICAS. EL SEGUNDO TÉRMINO INDICA A LAS PERSONAS O GRUPOS PARA LOS QUE LA LIBERTAD DE JUICIO, INCLUSO EN LO RELATIVO A LA RELIGIÓN Y A LA TOLERANCIA, CONSTITUYEN FINES FUNDAMENTALES. HABLAMOS, DESDE LUEGO, DE OBJETIVOS O DE VALORES NO CONFESIONALES. LA NEUTRALIDAD DEL ESTADO EN UN ESTADO DEMOCRÁTICO Y LAICO, TODOS LOS CIUDADANOIS DEBEN SER IGUALES. POR ESTO, LA NEUTRALIDAD DEL ESTADO DEBE SER INDISPENSABLE: LAS LEYES DEBEN APLICARSE A TODOS LOS CIUDADANOS, CUALQUIERA SEAN SUS CONVICCIONES. EL ESTADO LAICO DEBE TAMBIÉN ORGANIZAR UN “SISTEMA DE ENSEÑANZA PÚBLICA NEUTRA DONDE TODOS LOS NIÑOS APRENDAN A VIVIR EN CONJUNTO EN LA DIVERSIDAD DE CREENCIAS, DE CONVICCIONES NO RELIGIOSAS, DE NACIONALIDAD, ETC. UN ESTADO LAICO NO DEBERÍA FINANCIAR COLEGIOS PRIVADOS. FUENTE: http://es.scribd.com/doc/130458590/Iniciativa-Laicista-1

ENSAYO CHILE ¿UN ESTADO LAICO? RICARDO STUARDO FUENTEALBA

El 18 de Septiembre de 1925, bajo el gobierno de Don Arturo Alessandri, se promulgó una nueva Constitución para el país, -vigente hasta 1980-, que incluía una serie de reformas, siendo la principal, la que proclamaba la separación de la Iglesia del Estado. Entonces, la referencia Iglesia solo incluía a la Iglesia Católica. Las demás o no existían o por su escasa influencia, no tenían mayor relación con la acción del Estado. Desde entonces, Chile pasaba a constituirse en un Estado Laico. La Iglesia ya no dependería del Estado, quien nunca más podría nombrar sus personeros y dignatarios, como ocurría hasta entonces. El Estado por su parte, aseguraba resguardar la libertad de conciencia de todos los habitantes de la República. Parecía que este fuerte lazo que había unido por más de un siglo a la Iglesia con el Estado, se desataba definitivamente; que la religión se practicaría a contar de entonces en los templos y en los lugares públicos que se autorizaren, y nada más. Que en todo lo que correspondiere a la acción del Estado, la Iglesia no participaría de manera alguna, a lo menos en lo institucional. Eso parecía a los sectores progresistas del país, particularmente a los miembros del Partido Radical y de la Masonería. FUENTE: http://es.scribd.com/doc/130458590/Iniciativa-Laicista-1

EL LAICISMO, SU ORIGEN Y SU SIGNIFICADO

Antes de abordar de lleno el tema de estas líneas, es conveniente que nos pongamos de acuerdo sobre algunos de los términos que hemos de emplear, la necesidad de esta aclaración previa nos parece evidente. “Palabra proveniente del griego laos „pueblo‟, laikos significa que pertenece al pueblo en general y no a un grupo en particular. En la Edad Media, laikos se utilizó por oposición al clero, que era un grupo particular, o sea, tenía el sentido de „que no pertenece al clero‟, „que no es eclesiástico”. En el español de hoy conserva estos sentidos, pero se aplica también a la entidad que es „independiente de cualquier organización o confesión religiosa‟, como en Estado laico o en enseñanza laica. En un sentido moderno, laico quiere decir adherente al laicismo. El laicismo se define como „doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa‟ (DRAE)., "El laicismo es la idea de que todos los seres humanos -sean cuales fueren sus opiniones filosóficas o creencias religiosas- pueden y deben vivir en común dentro del respeto por la verdad demostrada y en la práctica de la fraternidad. Quienquiera que de buena fe, piensa que el hombre debe amar a sus semejantes, es un laico" Albert Bayet.

El laicismo significa defensa de la Libertad de conciencia. No es proclama de ateísmo, ni movimiento antirreligioso; es espíritu de libertad y nace de la necesaria secularización de la ciencia, la filosofía, la historia y las instituciones y la actividad general. Se sostiene que el Estado, como entidad de derecho, no puede profesar culto alguno; que especialmente en la democracia, la educación es una función primordial del Estado;

que la educación laica es el método educativo específico de la democracia; que el Estado debe proponerse formar hombres libres, con discernimiento propio. No es posible fundar en el dogma la educación del hombre libre; El laicismo significa, esencialmente, una alteración de la relación entre el mundo y la religión; en lugar de ocupar ésta el lugar central y dominante de todas las actividades humanas, como ocurrió en cierta fase de la historia de Occidente, se la reduce a lo que debe ser su propia esfera.

En resumen, yo diría que el laicismo es la defensa integral de la conciencia humana contra toda coerción, invasión o cercenamiento de origen ético, ideológico o político.

SOCIEDAD E IGLESIA

Para comprender el proceso de laicización haremos un esbozo histórico, para estudiar las relaciones entre iglesia y estado. Para comenzar es necesario que consideremos las relaciones entre organización social y religión. En las sociedades primitivas, lo religioso aparece contemporáneamente con lo social y en íntima trabazón con él. En ellas el primer esbozo de organización social, el clan, tiene como factor de cohesión al tótem, de carácter religioso y, según Frazer, los primeros jefes debieron ser los primeros magos. El mago, como se sabe, es el antepasado común del hombre de ciencia y del sacerdote. Es el hombre que conoce las maniobras indispensables para hacerse propicios los poderes ocultos que gobiernan el medio ambiente animista en que se mueve y vive la humanidad primitiva. Si dejando la prehistoria pasamos a la humanidad histórica, por más que nos remontemos en el tiempo siempre encontramos ya la presencia de castas asociadas en el gobierno de los hombres: la casta guerrera sacerdotal. Esta simbiosis política, una de las más perdurables que conozcamos, ya que persiste en la época contemporánea, fue fruto de necesidad de defensa; defensa material contra el hombre mismo y los animales salvajes y dañinos, y defensa espiritual contra las fuerzas ciegas y brutales de la naturaleza. Tanto una casta como la otra lograron sucesivos privilegios -de los que pudieron gozar tranquilamente largos períodos, gracias al apoyo que mutuamente se prestaron-. En tanto, la masa de la población trabajaba y producía a cambio de la protección recibida. Con ligeras variantes de orden local, esta situación se repite en casi todos los pueblos del Oriente antiguo: Egipto, Caldea, Asiria, Fenicia, el Imperio Hitita, Israel*. El llamado milagro griego nos ofrece la única excepción a la regla en esa flor maravillosa que fue su democracia, especialmente en la ateniense, donde por primera vez el estado es un organismo laico y donde no existe en realidad un clero ni una casta sacerdotal. Observamos de paso que en Atenas tampoco encontramos la casta guerrera. Y que allí la tendencia clara es la de la subordinación de lo espiritual a lo temporal, del sacerdote al magistrado. Con el desmembramiento de Grecia desaparece la democracia antigua y Roma, su heredera, marchará inexorablemente hacia la concentración del poder y el absolutismo. Reaparecen así las castas guerrera y sacerdotal -asociadas- y la vida del hombre torna a girar en un ambiente religioso, aunque sincretista. "El imperio era una especie de gran laboratorio místico donde el choque y la fusión de las religiones antiguas producían religiones nuevas", dice Guglielmo Forrero* A favor del gran espíritu de tolerancia reinante, el cristianismo naciente se va infiltrando y propagando fuera del ámbito del pueblo judío.

EL CRISTIANISMO Y EL LAICISMO

Cómo era la sociedad teocrática medieval, y qué ha significado su laicización progresiva, es menester que expliquemos, así sea en breves palabras, algunos puntos importantes para la mejor comprensión de las relaciones entre el estado y la iglesia en Occidente. A raíz de la conversión de Constantino (año 312) el cristianismo, que hasta entonces era una religión "de la contra" como diríamos hoy, se ve bruscamente transformado en religión del estado, con las ventajas y los inconvenientes que toda oficialización trae aparejados. Si su asociación al poder político le proporciona grandes facilidades para la labor proselitista, en cambio la súbita conversión de grandes masas de población, carentes del sincero fervor de los neófitos que hasta entonces conquistara y que ahora se le incorporaban por conveniencia, le significa un desmedro desde el punto de vista ético. Como lo expresara Renán, "le christianisme sombra dans sa victoire" (el cristianismo naufragó en su victoria). Destinado a preparar sus fieles para un fin del mundo que estaba muy cercano de acuerdo a los Evangelios, carecía de todo programa orgánico para la sociedad de este mundo y debió aceptar la legislación y los antiguos cuadros del estado romano. De defensora de las humildes y desheredados, la iglesia cristiana se transforma poco a poco en una institución amiga de los príncipes y de los ricos, se hace capitalista ella misma, logra toda suerte de privilegios y excepciones, y acaba siendo una secta intolerante que se sirve del brazo temporal para perseguir y exterminar las demás religiones o las distintas herejías que se originan en su seno. Por causas diversas la iglesia cristiana evoluciona diferentemente en Oriente y Occidente. En el primero pasa a ser un departamento del Estado; el emperador es el jefe de la iglesia y el patriarca de Constantinopla es sólo su ministro para la religión. Es lo que se ha denominado el "césaropapismo". En Occidente, aunque perdure la idea imperial, el imperio y el emperador dejan de existir. No hay un poder civil permanente. El patriarca de Roma puede lanzarse así a intentar la dominación mundial ese sueño constante de la teocracia romana. Tiene a su disposición una considerable riqueza y puede ofrecer a los monarcas, a cambio de su protección armada y de nuevos privilegios y prebendas, una organización formidable de monjes y curas, perfecta gendarmería de las almas, destinada a crear la sumisión y la obediencia. "Para asegurar el mantenimiento de los sacerdotes, Carlomagno, tomando de modelo una costumbre judía de las Escrituras, ordenó a todos los súbditos pagar al sacerdote el diezmo (el décimo) de todas las cosechas y del aumento de los rebaños. Esta, obligación debía conservarse en Francia hasta la Revolución. La organización de las parroquias, comenzada desde hacía varios siglos, se complementó entonces en todo el territorio; todos los habitantes fueron colocados bajo la autoridad y la vigilancia de un sacerdote y obligados a mantenerlo. Así se estableció un régimen cuyas consecuencias han perdurado hasta el siglo XIX. El rey ponía su fuerza material al servicio del clero para forzar a los súbditos a obedecer las reglas de la iglesia; el clero ponía su poder espiritual al servicio del rey para obligar a sus fieles a obedecer las órdenes del rey. Los deberes del súbdito confundían con los del fiel; eran impuestos por las mismas autoridad y bajo la amenaza de las mismas sanciones: la excomunión religiosa el castigo material. Las reglas de la iglesia y las órdenes del el se hacían obligatorias en el mismo grado que las leyes del Estado las órdenes del gobierno. Es el origen de la confusión de poderes la iglesia y del Estado, convertida bajo una forma moderna en la de un “trono y del altar”. La posición privilegiada de la iglesia en la Edad Media muestra a las claras hasta dónde es capaz de llegar en su tendencia a apoderarse del control absoluto de la vida de las sociedades. Ante todo, su situación de socia del Estado la exime de toda contribución monetaria es la depositaría de los pocos medios de educación existentes, hecho que aprovecha para dejar en el analfabetismo a la mayoría de la población; la cultura, refugiada en los conventos y más tarde en las primeras universidades, es de orden exclusivamente teológico; la escolástica, repetición de los conceptos aristotélicos anexados por el catolicismo, reemplaza a la ciencia. Es la Iglesia también la que lleva los registros de nacimientos, casamientos y defunciones; administra los cementerios y monopoliza la caridad bajo todas sus formas: Hospitales, hospicios, hospederías, sopa de los conventos etc. La iglesia, además, posee una justicia propia. A su jurisdicción pertenecen todos los clérigos, sacerdotes, monjes y auxiliares de toda especie; los peregrinos y los cruzados; las viudas y los huérfanos; en razón de la

materia, también le pertenece cuanto proceso se refiera a uno de los sacramentos que ella administra, vale decir los asuntos de matrimonios y separación de cuerpos, las sepulturas, los testamentos; los asuntos de estado civil.

En lo criminal esa justicia se ocupaba de la herejía, la brujería, la violación de juramento, la blasfemia, el adulterio, los atentados contra las costumbres, la usura, el no santificar el domingo y no observar los ayunos o la cuaresma. A todo esto vino a agregarse la Inquisición, de justificada nefasta memoria, para ampliar aún más sus facultades judiciales. Si a cuanto acabamos de enunciar en el orden de medios materiales, se añade la inmensa fuerza espiritual, de dominio y coacción, que significaba la plena posesión de los poderes mágicos extraordinario, de bendecir, excomulgar, maldecir, bautizar, exorcizar, casar y administrar. Además, durante la Edad Media alcanzó su esplendor la extremaunción en una época de credulidad absoluta, superstición e ignorancia, cuando el cristianismo vivía en un mundo imaginario de milagros, demonios, ángeles y santos. Por otra parte, las condiciones calamitosas de la teocracia cristiana perduraron con pocas variantes hasta mediados del siglo pasado en los infortunados Estados Papales, gobernados por la Iglesia. La laicización progresiva a que aludían Paulsen y Reinach ha consisto para la civilización occidental, en ir arrancando, trozo a trozo, es enorme poderío, que hacía del hombre el esclavo indefenso del dogma religioso y de sus usufructuarios.

El Renacimiento inició la tarea con la obra de los humanistas, especialmente de Erasmo, la invención de la imprenta que abría posibilidades insospechadas para la difusión de la cultura y acabaría con el monopolio de la instrucción por los clérigos y la renovación artística y literaria, que cambiaron la orientación del hombre, apartándolo de la exclusiva preocupación por el más allá y estableciéndolo definitivamente en este mundo. Con la Reforma, que trae en su seno la libertad religiosa, comienza la emancipación de la razón, el desarrollo del espíritu crítico y la quiebra del poder eclesiástico de Roma, ya mellado por los grandes viajes de descubrimientos y los primeros balbuceos de las ciencias naturales, que echaban por tierra la concepción geocéntrica del universo y hacían insostenible la leyenda bíblica de la Creación. La prédica de los filósofos y los enciclopedistas del siglo XVII da los fundamentos para el establecimiento de la sociedad sobre la razón y la ciencia, y es un antecedente causal inmediato de las dos grandes revoluciones, casi contemporáneas, la norteamericana y la francesa, triunfos decisivos para el laicismo y pórtico glorioso e inmortal de la edad contemporánea. En la Revolución Norteamericana, bajo la influencia preponderante de Jefferson y Madison, se promulga la primera ley que establece la libertad religiosa en Virginia (1786) y en la declaración de derechos de 1791, anexa a la Constitución, se incluye sin ambages la separación entre el Estado y cualquier religión. La Revolución Francesa, por conducto de su Asamblea Nacional, seculariza los bienes del clero (178990), sanciona la constitución civil del clero (l79l), que desconoce la autoridad del Papa, denuncia el concordato que regía entre la Santa Sede y Francia desde 1516, y proclama la libertad religiosa como uno de los derechos incluidos en su famosa declaración de 1793.

Más tarde Napoleón, como buen dictador, busca el apoyo de la Iglesia para consolidarse en el trono; restablece el catolicismo "como religión de la mayoría de los ciudadanos franceses” y lo pone al servicio del Estado, firma un nuevo concordato (l80l) y se hace ungir emperador por el Papa Pío VII (l804). A diferencia de las iglesias protestantes, la iglesia católica jamás se resignó de "buen grado a una posición subordinada con respecto al Estado; siempre ha anhelado un retorno a su antigua situación medieval de preeminencia y privilegio, colaborando con todas las fuerzas regresivas que han intentado restablecer el absolutismo. EL"ANTICLERICALISMO" Tocamos aquí la raíz de un movimiento que ha sido denominado anticlericalismo y que de acuerdo con sus propósitos no es ni ha sido otra cosa que laicismo, en el sentido en que lo entendemos. En efecto en los países latinos, que es donde se ha desarrollado, intentaba restablecer la supremacía del Estado sobre cualquier credo y eliminar del gobierno y de la política toda influencia eclesiástica. He aquí un párrafo del artículo "Anticlericalismo” de la Enciclopedia Británica, magnífica e imparcial fuente de información: "El anticlericalismo", dice, surgió para combatir al "clericalismo". "La lucha entre ellos fue un aspecto del gran conflicto que durante la Restauración se mantuvo en la Europa Occidental entre liberales y reaccionarios. Reaccionarios, absolutistas y clericales constituyeron el grupo que favorecía el mantenimiento del orden establecido por el Congreso de Viena; y liberales, constitucionalistas y anticlericales constituyeron el que se oponía a ello. En general, los anticlericales eran racionalistas o librepensadores que acusaban a la Iglesia de sostener la concepción medieval de la vida y de no estar, por lo tanto, en armonía con el progreso científico moderno. También denunciaban a la Iglesia como baluarte de la reacción, y por lo tanto el enemigo de la libertad política. Su solución para el problema de la Iglesia era el "estado laico", neutral con respecto a todos los credos. La Iglesia debía limitarse a cuestiones puramente espirituales, convirtiendo a la religión en un asunto estrictamente privado. Bajo tal sistema el catolicismo se convertiría en una de las variedades de "opinión" religiosa, en libre competencia con otras opiniones en la palestra de las ideas. En todas partes de la Europa Occidental, liberales se convirtieron en campeones del "estado laico". Como era de esperarse, la Iglesia se opuso firmemente al liberalismo. Desde comienzos del siglo XX hasta la fecha, ese gran conflicto entre liberales y reaccionarios sigue planteado en términos análogos. Por una parte están quienes desean la absoluta neutralidad religiosa del Estado, el matrimonio civil, el divorcio, la enseñanza laica, y la libertad religiosa completa, con plena igualdad de derechos para todos los hombres y para todos los credos (llámeselos como se los llame, estos son laicistas en sentido estricto). Por la otra parte están los defensores del retorno a la concepción medieval de la vida, en la que el hombre sólo gozaba de la "libertad" de someterse a la autoridad absoluta de la iglesia católica, "sociedad perfecta" de origen di vino, que no puede estar bajo ninguna autoridad laica. Comprobemos, de paso, que este vocablo "anticlericalismo" como muchos otros encabezados por el prefijo anti, es poco simpático en general, desde luego por significar algo negativo, pero además por ser víctima de una de esas conspiraciones semánticas, tan frecuentes en los tiempos que vivimos, que lo ha deformado en un sentido despectivo o peyorativo.

LAICISMO Y DEMOCRACIA Democracia debe significar ante todo libertad de expresión, de prensa, de conciencia, libre acceso a las fuentes de información; libertad que lleva el reconocimiento implícito de la libre autodeterminación y dignidad de la persona humana, desde su infancia; debe significar igualdad ante la ley (justicia imparcial para todos, ausencia de privilegios); debe significar la sustitución de la violencia por la simple voluntad de la mayoría para el cambio de autoridades; debe significar respeto a esa voluntad popular (gobierno de la mayoría); pero debe

significar también fraternidad y tolerancia, convivencia armónica y pacífica, confianza en la perfectibilidad moral del hombre, confianza en su razón y en el valor del debate imparcial y respetuoso para resolver todos los problemas sociales; debe significar respeto a los derechos de las minorías, que constantemente puedan hacerse oír y tengan abierto el camino para llegar a ser a su vez mayorías; debe significar finalmente ausencia de discriminación por motivos de orden religioso, racial o sexual, vale decir neutralidad e imparcialidad absoluta del Estado

PROPÓSITOS LAICISTAS

Qué se propone el laicismo? Ante todo, mantener las conquistas ya logradas: matrimonio civil, registro civil, cementerios secularizados; en segundo término, no mezclo la religión o las religiones a la política o al gobierno, vale decir establecer la neutralidad religiosa del Estado, tanto en su faz positiva (subvenciones, exenciones de impuestos, etc.), como en su faz negativa (persecuciones, trabas y obstáculos a algunos credos para beneficio exclusivo de uno solo de ellos); esta neutralidad requiere, como corolario obligado, la laicidad de la enseñanza oficial en todos sus ciclos, del primario hasta el universitario y el control riguroso del Estado los establecimientos privados de enseñanza. Una vez eliminada la objeción dogmática, el laicismo pretende perfeccionar la institución del matrimonio mediante el divorcio, adoptado ya por la mayoría de las legislaciones modernas. Finalmente, el laicismo aspira a la desaparición de todos los vestigios de la íntima asociación de la iglesia al Estado, esto es, anulación del presupuesto de culto con todos sus anexos, inclusive los capellanes servicio de las fuerzas armadas; abolición, en cuanto signifiquen funciones oficiales, de los tedeums, misas de campaña, bendiciones de espadas y otros elementos bélicos de tierra, mar y aire; renovación de las designaciones de vírgenes generalas del ejército nacional y de santos patronos de dependencias del Estado; abolición de la bendición oficia de edificios o elementos naturales (mares, ríos, etc.). Anulación de la cláusula constitucional que exige la condición de miembro de la comunidad católica apostólica romana para ser elegido presidente o vicepresidente de la República. Por el contrario, creemos que, como ha ocurrido en Francia después de la separación de la Iglesia y del Estado, la religión, privada de su nodriza oficial, despojada de desleales ventajas sobre otros credos rivales y librada a sus propios medios, ha de sufrir un proceso de íntima depuración, ventajoso a todas luces para ella misma y para sus feligreses. Mientras la religión se mantiene en el terreno de la conciencia personal no es asunto que deba provocar una actitud cualquiera por parte del laicismo. Ya lo dice nuestra Constitución con su lenguaje de hace más de un siglo: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral, ni perjudiquen a un tercero, están solo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados". Pero cuando se pretende hacer intervenir a esa religión en el gobierno de la sociedad o cuando una iglesia deja de ser una institución exclusivamente religiosa para transformarse en un órgano político y da directivas a sus fieles, ya no estamos en ese terreno vedado del fuero íntimo y no sólo tenemos el derecho a rechazar tal intromisión, sino que nuestros deberes ciudadanos nos obligan discutirla públicamente.

Agustín J. Álvarez ESCUEZA MASÓNICA Mayo de 1991 http://www.buenastareas.com/ensayos/El-Laicismo-Su-Origen-y-Su/3072997.html