El Individuo y La Sociedad

El individuo y la sociedad Hacia el fin de su carrera Durkheim comienza a preocuparse por la estructura de la naturaleza

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El individuo y la sociedad Hacia el fin de su carrera Durkheim comienza a preocuparse por la estructura de la naturaleza humana: qué es el hombre. Cada uno de nosotros lleva una existencia doble: una de ellas puramente individual, de origen fisiológico; la otra extraindividual, como extensión de la sociedad. Los intereses del todo no son necesariamente los de las partes; para responder a los requerimientos del alma (la sociedad), debemos realizar sacrificios que contradicen nuestras inclinaciones biológicas. A fin de que haya vida social, es preciso que exista una asociación de individuos diferenciados. La individuación es tan necesaria para lo impersonal y lo colectivo, como lo impersonal para la individuación. Durkheim concibe a la naturaleza humana como ente dotado de la misma forma en todo tiempo y lugar en que aparece: presenta siempre un dualismo. No hay en ella nada definitivo, su contenido está sujeto al cambio y la variación. Somos producto de la historia y el modo en que nos relacionamos con el mundo, incluyendo el modo en que concebimos nuestras relaciones con otros hombres, varía según la época y el lugar. Estos cambios de la naturaleza del hombre no son triviales; por el contrario, poseen la mayor significación. La naturaleza humana es infinitamente compleja, incluye muchos estratos, y debemos tratarla como una realidad oculta que no se da en forma inmediata al intelecto. Todas las transformaciones de la naturaleza humana que han ocurrido en la historia se manifiestas en nosotros, aunque no tengamos conciencia de ello. El sociologismo considera que el individuo y la sociedad son entidades estructuralmente interdependientes y que se interpenetran. Complemento necesario de esta perspectiva es el análisis dinámico de la relación entre ambos. Entonces, ¿cómo se explica que el individuo adquiera progresivamente mayor autonomía, y al mismo tiempo se encuentre cada vez en mayor dependencia respecto de la sociedad? Nuestra moral actual, dice Durkheim, está dominada por el culto de la persona, idea que la antigüedad ignoraba. En De la división del trabajo social Durkheim señala que la forma más antigua de sociedad se caracteriza por la solidaridad mecánica, análoga a la solidaridad de los elementos y moléculas de los cuerpos físicos; además, el vínculo que une a las personas con la sociedad es análogo al que relaciona las cosas con la persona. La solidaridad mecánica es más o menos espontánea, y la volición personal posee escasa importancia, los individuos se asemejan del tal forma unos a otros por su percepción del mundo que la conciencia colectiva coincide prácticamente con la conciencia individual; en realidad, no existe nada semejante a una conciencia individual. La conciencia individual es “una simple forma subordinada del tipo colectivo y sigue todos sus movimientos, del mismo modo que el objeto que es propiedad de un individuo sigue los de su dueño”.

El individuo no se pertenece a sí mismo sino a la sociedad. La persona individual simplemente no existía. Durkheim vio en el crecimiento del volumen y la densidad de la sociedad una cansa final del cambio social. Cuando una sociedad amplía su hábitat físico y el número de sus habitantes, la conciencia colectiva pasa de lo esencialmente concreto a lo esencialmente abstracto. Cuantas más diferencias presenten los cuadros individuales que sirven para delinear el cuadro compuesto de la sociedad, menos preciso o concreto será este último. La conciencia colectiva se hace más racional, y por ende menos dogmático e imperativo, permitiendo un desarrollo más libre de las diferencias individuales. Este proceso de individuación no significa que la propia vida social se debilite. Como compensación por la reducción relativa de la importancia de la conciencia colectiva frente al aumento de las diferencias individuales, emerge un nuevo nexo social entre el individuo y la sociedad: la división del trabajo, que sienta las bases de un nuevo tipo de sociedad basada en lo que Durkheim denomina “solidaridad orgánica”. Mientras aumenta la magnitud de las sociedades y la densidad de la población, la cada vez mayor división del trabajo mantiene la cohesión de la sociedad mediante la interdependencia funcional de sus miembros. El desarrollo normal de la división del trabajo, incluye como requerimiento el igualitarismo. Para que la división del trabajo produzca solidaridad orgánica, la participación ocupacional debe ser voluntaria. El trabajo se divide espontáneamente y armoniosamente solo en la medida en que la sociedad está de tal modo constituido que las desigualdades sociales coinciden con las desigualdades naturales. Si bien el desarrollo de la división del trabajo ofrece una base estructural para el crecimiento del individualismo, no aporta por sí mismo una imagen completa de este fenómeno histórico. El individualismo tiene un aspecto moral tanto como un aspecto estructural. ¿Qué es lo que explica el creciente valor moral del individuo? Confirmando la tesis general durkhemiana de que la moral se origina en la religión, el cristianismo produjo una revolución en este sentido, destacando la dignidad moral y la condición sagrada del hombre. Durkheim también tiene conciencia de la parte que le tocó a la urbanización en el ascenso del individualismo. Cuando los hombres comenzaron a vivir en ciudades, el individuo inició una existencia propia, distinta de la que llevaba en los grupos primitivos. Identificó constantemente el culto del individuo como núcleo de los valores morales de la sociedad moderna. Sin embargo, sus ideas acerca de este fenómeno sufrieron un cambio significativo en el curso de su vida.