El Hobbit: Un Viaje Inesperado - Revista Cinerama

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H A C E M U C H O T I E M P O. . . . El mundo del cine se vio preocupado por la llegada de la televisión, el medio de entretenimiento que prometía diversión sin necesidad de salir de casa. Para contrarrestar esta amenaza los estudios de Hollywood probaron nuevos métodos de presentación de las películas. Sonido estereofónico, proyección en pantallas gigantes o pantallas anchas fueron algunas de las tácticas que dieron vida al CinemaScope, VistaVision y varias técnicas de filmación que prometían una experiencia única. P ELIC ULA 1

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ESTAS IMAGENES SON ILUSTRATIVAS, EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO NO FUE FILMADA EN CINERAMA.

Entre ellas se encontraba el Cinerama, un proceso que permitía tener una imagen que ocupaba el campo visual de la gente gracias a la filmación que requería de tres cámaras de 35 milímetros, que luego eran convertidas a tres impresiones de mismo milimetraje para ser exhibidas en una pantalla curva que rodeaba al publico. Una cuarta película magnética contenía siete pistas de sonido.

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Peter Jackson se siente como en casa en la Tierra Media o, al menos, en la parte de ella que ha creado en los estudios de producción Stone Street, situados en la Península de Miramar, en uno de los extremos de la bahía de Wellington (Nueva Zelanda). El director de la trilogía de El Señor de los Anillos, que despertó el interés de los fans de todo el mundo y que cosechó 17 Oscars para Jackson y sus colaboradores, ha “conseguido volver a reunir al grupo” para otra incursión en la Tierra Media. Éste es el escenario de El Hobbit: Un Viaje Inesperado, la primera película de una trilogía que se rodará simultáneamente en los estudios Stone Street y en varios lugares de Nueva Zelanda. Al igual que El Señor de los Anillos, la trilogía de El Hobbit se basa en la atemporal obra maestra de J.R.R. Tolkien, que ha apasionado a tantas generaciones de lectores del mundo entero, incluidos los cineastas que trabajaron en esta adaptación. En el momento actual, Jackson está sumergido en uno de los extensos estudios de Stone Street consultando al director de fotografía Andrew Lesnie que, al igual que la mayor parte del equipo de rodaje, es todo un experto en las películas de El Señor de los Anillos. Ambos se encuentran en un pequeño claro en medio de unos enormes árboles de ramas retorcidas hechos con polietile-

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no y yeso en lugar de con madera, cercado por unas pantallas verdes y un equipo entero de cámaras, vías y aparejos. Es como vivir un déjà vu, exactamente lo que el director pretendía. Jackson se encuentra muy cómodo sumergido en un espacio del estudio que han separado con cortinas para ver lo que se graba diariamente en 3D. “Queremos que las películas se vean como una historia lineal y sentir que son el principio de las otras tres películas”, aclaró durante un breve descanso mientras el equipo de rodaje realizaba los últimos ajustes. “Quiero que sintamos que hemos vuelto a la Tierra Media para contar otra historia, una parte diferente de esta épica mitología”. La historia transcurre 60 años antes de la trilogía de El Señor de los Anillos, cuando el mago Gandalf y trece enanos, guiados por el legendario guerrero enano Thorin Escudo de Roble, reclutan al hobbit Bilbo Bolsón. Con poco más que un mapa que no son capaces de leer y el incansable empeño de Thorin por re-

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cuperar su tierra y legado, Bilbo se embarca en un viaje épico en un mundo traicionero y asombroso para reclamar la ciudad perdida de Erebor que tiempo atrás invadió y conquistó el dragón Smaug. Desde que se embarcó en la odisea de las películas de El Señor de los Anillos, El Hobbit nunca ha dejado de estar presente en la mente de Jackson. Cuando él y sus colaboradores tuvieron la oportunidad de comenzar el proceso de adaptación, al principio decidieron dividir la historia en dos. Fue en plena fase de producción, habiendo ya montado una pequeña parte de la primera película, cuando descubrieron la estructura que finalmente tendría el proyecto y “las dos películas pasaron a ser tres”. Jackson afirma que se basó en la compleja novela de Tolkien de 1937 y un asombroso hallazgo en la obra del aclamado escritor inglés, profesor de universidad y filólogo que escribió en las décadas siguientes a la primera publicación de El Hobbit. “Al final de El Señor de los Anillos, Tolkien incluyó 125 páginas como anexo en las que contextualiza aún más la historia de la Tierra Media describiendo, entre otras cosas, algunas de las políticas y sucesos que ocurrieron durante los años en los que transcurre El Hobbit”, explica. “Este nuevo material estaba dotado de un tono más oscuro, grave y más en línea con El Señor de los Anillos”. Así que Jackson y el resto de guionistas (Guillermo del Toro, así como Fran Walsh y Philippa Boyens, ganadores de un Óscar por su trabajo como co-guionistas en las películas de El Señor de los Anillos) se pusieron a organizar el material. “Con estas películas, queríamos tomar el encanto y el humor de El Hobbit y mezclarlo con parte de la historia y del tono de los anexos”,

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apunta Jackson. “No quería que pareciesen películas más infantiles que El Señor de los Anillos, sino que queríamos que fueran las mejores películas que pudiéramos hacer y que estuviéramos deseando ver”. Acompañando a Jackson en la producción estuvieron Boyens y Walsh, quien añade que en El Hobbit encontraron una base en la que anclar las posteriores creaciones de Tolkien. “El Hobbit es mucho más ligero que El Señor de los Anillos”, indica Walsh. “Siempre nos pareció que era más bien un cuento de hadas, ya que es así como está escrita, pero, conforme nos acercamos al final, creo que Tolkien se va trasladando al inicio del viaje épico de El Señor de los Anillos. El honor, el liderazgo y el poder (grandes temas que se repiten en El Señor de los Anillos) permanecen aletargados y surgen hacia el final de El Hobbit”. Y después, comenzó el largo y evolutivo proceso de adaptar la obra. “Adentrarse en este mundo resultó bastante fácil, de hecho sorprendentemente fácil”, comenta Philippa Boyens, a la que Jackson describe como “la mayor friki de Tolkien”. “Fue fácil porque nos encantan los personajes. Creo que fue cosa del destino que hiciéramos primero El Señor de los Anillos. En mi opinión, ha beneficiado a las películas de El Hobbit, ya que habría sido otro tipo de película si no hubiéramos compartido la experiencia de rodar con el increíble reparto de El Señor de los Anillos. En este sentido, puede que el destino estuviera aguardando a que Martin interpretara a Bilbo en el momento y edad adecuados”. Martin Freeman, según pensaban los cineastas, había nacido para interpretar a Bilbo Bolsón, pero el actor iba a rodar la segunda temporada de la aclamada serie Sherlock (de la BBC) en pleno

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rodaje de las películas de El Hobbit. “Teníamos una imagen en mente de cómo iba a ser Bilbo y de cómo queríamos que se presentase al público, y, a decir verdad, no había nadie más que pudiera hacerlo mejor que Martin”, dice Jackson, “así que intentamos pensar en un plan B, pero no lo conseguimos”. Una mañana, se le ocurrió una idea al director mientras veía Sherlock en su iPad: “Fui a trabajar esa mañana y llamé al representante de Martin, que estaba en Inglaterra, y le dije: “¿hay algún modo de que Martin considerara el trabajo si dejamos de rodar durante tres meses para que pueda grabar la segunda temporada de Sherlock?’ Me alegró mucho haber hecho esa llamada. Es de lo mejor que he hecho en la vida”. “Cuando pienso en dicho proceso, no llego a entender muy bien cómo ocurrió, pero me alegro muchísimo de que así fuera”, dice Freeman, de vuelta ahora en Nueva Zelanda para terminar el trabajo de la trilogía tras unas breves vacaciones. “Es bastante halagador y muy sorprendente, ya que lo más probable es que no hubiera sido posible, al menos desde mi punto de vista. Poco sabía de lo que estaba ocurriendo entre bambalinas”. La pelota estaba ahora sobre el tejado de los estudios de Stone Street en el que Freeman estaba tomándose una taza de té antes de que le vistieran de Bilbo y le pusieran unos pies de hobbit. El actor describe a Bilbo como “un profesor de universidad que llevaba toda su vida encerrado, sin haber tenido que afrontar demasiados riesgos. Apenas había viajado y nunca había tenido que luchar con nadie, pero este viaje le saca de su escondrijo y le aparta de la comodidad de Bolsón Cerrado para adentrarle en un mundo más real, supongo. Aprende mucho de sí mismo a lo largo de su viaje y otras personas acaban conociéndole también;

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creo que durante un tercio de la historia, aprenden que guarda mucho más que lo que se aprecia a simple vista. Me gusta interpretar a un personaje que emprende un viaje tanto literal como metafóricamente hablando”. En un mundo repleto de tanto misterio y magia, Freeman considera que Bilbo sirve de “ojos y oídos al público porque es el personaje más cercano a uno de ellos. Todos tenemos miedo, cautela y lugares, internos o bien externos, a los que ir nos causa pavor. Es algo con lo que nos identificamos”. Teniendo en cuenta el aspecto, carácter humilde e ingenio de Freeman, queda claro por qué Jackson pensaba tan firmemente que era la persona adecuada para el personaje de Bilbo. “Evidentemente, hay muchas ocasiones en las que vive situaciones cómicas, y Martin es muy bueno en ellas”, comenta Jackson. “Pero quieres sentir la autenticidad de dichos momentos y no que sean situaciones absurdas. Así que cuando está literalmente sosteniendo una espada delante de un trol, quieres sentir que está en peligro y que está en desventaja. ¿Cómo me sentiría si me enfrentara a un trol? Martin es sencillamente brillante a la hora de equilibrar y jugar con el tono de la película, lo que debe de ser una de las cosas más difíciles para un actor. Por eso encaja en este papel al 100%, gracias a que puede tener un pie en el drama y otro en la comedia, a través de Bilbo”. En esta producción, Freeman es el “nuevo fichaje” que se incorpora a un reparto en el que aparecen muchos de los actores que trabajaron anteriormente en la trilogía de El Señor de los Anillos, tales como Sir Ian McKellen (Gandalf), Cate Blanchett (la reina elfa Galadriel), Christopher Lee (Saruman) y Andy Serkis (Gollum). “Tenía que empezar con fuerza”, bromea.

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Las primeras escenas de Freeman, de hecho, las tenía que rodar con Serkis cuando Bilbo tiene que utilizar su astucia y su habilidad con los acertijos para escapar de la cueva de Gollum. “Fue un comienzo estelar para nosotros”, indica Freeman. “Es una parte de gran importancia en la historia. Además, tanto Andy como el personaje de Gollum son muy queridos en esta serie de películas. Tenía que dar lo mejor de mí, sin duda, porque no estaba haciendo el tonto”. “Fue genial poder reaparecer y trabajar con Martin, porque lo aprecio muchísimo”, comenta Andy Serkis. “La escena se parece mucho a una obra de teatro y la rodamos como si así fuera. Lo hicimos desde el principio hasta el final y desde distintos ángulos, lo que nos daba muchas posibilidades para encontrar la esencia de la escena y explorar lo que significaba dramáticamente. Fue una experiencia maravillosa”. Serkis encarnaba a Gollum, pero se quedó en Stone Street con el cargo de director de la segunda unidad, lo que para él fue “una gran oportunidad”. Por aquel entonces estaba rodando en el estudio K, justo a la vuelta de la esquina de donde estaba la unidad principal. Tras haber encarnado a Gollum, Kong y César de El Origen del Planeta de los Simios mediante captura de movimiento, volver a meterse en la piel de Gollum fue algo natural a ojos de Serkis. “Constantemente te recuerdan a diario que estos personajes están ya integrados en la mente del público, así que Gollum nunca se ha ido muy lejos”, afirma el actor, “aunque fue raro al principio volver a interpretar al personaje y ponerse en su piel. Durante el primer día más o menos, no me creía que estuviera haciendo esta increíble imitación”.

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Sir Ian McKellen, llevando otra vez el sombrero, vestuario y barba de Gandalf, ha tenido una experiencia similar a la que vivió con El Señor de los Anillos. “A lo largo de 13 años, he conocido a mucha gente que parece conocer a Gandalf al menos tan bien como yo”, afirma McKellen. “Parte de mí no quería volver a encarnar al personaje. Me siento como si fuera un actor al que pertenece este trabajo, un personaje que he descubierto, pero estoy extremadamente contento de haber vuelto”. Según Ann Maskrey (que, junto a Richard Taylor y Bob Buck, diseñó el vestuario de la historia épica), el aspecto de Gandalf iba a ser, sin duda, algo que identificarían sus admiradores. “Peter quería que le mantuviéramos con el mismo diseño memorable”, afirma enseñándonos las ilustraciones hermosamente detalladas del personaje en su libro de diseños. “Ahora cuenta con una bufanda mágica, una bolsa y unas botas diferentes, pero en cuanto a lo demás, es idéntico”. Cuando no lleva el disfraz, se ve a un McKellen delgado y elegante con un jersey rosa y luciendo un buen afeitado y una sonrisa afable. En esta película, vuelve a interpretar a Gandalf el Gris, personaje que aparece en las dos primeras películas de El Señor de los Anillos, antes de transformarse en Gandalf el Blanco. “Gandalf el Gris parece un personaje más rico y accesible, al igual que en El Hobbit: Un Viaje Inesperado”, afirma McKellen, pero “la gente no ha de esperarse que Gandalf esté muy cambiado, ya que aunque es 60 años más joven, cuando tienes 7.000 años, 60 no te suponen mucha diferencia”, añade rápidamente. El aclamado actor indica que una de las cosas que más le han alegrado al volver es trabajar con Jackson, que tenía muchas ganas de poder llevar a la pantalla una obra tan cercana a su corazón. “Estas películas están rodadas por el mayor admirador de Tolkien y del cine”, indica, “y ningún jefe de departamento ha cambiado desde El Señor de los Anillos. Volvemos a ver a viejos amigos y de hecho, lo nuevo eran los actores, como los enanos y Bilbo, pero todos encajamos muy bien”.

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También entre el reparto se encuentra Richard Armitage, que ahora aparece con el ropaje de un guerrero enano, Thorin Escudo de Roble, junto a los doce enanos restantes, que varían en tamaño, forma, edad, longitud de barba, estilo de lucha y arma. Con 1,88 metros de altura, la presencia de Armitage impone y, aunque los enanos sean más pequeños de tamaño con respecto a los magos y elfos de las películas, en el escenario parece una torre. En diversos sentidos, la misión central de las películas recae sobre sus hombros, ya que Thorin presencia el exterminio de su pueblo y la destrucción de su familia cuando Smaug conquista su tierra natal, el Reino Enano de Erebor. “Thorin es un personaje extremadamente noble, pero posee puntos débiles”, afirma Walsh, “no es alguien a quien puedas juzgar por las decisiones que toma, cuando para él lo más importante es por lo que ha luchado (devolver su tierra natal y el reino a su pueblo, que lleva muchos años deambulando sin estatus ni hogar). Así que la historia trata de Erebor y de su sueño por recuperarlo, pero es trágica y muy conmovedora”. “Es interesante ver que el personaje es como si viviera en el pasado y en el futuro”, comenta Armitage mientras el equipo se prepara para rodar su escena. “Acaba de pasar la madurez, así que intento interpretar a alguien que todavía posee algo de juventud y vigor, pero al mismo tiempo hay una especie de llamada fatalista hacia su propio destino. Es casi como si supiera que puede que no sobreviva a su misión, pero que tiene el deber de llevarla a cabo”. Durante el proceso de preparar sus papeles tanto artística como físicamente (lo que ellos llaman “Campamento militar de enanos”), los actores que interpretan a la compañía de enanos se han unido como grupo, con Armitage a la cabeza. “Me siento exactamente igual que el

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personaje: paranoico por que piensen que soy incompetente”, comenta el actor entre risas. “Desde el mismo momento en que me eligieron para el reparto no he parado de preguntar: ‘¿Por qué crees que puedo hacerlo?’. No llegué a creérmelo del todo hasta pasadas unas tres semanas de rodaje. De hecho aún sigo teniendo ramalazos del tipo: ‘¿Qué narices hago aquí?’. Es entonces cuando te das cuenta de lo buenos que son Pete, Fran y Philippa al elegir el reparto, porque poco a poco todo el mundo empieza a encajar y todo tiene sentido.” “La primera vez que vimos a Richard levantarse como Thorin y empezar a hablar, todos pensamos: ‘Ah, sí, es genial estar de vuelta’”, recuerda Boyens. “Fran siempre ha dicho que el que más se preocupa por un personaje es el propio actor que lo encarna, y siempre ocurre lo mismo independientemente de que se trate de un rey enano, un mago o un hobbit. Ha sido un honor ver a todo este reparto junto porque, a nosotros como cineastas, nos han ayudado a crear el corazón de la historia.” La compañía de los enanos está formada por cinco grupos de guerreros emparentados: Balin (Ken Stott) y Dwalin (Graham McTavish); Fili (Dean O’Gorman) y Kili (Aidan Turner); Bofur (James Nesbitt), Bifur (William Kircher) y Bombur (Stephen Hunter); Óin (John Callen) y Glóin (Peter Hambleton), y Dori (Mark Hadlow), Nori (Jed Brophy) y Ori (Adam Brown). El director comenta que estos enanos son individuos independientes y no simplemente trece versiones diferentes del enano Gimli de El Señor de los Anillos. “Obviamente, esta era una de mis preocupaciones al principio”, asegura Jackson, “pero, en realidad, acabó resultando divertido porque los enanos tienen unas personalidades muy distintas y, obviamente, los interpretan actores muy diferentes que también han aportado su propio estilo y sensibilidad. Lo que es encantador es que

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los propios enanos le dan a la película un toque de comedia, enanos interpretando a enanos. Su energía y su completo desdén por todo lo políticamente correcto le aporta un espíritu completamente nuevo. Al elaborar el guión, los cineastas reunieron toda la información sobre los enanos que pudieron extraer del libro y a partir de ahí construyeron sus personalidades y relaciones, que evolucionaron aún más cuando se reunieron todos los actores. “Previamente habíamos hablado mucho sobre las relaciones interpersonales y el dinamismo general del grupo una vez que empiezan el viaje, así como de sus relaciones con Gandalf y Bilbo”, comenta Graham McTavish, que interpreta al veterano guerrero Dwalin. “Toda esa discusión nos ayudó a crear nuestros personajes. En mi caso, creo que desconfío tanto de Bilbo como de Gandalf, mientras que hay otros personajes, como Bofur, Fili y Kili, que sí le tienen en alta estima. Sin embargo, muchos de nosotros no confiamos en Gandalf, no tenemos muy claro hacia dónde va. Nunca confíes en un mago”, añade con una sonrisa irónica. “Si van a confiar sus vidas a alguien, parece que Bilbo sería el último en el que pensarían”, añade Ken Stott, que interpreta a Balin. “Es decir, basta con mirarlo y pensar: ‘No apostaría nada a que nos saca de esta’. Este es básicamente el concepto que los enanos tienen de él pero, poco a poco y de forma segura, consigue ganarse su respeto”. Al ver a los enanos interactuar en el rodaje, las diferencias físicas entre todos ellos se vuelven inmediatamente aparentes. “Todos nuestros diseñadores de maquillaje y vestuario se concentraron mucho en crear diferentes perfiles representativos para cada enano”, explica Jackson. “Nuestra intención era crear trece perfiles

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diferentes, con distintos peinados y tipos de barba: algunos llevan sombrero, otros no; Dwalin siempre lleva unas hachas cruzadas en la espalda, Fili y Kili son enanos jóvenes que llevan muy poco maquillaje de prótesis, etc., y creo que está funcionando bastante bien”. Aunque la trilogía de El Hobbit es una historia completamente nueva, con muchos miembros nuevos en el reparto, una de las cosas que se ha mantenido de El Señor de los Anillos es la imagen de una extensa Tierra Media ideada por el departamento artístico. En lo que el diseñador de producción Dan Hennah llama “sala de conceptos” encontramos modelos, bocetos y dibujos que revelan el tremendo alcance del mundo al que se le está dando vida tanto físicamente como en versión digital. En una oficina apartada del espacio principal podemos ver a los artistas conceptuales, Alan Lee y John Howe, haciendo bocetos a toda velocidad. “Aquí es donde traemos a Peter cada vez que intentamos venderle algo”, bromea Hennah. “En general, esto representa las miles de horas de trabajo que se han dedicado durante los dos últimos años a intentar crear las diferentes razas, personas y lugares de la Tierra Media. Además, a diferencia de lo que ocurría en El Señor de los Anillos, donde el viaje iba de norte a sur, ahora vamos hacia el este”. Hennah nos muestra sus modelos del bucólico hogar de Bilbo y Frodo, Hobbiton, y de la majestuosa ciudad élfica de Rivendell, construida en la hendidura de un río, y nos da unas pinceladas de las Montañas Nubladas y de las cuevas de los trasgos que Bilbo, Gandalf y la compañía de los enanos tendrán que atravesar en su viaje hacia la Montaña Solitaria, donde los espera Smaug.

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Después de haber trabajado con Jackson durante más de 15 años (llegando a obtener cuatro nominaciones a los Oscar por su trabajo con él, de los que ganó uno por El Señor de los Anillos: el Retorno del Rey), el diseñador de producción comenta que han desarrollado una clave para comunicarse las ideas. “Nos conocemos bien, así que puedo prever lo que quiere”, reflexiona Hennah. “Me gustaría pensar que sé de dónde vienen sus ideas, pero, por supuesto, no lo sé. Es el maestro de lo inesperado. Sin embargo, tengo que decir que, en términos de imaginación, no es diferente. Tenía una idea de El Señor de los Anillos muy adelantada a su tiempo y estaba muy centrado en hacerla realidad, y eso no ha cambiado en absoluto. Tiene una enorme cantidad de energía, resolución y claridad de visión… y un buen sentido del humor, que es lo más importante”. Entrar en el departamento de maquillaje y peluquería es como entrar en otro mundo. Una colección de maniquíes de enanos a tamaño real cubre el suelo como si estuvieran echándose una siestecita a media tarde. En la sala de peluquería, docenas de pelucas (principalmente elaboradas a partir de pelo humano, salvo algunas de las pelucas de los enanos, que se han hecho a partir de pelo de yak) cuelgan de las paredes y sobre las cabezas de maniquíes dispuestos sobre toda una larga mesa de trabajo. En una esquina hay una colección de prótesis de pies de hobbit que parecen unos calcetines largos de color carne que acaban en un pie peludo sorprendentemente real. Con el equipo moviéndose constantemente de un lado para otro, esta es una de las operaciones de producción más ajetreadas. Peter King, que también ganó un Oscar por su trabajo en El Señor de los Anillos, ha contribuido a innovar el proceso de

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reconvertir a los actores en hobbits, enanos y elfos y señala que ha avanzado mucho desde entonces. “En lo que respecta a nuestro departamento, esta ha resultado ser una película mucho más larga que El Señor de los Anillos porque se presta mucha más atención al detalle”, comenta King. “Las prótesis son mejores y de más calidad, por lo que se pueden usar más. La técnica ha mejorado tanto en los últimos doce años que realmente ahora podemos hacer que parezca mucho más realista. Es mucho más fácil poner una nariz y la aplicación es más rápida que antes”. Al igual que King, la supervisora de prótesis Tami Lane también trabajó en la anterior producción y nos comenta que ahora los pies de hobbit también son más fáciles de poner. “En El Señor de los Anillos teníamos que pegar los pies de hobbit con pegamento para que se sujetasen y esto nos llevaba una hora más o menos”, comenta a la vez que nos muestra un par de pies de Bilbo. “Ahora, poner unos pies solo nos lleva cinco minutos. Bilbo lleva una suela interior con extensiones para que los dedos de los pies no se bamboleen y, de hecho, puede manipularlas para que los dedos se muevan un poco. Simplemente se pone esto, con un poco de polvos de talco, y listo”. El proceso actual de poner pelucas, barbas y maquillaje de prótesis es el resultado de un largo proceso de colaboración que empieza con Jackson, Walsh y Boyens, después pasa por los diseñadores conceptuales y el departamento artístico, después va al Weta Workshop de Richard Taylor y finalmente vuelve a King y Lane. “Para cada personaje, habremos pasado por unas tres o cuatro pruebas antes de que llegasen a ponerse delante de las cámaras”, comenta King. “Las cosas pueden cambiar radicalmente. Peter, Fran y Philippa insisten mucho en que esto quede

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perfecto para que cada personaje sea perfectamente reconocible al final y lo recordemos una vez que veamos las películas”. A la vuelta de la esquina se encuentra Weta Workshop, un país de las maravillas lleno de artefactos fruto del trabajo de Richard Taylor tanto con Jackson como con otros cineastas, en el que el arte conceptual y las estatuillas cubren cualquier superficie posible. Taylor comenta que el trabajo con prótesis que se ha hecho en la trilogía de El Hobbit eclipsa al que se hizo en las películas de El Señor de los Anillos. “En El Señor de los Anillos, siete de los nueve personajes principales llevaban algún tipo de prótesis; esta vez, los quince protagonistas llevan todos prótesis, trece de ellos prótesis significativas, como brazos postizos y, por supuesto, los pies de Bilbo”, comenta Taylor. “Fabricamos entre 36 y 48 prótesis acrílicas de silicona encapsulada al día solo para los personajes principales, dependiendo del tamaño, fotografía, dobles especialistas y de ellos mismos”. Además de su trabajo con las prótesis y su colaboración en vestuario con Ann Maskrey y Bob Buck, Taylor también está supervisando el diseño y fabricación de armamento y armaduras. “Nosotros lo llamamos ‘diseño de cultura’, de verdad”, comenta. “Es difícil diseñar una armadura hasta que determinas la identidad cultu-

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ral de los personajes y, obviamente, parte de esa identidad procede de Alan Lee y John Howe y del departamento artístico. Una parte sale de aquí, de desarrollo, y otra parte viene de Tolkien”. Cada elemento de la película (desde los escenarios hasta el vestuario, pasando por las criaturas) tiene que diseñarse utilizando una paleta “sobresaturada” porque Jackson está rodando la trilogía de El Hobbit utilizando las vanguardistas cámaras Red Epic para 3D que graban la escena a 48 fotogramas por segundo, el doble que la tasa estándar de 24 fps. El largometraje se emitirá en todos los formatos, incluido el nuevo HFR (High Frame Rate/Alta Velocidad de Fotogramas) para 3D. Otras novedades tecnológicas abren nuevas posibilidades para afrontar el diferencial de escala entre las distintas personas de la Tierra Media. Por ejemplo, mientras que Ian McKellen y Martin Freeman no son tan diferentes en estatura en la realidad, en la pantalla, Gandalf debe parecer mucho más alto que un hobbit. Los cineastas están creando esta sensación de escala utilizando la tecnología “slave motion control”, cámaras programadas para reflejar los movimientos exactos del otro de manera que los conjuntos con diferente escala pueden rodarse por separado y después unirse digitalmente. “La tecnología de hoy en día facilita mucho las cosas y también libera tu imaginación ante cualquier cosa que quieras hacer”, comenta Jackson. “Mi tra-

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bajo consiste básicamente en contar una historia y capturar la emoción y la esencia de cada escena. Ya no tengo que preocuparme por cómo voy a rodar la película como había que hacer antiguamente”. De vuelta en el escenario, Jackson se encuentra en pleno rodaje de una escena en la que los enanos atraviesan esos bosques “tecnicolor”, limitados por paisajes de pantalla verde que posteriormente rellenarán Joe Letteri y Weta Digital. El hecho de ver a todos rodar en vivo no aporta ningún indicio sobre los fascinantes efectos visuales que Jackson y su equipo añadirán al producto final cuando esté listo para mostrárselo al público. Para los cineastas, el proceso de soñar y realizar esos sueños nunca termina. Una vez que él y su equipo hayan concluido este largometraje, empezarán con el filme central de la trilogía: El Hobbit: La Desolación de Smaug, y después con el final: El Hobbit: Partida y Regreso. Sin embargo, el director comenta que, incluso entonces, el proceso no acaba “porque el día en que terminamos la película, normalmente un día o dos tras el estreno, de repente la película pasa a existir de una forma completamente diferente. La gente que ha visto El Señor de los Anillos sigue escribiéndonos, o niños que acaban de verla por primera vez. Esta es una de las cosas buenas de hacer cine: te das cuenta de que has creado algo que está entreteniendo a la gente y que, con suerte, los entretendrá durante muchos años una vez que ya no estemos aquí para verlo. Todo esto no acaba al terminar la película, en absoluto. La verdadera satisfacción viene cuando la película empieza a presentarse en los cines: sale de tus manos y pasa a las de aquellos para los que se ha hecho: el público”.

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Dirección: Peter Jackson Elenco: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, James Nesbitt, Ken Stott, Cate Blanchett, Ian Holm, Christopher Lee, Hugo Weaving, Elijah Wood, Andy Serkis Calificación: Mayores de 13 años Web: www.thehobbit.com

PROXIMO NUMERO OZ Sam Raimi nos lleva de regreso a la tierra fantástica de Oz, presentándonos la historia no vista del singular Mago encarnado por James Franco en esta precuela del clásico El Mago de Oz.

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