el fantasma en la pared.pdf

El fantasma tras la pared Melvin Burgess Traducción de Juan Manuel Pombo Ilustraciones de Mnrrn Osorio .. L.1 •.....i

Views 74 Downloads 2 File size 25MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El fantasma tras la pared Melvin Burgess Traducción de Juan Manuel Pombo Ilustraciones de Mnrrn Osorio

..

L.1 •.....i •••o •J.-.!

norma

t.¡rtr \i.....,.•.n.."Vft'l.l.com a.'lt d, 8ar«~>N. ~Awn.C'.M..-.CwttMotL.. t-.Mt•l'h\MWRIII r.~.f)ltt~ S..n).lf . • J~An, S....._""'-ilf. CW.t."'ll.lioltChdt.&nr,, n.._..,.~

1\iul.'\'""'"- Mrf, 1n

n l.•nll,\l\1.11,,,, 1,, 1'·111.,, 1 ~ l ekm O..uj..'(""· rr.~~o..t,....~..~,'k\ t.k·

J•• U\ M.murl f'.·rnJ... ,. llU'"'' ICI~''"'"' J... \l.ufa n..., .~,. C,ltt.•n.tl N''"'"'· !1.\.11 t·•~ r ,¡: ,m. ((AoiC'C,,.~n hlf"tt'•'•'l'-'1"''1. ;\ 1'·''"' ~ '1 ••.-.. .., .:n •...L.·hnh·. Tttulu•lfh!•nltl 11w 1:.h.._"' l"l•hmt... 2.. ( ' otl:'nt"' U!J!:I'-'"'""

tll(';t 1\ltlUnN,..tn;t, r .nMm:5, c. .t,oml•l •. vl' l lol,':llt'lll, E('U.O\I..or, r\'11!.

"1\ •.,.r-...

..

B. 'L'Uilf· u~ ur. Atl.'t'OIIJ'U ~ t\ .A. l lSlO. Bn¡;.""'t, Cul,,mht.t

a,. k

Rl"\\'t\';Killll h.l\lin ltiguió retroccdicndn hasw llegar >1 d~.canso >obre d gran tubo principa l ~n d..ndc >ñando despierto en rodas las cosas que rodría ver y hacer por estos recovecos secretos. La próxima vez iría más lejos. La próxima vez ingresaría a uno de los apartamentos ... probablemente al de Mary. Quién hubiera imaginado la vieja cochina que era. Quizá le ordenaría el apartamento un poco. ¡Eso le pegaría su hucn susto!

El señor A lveston - - - -

T odo había c ' l en su . salido de mara,•illa·..,.,o l•da y ya había logr:ldo e pn mera sa ._ • spantar a .m nmo )'ver los calmncitos de Mary Tumer Jesparrat~~ados a los pies ele su sofá. i Apuesto ~e eser nrno ahora sí cree en fantasm•s' .. • Mary m pro:esora en un bachillerato. Si David hu"1era Stdo alumno de ese plantel, le hubiera --reguntado a los alumnos de ella: -¡Quieren saber de qué co lor son s s -al:onc•ros? u y podrfa comarles a ciencia cierta. Es más i el agua era 'uave, tibia r oscura o clara como el cnstal y helad:t. Podía recordar en un pelo de la cahellem de su:. hijos desde la edad de cero hasta los veinte años, cuando se fueron de Clts~. Recordaba el día en que Greta murió en un accidente auto· movilístico; cómo la policía había golpeado a su puerta \' Cy ruviemn que arrojar por la borda el hrandy. Mientras lo< guardias costeros los in terrogaban, un delfín empezó a esrrellaNc de cabero comm el botr y Alttin aseguró que el pobre animal estah borracho. Y, por supuesto, cstab;1n los tiempos con . encantadora, la m:uavilk>-eas tan bebé, muy grande! -se Ji jo David. Pero .ólu pen''" en mgresIHdo de muene. Pero !olt:ndu t¡uien era, el susto hacía q 11 c quisiera más de lo mismo.

- ¡Hay a lgu ien allí! -preguntó con un 'S-USurro. No h ul'l~llos ... ahora bien, para qué o por qué eso ,l!(nlficaba que debía cortar los panralunes por w mitad, no tenía ni la menor idea. Era como si sus sueños hubieran usurpado .u vigili a. Y le aterraba la posibi lidad de -..dccer una pesadilla. ¡Y ahora qué! A hora 11pezaba a imaginarse cosas. La primera vez que ocurrió estaba sentado -.o~y tranquilo en su cuarto rememorando un "leldcme de su infancia. Empezaba el verano. Era un eh ico, ten fa ~ años. Lo alcanzaba el olor dt: las calle., ardicnre< ,. de Jo, cah:11lc" de ti m arras·

63

64

trando coch es y carruajes d e aquí para allí ¡xir las calles y el tufillo del ocasional automóvil de combustión que pasaba re>oplando. E:.taba en la calle con un amigo suyo, un muchacho llamado Jonatho n Price. Intentaban meterse a hurtadillas a un huenoen Kenrish Towncon la esperanza de ro barse unas cuantas zana· h oril1s o encontrar unas vainas de a rveJa. Habían seguido a lo largo de las altas hileras de frijol, observando las flo res de la papa temblar bajo el peso de las abejas Y otros insectos. Para el señor Alveston no se trataba Je un simple recuerdo; estaba allí. Podía oler _la tierra. Podía escuchar el zumbido de las abeJaS entre h•s flo res. S i tocaba alguna, lo hubiera picado. A su lado lo seguía a pie su a migo Jonathon ammcando fríjoles tiernos de las matas para comérselos. Al dar la vuelm e n una esqu ina se to paron con un hombre que de,hierbaba con un azadón. jo natho n pensó que habían sid_o pillados y huyó corriendo, p.:ro Robert conoc•a al h ombre: el señor Jonsto n, un vecmo suyo. N o fue fácil convencer a Jonathon de que se q uedara. El señor Jonston lo> dej_ó recoger un par de zanahorias e incluso se las hmp1ó Yluego los invitó a que lo acompal)aran a sacar la papa tempranera. ¡Qué bueno fue aquello! Hundían las horquetas e n la tierra negra y luego, haciendo palanca con ellas, sacnban los tubérculos ocultos .:¡uc se derramaban sobre el suek comn un resoru fre!>CO rci•'n ~nu:índolo desde hacía años. Entonces se irfa a pique y moriría rodcadu de llnci;mO> imposibilitados y se orinarra en la cama sin sahcr quién era ni qué ocurría a su alrededor en menos t iempo del que canta un gallo. Y ahora cmpetaba a ocurrir todo de nuevo. Alcanzaba a oír al par de muchachos abucheándnln y burlándo.c de él desde dcm\s de

·Q - ¡· bl las p·rrcdes • . 1 ue l la os 1e C>taha p;b,ondo' Algo :mdaba mal con él. · Grey hahh' ,1ue•lad . La . seriora 1 ' o J t·pa.ara VISIU1r o rnás tarde ese Jh y de · ( una cn~a estH ,.

1~1 segur~); no le mencit ~ d l· , _ mana parn nadad asunro ebcds voces que se burlaban de di dcsdc I:J> ru. "' rlas. Con scgurrdad lo en cerruo,ln •· par·• . 1.rrrnero, >U cuerpo M.' fue dcbilirando , hacre~do cada vez rn:ls lcnrn 1' ahora su cahez~ parecm coger el mismo rumlJO S , , • • ·· e~cnrmcomo l:n nrno pequeño_perdido en un lugar enorme 1 ~ur~~. No >abra ~ómo sal rr de e>te prohlcrna ... ni >fljlliCra >.1bla si nabla -. 11·J C 1 1 1x'· 1 .1. uanun a e~ .za ya no lunciona, ¡qué queda! NaJ src~npre en el ca.o de que lo hiciera.

n i Slt.JU I~ra uno mismo.

d,

,Solitario, sentado en >U sillcín, haciendo e •ucrzos por n · 1 . . " mrmr a rencbrosa rejilla de 1 ~ venrrlaCión que descan>US rnam~ \ >rnrro Jl(."queñas lágrimas correr por >US dL-do,.

67

:

E l apartamento del señor Alveston

¡Qué son los fantasmas! Los espíritus de gen· te que ha muerro, dicen. ¡Acaso había muer· to un muchacho allí dentro hace mucho tiem· po! Quizá cayó por uno de los rubos más largos. Qu izá abaj o, al fondo, yaciera un esqueleto IIU1'3ndo al vacío. Quizá qubiera asegurarse de que David le d iera cristiana sepultura. Quizá qUisiera que cayera para hacerle compañía. E.a noche David casi no logra conciliar el >Ueño aterrado con sus propias h lswrias Jc monstruos q ue no podían morir del todo y que ~ arrastraban en la oscuridad r~ la paredes ope rándolo. S in embargo, el fantasma no =ba furioso con él. En realidad la emprendió _ -nrm el viejo. ¡Por qué? ¡Sería que sólo se

70

unió al ¡ueguito desagrddablc de D:wid o tenia sus ramnes para espantar al viejo! Se supon fa que los fant:»mas volví~n de la muerre para atormentar a q uienl!s les hablan hechn mal en vida. Tal vez el señor A lveston le habla hecho algo hMrihlc al muchacho en el pa" 1do. ¡Pero q ué? ¡Sería el señor Alvcsmn un a.esino! ¡Qué horro r convivi r en el mismo ed ificio con un ase~ino! De ser ~ cieno, entonces el nmtasma :.óln querría vengarse, 4uc se hiciera justicia. Quid , de>pués de rodn. David ..!chía senur pena ror el f David abandonó la tibia oeguridad de su cama )' se acercó con sigilo, parapetado en las sombras, hasta la rejilla en >u par~-..1. Pegó la o rt•ja a la pared cerca de la rejilla y escuchó dumnte un buen rato. Oyó ecos y otro tipo de ruidos ,ordos que podían •cr cualquier cosa. Sólo cuando ya estaba J punto de darse ptlr vencido, escuchó una vo:, muy cerca. -¡Quicn:!s jugar conm1go/ -d ijo el fantasma y, [},wid, soltando un pequeño alariJ,,, corri1~ de vuelta a la ca y escondi~li11 v

74

l">~•tcchmus en donde ul!junu vcll rubuj6 cutrto vcndcdnr. Sntunces huhl11 ~cntldtl miedo de rnovcrM: nu (ucra que, de huccrlo, rmnp!crn al!! renos arrastraban su trinco. Figurines de elfo:., dispuestos en círcu lo, rodeaban el borde ....: la caja y alrededor de esta, sobre la mesa, .no. multitud de ángeles tocaban distintos ..trumemos musicales. R obert Ysu mujer, Grera, solían sacar esras .-"3> para decorar las Navidades de sus dos \1d descendió al aparwmcnro. pnmero que hizo fue acercarse a exami'"' fascinante mesi ta con klS arreglos navi~- La cajita era una de mú>ica y todavía -m aba su llave. Cuando David le dio cucrpcqueiio Papá Nocl y los dfo:. empe~uar en círculO!> )' de la caja empe. ~ •nJr la, nnras duln•, de N01.·he tk pa::.

75

76

David se echó la llave al bolsillo y se concentró sobre las pequei'las figuras. Los ángeles eran de madera pintada, ya descascarada por el tiempo. Los arregló en formación de boralla, algunos cardos como muertos en combate, otros arremetiendo tesra conrra testa y algunos inclinándose un poco de medio lado. Uno de ellos tocaba un rrombón hecho de alamb¡e dorado y l}¡wid resolvió enderezar el instru· memo de manera que el alambre quedara enrollando el cuello de o rro de los angelitos. Rompió un par de piem había terminado de decir estas palabras cuando oe cayó otro cuadro de la pared Y se hizo trizas contra el suelo. Los fantasmas no parecían muy inclinados a hacer lo que se les ordenaba. Y Dav~d nu estaba muy contento, todo lo que quena era un poco de diversió n, no más. Ento nces, preguntó: -¡Cómo te llamas! Lo hizo como para cambiar de tema pero no hubo respuesta. A ca mbio, se hizo un silencio y una quiewd extremas. ¡Se habría ofe ndido e l fantasma! ¡Habría dicho algo impertinente! Quizá él mismo no >upiera quién era.

David resolvió q ue había sido ouficieme v :.e dirigió al ,,mducto en la pared.

--l:laro, no es problema para ti, a mí me echarán toda la culpa -dijo David en voz alta, pero de nuevo no hubo respuesta. Se trepó de nuevo enrre los conductos prestando seria atención al m~nor ruido que pudiera indica r mayores destrozos . Un fantasma tr,JVieso, sí scnor. Había gozado con cada una de las maldades que habían realizado en el apartamento del viejo. Y só lo para demostrarle a l fantasma lo mucho que David era capaz de hacer, se introdu¡o en el apartamento de Mary Tumer para tontear o tro poco a costa de ella. Recogió la bota que había escondido en los rubos y la dejó en el apartamento pero sacó la otra a cambio. E.o la confundiría! En parte lo hacía por '2nfarro near delante del fantasma pero este no -.e presentó. Parecía interesarte exclusivamente etseñor A lveston. De vuelta en los oscuros pasadizos de la mulación, chequeó su reloj. ¡y; casi daba las ¡Horror de horrores! Su padre estaría de ..c:.ta en cualquier momento. ¡Lo iban a pillar! \...Omó de vuelta para intentar limpiar todo a-..JIO frito y papas para cenar pero David ~~''mostró gratitud. De hecho, ~e mostró ' 'empezó a reprenderlo por su tardanza

79

80

no más cruzó la puerta. Y continuó refun- · fuf1ando roda la noche. La verdad era que estaba muerto del pánico por codo lo que : acababa de hacer. Se divirtió mientras lo hizo, pero no fue más que una fanfarronada. Ahora que lo miraba en rerrospcct iv;1, le parecía aterrador y horrible. Micnrms se comía su pescado empezó a tener unas fantaseas espantOsas respecto a lo que iban ocurrir cuando se enreraran. Nadie le iba a creer las historias del famasmH. Llnmarían a la polida y al per>Onal de los servicios soc iales. Lo arrestarían. lncluoo, quizá, lo pond rían en una especie de correccio nal. i Debió dejar sus huellas digitales por todos lados! ¡Po r qué no se le ocurrió uoar un p,•r de guantes? Y claro que lo cu lparían también po r la proezas del fantasma. C uando su padre le pidió que le ayudara a recoger los platos, David armó un escándalo y se enfureció aún más cuando su padre habló de paraleta, como si [},vid fuern un bebé, de manera que trató a su padre de imbicil y fue cnviadt) n encerrarse dentro de su habitación ror una hora. Poco después, cuando mremó escabullirse eras sóln quince minurosde encierro y su padre le pregunróqué lo tenía tan susceptible, Dav1d mi mió o!Cmpicamente alegando que lo habían molestado en el colegio. Su p - le dijo David. Su padre soltó una_sonriSUS propias vida; que vivir. e: en cuando a lguno c..cribía invitán~ fuera a \'ivir con dln~ y c1 ~ñor n hahí;~ rensandn c r1 >trio e n :\quclb

_

.'

81

82

pos•h•lid.1d. p.,,,,ahor,J, que ótah.1 medio gagá, rcmín accrc.u·se . Qu1~n sabe, quiZ propuh hijcría mñs que un estorbo. Por la t.~rde .alito. Pero cuando abrió la puerta de >U hog:lr nada estaba mmo debía estar ' 83 ~ . bi: · · T.-~.~ uuu..:~ :»~ co~a~ esta. an trocadas Y en desorden. ¡Espnmoso! Deh•ódsufnr. otro de sus ataque. de VI~JO · oagá antes .e sa lir de casa, pero uno más grave~¡ue :.:lqUier:a en el pasado. La puerta de la neve m - ba abierta de par en par. Al parecer >e habítl =m•do todas las galleras d~: chocolate Yde. S a.hterta de mig;tjas la alfombra. Record;lba ce:~ cl..ridad haber pasado la aspiradora pero no = a haberse comido las ga lleta>. Las a:ucenas que había comprado yacían ~ t~o el lugar, pi:.oteadas, rotas .. El suelo ~ hano c~taba orinado. Era hornble. • lo peor de todo , sus dos fotografías ~rJdas~e él ~ Tul•pán, habían sido arrojada:, f' l y luego P•soreadns y su juego alemán d, ~ - ~•ones navideilas es raba arruinado. E~ no coro Engel dcsp" rramado sobre la ......, Había enderezado el tromhón y uno d: a:-~le, estrangulaba a orro con el instru~· ~ Había dibujado CHÚpldas c;~rao ,e, >obre los ro·r s ros tie 1n; pequci'las La llave de la caj:t de música no •-.:....pm ningún lado. e 1 de mus•cn · · era uno de su:. má'

-=

;

84

pr~ctados bienes. Lo primero que pensó fue q~e quizá se había echado la llave en los bolsillos por segundad, aunque no era algo que hacía por lo regular. Abandunó >US compms sobre el suelo y e.carbó en todos sus bolsillos. Dispuso manmada. de monedas senci lb s sobre la mesa pero defini tivmnentc: la llave no C>taba allí. Luego desempacó las bolsas con la compra sobre el sofnr para ancta· nos, aunque le aterrara la idea. Volvió a exanunar :.us bolsillos, uno ¡xJr uno, en caso de que oólo hubiera im.1ginado que ya había buscado allí pero en realidad no lo hubiera ht-cho. Volvtó sobre la caja de mús1ca para cerciorarse de que no había imaginadu también 4ue la llave no C>taba allí... una \"e: se pierde la cabeza no se puede confiar en naJa. ciemunente no en uno ml>mO. Luego pa> • buscar enrre todos los cajones y aparador desocupándolos y desparramándolo. por e suelo a medida que aumentaba su angu>t ~ Llegó incluso n desocupar la nevera. Lle¡.:• meter los dedos dentro de la manrequtlla p · ver si la hnhía c5condido ~ 11 í. iCualquier e

era posible! Bastaba recordar el incidente con lo; ~dpantalones. Ademáo, ac¡udla vez h-, 1.b'·1.1 crcl o ver a un muchacho en los cunducro, de venr 1laci6n. ' Dio vuelt:l> y m¡i, vuelras por el aparro mento en hu>.:a d.: la llave ha,ta que todo quc,lr\ sumidOen el lll¡Í> completo cao:. y t!l exhau;,ro Se olvidtí complc~:unentc del arenque y de su~ '"rtas. Pur toda comida •e cmp,rcó una hol.a 85 Jc uvas pasa,, algunas nueces y c:hcara, que en(t>ntní ¡Jl esas cosas! -in>istió Sis.

91

-92

-Vamos, sospecho que cree que me c>toy compadeciendo por mi suene, pero n o C> a>l. Soy un ho mbre muy viejo y llega un momento e n la vida q ue, con 1:' mejor buena vollll.1tad dd mundo, uno secansa y s6lodesea termma r. N o tiene nada de malo. A todos n as llega la hom de morir y ya no veo con malos ojos la llegada de la mfa, eso es rodo. El único ~ro­ blema es que no sé cómo hacerlo. ¡Me cnucnde, señora Parkinson 1 - Lhlmemc Sis _¿¡¡o Sis, sin conrestar :lla pregunta. , , Po r supuesto que enrendm y le parccta cxtr~ordinario que el señor Alvcston pensara así. Pero, igual que mucha gente, le costaha trabajo hablar sobre estos rcm;rs. .. --Se sentiría mejor si tuviera a su famtlm Y amigns más cerca de usted _¿¡¡o Sis-. Me da la impn;sión de que ha dado muchas vudms en la vida. Y continuó con una histori3 de una prima de ella que viajó ponodoel mundo Yque, para cuando se casó su hija, la de la prima, a l matrimonio apena~ si asisticnmunas cuarenta per:.03S. -En cambio yo, mire u>tcd, una per.;ohscr.".thJ ror cndma '"Je SWt ~: lfi l"t: -En fin, ;(c.Í mu va n sus co:-.as! Par~..•-.:c J' lagun;h. -N,. mü:t ayer, ni volver a Cohot, l'Ol':ontré ~> el lugar patas .trttl>ta mañana. viejo verde --dijo Sis. -Sí... y rojos por lo que veo -llgrcgó d señor Alveston. Comentario que hilo que Si:. se sonrojara Y que, a su vez, también Roben se s..m rojara pensando que quiz;í se h:thía pm;adode la.ray~. de m;mera que optó por pas:m;c a su donmtono mientras la mujer r.erminab.t. Como había dicho, S is n'' se tomó mucho icmpo. La única cosa dcsa¡¡radablc que tuvo 1 que hacer fue reco¡.:cr un arenque pa•~1do que había caído detrás del sof~ y qtn: expl•cab un ruido ligero como de rn'guñus. El ruido se hizo cad~ ve: más fuene 1 Parecía provenir de detrás el.: la pared h;Lttci. xJ l}dviJ ~e dbpu:M a n.'t.:t'~g:t"r \ cndcn:::z:cu h u trn...l\lu t.:·ttl¡~···¡h, ""-- « 1.. a hl sala cnscguh.b a 1icmpcl pctr:t vcrúu~t,, sa tan ,•nhm do J,,, objct> ,ubre 1.1 rq>~sa para csr rd larsc conrn• el suc lo. . · ·Oyt' nt) m¡ís! i Par:\ Jc una vt.-:! ~nhl - ¡ ' 1' .~. , Dnvid--. ¡Qu~ te pasa? ¡Pur '.:ovur. tW IIIJ~. . 'h' ver muy htcn al muchacho A unqt 11.! no 1-.XXI ~~. >U . ruir d..". la nad ;.J cumt)1una que parcua " mMK h a 111. )rrl ),. .,e1, sf le tu.: J'>lhlc echar ~ e un r••r di! hucnn> mimdas a >U ftro. Te~oa u~~~ \.·a ra htrgu, blanca rtHn l • un pape~ , I_., bucCt1or Alveoton llegó a casa, se vio sorprendido y muy molcsro. ¡Sis había orde nado su apartamento! ¡Él mismo había estado presente mientras lo hizo! i Y ahora esto! jamás había visto ral dt:S:lStrc. Debió haber sufrido orra de sus lagunas. ¡Pero a qué hora! No había habido tiempo para eso. Hnhía salido, por Dios. ¡Serfa posible que hubiera hecho sus compras, vuelto a casa, hacer este desastre y luego salido de nuevo sólo para volver y toparse con este asco! Era como sí se tratara del doctor jekyll y mfster Hyde. Tan pronto todo estu\'O limpio y reluciente se había ~abulhdo a sus propias espaldas para entrar y dc>l roz~r wdo aquello a lo que pudo echarle mano. Supo que había sido él el responsable porLc Jemro de él, pero no lo va a logmr. - ¡Acaso crees que re quiere comer o qué ·Qué tome ría! ¡Qué disparare! t -¡Qué sabes rú1 No tienes m. .K 1ca. Ver. conmigo. - No. -Por favur. Me da miedo ,ola. Pudctn.

-Estoy cansado, maiiana tengo colegio, yo ... -Deberías hacer como te digo. Puedo ¡odcrte a ti como al viejo. Tú ... -¡No! -gritó David, prc;..a del pánico. . Se retiró del orificto del conducto l' el fantasma soltó un alarido como 01 David aca¡,ara de infligirle el más e.pamoso dolor. En un fogona:o de luz alcanzó a ver de nuevo a la crtarura, delante de sus ojos. Algo andaba mu , 1 mal. Las manos del engendro se cstimb,~n hacia ddante, aferradas a la rejilla y el cuerpo en cambio se estiraba hacia atrás como si una fuerza sobrenatural lo chupara de vuelta al nterior de los conductos. El r.~ntasma no ¡uerfa marcharse, se agarraba con rodas sus uerzas, la boca abierta en un alarido que, sin "'lbargo, David no oía. Pero sf ve fa los dedos ... neos emre las rejas y también la cara con ,Ja claridad. Es máo, mclu.o alcanzaba a -~nrel gélido alicntn del fantasma que olfa a o y a metal frío. ;)avid dio un sal ro súbito y pegó un grito, diO queriendo huir y medio queriendo ayu• pero un instante después In fuerza fue ""lasiada y el muchacho voló par-d dcsapa-r Je su vista. Alcanzó a ofr el fantasmal --ro golpeándose y arremolinándose con' C· restó de la noche .

'"1"' .,.

-------

110

-- -

La mente despejada y rápida de la señora Parkinson

E1

Jueves por la tarde la .eñorn Parkinson olvi6 a ayudarle al sciior Alveston con sus :areas domésticas. El viejo le cala bien. Le pa· -ecía divertidísimo era fingtdo una mimdita falda; arriba para ccr de qué colo r eran sus calzoncito:. a peoar ..t que ambos, en realidad, habrían sufddo "'lUCha vergüenza en el caso de haber sido en cno. El viejo había vivid,, una vida intere· .mte, erd gracioso, sabía un poco de tado y .JCho sobre alguna cosas. Era buena compa·

.a. -'\ Sis le recordaba un muchacho travieso -ap.~do en un cuerpo muy vieJO. La tíltima := .¡ue lo vio, cuando lo ;~compañó a hacer ,ompm>, se había aferrado " su brazo y

lemblaba como una hoja de papel, era ran

1

11 2

· 1 le lnfr,ígil. -¡Cómo o;e siente uno en 1a ve¡ez. - ' hí¡o preguntado. .1 . -PHra nada distinto a como me s~ntía a os ··-"lo "1. ''UC todo terriblemente mas desgas· J IC -,¡,. . ~ wJo - le replicó. . bo Esta vez, la oeñora Sis trajo consogo una • rella de vino rinro , muní sa lado y ~t ros .. todo demro de su bolso. Ten1a tl'ntempoes, 1 en1 'ente para cuando terminan• de arrcg ar e '• 'ap-artctmento, • d ner el.. sac.~r un par e copas, IX> n ·mí y las nueces en unos pbw. y achO>parsc Jl::uos ame;, de volver a ca,a: Le haría mucho hicn al viejo ... y a ella tamboen.. Loenc:unrr.rría atrdcti vosi ruv•em unoscu~· rem a ''ci ncuenta años menos, pensabaS•s mientras espcrdba el ascensor. O si yo tuv ler~ cmcuenta añeño r Al ves to n esraba can afligido y cons-=do y asustado con lo que estaba pasando no quería hablar sobre el a•unro ... estaba .:-..uo de que lo encerrarían en un ancianato e enteraban. Pero una vez S is se puso en Roben contó todo. ¡Pobre viejo! Con :n estaba en ese esrado. ¡Destruía su propio u:amen ro y ni siquiera se daba cuenta de

hacía! ~·e' c:ur"'"'' lap,.,s - juntos, recuerda? Fue un d ta parttcu· lanncnre bueno, me sentfa muy bien. C reo que puedo recordar exactamente rodo lo que hice mt.:ntras c.tuvimos por fuer-a. Sin embargo, todo parece indicar que debí regresar, desba· raté todo, volví a salir y regresé de nuevo ... mdoparecc tan deliberado. Escomo si yo fuera dos ¡'el lo que implica volverse gagá, Sis? Perder completamente la chaveta. No quiero enlo· uecc rme. No es justo. U no pcnsarfa que 4 después de vivir noventa años volverse loco no ser fa mayor problema, ¡verdad 1 - Pür supuesto que usted no se esrá en lo· quecicndo, mi querido señor -dijo Sis, aun· que no muy convencida- . Si hahía de enlo· qucccrsc, ya habría ocurrido hace años. Bueno, cut!mcme. ¡qué más ha sucedido? El señor Alveston contó el resto de la lll>torta. Oía voces. Veía cosas. Vio un mucha· cho en los conductos de la vemilación, por e¡emplo. - ¡Un muchacho? ¡En los conductos de vemihtción? - Sr -admitió resignado el señor A lves ton, y min) con el rabo de los ojos a Sis para ver cómo se lo totmlba ella. Era la primcm vez que le contaba esto a algull!n y aunque sabia que la cosa era ridfcula, ~ómo hulucra añúradv que doña Sis saltara de

la sill... -dijo ella. - Lo explicaría todo - dt¡n d >Cñt>r Alv~-swn-. ¡Me enncnde! Untl> chic·~~ han cncoru r-~do la manera de metcr:.e a 4 uí y por ranro no soy yo el re>pahlc, son dios. Son ellos los que entran y hacen todas esras Cns horribles. ¡Me cnttcndc, Sis! Dios mío. La cosa cm tmls gmvc de In que '\t> había pensado. Una vez comenzaba n a 1n vcma rsc historias fantástkas p. Yuna ~=empezaban a creerse esas histrias... pues, df¡¡ame. Dios mío, Dios mío, ul parecer A li:.on •tnía raz6n. Después de todo habría que ..,~resarlo a un h~tr para ancian4.b. -E., factible - insist ió d >cñur Ah-csron, e ya empezaba a tartamudear- . Sabrán .ando salgo y cuando llc:¡,'O. En l'>lc momento -..eden esrar all í metidos. E.cuchando roJo que estamos diciendo. Dtos mfo, Dios mío. - Pues, qué le dijera, sf, es po; ihlc - J ijo ~ • con suma cautel;,-. Co,as m:h extrañas n ocurrido, pero no es lll que se h:~bía jubilado tem·

118

pran••· d -Claro que oí. E,cuchamuo wda suerte e ruidos --cl ijll- . Se trata de ruidos que llegan Jc !.1> otros apartamento>, sin embargo. Las Clh.l> QU~ a lcanzo uno a oír... la gente nu ~e imagina lü lc¡uo que viajan IU> ruidos a traves ,le In; conthiChJS. A lguna> veces se escuchan con tal chtridaJ t t:ntcnJer biCn lo que dtccn. w~c• me gu>tMía hacerme ¡xqucñ.ita para poderme meter uhí y oír uxlo con el andad. No m•\> la o tra tarde ni ius alaridüs más esp~nrosos. llurriblc. Me preocupé mucho. -¡Y vlc)o>l.llnduetUll.l~ mnnd~ >cllur en mi apartamctt tu. Y~~. de hecho, t'dtltnumcntc he

la vcmiluclti n. Yn [,.,

escuchado 'tudo ti¡xt de ruidos rattlS Jetnls de las paredes. Es cumu si alguien cstuvlern .urnstr.lnJu,c por nll f. Ett panicular lu. martc' ' los jucvc>, pur al¡¡u n11 cxtru~u rm(ln, -Correcto -dijo Sis-. Muchas ¡¡melas ~r su coluhomci6n. Es m¡ls, en el pi>o inmcdiatnnwnte dchaju, .:ncontttln una mnestra que se h11hfu tummlu d día libre y que le cun tcí unas cxrnt~us ocurrencias. Primem, una huta 4uc se pcnliU verdadc· 11'1\brd Los f~masmas oon en vcrt!Hcl cu~n· .e misterio. ¡Oc dó nde venía y por qué .kdl>a por el edificio Mahogany? L1 cla· "'todo el misterio parecía recaer sobre d d señor Al ve-ton. ¡Qué tenía que ver ~.JSrn,t con él \' por qué lo odiaba tHnto? rantc los día> siguientes Dav id cavi ló t J,1~ est-as prcgunlas sin encontrar

"'·''· Dumnt~ la' nurro! Ahí estaba, llamándolo, aun4ue todavía no .tlcan!ttrn rse de ba rriga. La co"'• lo que quie ra que fuese, lt" pcrsegur,, y )"J les pisaha los m lunes. ¡Qué sería. otro fanrasm¡¡/ ¡Algún c mismio del inficm. cnviadu para llevarse ;ol fantasma de vuelt. Resollando y cuhicrto e n sudor, David ;e arra. traba lo mejor q ue podfa. Lt> peo r era no poJ.-. nurar hacia amls y, paro cuando llegó al con dueto q ue llcvabi! rrl a r a rnlllli!Jl(!J del scñ .A.Ivt..,tnn . va nn at!u.1ntll> ,, ttcmpo para ver algo terrible que se il!>tioso David .e precipitó a lo largo del tubo en dirección al aparra mento Jcl señor A lvc>ton. Daba alaridos. Gracias a Dios la rej tlht no estaba puesta. Asomó la cabeza y sintit~ que un pa r de brazos lo ;tgarrd· bas rar ocurrían los martes y k>s jueves. A l¡:una c ri:o{ura renta que meterse dentro Jd siHe mn d e ventilación porque n ingún lldu lw podrf¡¡ hacerlo. no cabria. Así, lo m~< prnbahlc cm que las cos:1s tuvieran que ocurrir c•oo las lwms después de cuiCJ!iU los día'\ lll:Utt-'' )' JliC\'~'· Ella y el señor Ahc nyerun, la sci\ora Pnrkinson le av!· "'al po rtero a través ,Jc surdMuno celular. El cowriú entonces al sút~ow en do nde tenía uno de esos larguísimos palu, flex ihle> y a rticulados que se utilizan rara deshollinar chimeneas y ¡,, había introducido pm Jo, conductos hasta ,1lc,mrar el o.¡uimo p1so. Fue .:.te artilugio ser· pc.mdo po r entre los tul>~,; clt¡ue produjo los

nmk>> que U:ovid cscuchtS, el mismo que ¡,1onbó la tabla que había ucjado amh de apoyo y el .¡ue proyectó la sombm e:.qudc!tica quo: lo llent) Je pánico. Cuno d1jo el seiior Alvcstun, tudo fue proJucto de :itl imagin.1culn. -E.t;ís metido en serio> problemas -le dijo muy >eria la seño ra Parkinonn , que a durds p.: na> k>gr;lha comencrsc paru no golpt'ar con la, manos al pequcfio granuj11. - ¡Qué problema! - preguntó D·dvid. - Problema de policía, muchachito, y espero que te e ncierren pam oocmpre. Va, a pasar .t \'OJ¡¡ saltando de correccional en corree. .:ounal. E.pero que ... - ¡Pem y qué pasa rcopecro al fantasma! -,.:imió Davod- . Les juro que 1,> Cuché, que me hizo hacer cosas. H;~sra .:se tn•>mentu Sis sóln había si lbado .:.mw un basilisco enardecido pcru con esto exploró: -i~squeroso pedazo de muc!rgano! -gritó ' currou a manotear el aire rozanJ,, la cabe:a Je David. lo que quería hacer, y casi no..: aguantaba 1.1> gana>, e ra darl e su buena zurra pe ro tmb.ojando como lu hacía para los servicitil luriosa conm•go! ·-1\l'egumo [),wid. -Sí, por supuesto que lo estoy. Lo que h•~bre fue una cosa horrible. Pero estoy tribunales. El pap;l de Dav id e>Wba completamente :mguotiHdo. No sabía qué hacer ni qué pensar ni qué sen m. Todo lo que .abía cm que estaba ,(c,t:sperduamente preocupado por su hijo. E,wha nuwcnd do de que tpués dd co lcj!iO, Davi,l y su pu< re se pn!-..!ntMon con un.• caja d e bombon.:>. '' m~. fl~,.lrc:. y un41 tnvitnc it)n a ccnrtr para d dta sígui~ntc.

136

. ~ El vil!jO abrió la puerta y lus o~~rvo en ,il.:ncirdo dd p ie dd muchacho. - Eso va por h aberme ;~:>u:.t.tdo. Nos vemo> m:u>ana -¡:riró c1 viejo y le r i ró la puerta en h1~

narices.

·Qué Julor tan c:.panr•oo! l).wid daba :;alttl>

\ .:ullidn> y ¡~lcan:6 a oír al ,cñor Alvestnn n é nduse detrás de la pucrw . . Sin cmhargc), d p-dpá de David .e mustru ,.,n,fech n: - iAj;\, cometió un c rmr el vit:jo! Lo qu~ .tCu mamá, .\f.¡rfa, se lo h.lbía preguntado cuando llarlló por teléfono unos días atrás. y no había uno >lo de ellos allJue le pudiera contestar con la ''erdad. i Un funrasrna! ¡Qué pensarían de eso? ~e no era más que una excusa, quizá. 0 pensarían que se estaba enloqueciendo. y quizá eso era lo que estaba pasando. Sin embargo, ahora que tenía al frente a este ,·re¡.o, cansado de este mundo y pensHndo en el stglllente, que sabía tanto sobre la vida y que de. pronto hasta quería morir, se le ocumó a Dav•d que c.¡uizá a él podía contarle. ·Qué rensarfa ni respecto! Pero allí estaba Terry, escuchando, de manera que David optó por .acudir los hombros y decir que no sabía por qué.

:ero

se lt: prc>enró ott11 QportunidaJ, poco m~ ~arde, cuando su padre fue a la cocina parn rrcp,arar la crema par11 c1 pudín. -Señor Alvcoron -di¡·~ ·u red crecen ~,¡ •

rann1:smas! El señor Alveston lo miró con ojos temblorosos. -¡Por qué habría de creer en fantasmas/ -preguntó el viejo. - . Porque yo vi uno. En la ventilación. Hay un tnnrasma en los cnnJuctos.

139

d rccuct\lo ~mbado de una gente que \::u111nll Y hma! --prc· ¡:umú n.wid . - A los niños y los mue h ache» s iempre les h.m interéSC;Isi•>nés el\ las que aal vez""' haber vbtll un fcguro de hahcr cntcnJidn. Su padre \\llvió e,m d Plt uJín pero a medio C11 111no 111\ot\.l:lsenor Atvcston raspaba el Irasco de la mermelada de naranja con los dedos, sacudía los del té y el café sobre el suelo y luego escarbaba el revoltijo con las manos. Los ojos le brillaban, como idos. David lo ayudó un rato pero luego se excusó Y fue a buscar a 5u papá. Terry ayudó con del icadeza al señor A lvcston para que se pusiera de pie y luego lo limpió un poco pero David estaba muy impresionado de ver al viejo en ese estado, sin la menor idea de quién era o dónde estaba o qué ocurría a su alrededor. Al día siguiente, estaba de nuevo normaL -Soy tan malo como tu fantasma --llabra más! esra lió Sis, y una vez más empezó a dar es· rraf. 1l~rios golpes al aire deseando poder poner sus m'mos ;obre David pan1 hacerlo aí\icos. - ... le pidió a David que por fa\'Or le llevara un álbum de fotografías que debe estar aquí 154 en el apartamento -rerminó Terry con voz firme. --Si usted cree que ese mocoso va a poner sus pies dentro de este lugar... - Vamos, Sis, basta, cálmate -dijo A lison. -Mira, Alison , yo no soy una trabajadora social y por lo ranto no voy a pennit irque este pequeño y espantoso psicópata arruine la vida de un viejo decente sin que yo haga nada al respecto... -Cálmate, Sis, déjame que yo me encargo de esto -dijo Alison y se dirigió a Terry-: Me temo que no puedo dejarlo llevarse nada sin una autorización escrita. - Pero si me lo dijo a mr --dijo David. --Sí, le pidió el favor. Quiere ver algo dijo Terry asintiendo con la cabeza. Alison soltó un suspiro. Sentia a Sis bufando como un toro a sus espaldas. -Lo siento, no pueden llevarse nada. Voy a decirle qué voy a hacer, sin embargo. Díganme qué es lo que quieren y yo, person:~lmente, se lo entrego al señor Alveswn -

dijo y, subiendo un poco la voz para beneficio

de Sis, agregó-: Ahora, si él buenamente a,í lo desea, podrá mostrárselo a ustedes, supongo. -A ese muchacho no le debían permitir entrar ¡11 hospital --dijo Sis apretando los dientes de la furia-. i Es en la cárcc 1 donde debía estar! ¡Con otros delincuentes! David quiso refugiarse detrás de su padre pero hizo de tripas corazón, no cedió terreno)' explicó que se trataba de un álbum de 155 fotografras, m;ls o menos del tamaño que tiene una hoja de carta y con una cubierta en rojo desteñido. Y corrió a buscarlo. Terry se quedó atrás, esperando. -David dice que no lo hizo y yo le creodijo, desafiante-. Estima al viejo. - En ese caso no hay nada en lo que no crea --d ijo Sis-. Ahora, si no fue David con seguridad él sabe quién lo hizo. ¡No pe~ará que se trata de una mera coincidencia, verdad/ ¡N o me saldrá ahora con que una manada completamente distinta de vándalos terminó por lleg como de una boca en la pared. Antes de mirar dentro, David se sorprendió echando una mi rada a sus espaldas. ¡Qué tal que el fantasma

--"-· - ~ ----

-----·--·

se hubiera escapado? ¡Qué tal que en este momen to estuviera merodeando por este apartamento ? No se veía nada. David introdujo la cabeza en el hueco. Era como meter la testa dentro de una concha gigante. ¿Acaso alcanzaba a oír voces provenientes de las profundidades o el sonido de un fantasma acercándose? En este mundo extraño no podía estar seguro de nada, excepto de una cosa: que no quería estar haciendo esto. -¡Hola? - llamó en voz baja-. ¡Hola, estás ahí? ¿Me oyes? No hubo resp uesta. David permaneció durante un rato muy largo trepado sobre la silla con la cabeza metida en los conductos. Se dijo a sí mismo que si llegaba a escuchar menos que un susurro sacaría la cabeza de allí para nunca más volver. Pero terminó por hacer lo que todo el tiempo supo que iba a hacer. Se metió y empezó a gatear hacia arriba en busca del fantasma.

Se sintió muy apretado allí dentro. Su padre no dejaba de decirle que estaba creciendo, pero esta vez resultó que era cierto y temió quedar atascado. ¡Qué felicidad le daría al fantasma! Sólo pensarlo le daba escalofrío. Se detuvo y pensó en devolverse, salirse. Pero ahora que ra estaha dentro, estaba dispuesto a terminar lo que había empezado, a como diera lugar, de un modo u otro. Continuó arrastrándose hacia las profundidades.

1?!

l l tHHU IICgU eH

!RO

J.;I1HI l.\.HI\..HI\..lv

' "-'"-'"••"

Ahno a le rocarfa ~ubir dos pisos para llegar al ·'f'