El enigma de La Cueva de los Tayos

El enigma de La Cueva de los Tayos La Cueva de los Tayos es un Sistema de túneles subterráneos localizado a una altitud

Views 207 Downloads 4 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

El enigma de La Cueva de los Tayos La Cueva de los Tayos es un Sistema de túneles subterráneos localizado a una altitud aproximada de 800 metros, en la cordillera del Cóndor en Ecuador.

El descubrimiento de la cueva de los Tayos A pesar de que existen distintas opiniones sobre la fecha exacta de su descubrimiento, es muy probable que éste se haya producido durante las exploraciones militares ecuatorianas en el oriente del país, pese a que la existencia de éstos misteriosos túneles se diera a conocer por Juan Moricz durante el trascurso del año 1969. Juan Moricz era un espeleólogo aficionado nacido en Hungría y nacionalizado argentino. Además es considerado por otros autores como un experto en leyendas ancestrales. Su devoto interés por el mundo subterráneo lo condujo a Sudamérica y, más tarde, a las selvas del Ecuador a mediados de los años 60′, llegando a la zona de los túneles que custodian los indios shuaras en Coangos. Gracias a su conocimiento del antiguo dialecto húngaro, “el magiar” – similar a la lengua de los nativos shuaras - pudo entablar amistad con los guardianes de estos túneles, que suelen frecuentar debido a la presencia de los Tayos, unas aves nocturnas que son codiciadas en la comunidad indígena por sus huevos. Fue así como Morizc, con la ayuda de los indios, realizó sus primeras exploraciones entre 1964 y 1969, este último año, en el que además dió a conocer su inquietante hallazgo.

El acta notarial de su descubrimiento, está fechada el 21 de julio de 1969 en la ciudad costeña de Guayaquil y uno de sus párrafos contiene estas inquietantes palabras: “…he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio…” Esta extraordinaria afirmación ponía en segundo plano la propia existencia de los túneles que, de acuerdo a la opinión de Moricz, eran artificiales: Construidos supuestamente por ésta civilización ignorada que vivía en las profundidades de la Tierra. Otro dato detallado en dicha Acta de descubrimiento y que llamaba considerablemente la atención era la existencia de una Biblioteca Metálica de la cual no se obtenían más datos, aunque despertaba el interés por el legado que aquella cultura habría podido transmitir a nuestros tiempos. Una biblioteca de miles de libros de metal sobre repisas, con libros de entre 10 y 20 kilos, páginas grabadas por un lado con símbolos, diseños geométricos e inscripciones.

Localización de la cueva de los Tayos

En las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, a una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular se sitúa la entrada “principal”, o mejor dicho la conocida, al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de profundidad. El descenso se realiza con un cabo y polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de misterio, que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas más potentes carecen de mayor utilidad ante las majestuosas galerías que posee el lugar. La Cueva es denominada habitualmente “de los Tayos” debido a que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos (Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los “guacharos” en Caripe, Venezuela. El estudio inicial de esta conexión intraterrestre entre especies de aves nocturnas lo abordó detalladamente el sabio alemán Alejandro de Humboldt, en su obra: “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente” (1800). Es sumamente sospechoso que una misma especie de aves ciegas esté diseminada en diversas cavernas de Sudamérica. ¿Será que todos aquellos laberintos intraterrestres no son cavernas aisladas y guardan una conexión?

Tayo - Steatornis caripensis En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre “Jíbaros”, famosos por su bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del sistema subterráneo, ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar los polluelos de los Tayos.

Las planchas de metal del Padre Crespi De existir la increíble biblioteca ancestral descripta en el testimonio de Moricz en ella se encontraría registrada la historia de miles de años de antiguedad. Al enigmático descubrimiento se le suma la historia del Padre Crespi, un Párroco Salesiano de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca y que según relatos habría custodiado durante algunos años un conjunto de objetos extraños que los nativos le obsequiaron como un gesto de amabilidad y gratitud. Estas enigmáticas piezas, parecían ser muy antiguas, y contenían ideogramas en relieve, una suerte de “código de información” o “escritura”. Sin embargo, ninguna información útil puede obtenerse de ésta historia ya que estos objetos fueron posteriormente robados y el Padre Crespi murió hace ya varios años.

En 1976, la revista norteamericana Ancient Skies, publicó un revelador artículo del filólogo hindú Dileep Kumar, con el análisis de los símbolos de una de las piezas del padre Crespi - una lámina aparentemente de oro, de unos 52 cms. de alto, 14 cms. de ancho y 4 cms. de grosor - Los resultados de su investigación concluían que los

ideogramas pertenecían a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años… Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell - Profesor de Biología de la Universidad de Harvard - identificaba 12 signos de la lámina en cuestión con los propios signos empleados en el Zodíaco. Teniendo en cuenta que estos objetos se hallaron en el Ecuador, la biblioteca de metal descubierta por Moricz en la Cueva de los Tayos, cobró mayor credibilidad. Los sucesos acaecidos no tardarían en atraer la atención de los cazadores de misterios! Expediciones a la Cueva de los Tayos Esta es la secuencia de eventos implicados en el rastro del tesoro según el sitio GoldLibrary 1946 - Primera visita de Petronio a la cueva del tesoro. 1956 - Petronio registra su historia. 1964 - Petronio es entrevistado por: Alfredo Moebius, Andrés FernándezSalvador Z, Pino Turolla y Juan Moricz. 1965 - Primera visita de Moricz a la Cueva de los Tayos en Morona Santiago. 1968 - Expedición de los Mormones a la región de la Cueva de los Tayos 1969 - “Expedición Moricz” a la Cueva de los Tayos. Anuncio por la prensa. 1972 - Moricz y Dr. Peña llevan a Erich von Daniken en un viaje a Cuenca. 1974 - Documento notariado de los presuntos descubrimientos de Moricz (6 de Junio). 1975 - Primera reunión de Stan Hall y Moricz. “Expedición de las Piedras” a Méndez. 1976 - Extraordinaria expedición Británica - Ecuatoriana a la Cuevas de los Tayos de Stan Hall en Morona Santiago. 1991 - Moricz muere de repente en Febrero. En Septiembre Hall se reúne con Petronio Jaramillo y comienzan a intercambiar información durante seis años. 1996 - Petronio y Hall actualizan sus historias y formulan un plan de expedición. 1998 - Petronio es asesinado cerca de su casa en Esmeraldas. 1999 - Hall empieza viajes de reconocimiento al Oriente. 2005 - Hall publica la localización calculada del tesoro. Informa a la Embajada de Ecuador en el Reino Unido el 17 de Enero. La cruz del Diablo, es un texto escrito por Andreas Faber Kaiser en el año 1992 y que relata su experiencia en la búsqueda de éste increíble lugar durante su visita al Ecuador.

La expedición de Stan Hall El ingeniero escocés Stan Hall, desde siempre se interesó por las construcciones ancestrales y su gran dedicación al estudio de las antiguas civilizaciones lo acercó a descubrir tambien algunos de los mitos más emocionantes. Desde muy jóven creyó que América del Sur era como una especie de página perdida de la prehistoria, por lo que después de descubrir la historia de las cuevas de los tayos, organizó una expedición sin precedentes a la región del Ecuador oriental, en busca del mayor tesoro que cualquier investigador pueda obtener. La verdad. En dicha expedición se involucraron una docena de instituciones científicas y las fuerzas armadas de Ecuador y Gran Bretaña. Un hecho altamente curioso de ésta expedición es que de la misma participara el reconocido astronauta Neil Amstrong. Las investigaciones Ecuatoriano-Británicas se desarrollaron por 35 días, instalando un generador de electricidad en el campamento base, a escasos metros de la boca misma de la Cueva, descendiendo a diario a las profundidades para desarrollar sus “investigaciones geológicas y biológicas”. Según el informe final, la comisión de estudiosos concluyó que la Cueva de los Tayos no tenía origen artificial, y que no existían indicios de trabajo humano. Todo lo había hecho la naturaleza…

Una conclusión desconcertante teniendo en cuenta los claros dinteles y bloques de piedra que se pueden encontrar en el sistema intraterreno, muy similares a los que halló, paradójicamente, el equipo de arqueólogos de la expedición a mitad de camino entre el campamento base y la unión del río Coangos con el Santiago. Hallaron un muro megalítico de aproximadamente 4,50 metros de largo por 2,5 metros de alto. El espeleólogo argentino Julio Goyen Aguado -presente en las primeras expediciones a la Cueva de los Tayos, incluyendo la incursión ecuatoriano-británicasostenía que la expedición de 1976 fue financiada por la Iglesia Mormona, ya que las planchas metálicas que aludía Moricz recordaban las propias planchas de oro que recibiera el profeta Joseph Smith de manos del ángel Moroni. Teniendo en cuenta diversas leyendas mormonas apuntan a que los citados registros estarían ocultos actualmente en algún lugar de la cordillera de los Andes, es curioso notar que la zona donde se ubica la Cueva de los Tayos se denomina “Morona”, similar al nombre del “enviado” que contactara a Smith. Sea como sea, Aguayo -ya fallecidosospechaba que Stanley Hall pertenecía a los Servicios Secretos del Reino Unido, además de formar parte de la masonería inglesa, sumamente interesada en encontrar la biblioteca metálica. Neil Armstrong, y recordemos bien esto, también era masón. Los resultados oficiales de la investigación se pueden leer en éste sitio: Ecuador : La cueva de los tayos

El Misterio de una Civilización intraterrestre La creencia en civilizaciones intraterrestres muy evolucionadas espiritualmente forma parte de muchas tradiciones filosóficas o religiosas del mundo. Tampoco es desdeñable el número de personas que dan testimonio de una “realidad fantástica” con zonas cálidas, llenas de vida vegetal y valles perdidos e en lugares inhóspitos de nuestro subsuelo. Incluso autores como Julio Verne, James Hilton, C. W. Leadbeater, John G. Fuller, el polémico Raymond Barnard; y aventureros como Ferdinand Ossendowski y Nicholas Roerich, han hablado de estos reinos subterráneos a través de sus novelas. ¿Podría nuetsro planeta haber albergado vida en su interior en el pasado? - Acaso podría hacerlo en la actualidad?. El Sistema de cuevas de Ecuador representa solamente una de tantas historias reales o leyendas sobre ésta hipótesis como las cuevas subterráneas de Yucatán, las montañas de Paucartambo en Perú, la sierra del Roncador en Brasil, las cuevas de Afganistán, el monte Kailós en el Tíbet - que conectan no sólo áreas diferentes dentro del mismo continente; sino que, en opinión de algunos investigadores, bien podrían unir diferentes partes del mundo. Numerosas tradiciones antiguas se basan en la existencia de ciudades intraterrenas conectadas mediante una vasta red de pasadizos.

La Cruz del Diablo por Andreas Faber-Kaiser 1992 de AFK Website En 1986, me interné en solitario en la selva ecuatoriana, en busca de la entrada que, oculta en la espesura amazónica, da acceso a los túneles de los Tayos, que supuestamente albergan el valioso legado de una civilización desconocida. Desde entonces guardé silencio sobre lo que allí averigüé, por haberlo pactado así con los celadores visibles de aquel mundo subterráneo. Ahora, al cabo de seis años, me veo obligado a publicar parte de su testimonio, forzado a ello por sendos artículos aparecidos recientemente sobre las cuevas de los Tayos y sobre el túnel de Costa Rica. Cuando le sorprendo en el comedor del hotel Guayaquil aquel mediodía de finales de marzo de 1986, le fastidio a Janos Moricz el jugo de papaya que se estaba llevando a los labios. Retornó el vaso a la mesa y me miró como si fuera un ectoplasma: "¿De dónde sale usted? Ya no creíamos volver a verle..."

Contra su consejo y contra el de sus colaboradores, me había aventurado solo en el Oriente ecuatoriano, en la espesura de la selva amazónica, en busca de una confirmación de cuanto él aseguraba existe en el subsuelo de aquellos parajes vírgenes. Dado que no logré que me acompañara al lugar de su extraordinaria experiencia, decidí ir solo. Intentó disuadirme durante muchos días, para acabar brindándome una cena de despedida para alguien al que no se le va a volver a ver: "Entrar solo en la selva supone la muerte. De allí no sales si no la conoces bien."

LA LEY DEL SILENCIO Ahora que había regresado, y que le demostré hasta dónde había llegado, su actitud cambió por completo: me abrió su pequeño museo junto a la sede de la Empresa Minera Cumbaratza y de la Empresa Minera del Sur, en Guayaquil, me mostró parte de su oro, sus fotografías del interior de los túneles, y me obsequió con un plano de los mismos: "Es usted el primer extranjero que ha tenido el arrojo de ir solo hasta las cuevas. Otros lo han intentado, pero nunca nadie había ido solo. Ha crecido enormemente mi respeto por usted, por lo que, la próxima vez que venga, le prometo acompañarle a la selva. Solamente le pido a cambio que no publique absolutamente nada de lo que ha visto ni de lo que le he estado explicando." No hacía falta que insistiera en ello. Conozco bien las reglas y sé respetarlas: por ética y por propia seguridad, pues queda mucho camino por recorrer.

UN REGUERO DE INFARTOS Prácticamente a la misma hora en que estaba yo aterrizando procedente de Bogotá en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil, el 22 de febrero de 1986, moría de un infarto en los montes cercanos a Vilcabamba, en donde Moricz estaba concentrando sus más recientes prospecciones mineras, el ingeniero jefe de su equipo de geólogos, el alemán Dr. Stadler, que hacía su primer recorrido de reconocimiento del terreno. Esta fue mi bienvenida. Mi llegada coincidió con la del ingeniero Hans Theo Sürth, ayudante de Rommel en el desierto en sus años mozos, y que ahora actuaba en representación del Departamento de Geología y Minería de la misma empresa alemana que había enviado al Dr. Stadler. Al comunicar Sürth la muerte de su compañero a la central alemana, no tardó en recibir un telex de sus jefes que finalizaba con estas palabras: "... y abrid bien los ojos". No dudé en aplicarme el consejo. En 1987 telefoneé a Pierre Paolantoni a su casa de Paris. Me interesaba contactarle dado que catorce años antes también él había obtenido información de primera mano de Janos Moricz, que por cierto cambió hace años su nombre original húngaro de Janos por el español Juan. Quedé con Pierre en que nos veríamos personalmente en la primera ocasión que yo tuviera de viajar a Paris. Cuando meses más tarde se dio esta ocasión, telefoneé previamente para acordar una cita. Atendió al teléfono su mujer Marie-Thérèse: que no hacía falta que fuera a verlos, dado que al día siguiente de mi primera llamada, Pierre Paolantoni había sido ingresado de urgencia en una clínica por haber sufrido un ataque cardíaco. Precisaba reposo absoluto y no quería ni oír hablar del tema. Durante el invierno de 1991 acudí repetidas veces al domicilio de los Paolantoni en París, pero jamás logré hablar con ellos cara a cara. Por primera vez desde su salida durante la ocupación rusa, Janos Moricz tenía intención de viajar a Europa, a su Hungría natal, en el verano de 1990. Al no venir, le llamé a Guayaquil: "Con la guerra que se está fraguando en el Golfo, yo no viajo a Europa ni loco", me dijo, para añadir: "Y le doy un consejo: lárguese con su familia ahora que aún está a tiempo. Aquí tiene usted casa y comida para el tiempo que haga falta." Temía que la guerra del Golfo le matara en Europa. Y las paradojas del destino pueden llegar a ser grotescas, dado que no interpretó bien el mensaje: se quedó en el Ecuador, y exactamente el día antes de que el diabólico presidente Bush anunciara el fin de la guerra del Golfo, Janos Moricz fue hallado muerto de un infarto de miocardio, el 27 de febrero de 1991, en la habitación de un hotel en Guayaquil.

EL HALLAZGO DE MORICZ Entre la voluminosa documentación que me entregó Juan Moricz cuando regresé de la selva, figura copia de la Escritura notarial de protocolización de la denuncia oficial de su sorprendente hallazgo. La presentó hace casi 20 años al Ministro de Finanzas, y por su intermedio al Presidente de la República del Ecuador, para dejar constancia de la exactitud de sus afirmaciones. Extracto de esta Escritura notarial: "He descubierto, en la región Oriental, provincia de Morona-Santiago, dentro de los límites de la República del Ecuador, objetos preciosos de gran valor cultural e histórico para la humanidad, que consisten en láminas metálicas que elaboradas por el hombre contienen la relación histórica de toda una civilización perdida de la cual el género humano no tiene memoria ni indicio todavía. Tales objetos se encuentran agrupados dentro de variadas y distintas cuevas, siendo de diversas clases en cada una de ellas. He realizado el descubrimiento de manera enteramente fortuita, en circunstancia en que, en mi calidad de científico, investigaba aspectos folklóricos, etnológicos y lingüísticos de tribus ecuatorianas. Los objetos por mí descubiertos tienen las características siguientes, las cuales he podido constatar personalmente: • Uno: Objetos de piedra y metal en distintos tamaños, formas y colores. • Dos: Láminas de metal grabadas con signos y escritura ideográfica, verdadera biblioteca metálica que contiene la relación cronológica de la historia de la humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida." Más adelante, y siempre dentro de la misma escritura notarial, Moricz no se anda con rodeos ni tapujos cuando se dirige al Presidente de la República: "Pido a usted se digne nombrar una comisión nacional ecuatoriana de control y de supervisión, a fin de dar a conocer a sus integrantes el lugar exacto en que se encuentran las variadas cuevas y cavernas que contienen los objetos descubiertos. Dejo constancia de que me reservo el derecho de posteriormente presentar ante quien usted determine, fotografías, películas, e incluso muestras originales que sirvan para ampliar la descripción e identificar claramente la forma, tamaño, disposición y calidad de los objetos por mí descubiertos. Dejo constancia, además, de que en uso de mi derecho de dominio sobre la parte que me corresponde en el hallazgo en conformidad con la Ley, me reservo el derecho de proceder al señalamiento y ubicación exactos del lugar donde los objetos se encuentran una vez que se haya designado oficialmente la comisión que solicito, y ésta se halle reunida e integrada con los científicos, investigadores y observadores que yo por mi parte designe en salvaguarda de mis derechos."

Lamina metálica encontrada dentro la Cueva de Los Tayos... (image from ForosKaliman Website)

COMPROMISO DE SILENCIO El 23 de julio de 1969 se firmó en Guayaquil un documento que comenzaba así: "Los abajo firmantes, integrantes de la expedición a las cuevas descubiertas y denunciadas en el Ecuador por el Sr. Juan Moricz, nos comprometemos formalmente a no formular declaración alguna periodística, radiodifundida, televisada u otras de similar naturaleza, ni a publicar fotografía alguna relacionada con la expedición, sus incidencias, los objetos preciosos existentes en el interior de las cavernas, la ubicación geográfica del lugar descubierto, las teorías o hipótesis a que conduce el descubrimiento y en general respecto de todos los pormenores de la expedición." Etc. De hecho, yo podía haber publicado un libro sobre mi viaje a los Tayos ("Tayu Wari" en el idioma de los nativos) tan pronto como regresé a Barcelona, en la primavera de 1986. Pero no me parecía ético. Prefería seguir buscando en esta dirección, como en tantas otras, en silencio. Prefería la postura del propio Moricz, cuando le pregunté qué pasaría si él moría antes de poder dar al mundo el mensaje que se había traído del interior de las cuevas: "No pasaría nada. Entonces no habré sido yo el elegido para dar este mensaje." Pero apareció recientemente un artículo sobre los Tayos, firmado por alguien que nunca estuvo cerca de los mismos, ni mucho menos al borde de su entrada. Valga decir aquí de paso que tampoco Erich von Däniken estuvo jamás en la selva que encierra estas cuevas. Un mes después de este reportaje, apareció un artículo sobre el túnel del "Templo de la Luna", al que descendí con Juan José Benítez en Costa Rica en octubre de 1985. Honestamente creo que no era momento todavía de publicar nada sobre ninguno de los dos túneles.

En el caso de los Tayos, me obligan a publicar parte de mi propio testimonio, en apoyo de sus mismas afirmaciones.

MANIOBRAS DE DISTRACCIÓN Como queda dicho, llegué a Guayaquil en febrero de 1986. En la sede de la Empresa Minera Cumbaratza me recibe Zoltan, compañero de fatigas de Moricz, y me comunica que acaba de morir en los montes cercanos a Vilcabamba el geólogo alemán ya citado. En los días siguientes Janos Moricz, su compañero y compatriota Zoltan y Gerardo Peña, el abogado del grupo, me convierten en su huésped de honor y se empeñan en disuadirme de mi empeño de visitar las cuevas: "¿De verdad quiere irse a Oriente? Esto siempre es peligroso, e ir solo es un suicidio." Pero yo no dejo de hacer mis preparativos para el viaje a la selva. Intento conseguir en Guayaquil, sin éxito, el ansiado suero contra la mordedura de serpientes, que no había podido obtener en Barcelona ni en Madrid. Tampoco aquí. En el mercado negro puedo agenciarme un revólver sin licencia por 80.000.- sucres, unas 80.000.- pesetas. En algunas ferreterías de la capital del Guayas me ofrecen un rudimentario artefacto de dos balas, sin ninguna precisión, por unas 20.000.- pesetas. Decido que ya veré cómo me defiendo en la selva cuando esté más cerca de ella. Mientras tanto, me compro una hamaca y un poncho de lona para las lluvias. En vez de ir conmigo a la selva como estaba previsto, Janos Moricz me invita a acompañarle a Vilcabamba, el pequeño valle andino con mayor índice de longevidad de América, no sin antes darme un consejo: "Llévese bastantes botellas de aguardiente de caña. No para usted, sino para la mula, por si ésta flaquea en la selva: un trago de aguardiente la levanta de golpe. Además, es lo más seguro: montado en la mula no le morderá ninguna serpiente." Me llevo aguardiente y whisky para mí. Viajo al sur del Ecuador, casi a la frontera con el Perú, en un "Trooper" de la Empresa Minera del Sur y en compañía de Zoltan. "¿Por qué no se olvida de los Tayos? Verá cómo le gustan las minas. Es toda una experiencia. Escriba un libro sobre las minas y sobre el oro. Le daremos toda la información que precise y en Vilcabamba estamos abriendo una nueva prospección. Puede vivir allí como invitado nuestro el tiempo que quiera." No sabían con quién estaban hablando.

ÚLTIMOS CONSEJOS Y ADVERTENCIAS En el camino, me compro en Loja unas botas de agua "Siete vidas" para la selva: con ellas avanzas mejor cuando el piso se transforma en lodazal, y puedes evitar la eventual mordedura de alguna serpiente que estés a punto de pisar por no haberla visto entre la hojarasca. Sirven, siempre y cuando sus colmillos sean lo suficientemente pequeños para no perforar la goma de las botas. Llegamos al Hotel de Turistas de Vilcabamba, en los Andes, adquirido y transformado por Moricz en laboratorio de Geología, en el preciso instante en que en su cocina dan caza a una serpiente que se había colado en el edificio. En los dos días siguientes todo son intentos de disuadirme de mi intención de llegar a los Tayos. Dado que no cedo, Moricz me brinda un banquete de despedida en el que se queman los últimos cartuchos: me advierten que nadie había vuelto solo de aquella selva, que las boas van a dar cuenta de mí antes de que me pueda apercibir de ello, que los tigrillos (jaguares) no son ninguna broma, y que las serpientes esperan gozosas mi llegada. La orquestación era la de toda una "última cena". Al día siguiente madrugo para emprender con el hijo del cónsul alemán en Guayaquil, Günter Lisken, agregado al ministro de Industria del Ecuador, el largo viaje en jeep hasta Cuenca, la histórica ciudad de los Andes. Media hora antes, Janos Moricz parece compadecerse de mí y me da unos cuantos consejos prácticos: la mejor ruta que puedo tomar, los contactos que debo localizar en el trayecto a la selva, y cómo protegerme de las serpientes: que embadurne de ajo los extremos de mi hamaca, ya que este olor las repele, y deposite algo más lejos potes de leche caliente, cuyo olor en cambio las atrae de forma casi encantada, mágica. Pero yo ya no me fío de los consejos de quien me ha dejado plantado y ha hecho los imposibles por distraerme de mi objetivo principal. Cambio toda mi estrategia y mi ruta y prescindo de los contactos de Moricz, que averigüé sobre la marcha que no eran en absoluto recomendables. A partir de ahora todo será improvisado, y me dejo guiar por mi intuición.

ÚLTIMOS APROVISIONAMIENTOS En Cuenca, ya solo, localizo por fin unas minúsculas bolitas de cloro que se utilizan para el agua de las piscinas. Me llevo una bolsa para purificar con ellas en mis dos cantimploras el agua de los arroyos que beberé. También me compro un machete de grandes dimensiones, única arma que finalmente me llevaré a la selva además de mi cuchillo de supervivencia, que ya traía de Barcelona. Me informo de cómo llegar a Macas, la última localidad antes de la selva: iré en un autobús que marcha al Oriente, cruzando los Andes hasta rebasar la tercera cordillera y descender hacia la selva: 300 km que se cubren a marcha lenta en 12 horas. Precio: 300.-pts. En Macas hago el último esfuerzo por conseguir un arma de fuego, pero en vano. Necesito el dinero para alquilar una avioneta que me lleve al corazón de la selva. Tampoco aquí tienen antídoto contra la mordedura de las serpientes. Me cuentan que dos días antes de mi llegada hallaron a una boa roncando junto a la orilla del río, con dos bultos bien visibles en su interior. Más abajo apareció un bote vacío: abrieron la boa y hallaron en su interior a la pareja que ocupaba el bote. Y todavía no me hallaba en la selva virgen. Pido antídoto contra los ofidios en la rudimentaria enfermería de la misión de Chiguaza, algo apartada de Macas. No tienen, pero sí me da un remedio la hermana encargada de la misma: "Cuando te abras paso por la selva reza un avemaría y nada te pasará". Un anciano misionero prácticamente ciego tiene mejor consejo: "Durante toda mi vida he andado por la selva pidiendo que no me tocara a mí, sino al que viniera detrás".

RUMBO A LA SELVA Tengo que esperar tres días para obtener permiso de vuelo con la avioneta: falta arreglar una pieza y además acaba de saberse que el general Frank Vargas Pazzos, jefe de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, se ha alzado contra el presidente de la República, León Febres Cordero. Se prohíben todos los vuelos en el Ecuador, y el batallón de Selva en cuya pista debe de aterrizar mi avioneta se halla en estado de alerta máxima. De hecho despegamos de forma clandestina en cuanto se observa el primer claro entre las nubes y las brumas: un rápido contacto por radio para conocer la situación atmosférica en el área de destino permite intentar el vuelo. Sobre la cordillera selvática del Cutucú tenemos serios problemas de visibilidad y no parece que el pequeño aparato quiera remontar fácilmente las copas de los árboles más elevados: "Nosotros hace diez años que no tenemos ningún accidente mortal", me tranquiliza el piloto a mi lado. "Los de las misiones protestantes en cambio se la pegan con frecuencia, dado que salen a volar con el estómago lleno de alcohol para darse valor. Aquí en cuanto ves un claro entre las nubes tienes que despegar y rezar para que no se cubra durante el vuelo, para seguir teniendo visibilidad y llegar a tu destino." En la pequeña pista de selva me recibe un sargento a pie de avioneta: debo acompañarle para justificar mi llegada y el motivo de mi estancia en aquél último bastión del ejército ecuatoriano en los lindes de su territorio selvático cercano a la frontera peruana. Allí solamente se iba castigado, o voluntario para subir escalafón en dos años de estancia. El coronel Gordillo me da la bienvenida y me prohíbe hacer fotografías en aquel lugar. A los pocos minutos, una botella de whisky que saco de mi mochila le hace cambiar de opinión y me pide fotografiarse conmigo en aquel mismo marco. Me facilita máquina de escribir y una canoa con escolta armada para un tramo del río que deberé remontar a partir de allí. A cambio me pide un informe de todo cuanto observe en mi ruta, dado que ellos mismos desconocen el lugar al que me dirijo. Les queda únicamente una dosis de antídoto contra las serpientes, pero no me la pueden dar porque es para cualquier emergencia que ellos puedan tener. Me internaré en la selva definitivamente sin armas de fuego ni antídoto contra las serpientes. Aunque sí: me llevo un botellín de keroseno: si te muerden lo tomas y vomitas, pero no te mueres.

También sirve una lavativa de ajo, y los indígenas tienen un remedio eficaz: la curarina, una planta que nada tiene que ver con el veneno del curare, y que es eficaz remedio contra la mordedura de las serpientes.

ME DETIENEN LOS GUARDIANES Un nuevo peligro lo representarán pronto los torbellinos de las aguas rápidas del río Santiago que estamos remontando. Uno de los dos últimos visitantes de esta zona murió al golpearse contra una roca y caer al agua. Pregunto qué hacer si te ataca una de las boas que acechan en los remansos del río: nada. No tienes tiempo. Si caes al agua te arrastra inmediatamente hacia el fondo te aprisiona el tórax y te devora entero. El último tramo es a pie, en una caminata ascendente, con una mochila de 22 kg a las espaldas, en que tienes que abrirte paso a machetazos hasta llegar al poblado nunkui del Coangos. Durante el viaje había ido oyendo silbidos en la selva: con el lenguaje de los pájaros se comunican los jívaros de estos parajes, y a mi llegada ya sabían de dónde y en qué circunstancias venía. Me ofrecieron chicha, raíz de yuca masticada por las mujeres del poblado y aguardiente de caña. Al cabo de un rato me comunican que no puedo entrar en ninguna hea (cabaña), ni salir del poblado: soy su prisionero hasta que se aclare quién soy y para qué he venido.

INTERROGATORIO A VIDA O MUERTE Bien entrada la noche llega por fin un responsable con poder de decisión. Le pregunto qué significa aquella retención y aquella actitud hostil hacia mí, dado que tenía mis papeles en regla, venía desarmado y contaba con un salvoconducto del Gobernador de la zona, que instaba a todos los habitantes de la la misma a prestarme ayuda. Me contestó que aquel salvoconducto era papel mojado en el territorio de su tribu, y yo estaba en el fondo completamente de acuerdo con él en este extremo. Y continuó: "Este es nuestra selva y nuestro territorio, y tu has entrado en él sin nuestro permiso. Si fueras portador de un permiso nuestro, la costumbre de nuestro pueblo nos obligaría a protegerte mientras estés aquí, y nos obligaría a acompañarte hasta que volvieras a salir de nuestra selva con vida, aunque en ello muriera alguno de los nuestros. Pero dado que has entrado en nuestro territorio sin avisarnos de tu llegada, debes saber que si mañana desapareces en estos parajes, si te matamos esta noche, nadie se va a enterar nunca de ello. Nadie conocería tu paradero ni podría venir en tu ayuda. Desaparecerías para siempre." Aquella primera noche dormí sin llegar a pegar ojo. Con el machete a mano y el cuchillo escondido en una de mis botas. Si la cosa se ponía fea eran unos 50 individuos, repartidos en 9 cabañas, los que tendría frente a mi. Tampoco ellos se fiaban de mí. Nadie quiso acogerme en su cabaña. Al día siguiente seguí inquiriendo el motivo de aquella desconfianza y de aquella hostil acogida, que para mí no era lógica en una tribu de su estilo: "Es que puedes ser un espía". Me acordé de repente de que el Gobernador me había advertido que no me adentrara solo en aquella zona de la selva, dado que los jívaros shuaras estaba en guerra entre sí, entre tribus: unos querían ser ciudadanos ecuatorianos "oficiales" y los otros preferían seguir siendo los hijos de la selva y dueños de su propia libertad e independencia. Pensaban que yo podía ser un espía que trabajaba para alguno de los bandos contendientes.

HAS VENIDO PARA ESPIAR LAS PIEDRAS Cuando insistí en que no tenía nada que ver en esta lucha, acabó por confesarme: "También puedes haber venido para espiar las piedras." Aquello ya me intrigó muchísimo más. ¿Espiar las piedras? - "Sí, puedes haber venido para espiar las piedras que constituyen la razón de nuestra existencia aquí." Le dije que sí, que ese era precisamente el motivo de mi viaje. En los días siguientes fui indagando más y más aspectos de lo que había detrás de estas piedras: averigüé así que la razón de vivir de estos indios —en esta zona concreta— se debía al hecho de que eran los guardianes de lo que se ocultaba debajo de sus pies, en el subsuelo de aquel pedazo de selva: los agujeros que pertenecían a otros seres que ellos desconocían, pero que el legado de sus padres y abuelos afirmaba vivían en aquellas profundidades.

Nunca los habían visto ellos, pero cuando descendían a las cuevas en alguna ocasión veían sombras que huían rápidamente en la penumbra, y que dejaban huellas de pisadas en el lodo. Me fui ganando la confianza de aquellos jívaros distintos hasta lograr que por fin aceptaran tatuarme en el brazo el mismo signo que ellos llevan marcado en el rostro: sería mi salvoconducto para futuras incursiones en su territorio. El veterano Waharai acabó llenando de humo una gran hoja que tomó de los alrededores, afiló una rama en punta y fue pinchándome con paciencia hasta grabarme aquel signo con humo en la piel. Pero antes, con tiento y paciencia, fui averiguando día a día y noche a noche las historia de las piedras. Me acompañaron además hasta la boca de entrada de Tayu Wari, la gran boca negra en la que anidan los tayos, pájaro sagrado que guarda en la tradición el acceso al mundo subterráneo. De regreso, hicimos un alto en el río que separa la boca de la cueva del poblado en el que vivía. De repente, me dice uno de ellos: "La otra entrada que buscas está frente a tí. Mira atentamente. Nunca podrás penetrar en ella, pues la guardan las boas. Dos niños de una misma mujer de nuestra tribu han muerto devorados por las boas, uno cada año, el anterior y éste, mientras jugaban aquí en la orilla del río."

LO QUE HAY DEBAJO

De acuerdo con los relatos que personalmente me hicieran Janos Moricz y su compañero Zoltan en Guayaquil y en Vilcabamba, y de acuerdo también con los relatos que escuché en la selva de boca de los transmisores de los conocimientos antiguos de su tribu entre ellos los

jívaros shuaras Wamputsar y Kajekai Wajarai Nunkuich, así como Venancio, que me abordó mientras estaba solo en el riachuelo de la selva lavando mi ropa, relatos que en lo esencial coinciden con los recogidos de boca de Moricz por Salvador Freixedo y por el matrimonio Marie-Thérèse Guinchard y Pierre Paolantoni, el interior de Tayu Wari alberga lo siguiente: (Una

vez descendida la oscura chimenea de más de 80 metros de profundidad en la que anidan los pájaros sagrados llamados tayos, recorridos los primeros 300 metros de subterráneos y atravesada la gran estancia bautizada por Moricz como "Domo de Nuestra Señora del Guayas", hay que recorrer dos galerías largas, hasta que se dobla un recodo de 90 grados que forma el mismo pasadizo, y que a renglón seguido conduce a una curva en sentido contrario. De allí se desemboca en una sala circular. En su centro hay una mesa redonda tallada en piedra, rodeada de siete asientos que son también de piedra. En la pared de roca, detrás de cada asiento, una abertura rectangular. A partir de aquí hay que penetrar en la abertura que está orientada hacia el Sur. Un pasadizo pequeño, bajo y estrecho, asciende por una pendiente poco pronunciada. Al cabo de una hora larga de lenta ascensión, el túnel vira hacia el Sureste y asciende ahora en una pendiente más acentuada. Poco después, el túnel se estrecha aún más, ahora en descenso, y hay que continuar a gatas. Al poco rato se percibe una luz, al final de la pendiente. La boca del túnel queda separada del exterior por una potente cascada de agua que la cubre por completo. Una vez cruzada la cascada, se llega a un promontorio, abierto en lo alto sobre la selva virgen, y que da paso a una enorme gruta. Junto a ella, en la pared de la roca que forma un precipicio a plomo sobre la selva virgen que se divisa abajo en el valle, un resbaladizo camino enlosado forma una estrechísima cornisa que conduce hasta otra abertura —esta vez pequeña— en la roca: se trata de una pequeña cavidad de solamente tres metros de profundidad. En el piso de esta pequeña estancia hay dos losas cuadradas de medio metro de lado cada una. Debajo de ella, una estrecha escalera de piedra, que hay que descender hasta llegar a una galería de piso de tierra. Al final de la misma, una bajada extremadamente peligrosa que desemboca en una nueva gruta que alberga un pequeño lago de unos 40 metros de ancho. Continúa a partir de aquí una galería horizontal que se extiendo a lo largo de algo más de un kilómetro, para virar luego hacia el Oeste e iniciar una bajada poco pronunciada. Por este camino se llega al cabo de una hora larga de marcha a una nueva gruta, mucho más pequeña que la anterior, y que también posee un pequeño lago interior. Al retirarse el agua de este lago —fenómeno que se produce en determinadas circunstancias — aparece en su fondo, a unos diez metros de profundidad, una galería lateral. Al cabo de unos metros, una larga escalera ascendente conduce hacia un nuevo pasadizo superior, horizontal, extremadamente estrecho y de algo más de metro y medio de altura, que avanza en espiral. Al final, una escalera descendente muy pronunciada. Un poco más adelante, una nueva cavidad, en cuyo centro se halla una especie de altar. Más allá, un enorme pórtico abre el paso a una galería ancha, que se desanda cómodamente hasta llegar a una suave pendiente que desemboca en una gruta. En esta gruta, una luz procedente de una especie de lámpara giratoria ilumina numerosos esqueletos humanos totalmente recubiertos de oro. Junto a ellos, ingentes cantidades de joyas de todo tipo. En el centro de la estancia se halla una mesa o pupitre de piedra, sobre el cual se hallan unos libros cuyas hojas son de oro. Sus páginas están cubiertas de jeroglíficos, y contienen la historia de todas las civilizaciones de la Tierra. Allí moran los habitantes de estas cavernas. Más bajos que nosotros. Se mueven como sombras en la penumbra. Ningún extraño debe tocar nada de lo que allí ve. De lo contrario, nunca más hallará el camino de salida.

NO DES UN PASO EN FALSO

Esta es la historia y existe el lugar. Pero podría ser que no fuera éste el lugar de esta historia. Porque un lugar así, naturalmente, se cubre con habilidad. Si te aventuras tras las huellas que dejo en este reportaje, no hallarás más que un conjunto de cuevas entrelazadas, y unos indios que guardan silencio. Pocas son en estos momentos las personas que conocen las claves correctoras para llegar a la biblioteca de oro. Este reportaje te muestra la cerradura. Pero si no posees la llave, nunca llegarás a abrir la puerta. Si intentas forzarla, reventarás en el intento. Lee, escucha, documéntate en otras fuentes, en otros textos, en otros libros. Existen. La llave existe, por fortuna para los auténticos buscadores. Solamente hay que ser sincero consigo mismo, ser honesto, y saber leer cada frase en varios sentidos. De la habilidad y limpieza de propósitos del buscador depende exclusivamente el dar con la llave de este legado. Recuerda siempre que solamente llega aquél que realmente merezca llegar.

Nunca Les Olvidamos! El ingeniero escocés Stan Hall - abajo, en expedición con el explorador Juan Morícz en 1975 nació en Edimburgo y creció en un pueblo cercano, Dunbar, poca distancia del lugar de nacimiento del famoso conservacionista, John Muir. El 1945, las noticias cinematográficas sobre las ciudades destruidas en todo Europa y los campos de concentración le empujó a apreciar el concepto que existe en el mundo, en todo el sentido de la palabra, dos tipos de personas - constructores y destructores! Junto con sus estudios universitarios y una carrera interdisciplinaria en la construcción, investigó la ingeniería antigua, las civilizaciones, y la mito-historia, concluyéndose que América del Sur es la página perdida de la prehistoria, y que el catastrofismo es el eslabón perdido entre el Evolucionismo y el Creacionismo.

Expedición Cueva de los Tayos 1976 En 1976 Hall catalizó una expedición destacada a la Cueva de los Tayos en el Ecuador oriental que se involucran una docena de instituciones científicas, fuerzas armadas de Ecuador y Gran Bretaña, y con la participación del profesor astronauta Neil Armstrong como Presidente Honorífico. Después instalando esta estructura científica, Hall dirigió su atención a la publicación de Erich von Daniken sobre una supuesta biblioteca metálica descubierto dentro de las cuevas por el investigador Juan Morícz durante los mediosesentas, algo tan asombrosa que no podría racionalizarse dentro de los conceptos ortodoxos de la historia global.

Odisea Pronto Hall empezó una odisea al corazón de las enigmas universales, como el proceso de la Creación, el origen de la humanidad, la Edad de Saturno, la destrucción de Atlántida, Cattigara, ciudad perdida de Tolomeo, los crecimientos y derrumbes bruscos de las

civilizaciones doradas, los impulsos auto-destructivos, o 'lemming factor', inherente en la psique colectiva de la humanidad. Todos estos unificados con su revelación del Catastrofismo Interplanetario como el eslabón perdido de toda esta cadena - una cadena que ahora incluye la biblioteca metálica del perdido Imperio de Tahuantinsuyu del América del Sur.

Neil Armstrong: a second small step

Odyssey So began a personal odyssey to the heart of global enigmas – the Creation process, origins of mankind, the Golden Age of Saturn, the destruction of Atlantis, Ptolemy's lost city of Cattigara, the sudden rise and fall of wonder civilizations, and the subliminal 'lemming factor' inherent in the collective consciousness of Mankind – enigmas he found unified by Interplanetary Catastrophism as the missing link of prehistory, part of a chain that now includes the metal library of the vanished South American Empire of Tayhuantinsuyu!

Stan Hall and Neil Armstrong Tayos 1976

Metal Library CALCULATED LOCATION OF THE TREASURE CAVE 77º47'34"W and 1º56'00"S

image obtained with WorldWind

Close to the southern border of the Amazonian province of Pastaza, Ecuador; marked by a line running due east from Mount Sangay converging with another running due south from Mount Sumaco: concealed below river level inside a treacherous section of the Tayos caves system, some kilometers in length, formed by the River Pastaza.

After separate odysseys with Moricz and another key protagonist Hall broke his rule of rejecting any treasure, monster or UFO that cannot be dragged up to his front door, or that

Steven Spielberg can replicate, by finally accepting the Tayos metal library and treasures had to exist! Packed with scientific and historical information but lacking an ancient script in South America he distilled from mytho-history a model of the origins of the Solar System and Humanity that might accommodate the metal library... and a more astounding 'crystal' library that accompanies it! Following the deaths of the two key protagonists in the 1990s Hall became sole custodian of the treasure story. Realizing such a fantastic tale could never stand on its own he developed an Optical Relativity model (see Grailscope) to effect an empirical distillation of data gathered since 1974, finally emerging with two non-fiction and two fiction manuscripts covering his analyses and discoveries. These will be published in 2006 to mark the 30th Anniversary of the 1976 Tayos Expedition. General Description of the Treasure of the Tayu [Tayhuantinsuyu] A library consisting of thousands of metal books on shelves, each weighing about 20 kilograms, pages stamped on one side with ideographs, geometric designs and inscriptions. A second library of hard, polished, rectangular, translucent plates, each with parallel, encrusted channels, laid on gold-leafed trestles. Hundreds of zoomorphic and human statues, some on heavy plinths, representing various species of animals and insects, also humans in different positions displaying a variety of emotions. 'Metal' bars of various shapes, together with toys and piles of alluvial gold. Instruments for making buttons and jewelry. Sealed doors (possibly tombs) covered in semi-precious stones. A sarcophagus of translucent material containing a large, gold-leafed, human skeleton.

The Treasure of the Tayu and Manuscripts of Stan Hall THE GOLD LIBRARY OF ATLANTIS

Petronio Jaramillo A. (left) in 1996

Here is the story of events that impelled Stan Hall to organize in a record 18 months from idea to completion an expedition of 100 soldiers and scientists from a dozen institutions into the Cave of the Tayos in Ecuador, accompanied by astronaut professor Neil Armstrong as Honorary President and participant. Also included is his unique record and analyses of rival claims about an alleged metal library and other fabulous treasures concealed in the Tayos caves by an astounding civilization!

Hall develops a long-term relationship with Juan Moricz, whose claim in 1969 to have found the metal library was sensationalized in Erich von Daniken’s ‘Gold of the Gods’ published in 1972. When Moricz dies in 1991 Hall meets with a mysterious missing person in the story, alluded to by Moricz though not by name. During six years of questions and collaboration, Ecuadorian citizen Petronio Jaramillo A. is absolutely accepted by Hall as the true source and custodian of the treasure story. They fill gaps in their separate trajectories to complete the picture. Hall is then entrusted with the details of an enormous treasure, including a metal library of thousands of volumes - also a second library of hard, polished, transparent tablets that cannot be scratched with a knife, its existence here disclosed for the first time! When Hall is in Britain in 1998 initiating the plan for an official 'expedition of occupation', he receives by telephone the sad news from the mother of Petronio that he has been assassinated. With the passing of Juan Moricz and Petronio Jaramillo, the treasure trail might have disappeared. However, despite an agreement, to safeguard both families, that Jaramillo would not pinpoint the treasure until an expedition was in the field, Hall decides to combine the information from Petronio with his interdisciplinary background and field experience to determine its precise location. Working alone, burdened with long, hard years of operating in Ecuador and evading fringe elements, he finally decides the best course of action is to directly publish on the world-wide Web. "The 'Iron Ring' forged by astronomers, historians, evolutionists and creationists, based on an erroneous identification of the star Sirius for the planet Venus (Egy: Ast or Aa-set) at the helical rising in 1321 BC, combined with a rejection of the mythohistorical record of interplanetary catastrophism and electromagnetism, guarantees a cyclical repetition of the errors of history!" Stan Hall

Tayos Expeditions 1969 and 1976 The British-Ecuadorian Tayos Caves expedition of 1976 was essentially a scientific extension of the 'Moricz Expedition 1969' and the 'Moricz-Hall Stones Expedition' of 1975. Below are photographs of some of the locations and participants, including astronautprofessor Neil A. Armstrong, Honorary President of the 1976 expedition.

Tayos Cathedral: Moricz Expedition 1969

Tayos Cave Spectacular

Tayos underworld: Coangos 1976

Crespi metal plate. Magyar? Sanskrit? Pali?

Tayos Tomb Cave 1976. Tomb located top of right bank.

Another doorway enigma

Nivello, Hall, Moricz, Pena & Punin 1975 Tayos 'Amphitheatre'

Padre Pedro Porras G. Tomb Discovery

Neil Armstrong: Second small step

Armstrong with Holden: deepest part of the cave system

Capt. Luis Hernandez (1995 'Hero of Twintza'), with Armstrong

British Caving and Medical Teams

Ecuadorian Special Forces at the Cave Site

It's not what you know, but who you know. In 1973, Erich von Däniken, at the height of his fame following the success of Chariots of the Gods?, claimed that he had entered into a gigantic subterranean tunnel system in Ecuador, which he was told spanned the length of the continent—surely evidence that our ancestors were highly advanced, if not extraterrestrial? The structure was believed to house a library in which books were made out of metal—this in an area where today there is nothing but "primitive" Indian tribes with no written language. Evidence of a lost civilization? It was a major claim, and it did not go unchallenged. The story centered around Janos "Juan" Moricz, an aristocratic Argentinian-Hungarian entrepreneur who claimed that he had discovered a series of tunnels in Ecuador that contained a "Metal Library". In a signed affidavit dated 8 July 1969, he spoke about his meeting with the Ecuadorian president, where he received a concession that allowed him total control over this discovery—provided he could produce photographic evidence and an

independent witness that corroborated the discovery of the underground network. Newspapers reported on the expedition that Moricz had organized. In 1972, Moricz met with von Däniken and took him to a secret side-entrance through which they could enter into a large hall within the labyrinth. Apparently von Däniken never got to see the library itself, just the tunnel system. Von Däniken included the event in his book The Gold of the Gods: "The passages all form perfect right angles. Sometimes they are narrow, sometimes wide. The walls are smooth and often seem to be polished. The ceilings are flat and at times look as if they were covered with a kind of glaze… My doubts about the existence of the underground tunnels vanished as if by magic and I felt tremendously happy. Moricz said that passages like those through which we were going extended for hundreds of miles under the soil of Ecuador and Peru." However, one of the world's potentially biggest discoveries soon turned sour. Journalists from the German publications Der Spiegel and Stern interviewed Moricz, who now denied ever having been in the cave with von Däniken. It undermined von Däniken's credibility (though some would argue he had none to begin with), branding him a liar. For many, the incident proved that von Däniken was a fabricator of lies—a much more damaging assertion than being known to make outlandish claims that the gods were ancient astronauts. No one pointed out that if von Däniken had been lying, he would not have left such an easy trail to Moricz. He could have claimed that he could not reveal his source, and Der Spiegel and Stern would have been none the wiser. Instead, it seemed that something was amiss with Moricz, who had landed von Däniken in an international controversy from which his career never really recovered. There are several oddities with this story. First, Moricz merely denied having taken von Däniken there; the existence of the network itself he did not deny. In Der Spiegel, 19 March 1973, we can read: Der Spiegel: "How did you discover the [metal] library?" Moricz: "Somebody took me there." Der Spiegel: "Who was this guide?" Moricz: "I can't tell you." Moricz further stated that the library was guarded by a tribe. So, in short, Moricz claimed to von Däniken that he had discovered caves, and he showed these to him. Now he claimed to have seen the caves, led there by a guide whom he could not identify, but denied having taken von Däniken there. The logical conclusion seemed to be that Moricz had shown something to von Däniken, was now caught by the fact that everyone seemed to know that he had done so, and had to make sure that whoever had shown him did not bear any grudges against Moricz, no doubt because Moricz himself would most likely have been asked not to show anyone else the site.

A small step for Armstrong, a major step for mankind By 1975, the story had killed the career of one notorious author, so who would dare to tread in his footsteps? The answer: Neil Armstrong, the first man on the Moon—or rather, a Scotsman who wanted to change the precarious status quo in which the Metal Library controversy had found itself. Stanley ("Stan") Hall had read von Däniken's book and subsequently befriended Moricz. The latter confirmed that he had met von Däniken in 1972 and had taken the Swiss author from Guayaquil to Cuenca, where they met Padre Carlos Crespi and saw his collection of enigmatic artifacts. There was insufficient time to take von Däniken to the "true location", so instead they decided to show him a small cave some 30 minutes from Cuenca, claiming it connected to the network. This seemed to clear up the von Däniken–Moricz controversy, but not the Metal Library itself. Where was it? Moricz's 1969 expedition had ventured into the Cueva de los Tayos, which Moricz identified as the cave that led into the Metal Library. But in 1969, no Metal Library had been uncovered. So Hall decided to organize an Ecuadorian–British expedition that would explore the Cueva de los Tayos; it would be a purely scientific expedition.

I had met Stan Hall a few times over the course of a decade, without knowing that the person I was speaking to was Stan Hall. He was a member of the audience at the Scottish Saunière Society conferences. Stan blends into the background and is unlikely, if not unwilling, to stand out. It's by pure accident that I found out I knew Stan Hall—the Stan Hall, who furthermore lives nearby… It provided me with an opportunity to get a personal perspective on this story, and one I was willing to take with both hands. Originally set up to take place in 1977, the 1976 expedition occurred at a time when von Däniken's public profile had been damaged by Moricz—and Hall was apparently about to endorse Moricz's claim. It left von Däniken feeling wary about Hall for more than 20 years, until both men realized they were kindred spirits rather than mortal enemies. Why did he do it? Hall wanted to create a framework: if there was indeed a Metal Library of a lost civilization, the first step would be to map the site. That was the main and only goal of the expedition; there was no treasure-seeking. Hall used his professional expertise to create a three-week exploration of this famous cave: a joint venture of the British and Ecuadorian armies, supported by a team of geologists, botanists and other specialists.

How did Neil Armstrong get involved? "The expedition needed an honorary figurehead," Stan Hall said. "The name of Prince Charles, who had recently received a degree in archaeology, was proposed, but I knew Neil Armstrong had Scottish connections. My mother was an Armstrong and via another Armstrong in Langholm, where Neil Armstrong had been made an honorary citizen, I made contact. Months later, I got a reply that Neil Armstrong was more than willing to join us on this mission. It's when the expedition suddenly became a life's challenge." On 3 August 1976, when the expedition was winding down, Armstrong entered the tunnel system. Even though they were not looking for it, the team members did not stumble upon a Metal Library. Had they done so, the discovery would have altered mankind's perspective on our history and origins. For Amstrong, it could have been his second great contribution to mankind's exploration. However, the team did catalogue 400 new plant species as well as a burial chamber inside the cave, in which a seated body was found. The chamber was later dated to 1500 BC, and it was believed that at the time of the summer solstice the sun illuminated this tomb. The story had gone from ancient astronauts to astronaut par excellence, but what would be the next step?

The third man Everyone and everything had revolved around Juan Moricz, but in retrospect he was the wrong centre of the universe. From 1969 until 1991, the year he died, the Metal Library eluded him. So what next? That Moricz was not the originator of the story was clear, as von Däniken himself noted on page 53 of his book. In the 1973 interview with Der Spiegel, Moricz confirmed that an unnamed person had shown him the cave. But who was this person? After Moricz died, Hall decided to track down this "third man", who had disappeared into the shadows. Hall had a name—Petronio Jaramillo—but nothing more. "Moricz died in February 1991," said Hall. "I had a name and a telephone directory. But there were an awful lot of Jaramillos in Quito. Finally, I found him—or, rather, his mother. It was September 1991 when she gave me the phone number of her son. I phoned him. He told me that it had taken 16 years before our paths crossed. He was willing to meet me, and stated that he needed three days to fill me in." Jaramillo confirmed that when Moricz arrived in Guayaquil in 1964, he teamed up with lawyer Dr Gerardo Peña Matheus. Moricz told Matheus of his theory about how Hungarian people have been at the root of practically every civilization. Through acquaintances, Andres Fernandez-Salvador Zaldumbide and Alfredo Moebius, Moricz met Jaramillo in Moebius's house, and from there Moricz ran with Jaramillo's story. Hall was annoyed with himself, for

various people had tried to direct him towards Jaramillo as early as 1975, but it took until 1991 before the two met. Jaramillo and Hall realized that had it not been for Moricz, who focused attention on the Cueva de los Tayos (which was not the actual location of the library), the 1976 expedition could have resulted in the discovery of the century—and what a track record for Armstrong it would have been! But it's a two-edge sword because, had it not been for Moricz, the story would never have come about like this. And today, Hall's biggest desire—if he were able to turn back time —is to sit down at one table with both Moricz and Jaramillo. At the same time, he realizes that Moricz had been intent from the beginning that the Metal Library would be his legacy. When Hall showed Moricz a manuscript about the 1976 expedition, Moricz point-blank refused to return it. It ended their friendship, but Hall never understood why until 1991, when he realized that the manuscript mentioned Jaramillo. It was a name Moricz did not want to see published—as he had confirmed in the 1973 German newspaper interview. Moricz was incredibly stubborn and, equally, incredibly loyal, but obviously was the wrong man and was sadly mistaken if he thought he could ever pull off the discovery of the century.

Subterranean treasures Jaramillo and Hall became friends, though both agreed Jaramillo would not prematurely reveal the location of the site. Still, he was willing to talk in detail about its contents and any other aspect Hall wanted to discuss. From Jaramillo, Hall was able to learn the true story of the Tayos library—which was not in the Cueva de los Tayos at all! Jaramillo stated that he had entered the library in 1946, when he was 17 years old. He was shown it by an uncle, whose name has gone unrecorded but who was known as "Blanquito Pelado" (a loving description of the man's appearance). He was apparently on friendly terms with the local Shuar population, who invited him to see a secret in gratitude for the kindness and goodness he had shown towards the tribe. Jaramillo entered the system at least once after that. On that occasion, he saw a library consisting of thousands of large, metal books stacked on shelves, each with an average weight of about 20 kilograms, each page impressed from one side with ideographs, geometric designs and written inscriptions. There was a second library, consisting of small, hard, smooth, translucent—what seemed to be crystal—tablets, grooved with parallel encrusted channels, stacked on sloping shelves of trestled units covered in gold leaf. There were zoomorphic and human statues (some on heavy column plinths), metal bars of different shapes, as well as sealed "doors"—possibly tombs—covered in mixtures of coloured, semi-precious stones. There was a large sarcophagus, sculpted from hard, translucent material, containing the gold-leafed skeleton of a large human being. In short, an incredible treasure, stored away as if hidden in preparation for some upcoming disaster. On one occasion, Jaramillo took down seven books from the shelves to study them, but their weight prevented him from replacing them. It also meant that they were too heavy to remove from the library and reveal to the world. Jaramillo never produced any physical evidence for his claims, which may explain why he wanted to live in the shadows of this story. Hall did ask him why he never took photographs. "He said that it would not prove anything." Other discoveries, such as the infamous Burrows Cave in the United States, prove that seeing actually isn't believing. Still, Jaramillo stated that he had left his initials in these seven books so that, if the library were ever discovered, it could be proved that it was he who had entered it.

Expedition plans and setbacks Jaramillo and Hall wanted to combine forces to see whether the Metal Library could be opened; one knew the location, the other had a proven track record in organizing proper expeditions. It would be the "expedition of occupation". First, contact with various ambassadors and politicians was established; then the scientific community was brought in. The plan was for Jaramillo to lead the team to the site, where they would remain for a period of three to four months (during the dry season), cataloguing the contents of the site and guaranteeing that nothing went missing. Everything would remain in

situ. A report with recommendations would be the only outcome of this expedition, which would involve UNESCO. But in 1995, Peruvian jets bombed an Ecuadorian military base and the project had its first setback. In 1997, Hall used a major anthropology conference to promote the idea. Six anthropologists came to meet him, interested in what he was trying to accomplish. But that same year, Ecuador's political regime changed (in Hall's opinion, for the worse); Hall felt that his family could not live in the new political reality, so he moved back to Scotland with them. (Shortly afterwards, our paths would cross anonymously). This was nevertheless not a setback; planning for the expedition continued. However, it was in 1998 that the expedition had a major setback. Hall received by telephone the sad news from the mother of Petronio Jaramillo that he had been assassinated. Was he murdered because of the plans that were afoot? Life in South America is cheap, as anyone who has visited or lived there knows. That day, Jaramillo was carrying a large amount of money on him. It was a street robbery, close to his home. Random violence stopped one of the world's biggest discoveries dead in its tracks. It seems that fate only allowed for Jaramillo and Hall to meet, but never to work together—as if their combined efforts would break the spell of the cave and turn a dream into a reality.

Location, location, location Moricz and Jaramillo had both died. Hall was in his sixties. Would he go it alone and claim the Metal Library for himself? Hall isn't a treasure-seeker. He emphasizes that the region is a —if not the—veritable El Dorado. There is gold everywhere; the roads are quite literally paved with it. Even if the library books are made out of gold—though Jaramillo never spoke of gold but of "metal" (in fact, it seems copper was an ingredient, as Jaramillo had seen a green color on the books)—there is more gold outside the library than inside. The presence of Moricz in the region was because he held extensive gold concessions; his interest in the library was not for its monetary value but for its historic importance. Still, various treasure-hunters in the past had tried to open the cave. Count Pino Turolla made contact with Jaramillo in the 1960s through the same channels that later brought Moricz to him. Turolla was obsessed with Cayce's Hall of Records, and the Metal Library would be absolute proof of Cayce's prophecies. But Turolla's attitude and sense of organization meant that the two never got along. Turolla pressed Jaramillo for details that the latter was unwilling to offer. So Turolla opted to search around the Cueva de los Tayos and came up emptyhanded. The most active Indiana Jones today is Stan Grist, who also knew Juan Moricz as well as his confidante, Zoltan Czellar, also a good friend of Hall. In 2005, Grist wrote: "As I write these words, I am in negotiations with the native Shuars who live near the Cueva de los Tayos, whose permission is necessary to enter and explore the area of the caves. I plan to mount an expedition in the coming months to search for the secret entrance to the cave from which the alleged metallic library can be accessed. Many people have entered the cave by the well-known, vertical entrance near the top of the mountain. However, I calculate that it is nearly impossible or is impossible to reach the metallic library through this well-known entrance. The secret entrance is only accessed from underwater!" I confronted Hall with Grist's opinion. "Jaramillo always said that the entrance was under the river," he said. But that river is not near the Tayos Cave. That river is the Pastaza River. Though Hall never learned the location from Petronio Jaramillo himself, after Jaramillo's death in May 1998 Hall organized a trip with Mario Petronio, Jaramillo's son, in which both combined their knowledge about the site. The trip had to be abandoned before "point zero" could be reached. In May 2000, Hall returned. "When we were preparing the expedition in the 1990s, whenever diving equipment was discussed as a necessity Petronio would say that even though it [the entrance to the cave] was under the river, it did not mean we would get wet." Hall showed me aerial maps, pointing out a bend in the river that meets a fault line, which is known to open up into a cave system that runs for several miles. His suggestion is that the fault line—evidence of

an ancient earthquake—opened up the underground network, which someone at some stage in the distant past then discovered and used as a place to install the metallic library. Hall had visited this location and deduced that it fits Jaramillo's description perfectly.

The need for cooperation So, what happened next? Hall was 64 years old when he last travelled to the region; now he is seventy. When he was 68, he decided that more than likely he would not see this story come to its conclusion. However, he does not consider it to be his story, and he does not want to make the same mistake that Moricz did. So, on 17 January 2005, Hall informed the Ecuadorian government of the location of the cave that fits Jaramillo's description, and which he hopes will become the focus of an expedition. For anyone who is interested, the location is at 77º 47' 34" west and 1º 56' 00" south. GoogleEarth brings you very close and can satisfy any initial curiosity. But knowing the location doesn't mean it will be easy finding it. Hall thinks it will take decades or a paradigm shift before people can work together in a manner that will result in a successful "occupation". He argues that the 1976 expedition only succeeded because a military regime was in power; "a democratic bureaucracy will swamp the expedition before it crosses any swampy river". What is required is a sense of cooperation and openness. Too many people have tried to use the library as evidence for their own theory, whether involving aliens, globe-conquering Hungarians or Edgar Cayce and his Hall of Records. Perhaps that is why the missions were doomed. Perhaps we should just let the library speak for itself. The answers to questions as to who built it, where they came from, what they accomplished, etc. may all be found inside the structure itself. After all, it is a library