El Discurso Narrativo

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La narración

El discurso narrativo 1. Componentes y organización. Estructura básica 1.1 Los actantes 1.2 El proceso narrativo 1.3 Las secuencias 1.3.1 Coherencia 1.3.2 Intencionalidad 1.3.3 Encadenamiento 1.3.4 Localización 2. El narrador. Relación del narrador con la historia contada 2.1 Cuenta la historia de otro 2.2 Cuenta su propia historia 2.3 Varios narradores 3. El narrador. Relación del narrador con los personajes 3.1 El punto de vista objetivo 3.2 El punto de visa subjetivo 4. La presencia de los personajes 4.1 Estilo directo 4.2 Estilo indiecto 4.3 Estilo indirecto libre 5. Apéndice: textos

EL DISCURSO NARRATIVO Narrar es contar unos acontecimientos de forma organizada, situándolos en el tiempo. Son narraciones una novela, un cuento, una película o un cómic. Mientras que una descripción presenta el mundo como algo existente, inmutable, una narración ofrece una realidad sucesiva y continua, que se construye por el encadenamiento de una serie de acciones. El modo de discurso al que llamamos narración se elabora en dos planos: por un lado existe una estructura que comparten en esencia todos los textos narrativos; por otra parte, una serie de elementos concretos que configuran y constituyen cada relato. 1. Componentes y organización de la narración: su estructura básica Los elementos con los que se construye toda narración son: actantes, procesos, secuencias. 1.1 Los actantes son agentes que llevan a cabo una acción y desempeñan determinada función que hace avanzar la historia que se cuenta. El actante se puede clasificar de muchas formas. Se le llama actante activo si protagoniza las acciones, frente a actante pasivo si sufre las acciones que ejecutan otros. Por parte, según su importancia en el desarrollo argumental, se diferencian actantes principales y actantes secundarios. Si el sujeto es activo puede intervenir como agresor, benefactor, aliado, oponente o recompensador; cualquiera de estas funciones puede llevarla a cabo de manera directa o indirecta, y también de forma voluntaria o involuntaria. Si el sujeto es pasivo lo es, bien como víctima (con tres actitudes: huida, puesta o negociación), o bien como beneficiario (con las actitudes de retribución o de rechazo) Conviene distinguir entre actante y personaje: un actante que cumpla determinada función narrativa puede estar ocupado por distintos personajes (por ejemplo, el Poema de Mío Cid, el conde de Barcelona y los infantes de Carrión cumplen papel de oponentes) También puede ocurrir que un único personaje pueda desempeñar múltiples funciones narrativas y actuar como actantes diferentes. 1.2 Un proceso narrativo es una acción o conjunto de acciones que cumplen determinada función narrativa.

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Los procesos pueden realizar dos tipos de función narrativa: principal, si determina los nudos básicos de la historia avanzando de causa a consecuencia, y secundaria si completa los espacios entre esos grandes nudos. Los procesos narrativos son distintos si el acto se realiza sobre uno mismo o sobre otro , y se pueden clasificar en tres grandes grupos según que tengan por función mejorar un estado inicial, conservar un estado inicial, o degradar un estado inicial. 1.3 Las secuencias son la sucesión de acciones que, desarrolladas en una unidad de tiempo, componen los diferentes procesos narrativos de un relato. Dicha sucesión debe ajustarse a los principios de coherencia, intencionalidad, encadenamiento y localización. 1.3.1 La coherencia se consigue conectando acciones que se hallan relacionadas entre sí por factores de diversa índole, tales como la consecuencia derivada de una otra, o el desenlace tras el desarrollo de las peripecias. Por ejemplo, en un proceso narrativo propio de las tradicionales películas del oeste, el vaquero protagonista que desempeña la función de actante encargado de una venganza, no podrá casarse la chica hasta que no cumpla dicha venganza. 1.3.2 La intencionalidad es el motor que da pie a la sucesión de acciones. Consiste en que un sujeto, tras descubrir que se encuentra en una situación de falta o necesidad, toma la decisión de cubrir tal necesidad. Para ello realiza las acciones considera oportunas. Como consecuencia de tales acciones, el sujeto agente puede tener éxito o fracasar en su propósito. Como ejemplo, recordemos la actitud príncipe del cuento infantil Cenicienta: tras conocer a Cenicienta nacerá en él la necesidad de encontrarla y descubrir la auténtica personalidad de ella. En este caso, propósito inicial se ve coronado con el éxito. La intencionalidad provoca la organización de las secuencias de tal modo que el contenido narrativo se distribuye en tres bloques: una situación inicial de necesidad; un estado de búsqueda de lo que colmará la necesidad; y, por último, el resultado que podrá ser de éxito o de fracaso. 1.3.3 El encadenamiento consiste en conectar entre sí las secuencias de acuerdo con tres grandes esquemas: -La sucesión. Se basa en ordenar las secuencias de forma lineal y consecutiva. Si el orden cronológico del relato es idéntico al de los acontecimientos narrados se habla de ordenación cronológica en progresión; pero si los acontecimientos se organizan desde etapas secundarias o finales de su desarrollo hacia el comienzo, se trata de ordenación cronológica en inversión (por ejemplo, en Crónica de una muerte anunciada). -El paralelismo. En este caso, las secuencias se desarrollan de manera autónoma hasta que terminan por encontrarse. Esta ordenación es posible si las secuencias están protagonizadas por actantes diferentes. -El engarce. Consiste en incluir unas secuencias en otra secuencia más amplia para desarrollar algunos aspectos de la misma. Sería, por ejemplo, la situación que se produce en un relato en el que para explicar la actitud de un personaje, el narrador nos conduce a escenas de su infancia introduciéndolas en cuña en la acción principal. Un relato presenta distinto ritmo narrativo según el procedimiento de encadenamiento de secuencias que se emplee: -Condensación. Los acontecimientos se relatan de una manera concentrada, llegando incluso a saltos en el desarrollo de las acciones (elipsis narrativa) Es un procedimiento imprescindible en relatos cuya acción presenta una dilatada duración temporal, por ejemplo una historia que cuente la vida de varias generaciones de una familia. -Expansión. El relato se demora porque el desarrollo secuencial se detiene para incluir elementos complementarios, tales como descripciones. Frecuentemente se utiliza este modelo en la novela psicológica, donde la acción se ralentiza para prestar atención a los rasgos de personalidad o a las actitudes de los distintos personajes.

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1.3.4 La localización interviene en la organización de las secuencias narrativas suministrando indicaciones relativas a: -La situación de la secuencia en el espacio y en el tiempo, lo cual es determinante en relación con los principios de coherencia y de encadenamiento; pensemos, por ejemplo, en la necesidad de esas referencias para que pueda captarse la sucesión temporal de las secuencias. -La caracterización de los actantes, que tiene interés narrativo porque permite explicar la participación de un actante en una acción; por ejemplo, sirve pm justificar que la inteligencia de un actante conduzca a que éste sea capaz de descubrir un engaño. Se puede recapitular todo lo visto hasta el momento con un ejemplo que ilustre cómo se plasmarían todos estos elementos y principios organizadores en el relato de un partido de fútbol: Los actantes son cada uno de los jugadores con sus respectivas funciones en el desarrollo de la acción a lo largo de los 90 minutos de juego. Estas funciones son de signo muy variado e incluso pueden cambiar a lo largo del partido: de agresor, aliado, oponente, respuesta o rechazo. En el ejemplo que analizamos, todos los actantes intervienen de manera voluntaria y directa. El proceso narrativo se manifiesta en una sola función principal (marcar goles, ganar el partido) a la cual se subordinan pequeñas funciones estratégicas. Los actos -que se realizan normalmente sobre el equipo contrario (el otro)- pueden tener como objetivo mejorar un estado inicia o tal vez conservarlo (en el caso de un resultado parcial que convenga). Las secuencias serían cada uno de los intentos de ataque compondrían globalmente el partido, ordenados de acuerdo con los tres principios mencionados. El principio de coherencia se manifestaría, por ejemplo, en que el portero no puede parar una pelota si no ha habido previamente un ataque organizado. La intencionalidad en los jugadores es siempre clara y consciente: ganar; y a este estado final de éxito conducen todas sus actuaciones desde estado inicial. El encadenamiento de los acontecimientos en relato de un partido de fútbol suele ser habitualmente de sucesión lineal en progresión cronológica, y el ritmo -concentrado o dilado- dependerá probablemente del interés que manifieste e receptor. Por último, la localización de las acciones de los actantes en los lugares precisos del campo, o en un momento determinado partido, así como la descripción de su forma de recibir un balón de iniciar una carrera pueden tener un importante valor narrativo 2. El narrador. Relación del narrador con la historia contada Esta relación depende de la identidad del narrador y de su punto de vista sobre los personajes de la historia. Existen tres posibilidades: que el narrador cuente la historia de otro personaje, que relate la historia de la que él es uno de los personajes centrales o, por último, que existan varios narradores. 2.1 Narrador que cuenta la historia de otro (en 3ª persona). El narrador es exterior a la historia y siempre marca la distancia respecto al personaje principal mediante el uso de la tercera persona. La historia puede relatarse tanto en pasado como en presente, según que se busque un efecto de distanciamiento o de actualización. Pueden presentarse dos actitudes del narrador: que sea totalmente exterior y cuente una historia en la que no tiene ningún papel como personaje, o bien que aparezca como testigo de los acontecimientos ocurridos en la historia: él sólo presencia los hechos, no los protagoniza; sería algo así como un elemento más del entorno en el que se producen los hechos relatados. 2.2 Narrador que cuenta su propia historia (en 1ª, 2ª o 3ª persona). El narrador se encuentra inmerso en la historia ya que el héroe cuyas peripecias narra es él mismo. Puede haber, no obstante, referencias a acontecimientos engarzados con la historia principal, en los que participan otros personajes distintos. Hay que diferenciar tres situaciones:

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La autobiografía real. En ella el mismo individuo asume las funel literarias de autor, narrador y héroe de los acontecimientos relatados. Se suele indicar en el título de la obra («Memorias», «Autobiografía», «Novela autobiográfica»); por ejemplo, Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. La autobiografía ficticia. El autor asigna la función de narrador y de héroe al mismo sujeto, tal y como sucede en Nada, de Carmen Laforet y en toda la novela picaresca. La novela con tintes autobiográficos, donde el héroe de ficción hace vivir recuerdos del autor, episodios de su vida, etc., como en El árbol de la ciencia, de Pío Baroja. 2.3 Varios narradores. El relato se estructura insertando unas historias en otras, cada una con su propio narrador. Suele haber un narrador primario que domina el conjunto del texto. Hay que diferenciar dos posibilidades: -El narrador primario presenta, sin participar en el mismo, el relato de narrador que ha sido testigo de los acontecimientos relatados. Suele llamarse mismo transcriptor o traductor de la historia que ofrece y se confiesa ajeno a ella. Así, el narrador en tercera persona de El Quijote ofrece una historia contada por Cide Hamete Benengeli. Una situación similar ocurre con el deán en Pepita Jiménez, el transcriptor de La familia de Pascual Duarte o el traductor de Quizá nos lleve viento al infinito, de Gonzalo Torrente Ballester. -Los narradores son personajes que participan en la historia y ofrecen su particular punto de vista, tal y como sucede en el tercer capítulo de La saga fuga J. B., de Torrente Ballester. 3. El narrador. Relación del narrador con los personajes La actitud del narrador depende de la información que transmita en su relat relación con el conocimiento que posea sobre sus personajes. Existen dos posibilidades: 3.1 Punto de vista externo u objetivo. Lo que plantea el narrador lo obtiene de la mera observación de la apariencia externa del personaje: su aspecto físico, sus hechos y gestos perceptibles. La visión del narrador es idéntica a la que pudiera ofrecer cualquier otro individuo en su posición. 3.2 Punto de vista interno o subjetivo. El narrador interpreta, supone lo que piensa o siente el personaje. Estos sentimientos y sensaciones pueden ser actitudes ignoradas por el propio personaje. En este caso se suele hablar tradicionalmente de una visión «desde atrás», equivalente al denominado narrador omnisciente, que sería la situación en que el narrador sabe y dice más de lo que el personaje sabe de sí mismo o de su realidad, y por anticipa acontecimientos, situaciones y valoraciones. Es una visión frecuente en la novelística del siglo XIX; por ejemplo, en Galdós. A lo largo de un relato extenso se suelen mezclar ambos puntos de vista. 4. La presencia de los personajes En un relato, las voces que percibimos se manifiestan de formas muy diversas. Se dejan oír a través de los modelos de cita conocidos como estilo directo, estilo indirecto y estilo indirecto libre. 4.1 Estilo directo. Sirve para reproducir las palabras de un personaje de forma enteramente idéntica a como fueron pronunciadas o escritas. En él se mantienen intactas las referencias deícticas del hablante original, del personaje. En Juan pensó: «aquí no aguanto yo dos días», las referencias de aquí o de yo son las correscondientes al entorno en el que está instalado Juan. Sintácticamente se construye mediante yuxtaposición de dos segmentos: marco el de la cita (Juan pensó), y la cita misma (aquí no aguanto yo dos días); la cita se distingue del marco por las pausas o la entonación en la expresión oral, y en escritura por las comillas o los guiones. El marco de la cita puede faltar cuando se da la voz a los personajes sin que aparezca la voz del narrador a través de algún verbo de comunicación (decir, responder, replicar, exclamar, preguntar, indagar, asegurar, prometer, manifestar, pedir, suplicar, contar, relatar ordenar, ir, demandar, suspirar, gritar, reprochar, prohibir ... ); esta ausencia es bastante frecuente en la novela contemporánea, tanto en los

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casos de intervención sucesiva los personajes sin ningún intermediario, como en los llamados «monólogos interiores». En ellos la perspectiva del narrador se omite y deja paso libre al fluir laconciencia del personaje sin filtro alguno, es decir, sin marcas lingüísticas de ninguna clase. 4.2 Estilo indirecto. A diferencia de lo que sucede en el estilo directo, en éste se acomodan las palabras de alguien a una nueva situación comunicativa, ya el sistema deíctico que aparece pertenece al hablante que cita. En la equivalente del ejemplo visto anteriormente, Juan pensó que allí no aguantaba él dos días, el allí de lejanía alude a una realidad -el entomo de Juan- efectivamente distanciado del individuo que nos está contando la historia de Juan. Por otra parte, el sujeto narrador marca la distancia con el citado mediante el pronombre él. Sintácticamente la cita aparece introducida por una conjunción (que, si) y, además de la transformación del punto de vista que obliga al cambio de las marcas deícticas ya vistas, la forma verbal de la cita sufre también cambios de tiempo verbal: aguantó / aguantaba. La elección de una de estas dos formas -estilo directo o estilo indirecto- para la voz a los personajes depende de ciertos factores: -El estilo directo sirve para dar más dramatismo al relato, mientras que el estilo indirecto quita dramatismo y presta más atención a lo que se dijo que a cómo se dijo, por lo que es más apto para discursos más formales. -En el estilo directo las palabras reproducidas se ofrecen al interlocutor para que éste las interprete, mientras que en estilo indirecto están ya interpretadas por el narrador; debido a ello el estilo indirecto es más apto que el estilo directo para transmitir no solamente palabras, sino pensamientos y percepciones. 4.3 Estilo indirecto libre. Es una variante literaria del estilo indirecto. Consiste ofrecer los contenidos de la conciencia de un personaje a través de la voz difusa o escondida del narrador. El verbo introductor del estilo directo o indirecto desaparece. Acudiendo otra vez a la frase que nos sirve de ejemplo, podría adoptar esta forma si recurriéramos a su formulación en estilo indirecto libre: «La situación era caótica. Allí no aguantaba él dos días. El tiempo jugaba en su contra pero sabría aprovecharlo. » El uso del tiempo pasado (era, aguantaba, jugaba) conecta con el tiempo del narrador, así como el adverbio (allí), mientras que el sentido de algunas palabras y expresiones (aguantar, saber aprovechar) traducen la visión, el pensamiento del personaje. 5. Apéndice: textos