EL CEREBRO MAS FELIZ

1 CÓMO TENER UN CEREBRO MÁS ÁGIL Y FELIZ La neurociencia nos sorprende día a día con sus descubrimientos. Uno de los t

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CÓMO TENER UN CEREBRO MÁS ÁGIL Y FELIZ La neurociencia nos sorprende día a día con sus descubrimientos. Uno de los temas más apasionantes tiene que ver con un estado que anhelamos la mayoría de los seres humanos: el de la felicidad. ¿Dónde está la felicidad en el cerebro? ¿Hay cerebros más felices que otros? ¿Por qué? ¿Tiene algún componente genético la predisposición a la felicidad? ¿Qué grupos de neuronas se activan cuando una persona es feliz? ¿Cuáles se apagan si no lo es? ¿Influye la felicidad en la agilidad mental? Si bien faltan algunas respuestas a estas preguntas, se han realizado avances muy interesantes. Por ejemplo, durante una de las últimas investigaciones se observó que una estructura con la forma de un cometa que se ubica en las profundidades del cerebro, caudado, era más pequeña de lo normal en una muestra representativa de personas infelices.1 ¿Se puede inferir que quienes tienen un núcleo caudado más grande son más felices? Todavía no se sabe, ya que para corroborarlo hay que sumar investigaciones que arrojen resultados similares. Lo que se ha comprobado es que la capacidad para experimentar placer está profundamente relacionada con la felicidad, y que su ausencia afecta negativamente el desempeño del sistema de recompensa.2

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Para ampliar véase Braidot N., Cómo funciona tu Cerebro, Planeta, España, 2013. Para ampliar véase: Braidot N., Neurociencia para tu vida, Editorial Granica, 2016.

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Ten presente que cuando la ausencia de placer se convierte en crónica puede generar-se un cuadro de anhedonia, esto es, pérdida de interés en el entorno y repetidos estados de insatisfacción. En casos extremos, puede haber ausencia de reacciones ante estímulos placenteros, lo cual tiene su correlato en la caída de los niveles de un neurotransmisor muy importante, la dopamina. Como puedes observar, la felicidad es un tema verdaderamente importante, entre otras razones porque las actividades que generan bienestar y gratificación (física y espiritual) tienden a repetirse por acción del sistema de recompensas, generando una especie de círculo virtuoso. Ello explica (en parte) por qué algunas personas son más felices que otras. Y tú… ¿eres feliz? Si no lo eres, es hora de realizar un cambio. Las neurociencias modernas traen consigo un conjunto de herramientas de avanzada para ayudarte a refle-xionar sobre lo siguiente:

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Ten presente que la neuroplasticidad es el fenómeno mediante el cual el cerebro se modifica a sí mismo segudo a segundo, y que a este proceso puedes dirigirlo sólo con tu forma de pensar y de vivir.

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10 claves para tener un cerebro más feliz 1. Ubica a la felicidad entre tus principales objetivos de vida ¿Eres feliz? Si no lo eres ¿qué te lo impide? Excepto en casos extremos, como pérdidas afectivas de las que suele ser muy difícil recuperarse, es necesario realizar un ejercicio para saber por qué no se es feliz o se lo es menos de lo que se quisiera. Te propongo que escribas sobre papel lo que consideras barreras u obstáculos en tu felicidad y que los organices en orden de importancia. Hay cosas que son fáciles de resolver, como un cambio de actividades, y otras que tienen un grado de complejidad importante, como divorciarse o irse a vivir a otro país. En ambos casos puede ser muy efectiva la terapia psicoanalítica y, en menor o mayor medida (según el individuo y sus circunstancias), la incorporación a grupos de meditación o de autoayuda. Independientemente del ámbito que elijas, lo importante es que logres una percepción inteligente sobre ti mismo y trabajes en pos de tu propia felicidad. Ten presente que, así como nos implicamos en esfuerzos físicos e intelectuales para trabajar, estudiar y educar a nuestros hijos, los seres humanos debemos implicarnos en hallar y cultivar todo aquello que nos hace felices.

2. Ayuda a tu cerebro para que libere dopamina en forma natural La dopamina es el neurotransmisor esencial del sistema de recompensas. Para generarla por ti mismo, lo primero que necesitas es tomarte muy en serio la importancia de vivir con optimismo, divertirte y disfrutar de los espacios de placer y bienestar que tu vida seguramente merece.3 Lo segundo, es proporcionarte gratificaciones espirituales, como la generosidad y el altruismo (que activan poderosamente el mencionado sistema), y lo tercero, asignarle un espacio cotidiano a las actividades aeróbicas. No es necesario que escales montañas o te mates en el gimnasio. Con sólo correr

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entre 30 y 45 minutos diarios lograrás que aumenten tus niveles de dopamina. También es conveniente que le prestes atención a tu alimentación. Si bien mi indicación es siempre recurrir a un especialista en nutrición, te suministro un par de pistas ricas: bananas maduras y chocolate (siempre que no tengas un exceso de peso, claro está). Al resto averígualo por ti mismo.

Ten presente lo siguiente:

3. Revisa tu propia teoría sobre la felicidad La felicidad es un derecho irrenunciable para todo ser humano, sin embargo (me incluyo), muchos hemos sido marcados por mandatos que tienen origen en tradiciones religiosas. “Para estar bien primero tienes que sufrir” ¿Cómo te suena esta frase? ¿Te la han dicho a ti?

Desafortunadamente, este tipo de marcas conducen a muchas personas a vivir con placeres escasos y gratificaciones efímeras, como si de ese modo “pagaran” deudas espirituales que jamás han contraído. Ten muy presente lo siguiente: 3

Para ampliar véase Braidot N., Neuromotivación y Automotivación, IBF Ediciones, 2017.

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Para ampliar véase Braidot N., Neuromotivación y Automotivación, IBF Ediciones, 2017.

4. No consumas energía cerebral en aquello

que no vale la pena

El cerebro utiliza bastante energía, se calcula que aproximadamente el 20% de la que consume el organismo en su conjunto. Teniendo en cuenta que su peso es de aproxi-madamente el 2% del cuerpo (1.4 kilogramos en promedio), se trata de un valor bas-tante alto. ¿En qué quema energía tu cerebro? ¿Eres de los que se hacen mala sangre y se obsesionan cuando los estafa un albañil o un fontanero? ¿Te vuelves loco en los embotellamientos de tránsito? ¿Te exaspera la conducta de algún vecino?

Mi propuesta es que hagas un listado de esas situaciones cotidianas y les otorgues la importancia que tienen. Por ejemplo, si los albañiles se atrasan o hacen mal su trabajo (no hay país donde no suceda esto), anótalo para poner cláusulas especiales en los próximos contratos y archiva el tema; si tu vecino te irrita, haz el ejercicio cotidiano de ignorarlo amablemente y quítalo de tu cabeza.

5. Disfruta de las pequeñas gratificaciones Muchas personas tienen problemas con las autoconcesiones. Se sienten con culpa (con sus jefes, sus pareja o sus hijos) si, por ejemplo, se esfuman a las tres de la tarde para introducirse en un cine. Lo mismo si se compran un cosmético caro o una botella de vino de 100 euros en épocas de crisis económica.

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Si tú estás entre esas personas, te invito a reflexionar. Es suficiente con pequeñas estimulaciones de los sentidos para que el cerebro alcance niveles interesantes de bienestar y, aunque pueda sonarte “economista”, es necesario realizar un análisis del tipo costebeneficio. Por ejemplo, si no puedes proporcionarte unas vacaciones de 15 días en el lugar que te gusta, no elijas una opción inferior en calidad de servicios porque ello puede provocar-te una sensación de frustración. Más bien fíjate en la cantidad y variedad de opciones que existen en España para realizar viajes de placer que duran menos de una semana. Luego disfruta de todo lo que venías postergando por falta de tiempo. En síntesis:

6. Evita el pesimismo Si te invade el pesimismo, te invito a librar una lucha encarnizada hasta que logres erradicarlo. Las personas pesimistas tienen una forma de pensar tremendamente dañina para su cerebro. Al focalizar la atención en lo negativo, refuerzan los neurocircuitos asociados y “a la corta”, más que “a la larga” comienzan a aparecer las profecías autocumplidas.4

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Para ampliar véase: Braidot N., Neurociencia para tu vida, Editorial Granica, 2016.

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7. Aprende a lidiar con lo que no puedes controlar Lo que no puedes controlar es lo que existe fuera de ti mismo pero influye en tu estado de ánimo, las relaciones que estableces con los demás y las decisiones que tomas. Tu cerebro necesita que identifiques esas fuerzas (en el trabajo, en la familia, en la sociedad) y aprendas a monitorearlas para que su intensidad no lo afecte, o lo afecte lo menos posible. Ten presente que, aun cuando se trate de hechos importantes, la victimización es siempre el peor camino porque el pensamiento negativo afecta el sistema nervioso y reduce las defensas del organismo en su conjunto, lo cual puede enfermarte. No te propongo que no sientas rabia ante hechos que lo justifican y mucho menos que la reprimas. Te propongo que desarrolles la inteligencia emocional necesaria para liderar estos procesos. Por ejemplo, Matthieu Ricard, un monje budista francés que vive en el Tíbet (se lo suele mencionar como el “el hombre más feliz de la Tierra”), dijo en una oportunidad: “Si nos caemos al mar de las emociones negativas, podemos ahogarnos en ellas, o bien, utilizarlas para nadar hasta la costa y salvarnos”.

8. Mantén una vida social activa Durante un experimento dirigido por un psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon, el profesor Cohen, en el que participaron 151 mujeres y 125 hombres se expuso a los participantes al virus del resfrío. En el grupo más introvertido, el 62% se enfermó, mientras que en el otro, integrado por personas que tenían relaciones sociales en varias de las categorías establecidas por el experimento, el porcentaje de resfriados fue casi de la mitad: el 35%. Otras investigaciones han demostrado que las relaciones sociales no solo hacen a las personas más inmunes, también posibilitan el desarrollo y potenciación de sus capacidades cerebrales debido fundamentalmente a la variedad y riqueza de información que se incorpora a las redes neuronales. Dado que un cerebro sano y capaz es un cerebro más feliz, sugiero que analices tus actividades cotidianas. ¿Eres de los que van del trabajo a casa, y de casa al trabajo? Si es así, es imprescindible que hagas cambios rápidamente. Hay infinidad de grupos a los cuales podrías integrarte. Por ejemplo: ¿te gusta la música y no sabes tocar ningún instrumento? Te doy una pista: las clases grupales de teclados de algunas marcas ja-

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ponesas son fantásticas para el cerebro. ¿Te gusta el cine? En todas las ciudades, incluso en los pueblos pequeñísimos, hay gen-te que comparte ese interés y se reúne a estudiar y analizar películas. ¿Tienes inquie-tudes filantrópicas? ¿Te gustan la cerámica y el bricolaje? Haz una lista y trata de ele-gir, como mínimo, dos grupos. Todo lo nuevo es fantástico para mantener el cerebro ágil y activo, tengas 20, 30 u 80 años.

9. Procúrate relaciones interpersonales que te hagan bien Las neurociencias han detectado que el malestar emocional provocado por el rechazo de los demás “duele” en el cerebro, ya que activa las mismas regiones que el dolor físico: la corteza somatosensorial secundaria y la ínsula posterior dorsal. También se ha observado que un sistema de fibras nerviosas de la piel responde a las caricias disminuyendo la actividad de los nervios que transportan la sensación de dolor provocando alivio, y que los sentimientos importantes, como el amor, tienen mayor efectividad que un analgésico. Quizá al leer el título de este apartado hayas pensado que no te estoy diciendo nada nuevo, y es verdad. Desde que el mundo es mundo se sabe que las malas relaciones enferman y que el amor cura. Lo nuevo es que las neurociencias están corroborando daños y beneficios a nivel neurológico. Por ejemplo, cuando una persona piensa en alguien que ama, se activa intensamente el sistema de recompensas, y tú ya sabes cuáles son los beneficios de esta activación. Lo que agrego en este apartado es que la analgesia inducida por emociones como el amor está más asociada a este sistema de lo que se ha creído hasta el presente.

10. Incorpora actividades filantrópicas a tu vida Muchas personas se emocionan hasta las lágrimas cuando se enteran a través de los medios sobre actos de solidaridad, sin embargo, se quedan allí. Quizá porque están muy ocupadas o, simplemente, porque no se animan, son eternas espectadoras de hechos en los que deberían ser protagonistas para tener un cerebro más feliz. Martín Seligman, en su libro La auténtica felicidad, cita como ejemplo un ejercicio que impartió a sus alumnos: a) realizar una actividad placentera; b) realizar una actividad

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filantrópica y c) presentar un escrito sobre ambas. Tanto el profesor como los estudiantes se sorprendieron con los resultados: “salir con los amigos, ver una película o comer un montón de helado de chocolate, palidecían en comparación con los efectos de una buena acción”. La sensación de bienestar que menciona Seligman tiene origen en la activación intensa de los sistemas de recompensa del cerebro que generan los actos altruistas. Por ejemplo, una investigación realizada por especialistas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en la que participaron 20 mujeres, reveló que las áreas vinculadas con la recompensa se activaban cuando ayudaban a un ser querido y, paralelamente, que reducían su actividad cuando no lo hacían. Y ello no es todo, fíjate qué interesantes los resultados obtenidos por una investigación de la Universidad de Zúrich (Suiza): luego de un juego que consistía en sacrificar dinero para ayudar a una persona anónima o no hacerlo, se observó que los participantes altruistas tenían mayor volumen de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal (en comparación con los egoístas). Afortunadamente, la filantropía es una actitud que en algunas personas parece dormi-da. Como más de una ha necesitado de un empujón para ponerla en práctica, espero que este apartado te sirva a ti en ese sentido. Fíjate que no hablo de virtud, sino de “actitud”, ya que lo primero implicaría ingresar en ámbitos como los de la filosofía y la religión, y mi objetivo es proporcionarte conocimientos y pistas para que tengas un cerebro más activo, más ágil y, por supuesto, más feliz.



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www.braidot.com

Néstor Braidot es investigador, escritor y conferenciante internacional. Uno de los expertos más importantes y consultados en la aplicación de las neurociencias al desarrollo de organizaciones y personas. Generador de una escuela de pensamiento con un enfoque multidisciplinario de las ciencias para el desarrollo de inteligencia en las personas. Ha escrito más de treinta libros sobre estas disciplinas en las que ha sido pionero e investigador disruptivo generando nuevos enfoques que han contribuido al nacimiento y desarrollo de especialidades tales como Neuromanagement, Neuroliderazgo, Neuromarketing, Neuroaprendizaje y Gimnasios cerebrales para el desarrollo de inteligencia Ha obtenido importantes reconocimientos internacionales por el desarrollo de metodologías de avanzada que se implementan en organizaciones de diferentes países, donde dicta conferencias, cursos y talleres. Entre ellos, España, Suecia, Argentina, Francia, Australia, India, Colombia, Brasil, Italia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, México, El Salvador, Panamá, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú, Rep. Dominicana y Paraguay entre otros. En el ámbito académico, ganó numerosos concursos que le permitieron desempeñarse como catedrático y profesor invitado en universidades de prestigio internacional, entre ellas, Universidad de Salamanca (España), Universidad de Economía de Viena (Austria), Universidades de León, Uppsala University (Suecia), CESA (Colombia), UNIBE (R. Dominicana), Centre de Développement du Management, Lyon Graduate School of Business (Francia), Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de León, Universidad de Oviedo, Universidad Autónoma de Madrid, Université Catholique de Louvain, Louvain-La-Neuve (Bélgica), Universitá Bocconi (Italia) y Universite de Geneve (Suiza). Esta trayectoria está avalada por una sólida formación: es Doctor en Ciencias, Máster en Psicobiología del Comportamiento y en Neurociencias Cognitivas, Máster en Economía, Licenciado en Administración de Empresas, Contador Público, Licenciado en Cooperativismo, Practicioner y Máster en Programación Neurolingüística, posgraduado en PINE: Psiconeuroinmunoendocrinología y Trainer en rediseño conductual. A su vez es fundador y director del Instituto Braidot de Formación, organización que cuenta con su propio centro de entrenamiento cerebral, Braidot Brain Gym, y del estudio Braidot Business & Neurosciences International Network.

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