El Brujo en Sociedad

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VA»A AVBBVDBB A VBCUTAK oojr OUTBSCA Mvcttai

JUEGOS DE .MANOS9 T 0TKA8 VABIAS SCEaTEC CimiOSAS T DITBBTtBAB;

i^xi, cnien se hallan descritas en varias obras de ma'jia blanca ciertas maquinillas ó aparatos mecánicos mas ó menos ingeniosos , destinados a determinar, y «uo ¿ prevcer las soertes que se pueden echar con uno , do», ó mayor número (>e4dados.

u Suerte de destreza con dos dados. I I . Algunos jugadores de manos manifíeS' tan á veces la suerte siguiente, fundada en un pequeño engaño que nada tiene de perjudicial. Presentan entre el dedo pulgar y el índice dos dados muy pequeños juntados en la disposición que manifiesta la Fig. i • Alzando en seguida la mano enseñan ( e n apariencia) al espectador lascaras opuestas de los dados, que manifiestan á la sazón los mismos números dispuestos como se ve en la Fig. 2. Por mas sencilla que parezca dicha suerte, no se puede conseguir sin alguna trampa, puerto que es imposible disponer dos dados comunes de modo que señalen 11 puntos sobre dos caras opuestas. Empero semejante disposición puede lograrse fa'cilmente sobre dos caras adyacentes ó contiguas, y en este caso el juglar no hace otra cosa sino volver los dados de un cuarto de revolución cada vec que levanta ó que vuelve á bajar la mano; manejo que M debe ejecutar con ligereza, sin que el espectador pueda sospechar el engaño. Habiendo echado en la mesa dos dados, adivinar mediante el cálculo, los puntos sin que se vean. I a. Dirás á la persona que tiró los dados, que añada cinco puntos al doble del numero que ha producido el uno de los dados ; multiplicando en seguida la suma por ese mismo «limero 5. A este produelo le mandarás añadir el nttmero de puntos que produjo el otro dado.

II Preguniaris por la suma total y restarás de esta *5, es decir, el cuadrado del número 5. Oblen«ra's por resto dos cifras, de las cuales la de decenas iodicara' los puntos del primer dado, y la "e las unidades los puntos del segundo dado. Ejemplo. Sean a y 6 los puntos producidos por los "08 dados. El doble del primer número sera' 4i *' cual mandara's añndir 5 , de que resulla g. ^sta suma, muhiplicada por 5 , dará' el producto 45» al cual íc deberáo añadir 6 puntos del «egundo dado. Resulta la suma 5i , de la cual se restarán 265 queda en fin el número 2 6 , í u y«» dos cifras 2 y 6 espresan los puntos de lo» dados. JUEGO ARITMÉTICO DE LA SORTIJA. '^» Esta recreación no es propiamente mas •l«e la aplicación de uno de los métodos para «•vinar varios números pensados , y se puede practicar en una tertulia cuyo número de personas no pa,e de 9. A ?"'P***'s '">a sortija , que deberrf escojer '«no de los asistentes , poniéndola en el dedo de wiia mano cualquiera. Hecho esto secretamente, e trata de adivinar qué persona tiene el anillo, 1 que mano, eo qué dedo, y en qué juntura ó ^ Para ejecutar esta suerte se señalaran por uinaros U primera persona, la seganda, la "••cera , 5"c. Se valuartf también por i la mano 3

«4 derecha j por 2 la icquicrda. Se señalarán los dedos , I el pulgar, a el índice , 4^0.; y últimamente se llamaran i la primera juntara ó estremo del dedo, 3 la segunda juntura, j 3 la tercera. £1 problema está pues reducido á adivinar cuatro números que ninguno pase de 9 ; lo que ge ejecutará como en el siguiente Ejemplo. Supongamos que la quinta persona haja escojido la sortija , habiéndola puesto en la primera juntura del cuarto dedo de su mano izquierda. Los números que se trata de adivinar serán pues 5, á, 4, I. Para este efecto mandarás duplicar el primer número 5 {persona); tendrás 10 , del cual harás restar 1 ; mandarás en seguida multiplicar el resto cujas cifras indican por orden los.cualro

15 f Biíineros desconocidos; es decir, la persona, la mano , el dedo y la juntura. Este calculo parecerá un poco fastidioso a' muchas personas. Se podría aun proponer y resolver el problema del modo siguiente: Tres ó mas personas han escojido cada cual en una haruja una carta (cuyo numero de puntos no dehe pasar . dividiendo por a, da el cocient* lo.

45.

Otro ptoblema curioso y sendllo de aritmética. 15. Se pregunta: ¿deque modoso puede escribir 34 con cuatro cifras iguales? Solución; 33 V J Suerte divertida del reloj, para adivinar la hora á que una persona tiene ánimo de levantarse ó de acostarse. i 6 . Dígase en nna tertulia i una joven que existe un secreto infalible para conocer la hora á que acostumbra á levanlarse por la mañana; escitada su Curiosidad, querrá' luego cerciorarse de la posibilidad del hecbo. No ba)' brujería mas inocente y mas fácil. Sacarás tu reloj, y añadirás secretamente á la hora qu^ señala el numero la. Hecha la adición , dir^s á la señorita que cuente esta misma suma , empezando por la hora á que proyecta levantarse, pero retrogradando, es decir, con-

17 tando lodas las horos de la mucslra al revés; y partiendo desde la hora projectada secretament e , deberá' empezar no por el numero i , sino por la hora señalada á la sazón en la muestra. Por ejemplo. Supongamos que la manilla del reloj señale las 4 , y que la joven se proponga levantarse a' las 8. Sumaras secretamenle 12 con ^¡ y tendra's ití. Entonces dira's a la señorita tjue cuente atra's hasta i 6 , empezando por 4 (l'ora actual), y partiendo desde la hora á que deseara' levanlarse. El ultimo ntímero caerá e n tonces cabalmente sobre 8. O í a un poco de ríflexion se ve cuan sencilla es esta recreación; que la joven indica ella misma la llora a que intenta levantarse, y que Ja •dicíon que se efectúa no tiene otro fin sino el de disfrazar ia operación. decreto infalilile para conocer la edad de las mujeres y udtvirtar cuánto dinero tiene una persona en su //(jilslit'u,

' 7 - Se presentan sucesivamente i la Señora Cuya edad se quiere investigar las iiete cartas ó tablas numéricas que so hallan figuradas al fin la^ presente recreación, prepunlandola cada vea SI hallo indicado en algunas de dichas carias el numero que espresa su edad. A cada respuesta afirmativa se pone apartt; la carta (¡ue contiene Su edad; y después do haber iiispecciona"O las siete cartas, se juntan todas aquellas que *e hablan separado, y que contenían la edad de a perfona. Se saca de cada una de estas la primera cifra de arriba, cuya fuma dará cabalnien*e I» edad que te buscaba.

18 Ejemplo primero. Supongamos que la edad de dicha Señora «ea de ^S añoi. Este ndmero se hallara en la primera labia, en la tercera, la cuarta y la sesU. Es atí que la la la la

i.'empieía 3.* 4'^ 6.*

por i por '4 por f> por 3a

•aya mtok- 45 da la edad conaabida. Ejemplo

segundo.

Supongamos que la edad inTcttigada sea de "JO anos. Se hallara' este número en la» tablas segunda, tercera y séptima. La I.a empieza per a Ja 3.» por 4 la 7.* por 64 Sama total: 70 aSoi.

Se re que Taliéndose de esta misma combinación, se puede fa'cilmente adivinar, sea la edad de uoa persona, el dinero que lleva, la hora á qne tiene a'nimo de levantarse, 6 bien cualquier otro ndmero pensado , con tal que no pase de 127.

19

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SI Sustracción divertida é histórica. 18. En la obrita de Minguet sobre juegos de nanos se pone entre las suertes de naipes un Juego de sustracción numérica muy antiguo y bastante conocido , que se puede repetir sea con 3o cartas, sea con 3o monedas de dos clase», sea en fin con un niimero equivalente de peones del juego de damas , ó de soldados de plomo, y que comunmente se presenta bajo forma de un Cuento análogo al siguiente: Quince esclavos blancos y i 5 negros ( ó bien Igual número de cristianos y judíos, ó si se quiere mejor como en el librito citado , otros tantos Caballos blancos y negros) se hallaban en una embarcación durante una tempestad. El capitán, para alijerar el barco, manda arrojar al mar la Mitad de dichos hombres ó caballos, y para aparentar que consulta la decisión del aiar, dispone todos los 3o hombres en un círculo, de moj *. •aerificar siempre el noveno basta diezmar * njitad. Conforme á esta determinación, los dispone de tal modo, que todos los negros tengan *l"e arrojarse al mar, mientras lo» blancos se queden « l ^ o , . t.n aIgmiQg libro» esta recreación aritmética '^ Píf*^"'» do un modo meaos fúnebre. freíala personas reunida» en tertulia quieren •lar «n paseo sobre el agua en una barquilla, pero el barquero no puede llevar mas que 15. *•' amo de la casa de campo, con el 6a aparende sortearlas para determinar las i5 personas q«>« debersCn quedarse, las manda colocar i toda» en Gírenlo, y contándolas una después de otra se-

5» para siempre la novena. De este modo consigue, sin mortiñcar á nadie , quedarse con las i5 personas cuya sociedad prefiere á la de las demás que se alejan. Dispone, paes, al principio del circulo 4 de las personas que deben marchar; en seguida 5 de las que deben quedar, y asi alternativamente, conforme a' las cifras que indican las vocales del •erso siguiente, que debe sabei; de memoria el que quiera repetir esta recreación. Populeam virgam maler Regina ferehat. 4 5at 3i \% a S i a a i Otro modo análogo de presentar esiarecrtacion. 19. Se trata de repartir na regalo de 12 ramilletes entre 13 Señoras, mortificando á una de estas, pero de modo que en apariencia la de< cisión tea debida al azar. Se disponen en círculo las i i Señoras, y ae reparten los la ramilletes contándolas desde t hasta 9 , y haciendo salir del círculo la novena persona, i qui«n se daed el ramillete.-Siguiendo asi del' mismo modo, se hallará que la undécima , cantando desde la primera por la cual se empezó, qnedará la última, y por consiguiente no tendrá ramillete. Si no hubiera mas que la Señoras, i las cuales se quisieran repartir 11 ramilletes, seria menester empezar por aquella que precede á la que se quiere escluir ó mortificar. Este mismo juego puede tener otras rarias aplicaciones divertidas en sociedad : y. g. rl ejemplo de una persona caritativa que se propo-



ne dar limosna sf i3 pobres, y no posee sino la cuartos. Disponiendo, pues, las cosas como se acaba de esplicar respecto á las Señoras, aqueJ'a persona da un cuarto ¿ cada pobre, escepto a uao que se supone capaz de trabajar. Recreación de la cruz aritmética. o A o, B o o o o 0 o 0 0

o 0 0

o o o o o o o o o o

vo. Diversión muy sencilla que te proponen « »eceg ios niños en las escuelas. Coloqúense i3 «nonedas, v. g. i3 cuartos, en forma de crux, como se ye en la figura primera. I^ propiedad aritmética de esta cruz consiste en que se puede sumar 9 de tres modos diferentes, i saber: según la dirección de la línea vertical, y también según esta misma -vertical, ••guiendo la línea transversal que cruza primeramente brfcia izquierda y en seguida hacia derecha. Dispuestas asi las i3 monedas, se propone el suprimir dos de estas, de manera que la Ciz conserve siempre la misma propiedad aritmética. Esto se consigue quitando las dos piezas A y ° « que forman los estremos de la linca trans^eraal, y sabiendo esta de un punto con «u» dos pi«Mt restantes, como se ve en lafigurasegunda.

n problema de la estratagema de las monjas en un convento, 2 1 . ¿De qué modo se pueden disponer en los ocbo comparlíoiientos esteriores de un cuadrado subdlvídido en nueve cuadraos , unas moDcdag, de manera que la suma de cada fíla ó banda sea siempre n u e v e , y que sin embargo su número absoluto pueda variar desde 20 hasta 32 ? En las recreaciones matemáticas de M. Ozanam se halla este problema propuesto de un raodo bastante curioso, que dio motivo á que le llamasen ardid ó estratagema de las monjas. Cuenta dicho autor que hay cierto convento de forma cuadrada, compuesto de nueve celdas, de las cuales la del medio ó centro estsí habitada por nna priora ciega, y las otras por sus monjitas. La buena priora, con el fin de cerciorarse de que tus religiosas no fallan i sus deberes, v¡« sita cada noche las celdas dispuestas en las cuatro alas del convento. En su primera visita baila tres monjas en cada c e l d a , ó sumando nueve por cada banda ó ala del convento; y bailándose satisfecha, se va a' acostar. El día siguiente cuatro monjas huyen del claustro. La priora en su próxima visita cuenta «as pupilas, y hallando como antes nueye por cada fachada, la buena mujer duerme satisfecha de su conducta. La tercera noche las caatro fugitivas vuelven al convento acompañadas de cuatro hombres; pero la superiora, al ejecutar su ronda, cuenta siempre 9 perionat por ala, y nada (ospecba.

95 Sin embargo, la noclic siguiente oíros cuatro hombres se introducen cu el convento, y la priora, hallando como siempre 9 personas en cada fachada, no sospecha que haya salido ó entrado alma viviente en el claustro. Se pregunta: ¿de qué modo es posible espillar semejante paradoja? Solución. La solución de este problema, figurada con monedas ó número^ sobre papel ó cartulina, se compre'nderá fácilmente por la inspección de las Cuatro tablas siguientes:

(>)

(>) 3

4| X I 4

3

3

I

3

3 13

3

3

•4

5 •—-

5 a

5

1

^

(4)

(3)

a

I

a

I

1

I

• 5

7

a

I

7 7

• 1

i6 £1 primer cuadro representa la disposición primitiva de las monedas en los compartimieDtos del cuadrado. £1 segundo la de las mismas piezas después de haber suprimido cuatro. La tabla tercera ¡odica el modo de disponer las monedas, después de haber introducido en el cuadrado cuatro nuevas, juntamente con (as anteriores. £n fin , la cuarta disposición representa la de las mismas piezas, después de uu aumento de otras cuatro nuevas. Es evidente que hay siempre nueve en cada fila esterior, y sin e m bargo en el primer caso el número absoluto era 24) en el segundo caso ÍQ, en el tercero 28 , y en el cuarto 82. El nuevo editor de las recreaciones matemáticas añade la observación siguiente sobre este problema. Según parece, M. Ozanam al referir 8u cuentecito de las monjas, no habrá reparado en que podiaq haber llevado el engaño mas adelante , puesto que pudieran haber hecho entrar en el convento otros cuatro hombres, sin que la priora lo hubiera notado , haciendo en seguida salir todos los hombres juntamente con seis monjas, de modo que no quedasen de estas sino 18 en vez de 34 que eran primitivamente. Los dos cuadros siguientes harán comprender al lector la posibilidad.

97 (fi)

(5) 0 •

9

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5

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4



9 o

9

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o

5

Es casi escnsado el esplicar de donde proveoia la ¡lusioA de la buena priora. Se concibe fácílniente que el engaño coosistc en que los niímeros de las celdas angulares del cuadrado se cuentan dos veces, puesto que dichas celdas pertenecen á dos bandas, alas, ó fachadas. Asi cuanto mas se carguen las celdas angulares, vaciando I«s del medio de cada banda, tanto mas C'ecidas sera'n aquellas cuentas duplicadas; y de aqm proviene que la suma parece siempre la misma aunque disminuya. Sucede lo contr*rio a| paso que se cargan Jas celdas del medio de las alas, vaciando las celdas angulares: de modo qne en este caso es menester añadir algunas unidades para poder contar nueve en cada banda. Otro modo de presentar el problema anterior. aa- A un alcalde regalaron por aguinaldo los uberneros de su barrio 32 botellas de \iuo generoso, que el alcalde mandó disponer en su bodega por su criado, según el orden cuadrado "'gttíeate, haciéndole notar que había nueve bo"•"•8 en cada fila.

98

I

7

7 i

I

7 7

I

El mancebo, no pudlendo resistir á la tenta' clon, se bebió una docena de botellas en tres yisita's, es decir, cuatro de cada vez. En las diTersas visitas que el alcalde j tu criado hicieron a' la cueva , este üilimo hizo observar á su amo que babia siempre nuevo botellas por cada lado. Se pregunta de qué modo el mancebo consiguió engañar i su amo ? La solución del problema te manifiesta en los tres cuadros siguientes (i): I,* disposición con a8 botellas.

a.^ disposición con a4 botellas.

3.* disposición con 30 botellas.

3 3 3

5 a

3 3 3

( I ) En el librlto de la m4jia blanca deseuticHa se «^la este incbleíaa bajo el titiüu de *l criad» infitl.

59 SUERTE DK U S TRES PREÍ^ÜXS.

23. Esta injeníosa recreación consiste en dejar escojcT secretamente por tres personas diferentes, tres joyas li objetos cualesquiera puestos sobre una mesa, prometiéndoles el adivinar, mediante algunos cálculos, cuál de los tres objetos nabrá elegido cada persona. Esta diversión se puede ejecutar con varias modificaciones, pero comunmente se hace del modo siguiente: I.* Supongamos que las tres prendas sean un réluj, Boa caja y un estuche, que llamarás ea tdcabeza primera , segunda y tercera joya. a.° Distínganse igualmente las personas por I , 2 y 3 , y tomando a4 cartas, darás una á la primera persona, dos á la segunda y tres á la tercera , dejando las cartas sobrantes sobre la mesa. 3.° Después que cada persona baya escojido nna de las tres prendas, sin conocimiento tuyo; "partándote un poco , vuelto de espaldas , mandarás que la persona que escojió el reloj tome nn numero de cartas igual al que tiene en las «nanos: U que eVijló la caja tome dos veces el niimero que tiene ya j y la que posee el estuche ''**J* *n«tro Teces mas que las suyas. 4- Volviéndote ahora cerca de la mesa , darás un vistazo para cerciorarte rápidamente del numero de cartas que quedaren sobre la mesa, Cuyo niimero puede ser, según las circunstancias, 1, a, 3, 5 , 6 , 7. Entonces harás uso de las palabras siguientes, y ae Sus ndmeros respectivos, para determinar ^> poseedor de cada objeto.

30

Parfer César jadis devtnt si grand Prince. í 5. 3 5 6 7 5 / Obsérvese que la primera sílaba de cada palabra sctíala la primera persona á quien se dio una carta, y que la segunda persona que recibió dos cartas se halla espresa por la segunda silaba. 6.* Adviértase también que las tres primeras Tócales a, e , i, que entran en dichas palabras , indican la primera, segunda y tercera 7." Nótese en fin qa« los niímeros i , 2 , 3 , 5 , 6 y 7 , que están debajo de las dichas palabras, designan la palabra que conviene consultar , según el niimero de las cartas que habrán quedado en la mesa; es decir, que si queda una carta se debe tomar la palabra Parfer; pero si quedan tres, se debe hacer uto de la palabra jadis , y asi de las demás. Guando, mediante el número de cartas so^ brantes, se sabe de qué palabra se debe usar, será fácil determinar el objeto que cada cual elijió, atribuyendo i la primera persona la joya espresada por la voóal de la primera sílaba; á la segunda persona el objeto representado por la vocal de ¡a segunda sílaba; y á la tercera persona la joya restante. Primer ejemplo. Supongamos que después de haber mandado tomar cartas á las tres personas, conforme se ha esplicado, quedaron dos sobre la mesa. En este caso me valgo de la palabra César, correspon-

31 diente al número 2. Como en esta palabra la primera sílaba (que señala la primera persona) contiene la vocal e, la cual indica, según va esplicado, la segunda prenda, concluyo que la primera persona, que recibió una sola carta, tendrá la caja. Observando en seguida que la 'Vocal a, que denota la primera joya, se halla en la segunda sílaba, concluyo a, 3 , 5, 6 6 7, (pero nunca 4 ) prucararás aplicar la palabra latina conveniente á la resolución del problema. Si ha quedado una sola carta, harás oso de la palabra Sahe, cuyas dos sílabas, con sus Tócales a y c, te indicaraCn que la primera persona debe tener la sortija, la segunda la caja , y por consiguiente la tercera el collar. Si hubieran 9' 'S'^. Procuraré dar una idea sucbla de ambas clases. Cuadrados mújicos impares. Enlre las varias reglas para formar estos cuadrados, indicaré únicamente la siguiente, como 'a mas fácil de retener, aplicándola á un cuadrado májico de nueve compartiiñientos, formado por la progresión natural de los nueve primeros números x, a, 3, 4» 5» 6 , 7, 8, 9. Escribo estos números según su ¿rden natui"»! en tre« Blas ó renglones, formando un rom1 » , v. g. del modo siguiente: I

4 7

2 5 - 3

8

6

Tratando en seguida un cuadrado al rededor «e los claco números del medio, de modo i esJir los cuatro números de las esquinas del rombo, resuliarála disposición siguiente:

44

ó biea distinguiendo con líneas loi nuere com' pariímíentoi.

4

2

5 8

6

Últimamente, se colocaríín cada uno de los cuatro niimeros escluidos, i, 3 , 7, 9 , en los compartimientos vacíos mas distantes respectiTamente, y tendremos el cuadrado májico siguiente :

4

9

2

3

5

7

I

6

'Jue gozará de la propiedad anunciada, a' saber: que cada fila sea horizontal, sea vertical, sea diagonal, dará una misma suma, que en este Caso será i5. Como la progresión de los g números que nos sirTÍeron de ejemplo son susceptibles de Ocho disposiciones diferentes, pueden dar orígen i otros tantos cuadrados majicos diferente», y viniendo á lomar la situación G V I. Del mismo modo se concibe que el triángulo H A C se mueva alrededor del punto C, colocándose en { O C , y se tendrá un nuevo cuadrado H G C I, 'gual en superficie á la suma de los do» propuestos. Esta ingeniosa demostración del famoso teo«•ema de Piidgoras, qno se puede ejecutar fácilmente en cartulina, es debido al antiguo geómetra alemán iíurm.

Construir un paralelugramo ohHi.uáiíguh , que se pueda transformar en dos iríáiiguíus, ó en un hexágono , é iuscriliir eslot en un círculo. 32. Sea el círculo propuesto A )H C D E F (Fig. i8). Habiendo trazado sobre una cartulina la recia indefinida A B (Fig. i g ) , tírese de su estreoio A la línea A C igual al radio del círculo dado, c inclÍDadu sobre A B, de modo a'formar un a'ngulo C A B de 120 grados. Tírese la paralela indeíinida C D , llevando tres veces la longitud del radio de A en B, y de C en D ; por los puntos de división tírense las paralelas E F, G H y D B, que dividira'n el paralelogramo A B C D en seis triángulos iguales. Cortando.estos y juntándolos se puede formar con ellos, sea dos triángulos equilaterales connoBFD (Fig. i 8 ) , sea nn hexágono regular A B C D E F. A favor de esta recreación geométrica , se puede demostrar por una simple transposición de partes: I .* Que la (operíicie de nn tria'ngulo equilateral es la mitad de la de un bexa'gono, siendo ambos inscritos eo el mismo círculo. 2.° Que se puede conocer la superficie de nn hexágono regular, multiplicando la mitad de su perímetro por la perpendicular bajada del centro del círculo circunscrito sobreAinode sus lados. Prollema curioso de un cuerpo regular capaz de llenar tres agujeros diferentes^ 33. Presentada una tablita, Fig. 20, con.treí agujeros de formas diferente» , á saber, el pri-

íuero A. redondo, el segundo B rectangular, y el tercero C elíptico; se pide un cuerpo gcomélrico regular de una forma lal, que iutrodiicido sucesl•amente en los tres agujeros de latablíta, los llene exactamente ? Solución. Se podrá satisfacer á la triple condición del problema, mediante un cilindro D , cuyo diáraetr« sea el del agujero A , y su longitud la del agujero B. Para que llene tamliien el agujero elíptico ú ovalado C , se le debe introducir en una situación ohlícua, condición que exige que la tablita sea bastante gruesa. Otro problema análogo mas tlificil de resoh'tr. 34. Se quiere conocer la forma de otro cuerpo, que sea susceptible de llenar los tres agujeros de la tablita, Fig, 2 i : el primero redondo, el segundo triangular, y el tercero cuadrado? Solución, Para construir el sólido que satisfaga á esta triple condición, se hace un cilindro, Fig. 32, lan alto como grueso, y del mismo diámetro que el agujero circular de la tablita; y d e s pués de haber trazado en una de sus bases un diámetro a o , se cortan oblicuamente por dos planos a b , a c , ambos lados del cilindro basta la circunferencia de su base opuesta. El cuerpo que resulta (i) y que las Figuras 23 y 24 repre(i) Este cuerpo es niixt¡lineo,y se jiuede considerar como una especie de prisma triangular con Lases curra».

í>4 sentan por dos lados, llenará las tres condiciones del problema. Hacer con papel una caja redonda en forma de una rosa con doce hojas, 35. Se venden cajas de tabaco redondas, cuya tapa consiste en una especie de rosa de doce hojas, de tafilete ó pergamino. La caja enterase puede hacer de papel del modo siguiente. (Fig. 25). Con un ra'dio ab igual al que se quiere dar al fondo de la Cija, se describe el círculo bcde, y con un radio doble, del mismo centro a, el círculo f g h i. Con el mismo ra'dio primitivo ab se divide la circunferencia f g h i en doce partea iguales k, 1, m, n, o, p, q, fifc, y délos mismos puntos de división como centros se trazan los doce semi círculos k z m, x y 1, «^''c. En seguida se recorlean con las tijeras los contornos de los 12 triángulos esfcricos, formados por la intersección de los semi-círculos, tales como I ' A m , m B n , n C o , «STc. hasta la circunferencia en que se apoyan , de modo i desechar todo el papel esterior que contiene los arcos trazados con punlitos; resultando, en fin, T2 hojas ó festones alrededor de la circunferencia mayor f g h i. Hecho esto , se dobla el papel segnn lo i n dican los 13 diámetros grandes pasando por la punta de cada hoja, v. g., según las rectas E a F, A a D , 4'9

S 5 T 10

N i5 S.

(O

20.

Estas palabras gozan d« la propiedad de l e ^^f cada cual dos letras semejantes , y también Uia misma letra se halla común entre dos pa'*oras cualesquiera. A Gn de que el lector comprenda mejor la Colocación siguiente de las cartas ,• se ha seña'*ao cada letra con su número correspondiente. El primer paquete ó par de cartas se coloca ^1 los niímeros i y i3 , representados por las "08 M, M; el segundo par se mete en los ndn>eros a y 4 , figurados por las do» U , V; el ercer paquete en los n limeros 3 y l o , es decir, .^n el sitio de las dos T, T; y así en seguida, según (O

Cecis en vei d* Ccteis.

66 el orden de las letras semejantes, hasta concluir con todas las yeiote cartas. Dispuestos así todos los naipes en cuatro filas ó renglones, se pregunta á cada persona en qué fila horizontal se haljan sus dos carias pensadas , y sea que estas se encuentren en una sola fila, ó en dos renglones diferentes, se acertarán fa'cilmente, puesto que ocuparán sienapre el lugar de las dos letras semejantes. Supongamos, por ejemplo, que las dos cartas se hallen amhas en la segunda fila: se reconocerá al instante que serán las colocadas en los números 6 y 8.. Si alguna otra persona dice que sus naipes se encuentran en las -filas segunda y cuarta, se contestará que deben ser los correspondientes á los números 9 y 19. Y asi de todas las demás cartas pensadas. Observación. Las cuatro palabras siguientes gozan de la misma propiedad que las citadas anteriormente , y pueden servir para ejecutar la misma recreación. MISAI T\TLO HEMOH UESUL. Suertes que se pueden ejecutar con una baraja de ^o cartaSj arregladas por cierto arden artificial, 44'. Disponiendo todas fas cartas de una haraja según cierto orden fácil de retenei' en la memoria , se pueden conocer con la mayor prontitud todas las carias que se manden escojer

67 á 'os espectadores mas escrupulosos, antes da volver á ponerlas en la baraja. Cada jugador de manos tiene su método ó sUtema para disponer así las cartas, y cualquier aficionado puede hacer lo mismo. Durante mi morada en Francia , y trata'ndose de una baraja de piíjuet de 32 cartas francesas, solía disponerlas para ejecutar varías suertes , según las ocho palabra* de la frase síguienle, fa'cil de recordar : Huit rois valent neuf dames dix sept 5 , 6 , 7 , sota, caballo, ref\ acordándome ademas del arreglo subalterno siguíenle, respecto á los cuatro palos: oros, copas, espadas^ hastot Conforme á este mílodo, y empezando por c> as ele oros , la disposición de todas las l^o cartas sería como sigue.

68 I. 3. 3. ^. 5. 6. 7. 8. 9. 10, II. la. i3. 14. iS. 16. 17. 18. 19. 3o.

A< ds oro). do5 de copas. tres de cspadai. cuatro de baíto». cinco de oros. seis de copas. siete de espadas. sota de bastos. caballo de oros. rey de copas. as de espadas, dos de bastos. tres de oros. cuatro de copas. cinco de espadas. seis de bastos. siete de oros. sota de copas. caballo de espada!. rey de bastos.

31.

as de copas.

33.

dos de espadas.

33.

tres de bastos.

34.

cuatro

35.

cinco de copas.

de oroa.

26.

seis de espadas.

37. 38.

siete de bastos.

39.

cabal lo de copas.

3o.

r e y de espadas.

sota de oros.

3i.

as de bastos.

33.

dos de oros.

33.

tres de copas.

34.

c u a t r o de espadas.

35. cinco de bastas. 36. seis de oros. 37. siete de copas. 38. sota de espadas. 39. c a b a l l o de biatos. 40. rey de oros.

E s t e orden de colocación padece sin e m b a r g o dot anomalías ó irregularidades , que se d e ben tener presentes. La primera consiste en que al prínclpio y al Rn de dicha serie se e n c u e n tra aS de oros y rey de oroa, de m o d o que s i guen dos carias de oros. La srgunda irregularidad se encuentra en que el rej^ de tastos p r e c e de al as de copas ^ en vez del as de oros, c o m o debía ser ( i ) . Dispuesta así la baraja , se la puede mandar (1) Arreglando del mismo modo un juego completo de 48 cartas, se repite cuatro veces, ps decir, dcs|)ucs de cada rey, la segunda de dichas anomalías.

69 corlar cuantas veces se quiera, sin que se altere el orden de colocación de las cartas; pero Siendo este orden artiíicial tan fa'cil de notar á primera vista, no sería prudente dejar el juego en manos de los espectadores con el fin de examinarle. El arreglo anteriormente citado, relati•^o i la barajl francesa, no presenta este inconveniente , puesto que no se advierte tan fa'cilnientc el orden de su colocación artificial. De cualquier modo que se haya arreglado la baraja, con tal que se sepa de memoria, será siempre fa'cil de conocer la carta que alguna persona habrá escojido, cuidando de separar con los dedos el juego en el punto mismo donde se sacó aquella. En seguida se introducá el dedo chico de la mano itquierda y se hace el sa/ío, de modo que la carta que precede ¿ la que se elijió pase á la parte inferior de la baraja. Los aficionados que no sepan practicar el snlto, cortarán simplemente la baraja, coTocan— do debajo del juego el manojo de naipes que preccdia á la carta escojida. Echando á la sazón nna mirada rápida sobre la carta última ó inferior, se conocerá la carta tirada, que será la siguiente en el orden artificial. Se nombrará pues y se volverá á pedir, para colocarla sobre el juego, y repetir la suerte cuantas veces se quiera. Con la misma baraja se puede también ejecutar la suerte siguiente: Adivinar el número de carias que algurta persona habrá sacado de la baraja. • 45. Después de haber repetido varias veces la suerte anterior, se suele coraunmenie terminar con esta>

70 Se presenta la baraja abierta i algnna persona, dejándola tomar un paquete ó manojo de seis, ocho ó diez cartas mas ó menos, prometiéndole el adivinar su número aun antes de hacer la Cuenta. Se cuida de cortar ó de hacer el sallo en el paraje mismo donde se sacó el manojo de cartas, mirando con disidiulo la parte inferior del juego, para conocer la caria anterior al paquete tirado. En seguida se hace pasar la caria superior a' la parle inferior del juego , echándola también un vistazo. Conociendo por este medio las do» cartas entre las que esta' comprendido el manojo que se sacó , serrf fácil COD un poco de reflexión calcular el número de naipes interceptados, y aun nombrarlos sucesivamente si se quiere. Comunmente al hacer esta suerte se desbarata el orden de las cartas, de modo que BO sería posible repetirla, á menos de lener prefenida otra baraja arreglada del mismo modo, que sería menester sustituir con lijereza á la anterior. Carta larga ó ancha. 46. Una carta mas larga ó mas ancha que las demás de la baraja , suele ser de mucha utilidad en una iiiíinídad de suertes de naipes. Indicaré aquí algunas aplicaciones. Se hace tirar con lijereza i una persona la carta larga que se conoce de antemano, permitiéndole en seguida el barajar el juego. Hecho eso, se propone á la persona ó el nombrarle iamediatamente su carta, ó el reconocer sea por el tacto , sea por el olfato, si se baila ó uo en l« baraja ; ó en fin se puede proponer el esconder

71 el juego en los bolsillos de alguno de los espectadores, buscando la caria al Ucto. Todo lo cual será fácil de ejecutar , puesto que la dicha cari» es un poquito mas larga que todas las demás de la baraja. 47- Se puede también hacer tomar forzosamente dicha carta larga á varias personas, con tal que no se hallen vecinas. Deüpues de bien barajado el juego, se saca la carta larga acompañada de otras tantas como hay personas que la cojieron. Se enseñan todas estas cartas á los espectadores, preguntándoles si cada uno r e conoce su carta; todos dirán que sí, puesto que cada cual vé la misma carta larga. Eotonces se vuelven i meter en la baraja, y cortando esta por el mismo paraje de la carta larga, se la enseña debajo del juego d una de las personas, preguntando si es su carta: á lo que contestará que sí. A la sazón se da á la baraja un golpecilo con los dedos, se enseña la misma carta á otra de las personas consabidas , la cual dará la misma respuesta ; y así con lodos los demás espectadores que tomaron la carta larga, qne creerán todos que la misma caria se cam¡a debajo de los dedos del jugador que hace 1» recreación , sin sospechar que todos hayan tirado una carta idéntica. También se puede dejar escojer una carta arbitraria no forzada , la cual se coloca en seguida debajo de la carta larga, y barajando con Uo poco de precaurion para no desunirla de *a compañera , sertf fácil de encontrarla, para repetir con ella, sea la recreación anterior, tea cualquiera otra.

I

Baraja de naipes particular, en bisel, (i)

cortada

48. Cortando una baraja de modo qnc todas las cartas sean un poco ma* estrechas por arriba, Y. g. de una línea, que por abajo, semejante juego puede servir para ejecutar varias suertes de naipes sorprendentes , sin necesidad de destreza. Cuando todas las cartas de una baraja se^^ mejante se hallan colocadas en el mismo s e n tido de su corte, pareceián iguales á los ojos de los espectadores ; pero volriendo en sentido contrario una, dos, tres, á mayor numero de cartas, de modo que su estremo' mas ancho corresponda á la parle mas estrecha del juego, aquellas cartas causara'n desigualdad en la baraja, j se harán sensibles al laclo como cualquiera carta mas ancha que las demás, y por consiguiente será fácil el encontrarlas por el simple tacto. Recreaciones. 49- Se presóla , por ejemplo , semejante baraja á una primera persona, para escojer una carta, observando con cuidado si vuelve la carla en sus manos. Si hace ademan de meterla en la baraja en la misma posición que la sacó, se vuelve el juego de modo que no se advierta, para qoe la carta se halle en 'Mentido rontrario. Pero si «1 espectador vuelve su carta en las manos, no se deberá volver la ba(1) En la maquina del encuadernador se curia »ID« baraja semejante con la mayor limpieza.

73 raja. Colocada la caria, se manda barajar. En seguida se deja tirar dos cartas, y aun una tercera a' otras personas diferentes, obseryando las mismas precauciones que antes. Ullimattiente se coje la baraja con la mano izquierda , por el eslremo mas ancho, y se sacan sucesivamente con los dedos de la derecha todas las cartas tiradas por tres ó mas personas diferentes. 5o. Se puede también, á favor de semejante baraja , separar de un solo golpe todas las figuras, por ejemplo, de las demás cartas, sin embargo de haberse barajado. Para conseguir esta suerte, no se trata mas que de haber dispuesto de antemano las figuras; de manera que el estremo mas «ncho se halle vuelto hacia el lado mas estrecho de las demás cartas. Se enseña el j u e g o , se deja barajar, y apretando los dos cabos con ambas manos, se separa_ en sentido contrario y de una vet todas las figuras de las otras cartas. Preparando del mismo modo una baraja francesa, se puede asimismo separar de golpe todas las cartas encarnadas de las negras. Se pueden hacer otras varias suertes con la tal baraja ; pero no se deben repetir las mismas, para que los espectadores no lleguen á sospechar que todo el misterio consiste en volver los naipes. Suerte fácil de comhinacion numérica. 5 i . Se dejan escojer arbitrariamente por alguna perssqa , en una baraja de ^o cartas , tres de estas, advirtiéndola que una figura vale diec

^^ p u n t o s , el as u n o , y las demás cartas lo que señalen sus puntos. Hecha la elecdon de sus tres cartas, dirás i la persona que las coloque al revés y separadamente en la mesa, añadiendo sobre cada naipe tantas cartas como le faltan puntos hasta i5 j es decir, que si la primera carta v. g. fuese un a s , seria necesario añadirle 14 cartas, si la segunda fuera una figura, necesitaría 5 cartas , y si la tercera fuese un 6, se le añadiría q cartas. En esta suposición se gastarían pues 31 cartas para formar los tres paquetes, y por consiguiente deberían sobrar al espectador 9 cartas que le volverás á pedir. Contando estas meutalmente, y añadiendo b á su n ú m e r o , la suma i ^ te hará conocer la de los juntos de tes tres naipes elegidos que se bailan debajo de los tres paquetes. Suerte de combinación de los tres paquetes para adivinar una carta pensada. Sa. Esta suerte es tan conocida como fácil, y podrá parecer nn poco fastidiosa á muchas personas ; pero los jugadores de manos y los aGcionados á este a r t e , tienen á veces motivos para querer interpolar las suertes de combinación i. las de destreza, que no siempre salen como se desearla. Para ejecutar esta suerte es menester que el ndmero de las cartas sea divisible por 3 , j siendo ademas impar se bace con mas facilidad todavía. Suponiendo pnes qne la primera condición á le menos se halle complida, dirás A una p e r el pensar una carta. Tomando en seguida

75 la baraja por el revés , se colocarán las cartas por orden, pinturas arriba, en la mesa, formando tres paquetes, de modo que la primera carta del juego sea también la primera del primer paquete ; la segunda caria la primera del segundo paquete; la tercera la primera del tercer paquete, y asi de los demás naipes basta ^1 último. La persona que pensó una carta debe mirar atentamente dicha distribución, y Cuando se concluya la preguntarás: en qué paquete se halla su carta ? Se recojera'a los paquetes , metiéndolos el uno sobre el otro, y observando el colocar siempre el que contiene la Carla prnsada en medio de los oíros dos. Hecho esto, se voKera'n á colocar segunda Vez las cartas en tres montones sobre la mesa, del mismo moJo que se acaba de hacer , preguntando nuevamente á la persona en qué montón se halla su carta. Conocido csle, se pondrá Como antes entre los otros dos, y se reparti•"áu por tercera vez las cartas , formando tres paquetes nuevos , y se preguntará por tercera Vez en qué paquete se halla la carta. A la sa*on se recojeráo por tefcera y última vez los paquetes, colocando siempre el de la carta pensada entre los otros dos. Se volverá la baraja al reVes y se contarán sucesivamente sobre la mesa 'as cartas, de modo que se vean, hasta llegar al número que sea la mitad del de las cartas; T. 8- la duodécima si habia 24 ; J esta duodécima Será en este caso la carta pensada.

76 Ohservadenes. Si el número de los naipes fuese al mismo tiempo impar y divisible por 3, como i 5 , a i , 2T, 4

A A B C B C

B C A A C B

36 C B C B A A

Sumas. 33

a4 a5 an 28 39

70

Obserivaciones. '• Al empezar esto juego «e puede, en lugar de simples números, dar á cada cual de i*s tres personas un número equivalente de monedas, fichas, ó de cartas indiferentes. _ a." Para ocultar mejor la llave de esta ingeniosa combinación «e puede esconder la tabla anterior en un pequeño anteojo , hecho al ínlenio, con el cual se mirará sucesivamente á las tres personas interesadas , so pretcsto de-adivinar sus pensamientos. Suerte de transfurmticion muy fácil. 55. Con una baraja francesa se pueden ejecutar, mediante ciertas preparaciones, ó sean trampas, varias transformaciones ó cambios, á veces bastante sorprendentes, aunque no exijen ninguna destreza. Los naipes españoles son ge* neralmente menos á propósito para semejantes engaños. Sin embargo, la suerte siguiente no dejará de causar ilusión y asombro con ambas filases de cartas. Se corta transvcrsalmente por la mitad ¿ól Cuerpo un rey de copas, desechando la parte 'nferíor, y colocando la mitad superior sobre la PaMe análoga de un rey de espadas entero, de < teanera que la mitad del cuerpo de arriba sea oel rey de copas, mientras que la mitad inferior pertenezca realmente al rey de espadas. Para disfrazar el engaño se coloca esta figura heie''og Algunas veces también se quiere conservar en 8u sitio la liltima carta de abajo, y en ese caso se ejecuta la mezcla como queda esplicado, trastornando si se quiere toda la parte superior de la baraja, con la diferencia de dejar siempre la líliima carta por debajo del juego.

90 3.* Mezcla. Practicando esta mezcla falsa Cí)n limpieza, ge bace creerá cualquiera espectador no iniciado, que todas las cartas de la baraja se trastornan , mientras que en la realidad su orden DO se altera de ninguna manera. Consiste este método en cojer con la mano derecha un paquete de cartas de arriba, haciéndolas pasar entre las demás, y sacándolas coa agilidad por el lado opuesto , mientras que se dá vueltas á toda la baraja. Para aprender esta mezcla falsa, la mas i n geniosa de todas, es menester verla practicar por otro jugador, ejercitándose por algún tiem po en su imitación. 4>" Escamotear, ó quitar la carta. 6 3 . Para muchas suertes es menester quitar' ó hacer desaparecer de la baraja una ó varias cartas, sin que los espectadores lleguen á sospecharlo, y esta manipulación se practica de dos modos. 1." Si Se trata de quitar de encima de la baraja, que supongo en la mano izquierda del j u gador, varias cartas, ae separan estas con el de* do chico como para preparar el salto, adelantándolas un poco con el dedo pulgar; se cubren con el hueco de la mano derecha , y pinchando sus esquinas diagonalmente eutrc el dedo chico y la parte opuesta de la palma de la mano, se vuelve d separar sin afectación la derecha con las cartas ocultas por debajo de la izquierda, que tiene la baraja. Generalmente suele «ánsar menos sospecha , si para efectaar esta separación sé puede mantener quieta la mano derecha, movieodo solo la izquierda con el juego.

91 2-' Trauíndose de quitar del juego solo la carta superior, se puede proceder como anteriormente. Pero en ese caso existe otro método nías espedí ti vo ó mas veloz para escamotear dicha carta, y para ejecutar la suerte con mas acierto, e» favorable que toda la baraja sea un poquito curva ó cóncava hacia arriba. Teniendo pues esta horizontalmente en la mano izquierda, Con la carta superior adelantada, se pasa la derecha paralela y riípidamente por encima del juego, rozando esto apenas, y llevando al paso como volando la carta superior que se pincha entre los dedos índice y meñique. El modo de restituir , ó de volver a colocar la carta, ó las cartas, sobre el juego, sea que este se halle en la mesa, sea que se tenga en la 0*ano izquierda, necesita cierto tino y ejercicio, ^ fin de que los espectadoret no lleguen á sospfchar la trampa. 5.» Forzar la caria. 64. Muchas suertes de las mas sorprenden'*» exijgpn que el espectador escoja una carta «elerminada que se conoce de antemano, y eso *• lo que se llama tomar una caria forzada. Co*»(inniente se consigue esto mirando, durante **8 mételas falsas, la carta superior ó inferior de '3 baraja, practicando el salto para hacer pa'•'' dicha carta en medio del juego , y presenWndola en esta siluaciotí abierta á manera de •oaoico al espectador, que loma por lo rcgu**c la carta que se le presenta, á menos de tener algún motivo de recelo. Pero en el caso 1*»e U persona *e niegue á lomar la caria que ** 'e ofrece , Ibcogieodo maliciosamente olra,

. 93 se debe tener preparada algana otra saerte , y en seguida se presenta la baraja á otra persona menos recelosa ó mas sencilla. Hay aun otro método mas segaro para precisar al espectador á elegir una carta forzada, y este método falla raras reces. Consiste en mirar la carta inferior de la baraja , y presentar esta abierta á una persona, meneando con los últimos dedos dinha carta de abajo sin que se repare, de modo á empujarla, por decirlo así, hacia los dedos mismos del.espectador. Observación. Me parece casi escusado el mencionar aquí otro arbitrio, el mas tosco de todos, para forzar un naipe, que consiste en presentar á la persona una baraja compuesta de una sola clase de cartas idénticas. Este medio es infalible, pero su práctica exige que se sepa sustituir con sutilwa una baraja á otra. APLICACIÓN

de los principios anteriores á varias suertes de destreza que se ejecutan con naipes. 6 5 . Cualquier aficionado i juegos de manos, que mediante un ejercicio de algunas semanas ó meses, según su aptitud natural, haya adquirido cierta destreza en la práctica de las manipulaciones ó principios anteriormente esplicados, debe hallarse en estado de ejecutar no solo todas las Suertes de naipes conocidas , sino que debe poseer los medios de variar las suertes antiguas inventando otras nuevas. A la verdad no tengo tan mala opinión de mis lectores para suponer q u e , cediendo al

91 alicienle de la codicia, puedan algunos de ellos abrigar el proyecto de querer valerse de la destreza de sus dedos para corregir los reveses de tortuna en los juegos de sociedad, verificando en alguQ modo ios pensamientos áe\ jugador de ^fg/iard, cuando ol poeta para celebrar el Iriun 10 momcnta'neo de su protagonista, le hace e s clamar : que ¿ajo sus hábiles manos el cobre se vuelve oro. — Pero aun limitando la lijereza de uedos á un uso inocente, cual suele ser el de los juegos de manos, el profesor j el aficionado , diestros é inteligentes, siempre poseen en sus manos un manantial inagotable de diversión y recreo en las tertulias , y este es el único fin que me he propuesto en la presente obrila. El lector que haya Icido las varias obras que tratan de mdjla blanca., y principalmente de juegos de manos , en francés , ingle» y alemán, tales como Guyoí, Funk, JV^iegieb, Eckarts hausen, "'eremps,j el Manuel da Surcier, que por la m a yor parle está sacado del tomo de la enciclope"'a ^\.\.\x\3,díO Amusemens des Sciences., asi como en esta última obra se pusieron á contribución Oía^nm ^ Guyot y Decremps ; el lector, digo, que "aya estudiado dichas obras, con otras varias 'elaiívas al mismo asunto, se podra' convencer ue que la mayor parte de las suertes de naipes que siguen son nuevas, ó bien son modificacio'ics de otras suertes antiguas poco conocidas, q^c he procurado variar á mí modo : asi como cualquier aficionado inteligente y diestro puede •nventar y modificar otras suertes nuevas mas a»pes, que el lector no hallará descrita en ninguna obra, Y que siendo ejecutada con limpieza, Duncadejade sorprender por mas que se repita. Dejo escojcr sucesivamente dos cartas arbiJ 11" ^**' ''•*** personas diferentes, y después de haberlas vuelto á recibir en medio del juego» practicado el salto para trasladarlas por encima, y barajado artísticamente, sin perderlas de vis« 1 las coloco líUimamente por debajo de la ba""•J*; cojo esta con la mano ¡iquierda en ana «Jtuacion vertical por las orillas superior é íníelor, de modo á poder enseñar al primer espectador la parte inferior del juego, y le pregunto: '•¡'Por casualidad seria esta su carta de Vi'"—Con-

lOG testará que sí. Mojando á la gazon la punta del dedo medio ds la mano derecha, adelanto un poquito dicha carta al bajar la baraja delante del espectador, sacando con la mano izquierda la carta siguiente (que será la penúltima que escojió la segunda persona, según el procedimiento esplicado en el núm. 6 i ) . Al sacar esta carta para colocarla en la mesa, contesto a' la primera persona : «Está bien, voy ú meter su carta de f. aquí sobre ¡a mesa, y mi varita májica encima." Dicho y hecho, practico inmediatamente el salto con la baraja , con el fin de pasar la carta inferior en medio, no descuidándome de introducir la punta del dedo chico, y dirigiéndome á la segunda persona, le pregunto el nombre de su carta, añadiendo •• « Su caria de P^. debe estar en la baraja , pero en cualquier parte donde se halle la mando bajar invisiblemente en la mesa mientras que la carta de la otra persona , que está aquí, deberá subir en el lugar de este naipe indiferente que se ve en la parte inferior del juego."— Al decir eso , y bajar la baraja, practico el salto con gran ligereza, de modo á trasladar otra vez por abajo la carta de la primera persona, que se mantenía en medio del juego; y en seguida se manifestari á la sociedad que las dos cartas ban cambiado mutuamente de logar. Esta misma recreación se puede variar también , de modo á bacer subir en apariencia por encima de la baraja la carta que se pretende baber colocado en la mesa. Semejante modificación debe ser fácil para cualquier aficionado inteligente, sin necesidad de mas pormenores. ItUelUgenti pauca sufficiunt, rudi nunquam satis.

107 La suerte fallada. 73. En esla suerte se finge nna torpeza apárenle , cviyo resuUado inesperado jusúfica sía embargo la habilidad del jugador. Dejo escojer á dos personas diferentes dos Carlas arbitrarias, que Tiielvo a' recojer sucesí•vamente en medio de la baroja, siguiendo la marcha de las recreaciones anteriores. Efectuado en seguida el salto, y barajado en apariencia, las dos cartas interesadas deheraín hallarse por encima del juego. Sigo barajando sin perder estas de vista, y al cojerlas con los dedos de la mano derecha, dejo escapar y caer sobre la mesa, ó al suelo , como por inadverlencia, la mayor parle do los oíros naipes. A.1 recojer las cartas digo como avergoniado: " Hé aqui una pequeña desgracia, cosa que puede suceder á cualquier jugador; pero como no seria fá~ '^'l ahora el volver á encontrar nuestras dos cartas, _ tas Jos personas interesadas tendrán la bondad de escojer otras nuevas pura repetir la fnisma suerte." ^ Habiendo reunido en la mano izquierda los ''aipes caldos, vuelvo á colocar por encima de a baraja, y según el mismo orden, las dos car' 'oteresadas, que debo haber conservado en la mano derecha, y mediante el salto, la» hago pa*?"" *" medio del juego. Si en esta disposición, y "n haber alterado «u orden anterior, se hace omar forzosa y sucesivamente estas do» carta» «( ** «aisma» personas , empezando por la prime•"" > e» evidente que cada una cojera la car** V^ *QUí!, f„¿ jg jjj compañero. Habiendo pues conseguido c»la especie do

108 trueque, digo : S

S o

O/rd recreación análoga con i6 carta, diferentes. _ o2. Para dar otro ejemplo análogo al anienor, pero cuyo resultado necesita dos mezcla» escójanse de una baraja solo las 6 , n, 8 y Q dé todos palos. Dispónganse estas i6 carUs en el orden siguiente:

m 1.

a. 3.

45. 6. 7.

8.

Seis de bastoa. siete de espadas. n\ievc de copas. ocho de espadas. seis de copas. siete de oros. siete de bastos. seis de espadas.

siete Je copas, seis de oros, I I . oclio de oros, 1 2 . nuete de bastos, i 3 . nueve de oros. • 4- ocho de bastos, 15. ocbo de copas. iG. nueve de espadas. 9lo.

Coligadas de este modo unas sobre otras las Cartas, se manifiestan i los espectadores, pero sin descomponer su orden ; enseguida se mczclau dos veces según el arte, y se colocan en cuatro Glas horizontales, pintura arriba, sobre la mesa, en cuyo caso ofreceráa la disposicioa siguíenle:

133

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'•'^gWseguQl^^^^'^ *=f'^V y seruelven rf arl*''^^ oeRun^ef ! . " ' * P'^"'^' "«^ «'««='-" dos orden pnnnt.vo de las letras será el

H6

siguiente, y se le» podra Iranscrlbir sobre papel para formar la tabla que se ve á continuacioD. Orden primlioo de las cartas, antes de mezclar. Número* de as cartaf. I 2

3 5 6 7 8

9 12

i3

•4 i5 i6 '7 i8 •9 ao 31 32

a3

a4

Letras de la 3.» pregunta y rtspuesta.

E R S

I Q

E R U T A S N E U A M A 1 O? M E N E

M M

M K O

E O

M E.

H M

4

10 11

Letras r!la 'periores, quito las tres bolitas reunidas con la '"ano izquierda para ponerlas ea la mesa ; en seiuida vuelvo d encajar los cubiletes, introduciendo , (') También se puede, si se quiere, escamotear la "'"«, anarenlando meterla en la mano '*1"''^1j^^ encima *" •'guida abrir e»ta como quien echa polvo —"•"•= ""í loa cubilete».

como antes la bolita oculta entre los dos inferió^ res, y después de haber jugado un rato con estos vasot para persuadir á los espectadores que no contienen nada, los dejo dispuestos en pila habiendo hecho caer la bolita debajo del cubilete inferior). «Acabo de demostrar de qué modo se puede hacer penetrar las bolitas invisiblemente por el fondo dü los dos cubiletes superiores. Ahora TOJ a repetir la suerte de un modo mas sorprendente todavía , haciendo pasar los mismos boliches al través del cubilete inferior. Levanto, pues, los dos de arriba, coloco esta primera bolita sobre el fondo del cubilete inferior , que cubro con los otros dos, y en esta disposición parece imposible el que se vaya. Con todo, no tengo mas que dar un golpecito con mi varita sobre la mes a , para que penetre el cubilete inferior j 8« caiga en la mesa. Aquí esta', y la vuelvoá cubrir." (üado el golpecito en la mesa, derribo la pila entera de los cubiletes, pero de manera que no se separen, y los vuelvo á enderezar, dejando la bolita descubierta. Ahora cojo la pila de cubiletes con la mano itqmerda, y con la derecha saco y coloco el de arriba en la mesa ; en seguida cubro ¡a bolita con el cubilete siguiente que ocupaba el medio, bajándote con bastante rapidez, para arrastrar con sigo en la mesa el boliche que estaba entre los dos, del modo que estd indicado ( i o 6 ) ; v coloco el último cubilete de la mano izquierda también en la mesa , formando otra vet fila). «Cojo la segunda de.las dos bolitas que quedan en la mesa, la pongo también sobre el cubilete del medio, que cubro con los otros dos, y al dar el golpecito se juntara coa la anterior, según se vé." [Repito la manipulación anterior, der-

171 ribando Inpíta de cubiletes;, para manifestarlas dos bufítas reunidas debajo del último, y añadiendo la tercera al desencajarlos). «En fin, tomo csia Mllima bolita, la meto asimismo sobre esie cubilete del medio, cubro este con los otros dos , y pegando el golpccilo en la mesa, ge babra'n vuelto Á reunir las tres cout" pañeras, según se v é . " {Derribada por tercera vez la pila de cubiletes, y repetida la maniobra anterior, dejo iiltimaménte las lies bolitas descubiertas, Jos vasos dispuestos en/tlu , y la bolita oculta debajo del del medio). «He aqui otra suerte mas dificil que las anteriores para reunir las tres bolitas. Tomo la primera, la paso con presteza al través de este Cubilete del medio {la oculto en la mano derecha); y voleando este veremos que ha llegado. La •vuelvo i cubrir con el mismo vaso , cubriendo «lespue» éste con otro ; {al encajar el segundo cuItilete encima del primero, introduzco el boliche oculto entre los dos, según el procedimiento espHcadó (ro5). Cojo la segunda bolita y la paso asimismo al iraves de este cubilete, raanMnAo\c Pairarse entre ambos fondos, y al levantar este, aeremos que ha llegado también. [Repito lamis>na suerte para introducir la bolita oculta entre los dos cubiletes superiores). Lo» vuelvo i< «ncájar J^nos encima de oíros, y p.isando la tercera bo"ta por el fondo del cubilete superior, tcndre•'^og una debajo de cada vaso, como se puede ^'er." (^/;o ^0„ cachaza los cubiletes uno después "J^ olrn, para manifestar que hay una bolita debajo ""i bada uno ^ y los vuelo» á colocar en In misnttt disposición). "Observen Vms. ahora este modo curioso de

17Í reuair las tres bolitas. (La suerte complicada de fue se trata aqm, no es propiamente sino una aplicación dos veces repelida del procedimiento (io6); piro no es fácil el comprenderla bien por una simple descripción. Levanto primeramente los dos cubiletes superiores con ambas manos, la derecha en el primero ; jr encajándolos con rapidez y destreza sobre el inferior, de modo "la de pi'cl^ para aruidirlu á las dos anteriores, en fl neto de d.sruMr liinente (loo. 6-*), hago ademan de meter la bolita en la izquierda {escamoteándola) , j ' de tragarla , al paso que introduzco en la boca los platillos de hoja de lata, que saco en seguida uno por uno y alternando con ambas manos. Al sacar de la boca el último de estos, meto con la izquierda el rollito de cintas (lOo. 7 . ' ) , que saco en seguida con la misma cachaza, desairollándolas sucesivamente para echarlas en la mesa. Enjin, concluyo el juego diciendo]: «lié aqui, Señores, todo lo que me quedaba de mis liipas!" Chasco divertido para adornar á alguna persona con bigotes, pudieitdu servir de intermedio ^n el juego de cubiletes. 116. Conviene lencr preparada debajo de la mesa de jugar una cajila con un poco de hol l í n , ó bien de mocos de espabiladeras, de modo á poder ennegrecer con disimulo y cuando convenga la punta de los dedos pulgar é índice de la niauo derecha. Esto supuesto, escondo entre los últimos dedos de mi derecha una bolita de corcho, mando acercar á la mesa al espectador a quien tengo intención de burlar, y que se supone una per-' sona de poco enlendimicnlo, y le digo: «SI V.

188 »aic promete mantenerse quieto, sin llevar tas smaaos á la cara antes qnc sea tiempo, le voy na' enviar á V. invisiblemente desde aquí d sns «narices esta bolita, sin que lo advierta." {yíparciil" meter la bolita en la mano izquierda, escatnoteándiila; finjo en seguida tirarla al rostro de ¡a persona interesada). «Ja, ja! aqui esla' i la visia de todos, es«ceplo de V. que ni siquiera puede percibirla. sPero no quiero dejar á V. marchar á su casa «con semejante berruga , y asi se la \oyá qui»lar sin ningún dolor." (A la sazón j-a debo haber ennegrecido secretamente la punta de mis dedos colocándome de modo que no lo repare: me acerco pues d la persona, finjo sacarle de las narices la bolita oculta para manifestarla d la concurrencia, y en el mismo acto imprimo en sus labios superiores un par de bigolazos).— «Aqui tenemos otra vei »la bolita , y ya puede V. volverse si gusta á su »silio."— La persona burlada raras veces sospccbara' el chasco, á menos que algún compañero caritativo se empiece a reir , ó se lo diga. Adición al juego de cubiletes. 117. Ademas de las suertes de cubiletes que acabo de describir, suelen á veces verse ejecutar por algunos jugadores de manos ciertos jue> gos que llaman estraordinarlos ó majisírales, y que suponen alguna preparación, compañero y aparatos particulares. Teniendo a' su disposición un pequeño leatro con escotillón, ó á lo menos un tablado bastante elevado para que el punto da vista de los

189 e.^pecladores no pase del tablero de la mesa del jugador, se practican en él tres trampillas r e d-indas bieo disfrazadas y susceptibles de abrirso por debajo. Mediante la tal disposiciou un ronipadre escondido debajo de la mesa puede i^ili'oducir algunos objetos vivos, que no sena |>oslble maiiifcstar de otro modo. Añadiendo á Calo unos cubiletes gigantescos de cartón ó de mimbres, se pueden ejecutar suertes estraordíiiarias, que por lo regular suelen ser mas raras y sorprendentes que ingeniosas y difíciles. Por Semejante arbitrio consiguió el jugador de macos Soíu-mayor en los años de ib2y ó i 8 3 o , eu Sus funciones públicas de la calle de la Sartén, escamotear debajo de un cubilete al malicioso cnanito D. Francisco , bien conocido en esta Corte. Dicha suerte, a' la verdad, parecerá' poca Cosa, si se compara con las que l'réjean ejecutó en Paris en los años de 1800 .-i 1802. En una ocasión vi a' este hábil jugador de manos y equilibrista, delante de una numerosa reunión, escamotear debajo de sendos cubiletes a' un Granadero armado do la guardia de lionaparte, con Su mujer, y un gran huevo de papel de donde salió un chiquillo llorando. Al liu de otra función prometió el socarrón , como l'ineili, el esComotearse á sí propio. Subió efectivamente en Su mesa, el payaso le cubrió con su cubilete, y en un santi-amen desapareció sin dejar rastro ni sobre la mesa ni por debijo. Semejante tablón con escotillón debajo de la mesa de jugar, puede á veces seriir al juglar para ejecutar otras muchas suertes y chascos, t-'on el auxilio de un compañero oculto. 14

100 En mi juventud me causó mucha sorpresa la suerte siguiente que ejecutó en una de sus funciones un famoso jugador de manos alemán, que fue ó TVamhach ó el judío Filadclfia. l'idió prestados á la concurrencia hasta cinco sortijas diferfiilcs, mandándolas echar en una caja colocada sobre la mesa , al través de la cual Labra'n íXn duda encontrado su Cimirio hasta las manos del compadre oculto. El ostamolcador sentado detras de su mesa y sacudiendo la caja liizo sonar en apariencia las sortijas, á favor de un medio análogo al que se esplica en el n ú mero i 2 y ; y un instante después cesando el ruido, declaró que los anillos liahian desaparecido, pero que dentro de un ralo volverian. En el ínterin divirtió a sus o>entes con la suerte tan antigua como trivial del correo iiwióible, y después que el muñeco de vuelta de sus viajes se hahia últimamente agazapado en las faltriqueras de nno de los espectadores, el juglar liujiendo haberle consultado respecto á la morada actual do las sortijas, declaró que estas se h a blan alojado todas cinco en el dedo meñique do su pie derecho. Mandó al punto á un criado sacarle zapato y media , y con asombro universal se hallaron efectivamente las cinco sortijas en el csprcsado dedo. Por mas que me sorprendió esta sucrle, me pcuerdo que su impresión se borró pronto por otro hecho que me pareció mas maravilloso t o davía. El juglar j)idió prestado otro anillo de oro de forma lisa y ancha , y después de haberle puesto en la mesa y pronunciado ciertas palabras misteriosas, drclaró que sus conjuros h a bían dolado la sortija de ia propiedad tuiL>grosa

101 de acomodarse de repcnle á todos los dedos, por ni3s gruesos que fuesen. En prueba de su aserción se uielió el anillo sucesivámenle en varios e subdtvide toda la superficie esteríor de la ca']ii por anillos; y para proporcionar un poco de respiración al pájaro, se puede taladrar en la punta inferior de este huevo un pequeño agoje'oD. Recreación, Despaéi de haber «noerrado ma pájaro eja 1« «aja, doblándole ó orntándole la c«»b> enseño i

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los espectadores un hoevo pequeño, natural, de gallina, del mismo tamaño que el figurado en el interior de la caja, anunciando que le voy á encerrar en la caja para transformarle luego en un pajarillo vivo. Con este pretesto procuro sustraer el huevo verdadero de la vista de los e s pectadores, manifestando en su lugar el 6njido, metido en apariencia en la caja destapada. Tapando esta en seguida y volviéndola, echo encima polvos de la madre Celestina , acompañados de algunas palabrotas bárbaras. En fin , abro la caja por la juntura correspondiente al pájaro, que pongo eu la mesa ó que dejo volar. Hacer una tortilla en un sombrero. 14o. La suerte de bacer en apariencia una tortilla en el sombrero de una persona de la sociedad, es un juego bastante trivial, cuya descripción se baila en muclios libros de juegos de manos. Pero en la mavor parte de dichas instrucciones se hace aso de un sombrero preparado al intento, 6 bien de im simulacro de bornílio. Procediendo del modo que voy i indicar, no se necesita sombrero preparado: el espectador ve romper los huevos dentro , y usando de un poco de destreza se le restituye sn sombrero sin mancha. El aparato que se necesita es de la mayor sencillez, Fig. i o 6 . Consiste en dos vasijas ó platillos cilindricos muy bajos A , B , de hoja de lata, casi iguales, de tres pulgadas y media de diámetro y una pulgada de altura. El segundo B de estos platillas debe ser un poquito mas ancho que el primero, temiendo T . g. dos L'neu

231 mas de dia'metro, de modo á poder servir de lapa al otro, cuando se encaja por encima, como «e ve de perfil en C. Preparo una pequeña tortilla con un solo huevo, y un poco de harina, cuidando que sea del mismo dia'metro que la vasí¡a mayor B, que esté un poco tiesa y seca, habiéndola quitado de aolemaoo la grasa supérflua entre varios p a peles; para lo cual es bueno ^ue tenga á lo menos un dia de antigüedad. Esta tortilla se coloca sobre el fondo esterior del platillo menor A puesto al rCve», y en esta disposición tengo preparado el aparato debajo de mi mesa, cuando Quiero ejecutar la suerte. Pongo en la mesa el otro platillo B con dos ««evos, el uno entero y natural, el otro vacío. Pido prestado á la sociedad un sombrero redonno vacio, con un pañuelo; manifiesto desde luego el interior del sombrero, y arrima'ndole en seguida i la orilla de la mesa, le vuelvo boca abajo, como para sacudirle el polvo, mientras que introduzco diestramente con la mano derecha el platillo A con la tortilla encima. Colocando luego el sombrero boca arriba en la mesa, le Cubro en parlé con el pañuelo, y arreglo el interior, de manera que la tortilla se halle debajo del plato ( I ) . En seguida enseño el huevo natural, le rom» p o , y revuelvo en el platillo con mi varita, y apartando un poco el pañuelo, echo clara y y*' (I) Si se quiere se •puede meter debajo nn papel í"* se habrá introducido en el iombrero de «ntema*>. á yiíta de los espectadores, y .baio cualquier pre-testo.

• . . , , , .

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ina dentro del sombrero, ó mas bien en el platillo que contiene, cuidando de no derramar nada. Si se qniere se puede añadir también el otro buevo, cuidando de romperle dentro del mismo sombrero, á ñu de que los espectadores no lleguen á sospechar que estaba vacío. Hecbo esto, vuelvo á tapar el sombrero para impedir cualquiera mirada indiscreta, le paseo un ralilo sobre la luz con pretesto de freir los huevos, y limpiando en seguida el platillo que quedó en la mesa , le meto dentro del sombrero para encajarle sin ruido por encima del otro que contiene el huero. En fin, vuelvo con líjcreía platos y sombrero, levanto este, y manifiesto á la concurrencia la tortilla puesta sobre el revés del platillo interior, cuidando de no soltar de la mano el aparato para evitar todo rejistro. Sobre la suerte de daoor una carta en la pared, disparando un pistoletazo. i4i> Escasado sería el repetir la descripción de esta suerte, cuyos pormenores se hallan en casi todos los libros qne tratan de juegos de manos. Lo linico qne creo útil' añadir respecto i una suerte tan conocida, es lo tocante i la pistola , cuya congtraccíon, según se indica en la obríta española de mdjia blanca, y en los libros •orijinales de los cuales estaí tomado cnanto contiene aquella, es.antigua, complicada, y está generalmente mal esplicada. Hace machos años que los jugadores de manos estrangeros ejecntan la snerte de que se trata , usando para el efecto de nna pistola coman de arzón, mediante cierta preparación moy («o-

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cilla. Se manda soldar y lomear un pequeño tubo ó cilindro hueco de lalon delgado, cerrado por un eslremo , de una pulgada ó pulgada y media de longitud, y de un diámetro tal, que pueda entrar y salir fácilmente, y por solo su peso , del canon de la pistola. Cargada de anteniaao esta con pólvora y un poco de papel, introduzco secretamente el cilindro de latón en el canon , la abertura por arriba ; y en seguida cargo á la vista de los espectadores con pólvora, clavo y papel, la cual carga será recibida por el tubo de latón , de manera que en el acto de agarrar la pistola por la boca para presentarla al espectador, dicho tubo con su carga resbalará en el hueco de mi mano , y me será fácil entregarlo por algún conducto oculto al compañero del gabinete secreto, cuan* do necesite el clavo señalado. Observaciones sobre la suerte de recibir un pistoletazo con bala sin ser herido. i 4 3 . Muchos jugadores de manos antiguos y modernos han pretendido ostentar su invulnerabilidad á favor de esta suerte, que se puede ejecutar por varios arbitrios; pero de lodos modos siempre aconsejaré ,i los aficionados que Quieran arriesgarse d ella, se coloquen á una distancia razonable del tiro. I.* El método que se indica en el mencio*>«do libríto sobre mdjia blanca, no es tan seguro como podria ¡majinarse, y es menester ^isar de muchos ensayos respecto i la cantidad y Colocación de la pólvora, para lograr el quo 'a bala caiga sin peligro á poca dbtancia de la Pwiola. r o ir; •

334 2.* Dir. Un canapé. Sn. Un vaso antiguo 6 urna funeral. Zo. Los vuelos de mi abuelo. F. El perfil de la figura F puede revestir las formas que siguen, á saber: 3g. Un banco de jardín cubierto , para cuando llueve. 4. Una pequeña tienda de zapatero. 4i- Un hornillo químico. ^ G. Dando al papel la disposición que seiiaia esta letra G , te puede formar con él ^3. Un sombrero español antiguo. ^3. Una linterna ó farol de papel vacío. 4i. Desp ues de encendida la Tela, se abrCí y tendremos un farol completo. /¡.S. Un bacín de enfermo para obrar. II. Volviendo á dar al papel la disposición fie la figura H , se puede presentar 4^. Una cuadra ó establo para vacas jr caballos. 4l. Un candelera. 4o. El pujaoante de un albeitar para cor~ tar el casco d los caballos. !• En fin, en la disposición que se observa en la figura I, el papel-proteo podrá dar la spanencia de las cosas siguientes, i saber i 49' Un cepillo de carpintero^

Go. 5i. Sa. 53. 5455. 56. 67.

f,a letra K. Un reloj de arena ó ampoUita. Una mesa cuadrada. Una inesn redonila. O/ra ovalada, para cuando hay muchos convidados. Un salero; para conseguirlo no hay mas qi'O volcar la mesa redonda. Una silla de montar d caballo. Una gran chorrera para la camisa, Sfc. ¿fe. EL SOMfcttEUO-PftOTEO.

l 5 3 . El juego del sombrero prateo ^ que se t e pracilcar mucJias. Teces por los charlatanes en las plazas públicas de las capllales esiranjeras, tiene alguua analogía con el j u t g o anterior, sin embargo de .ser macho mas limitado , y de ser bastante Insignlficanle sin el guirigay con que se suele acompañar. El aparato que exije no puede ser mas sencillo : pues se reduce á cortar la copa á un sombrero viejo con alas anchas, del cual no se conserva sino un círculo con agujero central, figura M 8 , que pueda encajarse en la cabeza hasta las orejas. Se puede empcíar la recreación diciendo: «Señores , pocas personas habrá tan ecduónaiucas q u e , hallando este pedazo de sombrero mlejo en la calle, se lomasen t i trabajo de le»Yantarle del suelo. El mismo trapero tal vez no «se dignaría de cargar con él en sa cesta bendi»la. Pero yo que acostumbro aprovechar todo «cuanto ciicaenlro, por mas despreciable que

2S9 »parc7,ca, y habiendo casiialmccte perjiílo mi «gorro , me ocurrió la idea de reemplazarle con «este frafb V

zoJebuq-Tiii» sb í cb

,

IV. QUÍMICAS. . i6.iv .XXabla re^eUp én uaprvDclpto no citar ninguna recreación química en el presenté compeadio, puesto que loa aficionados á esta qlase de leifperii^^nllós encontrj^r«t|i pon que saij^ffcer su.curiosidad en y arios libros modernos, p^blífr^^^^'^ en c;)stelIano sobre ,djcbo ramo de xni^jia bl^Pca,*; 7 pardcularinente en las nuevas r^cf^ciones tjjiUinicas de Accuin j ¿e otros autores, que se tradujeron del ingles y del frange** .^n.l4obrIui francesa, citada éti el prólogo bajo el titulo de Manuel du Sorcier, como también en el Manuel de Chimie amasante , el lector bailará asimismo una Colección escojida de recreaciones químicas. Pero no puedo menos de recordar á los jóvenes que carezcan de práctica en las operaciones químicas, la observación becba en el prólogo respecto á esta clase de diversiones i t( saber, el asar de la mayor prudencia cuando^ trate de repetir esperimentos peligrosos , tales ptincipaj^entKjptmdrtas combustiones y detonaciones qtI¿~ien

S88 se oKtja litnplomeate coa agua pura, para igua'' W su »upler&cie coa las deaias. áobre la segua4a lUU se paaa un pincel coa uo ácido débil, tal cooia vinagre « cumo de límoo, ó ácido sulfiiriett'á nítrico, diluidos estos dltinios coa m u pba agua, basta el punto de no' alterar el papel. .. La líltioia bauda del papel se unta del mismo mod^ con una solución alcalina, T. §• coa amoniaco líquido, ó con subcarbonato de sosa disuelto eu agua. Después de esta doble preparación , y seca la boja de papel, no se debe baber alterado seusibleuientc su blancura. ,; Jf4r-A kncer el esperíoi&nto, seaioja una plutaa nueva en tintura die violetas^ .y se propone á |4)^,espectadores «scrlbir con el mismo líquido y (•!• 6l misiBO papel, eaieea col«re»di£ereatea: i iaber.) violado , encarnado y verde, l o cual se conseguirá fácilmente acordáadQse.iqae parte del papel se balLi 'inipt^Q«d« cop el ácídaó tbne^ ádcali« y trazando la escritura ea el garaje «(ku^eiveote. • r;

i l l , Reereacvin.

Teñir una flor blanca can íirs dolores diferentes, meJtmnte su inmersión en un solo liquido. 164- Se prepara « a ramillete coo dos flores blancas artificiales de papel, dejando uoa de estas eo'«u estado aatural,, untaado la otra cbo un áoidd ddbil,:3( oaojaado todas las bojas con un álcali,. X» ' ^ . i c o a d aúoniaco líquido. Debftocs de seco «llravtillete asi ^ep«r«do y :;p«reoeffá eiíteiliatetiteUadtco. i il , • i i:-1£uin«rjiéndol¿ i la aaron «.(tretencia J e 1«»

t89 espectadores en ona rasija alta y e«frecba, laf como una probeta, llena de tintura de TÍoIela», una de las dos flores se teñirá' de color di* violeta , la otra de encaruado, j todas las hojas de Terde. En lugar del jarabe de violetas, que en muchas parles suele ser difícil de proporcionar, se puede, para repetir los esperinie»tos anteriores, hacer uso de otras rarias'tinturas aiules vejetafes, saca-das.de flores mas comunes todo tí? v e rano. Tales son, y. g., las espuelas de caballero (delphinittm), la escohlfla {Centaurea cyarius), las achicorias silvestres {cichoríum ¡nt^hns). y las hoja* de cierta variedad Se lombarda. Todois estos vejetales^an por su infusión en apua hir*íct>do, j.su éipresiOn, un li'^uído azul muy alteirable por' pi acción de los «fcidos y de los £flealis.'y pi>t consígnfetitis rf prop^üito para reemplazar la tintura dc violetas; Recreación tmdloga con las hojas de lomlarJa. >í)5., En algunas partes de Alemania y Snlz» ffnslan mnpho de comer ensaladas de repollo r 'ombarda e^rodos, cajas hojas se coítan 6 se pican al efecto tan menudas como fldeos. Cóh la ensalada de lombarda de Cofor violado, que es f« áias aprecrada, he visto i veces repetir la puerto 8 5 . Se preparan cinco copas c«

313 rcdooílean para que no lastimen las carnes, j se retienen después de juntadas mediante dos corchetes de hierro. Se practica la misma operación con una ortera grande de madera que se sierra en dos igualmente según un plano vertical. Se vacia en el fondo uua abertura Igual a' la de la mesa, volviendo en seguida rf juntar con corchetes ambas mitades de la ortera. Preparadas asi las dichas piezas, se escojen dos hombres de igual estatura, se desnudan sus cuellos, y se disponen de manera a' representar el uno UQ eada'ver degollado y el otro su cabeza. Para este efecto se manda al primero de dichos hombres tenderse á lo largo sobre la mesa, pasando su cabeza al través del agujero ovalado, de modo que el cuerpo solo sea visible j y para aumentar la ilusión , se adapta al pescuezo un p e dazo de madera de forma semilunar, pintado de encarnado , fígurando un tronco sangriento con venas y carnes vivas. Se manda también al compañero sentarse d e bajo de la misma mesa, en un banquillo de una altura conveniente , para que al pasar su cabeza al través de la segunda abertura redunda, aquella sea visible á los espectadores. En seguida se le rodea el pescuezo con la ortera, en que se colocan también algnnos trapos sangrientos para figurar la sangre cuajada. Sie comprende que pa>'a pasar cómodamente las dos cabezas por d i chos agujeros, se separan un poco las dos tablas fíue componen la mesa, volviéndolas en seguida ^ juntar. En fin, se cubre toda la superficie de la mesa con bayeta n e g r a , de modo á no dejar Visible sino el cuerpo y la ortera con su c a b e ra , dejando colgar el p a n o l i rededor de la mesa

314 liasta el sucio para ocultar el misteñoso disfraz. í>c aumenta mas todavía la ilusión colocando eix la misma mesa una cazuela con «stopa, espíritu de vino y sal molida, cuya composición enoendida comunica, como se sabe, un culor l í vido de cadáver, no solo á la cabeza del pialo, sino también á los rostros de todos los asistentes. Este espectáculo imponente, para producir todo su efecto , debe li.ieerse de nocbe , y sin otra luz que la de la mencionada composición, conocida con el nombie de antorcha infernal ó de muerte. Especláculo del enano. ig5- Esta bonita y sorprendente diversión consiste en un disfraz ingenioso particular, y necesita dos actores que en apariencia se identifican en uno solo. Las manos del uno sirven efectivamente al otro de tales, mientras que los brazos de este forman sus piernas. Un vestido disfraz hecho á propósito une el cuerpo del enano a' sus piernas y a' los brazos postizos que le presta ei compañero. Este se halla «culto detras de ima cortina oscura recorteada , y una mesa colocada delante de esta, y en la que el enanilo hace sus habilidades, completa la ilusión. El hueco de lina puerta abierta es muy á propósito para c o locar en él esta escena burlesca, y las dos figuras del oúmero i 3 i harán comprender al lector todo el misterio, mejor de lo que pudiera hacerlo la descripción mas prolija. £ n la primera de ettas figuras el enanito baila en la mesa al compás de algún instrumento de iniísica, tal como la guitarra ó un pito, que toca

31S cou la ayuda de los dedos del compañero oculto. Aunque torpe ca apariencia, baila y brinca con la mayor íijereza sobre huevos y vasos de cristal, hace el ejercicio con varias armas, suspende en apariencia todo su cuerpo á un palo ó un cordel que agarra con los dientes. La otra figura representa el enano en disposición de ejecutar suertes de cubiletes, lo cual hace con la mayor ilusión y propiedad, con tal que se le mire a' una distancia razonable. Para este efecto se coloca encima de la mesa principal otra mesita heciía a' propósito, con tres trampillas redondas artísticamente disfrazadas, correspondíanles á los tres Cubiletes, y susceptibles de abrirse por abajo. La bayeta verde que cubre y rodea la mesita posliza oculta lodo el misterio. En este caso las piernas falsas del enano, 6 mas bien sus brazos, se despojan con disimulo de sus bolas, volviendo a' desempeñar sus funciones naturales debajo de la mcsiia. Els decir, que abren y cierran a' propósito las trampillas, para introducir, sacar ó cambiar las bolitas debajo de los cubiletes que el compañero oculto maneja, conformándose en lodo a' las órdenes del enano, •]ue suele divertir á la concurrencia con su gui-

'•'gay. Esta misma disposición de cosas se presta a 'a ejecución de nlgunas suertes de naipes y otros ^'ariosjuegos de manos y de física. En fin, el enano, despojándose en parte de su disfraz, puc"C subir sobre la mesa, salir del agujero de ia Cortina, y presentarse i los espectadores bajo su forma y altura verdaderas, que parecerá' g'gf*" tosca respecto i su tamaño aparente anterior, í'or esta razón se ha llamado Umbien á rece»

3ir, enano gigante á esta ingeniosa diversión, que es susceptible de otras vanas modificaciones ( i ) . El hombre al revés, que camina y baila sobre sus manos. i g i . Trasportémonos por un rato á aquella región imajinaria, en que según lo afirma el gracioso autor del viape al país de tos organistas , los habilaates audau cabeza abajo y patas arriba. Aqui bailaran los lectores el método de caminar en dicha posición sin cansarse y sin haber aprendido el arte difícil del volatinero. Esta diversión no es propiamente mas que un disfrai de carnaval, que me acuerdo haber o b servado en algunos bailes de máscaras de Paris, hace unos cuarenta años, pero que es mucho mas antiguo. Su efecto , cuando sale bien , causa bastante sorpresa é ilusión en los espectadores que ignoran el misterio. La parte esencial de este disfraz consiste en

( I ) Un joven apreciable de esta Corte, gran aficionado á juegos de manos, tu»- el j)iimerü que trajo de Paris tjsta d¡versií)n liare algunos anos. Se rcjtitió en varias casas p.irticularus, y en el año de i838 un cliarlatan manifestó dicha escena piiblic amenté en un teatro de la calle de Santiago, scgini se puede leer en el diario del 17 de abril. Kl ])úl)lico Madrideño aun no ne hainá olvidado de Jos retumbantes carteles «n que se anunciaba la nunca vista función del prodigioso eiiuno gi¡¡ante. Desde poniente á Ir-vanlc hasta el frió setentrion^ la fama el mérito cante de tan insigne función.

j "-^"'^'ija entre t^us muslo'! =.o„ • i i ademas mo,l: . i • . • asegurándola •y la vor parccfra sa/ir de Ja ni; • . postiza. misma cabtza ün seguida el a d o r se viste todo .1 'OS pantalones se meten y se atan n . •'•^''*''!a e.boza verdadera, q a e L n v i c T e ' b i r ' " " ' ' ' ^ jer entre Jos hombres; armadas a n X V ' J " ^ " con hotas que se llenan en parte c o n °°^ el fin de alirgar un poco ei a^Ji I r ) ! , - . ' •="" i.a camisa con mangas' largas se v i ! t i ''• «as Jo mismo cp.e la d.aqucta fl' r"". cuello con Ja cot'bata; de a ancrl y T " " ' ^ parecerán ser manos. '"•-' ''•. \i. a53 El Sombrero^Proleo. . . . ^. . , . : •. J "i a58 Gijita adivinatoria con- oiimeros. ^a6a Caja de tránsformacioa para cambiaF'Ob objeto eo otro. . . < j » k . . * ;f;'í». a65 Caja ingeotoM para h'&áw ¿eaapaveoer j MM' ' aparecer élteraatiramvpt»'ana barajai^- •, . liamaeda, ^ c . < > . •. , .-^u i; .368 Descripción de la mesa con trampUia para varíosjuegos de n/anosl-'j 270 Descripción de la mesa meeáníoa con puntas y palancas 172 Espejo'útfilc.. • ^o4 Recreaciones que se.pvwden bacer cnsí,^, .. snlfato de hierro,.y.olros Yar¡os.reactiri,„or^. • ("VOS. , .

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BecreaeioQ que se pue4e bacer CQP la t¡a->,; tura denosas, . , , , , , . . . . , , . , . :3o7 Composición jflAÍtan-:el hielo natural. . ,i: 3^9 Observación sobne l«is prolcndidas ^uca»., .„ , aensidvas - . . , ..'!,3io . . . V. VARffiBADES. v^, i .

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'arfas suerl^,burlescas.,,,CiíyaJlMíVf%.,dfiJ)VÍ^. de ^ algtin^sfrai. ••. ,. ,^.;¡,, Decapitación'ilusoria.', f.^'. ;'. •.'.'. 312 Especta'culo del enano".'. 3i4 El hombre al.re«éf,j([ae;9aaiiiia:y&kilftjsar>¡ 11 bre s(M.! ^ :>•< :3i6 El hombre sin cabeza .j'sínpierDAjivc. 4:;»i)!,3i7 V'irías bpuegtas diVértidtísi \ . *i- •¡^•\> . ;i'::3'i9. Sobre escrituras y««ri^pondeneU8'*a.uoi. cretas. . '-'•'. \''l-'} '.'•']'';•'; .:..!'.'• jof'V'jBaí: CuadroiMájicOi . " . ! . ' ' j " . ' ' . . . « '.'n*¡lt>i;3»6 El Tauíüklropio. - 1 'l .' . . . . '. i . ü"!^ 33d Relación de vartáitik'biRéáaes de 3 uglttKM y animales. . . . . . . . . . . . . . . . '331 La bota encantada^ cuento. . . . . . .'. 339

A L F A B E T O D E L A LLAVEI » I b I c I d I e J^j g I h I i I k I 1 I m I n I o I p I , I r I » » I ' I a I 3 I 4 I5 5 I6 6 I 7 I « I 5 I H M 6 I7

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