El asesinato de la profesora de lengua. Historias escritas por los alumnos

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EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Realizado pos los alumnos de 2º ESO IES Sierra de Leyre de Sangüesa (Navarra) Curso escolar 2010-2011 Profesora Silvia González Goñi

Nora Planillo Armendáriz. 2º C EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Me llamo Frederic Charles, soy traficante y, desde aquel lejano día, asesino. El 21 de Abril de hace, en realidad, no mucho tiempo; cometí algo de lo que nunca me arrepentiré, y que tampoco, podré olvidar. Corrían unos tiempos bastante buenos para mí; me iban bien mis trapicheos, tenía un buen trabajo…; vamos que no me faltaba dinero. Por aquel entonces, trabajaba en una mansión (o por lo menos para mí lo era), sirviendo en todos los problemas y gustos que tuviera la señora Gustava Rancia, de unos cuarenta años. Más conocida como ‘la señora de Gordillo’, por su matrimonio con el ocupadísimo señor Gordillo Delgado presidente de una sede en Nueva York; o como ‘la profesora Rancia’, ya que se dedicaba a la enseñanza dando clases de lengua en el instituto privado más reconocido de toda Salamanca. En resumidas cuentas, era profesora de lengua en el instituto más pijo y adinerado de la ciudad. A tan sólo cuatro días del imborrable acto, me encontraba en el trapicheo que más me ha marcado y más importante de mi vida. Me encontraba con Clotildo Holgado, apodado ‘el Droguis’, intentando pactar un buen intercambio por una importante suma de dinero. Yo pedía cien mil euros mínimo. La petición era descabellada, pero si salía bien me forraba. ‘El Droguis’, no lo tenía claro y decidimos continuar el trapicheo tres días más tarde. En ‘la mansión’ todo funcionaba con normalidad, salvo que Doña Gustava, como la llamaba yo, comenzaba a salir más y a volver más tarde, algo poco habitual en ella. Entonces decidí espiarla, ya que había quedado con ‘el Droguis’ tres días más tarde y no tenía otra cosa en la que pensar. En una escapada descubrí algo impactante: Doña Gustava salía más de casa y más tarde porque tenía un amante. Al principio, no le vi bien la cara; pero cuando se la pude ver con claridad, descubrí que era Clotildo Holgado, ‘el Droguis’. Rápidamente deduje que Doña Gustava, no sabía que ‘el Droguis’, trapicheaba, y que ‘el Droguis’, no sabía que yo trabajaba pata Doña Gustava, puesto que habíamos quedado que el trapicheo se haría en la casa en la que yo trabajaba. Así pues, ideé un malévolo plan, ya que Doña Gustava nos descubriría y denunciará a la policía, y lo llevé a cabo. Doña Gustava se encontraba en el jardín arreglando los geranios cuando yo, sin dudarlo dos veces, me acerqué por su espalda con mi cuchillo jamonero. Se lo clavé, y en unos segundos, la asesiné. Sin quedarme contento, la descuarticé, pensando en que podría haberme delatado a la policía si se hubiera enterado de los trapicheos; por todas las cosas que había hecho por ella y seguro que me hubiera delatado. Primera fase completada. Al día siguiente, vino ‘el Droguis’ a casa. Me dio todo el dinero, tras negociar, y yo a él la mercancía. Le notaba preocupado, así que le dije que se fuera, que el dueño de la casa llegaría pronto. Él obedeció. Segunda fase completada. Ya sólo quedaba la última fase, la de huir al Caribe.

Esta última fase también se completó, y ahora mismo estoy en Hawai. No sé si la policía me busca o si ‘el Droguis’ se enteraría de lo que hice. Lo único que sé es que soy rico, libre y sigo trapicheando; y que nunca olvidaré este suceso. Patricia Goyena Navarro, 2ºC EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA. Soy Martrocio Jiménez, el ex novio de Virginia, la profesora de Lengua. Un tipo alto, moreno y con gafas. Estoy un poco regordete y me gusta llevar los pantalones subidos hasta los sobacos con la camisa por dentro. Me siento muy feliz y a gusto conmigo mismo porque hace una semana, maté a mi novia Virginia. Poneos cómodos, os contaré lo que pasó. Yo llevaba varios días sospechando de mi novia porque últimamente salía mucho a cenar y volvía a casa muy tarde. Un día decidí seguirla y averiguar qué era lo que hacía todas las noches. La seguí hasta el restaurante más lujoso de la ciudad mientras me preguntaba con quién podría estar viéndose. Cuando llegué y entré al restaurante, lo vi. Era el director del instituto donde trabajaba Virginia, Carnudo García. Carnudo tenía forma de mujeriego, pero no me lo podía creer. Sentí tal rabia que parecía arder por dentro, así que decidí vengarme creando un plan para matar a mi novia. Me pasé días creando un plan perfecto y cuando estuvo listo, lo llevé a cabo. Fui al instituto para ver a mi novia que se había quedado a revisar unos exámenes y me la llevé al cobertizo diciéndole que tenía una gran sorpresa. Al llegar al cobertizo encendí la cámara de video y le golpeé la cabeza con un extintor para dejarla inconsciente. Me puse los guantes, cogí el bisturí y le abrí en canal. Sabía que ella estaba sufriendo y eso me divertía, me divertía tanto que me entró un ataque de risa. Entonces se despertó, la até con unas cuerdas por las manos y las piernas a las patas del armario. Ella soltó un grito de dolor, era un grito tan espeluznante, que se me heló la sangre en las venas. Poco después cogí una cuchara y comencé a sacarle el corazón y el hígado. En ese justo momento ella murió desangrada. Yo seguí con mi plan. Le saqué los dos órganos y los guardé para llevármelos a casa, dejando a Virginia muerta con la cinta de video en un sobre. A los tres días vino la policía a mi casa y me cogieron bebiéndome en un batido el corazón y el hígado de Virginia triturados. Me obligaron a ir a comisaría, me metieron en la cárcel y me contaron que las señoras de la limpieza habían encontrado el cuerpo sin vida de Virginia cuando fueron al cobertizo a dejar las fregonas. Me acusaron de asesinato y ahora estoy en una celada preparado para pasar el resto de mis días pudriéndome entre barrotes, pero aún así, soy la persona más feliz del mundo.

Ainara Domínguez, 2ºC EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Me llamo Margarita Castro y vivo en Buenos Aires con mis hijos. He dejado mi casa, mi trabajo, mi familia y mis hijos en España. Tuve que huir de allí porque cometí un asesinato: maté a Pascuala, la profesora de lengua, de mis hijos y mujer de mi ex marido Homero. Todo empezó de esta manera: Estuve casada con Homero durante 10 años que fueron los peores de mi vida: palizas, insultos, y me fue infiel con Pascuala. Llegó un día que ya me cansé de todo y me separé de él. Vivíamos felices mis hijos y yo, hasta que un día me llamó Pascuala y, me dijo, que me harían la vida imposible hasta que no les diese a mis hijos. No podía soportar la idea de separarme de ellos, ya que eran lo que más quería en el mundo. Entonces planeé el asesinato. Me llegó una carta del colegio para una reunión de padres, pensé que después de la reunión seriía un buen momento para llevar a cabo el asesinato. Me dirigí a la ciudad vecina, compré cloroformo en la farmacia, alquile una furgoneta que deje aparcada en el colegio dos días antes de la reunión, compre tres billetes de avión para mis hijos y para mí y dejé preparadas las maletas. Llego el día de la reunión, estaba nerviosa, pero me tranquilicé al ver la cara de la que quería quitarme a mis hijos. Acabó la reunión y salí con todos los padres para no levantar sospechas. Cuando todo quedo despejado, volví a entrar y robe una sierra del taller. Espere en la furgoneta, todo estaba tranquilo y ya había oscurecido. Al ver salir a Pascuala, la seguí y la asalté. Le tape la boca con el cloroformo y se durmió. La metí como pude en la furgoneta y me dirigí hasta un almacén abandonado a las afueras de la ciudad. Allí la saqué de la furgoneta y la fui cortando, con la sierra, a trocitos, mientras los metía en una bolsa de basura. Cuando termine, limpie todo y me cambie de ropa. Cargue las cosas en la furgoneta, y lo tiré todo al río. Abandoné la furgoneta, cogí mi cocedle aparcamiento y fui a casa. Cogí a mis hijos y las maletas y fuimos al aeropuerto. Nos esperaba un largo viaje a una nueva vida. Pasaron dos semanas, mientras me iba acostumbrando a la vida lejos de mi gente querida. Me fui informando en Internet de todo lo que pasaba en España sobre el asesinato que había cometido. En Internet, aparecía que la policía había encontrado las bolsas de basura con el cuerpo en el río, pero no tenían pruebas de quien había sido. ¿Hasta cuando duraría mi huida? ¿Podré volver alguna vez a España?

Itziar Planillo Armendáriz 2º C EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Me siento arrepentido, quizás tendría que habérmelo pensado dos veces antes de actuar. Soy Alfredo Mendía y estoy en un centro de menores, acusado de la muerte de mi profesora de lengua. Todo comenzó un día normal y corriente. Yo volvía del instituto a casa muy contento, era viernes. Después de comer, mi madre me comentó que iba a ir a visitar a la tía Petra, y me preguntó si quería acompañarla. Yo pensé, “un viernes por la tarde, ¿ir a visitar a una tía que ni conozco y que vive a 30km de mi pueblo, o quedarme en casa viendo la tele y jugando al ordenador?”. Mi respuesta fue evidente. Mi madre marchó sola con el coche. Pasada una hora, sonó el teléfono. Yo, con cierta pereza, lo cogí. Era la policía preguntando por la familia de Desire Montero. Yo le respondí que era su hijo. La policía continuó hablando. Me dijo que mi madre había sufrido un accidente mientras conducía; se había chocado frontalmente con otro coche y se temía por su vida. En ese instante, se me hizo añicos el corazón. No podía creer lo que acababa de oír. Finalmente, se confirmó la peor noticia: mi madre había fallecido. Empecé a llorar y, juré por Dios, que la persona que hizo eso a mi madre, sufriría las consecuencias. Mi venganza había comenzado. Al día siguiente, me informé que la persona que conducía el otro coche era Gloria Pujadas, sorprendentemente, mi profesora de lengua. Se me pasaron un millón de cosas por la cabeza, pero tenía que llevar a cabo mi venganza. Pasó un mes y medio, y la gente dejó de hablar de lo ocurrido. Yo me encontraba mejor. Era el día perfecto para vengarme. Llevé al instituto unas pastillas para el sueño, para dormir a Gloria, echándoselas al bifrutas que siempre se tomaba. Con discreción y como un auténtico profesional, salí rápidamente de clase al sonar el timbre, y le eché las pastillas a su zumo, antes de que llegara del baño. Cuando Gloria entró al departamento, abrió el bifrutas y se lo bebió. Yo le contemplaba desde la esquina del pasillo. A los pocos minutos, se desvaneció. Le cogí, y, después de que todos se hallaran en sus aulas, salí por la puerta de atrás del instituto, con Gloria en brazos. Para que nadie me viera, corrí hacia el monte que se encontraba a pocos metros detrás del instituto. Paré en uno de los muchos árboles, donde yo había dejado un ataúd de madera. Metí a Gloria dormida en el ataúd junto a un martillo con una nota que decía:”Yo te he enterrado, pero, cuando despiertes, te matarás tú con el martillo para no sufrir quedándote sin aire”. Después, salí corriendo de allí, sin ser consciente de la barbaridad que acababa de cometer. A las pocas semanas, la policía investigó la desaparición de Gloria. Descubrió el ataúd, con el cadáver dentro, y el martillo con la nota. La policía averiguó que Gloria usó el martillo para matarse y no sufrir tanto. A mí me descubrieron porque analizaron las huellas del martillo y encontraron las mías.

Esta es mi historia, y, si me volviera a ocurrir algún hecho de este tipo, seguro que no me vengaría. Rosi Malinova, 2ºC EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Hola me llamo Martrocio Jiménez. He hecho algo terrible, pero no me arrepiento de ello lo más mínimo. He matado a Virginia. Ella es profesora de lengua. Esto es lo que ocurrió: Hace dos días, me enteré de que ella me estaba poniendo los cuernos con el director del instituto, Carnudo García. Me puse tan nervioso y me enfadé tanto que comencé a idear un plan. Mi plan era matarla. Yo, tengo la enfermedad conocida como ``Enfermedad del rey Jorge´´, que trata de que yo tengo que beber sangre humana para no morir. Me pareció perfecto, ella moriría por engañarme, y yo, satisfaría mis necesidades. Primero, fui a su instituto e hice lo posible para que solo se quedara ella. Esperé a que saliera y le di con un extintor en la cabeza para dejarla inconsciente. Después, abrí su cuerpo con un bisturí para sacarle el hígado y el corazón porque son los órganos que más sangre tienen. Me los llevé a casa y me los bebí en forma de batido. A la mañana siguiente salió en las noticias su asesinato, pero eso no me preocupa, yo me siento bien al haberla matado. MARTROCIO JIMENEZ Miren Huarte, 2ºC EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Han pasado ya 11 años desde que asesiné a la profesora de lengua y todavía me sigo arrepintiendo de lo que hice. Os voy a contar la historia que me cambió la vida: Era 27 de junio y yo9 me preparaba para hacer las oposiciones. Cuando llegué a la sala para hacer el examen, estaba muy nervioso, nos dijeron el examen y de repente vi a la chica que tenia al lado sacando una chuleta, yo no dije nada y seguí haciendo el examen. Cuando nos dijeron los resultados de las pruebas me fijé que la última plaza la había conseguido la chica que tenía yo al lado. Me enteré que se llamaba Macarena, entonces me entró una rabia y fui a hablar con la directora, diciéndole que la última plaza la había ocupado una chica que había hecho trampas pero no me creyó. Entonces yo dije que me vengaría. Pasaron dos años hasta que la profesora empezó a trabajar en un centro, entonces yo pensé en matarla porque así me daría a mí su plaza, porque ahora yo estaba en la

ruina. Buscando por Internet cosas de ese centro, me dí cuenta que necesitaba un nuevo hombre de la limpieza, entonces se me encendió una bombilla y tenia un plan perfecto. A los dos días fui a la entrevista de trabajo. Me inventé todos mis datos, dije que me llamaba Rodolfo, llevaba un bigote postizo, unas gafas de culo vaso, una barriga y una boina a cuadros marrones y negros. Me cogieron porque dije que antes había trabajado limpiando en varias casas. Ideé un plan. Como la profesora todos los viernes se quedaba en el seminario de lengua viendo los trabajos que le habían entregado los alumnos durante la semana, pensé que ahí podría ser el lugar del crimen. Yo, durante un mes me comporté con ella genial hasta me empezó a caer tan bien que a veces dudaba si matarla, pero un juramento es un juramento. Al cabo de dos meses pensé que ya era hora de matarla. El 21 de noviembre que era viernes empezó mi plan: Primero llamé a la puerto diciendo que iba a limpiar el seminario, la profesora me dejó entrar, segundo cogí el producto de limpiar los cristales, cuando estuvo desprevenida se lo eché el los ojos, tercero con los pelos de la fregona hice una cuerda y se la puse en por el cuello hasta dejarla sin respiración y por último le pegué unos golpes con el palo de la escoba. En el cuarto de la limpieza la corté a trozos y los metí en una bolsa de basura pero yo no me di cuenta que la profesora tenía un tatuaje muy característico. Mi madre siempre me había dicho que era muy olvidadizo pero yo no me lo creía. Miré en mi casa los trozos y faltaba el de el tatuaje, deduje que se me había olvidado. El lunes fui al centro y vi que había unos 15 policías rodeando el centro, entonces pensé, yo ahí no entro que seguro que van a deducir que soy yo. Cogí el coche y me marché. Después de todo esto me fui a vivir a Madagascar intentando huir de la justicia. Y ahora me llamo Prudencio, voy sin bigote, sin gafas de culo vaso, sin boina y sin barriga. Y para la siguiente locura que haga, lo haré con mas prudencia, como mi nombre indica. Alfonso Ramírez, 2ºB EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Fue un viernes por la tarde. Él me secuestró. Me amenazó con matar a toda mi familia si no le ayudaba. Prefiero no pronunciar su nombre, me da escalofríos. Me llamo marcos, Marcos Goikoetxea. He sido cómplice de un crimen del que me arrepentiré toda la vida, he ayudado en el asesinato de una maravillosa persona: Eva Pazos. La persona que me secuestró, fue alumno suyo y dice que le arruinó la vida puesto que ella le tenía manía y al no aprobarle selectividad por un estúpido fallo en un examen, tuvo que trabajar levantando rocas en una mina. Como no pudo estudiar, no ganó el dinero suficiente de un buen trabajo, para que a su padre le operaran y este decidió vengarse.

Por eso me secuestró, para que yo fuera novio de la profesora y así en el momento más inesperado, él matarla. Esta mala experiencia empieza así: El lunes, me contrataron como profesor de plástica. La invité a tomar una café para que me explicara cómo funcionaban las cosas en el instituto. Era preciosa. Tenía pelo negro, unos ojos marrones increíbles, una pequeña boca con una sonrisa espectacular… Esa tarde nos lo pasamos genial. Ella vivía cerca y me invitó a subir a su piso. Me enseñó su preciosa casa. Cuando llegué a casa me pregunté: Marcos, ¿te estás enamorando? Al día siguiente, me propuso ir a pasear al parque. La besé. Y le pedí que fuera mi novia. Ella aceptó sin pensárselo dos veces. Aquella noche me llamó mi secuestrador. Me dijo que iba siendo hora de matarla. Le pedí que no lo hiciera, que Eva era una persona maravillosa, y me amenazó nuevamente con matar a mi familia. Acepté resentido, y me dijo que la llevara de fin de semana a una pequeña cabaña en medio del bosque. Tuve que aceptar, de lo contrario cumpliría su amenaza. El viernes fuimos hacia el bosque. Nos instalamos y salimos a dar un paseo. De repente, un rostro poco apreciable apareció de entre los árboles y fue hacia nosotros. Yo grité: ¡Eva, corre! Salimos corriendo, yo no estaba dispuesto a que le hicieran daño a Eva. Yo sabía que era mi secuestrador. Nos metimos en casa, pero rompió los cristales y entró. Vino hacia la habitación donde estábamos y mató a Eva, con un rifle del 22, de un disparo en la sien. Él intentó matarme a mí porque había intentado proteger a Eva. No consiguió matarme, porque salí corriendo con el coche. Estoy escondido en una antigua fábrica de cerveza. Llevo aquí dos semanas y no sé nada del exterior. No se si la policía ha cogido a mi secuestrador o si han encontrado a Eva. Diego Ilarri 2ºB EL ASESISNATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Son mis últimos días de trabajo. Tengo 64 años. Me llamo Federico y soy el jardinero del instituto de Montevidal. Soy tuerto ya que sufrí un accidente en el pasado. Soy rubio, tirando a canoso, y como ya he dicho, tengo 64 años. Mi familia ya murió y no he tenido hijos. Mientras regaba las plantas y cortaba ramas, me asome a la ventana de una, de las clases. Ahí estaba una profesora joven, de unos 26 años moreno, guapa y con cara de simpática. Estaba corrigiendo unos exámenes. Después retiré la vista de ella para continuar con mi labor. Había pasado media hora cuando me volví a asomar. En ese momento, un hombre alto, tiro de una patada la puerta de clase. Sacó un fusil y disparó a la profesora. Debía tener silenciador ya que no se escucho nada. El asesino tenía pintas de gitano, iba tapado con un traje completamente negro. La cara también la tenía

tapada. Se vio el asesino y me vio esconderme detrás de los arbustos. El hombre pasó de mi y salió de la clase como si nada. Llamo a un tal Gustavo Le dijo: “lo voy a recoger a las 12”. Entendí que era un sicario e iba a recoger el dinero. Cuando salió de la clase a la calle, me vio. Se acerco hacia mí con una daga en la mano. Me la lanzó. Pero de repente, el profesor de plástica se tiró sobre mí y me salvó la vida. Él también se la salvó. Cogió la daga y se la tiro al asesino. Le dio en la pierna. Fuimos a hacerle unas preguntas y nos dijo que era huérfano, necesitaba dinero y que trabajaba para un tal Gustavo. Recuerdo que hubo unos años que un tal Gustavo, iba a ese instituto. Sacaba muy buenas notas hasta que la profesora asesinada le suspendió la evaluación. Y con esto el poder ir a la universidad. Se le murieron los padres. Desde entonces, se quedo marginado de la sociedad. Era un tanto raro. Llame a la policía para ir a por él y, ahí estaba. Al final, gracias al profesor de plástica, a la policía y a mí, pudimos detener a este joven de 20 años.

Chusé Fuentes, 2ºB EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Un día de escuela Bea, la profesora de lengua del instituto de San Jorge, estaba dando clase a sus alumnos, muy traviesos, pero se portaban muy bien con ella, menos uno de ellos, llamado Martín, que era italiano. Bea estaba casada con el alcalde de Pamplona y tenían una hija llamada Isabel. Sin embargo, Bea tenía un trabajo secreto; era espía. Esa misma tarde, el alcalde se entero de que había, en su ciudad, una de las mafias más peligrosas. Su jefe, llamado Toni el Gordo, le dieron libertad de la cárcel, el mes pasado, por matar a un boxeador. Se llamaba Frederick Tatum. El alcalde se preguntaba: “¿Qué hacen en mi ciudad y que estará haciendo ahora?” El alcalde no dio la alarma, porque si no, todas las personas estarían en sus casas encerradas y otras mafias del mundo, vendrían a ayudarles. La siguiente mañana, cuando desayunaban en familia, llevó a su mujer a la habitación y le dijo en bajo: “¿Qué Toni…?” Su mujer se quedo sorprendida, porque era un viejo amigo del instituto. Bea pasó las noches buscándole, pero no le encontraba. Un día, fue con su familia al Centro Comercial Biswell, en el que se cruzó con él, y le puso un chip para saber su posición, pero ella no le dijo nada a su marido. Una noche, se marcho con el traje de espía puesto para averiguar que hacia en Pamplona. Encontró el lugar pero estaba repleto de mafiosos, perros y cámaras. Entonces, subió a un tejado y no le vieron y continuó bajando por una de las chimeneas, donde estaba Toni y empezaron a hablar: Toni: Te estaba esperando. Sabía que ibas a venir, vieja amiga. ¿Vienes por que vamos a robar una reliquia de Pamplona?

Bea: Eso ya lo veremos. ¿Cómo sabias que iba a venir? Toni: ¿Aun no te has enterado que Martín es mi hijo y te ha seguido hasta aquí? Empezaron a pelear hasta que llegaron a la azotea, y los dos sabían que alguno debería morir. Pero Bea no se dio cuenta de que Toni tenía un as en la manga; tenía una pistola en su chaqueta. La sacó y le disparo al corazón. Su marido y su hija pasaron días buscándola hasta que, un día, los mafiosos le entregaron el cadáver a su oficina del ayuntamiento sin que se enterase el marido. Un día, su hija Isabel, descubrió la guarida secreta de su madre y no tardo mucho en deducir que era el segundo trabajo de ella e Isabel, seguidamente, vio el dispositivo que marcaba donde se encontraba Toni. Sin pensárselo dos veces, cogió uno de los rifles y se dirigió hasta él y desde un árbol, le disparó 5 ó 6 veces en el pecho, hasta que acabó con él. El alcalde, se enteró de todo lo ocurrido y en el funeral de Bea, mandó poner una estatua de ella con el traje de espía y estaba muy orgulloso de quién había matado a Toni. Toda su mafia se fue de Pamplona y nunca se le ha visto más.

Por Javier Arboniés EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA. Me llamo Andrés apodado ‘’El cables’’, tengo 22 años y pertenezco a una banda; somos 20 nuestro escudo son dos bates cruzados y nuestro lema es: ’’No consentimos, la humillación y golpeamos a todos los que nos molestan sin excepción’’. Nos juntamos sobre todo los fines de semana. Voy a contar lo que me ocurrió en mi asistencia al instituto. En los recreos casi siempre me peleaba y tenía fama de matón. Yo seguía haciendo trapicheos con esa edad tanto fuera como dentro del instituto. Como estudiante era horrible, muy malo… Es decir, que al instituto ni me apetecía ir pero no había más remedio. El caso es que aquel año llegó una profesora nueva de lengua llamada Eva. Había venido a Pamplona y era fea, baja, morena, ojos color marrones, con muchos granos y solía vestir con vaqueros prietos y jerséis grandes. Le gustaba meterme en medio de los asuntos de los demás y tenia mucha curiosidad por resolver los problemas de los demás. Empezó a meterse con mis trapicheos y a seguirme constantemente. Un día ya me hartó y me dejó en ridículo delante de toda la clase. Esto se lo comenté a mi banda y me dijeron, que lo mejor que podía hacer es quitármela de en medio. Así que planteé lo siguiente: Ella tenía la costumbre de corregir los exámenes el mismo día que los habían hecho, entonces yo ya sabía que se quedaría hasta las 7:30 más o menos, en el instituto. El día 2 de febrero, martes, tuvieron examen los de 3º. Así que esa misma tarde me dispuse a ir al instituto; estaba lloviendo así que eso me permitía entrar sin que

nadie me viera. Al llegar al instituto vi la luz encendida del departamento de lengua que estaba en el 2º piso. Me fui a la sala de limpieza para camuflarme e infiltrarme más fácilmente. Mucha gente de limpieza solía faltar algunos días, así que no levante ninguna sospecha, me dispuse a vestirme del chico de la limpieza. Cogí un carro de la limpieza y volví al 2º piso. Me planté delante de la puerta del departamento y pegué dos veces en la puerta. La profesora preguntó: “¿Quién es?”, y yo le respondí: “la limpieza”, volvió a decir: “Ah, pasa pasa”. Entré y ella siguió corrigiendo los exámenes. Cogí un plumero y me puse detrás de ella, disimulando que iba a limpiar la estantería; cuando ya estaba detrás de ella cogí mi cable, le tapé la boca y la ahogué. Nadie oyó nada así que cogí el carro hice el recorrido al revés y me fui con mi trabajo hecho. Samuel Cenoz, 2ºB EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Martes 25 de marzo. Un día soleado, voy a la escuela, mi lugar de trabajo, me espera un día agotador. Entre clase y clase tengo tutoría. Hoy me toca otra vez con Luis, el padre de Javi, me persigue a todas partes. Javi es muy buen alumno, no sé qué le voy a contar de nuevo a Luis. Suena el timbre, Luis está esperando en la sala de visitas, es un chapas, está muy pesado con migo, se nota que le momo. Me dice que estoy muy guapa, que qué bien me sienta la ropa, y así todo el rato. Yo agobiada de por la situación intento dar final a la conversación, ya que no tengo nada nuevo que contarle de su hijo, él se pone más pesado todavía. Me propone acompañarle a su coche, yo me niego, él insiste, le veo muy nervioso, pierde el control, y me agarra fuertemente del cuello, sin dejar de gritarme. Apretaba cada vez más, perdí el conocimiento. Me desperté, estaba todo oscuro, no sabía donde estaba. Era un sitio muy pequeño, empecé a dar patadas y se abrió el techo, estaba en el maletero de un coche, me dolía todo el cuerpo, cuando salí me encontré a Luis ahorcado en un árbol, de repente me acordé de todo lo que pasó. Urko García, 2ºB EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Todo comenzó el martes 13 de febrero. Los alumnos íbamos a clase como cualquier día normal. Al entrar en clase de 2ºB nos encontramos a la profesora de Lengua sentada en su mesa. Parecía dormida. Aún con el alboroto de la clase ella no se movía. Y fuimos a ver que le pasaba. Al moverla nos dimos cuenta que de que estaba muerta: La habían estrangulado.

Para ayudar a la policía me puse a recordar como fueron los últimos días de la profesora. Recordé la discusión que tuvieron ella y la directora a causa de que esta no le dejaba mandar a los alumnos leer un libro ya que su contenido no era acto para menores. Los gritos se oían por todo el pasillo: -¡Antes muerta que ver a los niños leyendo este libro! –dijo la directora. Por otra parte recordé la amenaza de un alumno con el que se llevaba muy mal: ¡Como me pongas un parte te mato! – dijo el alumno. Me di cuenta que el alumno no pudo ser ya que tenía un brazo escayolado. Y la directora tampoco pudo ser ya que estaba de viaje con los alumnos. -¿Quién pudo ser? – Dije. Al rato nos dimos cuenta de que tenía algo entre los dedos: Era una cadena dorada en las que se veían las siglas L.C.F.R. y a su lado una cruz roja. Tenía que ser el conserje ya que las iniciales coincidían con su nombre (Luis Carlos Fernández Rodríguez). Así que fui a preguntarle. Lo encontré muy nervioso y decidí interrogarle. Directamente le pregunte por qué había matado a la profesora y él me respondió que no había sido. Que horas antes había visto a Juan, el profesor de religión, saliendo de la escuela. Era el ultimo y decidí espiarle hasta que llego a una pequeña capilla escondida muy lejos del instituto. ¡Esa capilla estaba encomendada al Diablo! Todo encajaba las siglas L.C.F.R. no eran Luis Carlos Fernández Rodríguez sino Lucifer. Me dirigí al profesor de religión Juan y le dije que sabía todo, que había matado a la profesora y lo afirmo con una carcajada. Al preguntarle por qué, el me respondió que por Lucifer, el Diablo que sería el nuevo heredero de la tierra y a los pocos segundos saltó por la ventana diciendo: -¡Ya voy amo! –Se había suicidado.

Manu Navallas, 2ºC EL ASESINATO DE LA PROFESORA DE LENGUA Era una tarde calurosa de junio. Yo, Godofredo Fernández, más conocido como el conserje, cometí una locura de la que nunca me arrepentiré: había matado a la profesora de lengua, por rabia o por venganza. Esto comenzó así: a principios de mayo, Emilia, la profesora de lengua me hizo una pifia. Nada más acabar las clases ella subió a los baños del tercer piso y atasco los baños a base de rollos de papel, además pintó las ventanas de rojo. A la mañana siguiente la jefa de estudios pensó que habían sido los alumnos más conflictivos, pero en el recreo, Emilia le dijo a la jefa de estudios que ella me había entrando en el baño. En esta situación lo más seguro era que me despidieran, y así fue. Pasó un mes y medio y yo lo único que hice en ese tiempo fue pensar una venganza dura e inolvidable. Yo tenía casi todo a mi favor, dado que llevaba trabajando ahí toda la vida, me sabía todos los escondites y rincones, nada podía salir mal.

El día 18 de junio, a eso de las 8 de la tarde, me presente en el instituto vestido de exorcista. Ese día habían sido las evaluaciones y Emilia estaba allí acabando los últimos papeles. Me presente en la sala de profesores y ella estaba sola, la agarré y me la llevé a la sala de calderas. Allí hablé con ella y le dije: `` ¡te voy a matar!´´ ella como una loca gritaba: `` ¡déjame, enfermo! ¡¿Qué haces?!´´ Comenzó la venganza. La até con unos cables a las tuberías y la dejé con los brazos y las piernas separadas. Lo primero que hice fue robarle la cartera y las joyas, luego le hice una marca en la tripa con un cúter, una marca como la del zorro. Después le corté la cabeza y en el agujero de la garganta le metí una brocha por lo de las ventanas. Lo último fue cortarle los dedos y poner en el suelo con ellos venganza ``VENGANZA´´. Con el dinero que le robé, me fui a vivir al caribe y nadie supo nada más de mí. Un día, navegando por la red, vi una noticia sobre la muerte de Emilia. No la habían encontrado hasta el 10 de septiembre y con el calor, el cadáver se había podrido. Ahora todavía me busca la policía y no creo que me encuentren.