El anillo

El anillo, Elena Garro Biografía de Elena Garro Características: Este cuento aparenta tener un tono elegíaco, sin emba

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El anillo, Elena Garro

Biografía de Elena Garro

Características: Este cuento aparenta tener un tono elegíaco, sin embargo, al final de la narración se aprecia que en realidad se dirige a un oficial de policía. Está narrado en primera persona, con la ayuda de una narradora que presencia la declaración. Se ubica en México, en una zona rural después de la revolución de 1910 El argumento: Una madre humilde encuentra un anillo de oro y se lo regala a su hija para que lo luzca sin saber que por él caerá una terrible desgracia; lo que en cierta forma puede traer a la mente del lector el fantástico canto épico El anillo de los Nibelungos.

En este cuento entran en juego aspectos cotidianos muy arraigados en la cultura latinoamericana del llamado realismo mágico, como la unión de la familia (madre e hijos) frente a las dificultades; un esposo ausente –en el mejor de los casos- un extraño que destruye el núcleo familiar, la inestabilidad institucional, la pobreza y la superstición como metáfora de lo inexplicable. Dios es constantemente invocado, no obstante, se puede leer una profunda crítica a la Iglesia Católica. Los protagonistas de este cuento son Camila, una mujer sometida por el dolor y la pobreza, se presenta hablando de la siguiente manera:

Siempre fuimos pobres, señor, y siempre fuimos desgraciados, pero no tanto como ahora en que la congoja campea por mis cuartos y corrales.1

Ella es tentada por la suerte al encontrar un anillo de oro, en el que encuentra una forma familiar y a la vez terrible: […] Iba yo empinada para guardar mi cara de la lluvia cuando vi brillar a mi desgracia en medio del agua que corría entre las piedras. Parecía una serpientita de oro, bien entumida por la frescura del agua. A su lado se formaban remolinos chiquitos.

La protagonista cuenta una historia que ya conoce, y por eso habla de la siguiente manera “vi brillar a mi desgracia” pero luego, la siguiente oración es distinta al ser encabezada con el verbo parecer; Camila se transporta al mismo momento de los hechos y nombra dos símbolos de perdición: la serpiente por un lado y remolinos por el otro. La serpiente es –desde el Génesis- la encarnación del mal y los remolinos pueden interpretarse como un camino misterioso que arrastra al abismo. Camila ignora estas intuiciones y decide regalar el anillo a su hija Severina. La conciencia le marca que podría ser un hurto, pero ella trata de justificarlo:

"¡Ándale, Camila, un anillo dorado!" y me agaché y lo cogí. No fue robo. La calle es la calle y lo que pertenece a la calle nos pertenece a todos. Estaba bien frío y no tenía ninguna piedra: era una alianza. Se secó en la palma de mi mano y no me pareció que extrañara ningún dedo, porque se me quedó quieto y se entibió luego. En el camino a mi casa me iba yo diciendo: "Se lo daré a Severina, mi hijita mayor". Somos tan pobres, que nunca hemos tenido ninguna alhaja y mi lujo, señor, antes de que nos desposeyeran de las tierras, para hacer el mentado tiro al pichón en donde nosotros sembrábamos, fue comprarme unas chanclitas de charol con trabilla, para ir al entierro de mi niño…

En este párrafo aparece un símbolo muy significativo: el anillo es una alianza. Pero cada alianza está destinada a una pareja en particular, y esta no posee dueño: no me 1

Elena Garro. El anillo.

pareció que extrañara ningún dueño. Este detalle resulta al menos sugerente. Y se confirma a lo largo del cuento: —Yo no conozco barrancas. Las plantas se secan por mucho sol y falta de riego. Y las muchachas por estar hechas para alguien y quedarse sin nadie...

Siguiendo el relato, un tiempo más tarde aparece Adrián. Un muchacho que causa revuelo entre las jóvenes del pueblo. Este joven, Adrián, parece haberse interesado en Severina, a tal punto que hace las siguientes preguntas a Aurelia una hermanita de Severina:

—¿Oye, niña, de qué está hecha tu hermanita Severina? —Yo no sé... —le contestó la inocente. —Oye, niña, ¿y para quién está hecha tu hermanita Severina? —Yo no sé... —le contestó la inocente. —Oye, niña, ¿y esa mano en la que lleva el anillo a quién se la regaló? —Yo no sé... —le contestó la inocente. —Mira, niña, dile a tu hermanita Severina que cuando compre la sal me deje que se la pague y que me deje mirar sus ojos. —Sí, joven —le contestó la inocente. Y llegó a platicarle a su hermana lo que le había dicho Adrián.

Adrián resulta ser un personaje estrafalario. La forma de referirse al hacer las preguntas resulta curiosa. La última pregunta tiene un soslayo enigmático: no pregunta quién le regaló el anillo, sino a quién entregó su mano. Sugiere que el anillo es de compromiso, entonces la verdadera pregunta parece ser si ella ha aceptado a ese propietario. La narración se detiene para una serie de reflexiones y datos que nos dan un contexto histórico más exacto.

Los hechos se desarrollan en México. En la época de la revolución mexicana, en 1910; la violencia y las injusticias que se llevaron a cabo en esta revolución fueron recogidas por muchos autores, entre ellos Juan Rulfo Pedro Páramo, Julio Rueda Testimonios y Mariano Azuela María Luisa, Los fracasados entre otros. La señora Camila recuerda que durante un asalto de los revolucionarios mataron a uno de sus pequeños hijos a la vez que se apropiaron de su tierra de cultivo; y que luego, los violentos tienen un sitio de honor en la iglesia del pueblo, mientras que los pobres no pueden llegar a la iglesia al ver tal situación. La señora Camila denomina a los pobladores más humildes “los descalzos” una forma muy típica de referirse a las personas de bajos recursos especialmente por los políticos. El conflicto en este cuento comienza cuando la hija de Camila, Severina, va a “El Capricho”, un almacén de ramos generales2. El capricho no parece un nombre al azar, su designación sirve muy bien al propósito de esta narración. Adrían, un muchacho desconocido en el pueblo espera encontrar a Severina en ese lugar. —Mira, niña, dile a tu hermanita Severina que cuando compre la sal me deje que se la pague y que me deje mirar sus ojos. —Sí, joven —le contestó la inocente. Y llegó a platicarle a su hermana lo que le había dicho Adrián.

La figura de Adrián presagia algo funesto, no está claro que hace en el pueblo ni de donde viene ni que pretende.

2

Suponemos que es un almacén de ramos generales, o lo que aquí, en Argentina se conoció como pulpería. La variedad de mercancías y el como se reúnen allí las personas nos lo hace suponer.

[…] Adrián llegó al pueblo, para caracolear sus ojos delante de las muchachas. Adrián no trabajaba más que dos o tres veces a la semana reparando las cercas de piedra. Los más de los días los pasaba en la puerta de "El Capricho" mirando cómo comprábamos la sal y las botellas de refrescos.

Es evidente que es un personaje que ejerce cierta influencia sobre las jóvenes mujeres del poblado. También sabemos que trabaja de manera esporádica y que espera ver a las jóvenes en el Capricho, un sitio con nombre sugestivo, pues sus acciones con Severina parecen confirmar la denominación ¿Qué hace Adrián en ese pueblo? Finalmente, el 7 de mayo por la tarde, Adrián y Severina se encuentran. La muchacha debe hacer una compra en El Capricho y se demora varias horas. Solo tenemos el siguiente dato: Luego recordé que Severina había ido a "El Capricho". "¿Dónde fue mi hija que no ha vuelto?" Miré el cielo y vi cómo las estrellas iban a la carrera. Bajé mis ojos y me hallé con los de Severina, que me miraban tristes desde un pilar. —Aquí tiene su refresco —me dijo con una voz en la que acababan de sembrar la desdicha.

No conocemos el motivo de la tristeza de Severina, pero es evidente que tiene que ver con Adrián. Un elemento llamativo es que tiene la mano hinchada y ya no tiene el anillo. El episodio es confuso y más sus consecuencias. El resultado del encuentro es un embarazo que es abortado por una amiga de Camila de manera clandestina. La relación entre Severina y Adrián es más confusa. La joven está abatida por la situación; Adrián sigue encaprichado. Parece interesado en Severina, pero a la vez la relación no avanza. Es más, el se casará con una prima. Mientras tanto, la superstición gana terreno en la narración:

Ya sabe, señor, que lo único que la gente regala es el mal. Esa noche Severina empezó a hablar el idioma de los maleados. ¡Ay, Jesús bendito, no permitas que mi hija muera endemoniada! Y me puse a rezar una Magnífica. Mi comadre Gabriel, aquí presente, me dijo: "Vamos por Fulgencia, para que le saque el mal del pecho". Dejamos a la niña en compañía de su padre y sus hermanos y nos fuimos por Fulgencia. Luego, toda la noche Fulgencia curó a la niña, cubierta con una sábana. —Después de que cante el primer gallo, le habré sacado el mal —dijo. Y así fue, señor, de repente Severina se sentó en la cama y gritó: "¡Ayúdeme mamacita!". Y echó por la boca un animal tan grande como mi mano. El animal traía entre sus patas pedacitos de su corazón. Porque mi niña tenía el animal amarrado a su corazón... Entonces cantó el primer gallo.

El encanto al que recurre Fulgencia concluye con el canto del gallo. El canto del gallo representa la llegada de un nuevo día y el fin del tenebroso tiempo de la noche. Otro aporte de la superstición es hablar una lengua extraña. Esta práctica es común en muchos relatos incluidos en el movimiento literario llamado realismo mágico. Lo vemos en Cien Años de Soledad de García Márquez. La curación a la que hacen referencia puede ser el aborto del que ya hablamos y que se confirma con la declaración de Inés finalizando el cuento: —Mucho lloró la noche en que Fulgencia te sacó a su niño. Después, de sentimiento quiso casarse conmigo. Era huérfano y yo era su prima. Era muy desconocido en sus amores y en sus maneras... —dijo Inés bajando los ojos, mientras su mano acariciaba la sangre de Adrián Cadena.

La superstición va de la mano de la ignorancia. Representan barreras sociales y culturales tan arraigadas en las personas que pueden afectar el juicio de quienes creen en ellas: Pasó el tiempo y Severina seguía secándose. Sólo su mano seguía hinchada. Yo soy ignorante, señor, nunca fui a la escuela, pero me fui a Cuernavaca a buscar al doctor Adame, con domicilio en Aldana 17. —Doctor, mi hija se está secando... El doctor se vino conmigo al pueblo. Aquí guardo todavía sus recetas. Camila sacó unos papeles arrugados.

Sin dudas, el doctor se hizo presente ante el requerimiento de la madre de Severina, pero ella sencillamente desechó sus indicaciones al escuchar lo siquiente: Esa noche Severina empezó a hablar el idioma de los maleados. ¡Ay, Jesús bendito, no permitas que mi hija muera endemoniada! Y me puse a rezar una Magnífica. Mi comadre Gabriel, aquí presente, me dijo: "Vamos por Fulgencia, para que le saque el mal del pecho".

No queda claro si la muchacha realmente habló una lengua extraña, divagaba o solo es la versión de la madre. Lo que sí queda en claro es que la madre descartó desde el inicio la ayuda del médico y recurrió a una especie de bruja.

El desenlace del cuento lo marca la boda de Adrián e Inés, mientras Severina permanecía en un estado delicado. Esta mañana mi niña estaba como muerta y yo oí que repicaban campanas. —¿Qué es ese ruido, mamá? —Campanas, hija... —Se está casando Adrián —le dijo Aurelia. Y yo señor, me acordé del ingrato y del festín que estaba viviendo mientras mi hijita moría.

Una boda parece un acto despiadado si Adrián era el motivo del grave estado en que se encontraba la muchacha. A lo largo de toda la narración, la conducta de Adrián es inexplicable. Si estaba interesado en Severina como para enviarle un mensaje con Aurelia ¿por qué no parecía conmovido con su actual situación? Él negaba haber tomado el anillo, pero se expresaba de manera que parecía saber qué había ocurrido. —Adrián, Severina ya no es de este mundo. No sé si le quede un pie de tierra para retoñar. Dime en qué barranca tiraste el anillo que la está matando. Adrián se sobresaltó y luego le vi el rencor en los ojos. —Yo no conozco barrancas. Las plantas se secan por mucho sol y falta de riego. Y las muchachas por estar hechas para alguien y quedarse sin nadie... Todos oímos el silbar de sus palabras enojadas. —Severina se está secando, porque fue hecha para alguien que no fuiste tú. Por eso le has hecho el maleficio. ¡Hechicero de mujeres!

Gran parte del misterio que rodea este cuento es aportado por la conducta de Adrián y de la cual Inés dice: […] Era muy desconocido en sus amores y en sus maneras... —dijo Inés bajando los ojos, mientras su mano acariciaba la sangre de Adrián Cadena. Al rato le entregaron la camisa rosa de su joven marido. Cosido en el lugar del corazón había una alianza, como una serpientita de oro y en ella grabadas las palabras: "Adrián y Severina gloriosos".