El Acoso Callejero

ESCUELA NACIONAL DE ARCHIVÍSTICA “Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad” ASIGNATURA : COMUNICACION TEMA

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ESCUELA NACIONAL DE ARCHIVÍSTICA “Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”

ASIGNATURA : COMUNICACION

TEMA : EL CONTENIDO DEL DISCURSO: “EL ACOSO CALLEJERO: AGRESION DE GENERO” ALUMNO : PEDRO M. QUIROZ MOLOCHE

DOCENTE : ETHEL MACHA MEJIA

2019

EL ACOSO CALLEJERO: AGRESION DE GÉNERO El acoso callejero son prácticas de connotación sexual y por tanto de acoso sexual que se producen cuando una o varias personas desconocidas (y que no pertenecen a su círculo íntimo) abordan a otra persona en un espacio público como la calle, el transporte o espacios semi públicos (como el colegio, la universidad, las plazas, etc.); con comentarios indeseados, silbidos, besos, bocinazos, jadeos, gemidos y otros ruidos; también con gestos obscenos o comentarios sexuales directos o indirectos referidos al cuerpo de quien sufre la agresión; acercamientos intimidantes, persecución y arrinconamiento; también “agarrones”, “manoseos”, “punteos” o presión de genitales sobre el cuerpo, e incluso masturbación con o sin eyaculación y exhibicionismo con el que se busca llamar la atención de la persona acosada; y en general cualquier tipo de acciones similares que resulten irrespetuosas o vulgares y que generan malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene el interés de entablar una comunicación real con la persona agredida y más bien busca con estos actos afirma su derecho a llamar la atención de la víctima, poniéndola como objeto sexual y forzándola a interactuar con él. Este tipo de acoso tiene su origen en motivos de género y está compuesto por toda una serie de acciones que en muchas ocasiones son socialmente aceptadas como “folclóricas” o “tradicionales” pues se les vincula con la “coquetería” y la “galantería” y no hacen más que situar a la víctima en la posición de "objeto público". En este tipo de acoso, el acosador se siente con el derecho de interpelar a la víctima en la calle sin haber recibido previamente su consentimiento y entienden que sus comentarios y acciones hacia la víctima están totalmente justificadas. Sin embargo, quien manifiesta su incomodidad y rechazo tienen el total derecho de mostrar su malestar. Asimismo, quienes acostumbran a acosar, deben comprender que han confundido la coquetería y galantería con violencia sexual. El acoso callejero se convierte en la forma de agresión sexual menos visible para las autoridades y que, sin embargo; no solo agrede directamente la libertad física del acosado, sino también su libertad psicológica afectando así emocionalmente a la víctima y confiriéndole una percepción de inseguridad sobre su entorno.

Las prácticas de acoso sexual callejero son sufridas de manera sistemática, en especial por el género femenino, ocurriendo varias veces al día desde aproximadamente los 12 años de edad, lo que genera en las afectadas un efecto de impacto psicológico y mental negativo; así como una traumatización y miedo no sólo por el hecho de este acoso en sí, sino especialmente por su constante recurrencia. Ante esto, la víctima se ve obligada a cambiar sus recorridos habituales por temor a reencontrarse con él o los agresores e incluso modificar los horarios en que transita por estos espacios públicos; prefiriendo caminar en compañía de otra persona e incluso modificando su modo de vestir buscando desincentivar al acosador de su acoso. Recordemos que todas las personas tienen derecho a transitar libremente y con la plena confianza de no ser violentados, independientemente del contexto, la edad, la hora del día o el vestuario que se usa, pues los derechos humanos no dependen ni se suspenden por detalles del entorno o de la apariencia física de las personas. Por tanto, no hay excusas ni justificaciones para el acoso sexual callejero. Es violencia de género, pues refleja en el espacio público la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, a través del abuso sexual. En la actualidad, la violencia sexual es penada y no tolerada en otras situaciones y contextos como el acoso laboral o la violación, pero está pendiente aún sancionarla cuando ocurre en los espacios públicos. Por todo lo expuesto anteriormente, las víctimas no deben sentir culpa o vergüenza por sufrir acoso sexual callejero. Lo importante es reflexionar de manera crítica y consciente, teniendo en cuenta que esta problemática afecta a personas particulares, pero responde a un fenómeno social complejo.