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Dominio Propio — Valor Personal

» Este artículo es la Definición Concreta de uno de los Valores Personales.

Tener dominio propio es simplemente contar con un gran autocontrol orientado al éxito en la vida.

Las personas que tienen dominio propio, pueden gozar fácilmente de tener lo que quieren justo en sus manos.

En ocasiones, los fracasos llegan a nuestra vida debido a la falta de control y de dominio sobre nuestras propias decisiones.

El dominio propio es uno de esos valores que te permite gozar de una vida absolutamente consciente. Te da las riendas de tus decisiones y el poder para crecer en todo momento.

Quien no tiene dominio propio, básicamente se encuentra en una lucha constante consigo mismo. Desafortunadamente hay personas que no saben que esto es un problema.

Cuando te das cuenta de que es indispensable que cuentes con Dominio Propio, te comprometes con un mejor futuro.

Valores morales para jóvenes VIKTOR CANDRO

Autor: VIKTOR CANDRO Curso: 10/10 (2 opiniones) |8551 alumnos|Fecha publicación: 10/11/2009

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Capítulo 4: Dominio propio o autocontrol Psicólogos Infantiles Tenemos la Mejor Opción para tu Ubicación y Presupuesto www.psicologasinfantiles.comEnlaces patrocinados OBJETIVO: Enseñar y orientar a los jóvenes en la adquisición del dominio propio como una de las mayores virtudes del carácter y la personalidad.

FUNDAMENTACIÓN

(Del lat. temperant-a) f. Moderación, sobriedad y continencia. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.

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Aunque el valor y virtud que por excelencia haría de los hombres y la sociedad algo mucho mejor, lo constituye el amor,puesto que consiste en un vínculo perfecto, que da dimensión real e integral a las relaciones interpersonales diversas, no cabe duda de que el dominio propio (autocontrol, templanza…hoy día inteligencia emocional), no es lo que caracteriza a las generaciones como tal, mucho menos a nuestra juventud que se ve muy motivada a dar riendas sueltas a sus pasiones diversas. Sé que este tema es muy espinoso y polémico; los medios de comunicación, la cultura a través de ellos, privilegian los comportamientos rebeldes, insurgentes, los desbordes emocionales, el lenguaje irrespetuoso (vehiculado por las jergas). Prueba de ello es la autoridad que hoy día han perdido los padres, docentes y líderes en general con respecto

a la juventud; los mismos hijos se enfrentan a sus padres, los cuales llegan muchas veces a tenerle miedo a sus propios hijos. Por supuesto que todo esto es indicativo de sistemas familiares que han perdido una dinámica adecuada entre sus miembros (ello hace referencia a los valores y principios familiares esenciales para la vida)

El dominio propio es la capacidad (virtud) de poder controlarse en las esferas que integran la persona, en la medida que la naturaleza del hombre le prescribe deseos y apetitos que no todas las veces son convenientes darles rienda suelta. El joven debe aprender a controlar su alimentación, su lenguaje, sus relaciones e involucramiento con los demás, su dedicación exagerada a lo intelectual, sus propias emociones y sentimientos, sus pasiones, entre otros. La templanza o autocontrol como tal determina los límites a los cuales puede llegar el joven sin que dañe su propia integridad personal, y claro, la de otros, producto de violar terrenos delicados en el comportamiento.

La templanza opera bajo la autonegación (no masoquismo psicológico y físico); es decir, que la persona sabe que todas las cosas deseos, pasiones, deben controlarse o no convienen satisfacerlas; aunque cuente el joven con la libertad para hacerlo sabe que no todo es de conveniencia. Por ejemplo: el joven que se cuida de embarazar una jovencita dañando su vida y la de ella, porque no era un tiempo maduro para ello.

El dominio propio se construye a través de buenos hábitos, que poco a poco se vuelven muy importantes y previenen al joven de cometer errores que lamentaría toda su vida. Constituye un entrenamiento personal en lo que conviene, rechazando lo que daña la propia vida, la moral, la fe, los valores. El dominio propio es elección de lo mejor para la vida, que no daña a la persona y a los demás.

ENSEÑAR EL DOMINIO PROPIO LOS JÓVENES

- Cuando surge el diálogo con los jóvenes es bueno aprovechar temas que son de su preocupación (sexualidad, drogas, el noviazgo, el dinero, la vida laboral…) que permite enseñarles cómo dominarse allí, siendo mesurados, no impulsivos, deseando madurar antes que experimentar comportamientos que

finalmente les harán daño. Estas charlas abiertas también son muy deseables con los hijos.

- Enseñe las ventajas de abstenerse antes de…para pensar las cosas y tomar mejores decisiones.

- Deje ver las consecuencias claras de todo acto que inevitablemente lleva a daños y heridas en la vida propia y la de los demás.

- Enseñe que toda persona es más valiosa y feliz en la medida que se domina a sí misma, y no en cuanto domina al mundo; podemos conquistar a los demás, pero no tener la riendas de sí mismo; esto es caso común en muchas figuras de la farándula con el mundo a sus pies, pero bajo problemas de drogas, inmoralidad y demás.

- Diga al joven que siempre existe la oportunidad de tomarse un tiempo para pensar antes de obrar obsesiva y compulsivamente. Ese tiempo para sí mismo permite grandes decisiones en la vida.

- Sugiera la adquisición de hábitos sanos, paulatinamente, que les conduzcan a interiorizarlos y tener control sobre ellos.

BENEFICIOS DEL DOMINIO PROPIO PARA EL JOVEN

- Capacidad para no cometer tantos errores en el andar diario.

- Cuidado personal frente a amenazas, pasiones, tentaciones que le conducirían por mal camino.

- Facultad para decidir, responder, cumplir, con lo que se auto impone y acepta como impuesto al servir a los demás.

- Capacidad de ver la vida con sabiduría, y en consecuencia actuar de igual manera.

- Práctica de la prudencia y la moderación frente a los excesos que la cultura privilegia en las personas con carácter muy débil.

- Firmeza y determinación para lograr lo que se propone.

- Disciplina para con sus metas y determinaciones.

- Convicciones sólidas basadas en principios y valores morales fundamentales.

Ejercicios de Meditación Medita Profundamente con estas 8 Lecciones Gratis de Meditación. metodosilvadevida.com/MeditacionEnlaces patrocinados Capítulo siguiente - Autoimagen y autovaloración Capítulo anterior - Constancia y perseverancia Sobre el curso Descargar el curso en pdf Opina sobre este curso (2 opiniones) Recibir el curso por e-mail Nuestras novedades en tu e-mail Escribe tu e-mail:

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8. Convivencia 9. Valor de la autonomía 10. Valor de la autenticidad 11. Valor del aprendizaje 12. Valor de la espiritualidad. Respeto a dios 13. Valor de la amistad Descargar el curso en PDF

¿Qué es mailxmail.com?|ISSN: 1699-4914|Ayuda Publicidad|Condiciones legales de mailxmail Grupo Intercom, desde 1995 creando empresas en Internet. Al utilizarAutocontrol El término autocontrol se compone de la unión de dos vocablos que provienen de idiomas diferentes. En primer lugar, se forma por la palabra “auto” la cual procede del griego autos y se traduce como “sí mismo”. En segundo lugar, se halla la palabra “control” que emana del francés y que es sinónimo de dominio y control.

Capacidad[editar] Autocontrol (habilidad) para dominar las propias emociones, comportamientos y deseos o dominarse uno mismo. Asociaciones[editar] Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial Autocontrol voluntario de la industria cinematográfica Además[editar]

Autocontrol (banda), grupo peruano de música rock

Todas las páginas cuyos títulos comienzan con «autocontrol». Todas las páginas cuyos títulos contienen «autocontrol». Commons-emblem-disambig-notice.svg Esta página de desambiguación cataloga artículos en cuyos títulos o redirecciones existe ambigüedad. Si llegaste aquí a través de un enlace interno, quizá desees corregirlo, de modo que apunte al artículo apropiado. Categoría: Wikipedia:Desambiguación Menú de navegación Crear una cuentaAccederArtículoDiscusiónLeerEditarVer historial

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El autocontrol en la inteligencia emocional AUTOR(A): Alexis Codina TEMA: Inteligencia Emocional 15/05/2009

PUBLICADO:

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OPCIONES Comentar artículo Leer comentarios Contactar a Alexis Codina> MAS INFORMACION Artículos relacionados Más sobre: Inteligencia Emocional Perfil de: Alexis Codina Otros artículos del autor “Sabio es, quien sabe controlarse. Conoce tus debilidades, para aprender a dominarlas” Sócrates.

“Quien se controla a sí mismo, no tendrá dificultad alguna para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás” Confucio.

Después del “autoconocimiento, la segunda aptitud (destreza, habilidad) de la Inteligencia Emocional (IE) es el “autocontrol”, “autodominio”, “autorregulación”, como también les llaman Goleman y otros especialistas. Esto no significa negar o reprimir los sentimientos, o emociones. Controlar las emociones no quiere decir suprimirlas. Las emociones nos dan muchas pistas

acerca de por qué hacemos lo que hacemos. Su supresión nos priva de esta información. Por otra parte, tratar de suprimirlas no hace que desaparezcan; las deja libres para que salten en cualquier momento.

El control de las emociones es algo muy distinto de su supresión. Significa comprenderlas y, luego, utilizar esta comprensión para transformar las situaciones en nuestro beneficio. Para Goleman, las dos habilidades primarias de la “autorregulación” (manejar impulsos y vérselas con las inquietudes) están en el corazón de cinco aptitudes emocionales que son:

1- Autodominio. Manejar efectivamente las emociones y los impulsos perjudiciales.

2- Confiabilidad. Exhibir honradez e integridad.

3- Escrupulosidad. Responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones.

4- Adaptabilidad. Flexibilidad para manejar cambios y desafíos.

5- Innovación. Estar abierto a ideas y enfoques novedosos y a nueva información.

Plantea que las personas que demuestran “autodominio”:

- Manejan bien los sentimientos impulsivos y las emociones perturbadoras.

- Se mantienen compuestas, positivas e imperturbables, aún en momentos difíciles.

- Piensan con claridad y no pierden la concentración cuando son sometidas a presión.

Una paradoja de la vida laboral es que la misma situación puede ser una amenaza devastadora para una persona, mientras que para otra puede ser un desafío vigorizante. Con los debidos recursos emocionales, lo que parece amenazador se puede tomar como un desafío y enfrentar con energía, hasta con entusiasmo. Existe una crucial diferencia de función cerebral entre “estrés bueno” (los desafíos que nos movilizan y motivan) y el “estrés malo”, las amenazas que nos abruman, nos paralizan o desmoralizan, destaca Goleman.

Las personas que muestran “confiabilidad”:

-Actúan éticamente y están por encima de todo reproche.

- Inspiran confianza por ser auténticas.

- Admiten sus propios errores y enfrentan a otros con sus actos faltos de ética.

- Defienden las posturas que responden a sus principios, aunque no sean aceptadas.

Los que muestran “escrupulosidad”:

- Cumplen con los compromisos y promesas.

- Se hacen responsables de satisfacer los objetivos.

- Son organizados y cuidadosos en el trabajo.

Goleman aclara que, la escrupulosidad sin empatía ni habilidades sociales, puede conducir a problemas. Puesto que los responsables exigen tanto de sí mismos, pueden medir a otras personas según sus propias normas y, por ende, mostrarse demasiado críticos con quienes no presentan el mismo nivel de conducta ejemplar.

Los que muestran “adaptabilidad”:

- Manejan con desenvoltura exigencias múltiples, prioridades cambiantes.

- Adaptan sus reacciones y tácticas a las circunstancias cambiantes.

- Son flexibles en su visión de los hechos.

En cuanto a la “innovación”:

- Buscan ideas nuevas de muchas fuentes distintas.

- Hallan soluciones originales para los problemas.

- Generan ideas nuevas.

- Adoptan perspectivas novedosas y aceptan riesgos.

Analizando el impacto de estos comportamientos en determinadas empresas, concluye que, para que una organización se reinvente a sí misma, es preciso que ponga en tela de juicio sus supuestos, visiones, estrategias e identidades básicas. Pero, la gente se apega emocionalmente a todos los elementos de su vida laboral, lo cual dificulta los cambios. Analiza el caso de un profesional muy bien preparado, pero que, al cambiar su entorno, con la introducción de otras técnicas, no supo adaptarse a los cambios y fue despedido.

Componentes de nuestro sistema emocional. Cómo manejarlos

Wesinger, antes de proponer “herramientas de control emocional en el trabajo”, retoma ideas que planteó en la habilidad de “autoconocimiento” recordando que, los componentes de nuestro sistema emocional, son:

a- Nuestros pensamientos o valoraciones.

b- Nuestros cambios fisiológicos o respuestas emocionales.

c- Nuestros comportamientos o las acciones a las que tendemos.

Es importante tener siempre en cuenta que son nuestros propios pensamientos, cambios corporales y comportamientos los que desencadenan nuestras respuestas emocionales, y no los actos de otra persona o los acontecimientos exteriores. El poder de controlar nuestra cólera y, de echo, todas las demás emociones, está en nuestras manos, y no en las de nuestro antipático jefe o en las de otra persona, y que el dominio de nuestra ira supone hacernos cargo de los tres componentes de nuestro sistema emocional.

a- Hacernos cargo de nuestros pensamientos.

Una crítica de nuestro jefe en una reunión puede generarnos diferentes pensamientos. Por ejemplo: “Lo mataría”, “Sé que la idea es buena”. “Escuchamos” nuestros pensamientos al establecer diálogos interiores (como se planteó en el “autoconocimiento”). Estas “conversaciones” interiores desempeñan un papel importante en la formación de nuestras experiencias emocionales. “Le mataría”, sólo consigue mantener la ira. “Sé que la idea es buena”, puede conducirnos a decidir que “mañana hablaré con mi jefe sobre esto”, que puede reducirnos el enfado.

A los pensamientos que surgen espontáneamente (“le mataría”) los denominan “pensamientos automáticos” que tienen ciertas características. Son distintos a los “diálogos interiores” que, por lo general, suponen cierta deliberación (dispongo de todos los datos, los puntos son correctos). El control de ambos tipos de pensamientos es un paso muy importante en el dominio de las emociones.

Weisinger recomienda “detectar nuestros pensamientos automáticos” que generalmente tienen las siguientes características:

- Tienden a ser irracionales. (Decimos cosas, aunque jamás la haríamos). Puesto que son espontáneos, no son objeto de censura. Como surgen inesperadamente, no tenemos tiempo de valorar su lógica, su racionalidad. La intensidad del pensamiento es un reflejo de la intensidad de la ira. Tendemos a hacer generalizaciones que no necesariamente son válidas.

- Tendemos a darles crédito. Se producen con tal rapidez que no los cuestionamos.

- A menudo son crípticos. Se expresan como una especie de taquigrafía. (“imbécil”, “mentiroso”).

- Suelen desencadenar otros pensamientos automáticos. (“Es tan egoísta, nunca me escucha. Ojalá lo despidan”).

- Pueden conducir a un razonamiento distorsionado.

El jefe nos cita para decirnos que está decepcionado con la relación poco satisfactoria que tenemos con un cliente. Pensamientos automáticos que podría generarnos: “Estoy metido en un lio”, “Me va a despedir”, “Lo perderé todo”.

En este caso, la emoción que experimentamos es el miedo. Pero, al cabo del rato, nos enteramos que nuestro predecesor también tuvo problemas con ese cliente.

Consejos para evitar pensamientos distorsionados

- No generalizar.

Afirmaciones como: “Siempre me critica”, o “Nunca me escucha”, se producen en situaciones específicas. Al generalizar, asumimos erróneamente que estas percepciones siempre son atinadas. Es más aconsejable decir “a veces”, que “nunca” o “siempre”.

- Evitar las calificaciones negativas.

“Es un imbécil”, “es tan desconsiderado”. Nuevamente se basan en situaciones específicas. Al encasillar a la gente de este modo, nos inducimos a creer que la situación no tiene remedio y que, por consiguiente, no hay nada que hacer al respecto.

- Evitar leerles el pensamiento a los demás.

No siempre acertamos en la interpretación del pensamiento, o sentimientos, de los demás. Lo mas conveniente, antes de adelantar nuestras interpretaciones, es preguntar: “Parece que no estás complacido con mi trabajo ¿en que entiendes que debe mejorarse?.

- No pretender “reglas” sobre cómo deben actuar los demás.

Lo que Plutón llamaba “el factor debería…”. Si establecemos reglas sobre la forma en que debe actuar la gente, nos predispones a sufrir decepciones y frustraciones ya que, por lo general, la gente no se comporta como esperamos. Estos pensamientos distorsionados estorban nuestra capacidad para entender a los demás. Si reconocemos que todas las personas son distintas, que cada cual tiene sus propias reglas, y somos flexibles ante la manera de hacer las cosas de los demás, nos alejamos automáticamente de la palabra “debe”.

- No exagerar el significado de los acontecimientos.

Supongamos que no encontramos una carta que el abogado de la otra parte envió a nuestro jefe. Es posible que nos digamos “Esto es una catástrofe. Perderemos el caso”. Probablemente, nada de esto es verdad. Podemos pedirle que nos la vuelva a enviar, aunque esto nos haga sentir incómodos. Transformar las consecuencias de un hecho en una catástrofe multiplica su intensidad. En lugar de sentirnos razonablemente preocupados, nos ponemos muy ansiosos. Evitemos usar términos como “catástrofe”, o “desastre”.

Weisinger propone que sepamos diferenciar entre:

a- Pensamientos automáticos (espontáneos y negativos, generadores de ira).

Ejemplos: Fulano nunca me escucha”. “No me devuelve los documentos cuando se lo pido”.

Tomar conciencia de la emoción que nos genera, por ejemplo:”Estoy furioso con Fulano”.

b- Diálogos interiores (deliberados y productivos).

No podemos decir que “nunca nos escucha”, es posible que en algunas ocasiones lo haga. Si no devuelve los documentos quizás es porque esta ocupado en otros asuntos.

Transformar la calificación negativa, planteándonos, por ejemplo: “Fulano actúa de forma desconsiderada pero a menudo se porta bien”, “quizás no estoy manejando bien mis relaciones con el”).

Nuestro diálogo interior podría ser: ¿Por qué me irrito con Fulano y no con José que a menudo hace lo mismo?. ¿Tanto me afecta no tener los documentos?. ¿No será que estoy enfadado con Fulano porque le han dado un cubículo mejor?.

Otro tipo de diálogo interior es la afirmación positiva, que nos guía a través de situaciones estresantes. (En el ejercicio que se presenta a continuación hay algunos ejemplos).

Ejercicio para preparar afirmaciones positivas modelo.

1- Supongamos posibles situaciones emocionales que podemos enfrentar los próximos meses: evaluación laboral, presentación de un informe, respuesta a un cliente o jefe enfadado.

2- Consideremos las emociones que cada una de estas situaciones puede provocarnos (temor, ansiedad, vergüenza, enojo).

3- Anotemos afirmaciones positivas que podamos utilizar para ayudarnos a manejar de forma eficaz las emociones en estos casos.

Algunos ejemplos, en una evaluación laboral: -“He hecho un buen trabajo”. -“No hay por qué ponerse a la defensiva”. -“No me satisface el resultado, pero el jefe sabe que la causa del problema no estaba bajo mi control”. -“En cualquier caso he trabajado duro y obtenido buenos resultados. -“Prestaré atención a las cosas positivas que dice, y no sólo a las negativas”.

Ejemplos referidos a la presentación: -“Me he preparado muy bien para esto”. -“Tengo todas mis notas a mano”. -“Estoy seguro de que mis ideas están bien fundamentadas”. -“Hablará lentamente, con claridad y seguridad y mirando a todos”.

Ejemplos, para enfrentar una airada confrontación. -“Escucharé atentamente lo que tenga que decirme”. -“No interrumpiré”. -“Hablaré lenta y serenamente”. -“Tomaré en cuenta las preocupaciones de la otra persona”. -“Haré preguntas cuando no entienda algo”. -“Preguntaré qué podemos hacer para resolver la situación”.

b- Nuestros cambios fisiológicos o respuestas emocionales

El siguiente componente del sistema emocional es la ansiedad, o los cambios fisiológicos, plantea Weisinger. Lo inicia con el tema: Cómo detectar e identificar los cambios de ansiedad. Entre las “señales de cambios psicológicos” están: incrementos del ritmo cardíaco, presión arterial, ritmo de la respiración e intensidad de la sudoración. Pueden estar asociados con diversas emociones; el primer paso no es identificarlas, sino tomar conciencia de que se está produciendo un cambio en nuestro nivel de ansiedad.

Percibir a tiempo los cambios psicológicos nos permite utilizarlos como indicador de que es hora de modificarlos. Si no sintonizamos con los cambios en nuestro nivel de ansiedad, corremos el riesgo de actuar de forma impulsiva. Además, tener consecuencias negativas para nuestro cuerpo, desde la hipertensión hasta el paro cardíaco, señala Weisinger.

¿Por qué tienen lugar estos cambios?. Los seres humanos estamos programados para enfrentarnos a situaciones estresantes, o huir de ellas. Su finalidad es garantizar nuestra supervivencia. Tanto si nos enfrentamos a la situación como si huimos, nuestro corazón se acelera y bombea más sangre al cerebro y a los músculos de forma que tengan más nutrientes y puedan responder mejor.

Estas respuestas son muy útiles para enfrentar o huir de las situaciones, pero no son los tipos de situaciones que enfrentamos cotidianamente. Los incrementos frecuentes del ritmo cardiaco y respiratorio pueden tener consecuencias negativas para nuestro cuerpo. De modo que, mantener la ansiedad dentro de un nivel razonable, es una buena práctica para proteger nuestra salud, además de nuestras relaciones con los demás.

Ejercicio para apercibirse de los cambios en nuestro nivel de ansiedad

1- Durante dos semanas, elijamos cada mañana dos situaciones que solemos enfrentar durante la jornada: una, con poca capacidad para afectarnos; la otra,

potencialmente capaz de aumentar sensiblemente nuestra ansiedad. Asegurémonos de que, antes y durante estas situaciones, no consumamos nada que pudiese afectar nuestro sistema cardíaco (café, gaseosa, cigarrillos u otros estimulantes). Debemos seleccionar situaciones que, con gran probabilidad, deriven en distintas respuestas emocionales, con el objetivo de familiarizarnos con los cambios fisiológicos a ellas asociados.

2- Mientras dure la situación prestemos atención a nuestra respiración, ritmo cardíaco y sudoración. Esto es especialmente difícil en situaciones estresantes, ya que nuestra atención está centrada en la situación, pero debemos hacer un esfuerzo.

3- Inmediatamente después anotemos los datos recogidos.

Ejemplos:

Situación

Ritmo cardíaco

Ritmo respiratorio Sudoración

Redactar facturas Lento Lento y regular Hablar en reunión Rápido

Ninguna

Rápido e irregular Gotas en la frente

Puesto que el nivel de ansiedad puede variar sensiblemente, al final de la primera semana habremos adquirido cierta habilidad para detectar al instante los cambios en nuestro nivel de ansiedad. Una vez que podamos hacerlo, estaremos listos para aprender a rebajar nuestra ansiedad.

El uso de la relajación para disminuir la ansiedad

Identificados los cambios, el siguiente paso es hacer que la ansiedad disminuya. tan pronto la detectemos. La manera más eficaz es mediante la relajación, con lo cual moderamos nuestra respiración y el bombeo de sangre

devolviendo a nuestro cuerpo su estado normal. A su vez, esto ralentiza nuestra respuesta emocional, ganando tiempo para optar por la acción más aconsejable.

Existen muchas maneras de aprender técnicas de relajación: la meditación, el yoga, la autohipnosis, y la retroalimentación son algunas y no funcionan igual en todas las personas.

La que propone Weinsinger es lo que denomina “relajación condicionada” que consiste esencialmente en asociar la relajación con imágenes y pensamientos específicos. Luego, cuando nos enfrentemos a una situación estresante, convocamos esas imágenes y pensamientos para relajarnos. Al cabo de poco tiempo, empezamos a asociar las situaciones estresantes con tales imágenes y pensamientos. Finalmente, los primeros signos de una situación estresante convocan esas imágenes y pensamientos, y nos relajamos automáticamente. Para esto, propone el siguiente:

Ejercicio para desarrollar una respuesta de relajación condicionada

1- Elijamos un sitio adecuado para practicar: un lugar tranquilo y silencioso donde no podamos ser molestados o distraídos.

2- Busquemos una posición cómoda, podría ser recostados en la cama o sentados. El objetivo es reducir al máximo la tensión muscular.

3- Adoptemos una actitud pasiva. Para alcanzar ese estado de pasividad podríamos sostener un diálogo interior de este tipo: “Si algo me distrae, no importa, solo quiere decir que tengo que aprender a hacer caso omiso de las distracciones”.

4- Elijamos un concepto tranquilizador que sirva a nuestro propósito y repitámoslo una y otra vez. Puede ser una imagen (un lago pacifico), una palabra (paz), una afirmación (me siento tranquilo), o cualquier otra que nos haga sentir cómodos. Luego, imaginémoslo, digámoslo o pronunciémoslo

repetidas veces. Esto nos ayudará a trasladar nuestra atención del exterior al interior, de modo que los factores externos no nos distraigan. Dediquemos al ejercicio unos veinte minutos al día, concentrándonos profundamente en la imagen o sonido que hayamos elegido. Con el tiempo, cuando alguien grite en la calle no le oiremos porque estaremos concentrados en la imagen del lago sereno o el sonido elegido. Weisinger plantea que ha podido comprobar que, si se practica veinte minutos al día, la mayoría de la gente consigue desarrollar la respuesta de relajación condicionada.

Una vez que hayamos conseguido relajarnos a voluntad, podemos utilizar la respuesta de la relajación para interrumpir cualquier cambio en nuestro nivel de ansiedad. Para esto, propone lo siguiente.

Ejercicio para aprender a utilizar la respuesta de relajación condicionada

1- Elijamos una situación estresante que se repita a diario y que produce una emoción específica: ansiedad, ira, depresión.

2- Imaginémonos en esa situación. Utilicemos todos nuestros sentidos. Repasemos mentalmente los pasos que daríamos en esa situación e intentemos evocar las sensaciones que experimentamos o las acciones con que responderíamos (pulso acelerado, respiración entrecortada, discurso vacilante).

3- Introduzcamos el concepto en la situación imaginada. Mientras repasamos mentalmente cada uno de los pasos del proceso y anticipamos la respuesta física o sensorial correspondiente, activemos nuestra imagen, o sonido, o afirmación relajante.

4- Repitamos todo el proceso una vez al día durante varios días. Empleemos cada vez la misma situación y la misma emoción (trabajaremos en otras tan pronto hayamos dominado ésta). Cuando seamos capaces de pasar, casi instantáneamente, de las primeras señales del cambio en el nivel de ansiedad

al concepto (situación) relajante, habremos aprendido a asociar el concepto relajante, con la situación estresante.

5- Introduzcamos el concepto relajante en la situación real. Demos todos los pasos necesarios para reproducir en frío las situaciones estresantes. A la primera señal de un cambio en el nivel de ansiedad, evoquemos al instante la imagen, el sonido o la afirmación relajante. El objetivo final es hacer que estos últimos acudan a nosotros antes de que se produzca algún cambio en nuestro nivel de ansiedad.

Lo que estamos haciendo aquí es reprogramar nuestro nivel de ansiedad para que descienda hasta un nivel que nos permita pensar y actuar con eficacia. Veamos ahora cómo podemos hacernos con el control de nuestro comportamiento para alcanzar el mismo objetivo.

Tomar el control de las pautas de nuestro comportamiento

Las pautas de comportamiento son acciones que solemos repetir una y otra vez en respuesta a una situación concreta. Por ejemplo, tal vez gritamos cuando nos enfadamos; damos golpecitos con el lápiz sobre la mesa, cuando estamos ansiosos; o sonreímos, cuando estamos satisfechos. El comportamiento está tan ligado a las emociones como los cambios fisiológicos. De modo que, para manejar nuestras emociones, es preciso tomar el control de nuestros comportamientos; para hacerlo, primero tenemos que ser capaces de reconocerlos. Por tanto, debemos aprender a reconocer nuestros comportamientos.

Algunos comportamientos están asociados a emociones específicas. Por ejemplo, nos pasamos horas sin hacer nada cuando estamos deprimidos; nos acercamos a la gente cuando estamos entusiasmados y; nos agitamos cuando estamos nerviosos. Como sucede con los cambios fisiológicos, si no les ponemos freno perpetúan las emociones. Si no utilizamos la relajación para moderar el ritmo cardíaco o respiratorio, prolongamos nuestra ira. Si no ponemos freno a la agitación, no podemos reducir la ansiedad.

Ejercicio para reconocer nuestros comportamientos

1- Hacer una lista de las emociones que experimentamos en nuestro trabajo. Por ejemplo; ira, alegría, ansiedad, depresión, entusiasmo, miedo, seguridad, tristeza, frustración.

2- Hacer un seguimiento de las emociones para averiguar qué pautas de comportamiento las acompañan. Durante un período de 2-3 semanas hagamos un seguimiento de cada una de las emociones de la lista y los comportamientos correspondientes.

3- Buscar pautas. Tomemos el ejemplo de un posible traslado. Tememos que nos trasladen a otra planta, pero también tenemos miedo de que un compañero de trabajo le haya contado al jefe, que en lugar de ir al dentista como le dije fuimos a ver un partido de fútbol. Al considerar nuestros comportamientos de respuesta a estas situaciones, probablemente deduciremos que, cuando tenemos miedo, evitamos a la gente que está relacionada con nuestro miedo.

4- Pedir su opinión a los demás. Si tenemos confianza, tal vez nos interese preguntar a un compañero que nos conoce bien y respeta, o a un asistenteprobablemente no a nuestro jefe- cómo reaccionamos cuando estamos enfadados, ansiosos o deprimidos.

Al cabo de dos semanas, deberíamos empezar a tener una idea razonable de cómo actuamos ante determinadas emociones. Ahora veremos cómo podemos emplear esta información en nuestro beneficio.

Consejos para mantener el control de nuestros comportamientos

1- Respiremos profundamente unas cuantas veces.

Este acto cumple varias funciones. En primer lugar, nos mantiene alejados de otras actividades (si estamos concentrados en respirar profundamente no podemos gritar o fanfarronear). En segundo lugar, es una señal que nos enviamos a nosotros mismos: presta atención, contrólate, deja de hacer lo que estás haciendo. Por último, nos desacelera.

2- Iniciemos un diálogo interior constructivo.

Cuando analizamos el control de nuestros pensamientos vimos cuán útiles pueden ser para ayudarnos a aclarar, enfocar y modificar nuestro curso de acción. Supongamos que hemos reconocido que tenemos miedo a un traslado y que identificamos el comportamiento que lo acompaña como acobardamiento. Preguntas que podemos hacernos ¿Gano algo con este comportamiento?, ¿Qué es lo que me convendría hacer?.

Adquirir la capacidad de resolver problemas

La base de una buena labor gerencial es la capacidad de resolver problemas. Lo mismo puede decirse del dominio de las emociones. Por lo general, las emociones estresantes son causadas por situaciones problemáticas se trata, por tanto, de determinar el mejor curso de acción para superar un escollo. Pero, antes de abordar algunas técnicas de resolución de problemas, debemos comprender la naturaleza de los propios problemas, plantea Weisinger.

Si nos planteamos la vida como una serie de situaciones que requieren algún tipo de respuesta, entonces, ninguna situación en si misma es un problema. Lo que las convierte en problema es la ineficacia de nuestra respuesta. Si se nos pierde un documento, el problema no es la pérdida del documento, sino nuestra incapacidad para encontrarlo.

Una vez que aceptamos que los problemas son consustanciales a la vida, dejamos de pensar que algo anda mal en nosotros, por el hecho de tenerlos. Y así somos menos proclives a negar su existencia. Tendemos a negar los problemas porque, por lo general, nos perturban, pero el hecho de negarlos no

hace que desaparezcan. La mejor forma es encontrando la mejor manera de resolver la situación que generó el problema, eso es lo que se entiende por “resolución de problemas”.

El proceso y las técnicas que propone Weisinger transitan por los siguientes momentos:

a- Identificar y definir la situación problemática.

b- Generar soluciones alternativas.

c- Definir las mejores estrategias.

d- Evaluar los resultados.

Las técnicas que propone son las mismas que pueden encontrarse en cualquier material sobre “análisis y solución de problemas”. De todas formas, veamos un resumen de lo que plantea.

a- Identificar y definir la situación problemática

Cuando planteamos un problema de forma específica y concreta, lo convertimos en centro de nuestra atención y nos obligamos a determinar qué es y qué no es relevante. Supongamos que nos planteamos la situación problemática de la siguiente manera: “Mi trabajo me está sacando de quicio”.

Esta información abstracta no nos proporciona ninguna pista acerca del origen de la situación. En estos términos es difícil de abordar el problema. La manera, emocionalmente inteligente, de identificar la situación problemática es definir el elemento irritante, lo lógico es preguntarnos quién, qué, por qué, cuándo,

cómo. Así podríamos encontrar algunas de las respuestas al por qué nuestro trabajo nos está sacando de quicio, por ejemplo: me han dado demasiadas responsabilidades; mi jefe está saturado de trabajo y no tiene tiempo para atenderme; mis compañeros de trabajo no parecen conscientes de sus obligaciones, de modo que no mueven un dedo; siempre estoy frustrado y agotado. Una vez definida la situación problemática, podemos considerarla desde otra perspectiva, cambiar nuestra percepción de la situación.

Una de las dificultades ligadas a las situaciones problemáticas es que solemos contemplarlas con estrechez de miras. Nos estancamos en nuestro modo habitual de manejar las cosas y nos cuesta mucho trabajo encontrar una solución. (Einstein dijo “no podemos resolver los problemas, con el mismo pensamiento con que se crearon”).

La reacción más habitual que tenemos ante los problemas que nos afectan es buscar sus causas “fuera” de nosotros, tratar de identificar un culpable, para centrar en él (ella) todas nuestras críticas y de ser posible, nuestra lucha.

Esta forma de reaccionar lo único que hace es aumentar nuestro nivel de tensión, pero no resuelve el problema. En última instancia, los “factores externos” están fuera de lo que los especialistas llaman nuestra “área de influencia”.

Solo cuando somos capaces de identificar la parte de responsabilidad (insuficiencias y limitaciones) que tenemos en el problema es que podemos empezar a actuar en nuestra “área de influencia”.

Algunos ejemplos de replanteamientos de los pensamientos sobre los problemas, pueden ser:

- El verdadero problema no es quién está implicado en esto, sino la manera en que yo respondo a la situación.

- El verdadero problema no es en qué términos se plantea, sino cómo lo abordo yo.

- El verdadero problema no es por qué sucede, sino por qué respondo de la manera que lo hago.

- El verdadero problema no son el jefe y mis compañeros de trabajo, sino el hecho de que nunca les hablo de las dificultades con que me encuentro.

- El verdadero problema no es que un jefe me dé más y más trabajo, sino que no he encontrado la manera de conseguir que me ayuden a hacerlo.

- El verdadero problema no es que mi trabajo sea desagradable, sino que me hace sentir frustrado, cansado, enfadado y deprimido.

- El verdadero problema no es que mi trabajo me saque de quicio, sino que hasta ahora no he encontrado una manera eficaz de enfrentar la situación.

El replanteamiento de nuestros pensamientos acerca de una situación problemática, nos permite contemplar la situación desde una nueva perspectiva. Entonces podemos advertir que no estamos estancados en un bache, nos hemos situado en nuestra “área de influencia” y la solución del problema es un desafío al que podemos encontrarle una respuesta eficaz. La mejor manera es considerar diferente opciones.

b- Generar soluciones alternativa

El método que Weisinger considera más útil para esto es el brainstorming (tormenta de ideas), creado, como sabemos, hace unas décadas por un publicista, Alex Osborne, para estimular la generación de ideas creativas. Sobre

esto, no plantea nada nuevo. Un resumen de sus “Consejos para realizar un brainstorming eficaz” son:

1- Postergar la emisión de juicios de valor.

2- Fomentar el pensamiento espontáneo.

3- Buscar la cantidad.

4- Dejar los detalles para más tarde.

5- Utilizar ideas como catalizadoras de otras ideas. (“Fertilizar las ideas de otros”, como le llamamos cuando utilizamos esta técnica).

Algunas de las ideas que pueden surgir quizás sean impracticables, pero pueden conducirnos a otras más razonables.

c- Definir las mejores estrategias. Evaluación y selección de ideas

Agotadas las posibilidades de generar ideas debemos seguir los siguientes pasos:

1- Precisión de las ideas y reducción del listado.

Consiste en esclarecer la formulación de cada idea, integrar y reformular las que resulten similares.

2- Determinación de los criterios que debemos aplicar en la evaluación y selección de las ideas.

Por ejemplo: impacto en lo que queremos lograr, costo (en dinero, tiempo, energías, etc.) de ponerla en práctica, efectos colaterales que pueden generarse.

Algunas preguntas que podríamos hacernos para evaluar las ideas:

- ¿Cómo afectaría esta estrategia a lo que necesito, a lo que quiero y a lo que siento?.

-¿Cómo afectaría a la gente con la que trabajo?.

-¿Cómo afectará a las personas importantes en mi vida?.

-¿Cuáles serían las consecuencias a corto y largo plazo?.

d- Evaluar los resultados

La última etapa consiste en evaluar lo resultados, para ver si necesitamos afinar o modificar nuestras estrategias. Algunas preguntas que podemos formularnos para esto:

- ¿Están saliendo las cosas como esperaba?.

- ¿Se ajustan los resultados a mis objetivos?.

- ¿Es esta solución mejor que la primera?.

Técnicas adicionales para controlar nuestras emociones

Otras técnicas que propone Weisinger, que considera de gran utilidad para el control de las emociones son:

a- Uso del sentido del humor.

b- Reorientación de la energía emocional.

c- Tomarse un tiempo libre.

a- Uso del sentido del humor

El humor es el mejor remedio para enfrentar emociones negativas como: la ira, la depresión, la tristeza y la ansiedad. Existe una explicación científica a este fenómeno. La risa, un derivado del humor, estimula la liberación de unas sustancias proteínicas llamadas endorfinas. A medida que se incrementa el nivel de endorfinas en el cerebro, se reduce la percepción del dolor, tanto físico como emocional. Un humorista cubano dice: “Cuando usted se ríe, su alma está de vacaciones, cuando no se ríe, está de licencia sin sueldo”. Weisinger dice: “la risa hace que el cuerpo produzca su propio analgésico”.

No es el único beneficio de la risa: también sirve de distracción, alejándonos al menos por unos instantes de las emociones estresantes que pudiéramos estar experimentando. Es difícil sentirnos deprimidos o con ira en el mismo momento en que nos reímos. Tal momento puede sernos muy útil, nos proporciona una

pausa en la espiral de la tensión y nos posibilita revaluar la situación y recuperar la capacidad de razonar. Weisinger propone los siguientes “Consejos para generar humor”.

1- Pongámonos unas imaginarias gafas de “cámara oculta”, tomémonos 5-10 minutos e intentemos observar a nuestros compañeros de trabajo y a nuestro jefe. Observemos desde un ángulo absurdo, caprichoso o tonto, en lugar de la perspectiva seria y sombría con que solemos contemplarlos. Seguro encontraremos situaciones contradictorias, irrisorias. No se trata de reírnos de los demás, sino de tomar conciencia de que, a menudo, nos tomamos demasiado en serio, a nosotros mismos y a los acontecimientos.

2- Tomémonos un descanso de meditación humorístico. Cuando las cosas alcanzan un nivel demasiado estresante, intentemos tomarnos una pausa de 510 minutos para hacer algo que nos haga reír, aunque sea brevemente. Aislemos nuestra mente de los estímulos exteriores y leamos pasajes graciosos de un libro de chiste, un comic, o pensemos en una anécdota graciosa del pasado.

3- Creemos un ambiente con sentido del humor. Colguemos un tablón de anuncios en nuestro despacho para colocar tiras cómicas, chistes, fotos tontas. Mirémoslas cuando necesitemos “desconectar”. Cambiemos el contenido con frecuencia, para que no pierdan su gracia.

b- Reorientar nuestra energía emocional

Cada vez que experimentemos una emoción intensa, estamos empleando energía. Supongamos que estamos sumamente ansiosos por una evaluación que nos van a hacer. Nos descubrimos inquietos y caminando de un lado a otro pensando “me van a despedir”, “no voy a pasar la prueba”. En estas situaciones es recomendable redirigir la energía hacia alguna actividad que no esté relacionada con lo que está ocurriendo.

En lugar de seguir andando nerviosos de un lugar a otro, pensando en cosas negativas que sólo incrementan nuestra ansiedad, es decir “rumiando”, emprendamos alguna tarea sencilla, que nos entretenga y nos resulte agradable, leer algo interesante, ordenar los papeles. Una actitud alternativa nos distrae de nuestra ansiedad.

c- Tómese un tiempo de descanso

Tomarse un respiro en medio de una situación emocionalmente agotadora puede ayudarnos a controlar nuestras respuestas emocionales. Puede ser muy breve: respiremos profundamente tres veces antes de responder a nuestro jefe, un “receso” en una discusión, o posponerla para otro momento.

Algunas situaciones pueden ser tan estresantes que la única manera de conservar nuestra dignidad es una franca retirada. La cólera suele ser la emoción más inestable de todas, ya que por lo general es otra persona la que la provoca y hacia la que va dirija. Ante esto, propone los siguientes consejos.

1- Hagamos saber que estamos enfadados.

2- Informemos que deseamos desconectar temporalmente de la situación. “Me gustaría dejar de discutir durante un rato para meditar al respecto.”

3- Desconectemos de inmediato. A continuación respiremos profundamente o hagámonos afirmaciones constructivas durante el rato de que disponemos.

4- Utilicemos el tiempo muerto de modo productivo. Durante el respiro ocupémonos con alguna actividad, tal como se ha descrito previamente. Utilicemos nuestra respuesta de relajación para calmarnos.

Incluso con las emociones positivas es necesario el control, plantea Weisinger. El entusiasmo excesivo puede conducirnos a un comportamiento impulsivo. Imaginemos que en una reunión se presenta un proyecto que nos entusiasma tanto que nos proponemos para dirigirlo, a pesar de que estamos saturados de trabajo. Podemos respirar profundo un par de veces y entablar un diálogo interno “No te precipites, es una gran idea y me gustaría llevarla a cabo, pero ya tengo muchas cosas que hacer. Tranquilízate, no pierdas la cordura”.

También podríamos aplicar la técnica de solución de problemas: “Este nuevo proyecto me podría dar prestigio y satisfacción, pero me quitaría mucho tiempo e interferiría con mis otras responsabilidades. No me ofreceré para hacerlo; pero, si aún no lo han empezado cuando termine con otras cosa,s intentaré hacerlo”.

Sobre este tema, un especialista presenta un cuadro interesante sobre la influencia que pueden tener los niveles de intensidad de tres emociones típicas, en la toma de decisiones.

Emoción

Nivel aceptable

En exceso

Alegría

Genera entusiasmo para la acción

Miedo Genera energía para protegerse

Consecuencias Euforia

Imprudencia

Incapacidad para actuar Parálisis

Ira Genera energía para responder Descontrol irreflexivas,conflictos

Reacciones

Otros enfoques

El “control de las emociones”, o el “control del estrés”, también se aborda por especialistas de otros temas gerenciales, desde diferentes ángulos. Entre ellos se destacan los siguientes:

- El control de las emociones en los procesos de negociación.

En “Sí… de acuerdo. Cómo negociar sin ceder” de R. Fisher, W. Ury.

- El control de las emociones cuando escuchamos.

En “Saber escuchar. Guía para tener éxito en los Negocios” de A. Robertson.

- El control del estrés como una habilidad gerencial.

En: Developing Management Skills” de D. Whetten, K. Cameron.

A continuación, una síntesis de algunas de las propuestas que me han parecido más interesantes en estos trabajos.

El control de las emociones en los procesos de negociación

En una negociación, especialmente en un fuerte desacuerdo, los sentimientos pueden ser más importantes que las palabras. Las partes pueden estar más dispuestas para la batalla que para encontrar juntas la solución a un problema común. Las emociones pueden conducir a que la negociación se estanque o se rompa, plantean Fisher y Ury. Para enfrentar estas situaciones proponen los siguientes comportamientos:

- Primero reconozca y comprenda las emociones, suyas y las de ellos.

Analice, durante la negociación, ¿Se siente nervioso? ¿Siente ira hacia la otra parte?. Escúchelos y trate de percibir cuáles son sus emociones. Puede ser útil escribir cómo usted se siente. Haga lo mismo respecto a la otra parte. Indague acerca de lo que está produciendo las emociones: ¿Por qué está usted

enojado?. ¿Por qué lo están ellos?. ¿Están reaccionando ante ofensas pasadas y buscando la venganza?. ¿Se están transfiriendo las emociones de un aspecto del problema a los demás?.

- Procure que las emociones se hagan explícitas y reconózcalas como legítimas.

Discuta con las personas de la otra parte sobre sus emociones. Exprese las suyas. “Sabe, nuestra gente siente que nos han tratado mal y están molestos. Tememos que, aunque se logre un acuerdo, después no se respetará?. Su propia gente ¿también se siente así?. Al liberarse del peso de las emociones inexpresadas, las personas estarán mejor dispuestas a trabajar en la solución del problema, plantean.

- Permita que la otra parte se desahogue.

Con frecuencia, una buena manera de manejar la ira, la frustración y otros sentimientos negativos de las personas, es ayudarles a que desahoguen sus sentimientos. En lugar de interrumpir discursos polémicos o de abandonar la reunión, tal vez usted decida controlarse, quedarse en su sitio, y permitirles que expresen sus quejas. La mejor estrategia mientras la otra parte se desahoga es escuchar en silencio, sin responder a sus ataques.

- No reaccione ante un estallido emocional.

El desahogo de las emociones puede ser peligroso, si conduce a una reacción desmedida, es decir, a una perturbación del ánimo. Esto puede generar la “espiral del conflicto”. Fisher-Ury informan de una técnica que se aplicó en un proceso de negociación importante, en el que adoptaron la regla de que “solamente una persona podía enojarse cada vez”. Esto garantizaba que otros no respondieran en forma airada. También se lograba que fuera más fácil desahogarse, justificando el estallido: “Está bien, es su turno”.

- Use gestos simbólicos.

Responder a un ataque de ira con un comportamiento “suavizador” puede restarle impacto a las emociones. “Entiendo que tiene derecho a enojarse, ¿puede explicarme que podemos hacer ambos para superarlo?”. En muchas ocasiones, presentar una excusa puede ser efectivo para suavizar los ánimos, aún cuando usted no quiera reconocer su responsabilidad personal.

El control de las emociones cuando escuchamos

La causa principal de los conflictos son las malas comunicaciones, consideran muchos especialistas. La expresión del filósofo y matemático italiano Rene Descartes “Definan bien las palabras y ahorrarán a la humanidad la mitad de los sinsabores”, constituye una enseñanza para todos.

El primer momento que genera este proceso es cuando escuchamos. Es precisamente el momento en el que debemos empezar a controlar nuestras emociones. Si no podemos garantizar esto, en cuanto escuchamos algo que nos provoca una emoción intensa, “desconectamos” de lo que nos están diciendo y empezamos a preparar nuestra réplica. Con esto, además de perdernos una parte de lo que nos están diciendo, se reducen nuestras capacidades para razonar y nuestra reacción se limita a ripostar, o a defendernos, con lo cual lo único que hacemos es estimular “la espiral del conflicto”, es decir el círculo: “ataque-defensa-contraataque-contradefensa”, que sólo conduce a incrementar la intensidad del conflicto.

Por esto, desarrollar la capacidad de controlar nuestras emociones en el momento que escuchamos es muy útil, para aumentar la efectividad de nuestro comportamiento en las relaciones interpersonales, además de ayudarnos a mantener nuestra estabilidad emocional.

Robertson, un estudioso de los problemas de las comunicaciones, le dedica un capítulo a “El control de las emociones”, en su interesante libro “Saber Escuchar”. Plantea que, los interlocutores eficaces saben controlar las emociones por lo menos en tres áreas: 1-Con los hablantes, sin importar su identidad: 2-Con el tema en cuestión, sea cual fuera y; 3-Con el lenguaje o las expresiones que se utilicen.

Para lograr esto, propone que tengamos claro los prejuicios que pueden generarnos emociones negativas en estos tres niveles: ¿Qué pensamos de nuestro interlocutor?, ¿Qué temas nos alteran? y ¿Qué tipos de comportamientos nos generan emociones fuertes?. Al igual que Weisinger y otros especialistas, Robertson plantea la conveniencia de que tengamos una especie de “registro” de los comportamientos que pueden alterarnos, para estar preparados para enfrentarlos. En fin, que nos conozcamos mejor a nosotros mismos.

Plantea que nunca se necesita mayor control emocional que cuando se recibe una crítica. ¿Por qué la respuesta a una crítica negativa suele ser la ira, la frustración o la depresión?. Una crítica, positiva o negativa, se puede manejar mejor mediante el uso de “filtros”, sugiere. Propone que utilicemos los siguientes “filtros”:

- El filtro del estilo de comunicación.

Según investigaciones, la gente puede utilizar cinco “estilos”, o modelos diferentes de comportamientos, cuando están bajo presión. Entienda e identifique estos estilos y dispondrá del primer filtro para tamizar tanto la crítica positiva como negativa, recomienda. Un resumen de estos estilos:

- El aplacador. Son gente temible, siempre preocupados de que los demás en enfaden.

- El acusador. Se sienten impotentes. Les parece que nadie les hace caso. Para compensarlo, tienden a exagerar sus afirmaciones.

- El calculador. Le asusta exteriorizar sus sentimientos. No utilizarán expresiones de emoción cuando hacen una crítica. “Sin duda, se puede hacer mejor este trabajo”.

- El distractor. Pasa del comportamiento del calculador, al de acusador, o aplacador. Cuando siente impulso de decir algo, lo hace.

- El nivelador. Dice las cosas como son. Cuando es sincero, utiliza el estilo más útil para aceptar una crítica.

Robertson propone que, cuando no esté seguro de qué estilo debería usar para responder a una crítica, utilice el modo “calculador”. Controle sus emociones y sea lo más objetivo posible. Después, a medida que mantenga el equilibrio, sintonice con el parlante. El reconocimiento de los distintos estilos le proporcionará una mayor objetividad a la hora de evaluar una crítica y le situará en mejor posición para juzgar si necesita o no buscar más información:

- El filtro de la verdad.

Si la respuesta que le dan tiene alguna validez, averigue cuál es su elemento central. Tal vez el “meollo de la cuestión” esté oculto entre un montón de paja. Búsquelo, después admita el elemento de razón en la crítica y agradézcala sinceramente, por la información que le transmite.

- El filtro emocional.

Separe la crítica del crítico. La crítica emocional puede tener sus raíces en las necesidades de quien critica. Al utilizar este filtro, usted reflexionará sobre la fuente y determinará hasta qué punto la crítica es apropiada.

- El filtro de la perspectiva.

Distinga las suposiciones falsas. Si cree que en la crítica existe una suposición no válida, identifíquela y rechácela como falsa.

Robertson propone “cuatro respuestas inmediatas a una crítica negativa”.

1- Cortocircuitar el mensaje.

Crítico: (El jefe malhumorado): “¿Todavía no has terminado los informes?”.

Respuesta: (Sonriendo): “Buenos días, Pedro, ¿cómo estas?.

2- Comunicar sus sentimientos.

Respuesta: (Con calma): “Pedro, no me estás ayudando. Me pones nervioso, por favor, déjame solo y lo terminaré”.

3- Ponerse en el lugar del crítico.

Respuesta: “Pedro, sé que es importante. Puedes ayudarme asegurándote de que nadie me moleste”.

4- Pedir más información.

Crítico: “Tu informe no cumple los requisitos”.

Respuesta: “Pedro, ¿a qué requisitos te refieres?.

Para aprovechar al máximo una crítica, al tiempo que se protege de ella, precisará disponer de una estrategia de respuesta a largo plazo. Reflexione

para determinar la importancia de la crítica. ¿Merece su atención?. Sopese los pro y los contras del cambio. Para ello, propone que apliquemos las siguientes estrategias:

1- Hacer un contrato consigo mismo. Declare por escrito lo que realmente va a hacer y cuándo empezará. Asegúrese de que puede, y debe, hacer el comportamiento que describe.

2- Decida qué cambios debe hacer y cuáles son los elementos o factores implicados en el cambio. Descompóngalos en tareas realizables.

3- Introduzca estrategias de castigo en sus prácticas o procedimientos, que le obliguen a enfrentar las situaciones que le impidan mejorar la conducta que desea superar. Por ejemplo, que la gente más cercana a usted le critique el mantenimiento de comportamientos que desea mejorar.

4- Piense en la recompensa que obtendrá al modificar su comportamiento. Puede convertirse en un modelo de madurez, para otros componentes de su grupo e influir de manera positiva sobre los demás. Será más probable que sus compañeros confíen en usted y le cuenten lo que piensan de verdad sobre otras cuestiones.

Usted recibirá críticas a lo largo de toda su vida. A nadie le gustan, pero resultan herramientas útiles para el desarrollo personal. Lo importante no son las críticas que reciba sino cómo usted reaccione. Las emociones, como el fuego, pueden quemar o calentar. Usted decidirá si desea calentarse o arder, al elegir cómo responde. Cuando se controla, el fuego es un amigo muy valioso. Además, aunque lo intente, no podrá vivir sin las emociones que pueden darle calor, o consumirle en las llamas, concluye Robertson.

El control del estrés como una habilidad gerencial

Whetten y Cameron incluyen el “Control del Estrés” entre las principales habilidades gerenciales. Lo relacionan, principalmente, con los factores situacionales que generan fuertes tensiones en el trabajo de los ejecutivos y con la eficiencia de su actividad. Informan que es una de las principales causas de enfermedades en los que realizan trabajos de dirección.

Plantean que las cuatro fuentes principales de estrés en el trabajo de dirección son:

1- Presiones de tiempo.

Por falta de anticipación, insuficiente planificación, o deficiente control.

2- Factores situacionales.

Condiciones de trabajo desfavorables, rapidez de cambios en el entorno.

3- Relaciones interpersonales.

Surgimiento de conflictos que se manejan adecuadamente.

4- Factores anticipadores.

Expectativas insatisfechas, temores, riesgos.

Proponen un conjunto de procesos y técnicas relacionadas con una administración efectiva del tiempo y un manejo apropiado de la delegación de tareas. Además, para el mejoramiento de la planificación personal del trabajo del dirigente, así como la eliminación de factores estresores, mediante la

restructuración del trabajo, establecimiento de prioridades, mejoramiento del entorno laboral (condiciones más agradables), técnicas de relajación (como las que propone Weisinger que se comentaron), entre otras.

Las estrategias y técnicas que proponen, están dirigidas principalmente al mejoramiento de los procesos de planificación, organización y control, en el trabajo de dirección. No plantean nada nuevo de lo que está ampliamente explicitado en los textos de administración o de organización del trabajo de dirección y, por tanto, no resulta necesario incluirlas en este material.

Lo más importante de conocer este enfoque es dejar claro la importancia que tiene, para un autocontrol efectivo de las emociones y situaciones que pueden alternarnos, el establecimiento de objetivos precisos de lo que queremos obtener y, en función de esto, diseñar las estrategias y crear las condiciones organizativas que posibiliten su cumplimiento.

La ausencia de estos comportamientos puede conducirnos a una improvisación en la cual, los acontecimientos sean los que dirijan nuestros actos y, con esto, nos generen situaciones de estrés que limiten nuestras capacidades de razonamiento y la obtención de mejores resultados, tanto en nuestras actividades como en las relaciones con los demás.

Resumen y conclusiones

1- El “autocontrol” es una aptitud y habilidad esencial de la inteligencia emocional. Entre otras cosas, implica identificar cómo influyen en nuestras reacciones factores como: nuestros pensamientos y valoraciones; los cambios fisiológicos que experimentamos ante determinadas situaciones; y los comportamientos y acciones a las que tendemos.

2- Para “hacernos cargo de nuestros pensamientos y valoraciones” se recomienda: determinar nuestros “pensamientos automáticos”, así como nuestros “pensamientos distorsionados”. Para enfrentarlos se puede acudir a técnicas como: los “diálogos interiores”, y la preparación de “afirmaciones positivas”.

3- Para identificar los “cambios fisiológicos o respuestas emocionales que experimentamos” debemos prestar atención a “indicadores” como: alteraciones en el ritmo cardíaco, presión arterial, ritmo de la respiración, e intensidad de la sudoración que, generalmente, nos informan sobre un cambio en nuestro nivel de ansiedad. Percibir a tiempo estas señales corporales, nos permite actuar y controlar nuestras emociones. Para esto, se proponen ejercicios y consejos que nos ayuden a identificar nuestras respuestas emocionales ante determinadas situaciones. Entre las técnicas que se proponen está la llamada “relajación condicionada”.

4- Para “tomar el control de nuestros comportamientos y acciones”, primero tenemos que ser capaces de reconocerlos. Para esto se recomienda que hagamos un “seguimiento” de estos comportamientos, buscar pautas y, de ser necesario, pedir opiniones a otros. Todo esto nos permitirá desactivar los comportamientos y acciones que nos perjudiquen. Entre las técnicas que se recomiendan para esto están: la respiración profunda reiterada y el inicio de un diálogo interno constructivo.

5- La solución de problemas es una de las actividades más importantes, y estresantes, que tienen que enfrentar los que dirigen. Para reducir su impacto en nuestras emociones y reacciones se recomienda seguir un proceso que transite por los siguientes momentos: identificar y definir la situación problemática, generar alternativas de solución, definir las mejores estrategias, y evaluar los resultados. Además, debemos desechar la reacción habitual de buscar sus causas “fuera” de nosotros, centrándonos en lo que debemos superar y lo que podemos hacer en nuestra área de influencia.

6- Otras técnicas que se recomiendan para controlar las emociones son: usar el sentido del humor; reorientar nuestra energía emocional hacia la realización de tareas más sencillas y agradables y; tomar un tiempo de descanso.

7- El “control de las emociones” también es abordado por otros especialistas del “management”. Entre los enfoques y propuestas más interesantes están: como manejar las emociones en los procesos de negociación; el desarrollo de habilidades para “saber escuchar”; y el control del estrés, como una habilidad gerencial, que aborda los problemas de la organización personal del trabajo del

que dirige, el establecimiento de prioridades, una delegación efectiva, entre otros temas, incluídos en la denominada “administración efectiva del tiempo”.

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DEFINICIÓN DE AUTOCONTROL El término autocontrol se compone de la unión de dos vocablos que provienen de idiomas diferentes. En primer lugar, se forma por la palabra “auto” la cual procede del griego autos y se traduce como “sí mismo”. En segundo lugar, se halla la palabra “control” que emana del francés y que es sinónimo de dominio y control.

Autocontrol Por tanto, partiendo de dicho origen etimológico podríamos subrayar que la definición literal del término que ahora nos ocupa es la de “control de sí mismo”.

Autocontrol es un término que ha sido aceptado en forma reciente por la Real Academia Española (RAE). Se trata de un concepto que hace referencia al control de los propios impulsos y reacciones, y que supone una serie de técnicas de relajación.

El autocontrol podría definirse como la capacidad consciente de regular los impulsos de manera voluntaria, con el objetivo de alcanzar un mayor equilibrio personal y relacional. Una persona con autocontrol puede manejar sus emociones y regular su comportamiento.

El autocontrol es, por otra parte, una herramienta que permite, en momentos de crisis, distinguir entre lo más importante (aquello que perdurará) y lo que no es tan relevante (lo pasajero).

No obstante, también hay que subrayar que en muchas ocasiones el autocontrol que lleva a cabo una persona es visto como algo negativo y determina que sea considerada como “fría”. Un ejemplo podría ser: “Manuel tenía un autocontrol tan marcado que ni siquiera dejó escapar una lágrima cuando Eva le dio a conocer todo lo que estaba sufriendo por la relación que mantenían”.

Los especialistas en técnicas de autocontrol recomiendan, siempre que sea posible, no forzar el cuerpo ni la mente. Cuando un individuo está relajado, sereno y descansado, se encuentra en mejores condiciones para enfrentar las dificultades. Por otra parte, el autocontrol necesita del diálogo sereno, para

evitar que la confrontación derive en situaciones de violencia emocional o hasta física.

La paciencia resulta una virtud clave a la hora de autocontrolarse. Los psicólogos enseñan a que una persona sepa perdonarse a sí misma por sus fallos y equivocaciones, lo que contribuye a su equilibrio interior y la prepara para aceptar las debilidades y errores de los demás.

Por último, cabe destacar que el principal enemigo del autocontrol son las ideas irracionales, que ocasionan una falta de autovaloración, inseguridad, dependencia psicológica y la necesidad de aprobación, por ejemplo. Estas ideas incluso pueden ocasionar depresión.

Es necesario subrayar además que ante esas situaciones que pueden generarnos estrés y que consiguen hacernos perder los nervios existe una serie de técnicas de autocontrol que son recomendadas por los expertos en la materia. Se trata de un conjunto de pautas muy sencillas que lograrán que nos calmemos, que no nos dejemos guiar por nuestros impulsos y que no nos alteremos más de lo estrictamente necesario.

En este sentido, entre las más significativas se encuentra, por ejemplo, el bostezar. Y es que el bostezo consigue calmar nuestra respiración y eso supone que nuestro organismo se relaje y tranquilice. Una acción esta que también se logrará eliminando la tensión de nuestra mente.

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» Este artículo es la Definición Concreta de uno de los Valores Personales.

La prudencia, es el valor de saber cuándo hacer y decir las cosas para que salgan bien.

El valor de la prudencia, es el que nos permite saber cuándo es momento de algo, cuando es momento de actuar, de hablar, de caminar o de parar.

Una persona prudente, es la que cuida sus palabras y acciones para no hacer algo mal, es la que tiene en cuenta que todo tiene su instante para producirse.

La imprudencia, es lo que lleva a muchas personas a herir a otras, a tomar decisiones apresuradas, a pasar por encima del tiempo que cada cosa necesita para su óptima fluidez.

Si quieres ver la Definición de otros Valores Personales, Haz click aquí.

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13 de enero de 2012 Fortalezas psicológicas, los beneficios de la prudencia. Psicologos Coruña | Hodgson & Burque

Esta semana queremos proponer el análisis de una de las fortalezas psicológicas menos mostradas en el cine y quizás también, menos valoradas en la sociedad actual. Una fortaleza con una serie de beneficios que queremos explicar a través de 8 grandísimas películas. Que los disfruten

“La prudencia es una orientación hacia nuestro futuro personal, una forma de razonamiento práctico y autogestión que ayuda a lograr los objetivos individuales a largo plazo de manera eficaz. Las personas prudentes muestran una previsora y deliberada preocupación por las consecuencias de sus acciones y decisiones, resistiendo con éxito los impulsos y otras opciones que satisfacen los objetivos de corto plazo a expensas de lograr metas a largo plazo, teniendo un enfoque flexible y moderado de la vida, y luchando por el equilibrio entre sus objetivos y metas. “(Peterson y Seligman)

OCHO RAZONES Y OCHO PELÍCULAS PARA APRENDER A VALORAR LA PRUDENCIA.

1. La prudencia no es para los débiles

Una de las razones para la mala reputación de la prudencia es que esta fuerza esta (injustamente) asociados con el estancamiento. Vemos una persona prudente como aquella que permite que la vida le pase por delante, porque tiene miedo de saltar y correr riesgos. Sin embargo, los psicólogos Peterson y Seligman apuntan que “escoger las soluciones mas fáciles en la vida y dedicarse hacia objetivos que impidan o excluyan mejores alternativas son grandes ejemplos de imprudencia” las personas prudentes buscan cumplir sus metas a largo plazo y toman los riesgos necesarios para alcanzarlos. La prudencia denota por lo tanto fortaleza.

Yoda en La guerra de las galaxias. Episodio V: El imperio contraataca (1980, de Irvin Kershner)

SINOPSIS Tras un ataque sorpresa de las tropas imperiales a las bases camufladas de la alianza rebelde, Luke Skywalker, en compañía de R2D2, parte hacia el planeta Dagobah en busca de Yoda, el último maestro Jedi, para que le enseñe los secretos de la Fuerza. Mientras, Han Solo, la princesa Leia, Chewbacca, y C3PO esquivan a las fuerzas imperiales y piden refugio al antiguo propietario del Halcón Milenario, Lando Calrissian, en la ciudad minera de Bespin, donde les prepara una trampa urdida por Darth Vader. (FILMAFFINITY)

2. La prudencia conlleva una vida equilibrada.

La prudencia es relevante para toda la vida, y las personas prudentes se esfuerzan por mantener el equilibrio y la armonía entre las metas en múltiples ámbitos de la vida. Por ejemplo, levantarse temprano e ir a la oficina los domingos puede no ser prudente si esto significa dejar de lado los valores familiares y metas complementarias.

Morgan Freeman y Jessica Tandy en Paseando a Miss Daisy (1989, de Bruce Beresford)

SINOPSIS Miss Daisy (Jessica Tandy), una antipática profesora jubilada de 72 años, decide comprarse un coche. Su hijo (Dan Aykroyd), temiendo un posible caos circulatorio o, peor aún, un accidente, contrata a un chófer negro (Morgan Freeman) para que conduzca el vehículo. Al principio, la anciana y el tranquilo conductor no se llevan demasiado bien… (FILMAFFINITY)

3. Las personas prudentes trazan su propio camino en la vida.

Una persona prudente vive la vida siguiendo su camino y de manera proactiva. No se limita a reaccionar ante lo que la vida le trae, sino que toma las decisiones y actos a fin de lograr sus metas y sueños.

El Camino a Casa (Zhang Yimou, 1999)

SINOPSIS Luo Yusheng es un hombre de negocios que regresa a su casa, en el norte de China, para asistir al funeral de su padre, el maestro del pueblo. La obsesión de su anciana madre sobre la escrupulosa observación de los ritos fúnebres le resulta inexplicable, pero acaba comprendiendo que el respeto a las milenarias tradiciones es vital tanto para su madre como para los habitantes del pueblo. Un drama sobre la tensión generacional, el respeto a los mayores y la superación de las viejas costumbres que conquistó a la crítica allá donde se estrenó. (FILMAFFINITY)

4. Ser prudente no es para aburridos.

La prudencia no es incompatible con la espontaneidad o el entusiasmo. Las personas prudentes pueden pasárselo muy bien pero tienen la capacidad de modular sus conductas evitando cualquier tipo de exceso que pueda perjudicarle.

Helena Hunt en Mejor Imposible (1997, de James L. Brooks)

SINOPSIS Melvin Udall, un escritor obsesivo y maniático, es uno de los seres más desagradables y desagradecidos que uno pueda tener como vecino. Pero, un buen día, tiene que hacerse cargo de un perro al que odia a muerte. La presencia en su vida del animal ablandará su corazón. (FILMAFFINITY)

5. Los héroes pueden ser prudentes.

A diferencia de la prudencia, la valentía es una fortaleza de carácter que no necesita un publicista o cambio de imagen. Oír hablar sobre un acto de valentía nos pone la piel de gallina.. El valor es la fortaleza de carácter sobre el cual se hacen muchas de las películas que vemos. pero los héroes pueden ser prudente también. Peterson y Seligman señalar que incluso el más valiente de los bomberos no se apresure en un edificio en llamas antes de llegar a una estrategia de salida razonable. Valor sin prudencia es temeridad.

Hotel Ruanda (2004, por Terry George) SINOPSIS 1994, guerra civil de Ruanda. Los odios ancestrales entre los hutu (la etnia dominante) y los tutsi provocan el asesinato del presidente del país, disturbios en las calles y, finalmente, una terrible matanza entre las dos etnias. Paul, que es hutu, trabaja como gerente de un hotel de Kigali y, cuando empiezan los disturbios, decide que el mejor refugio es precisamente el hotel. Y hacia allí organiza una huida desesperada acompañado no sólo de su familia, sino también de sus vecinos tutsi. Basada en hechos reales. (FILMAFFINITY)

6. Las personas prudentes tienen carreras consolidadas y estan en forma.

Los estudios sugieren que las personas prudentes tienden a estar más físicamente en forma (sobre todo cuando se trata de tareas que requieren resistencia.

Henry Fonda en Doce hombres sin piedad (1957, por Bruce Sydney Lumet)

SINOPSIS Tras escuchar todos los testimonios y valorar las pruebas presentadas, un jurado popular compuesto por doce hombres tiene que decidir, por unanimidad, si absuelve o condena a muerte a un joven acusado de haber

matado a su padre. Al principio, once están completamente convencidos de su culpabilidad y se inclinan por la condena, pero el que discrepa empieza a plantear dudas razonables… Alabadísimo debut cinematográfico de Sidney Lumet. (FILMAFFINITY)

7. Las personas que tienen en la vida metas congruentes tienden a ser más saludable y más felices.

Recordemos que la prudencia conlleva un equilibrio y una armonía en metas y decisiones. La autoconciencia (una cualidad superpuesta a la prudencia) predice numerosos resultados positivos en el trabajo: aumento de la productividad, un mayor éxito en la formación, ya la conservación del empleo, y salarios más altos.

Sentido y Sensibilidad (1995, de Ang Lee)

SINOPSIS Inglaterra, siglo XIX. Dos hermanas completamente distintas: una, pura razón y sentido común (Emma Thompson); la otra, pura sensibilidad y pasión (Kate Winslet), se enfrentan al amor y a las adversidades de la vida. Al morir su padre, deben abandonar su hogar, que pasa a manos de un hermanastro, hijo del primer matrimonio de su padre. Se mudan al campo y, allí, tendrán experiencias amorosas que producirán en ellas un cambio profundo. (FILMAFFINITY)

8.Podríamos definir la prudencia como un tipo de sabiduría.

Una persona prudente utiliza la razón más que la pasión para guiar su comportamiento, tomando decisiones juiciosas. Las personas prudentes manejan sus recursos con sabiduría, sopesando los riesgos de cualquier acción

contra su beneficio potencial. La prudencia puede definirse como una sabiduría cauta, saber lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Las personas prudentes son descritas como sabios, juiciosos, equilibrados, cuidadosos, con capacidad para discernir, discretos, considerados, atentos..

Dersu Uzala (1975, de Akira Kurosawa)

SINOPSIS El capitán Vladimir Arseniev y su destacamento tienen que realizar unas prospecciones geológicas en los bosques de la taiga siberiana. La inmensidad del territorio y la dureza del clima hacen que el capitán se extravíe. Condenado a vagar por una tierra salvaje, Vladimir conoce a Dersu Uzala, un cazador nómada que conoce el territorio como la palma de su mano y sabe cómo afrontar las inclemencias del tiempo. Dersu enseñará a Vladimir a respetar la naturaleza y a convivir en plena armonía con ella, una lección que difícilmente olvidará el resto de su vida. (FILMAFFINITY)

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Etiquetas: Autoconciencia, Prudencia, Sabiduría

Etiquetas de cine: Especiales, Largometrajes, Listas, Otros

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3 comentarios

Pablo Marchesi dice: 30 de marzo de 2012 a las 13:18 pm Buenas tardes. Soy un psicólogo que trabaja en el contexto de la rehabilitación social, y que estoy dedicando una investigación al trabajo terapeútico con fortalezas personales; usando como método, en otros, la filmoterapia. Una alegría verdadera, pues, encontrarme con tu página, de la que en adelante extraeré los ejemplos del filmes que propones.

Un saludo cordial,

Pablo.

diego dice: 9 de octubre de 2012 a las 21:41 pm no sirve para nada

Carolina dice: 25 de septiembre de 2013 a las 7:21 am Muy buenas películas, y excelente definición

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¿Quiénes somos? | Gracias a wordpress | Diseño y Fundamentos en Humanidades ISSN: 1515-4467

[email protected] Universidad Nacional de San Luis Argentina Sánchez Vazquez, María José Ética y profesión: la responsabilidad en términos de prudencia responsable. El caso de la psicología Fundamentos en Humanidades, vol. IX, núm. 17, 2008, pp. 145-161 Universidad Nacional de San Luis San Luis, Argentina Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=18417107 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 145 Fundamentos en Humanidades Universidad Nacional de San Luis - Argentina Año IX - Número I (17/2008) pp. 145/161 Ética y profesión: la responsabilidad en términos de prudencia responsable. El caso de la psicología

Ethics and professional practice: responsibility in terms of responsible prudence. The psychology case María José Sánchez Vazquez Universidad Nacional de La Plata [email protected] (Recibido: 06/03/08 - Aceptado: 23/06/08) Resumen Desde la ética aplicada el artículo realiza aportes teóricos al campo de la deontología profesional en general y del ejercicio de la profesión en Psicología en particular. Se trabaja, por un lado, la noción central de responsabilidad extendiendo su análisis más allá de los ámbitos jurídico-legales, para arribar a un tratamiento ético-antropológico que reinterpreta su sentido a partir de tres dimensiones: intrasubjetiva, intersubjetiva y colectiva. Por otra parte, se retoma el concepto aristotélico de phrónesis (la virtud de la prudencia) como modo de respuesta de quien ejerce una profesión en su saber-hacer frente a la responsabilidad que le es siempre demandada. El ejercicio de un juicio moral en situación (o búsqueda del justo medio) permitiría al profesional una actitud ética que evalúa las posibles acciones a seguir, eligiendo aquella más cercana a la consideración del otro en su dignidad universal pero también en su particularidad. La Psicología, como disciplina y profesión del campo de las ciencias humanas, se convierte en un caso ejemplar porque la presencia del ‘objeto de estudio’ -otro sujeto- invita a adoptar una intención ética de responsabilidad prudente. El pensamiento ético-hermeneútico de Paul Ricoeur ha sido la principal fuente de referencia en la confección del presente trabajo. Abstract

Framed within Applied Ethics, this work puts forward theoretical contriaño IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 146 butions to the field of professional deontology in general, and of the practice in psychology, in particular. It analyzes the central notion of responsibility beyond the legal area from an ethical-anthropological view, interpreting its meaning from three dimensions: intrasubjective, intersubjective and collective. On the other hand, the work examines the Aristotelian concept of phronesis (the virtud of prudence) as a response of the professional practice to demanded responsibility. A moral judgement seeking the happy medium would show an ethical attitude from the professional assessing the possible actions to be taken and choosing the best one in relation to the other’s universal dignity and particularity. Psychology as a discipline and professional practice within the field of human sciences becomes a good example because the presence of its object of study -another subject- invites the psychologist to have an ethical attitude of responsible prudence. This work is based on Paul Ricoeur’s ethical-hermeneutics. Palabras clave ética - profesión - psicología - responsabilidad - prudencia Key words ethics - profession - psychology - responsibility - prudence Introducción Desde la perspectiva de ética aplicada (1), la responsabilidad se ha convertido en un concepto clave en ámbitos de la deontología profesional. Ya sea por cuestiones filosóficas, psicológicas, semánticas o jurídicas, entre

otras, el término ha cobrado cierto protagonismo en los análisis actuales respecto de ‘cómo debería’ manejarse un profesional hoy para establecer que su acción ha sido responsable; en especial, si los destinatarios de su acto son otros sujetos. Esta pregunta en términos del deber ser tiene consecuencias importantes, las que sobrepasan los ámbitos netamente disciplinares para ser evaluadas desde ópticas jurídico-legales. La estimación de las consecuencias de un acto profesional vía la responsabilidad determina muchas veces la imputación al profesional por mala praxis; cuestión no menor por sus efectos en los fueros civiles y penales. La psicología, como parte de las ciencias de lo humano, se ve interrogada desde la responsabilidad de modo particular puesto que su objeto de estudio es, a su vez, otro/s sujeto/s. Se trata siempre de una práctica profesional y de investigación donde se ven implicados, al menos, dos año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 147 actores: psicólogo-paciente, investigador-investigado, evaluador-evaluado, entre otros. Esta modalidad propia -aunque no exclusiva- nos conduce aquí a delimitar diferentes dimensiones, las que nos permitan visualizar distintos campos específicos de la interacción humana. Nos referimos a: 1) la dimensión intrasubjetiva, 2) la dimensión intersubjetiva, y 3) la dimensión colectiva de la responsabilidad. El abordaje original que realiza el pensador francés Paul Ricoeur (19132005) desde su lectura de antropología filosófica y hermeneútica nos ha permitido ver de qué manera se despliega, en los innumerables formatos que toman las relaciones humanas, la responsabilidad entendida como prhrónesis,

esto es, en sentido aristotélico. En el presente trabajo intentaremos aplicar al campo de la deontología profesional en Psicología los interesantes desarrollos ricoureanos, de modo tal que podamos pensar que la ‘responsabilidad prudente’ -como hemos de denominarla- sea un modus operandi siempre presente guiando la acción especializada del psicólogo actual. Las dimensiones de la responsabilidad. Delimitación y entrecruzamiento Dentro de la diversidad de las relaciones humanas, se puede pensar la noción de responsabilidad desplegada en al menos tres dimensiones, diferenciadas pero también entrecruzadas. Por un lado, la tarea de delimitar categorías puede ayudar a realizar mejores evaluaciones respecto de las acciones y sus consecuencias, cuya adscripción va desde los sujetos individuales hasta las sociedades enteras. Por otra parte, esta estrategia metodológica que permite desagregar la responsabilidad en distintas dimensiones tiene por objeto suavizar la pesada carga que muchas veces trae aparejada el tema de su imputación (2), tanto en el plano privado como público. Coincidimos con la afirmación de Apel (2007) sosteniendo con él que hoy día es insuficiente el tratamiento del concepto de responsabilidad desde su visión tradicional y moderna, esto es, como mera responsabilidad individual. Aunque no pueda prescindirse de su uso -siempre se trata de personas individualizadas imputables en el marco de las instituciones-, las argumentaciones éticas en torno a esta problemática no pueden girar sólo en el nivel de la atribución de responsabilidad a un sujeto autárquico, puesto que los problemas y fenómenos actuales -la nueva agenda moral-

corresponden a conglomerados (grupos, comunidades, instituciones, sociedades) que sobrepasan en mucho el punto de vista solipsista, siendo entonces una co-responsabilidad. año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 148 Hablamos entonces de “dimensiones de la responsabilidad” teniendo siempre presente el constante interjuego de acciones realizadas y padecidas entre un yo y un alter-ego en el marco de las instituciones que los habitan. Estas dimensiones posibles pueden enunciarse, brevemente, del siguiente modo: 1) Responsabilidad intrasubjetiva, 2) Responsabilidad intersubjetiva y 3) Responsabilidad colectiva. 1) Dimensión de la responsabilidad intrasubjetiva: Desde una perspectiva de antropología filosófica el agente actuante es el que se asume de distintas maneras en torno a la responsabilidad requerida, dando cuenta de una “posición subjetiva” al respecto. La Psicología desde sus diferentes desarrollos teóricos y áreas aplicadas se ocupa de la génesis del pensamiento y de la personalidad moral (3). En estos desarrollos siempre aparecen, con matices distintos, la necesaria articulación individuo-sociedad; puesto que los sujetos sólo pueden constituirse en el seno de una comunidad sociocultural, la conciencia moral y los valores, las nociones de lo correcto-incorrecto, lo prohibido-permitido, lo justo-injusto, el bien-mal, reflejan y refractan todo el mundo normativo y valorativo vigentes en un determinado tiempo histórico. Las personas asumen de diversas maneras este mundo moral que han construido a partir de las interacciones con el otro. La Psicología también

investiga, describe y explica los modos en que los sujetos pueden hacerse cargo o no de las consecuencias de sus actos; esto es, pueden tomarse como responsables en el sentido no sólo de la imputación externa sino como parte de un proceso de identificación que permita apropiarse de las elecciones propias, sean estas conscientes o no. En el terreno de la reflexión ética y teniendo en cuenta estas variables psicológicas y sociohistóricas, es interesante el punto de vista según el cual “la acción no es un territorio ocasionalmente atravesado por los sujetos, sino una de las dimensiones constituyentes de su identidad [en cierto sentido] somos aquello que hacemos” (Cruz, 2000: 77). Las variadas y múltiples posiciones encontradas en esta dimensión respecto de la responsabilidad subjetiva conforman un vasto abanico de posibilidades, las que van desde la extrema culpabilidad -lo absoluto del mártir sacrificado asumiendo las culpas de todos en carne propia-, pasando por el inocente victimismo -aquellos eternos agraviados ubicados en una interminable “minoría de edad”- hasta llegar al insolente canalla autoexculpador -pensamos aquí en el genocida, el criminal o el estafador a gran escala, aquellos que no se sienten culpables de nada, ni siquiera de las posibles consecuencias nefastas de su acción aún reconociéndose como su autor-. año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 149 En función de una responsabilidad asumida subjetivamente es necesaria, como dice Ricoeur (1999), una instancia de asignación. La operación de asignación permite responder ante la pregunta: “¿quién es el autor de tal acción?” en términos de primera persona, donde “esto que he provocado,

me compete a mí”, puesto que “soy yo y no otro en mi lugar”; formas narrativas todas que denotan la estrecha relación entre lo asignado -el acto- y la identidad propia -el sujeto-. Ser responsable significa aquí que alguien singular se asume como agente moral porque se reconoce en su obrar frente a otro que lo reconoce como tal (4). Esta última afirmación nos permite el paso entonces a la siguiente dimensión, porque “autoaserción no significa solipsismo” (Ricoeur, 2004: 315); muy por el contrario, sólo puede existir la autoafirmación frente a la presencia de otros que me identifican como otro-yo. 2) Dimensión de la responsabilidad intersubjetiva: La primera dimensión delimitada sólo puede entenderse si es a partir de esta segunda categoría. En Ricoeur leemos:

“La capacidad de designarse a sí mismo como el autor de sus propias acciones se inscribe, en efecto, en un contexto de interacción donde el otro figura como mi antagonista o mi adversario, en relaciones que oscilan entre el conflicto y la interacción. (…) Las historias de vida están en este punto entretejidas las unas con las otras de tal modo que el relato que cada uno hace o recibe de su propia vida se convierte en el segmento de otros relatos que son los relatos de los otros” (1999: 44-45). No hay acciones humanas privadas, como no hay -estrictamente hablandolenguajes privados (Cruz, 2000). Desde la antropología filosófica que considera la intersubjetividad como constitutiva de lo humano, una acción privada sería aquella que careciera de efectos; y aquí la pregunta: ¿existiría tal acción? (5). Ricoeur utiliza la analogía entre la acción humana

y el texto narrativo, lo cual ilustra el modo en que la acción -como un texto escrito o narrado- siempre se dirige a otro que significa, interpreta su sentido, interpelando a ese yo como siendo su autor; de allí su determinación intersubjetiva. Toda acción -o su omisión, la inacción- es una marca, se inscribe en el curso de los acontecimientos, de la vida de sus protagonistas y, es por ello mismo, memoria e identidad dirigida a otros y reinterpretada constantemente (Etxeberria Mauleon, 1995). año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 150 En la vía del reconocimiento recíproco que constituye al sujeto humano, la responsabilidad surge como el gozne de una relación particular entre los individuos y sus acciones. Cuando, al actuar aparece otro que demanda responder, se instala una relación yo-tú mediada por el tercero, las instituciones. Entender este carácter de horizontalidad de la responsabilidad en esta dimensión trae a cuenta la problemática de la consideración de aquel otro. Es el alter el que es “promovido al rango de objeto de preocupación” (Ricoeur, 1999: 68), una preocupación entendida aquí como el cuidado y respeto de ese otro-yo que, como yo, es también un “yo”. 3) Dimensión de la responsabilidad colectiva: Las dos dimensiones anteriormente mencionadas se despliegan aquí en un tipo particular: la relación establecida entre alguien que asume el rol del profesional (6) y otro sobre quien recae su acto especializado. Es en esta dimensión donde aparece la deontología profesional. En su significado ampliamente aceptado, esta última da cuenta en términos

ideales del deber-ser profesional dentro del marco de su desempeño. Dos cuestiones importantes en este plano: Por un lado, actualmente, al menos en nuestras sociedades occidentales, el alto nivel de normatización dado en los distintos campos profesionales puede leerse como una de las consecuencias a mediano y largo plazo del llamado “Fenómeno de los Derechos Humanos” (Rabossi, 1991). Cuando este nuevo paradigma se instala y trae la novedosa concepción de sujeto de derecho -una noción con intención de alcance universal-, todos los ámbitos de injerencia pública quedan marcados por este fenómeno. En lo que respecta a las profesiones, se asiste a una creciente reglamentación de cada práctica vía los denominados Códigos de Ética. Estos documentos asumen, en sus fundamentos, los principios generales de la filosofía de Derechos Humanos (dignidad, igualdad, respeto mutuo, autodeterminación, entre otros). Desde ya, asumir una práctica profesional concordante con los Derechos Humanos significa sostener la preocupación ética por reunir ciertos principios universales de valoración y respeto por el pluralismo axiológico existente y aceptado hoy día (Cullen, 1999). Es tener presente que la dignidad (principio universal) tiene múltiples formas de realización en las comunidades y sujetos (nivel particular/singular). Por otra parte, esta dimensión de responsabilidad colectiva inserta a las profesiones en la vía de lo público. Tal como sostiene la filósofa Adela Cortina (1998), el denominado “ámbito de lo público” ha dejado de ser sólo lo político para pasar a comprender al menos otros cuatro tipos de instituciones pertenecientes a la sociedad civil: las entidades económicas, año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades

151 la opinión pública, las asociaciones cívicas y las actividades profesionales. Poder pensar, entonces, responsablemente en una sociedad mejor, más justa, con mayor equidad y calidad de vida, exige optar no sólo por uno sólo sino trabajar desde cada uno de estos ámbitos, entendiendo que no puede haber una sola dimensión de la realidad social que sea determinante, puesto que esta es básicamente poliárquica. En este marco ampliado de lo público, la reflexión desde una ética de la profesión contribuye siempre a elevar su nivel de excelencia. La responsabilidad en esta dimensión implica entonces anteponer al mero “ethos burocrático” -el que se atiene al mínimo legal- el llamado “ethos profesional” -el que está atento a la excelencia en el trabajo con las personas concretas-. La profesión es un tipo de actividad social que posee los siguientes rasgos públicos: prestación de un servicio específico a la sociedad en forma institucionalizada; compromiso con los bienes internos de la profesión -los que le dan legitimidad social y que ninguna otra puede proporcionar-, aptitud y formación continua personal, teórica y técnica para el buen desempeño profesional. Desarrollar atentamente estos rasgos es, desde ya, un acto de responsabilidad pública. Como ya hemos señalado, las tres dimensiones de la responsabilidad forman un entramado, de modo tal que la dimensión que hemos denominado colectiva también depende de la posición subjetiva (dimensión intrapsíquica) que el profesional asuma frente a ese otro que padece su acción y que le demanda responsabilidad por su práctica (dimensión intersubjetiva). La prudentia (7) desde la perspectiva de la responsabilidad

ética La inquietud por una actitud responsable incluye, como se sostuvo en el apartado anterior, la preocupación por el otro. Ese otro se convierte, en términos jurídicos, en un sujeto de derechos; y, en términos morales, en un sujeto de estima y respeto (Ricoeur, 1999). Desde su sentido jurídico-legal, el tema de la responsabilidad se centra fundamentalmente en los efectos de la acción y su necesaria reparación si esos efectos han sido dañinos para los otros afectados; la conocida fórmula atribución-imputación-retribución sintetiza aquí el circuito que debería recorrer una acción jurídica justa ligada a los Derechos Humanos cuando se identifica al agente responsable (8). Este circuito, además, puede cruzarse con el nivel moral en tanto aparezca, en el horizonte de la año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 152 acción realizada, la culpa o la recompensa vehiculizada por la conciencia moral del imputado (Etxeberría Mauleon, 2002). Realizando el deslizamiento hacia el sentido ético -interés prioritario del presente trabajo- aparecen dos nuevas situaciones que introducen el tema de la estima y el respeto: En primera instancia, la responsabilidad ya no se basa solamente en la imputación, en encontrar los autores del daño objetivo, sino en poner en consideración al otro. Intentando salir de una visión solipsista, se es responsable por el prójimo, por aquellos con los que se entabla algún tipo de relación. Desde este punto de vista, existe un autor de la acción y aquel que la padece; lo cual instala una disimetría siempre alternante. Es

aquí donde aparece la idea de cuidado del otro, como intención ética del sujeto actuante sobre el sujeto vulnerable, real o posible. Como segunda cuestión acuciante, la responsabilidad parece expandirse de modo tal que tiene ahora alcances ilimitados. Las acciones cotidianas y sus efectos ligan a los autores no sólo con los otros presentes, sino con los que vendrán, con la fragilidad futura del hombre, con el ecosistema amenazado, con los efectos colaterales por lo cual también se es responsable (9). En este panorama tan extendido de la responsabilidad donde el agente actuante parece ser responsable por todos y por todo, aparecen los siguientes problemas: En primer lugar, una pregunta que sobreviene como colorario en la fenomenología de la acción propia es la siguiente: “¿Hasta dónde se extiende en espacio y en tiempo la responsabilidad de nuestros actos? (…) ¿Hasta dónde se extiende la cadena de los efectos perniciosos de nuestros actos que podemos considerar implícitos en el principio, el comienzo, el inicio del cual un sujeto es tenido como autor” (Ricoeur, 1999: 68). Si, como se dijo anteriormente, no hay acciones privadas propiamente dichas, establecer el límite de un autor determinado en la cadena de efectos virtualmente infinitos de una acción se vuelve problemático. En primera persona, es el hombre el que se interroga a sí mismo: ¿hasta dónde el carácter “mío” de las consecuencias de la acción realizada?. La intención ética de la responsabilidad avanza entre estas dos posibilidades: o el agente autor ignora las consecuencias extendidas de su acto (10) o se hace cargo de todas ellas, incluidas las opuestas a la intención original.

año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 153 Sin embargo, tal como recuerda Ricoeur, la responsabilidad no tiene que ver ni con un acto negligente y deshonesto (la ignorancia de los posibles efectos) ni con el fatalismo exacerbado (la asunción indiscriminada de los posibles efectos). En segundo lugar, la dimensión intersubjetiva a la que nos enfrenta el tema de la responsabilidad supone incluir el principio fenomenológico de la reciprocidad. Puesta en primer plano, la reciprocidad da cuenta de una contundente paradoja humana: por un lado, cada uno reconoce al otro como un sujeto “capaz de” (11), como aquel que puede hacer, desear, narrar, decidir. Sin embargo, por otra parte, a cada forma de capacidad, de autonomía, siempre corresponde una figura determinada de fragilidad humana, de vulnerabilidad. Si la capacidad es una potencia mayor, porque el hombre es el que se reafirma, el que atestigua con su acción su existencia, su identidad; la vulnerabilidad, a diferencia, aparece como una potencia menor -no como un déficit-, porque demuestra los límites de cada uno, las constricciones que impone el otro en la interacción. En la relación intersubjetiva, cada uno es, alternadamente, el que puede y el que padece la acción del otro. Estos dos aspectos no se oponen, sino que se complementan, en una visión antropológica donde, “la autonomía es la de un ser frágil, vulnerable; y la fragilidad sería sólo patología, si no fuese la fragilidad de un hombre llamado a tornarse autónomo, porque él lo es siempre de cierta forma” (Ricoeur, 1997: 1). La acción responsable no implica sólo la prevención, la precaución, de

posibles daños o efectos no queridos, sino del ejercicio de la prudentia en su sentido aristotélico. Frente a los conflictos e incertidumbres que trae este entramado de relaciones humanas y donde los agentes-pacientes deberán ser fuente de respeto mutuo bajo el principio de reciprocidad, la respuesta ricoureana retoma la vía de la prhónesis aristotélica o virtud de la prudencia. Sin ninguna intención nostálgica premoderna, Ricoeur apela a la llamada “razón prudencial” en función de que la acción humana no quede atrapada en los límites de lo legal estatuido (Moratalla, 1999). Recordando el pensamiento aristotélico, entendemos la prhónesis como la virtud intelectual que le permite al ciudadano moverse en el marco de “lo que puede ser de otra manera”, es decir deliberar y actuar entre lo contingente. El prudente es, pues, el que actúa deliberando desde su mundo interior -espacio desde donde se imagina y configura las distintas posibilidades entre las que hay que elegir- en función del “vivir bien” de la polis (Lledó, 1988). Aristóteles dice en su Ética Nicomáquea: año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 154 “La prudencia se refiere a cosas humanas y a lo que es objeto de deliberación. En efecto, decimos que la función del prudente consiste, sobre todo, en deliberar rectamente, y nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera, ni sobre lo que no tiene un fin, y esto es un bien práctico. El que delibera rectamente, hablando en sentido absoluto, es el que es capaz de poner la mira razonablemente en lo práctico y mejor para el hombre. Tampoco la

prudencia está limitada sólo a lo universal, sino que debe conocer también lo particular, porque es práctica y la acción tiene que ver con lo particular” (1985, EN, VI, 7 1141b 8-15). Según Guariglia (1996), la definición aristotélica de la prudencia abarca la idea de “aquel que sabe juzgar lo que es bueno” en dos direcciones: i) respecto de la totalidad de la vida, y ii) en relación no sólo a él mismo, sino también para todo ser humano. Esta definición coloca a la phrónesis como virtud privilegiada por la capacidad que otorga de sopesar y armonizar los bienes parciales individuales entre sí y con los intereses de los demás. Prudente es aquél que puede pasar discursivamente de “lo que es bueno para mí” a “lo que es bueno para todos”. La actitud ética se muestra aquí como una responsabilidad que considera necesaria un arbitraje concreto, la búsqueda de un justo medio -nada en demasía, nada en defecto- que evalúe el poder hacer del hombre capaz y vulnerable a la vez. Un equilibrio necesario que conduzca al juicio moral en situación: “A esta prudencia, en el sentido fuerte de la palabra, se remite la tarea de reconocer entre las innumerables consecuencias de la acción aquellas de las que legítimamente podemos ser tenidos como responsables, en el nombre de una moral de la mesura” (Ricoeur, 1999: 74). Entre la huida ante la responsabilidad por las consecuencias y la inflación de una responsabilidad infinita, es preciso la deliberación seguida de acción -la actitud del hombre prudente- que evalúe los efectos previsibles y controlables y la visión larga de efectos a futuro, teniendo en cuenta el carácter finito de la voluntad subjetiva. El prudente, finalmente,

es el sujeto actuante que se pregunta: “¿hasta dónde llega mi poder?”, entendiendo que “los efectos míos no agotan la consecuensialidad de la acción” (Ricoeur, 1999: 72). Esta pregunta final posiciona al hombre que actúa ante su modo de responder, de ser responsable ‘frente a ‘y ‘junto a’ otros seres actuantes. año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 155 La Psicología y el ejercicio ético de una responsabilidad prudente A partir del análisis de la responsabilidad en sus diferentes dimensiones y de su relación con la prudencia, nos permitiremos en este apartado tomar el caso de la Psicología. Tanto en ámbitos internacionales como nacionales, la Psicología responde a los crecientes cánones de normatización respecto de su quehacer especializado (12). Como ejemplo cercano de ello, en nuestro país, esta disciplina profesional ha sido declarada recientemente carrera de interés público por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación (Resol. 136/04) quedando su formación y actividad regulada por el Estado a partir de su inclusión en el régimen establecido por la Ley de Educación Superior (Ley Nº 24.521 art. 43). En el último documento elaborado por la Asociación de Unidades Académicas de Psicología de Universidades Nacionales (AUAPsi, 2007), con asesoría del Ministerio, se da tratamiento prioritario a los criterios académico-profesionales exigidos y su regulación (contenidos curriculares básicos, carga horaria mínima, formación práctica, acreditación y actividades reservadas al título). Este nuevo contexto normativo reacomoda, por cierto, el tema de la responsabilidad

en su dimensión colectiva, el que ningún psicólogo nacional hoy día puede desatender. Además de este marco externo regulatorio -necesario porque otorga ciertas garantías a la población general-, la Psicología como actividad especializada delimita una situación de encuadre con particularidades a considerar. El encuadre psicológico establece como condición central el encuentro de, al menos, dos sujetos: el psicólogo profesional y el consultante paciente o investigado. En un trabajo anterior (Sánchez Vazquez, 2005) se ha desarrollado la idea de que la puesta en marcha de un dispositivo psicológico -sea clínico, de investigación, etc.- presenta, desde el punto de vista ético, una configuración dilemática, a saber: 1) El acto profesional del psicólogo debe proceder en acuerdo con el respeto del nivel universal. A partir de ello, se espera de él una defensa inestimable del llamado ‘sujeto de derecho’. Esta afirmación aparece de modo constante en toda normativa deontológica, en concordancia con la proclama de los Derechos Humanos. Pero este tratamiento del sujeto no puede agotarse en su enunciación formal, el problema de la sustancialización del principio siempre está: ¿Quién es ese sujeto que se presenta ante nosotros y al que respetamos prima facie sus derechos universales?. Dilema situacional donde la consideración del “igual que a todos” -formulación de raigambre kantiana que recuerda el principio de año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 156 dignidad- no puede olvidar el “uno por uno, cada uno” -aserto particular que entiende que el sujeto psíquico tiene múltiples y variadas formas de realizar

la dignidad proclamada-. La acción profesional del psicólogo muchas veces consiste en la realización prudencial de un acto de la excepción, pero fundamentada en principios universales. Es difícil prevenir todas las consecuencias posibles de la acción, porque cada caso -cada sujeto- es único; por ello mismo, el sentido aristotélico de la prhónesis aparece aquí como la actitud alerta del psicólogo en el intento de realizar un equilibrio entre los posibles cursos de acción a seguir y sus efectos en el otro, en un margen de incertidumbre que queda siempre como ‘resto’ moral (13). 2) Desde el punto de vista operativo, el encuadre profesional que se establece entre el psicólogo y el otro al que trata o investiga genera una situación paradojal de tipo disimétrica y simétrica a la vez. Por una parte, queda claro lo necesario de la disimetría operante; es decir, que efectivamente haya un profesional que posee un saber especializado y un paciente/investigado que acepte esto (14). Sin embargo, el encuentro con otro supone una condición de intersubjetividad simétrica, tal como fue expuesto en el apartado anterior. La afirmación antropológica que predica de los sujetos la autonomía y la vulnerabilidad alternante -como dos caras de una misma moneda- toma su forma peculiar en un contexto donde la disimetría es condición de posibilidad para poder operar profesionalmente. En este tipo de profesiones la fenomenología de la reciprocidad se caracteriza por la presencia de un otro que muestra su faz frágil a partir de un sufrimiento vivido como singular y expresado en el síntoma. La vulnerabilidad se muestra aquí como una potencia menor de modo patético. El psicólogo, desde el poder que le otorga su saber-hacer, se encuentra siempre en la posición de tener que equilibrar esa disimetría operante. Las relaciones donde la disimetría es predominante pueden configurarse

como una forma de intimidación, de manipulación, y hasta de instrumentalización del otro-paciente, y verse así corrompida la relación básica de servicio (Ricoeur, 1997). Estas formas no son sino violencias ejercidas sobre el otro, ‘objeto’ de la práctica profesional. En este ámbito disciplinar vale, pues, recordar la propuesta ética siempre actual de Bentham: “La pregunta no es ¿pueden razonar?, ni ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?” (en Guisán, 1988) (15). Desde esta lectura de antropología ética, pensar esta situación desde la responsabilidad prudencial es tener en cuenta en cada acto que el individuo al que el psicólogo se dirige es un ser autónomo porque es básicamente un sujeto capaz de conducir su vida de acuerdo a un plan de vida; pero, también un ser sufriente, vulnerable, que intenta narrar su vida de otro año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 157 modo y así, construir identidad propia. El justo medio, el juicio moral en situación, alerta en no apurar ni abolir los tiempos subjetivos desde un lugar de saber-hacer con el padecer del otro o desde un paternalismo paralizante. El psicólogo que da cuenta de una responsabilidad prudente en su ejercicio profesional sostiene la convicción ética provista por H. Arendt, a saber, que la paradoja pluralidad humana es la paradoja de los seres únicos (Arendt, 1993). Conclusión La propuesta de responsabilidad prudencial ricoureana invita a pensar que, en cada acción, la presencia de la alteridad es innegable; esta “alteridad

que nos conmina de muchas maneras, porque el rostro del otro no tiene sentido unívoco” (Maceiras Fafián, 1999: XIII). Para el profesional psicólogo que opera desde su saber y práctica especializada son rostros demandantes, sufrientes, vulnerables, frágiles pero, también, son individuos capaces, en cuyo “esfuerzo por preservarse y existir” -al decir de Spinoza (1957)- muestran su atestación subjetiva, su identidad propia. A partir de la operación posible de asumirse responsable profesionalmente hemos querido sintetizar de qué manera la responsabilidad lleva a la necesidad de salir de un postura solipsista para atravesar una situación de interpelación entre interlocutores reflexivos y deseantes, donde ambos responden en primera persona. Pero, también, en una situación relacional disimétrica donde el otro es solicitación de iniciativa al reconocimiento mutuo. Una responsabilidad profesional entendida no sólo como un mandato heterónomo, sino desde el sentido que otorga la prudencia no instrumental; esto último aboga en favor de la consideración y el respeto del ‘a todos’ y del ‘a cada uno’, volviéndose así una respuesta ética cercana a lo justot Notas 1- Más allá de establecer una definición acabada, seguimos la idea de A. Bonilla (1998: 46-47.) al caracterizar la ética aplicada como un campo de investigación con ciertos rasgos distintivos, a saber: el establecimiento de un continuum teórico-práctico, el carácter interdisciplinario y no sólo multidisciplinario, el interés por el esclarecimiento de problemas

presentados en el seno de las sociedades contemporáneas y el carácter dialógico como actitud metodológica para la búsqueda y solución de las problemáticas actuales. 2- Ricoeur (1999) señala de qué modo la palabra ‘imputar’ recuerda, en su definición, la metáfora de la cuenta. Imputar conduce a la idea de cálculo, cómputo (del latín putare). año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 158 Respecto de la acción atribuida al agente, se trataría aquí de una extraña contabilidad o registro moral de méritos y deméritos, al modo de un expediente; idea que retorna a la figura mítica del Gran Libro de las Deudas (el libro de la Vida y de la Muerte) en el que, al final de la vida de cada persona, se realizaría el cómputo de todas las faltas cometidas y glorias realizadas para merecer o no el cielo eterno. Esta imputación exterior se va interiorizando hacia la era moderna y se trastoca entonces en la idea de que los individuos poseen un fuero interior o conciencia moral desde donde repasan sus acciones en términos de castigos y recompensas. 3- Dado que un estudio exhaustivo de las distintas posturas en Psicología respecto a la génesis y desarrollo del mundo moral en los sujetos excede las intenciones del presente trabajo, sólo mencionaremos como casos referenciales a Freud y Piaget. Véase, por ejemplo,

Freud S.(1914) Tótem y tabú; (1923) El Yo y el Ello, (1930) El malestar en la cultura; y Piaget J. (1932) El criterio moral en el niño y (1976) Autobiografía. 4- La presentación de la antropología filosófica del último tiempo del pensamiento de Ricoeur sería aquí una empresa excesiva. Recordamos algunos textos claves de su producción donde el autor trabaja el tema de la identidad en su relación con la singularidad (el ipse) y la temporalidad y permanencia (el idem); ellos son El sí mismo como otro (1996), Autobiografía intelectual (1995) y Caminos de reconocimiento (2004). 5- Esta afirmación de la relación entre una acción y sus efectos permanece indiscutida y es muy difícil demostrar su contraria. Como diría Von Wright en Explicación y Comprensión (1972), citado por Cruz: “la conexión entre una acción y sus resultados es intrínseca, lógica, y no ya causal (extrínseca). Si el resultado no se materializa, la acción no ha sido simplemente ejecutada” -el subrayado es nuestro- (Cruz, 2000: 69). 6- Entendemos aquí “profesional” en su sentido amplio, como el rol público especializado asignado por las instituciones -portadoras de significaciones sociales- a cada miembro de su comunidad, en función de sus elecciones personales. La idea del profesional y lo público es desarrollada en este mismo apartado. 7- El término latino prudentia fue la traducción realizada por Cicerón del vocablo griego prhrónesis. La prudentia corresponde a la capacidad de deliberación en torno de la acción

orientada a la consecución de una buena vida y feliz. Según Guariglia (1996), se mantiene en este significado la finalidad aristotélica de lograr cierto equilibrio entre los bienes a los que aspiramos y los males que se desean evitar gracias a un criterio deliberativo. 8- Actualmente, tal como sostiene Ricoeur (1999), esta idea de responsabilidad ha sufrido una renovación en el plano jurídico. Una estrategia fundamental consistió en separar las nociones de castigo y de falta. La despenalización de la responsabilidad daría lugar a una responsabilidad sin falta e incluiría, en su lugar, conceptos tales como solidaridad, seguridad y riesgo, evitando la idea de culpabilidad. Coincidimos aquí en la crítica acertada sobre si este viraje desde la falta hacia el riesgo no traería, en el campo del Derecho Civil, una total des-responsabilización de la acción. La noción de ‘riesgo’ desplaza el foco de atención desde el autor del daño hacia la víctima y su reparación -generalmente, la indemnización-. Esta postura es fundamentada por las alternativas Teorías de la Compensación (Tamburrini, 1996), apareciendo finalmente una apreciación objetiva del daño en detrimento de una evaluación subjetiva. Tal como dice Ricoeur, esto vuelve muy sutil el paso de la decisión en la acción hacia la fatalidad, anulando finalmente el concepto de responsabilidad: “(...) en los procesos que dan lugar a la indemnización, son las relaciones contractuales las

que están mayoritariamente en juego (...) si la victimización es aleatoria, su origen tiende también a serlo, en virtud del cálculo de probabilidad que sitúa todos los casos bajo el signo del azar. Así, desconectada de una problemática de la decisión, la acción se ve ella misma colocada bajo el signo de la fatalidad, lo cual es exactamente contrario de la responsabilidad. La fatalidad no es nadie, la responsabilidad es alguien” (Ricoeur, 1999: año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 159 65) -el subrayado es nuestro-. 9- Hans Jonas es el exponente actual más representativo de esta lectura de la responsabilidad con extensión de alcance infinito. El nuevo imperativo ético jonaseano es el siguiente: “No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra”; y para ello: “Obra de modo tal que los efectos de tus acciones no sean destructivos para la futura posibilidad de esa vida” (Jonas, 1995: 40). A Ricoeur le parece que esta extensión ilimitada vuelve inoperante la responsabilidad misma. La responsabilidad orientada al futuro diluye la relación del agente con los efectos de la acción, donde el sujeto atesta de sí designándose precisamente como el autor de tal acción ante la interpelación del otro próximo. 10- Los denominados “efectos colaterales”, según la denominación de clásica de Speamanm

(en Ricoeur, 1999: 71). 11- Ricoeur (1997) retoma el concepto de “hombre capaz” para hablar del sujeto ético en el sentido del conatus spinozeano: en su Tercera Parte de la Ética, Spinoza define al conatus como “toda sustancia finita que se esfuerza por existir y preservarse” (1957, Proposición VI). Desde el punto de vista fenoménico esa capacidad se desarrolla en los múltiples dominios de intervención humana: es el poder decidir sobre el curso de los acontecimientos o de influenciar sobre otros; es también el poder de reunir la vida en una narrativa subjetiva, otorgando sentido a los propios actos y reconocerse como su autor. De este modo, la potencia -el ‘ser capaz de’- reafirma, reivindica al sujeto; porque se presenta como convicción práctica. El sujeto se designa a sí mismo como aquel que puede. 12- Una excelente síntesis respecto del estado de la cuestión en las relaciones entre la Psicología y la creciente normatización de la profesión corresponde al trabajo de A. Ferrero (2000), La ética en psicología y su relación con los Derechos Humanos. 13- Recordamos aquí las palabras Løgstrup, citado por Bauman: “más todo se resume en el hecho de que una persona nunca puede estar segura de haber actuado correctamente” (Bauman, 2004: 94). 14- Lo que ampliamente podemos denominar “situación transferencial”, objeto de indagación y tratamiento en diversas teorías psicológicas, en especial, en el Psicoanálisis.

15- El interrogante a modo de exordio de Bentham (en Guisán, 1988: 463; Gruñe, 1995: 472) es formulado en su Introduction to the principles of moral and legislation a propósito de su hedonismo ético no subjetivista, de alcance universal. año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 160 Referencias bibliográficas Apel, K-O (2007). La globalización y una ética de la responsabilidad. Reflexiones filosóficas acerca de la globalización. Buenos Aires: Prometeo. Arendt, H. (1993). La condición humana: Barcelona: Paidós. Aristóteles (1985). Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos. Asociación de Unidades Académicas de Psicología (2007, 23 de marzo). Documento: Título de licenciado en psicología o psicólogo. Resolución Nº 136/04 del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Buenos Aires: AUAPsi. Bauman, Z. (2004). Ética posmoderna. Buenos Aires: Siglo XXI. Bonilla, A. (1998). La ética aplicada. En revista Enoikos. Año VI, número 13. (pp. 42- 48). Buenos Aires: Facultad de Ciencias Económicas, UBA. Cortina, A. (1998, 20 de Febrero). Ética de las profesiones. ÉTNOR, con autorización expresa de © El País, S.L.: http://www.etnor.org Cruz, M. (2000). Responsabilidad, responsables y respondones. En M.J. Bertomeu, R. Gaeta, G. Vidiella (Comp.), Universalismo y Multicuturlalismo. pp. 57-80. Buenos Aires: Eudeba. Cullen, C. (1999). Autonomía moral, participación democrática y cuidado del otro. (2ra. ed.). Buenos Aires: Novedades Educativas.

Etxeberria Mauleon, X. (1995). Imaginario y derechos humanos desde Paul Ricoeur. Bilbao: Desclée de Brouwer. Etxeberria Mauleon, X. (2002). Ética de las profesiones. Bilbao: Desclée de Brouwer. Ferrero, A. (2000). La ética en psicología y su relación con los derechos humanos. Fundamentos en Humanidades, Año I, N° II, pp. 21-42. Gruñe, L. (1995). Los animales. En P. Singer (ed), Compendio de ética (pp. 469-482). Madrid: Alianza. Guariglia, O. (1996). Moralidad. Ética universalista y sujeto moral. Buenos Aires: FCE. Guisán, E. (1988). El utilitarismo. En V. Camps (ed) Historia de la ética. Vol. 3. pp. 457-499. Barcelona: Crítica Jonas, H. (1995). El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Herder. Lledó, E. (1988). Aristóteles y la ética de la “polis”. En V. Camps (ed), Historia de la ética (pp. 136-207). Barcelona: Crítica. año IX - número I (17) / 2008 fundamentos en humanidades 161 Maceiras Fafián, M. (1999). Reciprocidad y alteridad. En P. Ricoeur. De otro modo. Lectura de De otro modo que ser o más allá de la esencia de Emanuel Levinas (pp. VII-XIII). Barcelona: Antrhopos. Moratalla, A. (1999). ILA PRUDENCIA

LA PRUDENCIALa prudencia es una virtud de la razón, no especulativa, sino práctica: la cual es un juicio, pero ordenado a una acción concreta.

La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia. La prudencia en su forma operativa es un puntal para actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida.

La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano, hacia su progreso interior.

La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos. Nos admiramos de las personas que habitualmente toman decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse; sacan adelante y con éxito todo lo que se proponen; conservan la calma aún en las situaciones más difíciles, percibimos su comprensión hacia todas las personas y jamás ofenden o pierden la compostura. Así es la prudencia, decidida, activa, emprendedora y comprensiva.

El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una completa y adecuada información.

La falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a todos los niveles, personal y colectivo, según sea el caso. Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.

El ser prudente no significa tener la certeza de no equivocarse, por el contrario, la persona prudente mucha veces ha errado, pero ha tenido la habilidad de reconocer sus fallos y limitaciones aprendiendo de ellos. Sabe rectificar, pedir perdón y solicitar consejo.

La prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes nos rodean, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro.

Como alcanzarla:

· El recuerdo de la experiencia pasada: Si una persona no sabe reflexionar sobre lo que le ha sucedido a él y a los demás, no podrá aprender a vivir. De esta manera la historia se transforma en maestra de la vida.

· Inteligencia del estado presente de las cosas: El obrar prudente es el resultado de un “comprender” mirando la comprensión como la total responsabilidad, como el verdadero amor que libera de las pasiones para llegar al final de la vocación humana “el conocimiento”.

· Discernimiento al confrontar un hecho con el otro, una determinación con la otra. Descubrir en cada opción las desventajas y las ventajas que ofrecen para poder llegar a realizar una buena elección.

· Asumir con humildad nuestras limitaciones, recurrir al consejo de todas aquellas personas que puedan aportarnos algo de luz.

· Circunspección para confrontar las circunstancias. Esto sería que alguna acción mirada y tomada independientemente puede llegar a ser muy buena y conveniente, pero viéndola desde dentro de un plan de vida, de un proyecto de progreso personal, se vuelve mala o inoportuna

La experiencia es, sin lugar a dudas, un factor importante para actuar y tomar las mejores decisiones. Aprender o no es nuestra opción.

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ntroducción. En P. RdesaDEFINICIÓN DE PRUDENCIA Con origen en el latín prudentia, prudencia es un término que se emplea como sinónimo de sensatez, mesura, templanza, cautela o moderación. Se trata de la virtud que lleva a alguien a desenvolverse de modo justo y adecuado. Por dar ejemplos de uso: “Con prudencia, los doctores le informaron al accidentado de las trágicas consecuencias del choque”, “La cantante no actuó con prudencia y despertó la ira de los directivos de la discográfica”, “Miles de personas mueren cada año por no conducir con prudencia”.

Prudencia El concepto de prudencia está vinculado a múltiples valores. Expresarse con un lenguaje claro y adecuado forma parte de la prudencia, sobre todo en la comunicación de hechos trascendentes o malas noticias. Por otra parte, la prudencia implica el respeto por los sentimientos y la vida del prójimo.

Un individuo con conductas imprudentes es probable que no sólo ponga en riesgo su propia existencia, sino que también represente un peligro para la vida de otros. Esto ocurre con quienes conducen de manera temeraria, tienen animales peligrosos en su hogar o festejan disparando al aire, entre muchas otras acciones y conductas que se oponen a la prudencia.

Ser prudente, para decirlo de otro modo, es ser precavido. Un hombre que gana un premio y gasta todo el dinero en fiestas, no se destaca por su prudencia: si en el futuro se le presenta algún imprevisto económico, no tendrá forma de solucionarlo.

Resulta interesante mencionar que el pueblo egipcio solía representar a la prudencia a través de una serpiente con tres cabezas (una con apariencia de león, otra de lobo y la restante, de perro). Es que, para ellos, un individuo es prudente cuando tiene la astucia de las víboras, el vigor de los leones, la agilidad de los lobos y la paciencia propia de los canes.

La prudencia en términos económicos

En las ciencias económicas existe una ley llamada “Principio de Prudencia”, que regula la forma en la que deben contabilizarse los beneficios y gastos de una empresa. Además, facilita la creación de fondos de reservas para evitar catástrofes y poder adelantarse a situaciones económicas inestables.

Dicho principio se compone de la siguiente serie de normas:

* Los ingresos sólo pueden contabilizarse después de que han sido devengados, sin importar cuándo se haya realizado el cobro; * Las pérdidas y aquellos posibles riesgos que se prevean deben ser registrados bajo el nombre de “Reservas y provisiones”; * Todos los gastos deben registrarse en el momento en el que se asumen, sin tener en cuenta su fecha de pago; * Todos los activos que se amorticen deben registrarse, independientemente de si el período ha dado un resultado negativo o positivo.

Un ejemplo de este principio puede ser: tenemos una casa que ha sido contabilizada en 40 millones de dólares pero, por lo visto, su precio en el mercado actual es muy inferior, de unos 30 millones; deberemos contabilizar todos estos números, incluso la diferencia entre ambos valores, aunque la casa aún no se haya vendido.

Cabe mencionar, a su vez, que dentro de este principio existen diferentes acepciones. Una de ellas es la que se conoce como principio de prudencia directiva, la cual está relacionada con la dirección de una organización y con las decisiones empresariales más complejas, donde el cuerpo directivo debe contemplar y considerar un número importante de variables y escoger el camino más adecuado.

Como hemos visto, la prudencia es un concepto que puede tocar todos los aspectos de la vida, desde nuestra propia seguridad y la de las personas que nos rodean, hasta nuestras relaciones con los otros, e incluso la economía. Por eso es fundamental tenerla presente como medio de alcanzar la estabilidad.

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Lee todo en: Definición de prudencia - Qué es, Significado y Concepto http://definicion.de/prudencia/#ixzi las cosas ya no son lo que eran, puedes alcanzar el bienestar y la felicidad que deseas aplicando los principios de la psicología positiva. Blog Legal Quién está detrás Inicio » Blog » Psicología Positiva: Teoría y Práctica » Reto 24 Fortalezas: Prudencia y Discreción Reto 24 Fortalezas: Prudencia y Discreción 5

19 nov, 2012 en Psicología Positiva: Teoría y Práctica etiquetado Fortalezas / prudencia por Ana Mª Valenzuela La Prudencia suele asociarse a personas cuidadosas, que no dicen ni hacen nada de lo que pudieran arrepentirse.

Buscando imágenes para ilustrar esta fortaleza, me ha sorprendido encontrar muchas en las que aparecen personas tapándose la boca, o incluso con una cremallera en la boca, o la típica de los tres monos que se tapan la boca, los oídos y los ojos.

Creo que hay mucha confusión al respecto. ¿Qué tiene que ver la virtud de pensar antes que hablar con el hecho de reprimir la comunicación o, peor, no querer ver ni oír nada?

Cautela, Discreción

La prudencia es una fortaleza del grupo de la Templanza, que también incluye el autocontrol, así que están relacionadas.

Tener prudencia, o ser cauteloso, no se refiere tanto a callar, sino a callar en los momentos adecuados, a reservarse las opiniones para cuando la situación esté más clara y a no “hacer el loco” a no ser que esté completamente seguro de que no representa ningún peligro (cosa que no suele ocurrir a menudo).

Raro verlas practicando deportes o actividades de riesgo, a no ser que estén seguras de que se han tomado todas las medidas necesarias y que están acompañadas por los profesionales más fiables.

No suelen hacerse amigas del primero que les cae bien… más bien al contrario, escogen sus relaciones de forma reflexiva.

Si hay cosas más importantes en juego, una persona prudente sabrá resistirse a sus impulsos para poder conseguir sus objetivos a largo plazo.

La discreción y la cautela se pueden ejercer en todos los ámbitos de la vida. No es solamente una cualidad muy buscada en los ámbitos de los negocios o en las secretarias y contables.

También podemos ser prudentes en nuestras decisiones de inversión, de compra diaria, de educación de los hijos, de relación con las amigas o con las vecinas, cuando proyectamos y nos organizamos, a la hora de cocinar…

Algunos ejemplos prácticos: tenemos invitados y nos olvidamos de preguntar si alguien tiene alguna alergia alimentaria o si, por cualquier razón, hay alimentos que no puede o no desea ingerir. Prudente sería hacer la pregunta.

Cocinamos para un regimiento y luego hemos de tirar la mitad de las sobras… prudente habría sido calcular mejor las cantidades.

Nos ilusionamos con un objetivo más o menos a medio plazo y perdemos de vista nuestra realidad cotidiana y que “hay vida más allá de esa fecha” (¿le suena a alguna mamá haberse pasado todo el embarazo preparándose para el parto?). Prudente es incluir también algo de educación post-natal e ir planificando la ayuda posterior (y sí, todas pensamos que no es para tanto cuando el resto del mundo nos insiste en que cocinemos y congelemos, que las primeras semanas son muy duras).

Conozco personas que son capaces de dejar a sus hijos a la altura del betún cuando hablan con otras madres y padres. Parece una competición de a ver qué hijo o hija es más difícil de carácter, va peor en la escuela, o necesita más especialistas… y el niño por allí pululando, oyendo sin escuchar del todo, pero sintiendo todo eso a nivel emocional… Aquí sí que la discreción consistiría en callarse, aquí sí, y como mucho comentar que todos los niños están aprendiendo, que para eso son niños.

A veces, caer en la vena cotilla hace mucho más daño. Airear los problemas es positivo hasta un punto, pero regodearse en el barro no contribuye a ir más limpios, sino que nos ayuda a sentirnos víctimas de algo externo a nosotros, y eso es incompatible con ser feliz.

En la relación con nuestros hijos, prudente es contestar a sus preguntas desde su interés, no desde el nuestro. Tratar de comprender qué le lleva a preguntarnos eso (sobretodo en preguntas incómodas).

Y sobretodo, cada niño es completamente distinto de cualquier otro niño. Polarizar a los hermanos en el que “tiene buena letra-no tiene buena letra”, “es obediente-es desobediente”, “es ordenado-es desordenado”, etc., contribuye a que se construyan una personalidad rígida, que trata de forma desesperada de seguir cumpliendo con esa imagen que tienen los padres de él o ella, porque piensa que es así como es amado.

Me encantará que me dejes un comentario con tu opinión sobre la prudencia y la discreción, con tus experiencias o tus dudas, además, el jueves te compartiré 5 ideas concretas para ponerla en práctica.

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Sigueme Ana Mª Valenzuela Licenciada en Psicología, interesada en todo lo relacionado con el desarrollo emocional y el bienestar psicológico, lectora voraz.

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5 Comentarios en “Reto 24 Fortalezas: Prudencia y Discreción” Respuesta ↓ TONY MEDINA

29/08/2014 a las 23:00 SI EN EL MUNDO LOS SERES HUMANOS FUERAN MÁS DISCRETOS, TENDRÍAMOS MEJORES FAMILIAS, PAREJAS MÁS ESTABLES Y DURADERAS Y MENOS CONFLICTOS BÉLICOS Y SOCIALES

Respuesta ↓ mercedes 13/04/2015 a las 08:13 Me parece muy adecuado y yo me jacto de ser bastante prudente aunque es inevitable en algún momento que otro dejar de serlo por diversos motivos ya que en ocasiones las emociones nos sobrepasan

Respuesta ↓ Ana Maria Valenzuela Autor 23/04/2015 a las 21:00 Yo hubo un tiempo en que pensaba que era muy prudente, pero me he sorprendido en plan bocazas bastantes veces, así que ya no sé si lo mío era prudencia o timidez. Desde luego, cuando una emoción nos sobrepasa, ni prudencia, ni discreción, ni autocontrol, ni nada. Luego vienen las disculpas, claro :)

Respuesta ↓ Marta 14/09/2015 a las 01:17 Cuanta razón junta. Tanto la prudencia como la discreción van de la mano y necesitan de una enorme fortaleza emocional suficientemente desarrollada como para no dejarse llevar. Es una pena que sean valores en peligros de extinción, porque encontrarnos con personas con estos elegantes dones es digno de admirar. Personalmente me considero que peco de prudente aunque intento buscar el punto medio. Ya se sabe que en el termino medio esta la virtud. Muchas gracias Ana Maria por compartir este interesante artículo.

Maestra, psicopedagoga y abogada, pero sobretodo aprendiz de la vida. Un saludo.

Respuesta ↓ Alejandra 14/10/2015 a las 07:14 Como Podría trabajar la prudencia con mi pareja, cuando estoy cerca de mi periodo, no todos los meses… Pero hay ocasiones en las que estoy demasiado susceptible él no se da cuenta y de hecho puede estar cortante conmigo lo que hace que yo hable de más ..

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Ley de Atracción Louise Hay Maternidad miedo pensamiento pensamiento crítico perseverancia Planeta y Espíritu PNL profecía autocumplida prudencia realidad regalos resiliencia Trabajo Técnicas y z3sSRwp955rrolloEl silencio es discreción July 13, 2012 by Sonia B.F. Arias CRJU/PSYCH-CSUB 1 Comment

Las personas que guardan silencio son muy apreciadas en los grupos sociales porque son personas que se caracterizan por saber escuchar y por no repetir lo que escuchan.

La persona silenciosa puede ser más expresiva que cualquiera que se exceda en palabras.

Debemos aprender a ser discretos y silenciosos.

Muchas son las personas que pagan altos precios para escuchar conciertos ruidosos y y no valoran el silencio cuando se sienten cargados o estresados.

El ruído vs. el silencio

Muchas son las personas que no les gusta socializarse pues les da pena o temen no saber de que hablar y mantenerse silenciosos durante la reunion, sin embargo son personas muy agradables que dan un tono fino a cualquier reunión.

En los tiempos modernos el ser humano vive rodeado de ruídos y se acostumbra a ruidos constantes como el timbre del teléfono, a la música a alto volúmen, a los conciertos al aire libre, a las noticias en la radio, al cine con sonidos extridentes y estrepitosos y a los ruidos de la calle en general.

Los momentos culminantes en los cuales realizamos una actividad importante, en momentos cruciales de nuestra vida en que debemos estar atentos y en silencio para concentrarnos y no distraernos es cuando más valoramos el silencio.

La espiritualidad está en el silencio

Muchos religiosos realizan sus cultos en silencio. Consideran que en el silencio está lo sagrado. En el silencio se expresan las mejores plegarias y pensamientos espirituales.

Todo lo superficial es ruidoso, pero lo espiritual, lo esencial y lo verdadero que alimenta nuestra mente y espíritu y lo que trae paz mental es el silencio.

Hablar excesivamente es peligroso Cuando hablamos demasiado podemos caer en la tentación de murmurar sobre las personas y herir a terceras personas que no están presentes.

El silencio es piadoso y prudente y guarda secretos profundos.

El ruído define a las civilizaciones mundiales como desordenadas, en las cuales los individuos no tienen consideración alguna de uno con el otro.

El hablar excesivamente es una barrera en la sociedad que se interpone en una comunicación efectiva.

El individuo que habla en exceso promueve malos entendidos, malas interpretaciones, falsos rumores, discusiones y hasta conlleva a la violencia

física pues muchas veces las personas ruidosas y que hablan excesivamente escalan a insultos.

Los beneficios del silencio

En silencio es donde la mente alberga las mejores ideas, promueve la creatividad y ayuda a la persona a mantener la calma aun en momentos difíciles.

La persona que ante una ofensa permanence en silencio desarma a su agressor, pues lo inhibe y toma control de la situación pues como dice el refrán, “cuando uno no quiere, dos no pelean”.

Las personas silenciosas son las más buscadas para confiarles un secreto.

Son personas prudentes incapaces de compartir información confidencial con nadie.

La persona silenciosa es una persona sabia y madura.

En el único momento que vale la pena romper el silencio es cuando se va a agradecer a algo o cuando vamos a decir algo bueno con respecto a alguien.

Cuando nuestras palabras van a ayudar a edificar a alguien.

Click aqui para leer sobre el valor de la dignidad Filed Under: Psicologia Practica Tagged With: el ruido y el silencio, el silencio es la mejor plegaria, la musica ruidosa, personas buscadas silenciosas, personas silenciosas, silencio es

discrecion, silencio es espiritual, silencio es prudencia, silencio evita la violencia

About Sonia B.F. Arias CRJU/PSYCH-CSUB Licenciada en Criminologia y Psicologia Especialista en Violencia Domestica - Los Angeles County M.A. Curriculum Credenciales de California - USA Profesora de Literatura - Historia y Biologia. Escritora California State University of Bakersfield Los Angeles CA Comments

Fidel Santa Cruz says June 21, 2013 at 5:33 pm

muy interesante pero pienso que el silencio no es bueno del todo, que es cierto que se guarda una persona madura también puede albergar los pensamiento mas obscuros, asi mismo salen los refranes el silencio otorga y de las aguas mansas cuídate.

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Un divorcio destructivo Debes o no regresar con tu ex-pareja? Que edad tiene tu mentN0. 29 AÑO III. MARZO del 2003 EDITORIAL LA DISCRECIÓN Boletín mensual de la Consultoría Cívica del Centro de Formación Cívica y Religiosa. Diócesis de Pinar del Río. Cuba. a discreción es virtud rara y apreciada entre los cubanos. Ser discreto es aprender a guardar la reserva debida de lo que conocemos. No se trata de ser misteriosos o poco expresivos. Se trata de salvaguardar la privacidad de ciertos temas, la prudencia que cuida de que no se trate con personas que no tienen directamente que ver sobre los detalles y juicios de un caso. Para ser discretos no hace falta que nos pidan que guardemos secreto sobre un asunto, basta con tener sentido común y saber en qué lugar estamos, con qué personas conversamos, qué pertenece a la vida pública porque ha salido en los medios de comunicación y qué pertenece a la vida privada de cada persona o de una institución. Cuando en el plano profesional se nos pide guardar un secreto, no se trata de discreción, se trata de una obligación moral cuyo incumplimiento podría ser penado por la ley. Depende de nuestro sentido común hablar con mesura. Es un problema de sindéresis, de tacto, de conciencia. La mayoría de las veces la indiscreción es una incontinencia verbal, es una manía de repetir las cosas en cualquier lugar y con cualquier persona. Es un vicio personal. Es una falta de sentido común y

de prudencia. La indiscreción no está penada por la ley como tal, sólo sus consecuencias, pero está penada por la vergüenza y la seriedad de las demás personas. Está penada por el empobrecimiento que supone en la misma persona indiscreta. El remedio es caer en la cuenta cuando se nos escapa la lengua. No es secretismo, ni síndrome del misterio. No hay que ir al otro extremo. Se trata, como dice la misma palabra de usar el criterio. Tener criterio de cuándo se puede decir algo y cuándo no se debe comentar, no porque sea malo hacerlo, sino porque es más sano mantener la discreción. Es una cuestión de entrenamiento, probémoslo hoy mismo. Intentemos callar por tacto algo que, aunque, no sea exactamente perjudicial, se hace por guardar la privacidad de las personas y las instituciones. Otra cosa es tratar los asuntos, aún los más graves y delicados, los más secretos y reservados, con las personas y en los lugares que corresponda. Esto es un deber y puede ser incluso un derecho. Pero cuando una persona es discreta no confunde los lugares, las personas y los asuntos que debe tratar. La persona discreta es un tesoro. Es siempre un amigo potencial. Es un profesional admirado y solicitado. Es alguien respetado, respetuoso y respetable. Todos, sin embargo, sufrimos cuando nos encontramos con personas incontinentes cuya profesión de médicos, abogados, o barberos, cuyo trabajo manual, en grupo o sin suficiente contenido les empujan de diferentes

maneras a la verborrea, a la chismografía, al rumor y a la indiscreción cotidiana. Aprendamos a ser discretos. Es algo que nos debieron enseñar nuestros padres, es algo que debieron enseñarnos nuestros maestros, es algo que debía cultivar la Iglesia y la sociedad. Estamos a tiempo, no importa la edad, sorprendámonos siendo indiscretos y callemos inmediatamente. Preguntémonos qué sentido tiene hablar mal sobre esa persona, dar esa noticia que no aporta nada, hacer un comentario innecesario en ese instante, sobre ese hecho, en ese lugar o con esas personas. Usted mismo se avergonzará de su falta de tacto y quedará sorprendido de lo que se puede sanar con la discreción. Es una virtud cívica y una cualidad personal de valor incalculable. L Atención Estimado suscriptor del Boletín «En Consulta». Como puede apreciar, hemos iniciado una nueva sección llamada Preguntas y Respuestas, que obedece a las sugerencias de algunos lectores que participaron en la celebración del Segundo

Aniversario.Como queremos que la relación con nuestros suscriptores sea correponsable y participativa, el Consejo de Redacción los invita a que nos escriban enviándonos las inquietudes que tengan, ya sean jurídicas, psicológicas, o éticas y cívicas. Estamos en la mejor disposición de responder. EN CONSULTA 2 Dolores Gómez, pintora. LA INDEFENSIÓN DE LOS CIUDADANOS Ética y Cívica ○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○ l Estado cubano desarrolla una campaña contra las ilegalidades. Así se dice en los medios de difusión. En todas partes se han visto operativos policiales, calles cerradas, personas sacadas de sus casas como en las películas del sábado, y existen muchísimos comentarios sobre decomisos de bienes y encarcelamientos. Ha disminuido abruptamente el número de pregoneros en las calles, nadie vende nada. El mercado subterráneo, mediante el que subsiste la inmensa mayoría de la población, ha disminuido sus operaciones a niveles prohibitivos para los

que no tienen acceso al mercado en divisas. La gente se queja y sufre. A la falta de horizontes, se suma en esta coyuntura, la falta aún mayor de oportunidades de subsistencia, que se ven cerradas por el miedo de las personas a verse de repente sin los pocos bienes con que cuentan para participar en el mercado y subsistir, o peor aún, sin los que tienen en su casa (televisor, refrigerador, cocina, lámparas,..., etc.) que casi nunca son suficientes para una vida digna. Los ciudadanos tienen miedo, y se sienten indefensos ante la posibilidad de una acción de las autoridades en la que primero se decomisa, se trata a las personas como a delincuentes, y después se averigua. La función del Estado es proteger los derechos fundamentales e intereses de los ciudadanos, facilitando la realización humana de los individuos, las familias y los grupos. El Estado debe cuidar un orden establecido por consenso ciudadano, defendiendo a personas y grupos de perjuicios que puedan recibir de las acciones de otros. Para eso se hacen las leyes. De

ahí que éstas deban responder estrictamente a estos fines y estar al servicio de los ciudadanos. Cuando éstos se ven obligados constantemente a violarlas para poder subsistir, así como cuando muchas de las actividades productivas que pueden realizar personas y grupos para sobrevivir y desarrollar la sociedad, son consideradas ilegales, hay que preguntarse sobre la justeza de las leyes. Si una ley es injusta, no hay obligación moral de cumplirla, máxime cuando en ello va la subsistencia. He ahí, a mi modo de ver, el gran dilema de muchos de los que cometen ilegalidades en Cuba. No son siempre traficantes de droga, pederastas o malversadores los que caen en las redadas y sufren el decomiso de sus bienes. También está la viejita que hace durofríos porque no le alcanza el retiro; el padre de familia que vende papas por las calles después de su jornada laboral de 8 horas

con el Estado porque no le alcanza el sueldo; el profesional que hace trabajos por la izquierda porque no tiene arte para irse a vender al mercado y no quiere abandonar su carrera,..., y así una interminable lista. Muchos ciudadanos nos sentimos indefensos, atrapados entre la necesidad perentoria de subsistir y el poder de un Estado que puede hacer valer la ley que cierra muchas de las puertas de salida, a esa misma disyuntiva. Me parece simplemente aterradora la perspectiva del riesgo a perder propiedades, prestigio y libertad, a causa de una actividad productiva o comercial, que en última instancia no es inmoral, y por tanto debe ser permitida por la ley siempre que favorezca el bien de la persona. Eso niega la esencia misma del Estado y de la sociedad democrática, que se dice estamos construyendo en Cuba. El ciudadano debe percibir, en el poder del Estado, la garantía de sus derechos y la protección bienestar, no la amenaza constante a su subsistencia. Toda la soberanía de la nación reside en el ciudadano. Si el ciudadano

cede parte de ella al Estado, es para sentirse protegido, no indefenso. A eso se llama Contrato Social, y está en la raíz del orden social que, al decir del Papa Juan Pablo II, es el más acorde a la naturaleza humana, al que solemos llamar Democracia. Ciertamente hay que detener el avance galopante de la droga y la corrupción que penetra a todos los niveles de la sociedad, y para esto pueden ser necesarios operativos y detenciones, sobre todo cuando se fundamentan en una gestión policial previa y seria que permita atrapar culpables, devolver bienes robados a sus verdaderos dueños, y poner riqueza malversada al servicio de los necesitados, como muchas veces han sabido hacer muy bien las autoridades cubanas. Pero esto no justifica que se cree un ambiente de miedo para combatir actividades que no tienen nada de inmorales, y de las que depende la subsistencia de las personas, aún cuando estén fuera de una ley que no responde a las necesidades reales de una sociedad occidental de siglo XXI, y no está siempre puesta al servicio del progreso de las personas y la sociedad.

E La indefensión, jurídicamente hablando, es ese estatus en el que los ciudadanos, instituciones o grupos, no tienen maneras viables de defenderse ante una acción de las autoridades que lesionen injustamente sus intereses o su bienestar. En el Estado Cubano no hay división real de poderes. La misma autoridad que realiza los decomisos o los operativos, es aquella a la que está estipulado reclamar, en caso de presunto error o arbitrariedad; eso en sí mismo es una negación del espíritu del estado moderno, y en la práctica es inoperante, pues nadie puede ser juez de sí mismo con imparcialidad. He aquí la causa de fondo de la indefensión que está detrás de la parálisis de muchos de nuestros conciudadanos ante las medidas que se están tomando. La indefensión crea el caos y aplasta a la persona. Contra las ilegalidades no se hacen campañas, hay que hacer una práctica constante y sosegada, que no promueva la violencia ni las acciones motivadas por miserias humanas. Complementando

este empeño deben hacerse las debidas transformaciones a las leyes y a las estructuras económicas, de manera que se legalicen muchos trabajos y actividades comerciales que hoy son ilícitas, y que se permitan mayores grados de acceso de los cubanos a la libre empresa, particular y asociada con el Estado, respetándose en mayor medida el derecho a la propiedad privada y a la obtención de ganancia a partir de ella, siempre que se regule la redistribución de ésta con criterios socialistas, según lo demuestra la práctica de varios países europeos donde se aplican principios de Economía Social de Mercado. Los cubanos necesitamos superar la tensión que subyace en la sociedad y que causa malestar, desaliento, despersonalización y violencia. Pero esto debe hacerse por la puerta de las transformaciones serias y graduales del orden social, y no mediante el aflojar la mano a las ilegalidades, como parece que sucede cuando aumentan demasiado esa tensión y las carencias. Eso es posible, porque este pueblo

es de corazón grande y tiene una enorme capacidad de recuperación. Por: Ing. Sergio Lázaro Cabarrouy Fernández-Fontecha EN CONSULTA 3 ○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ¿EXISTE EN CUBA EL DERECHO A SUCEDER? uy frecuentemente nos encontramos con personas que preguntan: ¿existe en Cuba el derecho de herencia?. Así le llaman, y dudan, inclusive, si en la actualidad tiene o no vigencia. Sencillamente debemos señalar que es una parte inseparable de nuestro Derecho Civil y que no desapareció, como muchos erróneamente aseguran, con el triunfo de la revolución. En el Libro Cuarto de la Ley 59 de 1987 aparece lo relativo al Derecho de Sucesiones. En los artículos del 466 al 547.1 y 2 se detalla íntegramente todo lo relativo a las situaciones que se producen precisamente con el fallecimiento de las personas, a modo de ligera aclaración, que estamos seguros disipará muchas dudas de los lectores. Resulta necesario apuntar que la sucesión puede ser Testamentaria (cuando el causante ha otorgado testamento) e Intestada (cuando a ansiedad es una emoción humana básica: donde ante situaciones de alarma la persona responde con un complejo conjunto de modificaciones en el orden biológico, psicológico y de sus relaciones con el entorno. La ansiedad se define como estado de agitación, inquietud

o zozobra del estado de ánimo. Pero es necesario establecer una distinción entre la normal o adaptativa y la patológica. La ansiedad excesiva conlleva a un sufrimiento para los individuos y se presenta de modo recurrente. Se manifiesta por trastornos del humor, del pensamiento, de la conducta y la actividad normal del organismo. A continuación mostramos algunas señales indicativas de ansiedad: Relacionadas con el funcionamiento del organismo: -Palpitaciones -Sudoración -Sequedad de la boca -Dificultad para respirar -Sensación de ahogo -Malestar en el pecho -Náuseas o malestar abdominal Relacionadas con el estado mental: -Sensación de mareo o desvanecimiento -Sensación de que los objetos son irreales o de sentirse uno cambiado -Sensación de estar alterado -Sensación de pérdida de control de la situación -Dificultad para relajarse -Tensión mental -Sensación de nudo en la garganta -Irritabilidad persistente -Respuesta de malestar exagerado

-Dificultades para conciliar el sueño Es pertinente reconocer cuando tenemos algunos de estos indicadores en un alto grado o un conjunto importante de ellos. Los trastornos por ansiedad pueden ser transitorios y responder a situaciones momentáneas o pueden ser persistentes. En el primer caso la persona puede ir adaptándose a partir de sus recursos de personalidad y disponibilidad de L psicología ANSIEDAD apoyos, en el segundo, es algo más difícil al estar relacionados con los estilos de enfrentamiento, la forma de interpretar la realidad y otros factores. Los cambios, la ambigüedad, las pérdidas, los retos y las sobre exigencias propias o del medio propician estos estados. La persona requiere hacer una parada, reconocer los síntomas, buscar los factores influyentes en su estado y valorar sus alternativas y recursos, que bajo el nuevo análisis de la situación sienta un mayor control de la misma. Si no puede por sí mismo es importante asesorarse y consultar a los profesionales indicados: psicólogos y psiquiatras para viabilizar la mejoría de los síntomas y la re-construcción o re-orientación en los conflictos que siempre están en la base. Dar un pequeño paso al aceptar que se requiere ayuda, saber donde buscarla y decidirse a hacerlo es una buena metodología para preservar nuestra salud mental. Por: Lic. Sandra Villar

Preguntas y respuestas s s ○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○○○ la persona fallece sin haber otorgado disposición testamentaria alguna); ambas formas de suceder generan toda una gama de situaciones que alcanzan a las personas llamadas a heredar. Sería sumamente extenso pormenorizar todas y cada una de las cuestiones en las que se preve lo relativo a las formas de suceder, forma de los testamentos, especial protección de algunos herederos, orden de suceder etc., pero de lo que sí no cabe dudas es de que existe en el presente y desde siempre el Derecho de Sucesiones, pero todo lo relacionado con el mismo, al igual que todas las ramas del derecho, precisan de la asesoría de un especialista a los efectos de encauzar, de manera adecuada el asunto de que se trata y los pormenores del mismo. Por: Lic. Jesús de la Torre Bulnés M EN CONSULTA 4 TEMAS DE LA VIVIENDA ○○○○○○○○○○ ○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○○ ○ B SERVICe? Discreción, un principio en extinción BY ALEX PONCE AGUIRRE · ENERO 29, 2015

El hábito de hablar más de la cuenta pone en peligro nuestra credibilidadDiscreción

Debemos tener en cuenta que dentro de la ingeniería de la conducta existe un claro principio: no hablar nunca mal de nadie.

En la actualidad deberíamos estar siempre conectado a un letrero de advertencia que nos recuerde dicho principio, si no es así, debemos de recordar que es parte de una persona madura tener ese concepto arraigado en su mente como patrimonio biográfico.

Estas son las cosas que dentro de la sociabilidad deben pasar de ser una idea a la práctica. Se imaginan ver a un conocido del cual nunca hemos oído a nadie hablar mal de él; de cómo se viste, con quién se junta, los lugares que frecuenta o si se ha visto en aprieto. ¿Cuál sería nuestra percepción de él? Hoy se ve como un verdadero arte en extinción no decir nada negativo de otra persona. “Si no puedo hablar bien del otro me callo”. Un concepto que ha sido puesto al olvido.

El respeto al otro es clave

En las relaciones superficiales existe más distención y se tiende a ver sin ningún cuidado el trato hacia la otra persona, albergado palabras descalificantes, unidas a actitudes frívolas en el trato, sin tener un mínimo recato en hablar mal del “supuesto” conocido o conocida. Es justamente en estas ocasiones distendidas, cuando se deja ver el temple y la calidad de personas que somos. Debemos negarnos siempre a participar o consentir con nuestro silencio cuando se le está maltratando de palabras a un tercero, que lógicamente no está allí.

El chismorreo, la maledicencia, descalifican sin fundamento, el traer y llevar chismes y dichos negativos, indican entre otras cosas la poca necesidad de

mirarnos a nosotros mismo y por el contrario mucha necesidad de entrar y salir en la existencia ajena.

La discreción

Se define como discreción: Sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar. Don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad. Reserva prudencia, circunspección.

La reciprocidad es necesaria en la discreción y en saber guardar el secreto al amigo. La verdadera amistad es entre otras cosas compartir momentos de alegría y momentos de pena y pesares, adentrarse a lo más íntimo de la otra persona; convivencias cotidianas de relaciones de experiencias.

Ahí asoma el medidor del grado de amistad; el silencio que es el guardián de la intimidad.

La amistad sirve para el cultivo de los sentimientos, y es ahí donde la prudencia en el hablar se muestra como el mejor síntoma del buen dominio de uno mismo. Demás está decir que la palabra ociosa es dañina. Que hablar por hablar, diciendo cosas negativas, no tiene ningún valor significativo en las relaciones humanas. Ese actuar califica en forma insuficiente la personalidad de quien la práctica. Es un hecho que habla muy mal de aquella persona.

Se puede ayudar a mejorar

Prudencia, discreción, cordura de juicio, benevolencia con los defectos ajenos. Todo esto en la práctica nos capacita para ser capaz de decirle a la otra persona algo negativo con el único fin de ayudarle a mejorar. El mejor amigo visto de cerca es tan vulnerable como cualquiera. Una persona ejemplar es

aquella que, mirada de cualquier ángulo, presenta la belleza de la rectitud de un corazón sano.

Nuestras convicciones sobre la dignidad se ennoblecen cuando nos encontramos con alguien así. La persona coherente es un ser humano verdadero.

El respeto es atención, afecto, consideración, deferencia, tener en cuenta la dignidad del otro y saber apreciar a cada uno según sus aptitudes. El respeto es la gran herramienta en todas las relaciones personales acorde a valores establecidos en el arte de tratar a los demás, desde ahí la discreción debería situarse en uno de los principales sitiales de la convivencia.

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ALEX PONCE AGUIRRE Realizador visual, escritor y analista social. Autor de los libros “Encuentros de Silencios” y “Las Siete Páginas del Séptimo Día”. Chileno, radicado en Atenas, Grecia.

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A lo largo de la vida vas aprendiendo lecciones. Algunas son obvias y las adquieres rápido (sus consecuencias son como un resorte instantáneo y aprender de ello es inevitable). Por ejemplo: Si pasas la mano por el fuego te quemas. Basta con quemarte una vez para pillarlo.

Otras veces la cosa no es tan rápida, y asociar una acción a su resultado cuesta más. No duele al momento, las consecuencias vienen con retardo y tal vez necesitas 2 o 3 experiencias para ir pillando la idea: Si te chivas a la profesora de la gamberrada que ha hecho tu compañero "Menganito", ella te dirá: "muy bien, has hecho lo correcto", y seguramente le castigue, pero pronto verás que no sólo te ganarás la animadversión de "Menganito"; en cuanto lo hagas un par de veces más el resto de compañeros dejará de confiar en ti.

En un mundo donde todo lo que haces tiene sus consecuencias, también existen lecciones que sólo se aprenden a largo plazo, las que te enseña tu propia trayectoria vital. La importancia que tiene ser discreto respecto a tus ligues es algo que sólo se comprende cuando empiezas a perder tus primeros polvos... ¡Por bocazas! Esto no quiere decir que no le puedes contar las batallitas a tu mejor amigo, pero por norma general hay que saber cerrar la boca cuando toca. No toda la gente es igual de discreta y nunca sabes cómo pueden utilizar la información que tú regalas. Recuerda, tú eres el único interesado en que folles. Tus conocidos y algunos de tus amigos no sólo no lo verán como una prioridad, sino que antepondrán cualquier mínima posibilidad de cópula suya (por improbable que sea) a la certeza de que vayas a follar tú, aunque sus acciones choquen directamente con tus intereses y puedan reventar tu polvo.

¿Por qué una entrada como ésta? Bueno, los que hemos sido Nuncafollensis en la adolescencia y primeros años de edad adulta, cuando entramos por primera vez en una dinámica folladora, tenemos una necesidad aún más agudizada de cascar a todos los amiguetes - y a los que no son tan amiguetes - las piezas que vamos coleccionando. Herederos de un pasado repleto de experiencias hostiles donde no nos comíamos un rosco (y por supuesto todo el mundo lo sabía), existe una necesidad biológica de "demostrar" a los congéneres que ya eres otro, que de repente triunfas y follas. Este comportamiento es ya de por sí innato en todos los tíos, pero si le añades los déficits emocionales que el Nuncafollismo ha ido erosionando en nuestras mentes, se torna en un cóctel mortal

Recuerdo que en los albores de mi existencia cortejadora, cuando vivía todavía en el planeta de los Nuncafollistas y conseguía ligarme una tía de rebote, lo primero que hacía era radiarlo. En aquel entonces no me daba cuenta de lo fácil que es disuadir a otras chicas de estar contigo si eres un bocazas. Las mujeres odian ser exhibidas como trofeos, y tú demuestras estar por debajo de ellas si lo haces. Si exhibes algo es porque lo que has conseguido no es habitual, si no es algo habitual es que es mucho para ti, y si es mucho para ti tú eres poco para ella. De alguna manera ellas asocian estas ideas. Además, no hay que olvidar que están diseñadas para evitar a toda costa una reputación de promiscuas (no es evolutivamente rentable para ellas), y por mucho que en la sociedad actual seamos todos tolerantes y estemos a favor de

que cada uno haga con su sexualidad lo que quiera (yo también lo estoy, aclaro), la evolución siempre se impone a lo racional. Los machos tenemos un instinto que nos hace repudiar para algo serio a las chicas fáciles, y así perdurará durante milenios. Y ellas, que les encanta enamorarse y sentirse especiales, lo saben. Muchas veces son las mismas mujeres las que describen como "zorras" a otras chicas - que sin hacer ningún daño - disfrutan su sexualidad como les da la gana. Lo hacen porque les caen mal o las ven como rivales y quieren desacreditarlas. Competencia pura y dura. La explicación a esto es que ellas también tienen grabado en su memoria genética que no les conviene en absoluto parecer "fáciles", y saben que hunden las posibilidades de la rival si la dejan de "golfa". Lo dicho, discreción siempre.

Por último, he cazado por ahí una divertida viñeta. ¿Adivináis quién es el que se queda solo?

el buen tío no folla

¿Vosotros con quién os identificáis? ¿Y vosotras? (alguna lectora también hay por aquí). Se puede abrir un interesante debate... Publicado por Macarronazo en 22:14 Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook Compartir en Pinterest

Etiquetas: atraccion, discreción, ligar, mujeres, secretos

Reacciones: 70 comentarios:

belkis15 de abril de 2012, 22:25 A medida que iba leyendo iba pensando en comentar y decir las conclusiones que tú mismo has expuesto maravillosamente. Sí, sucede así: las tías queremos preservar de alguna manera nuestra imagen de no ser facilonas y los tíos queréis aparentemente a las tías fáciles para follároslas pero no para algo más serio como formar pareja e incluso algo más serio. Aún así, el tema de la discreción debe existir yo creo que ya por cuestión de mera educación Pero sabes? Esto va variando con la edad. Creo que ya llegarás y me darás la razón. A una mujer madurita (como yo) a la cual se le van agotando las oportunidades y a la que le importa ya un rábano qué piense la humanidad, ya no le molesta tanto tener la fama de facilona, de hecho, yo creo que hasta la ayudaría a comerse algún que otro rosco de tanto en tanto.

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Macarronazo15 de abril de 2012, 22:45 Bah.. mentirijillas. Cuando ves a uno que te gusta de verdad seguro que intentas parecer decente... :)

Anónimo24 de abril de 2012, 13:25 Me temo que esta vez te faltan años, Macarronazo. Últimamente me las veo y las deseo con las menores de 40 y las que los sobrepasan se ofrecen sin tapujos y gustan de aparentar una soltura y actividad de la que carecen.

Besitos

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belkis15 de abril de 2012, 22:50 No! Cuando veo a uno que me gusta de verdad, lo que intento es meter barriga y estirar pecho y parecer atrayente. Decente?, no me preocupa demasiado, pero ya te digo que son cosas de la edad. Por cierto, que con quien más me identifico (que no lo dije antes) es con el buen tio. Los demás personajes no van conmigo.

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Lord_ZaKeR15 de abril de 2012, 23:13 Como ya sabrás por propia experiencia, los amigos a la mínima oportunidad intentaran bajarte del pedestal contando la aventuritas que tuvimos antes. Pero hablando de discreción, me ha surgido una duda. Si algún amgigo/a habla sobre cierto ligue que tuviste pero sin llegar a contar nada en claro y esto lo escucha una mujer en la que tienes puesto el ojo, ¿me beneficiaría o empSabiduría Commons-emblem-question book orange.svg Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada, como revistas especializadas, monografías, prensa diaria o páginas de Internet fidedignas. Este aviso fue puesto el 12 de febrero de 2010. Puedes añadirlas o avisar al autor principal del artículo en su página de discusión pegando: {{subst:Aviso referencias|Sabiduría}} ~~~~ Para otros usos de este término, véase Sabiduría (desambiguación).

Alegoría de la sabiduría en la biblioteca de Celso en Éfeso, Turquía. La inscripción en griego dice «ΣΟΦΙΑ ΚΕΛΣΟΥ» (sofía Kelsou). Pese a la ausencia de iota subscrita marcando el dativo en la primera palabra, se interpreta como «A la sabiduría de Celso».

La sabiduría es un carácter que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo. La sabiduría y la moral se interrelacionan dando como resultado un individuo que actúa con buen juicio. Algunas veces se toma sabiduría como una forma especialmente bien desarrollada de sentido común.

En ciencias de la información, Sabiduría constituye el vértice de la pirámide constituida, de menor a mayor complejidad, por dato, información, conocimiento y sabiduría.

En la Sabiduría se destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse del conocimiento con éxito, y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas, o aconsejar a otros. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la locura, y a menudo se contrasta con éstas. Tomás de Aquino define la sabiduría como "el conocimiento cierto de las causas más profundas de todo" (In Metaphysica, I, 2). Por eso, para él, la sabiduría tiene como función propia ordenar y juzgar todos los conocimientos.

La sabiduría toma sus referencias de lo que se denomina memoria a largo plazo. En otras palabras, lo vivido ha de haberse experimentado con suficiente frecuencia o intensidad como para que no se borre de nuestro recuerdo, se inserte en los esquemas de lo que consideramos bueno o malo y se tome en cuenta como parte de los procesos de supervivencia del individuo. El papel que juega este concepto en la selección natural es de vital importancia; aunque también impone una carga cuando el medio cambia y la memoria a largo plazo sólo rescata recuerdos que ya no son actuales, por lo que la edad, el envejecimiento y el desgaste neural suponen un handicap en la readaptación del individuo en cuestión, dificultando la inserción de los nuevos datos en dicha memoria, dilatando los tiempos de respuesta y poniendo en grave peligro la supervivencia del individuo en el medio cambiante como en la filosofía en los que se aplican los medios cuánticos. [cita requerida]

Índice [ocultar]

1

En psicología

2

Comprensión y relación de la sabiduría con otros conceptos afines

3

Bibliografía

4

Enlaces externos

En psicología[editar] La mayoría de los psicólogos [cita requerida] consideran la sabiduría como distinta de las habilidades cognitivas medidas por los exámenes de inteligencia. La sabiduría es con frecuencia considerada como un rasgo que puede ser desarrollado por la experiencia, pero no enseñado. Cuando se aplica a asuntos prácticos, la palabra sabiduría es sinónimo de prudencia. Algunos consideran la sabiduría como una cualidad que incluso un niño, de otra forma inmaduro, puede poseer con independencia de la experiencia o el conocimiento completo. La Sabiduría según una definición muy explícita de la misma es: «La forma correcta de aplicar el conocimiento» [cita requerida] y va mucho más allá que el mismo intelecto, mostrando así lo elemental de la Vida. [cita requerida]

La cultura contemporánea limita la importancia de la sabiduría y de la intuición.

El nivel de la sabiduría o la prudencia como una virtud es reconocida en fuentes culturales, filosóficas y religiosas. Algunos definen la sabiduría en un sentido utilitario, como una forma de prever las consecuencias y actuar para maximizar el bien común a largo plazo.

Comprensión y relación de la sabiduría con otros conceptos afines[editar] La sabiduría implica amplitud de conocimiento y profundidad de entendimiento, que son los que aportan la sensatez y claridad de juicio que la caracterizan. El hombre sabio ‘atesora conocimiento’ y así tiene un fondo al que recurrir. (Pr 10:14.) Aunque la “sabiduría es la cosa principal”, el consejo es: “Con todo lo que adquieres, adquiere entendimiento”. (Pr 4:5-7.) El entendimiento (término amplio que con frecuencia abarca el discernimiento) añade fuerza a la sabiduría, contribuyendo en gran manera a la discreción y la previsión, cualidades que también son características notables de la sabiduría. La discreción supone prudencia, y se puede expresar en forma de cautela, autodominio, moderación o comedimiento. El hombre “discreto [una forma de

fró·ni·mos]” edifica su casa sobre la masa rocosa, previendo la posibilidad de una tormenta; el insensato la edifica sobre la arena y experimenta desastre. (Mt 7:24-27.)

El término hebreo jokj·máh (verbo, ja·kjám) y el griego so·fí·a, así como sus afines, son los vocablos básicos que comunican el concepto de “sabiduría”. También está la palabra hebrea tu·schi·yáh, que se puede traducir por “trabajo eficaz” o “sabiduría práctica”, y las palabras griegas fró·ni·mos y fró·nē·sis (de frēn, la “mente”), que se refieren a la “sensatez”, “discreción” o “sabiduría práctica”.

Bibliografía[editar] Hernández Carballid, Flor Alejandrina (2004). «Los Fines de la Educación. Invitación a conocer la filosofía de Alfred North Whitehead». Revista Digital Universitaria. 31 de enero de 2004. Consultado el 2007. Enlaces externos[editar] Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Sabiduría. Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Sabiduría. Categorías: Terminología filosóficaVirtudes Menú de navegación Crear una cuentaAccederArtículoDiscusiónLeerEditarVer historial

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‫اردو‬ Tiếng Việt ‫יייידיש‬ 中文 Editar enlaces Esta página fue modificada por última vez el 19 nov 2015 a las 22:06. El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir Igual 3.0; podrían ser aplicables cláusulas adicionales. Léanse los términos de uso para más información. Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una organización sin ánimo de lucro. Contactoeoraría la sitdiscreción discreción s. f. 1 Reserva o cautela para no decir algo que se sabe o piensa. indiscreción. 2 Cualidad de una persona que se caracteriza por su moderación, prudencia y sensatez. indiscreción. a discreción Al juicio o a la voluntad de una persona; sin límites establecidos. Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. discreción f. Sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar. Don de expresarse con agudeza y oportunidad. Cualidad del que sabe guardar un secreto. A discreción. loc. adv. Al buen juicio o voluntad de uno. Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L. discreción (diskɾe'θjon) sustantivo femenino 1. indiscreción mesura y cuidado para obrar o hablar Debes hablar con discreción.

2. imprudencia prudencia y reserva para no contar cosas confidenciales No le diré nada. Te prometo total discreción. sin límites Utiliza la computadora a discreción. Copyright © 2013 K Dictionaries Ltd. Sinónimos discreción sustantivo femenino 1 sensatez, prudencia, tacto, moderación, mesura, circunspección, diplomacia. Referido a la forma de comportarse o de actuar de una persona, especialmente con referencia a la manera de hablar o de dirigirse una persona a otra u otras. 2 recato, reserva. indiscreción. Referido al trato entre dos personas. Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. TraduccionesEnglishSeleccione un idioma: discrecióndiscretion, discrimination, shrewdness, tact discreción SF 1. (= prudencia) → discretion tenemos que actuar con discreción → we must act discreetly me callé por discreción → I tactfully kept quiet 2. a discreción: añadir azúcar a discreción → add sugar to taste comer a discreción → to eat as much as one likes con vino a discreción → with as much wine as one wants ¡a discreción! (Mil) → stand easy! rendirse a discreción (Mil) → to surrender unconditionally 3. a discreción de algn → at sb's discretion

Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005

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discrepamos discrepan discrepancia discrepancias discrepando discrepante discrepantes discrepar discrepara discrepará discreparais discrepáramos discreparan ▼

Facebook Share Twitter Google+ CITE Open / Close Más en Diccionario de español / Spanish Dictionarya prudencia Quien vive la virtud de la prudencia, observa y se informa de todo lo que le rodea, reflexiona sobre ello y analiza las consecuencias en su forma de actuar, obteniendo un conocimiento que le permite saber qu� hacer y c�mo actuar en cada momento y cu�les son las mejores decisiones que debe tomar. 1. �Qu� es la prudencia? 2. Caracter�sticas de las personas prudentes

3. �C�mo podemos llegar a ser prudentes?

1. �Qu� es la prudencia?

La prudencia es la virtud que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo. Es actuar con templanza, moderaci�n, cautela y precauci�n.

Tambi�n consiste en saber actuar oportunamente en situaciones concretas, y reflexionar sobre c�mo debe ser nuestro comportamiento en cada situaci�n.

La prudencia es previsi�n, es anticiparse a los acontecimientos, teniendo la precauci�n de estar preparado para ellos. Es haber analizado las posibles alternativas y saber tomar las mejores decisiones.

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2. Caracter�sticas de las personas prudentes

Prudencia. La reflexi�n, la discrecci�n, la previsi�n y el respeto a los dem�s.

Las personas prudentes tienen un profundo conocimiento de la realidad que les rodea. Conocen y se informan de lo que existe a su alrededor, aprenden de ello y lo retienen en su memoria.

Su forma de actuar es la consecuencia de ese conocimiento de la realidad. A trav�s de ella conocen de forma objetiva lo que existe a su alrededor y su forma de comportarse es el resultado de una reflexi�n previa y de la profunda discreci�n que las caracteriza.

Conocen la importancia de reflexionar y considerar los efectos que los actos y las palabras pueden causar en los dem�s, teniendo como resultado el acierto en su forma de actuar. Esto no significa que el prudente no se equivoque, evidentemente tambi�n comete errores, pero al ser personas reflexivas analizan el porqu� de sus equivocaciones, reconocen sus errores y aprenden de ellos.

Son personas que tienen su vida perfectamente controlada en cuanto sus posibilidades econ�micas tanto presentes como futuras. Son responsables ante todo aquello que poseen, cuidando de sus cosas y procurando no dejar nada a la improvisaci�n. La propia prudencia les lleva a analizar su vida por completo y a estar preparados para posibles imprevistos, tanto profesionales como materiales.

Suelen ser personas muy comprensivas con los dem�s y no ofenden ni pierden la compostura. No hacen preguntas impertinentes y no tratan de curiosear en la vida de quienes les rodean. Tienen un car�cter firme y transmiten confianza y seguridad.

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3. �C�mo podemos llegar a ser prudentes?

Veamos a continuaci�n una serie de sugerencias para llegar a ser una persona prudente:

- Hay que huir de la precipitaci�n, todos nuestros actos tienen consecuencias y, por lo general, la precipitaci�n es el peor enemigo para obtener los resultados que deseamos en nuestra forma de actuar. No debemos tomar decisiones sin reflexionar ni con prisa.

- Debemos tener el firme prop�sito de pensar las cosas antes de hacerlas y decirlas, y llevarlo a cabo en todos los �mbitos de nuestra vida, familiar, profesional y social.

- Procurar conservar la calma en todas las circunstancias. Cuando estemos alterados, debemos darnos un tiempo para calmarnos y poder valorar los acontecimientos desde una dimensi�n m�s exacta. Esto nos evitar� muchos conflictos y discusiones in�tiles.

- Darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad y ser prudentes para elegir los amigos. Los adolescentes, sobre todo, no deben dejarse llevar por el ambiente, acudiendo a lugares poco recomendables seg�n su forma de pensar o hacer cosas porque lo hacen la mayor�a; no practicar deportes no apropiados a nuestra preparaci�n o forma f�sica, etc.

- Es fundamental tener un buen conocimiento de uno mismo, asumiendo humildemente nuestras carencias y nuestras limitaciones, y en caso de ser necesario, debemos buscar el consejo de quienes pueden ayudarnos.

- Tratar de conocer a las personas que nos rodean, sabiendo cu�les son sus virtudes, sus defectos, su forma de vida, sus preferencias, etc., para comprender con m�s facilidad el porqu� de algunos comportamientos suyos que nos pueden confundir o sorprender.

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D�. Trinidad Aparicio P�rez Psic�loga. Especialista en infancia y adolescencia.

Granada.

�ltima actualizaci�n: 12/05/2008 12:12

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La elocuencia, es la capacidad de hablar ante los demás de manera fluida, agradable, elegante, educada y persuasiva.

Elocuencia, significa expresar algo o emitir un mensaje de la manera correcta, teniendo claridad en lo que se va a trasmitir y hablando con la capacidad de hacerse entender.

Una persona elocuente, es la que conmueve con sus palabras, la que habla con el silencio, la que convence a los demás de lo que está trasmitiendo.

En la vida, quienes quieren lograr el éxito, deben ser elocuentes para expresar lo que anhelan, deben tener la elocuencia como principio para lograr que el mundo entero se ponga a favor del triunfo que se desea alcanzar.

La elocuencia, implica encontrar conseguir un objetivo por medio de la ayuda de los demás, por medio de la atracción del éxito, y teniendo en cuenta que no se manipula sino que se persuade.

Si quieres ver la Definición de otros Valores Personales, Haz click aquí. Reporter

El don de la elocuencia

por Hazrat Inayat Khan

Cuando consideramos los reinos, mineral, vegetal y animal, juntos con el género humano, vemos que no sólo el hombre sino todos los otros seres tienen el don de la expresión. La piedra expresa menos, y nosotros sentimos menos por ella. La golpeamos y rompemos y la sacamos de una cantera y usamos de cualquier forma, y no simpatizamos con ella para nada, porque no nos habla. Nos dice muy poco. Simpatizamos más con la planta, la amamos, cuidamos y le damos agua; porque tiene más expresión la cuidamos más. Pero entre las piedras hay algunas que nos hablan más que otras; apreciamos más el diamante, el rubí y la esmeralda. Pagamos miles de libras por ellas; las usamos.

Un animal tiene un don de expresión más grande que una planta o una piedra, y sentimos que los animales están mucho más cerca de nosotros. El perro, moviendo su cola, saltando cerca, con cada movimiento dice “Te amo“ y cuidamos mucho más de él. No queremos la planta sobre la silla cerca a nosotros, pero si el perro se sienta sobre la silla, está bien. El gato tampoco tiene palabras, pero igual nos habla con su voz. En todas partes del mundo la gente ha elogiado al ruiseñor por su voz, su expresión. Existen en los bosques muchos pájaros de los que nunca nos acordamos porque no tienen voz. Pero a los pájaros cantores todos los conocemos y nos gusta tener un loro porque puede hablar.

Dice en el Corán que Alá ha hecho al hombre el Califa, el jefe de la creación, por este don: el lenguaje. Sólo el hombre tiene el don de la elocuencia. Pero mientras que algunos hombres son como una piedra, y algunos como una planta, o un animal, otros poseen la cualidad humana. El hombre que es como una piedra no tiene expresión, no tiene magnetismo. Sólo tiene lo que es su apariencia, como las piedras, como la esmeralda o el rubí, cuando eso se ha ido, nada queda. El hombre que es como una planta no tiene inteligencia, sólo algunos sentimientos, alguna personalidad. Debe haber algo de belleza en él, o sería como una espina, o un veneno. El hombre que es como un animal tiene

sentimientos o pasiones, pero no puede dar expresión a ellos. Ese hombre sólo es un ser humano que tiene el don de la expresión, y que puede hablar acerca de lo que siente.

El regalo de la elocuencia es simbolizado por los hindúes como Vak, la diosa de la palabra. ¿Por qué no un Dios? Porque al igual que habla responde al creador, al Dios dentro de él. Los hindúes también han distinguido tres tipos de hombres: Rakshasa, el monstruo; Manusha, el hombre; y Devata, el hombre como Dios. El monstruo es aquél que no tiene lenguaje ni sentimientos. El hombre humano tiene sentimientos pero no expresión; el hombre semejante a Dios es aquél que tiene elocuencia; es su elocuencia lo que lo hace ser lo que él es.

La elocuencia ha existido desde el principio, porque la palabra estaba desde el principio, antes de la creación del hombre. Pero ni la piedra, ni las plantas ni los animales podían expresar tal palabra; sólo el hombre pudo hacerlo, y cuando pudo expresarse, se volvió la pluma del Ser Divino.

Por eso es que la Creación es perfecta en él, y por lo cual es el más elevado de los seres. Pero hablar, y por este discurso hacer daño o herir el corazón, los sentimientos de otro, es hacer un mal uso de la elocuencia. Hay un refrán ruso que dice: ”Una dulce lengua es una espada que conquista el mundo”. La espada tiene dos aspectos, conquista y asesina; y la lengua también puede triunfar y quitar la vida. La misma idea es expresada en el evangelio: “Bienaventurados sean los pobres de espíritu (sumisos), porque ellos heredarán la tierra”.

El mundo es como una bóveda en la que cualquier cosa que se hable se nos devuelve. Si decimos "¡Qué lindo!", estas palabras se nos devolverán; si decimos: "¡Usted es un estúpido!", el eco regresará: "usted es un estúpido". Un hombre puede pensar que es tan importante, que puede decir lo que quiera, pero algún día el eco de sus malas palabras volverá a él.

Algunas veces una persona no desea hablar a su amigo de manera que lo hiera, pero sin desear hablarle duramente, puede hacerlo, como si su mente estuviera llena de malas impresiones almacenadas por ella. Por lo tanto sólo

deberíamos acumular buenas impresiones y no guardar las otras, a fin de que sólo las buenas puedan venir de nosotros.

Hay dos maneras de hablar acerca de un tema. Antes de hablar uno puede meditar sobre él, y entonces hablar con todos los razonamientos que han llegado a nuestra mente. Este es el discurso del loro. Uno repite lo que ha aprendido igual que el loro dice ciertas palabras porque le han han enseñado a hacerlo. La otra manera de hablar es depender del almacén, del conocimiento que siempre esta listo dentro de nosotros. A fin de poner al descubierto ese conocimiento se necesita una flecha, y esa flecha es el sentimiento profundo que penetra todas las cosas. El conocimiento siempre está allí, pero sin la elocuencia cortamos el fluir desde ese conocimiento. Si vemos a una persona en la calle inclinada hacia un lado caminando encorvada, es muy fácil reírse de ella, pero un pequeño sentimiento producirá piedad, y un sentimiento profundo traerá consigo la expresión de piedad y compasión.

Traducción del inglés por Murad Martha Echeverry, revisada por Sarfaraz Fernando Uribe. Subir

© Personarte.com está asociado a una Licencia Creative Commons con algunos derechos reservados. ELOCUENCIA

Elocuencia - Diccionario Filosófico de VoltaireLa elocuencia nació antes que las reglas de la retórica, así como las lenguas se formaron antes que la gramática. La Naturaleza da elocuencia al hombre cuando le agitan grandes pasiones o le impulsa un gran interés; el que está vivamente conmovido ve las cosas bajo otro punto de vista que los demás hombres: usa rápidas comparaciones y felices metáforas, sin darse cuenta de ello, animando su discurso y comunicando a los que le oyen parte de su entusiasmo. El filósofo Dumarsais nota que hasta el pueblo se expresa por medio de figuras, y que le son comunes y naturales los giros que llamamos tropos. El hombre elocuente consigue que la Naturaleza se refleje en las imágenes con que embellece su peroración. El deseo natural de cautivar a sus jueces y a sus maestros, el recogimiento de su alma profundamente afectada, que se prepara a desarrollar los sentimientos que la excitan, son los primeros maestros del arte.

Esa misma Naturaleza es la que inspira algunas veces improvisaciones vivas y animadas. Una pasión fogosa, un peligro inminente, hieren de repente la imaginación. Por ejemplo, un capitán de los primeros califas, al ver que los musulmanes huían, les gritó: «¿Hacia dónde huís? Por ese camino no encontraréis a los enemigos.» Esa misma frase se ha atribuido a varios capitanes, entre ellos a Cromwell. Las almas fuertes abundan más que las almas delicadas. Rasi, capitán de los musulmanes en la época de Mahoma, al ver desconcertados a los árabes por la muerte de su general Derar, acaecida en el campo de batalla, exclama: «¿Qué importa que haya muerto Derar? Dios está vivo y os contempla; acometed al enemigo.» También tuvo un rasgo de elocuencia el marinero inglés Jenkis, que fue el que hizo decidir la guerra contra España en 1740, que dijo: «Cuando los españoles, después de mutilarme, me querían dar la muerte, recomendé mi alma a Dios y mi venganza a la patria.»

La Naturaleza, pues, es la que da la elocuencia, y si se dice que los poetas nacen y los oradores se hacen, se dice esto sólo cuando la elocuencia se ve obligada a estudiar las leyes, el carácter de los jueces y el método de la época; la Naturaleza sólo es elocuente a saltos.

Los preceptos nacieron siempre después del arte. Tisias fue el primero que recogió las leyes de la elocuencia, de las que la Naturaleza dicta las primeras reglas. Poco después, Platón dice en su Gorgias que el orador debe tener la sutileza de los dialécticos, la ciencia de los filósofos, la dicción de los poetas, la voz y los gestos de los cómicos. Aristóteles, después de demostrar Platón que la verdadera filosofía es la guía secreta del espíritu en todas las artes, profundizó los manantiales de la elocuencia en su libro titulado Retórica; hizo ver que la dialéctica es la base del arte de persuadir, y que ser elocuente es saber probar.

Distinguió tres géneros en la elocuencia: deliberativo, demostrativo y judicial. El primero es el que trata de convencer a los que están deliberando para que se decidan por la guerra o por la paz, sobre la administración pública, etc.; el segundo, o sea el demostrativo, es el que se ocupa en demostrar lo que es digno de alabanza o de vituperio; el tercero, o sea el judicial, trata de persuadir, de absolver o de condenar. Fácil es comprender que esos tres géneros no siempre están separados unos de otros. Trata luego de las pasiones y de las costumbres, que todos los oradores deben conocer. Examina las pruebas que deben emplearse en cada uno de los tres géneros de elocuencia y termina estudiando a fondo la alocución, sin la que el discurso languidece;

recomienda el uso de metáforas, con la condición de que sean propias y nobles, exigiendo sobre todo el lenguaje conveniente y decoroso. Todos sus preceptos respiran la justicia ilustrada del filósofo y la civilización del ateniense, y al dictar reglas de elocuencia, es también elocuente por su sencillez.

Debemos notar que Grecia fue entonces la única región del mundo donde se conocieron las reglas de la elocuencia, porque era la única donde la verdadera elocuencia existió. Conocían las demás naciones el arte grosero. Rasgos sublimes los hubo en todas partes y en todas las épocas, pero sólo los griegos supieron conmover los espíritus de una nación civilizada. Los orientales casi todos eran esclavos, y el carácter de la servidumbre consiste en exagerarlo todo; por eso la elocuencia asiática fue monstruosa. El Occidente era bárbaro en la época de Aristóteles.

La verdadera elocuencia comenzó a conocerse en Roma en los tiempos de los Gracos, y no se perfeccionó hasta la época de Cicerón. Marco Antonio, Hortensio, Curcio, César y otros muchos fueron muy elocuentes. Su elocuencia pereció con la República, lo mismo que la de Atenas. Dícese que la elocuencia sublime sólo se desarrolla con la libertad, y es porque consiste en decir verdades atrevidas, en hacer gala de las razones y de las pinturas fuertes. Casi nunca el señor desea que le digan la verdad; tiene miedo a las razones, y prefiere elogios rastreros a rasgos elocuentes.

Voltaire - Diccionario Filosófico ELOCUENCIA

Elías y Enoch ◄

► Emblema

© TORRE DE BABEL EDICIONES - Edición: Isabel Blanco - Aviso legal y política de privacidad

LA ELOCUENCIA DE LOS EUFEMISMOS. UN ANÁLISIS SEMÁNTICO DESDE LA PERSPECTIVA EDUCATIVA Diana Szarazgat, Claudia Glaz, Carmen Gaetano * SÍNTESIS: En el presente artículo se analiza el discurso que nombra, define y devela los lugares reservados a los sujetos dentro de las instituciones educativas. Lo dicho, en forma directa o indirecta, oculta la desigualdad subyacente. Lo emergente es un lenguaje lleno de eufemismos que explicita una asignación de destinos en función del estigma. Se aborda aquí aquello instaurado en el lenguaje que enmascara lealtades ideológicas. Palabras clave: subjetividad; visibilidad; discurso encubridor; corrección política; eufemismo; diversidad; singularidad; desigualdad. SÍNTESE: No presente artigo, analisa-se o discurso que nomeia, define e desvela os lugares reservados aos sujeitos, dentro das instituições

educativas. Isto, dito de forma direta ou indireta, oculta a desigualdade subjacente. O emergente é uma linguagem cheia de eufemismos que explicita uma designação de destinos em função do estigma. Aborda-se aqui aquilo que se instaura na linguagem que emascara lealdades ideológicas. Palavras-chave: subjetividade; visibilidade; discurso encobridor; correção política, eufemismo; diversidade; singularidade; desigualdade. ABSTRACT: In this article we will analyze the discourse that names, defines and discloses the spaces reserved for individuals inside educative institutions. What is said, whether directly or indirectly, hides and underlying inequality. LITERATURA Y PSICOLOGÍA Posted on 27/02/2011 Hay distintos aspectos de la Literatura (en relación al mismo hecho literario, al lector y al autor) que pueden ser abordados con perspectiva psicológica, como el proceso de la creación artística o el estado anímico del autor. A lo largo de la Historia de la crítica literaria, la relación de la literatura con la psicología se ha abordado desde distintas perspectivas, pero hay que tener en cuenta que la psicología es una disciplina relativamente joven que empieza a considerarse como algo separado de la filosofía a partir de Friedrich Herbart (1776-1841). Fue con el Romanticismo, al vincular la expresión artística con la expresión del alma y con la emoción, cuando se estableció una analogía entre el mundo del arte y el mundo de la mente, estableciendo una relación definitiva entre el arte y la ciencia psicológica. Poco a poco se desarrollaron las primeras líneas psicológicas en el s. XX: el estructuralismo, el conductismo, la psicología cognitiva y el psicoanálisis de Freud y Jung, perspectivas de análisis que tratan de entender el hecho literario teniendo en cuenta la psicología.

I. CLÁSICOS Y CLASICISTAS.

I. a. Uno de los problemas que vienen de la Antigüedad es el de la naturaleza de la inspiración poética, si el poeta nace o se hace. Presocráticos como Demócrito (a juzgar por un texto de Dión Crisóstomo) ya hablan de una naturaleza especial del poeta (poseído por undaimon o “genio”), un estado en

que el poeta es imbuído de divinidad (entheós): el poeta es un hombre aparte dotado de una experiencia interna anormal y la poesía es una revelación por encima de la razón (cf. Les conceptions de l’enthousiasme, de Delatte; citado por E.R.Dodds)

I. b. Platón aborda el problema ya en la Apología de Sócrates (22a), en la que establece que los dioses intervienen en la inspiración del poeta gracias a unas cualidades innatas. Vuelve al mismo aspecto en sus obras de madurez. Así, en el Symposium , y en el Phaedrus (donde distingue cuatro formas de “locura divina”: la profética-Apolo-, la ritual-Dioniso-, la poética-las Musas- y la erótica -Afrodita y Eros) dice que el poeta es transportado al mundo de la verdad (para ello realizan las invocaciones a las musas y a Apolo, de quienes viene la inspiración, en la línea del inicio de la Ilíada: Canta, oh Musa, la cólera del Pélida Aquileo…-inspiración que luego vendrá del Espíritu Santo) Y en el Ión escribe: Todos los poetas épicos, en efecto, los buenos poetas, recitan todos esos bellos poemas, no precisamente gracias a un arte, sino por estar inspirados por un dios y por estar poseídos de él. Lo mismo hay que decir de los buenos poetas líricos…(Pl. Ion,533 e)

El poeta interpreta a los dioses como si formara parte de una cadena que empieza en la divinidad y llega al espectador:

Musas y divinidad –> poeta –> rapsodo –> espectador

La poesía que surge inspirada por las Musas es la única que se podría salvar en la República Ideal de Platón, y sería una poesía en la que se uniría lo Bello, lo Bueno, la Verdad y lo Justo, pero siempre desde la inspiración divina:

«Pues aquel que sin la locura de las Musas llegue a las puertas de la poesía convencido de que por los recursos del arte (téchne) habrá de ser un poeta eminente, será uno imperfecto, y su creación poética, la de un hombre cuerdo, quedará oscurecida por la de los enloquecidos» (Fedro,245a-b. Traduc. de Luis Gil).

La “locura divina” de Platón que deriva de estar “poseído por las Musas” ya se encuentra en los poemas homéricos: fue una Musa la que privó a Demodoco de

la visión y le concedió el don del canto porque le amaba (Od. VIII, 63) No obstante, la ayuda de las Musas viene dada en cuanto al contenido, no a la forma: el poeta invoca a las Musas preguntando qué ha de decir, no cómo ha de decirlo. EL don de las Musas es el don de la palabra verdadera (lo que vincula al poeta con el vidente)

Las Musas Urania y Calliope de Simon Vouet

Las Musas Urania y Calíope (Simon Vouet, 1634)

Otro de los temas que se plantea Platón es el de la oposición del ingenio y el arte. Platón ya planteaba esta dualidad en el Ión, al aludir a dos estados en los que es posible llevar a cabo la función poética: o por inspiración divina (theía dýnamis, pero sin inteligencia) o por la téchne o episteme, arte o conocimiento. Platón concluye que la actividad de Ión (un rapsoda de Éfeso que recitaba y comentaba exclusivamente a Homero, pero que no tenía nada que decir respecto a otros poetas) se lleva a cabo por la inspiración divina y no por conocer un arte, ya que no cumple algunos de los requisitos que tiene toda techne (no domina todo el arte de la poesía puesto que no es capaz de recitar ni comentar a los demás poetas, y como la poesía es un todo en sí misma, carece de parte de esa techne o episteme). El Sócrates platónico cuestiona los conocimientos del rapsoda y concluye que Ion recita a Homero “poseso y enloquecido” (536d) pero no por ser un técnico del arte poético.

I.c. Aristóteles, que no persigue la Verdad sino la Verosimilitud, no da demasiada importancia a la inspiración (su Poética se centra en la fábula o trama) Aristóteles calificó a la poesía de “más filosófica y noble que la historia, pues la poesía dice más bien las cosas generales y la historia las particulares”, con lo que el poeta queda relegado por debajo del filósofo. Aristóteles opone, al hablar de Homero, el arte y la naturaleza (1451 a): el arte es una producción hecha con conocimiento, racionalmente, y hay artes que hacen lo que la naturaleza no puede hacer (la artesanía) y artes imitativas.

I.d. En la cultura romana esta idea de entusiasmo del poeta se adapta como el concepto de furor poeticus, como recoge Cicerón (106-43 a.C.) en su Defensa del poeta Arquias (a quien se acusaba de haber usurpado la ciudadanía romana): el poeta necesita cierta naturaleza especial y un ejercicio de las

capacidades mentales junto a la participación en cierta “divinidad” que le da carácter de sagrado, como lo era para Platón:

“[…] los hombres más eminentes y sabios nos han enseñado que los otros estudios constan de teoría y de normas prácticas, pero que el poeta saca sus fuerzas de su propia naturaleza, y es movido por un impulso interior e inspirado por una suerte de espíritu divino. Por ello es que nuestro famoso Enio llama “sagrados” (sanctos) a los poetas, porque, a su juicio, parecen habernos sido confiados como por un cierto don y regalo de los dioses” . (Pro Archia, 18)

I.e. Horacio distingue entre Ars (arte) e Ingenium (virtudes o dotes naturales que tiene el poeta y que está supeditada por el ars), y establece que se ayudan entre sí “amistosamente”, que ambas tienen la misma importancia.

I.f. Las teorías clasicistas del Renacimiento europeo e, incluso, del Barroco español siguen estos tópicos:

– el Pinziano toca el tema en su Poética de 1596, en la que entiende el furor poético casi como una enfermedad, algo causado por alguna “destemplanza caliente del cerebro”

– Carvallo (1602) ve la necesidad de tener dotes naturales para ejercer la poesía

– Feijoo (1726) defiende las dotes naturales frente a las reglas (La elocuencia es naturaleza, no arte es el título de una de sus Cartas eruditas) y, en cambio,

– Luzán (1737) da mayor protagonismo al estudio, al arte y a sus reglas para “formar un perfecto poeta”. Esta postura de reconocer la exigencia del conocimiento teórico es bastante generalizada entre los estudiosos.

II. CUESTIONES GENERALES: ASPECTOS PSICOLÓGICOS DEL ESTUDIO LITERARIO

Para R. Welleck y A. Warren (1949) hay cuatro aspectos fundamentales de las relaciones entre Psicología y Literatura: el proceso creador, los arquetipos psicológicos reflejados en los textos literarios, el escritor, y los efectos en los lectores. Años después en España, Carlos Castilla del Pino (1983) sigue la misma clasificación. Alude al universo literario desde la perspectiva psicoanalítica, como compuesto por creador, texto y lector, y en dicho universo la literatura se centra en aquello relacionado solo con el texto.

En esa línea, J. Domínguez (2002, pág.46) afirma que la focalización en aspectos psicológicos suponen un alejamiento del texto y del inmanentismo de los estudios literarios, lo que explica que W y W sitúen estos estudios entre lo extrínseco a la literatura.

II. 1. EL PROCESO CREADOR

En el s. XVI, Juan Huarte de San Juan ya ilustró este problema, pero en el s. XX es Freud el representante de lo que la moderna psicología, en la corriente psicoanalítica, tiene que decir sobre la literatura (cf. El poeta y la fantasía, 1908) Para él, el proceso creativo es consecuencia de un elemento lúdico, onírico o fantasioso: si un niño al jugar se crea un universo propio, el poeta, al escribir, hace lo mismo. El poeta se ve trasladado a un recuerdo, generalmente de su infancia, que le provoca el deseo, y éste solo se ve satisfecho por la obra poética: el verdadero goce de la obra poética procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma. La irrealidad es lo que tienen en común el mundo poético y el juego: tanto el poeta como el jugador crean un mundo de fantasía, y al dejar de jugar, el hombre mantiene ese recurso de irrealidad mediante la ensoñación o el sueño diurno.

Para Freud, la literatura se engloba en un orden de cosas al que también pertenecen los sueños, las fantasías e, incluso, los actos fallidos. La literatura permite ilustrar muchos de los supuestos del propio psicoanálisis, y un determinado método de lectura concebido, en principio, para interpretar los sueños es trasladado a la creación literaria. Para Freud, el artista expresa de manera intuitiva lo que el psicoanálisis trata de explicar de manera científica. Los sueños son siempre expresión de un deseo por parte del sujeto, y estos deseos pueden ser deseos ambiciosos o deseos eróticos.

En otro trabajo (El delirio y los sueños en la “Gradiva” de W.Jensen, 1907), Freud analiza el proceso creativo y el creador, relacionándolos con el proceso neurótico, con la vida psíquica. Intenta demostrar que son las mismas leyes psíquicas las que rigen la ficción y el sueño, y que tanto en la literatura como en la neurosis hay una clara separación entre la imaginación y el pensamiento racional: una cosa es el material psíquico inconsciente como tal, y otra la manera en que ese material se presenta a la conciencia onírica (diferencia entre contenido latente y contenido manifiesto), lo que en la literatura se traduce en que hay un material psíquico reprimido que lleva al escritor a la necesidad de escribir, la necesidad de expresarse (cf. “El poeta y los sueños diurnos” de Freud, 1908). Desde esa perspectiva, la literatura soluciona los problemas neuróticos del individuo que escribe (y lo mismo pasa con el lector que logra identificarse), que experimenta un placer en tanto que descarga unas tensiones: el escritor se expresa de determinada manera porque no puede evitarlo, su acto creativo es resultado de la frustración que produce el principio de realidad: lo que Dostoievsky, por ejemplo, no puede hacer en la realidad, lo sublima a partir de sus textos, porque el arte es una manifestación del Inconsciente

La diferencia entre los sueños, los juegos, las fantasías y la literatura reside en que en ésta, el escritor tiene que crear su contenido psíquico de una manera consciente, mediante el lenguaje.

En la misma línea psicoanalítica, Jung, escribió que “El ejercicio del arte constituye una actividad psicológica” (1922)

II. 2. LOS CARACTERES LITERARIOS

a) Teoría clasicista

El problema de la coherencia y verosimilitud psicológica de los personajes es abordado ya por Aristóteles, para quien”carácter” es aquello que manifiesta la decisión (Poet. 1450b) ante unas corcunstancias concretas. Los caracteres están en el segundo lugar entre los elementos de la tragedia, por detrás de la

fábula, y sus cualidades residen en ser buenos, apropiados o verosímiles, semejantes yconsecuentes.

Horacio reflexiona también sobre la importancia de la coherencia psicológica de los personajes. Si el personaje es original, debe sercoherente de principio a fin; y si ya ha sido tratado por la literatura precedente, debe mantenerse la coherencia con sus características ya conocidas.

b) Freud

En “Varios tipos de carácter descubiertos en la labor analítica” (1916-18), Freud extrapola algunos tipos psicológicos del psicoanálisis a la literatura: el que se cree excepción (Glocester en la obra Ricardo III), el que fracasa al triunfar (Lady Macbeth) y el pálido criminal (del que habla el Zaratustra de Nietzsche).

c) Jung

En 1939 Jung contribuye a las teorías psicoanáliticas con su obra Tipos pscológicos, en la que hace un repaso histórico, desde Tertualiano a Willian James, de los modelos de carácter, y establce dos tipos fundamentales: el introvertido y el extrovertido. Y al tener en cuenta las cuatro funciones psicológicas básicas, se llega a diferenciar entre cuatro tipos (tanto de creador como de personajes): el intelectual, el sentimental, el sensorial y el intuitivo. Jung elaborará el concepto de inconsciente colectivo y de arquetipo.

II. 3. LA PSICOLOGÍA DEL ESCRITOR

a) Freud.

En Un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci (1910), Freud establece cómo estudiar una obra y relacionarla con la personalidad del artista a partir de un recuerdo de la infancia, y establece que la obra y la psicología de un autor

pueden interrelacionarse para, a partir de una, explicar la otra. Freud distingue entre el principio de realidad y el principio del placer.

b) Charles Mauron (1899-1966)

El psicoanálisis se había diversificado ya en vida de Freud, pero a partir de su muerte en 1939 destacan las líneas desarrolladas por Jacques Lacan y Carl Gustav Jung. Una rama de estudio más centrada en el texto es la conocida como “psicocrítica”, cuyo máximo representante es Charles Mauron. Este poeta y crítico francés expone el método de la psicocrítica, fundamentado en la noción de mímesis, y según el cual la creación literaria está determinada por el medio social, la personalidad del creador y el lenguaje. Lo esencial para esta teoría es la obra literaria.

Mauron, en su obra fundamental de 1962 (Des métaphores obsédantes au mythe personnel) parte de una visión estructuralista que se propone no buscar significados ocultos, símbolos ni temas, sino redes textuales, relaciones y asociaciones de palabras. La unidad básica de significación psicocrítica es el sistema de relaciones entre las palabras o imágenes que aparecen cuando se superponen diversos textos. El análisis se desarrolla en cuatro fases:

El inconsciente se expresa en la obra por una superposición de textos, metáforas y símbolos; a través de comparaciones se descubren unas relaciones inconscientes que constituyen redes de asociación: las metáforas y los símbolos vehiculan una realidad interior. Mediante la Lectura, se analizan estas redes que aparecen de manera recurrente en las obras del autor, cómo se combinan las métaforas y los símbolos: hay una yuxtaposición de sus obras. Se reconocen una redes metafóricas que ofrecen una luz simbólica sobre el mito personal. Éste puede definirse como “el fantasma más frecuente de un escritor” o, dicho de otro modo, la expresión figurada de su personalidad inconsciente a largo de sus obras. Es decir, se “refleja” la expresión imaginaria de la personalidad inconsciente del autor. Hay un tránsito de la textualidad a la dimensión inconsciente del autor. La vida del autor, su pasado biográfico, permiten verificar el mito personal.

El proceso crador debe ser pensado como una especie de autoanálisis mediante el que se vuelve a los traumatismos iniciales y los estadios infantiles, y no como una expresión directa del inconsciente. Si bien teóricamente, la psicocrítica de Mauron pretende centrarse en el texto, en realidad su análisis sigue centrado en el autor, aunque sea en su aspecto inconsciente.

II. 4. EFECTOS EN EL LECTOR

a) Clásicos

Platón ya había tratado el poder subversivo que la poesía podía tener sobre los ciudadanos, y Aristóteles estableció el efecto catárquico como función de la literatura.

b) Freud

EL psicoanálisis freudiano estableció que la creación literaria implica un placer para el escritor, pero también para el lector que logre identificarse con la obra y proyectar sus propias necesidades de descarga pulsional. Freud analizó (El chiste y su relación con lo inconsciente, 1905) el vínculo entre la literatura y el placer a partir de los chistes, que están relacionados con el ingenio, el humor y lo cómico. El chiste debe materializarse a través del lenguaje, como la literatura, y en la base de su elaboración se encuentran los mecanismos propios de la elaboración onírica, el desplazamiento y la condensación : al escribir una obra o al contar un chiste, el autor ahorra una considerable energía, un “gasto psíquico”. Las modificaciones que se hacen en la expresión (el lenguaje) o en el contenido son las que provocan el placer de la risa: formación de palabras, modificaciones en éstas, variaciones en el orden, dobles sentido, repeticiones… (son procedimientos que, en realidad, remiten a los tropos y figuras de la retórica clásica; en la Odisea, XIX, 541-ss, hay un sueño de simbolismo cumplido con un desplazamiento: Penélope sueña con un águila y unos gansos, y llora la mataza de sus gansos, que simbolizan los pretendientes, cuando de repente habla el águila y dice que es Ulises; desde un punto de vista clásico, ese sueño sería considerado como una metáfora)

c) H.R.Jauss (1921-1997)

Los efectos de la literatura en el lector son estudiados por la escuela alemana de la estética de la recepción. H.R.Jauss (Experiencia estética y hermeneútica literaria,1977) expone la importancia de la identificación del lector con el héroe y establece una tipología con cinco modelos de identificación entre los que fluctúa el lector:

III. LA PSICOLOGÍA EN LA TEORÍA LITERARIA

Las relaciones entre psicología y literatura están presentes en todos los estudios de crítica literaria. El enfoque del texto y del contecto se han visto enrquecidos por las teorías psicológicas que ayudan a comprender mejor el hecho literario, siendo el útlimo medio siglo el más rico en este tipo de aportaciones:

–Northrop Frye (1949) con su crítica simbólica o crítica mítica,

-Benveniste (1956) y su estudio del papel del lenguaje en el psicoanálisis,

–José Mª Castellet (1957) y su idea de la lectura como creación,

-Gaston Bachelard (1957) y la poética del Imaginario,

–Gilber Durand (1964), y la imaginación colectiva, discípulo del anterior,

-Leo Spitzer (1960) y su método de lectura del “círculo filológico”,

–Peter Fónagy (1981) y su teoría del apego,

-Jean Burgos (1982), que sigue la poética del imaginario

-García Berrio (1985)

-Georges Kassai (1986)

-Pierre Marc de Biasi (1990) y la crítica genética.

-psicologia-y-forges

ELENA GALLARDO PAÚLS More Posts Esta entrada fue publicada en General y etiquetada ars et ingenium, caracteres literarios, Charles mauron, creador-texto-lector, Demócrito, efectos en el lector, F.Herbart, Freud y el proceso creador, gasto psíquico, identificación del lector, inspiración poética, Jauss, Literatura y psicología, mito personal de Mauron, Platón y la psicología, psicología del escritor, universo literario, verosimilitud aristotélica por Elena Gallardo Paúls. Guarda enlace permanente. 2 PENSAMIENTOS EN “3. LITERATURA Y PSICOLOGÍA” María de Los Ángeles en 29/06/2011 en 0:30 dijo: Hola!! muy bueno el blog, pero podrían colocar el nombre del autor de estas investigaciones? pues aunque es muy útil, se hace difícil citar si no tiene los datops específicos. Gracias!

Responder ↓

Elena Gallardo Paúls en 29/06/2011 en 6:11 dijo: Hola! Tienes ese dato en la pestaña de información sobre el blog http://peripoietikes.wordpress.com/acerca-de/ Me alegro de que te sirva. Saludos, Elena Gallardo

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Funciona con WordPrWhat arises is Las estrategias psicológicas de la Retórica José Antonio Hernández Guerrero

Introducción

En este trabajo sólo pretendemos estimular una reflexión seria sobre los fundamentos teóricos y sobre los contenidos prácticos de las estrategias psicológicas de la Retórica. En él explicamos las razones que justifican que la Retórica moderna dedique su atención a unas destrezas que -como por ejemplo, la afinidad emocional, la armonía sentimental, la empatía psicológica o la adaptación sociológica- son habilidades necesarias para lograr el fin de la oratoria: la persuasión. Podemos afirmar que las habilidades mediante las cuales se establecen y se desarrollan las relaciones humanas -eminentemente psicológicas- constituyen unos instrumentos esenciales para lograr los objetivos de cualquier tipo de discursos oratorios. Pretendemos, por lo tanto, que esta propuesta sea útil. El capítulo está divido en tres partes desiguales: en la primera establecemos la base teórica; en la segunda formulamos algunas consideraciones históricas y en la tercera proponemos diversas estrategias psicológicas.

Base teórica

La base teórica de esta reflexión está constituida por tres principios: la Retórica es una asignatura pluri e interdisciplinar; la Psicología constituye el epicentro de las Ciencias Humanas y el fundamento de la Retórica y, finalmente, el ser humano es lenguaje: el alma del hombre es la palabra.

De estos tres principios teóricos extraemos una conclusión: la Retórica es una disciplina eminentemente psicológica. Esta naturaleza está confirmada, además, por la tradición clásica y por el pensamiento moderno Las propuestas concretas y las pautas prácticas -las estrategias psicológicas que proponemos a continuación- están apoyadas en teorías modernas suficientemente acreditadas y, sobre todo, en análisis introspectivos de los comportamientos propios y ajenos como emisores y como receptores de los discursos.

La Psicología constituye el epicentro de las Ciencias Humanas

Sin necesidad de caer en un ingenuo e ineficaz «pampsiquismo», hemos de reconocer que todas las acciones y todos los comportamientos humanos poseen una dimensión psicológica. La Psicología de los agentes y de los pacientes de las actividades humanas, el perfil mental y emotivo de los actores y de los espectadores de cualquier episodio humano, constituyen unos datos imprescindibles para explicar y para valorar su sentido y para comprender los mecanismos internos que hacen posible sus peculiares conductas. El elemento psicológico es precisamente el factor que caracteriza las actuaciones de los seres humanos y el rasgo que las diferencia de los fenómenos físicos de la naturaleza inanimada y del funcionamiento de las máquinas y de los artefactos. En una opción política, en una actitud ética, en un sentimiento religioso, en una elección profesional, en la aceptación de una teoría filosófica o científica, en el juicio de un hecho, en el padecimiento o en la curación de una enfermedad, interviene, de una manera consciente o inconsciente y de forma variable, el temperamento del sujeto, su estado de ánimo, su equilibrio psíquico y su madurez emocional. Esta influencia decisiva se hace más patente en el uso del lenguaje y en el empleo de la palabra que depende, en gran medida, del tipo de relaciones que mantengamos con nosotros mismos y del modo en el que nos relacionemos con los demás. Este principio es, en mi opinión, tan cierto que nos lleva a afirmar que el ser humano es lenguaje (véanse los presupuestos básicos).

La Retórica es una disciplina eminentemente psicológica

Sin pretender caer en un ingenuo reduccionismo, nos atrevemos a proponer, como hipótesis de nuestro trabajo, la consideración de la base psicológica de la teoría y de la práctica retóricas; nuestros análisis pretenden identificar el carácter psicológico de los conceptos fundamentales y de las estrategias específicas de la Retórica. En el ámbito de la Retórica práctica se parte del supuesto implícito de que la oratoria es un destreza fundamentalmente psicológica. Las recetas de los bestsellers norteamericanos y las pautas de los manuales europeos poseen unos contenidos psicológicos. Los libros titulados ¿Cómo hablar en público? ofrecen unas pautas y unos procedimientos similares a los titulados ¿Cómo tener amigos?, ¿Cómo triunfar en los negocios?, ¿Cómo ser feliz? El gran público lee estas obras como si fueran un conjunto de principios metafísicos, una serie de soluciones mágicas o de dogmas de fe. Los estudiosos y los especialistas (sobre todo los filólogos) las ignoran y las desprecian como si fueran meras obviedades o simple palabrería. Opino que la actitud seria es la del que las lee con atención y trata de identificar la consistencia científica y el fundamento objetivo de sus propuestas. Una primera reflexión nos advierte que la persuasión -igual que el bienestar, la felicidad, el éxito y el triunfo- se logra, en gran medida, dominando los resortes psicológicos. Por todas estas razones podemos afirmar que la oratoria, más que una cuestión de Gramática o de Lingüística, constituye un objeto de estudio de una Retórica que incluye nociones de la Psicología, de la Semiótica, de la Dialéctica y de la Poética; la oratoria es una operación en la que interviene toda la persona y una «actuación», una «acción», que pone de manifiesto el equilibrio psicológico, la coherencia ética y la preparación cultural del orador. El discurso público es una plataforma y una pantalla que destaca y amplía las cualidades y los defectos del orador. En este libro emprendemos, por lo tanto, una relectura de las nociones tradicionales y una reformulación de las pautas básicas que han de orientar el desarrollo de las destrezas de este arte de la palabra pública.

Consideraciones históricas. Las raíces de la tradición clásica

Reconocemos que no se trata de un proyecto novedoso ni de un planteamiento original ya que, desde sus orígenes, los teóricos han incluido en sus análisis y en sus reflexiones múltiples consideraciones de naturaleza psicológica, y sabemos cómo los oradores más elocuentes han mostrado una aguda penetración psicológica. Ya sabemos que en la Antigüedad Clásica se cultivó una concepción de la Retórica basada en los mecanismos psicológicos. El profesor López Eire ha identificado las raíces psicológicas que explican el poder «taumatúrgico» que sirvió de base para aquella interpretación psicagógica tan extendida entre los antiguos griegos1. Es necesario que analicemos científicamente y que aprovechemos racionalmente ese incomprensible poder del lenguaje humano cuya eficacia determinó que las culturas primitivas le atribuyeran unos orígenes y unos caracteres sobrenaturales2. Desde esta perspectiva psicológica podemos releer el importante papel que asignan todas las grandes religiones a la doctrina del Verbo divino en la creación del mundo y en la institución de lo real. Con estas claves debemos reinterpretar los diversos mitos sobre la creación humana que expresan la idea de que el lenguaje es un don divino, un regalo que el hombre recibe junto a otras facultades como la vista, el oído, etc.3. Apoyándonos en las investigaciones actuales, podemos valorar las teorías vertidas en las primeras Retóricas cuyos orígenes están localizados, como es sabido, en la Grecia del siglo V a. J. C. Recordemos cómo concedían a la palabra tanta fuerza por su capacidad de emocionar, que hasta le atribuían efectos mágicos propios de los hechizos y de los encantamientos4. Es más, en sus orígenes, se concibe a la Oratoria como una capacidad, como un arte pragmático y a la Retórica como una disciplina fundamentalmente transformadora -psicagógica- porque, ya según el sofista Gorgias de Leontino (siglo V a. J. C.)5, enseña a componer discursos que, como drogas del alma, suscitan en los oyentes emociones, cautivan, embelesan y roban la voluntad de los oyentes por medio del sentimiento y del placer6. El poder de la palabra -como todo poder- es, efectivamente, ambivalente, posee valores contrapuestos: puede construir y destruir, salvar y condenar, defender y ofender, curar y matar; es una herramienta eficaz y un arma peligrosa7. Es cierto que Platón8 prefirió una «Retórica filosófica», apoyada en la argumentación, próxima a la Dialéctica y no alejada, por lo tanto, del camino

recto de la Verdad. Pero no podemos olvidar que él era consciente de que la Retórica no podía perder totalmente su dimensión «mágica» ni su contenido emocional. Aristóteles, su discípulo, fue quien estudió las emociones, no sólo al tratar los tipos de argumentos o písteis -«las pruebas lógicas, basadas en el contenido o argumento del discurso, y las dos de orden psicológico: las que se apoyan en el carácter del orador y las que dependen del carácter del oyente»- (López Eire, 1995: 24), sino también, en el capítulo del estilo, en el que, junto a la exigencia racional de claridad, propone tácticas de naturaleza psicagógica9.

El pensamiento moderno

Hoy podemos afirmar que el fundamento de la fuerza pragmática de la palabra para generar reacciones corporales y para estimular comportamientos personales y colectivos reside fundamentalmente en su capacidad para despertar emociones o, en otras palabras, en su carácter psicológico. El pensamiento moderno -a partir de las reflexiones de los sensualistas, de los ideólogos y de los sentimentalistas de los siglos XVIII y XIX10- ha insistido en la dimensión psicológica de la palabra y en el carácter emocional de la búsqueda y del hallazgo de la verdad, en la transmisión de la información, en la explicación, en la argumentación y en la persuasión. Hemos de partir del supuesto de que hablar es pensar, expresar, confesar, significar, contar, describir, comunicar, ocultar, disimular y mentir11. Hablar en público, además, es actuar en el doble sentido de la palabra: el teatral y el pragmático. El orador encarna un personaje, representa un papel y, además, influye en el ánimo y en los comportamientos de los oyentes y, en ocasiones, modifica la realidad12. Antonio López Eire formula y resume estas ideas de manera clara y categórica: «Hablar es hacer; hablar es intervenir en una forma de conducta gobernada por leyes y de gran complejidad»13. Con estas afirmaciones pretendemos desengañar a los que se conformen con unas recetas mágicas o con unas fórmulas infalibles para aprender a hablar en público14. Las siguientes nociones teóricas han sido extraídas de la práctica y constituyen nuestro punto de partida y el marco de referencia de nuestras reflexiones y análisis posteriores15.

Las estrategias psicológicas

Para exponer de manera ordenada las diferentes estrategias psicológicas, analizaremos, en primer lugar, el sentido psicológico de la persuasión y, posteriormente, describiremos la dimensión psicológica de las cuatro funciones fundamentales del lenguaje: la expresiva o emotiva, la denotativa o referencial, la apelativa o conativa y la fática. Estas cuatro funciones -que están presentes en cualquier discurso y que se conjugan, se equilibran o se desequilibran entre sí- ponen de manifiesto la personalidad, la salud mental o las perturbaciones psíquicas de los oradores y determinan el éxito o el fracaso de los discursos oratorios.

Carácter psicológico de la persuasión

Persuadir es invitar a los oyentes a que se adhieran a unas ideas; es propiciar que acepten una teoría, que se identifiquen con una doctrina; es formular una propuesta para que los oyentes asuman y asimilen un mensaje, para que se identifiquen con unos valores representados por una institución o encarnados en un personaje. Persuadir es cambiar el pensamiento de los oyentes, es convertir sus ideas, es orientar sus actitudes, es estimular sus comportamientos. Persuadir es influir en la vida de los oyentes. Podemos afirmar, en consecuencia, que la persuasión es un proceso, más emocional que racional, más psicológico que lógico, ya que en él intervienen, en diferentes proporciones, además de otros factores mentales, las emociones primarias16 que constituyen dimensiones decisivas, núcleos fundamentales y estratos profundos de la existencia humana; las emociones son, además, impulsos para la acción y programas de reacción automática17. El orador que pretenda comunicarse con eficacia y con elocuencia deberá conocer los mecanismos mediante los cuales se despiertan, se orientan, se alimentan y se serenan las emociones. Los estudiosos de la Retórica no podemos perder de vista que en la última década hemos asistido a una

eclosión sin precedentes de investigaciones filosóficas, psicológicas y neurológicas sobre las emociones18. La consecuencia lógica será que la Retórica debe incluir el estudio del control de las emociones del orador y de los oyentes, la comprensión científica de los aspectos irracionales del psiquismo, el análisis de los mecanismos de la emoción, la identificación de las raíces de la torpeza y del malestar emocional y un inventario de los procedimientos para vencerlos19.

El contenido emocional de las nociones retóricas

La primera tarea que ha de emprender, tanto el retórico como el orador, es la de reflexionar sobre el contenido emocional de las nociones más empleadas en la Retórica: verdad, convicción, belleza, deleite, gusto, bondad, acción, sentimientos, afectos. En segundo lugar, tendrán que analizar la naturaleza de las principales funciones retóricas o de las operaciones oratorias más importantes, como las de transmitir información, ampliar el conocimiento, provocar la aceptación de mensajes, la adhesión a doctrinas, la identificación con personajes, la simpatía, la sencillez, la modestia, la sintonía. ¿Hemos caído en la cuenta en la naturaleza psicológica de la memoria o el recuerdo, el olvido?: no perdamos de vista que en la memoria no sólo se depositan ideas, sentimientos, sensaciones y experiencias, sino que el recuerdo -recordemos su etimología- está determinado y configurado fundamentalmente por contenidos psicológicos. ¿Se han fijado ustedes en la permanente e irresistible fuerza de la connotación? Todas las palabras poseen unos significados connotativos, el uso las colorea sentimentalmente y las llena de calor emotivo: deténganse, por ejemplo en términos tan usuales como «amar», «cielo», «tierra», «agua», «arena», «lluvia», «sal», «hierro», «piel», «sangre», «carne» o «nervio». Repasemos el valor de las operaciones retóricas como la «acción» o «pronunciación», o lo que llama Cicerón eloquentia corporis. Fijémonos en el contenido emotivo de las imágenes, del interés, de la atención o del gusto. En la palabra se anudan «el vivir y el decir», la vida y el discurso, o, mejor dicho, el discurso de la vida.

Función expresiva y estrategias psicológicas

La primera y la principal función oratoria es la expresiva. Es la primera en un orden cronológico y es la principal en un orden pragmático. El mensaje primero y el más importante que transmite el orador es su propia persona. Con su sola presencia se define: revela quién es y cómo es. Lo primero que el orador dice es quién es, quién quiere ser y quién no quiere ser; qué quiere ser o qué no quiere ser. Y lo dice con su sola presencia. Los mensajes más importantes de un discurso oratorio son aquellos que el orador transmite con su figura, con toda su persona: con sus movimientos, con sus gestos, con sus atuendos, con el tono de su voz. Afirmamos que son los más importantes porque constituyen los argumentos en los que de hecho se apoya la credibilidad de sus mensajes orales y la aceptación o el rechazo de sus palabras. Todos sabemos que hablamos con la expresión del rostro. Todos hemos experimentado cómo la cara y, especialmente, los ojos y los labios, hablan de una manera eficaz, directa, clara y elocuente: la expresión del rostro dice mucho más que las palabras, explica estados de ánimo; descubre aquellas emociones y aquellos sentimientos que, por falta de habilidad o por exceso de pudor, no sabemos o no queremos expresar con discursos lingüísticos. Se suele decir que la cara es el espejo del alma. Yo pienso que la cara es mucho más: la cara es el alma. Con la expresión de la cara decimos muchas más cosas y más verdaderas que con las palabras articuladas. Algunas sensaciones, emociones y sentimientos -la atención, el miedo, los celos, la sorpresa, la simpatía, el asco, la indiferencia, el sufrimiento, la tristeza, el placer o el gusto- no se pueden traducir de manera adecuada con palabras, pero las decimos con la mirada, con la boca y con todos los músculos de la cara. Esta convicción la ponen de manifiesto algunas expresiones del lenguaje ordinario muy repetidas como, por ejemplo: «lo he visto escrito en su rostro», «tiene cara de pocos amigos», «tiene mala cara». Desde esta perspectiva psicológica, la oratoria se muestra como una manera de explorar la interioridad del hombre; como una forma de sacar a la luz sus zonas secretas ya que abren unas vías que permiten buscar las censuras fundamentales que estorban la comunicación entre el consciente y el inconsciente.

La oratoria, además, sirve como prueba o test para diagnosticar diversos problemas psíquicos, como medio de facilitar el acceso a la conciencia determinados conflictos interiores que, con diferente grado de gravedad o de violencia, pueden ser percibidos como debilitadores o, incluso, como destructores del yo. Para analizar esta función expresiva hemos de centrar nuestra atención en el orador, en su equilibrio psíquico y en su competencia como comunicador: en ese conjunto de cualidades y de hábitos que facilitan la eficacia de sus discursos.

La expresividad del rostro

En la oratoria la verdad en la expresión del rostro se consigue relajando los músculos y desbloqueando la mente, quitando los frenos que hacen que la cara se convierta en una careta rígida y, sobre todo, controlando las emociones que contradicen o desvirtúan el contenido de los mensajes orales. Las técnicas de aprendizaje de la expresividad facial tienen como finalidad, sobre todo, hacer transparente la expresión del rostro neutralizando las represiones. Es necesario, por lo tanto, que se desbloquee la mente. Además de la soltura verbal y de las destrezas del lenguaje, además del dominio de la materia de la que trata, además de la competencia y de la pericia, el orador ha de poseer y ha de usar procedimientos para desatar y para abrir su espíritu, para desbloquear la mente. ¿Qué es -nos preguntamos- el bloqueo psíquico?

El bloqueo o el miedo escénico

El bloqueo es un mecanismo de defensa ante una situación extraña, ante un clima adverso; es una reacción psíquica provocada por el temor a que, descubriendo nuestro interior, se rompa la imagen que creemos o que

queremos dar; el bloqueo es también un agarrotamiento físico provocado por el miedo de que se pierda el control sobre uno mismo. El bloqueo es una manera inconsciente de impedir que se descubra la intimidad de nuestro mundo interior; es una forma incontrolada de evitar que se pongan en evidencia nuestras limitaciones y nuestros defectos. El bloqueo es una censura originada por el miedo a que el inconsciente se posesione del sujeto y acabe por desposeerlo de su consciente; es la reacción psicosomática originada por el miedo a que la razón sea incapaz de coordinar la totalidad de sus elementos aparentemente heterogéneos surgidos del inconsciente.

¿Cuáles son las estrategias más elementales para romper el bloqueo?

Proponemos dos fórmulas opuestas y complementarias que hemos de desarrollar mediante el adecuado adiestramiento del conocimiento propio que abarca la autoestima y la humildad. Hemos de lograr este conocimiento examinando, tanto nuestra propia percepción, como la percepción que los oyentes tienen de nosotros.

La autoestima

La personalidad, la madurez -el vir bonus de Quintiliano- la construimos conociendo y valorando las propias cualidades físicas y mentales, las materiales y las espirituales. Para hablar con fluidez y con poder de convicción el orador ha de poseer un suficiente grado de autoestima y de autoconfianza, que no es lo mismo que autosatisfacción o autocomplacencia que conducen al autobombo. Una cosa es sentirse a gusto consigo mismo y otra muy diferente presumir y alardear.

La humildad

Consiste en el reconocimiento sereno de las propias limitaciones. Este conocimiento de las cualidades y de los defectos constituye la fórmula más adecuada para lograr el control de la propia ansiedad, la confianza en sí mismo y la capacidad para hacer frente al estrés. Esta aceptación de la propia personalidad es el camino para despertar confianza y para infundir respeto en los oyentes. Advertimos que, cuando hablamos de «expresión» no queremos decir que debamos dar rienda suelta a nuestros sentimientos y dejar al descubierto todas nuestras intimidades, sino que nos referimos a la capacidad de expresar de manera controlada nuestros propios sentimientos del modo más adecuado y más eficaz, posibilitando la aceptación de los mensajes que pretendemos transmitir. Creo que el término que mejor resume la anteriores ideas es el de «madurez», la palabra con la que tradicionalmente se ha designado el equilibrio y el dominio emocional. Hoy se habla de la «inteligencia emocional».

La función denotativa y las estrategias psicológicas

Partimos del supuesto fundamental de que el discurso oratorio ha de ser «interesante». Cuando nos decidimos a hablar en público, pretendemos, sobre todo, comunicarnos en el sentido más amplio y más profundo del término: deseamos que los oyentes nos escuchen, que comprendan nuestras palabras, que acepten nuestras ideas y que valoren nuestros mensajes. Pero hemos de reconocer que los oyentes sólo escuchan las palabras que les «interesan». ¿Qué es -nos preguntamos- el interés? Los oyentes oyen los sonidos y los ruidos que estimulan sus oídos; interpretan algunas palabras e incluso determinadas frases, pero sólo escuchan y asimilan las ideas que penetran hasta el interior de sus mentes, las que atraen su atención y las que interpretan sus aspiraciones más profundas o las que interpelan sus

comportamientos más habituales. El resto las desechan mediante la distracción. Podemos resumir estas reflexiones afirmando que al oyente sólo le interesan los mensajes que tienen que ver con su vida20. No olvidemos que el interés y la atención de los oyentes, temas específicos de la Pedagogía, tienen una base psicológica. El interés y la atención tienen que ver con las aspiraciones íntimas y con los deseos profundos, con el mundo personal de la fantasía y de las emociones. Sólo interesan los asuntos que, de manera directa o indirecta, tienen que ver con el yo y con lo mío, con los que nos afecta, con los temas que constituyen el objeto de nuestros amores o de nuestros odios, de nuestras ocupaciones o de nuestras preocupaciones. Pero hemos de partir de un supuesto básico: el yo es una realidad cambiante y múltiple, es temporal y espacial, es unitaria y plural. Mi yo es mi pasado, mi presente y mi futuro, mis recuerdos, mis pensamientos actuales, mis proyectos y mis ilusiones. Mi yo es mi mente, mis emociones y mi espíritu; mi cuerpo, mis vestidos, mi casa, mi calle, mi ciudad y mi nación. No se trata de reducir los temas a los asuntos personales del oyente sino de acercar y de relacionar cualquier cuestión con las materias que constituyen su existencia concreta, su vida individual, su ámbito familiar, su tarea profesional, sus relaciones sociales, sus opciones políticas y sus convicciones religiosas. Se trata, de presentar el tema por la cara en la que el oyente se ve reflejado. Para que un hecho sea interesante es necesario que entre en el mundo presente de los oyentes. Simplificando y ejemplificando podemos decir que el estudiante prepara el tema que puede salir en el examen.

El ámbito de la elocutio

Situándonos en el ámbito de la elocutio desde una perspectiva psicológica, hemos de prestar especial atención tanto a los procedimientos retóricos del nivel de la expresión como del nivel del contenido: al ritmo, a la rima, a la paronomasia, a la derivatio, al paralelismo, a la repetición, al pleonasmo, a las hipérboles y, sobre todo, a las imágenes, la ironía, el sarcasmo y a todas las fórmulas de humor. Hemos de advertir que el ritmo, un fenómeno cósmico, físico y biológico, es un procedimiento artístico y, en especial, una estrategia psicológica. El ritmo acústico del discurso favorece la sintonía emotiva y facilita la aceptación racional de los mensajes. El paralelismo es un procedimiento de

asociación física -temporal o espacial-; es una propuesta de aproximación lógica y una invitación a la identificación sentimental. La oposición -la contradicción o la paradoja- es una fórmula que provoca la sorpresa y facilita la comprensión. Hemos de reconocer que la elaboración de imágenes -comparaciones o metáforas- constituye un procedimiento psicológico dotado de notable fuerza explicativa y demostrativa. No sólo porque las imágenes proporcionen un cuerpo material a la nociones y realidades inmateriales, sino porque, desde los análisis de Freud, hemos constatado que, para el ser humano, todas las cosas son otras cosas: sólo percibimos, medimos, valoramos y comprendemos los objetos y sus movimientos, sólo interpretamos a los hombres y a sus acciones, por comparación con nuestros objetos y con nuestros movimientos, con nuestra persona y con nuestros comportamientos. Todas las realidades son significantes de otras realidades, todas las imágenes tienden a la personificación y son estrategias psíquicas de acercamiento físico, racional y afectivo, de adhesión y de identificación. Explicar es comparar -relacionar o traducir- lo desconocido con lo conocido, lo extraño con lo familiar, lo ajeno con lo propio. Demostrar es mostrar, es desvelar, es descubrir, iluminar: es acercar una realidad al área de visión, al campo de comprensión. El mecanismo psicológico de las imágenes es el mismo que el de los símbolos, que constituyen -como es sabido- soportes materiales de identificación colectiva. Cuando se grita «¡Viva España!», «¡Viva el Betis!» o «¡Viva Cristo Rey!», en el fondo se dice «¡Viva yo!».

La función apelativa y las estrategias psicológicas

Captar la benevolencia de los oyentes es el primer objetivo del orador. Es una condición previa a la transmisión de los mensajes y una exigencia ineludible de la eficacia comunicativa. Entendemos y aplicamos el término «benevolencia» en su significado etimológico y en su valor psicológico21. El orador, para hablar con comodidad, con fluidez y con acierto, necesita sentirse respetado, valorado, apreciado y querido. Esta es la razón por la que, en una tertulia de amigos, nos sobran las palabras mientras que, en una tribuna pública, nos faltan.

El hablante, para abrirse y para dejar que fluya el discurso, necesita un clima cálido en el que respire comprensión y aprecio. A veces, el ambiente favorable es palpable y existe antes del comienzo del discurso: el orador y el público se conocen y se estiman mutuamente; pero, en otras ocasiones, el orador es desconocido, se siente un extraño y, quizás, rechazado. En este caso es inevitable el empleo de estrategias variadas que «capten la benevolencia» de los oyentes y disuelvan los prejuicios negativos sustituyéndolos por disposiciones receptivas. La estrategia fundamental, como dijimos anteriormente, es adoptar una actitud sincera de auténtica modestia: el reconocimiento sereno de los valores propios y de sus limitaciones, sobre todo, de los conocimientos y de las ignorancias22. Opinamos que la Retorica ad Herennium23 ofrece múltiples fórmulas prácticas para «captar la benevolencia» de los oyentes. Aplicando un criterio estrictamente pragmático, agrupa distintos procedimientos -todos ellos de carácter psicológico- en torno a los diferentes factores de la comunicación oratoria: el orador, el adversario, los oyentes y el tema del discurso. El orador ha de adoptar una sincera disposición de servicio; ha de mostrar un discreto dominio profesional del tema que aborda; ha de transmitir una confianza plena en la capacidad comprensiva de los oyentes24. La «benevolencia» de los oyentes hacia el orador se capta, en segundo lugar, estimulando la «malevolencia» contra los adversarios. A tal fin, se descubrirán sus defectos y se denunciarán sus errores y sus vicios. Mediante una detallada descripción de sus maldades, el orador despertará hacia ellos el odio25. También se dispone favorablemente el ánimo de los oyentes reconociendo el acierto de sus rectos juicios, alabando sus dotes ponderativas -fortaleza, sabiduría, clemencia y nobleza- y transmitiéndoles, sobre todo, la confianza en la ecuanimidad de sus atinadas decisiones26. Finalmente, se propiciará la benevolencia de los oyentes subrayando los valores de las propias propuestas y debilitando la fuerza de las tesis adversarias27.

La función fática y las estrategias psicológicas

Algunos mensajes sirven, sobre todo, para establecer la comunicación, para que el orador la prolongue o para que la interrumpa; para cerciorarse de que el canal de comunicación funciona («Oye, ¿me escuchas?»), para llamar al interlocutor o confirmar si su atención se mantiene («Bien oiréis lo que dirá...»). Esta orientación hacia -en términos de Malinowaki- la función fática implica la conexión, el contacto y la transmisión que se llevan a cabo mediante operaciones físicas, lingüísticas y emotivas; mediante la exposición de valores y la estimulación de estimaciones y de sentimientos. Conectar es empatizar con el público, es coincidir con sus intereses, es sintonizar con sus aspiraciones, es responder a sus expectativas, es situarse en su lugar y es, también y sobre todo, atraer al oyente hasta colocarlo en el sitio del orador. Contactar con el público es acercarse y tocar -palpar con todos los sentidos-, es experimentar y hacer experimentar las sensaciones y los sentimientos comunes. El orador es un actor y -como si se tratara del protagonista de una obra teatral o cinematográfica, de un torero o de un cantante- conecta con el público, cuando logra que los espectadores se sientan actores, se crean que están delante del toro o que son ellos los que han marcado el gol.

Técnicas de conexión con el receptor

Como fórmulas prácticas para facilitar el acercamiento ideológico, imaginario y sentimental, proponemos varias vías complementarias, pertenecientes a diferentes niveles y a distintos ámbitos En primer lugar es necesario que el sonido y la voz del orador se ajuste , para lograr la conexión física, es necesario que se ajuste a los oídos de los oyentes mediante la claridad articulatoria, una melodía agradable y un ritmo variado. La elaboración de un dibujo mediante palabras y la pintura de los objetos a través de imágenes hacen visibles las ideas. Para ello se establecerán unos puntos concretos de contacto físico presentando y describiendo un objeto sensible: con forma y volumen, con colores, con olores y con sabores. La narración de una historia contando un suceso actual y abriendo unos cauces por los que discurran unidos, mediante la narración del episodio. El diseño de unas líneas de conexión mediante el acercamiento al presente y el estímulo de sensaciones y de sentimientos comunes.

El ofrecimiento de algún soporte de identificación colectiva proponiendo símbolos y emblemas. Hemos de partir del supuesto que transmitir mensajes no es simplemente proporcionar información, sino lograr un sintonía interpretativa y valorativa: la comunicación es una comunión. No podemos olvidar que el discurso oratorio es una prueba de reconocimiento y de ofrecimiento -de hospitalidad- mutuos del orador y del público: es una expansión y, sobre todo, una forma privilegiada de la compañía que requiere el calor de la acogida recíproca28. Hemos de lograr, valga la imagen, domarlo como si de un caballo se tratara, pero no para la carrera ni para la carga, sino el paseo -suave, preciso y justode los coches de caballos: sin perder la vitalidad y, menos aún, la sinceridad.

Indice

a language full of euphemisms tEl camino de la elocuencia Descripción Este manuscrito es una copia de Nahj al-balāghah (El camino de la elocuencia), el compendio clásico de sermones, escritos y aforismos de ‘Ali ibn Abi Talib (fallecido en 661), el cuarto califa. Los musulmanes chiitas veneran especialmente esta obra, ya que consideran que 'Ali y sus descendientes son los sucesores legítimos del profeta Mahoma. Aquí, la voz de 'Ali se hace oír a través de su intérprete, Muhammad ibn al-Husayn, conocido como al-Sharif alRadi (969/70-1016), que compiló el texto a partir de diversas fuentes islámicas antiguas. La antología resultante ha puesto en tela de juicio la autenticidad de las palabras de 'Ali. De lo que no cabe duda es que la obra estableció un estándar para la expresión literaria elegante y declamación concisa en árabe. Al-Sharif al-Radi fue un distinguido erudito chiita en la corte abasí. En la introducción, explica que ha clasificado los contenidos según el tipo de texto, es decir, sermones, cartas o aforismos. Desde la época de compilación hasta el presente, los eruditos y lectores fieles han reclasificado y analizado sus contenidos por temas, por ejemplo, las pretensiones de liderazgo de 'Ali, la gobernabilidad, la psicología, la lingüística y las relaciones de género. La obra,

o parte de ella, ha sido traducida a muchos idiomas. Este manuscrito del siglo XVII muestra considerable atención a la ornamentación y la disposición de las copiosas notas marginales, que están organizadas con ingenio alrededor del texto principal, que tiene un marco dorado. Se produjo en escritura naskh, a 15 líneas por página. No hay indicaciones sobre el lugar de creación. Autor ʻAlī ibn Abī Ṭālib, califa, circa 600-661 Compilador Sharīf al-Raḍī, Muḥammad ibn al-Ḥusayn, 969/70-1016 Escriba Ashraf, ibn Muḥammad Ṣālih Muḥammad Saʻīd Fecha de creación Mayo de 1679 d. C.-Junio de 1679 d. C. Fecha del contenido Alrededor de 600 d. C.-661 d. C. Idioma Árabe Título en el idioma original ‫نهج البلةغة‬ Lugar África Septentrional y Oriente Medio Arabia Saudita Tema Religión Otras religiones Islam, babismo y fe bahá'í Literatura y retórica Literatura de otras lenguas específicas y familias de lenguas Literaturas afroasiáticas; literaturas semíticas Palabras clave adicionales Hadices Islam

Manuscritos en árabe Manuscritos islámicos ʻAlī ibn Abī Ṭālib, califa, circa 600-661 Tipo de artículo Manuscritos Descripción física 269 hojas: papel; 25,7 x 15,7 centímetros Institución Biblioteca del CongresohaElocuencia

M. Bacciarelli: Calíope (Calliope). La elocuencia (del latín eloquentiene) es la capacidad de expresarse en público de forma fluida, elegante y persuasiva. Es una manera de expresar emociones de tal forma que produce convicción o persuasión en el oyente, mediante la lengua hablada o escrita, de una forma llamativa y apropiada.

El concepto de elocuencia surgió en la antigua Grecia. En la mitología griega, Calíope (una de las nueve hijas de Zeus y Mnemósine) era la musa de la poesía épica y la elocuencia. Así mismo, la elocuencia era considerada la forma más elevada de la política por los antiguos griegos.

El término "elocuencia" proviene de la raíz latina loqu o loc que significa "hablar". Así, ser elocuente es tener la capacidad de comprender y ordenar el idioma de tal manera que sea empleado de forma agradable y con gran poder de persuasión.

Simbología[editar] Se representaba a veces la elocuencia con una hermosa ninfa adornada con guirnaldas y coronada de perlas, teniendo un cetro en la mano y en la otra un libro abierto sobre el cual hay un reloj de arena. Otras veces se figura con una respetuosa matrona. La diadema que le ciñe la frente indica su dominio sobre los espíritus. El rayo y las flores que algunos ponen en una de sus manos

demuestran la fuerza de la razón y el encanto de la misma que emplea con igual suceso. El caduceo, símbolo de la persuasión, yace a sus pies. Una columna rostral da la idea de la tribuna de las arengas en la cual se ven escritos los nombres de Demóstenes y de Cicerón. Algunas veces está armada de pies a cabeza como Palas, y con uno de sus brazos arremangado hasta el codo arroja piedras, emblema de una elocuencia austera y rápida.

La elocuencia poética se expresa con el símbolo de Orfeo cuyos sonidos armoniosos traen y encadenan a sus pies a los animales más feroces. Cada género de poesía tiene una elocuencia que le es propia.1

Referencias[editar] Volver arriba ↑ Diccionario histórico enciclopédico, 1833 Enlaces externos[editar] Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre elocuencia. Categorías: PublicidadRetórica Menú de navegación Crear una cuentaAccederArtículoDiscusiónLeerEditarVer historial

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La elocuencia es una capacidad o habilidad que tienen ciertas personas para expresarse de manera clara, concisa y directa. La elocuencia puede estar presente en el habla pero también en otros espacios como imágenes que envían un mensaje claro y evidente. La elocuencia es una capacidad muy importante para aquellas personas que hacen de la comunicación su arma laboral, por ejemplo vendedores, comunicadores, etc.

La palabra elocuencia viene del idioma latín elocuentia, que significa exponer hacia fuera. La elocuencia era para los antiguos una de las capacidades más importantes en la comunicación, especialmente siendo que la escritura estaba reservada para las clases más altas y que, por tanto, el resto de la población debía lograr comunicarse de manera clara y concisa.

La elocuencia es una habilidad, una destreza, lo cual quiere decir que uno puede fácilmente desarrollarla con la práctica. Para eso, es importante tener una idea clara y armada a desarrollar o presentar y buscar los argumentos que la hagan aún más clara y evidente para el público al cual se trata de atraer. Otra de las características de la elocuencia es la adaptabilidad que supone ante diferentes tipos de público, no sólo en el lenguaje que se usa, si no también en los modismos, en los gestos, en muchas cosas más.

En la actualidad, la elocuencia es parte importante de muchas áreas laborales así como también, por ejemplo, de la política. Se considera que un político elocuente que sabe expresar sus ideas de manera simple pero clara y que puede presentarse ante diversos tipos de público tiene muchas más chances de ser reconocido y aprobado por la gente que uno que no se maneja de manera elocuente o que muestra una actitud mucho más recelosa. La comunicación, la venta, la propaganda, la publicidad son todas áreas en las que la elocuencia también es muy importante.

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... via Definicion ABC http://www. El término elocuente es utilizado como un adjetivo para calificar a las personas o situaciones que demuestran elocuencia y que, de tal modo, son claras respecto del significado que buscan transmitir. La elocuencia es una cualidad que tienen algunas personas (aunque también la pueden poseer imágenes o sonidos o diferentes actos comunicacionales) que se basa en la facilidad para transmitir un significado o una idea, quizás sin que sea necesario hablar. La idea de que algo es elocuente significa, por lo general, que habla por sí mismo y que no necesita mayores explicaciones.

La elocuencia es una cualidad que no todos los individuos poseen. La misma tiene que ver con varios elementos que se conjugan al mismo tiempo: por un lado, la capacidad de tener ideas y pensamientos claros. Al mismo tiempo, es importante saber expresarlos de manera clara, concisa y efectiva para que aquellos que actúan eventualmente como público puedan entenderlas. Finalmente, la elocuencia siempre requiere el uso de un lenguaje apropiado de acuerdo a la situación y al evento que se lleve a cabo ya que no es lo mismo utilizar un lenguaje formal o informal en todas las situaciones.

Cuando hablamos de una persona elocuente, nos referimos entonces a aquellas personas que saben expresar lo que piensan de modo atractivo y claro. Así, la elocuencia es hoy en día una de las características más

importantes para los políticos ya que la misma les permite atraer a mayores cantidades de público. En gran parte, la elocuencia también tiene que ver con la capacidad de persuadir de manera discreta y efectiva a quienes hacen de público o audiencia.

Sin embargo, la elocuencia no está sólo presente en el idioma escrito y hablado sino también en el corporal, a través de los gestos, de los símbolos, de las posturas del cuerpo y de las expresiones faciales, que muchas veces denotan mucho más de lo que dicen las palabras.

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... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/comunicacion/elocuente.phpdefinicionabc.com/c omunicacion/elocuencia.phpelocuencia s. f. 1 Capacidad de hablar bien, de decir las cosas de manera correcta y efectiva para convencer al público: el orador asombró a todos con su elocuencia. 2 Eficacia para convencer o conmover que tienen las palabras, gestos, ademanes, unas imágenes o cualquier cosa capaz de comunicar algo: la elocuencia de aquellas imágenes conmovió a los espectadores. Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. elocuencia f. Facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir, esp. propia de los oradores. Eficacia para persuadir. Oratoria. Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L. elocuencia (elo'kwenθja) elocuencia

sustantivo femenino 1 oratoria*, retórica*. 2 labia* (col.), soltura, despejo. Elocuencia se refiere particularmente a la facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir. Labia es, coloquialmente, el más próximo a elocuencia. Soltura y despejo se refieren a la facilidad de dicción. Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L. Elocuencia: el arte de hablar. Postura, ademán, gesto y voz JorgeEduardoGirónBarrios* * e-mail: [email protected] Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 100 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis ¿E n qué consist e la elocu encia ? L a elocuencia tiene dos propósitos que identifican su condición auténtica: el de convencer y el de conmover. Estas características definen muy bien el objetivo para el cual existe. El hombre elocuente, con su estilo, utiliza el instrumento de su voz fluida para comunicar determinado pensamiento y sembrar ideas en el auditorio congregado para escucharlo. La improvisación de las palabras es espontánea y si acaso súbita o repentina, y brota del caudal de su ilustración para

decir lo que siente y lo que se propone. La belleza de la expresión es fruto de una sensibilidad culta y nace del alma. Antes de emprender, por ejemplo, el análisis de las características peculiarísimas de la elocuencia de Jorge Eliécer Gaitán —cuya muerte trágica acaecida hace sesenta años el país conmemoró recientemente, alzando desde tempranas horas una negra bandera de recuerdos de la “fecha nefanda”— es necesario elaborar un sucinto y a la vez preciso y adecuado estudio sobre la facultad de hablar ante muchedumbres para persuadirlas y emocionarlas. Se acepta generalmente el criterio de que la elocuencia, sustentada en el lenguaje oral, debe dividirse en diversas tonalidades y propósitos de acuerdo con las circunstancias en las cuales se vaya a ejercer. Los oradores deben escogerse según el escenario que convenga a su condición. Hay oradores de plaza pública, de recinto cerrado, académicos, forenses, religiosos, militares… Quienes han pretendido salirse de los escenarios para los cuales han sido dotados por su capacidad natural o porque han pulido sus ambiciones y adiestrado sus mentes y facultades para brillar en ellos, han tenido que resignarse a salir de los recintos con la pesadumbre de no haber podido reinar en la tribuna. En ningún escenario basta que la expresión esté iluminada por faros de moral o de verdad. Es necesario que la tesis y el propósito de exponer el motivo formalicen un

mensaje transmitido por una garganta educada para emitir las palabras con un ritmo triunfal. La elocuencia florece entre lo que se expresa —el mensaje—, cómo se lo expresa —la voz— y quién lo escucha —el auditorio—. Estos tres elementos constituyen los pilares del arte de hablar y tienen participación unánime en la creación de la obra de arte tribunicio. Ocurre exactamente igual en la tauromaquia: el diestro, el toro y el público se conjugan para el éxito de la faena de arena, sol y muerte. Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto yvoz ] 101 Quien lleva la palabra deberá estar dotado de condiciones entre las cuales sobresalga la inteligencia para la efectiva ejecución del discurso. Debe ser imaginativo para crear, castizo para bien decir, recursivo para comparar y preciso para definir. El pensamiento que se expresa de viva voz se sublima. En el arte de hablar, el talento muestra una de sus formas supremas de belleza y sabiduría. Si bien algunos plasman

su sensibilidad en el estático escenario de un lienzo que parece que hablara; otros, en un vitral iluminado; otros más, esculpiendo una figura vivificada en la maravilla de sus líneas, vemos también la belleza escrita por la pluma musical de los poetas. Jesús —para poner de ejemplo a una de las personalidades cumbre de la historia del género humano— escogió el verbo para enseñar un camino de luz y para señalar otro de tinieblas. La elocuencia es, pues, el prodigio de la expresión de las imágenes contenidas en la mente humana en forma de palabras moduladas por la garganta como un arpegio. Historia de la elocu encia Para rastrear la aparición del arte tribunicio, seguir la huella de su evolución, analizar con seriedad su proceso histórico y entender con claridad la majestad de su importancia —así sea someramente, por las limitaciones del espacio de que disponemos— debemos remontarnos al origen de la humanidad. Hasta ese confín debemos ir. Si retrocedemos, en primer lugar, hasta los primeros balbuceos del ser humano, a la más primitiva forma de comunicación, el hombre aparece imitando los sonidos de la naturaleza. De ahí en adelante, el desarrollo de la expresión tuvo, seguramente, innumerables tropiezos y vicisitudes. Fue una lucha constante en la que el ser humano

intentó manifestar lo que sentía y exigir lo que requería en el interminable transcurso de más de ochocientos mil años, hasta que su garganta logró articular sonidos que identificaban objetos y daban voz a sentimientos y aspiraciones. En el transcurso de esta evolución, su cerebro sufrió cambios que le permitieron refinar su farfulla hasta convertirla en habla. Entonces, su expresión se hizo articulada y nítida porque pudo exteriorizar sus sentimientos sin necesidad de acudir a los extravagantes recursos físicos o a los brutales gestos corporales que habían constituido el idioma ineludible de su intercomunicación con sus congéneres. (Esta, en cambio, con el trasiego de la historia, se ha ido pareciendo cada vez más a un mar simbólico donde los individuos navegan juntos pero sin cuya presencia real se sienten solos, marginados, inexistentes). Desde entonces, en el transcurso de todo su periplo, el hombre ha vivido bajo la preocupación constante de imponer su criterio, exigir el cumplimiento de su voluntad y, en consecuencia, dar a su palabra una áurea brillantez. Benjamin Disraeli dijo que Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 102 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis con las palabras se gobierna a los hombres. De modo que el necesario instrumento de la oratoria hubo de aparecer desde el amanecer de los tiempos, sin inventarlo. Surgió, sin saberlo, de su precaria utilización en la revoltura de los siglos, cuando el fuerte

quiso gobernar al débil, cuando la imaginación sirvió para colorear la idea puesta al servicio de los intereses de una comunidad en la búsqueda de su suerte. Sobrevino entonces aquella como virtud indispensable para transformar lo cotidiano en eterno y lo relativo en absoluto. La imaginación, pletórica de imágenes, se fue introduciendo en el ámbito de la expresión, convertida en fuerza subordinada a la inteligencia para la exposición de las ideas. El discurso era dueño ahora de dos factores vitales: su mensaje y su atavío de imágenes. De ahí que debamos tener presente un tercer factor, necesario e irremplazable: la memoria. A ella aludiremos más adelante. Condiciones de la elocuencia Conmover y convencer, como dijimos, son el propósito, la finalidad y el sentido de todos los géneros y estilos de elocuencia. Pero para la buena ejecución oratoria es indispensable tener presentes algunos aspectos que entran en juego y contribuyen al éxito del ser elocuente. El espíritu del país ¿Cómo es el país, anímicamente hablando? El comportamiento del orador, en un país volcánico por temperamento, debe estar acorde con el espíritu nervioso de sus gentes. El discurso no debe ser extenso porque se vuelve tedioso, y un auditorio convulsivo puede tornarse pasivo. Cualquier concurrente se fastidiará y se irá. Si no puede retirarse,

hablará con el vecino, o es muy posible que termine dormido. La vivacidad francesa, por ejemplo, no acepta la monotonía de la exposición. Si el carácter de la nación es frío, como el de los americanos del norte, muy difícil será entusiasmarlos. A esta clase de espectadores no les interesa que la exposición sea larga o corta. Pueden permanecer muchas horas sin escuchar, y las palabras del orador caerán como lluvia. La naturaleza de la lengua Si, por ejemplo, la lengua es áspera y rigurosa como la inglesa, a la vez altiva y desdeñosa, el estilo no desempeña papel alguno en el escenario. Se debe buscar el fondo de las cosas. El verbo debe liderar toda la frase, porque así se concentrará más la atención del auditorio. Si la lengua es pomposa y dulce como la italiana, imperarán Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto yvoz ] 103 la musicalidad de los períodos y la cadencia armoniosa de las terminaciones. Si la lengua es la hispanoamericana, será necesario que adjetivos contundentes coronen

frases armoniosas para producir un efecto emocional. El ambiente político que se respire Se debe considerar un aspecto muy importante: la actualización del tema del discurso según la coyuntura política que se viva. Si en el país se respira turbulencia social por el descontento de la mayoría con su situación social y se exige un cambio de gobierno o un viraje del gobernante para organizar con justicia la república, el discurso que se eleva, la expresión que se ensancha y la turbulencia apasionada de las ideas y sentimientos que se entusiasma y encoleriza constituyen una elocuencia persuasiva y poderosa. El auditorio se vinculará emocionalmente al orador y compartirá con él el fondo y la forma, el sentido y la manera como transmita la idea fundamental. La ondulación verbal que desencadene y controle el tribuno exacerbará, apaciguará, enardecerá, silenciará, indignará, serenará y enervará al auditorio aglutinado ante él. Una época así impone un estilo y una conducta tribunicia a la oratoria revolucionaria. Mientras exista tal situación social en un país de temperamento fuerte, este estilo de oratoria se hace necesario como instrumento de persuasión para soliviantar los espíritus. Lo contrario ha de ocurrir cuando los tiempos son tranquilos, cuando la vida es apacible y no se avizoran enemigos, cuando hay abundancia, orden, justicia y buen trabajo, cuando los partidos no pretenden, iracundos, arrebatarle el poder a quien

gobierna en paz y con buen criterio, cuando todo es armonía, conciliación y buen vivir…; mejor dicho, cuando se habita un paraíso. En tales circunstancias, la explosión de algún desquiciado resultará, sencillamente, ridícula, fuera de tono, amén de ser medio injusta, además. Cada época requiere su propia elocuencia. Los que ayer eran verdaderos energúmenos son hoy mansos corderos. Hoy cantan los que ayer tronaban. Cada momento de la vida tiene su tribuna. El auditorio La cuarta condición está relacionada con el auditorio. ¿Ante quién se pronuncia el discurso? No es igual el parlamento a la plaza pública. En nada se parece el recinto cerrado al espacio abierto. Ante el pueblo, el gesto, el ademán y la voz han de ser emocionantes y vibrantes y rebosar de calor. La exposición ante una asamblea deberá ser eminentemente de fondo y exhibir la forma adecuada. El volumen del discurso debe adecuarse a la distancia de las paredes para que la voz no retumbe ni rebote. Las tesis Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 104 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis se pondrán sobre la mesa para analizarlas al imperio de la lógica y el conocimiento. El orador no debe titubear, porque, si lo hace, causará la impresión de que tiene dudas sobre lo que dice y anulará el objetivo de convencer. Si no convence, tampoco

emociona; solo obtiene una amarga frustración. Si titubea por falta de fluidez —y esto es natural en ciertas mentes que brillan en otros campos, como ocurre con los escritores—, debe aceptar que carece del instrumento más valioso que debe tener el orador: elocuencia. Tipos de orador e s Hay tres clases de oradores: Los que improvisan sin saber lo que van a decir. El improvisador nato tiene bagaje cultural. Sobre las cosas más sencillas puede desarrollar una disertación importante y válida, que emocione y convenza. En Colombia se destaca Eduardo Santos como el improvisador más elocuente, castizo, ameno y culto. No era orador de escenario abierto sino de recinto cerrado. Su raciocinio discurre como un surtidor que no se detiene. Si el tema es de importancia universal, lo sublima; si es insignificante, lo magnifica. El arte de la improvisación es eminentemente temperamental. El improvisador está siempre listo a hablar sobre el tema que aparezca sobre el tapete. Su presencia en la tribuna es natural por su comportamiento un tanto desaliñado y espontáneo. Tiene cultura, ha leído mucho y es dueño de ademanes que acompañan armoniosamente la expresión y marcan su ritmo. Posee también una percepción intuitiva del ambiente de

su auditorio y sabe despertar o acicatear su interés. Además, su voz, lejos de zumbar de manera monocorde, sube o desciende por escalas y tonalidades ceñidas a los vaivenes del desarrollo de la alocución. En el arte de hablar de manera improvisada existe un factor irremplazable: la memoria. Político, catedrático u orador sin memoria quedará sepultado en un estruendoso fracaso. El memorioso cuenta anécdotas, relata historias, hace alusiones, cita fechas, enuncia nombres, reconstruye episodios en medio de la admiración general de su audiencia. Recordar o retener es facultad necesaria para sacar a colación y enaltecer o deplorar cualquier suceso que se viva según su índole. Durante el discurso se debe apelar a la memoria como recurso valioso para sustentar el argumento que se exponga a la atención de la audiencia. El improvisador de plaza abierta agita los brazos y alza la voz, utiliza términos sorprendentes y altisonantes y sus ojos se tornan aguileños. La emoción de la concurrencia lo inspira porque es, precisamente, el combustible de su discurso. Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto

yvoz ] 105 Los que memorizan lo que van a decir y lo recitan. El orador que aprende de memoria lo que va a exponer, se introvierte en su cerebro y se concentra plenamente en recuperar lo que ha almacenado. El tiempo de memorización desempeña un papel importantísimo. Si lo que va a recitar es reciente, hay gran probabilidad de olvidarlo en el momento porque no se ha fijado en las estancias de su cerebro con la suficiente antelación para poder decirlo sin pensar. Por mucha facilidad que tenga para aprender de memoria, el orador que recita corre el riesgo de que, por el olvido de una mera palabra guía, se desgrane todo el rosario que había hilvanado. En cambio, el que aprende de memoria con bastante anticipación lo que va a decir, y lo repite a menudo, como un ejercicio, no lo olvida una vez llegada la hora de la verdad, pues lo habrá retenido mentalmente. Expresa sin titubear lo que grabó en su mente, ya que no lo piensa, vale decir, lo ha mecanizado. El que pronuncia de memoria un discurso es, en el fondo, un actor o un autómata que engaña al público. Unas veces se precipita, otras se detiene en actitud pensativa, como buscando el término adecuado, todo para dar la sensación de que improvisa. Recita con ademanes teatrales, no espontáneos. Su elocuencia es hija de

la memoria, no de la invención. Es hombre del pasado, no del momento. No se le puede interrumpir porque pierde el hilo de la sucesión de palabras que ha “instalado” en su mente. Los que escriben lo que van a leer. Los oradores que leen deben tener condicio nes especiales; la de saber leer, en primer término. Este es un arte nada común. Son muy pocas las personas que cultivan el arte de leer para los demás. La entonación, las pausas, las cadencias, los cambios armónicos de la voz y la acentuación de ciertos vocablos son factores determinantes a todo lo largo de la lectura. En la historia de la elocuencia colombiana no ha habido muchos lectores en verdad sobresalientes. Personalidades que ocupan posiciones destacadas en el mundo de la política, de la cátedra o de la diplomacia leen con monotonía, sin matices, finalizando con la misma voz con que principiaron. Entre los impecables podemos señalar cuatro, únicamente: Eduardo Santos, Alberto Lleras, Jorge Zalamea y Fernando Londoño y Londoño. Su dicción era perfecta; cadenciosa, su voz. Producían, en el auditorio, un efecto musical que aguzaba el intelecto y fijaba la atención de los oyentes, cautivados por la musicalidad de la lectura. Este arte de leer es facultad que no se aprende, sino que surge como un atributo

superior en el cual se aprecian varios elementos, como la calidad de la expresión oral y una manera personalísima de realizar la puntuación y manejar el ritmo, el cual debe marcarse mesuradamente, sin exageración. Este tipo de lectura es, en realidad, una ejecución orquestal con muchos timbres que provienen del único instrumento ejecu Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 106 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis tante: la voz. Si bien ningún orador debe ser monocorde, este defecto, casi incurable, es mucho más grave en los oradores-lectores, porque el sonido de la voz en la lectura es mucho más propenso a caer en la monotonía y se hace muy pesado a medida que transcurre la ejecución. Es evidente que personajes de mucha altura — académicos, científicos, poetas y otros literatos consumados— no saben leer para el público, aunque sí, desde luego, para sí mismos. Esta virtud, que podría ser un maravilloso instrumento para presentar sus trascendentales creaciones, les ha sido vedada por la mezquina prodigalidad de la naturaleza. Poetas de la mayor sensibilidad son pésimos lectores, y sus versos, maravillosas obras de arte, se degradan en sus voces y deben ser rescatados por maestros de la declamación escénica o leídos en silenciosa intimidad. La elocuencia y el miedo

El miedo que se siente antes de intervenir y que no suele desaparecer durante toda la trayectoria del discurso es un elemento decisivo en la ejecución del arte oratorio. Carlos A. Loprete, uno de los grandes tratadistas sobre el apasionante tema, escribió: “El gran enemigo del orador es el temor o miedo. Este paraliza la lengua, seca la boca y la garganta, produce transpiración, engendra movimientos torpes del cuerpo, los brazos y las piernas, traba la articulación y la voz y, lo que es peor, obnubila la mente. En una palabra, es un fenómeno psíquico paralizante”. Cicerón mismo consideraba muy afortunado al orador que no sintiera erizarse sus cabellos ante el público. Juvenal asemejó la emoción que experimenta quien habla en la tribuna a la de quien pone un pie desnudo sobre un reptil venenoso. Cuando le preguntaron a un grandilocuente y profundo hombre público colombiano, el maestro Darío Echandía Olaya, sobre el miedo que sufren los oradores, respondió, pacientemente, que ciertos personajes no temblaban de miedo, sino de pánico. Pero también, en muchos, el temor se va desvaneciendo en forma paulatina al avanzar en la exposición hasta desaparecer totalmente. Este miedo se puede superar familiarizándose con los auditorios, tratándolos continuamente, es decir, haciéndolos parte del discurrir cotidiano. La “presencia” del orador El orador elocuente, al aparecer en la tribuna —escenario que sobresale del común—,

es personaje que, con su sola presencia, ejerce inmediata influencia en la multitud. Siempre erguido, la cabeza levantada, las manos seguras aunque flotantes y alejadas del micrófono, la mirada fija en el centro del auditorio, el ceño ligeramente fruncido, Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto yvoz ] 107 los hombros algo adelantados, los brazos en leve movimiento inicial, el cuerpo firme y a la vez elástico, comenzará su intervención con voz pausada y grave. Todo su aspecto debe denotar seguridad y dominio del tema. En algunos casos, cuando actúe ante auditorios convulsionados por la emoción, en medio de gritos y de emociones espontáneas, iniciará su discurso evocando alguna circunstancia que exalte aún más el ánimo del momento, para luego ir acallando el ambiente merced al interés que despierta la elocuencia apasionada y fogosa. Cuando llegue al completo dominio de los espíritus sobresaltados, el tribuno iniciará el desarrollo del tema, utilizando su

capacidad de improvisación, introduciéndose en la mente de cada manifestante con acopio de palabras precisas que inundarán de emoción el ambiente. No lanzará gritos estentóreos acompañados de ademanes sobreactuados. Su exposición, emocionada y emocionante, estará siempre regida por la estética de las obras de arte, llevando la emoción del momento a gran auge y solemnidad. Electrizado así el ambiente, el orador elocuente bajará de la tribuna en medio del clamor general. La elocuencia en Colombia En América Latina, el único país que puede presentar ante los ojos del mundo un álbum de brillantes elocuencias es Colombia. Célebres personalidades de otras repúblicas han descollado indudablemente en el campo intelectual, técnico y científico; pero en los estadios de la elocuencia tribunicia solo los colombianos podemos mostrar lujosa galería de notables. No pocas figuras han iluminado aquí el panorama político, académico y artístico con su inteligencia y con el instrumento musical de la palabra. Al realizar un inventario minucioso de valores, sin dejar al margen ningún nombre excelente, pero también sin incluir figuras que no calificaran tras riguroso escrutinio, yo he contado veinte. ¿Qué otro país puede darse el lujo de abrir un álbum de tantas figuras de tan sonoro renombre? He guardado todas sus voces en mi archivo privado

con la intención de darlas a conocer a las nuevas generaciones en una enciclopedia multimedia complementada con reseñas biográficas que señalen y enseñen el curso de sus vidas ilustres. En Colombia, la elocuencia alcanzó su auge entre finales del siglo xix y las postrimerías de la primera mitad del siglo xx. José María Rojas Garrido (18241883), el maestro Guillermo Valencia (1873-1943), Enrique Olaya Herrera (1880-1937), Antonio José Restrepo (1885-1933), Laureano Gómez (1889-1965) y Jorge Eliécer Gaitán (18981948), entre muchos otros, la utilizaron brillantemente para cumplir sus empeños, entre los que figura uno que no se puede descartar o desconocer: hacer política al servicio de determinadas ideas, buscando gobernar. Esta gesta mental aviva cierta Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 108 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis vanidad recóndita —o expresa sin ambages— que no se oculta en las tribunas, donde el imperio del arte oratorio ejerce su mayor influencia en las multitudes. Muchos de aquellos hombres descendieron de los escenarios en hombros del pueblo, llenos de natural vanidad porque habían descollado gracias a un talento nada común que los hacía parecer superdotados. A continuación presento la figura de un caudillo que quizá constituya la personificación o el arquetipo de la elocuencia en nuestro país. Jorge Eliécer Gaitán

Cumplidos sesenta años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, es importante señalar sus eximias condiciones de tribuno y de orador forense, así como las de orador académico, que exhibió en innumerables oportunidades. Como se trata de señalar aquí las condiciones del tribuno hay necesidad de exponer lo siguiente sobre su vida de hombre público al servicio de sus ideas y sobre su lucha pertinaz, sostenida sin vacilaciones durante veinte años. Gaitán inició su accidentada carrera pública en 1928, cuando se hizo repre sentante de las masas inmoladas en la región de las bananeras del departamento del Magdalena. De ahí en adelante, su actividad estuvo siempre inspirada en programas puestos al servicio de ideales populares que hasta el momento de su aparición se habían ignorado. El país se mecía en un ambiente político enrarecido por incontables guerras civiles, y la miseria del pueblo transcurría bajo el yugo de una hegemonía de medio siglo de pecado mortal y de padre Astete. Romper esas cadenas y abrir la mente del pueblo en busca de nuevos senderos hacia el porvenir, más promisorios, más seguros y halagüeños, fueron su propósito inquebrantable hasta el día de su muerte. Desde muy niño hizo conocer sus aptitudes de rebeldía y su extraordinaria capacidad para hablar ante multitudes. Este don de su naturaleza rebelde se conoció cuando, en diversas

ocasiones, irrumpió en las tribunas para dirigirse a nutridos auditorios. En la página 76 de su libro Mis contemporáneos —de la Colección Antologías de Sábado—, el escritor Juan Lozano y Lozano se refirió así a este aspecto de la personalidad de Gaitán cuando apenas contaba doce años de edad: Una vez que se celebraba en Bogotá el centenario del sacrificio de Ricaurte, 1914, y ante el monumento del parque de los Mártires hablaban los prohombres designados, monseñor Carrasquilla, Fabio Lozano, Hernando Holguín y Caro, y debía recitar una preciosa niña de la aristocracia, Maruja Vega, hoy la gran dama esposa de Carlos Arango Vélez. Allí se suscitó un incidente fastidioso, porque cada vez que un orador bajaba Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto yvoz ] 109 de la tribuna, aparecía allí la figura desarrapada de un jovenzuelo, que no estaba en el programa, y decía: “Señor Presidente de la República, señoras, señores…”. En ese estado de su discurso lo agarraban los policiales y lo tiraban para abajo; y al siguiente

turno volvía a aparecer, como un muñeco de ventrílocuo, la cabeza del jovenzuelo en la tribuna porque el cuerpo no le alcanzaba para más; y venían entonces nuevas medidas más drásticas de la policía para preservar la solemnidad del espectáculo. Y cuando al fin terminaron los oradores y la gente se levantaba para irse, hubo un margen de tolerancia, y Jorge Eliécer Gaitán pronunció, con excelente voz, su arenga patriótica. El presidente y los personajes volvieron a sentarse, y el público regresó para oírlo; y fue muy aplaudido. Así ha hecho Jorge Eliécer Gaitán para obtener audiencia en Colombia; y así se ha hecho respetar como estudiante laureado de las viejas universidades de Europa; como intelectual dirigente de la vida colombiana; como gran personaje de nuestra política y de nuestra vida de sociedad; como propietario y conductor de los más lujosos auto móviles que han llegado a Bogotá; como el mejor cotizado defensor criminalista del país; como borrascoso interpelante contundente; como dueño, en fin, de una regular fortuna económica. Todo eso lo ha construido con sus manos, contra todo y contra todos. Del mozo que al graduarse hubo de instalar en un tercer patio un escritorio y un taburete alquilados a Ballesteros por dos pesos mensuales, va un gran trecho de

lucha al hombre que encuentro en su estudio legal, que es todo un departamento, frente a una mesa labrada, en medio de atareadas mecanógrafas y telefonistas. Gaitán se da el lujo de conversar conmigo de lo divino y de lo humano, mientras la clientela espera. Es una satisfactoria prueba que Gaitán hace de su prestigio profesional; cuando salgo, bien avanzada la tarde, están ahí todos los clientes, esperando que se les haga pasar por turno. Su lucha es ejemplo de capacidad y de constancia obsesiva. Trataba de abrirse paso a codazos por entre una marisma de gentes hostiles a su aparición y a sus programas que se creían dueñas de la conciencia nacional y, por supuesto, de la suerte del país desde la Colonia. Por eso, cuando una voz nueva señala un nuevo horizonte, saltan a su camino todos los defensores de la política tradicional para oponerse a semejante irrespeto. ¿Y cómo emprendió Gaitán su batalla? Pues blandiendo una enhiesta bandera de lucha que lo haría grande: su extraordinaria capacidad tribunicia. Había cursado en Italia, durante su período de estudios en la Facultad de Criminología de la Universidad de Roma, todo un tratado de oratoria. Además tenía condiciones personales que lo acreditaban para descollar en la tribuna con majestad y elegancia. Todos los requisitos que se necesitan para hablar en tarimas

Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 110 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis ante cualesquiera auditorios los exhibía Jorge Eliécer Gaitán en sumo grado. Lo habrán verificado quienes hayan escuchado después de su muerte sus intervenciones en grabaciones de su voz. Pero quienes tuvimos también la oportunidad de verlo y oírlo en persona sabemos muy bien que su apostura tribunicia, acompañada de una voz rigurosamente educada que podía subir hasta obtener notas altísimas, era portentosa. De él existen fotografías estatuarias que lo presentan con un donaire tribunicio verdaderamente impecable. Su manera de sostener los brazos en alto sin desarmonizar con la postura del cuerpo, siempre erguida, y su cabeza mirando hacia el infinito con ojos de águila y con la boca abierta en una expresión violentamente apasionada nos revelan la figura perfecta del tribuno. Eduardo Caballero Calderón hizo, en estilo impecable, una reseña sobre el líder que es importante recordar. Edición del 9 de abril de 1968 de Caudillos y Muchedumbres : La palabra de Jorge Eliécer Gaitán, y su muerte trágica iluminada por el incendio que devoró su ciudad, partieron en dos la historia contemporánea de Colombia. Y desapareció Gaitán en el momento en que su recia personalidad de caudillo se había

impuesto a los jefes del partido que lo combatieron acerbamente. El 9 de abril de 1948 su nombre se confundía con el liberalismo. Pero del análisis de los antecedentes y las consecuencias de la muerte de este hombre, cuyo apellido está escrito con sangre en la memoria de los colombianos, se encargarán los historiadores del mañana, cuando se hayan serenado los ánimos y su figura se purifique de las nieblas, los vahos de la pasión política y las falsas leyendas que todavía la oscurecen. Gaitán ya no pertenece a un partido y a un momento aciago de la vida de los colombianos. Veinte años después de su muerte, Gaitán le pertenece a la historia. Yo prefiero recordar su estampa de caudillo de masas y su personalidad de conductor y de amigo, que ahora reviven en forma impresionante al través de su propia voz mila grosamente detenida en el aire. Gaitán era un hombre brillante, culto, cordial, a quien le encantaba dialogar con los amigos sobre toda clase de temas y problemas. Le interesaban la historia y la sociología. Como perspicaz catador de libros y de hombres, presentía lo que hoy es una verdad: que contra todas las apariencias, lo que queda del hombre es su palabra. La suya, irónica y cadenciosa, fluía en la conversación de sobremesa, en la tertulia del café, en la intimidad de la casa de los amigos, sin la menor pedantería, sin

ningún rebuscamiento, con la espontaneidad de un estudiante que discute una teoría política. O recita unos versos, o recuerda a una mujer. Tenía él un enorme atractivo personal, y su presencia en el círculo de quienes lo estimaban suscitaba un diálogo apremiante. Cargaba el ámbito de electricidad y ponía en tensión todos los espíritus, Desde el Jardín de Freud [n.° 8, Bogotá, 2008] issn: 1657-3986. jorgeeduardogirón barrios [elocuencia:elartedeha blar.postura,ademán,gesto yvoz ] 111 solo que el mismo se encargaba de apaciguarlos al recordar una anécdota graciosa o al hacer, de sus amigos, una caricatura verbal. Pero cuando hablaba en público, en el Congreso, o desde el balcón de una plaza, o en un banquete, o en un teatro, su voz encantaba a las muchedumbres como la flauta de un domador de serpientes. Al margen de lo que decía, aun sin entenderse lo que estaba diciendo —pues muchas veces a cien metros de distancia del orador, en tiem -

pos en que no se utilizaba el micrófono, nadie podía comprender nada— su ademán imperioso, su gesto apasionado, el canto y el encanto peculiar de su voz de acentos populares, enardecían o amansaban a las muchedumbres. A ese efluvio de su perso nalidad, proyectado y reflejado en su voz, no lográbamos sustraernos ni aun quienes, como yo, teníamos el espíritu crítico y desconfiado de los escritores. Muchas veces al acompañarlo en algún acto público, yo trataba de libertarme de esa onda magnética que electrizaba el ambiente y ponía a vibrar los nervios de sus auditorios, pero a los pocos minutos de escucharlo me sentía aspirado por aquel torrente, galvanizado por aquella descarga humana, y dejaba de ser yo mismo para convertirme en una limadura de hierro entre la muchedumbre. Quienes no han sufrido una experiencia semejante no pueden comprender lo que es un caudillo y un orador en movimiento. No hay que leerlo sino escucharlo. Su espíritu está en su voz más que en el contexto de sus palabras. La oratoria no muere nunca y su ascendiente sobre los hombres continúa intacto; lo que pasa es que en ciertas épocas, como la nuestra, han desaparecido temporalmente los oradores. Cuando en 1946 el Partido Liberal, fatalmente dividido entre Gabriel Turbay

y Jorge Eliécer Gaitán, perdió las elecciones presidenciales y, desde luego, el poder, las gentes quedaron desconcertadas ante la derrota sufrida. Hubo desbandada de personalidades liberales que aceptaron la penosa realidad, y las muchedumbres, que tan ardorosamente habían acompañado a su jefe en la mayor gesta política de todos los tiempos, quedaron sumidas en el más dramático desfallecimiento. Casi inmediatamente, la voz del jefe se hizo sentir congregando a sus partidarios en Bogotá en el recinto cerrado del Teatro Municipal. La reunión fue, ciertamente, silenciosa. Ni un viva, ni una voz, ni un clamor se escucharon en el ambiente general de la sala llena de contritos. Gaitán entró sin saludar por la calle principal de la platea, serio, tranquilo y a la vez solemne. De súbito, cuando no se oía ni el zumbido de una mosca, el caudillo se levantó de su silla y dijo: “Iniciamos hoy la nueva batalla”. Un estruendo de clamorosas voces de júbilo inundó la sala. Alguien dijo: “¡Viva Jorge Eliécer Gaitán!”, y la respuesta multitudinaria no se hizo esperar. En esa ocasión histórica, el tribuno pronunció un discurso que lo ratificó como jefe y lo consagró Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 112 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis como el gran batallador de todos los tiempos. De ahí en adelante hasta su asesinato

su vida se proyectó inspirada por un solo propósito: llegar al poder. Su oratoria inundó todos los rincones del país y su carrera triunfal no pudo ser detenida sino con los tres balazos que segaron su vida. Cuando un orador consumado como Jorge Eliécer Gaitán apoya su acción política en ideologías serias y la fundamenta en novedosas propuestas de progreso social, no puede ser derrotado por insensatos repetidores de doctrinas equivocadas. CFAMILIA MODERNA BLOQUE III DOCUMENTACIÓN SOBRE LAS COMPETENCIAS DEFINICIÓN DE LAS COMPETENCIAS Escuelas de Familia MODERNA Bloque III

AUTONOMÍA Y RESPONSABILIDAD Consideraciones previas La autonomía es un concepto de la filosofía y la psicología evolutiva que expresa la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia de presiones externas o internas. Se opone a heteronomía. Autonomía se refiere a la regulación de la conducta por normas que surgen del propio individuo. Autónomo es todo aquél que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su comportamiento. Tener autonomía quiere decir ser capaz de hacer lo que uno cree que se debe

hacer, pero no sólo eso. También significa ser capaz de analizar lo que creemos que debemos hacer y considerar si de verdad debe hacerse o si nos estamos engañando. Somos autónomos cuando somos razonables y consideramos qué debemos hacer con todos los datos a nuestra disposición. Dicho de otro modo: somos verdaderamente autónomos cuando usamos nuestra conciencia moral. Precisamente cuando hacemos esto, nos fijamos en la conexión causal entre las acciones y los efectos que producen. La conciencia de esa conexión nos lleva al concepto de responsabilidad. Sólo cuando somos libres en el sentido positivo de la palabra -es decir, autónomos, conscientes-, nos damos cuenta de la repercusión de nuestras acciones y podemos ser responsables. En relación al concepto de autonomía, como proceso para la toma de decisiones libres sustentadas en la propia conciencia de la persona (valores, principios, creencias, etc.), es interesante repasar algunos conceptos que contribuyen en la constitución de la autonomía como voluntad, libertad y autoestima. “La voluntad no es en sí misma una facultad intelectual, ni tampoco es una facultad irracional. Sus actos se ejecutan conforme a la razón. Por lo tanto, seguir los deseos no es ejercer la voluntad, es simplemente estar (ciegamente) dominado. De esta manera puede afirmarse que el deseo pertenece al orden de lo sensible, en tanto la voluntad pertenece al orden del intelecto”. (Ferrater Mora, 2001)

La libertad no es innata a nuestra condición humana, sino un logro de nuestra integración social. No partimos de la libertad, sino que llegamos a ella (Savater, 1997). Dewey (1998) señala que la libertad es la capacidad de actuar y realizar con DEFINICIÓN DE LAS COMPETENCIAS Escuelas de Familia MODERNA Bloque III independencia de toda tutela exterior. Sólo cuando el impulso ha sido, hasta cierto punto, controlado y contenido, entonces, puede darse la reflexión. En la autonomía se sigue una regla, un principio, o ley que es interna a la propia conciencia de la persona, que la ha interiorizado a través de un proceso de construcción progresivo y autónomo. En la autonomía, la regla es el resultado de una decisión libre, y digna de respeto en la medida que hay un consentimiento mutuo (Sepúlveda G,. 2003) La responsabilidad es un valor que está en la conciencia de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral. Una vez que pasa al plano ético (puesta en práctica), persisten estas cuatro ideas para establecer la magnitud de dichas acciones y afrontarlas de la manera más prepositiva e integral, siempre en pro del mejoramiento personal, laboral, social, cultural y natural. Si enseñamos a un niño/a a ser autónomo/a, también le estamos ayudando a ser responsable, a tener mayor seguridad en sí mismo, a tener fuerza de voluntad, a ser disciplinado y a estar tranquilo. Aspectos todos importantísimos para que un

niño/a crezca feliz. El sentido de responsabilidad se adquiere a través de la experiencia y la práctica, ya que la persona deberá tomar decisiones en conciencia, ponderando el valor de lo que se quiere conseguir y las consecuencias que puede acarrear, asumiéndolas . El ser humano aprende a responsabilizarse, o a no hacerlo, desde la primera etapa de su vida. Las pequeñas tareas y obligaciones de la vida cotidiana tendrán que ir estando a adaptadas a la edad del niño. El sentido de la responsabilidad se pondrá en juego desde las más sencillas situaciones de la vida cotidiana y en el trato diario que el niño tenga con sus padres, sus maestros y sus iguales. En la primera infancia necesita motivaciones externas como premios, refuerzos positivos, o castigos proporcionados. El sentimiento básico de confianza es imprescindible para la autonomía y especialmente importante en los primeros años de vida, entre los tres y los siete años, en los que predomina la conciencia heterónoma, pero hay que ir explicándoles los porqués para hacerle cada vez más autónomo. También hay que tener en cuenta que aunque ya participan de sentimientos de culpabilidad es muy difícil que tengan arrepentimiento. Es a partir de esta edad, en torno a los siete años (depende de la maduración personal de cada persona), que empieza a aparecer cierta conciencia moral, a formar sus criterios y comienza también la autocrítica y la heterocrítica.

También comienza a desarrollarse el sentido de la responsabilidad, por lo tanto es una DEFINICIÓN DE LAS COMPETENCIAS Escuelas de Familia MODERNA Bloque III etapa del desarrollo evolutivo en la que trabajar la autonomía personal es especialmente importante, y facilitará el haberla trabajado también en los periodos anteriores. Es necesario que al niño/a se le explique claramente lo que se espera de él y cuáles son sus responsabilidades. Asimismo, conforme éste vaya actuando, el adulto le “devolverá” comentarios, impresiones sobre cómo lo está haciendo. Esta es una tarea importante por parte de los padres/madres ya que el niño/a necesita de otro que le diga si algo está bien o mal, y le enseñe a rectificarlo en este caso. Solo de esa forma el niño/a puede prender y progresar. Los padres/madres deberán padres ser comprensivos, tolerantes y pacientes, al tiempo que claros, coherentes y respetuosos al expresar lo que esperan de ellos. Conforme vaya respondiendo, el padre o la madre sopesará si el niño/a va necesitando nuevas metas y responsabilidades o afianzar esas durante un periodo de tiempo más largo. Conforme el niño/a crezca irá aumentando el número de situaciones de las que puede responsabilizarse. A la hora de enseñar a los hijo/as a ser responsables es interesantes que los padres y madres sean conscientes de que los hijos/as, a lo largo de todo su crecimiento

pero más aún cuando son pequeños, los tienen de ejemplo. Incluso nos atreveríamos a decir que los niños/as suelen tener los oídos cerrados a los consejos, pero los ojos muy abiertos a los ejemplos. Es importante, entonces, que los hijos/as vean que sus padres y madres ponen en práctica aquello que estos están intentando enseñarles. Un niño/a que llega a ser responsable es capaz de valorar la situación en la que se encuentra, según su experiencia y según lo que sus padres esperan de él, y es capaz, de forma independiente, de tomar una decisión para actuar de modo adecuado. Es importante que en todo este proceso de enseñar al niño/a a ser responsable éste pueda llegar a asumir el “deber ser y hacer”, de tal manera que lo interiorice y no necesite siempre de otro que le diga lo que tiene que hacer. Este proceso exige en los padres paciencia, esfuerza y dedicarle tiempo. DEFINICIÓN DE LAS COMPETENCIAS Escuelas de Familia MODERNA Bloque III Indicadores de la competencia: Un niño/a es autónomo y responsable sí… • Realiza sus tareas normales sin que haya que recordárselo en todo momento. • Ha adquirido hábitos personales (asearse, vestirse, atarse los zapatos, comer….) en función de la edad que tenga. • Puede razonar lo que debe hacer. • Presenta fuerza de voluntad en la ejecución de las tareas.

• Se plantea nuevos retos y objetivos. • No demanda sobreprotección. • No echa la culpa a los demás ni busca excusas sistemáticamente. • Es capaz de elegir entre diferentes alternativas. • Puede jugar, hacer sus deberes y estudiar a solas sin problemas. • Puede tomar decisiones distintas de las que otros toman en el grupo en que se mueve (amigos, pandilla, familia, etc.), que sean para él o ella adecuadas, aunque sean diferentes de la opinión de los demás. • Respeta y reconoce los límites establecidos por los padres, aunque en ocasiones pueda discutirlas o incluso llegar a una negociación (de acuerdo con la edad del hijo/a) • Puede concentrar su atención en tareas complicadas (dependiendo de su edad) durante cierto tiempo, sin llegar a situaciones de frustración y abandono. • Lleva a cabo lo que dice y en lo que se compromete. • Reconoce sus errores sin necesidad de complicadas justificaciones. • Se conoce a sí mismo • Intenta conquistar y mantener un equilibrio emocional Factores que dificultan el aprendizaje de la competencia: • Estilos educativos demasiados rígidos y autoritarios• Estilos educativos muy permisivos sin apenas conducción • Estilos educativos indiferentes que muestran poco afecto y poco control (permisividad, negligencia u hostilidad) • La falta de normas y pautas claras • Exceso de normas, o normas sin sentido. • Facilitar soluciones para que dejen tranquilos a los padres o educadores

• Poner en duda las capacidades de los hijos e hijas: cuando haya que censurar, pero censurar la conducta, no a la persona. DEFINICIÓN DE LAS COMPETENCIAS Escuelas de Familia MODERNA BloquAutonomía psicológica Escrito por José Avelino García Prieto Imprimir E-mail ¡Escribe el primer comentario! Autonomía psicológica Integrar Ser autónomo psicológicamente implica integrar unos cuantos aspectos como el tener claro cuáles son nuestras necesidades y deseos; la voluntad de alcanzarlos; la aceptación crítica de las normas y leyes impuestas por la sociedad; y, por último, el reconocimiento de los deseos, necesidades y voluntad ajena. Como hacer malabares con cuatro pelotas. Como conducir un trineo con cuatro perros tratando de que no tire cada uno por su lado. Y esta integración a la que he llamado autonomía no aparece según crecemos, como lo hacen las muelas, o el aprender a caminar. Se trata de una función psicológica, más que neurológica. Una función mediadora entre diferentes tendencias que se contraponen entre sí. Conseguir hacer vivir esas tendencias en armonía, supone bienestar; si andan a la gresca, implica malestar. Dos tendencias contrapuestas Tendremos que integrar dos tendencias contrapuestas: los criterios que tienen que ver conmigo y los que tienen que ver con los demás, es decir, los criterios egocentrados y los alocentrados. Nos conviene alcanzar una síntesis que nos permita estar en el mundo sin desaparecer en él; que nos permita aprender a respetar al mundo mientras nos responsabilizamos de nosotros mismos; que nos libre del miedo al mundo. Una meta

Ser adulto no implica ser autónomo. La autonomía no es algo que se alcance de una vez por todas, si es que se alcanza. Es inestable. Es una meta hacia la que dirigimos nuestros pasos. La autonomía es una estructura psicológica que se va construyendo con las crisis resueltas. Cuando las tensiones no se resuelven, como por ejemplo, las que se producen entre nuestras necesidades y el deseo de complacer a alguien, aparece la incertidumbre, la angustia y el agotamiento fruto de una dialéctica no resuelta. ¿El objetivo?: mantener simultáneamente en el aire la pelota de las necesidades, la de los deseos, la del bien común y la de las relaciones con los demás. ¿Quieres ser un buen malabarista? ¿Quieres descubrir por qué algunas pelotas las mantienes fácilmente en el aire y otras parecen de plomo?

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Índice [ocultar] 1

Autonomía y libertad

2

Autonomía y psicología

2.1

La autonomía según Piaget

2.2

La autonomía según Kohlberg

3

Véase también

Autonomía y libertad[editar] La autonomía encarna el problema de como se comporta el hombre ante sí mismo y la sociedad. Se ha estudiado tradicionalmente en Filosofía bajo el binomio libertad-responsabilidad, de manera que su opuesto sería el binomio determinismo-irresponsabilidad. Los análisis sobre la libertad (o libre albedrío, como se denomina dentro de la tradición cristiana) recorren la Historia de la Filosofía desde sus inicios, y cobran especial importancia a partir de la introducción de la noción de pecado durante la expansión del Cristianismo. Eso explica que la cuestión de la libertad no haya sido analizada con la misma abundancia durante la antigüedad que durante las épocas posteriores.

Los planteamientos más recientes en el campo de la autonomía se deben a Jean Piaget y a su discípulo Lawrence Kohlberg.

Autonomía y psicología[editar] La autonomía según Piaget[editar] Piaget estudió el desarrollo cognitivo de los niños analizándolos durante sus juegos y mediante entrevistas, estableciendo (entre otros principios) que el proceso de maduración moral de los niños se produce en dos fases, la primera de heteronomía y la segunda de autonomía:

Razonamiento heterónomo: Las reglas son objetivas e invariables. Deben cumplirse literalmente, porque la autoridad lo ordena, y no caben excepciones ni discusiones. La base de la norma es la autoridad superior (padres, adultos, el Estado), que no ha de dar razón de las normas impuestas ni ha de cumplirlas en todo caso. Existe una tendencia demostrada a las sanciones expiatorias y a identificar el error como una falta, así como a la búsqueda indiscriminada de un culpable (pues una falta no puede quedar sin castigo), de manera que es admisible el castigo del grupo si el culpable no aparece. Además, las circunstancias pueden llegar a castigar al culpable. Razonamiento autónomo: Las reglas son producto de un acuerdo y, por tanto, son modificables. Se pueden someter a interpretación y caben excepciones y objeciones. La base de la norma es la propia aceptación, y su sentido ha de ser explicado. Las sanciones han de ser proporcionales a la falta, asumiéndose que en ocasiones las ofensas pueden quedar impunes, de manera que el castigo colectivo es inadmisible si no se encuentra al culpable. Las circunstancias no pueden castigar a un culpable. El tránsito de un razonamiento a otro se produce durante la pubertad.

La autonomía según Kohlberg[editar] Lawrence Kohlberg continúa los estudios de Piaget, esta ves planteando dilemas morales a diferentes adultos y ordenando las respuestas. Sus estudios recogieron información de diferentes latitudes (EE.UU, Taiwán, México) para eliminar la variabilidad cultural, y se centraron en el razonamiento moral, y no tanto en la conducta o sus consecuencias. De esta manera, Kohlberg estableció tres estadios de moralidad, cada uno de ellos subdividido en dos niveles. Se leen en sentido progresivo, es decir, a mayor nivel, mayor autonomía.

Estadio preconvencional: las normas se cumplen o no en función de las consecuencias. Nivel 1: Orientación egocéntrica. La norma se cumple para evitar un castigo (ejemplo: no le pego a mi compañero de pupitre porque si no me castigan). Nivel 2: Orientación individualista. La norma se cumple para obtener un premio (ejemplo: hago mis tareas escolares porque así mis padres me compran una moto). Estadio convencional: las normas se cumplen en función del orden establecido. Nivel 3: Orientación gregaria. La norma se cumple para satisfacer a los demás (debo ser buen chico para que mis padres se sientan orgullosos de mí). Nivel 4: Orientación comunitarista. La norma se cumple para mantener el orden social (debo cumplir con mi función dentro de la sociedad). Estadio postconvencional: las normas se cumplen en función de la aceptación individual y de los valores que comportan. Nivel 5: Orientación relativista. La norma se cumple en función de un consenso, y no se pueden desobedecer (debo respetar las normas en beneficio común y en función de un consenso voluntario). Nivel 6: Orientación universalista. La norma se cumple cuando respetan valores universales, y si no, se desobedecen (cualquier acción se basa en el respeto de la dignidad de los demás, o de lo contrario es legítima la desobediencia). Kohlberg afirma que los niños viven en el primer estadio, mientras que apenas un 20 % de los adultos llegan al nivel 5, y solamente un 5 % alcanza el nivel 6.

A pesar de las críticas contra el modelo de Kohlberg, hoy en día goza de amplio consenso y reconocimiento.

Véase también[editar] Heteronomía Psicología evolutiva Ilustración Immanuel Kant

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Autonomía, en términos generales, es la condición, el estado o la capacidad de autogobierno o de cierto grado de independencia. Algunos sinónimos de autonomía serían soberanía, autogobierno, independencia, emancipación y potestad. Mientras que antónimos son dependencia y subordinación.

Así, la autonomía de una persona es la capacidad o condición de desarrollar tareas de una manera independiente. Por ejemplo: “En mi nuevo trabajo ya me han dado cierta autonomía”.

Referido a municipios, regiones u organizaciones, la autonomía es la potestad o el poder de establecer sus propias normativas y órganos de gobierno dentro de la autoridad de un Estado. De allí que, en algunos países como España, el territorio se divida en comunidades autónomas.

La autonomía de un vehículo, por otro lado, es el recorrido máximo que es capaz de efectuar sin necesidad de repostar. Por ejemplo: “Este coche tiene una autonomía de 600 kilómetros”.

También se suele aplicar a diferentes dispositivos que tienen batería o un mecanismo de acumulación de energía. Por ejemplo: “Este ordenador tiene hasta cinco horas de autonomía”.

La palabra autonomía procede del latín autonomĭa, y esta a su vez del griego αὐτονομία (autonomía), formada por αὐτός (autós), que significa ‘mismo’, y νόμος (nómos), ‘ley’ o ‘norma’.

Autonomía personal

La autonomía personal es un concepto propio de disciplinas como la Filosofía, la Pedagogía y la Psicología. Se puede definir de un modo genérico como la capacidad de tomar decisiones y actuar en cuestiones relativas a uno mismo. La autonomía personal se trabaja en distintos ámbitos, como la educación infantil y la educación para personas con discapacidades.

Autonomía moral

Autonomía moral es la capacidad del ser humano de valorar aspectos de carácter moral por sí mismo, como, por ejemplo, distinguir lo que está bien de lo que está mal, o lo que es justo de lo injusto. Se considera que las personas son capaces de juzgar un modo de actuación o una realidad sin tener en cuenta factores externos que puedan influir en esa valoración. Sin embargo, a nivel real, la autonomía moral de las personas se ve fuertemente influenciada por el entorno social. Se considera que la autonomía moral es producto del desarrollo humano y personal, y otorga a las personas una capacidad de decisión consecuente con sus valores morales y su percepción crítica del mundo.

Autonomía y heteronomía

La heteronomía es un concepto filosófico que define la condición de la voluntad que se rige por imperativos que no son propios, sino que proceden de agentes externos. En este sentido, es un concepto opuesto a la idea de autonomía. Es

importante no confundir este concepto con la heteronimia, que es un término lingüístico que identifica la relación entre dos palabras de orígenes etimológicos distintos, por ejemplo, caballo y yegua.

Autonomía universitaria

La autonomía universitaria es uno de los principios por los que se rigen muchas universidades. Expresa que los aspectos organizativos y de gestión se llevan a cabo de manera independiente de otros organismos y entidades, por ejemplo, el poder político.

Autonomía e independencia

Autonomía no es lo mismo que independencia. La independencia es la condición de independiente, es decir, la libertad de actuar, obrar y decidir sin estar sujeto al mandato de nadie. La independencia es un término que se usa en la política para referirse a los Estados que se emanciparon de la dominación de otro Estado.

Autonomía, en cambio, se refiere a cierta potestad o nivel de independencia que una persona u organismo tiene para actuar, hacer o decidir, dentro de ciertos términos. Así, una provincia, un municipio, un distrito, una universidad o un departamento pueden gozar de cierta autonomía siempre y cuando se mantengan dentro de los límites de las normas o las leyes que rigen la entidad superior de la cual son tributarios.

Vea también Independencia.

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Significados Populares Libro El principito Proyecto de investigación El amor es ciego Más vale ser cabeza de ratón que cola de león Sismo Líbrame de las aguas mansas que de las malas mCuando las personas no tienen autocontrol quieren controlar lo que les rodea, lo cual significa que quieren controlar a los demás. Se trata de un comportamiento típico de las personas inseguras, sobre todo desde el punto de vista emocional. De hecho, las personas más dominantes y celosas en una relación de pareja son las más inseguras y los jefes más autoritarios son los menos capaces.

La explicación a este fenómeno es muy sencilla: como estas personas no saben autocontrolarse y a menudo son víctimas de sus inseguridades y miedos, intentan compensar esta falta controlando su entorno. Obviamente, esto crea numerosos problemas en sus relaciones interpersonales ya que poco a poco, logran ahogar la independencia de quienes le rodean. Hasta que llega un punto en que estos se rebelan y reclaman la libertad a la que tienen derecho.

A veces esta situación de control/sometimiento se ha arrastrado durante años por lo que cuando la soga se tensa al máximo, la relación se puede romper

irremediablemente. Para no asumir el papel del controlador posesivo, una de las características clave que debemos desarrollar es lo que se conoce como “autonomía emocional”.

¿Qué es la autonomía emocional? La autonomía emocional es un concepto radicalmente opuesto a la dependencia emocional, es la capacidad para sentir, pensar y tomar decisiones por sí mismo. Las personas que son autónomas desde el punto de vista emocional son capaces de gestionar sus emociones y sentirse seguros de sus elecciones y objetivos en la vida.

La autonomía emocional no significa que no somos capaces de mantener una relación afectiva sino que construimos una relación de interdependencia y no de dependencia emocional. Es decir, no dependemos de la otra persona, no vinculamos nuestra felicidad o infelicidad a las variaciones del estado de ánimo del otro, no subordinamos nuestros objetivos a los deseos de la otra persona.

Vale aclarar que en una relación de pareja, es normal que nos sintamos tristes si la otra persona no se encuentra bien, o que cambiemos algunos de nuestros objetivos para lograr una meta común. Sin embargo, la persona dependiente emocionalmente vive exclusivamente por y para el otro, creando una relación enfermiza a la cual no puede aportar nada.

Al contrario, quien es autónomo emocionalmente es capaz de aportar seguridad y estabilidad a una relación, enriquece la pareja porque no se anula ni intenta anular al otro.

Fuente: Bisquerra, R. (2000) Educación emocional y bienestar. Barcelona: Praxis.

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Pamela Ogaz21 de agosto de 2013, 21:58 Buenas tardes mi nombre es Pamela,y realmente es difícil mantener y dejar ser libre a la persona que amamos sin sentir que se nos va...Esa sensación latente de perdida o de sentirnos perdidos sin el ser amado.Pero, como no caer en el desapego, si la linea entre la autonomía es tan delgada?

Responder

Jennifer22 de agosto de 2013, 11:02 La persona que es autónoma emocionalmente no suele caer en el desapego porque comprende que el amor también implica libertad, no posesión.

Amar es unir dos universos pero logrando que ambos universos continúen siendo diferentes y autónomos.

Responder

victoria arevalo26 de septiembre de 2013, 1:26 me gusta mucho su articulo quisiera basar mi tesis en jovenes que no tienen autonomia emocional por la dependencia de sus padres y como esto les afecta si me puedieran ayudar con mas informacion

Responder

Jennifer26 de septiembre de 2013, 9:23 Hola Victoria, Un buen punto de partida es la referencia bibliográfica que cito al final del artículo. Por otra parte, si entras en Google Scholar y escribes "emotional autonomy", encontrarás una larga lista de investigaciones realizadas precisamente en jóvenes y adolescentes. Suerte con tu proyecto de tesis.

Responder

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e libro yoUn trabajador autónomo es aquella persona que realiza en nombre propio y de forma personal una actividad económica a título lucrativo, ya sea

titular o no de la empresa. Sabemos que hacerse autónomo trae consigo una serie de desventajas en cuanto a determinados aspectos legales y económicos, pero también conviene incidir en las cosas positivas que tiene ser un empresario individual. En este artículo de unComo, te detallamos cuáles son las ventajas de ser autónomo para que puedas decidir si en tu caso es conveniente o no trabajar por cuenta propia.

18 Twitter 20 Facebook 2 Google + Instrucciones Una de las principales ventajas es que convertirse en autónomo es mucho más sencillo y rápido que crear y constituir una sociedad mercantil. Los trámites que se necesitan para ello son reducidos y darse de alta como autónomo no resulta para nada un proceso complicado. En unComo te contamos cómo hacerte autónomo, entra en el artículo y descubre el paso a paso. En cuanto a los costes, ser autónomo no implica tener que realizar una gran inversión inicial como sucede en el caso de constituir una sociedad limitada o anónima. Además, al ser una gestión que no requiere demasiados trámites legales, también se disminuyen, entre otros, los costes de asesoramiento. Otra de las grandes ventajas que conlleva ser autónomo es la absoluta independencia a la hora de gestionar un negocio o empresa. Al fin y al cabo, te conviertes en tu propio jefe y exclusivamente tú eres la persona encargada de llevar el control y tomar las decisiones que consideres oportunas en cada momento. Esto es posible salvo en los casos de personas autónomas que trabajan para otras empresas. Asimismo, en tu propio negocio o empresa tienes la potestad de distribuir el tiempo de trabajo en función de tus intereses y exigencias. Por otra parte, hoy en día son muchas las empresas que prefieren contratar a trabajadores autónomos que a personas con contrato. Por lo que, una de las

ventajas de ser autónomo puede ser la posibilidad de encontrar más ofertas de empleo y la opción de poder trabajar para distintas empresas dedicándose a actividades variadas. Por todos estos factores, se considera que ser autónomo es la mejor alternativa para aquellos que desean crear una empresa de tamaño reducido, para nuevos negocios impulsados por una sola persona o si no se dispone de un gran capital de inversión. Si deseas leer más artículos parecidos a cuáles son las ventajas de ser autónomo, te recomendamos que entres en nuestra categoría de Compensación y Beneficios del empleado o te suscribas a nuestro boletín de novedades.

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Sigue leyendo: http://negocios.uncomo.com/articulo/cuales-son-las-ventajas-deser-autonomo-19660.html#ixzz3sScuLRfrLa palabra autónomo es la que se utiliza para designar la condición de libre que una persona posee. El término proviene del griego, significando la palabra ‘auto’ uno mismo y ‘nomos’ norma o regla. El significado final representa a aquellas personas que se valen por sí mismas y que no requieren la ayuda o asistencia de terceros. En el mundo cotidiano, la palabra autónomo puede hacer referencia a un sinfín de situaciones y circunstancias específicas que van desde el ámbito laboral al ámbito educativo, personal, psicológico o incluso físico.

Autónomo es un adjetivo que surge a partir de la noción de autonomía. La autonomía es la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones o realizar acciones por sus propios medios, sin necesitar el consejo o ayuda de otros. Una persona autónoma también puede ser señalada como una persona independiente, libre. Si bien la capacidad de ser autónomo en diferentes órdenes de la vida es un privilegio ya que permite al individuo desarrollarse como quiere ser y no como se lo imponen otros o la sociedad, también puede

ser conflictivo cuando se trata de lidiar con situaciones de grupo o conjuntas con otras personas.

La noción de autónomo se relaciona hoy en día en gran modo con el ámbito laboral. Esto es así porque se designa como autónomo a aquella persona que no trabaja en relación de dependencia y que, por lo tanto, se mueve en el mundo del trabajo, de acuerdo a sus preferencias y posibilidades. Una persona laboralmente autónoma no tiene jefe ni superiores a quien responder, puede cumplir sus horarios y realizar las actividades que le gusta hacer. Sin embargo, al ser autónomo, debe proveerse a sí mismo con el sustento y el esfuerzo para asegurarse un sueldo digno a veces puede ser mucho mayor que el que realizan los trabajadores en relación de dependencia.

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... via Definicion ABC http://www.definicionQué es Autónomo:

Autónomo significa 'que tiene autonomía'. Tambié, aplicado al mundo del trabajo, significa que trabaja por cuenta propia. Por ejemplo: 'Me escharon del trabajo y me hice autónomo'. Esta palabra procede del griego αὐτόνομος. Formado por 'mismo' y 'ley', 'norma'. Algunos sinónimos pueden ser: independiente, libre, emancipado y soberano.

Este adjetivo se aplica, por ejemplo, a los municipios, regiones u organizaciones que tienen el poder de establecer sus propias normativas y órganos de gobierno. Por ejemplo, se suele habla de 'Gobierno autónomo' y 'comunidades autónomas'. Tambien se utiliza aplicado a personas, indicando que una persona es capaz de desarrollar tareas de una manera independiente. Por ejemplo: 'Juan ya es bastante autónomo'.

Autonomía personalaba autonomía personal es un concepto propio de disciplinas como la Filosofía, la Pedagogía y la Psicología. Se puede definir de un modo genérico como la capacidad de tomar decisiones y actuar en cuestiones relativas a uno mismo. La autonomía personal se trabaja en distintos ámbitos como en Educación Infantil y en la discapacidad.

Autonomía moral

Autonomía moral es la capacidad del ser humano de valorar aspectos de carácter moral por sí propio, por ejemplo, qué esta bien o mal o qué es juto o injusto. Se considera que las personas son capaces de juzgar un modo de actuación o una realidad sin tener en cuenta factores externos que puedan influir en esa valoración. Sin embargo, a nivel real la autonomía moral de las personas se ve fuertemente influenciada por el entorno social. Se considera que la autonomía moral es producto del desarrollo humano y personal y permite a las personas una capacidad de decisión en consecuencia de sus valores morales y de percepción crítica del mundo.c.com/genAutonomía y heteronomía

La heteronomía es un concepto filosófico que define la condición de la voluntad que se rige por imperativos que no son propios sino de agentes externos. n fuera de ella misma. Es importante no confundir este concepto con la heteronimia, que es un término lingüístico que identifica un proceso de formación de palabras en las que proceden de dos raíces diferentes, por ejemplo,

Autonomía universitaria

La autonomía universitaria es uno de los principios por los que se rigen muchas universidades. Expresa que los aspectos organizativos y de gestión se llevan a cabo de manera independiente de otros organismos y entidades, por ejemplo, el poder político.

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