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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Un camino hacia la estabilidad económica ALFREDO R O M A N O

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir.

Un camino hacia la estabilidad económica

ALFREDO R O M A N O

Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Romano, Alfredo Dolarizar: un camino hacia la estabilidad económica / Alfredo Romano; prólogo de Sergio Berensztein. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: El Ateneo, 2021. 248 p.; 23 x 16 cm. ISBN 978-950-02-1226-7 1. Ensayo Económico. 2. Economía Argentina. 3. Ensayo. I. Berensztein, Sergio, prolog. II. Título. CDD 330.01

Dolarizar. Un camino hacia la estabilidad económica © Alfredo Romano, 2021 Derechos exclusivos de edición en castellano para todo el mundo

© Grupo ILHSA S.A. para su sello Editorial El Ateneo, 2021 Patagones 2463 - (C1282ACA) Buenos Aires - Argentina Tel.: (54 11) 4943 8200 [email protected] - www.editorialelateneo.com.ar Dirección editorial: Marcela Luza Edición: Marina Fucito Producción: Pablo Gauna Diseño de tapa: Eleonora Lilloy Ilustración de tapa: Mariano Ruszaj

1ª edición: noviembre 2021 ISBN: 978-950-02-1226-7 Impreso en Buenos Aires Print, Sarmiento 459, Lanús, Provincia de Buenos Aires, en noviembre de 2021.

Tirada: 1000 ejemplares Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723. Libro de edición argentina.

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A la luz de mi vida, Agus, quien me apoya en todos mis proyectos de vida. A mi hijo, Belisario, quien cambió todos los órdenes y prioridades. A mis padres, Alfredo y Susana, que siempre me inculcaron la responsabilidad, el esfuerzo y la excelencia para enfrentar cada desafío profesional. A mi hermana mayor, Flor, de quien aprendo todos los días a ser una mejor persona y profesional. A mi abuelo Tata Julián que me protege siempre desde el cielo.

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ÍNDICE Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Prólogo de Sergio Berensztein . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Parte I. LA DEBACLE ARGENTINA Capítulo 1. LA DÉCADA PERDIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Economía cerrada: evolución de las exportaciones . . . . . . . . Inflación y evolución del salario real mínimo . . . . . . . . . . . . . Niveles de desempleo y pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Producto bruto interno per cápita . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 2. SIN MONEDA NO TENEMOS ECONOMÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 La multiplicación de la moneda: el mayor problema nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 La economía como un automóvil con cuatro cubiertas  . . . . . 43 La dinámica de las cuatro ruedas: moneda, reservas internacionales, déficit fiscal e inflación . . . . . . . . . . . 44

Capítulo 3. EL BIMONETARISMO: EL MAYOR PROBLEMA ESTRUCTURAL ECONÓMICO DE LA ARGENTINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 ¿Qué es el bimonetarismo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 No tenemos moneda y nuestros políticos lo saben . . . . . . . . . 52 Disciplina fiscal y monetaria: las recetas de la mayoría de los economistas argentinos para terminar con los problemas . . . . . . 54 El fracaso sistemático de los planes en conjunto con el Fondo Monetario Internacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 Un Banco Central rengo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Capítulo 4. INFLACIÓN: ESE MAL ECONÓMICO IMPOSIBLE DE RESOLVER . . . . . . . 69 Con inflación de dos dígitos no hay auto que avance . . . . . . . Variables que generan inflación en Argentina . . . . . . . . . . . . . Bimonetarismo: el dólar como ancla inflacionaria . . . . . . . . . La inversión y administración de recursos . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 5. EL PERRO SE MUERDE LA COLA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Mismas recetas para los mismos problemas . . . . . . . . . . . . . La estatización como sinónimo de fracaso . . . . . . . . . . . . . . . ¡Quiero un país normal! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La necesidad de construir (al menos una) política de Estado . . . . Algunas conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Parte II. ADIÓS PESOS, BIENVENIDO DÓLAR Capítulo 6. ADIÓS CONVERTIBILIDAD: UN NUEVO PARADIGMA . . . . . . . . . . 103 Mucho más que un simple plan monetario . . . . . . . . . . . . . ¿No dolarizamos ya en los 90 con Cavallo y tuvimos una pésima experiencia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Una moneda o dos monedas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El riesgo devaluatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La convertibilidad fue un plan de contingencia para bajar la hiperinflación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El problemón de la competitividad en Argentina . . . . . . . . . El Banco Central de la República Argentina durante la convertibilidad: un mono con navajas . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo 7. ¿SE PUEDE DESDOLARIZAR ARGENTINA Y QUE NOS OLVIDEMOS DEFINITIVAMENTE DEL DÓLAR? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131 Análisis de las condiciones iniciales para dolarizar Argentina . . . 135

Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. No nos engañemos con el déficit fiscal . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

Capítulo 8. CARACTERÍSTICAS DE ESTE NUEVO PLAN MONETARIO . . . . . . . . 149 Algunas respuestas para desmitificar la dolarización . . . . . . . 151 Seis razones más por las cuales debemos dolarizar la economía . . . 155 Mayores desventajas de dolarizar la economía . . . . . . . . . . . 163 ¿Cómo enfrentamos las recesiones o los momentos en que no hay liquidez en la economía? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Los nueve tipos de “dólares” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Países que dolarizaron su economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 ¿Países comparables? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

Capítulo 9. BENEFICIOS DE DOLARIZAR PARA EL PUEBLO ARGENTINO . . . . . 187 Drástica caída de la inflación y recuperación sostenida del salario real  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187 Estabilidad económica y tierra fértil para desarrollar negocios en el largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 Se acaba la maquinita del Banco Central y se limitan los canales para financiar el gasto público . . . . . . . . . . . . . . . . . 191

Capítulo 10. MANOS A LA OBRA: CÓMO EJECUTAR EL PLAN MONETARIO . . . . 195 Cómo cambia la vida una dolarización completa de Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un camino para perder el peso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El problema de las reservas líquidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . No tenemos los dólares: Efectos sobre las restricciones cambiarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El reemplazo total de los depósitos en pesos del BCRA a dólares americanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Con la dolarización no alcanza: mejoras fiscales y laborales . . . No se resuelve el tamaño del Estado con la dolarización pero se le pone un freno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un camino muy peligroso: legalizar el dólar y hacerlo competir contra el peso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Finalmente, ¿cuánto puede demorar dolarizar el país? . . . . .

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Capítulo 11. HACIA UNA PROPUESTA DE DOLARIZACIÓN . . . . . . . . . . . . . . 217 El proyecto de dolarización: cinco ejes trascendentales . . . . . 217 La pesada herencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224

Capítulo 12. CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233 Hablemos con rigor científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233 El escenario para la dolarización de Argentina . . . . . . . . . . . 239 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

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AGRADECIMIENTOS

A mi mujer y a mi hijo, que son la energía necesaria para que siga pensando que podemos vivir en una Argentina más próspera. A Clara Sporleder y Sofía Muratore, que estuvieron desde el momento inicial cuando surgió este increíble proyecto de escribir un libro. A Gastón Banchero, quien forma parte de mi equipo de trabajo. A Marina Fucito, quien a través de su experiencia le dio el tono justo a la narrativa. A Enrique Aduriz, quien me ayudó a vislumbrar cuál era mi misión en esta vida.

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PRÓLOGO Luego de casi medio siglo de enormes frustraciones, incluyendo varios defaults de la deuda; dos décadas de estancamiento con inflación (la de 1980-90 y 2011-2021); agudo incremento de la pobreza y la marginalidad; debates estériles sobre las consecuencias de los problemas estructurales que, lejos de resolver, profundizamos; agotamiento de recetas y discursos que fracasaron en el pasado y que, curiosamente, algunos todavía creen que podrían funcionar si se persiste en el tiempo o, mejor aún, si se aumentan las dosis; y en el contexto de un clima de pesadumbre, hartazgo y pesimismo que explica la huida de empresas y la estampida de talento y creatividad que estamos experimentando, Argentina necesita un cambio de paradigma. En este tiempo, desaprovechamos las múltiples oportunidades que se nos presentaron como nación: precios de nuestras exportaciones inusualmente favorables, períodos con financiamiento internacional muy barato, propuestas de integración comercial mediante mecanismos de cooperación claramente beneficiosos para todos sus miembros, etcétera. En efecto, dejamos pasar el tren del progreso, del desarrollo y de la prosperidad demasiadas veces, sin siquiera hacer autocrítica, sin advertir las consecuencias de corto, mediano y largo plazo de semejantes desaciertos. Todo ocurría como si finalmente las cosas se fueran a arreglar casi por arte de magia. Argentina se percibía más rica que sus vecinos, diferente en términos de recursos humanos y naturales: contábamos con una

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. autoestima seguramente sobredimensionada, pero que no nos permitía advertir cabalmente los errores (horrores) que como sociedad veníamos repitiendo. Tal vez por haber experimentado un ciclo de rápido crecimiento entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX; por haber alcanzado un umbral de desarrollo envidiable en una etapa muy convulsionada para la mayoría de los países que hoy consideramos modelo; por la calidad de una educación pública que constituyó el pilar fundamental de un poderoso mecanismo de movilidad social ascendente que permitió conformar una sociedad con una enorme clase media, dinámica y exigente, conflictiva y vivaz; por todo eso (más algunos hitos sorprendentes en términos de las artes y las ciencias, del deporte y la cultura, más individuales que colectivos), predominaba una sensación de que semejante derroche no tendría eventualmente consecuencias demasiado negativas. Esa vieja imagen de “tirar manteca al techo”, originada en la época dorada del modelo agroexportador, hace exactamente un siglo, sintetiza de algún modo esa actitud un tanto desaprensiva, incluso algo petulante, respecto de la riqueza real y potencial que a pesar de todo continuaba conservando Argentina. Es entonces evidente que esta suerte de autopercepción de fortaleza relativa y de posibilidades prácticamente ilimitadas respecto del futuro se convirtió en una trampa que impidió una evaluación más realista y descarnada del impacto y de los costos agregados de tantas equivocaciones, de tantos errores no forzados. Es posible que un monitoreo más exhaustivo y gradual de las sucesivas experiencias negativas que nos trajeron hasta acá, con un mayor compromiso y vocación por debatir los temas más importantes de la agenda pública de forma rigurosa y objetiva, hubiera generado alarmas tempranas, para de ese modo evitar que el precio final sea tan exorbitante. Sería ideal que la sociedad civil cuente en el futuro con organizaciones independientes capaces de evaluar y medir el impacto de las principales políticas públicas, tanto a nivel federal como provincial y municipal. Es cierto que hubo y aún hay algunos individuos y

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. grupos que, trabajando de forma seria y responsable, criticaron, debatieron y elaboraron propuestas muy valiosas. Lamentablemente no tuvieron la repercusión y la influencia que hubiese sido necesaria para mejorar a tiempo la calidad de las políticas públicas en general y de las económicas en particular. También es justo reconocer que hubo experiencias, como en los 90, donde parecía que el país finalmente había encontrado el rumbo de la estabilidad y el crecimiento, pero que terminaron en gigantescas desilusiones, al margen del costo social que generaban y otros condicionantes de orden ético. Lo cierto es que es enorme el contraste entre aquella mirada jactanciosa y prepotente frente al pesimismo y la desesperanza que predominan en la actualidad. Como una profecía autocumplida, en la medida en que estamos expulsando a nuestros mejores emprendedores, a profesionales exitosos, a familias enteras que prefieren enfrentar el dolor del desarraigo y el desafío de la adaptación a un entorno ajeno, con valores y costumbres diferentes, es evidente que los peores escenarios podrían eventualmente volverse realidad. Hoy predominan mecanismos de movilidad social descendente: aquella clase media pujante y vigorosa teme ahora caer en la pobreza y no recuperarse más. Más aún, aquel país que recibía millones de inmigrantes de las regiones más diversas y los integraba rápidamente como agentes económicos e incluso también como ciudadanos plenos hoy se está convirtiendo en un país de emigrantes que dejan su hogar, sus afectos y su cultura con tal de lograr un piso mínimo de seguridad material, previsibilidad y tranquilidad. ¿Qué significa entonces un “cambio de paradigma”? ¿Cómo concretar en la práctica semejante transformación? En primer lugar, es fundamental destacar que, a pesar de la penosa situación actual y de los descomunales problemas que hemos acumulado, un logro para nada menor es que estamos a punto de cumplir cuatro décadas de vida democrática plena. Argentina nunca había alcanzado semejante éxito: para un país con una his­ toria político-institucional caracterizada por la inestabilidad y DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. las regresiones autoritarias, constituye un umbral trascendente si el sistema político se propone encarar por fin objetivos transformacionales y demuestra capacidad de implementarlos. Hasta ahora, tenemos un conjunto de instituciones y prácticas políticas que, en perspectiva histórica y comparada, pueden definirse como una democracia consolidada. Sin embargo, es preciso señalar que este sistema resiliente y con claros signos de estabilidad no logra resolver cuestiones elementales de la agenda ciudadana; mucho menos, abordar desafíos más ambiciosos que permitan resolver problemas estructurales. La meta más importante consiste en que este sistema logre alcanzar consensos sobre lo que deberíamos hacer para revertir la frustración imperante: sin acuerdos fundamentales entre los principales actores políticos, económicos y sociales, ningún cambio habrá de perdurar. Y la única forma de soldar esos pactos intergeneracionales a lo largo del tiempo es mediante un compromiso, que implica un proceso de negociación entre dichos actores y donde se distribuyan los costos y eventuales beneficios que genere el nuevo esquema de políticas públicas (es decir, el paradigma) a ser implementado. En segundo lugar, una vez definido el cómo (un genuino proceso de deliberación democrática mediante acuerdos transparentes y sustentables) y los quiénes (los principales actores económicos, políticos y sociales a través de mecanismos de representación de intereses y de las instituciones previstas en la Constitución, sobre todo el Congreso), resulta vital establecer las metas concretas y los instrumentos para alcanzarlas. Es decir, los “qué”. ¿Es posible generar mucha más riqueza y distribuirla de forma eficiente manteniendo un piso de igualdad que garantice la autonomía ciudadana a la vez que reforzamos los incentivos para mejorar la competitividad y la productividad? ¿Cuánto mercado y cuánto Estado queremos y podemos tener? Dilucidar estos interrogantes y fijar objetivos cuanti y cualitativos para evaluar el impacto de las políticas a ser implementadas constituyen pasos fundamentales, pero no alcanza

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. con eso. Se trata de una condición necesaria pero no suficiente. Además, debemos sin duda discutir el método que habremos de usar y la velocidad de ejecución. ¿Queremos hacerlo de forma rápida, recuperando el tiempo perdido, tratando de alcanzar lo antes posible la senda de la prosperidad? Por el contrario, ¿preferimos encarar esta nueva etapa de manera más prudente, gradual, parsimoniosa (“paso a paso”)? En otras palabras, ¿está la sociedad argentina dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para revertir esta inercia destructiva mediante una política de “shock” o, en su defecto, preferimos el “gradualismo”? ¿Es acaso cierto que avanzar más lento implica menos sacrificio? Si estuviésemos dispuestos a una gran transformación, a tomar riesgos, a meternos en una dinámica de cambio estructural para integrarnos lo más rápido y mejor posible en la economía global, Alfredo Romano nos ofrece en este estimulante libro una persuasiva y completa alternativa: la dolarización. Se trata de un trabajo muy bien pensado y excelentemente plasmado en un texto que fluye con rapidez y que permite que el lector pueda responder las inevitables preguntas que aparecen ante dicha iniciativa. Entre ellas: ¿es acaso el sistema ideal para Argentina? Si no pudimos sostener el régimen de Convertibilidad luego de una década de vigencia (1991-2001), ¿podremos tener la disciplina, el coraje y el compromiso para meternos en una dinámica que exigiría sacrificio, una modernización rápida y efectiva, en suma, cambios muy profundos, algunos de ellos traumáticos? Alfredo Romano responde la mayoría de estos interrogantes. El libro está dividido en dos partes. Comienza con un diagnóstico de “la debacle argentina”, un análisis inclemente y descarnado de este largo período de reversión de nuestro desarrollo económico y social. Dedica un capítulo entero a explicar el eje conceptual de toda la obra: sin moneda no tenemos economía; y otro a analizar un tema que se ha puesto recientemente en boga: el bimonetarismo. Asimismo, Romano examina a fondo la cuestión inflacionaria, explica el papel del Fondo Monetario Internacional y la necesidad de alcanzar consensos básicos para

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. una nueva política, la dolarización, dado el fracaso de todas las opciones hasta ahora utilizadas. En la segunda parte, el autor despliega su argumento de manera lúcida y persuasiva. Afirma que la dolarización es mucho más que un plan estrictamente monetario, pues obliga también a revisar la cuestión fiscal y sobre todo el papel del Banco Central. En su exposición, no le escapa al debate, respondiendo a los principales cuestionamientos que usualmente se hacen y aceptando que, en efecto, la dolarización implicaría costos y acotaría el margen de acción en contextos recesivos y de iliquidez global. Romano también estudia dos casos muy paradigmáticos, los de Ecuador y Estonia, señalando algunos de los errores que convendría sin duda evitar. Luego enfatiza los beneficios que traería para toda la sociedad, incluyendo precisamente un cambio de paradigma en términos de nuestra vida cotidiana. El libro finaliza con una propuesta concreta de cómo dolarizar que sin duda puede servir como borrador conceptual para quien en efecto pretenda avanzar en este sentido. Este libro está destinado a alimentar el debate que el país necesita para salir de su perenne y frustrante crisis. Especialistas con mucha más sabiduría y comprensión de los aspectos estrictamente económicos de una eventual dolarización podrán criticar, comentar y elaborar cuestiones que a este observador se le escapan. Pero desde el punto de vista político-estratégico hay al menos cuatro aspectos que me gustaría señalar. Dos de ellos tienen que ver con el sistema internacional y la revolución tecnológica. Otros dos, con las condiciones iniciales y algunas potenciales resistencias ideológicas que al menos ex ante convierten en antintuitiva una eventual dolarización. El sistema internacional viene hace tiempo experimentando un proceso de transformación caracterizado por el lento eclipse del liderazgo de los Estados Unidos que parece configurar un mundo apolar: sin potencias hegemónicas predominantes, con disímiles focos de poder influyendo regional e internacionalmente en función de las diferentes dimensiones que se

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. consideren (económica, financiera, militar, tecnológica, cultural, demográfica, etc.). En efecto, incluso mucho antes del simbólico y controversial retiro de tropas en Afganistán, con el arrasador triunfo talibán luego de dos décadas de infructuosos esfuerzos por construir un orden político pro-Occidental, era evidente que Estados Unidos venía perdiendo influencia fundamentalmente frente a la irrupción de China como nueva potencia emergente. Pero no se restringía a eso: fracasos militares y de política exterior como los de Siria y Libia; la incapacidad para contener las pretensiones neoimperiales de la Rusia de Putin; y las ambigüedades y titubeos frente al desarrollo nuclear tanto de Irán como de Corea del Norte, entre otros ejemplos, ponían de manifiesto las enormes restricciones que en la práctica encontraba Washington para consolidar su papel como actor hegemónico. A eso se le sumó el giro parcialmente aislacionista que implicó el triunfo de Donald Trump, que desdibujó aún más la presencia y el prestigio de su país, con la parcial excepción de los denominados “Acuerdos de Abraham”. En este contexto, es necesario plantear el siguiente interrogante: teniendo en cuenta esta dinámica y la importancia que China tiene y seguramente profundizará como socio comercial de Argentina, teniendo en cuenta la complementariedad existente, ¿tiene acaso sen­ tido adoptar como propia la moneda de un país potencialmente declinante? ¿Qué costos deberíamos pagar si, por ejemplo, la confirmación de esta tendencia implicara una gradual desdo­ larización del comercio y las finanzas internacionales, como ocurrió hace un siglo con la libra esterlina? ¿Existe alguna forma de minimizar los riesgos y acentuar el impacto positivo de adoptar el dólar? Esto nos lleva al segundo punto, que tiene que ver con el avance de las criptomonedas. Si estamos dispuestos a un salto relevante en materia de innovación, ¿no deberíamos acaso considerar las nuevas tecnologías, como blockchain, que entre otras cosas permitirían ampliar drásticamente la base de tributación al “blanquear” todas las transacciones de la economía? DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Muchos bancos centrales del mundo, incluyendo la propia Reserva Federal, están considerando adoptar en el futuro esta clase de tecnologías. De hecho, estados como Wyoming acaban de hacerlo. ¿Podría acaso diseñarse una criptomoneda “a medida” de la estructura del comercio exterior del país, de forma tal de minimizar el impacto que podría tener, por ejemplo, una sobrevaluación temporal del dólar, con una “canasta de monedas” que pondere el origen de las importaciones y el destino de las exportaciones, a revisar de forma periódica para reflejar eventuales cambios? En un contexto en el que muchos observadores sostienen que las presiones inflacionarias son inevitables, ¿cuál sería el impacto de una política monetaria restrictiva por parte de la FED, como ocurrió a comienzos de la década de 1980? ¿Qué consecuencias tendría, por ejemplo, en materia de competitividad? En relación con las condiciones iniciales para implementar un plan económico fundado en la idea de dolarizar la economía, existe una profusa literatura sobre planes de estabilización y reforma estructural que, en síntesis, sugiere que las crisis agudas suelen ser coyunturas particularmente propicias puesto que suelen atenuar las resistencias y la consecuente capacidad de veto de actores o grupos de interés que perciben que perderían poder económico y político en un contexto más estable, con la economía más abierta, etcétera. Por el contrario, ante la presencia de opciones de política menos audaces, aunque los beneficios potenciales sean más acotados, por lo general los políticos que tienen responsabilidad de gobierno prefieren apostar por alternativas menos innovadoras. Aplica aquí el famoso dicho: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¿Debemos entonces esperar que haya otra crisis económica aguda más? ¿Necesitamos otra ronda de devaluaciones, pérdida adicional del poder de compra del salario e incremento de la pobreza y la marginalidad, para encontrar finalmente las condiciones requeridas a los efectos de implementar un programa económico superador como puede ser la dolarización? Aquí es importante

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. el sentido de urgencia que prevalezca en el conjunto de la clase política. Si en efecto predomina un ánimo conservador, la dolarización no tendría el consenso imprescindible. Si, por el contrario, impera un diagnóstico diferente, que plantee que el costo de oportunidad de volver a fracasar con programas relativamente más cautelosos puede ser muy alto y comprometer incluso la legitimidad del sistema democrático (más allá de un gobierno o un partido), las chances de avanzar con un plan más audaz e innovador sin duda aumentarían. Muchos apuntan al papel del liderazgo en estos contextos críticos. En este sentido, volviendo al punto antes desarrollado, más allá de personas o líderes particulares, mi opinión es que la clave aquí es la conformación de un consenso amplio que aumente la base de sustentación que requiere un programa de grandes transformaciones más allá de un período de gobierno o mucho más aún de un líder o partido en particular. Un último aspecto a considerar tiene que ver con las restricciones ideológicas que un segmento de la sociedad y del arco político puede tener en relación con la dolarización. En par­ticular, es fundamental tener en cuenta que Argentina se ha caracterizado históricamente por tener altos niveles de antinorteamericanismo. Esto no tiene solamente que ver con el auge del populismo a partir de mediados del siglo pasado, sino que incluso antes, y en particular en núcleos de élite, también había un favoritismo hacia otras potencias dominantes (Inglaterra, Francia y Alemania en particular). ¿Podría un país con semejante acervo ideológico-cultural ser lo suficientemente pragmático y permeable como para tomar al dólar como la moneda de curso legal? Es cierto, como sostiene el autor, que los argentinos ya elegimos a la moneda norteamericana para ahorrar, proteger nuestro patrimonio y hacer transacciones de bienes durables, sobre todo propiedades y automotores. Esto no solamente predomina entre los sectores acomodados, sino que permea también en los sectores populares. Es decir que de alguna manera este aspecto del debate quedaría saldado. Sin embargo, quiero enfatizar aquí DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. el componente simbólico, no material e incluso en algún sentido emocional que puede permear un cambio de política tan significativo. Si en efecto es visto como una cuestión que implica en la práctica una pérdida de soberanía o un acto de “entreguismo” frente a una potencia extranjera, esta cuestión podría entonces caer no solo dentro de la denominada “grieta” que fragmenta en la actualidad al país, sino incluso podría derivar en un debate político inflamado, incluyendo movilizaciones populares y hasta acciones judiciales. En este sentido, quienes busquen impulsar un proyecto tan ambicioso como transformacional no deben descuidar los aspectos comunicacionales, intangibles e imaginarios que, dados los antecedentes ideológicos que tenemos, podrían constituir un obstáculo de relevancia. Es finalmente importante destacar que esta excelente contribución de Alfredo Romano pone de manifiesto que la sociedad civil argentina sigue siendo una fuente inagotable de talento, ideas innovadoras y propuestas provocativas. A pesar de tantos sinsabores, del tiempo perdido en discusiones estériles y del dolor que a muchos nos genera ver a la Argentina metida en un laberinto destructivo aparentemente sin salida, aportes como este constituyen un halo de esperanza y aire fresco: nos obligan a seguir confiando en que tenemos los recursos humanos e intelectuales para revertir esta penosa situación y poner por fin al país en la senda de un desarrollo dinámico, equitativo y sustentable que fortalezca la democracia y garantice la libertad. Sergio Berensztein

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PARTE I

LA DEBACLE ARGENTINA ALEA IACTA EST “LA SUERTE ESTÁ ECHADA”

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CAPÍTULO 1

LA DÉCADA PERDIDA En Argentina todo se discute. En general, los argentinos somos los mejores economistas, los mejores directores técnicos, los mejores políticos, empresarios, líderes. Somos hasta capaces de opinar de temas de los cuales no tenemos idea y convencer, simplemente, porque somos argentinos. Lo que no se puede discutir es la debacle de nuestro país hace 40 años. Debacle no hace más que referirse al “desastre”. A nivel social convivimos desde hace muchos años en una guerra interna llamada grieta que no ha hecho más que potenciar los conflictos en la calle, en las escuelas, universidades, trabajos y hasta en los círculos familiares. Respecto de la política una de las pocas cosas que podemos rescatar es que mantenemos el sistema democrático, aunque presenta fallas estructurales muy graves, por ejemplo, el formato de votación arcaico. Luego, nuestros líderes políticos no hacen más que pelearse y separar más a los argentinos. Sin embargo, hablemos de economía, ya que de eso se trata el libro. Fuimos una potencia económica debido a que la riqueza promedio por persona en todo el mundo era de 490 dólares a precios actuales en 1962 mientras que en Argentina, superábamos ampliamente este valor llegando a 1.155 de dólares. Para que dimensionen lo ricos que éramos en dicha época, la economía argentina generaba riquezas por 24.500 millones de dólares anualmente en 1962 mientras que Australia lo hacía por 19.862 millones de dólares, España 16.139 millones de dólares DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. según estimaciones del Banco Mundial. Sin embargo, si tomamos de referencia el 2019 prepandemia mundial, la economía argentina generaba riqueza por 445.000 millones de dólares, España 1.393.000 millones de dólares y Australia 1.397.000 millones de dólares a valores actuales. En el 2020 había más de 19.2 millones de pobres viviendo en barrios vulnerables y 4.5 millones en la indigencia según estimaciones oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Muchos sin agua potable, electricidad, gas y hasta sin techo. La decadencia argentina se puede observar en todas las provincias, donde los barrios vulnerables se han extendido a lo ancho y lo largo del país. La pobreza ha crecido notablemente en las últimas décadas, ya que en los comienzos de 1980 rondaba el 18% mientras que en el 2020 supera el 42% (INDEC). De cada diez niños, seis son pobres en Argentina y no van a tener ninguna posibilidad de construir un futuro mejor. Un párrafo aparte merece el tema de las necesidades básicas de más de 10 millones de argentinos. En las décadas pasadas ha­ blamos de que en Argentina existía pobreza pero que nunca faltaba un plato de comida en ningún hogar. Me cansé de escuchar que “tenemos muchos pobres, pero no somos África, donde no hay un plato de comida diario”. Lamento decir que cada día estamos más cerca de los países más pobres del planeta. Según dos encuestas llevadas por UNICEF en el 2020 “En el 15% de los hogares se tuvo que recurrir a algún préstamo o fiado por parte de algún comercio para comprar alimentos… El porcentaje aumenta al 29% cuando el hogar no tiene ingresos laborales, al 25% en barrios populares y al 22% para los titulares de la Asignación Universal por Hijo”. En 2020 en la Argentina, de un total de 45 millones de habitantes, más de 10 millones recibieron algún tipo de asistencia alimentaria del Estado según estadísticas oficiales. Imagínense en la desgracia que ha caído nuestro país, que ya no hablamos de planes, asignaciones universales o subsidios sino de asistencia alimentaria. Lo más degradante es que a nivel recursos naturales, Argentina fue uno de los países bendecidos de la

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Tierra ya que cuenta con tierras fértiles, clima adecuado y demás recursos para producir infinidad de alimentos no solo para los argentinos sino para el resto del mundo. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (US Geological Survey, USGS) Argentina tiene las segundas reservas de litio más grandes del mundo, que suman alrededor de 17 millones de toneladas. Según la Administración de Información de Energía de EE.UU. (EIA) Argentina ocupa el cuarto lugar con mayor reserva de petróleo no convencional y el segundo lugar de reservas de gas natural del mundo, por lo que es uno de los países con mayor potencial de producir parte de la energía del futuro. Si nos enfocamos en los alimentos, según estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en el 2020/1, Argenti­ na resultó ser el tercer país con mayor producción de soja en el mundo, solo superado por Brasil y Estados Unidos, y está dentro de los cinco con mayor producción de trigo. Por eso, cuando me dicen que “Argentina es un país rico porque cuenta con recursos naturales” o que “somos como el ave fénix” porque sabemos levantarnos, vuelvo a los datos críticos en materia económica, social, de educación y alfabetización, de clima de negocios e institucional para no marearme y confirmar que Argentina dejó hace tiempo de ser un país rico. Los datos estadísticos del INDEC lo confirman: la pobreza de 0 a 18 años es de 57.7% al 2020, es decir 3 de cada 5 niños en Argentina son pobres. A ese nivel hemos caído y es lamentable que todavía tengamos la percepción o nos quedemos en el recuerdo del país rico que supimos ser. Hoy somos una economía que ha perdido la brújula, sin saber cómo recuperar el terreno perdido. Analicemos cómo ha sido nuestra performance económica con el liderazgo de gobiernos de derecha, de izquierda y de centro en estos últimos 40 años. Crecimos menos que cualquier país hermano de Latinoamérica. Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica y estimaciones del Banco Mundial, Argentina tuvo la peor performance en el crecimiento de la riqueza por habitante de un grupo de diecinueve economías DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. latinas en el plazo del 2010 al 2019. Entre los países se encuentran Honduras, El Salvador, Costa Rica, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, México, Ecuador, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Republica Dominicana y varios más. Todos ellos nos han superado en cuanto al crecimiento económico. Argentina ha sufrido 17 crisis económicas y hemos crecido en solo 23 años en los últimos 40 años, considerando el lapso 1980-2020 según estadísticas del Banco Mundial. Es más, en la última década, hemos tenido más crisis económicas que en la mayoría de los países del mundo ya que la economía se contrajo en 6 de los últimos 10 años según estimaciones oficiales. Además, desde el 2011 nuestra economía no crece en términos reales según datos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y en los últimos veinte años tuvimos dos defaults, es decir, el país entró en bancarrota y no pudo pagar sus deudas. Para que veamos algunas comparaciones, Ecuador durante los últimos 20 años solo tuvo una crisis en el 2016 (sin contar la crisis global del covid del 2020). Colombia no tuvo caídas y en Chile sucede algo muy similar. En Uruguay la economía se ha expandido de manera más ordenada y Paraguay ha superado ampliamente nuestra performance. Es decir, sacando el caso de Venezuela, la mayoría de nuestros vecinos han logrado mejores resultados en términos económicos que nosotros en los últimos 40 años. Respecto de la suba sistemática de precios, también nos destacamos en el mundo. Somos una de las seis economías con mayor inflación (suba de precios) del planeta y nos podemos comparar únicamente con economías que sufren dictaduras o conflictos bélicos. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, en 2020 Venezuela encabezó el índice inflacionario llegando al 6500% anual, Zimbabue 622.8%, Sudán 141.6%, Líbano 85%, Surinam 49% y Argentina 36.1%. Si analizamos la inflación acumulada de los últimos 35 años, resultó ser la más alta del planeta, incluso superamos a Venezuela. Tuvimos la mayor inflación acumulada del mundo y en promedio

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. convivimos con una suba generalizada de precios de casi el 60% anual en los últimos 40 años. No olvidemos que según un informe de Daniel Sticco, en los últimos 139 años, Argentina cambió 5 veces de moneda. Además, el informe sostiene que “desde el 5 de noviembre de 1881 hasta el presente en la Argentina se cambió 5 veces el signo monetario, con una vida promedio de 29 años, como la actual que rige desde el 1 de enero de 1992”. El informe confirma que “un peso del 2020 apenas permite adquirir menos de 1 centavo de dólar, sustituyó a $10.000.000.000.000 (10 billones) del primer signo monetario”. Hay países que nunca han cambiado su moneda y nosotros cada 30 años aproximadamente tenemos que “dibujar” una nueva con menos ceros para estabilizar el país. Pero no todo está perdido. Este libro pretende arrojar un poco de luz al final del túnel, hay solución. Argentina no es el único país que sufrió de una década perdida en términos económicos. Países del primer mundo como Gran Bretaña convivieron con estancamiento económico en el período posguerra de 1945 a 1955. América Latina vivió en su conjunto su década perdida en los 80 con grandes desequilibrios macroeconómicos, volatilidades cambiarias e inflacionarias, deudas en dólares muy elevadas, como consecuencia de las dictaduras militares en la región, y una situación externa que era compleja debido a decisiones económicas por parte del expresidente del Banco Central estadounidense Paul Volcker para bajar la inflación galopante en Estados Unidos. En los comienzos de los 80, Estados Unidos sufría una inflación de dos dígitos y para solucionarla y estabilizar el índice de precios el Banco Central de Estados Unidos definió una suba de la tasa de interés, hasta llevarla a índices históricos. Cabe destacar que estudios económicos confirman que la suba de la tasa de interés por parte de la economía americana es uno de los principales determinantes de los flujos de capital a economías en desarrollo y emergentes (Calvo et al. 1996; Forbes y Warnock, 2012). Los movimientos en dicha tasa afectan DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. directamente los cambios en la entrada o salida de capitales a los países en desarrollo y emergentes. Si la tasa de interés de Estados Unidos sube, funciona como una aspiradora para economías como la Argentina, afectando la posibilidad de generar inversiones en dicho país y recrudeciendo las condiciones económicas para crecer. Sin embargo, a diferencia de lo que ha sucedido en otras economías latinas, Argentina ha vuelto a convivir con una nueva década perdida de estanflación, es decir, nulo o bajo crecimiento con inflación muy elevada. Ahora bien, la economía es una ciencia que, en parte, se rige por datos duros, estadísticos. Por ello, analizaremos las implicancias y los resultados económicos de Argentina de los últimos años. Al tener una moneda propia, ¿hemos sido capaces de exportar más en la última década? ¿Hemos evitado crisis financieras por contar con el respaldo de un Banco Central? ¿Hemos logrado estabilidad económica con baja inflación? ¿Redujimos el tenor de las crisis externas por tener un tipo de cambio flexible? Para ver en detalle las razones de por qué ha sido una etapa complicada para la historia económica de nuestro país, ana­ lizaremos las siguientes variables económicas durante los últi­ mos 10 años: crisis económicas, variación de las exportaciones, evolución del salario real mínimo, producto bruto interno, producto bruto interno per cápita y evolución del desempleo. Cada una de estas variables será determinante para entender bajo un análisis estrictamente objetivo las razones de la decadencia argentina y la necesidad de virar el barco hacia otra dirección para volver a encontrar un camino de desarrollo económico sostenido en el tiempo. Analicemos lo que ha sucedido en los últimos 10 años en nuestro país respecto del comercio exterior, contando con una moneda propia.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. ECONOMÍA CERRADA: EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES Históricamente nos hemos jactado de que somos una economía con perfil exportador. El campo, la soja, las carnes argentinas, el petróleo, nuestros vinos son los productos por los que nuestro país fue y es conocido. Sin embargo, si hacemos un análisis de cómo nos ha ido la última década respecto a las exportaciones, veremos que venimos en franco descenso de decadencia. Antes de avanzar en el análisis existen dos cuestiones técnicas que me gustaría incorporar. Por un lado, entender qué son las exportaciones y por qué son tan importantes para un país como el nuestro. Exportar simplemente significa vender desde Argentina hacia el exterior. Podemos vender vinos, soja o nuestros profesionales pueden vender servicios de consultoría. También podemos vender autos, ropa, equipamiento y prácticamente cualquier producto que se produce en nuestro país; es decir, la mayoría de los bienes transables de una economía. Los bienes transables son aquellos que se pueden comercializar y no cuentan con limitaciones para exportarse. Por ejemplo, un bien no transable sería una casa ya que se construye en un lugar y no se puede trasladar a otro para utilizarse. ¿Por qué son tan importantes las exportaciones para nuestro país? Son una de las principales fuentes de riqueza de nues­ tra economía. Argentina históricamente se caracterizó por ser una economía con perfil exportador y al igual que nuestros pares latinos, dependemos en parte del comercio exterior para poder crecer y desarrollarnos. Exportar nos da la posibilidad de generar nuevos empleos, nuevos negocios y mejorar la calidad de vida de los argentinos. También, las exportaciones son la principal fuente de ingresos de dólares y Argentina convive con la necesidad de dólares para pagar sus deudas. Es decir, las exportaciones son el canal más adecuado y uno de los termómetros más precisos para ver cómo le va a la economía argentina. Por otro lado, es importante destacar que el total de las exportaciones se calculan con una simple cuenta matemática P*Q, DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. es decir, precio por cantidad. No es lo mismo que el valor de una commodity como la soja sea de 250 dólares (2018) la tonelada a que el precio sea del doble como en mayo de 2021 donde el valor ronda los 600 dólares la tonelada. Cuando hablamos de los “términos de intercambio”, hacemos referencia al precio de los productos que Argentina vende al mundo. Si los términos de intercambio nos benefician, quiere decir que en el mundo el precio de la soja o el trigo es elevado. También, las commodities se refieren a los mercados de productos básicos o materias primas. El nombre no hace más que referenciar correctamente que dicho bien no resulta ser más que un producto básico sin mayor valor agregado. Las commodities en el mundo se refieren a aquellos bienes que se pueden transar y producir fácilmente. Sin embargo, si uno analiza el valor neto de las exportaciones de bienes y servicios, en 2011, Argentina tuvo un máximo histórico comercializado al alcanzar casi los 83 mil millones de dólares, constituidos principalmente por ventas de origen industrial (35%), mientras que las exportaciones de origen agropecuario representaron el 33% y productos primarios y energía el resto del total exportado. En el 2010, según el INDEC, “las exportaciones totales de bienes resultaron de 68 mil millones de dólares, es decir, un 23% superiores al valor exportado en 2009. El incremento en esta partida se originó en una expansión de las cantidades físicas remitidas al exterior (18%) y, en menor medida, en una mejora en los precios (4%)”. Sin embargo, en el 2019 el valor exportado fue de 65 mil millones de dólares, es decir, alrededor de un 20% menor al de casi una década atrás tomando de referencia el 2011 y prácticamente lo mismo que en el 2010. Como hemos enunciado, el valor de las commodities bajó respecto al 2011 pero lo más preocupante es que el valor de las cantidades también ha caído. Es decir, exportamos menos cantidades que hace casi una década. También, a diferencia de otras décadas donde la tasa de crecimiento de las expor­taciones fue positiva y aun mayor que el resto mundial, en la última década la tasa de crecimiento fue negativa de -0.4%

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. mientras que en el mundo creció al ritmo del 3%. A este dato debemos sumarle que la participación argentina en las exportaciones mundiales también se contrajo, llegó al 0.37%. Para que tomen una referencia, en 1997 la participación era de 0.46%. Es decir, para simplificarte el análisis, perdimos terreno mundial respecto a las exportaciones y ventas netas que genera nuestra economía. Si consideramos el período posconvertibilidad (2002 a 2015), las exportaciones a precios constantes avanzaron a un 0.5% promedio anual, no solo muy por debajo de Asia emergente (que avanzó al 9.7% anual), sino también por debajo del promedio de las economías emergentes (6.6%), del total mundial (4.7%) e incluso del promedio de América Latina y el Caribe tomados en su conjunto (3.7%) (Fondo Monetario Internacional, Cámara Argentina de Comercio). En diciembre de 2011 exportamos por más de 80 mil millones de dólares mientras que a diciembre 2020 esa variable fue menor a 55 mil millones de dólares. Claro que la pandemia afectó en parte las cantidades y los precios. Según un informe del economista Sebastián Galiani, quien ha sido consultor para las Naciones Unidas, Banco Interamericano de Desarrollo y Banco Mundial, en el lapso 2011-2015 pasamos de un récord histórico de exportación a casi 57 mil millones de dólares cuatro años más tarde. Los motivos nuevamente estuvieron ligados a los precios, pero también a las cantidades; la mitad de la caída en el valor de las exportaciones se explica por la trayectoria de las cantidades exportadas, que se redujeron un 17.7% en este ciclo. Si uno analiza el resto del ciclo 2016-2019, la situación no cambió, ya que la tendencia del estancamiento del sector externo se mantuvo. En 2019 el valor de las exportaciones descendió el 6% respecto del 2018 y alcanzó los 65.115 millones de dólares, que son números significativamente menores que los registros del 2011 y 2012, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Recordemos que en el 2012 exportamos 79.9 mil millones de dólares. Es decir, hemos perdido terreno en el aspecto comercial. A pesar de contar con una moneda propia, DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Argentina solo ha perdido terreno en el comercio exterior. Hago mención a que contamos con moneda propia porque una de las herramientas económicas que puede utilizar una economía para apuntalar sus exportaciones reside en utilizar el tipo de cambio para encarecer o abaratar en un plazo de tiempo acotado su economía interna. Es decir, el país puede devaluar su moneda, volverse más barato respecto al resto del mundo y de esa forma lograr atractivo comercial, generando más ventas por Q. Sin embargo, ya veremos más adelante que dicha afirmación es cuestionable desde el punto de vista técnico y empírico. Por otro lado, es interesante ver que la composición de nuestras exportaciones se ha deteriorado. Esto hace referencia a que no es lo mismo exportar soja, es decir, bienes sin un alto grado de elaboración y desarrollo de valor agregado, a exportar autos eléctricos. Lamentablemente, los productos que tienen menor grado de elaboración se pueden considerar commodities, es decir, bienes que no tienen un alto nivel de diferenciación y se pueden producir de manera similar en distintas partes del mundo. En el 2020, las exportaciones de oleaginosas representaban el 30% de las exportaciones netas mientras que en la década de los 90 llegaban al 20%, es decir, exportamos cada vez más productos sin alto valor agregado. Esto nos expone cada día más al valor y el ciclo de las commodities y los precios internacionales. Es por ello que en Argentina existe cada vez mayor dependencia de cómo estará el valor de la soja para crecer en vez de dinamizar una economía productiva que venda productos con alto grado de desarrollo y tecnicismo al mundo. Para concluir, veamos qué sucedió respecto al valor total de las exportaciones con relación al producto bruto interno. Este es un indicador para ver el grado de apertura económica que tiene nuestra economía con el mundo. Argentina ha sido una economía extremadamente cerrada, es decir, exporta e importa poco del mundo y vive de lo interno. Para el año 2019 la participación de las exportaciones en el producto bruto interno fue de 14.5% según estimaciones del Banco Mundial mientras que en

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. la década de 2003-2010 este indicador representaba un 22%. En otras palabras: nos preocupa abrirnos al mundo pero somos una de las economías más cerradas del planeta. Según estimaciones y un ranking de libertad económica 2020 elaborado por la Fundación Heritage, la Argentina aparece en el puesto 149 sobre 180 países evaluados respecto a la libertad económica. Nuestro país se ubica precedido en el ranking por Brasil y cuatro países africanos: Camerún, Zambia, Etiopía y Guinea Bissau, y se encuentra sobre las islas Salomón, Djibouti, Malawi, Haití y Angola.

INFLACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL SALARIO REAL MÍNIMO Ya hemos hablado acerca de la inflación pero ¿cuánto fue la inflación de la última década? Más de 1450% acumulada. Para llevarlo a la vida cotidiana, los precios de los bienes y servicios se multiplicaron por 15 en los últimos 10 años. El peso argentino fue de las monedas más devaluadas del planeta. Según un ranking elaborado por Steve Hanke, profesor de la Universidad Johns Hopkins, en el 2020 solo cinco monedas se devaluaron más que el peso argentino. Entre ellas se encuentran el bolívar venezolano, el “nuevo dólar” de Zimbabue, y las libras libanesa, siria y sudanesa. En 2010 con un billete de 50 pesos era posible invitar a comer a cinco amigos comprando 2 kilos de asado y 4 kilos de pan. Diez años después, la inflación ha llevado a que el poder de compra de ese mismo billete alcance solo para medio kilo de pan. Nada nuevo que los sorprenda. En el mundo la inflación prácticamente se erradicó en la mayoría de los países. En Perú la inflación oscila entre el 1% y 3% anual debido al esquema monetario implementado por su Banco Central, siendo de las más bajas de América Latina. Desde 2002, la inflación promedio anual ha sido de 2.9%. En el 2018 la inflación fue de 2.48%, en el 2019 de 1.9% anual y en el 2020 1.97% anual. En Bolivia, que tiene unos números fiscales complejos y similares a los argentinos en la última década, la inflación de DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. 2015 fue de 2.95% anual, en el 2016 fue de 4%, 2017 dio 2.71%, en el 2018 fue de 1.5%, 2019 fue de 1.47% y 2020 dio 0.67%. En Colombia, la inflación no ha superado el 10% anual en los últimos 20 años y en el 2020 fue de 1.61% anual. Si miramos a Brasil, nuestro principal socio comercial, desde el 2004 la inflación no ha superado el 10% anual y los últimos años ha rondado el 5% anual. En Europa los países tienen problemas de deflación, es decir, muchas economías no generan suba de precios sino que los precios bajan sistemáticamente. Difícil de creer. En Estados Unidos se convive con 1-2% de inflación anual hace décadas y en Australia, Canadá, y muchos países ricos más sucede prácticamente lo mismo. Y, ¿cómo le fue a la moneda argentina? En 2002 luego de la megadevaluación, un dólar valía $3, en 2021 ronda los $100 (tipo de cambio oficial). El mayor problema que genera la inflación se vincula a la devaluación constante de la moneda. Y la devaluación termina traduciéndose en menor capacidad de ahorro para los argentinos. A medida que tenemos una moneda más devaluada, resultamos ser más pobres. Cuando uno siente que no puede viajar porque está “muy caro” o tiene la posibilidad de hablar con colegas o amigos de otros países que ganan en una moneda fuerte como el dólar, en ese momento uno toma conciencia de los estragos que hacen la inflación y devaluaciones en nuestra economía. Sin pensar únicamente en el exterior, cada mes nuestro salario no se ajusta al ritmo inflacionario y por eso nos sentimos cada día más pobres. Según un estudio de la UNDAV, Universidad Nacional de Avellaneda, en 2020 de un total de 14 economías de América, Argentina se encuentra en el puesto 11 con un salario de 268 dólares mientras que países como Uruguay y Ecuador superan los 400 dólares. En 2010 la Argentina ocupaba la cima en las estadísticas de salario mínimo de América Latina. Si uno analiza el salario mínimo real en dólares de Argentina en comparación con el resto de las economías latinas, hemos caído abruptamente. Cabe aclarar que el salario mínimo real es el importe mínimo legal que un empleador debe pagarle a un

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. trabajador. Aunque en Argentina no sea un dato tan preciso ya que tenemos un 50% de nuestra economía informal, es decir, sin ningún tipo de estadística o regulación para medir de manera precisa estas estimaciones, nos da una primera idea de dónde estamos ubicados respecto a nuestros pares.

NIVELES DE DESEMPLEO Y POBREZA La pobreza es la mayor enfermedad de nuestra sociedad y la mayor deuda pendiente que tiene la política económica argentina. Resulta dramático observar cómo en la última década ha vuelto a crecer y cada día se torna más difícil encontrar los caminos para erradicarla. Ya hemos dado estadísticas respecto a la pobreza, pero según estimaciones del INDEC, en 2010 era de 9.9%. A pesar de que la cifra contrasta con estimaciones de consultas y universidades privadas, según las cuales un 30.9% de los argentinos no alcanza a cubrir la canasta básica de bienes y servicios, tomando de referencia nuevamente al INDEC, la pobreza en el 2021 alcanza al 41% de la población. Respecto de los niveles de desempleo, según estimaciones del Banco Mundial, la tasa de desocupación de Argentina en el 2010 era de 7.2%, la del INDEC era de 6.5% para conglomerados de menos de 500.000 habitantes y en el 2020 según el Banco Mundial la tasa alcanza el 11.7% mientras que para el INDEC la desocupación alcanza el 11%. Nuevamente, podemos observar cómo aquellas variables claves para el desarrollo económico de un país se han deteriorado en Argentina la última década.

PRODUCTO BRUTO INTERNO PER CÁPITA Nuestro último análisis se basa en responder si hemos sido capaces de evitar crisis económicas a partir de contar con moneda propia y un Banco Central argentino. DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. El Producto Bruto Interno (PBI) es un indicador macroeconómico de productividad y desarrollo económico, que busca medir todos los productos y servicios finales generados por una economía durante un año calendario; es decir, para simplificar, es la riqueza que produce una nación en un tiempo determinado. “Per cápita” hace referencia a la cantidad de población que vive en dicho país, por ello, el “PIB per cápita” divide la riqueza total sobre el número de habitantes, para hacer un simple cálculo estimativo de cuánta riqueza produciría cada habitante del país. Cuando decimos que lo ajustamos por Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), estamos eliminando las diferencias en los niveles de precios entre países, lo que permite comparaciones entre el PIB de diferentes países sin la distorsión que ejercen los precios. Claro que este indicador económico no necesariamente tiene que ser el reflejo de lo que realmente sucede en la sociedad, ya que si existe desigualdad de ingresos, deja de ser preciso. Para medir la desigualdad utilizamos otro indicador llamado “Coeficiente de GINI” que representa el nivel de distribución de ingresos de una nación. Si el coeficiente es 0, no existe desi­ gualdad económica y todos tienen los mismos ingresos; mientras que si el coeficiente es 1, significa que una única persona es dueña de toda la riqueza económica de ese país. En el caso de Argentina, el índice ronda el 0.45, lo que nos ubica dentro de las 50 economías con mayor nivel de desigualdad del mundo. Por ello, podríamos concluir que el PIB per cápita resulta un indicador para tener una simple y primera observación de lo que sucede a nivel económico en un país. Vamos a los datos duros: A pesar de contar con una moneda propia y con un Banco Central capaz de brindar herramientas para amortiguar o evitar crisis económicas, en los últimos 30 años hemos tenido 11 períodos recesivos, lo que resulta una de las peores performances a nivel global. Argentina lleva una década de estanflación, es decir, nulo crecimiento con altos índices inflacionarios (Datos: INDEC, Mecon). Además, hemos tenido crisis económicas en el

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. 2012 caída -1%, 2014 caída -2.5%, 2016 cae -2%, 2018 caemos -2.5%, 2019 caída -2%, 2020 caemos al -10%. En el período de 2011 y 2019, el PBI argentino cayó 2.5%. Si sumamos el 2020, los números son aún más desalentadores, alcanzan una caída mayor al 12%, según estimaciones de mi equipo económico de Romano Group. Para concluir, en base a las estimaciones oficiales respecto a nuestra performance económica y del Banco Mundial, el PIB per cápita a precios actuales cayó alrededor de un 6% en una década, al pasar de 10.385 dólares en 2010 a 9.890 dólares en 2019 y reduciéndose a 8.393 dólares en 2020, según estimaciones del Banco Mundial. Estos indicadores nos sirven para tomar algunas referencias del desastre económico de esta última década, donde por ejemplo Uruguay cuenta con un PBI per cápita de 15.438 dólares al 2020, Chile de 13.231 dólares a 2020, según informes de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y datos del Banco Mundial. Es decir, seguimos perdiendo escalones respecto a nuestros pares latinos año tras año.

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CAPÍTULO 2

SIN MONEDA NO TENEMOS ECONOMÍA Voy a dedicarme un buen rato a explicar por qué es fundamental tener moneda en una economía. Seguramente han escuchado o leído que Argentina no tiene moneda o que el peso no representa realmente las funciones por las cuales se puede definir una moneda. Lo cierto es que una economía que no cuenta con moneda equivale a un cirujano que no tiene bisturí para operar. Así de complejo es el rol de la moneda en la dinámica económica de un país.  En primer lugar, tenemos que entender que la moneda es fundamental para que una economía funcione, puesto que si no tuviéramos moneda, no habría prácticamente intercambio de bienes y servicios. Desde tener el servicio de banda ancha de internet o comprarse un pancho en la cancha, a comprarse un libro para leer o comprarse ropa de vestir: sin el dinero sería imposible que las operaciones se puedan llevar adelante. Para traducirlo, la moneda resulta ser un pagaré, es decir, un instrumento de pago que todos los habitantes de dicho país confían en que será aceptado por otras personas por no perder valor y se podrá utilizar para comprar y vender bienes y servicios. Por lo tanto, la moneda debe tener el rol de depósito de valor, de la que se espera que mantenga su valor en forma previsible a través del tiempo. También debe tener el rol de ser unidad de DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. cuenta, es decir, en lo que se cuentan los bienes y servicios, en este caso, en una moneda como el peso. Y en tercer lugar, debe ser un medio de cambio, que la mayoría de las personas utilizan pensando que puede intercambiarse en el tiempo. Por lo tanto, en la economía moderna podemos definir que la moneda es principal y únicamente un instrumento de pago que tiene o no intrínsecamente confianza generalizada en que el activo financiero va a tener valor en el tiempo. Durante la II Guerra Mundial en Alemania, los cigarrillos eran un medio de cambio cuando no se conseguía papel moneda. En cierta forma, los que tenían estos cigarrillos en su poder tenían también la certeza de que se los podía intercambiar por otro producto y serían aceptados. Lo interesante es que todas estas cualidades que tiene la moneda están vinculadas entre sí, porque por ejemplo, una moneda es menos útil como medio de cambio si la semana que viene no es tan valiosa, es decir, si no es un buen depósito de valor. Al perder uno de sus atributos, automáticamente esa moneda deja de considerarse como tal, debido a que no cumple las funciones para las cuales fue creada. Algo que nos resulta muy familiar para los que utilizamos el peso argentino. Ahora tratemos de construir un razonamiento. ¿Qué pasa si una economía sufre de inflación, es decir, suba generalizada de precios de bienes y servicios? La moneda local se convierte en un riesgoso depósito de valor, ya que en el tiempo se desvaloriza. En ese caso, ¿qué hacemos automáticamente cuando tenemos en poder un activo que se desvaloriza? Preferimos “sacárnoslo de encima”, vendiéndolo o intercambiándolo, porque no queremos que esa pérdida de valor se traduzca en menor riqueza para nuestros bolsillos. Por lo tanto, aumenta la velocidad de circulación de esa moneda, ya que nadie quiere quedarse con los pesos. La situación solo alimenta aún más las expectativas de inflación que devaluarán todavía más la moneda local. Por otro lado, si esa moneda no la quiere nadie, ¿se busca otro medio de intercambio alternativo para que la economía

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. siga funcionando? Sí: el dólar ha venido a cumplir ese rol, al constituirse como resguardo de valor y moneda de intercambio para determinadas operaciones comerciales, por ejemplo, la inmobiliaria, debido a la historia inflacionaria de nuestra economía. Lo que le sucede a Argentina les pasó a otras economías que sufrieron inflaciones galopantes, como por ejemplo a Alemania, luego de la Primera Guerra Mundial, donde la hiperinflación del marco llevó a que los alemanes busquen refugio en otras monedas. En otras palabras, ningún país está indemne de perder su moneda si la inflación asedia y se mantiene de forma recurrente en el tiempo. El problema argentino es que somos una de las economías de inflación constante con mayor durabilidad en los últimos 40 años. Por ello, podemos decir que “no tenemos moneda” y que el dólar ha sustituido informalmente el rol que debería tener el peso argentino. 

LA MULTIPLICACIÓN DE LA MONEDA: EL MAYOR PROBLEMA NACIONAL En nuestro métier, solemos hablar de la “cantidad de dinero” que circula en una economía, un asunto que puede resultar extremadamente complejo para muchos, pero indispensable para entender la dinámica de una economía moderna, donde el sistema financiero tiene un rol preponderante liderado por el Banco Central. Para saber cuánto dinero existe en una economía, se utiliza el término “agregados monetarios”, es decir, distintas formas de calificar al dinero según su liquidez. Para que se entienda, la “liquidez” significa la capacidad que tiene un activo de transformarse en dinero en efectivo. Por ello, cuando decimos que una acción de Apple es muy líquida, significa que se la puede con­ vertir en dinero en efectivo de manera sencilla, mientras que un inmueble demora más tiempo en liquidarse y transformarse en dinero en efectivo.  DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Veamos los distintos tipos, según la definición de nuestro Banco Central. M0: billetes y monedas emitidos por el Banco Central Es la cantidad de billetes y monedas en manos de los argentinos. También se suma el dinero de los bancos depositados con el Banco Central. Se lo conoce como reservas bancarias: el porcentaje de los depósitos que los bancos mantienen en caja pa­ra poder atender a las peticiones de liquidez de sus clientes. Para resumirlo, es lo que definimos como “base monetaria”. M1: M0 + cuentas corrientes Sumado al dinero que circula de los argentinos, agregamos los depósitos del sector privado (cuenta corriente de personas y empresas) y el sector público, es decir, el dinero más líquido que tienen en general las empresas y los argentinos en el banco. M2: M1 + depósitos en caja de ahorro del sector privado y público en pesos Incluye M1 + caja de ahorro del sector privado y público en pesos. Es decir, los pesos que una persona tiene depositados, por ejemplo, en su caja de ahorro del Banco Nación se contabilizan para el M2. M3: M0+M1+M2 Es un agregado monetario amplio que comprende circulante en poder del público más el total de depósitos en pesos y en dólares del sector público y privado no financiero. En definitiva, debemos entender que la M0 es la base monetaria y de la que tiene mayor poder de fuego el BCRA y puede controlar, en primera instancia. Es decir, cuando hablamos de la “maquinita”, estamos hablando de que M0 crece porque se imprimen más billetes y circulante en efectivo. El poder de fuego hace referencia a la capacidad del Banco Central de tener un control absoluto de M0.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. LA ECONOMÍA COMO UN AUTOMÓVIL CON CUATRO CUBIERTAS  La economía se puede definir como un automóvil con cuatro cubiertas, sin las cuales el vehículo no puede trasladarse. En nuestro caso, cada una de las cuatro ruedas representa: confianza, previsibilidad, estabilidad y seguridad. Si alguno de estos elementos no participa en la vida diaria, los ciudadanos empiezan a percibir los problemas, que van desde caída del consumo, hasta la caída de la inversión, bajas ventas, menor desarrollo, mayor inflación, caída del salario real, menor calidad de los servicios públicos, entre muchas variables más. Sin embargo, lo fundamental es entender lo valiosas que son dichas “ruedas” para la economía y que, lamentablemente, en Argentina todavía no terminamos de comprender. Seguimos insistiendo con distintas propuestas económicas que no permiten nunca estructurar de raíz un plan que cuente con confianza, previsibilidad, estabilidad y seguridad. Lógicamente, un auto no se construye solo con cuatro cubiertas, al igual que una economía, pero sí resultan fundamentales para que cumpla su función primordial. Definiré en simples palabras el significado de cada una de ellas y luego veremos el paralelismo que se genera con una dolarización completa en Argentina y sus implicancias en el sector privado. Confianza: un indicador que condiciona distintas acciones que llevamos adelante como comprar, vender, invertir, planificar. En una pareja, si no hay confianza no hay futuro. En la economía, sucede lo mismo. Previsibilidad: mientras existe mayor previsibilidad, mayores oportunidades tenemos de prever cómo se perfilará ese futuro incierto. Estabilidad: de lo que todo argentino ha carecido en los últimos 50 años. Estabilidad significa lo contrario de volatilidad: cambios bruscos en el tipo de cambio, por ejemplo. Seguridad: ¿quién puede desarrollarse en un lugar donde se siente inseguro? DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. LA DINÁMICA DE LAS CUATRO RUEDAS: MONEDA, RESERVAS INTERNACIONALES, DÉFICIT FISCAL E INFLACIÓN Explicar cómo funciona la economía resulta tan desafiante como explicar cómo funciona el sistema nervioso en nuestro cuerpo. Ya hablamos de la importancia de la confianza, pre­ visibilidad, estabilidad y seguridad para construir los cimientos necesarios para que la economía funcione. Ahora vamos a explicar la dinámica de esas cubiertas, utilizando algunos conceptos eco­ nómicos para poder entender cómo funciona nuestro país. A pesar de que la economía es mucho más compleja, elegí cuatro variables que pueden resultar muy útiles para explicar cómo funciona nuestro país hace décadas.

Las variables  Reservas internacionales: como bien dice la palabra, son los activos en el exterior que se encuentran controlados directa y efectivamente por el Banco Central, según la definición oficial. Estos activos se mantienen en pos de intervenir en el mercado cambiario, o realizar pagos al exterior como impor­ taciones, intereses de deuda, entre varios más. Como toda familia, los ahorros y las reservas son claves, sobre todo en momentos de crisis y de estrés financiero. Moneda: ya hemos hablado del rol y las funciones de la moneda anteriormente. Resulta ser un activo fundamental para que funcione una economía. Recuerden que se vincula con la cantidad de dinero. El control absoluto de dicho activo lo tiene nuestro Banco Central. Déficit fiscal: significa que el Estado gasta más de lo que le ingresa por cobro de impuestos (principalmente). Inflación: el aumento sostenido de precios de los bienes y servicios durante un tiempo prolongado.  

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Ahora que tenemos definidas estas cuatro variables vamos a intentar vincularlas para poder entender cómo funciona nuestra economía y por qué convive con problemas de manera sistemática. Lo primero que hay que entender es que la moneda –en nuestro caso, el peso– simboliza la “sangre” del país. En otras palabras, a partir de contar con una moneda se pueden transar bienes y servicios, para generar riqueza. Se define riqueza anual como el producto bruto interno, necesario para tener información respecto de qué sucede con la economía en un plazo determinado de tiempo. Por ejemplo, si crece la economía, se deberá a que se producen más bienes y se venden más servicios, con lo cual, se genera más riqueza para todos sus habitantes. Por otro lado, al igual que en una casa de familia, donde se generan ingresos por el sueldo de los adultos, también existen gastos mensuales como los colegios, comida, obras sociales, etc. Es decir, los adultos administran los recursos de esa familia. Pero necesitamos contar con ciertas reservas o recursos extras, ya que si un mes no tenemos ingresos regulares, igualmente podemos seguir comiendo, mandando a nuestros hijos al colegio. En una economía, quien administra los recursos que se generan son los gobiernos de turno. Nuestros políticos definen cómo se llevan las cuentas de la casa argentina. Al igual que los padres, pueden ser precavidos, improvisados, responsables o irresponsables. Cuando un gobierno es responsable, busca administrar los recursos que genera su economía de la manera más eficiente posible, intentando mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes y evitando que se generen problemas financieros, económicos. Veamos cómo se genera el círculo vicioso de nuestro país en unos simples pasos: 1. La política cobra impuestos para recaudar fondos asegurándole al ciudadano que, a partir de los servicios que el DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Estado provee, se pueden llevar adelante las actividades comerciales de cada habitante. Para traducirlo, el Estado co­ bra impuestos cuando el comerciante genera ingresos, pero no asume aportar dinero cuando ese negocio pierde. Es decir, está solo para cobrar “en las buenas”. En nuestro paralelismo con la familia, equivaldrían a los sueldos mensuales de los adultos del hogar. 2. Los gastos mensuales equivalen a los servicios que nos brinda el Estado para vivir mejor y poder desarrollarnos. Ya sea educación pública y gratuita, servicio de salud, servicios de luz, alumbrado y barrido. Aquellos servicios de infraestructura vial como las rutas y autopistas seguras, el pago de las jubilaciones, contar con redes eléctricas, cloacas, agua potable, gas, entre varios más. Es decir, el Estado tiene gastos recurrentes para brindarles la mejor calidad de vida posible a sus ciudadanos. Para ello, contrata personas, que también cobran mensualmente para asegurar esos servicios al ciudadano. 3. Los funcionarios de turno suelen administrar de manera deficiente –incluso irresponsable– los recursos provenientes del pago de impuestos. En lugar de ahorrar a través de reservas internacionales, para las épocas de “vacas flacas”, gastan más de lo que reciben, de ahí el origen del famoso déficit fiscal. 4. Con los recursos que produce la Argentina, a nuestro país no le cierran las cuentas para pagar a fin de mes las facturas de gas, educación, salud, jubilaciones y muchos más gastos. 5. Como no cierran las cuentas, hay que buscar la forma de financiar ese déficit fiscal. Si tuviéramos reservas internacionales, podríamos utilizarlas para financiar ese gasto. Cuando leemos que nuestro BCRA publica que tenemos a mayo de 2021 más de 40 mil millones de dólares de reservas, en realidad, aquellas que verdaderamente pertenecen al país son muchísimas menos. ¿Podemos contabilizar

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. como reservas internacionales un préstamo con el Gobierno chino, llamado swap? Los préstamos no equivalen a reservas, las reservas valiosas son aquellas cuyo único dueño es el Estado argentino. ¿Podemos contabilizar como reservas internacionales a los depósitos en dólares, es decir, los ahorros en dólares de los argentinos? No. En nuestro caso, a mayo 2021 las reservas reales rondan los 8.000 millones de dólares según estimaciones de consultoras privadas e información pública. 6. Hay distintos caminos para financiar ese gasto. Por un lado, pedirle plata prestada al Banco Central. El Banco en ese caso, como es quien administra los pesos de la economía, puede de manera ficticia producir más pesos, solventando los gastos fiscales del Estado. Hay un dicho que dice que “la manta es corta”, es decir, emitir pesos tiene implicancias que ya hemos mencionado anteriormente. Se trata de uno de los factores que genera inflación y uno de los recursos que el Estado ha utilizado para financiar ese gasto fiscal excesivo. 7. El problema es que la inflación destruye la moneda, como un cáncer que le va quitando vida a diario a ese cuerpo. En el caso de la suba generalizada de precios, genera un malestar en la sociedad que se traduce en desconfianza en la moneda. Si hay desconfianza en la moneda, “Houston, estamos en problemas”. 8. El otro camino consistiría en financiarse con los mercados de capitales, es decir, utilizar los ahorros del sector privado para financiar el gasto del país. Sin embargo, como en Argentina hay inflación, los inversores prefieren no invertir en pesos en nuestro país. Un buen ejemplo es el caso del plazo fijo, que históricamente ha perdido contra la inflación argentina. Según un informe de una consul­tora argentina llamada Ecolatina presentado en mayo 2021, de los últimos 220 meses, en 200 la moneda nacional quedó por detrás del dólar y la inflación. ¿Qué DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. significa esto? Que cuando una persona deja su dinero en un plazo fijo ese capital se está erosionando cada día. Según la consultora, luego de la convertibilidad “hubo muy pocos momentos en que el peso tuvo mejor rendimiento que el dólar o que no perdió contra el ritmo inflacionario”. Por lo tanto, constituye un gran problema porque –como vimos–, si nuestra moneda pierde valor en el tiempo y los rendimientos que ofrece nuestro sistema financiero no pueden ni cubrir el costo de la inflación, resulta lógico que los ciudadanos opten por otras opciones para resguardar su capital y esfuerzo anual. 9. Al no tener un mercado de capitales que pueda prestar pesos para financiar los excedentes de gastos en moneda local, el Estado argentino tiene que pedir financiamiento al exterior. Este sería el caso del padre de la familia que fue a pedirle plata hasta a sus padres, hermanos y familiares y ninguno decidió prestarle. En ese caso, el padre tiene que ir al banco, con todo lo que significa pedir plata en un banco. En nuestro caso, Argentina recurre a pedir fondos en el exterior. Y en el exterior, solo prestan dólares, euros, monedas muy fuertes. El mayor riesgo asociado al préstamo en moneda dura radica en los consecuentes problemas financieros: puede resultar aún más difícil honrar las deudas ya que la Argentina no tiene control sobre el valor de esas monedas. 10. El país pide dólares en el exterior para financiar el déficit fiscal en pesos porque además de utilizar la maquinita del Banco Central, que le genera inflación, prefiere utilizar otro canal más de financiamiento. Como verán, si rápidamente no se ordenan las cuentas de un país, los que prestan dólares afuera van a dejar de hacerlo por la falta de credibilidad. Lo mismo sucede en una familia, si a lo largo del tiempo no muestra solidez y convicción de honrar las deudas asumidas. 11. Como Argentina no corrige sus cuentas, no obtiene los préstamos que solicita en el exterior. No recibir el préstamo

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. significa el corte del canal de financiamiento. Pero el haber contraído deuda en dólares obliga a emitir más, para paliar el estrés financiero. Y emitir más genera mayor inflación. Mayor inflación genera mayor desconfianza en la moneda local. Recuerden que empezamos diciendo que la confianza, credibilidad, previsibilidad y seguridad eran valores fundamentales para que la economía funcione correctamente en el tiempo. 12. Los resultados de los errores de administración ya se conocen. Convivimos con déficit fiscal, inflación galopante, deudas en dólares imposibles de pagar y no tenemos reservas internacionales, por lo tanto no tenemos moneda que cumpla las tres funciones enunciadas anteriormente. Para concluir, a pesar de que la economía se rige por otras variables más complejas, pretendí ofrecer una explicación simplificada del funcionamiento de la Argentina, porque muchos otros países logran evitar este círculo vicioso. Es decir, muchos países conviven con déficit fiscal, pero cuentan con otras herramientas para financiar esos desajustes financieros. Entre ellas, sus ciudadanos tienen confianza en su moneda local, lo que insufla el aire necesario a las ruedas que el auto necesita para funcionar.

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CAPÍTULO 3

EL BIMONETARISMO: EL MAYOR PROBLEMA ESTRUCTURAL ECONÓMICO DE LA ARGENTINA ¿QUÉ ES EL BIMONETARISMO? Primero vamos a resolver algunas dudas que frecuentemente aparecen respecto de ciertas palabras técnicas en economía. Para simplificar, el término “monetario” se vincula con el dinero de una economía. Cuando hablamos de políticas monetarias, principalmente estamos hablando de cómo se administra el dinero en el país. ¿Quién maneja el dinero en Argentina? El Banco Central de la República Argentina (BCRA).  Es quien toma todas las decisiones importantes respecto de la administración del peso argentino. Recordemos que, al igual que en nuestra vida cotidiana, cada decisión que uno toma tiene efectos sobre otras variables; en este caso, sucede exactamente lo mismo con el Banco Central. Cuando nuestro Banco Central empieza a emitir pesos para dinamizar la economía o financiar al gobierno de turno, básicamente está generando más pesos. Pero si esos pesos no tienen un respaldo y la gente no confía en su valor, pueden transformarse en un dolor de cabeza. Ya veremos más adelante en qué se traducen esos dolores de cabeza. DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. El bimonetarismo significa que hay dos monedas participando activamente en una economía. En nuestro caso, los argentinos lo tenemos clarísimo porque utilizamos el peso para las operaciones de la vida cotidiana, pero si queremos ahorrar o pensar una inversión, el dólar es nuestro resguardo de valor. Es decir, Argentina es una economía bimonetaria, donde conviven a diario su moneda oficial, el peso argentino, pero también está el dólar, que resulta ser la reserva de valor. Esta dinámica poco frecuente en otros países genera conflictos recurrentes en la economía y resulta ser el mayor problema estructural económico con el que convive nuestro país. Aunque parezca una obviedad, la “estupidez” de saber cómo está el dólar todos los días de nuestras vidas solo consume tiempo, energía y no nos permite proyectarnos para adelante.

NO TENEMOS MONEDA Y NUESTROS POLÍTICOS LO SABEN El problema de la economía bimonetaria no es ideológico. No es de izquierda ni de derecha. Ni siquiera del centro (...). Pero lo cierto es que ese funcionamiento bimonetario es un problema estructural de la economía argentina.

Cristina Fernández, expresidente de la Nación Argentina La Argentina no tiene moneda.

Mauricio Macri, expresidente de la Nación Argentina Lo que sucede respecto al dólar en la economía argentina se asemeja a la historia del Coyote y el Correcaminos, es decir, nunca va a llegar a un lugar de paz y tranquilidad ya que se corre tras un objetivo inalcanzable. Salvando las distancias, Argentina ha atravesado la milenésima crisis cambiaria a lo largo de los últimos 40 años, generada por los mismos fundamentos macroeconómicos, y con los mismos diagnósticos y recetas que fracasaron estrepitosamente en las últimas décadas. Probablemente,

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. la crisis del 89 sea una de las más recordadas de los últimos tiempos, donde la hiperinflación azotó de manera virulenta la paz y tranquilidad de todos los argentinos. Al igual que en la medicina, en la que para curarse primero hay que tener un diagnóstico; en este caso, vemos que finalmente se entiende la gravedad y el alcance que tiene para nuestro país invertir y ahorrar en dólares y transaccionar en pesos. Es decir, no tener moneda. Muchos economistas podrán establecer que el bimonetarismo es consecuencia de indisciplina fiscal y monetaria, y que si logramos disciplinarnos, nuestro país no necesariamente necesita perder su moneda de cambio para funcionar económicamente. Otros agregarán que existen varios ejemplos en el mundo de economías que funcionan con bimonetarismo como el caso de Perú. Cada país tiene condimentos culturales, experiencias económicas y personas que lo hacen único. El bimonetarismo genera inestabilidad y la causa no es únicamente fiscal. El dólar es el talón de Aquiles de todas las administraciones políticas y la debilidad argentina. El bimonetarismo nace hace muchas décadas en nuestro país originado por la inflación y las crisis que han azotado a los argentinos frecuentemente. Podemos enumerar cada una de las crisis de los últimos 40 años cuyo factor principal se debió a la falta de dólares. Es cierto que el otro análisis podría sugerir que el problema radica en que Argentina gasta más de lo que produce, pero veremos más adelante que países como Colombia o Brasil tienen de manera sostenida déficit fiscal, y, sin embargo, no se han sumergido en las mismas crisis económicas de nuestro país. De hecho, según un informe de la Cepal “...en el año 2014 se registró un pequeño deterioro de las cuentas públicas en el promedio de América Latina. A nivel de los gobiernos centrales, el desempeño fiscal alcanzó un déficit primario del 1.1% del PIB como promedio simple, en comparación con un déficit del 0.7% en 2013, mientras que tomando en cuenta el resultado global (es decir, incluido el pago de los intereses de la deuda pública) el DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. déficit pasó del 2.4% del PIB en 2013 al 2.8% del PIB en 2014”. A pesar de estos números, la mayoría de las economías latinas no sufrieron los shocks externos que tuvo nuestro país, como veremos cuando nos detengamos en el análisis de la materia fiscal de varias economías latinas desde 2014. Es importante remarcar que la Argentina en parte ya hizo el trabajo de dolarizar su economía, ya que las inversiones, las propiedades, una amplia mayoría de oferta de autos y hasta algunos alquileres ajustan, referencian y se valorizan en dólares americanos. Recordemos que sobre la base de distintas estimaciones privadas y de la AFIP, existen al menos 250 mil millones de dólares en los “colchones” de los argentinos. Otros informes indican que ese número se extiende hasta los 400 mil millones de dólares representando prácticamente otra “economía” argentina fuera del sistema. Por lo tanto, en Argentina no hay manera de que los argentinos nos olvidemos o no utilicemos el dólar para resguardar nuestro patrimonio. Un buen ejemplo que sucede a diario es que nuestros políticos tienen sus ahorros en dólares, pero pregonan que nosotros invirtamos nuestros ahorros en pesos. Lamentablemente, no alcanza con el ejemplo porque hay un refrán que dice que “el que se quema con leche, no una, sino varias veces, ve la vaca y llora”. En este caso, aunque se tomen medidas ejemplificadoras, la desconfianza es tan grande que es muy difícil olvidarse del dólar.

DISCIPLINA FISCAL Y MONETARIA: LAS RECETAS DE LA MAYORÍA DE LOS ECONOMISTAS ARGENTINOS PARA TERMINAR CON LOS PROBLEMAS A priori parece correcto pensar que con disciplina fiscal y monetaria se resuelven los grandes problemas económicos del país, como la inflación. En mis años de vivir en Argentina, me he cansado de escuchar siempre la misma propuesta que proponen distintos economistas de renombre para solucionar los

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. problemas económicos. Muchos coinciden en que logrando un equilibrio fiscal podríamos alejarnos de las crisis recurrentes y volveríamos a un sendero de crecimiento sostenido. Ya veremos que muchos países latinos conviven con déficit fiscal y no tienen nuestros problemas. También, agregan que la falta de una política monetaria independiente de los intereses del Ministerio de Economía de turno debería generar la previsibilidad necesaria para atacar la inflación y fortalecer a la moneda nacional incentivando un crecimiento del mercado de capitales local que genere ahorro y transferencia de la riqueza en el largo plazo a la economía real. Este es un buen resumen de cómo se resuelve la inflación en Argentina, en palabras de Miguel Kiguel, un destacado economista argentino a quien respeto, recibido de la misma facultad donde estudié: Bajar la inflación requiere un programa integral, que opere tanto sobre los factores que la alimentan, los llamados fundamentales como el déficit fiscal financiado con emisión monetaria, como así también sobre los factores inerciales que afectan la dinámica de precios y salarios. Tiene que ser una combinación, ya que ninguno funciona sin la ayuda del otro [...]. Es muy difícil saber a priori si un programa antinflacionario va a funcionar o no, porque tanto su diseño como las decisiones que se toman día a día para sostenerlo son más un arte que una ciencia. Decisiones sobre cuándo y cuánto subir la tasa de interés, sobre cuándo intervenir en el mercado cambiario, sobre cómo interpretar los índices de inflación que salen mes a mes y que a veces pueden dar lugar a una sobrerreacción tanto por el lado optimista o pesimista y tantos otros problemas que van surgiendo. La historia y los datos duros solo han demostrado que todas estas recetas terminaron mal. Por distintas razones, ya sean DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. errores, timing, indisciplina, variables incontrolables, cambios de gobiernos, cambios de expectativas, entre varias más. En este caso, vemos que nadie ha tenido la capacidad de ofrecer certeza respecto a la inflación y resulta muy difícil saber si un programa antinflacionario va a resultar o no en nuestro país. Mi respuesta es que a pesar de que sigamos intentando cualquiera de las propuestas ya utilizadas en el pasado seguirán fracasando en el combate de la inflación y las crisis económicas argentinas seguirán apareciendo recurrentemente con una economía bimonetaria. Si quitamos la convertibilidad de los 90 del análisis, Argentina ha mantenido una inflación constante y alta con respecto a la mayoría del resto de las economías del mundo. Recordemos que solamente en la última década tuvimos una inflación acumulada mayor al 1450% mientras que otras economías latinas como la chilena no superaron el 5% anual en la última década (2011-2020). Pero analicemos un momento puntual para nuestro país 2003-2010: la presidencia de Néstor Kirchner y la posterior de Cristina Fernández Una de las épocas doradas para nuestro país en materia económica se inició luego de la gran crisis económica del 2001-2002. En términos fiscales Argentina tuvo superávit fiscal durante 6 años seguidos a partir de 2003 con un superávit de 1.5% respecto del producto bruto interno y tuvo su pico máximo en 2004 hasta llegar a 3.97% anual, el más robusto de los últimos 50 años y uno de los mejores resultados en términos fiscales para nuestro país en décadas. Es decir, si tomamos de referencia que nuestro país tenía superávit fiscal y también comercial, ya que a nivel balanza de pagos también teníamos más ingresos de divisas que de salidas, podríamos inferir que en este plazo de tiempo Argentina no debería haber tenido inflación luego del reacomodamiento de los precios relativos entre 2002-2003 con la salida de la convertibilidad y la devaluación de nuestra moneda. Ya hemos visto que el dólar opera como un ancla nominal muy importante

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. para fijar precios. Por ello, según una investigación de Frenkel y Friedheim “entre diciembre de 2001 y junio de 2003 el Índice de Precios del Consumidor (IPC) se incrementó 44% mientras el Tipo de Cambio Nominal (TCN) aumentó 195%. El pass-through o llamado ‘traspaso de la devaluación a los precios’ fue el menor en la historia de las maxidevaluaciones en Argentina. La inflación en este período fue resultado del abrupto cambio de precios relativos inducido por la devaluación. Una vez que el TCN fue estabilizado, el ajuste de corto plazo de los precios relativos se completó y la tasa de inflación se hizo nula o ligeramente negativa por unos meses”. Sin embargo, a partir de mediados de 2003 la inflación en Argentina resurgió, y durante 4 años evolucionó hacia el alza de manera considerable. En 2003 la inflación fue 3.7%; 2004, 6.1%; 2005, de 12.3% y 2006, 9.8%; mientras que a partir de 2007 debido a la manipulación de las estadísticas oficiales y guiándonos por datos de consultoras prestigiosas del país, la inflación oficial difería radicalmente con respecto a la que medían en el sector privado. Según Frenkel y Friedheim “Como las mediciones del INDEC no son confiables desde enero de 2007 la información proveniente del organismo es utilizada solamente hasta diciembre de 2006. Desde enero de 2007 utilizamos los datos mensuales de una réplica del IPC, calculados por la firma consultora Ecolatina con base en información muestral recogida por la firma”. A pesar de los superávits fiscales y durante varios años de la presidencia de Néstor Kirchner, el gobierno debía realizar operaciones monetarias para que el peso no se sobrevaluara, así es: no había devaluación sino sobrevaloración del peso en esa época. Sin embargo la inflación estuvo muy presente a partir de 2003, lo cual incidió en las decisiones de política económica del país. Para concluir, a pesar de estar hablando de un momento inmejorable para la economía argentina, la inflación pasó a ser un centro de atención y su escala durante los siguientes años no se detuvo con el gobierno de Cristina Fernández, con lo cual se DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. convirtió nuevamente en el talón de Aquiles de la gestión gobernante también de ese momento.

EL FRACASO SISTEMÁTICO DE LOS PLANES EN CONJUNTO CON EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL Nuestra relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) nació en 1956, una vez que nuestro país comenzó a formar parte del organismo multilateral de crédito. Sin embargo, lo primero que debemos preguntarnos es qué hace y por qué ha sido tan relevante en la política económica argentina durante los últimos 30 años. Tan relevante es el Fondo que desde el primer trimestre de 2021 le debemos 44 mil millones de dólares, con lo cual representa el principal acreedor de nuestro país. El acreedor es aquel al que le debemos plata y tenemos que pagarle porque si no las consecuencias negativas de no hacerlo son mayores que las positivas. Ya hablaremos más adelante de las consecuencias de no pagarle. El FMI ingresa dentro de los organismos multilaterales que se definen como instituciones conformadas por gobiernos sin ánimo de lucro, cuyo capital social está constituido por los aportes de diversos países. Estos organismos buscan promover distintos objetivos entre los países miembros que dependerán de la misión central que tenga el organismo multilateral. En el mundo existen varios, entre los cuales se destaca en el ámbito económico financiero el Banco Mundial, FMI, Organización Mundial del Comercio (OMC), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). En el caso del Fondo “la principal misión consiste en asegurar la estabilidad del sistema monetario internacional; es decir, el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a los países y a sus ciudadanos efectuar transacciones entre sí”. Asimismo, “proporciona préstamos a los países miembros que están expuestos a problemas de balanza de pagos...”, según

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. palabras del organismo. Aprovechamos a definir la balanza de pagos de manera simplificada como el vínculo que tiene un país en materia económica con el resto del mundo, es decir, son los registros de las operaciones económicas, ya sea ingresos y egresos de un país en relación con las transacciones que lleva a cabo con el resto del mundo (cobros, pagos y préstamos de diversas actividades ya sea inversiones, compraventa de bienes y servicios, o préstamos financieros). En general, se llevan registros anuales para tener un control temporal. Cuando un país tiene problemas de balanza de pagos, sufre una mayor salida de divisas (dinero) que ingresos a la economía. Pregunto: ¿no estaríamos en problemas en nuestra casa si durante 12 meses sale más dinero del que entra? Probablemente por unos meses podamos pedir plata prestada o tengamos algunos ahorros para quemar, pero si se extiende en el tiempo, la situación se tornaría inviable. En este caso, Argentina ha sufrido muchísimas crisis de balanza de pagos ya que genera más salida de divisas que ingresos, de ahí proviene el concepto que hemos escuchado en reiteradas oportunidades: “fugan la plata o fuga de capitales”, es decir, que del país salen más dólares de los que ingresan. Y como en Argentina todo lo referenciamos con el dólar cuando salen más dólares de los que entran, tenemos un problema de balanza de pagos. Y cuando tenemos este problema, que no solo se puede generar porque importamos más de lo que exportamos, terminamos tocando la puerta en el Fondo para que nos ayude a resolverlo y nos preste dólares. El problema radica en que como el peso vale cada día menos por la inflación, siempre nos resulta muy dificultoso poder pagar el préstamo en la moneda americana. Por lo tanto, Argentina vuelve una y otra vez a este organismo multilateral, a pesar de que los resultados históricamente han sido negativos para la economía doméstica. Ahora bien, podríamos pensar en no pagar, como hemos hecho con otros acreedores privados del mundo, que nos prestan dólares y nos cobran un interés. El no pagar las deudas tiene DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. un significado negativo en la jerga económica, ya que se pasa a ser la “paria” del mundo. El país que no paga sus deudas sufre las consecuencias económico-financieras que evitan y retrasan su desarrollo económico. Según un informe del Departamento de Economía de la OCDE y Galina Hale, Carlos Arteta en “Sovereign debt crises and credit to the private sector”, las implicancias de una crisis de deuda soberana sobre el crédito en el sector privado son estadísticamente robustas y se mantienen por lo menos por dos años luego de la reestructuración de la deuda. Es decir, las empresas argentinas son las que sufren las consecuencias de los defaults sistemáticos de los Gobiernos argentinos, donde vemos que sus valuaciones, acceso al crédito y crecimiento se encuentran absolutamente condicionados a partir de dicho evento nacional. Detalla el informe de la OCDE: “But when household debt rises above trend by 10% of GDP there is a 40% probability of the economy entering recession in the following year… although such levels were reached in Estonia, Spain, the United Kingdom and the United States on the eve of the recent crisis”. En nuestras palabras, en un escenario donde hay un aumento de la deuda por encima del 10% de su PBI, existe un 40% de mayores probabilidades de que dicha economía ingrese en una recesión en el próximo año, observando en países como Estonia, España, Reino Unido y Estados Unidos, donde los números luego se verificaron con recientes crisis. Volvamos al ejemplo de la casa, si uno no paga sus deudas, nadie va a querer prestarnos en un futuro porque perdimos credibilidad; con la consecuente dificultad para recuperarla. Además, tal vez nos den la espalda en nuestro círculo social e incluso nos vinculen con un estafador que no paga sus deudas. Es decir, endeudarse desmedidamente solo genera a futuro problemas económicos y financieros. Lo mismo, exactamente lo mismo, sucede cuando Argentina no quiere pagarle al FMI o a los acreedores externos. La confianza en el país se derrite y la posibilidad de que otros

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. inversores del resto del mundo inviertan en nuestra economía se ve reducida. Moraleja, si tomas deudas mejor pagarlas porque la confianza es un valor extraordinariamente importante para desarrollarte en tu carrera profesional. Lo mismo sucede con nuestro país. Y si la pregunta que se hacen muchas personas es qué pasa si no hay plata para pagar esas deudas, mi respuesta es: mejor pensarlo antes de asumir una deuda porque se ha verificado que aumentar el gasto fiscal en pos de dinamizar la economía en momentos de turbulencia económica no tiene los efectos deseados en el crecimiento de la economía sino todo lo contrario. Por otro lado, según un informe del Banco de Italia, bajo condiciones similares a las que prevalecen actualmente en la zona del euro (EA), en países con una alta deuda pública, el estímulo fiscal induce un deterioro de las finanzas públicas y, por tanto, un rápido aumento de la prima de riesgo soberano, que a su vez reduce sustancialmente el tamaño del multiplicador y la eficacia de la política fiscal. En efecto, los resultados positivos multiplicadores que pueden generar una expansión fiscal en épocas de turbulencia económica solo aceleran la crisis financiera ya que el país pierde aun mayor credibilidad de que va a poder repagar sus deudas, aumentando su prima de riesgo financiera al asumir mayores gastos fiscales. Recordemos que la prima de riesgo no es más que la tasa de interés que paga el país para tomar crédito. Es decir, cuando escuchamos que “primero hay que crecer para luego pagar” y se incentiva el gasto fiscal como herramienta que apuntale al crecimiento económico, significa un error conceptual muy grave, que a la Argentina le ha costado muchísimo dinero, evidenciado en recurrentes crisis económicas. Tanto los seres humanos y por ende los países, ya que son administrados por personas, tienen la libertad y responsabi­ lidad de tomar decisiones. Si un país como el nuestro tiene la valentía de pedir prestado, luego no podemos responder a quienes les debemos su plata que no podemos pagarla porque DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. la plata no está. Se trata de una respuesta simplista, que únicamente ha ayudado a cavar aún más nuestra propia fosa. He enunciado que el FMI ha oficiado como un discutido prestamista de última instancia para nuestro país y que no acertó en sus formas de asegurarse la devolución de sus fondos en la mayoría de los programas que hemos llevado adelante. Pero no hay que colocar el carro delante de los caballos ya que tanto los gobiernos peronistas, radicales y de Cambiemos han tocado la puerta del organismo para pedir plata fresca. Luego, ante necesidad y la demanda de nuestro país y las condiciones impuestas por el Fondo, se puede avanzar o no con dicha entidad de crédito. Es por ello que somos un país independiente. Si tuviera que dejar mi posición sobre los organismos internacionales de crédito, como el FMI, diría que se trata de instituciones burocráticas que utilizan una receta única estandarizada para buscar solucionar los distintos problemas para distintas economías. Creo que su mayor fracaso radica en que no estudian a fondo cada una de las economías en las cuales se sumergen para brindar soluciones económicas. Les falta más estudio exhaustivo para saber realmente qué está sucediendo en ese país puntual y cómo se pueden solucionar los problemas de un determinado momento, pero estudiando su historia, cultura y sus características particulares. En 2018 se consensuó con el gobierno de turno un ajuste fiscal feroz para nuestro país, pensando que iba a generar la estabilidad necesaria para salir de la crisis cambiaria que nos azotaba, y sin embargo, la realidad nos marcó una historia distinta. En definitiva, a pesar de que nunca hemos tenido éxito, el verdadero prestamista de última instancia de Argentina es el Fondo Monetario Internacional. En efecto, existieron muchos episodios con el Fondo a lo largo de estos 65 años. Sin embargo, voy a enfocarme en los de las últimas décadas, comenzando por el 2001, donde el FMI resultó ser un prestamista de última instancia, al igual que en la crisis financiera de 2018. Argentina, al no contar con una moneda estable, confiable y que mantenga su

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. valor en el tiempo, tampoco ha contado con un prestamista de última instancia ya que el rol del Banco Central durante ambas crisis fue absolutamente limitado y no pudo evitar el shock en la economía real. 

UN BANCO CENTRAL RENGO Uno de los mayores problemas que tiene nuestro Banco Central para hacer política monetaria radica en que el desarrollo del sector financiero en Argentina es muy limitado. Nuestro país tampoco tiene un sistema financiero maduro. ¿Qué significa que el sistema financiero es pequeño? Que menos del 50% de los argentinos tiene una cuenta bancaria y que el acceso al crédito es extremadamente limitado. Por ejemplo, el crédito a la primera vivienda representa el 1.2% del producto bruto interno (PBI) según estimaciones nacionales a 2020, mientras que en Chile ronda el 20%. Es decir, en Argentina existe un nivel de informalización muy alto y el sector financiero no tiene capilaridad en todas las industrias y sectores productivos del país. Como comparativo, Chile cuenta con un 81% de su economía bancarizada. Existe otro indicador que es el coeficiente de crédito respecto al producto bruto interno que permite medir el tamaño del sector financiero en relación con el volumen total de la economía. El crédito resulta ser una herramienta muy potente para dinamizar una economía y fundamental para crecer en el largo plazo. Vamos a ver algunos ejemplos sencillos pero que tienen un impacto directo económico: • Para iniciar un emprendimiento de venta de ropa para niños se necesita el capital inicial para hacer la inversión en telas, moldería, diseños, entre algunos gastos más. Sin ese dinero inicial, no se puede empezar a girar la rueda. Si uno accede a ese crédito financiero, una vez que empieza a vender sus vestidos y remeras, tiene la capacidad de devolver las DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. deudas. Este emprendimiento que nace de una sola persona tiene el potencial de crecer, empleando gente, servicios e invirtiendo para expandir la producción. Ese micronegocio puede transformarse en las marcas que venden cientos de prendas mensuales y emplean cientos de empleados en Argentina. • Necesito comprar una computadora para que mis hijos puedan hacer sus clases de manera virtual pero las computadoras en Argentina salen una fortuna. Si existieran créditos baratos, es decir, con tasas de financiación muy bajas y con un repago a 7 años, probablemente podría acceder a comprarla. Pero tener que poner 60.000 pesos en efectivo para pagarla hoy me resulta imposible porque no tengo la plata. Sin embargo, si me ofrecieran un plan de pagos en cuotas mensuales de 715 pesos con un costo financiero bajo, seguramente la compraría. • Un empresario pyme que ya emplea a 30 personas quiere expandir su fábrica de ladrillos, pero no tiene la capacidad financiera para hacer la inversión. Necesita un crédito que le dé la posibilidad de crecer para luego repagar sus deudas. Si ese empresario contara con líneas de crédito en Argentina, pero con una tasa de financiación barata y con repago a largo plazo, probablemente tomaría el crédito y ampliaría la fábrica. En este sentido, ampliarla demandará mano de obra, y más personal para poder producir más. Es decir, nuevas fuentes de trabajo para la sociedad. Como estos ejemplos hay muchísimos más. Pero ¿cuál es la principal razón de no tener crédito en el país? La inestabilidad macroeconómica causada principalmente porque convivimos con dos monedas: el peso y el dólar. Según la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), que nuclea a más de 600 entidades financieras de la región, la Argentina ocupa el último puesto en el ratio crédito/PIB, siendo la economía con menor nivel de financiamiento de América Latina. Recordemos que

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. nuestra región latina ya cuenta con niveles bajos de acceso al crédito comparado con los países desarrollados. Por lo tanto, nuestro país se encuentra dentro de los países con peores índices crediticios y de tamaño del sector financiero del mundo. Tomando los datos a marzo 2020 el crédito/PBI en Argentina era de 12.91%, el de Chile 101%, Brasil 49%, Colombia 47%, Ecuador 28%, Panamá 104%, Uruguay 28% y Bolivia 58%. ¿Pero qué consecuencias tiene sobre la política monetaria que hace el BCRA? Una de las mayores herramientas de política monetaria que tiene el Banco Central consiste en administrar la tasa de interés. La tasa de interés en una economía principalmente regula la liquidez del sistema. Un ejemplo práctico: cuando sube la tasa de interés, las personas prefieren dejar sus ahorros colocados en plazos fijos en vez de utilizar esos recursos para consumo. Es decir, además del efecto que tiene sobre la circulación de pesos en la economía, también tiene efectos sobre la economía real. Al tener un sistema financiero muy pequeño, nuestro BCRA no tiene un mecanismo de transmisión directo cuando utiliza la tasa de interés como herramienta monetaria. Para traducir este tecnicismo, el Banco Central es un banco rengo, incapaz de utilizar sus herramientas para controlar situaciones de estrés financiero en el país, ya que la política monetaria se focaliza en la economía formal, mientras que la entidad monetaria no tiene alcance con el sector informal de la economía (un 50% de la economía argentina es informal, según estimaciones del INDEC). Para dar un ejemplo reciente: durante la crisis de 2019, la tasa de interés del BCRA llegó al 78% anual en pesos, pero los argentinos corrían al dólar porque preferían comprar dólares en vez de sacar una rentabilidad mayor al 6% mensual en pesos de sus inversiones. Para tener algunas referencias, la tasa de interés de Brasil llamada Selic se mantuvo en los niveles del 4.5% y 5% anual durante gran parte del 2019. Es decir, Argentina tuvo mensualmen­t e una tasa más alta que la anual de Brasil. En otros países como DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Chile, la tasa de política monetaria (la tasa de interés) rondó el 2% anual. En pocas palabras, técnicamente el Banco Central, además de no oficiar como buen prestamista de última instancia para nuestro país, tampoco tiene disponibles herramientas potentes para recuperar la estabilidad en situaciones de volatilidad financiera. Entonces, ¿para qué tenemos al BCRA si nos genera inflación, caída del salario real constante, no es capaz de reducir la volatilidad en situaciones de estrés financiero y también ha sido impotente a la hora de financiarnos cuando más lo necesitábamos? ¡Yo tampoco lo sé! Por otro lado, volviendo al rol del FMI, cabe destacar que durante la presidencia de De la Rúa, el Fondo adquiere un rol preponderante para la Argentina, al convertirse en uno de los actores en el manejo de la crisis financiera que el país enfrentaba. A cambio de un mayor desembolso, incrementó paulatinamente su capacidad de intervención en la definición de política económica de Argentina. El Fondo Monetario Internacional, por sus siglas IMF, también es reconocido en el mundo con un slogan particular , “It's Mostly Fiscal" (“es sobre todo fiscal”), haciendo referencia a que el principal recurso de política económica que este organismo utiliza como remedio para las crisis está asociado al ajuste fiscal, principalmente. Uno de los mayores contrapuntos en contra de la dolarización está asociado a la pérdida del prestamista para dar liquidez en momentos de crisis. En Argentina, debido a los fracasos sistemáticos, existe un rechazo profundo al Fondo y las políticas que ha llevado en nuestro país, que han traído aparejados errores conceptuales muy graves que se han traducido en agravamientos económicos. Por ejemplo, en la crisis de 2018, resultó ser un prestamista de última instancia cuando Argentina perdió el acceso al crédito del mundo y el Fondo condicionó sus desembolsos al cumplimiento de políticas de ajuste fiscal y monetario que profundizaron el impacto recesivo de las crisis, afectando en especial a los sectores más vulnerables. Este escenario es

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. similar al que se dio durante 2001, donde la Argentina sufrió su peor crisis económica y las recetas del FMI afectaron principalmente a las clases sociales más vulnerables de Argentina (Stiglitz, 2002). Por lo tanto, ¿por qué el Banco Central no ha podido obrar como nuestro prestamista a fin de evitar el rol del Fondo en las últimas crisis económicas profundas? La respuesta es porque no tenemos moneda y como no tenemos moneda, tampoco tenemos un mercado de capitales y sector financiero desarrollado. Al no contar con crédito, tenemos que endeudarnos en dólares con inversores extranjeros y organismos multilaterales de crédito como el FMI. Para completar el círculo vicioso, como nos caracterizamos por no pagar nuestras deudas, cuando pedimos prestados dólares nos sale carísimo porque no somos confiables. Al endeudarse en dólares, nuestro Banco Central no puede emitir papelitos verdes, solo puede emitir pesos argentinos. Cada vez que el BCRA emite en situaciones de máxima tensión económica para generar liquidez en el mercado o devalúa para atenuar el shock económico, ha generado un efecto contradic­ torio, tal como afirma Calvo en “Globalización y régimen cambiario: ¿tiene sentido dolarizar?”. En vez de reducir la volatilidad, generar tranquilidad y recuperar confianza, ha enardecido los fogonazos devaluatorios y profundizado las crisis económicas. Por ello, como veremos más adelante, no parece la mejor opción escudarse en la pérdida de nuestro BCRA como prestamista de última instancia para resolver crisis financieras. Sin ir más lejos, lo hemos visto en la crisis de la pandemia en 2020, cuando el BCRA emitió dos billones de pesos (7.4% del PIB) para sostener la actividad económica, pero la economía real cayó 10% y la inflación alcanzó el 36%. Para 2021, la estimación de inflación ronda el 50% debido a la mayor emisión monetaria. Entonces, vuelvo a preguntar: ¿cuál es el sentido de tener un Banco Central si no brinda estabilidad y seguridad en momentos de crisis y además, prácticamente, obliga a ir a un organismo multilateral para que nos diga qué hacer a cambio de financiamiento? DOLARIZAR

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CAPÍTULO 4

INFLACIÓN: ESE MAL ECONÓMICO IMPOSIBLE DE RESOLVER CON INFLACIÓN DE DOS DÍGITOS NO HAY AUTO QUE AVANCE Analizar el mayor fracaso económico que tiene la economía argentina no deja de ser un desafío a diario. También, resulta sorprendente que la política económica luego de décadas de convivir con este mal, que flagela al pueblo principalmente, siga insistiendo con las mismas recetas erradas. ¿Cómo puede ser que en 2021 proyectemos una inflación superior al 40% anual? ¿Cómo puede ser que en el resto del mundo existan déficits fiscales por las nubes y políticas monetarias expansivas y la inflación promedio fue de 3% anual? Sí, anual, no mensual. Sí, país extranjero que analizas, país que tiene déficit fiscal. Sí, también hay emisión monetaria y no hay inflación, ¡sí! Vamos a analizar los factores que condicionan a los precios y la secuencia inflacionaria que no parece tener fin en Argentina, y cómo se resuelve en el corto plazo para por fin erradicarla. En primer lugar, me gustaría mencionar un informe del Banco Central de 2020,  donde se citan los principales factores que condicionan a la inflación: tipo de cambio nominal (E), los salarios (W), la actividad (Y), la cantidad de dinero (M) y la tasa de interés en pesos (i). En parte, podemos decir que dichas variables importan a la hora de modelar y proyectar escenarios inflacionarios, pero DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. existe una relación directa entre todas estas variables: todas ellas están condicionadas por el peso argentino. Hemos tenido épocas de tasas de interés exorbitantes, con una baja monetización de la economía (durante 2018-2019), y sin embargo las presiones inflacionarias no cedieron. Quisiera explicar un término económico nuevo de gran utilidad, la “monetización de la economía” es la cantidad de dinero con que cuenta una sociedad, medida en relación con su producto bruto interno. En general, una forma de dinamizar las economías consiste en utilizar al Banco Central para que emita y genere más dinero en la economía, como ya mencionamos. En 2020, Argentina vivió una de las peores crisis económicas de su historia, con una caída similar del PIB que en 2001 y, sin embargo, las presiones inflacionarias no cedieron, debido –entre otras variables– a la devaluación arrastrada y la enorme emisión monetaria. Hemos visto cómo en las últimas décadas los salarios se han pulverizado en términos reales y, sin embargo, la inflación ha seguido su dinámica de dos dígitos. La inercia inflacionaria se ha mantenido arriba del 35% en el último ciclo 2016-2020. También, hemos tenido un tipo de cambio atrasado durante distintos períodos y la inflación siempre estuvo presente. Por lo tanto, lo primero que hay que entender es que todas estas variables que analiza el BCRA para explicar el fenómeno inflacionario están condicionadas por un activo que se llama peso y que resulta fundamental para coordinar expectativas entre los actores que forman parte de la economía. Mi primera conclusión radica en reafirmar que nuevamente Argentina a través de su Banco Central tiene una visión errada respecto al fenómeno inflacionario y que los actores que hacen política económica no entienden que todas las variables que ellos consideran fundamentales para atacar la inflación están embebidas en una moneda que no representa resguardo de valor, no genera confianza y, por lo tanto, no es posible solucionar el problema de fondo y de manera radical. Para traducirlo

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. al español, si no se tiene una moneda fuerte, muchas de estas variables son irrelevantes. En segundo lugar, analicemos las políticas fiscales de otros países y veamos si en aquellos países donde conviven con déficit fiscal de manera regular necesariamente tienen inflación elevada o de dos dígitos. Hace poco tiempo, el economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe afirmaba que uno de los principales problemas macroeconómicos de la región es la “débil posición fiscal” de la mayoría de los países. Vamos a datos duros y concretos: déficit fiscal de Colombia 2009 es de -2.67%, 2010 es -3.3%, 2011 resulta -1.99% y ha seguido con déficit hasta 2018 -4.68%, en 2019 -2.5% y 2020 aún más negativo. Es decir, durante los últimos 11 años, sacando un magro superávit en 2012, Colombia ha convivido con déficit fiscal. ¿Y cuál ha sido su inflación promedio de los últimos 10 años? Menos del 4% anual, donde los últimos años ha gozado de inflación rondando el 3% anual, y no mensual como en Argentina.  Pero, analicemos ahora a Brasil: su déficit fiscal en los últimos años ha sido aún más abultado que el colombiano, llegando a picos de 10% respecto a su PBI en el 2015 y manteniendo durante los últimos 20 años déficit fiscal constante (2016 -8.99% / 2017 -7.17% / 2018 -7.86%). ¿Saben cuánto fue la inflación promedio de Brasil de los últimos 10 años? Menos del 7% anual. Y, ¿conocen cuánto fue la inflación promedio de América Latina los últimos años? 5.6% anual. Por lo tanto, nuestra segunda conclusión radica en empezar a desmitificar que el déficit fiscal equivale a la única causa de la inflación en Argentina. Significa otro error conceptual porque no solo países muy similares al nuestro mantienen altos niveles de déficit fiscal sino que la mayoría de las economías desarrolladas del mundo conviven con inflación cercana a 0% anual pero con déficits fiscales recurrentes. Para traducirlo al español, ¿saben cuál es la principal diferencia entre Colombia, Brasil y Argentina? Ellos tienen moneda, nosotros no. Si tienen la posibilidad de vivir o viajar en algunos de estos países, o si DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. hablan con chilenos, peruanos, brasileros, colombianos, ninguno de ellos tiene la más mínima idea de cómo es la relación de su moneda respecto al dólar. En estos países, la moneda nacional es la única que trasciende en los medios de comunicación, en las valuaciones de propiedades, en las ventas de automóviles o en las transacciones para ahorro. No necesitan referenciar su moneda contra otra moneda más fuerte para saber si lo que tienen como activos en sus casas y en sus bolsillos tiene o no valor. Solo piensan, razonan, ejecutan operaciones y viven el día a día en sus respectivas monedas nacionales. Respecto del diagnóstico, hemos intentado demostrar que no solo existen variables macroeconómicas que condicionan la inflación de un país, sino que existen otros condicionantes que juegan un rol preponderante a la hora de construir las expectativas inflacionarias por los actores económicos, entre ellas: la historia, la confianza, el futuro, la psicología y la cultura. También, que a pesar de que la mayoría de las economías del mundo conviven con déficit fiscal, no se traduce directamente en escenarios inflacionarios.  Nuestro país, bimonetario, convive a diario con dos monedas para invertir, ajustar salarios, pensar en ahorrar, planificar un flujo de fondos, ver el precio de la nafta y las tarifas, agarrarse del pasado, pensar en el futuro y muchos ejemplos diarios más. Por ello, hay que entender que el principal problema que genera inflación en Argentina es el bimonetarismo y solo cuando la política económica asuma que el argentino ya eligió al dólar como su moneda de referencia, solo en ese momento podremos pensar en erradicar definitivamente la inflación de nuestra economía. Sin embargo, para no caer en un modelo simplista respecto al que solo el bimonetarismo es la única causa de la inflación en Argentina, a continuación me detendré en las principales variables que considero que forman parte del cocktail explosivo argentino.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. VARIABLES QUE GENERAN INFLACIÓN EN ARGENTINA Para analizar la inflación es importante entender que existen varios factores que influyen en la dinámica de precios. La inflación no es únicamente un fenómeno monetario ligado exclusivamente al gasto fiscal. También, como muchos colegas escriben, la inflación en Argentina representa un drama que nadie ha sabido resolver, porque los diagnósticos siempre han estado errados y no han sabido acertar. A mi entender, la inflación argentina está construida por un modelo multicausal que contempla los siguientes ejes de variables claves: psicológico, económico, bimonetarismo, temporal, administración y generación de recursos, que –por supuesto– están relacionadas entre sí.

La variable psicológica: la manía argentina Podríamos incluir esta variable dentro de la psicológica porque se encuentran claramente vinculadas. Sin embargo, en un país normal los principales aspectos de la variable psicológica estarían dados por el rol temporal, ya que las personas tomamos decisiones en base al pasado e intentando imaginar el futuro. Lo que ocurre es que en Argentina tenemos una enfermedad maníaca crónica respecto a la inflación y el dólar. Por lo tanto, he dado el lugar que se merece en el análisis de variables claves que inciden y condicionan la inflación.  Según la doctora Cecilia Banchero (MN 73402) “los argentinos están absolutamente traumatizados por la temática del dinero en general y con el dólar en particular”. Buscando qué significa trauma encontré que es una palabra que deriva del griego y significa herida. También, otras definiciones la encuadran como una “impresión emocional muy intensa causada por algún hecho o acontecimiento negativo que produce en el subconsciente de una persona una huella duradera que no

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. puede o tarda en superar”. La persona maníaca sufre de estados emocionales persistentes y la manía en sí se define como una enfermedad mental caracterizada por una preocupación fija y obsesiva por algo. Estoy convencido de que la inflación y el dólar en el país son un trauma para la sociedad que ha generado y sigue produciendo efectos muy nocivos en la dinámica económica diaria En nuestro caso, según la doctora Banchero “debido a las constantes crisis económicas sufridas por generaciones, desde que nacimos hemos visto a nuestros abuelos y padres ahorrar en dólares. Para nosotros, la moneda que nos asegura no solo el ahorro, sino la supervivencia en el sentido literal. Internalizamos que el dólar nos permite seguir comiendo, comprando remedios, pagando la educación de los hijos, viajando, nos permite acceder a nueva tecnología y a la compra de electrodomésticos, entonces está en nuestras acciones cotidianas. No solamente cuando hablamos de compras especiales como un inmueble, o un automóvil”. Es decir, el aspecto maníaco obsesivo respecto a la inflación viene dado por un instinto de supervivencia. La necesidad de sobrevivir frente a los embates económicos que nos asedian a los argentinos de manera frecuente. Aquí tenemos nuestros acontecimientos negativos que mencionamos. Por lo tanto, esta variable llamada “manía”, que como mencioné anteriormente, podría formar parte del aspecto psicológico, he decidido diferenciarla y considerarla como una variable independiente que tiene un rol fundamental en la construcción de la inflación en nuestro país. Según la doctora, “cada vez que un argentino vende dólares que tenía ahorrados, no lo asume como el dinero ahorrado que está para ser usado en momentos de crisis... se vive como un desangre, una parte vital de mí se perdió, y no sé ni cómo ni cuándo la voy a recuperar. Esto es lo traumático. Las situaciones de este tipo, debido al sufrimiento y el dolor subyacente, llevan a la obsesión por el dinero”. Nosotros, todos nosotros, nos hemos obsesionado con las subas generalizadas de precios para no perder frente al dólar.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Las variables culturales que inciden en la naturalización del bimonetarismo en Argentina motivaron investigaciones del ám­bi­to sociológico, histórico, incluso psicológico, que exceden el objetivo del presente libro. Sabemos que depende tanto del sector social del que se trate, así como de la actividad económica de la persona en cuestión, de modo que no podemos generalizar el fenómeno. Sin embargo, sí podemos asumir que se trata de una variable compleja que trasciende la mera racionalización, de ahí la dificultad para comprender otras posibles salidas, más allá de la eliminación del bimonetarismo.

Variable económica: la mala praxis constante En este punto, seguramente coincido con muchos economistas que confirman que la política monetaria y fiscal tiene un rol importante a la hora de proyectar y diagramar política inflacionaria. Por eso, la consistencia entre la política fiscal y monetaria debe estar alineada para lograr los objetivos inflacionarios en el largo plazo. Ahora bien, llamamos política monetaria al proceso por el cual la autoridad monetaria –es decir, el Banco Central de un país– controla la oferta monetaria y la disponibilidad del dinero, utilizando la tasa de interés entre otras herramientas más, con el propósito de mantener la estabilidad y crecimiento económico En tal sentido, los objetivos que tiene el Banco Central en Argentina –publicados en su página oficial– consisten en: lograr un nivel de inflación bajo y estable, velar por la estabilidad financiera y procurar que la economía se ubique en un sendero de crecimiento sostenido con altos niveles de ocupación. “El principal aporte que la política monetaria puede hacer es encontrar un balance adecuado entre los objetivos que persigue la autoridad monetaria, y utilizar todos los instrumentos disponibles para minimizar posibles conflictos entre ellos”, según nuestro BCRA. Es difícil entender cómo la misión de nuestro Banco

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Central está tan clara y los resultados tan alejados de la realidad. De hecho, el propio Banco Central es quien no cumple con los objetivos con los cuales fue creado, siendo uno de los principales generadores de inestabilidad e inflación en Argentina. Argentina ha sufrido las consecuencias de la irresponsabilidad y mala administración del dinero en nuestra economía. Ya hemos señalado la analogía entre el dinero y la sangre que circula en un organismo. Sin sangre, no funcionan los órganos, y sin ella no hay vida. En una economía, si no hay dinero, no funciona el intercambio de bienes y servicios, los créditos, los préstamos, las inversiones, el ahorro y otras variables más que conforman el funcionamiento de una economía moderna. Por ello, como veremos más adelante respecto de los principales factores que generan inflación en nuestro país, podemos destacar que la emisión de M0, es decir, la ampliación constante de la base monetaria para financiar los desajustes fiscales ha sido una de las razones fundamentales para convivir con inflación crónica. Esta mala praxis, que la genera nuestro Banco Central, solo causa inestabilidad, suba generalizada de precios de manera recurrente y reduce la confianza de los ciudadanos en su moneda nacional. Para poder llevarlo al llano, cuando uno tiene hambre y nos ofrecen un pancho, ese pancho lo engullimos fascinados, pero ¿qué pasa si ponen 20 panchos sobre la mesa? La percepción de valor ya por el segundo o tercer pancho disminuye, ni hablar del decimoquinto, que no solo no ayuda sino que causa indigestión. Básicamente, aunque resulta ser más complejo, cuando el BCRA emite y emite, llega un punto donde la ciudadanía valora cada vez menos ese “papelito” porque no satisface sus necesidades básicas (vimos las 3 funciones anteriormente). Cuando comienzan a circular los “papelitos” con mayor velocidad en la economía, son un síntoma de mala señal y posiblemente aumento de los precios, porque pierden su valor relativo respecto de una gaseosa, un pancho o una pelota de fútbol. Esto se define en economía como la teoría “cuantitativa del dinero”.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Veamos algunos ejemplos recientes para analizar cómo ha operado el Banco Central en los últimos años y la importancia de la coordinación con el Estado en la estrategia fiscal. Por ejemplo: F. Sturzenegger (expresidente Banco Central 2015-2018) planteó un modelo de target inflacionario en coordinación con el Ministerio de Economía, como hicieron muchos países latinos para bajar la inflación hace 20 y 30 años, pero su programa no tenía consistencia fiscal, es decir, carecía de legitimidad técnica entre el aspecto fiscal y monetario. En criollo: el Banco Central prometió un objetivo incumplible debido a que no solo dependía de sus decisiones monetarias para resolver el drama de la inflación (recuerden que vimos en simples pasos el círculo vicioso de la economía argentina). Cuando el mercado notó que no había una coordinación fiscal y monetaria, se clamó a los cuatro vientos “El rey está desnudo”. Los resultados fueron desastrosos ya que la economía cayó un 2.6% en 2018 y en el lapso de dos años tuvimos una inflación de 47.6% en el 2018 y en el 2019 de 53.8%, la más elevada en 28 años. Recordemos que el objetivo del BCRA en dicho momento era alcanzar el 5% anual para 2019. Años después, cuando el gobierno durante la pandemia con­ firmó en 2020 que emitir no generaba inflación, Argentina tuvo una de las peores caídas del PIB del orden del 10%. Sin em­ bargo, la inflación fue de 36.1%, entre otras razones por la emisión descontrolada para financiar el gasto fiscal que generó la pandemia. Es decir, los errores de nuestros gobernantes a la hora de hacer política económica han sido notables, al cometer errores de mala praxis que imposibilitan erradicar definitivamente la inflación.

Psicológica y temporal: el rol del pasado y de las expectativas Cuando uno estudia los modelos inflacionarios, se puede vislumbrar que existe una variable que trasciende el análisis

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. económico y está dada por la psicología del consumidor. Es decir, el rol para construir sus propias expectativas respecto a cómo estarán los precios en un futuro inmediato está muy ligado al propio análisis interno que hace cada uno y que no responde únicamente a la información de mercado que uno podría recabar. Es decir, para plantearlo de manera sencilla: la cabeza arma sus propias expectativas inflacionarias, que pueden estar condicionadas por el gobierno de turno, la situación económica, la historia, lo que sucede en el mundo, la cultura de dicho pueblo, entre varias más.  El rol del pasado y del futuro es fundamental a la hora de modelar la inflación. El pasado y la inercia inflacionaria tienen un peso extraordinario en Argentina. Difícil pensar que luego de tantas décadas continuadas con inflación de dos dígitos se pueda convencer a un argentino que en pocos años la inflación se resuelve. Ni hablar de armar expectativas futuras de descensos inflacionarios cuando hay cepo cambiario, emisiones galopantes, gastos alarmantes del gobierno. Para ponerlo en términos técnicos: la variable temporal podría traducirse como la teoría de Expectativas adaptativas que explica la formación de las expectativas por parte de los individuos y las empresas. Los ciudadanos tienen expectativas adaptativas cuando basan sus expectativas de lo que sucederá en el futuro teniendo en cuenta lo que ocurrió en el pasado. Por ejemplo, si la inflación ha sido alta en el pasado, los ciudadanos podrían esperar que sea alta en el futuro. Para poner un ejemplo concreto: el Gobierno nacional proyecta una inflación del 29% anual para 2021 pero mi tía cree que la inflación va a ser mayor. La inflación de 2020 fue del 36% y aunque existan esfuerzos para anclar la inflación en un camino descendente, la proyección para 2021 de consultoras privadas ronda el 46%. Para trasladarlo a datos oficiales, entrado julio 2021 el gobierno ha modificado sus propias estimaciones del presupuesto nacional aprobado por la Cámara de Diputados, alertando que el objetivo del 29% no se concretará. Aquí podemos evidenciar

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. cómo las expectativas juegan un rol fundamental para fijar precios a futuro utilizando información del pasado. Aquellos que han nacido en los años 80 probablemente no conozcan el significado técnico de “indexar”, aun cuando hayan vivido todo este tiempo en una economía que se rige por la indexación de precios. La indexación no es más que el ajuste de todos los precios de la economía según el índice de inflación para no perder poder adquisitivo. Como en Argentina hemos convivido en los últimos 50 años con una tasa de inflación mensual del 2% en promedio, hace 50 años que el almacenero de la esquina ajusta los precios de sus productos por mes según la inflación para que sus ingresos no se desvaloricen. Lo mismo sucede con los contratos de alquiler, con el precio del pan, los contratos de servicios, la contratación de personal, el valor de la ropa, los alimentos y demás bienes y servicios de la economía. La indexación en Argentina es un drama con el cual nos hemos acostumbrado a convivir pero que genera muchos problemas en una economía. Durante la convertibilidad, ley que se sancionó el 1991, la indexación de precios quedó estrictamente prohibida y debido al ancla monetaria que se estableció con el 1 a 1, dejó sin efecto el problema de ajustar los precios de manera constante. Argentina, en materia inflacionaria pudo convivir durante 10 años con una inflación de un dígito. Por ello, sacando el período 1992 a 2000, nuestro país ha sufrido los embates de la inflación y la indexación de manera recurrente. ¿Cuáles son los mayores problemas de vivir indexando precios? Como vimos anteriormente, una de las variables que condiciona la inflación es la temporal, donde el pasado juega un rol importante para proyectar la inflación en el futuro. En nuestro país, la única forma de no perder todos los días poder adquisitivo es mediante el ajuste de inflación pasada, como lo podemos ver en todo tipo de contratos y hasta en los distintos mecanismos que han utilizado distintos gobiernos para indexar jubilaciones, préstamos, entre varios más. DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. El problema es que esto genera que se produzca un círculo vicioso continuo de indexación de precios en todos los canales y contratos de la economía. Esta dinámica solo potencia la inercia inflacionaria, evitando poder cortar de raíz una variable fundamental para erradicar la inflación continua de Argentina. Te traduzco el problemón en el que estamos inmersos. Estar ajustando permanentemente los contratos según la inflación pasada hace que a futuro nos encontremos con cierto piso de la evolución de precios que es difícil bajar. Parece imposible en nuestro país cortar esta dinámica enfermiza, luego de tantas décadas con inflación elevada. Dado que nadie quiere perder contra la inflación, ya sea el empresario pyme, comerciante o vendedor, busca cubrirse y evitar que la suba de precios afecte su bolsillo. Todos los días de nuestras vidas nos encontramos con la necesidad de mantener nuestro poder adquisitivo y por ello, convivimos con la actualización constante de precios. Por otro lado, la mayoría de los países que lograron bajar la inflación en la década de los 80 y en los 90 tuvieron que luchar contra este fenómeno de indexación que resulta engorroso erradicar; de ahí la extrema complejidad de bajar la inflación a un dígito en unos pocos años. A Chile, Colombia y la mayoría de los países latinos les llevó en promedio 10 años desinflar la economía y llevarla a los niveles de 1 dígito. Esto quiere decir que además de tener un estricto plan monetario y fiscal, hacen falta muchísimos años y constancia para erradicar la inflación. Si a esto le sumamos que nuestro país es de los que más ha sufrido a lo largo de la historia el flagelo de la suba de precios, resulta aún más desafiante lograr el objetivo.

BIMONETARISMO: EL DÓLAR COMO ANCLA INFLACIONARIA A pesar de que debería figurar como una variable económica, la voy a diferenciar debido a que el bimonetarismo es el mayor problema estructural económico que tiene nuestro país. La

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. construcción de precios en la cabeza del consumidor, inversor, empresario pyme argentino está ligada a lo que sucede con el dólar. Es tan fuerte el ancla del dólar en los precios que, por ejemplo, Sturzenegger (expresidente del Banco Central durante la primera etapa del macrismo) atrasó el tipo de cambio real pensando que era la bala de plata para anclar expectativas inflacionarias y llegar al ansiado 5% anual en 2019. Por otro lado, el gobierno en el 2020 y 2021 también utilizó el tipo de cambio para fijar o anclar expectativas inflacionarias en las elecciones de medio término de 2021, sin ningún tipo de éxito. Todos, absolutamente todos los gobiernos peronistas y radicales de nuestra historia de los últimos 40 años han intentado utilizar al dólar como herramienta para contener la inflación sistemática argentina. El bimonetarismo, como ya hemos estado viendo, es un problema estructural muy grave para generar y construir expectativas acerca de lo que va a suceder en el futuro. La inestabilidad de tener una moneda nacional sin valor y por otro lado, la dependencia de una moneda dura como lo es el dólar, a la cual no podemos controlar, solo genera mayores problemas económicos que se traducen en problemas de indexación de precios, inestabilidad en los precios relativos, y volatilidad en la fijación de precios de bienes y servicios sistemáticamente. Utilizar al dólar como herramienta para la fijación de precios resulta ser un arma de doble filo para economías con historial de inestabilidad cambiaria, como bien observa Yeyati en su libro Dolarización y desdolarización financiera en el nuevo milenio. En gran medida, esta dinámica es una de las causantes de los procesos inflacionarios. Para traducir al español una idea fuerza, cuando hablan del pass through, se hace referencia al impacto que tiene en los precios una suba del tipo de cambio. En nuestro caso, como el dólar es la moneda de referencia en la Argentina para fijar una gran cantidad de bienes y servicios, si el peso sufre una devaluación y sube el tipo de cambio, esa devaluación luego se trasladará a los precios de productos y servicios locales. Nuevamente, DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. esta dinámica se da porque el que fija y ancla el precio es el dólar americano. Por eso vemos que en Argentina cuando hay devaluaciones, los precios se disparan y la inflación sube.

LA INVERSIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE RECURSOS Hay una fórmula muy sencilla por la cual se rige la diná­mica de oferta y demanda: P*Q, donde P son los precios y Q es la cantidad. En esta simple fórmula si hay faltante de Q, los precios ajustarán para arriba. En la Argentina, la inversión a 2020 estaba en los niveles más bajos de la historia según estimaciones oficiales del INDEC. Para traducírtelo, Q, es decir, las cantidades de insumos, materiales, bienes de uso, entre varios más, viene reduciéndose. Si a eso le sumamos el cepo cambiario que también potencia la faltante de otros insumos traídos del exterior, empeora la situación de Q hacia adelante. Recordemos que también la inversión extranjera directa viene en franco descenso hace años, como detallaremos en los próximos capítulos. Aprovecho a explicar por qué la inversión es tan importante para que un país pueda desarrollarse en el largo plazo. Cuando hablamos del producto bruto interno (PIB), como ya lo hemos definido, nos referimos a un indicador económico que refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos por un país o región en un determinado período de tiempo, normalmente un año. Se utiliza para medir la riqueza que genera un país. Sin embargo, resulta complejo hacer un cálculo preciso ya que tenemos que incluir todos los bienes que se produjeron en la economía en 12 meses, desde frutas, hortalizas, huevos, ladrillos, autos, cemento y demás. Y también incluir a todos los servicios como el de internet, una consulta médica, una clase tutorial de un profesor, entre miles más. Lógicamente muchos de estos servicios si no están facturados –por lo tanto, no están registrados–, resultan muy difícil de considerar en el PIB y por

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. ende, resulta aún más desafiante hacer los cálculos precisos. Por otro lado, si el PIB calculado de un año al otro varía, ahí podemos afirmar que se generará un crecimiento o una recesión en dicha economía. Es decir, se analiza la tasa de variación del PIB para entender la dinámica económica del país.  Existen distintas metodologías para calcularlo, pero vamos a centrarnos en una donde la inversión aparece como una variable relevante para entender la importancia que tiene en el desarrollo económico de un país. La forma más popular para calcular el PIB de un país es según su demanda agregada que se define de la siguiente manera: PIB = Consumo (C) + Inversión (I) + Gasto público (G) + Exportaciones (X) – Importaciones (M) Por eso, cuando escuchamos que hay que dinamizar la economía aumentando el consumo, nuestros políticos se basan en esta simple ecuación. El problema es que la economía es mucho más compleja que esta simple fórmula y cada una de estas variables se encuentra condicionada por otras variables que impactan de manera directa. Por ejemplo, con inflación galopante es inviable que la inversión aumente, que –justamente– representa una variable crucial para dinamizar una economía y afecta directamente en la dinámica de precios de Argentina. La inversión comprende el stock, reposición o variación de bienes de capital existentes o generados en el interior de una economía durante un período determinado. Representa el total de bienes de capital como maquinaria, edificaciones, terrenos, que se utilizan para fabricar bienes de consumo u otros bienes de capital. Debido a que los bienes de capital empleados en la producción sufren desgastes, hay que asumir gastos para reponerlos. Esta reposición podrá ser equivalente al desgaste o depreciación de los bienes de capital. La parte de la variación de bienes de capital que va más allá de lo que representa la reposición DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. de capital es lo que se denomina en economía como inversión, puesto que supone una porción que se destina a la producción de nuevos bienes que representa una acumulación de capital o activos fijos. En nuestro país, la inversión viene en franco descenso y en determinados sectores de la economía ya no se está incurriendo ni en los gastos para reponer la depreciación que sufren los bienes de capital. Como consecuencia en determinados sectores Q se va a seguir reduciendo porque ya no hay máquinas operativas para producir ni la misma cantidad que hace algunos años atrás. La caída persistente y profunda del PIB argentino no es consecuencia exclusiva de la pandemia, sino que también resulta de un largo proceso de deterioro de la dinámica ahorro-inversión-crecimiento. Si Q sigue descendiendo y si volvemos a nuestra fórmula donde la economía se rige por un simple equilibrio de P*Q, es decir, precio por cantidad; si baja la cantidad, los precios ajustarán para arriba. Si no hay oferta disponible de zapatillas, las pocas que se producen aumentarán de precio porque la demanda será mayor que su oferta. Este sencillo razonamiento lo podemos extrapolar a otros sectores claves del país donde vemos que la Argentina no logra mejorar los canales de oferta de sus productos, afectando también la dinámica de los precios de su economía. Para concluir, la historia nos indica que los seres humanos somos animales que supimos o tuvimos la suerte de evolucionar, transformándonos en la raza más inteligente que existe en el planeta. Sin embargo, tenemos uno de los mayores defectos y está asociado a que somos los únicos que tropezamos con la misma piedra dos o más veces. En nuestro caso, hemos tropezado históricamente con la misma piedra respecto al control monetario, el ancla monetaria, el gasto excesivo, la mala interpretación de las variables económicas, nuestras costumbres y seguimos actualmente tropezando con los mismos errores.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Sin embargo, al formar parte de una especie inteligente –por las malas y luego de pasar por grandes crisis económicas–, el argentino entendió que el peso no tiene valor en el largo plazo, como consecuencia de la mala administración del Banco Central y la política económica. Si somos capaces de tener la suficiente humildad para reconocer la gravedad de los errores que se han sucedido en forma repetitiva, vamos a poder entender que Argentina no va a tener una moneda propia y únicamente convivimos con una moneda ilusoria, sin valor real. Si somos capaces de procesar este mal trago, las chances de avanzar hacia una única moneda en nuestro país crecen de manera exponencial. Si tuviéramos una única moneda, una parte importante de nuestros problemas diarios desaparecerían.

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CAPÍTULO 5

EL PERRO SE MUERDE LA COLA MISMAS RECETAS PARA LOS MISMOS PROBLEMAS A lo largo de los últimos cuarenta años, hemos tenido casi sucesivamente distintos planes “salvadores” para salir de las crisis económicas que nos han caracterizado. Solo para aquellos que tienen un par de décadas de vida o han estudiado el asunto, recordemos: en los 70 estaba “La Tablita de Martínez de Hoz”; en los 80, el “Plan Primavera y Austral”; en los 90, “La Convertibilidad” y recientemente el último plan del “Fondo Monetario” en el 2018. Lo que podemos concluir de todos aquellos planes es que, en cada década, Argentina terminó inmersa en una crisis aún más profunda que su antecesora y la gravedad de la pobreza estructural se torna más compleja cada diez años. Si recorremos los últimos años de Argentina en materia política y económica, podríamos inferir que seguimos batiendo récords en cuanto a imprevisibilidad, falta de planificación gubernamental y, sobre todo, desconexión y falta de interpretación de la dirigencia política respecto a las necesidades de la sociedad argentina. Hay muchos discursos para la “popular”, pero efectivamente las consecuencias de esas decisiones se materializan con peores condiciones de vida para todos. Cuando me refiero a la popular, hago mención a la enorme cantidad de recursos mal utilizados por parte del Estado para administrar nuestra economía y cómo esa ampliación del sector público ha afectado las arcas nacionales de manera progresiva y continuada en las DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. últimas dos décadas. En 2020 la representación del gasto público respecto al PIB prácticamente se duplicó con relación a hace 20 años atrás. Las medidas erradas por parte del Banco Central para contener la inflación debido a un diagnóstico equivocado, las restricciones financieras y económicas al sector privado, el cepo cambiario, la limitación para importar bienes básicos necesarios para dinamizar la inversión, los errores conceptuales de política monetaria, el enorme gasto fiscal que se acrecienta en el tiempo, la asfixia tributaria, la arcaica ley laboral, las imposiciones al empresariado en materia de precios, las subas continuadas de las retenciones al campo argentino, el control de precios con ejércitos de piqueteros, la falta de consensos políticos y el desinterés real de transformar nuestro país solo alimentan un nuevo fracaso, puesto que Argentina está aplicando recetas que ya fueron utilizadas en el pasado y que resultaron en estallidos económicos. A pesar de ello, como suele suceder, las clases medias y bajas pagamos las malas praxis de los gobiernos de turno que pretenden convencernos de que con sus discursos podrán solucionar todos los males que nos aquejan. Sorprende, nuevamente, que se quieran determinar las mismas medidas, que ya sabemos que no tuvieron ningún resultado positivo en Argentina, y que se pretenda obtener resultados favorables. Por ejemplo, es indiscutible a esta altura del partido entender que el déficit fiscal es un mal endémico de la economía argentina y que gastar más de lo que se produce genera un desacople financiero que tiene consecuencias terribles para el bolsillo. Lo veremos más adelante en detalle, pero de los últimos 118 años, hemos tenido solo 7 años de superávit fiscal, mientras que en 100 años dejamos de ser el octavo país más rico del planeta con uno de los mejores salarios reales del mundo y el mejor de todo Latinoamérica, para ser una economía degradada con altísima inflación y un salario real de los más bajos de la región. No solo países como Chile o Colombia nos han superado sino que

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay han logrado muchos mejores resultados en mejorar la calidad de vida a sus habitantes en términos económicos. Según un informe del prestigioso economista Rok Spruk, profesor de economía en el Departamento de Economía de la Universidad de Ljubljana en Liubliana quien recibiera su Doctorado en Historia Económica Cuantitativa de la Universidad de Utrecht, en 2016 realizó un informe para el Instituto CATO, que es un laboratorio con sede en Washington D. C.; no afiliado a partidos políticos y con personalidad jurídica como organización sin ánimo de lucro. En su informe titulado “El ascenso y caída de la Argentina”, Spruk confirma que en 1896, Argentina alcanzó el ingreso per cápita de EE.UU. y obtuvo un nivel de prosperidad considerablemente mayor que Francia, Alemania, Italia y España. Además, resalta el sólido crecimiento económico y las reformas institucionales que posicionaron a nuestro país entre los 10 mejores países en 1913 en términos de PBI por habitante. Sin embargo, miremos dónde nos ubicamos en 2020. Según estimaciones económicas, “si la Argentina lograra crecer en forma sostenida a un ritmo de 2% por año acumulativo por habitante, y el mundo se estancara en el nivel actual, necesitaría casi 60 años para equipararse al PBI per cápita de los EE.UU. de casi 60.000 dólares por año; o 70 años el de Irlanda que supera 70.000 dólares”. La Argentina sigue rompiendo récords económicos negativos en las últimas décadas. En las clases de la maestría que cursé en Columbia, Estados Unidos, o en mi paso por Frankfurt School en Alemania, solo utilizaban el caso argentino para plantear fracasos económicos de planes de estabilización. Entre los planes estudiados y los estudios llevados adelante por economistas prestigiosos se encuentra el análisis de Rudiger Dornbusch “Inflation, Exchange rates and stabilization” donde analiza el programa del ex ministro de Economía Martínez de Hoz, o el de Calvo et E. Talvi “Sudden Stop, financial factors and economic collapse in Latin America: learning from Argentina and Chile” DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. donde el destacado economista Guillermo Calvo compara los resultados económicos en Argentina y Chile luego de procesos de estrés y baja liquidez para las economías emergentes a finales de los 90 y principios de los 2000. Es por ello que la última novedad es que, a pesar de haber reestructurado “exitosamente” nuestra deuda con el mundo, Argentina sigue en la práctica en default y muy lejos de poder acceder no solo a financiamiento sino a un buen caudal de inversiones nacionales y extranjeras. Recordemos que en 2020 nuestro país reestructura la deuda por un monto de 66.137 millones de dólares bajo legislación extranjera según estadísticas oficiales. Un proceso de reestructuración de deuda simplemente significa que nuestro país no tiene los recursos necesarios para pagar sus deudas pendientes. Si volvemos al funcionamiento de la economía como un auto con cuatro ruedas, recordamos que Argentina transita de manera recurrente en déficits fiscales, es decir, el Estado gasta más de los ingresos que genera. Un camino alternativo a la emisión para financiar el gasto es la búsqueda de financiamiento por parte de inversores e instituciones privadas. Por ello, cuando escuchamos que Argentina tiene que reestructurar su deuda en el exterior, lo tiene que hacer con distintas entidades privadas que han financiado su gasto fiscal. Es decir, estos inversores están dispuestos a prestarle dólares a Argentina a cambio de un rédito financiero, llamado “TIR” (tasa interna de retorno) de dicha inversión. Para ponerlo en un ejemplo práctico, Argentina luego de su salida del default en 2016 tuvo que emitir bonos (deuda argentina) para poder hacer frente a los gastos recurrentes que transitaba la economía en esa época. A cambio de la emisión de los bonos, el país prometió pagarles un “cupón”, es decir, pagos semestrales que forman parte de la TIR a cambio de haber recibido este financiamiento. El problema radica en que en 2019 no teníamos capacidad financiera para seguir pagando esos cupones de la deuda que se

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. había emitido, y, por ende, regresamos a foja cero. Volvimos a entrar en cesación de pagos, que no es más que un default financiero, donde nuestro país avisó que no tenía recursos para pagarles a todos los inversores privados que habían pactado prestarle al país a cambio de una rentabilidad en dólares. Cuando un país no paga sus deudas, existen organismos legales internacionales –en este caso, situados en Nueva York, debido a que la mayoría de la deuda que había pactado nuestro país lo había hecho en esa legislación–, que exigen que se respeten las condiciones iniciales pactadas. Ese órgano independiente contralor opera como un escudo de protección para aquellos inversores que fueron nuevamente estafados por nuestro país. Entonces, al haber confirmado que no íbamos a poder pagar, tuvimos que recurrir a un acuerdo entre todas las partes privadas involucradas para reestructurar su deuda. La reestructuración, que significa el incumplimiento del país de las condiciones iniciales pactadas de pagarle al inversor la tasa que se había contemplado en primera instancia, igualmente genera consecuencias negativas para nuestra economía. Dichos eventos financieros generan contracción económica y estrés en todas las variables macro que afectan a una economía, como el tipo de cambio y la tasa de interés. Según un informe del Banco de Italia, “The Macroeconomic effects of the sovereign debt crisis in the Euro Area” de Neri y Ropele, 2015: “our results show that in the countries most affected by the crisis, the tensions in sovereign debt markets made credit conditions significantly worse and weighed on economic activity and unemployment. The disruptive effects of the sovereign tensions propagated to the core economies of the euro area through the trade and confidence channels”. En otras palabras: “nuestros resultados muestran que en los países más afectados por la crisis, las tensiones en los mercados de deuda soberana empeoraron significativamente las condiciones crediticias y afectaron la actividad económica y el desempleo. Los efectos disruptivos de las tensiones soberanas propagados a las economías centrales DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. de la zona del euro se dieron a través de los canales comerciales y de confianza”. Por lo tanto, las consecuencias negativas de un estrés financiero de la deuda soberana no solo ha sido demostrado que afectan a economías como la Argentina sino que países de la zona euro también sufrieron las consecuencias en la crisis de deuda reciente. Para concluir, la performance de nuestra deuda a junio 2021, traducido al español, significa que nadie confía en nuestro país ni quiere volver a confiar por los próximos 20 años, siendo el peor proceso postreestructuración de la historia. Esto se dio porque, a pesar de haber llegado a nuevas condiciones de pago de las deudas de Argentina a los inversores privados, existe una desconfianza generalizada entre los inversores internacionales de que nuestro país no podrá hacer frente a estos nuevos contratos pactados sino que tendrá que volver a hacer una nueva reestructuración de su deuda soberana, con todas las connotaciones negativas que dicho evento implica. Difícil hacer política económica si nadie confía en el país por las próximas dos décadas.

LA ESTATIZACIÓN COMO SINÓNIMO DE FRACASO En los años que llevo ejerciendo mi carrera profesional, han ocurrido por lo menos cuatro blanqueos de capitales, cinco moratorias impositivas, dos defaults de deuda soberana, hubo más de diez presidentes del Banco Central, trece ministros de Economía y un sinfín de propuestas económicas, políticas y sociales para salir de la triste decadencia que nos atrapa hace décadas. Debo aclarar que no estoy transitando mi quinta década de vida, sino la cuarta. A los que trabajamos con inversores extranjeros nos resulta muy complicado explicarles cómo funciona nuestro país desde el punto de vista regulatorio, fiscal, económico, en materia cambiaria, jurídica y hasta de humor social. Sin embargo, es aún más difícil hoy explicarle a un joven argentino que lleva un puñado de años desarrollando su actividad profesional,

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. emprendimiento u oficio las razones de por qué vivimos de crisis en crisis. Y todavía mucho más complejo convencerlos de que aquí pueden desarrollar su futuro y armar su familia. Hago dicha mención ya que cada día es más recurrente escuchar: “Este país no tiene futuro, me quiero ir de Argentina, estoy podrido de los políticos”. Sin duda, se puede percibir una suerte de termómetro social que regula el hartazgo y la desconfianza de los políticos, independientemente del partido en el cual militen. Se observa tanto en las generaciones mayores que sienten que vuelven a vivir la misma historia, como en los más jóvenes que miran hacia otros horizontes para construir su futuro en otro país. “Oportunidad” es una palabra muy poderosa que puede tener distintos significados, pero podríamos decir que es la “circunstancia, momento o medio oportuno para realizar o conseguir algo”. Es decir, no siempre todos tenemos las mismas oportunidades y, lógicamente, no todos podemos conseguir las mismas cosas. No todos en Argentina pueden elegir tener la oportunidad de construir su futuro en el extranjero. El país ha esmerilado a través de la educación fundamentalmente, pero también desde el punto de vista económico, las posibilidades de decidir libremente dónde queremos o podemos desarrollar nuestra vida, nuestro futuro. Por ello, hablar en forma generalista sería hablar únicamente a un sector muy privilegiado del país que, aun bajo las adversidades económicas, ha sabido construir sus propias oportunidades en el sector privado, principalmente. Sin embargo, lo verdaderamente conflictivo y dramático de Argentina es que los gobiernos han neutralizado y arrastrado a millones de personas que carecen de oportunidad de elegir libremente a definir sobre su propio futuro, que ha sido expropiado sin que ellos se den cuenta. Argentina es el único caso en la historia económica que pasó de ser una potencial mundial a un país con niveles de pobreza rondando el 60% en la niñez y juventud, con un producto bruto DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. interno de países subdesarrollados y con un nivel de alfabetización en la niñez, adolescencia y adultez bajísimo. También, es de los únicos del mundo donde el empleo público creció exponencialmente en los últimos cien años, donde millones de personas que provenían de una clase media con potenciales “oportunidades” por distintas razones hoy dependen de los subsidios del Estado para sobrevivir; y de planes sociales que han imposibilitado y estatizado y expropiado el futuro de cientos de miles de argentinos. Según Spruk y en base a un informe de Daniel Sticco “esa incapacidad para mantener en el tiempo las normas impositivas, laborales, cambiarias, monetarias, principalmente, derivaron en recurrente deterioro de los índices de bienestar de los argentinos, porque derivaron en sostenida caída de la tasa de inversión productiva; disminución de la productividad del conjunto de los factores de producción y pérdida de competitividad de las empresas, con sostenida baja de la participación en el comercio mundial; altas tasas de inflación y consecuente potenciación de los índices de pobreza de la población”. En el 2021 las posibilidades reales de jóvenes argentinos expatriándose en busca de una seguridad económica y jurídica se ven cada día más reducidas. Por lo tanto, si pensamos que “estatizando” el futuro de las nuevas generaciones vamos a construir un país más justo, con mayores oportunidades económicas, estamos equivocados, porque los números hablan por sí solos.

¡QUIERO UN PAÍS NORMAL! Hace años vengo escuchando argentinos desesperados pidiendo vivir en paz. Entre los aspectos positivos que podemos destacar de nuestro país están la diversidad del clima, la amplitud territorial, la diversidad cultural, la ausencia de conflictos bélicos. Además contamos con recursos naturales que países de economías desarrolladas no tienen, como las reservas de agua

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. dulce. Por ello, podríamos estar comparándonos con Australia, si se tratara de latitudes y recursos naturales. Y aunque hoy te parezca una locura compararnos con ellos, hace 90 años teníamos un nivel de riqueza por habitante muy similar. En 2019, antes de la pandemia, Australia tenía un PBI per cápita (ajustado a precios internacionales PPA) de 54.000 dólares por año, tomando como referencia al Banco Mundial. Claro que hay personas que ganan muchísimo más que otras, pero en promedio un australiano gana casi 3 veces más en dólares que un argentino. En el caso de Australia, el índice de Gini ronda 0.36, siendo una economía que se encuentra en la mitad de tabla a nivel distribución de ingresos. Ya hemos hablado del desastre económico que han vivido las últimas generaciones y pareciera que a pesar de que otros países supieron superar hasta guerras, nosotros no podemos avanzar como sociedad. Todos queremos vivir en un país normal. ¿A qué llamo un país normal? Un lugar donde no exista una inflación desmedida que estresa todos los meses para ver cómo llegar a fin de mes o revisar qué gastos debemos recortar para sobrevivir, un país donde no tenga que estar constantemente pensando en dos monedas distintas para tomar mis decisiones domésticas y económicas, un sitio donde no vea que mi sueldo se diluye por las devaluaciones frecuentes que sufre la moneda nacional, un lugar donde tenga cierta estabilidad y tranquilidad para pensar no solo a una semana sino que pueda proyectarme financieramente a una década. Pienso en un país que me ofrezca poder llegar a comprarme mi primera vivienda a través del fruto de mi esfuerzo y que llegar a esa vivienda sea relativamente rápido, un lugar donde podamos tener crédito a largo plazo, un lugar donde no haya crisis económicas recurrentes, un lugar donde la mayoría de los compatriotas no vivan en la pobreza, un lugar en el que el esfuerzo sea valorado, un país donde la clase política llegue a consensos básicos para el largo plazo, un lugar donde no sufra la criminalidad regular por la falta de DOLARIZAR

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. trabajo de la gente y las pocas oportunidades que ofrece la economía, un Estado que pueda brindarme los servicios básicos y que sean de calidad, un país que no perjudique básicamente y que me deje desarrollarme en base a mis virtudes y no sea la limitante para dicho éxito. Todos queremos eso, ¡vivir en un país normal! La pregunta es ¿podemos lograrlo? Estoy convencido de que sí. Si decidimos tomar las decisiones más complicadas de corto plazo, vamos a tener finalmente los mejores resultados no solo inmediatamente sino que perduraran en el tiempo. No depende de “hacer un esfuerzo más” o que “tenemos que ajustar la economía” para luego ver los frutos. Me refiero principalmente al aspecto simbólico de perder un activo nacional como es nuestro débil peso argentino. En el proyecto de dolarización, la estabilidad económica es automática. La inflación cae dramáticamente, no existe más la vorágine del problema del dólar, los salarios reales se estabilizan para luego comenzar a crecer, las oportunidades para comprarse una casa o un auto financiado con un costo muy bajo y a 30 años serán una realidad. Todo lo que esperamos de un país normal. Sigan leyendo porque van a ver que la posibilidad de lograrlo es real.

LA NECESIDAD DE CONSTRUIR (AL MENOS UNA) POLÍTICA DE ESTADO “Las políticas de Estado son aquellas compartidas por todas las expresiones políticas relevantes de un país y cuya ejecución, en consecuencia, no depende de los cambios que puedan producir en los gobiernos los resultados electorales”, escribía hace 22 años un analista político argentino, Rosendo Fraga. A esta definición le agregaría que dichas políticas deben estar consensuadas y compartidas no solo por todas las expresiones políticas sino por todos los actores relevantes de la sociedad civil argentina, como el sector empresario, los sindicatos, los

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. movimientos sociales, la academia, los movimientos religiosos y el tercer poder de todo gobierno democrático: la justicia. También, el consenso de la comunidad internacional, desde organismos multilaterales de crédito hasta países desarrollados, que vislumbren nuestra voluntad de cambio definitivo. Es decir, el acuerdo que pretende dar un norte debe ser compartido por toda la representación social argentina en su conjunto. Lamentablemente, Argentina hoy está en las antípodas de llegar a semejantes consensos y los resultados son visibles, no solo en el aspecto económico sino en la calidad institucional, educativa y social del país. Muchos de los fogonazos económicos que vivimos a diario, ya sean saltos inflacionarios, suba del dólar, caídas de la actividad, caída del salario real, son consecuencia de que Argentina no logra identificarse con un modelo de país concreto y completo. La famosa “grieta”, que genera a diario peleas entre políticos, empresarios, sindicalistas y la sociedad en general, genera mayor frustración y resignación para muchos ciudadanos a los que solo les interesa vivir en paz. Ahora bien, si todos vivimos en esta tierra en el sur del hemisferio, ¿cuál es el sentido de seguir enfrentándonos como sociedad? No creo que la polarización en nuestro país sea el camino ya que hemos tenido gobiernos de distintos colores políticos pero los resultados no han sido los esperados. Entre mis reflexiones he concluido que la vorágine del día a día, donde el largo plazo se traduce en semanas y los “incendios regulares” asedian la atención pública, ha provocado que no tengamos momentos para reflexionar y repensarnos como país. Aunque parezca utópico y cada nueva generación que crece en estas tierras se quede con la sensación de que “fracasó” en ese proceso, voy a seguir insistiendo en que salir del bimonetarismo es un camino factible para construir una Argentina con mejores índices de pobreza, educación, calidad institucional y de salud pública.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. ALGUNAS CONCLUSIONES • La Argentina probó casi todos los programas económicos existentes en la literatura académica y nunca consiguió resultados satisfactorios en materia económica. En 1984, el Premio Nobel de Economía Paul Samuelson (1915-2009) expresaba “Argentina es el clásico ejemplo de una economía cuyo estancamiento relativo no parece ser consecuencia del clima, las divisiones raciales, la pobreza malthusiana o el atraso tecnológico. Es su sociedad, no su economía, la que parece estar enferma”. Nos hemos enfermado por las crisis económicas y el dólar ha sido nuestro talón de Aquiles en todas ellas. • Buscar solucionar problemas repetidos con propuestas repetidas solo anticipa un fracaso rotundo. • La década perdida del 2010-2020 está justificada por evidencia empírica en todos los frentes económicos, en donde Argentina volvió nuevamente a retrasarse respecto a sus pares latinos. • La Argentina dejó de ser “la Europa de América”. Tenemos 57% de pobreza en la juventud y nuestro salario mínimo es de los más bajos de toda Latinoamérica. • Aunque cueste aceptar el diagnóstico, no somos un país rico. Somos un país pobre con problemas cada día más complejos de solucionar. • El bimonetarismo es el mayor de todos los problemas estructurales de nuestra economía. Erradicándolo, contamos con mayores posibilidades de desarrollarnos en el mediano y largo plazo. • Las propuestas de solucionar la dinámica de la inflación argentina no llegará en el corto plazo con un plan que se rija por el bimonetarismo. • La inflación es un fenómeno muy complejo que trasciende a la política. Nuestros políticos no quieren y no saben cómo enfrentarla y erradicarla.

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Gentileza Editorial El Ateneo. Por favor, no compartir. • Una crisis endémica es la del peso argentino. Las décadas de alta inflación solo han erosionado la confianza y el uso de la moneda local. • Las políticas económicas llevadas adelante con el Fondo Monetario Internacional no han sido satisfactorias en materia económica y social para nuestro país. • Además de la emisión del Banco de la República Argentina, otro prestamista de última instancia de Argentina fue, es y será –por lo menos hasta que dolaricemos la economía– el Fondo Monetario Internacional.

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