Dis Fraces

Ya desde sus primeros, más breves y, quizás, más bellos poemas, Ezra Pound se colocó esa "máscara" que le permitía ident

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Ya desde sus primeros, más breves y, quizás, más bellos poemas, Ezra Pound se colocó esa "máscara" que le permitía identificarse plenamente con otros poetas y con otros poemas. Esto ya se aprecia también en la presente antología, atractiva en sus dimensiones y fundamentada en libros del poeta como “Personae”, “Lustra” o “Cathay”. El gran mistificador y recreador de poéticas que fue Pound también fue el autor de un lirismo delicado y conmovedor —¡tan oriental!— que traspasa cada página de esta antología. Su interpretación de los poemas chinos, japoneses, provenzales y grecolatinos, le condujo a esta poesía de la poesía que no deja de ser menos auténtica; máxime si tenemos presente que detrás del Pound poeta hubo siempre un crítico tan original como radical y, sobre todo, un incitador a la lectura. Como afirmara Eliot, “La originalidad de Pound consiste en haber insistido en que la poesía es un arte” que hay que ejercer de manera “ardua”.

Ezra Pound

Disfraces Mitos Poesía - 27 ePub r1.0 Titivillus 06.05.17

Título original: Disfraces Ezra Pound, 1926, 1935, 1971 Selección: Javier Calvo, 1999 Traducción: Javier Calvo Editor digital: Titivillus ePub base r1.2

CINO La campiña italiana, 1309, en el camino

h! He cantado a las mujeres en tres ciudades, o siempre es lo mismo; ra le cantaré al sol. ios, palabras, y ya las tienes. ños, palabras, y se vuelven como joyas. hizos extraños de viejas deidades, rvos, noches, encantamiento a no están. han convertido en las almas de la canción. s, sueños, labios, y la noche sigue. ndo vuelves otra vez al camino no están. s en sus torres olvidan nuestras melodías, una vez siguieron la tonada del viento. ñan con nosotros y pirando, dicen: «¡Ojalá Cino, pasionado Cino, el de los ojos fruncidos, legre Cino, el de la pronta risa, el reto, el de la burla, ágil Ciño, el más fuerte entre los suyos, que vagabundean por los viejos caminos bajo el sol, á Cino el del Laúd estuviese aquí!». vez o dos al año…

amente dicen así: ¿Cino?». «¿Oh, ah, Cino Polnesi l cantante, a ese te refieres?» Ah, sí, pasó por aquí una vez, n tío descarado, pero… Oh, todos estos vagabundos son iguales), peste! ¿Son suyas de algún otro las canciones que canta? ero vos, mi señor, ¿de dónde venís?» ro vos, mi señor», ¡por amor de Dios! aliera a la luz lo que yo sé, mi señor, vos ais Cino Sin Tierra, lo mismo que yo, Sinistro. cantado a las mujeres en tres ciudades. o todo es igual. ora le cantaré al sol. Eh?… casi siempre tenían los ojos grises, o todo da igual, voy a cantarle al sol. polo Febo, vieja cacerola, tú glorificas la égida de Zeus, udo de acero azul, ojalá el cielo de ahí arriba era por tachón tu alegre lustre! olo Febo, haz que en nuestro periplo sa sea nuestra canción para el camino; que tu resplandor ahuyente las preocupaciones. e las nubes y las gotas de lluvia se vayan deprisa! mpre buscando una senda nueva lleve a los jardines del sol…»

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cantado a las mujeres en tres ciudades o todo es igual. a cantar a los pájaros blancos as aguas azules del cielo, s nubes que son como la espuma al mar.

FAMAM LIBROSQUE CANO s canciones? Oh, las madrecitas cantarán en el crepúsculo. uando la noche yente el beso del alba ama y mata, gual cuántas veces la golondrina cumpla su papel, esas pequeñas crías de conejo s que algunos llaman niños, crecidos y fuertes como están, eirán entre sí con tus versos, mbutirán en sus zapatos para ir a trabajar, us graves asuntos de niños, de los que el mundo íe mientras se marchita. a es la historia l menos en parte— de la vida de tus canciones. s mías? A un libro se lo conoce conociendo a quienes o leen. Tu público ya lo he mostrado en mis papeles. ¡Bueno! Dentro de veinte años ontempla a mi lector, l mismo que vimos ayer. ijo, con gafas, desaliñado, e cómo es, que el mundo siente suerte de cólera contra sus modales en la mesa,

sempiterno regodearse en la roja gula. n embargo, aunque a toda velocidad ería huir por su propio bien, avía se gira para mirar con desdén, que no tiene éntimo, ni desea apropiarse de los despojos banquete. te cómo es, que las mujeres se apartan de él las cenizas de tabaco que ensucian su abrigo orque su garganta muestra familiaridad con la navaja una barba de tres días; e cómo es, que coge un ejemplar tenderete, sin la cubierta de atrás, masiado barato para catalogarlo, uitur. ¡Ja! Vaya nombre tan raro… Mira que es raro que incluso yo no…» detiene a media página, edad vicio se le perdona, naliza forma y contenido para ver mo he eludido la inmortalidad.

SEXTINA: ALTAFORTE BLA: Bertrán de Born. Dante Alighieri puso a este hombre en el infierno porque siempre estaba buscando pelea. ccovi! uzgad vosotros: Lo he sacado de la tumba? a escena ocurre en su castillo, Altaforte «Papiols» es su juglar. El Leopardo» es el emblema de Ricardo Corazón de León. I

ldición! Todo este sur apesta a paz. rro hijo de puta, Papiols, ven! ¡Que haya música! solo vivo cuando chocan las espadas. o ¡ah!, cuando veo enfrentarse a los estandartes de oro, púrpura y marta cebellina, los anchos campos volverse carmesíes debajo de ellos, onces aúllo hasta que mi corazón casi enloquece de regocijo. II

el cálido verano tengo gran regocijo ndo las tempestades matan la paz hedionda de la tierra s relámpagos del cielo negro resplandecen carmesíes, s truenos feroces me rugen su tonada s vientos chillan entre las nubes enloquecidas, enfrentados, or todos los cielos hendidos chocan las espadas de Dios.

III

iera el infierno que pronto oigamos chocar de nuevo las espadas! el relincho frenético de los destreros regodeándose en la batalla, entando entre sí sus petos erizados de púas! s vale una hora de combate que un año de paz comidas grasientas, alcahuetas, vino y delicada música! h! ¡No hay vino como la sangre carmesí! IV

encanta ver salir el sol carmesí como la sangre. ontemplo cómo sus lanzas chocan con la oscuridad e llena el corazón de regocijo boca se me llena de música disoluta ndo así lo veo burlarse y desafiar la paz, oluntad solitaria enfrentada a toda la oscuridad. V

ombre que teme la guerra y se atrinchera oponiéndose is palabras en pro de la batalla, ese no tiene sangre carmesí, que solamente sirve para pudrirse en la paz mujeril, s de donde se gana el honor y las espadas chocan. la muerte de esas furcias yo siento gran alegría; sí, y el aire lo lleno con mi música. VI

piols, Papiols! ¡Que haya música! hay otro ruido como espadas contra espadas, hay grito como el regocijo de la batalla ndo nuestros codos y espadas gotean carmesí uestras embestidas chocan con la carga del «Leopardo». e Dios maldiga por siempre a los que piden «Paz»!

VII

que la música de las espadas las vuelva carmesíes! iera el infierno que oigamos nuevamente chocar las espadas! e el infierno tiña de negro por siempre el mero pensamiento «Paz»!

BALADA DEL BUEN COMPADRE Simón el Zelota la recitó poco después de la Crucifixión

mos perdido al mejor de los compadres anos de los sacerdotes y el cadalso? mo le gustaban los hombres musculosos, barcos y el mar abierto! ndo vinieron con un emisario para llevarse a Nuestro Hombre a gusto ver su sonrisa. mero dejad libres a estos —dijo nuestro Buen Compadre—. lo contrario, os maldeciré», dijo. nos franqueó el paso a través de las lanzas cruzadas jó escapar el desdén de su risa. or qué no me prendisteis cuando paseaba por la ciudad?», dijo. su «medicina» nos la bebimos con el buen vino tinto, ndo nos reunimos la última vez, uen Compadre no era un sacerdote capón, un amigo de los hombres. he visto conducir a un centenar de hombres eando un haz de cuerdas, a tomar el edificio sagrado y venerable odo de prenda y patrimonio. ora me parece que lo van a poner en un libro o lo están escribiendo con malas artes;

uen Compadre no era un ratón de pergaminos que amaba el mar abierto. reen que han cazado a nuestro Buen Compadre tontos de la peor especie. taré en el banquete —dijo el Buen Compadre—, nque me lleven al cadalso.» e habéis visto sanar a cojos y ciegos, spertar a los muertos —dijo—, ra veréis algo mejor que todo eso: éis cómo muere un valiente en el cadalso.» hijo de Dios era el Buen Compadre, ofreció que fuéramos sus hermanos. he visto atemorizar a un millar de hombres. he visto arriba del madero. soltó una lágrima cuando golpearon los clavos sangre corrió caliente y libre, sabuesos del cielo escarlata ladraron o él no soltó una lágrima. he visto atemorizar a un millar de hombres as colinas de Galilea, s gimoteaban mientras él pasaba tranquilamente a su lado, unos ojos que eran grises como el mar. mo el mar que rechaza a los viajeros sus vientos desatados y libres, mo el mar que él domesticó en Genesaret aquellas palabras que dijo de repente. maestro de los hombres era el Buen Compadre, ofrade del viento y el mar, iensan que han aniquilado a nuestro Buen Compadre tontos por toda la eternidad.

he visto comer de un panal de abejas de que le clavaron al madero.

EL MENSAJE DEL SEÑOR HOUSMAN qué desgracia ente nace y se muere, otros también nos moriremos pronto que actuemos como si estuviéramos muertos ya. ájaro se posa en el espino o también se muere, enseguida. lgunos tipos los cuelgan, a otros les disparan. condición humana es desgraciada. ¡Oh, qué desgracia!, etcétera. dres es un sitio muy triste, opshire es mucho más agradable. pues, sonriamos para hacernos un sitio a gracia malsana de la amable naturaleza. ¡Oh, qué desgracia, qué desgracia!, etcétera.

SILET ndo contemplo cuán negra e inmortal es la tinta gotea de mi pluma imperecedera… ¡oh, basta ya! r qué tenemos que perder tiempo con mis pensamientos? hay bastante con lo que me aventuro a decir. hay bastante con que estuviésemos juntos una vez; é sentido tiene ponerlo en verso? aso cuando es otoño logramos que sea primavera, nvertimos en mayo la época del áspero viento del norte? hay bastante con que estuviésemos juntos una vez; é más da que el viento se haya vuelto contra la lluvia? hay bastante con que estuviésemos juntos una vez. iempo lo ha visto y no volverá a pasar. quiénes somos nosotros, conociendo esa última voluntad, a condenar el mañana con un testamento?

PORTRAIT DÙNE FEMME mente y tú sois nuestro mar de los Sargazos, dres ha cambiado a tu alrededor en estos veinte años s naves flamantes te dejaron esto y aquello como tributo: s, viejos chismorreos, retales de todas las clases, añas fintas de conocimiento y difusas mercancías de valor. ndes mentes te han buscado… a falta de alguien más. mpre has sido una suplente. ¿Trágico? Tú preferías eso a lo habitual: hombre aburrido, soso y complaciente, inteligencia media… con un pensamiento menos cada año. eres paciente, te he visto sentada ante horas, allí donde algo podía salir a flote. hora vales la pena. Sí, vales una fortuna. s una persona de interés, uno acude a ti btiene extrañas ganancias: eos sacados de la manga; alguna curiosa sugerencia; hos que no conducen a ninguna parte, y un cuento o dos, etos de mandrágoras o de cualquier otra cosa podría ser de alguna utilidad pero que nunca lo es, nunca encaja en ninguna parte ni demuestra utilidad, ncuentra ocasión propicia en todos los días por venir. vieja obra maravillosa, chillona y deslustrada, estatuillas, el ámbar gris y las raras piedras incrustadas, son tus riquezas, tu gran legado. Y aun así, ste tesoro marino de cosas caducas, maderas extrañas y húmedas y de otro material nuevo y más brillante, l lento naufragio de luz y profundidad desigual,

¡no hay nada! A fin de cuentas a que sea propiamente tuyo. Y sin embargo esta eres tú.

N. Y. ciudad, mi amada, blanca mía! ¡Ah, esbelta, ucha! ¡Escúchame e insudaré en ti un alma! son delicado del caramillo, atiéndeme! ra sé que estoy loco, que aquí hay un millón de personas malhumoradas por culpa del tráfico; í no hay ninguna doncella. o tampoco sabría tocar un caramillo aunque lo tuviera. ciudad, mi amada, una doncella sin senos, más esbelta que un caramillo de plata. cúchame, atiéndeme! nsuflaré un alma en ti virás para siempre!

LA ZAMBULLIDA rría bañarme en extrañeza: s comodidades amontonadas encima de mí, ¡me asfixian! quemo, ardo en deseos de algo nuevo, gos nuevos, caras nuevas gares! estar lejos de todo esto, que es todo lo que quise … salvo lo nuevo. ú, or, la que mucho, la que más he deseado! aso no me repugnan todas las paredes, las calles, las piedras, o el barro, la bruma, toda la niebla, as las clases de tráfico? , yo te querría fluyendo encima de mí como el agua, pero fuera de aquí! rba y praderas y colinas l suficiente sol! os y a solas, en medio de te extraña!

EL DESVÁN , apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros. , amiga, y recuerda que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos, osotros tenemos amigos en vez de mayordomos. , apiadémonos de los casados y de los solteros. aurora entra con sus pies diminutos como una dorada Pavlova, o estoy cerca de mi deseo. da hay en la vida que sea mejor esta hora de limpia frescura, la hora de despertarnos juntos.

EL JARDÍN En robe de parade Samain

mo un ovillo de hebras de seda estampado contra una pared bordea la tapia de un sendero en los jardines de Kensington va muriendo poco a poco de una especie de anemia emocional. or allí se pasea una chusma hijos de la miseria, inmundos, vigorosos, inextinguibles. s heredarán la tierra. es el final de la estirpe. aburrimiento es exquisito y excesivo. gustaría que alguien fuese a hablarle, si tiene miedo de que yo cometa esa indiscreción.

SALUTACIÓN generación de petulantes sin remedio e infelices sin remedio, visto pescadores comiendo al sol, he visto con sus familias desharrapadas, visto sus sonrisas llenas de dientes y he oído sus risas desgarbadas. o soy más feliz que vosotros, los eran más felices que yo; s peces nadan en el lago y ni siquiera poseen vestiduras.

SALUTACIÓN SEGUNDA alababan, libros míos, porque yo acababa de llegar del campo. estaba veinte años anticuado y por eso hallasteis un público bien dispuesto. reniego de vosotros, vosotros no reneguéis de vuestras criaturas. uí están, sin artificios extravagantes, í están y no tienen nada de arcaico. ervad la irritación general: on estas —dicen— las liviandades que esperamos de los poetas? nde está lo pintoresco? ¿Dónde está el vértigo de la emoción? h! Eran mejores sus primeros libros. ¡Pobrecillo! Ha perdido la ilusión». cancioncillas desnudas e impúdicas! con pie ligero! con dos pies ligeros, si preferís.) y bailad sin vergüenza! con vuestra diversión impertinente! udad a los serios y a los aburridos, dadlos con los pulgares en las narices. aquí las campanas y el confeti. ¡Rejuvenecedlo todo!

uveneced incluso el Spectator. ¡Id! ¡Abuchead! ilad y haced que la gente se sonroje, ad la danza del falo y contad anécdotas de Cibeles! blad de la conducta indecorosa de los dioses! (Decídselo al señor Strachey.) antad las faldas de las mojigatas, hablad de sus rodillas y sus tobillos. o sobre todo, id a la gente práctica… ¡Llamad a sus timbres! idles que no trabajáis y que viviréis para siempre.

SALUTACIÓN TERCERA monos de la petulancia de The Times: ARCAJADA!

Lo mismo va para los críticos amordazados, drán su recompensa cuando los gusanos serpenteen en sus órganos vitales; s son los que pusieron trabas a lo nuevo, quí sus lápidas. Apoyaron la mordaza y la argolla: pequeña CAJA NEGRA los alberga. Y a ti también te pasará, ueño obstruccionista con vientre de furcia, migo jurado de la libre expresión y las buenas letras, un hongo, una continua gangrena. mos, empecemos con las nuevas reglas, acabemos de una vez con el celestinaje y los chanchullos, upamos a quienes dan palmaditas a los barrigones en busca de provecho, amos un poco al aire libre. tal vez me voy a morir con treinta años? vez tendréis el placer de profanar mi tumba de pobre; ero que os divirtáis, os prometo mi colaboración. hace mucho que tenéis la costumbre de quitar de en medio a los buenos escritores en los volvéis locos o bien guiñáis cuando se suicidan, en les perdonáis sus drogas y habláis de locura y de genio, o yo no me voy a volver loco para contentaros, no os voy a favorecer cor una muerte temprana

no, voy a aguantar el tipo, sentiré vuestro odio serpenteando a mis pies mo un agradable cosquilleo, digno de ser mirado con burla, que la sospecha mueva a muchos, y teman decir que os odian; ué saben mis botas? Aquí tenéis el sabor de mis botas, riciadlas, lamed el betún.

VENID, CANTILENAS MÍAS id, cantilenas mías, quemos todo nuestro odio en un montón y terminemos de una vez con ellos. rido sol, agua clara, viento fresco, adme de las aceras, adme de las imprentas. venga la gente hermosa, ida con seda salvaje de bello color; vengan los oradores elegantes, vengan los rápidos de ingenio, que vengan los de alegres modales, los insolentes y los exultantes. lemos de lagos bruñidos, ire seco, claro como el metal.

CAUSA no estas palabras para cuatro personas, uien más puede cazarlas al vuelo, mundo, lo siento por ti, onoces a esas cuatro personas.

ENCARGO canciones mías, al solitario y al insatisfecho, ambién al desquiciado, al esclavo de las convenciones, adles mi desprecio hacia sus opresores. omo una ola gigante de agua fría, ad mi desprecio por los opresores. lad contra la opresión inconsciente, lad contra la tiranía de los que no tienen imaginación, lad contra las ataduras, la burguesa que se está muriendo de tedio, las mujeres de los barrios residenciales, las repugnantemente casadas, aquellas cuyo fracaso está oculto, las emparejadas sin fortuna, la esposa comprada, la mujer comprometida. los que tienen una lujuria exquisita, quellos cuyos deseos exquisitos son frustrados, omo una plaga contra el aburrimiento del mundo; on vuestro filo contra esto, rzad los sutiles cordones, d confianza a las algas y tentáculos del alma. e manera amistosa, on palabras sinceras. iad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien, neos a todas las formas de opresión.

quienes la mediana edad ha engordado, s que han perdido el interés. los adolescentes a quienes les asfixia la familia… , qué asqueroso resulta tres generaciones reunidas bajo un mismo techo! omo un árbol viejo con retoños n algunas ramas podridas y cayéndose. d y desafiad la opinión, ontra este cautiverio vegetal de la sangre. ontra todas las clases de manos muertas.

LOS DEMÁS minoría indefensa de mi patria, estos esclavizados! stas que os habéis roto contra ella, carriados, perdidos en los pueblos, etos de recelo, de maledicencias, ntes de la belleza, famélicos, trados por los sistemas, efensos contra el control; otros que no podéis rendir al máximo seguir buscando el éxito, otros que solo podéis hablar, no encontráis el coraje para reafirmaros; otros cuya sensibilidad más fina, ompe contra el falso conocimiento, otros que tenéis sabiduría de primera mano, odiados, los encerrados, en quienes nadie confía, s cuenta: he capeado la tormenta, vencido mi exilio.

INSTRUCCIONES ÚLTIMAS id, canciones mías, expresemos nuestras pasiones más bajas, resemos nuestra envidia hombre con trabajo estable y sin preocupación por el futuro. s muy perezosas, canciones mías. temo que acabaréis mal. quedáis por las calles gazaneáis en las esquinas y las paradas de autobús, hacéis prácticamente nada. iquiera expresáis la nobleza de nuestro carácter a terminar pero que muy mal. yo? he vuelto medio chiflado, hablado tanto con vosotras que casi os veo aquí conmigo, queñas bestias insolentes, sin vergüenza, totalmente desnudas! o vosotras, canciones nuevas del montón, ois lo bastante viejas como para haberos portado tan mal, raeré una chaqueta verde de China dragones bordados, raeré los pantalones de seda escarlata a estatua del niño Jesús en Santa María Novella, a que no digan que nos falta gusto ue no hay casta en esta familia.

ITÉ canciones mías, buscad la alabanza de los jóvenes y de los intolerantes, veos solamente entre los amantes de la perfección. ntad resistir siempre la dura luz sofoclea eptad con agrado las heridas que os provoque.

DUM CAPITOLIUM SCANDET chos vendrán detrás de mí cantando tan bien como yo, ninguno mejor; elarán el corazón de su verdad como yo les he enseñado a revelarlo; o de mi semilla, oh mis hijos innombrables. ed entonces que yo os amé de antemano, dores diáfanos, desnudos al sol, sin ataduras.

ARIDES ímido Arides a casado con una mujer fea, ba aburrido de su estilo de vida, indiferente y desanimado que pensó daba igual esto que cualquier otra cosa. dijo para sus adentros: «A mí mismo no me sirvo, la quiere, puede tenerme». buscó la perdición.

LOS TEMPERAMENTOS ve adulterios, 12 aventuras, 64 fornicaciones y algo parecido a una violación an cada noche en el alma de nuestro delicado amigo Florialis, n todo el hombre tiene un comportamiento tan callado y reservado se dice que no tiene sangre en las venas ni sexo. tidides, por el contrario, que solamente habla y escribe de la cópula, ba de ser padre de gemelos, o esta gesta le ha costado lo suyo: enido que ser cuatro veces cornudo.

A DIVES ién soy yo para condenarte, oh Dives, que estoy tan amargado la pobreza mo lo estás tú por la inútil riqueza?

FILÍDULA dula es escuálida pero cariñosa, eso los dioses la han recompensado endo que reciba más placer del que puede dar; sto no le parece una bendición, onces que cambie sus creencias.

LOS MODELOS nna es una madre modélica, hijos nunca han descubierto sus adulterios. age también es una madre modélica, criaturas están gordas y felices.

ABANICO PARA SU MAJESTAD LA EMPERATRIZ abanico de seda blanca, pálido como la escarcha en un tallo de hierba, también te dejan de lado.

EN UNA ESTACIÓN DE METRO aparición de estos rostros en la multitud; los sobre una rama negra y húmeda.

EL ENCUENTRO ntras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral me exploraba con sus ojos. uando me levanté para marcharme dedos fueron como el tejido una servilleta japonesa de papel.

ZAPATILLAS NEGRAS: BELLOTTI a mesa de más allá, haberse quitado las zapatillas de ante, los pies enfundados en medias blancas uidadosamente posados sobre una servilleta, conversa: onnaissez-vous Ostende?».

gorjeante dama italiana en la otra punta del restaurante ica con cierta altivez, o yo espero pacientemente r cómo Celestine vuelve a ponerse las zapatillas. as pone con un gemido.

SOCIEDAD posición de la familia fue decayendo, bido a esto la pequeña Aurelia, había reído durante dieciocho veranos, ra soporta el contacto paralítico de Fídipo.

IMAGEN DE D’ORLEANS s jóvenes que cabalgan por la calle a rutilante estación que empieza an las espuelas sin razón alguna, endo saltar a sus corceles. l paso que van, pezuñas herradas de sus caballos en saltar chispas de los adoquines de la calle a rutilante estación que empieza.

IONE, MUERTA HACE YA UN AÑO án vacíos los caminos, n vacíos los caminos de esta tierra s flores agachan sus pesadas cabezas. agachan en vano. án vacíos los caminos de esta tierra en donde Ione inó antaño, y ahora no camina ya, que parece alguien que acaba de irse.

EL ORDEN SOCIAL I

e oficial del gobierno a esposa es varios años mayor que él e un aire muy cariñoso ndo da la mano a las damas jóvenes. II (POMPES FUNÈBRES)

a vieja dama, era «tan vieja que era atea», ra está rodeada eis velas y un crucifijo, ntras que la segunda esposa de un sobrino suyo a tajada de las cosas de su casa. dos gatos receden hasta el averno; mo viudas hindúes drogadas con cloroformo, de esperar que sus espíritus caminen las colas enhiestas n un maullido amable y lastimero, que está claro que en este mundo ella no ha dejado gún ruido o una riña entre amistades femeninas.

LA ISLA DEL LAGO Dios! ¡Oh Venus! ¡Oh Mercurio, parrón de los ladrones! dme a su debido tiempo, os lo suplico, un pequeño estanco, las cajitas de colores bien ordenaditas en los estantes, el tabaco cavendish, suelto y fragante, y el tabaco picado vivaracho tabaco de Virginia a granel bajo las vitrinas, nas balanzas no muy grasientas, s putas que dejan caer algún comentario al pasar, n una palabra burlona y se arreglan un poco el pelo. Dios! ¡Oh Venus! ¡Oh Mercurio, patrón de los ladrones! adme un pequeño estanco, o establecedme en cualquier profesión no sea esta maldita profesión de escritor, en donde uno necesita devanarse los sesos todo el tiempo.

EPITAFIOS FU I

amaba las colinas y las altas nubes, , murió por culpa del alcohol. LI PO

ambién Li Po murió borracho. ntó abrazar a la luna l río Amarillo.

CANCIÓN DE LOS ARQUEROS DE SHU os aquí, recogiendo los primeros brotes de helecho ciendo: ¿Cuándo volveremos a nuestro país? os aquí porque tenemos por enemigos a los Ken-nin, enemos consuelo por culpa de esos mongoles. arbamos buscando brotes de helecho, ndo alguien dice «Regreso» los demás se llenan de tristeza. ntes entristecidas, la tristeza es poderosa, tenemos hambre y sed. stra defensa todavía no es firme, nadie puede dejar que su amigo regrese. ancamos los viejos tallos de helecho. imos: ¿Nos dejarán regresar en octubre? asuntos reales nunca son fáciles, no tenemos consuelo. stra tristeza es amarga, pero no queremos volver a nuestro país. é flor nueva ha salido? quién es ese carro? Del general. caballos, incluso los suyos, están cansados. Y eran fuertes. tenemos descanso, tres batallas al mes. el cielo, qué cansados están sus caballos. generales van montados en ellos, los soldados a su lado. caballos están bien entrenados, los generales tienen flechas de marfil y carcajes adornados con escamas de pez. nemigo es rápido, hemos de tener cuidado. ndo partimos, los sauces se doblaban bajo el peso de la primavera, ra volvemos con nieve, mos despacio, tenemos hambre y sed, mos las mentes entristecidas, ¿quién sabrá de nuestra pena? Por Bunno, hacia el año 1100 a. C.

LA MUJER DEL MERCADER DEL RÍO: UNA CARTA ndo yo todavía llevaba el pelo cortado sobre la frente aba en el portal delantero, recogiendo flores. viniste con zancos de madera jugando a los caballos, inaste junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules. eguimos viviendo en el pueblo de Chokan: niños, sin aversión ni sospecha. catorce años me casé con vos, mi señor. nca me reía porque era tímida. aba la cabeza y miraba a la pared. nque me llamaran mil veces, nunca volvía la cabeza. quince años dejé de fruncir el ceño, eaba que mi polvo se mezclara con el tuyo a siempre y para siempre y para siempre. ra qué seguir vigilando? fuiste cuando yo tenía dieciséis años, uiste a la lejana Ku-to-yen, junto al río de los remolinos, as estado fuera cinco meses. monos hacen un ruido muy triste por ahí arriba. ndo te fuiste arrastrabas los pies. el portal ahora ha crecido el musgo, musgos distintos, masiado profundos para limpiarlos! hojas caen pronto este otoño, por culpa del viento. mariposas emparejadas ya amarillean en el agosto

re la hierba del jardín del oeste; duelen. Me hago vieja. as de venir por los vados del río Kiang, favor, házmelo saber de antemano o saldré a recibirte, iré hasta Cho-fu-sa. Por Rihaku

LAMENTO DEL GUARDIÁN DE LA FRONTERA a Puerta del Norte, el viento trae montones de arena, o está desolado desde el principio de los tiempos! árboles se caen, la hierba amarillea por culpa del otoño. o torres y más torres para vigilar la tierra de los bárbaros: astillo desolado, el cielo, el ancho desierto. ste pueblo no le queda una sola pared. sos blanqueados por un millar de escarchas, grandes pilas, cubiertas de hierba y árboles; ién hizo que esto pasara? ién desató la ardiente cólera imperial? ién trajo al ejército con sus tambores y sus timbales? reyes bárbaros. grácil primavera se convirtió en otoño sediento de sangre, orbellino de guerreros se extendió por el reino medio, cientos sesenta millares, na, una pena como la lluvia. a de irse, y pena, pena que regresa. olación y campos desolados, n ellos no quedan hijos de la guerra, ya no hay hombres que ataquen ni defiendan. cómo os puedo hacer saber la lóbrega tristeza de la Puerta del Norte, ndo el nombre de Riboku se ha olvidado los guardianes nos devoran los tigres. Por Rihaku

CARTA DEL EXILIADO o-Kin de Rakuyo, viejo amigo, canciller de Gen. bo de recordar que me construiste una taberna especial l lado sur del puente de Ten-Shin. oro amarillo y joyas blancas comprábamos canciones y risas os emborrachábamos un mes tras otro, olvidando a reyes y príncipes. mbres inteligentes venían dando tumbos del mar y de la frontera del oeste, n ellos, y especialmente contigo, ca había dobles sentidos, o les importaba atravesar mares y montañas tal de engrosar nuestra cofradía, ablábamos de corazón y sin remordimientos. ntonces me enviaron al sur de Wei, cubierto de arboledas de laurel, ti al norte de Raku-hoku, a que ya no compartimos más que ideas y recuerdos. ntonces, en lo peor de la separación, encontramos y viajamos a Sen-Go, eando los treinta y seis meandros del río sinuoso y retorcido a llegar a un valle de mil flores brillantes, el fue el primer valle; ego otros diez mil valles llenos de voces y viento entre los pinos. on arnés de plata y riendas de oro, reció el gobernador del este de Kan con su séquito. ambién salió a mi encuentro el «buen vasallo» de Shi-yo, ndo una armónica con joyas incrustadas. as casas altas de San-Ko nos ofrecieron más música sennin, muchos instrumentos que sonaban como camadas de fénix.

obernador de Kan Chu, borracho, bailó porque sus mangas largas no se podían quedar quietas ntras sonaba aquella música. o, envuelto en brocado, cal dormido con la cabeza en su regazo, o se elevaba mi espíritu que rebasé los cielos, ntes de terminar el día nos separamos como estrellas o como la lluvia. me tuve que ir a So, muy Idos al lado del río, olviste a tu puente. u padre, que era valiente como un leopardo, gobernador en Hei Shu y aniquiló a la horda de bárbaros. orría el mes de mayo cuando te mandó por mí, a pesar de la larga distancia. on las ruedas rotas y demás, admito que el viaje fue duro, caminos retorcidos como tripas de oveja, ún estaba yo viajando, a finales de año, en medio del viento cortante del norte, nsando lo poco que te importaba el precio y que eras muy atento al pagarlo. ué recepción: as de jade rojo, comida bien dispuesta en una mesa azul enjoyada, o estaba borracho, y no pensaba en el regreso. ú me acompañaste a la esquina occidental del castillo, mplo de la dinastía, rodeado de un agua que era como jade azul, botes flotando y el ruido de armónicas y tambores, ondulaciones como escamas de dragón, que convertían el agua en verde hierba, lacer se prolongaba, con cortesanas, yendo y viniendo sin estorbarse, s copos de los sauces caían como la nieve, s muchachas vestidas de bermellón se emborrachaban en la tarde, agua, con cien pies de profundidad, reflejaba las cejas de color verde cejas pintadas de verde quedan bien bajo la luna nueva, adas con delicadeza), s muchachas se cantaban entre ellas ailaban vestidas con brocado transparente, viento elevaba la canción, la interrumpía

lanzaba bajo las nubes. Y todo esto se acaba. Y no lo veremos más. al tribunal para que me examinara, í la suerte de Layu, ofrecí la canción de Choyo, o no me ascendieron, y volví a las montañas del este con canas en el pelo. más tarde nos encontramos otra vez en la cabeza de puente del sur. ntonces la multitud se dividió, tú fuiste al norte al palacio de San, quieres saber cómo me duele aquella separación: omo las flores que caen al final de la primavera, confusas, hechas un embrollo. qué sirve hablan hablar no lleva a ningún sitio, cosas del corazón no conducen a ninguna parte. mo al mozo, ago que se ponga de rodillas aquí para sellar esto, envío a mil millas de distancia, sin dejar de pensar. Por Rihaku

EZRA POUND nació en Hailey, en el estado de Idaho (Estados Unidos) en 1885. A partir de 1906, se estableció en Europa, principalmente en Italia e Inglaterra (desde donde promovió dos grandes movimientos de vanguardia: el imaginismo y el vorticismo). A finales de la segunda guerra mundial fue acusado de alta traición y detenido por los aliados en Italia, y en 1946, tras ser declarado paranoico, fue internado en un sanatorio mental en Washington. En 1958 regresó a Europa y murió en Venecia en 1972. Entre su obra poética cabe destacar Persottae (1926), una recopilación de poemas breves, y Cantos (1970), considerada la epopeya en lengua inglesa más importante de este siglo y a la que dedicó cuarenta y cinco años de su vida. En su destacada faceta como crítico literario contribuyó a la renovación de la poesía, exploró varias tradiciones poéticas, entre ellas la china y la provenzal, y ayudó a jóvenes autores, como T. S. Eliot ojamesjoyce.