Del Purgatorio: Benditas Almas

R. P. ANTONIO DONADONI S. J. DEVOCIONARIO EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO 1 «Es, pues, un pensamient

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R. P. ANTONIO DONADONI S. J.

DEVOCIONARIO EN FAVOR DE LAS

BENDITAS ALMAS

DEL PURGATORIO

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«Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados». 11 Mac. 12, 46.

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INDICE

Págs. Introducción………………………………………….…... Santa Misa. Devoto ejercicio para oírla….….………..... Rosario para los difuntos. -- Misterios gozosos........... Misterios dolorosos……………………………………... Misterios gloriosos……………………………………… Ofrecimiento, en verso……………………………….…. Letanías de la Virgen María……………………………. Oraciones……………………………………………….…. Soneto……………………………………………………... Devoción a las benditas ánimas del Purgatorio……... Oración…………………………………………………… Jaculatoria……………………………………………….. Oración a San Lorenzo……………………………….….. Devoción a la Santísima Pasión por las ánimas del Purgatorio. – Oraciones………………….... 3

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Oraciones de San Gregario…………………………..…. Ofrecimiento…………………………………………….. Oraciones………………………………………….……… Sudario………………………………………………….… Devotísimo ofrecimiento de la sagrada Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, por las benditas almas del Purgatorio, distribuido en los siete días de La semana……………………………………………..….. Domingo……………………………………………..…… Lunes…………………………………………………..…. Martes…………………………………………………..… Miércoles………………………………………………..... Jueves……………………………………………………... Viernes…………………………………………………..... Sábado…………………………………………………..…. Oración para cada día después de los ofrecimientos, para ganar las santas indulgencias concedidas por cada uno de ellos……………............................................ Propaganda piadosa del Rosario por los difuntos….... Rosario de difuntos más fácil………………………….... Acto de contrición………………………………………... Oración………………….…………………………..…..…. Ocho súplicas a nuestro Padre Jesús por las almas benditas…………………………………………………..... Práctica de la meditación.– Antes de la meditación..... En la meditación…………………………….………….... Después de la meditación…………………………….... Práctica de los exámenes general y particular….…... Oración por las benditas almas del Purgatorio…..… Oración para ofrecer las indulgencias por las benditas almas del Purgatorio…………………………………... 4

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Devoción llamada de los Cien Réquiem……………. 82 Oración en sufragio de las almas de los cófrades de Nuestra Señora del Carmen………………………...….. 86 Confesión y Comunión. – Oración para antes de la confesión………………………………………………..... 89 Oración para antes del examen…………………….…. 89 Sentimiento de contrición…………………………......... 90 Después de la confesión……………………………….. 90 Domine, non sum dignus, en verso………………….. 93 Deseos de comulgar…………………………………….. 97 Para después de la comunión……………………..….... 98 Acto de ofrecimiento……………………………….….. 98 Ejercicio del Santo Vía Crucis. – Acto de Contrición………………………………………………... 100 Ofrecimiento………………………………………….….. 101 Visita al Santísimo Sacramento. – Modo de ofrecer la visita para ganar las indulgencias de las Cuarenta Horas. – Oración…………………………….. 120 Acción de gracias. – Te Deu Laudamus………………. 121 Himno de Santo Tomás de Aquino………………….… 122 Oración para pedir la bendición del Santísimo Sacramento……………………………………………… 123 Devoción a Jesús, María y José, para el día 1º de cada mes. – Acto de Contrición…………………….… 124 Oraciones………………………………………………... 125 Jaculatorias……………………………………………… 128 Oración al dulce nombre del Señor San José, la cual se podrá decir todos los días………………………….. 128 Tres Credos a la Santísima Trinidad pidiendo una Buena muerte…………………………………………… 130 Ofrecimiento……………………………………………. 132 5

Oración a la Divina Providencia, para alcanzar el remedio de toda especie de necesidades……………. Oración a María Santísima, para la hora de la muerte…………………………………………………… Oración a nuestra Señora de las Angustias………….. Acto de sumisión……………………………………….. Jesús en el Santísimo Sacramento……………………. Oración a la preciosa sangre de Cristo, para la conversión de los pecadores………………………….. Oración y Acto de consagración……………………… Consideraciones para asistir al santo sacrificio de La Misa………………………………………………….... Ofrecimiento de la Misa……………………………….. Devoción admirable de los siete dolores que María Santísima sintió en la vida y muerte de su amantísimo Hijo……………………………………….. Ofrecimiento……………………………………….…… Trisagio a la Santísima Trinidad……………….…….. Acto preparatorio al ejercicio………………………… Himno………………………………………………….... Oraciones a Dios Padre………………………………… Oración a Dios Hijo…………………………………….. Oración a Dios Espíritu Santo……………………….…. Gozos a Dios Trino y Uno……………………………… Día diecinueve. – Devoción al castísimo Patriarca Señor San José…………………………………………… Humilde Rogativa al Glorioso San Antonio de Padua…………………………………………………. Responsorio de San Antonio de Padua………………. Gozos al glorioso San Antonio de Padua……………. 6

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Voto a favor de las almas del Purgatorio……………. Testimonio espiritual para hacerlo en salud y renovable a la hora de la muerte………………………

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INTRODUCCIÓN La piedad con los difuntos, es uno de los primeros sentimientos del corazón humano. «Cuando se está persuadido de que el alma vive después de la destrucción del cuerpo, dice un profundo escritor, cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre el estado en que ésta se halle después de la muerte, no hay cosa más natural que hacer votos y oraciones para proporcionar felicidad a las almas de nuestros parientes y amigos. Aquellos mismos que por sus principios parecen más prevenidos contra tal uso, muchas veces confiesan sinceramente no poderse detener en aquellos graves momentos de hacer votos secretos, que la misma naturaleza arranca de sus pechos, por aquellas personas con quien estaban estrechamente unidos con dulces y caros vínculos. Señal evidente de que éste es un sentimiento grabado por el dedo de Dios en el corazón de los hombres; he aquí por qué se encuentra en todo lugar y en todos los pueblos del mundo» (Inspiraciones de Francia, tomo II, inscripción 12). Pero las tradiciones más veneradas y más puras se hallan en los pueblos que adoran al Dios vivo. Porque la verdadera Religión trató siempre de acercar las almas de los que finaron a la Fuente de toda felicidad, que es Dios, para hacerlas bienaventuradas en Él y por Él. De lo cual provino el que, por medio de oraciones y sacrificios, procurasen hacer propicio al Todopoderoso para aquellas y con obras expiatorias tratasen de hacerlas dignas ante su divina Presencia. Y, efectivamente, estos son los dos modos empleados en la Santa Iglesia para socorrer a los difuntos: hacer propicio al Señor con las almas y 8

hacer las almas dignas de Él, lográndolo por la oración y el sacrificio y por las obras expiatorias a favor de las ánimas benditas.

EXISTENCIA DEL PURGATORIO Es un artículo de fe, en que las almas de los que mueren con alguna culpa venial o sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los pecados ya perdonados, están detenidas en un lugar de expiación que llamamos Purgatorio. Así lo enseña la Santa Madre Iglesia, columna infalible de la verdad; así lo confirma la más antigua y constante tradición de todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los Santos Padres griegos y latinos, Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín y tantos otros; así lo han definido los sagrados Concilios de Roma, de Cartago, de Florencia, de Letrán y de Trento, dirigidos por el Espíritu Santo (Goti, Belarmino). Y aunque la Iglesia no lo enseñase así, ¿No lo insinúa bastante la razón natural? Supongamos que un alma sale de este mundo con alguna culpa venial; ¿Qué hará Dios? ¿La lanzará al infierno? Y siendo su hija y esposa amadísima, ¿La confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso repugna a la Justicia y Bondad divina. ¿La introducirá en el cielo? Esto se opone igualmente a la Santidad y Pureza infinita del Creador, pues solo aquel cuyas manos son inocentes a cuyo corazón está limpio, subirá al monte del Señor (Salmo 23). Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo (Apoc. 21). 9

¿Qué hará pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías: La pondré como en un crisol (Mal. 3, 3), esto es, en un lugar de penas y tormentos, de donde no saldrá hasta que haya satisfecho a la Justicia divina. ¿Crees tú esto, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de ello, la cosa es y será así. Negar el Purgatorio, tan solo dudar advertidamente de su existencia, es ya pecado grave. ¿Crees tú esta verdad y con tanta indiferencia, miras tan horribles penas? ¿Crees en el Purgatorio y con tus culpas amontonas tanta leña para arder en tan terrible fuego? Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a aquellas almas afligidísimas. Si en virtud de la Comunión de los Santos, hay plena comunicación de bienes espirituales entre los bienaventurados que triunfan en el cielo, los cristianos que militamos en la tierra y las almas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de bienes, podemos con mucha facilidad y mérito nuestro bajar al Purgatorio con nuestros sufragios y a imitación de Jesucristo después de su muerte, librar aquellas almas y alegrar el cielo con un nuevo grado de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella Patria felicísima. ¡Oh admirable disposición de la Sabiduría divina! ¡Oh qué dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios obligado a castigar a aquellas sus hijas amadas, busca medianeros que intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la Justicia con la ternura de su Misericordia infinita.

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Y nosotros somos estos dichosos medianeros y corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas pobres almas. Haz pues amado cristiano, con fervor algún sufragio en cada día de este mes consagrado a las ánimas; ¿Quién sabe si abrirás el cielo a alguno de tus parientes o amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro o insensible que les niegues un pequeño sacrificio, pudiéndole hacer tan grande favor y a tan poca costa? ____________________

Práctica sencilla para cada día, SOBRE TODO EN EL MES DE NOVIEMBRE, A FAVOR DE LAS ÁNIMAS Pueden rezarse cinco Padrenuestros, Avemarías y Requiem ae ternam dona eis, Dómine et lux perpetua luceat eis, en memoria de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, suplicando al Eterno Padre que se apiade de las benditas almas por la sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces la siguiente:

JACULATORIA ¡Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia! Padre nuestro, etc. También añádase un Padrenuestro por los propagadores de esta devoción. 11

«Tiene concedidos trescientos días de indulgencia por cada vez y confesando y comulgando, si se hace todo el mes, indulgencia plenaria (Pío VII, 7 de Febrero de 1817)».

Dios estima mucho el que hagamos sufragios por las benditas ánimas del Purgatorio. Entre las muchas apariciones que confirman el dogma del Purgatorio y lo aceptos (gratos) que son a Dios los sufragios por los difuntos, es muy notable la que tuvo el caudillo ilustre de los ejércitos de Dios, Judas Macabeo. Había este piadoso General derrotado a Gorgias, más no sin pérdida de varios soldados suyos, que murieron en la batalla; conociendo por las alhajas que les encontraron ocultas en los vestidos de los que habían muerto en castigo por un robo que habían hecho en la ciudad de Jamnia, exhortó al ejército a que rogase por aquellos infieles. Hizo una cuestación y reuniendo doce mil dracmas de plata, los envió a Jerusalén, para que se ofreciesen sacrificios en sufragio de aquellas pobres almas. Conducta admirable que el Espíritu Santo alabó con aquellas memorables palabras: «Es pues, un pensamiento santo y saludable el rogar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados». Conducta que le alcanzó de Dios una insigne victoria; pues habiendo sucedido a Giorgias el soberbio Nicanor, la víspera, cansado Judas de combinar el plan de batalla y hacer preparativos para ella, se quedó dormido, cuando he aquí que se le aparecen el profeta Jeremías y Onías, el Sumo Sacerdote, ya difuntos, y presentando una espada muy preciosa le dicen: Recibe esta espada santa como una dádiva que Dios te envía; con ella abatirás a los enemigos de mi pueblo Israel. Animado con esta visión y armado con esta espada divina, embistió con 12

pequeño ejército al enemigo y mató a treinta y cinco mil, entre ellos al mismo Nicanor. Obra de gran alivio para las benditas ánimas del Purgatorio y de mucho mérito para nosotros. 1ª Hacer todos los años la Novena en el mes de Noviembre; consagrarles el lunes de cada semana. 2ª Celebrar Misas, o mandarles celebrar y oirlas. 3ª Comulgar con fervor, ya espiritual, ya sacramentalmente, sobre todo los lunes. 4ª Visitar el Santísimo Sacramento o a la Virgen en sus santuarios. 5ª Hacer un rato de oración mental, considerando con especialidad la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. 6ª Andar el Vía Crucis y llevar al cuello algún escapulario. 7ª Rezar el Santo Rosario, la Corona de los Dolores, los Salmos Penitenciales, cinco Padrenuestros a las cinco Llagas de Jesucristo nuestro Señor y otras oraciones vocales. 8ª Sufrir con resignación las penas humillaciones, dolores y trabajos de esta vida. 9ª Practicar alguna mortificación corporal y refrenar los cinco sentidos. 10ª Hacer limosnas y otras piadosas obras de misericordia. 11ª Olvidar las injurias y perdonar a los enemigos por amor de Dios. 12ª Ganar indulgencias; aprender la Doctrina Cristiana.

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LA SANTA MISA Al arrodillarse Señor, deseo ganar las indulgencias concedidas a esta Santa Misa que voy a oír y oraciones que voy a rezar, todas las que ofrezco con todas las Misas que se han dicho, que se están diciendo y que se dirán hasta el fin del mundo, y con los méritos e intercesión de vuestros Ángeles, Santos y Justos, a quienes invoco con todo mi corazón; y es mi voluntad poner estas indulgencias en manos de la Santísima Virgen María, para que por vuestro amor y honra se sirva aplicarlas a las almas del Purgatorio que fueren de su benigno agrado y elección. A este fin, os ruego por la exaltación de nuestra Santa fe católica, extirpación de las herejías, paz y concordia entre los príncipes cristianos, conversión de los infieles, herejes y pecadores, por los enfermos, agonizantes y caminantes, 14

descanso de las benditas ánimas del Purgatorio y demás piadosos fines de nuestra Madre la Iglesia. Amén. Al ir el sacerdote al altar Permitidme, Señor, permanecer ante vuestro augusto acatamiento; ya que me disteis licencia de penetrar en vuestra santa casa, llenadme de temor reverencial y profundo respeto, para que con las disposiciones necesarias ofrezca, juntamente con el sacerdote, el inefable sacrificio a que voy a asistir. Y pues que vuestra misericordia infinita se complace en ser invocada a favor de los menesterosos y de los que sufren, yo me atrevo a levantar con humildad, pero también con fervor, mi voz en obsequio de vuestras muy amadas esposas las benditas ánimas que en el Purgatorio penan. Que mi indignidad no sea causa de que desechéis mis pobres oraciones, porque bien sabéis Vos, Señor, que los méritos de vuestra sacratísima vida, Pasión y muerte que voy a ofreceros, exceden y con mucho, a la multitud de mis culpas, que espera me serán perdonadas ya que las detesto sólo por ser ofensas a vuestra bondad sin límites. Amén. La Confesión ¿Qué podré deciros oh mi Dios! Cuando con tanta claridad estáis mirando escritas en mi corazón todas mis iniquidades? Yo os las confieso penetrado de dolor y confusión e invocando el perdón para mí, juntamente os ruego que minoréis la confusión que padecen las ánimas del Purgatorio, acordándoos de lo que os hicieron sufrir vuestros enemigos cuando os acusaban falsamente en los tribunales. Amén. 15

Los Kiries ¡Ay mi Dios! Aunque toda mi vida invocara vuestra misericordia, hiriendo con dolor mi pecho, jamás quedaría tranquilo, por causa de la enormidad y multitud de mis pecados; pero si levanto hacia Vos mis ojos y os veo en mi obsequio sufrir mansamente que escupan y abofeteen vuestro rostro, entonces no sólo me atrevo a pediros que me subliméis a la honra de hijo vuestro, sino también que llevéis a las ánimas del Purgatorio a cubir en el Cielo sus rostros con los resplandores de la gloria. Amén. La Gloria Los Ángeles, Señor, los Bienaventurados celebren gozosos la magnificencia de vuestra gloria; pues no sea menor vuestra piedad para con los que en este valle de lágrimas desfallecemos oprimidos con el peso de nuestra carne, ni para con las almas que en el Purgatorio gimen penetradas de vivos dolores; antes bien, haced que unos y otros, libres de nuestras respectivas miserias, logremos pronto reunirnos en el cielo a cantar eternamente vuestras misericordias. Amén. La Epístola Los Patriarcas de vuestro pueblo suspiraban fervientes por Vos, dulce Jesús mío, y los Profetas anunciaban al pueblo escogido vuestra venida en carne mortal. ¡Ojalá que los viadores, que creemos que estáis ya entre nosotros sacramentado, nos unamos a Vos por gracia, y que las almas 16

santas del Purgatorio, que suspiran por Vos llenas de amor y amargura, se os unan en el Cielo por gloria! Amén. El Evangelio Todos los Ángeles están alrededor del trono…, y postrándose sobe sus rostros, adoran a Dios, diciendo: «Amén, así sea»; nosotros, miserables pecadores, nos agrupamos alrededor del trono de vuestra soberanía, y acordándonos de la ley que disteis a nuestros padres cuando vivíais en el mundo, os pedimos la gracia de ejecutarla para merecer vuestra benevolencia, y clamamos: «Amén así sea»; y como vemos también a las almas Santas del Purgatorio esperando ansiosas su libertad (y que la Sangre del Cordero sin mancha las redima del reato de sus culpas, abreviando sus espantosos sufrimientos), redoblamos nuestras súplicas en su obsequio, no dudando que vuesta bondad les permita entonar luego con vuestros Ángeles el himno que perpetuamente éstos cantan: «Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias, honra, poder y fortaleza a nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén». Al Credo Creemos Señor firmemente, todo lo que Vos revelasteis y la Iglesia nos propone. Y he aquí que elevamos nuestros corazones al Cielo, pidiéndoos gracia y perdón para nosotros, porque dejasteis escrito en vuestro Evangelio: «Pedid y se os dará»; y levantamos también nuestras manos, intentando abrir las puertas de la Gloria a las almas del Purgatorio, según aquellas vuestras consoladoras palabras: «Llamad y se os 17

abrirá». Haga el honor de vuestra palabra que nuestras esperanzas no queden defraudadas. Amén. Al Ofertorio Aceptad ¡Oh mi Dios!, este pan y este vino que deben convertirse pronto en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo vuestro Hijo, que os ofrecemos, cual víctima adorable, en memoria y continuación del sacrificio sangriento de la Cruz y ponemos en vuestras manos, su inmenso valor en pago de la gracia que para nosotros pedimos, y de la gloria que solicitamos para vuestras esposas, que gimen en la cárcel del Purgatorio. Amén. Al orate fratres Recibid ¡Oh Señor!, este sacrificio que os ofrecemos por la mano de vuestro venerable sacerdote, para alabanza y gloria de vuestro nombre, para la utilidad de toda la Iglesia, particular nuestra y descanso de las benditas almas del Purgatorio. Amén. Al Prefacio Verdaderamente que es digno, justo, equitativo y saludable que ahora y siempre y en todo lugar, os demos gracias por los innumerables beneficios de que nos habéis llenado, ¡Oh Dios misericordioso y bueno! Atraed pues, nuestro corazón y permitid que juntamente con las benditas ánimas del Purgatorio, libres de nuestro destierro unamos nuestras voces a las de vuestros Ángeles y bienaventurados en el Cielo, y todos sin cesar os cantemos: « ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios

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de los ejércitos! Llenos están los Cielos y la Tierra de la majestad de vuestra gloria. Amén». Al primer memento Acordaos Señor, de todos mis bienhechores, entre los que sin duda ocupan un principal lugar las ánimas del Purgatorio, que agradecidas os ruegan continuamente por mí. Para pagarles los favores de que me llenan, os suplico que las colméis de bendición hasta llevarlas al Cielo, donde yo logre unirme con ellas a fin de amaros y alabaros eternamente. Amén. Consagración y elevación de la Hostia ¡Oh Señor! Vos que disteis a vuestros ministros la potestad de convertir el pan en vuestro Cuerpo adorable, dignaos hacer por esta conversión que se cambien los dolores que sufren las almas del Purgatorio en goces celestiales y que con nosotros, que asistimos a este tremendo sacrificio, unan sus voces desde el Cielo, diciendo (al elevar la hostia): «Sea alabado y se den gracias en todo momento al Santísimo y divinísimo Sacramento. Amén». Segundo memento Vuelve ¡Oh dulce Jesús!, desde tu excelso trono tus ojos de clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio: esposas tuyas son, las que allí están purificándose; están marcadas con el sello de la Trinidad; son precio de tu sangre, son tierno objeto de tu amor. Un fuego terrible las acrisola; una privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige 19

sobremanera; suspiran con ansia por el feliz momento en que han de ir a unirse contigo. Que se apresure pues, instante tan dichoso, que salgan en breve a gozar de su Esposo amado; que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio; que tu grande misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz brille sobre ella la eterna luz. Así, Señor, te lo pedimos por aquella amarga hora en que entregaste tu Santo Espíritu en manos de tu Eterno Padre. Amén. Pater noster Padre nuestro, que estás en los Cielos: haz que a ellos vayan las almas del Purgatorio a santificar con sus alabanzas tu nombre, que tu reino las acoja, cumpliéndose luego la misericordiosa voluntad que tienes de librarlas de sus penas. Con el pan de la eterna bienaventuranza dales hartura en las bodas celestiales y perdónales todas sus deudas, así como a nosotros pecadores. Según tu grande clemencia, no dejes que decaiga nuestra confianza en Ti, antes bien levántala muy alto, y que así consigamos por tus méritos y bondad vernos libres de todo mal. Amén. Pax Domini Dales Señor, el descanso eterno y que las ilumine la eterna luz. Del poder del Infierno libra, Señor, sus almas. Descansen en paz. Amén.

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Agnus Dei ¡Oh Dios benignísimo, de quien únicamente procede la verdadera paz! Concédenos clemente, que por medio de una santa vida obtengamos la paz de nuestras conciencias, y que nuestras humildes oraciones sean poderosas a obtener de tu misericordia el eterno descanso de las benditas ánimas del Purgatorio. Amén. Domine, non sum dignus Verdaderamente Señor, que no hay hombre alguno que sea digno de parecer en tu presencia; pero basta que digas una sola palabra, para que libres de nuestros pecados e imperfecciones, quedemos espléndidamente adornados con la preciosa vestidura de la gracia. Pronúnciala Señor, en obsequio nuestro y de las benditas ánimas del Purgatorio y luego quedaremos capaces de presentarnos en el Cielo a adorarte por toda la eternidad. Amén. La Comunión ¡Oh Dios, que después de tu sangrienta Pasión quisiste que tu adorable Cuerpo fuese sepultado, y tu Alma amabilísima bajó al seno de Abraham a consolar a las almas santas que esperaban tu grato advenimiento! Concédenos piadoso a los viadores, que con tu gracia bajes a visitarnos en el abismo de nuestros pecados para santificarnos y a las almas santas del Purgatorio acudas con tu Sangre para apagar el fuego que las devora; y a todos nos lleves cuanto antes a sentarnos en la mesa del eterno convite de los Cielos. Amén. 21

Última oración Desde el profundo abismo en que estoy caído, clamo a Vos, Señor; no seáis Dios mío, inexorable a mi voz. Dignaos escuchar los ruegos de un infeliz que no tiene otro recurso que vuestra misericordia. Sé Dios mío, cuán culpable soy a vuestros ojos; mas si examináis con rigor nuestras inquietudes, ¿Quién podrá sufrir vuestros juicios? Si en nosotros sólo encontraréis delitos para perdernos, en Vos hallaréis motivos para salvarnos; os impusisteis la ley de no resistir a nuestras lágrimas, y esto me obliga, Señor, a esperar confiado en vuestra bondad. Nunca me he olvidado de las promesas del Señor, que me han alentado en lo más fuerte de mis males: he esperado siempre en Él. Así, no deje Israel de esperar, pues recibirá por la noche el socorro que no haya conseguido por el día. Porque es infinita la misericordia del Señor, que sabe hallar en los tesoros de su poder, remedio para nuestros males. Amén. La bendición Bendecir ¡Oh Dios mío! Por la mano de vuestro ministro a nosotros y a las almas santas del Purgatorio, como bendeciréis el último día a vuestros escogidos; y que los efectos de vuestra bendición queden eternamente en nosotros, logrando que libres de toda deuda a vuestra justicia, unidos cantemos en el Cielo incesantemente; Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

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El último Evangelio Dios Creador y Redentor de las almas: acordaos de vuestros siervos y siervas que satisfacen a vuestra divina justicia padeciendo las penas del Purgatorio y anhelan por el momento de gozar de la eterna bienaventuranza que esperan; yo os suplico que os dignéis mitigar sus penas y que hagáis que vayan a gozar presto de vuestra divina presencia, y en particular os ruego por las almas de mis padres, hermanos, parientes y bienhechores, y de todos los demás que son de mi obligación, y por quienes no puedo menos que rogar por su alivio. Así lo espero por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. Dales, Señor, el descanso eterno, y que les ilumine la eterna Luz. Del poder del Infierno, libra Señor sus almas. Descansen en paz. Amén.

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ROSARIO PARA LOS DIFUNTOS Misterios gozosos PRIMER MISTERIO Anunciación del Ángel y Encarnación del Verbo en las entrañas virginales de María ¡Oh María Dulcísima, consuelo de las almas! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, saludada del Ángel, te anunció la Encarnación del hijo de Dios en tus entrañas; por él te suplicamos que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, reciban de los Ángeles, por tu intercesión, alegres

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nuevas de la gloria, a donde vayan a descansar por todos los siglos. Amén, Jesús. SEGUNDO MISTERIO Visitación de Nuestra Señora y santificación del Bautista ¡Oh María, refugio de pecadores! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, visitando a Santa Isabel, fuiste de ella reconocida por Madre de Dios, y el niño Juan, libre de las prisiones de la culpa; por este gozo te suplicamos visites y consueles el alma de nuestro hermano N…, y las demás almas del Purgatorio y las libres de las prisiones que padecen y salgan libres a la gloria. Amén, Jesús. TERCER MISTERIO El nacimiento del Hijo de Dios ¡Oh María, estrella del mar, Norte fijo de la Iglesia! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, naciendo de tu vientre, como de la aurora, el Sol de Justicia, Cristo, alumbró a los que estaban en tinieblas; por Él suplicamos que el alma de nuestro hermano N…, y las demás del Purgatorio, merezcan por Ti salir de las tinieblas de aquella obscura cárcel a los resplandores de la gloria. Amén, Jesús.

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CUARTO MISTERIO Presentación del Niño Jesús en el templo y Purificación de Nuestra Señora ¡Oh purísima María, que sin obligarte la ley de la Purificación presentaste a tu Santísimo Hijo en el templo, con especial gozo de verle reconocido por verdadero Dios! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicando que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, sean purificadas para entrar en el templo de la gloria. Amén, Jesús. QUINTO MISTERIO El Niño perdido y hallado en el templo ¡Oh María, seguro medio para hallar a Jesús! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste hallando en el templo al Niño Dios, sin culpa tuya perdido; por Él te suplicamos que el alma de nuestro hermano N..., y las demás del Purgatorio, tengan por tus ruegos el alivio de sus penas, mirando a Jesús en el templo de su gloria. Amén. Jesús.

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Misterios dolorosos PRIMER MISTERIO La Oración del Huerto ¡Oh dolorosísima Madre de Jesús, quien, despedido y apartado de tu compañía, oró con mortales agonías en el huerto, donde por un Ángel fue confortado! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicándote que por tu intercesión el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, sean confortadas por los Ángeles en sus penas. Amén, Jesús. SEGUNDO MISTERIO Desnudo Jesús es cruelmente azotado ¡Oh María, mar de dolores! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos en memoria del gravísimo dolor que tuviste viendo desnudo y azotado cruelmente al Hijo de tus entrañas; por Él te suplicamos que el alma de nuestro hermano N…, y las demás del Purgatorio, sean libres de los azotes que allí padecen de la Divina Justicia, por virtud de los azotes que Jesús llevó por su misericordia. Amén, Jesús.

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TERCER MISTERIO Coronan a Jesús de espinas ¡Oh María, cárdeno lirio entre espinas! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos en honra del agudísimo dolor que tuviste viendo a tu amado Hijo, hermoso lirio de los valles, afeado y coronado de espinas: te suplicamos por este dolor, que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, sean libres de las espinas de penas que padecen, y coronadas en la gloria. Amén, Jesús. CUARTO MISTERIO Jesús, condenado a muerte y con la Cruz a cuestas, se encuentra con María, su tierna Madre ¡Oh María, traspasada de dolor en la calle de la Amargura por encontrar en ella a tu inocente Hijo, sentenciado a muerte y agobiado con el grave peso de la Cruz! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos suplicándote que el alma de nuestro hermano N..., y las demás del Purgatorio, por tus ruegos sean libres de la cruz de penas que padecen. Amén, Jesús.

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QUINTO MISTERIO Crucifixión de Jesús y soledad de María ¡Oh desconsolada Reina, afligida Madre y desamparada Virgen! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, pidiéndote por el agudo dolor que atravesó tu amante corazón al ver morir entre tantas afrentas y dolores a tu Santísimo Hijo para redimir con su muerte al género humano, que el alma de nuestro hermano N..., y las demás del Purgatorio, donde están solas y afligidas; la Sangre de tu Hijo les alivie las penas y su muerte les dé vida de gloria. Amén, Jesús. Misterios gloriosos PRIMER MISTERIO La Resurrección del Señor ¡Oh María, Señora, alegría de los justos y consuelo de los pecadores! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos en memoria de la alegría que tuviste viendo resucitado y glorioso a tu Santísimo Hijo: te suplicamos, que así como con la presencia de Jesús recibieron alegría las almas de los Santos Padres en el Limbo, la tengan el alma de nuestro hermano N…, y las demás almas del Purgatorio. Amén, Jesús.

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SEGUNDO MISTERIO Ascensión de Cristo Nuestro Señor a los Cielos ¡Oh María, Madre de Dios, llena de sumo gozo en la subida a los Cielos de tu Santísimo Hijo, en compañía de los Santos Padres que libertó de la oscura cárcel del Limbo, llevándolos consigo a la gloria! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicándote que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, sean libres de aquellas penas, y llevadas por manos de los santos Ángeles a la gloria. Amén, Jesús. TERCER MISTERIO Venida del Espíritu Santo ¡Oh María, dulce esposa del Espíritu Santo! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos por el gozo que tuviste cuando bajó el Divino Espíritu sobre Ti y sobre todos los Apóstoles, para que con la ausencia de Jesús no quedáseis huérfanos: por Él te suplicamos que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, salgan a gozar de los brazos de su Esposo Jesús en la gloria. Amén, Jesús. CUARTO MISTERIO Dichoso tránsito de María Santísima ¡Oh dichosísima María, que entregaste tu purísimo espíritu en la hora de la muerte, en manos de tu Santísimo Hijo, y después 30

unido al cuerpo, resucitásteis glorioso! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos pidiéndote que el alma de nuestro hermano N…, y las demás almas del Purgatorio, sean libres de sus penas y te acompañen en la gloria. Amén, Jesús QUINTO MISTERIO Asunción y Coronación de María Santísima ¡Oh soberana Virgen María, Madre de Dios, que, resucitada en cuerpo y alma, fuiste sublimada a la gloria y coronada por Emperatriz de los Ángeles y de los hombres! Este Padrenuestro y diez Avemarías te ofrecemos, suplicándote que el alma de nuestro hermano N..., y las demás almas del Purgatorio, merezcan por tus ruegos ser libres de las penas que padecen, para que sean coronadas de gloria, y que en compañía de tu Santísimo Hijo te amen por todos los siglos. Amén, Jesús. OFRECIMIENTO Por estos misterios santos de que hace el alma recuerdo, te pedimos ¡oh María!, con tierno y devoto pecho de nuestra fe sacrosanta la conservación y aumento. Torna tus divinos ojos hacia tu cristiano pueblo, da a tu Iglesia la victoria y al mundo grato sosiego; 31

serena las tempestades que airado descarga el Cielo. Y del Pontífice augusto mitiga el dolor acerbo; las terrenas potestades sigan de Dios los preceptos, porque la justicia torne y al bien vayan sus esfuerzos. Que a Dios el gentil conozca, su error abjure el soberbio. Que de la verdad aparta corazón y entendimiento. Que la culpa nos inspire dolor profundo y perfecto. Halle puerto el navegante y la salud el enfermo. Las almas del Purgatorio gozosas vayan al Cielo; y aqueste santo ejercicio tenga ¡oh Madre! tal aumento en todo el orbe cristiano, que fiel adora al Dios bueno, que de continua alabanza sean tus glorias objeto y por tu amor merezcamos gozar del eterno premio. Dios te salve, María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto: Dios te salve. María, llena eres de gracia,… etcétera.

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Dios te salve, María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto: Dios te salve, María, llena eres de gracia,… etcétera. Dios te salve, María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima después del parto: Dios te salve, María, llena eres de gracia,… etcétera. Dios te salve, María Santísima, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen concebida sin pecado original. Amén. Gloria Patri, Dios te salve Reina y Madre de misericordia,… etcétera. Letanías de la Virgen María Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios Padre celestial – (Ten misericordia de nosotros). Dios Hijo Redentor del mundo – (Ten misericordia de nosotros). Dios Espíritu Santo – (Ten misericordia de nosotros). Trinidad Santa un solo Dios – (Ten misericordia de nosotros). Santa María - (Ruega por nosotros). Santa Madre de Dios - (Ruega por nosotros). 33

Santa Virgen de las Vírgenes - (Ruega por nosotros). Madre de Jesucristo - (Ruega por nosotros). Madre de la divina gracia - (Ruega por nosotros). Madre purísima - (Ruega por nosotros). Madre castísima - (Ruega por nosotros). Madre Virgen - (Ruega por nosotros). Madre inmaculada - (Ruega por nosotros). Madre amable - (Ruega por nosotros). Madre admirable - (Ruega por nosotros). Madre del buen consejo - (Ruega por nosotros). Madre del Creador - (Ruega por nosotros). Madre del Salvador - (Ruega por nosotros). Virgen prudentísima - (Ruega por nosotros). Virgen venerable - (Ruega por nosotros). Virgen laudable - (Ruega por nosotros). Virgen poderosa - (Ruega por nosotros). Virgen Misericordiosa - (Ruega por nosotros). Virgen fiel - (Ruega por nosotros). Espejo de justicia - (Ruega por nosotros). Trono de la eterna sabiduría - (Ruega por nosotros). Causa de nuestra alegría - (Ruega por nosotros). Vaso espiritual de veneración - (Ruega por nosotros). Vaso precioso de la gracia - (Ruega por nosotros). Vaso de verdadera devoción - (Ruega por nosotros). Rosa mística - (Ruega por nosotros). Torre de David - (Ruega por nosotros). Torre de marfil - (Ruega por nosotros). Casa de oro - (Ruega por nosotros). Arca de la Alianza - (Ruega por nosotros). Puerta del Cielo - (Ruega por nosotros). Estrella de la mañana - (Ruega por nosotros). 34

Salud de los enfermos - (Ruega por nosotros). Refugio de los pecadores - (Ruega por nosotros). Consoladora de los afligidos - (Ruega por nosotros). Auxilio de los cristianos - (Ruega por nosotros). Reina de los Ángeles - (Ruega por nosotros). Reina de los Patriarcas - (Ruega por nosotros). Reina de los Profetas - (Ruega por nosotros). Reina de los Apóstoles - (Ruega por nosotros). Reina de los Mártires - (Ruega por nosotros). Reina de los Confesores - (Ruega por nosotros). Reina de las Vírgenes - (Ruega por nosotros). Reina concebida sin pecado original - (Ruega por nosotros). Reina de todos los Santos - (Ruega por nosotros). Reina subida a los cielos - (Ruega por nosotros). Reina del Santísimo Rosario - (Ruega por nosotros). Reina de la Paz - (Ruega por nosotros). Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo – (Perdónanos, Señor). Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo – (Escúchanos Señor). Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo – (Ten piedad de nosotros). Oración ¡Padre Eterno, soberano Dios! Enviad vuestros Ángeles a sacar del Purgatorio esta alma por quien es mi intención rogar; os suplico la presentéis en vuestra gloria y os pido Señor, que la parte que le falte satisfacer por sus culpas se la perdonéis por los méritos de las penas de vuestro Hijo, mi Señor Jesucristo, y 35

os ruego, mi Criador misericordioso, no seáis riguroso en mi juicio y no nos dejéis caer en la tentación, librándonos de todo mal. Amén, Jesús. Oración ¡Dios os salve, ánimas cristianas! Jesucristo, que os redimió con su preciosísima Sangre, tenga por bien libraros de vuestras penas y daros lugar y asiento entre los coros de los Ángeles, donde os acordéis de nosotros, y supliquéis a Dios que nos lleve a vuestra compañía para ser coronados en el Cielo. Amén, Jesús. Otra Oración Señor mío, Jesucristo, que no viniste a perder sino a librar las almas de los hombres, de quienes te constituiste remedio y libertad dando tu vida por su rescate; humildemente imploramos tu clemencia y misericordia inefables, para que te apiades de todas las almas de los fieles difuntos, que son atormentadas en las penas del Purgatorio, a fin de que las que justamente son por sus pecados afligidas, sean por tu benignidad perdonadas; y pues las has redimido con tu preciosa Sangre, consigan por los méritos e intercesión de la Beatísima Virgen María y de todos tus Santos, que las libres de las penas que sufren y las lleves a la gloria, donde te alaben y gocen por los siglos de los siglos. Amén. Soneto Señor, Dios de bondad, en tu presencia, tienes un alma que, por su malicia,

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mereciera tal vez que tu justicia la condenara a sempiterna ausencia. Más Tú la redimiste y tu clemencia por esto es fuerza que le sea propicia, mandando que la angélica milicia de su perdón promulgue la sentencia. Pues si eres justiciero y riguroso con el impío que muere impenitente, también eres benigno y generoso. Con aquel que te invoca reverente, oye, pues, nuestra súplica piadosa, y haz que esta alma te goce eternamente.

DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO Esposas muy queridas del Señor, que, arrojadas en la cárcel de indecibles penas, carecéis de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas, vosotras, que desde esas voraces llamas clamáis con mucha razón a vuestros amigos « ¡Misericordia! », yo me compadezco de vuestro dolor y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda; pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intercesión de María Santísima y a la preciosa Sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo y yo por vuestra intercesión, gracia para

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arrepentirme de mis culpas, y al fin de la vida la eterna gloria. Amén. ¡Oh, Jesús siempre justo en la sentencia! Por las almas benditas yo te ofrezco todo ayuno, vigilia o abstinencia. Y cualquiera obra buena en que merezco; Todo el rezo, el trabajo, la indulgencia, los trabajos que sufro y que padezco, y ofrezco por alivio en sus quebrantos los méritos de Cristo y de sus Santos.

Oración ¡Dios mío! Vos me habéis llevado la persona que más amaba en este mundo; me habéis privado de ella para siempre; pero pues Vos lo habéis dispuesto de esta suerte, cúmplase en todo vuestra santísima voluntad, así sobre ella como sobre mí. El grande consuelo que me queda es la esperanza de que Vos la habéis recibido en el seno de vuestra misericordia y que os dignaréis algún día de unirme con ella. Si la entera satisfacción de sus pecados la detiene aún en las penas sin que haya ido todavía a unirse con Vos, yo os ofrezco por ella todas mis oraciones y buenas obras, y más principalmente mi resignación en el sentimiento de su pérdida; haced, Señor, que esta resignación sea entera y digna de Vos. ¡Árbitro supremo de nuestra suerte, dueño absoluto de nuestro destino! Disponed soberanamente de nosotros y de nuestros días. No somos de nosotros mismos, sino de Vos sólo; no habéis hecho sino tomar lo que os pertenecía y me habéis

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prestado por algún tiempo. Sean benditas y adoradas las disposiciones de vuestra providencia. Esta muerte que me hace derramar tantas lágrimas, debe producir en mí un efecto más sólido y saludable; ella misma me advierte que llegará mi hora, que debo prepararme sin dilación y estar pronto en todos los instantes de mi vida; haced, ¡Oh Dios de bondad!, que cuando llegue mi último momento, me encuentre en estado de poder presentarme delante de Vos, y de reunirme a la persona que he perdido, para bendeciros y alabaros eternamente con ella. Amén. Jaculatoria «Si con tu Sangre preciosa, Señor, las has redimido, que las perdones te pido por tu Pasión dolorosa».

Oración a San Lorenzo ¡Oh, Señor! Concédenos tu auxilio, y por la poderosa intercesión de tu mártir San Lorenzo, dígnate admitir el alma de tu siervo N..., al goce de la bienaventuranza. Por Jesucristo, Señor nuestro. Amén. Fieles almas cristianas: os dé a todas descanso Aquél que es verdadera holganza, Jesucristo, Hijo de Dios vivo, el cual nació de la inmaculada Virgen Santa María por nuestra salud y de todo el mundo, y os redimió con su preciosísima sangre: Él os 39

dé su bendición, os libre y resucite en el día santo de la resurrección y del juicio final, haciéndoos participantes de la compañía de los santos Ángeles y suya, con gozo para siempre. Amén, Jesús, María y José. Padrenuestro y Avemaría Rogamos y pedimos, omnipotente Dios nuestro, que ya que por nuestros pecados justamente merecemos castigo, por la gloria de tu santísimo nombre seamos libres de todas nuestras culpas y maldades. Tú que vives y reinas en todos los siglos. Amén. Oración Señor mío Jesucristo, que no quieres que ninguno perezca, y a quien nunca se pide, sino con una esperanza segura de tu misericordia, pues por tu misma boca santa y bendita dijiste: «Cuantas cosas pidiéreis en mi nombre al Padre celestial, os concederán». Te suplico Señor, por tu santo nombre de Jesús, me concedas en el artículo de la muerte entero juicio, uso en mi habla, vehemente contrición de mis culpas, fe verdadera, esperanza ordenada y caridad perfecta para decirte de todo corazón: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu y que seas alabado por los siglos de los siglos. Amén.

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DEVOCIÓN A LA

SANTÍSIMA PASIÓN POR LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

Oración Miradme ¡Oh mi amado y buen Jesús! Postrado en vuestra santísima presencia, os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón los sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de mis pecados y propósito de jamás ofenderos, mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos ¡Oh mi Dios!, el santo profeta David: «Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos». 41

Otra oración ¡Oh santísima Cruz! ¡Oh inocente y piadoso cordero! ¡Oh pena grave y cruel! ¡Oh pobreza de Cristo mi Redentor! ¡Oh llagas muy lastimadas! ¡Oh Corazón traspasado! ¡Oh sangre de Cristo derramada! ¡Oh muerte de Cristo amarga! ¡Oh dignidad de Dios, digna de ser reverenciada! Ampáranos Señor, para alcanzar la vida eterna. Amén. Oraciones de San Gregorio Primera ¡Oh Señor mío, Jesucristo, que por redimirme fuiste azotado, coronado de espinas y crucificado! Yo te adoro, y suplico que tu Cruz me defienda del enemigo malo. Padrenuestro y Avemaría. Segunda ¡Oh Señor mío, Jesucristo, que por redimirme pasaste tantos tormentos y bebiste hiel y vinagre! Yo te adoro, y suplico que esos tormentos sean remedio de mi alma. Padrenuestro y Avemaría. Tercera ¡Oh Señor mío Jesucristo! Por aquella amargura que por mis pecados sufriste en la Cruz, principalmente en la hora en que,

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tu noble alma se separó de tu sagrado cuerpo, te suplico tengas misericordia de mi alma cuando de este mundo parta. Padrenuestro y Avemaría. Cuarta ¡Oh Señor mío Jesucristo, que por redimirme fue tu sagrado Cuerpo ungido con mirra, embalsamado y puesto en el sepulcro! Yo te adoro, y suplico que tu muerte sea mi vida. Padrenuestro y Avemaría. Quinta ¡Oh Señor mío Jesucristo, que descendiste al Purgatorio y al Limbo, y sacaste a los que allí estaban cautivos! Yo te adoro, y suplico no consientas que mi alma sea cautiva en el Infierno. Padrenuestro y Avemaría. Sexta ¡Oh Señor mío Jesucristo, que con tu poder resucitaste y subiste a los Cielos, donde estás sentado a la diestra del Padre!¡Ruégote tengas misericordia de mí! Padrenuestro y Avemaría.

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Séptima ¡Oh Señor mío Jesucristo, Buen Pastor! Defiende a los justos, alumbra a los pecadores, ten misericordia de los fieles difuntos y sé manso para mí que soy gran pecador. Padrenuestro y Avemaría. Octava ¡Oh Señor mío Jesucristo, que vendrás a juzgarnos para llevar a los justos a la Gloria coronarlos en ella y apartar los malos al Infierno! Yo te adoro y suplico que tu Pasión me libre de toda pena y me lleve a la vida eterna. Padrenuestro y Avemaría. Novena ¡Oh amantísimo Padre! Yo te ofrezco la inocente muerte de tu Hijo y el amor de su Divino Corazón por las penas que yo, el mayor de los pecadores, merezco por mis culpas; te ofrezco asimismo, su Pasión y cordial amor por todos mis parientes y amigos, enemigos y encomendados; ten piedad de ellos. Padrenuestro y Avemaría. Ofrecimiento Estas oraciones las ofrezco a méritos de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, a quien suplico las reciba en 44

descuento de mis culpas; y de lo que gane, es mi voluntad que Dios nuestro Señor elija lo que le pareciere ser bastante para sacar del Purgatorio el alma que fuere más de mi obligación y gloria suya y de la Santísima Virgen María, a quien suplico sea mi abogada con su Divina Majestad. Amén. Oración ¡Oh Señor mío Jesucristo. Padre dulcísimo! Por el gozo que tuvo tu querida Madre cuando te le apareciste la noche de tu Resurrección y por el gozo que tuvo cuando te vió lleno de gloria y majestad, te pido me alumbres con los dones del Espíritu Santo, para que pueda cumplir tu voluntad todos los días de mi vida, pues vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Otra oración Vuelve ¡oh dulce Jesús! Desde tu excelso trono tus ojos de clemencia hacia el seno profundo de la cárcel del Purgatorio: esposas tuyas, son las que allí están purificándose; están marcadas con el sello de la Trinidad; son precio de tu Sangre, son tierno objeto de tu amor. Un fuego terrible las acrisola; una privación temporal de la vista de tu hermosura las aflige sobremanera; suspiran con ansia por el feliz momento en que han de ir a unirse contigo; que se apresure pues, este instante tan dichoso; que salgan pronto a gozar de su Esposo amado; que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio; que tu grande misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz brille sobre ellas la eterna luz. Así, Señor, te lo pedimos por 45

aquella amarga hora en que entregaste tu santo espíritu en manos de tu Eterno Padre. Amén. Sudario Señor Dios, que nos dejaste las señales de tu Pasión Santísima en la sábana santa, en la cual fue envuelto tu Cuerpo Santísimo cuando por José fuiste bajado de la Cruz: concédenos, ¡Oh piadosísimo Señor!, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu Santísima Madre María, Señora nuestra, sean llevadas las almas del Purgatorio a la gloria de tu Resurrección, donde vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los Siglos de los siglos. Amén.

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La Cruz es mi salvación segura. La Cruz siempre veneraré. La Cruz de Nuestro Señor está conmigo. La Cruz es mi refugio. 300 días de indulgencia.

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DEVOTÍSIMO OFRECIMIENTO DE LA

SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO DISTRIBUIDO EN LOS SIETE DIAS DE LA SEMANA

Domingo Ofrece los gravísimos afanes, tormentos, angustias y dolores que padeció el Señor en el huerto, diciendo: Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, uno por uno, todos los tormentos de vuestra Pasión santísima, la muerte penosísima de cruz y la preciosa sangre que derramasteis por la salvación eterna de nuestras almas. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquellos grandes pasmos y terrores que asaltaron vuestro angustiado Corazón en el huerto; porque representándose en vuestra imaginación todos los martirios que al día siguiente habíais de padecer, Vos sufrísteis en el cuerpo y en el alma un mortal dolor. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquella tan fiera tristeza que os ocasionó el horror de la muerte 48

que os amenazaba, faltándoos muy poco para expirar de dolor, como lo expresásteis a vuestros amados discípulos con aquellas palabras: «Triste está mi alma hasta la muerte», esto es, afligida con tristeza mortal. Yo os fresco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel acto humilde y devoto con que en las más graves angustias, queriendo orar a vuestro Eterno Padre, os pusisteis de rodillas postrado sobre la tierra por reverencia del Padre y por las mortales ansias y congojas que oprimían a vuestro purísimo Corazón. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella oración resignada con que pedisteis a vuestro Padre que si era posible, os dispensase el amargo cáliz de vuestra muerte; y conformando vuestra humana voluntad con la divina, dijisteis: «Cúmplase vuestra voluntad y no la mía». Yo os ofrezco dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, aquella ardiente caridad con que visitasteis a vuestros amados discípulos, estando anegado en un mar de angustias, exhortándolos a la vigilancia y a la oración para que de la tentación no fuesen vencidos. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella confortación misteriosa que os hizo el Ángel, hallándose vuestra alma santísima llena de tantas congojas y dolores, que bastaban a quitaros la vida. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel gran conflicto que os puso en mortales agonías, 49

explicando vuestra grande aflicción con aquellas palabras: «El espíritu está pronto; pero la carne lo resiste». Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, aquella firme perseverancia en la oración, estando en el colmo de vuestras aflicciones, agonizando en mortales angustias, por el remedio y salvación eterna de los pecadores. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, aquella sagrada y preciosa Sangre que, a fuerza de intenso dolor, sudasteis en tanta abundancia que corrió hasta la tierra. Lunes Ofrece las penas y tormentos que el Señor padeció desde que fue preso hasta que lo presentaron al pontífice Anás, diciendo:

Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús por las almas del Purgatorio, aquella prontitud de ánimo que mostrasteis para morir cuando levantándoos de la oración bañado del sudor de sangre, salisteis a encontrar a vuestros enemigos, diciendo que Vos érais Aquel a quien ellos buscaban. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, el gran dolor que sentisteis por la gravísima culpa de la traición de Judas, vendiéndoos a los judíos por treinta dineros y con el fingido ósculo de paz, entregándoos en manos de vuestros enemigos; dolor tan agudo y sensible, que es uno de los mayores que atravesaron vuestro piadosísimo Corazón.

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Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos actos de heróica piedad con que dísteis lugar a vuestros crueles enemigos, para que se levantasen de la tierra, y curásteis la oreja que vuestro fervoroso discípulo había cortado con celo de vuestra defensa al indigno siervo del Pontífice que os venía a prender. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquella gravísima tribulación que padecisteis cuando fuísteis embestido en el huerto por tanto número de soldados, y os prendieron y ataron con tan inhumana crueldad, que es imposible comprenderla con humano discurso. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella admirable paciencia con que sufristeis tantos golpes, oprobios y baldones, hasta arrancaros los cabellos de vuestra sacrosanta cabeza, estando Vos mismo, cordero humildísimo, sin responder palabra alguna. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos actos internos que en medio de las opresiones hacíais de amor de Dios, de tolerancia y resignación, ofreciendo siempre al Eterno Padre todos aquellos malos tratamientos que os hacían, en satisfacción de nuestros pecados. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel dolor vivísimo que os atravesó el Corazón cuando, en medio de tales tribulaciones, os hallásteis solo y abandonado de vuestros más caros amigos, los cuales, cuando os vieron preso y atado, huyeron todos.

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Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas aflicciones y dolores que sufristeis desde el huerto hasta la casa de Anás, por tantos golpes que os daban y las blasfemias que os decían los verdugos, haciéndoos caminar con tanta prisa y desprecio pr fuera y dentro de la ciudad. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel acto de humildad y mansedumbre cuando delante del pontífice Anás estuvisteis con las manos atadas en forma de reo y oyendo los cargos que os hacían y las falsas acusaciones que daban contra Vos, como si fuérais el hombre más facineroso y más malo del mundo. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella cruelísima bofetada que os dio aquel hombre vilísimo con tan infernal furia, que os desfiguró la mejilla y la indecible paciencia y mansedumbre con que hablasteis a aquel indigno pontífice. Martes Ofrece los tormentos que el Señor padeció en la noche de su pasión en la casa de Caifás, diciendo:

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel grande ultraje con que fuiste llevado y puesto en la presencia del pontífice Caifás, quien os recibió con una infernal indignación, hecho blanco de sus iras de los ministros y soldados que estaban con él.

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Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, las acusaciones inícuas y falsos testimonios que os levantaron aquellos hombres vilísimos, no habiéndose testificado cosa alguna contra vuestra inocencia. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel admirable silencio vuestro, no respondiendo ni una palabra para defenderos de tantas falsedades, injurias y calumnias como os imponían, dejándonos ese ejemplo admirable para seguiros en nuestras adversidades. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel torpe y escandaloso conjuro que os hizo el soberbio Caifás, para que respondiéseis si érais Hijo de Dios, a quien con profundísima humildad, por reverencia del Padre, respondísteis que sí y que con grande majestad, vendríais a juzgar el mundo. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella injuriosa afrenta que os hicieron aquellos ministerios infernales, después de haber oído vuestra respuesta, y debiendo postrarse y adoraos como verdadero Dios, os publicaron por blasfemo y hombre merecedor de una afrentosa muerte. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel rabioso furor con que los pérfidos judíos os embistieron después que confesasteis ser Hijo de Dios vivo, hiriendo con crueles bofetadas vuestro divino rostro y maltratando vuestro Cuerpo santísimo con fieros golpes llevando con tanta

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mansedumbre estas ofensas horribles, que no se os oyó la menor queja. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquel oprobio vilísimo de escupiros en vuestro soberano rostro con tantas y tan hediondas salivas, que no se hallan palabras para explicar tan gran desprecio. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquella injuriosa burla y mofa con que os trataron los pérfidos judíos, cuando os vendaron los ojos con un paño muy sucio, y dándoos muchos golpes, decían: «Profetiza y adivina quién te ha herido», pues os preciábais de ser profeta. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio las tres negaciones ingratas de vuestro apóstol San Pedro y la grande compasión que de él tuvísteis cuando con tanta piedad le mirásteis, que volvió en sí, se dolió y comenzó a llorar amargamente su pecado. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, todas aquellas penas y ultrajes que padecísteis en toda aquella tristísima y funesta noche, habiendo quedado al arbitrio de vuestros enemigos y de gente vilísima, para ser atormentado a su voluntad, no cesando de afligiros con todos aquellos géneros de tormentos, afrentas y desprecios que os hicieron con su diabólica crueldad.

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Miércoles Ofrece los tormentos y desprecios que el Señor padeció en casa de Pilato y Herodes, hasta el grande tormento de los cruelísimos azotes, y dirás con devoción lo siguiente:

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas tres falsas acusaciones que los judíos dieron contra Vos a Pilatos, esto es, que engañábais a los pueblos, que mandábais no se pagase tributo al César y que os hacíais rey de los judíos. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella grande humildad con que os dejásteis llevar atado por las calles públicas de Jerusalén, y presentaros como un malhechor al rey Herodes, quien hizo burla y escarnio de vuestra inocencia y grandeza divina. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del purgatorio aquel vilísimo desprecio con que os trató aquel soberbio rey, cuando mandó poneros la vestidura blanca como a un loco, y presentaros así delante de los príncipes, escribas y fariseos y de un concurso muy grande. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos gravísimos escarnios que sufrísteis de todo el pueblo, cuando por las calles de Jerusalén os llevaban con la vestidura blanca y os llenaban de injurias y baldones. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas horribles voces de los impíos judíos, cuando decían: 55

«¡Muera, muera: crucifícale, crucifícale!»; y daban por libre a Barrabás hiriendo con tan cruel sentencia vuestro purísimo Corazón y el de vuestra Santísima Madre. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio aquellos pasos que disteis hacia la columna donde habíais de ser azotado, y aquella grandeza de amor y humildad con que os ofrecísteis a tan cruelísimo tormento. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel gran rubor y vergüenza que tuvisteis cuando os desnudaron para el tormento y asimismo aquellos vilísimos dolores que os causaron las ligaduras de los brazos y las manos, que fueron de fuerte mortificación. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, uno por uno, todos aquellos fuertes azotes que dieron a vuestro sacratísimo cuerpo aquellos verdugos infernales, rompiendo vuestras carnes santísimas y derramando muchas veces vuestra preciosa Sangre. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel imponderable dolor que tuvo vuestra Madre Santísima por este tormento; pues cuantos golpes dieron en vuestro delicadísimo Cuerpo, tantos puñales atravesaron sus purísimas entrañas. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos horribles dolores que os causaron por todo vuestro cuerpo santísimo y las llagas que os hicieron con más de cinco mil azotes, y aquel desmayo tan grande que a lo último 56

tuvísteis por el intenso dolor y falta de sangre, cayendo en tierra como difunto. Jueves Ofrece el acerbísimo tormento de la coronación de espinas como sigue:

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos pasos dolorosos que dísteis cuando os llevaban al puesto y lugar de la coronación de espinas, todo lleno de heridas y llagas que destilaban vuestra Sangre preciosísima, después de la áspera y cruel flagelación. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel vivo dolor que sentísteis cuando os desnudaron por segunda vez, renovando las llagas de los azotes al despegar la túnica de vuestro santísimo cuerpo con una crueldad inhumana. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella rigurosa crueldad con que los soldados asentaron sobre vuestra santísima cabeza una tirana corona, apretándola con fieros golpes, para penetrasen las espinas causándoos tan intenso dolor, que se deja a la piadosa consideración. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella sangre preciosa que salió de vuestra divina cabeza, corriendo hasta la tierra, estando Vos con humildad profundísima sujeto a esos cruelísimos tiranos, ofreciendo al Eterno Padre por nuestra salvación eterna tan atroz tormento. 57

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos afrentosos golpes que os dieron sobre la corona de espinas con la misma caña que os pusieron por cetro para que penetrasen más sus puntas y fuesen más profundas las heridas. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos oprobios, injurias y baldones que os hicieron los soldados cuando, puesto de rodillas os dieron tantas bofetadas, saludándoos tan ignominiosamente con aquellas irrisorias palabras: «Dios te salve, rey de los judíos», como si fuéreis rey de burlas. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella grande afrenta, cuando con sucias y hediondas salivas mancharon los soldados insolentes vuestro divino rostro, tantas veces que os desfiguraron del todo. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella virginal y angelical erubescencia que sentísteis cuando en aquella lamentable forma, casi desnudo, os mostró Pilato al numeroso pueblo, diciendo: Ecce Homo. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel grito diabólico del pueblo judáico cuando clamó diciendo: « ¡Crucifícale, crucifícale!», llenando de pavor y espanto mortal a vuestro purísimo Corazón con la sangrienta muerte a que os condenaban.

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Viernes Ofrece lo que padeció Nuestro Señor con el grave peso de la Cruz, hasta ser en ella crucificado, y dirás:

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella grande fatiga de llevar la Cruz tan pesada, que os hizo una grande llaga en el hombro, sobre las muchas que teníais en vuestro santísimo Cuerpo. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas mortales congojas que tuvísteis y os ocasionaron los soldados en el camino del calvario, tirando cruelmente de la soga y los desprecios que os hicieron con las injurias, baldones y blasfemias del ingrato pueblo, y con tantos malos tratamientos como si fuérais el hombre más malvado del mundo que llevaban al suplicio. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas tres caídas que tuvísteis con el grave peso de la Cruz, como debilitado y sin fuerzas, y asimismo os ofrezco aquella grande impiedad con que os levantaron del suelo, tirando de las sogas con que os llevaban atado. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel sumo desprecio con que fuísteis sacado de la ciudad, cargando con la Cruz, atado, escarnecido y vituperado de todo el pueblo y acompañado de unos ladrones, como el más facineroso del mundo.

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Yo ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella pena y dolor con que vuestra Madre Santísima os iba buscando por las calles de Jerusalén y habiéndoos hallado, la apartaron luego de vuestra presencia, haciéndoos caminar aprisa al monte Calvario. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella gran flaqueza y desmayo que sentísteis y no pudiendo por ellos cargar el grave peso de la Cruz, os dieron al Cirineo, para que os ayudase a llevarla hasta el Calvario. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel intenso dolor que sentísteis cuando con tanta impiedad os arrancaron y quitaron la túnica, que estaba pegada a las llagas de vuestro Santísimo Cuerpo y se renovaron todas las heridas, arrojando por todas ellas mucha cantidad de sangre, y en especial de la cabeza, por haberse movido la corona de espinas. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos mortales dolores que sentísteis en las manos y en los pies, cuando os clavaron en la Cruz, y asimismo los dolores de vuestra Santísima Madre, cuando veía poner los clavos y sentía los golpes. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella oferta sacrosanta que Vos mismo hicísteis al Eterno Padre en el altar de la Santísima Cruz, para redimir al hombre y abrirnos las puertas del Cielo.

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Sábado Ofrece lo que padeció Nuestro Señor en la Cruz mientras en ella estuvo vivo y pendiente. Dirás como sigue:

Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella suma de todos los grandes dolores que en vuestro divino Cuerpo padecísteis, desde los pies a la cabeza, sin haber parte que no pareciese y fuese atormentada con pena vehementísima. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas tres horas que estuviste vivo pendiente de la Cruz, con aquellos sumos dolores de las manos, pies y cabeza por las heridas de los clavos y las espinas. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos terribles dolores que os ocasionaban las principales llagas de vuestro divino Cuerpo, como la del hombro, del espinazo, de las espaldas, de las rodillas, de los ojos y de algunos huesos fuera de sus lugares. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellos dolores mortales que atormentaban vuestro piadosísimo Corazón, singularmente viendo a vuestra Santísima madre al pie de la Cruz, al amado discípulo y a la penitente y amorosa Magdalena. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas palabras injuriosas que os gritaban los judíos ingratos, estando clavado en el madero santo de la Cruz. 61

Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquellas fervientes lágrimas con que estando en la Cruz rogábais al Eterno Padre que perdonase a vuestros enemigos. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella sed ardientísima que os atormentaba las entrañas, cuando exclamásteis diciendo: Tengo sed. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquella bebida amarga de hiel y vinagre que os dieron en una esponja, y gustándola, llenásteis de amargura vuestra santísima boca. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel doloroso clamor que dísteis, viéndoos desamparado del Padre, de los enemigos y de los discípulos amados, explicando vuestro dolor con aquellas palabras: ¡Dios Mío! ¿Por qué me has desamparado? Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, la amorosa queja que dísteis a vuestro Eterno Padre, fundada en que no os enviaba algún consuelo y alivio para entretener más vuestra vida, para que los tormentos y penas que padecíais nos os la acabasen de quitar, por el ardiente amor y deseo que teníais de estar más tiempo padeciendo en el sagrado leño de la Cruz, en servicio de vuestro Padre y provecho de los hombres. Yo os ofrezco dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, aquel sumo y último dolor que sentísteis al separarse vuestra 62

alma santísima del Cuerpo, encomendando el espíritu en las manos del Eterno Padre, con aquellas palabras: Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu. Yo os ofrezco, dulcísimo Jesús, por las almas del Purgatorio, todos los dolores, angustias y trabajos que padeció nuestra madre santísima al pie de la Cruz, en su soledad, en la herida del costado y en vuestro entierro, hasta que os vio resucitado. Oración Para cada día después de los ofrecimientos para ganar las santas indulgencias concedidas por cada uno de ellos.

Dios eterno, por tu inmensa clemencia y en nombre de tu Hijo Jesucristo y por los méritos de su Pasión Santísima, te suplico concedas eterno descanso a las afligidas almas que están detenidas en las acerbísimas penas del Purgatorio, para que cuanto antes gocen de la bienaventuranza eterna, como lo desean. También te pido humildemente, Dios mío, en nombre del mismo Jesucristo, Hijo tuyo y Redentor del mundo, perdones los pecados que yo y todos los vivientes hemos cometido; que a todos nos des verdadero arrepentimiento, para enmendarnos y observar tu divina ley, con los auxilios de gracia que necesitamos, para mejor servirte en esta vida y alabarte en la eterna gloria, que esperamos por tu infinita misericordia. Amén.

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Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri Señor, pésanos de haber pecado; tened misericordia de nuestras almas, y descansen en paz las del Purgatorio, auméntese y tenga perfecta paz y unión la cristiandad toda; extírpense todas las herejías y conviértanse todos los herejes a vuestra Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, cuyas necesidades sean socorridas superabundantemente; todo en hora y gloria de la Santísima Trinidad. Amén. Oración ¡Oh Dios, Criador y Redentor de las almas! Concede a las de tus siervos y de tus siervas, la remisión de todos sus pecados, para que consigan por las piadosas oraciones de tu Iglesia, la indulgencia y el perdón que siempre necesitarán. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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NO OLVIDEIS A LOS DIFUNTOS PROPAGANDA PIADOSA

DEL ROSARIO POR LOS DIFUNTOS No existe, que nosotros sepamos, un Rosario especialmente dedicado a sufragar por las ánimas benditas del Purgatorio y que, digno de la aprobación de la Iglesia, pueda ser adoptado por la piedad de los fieles. Por esto hemos imaginado este Rosario especial que, recitado en pro de los difuntos, sea medio permanente de animar y extender tan santa y útil devoción. Proponemos un Rosario cortísimo e igualmente muy rico en indulgencias aplicables a las almas de los finados, conciliando así (con la facilidad de que se rece diariamente) el mayor bien de éstas y el seguro aprovechamiento de sus bienhechores. Se compone de cuatro decenas, es decir, de cuarenta cuentas pequeñas, en hora y memoria de las cuarenta horas que después de su afrentosa muerte permaneció Nuestro Señor Jesucristo en el Limbo, o seno de Abraham, a fin de consolar y sacar de él a las almas de los justos que esperaban su santo advenimiento y llevarlas consigo a los Cielos. A cada decena acompaña una cuenta gruesa y del todo pende una cruz o medalla. El modo de rezarlo es el siguiente: Tomada la cruz o medalla en la mano, se dice el salmo De profundis (los que lo ignoran rezarán en su lugar un Padrenuestro y un Avemaría), y luego, al repasar las cuentas, dirán en las gruesas los actos de fe, esperanza y caridad:

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Dice: Dales Señor, el descanso eterno. Respuesta: Y que las ilumine la eterna luz. Dice: De la puerta del Infierno. Respuesta: Libra, Señor, sus almas. Dice: Descansen en paz. Respuesta: Amén, Jesús. En las pequeñas, esta invocación: Dulce Corazón de María, salvadme. Concluye el Rosario con el de profundis o el Padrenuestro y Avemaría. Como se ve, este Rosario a la vez es muy corto y está enriquecido con muchas indulgencias, porque lucra el que lo reza veintitrés mil trescientos días de indulgencia. En efecto: por los actos de fe, esperanza y caridad se ganan «totíes quoties» (muy a menudo); es decir, todas las veces se digan, siete años y siete cuarentenas de perdón y como tales actos se repiten cuatro veces, es claro que se obtienen con ellos once mil trescientos días de indulgencia. De la misma manera, por la invocación «Dulce Corazón de María, salvadme», se consiguen trescientos días (Pío IX, Breve de 30 de Septiembre de 1852) por cada vez que se rece y como esto se hace cuarenta veces, resultan doce mil días. Ahora bien: no siendo necesaria una fórmula determinada para obtener las indulgencias anexas a la enunciación de los actos de fe, esperanza y caridad, en gracia de la brevedad nos basta producirlos así:

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Dios mío, Creo en Vos, porque sois la misma verdad. Espero en Vos porque sois infinitamente bueno y os amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas, porque sois infinitamente perfecto y por amor a Vos amo a mi prójimo como a mi mismo. Con tan pocas palabras, se expresa perfectamente el objeto y fin de tales actos, condición necesaria y bastante para ganar las indulgencias que les están anexas. ¡Quiera Dios que las personas piadosas procuren con empeño propagar la devoción de este Rosario por los difuntos, a quienes tanto bien alcanza, siendo al mismo tiempo saludable a los que lo rezan! Santo Tomás afirma que la oración por los muertos es la mejor de todas y San Francisco de Sales nos enseña que la caridad con las almas del Purgatorio contiene en sí sola, por su grande excelencia, juntas todas las obras de caridad. Cien días de indulgencia por cada vez que se diga y responda: Dice: Alabado sea Jesucristo. Responde: Sea por siempre alabado. (Sixto V. Bula Reddituri, de 15 de Julio de 1587).

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ROSARIO DE DIFUNTOS MÁS FACIL Postrado en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, pídele te asista en el rezo de este santo rosario. Por la señal de la Santa Cruz Dispón, Señor, mi corazón con la abundancia de tu gracia, para que con sentimientos de fe, caridad y compasión, penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, pueda procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios, que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de mi pobre alma. Acto de contrición Adorable Señor y Redentor mío; humildemente postrado a vuestras soberanas plantas, os suplico que os dignéis atender a las plegarias de este pobre pecador que, arrepentido de sus culpas, espera misericordia y gracia. Os lo pido Señor, para vuestra gloria, bien de mi alma y para que este Rosario sea aceptado y sirva para alcanzar sufragios, que os ofrezco en favor de los fieles difuntos. Dios mío, atended a mi socorro. Señor, ayudadme prontamente.

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Gloria sea al Padre Eterno, Gloria al Hijo Soberano, Y por siglos infinitos Gloria al Espíritu Santo. Amén. I Consideramos en este primer decenario el vivísimo deseo con que estaban las almas del Purgatorio esperando el feliz momento de ser consoladas con la visita del Redentor después de su muerte; y meditemos que las almas, que al presente se encuentran en aquellas atrocísimas llamas, están con igual anhelo esperando de nuestra piedad sufragios en abundancia, que sean capaces de satisfacer por ellas y hacerlas enteramente felices. Pidamos, por tanto, al Señor y a la Santísima Virgen que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones, que puedan apagar las llamas en que se abrasan aquellas pobres almas. Después se dirá un Padrenuestro, diez Avemarías y un Requiem aeternam. II Consideremos en este segundo decenario la dulce sorpresa que experimentaron las almas del Purgatorio cuando, al comparecer en medio de ellas el Redentor, vieron apagarse el fuego que las abrasaba, cesando todas las penas que las habían atormentado por tanto tiempo; y meditemos que con nuestros sufragios podemos también nosotros apagar aquellas llamas 69

tan ardientes y poner fin a aquellas penas que tan fieramente las atormentan. Pidamos, por tanto, al Señor y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones que las produzcan el mismo efecto. Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Requiem. III Consideraremos en este cuarto decenario, la inmensa gloria de que se inundaron las almas del Purgatorio cuando fueron sacadas por el Divino Redentor de aquel abismo de dolores y conducidas gloriosamente a la bienaventuranza; y meditemos que también nosotros, con nuestros sufragios, podemos librarlas de aquella horrenda prisión y hacerlas felices para siempre en la Gloria celestial. Pidamos, por tanto, al Señor y a la Santísima Virgen, que concedan tanta eficacia a nuestras oraciones que puedan abrirles las puertas del Purgatorio e introducirlas en el deseado gozo del Cielo. Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Requiem. Oración ¡Oh Jesús, oh María, esperanza, salud y felicidad de todos los fieles! Desde lo profundo de sus miserias a vosotros se vuelven las desconsoladas almas del Purgatorio e imploran el beneficio de Vuestra Sangre, ¡Oh Jesús! Y el fruto de vuestros dolores ¡Oh María! Esta Sangre, estos dolores que fueron de tanta eficacia la primera vez en el Calvario y que rompieron todo lazo de iniquidad en el mundo, libren de sus penas a las almas del Purgatorio, y por los méritos de tan preciosa Sangre sean 70

salvas de tan acerbos dolores y conducidas libres al Cielo aquellas pobres prisioneras, y especialmente el alma de N..., por la cual os pedimos con todo el fervor de nuestro espíritu. Señor, ten piedad de ellas. Jesucristo, ten piedad de ellas. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Padre celestial, que eres Dios, ten piedad de ellas. Hijo Redentor del mundo, que eres Dios, ten piedad de ellas. Espíritu Santo, que eres Dios, ten piedad de ellas. Santísima trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de ellas. Santa María, Santa Madre de Dios, Santa Virgen de las Vírgenes, Madre de Jesucristo, Madre de la divina gracia, Madre purísima, Madre castísima, Madre Virgen, Madre inmaculada, Madre amable, Madre admirable, Madre del buen consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Virgen prudentísima Virgen venerable, Virgen laudable, Virgen poderosa, Virgen misericordiosa, 71

Virgen fiel, Espejo de justicia, Trono de la eterna sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual de elección, Vaso precioso de la gracia, Vaso de verdadera devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la Alianza, Puerta del Cielo, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos, Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de los Confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin culpa original Reina subida a los cielos, Reina del Santísimo Rosario, Reina de la paz,

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Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, perdónalas, Señor. Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, óyenos, Señor. Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, ten piedad de ellas. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies nuestras súplicas en favor de las benditas almas del Purgatorio, y líbralas de sus penas, ¡Oh Virgen siempre gloriosa y bendita! (V). Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. (Respuesta). Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo. Amén. Oración ¡Oh Dios, que concedéis el perdón de los pecados y queréis la salvación de los hombres! Imploramos vuestra clemencia para que por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María y por la de todos los Santos, hagáis que lleguen a participar de la eterna bienaventuranza todos nuestros hermanos, parientes y fieles difuntos que han pasado de esta vida a la otra. Por nuestro Señor Jesucristo, Vuestro Divino Hijo. Amén. OCHO SÚPLICAS A NUESTRO PADRE JESUS POR LAS ALMAS BENDITAS

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1ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por aquel sudor de sangre que padecísteis en el huerto de Getsemaní, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y en particular de aquella que fue más devota del misterio de la Santísima Trinidad. ¡Oh padre amantísimo! Tened piedad de ella. Pater, Ave, Requiem. 2ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por los cruelísimos tormentos que padecísteis en el misterio de los azotes, apiadaos de las ánimas benditas, y en particular de aquella que fue más devota de vuestra preciosísima Sangre. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. Pater, Ave, Requiem. 3ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por los dolores intensos que sufrísteis en vuestra penosísima coronación de espinas, apiadaos de las ánimas benditas, y en particular de aquella que fue más devota de vuestro Divino Corazón. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. Pater, Ave, Requiem. 4ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por las angustias que sufrísteis al subir cargado con la Cruz por el camino del Calvario, apiadaos de las ánimas benditas, y en particular de aquellas que están por salir de tan triste y dura cárcel. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ellas. Páter, Ave, Réquiem. 74

5ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por los desmayos que sufrísteis en vuestra cruelísima Crucifixión, apiadaos de las ánimas benditas, y en particular de aquella que fue más devota de vuestra Santísima Madre. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. Páter, Ave, Réquiem. 6ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por las penas que padecísteis en la Cruz durante las tres horas de vuestra amarguísima agonía, apiadaos de las ánimas benditas y en particular de aquellas que se halla más abandonada de sufragios. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. Páter, Ave, Réquiem. 7ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por el intenso dolor que padecísteis cuando vuestra alma se separó del cuerpo, apiadaos de las benditas ánimas, en particular de aquella que fue más devota de vuestra dolorosísima Pasión. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. Páter, Ave, Réquiem. 8ª. ¡Oh piadosísimo Jesús mío! Por el vivísimo dolor y angustias mortales que sufrió vuestra Santísima Madre al pie de la Cruz durante vuestras agonías, apiadaos de las ánimas benditas, y en particular de aquella por la cual tengo más obligación de orar. ¡Oh Padre amantísimo! Tened piedad de ella. 75

Páter, Ave, Réquiem. (V). Señor, atended a mi oración. (Respuesta). Y mis clamores lleguen hasta Vos. Oremos Señor Dios, Criador y Redentor de todos vuestros fieles: conceded a las almas de vuestros siervos el perdón de todos sus pecados, a fin de que por nuestros piadosos ruegos alcancen de Vos la indulgencia que siempre desearon. Hacedlo, Señor Jesucristo, Vos que vivís y reináis con Dios Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Práctica de la Meditación Antes de la meditación Preparación remota. –Evita la soberbia, sensualidad y disipación de ánimo. Adquiere las virtudes contrarias: mortificación, humildad y recogimiento interior. Preparación próxima Léase la meditación el día antes. Cuando te despiertas, sea el primer pensamiento sobre lo que has de meditar. Procura ir

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con ánimo tranquilo. Fomenta afectos conforme a la meditación. En la meditación PRINCIPIO Puesto en pie, piensa que tiene a Dios presente. –Adórale de rodillas. –Oración preparatoria. Preludios. Piensa brevemente lo que vas a meditar. Composición de lugar. –Pide a Dios la gracia especial de que te ilumine el entendimiento y te mueva la voluntad. MEDIO Memoria: Repasa en tu memoria la materia de la meditación. Entendimiento: -1º. ¿Qué debes considerar? -2º. ¿Qué resoluciones debes inferir? -3º¿Por qué motivos? –Decente, útil, fácil, agradable, necesario. -4º¿Cómo lo has observado hasta ahora? -5º. ¿Qué debes hacer en adelante? -6º¿Qué medios escoger? Voluntad. Durante la meditación, excita afectos más con el corazón que con la boca. Haz propósitos: Al fin de cada materia práctica. –Prácticos. Particulares. –Acomodados al presente estado. –Fundados en motivos sólidos. –Humildes. –Pidiendo el auxilio divino. FIN

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Resumen de los propósitos confirmándose en ellos. Ramillete sacado de la Sagrada Escritura o de los Santos Padres, si fuese posible, con el cual se recuerde toda la materia meditada. –Coloquio a Jesucristo, a la Virgen María o a otro Santo. Después de la meditación Concluida, se examina: si hallas faltas, para enmendarlas; si no, para dar gracias a Dios y proseguir de la misma manera. Las faltas pueden ser, entre otras, las siguientes: Si no preparé u oí los puntos con atención. –Si no previne los preludios y el fruto que había de sacar. –Si antes de dormirme y al despertarme no recapacité los puntos brevemente (se entiende para la meditación de la mañana siguiente). –Si al empezar no adoré a Dios profundamente con un acto de fe. –Si no hice la oración preparatoria. –Si omití la composición de lugar. -Si la petición. –Si no estuve exteriormente con la debida compostura. –Si no ejercité el entendimiento discurriendo y reflexionando detenidamente. –Si no apliqué lo que meditaba a mi utilidad y ventaja. –Si no ejercité particularmente la voluntad excitándome a los afectos que el asunto requería o a que me sentí movido. –Si no descendí a resoluciones o propósitos particulares. –Si no hice uno o más coloquios. –Si estuve distraído, y por qué. –Si no me detuve cuando hallé devoción, o tuve ansia de pasar adelante. –Si no estuve con particular respeto en el tiempo de los afectos y coloquios. –Si he sentido desconsuelo, aridez o turbación, cuáles y de dónde procedieron. –Si no completé la hora o tiempo señalado, y si no gasté algo más por lo mismo que me sentía con pesadez y dificultad. 78

En seguida se escriben brevemente los pensamientos, deseos y propósitos. PRÁCTICA de los

Exámenes General y Particular Puesto en pie y alzando por un instante el corazón a Dios, considera que está presente y te mira. Hazle reverencia. 1º. Dar gracias por los beneficios recibidos de Naturaleza: Creación, conservación y benéfica providencia. Gracia, redención, justificación, sacramentos, admirable paciencia y misericordia, de la vocación a la fe, por las gracias particulares del día. Gloria en la otra vida. 2º. Pedir luz a Dios para conocer los pecados, faltas e imperfecciones, y gracia para dolerse de ellas y extinguirlas. 3º. Examen particular.- Pide a tu alma cuenta, examinándote hora por hora, del pecado o falta particular de que quieres corregirte. Examina si cuando te despertaste o después del examen de la mañana, propusiste guardarte diligentemente de 79

caer en este defecto o falta; si cada vez que faltaste pusiste la mano en el pecho, doliéndote de haber caído. Apunta las faltas y coteja el examen de la noche con el del mediodía y el del día anterior y el de esta semana con el de la otra anterior. Examen general. –Examínate también, hora por hora, de los pecados cometidos en el día por pensamiento, palabra y obra. Por la mañana. –Levantarse. –Ofrecer obras. Meditación, con sus adivinaciones y examen. –Visitas al Santísimo. –Desayuno. –Rezo. –Estudio. –Clases. Por la noche. –Comida. –Recreación. Estudio. –Clases. – Rosario. Lectura espiritual. –Visitas al Santísimo.- Recreación. Letanías. –Puntos. 4º. Pedir a Dios perdón de las faltas, -Motivos de dolor. Las penas del Purgatorio, los grados de gloria perdidos, el peligro de caer en faltas mayores y de no llegar jamás a ser perfecto, con daño propio; de muchas almas; tu ingratitud con Dios, la suma bondad, majestad de Dios… Afectos de temor, confusión, dolor, odio, amor y confianza. Pedir a Dios perdón por el Sagrado Corazón de Jesús, por intercesión del Corazón inmaculado de María, de los santos Ángeles, Patronos, San Ignacio y demás Santos de la Compañía de Jesús, por el Santo del día. 5º. Propósitos. –Propón la enmienda con la gracia de Dios, averigua las raíces de los pecados y faltas, las ocasiones en la 80

vida poco ordenada y los remedios necesarios. Propón el reformarte con más diligencia. Invoca como testigos y para que te ayuden en tus propósitos, a Nuestro Señor Jesucristo, a María Santísima, a San José, los santos Ángeles, Patronos, San Ignacio y demás Santos de la Compañía de Jesús que gozan de Dios en el Cielo. Oración POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dígnate, adorable Salvador mío, por tu preciosa Sangre, por tu dolorosa Pasión y cruelísima muerte, por los tormentos que tu augusta Madre sufrió al pie de la Cruz, cuando te vio exhalar el último aliento: dígnate dirigir una mirada de piedad al seno profundo del Purgatorio y sacar de allí las almas que gimen privadas temporalmente de tu vista, y que suspiran por el instante de reunirse contigo en el Paraíso celestial. Principalmente te pido por el alma de N…, y de aquellos por quienes más particularmente debo pedir. No desoigas Señor, mis ruegos, que uno a los que por todos los fieles difuntos te dirige nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, a fin de que tu misericordia las lleve allá donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por todos los siglos. Amén, Jesús. Oración PARA OFRECER LAS INDULGENCIAS POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

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Señor Dios mío, yo os ofrezco estas indulgencias por el ánima de N..., y lo que ella no hubiere menester de esta satisfacción os suplico lo apliquéis, como se lo aplico al ánima que, según el orden de caridad, más cerca está de salir del Purgatorio, o al ánima que más necesidad y desamparo tiene; y en caso de igualdad, escojo y prefiero a la que Vos, mi Dios, sabéis que me inclinaría si delante la tuviera. Amén, Jesús.

DEVOCIÓN LLAMADA

de los –

Cien Réquiem-

EN SUFRAGIO DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Muchas son las gracias que se refiere haberse obtenido por mediación de las benditas almas del Purgatorio, mediante la devoción carmelitana de los Cien Réquiem, que se practica generalmente en Italia, y cuya relación copiamos de un librito titulado: Origen, privilegios, deberes e indulgencias del Santo Escapulario de Nuestra Señora del Carmen. Una persona devota escribía sobre esto lo que sigue: «Creería faltar a la gratitud que me merecen las almas del Purgatorio si guardase silencio acerca de una gracia que obtuve por intercesión de las mismas».

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«Dedicado como me hallo al comercio, durante cuatro semanas me encontré en gravísima angustia, atendido que hallándome comprometido con el próximo vencimiento de empeños y otros compromisos del negocio, por circunstancias imprevistas me encontraba imposibilitado de satisfacerlos. Con la siguiente agitación expliqué mis congojas a una persona piadosa, la cual me aconsejó que implorase la asistencia de las almas del Purgatorio, a las que yo ya profesaba mucha devoción. Dicha persona me enseñó que recitara cada día los Cien Réquiem a las benditas almas, pidiéndoles la gracia de verme socorrido. Practiqué con gran fervor dicho piadoso ejercicio y por medios del todo inesperados, que nadie habría podido imaginar, me he encontrado provisto y socorrido de tal manera, que a su debido tiempo he podido cumplir todos los vencimientos de mi establecimiento. Continúo recitando cada día los Cien Réquiem, y he hecho celebrar cinco Misas en sufragio de los muertos y aun mandaré celebrar más para atestiguar mi gratitud a aquellas almas benditas». Santa Catalina de Bolonia dejó escrito que muchas veces se obtienen más fácilmente las gracias que deseamos, por medio de las almas buenas que están en pena, que por la intercesión de los Santos. Esta saludable práctica consiste en diez Padrenuestros y cien Requiem. Para esto, cada cual puede servirse del Rosario común o de cinco decenas, recorriéndole dos veces, con lo que se forma el centenar. Después de la señal de la santa Cruz, se empieza con esta depreciación: 83

«Animas santas, almas que estáis purgando, rogad a Dios por mí, que yo suplicaré por vosotras a fin de que, cuanto antes, se os conceda la gloria del Paraíso celestial». En seguida, se dice un Padrenuestro, Avemaría, Gloria Patri y luego diez veces: Requiem aeternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat eis. Finada la primera decena, se repite Padrenuestro y se dice la segunda y así sucesivamente hasta que se completan los diez Padrenuestros y cien Requiem, añadiendo al último el salmo De profundis clamavi, etc., con otro Requiem al final. Seguidamente será muy útil añadir en sufragio de las propias almas las siguientes oraciones o jaculatorias, en memoria de los siete principales derramamientos de la Sangre preciosa de Nuestro Señor Jesucristo: 1º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por el sudor de sangre que padecisteis en el huerto de Getsemaní, tened piedad de las almas benditas del Purgatorio, y especialmente del alma de N..., y de la que se halle más olvidada. –Requiem. Etc. 2º ¡Oh dulcísimo Jesús por los dolores que sufristeis en vuestra cruelísima flagelación, tened piedad de las almas benditas del Purgatorio, y especialmente del alma de N…, y de la que se encuentre más olvidada. -Requiem. Etc. 3º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que padecisteis en vuestra agudísima coronación de espinas, tened piedad de las 84

almas benditas del Purgatorio, especialmente de la N..., y de la que esté más abandonada. –Requiem. Etc.

4º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que experimentasteis al llevar la Cruz a cuestas hasta el Calvario, tened piedad de las almas benditas del Purgatorio, especialmente de la de N..., y de la que sea tenida en mayor olvido. Requiem, etc. 5ª. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que aguantasteis en vuestra crucifixión tan cruel, tened piedad de las benditas almas del Purgatorio, especialmente de la de N..., y de la que se halle más olvidada. –Requiem, etc. 6º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que hubisteis de padecer en la agonía que pasasteis sobre la Cruz, tened piedad de las almas del Purgatorio, y especialmente de la de N..., y de la que se encuentre menos socorrida. –Requiem, etc. 7º. -¡Oh dulcísimo Jesús! Por aquel dolor inmenso que sufrió vuestra alma santísima cuando expiró sobre la Cruz, tened piedad de las almas benditas del Purgatorio, y especialmente de la de N..., y de la que obtenga menos sufragios. –Requiem, etc.

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Por último, podrá terminarse tan propio como provechoso ejercicio recitando la siguiente:

Oración En Sufragio de las

Almas de los Cofrades de Ntra. Sra. Del Carmen Os ofrezco, ¡Oh piadosísimo Jesús! En beneficio de las almas de los hermanos y de las hermanas de la Cofradía de la bienaventurada Virgen del Carmen, todos y cada uno de los sufrimientos de vuestra dolorosísima Pasión, vuestra muerte oprobiosa en cruz y la preciosa Sangre que derramásteis para nuestra redención. Y Vos, ¡Oh Santísima Virgen! Que con tantos favores las distinguísteis en la Tierra y las aceptásteis en vuestra Hermandad, sedles ahora propicio, acordándoos de la promesa que tenéis hecha a cuantas hubiesen llevado devotamente el Sagrado escapulario, que Vos misma les bajásteis del Cielo. Libradlas de aquella cárcel de tormentos y conducidlas a la Gloria, en donde puedan cantar eternamente las divinas misericordias. Amen. Un Padrenuestro, Ave y Gloria, Requiem, De profundis. (V). De la puerta del Infierno. (Respuesta). Líbralas, ¡oh Señor! 86

(V). Descansen en paz. (Respuesta). Así sea. (V). Señor, oye mi oración. (Respuesta). Y mi clamor llegue a Ti. Oración ¡Oh Dios, que concedéis el perdón de los pecados y queréis la salvación de los hombres! Imploramos vuestra clemencia, para que, por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María y por la de todos los Santos, hagáis que lleguen a participar de la eterna bienaventuranza todos nuestros hermanos, parientes y bienhechores difuntos que han pasado de esta vida a la otra. Por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo. Amén. Oración Pío VII, el 10 de abril de 1821, concedió indulgencia plenaria, aplicable a un alma del Purgatorio, a los que, confesados y comulgados, digan devotamente la oración que sigue ante una imagen de Cristo crucificado. Y los que confesándose cada ochos días comulgaren más a menudo, podrán ganarla cada día que comulguen, según consta del decreto del mismo Pontífice (12 de junio de 1822). Mas confirmando Pío IX esta indulgencia, ordena que por algún espacio de tiempo se ruegue a la intención de su Santidad (31 de julio de 1831).

Miradme, ¡Oh mi amado y buen Jesús! Postrado en vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón los sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de mis pecados y propósito de jamás ofenderos, mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de que soy capaz, 87

voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos ¡oh mi Dios! El santo profeta David…: «Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos ms huesos». Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri

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Echa en olvido los delitos de mi mocedad, y mis necedades. Acuérdate de mi, según tu misericordia: ¡Oh Señor!, por tu bondad. Salmo 24-7

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Confesión Oración para antes de la confesión Os adoro, Salvador mío, compareciendo delante de vuestro Padre, abrumado bajo el peso de mis pecados, como si Vos mismo los hubieseis cometido. Yo soy, Dios mío, el culpable; ¿No es también justo que lleve la vergüenza, que devore su amargura? Dadme ánimo para declarar todos mis pecados sin disimulo alguno, a fin de que satisfaga a la divina justicia y evite la condenación eterna. ¡Ay! Vos veis mi alma toda desfigurada por la fealdad del pecado; volved a estampar en ella vuestra imagen por la virtud del sacramento de la Penitencia. Haced que encuentre en él, el perdón de mis faltas y las luces para portarme bien en adelante. Amén. Oración para antes del examen En vuestra presencia, Dios Mío, voy a considerar las llagas que el pecado ha hecho en mi alma; venid, Señor, en mi ayuda, que sin Vos no las podría descubrir. Espíritu Santo, eterna luz, 90

disipad mis tinieblas, mostradme todo lo que conozca mis infidelidades y mis ingratitudes, y vea mis pecados como Vos mismo los veis. Sentimientos de contrición ¡Pequé, Señor, pequé! ¿Cómo pensándolo no se me parte de dolor mi corazón? ¿Cómo no se deshacen mis ojos en lágrimas? ¡Haber ofendido a un Dios tan bueno, tan amable, tan benéfico; haberle ofendido después de promesas tantas veces reiteradas de no volver a ofenderle; haber hundido la lanza en el Corazón de Jesús, en aquel Corazón que es la misma bondad y amor, y no morir de pesar! ¡Oh Corazón de Jesús! ¡Corazón herido por mis pecados! Traspasad el mío de dolor, herid este corazón de piedra y haced salir de él lágrimas de una viva contrición. ¡Dios mío! Detesto todas mis infidelidades, renuncio a ellas de todo mi corazón… ¡Ah! Apartad vuestra vista de mis ingratitudes: atended tan sólo a mi dolor o más bien al dolor que de ellas tuvo Jesucristo, mi Salvador; contemplad sus lágrimas, su sangre, sus llagas, su Corazón y en vista de todo ello, perdonadme mis pecados. Después de la confesión Bendice alma mía al Señor y todo lo que hay en mi, rinda homenaje a su adorable Corazón. Él es quien perdona nuestros pecados, quien cura nuestros males, quien nos libra de la muerte y nos colma de sus beneficios. Su paciencia es grande y su bondad infinita. El conoce nuestra flaqueza y se acuerda de que no somos sino 91

polvo. ¡Bendigámosle eternamente! ¡Justicia de mi Dios! Yo no tengo con qué satisfacer por mis pecados; pero os ofrezco los méritos de mi Salvador, que son de un valor infinito. Os presento el Corazón de Jesús; y si no tengo todo el dolor que exigen mis culpas, ved el dolor que de ellas tuvo este adorable Corazón. Esa llaga profunda y la sangre que de ella mana, abogad por mí y dan testimonio de que el Verbo Divino ha satisfecho por todas mis faltas. ¡Dios mío! Perdonad mi vanidad y orgullo en consideración a la humanidad de vuestro Hijo; perdonad mis aversiones y mis iniquidades a causa de su inmensa caridad; perdonad mis impaciencias por su mansedumbre y mis inmortificaciones por la sed que padeció en la Cruz. ¡Oh Corazón de Jesús, Sed mi redentor, como sois mi fortaleza y mi sostén. Si aún exigís de mi, Dios mío, alguna otra satisfacción, me someto a vuestra voluntad, y acepto sin reserva todas las aflicciones, todos los males que durante la vida me puedan sobrevenir. Ya vengan de Vos, ya sea de parte de las criaturas, todo lo acepto según las disposiciones de vuestra Divina Providencia. Con el mismo espíritu acepto la penitencia que me ha impuesto el confesor, y la acepto con un verdadero deseo de reparar vuestro honor ultrajado por mis pecados, uniéndolo todo, Salvador mío, a los dolores de vuestra Pasión y de vuestra muerte. Que la abundancia de vuestros méritos y la inmensa caridad de vuestro Corazón suplan la imperfección y la insuficiencia de mis obras.

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Señor, no soy yo digno de que tú entres en mi casa; pero mándalo con tu palara, y quedará curada mi ánima.

San Mateo 8. 8.

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¡Domine, non sum dignus! Señor, yo no soy digna de que en la vil morada de mi abatido pecho, te llegues a hospedar. En tu presencia santa soy pobre y desgraciada, soy átomo impalpable, soy menos que la nada. Ignoro cómo puedo llegarme hasta tu altar ¡Señor, yo no soy digna!... Los Cielos y la Tierra, tu inmensidad sublime no pueden contener, es polvo cuanto el orbe de noble y grande encierra. Si a Ti se le compara: Tu Majestad, que aterra, ¡Tu Majestad, que apenas Acierto a comprender! ¡Señor, yo no soy digna!... Pero con ansia ardiente, con gran afán te busca, te llama el corazón: 94

Señor, una palabra pronuncia solamente, y el alma, recobrando sus fuerzas de repente, te rendirá, entusiasta, sublime adoración. ¡Oh grandes maravillas, misterio soberano de amor, de paz, de gloria, de inmensa caridad! Cuando asombrada admiro la gloria que atesoras y al hombre comunicas con infinito amor, olvídome del mundo… Deslízanse las horas veloces como el rayo…, y dulces, seductoras, visiones inefables consuelan mi dolor, entonces aborrezco lo que antes adoraba. Conozco lo que vales, comprendo lo que soy; suspiro por la dicha feliz que no se acaba… Recuerdo que la gracia constante me llamaba desde mi edad temprana, 95

y el corazón te doy; que Tú eres el compendio de cuanto grande admiro, y en Ti su omnipotencia reconcentró el Señor. Allí dentro del Santuario oculto en el retiro existes ¡Oh prodigio de amor a que yo aspiro, y a quien celebra el Cielo con cántico de amor! Señor, como ninguna Soy pobre en tu presencia; desnuda de virtudes, en Ti las hallaré… Mi pequeñez es tanta, cual es tu omnipotencia pero te adoro humilde, y toda mi existencia la diera por tu gloria, que siempre ambicioné. ¡Ven, pues, delicia pura del serafín ardiente, encanto de los Ángeles que en torno del altar te adoran noche y día! Grandeza incomprensible, desciende hasta la nada, desciende hasta tu sierva, 96

y elévala hasta Ti, ¡Oh, ven dulce consuelo del alma acongojada, la vida de mi vida, la prenda idolatrada del alma que te adora con ciego frenesí! Ven, y reposa amante dentro del pecho mío, anímame en la lucha terrible contra el mal; sostenme si vacilo, que en tu bondad confío, bajo tu dulce amparo las penas desafío y espero resignada la gloria celestial. Ven, y con flecha ardiente mi corazón hiriendo, despréndeme de todo, consuma en mí tu unión. Que amante cual ninguna, feliz vaya siguiendo la huella de tu planta. Señor, haz que existiendo tan sólo para amarte, repose el corazón y que al llegar la muerte 97

a dulce mensajera, que nadie sin espanto contempla junto a sí, gozosa te reciba, con dicha placentera. Dulcísimo amor mío, para que alegre muera… ¡La muerte de la vida, pues nos acerca a Ti! Deseos de comulgar ¡Oh gran Señor! ¡Quién tuviera los deseos de todos los Santos y Santas que con más fervorosos afectos han deseado recibiros; los de Santa Marta, para hospedaros y los de su hermana, para no apartarme un punto de vuestros pies! ¡Quien tuviera los encendidísimos deseos y afectos de la Santísima Virgen, para recibiros, agradaros y serviros! ¡Quién tuviera la grandeza de los Cielos, la pureza de los Ángeles y el abrasado amor de los Serafines! ¡Quién poseyera todas las virtudes, para convidaros Señor, que vinierais a mi morada! ¡Oh, qué dichosa fuera yo, si en gracia recibiera al Autor de la vida, para tenerle en mi alma! ¡Qué rico sería yo poseyéndoos en gracia y con pureza! 98

¡Venid, Señor, a mí, pues podéis; que si yo pudiera, no salierais de mí eternamente! ¡Oh Señora mía benditísima! ¡Alcanzadme este bien de vuestro amado Hijo! Virgen Santísima, Serafines, almas que amáis a Dios con puro amor, comunicadme vuestros afectos, para que hágala compañía que debo a mi amado Señor. Para después de la comunión Dios mío y Señor mío, os doy gracias de la merced que me habéis hecho, de venir a habitar en mi pobre alma; yo quisiera daros un agradecimiento digno de vuestra Majestad y del grande honor que me habéis hecho. Mi Madre y Señora María Santísima, Santos mis abogados, Ángel de mi guarda, almas que vivís abrasadas en el amor de Dios, venid a ver y admirar el excesivo favor que ahora me hace, y dadle por mí las gracias. Acto de ofrecimiento ¡Señor! Ya que os dignasteis visitar la pobre casa de mi alma, yo os la ofrezco con toda mi libertad y voluntad; Vos os habéis entregado todo a mí y yo me quiero dar todo a Vos; sí, mis potencias y sentidos sean ya todo vuestros para que no se empleen sino en vuestro obsequio; el entendimiento sólo me sirva para pensar en vuestra infinita bondad y la voluntad sólo para amaros. 99

También os consagro y ofrezco todo cuanto tengo, mis pensamientos, mis afectos, mis deseos, mis gustos, mis inclinaciones y mi libertad. En fin, en vuestras manos entrego mi cuerpo y mi alma. Aceptad ¡oh Majestad infinita! El sacrificio que de sí mismo os hace el pecador más ingrato que ha habido sobre la Tierra; pero que ahora se entrega y pone todo sin reserva en vuestras divinas manos. Haced Señor de mí lo que os agrade. ¡Venid, oh fuego consumidor, oh amor divino! Destruid en mí todo lo que no agrada a vuestros purísimos ojos; haced que de ahora en adelante sea todo vuestro y viva solamente para cumplir y obedecer, no sólo vuestros preceptos y consejos, sino también vuestros santos deseos y vuestro mayor gusto.

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EJERCICIO

DEL

Santo Vía Crucis Congregados los que hubiesen de practicar este piadosísimo ejercicio en el lugar de la primera estación, hincados de rodillas besarán la tierra y hecha la señal de la cruz, dirán el siguiente: Acto de contricción Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, pésame en el alma y con todo mi corazón 101

de haberos ofendido; propongo firmemente con vuestra gracia nunca más pecar y apartarme de toda ocasión de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados y confió en vuestra divina bondad y misericordia infinita, me los perdonaréis por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y muerte, y me daréis la gracia para enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Así sea.

Ofrecimiento Luego, el que ofreciere, dirá en voz alta (acompañándoles los demás con el corazón) el siguiente: Amantísimo Jesús, Redentor, salud y vida de nuestras almas: en unión de aquella divina intención con que en la Tierra orásteis a vuestro Eterno Padre, os ofrezco y presento (por ´mí y por todos mis prójimos) este espiritual ejercicio, en memoria, honor, reverencia y culto de vuestra sagrada Pasión y muerte, y de cuantos pasos disteis ¡Oh amantísimo Dios! Por nuestro remedio y rescate. Y pretendo ganar todas las indulgencias que han concedido tus Vicarios en la Tierra y te lo ofrezco todo en remisión de mis pecados y de las penas merecidas por ellos, o por las almas de mis mayores obligaciones, según el orden de caridad o justicia que debo y puedo hacer. 102

Finalmente, os suplico, dueño y Señor mío, por el remedio de todas las necesidades comunes y particulares de la santa Iglesia, por la exaltación de nuestra santa fe católica, paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de las herejías, conversión de los infieles y pecadores, y cuanto sea conforme a vuestro divino beneplácito y espiritual aprovechamiento nuestro, para que, empleados en serviros, imitando vuestros divinos pasos, sea nuestro fin en vuestra amistad y gracia para alabaros en eternidad de gloria.

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Besan todos la tierra y dicen: Adorámoste, Cristo, y bendecímoste. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo. Luego, enderezándose, atenderán a lo siguiente, que en alta voz leerá el que ofrece: Contempla, alma, en esta primera estación, que es la casa de Pilato, donde fue rigurosamente azotado el Redentor del mundo, coronado de espinas y sentenciado a muerte. Meditan algún tanto y luego prosigue el que ofrece:

Oración 104

¡Oh suavísimo Jesús, que quisiste padecer como vil esclavo delante del sacrílego pueblo, esperando la sentencia de muerte que contra Ti daba el tirano juez! Suplícote, Señor mío, que por esta mansedumbre tuya mortifique yo mi soberbia, para que sufriendo con humildad las afrentas de esta vida, te goce en la eterna. Amén. Dicen todos: Señor, pequé; tened misericordia de mí. Pecamos Señor y nos pesa; tened misericordia de nosotros. Luego besan la tierra y dicen: Bendita y alabada sea la sagrada Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y los dolores y angustias de su purísima Madre María Santísima, Señora nuestra concebida sin mancha de pecado original, en el primer instante de su ser natural. Amén.

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Contempla alma en esta segunda estación, como es el lugar donde a nuestro amado Jesús le pusieron en sus lastimados hombros el grave peso de la cruz. Medita. Oración ¡Oh Rey supremo de los Cielos, que sufriste ser entregado a voluntad de los judíos para ser cruelmente atormentado y recibiste el grave peso de la Cruz! Ruégote pues Señor, tome gustoso la cruz de la penitencia, para que te vea siempre en el Cielo. Amén.

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Contempla, alma, en esta tercera estación como es el lugar donde, caminando el Señor con la Cruz a cuestas gimiendo y suspirando, cayó en tierra debajo de la santa Cruz. Medita. Oración ¡Oh amabilísimo Jesús, que fatigado con la Cruz, te obligó a caer en tierra el grave peso de ella, para que conociésemos la gravedad de nuestros pecados, figurados en ese madero! Ruega a tu clemencia divina que me levante de la culpa y que está siempre, en el cumplimiento de tus leyes. Amén.

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Contempla alma, en esta cuarta estación como es el lugar donde, caminando el Señor con la santa Cruz a cuestas, se encontró con su Santísima Madre, triste y afligida. Medita.

Oración ¡Oh Señora, la más afligida de las mujeres! Por el cruel dolor que traspasó tu corazón mirando a Jesús, tu Hijo, afeado su rostro, denegrido su cuerpo y hecho oprobio de los hombres; te ruego, Madre afligida, que pues fui la causa de tus dolores, los llore amargamente. Amén.

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Contempla alma, en esta quinta estación como es el lugar donde obligaron a Simón Cirineo, para que ayudase a llevar la Cruz a Nuestro Redentor, no movidos de piedad, sino temiendo se les muriese en el camino, por el grande peso de la Cruz. Medita. Oración ¡Oh amantísimo Jesús!, pues por mi amor llevaste la muy pesada Cruz, y quisiste que en persona del Cirineo te ayudásemos a llevarla, te suplico, Señor, me abraces con la cruz de mi estado, para que, siguiendo tus pasos, consiga los gozos eternos. Amén.

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Contempla, alma, en esta sexta estación cómo es el lugar donde la mujer Verónica, viendo a Jesús tan fatigado, y su rostro obscurecido con el sudor, el polvo, las salivas y las bofetadas que le dieron, se quitó un lienzo, con que le limpió. Medita.

Oración ¡Oh hermosísimo Jesús, que siendo afeado tu rostro con las inmundas salivas, te limpió el sudor aquella piadosa mujer con las tocas de su cabeza, y quedó impreso en ellas! Te suplico, Señor, que estampes en mi alma, la imagen de tu santísimo rostro, y que la conserve siempre. Amén.

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Contempla alma, en esta séptima estación, como es el lugar de la puerta Judiciaria, en donde cayó el Señor por segunda vez por habérsele hecho en el hombro una llaga muy grande y mortal. Medita. Oración ¡Oh suavísimo Jesús, que por la fatiga de tu delicado cuerpo caíste por segunda vez con la Cruz! Te suplico Señor, me hagas conocer el inmenso peso que tiene mis pecados y me des tu gracia para que no me arrastren a la eterna pena. Amén.

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Contempla alma, en esta octava estación como es el lugar donde unas piadosas mujeres, viendo al Señor que llevaban a crucificar, llorando amargamente de verle tan injuriado. Medita. Oración ¡Oh Maestro soberano, que viendo a las piadosas mujeres que se dolían de tus trabajos, les enseñaste a que llorasen por sí y por sus culpas! Concédeme, Señor mío, que con fervorosas lágrimas de contrición lave mis pecados para que esté siempre en tu amistad y gracia. Amén.

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Contempla, alma, en esta novena estación como es el lugar donde cayó el Señor tercera vez en tierra, hasta llegar con su santa boca en el suelo y queriéndose levantar, no pudo; antes volvió a caer de nuevo. Medita.

Oración ¡Oh benignísimo Jesús, que sufriste atropellaran tu divina persona, y que te hicieron tercera vez dar en tierra con la Cruz! Suplícote Señor mío, que sufra las desmesuras de mis enemigos y que teniendo paciencia en mis trabajos, te goce en los contentos eternos. Amén.

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Contempla alma, en esta décima estación como es el lugar donde, habiendo llegado el Señor al monte Calvario, le desnudaron y le dieron a beber vino mezclado con hiel. Medita.

Oración ¡Oh pacientísimo Jesús! Pues sufriste te quitasen tus vestiduras y que renovasen todas tus llagas, quedando desnudo delante de todos, te ruego, Señor por estos dolores, y por el que sentiste cuando te ofrecieron el vino mezclado con hiel, que no beba yo los deleites que, mezclados con hiel de mis culpas, me ofrece el mundo. Amén. 114

Contempla alma, en esta undécima estación, como es el lugar donde fue clavado el Señor en la Cruz y oyendo su Santísima Madre el primer golpe del martillo, quedó como muerta de dolor; y le volvieron a poner la corona de espinas con gran crueldad y fiereza, Medita.

Oración ¡Oh clementísimo Jesús! Pues sufriste ser extendido en la Cruz y que clavasen tus pies y manos en ella, te ruego Señor mío, que por tu inefable caridad no extienda yo mis pies y manos a maldad alguna, sino antes viva crucificado en tu santo servicio. Amén. 115

Contempla alma, en esta duodécima estación, como es el lugar donde, ya crucificado el Señor, le dejaron caer de golpe en el agujero de una peña. Medita.

Oración ¡Oh Divino Jesús que, crucificado entre dos ladrones, fuiste levantado a la vista de todo el mundo y padeciste tormentos insufribles! Ruégote Señor mío, que sanes mi alma y que sólo a Ti quiera y por Ti muera. Amén.

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Contempla alma, en esta décima tercera estación como es el lugar donde José y Nicodemus bajaron de la Cruz, el Santo Cuerpo y lo pusieron en los brazos de la Santa Virgen. Medita.

Oración ¡Oh Madre de misericordia! Por aquellas penas que padeciste cuando pusieron a tu muy amado Hijo en tus brazos y fue ungido por Ti, te suplico me alcances un gran dolor por haberle ofendido y compasión de tus muchas penas. Amén.

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Contempla alma, en esta última estación como es el lugar donde la Virgen María, Señora nuestra, puso el Cuerpo de su querido Hijo en el santo sepulcro. Medita Oración ¡Oh purísima Señora! Por la grande pena que padeciste cuando quitaron de tus brazos a tu soberano Hijo para ponerlo en el sepulcro, te suplico me alcances de Su Divina Majestad ablande mi duro corazón y coloque en él un amor grande para amarle y servirle. Amén. Y para que alabemos y demos gracias al Señor, que tanto quiso padecer por nosotros, responderán todos: «Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor». 118

Por las agonías del huerto y prisión del Señor. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por las bofetadas y golpes que padeció el Señor por nosotros. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por las afrentas, falsos testimonios y desprecios que con tanto amor sufrió por nosotros. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por las muchas salivas y blasfemias que con tanta paciencia toleró por nosotros. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por los azotes y dolores que sintió amarrado a la columna. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por el escarnio y la mofa, que padeció el Señor cuando le cubrieron su santísimo rostro, vistieron de púrpura y le pusieron por cetro una caña como a rey de burlas. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la corona de espinas que traspasó su santísima cabeza. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la vergüenza que sintió el Señor cuando, después de azotado, le mostró Pilatos al pueblo, diciendo: «Mirad aquí el hombre». . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la sangre y las lágrimas que vertió el Señor en su santísima pasión. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la sentencia de muerte que por nuestro remedio con tanto amor admitió. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la Cruz que por nuestras culpas cargó el Señor y por las caídas que dio en el camino del monte Calvario. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. 119

Por los dolores que sintió cuando, despojándole de su vestidura para crucificarle, le renovaron todas sus llagas. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por los dolores que sintió cuando, con tanta crueldad le clavaron sus santísimos pies y manos. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por el dolor que sintió cuando le levantaron clavado en la Cruz. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por la hiel y vinagre que gustó por nosotros. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por su santísima muerte, por la lanzada con que atravesaron su santísimo costado, ya difunto, y por la sangre y agua que de él salió. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Por el entierro y sepultura y por todo cuanto padeció el Señor en su santísima Pasión. . Bendito y alabado sea para siempre tan grande Señor. Bendito sea para siempre tan gran Señor: alábenle los Ángeles por el amor con que tanto quiso padecer por nosotros: y pues nuestros pecados fueron causa de tantas penas, digan todos con ´intimo dolor de haberle ofendido: «Señor, pequé; ten misericordia de mí. Pecamos y nos pesa; tened misericordia de nosotros».

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MODO DE OFRECER LA VISITA del

Smo. Sacramento PARA GANAR LAS INDULGENCIAS DE LAS CUARENTA HORAS

Oración Señor, deseo ganar las indulgencias concedidas por el Sumo Pontífice y de más Prelados de la Iglesia a los que os visitan estando expuesto, en este santo ejercicio; por esto os ruego por la exaltación de nuestra santa fe católica, paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de las herejías, salud y acierto en el gobierno de la Iglesia al Sumo Pontífice y demás Prelados de ella, a cuyos fines os ofrezco esta visita. 121

ACCION DE GRACIAS Te Deum Laudamus A Ti, Dios, te alabamos; a Ti Señor te confesamos. A Ti, Padre Eterno, toda la tierra te venera. A Ti, los Querubines y Serafines te aclaman sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los Cielos y la Tierra de la grandeza de tu gloria A Ti, el glorioso coro de los Apóstoles. A Ti, el loable número de los Profetas. A Ti, te alaba el inocente y numeroso ejército de los Mártires. A Ti, la Iglesia Santa te confiesa en todo el mundo: Padre Eterno de inmensa majestad. Y a tu adorable, verdadero y único Hijo, engendrado en la sustancia del Padre. Y también al Espíritu Santo consolador, que procede del Padre y del Hijo. Tú ¡Oh Cristo! Eres el Rey de la gloria. Tú eres el Hijo Eterno del Eterno Padre. Tú, para librar al hombre, te humanizaste y no desdeñastes encarnarte en el vientre de una Virgen. Tú, después de haber quebrantado el aguijón de la muerte, abriste a los creyentes el reino de los Cielos. Tú, estás sentado a la diestra de Dios, en la gloria del Padre. De donde creemos que vendrás como juez a juzgar a los vivos y muertos. Por tanto, te rogamos, Señor, que socorras con tu asistencia a tus siervos, que has redimido con tu preciosa Sangre. Haz que seamos del número de tus Santos en la gloria eterna. Salva, Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad. 122

Y rígelos y ensálzalos eternamente. Todos los días te bendecimos y alabamos tu nombre eternamente, y por los siglos de los siglos. Dígnate, Señor, preservarnos de caer este día en pecado. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Desciende, Señor sobre nosotros tu misericordia, porque en Ti hemos puesto nuestra esperanza. En Ti, Señor, espero; no seas jamás confundido. Amén. Himno de Santo Thomas de Aquino Adórote, mi Dios, devotante, oculto en ese cándido accidente: A Ti mi corazón está rendido y contemplando en Ti, desfallecido. La vista, el tacto, el gusto se equivoca, el oído al acento fiel provoca: Creo firme y constante cuanto dijo en la Cruz la Deidad estaba oculta, aquí aún la humildad amor sepulta. Uno y otro creyendo y confesando, pido que el ladrón pidió penando, como Tomás, la llaga no percibo, mas por Dios te confieso eterno y vivo, haz que a ´Ti crea siempre más constante, en Ti espere y te sea fino amante. ¡Oh excelso Memorial de tu tormento! Pan vivo que a los hombres das aliento, concédeme que mi alma de Ti viva, y tu dulce sabor siempre perciba. con tu sangre, Pelícano sagrado, lávame de las manchas del pecado, pues una sola gota es suficiente 123

para salvar al mundo delincuente. ¡Oh Jesús, que con velo ahora te miro! Hágase lo que tanto yo suspiro, para que sea al verte claramente en la gloria dichoso eternamente. Amén.

Oración PARA PEDIR LA BENDICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Divino Salvador de nuestras almas, que os dignasteis dejarnos vuestro precioso Cuerpo y Sangre en el Santísimo Sacramento del altar: yo os adoro con un profundo respeto, y os doy humildes gracias por todas las mercedes que nos concedéis; y por ser Vos la fuente de todas las bendiciones, os suplico encarecidamente las derraméis hoy sobre mí y a los demás por quienes tengo intención de rogaros. Mas para que nada paralice el curso de estas bendiciones, arrancad de mi corazón cuanto os desagrada ¡Oh Dios mío! Perdóname mis pecados; aborrézcolos sinceramente por vuestro amor; purificad mi corazón; santificad mi alma; bendecidme Dios mío, con una bendición igual a la que recibieron vuestros discípulos cuando os separasteis de ellos para subir al Cielo. Bendecidme con una bendición que me mude, me consagre y me una perfectamente a Vos y que, llenándome de vuestro espíritu, me sea, desde esta vida, una prenda segura de la que preparáis a vuestros escogidos.

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Os lo pido en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. DEVOCIÓN A JESÚS, MARÍA Y JOSE PARA EL DÍA PRIMERO DE CADA MES Acto de contrición Padre Eterno, Padre clementísimo, Señor Dios de las misericordias, Dios piadoso, Dios benigno, Dios de todo consuelo, Dios único, refugio de los grandes pecadores; yo, el mayor de todos, vengo a Ti, me postro en tu divina presencia y con todo el vigor de mi espíritu, confieso delante de tu Majestad mis ingratitudes, mis iniquidades y mis abominaciones. Señor y Dios mío, no soy digno de llamarme ni aún criatura tuya. Tú, Dios omnipotente, me sacaste de la nada, y me escogiste entre infinitas criaturas que te hubieran servido mejor que yo. Tú, gran Dios, has multiplicado esta bondad, conservándome la vida en todos los instantes en que me he atrevido a pecar delante del Cielo y de la Tierra. Tú, Dios misericordioso, me has sufrido, me has tolerado en este último mes, sin embargo de que ingrato, he marcado quizás todos mis días con algún crimen: confieso, Dios benignísimo, que en todas sus horas y en todos sus instantes he sido acaso infiel a mis promesas, he quebrantado mis propósitos, y que, lejos de llorar y hacer penitencia de mis antiguas iniquidades, he añadido un pecado a otro pecado y he puesto delito sobre delito. ¿Qué penitencia será bastante para lavar y purificar tantos y tan monstruosos crímenes? Ninguna, Dios y Señor 125

mío. Para satisfacerte y evitar mi perdición, no tengo otro refugio ni otra esperanza que la de postrarme ante el trono de tu misericordia, suplicarte que me concedas las gracias de un verdadero dolor de mis culpas y protestarte delante de tus Ángeles y de los hombres, que me pesa, y que me arrepiento de haberte ofendido; que les tengo y les tendré un odio implacable a mis pecados, y que quisiera deshacerlos, sacrificando en tu honor mil vidas que tuviera. Padre Eterno, escucha mis clamores, no me arrojes de tu presencia, no retires de mí tu Divino Espíritu; aparta tu santo rostro de mis iniquidades, vuelve a mi tus ojos de piedad, no veas al hombre pecador mira el rostro ensangrentado de tu Hijo Jesús, mira todo el mérito de su Madre María, atiende a los servicios de su esposo José, y, por su piadosa intercesión, vivifícame, restitúyeme a tu gracia, y pon a tus espaldas todas mis iniquidades; fortalece mi fragilidad sofoca mis pasiones, arranca mis vicios, concédeme la paz del corazón, el gusto en la observancia de tu ley santa, el sufrimiento en los trabajos, la conformidad con tu divina voluntad, la abnegación de mi mismo y la perseverancia final, para gozarte por los siglos de los siglos. Amén. Oración Sagradas personas de Jesús, María y José; nombres dulcísimos, sin cuya intercesión no se puede conseguir la salud, rogad por mí, suplicadle al Padre de las misericordias que me perdona todos los pecados que he cometido en este último mes. Jesús amorosísimo, manifiesta al Eterno Padre tus cinco llagas y pídele que no se pierda en mí el fruto de la perfecta satisfacción que con ellas le diste. Virgen Santísima, 126

por las entrañas sagradas que abrigaron al mismo Hijo de Dios y por los pechos virginales que alimentaron a tu Hijo, te suplico que ruegues por mí y que me alcances el perdón de mis culpas. Gloriosísimo señor San José, que fuiste exaltado a la dignidad de ejercer en la Tierra las funciones del Padre Eterno respecto de Jesús y las del Espíritu Santo respecto de María: intercede por mí; ruega por mí y dispénsame tu poderosa protección, Jesús, María y José, nunca se ha oído que quede desamparado quien implora vuestra clemencia; abrid pues, para mí, las entrañas de vuestra misericordia; no permitáis que sea yo confundido; interceded, para que se borren mis iniquidades y alcanzadme un perfecto dolor de ellas, para que en el presente mes no os disguste con mis infidelidades y reincidencias, sino que os ame, os sirva, os adore, os bendiga y os alabe por los siglos de los siglos. Amén. Jesús, José y María, yo os doy mi corazón y el alma mía. Aquí la petición. Oración ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! ¡Oh Madre amabilísima de Dios Hombre! ¡Oh José, Padre de Jesús y Esposo de María! ¿A qué poder más grande que el vuestro podré recurrir para alcanzar las gracias espirituales y temporales que necesito en este mes? Vosotros estáis interesados en el bien de los hombres, los amáis con un amor sumo y perfecto y deseáis su completa felicidad. Jesús, María y José, según los decretos del Altísimo, estáis constituidos para ser los protectores, los abogados, los defensores, los ministros, los únicos y seguros conductos por 127

donde se nos dispensan sus bondades. El Dios grande e infinito no quiere franquearlas por otras manos, y se complace y tiene verdadera satisfacción en que todas las impetremos por la mediación vuestra. ¿Qué otro patrocinio, pues, debo ni puedo buscar, sino el vuestro? No; no queda en mí libertad para solicitar otros abogados. Jesús, María y José con todo gusto me veo necesitado a recurrir a vuestra protección. Si volvéis a mi vuestro piadoso rostro, con sólo esta gracia vendrán a mi todas las que necesito en este mes; con vuestro auxilio domaré mis pasiones, triunfaré de mí mismo, me apartaré de lo malo y practicaré lo bueno, buscaré la paz y la hallaré; y entonces, mi alma, mi corazón, mis potencias y sentidos serán dignos de vuestras bondades: ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! Deseo transformarme en Vos, deseo no tener más corazón que para amaros y no deseo otro espíritu sino el mayor para serviros. ¡Oh Dios Todopoderoso! Usad conmigo de misericordia, haced que muera, que se aniquile en mi todo el amor propio, toda la inclinación a los vicios y todo el afecto a las criaturas, para que no haya en mí otro amor que el de Jesús, María y José y para que en todas las horas del presente mes, mis palabras, mis obras y hasta mis últimos pensamientos sean en Jesús, por Jesús y para Jesús. ¡Oh sagrada e incomparable Familia! ¿Qué cosa podréis pedir al Altísimo que no se os conceda? Vosotros sois los plenipotenciarios del Cielo. Una súplica vuestra impele al Padre Eterno, como que le obliga y pone en necesidad de otorgar vuestras peticiones. Jesús Divino, Tú eres el primer Pontífice constituido para ser abogado de todos los hombres. Tú, María Santísima, fuiste criada para ser Madre de Dios y de los pecadores. A Ti, glorioso Señor San José encomendándote el cuidado de Jesús y de María, se te encargó en esto mismo la 128

protección del género humano. Despeñad estos honrosos y amorosos oficios protegiendo a toda la Congregación de la Iglesia Santa; atended a sus necesidades actuales, escuchad sus clamores defendedla de sus enemigos y conservad pura y sin mancha nuestra Santa Religión. Proteged también, iluminad y fortaleced a todos los jefes del Estado. ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Oh José! Amparad a todos los que en este mes imploren vuestros dulcísimos nombres; confortadlos en vuestros servicios, para que os bendigan y os amen en la Tierra, y después os gocen y alaben por toda la eternidad en el Cielo. Amén. Jaculatorias Jesús amorosísimo, bendito seas, alabado, ensalzado y glorificado, porque te quedaste en el Santísimo Sacramento del Altar, por nuestro amor. Virgen purísima, en Ti sea bendito, alabado, ensalzado y glorificado el Santísimo Sacramento del Altar, porque aquel Cuerpo y aquella Sangre los formó el Espíritu Santo en tus virginales entrañas. José gloriosísimo, en ti sea bendito, alabado, ensalzado y glorificado el Santísimo Sacramento del Altar, porque cargaste en tus brazos y alimentaste con el sudor de tu rostro aquel Cuerpo y aquella Sangre que nos sustenta y fortalece. Oración Al dulce nombre del Señor San José, la cual se podrá decir todos los días.

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Patriarca felicísimo José, abogado fidelísimo de los mortales, José santo, José justo, José inocente. José bienaventurado, ¡Quién pudiera tener siempre en la boca tu nombre y no despedir un solo aliento, una respiración sino acompañada de tu nombre santísimo! ¡Quién pudiera nombrar siempre a José con aquel puro amor y con aquella gracia con que lo pronunciaba María Santísima su Esposa! Acuérdate, José mío de aquella prontitud con que acudías a ver a tu Esposa cuando te llamaba, y date prisa para acudir a mi mayor necesidad en la hora de la muerte, para que ahuyentando al demonio, despida yo el último aliento envuelto en tu nombre y en el nombre de Jesús y de María. Amén.

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TRES CREDOS A LA

Santísima Trinidad PIDIENDO UNA BUENA MUERTE Y QUE NOS LIBRE DE LOS MALES

Dios y Supremo Señor, Rey de los Cielos y Tierra, del hambre, la peste y la guerra, líbradnos por vuestro amor.

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A Dios Padre Creo en Dios Padre Todopoderoso, etc. Suplícote, Dios Padre, me libres de muerte súbita y desapercibida y de pecado mortal; haz que sea auxiliado con los Santos Sacramentos y buena disposición. A Dios Hijo Creo en Dios Padre Todopoderoso, etc. Suplícote, Dios Hijo, Criador y Redentor mío que, pues eres mi Juez, ordenes mi vida de manera que te dé buena cuenta cuando me la pidas. A Dios Espíritu Santo Creo en Dios Padre Todopoderoso, etc. Suplícote, Dios Espíritu Santo, me des gracia santificante hasta la muerte y me libres de las penas del Infierno. Amén. Dios Padre, yo te ofrezco mis pensamientos buenos: haz que todos los sean. Dios Espíritu Santo, yo te ofrezco mis obras buenas: haz que todas lo sean. Bendita y alabada se la Santísima Trinidad, que crió a María Santísima para tanto bien y remedio nuestro. Amén.

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Ofrecimiento Altísima Trinidad, Dios y Señor mío, conozco que nada soy, que nada tengo, ni me es posible tener; sólo lo que tu Divina Majestad me ha dado y quiera concederme. De todo te doy infinitas gracias y alabanzas, y me ofrezco todo tuyo y por tu esclavo ahora y siempre, sometiéndome para estar a tu voluntad santísima en esta vida, hasta ir a cantar tus misericordias en la Gloria. Un Avemaría por las personas que mandaron hacer esta impresión.

Oración a la Divina Providencia ¡Tuyo soy, oh Dios mío, tuyo soy! Yo me arrojo a tus brazos, dispón de mí según tu voluntad. Haz de mí todo aquello que quieras; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Si es de tu agrado enviarme prosperidades, yo las recibiré agradecido y usaré de ellas como de unos dones venidos de tus manos; si prefieres que pase mis días y mis noches en la amargura de la adversidad, enhorabuena, yo te bendeciré porque así me visitas. Si me concedes ser estimado de los hombres, yo te daré gracias, porque has conservado mi honor, cubriendo mis flaquezas; si por el contrario, dispones que ellos me aborrezcan, yo te ensalzaré por la dicha que me otorgas de parecerme a tu Santísimo Hijo, a quien profesó el mundo el odio más cruel. ¿Qué temeré yo por nada ni por nadie, si Tú eres mi ayuda? ¿Ni cómo podrá asustarme la presencia del mal estando mi 133

corazón lleno de Ti, que eres el sumo bien? Mas no sólo deseo conformarme con lo que quieras, sino acostumbrarme también a no considerar a las criaturas sino como unos instrumentos de tus disposiciones. Así yo, lejos de pretender algún mal a los que me dañan, los recomiendo a tu piedad y los perdono. No quiero que haya en mi alma un solo afecto que pueda disgustarte, ni un solo pensamiento que desdiga de la dichosa convicción en que estoy de que debo descansar con toda confianza en tu Divina Providencia. Amén. Tu Divina Providencia Se extiende a cada momento, para que nunca nos falte casa, vestido y sustento.

Devoción a la Divina Providencia Invocándola por medio de los sagrados corazones de Jesús y de María para alcanzar el remedio de toda especia de necesidades y para implorar su protección todos los días. Récese un Padrenuestro y Avemaría, y luego la siguiente:

Oración Providencia Divina, que elegiste el Sagrado Corazón de Jesús para fuente perenne de todos los bienes que concedes a los hombres, y a su Madre Santísima como dispensadora universal de ellos: a Ti recurro animado de la confianza que me inspira la 134

bondad paternal con que me has criado, y me conservas el amor con que ese mismo Corazón se ofreció a los tormentos y a la muerte por mí, y confiando también en la bondad con que esa Madre de misericordia me ha concedido tantos beneficios, sin pretenderlos ni aun conocerlos yo; concédeme, pues, lo que te pido, si es para tu mayor gloria, honra suya y provecho de mi alma. Amén. Díganse tres Avemarías en reverencia del tránsito de la Santísima Virgen.

Oración a María Santísima PARA LA HORA DE LA MUERTE ¡Oh dulcísima Madre de misericordia! ¡Oh única esperanza de los pecadores! ¡Oh eficaz atractivo de nuestras voluntades! ¡Oh María! ¡Oh Reina! ¡Oh Señora! Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; recibe esas tres Avemarías que con efecto de mi corazón he rezado, en honor de tu felicísimo tránsito y por él te pido que en el trance y agonía de mi muerte, cuando ya trastornados los sentidos, turbadas las potencias, quebrantada la vista, perdida el habla, levantado el pecho, postradas las fuerzas y cubierto el rostro con el sudor de la muerte esté luchando con el terrible final del paroxismo cercado de enemigos innumerables que procurarán mi condenación y que estarán esperando que salga mi alma para acusarla de todas sus culpas ante el tremendo tribunal de Dios; allí, querida de nuestras almas; allí, amorosísima Madre; allí, vigilantísima Pastora: allí, María, ¡oh dulce nombre; allí ampárame; allí, María, defiéndeme; allí, asísteme como pastora a sus ovejas, como madre a sus hijos, como reina a sus vasallos; 135

aquél es el punto de donde depende la salvación o la condenación; aquel es el oriente que divide el tiempo de la eternidad; aquel es el instante en que se pronuncia la final sentencia que ha de durar para siempre; pues si me faltas entonces, ¿Qué será de mi alma, cuando tantas culpas he cometido?. No me dejes en aquel riesgo; no te retires en aquel horrible trance. Acuérdate, amabilísima Señora, que si Dios te eligió para Madre suya, fue para que fueses medianera entre Dios y los hombres; por tanto, debes ampararme en aquella hora, ¡Oh María!, ¡Oh segurísimo sagrado refugio mío! Pues puede ser que entonces no tenga fuerzas ni sentido para llamarte; desde ahora, como si ya estuviera en la última agonía, te llamo; desde ahora, te invoco; desde ahora me acojo para librarme de los merecidos rigores del Sol de Justicia, Cristo, y desde ahora, como si ya agonizara, invoco tu dulcísimo nombre; y esto que ahora te digo, lo guardo para aquella hora; María, misericordia; María, piedad; María, clemencia; María, en tus manos santísimas encomiendo mi espíritu, para que por ellas pase al Tribunal de Dios, donde intercedas por esta alma pecadora; en Ti confío, en Ti espero. Ya, ya voy a expirar; misericordia. Madre de mi corazón; misericordia, María, misericordia. Oración a Nuestra Señora de las Angustias ¡Oh María, sin pecado concebida! Por los dolores que tu Santísimo Hijo sufrió en la Cruz por redimir nuestras culpas, vuelve a mí tus piadosos ojos y escucha mis súplicas. Confío en tu infinita bondad, Madre Santísima; me atrevo a dirigirte mis plegarias; no las desoigas, y consuela mis aflicciones en este 136

valle de lágrimas y amarguras; te ofrezco un propósito firme de enmienda, Madre y Señora mía, porque a Ti te debo mucho y soy tan pecador que nada merezco, estoy confiado en tu inefable bondad; y ¿Cómo no reconocer tu grande misericordia y dedicarte los días que me restan de vida para amarte? Sí, Madre Santísima, no me abandones; dirige mis pasos; dame tu amparo y protección; líbrame de mis enemigos visible e invisibles, de la maledicencia y la calumnia, e ilumina mi entendimiento para alabarte y bendecirte por tantos sacrificios como te debo. Amén. Acto de sumisión Dios mío, venerado profundamente los designios de tu Providencia, dejo a tu disposición mis bienes, mis esperanzas, mi honra, mi salud, mi vida, cuanto amo, cuanto necesito y cuanto soy, humildemente resignado en todo a tu voluntad santísima; sólo te pido y espero de tu infinita bondad y de tu infinito amor como Dios, mi Criador, mi Bienhechor y mi Padre, que te dignes concederme los auxilios de tu divina gracia, para que lleve con modestia la prosperidad, con paciencia las adversidades, con fortaleza, las tribulaciones, y que, cumpliendo puntualmente en cualquier estado y condición tus preceptos en la Tierra, merezca acompañarte y bendecirte por toda la eternidad entre los bienaventurados en el Cielo. Amén.

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Jesús en el Santísimo Sacramento ¡Oh Divino Jesús, solitario por las noches en tantos tabernáculos sin quien te visite ni adore! Yo te ofrezco mi solitario corazón, y deseo que cada una de sus pulsaciones sean otros tantos actos de amor tuyo. Tú estás siempre vigilando bajo los velos sacramentales, tu amor nunca duerme y jamás te cansas de cuidar a los pecadores. ¡Oh amante Jesús, oh solitario Jesús! ¡Ojalá mi corazón fuese una lámpara, cuya luz brillara y despidiera rayos de amor para Ti solo! Vela, sacramental Centinela; vela por el dormido mundo, por las almas extraviadas y por tu pobre y solitaria hija. «Yo conozco que los sufrimientos presentes no pueden ser comparados con la gloria venidera que nos será revelada». (San Pablo). Paciencia por hoy, alma mía, el día de mañana será como Dios quiera; entretanto, hagamos su santa voluntad. El día de ayer pasó ya y todo lo que he sufrido pasó también; nada quedó sino el mérito ganado, si he llevado mis sufrimientos con mérito. Después de todo, los días son muy cortos. Mi Dios, yo no puedo menos que ofrecerte los afectos, los sufrimientos y las fatigas de un corto día. ¡Ojalá, mi Divino 138

Maestro, que lo que yo tengo que padecer en él, sea por tu amor! Amén. Oración A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

Santísimo Padre Eterno; yo te ofrezco la preciosísima Sangre, vida, pasión y muerte de tu Santísimo Hijo, en satisfacción de todos los pecados y penas que por ello temo y he merecido; lo mismo te ofrezco por cada uno de mis hermanos los pecadores por Él redimidos y ofrezco también las virtudes, penas y amarguras de María Santísima y de todos los Santos, por cada una de las almas del Purgatorio. Señor, por todo esto danos el perdón y la paz, y líbranos de los enemigos de tu Iglesia. Amén. Oración A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

Santísimo Padre Eterno: yo te presento la Sangre preciosa de Nuestro Señor Jesucristo, su tierno y amante Corazón, su santísima vida, Pasión y muerte, los méritos de María Santísima y su purísimo Corazón, y hago intención de hacerte ofrecimiento tantas veces cuantas gotas de agua tiene el mar, arenas la tierra, hojas las plantas, estrellas, el firmamento, criaturas el universo, átomos, el sol y otras tantas cuantas te la han ofrecido las almas justas en la Tierra y los bienaventurados en el Cielo, y te ofrezco y presento estos infinitos méritos por todas las necesidades presentes, enfermos, agonizantes, 139

caminantes, navegantes y cautivos por nuestro Santísimo Padre el Papa, por los que nos gobiernan, por todos los príncipes cristianos, por los que están en pecado mortal y en alivio y descanso de las benditas almas del Purgatorio. Amén.

ACTO DE CONSAGRACIÓN Rendido a vuestros pies ¡Oh Jesús mío! Considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven ¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón, socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón; Vos lo alentásteis, cuando con tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: «Venid a Mí… Aprended de Mí… Pedid…. Llamad.». A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo y espero. Del mío os hago ¡Oh Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio, lo que sabéis me ha de hacer bueno en la Tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

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Misa en Castellano Según el Misal Romano SALUDO INICIAL (FORMULA A) (De pie)

Sacerdote: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. TODOS: Amén Sacerdote: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. TODOS: Y con tu espíritu. INTROITO (Inicio de la Oración) Si no se canta se dice aquí.

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RITO PENITENCIAL (FORMULA A). Sacerdote: Hermanos, antes de celebrar los sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. (Todos guardamos silencio para pensar en nuestros propios pecados). TODOS: *Yo confieso ante Dios todopoderoso, *y ante vosotros hermanos, *que he pecado mucho, *de pensamiento, *palabra, *obra y omisión, *por mi culpa, *por mi culpa, *por mi gran culpa. *Por eso ruego a Santa María, *siempre Virgen, *a los Ángeles, *a los Santos y a vosotros hermanos, *que intercedáis por mi ante Dios, nuestro Señor.

Absolución Sacerdote: El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. TODOS: Amén

SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS (De pie)

Sacerdote: Señor, ten piedad de nosotros. TODOS: Señor ten piedad de nosotros. Sacerdote: Cristo, ten piedad de nosotros. TODOS: Cristo ten piedad de nosotros. Sacerdote: Señor, ten piedad de nosotros TODOS: Señor ten piedad de nosotros. GLORIA Sacerdote: Gloria a Dios en el cielo. 143

TODOS: *Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Te alabamos, *te bendecimos, *te adoramos, *te glorificamos, *te damos gracias por tu inmensa gloria: *Señor Dios, Rey celestial, *Dios Padre todopoderoso. *Señor, Hijo único, Jesucristo, *Señor Dios Cordero de Dios, Hijo del Padre: *ten piedad de nosotros; *Tú que quitas el pecado del mundo, *atiende a nuestra súplica, *Tú que estás sentado a la derecha del Padre, *ten piedad de nosotros; *porque sólo Tú eres Santo, *sólo Tú, Señor, *sólo Tú, Altísimo Jesucristo, *con el Espíritu Santo, *en la gloria de Dios Padre. Amén. ORACIÓN (Sentados)

Sacerdote: … por todos los siglos de los siglos TODOS: Amén. LITURGIA DE LA PALABRA LECTURA DE PROFETA O DE APOSTOL (Sentados)

Sacerdote: (al final de la lectura): Esta es la palabra de Dios. TODOS: Demos gracias a Dios. EVANGELIO (De pie)

Sacerdote: El Señor esté con vosotros. TODOS: Y con tu espíritu. Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según… TODOS: Gloria a Ti Señor.

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Sacerdote: (al terminar la lectura del Evangelio): Esta es la Palabra de Dios. TODOS: Alabanza a Ti, oh Cristo. HOMILIA (Sentados)

CREDO (De pie)

Sacerdote: Creemos en un solo Dios, TODOS: PADRE todopoderoso, *Creador de cielo y tierra, *de todo lo visible y lo invisible. * Creemos en un solo Señor, Jesucristo, *HIJO único de Dios, *nacido del Padre antes de todos los siglos, *Dios de Dios, *Luz de Luz, *Dios verdadero de Dios verdadero, *engendrado, no creado, *de la misma naturaleza que el Padre, *por quien todo fue hecho, *que por nosotros los hombres, *y por nuestra salvación bajó del cielo, *y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen, *y se hizo hombre, *y fue crucificado por nosotros, *en tiempos de Poncio Pilato padeció y fue sepultado, *y resucitó al tercer día, según las Escrituras, *y subió al cielo, *y está sentado a la derecha del Padre; *y de nuevo vendrá con gloria, *para juzgar a vivos y muertos, *y su reino no tendrá fin. *Creemos en el ESPIRITU SANTO, *Señor y dador de vida, *que procede del Padre y del Hijo, *que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, *y que habló por los profetas. *Creemos en una sola IGLESIA, *santa, católica y apostólica. *Reconocemos un solo Bautismo para el perdón de los pecados. *Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

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ORACIÓN DE LOS FIELES (De pie)

El sacerdote pide por algunas respondemos: Te rogamos, Señor.

intenciones

y

todos

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA OFERTORIO. (Sentados)

Sacerdote: Bendito seas Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros pan de vida. TODOS: Bendito seas por siempre, Señor. Sacerdote: Bendito seas Señor, Dios del Universo por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación. TODOS: Bendito seas por siempre, Señor. ORAD, HERMANOS. (De pie)

Sacerdote: Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios Padre todopoderoso. TODOS: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS. Sacerdote: … por todos los siglos de los siglos. TODOS: Amén. 146

ORACIÓN EUCARÍSTICA PREFACIO (De pie)

Sacerdote: El Señor esté con vosotros. TODOS: Y con tu espíritu. Sacerdote: levantemos el corazón. TODOS: lo tenemos levantado hacia el Señor. Sacerdote: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. TODOS: Es justo y necesario. SANTO.

TODOS: ¡Santo, Santo, *Santo es el Señor Dios del Universo! *Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. *¡Hosanna en el cielo! *Bendito el que viene en nombre del Señor. *¡Hosanna en el cielo! ORACIÓN EUCARÍSTICA.

Escuchemos con atención al Sacerdote en estos momentos, los más solemnes de la Misa. Después de la elevación de la hostia y del cáliz: Sacerdote: Este es el Sacramento de nuestra Fe. TODOS: Anunciamos tu muerte, proclamamos resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

tu

FIN DE LA ORACIÓN EUCARÍSTICA. Sacerdote: Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios, Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. TODOS: Amén. 147

PADRE NUESTRO. (De pie)

Sacerdote: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: TODOS: Padre nuestro, que estás en el cielo, *santificado sea tu nombre, *venga tu reino; *hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, *danos hoy nuestro pan de cada día, *perdona nuestras ofensas, *como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, *no nos dejes caer en tentación, *y líbranos del mal. EMBOLISMO.

Sacerdote: Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días; para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. TODOS: ¡Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor! RITO DE PAZ

Sacerdote: Señor Jesucristo, que dijiste a los Apóstoles «mi paz os dejo, mi paz os doy»; no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por todos los siglos. TODOS: Amén Sacerdote: La paz del Señor sea siempre con vosotros. TODOS: Y con tu espíritu.

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Sacerdote: Daos fraternalmente la paz. (Los asistentes se dan la paz). CORDERO DE DIOS.

TODOS: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. COMUNIÓN. (De rodillas)

Sacerdote: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a esta cena. TODOS: Señor, yo no soy digno de que vengas a mí; pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma. ANTIFONA DE LA COMUNIÓN.

Sacerdote (al dar la comunión): El Cuerpo de Cristo. El que comulga: Amén. (Todos guardamos silencio para dar gracias) ORACIÓN DESPUES DE LA COMUNION.

Sacerdote: … por todos los siglos de los siglos… TODOS: Amén. RITO DE DESPEDIDA (De pie)

Sacerdote: El Señor esté con vosotros. TODOS: Y con tu espíritu.

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Sacerdote: la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. TODOS: Amén. Sacerdote: Podéis ir en paz; la Misa ha terminado. TODOS: Demos gracias a Dios SALUDO (De pie)

Sacerdote: La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor esté con todos vosotros. TODOS: Bendito es Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. RITO PENITENCIAL. FORMULA B.

Sacerdote: Señor, ten misericordia de nosotros. TODOS: Porque hemos pecado contra ti. Sacerdote: Muéstranos, Señor, tu misericordia. TODOS: Y danos tu salvación. Sacerdote: El Señor Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. TODOS: Amén FORMULA C. Sacerdote: Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad. TODOS: Señor ten piedad. Sacerdote: Tú que has venido a llamar a los pecadores, Cristo, ten piedad. 150

TODOS: Cristo, ten piedad. Sacerdote: Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. TODOS: Señor, ten piedad. Sacerdote: El Señor Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. TODOS: Amén. Ofrecimiento de la Misa Dulcísima María, Madre de Dios y Madre nuestra; por gracia que me ha querido conceder tu Santísimo Hijo, he venido a este santo templo; en él he logrado asistir al santo sacrificio de la Misa; yo te suplico Madre mía, ofrezcas por mí a tu Eterno Padre esta Santa Misa que acabo de oír, pidiéndole por tu santísimo hijo remedie las necesidades de la Santa Iglesia, dé la paz entre los cristianos, la obediencia a nuestros superiores y a éstos, el acierto en su gobierno. Las indulgencias que hago intención de ganar sean para alivio de las benditas almas del Purgatorio, principalmente por aquellas por quienes tengo obligación de pedir. Amén.

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Oh María, concebida sin pecado, ruega por nosotros que podemos llegar a ti. 300 días de indulgencias. 152

DEVOCIÓN ADMIRABLE

De los Siete Dolores QUE MARÍA SANTÍSIMA SINTIO EN LA VIDA Y MUERTE DE SU AMANTÍSIMO HIJO Primero Señor mío Jesucristo, yo te saludo en la honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María cuando le profetizó Simeón que te habían de quitar la vida: por este dolor te pido conocimiento y contrición de mis culpas. Paternóster, Avemaría 153

Segundo Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María al saber la crueldad con que Herodes intentaba quitarte la vida y por los trabajos que padecísteis en el camino y destierro a Egipto: por este dolor te pido una santa resignación en todas las tribulaciones que te dignes enviarme. Paternóster, Avemaría. Tercero Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora La Virgen María cuando te perdió tres días: por este dolor te pido remisión de mis pecados. Paternóster, Avemaría. Cuarto Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María cuando te vio cargado con el infame madero de la Cruz yendo dócil al suplicio; por este dolor te pido las virtudes que por el pecado perdí. Paternóster, Avemaría. Quinto Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María cuando te vio 154

crucificado: por este dolor te pido el don de gracia y antes de mi muerte, tu Cuerpo en comida. Paternóster, Avemaría. Sexto Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María al tenerte en sus brazos y contemplar tus mortales heridas: por este dolor te pido una verdadera devoción a tu Pasión y muerte. Paternóster, Avemaría. Séptimo Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, con la amarga soledad en que quedó al ser sepultado tu sacratísimo cuerpo: por este dolor te pido verte en mi muerte asistiéndome con los auxilios necesarios de tu gracia, para que así me recibas en los goces de la vida eterna. Paternóster, Avemaría. Oración Miradme ¡Oh mi amado y buen Jesús! Postrado en vuestra santísima presencia: os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón los sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de mis pecados y propósito de jamás ofenderos, mientras que yo, con todo el amor y con toda la compasión de que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos ¡Oh mi Dios! el santo Profeta David:

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«Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar mis huesos». Ofrecimiento Jesús mío crucificado, Salvador de los hombres, que por redimirnos de la culpa quisiste derramar tu Sangre preciosa: te ruego, amado Jesús de mi corazón, te compadezcas de mi y olvidando mi ingratitud, oigas la súplica que te hago: yo te propongo por mi intercesora a tu amante y dolorosa Madre, ofreciéndote sus siete dolores y te pido por ellos me alcances favorable despacho en mi petición y la gracia en esta vida para gozar de tu compañía en la gloria. Amén. Una Salve a la Santísima Virgen de los dolores.

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Trisagio a la Santísima Trinidad V: Abre mis labios, Señor, y anunciaré tu alabanza. Respuesta: Atiende a mí sin tardanza; dame tu auxilio y favor. V: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Respuesta: Así como era al principio, sea ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén. Acto preparatorio al ejercicio Benignísimo Dios, uno en esencia y trino en Personas: aquí tienes una de tus humildes criaturas, que reconoce en sí la venerable imagen de tu Trinidad Santísima. Confieso que no he cumplido con las obligaciones a que me empeña el honor de esta divina semejanza. He pecado Dios mío; pero nunca negué, sino he creído constantemente en el Padre, en el Hijo y en el 157

Espíritu Santo; que el Padre no tiene algún principio, que el Hijo es producido por el Padre, a quien es consubstancial y que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, de cuyo amor recíproco es término también consubstancial a ambos; que el Padre no es primero que el Hijo, ni los dos primero que el Espíritu Santo. Adoro al Padre como Dios, al Hijo como Dios y al Espíritu Santo como Dios; y con todo en los tres sólo creo y adoro un solo Dios. Yo no entiendo, Señor, este misterio; pero cautivo mi entendimiento en obsequio de la fe, para mayor gloria tuya y mérito mío. Ofrezco estos profundísimos sentimientos de religión, de reverencia y amor, como unos votos gratísimos a tu Santidad, para que por ellos perdones tantas ofensas cometidas por mí contra tu Majestad increada. ¡Oh Trinidad beatísima! A Ti suspira la trinidad miserable de mis potencias. Mi memoria, muy enferma de fragilidad; mi entendimiento, atestado de ignorancia; mi voluntad, contagiada de inclinación al mal. Señala, santifícala y dame auxilios para que jamás falte a los propósitos que te has dignado a inspirarme; que yo protesto de todo corazón dedicarme desde hoy en adelante a mantener la nobleza de costumbres que corresponde al carácter de Ti mismo con que me has sellado, y hacer todo el aprecio que me sea posible de tu gracia y a valerme para conservarla de la devoción al misterio de tu augustísima Trinidad, en quien espero hallar misericordia, piedad y beneficencia para siempre. Amén. Himno Al Padre, al Hijo y a Ti, divino Espíritu, siempre la gloria que hasta aquí, sea dada eternamente. Amén. Un Padrenuestro y Gloria al Padre.

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Con los serafines V: Santo, Santo, Santo, Señor, Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Con los querubines V: Santo, Santo, Santo, Señor, Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Con los tronos V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Oración a Dios Padre Omnipotente y sempiterno Dios Padre, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo Dios, uno en la esencia y trino en las Personas. Yo te adoro, venero y bendigo con las angélicas Jerarquías; y con los tres Coros de la primera, amantes Serafines, sabios Querubines y excelsos Tronos, te aclamo Santo, Santo, Santo, poderoso y Eterno Padre del Verbo Divino, principio del Espíritu Santo, Señor de los Cielos y Tierra, a quien sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Otro Padrenuestro y Gloria al Padre Con las dominaciones V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos.

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Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Con las virtudes V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Con las potestades V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros Oración a Dios Hijo Sabio y soberano Dios Hijo, hecho Hombre por nosotros, que con tu Eterno Padre y el Divino Espíritu eres un solo Dios, uno en la esencia y trino en las Personas. Yo te venero, bendigo con las tres Jerarquías de los Ángeles; y con los tres Coros de la segunda, Dominaciones, Virtudes y Potestades, te aclamo Santo, Santo, Santo, Omnipotente Verbo Divino y unigénito Hijo de Dios, principio del Espíritu Santo, Señor de los Cielos y Tierra, a quien sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Otro Padrenuestro y Gloria al Padre Con los Principados V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros.

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Con los arcángeles V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Con los ángeles V: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Respuesta: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal. Ten misericordia de nosotros. Oración a Dios Espíritu Santo Amante Dios, Espíritu Santo, Amor divino, que con el Eterno Padre y su unigénito Hijo eres un solo Dios, uno en la esencia y trino en las Personas. Yo te bendigo, adoro y venero con las tres Jerarquías angélicas; y con los tres Coros de la tercera, Principados, Arcángeles y Ángeles, te aclamo Santo, Santo, Santo, Divino Amor y suavísima unión del Eterno Padre y del Hijo, procediendo en amor de uno y otro, Señor de los Cielos y Tierra, a quien sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Antífona Tres son los que dan testimonio en el cielo; El Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son una misma cosa. V: Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Respuesta: Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos. Oración Altísimo e incomprensible Dios, que dentro del santuario de tu divina naturaleza, donde nadie entra, tienes encerrado el 161

misterio de tu Trinidad Santísima, a quien no se puede correr el velo para verla de lleno, sino que todas las criaturas debemos adorarla profundamente desde fuera; dígnate admitir nuestros humildes votos, súplicas insistentes y alabanzas, que presentamos reverentemente al pie del trono de tu inefable Majestad, por los merecimientos de Nuestro Señor Jesucristo que contigo, vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén. GOZOS A DIOS TRINO y UNO ¡Señor! En dulce canto te alaban los Querubines, y Ángeles y Serafines dicen Santo, Santo, Santo. Eterna y pura Deidad de incomparable excelencia, que en la unidad de tu esencia encierras la Trinidad: de nuestra fe la humildad te adora en sencillo canto. Ángeles, etc. Tu piedad y tu ternura van diciendo las edades, y en el mar de tus bondades se pierde toda criatura. tú disipas la amargura y enjugas el triste llanto. Ángeles, etc. 162

Tú del hombre delincuente tiernos suspiros recoges, y sus plegarias acoges, porque eres Padre clemente. ¿Quién, amándote, no siente trocarse en dicha el quebranto Ángeles, etc. Nuestros padres celebraron con sus cánticos de gloria de tus prodigios la historia, que gozosos admiraron. la fe, Señor, nos legaron, que es nuestro escudo y encanto. Ángeles, etc. Cuando tu justa venganza con plagas al hombre aterra, y hace estremecer la tierra, y airada sus rayos lanza, la luz de nuestra esperanza es tu nombre sacrosanto. Ángeles, etc. Tus excelsas bendiciones derrama pródigo y tierno, y a tus hijos ¡Dios eterno! colma de inefables dones para su dicha dispones tanto bien, prodigio tanto. Ángeles, etc. 163

¡Quién del amante Isaías ardiera en el sacro fuego, para alzar su humilde ruego en divinas melodías! supla a nuestras voces frías la tierra, el mar, entretanto Ángeles, etc. Por el misterio que adora ¡Oh Dios! tu escogida grey, siga t divina ley, y de la muerte en la hora, con su sombra bienhechora nos cubra tu regio manto. Ángeles, etc. ¡Señor Dios! en dulce canto te alaban los Querubines, y ángeles y serafines dicen Santo, Santo, Santo. Antífona Bendita seas, Santísima Trinidad y Unidad indivisible de nuestro Dios; nosotros confesamos este misterio augustísimo de tu Ser con cuanta reverencia podemos, porque no cesas de ejercitar en nosotros tu misericordia. V: Bendito eres, Señor, en el firmamento del Cielo. Respuesta: Y llena está de tu gloria toda la Tierra.

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Oremos Omnipotente y sempiterno Dios, que has concedido a tus siervos la gracia de conocer en la confesión de la verdadera fe la gloria de la eterna Trinidad de tus Personas y de adorar en el poder de la majestad la Unidad de tu incomprensible naturaleza: nosotros te suplicamos que por la firmeza de esta misma fe, seamos libres de todo género de adversidades. Por Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. Oración Dios, de quien viene la santidad en los deseos la rectitud en los consejos y la justicia en las obras: concede a tus siervos la paz que el mundo no puede dar, para que, entregados nuestros corazones a la observancia de tus mandamientos y desterrado el medio de todo enemigo, tengan con tu protección los tiempos tranquilidad. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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DEVOCIÓN

Al Castísimo Patriarca Señor San José Oración al Eterno Padre Hecho el acto de contrición se dirá lo siguiente: Todopoderoso y Eterno Dios, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que atendiendo al bien de los hombres determinásteis que vuestro unigénito Hijo se hiciese Hombre en las virginales entrañas de María Santísima por la virtud de vuestro soberano Espíritu, y con altísima providencia elegísteis entre todos los santos al Señor San José, para que fuese verdadero esposo de la Madre Virgen y haciendo de legítimo Padre los oficios, educase al Hijo de Dios, para cuyo fin le enriquecísteis con los abundantes tesoros de la gracia, y ahora le tenéis en el Cielo sobre un eminentísimo trono de gloria: siendo este Santo felicísimo mi especial abogado, os 166

suplico que me atienda vuestra inmensa bondad como a cosa suya y recibiendo los afectos con que lo reconoce mi devoción, uséis conmigo la misericordia, perdonándome mis culpas, y dirigiendo mis pasos al fin de una muerte preciosa a vuestros divinos ojos, que sea principio de la bienaventuranza. Amén. Aquí se rezan siete Padrenuestros y Avemarías en honor de sus dolores y gozos y después la siguiente. Oración Poderosísimo Patrón del linaje humano, amparo de los pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz auxilio de los afligidos, agradable consuelo de los desamparados; José gloriosísimo, el último instante de mi vida ha de llegar sin remedio y mi alma sin duda ha de agonizar terriblemente acongojada con la formidable representación de mi vida y mis muchas culpas; el paso a la eternidad me ha de ser sumamente espantoso; el demonio, el común enemigo, me ha de combatir terriblemente con todo el poder del Infierno, a fin de que yo pierda a Dios eternamente; mis fuerzas en lo natural, han de ser ningunas; yo no he de tener en lo humano quien me ayude; desde ahora para entonces te invoco Padre mío; a tu Patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance, para que ho no falte en la fe, en la esperanza y en la caridad. Cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios, tu Esposa y mi Señora ahuyentaron a los demonios para que no se atreviesen a combatir tu espíritu; por estos favores y por los que en esta vida te hicieron, te pido, José gloriosísimo, ahuyentes a mis enemigos y que acabe yo la vida en paz, y la acabe amando a Jesús y a María y a ti, José del alma mía. Amén.

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HUMILDE ROGATIVA

AL GLORIOSO

San Antonio de Padua Os saludo, Antonio santo de Padua, padre mío espiritual, por la gran fe que yo he tenido y tengo en vuestro Criador y mío Jesucristo, a quien lealmente servísteis y en su Sacratísima Madre, siempre Virgen María, que tanto amásteis, y por el dulcísimo Niño Jesús, que en vuestro aposento hallásteis; por los treinta y tres años que vos estuvísteis en el desierto, deseoso de hallar a aquel supremo Señor, que se os apareció y os dijo aquellas dulces palabras: Antonio, siempre estaré a tu lado, sellaré tu corazón; por el hábito que vestísteis, por el cordón que ceñísteis, por los muchos milagros que Dios ha obrado y obra todos los días por medio vuestro, por la grande confianza que tengo en vuestra intercesión, os suplico postrado en tierra con humilde corazón queráis interceder delante de Nuestro Señor Jesucristo para que me conceda por vuestro medio la gracia que deseo y hágase su santa voluntad, a la cual me remito totalmente, por la salud de mi alma. Señor mío Jesucristo: así como por los méritos e intercesión de vuestro siervo Antonio, por quien las cosas olvidadas son recordadas, las ausentes se hacen presentes, las pérdidas se hallan, las justas propuestas son aceptadas y las empezadas son acabadas; resucitásteis los muertos y librásteis a su padre, así yo os ruego, Dios mío potentísimo, que por esos mismos méritos e intercesión, me concedáis aquella gracia que deseo, si es conforme a vuestra santa voluntad. 168

Padrenuestro y Avemaría. Dios mío, amado Jesucristo, por vuestra infinita misericordia os pido que aquietéis las angustias de mi corazón, para que, viviendo y muriendo, pueda siempre alabaros, bendeciros y loaros. Amén. Os saludo, Antonio santo de Padua, por aquellas oraciones que en el campo hiciste confesando y predicando la fe de Cristo Nuestro Señor; por aquellos tres años que en el monte orásteis, y perdiendo el breviario fue hallado por el Niño Jesús; por la revelación que tuvísteis del Cielo para ir a libertar a vuestro padre, de falsos testigos acusado y condenado a muerte, de que le librásteis; libradme a mí, glorioso Santo, de falsos testigos, de malas compañías y de condenaciones injustas; y por aquellas tres horas que Jesús estuvo en vuestro pecho, revelándoos los misterios de la santa Pasión; y por aquella gracia que pedisteis al Señor, que lo perdido se hallase, lo olvidado se acordase, lo propuesto se aceptase y lo empezado se acabase, suplico, Santo mío, que me alcancéis del Señor, que quiera alegrar mi corazón concediéndome la gracia que os pido, si es conforme a su santa voluntad, con la cual me conformo totalmente. Tres Padrenuestros al Niño Jesús y tres Avemarías a la Beatísima Virgen. Responsorio de San Antonio de Padua Si buscas milagros, mira muerte y error desterrados; miseria y demonio huidos; leprosos y enfermos sanos. 169

El mar sosiega su ira; redímanse encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos. El peligro se retira; los pobres van remediados; cuéntenlo los socorridos, y díganlo los paduanos. El mar sosiega su ira; redímanse encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos. Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo. El mar sosiega su ira; Redímanse encarcelados, miembros y bienes perdidos recobran mozos y ancianos ruega a Cristo por nosotros, Antonio divino y Santo, para que dignos así de sus promesas seamos. Amén. Oración Gloriosísimo Antonio; por el ardiente afecto que tuviste a tu amante Jesús y por la Santísima dulzura que infundió este Niño en tu corazón, con sus halagos que te concedió para hacerte tan loable y respetado del Cielo y de la Tierra, te suplico te dignes favorecerme en todas mis necesidades con tu 170

eficaz patrocinio y en particular te ruego que me alcances la gracia que deseo. ¡Ea!, Antonio santo; muévete a piedad de esta alma acongojada que en ti puso sus esperanzas; líbrala, te ruego, de sus miserias ¡Oh Santo de los milagros!, haz que yo viva como verdadero amante de mi Jesús, para poder después gozarle en el Cielo. Amén. Gozos al glorioso San Antonio de Padua Pues vuestros santos favores Dan de quién sois testimonio, Humilde y divino Antonio Rogad por los pecadores. Glosa Vuestra palabra divina forzó a los peces del mar que saliesen a escuchar vuestro sermón y doctrina; y pues fue tan peregrina que extirpó diez mil errores; humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. Vos sois de la tempestad el amparo milagroso; del incendio riguroso agua de la caridad; puerto de seguridad del mar y de sus rigores: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. 171

Sanáis de gota coral, ciegos, contrahechos, llagados; consoláis desconsolados, y curáis de cualquier mal cuál médico celestial a Quien Dios hace favores: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. De tres días ahogados resucitásteis tres niños y dos, cual bellos armiños, de sucesos desastrados, porque sus padres amados lloraban por sus amores: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. De una que no creía que la perdonase Dios, tomásteis vos sobre vos la pena que merecía, y al tomarla, el mismo día le hizo el Señor mil favores Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. Vos libráis a cualquier reo del grillete y la cadena, y el que os clama, se enajena del pecado sucio y feo; pues sois sublime Orfeo de Jesús flor de las flores, 172

Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. A la que con santo celo y fervorosa oración el fruto de bendición os pide por su consuelo, vos se lo alcanzáis del Cielo, y aún otras cosas mayores: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. Sois de Jesús tan amado, que a solas con El jugáis, haciéndoos, porque lo amáis, su profeta regalado, su celador estimado y luz de los confesores: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. Y que apuestos favores dan a quien sois testimonio: Humilde y divino Antonio rogad por los pecadores. Oración Dios y Señor mio, alegre a tu Iglesia la intercesión votiva de San Antonio tu confesor, para que siempre se halle fortalecida con socorros espirituales y merezca alcanzar los goces eternos, por los merecimientos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. Padrenuestro y Avemaría. 173

VOTO EN FAVOR De las almas del Purgatorio La devoción que tiene este nombre es un acto heróico de caridad y consiste en hacer oblación voluntaria en favor de las almas del Purgatorio, de todo el fruto satisfactorio de todas nuestras obras en vida y de todos los sufragios que por nosotros se hagan después de nuestra muerte. Este voto está aprobado y agraciado con muchas indulgencias por los Sumos Pontífices Benedicto XIII, Pío VI y Pío XII. Primeramente, los sacerdotes que le hacen gozan del indulto de altar privilegiado personal en todos los días del año. En segundo lugar, todos los fieles que hagan este voto ganarán indulgencia plenaria aplicable solamente por las almas del Purgatorio: 1º. Siempre que reciban la sagrada Comunión, con tal que visiten una iglesia y oratorio público, rogando por la intención del Sumo Pontífice. 2º. Todos los lunes del año, oyendo Misa en sufragio de las almas del Purgatorio, y haciendo lo antes indicado. En tercer lugar, todas las indulgencias que se ganen en favor de las almas del Purgatorio. Este voto no obliga bajo pecado, y el que lo ha hecho puede retractarle sin pecar cuando lo tenga por conveniente. Los que no puedan comulgar, pueden hacer la obra que les indique el confesor. 174

Los que no puedan oir Misa el lunes, pueden aplicar la del domingo. Para hacer este voto puede emplearse la siguiente fórmula: Yo, N… de N…, cedo en sufragio de las benditas almas del Purgatorio todo el fruto satisfactorio de todas cuantas obras hiciere en toda mi vida y de los sufragios que por mí se hicieren después de mi muerte. Y para mayor acierto, pongo todo este fruto satisfactorio en manos de la Santísima Virgen, para que ella le distribuya según su voluntad. TESTIMONIO ESPIRITUAL PARA HACERLO EN SALUD Y RENOVABLE A LA HORA DE LA MUERTE Siendo innumerables los peligros a que está sujeta la vida humana y conociendo, yo pecador, que he nacido para morir y no sé la hora con el fin de que no me halle la muerte desprevenido, he determinado disponerme con la ayuda de Dios; y así, postrado a los pies de mi Señor Jesucristo, crucificado por mi amor, declaro a todas las criaturas del Cielo y de la Tierra que mi última voluntad es la que aquí explico en la forma siguiente:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Primeramente digo que, como fundamento de mi salvación, protesto en presencia de Dios omnipotente, de la Virgen Santísima, Madre suya y de toda la Corte celestial, que mi voluntad es vivir y morir obediente a la Santa Iglesia católica, apostólica, romana, creyendo firmemente, como creo, todos los artículos de la fe enseñados por los santos Apóstoles, como los propone y explica nuestra Santa Madre Iglesia. Así pues, si 175

alguna vez me ocurre alguna cosa contra ellos, la tengo desde luego por error y por tentación del enemigo. Y si, lo que Dios no permita, dijere o hiciere algo que sea contrario, en virtud de esta cláusula lo revoco y anulo y es mi voluntad que se tenga por no dicho ni hecho. Declaro, por esta mi última voluntad, que en mi muerte deseo recibir al santo sacramento de la Penitencia, confesándome enteramente de mis pecados y si por algún accidente no me pudiere confesar es mi voluntad confesarme y dolerme de todos ellos y llorarlos amargamente no tanto por el temor de las penas eternas, cuanto por haber ofendido al Sumo Bien, a quien debo servir y amar sobre todas las cosas, lo cual ahora propongo firmemente con su divina gracia todo el tiempo que me resta de vida. Es mi voluntad recibir también el santo Viático; y si por alguna causa no pudiera ser, declaro que mi voluntad es recibirle a lo menos espiritualmente, adorando de corazón a mi Señor Jesucristo sacramentado y suplicándole que se digne acompañarme en tan peligroso viaje, defenderme de los enemigos infernales llevarme al puerto seguro de la eterna bienaventuranza. Declaro asimismo que mi voluntad es pasar de esta vida habiendo recibido el sacramento de la Extremaunción y no pudiendo recibirle, ruego a mi Dios y Señor se digne ungirme con el óleo santo de la misericordia, perdonándome los pecados que cometí con los cinco sentidos corporales. También es mi voluntad acabar la vida esperando la infinita misericordia de Dios, el perdón de todos mis pecados y la salvación de mi alma, teniendo como tengo por infalible la 176

palabra de mi Señor Jesucristo, que dijo: «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Confieso que aún las obras buenas, las hice siempre con muchas imperfecciones y negligencias. Y para que el demonio quede confuso, declaro que no presumo por solas mis obras merecer el Cielo, sino principalmente por los infinitos merecimientos y preciosa Sangre de mi Señor Jesucristo, derramada por mi salvación eterna. Es mi voluntad padecer con paciencia y conformidad hasta el último aliento de mi vida, en unión de lo que mi divino Salvador padeció por mí, cualquier enfermedad y dolor que Dios me envíe; y si por fragilidad y miseria caigo en alguna impaciencia inmoderada, desde ahora me arrepiento e la culpa y mal ejemplo que dé, sea de obra, sea de palabra, rogando a Dios que no me desampare en aquel peligroso y último trance. Perdono todas las injurias que me hayan hecho los hombres, rogándoles que también ellos me perdonen a mí; y a Dios que de ellas no les tome cuenta, sino que les ayude y asista con su gracia, usando con todos de indulgencia y piedad. Doy gracias al Señor por todos los beneficios que me ha dispensado, así espirituales como temporales, particularmente por los de la creación, redención y vocación a su santo conocimiento y también por haberme hasta ahora esperado a penitencia, habiendo merecido que me castigase mil veces con penas eternas. Sea para siempre bendita su bondad y misericordia. Deseo que de ésta mi última voluntad, sea ejecutora la gloriosísima Virgen María, abogada de pecadores, el glorioso Patriarca San José y mis principales abogados y protectores San 177

N… y San N…, a los cuales ruego que me favorezcan en aquella hora, pidiendo al Señor se digne por su infinita clemencia recibir mi alma en la paz eterna de los Santos. Constituyo y nombro por defensor de mi alma al Santo Ángel de mi guarda, en el tribunal de Dios, cuando se vea mi causa y se pronuncie sentencia definitiva, rogándole que, pues Nuestro Señor le encomendó mi alma, poniéndola bajo su tutela y amparo en esta vida, la proteja y coloque por sus manos en las moradas eternas de la gloria. Ruego por las entrañas de Jesucristo a todos mis parientes y amigos que me ayuden con oraciones y obras satisfactorias, y especialmente en el santo sacrificio de la Misa, como medio, entre todos el más eficaz, para que si, por la misericordia de Dios, fuere mi alma destinada a las penas del Purgatorio, se libre pronto de ellas y vuele a gozar de la vista de Dios, que yo les ofrezco no ser ingrato a tan gran beneficio. Finalmente, rindiendo humildes gracias al Señor, por haberme hasta ahora conservado la vida, protesto y declaro ser mi ánimo aceptar la muerte en cualquier modo y hora en que la mande, recibiéndola humildemente en satisfacción de mis pecados y conformando en esto y en todo mi voluntad a la suya santísima y amabilísima, de la que rendidamente le suplico no permita que me aparte jamás. Amén.

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