Del Gobierno de Los Vivos

Traducci6n de MICHEL FOUCAULT HORACIO PONS Revision y transliteraci6n de terminos griegos H ERNAN MARTIGNONE DEL GOB

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MICHEL FOUCAULT

HORACIO PONS

Revision y transliteraci6n de terminos griegos H ERNAN MARTIGNONE

DEL GOBIERNO DELOSVIVOS Curso en el College de France (1979-1980)

Edicion establecida par Michel Senellart, bajo la direccion de Frarn;:ois Ewald y Alessandro Fontana

FONDO DE CULTURA ECON0MICA M ~XI

0

- AR

.ENTINA -

BRA

IL - COLOMBIA - CHILE - EsPANA

ES'J'AJ ) UN JOOS I E AM J; RJ A - GUATEMALA - PERO - V ENEZ UELA

Prim era edici6 n en frances, 2012 Prim era edici6n en espaiiol, 2014

Foucault, M ichel Del gobierno de los vivos : curso en el College de France (1979-1980). la ed. - Ciudad Aut6noma de Buenos Aires: Fondo de C ulrura Econ6mica, 20 14. 441 p. ; 23x 16 cm. - (Socio logia) Traducido por: Horacio Pons ISBN 978-987-7 19-052-6 1. Sociologia. I. Horacio Pons, trad. II. Titulo CDD 301 Distribuci6n America Latina.

Disefio de tapa: Cafe Im agen

Tf rulo original: Du gouvernement des vivants. Cours au College de France. 1979-1980 ISBN de la edici6n original: 978-2-02-088 133-3 © 2012, Seuil/Gallimard D.R. © 2014, FONDO DE CUL1LJRA EcoNOM ICA DE ARGENTINA, S.A. El Salvador 5665; Cl 4 l 4BQE Buenos Aires, Argentina fo [email protected] I www.fce.com.ar Carr. Picacho Ajusco 227; 14738 Mexico D .F. ISBN: 978-987-7 19-052-6 Comemarios y sugerencias: [email protected] .ar Fotocopiar libros esta penado por la ley.

lNDICE GENERAL /\dvertencia

··················· ····································································

9

:lase del 9 de enero de 1980 ...................... ........................ .............. . Cl:.i e del 16 de enero de 1980 ............................ ......... ... .................. . Cla e del 23 de enero de 1980 ............................................... .... .. ..... . Cla e del 30 de enero de 1980 .......................................................... . ( .l:i e del 6 de febrero de 1980 ...... .. .. ...... ............ .............. .. ...... ... ..... . Cla e del 13 de febrero de 1980 ... ... .......................... ................. .... ... . Cla e del 20 de febrero de 1980 ....... ..... .. ............... ............... .. .......... . :lase del 27 de febrero de 1980 ....... .................. ........... ............. .. .. ... . C l. e del 5 de marzo de 1980 ........................... .. .. ....... .. ..... .. ......... ... . Clase del 12 de marzo de 1980 ....................... .......... ........................ . oip~). 11 ' Ibid., vv. 284 y 285 (vea e la nota precede nce).

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tu" .20 Y de ese modo completa la otra mitad. Hay que decir que aiiade tambien una mitad adicional, una mitad en exceso. Dice: "Ademis, has hecho algunas 21 otras menudencias y un dia descubriris las impurezas que te ligan a tu Familia''. Pero en cierta forma esto es una mitad que se adiciona. Cuando Tiresias dice: ''Asi es, el que ha matado eres tu", se sabe, como ven, la totalidad de lo que habfa que saber. Entre ambos, Apolo y Tiresias, han dicho todo y no falta nada. No falta nada en esas dos mitades que se completan. Sin embargo, eso es insuficiente. 2Insuficiente a los ojos de quien? En este punto, el coro y el corifeo vuelven a tener un papel muy importante en la med.nica de la aleturgia y el descubrimiento de la verdad. En primer lugar el corifeo y luego el coro dicen: no es suficiente. El corifeo lo dice en principio durante el enfrentamiento entre Tiresias y Edipo. Tiresias no quiere decir lo que sabe. Presionado por Edipo, termina por decirlo (veremos mediante que mecanismos), yen ese momento Edipo dice: "Pero si me acusas de ser el asesino de Layo es porque tienen malos pensamientos contra ml, porque esds animado de malos sentimientos, me tienes ojeriza y quieres atacar mi poder". En ese momento, 2que dice el corifeo? Dice: "Las acusaciones de Tiresias no son mas valederas que las sospechas de Edipo" . El corifeo se niega a elegir entre el adivino y el rey y percibe la debilidad tanto de uno como de otro. "Los dos hablan -dice- bajo el efecto de la ira'', 22 y por consiguiente es preciso poner en entredicho la palabra de ambos. Luego, tras la partida de Tiresias, el coro toma la palabra y repite lo que ha dicho el corifeo. Tambien else niega a tomar partido entre los dos. Y acerca de . "No pued o Ill. d ar1e Ill. qwtar . 1e 1a razon ' " .23 Tiresias, que acab a d e mareh arse, d Ke: 2Por que? Primero, dice el coro, "porque no soy de esos que ven a lo lejos frente a sf o pueden mirar a lo lejos a sus espaldas, solo veo lo que tengo ante los ojos. . no aporta pruebas Solo veo mi presente" .24 segundo, d"ice e1 coro, "e1 ad"1vmo -y utiliza el termino paocivC¥-25 ni en lo que toca al pasado ni en lo que toca 20

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111 presente". Tercero, por mucho que el adivino que acaba de hablar se apoye

la autoridad de la palabra del dios, no deja de ser cierto que es un hombre. 26 F~ un hombre como los demas y, en esa medida, esta sometido a los mismos 1rnres, las mismas exigencias que cualquier discurso de verdad pronunciado por los hombres. En consecuencia, debe aportar sus pruebas. Y cuarto y ultimo, dil' · el coro, bien podrfa ser que haya hombres que, en efecto, sepan de eso mas 'llll' tros. Y quizas el adivino sea uno de los hombres que han recibido el poder dt saber un poco mas que los otros. Pero no por ello deja de ser cierto que hlipo dio en el pasado una serie de pruebas, pruebas de su amor por Tebas y d1· su capacidad de hacer el bien a la ciudad, puesto que la salvo una primera wt.. 7 Edipo, pues, ha dado pruebas y la existencia de estas compensa el plus 1k .~aber que el adivino podria recibir del dios. Entre el don divino recibido pm ·I profeta y las pruebas efectivamente dadas en el pasado por Edipo, hay 1111 ·quilibrio tal que el coro se niega a juzgar, porque, dice, "antes de ver-empl1·,1 I verbo tOotµt-, ver con mis propios ojos, justificar la palabra del adivino, 11111 ~ts aprobarfa las palabras divinas". 28 Edipo tiene en su favor cosas visibles, ~1uv gci. 29 Son ellas !as que me impiden -a mi, el coro- dar credito necesallt t suficiente alas palabras divinas para aceptar lo que [el adivino] * ha dicho. 1•1111"' las palabras divinas y las cosas visibles hay actualmente un debate que l11t puedo zanjar, y no puedo zanjarlo porque no lo veo. Es en consecuencia la 11111.lda del coro la que debe zanjar entre las cosas visibles y las palabras divinas. I• 1•sa instancia la que debe hacer constar, la que debe discernir, y mientras no lt.1y.1 discernido, las cosas permaneceran en suspenso. Solo cuando "haya visto", I 1 oro tendra, dice, "6g8ov enoc;, una palabra justa" .3 0 La palabra justa se prrnlu ira cuando los discursos divinos, las profedas divinas, las palabras ora1 ul.1r ·s, hayan encajado o encontrado su complemento o su consumaci6n en I 1 1 osas visibles y lo que se haya visto. En ese momenta, en esa complemen1111 It' lad , en ese ajuste, se producira el 6g8ov en;oc;, la palabra justa, la palabra · 11

S6focles, CEdipe roi, op. cit., v. 353, p. 154: "Tu eres el criminal" . Tiresias repite su afir-

maci6n en el verso 362; vease infra, n. 56. 21

Ibid., VY. 366 y 367, P· 154. Ibid, vv. 404 y 405, p. 155. 23 Ibid., V. 485 , p. 158. 24 Ibid , vv. 486-488, p. 158. 25 Ibid , v. 491 , p. 158. La palabra reaparece en el verso 510, donde el corn opone la prueba

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22

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111

/hid. , v. 500, p. 159. /hid., vv. 507-5 11 , p. 159. Vease supra, n. 25, acerca de Prxofiid ·s, CEdipe roi, op. cit., v. 504, p. 159.

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a la que es preciso someterse porque es la verdad yes la ley, el vinculo y la obligaci6n propios de la verdad. En consecuencia, por mas que el par dios-adivino haya contado toda la historia, no ha dicho toda la verdad. Y [en]* el paso de los hechos pronunciados en el discurso del adivino y el dios a la verdad misma se desarrollari el resto de la tragedia. Con el adivino y el dios tenemos pues la mitad divina, la mitad profetica, la mitad oracular, la parte mantica de ese procedimiento de verdad. La segunda mitad va a ser, claro esta, la mitad humana de! procedimiento de verdad. Y esa misma mitad humana va a dividirse en dos. Una mitad, la primera de esta mitad humana, se consagra al asesinato de Layo, y la aleturgia del asesinato de Layo, la manifestaci6n como verdad del asesinato de Layo, se divide a su vez en dos porque, por un lado, va a estar Yocasta, que acude a tranquilizar a Edipo y que, al desgranar sus recuerdos y tratar de mostrar a partir de ellos que el adivino no ha dicho mas que mentiras, cuenta lo que pas6 y dice a Edipo: "Tranquilizate, tu no pudiste matar a Layo, porque lo mataron bandoleros en un cruce de caminos". 31 Yocasta dice pues, con recuerdos, recuerdos indirectos de lo que le informaron, de lo que ella oy6, una mitad de lo sucedido, en cierta forma la mitad del asesinato [de Layo] o el aspecto del asesinato visto desde el lado de los tebanos y desde el lado del entorno del rey. A esos recuerdos, Edipo no tiene mas que ajustar el suyo y decir que el, efectivamente, tambien mat6 a alguien en una trifurcaci6n de caminos. 32 Y eso no lo oy6 decir, el mismo lo hizo y lo vio con sus propios ojos. Yocasta oy6 una mitad de la cosa. Edipo, por su parte, vio e hizo la otra mitad. En ese momento, de nuevo, todo se sabe. Toda la historia, o en todo caso la mitad purificaci6n ordenada por el oriculo, sale por fin a la luz. Ahora se sabe que pas6 y quien fue el asesino. Todo se sabe o, mejor, todo se sabria si no persistiera pese a todo una pequeiia incertidumbre, marcada por la imprecision del saber derivado del rumor, dado que Yocasta ha oido decir que fueron varios bandoleros quienes mataron a Layo, en tanto que EcUpo sabe bien que estaba solo cuando mat6 al anciano rey. 33

* Michel Foucault: el paso de la hisrotia a la verdad, bueno, el paso. 31

S6focles, CEdipe roi, op. cit., vv. 715 y 716, pp. 166 y 167: "woneg y · ri Qian~, ~evoi noi::e J..noi::ixl Q>oveuouo . ev i::giJ..ix"i~ aµix~no"i~"; rrad. de Masqueray: "Todo el mundo lo afirma, bandoleros forasteros lo asesinaron, hace tiempo, en un triple carnino". 32 Ibid. , vv. 726-755, pp. 167 y 168. 33 Ibid. , vv. 842-847, p. 171.

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Esto es lo que va a poner en marcha la segunda mitad del proceso humano dt· c.lescubrimiento de la verdad. Se va a lanzar la busqueda de quien seria -y li.1 sido efectivamente- el unico testigo sobreviviente de lo ocurrido. Pero .1111 de que ese testigo llegue, entra en escena un mensajero de Corinto: el 111 n ajero encargado de informar a Edipo que P6libo ha muerto en Corinto, y q11 · al mismo tiempo le hace saber que el muerto no era su verdadero padre ~· 11ue el, Edipo, no es mas que un niiio exp6sito, un niiio puesto justamente 11 manos de ese viejo mensajero en la epoca en que era pastor en el Citer6n. 34 Mitad de la historia ya no, ahora, del asesinato, sino del nacimiento, mitad 101"1" 'spondiente al receptor. Sabemos que Edipo noes hijo de P6libo, sabemos 1p1c ra un niiio exp6sito, yen ese momento llega por fin el esclavo, el ultimo • ~1 lavo, el testigo del asesinato de Layo pero tambien la persona a quien fue 011flado Edipo cuando los padres quisieron matarlo. Este esclavo, que ha t.1c.lo escondido, que se ha ocultado en el fondo de su choza durante tantos llw.~ para no decir la verdad, llega como testigo, testigo definitivo. Conducido tl l·s enario, se ve obligado a atestiguar que Edipo le fue entregado con elfin 35 1lr l'Xponerlo. En ese momento, la mitad tebana, por decirlo de algun modo, 11 11 a encajar con la mitad corintia. El mensajero de Corinto habia dicho: 'I·\ un exp6sito". El esclavo de Tebas viene a decir: "Soy yo quien lo recibio It rnanos de Yocasta y soy yo quien lo dio". Y con ello tenemos la ultima 11111.ic.l que viene a encajar, la Ultima pieza que viene a completar el conjunto. no dos testimonios oculares de! mensajero de Corinto y el pastor de Tebas, ·'' d s mitades oculares, terminan por cumplir la profeda oracular del dios \ 1 I .1avega que deben llegar a cumplir la palabra oracular para constituir en suma una palabra justa, una palabra recta, aun en ese nivel, las cosas nunca se completarin del todo. Por numerosos que sean los encajes de las piezas, quedari siempre cierto estorbo cuya funci6n, desde luego, habri que determinar. Dejemos, al menos por ahora, esas pequefias lagunas. Se ve pues con claridad la mecinica de esas mitades que vienen a ajustarse unas con otras: mitad divina, aleturgia religiosa, profetica, ritual, con una mitad oracular, adivinatoria, la mitad Febo, la mitad Tiresias; y a continuaci6n una mitad humana, la aleturgia individual del recuerdo y la indagaci6n, con una mitad asesinato, uno de cuyos fragmentos esti en poder de Yocasta y otro, de Edipo; tras ella una mitad nacimiento, nacimiento de Edipo, un fragmento de la cual viene de Corinto traido en sus manos por el mensajero, y cuya otra mitad estaba en Tebas, sepultada, oculta en la choza de un esclavo. Tenemos entonces seis poseedores de la verdad que se agrupan de a dos para hacer un juego de mitades que se completan y se ajustan, encajan unas en otras. De alguna manera es el juego de las seis mitades. Y no se necesit6 menos que esas seis mitades para constituir el og8ov E:noc;, la palabra recta que seri el punto culminante de la aleturgia. 36 Estiticamente estamos pues ante un juego de seis mitades. Hay que sefialar de inmediato una o dos cosas. Primero, la totalizaci6n de esos fragmentos se hace bajo una forma muy particular y ficil de reconocer. Como ven, no se trata exactamente de una suma aritmerica, es decir que no se trata de seis personajes que, unos detris de otros, conozcan una pequefia parcela de verdad y donde cada una de estas, sumada alas otras cinco, termine por constituir el conjunto de la verdad. De hecho, se trata de ajustes de fragmentos complementarios que se hacen de a dos, yen cada nivel esti, si se quiere, la totalidad de la verdad. Tenemos la totalidad de la verdad que, en el fondo, es dicha por los dioses. Y Edipo y Yocasta, si no dicen del todo esa totalidad de la verdad, parecen al menos rozarla con el dedo cuando evocan sus recuerdos. Para terminar, la totalidad de la verdad vuelve a decirse en una tercera oportunidad, y esta vez la dicen los criados y los esclavos. En suma, en cada uno de los tres grupos dos 36 Vease ya Michel Foucault, "La verite et les formes juridiques" (segunda confe rencia), op. cit., p. 557 (1994)/p. 1425 (2001 ), so bre esta "forma pura", la "ley de !as miracles" a la cual obedece e1 "mecanismo de la verdad" en Edipo rey.

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1wr onas diferentes poseen, cada una, uno de los fragmentos de la verdad. Ante

lo~I~, en el nivel de los dioses, hay sucesi6n. El oriculo habla y luego viene el 111.l1vin.o. Despues estin Edipo y Yocasta que se enfrentan en un juego de la "" ·us16n. Y por Ultimo estin los dos esclavos que, en cierta forma, se encuen11.111 por azar y fortuna, uno convocado en el momento en que otro, por razollt'.~ om?letamente diferentes, llega de Corinto. Entre esos personajes, en cada 111v ·I, eXIste un vinculo, un vinculo muy fuerte. Por un lado, [el existente] entre I dios y su adivino, porque el adivino recibe del propio dios su poder de decir l,1 ~ rdad. El dios lo inviste con esa potestad. En segundo lugar, claro, entre hl1po y Yocasta existen los vinculos que conocemos y los que todavia no conorm.os, vinculos aun muy fuertes, en este caso ya no divinos sino juridicos: son 111.1rido ~ mujer. Y por Ultimo, entre los dos pastores hay un vinculo que es [el] It· la ~JStad, de _la i~(a. Ambos recuerdan, en efecto -y eso es lo que va a llll'l1t1car su tesnmomo-, que eran pastores en el Citer6n, que se reencon11 .1han todos los inviernos y [habian entablado] una amistad. Cada uno esti, p111 I . ta~t~, ligado p.or una especie de pacto: pacto de la amistad por abajo, I' II ~o JLLndic~ en el rnvel medio y, para terminar, pacto o vinculo religioso en I 111vcl ~up~nor. El juego de esas dos miracles que vienen a encajarse entre dos pc 1\onaJes ligados uno con otro por vinculos de esta naturaleza es lo que en · 11 1·vo se .llama, desde luego, auµpoJ..ov: la figura, el objeto material, el pedazo h 1 ·ri m1ca que se parte en dos y que poseen las dos personas que han concer11110 ' ntre si un pacto. Y cuando hay que autenticar el pacto, cuando uno 1 le l.1111a a otro lo q~e le corresponde o cuando quieren reactivar el vinculo que Ii 1 r1Hre ellos, el aJuste de las dos miracles autentica lo ocurrido y da validez a 37 II vln ulo. Lo que esti en juego en Edipo es esa forma, la autenticaci6n de 1111,1.dianza privada e.ntre dos familias, el reconocimiento de un individuo por 11111, l:i marca de val1dez del mensaje, y ademis el propio Edipo lo dice en el I 111: "No podria seguir durante mucho tiempo la pista del criminal si no tuviera

Vbse Michel Foucault, "La verire et Jes formes juridiques" (segunda conferencia) , op. cit., ( 1994) /p. 1428 (2001 ), donde Foucault define asi el ouµ~oA.ov: "Un instrumenro de 11 1 11 li 1, di· jcrcicio del poder que permire a una persona, poseedora de un secreto 0 un poder, 11 11 111 11 1 en d~s pan es un objero cualquiera de ceramica, conservar una de !as panes y entregar I 1 1111 ,1.1.ilgu1cn qu e debe llevar el mensaje o ates riguar su aurenticidad. Por el ajustc de esas dos 11111111.·~ .!1odr:i re onocerse la aurenticidad del mensaje, es decir, la conti nuidad de! poder que 1j1 111• ' I

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entre manos algun simbolo [ouµpoA.ov]'', 38 en el sentido de "si no ruviera en mis manos una pieza o, mejor, un fragmento de pieza que puede ajustarse con el fragmento correspondiente, complementario de la misma pieza y que auten: ticara lo que se". La verdad, en consecuencia, va a obtenerse y solo se obtendra en virtud de ese juego del ouµpoA.ov, de una mitad o, mejor dicho, de un fragmento que venga a ajustarse con otro, en poder de alguien que esti ligado al primero por un v{nculo religioso, juddico ode amistad. Esta circulaci6n del ouµpoA.ov, que es en el fondo el hilo conductor de roda la pieza, y que podemos seguir a lo largo de la totalidad de la obra de S6focles, habrin advertido -y no insistire en ello-que se realiza conforme a una escala descendente muy perceptible, porque tenemos en un principio el nivel del dios y su adivino. A continuaci6n, en el nivel medio, tenemos a los reyes, Yocasta y Edipo, que casi descubren el asesinato, y por ultimo, abajo ~e todo, a los_dos criados, pastores y esclavos, uno servidor corintio del rey P6hbo, otro s~r:1dor tebano de Yocasta y Layo, y son ellos quienes van a efectuar en defimuva el ajuste de las dos mitades del ouµpoA.ov, quienes van a reunir lo _q~e pertenece a Corinto y lo que pertenece a Tebas, reunir el asesinato y el nac1m1ento, hacer coincidir al hijo de Layo y el presunto hijo de P6libo. Y asl, al reanudar al cabo de muchos afios su amistad de la epoca en que eran pastores en el Citer6n, van a pasar, a naves de sus recuerdos, de mano en mano al nifio Edipo, de quien, en cierta forma, cada uno tenfa una mitad en la mano, de modo tal que el mismo Edipo resultara ser ese ouµpoA.ov, ese pedazo de ceramica partido en dos con una mitad en Tebas y otra en Corinto. El, que estaba fragmentado, recuperara al final de la pieza su unidad, e incluso se recuperara doble. Edipo 39 esta hecho de dos mitades yes al mismo tiempo un ser doble, y su monstruosidad consistiri precisamente en que es doble a perpetuidad, por ser a la vez hijo y esposo de su madre, y padre y hermano de sus h_ijos. Y co_mo_ sabe~; cada vez que habla cree decir algo, pero, de hecho, se deshza otra s1gmficac10n, de

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S6focles, 1

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Pero, sobre todo, de confesion. Regimenes muy diferentes los de la fey la confesion, puesto ·n el caso de la fe se trata de la adhesion a una verdad intangible y revelada, 11 la ual el papel del individuo y por lo canto el aero de verdad, el momento I \\ 1bjetivacion, radica esencialmente en la aceptacion de ese contenido y la 1 pla ion de manifestar que se lo acepta: tales el sentido de la profesion de I , cl ·I aero de la profesion de fe, mientras queen el otro caso, el de la confesion, 1111 '· trata en absoluto de adherir a un contenido de verdad sino de explorar, de n'plorar indefinidamente, los secretos individuales. Puede decirse que el 11 ri.1 n i mo, en todo caso desde el punto de vista que nos interesa aqui, escuvo 1111 1.1ntemente atravesado por esa extraordinaria tension entre los dos regi11 111·~ de verdad, el regimen de la fe y el regimen de la confesion. I' ·nsi6n profunda que no implica que fueran dos regimenes heterogeneos y Irr 11 l.t ·i6n. Despues de todo, no hay que olvidar que la nocion de confesion, el 111 rdo de la palabra "confesion" en la Iglesia latina, se encuentra precisamente 11 l.1 hifurcacion, para decirlo de alglin modo, de esos dos regimenes, ya que el 11d1·,or, en el ladn de los Padres de la Iglesia -pricticamente hasta los siglos II )' VIII- , la palabra confessor, se relaciona con quien ha aceptado hacer la pro11111 d ·le hasta el final, es decir, hasta correr incluso el riesgo de muerce. 9 Y

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b evolu ci6n semantica de la palabra confessio en el ladn eclesiastico, vease Joseph )riginalitat und Uberlicferung in Au ustins Begriff der 'Confessio"', en Revue des /,, l1w111i11iennes, vol. 3, nurn . Ii, 1957 , pp . . 7 1-. 92; vbnse en es pecial pp. 380 y 38 1, 11h11·

*Michel Foucault: forma. **Michel Foucault agrega: que van ... (un a o dos palabras inaudibl cs).

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11 11111,1 1,"

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poco a poco, con ese sentido de la palabra confessor se conecto el otro sentido de "confesion", en cuanto confesion sacramental. La confesion se convierte en confesion sacramental y el confessores quien organiza, reglamenta, ritualiza esta Ultima y deduce sus efectos, que mucho mas adelante, a partir del siglo XII, llegarin a ser simplemente efectos sacramentales. El cristianismo, entonces, sin duda es en el fondo, esencialmente, la religion de la confesion, en la medida en que esta es la bisagra del regimen de la fe y el regimen de la confesion sacramental, y son ambos regimenes de verdad los que, desde este punto de vista, subyacen a aquel. En segundo lugar, encontrariamos otra prueba de que los dos regimenes de verdad, el de la fe y el de la confesion, no son dos elementos heterogeneos e incompatibles, sino que tienen entre si relaciones profundas y fundamentales , en el hecho de que, en la prictica, cada transformacion de uno de ellos fuc acompafiada por la transformacion o el reordenamiento de otro. Despues de todo, si la prictica de la confesion en el sentido de confesion sacramental, de la confesion penitencial, se desarrollo con tanto vigor desde fines del siglo II hasta el siglo v, lo hizo en la medida en que habia precisamente un problerna que era el de la herejia, es decir, de la definicion de lo que debia ser el contenido dogrnatico del acto de fe, y fue sin duda en ese deslinde con la herejia (nocion , tambien esta, completamente ajena al mundo grecorromano), por lo tanto en la definicion del contenido dogrnatico de la fe, donde se desarrollaron !as pricticas de la confesion. [... ] Cuando la practica de la confesion penitencial se codifica de una manera extremadamente jurfdica, y esto a lo largo de varios siglos, lo hace justamente en un periodo en que el cristianismo vuelve a enfrentarse con la herejia -la herejia citara-, yen la lucha contra ella la practica de la confesion tambien se desarrolla. En consecuencia, como ven, correlacion perpetua entre los dos sentidos de la palabra "confesion" y los ajustes que un o y otro se ven en la necesidad de producir. Y podemos decir para terminar que lo que fue la gran linea de fractura dcl cristianismo en el Renacimiento, es decir, la division entre catolicismo y prote tantismo, se produjo tambien en torno de ese problema fundamental. ~Que fi.1t•

CLASE DEL 30 DE ENERO DE 1980

definitiva el protestantismo, si no cierta manera de retomar el acto de fe en l llanto adhesion a un contenido dogrnatico en la forma de una subjetividad que 1wrmite al individuo descubrir en si mismo, en el fondo de si misrno, segun la lc·y y el testimonio de su conciencia, dicho contenido? En otras palabras, corno op rador de verdad, como actor, testigo y objeto del acto de verdad, el individuo v.1 a descubrir en el fondo de si mismo lo que debe ser la ley y la regla de su r 'ncia y su acto de fe. Tenemos en el protestantisrno* cierta manera de ligar el I f.\imen de la confesion y el regimen de la verdad, lo cual le permite precisamente red ucir hasta la eliminacion la prictica institucional y sacramental de la confesion prnitencial, porque la confesion y la fe van justamente a reunirse en [un tipo] ** Ii· a to de verdad en que la adhesion al contenido dogmatico tiene la misma le 11 ma que la relacion de si consigo en la subjetividad que se explora a sf misma. *** l esde luego, cuando digo que con el cristianismo tenemos la aparicion, en I 111 undo helenfstico y romano, de un regimen de verdad a la vez extrernada1111·11 te complejo, extremadamente rico, extremadamente denso y extrernada1111•11t novedoso, digo al mismo tiernpo una banalidad y algo que noes del 1111 10 cierto. Querria, a mero titulo de puente -sera una indicacion casi sin pli acion, porque las cosas son muy claras-, citarles un texto de Pilon de l1·j.1ndria que me parece un punto de referencia bastante bueno, entre Edipo, I quien hablabamos la vez pasada, y las pricticas cristianas de las que habla111os las proximas. Pilon de Alejandria, entonces, contemporineo de los ini111 cl I cristianismo, sin ser el cristiano, y situado [en la confluencia]**** de I 1 11ltura hebrea y la cultura griega. En De somniis, el tratado sobre los suefios, 10 IH110 I, capitulo 15, Pilon se detiene un momento en un pasaje de la Biblia c· 11

' Mi he! Foucault agrega: una nueva manera de ligar una a otra, de un modo totalm ente

111 1 11111 ·de! antiguo, la relaci6n (bueno, en los protestantes noes tan diferente de! antiguo,

I

111, «11 fin , no importa ... ). '' Mi he! Foucault: una forma. "' Mi he! Foucault agrega: Por lo tan to, dos reglmenes deverdad y ... y ... 1por que les de fa /I /11 momento de vacilaci6n.]Ya nose. No importa, sl, bueno, era para decides que qucrrfa 11111 rn I cl caso de la confesi6n, de ese aspecto de! cristianismo por e1 cual, junto y entrc11 1.!11 1011 cl regimen de verdad caractedstico de! dogma y la fe, esta este otro regimen de 1ol 1ol q11 ·define e [mpone cierto tipo de relaci6n de sl consigo. '' · • Mi hel Foucault: en los confines [vacila al final de la palabra}. 111 1 l•rl1 >11 I Alcjandrfa, De somniis, intr., trad. y notas de P. avinel, Pads, Cerf, col. ~uvr •s 1'11111111 d'AI xandri e, num. 19, 1962 [trad . Sf). : Sohr!' los suenos, en Sobre Los suefios - ohrr

!11

I sobre el primer sentido, el de profesi6n de fe de los martires ante el tribunal (referencias .1 Tertuliano, Cipriano y Optato de Milevo), y p. 381, sob re la confassio-exomologesis (referem:i.1 a Tertuliano, De paenitentia, IX, 2). Vease asimismo Aime Solignac, introducci6n a san Agustf11 , Confessions, Pads, Desclee de Brouwer, col. Bibliotheque Augustinienne, nllin. 13, 1962, p. '! , n. 1, que remite al artfculo precedente.

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que se encuentra en N umeros, 25: 1-4, donde vemos al pueblo hebreo entregarse a las pricticas de idolatria y adorar al dios Baal. Los hebreos, entonces, movidos por su concupiscencia,* comienzan a adorar al dios Baal, a ofrecerle sacrificios y comer la came asi sacrificada y ofrecida, lo cual es, por supuesto, la falta absoluta contra Dios y sus mandamientos. Al verlo, el Eterno, como desde luego ustedes saben, se enfada, se enardece contra Israel e interpela a Moises. ~y que le dice a Moises? Dice: "Reline a todos los jefes del pueblo, haz colgar a los culpables ante el Eterno de cara al sol, a fin de que la colera del Eterno se aparte de Israel". 11 Como soy del todo incompetente, no puedo decides cual es el comentario, el analisis, la explicaci6n que podria [darse] de ese texto dentro de la cultura hebrea. Digamos en todo caso que la lectura bien ingenu a y superficial que se puede hacer es, de todas maneras, relativamente clara: cl pueblo entero de Israel, movido por su concupiscencia, ha hecho sacrificios a Baal y le ha ofrecido animales y los ha comido, y el pueblo entero es culpa ble. Dios, en SU colera, pide a Moises que reuna a los jefes y castigue enlr . ellos a los que son culpables, con lo cual la c6lera divina se atenuari y no habri que castigar al pueblo. En otras palabras: falta de todos, colera de Dio~ contra todo el pueblo; se aisla del pueblo a los jefes; los jefes (o algunos d · ellos) son considerados culpables, se los va a colgar de cara al sol y de est• modo la c6lera del Eterno se apartari de Israel. Ahora bien, el texto de Fil611 es muy curioso, porque al comentar el texto el dice lo siguiente: tenemos aqul la idea de que la conciencia debe decirse a las claras que, pase lo que past·, jamas escapara a la mirada de Dios. Aun cuando uno crea que la falta csd oculta, aun cuando la cometa en el mayor de los secretos, tendri que decirM que Dios ve todo y que uno nunca escapara a su mirada. En cambio, si la co 11 ciencia, dice Filon -siempre comentando ese texto y diciendo que lo que di u

Jose, Madrid, Gredos,

1997]. Esta divisi6n en capfrulos no corresponde a la edici6n de Savi11 I cuya traducci6n, no obstante, cita Foucault. * Michel Foucault: ya no me acuerdo muy bien, bueno, en fin, movidos por. .. 11 Fil6n de Alejandrla, De somniis, 1, 89, p. 61: "Toma por mf, dice Dios, a todos l o~ j111 del pueblo y haz de ellos un ejemplo para el pueblo de cara al sol: entonces la c6 lera de! Sl'l1111 se apartara de Israel"; vease Numeros, 25:4, en La Bible de Jerusalem, nueva ed. rev. , CO ITl'J\11' 1 y aumentada, Paris, Desclee de Brouwer, 2000, p. 245 [trad. es p.: Biblia de f erusalen, nu cv.1 1d rev. , corregida y aumentada, Bilbao, Desclee de Brouwer, 2000]: "Dijo Yalweh a Moises: " 111111 • a todos los jefes del pueblo y empalalos en horror de Yahveh, cara al sol; asf cedera el furo1 d1 I 1 c61era de Yalweh contra Israel"' .

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I sentido mismo del texto-, en vez de ir a esconderse en lo mas rec6ndito sl misma, acepta abrirse y, sefiala el con una expresi6n que es muy bella, shacer los pliegues en los cuales ocultaba sus actos", si acepta pues exhibir llll' a s{ y "poner a la vista del Inspector universal, como bajo la luz solar'', la l l1ue ha cometido, si la conciencia, entonces, "declara arrepentirse de sus erroJ,. juicio pasados, frutos de la irreflexi6n; si reconoce que para Dios nada es I ihlc, que El conoce todo y ve todo, no solo los actos realizados sino la multii1111 umerable de los actos proyectados", en consecuencia, y por el mero hecho J ~hacer los pliegues dentro de los cuales [se] ocultaba, por el mero hecho de r t·xpuesto sus pecados, y por el mero hecho de haberlos puesto a plena luz, .id purificada: "Quedara purificada y enmendada, y habra apaciguado la ll·gftima del Justiciero que se alzaba sobre ella como una prueba del delito. p.1ra ello es menester que el alma se abra al arrepentimiento, µncivotcx , 1 110 menor de la perfecta inocencia". 12 podran ver, este comentario es, de un modo u otro, a la vez muy ~.11H_c y paradojico, a causa de todas las deformaciones que impone al hfhlr co, [el cual,] lo reitero, deda: el pueblo ha pecado, Dios se enfada, 1111 qu c los jefes sean castigados y eso apacigua la colera divina. y el texto I l punto este queen el parrafo siguienre, como para redoblar ese mec~ . Vl'mos a un hebreo, ya no se cual, acompafiado de una mujer idolarra I, y olro hebreo fiel a la ley de Moises mata a ambos y asi queda apaciguada 13 111 d · Dios. Loque sirve de basamenro al texto de la Biblia es emonces, l.1, '"~ ' mecanismo entre la falta de todos y la responsabilidad de algunos, 111110

I rl1111 d1· /\ lcjandria, Desomniis, op. cit., I, 91, p. 61: "Si la imeligencia, tras imaginarse que It"' 1 1•1 ma! a espaldas de Dios y decirse que es imposible que El vea todo, comete una lu Ill.I \ ,1 ·crcto de sf misma; si tras ello, sea por sf rnisma, sea bajo la direcci6n de otro, se 11 1.lr.1de qu e es imposible que algo escape a la rnirada de Dios; si se abre por si misma lu pl1cgucs en los cuales ocultaba todos sus actos para exponerlos ante sf y ponerlos a I I li1 \ l1!' 'IOr universal como bajo la luz solar; si declara arrepenrirse de sus errores de 1tl• i., fllllO le la irrcfl exi6 n; si reconoce pues que para Di9s nada es invisible, que El 11 1111 1 ) V\' todo , no solo los actos realizados sino la multitud innumerable de los acros 11 1 • q11 n l.1 cnron ces purificada y enmendada y apacigua la furia legirima del Justiciero 1°1 "1l11 l" dla co mo un a prueba del deli to. Pero es menester que el alma se abra al arre11111I 111 1u·ravoeiv] , herm ano menor de la perfecta inocencia". Foucault se refiere mas Ill ,1n1.1 IHl i6n de µetri.voial metrfooia en la clase del 13 de febrero, infra, p. 157. 1 11111111,, '\:6 H (cl israd ita qu c ll cva a la muj cr id61arra no riene nombre). 1

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ese mecanismo entre el castigo de una falta individual y el perd6n otorgado a todos. Ahora bien, Fil6n dice algo muy distinto: el texto de la Biblia muestra que si no ocultamos nuestros pecados, si los admitimos, si los exponemos ante nuestra propia vista, si los mostramos a plena luz, seremos perdonados. ~ Y sob re que base puede Fil6n decir eso? Sobre la base de una sola palabra del texto, la frasecita en que el Eterno, dirigiendose a Moises, le dice: "Reline a todos los jefes del pueblo, haz colgar a los culpables ante el Eterno de cara al sol". Fil6n hace depender todo su comentario de [esas palabras]: "De cara al sol". 14 D e hecho, el texto que les cito esta en De somniis, capitulo 15, donde Fil6n trata justamente de descubrir !as diferentes significaciones aleg6ricas del sol en la Biblia. Y a partir de ahi reordena por completo el relato de la Biblia. Omite totalmente lo que es el castigo real de los jefes, que fueron en efecto colgados en un caso y, en otro, uno de ellos muri6 atravesado por una jabalina. Omite totalmente el castigo y hace como si la mera exposici6n al sol bastara para que la falta, primero, escape al juicio; segundo, escape al castigo, y tercero, quede integra y completamente purificada. La mera exposici6n al sol aparta la c6lera de Dios. En otras palabras, segun Fil6n en su comentario del texto sobre la base de esa unica expresi6n en una frase, es la fuerza de la iluminaci6n en sf misma, el efecto de luz, es decir, la aleturgia misma de la falta, aleturgia operada por el pecador, actor de la falta, actor de la aleturgia, testigo de la falta, testigo de la aleturgia que se toma como el objeto mismo de esta manifestaci6n, lo que constituye el mecanismo mediante el cual se ha otorgado el perd6n del Eterno. Entre este texto y el de Edipo del que les hablaba la vez pasada no hay, claro esta, ninguna relaci6n, ni directa ni indirecta. Pero veran que reencontramos ese tema, mucho mas antiguo que el cristianismo, que atraves6 ya toda la cultura griega, que podemos sefi.alar en Edipo, que aparece con claridad en Fil6n y que va a retomarse entonces, a traves de elaboraciones extremadamente complejas -jy cuanto!-, en el cristianismo, el tema mismo [de la relaci6n] * entre el sol y la justicia. Yen comparaci6n con el texto de la Biblia que marcaba que la falta de castigo del pueblo estaba ligada al castigo de los jefes, Fil6n edipiza, haciendo de una aleturgia colectiva en la cual cada uno puede decir: "Esto es lo que yo mismo he hel:ho, esto es lo que yo mismo soy, esto es lo que yo mismo he vis to", a la vez el principio de perd6n, el mecanismo purificador y el elemento 14

Fil6n de Alejandrfa, De somniis, op. cit. ,

* Michel Foucault: de la vinculaci6n.

I,

89, p. 61.

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obre cuya base puede hacerse el retorno a la ley y, por consiguiente, el restablecimiento del justo poder de Moises y de Dios. Les he citado ese texto, una vez mas, para decides que el tema de la aleturgia o, si se quiere, de los actos reflexivos de verdad, !as aleturgias por las cuales los individuos son convocados a manifestar lo que ellos mismos son, en el fondo de si mismos, esa aleturgia, a traves de toda la cultura antigua y de manera continua al menos desde el siglo v griego, se consider6 como algo absolutamente indispensable para la realizaci6n del poder en su esencia justa y legitima: no hay poder justo y legltimo silos individuos no dicen la verdad sobre si mismos, Ya cambio basta, o en todo caso es preciso que los individuos digan la verdad 'obre si mismos para que el poder se restablezca efectivamente conforme a !eyes quc son las leyes del sol, del sol que organiza el mundo y del sol que ilumina li.1sra el fondo de las conciencias. Eso es todo. Y bien, entonces, la vez que viene pasaremos al cristianismo propiamente dicho.

Clase del 6 de febrero de 1980 Estudiar el cristianismo desde la optica de los regimenes de verdad - ~Que es un regimen de verdad? Respuesta a algunas objeciones. Consecuencias para la anarqueologia de! saber. Trabajo que debe resituarse en la perspectiva de una historia de la voluntad de saber - El acto de confesion en el cristianismo. La confesion, en sentido moderno, resultado de un regimen complejo de verdad en accion desde el siglo JI. Las tres prdcticas alrededor de fas cuales se organiz6 la articulacion entre manifestacion de verdady remision de fas faltas: 1) el bautismo; !!) la penitencia ecfesidstica o canonica, y Ill) ef examen de conciencia - !) El bautismo, en los siglos I y II; a partir de Tertuliano: de la idea de Los dos caminos a la de la mancha original. Las tres matrices de! pensamiento moral en Occidente: los modelos de Los dos caminos, de la caida y de la mancha.

11.11.1rfa pues, en las clases que siguen, de estudiar el cristianismo; en fin, 11110~ aspectos muy parciales, claro est:i, de! cristianismo: contemplar esos 1111s no desde el punto de vista de la ideologia, como les explicaba la vez d.1, sino [desde la 6ptica] de lo que les proponia llamar regimenes de verdad. 11 1t'•gimen de verdad querria emender lo que obliga a los individuos a una di· ,l t: lOS de verdad, en el sentido que les defini la vez pasada. Un regimen 11l,1d ·s por lo tanto lo que obliga a los individuos a esos actos de verdad, 111 d ·fin e, determina la forma de esos actos y establece para ellos condicioh d (·nuaci6n y efectos espedficos. A grandes rasgos, si se quiere, un regimen 1d,1d ·s lo que determina las obligaciones de los individuos en lo referido p111 ·dimi entos de manifestaci6n de lo verdadero. ~Que quiere decir el 11 lo d • 'Sta noci6n de obligaci6n a la noci6n de manifestaci6n de la verdad? obliga la verdad, amen dcl hecho de manifestarse? ~Es legitimo

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suponer que, mas alla 0 mas aci de esas reglas de manifestaci6n, la verdad obliga? En otras palabras, ~es legitimo hablar de regimen de verdad? ~Cuil es la legitimidad, el fundamento, la justificaci6n de una noci6n como la de regimen de verdad? Hoy querria hablarles un poco de esto, al menos para empezar. Regimen de verdad. Se habla de regimen politico de una manera que tal vez no sea muy clara, muy bien definida, pero que es con todo relativamente satisfactoria, para designar en suma el conjunto de los procedimientos y las instituciones que, de manera mas o menos apremiante, comprometen a los individuos, los obligan a obedecer decisiones; decisiones que emanan de una autoridad colectiva en el marco de unidades territoriales donde dicha autoridad ejerce un derecho de soberanfa. Se puede hablar [asimismo] de regimen penal, por ejemplo, para designar, de nuevo, el conjunto de los procedimientos e institucioncs que comprometen, determinan, obligan a los individuos a someterse a ley:s de alcance general. As£ las cosas, entonces, ~por que no hablar, en efecto, de regimen de verdad para designar el conjunto de los procedimientos e instituciones quc comprometen y obligan a los individuos a realizar, en ciertas condiciones y con ciertos efectos, actos bien definidos de verdad? ~Por que no hablar, despues de todo, de las obligaciones de verdad como [se habla] de las coacciones poHticas o las obligaciones juridicas? Obligaciones de hacer esto, obligaciones de decir la verdad: ~no son ellas, hasta cierto punto, del mismo tipo? 0, en todo caso, ~no se pueden trasladar las nociones de regimen politico y regimen juridico al problema de la verdad? Habria obligaciones de verdad que imponen actos de creencia, profesiones de fe [o] confesiones de funci6n purificadora. Me parece que frente a esta idea de que existe un regimen de verdad y de que se pueden describir en su especificidad los regfmenes de verdad, se plantc:i de inmediato una objeci6n. Y se diri: usted habla de regimen de verdad, Y cuando se le piden ejemplos de este regimen, menciona el ejemplo del cristia nismo, habla de los actos de creencia, habla de profesi6n de fe, habla de la., confesiones, de la confesi6n. Es decir que todas las obligaciones de las que ustcd habla, todas esas obligaciones de verdad que usted menciona, solo concierncn en el fondo a no verdades o, si no, son indiferentes al hecho de que se trate o no de verdad, de verdadero o falso. En efecto,