Degenesis Rebirth - Primal Punk - Basico 1.pdf

PUNK PRIMORDIAL PUNK PRIMORDIAL JDR UNA VEZ, SÓLO SE VIVE P E R O S I UNA VEZ T E S A L E B I E N , ES SUFICIENT

Views 287 Downloads 2 File size 74MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

PUNK PRIMORDIAL

PUNK PRIMORDIAL JDR

UNA VEZ,

SÓLO SE VIVE P E R O S I UNA VEZ

T E

S A L E

B I E N ,

ES SUFICIENTE. [M A E

CHRISTIAN GÜNTHER Y MARKO DJURDJEVIC

W E S T]

CRÉDITOS EDITORIAL SIXMOREVODKA

DIRECCIÓN ARTÍSTICA E ILUSTRACIONES Marko Djurdjevic

DESARROLLO, CONCEPTO Christian Günther y Marko Djurdjevic

ILUSTRACIONES ADICIONALES

Marko Djurdjevic Jelena Kevic-Djurdjevic Emily Hale Dennis Nußbaum Adrian Fekete Murad Albakov

Jelena Kevic-Djurdjevic Gerald Parel Mads Ahm Esben Lash Rasmussen Michal Ivan Markus Lenz Andrius Matijoshius Timo Mimus

AUTOR

R E D I S E Ñ O D E K A TA R S I S

Christian Günther

Christian Günther Alexander Malik Marko Djurdjevic Vedran Pilipovic

PRODUCCIÓN

COAUTORES Alexander Malik Marko Djurdjevic

TRADUCCIÓN AL INGLÉS Oliver Hoffmann

T R A D U C C I Ó N A L E S PA Ñ O L Luis M. Rebollar

CORRECCIÓN Hugo González Martínez

ACLARACIONES Degenesis aboga por la tolerancia y el entendimiento internacional. El mundo del juego Degenesis ha evolucionado a partir del nuestro y lo distorsiona hasta un futuro imaginario. Los conflictos dentro del mismo no son, por supuesto, reales, y tampoco deseamos que lo sean. Sólo existen porque son emocionantes. Aunque conocemos este tipo de conflicto por las películas, instamos a usarlos con precaución. Ninguna de las siete culturas mencionadas en Degenesis es mejor que cualquiera de las otras. Todas ellas tienen el mismo derecho a existir en el mundo del juego Degenesis. Hemos evitado activamente el término «raza», común en los juegos de rol, ya que lo consideramos discriminatorio.

Nos oponemos terminantemente a la violencia y el racismo. Las ilustraciones sobre acciones de combate no están destinadas a promover la violencia, sino a representar un mundo cruel que debemos esforzarnos por superar. La cultura y la civilización son los principales objetivos en Degenesis, además de la esperanza. En todo caso recomendamos Degenesis para personas mayores de 16 años, ya que no podemos estar seguros de si se comprenderán nuestro mensaje y nuestro llamamiento a la humanidad.

ISBN: 978-84-16357-18-5

D.L.: SE 1155-2016

Degenesis® es una marca registrada de SIXMOREVODKA Studio GmbH. Todos los derechos reservados. La mención o referencia en las siguientes páginas a empresas y productos no constituye ninguna violación de los derechos de autor. Todos los nombres, títulos, personajes, textos e ilustraciones de este libro son © SIXMOREVODKA Studio GmbH. Todos los derechos reservados. Impreso en Lituania. Ninguna parte de este producto puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso expreso. Las hojas de personaje pueden ser copiadas para uso personal. Degenesis® es una marca registrada de SIXMOREVODKA Studio GmbH. Todos los derechos reservados.

LOGOS Y PICTOGRAMAS

ILUSTRACIONES EN 3D

Dennis Nußbaum Marko Djurdjevic

Mario Anger Jenny Leupold

ILUSTRACIONES DE INICIO DE CAPÍTULOS

D I S E Ñ O D E C U B I E R TA

Marko Djurdjevic

M A Q U E TA C I Ó N , COMPOSICIÓN Y DISEÑO Dennis Nußbaum Adrian Fekete Edge Studio

Dennis Nußbaum Marko Djurdjevic

EDICIÓN Joe LeFavi Jose M. Rey

AGRADECIMIENTO ESPECIAL A Adrian Djurdjevic, Maren Günther, Ilka Malik, Milijana Kevic, Volker Steinmetz, Zoran Bihac, Matthias Schoeningh, Ames Kirshen, Barbara Schramm, Olivier Jalabert, Murad Albakov, Magnus Lenz, Marcel Mandry, Anthony Neal, Andreas Christl, Coro Kaufman, Melissa Lee, Kemp Remillard, Wes Burt, Nox, Jason Chan, Dave Rapoza, Carl Dobsky, Karl & Stefan Kopinski, Greg Faillace, Mike Marino, JD Morvan, Guillaume Martinez, Kiky, Schatten, Heinrich, Deathrace King, I. Richter, Das Grauen

CONTENIDOS DEGENES I S L I B RO 1 PUNK PRIM ORDIA L

LA PROFECÍA DEL CHACAL

04

-

13

¿QUÉ ES DEGENESIS?

18

-

19

CAPÍTULO 1 HACIA ADELANTE

20

-

47

C A P Í T U L O 2 C U LT U R A S

48

-

135

CAPÍTULO 3 COLECTIVOS

136

-

321

CAPÍTULO 4 HISTORIA

322

-

347

ÍNDICE

348

-

351

CONTENIDOS

3

LA

P RO F ECÍA DEL

CHACAL

4 ES EL NÚMERO DE LA VIDA Y LA MUERTE, 4 RUNAS EN ESPIRALES SIN FIN PARA EL COMIENZO, DESTINO, SINO Y FINAL DEL CUERPO Y ALMA DEL HOMBRE. 4 SON LAS DIRECCIONES DESDE LAS QUE EL VIENTO TRAE EL POLVO, 4 EL NÚMERO DE LOS ELEMENTOS DE LOS QUE SURGIMOS, Y A LOS QUE VOLVEREMOS AL FINAL DE LOS DÍAS. ES EL NÚMERO ORIGINAL, EL NÚMERO DE LA PARENTELA,

PADRE,

MADRE, HIJO HIJA.

E

ES EL NÚMERO DE LAS ESTACIONES, DEL HOMBRE Y LA TIERRA. CUATRO SON LOS LADOS DE

LA CRUZ SOLAR

ES EL NÚMERO DE RÍOS DE LOS QUE BEBE LA VIDA. LA TIERRA —ÉL NO LA CREÓ COMO UN YERMO SINO COMO UNA GRANJA—; CRIÓ HIJOS SUBLIMES; PERO SIGUIERON SU PROPIO CAMINO SORDOS A SUS ÓRDENES Y LES DIJO: «¡HUMANIDAD, HAS DESOBEDECIDO MIS ADVERTENCIAS;

QUE PROCEDAN A SALVARTE: LOS GUARDIANES CELESTES, LOS QUE ORDENAN AL CIELO Y AUGURAN TU DESGRACIA CON CADA LUNA NUEVA!». Y DESPERTÓ A

LA TIERRA,

EL SOL,

LA LUNA Y LAS ESTRELLAS, PARA CASTIGAR A LA HUMANIDAD.

EINSTEIN HA CAÍDO, NEWTON HA HINCADO LA RODILLA; LOS FALSOS DIOSES ATADOS A BESTIAS DE CARGA; EN LAS CIUDADES, D E S G A R R A D O S Y P R O F A N A D O S . 4 ES EL NÚMERO DE LOS JINETES Y SON HERALDOS DEL FIN, COMO 4 SON LOS SEÑORES DE LA INMORTALIDAD, TAN CERCA DE LA TIERRA, ESPERANDO EL MOMENTO OPORTUNO EN HÚMEDAS CÁMARAS. PERO AFIRMÓ QUE DESPERTARÁN CON FIRMEZA, PARA CONSTRUIR LA CIUDAD, CON 4 LADOS COMO UNA PIRÁMIDE.

Y EN SUS SOMBRAS FLORECERÁ LA VERDAD.

ALFA Y OMEGA, PRINCIPIO Y FIN,

VIDA Y MUERTE.

DEGENESIS

7

8 ES EL NÚMERO DEL CREADOR, QUE DESCIENDE DE LO ALTO. LA HUMANIDAD SE HARÁ PREGUNTAS, SU NOMBRE NO ESCRITO EN EL LIBRO DE LA VIDA DESDE QUE EMPEZÓ EL MUNDO, CUANDO LO VEA COMO

EL QUE ERA Y NO ES

DEL INFINITO,

VA Y VIENE,

EL QUE AQUEL CON QUIEN

TODO SE DERRUMBA.

Y LA TIERRA SE ABRIRÁ,

Y FLORECERÁ LA SALVACIÓN.

EL LOTO DESPEREZARÁ SUS OCHO HOJAS, ALLÍ DONDE SOPLE EL VIENTO, ÓCTUPLE COMO LAS FLECHAS DE LA ROSA DE LOS VIENTOS, PROPAGANDO SU POLEN, ARROJÁNDOLO HACIA EL CIELO CON ENTUSIASMO.

OJOS, PIERNAS, TODO ÓCTUPLE,

ELLA SURGE DE LA OSCURIDAD, SUBE A LAS MONTAÑAS MÁS ALTAS, OCUPA LOS VALLES MÁS PROFUNDOS, CAZANDO A LOS SÉXTUPLES. 8 ES SU NÚMERO.

DEGENESIS

9

12 ES EL NÚMERO DE LAS TRIBUS ASOCIADAS CON EL CHACAL, QUE DUERME ENTRE ELLAS Y ENTRE ELLAS SE ALIMENTA. 12 SON TAMBIÉN LAS LUNAS, QUE DIVIDEN EL AÑO, 12 LOS TEMPERAMENTOS,

QUE LIBERAN LA MENTE DE LA MULTITUD. 12 ES EL NÚMERO DEL ZODIACO, CUYOS VÁSTAGOS PERMANECEN LATENTES EN TODOS, ESPERANDO A SER L I B E R A D O S . OCULTOS EN EL NÚMERO ESTÁN

AMBOS NOMBRES DE

LOS CREADORES. ESPERANZA Y DESESPERACIÓN SUMAN 12, CUANDO LA PERFECCIÓN DE LA UNIDAD NUBLA LA MENTE DE TODOS LOS SERES DEL TRIPLE CUATRO

POR AIRE Y MAR Y EN LA TIERRA.

DEGENESIS

11

16 ES EL NÚMERO DEL FORASTERO, EL RECIÉN LLEGADO; 16 SON SUS REVELACIONES, 16 EL NÚMERO DE SUS HERALDOS, QUE DEVASTAN LA TIERRA. 8 MÁS 8 ES EL NÚMERO DE DOS CREADORES QUE LUCHAN POR EL DOMINIO. 8 MÁS 8,

DOS INFINITOS, C O N S U M I E N D O LA ETERNIDAD EN SU CONFLICTO.

INSTINTO,

INTELECTO CONTRA ESPÍRITU CONTRA CARNE, O R D E N C O N T R A

C

1 Y 6 ES EL NÚMERO DE LAS GENTES QUE LUCHARÁN POR LA CORONA. 1 Y 6 ES EL NÚMERO DE LAS PLAGAS QUE LAS ASOLARÁN. 1 Y 6 SON LOS PUNTOS DEL EJE, TRAZADO EN LA PIEL DEL ENEMIGO. 1 Y 6 LAS CÁMARAS DE CRÍA EN LAS QUE ECLOSIONARÁ EL PROPIO INFIERNO. 4 VECES 4 ES EL NÚMERO QUE COMPLETA LA CRUZ SOLAR,

CUANDO TODAS LAS COSAS VUELVEN A SU PUNTO DE ORIGEN Y EL CÍRCULO SE CIERRA PARA SIEMPRE, EL TIEMPO S E D A F I N A S Í M I S M O .

A

O

S

.

DEGENESIS

13

PUNK PRIMORDIAL

RENACIMIENTO

Tuvimos que dejar el transporte en las cenicientas laderas de Severac-le-Château. Nadie lo iba a robar; los fantasmas son pésimos conductores. Hemos caminado cerca de seis horas. Nos abrimos paso a través de las cenizas como rompehielos. Frente a nosotros se alza una ennegrecida cordillera, esmaltada y agrietada por el calor y la presión. El suelo duro y deformado de lava emergida aún está caliente al tacto. Su superficie nudosa está cubierta con emulsiones solidificadas de bordes afilados, que sobresalen como matas de brezo. Debemos tener cuidado. Lomark ya se ha agujereado la suela de la bota. Debemos estar en las proximidades del Macizo Central, cerca de Verrières. El Beaujolais es de algún lugar de por aquí. Personalmente no me gusta... no forma suficiente espuma. Pero eso era entonces. No puedo situar la cordillera que tengo delante; se supone que ahí deberían juntarse dos valles. Tenemos que acercarnos más. Impresionante. Ya podemos ver el borde del cráter. El suelo... no, todo el maldito lugar se ha transformado. Anillos concéntricos de roca, como las ondas que forma una gota al caer en el agua, sobresalen del punto de impacto. No son muy altas; sólo lo suficiente para formar una hermosa línea con los picos cercanos de las montañas Massif. Lo viejo mezclado con lo nuevo. Lomark piensa que ha visto una avispa. Tonterías. Aquí no queda ni una sombra del pasado. Insiste y le digo que es un idiota. Cae la noche. Nos arrastramos dentro de nuestros tubos de plástico para dormir. Lomark cuenta que ha pasado horas despierto. Ha encontrado más avispas y me enseña un bulto polvoriento. No hace falta más. Me voy. Se apresura tras de mí. Ascendemos por la pendiente dejando una estela de avalanchas de escombros a nuestro paso. Debo estar agotado. Sigo viendo mandalas formándose en la escoria de sedimentación antes de que Lomark las altere y disuelva bajo sus pies. Le hago un gesto con la cabeza y él me lo devuelve. Todo correcto. Todo va bien.

Cerca de la cumbre sigo hundiéndome en las capas de ceniza. El viento me golpea y tropiezo. La ceniza se arremolina reduciendo mi visión a unos pocos metros. Continúo arrastrándome mientras intuyo la bajada. Empiezo a deslizarme y lucho contra ella. El polvo me engulle por un instante. La oscuridad lo cubre todo, pero logro zafarme y alcanzar una cornisa. Me las arreglo para aguantar. Todo susurra y chasquea a mi alrededor. Toso y escupo, limpio mis gafas de ceniza y miro hacia atrás. El borde del cráter está a más de diez metros sobre la ladera. Puedo llegar. Estoy dentro. Jirones de polvo y cenizas vuelan sobre el borde del cráter como una fea aurora boreal. Accedo al interior del cráter. Un gran tazón cóncavo que se extiende en la lejanía. Reconozco una de las montañas en el centro y... miro más atentamente. Concedo a mis ojos un instante para que se adapten. Unas estructuras cobran forma. Círculos con protuberancias, triángulos, entrelazados y rodeándose entre sí. Me recuerdan a virutas de metal sobre un trozo de papel con un imán debajo. No es eso... Es más como polvo sobre un tambor que alguien está tocando. Pero eso no explica las protuberancias. Oigo a Lomark jadear a mi lado. «¿Lo ves?». Le ignoro. «¿El humo?». Señala la pendiente que tenemos delante. Es verdad. Hay un humo negro en el aire. Me apoyo sobre una rodilla, me deslizo un poco más y me acerco todo lo que puedo. Una etérea capa negra. Paso una mano por encima y desaparece como neutralizado por una reacción química con mi guante. Escarbo en el polvo y extraigo una piedra intensamente negra del tamaño de un puño. Se deshace en humo en mi mano, dejando largas manchas grasientas. Toco la piedra y siento que la superficie cede. Está fría. Un insecto ataca de repente. Doy un grito de dolor mientras se aleja zigzagueando por el suelo y lo agujerea con su vibrante parte posterior. Ha desaparecido. El agujero se derrumba. Siento el aliento de Lomark contra mi oído. Susurra «avispas». Me quito el guante. Quiero sentir la piedra negra. Paso mi mano una vez más por el polvo que, de nuevo, desaparece.

Miro mi mano, inspeccionándola desde todos los ángulos. Hay un resto negro entre mis dedos, pero parece disiparse... no, introducirse. Me froto la mano presa de la ansiedad, la muevo, la cierro en un puño. La adrenalina zumba en mis venas. Mi corazón late con fuerza. Mi respiración se acelera. Siento pánico por un momento y rápidamente me pongo el guante. «Saca fotos» le ordeno a Lomark, al tiempo que introduzco un poco de la sustancia negra en una botella de muestras. Se licúa al instante, pero cierro rápidamente la tapa antes de que pueda escaparse. Veo por el rabillo del ojo manchas negras que se escabullen por el suelo junto a mis pies. Algunas se elevan y salen volando. Contra el viento. ¿En qué nos hemos metido? Todo esto está conectado de alguna forma. Guardo el pequeño tubo. * De vuelta en el campamento, entro en cuarentena. En cierto sentido es un poco lujoso: mi propia tienda, servicio de habitaciones. El aburrimiento es mi compañero. Un día después, el Dr. Rousseville no ve ninguna razón para mantenerme aquí por más tiempo. Le llamamos el Dr. Limo, lo que es injusto porque hace funcionar todo. Sólo comprueba los síntomas de diarrea, esputo y VIH-E. No quiere saber nada del humo negro. No hay ninguna máquina para analizarme la mano. Incluso si la hubiera, ¿de qué serviría? Me siento en forma, pero el Dr. Rousseville quiere que anote cualquier cambio en mi condición. Mis pulmones zumban, probablemente por el exceso de ceniza. Mi esputo es espumoso. Me han salido algunas manchas rojas en el pecho. Me pican. Lo pongo por escrito. Sigo pensando en los mandalas que vi en el cráter. Debería estar sorprendido por que las manchas rojas de mi cuerpo comiencen a formar un patrón similar, pero no. No lo estoy. El tiempo pasa rápidamente. Ahora toso flemas densas. Son viscosas, pero compactas y esponjosas. Tomo nota.

Aún me siento bien. Hay hormigas en mi tienda. Noto cómo recorren mi piel durante la noche. Por la mañana, veo las huellas que han dejado en el suelo frente a mi catre. Mandalas. Noto mi corazón pesado y caliente. Cada vez que aspiro me quema intensamente. No sé cómo, puedo oler lo que se está cocinando al otro extremo del campamento. Reconozco a mis amigos por su olor corporal. A veces creo que hasta puedo ver los olores. El mundo está lleno de rastros brillantes, de información compleja. Estoy delirando. * El Dr. Rousseville y los demás simios malolientes trataron de contenerme. Me alteré tanto que las glándulas del cuello se me abrieron de golpe. Me soltaron de inmediato, mirándome con ojos llenos de alarma. Rousseville vomitó sin inclinarse hacia delante; tan sólo salió de su interior. El olor era intenso para mis viejos sentidos, pero para mi nuevo yo el mensaje era sencillo. Salí corriendo del campamento. Nadie me detuvo. Las avispas me hablan. Su sencillo lenguaje se compone de movimientos y olores. Me muevo siguiendo las líneas que trazan por el aire, que me conducen desde las ruinas hasta un bosque moribundo. Todavía huele a agujas de pino, pero por debajo detecto otros matices que aún no entiendo. Tiene algo que ver con el nacimiento... eso puedo asegurarlo. Caigo finalmente de rodillas, arañando la tierra con las manos. Sí, nacimiento. Mi corazón se asienta en mi pecho, bombeando con fuerza, triste y fiero. Los mandalas ya queman mi piel, un semillero de copos blancos. Siento cómo la piel y la carne se estiran. Algo dentro de mí quiere salir. Me derrumbo. Exhalo copos y los veo elevarse. Siento mi cuerpo amoldarse. Hundirse en el suelo. Algo se mueve en lo profundo de mi cráneo. Algo humano, antiguo. Es el miedo. Gritando. Renacimiento.

RENACIMIENTO

17

¿QUÉ ES DEGENESIS? Escatón. Así es como llamaron al fin del mundo. El día en que llovió fuego de los cielos, quemando la tierra y abrasando a la gente. El planeta se estremeció, preso del dolor como una persona que agoniza de fiebre. Y aunque La Tierra permaneció, cambió para siempre. Cuando sobrevino el Escatón, los antecesores perecieron, llevándose con ellos diez mil años de cultura. Los supervivientes rebuscaron y lucharon por comida y agua limpia. Asistieron como zombis al declive de los vehículos de sus antepasados, vagando sin rumbo por las ruinas de una otrora gran civilización. Una civilización de la que habían surgido hacía mucho, casualmente como una serpiente que muda su piel. Libres de la moral y la ética, miraron tan ingenuamente como niños su mundo devastado, los paisajes torturados por los elementos, las áreas tóxicas restringidas... Sólo sabían que debían luchar contra el nuevo entorno o sucumbir. Pasó el tiempo. Se disipó el humo sobre los grandes cráteres y las gentes erigieron una vez más un marco cultural en el que insertar sus vidas. Todavía era inestable y estaba precariamente clavado. De vez en cuando, una civilización se derrumba con un estruendo, pero los bloques con los que estaba construida fueron reutilizados. Intentos fallidos, pero un nuevo comienzo después de años de declive. Es el año 2595. Europa está dividida entre varias culturas enfrentadas. Los habitantes de Borca se aferran a las reliquias de los antecesores. Los frankeños se debaten en la red de feromonas de los aberrantes. Purgare es una tierra de llanuras mitad quemadas y mitas fértiles, pero todas

ellas divididas por enfrentamientos contra los psicoquinéticos. Las gentes de Polen vagan entre oasis y bosques fractales antes de que la última zona verde sea devorada por la Sepsis y la plaga bioquinética. Hibrispania sufre desde hace décadas una lucha por la liberación y una anomalía temporal en crecimiento. Y al otro lado del Mediterráneo, con brillos de oro y lapislázuli, África lucha por su mera existencia contra una extraña vegetación agresiva. Siete culturas, trece colectivos, innumerables clanes. ¿Qué pueblos, filosofías o religiones prevalecerán? ¿Los que apelen a las glorias pasadas? ¿O aquellos que han erigido un mundo nuevo sobre las ruinas de la arrogancia humana? Algo se mueve en las sombras de los cráteres. ¿Puede haber un futuro para la humanidad? Degenesis trata sobre la esperanza y la desesperación. Sobre personas y las prioridades en conflicto de la civilización humana, atreviéndose a preguntar hasta qué punto ha evolucionado realmente nuestra raza desde que bajamos de los árboles. El mundo de Degenesis es como un Jardín del Edén arruinado que contiene los secretos y despojos del bien y del mal, de la ignorancia y la iluminación, de la barbarie y la virtud. Degenesis presenta a los jugadores, en cuanto a juego de rol, un mundo donde los personajes que interpretan (los PJ) se enfrentan a este futuro inhóspito. Deberán tomar un rumbo que será determinante para sus vidas y el destino de quienes los rodean, si no del mundo y la civilización en general, para bien o para mal. De ellos depende.

¿QUÉ ES UN JUEGO DE ROL? Los juegos de rol son juegos de mesa que no requieren tablero ni ordenador. Los jugadores simulan tener otra identidad con la que viven emocionantes aventuras sin necesidad de dejar la mesa. La experiencia es similar a un audiolibro improvisado. Los personajes y acontecimientos de la historia se describen en voz alta y se transforman en imágenes en la imaginación de los jugadores. El Narrador, también llamado Director de Juego (DJ), tiene un papel vital en la partida. Se encarga de describir el paisaje, guiar a los demás a través de los acontecimientos que se desarrollan e interpretar a los personajes secundarios y oponentes. Los jugadores interpretan a su vez los papeles de los protagonistas,

tomando su lugar en la mesa a la hora de hablar o tomar decisiones por ellos. La trama que prepara el Narrador debe TFS TVmDJFOUFNFOUF nFYJCMF DPNP QBSB que los jugadores sean libres de decidir por dónde van sus PJ, con quién hablan y cómo actúan. Se necesitan dos libros para jugar a Degenesis. Este libro, que incluye información básica sobre las culturas, colectivos, enemigos y equipo entre otras cosas, es el primero, Punk Primordial. Puede ser consultado tanto por los jugadores como el Narrador. Éste crea su propio mundo a partir del presente material, haciendo hincapié en ciertos temas e ignorando otros. Incluso puede inventar nuevos lugares, pueblos y eventos. El Narrador es libre de

decidir qué lugares, personajes y secretos harán su aparición durante la partida. Las reglas se describen extensamente en el segundo libro, Katarsis. Un juego de rol no necesita reglas como otros juegos de mesa para determinar quién gana o pierde. No obstante, sí tiene reglas para determinar qué puede y no puede hacer un personaje en la partida. ¿Podrá el PJ saltar un cañón? ¿Será capaz de imponerse físicamente a un enemigo? ¿De descifrar runas en un viejo cartel? Todas las situaciones se pueden resolver fácilmente con algunos dados de seis caras, un rápido vistazo a las características del personaje y el sistema de reglas de Degenesis (conocido como «Katarsis»).

Y TE MOSTRARÉ

ALGO DIFERENTE

A

TU SOMBRA, Q U E T E S I G U E EN LA MAÑANA, Y A TU SOMBRA, EN LA TARDE,

SALIENDO A TU ENCUENTRO; TE MOSTRARÉ

EL MIEDO

E N U N PUÑAD O D E

POLVO. [ T. S . E L I O T ]

¿QUÉ HAY EN LOS DOS LIBROS? Este volumen se divide en cuatro partes diferentes:

PUNK PRIMORDIAL

ALMANAQUE

Esta primera sección, que abarca la totalidad del Libro Uno, introduce al lector en el mundo de Degenesis. Aquí conocerás las siete culturas que se pueden encontrar en esta ambientación, además de información extensa sobre los trece colectivos que determinan el destino del mundo. Al final del Libro Uno, la sección de Historia proporciona una visión general de los acontecimientos oficialmente ocurridos antes y después del Escatón, ordenados cronológicamente.

Esta exhaustiva sección recoge con gran detalle las muchas herramientas disponibles para los personajes jugadores: equipo, armas, armaduras, vehículos, artefactos... y mucho más.

K A TA R S I S Llegamos al Libro Dos, que detalla las reglas básicas y directrices del juego (creación de personajes, características y tiradas de dados) que determinan cómo usan los jugadores sus armas y habilidades contra los enemigos que se encuentran en la partida.

LA ZONA PROHIBIDA La parte final contiene información secreta destinada solamente al Director de Juego, que no debe ser conocida por los jugadores. Esta sección cuenta con descripciones y características del juego para los distintos oponentes que existen dentro del mundo, junto a consejos útiles, tutoriales y ejemplos de campañas que facilitan la labor del Director de Juego y le permiten diseñar aventuras atractivas y facilitar una experiencia de juego interesante durante años.

INTRODUCCIÓN

19

C A P Í T U L O

>>HACIA ADELANTE

EL PRINCIPIO DEL FIN Una mosca. Gruñó espantándola con energía mientras se sentaba aturdido. Se quedó en aquella habitación poco iluminada. La luz de la tarde se filtraba por las rendijas de la ventana tapiada, haciendo brillar las motas de polvo. La mosca zumbó suavemente. El hombre buscó algo a tientas en la mesita de noche, sintió el plástico y lo agarró. El matamoscas. Sonrió. El hombre se levantó y, arrastrando los pies, se acercó a la ventana, más allá de los diplomas enmarcados, los certificados de las prestigiosas universidades a las que había asistido y un doctorado en filosofía. Su mirada vagó del marco al cristal. No había mosca. Su chaleco se aferraba a la piel. Se estiró murmurando «mierda» para sí mismo y finalmente se acercó a la ventana para mirar a través de una de las grietas. Nada había cambiado. Los coches eran esqueletos quemados. El pavimento estaba resquebrajado. La calle estaba cubierta de revistas como pájaros aplastados, sus hojas mecidas por el viento. El escaparate de la tienda de enfrente había sido destrozado. Alguien había escrito con espray en la puerta «¡El fin se acerca!». Los vecinos habían huido a la región de las montañas hacía mucho tiempo. Sólo los eternos optimistas, los escépticos y los imbéciles permanecieron con pesadumbre en la ciudad, acunando un hacha en sus regazos. O un matamoscas. El hombre tosió y se rió. Apretó su frente contra la madera y volvió la cabeza a un lado. El saqueador aún colgaba de la farola al final de la calle. Sobre su cabeza, un cuervo se limpiaba las plumas. No había visto pájaros dentro de la ciudad en décadas. Y sin embargo ahí estaban, de vuelta a casa para el velatorio de un amigo común. La oscuridad inundó la habitación cuando el sol se puso detrás de la casa. El hombre permaneció sin moverse con la frente contra las tablas de la ventana, mirando hacia

el cielo. Una señal nueva parpadeó allá arriba, en el cielo azul oscuro. Como las que abarrotaban las emisiones. Borrosas imágenes esquemáticas que al principio provenían de los satélites y después de las estaciones espaciales en órbita. Más tarde se pudieron ver los puntos contra el cielo nocturno a simple vista. En unas semanas, horadaron la luz del día con su brillo. Ahora brillaban en el cielo como antorchas llameantes. La disolución de la sociedad había comenzado mucho antes. La mayoría empezó a dar la espalda a la tecnología. No había mantenido sus promesas. Lejos de eliminar las amenazas, había permitido que se concretasen en algo inevitable. Ineludible. Los suicidios en masa, el saqueo y la justicia ciudadana comenzaron. Todo ello indicaba el colapso de una sociedad. Las iglesias se abarrotaron. La gente se cogía de la mano en las plazas y lloraba. El hombre se apartó de las tablas y se sentó apático en la penumbra. Quizás fuese su último día. Tal vez debería hacer algo. Algo especial. Lo había visto en las emisiones. El Homo sapiens había sido reducido a sus emociones más básicas: amor, odio, codicia, poder... y miedo. Un torbellino caótico de sentimientos enfrentados, irresistible y repugnante en su atractivo. El rostro de la humanidad mudaba de una calle a otra. Orgías, carnicerías, codicia y gula en una calle. Sincera compasión y sacrificio en la siguiente. Ninguna de esas opciones le atraía. Sonaron sirenas en el exterior. El hombre olió a humo. La mosca zumbó de nuevo a su alrededor. Sintió crecer el odio bien dentro de sí en el silencio. Un punto negro se precipitó a través de una tabla y se detuvo. El hombre levantó el matamoscas, se relamió los labios, sintió la alegría elevarse desde lo más profundo como una fuerza primordial… y golpeó con el matamoscas. «¡Ya basta!». Fue el final.

HACIA ADELANTE

25

ESCATÓN 2073. El año del apocalipsis. La noche en que un aluvión de asteroides hizo temblar al planeta entero. Europa fue la primera en sufrir el bombardeo. La corteza terrestre se perforó al instante, abriéndose a lo largo de los muchos puntos de impacto. El primero en Escandinavia y de ahí, siguiendo los Alpes, hasta Italia y la costa africana. Al fragmentarse la corteza terrestre, aparecieron grietas por toda la superficie del planeta. Masas enormes de tierra salieron disparadas hacia el cielo. Grandes olas de magma ascendieron para devorarlo todo, convirtiendo ciudades enteras en tierras baldías. La mayoría fue arrasada por las lluvias de piedras, tsunamis y terremotos que siguieron. Brasil pudo dar las alertas por tsunami, pero segundos más tarde todas las frecuencias fueron bruscamente cortadas en un siseo estático como consecuencia de los impactos de asteroides que asolaron el mundo. Moscú estaba bañado en fuego. América del Norte se ahogó en lluvia cenicienta. La India se agrietó. Sídney desapareció. Al amanecer, las densas nubes ondulantes hinchadas de ceniza volcánica y el polvo rojo de los cráteres se tragaron el cielo, bañando la tierra en un crepúsculo ensangrentado. El sol se redujo a una esfera distante que brillaba a través de la bruma. Sólo los incendios y las descargas electrostáticas iluminaban la oscuridad. Disparos. Explosiones. Gritos. Una cacofonía incesante mientras las nubes rojas descargaban enojadas su lluvia, golpeando la tierra con veneno ácido. El mundo apestó a muerte al instante. Ese día la sociedad, tal y como era conocida, se desmoronó. Diez mil años de civilización vaporizados en un día. Ese día recibió muchos nombres de los pocos supervivientes: apocalipsis, conflagración mundial, Armagedón.

Frases manidas para ayudarse a aceptar el final de todo. Una última botella de vino, el frío metal contra la sien, un dedo traidor. Y eso fue todo. Pero ese no era el final y la humanidad continuó. Sí, el viejo mundo ya no estaba y nada ni nadie podría traer de vuelta los viejos tiempos. Las personas que buscaban incansables una explicación la encontraron en la espiritualidad. ¿Acaso no predecían estos sucesos las doctrinas apocalípticas del mundo? ¿La caída de la creación? ¿El amanecer de un nuevo mundo? Parecían reconfortantes y llenas de esperanza. Los asteroides no habían desencadenado el apocalipsis. Habían traído el Escatón. Un nuevo comienzo. Sólo tenían que sobrevivir a la noche.

LA EDAD DE HIELO Tras la tormenta de fuego, llegó la oscuridad. Las nubes colgaban sobre el negro paisaje, iluminado sólo por el rayo. Las corrientes de aire atravesaban la mezcla hirviente en su descenso, provocando que hojas rojizas sangrasen sobre la tierra. Cada vez que se abría la cubierta de nubes, columnas resplandecientes de luz palpaban la tierra. Mil caras tiznadas se volvían hacia arriba y seguían su dirección. Entonces, un día la nieve cayó entremezclada con la lluvia de ceniza. Llegó el invierno y decidió quedarse. Con el tiempo, las zonas climáticas fueron desplazándose. Los casquetes polares se expandieron, robando a los mares el agua a medida que los glaciares se iban formando

y apilando. El norte de Europa se cubrió de nieve. Los supervivientes se arrastraron bajo tierra y sólo regresaban a la superficie para aprovisionarse de materiales combustibles. Al mismo tiempo, las costas marinas retrocedieron y se secaron a lo largo de la plataforma continental. Los puertos se secaron para alzarse sobre desiertos de arena y guijarros. Mientras Europa entraba en una hibernación irregular y Sudáfrica era conquistada por la expansión de la Antártida, al resto de África le fue mejor. Los vientos ecuatoriales redirigían el muro de polvo hacia el norte y hacia el sur en vórtices gigantes, protegiendo a África de las secuelas extremas del Escatón. Con el tiempo, un clima mediterráneo reemplazó al opresivo calor en el norte y centro de África. Un viento cálido y húmedo llevó desde el Océano Atlántico tormentosas nubes por todo el continente, donde derramaron su carga sobre una nueva y floreciente selva subtropical. Y mientras el resto del planeta amenazaba con congelarse, el Sahara floreció.

RESURRECCIÓN Después de todo, la Tierra había pasado por peores momentos y siempre había recuperado su antigua belleza. Esta vez no iba a ser diferente. La lluvia limpió la ceniza volcánica del cielo y los océanos la absorbieron. El velo rojizo cayó y en los campos arruinados el hielo se resquebrajó, fragmentándose a la luz del sol del mediodía. Los inviernos todavía eran despiadados y alimentaban los glaciares continentales hacia el interior, pero durante los veranos se agrietaban las cubiertas heladas de los lagos. Los arroyos crecieron. La hierba germinó en las rojas llanuras. Nuevos brotes aparecieron entre los troncos carbonizados.

Las tribus de supervivientes cruzaron los mares de ceniza volcánica en busca de alimento, leña y un nuevo hogar. Los senderos se abrían serpenteando a través de las llanuras, transformando para siempre a no pocos que valoraron la vida humana menos que un estómago lleno. La humanidad todavía estaba infectada por la codicia y la infamia cuya cura aún no se había encontrado en aquellos tiempos. Los clanes lucharon unidos en sangrientas batallas por los escasos recursos contra asentamientos y ciudades estado por igual. Quedaban pocas personas después del Escatón y aun así sólo estaban interesadas en romperles la cabeza a los demás. A pesar de todo, los asentamientos florecieron. Se escondían tras los muros de fortalezas, creciendo tanto en población y sabiduría como para despojarse de sus exteriores pétreos y construir nuevos muros. Los conocimientos antiguos acabaron por regresar al seno de la Humanidad. Pasaron quinientos años en los que las normas de la civilización se grabaron en las mentes de quienes se interpusieron en el camino de la raza humana. Aparecieron nuevos modos de vida. Trece colectivos surgieron del caos, canalizando la energía de la humanidad en direcciones nuevas y fructíferas. Siete culturas desde el norte de Europa hasta África adoptaron una nueva actitud hacia la vida, muy diferente de la tristeza apática del pasado. Ciudades como la gran Justiciano o la concurrida Trípol prosperaron, convirtiéndose en el orgullo de la humanidad. Los buques cruzaron el Mar Mediterráneo y reconstruyeron una red de rutas comerciales entre países lejanos y culturas extranjeras. Estamos en el año 2595. Se puede decir que la humanidad se ha recuperado. Sin embargo, en los oscuros recovecos de este nuevo mundo, algo se esconde y espera para reclamar la supremacía.

HACIA ADELANTE

27

I N F E C TA D O S

SEPSIS

Los asteroides llovían, destruyendo y deformando todo. La placa continental euroasiática había reventado. Los ríos se secaron o encontraron nuevos lechos. Al quedar sin agua el Mar Mediterráneo, emergieron nuevas costas. Hubo erupciones volcánicas. Se expandieron los desiertos de polvo rojo. Luego vino una nueva Edad de Hielo y la muerte astronómica. Todo lo anterior no fue nada en comparación con los horrores que estaban por venir. Incrustado en lo más profundo de los enlaces de carbono y cristales de hierro de los asteroides, se encontraba la evolución en su forma más pura: el Elemental. Una misteriosa sustancia que se filtró por los cráteres años después del impacto. Se levantó como una neblina negra, portadora de esporas microscópicas embebidas en materia orgánica. Las esporas se abrieron y enrollaron en bucles fractales alrededor del ADN de su anfitrión. No añadía nada y en su lugar reseteaba el código genético, abriendo además vías alternativas para corromperlo. El Elemental infectaba, rechazaba y optimizaba una nueva especie. Fue el nacimiento del Homo degenesis. De las sombras de cada cráter emergieron los espectros. Criaturas atormentadas de piel pálida, tensamente estirada sobre enormes tumores. De sus deformes siluetas sobresalían espolones. Sus ojos cosidos se colmaban con visiones del pasado y el futuro. El Homo degenesis estaba mejor adaptado que el antiguo Homo sapiens e imbuido con habilidades psíquicas más allá de lo imaginable, y pudo llegar a la cima de la cadena alimenticia. Se veía a sí mismo como parte de la conciencia de la Tierra, capaz de llevar lo colectivo a la humanidad para amalgamar los espíritus. Muchos en uno. Sus garras ya asían el tobillo de la humanidad; un solo tirón y caería del trono. Pero entonces se organizó la resistencia. La humanidad no estaba dispuesta a dejar su posición sin luchar.

Unas pocas décadas después del Escatón no quedaba rastro de vida en ningún punto cercano a los cráteres. El Elemental recubría las esmaltadas colinas como un barniz. Fue perseverando; las esporas fungosas se escondían dentro de huecos. Hundidas en el polvo. Transportadas en el viento y la ceniza. La infección había comenzado. Cuando los seres humanos vieron por primera vez la infección fungosa, pensaron que la tierra misma se estaba pudriendo. Lo llamaron «Sepsis». Años más tarde, una capa de hongos cubría los cráteres. Sus tentáculos se habían hundido profundamente en la tierra, tornándose en un micelio similar a la lana que se extendía en ráfagas circulares. Como si estuviera programado por el Elemental, el micelio bombeó nutrientes hacia la superficie, hasta que alcanzó una masa crítica. El suelo se hinchó resquebrajando el suelo al surgir los hongos por las grietas hasta alcanzar el aire libre. Los hongos florecieron rápidamente y por todo su borde sobresalieron ricas coronas blancas. Las coronas se endurecieron y se deterioraron hasta alcanzar un gris opaco en menos de un día. Apareció un esqueleto de delicadas venas. Las coronas, quebradizas como hojas de otoño, susurraban en el viento. Por fin se abrieron, liberando nubes de esporas que se disiparon en remolinos de niebla hasta que no quedó nada. El micelio agotó la tierra en los meses siguientes y lentamente se expandió desde el centro del cráter. El suelo seco y escamoso se deshizo eventualmente, hundiéndose de nuevo en el cráter. Mientras tanto, el micelio continuaba creciendo, avanzando hasta la siguiente germinación de los hongos. El ciclo continuó y la superficie del micelio fue creciendo anillo a anillo. Después de años de erosión y crecimiento por igual, los campos de esporas se extienden por casi todos los ámbitos del paisaje, llegando a tener cientos de metros de diámetro. Valles y muros concéntricos han surgido como las ondas de una piedra tirada en un estanque otrora tranquilo.

CAMPOS DE ESPORAS MADRE Los campos de esporas más grandes tienen kilómetros de diámetro. La Sepsis permanece suspendida encima en forma de velos que ondean al viento como si fueran banderas. Seguramente han pasado por más de un ciclo. Una nueva germinación comienza en el centro y el micelio avanza penetrando en el suelo hasta llegar a los niveles de la tierra ricos en nutrientes. Se forman nuevos anillos por encima de los antiguos, pero más profundos, de forma que gradualmente se levanta un muro. La forma concéntrica del campo se hace más visible. Ciclo a ciclo, el campo se expande. Por la misma época surgen las primeras anomalías magnéticas. Las agujas de las brújulas señalan temblando hacia el centro. Y de esa forma se completa la transformación en un campo de esporas madre.

QUEMAZÓN La germinación de un campo de esporas madre da lugar a coronas de un color púrpura polvoriento. La piel exterior es más dura, así que se puede presionar las coronas sin riesgo de que estallen al más mínimo toque. En su interior acarrean la semilla que forzará a la humanidad bajo el influjo del Elemental. Quienes inhalan o ingieren las esporas madre se ven empujados a un viaje más allá de la comprensión humana. Cruzan esferas de color cambiante y se encuentran en órbita alrededor de un resplandeciente sol hecho de la emoción más primaria y pura. El frío se vuelve repentinamente soportable. El hambre es sólo una estrella moribunda dentro de la galaxia neuronal del cerebro. Las esporas madre se conocen como Quemazón. Son una droga poderosa, pero ante todo, son una amenaza.

FENOTIPO La Quemazón quema. Las esporas atraviesan los poros de la piel para introducirse en la corriente sanguínea. Después, la Quemazón se extiende consumiéndolo todo como la onda expansiva de una explosión, ampliando su radio de infección desde el punto de impacto inicial. Los primeros síntomas no tardan en aparecer. Venas diminutas se ramifican mezclándose con el pelo del cuerpo y surgen de la piel en erupciones circulares rojas. Las erupciones son recubiertas por escamas que se desprenden a medida que nuevas líneas rompen la dermis, alineándose y colisionando para formar símbolos evidentes. Hay siete símbolos conocidos que distinguen a los quemados, cada uno proveniente de un área diferente. Uno aparece en los cuerpos de los habitantes de Borca. Otro marca a los que crecieron a la sombra de los respiraderos de feromonas de Franka. Lo mismo ocurre con Polen, el Balján, Purgare y África. Los símbolos varían en los detalles, pero al final todos son marcas de un mismo origen y destino. La medicina no puede explicarlo. Incluso a nivel epigenético, los investigadores no pudieron identificar la raíz de los símbolos. ¿Por qué cada región reacciona de manera particular a la Quemazón? Si los símbolos no están determinados por el genotipo, la composición genética del organismo, entonces deben reaccionar con el fenotipo del anfitrión y las características genéticas evolutivas propias de cada ambiente único y sus pueblos oriundos. Sin embargo, ¿podrían derivar los siete símbolos culturales de la misma fuente?

HACIA ADELANTE

29

HOMO DEGENESIS

LA SEMILLA La Quemazón contamina. Una vez aspiradas las esporas, siguen creciendo mucho tiempo después de que los efectos de la droga hayan desaparecido. Para algunos, no hay vuelta atrás. La flor de la decadencia cosquillea en la parte posterior de la garganta de los infectados. El hongo se propaga por toda su boca. Estén donde estén, tosen y expectoran flemas espumosas. Propagan la semilla. Allí donde apoyen sus cabezas, la Sepsis no tarda en dispersarse por el suelo, alcanzando las paredes, avanzando hacia el exterior, hasta que se vuelve aérea y termina por infectar a otros. Ya es un lépero, una amenaza. Sólo el fuego es capaz de purificar su corrupción.

EPIGÉNESIS Las células de un adulto están completamente formadas. La Sepsis le devora como si fuera el mero alimento de un nuevo campo de esporas. Por el contrario, las células de un feto están llenas de potencial. Los bebés que nacen cerca de los campos de esporas madre son diferentes. Sus ojos son fríos como el cielo estrellado. No reconocen a sus madres pero pueden oler la leche y seguirla como una abeja sigue el aroma del néctar. Trepan clavando sus dedos hasta llegar a los anhelantes pechos, mamando hasta que no sale nada más que sangre y tienen que ser arrancados con violencia. Se debaten con sus pequeños brazos y piernas. Lloran de tal forma que las gentes de los clanes se ponen a rezar de pavor. Estos niños se conocen como los sinalma, aberrantes o psiconautas. Despiertan un miedo atávico en las personas. Muchos no pueden soportarlo y golpean el pequeño cuerpo contra una piedra hasta que ya no le queda nada de vida. Otros consideran que los sinalma representan maldiciones ancestrales que un espíritu o un dios enojado utiliza para ponerlos a prueba; librarse de ellos supondría una traición al círculo de la vida. Cuidan a los niños durante años y son testigos de los cambios. Los insectos trazan formas a su alrededor,

dibujando mandalas en la tierra. Incluso serpentean por sus piernas para esconderse entre los pliegues de la piel y el cabello. Y sin embargo, estos niños no lloran nunca. Nunca se ríen. Nunca hablan. Solamente exigen con su mirada y toman lo que pueden. No les molesta el frío y huyen de la ropa como de una cárcel. Los aberrantes florecen al tiempo que sus congéneres se marchitan. Los niños de la tundra de Polen desarrollan bultos subcutáneos que se endurecen y se unen en escudos óseos de los que emergen espolones. A los sinalma de Franka les crecen glándulas que exudan feromonas capaces de hechizar a sus familias. En el Balján, los niños emiten sonidos de otro mundo que se introducen en las mentes de la gente hasta que alcanzan el nivel más profundo del subconsciente y una vez allí tratan de controlarla con sombríos tentáculos. En Hibrispania, los niños pueden hablar con las voces de los demás. Cuando le dicen algo a uno de ellos, las palabras surgen de su propia boca como una especie de eco del futuro inmediato. En Purgare, tierra y piedras se levantan para orbitar alrededor del niño. El suelo se deforma, se arquea e inclina para saludarlo. El mismo sol centra en él un calor abrasador.

PRESAGIOS Y MARAVILLAS Estos fenómenos terminan tan repentinamente como empiezan. La tierra alrededor de los niños arde y entre el polvo que queda se hace visible un símbolo. A continuación se deshace como una imagen dibujada por virutas de metal magnetizado cuando se rompen las líneas de inducción. Los spitalianos lo saben muy bien. Estos símbolos son diferentes a los que florecen en los cuerpos de los quemados. Son antiguos e identificables por haber sido conocidos, transmitidos y enseñados por los seres humanos durante miles de años y despreciados por los científicos modernos como una mera tontería.

Si los spitalianos pudieran estudiar el cuerpo de estos niños, encontrarían que su organismo irradia un calor febril que emana de uno de los puntos focales del eje de su cuerpo. Su posición y el símbolo corresponden exactamente a uno de los nodos de energía descrito por los pueblos antiguos: un chakra. A través del centro del cuerpo humano se alinean siete de estos nodos de energía, desde el coxis hasta la bóveda craneal. A todos ellos se les atribuyen atributos especiales y juntos dan forman al carácter. Los viejos textos afirman que deben estar en equilibrio para que una persona permanezca feliz y saludable. Pero entre los aberrantes sólo brilla un único chakra. Los demás son fríos agujeros negros. Este chakra singular eclipsa todos los otros aspectos de la vida de un psiconauta, iluminando de forma precisa la senda de su futuro. Para ellos, es una caída interminable hacia los extremos de los atributos del chakra.

L A B A TA L L A F I N A L Los campos de esporas madre brotan por toda la superficie terrestre. Transforman el planeta para que se les asemeje. Los psiconautas anidan en sus reservorios, una masa hirviente de criaturas primordiales, altamente adaptable. Su número sigue creciendo y dondequiera que su dominio se entrecruza con el de la humanidad, más aberrantes se arrastran desde el vientre de las mujeres embarazadas. Toman el control, tratando de alcanzar la corona de la creación. La humanidad está en una encrucijada. Se juega nada más y nada menos que su alma. El Escatón fue sólo el preludio. La batalla final ha comenzado.

HACIA ADELANTE

31

C I N C O É X TA S I S Hay cinco tipos de psiconautas. Cinco tipos que estudiar y destruir. Cada tipo puede crear fenómenos relacionados con su chakra y manipular el entorno. Algunos pueden comandar arañas, ciempiés y escorpiones mientras otros liberan enjambres de hormigas, avispas y termitas; incluso los hay capaces de mover hordas de sanguijuelas y pulgas. Cinco plagas rodean a los psiconautas, protegiéndoles y trayendo la semilla de la infección a la tierra. Una mosca que porte la espora puede sellar tu destino. A estas cinco manifestaciones se las llama éxtasis. Cada uno se puede asignar con precisión a una zona del mapa:

POLEN: BIOQUINESIS El cuerpo de los psiconautas con el éxtasis bioquinético es una herramienta que pueden cambiar de forma a placer. De sus brazos crecen espolones óseos, sus cráneos sufren malformaciones y carecen de puntos débiles. Guardan sus campos de esporas y se fusionan con ellos para dar o recibir energía. Las heridas se curan rápidamente, los órganos dañados son sustituidos en pocos días por copias mejoradas. Llevan consigo plagas venenosas en pliegues de la piel: arañas, escorpiones, ciempiés y cualquier escoria venenosa de la tierra baldía.

H I B R I S PA N I A : PREGNOCTICISMO Los pregnócticos existen al mismo tiempo en el pasado y el futuro. Son una sola alma en un millar de cuerpos. Los hibrispanos los temen pero también los veneran y les piden consejo. Hace mucho que Hibrispania habría sido tomada por los invasores africanos, si no fuera por los omniscientes pregnócticos. Los psiconautas viven junto a lagos de montaña y en la costa atlántica, donde se encuentran cerca de sus plagas: moluscos, estrellas de mar, erizos, amonites y trilobites.

FRANKA: FEROMANCIA

PURGARE: PSICOQUINESIS

Se rodean de hormigas, avispas y termitas como si fueran insectos reina. La piel cubre tirante sus glándulas de feromonas. En el cuello aparecen llagas bulbosas, grandes como nueces, que rezuman un pus del que se alimentan con ansia los insectos. Los feromantes tejen una red de caminos feromonales, dentro de la que capturan a humanos y animales por igual para empujarlos a la falsa paz del colectivo.

Los psicoquinéticos son parásitos. Se aferran a las aldeas, alimentándose de los habitantes a través de plagas de sanguijuelas, mosquitos, garrapatas, pulgas y tenias. A medida que los psicoquinéticos se alimentan, la energía se acumula en su plexo solar, haciendo que su pecho brille con el calor. Cuando por fin liberan esta ánima, consume su entorno y les quema desde dentro. La luz se curva alrededor de este tipo de aberrante y se enreda en los campos de energía. Las piedras se elevan en el aire, acelerando su movimiento en círculos cada vez más cerrados hasta que eventualmente se lanzan contra el enemigo en una nube resplandeciente.

EL BALJÁN: DUSÁN La canción dusaní reverbera a través de las escarpadas crestas de las montañas del Balján, resonando por los bosques hasta las cavernas más profundas de la tierra. Las olas se agitan en las calmadas masas de agua; la tierra vibra y ondula. Sus armonías penetran en los pensamientos de los seres humanos y los manipulan hasta que no queda nada ni remotamente parecido al libre albedrío. Los dusaní se deslizan por los arroyos de montaña y se rodean de krakens, medusas y cangrejos.

LOS CHAKRAS TERRESTRES El centro de este desarrollo son los cinco grandes cráteres. Fueron el origen de todas las oleadas evolutivas que propagaron los campos de esporas madre, como si estuvieran unidos por un éter mítico y los campos funcionasen como repetidores dentro de una red de comunicaciones gigante. Actualmente se transmiten nuevos comportamientos de caza o vuelo, así como el recuerdo de la cara de un enemigo odiado. Todo se emite desde el centro. Cualquiera que desee enfrentarse a los psiconautas, tendrá que trepar por las paredes del cráter en algún momento.

P O L E N : PA N D O R A El mayor cráter de impacto es una puerta de entrada a un abismo de proliferación genética. De su interior surgen criaturas que no temen al frío o el acero. Seres que desarrollan placas de hueso y órganos adicionales como a los seres humanos les crece el pelo. Monstruos primordiales que nadan en el lago del cráter, luchando entre sí para hundirse muertos hasta el fondo o aparearse y mutar. Se han llegado a ver amonites de más de medio metro. Algunas de estas criaturas son arrastradas hasta la orilla por las corrientes. Muchas mueren en la atmósfera para ellos hostil, pero otras hacen una madriguera en el suelo y prosperan. El chakra de la tierra bioquinética es fértil; el viento del oeste trae consigo esporas en nubes de millas de largo que descargan en el este. Esa parte está más allá de toda redención: los campos de esporas se extienden hasta el horizonte, donde nadie ha llegado jamás.

FRANKA: SOUFFRANCE En el Macizo Central de Franka hay una herida abierta. Feromonas dulces como el néctar se derraman por aberturas en la tierra y fluyen por las laderas del cráter, envolviendo a personas e insectos para convertirlos en parte del colectivo que genera el chakra terrestre local. Allí, el Homo sapiens y el Homo degenesis viven juntos. A diferencia de lo que ocurre en cualquier otra parte, el hombre está al mismo nivel que los enjambres de insectos. En Souffrance, ha involucionado hasta convertirse en una hormiga trabajadora.

EL BALJÁN: USUD El chakra terrestre dusaní vibra y se estremece interconectado con las frecuencias resonantes de la gente y la tierra, oscilando y cantando. Al acercarse a Usud, los dientes duelen y los pensamientos se aceleran hasta que se pierde la cabeza, dejando tras de sí un vacío que ocupan las emociones rudimentarias, que fluyen como si fueran icor. Las personas se convierten en almas perdidas que pronto

tienen una nueva voluntad y pensamientos proporcionados por las canciones del dusaní. Usud cambia los destinos y manipula el futuro de todo un país.

H I B R I S PA N I A : M I R A R Mirar, el chakra terrestre de los pregnócticos, se encuentra escondido dentro del lapso temporal que lo envuelve. Miles de ojos vagan por el país. A veces, recorriendo trayectorias circulares en el cielo y esperando. A veces, espiando desde el frío granito o las profundidades de los lagos de montaña, adquiriendo una visión borrosa de lo que fue y lo que va a ser. Innumerables almas entrelazadas dentro de una mente y espíritu singulares, que poseen sabiduría infinita. Los que se atreven a explorar el pasado y el futuro encontrarán el secreto del principio y el final, en medio de un mar de conchas en Mirar.

PURGARE: NOX Hay campos de fuerza que aplastan el espacio como un espejo roto y capturan los fragmentos por medio de una fina malla gravitacional. Los campos se cierran sobre Nox, capturando la luz que ya no puede escapar nunca. La noche eterna crece en las cristalinas espinas psicoquinéticas del chakra terrestre, infectando la zona y sin dejar de avanzar. Sólo un hombre, Nuncio el Bautista, ha penetrado en la oscuridad y vivido para contarlo. Se vio rodeado de campos de fuerza en cuyas superficies brillaba un caleidoscopio de luz con todos los colores del arco iris. Pilares de luz pura se mezclaban en una geometría imposible. Criaturas negras como la noche se deslizaban por grietas gravitacionales, sus cuerpos hinchados reflejados mil veces, comprimidos o doblados. Belleza perfecta en medio de la oscuridad, más negra que la muerte, más sagrada que cualquier dios. Nuncio se quedó ciego y loco después de aquello, exigiendo que se abriera el abismo alrededor de Nox para liberar el pneuma divino.

HACIA ADELANTE

33

PSICÓVOROS Cuando los fragmentos de asteroides creaban un cráter tras otro en el suelo del hemisferio norte, uno de ellos resultó desviado hacia los cielos de África. El asteroide entró en la atmósfera por encima del Sudán con un destello cegador, antes de sumergirse finalmente en el Atlántico a una velocidad vertiginosa. Pero África no se salvó. El proyectil calentó el aire circundante a más de 30.000 °C, pintando una larga cola flamígera a través del cielo. Los varios miles de toneladas de presión atmosférica levantaron un tsunami que golpeó el continente africano. La ola imparable fue engullendo la tierra y devorando a seres humanos, animales, vegetación e incluso ciudades enteras y montañas a una velocidad superior a 6 kilómetros por segundo. Dejó una cicatriz excavada de más de 2.000 kilómetros de largo y al menos 300 de ancho: la Dhoruba. Durante horas estuvieron lloviendo escombros por toda la tierra devastada: árboles pulverizados, roca y tierra. Sin embargo, las semillas, las esporas de musgo y los residuos vegetales también cayeron a tierra. Años más tarde reaparecieron los primeros árboles. Los helechos colonizaron puntos entre rocas del tamaño de casas. La vegetación había reclamado la Dhoruba, pero estos árboles, arbustos y helechos estaban todos infectados. La Dhoruba estaba cubierta de fragmentos del asteroide fundido. Un vapor negro se elevaba de ellos y se hundía en el humus y la tierra. La vegetación cambió. Las hojas crecieron en hexágonos u octógonos de perfecta geometría. Cada rama contaba con espinas. Los árboles estaban cargados de una fruta

vidriosa que se astillaba en el momento de caer al suelo. Plantas extrañas conquistaron las crestas de Dhoruba y crecieron en la tierra. Hoy en día, los africanos las conocen como psicóvoros; el mayor reto al que se enfrentan los pueblos africanos.

DISCORDANCIA La Sepsis y los psicóvoros son dos variantes del Elemental, pero donde quiera que se encuentren, entrarán en contradicción. Las plantas se pudren, pero la Sepsis se extingue. Los brotes nutricionales subterráneos que son arrancados de su chakra terrestre crecen dentro de estos campos de esporas. Cualquiera que pise los puntos neurales de las plantas acaba en un saco de alimentación, atrapados en branquias espinosas y ahogados en el flujo de fluidos digestivos. En pocos días, la víctima ya disuelta es bombeada al saco uterino. Una vez allí, extrañas figuras crecen en burbujas gelatinosas. Por último, criaturas veladas por una membrana se levantan en el aire para pudrirse en cuestión de horas y caer al suelo en una masa apestosa. La evolución insufla vida a cosas viejas y rechazadas. Es algo fuera de control. Esto es la Discordancia, un cinturón de furiosa evolución en contradicción de miles de kilómetros de ancho entre la Sepsis que invade desde el norte y los psicóvoros del sur.

HACIA ADELANTE

35

EL LEÓN Y EL CUERVO Siete nuevas culturas surgieron de las cenizas de las civilizaciones antiguas, desde el frío norte de Europa hasta el Mediterráneo y aún más lejos, en África. Los europeos son como cuervos que sobrevuelan en círculos los cadáveres en descomposición de sus naciones, recogiendo las inútiles partes dispersas. Unos artefactos por aquí, un hábito por allá y una jugosa lista de prejuicios como postre. Los carroñeros. Para ellos, los cuervos son aves muy inteligentes. Los africanos dejaron todo eso atrás. El pasado pervive en sus antepasados y sus corazones, no en sus ruinas y leyes, pues creen que ya es algo irrelevante. Ven al león como la encarnación de su pueblo. Acecha noble y fuerte en la sabana, luchando por mantenerse en la cima de la cadena alimenticia. Su falta de agilidad se compensa con su ferocidad salvaje; su rugido hace temblar al mundo. El León está listo para dar el salto a través de la gran masa de agua y ha dado mucho que hablar en los dominios del Cuervo. Esta batalla tiene que ser librada. Ha sufrido demasiadas veces los picotazos del Cuervo.

FRANKA EL ENJAMBRE

Las glándulas de los cuerpos de los psiconautas se hinchan y abren. Un olor dulzón se eleva en el aire, es arrastrado por las escaleras de los zigurats hasta la tierra de los humanos y se enreda entre las rejillas de arcilla y las ruinas. Los feromantes tejen sus redes. Engañan, ofuscan la mente y asimilan. Los insectos llevan mucho tiempo a su servicio y la voluntad humana se desvanece en su neblina aceitosa. Son obligados a vivir como abejas trabajando en la colmena de la reina. Donde prospera el Homo degenesis, el Homo sapiens se desvanece. Los humanos se introducen en los ríos huyendo de las tormentas de avispas y los ataques de termitas, sólo para ver cómo crecen respiraderos en sus campos rebosantes de hormigas. La tierra no tarda en escupir el enjambre. Un pueblo cae tras otro. Pero ahora, los frankeños luchan. A través de los ríos llegan a lo más profundo del territorio enemigo, donde lanzan bombas de pesticidas, llenan de humo las colonias de cría y exterminan. Todo un pueblo se levanta.

BORCA EL LEGADO DE LOS ANTIGUOS

Olas de polvo rojo rompen contra los acantilados monolíticos, amontonándose, perdiéndose entre los laberintos de piedra: edificios erosionados por los estragos del tiempo que respiran el frío polvo y la tierra. La maleza cubre los suelos antiguos de raíces húmedas que los van agrietando al crecer. Los humanos vagan por un desierto de acero y hormigón, atravesando cráteres cubiertos de vegetación y campos de trigo salvaje, siguiendo los cauces secos entre asentamientos. Escavan un sedimento de siglos en busca de las maravillas de la gente del pasado, con la esperanza de encontrar algo revelador. Su futuro, sin embargo, no radica en la cantera de la historia, sino en su energía inagotable. Extraen con esfuerzo piedra a piedra de las ruinas para erigir las metrópolis de un nuevo mundo como Justiciano, Ciudad Catedral y Osmán. Conquistan la tierra y fortalecen su dominio. Los colectivos prosperan por su dedicación a la civilización y el orden, conduciéndose por las tierras baldías con fuego y acero. Pero no todo el mundo se doblega. Algunos quieren seguir viviendo libres en las ruinas de sus antepasados. No tienen elección. Si no toman la mano que se les ofrece, se ven obligados a huir bajo tierra o morir en una lluvia de plomo. Los que huyeron, bebieron durante décadas el agua de los charcos, arrancaron líquenes de las paredes y aplastaron cucarachas. Se deshicieron de los últimos restos de la civilización con sus corazones y mentes envenenadas por el odio. Ahora salen de las sombras con dientes afilados, garrotes con puntas y cuchillos de piedra en la mano. Reclamarán lo que una vez fue suyo.

POLEN ANDANZAS ETERNAS

Las ciudades son aniquiladas por los campos de esporas madre que convierten la tierra en un mar agitado de piedra en descomposición. Hay telarañas que abarcan abismos y ocultan ruinas. Miles de negros ojos arácnidos observan cada paso. Donde surgen brotes verdes, emergen ciempiés de la tierra para llevárselos a las profundidades de sus colonias de cría. El suelo cruje, subiendo y bajando a un ritmo mensual como las olas en mares lejanos. Ciudades olvidadas desgarran aquí y allá la antigua telaraña y se bañan en la luz del sol. Permanecen durante días o semanas antes de caer de nuevo, cuando las arañas remiendan el tejido roto. El permafrost se derrite en forma de áreas circulares, dando a luz a un cálido paraíso de plantas translúcidas. Los campos de esporas circundantes se pudren y sus anillos colapsan. Pero tratan de resistir. Oleadas de arañas ahogan la extraña vegetación en sus telas. Una invasión de ciempiés se sumerge en el suelo febril, rodeada de membranas de raíces y arañada por el rápido crecimiento de las espinas. Se muerden unos a otros, envenenan el suelo y luchan por liberarse. La batalla subterránea hace estragos hasta que los ciempiés se imponen y el oasis se desmorona sobre ellos. Los campos de esporas y sus plagas se enfrentan a una bizarra proliferación. Los polenos viven en algún punto intermedio. Defienden el oasis con hachas de piedra y pasión, aunque de sobra saben que es sólo cuestión de tiempo que la tierra baldía ceda y se hunda, obligándoles a empezar de nuevo. Una vez más, desarraigados y a la deriva por la tundra con sus escasas pertenencias en trineos y siguiendo los campos de esporas en busca de un nuevo hogar.

NO ESPERES DEMASIADO DEL

AP OCA LIP S I S. [ S TA N I SL A W

JE R Z Y

L E C ]

HACIA ADELANTE

37

EL BALJÁN LAS TIERRAS AGRESTES

El Balján es una tierra extrema, poseedora de fuerza y orgullo, que a diario se ve amenazada por fuerzas primordiales que la pueden desgarrar. Las tormentas asolan las llanuras, sacudiendo las copas de los árboles en los interminables bosques. Durante el invierno, un frío ártico golpea a la gente y nieva en las montañas. El verano abrasa las llanuras cubiertas de hierba hasta convertirlas en campos de rastrojos. Y cuando llueve se forman torrentes en los valles que se funden en ríos caudalosos. Los habitantes humanos son un reflejo de su hogar: salvajes e indómitos, libres de vínculos, apasionados y volátiles. Las luchas de poder asolan la región cuando los agricultores se ven convertidos en guerreros de un día para otro y sus esposas en viudas al siguiente. Es precisamente en estos tiempos difíciles que los señores de la guerra dejan su malicia al otro lado de la puerta y les dan la mano a hombres que habrían matado el día anterior. Ahora atacan juntos al enemigo, alimentados por una pasión genuina, con una lealtad comparable a la que un padre profesa a su hijo. Pero en cuanto se supera la amenaza, los vientos cambian y las viejas alianzas se desvanecen como sueños en el sol de la mañana. Pero por encima de todo se eleva la profunda y resonante canción del dusaní. La naturaleza es su caja de música. Puede ajustar y dar forma a su canción para crear la armonía perfecta, eliminando las disonancias como si le fuera en ello la vida. Su melodía se infiltra en el corazón y secuestra la mente, transformándola. Dolor o comodidad. Da y quita.

H I B R I S PA N I A LOS CAMPOS DE LA MUERTE

Los africanos recorren los jardines de la Alhambra, se sientan a la sombra de los toldos y beben té con los nativos hibrispanos. Cuando aprieta el calor del mediodía, se retiran a las bibliotecas y los salones en sombras de los pueblos antiguos. Le han cogido cariño a esta tierra. Para ellos, Sevilla es un segundo Trípoli. Pareciera que los cónsules neolibios controlasen por completo la antigua al-Ándalus en el sur de Hibrispania. Pero las fronteras se dibujan con la sangre de los luchadores hibrispanos por la resistencia. Los irritantes guerreros del país agotan Córdoba; los azotadores persiguen en vehículo a los hibrispanos hasta las selvas para dispararles desde sus buggies y acabar con hombres, mujeres y niños por igual. El miedo y el odio se imponen. Los hibrispanos, que no son en absoluto sus inferiores, colocan trampas de estacas y explosivos, y durante la noche entran silenciosamente en los hogares de los africanos. Los actos de misericordia son castigados; si no a manos del enemigo, lo serán por otros Guerreros.

La idea de la libertad y la reconquista se inculca a cada hibrispano desde el nacimiento. Todos a su alrededor, amigos, hermanos, hermanas y compañeros, ascienden a la categoría de héroes en la batalla y a continuación son abatidos por una lluvia de balas. Estos mártires son la base de la cultura hibrispana: pinturas de guerra adornan las casas, se cantan canciones para encarar la muerte y existen textos que enseñan el uso de armas y la supervivencia en la selva. La vida se queda en el camino. Los azotadores son superiores en número y armamento. La resistencia habría desaparecido hace mucho si los guerreros hibrispanos no hubieran recibido ayuda de los enigmáticos pregnócticos. Estos forasteros ahondan en el pasado y el futuro, y ofrecen fragmentos de éste a los audaces: el resultado de escaramuzas y planes de ataque. Por supuesto, el precio puede ser el alma.

PURGARE LA TIERRA DE LOS ELEGIDOS

En los corazones de los purgarianos siempre ha ardido la necesidad de fuerza, inteligencia y un poder superior. Los anabaptistas recibieron con los brazos abiertos a sus hermanos y hermanas perdidos. Les ungieron de aceites elíseos con calidez y amor. Y luego los echaron al purgatorio. Una cadena montañosa divide Purgare en dos regiones distintas. Al este crecen olivares, viñedos y otros cultivos. Los dominios ancestrales se alinean como perlas en un collar, testigos de la tradición y honor familiares. El oeste, sin embargo, ha sido abrasado y envenenado por los vapores del Segador. El suelo tiembla mientras ríos de lava fluyen implacables hacia el Mediterráneo. En medio de esta destrucción se encuentran los psicoquinéticos. Los anabaptistas los conocen por muchos nombres: Desprecio del Demiurgo, Los Primitivos, Devoradores del Paraíso. Las pulgas y mosquitos zumban a su alrededor. De los barrancos emergen finas nubes y grietas rocosas, duras y afiladas como cristales. Una oscuridad elemental se condensa en los abismos y crece en forma de estructuras cristalinas. El propio aire se comprime en campos de fuerza que difractan la luz del sol en mil haces. Los anabaptistas dicen que la humanidad debe demostrar su valía aquí y ahora para marchar a la batalla final. Se consideran los elegidos y voluntariamente siguen a Ciudad Catedral en una guerra santa.

ÁFRICA E L L E Ó N R A M PA N T E

Hace mucho que África se liberó, expulsando al hombre blanco hacia el mar, pero la vieja herida es demasiado profunda. Cada buque hundido por los piratas del Mediterráneo, cada batalla en Hibrispania y el Balján, trae recuerdos dolorosos. Las cadenas del pasado suenan como disonantes campanas al viento y su eco persiste hoy en día. Sin embargo, África es fuerte y prospera. El colectivo mercante neolibio ha estado proporcionando el botín europeo a las ciudades costeras durante siglos. Ha perforado pozos, levantado fábricas y pavimentado caminos para hacer paseos gloriosos. Artesanos de leyenda tallan estelas ancestrales, forjan y decoran armas de caza. Los aguadores llegan incluso a regalar su bebida por cortesía de los neolibios. Los mercados huelen a especias, frutas y té. Ejércitos de niños se sientan y escuchan a los viejos que les muestran sus cicatrices y les cuentan una historia sobre cada una. Hablan de expediciones a las tierras del Cuervo. Acerca de la valentía de los azotadores y la toma de Córdoba de manos de los salvajes. Sobre las pálidas sombras que aman a sus fusiles más que a sus madres y esposas. Una suave brisa sopla desde el Mediterráneo. Mueve los toldos azules y rojos mientras el carbón de las pipas de agua brilla y las cenizas se esparcen contra el viento. Nubes de lluvia atraviesan el cielo. Se nota en el aire; pronto caerán sus gotas. También caerán en la selva. Donde una vez brillaba bajo el sol un desierto de arena, ahora serpentean ríos a través de la tierra. Los manglares hunden sus raíces en el agua y la selva desprende vapor por la temperatura. Pero en esta selva crece algo extraño: plantas con hojas pentagonales y octogonales, espinosas y enredadas como una pesadilla. Los psicóvoros. Un arañazo en la piel humana y aparecen ampollas, forúnculos abrasadores y un ennegrecimiento en cuestión de segundos. Los psicóvoros sustituyen a la antigua vegetación, transformando la tierra y sus gentes. Todo el mundo alrededor de los psicóvoros ha abandonado su lengua materna, recayendo en una lengua primitiva que sólo los que se encuentran más próximos pueden entender. Bajo la influencia de los psicóvoros, todas las barreras del idioma han caído y África se ha unido, pero la diversidad de sus tribus y culturas también se ha diluido. Ahora el león, símbolo unificador de África, gobierna supremo. Los neolibios son el corazón que proporciona la fuerza. Los azotadores son las garras que acaban con su presa. Y los anubianos son el alma que rige su destino.

HACIA ADELANTE

39

LOS TRECE COLECTIVOS S P I TA L I A N O S

H E L LV É T I C O S

E L Ú LT I M O B A L U A R T E

LA HERMANDAD DE ARMAS

La última línea de defensa humana contra el Elemental y sus criaturas. Sus miembros exploran los campos de esporas, diseccionan a los psiconautas muertos y desarrollan venenos y armas. Abren franjas en la Sepsis gracias a fungicidas y portan músculos cubiertos de esporas dentro de tubos de vidrio, que son capaces de indicarles dónde hay retoños aberrantes. Si estás de parte de la humanidad y en consecuencia de los spitalianos, estás obligado a contestar a sus preguntas. Los spitalianos son médicos. Viven siguiendo reglas estrictas, se afeitan el cráneo y se frotan la piel con piedra caliza. En las ciudades, llevan a cabo una labor higiénica. La curación es un privilegio que debe ganarse. Investigan el más mínimo síntoma de la droga de esporas Quemazón. Los quemados son condenados a la hoguera. Los spitalianos no se pueden permitir ser misericordiosos. Sus legiones de famulantes se enfrentan todos los días en Franka a las consecuencias de la clemencia.

Aguardaron el Escatón en el interior de las montañas de los Alpes. Pero el ulterior infierno no los perdonó. El impacto del Segador atravesó su fortaleza, abriendo abismos y expulsando magma. Los hellvéticos se enfrentaron a la ira de la naturaleza que descargaba los fuegos del infierno en su tierra. Sellaron los túneles. Desviaron los arroyos de lava. Construyeron puentes hasta tierras perdidas y se protegieron tras barricadas resistentes al fuego. Los Alpes cayeron ese día, pero no así los hellvéticos. Décadas más tarde, salieron de las montañas e hicieron lo que sabían hacer. Estaban a cargo de la seguridad de los viejos cantones por su pasado como militares suizos. Ampliaron las fortalezas de los Alpes y horadaron túneles de tránsito para poder cruzar las montañas. Desde entonces han cobrado un peaje por atravesarlas. Los hellvéticos son soldados hasta la médula. Su doctrina los liga a su arma, sus compañeros y su país; cada disparo innecesario debilita a la fortaleza. Cada disparo fallido es castigado. No hay nadie que pueda igualar sus defensas y nadie puede oponerse a sus fusiles de asalto, los Rastreadores. Se sienten inexpugnables en su Fortaleza Alpina, con sus armas y corredores defensivos. Pero el mundo que los rodea está cambiando. Los fenómenos psiconáuticos cristalizan en filamentos letalmente afilados en los túneles. Criaturas grotescamente deformes cruzan a la carrera la sección del Balján y abren puertas de alta seguridad con un gesto. Los cantones se levantan en oposición al gobierno militar. Los hellvéticos tendrán que salir al mundo. Tendrán que ver, aprender y luchar.

C R O N I S TA S LOS OMNISCIENTES

Hubo un tiempo en que la Corriente abarcaba el mundo entero e interactuaba con cada mente. Grabó y catalogó cada segundo; el conocimiento puro, digital, de la humanidad, dentro de algoritmos evolutivos. En lo más profundo de este mar de datos, algo se agitaba. Los seres humanos lo investigaron, pero no podían entender lo que encontraron. Aun así creyeron. Los cronistas son los descendientes de aquellos corrientistas. El Escatón secó la Corriente, petrificando el mar del conocimiento. Los cronistas continúan con su labor, adquiriendo artefactos de los chatarreros, alimentando todo un mercado a medida que rastrean los restos del pasado y los últimos servidores. Algún día reactivarán la Corriente y conducirán a la humanidad de nuevo hacia la luz. Hasta entonces, deben ser fuertes y resistir a los colectivos y clanes rebeldes. No son guerreros, pero como utilizan sintetizadores de voz, amplificadores de luz y guantes de fuerza, en las tierras baldías se cree que son dioses. La gente de las ciudades los encuentra insólitos. Su lenguaje está lleno de expresiones técnicas arcaicas y prefieren la compañía de máquinas a la de seres humanos. Pero no deberían ser capaces de engañar a nadie. En realidad, observan acumulando datos sobre todos y todo. Asesorando y manipulando el mundo que cuelga de sus hilos.

JUECES EL MARTILLO DE JUSTICIA

Los Jueces trajeron la ley a los páramos. Se enfrentaron a los salvajes con el martillo y el fusil, ocultando sus rostros tras sombreros de ala ancha. Crearon granizadas de plomo, sacrificaron al Clan Cucaracha y juzgaron a los forajidos con un golpe de sus martillos. Persiguieron a sus enemigos como una jauría de sabuesos y siguieron a los supervivientes hasta sus primitivos subterráneos. Y vieron que era bueno. Completaron su visión de un mundo justo y seguro con la ciudad de Justiciano. Las paredes eran inexpugnables, la ley rotunda; la gente no era libre, pero no sentía temor. Muchas poblaciones se sometieron gradualmente a la custodia de Justiciano. Así nació el Protectorado.

Pero los tiempos de paz ya pasaron. Las ruinas vuelven a estar repletas de vida. Los clanes se han fortalecido y aprendido del pasado. Un juez ya no puede depender únicamente de su códice, la Ley de Justiciano. Si quiere sobrevivir en el Protectorado, debe dominar la ley de la selva.

LOS CLANES AMOS DE LA TIERRA BALDÍA

El individuo no es nada. Cualquiera que buscase sobrevivir después de la conflagración mundial se unió a algún grupo, vivió según sus reglas, cuidando a sus compañeros y peleando por ellos. Los extraños se convirtieron en amigos y los amigos se convirtieron en amantes. Los supervivientes se fusionaron en clanes. En comparación con la civilización, algunos cayeron en la oscuridad de una nueva edad de piedra. Rezaron a deidades como el trueno y el sol, comiendo la carne de sus antepasados para absorber su fuerza. Otros miembros de los clanes se aferraron a un conocimiento más tradicional, recreándose en la moralidad, los rituales y los fusiles de asalto. Muy pocos se establecieron. La mayoría considera que su hogar está bajo un cielo nómada.

NEOLIBIOS C O N Q U I S TA D O R E S D E L M U N D O

Sus barcos transportan tesoros de todas partes. Dondequiera que vayan, les acompañan el lujo y el aroma de aceites preciosos. Debaten en el Banco de Trípol sobre rutas comerciales y adquieren plantaciones o campos petrolíferos. A lomos de rugientes fortalezas de acero mecanizadas, venden armas y especias a los salvajes y despliegan tropas de chatarreros y azotadores en el interior del territorio enemigo. Disfrutan de la resistencia, ya que a menudo implica mayores beneficios. De sus filas surgen grandes navegantes y exploradores que se aventuran a adentrarse entre los psicóvoros o el gélido norte para catalogar antiguas fortalezas y abrir nuevas rutas comerciales. Otros neolibios ven el mundo a través de la mira de su fusil, viajando hasta tan lejos como Polen para cazar bioquinéticos y ganarse una reputación como grandes cazadores. Los neolibios no aceptan un no por respuesta. Para ellos, no hay problemas, sólo opciones. Y en el mejor de los casos, una aventura.

A Z O TA D O R E S C H A TA R R E R O S E X C A VA D O R E S D E L A T I E R R A

Los chatarreros se sienten atraídos por las ruinas, lejos del zumbido estridente de las ciudades, para cavar en la tierra. Cada palada los acerca a la época de los antiguos. Descienden hasta sacar a la luz del día maravillas técnicas cubiertas de hollín. Sus cuerpos y rostros cuentan una historia de polvo, frío, piedra, esquirlas y hambre. Pero cuando escuchan el silbido del viento pasar por ventanas entreabiertas y el crujido de los edificios antiguos al sol del mediodía, saben que están en casa. Allí conocen todos los rincones. Pueden entrar en túneles y salir a la superficie en algún lugar completamente diferente. Saben qué líquenes son comestibles y dónde hallar agua. Son los mejores en su campo. Si tienen que volver a la ciudad por alguna razón, eligen la ruta directa a las alcobas de los cronistas para dejar allí sus hallazgos por un precio. Durante días se deleitan en la vorágine de la ciudad, se sacuden la suciedad de la piel, llenan sus barrigas con estofado de grasa y vagan por las comunidades de los apocalípticos. Pero no tardan en oír la llamada de las ruinas prometiéndoles la paz.

VENGADORES DEL CONTINENTE OSCURO

Desprecian a los neolibios por sus grandes barrigas, su codicia y su pomposidad. Los azotadores siguen el camino del guerrero tras los pasos de sus antepasados, integrándose en la estricta jerarquía de su casta. Lo que necesitan para mantener el cuerpo esbelto y la mente bien despierta, lo toman de los neolibios. Luchan nada más y nada menos que por los pueblos africanos. En las tierras del Cuervo se les tiene como heraldos de la muerte. Ocultan sus rostros tras máscaras ancestrales y llevan escudo, lanza y fusil. El damu estudia al enemigo, anticipando sus movimientos y detectando debilidades. Entonces el chaga carga al frente del grupo. Al simba se le reserva el más fuerte de los enemigos. Suya es la mayor hazaña de un día sangriento. Los enemigos vencidos se convierten en esclavos y son entregados a los neolibios. Trabajan en vastas plantaciones para pagar la deuda colectiva del hombre blanco.

HACIA ADELANTE

41

NO

SABEMOS SI SEGUIMOS

VIVOS. [ ERI C H

MA RÍ A

REMA RQ U E ]

ANUBIANOS GUARDIANES DE LA PROFECÍA

Los anubianos se consideran a sí mismos los elegidos. Los siete círculos tatuados en su piel representan las siete transformaciones que deben soportar para hacer de su cuerpo un recipiente perfecto del Ka. Guían a su pueblo desde la vida hasta la muerte, realizan ceremonias y aplacan a los espíritus de sus ancestros, consumidos por el odio contra todo lo que está vivo. Con cada recipiente de Anubis que vacían se desvanece un círculo de la piel y comienzan a darse cuenta de que creer en espíritus, ritos y tradiciones es un asunto peculiar. Continúan evolucionando, recorriendo el mundo con los ojos muy abiertos y una mente aguda. Algunos entienden que son curanderos y aprenden a catalizar en sus cuerpos las semillas de psicóvoro altamente venenosas para transformarlas en potentes drogas. Otros toman la hoz y parten hacia las tierras del Cuervo para segar las líneas de vida de los psiconautas y destruir así una perturbación de la oleada. Siempre acaban en El Cairo. Cuando el tercer círculo se desvanece los anubianos se preparan para avanzar hacia la ciudad cubierta por los psicóvoros, sintiendo ya la atracción de las pirámides. Pronto, los restantes misterios les serán revelados.

JEHAMMEDANOS CUSTODIOS DEL ROSTRO DE DIOS

La vida de un jehammedano queda determinada el día de su nacimiento. Cumplirá sus funciones dentro de la familia, como su padre y su abuelo antes que él. Honran a la familia como fue decretado por Jehammed, el último profeta. Como joven ismaelita, el jehammedano pastorea cabras de su familia y se imagina cómo sería la vida como un isaaquita, un niño sagrado. ¡Qué hazañas habría consumado! Pero sabe cuál es su sitio, asegura sus filacterias y piensa que está siendo un tonto. Algún día las enseñanzas del Jehammed le permitirán ponerse a prueba. Como Espada de Jehammed, podría llegar a luchar contra los anabaptistas y otra escoria para demostrar su valía a sus parientes. Después encontrará una esposa, una agarita, y formará su propia familia. El ciclo comienza de nuevo. Sin embargo, hay una tercera vía. Puede que este niño escuche un día la llamada de Aries, el cabeza de carnero, y aprenda más acerca de la verdad desconocida de los jehammedanos de lo que jamás hubiese querido.

APOCALÍPTICOS LOS SEÑORES DEL DESEO

Los apocalípticos viven la vida de forma plena y desenfrenada. Aparecen en bandadas, cayendo sobre las casas de juego e instalándose en burdeles. Sus productos destilados son más fuertes, su Quemazón más potente, sus putas más hermosas. Acogen encantados cualquier vicio. Viven en el presente. Para ello, todas las emociones son sagradas e igualmente celebradas como si no hubiera mañana. Ponen nombre a sus rebaños dependiendo de su origen o forma de vida. Se ganan el nombre de un ave que encarne su carácter. Los luchadores son los grajos guerreros. Las putas y ladrones son urracas. Un pájaro carpintero se

encarga del nido regentando licorerías y gestionando rutas de contrabando. Por encima de todos ellos, el cuervo dirige la bandada. Él sabe cómo interpretar las cartas del Tarot Apocalíptico y, con mucho estilo y drama, muestra a todo el mundo su futuro más deseado. Las cartas son una herramienta arbitraria que aguarda ser dirigida contra cualquiera que se oponga al cuervo. Los apocalípticos han encontrado en los jueces la horma de su zapato. Siempre que la ley y el orden se cruzan en el camino de la delincuencia y el exceso, las cosas se ponen interesantes.

A N A B A P T I S TA S P O R TA D O R E S D E L A A N T O R C H A E N E L PA R A Í S O

¡Sólo tienes que recorrer el mundo con los ojos abiertos para ver la verdad de las enseñanzas neognósticas! La tierra fue una vez un lugar hermoso y lleno de árboles. El sol mostraba su cara amable a los campos y la gente feliz. Pero hoy en día, el paraíso está marchito. Los psiconautas, engendro del demiurgo en toda su carnalidad, no cuentan con un alma divina. Es fácil ver cuál es la raíz de todos los males que debe ser despedazada. Los anabaptistas han hecho de esta purga su meta en la vida. Sus ascetas sanan y labran la tierra torturada, siembran trigo y lo bautizan con el agua más pura. Producen aceites y los mezclan para crear esencias que proporcionen fuerza y curen el dolor. Los combatientes anabaptistas son los orgiásticos: se enfrentan cubiertos de aceites elíseos a los psiconautas, blandiendo espadas y lanzallamas. La batalla final por la humanidad se está librando aquí y ahora, y los anabaptistas portan la antorcha.

PÁLIDOS H A B I TA N T E S D E L A S C R I P TA S

Esperaron durante siglos en las criptas de los dioses a que estos despertaran. En eterna oscuridad subterránea. Criaturas de un resplandor azul hablan a los pálidos desde las paredes, con voces profundas y crepitantes. Refuerzan su convicción de que son los elegidos para abrir un día de par en par las puertas a la superficie y gobernar las naciones de la tierra junto con los dioses. Queda poco para ese día, pero no lo suficiente. La comida empieza a escasear y los pálidos deben salir con frecuencia a entrar en aldeas por la noche. Tras siglos en la oscuridad eterna se han transformado en criaturas pálidas y contrahechas de sentidos intensificados, pero sin ningún tipo de consideración moral hacia los habitantes de la superficie. Las voces dulces son muy importantes para ellos. Sus demagogos son maestros de la manipulación mental. Una palabra de sus bocas, correctamente enunciada con el tono y la postura adecuados, puede evocar emociones como el miedo, el deseo o un intenso dolor cegador. Sus búnkeres se abren uno a uno. Los pálidos que están despiertos van en busca de los suyos y los otros cuarenta y cuatro búnkeres; agarran con fuerza los sagrados discos solares que pronto esgrimirán frente a los portales sellados. Algunos de estos se abrirán poniendo en marcha un plan mucho más importante de lo que puedan imaginar los pálidos.

HACIA ADELANTE

43

MERODEADORES Argyre el Carroñero, Áspera Unapierna, Aries el Carnero, el Rompehielos, Chernobog y una docena más: entidades sagradas que han acompañado a la humanidad durante siglos, orbitando como asteroides en el campo gravitatorio de la Tierra. Un día caerán y se estrellarán, dejando cráteres llenos de leyendas extrañas sobre rayos de luz cegadora y carne podrida. La gente ignorante piensa que son dioses como la Madre Sol y el Hermano Luna, que tienen que ser apaciguados con sacrificios animales. Se dice que los artefactos de épocas pasadas cobran vida en sus manos, que las máquinas les hablan y que su presencia se abren portales imposibles en las profundidades de las montañas. Algunos los describen como cascarones vacíos que se mantienen unidos por vendajes y vivos gracias a su maldad. Para otros son un revés del destino. Aries se sirvió de ellos para destruir a la fuerza de ataque anabaptista durante el ajuste de cuentas jehammedano. Los merodeadores son impredecibles. A unos les revelan conocimientos antiguos mientras que otros sufren su ira eterna. Siguen en algún lugar flotando, esperando. En ciertas ruinas está dibujada con carbón la cabeza de carnero. En el norte se puede encontrar el altar de montañas de Chernobog. Todo el mundo los conoce como el caos y la desesperación.

A V I S TA M I E N T O S El colectivo cronista ha estado vigilando a los merodeadores desde el principio. Sus corrientistas recorren la tierra preguntando entre los pueblos y escuchando historias tradicionales sobre dioses surgidos de las sombras del tiempo. Los detalles de cada avistamiento son nuevas piezas en el rompecabezas de su nexo digital, el Clúster. Un día, esta información alcanzará una masa crítica y todo encajará. Entonces llegarán a discernir el plan de los merodeadores.

DATOS ESENCIALES: ÁSPERA Borca, 2359. Nuestros espías han vuelto a detectar la señal. Onda ultra corta de pulso sinusoidal, cada 500 milisegundos. Estaba con el corrientista Monitor y el mediador Delete, ambos poseedores de calificación suficiente como para saber qué significaba la señal y en lo que nos estábamos metiendo. Ninguno de nosotros había tenido nunca un encuentro. Estábamos emocionados y felices. Monitor nos indicaba. Señaló sin decir palabra la escarpada silueta de los Alpes. Su aliento se condensaba formando nubes en los pequeños agujeros de su máscara. Lo recuerdo con claridad.

Partimos por la mañana. La nieve comenzó a caer, obligándonos a parar. Acampamos en las ruinas de un sótano. Monitor escuchó la señal y sólo se movió para conectar las baterías. Hablé con Delete. Llegamos a lo personal. Me habló de Fregga, una hermana. Me dijo que había recogido insectos con ella en el Pulmón Negro. También me contó que le traía algunos viejos recuerdos. Le pregunté cómo se había sentido ese día. No me entendió, al menos no al principio. Incluso llegó a enfadarse. Dijo que estaría bien mantener una puta conversación sin tener que hablar de los códigos de comunicación estándar para intensificar el contacto con los salvajes. Le dije que lo sentía. Esa noche lloró en sueños y se arañó el código de barras del tatuaje en la frente. Le podría haber preguntado si lamentaba la decisión de sus padres de entregarle a los cronistas. Esperé a que se despertara, pero siguió durmiendo. El cielo estaba despejado por la mañana y continuamos. El sol estaba en el cenit cuando Delete se colocó a mi altura y puso su mano en mi brazo. Fue una tontería, pero tuvo suerte: había descargado los conductos en mi traje para evitar las chispas en la nieve. Dijo que alguien nos observaba desde la cadena de colinas. Señaló formas negras contra el telón de fondo blanco acercándose por la nieve que cubría hasta las rodillas. Monitor también los vio. Nos miramos y tocamos simultáneamente nuestros sintetizadores de voz. Pusimos los amplificadores en retroalimentación y los dirigimos contra los salvajes. Yo grité, Delete gritó y Monitor rugió. El amortiguador de mi máscara lo sintonizó hasta el máximo. A nuestro alrededor se levantó polvo de nieve. Sentí las frecuencias en mis huesos, en mi estómago. Curiosamente, fue una costilla en concreto la que me causó dolor. Debimos alcanzar su frecuencia de resonancia. Bien. Un buen equipo. Actuamos simultáneamente. Los salvajes huyeron. Ese día fuimos héroes. A la mañana siguiente, nos encontramos con un dios de verdad. La amplitud de la señal estuvo en la zona roja durante horas. Monitor sacó un paquete de su mochila. Desenvolvió el hule. Contenía un artefacto de diseño desconocido. Empuñadura ergonómica, gatillo, diseño compacto. Presentaba una aguja tan larga como mi mano, junto con mucha cinta adhesiva negra. Quise saber qué era. Ignoró mi pregunta y se puso a andar. Delete corrió tras él. Yo no estaba tan seguro. Al final, les seguí a distancia. Entonces la vi. Estaba allí de pie. Como en las descripciones. Dos trenzas sobresalían a ambos lados de su cabeza, uniendo a su espalda metros de largo pelo. Su cara era pequeña. Juvenil. Su mirada inescrutable. Caminó hacia Monitor. Su pierna mecánica no tenía nada en común con la anatomía humana, pero seguía siendo una maravilla hidráulica. El metal se deslizó suavemente sobre guías, las articulaciones giraron y los bastidores se entrelazaron con engranajes. Ágil como un depredador.

Monitor no se movió. Corrí a su lado y caí de rodillas en la nieve con la cabeza inclinada. Oí que la pierna zumbaba y se movía, pero también sonó un crujido, como de cuero viejo. Me sentí mal. Monitor aún no estaba de rodillas. Giré la cabeza y lo miré. Tenía la cabeza echada hacia atrás y de su garganta surgía una carcajada. Me levanté de un salto y estuve a punto de agarrarle cuando vi su cara. Se había arrancado la máscara y abría su boca mientras un flujo de un blanco lechoso emanaba de sus ojos. Monitor seguía sin moverse, sólo se reía, así que lo así, sentí la rigidez de su cuerpo, me quité la máscara, respiré el aire frío y le grité. Lo siguiente que supe fue que estaba acostado en la nieve. La diosa Áspera Unapierna tenía agarrado a Monitor por el cuello. Sus dedos crujieron, lo mismo que su mandíbula. Le habló a Monitor en un idioma que no entendí. Elevó la voz y lo sacudió. JA JA JA. Sus rostros estaban a un palmo de distancia. Una ráfaga de apestoso hedor me hizo vomitar. Pus, polvo y moho. Una época imposible de imaginar. Le quitó a Monitor el artefacto con empuñadura y cinta adhesiva, y pude oír cómo le rompía los dedos CRACK CRACK CRACK. Rugió. Tosió palabras en el mismo idioma que Áspera había hablado. Ella tomó el artefacto por la empuñadura, sacó un cable de su traje y conectó ambos. Vi a Delete por el rabillo del ojo. Se había levantado sin ninguna emoción aparente en la máscara. El fuego de San Telmo bailaba entre sus hombreras. Conectó los condensadores de su traje, listo para atacar. Le grité que no se moviera. Una y otra vez. Mis gritos se elevaban a los cielos. Áspera me miró y me callé. Algo cambió debajo de su piel. Sus ojos no eran fríos e inhumanos, sólo impasibles. Nada me habría impresionado más. Delete cayó de rodillas y hundió las manos en la nieve. Yo sabía que tenía preguntas que hacer. Nos habíamos preparado a conciencia. Áspera se volvió de nuevo hacia monitor, le apartó la cabeza y clavó la aguja a un lado de su cuello. Una luz verde brilló en el artefacto y un pistón comenzó a moverse arriba y abajo. Bombeando. Vimos cómo palidecía la piel de Monitor y se quedaba tirante sobre sus músculos. Se desvaneció. Su cuerpo tembló. Creí que ya había pasado todo cuando empezó a hablar. Muy bajo, con mucha calma. Áspera le respondió en el mismo tono, acariciando su cabello. Le sonrió. Él se quedó en silencio. Le abandonaron las fuerzas. Áspera dejó que se deslizara hasta el suelo y soltó el cable de la bomba. El flujo blanco se derramó endureciéndose como una piedra. Ella cerró el grifo y me observó de nuevo. Se me quedó mirando. Yo no estaba seguro de si se había quedado dormida o estaba atrapada en un estado desconocido para los simples mortales. Volví a ver el movimiento debajo de su piel y supe que iba a hablar.

—Este hombre no era real. —Sus ojos vagaron de aquí para allá, como si estuviera pensando. Asintió—. No cronista. Se volvió hacia las montañas y se fue.

NÚCLEO ENLAZADO DE DATOS: AMBROSIA Los cartuchos son inseguros. No sabemos cómo se activan o lo que contienen, sólo quién los quiere. Áspera llama a estos cartuchos «Ambrosia». Es todo lo que sabemos. Todas las muestras a mano son cilindros de 36 cm de alto, con un radio de 15 cm. Los bordes son redondeados. Un logo impreso del tamaño de la palma de la mano que reza GR identifica al fabricante como el Grupo de Recombinación. La dureza del material sugiere algún tipo de cerámica. El cartucho es de color blanco, sin rastro de barniz o inscripciones. No parece haber mecanismo alguno de apertura. No es aconsejable abrirlo a la fuerza. Hay datos básicos antiguos que describen el procedimiento. Los cristales son extraídos de la cerámica bajo el efecto de una alta temperatura que disuelve el cartucho rápidamente. Cuando la descarga toca materia orgánica, se adhiere a la superficie y entra por todos los poros. Plantas y animales quedan petrificados por igual en carbono negro que desarrolla corales fractales en minutos. El contenido del cartucho puede cambiar su estado de agregación. Un instante tiene la textura de la sangre. Al siguiente, puede endurecerse de improviso en una capa gelatinosa. O una bruma cambiante. Tenemos muchas razones para pensar que este no es el comportamiento estándar del cartucho. Al final de la era de los antecesores, el Grupo de Recombinación controlaba el mercado farmacéutico. Se dice que la materia blanca era capaz de combatir ciertas enfermedades a través de transpondedores. Capaz de acceder a la raíz de cualquier organismo. No podemos confirmarlo; esta tecnología se nos escapa. Por ahora. Los últimos esfuerzos por contactar con Áspera fueron inútiles y desagradables. Nuestros ultimadores tampoco han vuelto de los dominios del Chernobog. Y el Rompehielos sólo visita el hospital de Gdansk una vez por año. Nunca hemos coincidido hasta ahora. Estamos siguiendo otras pistas. Por ejemplo, las que apuntan a un antiguo llamado Gusev. Los merodeadores son conscientes de que tenemos los cartuchos de Ambrosia y sabemos que ellos también los quieren. Tal vez podamos llegar a un acuerdo con ellos, pero quizás... hayamos sellado nuestro propio destino.

HACIA ADELANTE

45

CHERNOBOG Aquí abajo reina un eterno crepúsculo. Pinos gigantes han crecido por encima de las ruinas en el noreste de Borca. El polvo de nieve se filtra a través de las ramas. El suelo está congelado. Las fauces abiertas de las trampas para osos son invisibles. Los lobos vagan sobre ellas, pero las trampas no se cierran. Esperan a una presa más grande. Los bosques son antiguos y fríos, pero algo vive dentro. Algo que es mucho más antiguo y frío. Los borcanos orientales llevan siglos contando las mismas historias sobre un gigante cuya alma fue erosionada por el tiempo. Al final se la llevó la muerte, pero el cuerpo permaneció atrapado en el limbo eterno. Descendió por los abismos de las ruinas y permaneció allí durante muchos inviernos, convertido en su sombra y maldición. Cuando emergió, los chamanes anunciaron el amanecer de una nueva era. Los miembros del clan temblaron de miedo. El gigante avanzó pesadamente hacia adelante como un árbol que cae; su cuerpo parecía talmente hecho de madera muerta que crepitaba al astillarse a cada paso. Todo el que se atrevió a acercarse pudo ver al gigante. Su cuerpo cónico, las cuencas de los ojos vacías, la nariz magullada. Vieron los cables blanquecinos que sobresalían de su cráneo cayendo como una cascada sobre una capa de color negro. Algunos cables traspasaban su piel. Otros se trenzaban en el extremo con cráneos de rata y artefactos brillantes. El gigante movía el cráneo adelante y atrás como si estuviera olisqueando. Estaba ciego, pero lo veía todo. El pueblo del bosque lo llamó Chernobog, el Dios Negro. Tiraron a su barranco pieles de gendo, estatuillas cónicas talladas y miel silvestre envuelta en tela, con la esperanza de perpetuar su sueño en las profundidades. Pero fue en vano. Salió del abismo y vagó por el bosque. Pisoteando, rugiendo.

Los miembros de los clanes lo esquivaban. Abandonaron sus aldeas sin siquiera atreverse a coger la comida y sus pocas pertenencias. El dios tenía derecho sobre todo lo que exigía.

EL INTERLOCUTOR Los momentos de letargo del Dios Negro se fueron acortando. El eco del rugido de Chernobog en el bosque se hizo más frecuente. Los primeros años había perdonado a las poblaciones, pero ahora destruía chozas, pisoteaba altares y derribaba árboles. Si alguien se acercaba a menos de cien pasos lo perseguía con la cabeza echada hacia atrás, su cuerpo cónico acelerando cada vez más, los ojos muertos mirando la cubierta vegetal, las fauces completamente abiertas. Cuando alcanzaba una víctima, la golpeaba sin parar hasta que caía al suelo en un charco de sangre. Y aun así, seguía golpeando hasta que al final lo único que quedaba eran astillas de hueso y comida de cuervos. Una vez, en medio de un pueblo destruido había tirado un artefacto. Era negro e informe, del tamaño de una pequeña pelota. Presentaba unas prolongaciones puntiagudas. El chamán de la aldea conjuró a los amistosos espíritus del bosque, roció el artefacto de cenizas ancestrales y alargo la mano para cogerlo. El artefacto despertó al instante. Una voz descendió algunas octavas hasta alcanzar el tono de un bajo vibrante. El artefacto decía llamarse el «Interlocutor» y compartió los secretos del Dios Negro con el chamán. Después, Chernobog habló a los chamanes a través del Interlocutor. A medida que se

otorgaban más Interlocutores, se iban erigiendo templos a su alrededor, se implementaban ritos y se nombraba a los elegidos. Los chamanes sabían cómo apaciguar a su dios. Le ofrecieron cerveza de corteza de sauce y llevaron cestas llenas de datura, belladona y beleño negro hasta su morada. Pusieron trampas. Nada debía perturbar su descanso.

LA SEÑAL En la víspera del 2 de febrero de 2593, los cronistas registraron una señal de onda media en su Clúster. Una secuencia de pulsos cortos y largos fue grabada por completo, pero no entendida. Durante el día, la señal se ahogaba en el ruido estático. Sólo al anochecer era recibida de nuevo con claridad. La estación debía estar a miles de kilómetros de distancia. La dirección aproximada apuntaba hacia Purgare o el Balján. En ese preciso instante, los Interlocutores despertaron en los bosques de Borca del Este. Chernobog resurgió después de más de una década en la oscuridad. Dio indicaciones para que los líderes de las tribus del bosque se le unieran. Mientras lo rodeaban temblando cada vez que golpeaba, les habló a través de los Interlocutores. Las persuasivas palabras salieron claramente de los artefactos, pero su boca no emitió ningún sonido.

VIAJE Chernobog continuó. Más allá del altar de montañas, de los huesos amontonados en su honor, de las rugientes

hogueras, de los mataderos llenos de cadáveres de gendo. Cientos de clanes se le unieron. Salieron arrastrándose de los búnkeres y abandonaron sus chozas. Los pueblos nómadas se apartaron del camino que habían recorrido desde los albores del tiempo. Sentían que algo importante se avecinaba. Cuando Chernobog se detuvo, diez líderes se reunieron en torno a él y levantaron los Interlocutores sobre sus cabezas. Escucharon la extraña voz que hablaba de recompensas. Chernobog no se desvió ni un instante de su camino. No permitía retraso alguno, incluso si tenía que escalar montañas. La República de Praga se extendía ante él, el último bastión de una civilización agonizante. Nadie la había atacado nunca, ni cruzado sus campos de minas o entrado en el radio de tiro de sus nidos de ametralladora. La República de Praga sólo tardó en caer unos días. Los clanes saquearon las ciudades y las antiguas bibliotecas fueron pasto de las llamas. El camino de Chernobog no terminó allí.

RENACIMIENTO La noticia de la caída de Praga se extendió como un reguero de pólvora. Alimentó una idea por toda la tierra; era posible desmantelar el yugo de los poderosos. Los clanes de Borca se volvieron inquietos. Habían perdido antaño sus lugares funerarios y pueblos a manos de jueces y spitalianos. Los baljaníes tampoco sentían ya ninguna obligación hacia los jehammedanos. La idea creció. Tribus que se creían extintas surgieron de las ruinas para declararse soberanas. Había llegado el momento de que todos los colectivos temieran su poder. Los clanes han regresado.

HACIA ADELANTE

47

CAPÍTULO

C U LT U R A S

P O LV O D E E S T R E L L A S

La luz de las luciérnagas se reflejaba en los paneles de cristal de la máscara de gas. El preservista trató de aplastarlas, pero lo esquivaron bailando en la brisa y formando complejos dibujos. Las revoloteadoras líneas desplegaron círculos que se entrelazaron en una galaxia de esferas, sólo para dispersarse de nuevo al instante. —Como polvo de estrellas —murmuró débilmente la voz del preservista a través del filtro. Afuera llovía; el agua goteaba del techo. La luz pálida se colaba en el pasillo a través de una puerta, compitiendo con el brillo de las luciérnagas. La pared estaba podrida por la humedad y todos los azulejos se habían desprendido. Los fragmentos crujían bajo sus pies. Levantó su espada y observó el vuelo espiral de las luciérnagas alrededor de la hoja, que era el centro de los nuevos patrones. —Las líneas de campo. —¿Qué? —Una figura apareció a su lado. El preservista volvió la cabeza. La cercana cara estaba hinchada; una película de grasa brillaba en las mejillas, la nariz y la frente. Las pestañas parecían de goma, las gotas de lluvia titilaban entre pegotes amarillos. Casi no se podían distinguir los tres rombos de la frente. El preservista señaló al pasillo. —Está aquí. El anabaptista asintió, mostrando sus dientes y su fétida sonrisa. Aflojó la correa de su lanzallamas y cogió la culata con la mano derecha. Pasó junto al preservista. El tanque de su espalda se bamboleaba a cada paso con un líquido sonido. Pasó por encima de raíces gruesas como un brazo y se agachó para atravesar una cortina de materia orgánica. —Anabaptista, somos emisarios. —El preservista golpeó el tanque con el dorso su espada. El metal sonó anormalmente alto. El anabaptista se detuvo.

—Otra vez... más... —Sus hombros subían y bajaban. El preservista se inclinó. Las raíces estaban infestadas de hormigas. Los insectos habían construido puentes de tierra entre ellas, creando una red de calles. El preservista miró al anabaptista. —¿Qué es ese olor? —Como de alguien hecho de mierda. Ya hablaremos de ello luego. El preservista se levantó de un salto y se apresuró. El corredor daba a un pasillo. El techo se había derrumbado en el centro. La lluvia caía mojando a un coloso pálido. El preservista guardó su espada, inclinó la cabeza y empezó a caminar despacio. El agua brillaba por el aceite. El aire era pesado, dulce y olía a almizcle, incluso a través de la máscara de gas. El preservista pasó por encima del barro donde insectos negros buscaban refugiarse del agua. —MIRA. El preservista se detuvo y levantó la cabeza. Un pálido cuerpo hinchado estaba instalado entre el barro brillante. Varias mujeres desnudas se apretaban a su lado, protegiendo al feromante de la lluvia. Se estremeció; tenían el cabello pegado a la cabeza. Sus manos acariciaban la pálida carne, tocaban las glándulas o introducían los dedos en ellas. No habían visto al preservista. —EL PACTO. Los ojos del feromante eran negros y vidriosos. Las glándulas del tamaño de canicas que tenía bajo sus párpados parecían otros ojos cerrados. Crecieron y retrocedieron. Movió los labios en una sonrisa temblorosa. —Kanavog el spitaliano te manda recuerdos. —CONOCE TUS ASUNTOS. FUEGO Y ACERO. —Mantenemos el pacto. Nuestras tropas se han retirado. Ya lo sabes. —SIIIIÍ. —La palabra sonó como si el feromante hubiera

exhalado todo el aire. Los cuerpos se movieron y cambiaron. Una mujer levantó la vista y por un momento hubo un brillo de comprensión en sus ojos. Luego se dejó caer. —Nuestra parte. ¿Qué hay de la tuya? Una de las mujeres se deslizó y se arrastró por el lodo hacia el preservista. Tenía el pelo enmarañado, el cuerpo demacrado y los ojos hundidos. El preservista pudo verle las costillas y reconocer los aguijones en la ingle. Respiró pesadamente, cerró los puños. La mujer le tendió algo. Él lo tomó, le tocó la mano y buscó en su mirada una chispa de resistencia o incluso una petición de ayuda. Nada. La mujer se escabulló de vuelta. En su mano había dejado un pequeño frasco con tapón. —PARA QUÉ. El preservista vaciló. —MÁS CERCA. De repente, el cuerpo del feromante pareció brillar. Empezó a llover más débilmente con un olor a desinfectante. Los colores eran mucho más intensos. El preservista advirtió entonces los musgos en el suelo y el liquen que colgaba del agujero en el techo. Su verde era impresionante. Sacudió la cabeza y dio un paso. —Kanavog... —MÁS CERCA. El preservista respiró suavemente. Pudo lamer su aliento. Introdujo el vial en el reverso de su guante. Empezó a irse poco a poco. Fuera de allí. Algo le dio un codazo. El anabaptista pasó a su lado hacia el feromante. Su cabeza colgaba como si estuviera sonámbulo. Se le cayó el escupefuego en el barro y arrastró consigo el tubo de gas. Apartó a una de las mujeres, buscando asirse al vientre informe como un saco lleno de piedras y cubierto con poros negros del feromante. —SABE A MENTIRA.

El anabaptista se estremeció como si lo hubiera sido golpeado. —¿Qué... ? Se cayó de culo, pataleó para alejarse y se levantó. —¡Maldita abominación! —Dio un salto y pateó el vientre redondeado. Se formaron ondas en el enorme volumen de grasa. Las mujeres lloraban. El feromante creció. Las dobles líneas de glándulas en el cuello hinchado explotaron en una nube rosa. Ríos de hormigas surgieron a borbotones de los poros de su vientre, deslizándose sobre su carne como alquitrán y goteando en el agua. Galaxias turbulentas de luciérnagas se arrojaron sobre el anabaptista, iluminándole. Éste golpeaba con brazos y piernas. El preservista sacó su espada, la levantó y se acercó al anabaptista bajo la luz de mil puntitos brillantes. El primer golpe dio en el tanque. Se dio la vuelta y salió corriendo. Cuando llegó al acceso del corredor se detuvo, arrancó la pistola de señales de la funda y disparó tres bolas brillantes hacia la sala. Su luz roja pintó rastros luminosos en el aire. Una acertó en el agua y rebotó hacia arriba. El fogonazo borró los contornos. La onda expansiva golpeó al preservista y lo lanzó hacia el pasillo. El yeso se descascarillaba de las paredes y los azulejos cayeron al suelo. El techo crujió. La luz del fuego en la sala iluminó el pasillo. El preservista rodó murmurando «ya hablaremos de ello luego» cuando se levantó. Recorrió los últimos escalones de la entrada, salió a un día lluvioso y se arrancó la máscara. El agua corrió por su cráneo afeitado. Sacó el vial del guante y lo sostuvo contra la luz. Vórtices negros se levantaron, aplastándose contra el vidrio donde tocaba con sus dedos. Sonrió. —Polvo de estrellas.

POLVO DE ESTRELLAS

51

EL LEGADO DE LOS ANTIGUOS

BORCA CRÁTER DE CENIZA Las corrientes descendentes recorren los flancos del cráter. Perforan profundamente en el interior de su base, producen un gran mar de polvo rojo, levantan nubes del tamaño de una montaña y las transportan por todo el país. Los cuervos tratan de escuchar atentamente. Sienten la nube. Extienden sus alas, dan varios saltos y de repente echan a volar en bandada. Huyen. Justo a tiempo. El sol se ahoga en un rojo pálido. El viento ha amainado. Una niebla roja se cierne sobre Borca. Se disipa revelando bosques de pálidos monolitos. Algunos están hundidos o rotos; de ellos sobresalen puntales de hierro como extrañas ramas de árboles. Se elevan en medio de antiguas ruinas laberínticas. Las paredes han sido conquistadas por un liquen amarillo que pelea contra el musgo por el territorio. De las ventanas sobresalen arbustos polvorientos; los abedules crecen entre los edificios perforando profundamente el suelo con sus raíces hasta el laberinto inferior de túneles y tuberías olvidados. Se han acumulado dunas de polvo rojo en los cañones urbanos que se van disolviendo lentamente. Los escarabajos zumban en la superficie, despliegan sus alas y se van en busca de comida.

Borca es un desierto de piedra y polvo lleno de edificios gigantes, interminables laberintos de piedra, cráteres tomados por la maleza y extensas llanuras. Señales deterioradas, rodeadas de vegetación y líquenes, indican la dirección de ciudades hundidas. Bajo el barniz de los siglos, las maravillas técnicas rebozadas en ceniza y tierra esperan a que una pala las descubra. Los habitantes de la zona son personas difíciles y obstinadas como la hierba que crece a pesar del polvo. Ellos no ven la decadencia, sino las oportunidades. Las ruinas y los campos ricos en artefactos son su legado, pero por ahora no son su futuro. Construyen un mundo nuevo pieza por pieza, erigiendo de las ruinas metrópolis como Justiciano, Ciudad Catedral u Osmán, dividiendo la tierra en parcelas que reclamar y fortificar. Pero la muerte acecha en las sombras. Sus dientes son puntiagudos. Su boca una ranura. Los huesos rasgan su piel. Sus manos blanden cuchillos de piedra, lanzas o tubos de hierro. Los salvajes han estado ahí siempre, antaño sobreviviendo como gentes libres en las ruinas de sus antepasados. Fueron vapuleados por las grandes civilizaciones de la superficie que los exiliaron bajo tierra, pero han vuelto. Tomarán lo que consideran suyo… y tal vez algo más.

BORCA

53

U N C U E R P O PA R T I D O E N D O S Todo está en movimiento. Las luciérnagas vuelan a través de las nubes iluminando el cielo. Más allá de riachuelos de lava solidificada, de montones de ceniza que cubren hasta la rodilla y al otro lado de acantilados y simas, hay géiseres que arrojan vapor y agua hirviendo. La tierra tiembla, rocas se desprenden con estrépito de las alturas, ruedan astillándose y caen con fuerza sobre otras. El magma brota a lo largo de los bordes y emite un resplandor rojizo sobre la devastación. La tierra que una vez dio granos dorados es ahora tan dura y fértil como el carbón. De los charcos de escoria en ebullición salen columnas de humo amarillo. Los pulmones sin protección para respirar estallan. Animales y seres humanos quemados por igual se deshacen en hollín. Ya no queda nada con vida. Se trata del Golpe del Segador, un fenómeno tectónico que comienza en las latitudes del norte helado de Borca para, a continuación, cortar a través de los Alpes en un arco dirigido hacia el sur que llega hasta las costas de África en el Mediterráneo. La tierra se ha desgarrado a lo largo de esta línea formando una cicatriz de rocas del tamaño de ciudades cortadas en vertical durante muchos cientos de kilómetros. Algunos ríos fueron arrastrados de sus cauces para subsumirse por los bordes y reaparecer como géiseres en otros lugares. Las cámaras magmáticas se hinchan justo debajo de la superficie y descargan en forma de volcanes. Borca fue partida en dos por el Golpe del Segador: ambas partes comparten como gemelos los mismos recuerdos

del  pasado, sus creencias y sus raíces culturales. Pero la gente al oeste del Golpe del Segador difiere de la gente al este, puesto que los gemelos tuvieron que pasar su juventud separados unos de otros.

BORCA DEL OESTE El gran mar del norte se ha retirado y en su lugar se encuentran los glaciares avanzando hacia el sur. La nieve cae durante casi todo el año. En verano, los glaciares sudan agua potable que inunda una vasta red de antiguos lechos formando ríos y lagos. Estas aguas no pueden disolver suficiente sal de la tierra, por lo que apenas llega a ser fértil. Más al sur, la naturaleza regresa con fuerza. Los campos de algodón y prados de musgo y líquenes rompen la sobriedad de la tundra con parches amarillos y verdes. Abedules y abetos se empeñan en crecer al rebufo de las ciudades destruidas. Cada vez hace más calor; las herbáceas se mecen al viento en la estepa y los lagos brillan al sol del mediodía. En el aire baila un polvo rojo que recubre los arbustos y genera dunas allí donde lo deposita el viento. Perros salvajes —los gendos— vagan por las ruinas, escarbando en busca de ratas o siguiendo el rastro de los chatarreros que excavan los tesoros del pasado.

Rutas de asfalto atraviesan la tierra cortando laberintos de piedra. Cuanto más se viaja hacia el sur, más alto se elevan los monolitos. Las nubes rojizas son densas. El polvo se levanta de la tierra. Las tormentas lo transportan con fuerza en largos cúmulos que se meten por todas las grietas. Los ojos se secan e inflaman. Los pulmones se estancan. Sólo sobreviven los que llevan gafas o máscaras y se protegen con pañuelos contra el polvo. Los animales son más inteligentes que los humanos. Sienten con antelación las nubes de polvo rojizo y se ocultan. Incluso los enjambres de insectos se refugian en túneles subterráneos. El polvo asciende desde el cráter Wupper y otros puntos de impacto menores. Pero hoy en día ya no aterroriza a las personas. Las tormentas han pasado a ser infrecuentes. La naturaleza se ha acostumbrado al polvo y lo acumula en las raíces de las plantas. Los bosques de abetos lo filtran del viento. Sólo se forman dunas en los cañones urbanos, donde penetran en los subterráneos. Los borcanos se adaptan. Realizan sus labores diarias vestidos con capas de tela gruesa y pieles que hacen parecer un coloso hasta al más débil. Decenas de miles se reparten cada primavera para extraer los tesoros de las ruinas de Borca del Oeste: la chatarra. Graban sus marcas en las ruinas para indicar que un área ha sido expoliada o como advertencia contra los salvajes. Se llevan su botín a las ciudades, donde los preciosos artefactos serán adquiridos por cronistas y el resto será fundido y forjado de nuevo o apilado en las estancias de los chatarreros.

El metal está en todas partes y es barato. Es el material con el que se construyeron los puentes. Conforma los bastidores de puertas y paredes. Pavimenta los caminos. El óxido cruje bajo las suelas de las botas. Los edificios están adornados con campanas de viento fabricadas a partir de chatarra. Se consume sopa en cuencos de hojalata. Por otro lado, la madera es rara y debe ser importada desde lejos. Lo único que queda cerca de los asentamientos son pantanos y bosques que han eludido el hacha por estar lejos de las rutas.

JUSTICIANO En medio de la locura de la chatarra puede encontrarse la metrópolis más grande de Borca: Justiciano la Justa, una fuente de derecho y orden, y un lugar verdaderamente carismático. Los proveedores de la ciudad delimitan sus parcelas con vallas de caña y luchan contra el polvo. Se enfrentan a los spitalianos después de la cosecha. Si el grano está libre de esporas, es aprobado y los sacos son estampados y sellados. Si el trigo se infecta, el proveedor ha perdido un año de duro trabajo. Se exprime a los proveedores en todas partes. Compran fungicidas a los spitalianos y agua en las estaciones de suministro en las que el flujo continúa siempre que inserten las fichas metálicas de los cronistas. Pero todo tiene un límite. Los proveedores se unen, se lamentan y discuten.

BORCA

55

Uno de ellos se levanta para proclamar el Colectivo de Proveedores. Siguen siendo esclavos bajo el yugo de Justiciano, pero la mecha ha prendido. Todo converge en el centro de Justiciano. Los anabaptistas aguardan las convulsiones políticas en su barrio de la Cruz y vigilan cautelosos al barrio jehammedano. Los apocalípticos extienden sus tentáculos en todas direcciones y monopolizan el pecado. Los chavales callejeros han conquistado el barrio de Stukov y se lo han repartido entre sus bandas. Los altavoces de los cronistas se elevan por encima de las casas de la ciudad, las chozas en el barrio de invitados y los edificios adornados con azulejos de los jehammedanos. Una música abigarrada resuena por ellos, solamente interrumpida por anuncios: «¡CIUDADANOS, OS HABLA EL CLÚSTER!”. En los adarves y puentes construidos con láminas acanaladas, los jueces patrullan, fuman hierba y observan a la multitud como muestra de su control absoluto. En medio de un laberinto de hojas de hierro corrugado, pasarelas, chapas de cabinas y máquinas, y guaridas cubiertas con plásticos resistentes, se ha levantado un monolito. La Central Tecnológica, medio derruida y con su fachada cayéndose a pedazos, es más una montaña que una ruina.

Miles de chatarreros anidan en su interior como cucarachas; lo excavan, amplían los túneles y refuerzan los pasillos para darle forma. Aquí se congregan los que disfrutan de la soledad. Los grises lobos solitarios acarrean sacos llenos de artefactos mientras tosen incesantemente; los osos cavernarios, por fin entre seres humanos desde hace muchos inviernos, buscan novia; los ratones se escabullen alrededor de los tejones, haciendo trucos para llamar la atención sobre su agilidad. Los fabricantes de la Central Tecnológica son conocidos más allá de las fronteras de Borca. En sus talleres no sólo producen armas o cerraduras y trampas de alta complejidad, sino también maravillas mecánicas legendarias, construcciones sin sentido que sólo pueden ser el testimonio de la genial locura de su creador. Otro coloso de piedra parece custodiar la explanada de la acrópolis: el Monolito de Acero. El martillo de los Maestros del Acero resuena con sus golpes, dotando de ritmo a la ciudad. El fuego arde con fuerza en la forja. Aquí se fabrican barriles, se talla la madera y se cincelan muebles que se rematan con un «Fiat Lux». Los mosquetes de todos los jueces han pasado por las manos de los Maestros del Acero.

HITOS Las rutas entre asentamientos se marcan con piedras apiladas. Cualquiera que parta de la Fortaleza en los Alpes con destino a la metrópoli de Justiciano en el norte de Borca, se encontrará miles de ellas. Atravesará durante días las llanuras, siguiendo caminos descuidados y cruzando ríos secos. Los Alpes se desvanecen en la niebla.

En el sotobosque acechan salvajes con las caras pintadas de blanco y las cabezas calvas. Se escabullen por todas las esquinas; observan al viajero desde los vanos en las paredes, siempre detrás de él. Su lenguaje es tosco y entrecortado. Ya sólo tienes que seguir el camino, siguiendo en todo momento el cauce del río. No mires hacia

La acrópolis es el hogar de los jueces y cronistas. Está situada en una explanada a la que sólo se puede llegar desde abajo a través de una plataforma elevadora impulsada por un motor. El poder legislativo de los jueces en la acrópolis está concentrado en los edificios oficiales y el Poder Judicial. Sólo hay que caminar un poco entre las monumentales arquitecturas de los jueces para llegar al Clúster Central de los Cronistas. Los paneles solares triangulares, los vagones de ferrocarril, las torres de acero con luces de megavatios y baterías de altavoces, las cúpulas y pasillos sinuosos; todo parece sacado de otro tiempo.

EL PROTECTORADO Antaño, Justiciano significó algo para la gente. Estaba enclavada en el arruinado paisaje conocido como el

atrás, sigue adelante. Los clanes se han apostado en la zona y atacan a cualquiera que cruce las fronteras invisibles. Los comerciantes dejan joyas de Purgare e incluso llegan a quemar coronas en los hitos de piedra para apaciguar a los salvajes.

Pulmón Negro, el lugar donde se reunían cronistas y jueces. La ciudad era un faro en un mar de depredadores y parásitos. En su interior la gente permanecía a salvo y dejaba que los jueces se ocupasen de los problemas. Los jueces eran fuertes entonces. Recorrían el Pulmón Negro hombro con hombro, aplastando a los clanes en su avance como a cucarachas golpeadas con sus martillos. Los gritos de guerra resonaron en las amplias calles de la ciudad cuando cientos de salvajes cargaron contra la relampagueante descarga de los mosquetes de los jueces. Los restantes fueron detenidos y asesinados y las cabezas de los martillos de hierro se limpiaron en el polvo. La paz sabía a sangre. El Código se difundió como un cuerpo de leyes. Nadie, ni siquiera los proveedores de los campos de Justiciano, fueron capaces de oponerse a esta colección de leyes. Los spitalianos controlaban el comercio de grano y los bulbos de Sepsis, permitiendo el acceso al mercado sólo a los

alimentos certificados. Normas, normas por encima de todo. Si alguien se hartaba de ellas, siempre podía probar suerte en el desierto. Quienes se rebelaron o violaron las leyes, acabaron en campos de trabajo para poder pagar las deudas contraídas con Justiciano. El Código dividió a la gente en ciudadanos y forajidos. Pero los jueces no se percataron de que apretaban gradualmente el corsé del control y dejaban a la gente sin aliento. Aun así, Justiciano floreció y algunos jueces fueron enviados a los pueblos cercanos para ofrecerles protección a cambio de su sometimiento. Así nació el Protectorado. Asentamientos como Mobilis, Ferropol, Wetzlar y otros muchos se unieron por falta de alternativas. Desde entonces, el Protectorado se ha ido extendiendo, tragándose una comunidad tras otra. Se levantaron en las plazas de los pueblos piedras del juicio con martillos cincelados tan altas como una persona y se establecieron juzgados. Pero eso ya es pasado.

VIEJAS RENCILLAS Los clanes se debilitaron, pero nunca fueron conquistados. Se refugiaron en las ruinas, marcaron con piedras pulidas las tumbas de los que habían caído y gritaron su dolor en la noche. Estuvieron atentos cuando el Corroído y sus hordas tomaron Praga. Se suponía que era invencible; todo el país era una fortaleza. Ningún forastero había llegado nunca al otro lado de las colinas, aunque sólo fuera para poder contemplar las torres de oro. Incluso los spitalianos no pudieron tomarla. Praga era demasiado poderosa. Un poco como Justiciano. Los clanes salen arrastrándose de sus escondites para reunirse, armados hasta los dientes con su odio. Se pintan sus insectos totémicos en el cuerpo, afilan sus lanzas y limpian sus fusiles. Atacan los convoyes con furia, destrozando todo lo que les recuerda a Justiciano. Aparecen en medio del Pulmón Negro enviando una lluvia de flechas sobre los jueces o los hacen caer en sus trampas. La lanza choca con el martillo, la madera se astilla y los huesos se rompen. ¡Son muchos! Los jueces son tirados de sus caballos, tratan de ponerse en pie y apenas logran levantar un brazo cuando la maza de piedra les golpea. Días después, chatarreros hallan los cuerpos. Cuelgan clavados en las paredes formando una línea con barras de la longitud de un antebrazo sobresaliendo de su cuello o vientre. Las mandíbulas dislocadas cuelgan oblicuamente de sus caras. Las cucarachas pululan alrededor del abismo de sus bocas. La brutalidad de los clanes consterna al Protectorado. Los asentamientos caen uno tras otro. Las piedras del juicio son derribabas y hechas añicos. Esto no tiene que ver sólo con los cañones de la ciudad o las cuevas de acuíferos, ni tampoco con las necrópolis sagradas. Los salvajes

interrumpen los suministros de los jueces y no se detendrán ni siquiera cuando hayan reconquistado la totalidad de su territorio. Quieren Justiciano. Pero ahora que es necesario, los colectivos se unen. Esta vez, los jueces, spitalianos, anabaptistas, cronistas y jehammedanos están en el mismo bando. Los chatarreros traen noticias de la tierra baldía, los hellvéticos protegen los convoyes. Borca está en guerra.

L A Ú LT I M A B A TA L L A La ciudad de Wetzlar marca la frontera meridional del Protectorado de Justiciano. Es el último bastión de resistencia del juez Rubeau. Mientas los clanes avanzan cada día más audaces, los protectores se baten en retirada. Justiciano tiene que ser protegida a cualquier precio. Todavía quedan jueces ancianos y arrugados que han vivido en el polvo durante demasiado tiempo como para aguantar al senado y sus intrigas, pero que son demasiado viejos para ir a la guerra. Son los únicos que quedan para proteger los puestos de avanzada, apoyándose firmemente sobre el mango de sus martillos como diciendo: «Aquí todavía se aplica la ley de Justiciano». Pero la tormenta está llegando. Lo ven en las caras de la gente que han jurado proteger.

LA ULCERACIÓN La Sepsis había consumido el suelo bajo las ruinas de Menden durante décadas sin que nadie se diera cuenta; pasó por varias metamorfosis y, al final, el suelo se arqueó. El micelio brotó y se abrió paso rompiendo la superficie, floreció y desarrolló las coronas. Éstas reventaron vomitando sus esporas al viento. El primer ciclo se había completado. El anillo interior se derrumbó y se formó otro. El campo de esporas floreció. Las ruinas que tenía encima se fueron agrietando. Pasaron los años. De un puñado de esporas se desarrolló un campo de esporas madre de más de mil pasos de diámetro. El muro exterior medía más de quince pasos de altura. Entonces lo encontraron los spitalianos. No vacilaron. Se desplegaron en líneas conducidas por preservistas a lomos de caballos asustados. Rodearon el campo y atacaron la Sepsis florecida con fuego y fungicidas. Enterraron cilindros de cerámica en el anillo exterior e introdujeron otros más adentro. Después se retiraron y detonaron los cilindros. Las explosiones en cadena destrozaron el muro y sacudieron las ruinas. Levantaron una nube gigante de esporas y polvo. Pero había algo más. Un humo negro emanaba de la nube de polvo. Se expandió y a continuación se contrajo para hundirse de nuevo en la tierra. El suelo se hinchó convertido en una

BORCA

57

esponja porosa; su color cambió a un negro azabache. Estructuras coralinas de carbono crecieron hacia el cielo, residuos vegetales cristalinos levantaron sus hojas al viento y refractaron la luz de forma extraña. La oscuridad siguió expandiéndose con un chasquido, devorando el campo de esporas, infectando las ruinas y transformando ratas e insectos en estructuras de carbono puro. La Ulceración sustituyó al campo de esporas muerto. Un día después de detonar los cartuchos de nanorrobots, la expansión se ha ralentizado. Pero aún no se ha detenido por completo. Crece en el borde de la Ulceración surgiendo de la tierra, como crece el pelo. Forma largos bucles en un patrón regular, similar a los símbolos de los chakras que los spitalianos han registrado en las proximidades de los psiconautas. Pero sólo son similares, no idénticos. Aun así, los spitalianos se muestran alarmados. Estas formas se parecen demasiado a un nuevo chakra terrestre.

E L S P I TA L En los campos de ruinas al sur del Pulmón Negro hay un área que muchos llaman simplemente «Spital». Está dividida en varias regiones, la más externa de las cuales se conoce como Apéndice. Allí se examina y trata a los afligidos, separados en diferentes estancias para enfermos según una clasificación estricta por tipos de patógenos. Los médicos les atienden, les recetan medicinas o les cambian los vendajes. El Corpus comienza tras las paredes que ofrecen seguridad. Únicamente los spitalianos y algunos elegidos más tienen acceso a este anillo interior con sus laboratorios. En su centro se erige el propio Spital, un bloque de hormigón con edificios adyacentes construidos por los antecesores. Los spitalianos tienen más casas en el Pulmón Negro. Cerca de Arnsberg, los pájaros se pudren en las carreteras de acceso; las ratas e insectos se encuentran a su lado, cubriéndose de polvo en silencio. Sólo quedan los tocones de los árboles. La zona está contaminada, una buena razón para mantenerse alejado. Pero no la única. Porque en la fortaleza de Arnsberg reside con su séquito Kranzler, jefe de los preservistas. La casta guerrera de los spitalianos se ha instalado allí para disfrutar de la soledad. Los preservistas crían a sus caballos en una granja cercana llamada Nueva Kranz. Esta tierra también es propiedad de los spitalianos y no permiten el acceso.

Ferropol fue durante años una fragua hasta que los Maestros del Acero fueron reclamados en Justiciano. Ahora viven y trabajan allí, en el Monolito de Acero, bajo la atenta mirada de los Jueces. En los años que siguieron, los jueces trasladaron forajidos a Ferropol, los encarcelaron y los olvidaron. La ciudad había perdido la bendición de Justiciano. El apocalíptico Apok, que había ayudado a los jueces durante años, acabó convirtiéndose en su gobernante. Desde entonces, Ferropol es un paraíso para todos los indeseados de Justiciano. Aquí se puede comprar cualquier cosa o a cualquier persona.

EL LLUVIA El cauce de un río divide en dos a Borca del Oeste desde los Alpes hasta la Barrera de Hielo. Es una reliquia como muchos artefactos del país porque su río, el Lluvia, se ha secado. Su lecho en los Alpes aún se alimenta de arroyos de montaña y el derretimiento glaciar en la primavera. Recorre su antigua cuenca como un arroyo y más tarde como un riachuelo. Los abedules se alinean en la orilla, el agua moja sus raíces y erosiona profundamente la arena de río. La hierba es verde y alta. De vez en cuando, la corriente se embalsa antes de que las aguas vuelvan a su cauce. La corriente pasa por debajo de muelles solitarios y caminos hundidos hasta llegar a la famosa ciudad en ruinas de Noret. Las espigas de maíz se mecen al viento. El trigo silvestre crece en el antiguo cauce, una línea de oro entre el gris y el rojo polvorientos. El trigo sigue al Lluvia hacia el norte, creciendo en masa frente a Ciudad Catedral y algo más raquítico a la sombra del Gran Acueducto, conquistando un estanque tras otro. Hubo un tiempo en que el Lluvia era surcado por barcos. Ahora, sus ajados restos forman charcos sobre el barro petrificado. Aunque los barcos ya no puedan navegar por él hoy en día, todavía se lo considera una ruta comercial. En las orillas y en el lecho del río aún se encuentran las huellas de profundos surcos que han ido excavando las ruedas. La ruta hacia Liqua está salpicada de torres de piedra. La mayor parte de las rutas han sido abandonadas y expoliadas desde el levantamiento de los clanes. Otras están en manos de clanes que exigen un peaje.

CIUDAD CATEDRAL FERROPOL Las kilométricas nubes de polvo descienden todos los días sobre Ferropol en la ladera occidental del cráter Wupper, flotando a través de callejones, puliendo metal y piedra. Las dunas van tomando las plazas. Barrios enteros desaparecen durante días o tienen que ser rescatados excavando. Unos insectos del tamaño de la palma de la mano, llamados ferritas, vagan por la zona. Con su icor disuelven el hierro, lo ingieren y lo fijan en sus caparazones. Los spitalianos dicen que es interesante, pero lo que realmente quieren decir es «preocupante».

La gente tiene que estirar el cuello hacia atrás para ver los majestuosos arcos de piedra sobre altos pilares. El agua corre por canales en las alturas desde las fuentes hasta los asentamientos de los anabaptistas. Estos acueductos se han construido con piedras labradas a partir de escombros, unidas cuidadosamente con mortero y parcialmente recubiertas de láminas de metal o azulejos de caliza. Los pilares que sostienen a los más grandes están huecos; los anabaptistas los utilizan como cuarteles o salas de oración. Los pilares más pequeños no fueron construidos en piedra, sino que consisten en un armazón inclinado de hojalata.

Una red de acueductos recorre Borca del Oeste y en el centro de los cursos de agua se encuentra Ciudad Catedral, santuario y hogar de los anabaptistas. Si te acercas a través del antiguo lecho del río Lluvia, lo primero que puedes ver es la silueta de las Torres Gemelas en la bruma. Se han ennegrecido con la edad y sus piedras las hacen parecer estacas roídas. Una vez cerca, se pueden ver las gárgolas y estatuas de la fachada, portales y torres, ventanas de arco apuntado con vidrieras, todo ello elevándose hacia las alturas. Este escenario escultural logra que las personas parezcan pequeñas. La ciudad está rodeada por una muralla con contrafuertes y un adarve cubierto. La albañilería a sus pies muestra psiconautas y anabaptistas de leyenda enzarzados en una batalla mortal. Montones de escombros o ruinas llenas de tierra rompen la unidad de la muralla en varios puntos. En ellos crecen los abedules y el musgo cubre las escarpadas paredes. Para acceder a la ciudad hay que descender por un túnel construido por los antecesores y cruzar la línea defensiva por el subsuelo. Los anabaptistas custodian las entradas, pero al final todo el mundo es bienvenido. Ciudad Catedral se divide en bloques. Extensas plazas de armas con pilas bautismales se alternan con edificios de dos pisos, el bloque de forja, almazaras, fábricas, plantaciones y jardines que están protegidos por velas contra el polvo y vallas de caña. Todo en la ciudad está rodeado de acueductos y marcos rectangulares. El agua discurre a través de canales junto a carreteras, evacuando excrementos y suciedad fuera de la ciudad. Cuando se obstruyen los desagües y la maloliente orina se extiende por el pavimento, llegan rápidamente jóvenes ascetas con palas. El Gran Acueducto toca el techo de la nave de la catedral. Están conectados por medio de una tubería. Se dice que el agua corre a través de un sistema de conductos por las paredes de la catedral y emerge de las gárgolas en el coro, donde residen los ocho bautistas y el Concilio de Emanaciones.

E X Á LTA R Exáltar fue una vez el epítome de la civilización. Luego fue aplastada en las Guerras Urbanas. Exáltar fue olvidada; ningún mapa del Protectorado la ha vuelto a mostrar. En realidad se debió a la ignorancia de Justiciano. Hace unos meses, los jueces encontraron Exáltar, un asentamiento vivo en los campos de ruinas al sudoeste. Techos abovedados se apoyan sobre pilones de siete metros de alto, cubriendo numerosos acres. Una luz amarilla se filtra a través de los paneles de vidrio tomados por líquenes, aumentando la sensación de estar en otro mundo y realidad. Algunas partes de la ciudad siguen cubiertas de polvo, pero los habitantes de Exáltar trabajan voluntariamente pala en mano, haciendo espacio para los que regresen. Descubren antecámaras de un complejo gigante, cada una tan grande como para contener la Central Tecnológica de Justiciano. Se limpia de polvo un letrero a la altura de los ojos que reza «GR» en un azul brillante. El clan de Exáltar crece y se prepara para escribir de nuevo la historia.

LIQUA La gente huyó de Exáltar después de las Guerras Urbanas. Uno de los grupos de refugiados encontró agua en el oeste del Pulmón Negro, procediendo a fortificar el pozo para asentarse. Los refugiados se lamieron las heridas. Vivían en sus carros y siempre estaban listos para continuar su camino. Pero el depósito no se agotaba. Gracias a una anomalía geológica, el agua se concentraba en los sótanos y túneles debajo del campamento. Decidieron quedarse. Décadas más tarde, el campamento se había convertido en una ciudad llamada Liqua. Cuatro señores del agua controlaban las fuentes y vendían su agua a los asentamientos del Protectorado y Ciudad Catedral. Los anabaptistas no andaban muy lejos. Sellaron pactos con los liquanos y sus líderes. Firmaron contrato tras contrato, se infiltraron en la línea de sucesión, se sentaron junto a los señores, inspeccionaron todos los tratados con los enclaves del Pulmón Negro y finalmente le dijeron a la gente que Liqua estaba bajo la influencia de Ciudad Catedral. Desde entonces, dos de los señores del agua han sido siempre anabaptistas. Cuando Exáltar fue redescubierta, la población de Liqua permaneció alerta. Se intercambiaron misivas y regalos, se estrecharon manos y todo bajo la atenta mirada de los anabaptistas. Ciudad Catedral no podía entender qué había ocurrido. Sólo cuando los habitantes de Exalta entraron en Liqua mientras eran vitoreados por la población, en Ciudad Catedral se dieron cuenta de que los días de calma había pasado. Se retiraron por el momento, ya que las fuentes son demasiado importantes para Ciudad Catedral.

NORET Noret está atrapada en el tiempo: se dice que la ciudad ha permanecido 500 años intacta. La vegetación va conquistando gradualmente los viejos edificios. Los árboles y arbustos crecen en las calles y tejados, el musgo cubre las paredes. En los condados y el lecho del río Lluvia crecen arbustos con frutos de un color rosa pálido. Nadie los recoge. Caen en el lodo y se pudren. Cuenta con guardianes: gráciles movimientos bajo trapos podridos, metal bajo la sombra de capuchas. Sus voces distorsionadas modulan los sonidos como por casualidad. Cualquiera que se acerque demasiado a Noret no volverá a salir de la ciudad.

RAMEIN Hace más de 20 inviernos, una estrella impactó en la capital de la región. A la onda de choque de la detonación siguió un terremoto político que llevó a la secta sacerdotal de los mecanos y a la secta guerrera de los neumantes al poder. Enfrentaron a los clanes de la región de Ramein entre sí y se autonombraron guardianes del orden. Calcularon mal sus respectivas posibilidades.

BORCA

59

Al final, el clan fosforita se les escapó y atacó la capital reconstruida, Nullpellia. Los neumantes respondieron con sus armas de vapor. El sonido de sus Martillos Neumáticos resonó por toda la ciudad durante días. Los defensores ganaron, pero Nullpellia había sido aplastada entre las líneas del frente. La alianza entre mecanos y neumantes se había agotado y finalmente se rompió. Los mecanos habían preparado una insidiosa trampa en el camino de los neumantes, engañándolos igual que a todos los demás. Fue la gota que colmó el vaso. Los sacerdotes neumantes huyeron bajo tierra y establecieron allí una base desde donde recuperar el control de Nullpellia, pero esta vez de manera encubierta. Al mismo tiempo, muchos clanes abandonaron sus hogares devastados y vagaron por territorio prohibido. Hambrientos y desorganizados, fueron tratados con hostilidad. Surgieron las disputas. Desde entonces, todo Ramein ha estado ardiendo.

H E L LV É T I C A La Fortaleza en los Alpes es el cuello de botella de Europa. Sus pasajes y puentes garantizan el tránsito entre Borca del Oeste y Borca del Este en ambos sentidos; Purgare está unida a Borca y Polen por pasos como el Timmelsjoch. Los bastiones de los hellvéticos bloquean el paso de valles y glaciares sobresaliendo de los flancos montañosos, de forma que sólo se aprecian pasajes sombríos entre macizos de hormigón. Los puentes abarcan las distancias entre las montañas y profundos túneles se introducen en la roca y emergen a un día de marcha, justo bajo la luz cegadora de la nieve de los Alpes. Aquellos que desean pasar deben hacer cola con el resto de viajeros que marchan hacia uno de los portales. La entrada está enmarcada entre monolitos de hormigón y emplazamientos de armas tras láminas de acero. Las miles de personas que tratan de entrar son divididas en cuatro columnas por los hellvéticos y deben pagar un peaje. Los que no puedan hacerlo son apartados a un lado. «¿Qué pasa, forastero?». Por supuesto, siempre pueden cruzar las montañas por sus propios medios, pero si se atreven a hacerlo tendrán que esquivar a francotiradores en lo profundo de la nieve, evitar resbalar en superficies de nieve y hielo, e incluso enfrentarse a las tribus salvajes de las montañas. La mayoría de la gente dice que no vale la pena y se limitan a pagar el peaje.

BORCA DEL ESTE Los cronistas del oeste examinan cada artefacto que les muestran los gruñones chatarreros. Los giran en sus manos, los colocan en diversos artilugios, observan los medidores de luz y luego se agolpan juntos y susurran entre sí. Ofrecen un precio y el chatarrero hará bien aceptarlo. Por lógica, nadie que ostente este tipo de influencia puede ser considerado justo. Sin embargo, son los cronistas los que fomentaron esa economía y los que la mantienen con vida.

Los cronistas nunca pudieron establecerse en el este. Una delegación de representantes de alto rango —los fragmentos— desaparecieron allí hace años. Al menos es lo que dicen las fuentes. Desde entonces, algunos cronistas han viajado a Borca del Este, pero no han logrado iniciar una fiebre de la chatarra. Los habitantes de Borca del Este han vuelto a una forma de vida más primitiva sin tecnología. Se han entregado al ciclo anual, siguen los rebaños de bueyes almizcleros o se han retirado a bosques de pinos para vivir en pequeñas comunidades. Aunque el metal es poco frecuente, la madera está a mano y sólo hace falta usar el hacha. Las ciudades de estos antecesores son laberintos verdes ocultos bajo el musgo y custodiados por abetos. Mientras que los chatarreros sólo necesitan rascar el polvo en Borca del Oeste, aquí se verían obligados a dar paladas a través de una densa red de raíces. Sin embargo, hay verdaderos tesoros que desenterrar en estas ciudades que llevan siglos sin ser mancilladas. Sólo los más valiosos son tomados y llevados a Borca del Oeste por las fatigosas carreteras que atraviesan los Alpes.

OSMÁN Osmán es el equivalente de Justiciano en Borca del Este. La ciudad siempre ha sido un semillero de ideas jehammedanas. Los clanes son fuertes y están bien alimentados detrás de los muros de protección. Se enorgullecen de la vida urbana. De los coloridos y ruidosos mercados. De los baños calientes. De la gran biblioteca subterránea establecida por los archiveros de Praga en 2512. Es un jardín edénico, un refugio de un mundo en llamas. La caída de Praga sembró el miedo. ¿De dónde llegaron las hordas que la saquearon? ¿Dónde irán cuando terminen de alimentarse del cadáver de la ciudad agonizante? Los jenízaros, soldados de Osmán, descubren en los bosques y pantanos de todo Borca más y más campamentos y puestos de observación desiertos. Caen en trampas de estacas y escuchan el trueno de los tambores en la distancia. Los salvajes les evitan. Mala señal. Eso significa que están organizados. Las historias se extienden en Osmán; historias de cabecillas que equipan a sus hordas en Praga y las entrenan con armamento nuevo en los bosques. Hace unas semanas, una patrulla de jenízaros divisó una figura con una cornamenta gigante en la cabeza entre la bruma de la mañana, rodeada de docenas de portadores de lanzas. Se cuenta que el cornudo logró romper el primer anillo de defensa de Praga junto al Corroído. Dicen que el suelo vomitó fuego y la tierra tembló, pero su tótem le ayudó. Sus guerreros permanecieron a su lado y golpearon las filas de defensores como una tormenta de metralla. Lo demás es historia. Se sucedieron los primeros ataques a los rebaños de Osmán. El robo de una cabra por aquí, un ismaelita muerto por allá. ¿Es culpa de unos pocos salvajes o el comienzo de una guerra sin cuartel? En un brumoso día de verano de 2595, los habitantes de Osmán oyeron un aullido interminable. Comenzó muy bajo, pero subió gradualmente de intensidad en cuestión

de segundos. Miraron hacia el cielo señalando dos franjas de nubes que se aproximaban en un amplio arco. Los osmanitas reían y debatían, regateaban el precio de especias y telas de colores, pero un instante después todo era una cegadora bola de fuego. La onda expansiva de la explosión fue devastando la ciudad, seguida del fuego y el polvo. La gente era arrastrada y lanzada contra las paredes como muñecos de trapo. Trozos de escombro volaron cientos de metros, estrellándose contra edificios y dejando las cicatrices de la destrucción. El trueno que siguió hizo añicos el vidrio e hizo temblar los edificios. Una nube ocre se elevaba sobre Osmán. Había comenzado.

LA REPÚBLICA DE PRAGA Las montañas que rodean la República de Praga fueron minadas y coronadas con alambres de espino. Los soldados vigilaban las laderas de montañas y valles desde refugios fortificados con los fusiles listos. Otros en trajes de camuflaje gris y negro comprobaban los sensores de movimiento y las alarmas de seguimiento. Los vehículos cisterna patrullaban las murallas. El único acceso oficial a través del valle del Elba estaba restringido a los habitantes de Praga. No se permitían forasteros. Ni siquiera hellvéticos o jueces. Nadie entraba ni salía. Las historias sobre carreteras espléndidas, torres de oro y máquinas del tamaño de bloques de construcción eran exactamente eso: historias. Lo único que se sabe con certeza es que los habitantes de Praga se consideraban a sí mismos arqueólogos. Durante años utilizaron la sustancial influencia que tenían sobre Osmán para fundar la Gran Biblioteca. Pero estas historias hablan del ayer.

El Corroído llegó de noche. A un gesto suyo, las murallas cayeron bajo destellos de luz solar y se dice que sólo con su mirada abrió caminos a través de los campos de minas. Luego vinieron los clanes agolpándose en torno a su dios en descomposición, avanzando a la carrera para meter una cuña entre los habitantes de las defensas de Praga. La República de Praga cayó esa noche. Desde entonces, los clanes provocan disturbios en las calles, se hacen con depósitos de armas y saquean la Ciudad Vieja. Echan abajo las puertas de acero que dan acceso a los búnkeres y entran en los depósitos. Allí se guardan libros, obras de arte y los huesos de criaturas gigantes. En otros depósitos hay armarios llenos de tecnología. Alguien tira de los cables y componentes, y las cintas de luz azul se apagan para siempre. El Corroído ya se ha marchado. Al parecer, Praga nunca fue su destino.

EL HOMBRE DEL SACO Chatarreros y cronistas no son los únicos atraídos por los artefactos en el subsuelo de Borca. Cuando los neolibios africanos hubieron saqueado Franka y Purgare, el colectivo comerciante pasó a reclamar su derecho de conquista sobre Borca. A los cronistas no les hace ninguna gracia. Envían a sus ultimadores para espiar a los invasores extranjeros y sabotear sus vehículos. Propagan rumores sobre devoradores de niños, ritos de sangre y capas hechas de piel humana. Sin embargo, cuando los neolibios entran en un pueblo, se ganan los corazones de los aldeanos con pequeños regalos brillantes de un mundo lejano. Los cronistas se mueren de rabia. Si los neolibios permiten que sus bandas de chatarreros continúen en las ruinas de Borca, no se quedarán sólo en pequeñas historias espeluznantes.

PUREZA La sepsis se está extendiendo. Los campos de esporas surgen de la tierra en Franka, Polen y Purgare, atrayendo a aberrantes y arrastrando a las personas a su perdición. Sólo en Borca se ha evitado hasta ahora. Los spitalianos forman la primera línea de defensa que cubre la tierra con fungicidas y da caza a quienes hayan sucumbido a la Quemazón o lleven la semilla de la Sepsis. Siguen todas las pistas relacionadas con la infestación de esporas y queman enclaves enteros ante la

menor sospecha. Dicen que es una tragedia. Pero que alguien tiene que hacerlo. Los insectos están bajo sospecha en general. En Franka, los spitalianos descubrieron pilas de esporas adheridas a las patas de las avispas y en la saliva contaminada de los cuerpos hinchados de las garrapatas. No cabe la menor duda desde que los feromantes han empezado a lanzar enjambres sobre Borca. Las alimañas insectoides deben ser destruidas. Ahora

hay lámparas para insectos brillando por la noche en los asentamientos del Protectorado. Atraen a moscas y polillas, capturándolas con agua azucarada o matándolas por medio de cables que brillan intensamente. Más tarde, los spitalianos las examinan para saber si están infestadas de esporas. Después se reúnen los aldeanos a observar cómo se preparan y vierten productos químicos sobre el polvo de los insectos. Se producen momentos de tensión. Es mejor que los spitalianos no encuentren nada.

CUANDO EMPIECE EL AÑO MIL QUE SIGUE AL AÑO MIL...

EL HOMBRE HABRÁ

CAMBIADO LA FAZ DE LA TIERRA;

SE PROCLAMARÁ EL SEÑOR Y EL SOBERANO DE LOS BOSQUES Y LAS MANADAS. HABRÁ SURCADO E L S O L Y E L C I E L O Y TRAZADO CAMINOS EN LOS PERO LA TIERRA ESTARÁ

RÍOS Y LOS MARES. DESNUDA Y SERÁ ESTÉRIL.

QUEMARÁ

EL AIRE Y EL AGUA SERÁ FÉTIDA. LA VIDA SE MARCHITARÁ PORQUE EL HOMBRE AGOTARÁ LAS RIQUEZAS DEL MUNDO. Y E L H OMBR E E S TA R Á

SOLO COMO UN LOBO, EN EL

ODIO

A SÍ M I SM O .

[JEAN DE VÉZELAY]

LAS TORRES AGUJA Los cronistas enviaron a dieciséis fragmentos al otro lado del Golpe del Segador para conquistar las torres de transmisión y convertirlas en estaciones de radio permanentes en constante contacto con el Clúster Central en Justiciano. Recibieron el nombre de Torres Aguja por sus elevadas antenas. Se suponía que los chatarreros se reunirían a su alrededor, explorarían las tierras circundantes y llevarían el botín de vuelta a las torres. Igual que en el Protectorado. Las cosas

no ocurrieron así. Sólo ocho fragmentos soCSFWJWJFSPOBMBUSBWFTÓB1FSPGVFTVmDJFOUF  en opinión del Clúster. Así se solventaba el problema de la redundancia.

prostitutas y otros aventureros. Con sus habilidades tecnológicas superiores y las armas de los cronistas, no tardaron en ser dioses en un mundo de superstición.

Los fragmentos llegaron a las torres, expulsaron a los salvajes y se trasladaron a sus nuevos hogares. Incluso instalaron estaciones de radio lejos del control del DPMFDUJWP 4JO FNCBSHP  BM mOBM USJVOGBron los deseos y necesidades humanas. Los fragmentos reunieron a mercenarios,

Todo el mundo sabe del cromo y el iridio en sus torres espejadas, pero sólo sus seguidores tienen conocimiento de lo qué pasó con los otros seis renegados. Seguramente las Torres Aguja sean lugares de peligro, sumisión, aventura y comercio. BORCA

63

EL ENJAMBRE

FRANKA SIN ALIENTO Caparazones quitinosos bailan en el suelo fangoso, rozándolo susurrantes, empujados por el viento. Por encima pasa una caótica nube de alas de insectos, atrapada por una ráfaga. Las hojas otoñales de una en una Franka devorada por los insectos. Del fango se elevan columnas de bruma que se desplazan por la tierra en forma de nubes. Un olor dulzón de decadencia persiste en el aire. Como el aceite, se filtra por cada poro, se instala

en el pecho como un cosquilleo y arrastra todas las emociones a lo más hondo de las sensaciones animales. Es un afrodisíaco para algunos, mientras que a otros les provoca repulsión y miedo. No obstante, todos sienten una paz sublime, como si el aceite calmase las olas de su conciencia. Las emociones como el odio y la resistencia encallan y se hunden en el suelo, esperando su renacimiento.

FRANKA

65

DESCENSO

FEROMANTES

Un asteroide golpeó el Macizo Central. La explosión alcanzó París en pocos minutos, recorriendo las calles, provocando lluvias de chispas, rompiendo cristales y prendiendo fuego a los puestos en el mercado. Cortinas volaron en la tormenta, las nubes se aceleraban. Los vehículos se deslizaron por el pavimento y chocaron contra las paredes de los edificios, las sirenas sonaban sobre la cacofonía. Un destello en el norte y el mar se encabritó. Las explosiones se superpusieron arrancando tierra y rocas a la atmósfera. Llovieron piedras que atravesaron techos y tejados. El horizonte estaba en llamas. El sol no podía penetrar la capa de nubes ni siquiera durante el mediodía. Los campos de trigo que no ardieron por la lluvia de fuego se marchitaron en la penumbra eterna. Los árboles perdieron sus hojas, mientras que las patatas y los nabos se ahogaron bajo una capa de ceniza o se perdieron en las lluvias ácidas. Columnas de vapor rosa se elevaron por encima del Macizo Central como tinta derramada; la más grande penetró girando en las nubes, directa a la estratosfera. Permaneció en el cielo durante meses, hasta que el viento del oeste disipó el vórtice y se lo llevó. Al descender se hundió en la tierra y fue devorando el suelo. La superficie se hinchó. Surgieron unos tenues filamentos en círculos perfectos. Cuerpos frutales se rompieron para liberar las esporas contenidas en su semilla. Infectaron a los insectos y recubrieron los pulmones humanos. La Sepsis había conquistado Francia.

Unas extrañas figuras salieron de las montañas del Macizo Central, que habían sido destrozadas por el impacto del Souffrance. Estaban desnudos; como mucho cubrían sus partes pudendas o llevaban botas. Bultos tuberculosos afeaban sus cuerpos como si sufrieran de alguna enfermedad. Avanzaron con paso inseguro, tambaleándose como borrachos y aun así con vigor y control. Era una danza secreta que usaban para comunicarse. Se comportaban pacíficamente, vagando de un pueblo a otro a su manera y examinando los horrores que la plaga de insectos había traído a los frankeños. Las moscas se posaban sobre ellos, las hormigas subían por sus piernas y formaban círculos superpuestos en sus cuerpos. Los frankeños cogieron sus lanzas y garrotes. ¿Quiénes eran? Los extraños expulsaron a los insectos con un gesto. Ya no se arrastrarían bichos dentro de ollas selladas con hules ni se encontrarían más cochinillas debajo de las piedras. Las aldeas se habían librado de la plaga. Sin embargo, a pesar de sentirse agradecidas seguían sin confiar. Los aberrantes ofrecieron echar una mano a los frankeños para un construir un nuevo comienzo. La aceptaron. Años más tarde, todo el mundo conocía a los extraños como «feromantes». La desconfianza se había desvanecido reemplazada por un amor febril y una sensación de paz. Los insectos no fueron lo único que había quedado atrapado en la red de los feromantes.

INCURSIÓN LA PLAGA La plataforma continental se agrietó y crujió. Los terremotos desgarraron montañas y hundieron llanuras. Los ríos se secaron en las tierras del este, el agua seguía subiendo en la región de la Ile-de-Paris. Los campos se convirtieron en pantanos; los caminos desaparecieron bajo el lodo. Los supervivientes huyeron de la inundación y de las nubes de moscas. Las cucarachas se comieron las provisiones. Las termitas royeron las cajas de almacenamiento. Bichos extraños se diseminaron en los hogares de la gente, atraídos por el sudor, para meterse bajo las axilas o en las ingles y escabullirse con una gota de sangre. Algunos incluso anidaron en el cabello. Los frankeños se retiraron a casas flotantes sobre los ríos y se cubrieron de barro para protegerse. Buscaron las colonias de cría y las destruyeron envenenando el pantano. Sin embargo, todo fue en vano.

El sol producía reflejos en la superficie del Mediterráneo. Olía a algas y agua salada. La arena se apelmazaba en grandes terrones. El aire oscilaba sobre el agua. Una fila de manchas oscuras tembló en el horizonte. Fueron creciendo; mástiles y superestructuras se hicieron visibles, grúas y transportes acarreando lanchas de desembarco. Los frankeños estaban familiarizados con las embarcaciones pesqueras y las balsas que impulsaban con pértigas por el pantano, pero se trataba de fortalezas de hierro con paredes más altas que las colonias de termitas de Souffrance. Estos buques escupían humo hasta quedar envueltos en una nube de productos petroquímicos. Cuando llegaron a un kilómetro de la costa, se introdujeron en el oleaje. Las sogas se soltaron, el agua salpicó. Bajaron las barcas. Los africanos habían llegado a Franka. Saquearon las ciudades costeras, desmantelaron instalaciones portuarias y se lo llevaron todo a Trípol y Bedain. Los frankeños no intentaron detenerlos. ¿Para qué querían la chatarra vieja? Los africanos llegaron a través de

Montpellier y devoraron una ciudad tras otra. Transportaron máquinas desde los polígonos industriales de Lyon y Grenoble en Tanques Pioneros tan altos como casas, sólo para volver a montarlas en Qabis y Túnez. Los neolibios rebosaban alegría a bordo de sus colosos viajeros. Contrataron frankeños engatusándolos con especias y telas de colores para que condujeran a sus tropas expoliadoras hasta las salas de las máquinas. Una vez allí, adularon a los lugareños y los recompensaron cuando estos guardaron los lugares contra los rivales. Algunas de las tribus más antiguas de Franka siguen portando fusiles africanos. Los africanos se apropiaron de todo rastro de los antecesores de estas gentes atrasadas. Cuando se fueron, los respiraderos de las colonias de termitas exteriores se cerraron detrás de ellos y los feromantes extendieron sus redes. Grandes áreas se convirtieron en marjales relegados a vertederos en descomposición. Los primeros años se consideró que había sido una incursión, pero ahora se ve como una liberación. Los frankeños ya no se aferran a lugares y cosas. No pueden recordar el pasado porque no lo conocen. Miran hacia el futuro, vigilando de cerca al verdadero enemigo.

SOUFFRANCE Una montaña de ruinas demolidas, con laderas vidriosas y sin vida, dividida por corrientes de lava solidificada en forma de mares encabritados de basalto. Las esporas brillan en simas ventosas y flotan sobre grandes extensiones de tierra. No pueden salir por ninguno de los callejones y acaban acumulándose como la espuma en una resaca, ascendiendo en el aire sobre las laderas de las montañas y descendiendo otra vez. En este mundo montañoso se ubica el círculo perfecto del cráter Souffrance, donde una ciudad de seres humanos y feromantes se extiende por sus laderas. Los respiraderos se elevan desde el fango hacia el cielo, creciendo por la pendiente del cráter en bosques densos o espaciados a lo largo de lazos invisibles. Los campos de esporas madre empujan su sistema de anillos hacia el exterior. Los movimientos de la tierra han afectado vigorosamente la pared del cráter y agrietado la piedra. Losas de

piedra del tamaño de pequeñas poblaciones se separan y se deslizan estruendosamente hacia las profundidades, aplastando a su paso anillos, respiraderos y toda la vida que florece entre ambos. La piedra queda al descubierto y todo el mundo puede ver que insectos del grosor de un dedo cuajan la superficie esponjosa. Las termitas salen de la pared con terrones de barro en sus mandíbulas. En sólo unos días, la herida es recubierta y han crecido nuevos respiraderos. Personas y olas de brillantes puntos quitinosos avanzan entre hileras de edificios de barro. Las chozas se apoyan en los respiraderos, rodeándolos a diferentes niveles hasta alturas pasmosas. Algunas se han derrumbado y están abandonadas; trozos de polvoriento césped vuelan al viento. Otras están ennegrecidas por los materiales de construcción aún húmedos y de sus aberturas en el techo se elevan columnas de humo. Monumentos de piedra se elevan en las plazas por encima de las cabezas. Están cubiertos con huecos que se asemejan a panales. En ellos brillan gotas de color ambarino: las fibrosas descargas glandulares de los feromantes. Tanto seres humanos como insectos siguen el mismo rastro de feromonas entre monumentos. Nadie permanece mucho tiempo en Souffrance. Para los que se han entregado a los feromantes, los meses que pasan en estas pendientes son una experiencia espiritual que los convierte en uno con los pacificadores. La mayoría son emisarios que eventualmente llevarán la sabiduría de los feromantes a las poblaciones circundantes. Los feromantes marcan su propiedad con marcadores feromonales, lo que permite a sus emisarios trepar con seguridad por la pared del cráter y pasar las barreras de insectos sin ser molestados. Una vez que alcanzan la cresta, se van introduciendo en las coronas donde las reinas feromantes se dedican a criar. Los visitantes de Souffrance consideran que es un honor. Los spitalianos se limitan a sonreír débilmente.

INTOCABLE Avanzo palpando el camino de roca. La oscuridad me envuelve como si fuera petróleo. No veo nada. No me gusta este lugar y no estaría aquí si no estuviera buscando un  tesoro. Me llega el aroma desde el termitero.

GEOLOGÍA El corazón de Franka se encuentra en medio de un vasto pantano. Sus habitantes dependen de botes y balsas, las cabañas están construidas sobre pilotes. Las ruinas de los antecesores sobresalen del fango como acantilados. Abedules, sauces y arbustos crecen en ellas. Los pájaros hacen sus nidos. Las grandes calles de la ciudad parecen barrancos conquistados por insectos y ratas. Un nuevo ecosistema se está desarrollando sin ser molestado por los seres humanos. En el oeste, los pantanos dan paso BFYVCFSBOUFTCPTRVFTDBEVDJGPMJPT-BUJFSSBnVZFZEFTFNCPDBFOFM0DÏBOP"UMÈOUJDPBUSBWÏTEFMSÓP-PJSB&MDMJNBFTUFNplado, el suelo fértil. FRANKA

67

Mis hermanos pequeños saben lo que estoy buscando. Marchan por mis manos en largas columnas para mostrarme el camino. Giro una esquina en la roca y puedo escuchar delante el zumbido ondulante. Siento la vibración en las yemas de los dedos. Hay un aroma a almizcle de miel en mi nariz. Ella está cerca. Un pálido cuerpo rodeado de negrura; mi premio, mi tesoro, mi recompensa. Me ha llamado, y yo obedezco. Me arrastro más cerca y un millar de pequeñas patitas se suben encima para explorarme. El zumbido se filtra por hebras mucosas de los bronquios entre labios pálidos, pero después recupera su ritmo anterior. Inspirar, espirar. Se calma. Me acerco más, tropiezo contra materia blanda y la acaricio. Su cuerpo radia calor, como si tuviera fiebre. Tiemblo, pero a ella no le importa. Puedo oler su sonrisa cuando me atrae a su lado y guía mis manos por su cuerpo hasta las duras coronas que rebosan miel fibrosa (¡tan dulce!). Paso la lengua por mis labios. A ella le gusta. Sus dedos me despeinan mientras aparto sus hormigas. Muy lentamente, sin hacerle daño, mis labios acarician su cuerpo y mi lengua presiona sus infestados poros, hurgando en el pegajoso maná. Mi reina se abraza a mí satisfecha. Huele de maravilla. Por un momento soy su amante, no su esclavo. Entonces se duerme y yo la dejo. Me uno a las filas de sus hijos que la sirven de buen grado.

EL ACEITE MARDUK Los Intocables observan cómo los insectos siguen el rastro invisible que les ha dejado su dios. Respiran el mismo aire, pero no sienten nada en absoluto. Aun así, forman una fila para seguir a los insectos hasta los bulbillos y cumplir con lo que se espera de ellos. A algunos les mueve el temor de ser descubiertos y arrancados de sus familias. Otros se unen a la resistencia. Se arrastran al interior de madrigueras y masajean las abultadas glándulas sebáceas de las reinas feromantes hasta que se abren. Después recolectan la descarga en vejigas de cabra y la llevan de contrabando a las ciudades costeras. Los neolibios pagan bien y la venden en el mercado de aceites perfumados en Trípol por un precio inflado. «Con una sola gota, una vieja se convierte en una diosa del amor», afirman los africanos entre risas. Ninguno de ellos puede permitirse el aceite feromante. Algunos lo ven como una inversión. Muchos neolibios se han despertado tras la noche de bodas con la cabeza dolorida y una sequedad en la boca, para mirar con consternación el cuerpo desnudo junto a ellos. Para entonces, los papeles están firmados y depositados en las bóvedas del Banco de Comercio. Todo queda atado y bien atado. La descarga es mucho más valiosa para Franka, porque los anubianos sólo saben utilizarla para destilar el legendario aceite Marduk. Cuando se frota en la piel, reduce la susceptibilidad a las influencias ferománticas. Para los jóvenes neolibios en Franka es importante resistir falsas tentaciones. A menudo es la diferencia entre la libertad y la esclavitud. Sin el aceite Marduk, no se podrían realizar ataques a bulbillos y la resistencia habría caído hace tiempo.

RESISTENCIA Donde florecen los feromantes, los seres humanos se marchitan. Los clanes sangran un poco más con cada nuevo frankeño que se ve atrapado en las redes de feromonas y sigue la llamada de Souffrance. Los que quedan huyen de las tormentas de avispas sumergiéndose en los ríos para ver con tristeza cómo sus hogares se cubren de insectos y de la tierra que sembraban sólo unos días antes brotan respiraderos. Ahora se dedican a luchar. Se unen al torrente de gente de Souffrance ungidos con aceite Marduk, dando caza a quienes han entrado voluntariamente al servicio de los aberrantes. Derriban torres de feromonas y les prenden fuego. Utilizan la resina para pegar insectos en la punta de palos que agitan delante de ellos. Se fijan en la forma que tienen los insectos de mover sus patas y antenas para descubrir dónde se encuentran los feromantes. Los frankeños se unen a los spitalianos para caer sobre las coronas de barro, lanzar granadas de fósforo en los túneles de hormigas y golpear los pálidos cuerpos hinchados que salen de ellos hasta dejar una pulpa sanguinolenta. Hace algunos inviernos, la resistencia obtuvo su mayor éxito hasta el momento. Frankeños y spitalianos lucharon en una batalla ascendiendo por una cuesta y arrojaron un agente incendiario en uno de los principales conductos de ventilación. Un fogonazo azul salió de la apertura. Entonces explotó todo el respiradero en un relámpago blanco. Con el trueno descendió una onda de choque por un bosque de respiraderos de barro. Las llamas se extendieron por el interior de la pared. Una explosión siguió a otra, arrancando toneladas de roca y polvo de la pendiente que fueron arrojadas sobre la ciudad. El suelo se agrietó al abombarse y luego cedió. La pendiente se deslizó. El anillo exterior del campo de esporas se fragmento derrumbándose y cayó como una avalancha de polvo. Éste se asentó. Desde el cráter se eleva un olor a amoníaco. La zanja es enorme. Un extraño mundo de imponentes respiraderos en el que los caminos de hormigas del grosor de un brazo forman una red de hebras se hace visible entre el humo. Los frankeños pueden ver por primera vez lo que han permitido en su seno. La resistencia crece.

PA R Á S I T O Los campos de esporas madre han destruido la ciudad de Parásito. Los escombros están ennegrecidos por la humedad; unos filamentos crecen hacia el cielo. Las ruinas que aún siguen en pie sobresalen del agua verde como formaciones de rocas. Las cañas crecen entre ellas, divididas en campos rectangulares por espigones sumergidos. Generaciones de frankeños han luchado contra el agua desbordante. Construyeron niveles escalonados y cuando no fue suficiente, añadieron más piedras y unieron los pilones formando espigones de varios kilómetros de largo por medio de tablas de madera y chapas de hierro. Enjambres de insectos llenan el cielo batiendo millones de alas sobre las aguas. Las moscas anidan en lisos tablones podridos que sobresalen del agua y echan a volar en nubes

cuando la madera del embarcadero vibra porque alguien se acerca. Nidos de avispas se adhieren a las fachadas de las casas junto a capullos colgantes y burbujas de barro. Por encima cruza otro enjambre. Todo forma parte de una red de rastros feromonales entre colmenas de cría. Del pantano sobresalen colinas como islas que protegen a los viejos edificios de la humedad. Las malas hierbas crecen en las calles y se pueden ver viejos carteles ajados a través de las ventanas polvorientas. Hay sillas de mimbre alrededor de mesas. En algunas de éstas aún hay tazas. Un abedul crece en medio de una casa derruida; sus hojas se mueven ligeramente en la sofocante brisa. Los pájaros anidan tras antenas parabólicas y los arbustos crecen descuidados entrelazándose con cables de alta tensión. Alguien ha abierto un camino a través de la hierba. Alrededor de una fuente seca hay troncos y huesos quemados. Los miembros de los clanes y los spitalianos utilizan este sitio para descansar antes de la última etapa de su viaje. El camino está otra vez enfangado un poco más adelante. Las paredes y ventanas abiertas se cubren de quitina, negro y verde iridiscente. El aire oscila. Algunas casas están completamente cubiertas de cieno y lodo. Millones de insectos blancos surgen de pequeñas aberturas y secan sus alas todavía húmedas. Ya se puede ver la torre Eiffel. Su estructura inclinada sobre el fango acoge nidos de avispas. Tan sólo unos pasos más y las luciérnagas se elevan en un torbellino luminoso. Sus abdómenes emiten una luz incolora que envuelve a los intrusos en círculos cada vez más cerrados. Sus patitas tocan la piel, el cuero o el neopreno, dejando huellas grasientas. Los ojos lagrimean

por culpa del olor a amoniaco. De repente, el enjambre se dispersa dejándose llevar por el viento, sólo para volver a componerse y salir volando. Los insectos han logrado dejar su marca. La torre Eiffel proyecta sombras. Flotan cerca, se unen y devoran el sol.

BAJO EL AGUA El río Sena serpentea a través de Parásito, acumulándose a veces en pantanos o lagos. Las algas se apilan alfombrando las orillas de color verde grisáceo. El lecho del río sigue siendo profundo y la corriente fuerte. Lleva agua de deshielo de los glaciares alpinos que es la más clara de toda Franka. Los clanes navegan por el río para llegar al corazón de Parásito. Amarran sus balsas a un muelle en medio de las aguas a la altura del Jardín de las Tullerías, nadan hasta la orilla, atraviesan corriendo la brillante pared de insectos marcadores, lanzan bombas de pesticidas y corren de regreso al Sena. Las bombas abren boquetes grandes como casas en los enjambres de avispas; llueven insectos de colores amarillo y negro. Pero no son destruidos. Flotan por las ruinas pantanosas tras el rastro feromonal de los atacantes. Estos han alcanzado el río y saltan. Se zambullen. El rastro de feromonas desaparece. El enjambre de avispas se cierne sobre la orilla como una nube de tormenta, expandiéndose y condensándose. Finalmente, se da la vuelta.

ARAÑAS Los spitalianos mantienen el Spital libre de insectos por medio de unas arañas criadas especialmente para ser resistentes a las esporas. Trajeron estas arañas echein a Franka hace años. La resistencia abandona a los animales en Parásito para que rodeen las ruinas de capullos y purguen del aire la plaga de insectos infestados. En pocos días, las nuevas telarañas acaban rotas y se hunden bajo el peso de los cuerpos quitinosos que se debaten en ellas. Cuando los insectos marcadores son atrapados, aparecen las avispas. Las arañas no tienen nada que hacer.

ZIGURATS Spitalianos y anabaptistas hallaron los primeros zigurats cerca de Bassham. Seis niveles de piedra escalonada forman una pirámide lítica de casi veinte metros de altura. El barro y los insectos cubren sus terrazas. La Sepsis lanza micelios temblando al viento. A los lados se aferran respiraderos sepultando las terrazas; algunos tienen el espesor y tacto de los árboles gigantes de la selva, elevándose por encima de la terraza superior. Los insectos descienden en masa los escalones del zigurat, evitando caer con sus vacilantes alitas, para introducirse en las zanjas de la parte inferior. Toda Bassham está recorrida por ellas. En la parte superior del zigurat se sentaba el feromante llamado Markurant. Su enorme cuerpo estaba cubierto por glándulas del tamaño de un puño que se expandían y contraían continuamente. Descendió a la ciudad en el momento que los vientos arrancaron su pegajosa red feromonal de las calles. Es algo que sucedió hace mucho. Los anabaptistas terminaron con su reinado y lo quemaron con los suyos.

Una gran victoria. Mientras tanto, los clanes de la resistencia han informado a anabaptistas y spitalianos de la existencia de más zigurats. Algunos en medio del pantano, bañados por el fango. Hay uno situado en la ladera de una montaña. Miles de personas amontonaron piedras durante ocho ciclos solares, aunque había un lugar mejor para construir a apenas 200 pasos de distancia. Los feromantes plantan sus zigurats en la tierra sin concesiones, haciendo caso omiso de las rutas comerciales, los ríos y otras consideraciones tácticas. Sin embargo, marcando los lugares conocidos en un mapa, se hace visible un patrón. Los zigurats aparecen en las esquinas del imaginario símbolo de un chakra: sólo se necesitan doce para completarlo. Enjambres de insectos se abren camino por la tierra a lo largo de las líneas del símbolo mientras que el aceitoso aire está impregnado de feromonas. Las hormigas atacan a la vegetación, la disuelven y transportan la celulosa de zigurat en zigurat, hasta llegar a las cámaras de cría de Parásito bajo la torre Eiffel. ¿Puede ser que vean la torre como... otro zigurat?

FRANKA

71

CUANDO EMPIECE EL AÑO MIL QUE SIGUE AL AÑO MIL,

EL HAMBRE OPRIMIRÁ EL VIENTRE DE TANTOS HOMBRES Y EL FRÍO ATERIRÁ TANTAS MANOS, QUE ESTOS QUERRÁN VER

OTRO MUNDO

Y VENDRÁN MERCADERES DE ILUSIONES QUE OFRECERÁN EL

VENENO.

PERO ÉSTE DESTRUIRÁ LOS CUERPOS Y PUDRIRÁ LAS ALMAS; Y AQUELLOS QUE HAYAN MEZCLADO EL VENENO CON SU SANGRE SERÁN COMO B E S T I A S S A L V A J E S COGIDAS EN UNA TRAMPA,

Y MATARÁN Y VIOLARÁN,

Y DESPOJARÁN Y ROBARÁN,

Y LA VIDA SERÁ UN APOCALIPSIS COTIDIANO.

[JEAN DE VÉZELAY]

CENTROS DE DISTRIBUCIÓN Cuando se ha completado la parte superior de un zigurat, la multitud que ha estado acarreando las piedras crea una ciudad en torno al edificio. Olas de insectos descienden sobre el pueblo. Las feromonas están disueltas en un aire pesado como el alquitrán. Los habitantes preparan campos, construyen chozas o se instalan en respiraderos desiertos. Aman a su feromante de forma íntima y obsesiva. Le ofrecen frutas y verduras, tejen para él coronas con las cañas del pantano y le imploran que los llame a lo alto del zigurat. Quieren palpar su cuerpo, romper suavemente sus glándulas con los dientes y sentir la fragante descarga en su lengua. Los campos florecen, la cosecha es abundante. Las plagas de Parásito recorren los campos sin tocar siquiera un grano. El feromante protege a su rebaño. Pero si alguien se resiste... un mar de antenas se eleva en la corriente de feromonas. El enjambre parte en oleadas con una dirección. Los insectos corren amontonándose, empujándose, extendiendo sus alas, zumbando y silbando mientras fluyen por grietas, conductos y pozos.

Las cámaras de cría vomitan más y más bichos arrastrando tierra y polvo mientras el enjambre crece, formando una ola arqueada de insectos que desborda valles, cauces secos y laderas de montañas. El zumbido constante aumenta hasta una rugiente fuerza primordial. El enjambre alcanza eventualmente el asentamiento enemigo. La vanguardia se adelanta lanzándose a por las piernas y ascendiendo por los postes. La negra inundación ahoga las zanjas de fuego y entran en los respiraderos buscando aberturas. Plantas y personas son arrojadas y disueltas en su interior. Alimento para el siguiente enjambre. Los spitalianos han descubierto que los zigurats funcionan como centros de distribución en una red viaria de insectos. Los feromantes son los guardagujas. Guían a los enjambres de ciudad en ciudad para unirlos, dividirlos o enviarlos contra un peligro exterior al sistema. Las oleadas ya han destruido asentamientos frankeños independientes, campamentos spitalianos y puntos de despliegue anabaptistas.

E L A TA Q U E D E L E N J A M B R E Ninguna línea de defensa puede resistir contra el enjambre, pero así y todo, puede ser combatido. Los frankeños vigilan las corrientes de insectos por todo el país. Cuando los niños descubren un rastro de termitas, estiman el tamaño del enjambre dibujando con un palo una cuadrícula en el polvo y contando las termitas que contiene. Todo trabajador agrícola sabe distinguir termitas de hormigas, conoce las moscas, icneumónidos, insectos marcadores y una docena de especies más. Lo anotan todo cuidadosamente y comparten sus hallazgos con los correos, que difunden la información de puesto en puesto y la escriben en grandes pizarras, incluyendo la fecha de los avistamientos. Si varios enjambres se acercan a una región, la resistencia se pone en marcha. Los trabajadores agrícolas abandonan sus rastrillos, corren a los escondites y tiran bultos envueltos en lona a estanques y ríos. No tienen mucho tiempo. Las nubes de moscas se reúnen a su alrededor, las termitas forman temblorosas estalagmitas que tratan de alcanzar el bulto: una boya de feromonas. Trapos empapados en icor de glándulas ferománticas, unidos en un paquete impermeable, preparados para la resistencia en los lugares acordados de antemano por los spitalianos. Hay que situar decenas de esas boyas para desviar a un enjambre de su destino y fragmentarlo en enjambres más pequeños. Los anabaptistas permanecen listos para proyectar ráfagas de fuego en los negros tentáculos y los spitalianos disparan insecticida, mermando aún más la oleada. Los bosques arden, los valles se inundan. Cualquier cosa que los atraviese se quema entre silbidos o muere por los trapos húmedos.

E L PA S O D E L N O R T E Los grandes enjambres son criados durante el verano en los pantanos de Parásito. Durante el otoño, vagan. Sin embargo, no ha partido ningún gran enjambre de la red de Parásito en varios períodos de cría. Los spitalianos están asustados. Enviaron preservistas por el río Sena hasta la torre Eiffel con órdenes de que los clanes libres enviasen informes diarios. Sabían que Parásito estaba criando algo. Se avecinaba un gran enjambre. Hace seis meses, Parásito lanzó una gran oleada de insectos. Los centinelas dispararon sus pistolas de señales y estrellas rojas brotaron sobre el Paso del Norte hacia Britón. Los clanes colocaron boyas y prepararon los valles. Todo el mundo estaba listo. El enjambre alcanzó la primera boya que debía dividirlo. Pasó de largo. Lo mismo sucedió con la segunda boya. Algo había cambiado esta vez. Cuerpos pálidos nadaban en la corriente quitinosa, se sumergían y resurgían de nuevo en otro lugar.

El enjambre logró pasar y devoró el puesto fronterizo septentrional, el primer acceso al Paso del Norte de Borca. Donde hace unos años cientos de famulantes y orgiásticos se ponían en camino hacia Britón a diario, ahora los respiraderos de termitas forman un laberinto mortal. El Paso del Norte está perdido.

PUESTO FRONTERIZO MERIDIONAL El camino a través de las Ardenas está prohibido; una incursión en el corazón de Franka es como una sentencia de muerte. Enormes huecos de madrigueras emiten feromonas del miedo que alcanzan a los seres humanos. Un hormigueo comienza en el pecho, despertando su cólera. Algo viene, algo que amenaza a su amado Dios. La inquietud se transforma en agresión. Una ira ardiente recorre las poblaciones, provocando que los habitantes tomen las armas y salgan corriendo por sus tierras. El odio se refleja en los rostros de hombres, mujeres, ancianos y niños. Cazan para matar. Sólo permanece el Paso del Sur. Durante la última década, los spitalianos han construido una línea de bloques de hormigón sin vanos, interconectados por túneles de aluminio más altos que una persona, al noroeste del bastión hellvético de Basilea, entre Mulhouse y Besançon. Los zapadores hellvéticos construyeron pilones, tendieron lonas y las unieron. Formaron así una plaza central bajo techo donde pueden cobijarse un millar de comerciantes con carros y tenderetes. Si se detectan feromonas cercanas a la deriva o un enjambre amenaza con atacar, se cierra herméticamente en cuestión de minutos. Spitalianos y viajeros pueden permanecer durante días en el sistema cerrado del puesto de avanzada. Todos los días llegan cientos de personas pasando por las duchas de desinfección y atravesando después un camino de las lanzas aseguradas contra el suelo, llamadas desplegadores. En el extremo del asta llevan contenedores de cristal llenos de líquido nutriente; cada uno de estos porta un trozo de carne en su interior que los spitalianos llaman molusco. Los transeúntes los miran nerviosos. Están a su merced. Si los moluscos se contraen, la esperanza de vida de las personas en la zona de desinfección se mide en escasos segundos. Los gritos desgarran el interior de la tienda cuando los spitalianos se ponen las máscaras de gas y cargan con los desplegadores en ristre. Los higienistas cierran sus trajes y se ponen los lanzallamas al hombro. Sólo los psiconautas y las personas infestadas por esporas provocan reacciones en los moluscos, que golpean frenéticamente contra el cristal. La infestación de esporas no puede ser tolerada.

FRANKA

73

El puesto fronterizo es una estación de paso, un puesto comercial y punto de apoyo. Los vigías descubren nuevos termiteros. Spitalianos y anabaptistas se preparan para un trabajo de campo, mientras que los convoyes de suministros descansan un poco.

E L PA S O D E L S U R A partir del puesto fronterizo meridional, el paso sigue en dirección a Dijon y después se desvía hacia Lyon. Está flanqueado por placas de gran altura que se iluminan cuando alguien pasa a su lado. Siluetas borrosas se apresuran en las paredes y ojos cristalinos miran a los viajeros. Si alguien se detiene y camina hacia la pared, los colores se funden en sus componentes espectrales y forman un rostro enmascarado: el Oráculo. Revela las localizaciones de objetos antiguos que se pueden intercambiar por letras de cambio en el Clúster cronista más cercano. Después desaparecen los píxeles de la placa matriz. La línea comercial continúa su camino hacia el sur y cruza el Mediterráneo en dirección a Montpellier. Allí han estado llegando barcos de transporte neolibios durante décadas, descargando tesoros de África. El mercado es colorido y ruidoso, con un aroma a hierbas y especias exóticas. Los neolibios de un tanque pionero muestran leones, elefantes y antílopes disecados, además de uno de los misteriosos Hombres Máquina. Los spitalianos patrullan las murallas de la ciudad. Observan los respiraderos a través de los prismáticos para hacer una estimación. Sí, cada vez están más cerca. Después se llega a Toulouse, el centro cultural de la Franka libre. Los libros recuperados de Parásito se limpian de barro y moho como parte de su restauración. Este antiguo conocimiento proporciona a las gentes una identidad más allá de las batallas que elevan el espíritu. Aun así, la amenaza feromante es perceptible en Toulouse. Pelotones de spitalianos atraviesan la ciudad de camino a Britón mientras miles de frankeños trabajan en las zanjas de fuego y cubren la tierra de aceite. Si el viento viene del norte, el hedor a petróleo amenaza con ahogar a la ciudad.

A Q U I TA N I A La siguiente estación del Paso del Sur es Aquitania. Esta región está situada en la costa oeste de Franka y se beneficia del suave clima atlántico. Mares masivos de trigo y maíz dominan hasta donde alcanza la vista. En los suelos pedregosos cerca de Burdeos crecen uvas de vino y la brisa mueve las aspas de los molinos. Los anabaptistas ascetas trabajan los campos. Arrancan las malas hierbas, retiran piedras y cavan zanjas. Si alguien se desmaya por el cansancio, se lo llevan en carretilla unos niños cantando hasta la catedral de Saint-André. No tarda en recuperarse al frescor del edificio sacro gracias a los aceites vigorizantes elíseos con los que es ungido. Un sorbo de agua cristalina de la fuente y es hora de volver al trabajo. Burdeos salió bien parada del Escatón. Los frankeños dicen que se debió a su belleza y sus iglesias. Incluso un dios enojado había considerado que era un pecado echar abajo esta ciudad.

Anabaptistas y jehammedanos hibrispanos se saludan con cautela desde las sombras de los deambulatorios. Los cronistas se apresuran por los callejones con pequeños pasos, sus capas aleteando alrededor de sus tobillos. En realidad no confían en la paz de los anabaptistas. Los apocalípticos de la bandada del Viento Solar permanecen bien juntos, saludado al consejo de Bordelais, y cuando los orgiásticos se les quedan mirando, vuelven la cara. Se reúnen con un juez en la plaza del mercado. Son despreciados como los informantes de Machiawen. Al este de Burdeos, los cronistas han construido un Clúster en los bancales del Garona con piezas de aviones y cascos de barcos. Se supone que su instalación fue inspirada por un cuadro de virutas de hierro en dos campos magnéticos superpuestos. Un telesilla une el Clúster con una terminal en la costa atlántica. Los chatarreros cargan planchas de acero y motores de barco en la rudimentaria plataforma del telesilla y se limpian el polvo de óxido en sus rostros. Desde aquí tendrían una buena vista de la inmensidad del Océano Atlántico si no fuera por las ruinas de dos plataformas petroleras que sobresalen del agua y decenas de camiones cisterna que forman un paisaje de chatarra en el frente de costa. Muchos días aparecen embarrancados buques y contenedores que trae la marea. Algunos han reventado y el metal en las junturas está ennegrecido. Muchos cascos, sus superestructuras evisceradas, muestran todavía agujeros como puños. En algunos se pueden ver todavía símbolos. Círculos unidos por líneas en extrañas formas. Nadie en Europa ha visto nunca este lenguaje de signos ni lo puede traducir. ¿Existe una cultura más allá del Océano Atlántico?

BRITÓN Los feromantes han sido expulsados del noroeste de Franka. De nuevo. Aún. Cuando el feromante de la región murió décadas atrás, los campesinos se desbocaron. Profanaron el cadáver, destruyeron el zigurat y quemaron todos los signos del reinado del aberrante. El humo cubrió Britón durante semanas. Pero los campesinos no podían sobrevivir por su cuenta. Enviaron mensajeros a Borca para contratar mercenarios. Los anabaptistas aparecieron en su lugar y declararon que Britón era un lugar de la batalla final entre humano y demiurgo. Y en eso se convirtió exactamente, porque el demiurgo aún tenía mucho que decir: los psiconautas enviaron a Ganaress, que tenía glándulas grandes como cabezas de niño e hinchadas y sus palabras eran dulces. Un millar de seguidores humanos lo rodeaban, adorándolo como al dios de esta era. Dos días más tarde, colgaba despellejado en la fortaleza de un pueblo de Britón. Para los britoneses y los habitantes de Ciudad Catedral fue un acto de limpieza. Los frankeños se ganaron la confianza de los los anabaptistas, fusionándose ambos para formar una comunidad dedicada a liberar toda Franka. Las ciudades en las ruinas de Brest, Saint-Brieuc y Rennes son las mayores ciudades anabaptistas de la actualidad. Innumerables pueblos más pequeños en el interior del país contribuyen a la resistencia con productos agrícolas y voluntarios.

EL DESIERTO DE STUVOK Los pantanos se secan al noreste de Franka y dan paso a una tundra que se convierte en un polvoriento desierto de sal. En las líneas de fractura de los depósitos de sal crecen los arbustos. El aire es seco y quema la piel. Pero esta región, llamada el desierto de Stukov, no está en absoluto muerta. Los termiteros de toda Franka emiten gases y esporas de Sepsis que flotan hacia el Stukov. Son infecciosos. Algo se mueve bajo los depósitos de sal. El motor de la evolución cobra potencia. Insectos como el mundo nunca ha visto se abren paso hacia la superficie, extendiendo sus brillantes alas y expandiéndose. Las almejas del desierto sacan sus vacilantes zarcillos a las criaturas que pasan. Las arañas de caparazón se entierran en depresiones de la costra de sal para atrapar a los insectos que caigan y a los caracoles blindados. Los escorpiones del Stukov reaccionan a las vibraciones y atacan a todo lo que se acerque a menos de diez pasos. El veneno de sus aguijones provoca graves necrosis; el Spital paga bien por la sustancia. Los clanes salvajes del Stukov viven en libertad. Se alimentan de gusanos de las arenas y almejas del desierto, elaboran ungüentos con insectos aplastados o extraen agua de ellos. Llevan siglos aislados de cualquier civilización y no entienden a frankeños ni borcanos. Tratan a los forasteros con desconfianza y flechas envenenadas. Según cuenta la leyenda, un renombrado investigador de Justiciano llamado Stukov encontró un paisaje de valles y abismos que era hogar de bestias semiinteligentes. De forma similar a hormigas trabajadoras, se repartían para excavar en busca de artefactos y arrastrarlos de vuelta a sus abismos. Supuestamente, Stukov visitó una acumulación subterránea de riquezas y vio los tesoros con sus propios ojos. Se trajo consigo de todos sus viajes artefactos maravillosos y garras finamente cinceladas del tamaño de una mano como prueba de su historia. Los mapas que dibujó, las garras y algunas de las obras maestras tecnológicas se almacenan hoy en día en las cámaras del Clúster Central de los cronistas en Justiciano.

B R E TA Ñ A El borde del cráter Jano en el norte conecta el continente europeo a Bretaña. La ladera del cráter en el este es un lugar frío, de flancos abruptos y difícil de atravesar. En el lado del Atlántico se han extendido los bosques de coníferas. Los arbustos colonizan amplias zonas de las laderas. En muchos puntos el suelo es poroso, como si una sustancia desconocida en la piedra se hubiera estado evaporando durante años. Hoy en día, las cavidades están llenas de agua. Nadie se atreve a ir más al norte. Se habla de luces espectaculares, de pilares de rayos que buscan el sol, de personas con un aparato voluminoso en la parte posterior de sus cuellos que hacen esclavos. Sean lo que sean, Bretaña se conoce como el Dominio del Buitre.

SÍMBOLO DE LOS BARCOS Q U E E N C A L L A N E N A Q U I TA N I A

FRANKA

75

ETERNOS VAGABUNDEOS

POLEN INDOMABLE El suelo seco y cuarteado rodea como una costra la mayor de las cicatrices: el cráter Pandora. Polvo rojo y tenues nubecillas de esporas circulan sobre las inertes llanuras de los alrededores. Los campos de esporas madre avanzan por la superficie y sus anillos interfieren con los campos anteriores. Los barrancos y ciudades fundidas en ruinas son el reino de las arañas; ciempiés de las grietas excavan túneles laberínticos, atacando cada brizna de hierba, cada semilla. Más al oeste, el suelo cruje. Sube y baja a un ritmo mensual. Inhala, exhala. Ruinosas ciudades olvidadas resurgen en la superficie entre las telarañas más antiguas, donde permanecen vibrando y se deterioran hasta que se hunden de nuevo en el mar de tela blanca. El suelo se deshiela en áreas circulares. Nuevos arbolitos brotan en cuestión de minutos, pálidos y translúcidos a causa de su vertiginoso crecimiento, desarrollando frutos absurdamente grandes. Siguen creciendo incluso tras ser masticados y mientras nadan en el jugo gástrico, buscando una salida a través de los intestinos y los vasos sanguíneos, luchando por salir a la luz del sol por los poros.

Los campos de esporas se descomponen donde las tierras baldías se transforman en un cálido paraíso. Las esporas dispersadas se vuelven azul oscuro y acaban convertidas en una pegajosa sustancia negra. Los anillos ceden. Pero los campos de esporas resisten. La vegetación vomita oleadas de arañas que la ahogan bajo sus telas. Ciempiés horadan el suelo por debajo de las raíces que tratan de atraparlos rodeándolos como quistes, hasta las profundas hebras temblorosas que son responsables de todo esto. Dos fuerzas de la naturaleza chocan en Polen. Los polenos viven en algún lugar entre ellas. Son gigantes con cuellos de toro que llevan sus pertenencias de un oasis a otro sobre trineos y sólo confían en su comunidad y en su fuerza. Defienden el oasis con hachas de piedra y su propia sangre contra psiconautas, spitalianos o la infamia de los apocalípticos. Nadie se mete con ellos hasta que el páramo se derrumba de nuevo y deben marcharse.

POLEN

77

DESARRAIGADOS 2071. Cada telescopio y satélite observaba el campo de asteroides, estudiando su tamaño y trayectoria. Complejos computacionales se zambulleron en un mar de datos y vectores de movimiento aproximados. Era un hecho que la Tierra entraría en el campo. Lo importante era determinar las zonas cero resultantes. Cruces rojas parpadeaban sobre Europa dentro de elipses que mostraban potenciales desviaciones. Los marcadores se acumulaban a cientos de kilómetros al este de Varsovia. Las probabilidades fueron creciendo hasta un implacable 100%. Cuando el miedo provocó revueltas en todo el mundo, Polonia organizó el éxodo de la zona de peligro. Se establecieron rutas de escape a los Sudetes y el Alto Tatra. Las bases para ciudades enteras se establecieron en bosques de coníferas cubiertos de nieve, entre montañas vírgenes y lagos. La hora cero. El cielo se tornó azul oscuro, la atmósfera se agitó, el fogonazo quemó los cuerpos y paredes de madera a kilómetros del punto de impacto. El asteroide destruyó la mayoría de Polonia y consumió el resto en polvo rojo. Las tormentas hicieron estragos en las cimas de las montañas de Tatra. Cientos de miles de personas observaron la cola gris rojiza que colgaba retorcida en el cielo como un cordón umbilical unido al frío mortal del espacio.

NÓMADAS Los mensajeros de Brno y Breslavia que informaron de la devastación hablaban de lagos de roca fundida y ciudades desiertas en ruinas. Extendieron mapas, señalaron ciudades y movieron la cabeza sin decir palabra. Pero también hablaban de bosques que escaparon a la devastación, de iglesias cuyas torres permanecían intactas entre los escombros. La vida en el polvo era posible. Miles respondieron a esta llamada esperanzadora. Querían volver a casa, desenterrar las tiendas de suministros, buscar a los que quedaron en la ceniza. Querían tener de nuevo una vida normal. Viajaron en familia cavando zanjas en la cubierta de ceniza. Desenterraron conservas y semillas en las ruinas de Lodz, se unieron a Breslavia en el oeste o se fueron al norte a Gdansk. En primavera, limpiaron los campos y plantaron patatas, rábanos y repollos. En verano, cruzaron las tierras baldías y saquearon las ruinas. No volvieron a sus campos hasta el otoño para recoger la cosecha. Había esperanza. Pero no suficiente para todos.

El invierno no fue lo único que separó a los fuertes de los débiles. Cada comunidad exitosa tenía su parte de parias y salvajes. Siguieron a los clanes a través de las plantaciones y campos ocultos. Al final, se unieron en un ejército de figuras de ojos inexpresivos, encías sangrantes y los dedos necrosados. El hambre y el frío les obligaron a armarse de piedras y palos. Los clanes les esperaban.

FORASTEROS Un grupo de forasteros entraron a Polen caminando por las llanuras del este. Pieles negras en sus anchos hombros, las mujeres pálidas y sombrías. Sus líderes eran viejos gigantes marchitos, reliquias de un tiempo pasado. Sus cuerpos contaban historias de confianza, traición y violencia. A algunos les faltaban dedos, a otros lóbulos de las orejas u ojos. Cosas que habían ocurrido mucho antes del Escatón. Pero nadie le preguntó a Aleko por las decenas de nombres en su brazo izquierdo o a Anatoly por el significado de las crestas en su pecho. Habían conducido a su gente a través del infierno durante muchos kilómetros, acabado con todo antagonista y sabelotodo, juzgado y roto cabezas. No importaba qué habían sido en sus vidas pasadas, ahora las personas se arrodillaban ante de ellos con la mirada gacha, les besaban en la mano y les llamaban padres. Los polenos estaban fascinados. En un mundo peligroso e inseguro, la fuerza era una estrella brillante en torno a la que se habían reunido los supervivientes. Aquellos forasteros representaban ese principio mejor que nadie. No querían luchar. No en Polen. Buscaban un nuevo hogar y los polenos se lo ofrecieron, abrazando su cultura de resistencia y dominación.

SANGUIJUELAS Las nubes de esporas flotaban por todo el país. Una pelusa blanca crecía en las ruinosas paredes, tratando de agarrar a los nómadas a su paso con débiles pelillos, creciendo hacia ellos en patrones fractales. Los campos de esporas madre levantaron un muro tras otro. Coronas como puños crecían sobre ellos con una piel fina como el papel y reseca, en la que se podían ver venas. La Quemazón en su interior cambió a los polenos. Su ingesta les inducía un atávico ardor carnal que los golpeaba como neuronas brillando a lo largo de un organismo gigante. De vuelta a la realidad,

los quemados encontraban más fácil soportar el frío y los líquenes les parecían más nutritivos y deliciosos. Cuerpo y alma parecía entrelazarse, unidos como uno solo. Nadie le echó la culpa a la Sepsis o la Quemazón cuando nacieron los primeros niños desfigurados. Sus cráneos presentaban deformaciones o alargamientos. Se podían notar protuberancias óseas por debajo de la piel. Sus pequeños ojos miraban sin ver a mamá y papá, perdidos en su propio mundo. Sin embargo, necesitaban a sus madres, se arrastraban sobre sus cuerpos y mordían sus pechos. Mamaban agarrando la carne tibia con pequeños dedos, presionando. No parecían saciarse nunca y no paraban hasta que eran arrancados. Los polenos vieron en ellos un nuevo tipo de humano, adaptado y fuerte. Era lo que querían, lo que deseaban en sus hijos. De hecho, aquellas criaturas eran inmunes al frío y sus heridas sanaban increíblemente rápido. Les iría mejor en aquella tierra que a sus padres. Pero la metamorfosis no tardó en asustar a los polenos. Los niños desarrollaron espolones óseos en los antebrazos. Escamas de piel se formaron en sus cuellos y piernas. El orgullo dio paso a la inquietud. Algunos clanes los llamaron sanguijuelas porque se arrastraban de una mujer a otra en la noche, en busca de sus pechos. Con un año de edad, eran tan altos como los niños normales de tres. Se pasaban los días comiendo o sentados en medio de las ruinas durante horas. Los niños normales del clan permanecían alejados o les arrojaban piedras. Pero un día desaparecieron, huyeron a la tierra baldía. El clan respiró tranquilo.

DISCORDANCIA El tiempo que las sanguijuelas pasaron con sus clanes era la etapa larval. Crecieron en los campos de esporas hasta ser gloriosos bioquinéticos que desarrollaron espolones y osificaciones en el cráneo mientras absorbían la Sepsis con avidez. Sus costillas se fusionaron para formar un caparazón que ningún anabaptista podría perforar con su espada. Algunos se quedaron en los campos de esporas y construyeron telarañas para registrar cada movimiento. Otros criaron la plaga de arañas en los pliegues de la piel y vagaron extendiendo la Sepsis por diferentes lugares. Los más poderosos crecieron hasta convertirse en torres óseas cubiertas de espesa carne. El ritmo del éter del chakra envió ondas a través de aquellos colosos. Sus brazos y piernas se clavaron en las profundidades hasta llegar a aguas subterráneas e incluso más abajo, hasta el calor del continente. No podían ver este mundo, pero sus ojos percibían el éter. En sus poros nacían arañas que protegían

la carne temblorosa del viento y la lluvia con una espesa red. Oleadas de psiconautas respondieron a las llamadas de su chakra. Entonces, algo sucedió. Una sacudida atravesó a los psiconautas desde Hibrispania a lo más profundo del Balján. Los bioquinéticos gritaron agitados mientras sangraban por sus genitales. Muchos se enterraron en el suelo, agarrándose a rocas acristaladas. Los espolones se rompieron y protuberancias nudosas brotaron por sus cuerpos. Las torres se derrumbaron, gimiendo por tráqueas de metros de espesor cuando su carne se marchitó y las hebras de hueso se rompieron bajo el peso. Los spitalianos llamarían más tarde a este evento la Discordancia. El colectivo de psiconautas del Elemental se había encontrado con el colectivo de los psicóvoros; la onda de choque destrozó los lazos entre los chakras y los psiconautas quedaron abandonados en el vacío del éter. Los primeros bioquinéticos nunca encontraron el camino de vuelta. Degeneraron y todavía vagan por la tundra de Polen como bestias sin mente. Una nueva generación de bioquinéticos surgió de los clanes y se unió a los campos de esporas. Todo empezó de nuevo. Pero algo más había sobrevivido a la Discordancia. Una corona hinchada de pura energía vital dormitaba enterrada en las profundidades de la tierra. El tubo de piel gruesa que le suministraba un icor nutritivo se derrumbó hace meses. Moléculas de proteína entretejidas con ADN humano se acoplaron a los genes de los seres y reescribieron el programa. Las células madre se especializaron en fagocitos o células cerebrales, sólo para volver a su forma genérica poco después. El calcio y otros minerales se fusionaron para formar los dientes y las cretas óseas. Era imparable.

B O S Q U E S F R A C TA L E S Los campos de esporas se propagaron inexorablemente durante siglos. Los spitalianos los atacaron con bombas de fungicida y sembraron semillas de psicóvoro para provocar Discordancias artificiales. Los anabaptistas quemaron franjas en la Sepsis con sus lanzallamas o vertieron fuego elíseo sobre los campos. El chakra terrestre de Polen reaccionó con una respuesta inmune inmediata. Oleadas de psiconautas se abalanzaron sobre los atacantes. Los campos discordantes quedaron aislados, desmoronándose en cuestión de horas. Su sistema inmunológico reaccionaba más rápido con cada ataque.

POLEN

79

PA N D O R I A N O S Los clanes pueden ser un problema, pero aunque se encuentren tan lejos del árbol de la civilización, todavía son poseedores de una cierta humanidad.

Los pandorianos son diferentes. Portan densas acumulaciones de Sepsis bajo la piel que producen abultamientos en su carne, llegando a afectar incluso a los huesos del cráneo. Protegen las guaridas de los bioquinéticos con armas

Los primeros campos de esporas habrían florecido en el término municipal de Osmán y el crecimiento de sus muros hubiera levantado y aplastado las murallas de la ciudad en pocos años. Pero algo sucede en el oeste de Polen. El terreno se resquebraja y levanta lentamente, como si tomase aliento antes de un gran esfuerzo. Los psiconautas caen a cuatro patas, miran a su alrededor y tuercen la cabeza como si estuvieran escuchando. El campo de esporas crepita, tiembla y emite una neblina. Las paredes comienzan a desmoronarse desde el exterior. Se va descomponiendo. La vegetación verde esmeralda se expande por los valles y las malas hierbas brotan del suelo como el pelo. Los árboles se levantan, sus troncos aún translúcidos y pálidos. Sus raíces serpentean por el suelo, agarrando la tierra. Algunas ramas son demasiado pesadas, se rompen y caen al suelo, se funden y desaparecen. Hojas vidriosas se despliegan y giran hacia el sol. Las plantas se impregnan de colores que van del amarillo al verde esmeralda y el marrón. Los troncos se vuelven más densos y duros. Al principio, aún presentan sombras de verde, pero luego se quedan en un marrón polvoriento. Los extraños bosques se expanden a lo largo de líneas fractales. Vistos desde arriba, conforman espirales que se ramifican a su vez en otras espirales más pequeñas. Otros tienen forma estrellada o circular, rodeados de otros círculos por todos sus lados. Todos estos bosques fractales tienen su centro en un antiguo campo de esporas del que ya no queda nada. El aire huele a hojas húmedas y fruta podrida. El suelo está caliente al tacto. La bruma cubre los valles. Caracoles de un azul grisáceo descansan en los árboles con sus alargados ojos enroscándose como tentáculos. Pero no, los animales no se mueven. Son parte de la planta, nacidos de ella y fundidos en su ser. Como las hojas, se marchitan y se convierten en cáscaras secas que se lleva el viento.

FRUTOS PROHIBIDOS Un bosque fractal se desarrolla completamente en cuestión de horas y entonces empieza a endurecerse. Los árboles dan frutos en sólo unos días. Cuelgan de las ramas henchidos, rojos y tentadores, con un olor delicioso. Hace dos inviernos, el emisario anabaptista Wetzel el Elegido vagaba por un bosque fractal en las cercanías de la ciudad en ruinas de Lodz. Los spitalianos querían incendiar estos bosques porque los consideraban el mismo mal que los campos de esporas, pero con una apariencia distinta. Wetzel tenía otras ideas. ¿No podría ser aquel el paraíso de la antigüedad? Rebus el Bautista no hacía ninguna

de piedra y atacan a todo el que se les acerca. Se comportan como animales, gruñendo y pateando. Muchos están ciegos a causa de la Sepsis que deja sus ojos en blanco. Pero su percepción permanece intacta.

referencia en sus escritos y tampoco había emanaciones que dijeran nada al respecto. Wetzel se paró frente a un árbol, sintió apetencia por su fruto, tocó la superficie de seda y eliminó el rocío. Lo que pasó después no se conoce muy bien; las notas de Wetzel se guardan a buen recaudo en Ciudad Catedral. Sin embargo, muchos anabaptistas creen que los árboles son descendientes del árbol del conocimiento. Sólo los bautistas de más alto rango comen su fruto. Se supone que consumirlo da lugar a profundas revelaciones verdaderas que han sumido a muchos anabaptistas alejados de Dios en una locura terrible.

SINERGIAS Los bosques fractales son lugares místicos llenos de maravillas y peligros. Para los clanes lo son todo. Estos se adaptan a los bosques, recolectando raíces y bulbos, y calentándose en los manantiales calientes. Sólo encienden hogueras en el borde de los bosques fractales porque dentro, la maleza y los arbustos se endurecerían en espinas cristalinas en cuestión de segundos. Toda vida se esfuma de las raíces y se distribuye entre la vegetación circundante. Sólo quedan las raíces marchitas y la tierra baldía. Un fuego en el corazón de un bosque fractal podría provocar que se derrumbase convertido en una mortal trampa cristalina. Los clanes cocinan durante horas lo que llegan a rapiñar. Hasta la energía vital de un simple arbolillo es peligrosa si se ingiere con una cocción deficiente. Las plantas hunden nudosas raíces en el estómago que abren la carne y se extienden en cuestión de minutos. Una vez que la pequeña planta perfora la piel, se hincha y florece. En ese punto, las raíces ya están drenando la sangre de los pulmones y los primeros filamentos rodean la espina dorsal. Es algo imposible de sobrevivir. Los clanes conocen los peligros. Para saber si un forastero confía en ellos le ofrecen una comida compuesta de raíces, hojas y brotes en un trozo de corteza. Si el forastero se niega, respetan su precaución. Pero no volverán a tratar con él nunca más. Evitan los frutos de los bosques fractales. Su proximidad produce insistentes visiones opresivas. Cuando alguien atrapado en ellas vuelve de entre la niebla tras horas o días, habla de titánicas masas de carne, de una ruptura mental, de entrelazamiento y de un entorno estrecho y húmedo. Algunos clanes han llegado a contar que se producen cambios en el bosque fractal una vez comido su fruto. Nuevos árboles crecen y otros se marchitan a medida que el fruto cambia de color.

LLUVIA DE ARAÑAS El cielo sobre Polen parpadea como un monitor monocromático de los cronistas en una frecuencia muerta. La ilusión es perfecta cuando el gris de las nubes se condensa en una estática en blanco y negro. Es entonces cuando caen las arañas. Descienden desde el cielo por largas hebras, oleada tras oleada. La siguiente ráfaga de viento las deshace de nuevo. Las hebras de seda vibran. Estos arácnidos no

son peligrosos, pero portan la Sepsis. La telaraña se adhiere a todo, ondeando en FMWJFOUPDPNPQFMPmOP4FFOSFEBFOFM suelo que se torna de color blanco y donde a cada paso se levantan hilos. Las arañas se desplazan por la gigantesca telaraña, deteniéndose repentinamente para vigilar a los intrusos. Mueven los quelíceros con un ritmo similar al bombeo de sus peludos abdómenes.

Los bosques tratan bien a los clanes, que responden de manera acorde. Los miembros del clan libran a los árboles de arañas, los limpian de telarañas, desentierran ciempiés de las grietas y los aplastan. Protegen a los bosques de spitalianos y apocalípticos. Pero a veces, un bosque fractal exige más. El suelo se abre y revela el interior de un saco muscular de carnosas fibras blancas, tan grande como un brazo humano. Las contracciones ondulan por la pared interior, moviendo las aberturas. Un líquido digestivo amarillento gotea en lo más profundo: una corona de fagocitos. Los miembros del clan le ofrecen conejos y gendos, así como los niños sagrados, guerreros enemigos o spitalianos

Los alrededores de los campos de esporas en Polen están tomados por los bioquinéticos. Han cubierto de telarañas ciudades enteras para conservarlas de cara a la eternidad. Las viejas torres de energía y los árboles son objetos algodonosos donde anidan miles de arañas. Un barranco cubierto de telas se convierte en una trampa mortal cuando la tela cede y se rompe.

capturados. La corona se cierra sobre la víctima y el agujero en la tierra no tarda en cicatrizar cubierto de nuevo por hierba. Un día, la energía vital del bosque fractal se agota. Los árboles se astillan, los frutos se pudren, la hierba se disuelve en filamentos hirsutos. Los miembros del clan se muestran agradecidos al bosque antes de irse. No advierten cómo las innumerables coronas de fagocitos que han estado alimentando a lo largo de las estaciones se abren de una en una. El conejo salta ileso y se lame el vientre como si no hubiera pasado nada. Los humanos sacrificados no han envejecido en absoluto. Sin embargo, han cambiado.

POLEN

81

PA N D O R A Quienes entran en el epicentro de la destrucción atraviesan una capa de esporas y brillante telaraña para llegar a la sombra de una montaña que no aparece en ningún mapa. La cresta del cráter Pandora se eleva hasta 600 metros y destaca por

los cientos de campos de esporas que se encuentran dentro de sus diferentes NVSPT -BT OVCFT MP BUBDBO DPO mFSF[B y se deslizan por sus laderas. Agua lechosa se derrama en la llanura por una zanja, burbujeando en las telarañas y

convergiendo en antiguos cauces. En ella nadan los cangrejos —que los spitalianos IBO JEFOUJmDBEP DPNP USJMPCJUFT‰ Z MBT estrellas fractales, aún sin explorar, proEVDFO mMBNFOUPT DPNP IJMPT EF MJOP FO el líquido elemento.

OASIS ETERNOS El primer bosque fractal documentado por los seres humanos fue descubierto hace poco más de seis inviernos al noroeste de Breslavia. Poco después, los spitalianos observaron la metamorfosis completa de un campo de esporas en un bosque fractal. Sin embargo, hay antiguas leyendas que hablan de paisajes verdes, de oasis en el país desgarrado. Se supone que hay fuentes de fertilidad donde los árboles y campos crecen sin importarles el frío. Se adosan a ríos o se esconden detrás de acantilados, lejos de los campos de esporas. Sus plantas son más comunes que todo lo que crece en los bosques fractales. Conocidos como oasis eternos, han sido la clave de la riqueza y el poder en Polen durante siglos. Se mantienen en secreto y celosamente guardados. Al parecer, el Piast de Breslavia controla tres de ellos en el interior del país. ¿Cómo si no pudo sobrevivir Breslavia tan bien a los años oscuros?

AFLUENCIA Dos pasajes hellvéticos en los Alpes dan acceso a Polen. En el oeste, los túneles salen a la luz del día cerca de Steyr. A partir de ahí, la ruta conduce a lo largo de la frontera occidental de la República de Praga por una zona de

terrones de tierra apartada y altos acantilados. Los viajeros deben tener cuidado con el clima. Cuando sopla el viento, extiende olas sulfúricas del Golpe del Segador por toda la región. Los hellvéticos conocen el problema y han construido búnkeres en la roca a lo largo de la ruta. Pero los apocalípticos los usan cada vez más como instalaciones de almacenamiento de Quemazón. Otros búnkeres apestan a gendo. La ruta occidental se divide hacia el final. Un camino lleva hacia Osmán y el otro continúa siguiendo la frontera de Praga hasta Dresde. Aquí es donde las hordas del Corroído se encontraron y se unieron antes del ataque a Praga. Desde entonces, Dresde es literalmente una ciudad fantasma. Por la noche, las almas de los masacrados se levantan y vagan por las calles plagadas de cuerpos hinchados. Si encuentran a miembros de los clanes, a la mañana siguiente banderas sangrientas ondean en las murallas. Los viajeros informados oyen estos relatos y se forman sus propias teorías. Los archiveros supervivientes de la Republica de Praga que esperan la oportunidad de regresar están probablemente detrás de los ataques. Pero ya se trate de fantasmas, archiveros o clanes merodeadores, la ciudad no es segura. Todo viajero hará bien en abandonarla de día y rápidamente. La siguiente parada en el camino es Breslavia. Los túneles de tránsito al este de Hellvética se abren al paso de Ternitz. Desde allí, los viajeros siguen su camino hasta Brno.

SEDA Los valientes przadkas de Polen Oriental subsisten en los bosques y las simas de la ruinas. Sus mujeres ahuyentan las arañas con antorchas, cortan las telarañas, las enroscan en fardos algodonosos y se los llevan al campamento. Los lavan en cubas calientes y los disuelven en forma de pegamento. A continuación, hilan el

NBUFSJBMFOMBSHBTmCSBT-BTUFKFEVSÓBTEF Breslavia pagan bien el hilo de seda. Finalmente, los neolibios se llevan grandes rollos de seda tejida en Breslavia a bordo de sus tanques pioneros y pagan por ellos en fusiles y especias africanas. Los neolibios se frotan las manos con entusiasmo. En los mercados de Trípol, los sastres

competirán entre sí pujando aunque sea por pocos metros de tela. No obstante, también hay mucha demanda de seda en la propia Breslavia. Sus armerías la utilizan para fabricar las corazas de los druschinnik, la guardia del Piast. La tela es resisUFOUFZDBTJJNQPTJCMFEFQFSGPSBSQPSnFchas ni cuchillos.

POLEN

83

CUANDO EMPIECE EL AÑO MIL QUE SIGUE AL AÑO MIL,

E L F R A G O R D E L A M U E R T E P R O V O C A D A A VA N Z A R Á COMO

L A T O R M E N TA

SOBRE LA TIERRA;

LOS BÁRBAROS

S E M E Z C L A R Á N C O N L O S S O L D A D O S D E L A S Ú LT I M A S L E G I O N E S ; LOS INFIELES VIVIRÁN EN EL CORAZÓN DE LAS CIUDADES SANTAS;

TODOS SERÁN, POR TURNOS, B Á R B A R O S , INFIELES Y

S A L V A J E S .

NO HABRÁ ÓRDENES NI NORMAS;

EL ODIO

SE E X T E N D E R Á COMO LA LLAMA EN EL BOSQUE SECO;

LOS BÁRBAROS MASACRARÁN A LOS SOLDADOS; LOS INFIELES DEGOLLARÁN A LOS CREYENTES; EL SALVAJISMO SERÁ COSA DE CADA UNO Y DE TODOS,

Y LAS CIUDADES

M O R I R Á N . [JEAN DE VÉZELAY]

BRNO El Corroído atravesó Praga en una ola de violencia y destrucción, permaneció allí unos pocos días, arrasó sin más un clan que cuestionó su liderazgo en la masacre de Podlipanske y continuó en dirección sureste. El Corroído se instaló en Brno durante unas semanas. Sus clanes fabricaron un trono para él con los huesos y armas de los enemigos en el centro de la ciudad. Nunca se sentó encima ni lo reclamó para sí. Los gritos de «Chernobog» resonaban en las calles por dondequiera que fuera. Las mujeres le ofrecían a sus hijos para que perdonase a la ciudad. Pasó de largo sin siquiera reconocer con la mirada la presencia de nadie. Los clanes le siguieron. Los que pudieron, huyeron junto a spitalianos y hellvéticos en la fortaleza de Spilberg. El Corroído continuó su camino eventualmente y la mayor parte de los clanes le siguieron. Los que se quedaron atrás han continuado luchando desde entonces por la sucesión de Chernobog; los francotiradores matan a todo el que se atreve a subirse al trono. Los rezagados de Praga arrastran consigo libros, artefactos y armas dentro de la ciudad, ofreciéndoselos a cronistas y apocalípticos. Los hipocráticos spitalianos tratan de establecer un pacto con los líderes de los clanes, pero estos cambian en rápida sucesión.

Los hellvéticos instalan emplazamientos de armas en la ciudad y aseguran el tránsito por el camino. Ellos llaman a las acciones punitivas en el interior de la ciudad «peinar los piojos del pelaje».

BRESLAVIA Diez días de viaje separan a Breslavia de Brno, el caos del orden. Junto a la muralla de la fortaleza están aparcados los Tanques Pioneros neolibios como búnkeres polvorientos. Los azotadores sacan el cuerpo de un bioquinético con cuerdas por la escotilla de carga, escribas con túnicas color canario barren el patio colocando mesas y sillas, mientras que un niño africano trae una bandeja con una jarra de plata. Se oye un grito en el adarve de la ciudad. Un tanque pionero arranca retumbando, chorros negros siseando por una escotilla de ventilación abierta a un lado. El chico se arrodilla, posa la jarra, gesticula y se tapa los oídos con las manos. Una torreta gira, un cañón asciende con el sonido de los engranajes y baja de nuevo un palmo. El cañón se mueve arriba y abajo, luego se detiene. Se produce el estallido. El tanque pionero se sacude, el cañón retrocede en

E L P R E S E N T E F R A C TA L Los cronistas están fascinados por los bosques fractales. Las coronas de fagocitos parecen ser la clave o JOUFSGB[EFMBTSVUJOBTEFDSFDJNJFOUPVOBQFRVF×BNPEJmDBDJØOZBDBNCJBFMDSFDJNJFOUPGSBDUBM ¿Es posible que los bosques fractales no sean otra cosa que una computadora biológica gigante?

CONTRABANDO La Quemazón de Polen es una parte de la vida cotidiana como la ración diaria de raíces: hace más soportable el frío, apacigua el hambre y arrasa con las enfermedades. Para los apocalípticos, Polen era terreno fértil: nada se vende mejor que la Quemazón biológica y no hay ningún otro sitio donde los campos de esporas crezcan de forma tan espontánea Los spitalianos se movían por caminos trillados y bien conocidos, donde podían trabajar

sin peligro. Pero los campos de esporas se pudren. Los apocalípticos tienen que desplazarse hacia el este para recolectar Quemazón potente. Además, los bioquinéticos se muestran agresivos como si alguien los hubiera soliviantado; ya no es seguro enviar a los niños a que recojan coronas en los campos. Los apocalípticos culpan a los spitalianos y sus lacayos, los anabaptistas. Los médicos han excavado pozos estos

la torreta y los amortiguadores rebotan. El niño se levanta. Entrecerrando los ojos, mira fijamente en la distancia. Un fogonazo se transforma en una bola de fuego a más de cinco kilómetros de distancia. Los guardias de Breslavia lo celebran en el adarve y en la escotilla los azotadores ríen y aplauden. Probablemente no puedan recuperar al bioquinético de una pieza. Los neolibios ven Breslavia como una atracción. Vienen aquí a probar que son grandes cazadores. Los feromantes de Franka están bien, los dusaníes del Balján son un reto, pero para matar a un bioquinético, un tirador tiene que disparar entre sus placas óseas. Entonces recarga y dispara todo seguido a la bestia que se aproxima a la carga hasta que cae levantando una nube de polvo. Los ejercicios de tiro con los Tanques Pioneros sólo sirven para entretener a los azotadores en beneficio de la ciudad. Breslavia se beneficia con los africanos. Los apocalípticos son contratados como batidores, los chatarreros ofrecen expediciones de exploración a las ruinas de

últimos años, tomando muestras de suelo y bombeando veneno en la tierra. Es obvio que tuvieron éxito. Los apocalípticos no seguirán tolerándolo. Vigilan los campos de esporas, queman los bosques fractales y emboscan a los spitalianos. El mercado de contrabando más rentable está en peligro. La Madre de Cuervos en Justiciano no está contenta.

los  antecesores, los clanes venden carne de cabra y verduras a los extraños, y satisfacen su gusto por lo inusual. A veces con la Quemazón, a veces con mujeres jóvenes o con hombres. Por encima de todo se sienta el Piast en su trono, observando, a la espera, en el poder. Durante siglos ha gobernado la ciudad, alejándola del Escatón y haciéndola más fuerte. Según la leyenda, sólo morirá cuando Polen haya recuperado su antigua gloria. De hecho, no muchos se creen que tenga más de 500 años. Debe provenir de una casta de mandatarios que produce líderes fuertes en cada generación, pero él mismo no se muestra. La superficie del palacio es enorme, con jardines, biblioteca e instalaciones de almacenaje; dentro puede haber miles de personas sin que el resto de la ciudad se dé cuenta. Sus guardaespaldas, los druschinnik, son los únicos que llegan a ver al Piast. Cumplen sus órdenes sin vacilar en diferentes sectores y las publican en las puertas, manteniendo el misterio que rodea a su gobernante.

LA BRUJA MISERABLE Ojos negros, dientes negros. Su piel es una red de cicatrices. Ha rondado las leyendas de los polenos durante siglos: la bruja miserable. La Dama de Negro que está al acecho en las ruinas, cuyos gritos te congelan los huesos. Se supone que esta antigua es inmortal, está loca y enferma, presa de un hambre insaciable, condenada a existir hasUBFMmOBMEFMPTEÓBTQBSBKV[HBSmOBMNFOUF a los traidores que la dejaron en las ruinas.

Los clanes de Polen la conocen y les hablan de ella a sus hijos antes de acostarse. La bruja miserable viene a atormentar los sueños de los niños revoltosos y se come a los más traviesos. Pocas leyendas son tan conocidas entre los clanes de Polen como la historia de la Dama de Negro. Los primeros testimonios registrados se remontan a algunos años después del Escatón en bastos murales más allá del

desierto mar de escombros de Poznan. ¿Qué pudo asustar tanto a los polenos para que el cuento se grabase a fuego en el subconsciente colectivo?

POLEN

85

No es el único. Breslavia florece, pero nada crece fuera de sus murallas. Aun así, se dice que no hay hambre en las doce partes de la ciudad. Todas sus partes están separadas por altos muros y puertas de hierro. Se desconoce cuántas personas viven en Breslavia. Los spitalianos siguen ofreciéndose a entrar en otros sectores para atender a los enfermos. El Piast siempre rechaza su oferta. Ningún extranjero puede abandonar el sector de los comerciantes.

GDANSK El sol cegador del verano ya no es capaz de descongelar las masas de nieve que caen en invierno. Gdansk desaparecerá bajo la barrera de hielo. Pero spitalianos y anabaptistas no han abandonado la ciudad todavía. Dos grandes torres que producen calor insuflan aire caliente en el Hospital de Gdansk a través de tuberías. Aun así, los médicos han tenido que abandonar los pisos superiores y retirarse a los laboratorios azules del sótano. Allí se guardan trilobites e insectos en estanterías y cajones; brazos, piernas y cuerpos de bioquinéticos flotan sumergidos en cilindros de vidrio; psiconautas disecados yacen en tinas de acero inoxidable y las rodajas de un cerebro infestado de esporas permanecen a la espera de su conservación. Cajas de latón con hallazgos de Pandora han sido selladas y están listas para ser enviadas al Spital de Borca. Mesas de trabajo con microscopios y máquinas de escribir se alinean en las paredes. Los laboratorios son el dominio de la consultora Dra. Janssen y su grupo de investigación del Elemental. Ella piensa que el Elemental puede abandonar un anfitrión y volver a su forma original como metaorganismo si los

parámetros ambientales como la atmósfera y la temperatura superan el rango adaptativo del mismo. El anfitrión en riesgo ya no sería adecuado para el Elemental. Por lo tanto, la Dra. Janssen necesita bioquinéticos vivos, que ella denomina «cuerpo» seguido de un número en sus informes de investigación. El cuerpo 2 se ha convertido en su hobby: una película de carne cubre el laboratorio de máxima seguridad, rodeando las aberturas y colgando del techo en tiras. Los huesos nadan en la superficie de la carne, unidos por cartílago y tendones. Una protuberancia del tamaño de una cabeza crece sin parar en el borde inferior de la puerta, sólo para reducirse a continuación. Algo oscuro empuja contra el exterior antes de hundirse de nuevo en la húmeda carnalidad del bulto. El experimento no ha tenido éxito en sentido estricto, pero prueba la adaptabilidad bioquinética. Los anabaptistas pueden marchar contra Pandora junto a los spitalianos o pueden ayudar cazando bioquinéticos, pero en Gdansk se mantienen alejados de los laboratorios azules. Se han instalado en una iglesia de los antecesores, Santa María la Fría. Todo el mundo está listo para partir, incluso la cadena de suministro de los spitalianos está desactivada, pero los anabaptistas parecen ignorarlo. Por el contrario, empezaron a reconstruir el antiguo edificio hace cinco ciclos solares. Construyeron contrafuertes, echaron abajo el antiguo techo y renovaron el entramado. Los anabaptistas de Gdansk son fanáticos, la mayoría ascetas. Ni siquiera concederán al Demiurgo este pedazo de desierto helado. Hoy en día, Santa María la Fría es una fortaleza que muestra la determinación de Ciudad Catedral. De todas formas, perderá la batalla contra el hielo. El frío no es lo único que tortura a médicos y anabaptistas: las bestias de esporas anidan bajo tierra. Miles de ellas,

C H AT A R R A P R O V I D E N C I A L La tierra sube y baja. Las ciudades de los antecesores, escondidas bajo la telaraña EVSBOUFTJHMPT TBMFOBMBTVQFSmDJFIBDJÏOdose visibles bajo telarañas antiquísimas que empujan hasta desgarrarlas. El suelo

TVTQJSB Z DSVKF -PT CPTRVFT GSBDUBMFT nPrecen y perecen. La telaraña cuelga de las torres como cortinas y ondea alrededor de MPTFEJmDJPTNÈTCBKPT

Ya se pueden ver las ciudades visibles en el horizonte como estructuras estrictamente geométricas. Pronto llegarán los chatarreros.

LA HISTORIA CONSISTE, EN SU MAYOR PARTE, EN LAS MISERIAS DESATADAS SOBRE EL MUNDO POR EL

ORGULLO, LA AMBICIÓN, LA AVARICIA, LA VENGANZA, LA LUJURIA, LA SEDICIÓN, LA HIPOCRESÍA, EL CELO DESMEDIDO Y TODAS LAS DEMÁS

PASIONES DESATADAS. [EDMUND BURKE]

la colonia más grande conocida. Los spitalianos piensan que las bestias de esporas tienen algún vínculo con la ciudad o de lo contrario se habrían ido hacia el oeste hace mucho.

EL FRENTE DE LAS ESPORAS La muralla de esporas se inició en Pandora y siguió el camino más fácil hacia el este, transportada por el viento. La Sepsis se extendió lentamente al norte y al sur, pero hasta el momento nada había detenido esa fuerza primordial. No tenía ninguna prisa. Cuando llegaron los spitalianos, ya era demasiado tarde. Los campos de esporas de Polen se habían encontrado con la Sepsis del Balján en la antigua Ucrania, y ahora formaban una barrera impenetrable. Los médicos de Brest trataron de evitar que la puerta se cerrase. Han luchado durante décadas para construir un corredor hacia Asia, envenenando y quemando la tierra para matar de hambre

a la Sepsis. Fortalezas de destrucción automatizadas, una gran síntesis de las tecnologías cronista y spitaliana, dispersaron fungicidas a intervalos fijos, haciendo imposible la supervivencia en esas zonas sin trajes de protección. El corredor que se fue formando se asemeja a un gusano pulsante que se encoge ante los avances de la Sepsis, sólo para ser empujado de nuevo por las tropas spitalianas. Hace seis años, un pelotón al mando del Dr. Glukhovsky llegó al este. Al otro lado, unos bioquinéticos capturaron una fortaleza de destrucción y arrastraron a la tripulación a los campos de esporas con ellos. Las arañas cubrieron la fortaleza y el corredor se llenó con los muros de nuevos campos de esporas. Las líneas de abastecimiento de las fortalezas de destrucción con fungicidas se interrumpieron. Llevó semanas conectar la siguiente fortaleza de destrucción. No había ni rastro de Glukhovsky. Algunos spitalianos creen que logró su objetivo y que prepara su regreso. Pero la mayoría se limita a negar gravemente con la cabeza. Dicen que más allá de la Muralla de Esporas no hay tierra ni esperanza.

LA VIDA EN LA BARRERA DE HIELO Los frentes glaciares avanzan, las corrientes descendentes azotan con cristales de hielo. Las ciudades en ruinas son obstáculos en el blanco eterno. No hay más

que muerte para los seres humanos. Los Garganti tienen otra opinión. Vagan por la tierra baldía sobre sus mamuts, lentos espectros en la ventisca. En el hielo llegan

incluso a atravesar el Golpe del Segador; a veces son vistos por las estaciones de la guardia de Gdansk y en ocasiones por chatarreros al norte de Borca del Oeste.

POLEN

87

LAS TIERRAS SALVAJES

BALJÁN U N P O LV O R Í N El Balján es una región salvaje que impresiona por su orgullo, imprevisibilidad y belleza. Toma al vagabundo de la mano y le enseña los extremos. Las tormentas descargan en las llanuras, haciendo temblar las copas de los árboles en los interminables bosques. Cuando se abren las puertas del cielo, en vez de llover, diluvia: torrentes arrasan los valles, uniéndose para formar fuertes corrientes. Árboles nudosos se aferran al suelo, negándose a ceder a los poderes de la naturaleza. Los inviernos son fríos y metros de nieve se apilan en las montañas, tragándose los bosques de coníferas; en verano, el sol convierte las llanuras cubiertas de hierba en campos amarillos de rastrojos. El Balján nunca está en paz. Gime y grita, pero nunca se da por vencido, porque cada batalla le hace más fuerte y rebelde. Igual que su gente, indómitos guerreros de una orgullosa nación. La hospitalidad lo es todo para ellos, pero pero basta una palabra equivocada para que años de paz pierdan su sentido.

Se vuelca la mesa, platos y tazas ruedan por el suelo y los viejos amigos se encuentran como enemigos. Aman y ríen como odian y luchan: impulsados por la pasión, sin preocupaciones. Adoran la fuerza y la competencia. Tal vez es por eso por muchos de ellos se unen bajo la bandera de un señor de la guerra en los voivodatos. Construyen su futuro en Belgrado, Dalmacia y Sofía, sólo para destruirlo. Lo celebran, se dan de golpes y vuelta a empezar. Las amenazas les unen: atacan juntos a voivodatos, africanos, spitalianos o psiconautas enemigos. Hombro con hombro, sin resquicios. Sin embargo, una vez que han triunfado sobre un enemigo, los vientos cambian y las viejas alianzas se descartan como chaquetas desgastadas. Nadie es más leal y temible que un baljaní. Incluso dentro de la familia, una sola palabra puede tener el poder destructivo de una granada. En un altercado, padre e hijo se atacan mutuamente con ferocidad, para abrazarse de nuevo entre risas a la mañana siguiente. Yo contra mi hermano; él y yo contra mi tío; ¡juntos contra el resto del mundo!

BALJÁN

89

USUD El lago es circular, de un negro azabache y muy lejano. Su agua es convexa como una lente, el sol brilla sobre las crestas de las olas antes de que se disuelvan y la superficie se estabilice. El cráter Usud selló el destino del Balján. Los campos de esporas madre dibujan sus patrones concéntricos en la tierra; muchos están cubiertos de bosques y sólo son reconocibles desde las copas de los árboles. Las esporas se aferran a los árboles como el moho. Las nubes pasan raudas por el cielo, las lluvias son cortas pero intensas. Antes de que las gotas lleguen el suelo, el sol ya reluce de nuevo a través de las cortinas de agua. Parece como si el tiempo pasase más rápido aquí. Los Cárpatos separan Usud del reino del Homo sapiens. Las montañas zumban y vibran. La piedra pulida presenta suaves caras en las nervaduras del grosor de un dedo. El viento las acaricia como un arco de violín gigante y las hace resonar. Sin embargo, sólo toca el bajo en el conjunto, formando las ondas portadoras que otros coronan con una melodía. Esos otros son los dusaníes. Escuchan al viento y lo siguen en su camino a través de la tierra, entrando en cuevas y descendiendo por aguas burbujeantes. La naturaleza es su caja de resonancia. Sin embargo, alberga disonancias. Los dusaníes deben sintonizar para sobrevivir. Estancan agua en cuevas para variar el tono hasta que están en plena armonía; plantan árboles en los valles para romper el viento o desvían sus vibraciones hacia el suelo; ponen piedras en arroyos y ríos para su gorgoteo armonice con el sonido de las copas de los árboles. Entonces el dusaní alza la voz, creando un contrapunto a la respiración de Gaia. Los sonidos tocan el corazón, sembrando dolor o confort. En este instante, funde su chakra terrestre con la mundana creación. Interviniendo. Cambiando. Toma y da.

de su asesino. Los voivodas intervinieron en las batallas, pero evitaron luchar en ellas. Cuando los azotadores conseguían avanzar, las tropas se retiraban para reagruparse en otro lugar y atacar de nuevo el flanco del León. Los baljaníes se hacían más fuertes con cada derrota. Si yacían rendidos en el suelo, escupían en la cara de su enemigo. Los líderes locales ofrecieron alianzas a los africanos que fueron aceptadas sólo para encontrarse traicionados días más tarde. Los esclavos baljaníes vendidos en Trípol no fueron una excepción. Eran indomables. Después de los ataques y la quema de campos petrolíferos, los precios se hundieron. Nadie quería tener un baljaní. Eran animales. El avance se detuvo.

EL DOMINO DE LOS CLANES Los africanos se habían retirado a Estambul. Los baljaníes se dieron palmadas en la espalda, bebieron y lo celebraron. Se desafiaron y provocaron entre sí. Los ánimos se calentaron. Entonces, sus ojos se fijaron en los jehammedanos de Bucarest y Dalmacia, en los spitalianos que viajaban por su tierra sin estar invitados y provocando a los dusaníes. Cayeron sobre los apocalípticos que se habían abstenido de todo. Ah, ¿y qué pasa con los hellvéticos? Bastardos cobardes que se escondieron en su Fortaleza Alpina mientras el Balján se desangraba. Los clanes baljaníes que una vez estuvieron a punto de cortarse la garganta mutuamente, se unieron al encontrar a un nuevo enemigo común en los africanos. Hoy en día, los colectivos son mendigos en el Balján que tienen que explicar cada uno de sus pasos a los voivodas. Los que se rebelan son vendidos a los africanos como esclavos.

ES LA GUERRA

TÚNELES DE GUSANOS

Los azotadores africanos llegaron durante la noche. Atacaron aldeas y arrastraron a mujeres y niños a un futuro como sirvientes en Trípol o trabajadores en los campos petrolíferos. Avanzaron de un asentamiento a otro. Los Tanques Pioneros fueron detrás consolidando su dominio, los cónsules se hicieron cargo de la administración de las ciudades portuarias. En unos pocos meses, los africanos habían tomado Turquía y se trasladaron a las ruinas de Estambul. Ahora amenazan con cruzar el Bósforo. Sin embargo, el Balján con sus agrestes montañas y oscuros bosques amaba a sus hijos. Les ocultaba de la vista de los azotadores. Detrás de cada árbol y torre podía acechar un guerrero. Ninguno de los pueblos conquistados se rindió. Los clanes que habían sido enemigos durante siglos se dieron la mano, bebieron hasta la extenuación por pura hermandad y juraron destruir al enemigo. Los niños se escondieron en las ruinas a lo largo de las líneas e informaron de los avances de los azotadores hacia sus aldeas. Otros se introdujeron en los campamentos y envenenaron los pozos con Quemazón discordante. Las mujeres sedujeron a los cónsules y lo último que sintieron estos fue el cálido aliento

Grandes áreas del Balján están horadadas por túneles. Los accesos están ocultos; algunos se han derrumbado o están taponados. Allá abajo reina la oscuridad. Algunos de los túneles son antiguos y están fabricados en ladrillo. Del techo cuelgan raíces y partes enteras están sumergidas. Huele a amoníaco; las deposiciones de las ratas suenan aplastadas bajo los pies. Otros túneles están hechos de hormigón con accesos de barras de hierro. No hay mapas. Unos años antes del Escatón, el Grupo de Recombinación amplió el laberinto con búnkeres y túneles de suministro, y perforó pozos en los Cárpatos. Miles de personas entraron en la montaña protegidos por mercenarios. El proyecto «Tannhäuser». Las puertas de acero se cerraron tras ellos. Las estrellas cayeron, el mundo ardió. No fue hasta pasados varios siglos que las puertas se desbloquearon de nuevo. Sin embargo, lo que salió al mundo de su interior era sólo una sombra de lo que había entrado. Los antiguos guardias se han convertido en criaturas pálidas, ajenas al sol y adaptadas a una vida en la oscuridad: los pálidos. En lo profundidades todavía se aferran a sus rituales antiguos e incomprendidos, rezan a ilusiones ópticas y esperan a que sus dioses, los durmientes, se despierten.

Ya deberían haber salido hace mucho. Los tanques de algas están secos, los estómagos se quejan. Los pálidos necesitan vivir de algo. Está claro que no de un trabajo. Una risa seca resuena por los túneles, añadiendo textura y dimensión a la oscuridad. Después de todo, son los elegidos para seguir algún día a sus dioses hasta la superficie. Así que los pálidos cogen lo que necesitan del mundo exterior. Roban en los pastos bajo la protección de la noche, extraen agua de pozos y atacan pueblos. Luna de cosecha. Pero los baljaníes no están en absoluto indefensos.

LAIBACH Las raíces rompen el asfalto, los brotes crecen en los techos planos, los canalones y el suelo hasta caer aplastados bajo la presión del árbol en desarrollo. Los edificios de los antecesores se erosionan. Los bosques recuperan la tierra que perdieron. No ocurre así en Laibach. Los grises monolitos residenciales de Laibach permanecen impasibles al paso del tiempo. El suelo está sellado con losas de hormigón desplazadas o arrancadas en distintos puntos. Se han formado sucios lagos en los huecos. Las moscas zumban sobre el agua alimentando a una especie de sapos de color gris pálido que apenas resultan visibles contra el fondo de su mundo de hormigón.

Cuando sopla el viento del este, los sonidos de los cantos dusaníes golpean Laibach como el restallido de un látigo, turbulencias acústicas que transportan polvo y hojas viejas por las calles. Sin embargo, los edificios cantan su solitaria canción incluso en la calma. Durante décadas queda atrapada en el entramado urbano. En el centro de este fenómeno, las losas de hormigón se han levantado según el patrón de miles de chakras dusaníes. Los signos se repiten en las paredes, como cortados en la piedra. Si alguien permanece quieto y escucha atentamente, puede percibir las voces. Ondulan, varían en volumen y tono. Los baljaníes dicen que los edificios están contando la historia de la ciudad en un idioma que nadie puede entender. Otros afirman que las voces son nada más y nada menos que las sombras de aquellos cuya alma fue arrancada por los gritos del dusaní Mokosch Eidolon. Las almas permanecen vibrando en la longitud de onda de Eidolon, incapaces de huir. La ciudad está situada en los Alpes Cárnicos, donde Purgare se encuentra con el Balján y por ello se ubica en una antigua vía contrabandista que a veces tiene visitantes. Los que se atreven a buscar entre los edificios encuentran escondrijos de Quemazón, armas y rediles de esclavos, pero ningún lugar para acampar. Nadie se queda en Laibach más tiempo del necesario. Porque aparte de los fenómenos acústicos, hay otro peligro tangible. Una criatura vendada vaga por las calles y su mirada deslumbrante reduce a todo el que se cruza en su camino a cenizas. En algunas ventanas del centro de la ciudad parpadean luces rojas. Los que se acercan a ellas atraen a la criatura.

BALJÁN

91

PEST Un pilar se levanta como un árbol petrificado; su extremo se pierde en la cobertura del bosque de robles. La luz del día es verde y acaricia con sus ondulaciones. Las bellotas se parten bajo los pies con un sonido agudo. Cada paso duele, cada sonido se eleva y estalla en astillas acústicas de vidrio entre los árboles. Detrás de un roble hay un pilar y luego otro. Forman un semicírculo. Entre ellos se encuentran colosos descomunales comidos por el musgo y el verdín. Manos porosas reposan sobre espadas, nidos de pájaros en coronas, las cubiertas están rotas y en su interior anidan las hormigas: los jueces. En otros tiempos, los jueces custodiaban esta ciudad. Miraron en silencio hacia el centro del semicírculo durante siglos. La reina se alzaba en este punto entre los pilares, tan alta que tocaba las nubes con su brazo extendido hacia el cielo. Cuando cayó, lo mismo le ocurrió al ángel en la parte superior. Una de sus alas de bronce sobresale del torso roto, casi paralela al suelo, como una mesa o un altar. Como una invitación. Los cráneos de animales se apilan en la parte superior y por debajo, negros y mohosos, sin la mandíbula inferior. Los pájaros se han callado. Conocen las señales. Los cantos se elevan en un tono inaudible que hace vibrar el follaje. El aire oscila y desciende hasta el suelo, la hierba se dobla, las hojas caídas sufren tanta presión contra el suelo que el agua se escapa formando charcos. Todavía reflejan la luz como el mercurio. Un poco más allá, un río atraviesa el mar de ruinas. Ondas inmóviles y remolinos se forman en su superficie, algunos de ellos duros y afilados como el cristal. Una rata corre por encima dejando un rastro de sangre con sus pies. Pierde un dedo y luego otro. Le entra el pánico y golpea una ola que rasga la piel de su cuerpo. Termina por tropezar, sus muñones dibujando líneas en el agua convertida en vidrio. Se cae. La vibración de las costillas rompe la piel; la carne se derrite y se disuelve en danzantes gotitas. Por debajo se deslizan krakens que rompen la superficie del río con sus cuerpos como si nada. Los cantos engullen todo el mar de ruinas. Los edificios tiemblan hasta que sus bordes parecen difusos. Los que se atreven a tocarlos acaban con las puntas de los dedos pulverizadas. Los animales huyen bajo tierra; el sonido de las hojas susurrantes y el viento se aleja. Los dusaníes tejen una red por toda Pest que se traga campos de esporas y sus nidos, acumula frecuencias, las entrelaza y las propaga. Los aberrantes de toda Borca bailan al ritmo de las canciones de Pest.

Las olas tardan horas en romper. Los enjambres de moscas se elevan de nuevo por encima de las copas de los árboles, ratas y gendos empiezan a buscar presas. Los krakens salen del río y se arrastran hasta los muros de los grandes campos de esporas madre. Sus tentáculos buscan al dusaní, rodean sus brazos y piernas. Tiran del voluminoso cuerpo hasta llegar a los hombros, donde se entregan a las dulces vibraciones, cambian de color y aprietan a su presa. Los baljaníes evitan las ruinas. Ningún voivodato reclama este lugar maldito como suyo. Sólo los apocalípticos se atreven a entrar en los campos de esporas, atraídos por la Quemazón. Los que sobreviven más de unos pocos días han aprendido una cosa: no se puede tocar ni una piedra, hay que permanecer en silencio. Todo Pest es un amplificador gigante de ondas dusaníes y cada edificio, cada colina y cada cuerpo de agua están incluidos. Cualquier perturbación, aunque sólo sea pisar una rama, se multiplica como una disonancia a través de las ondas que despierta a los aberrantes. Una cosa es segura: la perturbación será eliminada.

ROMPIENDO LA ONDA Chernobog ha llegado. Envía a sus clanes a las ruinas, les ordena derribar estelas de piedra y crear un corredor para entrar en la ciudad. La onda se rompe. Sin embargo, con cada incursión, cientos de sus seguidores se disuelven en una niebla sangrienta. Mientras tanto, dusaníes de todo el país vienen corriendo para fortalecer la onda con su canción. El Corroído se impacienta. Quiere entrar. En el cielo nocturno brillan una luces; detonaciones que rasgan el susurro de los bosques. Pronto habrá alcanzado su destino. La siguiente parada es Belgrado.

EL VOIVODATO DE BELGRADO La Torre Gemela de Belgrado ha sido sitiada, fortificada, conquistada, quemada varias veces, blindada, maldecida y bendecida a través de los siglos. Desde el principio fue la sede del poder de los voivodas y su fortaleza. Las dinastías van y vienen, los vasallos cambian, pero la torre persevera. La ciudad a su alrededor consiste en áreas de vivienda,

mercados, prostíbulos, lugares de alojamiento, arsenales y las murallas de la fortaleza. Los señores de la guerra cabalgaron a la batalla desde su sombra y los ejércitos se extendieron por los alrededores. La Torre Gemela promete poder y continuidad. Los voivodas que descienden de la dinastía Djuric la han estado usando exactamente cien años. Las celebraciones en honor del primer Djuric conminan a la gente a salir a las calles y entrar gratis en las tabernas para beber, reír y olvidar por un tiempo. Hay mucho que olvidar. Porque Belgrado tiene enemigos. Después de una oleada de tifus el pasado verano, el voivoda acusó a los spitalianos de elaborar veneno después de haber combatido la epidemia en vano durante semanas. Los médicos fueron arrestados y vendidos como esclavos. La codicia de los apocalípticos y su actitud insolente también le pusieron de los nervios. En su paseo matutino por los barrios, algunos inmigrantes vaciaron sus orinales en la calle delante de sus pies. La risa que salía de sus casas era veneno puro en sus oídos; deberían haber aprendido de lo ocurrido a los spitalianos. Djuric hizo que los echaran de sus burdeles y establecimientos. Fueron arrastrados por su propia orina y finalmente reubicados en un gueto. Pueden entrar y salir durante el día, pero no portar armas. Por la noche, se cierra la puerta. La raza debe quedarse entre su propia calaña. ¿Quién se ríe ahora? Los usudi de las montañas son otra molestia. Se juntan en las rutas comerciales, emboscan a los viajeros y se comen su carne. Nada inusual. En las montañas hay gran cantidad de escoria que los esbirros arrastran hasta los llanos para matar. Las cabezas adornarán las murallas toda una estación. Sin embargo, los usudi despiertan un miedo atávico incluso en los asesinos de Djuric. Son criaturas de pesadilla sin miedo o cerebro, deshumanizadas y letales. El arañazo más pequeño acaba en una ampolla putrefacta cuando hay un usudi cerca. Contaminan el aire y el alma. La gente los considera un mal augurio. En realidad ya no se necesita un profeta. Agitadores dálmatas exploran el voivodato con tropas de choque. Los espías informan de que el Karaján en Sofía ha ampliado las murallas de su fortaleza y reclutado a más soldados. Al mismo tiempo, los clanes del Corroído avanzan desde el noroeste. Belgrado está rodeada, la lucha es inevitable. Dobles de Djuric cabalgan por la ciudad para demostrar su presencia y la situación de normalidad. Sólo en los últimos diez días, dos de ellos han muerto a manos de asesinos de los voivodules. Hay algo grande a punto de suceder. Sea lo que sea, la Torre prevalecerá.

EL VOIVODATO DE SOFÍA Las sierras están cubiertas de nieve y los árboles crecen incluso en las cumbres brumosas. Le proporcionan agua clara de manantial a la meseta de Sofía. Los arroyos burbujeantes descienden rápidamente lixiviando los minerales de las rocas para acabar vertiendo su caudal en las aguas del Ískar. Los amplios meandros del río serpentean a través de la llanura haciéndola fértil. Los bosques dan paso a densas masas de arbustos, áreas amplias cubiertas de hierba resistente y mesetas rocosas. El invierno es largo y frío, el verano luminoso y cálido. La cosecha de otoño es abundante; los campos de esporas sólo arrojan su Sepsis al viento en las regiones orientales más remotas. El viento la lleva en dirección a las montañas. La meseta de Sofía es un edén. El voivoda de Sofía ha jurado proteger este paraíso. Cinco puertos de montaña llevan a tierras extranjeras: el Ískar, Vladaja, Dragomán, Petrohán y el Paso de Botevgrado. En ellos, las rocas forman barricadas y se han erigido fortalezas encajadas entre las laderas de las montañas. Grandes trozos de granito esperan a ser precipitados en las profundidades de las terrazas retraídas. El voivoda las llama oficinas de aduanas, pero todo el mundo sabe que las fortalezas no están ahí sólo para mantener alejados a los contrabandistas. La propia Sofía se encuentra en la ladera norte de las montañas Vitosha. Calles perfectamente rectas conducen más allá de los palacios adornados con columnas, edificios cubiertos en metal y polvorientos bloques de apartamentos. Algunas van a dar a plazas gigantes, otras se pierden en la proliferación de los bosques. El palacio del voivoda es un edificio octogonal soportado por pilares de acero con espacio suficiente para que quepan decenas de Tanques Pioneros. Rara vez se le puede encontrar allí. Por el contrario, se ausenta para hablar con recaudadores de impuestos, ver a sus guardias ejercitarse, elogiar y degradar. Los emisarios y espías corren a su presencia, entregan sus armas a los guardias, caminan a su ritmo, manteniéndose a su altura para decirle lo que tengan que decir. Él escucha y da órdenes. Todo el mundo sabe que no discute nada. La ciudad que le rodea y su capacidad para presentar batalla crecen con cada orden que dicta a sus mensajeros. Las carreteras avanzan día a día por la meseta, conectando Sofía con asentamientos agrícolas y atalayas. Una torre de radio se eleva sobre el pico Botev. Posiblemente el único error que jamás haya cometido el voivoda de Sofía.

CONFEDERACIONES Djuric conoce a su pueblo. Lo ama por su salvajismo y excesos, por sus grandes gestos y pasiones. Pero también desconfía por lo mismo. Para reuniones y viajes JNQPSUBOUFT NÈT BMMÈ EFM ÈSFB JOnVFODJB de Belgrado, utiliza las confederaciones.

Están compuestas sobre todo por polenos que le han jurado lealtad a él y sólo B ÏM 1SFmFSF B MPT FTUPJDPT TBMWBKFT EFM OPSUF Z MF HVTUB TV mBCJMJEBE 1PSUBO DÏdulas con el sello de Djuric. Comen gratis dentro de Belgrado y tienen derecho al

mejor alojamiento. No responden ante nadie en las calles. Decenas de ellos vagan por los bosques del Balján y la llanura de Polen prometiendo riquezas a los clanes libres si se unen al ejército de Belgrado.

CUANDO EMPIECE EL AÑO MIL QUE SIGUE AL AÑO MIL, AQUEL QUE HABLE DE PROMESAS Y DE LEY

NO SERÁ OÍDO; EL QUE PREDIQUE LA FE DE CRISTO PERDERÁ SU VOZ EN EL DESIERTO. P E R O P O R T O D A S PA R T E S S E E X T E N D E R Á N L A S

AGUAS PODEROSAS DE LAS R E L I G I O N E S I N F I E L E S ;

FA L S O S M E S Í A S

REUNIRÁN A LOS HOMBRES CIEGOS.

Y EL INFIEL ARMADO SERÁ COMO NUNCA HABÍA SIDO; HABLARÁ DE JUSTICIA Y DE DERECHO,

Y SU FE SERÁ DE S A N G R E Y F U E G O ; SE

VENGARÁ DE LA CRUZADA. [JEAN DE VÉZELAY]

KARAJÁN

BUCAREST

Un día, allí estaba. Un forastero sin nombre, porque aún debía ganarse uno. Más tarde se recordaría que dijo «Sofía me ha llamado». Recorre los frondosos parques de la ciudad, sube a las montañas Vitosha y desde allí espera a que salga el sol. Dirige la reconstrucción de la Catedral de los Patriarcas y desciende a las ruinas de los edificios olvidados. Hace mucho que los oficiales aduaneros, guardias de la ciudad y la guardia boyarda le apoyaron cuando reemplazó al voivoda Viktor. Ahora se hace llamar Karaján, el líder negro. Se encarga personalmente del problema de los pálidos fumigando los búnkeres con un puñado de compañeros de confianza. Proporciona ametralladoras y chalecos antibalas a sus oficiales, pero se queda los discos solares. A su lado hay una mujer vestida de negro con el atuendo de los voivodules. Los desconocidos patrones entrecruzados de su ropa no pertenecen a ningún clan concreto. Su voz es profunda y tranquila, aunque sólo le habla al Karaján en un idioma africano que nadie más entiende. Parece ser vieja o muy joven según el ángulo de la luz incidente y nunca sonríe. ¿Es una emisaria del Banco de Comercio de Trípol, su guardaespaldas o su amante? Él se refiere a ella como «mi corazón y mi alma» cuando habla con sus oficiales. «Demasiado grandes para llevarlos conmigo». Hoy en día, la ciudad es una imagen especular de los atributos de Karaján: desafiante, difícil, disciplinado. Hace tiempo que ha adoptado un lema propio: «Madura, pero no envejezcas».

Un centenar de catástrofes están grabadas en la cara de Bucarest. Hoy en día crece un denso follaje sobre las ruinas donde una vez las murallas de la fortaleza detuvieron a los fanáticos del sur profundo. Barrios enteros ardieron durante semanas e incluso la piedra más dura se derritió convertida en negro vidrio. Hace siglos, el Dambovita se desbordó convirtiendo el término municipal en un extenso lago que sólo se secó de nuevo años más tarde. El suelo empapado fue incapaz de sostener por más tiempo las torres de los antecesores. Una a una se hundieron, se inclinaron y cayeron. Dos de ellas chocaron entre sí. Siguen apoyándose mutuamente en la actualidad, como dos borrachos que vuelven a casa de la taberna. Luego vinieron las tribus de Valaquia y los voivodules, escaramuzas y batallas. Cada edificio de Bucarest fue utilizado docenas de veces, limpiado de arbustos y árboles, sitiado, conquistado y abandonado de nuevo. Grandes áreas del antiguo término municipal están salpicadas con postes, cajas torácicas que sobresalen entre el sustrato de vegetación y los arbustos, flechas y lanzas que se pudren en la maleza. Entonces llegaron los jehammedanos. Convirtieron a las tribus a su religión o las aplastaron entre los frentes de sus guerreros. Oraron y predicaron en sitios históricos de la ciudad: en la Iglesia de Stavropoleos y la Iglesia de los Patriarcas, así como en las ruinas monumentales de la Casa de la República. Sus rebaños de cabras pastaron en las grandes calles de la ciudad tomadas por la vegetación. La vida volvió a la ciudad.

BALJÁN

95

Sin embargo, el esplendor de Bucarest despertó deseos. En las tierras bajas del Adriático, jehammedanos y anabaptistas estaban enzarzados en una batalla estática. Los vapuleados isaaquitas, empapados en sangre, exigieron la ayuda de Bucarest para que demostrase la misericordia jehammedana. Bucarest envió a los mejores. Habían desaparecido para cuando los africanos cruzaron el Bósforo y entraron retumbando en la ciudad sobre sus Tanques Pioneros.

Cuando el comandante de cuerpo Bianchi advirtió los registros de aduanas durante una investigación de rutina, todo rastro se había borrado. Sus tropas aduaneras no se acordaban o se hicieron las tontas, e incluso las transmisiones de radio a Justiciano no proporcionaron ninguna información sobre el envío. Bianchi decidió que tenía cosas más importantes que hacer.

. . . Y R E C O G E T E M P E S TA D E S SIEMBRA VIENTOS... Región Territorial IV, no muy lejos de Laibach. Carretas de barriles de nitro fueron inscritas en los registros de aduanas, despachadas y certificadas en Mobilis. Destino: el Balján. El transporte iba acompañado por ultimadores cronistas y chatarreros armados de origen desconocido. La documentación estaba correcta, se hizo el abono del peaje que hiciera falta insistir ni regatear.

El neolibio Zuberi había pasado meses en aquella sucia aldea en el cadáver de Estambul estudiando detenidamente los mapas y enviando a sus azotadores para comprobar la resistencia del suelo a la carga y explorar posibles rutas. El Banco de Comercio le había dado tres Tanques Pioneros y después cientos de azotadores. Invitó a amigos de su familia y jeques para asistir a una clase de caza muy especial desde las plataformas de las fortalezas móviles. De acuerdo con su plan, pronto obtendría el beneficio en sacos de dinares por cada minuto que había invertido. Ese verano tomaría Bucarest al asalto, cercaría todo el sur del Balján y enviaría a sus chatarreros a los búnkeres de los pálidos para extraer las últimas riquezas de las raíces del reino. Había mandado fundir una cantidad de plata siguiendo la forma de su rostro, una máscara que se pondría durante el desfile de la victoria a través de Trípol, poco antes de ser declarado jeque por el Banco de Comercio. El ejército comenzó a marchar. Los Tanques Pioneros fueron devorando más kilómetros cada día. El cartógrafo de Zuberi anotó cada pulgada de terreno que ganaron y sonrió. Todo estaba saliendo de acuerdo con el plan. En tres semanas llegarían a Bucarest.

Los africanos pasaron el voivodato de Ionnus. Era un enemigo de Bucarest y se suponía que enterrarlo bajo una pila de dinares aseguraría la calma. Zuberi se irritó cuando el voivoda Neven le pidió una reunión. ¿Quería más? ¿Con este ejército a las puertas? ¿Estaba loco? Sin embargo, Neven elogió la generosidad y la fuerza de Zuberi con grandes gestos. No quería oro, del que ya tenía suficiente. Desestimó esa idea. Quería la gloria y la venganza contra Bucarest. Puso su caballería al servicio de Zuberi para el primer golpe. Zuberi estaba desconcertado pero contento. ¡Que los salvajes se matasen entre sí! De esa forma se derramaba menos de la valiosa sangre africana. Además, sería mucho más fácil conquistar el voivodato de Ionnus más tarde. Los días volaron. Los exploradores de Neven se apresuraron por delante, a veces informando de derrumbes y mesetas intransitables, a veces topando con ríos desbordados. Detalles sin importancia. Nada que el cartógrafo no hubiera visto venir y fuera capaz de contrarrestar con pequeños desvíos. En tres días verían las torres de Bucarest. Neven ordenó tomar un último descanso largo para él y sus hombres, una celebración dedicada a sus antepasados antes de cenar. A Zuberi le encantó la idea. Un poco de folklore y gula, y sus aburridos invitados estarían impacientes por llegar al destino. El voivoda había elegido el lugar, un campo en barbecho con buena visibilidad por todos los lados. Ningún enemigo sería capaz de deslizarse sin ser visto. Los Tanques Pioneros formaron una fortaleza triangular abierta; en su centro se encendieron las hogueras. La fiesta no tardó en llegar a su apogeo; se asaban cabras al fuego, se servía pan de hornos de barro. Sólo los azotadores se abstuvieron de celebrar nada y vigilaban las plataformas. La noche cayó sobre el ejército de Zuberi. Líneas de luces se iluminaron en un instante. Zuberi se había superado a sí mismo.

Igual que Neven. Sintió el calor del fuego en la cara. Estaba solo. Las canciones y los aplausos rítmicos sonaban apagados a través del blindaje del tanque pionero. Se puso de pie frente al horno. Todos los tanques estaban en la parte posterior de la fortaleza, tras centímetros de acero. «Han pensado en todo», dijo en voz alta, cogió la bolsa a su lado y la arrojó al horno. El tejido prendió fuego con una explosión, ardiendo alrededor de su contenido. Más de una docena de piedras o huevos del tamaño de un puño eran visibles bajo la tela en llamas. El voivoda arrugó la frente y cerró los ojos. Nunca rendiría su país a los demonios negros. Las granadas detonaron con un destello y a continuación le siguió un barril ardiendo que vaporizó la sala de máquinas y rugió contra el casco blindado. El tanque pionero se sacudió y capa exterior estalló hacia afuera. Una lluvia de metal fundido cayó sobre el suelo golpeando una capa de nitro que los secuaces de Neven habían colocado días atrás. El fuego abrasador fue quemando gradualmente el suelo hasta llegar a los barriles de nitro enterrados, el legado de Neven y el regalo del Balján. La detonación se pudo oír en Bucarest, pero el lejano fogonazo de luz en el sureste fue como un amanecer en la ciudad. Cuando la noticia llegó a Trípol, los jeques pensaron rápidamente que nadie podría haber sobrevivido a la bola de fuego. ¿Cuántos buenos africanos más debían matar aquellos montañeses lunáticos? La vida y el sueño de Zuberi habían terminado y el Banco de Comercio detuvo la conquista del Balján. En algún lugar en lo profundo de Clúster Central de Justiciano, alguien reía con malicia. El fragmento Impulso vio la destrucción del ejército de Zuberi a través de las granulosas grabaciones ópticas de sus aviones no tripulados. Mientras estuviese vivo, nadie volvería a tocar la tierra de sus antepasados, de eso estaba seguro.

EL GANADO MUERE Y MUEREN LOS PARIENTES,

Y ASIMISMO SE MUERE UNO;

SÉ DE UNA COSA QUE NUNCA MUERE, LA FAMA DE LAS ACCIONES DE

UN HOMBRE MUERTO. [EDDA MAYOR]

BALJÁN

97

DISOLUCIÓN Bucarest está rodeada por lobos. El voivoda Djuric percibe su oportunidad, pero no actúa todavía; deja que los jehammedanos hagan el trabajo sucio contra los leones africanos. Hasta el momento no es consciente de la destrucción del ejército africano. Espera demasiado tiempo. Cuando sus espías le informan sobre el ejército del Karaján, la iglesia de Stavropoleos ya está bajo asedio. El icónida de Bucarest, debilitado por la batalla contra africanos y anabaptistas, pide el favor de Aries, pero sus plegarias no obtienen respuesta. Dos días más tarde, inclina la cabeza ante Karaján y le entrega la ciudad. Ese mismo día, el último isaaquita que queda en Bucarest, Arioc, lo empuja desde la torre de la Iglesia de los Patriarcas por traidor. Arioc se esconde, pero Bucarest permanece invicta. Los abramitas están cansados y desesperados después de perder a casi todos sus hijos en la guerra. Sólo les quedan sus hijas, ¿qué será de ellas sin ningún tipo de protección? El Karaján les ofrece su ayuda, declara a las mujeres jehammedanas tabú si le juran eterna lealtad.

EL VOIVODATO DE DALMACIA Una mano momificada se exhibe con los dedos índice y medio cruzados, atados con un alambre. Al lado se encuentra un paquete de vendas cosido con hilos de plata y oro, que supuestamente contiene el cráneo de un anabaptista. El comerciante añade sin levantarse: «Tiene una bellota en la mandíbula». El expositor contiene piezas únicas: una empuñadura con una hoja rota con restos de barro y lacado; un simple cuerno de carnero de un azul grisáceo; un mnemónida hibrispano perforado con conchas de mejillón ensartadas; un garrote con un

centenar de muescas en la empuñadura. Debajo hay más objetos cogiendo polvo en cajas. «Hay más cosas debajo, sólo tienes que sacar la caja y hurgar». El comerciante sonríe con amargura. Estas curiosidades se vendían en los primeros días del voivodato de Dalmacia como armas antes de una guerra. Los icónida de la ciudad habían sido derribados, sus bóvedas saqueadas y todo el mundo quería tener uno de estos... iconos. Se suponía que los hombres santos habían negociado algunas decisiones con Dios y estas cosas eran símbolos del acuerdo, los mayores tesoros de este culto caprino. De todos modos, el botín perdió rápidamente su atractivo. Los falsificadores no habían hecho más que empezar e inundaron el mercado con sus propias creaciones. Incluso si los jehammedanos recuperasen la ciudad algún día, no podrían distinguir sus antiguas reliquias del botín.

RUINA Los jehammedanos permanecieron en las agotadas ciudades costeras de Dalmacia durante siglos sin sentir jamás que pertenecían al lugar. Sólo ellos utilizaban sus baños mientras que el resto de habitantes de la ciudad eran mantenidos a distancia por ismaelitas con sables. Calles y barrios enteros fueron separados de la agitada vida cotidiana de los baljaníes. Hubo un pacto antiguo entre la dinastía voivoda Zlatan y los icónidas de Dalmacia que determinó las áreas que pertenecían a los nativos baljaníes y las que pertenecían a los jehammedanos. Según las leyendas, se remonta a los hermanos Zlatan. Después de vencer a los clanes dálmatas, uno de ellos optó por una vida mundana con todos sus placeres, mientras que el otro prefirió ser uno de los

CADA GENERACIÓN HABRÁ MÁS GENTE QUE

RECUERDE. [RAY BRADBURY]

isaaquita y se refugió en los ritos religiosos del colectivo para ser declarado finalmente un icónida. Tres generaciones se adhirieron al pacto. Jehammedanos y dálmatas se miraban con escepticismo y se burlaban entre sí: los últimos porque no encontraban sentido al galimatías religioso y los primeros porque tenían a los baljaníes por niños que aún tenían que encontrarse a sí mismos y a Dios... pero ya era demasiado tarde. El voivoda se había vuelto viejo y blando, haciendo un hábito del servilismo al icónida. Hasta que el boyardo Buzdovan reunió el valor suficiente, cogió un lucero del alba con un largo mango de la pared de la cámara del trono y destrozó el cráneo del viejo Zlatan. Los demás boyardos ni se movieron. Buzdovan les echo fuera y salió arrastrando su arma. Los ensangrentados pinchos iban pintado líneas rojas en el suelo. Una vez afuera levantó su brazo y gritó: «¡Libertad!». Buzdovan obligó a los boyardos a reconocerlo como voivoda y envió a sus secuaces contra todo el que no dijese lo que quería oír. Declaró a los jehammedanos proscritos; el primero en ponerles las manos encima se quedaría con sus bienes. Los boyardos eran presa de asesinos; Buzdovan otorgaba títulos y privilegios o los quitaba casi a diario. Los jehammedanos fueron vendidos como esclavos, los apocalípticos les daban caza hasta la muerte como a animales. Primero se ganó el favor de los anabaptistas y luego los empujó a un pozo lleno de gendos hambrientos. Cada mediodía doblaban las campanas para recordar la hora de la libertad. En el mercado hay un plato de oro y los que se atreven a tocarlo pierden la vida. A Buzdovan se le ocurren nuevos rituales y costumbres a diario para demostrarle cultura y fuerza a su pueblo desgarrado. Sin embargo, los dálmatas han probado el dulce néctar de la libertad. Algunos ponen sus esperanzas en el impacto de su voivoda, se dejan arrastrar por su deseo del título de boyardos. Otros se reúnen para controlar el mercado negro y el comercio de esclavos. Puede que Buzdovan sea un paranoico, pero no sin razón. De hecho cree que

sabe la hora de su muerte. En lo profundo de las catacumbas bajo su cámara del trono, guarda un icono en un santuario de acero. Según cuenta la leyenda, concederá al isaaquita que lo lleve en combate la fuerza y la confianza para derrocar al voivoda de Dalmacia. Podría haberlo destruido. Pero entonces, ¿no le reservaría el destino otra manera de morir?

TURQUÍA Las semillas de psicóvoro viajan sobre las olas del Nilo en dirección al Mediterráneo, atrapadas en la corriente y depositadas en la antigua costa turca. Crepitan y se abren finalmente en la arena mojada. Las raíces filamentosas se extienden a su alrededor y se hunden profundamente. Pronto surgen hojas octogonales que se elevan hacia el sol. El primer fruto es abundante. Ha comenzado. Los psicóvoros devoran llanuras cubiertas de hierba, pantanos y bosques frondosos, ahuyentan a osos pardos y ciervos. Las ciudades quedan desiertas una vez que la selva verde azulada las envuelve. Pero no todos los habitantes han huido. De acuerdo con la leyenda, los hijos de los turcos se esconden en medio del extraño frente de las peligrosas plantas. Sobreviven en enclaves herméticamente sellados. Cuando salen de ellos, llevan trajes protectores hechos de un plástico bulboso que brilla. Las plantas les evitan y retiran sus espinas. Los neolibios darían una fortuna por ese veneno de contacto. Sin embargo, los turcos se esconden de ellos como de todos los extranjeros. Hace un ciclo solar, los africanos acamparon en las ruinas cubiertas por la vegetación del puerto de la ciudad de Kalkan. A bordo de un tanque iban neolibios y spitalianos. Estos últimos se introdujeron en los psicóvoros embutidos en trajes higienistas, tomaron muestras, enterraron cartuchos y los conectaron. El experimento comenzará pronto.

BALJÁN

99

LOS CAMPOS DE LA MUERTE

HIBRISPANIA HIBRIS Un fragmento de asteroide golpeó el macizo montañoso al sur de Toledo. La hiriente lanza de su cola fue visible sólo durante un segundo y a continuación desapareció en la detonación. El suelo se sacudió, desgarrado por la onda que lo recorrió, pero que rápidamente perdió su impulso. Nubes de polvo rodearon Toledo. Los centros de gestión de la crisis se hicieron cargo. Los líderes de los convoyes se llevaron la gloria. Cada día se modificaba otro verso de la epopeya nacional de la Reconstrucción. Los primeros años pasaron volando y cada nueva dificultad era como un logro. La reconstrucción se consideró una lucha cultural donde los españoles tenían la sartén por el mango. Sin embargo, la energía era escasa.

Las nubes de ceniza oscurecieron la luz del día haciendo inútiles las granjas. Un tsunami derribó los molinos de viento en la costa y los arrastró al fondo del océano. Ahora sólo quedan los generadores en su sitio. Las reservas nacionales de petróleo se volatilizaron. La gente que quería lo mejor para su país se reunió alrededor de mapas como lo habían hecho durante siglos. Los dedos apuntaron a países más y menos lejanos, pero rara vez al suyo. El petróleo de África resultó deseable. Un pequeño escuadrón armado se encargaría de negociar las concesiones de bombeo. Alguien en la mesa de mapas se rió, todo el mundo estaba animado. Sabían lo que se hacían.

HIBRISPANIA

101

G I B R A LTA R El puente sobre el estrecho de Gibraltar había sufrido un impacto. La carretera colgaba de los pilares como un trapo mojado. Contra ellos se amontonaban buques y otros restos arrastrados por el agua. El nivel del mar descendió. La arena y el fango formaron islas, más barcos taponaron los espacios intermedios. Un escalador experto podría haber llegado desde España hasta África casi sin mojarse. Los españoles hicieron el resto. Construyeron presas, utilizaron los escombros como base y colocaron rampas y puentes sobre el agua restante. Deshidrataron el terreno donde estaba empapado y lo fortificaron con hormigón. En los últimos cientos de metros, los africanos vitorearon a los trabajadores españoles y ellos mismos echaron toneladas de roca.

LA LÍNEA Casi ninguno de los españoles sabía lo que pasaría después. Los trabajadores de ambas partes aún temblaban por el esfuerzo y se intercambiaban regalos cuando llegaron los ingenieros petrolíferos españoles. Venían armados hasta los dientes; llevaban ametralladoras montadas en

la parte trasera de los camiones. Llegaron a una velocidad de vértigo. Los nativos les abrieron paso y les saludaron. Irrumpieron en los campos de petróleo y los convoyes se llevaron los barriles a Gibraltar. La misión fue un éxito enorme: el petróleo africano hizo brillar las lámparas en Madrid. Pero los africanos estaban enojados. ¡Aquello era un robo! Exigieron a los intrusos que moviesen sus blancos culos de vuelta a su propio país. Los españoles discreparon. Las relaciones se deterioraron con rapidez.

E L E S TA D O D E L C O N F L I C T O Salvas de ametralladora acribillaron las casas mientras las ciudades ardían. Los mercenarios españoles ahogaron la tierra en sangre. Voces escépticas que enarbolaban la bandera de la humanidad fueron silenciadas en el bullicio de los intereses petrolíferos. La riqueza se convirtió en una obsesión. La ira de los africanos creció. Llegaron gentes de todas partes del continente. Emboscaron convoyes, se unieron y empezaron a entrenarse. Su número creció día a día.

Al final debieron ser cientos de miles los que atacaron a los invasores. Los mercenarios trataron de evitarlo creando una lluvia de plomo sobre la multitud hasta que sus ametralladoras ardían y no quedó más munición. Terminaron por volar las plataformas y retirarse bajo el manto de humo, controlando la situación al principio, pero presas del pánico después. Toda África se había levantado contra ellos y les expulsó al otro lado del mar, de vuelta a Gibraltar. Los africanos les siguieron y cruzaron el puente de tierra.

UN CAMBIO DE ERA Eso fue hace doscientos años. El clima se ha vuelto más húmedo. Donde una vez pinos y palmeras tenían que ahorrar agua, ahora hay una selva de robles y hayas. El aire es húmedo y cálido. Los arroyos recorren tierras anteriormente secas. Los animales beben de lagos y estanques. Los manglares crecen junto a los ríos, las cañas se mecen en el viento. Las calles están cubiertas por alfombras de musgo. El tiempo no se ha llevado el odio. El día que cayó Gibraltar era el cumpleaños de Hibrispania. Desde ese día, un pueblo entero ha tenido que huir. Perdió una ciudad

tras otra a manos de los africanos hasta que sólo Madrid, la última fortaleza de Castilla, resistió. Los atacantes se metieron en un bosque de trampas explosivas y fueron rechazados por el momento. El tiempo de los grandes ejércitos había terminado, las fuerzas de ataque se disolvieron en docenas de escuadrones de los denominados «Guerreros» que luchan separadamente por la libertad de Hibrispania. Destruyeron puentes, asesinaron a líderes enemigos y prepararon emboscadas. Nunca fue una pelea justa para ninguno de los bandos. Ninguna facción dudó en clavar los enemigos derrotados a los árboles, cruelmente torturados. Pronto, la selva apestó a muerte y decadencia.

LO QUE QUEDÓ ATRÁS El objetivo principal de todo verdadero hibrispano es la libertad del país. Cada uno de ellos conoce los nombres de todos los mártires gloriosos, les pide amparo antes de un ataque y les recuerda cuando entierra a un compañero. La cultura se utiliza para glorificar a la resistencia y sus mártires, escupiendo una canción heroica tras otra y pintando batallas en las paredes de las fortalezas de Castilla hasta que incluso los guerreros consideran que es una locura.

HIBRISPANIA

103

Al final se trata de lo siguiente: cómo puede un luchador ser más rápido que el otro y apuñalarle, golpearle o dispararle hasta que se quede sin sangre ni vida, hasta que no sea nada más que una cáscara y recuerdos que se desvanecen. El trabajo del guerrero es luchar. Todo lo demás es una distracción infantil. Vive en campamentos de la selva construidos apresuradamente y hacia los que no siente apego. Las posesiones son una carga que restringen su movilidad y le hacen vulnerable. El bosque es su compañero de fatigas más leal, ambos se funden en uno y el guerrero aprende a rastrear enemigos y vivir de los bosques. El sacrificio propio se tiene como el mayor mérito, mientras que la crueldad hacia el enemigo se considera justa. Los hombres y mujeres nacen y mueren como guerreros y guerreras. Mueren en las trampas de los africanos, despedazados por minas y granadas o simplemente golpeados hasta expirar. La muerte es aceptable si tiene un propósito. Pero los azotadores les reservan un destino mucho más cruel a los luchadores de Hibrispania: la esclavitud. Es la humillación definitiva, la oportunidad de romper la voluntad de un enemigo. Pero ningún guerrero esclavizado se suicidaría en la cárcel. En vez de eso espera, indomable, implacable. Los neolibios conocen a los seres humanos con los que comercian y trabajan. Prefieren enviar a los hibrispanos a las minas de mineral, no a trabajar en hogares o campos petrolíferos. Sería un riesgo muy grande.

CASTILLA Respira hondo. Ningún africano ha puesto el pie jamás en la meseta castellana. Algo que no va a cambiar mientras Madrid resista. Salamanca, León, Burgos y Valladolid son la prueba de que la lucha no se lleva a cabo en vano, que aún queda algo que vale la pena proteger. El clima es templado; la selva va dando paso a los campos de maíz cobijados entre cadenas de colinas y afloramientos de roca. Casas de arena y piedra caliza con altas ventanas e influencias góticas forman pequeños pueblos. Hay un dulce olor a almendras y las paredes de piedra seca muestran los caminos. Los callejones están inundados de luz, viejos guerreros se sientan en los bancos de piedra, rodeados de niños y contando historias de sus batallas, sus enemigos, sus muecas y máscaras, y de cómo sangran igual que tú y yo.

Cada ciudad cuenta con una arena de combate, aunque sólo sea un círculo rodeado con una valla. La Arena de Las Ventas en Madrid es una de las más grandes. Jóvenes guerreros se enfrentan en batallas rituales y eventos que reproducen momentos de la historia. La Batalla de Compostela es muy popular. Se dice que la Campeadora mató a un simba africano de nueve golpes, así que quien noquea a su contrincante en la arena exactamente con nueve golpes es nombrando el Astado, el toro, y se celebra durante un día que es el más fuerte de la aldea. Más lejos pastan los rebaños de cabras jehammedanos. Los miembros del colectivo viven muy cerca de los guerreros, vendiendo carne a las ciudades y regentando baños en el lugar. Hablan con calma en las arenas de la misericordia de Jehammed y lo sublime de la guerra contra los africanos. Pero hacen algo más que hablar. Sus hijos salen de la meseta con los luchadores hibrispanos para matar y morir con ellos. Los icónidas de Valladolid fueron una vez guerreros santos sin miedo al peligro, enfrentándose a simbas y dumisais africanos, y llegando a vencerlos en legendarias batallas. Piden a Jehammed que les conceda suerte en la guerra y regalan a los líderes de los guerreros reliquias e iconos. Cada día se oye el eco de sus voces a través de la Plaza Mayor desde el ayuntamiento. Cada día crece su influencia. Antes había días de asueto, ahora el murmullo de los icónidas impulsa a los guerreros para volver al infierno de la selva con sus heridas apenas sanadas.

CAMPEADORA Córdoba se llevó su ojo izquierdo. En Cartagena, una bala de 9 mm perforó dos cráteres humeantes en sus mejillas y convirtió sus dientes en una galaxia de fragmentos de calcio. En Barcelona, la explosión de metralla de Abubakar le rompió la nariz y la frente. Los azotadores le dieron una paliza en Málaga y recibió otro disparo en Cartagena, esa vez en la pierna. Pequeños sacrificios en una gran guerra y su doloroso, pero victorioso papel en ella. Hace más de una veintena de ciclos solares, en la corte del neolibio Jaafar de Córdoba, tenía por nombre de esclava Ayana, «Flor Hermosa ». ¡Qué mal la juzgaron los africanos! Hoy en día, los guerreros hibrispanos la conocen como la Campeadora, la mujer luchadora. La guerra hibrispana produjo grandes guerreros. Llegaron y se fueron: desgarrados por las balas, atropellados,

L O S

C I E L O S

H A N

Y LO QUE ESTÁ

S I D O

EX P L O R A D O S

Y

E S TÁ N

VA C Í O S .

B A J O L A T I ERRA TAMBIÉN ESTÁ VACÍO, LLENO DE

HUESOS Y

S OMB R A S . [HENRY MILLER]

encadenados a buggies azotadores y partidos en dos. Su muerte inspiró a los supervivientes de cuyas filas pronto surgió la siguiente oleada de conquistadores. Todos hablaban el lenguaje de la guerra, eran tiradores o luchadores legendarios, intuían los movimientos del enemigo como si fuesen telépatas. Pero ninguno sabía dirigirse a la gente como la Campeadora. Habla en voz baja, parece empática; al tiempo que percibe el estado de ánimo de la multitud, se amolda a ella. Con cada palabra suya, lleva a sus compatriotas un poco más por el camino, cantando su canción sobre la belleza de la tierra y su pueblo orgulloso, los comparan con trabajo esclavo en los campos petrolíferos, habla de la tortura y los demonios negros que doblegan incluso a los niños hasta que se rompen. Por último eleva su voz, habla de aquellos a los que tuvo que dejar por el camino, personas valientes llenas de pasión y amor, arrancados de la vida por una enfermedad que se ha apoderado de la tierra. Si los hibrispanos han tenido alguna vez algo parecido a un señor de la guerra en su batalla contra los invasores, es la Campeadora. Predica con el ejemplo, incitando a decenas de miles para esperar emboscados durante días, colocar trampas de estacas e infiltrarse en campamentos enemigos. Inspecciona refugios, depósitos de armas y asentamientos. Habla con sus guerreros, elevando la moral de los que parecen a punto de rendirse. En los pueblos recluta a niños para su ejército, entrenándolos y compartiendo una vida de resistencia con ellos. Rostros pálidos se ocultan detrás de máscaras de corteza, cuerpos cubiertos de barro que corren por los bosques espiando, preparando trampas, cavando refugios y dejando mensajes en tocones. Todos los días en la selva les hace más resueltos para que no teman ni a la oscuridad, ni a los torrentes, ni a truenos y relámpagos. Por ahora cazan martas y ratas con cuchillos, pero pronto ampliarán sus piezas de caza a seres humanos. A los renegados (transfugas que traicionaron a su pueblo)

PROFECÍA Los azotadores están bien armados, su moral es inmejorable y nadie los ha vencido nunca en combate singular. Solamente las personas llenas de ira y desesperación se enfrentan a ellos. La resistencia estaba condenada desde el principio. Lo único que se necesitaba era un puñado de Tanques Pioneros avanzando sobre Madrid desde diferentes rutas y luego por la soleada meseta castellana.

Los buggies de los azotadores habrían abrumado a los hibrispanos en llano; los Tanques Pioneros dispararían misiles sobre las ciudades y lanzarían barriles incendiarios contra las fortificaciones. Sería juego sucio, pero breve. Los guerreros de los bosques verían cortadas sus líneas de abastecimiento. Tendrían que alimentarse de raíces e insectos durante algunos meses. Después se rendirían a excepción de unos pocos inconquistables como la Campeadora. Pero resulta que nada de eso llegó a ocurrir. Los azotadores lo intentaron. Trampas y lagos de lodo esperaban a los tanques, troncos de árboles golpearon el casco blindado y se incrustaron en las orugas. Los buggies se hundieron en la suave tierra para caer en medio de nidos de avispas, atraídos por el clan de los Corredores. Los guerreros parecían conocer todas las rutas y predecir cada cambio de rumbo. Habían hecho un pacto.

DESTINO Los bosques en lo más alto de las laderas meridionales de la meseta no son para los seres humanos. Los árboles son centenarios y todos ellos tienen muescas. Estas muescas parecen haber sido hechas en la corteza por uñas y formar largas espirales desde las raíces hasta las ramas. Nadie será capaz de descifrarlos jamás, porque no son letras que tengan sentido o formen frases. Son coordenadas en el espacio y el tiempo que representan el destino de seres humanos sólo comprensibles para los pregnócticos. Estos pueden leer el pasado y el futuro de alguien con mucha más exactitud que los genes; dibujan una línea desde el nacimiento hasta la muerte y la otra vida. Atributos, hechos y la forma de morir; todo queda escrito al nacer por una nodo, una pregnóctica cuyo cuerpo sólo puede contener una faceta de su mente. Está en todas partes a la vez. Ve a través de miles de ojos en una docena de mundos e incontables eras. Los árboles son su punto de apoyo y orientación en este mundo y momento. Ella ya sabe (lo acaba de experimentar) que en veinte ciclos solares, un joven guerrero vendrá a ella (estuvo aquí) para pedirle una visión de su futuro. Sus dedos se deslizan por la corteza como una araña tejiendo su tela, reduciendo el tiempo, el lugar y los acontecimientos con sus uñas. La montaña. Su encarnación. La respuesta y lo que significa para él.

HIBRISPANIA

105

L A M U J E R D E L A M O N TA Ñ A Veinte años pasan. Los azotadores se movilizan y nada podrá detenerlos. Los sabios pregnócticos han mostrado a menudo el camino a los guerreros, pero esta vez un oráculo no será suficiente. Un guerrero se pone en marcha. Él no lo sabe, pero pasa de una muesca a la siguiente, cumpliendo de ese modo una profecía tallada hace años en un árbol. Las olas del destino le han traído a una montaña cuya silueta puede ver con su ojo interior. Asciende por ella a la luz de la luna hasta llegar a un lago de montaña. Se encuentra frente a él, negro y frío. La luna es un reflejo ondulante. Los mejillones crujen bajo los pies. Se abren y revelan una sustancia plateada. Entonces la ve: una mujer desnuda en el lago, de espaldas. Unas sombras oscilan a sus pies, le suben por las piernas y se deslizan silenciosamente por la espalda hasta la cabeza. Su silueta se desdibuja como si fuera otro reflejo sobre la superficie del lago. Se ríe con una voz rota que denota edad y no tiene nada que ver con la belleza desnuda delante del guerrero. Camina hacia ella, extendiendo el brazo hacia la mujer de la montaña. Ella se da la vuelta y le coge de la mano. Después de un tiempo, él baja la mirada. Ha visto los ojos cosidos y la cosa en la frente que le mira como un animal hambriento de las profundidades de la nada. Los mejillones se aferran a ella y se mueven, abriendo y cerrándose en oleadas. Él la sigue. Ella se mueve por el tiempo, desplazándose a lo largo de la profecía y sus últimos pasos. Le habla en mil lenguas desde mil encarnaciones. Le enseña. Le dice el precio y exige el pago. Los mejillones se apartan de ella, se arrastran al agua y se hunden en la oscuridad. Por fin termina todo. El guerrero ha cambiado su presente por su futuro. Estaba allí cuando los Tanques Pioneros retumbaban en dirección a Madrid, pero sabe que ese momento se encuentra a días en el futuro. Tiempo suficiente para preparar las trampas.

NO HAY PRECIO EXCESIVO No todos los hibrispanos llegan a ver el futuro gracias a los nodos. Algunos guerreros no regresan nunca. La mujer de la montaña nunca rechaza a las muchachas jóvenes, pero tampoco se las queda. La Campeadora las recluta en las aldeas, prometiendo a los padres que las entrenará para el combate. Luego las envía a las montañas. Semanas más tarde, vuelven como ancianas que llevan collares de mejillones, sin vida pasada o presente pero con pleno conocimiento sobre el futuro. Su sacrificio creará un equilibrio de poder entre el León y el Cuervo durante días y meses.

RENEGADOS Los africanos no vinieron como invasores. La sangre en los ojos cegó al León violentamente enfermo. Se dedicó a perseguir como hacen los depredadores. Su sed de venganza no se había saciado en Gibraltar, por lo que siguió

perpetrando el asesinato de los cuervos que se levantaban en el norte, matándolos uno a uno. Sus garras arrasaron Jerez; Málaga, Granada y Sevilla no tardaron en seguirla. Cartagena fue destruida. Sin embargo, al final, incluso un león se establece. La sed de venganza se volvió amargura. Las heridas aún duelen. Demasiados murieron por el ataque hibrispano. Aunque cada maldito hibrispano se desangrase clavado en un árbol, la culpa nunca podría ser borrada. Los africanos miraron a su alrededor. El día anterior habían visto campos de batalla y potenciales emboscadas, pero ahora veían bosques pacíficos, tierras fértiles y hermosos edificios de los antecesores. Atravesaron el pórtico de la Mezquita de Córdoba y se maravillaron ante una fuente con doce leones de piedra en la Alhambra. Esta tierra tenía más que ofrecer que muerte. Les gustó. Los neolibios ordenaron derribar las barricadas y se instalaron en los palacios. Limpiaron la sangre de las paredes y las calles. En las plazas, los comerciantes ofrecían ahora diferentes clases de higos. Los hibrispanos cautivos cargaban fardos y reparaban los daños. La antigua Andalucía se convirtió en la segunda casa de los africanos; Sevilla fue el colgante europeo de Trípol. Han pasado más de dos siglos desde que se establecieron. Los luchadores de aquellos días han muerto. Su pérdida y su dolor no se olvidan, pero se han revestido con historias y envuelto en leyendas. Llegan al corazón, pero ya no estrangulan. Gibraltar y Sevilla ya no son aquellos campos de batalla, sino ciudades con baños, bibliotecas y bulliciosos mercados. La población ha hecho las paces con los africanos y estos han intercambiado las cadenas por palabras severas. Los hibrispanos trabajan como personas libres en las plantaciones, beben té con los neolibios a la sombra de un toldo y juegan al kalaha sin temor al azote. Aún miran con humildad a los cónsules neolibios que los gobiernan desde los palacios de los antecesores. Los que hablan mal de ellos o persiguen a un niño africano que haya robado en su puesto del mercado son propensos a aumentar la ira del León. «Seguir la carretera de Gibraltar» es otra forma de referirse a ser vendido como esclavo. Los hibrispanos no se rebelan porque saben lo que pasa en el norte, lo que pasó en Córdoba cuando la Campeadora tomó la ciudad: llegó como una vengadora, no como una liberadora. Los que se alían con los africanos o se someten a ellos están perdidos. En Castilla y el resto del norte, a los hibrispanos andaluces se les llama «renegados», traidores. Córdoba está de nuevo en manos africanas, pero los campos de cráneos con sus miles de cabezas en picas que conducen en las afueras a las devastadas puertas de la ciudad todavía hablan de un antiguo odio, y la tolerancia de Gibraltar y Sevilla no es ilimitada. Los consejeros tratan de mantener y ampliar la paz. Las comunidades hibrispanas los eligen; en su mayoría son hombres y mujeres sabios que actúan como jueces entre los suyos y resuelven conflictos con los africanos. Luchan por privilegios y ofrecen a los jóvenes hibrispanos como peones de los cónsules o para engrosar las filas de las guardias urbanas. Los cuervos guardan a los esclavos. Perro come perro. Es un espectáculo insoportable para los guerreros.

CUANDO EMPIECE EL AÑO MIL QUE SIGUE AL AÑO MIL, LOS HOMBRES SE JUZGARÁN ENTRE ELLOS SEGÚN SEAN SU SANGRE Y SU

FE;

NADIE ESCUCHARÁ EL CORAZÓN SUFRIENTE SE LES ECHARÁ DEL NIDO COMO LOS PÁJAROS A SUS CRÍAS;

DE LOS NIÑOS;

Y NADIE PODRÁ PROTEGERLOS DE L A

M AN O A R M A D A C O N GUA NTELETE. INUNDARÁ L A S T I E R R A S

EL ODIOY

QUE SE CREÍAN PACIFICADAS.

NADIE

SE LIBRARÁ,

NI LOS VIEJOS, NI LOS HERIDOS;

LAS CASAS SERÁN DESTRUIDAS O ROBADAS; LOS UNOS SE A P O D E R A R Á N D E L L U G A R

TODOS CERRARÁN LOS OJOS PARA NO VER A

D E

L O S

O T R O S ;

LAS MUJERES V I O L A D A S . [JEAN DE VÉZELAY]

CÓRDOBA

LA FRONTERA

Jaafar, el Cónsul de Córdoba, ya no es capaz de apreciar la belleza. Los jardines han crecido en exceso y ni siquiera puede distinguir la sangre en las baldosas rojas. Los mutilados son tratados en la Mezquita y el tronar de los azotadores llega a palacio, despertándole de su sueño incluso después de todos estos años. La Campeadora ha convertido este paraíso en un campo de minas. Él preferiría correr desnudo hacia los psicóvoros que caminar por las calles solo, como le gustaba hacer hace años. No pasa un día sin que se produzca un ataque. La lunática envía incluso a niños para llevar Quemazón discordante a las cámaras de arroz o envenenar los pozos. La población hibrispana que siempre trató con justicia y amabilidad ha huido a Sevilla. ¿Quién puede culparlos? Los que se han quedado atrás cooperan con los guerreros o han sido arrestados. No se puede confiar en nadie. Incluso los pocos consejeros restantes tienen un aspecto extrañamente sospechoso. Jaafar no hace excepciones. Considera que todo hibrispano de la ciudad es un potencial enemigo. Los azotadores arrastran a la gente fuera de sus casas y la encadenan. La semana pasada fueron a por su viejo amigo y consejero, Ignacio. El anciano rogó en su pobre africano, pidió clemencia para él y su esposa. Desde entonces, Jaafar ha tenido dudas persistentes. Siempre ha sido propenso a la sensiblería. Los azotadores ponen las cabezas de los enemigos vencidos fuera de las puertas de la ciudad como una advertencia. Los guerreros vienen en la noche y clavan postes en el suelo decorados con calaveras de azotadores. Ha sucedido durante meses. El campo de cráneos crece como una herida infectada. Jaafar se desespera. Hace unos días, unos azotadores tropezaron con filamentos de biso entre dos postes y cayeron en una trampa de clavos en el suelo. Se envenenaron. Los anubianos siguen luchando por salvar las vidas de los heridos, han cosido pieles de gendo a los cuerpos calientes por la fiebre y depositan sus esperanzas en su dios con cabeza de chacal. La esperanza es lo único que Jaafar no ha perdido.

Los guerreros de la región fronteriza de al-Ándalus no tienen piedad. Todos los que viven aquí son africanos o renegados. Las ruinas quemadas hablan de pueblos aplastados entre los ataques de los guerreros y las incursiones de los azotadores. Muchos están horadados por túneles; todos ellos tienen trampas explosivas. Los árboles han sido talados y las murallas derribadas. Atacantes y defensores no tienen mucho que proteger. Los campos discordantes están muy cerca. Las esporas bailan en la brisa, hay un fuerte olor a amoniaco en el aire. A veces se deslizan por el cielo pálidas membranas de color beige siguiendo una estela de esporas turbulentas, nadando en el aire como rayos malformados. Los insectos del lugar son multisegmentados: una especie de hormigas con cinco secciones corporales en lugar de los tres normales. Los dos adicionales son de un rojo brillante y de ellos crecen pares raquíticos de patas que vibran constantemente. Koms, los buggies de los azotadores, recorren el quebrado paisaje a la carrera. Pude que haya otra incursión.

FENÓMENOS Los bosques son el territorio de los guerreros. Durante los últimos doscientos años han excavado, olvidado y redescubierto cientos de túneles. Estiran cuerdas entre los árboles; cubren hoyos con ramas ligeras a la espera de los Koms. Troncos de árboles o escombros bloquean los caminos de los antecesores. Los azotadores avanzan milla tras milla, explorando cobertizos y túneles. Pasan horas sin ver a los guerreros, aunque escuchan sus llamadas. El bosque les envuelve. Entre los árboles, la oscuridad se convierte en sombras y monstruos. Las hojas caen. ¡Qué placidez! Los Koms atraviesan la capa de hojas como barcos por un mar tormentoso. Todos los tonos de rojo degeneran en un vacilante gris. Los azotadores se detienen. Es pleno verano. Un azotador coge

HIBRISPANIA

109

una de las hojas. Su color marrón es propio del otoño, pero los árboles están llenos de savia. Sus ramas no se mueven, como si estuvieran esculpidas en piedra. Las hojas son de un extraño color verde brillante pero prístino. Y aun así, las hojas caen. Los azotadores miran fijamente por un momento el agitado horizonte marrón. Escuchan fragmentos de conversación en un idioma extranjero. El aire tiene una textura extraña; cada palabra que sale de sus bocas sólo se oye a un palmo de distancia. Uno se arranca la máscara y abre la boca para proferir un grito que no se oye. El silencio envuelve a los africanos. Ese mismo día Jaafar advertirá con tristeza que otro escuadrón de azotadores no ha vuelto y probablemente haya caído presa de las tropas de la lunática. Una semana más tarde ya no está tan seguro, porque varios escuadrones informan de sucesos inusuales en el bosque. Hablan de hormigas que ascienden por un árbol en una espiral sin principio ni fin. Otros azotadores han sido testigos de un enjambre de grajillas formando una línea tan ancha como un tanque pionero, tan apretadas que oscurecían el sol. Colgaban en el cielo como un presagio, sin moverse a izquierda o derecha. Sus alas hacían un ruido atronador. Continuaron durante minutos hasta que los guerreros perdieron los nervios y huyeron. Otro escuadrón de azotadores afirmaba haber visto a gente en un claro vestida con un atuendo inusual, caminando como si estuvieran en una calle. Cuando el pelotón se acercó, desaparecieron. Los azotadores se separaron esperando una emboscada. Allí no había nadie. El suelo estaba intacto; sólo encontraron un murete cubierto de musgo que marcaba el límite de la «calle». Todos los informes tienen en común un cambio en el ambiente: un sonido de rotura en los oídos, efectos prismáticos, ilusiones ópticas o variaciones de color que cambian la percepción. Olores extraños confunden la nariz. El aire se hace palpable y de repente los sonidos tienen color.

DISTORSIÓN Los pregnócticos están considerados como el alma y el ojo que todo lo ve del pueblo. Aunque estén devorados por las esporas y prefieran la soledad, mantienen una chispa de humanidad. Los enigmates entre ellos muestran el camino a los hibrispanos a través del tortuoso futuro en descomposición, apartando los arbustos. Los mnemónidas son muy diferentes: separados de las corrientes vitales de la tierra, se apresuran a través del bosque, cargados de mejillones, para cruzar por los respiraderos de feromonas en Franka y llegar finalmente a Polen.

Perciben a las personas a través del tiempo y el espacio, siempre moviéndose al borde de la percepción. Podrían pasar por un mercado sin ser vistos dejando un mejillón abandonado como única prueba que les incriminase. Sólo pueden ser cazados y asesinados cuando no quede más que una rama en el Árbol del Destino. Los spitalianos aún no lo han conseguido. Por último, los nodos. Son la radio definitiva. Cuando existe la posibilidad de una derrota y los oráculos de los enigmates sólo hablan de formas de destrucción, se necesita un nodo. Sus revelaciones son mucho más que una profecía. Dan forma al futuro. Por ello los hibrispanos se pueden considerar afortunados. Sin embargo, algo ocurre en la selva entre Madrid y al-Ándalus, algo que produce fenómenos y aplasta la linealidad del tiempo para remodelarlo en ángulos absurdos. Esta distorsión comienza dentro de un triángulo centrado alrededor del cráter Mirar; la Mujer de la Montaña es el vértice noroccidental, el nodo Enigma cercano a Cuenca el noreste y otro nodo desconocido el sur. Los que han huido de la distorsión susurran «Presente, pasado y futuro». Pero algo debe haber salido mal. Los enigmates evitan el triángulo, atreviéndose a penetrar sus límites sólo en el norte. Quizás las ondas discordantes se llevaron el nodo futuro en el sur. A partir de ahí, las corrientes inundan el triángulo. La gente tropieza con trampas temporales, quedando atrapada en redes metafísicas y es arrancada de su mundo. Ciudades antiguas aparecen desde el pasado en una jungla iluminada por el sol, permanecen allí en su antigua gloria durante unas horas y regresan al pasado, desgarrando árboles y llevándose a gente consigo. Transmisiones de radio del Grupo de Recombinación de hace quinientos años crepitan en los receptores de los cronistas como si acabaran de ser enviadas. Pero los efectos de la distorsión son mucho mayores. En documentos de los antecesores se recoge cómo personas de la región de Toledo afirman tener visiones. Vieron bosques profundos donde se encontraban polvorientas carreteras. Los árboles estaban cubiertos de hilos, los troncos adornados con líneas de muescas. Algunas sectas de la Nueva Era creyeron haber encontrado lugares sagrados que consideraron de culto donde celebrar eventos. Tal vez los restos existan todavía en lo más profundo de la distorsión y con ellos sus seguidores desde tiempos pasados.

F R E N T E A C C I D E N TA D O La Campeadora estaba en las afueras de Córdoba cuando los nodos crearon la distorsión. Ahora los azotadores se

reúnen delante. Los Tanques Pioneros ruedan para asegurar las puertas de la ciudad. Detrás, la realidad se astilla. Madrid parece estar fuera de su alcance. Sus exploradores recorren los límites del fenómeno y lo cartografían. La mayoría de ellos no regresan, mientras que algunos dejan al menos fragmentos de mapas en lugares predeterminados. En ellos aparecen las zonas pintadas de color rojo y marcadas con términos como «locura» y «muerte». La campeadora se está quedando sin tiempo. Los azotadores no tardarán en salir de su estupor y empujar a los guerreros hacia la distorsión. Puede ser la gran oportunidad de la resistencia. O su desgracia.

LISBOA: EL FIN DEL MUNDO Las olas chocan, amontonando algas en un bosque de pilares rotos y buques hundidos. Un embarcadero sobresale torcido de la arena, habitado por miles de caracoles. Los cangrejos huyen de la marea o se entierran en la arena. Las conchas de trilobites son arrastradas por las olas. El agua es clara; la playa es un caos de conchas de mejillones y caracoles de mar. Algunas son del tamaño de bebés, cubiertas por púas huecas y pulidas por la abrasión de las olas. Brillan con un amarillo pálido y naranja a la luz del sol. Estos caracoles de mar debían tener cientos de años antes de que una tormenta los depositase en la orilla. Cada una de sus conchas es tan pesada que un solo azotador no podría levantarla de la arena. Sin embargo, hay milagros mucho más increíbles esperando en la bahía de Lisboa. Una concha de caracol más grande que un barco pesquero; sus púas calcáreas proyectan sombras de metros; su superficie marcada y afilada como el basalto roto. Su apertura se encuentra hacia un lado, una boca con un bulto de color rosa rodeada por hileras de púas del largo de un dedo. Un hombre adulto puede entrar en la concha de caracol sin tener que agacharse. El ambiente dentro es fresco, huele a humedad marina y el sonido de las olas se amortigua. Las paredes de madreperla relucen y parece brillar desde dentro, una parte de la luz solar proyectada desde el exterior. En el crepúsculo se pueden ver los delicados surcos en la pared que marcan un año de vida cada uno. Hay miles. Los que entran en la concha dicen sentir mareos y una permanente sensación de déjà vu. En la cúpula de la bulbosa parte delantera, el sonido se divide y produce cientos de ecos. Si se habla dentro se puede oír la propia voz detrás, antes de que se convierta en un trueno lejano que se repite continuamente. Las primeras vueltas en el estrecho interior espiral son fáciles de recorrer, con un

suelo resbaladizo, pero fácil de atravesar. Uno no tarda en perder la noción de cuál es el techo y cuál el suelo. Las paredes parecen vibrar. Recuerdos del pasado y el futuro acosan al intruso, mientras que su percepción estalla en mil fragmentos. Sabe que debe salir. Por supuesto, no todos los lisboetas se han atrevido a entrar en la cúpula del caracol. Los que penetran profundamente cuentan con orgullo las vueltas recorridas, tomando como referencia el suelo. Se considera que cinco es el límite, justo antes de que la cosa se quede con tu alma. Otras seis vueltas esperan a aquellos que se atreven a ir más allá. A la cálida luz del mediodía, todo se ve mucho mejor. Puede que sea el aire del interior o tal vez el brillo de la madreperla... Detrás de la cosa monstruosa hay filas de edificios de dos y tres pisos recubiertos por conchas que les hacen parecer acantilados. Telas de colores ondean en sus ventanas. Lisboa es la ciudad de los marineros. Los dhows construidos en los diques secos con sus velas triangulares azules son ágiles y navegan contra el viento; estos barcos les gustan incluso a los africanos. La vida de Lisboa tiene lugar en la línea de costa. Se añaden embarcaderos a las casas y en algunos se montan foques. Hay barcos panza arriba y los niños les arrancan caracoles de mar y percebes. Un grupo de lisboetas cavan un incipiente curso y aseguran los lados con tablones de madera contra los deslizamientos de arena. En los patios se separa la corteza de los árboles que luego se corta en listones para que los talleres fabriquen clavos. Se hacen cuerdas a partir del cáñamo. Los neolibios casi no tienen barcos en el Atlántico. Su potencia marítima se concentra en el Mediterráneo. Por lo tanto, Lisboa no tiene casi competidores para dedicarse al mercado del Atlántico. Sus comerciantes viajan a Britón a través de Aquitania para vender leña y aceite a los anabaptistas. Sin embargo, la ciudad es también un refugio seguro para un pequeño grupo de comerciantes africanos que se hacen llamar los Leopardos. Los africanos planean desde aquí sus viajes a los dominios del Buitre. Aquí no se siente el permanente conflicto hibrispano. El interior está lleno de canales y por lo tanto es intransitable para los vehículos rodados de los azotadores. El agua está cuajada de trilobites y otras variedades espinosas de Elemental. Los mejillones se aferran a cualquiera que se atreva a entrar. Los primeros pasos y brazadas son fáciles, pero los animales se acumulan rápidamente hasta que su peso arrastra a la víctima al fondo. Nadie llega a Lisboa por tierra, ni africanos ni hibrispanos. Los lisboetas evitan la guerra; siempre se opusieron a la invasión española de África. Lo que les pasa a sus hermanos y hermanas del este es culpa suya.

HIBRISPANIA

111

LA TIERRA DE LOS ELEGIDOS

PURGARE ELÍSEO Todos los años durante la época de la cosecha, toman el largo camino a través de los campos. Sus pantalones a rayas amarillas no tardan en teñirse con el gris del polvo y sus cabellos se apelmazan bajo el peso de la tierra. Los anabaptistas con hoces y palas al hombro eran liderados por el portador de un sello de hierro fundido, la cruz rota de los anabaptistas. Cada paso expresaba vigor y en sus ojos ardía un fuego que anhelaba prender en llamas regiones enteras en tiempos de guerra. Los pinos arrojaban sombra en el camino. Pasaron junto a un altar con la imagen de la Buena Señora, inclinaron la cabeza y permanecieron apropiadamente en silencio. Finalmente llegaron a los dominios de los Catalano. Las sirvientas llegaron corriendo con baldes. La hospitalidad exigía que dieran un cucharón de agua a cada uno, pero como en años anteriores, los extranjeros rehusaron aceptarlos. En su lugar, pidieron permiso para entrar. Pero las puertas permanecieron cerradas para ellos. Hablaron con el capataz para ofrecer su ayuda en la labranza el campo, pero el hombre se limitó a repetir el «¡No!» del patriarca. Durante setenta años, Abbondia Catalano se negó a aceptar la presencia de anabaptistas en su casa y sus tierras. El gonfalón, estandarte de guerra de la familia, carecía de la iconografía

del colectivo: ni cruces rotas, ni acueductos. Con trescientos años de tradición cosidos en terciopelo azul con hilo de plata y transmitido de padres a hijos, salía a la luz todos los años en el aniversario de la Sala Riunioni, cuando era acarreado a través de los callejones de la ciudad. Abbondia Catalano se había pasado la vida entera haciéndolo. La gota había hinchado sus articulaciones y a duras penas veía a la luz cegadora del patio. Sus palabras aún tenían peso, aunque su oscura voz de barítono se hubiera desvanecido. Los anabaptistas aporreaban la puerta todos los años en verano. Era una tradición, igual que el gonfalón. Pero esta vez sus hijos le instaron a escuchar a la mujer. Hablaron del largo viaje que había hecho desde Ciudad Catedral sólo para verle y de que le traía el cielo. Él sonrió. Llamar a uno de aquellos monos de pelo largo «mujer» era de mala educación, aunque fuera lo adecuado. Les dijo eso mismo, pero ellos se limitaron a decir: «No, no nos referimos a eso, padre» y alabaron la belleza de la emisaria y su regalo. Sus rostros sudorosos estaban a la vista. Un olor dulce lo envolvió. Les mandó salir y pensó detenidamente. Los días se habían vuelto tediosos y aquella extranjera prometía remediarlo. Sacudió la cabeza. ¡No!

PURGARE

113

Su familia debía recorrer los siglos sin contaminarse con la locura de los anabaptistas. Pudo olerla antes de verla: una mezcla de lila y aceitunas, fuerte y extraña. Sus hijos estaban a su lado. Tres rombos en una frente perfecta, la piel como la leche de yegua. Ella se acercó y le ofreció nada menos que calmar su dolor. Él le habló del buen aceite de oliva con que se frotaba la piel cada mañana y se sintió como un terco asno viejo. Ella asintió con la cabeza, le dio un frasco verde y le acarició el pelo blanco. Una calidez le impregnó. Se tocó la cabeza, sintió el aceite, quiso regañarla por su insolencia pero el calor ardió a través de su cuerpo y encendió un horno dentro de su pecho. Se enderezó y exhaló. La vejez le abandonó. Gotas aceitosas de sudor se condensaron en su cara. Por primera vez en más de una década, su visión se aclaró: ¡cómo habían crecido sus hijos! Aunque el pacto aún no se ha cerrado, los Catalanos se inclinaron ante los anabaptistas ese día. Donde el vigor y una doctrina de salvación no podían derribar las barreras, los aceites elíseos de los molinos de Ciudad Catedral allanaban el camino. Eran capaces de rejuvenecer, acabar con el dolor y el miedo, abrir los ojos; después sólo restaba esperar. Quienes se aplicaban los aceites una sola vez sentían cómo todas las barreras se rompían, incapaces de no volver a utilizarlos.

Una familia tras otra abre sus brazos a los anabaptistas. Los viejos gonfalones se retiran y se deshilan los símbolos antiguos para volver a bordarlos con cruces rotas.

PURGATORIO Un asteroide golpeó el suelo rocoso a más de ochenta kilómetros al este del Monte Vesubio, atravesó la corteza terrestre hasta llegar a una burbuja de magma y detonó con un destello tan brillante como cien soles. La onda expansiva se extendió en un patrón circular desgarrando la masa de tierra, aplastándola y dejándola caer de nuevo cuando ya había pasado. La lava fluyó de las grietas y las cámaras de magma explotaron en filas de volcanes. Durante días, la lluvia piroclástica cayó borrando toda la vida que quedaba. El Golpe del Segador entró en el Mediterráneo frente a la costa oeste, expulsando vapores y basalto líquido. Esta anomalía geológica no ha disminuido nunca. Los vapores venenosos han estado flotando por todo el país desde ese día, tapando la luz del sol y amenazando toda vida. Las masas de algas del Mediterráneo flotan lánguidamente formando al llegar a la costa una gigantesca piel negra arrugada sobre la playa. En cuestión de días se habrá disuelto en un betún aceitoso que convierte las playas de arena blanca

en un desierto de alquitrán pestilente. El aire es corrosivo y el agua está envenenada. Si las aves se acercan, caen del cielo muertas. Viejos quioscos y sillas de playa de mimbre sobresalen en diferentes puntos de la burbujeante masa negra; complejos hoteleros en ruinas miran con tristeza al mar envenenado. Como si todo eso no fuera suficientemente malo, unas siluetas se recortan contra el resplandor de los volcanes. Alrededor de ellas, la realidad se hincha y se fragmenta en esquirlas que descomponen la luz en llamativos caleidoscopios. Hay piedras flotando en el aire y sobresaliendo en ángulos extraños entre los mares de escombros, ancladas en el espacio y el tiempo. La oscuridad se expande desde grietas en eflorescencias cristalinas mientras filamentos brillantes se hinchan en nubes vaporosas tan duras como la piedra y nítidas como el cristal. Si alguien se acerca, lo primero que advierte son las pulgas y mosquitos. Atacan en grandes enjambres, se meten en la ropa y muerden. Caen sombras de las paredes, condensándose en capullos sin forma que se amplían y se desgarran. Es el fin. A medida que se desplazan, extienden entre las rocas cables invisibles hechos de campos de fuerza. Los spitalianos dicen que hay una explicación para todo, refiriéndose al fenómeno psicoquinético. Dicen que es necesaria una investigación exhaustiva adicional para entender los mecanismos de acción, ya que incluso los aberrantes revelan sus secretos en la mesa de disección.

Los purgarianos se limitan a reírse de la intolerancia de los médicos. Para ellos, sólo hay una verdad fundamental. La edad de la razón terminó con los psicoquinéticos y la edad de las maravillas ha comenzado, para bien o para mal.

SEÑALES Y MARAVILLAS ¿Sigue siendo superstición cuando la familia de uno se enreda en una red invisible de filamentos afilados y pierden sus dedos y brazos como si fueran hojas muertas? ¿Y si cuerpos gordos surgen elevándose de la noche más negra y envían ejércitos de garrapatas? Cuando no se puede ver claramente el mundo porque lo tapan irrealidades, se acaba por recurrir a la vorágine del folclore. Por ello las aldeas purgarianas cuentan con un augur que observa el cielo con ojos vidriosos buscando bandadas de aves. Los cuervos delante de nubes de tormenta se consideran una señal no deseada, al igual que el sonido de una cigüeña en la mañana. Por otro lado, las gaviotas que vuelan hacia el este, especialmente si son numerosas, son motivo de alegría, porque prometen un retorno seguro de los guerreros. La gente se asoma a las entrañas de animales sacrificiales y calcula el mejor momento para la siembra por las constelaciones. Hombres y mujeres santos se agachan en las grietas del Golpe del Segador durante semanas. Intoxicados por los

PURGARE

115

FA M I L I A La familia lo es todo para un purgariano: Es el sol, es el planeta. Le calienta y le devora. Sus tradiciones son la única ley que respeta.

estricto. Si un miembro de la familia aver-

o consintiendo un matrimonio. Quien no

güenza al clan, toma medidas drásticas.

tenga una familia que lo respalde no es

Por otro lado, premia las hazañas que for-

nadie en Purgare. Si no puedes vivir en

El patriarca de la familia es muy respetado. Es un padre amoroso y un juez

talecen el nombre de la familia mediante

paz con tu propio clan, ¿cómo podrías ser

la concesión de más responsabilidades

VOTPDJPmBCMFFOMPTOFHPDJPT

vapores, piensan que están bajo la influencia del pneuma divino, balbucean, gritan y se arañan el cuerpo, pero aun así son venerados y sus palabras son recompensadas con comida y municiones. En los asentamientos, el rítmico restallido de látigos anuncia la llegada de los flagelantes. Los nativos recolectan la sangre que sale volando pulverizada de sus espaldas con cada golpe, rascándola cuidadosamente del suelo arcilloso. Se supone que cura el reumatismo y aleja la mala fortuna combinándola con bilis de gato. La fe de los anabaptistas atraviesa este crecimiento descontrolado de la superstición como una guadaña y planta su semilla.

LOS ELEGIDOS Los emisarios anabaptistas habían cruzado el continente en busca de los ríos edénicos. La brecha entre Purgare y el Balján, el Mar Adriático, se había secado. Ahora era una planicie suavemente inclinada. Un río la recorría conectando los Alpes hasta el Mediterráneo con una cinta cristalina de agua proveniente de los glaciares. Todo fue muy rápido. Juncos y abedules crecían en las orillas, la hierba se propagaba por el sedimento. En pocos años, las tierras bajas del Adriático fueron consideradas la región más fértil de todo Purgare. Los emisarios pensaron que habían alcanzado su objetivo. ¡Habían encontrado uno de los cuatro ríos edénicos y todavía llevaba agua! Al mismo tiempo se iba formando el ejército del Demiurgo. ¿Para qué más podrían valer los psicoquinéticos? Era tan obvio. Aquí mismo, en Purgare, se libraría la batalla final por el destino de la humanidad.

La guerra comenzó. Los campamentos fortificados desafiaron los proyectiles incendiarios durante trescientos años. Sus vigas de madera se han ennegrecido y quedado duras como piedras, los techos de zinc desgastados por las granizadas de roca. Barcos y balsas yacen rotos entre los juncos y hay espadas oxidándose en el barro en los bancales. Botas mohosas y hebillas de cinturón son testigos de ataques desesperados y batallas en la retaguardia. Los bombardeos con barriles de petróleo ardiendo han chamuscado franjas de tierra fértil. En el lado purgariano, un bosque de cruces rotas se levanta sobre adarves. Los baljaníes responden con cráneos de carneros en picas y banderas que muestran estilizadas cabezas del animal, en referencia al legendario Aries que ayudó a los baljaníes cuando más lo necesitaron e hizo sufrir a los purgarianos. Sin embargo, las catapultas se han detenido por primera vez desde el comienzo del conflicto. El odio alentado durante años ha perdido su fuerza. Anabaptistas y voivodas se reúnen en el centro del río en barcos que se mecen, intercambio regalos sin perder nunca de vista a los antiguos archienemigos. La mecha no arde, pero es corta.

DOS LADOS Los Apeninos forman una barrera natural que detiene los vapores venenosos y los condensa contra las rocas. La cordillera se extiende de norte a sur y divide Purgare. El oeste es un lugar maldito; el este sirve como zona de despliegue de los anabaptistas. Los ascetas trabajan los campos arrimando el hombro con los agricultores y alimentan al ejército de los justos. Los viajes a través de Purgare comienzan aquí.

E L PA R A Í S O M A N C I L L A D O

BÉRGAMO

Pero los purgarianos no estaban solos en el Adriático. Desde hacía más de cien años, habían compartido la tierra con los agricultores del Balján, que eran belicosos y dominantes de acuerdo a su naturaleza y que no renunciarían a un palmo de suelo. Eran la bilis en el Jardín del Edén. Las peleas condujeron a más peleas. En cuanto se abrió la primera cabeza, ya no se pudo parar. El Adriático se tornó rojo. La masacre entre los agricultores del Balján y Purgare de 2201 selló el futuro de la región. Los baljaníes fueron expulsados al otro lado del río, pero allí resistieron y lograron destruir al ejército de los agricultores enemigos. Posiciones de defensa y atalayas fueron erigidas a ambos lados del Adriático.

La histórica ciudad de Bérgamo ha resistido durante siglos en su colina protegida por su muralla, una isla en las estribaciones de los Alpes rodeada de vapores y corrientes piroclásticas, perdida y olvidada. Cuando la familia Lombardi exploraba la zona en busca de minerales emergidos, Bérgamo les dio la bienvenida con hileras de árboles susurrantes y vides que colgaban de las paredes henchidas y suculentas. La colina era un paraíso verde. Los Lombardi caminaron asombrados por las callejuelas, saltaron por encima de gruesas raíces y cortaron la hierba con sus espadas. Encontraron frescos, entraron en salas, pasaron por filas de libros mohosos y se reunieron alrededor de un globo gigante de color marrón.

Los Lombardi se instalaron en Bérgamo. Cuando años más tarde los hellvéticos cerraron Val Brembana, a menos de veinticinco kilómetros de distancia, con una fortaleza y desviaron a los viajeros del Golpe de Segador a través de ella, los Lombardi se hicieron ricos gracias al comercio con la leal ayuda de los cronistas. La familia reforzó sus filas con desertores y expulsados de los hellvéticos, proporcionándoles algo de lo que pudieran estar de nuevo orgullosos. Pero cuando Ciudad Catedral les ofreció la cruz rota, se negaron. Los emisarios anabaptistas se mostraron enojados y zumbaban alrededor de la ciudad como abejas en una colmena, haciendo una oferta tras otra. Carros de tracción animal cargados de armas antiguas, joyas y telas caras llegaron, sólo para ser rechazados. Cuando Bérgamo llegó a dar cobijo a un clan jehammedano, la amigable máscara cayó. Los anabaptistas se retiraron y hasta la fecha Ciudad Catedral les prohíbe aventurarse más allá de las puertas de la ciudad de Bérgamo.

EL VÉNETO La traición de Bérgamo fue un duro golpe para Ciudad Catedral. Desde aquel día, los anabaptistas engatusan a los Catalanos, la familia gobernante de la región del Véneto, un clan terco y muy supersticioso cuyas raíces se remontan hasta tiempos muy antiguos. El árbol familiar es extenso y siempre en peligro de enredarse. Todo el mundo está relacionado en la región del Véneto. Es difícil. Ningún Catalano puede casarse con nadie de la familia Lombardi, a quienes consideran malditos y perdidos, en parte debido a los anabaptistas. Los Sforza con su armamento son sus antagonistas. Después de todo, nadie mezclaría dos elementos irreconciliables. Los Módica creen que son mejores que nadie y pronto desaparecerán, mientras que los Capodieci y los De Paulo no son una opción, puesto que son del sur de Purgare. Así que los Catalanos se quedan entre ellos. Muchos son agricultores cuyos campos de cereal alimentan a toda Purgare. Ven a los anabaptistas como hermanos perdidos que les ayudan con sus firmes creencias y una azada en los campos. Mientras que antiguamente se vertía leche en una piedra para dar gracias por una cosecha abundante, ahora se elevan cruces rotas. La ciudad encallada de Venecia, recubierta de postes, es también parte del dominio de los Catalanos. Nadie se atrevería a caminar por las plazas hundidas o visitar los gloriosos edificios antiguos, porque en los turbios canales y oscuros bosques de postes acecha algo que parece haberse vuelto más oscuro y grande con

cada generación. Algo antiguo que según dicen arrastraba a personas a las profundidades antes de que Ciudad Catedral fuera pacificada. A los anabaptistas de Borca no les importa. Se suben a los postes y exploran los edificios. La mayoría de ellos regresan. Pero los Catalanos no están tan seguros de ello porque, ¿quién cuenta las ganancias y las pérdidas?

SANTIAGO Y CRUCES Dos ciudades en la costa adriática occidental son sinónimo de todas las cosas terribles que la gente se puede hacer entre sí: Santiago y Cruces, las ciudades enfermería spitalianas que cuidan de los que acabaron en el lado equivocado de un sable. Los spitalianos actúan con humildad y ofrecen camas y su trabajo como un regalo benéfico a Ciudad Catedral y el pueblo purgariano. De hecho, necesitan establecer una avanzadilla hacia el Balján. La aproximación desde Polen es difícil porque conduce inevitablemente a atravesar el dominio de Pest. Mientras el Spital no reciba información adicional sobre los dusaníes, no quiere empujar a sus famulantes y preservistas a las garras del dusaní Mokosch. Además, docenas de clanes viajan por el territorio desde la caída de Praga y ninguno de ellos está dispuesto a labrar un campo o sembrar cereal. Algunos preservistas pudieron infiltrarse entre ellos, pero no lo suficiente como para realizar una incursión secreta controlada, y aquí quien marca el ritmo es Chernobog. Los spitalianos se preparan en Santiago y Cruces para cruzar el Adriático sobre balsas en la noche, atravesando los emplazamientos con la ayuda de apocalípticos o jehammedanos (sí, también tienen parientes en Justiciano que dependen de la buena voluntad de spitalianos y jueces). Creen saber lo que les espera, pero muchos son capturados en los voivodatos antes de tener la oportunidad de cortar en pedazos a su primer dusaní con su desplegador. Mientras los clanes no abandonen la tierra y se alejen de los campos de esporas, el Spital no es libre de actuar. Al final, son siempre los purgarianos quienes cierran las presas.

L A S FA U C E S El magma sigue fluyendo, la tierra se sacude, terrones enteros se desgajan y caen en las rugientes llamas. Los vapores mortales se vierten en abismos, ahogando a ratas e insectos en monóxido de carbono. Columnas de humo se elevan desde respiraderos, densas y negras como hechas de tela oscura.

PURGARE

117

Hay mucha actividad volcánica en el Golpe del Segador y para arriesgarse a verlo de cerca debes poder confiar en tu equipo y tu guía. Las Fauces al sur de los Alpes son la única excepción. Un pedazo triangular de plataforma continental, cortada profundamente en vertical sobre el mar de basalto vaporizado. Copos de ceniza aletean en el aire seco y caliente sobre la meseta y se arremolinan en los altares de piedra que flanquean los caminos. Banderas con cruces rotas llenas de agujeros ondean al viento. Algunas son antiguas: jirones desvencijados con escudos familiares bordados. Otras han sido colocadas hace unos pocos años o incluso días. Acompañan a los viajeros hasta las puntas escarpadas. Durante siglos, los anabaptistas han arrastrado psiconautas muertos hasta este acantilado para lanzar los cuerpos hacia el infierno del que vinieron, de acuerdo con la neognosis. Miles de esqueletos yacen allá abajo en las rocas, llenando simas o engullidos por la roca fundida. Según cuenta la leyenda, la humanidad sólo podrá vencer al engendro del Demiurgo cuando sea capaz de atravesar el Golpe del Segador sobre sus huesos. Ciudad Catedral ha considerado que las Fauces es la forma de llevar a cabo una tarea asignada por Dios, aunque todo el que se encuentra en el acantilado y mira hacia abajo, a las ondas escarpadas de basalto cuarenta pasos más abajo, instintivamente se retira con una mueca. No es algo que se pueda terminar en una vida, o incluso en cien. El viaje hasta aquí es más bien una peregrinación y empujar un cuerpo desde el acantilado es un acto simbólico que conecta a un anabaptista con la comunidad.

PERUGIA Por encima de las almenas del Palazzo dei Priori sobresalen los desplegadores. Desde allí, los médicos tienen una gran vista de la fuente llamada Fontana Maggiore y de la catedral. Cientos de anabaptistas se sientan allí hablando y comiendo. Esperan a que se les conceda el permiso para entrar. Dentro les espera la unción por un elíseo. Les ungirán la cabeza exactamente con catorce gotas , frontándolas hasta que la piel las absorba. Su columna vertebral les arderá, el aire tendrá un sabor a metal, las pupilas se les dilatarán. Es lo que se siente al ser bendecido.

Perugia es un lugar de peregrinación más allá de los Apeninos y la puerta al Campo de la Batalla Final. Aquí llegan los que quieren demostrar su valía en la batalla final contra el Demiurgo. El murmullo de los sermones se escucha en las plazas; los gritos de dolor de los mutilados resuenan desde el Palazzo dei Priori. Los baptisterios están secos; el agua se ha manchado de sangre con demasiada frecuencia. Bajo las arcadas de los antiguos edificios están las herrerías de los Sforza, donde se afilan espadas por algunas letras de cambio o vendiendo armas decentes. Los Sforza son líderes indiscutibles de Perugia. Nunca han estado por encima del trabajo físico de la herrería. El acero es su vida y ningún Sforza se libra de recibir un aprendizaje como herrero. El trabajo endurece el cuerpo y la mente, separa a la chusma de los hombres. Los Sforza tienen fama de prudentes, pero inflexibles. Puede que sea mejor así en una ciudad como Perugia. Anabaptistas y spitalianos se reúnen a diario, luchan para estar en la cima de la jerarquía, se amenazan unos a otros sólo para reír al final y darse palmadas en los hombros. Juntos hacen historia. O se pudren juntos como larvas de pulgas y garrapatas, olvidados en medio de los filamentos. No hay vuelta atrás. De lo contrario se mancharía el honor de la familia. Pero algunos pierden su valor cuando atraviesan las puertas de la ciudad y ven a los que regresan. Arrastran sus espadas como sacos llenos de piedras. Sus caras presentan cortes, su armadura está rota y sujeta con tiras de cuero. Algunos llevan los muñones de sus brazos envueltos en vendas ensangrentadas, otros han perdido un pie o una pierna y caminan con muletas. Los que muestran miedo están perdidos. Nunca volverán a abandonar Perugia. Se dedicarán a afilar espadas, ayudar a los médicos en el Palazzo y recorrer las filas de anabaptistas con agua de la fuente. La vida de un purgariano honorable termina aquí. Últimamente se ha extendido el rumor de que se venden partes de los cuerpos de psiconautas como trofeos a los cobardes y desertores, de forma que pueden aparentar que han entrado en combate y volver a casa con honor. Los Sforza sonríen —otra calumnia de los Módica— pero la semilla del resentimiento ya da sus frutos. Los emisarios de Ciudad Catedral están investigando el asunto.

E L

D E S E O

HACE QUE TODO FLOREZCA; LA POSESIÓN HACE QUE

T O D O

S E

M A R C H I T E . [REMARQUE]

M A C E R A TA

CAMPOBASSO

Los Módica se aliaron enseguida con los anabaptistas. El aceite elíseo fue una de las razones, pero también vieron el potencial de los anabaptistas. Tenían buen ojo para las oportunidades y suficientes habilidades de negociación para lograr aprovecharlas. Pero si comparasen a día de hoy el débito con el crédito, maldecirían su decisión previa. Sí, uno de ellos ha sido nominado para bautista y llevan el tiempo desde el reloj de la torre Macerata a Ciudad Catedral, comunicándoselo a todos los cronos en la ciudad anabaptista. Son muy influyentes, como lo es su red de informantes y espías. Pero el precio que tuvieron que pagar en el Adriático fue, sencillamente, demasiado alto. La familia se ha desangrado y sólo quedan los viejos, que siguen con sus intrigas como si nada hubiera cambiado. La decadencia es sólo cuestión de tiempo. Después de que su padre y sus dos tíos murieran a manos de un psicoquinético viajando al norte, la carga de la sucesión recae en los hombros de un chico de catorce años. Es raro ver a estas bestias al este de los Apeninos, pero puede darse el caso. Igual que desaparecen los testigos después de hacer su declaración. Los psicoquinéticos no pueden convertirse en una preocupación para el joven Celino Módica.

Los anabaptistas se están extendiendo. Nadie en Campobasso se sorprende de que los Catalanos fuesen presa de sus halagos. Sin embargo, la caída de Perugia es dolorosa, como también la traición los Módica. Deberían haber tenido más claro que nadie que los purgarianos fueron una vez un pueblo importante, marchando bajo un mismo pabellón y cantando juntos. Por encima de todo, no permitían que los extranjeros les dijeran cómo pensar, qué creer o por qué morir. La familia De Paulo de Campobasso resiste al yugo de los extranjeros. Sus asesinos disparan a cualquiera persona que tenga tres puntos tatuados en la frente. Se derriban símbolos como la cruz rota en cuanto se levantan, las banderas se hacen jirones. Los habitantes de la ciudad protegen a los De Paulo y los esconden. Acuñan su propia moneda, la lira, en sótanos secretos; en Campobasso escupen sobre las letras de cambio cronistas y los dinares. Lo que empezó como una resistencia clandestina se ha convertido en un movimiento nacional y los De Paulo lo lideran.

LA ENCRUCIJADA L’ A Q U I L A La ciudad de L’Aquila se encuentra en el valle del Aterno, rodeada por los Abruzos como una fortaleza. En su corazón vive la familia Capodieci. Han establecido relaciones con los anabaptistas, pero rechazan la intervención de Ciudad Catedral. Los baptisterios en un sitio y los acueductos en otro; emisarios en cada esquina y en especial junto al patriarca Emilio Capodieci. Si necesita un consigliere, siempre hay listos hombres honorables de su círculo íntimo que darían la vida por él, a quienes encomendaría a sus hijos. Para él, tratar con los anabaptistas es un baile donde él dirige y la mujer disfruta. Concede a Ciudad Catedral lo suficiente como para que los bautistas confíen en su lealtad, pero nadie le desafía. Los Capodieci conquistan una aldea tras otra, sin violencia y bajo la cruz rota. El viejo Emilio puede ser muy convincente.

A un lado de los Apeninos, el mundo es complicado, pero sigue siendo un mundo de humanos. Más allá de la cordillera es diferente. Los Apeninos son solamente una frontera virtual. Cualquiera puede cruzarlos. Muchos lo han hecho debido a su frágil honra o por miedo del adoctrinamiento anabaptista. Pero al hacerlo, han cambiado sus vidas.

TORRES El humo de los volcanes se desplaza por la tierra en nubes gruesas que se mezclan con los gases ocres del Golpe del Segador. El cielo es como una acuarela húmeda; los colores se entremezclan, aparecen manchas de color entre el insulso marrón y se funden juntas mientras negro y rojo luchan por el dominio.

PURGARE

119

Nubes ambarinas atraviesan ciudades ennegrecidas y pintan fieros caminos en la noche. Erupciones de invisible monóxido de carbono deambulan por las calles, entran en las casas, penetran en cada hueco. El aire centellea. Las torres se elevan por encima de todo. Están construidas con muros de piedra arenisca de un metro de espesor que han resistido más que las ruinas a su alrededor. Un clan sin torre está indefenso y nadie permitiría que sus retoños se casasen con alguien de una familia así. La torre es un símbolo de la capacidad para presentar batalla, de poder. Cuanto más alta, más honorables son sus constructores y ocupantes. En San Gimignano en la Toscana, conocida como la Ciudad de las Torres, quince tribus añadieron gradualmente más pisos a sus edificios durante años, hasta que un terremoto puso fin al proceso. Después, sólo las torres de los Salvucci, Ardinghelli, Tozzi y Colei sobresalían del polvo. Las superestructuras habían caído al suelo como si las torres se las hubieran quitado de encima. ¿Una señal? El priorato de la ciudad —que ya sólo consistía en los cuatro clanes restantes— hizo penitencia y se abstuvo de expandir más las torres. Otros lugares no fueron honrados con la merced de un signo divino. Cuando construyen torres, crecen hasta que mueren o lo hacen los clanes que las habitan.

COSECHANDO POBLACIONES Cientos de aldeas se sitúan en las laderas de los Apeninos. Franjas venenosas pasan por encima de ellos como siguiendo líneas de campo invisibles. El sol tiene un halo triple y brilla sobre pueblos apacibles con pequeñas calles y casas con tejas, olivares y viñedos. A veces se duplica por un segundo y las lejanas montañas vibran como si hubiera una membrana temblando entre ellas y el espectador. Este pueblo fue elegido por un psicoquinético. Está escondido en una grieta, arropado en filamentos. Las líneas de fuerza se extienden en campos que absorben por completo toda luz. La oscuridad absoluta llena la grieta. Más campos de fuerza protegen el lugar y desvían las franjas venenosas. La gente del pueblo se reúne donde las líneas de campo brotan elevándose del suelo. Extienden sus manos hacia la fuerza de atracción y dejan que les despeine. Algunos lanzan aviones de madera ligera en los campos de fuerza para ver cómo suben, siguen las líneas del campo y aterrizan a cien pasos de distancia. Sería un mundo ideal si los psicoquinéticos no fuesen parásitos. Nubes de pulgas irrumpen desde la grieta y cada brizna de hierba se dobla bajo el peso de las garrapatas. Los mosquitos que habitan estanques y lagos tienen sus vientres estabilizadores llenos de huevos verdes. Los insectos atacan a las personas, se arrastran o vuelan al interior de sus casas y anidan en sus camas. Sólo cuando se han saciado de sangre dejan a sus víctimas y vuelven con el psicoquinético. Más de un pueblo está siendo desangrado.

VIGILANTES Pero algunos se enfrentan a los aberrantes. Se los conoce como los Vigilantes o los «Guardianes». Ven su clan

como un rebaño y a sí mismos como pastores. La mayoría de ellos llevan un fusil recortado que llaman Lupara, «cazador de lobos». Tiene un rango limitado, pero en las distancias cortas hace agujeros del tamaño de un puño en el blanco. Por otra parte, no tiene sentido disparar a larga distancia, ni siquiera con un arma de precisión africana, por el caleidoscopio de campos de fuerza refractarios que desvían la luz y las balas. Los Vigilantes no tienen que ser buenos tiradores; sólo tienen que acercarse lo suficiente. Muchos Vigilantes provienen de clanes y se quedan en ellos para toda la vida. Buscan ilusiones ópticas y enjambres de insectos para poder matar a los psicoquinéticos antes de que puedan retirarse en un capullo o en una grieta. Sus palabras se valoran y tanto los padres de familia como los prioratos de las ciudades prestan atención a su consejo. Rara vez se casan. Dejarían demasiadas viudas y viudos.

ROMA Un historiador antecesor escribió una vez: «En Roma todo converge, desde todas partes, lo terrible y lo nefasto, todo se celebra». Lo que pretendía describir el pasado resultó ser profético. Los vapores venenosos del Golpe del Segador erosionaron los palacios. Las paredes antiguamente blancas están picadas y negras. Incluso las pocas ventanas que quedan intactas tienen incrustada una pátina de suciedad y hollín. Las personas viven en las catacumbas, moviéndose por los túneles. Han sacado los huesos y se han construido un hogar. Hace décadas, los excavadores irrumpieron en San Pedro desde abajo y quedaron admirados por los frescos, el oro y el lujo de la plata; luego fueron con sus sacos de dormir. Cientos les siguieron. Mientras tanto, las bibliotecas y palacios de toda Roma se hicieron accesibles a través de esta red subterránea. Los romanos no se preocupan mucho por el pasado. Se llevan obras de arte, meten libros en cajas, derriban estatuas y lo arrastran todo hasta el puerto. Allí les esperan los neolibios a bordo de sus transportes. Se quedan con todo y pagan en armas, oro y manjares africanos. Los que trabajan duro tienden a vivir bien. Por la noche, los fuegos arden en los viejos pasillos. El olor a pez espada asado envuelve a las personas y las arrulla. Se reparte pan para comer leche fermentada en cuencos de oro y vasos de cristal tintinean juntos. La carne de cangrejo se deposita en bandejas de porcelana en el suelo, al alcance de todos los que quieran pagar por ella. Algunos purgarianos leen libros, otros se sientan sobre ellos. Las putas van de un hombre a otro, susurrando en sus oídos, sonriendo tímidamente e inclinándose contra las estatuas de antiguos senadores romanos. Un desertor spitaliano —o simplemente alguien con un traje spitaliano— cura las llagas. Los africanos se sientan en un círculo junto a los purgarianos, charlando sobre sus aventuras en el mar. Esperan por un pasaje a Cadáver, donde pretenden unirse a las tripulaciones piratas de los apocalípticos. Los adictos a la Quemazón yacen entre la multitud con copos de esporas en sus bocas y los purgarianos inscriben flores en sus pechos, primero rojas y luego blancas. Todo converge en Roma. Los romanos disfrutan de la vida en lugar de maldecirla.

PURGARE

121

13 14 15 16

PORQUE HARÉ ESTREMECER LOS CIELOS, Y LA TIERRA SE MOVERÁ DE SU LUGAR, EN LA INDIGNACIÓN DEL SEÑOR TODOPODEROSO,

Y EN EL DÍA DEL ARDOR DE SU

IRA.

Y COMO GACELA PERSEGUIDA,

Y COMO OVEJA SIN PASTOR , CADA CUAL MIRARÁ HACIA SU PUEBLO, Y CADA UNO HUIRÁ A SU TIERRA.

CUALQUIERA QUE SEA HALLADO SERÁ ALANCEADO; Y CUALQUIERA QUE POR ELLOS SEA TOMADO, CAERÁ A ESPADA. SUS HIJOS SERÁN ESTRELLADOS DELANTE DE SUS OJOS; SUS CASAS SERÁN SAQUEADAS Y SUS MUJERES VIOLADAS. [ISAÍAS]

CADÁVER El mar sube y baja como el pecho de un hombre moribundo. Burbujas grandes como tanques perturban el agua; la pintan de verde durante un corto instante antes de estallar en nubes de vapor, humo y gas. Los marineros pueden decir qué les espera más adelante por el color; les advierte de torbellinos. En cuestión de minutos ascienden a la superficie y generan vórtices que pueden inmovilizar y destruir flotas enteras. Éste es el punto exacto del Golpe del Segador, a aproximadamente 2.500 metros de profundidad; una cicatriz gigante que nunca va a sanar. La isla de Cadáver resiste a su vera. Es un lugar perdido para piratas y forajidos. Capturaron barcos durante siglos que llevaron a Cadáver, atándolos a la orilla para abandonarlos. Hoy en día, un muro de cascos marítimos oxidados y atados juntos forma una barrera a lo largo de la costa desde el sur hasta el este. En las superestructuras se han montado cañones arponeros y catapultas. Los pasos pueden ser bloqueados por cadenas. Al otro lado de los pasos esperan bancos de arena y barreras hundidas. Las torres costeras al oeste se elevan

fácilmente treinta pasos por encima de la espuma del mar. La corriente es extremadamente peligrosa y le arranca el timón de las manos a cualquier timonel, por lo que a menudo los barcos se estrellan en los acantilados. Los piratas utilizan Cadáver como un trampolín para sus actividades. Los petroleros neolibios son presa fácil, así como las ciudades de la costa africana. Sólo Roma se ha librado todos estos siglos. Algunos dicen que Roma era incluso más corrupta que Cadáver. Hasta los piratas tenían algo parecido a la dignidad. En realidad, la ciudad siempre ha negociado con los piratas y recibe el botín por caminos secretos en los rincones más remotos de Purgare Oriental. Los fusiles de caza neolibios son aserrados, se liman los ornamentos y se venden a los Vigilantes como lupara. Los azotadores se tienen por dueños y señores del Mediterráneo. El Banco de Comercio de Trípol continúa enviando expediciones punitivas para demostrarlo. Se supone que los navíos deben conquistar y exterminar Cadáver… pero días después pasan a formar parte del muro oxidado.

BEDAIN Olivares y viñedos, cultivos sanos en abundancia, un clima templado y gente amable; Sicilia saludó de esta forma a los africanos. Éstos respondieron prendiendo fuego a los puertos desde sus naves con granadas incendiarias y luego enviando a cientos de azotadores. Los Tanques Pioneros entraron violentamente en los muelles aplastando con sus orugas el antiguo hormigón. Rodaron a través de los campos y se detuvieron frente a los asentamientos, temblando rugientes. Los buggies revoloteaban a su alrededor dando caza a los que intentaban escapar. El neolibio Sarahali, un hombre grande con manos como garras y una tendencia a gestos pomposos, se reunió con el anciano del lugar, le puso un brazo alrededor de los hombros y caminó con él por el pueblo. Durante el paseo, Sarahali elogió la belleza de las mujeres purgarianas, su cabello brillante y caderas anchas. Elogió la fertilidad de los campos y los esfuerzos de los agricultores. Se acarició el vientre y se echó a reír. La isla era tan rica y estaba tan cargada de cereal, que por fuerza tenía que ser el vientre de Purgare. Abrazó al viejo que aún no había abierto la boca y que le miraba con ojos legañosos. Aquello era suficiente amabilidad. En realidad, sólo había una cosa que hubiera querido decir. A partir de ahora, los purgarianos de Sicilia trabajarían a la sombra del León y si él, Sarahali, cónsul de la isla, lo creía necesario, también amamantarían al León. Como el purgariano que hablaba el neolibio era pésimo, utilizó una palabra para «vientre» de una lengua

antigua: Bedain. La isla no tardó en llamarse así entre los africanos. Los purgarianos tampoco debían volver a llamarla Sicilia. Los que se atrevieron a hacerlo de todas formas, fueron azotados. Sarahali ama el vino de Bedain, pero le importa un comino la riqueza agrícola de su conquista. Lo que de verdad le interesaba era la proximidad a la parte continental de Purgare y al Balján. Durante décadas hizo de la ciudad de Siracusa el punto de partida para las excursiones de saqueo neolibias en el Mediterráneo. En los momentos álgidos hay un centenar de barcos anclados en el puerto, esperando descargar su carga: chatarra. Una vez en tierra, enjambres de chatarreros atacan los montones de tecnología, desmontando, reparando y clasificando. El material útil se carga de nuevo para ser vendido en los mercados de Trípol. Los restos son montones de piezas de hierro y maquinaria rota rodeados de un nido de cables y óxido, una Meca para los chatarreros. La plácida ciudad mediterránea de Siracusa se ha convertido en un tecnódromo oxidado. El centro histórico de la ciudad está cubierto por hojas de grueso acero, piezas de fusiles y vigas metálicas. Grúas descomunales con pinzas magnéticas trabajan ruidosas donde una vez la gente paseaba por callejuelas encantadas. La magia se ha perdido. Hoy en día, la aceitosa realidad permea las calles con sus comerciantes y fabricantes de artefactos.

PURGARE

123

EL LEÓN RAMPANTE

ÁFRICA SUBLIME Los neolibios caminan por las calles, una ola de finas telas azules y verdes, bordadas con motivos tradicionales. La piel negra brilla bajo el sol, hay un aroma a jazmín y madera de cedro. Las risas se elevan en el aire, llenas de confianza y fuerza. Dondequiera que pongan un pie, adornan los callejones polvorientos y viven en una hospitalidad solícita. Un guiño y se levantan paseos en pueblos somnolientos, el mármol de Purgare adorna las plazas de los mercados y aumenta el número de artesanos. El colectivo comerciante ha inundado durante siglos las ciudades costeras de África con la tecnología expoliada y los dinares adquiridos en sus operaciones comerciales. Los mercaderes difunden su lujo con las manos abiertas y toman el sol en

gratitud y gloria. Hoy, toldos rojos ondean en la brisa mediterránea, los africanos se sientan en cojines bordados y beben té de un samovar. En los mercados se apilan innumerables cajas que contienen especias y frutas; al lado se ofertan fusiles de asalto modificados y lubricados, mapas, libros de los antecesores y telas de colores. Las campanillas repican por la acción del viento. Un dioula del lejano suroeste grita y persigue a un grupo de niños de la plaza, desenrolla sus bártulos, expone sus calabazas y comienza a cantar una antigua melodía que concilia al hombre y la creación. La gente ríe y regatea, disfruta o se enzarza en discusiones. Pero no siempre ha sido así.

ÁFRICA

125

EL TIEMPO DEL CUERVO Todo era como siempre había sido. Europa era rica y lo tenía todo; su gente estaba armada hasta los dientes con educación y los últimos avances tecnológicos. África, sin embargo, sufrió guerras civiles profesionalizadas hasta que ya no quedó nada de sus antiguas culturas excepto huesos blanqueados y puestos de la corriente de datos. Las corporaciones internacionales recorrieron el continente en busca de minerales exóticos y petróleo. A cambio, proporcionaron armas a los señores de la guerra. Los pocos países africanos estables sembraron minas en sus fronteras y construyeron barricadas hechas de tanques y cañones. Nairobi parecía una fortaleza. Cuando una fiebre diezmó a los primeros africanos en Costa de Marfil, no pareció ser más que otro desafortunado incidente. No podía ser ni dengue ni ébola. Los infectados se pudrían por dentro. Las erupciones necróticas aparecían primero en los brazos, a continuación en el pecho y a los pocos días ascendían al cuello. La muerte no tardaba en llegar. Un equipo de la OMS estacionado en Camerún identificó un retrovirus similar al VIH, pero resistente a los tratamientos existentes. Internamente lo denominaron VIH-E. Unos días más tarde, toda África lo conocía como «Vihe». El virus se propagó. Aldeas enteras huyeron de la enfermedad, descendiendo por el Níger en balsas o desafiando al Sahara. ¡Cualquier cosa con tal de alejarse del Vihe! No olvidaron qué había causado todo aquello. La primera oleada de infecciones se inició en un puerto donde había anclados barcos de los hombres blancos cuando se suponía que en Europa ya existía una cura contra el Vihe. Todo encajaba a la perfección. El caos y la anarquía se dispararon. De repente, el 50% de la población llevaba un kalashnikov. Cuando corrió el rumor de que cientos de miles de vacunas con la cura habían sido entregadas a los militares de los barcos en la costa mediterránea, no se pudo contener a la gente. Marruecos, Argelia, Libia y las defensas de Egipto no pudieron hacer frente al levantamiento y esquivaron el ejército de desposeídos de jeeps, transportes oxidados y ametralladoras rusas. Algunos países fueron aplastados. Hubo grandes batallas en las calles. Pero no había suero. Desinformación.

Histeria  colectiva. La esperanza se desvaneció para centrarse después en Europa, vista a través de una lente de ira. Una grotesca flota de ataúdes flotantes, balsas, partes arrancadas de puentes y balandros sobrecargados se arriesgaron a cruzar el Mediterráneo para exigirle una cura a Europa. Los que no se ahogaron durante el trayecto se encontraron con un muro impenetrable de miedo y reticencia. Cruceros, fragatas, lanchas torpederas y destructores europeos formaron un cordón de seguridad a lo largo de la costa africana y les negaron el paso. Los cadáveres flotaban en el mar y Europa pecó de nuevo. El Vihe fue arrasando África sin control, pero algunas regiones se salvaron. Muchos libios y sudaneses eran inmunes, igual que los masáis. La sangre de uno de estos guerreros tribales podría haber sido la salvación, pero ocurrió algo más.

DHORUBA El 13 de marzo de 2073, el sol se oscureció. Líneas brillantes de plasma y óxido nítrico atravesaron la atmósfera. Los descomunales impactos en Europa enviaron ondas de choque a través de la corteza terrestre que se sintieron incluso en África. Varios fragmentos no impactaron en la Tierra por muy poco; uno de ellos impactó contra África Central, arrancando una franja de cien millas de ancho en el continente negro: la Dhoruba. Ese día terminó el tiempo del Cuervo.

E L L E Ó N D E S P I E R TA África sobrevivió. La plaga se sació y finalmente murió de hambre. Algunas tribus sobrevivieron: los pastores de las montañas del Atlas, nómadas en los oasis saharianos, los masáis que eran inmunes al Vihe. Pasearon por una tierra desierta. La risa había huido de África, pero los supervivientes encontraron consuelo en su comunidad y su fe. Y todavía tenían petróleo.

L O S A N T E PA S A D O S Los africanos viven en un mundo inspirado por principios espirituales y místicos. No sólo llevan a sus antepasados en sus corazones, también creen verlos en los árboles o las piedras. Los espíritus de la naturaleza están en todas partes; en las nubes, en el suelo. Son irascibles y tiene que ser apaciguados por medio de pequeñas ofrendas. Según las leyendas, los más poderosos

habitan extraños lugares: un antiguo tamaSJOEP DBTJ QFUSJmDBEP  VOB NFTFUB SPDPTB que se eleva sobre el suelo o un estanque circular en medio de la selva. Los africanos UBMMBOmHVSJUBTBOUSPQPNPSGBTZMBTDPMPDBO en esos lugares míticos. Envuelven el árbol en cintas de tela de colores o vierten leche en la piedra. Agradecen a los espíritus el buen tiempo y se retiran humildemente.

Los azotadores se consideran guardianes de la tradición. Si no hay ningún anubiano presente, guían al pueblo: le aconsejan TPCSFDØNPTBDSJmDBSVOBOJNBMPUBMBSVO ÈSCPM QVFEF TFS KVTUJmDBEP Z FYDVTBEP ante los espíritus de la naturaleza; mostrar respeto a los animales y el medio ambiente no es una cuestión de integridad moral, sino de mantener la propia paz interior.

Pasaron los siglos. Las temperaturas disminuyeron y fue aumentando la humedad que llegaba desde el Océano Atlántico al Sahara, convirtiéndolo en una incipiente sabana. La lluvia llenó cuencas y cauces de ríos secos. Los manglares arraigaron en los lagos, las hienas y los uros merodearon por una selva llena de vida. El continente renació. Trípol, la joya de África, se levantó de las ruinas de Trípoli. Allí se reunieron todos, los bereberes, los árabes y los negros, el luto y la celebración. Un comerciante con el sencillo nombre de «el Libio» creó empresas que con los años se convertirían en un colectivo. Los camiones enlazaron los jóvenes asentamientos del norte de África en una red de contactos comerciales. Los barcos se hicieron a la mar y llevaron chatarreros a las desiertas costas europeas para saquear lo que se necesitara en casa. Los africanos no sentían mucho amor por los blancos. Los persiguieron con un rugido o les dieron fruta escarchada a sus demacrados niños. La vieja ira se cubrió poco a poco de una capa azucarada de compasión. El hombre blanco ya no parecía representar un peligro. No era un enemigo digno.

Z A R PA Z O Aquello cambió cuando los conquistadores hibrispanos entraron en África dibujando una franja de destrucción desde Gibraltar a Trípol. Destruyeron el trabajo de años y prendieron fuego a orgullosas ciudades y sus gentes. Los africanos lo comprendieron: el hombre blanco nunca les dejaría vivir en paz. La guerra y la codicia ardían en su corazón y siempre con más fuerza que la razón y el amor. La única forma de que el hombre blanco no representase un peligro era encadenándolo. Los africanos ganaron. Los azotadores, una casta guerrera forjada en innumerables escaramuzas, fueron tras los invasores y los expulsaron más allá de Gibraltar, hasta Hibrispania. Cazaron a los indígenas y los trajeron a las ciudades destruidas de África. Reconstrucción. El hombre blanco pagó sus deudas con sus hijos.

TRES Las heridas cicatrizaron y se levantaron ciudades gloriosas en la devastación. Los mande, yoruba, fulbe, bantú y el resto de innumerables gentes y tribus africanas se unieron; con más fuerza y rapidez de lo que lo habría conseguido cualquier emisario. Descubrieron rasgos comunes en sus lenguas, se rieron de los mismos chistes y hablaron con orgullo de las historias y costumbres de sus tribus. Los fulbe explicaron su código, el pulaaku, basado en tres pilares: la moderación, la honestidad y la sabiduría. Otras tribus reconocieron en sus historias y leyendas leyes muy similares basadas en tres. ¿Habían permanecido ciegos y sordos a sus hermanos a lo largo de los siglos? Ahora el León, símbolo unificador de África, dominaba indiscutible. Como señor de la sabana, es salvaje, descarado y libre; su belleza es legendaria y sólo es superada por su fuerza. Los africanos reconocieron en él tres aspectos similares a los pilares del pulaaku: los neolibios son el corazón que le da fuerza; los azotadores son las garras que destrozan a su presa; los anubianos el alma que gobierna su destino.

En pocos días, el triple principio se extendió desde Trípol hasta Gibraltar y El Cairo. Incluso impregnó las tribus de las selvas más profundas de África Central que nunca habían oído hablar de azotadores, anubianos o neolibios. Su identidad cultural fue sobrescrita por los arquetipos del comerciante con pasión por la grandeza, el enigmático chamán y el vengador dominante. Algunos supusieron que se trataba de una época ancestral. Decían que los antepasados se habían levantado de la otra vida para tomar a sus vástagos de la mano y llevarles hacia el futuro.

PSICÓVOROS Tal vez están equivocados. Algo antiguo crece en la Dhoruba, algo que no es de este mundo. En los helechos crecen coronas coriáceas, los musgos forman patrones hexagonales simétricos, las plantas carnívoras presionan sus cálices digestivos contra el suelo o se elevan y les crecen hojas pentagonales u octogonales. Tiene espinas y son frágiles como el cristal. Sus frutos se hinchan y brillan, pero son frágiles y su pulpa hace unos ruidos inquietantes entre los dientes antes de que su veneno se filtre en la mucosa oral y provoque una muerte dolorosa. Un arañazo de sus espinas y salen ampollas en la piel en cuestión de segundos que luego se ennegrecen. Las ampollas revientan mientras el cráter necrótico sigue creciendo profundamente en el tejido, hasta que el hueso cede y el brazo se rompe. Nada puede detener la decadencia. La muerte significa la liberación. Estas plantas extrañas que sustituyen a la antigua vegetación se extienden a lo largo del ecuador y ganan terreno rápidamente. Transforman a la tierra y su gente. Todos los que se encuentran en la proximidad de las plantas pierden su lengua y comienzan a proferir un galimatías, arrastrados hasta un lenguaje primordial que de alguna manera conserva cierta coherencia. Cada fonema dispara una emoción como una melodía muy conocida en una marimba. El lenguaje se convierte en un instrumento; comunicación y música intuitiva. Y luego están los susurros en el aire que no son producidos por el movimiento de los árboles o las ramas. Resultan familiares y tranquilos, pero a menudo también exigen, sin articular palabras de cualquier tipo o sentido. Muchos pueblos creen que son los ecos de sus antepasados. Todas las barreras idiomáticas se desmoronan. África se une, pero la multitud de culturas y tribus se diluye por la influencia de las plantas. Los neolibios las llaman psicóvoros, los Devoradores del Espíritu. La unidad está muy bien, pero estos campos de psicóvoros con forma de burbuja crecen rápidamente, sobrepasan las carreteras costeras y llegan hasta el mar. Sus profundas raíces negras se enrollan en el agua, creciendo y endureciéndose. Poco después, una isla de vegetación alienígena crece en el Mediterráneo. Las aldeas son devoradas, las personas desplazadas. No parece haber ningún lugar para los seres humanos en el ciclo de vida de los psicóvoros. Los anubianos no opinan igual. Sólo ellos pueden entrar en la masa de plantas y volver con vida, trayendo una bolsa llena de semillas.

ÁFRICA

127

RESISTENCIA Aun cuando los anubianos extraen de las semillas de psicóvoro medicamentos con efectos que rozan lo mágico, los africanos desconfían de las plantas de la Dhoruba. Cada vez suceden más fenómenos extraños. Algunos africanos desaparecen en la selva. Al parecer, dejan la sociedad por propia voluntad para vivir entre las plantas. La mayoría de ellos no vuelven a ser vistos de nuevo y sirven a los psicóvoros… ¿o son una fuente? De vez en cuando se puede ver a algún superviviente en medio de la decadencia en forma de burbuja de cientos de metros de diámetro. En el borde se marchitan los arbustos espinosos y las enredaderas hasta que el círculo perfecto alcanza su máximo crecimiento, momento en el que colapsa y las plantas comienzan de nuevo la conquista de la tierra. Los supervivientes de estas zonas salen ilesos y desnudos. Muchos son africanos, pero entre ellos hay también personas de piel blanca con los ojos almendrados. Ninguno habla. Si se les acercan desconocidos, huyen de vuelta al abrazo de los psicóvoros. Esta extraña incursión de la vegetación preocupa a las personas. Las aldeas organizan una resistencia: queman los corredores de los psicóvoros y echan sal a la tierra quemada, pero las plantas siguen surgiendo de las cenizas con la corteza cada vez más gruesa y espinas como el acero. Las escupen contra la gente y se retraen a la tierra en cuanto sienten calor. Cada ataque activa una oleada evolutiva. Algunos africanos se dieron cuenta hace mucho de que sólo les puede ayudar un viejo enemigo: los spitalianos. Conocen las variedades del Elemental y los psicóvoros no pueden ser otra cosa. Para el León implica una debilidad que duele más que la pérdida de un miembro de la familia que ha huido con los psicóvoros. Contratados por el Banco de Comercio de Trípol y custodiados por mercenarios africanos, los médicos exploran los campos de psicóvoros, trabajando desde la ciudad de Qabis. Se aproximan a las plantas en sus trajes de neopreno, las obligan a adaptarse con toxinas, toman notas e investigan. Una carrera armamentista ha comenzado. A los pesticidas les siguen inhibidores epigenéticos, las llamas estallan quemando la vegetación que crea extrañas flores en un bucle evolutivo sin fin. La batalla ha comenzado.

LAS CIUDADES COSTERAS Más allá de lo que eran Argelia y Marruecos , la masa continental africana se comprime hasta las extensiones del Golpe del Segador. Los africanos observaron desde los acantilados los pedazos escarpados de tierra y monolitos de granito tan altos como rascacielos. Formaban desde hace tiempo un laberinto infranqueable de huecos y simas.

El agua gorjea y hierve, surgen burbujas calientes que estallan en nubes de vapor. El montón gigante de escombros está en constante movimiento con tenues gemidos; los terremotos colapsan cavernas que parecen estables. Sólo una especie de alga verde como la bilis se siente a gusto en este ambiente y cubre las fuerzas de la naturaleza como una alfombra espumada. La gente evita este lugar. Pero hace siglos se establecieron al este del espectáculo tectónico y recuperaron las antiguas ciudades en ruinas. Hoy en día, los muelles llegan hasta el mar como manos gigantes. En el acantilado surgen casas con grandes balcones; sus ventanas se esconden en las sombras de los toldos de colores. Las grúas se agarran a los estabilizadores como aves de hueso. Los niños se sientan en el adarve de las antiguas fortalezas, trepando a los cañones de hierro para saludar a los barcos o tirarles piedras. Tanques Pioneros descansan y crepitan al calor bajo paneles de tela en hangares abiertos. Pronto retumbarán por rampas de hormigón y se introducirán en transportes con un montón de gritos. Barcos de un solo mástil y velas triangulares de color rojo suben y bajan en el suave oleaje del puerto, donde reciben cientos de viajeros. La siguiente parada es Trípol. Antiguos planeadores militares propiedad de los neolibios menos exitosos les sobrepasan con velas de un negro sucio y tablones vermiculados y alquitranados. Por el medio pasan rugiendo las lanchas de los azotadores en dirección al Mediterráneo. Pero también se aproximan al puerto navíos de transporte gigantes con superestructuras de oro, plata, caoba y ondeante seda. La estela que crea su proa balancea los barcos más pequeños que flotan en las aguas cercanas. El humo de los motores diesel permanece en la bahía como una neblina y se mete en los muelles y los pulmones de cientos de esclavos blancos que esperan para descargar. Detrás de los edificios de dos y tres pisos, las torres con terrazas se elevan por encima de la neblina de la metrópolis. Las palmeras acompañan a los viajeros en su trayecto. Al lado del paseo hay una red de callejones que se ramifican llevando a fábricas y edificios de rascacielos con balcones que sobresalen y balaustradas talladas. De vez en cuando se pueden encontrar rocas adornadas con líneas serpenteantes y nudosos árboles gigantes de la selva que presentan bajorrelieves tribales y el nombre de los antepasados que los habitan. Los azotadores aparcan en las plazas sus buggies dañados o acribillados a balazos. Los esclavos trabajan en los vehículos para que puedan rugir cuanto antes por la selva a una velocidad vertiginosa. En los mercados se oye el estruendo constante de las masas. Un ejército de millones ha formado suaves surcos pisando las calles pavimentadas. Los bazares son como un laberinto de puestos y tiendas. Aquí se pueden encontrar farmacias que venden estrellas de mar secas,

espolones de bioquinético y milagrosos medicamentos anubianos junto a frascos de aceites perfumados e incienso envuelto en papel. Los comerciantes desenrollan telas, acarician diseños irregulares y alaban la fina textura sin nudos. En otras tiendas brillan lámparas de cristal de colores, algunas con forma de calabaza; el siguiente puesto ofrece vajillas de oro, quemadores de incienso en forma de estrella que cuelgan de las vigas junto a jaulas de aves, al lado de cestas de joyería y zapatos adornados con cuentas de vidrio. En una sala auxiliar, los mayordomos de los neolibios ricos esperan por el siguiente lote de esclavos, preferiblemente domesticados y educados. Las ciudades costeras son el orgullo y la alegría de los neolibios. En ellas se refleja su riqueza y con ellas demuestran su generosidad. Los dorados flujos de dinares convergen y acaban en sus bolsillos.

TÚNEZ En tiempos de los antecesores, la Organización de Estados de África (OEA), contrapartida de la OEE europea, se ubicaba en Túnez. Las instalaciones adyacentes al alto mando contaban con cuarteles, una ampliación de parte del puerto y decenas de búnkeres instalados que contenían el arsenal de la OEA. Los azotadores se han estado equipando aquí durante siglos; sus cascos, chalecos antibalas y fusiles de asalto estaban almacenados en los túneles debajo de Túnez. Los esclavos tomaron nota. Durante un simulacro de ataque en los muelles por una flota de piratas cadaveritas, los esclavos aprovecharon el caos para entrar en las instalaciones, apoderarse de las armas y atacar a los azotadores por la retaguardia de sus campamentos costeros. Los depósitos de gásol para los tanques detonaron en rápida sucesión y la bola de fuego resultante envolvió dos Tanques Pioneros despedazándolos. Los Koms de los azotadores que se acercaban rápidamente viraron alcanzados por la columna de fuego, estallando como hormigas bajo una lupa. Ese día, el destino abrió un nuevo frente para los azotadores, una herida abierta en el costado del León. Desde entonces hay un ejército de esclavos emboscado en Túnez. Se dice que está dirigido por un grupo de baljaníes, una banda de hermanos, todos ellos antiguos voivodules. No pueden acceder al mar abierto porque los barcos torpederos de los azotadores navegan cerca. La huida a través de la tierra es una opción igual de desesperada contra barricadas y cazadores neolibios que disfrutan del sombrío placer de abatir cualquier cosa que se mueva. Así que tienen su hogar en Túnez, repeliendo las incursiones diarias de los azotadores. Los rebeldes están armados hasta los dientes y no tienen nada que perder. Pueden pasar años antes de que Túnez vuelva a manos africanas.

C O N S TA N T I N O En las orfebrerías de Constantino el oro es vertido y acuñado en moldes. La ciudad se asemeja a una fortaleza en la que incluso los hermanos desconfían unos de otros. Los emisarios del Banco de Comercio vigilan las fábricas más pequeñas, comprobando los pesos y las prensas acuñadoras. Si haces trampa una sola vez, tú y tu familia perdéis la concesión para siempre. Los mejores herreros son invitados a Constantino para diseñar nuevas monedas y patrones. Los neolibios sacrifican parte de sus empresas para ver su cara en un dinar, aunque sólo sea una vez. Hace mucho que el juego y las apuestas se popularizaron dentro de las murallas de la ciudad. Los apocalípticos africanos se han establecido aquí y atrapan a los trabajadores de Constantino en una red de favores y prostitución. Las barracas de los azotadores se alzan entre sus tiendas. Se entrenan para un ataque o una revuelta sin olvidar los levantamientos de Túnez. Al menos, los esclavos fueron prohibidos en la ciudad. Sólo los africanos bien situados pueden entrar. Incluso ellos se enfrentan a un registro del alma por los anubianos. Los azotadores tienen razones para desconfiar. En la ciudad se guardan fortunas de inmenso valor. Oro de los últimos trescientos años de saqueos y campañas en el reino del Cuervo llena las cavernosas bóvedas subterráneas.

TRÍPOL Trípol es el centro del mundo. Los neolibios embarcan desde aquí en el Mediterráneo, explorando las costas, construyendo casas de cuentas y comenzando relaciones comerciales. El flujo de dinares procedentes de las mercancías de lugares exóticos como Franka o el Balján y los expolios de maquinaria y armas, crece y se derrama por las calles de la ciudad. La gente sigue su pista, arrastrando consigo sus logros culturales milenarios. Las masas viven en rascacielos adornados con toldos y paneles de tela. Estatuas ancestrales hechas de madera negra se apoyan junto a las jambas de sus puertas, las campanillas repican en la brisa. Entre los rascacielos se apiñan edificios de una sola planta con amplias terrazas, con paredes encaladas o cubiertas de bambú. Las casas están unidas por cables, formando una red por encima de las plazas que corta el cielo en triángulos. Tanques Pioneros se elevan sobre el mar de gente como rocas y en menos de dos días se colocan escaleras para acceder a ellos y alfombras adornando la cubierta superior. Los viejos se sientan a la sombra de los soportales y fuman tabaco con sabor a canela. Los jóvenes se reúnen en los tejados, donde se sientan con las piernas colgando mientras alguien les ofrece té. Otros dan pisotones y palmadas al ritmo de sus canciones, formando círculos, inclinándose hacia adelante y de nuevo hacia atrás, expresando así su alegría.

ÁFRICA

129

Por toda Trípol se elevan edificios antiguos, algunos con almenas como si fueran fortalezas y otros acurrucados en los callejones tranquilos. Ninguno de estos edificios permanece vacío mucho tiempo. Las tribus están orgullosas de su origen y muestran los tesoros de su patrimonio cultural siempre que pueden: figuras de caoba cogen polvo junto a escudos de piel, cuchillos de hoja curva, lanzas, ropa y joyería. Supuestamente, uno de los museos acoge estatuas ancestrales talladas en madera de psicóvoro; el clan que las talló se fusionó con los anubianos hace décadas. La enorme cúpula engalanada del Banco de Comercio se puede ver desde el puerto. No hay un lugar más sagrado para los neolibios que este templo del dinar. Los comerciantes adquieren en su interior permisos de comercio una vez al año que les otorgan el derecho a comerciar a lo largo de ciertas rutas u obtener beneficios en áreas específicas, como plantaciones y campos petrolíferos. Los anubianos evalúan el Hilo de la Vida para los neolibios que van a cerrar contratos a largo plazo y la más mínima perturbación puede significar una muerte prematura o una vida inquieta, ambas válidas para no acceder al trato.

EL BANCO DE COMERCIO Los viajeros llegan a esta histórica ciudad y por lo tanto al reino del Banco de Comercio a través de una gran puerta en arco. Los vendedores ambulantes vienen corriendo a ofrecer agua de limón. Entre las residencias de los neolibios hay jardines con estanques para la gente, fuentes y frondosa hierba verde. Aves exóticas saltan de rama en rama en grandes jaulas, ladeando la cabeza cuando alguien les da de comer un dátil.

La puerta de cristal del Banco de Comercio sólo se abre en ocasiones especiales, pero hoy permanece cerrada. Los visitantes de ciudades lejanas presionan sus caras contra el vidrio caliente y miran el pasillo al otro lado; otros caminan alrededor del complejo de torres y estancias, especulando acerca de la ubicación exacta de la sala de mapas o de los archivos y la sala de bóvedas. Por no hablar de las habitaciones de los cartógrafos y los visitantes. Se dice que en los últimos meses hasta los spitalianos se han quedado en el Banco de Comercio.

L A P U E R TA D E L E S T E Incluso en Trípol, no es oro todo lo que reluce; a veces resulta no tener ningún valor. En la puerta que da hacia el este, hace tiempo se reunían los más ricos entre los ricos, sentados en sillones de cuero y disfrutando de juegos de azar. Ahora, otros establecimientos compiten por su atención. Los ciudadanos más ricos se han ido, pero permanecen los más pobres. Los sillones y mesas de juego están desgastados; los números en las fichas son apenas legibles. Las pesadas cortinas están viejas; los ventiladores alivian lánguidamente el calor. Los que todavía juegan aquí, no tienen otro sitio a donde ir. Los neolibios arruinados esperan otro gran éxito que les devuelva al juego. Algunos se juegan hasta la vida; perder a lo grande y perderse después en los polvorientos scriptoriums de su nuevo amo.

DISCORDANCIA -B%JTDPSEBODJBnPSFDFFOMPTDBNQPTFOUSF los chakras terrestres y los psicóvoros. En Europa, los campos de esporas se colapsan y se convierten en bulbillos. En África, los psicóvoros ponen trampas, retorcidas y entrelazadas hasta parecer la sencilla cubierta vegetal que eventualmente se encoge formando capullos con espinas negras que brillan por el veneno. En unas semanas, el verde da paso a un púrpura pálido, las plantas se marchitan y encogen. En el interior de los capullos se oyen crujidos y chapoteos. Unos días más tarde, el capullo se abre repentinamente. Sus paredes se hacen pedazos al salir las criaturas de su interior: membranas negras se elevan en espiral hacia el cielo en una medusa azul pálido. También son arrastradas hebras

como guirnaldas con rojos bultos pulsantes que se entrelazan en una doble hélice. Estas criaturas pueden tener cientos de metros; cuelgan por encima de la selva como venas extrañas. Sin embargo, se desmoronan enseguida. Pero a veces, las criaturas no tienen que rendirse a la atmósfera extraña en cuestión de minutos u horas después de emerger de los bulbillos. Los anubianos suponen que se asemejan a los granos de arena que crecen hasta formar una perla dentro de una concha: La contaminación —una salamandra, una rata arbustiva o un ser humano— y los genes extraterrestres se unen para dar lugar a algo nuevo, algo adaptado, dentro del bulbillo. El clan Shabath caza estas criaturas. En

especial, el territorio interior de Bengasi promete ricas recompensas. Los Shabath viajan durante meses entre los psicóvoros discordantes y vigilan los bulbillos. Si la caza va según lo esperado, recorren las ciudades costeras con sus hallazgos y muestran a las criaturas en cajas de vidrio. Una criatura que se asemejaba a un grupo de calamares con los tentáculos unidos para formar una red fue considerada la mayor atracción del último año. La criatura se aferraba al recipiente de vidrio y formaba continuos patrones geométricos con sus tentáculos mientras las cabezas exhalaban una niebla azul. Los Shabath asumen que era una forma de comunicación; nadie entendía a la criatura. Murió en un día.

ÁFRICA

131

SOMBRAS LARGAS La sombra del Banco de Comercio es alargada. Casi ningún pueblo ni ninguna ciudad quieren perderse el ascenso de África. Los ancianos de la aldea piden ansiosamente más créditos si el neolibio no cuenta los dinares sobre la mesa lo suficientemente rápido. Al final, alguien les pagará lo debido de alguna manera. Se supone que los anubianos que comprueban los Hilos de la Vida de estos ancianos deberían ser capaces de profetizar una inversión rentable. Ven a gente llena de vida y sus caras felices. Nadie tiene miedo. Por lo tanto, el interés se amontona sobre el interés anterior, las calles en el interior del país están pavimentadas con dinares y todo el mundo está henchido de orgullo. En la selva se cortan franjas para dar paso a pomposos bulevares. La rivalidad entre los pueblos adquiere formas absurdas. Finalmente, el interés compuesto golpea a los pueblos como un rayo. Los partidarios neolibios dieron la espalda a sus asombrados pueblos de origen: mejor perder el honor y luego ir a la quiebra. Los jeques obtienen tremendos beneficios. Mientras tanto, docenas de ciudades se debaten bajo las cadenas del Banco de Comercio. Clanes enormemente endeudados garantizan un suministro en apariencia interminable de esclavos con míseros salarios. Muchas aldeas envían a sus hijos en barcos de chatarreros africanos con la esperanza de que puedan hallar un artefacto con el que comprar su libertad. A día de hoy, el Banco de Comercio es la institución más poderosa de África. Tiene el control sobre vastos recursos y salas llenas de pagarés; todos y cada uno de ellos vale por un favor. Financia guerras y saqueos e incluso ata en corto a los neolibios.

QABIS En Qabis no se habla de otra cosa desde hace más de un año: ¡los blancos están en la ciudad! Llegaron en el Ruguru, una nave de transporte perteneciente a Wakili, un neolibio residente en Justiciano. Sus manos no estaban atadas y los trajes de neopreno negro con los pechos blancos estaban impecables, ¡sin desgarrar por los azotes! Eran más de cincuenta spitalianos y salieron de la nave caminando por la pasarela, con la cabeza bien alta. Por si acaso, los niños lanzaron fruta podrida como lo hacen con cada lote de esclavos, pero esta vez los azotadores intervinieron y los dispersaron. El mundo está loco. Desde entonces, los spitalianos se ha instalado en Qabis y se han convertido en parte de la cultura de la ciudad. Frecuentan los mercados, regateando mercancías con los nativos y relajándose en los cafés callejeros, bebiendo tazas

de café y jugando partidas de kalaha. Han adoptado huérfanos africanos y les enseñan el chamanismo del hombre blanco; medicina pura, basada en la evidencia. No siempre fue fácil. Nunca antes se había permitido al Cuervo volar libre sobre las tierras del León. Los azotadores fueron precisamente los que encontraron una solución. Como guardianes de la tradición, idearon un ritual para que los extranjeros se convirtieran en hijos del continente negro. A los spitalianos no les gustaba la idea de ser enterrados vivos, tener que abrirse camino de regreso a la superficie y masticar hojas tóxicas durante días. Pero poseían suficiente sentido común para seguirles el juego. Desde ese momento fueron considerados africanos honorarios. Hoy en día son una curiosidad y la gente viene a Qabis desde muy lejos para maravillarse de los africanos blancos. Wakili entregó dos tanques Pioneros a los médicos. En los desgastados lados de ambos se puede ver la cruz spitaliana con sus grandes franjas rojas. Uno se llama Esculapio y sirve como su sede. Las cuatro cubiertas contienen una enfermería, varios laboratorios, una cámara frigorífica y una biblioteca. Desde que se mudaron dentro, no se ha movido del sitio; el motor se arranca sólo de vez en cuando para recargar las baterías. Wakili llamó al segundo tanque pionero Ndulu, que significa «hermano», como gesto de amistad. Hace unos meses, ejércitos de esclavos llevaron provisiones y gasolina al Ndulu. Los chatarreros africanos comprobaron los eslabones de las orugas, encendieron sus soldadores, repararon y sustituyeron piezas. Quitaron enormes manchas de óxido con sus martillos y reforzaron el casco debilitado con placas de metal. Las pruebas de funcionamiento de las dos turbinas de gas hicieron que el Ndulu rugiese, temblase y escupiese humo caliente. Los parches se sacudieron, algunos se soltaron y cayeron al suelo. Los trabajadores africanos se echaron las manos a la cabeza de desesperación, pero luego se rieron. ¡Por lo menos, el tanque no se había desarmado por completo! Hace más de un mes, el Ndulu y su tripulación de spitalianos comenzaron su viaje en dirección al corazón de los psicóvoros. Atravesó las frágiles plantas como una bestia primitiva, aplastándolas bajo sus orugas. Los frutos estallaban en nubes relucientes. El tanque se enredó en lianas y varios kilómetros de arbustos, pero las rugientes turbinas se abrieron camino a la fuerza a través de todos los obstáculos. La Dhoruba era fácil de encontrar, basta conducir todo recto hacia el sur. Exploradores africanos de la tribu de los masáis siguieron al Ndulu por la franja que había abierto y observaron cómo de repente se volvía hacia el este, hacia Anubia. Quizás directamente hacia El Cairo. Sencillamente, no se puede confiar en el hombre blanco.

L A R U TA No todos los africanos están de acuerdo con la esclavitud. Una vieja anubiana declinó el tercer círculo hace décadas y en su lugar se comprometió con la humanidad. Desde entonces, Madame Dayo ayuda a

los esclavos blancos para que vuelvan a Europa gracias a su red de personas con JEFBT BmOFT "MHVOPT TF RVFEBO DPO FMMB e incluso vuelven a la selva para dejarse atrapar como esclavos de nuevo, con

MB JOUFODJØO EF QMBOJmDBS MB GVHB EF PUSP grupo desde el corazón de África a través de «la Ruta», como se autodenomina la organización.

ANUBIA El Nilo está crecido y ha eliminado ciudades borradas tiempo ha de los mapas y la memoria de la humanidad. Nubes de esporas flotan en sus resplandecientes aguas verde oscuro, cayendo por una catarata tras otra. Algunos se depositan en el barro fértil de la orilla de los meandros y germinan, otras entran en el delta y flotan hasta el mar. Los psicóvoros se expanden. Ya han conquistado Anubia. El cinturón de plantas que rodea El Cairo parece impenetrable, pero así y todo, la Ciudad Prohibida es el hogar del colectivo anubiano. Una ciudad donde el antiguo conocimiento de los anubianos acerca de la humanidad y el tiempo se oculta en pirámides gigantes cuyos vértices atraen el rayo y prometen sabiduría. Para ellos, los psicóvoros han llegado justo a tiempo. Se rumorea que la aflicción necrótica no afecta a los anubianos. Sin embargo, ¿quién puede asegurarlo? Los anubianos siempre se comportan misteriosamente.

L E O PA R D O S Ningún primo de un neolibio tendrá que ir nunca vestido con harapos, aunque sea tan inútil como un esclavo con una sola pierna. Abuelos, tías, tíos, cuñados; todo el clan se viste con tejidos caros y se adorna con collares y aceites. En las plazas de la ciudad se erigen figuras de ancestros talladas en ébano por un maestro procedente del Ahaggar. Los esclavos cavan alcantarillas y señalizan los caminos de tierra batida.

En África, la riqueza siempre sigue las ramas del árbol familiar. Pero a veces, las ramas se rompen e incluso el tronco puede llegar a marchitarse. Nuevos retoños brotan, pero sus raíces extraen agua, no oro. Sus aldeas están ubicadas en bahías olvidadas o en medio de la selva, lejos de la red de caminos. Los habitantes pescan en lagos y cazan antílopes o monos. Fabrican sus propios tejidos de fibras vegetales. En sus caderas portan cuchillos de hueso y pintan sus torsos desnudos con símbolos tribales utilizando la tierra santa. Miran las metrópolis con escepticismo y maldicen los buggies de los azotadores y su ruido. Aun así, no conocen la envidia. Agradecen a sus antepasados las cabras que les dan suficiente leche y el sol que se levanta cada mañana y les baña en calor. Pero ya que los antepasados están escuchando, ¿podrían hacer que los oka llegasen hoy con carne seca en su ghanjah a motor antes que los neolibios? Pueden que no conozcan la envidia, pero eso no quiere decir que no les importe ser pobres. Decenas de clanes han creado una unión informal. Trabajan juntos contra el monopolio comercial neolibio. No les importan las concesiones y se instalan donde les place. Nunca se han sentido representados por los leones africanos más poderosos. A lo sumo, eran el polvo entre sus garras. Por esa razón se hacen llamar los leopardos y señalan con una sonrisa que el leopardo es mucho más rápido y astuto que el irascible león. De hecho, atraviesan corriendo la selva por caminos secretos y vuelan por el Mediterráneo en maniobrables ghanjahs, siempre un paso por delante del colectivo comerciante. Matan a sus presas, dejando sólo un cadáver masticado.

ÁFRICA

133

SEPSIS El Mediterráneo se está muriendo. Dado que la corriente de entrada desde el Océano "UMÈOUJDPFTUÈCMPRVFBEBFO(JCSBMUBS MBTVQFSmDJFEFMBHVBFTUÈEFTDFOEJFOEP-BTBMJOJdad crece, los peces mueren y se descomponen, las manchas de algas aumentan. En los peores días, un pesado hedor llega desde el Mediterráneo, persiguiendo a la gente en sus hogares o el continente.

Los neolibios evitan el Atlántico. Burbujas gelatinosas del tamaño de un tanque pionero chocan contra los cascos de los barcos, se adhieren al costado y se unen a otras burbujas para formar una alfombra fibrosa de la cual es imposible escapar. Por el contrario, los veleros de los leopardos cruzan el agua sin ser molestados, siempre y cuando se mantengan cerca de la costa. Tal vez las vibraciones de los motores de los buques sean las responsables de la superabundancia gelatinosa. Los leopardos parten de Tánger, navegan por Hibrispania, siguen la costa de Franka y entran en los dominios del Buitre. Una ruta peligrosa si se considera el cementerio de barcos aquitano que acumula innumerables naufragios despedazados por munición de alto calibre. Teniendo en cuenta las corrientes, deben haber venido por la misma ruta que los leopardos. Pero hasta ahora, todos los ghanjahs han regresado cargados con cajas llenas de libros, joyas y dientes de oro. El aplomo los leopardos crece. Rechazan las mercancías de los neolibios y solamente dependen de lo que producen sus propios pueblos. Las tribus prosperan sin ahogarse en pompa. Para el colectivo comerciante, la palabra del Banco de Comercio es la ley. Las concesiones son leyes. Sin ellas se produciría la anarquía, dicen los neolibios y esos leopardos... bueno, dañan las rutas establecidas con su comercio rebelde. Por lo tanto, es necesario que se vayan. Pero hasta los azotadores tienen dudas. Como guardianes de las tradiciones, no quieren disparar a africanos. Pero si no lo hacen ellos, habrá otros en Bedain dispuestos a hacerlo.

LÍNEAS DE VIDA El triángulo formado por los macizos Ahaggar, Air y Tibesti se considera el corazón del norte y fuente de la exuberante vegetación de África. Las nubes de lluvia que llegan allí transportadas por el viento del oeste descargan su agua en las laderas escarpadas y sobre la selva. La llanura de arena estéril, conocida por los antiguos como Ténére, es ahora un mar de niebla y denso verde, con escarpadas formaciones rocosas dispersas. El Emi Koussi de Tibesti es el rey de las alturas. Se ve fácilmente a gran distancia con sus 3.415 metros que le convierten en la cumbre más alta. Aquí empiezan las líneas de vida de los continentes africanos; la delicada red de ríos y arroyos llegan hasta Nigeria, en lo profundo del cinturón psicóvoro, y alimentan la tierra con agua que convierte a África en un jardín edénico tan vasto que nadie lo ha explorado todavía por completo.

E L I N T E R I O R D E L PA Í S La riqueza de las ciudades costeras llega incluso al interior del país, con sus plantaciones y campos petrolíferos. Allí los palacios se elevan por encima de los caminos fangosos y los edificios tradicionales con techos de madera y paredes de barro. En las sombras descansan esclavos blancos antes de acarrear de nuevo las vigas de acero para

YA NO HABRÁ

MÁS VIDA, SÓLO

SUPERVIVENCIA. [WOLFRAM FLEISCHHAUER]

las gigantes fortalezas móviles de los neolibios, los Tanques Pioneros, en el calor abrasador de los depósitos de chatarra. Grandes áreas de terreno se limpiaron; árboles gigantes de la selva dieron paso a la yuca y otros cultivos. Los esclavos de campañas en el Balján y Hibrispania labran la tierra y recogen la cosecha meses después. Los intentos de fuga son raros. La selva no es menos implacable que los azotadores.

ACERO La selva no parece tener fin. Bajo la cubierta de copas de árboles entrelazadas se encuentra la eterna semioscuridad y los árboles caídos y cenagales hacen que sea imposible viajar rápido. Nadie se jacta de conocer realmente la selva. En sus profundidades, los africanos encuentran muros de hormigón y antiguas fortalezas. Los árboles crecen sobre ellos y llegan hasta cuarteles y bodegas inundadas con sus raíces gruesas como brazos. A veces, estos edificios no están desiertos. Criaturas humanoides permanecen encorvadas en la semioscuridad con líquenes colgando de sus hombros, la humedad brillando sobre acero azul. Permanecen así durante siglos, hasta que algo las despierta y suscita su ira. Empiezan a chillar y sus pequeños sensores se mueven de izquierda a derecha, tratando de enfocar. Saltan hacia adelante arrancando las raíces que han crecido alrededor de sus cuerpos, quitándose de encima el musgo. Sus cabezas crujen al girar.

Registran el entorno con ultrasonidos mientras sus ojos completan la información. Patrullan viejas instalaciones y con cada paso se hunden más profundamente en el suelo húmedo. Todos sus movimientos son perfectos y definidos; los servomotores de estos depredadores silenciosos zumban. Estos SAMCOM —llamados «hombres máquina»— son una reliquia de los antecesores blancos. Según cuenta la leyenda, antiguamente sirvieron como medio de opresión hasta que sucedió algo y se liberaron del grillete mental del hombre blanco. Tampoco les sirvió de mucho, porque desde entonces no tienen propósito ni control. Si alguien se encuentra uno en la selva africana, puede que tenga suerte y dé con una máquina que se ha tallado en la frente un 2 elevado a 16. Se supone que estos SAMCOM tienen un alma, después de haber observado a humanos o animales y aprender de ellos por imitación. A lo mejor no deja nunca al ser humano que lo ha encontrado, copiando sus hábitos y patrones de habla. Sin embargo, es también posible que lo vea como una presa después de haber estudiado a las hormigas cortadoras de hojas. Los hombres máquina son siempre peligrosos y casi siempre mortales. Eso no impide que chatarreros y azotadores los den caza. Los tubos de las piernas de un SAMCOM y sus coraza ligera son casi indestructibles; el complemento perfecto para la espléndida ropa de neolibio. Cada una de esas piezas cuenta una historia y todas están manchadas con la sangre de decenas de personas. Los comerciantes pagan una gran suma de dinares por ellas.

C A P Í T U L O

COLECTIVOS

EL JINETE DE LA ONDA

El viento se lleva la espuma de las olas. Durante un segundo brilla como la plata a la luz de la luna, pero luego se estrella contra el laberinto de barcos, inunda plataformas oxidadas por la salmuera y va a parar a la oscuridad de los cascos a través de las rejillas del suelo. Las grúas giran chirriantes con sus cables de acero ondeando en el aire. Algunas planchas de metal caen entre cubiertas golpeando una superestructura y quedan atrapadas de nuevo por el viento, empujadas más profundamente en la tierra. La luz de una lámpara de aceite baila en el puente. La cara cerosa que ilumina brevemente tiene un bigote que gotea como un trapo y los ojos hundidos como morenas en sus guaridas. El hombre sale precipitadamente deslizándose sobre los tablones, maldice y trepa por un armazón para sumergirse en algún corredor. Los restos de peces muertos se amontonan alrededor de sus pies; el olor del agua estancada y la descomposición llenan el aire. Escupe, levanta la lámpara y mira a su alrededor. Los dos gaviotas de la Nabucodonosor se acercan con rapidez flanqueando al prisionero que lleva los brazos atados a la espalda. Sus cabellos cuelgan sobre sus rostros; uno de ellos lleva el cráneo de una rata, plumas y alambre en su pelo. Tropiezan por la debilidad; se diría que se inclinaban sobre el prisionero en vez de conducirlo hacia adelante. El hombre alza la vista por un instante: el cráneo afeitado brilla a la luz de la lámpara, como sus ojos, y sonríe. El hombre de la lámpara se da la vuelta y sigue caminando. Su corazón se acelera. ¡Maldito preservista! El hombre de la lámpara apoya el hombro contra una mampara metálica. El calor se escapa y todo huele a resina quemada. El pasillo se ilumina con luz dorada que hace parpadear al preservista. La silueta del hombre de la lámpara se inclina. —¿Malais? ¡Oh, exaltada halcón! ¡Mi corazón se regocija al verte! El preservista oye las burlas de sus guardias y finge un tropiezo. Los Gaviotas le agarran y le doblan los brazos a

la espalda aún más fuerte. Exhala rápidamente. Pero también siente que los músculos le tiemblan. Bien. —¿Malais...? ¿Podemos…? ¿Sí? El hombre de la lámpara dirige a los gaviotas una mirada inquisitiva, pero se limitan a devolvérsela. —Te arrancará las pelotas. —Muy serio. —Odia a los romanos. Especialmente a ti, Aurel. —añade el otro. Ambos sonríen ahora. El romano levanta los brazos en un gesto extraño, se para y da la vuelta. Los gaviotas cloquean como si fuera su forma de reír. —Llegaremos en cualquier momento... El preservista siente el topetazo. Ahora tiene suficiente excusa para tropezar, se tambalea un poco de lado y oye cómo se quejan sus guardias. Le arrastran hasta la luz. Se agacha bajo una lámpara bulbosa con una vela, oye el chasquido y se tensa. Lámparas doradas de aceite con adornos vegetales cincelados oscilan por la corriente de aire mientras un samovar burbujea. Las paredes están adornadas con tapices que muestran coloridos patrones triangulares frente a los que se asoman ídolos de madera negra. En la esquina hay una estatua a tamaño real de una mujer gorda que junta sus manos, cubierta con manojos de perlas y lapislázuli, y pequeñas placas de metal en su superficie. Aurel entra en la habitación con el cuello estirado y la espalda doblada. El preservista se inclina a un lado para ver más allá del romano. Una mujer africana se encuentra acurrucada entre cojines bordados en oro y fundas de terciopelo verde. Su cabeza está adornada con una corona de largas plumas negras; lleva una blusa de algodón color ocre ligeramente drapeada sobre un hombro. Diamantes blancos adornan el dobladillo. En su bandolera tiene munición de una pistola de señales. El preservista sonríe. Ha vivido grandes experiencias con una de esas. —Malais... La mujer africana tiene un mapa naval en una mano, gesticula con él y lo deja de un golpe sobre una pila de libros a su lado. Mira a Aurel.

—Gran halcón de Cadáver, querida Malais... —Mi querido Aurel. —Su voz es profunda. Fuerza cada sílaba como si no tuviera espacio en la boca para todas—. Ya nos hemos visto una vez este año. Aurel se hace a un lado y señala al preservista. Malais se hunde de nuevo en los cojines y se frota los ojos. —Aurel. ¿Tu amigo? Tienes mi bendición. Los Gaviotas cloquean, uno de los apocalípticos resopla y tose. Malais se endereza y la blusa se desliza por su hombro. Sus manos se mueven por los cojines. Un brillo de acero. —El desconocido... spitaliano. ¿Qué es eso en su pecho? Aurel abre la boca, la cierra de nuevo y mira al preservista. De hecho se puede percibir una protuberancia alargada sobre su pecho, bajo el traje negro. Se acerca, abre la cremallera y quita a un lado el neopreno. Un vial está adherido al pecho con dos tiras de cinta. —Tócalo y la carne se separará de tus huesos. —El preservista se le queda mirando. Aurel hace una mueca de disgusto y se vuelve a la mujer africana. Ella le aparta a un lado. —Prisionero, ¿cómo te llamas? —Nada de prisionero. Malais sonríe ladeando la cabeza y asiente casi imperceptiblemente. Sus plumas se mueven afirmando. El preservista se escapa de los guardias, agarra a uno de ellos por el pelo y se tira al suelo arrastrándolo consigo. Siente que un puño le golpea en las costillas, dolor puro, toca el suelo y ve la forma torcida del gaviota golpear junto a él. Su nariz moquea y el pelo se revuelve alrededor. El preservista jadea al recibir una patada y se da la vuelta. Para el segundo golpe, agarra la pierna clavando los dedos en los músculos isquiotibiales y tira. El grito es ensordecedor. Se levanta de un salto, le da una patada al encogido apocalíptico en la pierna herida y da un paso hacia la mujer africana. Ella permanece sentada. Sus labios se abren en una sonrisa.

—Dime, Aurel, ¿no quieres defenderme? El romano parece una estatua. Se retira unos pocos pasos pero sigue vigilando a ambos, tropieza con el samovar y los cubiertos de plata caen al suelo. Se da la vuelta y huye. Tazas y cucharas resuenan en las tablas. El preservista flexiona los brazos y sacude las manos. —En este mismo momento, azotadores abordan al Sarabi para hacerse cargo del neolibio Rachida. Les llevará algo más de dos días buscar en cada rincón y grieta de esta nave para encontrarme. —Cierra la cremallera—. Se supone que tu Zuwena es rápido. —El más rápido. —Hay una pequeña bahía a unos veinticuatro kilómetros al oeste de Qabis. La recompensa será mayor que cualquier cosa que los azotadores puedan ofrecerte. —Hombre sin nombre, dime, ¿por qué debería confiar en ti? El preservista abrió los brazos. —¡Confías en ellos! Ella se levanta de sus cojines. De repente, está muy cerca. La boca junto a su oreja. Siente acero frío en la mejilla. —No confío en ellos —le susurra. Le suelta, camina hacia una pared y la desplaza a un lado. El calor se escapa en la noche. Sale a un balcón de celosía metálica y se apoya en la barandilla. Él se une a ella. A lo lejos se elevan las olas. La espuma cubre las superestructuras de acero de la isla. El mar tiene un brillo rojo, nubes de vapor estallan en la superficie. Su voz suena más alta ahora que parece más joven. —Haríamos un buen equipo. Él se acerca a su lado, mirando al mar. —El Zuwena servirá. Ella sonríe. —Veremos.

EL JINETE DE LA ONDA

139

EL ÚLTIMO BALUARTE

SPITALIANOS A L A L U Z D E L A S A LV A C I Ó N Psiconautas y Sepsis son síntomas de una enfermedad llamada Elemental —y nadie sabe más de enfermedades que los spitalianos. Se inclinan sobre muestras de tejido; discuten las desviaciones de las histonas y las posibles aberraciones causadas por la influencia de la Discordancia. Sus colegas en los establos de crianza extraen vacunas de la sangre de caballos transgénicos. Tras los muros del Spital, detrás de barreras de desinfección y filas de preservistas incondicionales, se encuentran los científicos. Cada nueva idea es una pieza de un rompecabezas que al final ayudará a entender cómo erradicar a los psiconautas de la faz de la Tierra. En el exterior, se disipa el olor a desinfectante. Un laberinto de callejones y túneles serpentea entre chozas sin ventanas. Letras grandes bautizan los bloques de hormigón. Los spitalianos son como un ejército de hormigas gigantes que recorre su hormiguero, desapareciendo en los edificios o descendiendo en la oscuridad a través de rampas. Sus pálidos cráneos tienen manchas y están adecuadamente blanqueados para evitar cualquier tipo de infección. La pureza es la vida. Todos llevan trajes negros mate con rayas longitudinales y portan armas de asta por encima de sus cabezas con un anclaje, los llamados desplegadores. En un extremo hay una triple cuchilla, en el otro un cilindro de vidrio atornillado con un líquido turbio.

Sólo otra pared, una puerta más y se encuentran en el Apéndice, el sector de los enfermos del Spital. Gemidos y gritos rodean a los spitalianos que atienden a legiones de enfermos. Letras de cambio cronistas, pieles, chatarra brillante, botellas de aceite y otros objetos de valor cambian de manos; los familiares de los enfermos apilan bienes delante de los spitalianos hasta que están listos para comenzar el tratamiento de los enfermos con bisturí y sierra o simplemente les dan un poco de medicina. Sus medios son limitados, pero aun así ayudan a la población en el Apéndice, las estaciones de higiene de Justiciano o en los hospitales públicos; estos médicos defienden el juramento hipocrático desafiantes y con determinación. A muchos cientos de kilómetros de distancia del Spital, en Polen: el gran caballo negro sacude involuntariamente la cabeza, trata de deshacerse de la máscara de gas gigante frotándola contra el suelo. La preservista le acaricia el cuello para calmarlo y monta. El caballo patea el suelo, relincha sordamente bajo la máscara. Está inquieto. La preservista tira de las riendas y observa el lago escarlata en medio de los hielos eternos. Allí flotan, como si fueran islas, cuerpos con heridas de espada. Su mirada se pasea por espuelas y huesos, cráneos deformes con falsos ojos negros en la frente. Los arácnidos ya han empezado a fabricar capullos alrededor de los cuerpos de los psiconautas. El mundo es un lugar más seguro sin ellos. Y más limpio.

SPITALIANOS

141

Los spitalianos son científicos, además de médicos y guerreros. Cada día en los laboratorios los acerca al entendimiento y la salvación de la humanidad. Cada día tienen que decidir entre la destrucción y la curación. Luchan contra el cólera y destruyen aldeas afligidas por las esporas. En Franka detonan los respiraderos de los feromantes, en Polen estudian los bosques fractales, en Purgare queman grandes ejércitos de millones de garrapatas y pulgas. Y en el Balján llevan la disonancia a los dusaníes. Los spitalianos son el último bastión de la humanidad.

SECRETOS ANTIGUOS Un ala ha permanecido desierta desde el gran incendio de 2499. Los casilleros se alinean en las paredes, igual que en los cuartos contiguos. Todos están cubiertos de hollín y algunos están tan deformados que los cajones se han salido. Sin embargo, unos pocos armarios parecen intactos. Todavía contienen, entre hojas de informes y certificados de defunción, los quinientos años de historia del Spital. Hay referencias al conflicto global, las oleadas de refugiados bajo un cielo en llamas, todos con un mismo destino: el Spital, entonces llamado «Centro de Crisis de Ruhr Sur». Demasiado sufrimiento, demasiadas personas. Los saqueadores irrumpieron en las instalaciones, mataron a los médicos y se llevaron lo que pudieron. Cajas de medicamentos y vendajes se esparcieron encima de las camas y fuera continuaron los combates. Los transportes de los depósitos centrales chocaron contra barricadas, fueron volcados y vaciados. Los médicos se defendieron con escalpelos, atriles para el suero e inyectores cargados con cartuchos de ácido sulfúrico. Botellas de oxígeno y gas destinadas a la ventilación fueron convertidas en lanzallamas. Los doctores del Centro de Crisis pegaron la espalda a la pared, armados con miedo. Cuando por fin intervinieron las fuerzas de la OEE, se había llegado demasiado lejos.

LA SEGUNDA OLA Cuatro años después del Escatón, la situación de los médicos volvió a la normalidad. La clínica al mando contra la crisis y el cuartel general fueron rebautizados como «Spital» en el ínterin. La OEE fue disuelta, pero algunos antiguos soldados continuaron sirviendo como la fuerza policial de los médicos. Aplastaron crisis con la eficiencia de personas que no tienen miedo a las represalias. Reinó un silencio temeroso. Las partes principales de la ciudad en ruinas circundante se asemejaban a una necrópolis: los esqueletos en harapos que pavimentaban las calles eran apartados descuidadamente por las excavadoras. Se levantó el viento y trajo ceniza roja del cráter. Cubrió con grandes copos el testimonio del dolor y la enfermedad, y terminó enterrando esta parte de la historia por completo. Mientras tanto, el flujo de refugiados se había reducido considerablemente, la situación estaba bajo control. El Spital se convirtió en un lugar de orden y curación;

los médicos recuperaron parte de su autoestima. Pero quedaba un último peligro: ¿había muerto la infame enfermedad de la lejana África, el VIH-E, en su propagación hacia el frío norte? ¿Estaba la gente a salvo allí? Cuando llegaron las noticias de los primeros casos en la región de Ruhr, los médicos huyeron tras los muros del Spital. Taparon las ventanas y cerraron las puertas. Se informó por los altavoces a los que esperaban ser curados que debían abandonar la región: «El Spital se cierra de inmediato. Volved a casa». Una ola de ira surgió de la impotencia, resultando una vez más en violencia. Pero el VIH-E ya estaba muy extendido entre los atacantes, reduciendo sus filas. Las máquinas de asedio y las armas se caían de las manos de los infectados. La resistencia quedó vencida mucho antes de presentar batalla. Mientras tanto, los médicos observaban los acontecimientos al otro lado de sus muros, desde ventanas enrejadas y techos. Sus ojos reflejaban la desesperación de los enfermos. La simpatía y el sentido del deber luchaban en sus mentes contra el instinto de conservación. Algunos médicos no pudieron soportarlo y saltaron. Los demás juraron no volver a darle la espalda al mundo, una promesa que iban a cumplir.

N U E V A S M E TA S A los médicos les llevó más de una década volver a abrir las puertas de su refugio y salir a un mundo cambiado. Durante los años de exilio, habían tenido tiempo para considerar sus obras y metas. Hoy en día no quedan registros de este proceso. El gran incendio quemó los documentos y privó a los spitalianos de una parte importante de su génesis, incluyendo el secreto de cómo sobrevivieron en el sombrío Spital sin apoyo exterior. La noticia de que el Spital había reabierto se propagó como el fuego en la tundra de Borca. Al principio, sólo unos pocos se reunieron delante de los muros de la fortaleza y miraron extrañados a las figuras con máscaras de gas y trajes negro mate. Pero los médicos curaron a los que necesitaban ayuda; la apariencia amenazadora era sólo un disfraz. Al menos por ahora. Cuando la presión de la gente amenazó una vez más con abrumar a los médicos, un organismo del más alto rango spitaliano —los consultores— fue convocado. Consideraron llevar a cabo una campaña contra todo lo enfermo, planearon y dieron órdenes como los generales de la antigüedad. Los pelotones spitalianos de dispersaron así, dividiendo el área circundante en zonas de contención, estableciendo el callejón de la plaga y el barrio de la cólera, y clasificando a los enfermos según su aflicción. Levantaron paredes y fortificaron el Spital. Idearon un programa de reclutamiento y enviaron médicos de aldea que trabajaban por dinero o a cambio de protección. La influencia del Spital en Borca del Oeste creció.

SEPSIS La enfermedad no sería el peor enemigo de los spitalianos por mucho tiempo. Podía ser vencida mediante el conocimiento almacenado en las bases de datos de los

padres  fundadores. Pero la Sepsis era un nuevo tipo de amenaza, desconocido  y omnipresente. Estaba directamente relaciona con la droga popular, barata y potente llamada Quemazón. ¿Efectos secundarios? Nada que justificase la prohibición de los spitalianos a los ojos del consumidor. Los médicos perdieron terreno; las cuerdas con las que el mundo bailaba a su son se rompieron. Las extrañas mutaciones en Polen empezaron a ocurrir en 2221; ahora también recorrían Borca descontroladas. Enjambres de insectos inundaron la tierra, entrando en cavidades corporales para picar, morder y poner huevos. Los campos de esporas aparecieron por todas partes, conquistando una región tras otra. En el este, los campos de esporas madre de Polen y el Balján se unieron para formar una barrera desordenada que aisló Europa de Asia. Las personas seguían sin despertar; sus mentes fueron devastadas por la Quemazón. En 2300, los spitalianos se volvieron contra la Sepsis. Estudiaron a los psiconautas y sus éxtasis; utilizaron nuevas tecnologías como el sintetizador noúmeno para percibir el éter de los colectivos del chakra y establecer la teoría del Elemental. Encontraron la principal fuente de infestación de esporas en la droga llamada Quemazón, acabaron con todas las coronas y expulsaron a los contrabandistas.

Cada spitaliano entendió que estaba presenciando un nuevo proceso de creación incorrecto que pronto acabaría con la  humanidad. Todavía no era demasiado tarde. Los médicos eran por el momento la primera y única línea de defensa contra el Elemental, el frente. En caso de que cayeran, la humanidad también lo haría. Doce años después se desarrolló un campo de esporas madre, pero los médicos estaban listos. Vencieron y crearon la Ulceración. Pero la batalla no había terminado. En Polen y Franka no había hecho más que empezar.

PROTECTORADO En 2513, los spitalianos se unieron al Protectorado de Justiciano, pero reclamaron con éxito privilegios que, básicamente, les garantizaban la independencia: no concedían a los jueces ningún derecho en territorio del Spital y limitaban su acceso al Apéndice, el anillo exterior con las enfermerías. Exigieron además la participación en cuestiones de higiene y medicina; spitalianos armados con moluscos protegerían las puertas de la ciudad. ¿Era eso todo?

SPITALIANOS

143

No. Pero el último tema fue polémico: los médicos exigieron el permiso para cazar y matar a psiconautas y léperos en el Protectorado de forma general, y particularmente en Justiciano. Los jueces se opusieron diciendo que todo el mundo dentro de los límites de la ciudad tenía que ser juzgado por el Código (que no contempla ninguna ley sobre los psiconautas). Se produjeron interminables debates en el Senado; algunas provocaciones dentro de los límites de la ciudad se convirtieron en peleas, los médicos fueron arrestados y liberados de nuevo por preservistas. Pero ya es demasiado tarde para negociar, puesto que los clanes atacan el Protectorado una y otra vez. Los que quieran llegar a un acuerdo con los jueces deben luchar por Justiciano. Es exactamente lo que ofrecen los consultores: pelotones de spitalianos marchan contra el clan Cucaracha hombro con hombro con los jueces y guardan las ciudades fronterizas.

En lo que concierne a los psiconautas e infectados por las esporas en el Protectorado: ¡cazarlos, quemarlos y volver a a la formación!

HIGIENE El miedo a gérmenes y bacterias está profundamente arraigado en los spitalianos y puede ser explicado por los acontecimientos históricos, al menos en parte. Grandes letras aún proclaman en las paredes de los pasillos «¡Nunca más!», «La negligencia selló su destino» y «¡Nunca olvides!», recordándoles la primera oleada de refugiados y el VIH-E. Siglos más tarde, la Sepsis se une a este panteón de los horrores. La higiene determina la vida diaria de un spitaliano.

MOLUSCOS La Sepsis afecta al tejido orgánico y penetra FOÏMDPOBQÏOEJDFTNVZmOPT5BOQSPOUP como la membrana del micelio alcanza una masa crítica en los seres humanos, tienen lugar las bien conocidas mutaciones psiconáuticas: la gente pierde su identidad en GBWPSEFVODIBLSBUFSSFTUSF-PTTQJUBMJBOPT BQSPWFDIBO FTUF GFOØNFOP JOUSPEVDFO mbras musculares bovinas en una solución nutritiva (llamada «líquido amniótico» en la jerga spitaliana) junto con esporas de Sepsis BDUJWBT-BTPMVDJØOTFFOSJRVFDFDPOTVTUJtutos epigenéticos que facilitan la infección de esporas y toxinas asociadas para preWFOJS MB EFTDPNQPTJDJØO &TUF CSFCBKF OFcesita varios días para madurar, momento

en que los médicos reubican los músculos ahora infectados en recipientes de vidrio DPO VOB OVFWB TPMVDJØO OVUSJUJWB $PMPDBO una membrana sobre la abertura que les permite inyectar más solución nutriente y las llamadas sustancias de aforo cuando TFBOFDFTBSJP

el músculo se contrae y expande frené-

Los que desconocen el proceso no FOUJFOEFORVFMBFTUSFDIBNBTBRVFnPUB perezosamente en el agua, llamada «molusco» debido a su similitud con los caracoles, es mucho más que una extravaganUF CBSBUJKB 1FSP DVBOEP VO QTJDPOBVUB o una persona infectada por esporas se acercan a un contenedor de este tipo,

lusco sólo reacciona ante seres vivos que

La purificación completa al entrar en el Spital es parte de este patrimonio. Un desconocido la consideraría una tortura. En primer lugar, el enema que arroya las bacterias de los intestinos; después la hidratación con varios litros de agua, que al menos se ingieren por vía oral. Lo siguiente es la purificación exterior: todo el cuerpo es afeitado y desinfectado con un vil brebaje que quema la piel y enrojece los ojos. Higienistas especialmente capacitados supervisan el procedimiento, comprueban los excrementos e informan a sus superiores si aparece algo. El procedimiento es agotador, pero para los spitalianos la redención es «desatemorizar», ya que desata el nudo de ansiedad en el pecho y certifica la pureza necesaria. El peligro de ser considerado un lépero —el término spitaliano para un ser humano contagiado por las esporas— cuelga como una espada de Damocles encima de todos ellos, sin importar su posición en la jerarquía.

UJDBNFOUF (PMQFB VOB Z PUSB WF[ DPOUSB el duro cristal; los sordos golpes aumentan cuanto más se acerque al molusco la GVFOUFEFFTQPSBTBDUJWBT&MUFNCMPSPTP tejido bate el líquido hasta que se vuelve FTQVNBZmOBMNFOUFJOGBSUB1FSPFMNPhan abierto el canal a un chakra terrestre por estar infectados de esporas: psiconautas que sufren la infección, quemados bajo los efectos de la droga y portadores EF MB TFNJMMB &M DJMJOESP EF WJESJP DPO FM NPMVTDP FT FRVJQP FTUÈOEBS &TUÈ DPOTUSVJEPDPNPVOB×BEJEPBMEFTQMFHBEPS

EL CONOCIMIENTO D E L E L E M E N TA L Las personas confían en el conocimiento que tienen los spitalianos del Elemental, la Sepsis y los psiconautas. Por eso la sugerencia de que los insectos portaban esporas desembocó en reacciones exageradas de pánico en Borca: ahora en cada asentamiento, alambres brillantes atraen a las polillas a una muerte cegadora, trapos empapados con pegamento y agua azucarada limpian el aire de moscas y las hormigas y otros insectos mueren por cebos envenenados. Las personas temen a la Sepsis menos que a la posibilidad de que un pelotón spitaliano la encuentre en su pueblo. Los médicos usan el mito de su omnisciencia como un escudo y proporcionan lo básico a la gente. Es todo lo que necesitan y pueden soportar.

NOÚMENO El sintetizador noúmeno traduce la llamada del éter de los psiconautas y sus chakras UFSSFTUSFTFOVOBTFDVFODJBEFUPOPT(SBcias a los cronistas, muchos sintetizadores tienen actualmente pantallas o impresoras (que a menudo llaman visualizadores) para

IBDFSMBTBNQMJUVEFTWJTJCMFT&OFMDFOUSP del dispositivo hay un molusco que recibe las vibraciones del éter; funciona igual que en un desplegador, pero en el molusco EF OPÞNFOP TF JOTFSUBO FMFDUSPEPT 6O BNQMJmDBEPS USBOTmFSF MPT JNQVMTPT B MB

Detrás de cada ápice de conocimiento hay años de investigación, expediciones a los bordes de los cráteres y batallas contra aberrantes. Diez mil médicos se han sacrificado en el altar de la ciencia, atacados por esporas, enloquecidos por los dusaníes y aplastados en trampas gravitacionales por los psicoquinéticos. Las bibliotecas van creciendo y no fue hasta hace sólo unos años que los epigenetistas establecieron algunas reglas generales con su teoría de la histona. Agentes experimentales hierven en fermentadores; se comprueban las reacciones en psiconautas capturados a los cambios de temperatura, el tifus o la lepra. Muestras de suelo de los cráteres se examinan en busca de residuos del Elemental original. Diversos fenómenos son registrados y estudiados. Hoy en día, todos los spitalianos conocen el Elemental, las diferencias entre los distintos éxtasis y cómo protegerse de ellos. Han pulverizado Sepsis entre sus dedos y la han visto crecer en experimentos de laboratorio. Los resultados de la metamorfosis de un campo de esporas son tan canónicos como la dosis de EX, la cura universal contra la infestación de esporas. Pero no toda la información está disponible gratuitamente en el Spital. Los grupos de investigación y los consultores que los dirigen no dejan entrar a muchos spitalianos en sus bibliotecas. ¿Por qué? ¿Qué secretos tendría que guardar el grupo de investigación del VIH-E? ¿Y el grupo de investigación de prótesis?

S A LV A D O R E S DE LA HUMANIDAD Los spitalianos se ven a sí mismos como el último bastión contra el Elemental y sus amenazas. Si ellos cayesen, el mundo caería ante el asalto de los infectados por las esporas. La era humana habría concluido. ¿Quién se atrevería a criticarlos o detenerlos bajo estas circunstancias? Al final, todo el mundo debe responder a una pregunta y sólo una: ¿está con los spitalianos o con los aberrantes y por lo tanto en contra de la humanidad? El tiempo se agota y las batallas son gradualmente más brutales. No hay más tiempo para explorar las contradicciones entre los dos extremos. Hay que elegir cuidadosamente. Los anabaptistas hicieron su elección. Se posicionaron con los spitalianos como hermanos, pero no porque compartan sus conocimientos, sino porque han llegado a las mismas conclusiones a través de la fe.

membrana oscilante y las ayudas para la WJTVBMJ[BDJØO -PT TQJUBMJBOPT SFDJCFO VOB introducción durante sus estudios sobre la forma en que funcionan los sintetizadores y el reconocimiento e interpretación de las MFDUVSBTNÈTTJNQMFT

Los hellvéticos observaron a las aberrantes con asombro durante mucho tiempo, pero ignoraban su expansión. Probablemente demasiado. Los filamentos psicoquinéticos ya estaban penetrando en la Fortaleza Alpina, enviando una corriente de garrapatas y pulgas por túneles  interminables. ¿Quién sabe lo que contiene el núcleo de la montaña? Por primera vez, han pedido ayuda a los spitalianos. No será la última. Otros colectivos no se han posicionado todavía o se dedican a difundir la Sepsis, ya sea por negligencia o por elección, como los apocalípticos dedicados al contrabando de Quemazón. No pueden esperar misericordia de los  spitalianos.

TRABAJO DE CAMPO Las huestes de spitalianos recorren a diario la tierra baldía explorando los dominios de los psiconautas, luchando contra la Sepsis y ayudando a la gente en la continua batalla contra las enfermedades. Van embutidos en trajes de neopreno impermeables. En el hueco del brazo, los antebrazos y el cuello, hay agujeros cubiertos por membranas que permiten inyectar medicamentos sin necesidad de desnudarse y exponerse así a la atmósfera infectada. La orina es recogida en una botella fijada en el muslo a través de un tubo para comprobar más tarde en el Spital si existe en ella la presencia de gérmenes y esporas. En las zonas afectadas es imperante un amplio suministro de cal desinfectante. Cuando hay peligro de infección, se unta en todo el cuerpo, especialmente en áreas no protegidas como el cráneo.

SANGRE Y SUDOR El trabajo en el Apéndice es duro. Los experimentos con patógenos desconocidos y el trabajo de campo conllevan riesgos incalculables; riesgos que los consultores consideran necesarios pero que crean largas listas de fallecidos en los escalafones inferiores. Por esa razón, los spitalianos necesitan un suministro permanente de personas jóvenes e inteligentes que restablezcan sus filas. Los ordenanzas de menor rango tienen la primera charla con los reclutas. Les pueden contar cómo son las tribulaciones del trabajo de la manera más colorida.

SPITALIANOS

145

Pero sólo un loco se dedicaría a eso voluntariamente, ¿verdad? Probablemente. Si no se comprometen a intercambiar su ínfima existencia por una vida al servicio de la humanidad, lo harán por alabanza, gratitud, raciones diarias de medicamentos y sobre todo, el respaldo de una gran comunidad. Sólo los más resistentes se atreven a dar el siguiente paso después de la charla y se incorporan al Spital. Es lo mejor. Los débiles serían los primeros en apagarse en el Apéndice, luego se rendirían y finalmente morirían a causa de una de las innumerables plagas. Bueno, y al poco se elevarían hacia el cielo desde uno de los muchos hornos crematorios. Los que llevan un traje spitaliano deben honrar ese símbolo. El día en que los reclutas escriben una X en el borroso formulario de reclutamiento para declarar su voluntad de unirse, comienza su verdadera batalla.

CARRERA Lo primero que hacen los reclutas cuando se ponen sus delantales de cuero es deshacerse de su pasado: es una decisión excluyente. No importa si desciendes de un cirujano meritorio o si un carro se llevó a tu familia en un amasijo de sucios cuerpos al Apéndice y un ordenanza se hizo cargo de ti: todos los spitalianos empiezan iniciar su carrera tratando enfermedades en el Apéndice, sin favoritismos ni beneficios debido a su pedigrí. Como recluta, el joven spitaliano recaba experiencia y aprende a aceptar la realidad cubierta de icor. Le resulta sencillo dar el primer paso y entonces puede decir que es un ordenanza. Se le carga con más responsabilidad que le acompañará hasta que inicie el estudio de la medicina como famulante. Le surgen nuevas perspectivas: ¿qué departamentos le interesan? ¿Cuáles son sus habilidades? Los famulantes caminan por las salas blanquecinas del Spital discutiendo teorías sobre los gérmenes en un ambiente académico con personas de ideas afines, pero su luna de miel es breve: ¿un consultor forma un pelotón para defender Gdansk? La orden de ponerse en marcha le puede llegar a cualquiera que no sea indispensable en otra parte: alguien que asista a las salas de disección de los cirujanos, se ofrezca para limpiar los fermentadores, ayude a las puertas de los higienistas, limpie los instrumentos quirúrgicos. Es cierto que son tareas simples, pero muestran su interés e iniciativa (y sobre todo, que es útil). El reloj se detiene, ya no tiene que temer a la reclusión y comienza una nueva vida en los pasillos de los cirujanos, epigenetistas, farmacéuticos, higienistas, anestesiólogos, hipocráticos o practicantes generales. Por ahora, el famulante es un simple ayudante en el departamento. Años más tarde, probará su valía al representante del mismo: un examen aprobado fortalece su posición y le permite ostentar el título del departamento. A partir de ese momento quedan pocos peldaños en su carrera, frágiles y muy separados. En lo más alto del departamento se encuentra el representante que se ocupa de asignar trabajos y responsabilidades. Por encima sólo se encuentran los consultores: dan forma a la ideología de los médicos y especifican sus objetivos.

El secretario es la voz de los consultores; transmite las órdenes a los departamentos y se convertirá en el próximo consultor, si persevera lo suficiente. Tras sesenta años de duro trabajo al servicio del Spital, sus miembros reciben el título de eméritos; un genuflexión antes de la vejez. Pueden delegar responsabilidades en sus sustitutos, reunirse y debatir. Sólo ellos tienen permitido criticar a los consultores. Por último, los preservistas: existen fuera de la jerarquía. Los que se distinguen de la masa por un modo de pensar diferente o actos extremos (o mejor dicho, no están cualificados para pertenecer a la masa), pueden ser llamados a Arnsberg por el mismísimo representante Kranzler. Allí comienzan varios años de entrenamiento durante los cuales la mente del aspirante es aniquilada y reconstruida como un mosaico de acuerdo a los deseos de Kranzler. ¿Cuál es el trabajo de los preservistas? Defender el Spital y la humanidad; y hacer cosas que serían demasiado para un cirujano común.

EL SPITAL EL ANILLO EXTERIOR: APÉNDICE El verano aleja el frío de la tundra. El suelo se deshiela; flores azules y rojas aparecen por doquier. La gente sale de sus chozas, se estira hacia el sol y guarda sus ropas de piel. La tierra despierta. Para los patógenos comienza un nuevo año. El calor despierta a las bacterias de su hibernación; los pozos negros escupen disentería, cólera y tifus en los pueblos. Piojos y garrapatas brotan de sus huevos para emboscar a los humanos, portando espiroquetas, virus hepáticos y yersinia pestis. El arsenal de la Muerte. Los spitalianos llevan tiempo cabalgando para desinfectar fosas sépticas y conductos de agua, y vacunar a la población de Justiciano. Sin embargo, no son capaces de suprimir por completo las epidemias. Cada año, una oleada de enfermedades se abre paso a través de las grandes calles del Pulmón Negro hacia el Spital. Las personas curadas retiran los restos de chatarra y coches viejos de las carreteras de acceso como agradecimiento. Altares de piedra en el camino expresan también su gratitud. Cintas de colores ondean en postes; guirnaldas hechas de hierbas y animales sacrificiales yacen semienterrados en el polvo. Nadie puede decir con certeza dónde se convierte el campo de ruinas en las enfermerías exteriores y cuándo está completa la transición. De repente, aparece un recién llegado entre figuras sin resuello y vestidas con harapos que pasa junto a las carpas y el olor a vómito y Sepsis. Los spitalianos llaman fríamente a esta zona «Apéndice», un órgano indeseado. Sus reclutas y ordenanzas registran cada llegada, hacen un primer diagnóstico, determinan el precio del tratamiento y clasifican al enfermo de acuerdo con su enfermedad. La zona está estrictamente dividida en enfermerías para diversas enfermedades: el sector del cólera, el callejón de la peste, la avenida de la disentería, etc.

En las horas punta, el Apéndice es una ciudad que late con vida. En momentos de crisis, es una necrópolis que apesta a descomposición. Algunos de los imponentes edificios oscuros están señalizados con amplias advertencias toscamente pintadas con pintura roja que cubren toda la fachada del edificio. Otros edificios son sólo esqueletos de hormigón carbonizados, libres de gérmenes gracias a las ráfagas de fuego de los quemadores spitalianos. Tiendas de campaña y chozas construidas con trozos de metal brotan en los numerosos barrios superpoblados. Nadie se atreve a salir de su área asignada. Por extraño que pueda parecer, entre toda esta gente harapienta que escupe mocos y se muere lentamente, es posible vivir una existencia normal en esta ciudad los condenados. Las familias se quedan con sus miembros enfermos, realizando tareas serviles; los mendigos se apretujan contra las paredes de las casas y piden comida y agua; comerciantes que cubren sus bocas y narices con trapos mojados ofrecen frutas procesadas, tubérculos y líquenes a precios exagerados. Las opciones que tienen los spitalianos en esta zona largo tiempo azotada por la enfermedad son limitadas y muchos que han viajado desde muy lejos mueren horriblemente a la espera de médicos sobrecargados que se debaten a diario entre hordas de personas suplicantes. Algunas noches, cuando el viento viene del sureste, se diría que el llanto y los gemidos de los moribundos se pueden escuchar en la distancia desde la Central Tecnológica, disminuidos hasta un suspiro ansioso. Nadie en el Apéndice puede estar seguro de no terminar como el moribundo en la cabaña de al lado. Sólo los bienes o letras de cambio aumentan las posibilidades de supervivencia, ya que con ellos se puede comprar un pasaje a las puertas fortificadas del Corpus.

EL ANILLO INTERIOR: CORPUS En medio del Apéndice hay un muro de elementos de hormigón entrelazados. En muchos puntos se ha ampliado con búnkeres de gran altura sin terminar. Los spitalianos montan guardia en el adarve, mirando sombríamente hacia el Apéndice con sus fusiles fungicidas preparados. El mensaje es claro. ¡Ninguna persona enferma puede pasar a la zona de desinfección sin autorización! Más allá del muro está el Corpus. Este anillo interior iba a añadir al Spital almacenes, estacionamientos, laboratorios y quirófanos. El complejo nunca fue terminado. Ahora, cimientos de búnkeres sobresalen del suelo como cuellos dentales. Un bosque de pilares de hormigón sustenta un entramado de acero que sugiere un inexistente techo. Las carreteras son canales que cortan este mundo de búnkeres, conduciendo a través de rampas a los laboratorios de los grupos de investigación y almacenes. El eje principal que va de las puertas al Spital es la línea vital del Corpus. Aquí todo el mundo conoce el lugar y lo recorre con la constancia de una hormiga que sigue el rastro de feromonas de su reina. Ningún forastero tendrá que buscar nunca por dónde se va a ningún sitio en el Corpus. Los pocos enfermos que han pagado por un tratamiento mejor son trasladados de inmediato por las puertas a hospitales públicos donde permanecen hasta que están curados. Y es mejor que no se muevan de su espacio asignado. El Corpus es un lugar peligroso. En los laboratorios de alta seguridad se investigan los resultados de las pruebas de la peste en animales y a continuación las rampas conducen a instalaciones de almacenamiento subterráneas para esporas y víctimas de la infección. Casi ningún otro lugar en la tierra baldía tiene el mismo potencial para poner fin a la humanidad.

LAS ARAÑAS ECHEIN Estas arañas de color rojo sangre que caben en la palma de la mano (incluyendo las patas) han sido cruzadas una y otra vez con especies relacionadas de arañas por los médicos desde la fundación del Spital, un proceso que siempre ha estado sujeto a VOBFTUSJDUBTFMFDDJØO&MSFTVMUBEPFTVOB especie con potentes glándulas productoSBT EF UFMBSB×BT Z WFOFOP &TUF ÞMUJNP FT un líquido blanco lechoso excretado que, según se dice, tiene propiedades similares a la vitamina C: previne el escorbuto y se puede utilizar para tratar síntomas de

EFmDJFODJB )BCÓB NJMFT EF FTUBT BSB×BT en las cavernas subterráneas del Corpus, pero se extendieron rápidamente por todo el Spital y atacaron a la población EF JOTFDUPT )PZ FO EÓB  MPT NÏEJDPT SBSB vez encuentran cucarachas o polillas en MPTQBTJMMPT

B MBT QBSFEFT &M DPOTVNP EF FOFSHÓBEFVOFEJmDJPSFGSJHFrado para mantener a todos esos especímenes completos bien conservados está mucho más allá de las capaDJEBEFTEFM4QJUBM

Pero la tarea que los arácnidos tienen realmente asignada es totalmente diferente: tejen capullos alrededor de víctimas de la infección, conservándolos BTÓQBSBFYÈNFOFTQPTUFSJPSFT&OMBTDBvernas, cientos de capullos se adhieren

)PZ FO EÓB IBZ JOOVNFSBCMFTBSB×BTFDIFJO"MQBrecer, se han visto sus enormes telarañas en las ruinas DFSDBOBTB+VTUJDJBOP

SPITALIANOS

147

S P I TA L El Spital en sí se asemeja a una fortaleza. Una alargada pared de hormigón con torres macizas y otras estructuras se va ampliando en varios lugares por extensiones que pertenecen a varios departamentos. Los pisos superiores cuelgan por encima, proyectando su sombra sobre el pavimento inferior y la zanja circundante. Un spitaliano que descienda al polvo rojo se encontrará con una parte odiada de la historia del Spital. La luz de una lámpara ilumina planchas de hierro y ventanas tapiadas; las paredes ennegrecidas por el fuego están afeadas por cicatrices durante muchos metros. Alguien intentó acceder por aquí en vano. Nadie tiene por qué bajar. Hay puentes que salvan este abismo, que tiene más de cinco pasos de ancho en la puerta principal. Los que quieran acceder a este tesoro de conocimiento infinito tienen que someterse a un análisis de orina por los higienistas para determinar si están infectados. Una purificación total en el baño desinfectante completa el proceso, limpia el cuerpo y cuida del alma; somos puros, los peligros exteriores permanecen fuera. El spitaliano coge una bolsa de ropa empaquetada al vacío, la abre y se pone las dos piezas de lino blanco. Su equipo se limpiará y quedará guardado hasta que se vaya. Todo spitaliano trabaja con el objetivo de caminar algún día por esos brillantes pasillos blancos. Encontrará un lugar en medio de las bibliotecas, salas de lectura, laboratorios y fábricas, entre generadores y fermentadores. Si se une a un departamento, se traslada a su ala. Los cirujanos tienen varias salas de disección, un auditorio y el panóptico donde se exhiben objetos médicos curiosos para sus colegas. Es de suponer que no sirven sólo para sorprender a los recién llegados. Cuidados intensivos, justo al lado de los quirófanos, es el dominio de los anestesiólogos. A continuación se encuentra el ala médica general. Los pacientes no tienen

que ir muy lejos de la cama a cirugía. La sala de abastecimiento de los farmacéuticos ocupa un bloque completo. Es el hogar de la farmacia comunitaria (donde se dispensan medicinas), varias salas de lectura y laboratorios donde fermentadores y alambiques burbujean y silban día y noche. Epigenética tiene el honor de ser el departamento más moderno con el ala completamente electrificada. Los hipocráticos se han apoderado del segundo piso, vigilando por el cumplimiento de los estatutos y las normas éticas. Desde allí se puede descender a todos los departamentos sin pasar por el vestíbulo. Les gusta hacerlo de esa forma. El resto de los médicos no lo hacen. También en el segundo piso se encuentran los archivos secretos con expedientes sobre médicos rebeldes y el servicio de impresión. Todo está en manos de los hipocráticos. Los higienistas se sienten a gusto en todas partes, pero por supuesto también tienen su propia ala con cámaras de eliminación de esporas, así como equipos de mantenimiento. El cartel sobre la entrada pone «Ala Sur II». Los que entran descubrirán lo que los higienistas entienden por higiene. Otros puntos importantes del Spital son el registro, la biblioteca pública, los garajes, el taller de prótesis y el arsenal detrás de la «Puerta 6». Ahí es donde los spitalianos consiguen armas y equipo para sus expediciones, siempre que cuenten con una orden. Las granadas de fósforo y cartuchos de gas se fabrican en el ala farmacéutica; las armas químicas y biológicas no se almacenan más de veinticuatro horas en el arsenal por razones de seguridad. Si alguien se topa con una puerta rotulada con la palabra de advertencia «VIH-E» debería pasar de largo. Siglos atrás, las víctimas de VIH-E que irrumpieron en las bodegas murieron aquí. Nadie recuperó los cuerpos jamás. A día de hoy, nadie sabe si el VIH-E sobrevivió en los huesos y nadie quiere averiguarlo.

EN EL CENTRO: COR El Cor está considerado como el corazón del Spital, con aurículas (las puertas de desinfección), válvulas cardíacas (los preservistas que custodian las puertas), ventrículos (laboratorios y dormitorios) y, a veces, fibrilación ventricular (las reuniones del consejo de consultores). En realidad, se trata más bien de dos corazones, puesto que hay varios cientos de metros de corredores entre la cámara de los consultores en el zigurat (una estructura monolítica) y el bloque formado por los laboratorios de los grupos de investigación, habitaciones privadas, una central eléctrica y la unidad de diagnóstico experimental con microscopio electrónico de barrido y tomógrafo. Sigue siendo válido para ambas áreas: sólo aquellos que están completamente limpios de esporas y pueden demostrarlo tienen acceso a través de las puertas de desinfección. Detrás de ellos, los preservistas esperan. No dejan entrar a nadie sin un permiso firmado por un consultor o uno de sus sustitutos.

RANGOS DE LOS SPITALIANOS

1 – R E C L U TA

4–CIRUJANO

Son jóvenes inteligentes que han llamado la atención de los spitalianos. Llevan a cabo las tareas serviles en el Apéndice con un traje. Después de su turno, estudian los textos de los antecesores, en especial el libro de ortografía. Su objetivo es aprender el lenguaje escrito. Los que no lo dominan después de dos semestres son deshonrosamente expulsados. «La estupidez es una enfermedad que ni aquí podemos curar». La presión es alta, las ojeras hablan de largas noches de estudio y las enfermedades marcan los cuerpos agotados. Muchos no pueden soportarlo y se derrumban. Esta debilidad se entiende a menudo como «apraxia», la pereza del vago, una severa acusación que sólo se puede castigar con el exilio. Sólo un pequeño grupo de dedicados logra llegar a los exámenes después de cuatro semestres.

Las operaciones complejas que no pueden realizar los médicos de campaña son competencia de los cirujanos. Son maestros del bisturí y conocen la anatomía humana como nadie.

2–ORDENANZA Pueden leer y escribir, entender tratados médicos sencillos, dominan el triaje y actuar en consecuencia. Cambian vendas, abren llagas purulentas y entablillan miembros rotos. Pasará algo de tiempo antes de que abandonen las enfermerías para ir al Cor, pero van por el buen camino.

4 – E P I G E N E T I S TA La epigenética es el estudio de las moléculas de activación dentro de los genes humanos y las moléculas específicas que modifica el Elemental. El departamento de investigación liderado por el consultor Dr. Holtz es el dominio del grupo de investigación epigenética. Los epigenetistas dependen de la tecnología para poder analizar los genomas y sintetizar inhibidores de alta complejidad. Es tan importante poseer formación en los procedimientos de los antecesores como conocer los fundamentos genéticos y epigenéticos. Sin embargo, para poder desarrollar inhibidores y sustitutos epigenéticos, esta rama práctica debe obtener muestras de tejido psiconauta o incluso un espécimen completo. La necesidad de adquirir estos agentes experimentales los predestina para luchar contra los psiconautas.

4 – FA R M A C É U T I C O 3 – FA M U L A N T E Se presentan hombro con hombro ante los ocho consultores, saludando enérgicamente mientras encima de sus cabezas ondean al viento las banderas spitalianas. Ahora son famulantes, estudiantes de medicina. Pueden moverse libremente por el Spital, pasar día y noche en las bibliotecas u ofrecer sus servicios a los demás departamentos. Los que no consigan un trabajo o salgan de aventuras serán enviados al polvo con los pelotones, armados con un desplegador y un fusil fungicida.

Los farmacéuticos se encargan de mantener el aprovisionamiento de medicinas en todos los hospitales públicos e incluso en el propio Spital. Tienen libre acceso a las farmacias. El centro de su trabajo es la sala de consulta de la gran farmacia del Spital, la denominada Farmacia Comunitaria. Allí se reciben los pedidos de medicamentos y se distribuyen los compuestos. Pero eso es sólo la punta del iceberg. El verdadero trabajo se lleva a cabo en las cubas y fermentadores de las fábricas farmacéuticas y en el campo, donde se buscan las muestras, se catalogan y se intentan cosechar en los invernaderos del Spital.

4 – M É D I C O D E C A M PA Ñ A Los médicos de campaña son un departamento poco respetado en el Spital que lucha codo con codo con los famulantes, arrastrándose por el barro para sanar cuerpos desgarrados. Son el primer contacto que tienen los enfermos en el Spital, que diagnostica y determina el precio para el tratamiento. Tienen un amplio conocimiento médico.

4–HIPOCRÁTICO Los hipocráticos son los representantes del Spital en el mundo exterior y sirven como asesores y observadores de los senadores de Justiciano. Los hipocráticos supervisan la cooperación entre departamentos y velan por los grupos de investigación. Son la conciencia del Spital, el fundamento moral y ético que indaga las quejas sobre los médicos.

4 – H I G I E N I S TA Ya se trate de gérmenes o Sepsis, al final es la contaminación la que perjudica a las personas y la tierra. Los higienistas verifican que se siguen las leyes de pureza. Certifican y protegen la comida y los habitáculos. Mantienen la seguridad en las puertas del Spital y las áreas de desinfección en Justiciano. Están en todas partes, pasando tiras de prueba por los escritorios de los laboratorios, midiendo la infestación de gérmenes y esporas, atacando campos de esporas y cazando léperos. Aconsejan y castigan.

4–ANESTESIÓLOGO Su especialidad son los cuidados intensivos. Los anestesiólogos sumen a los pacientes en un sopor sin sueños y velan por ellos mientras los cirujanos realizan su labor. En los días posteriores se preocupan por los cuerpos debilitados. Sin embargo, los anestesiólogos no sólo salvan vidas. También las quitan. Los cartuchos de gas venenoso que han destruido muchos pueblos de léperos también proceden de sus laboratorios y hábiles manos.

+ & 3 " 3 2 6 ¶ "  :  3 " / ( 0 4 o 4 1 * 5" - * " / 0 4 1

RECLUTA

2

ORDENANZA

3

4

PRESERVISTA

5

COMANDO PRINCIPAL

6

RECTOR

4

MÉDICO DE CAMPAÑA

5

SECRETARIO

6

CONSULTOR

EPIGENETISTA

O

MÉDICO DE ALDEA

HIPOCRÁTICO

X

EMÉRITO

FAMULANTE

CIRUJANO HIGIENISTA ANESTESIÓLOGO FARMACÉUTICO

5 – S E C R E TA R I O El secretario trabaja para varios consultores y supervisa el trabajo de los médicos en el Spital y el Cor. En particular, debe velar por el cumplimiento del código ético y moral del Spital. Su cualificación profesional es la propia de un médico experimentado. Si un consultor muere o deja el puesto debido a la edad, el secretario toma su lugar y un médico elegido por los consultores restantes se convierte en el nuevo secretario.

6 – C O N S U LT O R Los ocho consultores en la cima de la jerarquía spitaliana son considerados los gobernantes indiscutibles del Spital. Los consultores mueven los hilos detrás del escenario sin revelar sus motivos. Establecen las nuevas directivas y el curso de la organización sin tolerar ninguna discusión, y poseen el poder para que sus disposiciones sean cumplidas. Las metas de ese curso, cómo se llevará a cabo y los medios a utilizar siguen siendo un misterio.

4 – P R E S E R V I S TA A pesar de su sobrio enfoque científico, la organización spitaliana es un caldo de cultivo de numerosas leyendas. Los preservistas son una muy real. Conducen pelotones de spitalianos a lomos de corceles negros con máscaras de gas en la batalla contra la Sepsis. Se abren paso entre las filas de aberrantes con su espada preservalis o destruyen aldeas de léperos con cartuchos de gas mostaza. Sus rostros detrás de las máscaras de gas pueden llegar a mostrar miedo, pero sus obras hablan de crueldad sin ningún género de duda. El Cuerpo de Preservistas no recibe órdenes de hipocráticos, consultores o eméritos. Forma su propio grupo dentro de los spitalianos, independiente pero con fuertes lazos con la cúpula dirigente. Su sede es la fortaleza Arnsberg; allí se entrena a los aspirantes a preservistas después de su nombramiento, allí reciben la espada sagrada y de allí salen cabalgando a luchar.

5 – C O M A N D O P R I N C I PA L El representante Kranzler ha liderado el Cuerpo de Preservistas durante años sin ser cuestionado jamás. Aplasta cualquier intento de control por parte de los hipocráticos

como si estos fueran moscas molestas. Le ayudan los miembros del Comando Principal, todos ellos más cerca del infierno que del cielo. Kranzler no quiere perros guardianes, sino individuos dispuestos a usar su inteligencia y experiencia para hacer tanto daño al enemigo como sea posible.

6–RECTOR Oficialmente, el rector hace lo que le ordena el cuerpo de consultores, pero ¿qué saben esos carcamales de la guerra? Hace tiempo que el representante Kranzler cortó las cuerdas con las que le ataban en corto.

0–MÉDICO DE ALDEA El Spital consume enormes cantidades de alimentos y energía para mantener funcionando la maquinaria de la salud en el Apéndice. Aunque sus pacientes enfermos cubren los costes, el Spital no genera suficiente beneficio para organizar expediciones a Polen y Franka. Por supuesto, el Protectorado de Justiciano se haría cargo con mucho gusto (aunque no de forma del todo altruista) de las necesidades del Spital, pero hasta el momento los médicos se niegan a someterse por completo a los jueces. Gracias a los llamados médicos de aldea, no es necesario hacerlo. El Spital presta los servicios de sus médicos a pueblos y ciudades extranjeros a cambio de comida, aceite, artesanos y mercenarios. Por lo general, el servicio en una aldea es visto como un castigo. La simple amenaza de tener que trabajar entre vulgares salvajes sin educación es razón suficiente para que muchos spitalianos trabajen más duro y desbanquen sin piedad a potenciales competidores. Los médicos rezagados en sus estudios o de opiniones dudosas acaban rápidamente en una remota aldea, lejos de compañía que merezca la pena.

X–EMÉRITO El único título relacionado con la edad en el Spital que todo spitaliano recibe después de sesenta años de duro trabajo. Da derecho a nombrar un sustituto para labores extenuantes y trabajo de campo. Normalmente eligen a médicos que aspiran a ser secretarios. Cinco de los ocho consultores en activo son eméritos.

SPITALIANOS

151

'64*-'6/(*$*%"

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

CLANES

Aunque compartimos objetivos comunes, están muy equivocados. Pero no podemos permitirnos ser demasiado exigentes en lo referente a nuestros aliados.

La gente. Nosotros los protegemos de las enfermedades y la Sepsis, y a cambio nos alimentan. Este arreglo ha estado vigente durante siglos.

durante un corto espacio de tiempo en las tierras bajas del Adriático. Esperemos que no sean rencorosos.

C R O N I S TA S

JUECES

Diablos negros que nos lo están poniendo difícil en Qabis. Han entrado en una simbiosis impía con esos psicóvoros. En nuestra tierra los llamaríamos psiconautas.

Son inteligentes. Es obvio que manejan los hilos detrás del escenario. Han engañado a jueces y chatarreros. En lo que a nosotros respecta, se encargan de algunas máquinas en el Spital.

Hemos tenido nuestras diferencias. Cuando hayamos acabado con los clanes, evaluaremos la situación para decidir qué partes de nuestra alianza seguirán siendo relevantes en tiempos de paz.

APOCALÍPTICOS

H E L LV É T I C O S

NEOLIBIOS

Introducen la Sepsis en las ciudades. Únicamente en beneficio personal, sin tener en cuenta las consecuencias. Es cierto que no todos ellos son malos; algunos son buenos correos. Pero si esta guerra nos ha enseñado una cosa, es que a veces tienen que arder inocentes para conjurar un peligro potencial.

Los hellvéticos son modernos bandoleros que recolectan dinero en el puente más lucrativo de toda Europa. Se han vuelto más receptivos desde la infestación de sus túneles. Es sólo cuestión de tiempo que se produzca una alianza.

Los cronistas dicen que los negros comen niños. No podemos confirmarlo. En Qabis se comportan de forma exquisita. Aman su tierra y están preocupados. De alguna manera, eso los convierte en nuestros hermanos.

ANUBIANOS

PÁLIDOS JEHAMMEDANOS

A Z O TA D O R E S Guerreros africanos. En Qabis nos protegen, pero seamos sinceros: nos odian. Y nosotros a ellos.

La infestación de esporas es prácticamente desconocida entre los jehammedanos, puesto que evitan la Quemazón. Una preocupación  menos. Luchamos contra ellos

Figuras enfermizas que se esconden en agujeros tan pronto como acecha un peligro en el horizonte. No es sorprendente, después de todos estos años de incesto. Aun así, podrían allanarnos el camino de acceso al Balján.

NIKOLAI WORSCHEK

ALMA MARTINOVA

DR. HERNEZ VASCO

Cultura: Polen Concepto: El Explorador Colectivo: Spitalianos (Preservista)

Cultura: Borca Concepto: El Hereje Colectivo: Spitalianos (Famulante)

Cultura: Hibrispania Concepto: El Ermitaño Colectivo: Spitalianos (N/A)

Como preservista, fue el principal representante del destacamento de Gdansk. Se dio a conocer como uno de los primeros zapadores que se aventuraron en lo profundo del corazón de Polen. Era resuelto y tristemente célebre por su sexto sentido a la hora de detectar campos de esporas y psiconautas, pero ahora está carcomido por dentro por culpa de su adicción a la Quemazón. Por ahora ha logrado ocultárselo a sus subordinados, pero es un juego peligroso.

Alma fue trasladada por los consultores a Souffrance por razones disciplinarias, después de que se negase a realizar un ataque contra un enclave borcano de léperos. Resultó ser una buena decisión tanto para el Spital como para Martinova. Desde entonces, la famulante es parte de la resistencia de Franka en Souffrance, organizando asesinatos de lacayos de los feromantes principales y desestabilizando el equilibrio de poder de la metrópoli del cráter.

El Dr. Hernez Vasco es un prófugo desde la expedición a Pandora en 2562. Fue visto por última vez en 2570, cuando exhibió una fuerza y una agilidad tremendas. Desde entonces, ha desaparecido en la tundra. Los rumores acerca del misterioso médico crecen como la hiedra. Algunos dicen que se convirtió en inmortal después de pactar con el mismísimo Elemental. La leyenda crece gradualmente, sobre todo entre los spitalianos más jóvenes.

SPITALIANOS

153

LOS OMNISCIENTES

CRONISTAS D I G I TA L Con cada movimiento se producían reflejos en las superficies espejadas. Destacan por ir embutidos en opaco metal con una máscara de cuero negro de brillantes ojos de insecto, mirando fría y silenciosamente un mundo iluminado con destellos, pero por lo demás oscuro. La máscara presiona firmemente sobre la nariz y la frente. Dedos ágiles se deslizan por los broches en la parte posterior de la cabeza, apretando hasta que el cuero es como una segunda piel. El marco de las gafas queda ajustado alrededor de los ojos y los tubos en la boca. La membrana de un micrófono transmite el sonido de cada respiración, cada jadeo de los pulmones y el sonido líquido de los tubos de saliva, cubiertos por un amplificador que cuelga delante del pecho mediante dos gruesos cables. Los sonidos se distorsionan y producen una retroalimentación grotesca, ya que se mezclan con el ruido estático y el murmullo de fondo de cientos de altavoces. De vez en cuando, la retroalimentación rasga el mar de sonido, resonando durante unos segundos a través de los corredores de metal. El cronista no percibe nada de esto. Su rostro enmascarado se ahoga en la oscuridad de la capucha que lleva. Las piezas de cristal de espejo del tamaño de una moneda que lleva incrustadas en los hombros de la capa reflejan la luz de los monitores ambarinos que se asoman desde las paredes en una disposición caótica, como los múltiples ojos de una araña.

El cronista sale de su habitación con la cabeza inclinada y entra en la puerta del pasillo. Otras figuras pasan a su lado bajo el brillo de la iluminación azul, luciendo un código de barras blanco sobre sus capas negras. Todos ellos se mueven con un propósito a través de los estrechos pasillos de acero, siguiendo con seguridad su camino en cada cruce. Monitores con una extraña matriz sensorial de cámaras, escáneres de códigos de barras y antenas colgando de los techos vigilan la marea de cronistas; servomotores zumban moviendo el aparato de un lado al otro y de vuelta. El cronista no se convierte en parte de la marea, sino que sigue la corriente de aire que tiene un olor a sudor, aceite y goma quemada. Al final del pasillo puede ver la luz del día filtrada por las nubes de polvo rojo. Un hermano (¿o es una hermana?) le está esperando. Humildemente se pone de rodillas frente al guardián, tira de la capucha hacia atrás y abre el cierre superior de su máscara. Con las dos manos pliega la parte frontal y muestra un código de barras tatuado en la piel pálida. Siente el frío metal del escáner y percibe la luz roja del lector láser por el rabillo del ojo. El guardián chilla «¡Salida!» por el altavoz. Finalmente, se encuentra en el exterior.

CRONISTAS

155

El cronista es una pequeña forma frente a un gigantesco entramado de vagones, placas metálicas y cables de acero. Los paneles solares en ángulo, como escamas de un gigante primordial, reciben la calidez del sol de Borca. Cables gruesos penetran en las profundidades y alimentan el corazón dormido del Clúster, incrustados en un fluido nutriente de bits y bytes. Empezará a latir en cualquier momento. En algún otro, el cronista ya no tendrá que ir a las moradas de los chatarreros para tasar y comprar artefactos. Sus hermanos y hermanas ya no tendrán la necesidad de enmascararse en presencia de los salvajes, ya no tendrán que enfrentar a anabaptistas contra jueces y a estos contra los spitalianos. Porque el corazón palpitante marcará el comienzo de una nueva era.

ABRIR A la mayoría de sectas y colectivos les resulta difícil trazar sus propios orígenes a través de árboles genealógicos o registros que se remonten en el pasado. Los registros de tiempos preescatológicos se han perdido para siempre, sustituidos por mitos y leyendas de ciudades de oro y seres humanos voladores. El pasado no significa nada, el presente lo es todo. Pero para los cronistas es diferente. En tiempos preescatológicos se llamaban a sí mismos corrientistas. Eran más un movimiento que un grupo organizado. El flujo continuo de datos que lo relacionaba todo, la Corriente, estaba en el centro de sus intereses y a menudo de sus vidas. Los seres humanos eran las neuronas en esa red mundial, eran los que transmitían los impulsos eléctricos. Culturas enteras, el conocimiento de la humanidad, se habían fusionado con la Corriente y continuaban existiendo en su seno. El Escatón interrumpió el flujo de datos, descompuso estructuras sociales de forma análoga a la red de datos. Se perdieron siglos de conocimiento. En la era de la bestia, los últimos residuos en las mentes de la generación de supervivientes fueron brutalmente extraídos de sus inteligentes cerebros. Así pues, el contador había sido restablecido a cero. Más tarde, los cronistas llamarían a la enorme catástrofe de 2073 el Evento Cero. Mientras el mundo a su alrededor se precipitaba hacia una nueva Edad de Piedra y se volvía a las formas arcaicas de civilización, los corrientistas mantuvieron vivo el poco conocimiento antiguo que fueron capaces de salvar. Recolectaron manuales de usuario, dispositivos de almacenamiento, teclados y tecnología de servidores en todaa Borca. Borcca. Durante las primeras décadas, los corrientistas sólo ólo eran era ran saqueadores tecnófilos que llenaban sótanos con cchatarra hataarr ha ra sin demasiado criterio. Todavía no se habían organizado, anizad a o, ad pero su deseo de un renacimiento de la Corriente parecía í impulsarles a todos por un mismo camino. Sin embargo, carecían de un núcleo cristalizador; un líder carismático, un gran técnico o mesías que otorgase a su obra un propósito y la promesa de un futuro.

Se considera que el colectivo fue fundado en el año 2102. La primavera siguiente construyó un Clúster Central en un gran almacén y electrificó el corazón digital de la instalación. Una Corriente estática funcionaba de nuevo. Pero toda la información de la Corriente que podría arrojar algo de luz sobre estas circunstancias está oculta detrás de barreras de contraseñas. Nadie sabe la razón. Presumiblemente, el último cronista autorizado murió hace siglos. Desde entonces, los cronistas escarban en los datos eludiendo mecanismos de seguridad, superando barreras e instalando puertas traseras. Los datos recién introducidos en la Corriente sirven para que el constructo supere mortales trampas digitales y complejos de defensa. Pero, ¿qué se esconde dentro de su núcleo?

START No pasó mucho tiempo antes de que un grupo de corrientistas renegados formase una comunidad que conocía un solo objetivo: reactivar plenamente la Corriente. Una vez que el corazón digital latiera de nuevo y bombease el antiguo conocimiento, la edad de oro no podía estar muy lejos. Los corrientistas buscaban nada menos que volver a la época anterior al Escatón. Instalar un centro de computación en la Catedral de Colonia y un museo adyacente fue el primer paso adelante coordinado. En la superficie se encontraron con una burbuja de Corriente estática, la extrajeron, la diseccionaron y penetraron en su núcleo. Extrajeron datos durante años, capa por capa. Dieron un salto tecnológico desde una condición propia de la Edad de Piedra con información residual, hasta ser una organización con alta tecnología. Aún quedaba mucho para completar la investigación cuando los anabaptistas irrumpieron en la catedral en 2148. Los cronistas no eran rival para aquellos fanáticos. Les redujeron y clavaron en el portal del antiguo edificio sacro como a herejes. El reinado de terror de los anabaptistas había comenzado. Grandes cantidades de información y tecnología fueron destruidas y por lo tanto eliminadas de la conciencia de la humanidad. Los logros amasados durante siglos por los antecesores cayeron presa de la estupidez humana. Los cronistas huyeron y se ocultaron de sus enemigos hasta que finalmente se reunieron en el Clúster Central.

RESET Con la derrota en la Catedral, los cronistas fueron conscientes de su debilidad. En un momento en que la espada del anabaptista era más certera que la palabra digital, su vida estaba a merced de los fuertes. Obligados a suplicar,

habrían tenido que postrarse ante caudillos locales y aceptar un papel subordinado de chusma. Nunca habrían logrado sus metas. Sólo había una solución. A partir de ese día, el poder obtenido mediante la intimidación se convirtió en su nueva política. Desde entonces, nadie ajeno a la organización ha visto la cara de un cronista. Añadieron a sus ropas fragmentos de cristal espejados. Un amplificador distorsiona sus voces. Los miembros del colectivo parecen y suenan como dioses iracundos. Pero no era suficiente. Si habían aprendido algo de la Corriente, era que la información es poder. Así que se hicieron indispensables. Una nueva moneda sustituyó el comercio más simple, las llamadas letras de cambio cronistas que cambiaban por artefactos. El contravalor consignado de las letras de cambio era información pura condensada de los grupos de expertos del colectivo. Hojas de papel arrugadas con sus códigos de barras y columnas de números se podrían

canjear sin más en un Clúster por indicaciones para encontrar depósitos preescatológicos preservados, datos de espionaje, información comprometedora sobre enemigos o textos científicos de flora y fauna. Todo lo que llegaba a oídos de los cronistas era inscrito en los dispositivos de almacenamiento siempre hambrientos de datos y destilado para su redistribución. Las ciudades ya no podían evitar la influencia del colectivo. Negarse a reservar un asiento en el Consejo para los cronistas conducía inevitablemente a que todo el colectivo abandonase la ciudad. Por no hablar de los repentinos descuentos «especiales» en la información relativa a sus desprevenidos líderes. Pronto los cronistas no necesitarían mercenarios para proteger sus intereses. Se había convertido en un factor económico para la clase dominante y ya eran indispensables para una vasta red de chatarreros y comerciantes. El bienestar de los cronistas se convirtió en algo crucial para la prosperidad de todos.

OS El lenguaje de los cronistas es extraño e inquietantemente monosilábico para los MFHPT 1FSP QBSB MPT DPSSJFOUJTUBT FT VO NFEJP QBSB JOUJNJEBS Z NJTUJmDBS "MHVOPT términos son muy comunes: Nivel:FMSBOHPEFMDSPOJTUB-PTTPMJDJUBOUFTFNQJF[BOFOFMOJWFM-PTGSBHmentos se encuentran entre los niveles

20 y 40, o así lo asumen los agentes de OJWFMFT JOGFSJPSFT &O FTUF QVOUP MB JOGPSNBDJØOFTDPOUSBEJDUPSJB Bios: el currículum vitae de un cronista se almacena en el Clúster, incluyendo patrones de desplazamiento, nivel, logros, fracasos y una puntuación que mide TVWBMÓB

Actualización: una vez que el bios alDBO[BMBQVOUVBDJØOTVmDJFOUF VOIFSNBno o una hermana de nivel superior asigna nuevas responsabilidades al cronista, que BMDBO[BEFGPSNBFGFDUJWBVOOVFWPOJWFM Redundancia: un registro de información ya presente que no puede llevar BDPODMVTJPOFTBEJDJPOBMFT

GENERACIÓN ++ Hubo un tiempo en que los cronistas tenían dificultades para reforzar sus filas con nuevos reclutas prometedores, ya que los discípulos de la tecnología parecían demasiado extraños y alejados de realidad. Hoy en día, un intercambio con los spitalianos les permite ocuparse de nuevo de cosas más importantes. El colectivo acoge a los niños que los médicos consideran autistas y todos los jóvenes que han quedado excluidos debido a sus deficiencias físicas. La fuerza y la resistencia son cruciales en la tierra baldía. Los niños con una gran dosis de imaginación e interés por los escritos de los antecesores no suelen ser buenos para trabajar la tierra y por lo tanto cuestan más de lo que producen. Si los cronistas los quieren, mejor que mejor. Que los alimenten y les concedan una oportunidad para sobrevivir.

Se someten en grupos a pruebas de lógica que les ponen los cronistas. Si las pasan, se les asigna un mentor. Estos mentores se convierten en una especie de padres y se encargan de sus aprendices siempre que pueden. Acompañan a sus jóvenes reclutas cuando el marcador láser les graba un código de barras único en la frente. A continuación cada recluta recibe una celda en el Clúster, dónde  vive, duerme, aprende y trabaja hasta su primera promoción, la actualización. Sus responsabilidades cambian tras cada actualización y se supone que se mudan a otras zonas de seguridad dentro del Clúster. Con los años, el perfil de un joven cronista se vuelve más revelador y las nuevas responsabilidades se ajustan mejor a sus conocimientos y habilidades.

CRONISTAS

157

LETRAS DE CAMBIO CRONISTAS Los cronistas podrían imprimir en los intercambios tantas letras de cambio cronistas como quisieran y arruinar la economía en VO EÓB 1FSP BDUÞBO DPO SFTQPOTBCJMJEBE Las impresoras de letras de cambio tienen

límites preestablecidos, tal vez para evitar que sus propios hermanos y hermanas caiHBOFOMBUFOUBDJØO&ODBTPEFBHPUBSTF  tienen que ser reiniciadas por un cronista EFSBOHPTVQFSJPS VODPSSJFOUJTUB

LA VIDA EN EL CLÚSTER En el Clúster sólo hay cronistas. Hablan un mismo idioma tecnológico y comparten el sueño de reactivar plenamente la Corriente para que pueda llegar a todo el mundo y fertilizarlo con conocimiento. El aire en el Clúster parece temblar de emoción. Todo el mundo se considera parte de un esfuerzo sublime. Un código de barras en la frente de cada cronista le vin-cula a muchas bases de datos en los sistemas informáticoss que registran y actualizan constantemente el valor infini-tesimal de todo el mundo. La etiqueta sirve como un códi-go de acceso a las zonas restringidas y una forma de seguirr la carrera de un cronista. El colectivo no cree en el azar. Piensa que la vida humana está predeterminada y expresada en una fórmula. El patrón de los desplazamientos y los cursos de acción quedan registrados en el ordenador central, que a su vez los introduce en una fórmula fractal global. Se dice que esta fórmula es capaz de calcular el destino de cada cronista. De hecho, ¡es capaz de calcular el de cualquier ser humano! Sería deseable que la base de datos superase algún día la masa crítica. La comunicación entre los cronistas está muy centrada en la información y por ello carece de frases, pero está llena de antiguos comandos informáticos. Las palabras se escogen cuidadosamente. Un cronista prefiere hablar lenta y deliberadamente, evitando cualquier lapsus linguae.

Los errores de sintaxis se consideran fallos de funcionamiento del cerebro. El cerebro se tiene por una máquina; la mente es su sistema operativo. Sólo las constantes actualizaciones permiten adaptarse a un mundo en constante cambio.

MÁS ALLÁ DE LA C O R R I E

NTE

Todo el mundo los conoce en Justiciano y sin ellos, la Central Tecnológica no existiría. ¿Quién más podría estar interesado en toda esa chatarra? Sin embargo, sus servicios son muy apreciados incluso más allá de las rutas comerciales. Dondequiera que estén, aparecen chatarreros, seguidos de apocalípticos y eclosiones comerciales. Cada niño conoce sus míticos códigos de barras, pintados con tiza en las paredes para marcar su presencia. Su conocimiento tecnológico es tan legendario como sus habilidades como asesores, emisarios e informantes. A pesar de que se mezclan con los humanos a diario para adquirir artefactos, difícilmente se podría considerar mundanos. Su aspecto es imponente e intimidan intencionalmente con sus voces distorsionadas.

2 ELEVADO A 16 El Escatón destruyó el componente físiDP EF MB $PSSJFOUF 1FSP QBSB FOUPODFT ZB IBCÓB EFKBEP EF nVJS Z MPT DSPOJTUBT OPTBCFOQPSRVÏ{'VFVOBTPCSFDBSHB  *NQPTJCMF {$BÓEB NBTJWB EF MPT OPEPT  1PTJCMF  QFSP QPDP QSPCBCMF &O MPT BSchivos hay informes sobre algo llamado FMQBUSØOjFMFWBEPBx"MHPRVFIBbía inundado la Corriente unos días antes del Evento Cero y que había alcanzado

una masa crítica sólo horas antes de la catástrofe, impidiendo toda comunicación EJHJUBM 1PS MP WJTUP GVF FO FTF NPNFOUP cuando todos los equipos cedieron bajo la presión ejercida por el patrón, que se NVMUJQMJDBCB FO FTQJSBMFT GSBDUBMFT {'VF la conciencia emergente de una inteliHFODJB BSUJmDJBM DPOEFOTÈOEPTF  {0 VOB reacción autoinmune de la Corriente para FWJUBSRVFFTBJOUFMJHFODJBEFTQFSUBTF

Los cronistas ven el patrón como una amenaza, pero también como una oportuniEBE4JWVFMWFOBQPOFSFONBSDIBFMnVKP de la Corriente sin una mejor comprensión del fenómeno 2 elevado a 16, se arriesgan a perder el trabajo de milenios, el conoDJNJFOUP EF UPEB MB IVNBOJEBE 1FSP TJ tienen éxito, existe la posibilidad de actualizar la Corriente a un nivel al que no ha MMFHBEPOVODB

CORRIENTE DE DATOS: EL DESASTRE DE LA TORRE AGUJA En el año 2563 se enviaron dieciséis fragNFOUPT NÈT BMMÈ EFM (PMQF EFM 4FHBEPS Todos ellos tenían concedidos códigos de acceso para realizar servicios al Clúster que eliminaban las barreras que bloqueaCBOMBTWÓBTFOFMJOUFSJPS-PTTFDSFUPTEFM $MÞTUFSOPFSBOOJOHÞONJTUFSJPQBSBFMMPT Se les tenía en la más alta estima y eran sin EVEBMFBMFT Ocho USBZFDUP

de

ellos

sobrevivieron

al

Su trabajo consistía en crear una red TJNJMBSBMBEF#PSDBEFM0FTUF4VQSJNFra meta en las estructuras llamadas Torres Aguja de los bosques de Borca del Este era trabajar en la creación de una coneYJØOEFSBEJPFOUSFFTUBTZFM$MÞTUFS%F hecho, los fragmentos las conquistaron y DPNVOJDBSPOTVÏYJUPQPSSBEJPBM$MÞTUFS Entonces sus acciones se desviaron EFM QMBO 4F SPEFBSPO EF VO FKÏSDJUP EF prostitutas y mercenarios, acabando por OPSFTQPOEFSBMBTMMBNBEBTEFM$MÞTUFS

"M PUSP MBEP EFM (PMQF EFM 4FHBEPS no hay mucha información sobre los reOFHBEPT5PEBMBRVFIBZFTDPOmEFODJBM No puede ser vendida ni compartida denUSPEFMB0SEFO"QFTBSEFFMMP DVBUSPEF ellos son conocidos, incluso entre los ranHPTNÈTCBKPT BMNFOPTQPSTVOPNCSF Se dice que Cromo e Iridio fundaron ciudades, construyendo Torres Aguja vistas como milagros revestidos en vidrio y acero pulido que se comunican a través EFFTQFKPT1SPNFDJPEFCÓBDPOWFSUJSMBT líneas de radio cerca de Osmán en una FTUBDJØOSFQFUJEPSB4FHÞOMBTMFZFOEBT  en lugar de eso cavó un túnel que acceEÓBBMBHSBOCJCMJPUFDB0TNÈO$PCBMUP es el fragmento restante de nombre coOPDJEP6OVMUJNBEPSBmSNBIBCFSMPWJTto cerca de Praga, al mando de una serie EFTBMWBKFT El resto de las identidades de los rebeldes se ha eliminado con éxito de todas las bases de datos, aunque luego fueron

Su extraño comportamiento les coloca por encima de las personas comunes. Aspiran a ser superseres misteriosos. Y son vistos como tales. ¿Es de extrañar que muchos cronistas se excedan un poco desempeñando el papel? Sin ánimo de juzgar ni extraer conclusiones, los cronistas parecen individuos obsesionados en exceso por la tecnología, cuya conexión con la realidad ha sufrido por culpa de un sinnúmero de descargas eléctricas. Los chatarreros dicen que todo lo que tenga que ver con los antecesores les hace hiperventilar. Son bastante inofensivos. Mientras los cronistas han acaparado tecnología durante siglos, todo el mundo sabe que no bailan a su alrededor cual ídolo. De las partes que sobreviven de los antecesores puede surgir un mundo tecnológicamente avanzado. El Clúster se afianza a espaldas del vulgo, expandiéndose. El conocimiento —sin filtrar ni clasificar— fluye a través de sus corazones digitales. Es así que los cronistas llevan mucho tiempo manejando los hilos desde la oscuridad. Ejercen el verdadero poder detrás del trono en poderosas ciudades estado como Justiciano, protegen a la sociedad manteniendo la paz o traen la guerra únicamente mediante información.

encapsuladas y ocultas en el núcleo como TJ MPT NJTNPT OPNCSFT UVWJFTFO QPEFS {$VÈMFT TPO MPT OÞNFSPT BUØNJDPT EFM $SPNPZFM*SJEJP Mientras que estos fragmentos rebeldes se descontrolan, los fragmentos restantes del Clúster toman medidas exUSFNBT "DUJWBO VMUJNBEPSFT Z GVTJCMFT  cronistas de élite cuyos códigos de barras no han sido inscritos en el Clúster en B×PT4VQVOUVBDJØOPmDJBMFTDFSP&YJTten más allá del sistema común y aun así están muy presentes dentro de un espejo BJTMBEPEFMB$PSSJFOUFFTUÈUJDB4ØMPMPT cronistas de más alto rango saben de su existencia y entre ellos, pocos tienen los códigos para transmitir órdenes a éstos VMUJNBEPSFT Z GVTJCMFT JOWJTJCMFT "TÓ FT mejor, porque los pocos que prosperan en los márgenes son expertos en actividades oscuras y herramientas vetadas (léase: mortales) como los ladrones y asesinos más tecnológicamente avanzados EFMDPMFDUJWP

L A R E D S E E X PA N D E El Clúster Central de Justiciano fue sólo el comienzo. Mientras que los cronistas lo consideran definitivo y único en su angustiosa belleza, con su proliferación tecnológica y el ruido constante de un millar de altavoces distorsionados, otro Clúster surgió en la Aquitania frankeña. No es en ningún caso inferior a su inspiración borcana, ni en su extraña configuración ni en su influencia regional. De hecho, Aquitania ha ido subiendo gradualmente en el ranking interno de los últimos años. Al este de las zonas rurales se juntaron cadáveres de acero de aviones y cascos de barcos en una selva laberíntica de tecnología antigua por medio de puentes de suspensión y pasarelas. Barcos despedazados por la artillería y partes fragmentadas de plataformas petrolíferas cuelgan sobre el limo como insectos en una telaraña y cada día choca nueva chatarra contra sus cascos de acero. Más y más cronistas llegan buscando los artefactos especiales que el agua deposita en tierra. Los chatarreros trepan de un barco a otro cortando pedazos con sus soldadores o explorando las bodegas de carga.

Die Sprache der ist für Außensteh tig und seltsam CRONISTAS

159

VETO En caso de que los estroboscopios, sinteUJ[BEPSFTZWBSJMMBT5FTMBOPTFBOTVmDJFOtes para disuadir a cualquier atacante, los cronistas cuentan con martillos y desQMFHBEPSFT &M FTQÓSJUV FT GVFSUF  QFSP MB DBSOFyFOmO&OSFBMJEBE FM$MÞTUFSDPOsidera preferible que sus aliados se sienUBO JOEJTQFOTBCMFT FO MB CBUBMMB /BEJF considera que una organización prácticamente desarmada sea un peligro y nadie daría la bienvenida a una organización en su propia capital si fuera armada hasta los EJFOUFT 1PS MP UBOUP  MBT BSNBT NPSUBMFT

TJFNQSFIBOFTUBEPWFUBEBT-PTDSPOJTUBT OPQVFEFOVUJMJ[BSMBT Pero los ultimadores han dado la esQBMEBBMDPMFDUJWP0mDJBMNFOUF2VFBÞO se pueda acceder a su puntuación es el resultado del almacenamiento de datos, RVFFTNVZDPNQMJDBEP&TJODSFÓCMFWFS cómo reconocen de forma infalible a los enemigos del colectivo y los eliminan sin BZVEB{2VÏQBTBDPOMBTBSNBTWFUBEBT  no se registraron en el sistema hace sólo VOPTEÓBT

Recuperan las cajas del agua con redes. Devuelven al mar el material inútil, pero la maquinaria —envuelta en hule y perfectamente conservada— la arrastran ante los cronistas. Ya han encontrado bastante. Tubos de acero negro se amontonan como gusanos marinos; cubos blancos opacos que nada puede rayar; husillos de metal ligero envueltos en bandas de piedras brillantes llenos de cables y láminas. Los cronistas excavan estos artefactos como depredadores, diseccionando con deleite todo lo que cae en sus manos. Sin embargo, no tienen ni idea de qué es todo eso. ¿Por qué los barcos acabaron despedazados? ¿Alguna vez hubo seres humanos a bordo? ¿Puede haber alguna conexión entre los símbolos extraños de estos navíos? Nadie en Europa ha visto nunca sus dibujos lineales y circulares. ¿Son letras? Nadie puede siquiera comprenderlos o ubicarlos. Los chatarreros siempre escuchan la misma pregunta cada vez que regresan de sus incursiones con nuevos artefactos. «¿Hay cadáveres?». Niegan con la cabeza, resoplando o escupiendo. Siempre se ven obligados a dar la misma respuesta, muy a su pesar. Los cronistas se han acostumbrado a tomarlo como un «no». Los Clústeres de Justiciano y Aquitania son los más grandes, pero no los únicos. Se pueden encontrar agrupaciones más pequeñas en casi todas las grandes ciudades de Borca y Franka. El Desastre de la Torre Aguja detuvo desde el principio su propagación al otro lado del Golpe del Segador en Borca del Este y más allá. Aunque los spitalianos presentaron sus respetos a los fragmentos de la Orden y los invitaron a establecerse en una base de Gdansk, en Polen, se limitaron a conectar sus sintetizadores y responder «¡Cero!». En el lejano oeste se repitió la misma historia. Los fragmentos sospechan que la insubordinación dentro del colectivo crece en sintonía con su distancia al cúmulo central. Además, su seguridad es incierta. Mientras que los cronistas son indispensables en Borca, donde su mera presencia granjea respeto y atención, los hibrispanos no son tan dependientes de la misericordia de la Orden. La red se teje con más fuerza con cada día que pasa, pero siempre quedan agujeros.

ENLACES La cooperación con los jueces ha sido tradicionalmente buena. Aunque las respectivas formas de vida de ambos colectivos difieren ampliamente, comparten una historia común. Desde que los cronistas iniciaron la construcción de Justiciano, los jueces han estado a su lado. Nunca ha habido un tratado oficial, pero ambos saben que se apoyan mutuamente. La relación con los hellvéticos es diferente. Los cronistas siempre han codiciado la Fortaleza Alpina. En los laberintos de piedra funcionan antiguos sistemas informáticos que se ocupan de los méritos hellvéticos y el almacenamiento central. Allí deben estar atrapados conocimientos sin fin y sin duda una pieza de Corriente estática. Los cronistas estarían encantados de extraerla, pero los descendientes de los militares suizos siempre han negado cualquier tipo de acceso al colectivo. No dan ninguna explicación de por qué. No atienden a razones. «¿Por qué lo hacéis?» gritan los sintetizadores al máximo. Pero los hellvéticos son expertos en mantenerse neutrales y no se dejan impresionar por las demandas cronistas, sin importar lo mucho que se quejen o se esfuercen en obligarles. La vieja enemistad con los anabaptistas ha cesado desde que el fragmento Modus llegó a Ciudad Catedral y disfruta de la hospitalidad de Rebus el Bautista. Nadie sabe lo que han estado discutiendo o haciendo todos estos meses. Los anabaptistas, como los cronistas, han recibido la orden de mantener la paz entre ambos colectivos mientras esta hospitalidad continúe sin interrupciones. Mientras tanto, muchos anabaptistas ven a los cronistas como un mal necesario. Alguien tiene que desenterrar la corrupción tecnológica que, sin duda, se puede atribuir al Demiurgo y eso es exactamente lo que hacen los cronistas. Como las bacterias que descomponen los cadáveres. «Y encima huelen más o menos igual», bromean los anabaptistas. Nadie ve las caras de los cronistas detrás de sus máscaras. Pero sonríen. Continúan a lo suyo reuniendo información, hilando las fibras de su red.

EL ESPEJO Los Clústeres acumulan enormes canUJEBEFTEFDPOPDJNJFOUP-B$PSSJFOUF estática se reparte por bobinas fractales y los datos adjuntos se asimilan reMMFOBOEPIVFDPT1SPOUPBMDBO[BSÈVOB NBTBDSÓUJDB&TUFDPOPDJNJFOUPBUSBFB los que consideran que es su posesión: desde el día en que se abrieron por QSJNFSBWF[MPTEJTQFOTBEPSFTEFM(SVpo de Recombinación, los durmientes

TF IBO TJEP JOmMUSBOEP FOUSF MPT DSPOJTUBT 4F IBDFO QBTBS QPS TFHVJEPSFT EFWPUPT Z TVCFO FO MB KFSBSRVÓB 1FSP  FOSFBMJEBE IBODBÓEPFOVOBUSBNQB Una vez que se sumergen en el núcleo por primera vez, nadan dentro de un mundo de datos duplicados, operando con los archivos e imágenes destinaEBTTØMPQBSBTVTPKPT.JFOUSBTUBOUP  VOPTUSBOTQPOEFEPSFTSFHJTUSBOFMnVKP

de datos de su sangre nanorrobótica y FYUSBFODØEJHPTEFBDDFTP&ODBTPEF que uno de ellos penetrase en el espejo, las antenas de radio del Clúster enviarían un código que no quedaría TJO SFTQVFTUB 6OB EF MPT BOUJHVPT TF BHJUB  nFYJPOB TV QJFM DVSUJEB Z TF MFWBOUBTPCSFTVQJFSOBNFDÈOJDB4VJSB OPUJFOFMÓNJUFT

$6"/%0&.1*&$&&-"º0.*-26&4*(6&"-"º0.*-

&-)0.#3&$0.&3$*"3«$0/50%0 50%"4-"4$04"45&/%3«/13&$*0

EL ÁRBOL, EL AGUA Y EL ANIMAL;

/"%".«44&3«3&"-.&/5&%"%0 :50%04&3«7&/%*%0 1&30&-)0.#3&&/50/$&4/07"-%3«.«426&SU PESO EN CARNE;

SE COMERCIARÁ CON SU CUERPO COMO

TOMARÁN SU OJO Y SU

-04$"/"-&4%&("/"%0

CORAZÓN; /"%"4&3«4"(3"%0

/*467*%"/*46"-." 4&%*4165"3«/464%&410+04:464"/(3&

COMO SI SE TRATARA DE UNA CARROÑA. 

LA RESISTENCIA ES IGUAL A LA TENSIÓN DIVIDIDA POR LA FUERZA Patrones que permanecieron igual durante décadas cambiaron repentinamente. El clan Cucaracha se ha hecho más fuerte. El clan Enemoi ha accedido a Corrientes y subnodos ocultos a la espera de su extracción final por un fragmento en al menos dos lugares de la tierra baldía. Los movimientos de los chatarreros son menos fracturados y más caóticos, evitando las zonas reclamadas por los clanes. Los clanes están ascendiendo, ocupando bloques enteros, emboscando a jueces y matándolos. ¡Pero esos bloques aún no han sido peinados a conciencia! Los cronistas están perplejos. Su respuesta son los paradigmas. Altamente especializados y equipados con tecnología avanzada, se deslizan sobre la tierra baldía en medio de una corona de descargas eléctricas. Cuando alzan sus voces, los patrones sónicos dejan dibujos en la tierra. El polvo baila en las ventanas a cientos de metros de distancia. Son como dioses que doblegan a los débiles de voluntad que están listos para creer. Los clanes son su material. Embebidos en el sistema, se convierten en herramientas. Al mismo tiempo, paredes de imágenes parpadeantes despiertan por toda Borca. Faltan algunos paneles y hay cúmulos de píxeles muertos, pero las formas de las siluetas de cronistas

que pasan marchando sin parar son inconfundibles. Las imágenes son espasmódicas y están distorsionadas por el ruido estático. Por un breve segundo se pueden ver tomas frontales de rostros enmascarados llenando la imagen. Después continúa la marcha sin fin. Si alguien se para delante de las imágenes de una pared, aparece un legendario rostro enmascarado con los anteojos brillando como soles. La imagen parpadea. Los altavoces transmiten las misiones enviadas por el Clúster. Los paradigmas son impresionantes y las imágenes de las paredes atraen a miembros de los clanes de toda la zona. La presencia de los cronistas crece. Los cronistas que se encuentran en misiones de campo en solitario también saben cómo ganarse el respeto. Con el dedo meñique de sus guantes de corrientista pueden emitir descargas eléctricas. Aquí es donde entra el gesto ampliamente conocido. Si le enseñan a alguien su dedo meñique, le están haciendo una advertencia. Es mejor que se mantenga alejado. El efecto es aún más impresionante cuando el gesto lo hace un cronista. Sobre todo cuando la población apenas educada y supersticiosa de la tierra baldía considera que las descargas son una habilidad innata de los cronistas.

RANGOS DE LOS CRONISTAS

1–BIT Recién llegado y con el código de barras en la frente aún sangrando. Una puntuación virginal de cero hace del bit prácticamente un invasor en el Clúster. Los primeros días tendrá que vencer a los sensorios, encontrar un mentor y obligarlo a entregar su conocimiento tecnológico (y adjudicar al bit cierta puntuación). Después de unos cuantas semanas, el bit se convierte automáticamente en agente. El peligro que pendía sobre su vida ha terminado. ¡Bienvenido a los cronistas!

2–AGENTE Los agentes realizan las tareas cotidianas del Clúster. Reparan sensorios estropeados y teclas atascadas en los terminales sin ser electrocutados, gracias a sus conocimientos básicos de electricidad. Al menos la mayoría de las veces. Sólo en raras ocasiones se les permite salir del Clúster, normalmente cuando los escáneres de salida están en modo defectuoso.

3–MEDIADOR Los mediadores entran y salen constantemente de los Clústeres. Se les encomiendan labores en los nichos y en las paredes de imágenes que les llevan a trabajar con otros colectivos y en otros enclaves: así entran en contacto y entregan mensajes. Puntuación++. En los asentamientos hacen un análisis preliminar de la chatarra que les llevan

y estiman un precio. Los fragmentos ya les han permitido hacer una primera visita a la Corriente estática del Clúster Central que les ha beneficiado elevando sus conocimientos a un nuevo nivel. Están ansiosos por adquirir más.

4 – C O R R I E N T I S TA Su conocimiento de la Corriente y los poderes en la sombra es enorme; cada corrientista tiene suficiente información como para hacer la vida imposible a personas influyentes de Justiciano o de los colectivos. Han alcanzado este rango precisamente por no usarla. La discreción es su imperativo primordial. Es por eso que el Clúster les asigna exclusivamente las funciones de «emisarios» o «asesores».

5–FRAGMENTO Poco se sabe de los cronistas de este rango. Permanecen sobre todo en el centro del Clúster y muestran poco interés por el contacto directo con los hermanos o hermanas de rango inferior. Todos saben que pueden acceder a la mayoría de bases de datos del Clúster. Su conocimiento debe ser inmenso.

5 – PA R A D I G M A El Clúster es demasiado pequeño para ellos. Quieren salir a la tierra baldía, a las redes no controladas. Cuando  los condensadores bajo las hombreras zumban y emiten

+ & 3 " 3 2 6 ¶ "  :  3 " / ( 0 4 o $ 3 0 / * 4 5" 4 FRAGMENTO

1

BIT

2

3

MEDIADOR

4

CORRIENTISTA

5

PARADIGMA

3

ULTIMADOR

4

FUSIBLE

5

ESCALAR

O

CERO

X

AGUJA

AGENTE

energía en destellos brillantes, cuando sintonizan sus voces de los infrasonidos al espectro audible y ordenan a los casi desnudos miembros de los clanes que se arrodillen, corrigen la imagen que se tiene de los cronistas de un tanto raros, pero inofensivos. Los paradigmas son ilusionistas con una sola cosa en mente: aparecer como dioses ante los salvajes para utilizarlos en favor del Clúster.

3 – U LT I M A D O R Los cronistas del Clúster son gente especial y la mayoría de ellos no lograrían sobrevivir en el exterior. Los agentes que lo entienden a tiempo son diferentes. Algunos deciden tomar las ramas alternativas en el árbol que les alejan de la jerarquía oficial. Como los corrientistas, realizan labores en los nichos o en las paredes de imágenes, pero tienen objetivos distintos. Requieren tecnología vetada (léase: letal). Si aceptan, serán registrados como ultimadores y harán el trabajo sucio en la sombra más profunda de la Orden.

4–FUSIBLE Los ultimadores de éxito se convierten en fusibles. Para el Clúster, los fusibles son medidas de seguridad contra amenazas que se niegan a oír y que, por tanto, deben sentir. Los fusibles tienen inyectado un transpondedor. Así obtienen el acceso a partes secretas del Clúster y los escondites de la tierra baldía. Allí les espera tecnología vetada que utilizarán para su trabajo. Ahora bien, los fusibles saben muchas cosas, especialmente del tipo desagradable y que incluyen una gran profusión de sangre, violencia, robo e infiltración. Esto podría suponer un problema para el Clúster en caso de que quisieran desertar. El Desastre de La Torre Aguja no ha sido olvidado. Tal vez por eso el transpondedor no es sólo un transmisor...

5–ESCALAR Las misiones de los ultimadores no son oficiales y los resultados quedan registrados en retazos de la memoria local. Incluso un cronista del más alto nivel de acceso no podría rastrear todos los movimientos y acciones de un ultimador. Por eso las operaciones de los ultimadores suelen complicarse. Los escalares son el mejor ejemplo. Se encargan de los ultimadores y fusibles, gestionando identidades y coordinándolos. Todo el mundo recibe encargos teóricamente adaptados a sus capacidades. A cambio, el escalar recibe parte de la puntuación y de las letras de cambio. Es algo beneficioso para todo el mundo, porque si la puntuación aumenta rápidamente, se consigue acceso a tecnología mejor para que todos los implicados se abastezcan.

0–CERO Puntuación cero. Una vez que la puntuación cae a cero, el cronista es eliminado automáticamente del sistema. Pero el Clúster no puede quitarle sus conocimientos: los ceros siguen utilizando el colectivo como un depósito de recursos. La mera posibilidad es razón suficiente para que los fragmentos pasen órdenes de exterminio a los ultimadores. Los ceros viven una vida peligrosa que rara vez se alarga mucho.

X–AGUJA Los ceros pueden llegar muy lejos y aspirar a hacer lo mismo que hicieron los cronistas de la Torre Aguja. Como agujas son precisamente eso, agujas clavadas en la carne de los cronistas. Sus seguidores los protegen de los fusibles mientras expanden el conocimiento de la Corriente y construyen un arsenal de equipo vetado y Espíritu Libre.

CRONISTAS

165

* / $ " 1" $ * 5" % 0 3

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

C H A TA R R E R O S

JUECES

Fragmento Modus en misión desconocida a Ciudad Catedral, potencial acceso a la central de datos. Conflicto difuso, cese de embargo. Envío de información comprometedora a jehammedanos sólo después del pago.

Su mente colmena les permite comprobar perfectamente las ruinas. Cada trabajador que tiene éxito nos acerca a la Corriente.

Organización legal protegida y civilizada por nosotros. Nos aseguran nuestros proyectos en Borca.

CLANES

NEOLIBIOS

Clanes incivilizados que ven artefactos tecnológicos como signos de sus dioses. Son recursos aprovechables. Alto riesgo, se niegan al corporativismo. Paradigmas enviados.

Son un virus en el sistema, representan conflicto de recursos. Son dañinos para el Clúster. Se implementan contramedidas.

ANUBIANOS Africanos. Probable origen egipcio. Cosmovisión parcialmente mística referida a la rueda de la vida. Comparación con mitología hindú pendiente. Sin comentarios.

APOCALÍPTICOS Problemas de comunicación. Su objetivos son indescifrables. Conjetura: estructuras sin sentido y forma de vida confusa. Potencialmente locos.

A Z O TA D O R E S Increíblemente avanzados en psicología, probablemente preescatológica. Indagar en cuanto sea posible. Atención: individuos peligrosos, perfil guerrero.

PÁLIDOS H E L LV É T I C O S Acusación: detener el flujo de información. Deniegan el acceso a los datos del núcleo de la Fortaleza, se interponen ante nuestras metas. Sopesar futura aproximación con extremo cuidado.

Protegen suministros preescatológicos de alto rango como guardianes de los durmientes. Parcialmente degenerados, limitadas posibilidades de comercio. Intentos de infiltración abortados hasta ahora. Reclutamiento continuo de parias.

JEHAMMEDANOS

S P I TA L I A N O S

Secta. Atención: potencial de extrema amenaza. No hay puntos en común, los intermediarios deben trabajar en un interfaz. Merecen apoyo como contraparte de los anabaptistas.

Organización fascista que afirma salvar el mundo. Amenaza reconocida del Elemental. Dignos de apoyo. Nos dan tiempo para reactivar la Corriente.

EJECT

OUTLOOK

NAIKE

Cultura: Borca Concepto: El Conquistador Colectivo: Cronistas (Aguja)

Cultura: Borca Concepto: El Aventurero Colectivo: Cronista (Corrientista)

Cultura: Borca Concepto: El Mártir Colectivo: Cronista (Fusible)

Él es uno de los ocho fragmentos renegados del Desastre de la Torre Aguja. Se construyó un monumento propio en los bosques de coníferas de Borca del Este en forma de la ciudad de Cromo, aunque nunca ha estado a la altura de su ego. Reúne a los clanes alrededor de la ciudad por temor a ataques cronistas y les ordena dar caza a cualquiera que sepa cómo usar tecnología.

Los cronistas le enviaron a Aquitania para acelerar la recolección de artefactos en Franka. Así lo hizo Outlook, recolectando todo lo que caía en sus manos. Pero la mayor parte de las reliquias no llegaron a las mesas de los cronistas en Justiciano. Se las vende a los apocalípticos, quienes a su vez le suministran chicos jóvenes para saciar sus apetitos carnales.

Una vez formó parte del Clúster. Allí, el grito de la retroalimentación rasgó sus tímpanos. Desde entonces es sorda y ya no es de utilidad para los cronistas. Trata de ganarse la vida en la tierra baldía, realizando el trabajo sucio de la Orden.

CRONISTAS

167

)&3."/%"%%&"3."4

)&--7²5*$04 CAMBIO DE GUARDIA Oscuridad. El cambio del sueño a la vigilia sucede mecánica y abruptamente. Balancea sus piernas por el borde de la litera y siente el frío cemento bajo sus pies. El ventilador comienza a renquear, moviendo el aire que huele a sudor. El hellvético se pasa las manos por el pelo, busca su arma debajo de la litera, la saca de la cartuchera y la deja en su regazo. El frío metal le produce un escalofrío. Un Rastreador. Su Rastreador. Un rifle de asalto con tres cañones ordenados en secuencia que le ha sido entregado para proteger la seguridad de la Fortaleza Alpina. Aún está muy oscuro, pero cierra los ojos y respira profundamente. Quita la cubierta del arma, desbloquea el cañón, desmonta la pieza por completo, palpa cada parte y la limpia. Conoce todos los movimientos de memoria. Mientras sus manos trabajan, sus pensamientos vagan por el pasado. Desciende hasta el principio: el día que recibió su arma. Fue unos días después de su decimoquinto cumpleaños y apenas era capaz de sostener el Rastreador. Aquel sentimiento de orgullo aún le llega a través de las décadas; lo siente como si fuera ayer. Sonríe. Tenía dieciséis años realizó su primer disparo y se dislocó el hombro. Unos años más tarde, encontraron unos viajeros cruzando ilegalmente por encima del Timmelsjoch. Cinco tiros, tres impactos, un muerto. Alabanza: el forrajeador

le entrega raciones extra. Dijeron que el primero era siempre el más difícil. Mentían. Los veinte primeros fueron difíciles. Su rostro se endureció y sus ojos parpadearon al recordar las imágenes de la fallida misión de rescate en el Gotthard: nieve roja, un cartucho tras otro disparado por el Rastreador, los cañones brillando. Gritos, un impacto en el hombro, el cielo azul encima, alguien le arrastró lejos. El pobre resultado fue peor que el tiro en el hombro. Las heridas se curan más rápido de lo que tarda en recuperarse el respeto. Entonces fue castigado con una reducción de municiones y desprecio. Lo vio venir. Había puesto en peligro a sus compañeros y dejó a uno de ellos atrás. Pusieron la camiseta interior desgarrada y empapada en sangre del novato Tillis sobre su almohada, un pequeño regalo. Entonces comprendió lo que significaba enfrentarse a un enemigo común, cubrir a los compañeros. Lo que significaba ser responsable. La responsabilidad es el fundamento de la coexistencia entre soldados. El último perno está encajado, los cartuchos se deslizan en su compartimento con un chasquido metálico. El Rastreador está listo para funcionar. Un altavoz crepita y a continuación suena una campana electrónica. Cambio de guardia. La luz de los cables pasa de rojo y blanco a azul dolor de cabeza.

HELLVÉTICOS

169

El hellvético sale de los alojamientos de la tropa. Lleva el arnés ceñido; su peso le tranquiliza. Marcha en soledad a través de corredores grises. Las luces se encienden por delante con un parpadeo, mientras que los corredores detrás de él caen de nuevo en la oscuridad. Se encuentra en lo profundo de las montañas. Sus pasos se tornan decididos, camina más estirado. Se encuentra con compañeros y les saluda al pasar. Sube por antiguos tubos, se integra en la corriente cada vez mayor de hellvéticos. Marchan a través de hangares y entre vehículos que esperan a la eternidad bajo mantas. Las puertas están selladas, no llevan a ninguna parte. Una oleada de aire caliente le alcanza. Salen caminando por el puente. Aquí es donde los primeros hellvéticos se enfrentaron a las llamas del Golpe del Segador y las salvaron con un puente de piedra y acero. Ahora es donde defienden la doctrina y el hogar.

SANTUARIO En 2072, los confederados suizos se plantearon por primera vez que el escudo contra asteroides era un fracaso. Nadie sabía a ciencia cierta dónde caerían las rocas si los satélites paladín erraban el tiro o las pulverizaban en fragmentos más pequeños. Suiza estaba en peligro y por lo tanto, necesitaban un plan B. Los complejos de búnkeres de la Fortaleza Alpina eran la elección obvia para almacenar tesoros culturales, pero también garantizarían la supervivencia de los suizos; suizos capaces de volver a tomar el control tras el colapso de todo el orden público. Con la ayuda de artesanos, científicos, sociólogos y psicólogos, Suiza podría sobrevivir cultural y socialmente, incluso en el caso de un colapso total. El gobierno envió a los búnkeres junto a los civiles a un contingente de soldados de carrera, más de dos mil hombres y mujeres. Ellos se harían cargo de que la transición fuera ordenada y protegerían las fronteras de Suiza. Los vehículos del ejército estuvieron transportando durante más de un año alimentos, ordenadores, millas de cables e instalaciones a la Fortaleza Alpina. El proceso de selección comenzó. En la última fase, el gobierno vació los museos y bibliotecas y trasladó todo el patrimonio cultural de Suiza a los búnkeres. El proyecto estaba casi completo cuando el pueblo suizo se dio cuenta de hasta qué punto era un éxodo… y que la montaña se cerraría en sus narices mientras los asteroides llenaban el cielo. Los protocolos de los cantones documentaron las manifestaciones y cómo se convirtieron en disturbios. La Corriente suiza echaba humo con las peticiones de admisión en la Fortaleza Alpina. Un sistema experto totalmente automatizado comparaba habilidades y ordenaba por rango. Desafortunadamente, ya no había más espacio libre.

AISLAMIENTO Cuando por fin se cerraron las puertas entre los representantes de Suiza y el pueblo, algo se rompió en ambos lados. Los que se quedaron atrás se sintieron engañados y se enfadaron con los supuestos traidores, impulsados por su propio miedo; la gente del búnker tuvo que rendirse a la desesperación. Fuera se quedaron parientes y conocidos; muchos habían abandonado a compañeros e hijos a un destino incierto. El aislamiento acababa de empezar y los internos ya querían que se terminara. Sin embargo, la catástrofe se convirtió en el apocalipsis. El Golpe del Segador dividió los Alpes como un hachazo divino. El macizo de roca se abrió, avalanchas de piedras se deslizaron desde el punto de impacto con un ruido ensordecedor y enterraron el magma ascendente bajo millones de toneladas de piedra, un frágil sello para la Caja de Pandora. La Fortaleza Alpina quedó herida de muerte. Las grandes puertas de acceso cedieron o fueron enterradas bajo los escombros. Los túneles que el día anterior conducían a hangares y cuarteles quedaron a una altura vertiginosa sobre valles recién formados. Profundas columnas de tóxico humo negro ascendían en espiral hacia el cielo en medio de un calor abrasador. La montaña se había convertido en una prisión. Secciones completas acabaron aisladas del núcleo; el destino de los suizos que vivían allí era desconocido. La mayoría de los aislados pertenecían a la rama civil y eran los responsable de la reconstrucción. Sin ellos… El ejército siguió peleando, dispuesto a no abandonar a camaradas ni civiles. Ya habían tenido que dejar atrás a sus parientes. Los supervivientes idearon un plan de rescate tan absurdo que sólo podría haber sido concebido en ese momento de gestos y acciones extremas: querían construir un puente a través del Golpe del Segador que llegase hasta Purgare. Los hombres y las mujeres trabajaron duro día a día, protegidos del calor de la burbuja magmática que tenían debajo sólo por ligeros trajes de amianto. Atravesaron el infierno y lo que comenzó como una broma lúgubre pronto se hizo de uso común. Se llamaron a sí mismos los «hellvéticos». El primero de seis puentes se terminó de construir en 2076. Un año antes, los especialistas de reconocimiento lograron cruzar por primera vez el Golpe del Segador. Sin embargo, no se cumplieron sus expectativas. Dos secciones en las que los hellvéticos esperaban hallar al alto mando y los representantes del gobierno se habían derrumbado. Ni siquiera quedaban las cenizas. ¿Acaso todo el sudor y toda la sangre habían sido en vano? El aparato militar se tambaleó. Durante aquellos años se habían aferrado a ese único objetivo; ahora el corazón y el cerebro habían sido arrancados del cuerpo. Se enfrentaban vacíos y agotados a un futuro sombrío. El hellvético Leonhard Gboy resolvió el problema. Un plan de racionamiento y varias instituciones dirigentes improvisadas sumergieron a los supervivientes en una red

de burocracia y nuevas metas. Un comandante de cuerpo que debía garantizar la seguridad de la zona por su cuenta fue asignado a la totalidad de las Regiones Territoriales suizas. Estaba al mando de unidades de unas pocas docenas de soldados que supuestamente iban a ser supervisadas en todo momento por una comisión independiente para asegurar su valía. Se restauró la cadena de mando y los hellvéticos sintieron de nuevo que formaban parte de un mecanismo suizo de relojería. Sólo quedaba una cosa por hacer. Trazaron una línea para dejar atrás el pasado y votaron casi unánimemente llevar en adelante con orgullo el nombre de hellvéticos.

ENTRE INFIERNOS

AVANCE RÁPIDO Los cantones florecieron. Los aldeanos se unieron bajo el pabellón de los hellvéticos. Cada herida del Golpe del Segador fue cerrada con un puente y la dividida Fortaleza Alpina se recompuso. Los simples trajes de amianto de los primeros días se habían convertido en ajustadas armaduras multifuncionales con arneses que podían resistir tanto el calor del Golpe del Segador como el de la batalla. Túneles, pasillos y salas adicionales fueron excavadas en la montaña como propagación de la influencia de los hellvéticos. Estos túneles de transferencia permitieron pasar a los extranjeros por debajo de los Alpes y el Golpe del Segador abonando un peaje. Los anabaptistas pudieron cruzar los pasos alpinos entre Borca y Purgare. Los spitalianos utilizaron una ruta segura para alcanzar sus puestos de avanzada orientales de Polen sin bajas. Y antes de que nadie se diera cuenta, los neolibios ya estaban entre los socios más valiosos de los hellvéticos. Su aceite garantizaba que los generadores siguieran funcionando y que los túneles reclamados por salvajes se transformaran en infiernos flamígeros. Con el tiempo, Hellvética se convirtió en el ojo de la aguja de Europa. Muchos les ofrecieron pactos a los hellvéticos, pero todos fueron rechazados. Nunca renunciarían a su neutralidad.

Antes de la caída, se fueron a la montaña convencidos de que tendrían que enfrentarse al sufrimiento y destrucción creado por el Escatón en solo una semanas, y en colaboración con otras fuerzas. Sin embargo, llevó años despejar las puertas al corazón de Suiza para que fuesen transitables de nuevo. Era demasiado tarde para ellos. Cuando escaparon de la montaña en el invierno de 2080 y pusieron un pie en su viejo hogar cubierto de nieve, encontraron metrópolis como Berna y Zúrich vacías. En todas partes hallaron signos de disturbios y saqueos. Los pocos supervivientes huyeron de su antiguo ejército por sus amargas experiencias con unidades armadas y organizadas que les habían enseñado a manejarse con prudencia. Aunque los hellvéticos fueran rechazados, la Doctrina les obligaba a proteger a la población original, incluso contra su voluntad. De acuerdo con su ordenamiento interno, los hellvéticos asaltaron los campamentos de bandas armadas, eliminaron toda resistencia con el fuego de sus fusiles de asalto Sagur 11 y vencieron a los líderes enemigos. Les concedieron juicios rápidos que terminaron en la elección entre la muerte o el exilio. Más de un criminal de guerra y de un bandido huyeron entonces hacia el norte de Borca y continuaron allí DOCTRINA su reinado de terror. Los hellvéticos {2VÏFTVOFKÏSDJUPTJOVOHPCJFSOPBMRVF nunca estuvieron interesados en un PCFEFDFS 4JONFUBTOJMJEFSB[HP FMFKÏSmundo mejor. Para ellos sólo imporDJUPTFDPOWJSUJØFOVOmOFOTÓNJTNPZMB taba la Doctrina. No se rendían fácilenorme potencia de fuego de los hellvémente ante ninguna meta una vez se UJDPT IBCSÓB BNFOB[BEP UPEB #PSDB 4ØMP les presentaba. una fuerte solidaridad unida a un estricto La resistencia fue aplastada; la gencódigo de honor y metas que mereciesen te salió del interior de sus escondites la pena podían domesticar a aquellos pey vitorearon a los hellvéticos como sus SSPT EFM JOmFSOP -B %PDUSJOB DVNQMF FTF salvadores. La reconstrucción podía coDPNFUJEP 0GSFDJØ QSPUFDDJØO BM DPSBmenzar. Los fusiles de asalto Sagur 11 zón de la tierra suiza y a sus habitantes, habían rastreado el camino a abrir y en el futuro tomarían como nombre Rastreadores, en memoria de aquellos días.

Y ETHOS enseñando a los soldados a respetar la WJEB4JOFNCBSHP FMUJFNQPIBEFKBEPTV IVFMMBZMPTOVFWPTQBTBKFTSFnFKBORVFMB TJUVBDJØOHMPCBMDBNCJBEP)PZFOEÓB MPT hellvéticos no adoran a ningún dios que los controle y a quien tengan que pedir QFSEØO QPS TVT QFDBEPT 4V DPODJFODJB SFTQPOEFBOUFFMMPTNJTNPTZMB%PDUSJOB IFMMWÏUJDB4ØMPBÏTUBMFQSPNFUFOMFBMUBE Les da poder y sin embargo, puede desQPKBSMFTEFUPEPFMQPEFS

HELLVÉTICOS

171

- "  % 0$ 5 3 */ "

+630--&7"3.*3"453&"%03$&3$"%&-$03";»/  16&4&4-0Á/*$026&4&*/5&310/&&/53&.¶:&-4"-7"+*4.0 50%"4464#"-"4'6&30/)&$)"4"."/0$0/&4'6&3;0  "4¶26&"16/5"3²#*&/:/0-"4%&41&3%*$*"3² 4»-0$6&/5"/-04*.1"$504

&-"3/²4/0&4/"%"4*/.¶  $0.0:0/040:/"%"4*/&-"3/²4 1305&(&.*7*%"  "4¶26&&7*5046%&5&3*030 4»-0$6&/5"-"461&37*7&/$*"

+6304&3&-&4$6%0%&)&--7²5*$" "6/$6"/%0&-16&#-0/04%&5&45&  40//6&45304)&3."/04:)&3."/"4 (6"3%".04-"'035"-&;" 4»-0$6&/5"/-"41&340/"4

+630"/5&10/&3-""645&3*%"%"-%&41&3%*$*0  PERMANECER FIEL A MI PROPIA TROPA, $0/'3"5&3/*;"3$0/.*4$0.1"º&304 :%"3.*7*%"103)&--7²5*$"

LAS REGIONES TERRITORIALES RECAÍDA

El área de influencia hellvética cubría todos los Alpes desde Franka hasta el corazón de Suiza y el Balján. Al Puede que algunos los vieran como una debilidad por principio se dividía en cuatro Regiones Territoriales: dos parte de los hellvéticos. Tal vez las personas recordaron a cada lado del Golpe del Segador. Así surgieron diversas el hecho de que el ejército estaba allí para servirles, no al responsabilidades, labores y metas para los respectivos revés. Reducido a una fuerza de protección, ya no se diehellvéticos. ron más órdenes disfrazadas de consejos. Las viejas renciMientras que la Región Territorial I en los Alpes llas entre los cantones surgieron de nuevo. No había un frankeños sólo tenía que garantizar la seguridad de los enfrentamiento abierto, pero los embargos, las agresivas pasos y la protección de Turín, la Región Territorial II era tasas aduaneras y la propagación de rumores desagradaresponsable de los antiguos cantones. Se consideraron bles convirtieron el reino de los Alpes en un semillero de bajo ocupación militar durante mucho tiempo, una soluconflictos que ya no estaba gobernado por los hellvéticos. ción provisional en vigor por muchos siglos. De acuerdo Muchos expresaron en voz alta lo que el mando ni sicon la doctrina, el corazón tendría la base de un gobierno quiera tenía permitido pensar. A los confederados les iba democrático semejante a la antigua usanza suiza, pero demasiado bien. Gracias a los Rastreadores y los arneses, esta nueva situación fue rechazada por los hellvéticos, no temían a ninguna influencia exterior y se dedicaron a que la consideraban anarquista y nada democrática. Sosus juegos bajo la protección de los hellvéticos. lamente en Berna hubo una representación del pueblo Al final, los comandantes de las Regiones Territoriales independiente que no tuvo permitida la organización de se hartaron. Ordenaron a sus unidades que retornasen a una milicia. los Alpes, cerraron los cuarteles y abandonaron las fortaAhora, los hellvéticos han dejado a los cantones a su lezas de avanzadilla. De vuelta a la montaña. Que hagan suerte. Sus fortalezas urbanas están a cargo de suizos con lo que quieran. fusiles y picas pasados de moda. Sólo las carreteras y las Fue entonces cuando cayó Praga. Los clanes del Pulmón estaciones en ruta siguen custodiadas por los hellvétiNegro se alzaron y las ruinas de Exáltar parecieron hervir cos. Dicen que los túneles de transferencia y los pasos de vida. La antorcha de la independencia fue pasando de son seguros. unos a otros hasta alcanzar también el corazón de Suiza. La Región Territorial III, con un vasto territorio que Las antiguas tribus de las montañas estaban hartas de la abarca toda la antigua Austria, necesita un enfoque muintimidación de los hellvéticos, hartas de aguantar a los cho más ofensivo que el centro. Escuadrones de ingehabitantes del valle. Descendieron al mismo tiempo que nieros han construido durante siglos túneles a través de los clanes se abrían paso a través de las abandonadas balas montañas en los que instalaron carriles subterráneos rricadas hellvéticas al norte. Las aldeas ardieron, pero los para compensar con la máxima movilidad el número rehellvéticos siguieron en sus trece. lativamente pequeño de hellvéticos. Las posibilidades de Mientras que los habitantes de Turín huían de nuevo pasar a través de los Alpes por esta área sin ser advertido bajo la protección de los hellvéticos, presumiblemente esdisminuyen con cada año que pasa. carmentados, los habitantes de las otras Regiones TerritoLa Región Territorial IV es principalmente terreno riales aprendieron lo que significaba luchar por la propia desconocido. Las fortalezas hellvéticas son edificios sin supervivencia. En el futuro, todo el mundo tendría que terminar, túneles excavados en la roca sin camuflaje ni ganarse la protección de los hellvéticos. mecanismos de seguridad. Están escasamente atendidos. En el lado purgariano de los Alpes, los pasos y túneles de transferencia conocidos están constantemente vigilados por anabaptistas y jehammedanos. Por DESERCIÓN su parte, en el Balján están en manos de los voivodas. Detienen en los pasos a los Los hellvéticos son luchadores temibles, Pero no todos los que abandonan que no son bienvenidos en su reino. pero también ingeniosos constructores quieren renunciar a su Rastreador y su EF QVFOUFT "VO BTÓ  OP UPEP FM NVOEP FODVFOUSBVOMVHBSEFOUSPEFTVTmMBT-PT que renuncian enseguida o no pueden responder a las demandas de su unidad, entregan sus Rastreadores a su comandante de sección y son escoltados fuera de la forUBMF[BQPSMBTUSPQBT:BOPTPOIFMMWÏUJDPT No tienen nada que temer de sus antiguos DBNBSBEBT BQBSUFEFMEFTQSFDJP

BSOÏT 4F IBO BDPTUVNCSBEP EFNBTJBEP al arma de fuego, que sin duda les reportaría algunas letras de cambio cronistas FODBTPEFBQVSPFOMBUJFSSBCBMEÓB-PT que salen de la fortaleza con equipo hellvético sin regresar habitualmente para ser FWBMVBEPT TPO DPOTJEFSBEPT EFTFSUPSFT Tienen mucho que temer de sus antiguos DBNBSBEBT RVFMFTEBSÈODB[B

CORTES &M (PMQF EFM 4FHBEPS BM TVS EF MPT "MQFT FT VOB [POB EF HSBO BDUJWJEBE WPMDÈOJDB Charcos de barro en ebullición, burbujas de metano y corrientes de magma solidimDBEBT FO TV TVQFSmDJF OP TPO MP NÈT JOEJDBEP QBSB JOTQJSBS DPOmBO[B ²TUF FT FM reino de los psicoquinéticos, y nadie ha USBUBEPEFRVJUÈSTFMPOVODB Tal vez ese fue el error, porque ahí FNQF[ØUPEP Cuando el sol se hunde, un vago resQMBOEPS BDBSJDJB MBT HSJFUBT Z CBSSBODPT Sólo una inspección exhaustiva revela que

este resplandor emana de hebras muy UJFSOBTRVFTFBTFNFKBOBMBMHPEØO4ØMP que en realidad son duras como el vidrio y UFDPSUBOFMQJFTJMBTQJTBT-PTTQJUBMJBOPT MMBNBO B FTUBT FTUSVDUVSBT jmMBNFOUPTx )BCMBO EF DBNQPT EF GVFS[B DPOEFOTBEPT P BVUØOPNPT "TÓ RVF UBNQPDP saben realmente qué tienen entre maOPT  TØMP RVF MPT mMBNFOUPT TPO IJMBEPT por psicoquinéticos y que estos pueden NPWFSTFFOUSFFMMPTTJOIFSJSTF4FFYQBOEFODSFDFOBUSBWÏTEFM(PMQFEFM4FHBEPSIBDJBMB'PSUBMF[B"MQJOB-BTMBEFSBT meridionales cerca de los pasos están

BGFDUBEBTMPTmMBNFOUPTIPSBEBOMBSPDB como si estuviera hecha de grasa calienUF $PO FMMPT MMFHBO FKÏSDJUPT EF QJPKPT Z garrapatas que se introducen en la fortaleza; y aunque son masacrados por el fueHP JOGFSOBM  TJHVFO BDVEJFOEP FO NBTB "MHPRVFQVFEFTFSBDSJCJMMBEPBCBMB[PT Contra la plaga psicoquinética están inEFGFOTPT DPNP OJ×PT 1PS MP UBOUP  IBO MMBNBEP B MPT TQJUBMJBOPT B MB GPSUBMF[B Los médicos dicen estar bien informados TPCSFMPTBCFSSBOUFT :BWFSFNPT

EL SOLDADO Y SU ARMA Los hellvéticos son reclutados exclusivamente entre los suyos o la antigua población suiza. Los ejercicios comienzan a la edad de catorce años para niños y niñas por igual. Si los reclutas demuestran su valía, obtienen un Rastreador al año siguiente. Esta arma será el centro de sus pensamientos y acciones hasta que mueran. Si su arma es robada, son expulsados del ejército. Lo mismo sucede si el arma es dañada irreparablemente. Si venden el arma, ¡a la calle! Repita: ¿qué pasa si pierde su arma?

AUSTERIDAD Todos los hellvéticos de la Fortaleza Alpina deben hacer un juramento de austeridad. A pesar de tener sus propias artesanos y de los beneficios por derechos de tránsito de los pasos alpinos y túneles de transferencia, desde almacenamiento central afirman que es un reto mantener un aparato militar de varios miles de hombres y mujeres a un nivel operativo. Puede que tengan razón, porque no hay

instalaciones de producción en masa de la munición de precisión que usan los Rastreadores. De hecho, la cantidad de munición que se les da a los soldados ha estado estrictamente regulada durante décadas. Pero el problema no se limita al equipo de guerra. Todo equipo es considerado propiedad del ejército hellvético, así que usarlo innecesariamente sin pensar es un robo. Para distribuir los recursos de manera uniforme y eficaz, las cuatro Regiones Territoriales se han dividido en otras veinte secciones. Cada una tiene derecho a recibir un porcentaje del total mensual de almacenamiento. Las cantidades dependen también de la capacidad efectiva de los hellvéticos estacionados en una sección. Si uno de ellos fracasa en una misión o no puede cumplir las demandas de almacenamiento central respecto a los beneficios de los derechos de tránsito, sobrevienen recortes drásticos. La sección entera recibe menos munición, y de repente no tienen acceso a más armas ni vehículos especiales de apoyo. Si los soldados no pueden disciplinar al camarada responsable y espabilarlo cuanto antes, la supervivencia de toda la sección está en peligro.

HELLVÉTICOS

175

$6"/%0&.1*&$&&-"º0.*-26&4*(6&"-"º0.*-

50%044"#3«/-026&0$633& EN TODOS LOS LUGARES DE LA TIERRA: 



4&7&3«"-/*º0

$6:04)6&404&45«/."3$"%04&/-"1*&  :"-26&5*&/&-040+04$6#*&3504%&.04$"4

Y AL QUE SE DA CAZA COMO A LAS

RATAS.

1&30&-)0.#3&26&-07&"70-7&3«-"$"#&;"

16&4/04&13&0$61"3«4*/0%&4¶.*4.0 %"3«

UN PUÑADO DE GRANOS COMO LIMOSNA , .*&/53"426&²-%03.*3«40#3&4"$04--&/04 :-026&%²$0/6/"."/0

3&$0(&3«$0/-"053"

MÉRITOS Los documentos de los primeros años de los hellvéticos prueban que la estructura de grados del antiguo ejército se preservó casi en su totalidad. Sin embargo, lo que ha cambiado es cómo se asciende por la jerárquica hellvética. En almacenamiento central necesitaban un sencillo sistema de evaluación para los soldados que optimizasen el uso de munición y equipo. Desde entonces, los hellvéticos adjudican puntos de mérito, pero también pueden perderlos. Esta puntuación, junto con talleres realizados y habilidades adquiridas, determina el grado de un soldado. Al finalizar cada período de servicio, todos los hellvéticos involucrados deben enfrentarse a una evaluación pública de su sección. Con este propósito, los Rastreadores cuentan con un puerto en su estructura para conectarse a la pantalla de plasma de la sala donde se lleve a cabo la

instrucción. Se registra al número de disparos, así como la cadencia de tiro o cualquier sobrecalentamiento por fuego continuo. Una vez que el arma ha sido verificada, el soldado vuelve con sus compañeros y espera el resultado. Detrás de él, sus datos se proyectan en una pantalla del tamaño de la pared, acompañados de sus estadísticas de combate y la evaluación de la eficacia de su comandante. Las reacciones varían desde un respetuoso silencio hasta una humillación desdeñosa. Al final de estas ceremonias de evaluación, el ordenador de la sección determina la cantidad de munición que queda para ese mes y crea un nuevo ranking de las secciones más eficientes. Así se demuestra si la unidad necesita llevar a cabo misiones exteriores peligrosas para subir en la escala.

LA FIEBRE DEL BÚNKER Los Alpes cerca de Laibach, en Eslovenia, son un área que siempre se ha consideraEP NJTUFSJPTB -PT BWJTUBNJFOUPT EF MVDFT opalescentes son una fuente de esa reputación, al igual que las sensaciones repentinas de mareo y extenuación que pueden FYQFSJNFOUBS MBT QBUSVMMBT EF IFMMWÏUJDPT -BNBZPSQBSUFTFQPESÓBBUSJCVJSBMBmFCSF del búnker, si no fuera por las decenas de testimonios independientes y evaluacioOFTEFNÏEJDPTFYUFSOPT

A lo largo de los siglos se ha conUBEP VOB MFZFOEB QFSTJTUFOUF 5SJHMBX Existen informes antiguos que hablan EFVOIPNCSFHSPUFTDBNFOUFBUSPmBEP  envuelto en ondulantes capas de tela blanca, que vaga por los túneles de los IFMMWÏUJDPT&TFYUSBPSEJOBSJBNFOUFBTUVto; coge lo que quiere de los almacenes y, si admites la veracidad del primer avistamiento, debe tener al menos cuatroDJFOUPTB×PT.VDIPTEFMPTDVFOUPTRVF IBHFOFSBEPTPCSFQBTBOFMBCTVSEP

Se dice que ha suministrado trajes de amianto a los suizos para la construcción EF MPT QVFOUFT 5BNCJÏO TF EJDF RVF TV cuerpo vagabundo es el receptáculo del BMNBEFVOPEFMPTQSJNFSPTIFMMWÏUJDPT )BTUBTFEJDFRVFFTFMQSPUFDUPSPSJHJOBM de los Alpes y una de las últimas reliquias EFMPTBOUFDFTPSFT Si al menos algunos de los rumores acerca de Triglaw son verdad, la historia EFMPTIFMMWÏUJDPTUFOESÈRVFTFSSFFTDSJUB

GRADOS

SERVICIO TERRITORIAL

Los primeros grados —soldado, soldado de primera y alférez—, son el comienzo. Se dejan atrás enseguida. A continuación están los grados de suboficial cabo, cabo primero y cabo mayor, los primeros que conllevan responsabilidades de liderazgo. Las tareas típicas incluyen guardias autónomas en los pasos o en túneles de la periferia, así como el mando de grupos muy reducidos. Un intenso entrenamiento en tácticas de grupo es obligatorio. Tan pronto como el hellvético es ascendido a un grado superior de suboficial, tiene que especializarse. Como granadero, zapador, ingeniero, unidad de radio de haz u otras ramas del servicio armado, pasa por los grados de sargento, sargento primero, asistente, asistente regimental, asistente primero y asistente mayor. Las responsabilidades crecen. Tiene que probar su valía al mando de pelotones. Los oficiales subalternos (el teniente y el teniente primero) pueden tener el mando de unidades enteras que constan de varios pelotones. El capitán es el responsable de todas las formaciones de una sección. Sólo es superado por los grados de los oficiales de campaña: comandante, teniente coronel y coronel. Asisten al comandante de cuerpo en la gestión de su Región Territorial.

Los hellvéticos no cuentan con una agricultura funcional ni con recursos naturales. Sus activos son su poder de fuego y la céntrica ubicación de la Fortaleza Alpina. Si una sección sufre escasez de alimentos, partes de la tropa se alquilan como mercenarios. Son muy respetados en Borca y Polen, pero su estricto código de honor restringe su utilidad. Cuestionan cada ataque y se niegan a obedecer si tienen cualquier duda, mientras que la defensa de un asentamiento desarmado se considera casi siempre moralmente intachable. Los hellvéticos no interfieren generalmente en conflictos a gran escala como guerras entre ciudades estado, así como en conflictos entre los colectivos.

HELLVÉTICOS

177

R A N G O S D E L O S H E L LV É T I C O S

1–SOLDADO

4 – D E S TA C A M E N T O E S P E C I A L

Los jóvenes soldados son reclutados de entre sus propias filas o entre los voluntarios de las Regiones Territoriales. A los catorce años empiezan a realizar los ejercicios para formar el cuerpo y el alma. Después de su primer año, los soldados reciben su Rastreador. El arma permanecerá con ellos el resto de sus vidas. Los grados de soldado de primera y cabo segundo se asignan por la obediencia, el servicio en la fortaleza y los buenos resultados de tiro.

Granaderos y zapadores son reclutados en destacamentos especiales por sus logros extraordinarios y llamados especialistas en la jerga de los hellvéticos. Responden directamente ante los comandantes de cuerpo y reciben misiones de corte político. Por ejemplo, proteger a altos representantes de organizaciones aliadas que visitan la Fortaleza Alpina en calidad de emisarios. También se les requiere para misiones en territorios foráneos. Tienen acceso a una versión más pequeña del Rastreador y llevan gran cantidad de munición en las misiones autorizadas.

2–CABO El cabo es el primer rango suboficial, seguido de cabo primero y cabo mayor. Con ellos vienen las primeras funciones ejecutivas. Las típicas son guardias autónomas en los pasos o en túneles de la periferia, así como el mando de grupos muy reducidos. Un entrenamiento intenso en tácticas de grupo es obligatorio. Como suboficial de rango mayor (cabo primero y cabo mayor), el hellvético debe especializarse y unirse a una rama.

3 – Z A PA D O R No importa si un túnel se derrumba o el enemigo levanta una línea defensiva: ¡que llamen a los zapadores! Son los especialistas en demolición del ejército. Colocan sus cargas y esperan a que detonen, a salvo detrás de sus escudos de túnel. Como están acostumbrados a abrir grandes agujeros, sólo confían en sus Rastreadores en caso de emergencia. Los zapadores tienen entrenamiento en el uso de armas pesadas como lanzagranadas y ametralladoras.

3–GRANADERO Los granaderos forman la rama más grande. Van armados con una versión modificada del Rastreador y están perfectamente entrenados, con lo que no suelen fallar su primer tiro. Están capacitados en técnicas de supervivencia y por lo tanto operan principalmente fuera de la fortaleza. Para los suizos, se trata del soldado por excelencia.

3–CENTINELA Conocen todos los búnkeres con aspilleras de los Alpes, vigilan los pasos y deciden quién puede pasar y quién se tiene que dar la vuelta. Manejan los cañones de la Fortaleza Alpina y si salen a la luz del día es para esconder cargas de demolición en acumulaciones de nieve. Si las cargan explotan, la montaña tiembla y se producen aludes que descienden tronando hacia el valle. Ningún atacante puede sobrevivir a esa fuerza de la naturaleza. Reduce el consumo de munición. Los centinelas, como última línea de defensa, tienen acceso a los arneses más blindados. Al mismo tiempo, son los responsables de la seguridad interna y sirven como una suerte de fuerza policial.

3–UNIDAD DE RADIO DE HAZ Se necesitarían semanas para ir caminando de la primera a la cuarta Región Territorial, incluso a través de los pasajes subterráneos mejor cuidados. Sin embargo, el área debe mantenerse bajo vigilancia y los comandantes de cuerpo deben ser siempre informados acerca de cualquier movimiento enemigo. Al mismo tiempo, las órdenes deben fluir desde arriba. Ése es el trabajo de las unidades de radio de haz. Mantienen la red de antenas de radio, cables y estaciones repetidoras. Sin ellas, los hellvéticos estarían ciegos y sordos. Su comprensión de la electrónica de las comunicaciones está a la par con la que tienen los cronistas de mayor rango, con la salvedad de que las unidades de radio de haz pueden pedir ayuda o apoyo de artillería por radio.

+ & 3 " 3 2 6 ¶ "  :  3 " / ( 0 4 o ) & - -7 ² 5 * $ 0 4 ZAPADOR

4

DESTACAMENTO ESPECIAL

4

SUBALTERNO

5

OFICIAL DE CAMPAÑA

4

INFILTRADOR

5

ESCUADRÓN P-26

GRANADERO CENTINELA UNIDAD DE RADIO DE HAZ 1

SOLDADO

2

CABO

3

SANITARIO

6

COMANDANTE DE CUERPO

INGENIERO FORRAJEADOR OBSERVADOR

3–OBSERVADOR Las escarpadas laderas de los Alpes y los campos de ruinas de la tierra baldía son el hogar de los observadores. Van escasamente armados, vestidos de camuflaje y son duros. Observan y toman nota.

reparar pasajes y túneles, además del mantenimiento de vehículos. Las grandes empresas son imposibles sin sus habilidades logísticas.

3–FORRAJEADOR 4 – I N F I LT R A D O R Los infiltradores se mezclan. Esconden su arnés de reconocimiento bajo las ropas locales o se lo quitan. Están entrenados en el uso del engaño y el sabotaje. Identifican a cabecillas y debilitan las defensas del enemigo.

5–ESCUADRÓN P-26 El Proyecto 26 es la organización heredera de un plan del mismo nombre diseñado por los antecesores para organizarla resistencia en el caso de una derrota del ejército suizo. El 26 se refiere a los veintiséis cantones. Su objetivo era la reconstrucción de la Confederación Helvética, muy a la fuerza después de la últimas insurgencias. Los operativos del P-26 trabajan en células de dos a cuatro infiltradores. Influyen en el de la opinión de los cantones a favor de los hellvéticos a través de la propaganda y el sabotaje. Ridiculizan a los exaltados ideológicos (o los matan). Cada acción del P-26 tiene como objetivo un alto valor simbólico, pero lo más importante de todo es que nunca deben debilitar el corazón de la tierra hellvética.

3 – S A N I TA R I O Los que van a la guerra verán sangre. Si es la suya, mejor que haya un sanitario cerca. Los sanitarios son parte del personal de combate y permanecen junto a los granaderos, pero su especialidad es el tratamiento de los heridos.

Los forrajeadores son oficiales y suboficiales excedentes que se encargan de la organización de la comida y el suministro de equipo militar. Pueden acceder a los puertos de datos de la Fortaleza Alpina y comunicarse directamente con el almacenamiento central o el ordenador de la sección. Los forrajeadores son técnicos experimentados que pueden eludir barreras digitales y abrir portales sellados.

4 – S U B A LT E R N O Los grados de oficiales subalternos —teniente y teniente primero—, deben probar su valía como líderes de pelotón antes de llegar a mandar unidades enteras con varios de ellos. El grado más alto de subalterno es el de capitán, el responsable de todos los soldados de una sección. Aunque los subalternos tienen que vivir también una vida militar, disfrutan de grandes privilegios: viven en aposentos privados y son escoltados por un granadero siempre que salen de la Fortaleza Alpina. Son los embajadores de hellvética y se les tiene en alta estima.

5 – O F I C I A L D E C A M PA Ñ A Por encima de los subalternos se encuentran los grados de oficial de campaña: mayor, teniente coronel y coronel. Son los asistentes del comandante de cuerpo en la gestión de su Región Territorial. De acuerdo con la Doctrina, pueden someter a todo civil en terreno confederado a la ley marcial y juzgarlo en consecuencia. Esto ha dado lugar a repetidas disputas en el pasado.

3–INGENIERO Nadie conoce mejor la Fortaleza Alpina, porque fueron ellos los que la construyeron. Son experimentados ingenieros de puentes y constructores de fortalezas que garantizan la movilidad de los hellvéticos. Se dedican a

6–COMANDANTE DE CUERPO Tiene el mando de una Región Territorial y determina el camino hacia el futuro junto con los demás comandantes de cuerpo.

HELLVÉTICOS

179

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

CLANES

PÁLIDOS

Uno de los muchos colectivos, pero poseedor de una fuerte rama militar. Son nuestra principal fuente de ingresos en los túneles de transferencia entre Borca y Purgare. Tallan sus cruces por todas partes.

Los vestigios del pueblo. Aunque hemos jurado protegerles con nuestras vidas, esperamos que cooperen. Como no cooperan, tendrán que ganarse nuestra protección.

Parece que compartimos un destino similar. Al menos, eso es lo que se dice en los cantones. Pero no es cierto. Nosotros tenemos una doctrina, un código de honor. Los pálidos son como animales: ratas desnudas que se arrastran bajo tierra, olfateando y gruñendo.

C R O N I S TA S ANUBIANOS Raramente se les ve en los pasos. Entre la tropa se les considera una variedad mística de médicos militares. Parece que los azotadores necesitan de sus polvos mágicos.

¡Mucho cuidado! Quieren nuestra tecnología y se obsesionan con ella. Los centinelas ya han tenido que arrestar a forrajeadores bajo la acusación de permitir el acceso de los cronistas a los ordenadores de la Fortaleza a cambio de dinero.

APOCALÍPTICOS

JEHAMMEDANOS

Casi todos ellos son contrabandistas. Buscan oportunidades de burlar las defensas, chantajear y sobornar. Los centinelas están constantemente tras su pista.

Nosotros tenemos Rastreadores; ellos tienen espadas y un dios cabra. Les ganamos.

A Z O TA D O R E S Carecen de cadena de mando, tropa o disciplina. Los más fuertes usan cabezas de león. ¿Y están venciendo a Europa?

JUECES Un ejército paramilitar que trata de unir Borca bajo el martillo. Su Código les sitúa muy por encima de los clanes. Podrían llevar la paz a Borca si tuvieran mejores armas.

NEOLIBIOS C H A TA R R E R O S Los chatarreros africanos no muestran ningún respeto y son ruidosos. Los europeos son gruñones y tranquilos. Todos pagan su pasaje. Nos gustan.

Una tribu de comerciantes, ni la mitad de locos que los anubianos o los azotadores. De acuerdo con nuestros compañeros de la Región Territorial II, están expoliando Borca. Bueno, siempre y cuando paguen el peaje...

S P I TA L I A N O S Subestimamos a los psiconautas. Un error que ha vuelto para perseguirnos. Debemos admitir a los spitalianos en nuestra fortaleza y asumir obligaciones para con ellos que a la larga nos costarán nuestra neutralidad.

3"453&"%03

CABO GRUBER

HELENA DE TIMMELSJOCH

ASISTENTE SLABON

Cultura: Borca Concepto: La Abominación Colectivo: Hellvéticos (Cabo)

Cultura: Borca Concepto: El Visionario Colectivo: Hellvéticos (Forrajeador)

Cultura: Balján Concepto: El Mediador Colectivo: Hellvéticos (Asistente)

El coronel de la Región Territorial II atribuyó a Gruber un comportamiento defectuoso respecto a la vida social en grupo. Lo que quería decir es que Gruber es escoria humana. El cuartel general decidió usar sus excelentes cualidades de mercenario poniéndole en contacto con cronistas y jueces. Problema resuelto. Adelante, soldado.

Hace cuatro años, ella y su grupo tomaron el control del Timmelsjoch, un paso por encima de la Fortaleza Alpina en la Región Territorial III. Allí, las condiciones de vida eran pésimas y se producían cruces ilegales casi todas las semanas. La forrajeadora Helena les enseñó el miedo a los clanes y los chatarreros. Su grupo la adora, la considera una heroína.

Las tropas de la fortaleza de la Región Territorial IV persiguen al fantasma llamado Triglaw, y Slabon no se lo pone fácil. Mientras coordina la caza de merodeadores, mantiene en secreto una puerta para poder escapar justo a tiempo. Slabon facilitó a Triglaw la obtención de una gran cantidad de tecnología de la Fortaleza Alpina de Laibach.

HELLVÉTICOS

181

&-."35*--0%&-"+645*$*"

JUECES PA T R I A Un grasiento sombrero de ala ancha fabricado en piel de vaca, el puto polvo cubriéndolo como una niebla roja. Bajo su sombra sonríe un rostro demacrado, los ojos ocultos tras unas gafas oscuras de montura redonda. El Juez se ajusta el sombrero con el pulgar y acaricia el cuello de la yegua para tranquilizarla. La silla cruje, igual que el largo guardapolvo de cuero que cae recto desde sus hombros, doblándose en pliegues sobre el lomo del animal. Un martillo con un mango largo cuelga enganchado a la silla; el metal de la cabeza es mate y está incrustado de suciedad. Los cascos de la yegua golpean los duros adoquines con fuerza; cada piedra es una isla en el mar de polvo rojo. El juez mira a su alrededor. Las casas construidas a partir de los desechos se apoyan unas otras formando un muro contra las tormentas de polvo. Mantas enceradas tapan las ventanas, ocultando el interior a la vista. Eso no le gusta. Pero está en Justiciano, el corazón del mundo civilizado, la ciudad de la ley, el puño de hierro en la tierra baldía. Si se puede encontrar seguridad en algún sitio, es aquí. Delante de él circula un carro con cestas llenas de chatarra oxidada retumbando por el pavimento. El juez se endereza en la silla para poder ver quién lleva el carro y obligar al conductor a ir más rápido. Un cuerpo voluminoso atado a un arnés tira del carro. El pelo gris cuelga enmarañado de su cráneo y se balancea hacia atrás y adelante con cada paso: un

chatarrero de la Central Tecnológica. El juez refrena a su yegua. No tiene sentido apremiarla, porque no va a poder pasar. Distraídamente abre la tapa a presión del bolso de su cadera y saca un libro desvencijado. Su rostro se relaja cuando lo abre y lee las primeras líneas. Es el Código, el libro que da sentido a su vida, frases llenas de justicia y sabiduría. Lo conoce de memoria. Sin embargo, todavía sigue leyéndolo, sintiendo así cerca del Primer Juez. El carro tuerce en un cruce retumbando hacia los nichos de los cronistas. El Juez escupe una gota de polvorienta saliva y lleva a la yegua a un trote ligero, tuerce por una calle transitada que hierve de actividad, obligando a la masa a apartase con gestos agresivos, y finalmente llega al amplio Callejón del Juicio. Cientos de jueces montados esperan allí: llevan los martillos al hombro y protegen sus bocas y narices del polvo tapándolas con bufandas. Los sombreros de ala ancha ensombrecen sus rostros, mosquetes y fusiles están enganchados a las sillas de montar. Los caballos bufan, se mueven con nerviosismo; el cuero cruje y las bridas tintinean. Entonces, los rumores deben ser verdad. Los Cucarachas han invadido las ruinas de nuevo. Los jueces hacen un gesto al recién llegado y lo saludan con sus martillos. Es un gran día para el Código. Tira de las riendas y se une a ellos, saca su martillo del juicio y produce ruidos metálicos golpeando la pared de mangos y hierro. Hoy van a la guerra.

JUECES

183

EL PRIMER JUEZ En los años posteriores al Escatón, la gente era brutal y tenía el corazón de piedra. Se atacaban unos a otros por un puñado de maíz, asesinando y saqueando. Algunos le echaban la culpa a las circunstancias. El viento se llevó siglos de desarrollo ético y moral. Pronto aparecieron las primeras bandas. Prometieron seguridad, siempre y cuando fueran más fuertes y fieros que sus oponentes. El individuo era una víctima indefensa de su violencia. Un hombre devolvió a la gente a la senda de la justicia. Se llamaba a sí mismo «el Juez». Apareció por primera vez en 2381, en un pequeño pueblo fortificado cerca de las ruinas de Bochum. Allí detuvo a un miembro de un clan que había sido herido y que quedó atrás después de una incursión. Le recitó sus crímenes, de los cuales el robo era el menor y lo llevó hasta el cadalso improvisado, un cubo de metal vuelto del revés. El juez apoyó la cabeza del delincuente en el cubo con el pie y se la abrió con un golpe del martillo. No había ningún hacha en aquel pueblo. Los espectadores estaban conmocionados. Sí, habían saboreado el miedo a la muerte del cautivo después del sufrimiento que le había provocado a la aldea. Pero, ¿tenía que ser tan brutal? El juez permaneció impasible. Se ajustó el sombrero de ala ancha, miró el grasiento dobladillo de su chaqueta de cuero salpicada de sangre, materia gris y trozos de hueso, y pidió un recipiente con agua. Le devolvió el martillo al granjero que se lo había prestado, pero el hombre se limitó a negar con la cabeza.

A partir de entonces, los habitantes del pueblo vieron al juez con más frecuencia. Viajaba de asentamiento en asentamiento. Con la paciencia de una serpiente que espera a su presa, mediaba en los altercados entre aldeanos y aceptó la labor por la que era conocido y temido, puesto que juzgaba. Los habitantes de las aldeas le esperaban con presos y le hablaban acerca de sus crímenes. Sus juicios eran despiadados, pero justos; sus ejecuciones brutales y sombrías. Su característico sombrero de ala ancha, las gafas, el escudo y el martillo fueron conocidos pronto en toda Borca del Oeste. Era una figura de ley, orden y disuasión. Se convirtió en una leyenda viviente. El juez dibujó una franja sangrienta a través del paisaje de clanes y forajidos. Se resistieron. Le tendieron emboscadas, le atacaron entre dos, tres y finalmente cuatro personas. El Juez cayó cientos de veces, fue derribado de su caballo, disparado y pateado. Pero era astuto y duro, siempre se levantaba de nuevo, aplastaba estúpidas caras de sorpresa con su martillo, rompía espinillas y golpeaba con el mango en las entrañas y los ojos. Siempre ganaba. Su aura de justa venganza comenzó finalmente a atraer a personas jóvenes y entusiastas. Al principio le proporcionaban sustento, le advertían y le llevaban información. Acabaron por unirse a él, le siguieron y le protegieron en su cruzada contra la escoria del mundo.

CABEZAS DE PIEDRA Es una tradición entre los Jueces emparedar los restos mortales de un Juez Supremo junto con el Código que ha escrito en el interior de una gigantesca cabeza de piedra de la altuSBEFVOBQFSTPOB7FJOUJUSÏTEFFTUPTNPOVNFOUPTTFBMJOFBOBMPMBSHPEFM$BMMFKØOEFM +VJDJPFO+VTUJDJBOP NJSBOEPIBDJBBCBKPDPOHSBWFEBEBMBOVFWBHFOFSBDJØOEFKVFDFT

GUARDIANES DEL ORDEN Pronto tuvo más de cien seguidores. Extendieron su palabra por toda Borca; guardapolvo intimidante, sombrero y martillo para honrar sus hechos y sabiduría. Cazaban forajidos y los ponían de rodillas. Los aldeanos honraron a los nuevos jueces, les dieron comida y les ofrecieron un lugar en la comunidad. Algunos aceptaron, mientras que otros recordaron los eternos vagabundeos del Primer Juez y actuaron en consecuencia. Nadie se dio cuenta de la desaparición del Primero. Era casi imposible discernir entre los jueces con sus pañuelos tapándoles la nariz y la boca, los sombreros de ala ancha y las gafas. Su mentor podría moverse entre ellos y pasar desapercibido. Pero sus discípulos se preguntaban qué nuevas obras habría acometido el viejo, dónde podría estar y cómo se encontraría. Nadie conocía las respuestas. Los jueces tardaron meses en darse cuenta de que su fundador ya no estaba entre ellos. Comprendieron que no lo necesitan para continuar su trabajo.

E L T E S TA M E N T O La noche del 15 de diciembre de 2409 era fría; una tormenta de nieve azotaba la ciudad de Exáltar. Dos jueces esperaban en la plaza central con las solapas de los guardapolvos levantadas y frotándose las manos. Una figura encapuchada se les acercó. El cronista Metatag, según lo acordado. Éste hizo un gesto a los dos hombres y les entregó un paquete envuelto en tela parafinada. Les gritó a través de las vibraciones de su amplificador: «¡El Testamento!» y sin mirar atrás desapareció otra vez en la nieve que se arremolinaba. Los dos jueces sostenían en sus manos el diario de viaje del Primero que contenía sus experiencias registradas, epigramas y páginas llenas de párrafos. El conocimiento de una vida santa y el testimonio de sus sucesores, recogidos en una escritura minúscula y difícil sobre las grasientas páginas. En los años siguientes, el libro uniría a los jueces y se convertiría en los cimientos del edificio de la fe y la ley que erigieron. Enseguida todos los jueces tuvieron una copia del Código que usaron como referencia para discernir culpables y víctimas. Otros analizaron el libro, interpretando y completando las innumerables secuencias fragmentarias. Surgieron practicantes y teóricos. Pero por el momento, lucharon unidos por la causa del Primero.

JUSTICIANO – EL PUÑO JUSTICIERO Una vez más, los cronistas lo empezaron todo. Ofrecieron un hogar junto al Clúster Central a dos jueces y algunos clanes del norte de la tierra baldía que consideraban benevolentes y civilizados. Por supuesto, tenían dudas. La reconocida capacidad de combate de los jueces debería ser suficiente para mantener alejada a la chusma fuera de la ley. Todos ellos aceptaron, fortificaron los pozos que los cronistas habían mantenido ocultos hasta el momento y ampliaron los edificios viejos. Pero no todos estaban contentos. Para los defensores, como empezaron a llamarse los teóricos, los bastiones de piedra ofrecían todo lo que necesitaban para el estudio de los textos y su proliferación. Los jueces más anticuados, que querían usar un puño de hierro para machacar la palabra en la sebosa cara de los delicuentes, encontraron que la naciente ciudad era un corsé que obstaculizaba sus movimientos. Trataron de aprovechar la situación, aunque no les gustaba la centralización. La ciudad prosperó y creció y fue llamada Justiciano en honor a la diosa Justicia (otra idea cronista). Formaban parte de un todo, se colaron en reuniones y dieron consejos que no les habían pedido. Debido a su influencia, un juez se levantó y trató de hacerse con el poder. Justo I fue el primero de una larga tradición de Jueces Supremos en Justiciano. Elevó su propia versión del testamento a unas leyes universalmente vigentes que llamó «el Código». Ordenó a los defensores que redactaran leyes y pidió a los practicantes que las aplicaran sobre el terreno. A cada uno lo suyo. Respondió a las luchas internas con una jerarquía, dejando claro quién tenía la última palabra. A partir de ese momento, los jueces de mayor y menor rango cabalgaron por la ciudad, y errantes y ejecutores vigilaron las puertas.

Se sentaron las bases. Era el momento de construir un monumento sobre ellas. Con el paso de los años, los jueces gobernaron sobre la mayor parte de Borca del Oeste. Asentamientos y granjas se unieron al Protectorado de Justiciano. Seguridad a cambio de independencia, puede que incluso de obediencia. Después de décadas de luchar por la supervivencia, resultó una elección fácil para la mayoría de la gente.

EL CÓDIGO Todos los Jueces Supremos empiezan su mandato con su propio Código. Los tiempos cambian y la imaginación de los forajidos parece infinita. Más allá de las reglas claras y fundamentales del testamento, hay una necesidad de clarificación que a menudo ha causado agravios duraderos. El texto es bastante accesible para la gente, es algo así como un contrato entre los habitantes de Justiciano y los jueces. Al menos era así al principio. Pero el Código evoluciona y se modifica de acuerdo a las interpretaciones de los defensores. Cuanto más tiempo pasa un Juez Supremo en el cargo, más complejo y cerrado se vuelve el entramado de párrafos. El presidente Archot es el más viejo de todos. Ha sido Juez Supremo durante más de veinte años; su Código se ha convertido en un monstruo hinchado que ya nadie puede controlar. Mandamientos básicos como «No matarás» y «No robarás» forman la parte más antigua y pequeña del Código. La lista de párrafos derivados se extiende durante páginas y páginas de excepciones y medidas de castigo. Después se encuentran las normas relativas a los conflictos de cualquier tipo, extraídas de una enorme cantidad de precedentes: adulterio, fraude, engaño, negligencia y muchos más; todas las eventualidades están cubiertas por algún párrafo. Las cláusulas dedicadas al mundo exterior describen el procedimiento fuera de la ciudad con gran detalle, definiendo los derechos y los deberes de los jueces y las personas que no pertenecen al Protectorado. Mientras que los defensores idean nuevas leyes en sus palacios y mantienen un ejército de escribas ocupados con una inundación de enmiendas al Código, los protectores se enfrentan a un negro futuro en las calles de Justiciano. Sólo algunos de los más viejos recuerdan los tiempos en que el manejable folleto encuadernado en cuero negro les proporcionaba directrices, pero no les obligaba a precipitarse pendiente abajo como un tren sin frenos. Ya no hay espacio para la interpretación. Todo lo que podía interpretarse ya ha sido discutido y escrito en piedra. La ley se ha convertido en una carga.

D O S FA C C I O N E S Cuando la gente habla de los jueces, suelen referirse a los protectores. Persiguen a los forajidos donde sea y se dedican a ayudar, aconsejar y resolver las diferencias de la población. A pesar de que sus órdenes vienen dictadas desde arriba, la mayoría de ellos siguen sintiéndose parte del pueblo.

JUECES

185

PROTECTORES: MARTILLO Cualquiera que tenga problemas para arrastrar su vientre por las ruinas no debería ni TJRVJFSBNPMFTUBSTFFOQFEJSMBBENJTJØOFOMPTQSPUFDUPSFT&MUSJCVOBMUJFOFFODVFOUB TPCSFUPEPMBSFTJTUFODJBGÓTJDB VOBCVFOBQVOUFSÓBZMBGVFS[BCSVUB"EFNÈT UPEPTPMJDJtante tiene que responder a preguntas relativas al Código, tras lo cual puede dirigirse al 1BMBDJPEF+VTUJDJB&OQSFTFODJBEFVOSFQSFTFOUBOUFEFM4FOBEP MPTTPMJDJUBOUFTSFBMJ[BO VOKVSBNFOUPEFmEFMJEBEBM$ØEJHP QSPNFUJFOEPIBDFSMPDVNQMJSIBTUBMBNVFSUFZEFTpués ascienden a un cadalso cubiertos de láminas de hierro, elevan su martillo y destrozan FMCMPRVFEFMWFSEVHP%FFTBGPSNBTFMMBOFMKVSBNFOUP

Los defensores han formado una facción aparte de los protectores. Es influyente y antigua, una persistente espina en el costado de los protectores. Los defensores reclutan a sus jueces entre los que son demasiado débiles para los rigores físicos y las exigencias de los protectores. De hecho, los defensores valoran la educación y la inteligencia superior más que la capacidad de abatir gente con un martillo. Quieren definir el mal en las personas, concretarlo y atarlo con leyes. Se ven como educadores, no como guerreros.

LOS SENADOS Dos Senados con ocho jueces cada uno que sólo responden ante el Juez Supremo. Cada Senado representa a una de las facciones, protectores y defensores, y se compone de sus incondicionales. Discuten las decisiones importantes para el colectivo y las votan. Tradicionalmente, los protectores protegen y amplían el Protectorado, pero los defensores han logrado hacerse con el control de la ciudad. Sin embargo, rara vez los acontecimientos políticos en el Protectorado y más allá se pueden limitar en exclusiva a uno de estos grupos. Muy a menudo se cruzan sus caminos, acabando en batallas verbales y en un aumento de puestos de trabajo para los informadores. Sólo el Juez Supremo puede detener estas peleas. Pero le encantan estas discusiones iracundas que inspiran a su mente.

EL VOCABULARIO DE LOS JUECES El testamento del fundador estaba plagado de epigramas y frases en latín y griego. La mayor parte fue incomprensible durante mucho tiempo, pues esas lenguas antiguas eran demasiado extrañas. Aunque el texto ya ha sido completamente descifrado y el colectivo cuenta con excelentes expertos en lingüística, los jueces nunca sintieron la obligación de adoptar el latín como lengua oficial. Llevar la ley al pueblo ya era suficientemente difícil; la gente tiene que entender las leyes para aceptar el Código, pensaban los protectores. En cambio los defensores consideran que su posición está amenazada. Si la gente entienden e interioriza las leyes, ¿para qué van a necesitar a los jueces? Este conflicto entre protectores y defensores es tan antiguo como el propio colectivo y siempre ha sido un tema de discusión en los Senados de Justiciano. Hasta el momento, los Senados se han vetado mutuamente; el Juez Supremo se ha abstenido de forzar una decisión con su voto.

Algunas palabras latinas han logrado formar parte del lenguaje de los jueces: por ejemplo, el Juez Supremo es a menudo llamado Primus inter pares, «primero entre sus iguales». El juicio se celebra Coram publico, «en público»; a los defensores se les llama al estrado con la frase Audiatur et altera pars! («¡También se escuchará a la otra parte!») y los protectores se preparan mentalmente para la batalla con Per aspera ad astra («Hacia las estrellas a través de las dificultades»). Más de un juez termina de hablar con un Punctum! («¡eso es todo!») o comienza una frase sobre la muerte con Mors certa, hora incerta («La muerte es cierta, su hora incierta»), y prácticamente cada segunda frase de opinión del juzgado puede ser aderezada con un De iure («Por derecho»). Algunos jueces se sentirían desnudos sin este atuendo de frases ininteligibles. Otros se abstienen completamente de utilizar clichés latinos. En lo que se refiere al colectivo, es prerrogativa de cada juez.

JURADOS El Protectorado prospera y crece más rápido que el número de jueces. La primera línea se ha diluido en su expansión, pero dejar crímenes impunes sublevaría al pueblo. Así que los jueces tratan de suplirlos con los jurados. En general eligen a los líderes de los enclaves, a mercaderes de buena reputación y (con menor frecuencia) a veteranos condecorados para prepararlos como jurados de forma acelerada. Podrán juzgar en ausencia de los jueces y arrestar a culpables hasta que un juez pueda revisar su caso. Si un culpable acepta el juicio temporal, éste adquiere validez e irreversible. Los castigos menores, como marcar a un ladrón o blasfemo se aplican in situ por el jurado o su representante. En casos graves se debe consultar a un protector.

OJO POR OJO Los jueces llevan la ley a la tierra baldía y al igual que un padre estricto enseña las reglas de la vida a sus hijos revoltosos castigándoles, los jueces castigan a todos los que actúan en contra de las enseñanzas del Código. El castigo no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para enseñar el temor a las masas y conducirlos por el camino de la pureza, según escribe el fundador en su diario.

Por lo tanto, los jueces han desarrollado muchas formas de represión, castigo y duras penas para todos los delitos durante sus muchos años de existencia. Sin embargo, carecen de un sistema de privación de la libertad. Justiciano no estaba dispuesta a asumir el coste de la detención y mantenimiento de un preso durante días o incluso meses. El sistema penal de los jueces también necesita tener en cuenta que la gente en el Protectorado es prácticamente anónima. Nadie ha oído hablar de pasaportes o de partidas de nacimiento. Si te mudas dentro de Justiciano, puedes comenzar una nueva vida en el nuevo barrio como un extraño. Los jueces tratan de contrarrestar el hecho

haciendo que los castigos sean ejemplares. Por ejemplo, las manos y los antebrazos de un ladrón se tiñen de azul con una solución apestosa. El mismo color se utiliza para marcar los labios de mentirosos y estafadores. Dependiendo de la mezcla, el color tarda semanas o meses en desaparecer. Los culpables se deshacen así del anatema social y reciben una segunda oportunidad. Los reincidentes que todavía están marcados son tratados con más dureza por los jueces y no tardan en sentir la férrea justicia de Justiciano. A los ladrones se les rompe un nudillo en cada mano, los estafadores reciben cortes en su lengua con una cuchilla brillante. Deberían haberse tomado más en serio la advertencia.

DEFENSORES: CÓDIGO La instrucción en el polvo, los gritos de batalla luchando con los martillos y el estruendo eterno del bloque de los protectores; todas ellas molestias permanentes QBSB MPT EFGFOTPSFT &MMPT UBNCJÏO EFCFO MMFWBSFMNBSUJMMP QFSPFOSFBMJEBEQSFmFSFO FMNPTRVFUF5BNCJÏOFTSVJEPTP QFSPBM menos no les pone al mismo nivel que los TBMWBKFTEFMBUJFSSBCBMEÓB Las pruebas físicas para ser aceptado en MBTmMBTEFMPTEFGFOTPSFTTPODPOTFDVFOUFNFOUF MBYBT 6OPT EJTQBSPT EF GVTJM 

QPOFSTFBDVCJFSUPZZBFTTVmDJFOUF1FSP no conocen la clemencia a la hora de exaNJOBS TPCSF FM $ØEJHP %VSBOUF IPSBT TF comprueba el conocimiento del solicitante en un contrainterrogatorio similar a un TUBDDBUP4ØMPMPTRVFDPOPDFOFM$ØEJHP de memoria y pronuncian las frases correctas son considerados capaces por el tribuOBMEFEFGFOTPSFT 1FSPFTPOPFTUPEP-BÞMUJNBQSVFCBTF MMFWBBDBCPFOFM4FOBEP6OBTFSJFEFFYtras para la ocasión describen problemas

mDUJDJPTPUSPTJOUFSQSFUBOFMQBQFMEFDVMQBCMFT WÓDUJNBTZUFTUJHPT&MTPMJDJUBOUFDBmina entre los extras y les hace preguntas QBSBGPSNBSTFVOBPQJOJØO4JTVWFSFEJDUP TBUJTGBDFBMUSJCVOBM ZBDBTJFTUBSÈMJTUP&M juez hace un juramento hacia el Código y Justiciano en presencia del tribunal, igual RVFIBDFOMPTQSPUFDUPSFT1FSPFOTVDBTP OPOFDFTJUBUFOFSFMNBSUJMMP-PTKVFDFTEFM USJCVOBMMFFTUSFDIBOMBNBOPZMPGFMJDJUBO &TVOQFRVF×PHFTUPEFFOPSNFTJHOJmDBEP#JFOWFOJEPBMPTEFGFOTPSFT

JUECES

187

Los asesinos y violadores no reciben una segunda oportunidad. Se marca su frente con un hierro de los jueces y son desterrados del Protectorado. En caso de que vuelvan a ser arrestados, son entregados por los jueces a las víctimas o sus familiares para que elijan el castigo. Las formas más populares consisten en romper un miembro con el martillo del juicio o arrancarlo tirando con el caballo del juez. En casos especialmente graves se aplica la sentencia de muerte y el culpable es asesinado de un fuerte golpe en la cabeza. Muchos culpables, especialmente los de delitos menores, pueden escoger. O bien pagan una indemnización a sus víctimas o pasan unos días en los campamentos de trabajo de Justiciano. Adicionalmente, sus rostros son marcados con el rojo, la jena. Pasan los siguientes días trabajando en beneficio de la ciudad, reparando calles, construyendo casas, limpiando la suciedad, luchando contra el polvo con palas y trabajando en el gran Coloso, el legado del presidente Archot. Si uno de ellos huye y es atrapado, no puede esperar nada bueno. Si los jueces mostrasen misericordia, se vería como un signo de debilidad. Eso es algo que no se pueden permitir si quieren mantener el control de su ejército de trabajadores forzados. Le tratarán como a un auténtico criminal. Un prisionero se puede ir sin ser molestado sólo cuando la jena se desvanece en dos o tres semanas. Algunos deciden quedarse. Dos comidas al día son más de lo que podrían permitirse en su vida normal. Los castigos de los jueces dan forma a la cultura de Justiciano. Los acuerdos se sellan siempre con un apretón de manos, para lo que comerciante y cliente se quitan los guantes o lo que cubra sus manos, asegurándose antes de hacer negocios de que no tienen la piel manchada de color.

Cualquiera que lleve guantes en un mercado de Justiciano debe atenerse a que le miren con recelo. «Muéstrame tus manos» es un dicho familiar. Lo mismo ocurre con la cara. Se considera de mala educación ocultar el rostro tras una bufanda o una máscara respiratoria mientras se conversa. ¿Para qué lo haces si no es para ocultar el hecho de que eres un mentiroso o un estafador? Mostrar la cara se considera equivalente a la honestidad. Por lo tanto, los extranjeros que no conocen las costumbres de Justiciano suelen tener dificultades para empezar en el Protectorado.

LA OBSESIÓN DE ARCHOT Los primeros veinte años de Archot en el cargo fueron un período confuso de magnificencia. Al menos, es lo que escribirán los historiadores. Sus jueces anexionaron decenas de aldeas sin el uso de la fuerza y erigieron sus piedras del juicio por toda Borca. Los clanes murieron bajo los mosquetes de los jueces, en una lluvia de plomo. El clan Cucaracha, salvaje y bestial, se arrastró alejándose entre las grietas para no volver a ser visto. El nido de contrabandistas llamado Ignatz fue arrasado en una expedición de castigo concertada con los preservistas. Los jueces avanzaron en todos los frentes, aniquilando y reconstruyendo. El propio Archot era consciente de su magnificencia y se escondía bajo una capa insuficiente de falsa humildad. Si los rumores en el Senado son creíbles, Archot sólo temía ser olvidado después de su muerte. Se erigió una cabeza de piedra para él junto al Callejón del Juicio siguiendo

la tradición y por lo tanto sólo sería uno más de una larga lista de Jueces Supremos. Cuentan que no podía soportar la idea y ahí comenzó todo. Reunió a sus defensores y emitió un nuevo decreto. Para que su fuego inspirase a sus sucesores, mandó construir un mausoleo que hiciera justicia a sus logros. Los prisioneros en los campamentos de trabajo tenían que realizar una obra nueva. Se esforzaron recolectando piedras en las ruinas y las arrastraron hasta la acrópolis de la ciudad de Justiciano. Las amontonaron al final del Callejón del Juicio; capa a capa se fue formando un torso de piedra, pasando de un cuello musculoso a una barbilla, estrechándose en los hombros. El Coloso tenía diez metros de altura cuando un asesino jehammedano lo hizo estallar. Aquel día no sólo se derrumbaron un montón de piedras, sino también el alma de Archot. Alguien tenía que pagar. Había testigos del ataque. Un sensorio de los cronistas registró el agarita poco antes de la detonación. Los supervisores en el Coloso también habían visto una mujer jehammedana. Archot se enteró de estos hechos menos de treinta minutos después del ataque. También sabía que los osmanitas habían enviado a un isaaquita, uno de sus hijos bendecidos, a Justiciano. Archot permaneció de pie en los escalones del Palacio de Justicia con sus ropas ondeando, su pelo blanco desordenado y sus ojos oscuros llenos de tristeza y furia. «¡Colgadlo!». Los corrientistas se apresuraron a advertir a la comunidad jehammedana, pero no llegaron a tiempo. Problemas con el interfaz. Al final, los jueces negros de Rutgar encontraron al isaaquita Gedeón y le metieron doce balas en el cuerpo. Su caballo continuó llevándolo más de cincuenta pasos antes de que el cadáver se deslizase de la silla y cayese en el pavimento.

Archot decidió colgar al isaaquita de una viga en la muralla de la acrópolis. Alimento para los cuervos y por supuesto, una señal de su descontento. Una era de fuerza había terminado y la locura de Archot definiría la siguiente.

RETIRADA El barrio jehammedano sobrevivió, principalmente debido a que el ariano Baruch exigió al consejo familiar que le diera la espalda a Osmán. Dijo que Osmán había declarado una guerra santa cuyo fuego lo reduciría todo a cenizas. Pero aún había tensión en el aire. Archot no confiaba en nadie. El Coloso había sido un símbolo de la omnipotencia de Justiciano. Al derrumbarse surgieron las dudas (y también los clanes). Desde entonces, han osado atacar a los comerciantes y han comenzado a fortalecer sus dominios en las ruinas. Los jueces se han visto forzados a retirarse a la ciudad. Se han perdido los primeros asentamientos del Protectorado. Entonces llegaron las noticias del ataque de la horda a Praga. La reacción del Palacio de Justicia fue de indiferencia. ¿Qué nos importa a nosotros quién le rompa la cabeza a quién más allá del Golpe del Segador? Pero a los clanes sí les importó. Si Praga pudo caer, también podría caer Justiciano. Los clanes reunieron el coraje para mostrarse agresivos con los jueces. La gente afirmaba que los muertos se levantaban de las ruinas. El clan Cucaracha retornó y con él toda la escoria que había sido expulsada más allá de los límites del Protectorado. Habían comenzado años aciagos para Justiciano.

E L PA L A C I O D E J U S T I C I A En el centro de Justiciano, tan cerca del Clúster central que se pueden oír el estruendo de los altavoces que crujen y la retroalimentación, se encuentra la sede del colectivo, el Palacio de Justicia. Los tres portales principales con sus frisos de bajorrelieves en zigzag en la parte frontal se abren al Callejón del Juicio. Entre ellos se elevan dos colosales estatuas de bronce con trajes de jueces de ocho metros de altura: una se apoya en un martillo, la otra aprieta una reproducción polvorienta del Código contra su pecho. Su fría mirada descansa sobre las ruinas del Coloso al final de la avenida. El Palacio de Justicia es

una fortaleza rectangular de 80 metros de largo por 50, con gruesos muros y pilares que soportan el peso de la cúpula interior. Las altas ventanas en arco con artísticas vidrieras simbolizan las virtudes de los jueces a un lado y los pecados capitales de los criminales al otro, rompiendo la forma angular del edificio. El techo está a 14 metros de altura y un amplio adarve con bajas torres de defensa en las cuatro esquinas rodea la estructura. Cañones de grandes vientres y soportes de mortero apuntan sombríamente hacia los visitantes que hay a sus pies. Detrás de ellos patrullan los protectores.

JUECES

189

EL CÓDIG O

SERVIR A LA JUSTICIA, BUSCAR LO QUE ESTÁ MAL, ALIVIAR EL SUFRIMIENTO. LA PALABRA NOS DA PRESCIENCIA Y NOS MUESTRA EL CAMINO. DESPIERTA EL ESPÍRITU, EXIGE A LA CONCIENCIA. EL MARTILLO NO MUESTRA EL CAMINO. CASTIGA. EXORCIZA. ELIMINA. CAPA Y SOMBRERO SON LOS SIGNOS DE LA COMUNIDAD DE LOS JUSTOS. EXIGEN HUMILDAD E INSPIRAN RESPETO. ANTEOJOS Y BUFANDA SON LA SOMBRA QUE OCULTA EL MIEDO  Y EVITA LA VENGANZA. EL MOSQUETE ES LUZ Y RELÁMPAGO. EXPULSA TODO LO FALSO A LAS RUINAS.

Un edificio de hormigón de un piso, cubierto de sillares de tiempos preescatológicos, se apoya a la sombra del flanco norte. Allí se encuentran estabulados los caballos de los jueces. Se dice que viven mejor que algunos de los ciudadanos de Justiciano. En el Palacio de Justicia, que en realidad se compone de varias bóvedas, se respira un ambiente de santidad. Las vidrieras dividen la luz en un juego de paneles azul, rojo y verde. Jueces y cronistas a pie entran y salen todo el tiempo; las oficinas más importantes se encuentran en el ala sur. El centro va a dar a un atrio rodeado por un claustro. Allí es donde se reúnen protectores y defensores para celebrar discusiones amistosas. En la sala principal reside el Juez Supremo. En las alas laterales se reúnen los Senados.

EL CUARTEL Los jueces han erigido cuarteles en puntos estratégicos de Justiciano. Son el hogar de los protectores que comen, duermen y entrenan en ellos. Sus caballos descansan en establos contiguos. El número de jueces destinado en cada uno depende de la importancia del mismo y varía entre diez y cien. Las instalaciones más grandes cuentan con varias salas para dormir, arsenales subterráneos, grandes zonas de entrenamiento y fortificaciones de tipo búnker. Todos están rodeados por alambre de púas o cercas.

JUECES

191

RANGOS DE LOS JUECES

1–ERRANTE A los jueces les gusta convertir en errantes a los niños cuyos padres han sido víctimas de delitos violentos. La ira que arde en esos huérfanos aumenta con los años. Quieren venganza. Más tarde, muchos de ellos se unirán a los protectores y devolverán en especie lo que han tenido que sufrir. Más suerte han tenido los errantes nacidos en el seno de una de las antiguas familias de defensores y que son aspirantes a suceder a sus padres por derecho de nacimiento. Desde la infancia, son testigos de una cultura de debate; la violencia de los protectores es algo extraño para ellos. Su meta es la justicia, o por lo menos una ley que se corresponda con la respectiva injusticia. Al igual que han hecho sus antepasados, caminan tras los pasos del Juez Supremo sin abandonar el camino trazado por el Código. Dondequiera que vaya un errante, adquiere experiencia en el trato con la gente y el Código acompañando a un juez experimentado. Rara vez dejan Justiciano, aunque a veces cabalgan hasta los asentamientos más cercanos del Protectorado. Un errante no puede llevar la insignia de juez, el martillo y el Código. Tendrá que contentarse unos años elaborando té de hierbas, escuchando atentamente y aprendiendo por la noche las lecciones en la lengua escrita.

2–JUEZ URBANO Después de años al lado de sus mentores, se ponen a prueba la destreza física, mental e intelectual de los errantes. Si tienen éxito, son investidos y a partir de entonces se les considera jueces por derecho propio. Al menos en el sentido de que el Poder Judicial puede enviarlos a luchar contra

los clanes. Sólo pueden juzgar y celebrar juicios en casos simples, por ejemplo los que tratan de un puñado de letras de cambio. Las ofensas capitales están reservadas para protectores y defensores. Su aspecto no es diferente al de los jueces de mayor rango, lo que no supone un problema para ninguno de los dos. Se les envía allí donde el ambiente es tenso y la indignación de las masas sólo puede enfriarse con su presencia.

3–PROTECTOR Los protectores quieren volver al Código original, donde el sentido común (o para ser exactos, el judicial) era el criterio supremo para juzgar los crímenes. Cada juez debe convertirse en una autoridad moral y permanecer físicamente preparado. Cada juez deberá convertirse en un guerrero de la justicia, un ejemplo resplandeciente de coraje, dispuesto a hacer sacrificios. Debe arrastrar a los delincuentes como una tormenta y ampliar el Protectorado para traer finalmente una edad de oro. Los Protectores son luchadores que valoran la venganza más que la ley; a menudo ven una situación y juzgan en un abrir y cerrar de ojos. Citarán los párrafos respectivos del Código más tarde, o quizás nunca. Para unirse a los protectores se necesitan dos intercesores que defiendan al solicitante en la cámara del Senado.

4–VERDUGO Los verdugos se han creado una reputación dictando sentencias espectaculares o quemando nidos de bandidos. Son muy temidos. Que es exactamente lo que buscan.

+&3"326¶":3"/(04o+6&$&4 JUEZ NEGRO 3 1

ERRANTE

2

PROTECTOR

4

VERDUGO

JUEZ URBANO 3

DEFENSOR

4

5

ALTO JUEZ

5

COMISARIO

6

SENADOR

7

JUEZ SUPREMO

ÁRBITRO ASESOR

4–JUEZ NEGRO

5–COMISARIO

Están hartos. «¡El Código es un faro en la oscuridad, la antorcha de la civilización!». Para el Senado, «oscuridad» es un concepto anticuado que de alguna manera abarca a los clanes, pero excluye la corrupción y la perversión dentro de sus filas. Los jueces negros saben que la oscuridad llega a todas partes. Viven en su seno desde que Rutgar los reunió y desde entonces buscan mentes enfermas dentro del Poder Judicial y se deshacen de ellas. Se asemejan a los forajidos, impulsados por el Código. Sin juicio, sin lamentos. Sólo saben sentenciar a muerte. Sus identidades son secretas y ni siquiera Rutgar sabe dónde está su base de operaciones. Él da las órdenes por radio y cada juez negro posee un receptor móvil sintonizado en una frecuencia específica para escucharlas. Hay fuentes de armas y letras de cambio en puntos premeditados. Entendido, cambio y corto.

Conoce las redes tejidas por los forajidos durante décadas. Las utiliza para acabar con los enemigos del Protectorado llegando más lejos que sus colegas. Cuenta con asesores e informadores a su servicio. Gracias a su cargo ha aprendido a discernir: si no mira por donde pisa, puede perder la oportunidad de llegar al centro de la red. Por otro lado, un ataque directo sobre los cuervos la desgarraría. Se quedaría ciego y sordo hasta que se formasen nuevas estructuras y entonces tendría que volver a infiltrarse. Tiene que actuar con cautela para seleccionar a aquellos que se han vuelto demasiado nocivos como para seguir soportándolos.

3–DEFENSOR Para los defensores, sólo se puede llegar a la justicia a través de las reglas. Quieren dominar al lobo dentro del hombre atándolo en corto con la correa de la ley. Para ellos, el trabajo de los jueces es desarrollar este conjunto extremadamente moral de reglas, probarlo en sí mismos y finalmente, aplicarlo a todos aquellos que utilizan su libertad para hacer daño a otras personas. Los jueces deben ser mentores misericordiosos, pero también pedagogos crueles. Los defensores no tienen al Poder Judicial por una institución guerrera. Un ejército de mercenarios también puede luchar contra los forajidos.

4–ÁRBITRO Los árbitros son fieles al Código hasta la última palabra. Las consecuencias de cada frase están perfectamente consideradas y son irreprochables por la ley de Justiciano. Son temidos por su elocuencia.

4–ASESOR Donde los protectores ya estarían blandiendo sus martillos, los asesores reúnen declaraciones, pruebas y expedientes. Hay problemas que no se pueden resolver por medio de la violencia o con un epigrama del Código. Realizan su tarea avanzando por un laberinto de mentiras y engaños para ayudar en las decisiones judiciales al comisario para el que trabajan.

5 – A LT O J U E Z El Senado nombra a los altos jueces. Sólo aquellos con logros extraordinarios y cuyos nombres son un símbolo ardiente de justicia y fe en el Código pueden llegar a ser parte del proceso electoral y ascenderán después de años de estricta supervisión. Pero para entonces, ya no tendrán ataduras. Muchos altos jueces parten hacia la tierra baldía para anexionar nuevas áreas al Protectorado mientras otros permanecen en Justiciano bailando el complejo vals de la política.

6–SENADOR El Poder Judicial mantiene dos Senados con ocho altos jueces cada uno. Todos ellos fueron héroes en el pasado y no están acostumbrados a ser interrumpidos ni contradichos. Tendrán que tolerarlo en los furiosos debates sobre el destino de Justiciano.

7–JUEZ SUPREMO Durante décadas, el nombre Archot se ha convertido en un sinónimo del título de Juez Supremo en Justiciano. Suponiendo que Archot (bendito sea su nombre) dimitiera, ¿cómo podría un aspirante, un senador consciente del poder, ascender a la cima del Poder Judicial? De hecho, no existe un procedimiento normalizado para ello. Todos los procedimientos anteriores a la era de Archot han desaparecido de los libros por su mano. Es probable que los senadores tengan que elegir a uno entre sus filas. Pero aún no es el caso. Archot puede ser viejo, pero no está cansado ni decrépito.

JUECES

193

MOSQUETE

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

C H A TA R R E R O S

JEHAMMEDANOS

Durante años hemos permanecido emboscados con nuestros fusiles vigilando el Barrio de la Cruz de Justiciano como un campo de prisioneros. Según todo lo que han contado los cronistas sobre los anabaptistas, debían ser como animales salvajes. ¿Se supone que han cambiado? Me pregunto quién tiene el control en Justiciano.

No le preguntes a un defensor acerca de los chatarreros. En su opinión, esas figuras harapientas arruinan el paisaje urbano. Pero son legales. Mantienen la boca cerrada y se atienen a las reglas.

Desde que la guerra en las tierras bajas del Adriático perdió intensidad, anabaptistas y jehammedanos han permanecido tranquilos. Los conflictos en Justiciano han cesado casi por completo y en el Protectorado ambos colectivos se mantienen a distancia.

ANUBIANOS ¿Quién? Ah, los africanos. Invitados poco frecuentes en el Protectorado. Si se comportan, serán bienvenidos.

APOCALÍPTICOS Dondequiera que aterrizan estas aves migratorias no tarda en haber problemas. Si nos buscan las cosquillas, arrasaremos su nido.

A Z O TA D O R E S Guerreros de la lejana África, a menudo acompañando a los neolibios. Probablemente mercenarios.

CLANES Nuestro destino es proteger a los ciudadanos del Protectorado. En cuanto a los clanes, Archot nos ha enseñado el único lenguaje que entienden estos salvajes: la fuerza.

C R O N I S TA S El colectivo cronista está subordinado al Primero. Mientras Archot piense que podemos usarlos, estamos de acuerdo. Nos traen información y cuidan de la tecnología. Bueno, qué más da.

NEOLIBIOS El presidente Archot ordenó establecer en el Código que ningún ciudadano del Protectorado puede negociar con los africanos. Suena como si los cronistas tuvieran algo que ver.

PÁLIDOS Ladrones natos. Prefieren la noche como la escoria que son. Les mantendremos vigilados.

H E L LV É T I C O S

S P I TA L I A N O S

Soldados sin ambiciones, felizmente asentados en su Fortaleza Alpina. Es perfecto, porque poseen el armamento necesario para controlar Purgare y el sur de Borca. Sin embargo fracasaron en su antigua patria. Es lo que pasa si parloteas en exceso.

Son parte de Justiciano. Los higienistas comprueban cada migaja de pan que nos comemos. Durante mucho tiempo, trataron de socavar nuestras reglas. Después hemos tenido que seguir las suyas. Es... insoportable.

LAIKA, LA PERRA

RUTGAR

PHILIPPE LAUTRECHE

Cultura: Borca Concepto: El Fanático Colectivo: Jueces (Protector)

Cultura: Borca Concepto: El Mentor Colectivo: Jueces (Senador)

Cultura: Franka Concepto: El Corruptor Colectivo: Jueces (Defensor)

Es una protectora de la Central Tecnológica. Gobierna el sector de los chatarreros con mano de hierro y a tal fin, ha reunido un grupo de violentos anabaptistas que en el Protectorado se conoce como «La manada». Se dice de Laika que es tenaz y obstinada. Los chatarreros afirman que encuentra a todos los criminales y que por esa razón casi no hay incidentes en la Central Tecnológica.

Rutgar es el segundo juez de más alto rango en Justiciano, sólo por debajo del Juez Supremo Archot. Como presidente en el Senado del Protectorado es considerado el líder oficial de la rama ejecutiva del colectivo. El viejo lobo maneja todos los hilos. Es un experto en eso.

Cuando un pequeño asentamiento de la frontera frankeña se rindió al Protectorado, el Poder Judicial envió el defensor Philippe Lautreche. Se suponía que debía llevar la cultura y el derecho al lugar y predicar la sabiduría de Justiciano. Sí, llevó el orden al asentamiento. Más o menos. El aire de Franka cambió al calmado defensor, convirtiéndolo en un tirano sin precedentes. Desde entonces, ha gobernado a los que considera indignos como si fuera un dios.

JUECES

195

".04%&-"5*&33"#"-%¶"

LOS CLANES TRADICIONES Ahmahdee, ardiente disco de fuego, dador de vida y padre de todas las personas, se encontraba en su cenit sonriendo a su creación. El cielo a su alrededor ardía con el azul intenso propio de los días especialmente secos y calurosos. Era lo habitual en las llanuras al este de las accidentadas Montañas Darfuroeste. Más allá de la línea en zigzag que formaba el horizonte, se alzaba un frente de oscuras nubes; los relámpagos caían en silencio, uniendo cielo y tierra en enormes descargas. Chisulo escuchó a la espera de oír el trueno, el ritmo del tambor celestial. Sin embargo, sólo se oía el suave susurro de la hierba, un mar de cuchillas altas como un hombre, balanceándose al ritmo de una melodía desconocida. El aire oscilaba por el calor. Se oía a los insectos. Una tubería de cemento dividía el océano verde como una serpiente marina, mostrando sólo su agrietado revés en la superficie. El soberbio masái se sentaba en lo alto, saboreando lo tranquilo y sublime que era aquel lugar. Con los ojos cerrados, miró en su interior la mezcla caótica de pasiones ardientes, indignación y orgullo. Sus párpados temblaron y brotaron lágrimas hirientes. Su alma se encogió de

vergüenza y malestar, luchando a través de un laberinto de antiguas tradiciones, en busca de una salida que miles antes que él no habían encontrado. Por un momento, su pesar le pudo y le precipitó en la desesperación, atrayéndole a un camino más complicado hacia la libertad: huir junto a su amada con los anubianos en el este o los neolibios en el norte. Nunca le encontrarían. No le buscarían. Caería en desgracia, al igual que su esposa. Su madre, que siempre tuvo a su tercer hijo en alta estima, le escupiría y después le daría la espalda. Ella no podría afeitarse la cabeza en el ritual eunuto ni ver a su hijo convertido en uno de los ancianos. Había tomado de nuevo una decisión. Las finas trenzas con las que se había recogido el largo cabello temblaban al ritmo de su respiración. El sol aún no había tocado la cordillera en la distancia cuando un joven atlético, vestido con una tela roja y adornado con perlas de madera coloreadas y cuerdas anudadas, regresaba a su aldea. Agarraba con fuerza su lanza ligera de madera de abedul y llevaba su AK 74 colgado a la espalda. Miraba de frente. De vuelta a la comunidad que se lo había dado todo.

LOS CLANES

197

SUPERVIVIENTES El Escatón mató indiscriminadamente y los supervivientes se vieron obligados a refugiarse en búnkeres, sótanos y cuevas. Allí esperaron. Si querían sobrevivir, debían quedarse con sus familias o unirse a un grupo; en solitario no tenían ninguna posibilidad. «Sólo tienes dos ojos y ambos miran al frente», dicen los ancianos. «Necesitas que alguien te cubra la espalda». Las gentes se unieron. Renunciaron a su antigua vida y dejaron que sus instintos tomaran el control. Miraban el fuego, permanecían activas durante el día y se escondían por la noche. Escucharon las historias de sus mayores, se convirtieron en tramperos y aprendieron cómo usar tuberías de plomo contra sus enemigos. Se oyeron gritos primordiales en las ruinas. El individuo perdió importancia y se fundió con el clan. Todo el mundo tenía un papel que desempeñar: en los primeros años después del Escatón, el valor de cada uno estuvo dictado por la capacidad y más tarde, cuando comenzó la decadencia cultural, por el nacimiento y el sexo. Cualquiera que quisiese hacer una excepción ponía en peligro al clan. La supervivencia ya era bastante complicada, ¿por qué perder el tiempo con desviados? El castigo era rápido y estricto. Sobrevivieron al Escatón, el VIH-E, las décadas oscuras y la era de la bestia. Su civilización tocó fondo, bebieron de las aguas del Lete y, sin embargo, se levantaron de nuevo. Los clanes crecieron. Se permitieron el uso de sistemas de valores, al principio solamente dirigidos hacia la supervivencia y la fuerza del clan, para incorporar después a los débiles y los ancianos. La cultura cristalizó en torno a estas ideas. No tardaron en seguirles la fe y la ideología que les distinguían de otros clanes y fortalecían los vínculos dentro de su propio grupo. Los miembros de los clanes ya no se veían a sí mismos como supervivientes. Era un concepto anticuado. Mientras tanto, vivían y dejaban la oscuridad muy atrás. Los de

Toulon se consideraban ahora touloníes; una familia con una larga tradición de herreros pasaba a llamarse Maestros de Acero; un clan que extraía piedras de las ruinas se denominó la familia de los Constructores. Las personas obtenían su identidad y nombres de su lugar de nacimiento o de su trabajo.

NÓMADAS El polvo cubrió la tierra justo después del Escatón y nubes negras se desplazaron rápidamente por el cielo. La vegetación se había ahogado; muy de vez en cuando, el tocón de un árbol sobresalía del suelo cubierto de ceniza. Las personas buscaron en las ruinas, subieron a viejos almacenes y saquearon productos enlatados. Se trasladaban cuando la región ya no tenía nada más que ofrecer. Sólo los nómadas podían sobrevivir en aquellos días. Muchos clanes siguen vagando por la tierra. En Borca del Este siguen a enormes manadas, separando a los animales jóvenes, heridos o viejos para darles caza. Un cadáver puede alimentar a un clan durante semanas y el pelaje proporciona calor. El círculo de las estaciones, las rutas de los rebaños y la fuerza y virilidad de sus mujeres y hombres determinan la vida de los clanes. Estos saben interpretar el viento y las nubes, y leer el futuro en las entrañas de un toro muerto. Consideran que las letras de los antecesores son una especie de lenguaje mágico que sólo unos pocos elegidos pueden conocer, por lo general los chamanes del clan. Tratan a lugares y elementos especiales con sumo respeto porque, ¿quién sabe si los espíritus buenos o malos habitan en ellos? Si un cronista con fuego de San Telmo entre sus hombreras predicase el conflicto global a los clanes a través de su sintetizador de voz, lo considerarían un dios. Si pudieran saber la verdad…

S E D E N TA R I O S

S A LV A J E S

En el cauce del río Lluvia se ha ido extendiendo el trigo silvestre desde Noret. Conquista un afluente cada pocos años y las oleadas doradas se expanden un poco más por la tierra. Fue una bendición para las gentes. Recolectaron el grano, lo molieron para hacer harina o lo sembraron en los campos junto al cauce del río. Después se establecieron cerca de los campos. El trigo era muy resistente y exigía poco, prosperando tanto en el frío cercano a la barrera de hielo como en el clima seco de Polen. Los spitalianos analizaron la variedad y encontraron similitudes con el triticale, un híbrido de trigo y centeno de los antecesores, pero nada concluyente. El trigo del Lluvia era algo especial, algo nuevo. Aquello no les gustó. Sólo podía significar una cosa: era una aberración del Elemental. Casi todo el mundo lo comió. Sin embargo, aunque todas las pruebas demostraron que las esporas podrían afectar al triticale, su forma básica no las contenía. El Spital terminó por aprobar el trigo del Lluvia. Todos los años se venden cientos de sacos de semillas en lugares lejanos. Cansados de vagar y oprimidos por los colectivos, los nómadas prueban suerte en la agricultura. Se instalan junto a cuerpos de agua o cerca de acueductos para intentar reclamar la tierra como suya y trabajarla. Otros se reúnen alrededor de los legendarios edificios del pasado o se hacen poderosos ocupando un viejo almacén. Algunos se unen y fundan aldeas. Artesanos, ceramistas y tejedores se establecen. Surgen dinastías. Se establecen reglas de sucesión y leyes. Reglas y prohibiciones que dirigen la vida. «¿Quieres casarte con una ferropolita? Olvídate de eso, hijo». Bienvenidos a la civilización.

A pesar de todos los esfuerzos, la decencia es rara entre la gente común. Sólo se puede encontrar donde jueces o hellvéticos han abierto caminos a través del polvo. Más allá, en los territorios inexplorados, todo es posible. Lugares donde los clanes, cuya humanidad se ha resentido enormemente por culpa del incesto, han vivido durante siglos. Para los spitalianos, estos clanes son un interesante campo de estudio, porque aún conservan algo de la sangre de los antecesores sin diluir por la mezcla con un acervo genético amplio. Sin embargo, estos salvajes no cooperan. En realidad, son muy peligrosos. Sus chamanes, jefes o fundadores son figuras de mucho peso que pueden convocar a todo el incestuoso clan con un grito. Matarán a cualquier persona que se les acerque y devorarán los cadáveres. Son como animales, codiciosos y salvajes, sin restricciones culturales de ningún tipo. Duermen con ratas, gruñen a los gendos y seleccionan sus efectivos por medio de batallas sangrientas. No son buenos vecinos. Cuando tienen hambre y dejan su valles, los colonos pacíficos aseguran sus chozas, llaman a los anabaptistas y toman sus lanzas. ¡No escapará ninguno! La visión que tienen los colonos está sesgada por siglos de conflictos. Cada clan cuenta con sus propias historias de caníbales, salvajes vociferantes que se pintan la piel de blanco con tierra y portan dagas de cristal. Los salvajes entraron en chozas, cortaron la cara y el cuello de las mujeres y robaron niños. Los ancianos aún lloran cuando hablan de la venganza de los guerreros del pueblo que sólo encontraron escupitajos junto a rescoldos y huesos roídos. Nadie les culpa por tener una cierta desconfianza hacia los extraños.

LOS CLANES

199

No obstante, sólo unos pocos salvajes son caníbales. Todos se caracterizan por su distanciamiento de las grandes civilizaciones. Algunos han vivido durante siglos sin ser molestados por jueces y spitalianos, no han visto nada más que las laderas de su valle y los búnkeres de sus antepasados. Así son felices. Otros observaron el mar de luces y chimeneas humeantes de las grandes ciudades desde las colinas, pegados al suelo. Tuvieron miedo. La gente de allí abajo era agresiva y sacaba demasiado rápido sus armas. Su lenguaje era un galimatías y por lo general gritaba. Los salvajes se retiraron para reunirse y esperar. Sólo una gran necesidad o una gran injusticia convertirían su miedo en odio. Y entonces las ciudades ya no estarían a salvo.

PODER E INFLUENCIA Los anabaptistas empezaron siendo un pequeño grupo de fieles reunidos en torno a un supuesto mesías llamado Rebus. Los jueces a su vez eran un puñado de gente sencilla; con los años reclutaron seguidores, infectaron a las masas con su ideología y resistieron ataques que hicieron crujir las estructuras y crecer las jerarquías. Los dolores del crecimiento desaparecieron hace mucho. Para algunos clanes, aún están por llegar. Las familias extensas de la tierra baldía se asocian, los grupos con ideologías similares se unen. Sellan sus pactos con un apretón de manos, un matrimonio o una tasa. Crecen y se moldean en la estela de los colectivos. Su influencia crece a medida que expanden su territorio. La sangre ya no une a los clanes: comparten objetivos comunes o se arrodillan ante el mismo dios. Ya no les gusta la palabra «parentela», porque se ven como un clan. Los colectivos observan este desarrollo con escepticismo. Un clan es un nuevo actor en la batalla por la dominación que hay que ganarse y controlar con añagazas o recursos. Hay quien habla ya de una era de renacimiento: el renacimiento de los clanes.

BORCA Borca del Oeste está en las grandes manos de los jueces, que han ampliado el Protectorado con martillo y pólvora, y erigido sus piedras del juicio en cada asentamiento y granja. Al mismo tiempo, los acueductos de los anabaptistas entrecruzan zonas amplias como símbolo de la dignidad y la benevolencia de Ciudad Catedral. Los hellvéticos se han atrincherado en las estribaciones de los Alpes, protegiendo las rutas comerciales como lo han hecho durante siglos. Los clanes gobernados por estos colectivos han tolerado el paternalismo durante mucho tiempo. Jueces y

anabaptistas expulsaron a toda la escoria de su territorio hasta un lugar donde no les esperaban lluvias de plomo, paredes ni cuchillos. Antes, quienes se imaginaban vestidos con la moda de Justiciano tomaban glóbulos medicinales enrollados a mano y daban gracias a Rebus por cada dosis saludable. Las personas sienten orgullo por el lugar donde viven y toman su nombre, como ferropolitas, plomburgueses, campoespigueños o licuanos. Los jóvenes soñaron con vivir en Justiciano como ciudadanos legales de la vibrante metrópolis. Limpiaban de líquenes las piedras del juicio y llevaban a diario una sopa hecha de raíces hervidas a los jueces locales hasta que éstos, gordos y perezosos, tenían que caminar al lado de sus yeguas porque ya no podían montarlas. Escucharon las sobrecogedoras historias de los jueces sobre batallas gigantes contra el clan Cucaracha y cómo se burlaban de los estúpidos habitantes de Exáltar que todavía bebían agua de sus pozos envenenados. Incluso se reían de los chistes malos. Ya no escuchaban a sus ancianos. Algo se estaba preparando. Los cucarachas nunca desaparecieron. Sólo se escondieron más profundamente en los túneles de los antecesores. Vuelven a acechar en las sombras de los mares de escombros, atacando con la rapidez de un rayo para desaparecer de nuevo bajo tierra con su presa. Los habitantes de Exáltar se enfrentan a Justiciano como lo hacían antaño. Los cronistas han usado todo su repertorio de infamia para mantener el clan Enemoi lejos de los antiguos lugares de conocimiento, pero los jueces se han visto repentinamente enfrentados contra los cucarachas y obvian con rudeza las súplicas del culto pidiendo ayuda tecnológica. La caída de Praga hizo el resto. Los clanes y sus parientes recuerdan sus raíces y encuentran el camino de regreso a su antiguo orgullo. Las palabras de los ancianos vuelven a ser relevantes. Nunca han necesitado ni necesitarán jamás a Justiciano. Venganza es una palabra tan fea, un sentimiento tan incivilizado. No importa; sólo hay que ver a esos complacientes culos gordos con sus chalecos y sombreros caídos... A los hellvéticos no les fue mucho mejor. Los clanes de los cantones se rebelaron en las ciudades vecinas contra sus antiguos aliados forzosos y se perdieron en interminables guerras comerciales. Hellvética lo sufrió durante años. ¿Acaso no podían avanzar hacia un futuro bendecido, agradecidos y lo que es más importante, juntos? ¿Habría sido tan difícil? Los comandantes territoriales se reunieron. Ya era suficiente. No había necesidad de discutir más. Dieron orden a sus soldados para que volvieran a la montaña, dejando a los ingratos enfrentados a la realidad. No se entretuvieron mucho, porque ésta siempre había estado acechando en la periferia de la percepción en los picos y pasos cubiertos de nieve. Golpeó como una avalancha las tierras bajas en la forma de clanes de los valles y tribus de montaña expulsados. Las personas en el corazón de Suiza defendieron luchando su hogar por primera vez, armándose con lanzas puntiagudas en lugar de palabras secas. Las ciudades se odian unas a otras y se han convertido en gran medida en campamentos militares. Sin embargo, no se atacan entre sí. Mientras que los ciudadanos de Berna, Lyss y Worb están unidos por una tradición de animosidad, la enemistad hacia otros cantones es mucho más profunda. Los salvajes de las montañas son aún peores.

Tal vez todos ellos tienen más en común de lo que quieren admitir. Más allá del Golpe del Segador, en Borca del Este, las consecuencias de la caída de Praga se pudieron sentir con mucha más fuerza. Los nómadas vagan todavía por los bosques de coníferas y siguen a las manadas gigantes en su ruta de norte a sur. Sin embargo, los grandes clanes se dirigen hacia Praga desde el norte. Todo el mundo quiere ver la ciudad que ha permanecido escondida durante tanto tiempo y una vez que llegan, siempre pueden llevarse algo como recompensa por un largo viaje. Praga parece haberse convertido en un lugar mucho más peligroso donde se producen escaramuzas y disputas familiares en toda regla desde su caída. Osmán fue considerada intocable durante mucho tiempo. Los jehammedanos permanecieron juntos y araron la tierra con sabiduría y equidad. Los clanes agrícolas no tenían motivos para quejarse. El malestar respondía a algo más. Los osmanitas mantuvieron durante siglos un ejército de extranjeros, los jenízaros, que ahora consta de cientos de clanes militarizados. Patrullan cada día para limpiar la zona de salvajes en escaramuzas sangrientas. Mueren por Osmán, dando su vida a sabiendas de que al hacerlo, aseguran un lugar para sus hijos entre los jenízaros. Sin embargo, los icónidas desconfían de ellos. Praga les ha enseñado una lección importante.

FRANKA Los clanes frankeños viven lejos de las grandes fortalezas de feromantes como Souffrance. Muchas familias regresaron a casa años después del Escatón para reconstruir lo que era suyo por derecho. Esas posesiones en ruinas inundadas o cubiertas de maleza tienen varios siglos de antigüedad. Muchos de los venerables edificios todavía están en buen estado, pero otros se parecen más a cavernas. Los pavimentos se han derrumbado bajo el peso del tiempo y las cavidades están cubiertas de hiedra y hierba. Los clanes se esfuerzan por recuperarlos. Luchan contra la humedad por medio del fuego, cortan la maleza y viven de pescado y plantas locales. Todos pueden sobrevivir en los pantanos con sólo una lanza. Utilizan los lagos y ríos para esconderse de enjambres y feromantes. Algunos clanes frankeños se han retirado a los ríos. Viven en balsas o botes atados juntos y vigilan los movimientos de los aberrantes desde una distancia segura. No tienen por qué temer a plagas de hormigas o enjambres de avispas. Parece ser que los marcadores de feromonas no pueden viajar a través del aire sobre un curso de agua. Pocos clanes se mantienen alejados del conflicto con los feromantes. Menos aún se lo pueden permitir. Los que aún pueden, luchan contra los intrusos; se introducen en los zigurats ungidos con aceite Marduk y entran en las

LOS CLANES

201

cámaras de cría para destruir a las reinas o hacer explotar los respiraderos de metano. El Spital les ayuda enviando a los asentamientos fronterizos EX, otras drogas y cartuchos de detonación. Los clanes contrabandistas los transportan hacia el interior. En Britón, la situación es desesperada. Los trenes de suministros anabaptistas y spitalianos no están llegando, por lo que carecen de alimentos y personal, mientras las termitas se afanan construyendo un respiradero tras otro. Los médicos han estado entrenando a los clanes que han perdido sus hogares a manos de feromantes como ayudantes de los spitalianos. Portan desplegadores famulantes y se les proporciona máscaras de gas con forma de bolsa de los almacenes locales, por lo que se les llama Grenouilles, «ranas». Ven cómo sus casas tiemblan bajo masas de insectos y el crecimiento de los respiraderos en su territorio. Nadie lucha con mayor convicción. Los gases cargados de feromonas son desplazados hacia el noreste, dentro del Stukov. Cubren el desierto, lo permean y cambian. Bajo la costra de sal crece una nueva vida; el motor de la evolución comienza. Los clanes locales comen gusanos del polvo y almejas del desierto, criaturas que seguramente los spitalianos no encuentren en sus libros. Sus cazadores son tan implacables como el clima, pero todavía tratan con los spitalianos para intercambiar sanguijuelas voladoras, escorpiones del Stukov, ciempiés de las grietas, arañas de caparazón y estrellas fractales por drogas y armas.

POLEN El medio ambiente en constante cambio, la tundra marchita, la omnipresente telaraña y el frío fuerzan a los polenos a permanecer vagabundeando eternamente. Allí donde se

detienen, han de luchar contra el terreno por la comida: atrapan insectos en fosas, rascan el musgo de las piedras o excavan las raíces de las plantas. Cualquier cosa que se pueda cocinar es comestible. Sin embargo, la tierra ha ido cambiando desde hace unos años. La roca tiembla bajo los pies, la nieve se derrite en formaciones circulares, el suelo emite un calor febril. Los campos de esporas se pudren y son reemplazados por una vegetación verde esmeralda que crece siguiendo patrones fractales. La fruta cuelga hermosa y seductora de los árboles de este paraíso en la vigilia. Pero el peligro acecha: un mero rasguño y estalla cubriendo la mano transgresora de una savia granulada caliente. Algunos clanes van en busca de estos bosques fractales. Recolectan el fruto y lo venden a los emisarios de los anabaptistas en el paso alpino de Ternitz. Los apocalípticos han sido testigos de este juego demasiado tiempo. Polen siempre ha sido el coto de la Madre de Cuervos y ella no recuerda haberles extendido ninguna concesión a los clanes. Estrictamente hablando, nunca le ha concedido nada a nadie. Pero, ¿qué significa? Las aves de paso se están reuniendo. Cuando se encuentran con los miembros de un clan en los bosques fractales, descienden sobre ellos como una bandada de cuervos hambrientos. Sin embargo, los polenos han masticado líquenes estoicamente durante siglos, han desafiado al frío, las bestias de esporas y los bioquinéticos, y no tienen pensado huir. Los gritos de guerra resuenan en los bosques: la batalla entre la brutalidad primitiva y la entrenada acaba de empezar. Los spitalianos están en algún punto intermedio. Sus preservistas queman los bosques fractales dondequiera que los encuentran. Ni los clanes ni los apocalípticos lo van a tolerar. Aunque la Barrera de Hielo devora casi un metro diario de tierra, algunos clanes han sobrevivido en el norte. Ninguno de ellos se compone ya de más de treinta personas, pero probablemente provengan todos de un clan que se dividió

hace unos trescientos años. Parece indicarlo el hecho de que todos esperan un caballo oráculo, una enigmática figura de tres caras que está por llegar. Cazan y excavan en busca de los depósitos antiguos de los que hablan sus antepasados. El clan Westja es extraordinariamente bueno en esas lides. Comercia activamente con los spitalianos en la nevada Gdansk. Los clanes residentes son raros en Polen. El clan más grande es la confederación Breslavia, liderada por Piast y sus druschinniks. Decenas de clanes tuvieron que rendirle pleitesía para poder entrar en el anillo interior dentro de las murallas de la ciudad y participar del Oasis Eterno. Los africanos están utilizando Breslavia como punto de partida en su búsqueda de los bioquinéticos y han situado un tanque pionero junto a la entrada como muestra de buena voluntad y confianza, por lo que la ciudad es considerada inexpugnable. En cualquier caso, la caída de Praga sigue aterrorizando a los clanes Breslavia. ¿Adónde se encaminarán las hordas cuando ya no quede botín alguno?

EL BALJÁN Las gentes del Balján son estridentes e irascibles y lo mismo ocurre con sus clanes. Nunca les ha gustado que los extranjeros creen problemas en sus tierras. Los spitalianos volaron formaciones rocosas dusaníes y con ello provocaron una locura en provincias enteras. Los jehammedanos se llevaron a familias enteras lejos de su tierra para luchar en su guerra contra los africanos, armadas sólo con esperanza y una horca. Los pálidos exprimieron aldeas hasta que sus habitantes se echaron en brazos de los voivodas, demacrados y vestidos sólo con harapos.

Pero se acabó. Empezó en Sofía, como dos inviernos antes de la caída de Praga. Un hombre sin nombre se unió a los secuaces del voivoda Viktor, luchando por ascender entre sus filas hasta convertirse en su mano derecha. En las calles, el pueblo se inclinó hacia él. Cuando llegó a lo más alto, pidió reunirse con Viktor. Comieron juntos y después, el hombre se acercó a su voivoda, le abrazó, le besó y le rompió el cuello. A partir de ese día se llamó Karaján, el líder negro. Los baljaníes se rieron de aquel nombre tan pomposo. Pero enseguida comprendieron que, a veces, un nombre conlleva un mensaje. Karaján era un inteligente estratega. En menos de un ciclo solar, había expulsado a los spitalianos de Sofía, arrasado los búnkeres cercanos y conseguido que los jehammedanos le jurasen lealtad. Karaján gobierna actualmente el Balján del Este junto a otros dos clanes con mano de hierro. Los colectivos se han convertido en suplicantes que deben justificar todos sus pasos a los voivodas. Los que no obedecen son vendidos como esclavos en África, lo que ha aliviado el conflicto entre los baljaníes y los africanos. Todavía hay clanes viviendo en las montañas, aislados de las eternas luchas de poder: gentes frugales de pésimo humor que destilan su propio slivovitz, que viven en casas de piedra de cantera y acogen a todo extranjero, siempre y cuando muestre respeto. Sin embargo, aquí tampoco hay paz. Algunos clanes han estado guerreando desde hace siglos. Una palabra equivocada o un nombre mentado en el círculo incorrecto, y el estado de ánimo cambia radicalmente. Desde muy pequeños aprenden a no hablar de sus vecinos.

LOS CLANES

203



H I B R I S PA N I A La alta meseta castellana es el corazón de la antigua Hibrispania. Los clanes son igual de viejos e insisten en que sus homólogos lo sepan. Cultivan sus árboles genealógicos y marcan cuidadosamente las ramas cortadas por los invasores africanos; son un pueblo de conquistadores que llevan el contragolpe con estoicismo. El viento de la soberbia sopla sobre sus castillos. Sin embargo, muchos de los hogares ancestrales están vacíos e incluso en los habitados muchas habitaciones se cubren de polvo. Una vez más, los icónidas incitan a los jóvenes con bravatas e insinuaciones. «¿Sabes lo que hacen los azotadores a las mujeres? A los niños los cogen por las piernas y los golpean contra un árbol, así que para ellos es más rápido. Pero a las mujeres...». Nadie puede hacer caso omiso sin ensuciar el honor de la familia. Hombres y mujeres jóvenes marchan hacia el sur junto a las Espadas de Jehammed para enfrentarse a los invasores. Los guerreros viven durante meses en la selva, poniendo trampas, acechando, atacando y retrocediendo. Sus tácticas apenas cambiaron en décadas, hasta que surgió la Deformación que devoraba a las unidades de los clanes y azotadores por igual. Ahora hay reglas nuevas que no benefician necesariamente a los guerreros. Cuando los combatientes atacan los emplazamientos azotadores del sur, apenas tienen espacio para retirarse: la Deformación se encuentra a sus espaldas. Sólo los más locos y valientes se atreven a adentrarse lo suficiente en el fenómeno pregnóctico para librarse de sus perseguidores. A los jehammedanos no les importa. Los que tienen fe en sus corazones encontrarán el camino. Siguen hostigando a los clanes para empujarlos hacia el sur. ¿Deberían renuncian a su patria así de fácil? Algunos dicen que sí. Viven en la Deformación sin saber nada de azotadores y jehammedanos. En la meseta los han

borrado de las crónicas, porque los consideran desaparecidos. Es medio cierto. Las madres y padres que no querían sacrificar a sus hijos en el altar de la guerra huyeron antes de verse atrapados entre los colectivos. Han explorado su parte de la Deformación, conocen lugares donde la resolución de la realidad oscila y sabe a menta. A veces ayudan a las personas perdidas, ya sean africanas o hibrispanas, señalando su camino de vuelta a la guerra con piedras. Nunca se muestran.

PURGARE Los filamentos se adentran en la tierra fragmentando el espacio y la gravedad. Criaturas con fauces de agujas infestadas de garrapatas y piojos se escabullen a través de los campos de fuerza. De pronto, abren sus ciegos ojos. Gritos de guerra y el sonido de cuernos las saludan. Gente con espadas y escupefuegos vienen corriendo hacia ellos con ojos tan fríos como el fuego elíseo. La batalla final ha comenzado y Purgare es el escenario. Ya no se trata de emanaciones o fe: los psicoquinéticos no son una amenaza abstracta para contar historias alrededor de una hoguera donde todo el mundo se ríe de buena gana. No. Los aberrantes se multiplican tras las sierras de los Apeninos. Si los anabaptistas no dieran a diario su vida, hace mucho que la noche habría conquistado Purgare. Familia tras familia se ha unido a los anabaptistas; las más grandes se han dividido Purgare entre ellas. Ayudan a los orgiásticos con exploradores o proporcionan los medios básicos de vida a sus hordas. Aunque la mayoría de las familias purgarianas respaldan sin duda alguna a los anabaptistas, conservan sus luchas internas. Creen en el honor y la tierra. Una palabra







&-7&3%"%&3010%&3



&-10%&3103&-26&5&/&.0426&-6$)"3

NO ES

PODER

%¶":/0$)&

SO BR E

SI NO

L AS

SOBR E

CO SAS,

L O S

)0.#3& 4 



irrespetuosa podría conducir a una pelea que iniciase un círculo vicioso de venganzas. Los jefes de las familias pueden detener estas disputas vía decreto, siempre y cuando no sufra su reputación. Sin embargo, también hay disidentes. Los que no cooperan con los anabaptistas son expulsados a los márgenes de la sociedad y fuera de las zonas habitadas. Los pocos independientes se retiran a los Apeninos o prueban suerte en los desiertos sulfúricos de Purgare Oriental. Se mantienen a distancia del cráter Nox, pero no temen a los psicoquinéticos solitarios. Cada miembro de la familia sabe qué hacer si se encuentra uno: los niños más pequeños actúan como cebo, los mayores determinan el tamaño de los campos de fuerza y filamentos con palos; algunos encienden fuegos para ahuyentar a los enjambres de pulgas, mientras que otros se abren paso hasta el epicentro y matan al psicoquinético. Si un anabaptista no quiere regresar a su campamento sin un trofeo, estará más que dispuesto a comprar las cabezas de los aberrantes.

ÁFRICA Los clanes africanos tienen detrás una rica tradición. Son completamente autónomos y pasan su vida recordando a sus ancestros, muy lejos de los asentamientos costeros y petrolíferos. Sacrifican leche y miel en las rocas y los árboles para pacificar a los espíritus y tratan bien a sus esclavos blancos: comida nutritiva y una mano estricta son suficientes. Sin embargo, las ciudades les llaman con la promesa de diversión y aventuras. Las tribus pierden jóvenes adultos a diario por el crisol de culturas que es Trípol. Los demás son presa de los psicóvoros.

Los ancianos se resisten. Involucran a los jóvenes con más fuerza, les dejan dirigir las partidas de caza, les entregan batidores blancos o concubinas. Las viejas reglas son reinterpretadas y defendidas en contra de los ancianos bajo los efectos de la coca. Sin embargo, hasta un gavilán muerto en la plaza del pueblo puede ser considerado un mal presagio y destruir así cualquier progreso, recuperar las prácticas tradicionales de un clan y osificarse en la tradición. Pero la pérdida de los jóvenes no es el único peligro. Los psicóvoros se extienden y roban los hábitats de los seres humanos. Los exploradores informan que los psicóvoros dejan espacio para los seres humanos, incluso en lo profundo de la selva. Gigantes áreas circulares se pudren en cuestión de horas, pero, ¿quién puede decir si esa decadencia vesicular no es simplemente parte del círculo de la vida? ¿Quién sabe lo que puede traer el siguiente ciclo? Algunos clanes tienen la valentía de instalarse en medio de la extraña vegetación. Se van cuando se cierra el círculo. Algunos continúan camino del sur. Nadie vuelve a saber de ellos. Los que se ajustan a la línea de crecimiento recolectan semillas y frutas de psicóvoro que les proporcionan bastantes dinares de los azotadores. Aun así, los clanes organizan una resistencia. Queman los estolones de los psicóvoros y luego echan sal en la tierra quemada. Los spitalianos que residen en Qabis piensan que no es buena idea tras examinar por dónde van creciendo los muros de psicóvoros. Estos actúan como un organismo, retirándose ante el dolor pero creciendo aún más rápido en otros lugares, desarrollando estrategias, adaptándose. Cada área se libera a un alto precio. Muchos clanes pierden sus hogares.

RANGOS DE LOS CLANES

1–EXPLORADOR

3–GUERRERO TRIBAL

De jóvenes son pequeños y rápidos. Se introducen en el mundo subterráneo de tubos y pasillos, saltan por encima de los escombros como si no estuvieran allí. Observan e informan de los movimientos del enemigo.

Los gendos deambulan por las ruinas y les encantaría matar a uno de los niños; los fuera de la ley y otros clanes envidian cada raíz en la sopa de otro clan. Los guerreros tribales se interponen entre el clan y el mal del mundo. Antes, la búsqueda de comida era de suma importancia para su vida; ahora es la batalla.

2–CAZADOR Cazan ciervos o ganado salvaje persiguiéndolos hasta el agotamiento y los matan con sus lanzas. A menudo vagan por el campo durante días siguiendo rastros o a la espera. Hasta que vuelven a casa, donde se les espera con impaciencia junto con sus presas.

2–RECOLECTOR Conocen el territorio. Saben qué plantas dan frutos en qué momento y cómo cocinarlos. Por lo general, también se encargan del cuidado de los niños del clan.

3–CHAMÁN La violencia es una ley de la naturaleza. No se puede negar este hecho. Sin embargo, hay personas que no se adaptan a ella. En su lugar, sondean las profundidades del alma humana, ven los patrones en las nubes o en un montón de huesos. Su sensibilidad despierta el chamán en su interior. Elaboran bálsamos con hierbas y grasa animal que curan las heridas rápidamente o despiertan la virilidad. Son el corazón del clan.

+&3"326¶":3"/(04o$-"/&4 2 1

CAZADOR

3

GUERRERO TRIBAL 4

EXPLORADOR 2

RECOLECTOR

3

5

CAMPEÓN

5

FUNDADOR

JEFE

CHAMÁN

4–JEFE

5–FUNDADOR

El camino de la violencia conduce con tanta seguridad a la cima como el camino de la unidad. Como guerrero, dominó físicamente a todos los demás y fue capaz de derribar al más fuerte con un golpe de su puño. Como chamán, demostró previsión y abrió un mundo de espíritus y fe para el clan. Ahora tiene que liderar. Es el jefe del clan. Nadie cuestiona abiertamente su palabra.

Siempre supo ver las cosas con perspectiva. Convenció a otros con diplomacia y astucia. Tribu tras tribu desmembrada se unió a él. Recogió las piezas y muchos se convirtieron en uno: nació un nuevo clan. Para sus miembros es padre y hermano, sacerdote y gobernante.

5–CAMPEÓN Lideró el clan durante docenas de batallas, ganando con su astucia y fuerza bruta cada lucha y duelo. Es un guerrero bendecido, la personificación arquetípica de fuerza y control. Incluso si un día dejase el clan para unirse con el padre de todo, sus hijos y nietos le llevarían sacrificios y recordarían sus hazañas.

LOS CLANES

207

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

C R O N I S TA S

Nos tienden su mano y ayudan en el campo sin pedir nada a cambio. Extraño. Tal vez sus enseñanzas no sean del todo erróneas. ¡Un brindis por los anabaptistas!

Sus voces son sublimes; el espectáculo de luz es divino. ¿Son fantasmas, dioses o demonios? ¡Cuidado con su toque! Quita la fuerza vital y algunos... pierden el control. Ya sabes a lo que me refiero.

ANUBIANOS Los chacales curan la tierra del veneno del pasado y a la gente del veneno del presente. Conocen el tiempo universal, los inicios y el futuro. Los psicóvoros no los atacan; ¿qué nos indica eso?

APOCALÍPTICOS Pervierten cada nido sin ningún sentido del honor. Seducen a nuestros hijos. Hay que mantenerlos alejados.

H E L LV É T I C O S Tomaron nuestras montañas, no dejan que nuestros rebaños crucen los pasos y no podemos hacer nada para evitarlo. Desde entonces, el clan se ha dividido; los pastores bajo el liderazgo de Koski han construido un nuevo asentamiento en algún lugar del norte, pero nosotros quedamos atrás. Tal vez algún día tendremos suficiente dinero para el peaje.

Atacaron nuestra aldea por la noche y se llevaron a mis hermanos. Mis padres están destrozados, mi madre ha llorado durante días. Mañana, los guerreros restantes seguirán el rastro y masacrarán a esos bastardos. Entonces, seguro que todo volverá a estar bien.

Sus tradiciones están tan arraigadas como las nuestras. Honran a sus mujeres y nos tratan con amabilidad. Sin embargo, también nos oprimen. Se supone que debemos romper nuestros ídolos y aceptar la palabra de Jehammed. Nos dan una noche para «renunciar a nuestros falsos dioses». ¿Y entonces? Bueno, ¿qué nos haréis que no os hagamos a vosotros primero?

C H A TA R R E R O S ¿Qué han hecho para que su familia los expulsase? ¿Por qué tienen que expiar solos sus pecados en el polvo? ¡Oye, aléjate de ese chatarrero!

NEOLIBIOS Sus paredes están enlucidas y alicatadas. Excavaron un pozo nuevo y construyeron un precioso banco a su lado. Es lo menos que pueden hacer, siendo hijos de este pueblo.

PÁLIDOS Desterrados por la madre sol de todas las cosas, exiliados bajo tierra como los muertos, hieden a ruina.

S P I TA L I A N O S JEHAMMEDANOS

A Z O TA D O R E S

Pero hemos vuelto. Construid vuestras murallas altas y gruesas, y esconderos tras ellas. No tardaremos en llegar.

JUECES Han matado a muchos de nosotros. Hombres, mujeres y niños. No serán los últimos en morir y mi corazón sangra con cada asesinato.

Los chamanes ya no valen para nada. Hoy en día, cuando la fiebre persiste o la infección se encona, visitas a los spitalianos. Son buena gente, siempre y cuando no te tomes esa... Quemazón.

("3305&%&(6&33"

ULKAR

FREKKA DE LOS DEVORADORES DE CADÁVERES

LUREN

Cultura: Polen Concepto: El Viajero Colectivo: Clanes (Campeón)

Cultura: Borca Concepto: El Destructor Colectivo: Clanes (Chamán)

Cultura: Borca Concepto: El Mediador Colectivo: Clanes (Neumante)

Cuando Ulkar utiliza su gancho de izquierda, el público ruge: es un luchador. Ha estado vagando por Borca del Oeste y luchando en diferentes reñideros durante años, estampando en el polvo a los aspirantes antes de continuar. Igual que los estampaba en su clan. Ahora es viejo y después de cada combate le mata el dolor de huesos. Tampoco le importa. Luchar es lo único que sabe hacer, lo único que le queda de la gloria del clan. Por lo tanto, sigue peleando.

¡Malditos sean los Cucarachas, los gusanos y las moscas! Roban a los Devoradores de Cadáveres los cuerpos de los chatarreros muertos en accidentes… ¡Ah!, qué alegría cuando uno de esos topillos pelones se desploma en la fosa. Frekka la chamán conoce los símbolos que necesita pintar sobre los cadáveres para impedir que las almas de las víctimas desaparezcan en la nada de la muerte antes de que los guerreros del clan puedan devorarlas junto con la carne.

Hace mucho tiempo, Luren fue enviado con un mecano para sellar un pacto entre los gobernantes de la región de Ramein y Justiciano. El mecano murió de unas fiebres y Luren tuvo que continuar solo. Pasó años por su cuenta en el barrio de los embajadores, pero también en la Central Tecnológica para aprender más acerca de los dispositivos neumantes. Han pasado tantas cosas desde entonces. Los fosforitas han conquistado su hogar, sólo para perderlo a continuación. Los mecanos ya no dominan la región de Ramein, aunque no lo admitirán. Los neumantes ya no son sus perros. Ahora todo el mundo pelea por sí mismo. Quizás sea el momento de volver a casa.

LOS CLANES

209

&9$"7"%03&4%&-"5*&33"

$)"5"33&304 U N P U Ñ A D O D E C H A TA R R A El viento aúlla como un animal salvaje, arrastrando nubes de polvo y cristales de hielo por las grandes calles. La mujer se da la vuelta. En su piel correosa se pueden ver los poros. Párpados carnosos le cubren los ojos, dejando sólo rendijas. Las cejas, pestañas y pelo son marañas congeladas. Muchas capas cosidas de parches de cuero, plástico y tela descolorida cuelgan sobre sus hombros; deben ser casi tan pesadas como un becerro. Bien es cierto que ella se mueve con tanta gracia como uno. Su cabeza se balancea hacia atrás y adelante; a veces la levanta ligeramente, masticando un trozo de raíz. Se tambalea antes de detenerse frente a una pared, frunciendo el ceño entre quejidos. ¿Qué es eso? Un signo del tamaño de una cabeza está marcado en el hormigón gris; algo con puntas subrayadas con puntos, es difícil de decir porque está todo borroso. La mujer escupe encima y frota con el puño. El viento se calma y el polvo se asienta. Los cristales de hielo brillan al sol del mediodía. La mujer sigue caminando entre las calles. Emite hondos sonidos de jolgorio intercalados con expresiones como «pedazo de mierda», «mamones» y «gilipollas». Las paredes de los edificios están llenas de signos, sencillas runas junto a personas esquemáticas y formas abstractas

pero complejas. Algunos son del tamaño de un puño, otros tan altos como una persona; algunos están dibujados con un palo carbonizado y otros tallados. La mujer se detiene, mira a su alrededor y se sienta. Su cuerpo tiembla cuando se ríe. —¿Cómo has podido ir a dar con un lugar tan saqueado? ¡Increíble! —Se inclina y hunde sus manos en el polvo rojo. De repente siente frío, luego cava con sus dedos en el suelo arenoso. Extrae algo con cuidado. Le cabe en la palma de la mano, es frío como el metal y tiene los bordes redondeados. Su rostro de incredulidad gotea por la comisura de la boca. Se limpia con la manga sin apartar los ojos del extraño artefacto. —No tengo ni idea de lo que es. Pero parece valioso. Los cronistas se mearán encima cuando le echen el guante. —Mira a su alrededor, a los signos en las paredes. Le tiembla la cara—. ¿Qué clase de idiotas sois? —grita, doblándose hacia atrás mientras ríe a carcajadas. Cada signo representa a un chatarrero. Todos y cada uno de ellos los dejaron allí para decir: «Yo estuve aquí. Me lo llevo todo. Continúa». La mujer se levanta de nuevo entre una estela turbulenta de polvo. Aún se ríe. Idiotas.

CHATARREROS

211

CONOCIMIENTO PERDIDO Las ciudades de los antecesores estaban deshabitadas. Gigantes de hormigón se elevaban en completa soledad sobre un mar de cenizas del cráter, polvo de piedra, fragmentos de hueso y vidrio. Harapos danzaban al viento. Nubes de color ocre corrían por el cielo formando vórtices del tamaño de ciudades enteras, rompiéndose y vomitando rastros de aerosoles tóxicos sobre la tierra. Algo se agitada en abismos y entradas del subsuelo. Había ojos brillando con una luz amarillenta, observando el vórtice. Un nuevo tipo de ser humano se levantó de su escondite, instalándose en una casa en las ruinas. Aprendieron a interpretar el clima, defenderse del frío con capas de anaqueles y del polvo con pañuelos húmedos. Sí, sus casas fueron destruidas y aquello dolía: cuanto más dura es la caída, más desesperado estás. Pero no se rindieron ni huyeron de las brillantes nubes de ceniza.

Quizás el mundo que se había derrumbado a su alrededor ya no era suyo antes de la catástrofe. En lugar de quejarse, se dedicaron a explorar las ruinas, pinchando el suelo con largas estacas sin importarles los huesos ni los cadáveres momificados. Excavaron en el polvo con sus propias manos, cada vez más profundamente, sólo para sacar arrastrando un pedazo del ayer al crepúsculo del hoy. Aún no se habían olvidado de los nombres y usos de sus hallazgos, y desechaban muchas cosas por estar rotas que serían tratadas como tesoros y artefactos en unas pocas décadas más. Así nació el chatarrero.

S A LV A D O R

AL MISMO TIEMPO

Los años posteriores al Escatón fueron una fase de cambio del ser humano civilizado que gozaba de acceso ilimitado a comida, calor y cultura al salvaje que enseña los dientes. Así se hubiera quedado sin los chatarreros. Sentían una obligación hacia la comunidad y salieron al mundo para adquirir equipos y piezas de repuesto. Miles de ellos peinaron las ruinas tambaleándose en las llanuras polvorientas como trozos de papel de una papelera volcada. Edificios colapsados, sótanos llenos de gas y otros riesgos similares redujeron su número. Los supervivientes fueron más astutos y fuertes, abrazando su nuevo papel. Los ratones se convirtieron en zorros. Los zorros se convirtieron en lobos solitarios. La tierra que a muchos les parecía tan hostil se convirtió en su hogar. Regresaron a los asentamientos fortificados con menos frecuencia. Las largas semanas de ascetismo en las ruinas les distanciaron de otros supervivientes. La gente seguía quejándose en las aldeas y se aferraba a viejas ideologías. Esas personas eran demasiado dependientes. Cada vez que una bomba de agua se estropeaba, se producían grandes lamentaciones. Entonces los chatarreros se ponían otra vez en marcha para buscar piezas de repuesto en estaciones de agua u obras sanitarias.

África. Las grandes ciudades costeras habían sido devastadas por tsunamis, pero la reconstrucción estaba en pleno apogeo. Sin embargo, no se pudo salvar mucho de entre los escombros; la resaca se lo había llevado casi todo y lo había hundió en el Mediterráneo. Los niños se zambullían en la costa, atando cuerdas a todo lo que había bajo el agua que tuviera apariencia de valioso. Entonces los adultos lo sacaban a la orilla. Piezas deterioradas de metal y motores averiados se acumulaban en la arena. Los africanos buscaban por todo el Mediterráneo objetos de valor, especulando y discutiendo en cada clan si dar el salto al otro lado del charco valdría la pena. Después de todo, en su lado sólo recuperaban basura, pero, ¿qué podría estar esperándolos en el lado opuesto? Repararon barcos y los cargaron con toneladas de carne seca y quinua. Llenaron los tanques de agua y las grúas introdujeron buggies en las bodegas. Se hicieron a la mar. Destino: Franka. Las ciudades costeras estaban destruidas y vacías; los primeros chatarreros africanos no esperaban otra cosa. Sin embargo, el interior era como un tesoro oculto: generadores y herramientas no tardaron en ser transportados a las ciudades africanas. Poco después se extrajeron barras de acero del hormigón y también fueron enviadas. Fábricas enteras fueron desmanteladas y transportadas pieza a pieza. Los chatarreros expoliaron Franka aldea tras aldea y ciudad tras ciudad. África floreció mientras que Europa entraba en espiral en la edad de piedra.

PAGO -PT DSPOJTUBT TF EJTQFSTBO 4JFNQSF IB IBCJEP NVDIPT FO #PSDB 7JBKBO EFTEF FM Clúster Central de Justiciano hasta la costa atlántica de Franka y en lo profundo del teSSJUPSJPEF1VSHBSF4FFNPDJPOBOVOQPDP ante la perspectiva, los artefactos y la CoSSJFOUFFODFSSBEBFOFMMPT$POEFNBTJBEB GSFDVFODJBTFEFKBOMMFWBSQPSMBBWBSJDJB Los chatarreros llegan en grupos con sus IBMMB[HPT $BTJ OJOHVOP EF FMMPT TBCF realmente el valor que pueden tener los BSUFGBDUPT/PUJFOFNVDIPTFOUJEPEJTDVtirlo con los cronistas porque enseguida pierden el interés, levantan su meñique y espetan un simple «¡Fuera! ¡Fuera!» por TVT TJOUFUJ[BEPSFT -PT DIBUBSSFSPT UJFOFO RVFDPHFSMPRVFQVFEFO4VQVFTUBNFOUF pueden obtener más si se involucran los taTBEPSFTEFMDÈSUFMDIBUBSSFSP QFSP {RVJÏO MPTBCFBDJFODJBDJFSUB En realidad, los cronistas han convertido la tasación de un artefacto en una forma de arte: lo examinan desde todos los ángulos, aplicando equipo de diagnóstico o usando una de sus cajas creQJUBOUFT&MFYBNFOEFMBSUFGBDUPQVFEF

ser instantáneo o llevar unos minutos; pero eso no tiene ningún efecto sobre FMQSFDJP-PTDIBUBSSFSPTPCUJFOFODPNP pago información sobre depósitos de artefactos de los antecesores (los cronistas lo llaman «comercio de informaDJØO SFDVSTJWBx  P MFUSBT EF DBNCJP -PT chatarreros aceptan, a veces de mala HBOB  B WFDFT FVGØSJDPT 7PMWFSÈO EF UPEPTNPEPT La misma relación que tienen los cronistas con los chatarreros europeos se repite para los africanos con los neoMJCJPT-PT5BORVFT1JPOFSPTEFMPTNBHnates pueden transportar toneladas de material; los artefactos se limpian y mejoran, el metal es fundido y forjado en vigas y placas de armadura para fabricar OVFWPT5BORVFT1JPOFSPT1FSPTJMFPGSFces a un africano una cantidad de letras de cambio cronistas por las que mataría VO CPSDBOP  DPNP NVDIP FTDVQJSÈ -PT chatarreros africanos quieren cobrar en dinares acuñados por el Banco de Comercio de Trípol, pesados y brillantes QPSFMPSP

A N H E L O P O R E L PA S A D O Pasaron los siglos. En Europa, los artefactos se convirtieron en objetos de adoración, pero sólo los elegidos fueron capaces de usarlos y repararlos. Con cada generación se perdían más conocimientos de electricidad y mecánica. Eran tiempos difíciles para los chatarreros, probablemente los más difíciles. La chatarra no te llena el estómago. Una barra de acero que un aldeano podría utilizar como soporte en su choza o para golpear el cráneo de un enemigo valía más que una de las legendarias máquinas pensadoras. Sin embargo, los europeos nunca abandonaron por completo los artefactos: la memoria de los antecesores permanecía en sus objetos y donde hay voluntad, también hay soluciones potenciales. La adoración produjo extraños efectos. Algunas sectas extendieron la creencia de la magia inherente en las reliquias y la chatarra acumulada, y le rezaron (con efectos insignificantes). Otros prohibieron los artefactos como un símbolo del materialismo exagerado que debía haber impulsado alguna divinidad en vida de los antecesores. Naturalmente, los dos grupos no se llevaban muy bien.

Los chatarreros estaban en medio, la pieza de hierro entre el yunque y el martillo. Sin embargo, llegarían tiempos mejores. En Borca, los jueces conjuraron una lluvia de plomo y expulsaron a las sectas de su Protectorado, mientras que los cronistas construyeron oficinas de intercambio e incluso mostraron interés en los fragmentos de platino que habían sido usados como joyería en su momento. De repente, la chatarra era valiosa de nuevo y sin todo el rifirrafe ni los locos vociferantes de la tierra baldía, el riesgo volvió a ser asumible. Los chatarreros se pusieron manos a la obra. Miles de ellos entraron en lejanos mares de escombros, construyeron campamentos en el polvo en cuestión de días y dejaron que pasasen a formar parte de las ruinas una vez terminado el saqueo.

CHATARREROS

213

MÁS RÁPIDOS Los africanos fueron más rápidos. Mientras los chatarreros borcanos seguían esperando a que Justiciano aniquilara los últimos reductos del clan Cucaracha, los antiguos centros industriales de Franka trasladados a Trípol y Bedain entraban de nuevo en servicio. Los chatarreros africanos pusieron a continuación los ojos en Purgare. Los convoyes tronaron poco después por los caminos desmoronados que van desde Nápoles hasta Roma siguiendo el Liri, pasando por Ceccano, Colleferro y

un sinnúmero de lugares más. Los chatarreros llegaron en masa, aferrados a los retumbantes Tanques Pioneros como insectos sobre carne descompuesta, a la espera de poner sus manos en tecnología de los antecesores. La moral era excelente. África, eternamente oprimida, se había despojado de sus cadenas y ascendía hacia el cenit cultural sobre el cadáver de Europa. Todo el mundo quería formar parte de ello.

S O L I TA R I O S El chatarrero europeo es un individualista. Su ropa es un mosaico de telas, capas y refuerzos de cuero que es muy poco visible a la luz y la sombra de las ruinas; para el ojo inexperto, es invisible en la tierra baldía. Es su mejor y única protección en los primeros años que pasa entre el polvo. Los que no saben cómo ocultarse no serán chatarreros mucho tiempo; pero sí estarán muertos de sobra. El chatarrero solitario vaga por las ruinas, excava en bóvedas y vuelve a la oficina de intercambio tan pronto como tiene el carro lleno o la barriga vacía. Así se pasa años. A veces le acompaña otra figura harapienta con una pala al hombro y algunos adoptan huérfanos a los que llaman «ratones» para que se introduzcan por las aberturas en las que ellos no caben. La vida entre las reliquias de los antecesores les cambia. Desarrollan afecto por las ruinas, aprenden a interpretarlas. ¿Quién vivió aquí? ¿Cómo les fue? Y sobre todo, ¿sobrevivieron al Escatón y se llevaron sus tesoros con ellos? Es extraño que la mayoría de los chatarreros se sientan en las ruinas como en casa. No hay que hablar de más, ni pelearse, ni ocurren malentendidos causados por cumplidos irreflexivos. La vida es tan simple así. Vale, hay que tener cuidado con los gendos y no siempre hay agua fresca. En cualquier caso, las ruinas son como un hogar que no dejarán hasta su último aliento.

Algunos no siguen ese patrón. Llegan a ser mecanicistas, creadores de auténticas maravillas a partir de la chatarra: muchos elementos legendarios como fusiles, trampas, mecanismos complejos y cerraduras fueron construidas en sus talleres. Los cronistas sospechan. De repente, hay alguien que usa los artefactos en lugar de comerciar con ellos sin pensarlo dos veces a cambio de un puñado de papel en las oficinas de intercambio. Un grano de polvo en los engranajes del Clúster.

FUERZA Los africanos son diferentes. Para ellos, es un honor trabajar en nombre de su pueblo, clan o cultura para añadir a su riqueza. Los azotadores pueden tratarlos como una mierda y para los neolibios no son más que peones en un juego de azar que tiene por objetivo la riqueza y el poder, pero no les importa. Saben que son valiosos. Los chatarreros africanos son idealistas. La comunidad es sumamente importante durante las expediciones. Se trata de un sustituto de la familia y también de una parte de su cultura que llevan consigo desde su hogar a los inhóspitos reinos de Europa. Después de un duro día entre el polvo, los chatarreros pasan las noches celebrando y riendo juntos, hablando de morriña y dándose consuelo. El contacto físico es muy importante para los africanos: se abrazan mucho y se tocan mientras hablan. Ver a dos hombres chatarreros de la mano no es señal de homosexualidad, sino que significa que son buenos amigos. En el campo se cuidan mutuamente y trabajan juntos. Con su ropa de colores expresan su individualidad y transmiten sus opiniones y caprichos. Su estado de ánimo, sus ideas básicas sobre la vida y la muerte, el dinero y la familia, además de sus orígenes codificados en los patrones y los colores que se remontan a sus antepasados. Son muy diferentes a las capas cubiertas de polvo de los europeos.

CHATARREROS

215

RUNAS La vida de un chatarrero rara vez se asemeja a la vida de un anabaptista o un spitaliano, o incluso a la de un simple ciudadano de Justiciano. Más bien se cruza en sus caminos arrastrando un trineo con un montón de chatarra, agachando los ojos. Lo mismo ocurre entre los propios chatarreros: si se unen en grupos, son más fáciles de encontrar y tienen que compartir. Aun así, han desarrollado un método para mantenerse en contacto: las runas de chatarrero. Nadie recordaría a Grif, que vagaba por las calles al sur de la Central Tecnológica cuando aún existía el sistema de túneles o a Toktok, que buscaba momias de refugiados en cuevas de las montañas, si no hubieran marcado su camino con runas. Su lenguaje de signos es similar a las marcas olfativas de un perro, señalando peligros, eventos y al

usuario de las marcas. Casi todos los chatarreros conocen símbolos con líneas simples de su propio diseño que pueden ser fácilmente talladas en las paredes con un cuchillo. Muchos chatarreros llevan su nombre rúnico tatuado en la frente o en el reverso de la mano como símbolo de su individualidad. Una vez encuentran una ruina, la marcan con un signo: «Estuve aquí. Continúa». Otros signos actúan como marcadores (flechas y triángulos), señales de peligro (líneas irregulares) o señalan acuíferos (tres líneas horizontales). El significado de las runas difiere entre regiones; no hay un alfabeto común. Los chatarreros africanos desconocen esta forma de comunicación. Existen en una comunidad viva y prefieren la palabra hablada.

BEDAIN Bedain es el mayor puerto de demolición del mundo; tanto para buques como para humanos a la deriva. Su magnetismo atrae a todos los chatarreros hacia el laberinto de naufragios monolíticos y enormes depósitos de chatarra. Los chatarreros africanos de más edad construyen fusiles y enseñan a cualquier persona que deslice un puñado de dinares sobre la mesa de trabajo. Mecanismos que muestran el curso de los astros, cañones de barco, aparatos de varias toneladas e incluso mecanismos de transmisión; en Bedain hay lugares donde se construye todo lo imaginable. En salas del tamaño del Clúster viven miles de personas sobre las vigas, debajo de las que se construyen y reparan tanques pioneros. Los chatarreros que busquen personas con ideas afines pueden hallarlas a montones aquí.

Este es el corazón del mundo de los chatarreros que late al ritmo de los martillos. En este lugar nacen héroes y leyendas, y cualquiera que se tenga por un auténtico chatarrero tiene que caminar por los callejones de esta ciudad al menos una vez en su vida y dejar su runa en un muro de hierro del acantilado sur en el que rompen las olas. Es algo completamente irracional, pero la necesidad es completamente natural. La gente hablará de ello y alguien reconocerá la runa. Ah, alguien de Bedain. Los habitantes se conocen entre sí y se saludan con un gesto de la cabeza. De vuelta a casa, la lluvia ya ha eliminado el aroma oleoso de la piel. Sin embargo, el recuerdo permanece.

ESCONDITES Los chatarreros europeos avanzan penosamente por la tierra, cargados como abejas QPMJOJ[BEPSBT"MHVOPTBUBOTVTIBMMB[HPTB la ropa, principiantes que desconocen que FMSVJEPBUSBFSÈBEFMJODVFOUFT-PTNÈTFYperimentados apilan sus artefactos sobre una plataforma hecha de tubos soldados FOUSFTÓ0USPTBSSBTUSBOUSJOFPTPDBSSPT Pero para algunos, la carga es demaTJBEPQFTBEB4FWFOPCMJHBEPTBEJWJEJS su botín: una parte se queda atrás y el SFTUPTFMPMMFWBOBMPTDSPOJTUBT-PRVF

EFKBOBUSÈTEFCFFTUBSNVZCJFOPDVMUP Quizás en antiguas alcantarillas, en cavidades bajo losas de hormigón o enterraEPFOVOBEVOBEFQPMWP%FKBSMPOPFT fácil para el chatarrero a la hora de partir del escondite e iniciar el penoso viaje haDJBFMBTFOUBNJFOUP`3ÈQJEP SÈQJEP-B mayoría de ellos regresan y descubren aliviados que el tesorillo está como lo EFKBSPO 1FSP BMHVOPT TF EJTUSBFO  TPO secuestrados, mueren o simplemente no pueden hallar el maldito escondite de OVFWP`5PEBFTUBQVUBUJFSSBFTJHVBM

Estos escondites desiertos son el PSJHFO EF NVDIBT MFZFOEBT 1PS FKFNplo, Frahn se jactaba de un gran hallazgo cuando de repente se agarró el pecho y DBZØ NVFSUP EF TV UBCVSFUF 0 FM WJFKP Tíber que siempre llevaba alguna chuchería preciosa de su escondite cuando BOEBCBDPSUPEFEJOFSPFOFGFDUJWP&Ocontrar uno de esos escondites puede IBDFSMBWJEBNVDIPNÈTGÈDJM6OBDPTB es cierta: los chatarreros son buenos FTDVDIBOEP

EN LA VEJEZ Muy pocos chatarreros europeos llegan a jubilarse. Peinan las ruinas, encontrando algunos hallazgos que vender para asegurar su vejez. La búsqueda se convierte en una adicción: «Sólo una ruina más, puedo sentirlo. ¡Ya casi estoy!». La mayoría de ellos acaban muriendo de debilidad en la tierra baldía. Simplemente, ya no regresan a la ciudad en un momento dado. Se han pasado la vida llevando artefactos a los cronistas y arrastrado metales por los palacios chatarreros. Los que logran retirarse encuentran un nuevo hogar en estos palacios. No necesariamente uno mejor, porque desmantelar chatarra es un trabajo difícil que agota rápidamente un cuerpo envejecido. Al menos no hay que andar mucho para conseguir un plato de sopa de raíces. Los que han logrado convertirse en mecanicistas o fabricantes encuentran un lugar en las escasas comunidades

de chatarreros. Incluso los cronistas tienen que admitir que los chatarreros saben mucho. A veces, el Clúster llega a enviar agentes que aprenderán los secretos de la mecánica instruidos por fabricantes. No siempre queda claro si es una recompensa, el procedimiento estándar o un castigo. La seguridad social es bastante escasa entre los chatarreros. Que cada uno se las arregle como pueda. Sin embargo, en África no ocurre lo mismo: el clan se hace cargo de sus mayores, mostrándoles el debido respeto. Los niños se acercan muy interesados para escuchar atentamente cuando los arrugados chatarreros hablan de sus aventuras y batallas contra los bárbaros borcanos. Al final, mueren con dignidad. Los chatarreros europeos se pudren en la tierra baldía. Polvo eres y en polvo te convertirás.

EN TODO EL MUNDO Los antecesores son omnipresentes en Europa. Los campos de escombros aparecen por todas partes bajo la niebla. Rutas asfaltadas cruzan la tierra y los chatarreros encuentran en ellas estaciones de servicio en ruinas, casas ocultas petrificadas bajo las dunas de ceniza del cráter y edificios tomados por la maleza. Gran parte ya han sido saqueados, pero los que cavan suficientemente profundo siempre encuentran artefactos de los antecesores. Esta tierra siempre ha sido un paraíso para los chatarreros.

CHATARREROS

217

BORCA Chatarra, chatarra por todas partes. Borca del Oeste es un depósito que atrae a todo un ejército de chatarreros. Encontrar un lugar virgen es prácticamente un milagro. Aquí opera el cártel, una comunidad de chatarreros que ha florecido durante años. O al menos Bosch, su líder, lo llama comunidad con una sonrisa irónica. Es un enano irascible que trata de mantener bajo control a los chatarreros del Pulmón Negro con el fin de obtener precios más altos de los cronistas. Sus matones vigilan las ruinas y venden licencias de búsqueda mientras sus tasadores ofrecen sus servicios a los cargados chatarreros frente a las oficinas de intercambio por la fuerza, si es necesario; Pero su red tiene agujeros y muchos chatarreros logran eludir al cártel. Aun así, la organización está creciendo. La influencia de Bosch se desvanece más allá del Golpe del Segador. De todos modos, allí las reglas son otras. La naturaleza reclama los mares de escombros y los nómadas supersticiosos piensan que están malditos: se

mantienen alejados de las escarpadas filas de paredes. En las últimas décadas, algunos chatarreros de Borca del Oeste se abrieron camino por los extensos bosques de coníferas y se establecieron allí. Dondequiera que ponen un pie, excavan artefactos del suelo forestal. Pero los cronistas más cercanos están a cientos de días de distancia, más allá de una falla volcánica activa que sólo se puede eludir a través de la fortaleza hellvética. No tiene gracia. Por suerte están los cronistas renegados de la Torre Aguja. El Clúster se revoluciona cuando alguien los menciona. Los que negocian con los agujas tienen prohibido hacerlo con los cronistas de por vida. Por descontado, los cronistas no le cuentan a nadie cómo saben quién ha osado hacerlo. Las Torres Aguja no son las únicas que a veces compran chucherías. Las familias gobernantes de Osmán también las adquieren. La vida puede ser un poco más lujosa con su ayuda.

FRANKA Mucho antes de que la población empezase a comprender el valor de los artefactos, los africanos habían vaciado las ruinas. En especial, las ciudades de la costa sur fueron peinadas una y otra vez. Tienes que asumir grandes riesgos aunque sea para encontrar un tornillo: sólo los sótanos colapsados que han permanecido sellados durante siglos ofrecen una posibilidad de hallar algo de valor. Los chatarreros locales son figuras que han mirado

a la muerte a los ojos una y mil veces; son considerados soldados de fortuna y héroes de innumerables leyendas frankeñas. Pero los artefactos no son realmente necesarios. Los clanes producen lo que necesitan en su vida diaria. Sólo existen oficinas cronistas en unas cuantas poblaciones grandes; el único Clúster está situado en Aquitania. Los artefactos se utilizan sobre todo en joyería o se exportan a Borca.

POLEN El impacto del fragmento Pandora aplanó la mayor parte de la tierra. En el nordeste sólo se encuentran artefactos en bóvedas enterradas. Las ciudades en ruinas que sobresalen entre la tela de araña son lugares con el potencial de poseer tesoros ocultos, pero nadie puede predecir dónde se hinchará el suelo la próxima vez; a los enjambres de arácnidos sólo les lleva unos pocos días tejer un capullo alrededor de la ciudad y convertirla en un paisaje de colinas sedosas. Eso no es suficiente para que se desarrolle un colectivo de chatarreros como el de Borca. Los chatarreros de Polen se aferran a los escasos asentamientos como moscas a un atrapamoscas. Organizan materiales de construcción para el Piast en Breslavia y para sus invitados africanos reparan motores y mecanismos de transmisión. Gdansk está en manos de spitalianos y anabaptistas, que están bastante

más interesados en gásol que en equipos nuevos, pero los mecanicistas más capaces también pueden encontrar un trabajo. Hay una ubicación que parece especialmente prometedora. Tan prometedora que los hellvéticos registraron un crecimiento constante en el flujo de chatarreros y cronistas en dirección este. Desde la caída de Praga, decenas de soldados de fortuna dejan todos los días los túneles del paso en la región de Steyr y Ternitz, marchando hacia el norte, al otro lado de la barrera. Hace años se consideraba impracticable, pero desde la caída de Praga las cosas han cambiado. Ahora se trata de saquear los restos de Praga antes de que las ruinas pierdan su interés y estén completamente marcadas por runas de chatarrero.

EL BALJÁN Los baljaníes dejaron de controlar el deterioro natural de las ruinas durante mucho tiempo. Otras cosas parecían más importantes. Recordaron las húmedas bóvedas llenas de historia y poder oxidado cuando ya era tarde. Los voivodas han ordenado la búsqueda de armas para fortalecer

aún más su dominio. Por lo tanto, los chatarreros no deberían excavar en las ruinas sin el permiso de los voivodas. Podrían ser tomados enseguida por ladrones. ¿Y qué sería de un chatarrero sin sus manos?

H I B R I S PA N I A En las selvas de Hibrispania ocurren cosas extrañas. Dentro de la Deformación, un complejo de edificios de los antecesores perfectamente conservado puede colarse en la realidad mañana, una parpadeante imagen distorsionada que presagia hallazgos. Pero también podría ser que un enjambre gigante de grajillas

volase justo encima tapando el sol. El sol que nunca se pone, igual que la migración de los pájaros nunca concluye. Los que se atreven a entrar en la Deformación pueden hacerse con grandes tesoros o quedar atrapados en un túnel del tiempo para siempre.

PURGARE Purgare fue saqueada a fondo por los africanos en un momento en que no tenía que temer a los psicoquinéticos. Sólo quedaban paredes polvorientas y baratijas. Las concesiones de expolio del Banco de Comercio en Trípol son más baratas cada año. Jóvenes neolibios sin experiencia las adquieren. No van a hacerse ricos de una forma tan complicada. Los chatarreros locales ofrecen sus servicios como mecanicistas a las familias o cruzan los Alpes hasta Praga,

su tierra prometida. Al oeste de los Apeninos pueden obtener beneficios. En los territorios envenenados esperan algunos tesoros, pero las condiciones —con todas esas nubes de gas, ardientes ríos de lava y géiseres traicioneros— son mortales. Los pocos que quedan son cazadores de tesoros altamente especializados con un equipo notable y el instinto de supervivencia de un enjambre de cucarachas.

ÁFRICA Cuentan las leyendas que el interior de África carecía casi por completo de tecnología antigua. África estaba tecnológicamente más cerca de las civilizaciones europeas en las ciudades costeras, pero fueron arrancadas por el Mediterráneo en la inundación. Los chatarreros africanos son viajeros y por lo general sus viajes les llevan al norte. Los que se dirigen hacia el sur van en busca de las fortalezas de la OEA. Supuestamente hay depósitos de armas en estos complejos militares tan grandes como para equipar a toda África. Pero son depósitos fuertemente custodiados. Los pocos que vuelven cuentan historias de fantasmas hechos de azogue, envueltos en los harapos de los que fueron su presa. CHATARREROS

219

RANGOS DE LOS CHATARREROS

1–RATÓN

4 – L O B O S O L I TA R I O

La chica se desliza de culo por el abismo dejando una turbulenta estela de tierra. Pierde el equilibrio y se agarra instintivamente a un puñado de raíces muertas del suelo; entonces cae. Suelta un chillido (que a ella le parece algo embarazoso) y entonces siente la sacudida cuando la cuerda se tensa con un chasquido. Se balancea en la oscuridad absoluta, respirando con dificultad. Escucha como le dicen desde arriba: «¡Vamos, compórtate como una buena ratona!». Muchos niños chatarreros comienzan sus carreras colgando de cuerdas. Sus tutores los bajan a túneles o sótanos en los que no pueden entrar ellos mismos. Los más pequeños son un recurso valioso para rescatar los artefactos perdidos de las ruinas. Eso no quiere decir que se les trate bien, especialmente si han sido comprados a una cigüeña apocalíptica.

No es un recolector; es un cazador. Sabe dónde se encuentran los artefactos ocultos, conoce el precio y la forma de rescatarlos. No es una persona a la que te atreverías a tirar una piedra. Su fusil hace agujeros mucho más grandes.

5–OSO CAVERNARIO Los que encuentran su runa junto a otra que dice «¡Aléjate!» obedecen sin rechistar. Nadie se enfrenta a un oso cavernario sin una buena razón, sobre todo en su propio dominio. Los osos cavernarios son peligrosos y huraños, e insisten en que no se toquen sus escondites. Cualquiera que se atreva a entrar de todos modos y sobreviva a las trampas tendrá que enfrentarse a ellos: criaturas perfectamente adaptadas a su medio ambiente, con un cabreo de narices y portando armas que pueden traducir su rabia en heridas impresionantes.

2–TEJÓN Cuando el pequeño ratón ha crecido demasiado o se ha vuelto respondón, nace un nuevo tejón. Se establece por su cuenta, arrastrándose torpemente por las ruinas y topándose con un artefacto de vez en cuando. La suerte del principiante lo mantiene vivo.

3–ZORRO El zorro es astuto y rápido; las ruinas son el territorio que ha heredado. Conoce cada sima que lleva a las profundidades de su madriguera, en el mundo subterráneo de los antecesores. Sólo tiene que ser capaz de llegar a los asentamientos para entregar sus hallazgos a los cronistas.

3 – M E C A N I C I S TA Tiene un don para la tecnología, entiende cómo interactúan los engranajes o cómo el ancla de hierro cambia de una de bobina a otra dentro del motor. Todo es lógico; no hay nada místico en ello. No ve los artefactos como mercancía, sino como recursos: extrae de ellos lo que necesita para sus propias construcciones.

4 – FA B R I C A N T E Ha avanzado mucho en el terreno de los secretos técnicos. Cuenta como mínimo con un taller bien asegurado, probablemente en la Central Tecnológica. Alrededor del cuello lleva una cadena de la que cuelgan llaves. Cada una de ellas abre el taller de otro fabricante. Todo asentamiento estaría orgulloso de tener a un hombre como él entre sus filas.

+ & 3 " 3 2 6 ¶ "  :  3 " / ( 0 4 o $ ) " 5" 3 3 & 3 0 4

1

RATÓN

2

3

ZORRO

4

3

MECANICISTA

4

FABRICANTE

3

RECUPERADOR

4

LOBO ALFA

3

MATÓN DEL CÁRTEL

4

TASADOR

LOBO SOLITARIO

5

OSO CAVERNARIO

5

LEYENDA

5

FUNCIONARIO

TEJÓN

3–RECUPERADOR Hay un montón de cosas interesantes entre el polvo, sólo que son demasiado voluminosas para que un chatarrero las arrastre él solo hasta las puertas de la Central Tecnológica. Aquí es donde entran los recuperadores. Pertrechados con equipo pesado como varios tipos de tractores y tijeras neumáticas para cortar metal, podrían incluso desmantelar un tanque pionero para extraer piezas. A diferencia de los tragadores de polvo típicos, tienen confianza en sí mismos (¡y sólo en sí mismos!) y considerando esta fuerza, nunca se aventuran solos. Para ellos, la fuerza está en la comunidad. Al menos si esta comunidad tiene acceso a miembros con motores de mucha potencia.

4 – L O B O A L FA Si quieres el respeto del lobo alfa, tendrás que trabajar duro. Las acciones hablan más que las palabras. Un lobo alfa se ha ganado el respeto. Ha arrancado docenas de tesoros a la tierra, nunca ha decepcionado o traicionado a sus camaradas. Al menos no lo han notado. Además, conoce a la gente adecuada para que su equipo evada al cártel y contacte directamente con los cronistas. Para hacerte rico tienes que eliminar a los intermediarios.

5–LEYENDA Ha dejado su runa por todo el mundo conocido y si alguna vez has llegado hasta Siracusa, la habrás visto en sus paredes de runas. Sus aventuras se cuentan en la Central Tecnológica y alrededor de un sinnúmero de hogueras en la tierra baldía. Este chatarrero es una leyenda.

3–MATÓN DEL CÁRTEL Los chatarreros trazan sus runas con orina en el polvo donde les da la gana. Al menos así eran las cosas antes de que el enano Bosch asumiese el mando del cártel y aumentase su poder. Hoy en día, sus tasadores pululan por las

oficinas de intercambio y aconsejan a todos los chatarreros que les entreguen una quinta parte de sus beneficios. A cambio obtendrán asesoramiento y no les dejarán sin sentido a golpes. El miembro más simple del cártel se libró de esta opresión a través de la membresía. O al menos eso pensaba. Sólo tiene que pagar un 10%, que no está mal, pero a cambio tiene que realizar tareas especiales de vez en cuando. Todos somos una gran familia feliz, ¿no? Tenemos que ayudarnos mutuamente, ¿verdad? Ayuda un poco aquí, cuando algún mierda no quiera pagar o sal en una misión de reconocimiento a unas ruinas inexploradas. Nada importante. Aún no.

4 – TA S A D O R «Cártel. ¿Artefactos para tasar?». Los tasadores conocen cada truco de los cronistas para sisarles a los chatarreros honestos sus letras de cambio («¿Quieres donarles algo?») y no se cansan de demostrárselo a sus «clientes» por medio de anécdotas. Si un chatarrero accede, le acompañan a las oficinas de intercambio y negocian por él. A cambio obtienen el 20% de lo que gana con sus hallazgos. Desafortunadamente, los miembros del cártel sólo pagan el 10%. En su mayor parte, los tasadores saben lo que están haciendo. Algunos son buenos con los artefactos, otros con la intimidación.

5–FUNCIONARIO Decenas de tasadores responden ante ellos y, por supuesto, les pagan un porcentaje de las letras de cambio cronistas que ganan. Es desagradable que se produzcan irregularidades, pero así es la vida en general. Especialmente para los tasadores que falsean las ganancias o mienten a su funcionario con insolencia.

CHATARREROS

221

MARAVILLA

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

CLANES

JUECES

Los anabaptistas son campesinos armados. Ni siquiera saben llevar a cabo su estúpida cruzada por sí mismos. Lo único que les importa es labrar los campos, beber y matar aberrantes. Eso sí, los bautismos de los orgiásticos no están nada mal. En los barriles no hay agua.

En un agujero lleno de insectos, siempre hay algunos que quieren morderte. Lo mismo pasa con los clanes. Algunos son pacíficos y te ofrecen agua y un pedazo de carne para ayudarte. Otros te cortarán ese pedazo a ti para dárselo de comer a sus hijos.

Puedo cuidar de mí mismo, nunca he necesitado a nadie. La gente de Justiciano no parece verlo así. A los jueces les gustan las reglas; cuantas más, mejor. Nadie puede llevar un registro de esa basura. Al menos en el pasado mantuvieron las ruinas limpias matando a los Cucarachas. Pero ahora no les va tan bien...

C R O N I S TA S ANUBIANOS Se untan con resina, se ponen máscaras de perros e introducen escarabajos en la boca de los muertos. Nosotros también tenemos nuestros problemas con los insectos, pero eso es enfermizo. Supuestamente, todos ellos han muerto antes. Algunos incluso varias veces.

Están majaras. Algunos se ponen nerviosos cuando ven mis artefactos, pero aun así pagarán lo mínimo. La mayoría son aceptables. No hablan mucho, así que pones tus cosas sobre la mesa, esperas, coges las letras de cambio y te vas. Si quieres hacer buenos amigos, te has equivocado de lugar.

H E L LV É T I C O S APOCALÍPTICOS Tienen mi respeto, porque saben cómo vivir. Siempre tienen Quemazón y destilados para nosotros. ¡Ah, y las mujeres! Adivina mis razones para volver a esos malditos asentamientos.

Tienen un equipo impresionante. Un Rastreador me proporcionaría lo suficiente para pasar varios inviernos. Los hellvéticos son aceptables; no montan numeritos, siempre y cuando te comportes dentro de su fortaleza. Así que por favor: ¡mea sólo en los agujeros designados!

A Z O TA D O R E S

JEHAMMEDANOS

Cabrones peligrosos. No son más violentos que otros igual de idiotas, pero en lugar de dejarte tirado en el suelo después de una pelea, te llevan con ellos.

Los jehammedanos viven en un mundo diferente. Puedes beber con un anabaptista, hablar sobre tu sarpullido con un spitaliano tomando una copa de destilado e incluso puedes charlar con los jueces. ¿Pero los jehammedanos? No sé nada sobre cabras.

NEOLIBIOS Son comerciantes; en Bedain son gente decente. Los cronistas no piensan lo mismo, a juzgar por las historias que cuentan sobre ellos. Dicen que nos roban a nuestros hijos, los destripan y utilizan las entrañas como cebo de pesca. Los caras de máscara no se inventarían algo así. Sin embargo, suena un poco raro.

PÁLIDOS Un rápido viajecito por sus búnkeres y tendremos resuelto el resto de nuestras vidas. Pero se sientan sobre sus tesoros con sus culos pálidos, quedándoselo todo para ellos. Gilipollas. Además, son un poco raros. Tienen esa pinta de pesadilla que inquieta bastante.

S P I TA L I A N O S Piensan que somos escoria y se consideran mejores que nosotros. Je, hasta puede que tengan razón. ¡Pero somos libres!

LOBO

H E S TA

E L C O L E C C I O N I S TA DE CABEZAS

Cultura: Purgare Concepto: El Discípulo Colectivo: Chatarreros (Leyenda)

Cultura: Hibrispania Concepto: El Visionario Colectivo: Chatarreros (Lobos solitario)

Lobo es un hombre blanco entre negros que se ha ganado los corazones de los neolibios de Bedain a base de mentiras. Incluso los azotadores esbozan una sonrisa cuando les cuenta chistes de Franka. Sabe cómo usar sus encantos. Vende mecanismos expoliados y reaprovechados por los neolibios a sus compatriotas continentales con una sonrisa irónica. Y entre todos ellos hay más de un artefacto que en realidad debería haber ido a África.

Cavar en la tierra puede ser un estilo de vida que guste a algunos chatarreros, pero para Hesta no es suficiente. Ha oído hablar de algo grande, ha encontrado mapas e indicaciones, estudiado libros antiguos y comparado dibujos de horizontes urbanos con las siluetas de los mares de escombros para llegar a sus propias conclusiones. «Más que un golpe» dice apretando las mandíbulas.

Cultura: Desconocida Concepto: El Destructor Colectivo: Desconocido (Presumiblemente chatarreros) Un cadáver sin cabeza se encuentra tirado en el pavimento de la Ciudad Interior de Justiciano. Una mujer chatarrera. Lo mismo que hace dos días a tres calles de distancia. La puntuación del coleccionista de cabezas es de 29-0 contra los jueces y estos aún no saben nada. ¿O en realidad alguien en las altas esferas protege al asesino, como empiezan a sospechar algunos?

CHATARREROS

223

$0/26*45"%03&4%&-.6/%0

NEOLIBIOS CONCESIONES Un acerado cielo azul y un sol implacable que quema las polvorientas calles de Trípol. Una suave brisa llega del mar, llevando el olor de descomposición de algas y sal a las narices de los africanos. Más tarde, el viento cambiará y ahogará el olor de la humedad con el de la selva tropical. A los tripolitanos reunidos frente al palacio de mármol del Banco de Comercio neolibio no les importa. Hoy concurren los más ricos de los ricos, los neolibios, frente al portal de vidrio. Los mendigos se agolpan junto al camino, a la espera. Africanos en sucios harapos esperan de pie al lado de los que visten prendas de lujo. Todos observan los acontecimientos, maravillados por los paños de oro y telas de colores que llevan los neolibios alrededor de sus caderas y señalan los esbeltos fusiles y sables. Los espectadores ríen a la vista de los turbantes que terminan en chales: piel rica, piel sensible. Una gran comitiva se abre paso entre la multitud; en su centro se encuentra un palio de seda de madreperla sujeto entre postes que acarrean esclavos blancos. Su dueña camina entre sombras. Con cada paso las perfectas joyas de plata en su pecho tintinean. Un hombre blanco calvo se le acerca con la cabeza agachada; ella masculla algo y señala hacia adelante. El esclavo se aleja. Un murmullo recorre la multitud. Un neolibio lleva por botas las piernas de un hombre máquina. Se dice que necesitó sacrificar cincuenta azotadores para conseguirlas y que la armadura está protegida por antiguas runas contra todo tipo de daño. Un niño se separa de la multitud y corre hacia el neolibio. Al llegar a su altura, cae repentinamente de rodillas deslizándose en una

nube de polvo y trata de alcanzar las botas. Su mano las toca; el neolibio se tambalea, recupera el equilibrio y le da una patada al muchacho, que se aleja rodando entre risas. El público aplaude y baila. El sol ha llegado a su cenit. El sudor brilla en la piel de color negro. Huele a tierra caliente. Un esclavo se derrumba y es arrastrado bajo la sombra. La gente se abanica tratando de conseguir algo de aire fresco. Algunos gritan «¡Baljaní, baljaní!». Otros se unen dando pisotones al suelo. Los neolibios miran a su alrededor con seriedad y aspecto importante, pero hay un brillo de diversión en sus ojos. Asienten al ritmo de los gritos. El masivo portal de cristal se desatranca con estrépito. Dentro se pueden ver esclavos con torsos desnudos empujando las puertas, musculosos hombres con barbas perfectamente afeitadas: la idea africana de lo que es un baljaní domesticado y entrenado. El portal se va abriendo poco a poco. Los neolibios se apartan al principio y luego se empujan mutuamente en la fresca penumbra del Banco de Comercio. Se tiran de la ropa y se empujan hasta hacerse un hueco y entran en el gran vestíbulo. No se dignan a mirar los tapices de metros de altura con sus patrones tradicionales. Pies desnudos y sandalias patean el mármol. Las vainas de los sables y los fusiles entrechocan en un estruendo similar a una batalla. Un torrente se divide corriendo junto a las dos escaleras que llevan a la galería y de ahí, a través de portales a ambos lados de la sala, hasta la rotonda de la sala de mapas. La galería rodea la cúpula a poco más de cinco pasos por encima del suelo y se llena rápidamente de gente.

NEOLIBIOS

225

La cúpula está cubierta con motivos tallados en negro y madera pulida: espíritus ancestrales como tótems observadores junto a patrones geométricos taraceados con placas de bronce y plata. Es la unión entre la vieja y la nueva África. A través de la abertura circular en el polo de la cúpula resplandece el sol del mediodía y un rayo de luz ilumina el mosaico del suelo, construido con innumerables piedras semipreciosas recortadas que muestran un mapa de Europa y África. Los pueblos están señalados con clavos y las rutas comerciales están representadas con hilos atados entre ellos. Cubren la obra con una densa red que forma una gruesa masa de hebras en Trípol. Los hilos tienen enganchadas pequeñas banderas con los nombres de los neolibios. Motas de polvo bailan en la luz. Los neolibios se inclinan sobre la balaustrada buscando a su séquito o tratando de respirar cuando la multitud se amontona. Algunos hablan en voz alta y gesticulando. Se discuten alianzas potenciales; promesas provisorias se gritan de un lado al otro de la sala. Los cartógrafos entran con el mapa. Detrás de ellos accede el subastador Thabul y levanta los brazos. En el final de una larga carrera, ha sido elegido por la mayoría. Todo el mundo le muestra respeto y confianza. El estruendo se reduce a un murmullo. Se inclina saludando en todas direcciones y los neolibios en la parte posterior de la galería le responden con un gesto de la cabeza. Thabul camina hacia el centro sin tocar ni un solo hilo. Abre la batalla por las concesiones con una ruta inocua pero probablemente prometedora entre campos de chatarreros purgarianos. El ambiente es todavía de contención; los neolibios esperan por la pieza principal: Trípol con el resto del mundo. Algunos pierden los nervios y entran en la escaramuza de pujas en la galería, gritando y maldiciendo; Thabul los observa fríamente y anota el precio en constante aumento por la concesión, hasta que acepta la oferta de un neolibio en un taparrabos con dibujos de color rojo y azul que sostiene un fusil irreconocible. El rostro del hombre está cubierto de sudor. Hace fresco en la sala de mapas. Un segundo de calma. Todo el mundo respira profundamente. Después siguen con rapidez una ruta tras otra, alternando diferentes cualidades. Olas de indignación sacuden los séquitos de los perdedores, mientras que los ganadores ríen o anuncian gritando su éxito. Thabul baila por el mosaico cubierto de hilos, apuntando a varios países, citando los volúmenes comerciales y alabando las ventajas de esta ciudad o aquella ruta marítima como un charlatán. Los cartógrafos toman las banderas con precisión, las retiran y reemplazan por otras nuevas. Thabul no concede un minuto de descanso a los licitadores, hostigando a los comerciantes con un torrente de concesiones. Cuando la gente está cansada y quiere hacer un descanso, ofrece las rutas más jugosas para añadir más leña al fuego. Es un juego y el mundo es el tablero. El sol

comienza a ponerse. Toda Trípol parece estar pendiente del Banco de Comercio. Sólo los que están delante tendrán la oportunidad de pasar la noche con esclavos, vino y manjares de todo el mundo conocido. Los azotadores apenas son capaces de controlar a la multitud. La gente en las primeras filas observa las enormes puertas de cristal. Los neolibios caminarán muy pronto entre ellos, algunos tristes y callados, otros eufóricos y generosos. Estos últimos celebrarán fiestas para que la gente participe de su alegría como manda la tradición: una noche de éxtasis. Detrás, los baljaníes empujan las puertas...

EN LA CIMA Los neolibios son comerciantes que tienen como objetivo los negocios, la influencia y la riqueza. Rechazan todo lo que les cueste tiempo y energía sin reportar dinares. Por esa razón nunca tuvieron interés alguno en una historia escrita completa. Pero han dejado su huella: en el Banco de Comercio y en archivos privados acumulan polvo libros y carpetas llenas de tratados y acuerdos. Con un poco de intuición y paciencia, es posible destilar la historia los neolibios a partir de ellos. Se inicia más o menos cincuenta años después de la devastación de la costa africana. Los primeros informes se encontraron en una remota región africana y fueron escritos por el Libio. Era un comerciante, un contable astuto y un gran emprendedor. Se ocupó de los supervivientes y así tejió la red de contactos que lo apoyaría hasta el final. Sus puestos comerciales a lo largo de la costa mediterránea africana eran como semillas que pronto brotaron para dar ciudades poderosas. Una de ellas era Trípol que, de acuerdo con la historia, era el pueblo natal del Libio en mitad de las ruinas de la antigua Trípoli. Allí se encontraban las líneas comerciales (o al menos es lo que dicen los libros) y llevaron una inesperada prosperidad no sólo al Libio: té, telas caras, aceite en ánforas, sacos llenos de grano y carpintería metálica se apilaban en almacenes y cavernas. Los fantasmas de los ancestros favorecían a la ciudad. Trípol floreció. Las empresas del Libio crecieron tanto que ya no podían ser controladas por él solo. Las listas que se remontan a aquellos días enumeran a cientos de empacadores, ayudantes y escribas, algunos de ellos antiguos competidores del Libio a los que había vencido en guerras comerciales. Otras partidas de gastos indican que parte de los beneficios volvieron a la población. El Libio pagó la edificación de lugares de reunión y puso a los trabajadores a construir campos o canales fortificados. El declive de África había sido detenido. Sus habitantes empezaron a prepararse para asaltar la montaña de residuos culturales, enemistades entre clanes y estructuras desoladas que habían heredado.

LA FUNDACIÓN

EXPLORACIÓN

El Libio odiaba cada palabra que no condujese directamente a un beneficio medible en dinares. Nunca hablaba de su familia, del tiempo y especialmente de sus competidores. Pero a veces, después de un buen día, cuando caminaba entre las filas de escribas y comprobaba que todo estaba cerrado, que los números cuadraban, reunía a sus subordinados a su alrededor. Su rostro se distendía y relajaba y su voz sonaba más profunda. Les pedía a todos que se sentaran y elaboraba té que luego les servía. Esperaba hasta que todos hubieran tomado algunos sorbos. Miraba a su alrededor, asentía con la cabeza y describía los acontecimientos que les habían llevado hasta ese punto. Decía que todo se basa en tres cosas: exploración, diplomacia y comercio. Estos tres aspectos son interdependientes y sólo juntos pueden formar la tríada que engañó al mundo como él mismo era engañado por la música de cítara que tocaba su concubina Manhare. Dijo que eran la base de toda empresa de éxito y que nada ni nadie podrían derribar el edificio que los tuviera por base. Estas enseñanzas se convertirían en su legado. Doscientos años después de la muerte del Libio, sus descendientes se llamaron a sí mismos neolibios. Como parte de su aún creciente negocio, son la encarnación de sus tres aspectos.

Los barcos neolibios cruzan el Mediterráneo y los comerciantes ven las costas extranjeras a través de sus binoculares. Sus expediciones suben a las montañas más altas, exploran el polo más frío y el desierto menos habitable. Las zonas desconocidas en el mapa los atraen como si explorarlas hubiera sido el deseo postrero de sus padres. El mundo está salpicado de lugares y cada uno de ellos ofrece experiencias sensuales, negocios interesantes, aventuras, inspiración o secretos antiguos. Es una lástima que tantos estén todavía sin explorar. Cada exploración y cada mapa abre a los pueblos africanos nuevos caminos, mercados, cotos de caza y en definitiva riqueza medible en dinares o logros culturales.

DIPLOMACIA Donde un fusil abre agujeros y genera odio que durará décadas, una palabra amable abrirá puertas. La diplomacia permite que los neolibios puedan hacer negocios sin tener que llevar como compañía un séquito de azotadores. Hace contactos. Garantiza el paso seguro por tierras extranjeras y regiones peligrosas. Sin la diplomacia, la cultura no puede crear nada ni construir puentes, cruzar fronteras o tener nuevas perspectivas.

NEOLIBIOS

227

COMERCIO Una vez que los países extranjeros han sido explorados y catalogados, una vez que se han estrechado las manos e intercambiado regalos, una vez que la amistad se ha confirmado tomando una taza de té, pueden empezar los estudios de mercado. Se recopilan todos los recursos y servicios en una lista y se detectan las necesidades de la población, o se crean. El explorador registra la nueva ruta en el Banco de Comercio y a cambio recibe el volumen de ventas esperado de dos años en dinares. En la siguiente subasta se ofertará su concesión como cualquier otra ruta. Para entonces el explorador estará de regreso en la proa de su barco con su rostro mojado por la espuma marina mientras sueña con tierras extranjeras. En la cosmovisión del Libio, el comercio une a facciones diferentes. Ya se trate de clanes, colectivos o culturas, el comercio los une en un ciclo de bienes, los obliga a actuar de manera razonable e impone modos básicos de comportamiento civilizado entre ellos. Los que no sean hospitalarios con sus contrapartes, no se preocupen por su bienestar, no les escuchen y antepongan su propio orgullo por encima de cualquier compromiso, no tardarán en ser rechazados. Es extraordinario que todas estas bendiciones también generen algunos dinares para los comerciantes.

INCURSORES

EL BANCO DE COMERCIO

El comercio no es lo único que convierte a los neolibios en los comerciantes de mayor éxito del Mediterráneo. Deben parte de su riqueza a los campos de artefactos de los pueblos del norte. Transportan a azotadores y chatarreros en sus barcos con destino a la costa de Franka y Purgare, tomando la costa con sus Tanques Pioneros para trabajar en sectores vírgenes. Sus mapas son exactos: por lo general el subastador les indica que dispongan de un cartógrafo que mida y registre los caminos antiguos de los que pueden derivar nuevas concesiones. Los azotadores son absolutamente necesarios para tales expediciones. Con sus armas preparadas recorren las ruinas en sus buggies de cuatro ruedas, los Koms, buscando salvajes para abatirlos. Se comportan de forma desenfrenada, como hienas que muerden al ternero que no actúa con la rapidez suficiente. Son muy problemáticos: por culpa de su comportamiento, la reputación de los neolibios entre población local sufre. El avistamiento de un tanque pionero puede poner en pie de guerra a toda una alianza de clanes. Casi todas las noches se lanzan flechas flamígeras contra la piel de acero o las patrullas de azotadores son atacadas. No es aún el momento para los aspectos diplomáticos o ya es demasiado tarde. Cualquiera que sea el caso, ¡hagamos algunos esclavos!

Hace cuatrocientos cincuenta años sólo había algún edificio de barro en el lugar. Sus paredes fueron estucadas y más tarde alicatadas, luego se añadieron scriptoriums adicionales. Los mensajeros iban y venían creando con sus pisadas surcos en el suelo de barro. Se erigió todo un barrio con almacenes, un archivo y una fábrica de sellos y utensilios de escritura, todo para uso privado. El antiguo edificio de barro fue reemplazado por un edificio de oficinas de dos pisos con un frontal de fino mármol purgariano. El emplazamiento de la empresa siguió creciendo incluso después de la muerte del Libio. Hoy en día, el Banco de Comercio se encuentra en ese lugar, una pequeña ciudad autónoma en medio de Trípol. En su interior, cientos de cartógrafos copian gráficos y mapas; un ejército de escribas anota y reconoce el flujo de mercancías. En los archivos se guardan desde el primer día hasta el presente las cuotas de ventas y los beneficios de cada ruta, además de sus concesiones. En el primer día del primer mes de un nuevo año, el Banco de Comercio acoge la gran subasta. Los neolibios parten de sus posesiones en Purgare y Bedain o interrumpen sus cacerías de grandes piezas en los campos de esporas de Polen; llegan desde las costas del Atlántico y Anubia. Nadie se puede permitir faltar a la subasta. Todas las concesiones son devueltas al Banco de Comercio exactamente al mediodía. La subasta dura todo el día. Las ofertas de las rutas codiciadas y lucrativas se alternan con las concesiones arriesgadas sin desarrollar. Los neolibios se enzarzan en una batalla de pujas, discuten y forman alianzas con antiguos archienemigos. Poderosos monopolios y alianzas se crean en el acto al ritmo de las subastas y se cancelan al año siguiente en el mismo lugar.

BEDAIN Bedain, la isla de los chatarreros con su legendario puerto de Siracusa, es la puerta de entrada al continente africano y una escala para las expediciones de saqueo OFPMJCJBT "MMÓ TF EFTDBSHBO GÈCSJDBT RVF

son desmanteladas por chatarreros exQFSJNFOUBEPTZFNCBSDBEBTEFOVFWP&M neolibio Khadala ha hecho de Siracusa su DBTB %JSJHF MPT NVFMMFT EPOEF USBCBKBO chatarreros día y noche para mantener su

BSNBEB EF FNCBSDBDJPOFT 4VT UJFOEBT están hasta el techo de artefactos que sus B[PUBEPSFTIBOSPCBEPBM$VFSWP-PTDSPOJTUBT MP TBCFO ,IBEBMB Z TVT QSPQJFEBEFTFTUÈOSPEFBEPTQPSVMUJNBEPSFT

NEGOCIOS Los bulevares de Trípol conducen a mercados con puestos de colores que ofrecen BSUFEFUPEPFMNVOEP-BTUFMBTTFNFDFO al viento, hay un aroma de anís y comino, MPTIFSSFSPTEFGVTJMFTJODSVTUBOmMJHSBOBT EFPSPFOMBTDBSDBTBT-BMV[EFMTPMCSJMMB en los pomos de las puertas, hebillas de DJOUVSØO Z KPZBT -PT QVFTUPT DPOUJHVPT venden ánforas o macetas pintadas, tazas de té, cojines bordados, cortinas y moliOPT QBSB QSFQBSBS FTQFDJBT )BZ NVDIPT artefactos del helado norte en exhibición que se asemejan a tubos entrelazados y seguramente sólo tienen un valor

EFDPSBUJWP -BT QFSTPOBT DBNJOBO USBOquilamente por las calles inspeccionando las mercancías, sopesándolas en sus maOPTZPMJÏOEPMBT3FHBUFBOZSÓFOFOBMUP Se sientan sobre cojines en las esquinas de las calles, fuman pipas de agua y beCFO UÏ 5SÓQPM PGSFDF VOB WJTJØO EFM BMNB OFPMJCJB &O FTUF DBTP  MB DFMFCSBDJØO EF TV SJRVF[B Z MB FYIJCJDJØO EF TV BQMPNP "NCBTQJFESBTBOHVMBSFTEFTVTWJEBT-B necesidad de éxito y el deseo de ser uno de los más ricos de Trípol son los principales motores que les llevan a trabajar más EVSPDBEBEÓB

Los que consiguen una concesión controlan por completo el sector que han adquirido, sin ningún tipo de batalla por los precios o acoso de su propia gente. Las ganancias obtenidas a través de las subastas van a las bóvedas del Banco de Comercio y de allí a los bolsillos de los artesanos que amplían Trípol. También se destinan grandes sumas a los asentamientos pobres de las afueras de la ciudad. Los neolibios odian la pobreza en las proximidades de la capital.

párrafos pertinentes del acuerdo y se sopesa la culpa. Por lo general, es un proceso caótico. El procedimiento es de todo menos civilizado. Los miembros del tribunal gritan y denuncian la mente nublada de sus compañeros y sí, quizás el acusado haya abusado de la pipa de agua. Ríen, se insultan y se hacen cumplidos. Pero al final, siempre se ponen de acuerdo. Nadie apoya a quienes no honran un acuerdo; enseguida se descubren.

NUEVAS FORMAS

GLORIA Y OBLIGACIÓN La única jerarquía que aceptan los neolibios es la del dinar. Si tienes muchos ya eres más importante que una persona que posea menos. Pero no es del todo cierto. De hecho, sólo el Banco de Comercio conoce la riqueza exacta de cualquier neolibio en concreto y sus contables han jurado absoluta discreción. Sólo la riqueza que se muestra es perceptible: los grandes séquitos vestidos con prendas caras y equipos extravagantes o incluso los Tanques Pioneros hablan de un éxito comercial notable. Los que tienen ese tipo de éxito son magnates consolidados y pueden incluso llegar a ser jeques. Pero no importa el lugar que un neolibio ocupe en la jerarquía, todos tienen la obligación de ser fieles a las concesiones. Si alguien rechaza el resultado de la subasta y comienza a explotar una concesión que no ha ganado, caza en los dominios de un competidor o rompe un acuerdo, el Banco de Comercio no hará ninguna distinción entre ricos. El culpable tendrá que responder ante un tribunal de seis neolibios, tres de ellos nombrados por él mismo y los otros tres por el acusador. Se estudian los

El colectivo está creciendo, pero no así el número de rutas lucrativas. Muchos neolibios dejan el Banco de Comercio con las manos vacías después de la subasta anual. La mayoría de ellos entraron en el séquito de uno de los neolibios más ricos como mayordomos o líderes de caravana. Los que poseen un barco se hacen a la mar en busca de nuevos mercados. Para el resto sólo quedan alternativas poco deseables. Pueden aventurarse en regiones que el Banco de Comercio ha declarado libres de concesiones. Es muy arriesgado; los beneficios no están garantizados y la población se comporta de forma tan agresiva como un enjambre de avispas. El subastador no puede exigir ningún dinero por uno de estos mercados. Los campos de artefactos pueden ser abundantes, pero, ¿quién lo sabe a ciencia cierta? Hasta el momento, todos los africanos que los han explorado han acabado despellejados. Algunos comerciantes buscan aventuras o simples distracciones. Persiguen ese toque de audacia que les distinguirá el año siguiente en Trípol. La competencia se morirá de envidia. Que se pudran de aburrimiento en sus rutas.

FUSILES El fusil es un símbolo de estatus desde los viejos tiempos en que los neolibios los lleWBCBO DPOTJHP B UPEBT QBSUFT -PT GVTJMFT modernos cautivan por su elegancia, su GPSNBFTCFMUBZMBTFYRVJTJUBTmMJHSBOBTEF MPTDB×POFT&MPSPZMBTKPZBTTPOFMFNFOUPT QPQVMBSFT  NJFOUSBT FTUÏO EF NPEB

Trípol pide a sus visitantes que bailen: si no quieres ser visto como un paleto del sur, tendrás que adaptarte a los caprichos de MBNFUSØQPMJ

víctimas devuelven el fuego están reserWBEBT QBSB MPT B[PUBEPSFT 6OB DBDFSÓB bien organizada… bueno, eso es algo DPNQMFUBNFOUFEJGFSFOUF

No importa si el fusil se puede usar; MPRVFDVFOUBFTTVBQBSJFODJB1VFEFTFS de verdad, pero las batallas donde las NEOLIBIOS

229

HOGAR EN EL CAMPO

U N A G O TA D E B I L I S

Los neolibios, siguiendo el ejemplo del Libio que traía riqueza a Trípol, sostienen económicamente sus lugares de origen. Equipan a los azotadores, convirtiéndose así en un aspecto de la gran relación simbiótica dentro de los pueblos africanos. Estos podrían darse por satisfechos, pero en vez de eso siguen pidiendo más. Si el negocio flaquea, los neolibios no sólo tienen que corregir su curso de acción por su bien, sino también por el de su clan o correrán el riesgo de sumir a su aldea en una crisis social. Aporta tus riquezas, ¡muestra a la aldea vecina que nuestros niños son mejores que los suyos! La competencia entre aldeas y clanes es feroz y todas sus bravatas se hacen a costa de los neolibios. Se ven impelidos, pero no inducidos al error. Comienzan estoicamente nuevos proyectos de construcción en la tierra de sus antepasados, erigen baños, fábricas, estaciones hidroeléctricas, bibliotecas y escuelas. Al final obtienen beneficio de todos ellos porque la familia les ofrece sus hijos. ¿Hay un lugar para el pequeño Kete en el scriptorium? Ya sabe, el que es cojo. A los tres años, Ghamale ya sabía sumar dos y dos; ¿no sería una buena contable? Cuantos más dinares se gasten en escuelas y maestros, mejor resultará la materia prima humana. Es una inversión.

Los azotadores sacrifican su cuerpo por la batalla y el bienestar de su pueblo, pero el neolibio es visto como un tramposo cobarde que prefiere ocultar su barriga detrás de altos muros y dejar que otros hagan el trabajo sucio por él. Aunque los neolibios garantizan la riqueza de la tierra, en sus pueblos de origen todos los azotadores (incluso los más humildes) tienen mejores reputaciones. Según dicen estos luchadores, es tradición que ellos participen de la riqueza del pueblo y por medio de ella también de la riqueza de los neolibios residentes. En realidad, los mercaderes ya sufragan a los azotadores. Armas, vehículos, gásol, comida, alojamiento: consiguen todo lo que piden. Mientras que en su patria los azotadores pueden reprochar a los neolibios su avaricia y malicia, en las costas de Europa pierden su influencia. Los neolibios que miran por encima del hombro a un pueblo de esclavos obedientes e inferiores son los señores de las ciudades mediterráneas. Palacios gigantes de piedra y chatarra, repletos de armas, joyas, té, aceite, café y otros artículos que muestran con su pompa la riqueza de la casta neolibia. Allí los azotadores son más comedidos, pues sienten disminuir su poder. Lejos de casa, se vuelven más humildes.

CONTRATO DE APRENDIZAJE Los jóvenes africanos pueden unirse a la comitiva de un neolibio a la edad de once años para viajar por el mundo y adquirir exQFSJFODJB4JBQVOUBONBOFSBT TFMBTWFSÈO DPOFMTVCBTUBEPSEF5SÓQPMBMPTEJFDJTJFUF

Tras el aval de su neolibio y el relato de sus logros, se discuten los principios básicos del colectivo, la importancia de las conceTJPOFTZMBSFTQPOTBCJMJEBEIBDJBMBGBNJMJB Si el subastador abraza al solicitante, habrá

sido aceptado, pero si sólo se dan la mano, MPT MPHSPT FOVNFSBEPT TPO JOTVmDJFOUFT Tendrá que permanecer en la comitiva de TVNFOUPSPUSPB×PNÈT

CAZA MAYOR Los almacenes están repletos, los libros llenos y las concesiones aseguradas un B×P NÈT 1FSP BMHÞO OFPMJCJP BÞO TJFOUF un peso en el alma que sigue postrándolo en la cama y sumiéndolo en la melancolía mientras fuma y bebe té hasta que sus empleados retroceden por miedo al espíritu NBMJHOPRVFQBSFDFIBCFSMPQPTFÓEP Es el deseo de ver la inmensidad de la tierra, vivir la aventura y sentir la granEF[B &O 5SÓQPM  BMHVOPT FODVFOUSBO TBtisfacción en interminables columnas de números; otros suben a bordo de barcos Z WJBKBO B &VSPQB $BNCJBO TVT FYRVJTJtos fusiles por otros de gran calibre con

miras telescópicas, llenan de balas sus CBOEPMFSBTZMBTMMFWBODPOPSHVMMP4JFOten su considerable peso alrededor de MBTDBEFSBT&TUÈOMJTUPT-PTEJTQBSPTEF sus fusiles suenan como un trueno en la tundra de Polen, a través de los bosques de Borca y de los desiertos de ceniza de 1VSHBSF $BEB UJSP BCBUF NBNVUT P EFTUSP[B HFOEPT &M OFPMJCJP Z TV DPNJUJWB HSJUBOEFBMFHSÓB 1FSPTØMPTPOBOJNBMFT4BDSJmDBOBOJNBMFT OPMVDIBODPOUSBFMMPT&MWFSEBEFro desafío, la prueba de su superioridad, TF FTDPOEF FO MPT DBNQPT EF FTQPSBT Los vociferantes dusaníes te roban un

pedazo de alma a cada paso que te acercas; los feromantes te atraen y presionan su carne caliente contra la tuya para convertirte en un títere sin alma; los psicoquinéticos aparecen frente a ti multiplicados mil veces por el caleidoscopio de un espacio fracturado, al mando de enjambres de garrapatas: todos ellos son dignos de TFSDB[BEPT-BDSJBUVSBNÈTFYBMUBEBEF todas es el bioquinético, cuya carne absorbe bala tras bala y desarrolla bultos que expulsan el plomo del cuerpo mientras sigue avanzando hacia ti, gimiendo y DSVKJFOEP-PTRVFSFHSFTBOBDBTBDPOVO cráneo informe o hasta con cuernos obUJFOFOVOBHMPSJBJODSFÓCMF

EN TIERRA EXTRANJERA Los neolibios controlan el Mediterráneo. Emporios comerciales compuestos de hasta diez miembros trabajan en voluminosos barcos de transporte, auténticos monstruos marinos hechos de acero y óxido. Transportan a cientos de chatarreros africanos y sus equipos hasta la costa

mediterránea europea para volver a Bedain con toneladas de artefactos. El negocio es rápido, el riesgo asumible. Al menos entre las hordas de chatarreros y azotadores que están armados hasta los dientes, sabiendo muy bien que sin el neolibio nunca volverían a casa.

NEOLIBIOS

231

BORCA Cruzar los Alpes es caro, pero mucho menos si se usan Tanques Pioneros, aunque la resistencia es enorme. En los últimos meses, los clanes se han vuelto cada vez más audaces y los chatarreros reaccionan muy mal ante cualquier africano. Se sientan en las ruinas con fusiles voluminosos y las defienden celosamente. Pero los cronistas son los verdaderos demonios. Han vuelto a la gente contra los africanos contando historias de terror: ¿Un niño ha desaparecido? ¿Quién podría haberlo devorado? Los jueces se mantienen fieles a sus aliados, pero pueden ver más allá de la farsa. Aunque aceptan la presencia de africanos en su territorio, no les permiten explotar las ruinas. Del Clúster emana asentimiento. Los clanes más alejados de las manos mediadoras de los jueces están llenos de desconfianza. Los extranjeros perfumados en sus envolturas de colores y pañuelos de gran tamaño son extraños y van armados como si estuvieran planeando conquistar toda la región. Pero sus bienes (en especial las especias, el té, la fruta y el gásol) son muy demandados en las llanuras.

FRANKA

el Piast, sino los africanos de cacería. Incluso lejos de casa no pueden pasar sin su té, sus semillas de psicóvoro, sus ungüentos curativos anubianos y sus gemas talladas.

PURGARE La tierra de los psicoquinéticos es un lugar para aventureros. Matar a uno de estos psiconautas se cuenta entre los principales atractivos de una gira por Europa. El oeste no tiene mucho que ofrecer a los comerciantes. Es devastador para las personas y el equipo. Los gases corrosivos de los respiraderos volcánicos dañan los pulmones y los sistemas de filtro de los Tanques Pioneros, gastos apenas cubiertos por el comercio con clanes como los Romanos. Pero al este de los Apeninos se puede vender gásol a los anabaptistas. La guerra siempre ha sido un negocio lucrativo. Por desgracia, en esta región es el único. La intensidad decreciente del conflicto no ha pasado desapercibida. Las primeras expediciones han ido a estudiar el mercado.

H I B R I S PA N I A

La relación con los frankeños es relajada. Las ruinas fueron expoliadas hace mucho tiempo y las cacerías de esclavos como las del Balján siempre han sido demasiado caras en el pantano. El comercio está restringido a las ciudades costeras, algunas de las cuales han sido libradas de feromantes por spitalianos y anabaptistas en su camino a Aquitania. Algunos marineros se aventuran tierra adentro ascendiendo por los ríos para comprar aceites exóticos y secreciones adenoides. Otros buscan restos de expediciones antiguas; según el Banco de Comercio, más de veinte Tanques Pioneros han desaparecido en los pantanos, todos ellos totalmente cargados.

Los hibrispanos pagaron el precio de su arrogancia. Los azotadores son los únicos que no parecen entenderlo. Mientras no se retiren, los neolibios no podrán tratar con los nativos más al norte de sus posesiones en al-Ándalus. Los hibrispanos no sirven como esclavos. En el hogar suponen un peligro para toda la familia por el odio adquirido hacia los africanos y en los campos petrolíferos son los abanderados de cada revuelta. Pueden ser utilizados en las minas, pero es difícil tratar con ellos.

EL BALJÁN POLEN Breslavia ha sido el centro de comercio más lucrativo de Polen durante años e incluso se ha convertido en una de las concesiones del Banco de Comercio. Sin embargo, los principales clientes no son los habitantes de Breslavia o

Los voivodas son buenos clientes con una inclinación por la grandeza. Los neolibios saben satisfacer exactamente sus necesidades. Los voivodas les entregan a cambio madera y esclavos, ¡y qué esclavos! Filas de spitalianos, hellvéticos y pálidos (¡bah!). Definitivamente son mejores que los obstinados jehammedanos y baljaníes.

PIRATERÍA Los neolibios poseen el dominio indiscuUJCMF TPCSF FM .FEJUFSSÈOFP %F IFDIP  es la clave del éxito comercial del colecUJWP&M#BODPEF$PNFSDJPHBSBOUJ[BFTUF dominio contratando a neolibios sin una DPODFTJØO QBSB RVF BTFHVSFO MBT DPTUBT Realizan patrullas de combate a bordo de buques gigantes rodeados de los ágiles UPSQFEFSPT EF MPT B[PUBEPSFT &M #BODP

de Comercio ofrece acuerdos de protección monetaria a las ciudades estado de los extranjeros aliados para aquellos que quieran viajar por el Mediterráneo sin ser NPMFTUBEPT &TUBT FNCBSDBDJPOFT SFDJCFO pasaportes que eximen a sus tripulaciones de la esclavitud en caso de que ser aborEBEPT -BT FNCBSDBDJPOFT RVF OP FOUSBO en los acuerdos son conminadas a entrar

FOFMQVFSUPNÈTDFSDBOP4JMBUSJQVMBDJØO se resiste a esa orden, se abre fuego de advertencia sobre el barco que es abordado a continuación y dirigido por los azotadoSFT FO EJSFDDJØO B #FEBJO &O MB PSJMMB  MPT prisioneros son atados, tasados y vendidos QPSFYQFSUPTOFPMJCJPT

RANGOS DE LOS NEOLIBIOS

1–APRENDIZ

5–CARTÓGRAFO

Desde que el niño fue destetado del pecho de su madre, no ha dado nada más que problemas. Podría ir a buscar agua al pozo, pero es demasiado delgado para eso. Ha empezado a preguntar el significado de los símbolos en los Tanques Pioneros y quiere aprenderlos todos. Envíaselo a los neolibios, verás como le gusta. Como aprendiz, barrerá el scriptorium durante algunos años y aprenderá a leer y escribir. Algo de aritmética tampoco le vendrá mal.

El cartógrafo recorre la tierra dibujando mapas y catalogando rutas mercantes. Su conocimiento de los países y sus gentes es enorme. A lo largo de su vida rellena atlas siguiendo las huellas de las culturas de los antecesores hasta ciudades olvidadas y aprende docenas de idiomas. Los barcos de los cartógrafos son legendarios; los niños dibujan las siluetas en la arena y juegan a ser exploradores. En algún momento, los grandes cartógrafos se atreven a cruzar el Atlántico o rodear el Cuerno de África. Ninguno de ellos ha regresado todavía, pero no hay africano que dude de que estas grandes mentes han alcanzado sus objetivos. Que descansen por toda la eternidad en el otro lado.

2–ESCRIBA Bueno, lo de la escritura ha resultado. El joven africano todavía no es un neolibio, pero está haciendo méritos dentro del séquito. Lleva la cuenta de pérdidas y ganancias de al menos una ruta comercial.

3–COMERCIANTE Logrado. El subastador ha abrazado al joven africano y por lo tanto ya es un miembro de pleno derecho del colectivo. A partir de ahora vivirá en la tradición del Libio. Puede dejar a su mentor y comenzar su propia empresa con la riqueza acumulada hasta el momento. El mundo es suyo.

4–NAVEGANTE Sumar un dinar tras otro puede ser satisfactorio un tiempo, pero la pasión por los viajes lleva al neolibio a dejar el scriptorium. Permanece de pie en el muelle oliendo las algas y la sal y sabe que los almacenes y los centros de trabajo se le han quedado demasiado pequeños. Su hogar está ahí fuera. El navegante nunca pasa demasiado tiempo en un mismo lugar. Vaga de un lugar a otro explorando costas y ríos. Se adentra en lo desconocido. Sus exploraciones proporcionan un futuro al colectivo.

5–GRAN CAZADOR Si has visto Trípol, has visto el mundo. Pero todas las prendas de colores bajo los toldos ondulantes, las joyas relucientes, los escaparates llenos de tesoros, las conversaciones sobre las grandes empresas… Todo ello va desgastando las emociones hasta que embota los sentidos. Mientras tanto, el gran cazador se encuentra en una loma cubierta de hierba en un país extranjero. Escucha al viento. Su fusil descansa en el hueco de su brazo. Ha escapado a un mundo que era tan protector y opulento que carcomía su alma. Ahora vuelve a sentir la bestia en su interior, acechando a su mente, rodeando su razón. Sonriendo, acepta. Aun rodeado de bestias de esporas y bioquinéticos, no hay presente un depredador más peligroso que él.

4–MAGNATE El magnate es rico más allá de lo imaginable y no tiene intención de dejar de ganar más riquezas a corto plazo. Su séquito ocupa toda una barriada y le lleva las súplicas de los competidores empobrecidos, atiende a sus invitados y comunica sus decisiones comerciales a sus subordinados. Su imperio sigue creciendo.

+&3"326¶":3"/(04o/&0-*#*04 CARTÓGRAFO

1

APRENDIZ

2

ESCRIBA

3

COMERCIANTE

4

NAVEGANTE

5

4

MAGNATE

5

GRAN CAZADOR

JEQUE INCURSOR

4

EMBAJADOR

5

WAZIRI CÓNSUL

5–JEQUE Le llevaría días visitar todas sus plantaciones en un Kom. Deja el día a día de sus negocios a varios magnates que dirigen sus barcos y caravanas por el mapa del mundo, de una concesión a la siguiente. Obtener riquezas ya no es un reto, sino una curva ascendente en las pizarras de los contables. Nadie está más cerca de la riqueza e influencia del Libio que los jeques. Después de siglos de dominación, el Banco de Comercio se ha convertido en sinónimo de la economía de África y los jeques son sus directores. Poseen el poder de influir no sólo sobre el desarrollo económico del continente, sino también sobre su cultura, haciendo caso omiso de azotadores y anubianos. Trajeron a los spitalianos a Qabis y garantizaron su seguridad. Trabajan (al menos parcialmente) en la paz con los voivodas. Lo que deciden los jeques acaba asentándose en las cabezas de los africanos.

5–INCURSOR En casa, el neolibio posee unas pocas hectáreas de tierra y tal vez explota una o dos concesiones. Nunca tiene suficiente para todos sus gastos. Pero su verdadera riqueza viaja con él: su barco gigante lleno de Tanques Pioneros y Koms. Con él navega para conquistar los mares de escombros europeos. No está interesado en la ostentación de Trípol; prefiere desplumar al Cuervo.

4–EMBAJADOR El embajador encarna el principio diplomático del Libio. Es el mediador entre los rivales. Negocia tratados y desarrolla acuerdos comerciales. Ninguna concesión se asigna sin la supervisión de un embajador que corrige y finalmente firma los párrafos.

Los magnates dicen que esa no es forma de hacerse rico, pero el embajador disiente porque no mide su riqueza en dinares sino en el número de hilos en su red. Que después de todo, se extiende por dos continentes.

5–WAZIRI Los magnates son como una manada de chacales que luchan por cada hueso. Los que pueden reconocer y sopesar todas las sensibilidades son dignos de convertirse en waziri para un grupo de jeques. Será su voz y su asesor, participando en las reuniones y solventando los desacuerdos. Representa sus intereses; sus metas son su ley. Una palabra de su boca y sectores económicos enteros tiemblan y se reorganizan. Tiene el poder legal en las empresas los jeques. Mueve montañas de dinares y actúa sin supervisión. Aunque todo ese dinero no es suyo, un waziri es leal a los neolibios más influyentes.

5–CÓNSUL Magnates y jeques no se pueden ocupar de todas las ciudades y dominios personalmente. Además, se da la potencial variación anual de la propiedad después de la subasta, pero lleva muchas lunas aprender cómo funciona una ciudad. Los centros de comercio lucrativos o las poblaciones de importancia estratégica son demasiado importantes para arriesgarse. Por esa razón, el Banco de Comercio los asigna a embajadores de mérito excepcional, los cónsules. Un cónsul organiza la defensa de un lugar, hace reparar los caminos y amplia el puerto. Invita a los salvajes de la tierra baldía a tomar té y les ofrece tratados de paz o de lo contrario llama a los azotadores y elimina la amenaza.

NEOLIBIOS

235

3*'-&%&$";"

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

A Z O TA D O R E S

H E L LV É T I C O S

Son trabajadores eficientes y similares a los pastores de cabras. Se quedan con nuestras armas, siempre y cuando no tengan que confesar por ello.

Gran gente, verdaderos guerreros en alma y mente. En nuestra patria suponen un problema: sobreactúan y les seguimos la corriente. Pero después, en el norte... ¿quién controla a quién?

Un fascinante colectivo mercenario. Trabajan esquilmando a los viajeros. Sí, está bien, vamos a pagar.

ANUBIANOS No ven la belleza matemática de un balance, las ganancias y las pérdidas, y cómo al final todo conduce a un resultado. En vez de eso agitan huesos. A cada uno lo suyo.

APOCALÍPTICOS Los únicos hombres blancos iniciados en los principios de la economía de mercado. Son despiadados y tienen talento, lo que les permite llegar lejos. Es por eso que los odiamos a nivel subconsciente.

JEHAMMEDANOS

Una casta de personas eficientes, pero de mente simple.

¿Cuánto tiempo han estado en contra nuestra en el Balján? Ahora están de oferta en los mercados de esclavos. No, gracias, no estamos interesados. ¿Todavía quedan spitalianos?

CLANES

JUECES

Cada clan tiene un potencial. Cuanto mayor sea el clan, más grande el potencial... beneficio.

Lacayos de los cronistas. Obviamente, nuestra oferta no fue lo suficientemente buena.

C H A TA R R E R O S

PÁLIDOS C R O N I S TA S ¡Malditos bastardos! Los esclavos blancos se comportan los primeros días como si nos los fuéramos a comer. Los máscaras han hecho un buen trabajo.

No sabemos lo suficiente sobre los pálidos. Ellos evitan las grandes ciudades y nosotros los agujeros oscuros.

S P I TA L I A N O S Tuvimos que sacarlos de su país. Son los únicos capaces de combatir a los psicóvoros.

UKMENA

EZENACHI

DARWESHI

Cultura: África Concepto: El Aventurero Colectivo: Neolibios (Navegante)

Cultura: África Concepto: El Tradicionalista Colectivo: Neolibios (Comerciante)

Cultura: África Concepto: El Conquistador Colectivo: Neolibios (Jeque)

Como hija de un influyente magnate neolibio, Ukmena lo tenía todo (esclavos, lujo, reconocimiento) menos autoestima. Vivía al estilo de vida más decadente un día y al siguiente caminaba por los bulevares de Trípol vestida con harapos. Sin dirección y deprimida. Decidió cortar por lo sano. Cambió de nombre y aceptó un trabajo en un barco propiedad del Banco de Comercio. En él se labró una reputación de exploradora sin par explotando rutas y dibujando mapas. Había encontrado su destino. Pero aún le faltaba una cosa que le impedía encontrar por fin la tranquilidad: había espacios en blanco en su mapa personal del mundo. Desde hace un año ha estado preparando una gran expedición. Su barco, el Jemadari, está siendo reforzando con acero y equipado con potentes motores. Quiere desafiar al Atlántico cruzándolo antes de la próxima subasta.

Hace años contaba con varias concesiones lucrativas en su haber. Pero los desastres se hicieron más frecuentes: un barco de transporte fue hundido por piratas, un tanque pionero desapareció en Borca y sus socios incumplieron compromisos. Sus mujeres le abandonaron y se llevaron consigo a sus hijos; de todos modos, por mucho que había trabajado probablemente no fueran suyos. Ezenachi se puso un puñal en el pecho y... dudó. Un fuego empezó a arder en su interior. Consiguió un empleo como escriba para su mayor competidor, trabajó tenazmente y no se concedió ni un segundo de paz interior. Era tan fácil sabotear la empresa desde dentro. Atacó a un competidor tras otro, siempre permaneciendo lo suficiente para que la empresa se tambaleara hacia su inevitable quiebra. Sólo le quedaba por administrar su obra maestra. Hace poco se convirtió en parte del séquito del influyente jeque Darweshi. Ezenachi se pone a trabajar.

Los tripolitanos deben varias plazas y fuentes a Darweshi. Y por supuesto, sus escritores se encargaron de dejar claro a todo el mundo quién había sido el generoso constructor. Darweshi odia la humildad. Posee palacios chatarreros en Bedain, un dique seco cerca de Trípol y varios campos petrolíferos en la zona de influencia africana, todos ellos generando beneficios. Su empresa crece sin descanso. Ahora le preocupan los psicóvoros. Ya han rodeado algunos de sus campos petrolíferos y los esclavos desaparecen. Además, su último balance mostró algunas fluctuaciones inusuales. Pero sus comerciantes se encargarán de ello.

NEOLIBIOS

237

7&/("%03&4%&-$0/5*/&/5&04$630

";05"%03&4 A L A S R O TA S Chuma se protegió los ojos y miró la doble torre. Su exterior le recordaba las plumas erizadas de un kasuku, sólo que tenía un brillo aceitoso. En la parte superior de una de las torres había una estructura redonda, como una corona. Piezas de tela roja colgaban de las ventanas ondulando al viento sin hacer ruido. La morada de su anfitrión, el voivoda. Justo debajo, un puente cerrado unía las torres. Tenía colgadas jaulas. Estaban vacías; el contenido se había vendido. Chuma sintió una mano caliente en el hombro. Bajó la mirada para ver la máscara de calavera. Instintivamente hizo una mueca y lanzó un golpe. La piel impactó contra la piel, lanzó el brazo hacia arriba, sintió un fuerte apretón en su muñeca, dejó de ver la torre y cayó al suelo. Abrió la boca buscando el aire. Kabaila estaba encima de él con las piernas abiertas, una rodilla ligeramente doblada hacia dentro para poder bloquear más rápido cualquier ataque contra su ingle. Pero no era necesario; la lucha había terminado. Chuma rió, ignoró la mano que le ofrecía Kabaila, rodó hacia un lado y se incorporó de golpe. No esperaba sorprender a un dumisai y menos derribarlo. Se rió ante la idea. Muy al contrario, la pequeña lucha le había proporcionado confianza. Eran fuertes, incluso en el dominio del Cuervo. La manada estaba reuniéndose. Todos llevaban máscaras y cascos de acero azul. Chuma cogió el látigo de su cinturón. El voivoda había dicho que nada de armas de fuego y el obeso neolibio Wamwara había accedido. Claro, en ese momento su culo estaba pegado a un mar de almohadas. Estaba bebiendo té dulce en el puente de un tanque pionero.

Se oyeron rápidas llamadas de palabras ásperas desde el lugar en que esperaban los esclavos. Chuma no entendía nada. Se acercó y vio las cabezas rapadas, los ojos hundidos. Sus trajes negros con la franja blanca en el centro estaban rotos y colgaban de sus cuerpos en harapos. Chuma los miró. Su piel era tan... blanca. Uno de ellos se enderezó y habló. De nuevo sonó aquel áspero croar, los sonidos del Cuervo. Chuma comprobó sus esposas. Estaban atados en fila con segmentos pequeños de cadena. Sin embargo, no estaban encadenados por los pies. Tenían que caminar. El esclavo empezó a hablar más fuerte; levantó sus manos y las cadenas tintinearon. Chuma fue hasta el Kom y cogió el gancho del molinete. La cuerda de acero zumbó. Se acercó al primer esclavo con el gancho en la mano. El hombre trató de alejarse, pero Chuma lo agarró y unió el gancho a su cadena. Se cerró. Chuma probó una vez: estaba apretado. El esclavo había empezado a gritar como una vieja. Dio un paso hacia Chuma arrastrando consigo a los hombres que tenía detrás. Se tambalearon; uno se cayó y se llevó con él al de los gritos. Chuma se dio la vuelta, se acercó al Kom y entró. La calle era una pista fangosa pero conducía hasta la puerta. Iregi encabezaba la marcha en su Kom. El motor del buggy rugió vomitando un chorro negro por el tubo de escape. El Kom rechinaba con cada bache de la carretera; las rocas sacudían los huesos de Iregi.

AZOTADORES

239

Pasaría esa noche quejándose y maldiciendo, todos se reirían de él y le llamarían dufu. Nadie podía hacer nada al respecto; los amortiguadores estaban rotos. Wamwara sólo les había suministrado basura para la misión. Chuma le seguía. Despacio para que los esclavos pudieran mantener el ritmo. Miró a un lado. Las casas a lo largo de la carretera se habían hundido y los techos colgaban por encima de las fachadas de madera como cejas espesas. Había caras mirándoles por las ventanas abiertas. Eso es, temednos. Somos los demonios de vuestros sueños. Una niña les hizo burla, puso los ojos en blanco e imitó pequeños cuernos con las manos. Chuma se rió en voz alta y oyó cómo se le unían sus camaradas. Salieron de Belgrado. El bosque los rodeaba con un olor a resina y agujas de pino. La luz era tenue bajo las ramas de los antiguos árboles y el suelo del bosque parecía tragarse incluso el rugido de los motores. Kijani trotaba junto al Kom de Chuma. Se había aflojado la máscara y Chuma pudo ver que masticaba semillas: sus encías estaban negras. Al otro lado estaba Taye, el simba de la manada. Cada uno de sus pasos era un movimiento majestuoso que demostraba su agilidad. El chaleco protector dejaba sus brazos al desnudo y Chuma se maravillaba por la gracia de sus músculos. ¿Cuánto tiempo le llevaría...? El Kom de Iregi rugió y se adelantó, levantando con las ruedas agujas de pino y tierra. Giró en ángulo recto de un frenazo. Una lluvia de tierra cayó sobre la máscara y el torso de Chuma. Había algo más adelante, dos figuras entre los árboles; Iregi condujo hacia ellas. Se oyó el grito aflautado del chaga Hakima a la izquierda de Chuma ordenándoles que permanecieran juntos. Iregi no llegó a oírlo por culpa del estruendo que emitía su montón de chatarra. Qué idiota; la próxima vez Hakima le... Las figuras salieron de las sombras de los árboles junto a Iregi. Chuma vio el brillo del acero y el Kom de Iregi se encabritó como una res tozuda. Las ruedas traseras se elevaron por el aire, el coche se inclinó a un lado y las ruedas golpearon de nuevo el suelo. Pero ahora el Kom se deslizaba por el suelo del bosque alejándose de su curso original en un ángulo de noventa grados y enviando agujas de pino y tierra por el aire hasta que se estrelló contra un árbol. Sobre el vehículo accidentado cayó una lluvia de piñas. Taye, Kijani, Kabaila y Hakima echaron a correr. Chuma miró atrás, vio a los esclavos y giró el volante. ¡Maldita sea! Más figuras salieron de los árboles cercanos. Cráneos pálidos y lanzas de triple hoja en ristre. Corrieron hacia él. Aceleró y sintió cómo las cadenas se tensaban con un chasquido. Oyó los alaridos y saltó del Kom. Aterrizó de pie sobre en el suelo del bosque y echó a correr. Los atacantes se habían detenido a señalar a los esclavos que se sacudían hacia atrás y adelante encadenados al Kom como muñecos de algún niño. Chuma alcanzó al primer cráneo pálido de unas pocas zancadas. El tipo se le quedó mirando fijamente sin reaccionar y cuando quiso levantar la extraña lanza, uno de los pies de Chuma golpeó el asta; sin pausa levantó la otra rodilla, alcanzando la barbilla de su oponente. La cabeza del chico se sacudió violentamente hacia atrás y Chuma aterrizó en el suelo, se apoyó en una rodilla y clavó los dedos en la tierra del bosque. Se incorporó al instante y activó su azote. El látigo de púas crujió. El fuego de San Telmo bailó a lo largo del arma. Otro enemigo se había acercado. Sí, tenían que ser spitalianos y su arma era un desplegador.

Chuma estudió a su oponente. Un hombre joven con los ojos llenos de miedo. La punta del desplegador tembló. No era un oponente, sino una presa. El spitaliano gritó. Comenzó a correr con la cabeza gacha y empuñando el desplegador por delante. Era el grito de un niño. Chuma se hizo a un lado, levantó el azote, se agachó por debajo del arma y atacó al spitaliano. El látigo le golpeó en el torso y las zarpas perforaron el neopreno. Se puso más tenso y Chuma recupero rápidamente la posición, derribando al cráneo pálido. Cuando éste golpeó con el desplegador, Chuma descargó el azote. Las chispas crepitaron a lo largo de filamentos de metal; por un segundo brillaron derritiendo el neopreno. El spitaliano gritó y se sacudió, después se desplomó. Le salía espuma por la boca. Chuma tiró el azote y miró a su alrededor. Varios cráneos pálidos yacían en el suelo. La máscara de Kijani estaba abollada y cubierta de sangre. Kabaila se golpeó el pecho y rugió. —¡Taye! —Kijani señaló entre los árboles. Chuma miró y echó a correr. Kabaila le siguió. Taye y un hombre blanco grande como una montaña se movían en círculos esperando una oportunidad de atacarse. La cara del hombre blanco mostraba un tatuaje spitaliano. Levantaba uno de sus brazos hasta la frente. En su mano derecha blandía una espada negra como la noche. Kijani adelantó a Chuma, pero le agarró del brazo. —No, amigo mío. Taye era el león de la manada. Suyo era el honor de matar al enemigo más fuerte. Los azotadores rodearon a los dos combatientes que se miraban fijamente. Eran algo especial. Chuma agradeció a sus ancestros la oportunidad de presenciar aquella legendaria lucha. Taye y el hombre blanco se atacaron.

DIBUJOS La antigua ciudad fue abandonada hace eones, pero aun así no es más antigua que el sufrimiento del pueblo africano, el León atado. La hierba de la estepa crece en las calles y se mece en la brisa del mediodía. Las blancas fachadas de los bloques de apartamentos aún se mantienen en pie; los techos se han hundido y los escombros en su interior están cubiertos de arbustos polvorientos. Alrededor de los vanos de las ventanas se pueden ver los dibujos. En ellos se ha registrado la historia de África con pigmentos de color terroso, sangre y saliva: áreas negras salpicadas de rojo, figuras frágiles y cuerpos rotos. Agujeros de bala. Legiones de líneas de tiza blanca avanzan inexorables, atraviesan las grandes aguas y tiñen los ríos de rojo con la sangre de sus enemigos a los que matan como animales. Líneas oscuras desaparecen en los océanos. El siguiente fresco está oculto bajo una capa de fino polvo de piedra. Cuando se limpia, aparecen debajo siluetas de grandes ciudades con esbeltas torres y portales apuntados, rodeados por campos de cereales amarillos. Llamas rojas lamen las hermosas superestructuras. Junto a ellas se pueden ver triángulos rodeados de lagos negros. Las líneas de tiza sea alimentan de ellos y vuelven a casa portando bultos oscuros. Algunos arrastran grupos de líneas oscuras; muchos de ellos mueren. Cada ruina habla de otra época, de dolor y humillación por los crímenes del hombre blanco contra África desde los primeros tiempos hasta la actualidad.

T E M P E S TA D Hacia el oeste las nubes forman en la lejanía una pared de lluvia en agudo contraste con el cielo cerúleo. Igual de acusado que el contraste entre la África de ayer y la de hoy. Dejamos los viejos frescos atrás y nos acercamos al presente. Ahora nos miran figuras oscuras desde muchas paredes. Sus cuerpos se componen de patrones complejos; sus rostros están ocultos detrás de escudos como máscaras de la muerte de ceniza roja. Mientras que sus cuerpos varían de color y diseño entre paredes, las máscaras son todas iguales. Ocho de ellas son recurrentes. Representan a los ocho ancestros. Son espíritus que protegen a sus descendientes. Ellos los guiarán en los días terribles cuando aparezcan las personas blancas. Las ciudades aún arden, pero en el interior del país se forman ejércitos de líneas negras y rojas. Al principio son pequeños grupos independientes, algunos dirigidos por animales o híbridos de león, gacela y hiena, mientras que otros aparecen rodeados de algún tipo de luz. Uno a uno se unen, convirtiéndose en un mar agitado, rodeado de los ocho ancestros gigantes que protegen a su gente —algunos graciosos o enojados, otros locos de rabia o tristeza—. Pero todos ellos muestran el camino a la tierra violada por las líneas blancas apuntando con el dedo a los perpetradores. Las nubes oscuras están a punto de cubrir la ciudad tapando el sol. Las primeras gotas mojan la calle, produciendo cráteres en el polvo y haciendo temblar la hierba esteparia. La lluvia no pronto se convierte en tempestad que

arrastra el polvo y el rugido del agua será el único sonido que se escuche en la selva durante muchas horas. Frente a nosotros hay otro edificio. El yeso pintado se ha caído de los ladrillos de barro en grandes porciones. Pero aún se puede apreciar fácilmente la imagen de la enorme figura oscura con grandes músculos y mirada enojada. La figura lucha con el hombre blanco y detiene la mano que empuña un látigo de varias colas. El siguiente dibujo muestra la oscura figura —África— regodeándose del arrodillado hombre blanco y tomando el látigo. Hay una imagen más. El azote corta líneas brillantes en el cuerpo de su anterior propietario. Las líneas negras expulsan a las blancas de sus ciudades y las persiguen hasta la tierra de líneas de tiza. Las criaturas híbridas y los animales se quedan atrás mientras los ocho ancestros acompañan a los luchadores en la batalla. Una vez más, arden las ciudades. Pero son toscas, bárbaras y están habitadas por líneas blancas. Llegamos al momento actual. La lluvia sigue hostigando las ruinas; se forman torrentes que corren frente a las fachadas de las casas y se acumulan en charcos burbujeantes. A través de una ventana podemos ver a un anciano moliendo en un mortero tierra y raíces para obtener una pulpa azul. Pronto el presente estará representado en la pared pintada con tiza.

AZOTADORES

241

LAS GARRAS DEL LEÓN

HISTORIA VIVA

Si los pueblos africanos son el León, los azotadores son sus garras. Están tan acostumbrados a combatir como los neolibios a negociar y los anubianos a los secretos relativos al Hilo de la Vida. Enfrentarse al Cuervo es visto como el mayor y único honor que un africano puede ofrecer a los ancestros. Los azotadores recorren a diario llanuras, selvas y ruinas tomadas por la maleza para entrenar su fuerza y agilidad. Escalan montañas y trepan por ruinas, saltan sobre simas, ruedan por el impacto de la caída y caen sobre una piedra o árbol determinados con sus azotes activados. Corren entre los psicóvoros eludiendo las espinas y las flores llamativas. Luchan entre sí venciendo con la primera sangre. Es la única forma de agradecimiento que aceptan los ancestros. Las mujeres jóvenes de los asentamientos les adoran. Los niños vienen corriendo, riendo y admirando su musculatura; tiran a las niñas del pelo y se mofan: «¡Eke quiere a un azotador!». Si un neolibio pasa cerca o va en un palanquín transportado por esclavos, los azotadores se plantan delante y le tratan de debilucho. Si tienen oportunidad, agarran la ropa del comerciante y se la arrancan. Desprecian los cuerpos obesos. Fue la predilección por la carne grasienta y el alcohol lo que permitió al hombre blanco conquistar la orgullosa África. La renuncia a los ancestros y el abrazo del capitalismo salvaje terminaron por sellar el destino del continente oscuro. Aunque los neolibios llevan la riqueza a las aldeas, las personas admiran a los azotadores porque sacrifican sus vidas, mientras que los comerciantes venden sus almas.

Las pinturas murales de Agadez son únicas, pero ningún azotador entrará en las ruinas de esa ciudad. El pasado está vivo para el colectivo de luchadores y debe ser experimentado a través de un narrador, pues este es el único vehículo que los espíritus ancestrales pueden usar para transmitir su sabiduría. Examinar la historia de una tribu se convierte a menudo en un éxtasis festivo donde los participantes entran en un estado de conciencia alterado por medio del monótono batir de tambores y el baile. El ritmo abre el camino hacia las profundidades del alma. Sus pupilas se ensanchan, la respiración se ralentiza. Se reúnen alrededor del azotador más viejo de los presentes. Éste se balancea hacia atrás y adelante. Sus dientes están ennegrecidos por el brebaje de plantas embriagadoras; las puertas de su mente están abiertas. Sopla un viento ancestral. Se mueve de forma incoherente como un oráculo, habla en lenguas o comienza un canto extraño. Pero algo les sucede a los presentes a su alrededor, que se acercan cada vez más. Les conduce hasta el mar de la memoria colectiva, arrastrándoles consigo a la oscuridad absoluta. Con el tiempo se detiene. Mente y cuerpo se reúnen y funden en el presente. Algunos yacen inmóviles mirando al cielo; otros se ríen o se pasan las calabazas de agua. Están exhaustos, pero llevan los espíritus de los antepasados en su interior. Son uno. Son el León.

EL CUERVO Los ancestros les habían elegido para hacer retroceder a conquistadores y destructores. ¿Y después qué? ¿Esperar a que el hombre blanco se recuperase? Los azotadores ven a los europeos como opresores natos que necesitan ser encadenados para evitar que sigan causando daños. Las manadas de azotadores en al-Ándalus avanzan empujando a los guerreros hibrispanos contra la Deformación, quemando cada escondite. Algún día caerá la meseta castellana. Limpian de chatarreros las ruinas de Purgare o Borca con la ayuda de Tanques Pioneros. Aunque los neolibios hayan negociado una paz con los voivodas, los azotadores y los hombres blancos seguirán enfrentándose en las montañas boscosas del Balján. Los presos son esclavizados para que puedan pagar sus deudas centenarias en los campos de África. No lo consideran una injusticia, sino un reequilibrio.

GUARDIANES DE LAS TRADICIONES Hay un espíritu en cada piedra, cada planta y cada animal. Algunos son astutos y provocan enfermedades y mala suerte. Otros prometen fertilidad. Todos ellos son muy irascibles. Sin embargo se les puede calmar con algunas observaciones y pequeños sacrificios. Los africanos tratan con respeto la tierra de los campos, retiran con cuidado las piedras de la carretera y agradecen al antílope que han cazado el haber aceptado ser presa del cazador. El mundo de los ancestros y los espíritus siempre ha existido paralelamente al mundo humano. Si se hacen sacrificios o irreverencias en ciertos días, la barrera se debilita y tanto poderes como almas flotan hacia el otro lado. Este intercambio garantiza el equilibrio. Pero los espíritus no interfieren nunca con los problemas humanos. Nunca. Con una excepción. África estaba al borde del colapso. El León yacía desgarrado; su sangre brotaba a través de miles de heridas de picos y los cuervos marchaban sobre su cuerpo moribundo. En  ese momento, los ocho antepasados le acariciaron el lomo y le prestaron su fuerza. Le insuflaron vida de nuevo y le proporcionaron rabia. El León se levantó, se libró de la plaga aviar y rugió su ira, haciéndose oír incluso en las tierras del norte.

El poder de los ocho antepasados fluyó a través de los jóvenes luchadores de toda África que fueron elegidos para expulsar a los europeos como campeones de los ocho. Años más tarde, estos luchadores se conocían sólo por el nombre de azotadores. Los resultados de esta elección de los ocho todavía se sienten hoy en día, porque los pueblos africanos consideran que los azotadores tienen una estrecha relación con los ancestros. Se espera mucho de ellos: no sólo defender la tierra, sino también salvaguardar sus tradiciones contra los estragos del tiempo. Cada vez que se coge a un africano mintiendo, o si ha hecho daño a otro africano o incluso si necesita mover una roca para construir su choza, se llama a los azotadores. Estos toman una decisión rápida en el espíritu de las tradiciones. Los mentirosos no pueden hablar hasta que los espíritus buenos de la aldea envíen una señal; aquellos que hayan causado daños a otros tienen que repararlos, incluso si se ven obligados a hacerlo con el sudor de su frente; la roca sólo se puede trasladar si nadie en el pueblo se opone a la idea y el espíritu que la habita ha sido calmado con sacrificios durante todo un mes.

WARUI Swahili, árabe, hausa, malinké, kikongo, amárico, somalí y muchas más lenguas se hablaban en África, algunas de ellas por cientos de millones de personas y otras al borde de la extinción por sólo una docena. Incluso unas décadas

después del Escatón, la variedad de lenguas en África era abrumadora, pero fueron disminuyendo más y más con los siglos. El fenómeno empezó en el sur, cerca de los psicóvoros. Las personas olvidaron la lengua de sus padres y se comunicaron a un nivel rudimentario con palabras sencillas, chasquidos y otros sonidos básicos. Este nuevo lenguaje formaba imágenes en la mente de los interlocutores, transmitiendo una dolorosa intensidad emocional con sólo unos fonemas. Los azotadores lo llaman warui, que significa «rivereño». Consideran que es el legado de los ocho ancestros que traspasaron la barrera al interferir con el mundo humano y dieron paso a una inundación de emociones y antiguos conocimientos. Los que beben del río se deshacen de un lastre intelectual de siglos, de la gramática y el vocabulario, y recuperan el primero y más primordial de todos los lenguajes en el que los espíritus y ancestros se comunican con los africanos. Sin el warui, los azotadores que provienen de aldeas y ciudades de toda África nunca se podrían haber unido. Aúna en la batalla las almas de los luchadores de una forma que supera con creces el lenguaje humano. Pero en el frío norte, la influencia de los antepasados disminuye gradualmente y también lo hace el warui. El vínculo entre los azotadores se va rompiendo. Tropiezan como inválidos por un mundo que habían conquistado antes de confiar en las construcciones gramaticales y frases gastadas. Por esa razón, muchos llevan consigo semillas de psicóvoro. Masticándolas se consigue ampliar la influencia de los antepasados hasta Borca.

AZOTADORES

243

INMODERADO Los azotadores no quieren riquezas ni lujo. Viven de los regalos de la naturaleza y toman lo que se les ofrece. Cuando uno levanta una cortina y pasa su escrutadora mirada por una cabaña en penumbra, los habitantes no esconderán su fruta fresca y tampoco le negarán un carcaj lleno de flechas. Hacerlo implicaría ofender a los ancestros. Sin embargo, hay límites a lo que puede exigir un azotador. Si sus hermanos y hermanas piensan que es inmoderado —que por ejemplo acapara riquezas o exige regalos que no necesita para hacer su trabajo— se ocupan de él. Rápidamente

y sin miramientos. Dondequiera que se extralimite, ya sea en la mesa de un neolibio o en la cama de un burdel, le agarran y le arrastran lejos, mientras da patadas y profiere gritos. En el exterior, lo atan desnudo a un poste y le torturan hasta que pierde el conocimiento, riéndose todo el rato. Su sangre atrae a los mosquitos; se elevan en el aire cada vez que recibe un golpe, pero después vuelven con ganas de venganza. El sol quema. La tortura dura horas hasta que su voluntad se rompe, el dolor purga su mente y recuerda lo que es: la garra del León.

E Q U I PA M I E N T O Los azotes tienen la consideración de símbolos de la casta guerrera africana, pero el látigo paralizante sólo es una de las muchas armas que llevan. En los arsenales neolibios les esperan fusiles de asalto y granadas de mano, así como machetes, lanzas, redes y boleadoras. Los azotadores consiguen sus tradicionales chalecos protectores, pantalones de camuflaje y cascos de los arsenales en Túnez, pero la ciudad es inaccesible desde la revuelta de esclavos. Todavía se puede encontrar algo de equipo en las bases militares abandonadas del interior del país. Saquear una es a menudo la primera prueba de un joven azotador. Los neolibios suministran Koms a los azotadores en los viajes a Europa. Estos buggies son maniobrables y cuentan con potentes motores, pueden subir cuestas, saltar abismos y perseguir esclavos. Cuando se les acopla una jaula están perfectamente capacitados para la caza de animales, o de seres humanos. Muchos azotadores también entrenan hienas que rastrean enemigos en áreas donde los Koms no pueden maniobrar. El azotador tiene que ser tan modesto en la batalla como si estuviera en la mesa del neolibio: un pueblo hibrispano lleno de ancianos, mujeres y niños no puede ser sometido a una andanada de artillería para reblandecer la defensa, sino que ha de ser atacado con lanzas; un jabalí no será abatido a distancia, sino con un cuchillo. Para los azotadores, el combate significa una batalla entre almas y una prueba de fuerza. ¿Qué clase de cobardes serían si atacasen a algún enemigo con granadas?

MÁSCARAS DE LA MUERTE Los azotadores usan tradicionalmente sus máscaras de la muerte cuando luchan contra el Cuervo: calaveras sonrientes al FTUJMP EF MBT NÈTDBSBT BODFTUSBMFT &TUBT máscaras forman un vínculo con los ocho

ancestros y otorgan su poder a quienes MBT MMFWBO QVFTUBT -PT FOFNJHPT RVF WFO estas máscaras saben que la muerte ha veOJEPQBSBMMFWÈSTFMPT

ÁRBOLES GENEALÓGICOS Los azotadores son famosos por sus tallas de madera que representan los compleKPTÈSCPMFTHFOFBMØHJDPT&OFMMPTOPTØMP se muestran las relaciones espirituales, sino también las físicas que normalmente pueden remontarse a uno de los ocho

BODFTUSPT&OMBTBMEFBTBGSJDBOBT IBZVOB elaborada tabla de ébano en la fachada de DBEBFEJmDJPRVFDVFOUBBMPTGPSBTUFSPTMB PSHVMMPTBIJTUPSJBEFMBGBNJMJB-BUBMMBFTMB única forma de trabajo que los azotadores tienen permitido; trabajar en los cultivos

o en los campos petrolíferos se considera VOBMBCPSTVDJBFJOGFSJPS-BMVDIB MBDB[B y la talla son pasatiempos adecuados para VO B[PUBEPS RVF PCTFSWB MBT USBEJDJPOFT 5PEPMPEFNÈTFTUSBCBKPFTDMBWP

AZOTADORES

245

5&/*&/%026&

SER PRESA, ¡CUÁNTO MEJOR SERLO

DEL LEÓN

26&%&- 





LOBO!







LEJOS DEL FRENTE La paz es algo que los azotadores sólo pueden hallar en la muerte. Incluso cuando están en su patria recuperándose de sus heridas, viven en lugares que necesitan de su protección —refinerías, campos petrolíferos o ciudades costeras—. Los habitantes pueden enviarlos a la selva en cualquier momento para cazar un animal salvaje. Los neolibios los utilizan como guardias de la caravana. ¿Un esclavo ha huido? Es cosa de los azotadores. Sólo conocen la calma cuando se desplazan entre la selva de África o entre misiones.

Pero la gente los ama por su eterna vigilancia. Por las noches se les invita a cenar, a comer con la tribu y a hablar de sus aventuras. Los niños se agolpan a su alrededor, suben a su regazo y admiran sus bíceps. Luego se retan a pulsos o peleas amistosas con mucha algarabía hasta altas horas de la noche. Los neolibios observan sombríamente el jolgorio. Ellos no se unen, pero ven cómo los aldeanos dilapidan su fortuna y adoran a los azotadores.

OCHO 5PEP BGSJDBOP IB TFOUJEP MB JOnVFODJB EF MPTBODFTUSPT&TVODPTRVJMMFPRVFSFDPSSF el cuerpo, acelera la respiración e inunda MB NFOUF DPO VO HBMJNBUÓBT )BO MPHSBEP BMHP4FTJFOUFOFOFMOÞDMFPEFMTFS $BEBBODFTUSPQVMTBFM)JMPEFMB7JEB de forma especial y todos ellos aparecen TPMPT -BT FNPDJPOFT RVF EFTFODBEFOB saltan de una persona a otra y se disperTBO DPNP VOB CVSCVKB -BT QFSTPOBT TF ven transportadas por la onda; en el epicentro, las emociones chocan contra las paredes de la razón y determinan los penTBNJFOUPT FNPDJPOFTZBDDJPOFT Los efectos se desvanecen a unos poDPTDJFOUPTQBTPTEFEJTUBODJB-BTFNPDJPOFTTFIVOEFOIBTUBFMTVCDPOTDJFOUF Sirven de guía sin cambiar drásticamente FMSVNCP%ÓBTNÈTUBSEF MBJOnVFODJBTF desvanece por completo o es reemplazaEBQPSPUSBTFNPDJPOFT PUSPBODFTUSP Azotadores y anubianos son espeDJBMNFOUF TFOTJCMFT .JFOUSBT RVF MPT anubianos agachan la cabeza en silenciosa meditación, los azotadores sienten la inspiración y ejercen todos los aspectos EFMBODFTUSP%FTDPOPDFOTVOPNCSFMPT ocho ancestros provienen de un tiempo y una esfera que no tiene espacio para

palabras, sólo emociones concurrentes como lo experimentado en el warui o en MPT TVF×PT  QFSP FO OJOHVOB PUSB QBSUF Para hablar de estos ancestros hay que rodear el concepto usando sus aspectos PVUJMJ[BOEPNFUÈGPSBT El primer ancestro a menudo se caSBDUFSJ[BDPNPVOÈHVJMB4FFMFWBQPSFOcima de todo, ampliando la vista hacia el horizonte de su propio ser, pero también UFOJFOEPFODVFOUBMPTBMSFEFEPSFT'PStalece la intuición e informa acerca de las DPTBTGVUVSBT El segundo ancestro encarna la fuer[BZMBTVQFSJPSJEBEEFM-FØO4JFTUFBOcestro llega a una región, la gente saca pecho, compite en duelos y asume cualRVJFSSFUP El tercer ancestro es como tierra en la mano, como un muro que se deshace por culpa de un pensamiento, como un terreNPUP4FNBOJmFTUBFOGPSNBEFFOFSHÓB DSFBUJWB Z BHPUBNJFOUP GÓTJDP Z NFOUBM #BKPTVJOnVFODJBTFDSFBOHSBOEFTPCSBT EFBSUFZFEJmDJPTHJHBOUFT El cuarto ancestro abre los corazoOFT EF MBT QFSTPOBT &T MB DPNVOJEBE Z FMBNPS-BVOJØOBVOOJWFMFTQJSJUVBMRVF EFSSJCBCBSSFSBT

El quinto ancestro es deseo físico en bruto, cuerpos que chocan con un solo PCKFUJWPMBSFQSPEVDDJØOTFYVBM El sexto ancestro pasa como un pensamiento puro a través de la mente de los BGFDUBEPT -BT NJM DBQBT EF DPNVOJDBDJØODPOTVTNFUBTJHOJmDBEPTZNFOUJSBT TFEFSSVNCBOIBTUBRVFTØMPRVFEBVOB Cada palabra es entendida como se preUFOEÓB$BEBQFOTBNJFOUPFTVOBFTUSFMMB ardiente que asciende en la mente del JOUFSMPDVUPS El séptimo ancestro sólo aparece EPOEFDPMJTJPOBOMBTJOnVFODJBTEFBMNFOPTPUSPTEPTBODFTUSPT4FTVQFSQPOFB FMMPTZVOFTVTBTQFDUPT-PTB[PUBEPSFT MPDPOTJEFSBOMBGVFOUFEFMXBSVJ El octavo ancestro es la sombra proyectada por la luz de los otros sieUF "CSVNB Z PQSJNF 4VT EJFOUFT Z FTQJOBT DBQUVSBO DBEB QFOTBNJFOUP -BT QFSTPOBTCBKPTVJOnVFODJBRVFIBDFVO momento eran amigables y de mente abierta, empiezan a actuar de forma reUPSDJEBZTØMPQPSCFOFmDJPQSPQJP1FSP MPTBGSJDBOPTMPBDFQUBOTJORVFKBSTF4V mundo siempre ha estado lleno de espíritus buenos y malos; ambos forman parUFEFMPSEFO

H A S TA L A M U E R T E Ser un azotador no es un derecho de nacimiento, pero las grandes hazañas tampoco ayudan a que un joven africano forme parte de la casta guerrera. La decisión es prerrogativa de la madre: las quejas no servirán de nada si ella piensa que un neolibio sería bueno para la familia. Más de un muchacho huye a la selva en busca de una manada de azotadores dispuesta a aceptarlo. Pero no, si el niño no es entregado por la propia madre, los luchadores lo echan a patadas. Una vez que ya es un azotador, tiene que demostrar que es digno a los doce años. Tendrá que cazar a un esclavo liberado en las inmediaciones de Gibraltar. En Trípol le abandonarán en la selva equipado únicamente con una lanza para que se enfrente a los animales salvajes. Los ritos de aceptación varían de un lugar a otro, pero todos ellos son mortales. El solicitante no debería esperar la ayuda de nadie. Los azotadores no interferirán aunque un esclavo le dé un golpe en la cabeza. Serán los ancestros quienes decidan si eligen al niño solicitante y le prestan su fuerza. Quizás hubiera sido mejor hacerse chatarrero o neolibio. Después de la prueba, el muchacho es presentado como un azotador ante su aldea natal. Ahora puede vivir a costa de los neolibios.

Todos los azotadores entre los doce y los veintiocho son atendidos por la comunidad de su aldea. Estos adolescentes y adultos no pueden casarse: sus muertes causarían problemas existenciales a sus parejas. Por supuesto, no es óbice para que tengan relaciones puramente sexuales. Después de cumplir veintiocho y superar un rito de paso, juran utilizar más sus cabezas y menos sus puños. Ahora se consideran mayores. Todavía luchan, pero ahora actúan desde atrás y son responsables de planificar misiones. Los azotadores mayores pueden casarse, pero son plenamente responsables de sus parejas e hijos. Los neolibios solamente tienen que cuidar del propio azotador. Sin embargo, seguirá sin poder trabajar. Por lo general, los beneficios de la venta de esclavos para las plantaciones neolibias les garantizan una vida adecuada con dos o tres parejas. Pero nunca dejan de luchar. Cuando tienen alrededor de cincuenta (un límite impreciso, puesto que muchos azotadores dejan de contar los años una vez que se conviertan en mayores) son considerados sabios. Gobiernan sus aldeas, actúan de jueces o son un enlace permanente con los ancestros como chamanes o ermitaños. Son muy pocos. Los años más tranquilos como mayor no compensan la vida estresante como un luchador. No muchos llegan a la edad de cuarenta y cinco años.

AZOTADORES

247

RANGOS DE LOS AZOTADORES

1–DUFU Ha matado un animal o vencido a un esclavo para que le consideren un luchador. Sin embargo, sobrevivió a duras penas. Sus compañeros se ríen de él y le empujan llamándolo dufu, que significa «pedo». Son cada vez más insultantes hasta que finalmente pierde los estribos. Con la cara roja y hecho una furia ataca a sus camaradas, golpeándolos con contundencia. Pero todo es en vano. Bloquean sus golpes, se agachan o pronuncian quejidos exagerados en caso de que les alcance. Cuando se queda jadeando al final de la lección, con los brazos pesados y lleno de vergüenza, ha aprendido que no es nada. ¿La prueba de acceso, el primer desafío? Un pedo. A partir de ese momento la cosa mejora. Corre por la selva aguzando los sentidos y las reacciones, aceptando todos los conflictos y superándose a sí mismo. Sus compañeros le ofrecen ocasiones más que suficientes para probar su valía. Tendrá que ir de exploración por territorio hostil, ser el cebo que atrae al enemigo a una trampa o secuestrar a un cacique rival. Siempre estará en primera línea, mejorando su dominio de la lanza y el escudo oval. Todavía es demasiado pronto para fusiles. Sólo cuando ha demostrado que es digno y capaz de defenderse contra el acoso puede ascender en la ley del más fuerte. Si se las arregla en combate cuerpo a cuerpo podrá considerarse un guerrero ancestral u hondo. Si ha vencido a su enemigo usando la astucia y la sagacidad, se convierte en un nuevo conductor de la manada, un damu.

2–HONDO En sus sueños puede ver ocho máscaras del tamaño de escudos y siente el warui saliendo de las aberturas de la boca. Es demasiado pequeño, demasiado lejano pero puede tocarlo. Tiene que avanzar más en el camino del luchador, el camino del guardián. Exige un fusil de asalto a los neolibios y se lo dan. Después lo convierte en parte de sus ritos,

lo trata como un amigo, se gana su favor. Cuando mira a los esclavos de sus enemigos a los ojos, sabe que los azotadores como él son responsables de la reputación que tiene el colectivo de ser implacable y mortal.

3–CHAGA El chaga es el líder de la manada. Los ancestros se comunican a través de él y su palabra es la voluntad de África. Estar en desacuerdo con él implica cuestionar a los ancestros. Sólo los dumisai pueden enfrentarse a él y cuestionar sus decisiones. Tiene que defenderlas con sus puños. El chaga es superior física y mentalmente al resto de la manada. Es mejor luchador y un brillante táctico. Mientras que el damu traza el plan de batalla, el chaga se pone en peligro junto a su manada, la espolea y la mantiene unida. Si uno de sus luchadores cae, será el responsable a los ojos de la manada y los ancestros. Un chaga marchará con su manada en innumerables batallas en el transcurso de muchos años. Pero si el dumisai lo desafía y es derrotado por él, se convertirá en el nuevo dumisai de la manada. Un hondo elegido por él ocupará su puesto como chaga.

2–DAMU El Damu sabe interpretar los movimientos del enemigo, es consciente de las características especiales del terreno y se fija en el clima. Despliega a los dufus, elabora planes de ataque y señala los puntos débiles del enemigo. Mientras los chaga bregan con los ancestros para entender el sentido de la batalla y marchan al frente de la manada en combate, el damu se encarga de los requisitos estratégicos. Si los planes de un damu fallan, el botín de la manada se resiente y con ello el honor. Los ancestros y el resto de la manada le dan la espalda decepcionados.

+ & 3 " 3 2 6 ¶ "  :  3 " / ( 0 4 o " ; 0 5" % 0 3 & 4 1

2

HONDO

3

CHAGA

2

DAMU

3

SIMBA

O

MOYO

DUFU

4

DUMISAI

X

KIFO

3–SIMBA El simba es el león de la manada. Desafía al enemigo y lleva a cabo las mayores gestas. En cada ataque carga contra el contrincante más fuerte y pelea implacablemente hasta que lo ha vencido. Ayudarle conlleva que su gesta sea menos épica y es algo imperdonable. Después de cientos de batallas venciendo a un enemigo tras otro, se le considera invencible. Ya no tiene que demostrar su valía a nadie más. Es hora de que otorgue a otro azotador la oportunidad de seguir el camino del león. El chaga le honra nombrándole dumisai, un héroe de la manada. Se convierte en tabú.

4–DUMISAI El dumisai es el garante de todos los hechos heroicos de África y es la conciencia de la manada hecha carne. Es el guardián de la tradición. Debe liderar su manada a través del ejemplo, mental y físicamente. Su posición dentro de la manada es irrefutable. No puede asumir el mando, pero es el único que puede cuestionar al chaga y desafiarlo físicamente. Si gana el combate, el chaga está obligado a respetar y honrar su opinión. Él nunca puede ser desafiado; siempre es el que desafía.

0–MOYO Algún día, el chaga irá a ver a su dumisai, se sentará frente a él sobre una roca a cierta distancia de la manada y le dirá que ha llegado el momento de escoger a su moyo, su alma gemela. El dumisai selecciona a un hondo o damu con quien tenga afinidad y a quien considere digno. Juntos llevan a cabo el ritual de unión. Entonces serán uno, sus almas se habrán unido. Lo que le suceda a uno también le ocurrirá al otro.

El moyo entrega su máscara al chaga, que la mantendrá a salvo, y acepta sus tareas. Recibe ocho tareas heroicas que tendrá que realizar para rendir homenaje a su dumisai y salvaguardar su honor. Abandona la manada y desde el principio no depende de nadie más. Ningún azotador se atrevería a ayudarle. Cualquier influencia externa rompería el vínculo con el dumisai, desencadenaría la ira de los ancestros y traería la vergüenza para todos los involucrados. El moyo tiene dos lunas para completar su misión en el espíritu de las tradiciones. Si lo logra, el dumisai mantiene su posición. El moyo recupera su máscara y vuelve a ser un hondo o damu. Pero si fracasa, tanto el moyo como el dumisai se convierten en kifos, los sin máscara. Los ancestros les habrán abandonado. Sus máscaras se romperán y tendrán que abandonar la manada en desgracia.

X–KIFO Si un moyo falla a los ancestros, él y su dumisai se convierten en kifos. El kifo es considerado un alma perdida. Cuando muere, vuelve como un espíritu maligno. Hasta entonces todos los azotadores lo evitan y ninguna manada lo aceptará. Necesitará tiempo para asimilar su nuevo papel. Algunos trabajan como asesinos para neolibios o como mercenarios para clanes. Otros nunca superan la traición y cambian de bando. Se pueden encontrar muchos kifos junto a hibrispanos o voivodas, proporcionando información a sus antiguos enemigos y luchando por ellos.

AZOTADORES

249

% " ( "  % &  " ; 0 5" % 0 3

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

CLANES

JUECES

Clan guerrero del hombre blanco, guardianes de Purgare y el sur de Borca. No nos ven como sus enemigos. Se arrepentirán algún día.

Los clanes errantes son presa fácil. La calidad varía, pero los neolibios aceptan cualquier cosa que puedan vender a las plantaciones.

Una cantidad suficiente de cuervos puede poner en peligro incluso a un león. Los neolibios les tiran dinares para comprar su misericordia. Quizás nosotros podamos hacerlo mejor.

ANUBIANOS

C R O N I S TA S

Inclinamos nuestras cabezas ante los que saben lo que una vez fue y lo que será. Los anubianos son nuestros hermanos en espíritu; sus pensamientos guían nuestros azotes.

Se dice que hablan con acertijos como espíritus antiguos que el tiempo ha olvidado. Mientras nuestros caminos no estén destinados a cruzarse, evitaremos el contacto.

NEOLIBIOS

APOCALÍPTICOS

H E L LV É T I C O S

PÁLIDOS

Blancos hermosos y sensuales que pueden ser vendidos por sumas importantes en los mercados de Trípol.

Siempre se han mantenido entre el León y el Cuervo, tratando de sacar beneficio de su posición.

Gusanos que se arrastran a través del cuerpo de la tierra. Son marginados enfermos que alimentan su odio por todo lo que es saludable con una crueldad sangrienta.

C H A TA R R E R O S

JEHAMMEDANOS

Escarban en la tierra como los cerdos. Huyen de todas las batallas. No pueden esperar que nuestros ancestros tengan piedad de ellos.

Enfrentarse a los jehammedanos es como caminar desnudo entre psicóvoros: acabas lleno de raspaduras y pinchazos.

Cabrones perezosos vestidos de colores con un toque de tinta en sus párpados. Si les sacudes, llueven los dinares. Prueba y lo verás.

S P I TA L I A N O S Están en Qabis. Los neolibios se han atrevido a abrirle la puerta al Cuervo. ¿Deberíamos escuchar las advertencias de los anubianos o confiar en los neolibios?

AYUBU EL SABUESO

EFRÉN

AGU

Cultura: África Concepto: El Gobernante Colectivo: Azotadores (Dumisai)

Cultura: África Concepto: El Explorador Colectivo: Azotadores (Dufu)

Cultura: África Concepto: El Discípulo Colectivo: Azotadores (Kifo)

Luchó contra los más grandes guerreros de Hibrispania cuando era un simba y los enterró a todos. Finalmente se encontró en Valencia con el líder de los guerreros que llevaban acosándole durante semanas. Corrió a través de las filas enemigas como corresponde a un León y los mató con poderosos golpes de sus garras. Su chaga entró en el silencio. Le dijo que había llegado el momento y Ayubu supo que el León había luchado su última batalla. A partir de ese momento obtendría la gloria para su manada y los ancestros como dumisai. No hay cuartel para los malvados. Al lado de su chaga, llevó a la manada a lo profundo de la Deformación para encontrar un camino hacia el antiguo hogar del enemigo.

Efrén es una hermafrodita: mitad hombre, mitad mujer. Eso significa que no es nada en la comunidad de azotadores. Por lo tanto, se enfrenta con rabia a cualquier peligro para impresionar a los demás con sus acciones y ascender en la jerarquía de su manada. En vano. Es y seguirá siendo una dufu.

Tenía el ojo de un halcón y una mano firme; su sangre hervía como la de un buey. Era un gran hondo. Pero Hibrispania sabía cómo doblegar a un hombre: Agu estaba cansado de la guerra y odiaba los bosques impenetrables. Quería volver a casa, encontrar a una mujer y establecerse. Si por lo menos no se hubiera enamorado de una esclava en al-Ándalus que ya era concubina de un neolibio... Cuando su dumisai le nombró moyo fue demasiado. En lugar de seguir su vocación, traicionó a su manada y liberó a la mujer que amaba. ¿Dónde pueden haber ido? ¿Dónde sino a la Deformación?

AZOTADORES

251

(6"3%*"/&4%&-"130'&$¶"

ANUBIANOS EL CANTO DEL CISNE El sol abrasador estaba en lo alto, quemando la tierra saturada por la lluvia del mediodía que se iba convirtiendo en polvo. La joven anubiana se protegió los ojos con la mano cuando salió de la frialdad de su osario y observó el cementerio. Los chacales se movían entre los túmulos. Vio la selva a través de la bruma brillante, a menos de cien pasos de distancia. Envolvió una sencilla tela alrededor de sus caderas y lanzó otra por encima de sus hombros. Los círculos blancos tatuados alrededor del ombligo permanecieron al descubierto. Descendió por las ruidosas escaleras y sintió la cálida tierra bajo sus pies al salir. Hasta ahora había evitado volver la mirada hacia el túmulo. Sabía que los aldeanos habían estado allí por la noche. El lamento no la había dejado dormir. Habían traído a la persona fallecida y luego huyeron rápidamente de vuelta al mundo de los vivos. Aquel era el dominio de la muerte y la anubiana era su consorte. Se inclinó sobre el cuerpo, sonriendo con tristeza y acariciando su rostro. Un combatiente. Se sentó junto a él y lo abrazó. El pecho del hombre estaba cubierto de sangre seca; había un enorme agujero entre las costillas. Le dolía ver que había muerto demasiado pronto. Sus brazos y piernas estaban ennegrecidos por la resina y una máscara de Anubis le cubría la cabeza y los hombros. Puso su mano bajo el cuello del hombre muerto y levantó la cabeza. En la otra mano sostenía un escarabajo zumbando. Puso el escarabajo en la boca del hombre muerto y suavemente la cerró.

Se puso de pie sobre el cadáver. Llevaba el cráneo de un toro en el hueco de su brazo. Se inclinó para vaciarlo, liberando cientos de formas rojas sobre la persona fallecida. Se movieron arrastrando hilos brillantes. Arañas anansi. Según dicen los africanos, sus telas atrapan las almas de los muertos y sólo Anubis puede liberarlas. La anubiana esperó durante dos días hasta que las arañas hubieron tejido un capullo alrededor del cuerpo. Envolvió el vendaje con runas inscritas alrededor del capullo e introdujo amuletos entre las capas. El viaje del combatiente al inframundo había comenzado. Las mismas líneas de runas adornaban las paredes de pasillos interminables, talladas en la piedra eones atrás. Las lámparas de aceite colgaban de los techos bajos, formando islas de luz en medio de la oscuridad total. Hombres y mujeres vestidos con sencillas ropas de lino se desplazaban por los pasillos rodeados por el aliento del pasado. Cada día encontraban nuevos cruces y limpiaban nuevas cadenas de runas del polvo de los siglos. Encima de los pasillos había grandes salas de roca. En ese lugar se podía encontrar el conocimiento de los antiguos sellado dentro de jarras de barro, traídas de criptas de toda Anubia. La tecnología antigua se apretaba en las esquinas como insectos gigantes, muertos pero amenazantes. Ni siquiera los más sabios sabían cómo funcionaban aquellas máquinas de piedra, bronce y wolframio, o para qué servían. Cámaras selladas por todas partes. La joven anubiana no sabía nada de todo aquello. A tanta profundidad bajo los templos se encontraba muy lejos de la luz abrasadora del día.

ANUBIANOS

253

E L PA S A D O

H I S T O R I A E S C R I TA

Era de noche en la ciudad de los muertos. Pronto el calor del día sería absorbido por la arena. Se levantó el viento, llevando finas nubes de arena sobre los cementerios. La figura con cabeza de chacal avanzó vigilante por la necrópolis. Sus ojos brillaban como estrellas en la noche más oscura. Anubis. Con manos tan ágiles como patas de araña, tejió una red en el aire y la fijó a obeliscos y escaleras desmoronados. Las almas de alas doradas quedaban atrapadas en ella y los anubianos las recolectaban. Luego se las enviaban a Osiris para que las pesase y juzgase. Algunas almas se le escapaban de las manos; no pertenecían a su mundo. Una vez bendijo a los humanos con el Ka. Las madres se lo pasaron a sus hijos durante generaciones. Pero como la corrupción, el Ba entró en el alma humana y la envenenó. El poder del Ka se desvaneció. En cada ciclo, el Ba vagaba por la tierra y las cosas fueron empeorando. Anubis perdió muchas almas. Sólo el Ka de una tribu se mantuvo fuerte. El mismo Anubis lo había imbuido con su Hilo de la Vida al principio del mundo a sus hijos, los anubianos. Las primeras personas. Anubis les enseñó en el pasado el destino del mundo y ahora les encomendaba la tarea de finalizar lo que era eterno. Sin embargo, igual que la plata pierde brillo y se ennegrece cuando está expuesta al aire, el tiempo había manchado la pureza los anubianos. Sólo los antiguos podían destruir la fuente del Ba fuera del ciclo. Enterrados en la arena del desierto desde hacía mucho tiempo, esperaban a despertar. Sus descendientes, los nuevos anubianos, comenzaron la búsqueda.

Las cavernas en el desierto anubiano son inaccesibles. Una vez fueron un refugio para los antiguos. Los rollos de historia anubiana sobrevivieron allí ocultos en la noche eterna de los sistemas de túneles, dentro de jarras de arcilla selladas. Estas jarras están siendo recuperadas y abiertas una por una. Los anubianos trabajan con cuidado para evitar la pérdida de uno de los secretos que ya se consideran perdidos para siempre. El velo del pasado revela desde el desierto anubiano la verdadera historia de uno de los colectivos más antiguos del mundo. Ya existían en el antiguo Egipto como académicos y científicos, en una civilización avanzada entre tribus bárbaras. Los primeros faraones que gobernaron la tierra en las orillas del Nilo acabaron por exiliarlos a Kerma en el reino de Kush. Pero no fueron olvidados. Los egipcios estaban fascinados por los lujosos pictogramas de los anubianos y su culto de la muerte, por lo que mantuvieron gran parte de su cultura, aunque distorsionada en su mayor parte: extraían los órganos de sus muertos y momificaban sin sentido el cascarón vacío, enterrándolos después bajo toneladas de piedra. Los anubianos de aquella época se compadecían de sus ignorantes hermanos, pero no querían iluminarlos. Egipto floreció y los anubianos se marchitaron. Cuando el Egipto reunido ocupó el reino de Nubia en la Dinastía XVIII huyeron, pero resurgieron de nuevo en el segundo reino de Kush. Finalmente, desaparecieron.

EL SINDICATO DE ANUBIS Los archivos en la ciudad prohibida de El $BJSP FTUÈO MMFOPT EF UFYUPT BOUJHVPT -B mayoría de ellos se remontan a unos pocos años antes del Escatón y mencionan el autoproclamado Sindicato de Anubis: el misterioso grupo compuesto por ocho DJFOUÓmDPT  NÏEJDPT Z mMØTPGPT BGSJDBOPT dedicados a despertar el cuerpo después EF MB NVFSUF -PT JOGPSNFT EF FTB ÏQPDB son someros y aunque los medios de comunicación seguían con avidez cada pista, todas y cada una de ellas llevaban hasta un DBMMFKØOTJOTBMJEB

No se conoce mucho sobre el SindiDBUPEF"OVCJTBQBSUFEFTVOPNCSF-PT periodistas acabaron por descubrir que Norman Espina, uno de los fundadores EFM (SVQP EF 3FDPNCJOBDJØO  IBCÓB QBsado a formar parte de la misteriosa organización después de un supuesto caso EF FTQJPOBKF JOEVTUSJBM " DPOUJOVBDJØO PDVSSJØFM&TDBUØO

EL CICLO ETERNO

EL KA Y EL BA

Cuando una piedra cae en el agua, produce ondulaciones concéntricas en la superficie. Las crestas se expanden hacia afuera perdiendo energía. De acuerdo con los mitos anubianos, la vida fue creada en el agua sin fin de los océanos, en la que Anubis generó vibraciones. Al principio sólo existía esta onda enviada a la realidad por el suave tacto de Anubis. La vida y la muerte; el inicio y el final de la onda eran su creación. Pero no estaba solo. Había otros y fue como si una fuerte lluvia repiquetease sobre las tranquilas aguas. La onda se desplazó a través del océano formando espuma, pero su brillante y armoniosa belleza estalló en millones de gotas brillantes. Subió y bajó creando nuevas ondas; la realidad se hizo complicada y se bifurcó varias veces en su camino desde la vida hasta la muerte. El goteo continuo capturó muchas cosas en ciclos eternos: las estaciones, la menstruación de la mujer, la serie interminable de días y noches. Siguieron repitiéndose y cambiaron el mundo, guiándolo lejos de su forma primordial en el caos. Los anubianos tuvieron que levantarse, liberarse de ondas y ciclos. Tenían que ser como Anubis para ayudarle en su búsqueda de la perfección. Él había inscrito en ellos la clave mucho tiempo antes y ahora tenían que perfeccionar ese Hilo de la Vida para llegar a ser como él: una raza mortal se convertiría en una especie inmortal entre la vida y la muerte.

En la mitología anubiana, el Ka simboliza la forma primordial del Hilo de la Vida perpetuado a través de los milenios. Se le puede llamar alma o base genética. Su opuesto es el Ba. Corrompe al Ka, invadiéndolo como un virus para destruirlo y reemplazarlo. Perturba la onda y disminuye su energía. El Escatón era como una enorme roca que rompió la onda creando miles de círculos nuevos. Según las fuentes antiguas de los anubianos, el colectivo ha estado preparándose durante más de diez milenios para cimentar la creación de Anubis desde su interior. Algunos textos más modernos mencionan que estuvo a punto de hacerlo poco antes del Escatón gracias a la tecnología de los antecesores. Ahora se está acabando el tiempo. Los resultados del Escatón se hacen más patentes cada día que pasa: los psiconautas están convirtiendo Europa en un parque de lo absurdo mientras que en África, las plantas mutadas han comenzado un desarrollo muy extraño. Ha llegado el día en que los anubianos demostrarán la validez de sus conocimientos y habilidades… antes de que la onda del Escatón se trague por completo la creación de Anubis.

NIÑOS PERDIDOS Los anubianos vivieron durante milenios junto a las civilizaciones avanzadas de África. Cuando eventualmente se exiliaron, muchos siguieron su camino. Se fueron bajo tierra en las metrópolis de su tiempo, se mezclaron con nubios, hititas, asirios y egipcios. Se olvidaron de su propia cultura. Incluso hoy en día, se pueden encontrar los restos del Hilo de la Vida anubiano en los descendientes de africanos del norte, asiáticos y en ocasiones europeos; y los anubianos los están buscando. El colectivo utiliza el dedo de Anubis para encontrarlos, un hueso hueco artísticamente adornado con

grabados circulares y espirales tan largo como el antebrazo. Estos huesos son excepcionales, transmitidos de anubiano a anubiano, generación tras generación. Según cuenta la leyenda, el hueso está lleno de bilis de chacal. Cuando un anubiano rasga la piel de un africano con el dedo de Anubis, un verdadero descendiente desarrolla un eccema del tamaño de una uña desde el amanecer hasta la puesta del sol: la marca de Anubis. El africano que la presenta está destinado por nacimiento a caminar por la senda de Anubis. Es un iniciado.

EL PELLEJO DEL IMIUT $POUVTJPOFT QVSVMFOUBT  WJSVFMB  mFCSF Z miles de otras enfermedades y heridas meOPSFTTPOBMUFSBDJPOFTFOMBPOEB-PTDVSBOEFSPTBOVCJBOPTUSBUBOFTUBTBnJDDJPOFT con ungüentos y elixires, dicen palabras de CFOEJDJØO Z QPOFO mHVSJUBT EF QJFESB FO las vendas para alejar a los malos espíritus ZGPSUBMFDFSFMBMNBEFMBQFSTPOBBGFDUBEB En los casos graves, se aventuran a descender al reino de Anubis, se enfrentan a

la furiosa Ammit, la devoradora de almas y vuelven de la oscuridad con sangre del %VBUFOTVTWFOBT Pero en la batalla contra el Cuervo, IBZ PUSBT GVFS[BT FO KVFHP 6OB USBNQB de estacas preparada por un guerrero hibrispano, una bala en una emboscada, el depósito de un Kom que estalla y la onda EF VO B[PUBEPS TF SPNQF 4ØMP MPT más

grandes hecatianos podrán salvar al azoUBEPSEFMKVJDJPEF"OVCJT'SPUBOFMDVFSQPDPOTBOHSFEFM%VBU MFDPTFOQFMMFKPT de chacal o perro —el pellejo del imiut— y MFQJEFOB"OVCJTVOBQSØSSPHB4JNCØMJcamente, el moribundo vuelve al útero para renacer días más tarde: todo hueso ZQJFMTJOQFMP MJCSFEFMPTQFMMFKPT5BSEBrá varios días en recuperar las fuerzas de OVFWP1FSPFTUBSÈWJWP

MUERTE Un embalsamador anubiano se encarga del iniciado. Siguiendo la tradición, ha ennegrecido su cuerpo con resina. Lleva la máscara de Anubis. Juntos viajan a una de las enormes catacumbas de África y el iniciado es bajado a su interior. En la oscuridad subterránea, rodeado de los huesos de sus antepasados, espera. Come insectos y carne de cadáver que el embalsamador lanza por el agujero de acceso. Devora puré podrido mezclado con drogas. Los sonidos de la oscuridad, amplificados por el veneno que le va haciendo efecto, le asoman al borde de la locura. Convertido en una figura fantasmal, tropieza en las construcciones de piedra de las catacumbas observado por los cráneos, hasta que su humanidad es consumida y se enfrenta a Anubis. Las visiones son terribles, pero se entrega a ellas. Sus gritos se acallan; se hunde mientras siente cómo se rompe su onda.

RENACIMIENTO El embalsamador no le deja morir. Le arrastra de vuelta a la luz, le embalsama con aceites perfumados y le venda como una momia. Durante tres días, el iniciado permanece en ese estado sin moverse. Los aceites extraen el veneno de su cuerpo; el calor lo evapora. El embalsamador le proporciona litro a litro de agua a través una paja. Al cuarto día después de su simbólica y casi real muerte, regresa del mundo de los espíritus al mundo de los vivos.

El embalsamador le quita las vendas y saluda al anubiano; aún está débil, pero ha renacido en Anubis.

SIETE CÍRCULOS El embalsamador tatúa siete círculos concéntricos alrededor del ombligo del renacido. Inyecta la tinta debajo de la piel con movimientos rápidos, usando un frasco diferente de pintura blanca por cada círculo. Es un brebaje que sólo pueden preparar los anubianos de la ciudad prohibida de El Cairo: siete tonos de blanco, siete recetas diferentes. El embalsamador sigue el rito paso a paso, sin cambiar ni una sola vez el orden tradicional de círculos y colores. Para el iniciado, los círculos simbolizan la onda que cabalga cada ser vivo camino de la muerte, pero también el mundo creado por Anubis. Mostrará sólo cinco círculos en su cuerpo. ¿Por qué? La razón es que los círculos muestran lo lejos que ha llegado un anubiano en su viaje hacia los secretos del mundo. Lo cerca que está de Anubis, el sol de su mente. Los iniciados se encuentran en el círculo más exterior, los encantadores en el sexto y los embalsamadores, hoces y curanderos en el quinto. Los honorables hogones han dejado atrás los cuatro círculos exteriores y se encuentran en el tercero. Son los encargados de decidir el momento en que un anubiano está listo para dejar su círculo.

LA ONDA SE ROMPE Cuando se disipa la onda de un africano, VOBOVCJBOPBQBSFDFBTVMBEP6OHFBMB persona moribunda, presentándola ante MPT BODFTUSPT $VBOEP FM DVFSQP FYIBMB el último suspiro y después se enfría, el anubiano se lleva al difunto al campo de IVFTPT"MMÓJOUSPEVDFVOFTDBSBCBKPFOMB

boca del muerto, le cierra la mandíbula y deja que las arañas anansi tejan un caQVMMP BMSFEFEPS EFM DVFSQP %FTQVÏT EF unos días, inspecciona el capullo y lo venEB "IVZFOUB B MBT BSB×BT  RVF IBCMBSÈO del muerto a los espíritus del bosque, e JOUSPEVDFQFRVF×BTmHVSBTVTIFCUJTFOUSF

MPT WFOEBKFT EFM DBEÈWFS 4F TVQPOF RVF protegen a los muertos de los demonios FO TV WJBKF B 0TJSJT Z "OVCJT &T FOUPOces cuando el anubiano ya puede enterrar la momia en la tierra de su campo EFIVFTPT

INICIADO En los primeros años de aprendizaje de un anubiano, su embalsamador le enseña las reglas y las artes del colectivo. El anubiano aprende ritos de enterramiento y estudia el significado de los insectos y las arañas. Durante el día, pasea al borde de los psicóvoros, escuchando el susurro de las hojas y de los antepasados: mil pequeños pasos que fortalecen y reafirman espiritualmente a los anubianos, mil distracciones que alejan lo necesario. A partir de cierto punto, ya no hay vuelta atrás. Eventualmente se expone a la disgregación.

LA MANO DERECHA DE ANUBIS Los psicóvoros significan la locura y la muerte para la mayoría de la gente. Sus espinas son duras como el cristal; un solo rasguño es suficiente para que la piel se hinche con abscesos necróticos que carcomen la carne en cuestión de minutos hasta que llegan a infectar el hueso. Se extienden por su superficie hasta que la materia ósea cede y se rompe bajo el peso de la carne en descomposición. La fruta madura y las exuberantes hojas son igual de peligrosas. Su interior está compartimentado en cientos de cámaras de paredes cristalinas. Cada cámara está llena de sustancias activas epigenéticamente. Cuando entran en contacto con las células humanas, causan aberraciones genéticas que conducen a la muerte espontánea de las células, la llamada disgregación. La mutación salta de una célula a otra extendiéndose con extraordinaria rapidez. El organismo infectado se descompone en minutos. No hay cura. Las únicas excepciones son las semillas utilizadas por los azotadores en Europa. Al morderlas, se rompen en mil astillas que entran en las encías y las mucosas como el vidrio. No son mortales, pero refuerzan el warui fuera de África. Sus efectos no se generan en el estómago o los intestinos, sino a través de la sangre. Los anubianos son casi inmunes a la disgregación. Las espinas les causan heridas purulentas, pero los hogones de alto rango

pueden curarlas en cuestión de horas. La sangre de los anubianos reacciona con el veneno de los psicóvoros y entre ambos se crea un vínculo que genera compuestos sinérgicos. El resultado son células superiores que inundan el organismo. Sintetizan proteínas que a su vez inician reacciones catalizadoras para otras sustancias psicóvoras. El cuerpo del anubiano se convierte en un biorreactor cuya complejidad crece con cada sustancia añadida; en esa fase, un spitaliano apenas podría reconocer una muestra de sangre anubiana como perteneciente a un ser humano. Los anubianos se valen de este hecho. Se aventuran profundamente entre los psicóvoros para recolectar el apreciado fruto duat, lo rompen y lo mastican. La disgregación carcome sus mucosas y mejillas; las células se reaniman segundos más tarde. El veneno les arrastra al reino de Anubis. Su sistema inmunológico se colapsa. La oscuridad corre por sus venas y gotea sobre la carne como pintura. En los primeros minutos de la transición, la sangre degenera en una mezcla altamente tóxica. Mueren. Se encuentran frente al cabeza de chacal colocando su alma en el plato de la balanza. Sienten a Ammit, la devoradora de almas, entre las sombras. Se asoman a unos ojos fríos y profundos como abismos estelares. El biorreactor se pone en marcha. El cuerpo vibra de calor. El corazón bombea y la sangre hirviendo circula. Un icor como la miel es segregado en glándulas debajo de la lengua, las axilas y la ingle. La negrura desaparece del cuerpo. Son arrancados del trono de Anubis y devueltos a la vida entre estertores. Dependiendo de la potencia de la fruta duat, el rigor mortis durará minutos o días. Algunos anubianos acaban cubiertos de psicóvoros como si estuvieran en un capullo y tienen que liberarse de la vegetación quebradiza. Su sangre se ha vuelto muy potente. Desecada y mezclada con tierra y hierbas puede curar, aliviar el dolor o estimular cuerpo y espíritu. Con el tiempo, los anubianos aprenden a medir las propiedades que ha adquirido su sangre a través de la catálisis de varias frutas duat.

ARAÑAS ANANSI Miles de formas rojas se escabullen entre las plantas o se sumergen en los mares de hierba de Anubis: las arañas anansi del taNB×PEFVOQV×PZDBSFOUFTEFQFMP4PO compañeras de los anubianos y han sido JNCSJDBEBTFOMBPOEBQPSFMQSPQJP"OVCJT

Las arañas tienen fama de ser criaturas embaucadoras con una voluntad propia: persuadirlas para que tejan un capullo alrededor de un cuerpo y lo conserven para toda la eternidad está considerado un arte que un embalsamador

UJFOF RVF EPNJOBS %F IFDIP  MBT BSBñas reaccionan al aceite de embalsamar como si hubieran sido criadas para esta UBSFBFOFYDMVTJWB

ANUBIANOS

257

$6"/%0&.1*&$&&-"º0.*-26&4*(6&"-"º0.*- HABRÁ SURGIDO UN ORDEN NEGRO Y SECRETO;

SU LEY SERÁ EL

0%*0Y SU ARMA, EL VENENO;

%&4&"3«4*&.13&.«4030 :4&&95&/%&3«463&*/010350%"-"5*&33" :  4 6 4  4 & 3 7 * % 0 3 & 4  & 4 5" 3 « /  6 / * % 0 4 E NT R E E L L O S P O R U N #&40%&4"/(3& - 0 4  ) 0 . # 3 & 4  + 6 450 4 : -0 4 % ² #* -& 4 "$"5"3 «/ 46 3 & (-" -0410%&304044&10/%3«/"4644&37*$*04 LA ÚNICA LEY SERÁ

LA QUE DICTE EN

LAS SOMBRAS;

7&/%&3«&-7&/&/0"6/%&/530%&-"4*(-&4*"4 :  & -  . 6 / % 0  " 7 " / ; " 3 «  $0/&4&&4$031*»/#"+0&-1*&

TRANSFORMACIÓN

GUARDIANES DE SECRETOS

Una noche, los hogones aparecen delante del anubiano con los brazos y el rostro cubiertos de negro y olor a resina. En silencio le entregan un vaso canope con cabeza de chacal. Es negro, muy frío, pesado y suave como el cristal. La cabeza se puede abrir girándola. En el interior hay un viscoso líquido blanco. ¿Resina del árbol de la vida? Sólo El Cairo sabe la respuesta, y El Cairo está enterrado bajo los psicóvoros. El anubiano se lleva el vaso canope a los labios; se forman ondulaciones en el líquido. Fluye hacia la boca. Pequeños zarcillos se extienden perforando los labios, endureciéndose y rompiéndose bajo la presión del líquido que fluye. Se producen un chisporroteo y un agrietamiento, y el tarro canope ha derramado su contenido en la boca del anubiano. Muerte. Días después, el anubiano despierta. Su lengua está hinchada y seca, las costillas son visibles bajo la piel. Sus dedos tocan los círculos de su vientre. Algo no está bien: no encuentra el anillo exterior. Ha desaparecido sin más, como si nunca hubiera sido tatuado. Cada transformación elimina el anillo más exterior. Los hogones saben lo que ha pasado… pero no lo explicarán todavía.

La cultura anubiana es antigua. Cada generación amasó una nueva capa de los conocimientos que era un misterio para generaciones posteriores. Se dice que las capas más antiguas están ocultas en El Cairo, bajo la pirámide en los salas de registros. Se habla de grandes milagros: de un lago subterráneo con dos pirámides que sobresalen del agua; de un laberinto de túneles, pozos y salas; de máquinas gigantes hechas de latón y wolframio que obedecen sólo a los que están por encima de la onda. Pero mientras El Cairo sea inalcanzable para todos los que tengan más de dos círculos, sólo son historias. Aun así, la gente ve a los anubianos como guardianes de secretos. Nadie se atreve a oponerse a un anubiano o negarle nada. De hecho, un iniciado se convierte en un encantador después de su primera transformación. Revela el precio que los espíritus de bosques y llanuras pueden pedir por portarse de forma benevolente. Guía a los azotadores para que puedan llevar a cabo su tarea como guardianes de las tradiciones. Venda a los muertos y les ayuda en la otra vida. Un anubiano del sexto y séptimo círculos se cubre de misticismo y superstición. Se adorna con cráneos, dibuja espirales y círculos en su cuerpo, vive en una choza de huesos como su predecesor. Reconoce el poder divino de la creación en el escarabajo; esculpe figuras ushebtis de alabastro en preparación de los ritos funerarios. Confraterniza con la gente, escucha el susurro de los antepasados y medita.

OSARIOS Los pueblos africanos adoran a los anuCJBOPT Z BM NJTNP UJFNQP MPT UFNFO -PT chamanes son solitarios que buscan la tranquilidad en cementerios o antiguos campos de batalla, lejos del bullicio de las

BMEFBT%FBNCVMBOFOUSFMBTUVNCBTDPNP los chacales y recogen los huesos desenUFSSBEPTQPSFMWJFOUPPMBMMVWJB$POFMMPT construyen osarios en los que viven y mezDMBOTVTCSFCBKFT

VERDADERO Con cada transformación, con cada círculo que domina el anubiano, se pierde algo de superstición. Como curandero y más tarde como hecatiano, se vuelve cada vez más empírico y busca frutas duat para catalizarlas. Sin embargo, siempre se presenta ante las personas como un curandero, negociando con Anubis la vida de los enfermos. Cuando toma la hoz y se convierte en ammit, abandona todos los ritos inútiles. Como luchador y guardián sólo conoce la acción y la reacción, escuchar a los ancestros y sentir el tirón de los flagrantes chakras psiconáuticos. Cuando habla con los azotadores, afirma proteger la onda de la creación.

Como embalsamador y en su siguiente transformación en vidente de almas, usa la superstición. Se erige en juez y consejero, ayuda a las aldeas y guía la guerra fuera de África. Los psicóvoros se apartan para dejarle pasar y rodean a sus enemigos. Puede acallar los susurros de los ancestros y hacer espacio para otros; no porque rece o medite, sino porque ha entendido el principio. Porque es la llave y los psicóvoros son la cerradura. La gente cree que los espíritus ancestrales le acompañan a pagar sus deudas a Anubis. Creen que los espíritus imbuyen a los psicóvoros. Deja que crean lo que quieran.

LA HOZ Los anubianos perciben a los psiconautas a una distancia de muchos cientos de meUSPTMFTDBVTBONBMFTUBSHFOFSBM

y cortar el hilo que le une con el psiconauta en el punto de salida del cuerpo EFMBCFSSBOUF

IBFTDBQBEP&MBOVCJBOP QPSFMDPOUSB-

Si se aproxima un dusaní, el anubiano se frota su garganta dolorida; si se trata de un pregnóstico, nota una sensación de BSEPSFOFMFOUSFDFKP

Corta donde arde su propio dolor, arrastra la hoja hacia arriba siguiendo las hebras y empuja el acero de nuevo hacia BCBKP &M ÞMUJNP QVOUP JOnBNBUPSJP FT TFDDJPOBEP FM NJFEP Z MBT FOFSHÓBT nVZFO IBDJB GVFSB DPNP QVT &M QTJDPOBVUB se derrumba, pero no es la pérdida de TBOHSFMPRVFMFEFCJMJUB-BGVFOUFEFTV QPEFSTFmMUSBZEFSSBNBFOFMBFUIZS4V corazón sigue latiendo, pero su alma se

mientras limpia su hoja y continúa su viaje

El chakra psiconáutico, la estrella resplandeciente en el eje del cuerpo, transforma el chakra anubiano en un planeta NPSJCVOEP4JFMBOVCJBOPRVJFSFTPCSFvivir, tendrá que levantar su khopesh

SJP  FTUÈ DVSBEP -PT DBMBNCSFT Z FM EPlor desaparecen en las sombras del ayer QPSMBUJFSSBJNQÓB Los anubianos más sensibles y enérHJDPTTFDPOPDFODPNPIPDFT7JBKBOQPS el norte codo con codo con los neolibios y se encargan de destruir realmente a los aberrantes, puesto que el golpe de gracia del neolibio sólo desgarra la carne sin UPDBSFMBMNB ANUBIANOS

259

La última transformación antes de la transición a El Cairo es la de hogón. Ha pasado mucho tiempo desde sus raíces como renacido. Cuando entrega los vasos canopes, observa la transformación. Ha estado presente en cientos de ellas y ha visto los cambios físicos durante todas y cada una. Claro, esos cambios fueron pocos y sin sentido en y por sí mismos. Los dedos adelgazaron o se volvieron más delicados. El pelo se oscureció; las cejas se despoblaron o se desplazaron un poquito. Está en contacto con los spitalianos y discute con ellos estos fenómenos. ¿Cómo podría criticar a los médicos blancos en las últimas décadas? ¡Qué falta de conocimiento! Aparte de los anubianos, nadie está más cerca de los secretos que ellos.

También reconoce el tatuaje circular de su vientre como lo que es: un indicador de la transformación. Las moléculas reaccionan a una transformación epigenética inducidas por la pintura. Sólo cuando se produce con éxito, las moléculas se destruyen y el círculo se desvanece. Pero, ¿por qué? ¿Por qué adaptarse? La siguiente transformación le acerca un poco más a la verdad. Ya sólo quedan dos círculos.

LOS ANCESTROS

LA CRUZ SOLAR Los círculos concéntricos, la cabeza de chacal, los huesos y la hoz juegan un paQFMJNQPSUBOUFFOFMTJNCPMJTNPBOVCJBOP Pero en los círculos internos, los símbolos QJFSEFO TV TJHOJmDBEP  JHVBM RVF EFTBQBSFDFO MPT DÓSDVMPT BMSFEFEPS EFM PNCMJHP Son reemplazados por la cruz solar, que TFDPNQPOFEFDVBUSPBTQBT-PTIPHPOFT BmSNBO RVF DPOUJFOF MB WFSEBE BCTPMVUB sobre el pasado y el futuro, siendo una esQFDJF EF UFPSÓB EFM UPEP -B QSPGFDÓB EFM $IBDBMRVFTFmMUSØEF&M$BJSPIBDFEÏDBEBTTFCBTBFOFMMB

Los psicóvoros son amplificadores. Reciben aspectos y emociones humanas, los canalizan y los filtran a través de la red y en lo que anubianos y spitalianos llaman el aethyr. Los videntes de almas saben superponer esas ondas con sus propias emociones y canalizarlas de nuevo en la vegetación extraterrestre. Sin embargo, los anubianos rara vez desencadenan el susurro de los antepasados. Sus pulsaciones se producen dentro de los psicóvoros en algún lugar de las brumosas selvas, montañas y desiertos de África. Los anubianos están buscando sus fuentes. Siguen antiguos dibujos en quebradizos mapas, escuchando el susurro y dejándose guiar. Lo normal es que la onda se rompa y que los anubianos recorran miles de kilómetros para nada. Pero a veces encuentran escaleras que conducen bajo tierra a bóvedas prehistóricas y laberintos de vidrio y piedra arenisca pulida. Detrás de paredes falsas, protegidas por trampas y callejones sin salida, yacen las primeras personas dormidas desde hace eones, conservadas en hermosos sarcófagos hechos de oro, lapislázuli y cromo. Ningún anubiano con más de dos círculos ha visto jamás a uno de estos antiguos. Se dice que los sarcófagos son indestructibles y sólo un ritual de apertura que se conserva en El Cairo puede desbloquearlos. La larga cadena de la secuencia de la vida que presentan es impecable y según se dice fue inscrita por el mismo Anubis. Ninguna letra equivocada ni ningún pasaje incorrecto perturban la perfección. Son como él. Algún día caminará por la tierra en ellos. Si una de estas bóvedas es encontrada, los hogones no tardan en llegar. Cogen los sarcófagos por los asideros y se los llevan a una necrópolis cerca de El Cairo. No pueden acercarse más allá. El susurro de los antiguos por encima de las bóvedas se desvanece para ser reemplazado poco después por otras ondas.

LOS LIBROS DE LOS MUERTOS Los egipcios y las primeras personas dejaron los libros de los muertos en sus tumbas, hitos místicos que indican el peligroso camino en la otra vida. Cuando el alma del difunto llegaba al reino de los muertos, tenía que demostrar su

valía a Osiris y sus cuarenta y dos ayudantes demoníacos. Si era considerado un pecador, Ammit devoraba Ba del alma. Si por el contrario era considerado digno, alcanzaba el reino celestial de los campos de Yaru. Allí crecían con fuerza las cosechas de los campos y la vida era como había sido cuando la persona estaba viva. Los egipcios copiaron esta práctica de los anubianos. Los libros recogen la esencia completa de la vida del muerto en un idioma ilegible para los vivos. La leyenda cuenta que sólo el propio Anubis podía descifrar el texto y tenía que leérselo a Osiris y sus demonios. Si el dios del inframundo encontraba los pasajes de su agrado, ordenaba enviar los libros a Yaru. Si Osiris se aburría, destruía los escritos con un simple gesto. Después de eso, Anubis ya no podía descifrarlos nunca más. Los anubianos recuperan los libros de los muertos de las bóvedas de las primeras personas. Están hechos de un material negro, son enormes y no se pueden abrir; se parecen más a losas que a libros. Se dice que sólo los anubianos con un círculo o sin ninguno saben qué hacer con ellos, pero también se dice que los libros sólo se abrirán y hablarán con los anubianos cuando Anubis vuelva a caminar entre los vivos. Los hogones tienen en gran estima a aquellos que poseen libros de los muertos, porque no son libros que se encuentren, sino que se dejan encontrar. Cualquiera que posea uno, no tardará en experimentar la siguiente transformación.

LA CIUDAD PROHIBIDA El Cairo está en el dominio de los psicóvoros. Se supone que las pirámides de Guiza están cubiertas por ellos, igual que las calles de la antigua metrópoli. Aun así, los hogones tienen que viajar hasta ella, después de su transformación del tercer al segundo círculo, para adentrarse en una jungla venenosa que no ofrece nada más que muerte por úlceras y locura a la mayoría de la gente. Las gentes de África huyeron hace mucho lejos de las aguas venenosas del Nilo. Ninguna de las numerosas tribus que vivían en las cercanías de El Cairo sigue allí. Al parecer, los templos de los ancestros están de nuevo en uso, pero no queda claro lo que sucede en ellos. Nadie sale de allí. Los anubianos que espera descubrir el secreto y se aventuran entre los psicóvoros, vuelven a duras penas a los asentamientos de los que partieron días antes. Su piel está lacerada por las espinas; las pústulas pútridas que cubren todo el cuerpo expulsan un pus hediondo. Están infectadas de disgregación. Les matará. Su supuesta inmunidad sólo les hace sufrir más tiempo. El mensaje esta claro para todo el mundo: El Cairo es tabú.

ANUBIANOS

261

RANGOS DE LOS ANUBIANOS

1–INICIADO

3–EMBALSAMADOR

El embalsamador comprueba el brazo del iniciado y efectivamente, ahí está la marca de Anubis: un eccema donde el dedo de Anubis arañó la piel el día anterior. El iniciado abandona su antigua vida y se une al embalsamador. Su primer viaje le lleva al umbral de su propia muerte. Cara a cara con Anubis y Ammit, la devoradora de almas, negocia por su vida. Cuando vuelve de la cripta, ha cambiado profundamente. El tatuaje de su cuerpo le duele: muestra siete círculos. Ahora es un anubiano, el alma de África. Los años siguientes los pasará con su embalsamador, que le enseña los ritos, y escuchará las historias de espíritus buenos y malos, montañas sagradas y árboles malditos. Se atreve a acercarse al borde de los psicóvoros, mira la extraña vegetación, escucha el silbido del viento a través de las frágiles vides y se maravilla de las hojas hexagonales. Ha visto a los habitantes afectados por la disgregación. Ha utilizado el khopesh para amputar brazos y piernas antes de que la infección alcance al corazón. Ahora su embalsamador le pide que se deje infectar para forzar la primera catálisis. Sin ella, el hogón le negará la transformación.

El embalsamador tiene conocimientos sobre los espíritus, los antepasados y la muerte, y sabe cómo utilizarlos. Los azotadores le obedecen y los anubianos jóvenes se le unen en busca de sabiduría y transformación. Se supone que puede ponerse en contacto con los espíritus de los muertos y hablar por ellos. En realidad, puede interferir con los susurros de los ancestros: se abre a los psicóvoros y se deja llevar por las emociones. Pueblos y áreas enteras son afectados por este nuevo ancestro. Su poder disminuye en la tierra del Cuervo, pero siempre que los azotadores mastiquen semillas, es capaz de imponer su antecesor al aethyr y los susodichos azotadores. La próxima transformación le permite elevarse como un vidente de almas.

2 – E N C A N TA D O R Toma el primer vaso canope y siente el frío. Levanta la tapa en forma de cabeza de chacal y bebe. Su embalsamador le informa de que ahora es un encantador. Como tal, se comunica con la tierra para aplacar la furia de espíritus y ancestros contra la vida en general. Enseña las tradiciones a los azotadores, les da consejos y consuela sus almas. Sin su permiso no se puede excavar un pozo ni realizar una boda. Un día, un hogón le dará a elegir. ¿Quiere continuar guiando el destino de África como un hombre sabio, cuidar de la onda luchando en la tierra de los Cuervos u ofrecer su cuerpo como curandero?

4–VIDENTE DE ALMAS Anubis es un principio. El anubiano lo ha comprendido. Para el pueblo es un juez que guarda secretos. Los psicóvoros se alejan de sus pensamientos, se marchitan y mueren. Pero siguiendo sus deseos, también activan mecanismos de defensa: escupen espinas y los frutos estallan en nubes de astillas. Llevan la disgregación a sus enemigos. En Europa nada de esto tiene sentido. Allí el vidente de almas depende de mentes afines: los spitalianos. Investiga genomas colaborando con ellos en laboratorios ocultos, identificando poblaciones con rasgos extraordinarios. Organiza las incursiones que realiza el colectivo médico en los psicóvoros. Es un investigador que encuentra a Anubis con la mente en lugar de con el corazón. Cuando está en compañía de azotadores y neolibios toma el papel de juez y tutor místico. Ellos no pueden llegar a saber nunca su papel real. Después de años de investigación deja este círculo y se transforma en un hogón.

+&3"326¶":3"/(04o"/6#*"/04

1

INICIADO

2

ENCANTADOR

3

EMBALSAMADOR

4

VIDENTE DE ALMAS

3

CURANDERO

4

HECATIANO

3

HOZ

4

AMMIT

5

HOGÓN

3–CURANDERO El curandero sabe mucho sobre la tierra, las hierbas y el agua. A partir de ellas elabora brebajes que eliminan el dolor de los azotadores y cuidan de la salud de los neolibios. Pero los medicamentos realmente potentes tienen su origen en la catálisis de la fruta duat. Con los años, el curandero llega a perfeccionar su cuerpo. Conoce las cantidades e ingredientes que tiene que ingerir para alcanzar un efecto deseado. También produce el legendario aceite Marduk que anula el aroma seductor los feromantes. Los aldeanos no tardan en afirmar que posee poderes mágicos. Ha llegado el momento de transformarse en un hecatiano.

4 – HECATIANO Un hecatiano puede remendar el Hilo de la Vida de una persona en el pellejo del imiut. Ha elevado la catálisis a un nuevo nivel. Su piel cambia de color, a veces con un olor encantador, a veces infectando de disgregación un solo toque. Es capaz de reconfigurar su metabolismo y mantener el cambio durante minutos o incluso horas.

3–HOZ Los hoces anubianos acompañan a los azotadores en las tierras del norte y actúan como asesores y guardias de los neolibios. Sienten los puntos débiles de los psiconautas en su interior. Sienten cómo se desangra el correspondiente chakra. Sienten el vacío. Quieren deshacerse de él. Armados con un khopesh se convierten en las armas perfectas contra los aberrantes. Con sólo unos pocos cortes aplicados en el chakra del psiconauta, seccionan su Hilo de la Vida.

El respeto de los azotadores crece con cada combate hasta que se convierte en una forma de adoración mística. Ya no consideran al anubiano un ser humano y lo ven como una encarnación de Ammit, la devoradora demoníaca. Transformación.

4–AMMIT De pie junto a Anubis durante el juicio, Ammit devora los corazones que no pesan lo suficiente. Los anubianos que siguen su tradición utilizan sus nombres como un arma. Perciben cada falsedad, adivinan cada mentira, comprenden a las personas, los psiconautas y los psicóvoros. Juzgan a africanos y europeos por igual, son las sombras de la noche y el relámpago por el día. Se dice que no se limitan a matar, sino que también debilitan las almas de sus enemigos y terminan por devorarlos.

5–HOGÓN Los hogones superarán el tercer círculo, el último que los anubianos llegan a ver fuera de El Cairo. Cortan a través del mar de psicóvoros como si fueran barcos pero se ven obligados a virar cuando alcanzan la barrera alrededor de El Cairo. En las criptas ocultas al borde de esta barrera encuentran vasos canopes de chacal y pergaminos de sabiduría. Su conocimiento de la anatomía, la bioquímica y la mente consciente sigue creciendo. Se preparan para el tránsito sintiendo la tracción de las pirámides. También ponderan la madurez de sus hermanos y hermanas, e instigan su transformación como parte de su investigación.

ANUBIANOS

263

)0;%&"..*5

E S T E R E O T I P O S A N A B A P T I S TA S

C R O N I S TA S

NEOLIBIOS

Una gente guerrera del corazón de Borca. Con la ayuda de los spitalianos también los estudiaremos en busca de la cepa de Anubis.

No conocen su lugar en el pelaje del León. Pronto lo entenderán y podrán demostrar que son dignos.

Un dinar tras otro. Un aspecto útil. Nos aseguran el poder para traer el Cuervo a África.

APOCALÍPTICOS

H E L LV É T I C O S

Perturban la onda y también arrastran a otros.

A Z O TA D O R E S

Tienen el poder de fortalecer la onda, pero en vez de eso permanecen en su fortaleza y cobran sus peajes.

La garra del León. Siguen el camino de los ancestros y las tradiciones. Nuestro camino.

JEHAMMEDANOS

PÁLIDOS

Se sienten atraídos por Europa. Excavan en busca de reliquias de una cultura extranjera y se convierten en esclavos del dinar.

Fe sin discernimiento. Utilizan todo su poder en la búsqueda de la unidad. Vencidos en el Balján, sin sentido en Hibrispania. Pronto habrán dejado la onda. No hay lugar para ellos en la profecía.

CLANES

JUECES

Si nosotros somos el alma del León africano, ellos son la carne en sus huesos.

Un pueblo borcano de soldados.

C H A TA R R E R O S

El tiempo y el incesto han atenuado su Hilo de la Vida. Su onda está a punto de expirar.

S P I TA L I A N O S En su corazón son como nosotros, sólo que ellos están desprovistos de cualquier espiritualidad.

EZENWA EL HOGÓN

NAKU

WAITIMU EL HOZ ANUBIANO

Cultura: África Concepto: El Creador Colectivo: Anubianos (Hogón)

Cultura: Borca Concepto: El Elegido Colectivo: Anubianos (Ka)

Cultura: África Concepto: El Viajero Colectivo: Anubianos (Ammit)

Los psicóvoros se apartaron para dejarle paso y desapareció abriendo una franja hacia el horizonte. Se cumplió su mayor deseo: la visión de triángulos oscuros contra el cielo cerúleo, las pirámides. Un instante después, la franja se cerró de nuevo. Ezenwa derramó lágrimas de felicidad. No ha abandonado los psicóvoros desde entonces. Se comunica mentalmente con ellos y le contestan mediante la formación de patrones geométricos con sus vides. Él no los entiende todavía, pero los ve como plantas que puede guiar. Sin embargo, se da cuenta poco a poco de que los psicóvoros son... bueno, algo más.

Proviene de una familia spitaliana con una gran tradición. Sus abuelos y sus padres eran médicos dedicados y miembros del grupo de investigación del VIH-E. Sus genes eran... especiales. Como los suyos, dijo la consultora Petrova, y años más tarde la figura encapuchada en Perugia coincidió en lo mismo. Aquella figura era Jamali, una anubiana. Ella le arañó la piel con el dedo de Anubis y todo cambió. Eso fue hace más de treinta cursos del sol. Desde entonces, ha pasado por miles de catálisis y su cuerpo se ha transformado en un recipiente puro del Ka. Los psicóvoros le evitan y los portales de El Cairo se abren para él. Entre libros de los muertos, vasos canopes de nanorrobots y maquinaria antigua, está preparándose para el final del ciclo.

Su khopesh es del mejor acero, brillante como el sol, vengador como el fantasma de Anubis. Corta los hilos de la vida de los indignos y despedaza sus cuerpos para evitar que sean juzgados por Osiris. En Breslavia lo dejó todo atrás: los azotadores y los neolibios con su jactancia sin sentido. Quiere ir al norte, sentir el magnetismo del corazón de las tinieblas, de Pandora. Su khopesh está listo para lo que pueda encontrar allí.

ANUBIANOS

265

$6450%*04%&-304530%&%*04

+&)"..&%"/04 CORDERO SACRIFICIAL Su caballo se abre camino arroyando las filas de atacantes. A su alrededor, los enemigos caen y mueren. La cimitarra sube y baja; cada golpe es una herida, cada mirada descubre nuevos objetivos en el mar de enemigos. Grita «¡Jehammed!» y un centenar de hermanos en la fe responden con oraciones devotas. El jinete da la vuelta a su caballo negro y se acerca al campamento enemigo por su flanco. La corona de pelo recogido se inclina contra el viento. Su piel está adornada con marcas tatuadas que se juntan en la frente para formar un complejo patrón que canta una canción silenciosa sobre una estirpe exaltada e innumerables batallas. Las pezuñas suenan como un trueno, el caballo resopla y su melena ondea al viento. El jehammedano se pega al tembloroso cuerpo espoleando los costados del caballo. Cabalga como loco y al mirar atrás, puede ver a sus hombres combatiendo a los infames anabaptistas. Es una batalla perdida. Cien metros hasta las tiendas de los enemigos. Cien metros a través de una maraña de espadas y picas de guerra para matar al obeso líder anabaptista. Sólo su muerte puede cambiar el rumbo de la batalla y conceder la victoria a las Espadas de Jehammed.

Sesenta metros. El soldado recita sus fórmulas icónidas de oración mientras golpea las espadas. Los guardaespaldas del bautista forman una línea oscura frente a él. Furores. Empuña su espada con más fuerza, lanza un golpe e impacta. Oye cómo se parten lanzas, siente tierra y astillas en el rostro. Está destinado a morir para que otros puedan vivir, porque es un isaaquita. Es el cordero sacrificial. Quince metros. Los cascos del caballo negro levantan tierra alrededor. Si hace retroceder al enemigo en esta zona de la orilla del río, en los bancos se podrán establecerse nuevas familias con sus rebaños... Algo le golpea el hombro con fuerza y está a punto de caer de la silla; algo silba junto a su cabeza. Espolea a su caballo, siente correr sangre caliente por la armadura del pecho. Apenas tiene tiempo de decir adiós en su mente a los gloriosos días como un niño bendecido. Al amor de su padre. A los elogios del sacerdote. Levanta la espada y guía a su caballo negro a través de la pared de lanzas de los furores. Siente las sacudidas en las piernas. Oye romperse la madera, los resoplidos y los gritos, suelta las riendas y se desliza de la silla de montar. Cae rodando a ciegas, se arrastra e incorpora de un salto, gritando y peleando. Que Dios decida si acepta este sacrificio.

JEHAMMEDANOS

267

CAÍN Y ABEL

IRA ANTIGUA

Se les apareció en lo alto de la Kaaba, el misterioso edificio negro de La Meca: Jehammed, el último de los profetas. Era un sueño brillante, repleto de Dios; su voz tronó sobre las gentes y les hizo sentir el poder de su Señor. Les dijo que Dios vendría al mundo lleno de ira para purgarlo de la perezosa infidelidad. Para entregárselo a sus discípulos, los descendientes de su progenitor Abraham, de forma que la semilla pudiera germinar y la tierra florecer en la fe. Entonces Dios castigó al mundo con silencio y polvo. Los años pasaron arrastrándose; la vida era dura e insoportable para todos, incluso para los que habían confiado en el pacto con el último profeta. Pero la hoguera de la fe seguía ardiendo. Las pequeñas tribus y familias se ayudaban mutuamente, reconstruyendo en el conocimiento de que eran los niños elegidos de Dios. Según lo prometido por Jehammed, una tierra enorme se les presentaba para pacificarla y colonizarla hasta que el último profeta volviese. Muchos seguidores del colectivo perdieron la fe en el tiempo de la bestia, cedieron a la ferocidad de sus impulsos y se unieron a las masas desatadas de apocalípticos. Pero los virtuosos permanecieron fieles. Se debatieron en los oscuros tiempos tras el día del juicio de Dios como si se tratara de una fiebre, sus rostros abatidos en la humildad y el conocimiento de que los ojos del Señor estaban puestos en ellos. Dominaron la agricultura y la artesanía, se mantuvieron aseados y cuidaron adecuadamente de sí mismos para alejar de las familias plagas y enfermedades. Forjaron armas y armaduras con la chatarra de los antecesores, eludieron la barbarie de los simplones y los infieles. Se llamaron jehammedanos con orgullo. Con el nombre vino la unidad; lo ostentaban como si fuera un estandarte de guerra y los fieles se les unían. La comunidad creció hasta ser una gigantesca familia que ofrecía protección… y exigía respeto a sus enemigos. Los jehammedanos se extendieron desde el Balján hasta Borca e Hibrispania, prosperando donde otros clanes morían. Durante los primeros años, reunieron bajo el techo de la fe y conforme a las leyes de Jehammed a todos los que se sentían sin hogar y perdidos en el desierto. En el corazón del Balján, sobre las ruinas de la antigua Bucarest, surgió el nuevo centro de la fe jehammedana. Osmán, la ciudad de la torre de la hoz de Borca, se convirtió a los pocos días de entrar por sus puertas los antiguos icónidas jehammedanos proclamando la alianza con Dios. En Hibrispania, el culto llegó a reinar sobre Castilla. Sus soldados, las Espadas de Jehammed, fueron recibidos entre lágrimas como ángeles vengadores benditos. Orgullosos asentamientos que habían sido independientes se unieron a los jehammedanos y recitaron con fervor las oraciones del colectivo sólo unos días después.

Sin embargo, lo que al principio parecía un imparable ascenso, repentinamente se detuvo en las jóvenes tierras bajas del Adriático: los anabaptistas, un culto de agricultores y agitadores, reclamaba para sí las nuevas tierras como tierras de cultivo, pero los jehammedanos veían los exuberantes prados y gestantes llanuras de hierba como un lugar que Dios les había dado para alimentar a sus rebaños. Cuando los anabaptistas tomaron las armas, se produjo un conflicto que no podía haber sido más cruel. El vivificante Adriático pronto estuvo repleto de cadáveres en el lado purgariano. Así como Abel el pastor murió a manos de su hermano Caín, el agricultor, los jehammedanos sintieron que eran las víctimas. Los anabaptistas los atacaron, violaron y mataron, destruyendo todo lo que habían construido con la diligencia de un millar de manos en los siglos que siguieron al Escatón. Saltaron humillados al agua y se retiraron a la orilla oriental. Los anabaptistas también cruzaron para exterminar a sus enemigos. Pero en la hora más oscura, su sino cambió. Aries el Carnero apareció en las tiendas de los icónidas. Nadie sabía quién era aquel desconocido, pero se comprometió a destruir las almas enemigas, pues su ira era enorme y antigua. Los jehammedanos le dejaron hacer lo que quiso y el luchador extranjero se llevó sus tropas. El viento de la venganza sopló sobre los anabaptistas como una tormenta rugiente, las zonas ocupadas de la llanura al este del Adriático fueron reconquistadas con mil tajos de sable y el enemigo que se sentía vencedor fue asesinado, decapitado y deshonrado. Los ejércitos contrarios se enfrentaron una vez más en el Mar Adriático y posteriormente se estancaron en cien años de guerra fría. Cada uno se atrincheró en una orilla del río, esperando una oportunidad para lanzar un ataque devastador. Un alivio temporal.

FRENTES Los africanos se expandieron a grandes zancadas por el Balján, obligando a los jehammedanos a luchar desesperadamente. Las familias fueron cayendo una tras otra y la tristeza se cernió sobre los campos de batalla. Había enemigos por todas partes; las herejías crecían por doquier. El odio era un fuego que les permitía respirar, que los acompañaba a cada paso. Ambas partes se desgastaron luchando. Al voivoda de Sofía le gustó lo que estaba sucediendo y corrió el riesgo. Entró a ocupar el vacío de poder, se abrió camino a la cima de la cadena alimenticia, sitió Bucarest y

finalmente se ofreció a echarle una mano al icónida; una mano que le agarró con fuerza y no le ha soltado todavía. A los hermanos y hermanas de occidente no les fue mucho mejor. Las Espadas de Jehammed se enfrentaron a los invasores de Hibrispania con todas sus fuerzas y se estrellaron contra los Tanques Pioneros y las fortificaciones. La enconada batalla habría continuado si no hubiera sido por la Deformación. Guerreros y azotadores han estado observando desde entonces el fenómeno psiconáutico con escepticismo, explorando sus límites para abrir un nuevo frente. Pero azotadores y jehammedanos piensan lo mismo: ¿podrían haber estado luchando contra el enemigo equivocado estas décadas pasadas?

PA R Á B O L A S El pescador coge un cubo de pintura y pinta su barco para protegerlo de la carcoma; el pastor guarda su rebaño protegiéndolo con su vida. El pescador carga su barco y se sube a él, empujándolo lejos de la orilla hacia la soledad del mar; el pastor encuentra tranquilidad en su interior y en su rebaño. El pescador mira confuso el vacío con la esperanza de una captura azarosa y lo acepta; el pastor esquila a sus ovejas, peina e hila la lana, hallando la misericordia de Dios en su obra. El pescador vuelve para encontrar a su mujer en los brazos de otro; el pastor vigila su rebaño. El pescador se comporta como un animal delirante, atacando a la mujer lasciva y a su rival hasta que corre la sangre; el pastor es resuelto, empuña su bastón y mata a todo el que se acerca a su rebaño con mala intención. El pescador está muerto; el pastor está lleno de vida. Los hijos del pescador son réprobos y les gusta hacer lo mismo que a su padre, se van de putas, engañan y mienten, ya que no conocen otra forma de comportarse porque lo llevan en la sangre. ¡Míralos! ¡Fíjate en el odio de sus rostros y la estupidez en sus ojos! Esta calaña obesa que sólo sabe desear y coger considera que compartir es una debilidad y trabajar una ofensa. ¡Dicen que quieren encontrarse a sí mismos! Pero, ¿qué hallarán? ¿Dinero, tal vez? ¿Los muslos húmedos de una puta? Es lo único que les concederá Dios, porque no serán parte de su misericordia. Pero, ¿qué pasa con el pastor? Su rebaño no conoce dificultades, pues sigue el camino de Dios. Sus hijos no siguen a falsos dioses y no caen en las mentiras de los hijos del pescador. Incluso les echan una mano, a pesar de que tienen miedo a que se la muerdan. Pero en ese caso, ¿lo tolerarían? No. Porque ellos también saben cómo proteger el rebaño. Cogen el bastón y el acero y matan a los hijos del pescador.

Sólo hay una manera. Si alguno ve otra, está equivocado. Si un viejo amigo prefiere otras posibilidades, es porque se ha distanciado del rebaño, se ha enredado en las redes de los hijos del pescador. Pregúntale si siente el gancho en la boca. Lobos y pescadores están al acecho en el camino que a veces parece bloqueado. ¡Párate pero nunca te desvíes, porque éste es el camino!

EL PESCADOR Las palabras de Jehammed han sobrevivido al paso de los siglos en los corazones de sus discípulos y escritas en papiros de metros de largo que se enrollan y guardan en cápsulas de latón, los pocos testimonios del último profeta que han sobrevivido. Describen palabra por palabra una filosofía basada en la tradición y su conservación. El pescador se utiliza una y otra vez como personificación de la maldad, pero sin representarlo como una fuerza sobrenatural o un demonio rojo. En la mitología jehammedana no existen seres sobrenaturales a excepción del Señor; sólo hay seres humanos y animales en la fase de creación. Sus vidas son pruebas constantes que exigen lucha y sacrificio. Dios rodea con su benevolencia a los que se enfrentan a las pruebas. Experimentan humildad y profunda satisfacción, pero no felicidad personal. El pescador es sinónimo de todo lo que sufre la gente cuando se ha apartado del ciclo dado por Dios. Ninguna fuerza sobrenatural ha desfavorecido al pescador, por lo que todo lo malo que le ocurre es culpa suya. Guiarlo de vuelta al rebaño es un acto piadoso, pero, ¿vale la pena? La obstinación o la pereza están en la sangre de los renegados. Al final influirá en su pensamiento y su comportamiento, y mañana caminarán por la senda de la discordia.

L A Z O S FA M I L I A R E S Las tradiciones de Jehammed se basan en los roles familiares naturales. ¿Cómo se supone que va a conservar el rebaño la paz si el corazón y el alma tienen que luchar por su lugar? Corresponde al hombre casado y padre el dirigir a la tribu en los asuntos mundanos y espirituales. Se encuentra en la tradición del progenitor Abraham y recibe el título honorífico de abramita. Igual que Abraham tomó a una joven esclava para procrear, el abramita toma una esposa —la agarita— para que atienda la casa y sea la madre de sus hijos. Las hijas se preparan para su vida como agaritas y ayudan a su madre, mientras que los hijos se ocupan del rebaño, llevan agua y guardan las tiendas —como decretó Jehammed para

JEHAMMEDANOS

269

los ismaelitas—. La vida no ofrece ninguna grandeza. Sólo pueden sobresalir cuando se unen a las filas jehammedanas como Espadas de Jehammed. Si prueban su valía, se les permite fundar su propia familia como abramitas. Aunque la agarita dé a luz a los hijos del abramita, no está considerada como su esposa principal. Para ese honor, el abramita elige a una saraelita, una criatura virgen, fuerte y pura de fe. El abramita comparte el lecho conyugal con la saraelita una vez en cada ciclo de primavera al invierno. Si nace un hijo de esta unión, la alegría no tiene límites: ¡el Señor habrá bendecido al clan con un isaaquita! Este hijo es vestido con las telas más ricas y rodeado de amor paternal. Recibe la mejor parte del cordero y se sienta al lado del abramita, pero también aprende cómo utilizar el sable y cómo cabalgar. Día tras día, da forma a su cuerpo y alma para ser un recipiente perfecto de devoción hacia Dios. Es el cordero sacrificial que el clan ofrecerá al Señor en el campo de batalla. Tendrá muchas oportunidades para ello; cabalgará en múltiples batallas. El isaaquita lidera las huestes galopando al frente contra las filas enemigas y es un ejemplo resplandeciente. Muy pocos viven para alcanzar su trigésimo invierno y sólo si Dios lo quiere. Pero a veces el Señor rechaza el sacrificio. En ese caso, la tarea vital del isaaquita está por llegar: el Consejo de Ancianos le nombra un icónida y como tal liderará el colectivo y marcará el camino que Dios ha preparado para los jehammedanos.

ICÓNIDAS Así como Abraham negoció con Dios para salvar a las ciudades pecadoras de Sodoma y Gomorra, el icónida negocia el futuro de los jehammedanos. Para ello, el icónida se retira a sus aposentos, donde quema incienso y sándalo. Luego se lava los pies siguiendo los ritos antiguos y se seca a fondo. Llena dos tazas de té con azúcar de un samovar y las lleva a una mesita baja y redonda en el centro de la habitación. Coloca una taza donde va a sentarse y la otra en el lado opuesto, donde su socio imaginario en la negociación tomará asiento. Recitando en voz baja las alabanzas a los actos de Dios, le invita a entrar. El icónida espera pacientemente, a veces durante horas, a veces durante días. Medita hasta que percibe a Dios. Entonces saca una caja pequeña con incrustaciones de oro, la coloca en el centro de la mesa y la abre. Dentro hay un envoltorio de terciopelo con lo que se denomina un icono, un símbolo del acuerdo. El icónida explica al Señor lo que simboliza: el cráneo de un jehammedano arrancado por fuego de ametralladora representa el deseo de castigar a un emplazamiento de azotadores con la muerte y la destrucción; con la mano cercenada de un ladrón, el icónida trata de conseguir la tranquilidad y el orden en un pueblo levantisco; contemplando una pieza de hormigón de Trípol, discute la posible inundación para castigar a la ciudad pecaminosa; una espada rota está destinada a conseguir que un isaaquita perdido vuelva al templo de la comunidad.

El icónida se sienta y narra todos los sacrificios que ha tenido que hacer el clan. Los cuenta como facturas, comprando el valor simbólico equivalente del icono. Por lo general, el acuerdo termina cuando las viejas saraelitas arrastran al inconsciente icónida fuera para respirar el aire fresco y recuperar la conciencia. Acusa en su cuerpo la falta de sueño y comida, y tendrá que descansar durante días. Luego vienen la espera y la vigilia. ¿Ha ganado la negociación? ¿Cuáles son las condiciones y restricciones? Le corresponde al icónida interpretar los resultados que le llegan a través de mensajeros. ¿La inundación proviene de un aguacero devastador? ¿Muere el líder de la revuelta a manos de su concubina? ¿Es necesario que las Espadas de Jehammed ejerzan la voluntad de Dios en el emplazamiento azotador? Es normal que pasen meses o años antes de que el clan pueda estar seguro. Si se cumplen los términos de la negociación, el icono se convierte en una reliquia. En caso contrario, Dios tendrá sus razones para no satisfacer el deseo del icónida. Éste llevará el icono hasta un lugar secreto para recuperarlo años después y descifrar la verdadera voluntad de Dios.

EL LEGADO DE JEHAMMED Muchos jehammedanos no pueden escribir ni tampoco leer. Pasan sus primeros años como ismaelitas con el rebaño en los pastos y no tienen tiempo para aprender. De todos modos, los que estudian este antiguo arte a menudo reciben el apelativo de ruinas porque se considera que abusan de la confianza del abramita y obligan a que otros trabajen por ellos. Cuando, más tarde, el jehammedano tiene tiempo como jefe de la familia, se niega a ser enseñado por un escriba como si fuera un niño pequeño. Sin embargo, se morirá por tener la palabra de Jehammed en papel y la cambiará por docenas de cabras y ovejas cuando surja la oportunidad. Su incapacidad para leer no le molesta, porque lleva la verdadera fe en el corazón. Pero la utilidad de los rollos es indiscutible: los icónidas visitarán a la familia para estudiar o copiar la palabra de Jehammed. La gloria de estos venerados jehammedanos lloverá sobre el abramita como maná divino y le convertirá en un hombre respetado.

CARNE DE CORDERO Y TINTURAS Aunque los jehammedanos están atrapados en su visión del mundo espiritual, al que rinden homenaje a través de

rígidas tradiciones, no pueden negar que siguen siendo pastores muy humildes. El rebaño ha sido siempre el centro de su vida; un abramita alimenta a su familia por medio de sus ovejas y cabras. Cuanto más grande y sano sea el rebaño, el progenitor podrá engendrar más ismaelitas que añadir a su riqueza e influencia. Tener muchos hijos siempre se ha visto como un signo del favor de Dios por los jehammedanos; por lo tanto, los abramitas bendecidos son muy respetados. Incluso si no producen ningún isaaquita para la comunidad, aún fortalecen las filas militares. Eso no sería posible sin el rebaño. La carne de los animales alimenta la familia, la leche calma la sed de los niños y las agaritas fabrican ropa con la lana. La grasa se utiliza para producir velas o antorchas; los ismaelitas elaboran cuerdas para sus arcos con las entrañas. Los viejos mezclan extractos de los órganos con hierbas para producir tinturas que supuestamente proporcionan fuerza a las Espadas de Jehammed y virilidad a los abramitas.

EL VIENTO EN MI BARBA De acuerdo con las enseñanzas de Jehammed, las tribus son supuestamente nómadas. Los edificios de piedra sólo pueden producir una falsa impresión de seguridad donde conviene más un estado de alerta. La piedra es propiedad y un montón de propiedad produciría soberbia donde es preferible la humildad. En el pergamino «Los últimos días», Jehammed implora a sus seguidores que se mantengan en movimiento. Que duerman en tiendas de campaña y eviten los desiertos de piedra. Que escojan al carnero antes que al campo de labranza. Que lo dejen atrás todo y levanten un nuevo campamento al final del día. Durante siglos, sus fieles atendieron a sus consejos. Las ciudades de tiendas surgían y desaparecían cuando los rebaños pastaban en la tundra. Las tribus crecieron. Todo el mundo dominaba un oficio, era capaz de hacer cuencos y vasijas a partir de plomo o madera, forjar hierro o construir tablas. Los jehammedanos no necesitaron nunca depender del comercio, siempre fueron autónomos. Pero el mundo se ha hecho más pequeño. Jueces y anabaptistas reclaman grandes áreas. Cuando un grupo de personas viaja a través de un dominio extranjero en el Balján, cientos de luchadores se rebelan a instancias de los voivodas. A pesar del mandamiento de Jehammed, los jehammedanos tuvieron que hacer valer sus derechos y en ocasiones fortificar o defender sus tierras. Muchos se han establecido. Las ciudades más grandes son la gloriosa Osmán en Borca del Este y Bucarest en el Balján, que es dirigida por voivodas.

LA CIUDAD SANTA La Meca, la ciudad de la Kaaba y de la reveMBDJØOEF+FIBNNFE"RVÓTFFODVFOUSBO MBT SBÓDFT EFM DPMFDUJWP 4F EJDF RVF FO MB base del cubo negro todavía hay apilados cientos de pergaminos en sus tubos de latón: la respuesta de Jehammed al Escatón,

furiosamente escrita y sellada en los últiNPTEÓBTBOUFTEFMBDPOnBHSBDJØOHMPCBM Nada es más valioso para el colectivo que FTUPTUFYUPT-PTJDØOJEBTEF#VDBSFTUFTperan hallar en ellos una interpretación EFM &TDBUØO Z TVHFSFODJBT QBSB FM GVUVSP

Por esa razón continúan enviando isaaquitas que portan regalos preciosos para los DPORVJTUBEPSFT BGSJDBOPT 1FSP -B .FDB sigue fuera del alcance de los jehammedaOPT &M -FØO OP QFSNJUJSÈ MB QSFTFODJB EF OJOHÞO$VFSWPFOTVTEPNJOJPT

JEHAMMEDANOS

271

ANILLOS DE VIDA Los jehammedanos llevan la historia de su vida en la piel igual que los anillos de un árbol son testigos de su edad y el cambio EFMBTFTUBDJPOFT Los tatuajes se amplían todos los años desde el día de su nacimiento hasUBRVFFOMBWFKF[DVCSFOUPEPFMDVFSQP No obstante, estos dibujos no cuentan los años, sino que describen el desarrollo

del portador con todas sus alegrías y priWBDJPOFT6OJTBBRVJUBRVFZBMMFWBFMQBtrón de tatuaje ritual por todo el cuerpo a una temprana edad está marcado por HSBOEFT TBDSJmDJPT  TBCJEVSÓB Z GPSUBMF[B  mientras que un abramita que no tenga cubierto al menos la mitad por anillos de vida a una edad avanzada, puede ser fáDJMNFOUFDPOTJEFSBEPVOSVJOB

Todos los miembros del clan se reúnen cada primavera para una ceremonia de siete días denominada Bairam, donde todo el mundo relata sus experiencias del ÞMUJNPB×P-PTJDØOJEBTEFDJEFOFMHSBEP de los tatuajes por medio de estas historias; un complejo patrón de líneas y puntos tatuados crece empezando por la frente, la DBEFSBJ[RVJFSEBZMBTQBOUPSSJMMBT

ARIES EL CARNERO La figura legendaria que en el pasado concedió la victoria a las huestes jehammedanas no ha sido vista desde hace décadas. Pero permanece en las mentes de las personas: cuando una cabra de montaña aparece de noche en el campamento de una familia, los ismaelitas lo ven como obra de Aries; una victoria sorprendente sólo puede haber sido obtenida con la ayuda del Carnero. Muchos icónidas ven el hecho con escepticismo, porque la fe en Aries sustituye a la fe en Dios. Los milagros ya no se atribuyen al Único, sino al mítico líder militar del pasado; las palabras de Jehammed se sustituyen por las de Aries. Al principio, sólo se encontraba a los discípulos de Aries en las zonas de influencia del Balján, pero ahora están en Justiciano y Osmán. ¿Es que se han degradado los jehammedanos a una secta de adoradores de

una cabra? Los fieles icónidas luchan contra el cáncer del culto al carnero. A veces, los hombres santos exilian a los así llamados arianos a la tierra baldía, vestidos sólo con su soberbia. En Osmán, más de un azotador se ha empleado a fondo midiendo el lomo a uno de los desviados. Pero de esa forma, los icónidas actúan contraviniendo la palabra de Jehammed, que ha ordenado cortar la mano de cualquiera que se vuelva contra el clan, ya sea de un extranjero o un hermano. Los icónidas están desesperados. Nunca antes temieron a un enemigo interno. No hay nada que les aconseje en sus pergaminos. Los icónidas honorables que no están dispuestos a caracterizar a Aries como un falso dios corrupto y negar a sus adoradores la misericordia de Dios, redoblan sus esfuerzos en la lucha.

ARIANOS Después de la batalla en la cuenca del Adriático, Aries y sus recién incorporados seguidores desaparecieron sin dejar rastro. Se rumorea que fue a Creta, donde había nacido. Hoy en día, los jehammedanos sólo escuchan malas noticias de la isla. Los empalamientos de cabezas de carneros y africanos despellejados deberían ser advertencia suficiente para cualquier persona que considere acercarse a sus costas. Los habitantes de la costa afirman que los arianos, mensajeros y profetas del carnero, no permiten la presencia de extranjeros en su tierra sagrada. En realidad, existen algunos informes de testigos neolibios que encallaron en las oscuras costas de Creta durante la noche. No pudieron evitar presenciar las terribles orgías que tienen lugar en el interior junto a templos y extraños laberintos de chatarra y huesos. Las historias de antorchas y corderos chillando con las yugulares abiertas alrededor de un círculo de hombres con cabeza de carnero parecen descabelladas. Los azotadores se rieron durante mucho tiempo del neolibio Wamai que afirmaba haber visto ese espectáculo horripilante. Entonces el Gimbya, un transporte de quinientas toneladas, encalló cerca de Tobruk en la costa neolibia. No había supervivientes a bordo. Los neolibios y los azotadores habían sido destripados y despellejados. En la cubierta había apiladas cabezas de carnero. Puede que los neolibios dominen el Mediterráneo, pero desde entonces han dejado en paz a Creta. La verdad acerca de Aries y sus arianos va mucho más allá de los simples cuentos sobre orgías sangrientas. Los pocos arianos que se revelaron a sus hermanos en Bucarest desvelan una realidad bien distinta. Mientras que Jehammed separa al colectivo del mundo para asegurar su supervivencia, Aries lo llevará al punto de partida para reconciliar a los jehammedanos con el mundo. Quiere que se expandan, que vean con los ojos bien abiertos los milagros que no podrían experimentar en el confinamiento del clan. Que abandonen la actitud defensiva, comiencen a atacar, usen su fuerza para liberar Bucarest y conquistar Justiciano. Que tomen a los arianos de la mano. Ellos conocen el camino, hijos de pescadores. ¿De verdad no saben todavía quién es Aries en realidad?

PORQUE SOY EL PRIMERO Y E L SOY EL

HONRADO YO SOY LA

Y EL

Ú L T I M O .

%&413&$*"%0

PUTA Y EL

SANTO.