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DEFENSA SICILIANA

G.Kasparov N.Nikitin ·.

INDICE Introducc i ón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1.

.

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.

. . .

9

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9. Rh1 ó9. Af3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9. Ae3 10. Del . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10. Del Qc7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 . Dg3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sistemas con Cbd7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. o-o Dc7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Continuaciones 7. f4y7. Ae3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

13 16

22 30

37

44 55 64

74

Introducción . ............................. 9. . .. e5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 . . . . Ad7 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10. Cb3 . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fianchet t o blanco: 6. g3. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •

81 87 91 97 107

EL ATAQUE KERES 3.1 3.2 3.3

4.

.

SCHEVENINGEN MODERNA 2.1 2.2 2.3 2.4 2.5

3.

.

SCHEVENINGEN CLASICA 1.1 1.2 1.3. 1.4 1.5 1.6 1. 7 1.8 1.9

2.

.

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 . . . . a6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 . . . . Cc6! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

115 129 135

OTROS SISTEMAS 4 . 1 Alt ernativas Blancas en la 6 . jugada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2 6. f4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.3 Alternativas Negras en la 8. jugada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.4 9. Ad3 a6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . 4 . 5 6 . f4 a6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 4.6 Sistemas con f4 y Dd2 . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . ' . . •



147 151 160 170 176 184

5.

EL ATAQUE SOZIN 5.1

5.2 5.3

6.

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Planes con 7. a3 y 7. . . . a6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. . . . Db6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . .

189 202 208

EL ATAQUE VELIMIROVIC 6.1 6.2

6.3

Introducción . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alternativas Negras en la 9. • jugada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. . . . a 6 . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . .

232

...........

243

Apéndice de Partidas . . .

. . . •

.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •

213 228

SIGNOS éONVENCIONALES

+

jaque

71

jugada dudc:'-:;a ventaja mlnima blanca

captura

t

o-o

enroque corto



ventaja mfnima negra

o-o-o

enroque largo

±

ventaja blanca

buena jugada

:¡:

ventaja negra

X

igualdad

11

jugada exc�lente

7

mala jugada

+-

ventaja decisiva blanca

77

grave error

-+

Ventaja decisiva negra

17

jugada interesante

00

posición complicada

INTRODUCCION

La Defensa Siciliana es una de las aperturas más populares de nuestro tiempo. La teoría de la apertura es ampliada y perfeccionada en cada compe­ tición importante, lo que supone la aparición de nuevas evaluaciones que modifican continuamente las ya existentes. Por otro lado, y a pesar de los muchos años de investigación y análisis, as/ como de su larga vida en la pra­ xis de torneo, subsisten posc i iones aceres de las cuales teóricos y jugadores prácticos no consiguen ponerse de acuerdo para establecer un dictamen cla­ ro y tajante. Afortunadamente, el ajedrez es un juego y no un terreno de absoluto cálculo matemático, por lo que consideramos que estos "secretos sicilianos" no deben sino añadir nuevos adeptos al estudio de la apertura. La llamada Variante Scheveningen {*)es una de las variantes más profun­ das de la apertura, tanto en el aspecto estratégico como en el táctico. Suele considerarse que apareció por primera vez en la escena de los torneos en el de Scheveningen, 1923, y que se puso de moda alrededor de diez años más tarde. Sin embargo, y durante una sesión de trabajo en el libro CHIGORIN, uno de los autores descubrió que la variante ya habfa sido jugada en fa partd i a Chigorin/Paulsen (Berlín, 1882), partida, por cierto, en la que las blancas adoptaron una estrategia verdaderamente moderna, produciéndose una po­ sición que podría ser enmarcada en la ahora conocida como Scheveningen Clásica. Quisiéramos destacar dos características de la. Scheveningen: 1) Las negras tienen ventaja de peones centrales: e6 y d6 contra e4, pero el llamado "pequeño centro" es utilizado como base de la defensa de las ca­ sillas centrales e5, d5, e5 y f5. Si las negras avanzan sus peones del centro {a menudo, e6-e5J, con frecuencia lo hacen únicamente para impedir e4-e5. Las negras habitualmente operan en el flanco de dama, a if n de explotar la columna 'e' semiabierta. El caballo de c3 es el objetivo tradicional, ya que bloquea la columna, además de proteger el peón �- La liquidación .del caballo suele garantizar parcialmente a las negras la resolución de sus proble­ mas de apertura, y a este objeto es frecuente el sacrificio de calidad Tc8xc3.

(*)Nombre de las playas y puerto de La Haya.

9

2) Las piezas blancas dominan el centro, lo que les permite orientar el iuego hacia diversas áreas del tablero. Normalmente, las blancas intentan ex­ plotar su ventaja espacial para concentrar sus fuerzas en el flanco de rey, donde acostumbra refugiarse el rey negro. Como resultado de ·estas consideraciones, el juego transcurre por cauces que suelen inspirarse en los planes ya descritos. Se producen así posiciones confusas, aunque al mismo tiempo elásticas de modo que el éxito dependerá no sólo del conocimiento teórico de las posibles posiciones, sino que en mucho mayor grado dependerá de la comprensión de los matices contenidos en las formaciones elegidas, de la decisión y energla en la conducción del ataque (o contraataque) y del momento en que éste decida emprenderse. Existen numerosos e¡emplos en los que la posición negra está perdida, pero también en los que lo está la blanca, ya que cualquiera de estos bandos ha podido fracasar en la organización de operaciones suficientemente activas, de modo que el bando que tenía la iniciativa se encuentra con que ésta ha pa­ sado a manos de su oponente. En tales casos, no es infrecuente que las ne­ gras sean las protagonistas finales en el proceso. La teorfa de las aperturas se ha desarrollado hasta tal punto que ya nadie puede tener la seguridad de haber obtenido ventaia en la primera fase del juego. La mayor/a de los sistemas de apertura concluyen ahora con el dicta­ men "juego igualado", "juego complicado, de doble filo", etc. Incluso los maestros más experimentados no se atreven a zaniar juicios de este tipo, ya que, en modo alguno esas evaluaciones significan que la partida concluirá forzosamente en tablas. Ahora bien, la elección de la apertura es más que nada una preparación a la partida, no una febril búsqueda de "variantes ga­ nadoras". La elección del sistema de apertura no sólo debe ser acorde con el propio estilo de juego, sino que en esa decisión deben pesar también las circunstan­ cias en que tendrá lugar la partida. Con esto queremos significar que la aper­ tura no ha de ser elegida sólo en función del estilo, sino también en función de otros factores (contexto), tales como la situación en el torneo, caracterls­ ticas del oponente y otros elementos relevantes. Al mismo tiempo, por su­ puesto, hay que tratar de evitar "caer en manos del enemigo". El Sistema Scheveningen reúne todas estas exigencias, aportando en la gran mayor/a de los casos una defensa flexible para las negras. En el presente libro los autores han tenido como obietivo la aportación y análisis del estado teórico-pfactico de la Variante Scheveningen, prestando especial atención a las ideas subyacentes en la apertura, a los métodos y pla­ nes de lucha más empleados y al estudio de las posiciones más problemáti­ cas. Sobre la base de la experiencia práctica indicaremos las continuaciones más lógicas y caracterfsticas en la batalla de la apertura. · Ocasionalmente deiaremos el terreno de la práctica cuando la iugada más idónea no hay sido aún realizada en el ámbito del ajedrez de torneo. En la tentativa de describir nuestras propias ideas a menudo ha tenido lugar un en­ frentamiento con la praxis, pero debemos manifestar que deseamos contri�

10

buir con la mayor cantidad posible de material relevante, limitando éste, al mismo tiempo, a los fragmentos caracter!sticos más interesantes de la parti­ da. Esperamos que, como consecuencia de este planteamiento, el libro sea especialmente recomendable a jugadores de primera categoría o candidatos a Maestro (digamos de hasta 2300 Elo), as! como a aquellos que mantienen una relación profesional con el ajedrez. A los jugadores del primer grupo po­ demos recomendarles que dirijan su atención al aspecto conceptual de/libro, a fin de que puedan adquirir un. conocimiento más profundo de la apertura. A los del segundo grupo les pedira í mos nos disculpen si enfatizamos sobre el rigor analítico y la buena selección de las partidas elegidas. A lo largo de/libro hemos consagrado la mayor parte del tiempo a aquellas variantes y lineas que se producen más frecuentemente en la práctica de torneo. Los autores son igualmente responsables del material y análisis que for­ man parte de la segunda edición de la Enciclopedia de Aperturas (volumen 8,

líneas 8801885). El presente libro, sin embargo, no es una mera transcripción de dicho trabajo. De hecho, hemos aportado aquí una mayor dosis de enfo­ que personal, como se refleja en nuestras evaluaciones que, por otro lado, se ha tratado sean lo más objetivas posibles. Somos conscientes, claro está, de que el tiempo evidenciará que nues­ tras evaluaciones no han sido correctas en un cien por cien, pero sí, desde luego, que estaban sólidamente fundadas y que eran inspiradoras de especí­ fica reflexión. Y esto es importante si tenemos en cuenta que el libro se dirige a jugadores e informadores de alto calibre. Una advertencia: aquellos que lean el libro con ánimo de obtener una línea universalmente ganadora no conseguirán su objetivo. Los autores demuestran aqul que el jugador que gana la batalla de la apertura es el jugador más fuerte. Estimamos que el ajedrecista que busque en este libro una suerte de brújula en el confuso laberinto de la Scheveningen quedará sa­ tisfecho. El lector puede tener confianza en nuestros análisis, pero no debe olvidar nunca la máxima: "Crea, sí, pero verifique. " •

*

*

11

1. SCHEVENINGEN CLASICA

1.1.

INTRODUCCION

(1. e4 c5 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. Ae2)

sólido y no menos excitante que otras líneas de la Variante Scheve­ ningen. Naturalmente, el juego de doble filo es inevitable y los sacrifi­ cios (o contrasacrificios) abundan, ya que las blancas tienen como obje­ tivo nada menos que el rey negro. 6. . . .

Entre los jugadores poco familiari­ zados con la teoría de la Defensa Si­ ciliana es creencia general que esta modesta jugada conduce a un juego menos interesante que 6. g4 6 6. Ac4. Sin embargo, no es así: el sis­ tema que se orígína con 6. Ae2 pue­ de no ser tan directo, pero es más

a6

En la Scheveningen Clásica esta jugada se considera obligatoria, ya que asegura una importante casilla para la dama en c7 y prepara el con­ trajuego en el flanco de dama, con b7-b5. Se efectúa en el sexto movi­ miento de acuerdo al principio "cuan­ to antes, mejor". La teoría y práctica recientes han alterado parcialmente esta concepción, ya que mientras que la jugada a7-a6 sigue conside­ rándose útil, no se estima ya, en cambio, que sea imprescindible en la

13

primerísima fase de la partida. Así, un moderno "tratamiento" de la Scheveningen se ha ido imponiendo, según el cual las negras difieren esta jugada profiláctica. Por algún tiempo fue eclipsada por su hermana mayor, pero 6. . . . a6 sigue resistiendo los embates de la moda y en la actuali­ dad tenemos dos métodos de con­ ducir la defensa: Clásico y Moderno. Los méritos de estas dos concepcio­ nes se consideran equilibrados por los "connoisseurs" de la Defensa Siciliana. Ae7

7. 0-0

La práctica ha demostrado que los planes relacionados con un retraso del desarrollo del flanco de rey no conducen a nada bueno para las ne­ gras, teniendo en cuenta el rápido desarrollo de las fuerzas blancas. Realmente, todavía no hay ningún objetivo concreto para las negras, a diferencia de cuando las blancas han enrocado largo. Por consiguiente, la acción en el flanco requerirá su tiem­ po y una preparación sólida, lo que sólo puede ocurrir una vez que las negras hayan completado su desa­ rrollo y enrocado debidamente. He aquí unos ejemplos que mues­ tran los riesgos en que las negras pueden incurrir si difieren ... Ae7: 7 . ... Cc6 8. Ae3 Dc7 9. f4 Diagrama Sigue no siendo tarde para jugar 9 . . .. Ae7, pero... 1) 9. . . . Ca5?1 10. f5 Cc4 11. Axc4 Dxc4 12. fe fe 13. Txf61 gf 14. Dh5 + Rd8 15. Df7! (lasker/Pirc, 1935). ó 14

1 0. . . . e5 1 1 . Cb3 Cc4 12. Ag51 Cxb2 13. Del Cc4 14. Axf6 gf 15. Cd5; ó 10. ... Ae7 11. Del b5? 12. Dg3 b4 13. fe fe 14. Dxg7 Tg8 15. Ah5+ Rd8 16. Df7 Tf817. Cxe6 + Axe6 18. Dxe6 be 19. e5l 2) 9. ... b5? 10. Cxc6 Dxc6 1 1 . e5 ·de 12. fe Ac5 13. Af3 Axe3+ 14. Rhl, y en ambos casos las blancas tienen ataque decisivo. Estos ejemplos, por supuesto, en­ fatizan sobre el "sentido común" en la apertura, y no evidencian que las negras estén perdidas después de 9. ... Ca5 10. f5. Incluso después de 10. ... Ae7, por ejemplo, las negras pue­ den oponerse a 1 1 . Del con 11 . . . . Cc4 12. Axc4 Dxc4 1 3 . Dg3 Q-0, con­ tinuando con 14. Tad1 Rh8 15. fe fe 16. e5 de 17. Dxe5 Ad7, y la iniciativa blanca llega a punto muerto. Las negras, por otro lado, pueden evitar tanto 9. .. . Ca5, como 9. ... b5 en búsqueda de juego original, a base de·9. ... Ad7, aunque después de 10. a4 el segundo jugador n o ten­ ga mejor opción que trasponer a la Variante Clásica, con 1 0. ... Ae7. Si las blancas desdeñan jugar 10. a4, en­ tonces las negras obtienen contra-

juego en el flanco de dama. 10. Del, por ejemplo, parec.e más lógico.

aguda y peligrosa para ambos ban­ dos, siempre y cuando las negras realicen pronto ... b5. Las sutilezas de la variante serán discutidas más tarde, en relación con el avance e4e5 de la Scheveningen Clásica. ¿Qué podemos concluir acerca de estas líneas? Se diría que las negras no debieran precipitarse en enrocar, pero, por otro lado, ¡tampoco debie­ ran diferir el enroque demasiado! El tiempo, en resumidas cuentas, lo es todo. 8. f4

Las negras disponen ahora de varias opciones, como alternativa a 10.... Ae7. 11 10. ... Cxd4 11. Axd4 Ac6 12. Af3 (ó 12. Axf6 gf 13. Ah5 0.0.0!?1 12. ...Ae7 13. Dg3 0·0 14. Taet g6, trasponiendo a una confortable línea de la Variante Clásica, ya que el alfil blanco se halla mal situado en f3. 21 10. ... b5 11. a3(11.Af3 b412. Cce2Ae7 13. Dg3 0.0 conduce igual­ mente a una posición de doble filo. Las complicaciones derivadas de 14. e5de 15. fe Cxe5, o 15. . . . Dxe5, son perfectamente jugables para las ne­ gras). Aquí el juego se bifurca en dos direcciones: 2.1) 11 . . . . Cxd4 12. Axd4Ac6 13. Af3 e5 14. fe de 15. Dg3 Ad6!? 16. Dxg7 ed 17. e5Axe5, o la parecida 2.2.1 11 . ... Ae7 12. Dg3 0-0 13. e51 (todas las demás jugadas condu­ cen a posiciones que son cuidadosa­ mente discutidas en la Variante Clá­ sica, por ejemplo, 13. Rh1, 13. Tad1 y 13. Tae1). Observamos que en estos casos resulta una partida tácticamente

O-O

Esta es la jugada más lógica, pero en absoluto la única a considerar. Si las negras juegan cuidadosamente pueden retrasar el enroque a fin de organizar sus fuerzas en el ala de da­ ma: 8 . . . . Ad7 (8 . ... Cc6 9. Cxc6 be 10. e5 Cd5 11. Ce4 ;!; 1 9. Ae3 Cc6. La partida Tukmakov/Petrosian, 1973, continuó 10. a4 Cxd411. Dxd4 Ac6 12. Tfd1 0-0 13. a5 Tfc8 14. Af3 d5! 15. e5 Cd7 16. Ce2 Ab5, con ex­ celente juego para las negras. En lugar de ello, las blancas po­ drlan inclinarse por lineas standard, como 10. Del, forzando práctica­ mente a las negras a trasponer a las lineas principales, ya que con 10. . . . e5 las blancas consiguen la iniciativa después de 11. Cxc6!Axc6 12. fe de (12. ... Cxe4? pierde por 13. Td1Ah4 14. Cxe4 Axe1 15. Cxd6+ Tf8 16. Txf7+ Rg8 17. Ac4 b5 18. Ab31 13. Dg3, con amenazas sobre g7 y e5. Después de 10. ... Dc711. Dg3. Diagrama Tenemos ejemplos prácticos, tan­ to de 11 . . . . g6 12. Tad1 Cxd4 13. 15

4

Axd4 Ac6 14:e5 de 15. fe Cd7 16. Af3! ± (Zeshkovsky 1 Petkevich, 19n). como de 1 1 . ... h5 12. Tad1 ( 12. Oxg771Tg8 13. Dh6, que conce­ de a las negras la opción de las ta­ blas, con 1 3. . . . Tg6 14. Dh8 + Tg8, o de continuar con 13. o-O-OJ 12. ... h4 13. Df2 o-o-o (o 13. ... b5 14. Af3 b4 15. Cce2 e5 16. fe de 17. Cb3 h3 18. g4 Cd81 Hort/Filipowicz, . 19711 14. h3 Tdg8 15. Cf3 Ch5 16. Tfe1 Rb8 17. a3 Cd8 18. Ad3 f6 19. f5 g6, con juego agudo, Suetin/To­ lush, 1958. Pero, ¿es imprescindible avanzar el peón 'h'? Las blancas pueden for­ zar e4-e5, replicando a 11 . ... h5 con 12. Af31 h4 (12. .. o-o-o 13. e51 de 14. Cxc6 Axc6 15. té ;!; l 13. Df2 TeS (13. ... b5?, 14. e51 o 13 .. . . o-o-o 14. =

.

Cxc6l 14. Tae11.0b8 15. a4. Las ne­ gras no tienen contrajuego que les permita neutralizar la amenaza e4e5, lo que las sitúa en una posición difíciL 8. ... Dc7 9. Ae3 Cc6 10. Del Cxd4 11. Axd4 b5 responde asimismo al objetivo de un rápido desarrollo de fuerzas en el flanco de dama. Después de 12. Dg3 o-o (pero no 12. ... b47, 13. e5 de 14. fe be 15. Dxg7 Tf8 16. ef, con fuerte iniciativa de las blancas) la partida entra en el esquema clásico. Sin embargo, las blancas pueden intentar explotar la situación del rey negro en el centro, a base de 12. e5 de 13. fe. En este momento no tendría sentido 13. ... Ac5, ya que después de 14. Df21 Axd4 15. Dxd4 Cd7 16. Axb51 las blancas ganan, lo que sólo deja por considerar 1 3. . . . Cd7 14. Ce4 Ab7, de donde debemos concluir que la defensa es difícil después de 15. Ad3 O.Q 16. Dg3. Después de 8 .. . O.Q las blancas deben decidir acerca del desarrollo de su alfil dama. En efecto, ¿es conveniente desarrollarlo inmediatamente a e3, o a b27 ¿o bien es preferible olvidarse por un rato de él y proseguir la fase final de la aper­ tura, reagrupando las fuerzas para operar en un área determinada del tablero? .

1.2. (1. e4 c5 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. Ae2 a6 7. o-o .Ae7 8. f4 o-o)

Consideraremos dos posibles con­ tinuaciones,

16

a) 9. Rh1 b) 9. Af3

al9.Rh1

6

9. Rh1

En los casos en que el desarrollo del alfil dama se difiere esta jugada no puede calificarse de meramente profiláctica, sino que de hecho cons­ tituye una necesidad, pues evita· po­ sibles clavadas a lo largo de la diago­ nal a7-g1. Ahora las negras han de tener en cuenta la amenaza posicio­ nal f4-f5, así como el golpe e4-e5. Después de f4-f5, e6-e5, la casilla d5 qu�da debilitada, pero de otro modo las blancas jugarían f5xe6, lo que ataría al alfil c8 a la defensa del pun­ to e6. 9. ...

Dc7

5

1) 11 ....CeS 12. Ae3 Dc7 13. Ca4 de 14. Ab6 Db8 15. Af2, y aquí, en lugar de 15.... Db4?1 16. Cb6 Tb8 17. fel Txb6 18.a3! Da5 19. b4 t (Romanishin/Dorfman. 1981) es me­ jor sacrificar calidad, con 15. ... ef 16. Cb6 Cf6, lo que conduce a una posición complicada. 2)11.... de 12. fe Cd5 (12 .... Cd7 13. Af4 Ag5 14. Dd6 Tb8 15. Ce4, con mejores chances para las blan­ cas, Ubilava/Mihalchishin, 19791 13. Ce4! c5 (a 13....Dc7, 14. Cd61, con la amenaza c2-c4-c5, sería muy fuer­ te) 14. De1 Ab7 15. Dg3 Rh8 16. Cg5 Axg5 17. Axg5 Dc7 y también en es­ te caso la posición es buena para las blancas (Mestei/Stean, 19821. 10. a4

A 9. ... Cc6 seguiría 10. Cxc6 (o también 10. Cb3) 10 .... be 11. e5

Diagrama

y ahora:

Un sistema estratégico intrincado comienza aquí, cuya concepción co­ rresponde a Maroczy. Las blancas no permiten a su oponente la jugada expansiva b7-b5, cortando así la ini­ ciativa negra en el flanco de dama, al tiempo que se reservan la posibi­ lidad de operar en otras zonas del ta­ blero. 17

Si las blancas desean jugar el sis­ tema Maroczy, 10. a4 es la mejor ju­ gada. A 10. Af3 podría seguir 10. 0 0 . Cc6 (véase variante 2), y 10. o o • e5. A menudo se juega 10. f5, a fin de debilitar el dúo de peones negros centrales, tras el cambio 11. fe fe. Contra tal avance recomendamos 10. oo• e5 11. Cb3 b5 12. Af3 Ab7, que puede considerarse como un método igualador para las negras. El movimiento 10. De 1 encierra una idea incisiva. En este caso, si 10. oo• b5, las blancas pueden rea­ grupar sus fuerzas a base de 11. Af3 Ab7 12. e5 de 13. fe Cfd7 14. Dg3 Rh8 15..Af4, después de lo cual se llega a una posición típica de la Scheveningen, con la ventaja de que el alfil ha llegado a f4 en una sola ju­ gada y de que el rey blanco se halla resguardado. En la partida Beliav­ sky/Ribli, 1977, las blancas empren­ dieron un fuerte ataque después de 15. oo• Cb671 16. Ce4 C8d7 17. Ag51 Axg5 18. Cxg5. Otras sutilezas adicionales de este sistema son mencionadas en nuestro análisis de la línea 7. o-o Dc7 8. f4 Ae7 9 . Rh1 Q..O 10. De 1 b5 11. Af3 Ab7. En respuesta a 10. De 1 las ne­ gras pueden igualmente jugar 10. .. . Cc6, l o que conduce a otras posicio­ nes de la Scheveningen Clásica, que estudiaremos más adelante. 10. ... 11. Cb3!

Cc6

La·segunda clave del plan de Ma­ roczy. Las blancas no permiten el cambio Cc6xd4, en razón de que las negras conseguirían asl algún espa­ cio para el despliegue de sus fuerzas. 18

Al mismo tiempo, se refuerza el cop­ trol de d5, amenazándose con res­ tringir aún más el juego negro, con a4-a5. La respuesta negra es prácti­ camente forzada.

11 ....

b6

La recomendación de Capablanca, 11. 00. Ca5 12. Cxa5 Dxa5 13. Del Rh8 parece ser insuficiente para igualar. Después de 14. Ad2 Dc7 (ante la amenaza 15. Cd5) 15. a51 1as blancas mantienen una pequelia pe­ ro sólida ventaja. 12. Af3 La famosa partida Maroczy/Euwe, 1923, alcanzó esta posición, a través del popular sistema a base de Rh1 y Cb3. Despué.s de 12. 00. Ab7 13. Ae3 Cb477 (las negras podían haber man­ tenido una posición sólida jugando 13. . oo Tfd8 14. De 1 Cd7 15. Td1 Tab8 16. Df2Ac8l 14. De2 d5 15. e5 Ce4 16. Axe4 de 17. Df2 b5 18. ab ab 19. Cd4Ac6 20. Dg31 1as blancas ob­ tuvieron clara ventaja. El plan de Euwe (que involucra un rápido avan-

ce d6-d5) es incorrecto y únicamen­ te sirve para acentuar el dominio blanco del centro. Por otro lado, 12. ... Ab7 es probablemente prematu­ ro, ya que hace més difícil la defensa del peón 'b'. 12. Ad3 también suele jugarse, ori- · ginando este movimiento una forma­ ción més agresiva. Por ejemplo: 12. . . . Ab7 13. De2 Cd7 14. Tf3 Cb4 15. Th3 Tfe8=, o bien 13. Df3 Cb4 14. Dc4 g6, con la amenaza e5 y d5. De­ bemos concluir, sin embargo, que la poco económica maniobra Af1-e2-d3 en conjunción con la jugada a2 -a4 no es fructífera para las blancas.

:

12. . . . 13 . De1

14. Ae3

Td8 Tab8! CaS!

Ahora se comprende la idea sub­ yacente a la jugada 13.... Tab8: des­ pués de 15. Cxa5 se abriría la colum­ na 'b', en beneficio de la torre negra. Conviene precisar que el juego no se alteraría de modo significativo en el caso de que las blancas hubiesen de­ sarrollado su dama por e2.

15. Td1

16. Ac1

las blancas inician la preparación para lanzar un ataque "a la bayone­ ta" en el flanco de rey. De este mo­ do, tratan de prevenir cualquier posi­ ble contrajuego a lo largo de la dia­ gonal a7-g1. la inmediata 10. g4 podría ser con­ trarrestada con una operación cen­ tral enérgica: 1O. . . . Cc6 11. g5 Cxd4 12. Dxd4 d5!, o bien 1 1 . Cxc6 be 12. g5 CeS 13. f5 ef 14. ef d5l Por otro lado, la maniobra de caballo, des­ pués de 10. g4 Cc6 11. Cde2 b5 12. g5 Cd7 13. Cg3, permite a las negras reagruparse con 1 3. .. . b4 14. Cce2 Ab7 15. Ae3 Tfd8 16. c4 Cc5= (Kiovan/Piatonov, 1972). 10. f5?1 tampoco es muy peligroso para las negras, que pueden contes­ tar 10. ... e5 11. Cb3 b5 12. a3 Ab7 13. Ae3 Td8 14. Cd2 Cbd7 15. Rh1 Tac8 16. De2 Cb6 17. Df2 Cc4! f (Petrosian/Smyslov, 1949). Es igualmente inocuo 10. Cde2 Cc6 11. b3 b5! 12. Ab2 Ab7 13. Rh1 Tfd8 14. a3 d5! 15. ed b4! 16. ab Cxb4= (Suetin/Spassky, 1963).

10. ...

Cc6

Cc4 b5

Ahora la torre respalda el avance del peón 'b', propiciando a las ne­ gras un juego prometedor (Foltys/ Benko, 1948). b) 9.Af3 9. Af3

Dc7

10. Rh1

19

11. g417

...

Las blancas no tienen tiempo de retirar el caballo : 1 1 . Cb3 TdB 12. g4 d5l 13. e5 Ce4 114. Axe4 de 15. De2 b6 daría excelente contrajuego a las negras. Alguna iniciativa tendrían, en cam­ bio, las blancas con 1 1 . Cxc6 be 12. e5 Cd5 13. ed Axd6 14. Ce2, con la amenaza c2-c4. En la partida Geller/Sax, 1975, las blancas ganaron brillantemente: 1 1 . a4 TbS 12. Ae3 Ca5 13. De2 Cc4? 14. e5! de 15. Cdb5! ab 16. Cxb5 Dd7 17. Dxc4 Cd5 1S. Aa7 TaS 19. Db31 pero esa victo ria fue consecuencia de la pérdida de tiempo en la manio­ bra Cc6-a5-c4. Las negras disponen de un camino más sólido de desarro­ llo: 11, ... Cxd4 12. Cxd4 e5, o bien 1 1 . ... Ad7 12. Cb3 {a 12. g4 las ne­ gras pueden reconstruir su posición, a base de 12 . ... Cxd4 13. Dxd4 Ac6 14. g5 Cd7 15. Gd5?1 Axd5 16. ed e51 :j:, Fernandez/Gufeld, 1974) 12. . . . Ca5 13. Cxa5 Dxa5 14. De1 (14. e5 de 15. fe Dxe5 16. Axb7 Ta7 17. Af4 Da5 +) 14. . . . Dc7 15. e5 CeS. Estas líneas, como puede verse, evi­ dencian un razonable contrajuego para las negras. El gambito 1 1 . e5!? conduce a si­ tuaciones muy confusas. Si las ne­ gras juegan 1 1 . ... de 12. fe Cxe5 13. Af4 Cfd7 14. Te1 se encuentran en dificultades para deshacerse de la clavada. Por ejemplo : 14. . . . Ad6 15. Ce4! - . En lugar de aceptar el peón, las negras deben jugar 1 1 . . . . Cxd4 12. Dxd4 de 13. fe Ac5 14. Dh4 Cd7. La sólida 1 1 . Ae3 conduce habi­ tualmente a un juego pacífico . Por ejemplo : 11 . ... Ad7 12. De1 Cxd4 13. Axd4 e51? 14. fe de 15. Dg3 Ad6 16. Ae3 Ae6 17. Ah6 CeS 1S. Tad1

20

f5, conforme a un análisis de Un­ zicker que data de 1976. Con 11 . g4 el juego se hace más agudo . Las blancas proyectan empu­ jar este peón a g5 y a continuación formar una amenazadora línea com­ puesta por e4-f4-g5, pero esto sólo puede conducir a un debilitamiento de su posición en el centro e incluso en el flanco de rey. 1 1 . . ..

Cxd4

La posición negra es suficiente­ mente sólida, por lo que también po­ dría jugarse 1 1 . ... TeS 12. g5 Cd7 13. a4 AfS 14. Ag2 TbS 15. Ae3 Cb6, pero el cambio en el centro permite a las negras espacio para maniobrar, así como una buena diagonal de ope­ ración para el AcS, por lo que la tex­ tual aparece como la jugada más ló­ gica.

12. Oxd4

Cfd71

12. ... e5 constituiría un tremendo error posicional. Después de 13. Dg1! las negras pierden la batalla por el control de d5, ya que a 13. . . . ef las blancas replicarían 14. g51 (he aquí por qué es importante el tiempo omi­ tido en el desarrollo del Ac1) y se apoderan firmemente de la iniciativa, después de 14.. . . Cd7 15. Cd5! ±. 13. g5

La tentativa de restringir la iniciati­ va negra en el flanco de dama, con 13. a4, permite a las negras (además de la inmediata 13. . . . b6) la interesante posibilidad 13 . . . . Af6 14. Dd2 TfdS (pero no 14. . . . Axc3?, por 15.

Dxc3 Dxc3 16. be;!;), que resulta su­ ficiente pra igualar. Por ejemplo: 15. g5 Axc3 16. Dxc3 Dxc3 17. be Cc5 18. Ae3Ad7 19. a5Ac6, o bien 15. Ce2d5! 16. ed Cb6 17. g5Ae7. 13 . . . .

b5

Después de 1 1.... Cxd4, el mejor sistema de defensa es 13.... TeS 1 4 . a 4 b6 1S. Df2 A b 7 1 6 .Ae3 Af8, ya que los alfiles negros ocupan buenas posiciones para operar y, al mismo tiempo, resulta difícil para las blan­ cas romper la defensa del flanco de rey. Por ejemplo: 17. Tg1 gS 18. Tg3 Ag7 19. Th3 bSl 20. ab ab 21. Txa8 Txa8 22. CxbS Tal + 23. Rg2 DeS 24. c4 Aa6 2S. De2 Ta2 2S. eS d5;¡: (Tahi/Andersson, 197S).

17. Dd2 ef 18. Axf4 CeS y 1S. Dd2 Cb6 1S. AxbS DxbS 17. a3 Tac8 son equivalentes, mientras que 1S. Ag2 Tac8 16. a3 Dc4! 17. Tadl Tfe8 18. h4 Af8 19. Tf2 Dxd4 20. Axd4 Tc4 21. Af3 Tec8! :¡: (Mestei/Beliavsky,

1974/7S).

En consecuencia, sólo queda la posibilidad de la avalancha de peones. 15. f5 16. Ag2

Esta jugada asegura el ulterior avance del peón 'f'. Por otro lado, el alfil puede desplazarse a h3, a fin de incrementar la presión sobre eS. Por ejemplo: 16. ... Tfc8 17. fe fe 18. Ah3 Dd7 19. Tad1 AcS 20. CdSAd8 21.Cf4. En la partida Jasin/Stein, 1965, las blancas propusieron un sacrificio de peón: 16. f6 gf 17. gf Axf6 18. Ah6, pero las negras sacrificaron, a su vez, calidad, con lo que obtuvie­ ron la iniciativa: 18 . ... Rh8! 19. Axf8 Txf8 20. Tad1 Td821.Ag2Ag7.

16. ... 17. f6

14. Ae3

Ab7

Las blancas no pueden reforzar su po_sición: 15. Tf2 Tac8 16. Tg1 eS!

Ce5

Tfe8! Af8!

Las blancas han perdido la iniciati­ va. Su ataque en el flanco de rey ha llegado a punto muerto y las negras tienen ahora buenas chances de crear contrajuego en el flanco de dama.

21

1 . 3 . 11.. e4c52. Cf3e63. d4cd4. 8. Ae3 Dc7)

Cxd4 Cf65. Cc3d66. Ae2a67.

En este capítulo estudiaremos aquellas líneas en que las blancas desarrollan el alfil dama a e3, pero sólo aquellas en las que el segundo jugador se desvía de las llamadas lí­ neas principales. Después de 9. 0-0las negras difie­ ren a menudo el enroque, con 9. . . . Cc6. Ahora, si 10. Af3, la falta de presión sobre el centro les permite concluir tranquilamente su desarrollo bien con 10. . . . 0-011. g4?1 Cxd4 12, Axd4 e5 13. Ae3 ef 14. Axf4Ae6 15. Rh1 Taca 16. Te1 Cd7! = (Spassov/ Kozma, 1965), o bien con 10. .. . Ad7 11 . Rh1 Cxd4·12. Axd4 e5 13. Ae3 Ac6 14. De1 0-0 15. Og3 ef 16. Axf4 Cd7, con la amenaza . . . Ce5. En cual­ quier caso, las negras han obtenido la igualdad. Las blancas pueden jugar también Af3 antes de enrocarse. Por ejem-

22

f4Ae7

plo: 9. Af3 0-0 10. De2 Cc6. En este caso, 1 1 . 0-0 constituye una mera transposición de jugadas, pero 11. O­ O-O permite que la partida tome un rumbo original. El encuentro Quinte­ ros/Diesen, 1977, continuó 11 . . . . Tb81 12. g 4 Cxd4 13. Axd4 Cd7 14. g5 b5 15. Dg2 b4 16. Ce2 TeS?! (16 . ... Cc51 1 7 . Rb1 a51 = l 1 7 . h4a5 18. Af2 ef 19. Cxf4 Ab7 20. Rb1 Ce5 21. Cd5Axd522. ed Af8 23. h5, y el ata-­ que blanco se anticipa al de su opo­ nente. Aun así, el esquema con el enroque largo y el alfil en f3 no es convincente. Las negras pueden ju­ gar 11. . . . Cxd4 12. Axd4 e5 13. Ae3 Ae6 14. f5 Ac4 15. Dd2, y ahora, tanto 15. ... Tfd8 16. g4 (o 16. b3l 16. ... d51, como 15. ... b5 16. g 4b4 17. Ca4 d5! 18. Cb6 Tad8. En ambos casos, las negras tienen buenas con­ trachances. Dirijamos ahora nuestra atención hacia la jugada 9. Ae3. (1. e4c52. Cf3e63. d4c44. Cxd4 Cf6 5 . Cc3 d6 6. Ae2 Cc6 7. 0-0Ae7 8. f40-0. 9. Ae3 Esta es la posición más usual: el alfil adopta una confortable posición y la dama es liberada de la defensa del caballo d4.

9. ...

a6

Ahora las blancas disponen de elección. Pueden inclinarse por tras­ ladar la dama a g3, a fin de presionar sobre el enroque negro, o bien pueden optar por varias jugadas de tipo profiláctico que refuerzan con­ siderablemente su posición. La juga­ da a elegir dependerá naturalmente del plan que decida adoptarse. Consideremos:

al

10. Rh1

b) 10. a4 a) 10.Rh1

10. Rh1

golpes centrales: 12 . ... d51 13. ed Cb41 (13. . . . Td8 es más flojo, debi­ do al sacrificio 14. de! Txd1 15. Taxd1). La · partida Leow/Stean, 1973, prosiguió 14. de Axe6 15. f5 Axb3 16. cb Tad8 1 7 . Dc1 Cd3 18. Db1 De51 19. Tf3 (19.Axb6Ad61 :¡:) 19. . . . Cxg4, y las negras tienen un fuerte ataque. Ahora consideraremos: a1) 10. ... Cxd4 a2)

10.

..

. Ad7

a1)

1 0. . . .

Cxd4

11. Dxd4 Después de 11. Axd4 Dc7 12. Del b5 llegamos a un tfpico esquema Scheveningen, que estudiaremos más adelante. La captura con la dama añade ori­ ginalidad a la partida. La dama ocu· pa una fuerte posición central, ejer­ ciendo su influencia a todo lo largo del tablero. 11 . .. .

Dc7

He aquf un caso en el que las blan­ cas, al efectuar una jugada simple­ mente "útil" no pretenden crear de inmediato problema alguno al opo­ nente, sino que esperan su reacción, en la esperanza de que desvele pre­ maturamente sus planes. Si, en lugar de 12. Af3, las blancas se arriesgan a jugar 1;¿, g4, entonces el juego en ambos flancos, con el centro no estabilizado, puede ser pe­ ligroso, dando lugar a tfpicos contra-

23

12. Tad1

b5

Las negras pueden, igualmente, . Jugar 12. . .. eS. ya qlle después de 13. Dd3 bS, la debilidad de la casilla d5 es inesencial. Tras 14. fe de 15. AgS Ab7 16. Dh3 b4! 17. Axf6 Axffi 18. Td7 Dc8! las chances están equi­ libradas. (Beliavsky/Kochiev, 19761. 13. eS 14. Dxe5

000

Db81

Sólo asl pueden las negras defen­ der a su dama, al tiempo que asegu­ ran la casilla b7 para su alfil, solucio­ nando todos sus problemas de aper­ tura. Después de 15. Dxb8 Txb8 16. Aa7 Ta8 17. Ab6 Ab7 18. a3 Tfc8 19. Aa5 g6, el juego está igualado (Vogt/ Andersson, 1975), si bien para con­ seguir esta igualdad las blancas de­ ben efectuar dos jugadas precisas: 20. Ab41 Ad8 21. Ad6 = .

24

10. ...

Ad7

de

La captura de peón, 14. fe, no ocasiona a las negras ningún proble­ ma, en relación con el desarrollo de sus piezas: 14 . ... Cd7 (14 . ... Td87 15. Df4.±) 15. Af3 Tb8, o bien 1S. Af4 Td8 16. Df27 Ab7 17. a3 AcS 18. Dh4 Cf8 19. Ad3 Cg6 20. Dh3 Ac6 + (Hartston/ Andersson, 19751. Por el contrario, la posición negra se ha consolidado y la debilidad del peón eS se hace patente. La captura del peón con la dama libera a las blancas del problema de mantener un punto avanzado en eS, ya que 14 . ... Dxe5 15. fe Cd7 con­ duce a la pérdida de la calidad, tras 16. Af3 Tb8 17. Aa7.

14.

a2)

11. De1 A 11. Af3 las negras podrían jugar convencionalmente, 11 . ... Dc7, y a 12. a4, 12. . .. CaS sería perfectamen­ te posible. Por ejemplo: 13. Dd3 Tac8 14.Tae1 Cc4. Si 12. Cde2, las negras obtienen excelente contra­ juego con 12.... e5 13. f5 dSI 14. Cxd5 CxdS 15. Dxd5 Tfd8. Tampoco es muy útil la jugada 11. a4 . Las negras pueden completar su desarrollo sin dificultades, e incluso pueden permitir que el peón alcance a S después de 11 . . .. Cxd4 12. Dxd4 Ac6 13. Af3 Tc8 14. aS, ya que dispo­ nen de un contrajuego central que les concede la igualdad: 14. ... d5! 15. eS Ce4 16. Cxe4 de 17.Ae2 Dxd4 18. Axd4 f5! . (Pritchett/Andersson, 1976). La impotencia de 11. a4 tam­ bién se hace patente tras una res­ puesta más conservadora, 11. . . . Tc8, recomendada por Polugaievsky. En la variante 12. Cb3 CaS 13. eS CeS

14. Cxa5 Dxa5, las negras ganan un valioso tiempo, consiguiendo la igual­ dad: 15. Af3 Ac6! 16. Ad4 de 17. fe Td8 (Geller/Polugaievsky, 19781. Contra 12. Del, aparte de la habi­ tual 12. ... Cxd4, recomendaremos una jugada que explota la insuficien­ cia de a2-a4, aprovechando al mismo tiempo la posición de la torre en c8: 12. ... Cb41, y si 13. Td1 g6 14. Dg3 Txc3 15. be Cxe4, con suficiente compensación por la calidad. 11 . ...

b5

Después de 11 . ... Dc7, la partida revierte a la posición standard. 12. a 3

Db81

Una jugada original, posible gra­ cias a la rutinaria 10. Rh1. La dama negra no sólo controla e5, sino que igualmente apoya el avance del peón 'b'. Las negras no tienen dificultades contra algunas continuaciones que ahora veremos: 11 13. Af3 Cxd4 14. Axd4 e5 15. Cd5 (15. Ae3 Ac6 16. Td1 TeS'"' 115.

... Cxd5 16. ed ed! 17. Dxe7 Af5 18. Tac1 TeS 19. DgS DeS 20. c3 h6 21. Dh5 dEl, Szabo/Larsen, 1976. 2) 13. Dg3 b4 14. ab Dxb4 15. Cxc6 (15. Tfd1 Dxb2 16. Cxc6 Axc6 17. Ad4 Db7 -F, Sibarevic/Kasparov, 1979) 15.... Axc6 16. e5 Ce4 17. Cxe4 Axe4 18. ed Axd6 19. Tad1 Axc2 20. Td4 Db8 21. Af3 e51 22. Axa8 ed 23. Axd4 g6= (Kavalek/ Larsen, 1970 . ) 3) 13. Ad3 es un poco más com­ plicado, ya que las negras no pueden llevar a cabo su plan standard, 13.... Cxd4 14. Axd4 eS (Sznapik/Lan­ geweg, 1981) en razón de 15. Cd5 Cxd5 16. ed ed 17. Dxe7, y no disponen de la posibilidad de jugar ... Af5. Tampoco es suficiente 14.... Ac6, pues las blancas quedan mejor des­ pués de 15. e5 de 16. fe Cd7 17. b4! (Oobosz/Jansa, 1979). Las negras, sin embargo, pueden avanzar el peón 'b', 13.... b4 14. Cxc6 Axc6 15. ab Dxb4, y ahora, tras 16. e5 de 17. fe, la dama puede ini­ ciar un comando, con 17.... Dg4! l!n agudo final se producirla después de 16. CdS CxdS 17. ed Dxe1 18. Ttxe1 Axd5 19. Txa6, mientras que 16. Ta3, 16 ....Tfb8 17. Tb3 DaS conduce a la igualdad. 4) La jugada 13. Td1 puede dar origen a un bonito ataque, tras 13. ... Cxd4 14. Axd4 Ac6 15. Dg3 Db7 16. Af3 Tad8 17. Tfe1 a571 (17 . ... g6 oo ) 18. Cd5! ed (después de 18. ... Rh8 19. Cxe7 Dxe7 20. Ac3, las blancas tienen clara ventaja, Sznapik/ Adamski, 1978) 19. ed Ae8 20. Txe71 Dxe7 21..Te1! pero en llfgar de 14. ... Ac6 las negras debieran jugar sim­ plemente 14. ... eS, y tampoco es. obligado jugar 13. ... Cxd4. El avan-

ce del peón 'b' a b4 es aquí aún más efectivo que contra 13. Ad3, ya que el peón a6 sigue "en pie". b)

10.a4

b11 11 . ... Td8!

10. a4 Una útil jugada que restringe la actividad de las negras y que, al mis­ mo tiempo, evidencia que los planes de juego blancos no tienen por qué limitarse al flanco de rey.

10. ... 11. Rh1

Dc7

Insistiendo en la profiláxis, lo que pone de relieve que la estrategia blanca es viable. Al mismo tiempo se invita a las negras a mostrar sus car­ tas. Las blancas esperan 1 1....Ad7, antes de retirar su caballo a b3. Si en lugar de ello se jugase 11. Cb3 b6, la formación Maroczy es menos efectiva, con el alfil ya desa­ rrollado a e3. Después de 12. Af3 Tb8 13.De2, las negras cuentan con varias configuraciones posibles para sus piezas. Por ejemplo: 13. ... Ca5 14. Cxa57 (después de este cambio las blancas deberán proceder con extrema cautela, ya que las piezas negras disponen de gran libertad de movimientos, que compensa amplia­ mente los defectos de su cadena de peones. En lugar de 14. Cxa5 es más prometedor el plan 14. g4 Cc4 15. g5 Cd7 16.Ac1 Te8 17. Ag2, o bien 14. Cd2 Td8 15. Rh1 Ab7 16. Df2 Cd7 17. Tae1, aunque incluso en que no son particu­ larmente activas, de modo que las blancas tratarán de avanzar el peón a g5 cuanto antes, para asegurar no sólo una ventaja espacial en el flanco de rey, sino también a fin de estable-

116

cer un control absoluto de las casi­ llas centrales. El beneficio de toda la estrategia de la apertura depende del grado de éxito con que las blan­ cas lleven a cabo su plan. Al mismo tiempo, el avance del peón a g5 an­ tes de haber completado el desarro­ llo y, en consecuencia, antes de haber situado al rey en seguridad, pueden crear serias debilidades en el campo blanco. Las negras, sin em­ bargo, no deben intentar la refuta­ ción de ese avance a base de empren­ der una inmediata acción central, toda vez que las piezas blancas do­ minan el centro. 6. . . d5, por consi­ guiente, casi fuerza la sig•Jiente po­ sición, francamente mala para las negras: 7. ed Cxd5 8. Ab5+ Ad7 9. Cxd5 ed 10. De2 + Ae7 1 1 . Cf51 y la partida Nikitin/Cherepkov, 1958, continuó 1 1 . Rf8 12. Axd7 Cxd7 13. Af4 Da5+ 14. c3 TeS 15. Cxe7 Dc5 16. Ae3 Dxe7 17. 0-0-0.± . En ocasiones las negras juegan 6. ... Ae7, que usualmente traspone a las variantes ya mencionadas. 6. . . . Ae7 n o tiene particular significación, aunque involucra algunas sutilezas, que deben tenerse presentes. Así, después de 7. g5 Cfd7 8. Cdb5 Cb6 9. Af4 e5 10. Ae3 Ae6 1 1 . f4 ef 12.

Axf4.

Diagrama las negras sacrifican un peón para alejar a su rey del centro, y obtienen buen juego: 12. . . . 0-01 13. Dd2 (13. h4 f6 14. Axd6 fg} 13. ... Cc6 14. Cxd6 (14. 0-0-0 Ac41 + Mednis/ Amos, 1970} 14. ... f6! La economía de 6. . . . Ae7 queda bien patente en el siguiente plan: 7.

g5 Cfd7 8. h4 Cb61 9. Ae3. Después de 9. ... d5 las blancas ni siquiera disponen del tiempo necesario para completar su desarrollo con De2 y � �o. y 10. Ab5+ Ad7 es aceptable para las negras. Si este bando no quiere permitir que el alfil vaya a b5, puede jugar 9. . . . �O 10. De2 d5, ya que después de 1 1 . ��07 e5! podrán continuar con . . . d4. En el sistema sin ... Cc6, donde el juego prosigue 7. g5 Cfd7 8. h4 a6 9. Ae3 b5 10. a3 Ab7 11. Dd2.

la jugada "normal" 1 1 . . . . Cb6 ( 1 1 . ... Cc5 12. f3 Cc6 es mejor, pero i es un error, debido a la posición del alfil en e7, lo que permite a las blancas obtener un fuerte ataque mediante un sacrificio de pieza: 12. Cxe61 fe 13. Od41 Cc4 14. Dxg7 Rd7 15. Axc4 be 16. ��o Df8 17. Txd6+ 1 (Karklins/Commons, 1972). Más difícil es evaluar las conse­ cuencias de la jugada 6. . .. eS. Las negras debilitan la casilla d5, pero pueden contar con adecuado con­ trajuego en las casillas negras del flanco de rey. Las blancas pueden elegir entre dos continuaciones na­ turales: 7. Ab5 + Ad7 8. Axd7 + Dxd7 9. Cf5 h5 10. Ag5 Ch7 (si 10. . . . Cxg47 1 1 . h3!) 1 1 . Ad2 hg 12. Dxg4 g6 13. Ce3 Ah6 14. ��O (l.iber­ zon/Murey, 1 978) y 7. Cf5 h5 8. f3! (las negras tendrían mejores posibi­ lidades después de 8. g5 Cxe4 9. Cxg7 + Axg7 10. Cxe4 d5; o bien 8. Ag5 hg 9. �e3 Ae6 1.0. Dd2 Cc6) 8. . .. hg 9. rg g6 10. Ce3 Ae7 1 1 . Ag2 CeS 12. h3 Cd4 13. Dd3 Ae6 14. Ad2 Cd7 15. ��O Cc5 16. Df1, como en la partida Brasket/Benjamfn. Como el lector apreciará, en ambos casos las blancas conservan su ventaja posicional, pero los autores estiman que ello se debe a impreciso juego por parte de las negras. La continua­ ción 6. . . . e5, que estabiliza el cen­ tro y tiene una lógica innata, merece cuidadosa atención. Ahora nos embarcaremos en una travesía con escala en las tres varian­ tes más comunes en la práctica de torneo. 6. . . . h6 es el tema del pre­ sente capitulo. 6. . ..

h6

117

la linea principal. La otra respuesta natural, 7. . . . e7, da lugar, sin em· bargo, a que la partida tome un rum­ bo original. Por ejemplo:

Con 6. ... h6 las negras pretenden mantener el caballo en f6, desde donde participa en la lucha por el centro, conteniendo también en al­ guna medida la avalancha de peones en el flanco. No es, sin embargo, fácil alcanzar con éxito ambos obje­ tivos, ya que el avance del peón 'h' compromete seriamente el enroque negro y guarecer al rey en el flanco de dama llevará algún tiempo. Las blancas pueden ahora jugar:

al

7. Tg1

b) 7.Ag2 el 7.Ae3

d)

7. g5

al 7. Tg1 1. Tg1 Las blancas quieren expulsar al caballo, con ayuda de sus peones, por lo que eliminan la oposición de torres en la columna 'h'. El caballo puede ser desafiado con 7. h4, por supuesto, pero generalmente, tras 7. h4 Cc6 8. Tg1, el juego traspone a 118

1 ) 8. Tg1 d59. Ab5+ Rf8 10. e5!? ( 10. ed Cxd5 1 1 . Ad2 no es recomen­ dable, ya que después de 1 1 . ... Af6 12. Cf3 Cxc3 13. Axc3 Axc3 14. be Dxd1 15. Txd1 Re7, las negras tienen mejores chances) 10. ... Cfd7 (10. ... Ce4 11. Cxe4 de parece peligroso, ya que después de 12. g5 hg las negras se enfrentan con 13. Axg5, pero des­ pués de 13. ... a6 14. Aa4 Oa5+ 15. c3 Dxe5 16. Axe7 + Rxe7 17. Og4 g6 o incluso un inmediato 17. . • . Cd7 no se ve compensación alguna por el peón sacrificado.) 12. Oe2 (Radulov ha propuesto una sólida, aunque no particularmente agresiva formación para las blancas: 1 1 . Cf3 Cc6 12. Af4 g6 13. Od2 Rg7 y las defensas ne­ gras se mantienen en pie) 1 1 . ... Axh4 12. Ae31? Cxe5 13. 0-0-0 Cbc6 14. Cb3 a6 15. Axc6 Cxc6 16. f4 Ae7 17. g51 1as blancas tienen una fuerte iniciativa, asf como gran ventaja en desarrollo, a cambio de los dos peo­ nes sacrificados (Sokolov/Stohl, 1981/82). La idea de Sokolov es muy

interesante y aporta buenas perspec­ tivas a las blancas. 2) 8. Th3 d51 (después de 8. ... Cfd7 9. g51 hg 10. hg Txh3 11. Axh3, el sacrificio en e6 se convierte en una amenaza real) 9. Ab5+ Rf8 10. e5 Cfd7 (10. ... Ce4 merece considera­ ción) 1 í . Af4 ( 1 1 . De217) 1 1 . . . . Db6 12. Cb3 (diffcilmente podemos con­ siderar mejor la recomendación de HÜbner, 12. Dd2 Cc613. Cxc6 be 14. Af1) 12. Cc6 13. De2 a6 14. Axc6 be 15. 0-0-0 a5 y las negras tienen la ini­ ciativa (Torre/ Hübner, 1979). 3) 8. Df3 h5 9. gh Cxh5 10. Ag5 Cc6 1 1 . 0-0-0 Axg5+ 12. hg Dxg5+ 13. Rb1 Cxd4 14. Txd4 Ad7 15. Txd6 Ac6 16. Ae2 g6, con parecidos chan­ ces. 4) 8. Ag2 g6 9. g5 hg 10. Axg5 (10. hg Txh1 + 1 1 . Axh1 Cfd7 12. Cdb5 Cb6 13. Af4 e5 14. Ae3 a6 15. Dxe7 Rxe7 = ) 1 0. . . . Cc6 1 1 . Cdb5 Ch5 12. Af3 a6 13. Axe7 Rxe7 14. Axh5 Txh5 y la iniciativa pasa a ma­ nos de las negras (Matulovic/Sax, 1976). 7. ...

Cc6

Una jugada útil y responsable, pero no la única. Las negras dispo­ nen de otras continuaciones, 7. . . . a6 y 7. . . . Ae7, que aseguran condi­ ciones favorables para el avance de su peón 'd'. Ahora las negras pue­ den elegir entre:

a1) 8. Ae3 a2) 8. h4 al)

8. Ae3

Aqul examinaremos el plan en el que las blancas no se apresuran a efectuar el avance del peón 'h', sino que prefieren completar el desarro­ llo. Esto es algo muy coherente con una de las ideas fundamentales de 6. g4: el rey negro tiene problemas para salir del centro. En lugar de 8. Ae3 suele jugarse también 8. Ae2, pero después de 8. ... d5! o de 8. . . . Da5 9. Cb3 Dc7 10. h4 d5! las negras tienen un juego ex­ celente. La jugada 8. Ae3 es más efectiva porque fortifica la posición blanca en el centro.

8. . . .

d5

Cualquier retraso en el avance de este peón permitiría a las blancas desplegar la bayoneta en el flanco de rey. Por ejemplo: 8. .. . a6 9. h4l Da5 10. Cb3 Dc7 1 1 . g5 hg 12. hg Cd7 13. g6! La inclusión de 8. . .. a6 9. h4 antes de jugar d5 resta efecto a este golpe: 9. . . . d5 10. ed Cxd5 (10. . . . ed? 1 1 . g5! h g 12. gh±.) 1 1 . Cxd5 ed ( 1 1 . ... Dxd57 12. Ag2! Da5+ 13. c3 ± ) 12. De2 Ae7 13. 0-0-0 y es difi­ cil para las negras crear contrajuego, garantizando al mismo tiempo la se­ guridad de su rey. 9. Ab5 Las blancas fuerzan al alfil eS a to­ mar posición pasiva. La defensa del caballo con la dama no es convin­ cente: 9. . . . Dd67. 10. f4 Cxe4 1 1 . Cxe4 d e 12. Cxc6 be 13. Dxd6, ga­ nando, o bien 9. .. . Dc7 10. ed ed 1 1 . De2Ae7 12. g5hg 13. Axg5, con fuertes amenazas.

119

9. ...

10. ed 11. De2

Ad7 ed Ab41

Txd5+ Ac81 19. Axc6 be 20. Te5 g61 y las negras se apoderan de la inicia­ tiva.

13. o-0-0 14. Ad4+ 16. Axc3

Axc3 Ce4

o-o

Las negras han solventado sus problemas de apertura. Después de 16. Ad41 Da51 17. Axc6 be 1S. f3 Cg51 19. h4 Tfe8 20. Dd3 Ce6, su contraataque puede resultar peli­ groso. a2)

A primera vista parece extraordi­ nariamente arriesgado, pero, como muestra el análisis, se trata de una justificada decisión. Las blancas no pueden aprovechar el jaque descu­ bierto debido a que sus dos piezas más importantes se hallan en la co­ lumna 'e'.

12. Cxc6

8. h4

Axc61

12. . .. be es inferior: 13. Ac5+ Ce4 14. Axb4 cb 15. Cxd5. 12 . . . . Axc3 + conduce a una in­ mediata catástrofe después de 13.

Ad2 + 1 La idea básica de las negras se aclara después de 13. Ac5 +

Ad711, e inesperaaamente surge una agudlsima posición: 14. 0-0-0 (pero no 14. Axb4, 14. . . . Te8+1 14. . .. Axc31 (el alfil blanco resulta estar envenenado: 14 . ... Axc57 15. Cxd5 RcS16. Cxf6 Dxf6 17. Oa6+ Ab81S. Cxf6 Oxf6 19. Td7 Of4+ 20. Rb1 Db4 21. Dxc6 TeS 22. Dd5 f6 23. a3 Db6 24. Tg3, ganando) 15. be TeS 16.

120

Od3 Da5 17.

Of5+

Te6 18.

8. .. . d51 Incluso aquí, es ésta la forma más activa de luchar por el centro, aun­ que la realidad de la jugada g4-g5 hace los problemas negros mucho

más complicados. El ataque al cen­ tro con S. . . . e5 también merece atención. Ya hemos comentado an­ teriormente las particularidades de

esta forma de la estructura de peo­ nes en nuestras notas a la jugada 6. e5. Los resultados de la inclusión de dos jugadas blancas, 7. Tg1 y 8. h4 pueden tornarse en favor de las ne­ gras. Por ejemplo: 9. Cf5 h5 10. Ag5 hg 1 1 . Cd5 { 1 1 . Ce3 Ae7 :¡; ) 11 . ... ·Axf5 12. Axf6 Da5+ 1 13. c3 Axe4 14. Ab5 + . A los amantes de la de­ fensa del pequeño centro podemos recomendarles una variante menos forzada, del tipo 8. .. . Cfd7 9. �5 hg 10. hg g6, o mcluso 8 . ... g6 Inme­ diatamente, lo que, sin embargo, garantiza a las blancas una prolon­ gada iniciativa.

El avance de la cadena de peones del flanco de rey, con 8. ... h5 no so­ luciona, en nuestra opinión, los pro­ blemas negros de apertura. Las blan­ cas retienen ventaja espacial y la ini­ ciativa. Por ejemplo: 9. g5 Cg4 10. Ae2 Ob6 1 1. Axg4 Dxd4 12. Ae3 Dxd1 + 13. Axd1 Ad7 14. Cb5 Rd8 15. Ae2 a6 16. Ab6+ ReS 17. Cc3, seguido de f4 y 0-0-0, o bien 9. gh Cxh5 10. Ag5 Cf6 (el carácter de la lucha diflcilmente se modifica con 10. ... Ob6 1 1 . Cb3 a6 12. Ae3 Dc7 13. Ae2) 1 1 . h5 Db6 12. Cb317 Cxh5 13. Th1 g6 14. Ae2 Ad7 15. Db21 (15. Axh5 gh 16. Txh5 Tg8, oo 1 1 5. ... a6 16. 0-0-0 Dc7 17. Rb1.

9. Ab5 Una maniobra típica, que obliga al alfil negro a ocupar una posición pa­ siva. Otras dos tentativas de asegu­ rar la iniciativa también son acepta­ bles para las blancas: 1 ) 9. Cxc6 be 10. g517 hg11. hg Cd7 {las chances parecen aproxima­ damente iguales después de 1 1 . .. .

Ce4 12. Cxe4 de 13. Dxd8+ Rxd8 14; Ag2 Th41 15. Th1 Txh1 16. Axh1 f5 17. gf gf 18. Axe4 Ad7, o bien 13. Dg4 Oa5+ 1 14. c3 Df51) 12. g6f6 13.

ed cd 14. Ab5 Ab4 15. De2 Oc71 16. Ad2 DeS (lvanovic/Sznapik, 1981) con una complicada lucha de doble filo.

2) 9. ed Cxd5 10. Cxd5 Dxd5 1 1 . Ag2 Da5+ 12. Ad2 De5+ 13. Ae3 Ad7 14. Cxc61 Axc6 15. Axc6+ be 16. Dd41 (Beliavsky/Ghinda, 1980). Con una pequef\a venta;a en desa­ rrollo, las blancas prop·)nen entrar en el final, donde tendrál las mejores chances, gracias a su ectivo alfil y a los defectos en la estructura de peo­ nes negros del flanco < e dama. Apa­ rentemente, no conv'ene a las ne­ gras simplificar para 1rntrar en un fi­ nal en el que como mJcho tienen ta­ blas. La idea 13. ... Cb417 merece consideración, a fin de instalar el ca­ ' ballo en d5. Después de 14. c4 Ac51 15. Rf1 (15. ... Axd4se amenazaba y 15. Cf3 hubiera sido neutralizado con la simple 1 5. . . . Dc71 15 . ... 0-01 16. a37 Td81 La últirna jugada blanca sólo se menciona, obviamente, con fines ilustrativos, a fin de mostrar el género de peligros que amenazan a las blancas. En cualquier caso, las chances de las negras no son infe­ riores. 9. . . . 10. ed

Ad7 Cxd6

Debido a la amenaza 1 1 . g5 las negras no pueden rehusar el cambio de caballos. 1 1 . Cxd6

ed

121

13. De2

708

Si la dama ocupa la casilla f3 las negras pueden enrocar largo inme­ diatamente. Con la dama en e2 no es tan fácil para el rey negro abandonar el centro. 13. ·14. 15. 16.

12. Ae3!

La tentativa de atacar directamen­ te concede a las negras buen contra­ juego, como ha demostrado Liber­ zon: 12. De2+ Ae7 13. Cf5 Axf514. gf Rf8! 15. c3 Af6 16. Ae3 Da51, o bien 13. Ae3 0-0 14. Axc6 be 15. g5 c5. Las blancas, con un sacrificio de peón, pretenden incorporar al juego ·las piezas del flanco de dama, del modo fTláS rápido posible. 12. ...

Dxh4

En la partida Karpov/Spassky, 1980, las negras aceptaron el sacrifi­ cio de peón de otra manera: 1 2. . . . Ae7 13. Dd2 Axh4 14. 0-0-0 Af6 15. Cf5 Axf5 16. gf a6 17. Axc6+ be, pero debieron sufrir un fuerte ataque después de 18. Ac5. La pérdida de dos tiempos en el trayecto del alfil negro es muy arriesgado. Un análisis ulterior mostró que las negras hubie­ sen conseguido una confortable po­ sición jugando 13. .. . Cxd4 14. Axd7+ Dxd7 15. Axd4 De6+ 16. Rf1 0-0 17. Te1 Da61 122

.. Axd4 + Axd7 + Ae3 .

Cxd4 De7 Rxd7

En el complicado final que se pro­ duciría tras 16. Dxe7 + Axe7 17. Axg7 The8! 18. QQ ..O Ag5 + 19. Rb1 Rc6, la actividad de las piezas negras compensa los defectos de su estruc­ tura de peones.

16. ... 17. 0-0-0

Td8 ReS

Las negras no serán capaces de mantener su peón extra debido a que necesitarán gastar tiempo en el desarrollo de su flanco de rey, así como en la defensa de las debilida­ des del flanco de dama, pero su po­ sición sigue siendo más que acep­ table. Por ejemplo: 18. Db5 a6 19. Db3 Db41 20. Txd5 Dxb3 21. Txd8 + Rxd8 22. ab Ad6, o bien 18. Df31 De4! 19. Dxf7 Td7 20. Df5 Dxf5 21. gf b6 22. Ad4 h5! bl 7. Ag2 7. Ag2 Se trata, a primera vista, de una modesta jugada, pero es en realidad una muy lógica concepción, cuya base consiste en el clásico reagru­ pamien!o de las piezas blancas antes

de iniciar el ataq\Je a la bayoneta en el flanco de rey. Las blancas no hos­ tigan precipitadamente al caballo negro de f6, pero aceleran el desa­ rrollo, a fin de probar que 6. ... h6 fue una pérdida de tiempo. El otro desarrollo posible del alfil, 7. Ae2 Cc6 8. Ae3, permite a las ne­ gras igualar con el contragolpe clá-. sico 8. . . . d5 y si 9. ed ed 10. 0-0 Ab4! 109

Ce5) 1O. . . . Cc6 1 1 . Ae3 y las negras no tienen contrajuego en compensa­ ción por su debilidad crónica, es de­ cir, el peón 'd'. 8. h31

Otro esquema de desarrollo puede ser igualmente recomendado, 8. ... Ae7 9. Ae3 (9. Cde21) 9. . . . Ce5 10. f4 Cc4 1 1 . Af2 Ad7 12. b3 Da5 13. Dd3 Ca3 14. 0-0 TeS 15. Cce2 0-0 16. c3 Tfd8 17. Tac1 (Hort/Andersson, 1980), o bien 9. . . . Cxd4 10. Dxd4 e5 1 1 . Dd3 a6 12. 0-0-0 Ae6 13. f4 b5 14. f5. En ambos casos las negras pueden luchar por la igualdad. Una formación pasiva, como 8 . ... Cxd4 9. Dxd4 Ad7 10. f4 Ac6 1 1 . Ae3 Ae7 12. 0-0-0 Cd7 obliga a las negras a una defensa precaria.

9. Ae3 10. De2

7. . . .

Cc6

7. ... a6 y 7. . . . Ae7 también son posibles, pero habitualmente condu­ cen a posiciones ya estudiadas, por inversión de movimientos, es decir, situaciones del tipo 7. ... a6 8. h4 d5, o bien 7. .. . Ae7 8. h4 g6 9. g5 hg 10. hg Txh1 + 1 1 . Axh1 r.h5 12. Af3 Cg7 13. Ae3 Cc6 14. Dd2 Cxd4 15. Axd4 e5, con juego complicado. Sería un error de las negras em­ prender una inmediata ruptura cen­ tral, con 7. . . . e5 8. Cf5 h5 9. g5, ya que no disponen de la jugada 9. ... Cxe4. 7. . . . d5 tampoco es correcto, en razón de 8. ed Cxd5 9. Cxd5 ed 10. h31 (pero no 10. Df3 Cc6 1 1 . Ae3

Ad7

Ae7

El viejo método 10. Cde2 0-0 1 1 . O­ O también es interesante, aunque después de 11 . ... Ca5 12. b3 b5 13. a3 (13. e5 de!) Dc714. Dd2 Taca, las negras tienen contrajuego. La teoría defensiva contemporánea tiene en alta consideración 10. ... g5. Por ejemplo: 1 1 . Dd2 Ce5 12. b3 Da5 13. f4 gf 14. Axf4 Ac6 15. Dd2 h5 16. g5 Ch7 17. h4 Ct8 (con idea de Cfg6). Y aquí todas las fuerzas negras asegu­ ran la fortaleza del punto clave e5. 10. De2 es el comienzo de un plan más lógico y prometedor, introdu­ cido en la práctica por el Gran Maes­ tro Robert Byrne.

10.

... a6 123

Las negras no pueden prescindir de esta jugada. Si 10 . ... Tc8 1 1 . f4 Cxd4 12. Axd4 Da5 13. e5 de, es fuerte 14. Dxe51 con ventaja blanca (Byrne/Estévez, 1973).

11. f4 12. Df21

Dc7

Las blancas dificultan un posible enroque largo de las negras y prácti­ camente las obligan a emprender algún tipo de acción en el centro, que en la situación dada sólo mejora ligeramente su posición: 1 2. ... Cxd4 13. Axd4 e5 14. Ae3 (14. Ab6?! Dc4! ) 14. .. . ef 15. Axf4 Ae6 16. O­ O-O Cd7 17. Thf1 0-0-0 y las negras no tienen contrajuego que compen­ se la ventaja posicional blanca.

con clara ventaja de las blancas (Be­ lova/Minogina, 1981). Ninguna de estas ideas ha sido suficientemente contrastada en la práctica, lo que nos permitirá obte­ ner conclusiones definitivas acerca de sus méritos. En nuestra opinión, no obstante, 7. ... Ae7 no es menos prometedora que la jugada del texto.

=

e) 7. Ae3 7. Ae3

a6

En la mayoría de los casos 7. Ae3 revierte a posiciones ya analizadas. Por ejemplo: 7 . . . . Cc68. Tg1, o bien 8. h3 Ad7 9. Ag2. Después de 7. ... a6 se llega a una posición que tam­ bién puede alcanzarse en otro orden de jugadas: 5. ... a6 6. Ae3 e6 7. g4 h6 (la variante Najdorf, por ejemplo). Hay dos alternativas a 7. . . . a6 que merecen consideración: 1 ) 7. ... e5 8. Ab5+ Ad7 9. Axd7 + Dxd7 1 O. Cf5 g6 1 1 . Cxh6 Axh6 12. g5 Cg4.

2) 7. ... Ae7 8. Df3 Cc6 9. Cxc6

(9. Tg1!?) 9 . . . . be 10. 0-0-0 e51 1 1 .

Tg1 Ch7! (pero n o 1 1 . . . . Ae6 12. h4 Ch7 13. g5! hg 14. hg Cxg5 15. Dg3 f6 16. f4 ef 17. Axf4 Db6 18. Axd6, 124

8. Df3 Esta jugada inicia un original trasla­ do de la dama que se encuentra con enorme frecuencia en la praxis de torneo, lo que la distingue de otras continuaciones, de distinto interés: 1 ) B. h4 b5?1 9. a3 Ab7 10. Ag2 d571 1 1 . g5 hg 12. hg Txh1 + 13. Axh1 Cxe4 14. Cxe61 Cxc3 15. Dh51.± (Zeshkovsky/Mijalchishin, 1981). Naturalmente, el juego negro en elflanco de dama, aún sin desa­ rrollar, es poco efectivo, pero inclu­ so 8 . .. Cc6 conduce a ventaja blan­ ca tras 9. Tg1, como ya se ha co­ mentado anteriormente. Las negras,

sin embargo, pueden obtener con­ trajuego con 8. . . . e517 9. Cf5 g6. Por ejemplo: 10. Cxh6 Axh6 1 1 . Axh6 Txh6 12. g5 Th8 13. gf Ae6 14. CdSCd71 2) 8. De2 bS (8. ... Cc6 es posible) 9. a3 Ab7 10. t3 Cbd7 1 1 . h4 dS 12. ed Cxd5 13. CxdS AxdS 14. 0-0-0 Dc7, con lucha compleja (Sax/Ghin­ da, 1979) 15. CxbS71 ab 16. TxdSb41

f4. Las negras hubieran pOdido obte­ ner excelente contrajuego, sin em­ bargo, con 10. ... Cg61 1 1 . f4 e5! 12. fe de 13. Cf5 Ab4 14. Cxg7 + Rf8 15. Axh6 Rg81 9. Dh3 111

3) 8. Tg1 Ae7 9. Df3 Dc7 10. h4 Cfd7 1 1 . g5 Ce5 12. Dg3 hg 13. Axg5 AxgS 14. hg (14. DxgS De71) 14. ... Cbc6 15. Cb3 Ad7 16. 0-0-0 0-0-0 17. f4 Cg6, con juego complicado (Velimirovic/Hübner, 1979) . 4) 8. f3 b5 9. Dd2 Ab7 10. 0-0-0 Cbd7 1 1 . a3 TeS, con chances equi­ valentes, según Geller. 8. ...

Cbd7

8. . . . eS es ahora insuficiente, de­ bido a 9. CfS g6 10. Cxh6 Axh6 1 1 . g5 Cg4 12. g h Cxe3 13. Dxe3 Ae6 14. 0-0-0 o bien 9. ... Ae6 10. 0-0-0 g6 11. gS hg 12. Cxd6+ Axd6 13. AxgS Ag4 14. Dxffl Dxt6 15. Axffl Axd1 16. Axh8 Af3 17. Tg1 INovikov/Avsha­ lumov, 1981) con clara ventaja de las blancas en ambos casos. 8. ... Cc6 es perfectamente posi­ ble, obligando a las blancas a defen­ der el peón 'g'. Ahora las blancas deben continuar 9. Tg1, ya que 9. Dh3 Cxd4 10. Axd4 e51 cambiarla las tornas. Hay un bonito ejemplo de ataque en la partida Horvath/Zinsel, 1980, que ilustra el castigo que espe­ ra a quienes se ocupan de "arañar" peones en la apertura: 9. . . . CeS 10. Dh3 Cexg47 1 1 . Txg4 eS 12. CfS g6 13. Th4 gf 14. ef d5 15. 0-0-0 d4 16.

9. . . .

CeS

Ahora, a 9. Ce5 seguiría 10. gSI, pero el contragolpe 9. . .. eS parece, una vez más prometedor y darla origen a una situación extre­ madamente aguda, después de 10. CfS g6 1 1 . g5 ( 1 1 . Cg3 Cb61 12. Ae2 hS 13. Dh4 Ae7! + Ermenkov/Polu­ gaievsky, 1978) 1 1 . -. . . gf 12. ef d5 13. 0-0-0 d4 14. gf de 16. Ac4 Dxf6 16. f4 CeS. Estas complicaciones se resolvieron en favor de las negras en la partida Sax/Gheorghiu, 1981, de mOdo que las blancas, en lugar de 10. CfS, debieran haber continuado más paclficamente. Después de 10. Cb3 Cb6 1 1 . f3 Ae6, las chances se equilibran. 10. f3 11. Cb3

e5 Ae6 1 25

El cambio 1 1 . Cxb3 es prematuro, ya que permite a las blancas el con­ trol del centro, con 12. ab Ae6 13. Ac4! Axc4 14. be Dc8 15. Df11 12. Cxc5 Después de 12. 0-0-0 Cxb3 13. ab Da5 14. Rb1 TeS, las negras consi­ guen contrajuego sobre la columna 'e' y en el centro, en conjunción con la posibilidad del avance d6-dS. Al cambiar en eS las blancas liquidan estas contrachances con ánimo de controlar la-casilla dS. 12. .. 13. Dg3 .

de Ad6

El sacrificio de peón 13. . . . Ae7 14. h4 DaS 1S. DxeS 0-0-0 es conoci­ do desde la partida Sax/Tukmakov, 1978, aunque no parece que conce­ da a las negras suficiente contra­ juego tras 16. Ac4! Ad6 17. Axe6+ Rb8 18. OfS fe 19. Dxe6 The8 20. Df71 Quizá las negras pueden mejo­ rar en algún momento su secuencia de juego, pero la posición, después de 13. Dg3, no justifica que las ne­ gras puedan jugar de manera tan aguda, pues ambos bandos se hallan igualmente desarrollados. 14. 0-0-0

dl7. gS

126

Esta es la reacción más lógica y más generalmente aplicada contra 6. ... h6. Ahora, después de 8. . . . a6 se produciría una posición similar a la Variante Najdorf, mientras que tras 8. .. . Cc6 la posición se parece al Ataque Rauzer. Sin embargo, con los peones 'g' y 'h' fuera del tablero, nos hallamos ante una situación que no favorece a las negras, ya que su rey no puede guarecerse e n su flan­ co natural y esto limita considerable· mente la elección de formaciones aceptables para sus piezas. El hecho de que las negras dispongan de un� torre que esté controlando la semi­ abierta columna 'h' no cambia la evolución de la posición, ya que el juego tendrá lugar en el centro del tablero. El problema fundamental que deben afrontar las negras será, pues, la evacuación de su rey de la zona de batalla.

d1) 8. .. a6 .

d2) 8. ... Cc6 d1)

hg

a6

8. ... Diagrama

De7

1 4. . . . Dc7 es un error, a causa de 1S. AbS + . Ahora las negras se aseguran el enroque largo y han solucionado to­ dos sus problemas de apertura.

7. g5

8. Axg5

9. Ag2 Es difícil conceder preferencia a cualquier otro plan. Tanto 9. t4 Cbd7 10. De2 (10. Df31?) 10 . . . . Ae7 1 1 . O· 0-0 ChS 12. Axe7 Dxe7 13. Oe3 Cdf6 14. Ae2 eS (Kavalek/Szabo, 1967) como 9. Dd2 bS 10. a3 Cbd7 1 1 . f4 Ab7 12. Ag2 Dc7 13. 0-0-0 Cb6 14.

De2 Cc4 15. h4 (Kosten/Kurajica, 1980) conducen a luchas complica­ das donde la elección de plan es meramente una cuestión de gusto. Con el alfil en g2, las negras proba­ blemente deban desarrollar su caba­ llo dama por c6, ya que después de 9. Ag2 Cbd7 10. De2 Dc7 1 1 . 0-0-0 las blancas pueden desarrollar fácil­ mente el ataque. 9. . . . 10. De2 11. 0-0-0

Ad7 Ae7 Dc7

Las blancas controlan un amplio espacio; pero las defensas negras son sólidas. Las continuaciones 12. f4 Cc6 13. Cf3 Ch5 14. Axe7 Cxe7 15. Dd2 Cg6 16. Ce2.0-0-0 y 12. h4 Cc6 13. f4 0-0-0 14. f5 Rb8 dejan a las blancas con una pequeña iniciati­ va, pero las negras tienen grandes posibilidades de igualar el juego.

d2)

8 . .. .

Cc6

9. Dd2 Esta es la jugada que se produce con más frecuencia en los torneos, aunque es posible que 9. Cb3 sea más prometedora, dado que la dama puede ser situada tanto en d2 como en e2. Por ejemplo: 9. Cb3 a6 10. f4 Dc7 1 1 . De2 b5 (o bien 1 1 . . . . Ae7 12. Ag2 Ad7 13. 0-0-0 ;,!; , o bien 1 1 . . . . Ad7 12. 0-0-0 Tc8 13. Ag2 b5 ;,!; • La partida Karasev/Krogius, 1971, siguió 12. 0-0-0 b4, con juego com­ plicado, pero 12. a3! es más fuerte, limitando el contrajuego ·negro, al tiempo que se conserva la iniciativa en el flanco de rey. Hay otro posible orden de juga­ das, aún más sutil: 9. h4! Db6 10. Cb3, con lo que las blancas mantie­ nen su elección de casillas para la dama, pero por otro lado las negras están obligadas a gastar tiempo en la retirada. Por ejemplo: 1 0. . . . a6 1 1 . De2 Dc7 12. 0-0-0 b5 13. Ah3 Ae7 (13. ... b41? 14. Cd5 ed 15. ed + Ce7) 14. f4 Ab7 15. The1 e5 16. fe Cxe5 17. Dg2 ± (Zhuravlev/Pyaeren, 19nl. 127 ;

9. ...

Db6

Es útil desviar al caballo blanco de su activa posición central, pero las negras 'deben tener cuidado con no retrasar su desarrollo. 9. . . . Ad7 10. 0-0-0 Db6 1 1 . CdbSI 0-0 12. Ca4 (Zaitsev/Zhelia!"ldinov, 1966), con ventaja blanca, lo mismo que 9 . . . . Ad7 10. 0-0-0 a 6 1 1 . f4 Db6 12. Cf3! Dc7 13. eS (Nikitin/Goldin, 1971 ). Ahora el caballo debe dejar el cen­ tro, ya que tanto 10. 0-0-0 Cxd4 1 1 . Dxd4 Dxd4 12. Txd4 a6 13. f4 (13. Ca4 Cd71) 13. ... Ad7 14. eS Ac5! como 10. Ae3 Cg4 1 1 . Ca4?1 Dd8 12. Ag5 Cxd41 favorecen a las negras, asl como también 10. CdbS a61 1 1 . Ae3 Dd8 12. Cd4 Cg4 13. AgS? Cxd4.

10. Cb3

a6

Interesante, aunque no pueda considerarse estrategicamente co­ rrecta es la idea de Magerramov 10. . .. CeS 1 1 . De21 ( 1 1 . Ae2 Th31) 1 1 . . . . Ad7. Hay dos maneras en que las blancas pueden conseguir ventaja: 12. 0-0-0 Tc8 13. f4 Cc414. Td4 Ca5 1S. Dd2 Cxb3 16. ab Cg4 17. Ae2± (Chiburdanidze/Erenska, 1978) y 12. f4 Ceg4 13. eS! Ac6 14. ef gf 1S. Dxg4 Axh1 16. Axf6 Txh2 17. Ad4, más acorde con el tono de un libro monográfico. Es més peligroso mover el caballo una jugada més tarde: 1 0. ... Ad7 1 1 . 0-0-0 CeS. La partida Mariotti/ Balashov, 1976, continuó 12. Ae3! Dc7 13. f4 Cc4 14. Axc4 Dxc4 15. eS! de 16. fe Cd517. CxdSed 18. CaSI ±, donde las negras carecen de com­ pensación por su pobre desarrollo.

11. o-o-o 128

Ad7

El plan a base de 1 1 . ... Dc7 (con idea de b7-b5-b4) parece arriesgado, ya que el rey sigue en el centro, haciendo asi sospechosa toda opera­ ción temprana en el flanco de dama. A pesar de todo, la praxis aún no ha encontrado un método para refrenar una linea con el dictamen "±".

1) 12. Ae3 b5 13. Ag2 b4 14. Ca4 Tb8 1S. f4 eS 16. h3 Ae6 (16. . . . Ad7 17. Df21 Cd4 18. Cxd4 ed 19. Axd4 Axa4 20. e5! con ataque) 17. Df2 Cd7, con juego complicado (Shers­ hnev) Pokrovsky, 1973/74). 2) 12. f4 bS 13. Ag2 b4 (13. . . . Ab7 14. De31 b4 1 S . Ca4 Cd7 16. e5 dS 17. fSI± Razuvaiev/Commons, 1978) 14. Ca4 eS 15. fe de= (Ghin­ da/Nunn, 1979). Después de 1 1 . ... Ad7 la partida adopta un carácter más pacffico. 7741

Las negras se las han arreglado para no caer en serio peligro y no tie­ nen grandes dificultades para com­ pletar su desarrollo. De todos mo­ dos, no han conseguido aún la igual­ dad ya que las blancas llevan la voz cantante en todo el tablero. La posi-

ción .del rey negro en el flanco de dama no será lo b·astante sólida y la coordinación de sus piezas en tan restringido espacio se revelará difícil. El juego puede ahora bifurcarse en varias direcciones, que dictarán las jugadas siguientes, pero en todo caso las blancas tendrán la iniciativa. 1 ) 12. Ae3 Dc7 13. f4 bS 14. Ag2 Tc8 (Stein/Krogius, 1964/65). 2) 12. Af4 CeS 13. Ae3 Dc7 14. f4 Cc4 1S. Axc4 Dxc4 16. eS (Romanis­ hin/Krogius, 1971). 3) 12. Ag2 CeS? (más sólidas son 1 2. . . . Dc7 ó 12 . . . . Ae7) 13. f4 Cc4 14. Dd4 Dc7 1S. eSI Ch7 16. Ah4± (Chiburdanidze/Kushnir, 1970). 4) 12. f4 Dc7 13. Ae2 b5 14. a3 b4 1S. ab Cxb4 16. Af3 Tb8? (16. . . . Tc81 17. Rb1 e S = ) 17. e 5 de 18. fe Ch7 19. Ae3± {Zaitsev/Padevsky, 1980). 12. h4 ... El plan más frecuente: las blancas liberan a su torre y pretenden situar el peón en hS con ayuda de su alfil, después de lo cual el soporte del Cf6 comienza a tener fisuras.

12. ...

Oc7

En principio las negras deberían poder prescindir de esta jugada. Por ejemplo: 12 . ... Ae7 13. Ae2 0-0-0 14. h5 Rb8 1S. f4 Ac8 16. Af3 Cg8, pero la jugada de dama que libera espacio para el peón b7 es más ac­ tiva. 13. Ae2

Ae7

13 . ... b5 14. a3 b4 15. ab Cxb4 17. f4 Tc8 18. Rb1 eS también es posible. Las negras, al dejar el peón en b7, preparan una guardia para su rey.

14. f4

15. h5 16. Af3 17. Oe3

0-0-0

Rb8 Ac8

Esta posición, que constituye un esquema defensivo característico de las negras, se produjo en la partida Spassky/Ribli, 1976. La posición negra es sólida pero pasiva. Por con­ siguiente, no debe sorprender que las evaluaciones de la línea 6. . . . h6 concluyan por nuestra parte con el dictamen "pasiva e insuficiente para igualar el juego".

3.2. {1 e4 c5 2. Cf3e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. g4 a6)

Diagrama En este capítulo consideraremos la variante en que las negras inician

el desarrollo en el flanco de dama, sin jugar el caballo a c6. Con este enfoque pretenden coartar las acti­ vas operaciones de las blancas así

129

nerse con ella a posiciones de la Va­ riante Najdorf. En consecuencia, además de 7. . .. h6, consideraremos otras tres continuaciones:

77

1) 7. . . . b5 8. g5 b4? 9. gf be 10. fg Axg7 1 1 . b4! ( 1 1 . b3 Cd7 12. Tg1 Af6 13. Dh5! tampoco es malo, ya que las blancas tienen la iniciativa, Zeshkovsky/Dvoiris, 1980).

como presionar sobre la diagonal a8h1 lo más rápidamente posible, apun­ tando al peón e4. El grave inconve­ niente de este método es obvio: el caballo de d4 no está atacado, lo que hace mucho más difícil el contra­ juego negro. 7. g5! Si las blancas comienzan a pensar acerca de reforzar el centro o jugar en el flanco de dama, su ataque en el flanco de rey pronto desaparecerá, y si esto sucede quedarán en evidencia los defectos del temprano avance del peón 'g'. A 7. Ag2 las negras pueden continuar 7 . .. . Cc6 sin preo­ cuparse acerca de 8. Cxc6 be 9. e5, debido a 9. ... Cd5 10. ed Dxd6 1 1 . Ce4 Dc7 12. c4 Cf41 13. Axf4 Dxf4 14. Cf6 + Re71 (Pianinc/Ribli, 1973). Después de 7. a4 las negras dispo­ nen de varias continuaciones: 7. . . . Cc6, 7. .. . d5 y 7. . . . e5. En todos es­ tos casos el avance del peón 'a' por parte de las blancas se revela ino­ perante. Merece la pena detenerse en la ju­ gada 7. Ae3, ya que puede traspo130

21 7. . . . d5 8. e5 Cfd7 (8. ... Ce4 9. Cxe4 de 10. Ag2 Da5+ 1 1 . Dd2 Dxe5 también es posible) 9. f4 Ae7 10. Df3 Cc6 1 1 . 0-0-0 g5! 12. Dh3 Cxd4 13. Axd4 gf 14. Rb1 Ac5, con chances iguales (Zeshkovsky/Pa­ látnik, 1980). 3) 7. ... e51 8. Cf5 g6. Dado que e3 está ocupada, la única continua­ ción posible para las blancas es el gambito 9. g5 gf 10. ef, introducido en la praxis de torneo por el ajedre­ cista húngaro Perenyi. El sacrificio de pieza intensifica la situación, pero no parece que las blancas tengan compensación suficiente después de 10. . .. d 5 1 1 . Df3d4 12. 0-0-0 Dc7. 7. .. . 776

Cfd7

Aquí las blancas deben elegir un plan: a) 8. Ag2 b) 8. Ae3 a) 8. Ag2 8. Ag2 Las blancas pretenden desenca­ denar rápidamente la avalancha de peones, sin invertir tiempo alguno en profilaxis. Algunas veces se ha jugado 8. Ac4, que invita a las negras a caer en la celada 8. . . . b5? 9. Axe6 fe 10. Cxe6 Da5 1 1 . Ad21 ±, pero en lugar de 8. ... b5? el caballo d7 podría to­ mar una posición activa, lo que per­ mitiría a las negras reagruparse: 1 ) 8. . . . Ce5 9. Ae2 (9. Ab3 Cbc6 10. Cxc6 Cxc6 1 1 . Ae3 Ae7 12. f4 Ca5=) 9. . . . b5 10. a3 Cbc6 1 1 . Ae3 Cxd4 12. Dxd4 Cc6 13. Dd2 Ae7 14. f4 0-0 15. 0-0-0 Da5= . 2) 8. . . . Cb61 9. Ae2 (9. Ab3 d5! 10. ed ed = ) 9. ... e5 (9 . . . . d5 tam­ bién es posible) 10. Cb3 Ae6 1 1 . Ae3 Ae7 = . 8. ...

b5

Más sólido, por supuesto, es 8. . . . Cc6, pero dado que sólo estamos estudiando las líneas derivadas de 6. . . . a6, en las que las negras no jue­ gan ... Cc6,. no procede considerar esa posibilidad aquí. Las negras también pueden inten­ tar guarecer a su rey en el flanco de dama, con 8. . . . Dc7 9. 0-0 Cc6 10. Cde2 b5 1 1 . a3 Ab7 12. Cg3 Cb6 13.

f4 0-0-01? y ambos bandos han enro­ cado en el flanco menos habitual. Ahora se debilita el ataque a la bayo­ neta, pero la posición del rey negro en el flanco de dama tampoco per­ mite a las negras emprender opera­ ciones activas y su limitado espacio de maniobra dificulta la obtención de contrajuego en otras zonas del ta­ blero. Las blancas, por otro lado, pueden jugar 10. Cxc6 be 1 1 . f4 d5±.

9. f4 Las blancas mantienen igualmente una fuerte iniciativa después de 9. Ae3 Ab7 10. 0-0. Por ejemplo: 1 ) 10 . ... Cb6 1 1 . Dg4 Cc4 12. Ac1 g6 13. b3 Ag7 14. Td1 Cc6 15. Cce2! (Liberzon/Espig, 1972). 2) 10. ... Cc5 1 1 . a3 Cc6 12. f4 Ae7 13. Dg4 Cxd4 14. Axd4 e5 15. fe Ce6 (Sax/Georgiev, 1980).

9. . . . 10. f51?

Ab7

Un interesante ataque de gambito, que agudiza el carácter de la lucha. Una vez más, las blancas pueden op­ tar por conducir el ataque por medios menos drásticos: 1 ) 10. a3 Cb6 1 1 . 0-0 Dc7 1 2 . R h 1 g 6 13. f 5 (Damjanovic/Petrosian, 1978). 2) 10. 0-0 b4 (10. . . . Cc6 es más sólido) 1 1 . Cce2 Cc5 12. Cg3 d5 13. e5 Cc6 14. Ae3 g6 15. a31 Cxd4 16. Dxd4 ba 17. b4! (Sveshnikov/Geor­ gadze, 1978).

3) 10. h4 Cc6 1 1 . Ae3 TeS (única) 12. o-o Ae7 13. f5 Cxd4 14. Axd4 e5 15. Ae3 Cb6 16. f61 (Jolmov/Don­ chenko, 1980). 10. ...

b4

14. Ce6! Db6+ 15. Rh1 las blancas han planteado a su oponente proble­ mas difíciles de solventar. bl 8. Ae3 8. Ae3

Las negras no pueden permitir la apertura de líneas 10 . . .. ef 1 1 . De2!, o bien 10 . ... e5 1 1 . Cde2 Ae77! 12. f6! gf 13. Cg31 fg 14. Cf5±, de modo que deben jugar con energía. 1 1 . fe La retirada del caballo 1 1 . Cce2 no sólo es desventajosa para las blan­ cas, sino que facilita la tarea de las negras. 11. . . . 12. ef+

be

Después de 12. ed + Cxd7 13. 0-0, o bien 13. Cf5 + las blancas también se hacen con la iniciativa "a cambio de nada", aunque la textual parece ciertamente peligrosa. 12. ... 13. 0-0 +

Rxf7 ReS!

Esta posición no se ha producido aún en la práctica y su evaluación tendrá influencia para que algún día sea o no puesta sobre el tapete. ¿Pueden las negras restringir la acti­ vidad del caballo d4? Los autores estiman que las blancas tienen ata­ que compensatorio por el material sacrificado. Sin ·embargo, es dificil "arañar" algún peón aqui. Después de 14. Df3 Ce5 15. Dxc3, la defensa negra no es fácil, pero después de

132

Esta es la continuación más popu­ lar. Hay mucho donde elegir dentro de la enorme actividad de torneo vol­ cada sobre estas líneas de juego, por lo que reseñaremos algunos planes interesantes: 1 ) 8. a4 Cc6 9. Ae3 Cde5 10. Ae2 (10. Cb3 Ca5) 1 0. . . . Cxd4 1 1 . Dxd4 Cc6 12. Dd2 (con idea de f2-f4) ase­ gura ventaja espacial. La idea de cambiar el Cd7 por el Cd4 se encuen­ tra a menudo en la práctica, pero es demasiado lenta, por lo que tiene poco efecto. 21 8. Tg1 b5 9. a3 Cb6 10. Tg3!? Ab7 1 1 . Ag2 Cbd7 12. b3 g6 13. Ab2 e51 14. Cde2 h6 15. h4 hg 16. hg Ae7 17. Dd2 Cc5 (Brueggemann/Espig, 1970). Aunque las negras se han apoderado de la iniciativa, la forma­ ción blanca, con 10. Tg3 y 1 1 . Ag2

es original y deberá ser erosionada por la competición, antes de pro­ nunciarnos al respecto. 3) S. f4 b57 (S . ... Cc6 9. Ae3 Ae7 y esta posición será analizada más adelante) 9. f5 ef (9. ... Ce517) 10. Cxf5 Ce5 1 1 . Af4 CSc6 12. Cd5 Ae6 13. De2 T� 14. o-o-o (Beliavsky/ Vogt, 1980). Las blancas tienen fuer­ te ataque. 4) 8. h4 b5 9. h5 Ab7 (9. . . . b4·10. Cce2 Ab7 1 1 . Cg3 Cc5 12. Ag2 d5 13. g6 hg 14. hg Txh1 + 15. Axh1 de 16. gf + Rxf7 oo y requiere minu­ cioso análisis) 10. Ag2 Cc6 1 1 . a3 TeS, con posición complicada favo­ rable a las blancas (Cardoso/Petro­ sian, 1975). 8. ...

\

mp í ¡( estrategia. la pr�í:tici!'e��:::-, � El-ataqué blanoo i.Í.éde revelarse peligroso después de.9� f4 Ab7 (9 . . . . b41? es ·más flojo, ya:que las blancas han ganado un,tieínpo tras 10. Cce2 Ab7 1 1 . Ag2 Cc5 12. Cg3 Cbd7 13. Q-0) 10. f51? b4. Tahl considera que después de 1 1 . fe! be 12. d + ( 12. ed + Cxd7 :¡:) 12. . . . Rxf7 �3. Ac4+ Re8 14. o-o, o bien 14. be, las blan­ cas tienen grandes posibilidades de ataque, si bien no existe un método evidente de conducir la ofensiva.

4i)

b5

Continuaciones como S. . . . Dc7 u S . ... Ae7 son demasiado po.;;lldS.

9. a31 Una modesta pero muy útil juga­ da, ya que fija el dúo de peones ne­ gros por un tiempo considerable. Ahora las blancas pueden ocuparse de organizar la bayoneta en el flanco de rey. El avance 9. a4 inicia el juego so­ bre todo el tablero y sólo puede con­ ducir al éxito· si hay una marcada di­ ferencia en la fuerza de los conten­ dientes. La partida Smyslov/Vogt, 19n,continuó 9. . . . b4 (9. ... ba!?) 10. Ca2 Ab7 1 1 . Ag2 Cc5 12. Cxb4 Cxe4? ( 1 2. . . . Axe4 13. Axe4 Cxe4 14. Dg4 d5= l 13. Dg4 d5 14. Cd3 Ae7 15. h4 Cd7 16. o-o o-o 17. Tfd1 TeS 1S. c3 y aunque las blancas se impusieron, no se ha vuelto a ver en

9. .. .

Cb61

La praxis ha emitido ya su juicio acerca del traslado del caballo a c6, juicio negativo ya que en realidad no hay amenaza concreta sobre el peón e4 y desde c5 el caballo estorbará el tradicional contrajuego negro sobre la columna 'e': 9. . . . Ab7 10. Dd2 Ae7 1 1 . h4 Cc5 12. f31 Dc7 13. o-o-o Cbd7 14. Axb5!± (Fischer/Najdorf, 1960), o bien 9. ... Ab7 10. Tg1 Cc5 1 1 . Dg4 Cbd7 12. o-o-o Ae7?1 13. f41 Cxe4 14. Cxe4 Axe4 15. Ag21 Axg2 16. Dxg2 o-o 17. f5 ef 18. Cxf5! ± (Vasiukov/Djindjihashvili, 1972).

1 33

Habitualmente, las jugadas 9. Cb6 y 9. ... Ab7 conducen a las mismas posiciones. 00•

719

10. Tg1 10. oo. h6 es una buena respuesta a 10. f4, ya que después de 1 1 . g6 Oh4+ la posición de ambos reyes es incierta. 10. Od2 sitúa a la dama en un puesto insuficientemente agresi­ vo. La partida Korsunsky/Timos­ henko, 1979, continuó asl: 10. Ab7 11. (}(}0 C8d7 12. f4 TeS 13. Ad3 Cc4 14. Axc4 Txc4 15. The1 Cc51 16. Ag1 Ae7 17. b3 Txc31, con posición complicada. 10. Ag2 C8d7 11. f4 no parece lo bastante sólido, ya que las blancas amenazan con la ruptura f4-f5-f6, y a 11. e5 podrían contestar 12. Cc61 Oc7 13. Cb4 ;!;, y no 12. Cf57, 12. g6 13. Cxd6+ Axd6 14. Dxd6 Cc4 15. Dd3 Cxb2 16. Dd5 Cc41 17. Ah3 0.01 18. DxaS Da5 19. Ad2 C7b6'f' (Estrin/Espig, 1971). Una interesante concepción es el plan de ataque directo: 10. h4 Ab7 1 1 . h5 C8d7 12. Th317 y después de 12. oo• Ae7 13. g61 Af6 14. Og4 De7 15. gf + Rxf7 16. 0.0.0 el rey negro se halla seriamente amenazado (Pokojowczyk/Sznapik, 1978). Las blancas también quedan mejor tras 12. oo• Cc513. Dg4 Od7. 000

0 0 .

0 0 '

Con la jugada de torre las blancas preparan el avance inmediato de peones, cuyo objetivo es el peón e6 enemigo: ¡el alfil dama negro tiene ya trabajo, sin haberse movido de su casilla iniciall 10.

134

000

C8d7

11. h4 Un auténtico rompecabezas se ori­ gina con el avance del peón 'f': 1 1 . f4 Ab7 12. f5 e5 ( 1 2. ... ef 13. ef ;t ) 13. Ce61 Shamkovich publicó un exhaustivo análisis sobre esta linea en 'Chess Lite and Review', en enero de 1979. La variante fundamental discurre asf: 13. fe 14. Dh5+ 1 Re71 15. fe Rxe6 16. 0.0-0! Re7 17. g6 Cf6 18. Ag5! DeS 19. Ah41 Cd7 20. Ah3 RdS 21. Axd7 Rxd7 22. Axf6 gf 23. Df5+ De6 24. g7 Dxf5 25. gh =DI Ah6+ 26. Rb1 Axe41 27. Tg7 + 1 Axg7 (27. oo. Re6 28. Dxg7 + 1 Re629. Cxe4 Dxe4 30. Dc7!;!; ). Unas escaramuzas verdaderamente bellas y complicadas, que requieren verifi­ cación práctica. 000

11. .. . h5

12.

Ab7 g6

Seria peligroso para las negras permitir g5-g6. 13. Th11

El momento .culminante en la ba­ talla de la apertura. Las negras no han conseguido crear contrajuego y la iniciativa blanca en el flanco de rey amenaza con tornarse peligrosa. A 13. . . . Ag7 podría seguir 14. hg hg 15. Txh8+ Axh8 16. Cdxb51 ab 17. Cxb5, y después de 13. ... Tg8 14. hg hg H?. Th7 Ag7 16. Df3 Cf8 17.

Th1, las negras se enfrentan a una difícil defensa. En consecuencia, se diría que las negras debieran desviar­ se del análisis anterior, replicando a 8. Ae3 u 8. Ag2, con 8. . . . Cc6, pero este método, como ya hemos seña­ lado anteriormente, corresponde estudiarlo en otro capítulo.

3.3. 1 1 . e4 c5 2. Cf3 d6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 e6 6. g4 Cc61l

6. .. . .Cc61 constituye la respuesta más lógica al ataque de flanco de las blancas. A base de desarrollar natu­ ralmente sus piezas, las negras crean presión en el centro, lo que obliga a las blancas a resolver el problema de su caballo en d4. Otra jugada lógica de desarrollo (6. . . . Ae7l ya ha sido estudiada. 7. g5 Las blancas no pueden prescindir de esta jugada, ya que después de 7. Ag2, el peón g4 cae, tras 7. .. . Cxd4, mientras que a 7. Ae3 ó 7. h3, puede responderse con 7. . . . Ae7 ó 7. . . . d5. Con la expulsión del caballo de f6 las blancas se aseguran por algún tiempo el dominio del centro. 7. ...

Cd7

Sería un error el cambio de caba­ llos antes del desarrollo del alfil rey. Después de 7. . . . Cxd4 8. Dxd4 Cd7, las blancas dificultan seriamente el desarrollo del flanco de rey negro.

Una de las primeras partidas en que se jugó 6. g4 (Keres/Bogoljubov, 1943) continuó: 9. Ae3 a6 10. Ae2 Dc7 1 1 . f4 b6 12. f5 Ce5 13. fe fe 14. a4 Ae7 15. h4 Dc5 16. Dd2 Dc7 17. Tf1 Ab7 18. Ad4 Tf8 19. 0-0-0±. Después de 7 . . . . Cd7, las blancas se encuentran en una encrucijada. Pueden emprender operaciones ac­ tivas en el centro, o bien optar por un ataque al rey negro, tanto a base de piezas como de peones. al 8. Cdb5 bl 8. Ae3 a) 8. Cdb5 8. Cdb5 Diagrama Hay consideraciones posicionales que permiten a las blancas crear amenazas concretas, pese a hallar­ nos en una fase tan temprana del juego. Entre esas consideraciones se

135.

encuentra la debilidad del punto d6 -un peón importante para las ne­ gras-, y la posibilidad de incremen­ tar la presión sobre el mismo. Por otro lado, las negras tienen ciertas dificultades de maniobra, por lo que durante un tiempo estarán limitadas a un restringido sector del tablero.

8. ...

Cb6

Esta es la única casilla aceptable para el caballo, ya que 8 . . . . Cde5 provoca el avance del peón 'f': 9. f4 Cg6 10. h4, o bien 10. Ae3 a6 1 1 . Cd4 Cxd4 12. Dxd4±. Si 8. .. Cc5 9 . Af4 Ce5 (9. ... e5 permitirla 10. Cd5! Ce6 1 1 . Ae3±), y ahora 10. b41 Ca6 1 1 . a3Ae7 12. Ag31 es fuerte, ya que el caballo de b5 molestará durante largo rato a las piezas negras.

9. Af4

Ce5

Menos útil, pero perfectamente jugable es el método defensivo a base de 9. ... e5 10. Ae3 Ae6, donde las negras fijan la estructura de peo­ nes centrales sin motivo especial.

10. Dh51 136

Todo el ataque se basa en esta ju­ gada que no es, en modo alguno, E!'Jidente. La dama no sólo libera así d1 para las torres, sino que permite, al mismo tiempo, el ataque sobre d6 y el caballo eS. Por otro lado, plan­ tea diversas amenazas ocultas, como 11. Axe5de 12. g61 Es tentador a primera vista forzar a las negras a prescindir del privilegio de enrocar, mediante 10. Axe5 de 1 1 . Dxd8+ Rxd8 12. o-o-o+ Ad7 13. Ae2 a6 14. Cd6 Axd6 15. Txd6, pero las blancas tienen peor final, en ra­ zón de sus débiles peones del flanco de rey: 15. . . . Rc7 16. Td3 h61 17. Tf3 Taf8 18. Tg1 g6 (Vitolinsh/Ka­ pengut, 1976). 10. ...

Cg61

Las negras no pueden atacar el caballo con 10. . . . a6, a causa de 1 1 . o-0-01 a b 12. Axe5±. La reacción natural 10. .. . g6 sólo sirve para ayudar a las blancas: 10. ... g6 1 1 . Dh31 Ad7 (11 . . . . a6 12. o-o-o Cbc4 13. Axc4 Cxc4 14. Cxd6+ Axd6 15. Axd6 Db61 16. Ca4 Dc6 17. Dc3!±) 12. o-o-o Db8 13. Dg31 y la

catástrofe sobre d6 es inevitable. la praxis también se ha pronun­ ciado sobre 10• . . . Ad771 1 1 . Axe5 de ( 1 1 . ... g6? 12. Axd6±.) 12. g6 a6 13. gf + Re7 14. Ca3 Dc7 15. 0-0-0 g6 16. Dh4+ Rxf7 17. Cc4 Cxc4 18. Axc4 Ae7 19. Dg31 y las blancas tie­ nen clara ventaja, debido a la deses­ perada posición del rey negro y a la concreta amenaza de ataque a base de h2-h4-h5 (Szabo/lvkov, 1973).

11.

Ag3

El alfil ha de retirarse, ya que 1 1 . Axd6 Axd6 12. Td1 seda refutado con el inesperado recurso 12. . .. 0-01 13. Cxd6 De7! y con su rey en el cen­ tro y retraso en el desarrollo, las blancas deberán concentrarse en conseguir la igualdad, a pesar de su "sano" peón de más. Por medio de 1¡¡ retirada de alfil a g3, las blancas mantienen en obser­ vación al peón d6 e intentarán crear un ataque directo al rey jugando pre­ viamente en el centro. Contra la retirada 1 1 . Ae3 los autcr res recomiendan 1 1 . ... a6 12. Cd4 d51 13. 0-0-0 Ab4 14. Cde2 0-0 15. h4 Cc4 16. ed Da51 con juego extraor­ dinariamente complejo.

11. .. 12. Cbd4 .

a6 Ae7

12. . . . h6 seria un error, debido a 13. gh Txh6 14. Da51 y seria difícil que el rey negro escape del cerco. 12. ... d51 sin embargo, merece aten­ ción, con líneas similares a las ya ccr mentadas. 13. 0-0-0 14. Rb1

Axg5+

0-0

15. Tg1 Con el sacrificio de un peón las blancas han conseguido presionar en el centro y flanco de rey. Después de 15. ... Af6 16. f4 Dc7? 17. Td31 las blancas consiguieron rápidamente ataque en la partida Chiburdanidze/ Kozlovskaya, 1979, pero esto no ha­ brla sucedido si en lugar de 16. . . . Dc7 las negras hubiesen jugado 16. ... e51 17. fe Cxe5, con sólida posi­ ción defensiva y peón de más para las negras. b) 8. Ae3

8. Ae3 El orden de jugadas preciso. Las blancas no comprometen a su alfil rey en una sola diagonal y al mismo tiempo liberan a la dama de la defen­ sa del Cd4. Se contempla, asimismo, la posibilidad del enroque largo. A pesar de todo, tampoco es fácil para las negras solucionar sus prcr blemas dé apertura, tras 8. Ae2. El avance d6-d5 será más difícil y pasa­ rá algún tiempo antes de que las negras consigan encontrar algún t ipo de contrajuego. Después de 8. . .. a6 se llega a una posición que puede producirse igualmente por in­ versión de jugadas, tras 6. ... a6, y ahora procederemos a los análisis mencionados en el capitulo intrcr ductorio al Ataque Keres. Diagrama 1 ) 9. Ae3 Cde5 10. 0-0 h6 1 1 . gh Dh4 12. Cf3 Cxf3 13. Dxf3 g6 14. Tad1 Axh6, con juego complicado (Ubilava/Anikaiev, 1976). 137

122

tablero, o bien forzar el avance del peón 'd', o, por fin, retener a su rey en el centro y preparar contrajuego en el flanco de dama. b1) 8. . .. Ae7 b2) 8. . . . Cb6 b3) 8. . .. a6 b1) 8. ...

2) 9. f4 Db6 10. Cb3 h6 1 1 . De2 hg 12. Ae3 Dc7 13. fg Cce5 14. 0-0-0 b5, y de nuevo las negras tienen una posición satisfactoria 1 Byrne/Peters, 1975). 3) 9. h4 (éste es el plan más peli­ groso. El peón 'f', como veremos en los ejemplos que siguen, es mejor dejarlo en su casilla de origen, por tiempo indefinido) 9. ... Cxd4 1a 9. ... Dc7, es una fuerte réplica 10. h5) 10. Dxd4 b5 1 1 . a41 (contra la conven­ cional 11. Ae3 Ab7 12. f4, las negras consiguen crear contrajuego con 12. . . . TeS, seguido de ... Tc4) 1 1. ... e5 12. Dd1 ba 13. f4 Ab7 14. f5 TeS 15. 0-0. Las chances blancas son mejo­ re�azuvi!iev/Ree, .1975). Volvamos al plan a base de 8. Ae3. Las negras deberán ahora reve­ lar su estrategia de apertura y, natu­ ralmente, las jugadas de la in.minente batalla serán dictadas por la decisión estratégica adoptada por el ene­ migo. Las negras, con su próxima juga­ da, pueden inclinarse por alejar a su rey del centro, preparando a conti­ nuación contrajuego en el medio del

1 38

Ae7

El comienzo de un plan absoluta­ mente lógico y sólido. Las blancas deberán ahora desvelar sus intencio­ nes, ya que se amenaza el peón g5. En ocasiones se han cambiado inmediatamente los caballos, pero esto no alivia las dificultades de las negras: 8. ... Cxd4 9. Dxd4 Ce5 19. . . . a6 -véase Keres/Bogoljubov, 1943, ya reseñada) 10. Ae2 Cc6 1 1 . Dd3 Ae7 12. Af4 0-0 13. 0-0-0 e5 14. Ae3 Ae6 15. Cd5 Da5 16. a3 (Nunn/ Jansa, 1979). Este ha sido un tlpico ejemplo de la lucha que suele produ­ cirse cuando los caballos se cambian en fase temprana. Las blancas no atacarán al rey enemigo con peones, pero si tratarán de mantener una ini­ ciativa duradera que les garantice un total dominio del centro, atando a las piezas negras a la defensa del peón d6. Contra 8. ... Cde5 (si 9. f4 Cxd4 10. Axd4 Cc6) podemos reco­ mendar 9. Cb3, después de lo cual las negras pueden elegir entre la reti­ rada del caballo tras f2-f4, o bien re­ forzar su posición en el centro con ayuda de una original, aunque estra­ tégicamente arriesgada operación: 9. .. . h6 10. hg g5!? 1 1 . Ae2 Df6. Después de 8. ... Ae7 las blancas

pueden optar por trasferir sus objeti­ vos de dama o bien por preparar su ofensiva de peones.

b1.1) 9.h4 b1.2l 9. Tg1! b1.1) 9 . h4 En principio no es muy importante qué peón se adelanta. Si 9. f4 hay que contar con la posibilidad 9. . . . h6, aunque el juego d e doble filo que se produce tras 10. hg Txh6 1 1 . f5 Ah4+ 12. Re2 Ag5?! 13. Cdb5, o bien 10. g6 Ah4+ 1 1 . Rd2, es bene­ ficioso para las blancas.

9. ...

O-O

Esto parece arriesgado, pero como ha demostrado la práctica, se trata de un aceptable método de de­ fensa. Sus aspectos positivos son evidentes: las negras pondrán en jue­ go sus fuerzas para efectuar opera­ ciones en el centro y flanco de dama. Por otro lado, y a fin de tener éxito en

su ataque, las blancas deberán pro­ ducir huecos en la protección de peo­ nes del rey negro, lo que no es, en modo alguno, tarea fácil. Las negras también pueden jugar 9. ... Cb6, en lugar de 9. . . . 0-0, ya que a 10. f4 podrían elegir entre 1 0. .. . d5 y 10. ... h6, lo que no resulta­ ría desventajoso. Porejemplo: 1 1 . Ag2 hg 12. hg Txh1 + 13. Axh1 Cc4! 14. Acl Db6, o bien 1 1 . gh Axh4 + . 9. ... a6 conduce habitualmente a una transposición de jugadas, sobre todo si las blancas juegan 10. Dd2. Así, 10. ... Cxd4 1 1 . Dxd4 0-0 12. O-O­ O b5 13. Tg1 Tb81 14. h5 b4 15. Cd5?! (15. Ce2 e51 16. Dc4 Cc5 oo ) 15 . . . . e d 16. h6 Ce5 17. f4 Dc7 oo (Poko­ jowczyk/Timoshenko, 1979). En al­ gunos casos se ha visto 10. De2, cuya idea básica radica en utilizar las co­ lumnas centrales para operar en el medio del tablero. Qué puede suce­ der si las negras juegan sin precisión puede verse en la partida Karpov1 Dorfman, 1976: 10. De2 Dc7?! 1 1 . O­ O-O b5 12. Cxc6! Dxc6 13. Ad4! b414. Cd5! ed 15. Axg7 Tg8 16. ed Dc7 17. Af6 Ce5 18. Axe5 de 19. f4.±. Si las negras hubieran jugado la maniobra standard 10. ... Cxd4 (en lugar de 1 0. . .. Dc7) la partida adoptaría un carác­ ter incierto y con posibilidades recí­ procas, después de 1 1 . Axd4 0-0 12. 0-0-0 b5. Por ejemplo: 13. a3 Ab7 14. f4 Da5, o bien 1 4. . . . Tc8, y si 15. h57 e5 16. Ae3 Txc3, etc. 10. Dd2 Es demasiado pronto para definir la posición del Af1. 1) 10: Ac4 Cb6 1 1 . Ab3(u 1 1 . Ae2) 1 1 . ... d5 12. ed ed 13. De2 Ab4= 139

(lvkor/Giigoríc, 1966) . 21 10. Ag2 a6 1 1 . f4 Cxd4 ( 1 1 . ... TeS 12. o-o At8 13. fS?! CdeSI es po­ sible, aunque un tanto pasivo) 12. Dxd4 bS. El alfil de g2 difícilmente po­ drá asistir a la avalancha de peones. Después de 13. Dd2 Cb6 14. b3 Dc7 1S. fS dS!; 13. fS dSI; o bien 13. h4 b41 14. Dxb4 (14. Ca4 eS 1S. Dxb4? dSI-:¡:) 14 . ... Tb8 1S. Dd4 eS 16. Dd2 ef 17. Axf4 Txb2 (Savon/Espig, 1972) se producen complicaciones favora­ bles a las negras, mientras que si 13. o-o-o DaS 14. a3 Tb8, o bien 14. fS b4, las chances en la lucha que sigue son aproximadamente iguales. · 3) En respuesta a 10. f4 las negras no deberán apresurarse a jugar e6-eS, ya que después de 10. f4 Cxd4 1 1 . Dxd4 e5, las blancas ganan un tiempo importante y esto podría conducir a una situación en la que las negras dis­ pondrían de pocas perspectivas, en vista de la debilidad crónica de d6. Las negras pueden desarrollar tran­ quilamente sus piezas del flanco de dama, sin preocuparse excesivamen­ te del avance del peón 'f', anticipan­ do el emplazamiento de la dama en d2: 10. ...a6 1 1 . Dd2 Cxd4 12. Dxd4 bS 13. 0-0-0 Ab7 14. Ae2 eS, o bien DaS, con juego aceptable. La lucha Dobosz/Danailov, 1979, vale la pena de ser examinada: 1 1 . Df3 Te8 12. Q-0-0 AfB 13. g6 fg 14. Ac4 Cb6 1S. Ab3 CaS 16. hS g5 17. fg Cbc4. Además de 10. . .. a6 hay que tener en cuenta la jugada de Magerramov 10. . . . d51? que necesita el respaldo de la práctica. El juego podría seguir: 1 1 . ed ed 12. Ag2 TeS 13. CxdS Ac5. Aparte de 10. Dd2, las blancas pueden jugar su dama a e2, pero es�o no plantea mayores problemas a las 140

negras, que pueden decirse tanto por 10. ... Cb6 como por 10. ... a6. 10. ...

aS

724

11. ().().0 Es posible que 1 1 . f4 Cxd4 12. Dxd4 bS 13. o-o-o Ab7 14. Tg1 sea algo más preciso. En este caso la rup­ tura standard 14. .. . e5 15. fe Cxe5 conduce a leve ventaja posicional de las blancas: 16. Ae2 Tc8 17. Cd5 AxdS 18. ed Te8 19. Rb1 AfB 20. Dd2 De7 21. Ad4 Db7 22. Ac3 (Katz/Ti­ moshenko, 1981). Pero en lugar de 14. ... e5 debería jugarse 14. ... DaS, forzando 15. a3.

11. . . .

Cxd4

12. Axd4

Como ya hemos visto en nuestras notas a 9. . . . o-o, la captura con la dama conduce a juego de doble filo, con posibilidades recíprocas.

12. .. 1�. a3! .

b5

Una profilaxis necesaria, ya que 13. f4 concede a las negras buen contrajuego: 13. . b4 1 4. Ce2 Ab7 1S. Ag2 aS 16. Cg3 b3!, o bien 14. Ca4 eS 1S. Ae3 ef 16. Axf4 DaS 17. Axd6 Axd6 18. Dxd6 Dxa4 19. Ac4 Da5 20. g6 De5f (Schéineberg/Tukmakov, 1967). .

126

.

13. ... 14. f4

14. . ..

Ab7

Da5

La convencional 1 4. ... eS 15. Ae3 ef 16. Axf4 Ce5 conduce a una posi­ ción favorable a las blancas, después de 17. CdS TeS, ya que el Ae7 tiene pocas perspectivas. Después de 14. ... DaS el ataque a base de 1S. g6 fg 16. Ah3 se contrarresta con la sencilla 1 6. ... eS. A 1S. Rb1 merece estudio 1S. . . . Ad8! 16. Ae3 Cc5! Por ejemplo: 17. Ag2 Ac7 18. hS b4 19. ab Dxb4 20. g6 Tab8, o bien 17. b4 Dxa3 18. be AaSI

b1.2) 9. Tg1!

Con esta jugada las blancas prepa­ ran un ataque de piezas sobre el ala de rey, caso de que las negras enro­ quen corto. La torre proyecta la ma­ niobra g1-g3-h3. Por otro lado, desde g1, la torre aumenta la efectividad de la ofensiva de peones, protegiendo, al mismo tiempo, al peón g5. 9. OhS, con el mismo objetivo, concede buen­ contrajuego a las negras, debido a la debilidad- del peón 'g': 9. ... g61 10. Dd1 (10. Dh6 Af8!) 10. ... AxgS 1 1 . AxgS DxgS 12. Cxc6 be 13. Dxd8 Tb81 14. h4 DeS:¡: (Pirc/Ciric, 1965). 9. ...

Cb61

Esta maniobra, con el subsiguiente avance de peones en el centro, tie­ ne especial valor como método uni­ versal de lucha contra el ataque 6. g4. Las negras pueden esperar ahora la igualdad, prosiguiendo el juego conforme a los métodos "sicilianos". Por ejemplo: 9. ... a6, con las si­ guientes posibilidades: 1 ) 10. DhS 0-0 1 1 . Tg3 TeS 12. O­ O-O (12. Th3 Cf8) 12 . ... g6 13. De2

141

Af8 14. Rb1 Dc7 15. h4. En la partida Van Riemsdyk/Najdorf, 1978, las ne­ gras jugaron 15. ... Cxd47 16. Axd4 b5 17. h5 y el ataque blanco, en el que el alfil d4 juega un importante papel, se revela peligroso. Después de 1 5. ... b51as chances se hubieran equilibrado.

21 10. Dd2 o-o 1 1 . o-o-o Cxd4 12. Axd4 b5 13. f4 (13. a3 Tb8 14. Tg3 TeS) 13. ... b4 14. Ca4 Da5 15. b3 Ab/ 16. Ag2 e5! o bien 12. Dxd4 b5 13. f4 Da5 14. f5 b4 15. g6 (15. f6 Ad8! 16. fg TeS) 15. ... hg 16. fe be 17. ed Af6 18. Dd5 Db4. 31 10. h4 o-o 1 1 . h5 Cxd4 1 1 1 . ... Cde5 12. f4 Cxd4 13. Axd4 Cc6 14. Ae3= J 12. Dxd4 Ce5 13. Ae2 (13. Tg317 Axg5 14. o-o-o oo 1 13. ... Cc6 14. Dd2 b5 15. o-o-o 115. a3 Da5 16. f4 b4, o bien 15. g6 Af6J 15. ... Da5 16. g6 b4. 4) 10. Ae2 o-o 1 1 . f4 TeS 12. Dd2 Cxd4 13. Axd4 b5 14. a3 Ab7 15. f5 Ce51 16. o-o-o Dc71 (Balashov/ Spassky, 1976). Los ejemplos antes consignados sólo deben servir de referencia acer­ ca del curso que más o menos deben tomar ataque y defensa en posicio ­ nes similares. El éxito favorecerá al bando que sepa ejecutar su ataque con mayor rapidez.

10. Dh5 . La realización consistente de esta concepción. A 10. Tg3 es bueno 10. ... d5, después de lo cual podrfa seguir 1 1 . o-o-0. 1 0. . . . d5 también es una bue­ na respuesta contra 10. f4: 1 1 . ed ed 12. Df3 Ab4 13. Cxc6 be 14. Ad4 o-o 15. o-o-o Af5 + (Damjanovic/Ree,

142

1970). También es bueno 10. . . . e5: 11. Cf5 Axf5 12. ef d51 13. Axb6 Dxb6. Las blancas no consiguen nada positivo con 10. Ab5 Ad7 1 1 . Dh7 g6 1 2 . De2. Después de 12. ... Tc81 13. o-o-o o-o 14. Cxc6 (14. f471 es más flojo: 14 . . . . Ca5 15. f5 ef 16. ef d51 + Gheorghiu/Najdorf, 1966) 14. . . . Axc6 15. Axc6 Txc6 16. f4 Cc4 17. f5 DaS y las negras tienen excelente juego. 10. ...

g6

10. ... 0-0 es peligroso: 1 1 . Tg3 Cxd4 ( 1 1 . ... g67 12. Dh6 Cxd4 13. Th3±) 12. Axd4 (12. Th3 Cxc2+ 13. Rd2 h61l 12. ... e5 13. Axb6, y las blancas conservan la ventaja debido a su control del punto d5. Pero me­ rece consideración 10. .. . Ce5, ya que la tentadora 1 1 . Ab5 + Ad7 12. Cxe6 se neutraliza simplemente con 12. . . . g6 13. Cg7 + 7 Rf8 14. 1)h6 Rg81 + .

11. De2 12. Cb3

e5 Ae6

Esta complicada posición aún no' se ha producido en la práctica de tor­ neo: Su evaluación es dificil. El jue­ go directo por la conquista de dS no aporta el resultado apetecido: 13. Axb6 ab! 14. Cd5 AxdS 15. ed Cd4! 16. Cxd4 ed 17. Db5+ l Rf81; 13. O-O­ O Cc4 14. CeS Cxc3 1S. Cxe6 es un tanto mejor, pero en tal caso las negras disponen sea del sacrificio de dama 1 S. ... Cxd1 16. Cxd8 Gxc3 17. be Txd8, sea de la continuación más tranquila 1 5�-... fe, que conduce a un juego más o menos igualado. b2) ita.

.

.

fS g6 15. Thf1 Ag7 16. h4, la posi­ ción blanca es claramente superior. En nuestra opinión, la maniobra Cd7-b6 merece mantenerse viva, pues guarda relación con una de las reglas fundamentales de la estrate­ gia: "un ataque de peones en el flan­ co debe ser combatido con un con­ tragolpe en el centro". Al trasladar el caballo a b6, las negras generalmen­ te no encuentran dificultades para ejecutar el avance liberador d6-dS, y, a veces, e6-eS. Los alfiles podrán jugar libremente y el Af8 puede de­ sarrollarse directamente a b4. 9. Dd2

o

Cb6

Una jugada interesante, acorde con el espíritu de la posición. 728

Los autores estiman que esta dis­ posición de las piezas blancas es la que puede hacer más daño a las ne­ gras. Hay métodos suficientemente explorados contra otras continuacio­ nes que conceden a las negras me­ dios suficientes para la creación de contrajuego. 1 ) 9. f4 dS 10. eS Av4 1 1 . a3 Axc3 + 12. be Ca5! 13. CbS Cbc4. 2) 9. h4 dS 10. Ab5 Ad7 1 1 . ed ed 12; De2 Ae7 13. 0-0-0 0-0. 3) 9. a4 CaS 10. f4 dSI 1 1 . ed Cxd5

( 1 1 . ... ed 12. Ag2Ab4 13. 0-00-01 =

La primera vez que se vio esta ju­ gada fue en la partida Krogius/Pe­ trosia"n, 1958. El futuro campeón del mundo concibió este movimie.nto en conexión con la ocupación de c4 por el caballo, maniobra que requiere gran cantidad de tiempo, y después de 9. Dd2 CeS 10. 0-0-0 a6 1 1 . f4 Cec4 12. Axc4 Cxc4 13. De2 bS?! 14.

también es posible) 12. AbS+ Ad7 13. CxdS ed. 4) 9. AbS Ad7 10. Cb3!? a6 1 1 . Ae2Ae712. h40-0. 5) 9. De2 Ae7 (9. .. . Cxd4 10. Axd4 DxgS 1 1 . DbS+ ! Dxb5 12. CxbS Rd7 13. Cxa7 Txa7 14. Axb6 Ta8 15. AbS+ Re7 16. 0-0-0Ad7=) 10. h4 dS 11. 0-0-0 0-0 12. Ag2 CeS 13. Cb3Ab4. 143

9. 10. 11. 12.

... ed

0-0-0

d5 ed Ae7

Ab5!

El emplazamiento pasivo de las piezas negras es más importante que el peón d5. En la partida Van Riems­ dyk/Tahl, 1979, se produjo un medio juego de doble filo, tras l:l. Cb3 0-01 13. Cxd5 Cxd5 14. Dxd5 Dxd5 15. Txd5 Cb4 16. Te5 Ad6 17. Ta5 b6 18. Ag2 ba. 12. ... 13. Cb31

Ad7

Esta posición es crítica para la eva­ luacíón de 8. . . . Cb6, pero en modo alguno para la definitiva evaluación del plan que implica el traslado de� caballo a b6, con idea de reforzar el avance d6-d5. En la posición del diagrama las blancas obtuvieron ventaja en la par­ tida Kremenetsky/Andrianov, 1980, después de 13. ... Cc471 14. Dxd5 Cxe3 15. fe a6 16. Axc4 Ae6 17. De4, pero mucho más fuerte es, en nues·

144

tra opinión, 13. ... Ae6, que mantie­ ne la capacidad defensiva de la posi­ ción negra. Incluso si esta evalua­ ción no es del todo correcta, la idea Cd7-b6 nos sigue pareciendo viable en las jugadas 9y/o 10. b3) 8. ...

a6

Aquí estudiaremos las tentativas negras de forzar contrajuego en el flanco de dama. El análisis de la posi­ ción es interesante, ya que la situa­ ción puede producirse en distintos órdenes de jugadas como, por ejem­ plo, 6. .. . a6 7. g5 Cd7 8. Ae3 Cc6.

9. Dd2 Hay aquí, por supuesto, distintas continuaciones posibles, algunas de las cuales suficientemente sólidas. Consideraremos tres ideas intere­ santes: 1 ) 9. h4 Dc7 10. De2 b5 1 1 . Cxc6 Dxc6 12. Ad4 Ab7 13. 0-0-0 0-0-0 14. a3 Cb6 15. Th3 y las chances de las

blancas son 111ejores (Korsunsky/ Eingorn, 1979). 2} 9. Tg1 Dc7 10. f4 b5 1 1 . a3 Tb8 12. Dd2 Cc5, con juego de doble filo (Sax/Tringov, 1978}. 3} 9. a4 Cde5 10. Cb3 d5!7 1 1 . ed ed 12. Dxd5 Ag41 13. Ag2 Dxd5 14. Axd5 Cb4 15. Ae4 f5, con chances recíprocas (Bronstein/Tahl, 1976). 9. 10. 11. 12.

..

.

0-0-0 Oxd4 h4

Dc7 Cxd4 b5

Tb8

Las blancas tienen ventaja de es­ pacio y mantienen la iniciativa, pero como se vio en la partida Hort/An­ dersson, 1973, la batalla no hace más que comenzar: 13. Rb1 b4 14. Ca4Ab7 15. b3.

Así pues, el Ataque Keres (6. g4} es un arma peligrosa contra el Siste­ ma Scheveningen de la Siciliana. Requiere audacia, juego empren­ dedor y precisión por parte de am­ bos bandos, ataque y defensa.

145

4. OTROS SISTEMAS

4.1. ALTERNATIVAS BLANCAS EN LA SEXTA JUGADA (1)

(1. e4 c5 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d 6)

En este capítulo estudiaremos tres sistemas con enroques opuestos, en los que las blancas juegan f2-f4 des­ pués de la sexta jugada. La moda ha arrinconado estos viejos sistemas, pero siguen siendo perfectamente jugables.

131

Ag5 b) 6. Ae3 e) 6. Ab5+17 al 6.

al 6. Ag5 6. Ag5

Diagrama Perfectamente lógico y muy útil, pero pese a ello esta jugada sólo se ve en los torneos muy de tarde en

tarde. Su principal defecto es que permite una amplia elección de sis­ temas defensivos a las negras. Así, con 6 . ... Cc6 nos encontramos en el Ataque Rauzer, mientras que con 6. . . . a6 nos hallamos en la Variante Najdorf. Por otra parte, si las negras enrocan corto, el alfil f5 reduce las 147

posibilidades ofensivas blancas, jus­ tificándose esta afirmación en algu­ na medida porque las blancas deben ser muy prudentes al jugar f2-f4. En este punto consideraremos úni­ camente aquellas líneas indepen­ dientes de las variantes Rauzer y Najdorf.

6. ...

Ae7

Después de 6. . . . h6 7. Axf6 Dxf6 8. Dd2 a6 9. f4 1as negras se encuen­ tran demasiado atrasadas en el desa­ rrollo. La formación a base de 6. ... Cbd7 7. Ddb5 h6 8. Af4 Ce5 9. Dd4! también es peligrosa, ya que las ne­ gras pierden un peón tras 9. . . . a6 10. Cxd6 + y 1 1 . Axe5. 7. Dd2

9. Axe7 Cxd2 10. Axd8 Cxf1 1 1 . Ac7 Ca6 12. Axd6. 7. . . . 8. 0-0-0

a6 b5

Las negras pueden jugar aquí Cc6, revirtiendo al Ataque Rauzer. 9. Ad3 Jugadas como 9. a3 (9. . . . Cbd7 10. f3) no encajan en el espíritu del enroque largo . . . 9. .. . 10. f4

Ab7

Más sólido es 10. The1 Cbd7 1 1 . f4.

b471

10. ... A 7. f4 h6 8. Ah4 seguiría la liqui­ dación combinativa: 8. . . . Cxe4 9. Axe7 Cxc3 10. Axd8 (si 10. Dg4, en­ tonces 10. . . . Rxe7 1 1 . be g6 conce­ dería a las negras peón de ventaja y fuerte posición) 10. .. . Cxd1 1 1 . Txd1 Rxd8 12. Cb5 Cc6 13. Cxd6 Re7 15. c3 (Steiner/Najdorf, 1935). Las chances negras en el final no son inferiores. Obsérvese que la mis­ ma liquidación puede producirse también en respuesta a 7. De2 : 7. . . . h6 8 . Ah4 Cxe4 9 . Dxe4 Axh4 10. Cf3 Ae7, con ventaja negra (Gutman/ Guinda, 1981). Pero la cosa no es tan sencilla. En lugar de la errónea 9. Dxe4? las blancas disponen de una interesante elección entre 9. Db5 + y 9. Axe7 Cxc3 10. Dc41 Rxe7 1 1 . Dxc3, con buen ataque a cambio del peón. Esta combinación no funciona contra 7. Dd2 : 7 . . . . h6 8. Ah4 Cxe4 ·

148

Sólido y correcto parece 10. . .. Cbd7. Ahora, al capturar un peón, las negras retrasan peligrosamente su desarrollo. 1 1 . Cce2

Cxe4

Diagrama 12. 13. 14. 15.

Axe4 Axe7 Cg3 The1

Axe4 Dxe7 d5

Las blancas han incorporado a la lucha todas sus piezas y en su próxi­ ma jugada recuperan el peón, ya que 15 . . . . f5 no es posible debido a 16.

ilustran bien las peculiaridades del juego en posiciones dinámicamente equilibradas, que se originan en es­ tos esquemas de desarrollo.

732

8. 0-0-0 s:

Cgxf5 ef 17. Cxf5. Su ventaja está fuera de toda duda. bl 6. Ae3 6. Ae3

Aquí el juego regresa a los esque­ mas Scheveningen después de 6. . .. Ae7, aunque es fácil encontrar ejem­ plos de juego sin respiro, como 7. h4!7 0-0 S. Cb3 Cc6 9. Ad3 a6 10. De2 b5 1 1 . 0-0-0 Cb4 12. g4, con po­ sibilidades para ambos bandos (Be­ llón/Andersson, 1980). 6. .

..

7. Of3

a6

Cbd7

El desarrollo del caballo por c6 también es posible. Por ejemplo: 7. ... Cc6 S. 0-0-0 Ad7 9. Dg3 DbS 10. f4 b5 1 1 . e5 de 12. Cxc6 Axc6 13. fe b4 14. Ce2 Ce4 15. Df4 g5!7 16. Df3 Ag7 17. h4 Db7 (Fedorowicz/Kaplan, 19SOJ, o bien 7. . . . Dc7 S. 0-0-0 Cc6 9. Ae2 Ae7 10. Dg3 0-0 1 1 . f4 Ad7 12. e5 CeS 13. Rb1 TeS 14. Ad3 fe 15. fe Cxe5 16. Af4 Ad6 (Ljubojevic/ Andersson, 1�75). Ambos ejemplos

Ae2

Ae7

El plan de ataque de las blancas está claro. En primer lugar, el peón 'g' avanzará, expulsando al Cf6 y asegurando el dominio del centro. Sólo entonces se procederá al avan­ ce del peón 'f. Estas situaciones guardan mucho parentesco con el Ataque Keres, tanto en objetivos como en método. Veamos dos frag­ mentos característicos, que mues­ tran cómo puede ir tomando forma la lucha: 1) 9. . . . Dc7 10. g4 Ce5 1 1 . Dh3 b5 12. g5 Cfd7 13. f4 b4 14. Cb1 Cc4 15. Axc4 Dxc4 16. b3 Dc7 17. g6 Cf6

(Ljubojevic/Sax, 1975). 2! 9. . . . 0-0 10. g4 Dc7 1 1 . g5 CeS 12. Thg1 b5 13. a3 Tb8 (Sax/Vogt, 1975).

Las posiciones que se producen se caracterizan por un gran dinamis­ mo y chances aproximadamente iguales. En la medida en que las po­ sibilidades de complicar la lucha sean grandes, el éxito sonreirá al contendiente más emprendedor. e)

6. Ab5+ 1? 6. Ab5+ !7

149

16. Td2 Ae7 17. Thd1 c4 (Voitkevic/ Sokolov, 1980).

133

7. Ag5

Db6

En beneficio de un rápido desarro· llo, las blarl'cas no asignan un precio demasiado alto a la pareja de alfiles. Así, a 7 . ... a6 seguiría 8. Axd7 + Axd7 9. f4. Quizá las negras debie· ran también dar preferencia al desa· rrollo, con 7. . . . Ae7, en lugar de 7 . . . . Db6 ó 7. ... ab.

8. Axf6 Una interesante idea del maestro letón Vitolinsh. Las blancas tratan de desarrollar rápidamente sus pie· zas. La evacuación de su rey al flan· co de dama es acorde con su estra· tegia fundamental, pues de ese modo entrará en juego la torre de a1 . El combate tendrá lugar a l o largo de las diagonales centrales. 6. ...

Cbd7

La otra defensa al jaque (6. . .. Ad7l conduce a un juego igualado tras 7. De2!, y ahora: 1 ) 7. . . . a6 8. Axd7+ Cbxd7 9. Ag5 Ae7 10. 0-0·0 0-0 1 1 . f4 Tea 12. Rb1 (Vitolinsh/Timoshenko, 1981). 2) 7. ... Cc6 8. Ae3 a6 9. Axc61 be 10. 0·0·0 c5 1 1 . Cb3 Dc7 12. g4 Ac6 13. f3 Ab7 14. g5 Cd7 15. h4 0-0-0

1 50

9. Dd3 10. Axd7 +

gf a6 Axd7

11. Q.0-0 Al final se ha llegado a una posi· ción en que las negras cuentan con el par de alfiles, pero este factor to· davla no tiene gran significación. El fuerte centro de peones negros se debilitará con el avance de cualquiera de los peones y de no ser así los alfiles difícilmente podrán disponer de libertad de acción. Las chances están equilibradas, según muestra el siguiente análisis de Bagirov: 1 1 . . . . DaS ( 1 1 . . . . 0·0·0, con idea d e Rb8, Ac8, es más pasivo) 12. Rb1 b5 13. f4 b4 14. Cce2 Ae7 15. f5 eS 16. Cb3 DbS. 6. Ab5 + requiere, evidentemen· te, un análisis más riguroso, además del consiguiente respaldo de la prác· tica.

4.2. ALTERNATIVAS BLANCAS EN LA SEXTA JUGADA (11) (1. e4 c5 2.Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. f4)

Discutiremos aquí sistemas en los que las blancas tratan de hacerse con la iniciativa por métodos enér­ gicos. En tales casos suele conside­ rarse el enroque largo, seguido de un ataque a la bayoneta en el flanco de rey, apoyado por la activa posi­ ción de la dama. La torre d1 ejercerá notable presión en el centro y sólo el alfil rey participará como espectador en esta primera fase de la partida. Así pues, el sistema que considera­ mos aquí es similar en espíritu y rit­ mo al Ataque Velimirovic, que será estudiado en el último capítulo.

Cc6

6. ...

Sin ninguna duda la respuesta más lógica, aunque la práctica re­ ciente ha demostrado la factibilidad de otras dos continuaciones: 1 ) 6 . . . . Db6!? Diagrama Como el peón 'f' se halla en f4, con esta jugada se dificulta el enro­ que corto de las blancas, así como el desarrollo del alfil c 1 . Estas dificulta­ des pronto serán, no obstante, re­ sueltas, existiendo diversos métodos válidos para obtener ventaja a favor de las blancas.

1 . 1 ) 7. Cb3 Cc6 8. Ae2 (si 8. Ad3, 8. .. . d5 9. e5 Cd7 10. De2 Cc5 es digno de consideración) 8 . . . . Ae7 9. Af3 0-0 10. De2 a5 1 1 . Ae3 Dc7 12. a4 b6 13. o-o ;!; (Timoshenko/Mijal­ chishin, 1973). 1 .2. l 7. Cf3 Cc6 8. Ad3 Ae7 9. De2 o-o 10. g4 (el sacrificio del peón 'b', 10. Ad2 Dxb2 1 1 . Tb1 Da3 12. O­ O, también ofrece buenas perspec­ tivas, pero el avance del peón 'g' es más agudo) 10 . . . . Cxg4 1 1 . Tg1 Cf6 (la posición, después de 1 1 . ... f517 12. ef ef 13. Ad21 Ah4 + 1 14. Rf1 Cd4 15. Cxd4 Dxd4 16. Cb5 Dc5 17. h3, Gulko/Tukmakov, 1970, parece un rompecabezas) 12. Ad2 Cb4 13. o-o-o Cxd3+ 14. cd g6. Las blancas tienen buenas perspectivas sobre la columna 'g', ahora que ha desapare-

151

cido el peón 'g' pero la posición negra no muestra particular debili­ dad y no será fácil penetrar en ella. 1.3) 7. a3 Cc6S. Ae3 Ad7 (el peón de b2 está envenenado: S. . . . Dxb2 9. Ca4! y la dama queda atrapada) 9. Ae2. Las blancas jugarán luego Dd2 y decidirán dónde guarecer su rey. Es posible que esta jugada de peón sea lo mejor, subrayando la inefecti­ vidad del movimiento de la dama negra. 2) 6. ... Ae7 7. Ae3 (las negras no tienen problemas después de 7. Ad3 0-0 S. 0-0 Cc6 9. Cf3 : 9. ... Cb4 10. Del b6, o 9. . . . e5 10. Del ef 1 1 . Axf4 Cg4 12. Cd5 Cge5, o incluso 9. ... b51? 10. Cxb5 Db6+ 10. Rhl Cxe4 12. Axe4 Dxb5 13. b3 Af6, con­ tinuaciones todas ellas relativamente aceptables, pero los autores consi­ deran superior la recomendación de Gutman 9. . . . b6, y si 10. Del, 10. ... Cd7 11. Dg3 CeS. Las negras elimi­ nan el alfil de d3 y controlan las casi­ llas clave d4 y e5) 7. . . . 0-0 S. Df3 e51 (de este modo las negras evitan el desagradable y complejo plan de ataque a base de Cxc6, seguido de f4-f5) 9. Cf5 (otras retiradas del ca­ ballo serán estudiadas al analizar 6 . ... Cc6) 9. ... Axf5 10. ef.

Diagrama

10 . . . . Da5 (el sacrificio de peón 10. ... e4 1 1 . Cxe4 Cxe4 12. Dxe4 no consigue nada tangible después de 12. . . . Ah4 + 13. g3 TeS 14. Dxb7 Txe3+ 15. Rf2, ni tampoco después de 12. ... d5 13. Dd3 Cc6 14. a31 Af6 15. 0-0-0 TeS 16. Rb1 Ca5 17. g4 Cc4

152

135

•• • ••• •t• Et•t . . . .. . �-¡,¡¡¡ " • . r. .a. n ..

.

... . ..... - ·­ ... �" . � te.J -tY• ..u. .e.·a .ft... • u a .ft . • � �:l � � � B.liLi::: � . .

.

1S. Ac1 Db6 19. Db3! -- Yudasin/ Lukin, 1981) 1 1 . 0-0-0 (también es posible 1 1 . Dxb7, si bien tras 1 1 . . . . Cbd7 1 2 . Da6 Dc7 13. 0-0-0 Tfc8 1 4. Da4, las negras han conseguido algo parecido a contrajuego) 1 1 . .. . e4 12. Dh3 TeS 13. Ad4 Cc6 14. Ac4 Db4. Veamos un interesante fragmento de la partida Kupreichik/Sigur­ jonsson, 1980: 15. Axf6 Axf6 16. Ab3 Cd4 17. Cd5! Txc2 + 1S. Rb1 Cxb3 19. Cxf6+ gf 20. Rxc2 TeS+ 21. Rb1 Cd2+ 22. Ra1 Tc223. Da3! Dxa3 24. ba. En este agudo final las chances de las blancas son más rea­ les ya que su rey entra en juego rápi- · damente. 7. Ae3 Otras continuaciones tienen co­ nexión con la retirada del caballo del centro, siendo 7. Cf3 la más intere­ sante, ya analizada en la línea 6. ... Db6 7. Cf3. Las negras, por supuesto, no están obligadas a jugar ... Db6. En la partida Van Mii/Ligterink, Amsterdam, 1982, pudo verse 7. ... Ae7 S. Ad3 0-0 9. 0-0 Cd7 10. Del b6 1 1 . Ae3 Ab7 12. Dg3 TeS, pero,

¿por qué retirarse tan pronto del cenfro? 7. . . .

Ae7

De nuevo, una jugada del tipo "lógica y natural". Pero la posición negra no es tan pobre que no permi­ ta más de un método igualador. El espacio que dominan las blancas en el centro no está suficientemente fortificado y las negras pueden ex­ plotar ese factor avanzando de inme­ diato uno de los peones centrales: 7. . . . dS, sin embargo, sólo conduce a reforzar la posición blanca en el cen­ tro después de 8. eSI Cxd4 9. Axd4 Ce4 10. Ad3. Más significativo es 7. . . . e51 después de lo cual es inevita­ ble una intensa contienda central. Ahora, si 8. Cxc6 be 9. fS, las negras no pierden tiempo con Af8-e7, sino que avanzan rápidamente a d5: 9. ... Da5 10. Df3 Tb8 1 1 . 0-0-0 dS 12. ed Aa31 En el caso de que el caballo se retire a f3, 8. ... Cg4 9. Ag1 ef, o bien 9. Ad2 Db6, deben ser conside­ radas. Sólo queda 8. Cde2, llevando el caballo a la defensa del peón, 8. ... Cg4 9. Ag11, pero la torpe configu­ ración de piezas Ce2, Af1 costará inevitablemente tiempo a las blan­ cas, ya que deberán desplegarlas hacia l)'osiciones más útiles en el flanco de rey. Las negras deberlan especular con esta circunstancia. Un buen ejemplo lo constituye la parti­ da Sibarevic/Andersson, 1978: 8. Cde2 Ae7 9. Dd2 a6 10. h3 b5 11. Cg3 DaS 12. Ae2 ef 13. Axf4 Ae6 14. 0-0 0-0 y las negras tienen la inicia­ tiva. Otro método de contrajuego para

las negras resultó inesperadamente prometedor debido al poco econó­ mico desarrollo del flanco de rey: 7. ... Ad7 8. Df3 a6 9. 0-0-0 Dc7 10. g4 Cxd4 1 1 . Axd4 1 1 1 . Txd4 dSI7 12. ed CxdS 13. CxdS ed 14. fS Ac6 15. Af4 DaS 16. De3+ Rd7, Chudinovsky/ Porovsky, 1980) 1 1 . . . . e5 12. fe de 13. Dg3 Ad61 14. Ae3 Ae6 y las ne­ gra� no tienen problemas, pero ¿ qué dec1r de las blancas. . . 7 Las jugadas 7. .. . e5 y 7. .. . Ad7 se han experimentado poco, pero ambas son merecedoras de un análi­ sis serio. 8. Df3 La dama toma una buena posi­ ción. Sin interferir con el desarrollo de sus piezas, las blancas no sólo preparan operaciones en el flanco de �ey, sino que también restringen el ¡uego del flanco de dama. Gaprindashvili ha jugado en algu­ nas ocasiones 7: Cf3 y De2, estiman­ do que la casilla f3 es mejor para el caballo. Otras veces se ha visto en esta posición 8. De2, con ideas simi­ lares.

153

la ventaja fundamental de 8. De2 es que está poco analizada, lo que deja a las negras abandonadas a su propio designio. las desventajas son evidentes: el camino para el alfil rey está bloqueado y el rey sólo puede enrocar en el flanco de dama. Las negras disponen óe abundantes al­ ternativas para su esquema de desa­ rrollo: 1 ) 8. ... e59. Cf3 A6 10. 0-0-0 Da5 1 1 . Ab1 = (Gaprindashvili/Kuschnir, 1972). 2) 8. ... Cxd4 9. Axd4 0-0 10. O-O­ O Da5 1 1 . Af2.?! ( 1 1 . De1 b6! = ) 11 . ... d5! 12. Ae1 de 13. Cd5 Dxd5! 14. Txd5 ed 15. Ac3 Ae6 . 3) 8. ... 0-0 9. 0-0-0 d5! 10. e5 Cd7 1 1 . Dh5 Te8 12. Ad3 Cf8 = . ·

=

8. ...

Dc7

La última jugada de desarrollo, con la que las negras toman bajo control el punto e5, liquidando al mismo tiempo la desagradable posi­ bilidad de la oposición Td1/Dd8 y protegiendo el caballo c6, lo que dará paso al avance de los peones 'a' y 'b'. las negras, eventualmente, conservan asimismo la opción de evacuar su rey hacia el flanco de dama.

Veremos ahora: a) 9. . . . a6 b) 9. . .. 0-0 a) 9. ... a6 9. . . .

Las negras preparan el enroque largo y, en la esperanza de poder realizarlo en el momento adecuado, esperan un tranquilo desarrollo por parte de las blancas. Por ejemplo: 10. Ad3 Ad7 1 1 . Thg1 0.0-0. Hay que mencionar que operaCiones drásti­ cas en el centro podrían revelarse fatales: 9. ... Cxd4 10. Axd4 e5 1 1 . fe! Ag4 ( 1 1 . ... de 12. Dg3 M6 13. Dxg7± ) 12. Dg3 Axd1 13. Dxg7 Tf8 14. ef� 10. g4! De este modo las blancas fuerzan a sus oponentes a enrocar corto, después de lo cual la partida tomará un carácter agudísimo. Otra conti­ nuación, 10. Tg1 va dirigida contra la posibilidad e6-e5, pero permite a las negras jugar 10. ... Ad7 1 1 . g4 O­ O-O 12. g5 Ce8, aunque esta posición sea un tanto restringida. Diagrama

9. ().().0

No hay que decir que ésta es la continuación más consecuente y la más temida por las negras. El sólido plan que parte de 9. Ad3, seguido de enroque corto, será considerado más adelante. 154

a6

10. ...

O-O

Dado que el centro aún no ha sido abierto, es posible diferir el enroque, aunque una &strategia así no está exenta de riesgos. Hay dos continua­ ciones que merecen ser analizadas:

11. g5 12. Tg1

1 ) 10. ... Cd7 11. g5b512. Ad3, y ahora no 12. ... Ab7 13. Oh3 Cc5?! (13. ... 0-0-0!?) 14. g61 b4 15. gf+ Rxf7 16. Cxe6 Cxe6 17. Cd5+ (Gut­ man/Petkevich, 1976) pero quizá sea mejor 12. ... Cc5 inmediatamen­ te, seguido de Ad7 y enroque largo. 2) 10. ... Cxd4 11. Axd4 (11. Txd4 b5 12. g5 Cd7 13. h4 Ab7 14. f5 Ce5 15. Oh3 efoo l 1 1 . ... e5 12. fe de (12. ... Axg4 13. Og3±) 13. Og3Ad6 14. Ae3 0-0! (14. . .. Axg4 es peligro­ so, debido a 15. Td31 o incluso 15. h3 Axd1 16. Oxg7 Tf8 17. Oxf6 Ah5 18. Ab5+ ab 19. Cxb5:1:.) 15. g5 Ce81 16. Cd5 Oc61 ()precisamente asil 16. ... Da5 pierde tras 17. Cf6 + ! gf 18. gf+ Rh8 19. Tg1, seguido de Ah6 y ataque de mate. A 1 6. ... Dc6 17. Cf6 + las negras cuentan con la retirada 17. ... Rh8, y el Ad6 está protegido después de 18. Cxe8 Txe8l 17. h4 Ae6, Sikora/llyn, 1976. Gracias al puesto avanzado d5 la po­ sición blanca es preferible, pero las negras disponen de posibilidades de contrajuego en el flanco de dama y pueden contar con una eventual igualdad.

Cd7

b5

La tentativa de construir una fortaleza a base de 12. ... Cxd4 13. Axd4 TeS (con idea de ... Af8l es injustificadamente pasiva. Después de 14. f5 g6 15. Af61 Af8 16. fg fg 17. e51 Cxe5 18. Axe5 de 19. Ce4 Ag7 20. Cf6+ Axf6 21. gf Tf8 22. Ad31 las blancas obtuvieron fuerte ata­ que, partida Kupreichik/Pjaaren, 1975. Parece que 12. ... Cxd4 13. Axd4 sitúa al alfil en una fuerte posición, lo que resulta inconfortable para las negras, a menos que este bando pueda reforzar de manera concreta la variante. Aquí, 13. ... b5 se tradu­ ce en clara ventaja blanca tras 14. f5! Ce5 (14. ... b4 pierde por 15. Axg71 be 16. Tg31 Ab7 17. Axc3 Tfc8 18. fe! CeS 19. ef + Cxf7 20. g6:1:. (Petrzh­ elka/Michailov, 1975) 15. Axe5 de 16. f6 Ac5 17. fg Td8 18. Tg3 Txd1 + 19. C�d 1 IAndersson/Espig, 1969). 13. Oh5

155

Esta posición es considerada favo­ rable a las blancas, a causa de la bo­ nita partida Haritver/Popov, 1976: 13. . . . Cxd4 14. Axd4 b4 15. Td3! Te8 16. Th3 CfS 17. g6! fg 18. Txg6! e5 19. Cd5 Dd8 20. Ac4!±, pero los recursos defensivos de las negras son suficientes, siempre y cuando no faciliten el traslado de la Td1 a h3. Después de la lógica 13. ... b41 el tentador sacrificio 14. Cd5 ed 15. Cxc6 Dxc6 16. ed Dc7 17. Ad4, no funciona: 17. ... Cc5! (17. ... Ce5?! 18. fe de 19. g6! ±) 18. Axg7! Af5"T, o bien 17. Ad3 g6 18. Dh6 Te81 19. Ad4 AfS 20. Dh4 Cc5"T. Esto signifi­ ca que en respuesta a 13. .. . b4 las blancas deben retirar el caballo, 14. Cce2, pero entonces sigue 14. ... g6! y después de 15. Dh6 TeSI 16. Tg3 Af8 17. Dh4 Cc5, o bien 15. Dh4 Cc5 16. Cg3 Ad7, el juego entra en una fase complicada y de doble filo. La ruptura 13. f5, en lugar de 13. Dh5, no es demasiado fuerte: 13. .. . Cde5 14. Dh3 b4! 15. Ca4 ef! (mejor que 15. . . . Cxd4 16. Axd4 ef 17. Cb6!) 16. Cxf5 (16. ef Cxd4 17. Axd4 g6!) 1 6. . . . Tb8 y conduce el juego por cauces aceptables para las ne­ gras.

10. Cdb5 Esto plantea a las negras proble­ mas más complicados. Otras juga­ das blancas más evidentes no re­ quieren gran precisión por parte de la defensa: 1) 10. Ae2 a6 (puede también in­ tentarse 10. . . . e5 1 1 . Cf5 Axf5 12. ef TacS, seguido de . . . Tfd8) 1 1 . g4 Cxd4 12. Axd4 b5 (el alfil e2 defiende la dama, de modo que la ruptura 12. ... e5 13. fe Axg4 - 1 3. . .. de 14. Dg3- no resulta, en razón de 14. ef Axf3 15. fe Dxe7 16. Axf3) 13. g5 Cd7 14. Dh5 Ab7 15. f5 e5 16. Ae3 Tfc8 17. f6 b4! 18. fe be 19. Ad3 TeS, obviamente concede ventaja a las negras (Chejov/Hort, 1976).

2) 10. Td2 a6 1 1 . g4 Cxd4 12. Axd4 e5 13. Ae3 Ae6 = .

3) 10. g4!

=

b) 9. .. . 0-0 9. . ..

0-0

La jugada más natural y, al mismo tiempo, la más audaz de que dispo­ nen las negras. Este método de de­ sarrollo sitúa al rey en el mismo blanco de la avalancha de peones, pero, por otro lado, ¿por qué debe­ rían las negras temer un ataque di­ recto, si no han efectuado ninguna jugada antiposicional? 156

Una continuación venenosa que requiere juego enérgico y exacto por parte de las negras. 10. . . . Cxd4 1 1 . Axd4 e5 12. fe d e 13. Dg31 Posición crítica de la línea, cuya más natural e

incluso convencional respuesta es 13. ... Ad6, que a primer vistazo pa­ rece eliminar la base de las amenazas blancas. Ahora, tanto después de 14 Cb5 ed! 15. Dxd6 Dxd6 16. Cxd6 Cxg4, como de 14. Af2 Ab4! 15. g5 (15. Cd5 Cxd5 16. ed hace absurda toda la estrategia blanca de aper­ tura) 15 . . . . Ch5 16. Cd5 Cxg3 17. Cxc7 Cxh1 18. Cxa8 Cxf2, el caballo negro obtiene más rendimiento que su semejante blanco. La jugada 14. Ae3!, sin embargo, hace extraordi­ nariamente difícil la vida de las ne­ gras. Las blancas pueden ahora con­ seguir un final ganado después de 14. . . . Ab4 15. g5 Ch5 16. Cd5! Cxg3 17. Cxc7 Cxf1 18. Thxf1 Ah3 19. Cxa8 Axf1 20. Txf1 Txa8 21. Td1, con la amenaza Td7, Grünfeld/Dür, 1981. El efecto del sacrificio de peón 13. ... Da5 14. Axe5 Ae6 no es claro en modo alguno, de modo que la evaluación definitiva de 10. g4 y, na­ turalmente, de todo el plan derivado de 8. . . . Dc7, descansará sobre los resultados de los análisis y praxis de la posición resultante después de 13. . . . Cg4 14. Cd5 Dd6, o incluso 14. .. . Dd8, preparando . . . Ah4 y .. . Dg5 + . Los autores estiman que el edificio negro es firme, pero ¿qué piensa el lector? Después de estudiar los aspectos más relevantes de ataque y defensa, a partir de 10. g4, no es difícil eva­ luar las consecuencias del juego en otras lineas: 10. Tg1 Cxd4 1 1 . Axd4 e5 12. fe de 13. Dg3 Ad6 (ahora la re­ tirada del Ad4 es menos nociva para las negras, sobre todo teniendo en cuenta que el peón 'g' se halla aún en su casilla de origen y que la única amenaza seria de las blancas es Cb5.

Por ejemplo: 14. Ae3 Ab4! 15. Ag5 Axc3 16. Axf6 Axb2 + 1 17. Rb1 g6 +l 14. Cb5 Da5! 15. Cxd6 ed 16. Ac4 Ae6 también concede a las ne­ gras excelente contrajuego.

10. . . .

11. g4

12. Cd4

13. Axd4

Db8 aS

Cxd4

La maniobra blanca iniciada con 10. Cdb5 es incisiva y obliga a las negras a reaccionar contra el avance del peón 'g', de modo menos enér­ gico del que se desearía, pero los recursos defensivos negros son sufi­ cientes. Consideraremos ahora dos posibilidades:

b1) 13. . . . e5! . b2) 13. . . . b5 b1)

13. ...

e5!

Lo más sencillo, más sólido y ver­ daderamente correcto: contragolpe

157

central contra ataque de flanco. Las negras podrán conseguir ahora la igualdad, pues las blancas son obli­ gadas a entrar en una larga variante simplificadora. Ag41

14. g5

Una sutileza necesaria. Después de 14. . . . ed 15. gf Axf6 16. Cd5, las negras no disponen de la jugada ... Dd8, mientras que 15. ... de 16. fe cb + 17. Rb1 TeS 1S. f51 da lugar a un ataque decisivo. 15. Og3! 16. gf

ed

Un fuerte ataque parece surgir tras 16. Txd4 Ae6 17. f5, pero la con­ tra-combinación 17. . .. Cxe4! 18. Txe4 d51 y se vuelven las tornas. 16. ... 17. fe 18. Rb1

de cb+

El peón negro de b2 sirve para proteger al monarca blanco.

18. .. 19. ef= D + .

Axd1

Dxf8

Diagrama las negras tienen ventaja material y una posición sólida: todo cuanto han de hacer es evitar caer en la ten­ tación de defender su exceso de ma­ terial del flanco de dama (recuérdese nuestra nota a 18. Rb1) y si las blan­ cas restablecen la igualdad material, lo harán a costa de entregar la inicia­ tiva. Por ejemplo:

158

1 l 20. Ac4 Ah5 21. Dh3 g6 22. Dd7 b5 23. Ad5 TeS. 2) 20. Tg11 g61 (20. .. . TeS 21. Ad31 ;t; 20. ... d5 21. Dd3 Dc5 22. Tg51J ± 21. Dd3Ah522. Dd51 Dh6! La clave del plan negro. Ahora la torre protegerá el punto g7, mientras que la dama se prepara para competir en el "concurso de captura de peones": 23. Dxb7 Tf8 24. Tg5 Af31 25. h3 Dh41. o bien 23. Tg5 TfS 24. Ac4 b5 25. Ab3 Ae21 o, por fin, 23. Ac4 TfS 24. Dxd6 Af3 25. f5 Axe4 26. f6 TeS 27. De7 Df8. b2l 13.

14.

... g5

b5 Cd7

Este camino también conduce a las negras a la igualdad, pero su tra­ yecto está lleno de peligros, diflciles de eludir, a menos que se esté abso­ lutamente compenetrado con los puntos clave de la posición. 15. Ad3

La continuación más lógica y na­ tural, en conexión con el siguiente sacrificio ·de caballo. No se ve otro método más efectivo de proseguir el ataque. El plan a base de 15. h4 es demasiado lento: 15. . . . b4 16. Ce2 e5 17. Ae3 ef 18. Cxd4 Ce5 19. Dg3 Ab7 20. Cd5 Axd5 21. Txd5 Dc7 22. Ad4 Tfc8. La cautelosa 15. a3 permi­ te a las negras sondear la defensa del rey enemigo: 15 . . . . b4 16. ab Dxb4 17. Dh5 Cc5! 18. Tg1 Tb8 19. b3 Ab7! (análisis de Shamkovich).

16. ... 16. Cd517 17. ed

b4 ed

de rey, 1 7. . . . f5, ó 17. ... g6, pero ¿después de este avance podrán re­ sistir l¡¡s defensas del rey negro?

17. .. .

g6!

¡Justo asíl 17. . . . f5 conduce a la pérdida de la partida, como sucedió en el encuentro Tahi/Larsen, 1965, que continuó 18. Tde1 Tf7 19. h4 Ab7 20. Axf5 y las blancas obtuvie­ ron la victoria. Los últimos análisis muestran que las negras no pueden rechazar el ataque, ni siquiera con la mejora 18. . . . Ad81, tras la combina­ ción decisiva 19. Axg7 Rxg7 20. Dh5! y no hay defensa contra la amenaza 21. Dh6 + Rg8 22. g6.

18. Tde1

Los dos fuertes alfiles apuntan a la zona en que está situado el objetivo y si se les permite· efectuar sus dis­ paros impunemente, el ataque pron­ to llegará a un desenlace favorable a las blancas. En efecto, ¿cÓmo esca­ par del sacrificio standard si, por ejemplo, se juega 17 . ... Cc5? 18. Axh7 + Rxh7 19. Dh5+ Rg820. Axg7, etc.? Las negras deben cortar inme­ diatamente la diagonal del Ad3, avan­ zando uno de los peones del flanco

El avance del peón 'h' parece aquí más peligroso. 18. h4 Cc5 19. h5 Cxd3 + 20. Txd3 Af5 21. hg! pero según análisis de Shamkovich, las negras tienen defensa: 21 . . . . gfl 22. Txh7 Rxh7 23. Te3 Dc7 24. De2 Ta7!! 25. Axa7 Ad8! 26. Ad4 Rg827. Dh2 Dh7. La inmediata 18. Dh3 no consigue su objetivo tras 18. ... Cf6 19. Dh6 Ch5 20. Ae2 TeS 21 . Axh5 Af8! + . Con la jugada del texto las blancas intentan impedir que el alfil alcance la casilla f8.

18. ... 19. Dh3

Ad8 CeS

19. . . . Ab6 pierde, por 20. Axg61 fg21. Te7.

20. Dh6

Ab6!

Las negras rechazan el ataque: 21. Axb6 Cxd3 + 22. cd Dxb6 23. h4 159

Ag4 :¡: , si bien subsiste una c1erta presión, especialmente en la línea 21. fe Axd4 22. Te41 Af2!1 23. Tf1 Da7, o. bien 23. e6 fe 24. de Ab71 Este análisis precisa el respaldo de la praxis, por supuesto, pero en cual-

quier caso se puede concluir que en las tremendas complicaciones que se originan con 13. . .. b5 14. g5 Cd7, las chances de las negras no son in­ feriores.

4.3. ALTERNATIVAS NEGRAS EN LAS" JUGADA (1. e4 c5 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. f4 Cc6 7. Ae3 Ae7 8. Of3l

En este capítulo estudiaremos:

al 8 . . . Ad7 .

bl 8. . . e5 .

al 8. . . . Ad7 8. .. .

Ad7

Las negras no definen todavía la posición de su dama. Sus planes in­ mediatos consisten en el cambio de caballos en d4 y el traslado del alfil dama a c6, después de lo cual se di­ ficultará momentáneamente el avan­ ce e4-e5. Por otro lado, se facilita su propia ruptura d6-d5. Obviamente, son posibles también otros esque­ mas de desarrollo: 8. . . . Cxd4 9. Axd4 0-0 10. 0-0-0 Da5, en cuyo caso la lucha se centrará por algún tiempo en torno a la casilla e5, sien­ do curiosamente objetivos contra­ puestos los avances e4-e5 y e6-e5. ¿Qué será más fuerte? La inmediata 1 1 . e5 de 12. fe Cd7 concede a las negras un objetivo de ataque en e5. La profiláctica 1 1 . Dg3 patina ante la 160

sencilla maniobra 11 . . . . Ch5 12. Dg4 (12. De3 Cxf41J 12. . . . Cf6 13. Dg3 Ch5 y tablas. Es posible que la solu­ ción esté contenida en la variante 1 1 . Axf6 Axf6 12. Txd6 Axc3 13. Dxc3 Dxa2 14. Rd2! Da4 15. Ad3 b6 16. b3 Da3 17. c5 Ab7 18. Tal, colocando a las negras en una difícil posición de­ fensiva. 9. 0-0-0 Con el rey todavía en el centro es arriesgado el golpe 9. g4: 9. . .. Cxd4 10. Axd4 e5! 1 1 . fe de 12. Axe5 Da51 O-O

9. . .. Diagrama

Sería muy peligroso que las negras retrasasen el enroque una jugada más, debido al temible avance del peón 'g'. Por ejemplo: 9. ... a6 10. g4 Cxd4 11. Txd41 y las blancas ob­ tienen clara ventaja tanto después de 1 1 . . . . d5 12. ed Cxd5 13. Cxd5 ed

14. Dxd5 Ac6 15. De51 como de 1 1 . ... e 5 12. f e Cxg4 13. e d Af6 14. Cd5 10.

La posición del diagrama puede ser. muy útil a todo aquel que desee mejorar su habilidad combinativa. Además de 15. Dh5 (con idea de Dh6l 15. . . . g6 16. Cd5! ed 17. Dh6, o bien 15. ... Ce5! 16. fe de 17. Ae3 b4, y la posición permite, entre otras cosas, las interesantes posibilidades 15. Td3! y 15. f5, pero en todos los casos parece que las negras pueden rechazar el ataque.

Tg1

La continuación más natural. Las blancas pretenden avanzar el peón 'g', en cuyo caso es muy posible que se abra esa columna y que, en con­ secuencia, la Tg1 pueda jugar un im­ portante papel. En esta posición las blancas disponen de varias alternati­ vas, aunque ninguna de ellas parece aportar gran cosa: 1 J 10. Cdb5 DbS 1 1 . g4 a6 12. Cd4

Cxd4 13. Txd4 Ac6 14. g5 Cd7 15. Tg1 TeS = .

2) 10. Cb3a5! 1 1 . Cd2 ( 1 1 . Ca4e5 12. f5 Cb4 13. Cb6 a41 14. Cd2 a3! :¡: J 1 1 . . . . e51 12. f5 Cd4 13. Axd4 ed 14. Ce2 Db61 15. Cc4 Dc5 16. Txd4 Ab5. Las negras tienen fuerte iniciativa por el peón. 3) 10. Ae2 Cxd4 1 1 . Axd4 Ac6 12. g4 Da5 (12. ... d5!?) 13. g5 Cd7 14. Thg1 b5.

·

10. .

..

11. Axd4

Cxd4 Ac6

Una vez más debe tenerse presen­ te la posiblidad de 1 1 . .. . Da5, si bien en este caso S. . . . Ad7 parece un tanto superfluo. A 12. g4 las negras pueden sacrificar un peón con 12. .. d5, y si 12. e5, 12. ... CeS! (12. . .. Ac6? 13. ef Axf3 14. fe, con idea de gf;!; ) y son poco claras las conse­ cuencias de la operación 13. Dxb7 Cc7 14. ed Axd6 15. Ae5 Axe5 16. fe TfbS 17. Df3 AeS, con la amenaza ... Db6. .

12.

g4

d5 161

Una vez más se plantea aquí una cuestión que interesará a los jugado­ res de ataque: ¿hasta qué punto es serio el ataque blanco tras 12. .. . Da5 Ü g5 Cd7 14. Dh5 . . . ? A los autores les parece que el ataque es ciertamente muy serio, pero, ¿cuál es su opinión? La posible respuesta 14 . . . . b5 15. f5 b4 16. Axg7! ocasiona la derrota: 14. . . . e5 15. fe de 16. Ae3 g6 17. Dh6 Tfd8 18. Ac4 Cf8 19. Cd51 y, fi­ nalmente, 1 4. ... Tfd8 15. f5 ef 16. Ac41 con fuertes amenazas. Lo ex­ peditivo de estas líneas de juego no es sorprendente. Si lo comparamos con la idea análoga de la jugada 1 1 , aquf el peón blanco consigue alcan­ zar g5, expulsando el Cf6 y, en con­ secuencia, la· defensa del rey negro queda en entrédicho, reduciéndose igualmente sus chances en el centro del tablero.

8. ...

e5

Con esta jugada las negras inten· tan evitar posiciones con enroque en flancos opuestos, lo que implica que al crear obstáculos al enroque largo de las blancas asumen las dificulta­ des que pueden originarse como consecuencia de las debilidades de peones en el flanco de dama. El contragolpe . . . e5 también pue­ de efectuarse en el turno anterior, es decir, en lugar de 7. ... Ae7, cuando incluso parece más fuerte, ya que si 8. Cxc6 be 9. fe, las negras pueden replicar 9. ... Cg41 10. Af4 Db6. 8. Cf31, sin embargo, sella ventaja blan­ ca, debido a su desarrollo superior, tras 8. . . . Cg4 9. Dd2 Cxe3 10. Dxe3 ef 1 1 . Dxf4. 745

13. e5 Es muy peligroso e ilógico abrir el centro: 13. Axf6! Axf6 14. ed ed y aún más peligroso es, después de ello, tomar el peón: 15. Cxd5 Axd5 16. Dxd5. Con 16 . . . . Db6! los dos inválidos de b2 y g1 no pueden resta­ blecerse de inmediato.

13. . . . 14. Rb1

Ce4! Ae51

Es muy difícil transformar la pe­ queña ventaja espacial de las blancas en algo tangible, ya que las negras no tienen debilidades ni piezas "ma­ as" en su posición. b) 8. ... e5

162

9.

Cxc6

La retirada del caballo no plantea problemas serios a las negras: 1) 9. Cf5 Axf5 10. ef Cd4 1 1 . Axd4 ed 12. Cb5 Da5 + 13. c3 d e = . 2 ) 9. Cde2. Una idea interesante. En vista de la amenaza posicional 10.

f5, que reduciría sensiblemente e� campo operativo del Ac8, las negras deben, sea cambiar inmediatamente en f4, lo que sólo facilitaría que el caballo blanco alcanzase la mejor ca­ silla, sea prepararse para cambiar su alfil por el caballo. Hay, aquí, dos planes aceptables: 9. ... ef 10. Cxf4 0-0 1 1 . h3 Ce5 12. Df2 b6 13. Ad4 Ab7 14. 0-0-0 Dc7 15. Te1 Ac6 16. g4 Db7 17. Dg2 Cfd7, con juego (Bronstein/Furman, complicado 1965) y 9. . . . Ag4 10. Df2 DaS 1 1 . Cg3 0-0 12. h3 ef 13. Axf4 Ae6 y las chances de las negras no son inferio­ res. Los autores prefieren la segunda alternativa, debido a las dificultades con que se enfrenta el caballo blan­ co, pero, como casi siempre, es cues�ión de gustos. 3) 9. fe (si 9. ... de 10. Cf5 AxfS 1 i. ef Cd4 12. Axd4 ed 13. 0-0-0) no se traduce en nada positivo para las blancas, ya que las negras pueden sustituir 9. .. . de por un plan más interesante: 9. ... Cxe5!7 10. AbS+ Rf8 (también podría jugarse 10. . . . Cfd7 1 1 . De2 0-0l 1 1 . De2 Cfg4. A costa del derecho a enrocar, las ne­ gras se apoderan del fuerte punto eS y de la posibilidad de desarrollar ade­ cuadamente sus piezas menores. La partida Ruderfer/Lepeshkin, 1966, prosiguió de modo instructivo: 12. Af4 a6 13. Aa4 Cg6 13. Aa4 Cg6 14. Ag3 hS 15. 0-0-0 h4 16. Ae1 Cf4 17. Df3 Ce5! 18. Df1 h3 19. g3 Cg2 20. Ad2 Ag4 = . be 9 . ... Aquí se bifurca nuestro análisis:

b1) 10. fe b�) 10. f5

b1l 10. fe de

10. fe

El GM Zaitsev propuso en esta po­ sición una paradójica idea: 10 . . . . Cg417 1 1 . ed Dxd6 12. Af4 Ce5 13. Dg3 Af6. En este momento y con ta­ les debilidades en su cadena de peo­ nes, las negras no pueden afrontar la lucha por métodos posicionales y el sacrificio de peón aporta una solu­ ción lógica, pues permite un activo juego de piezas. Las blancas no dis­ ponen de muchas continuaciones que les garanticen ventaja. Así, a 14. Ac4, 14. . . . De7! es muy fuerte, amenazando . . . Cxc4 y . . . Ah4. La continuación más responsable 14. Ad3 Tb8 1S. Cd1 (15. 0-0-0 Txb2!l conduce a una posición en la que el peón de ventaja no participa.

11. Ac4

0-0

Los peones aislados de a7 y c6 y la presión enemiga sobre la columna 'f' es el precio ·que las negras deben pagar a fin ·de dificultar los planes agresivos de sus oponentes. Por otro lado, de este modo pueden in­ tentar buscar juego sobre la columna 'b'. Diagrama

12. h3! Las blancas están obligadas a efectuar esta jugada profiláctica, ya que contra la natural 12. 0-0, las ne­ gras ejecutarían la maniobra de cam-

163

746

Furman, 1966). El alfil de casillas ne­ gras es necesario para la defensa de su rey. 12. ...

bies 12. . . . Cg41 13. Tad1 Cxe31 La aceptación del sacrificio de dama 14. Txd8 Axd8! es peligrosa, mientras que 14. AxfJ + Rh8 1S. Dxe3 Db61 16. .Dxb6 ab conduce a una posición en la que la actividad de las piezas negras compensa la pérdida del peón. Al impedir el acceso de las piezas negras a g4, las blancas dejan a sus oponentes el problema de encontrar otros caminos de contrajuego acti­ vo. Las chances blancas consisten en organizar un ataque sobre el rey enemigo, aprovechando la abierta columna 'f, o bien en el cambio de piezas pesadas y explotación de las debilidades a7 y c6 en el final. La praxis ha demostrado que las negras no están peor en esta posi­ ción, pero la igualdad no puede con­ seguirse por métodos anticuados. Los ejemplos que siguen ilustran los peligros con que se enfrentan: 12. h3 ·DaS 13. 0-0 AcS 14. Rh1 Ad4? 1S. AgSI Ae6 16. Axf6 Axc4 17. Dg4 g6 18. DgS±., o bien 12. . . • Ab4 13. 0-0 Axc3 14. be Ae61S. Ab3 DaS 16. Ag51 DeS+ 17. Rh2 Cd7 18. Dg3 Rh8 19. T�d1 Cb620. Tf6± (Kuzmin/

164

Ae617

El comienzo de un plan estratégi­ camente arriesgado. Las negras abandonan por completo su estruc­ tura de peones en una tentativa de obtener contrajuego, mientras las blancas se ocupan de enrocar. Pero, a pesar de la considerable experien­ cia práctica de 12. . . . Ae6, no. debe­ mos olvidar la posibilidad de una de­ fensa directa a base de la maniobra 12. . . . CeS 13. 0-0 Cd6, después de lo cual ha de retirarse el alfil de c4, entregando una de las diagonales a las negras. En nuestra opinión, las negras obtienen un juego absoluta­ mente satisfactorio en las variantes que siguen: 14. Ad3 Ae6 15. b3 DaS 16. Ce2 (16. Ca4 Cc41 = ) 1 6. ... eS: 14. Ab3 Da5 15. Tad1 Aa6 16. Tf2 Cc4, o bien 15. Tfdl Cb51 16. Ca4 Cc7, con idea de . . . Ae6. 13. Axe6 Sin análisis detallados es difícil entender cuándo el peón 'e' está me­ jor situado en c6 y cuándo lo está en c5, donde sólo parece estorbar el camino de su alfil de casillas negras. La praxis, sin embargo, ha confirma­ do que si las negras no dejan su peón en eS, sino que lo empujan hasta c4, pueden obtener buen con­ trajuego, gracias a la apertura de lí· neas, como por ejemplo 13. Ab3 c5 14. De2 Tb8 (también puede jugarse la inmediata 14 . . . . c4 1S. Axc4 Ch51) 16. DxhS Axc4 17. Rf2 f51, con fuer-

te contrajuego) 15. Axe6 (algo mejor es 15. Tb1 Axb3 16. ab, pero incluso pqul, tras 16 . ... Tb41 17. Ag5 p4 1as negras tienen todo controlado; y contra 15. 0-0 es muy fuerte 15. ... DeS!) 1 5. . . . fe 16. Q-0 (después de 16. b3? las blancas deben luchar por

la igualdad: 16. ... c4! 17. Dxc4 DeS! 18. 0-0 Dxc4 19.. be Tb4!, Tahl/

Balashov, 1973, partida en la que Tahl no pudo conseguir ni las tablas) 1 6. . . . Txb2 17. Dc4 Dc81 y gracias a su peón doblado de ventaja, las ne­

gras dominan más casillas en el cen­ tro y, por consiguiente, tienen mejo­ res éhances. Después de 13. Ab3 c5 14. Axe6 fe 15. De2, las negras lle­ van a cabo su plan de contrajuego, que está conectado con la posición del rey blanco aún en el centro: 15. . . . c4! 16. Dxc4Ch5! 17. Dxe6 + Rh8 18. Cd5 Ah4+ 19. Rd2 Cg3 20. Thd1 Da51 21. Rc1 Ce2+ 22. Rb1 Tab8, con ataque de mate. Las blancas, por consiguiente, de­ ben tener bajo vigilancia el peón de c6 hasta que completen el desarrollo. 13. . . . 14. De2

fe

Si las blancas consiguen alejar a su rey del centro en breve, entonces el resto de la partida será una mera cuestión técnica, gracias a la debili­ dad de la cadena de peones negros. Por ejemplo: 14. . .. Tb8 15. 0-0! Txb2 16. Tab11 Tb4 17. Da6 Dc7 18. a3 Txbl 19. Txb1 Ta8 20. a4!± (Hübner/Petrosian, 1970).

14. .. .

Db8

El sacrificio de caballo parece ten­ tador, ya que después del mismo las

negras dispondrán de una hermo� cadena de peones. Hay dos maneras de llegar a ello, pero en ambos casos las blancas con'siguen ventaja: 14. . . . Da5 15. Dc4 Cd5 16. ed cd 17. Da4 Dc7 18. 0-0-0 d4 19. Ce4 Db7 20. Ag51, y 14. ... Cd5 15. dd Ah4+ 16. Rd1 cd 17. Ac51 Con la jugada 14. ... Db8 las ne­ gras activan su dama, a fin de limitar las acciones de su colega blanca. 15. Tab1! A 15. Q-0 Dxb2 16. Dc4 seguiría 16. . . . Db4 17. Dxe6+ Rh8. Las ne­ gras obtienen suficiente contrajuego

después de 15. o-o-o Db4 16. a3 Da5 17. Dc4, con 17. ... Rh8. Por ejem­ plo: 18. Td3 Tfe8 19. Ca4 Ch5 20. Tc3 Cf4 (Kuindzhi/Balashov, 1974).

15. ...

CeS

Dado que el movimiento de la Tal ha eliminado la posibilidad de enro­ car largo, merece consideración el sacrificio de caballo: 15. . . . Cd51? 16. ed Ah4+ 17. Rdl cd 18. Ac5 Tc8! y resultará dificil para las blan­ cas la coordinación de sus piezas. 16. Af2 11. o-o

Cd6 Db4

Las blancas se las han arreglado para poner su rey a resguardo, pero las negras han activado su dama, consiguiendo el control de c4, de gran importancia. Lo único que resta es encontrar una buena posición operativa para su alfil. Después de 18. · a3 Dc41 19. Tfe1 Ad81 20. Tadl Dxe2 21. Txe2 Cc4, las negras trasla­ dan su alfil a b6 y consiguen igualar

1 65

el juego: 22. Ca4 Ab6 23. Cxb6 ab I4. b3 Cxa3 25. Axb6 Cb5. b2l.

10. f5!

Una interesante concepción del Maestro Internacional belga Boey. Las blancas desean fijar la estructura de peones en el centro y, desdeñan­ do la apertura de la columna 'b', si­ tuar a su rey en el, a fin de permitir el mortífero avance del peón 'g'. En este sentido, el avance de f5 sirve para cortar a las piezas negras de la defensa de su rey, en caso de que éste se instale en g8. El alfil de fl se desplazará a b3, desde donde domi­ nará la diagonal a2-g8, manteniendo en observación los importantes es­ caques d5 y f7. La hermosa cadena de peones c6d6-e5, que permite a las negras con­ trolar el centro implica eruealidad un compromiso defensivo, ya que limita la capacidad de maniobra de las pie­ zas negras. El peón c6 bloquea inclu­ so la columna "siciliana" (columna 'e'), obteniendo a cambio la colum166

na 'b'; -cuyo- c ontroi,Sin-émbargo, no equivale al de la anterior. Si el juego se desarrolla con tranquilidad, las negras conseguirán cambiar su pasivo alfil, consolidando así su po­ sición, pero no deben esperar que los acontecimientos se sucedan có­ modamente, ya que las blancas se disponen a lanzar un ataque a la ba­ yoneta en el flanco de rey a la menor oportunidad. Las negras, por consi­ guiente, deberán tomar activas y rá­ pidas contramedidas, lo que supone la destrucción de su fortaleza central tan pronto como avance el peón 'd'. Esta ruptura no estará exenta de pe­ ligros y aunque a primera vista pare­ ce que existen diversos planes tenta­ dores de desarrollo, lo cierto es que se trata sólo de una impresión y que no todos estos planes pueden mere­ cer la calificación de aceptables, una vez que se les ha sometido al riguro­ so test del análisis.

10. .. .

DaS

La inmediata ruptura d6-d5 con­ duce a serias dificultades, ya que los peones dS y eS sólo se convertirán en objetivos de ataque, tornándose insegura la posición del rey negro en el centro. La evaluación negativa del avance 1 O. . . . d5 se basa en las lineas 1 1 . ed CxdS 12. AbS! Cxe3 13. Axc6 + Rf8 14. Dxe3 Tb8 1S. Td1 Dc7 16. CxdS Dxc6 17. Cxe7± y 1 1 . . . . cd 12. 0-0-0 e4 13. Dh3! DaS 14. Ab5 + Rf8 1S. g4 ± . Las negras no pueden conseguir buenas condiciones para la ruptura intercalando 10. . . . 0-0 1 1 . 0-0-01 pues ahora 1 1 . ... dS (aquí es insufi­ ciente el traslado del caballo: 1 1 . . . .

Cd7. 12. h41 Cb613. g4±) 12. ed cd, donde la posición Td1/Dd8 y la im­ posibilidad del avance d4 (debido a la oposición Df3/Ta8) conspiran para arruinar el juego negro. Des­ pués de 13. Ac4! e4 14. De2 Dc7 15. CxdS y la ventaja blanca es evidente (Ree/Reshevsky, 1974). 10. g6 no es suficiente para la igualdaa. Las negras tratan de efec­ tuar diversos cambios de peones en el flanco de rey, · liquidando así el proyecto blanco de lanzar su ofensi­ va "a la bayoneta", pero después de 11. g4 hS 12. gS Cg413. f6! Cxe3 14. Dxe3 Af8, no serán capaces de man­ tener en pie sus efectivos del ala de rey, sin pérdidas materiales. Otra jugada profiláctica en el flan­ co de rey se revela igualmente inade­ cuada: 10. o o • hS, con idea de impe­ dir g2-g4. Las negras contienen mo­ mentáneamente el avance de los peones blancos, pero a un costo tre­ mendo, ya que su rey tendrá dificul­ tades para encontrar un refugio sóli­ do. Naturalmente, mientras que no se abra el juego este factor no se hará sentir. Por ejemplo: 1 1 . Ac4 . Cd7 12: 0-0-0 Cb6 13. Ab3 Aa6 14. Rb1 Cc4 1S. Ac1, pero ¿cómo se conseguirá que entre en juego la torre de h8? Las negras pueden reagruparse con más éxito si emprenden la ma­ niobra de inmediato: 10. ... Cd7 1 1 . Ac4 Cb6 12. Ab3 Aa6 13. 0-0-0 Cc4. Hay una curiosa excursión de caba­ llo en la lfnea 14.· De2 Cxe3 1S. Dxa61 DeS! (1S. o o • Cxd1 16. Dxc6 + Rf8 17. Txd1±) 16. Dxc8+ Txc8 17. Tde1 Cg4 18. h3 Cf6 19. g4 Cd71 El aspecto negativo de este curioso modo de reagrupamiento es la au00.

00.

sencia de contrajuego activo para las negras, si bien después de 14. Rb1 Dc7 1S. Ac1 0-0-0, este bando goza ciertamente de una sólida posición. También es posible 10. 0 0 . Tb8, lo que generalmente conduce a una transposición de jugadas después de 1 1 . 0-0-0 DaS 12. Ac4 0-0 13. Ab3. Son azarosas las desviaciones de esta transposición que implican el avance del peón 'g': 12. g4 dS 13. ed Txb2114. Rxb2 Aa3+ :¡:, o bien 13. g4 dS 14. ed Txb2 1S. d6 Dxc3 16. Ab3 Txb3 17. de Db2+ 18. Rd2 Td3+ 1 19. Rxd3 e4 + , etc. Llevar la dama a aS constituye una continuación flexible que no sólo eli­ mina la oposición Td1/Dd8, sino que también libera la casilla d8 para la torre.

11. Ac41 Las blancas deben asumir el posi­ ble acceso del alfil negro a b4. Por ejemplo: 1 1 . g4 dS 12. Ad2 Ab4, y si 1 1 . 0-0-0, las negras pueden, sea aplicar un plan similar, 1 1 . dS 12. ed Ab4 -en este caso como un gambito, después de 13. Ad2 0-0 14. de Tb8-, sea cambiar los alfiles de casillas blancas, a base de 11. 00. Aa2 12. Axa6 Dxa6, seguido de en­ roque largo. Al trasladar su alfil a b3, vía c4, las blancas no sólo evitan .este cambio, sino que defienden sólidamente el peón b2. 00.

Diagrama 11.

000

Ab7

Esto no es particularmente sutil 167

pero se trata de una continuación sólida. Cuando las negras avancen el peón d6, su pareja de alfiles tendrá trabajo en abundancia. Las negras deben buscar el método más prove­ choso y, al mismo tiempo, más rápi­ do de abrir el centro, pues de otro modo la jugada 10. ... DaS resultará ser una pura y simple pérdida de tiempo y las blancas harán efectivo su juego en el flanco de rey. Así, el traslado del caballo a b6, que hemos considerado en la última jugada es aqul demasiado lento, en razón de que la dama negra ha dejado d8: 1 1 . . . . Cd7 12. o-o-o Cb6 13. Ab3 Aa6 14. f61 gf 1S. Txd61 Axd6 16. Dxf6 Rd7 116. ... Tf8 17. Dxd6 Td8 18. Dxc6+ Td7 19. AcS Tg8 20. Axf7±) 17. Td1 Tad8 18. Dxd6+ ReS 19. Dxc6+ Rha20. CdS±.. La ruptura inmediata 1 1 . .. . dS conduce a juego de gambito: 12. ed .Ab4 13. Ad2 e4 113. ... o-o 14. o-o-o cd 15. CxdS±) 14. Cxe4 Axd2+ 1S. Cxd2 o-o 16. 040 cd 17. Ab3 y las negras no tienen suficientes contra­ chances. La maniobra 1 1 . . .. Aa6 suficiente­ mente sólida y prometedora, ya que

1 68

las negras tratan de eliminar el mo­ lesto alfil blanco y sólo entonces ini­ ciarán operaciones en el centro. Después de 12. Ab3 (más flojo es 12. De2 Axc4 13. Dxc4 o-01 14. Dxc6 Tfc8 :¡: l 12. ... o-o 13. 040 Cd7 14. g4 CeS surge una posición crítica en la que las blancas deberán despren­ derse de uno de sus alfiles. El cam­ bio 1S. AxcS resulta favorable a las negras tras 1S . ... dcl 16. h4 (16. Td7 AgS+ l 16 . . . . c4! 17. Aa4 Taca (con idea de ... Ab4l 1S. g5 Cxb3+ 16. cb dS conduce a una aguda posición en la que es difícil evaluar las chances de cada bando. Por ejemplo: 17. f6 Ab4! 18. fg Tfd8, o bien 17. ed Ab4 18. Ad2 cdl (más flojo es 18. . .. Axc3 19. Axc3 Dxa2 20. de Dxb3 21. De4 Tfe8 22. g6± l 19. DxdS Dc7 20. The1 Tfe8, con idea de ... Tad8. También puede recomendarse el plan a base de 1 1 . ... Tb8, cuando la ruptura d6-d5 se ejecuta en conjun­ ción con un ataque al punto más dé­ bil de la posición blanca, el peón b2. En este caso, 12. Ab3 no es muy prometedor: 12. ... d51 13. Ad2 Ab4 (13. ... d4? 14. CdS Dd8 15. Cxf6+ 1 Axf6 16. o-o-o o-o 17. h4, con idea de jugar g4, y ataque decisivo) 14. o­ o-o d4 15. Cbl o-o 16. a3 Axd2 + 17. Cxd2 Cd7 18. g4 CeS= (Sigurjons­ son/Oiafsson, 1976). Después de la audaz 12. 0-o-o, sin embargo, se ori­ gina una situación excepcionalmen­ te interesante, en la que las negras tienen la posibilidad de explotar la debilidad de b2, de manera fugaz. Diagrama Con este fin, sólo existe un cami­ no: elalfil de e7 debe entrar inme-

149

diatamente en juego, por medio de 12. .. . d517 Las distintas lineas resul­ tantes de 13. ed parecen un puzzle y si bien hoy en dla las blancas pare­ cen salvar la situación, quién puede predecir qué pasará mal'lana. El lec­ tor puede verificar y analizar las si­ guientes variantes: 13. ... Txb2!

!más flojo es 13 . ... Aa317 14. ba Dxc3, debido a 15. Axa71 Db2+ 16. Rd2±) 14. d61 (es peligroso capturar la torre: 14. Rxb2 Da3+ 1 15. Rb1 Dxc3 16. Ab3 cd 17. Axd5 -las blan­ cas obtuvieron ventaja por otro ca­ mino en la partida Balashov/An­ dersson, 1978: 17. Ag5 Dc7 18. Axf6 Axf6 19. Aa4+ Rf8 20. Dxd5- 17. . . . e41 18. De2 0-0 19. Ab3 Cd51 20. Ad4 Dxd4= ) 14 . . . . e41 15. Cxe4 Txc2+ 1 16. Rxc2 Axf5 17. Td4 Axd6 18. Tf1 Ag6 19. Txd6 Ae4 + 20. Dxe4 + y las blancas consiguen un contraataque decisivo. La praxis ha demostrado que una preparación más elaborada del avan­ ce d6d5 (12. ... 0-0 13. Ab3) es un plan más prometedor. Ahora, en lugar del sacrificio de torre en b2, las negras pueden entregar calidad en b3, liberando automáticamente al

propio rey de las amenazas a 10 1argo de la diagonal a2-g8. Por ejemplo: 13. Txb3 14. cb d5 15. ed cd. En la partida Gaprindashvili/Hartoch, 1976, las blancas ganaron tras 16. Txd51 Cxd5 17. Cxd5 Ad6 18. Cf6+ gf7 19. Ah6, pero 18. . . . Rh8 harla incierto el desenlace de la lucha, ya que ambos reyes se hallarlan en pe­ ligro. La validez del plan que se inicia con 1 1 . .. . Tb8 puede asimismo veri­ ficarse por métodos más apacibles: 13 . ... Cd7 (en lugar de 13. . . . Txb3J 14. g4 Cc5 15. Axc5dcl 16. Tb41 17. a3 Td41 con chances similares.

0-0 12. 0-0-0 13. g4 Las blancas deben apresurarse, pues 13. Ab3 sólo es una pérdida de tiempo, toda vez que el rey negro ya ha dejado el centro. Después de 13. . . . d51 tenemos: 1 ) 14. ed cd 15. Cxd5 (15. Axd5 e41 16. Axe4 Cxe4 17. Cxe4 Dxa2) 15. . . . Axd5 16. Axd5 e41 17. Axe4 Tab8 18. Ad5 Txb2 19. Rxb2 Aa3 + 20. Rb1 Dxd5 21. Dxd5 Dxd5 22. Txd4 Tb8+ , con tablas. 2) 14. Ad2 Ab41 (peor es 14. . . . d47 1 5 . Cd5 Dd8 1 6 . Cxf6 + 1 Axf6 17. h4, con ataque) 15. a3 Axc3 16. Axc3 Dc7 17. ed cd 18. Dg3 Ce4 19. Dxe5 Dxe5 20. Axe5 Cf2 y juego in­ cierto. 13. ... 14. g51

d5

Diagfama El punto culminante de la lucha. Dado que "la bayoneta" blanca no 1 69

750

puede ser más amenazadora y que la apertura de la columna 'g' es inevi­ table, las negras deben desprender­ se de una pieza que es vital para la defensa de su rey, el alfil e7. Por con­ siguiente, la natural 14 . ... de 15. gf Axf6 sería un error, pues la inespe­ rada 16. Td61 crearía un ataque im­ parable: 16. . . . Tfd8 17. Txf61 gf 18. Dg3 + Rf8 (no hay salvación con 18. . . . Rh8 19. Dh41 Td6 20. Tg1 Tg8 2 1 . Txg8 + Rxg8 22 . Ah6 y mate) 19.

Ca4!! Dxa420. Ac5 + ReS 21. Dg8 + Rd7 22. Td1 + , etc. 14. . . . Cxe4 15. Cxe4 de 16. De2 es claramente infe­ rior ya que no hay defensa contra las amenazas devastadoras g6 o f6. En esta peligrosa situación, sólo se ve una defensa para las negras: 14. . . . d4 15. gf Axf6 16. Ad2 de 17. Axc3 Da5. Las negras han consegui­ do escapar del ataque directo, aun­ que su posición sigue siendo un poco peor debido a su defectuosa estructura de peones del flanco de dama, pero después de 18. b3! Tad8 19. Txd8 (19. Rb2 Td4!l 19. . . . Txd8 20. Rb2, la ventaja blanca es mínima. Por supuesto, jugar una variante tan aguda, por parte de las negras, sólo para desembocar en un final tan pa­ cífico no puede ser del gusto de todo el mundo, pero como el lector atento puede suponer hay otras bifurcacio­ nes analíticas que podrían resultar prometedoras. La posición negra que resulta de la variante 10. f5 pue­ do ser considerada perfectamente jugable y sólida.

4.4. (1. e4 eS 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. f4 Cc6 7. Ae3 Ae7 8. Df3 Dc7 9. Ad3 a6)

al 10. 0-0 bl 10. Cb3 a) 10. 0-0

10. 0-0

0-0 Diagrama

170

A esta posición se llega a menudo en otro orden de jugadas: 1. e4 c5 2. Cf3 Cc6 3. d4 cd 4. Cxd4 e6 5. Cc3 a6 6. Ae3 Dc7 7. Ad3 Cf6 8. 0-0 Ae7 9. f4 d6 10. Df3 0-0. En comparación con la Scheveningen Clásica, las blancas han conseguido situar su al­ fil en d3 en un solo movimiento e in­ cluso la dama ha conseguido econó-

752

micamente una buena posición ofen­ siva, en lugar de la maniobra de dos tiempos Dd1-e1-g3. Las blancas no temen el cambio de alfil por caballo después de Cc6-b4-xd3, ya que en tal caso estarían listas para ocupar rápidamente la columna abierta 'e' : reforzando al mismo tiempo su posi ción en el centro. Ahora no son fruc­ tlferas ni 1 1 . g4 ni 1 1 . Dh3, debido a 11 . ... Cxd4 12. Axd4 e5, por lo que las blancas deberán buscar otro mé­ todo de consolidar su posición.

11. Rhl Una inteligente medida profilác­ tica. Al retirar su rey de la diagonal g1-a7, las blancas evitan la maniobra liberadora standard 1 1 . . . . Cxd4 12. Axd4 eS 13. fe de 14. Dg3 AcSI La práctica, sin embargo, ha de­ mostrado que la inmediata 1 1 . Tae1 no facilita en modo alguno la tarea de las negras en la apertura. Así, después de 1 1 . . . . Cxd4 12. Axd4 eS 13. fe de 14. Dg3.

Diagrama

. ......

.. . • t . fl t ll t �t• • • . • . . .. . • D ft . • • ·� � - léJ.a. " !\ · ft 6 ft B • .ft & • • §§�t

14. ... AcS 1S. Axc5 DxcS+ 16. Rh1, las negras no pueden descansar en el plan defensivo 16. ... Rh8 17. Txf6 gf 18. Dh4 Tg8, dado que las blan­ cas pueden jugar 17. Cd51 CxdS 18. Dxe5 Ae6 19. c4! lo que requerirá un serio trabajo de reparación. Sólo aqul se hace sentir la fuerza de 1 1 . Tae1, pues a 1 9. ... Dc7 seguiría 20. ed y la DeS está protegida por la torre. Las negras tienen sus esperan­ zas de contrajuego en el centro pues­ tas en 19. . . . f6! y después de 20.

Dxe6 Cb4 21. Ab1 Tae8, pero es pre­ ciso verificar esta idea cuidadosamente. Además de 16. . . . Rh8, las negras pueden jugar 16. ... CeS ó 16. . . . Dd6, pero en ambos casos las blancas sitúan su caballo en dS y marcan el compás del juego. No obs­ tante, las negras pueden explotar la situación del rey en g1 -:fe otro modo. Volviendo al diagrama, tene­ mos 14. ... Ae61 después de lo cual

está claro que el peón e5 es tabú: 1S. Dxe5 Ad6 16. Dg5 Axh2 + 17. Rh1 h61 o bien 1S. AxeS DeS+ 16. Rh1 ChSI el salto del caballo a dS no re­

sulta: 1S. Cd5? AxdS 16. ed Ac51 17. Axc5 Dxc5+ 18. Rh1 e4! Sólo resta 171

por considerar 15. Rh1, lo que per­ mite a las negras reagruparse con 15. ... Cd7 16. Ae3 Tfe8 17. Cd5 Axd5 18. ed g6, lo que, a fin de cuen­ tas, iguala el juego. Una situaci{ln más complicada para ambos bandos se produce si las negras descartan la simplificación contestando a 1 1 . Tae1 con 1 1 . . . . Ad7 y completando así su desarrollo. Después de 12. Dg3 (claramente in­ ferior es 12. g4 Cxd4 13. Axd4 e5, asr como 12. Cde2 b5 13. g4 b4 14. Cd1 Ac8 y 12. Cb3 b5 13. a3 b4 e incluso 12. a3 Tab8 13. Dg3 b5 14. Cf3 b4) surge otra interesante posición "sici­ liana"

· en la que es necesario sopesar los aspectos positivos y negativos del Ad3 en comparación con la situación del mismo alfil en e2 de la Scheve­ ningen Clásica. Después de 12. ... b5 13. e5 de 14. fe CeS 15. Cf3! las blancas están claramente mejor, mientras que en caso de 12 . ... Ch5 13. Dh3 disponen de fuerte ataque. Por ejemplo: 13 . ... Cxf4 14. Axf4 Cxd4 15. e5 Cf5 16. g4 de 17. gf ef 18. f6 Ac5 + 19. Tf21 Axf2 + 20. Rf11 h6 21. Dg4 g5 22. Dh5. O también 172

13. . . . Cxd4 14. Dxh5 g61 (14 . . . . Cc6? i5. Tf31 ±; 1 4. . . . Af6? 1 5 . f5 Ae5 16. f61 gf 17. Txf61 ±) 15. Dh3 Cc6 16. f5 Dd8 17. Ah6 Ce5 (17. . . . Te81 18. e51 Cxe5 19. Txe5 de 20 . f g h g 2 1 . Axg61) 18. Axf8 Axf8 19. f6. Sólo 12. . . . Rh8 mantiene en pie la defensa blanca y evita una catástro­ fe inmediata, si bien después de 13. Cf3 no presenta chances reales de equilibrar el juego. 1 1 . ...

Ad7

La inmediata 1 1 . . . . b5 concede a las blancas un fuerte ataque con 12. e5! Cxd4 13. Axd4 de (13. . . . Ab7? 14. Dh3 ± ) 14. Axe5 Db7 15. Dh3. Existe, sin embargo, otra estrategia que merece consideración: 1 1 . . . . Tfd81? 12. a3 Cxd4 13. Axd4 b5 14. Tae1 CeS 15. Dg3 Ab7 16. e5 de. En lugar de 14. Tae1, las blancas pueden intentar el ataque sin pérdida de tiempo, a base de 14. e5, pero esta continuación sumerge la partida en una auténtica borrasca después de 14. . . . de 15. fe Txd4! 16. Dxa8 Cg4 17. Ce2 Dxe5, o bien 14. ... de 15. Axe5 Da7 16. Ce4 Ab7! 17. Axf6 Axf6 18. Cxf6 + gf 19. Dh5 Dd41 20. Dxh7 + Rf8. 12. Tae1 12. Dg3 b5 13. e5 de 14. Cxc6 Axc6 15. fe constituye otro método de ataque basado en una tentativa de explotar la debilidad del punto g7, en la variante 15 . . . . Cd7 16. Af4 Cc5 17. Ah6. Después de 17 . . . . g6 18. Axf8 Axf8, sin embargo, las blancas quedan con calidad de ventaja, pero también con los problemas deriva-

dos de la. .defensa del peón e5. La· par�ida e.ntra ·ahora en una nueva fase en la que la ventaja blanca no es muy grande.

12. . 13. a3 .

.

b5 .

13. g4 es un modo menos original de proseguir el ataque y es importan­ te mostrar su concreta refutación: 13. . . . Cxd4 14. Axd4 e5 15. fe (15. Cd5 Cxd5 16. ed Ah4!) 15. . . . de 16. Cd51 Dd6!, pero conviene asimismo tomar nota de la agitada partida Mijalchishin/Taborov, 1978, donde, en lugar de 14. . . . e5, las negras ju­ garon 14 . ... Ac6 15. g5 Cd7 16. Cd51 Dd8 17. Dh5 (la continuación correcta era 17. Ce3!, pero de haber­ se producido estaríamos privados del curso de los acontecimientos que tuvieron lugar en la partida . . . ) 17 . .. . e d 18. Tf3 Ce51 19. fe g6. 754

Th6 Ae8 (sólo después de detallados análisis se descubrió la defensa co­ rrecta: 25. . . . Af8! 26. Txg6 + Rh8 27. Te7! Ae8! 28. Af5! DeS!! 29. Axc8 Txc8 30. h4! R h 7). En la partida se jugO 26. Txg6+ Rh8 27. Th6+, con tablas por jaque perpetuo. Esta fantástica lucha ilustra el alto grado de potencial táctico latente en la Si­ ciliana, ¡aun a pesar de que ambos contendientes hayan enrocado en el mismo flanco! Tab8!

13. .. .

Las negras amenazan con abrir la columna 'b'. ·

14. Cxc6 15. Dh3!

Axc6

Tbd8!

La única manera de atajar la ame­ naza vinculada al avance del peón 'e'. 16. Ad4 La ruptura 16. e5 de 17. fe no es peligrosa. Por lo contrario, después de 17 . . . . Dxe5 18. Ab6 Txd3! 19. cd Dd6 20. Ag1 Td8, son las negras quienes marcan la pauta. Ahora, las blancas amenazan de nuevo el avan­ ce del peón 'e', y si 16. . . . g6, pue­ den responder 17. f5, que sería muy peligroso, de modo que las negras no tienen elección.

20. Dxh7 + ! Rxh7 21. Th3 .¡, Rg8 22. ed6 f6 23. e51 1 y las blancas, con

toda una dama de menos, consoli­ dan pacíficamente la posición de sus piezas: 23. . . . Axd6 24. efll (¿quién necesita el alfil negro?) 24. ... Tf7 25.

16. .. . 17. fe

eS! de

Las negras pueden estar satisfe­ chas con el resultado de la apertura. Todas sus piezas participan en el jue173

go y la posición de su rey es sOlida. Obviamente, no es peligroso 18. Ae3, ni tampoco lo es la variante for­ zada 18. Cd5 Axd5 19. Axe51 Dxe5 20. ed Dxb2 21. Txf6 g6= (Novo­ pashin/Korchnoi, 1962) . bl 10. Cb3

10. Cb3 Las blancas adoptan medidas que impiden radicalmente la maniobra de cambios en el centro, trasladando temporalmente su caballo a una po­ sición pasiva.

10 . ... 11. o-o

b5

Ab7

Esta posición también se produce en la Variante Paulsen tras 1. e4 eS

2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 a6 5. Cc3

Dc7 6. Ad3 Cc6 7. Ae3 Cf6 8. 0-0 b5 9. Cb3 Ae7 10. f4 d6 1 1 . 0-0. Menos exacto es 1 1 . ... 0-0, aunque sería arriesgado para las blancas jugar 12. e5, a causa de 12. ... de 13. fe Cxe5 14. Dxa8 Ceg41, pero existe un mé-

174

todo alternativo de ataque, con 12. g4!, ataque sin embargo que no re­ viste gran peligrosidad si se contra­ rresta con una defensa precisa: 12. . . . b4 13. Ce2 e5 14. f5 (14. gS Cg4 15. f5 Cxe3 16. Dxe3 Da7!) 14. ... d51 15. Cg3 Ab7 16. g5 de 17. Cxe4 Cxe4 18. Axe4 Cd4 (Ghizdavu/Fernández, 1972). Ambas jugadas, 12. eS y 12. g4, serían absolutamente absurdas contra 11. ... Ab7. Otras continua­ ciones, después de í 1 . ... o-o, por ejemplo 12. Tae1, 12. a3 ó 12. a4, conducen a una lucha complicada.

Las blancas disponen aquf tle una amplisima elección de planes de ata­ que: 1 ) Pueden jugar sobre todo el ta­ blero, con 12. a4 b4 13. Ce2 CaS 14. Cxa5 (después de 14. Cbd4 Cc4 1S. Ac1 d5 16. e5 Ce4, las negras tienen todo bajo control, Spassky/Bujtin, 1960) 14. ... Dxa5 15. g4 Dc7 16. g5 Cd7 17. Cd4 g6, con juego compli­ cado. 2) Pueden aplicar una profilaxis previa en el flanco de dama: 12. a3 Tc81 (a 12. ... 0-0 pueden entrarse en la interesante línea 13. Dh31 b4 14. Ca4 ba 15. Tax3 dS 16. e5 Ce4 17. CbcS!l 13. Tae1 0-0 14. Dh3 b4. Otro rompecabezas. A 15. ab Cxb4 16. eS de 17. fe seguiría 17. ... DxeSI 18. Txf6 Cxd31 y las negras pasan al ata­ que. Kupreíchík sacrificó un caballo contra Tahl en 1970: 15. Cd51 ed 16. ed Cb8 17. Ad4 g6 18. Tf3 y ganO, pero más tarde pudo demostrarse la incorrección del sacrificio: 18. . .. Axd5 19. Tfe3 Ad8! 20. Dh4 Cbd7 21. Dh6 Db7 22. Tg3 Ab61 3) Pueden preparar el ataque al rey con 12. Dh3, pero como ha pues-

to de evidencia la praxis, no es im­ prescindible que las negras enroquen ahora. Pueden jugar tanto 12. TeS, como 12. Cb4 13. a3 Cxd3 14. cd eS. Incluso pueden intentar 12. hS! 13. Rh1 Cg4 14. Ag1 g6 1S. Tae1 Affi 16. eS de 17. CeS Ac8 1S. Df3 TbS. En opinión de Gutman, quien ha investigado a fondo méto­ dos similares de defensa con el rey en el centro, las chances aquí están equilibradas. Bien, pero ¿qué pasa si las negras enrocan? Si las blancas no consi­ guen dar mate, qué pinta entonces la dama en h3 ? 12. o-o 13. Tae1 (el sacrificio de peón es incorrecto: 13. eS? de 14. fe CxeS 1S. Af4 Db6 + 1) 13. Tad8 (también pue­ de jugarse 13. TacS 14. a3 b4, re­ virtiendo a la partida Kupreichik/ Tahl, antes citada) 14. g4 Cb4 1S. gS 'Cd7 16. fS Cxd3 17. cd ef! 18. ef TfeS, y ahora parece claro que em­ plear el peón 'f' como ariete no abre suficiente brecha: 19. f6 AfS 20. fg Axf7 21. Txf7 Rxf7 22. Dxh7 Txe3! 23. Txe3 CeS y la posición del rey blanco pronto será objeto de contra­ ataque y hay que tener presente que el Ab7 negro no tiene contraparte. 00.

000

00.

00.

0 0 0

oo•

la preparación más natural para el ataque es desarrollar la Ta1 .



Df2 TdgS 1S. a4 b4 16. CbS! el ata­ que blanco está en el buen camino (Ciocaltea/Andersson, 1974). 12. TeS e s posible aunque conduce a posiciones bien conocidas tras 13. Dh3 Cb4 14. a3 Cxd3 1S. éd o-o 16. Dg3eS= (Gheorghiu/Stein, 1971). la jugada 12. Cb4 es lógica, debido a que desplaza del juego al alfil de rey blanco, reduciendo el po­ tencial ofensivo de este bando. 00.

00.

13. a3

Cxd3 d5

14. cd

El enroque corto es otra continua­ ción sólida, pero la textual mina el peón e4, creando nueva presión sobre el centro en el momento ade­ cuado. Si las negras difieren este golpe un turno, con 14. TeS 1S. Dg3, el avance del peón 'd' ahora sería un error, que se pondría de re­ lieve con 16. eS. 00.

15. Ad4 la debilidad del peón 'e' no permi­ te que las blancas pongan sus miras en la casilla eS: 1S. Tc1 de 16. Cxe4 Axe4! 17. de Db7 1 8 CeS AxcS 19. AxcSCxe4. .

15. 16. Cxe4

de

000

12. Ta1

Cb4!

Ya hemos considerado qué podría suceder si el rey negro se refugia en el flanco de rey. Por otro lado, es im­ posible recomendar 12. o-o-o, ya que las piezas blancas están bien si­ tuadas en el centro como para lanzar un serio ataque contra el flanco de dama. Después de 13. h3 Cd7 14. 000

la actividad de las piezas blancas de naturaleza pasajera, pero los defectos de su posición son perma­ nentes. las negras disponen de dos métodos prometedores para luchar por la iniciativa: 16. 0-0 17. Axf6 Axf6 18. Cxf6+ gf 19. Dg3+ Rh8 20. Dh4? Tg8, o De7; y 16. AdSI 17. Tc1 Dd8, con e l alfil fuerte es

,00

00.

000

175

en sus manos y una cadena de peo­ nes sin defectos. Así· pues, el despliegue de las pie­ zas blancas en conexión con el enro­ que corto es interesante y dinámico,

pero concede chances a las negras . .. siempre y cuando éstas conozcan bien las sutilezas y resortes de la va­ riante.

4.5. (1. e4 c5 2. Cf3 d6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 e6 6. f4 a6)

En este capítulo serán considera­ dos los sistemas Scheveningen a base de f4, donde las blancas desa­ rrollan su alfil de rey no a e2, sino a d3, y el Cb8 entra en juego vía d7, bien de inmediato, bien después de algunas jugadas. 7. Ae3 En algunas ocasiones se alcanza es� posición en un orden de jugadas característico de la Variante Najdorf: 5. . . . aS 6. Ae3 eS 7. f4, etc. Hay otro sistema perfectamente aceptable, que consiste en jugar 7. Ad3, antes de desarrollar el Ac1. '156

En este caso, la dama a menudo moverá a e2, a fin de apoyar el avan­ ce del peón 'e', mientras que el alfil de dama se desarrollará por d2, a fin de no estorbar la acción de la dama, defendiendo, al propio tiempo, al Cc3. Esto permitiría a las blancas operar en el flanco de dama, una es­ trategia poco usual en la Schevenin­ gen. Una situación extremadamente dinámica y aguda se produce al adoptar este esquema, similar en in­ tensidad a la que se origina tras 7. Ae3. He aqul algunos ejemplos carac­ terísticos de la lucha después de 7. Ad3: 1) 7. . . . Cbd7 8. Df3 (la posición tras 8. 0-0 Db6 9. Ae3 Dxb2 10. Ccb5 ab 1 1 . Cxb5 Ta5 es interesante para el análisis) 8. ... Dc7 9. a4 (después de 9. g4 ó 9. Ae3 el juego se desarro­ lla dentro de las lineas esbozadas a lo largo del texto) 9. : .. Cc5 10. 0-0 b6 1 1 . Ad2 Ab7 12. b4 Ccd7 13. Tae1 Ae7 14. Dh3 0-0-0 15. De3 The8 16. De2, con amenazadora iniciativa de las blancas en el flanco de dama (Ghizdavu/Ayansky, 1971). 2) 7 . . . . Dc7 8. 0-0 9. a3 Ab7 10.

176

De2 Cbd7 1 1 . Rh1 Ae7 12. Ad2 TeS 13. b4! Cb6 14. a4 ba, con lucha compleja, en la que las piezas blan­ cas tienen el papel más activo (Gufeld/Espig, 1980). 3) 7. ... b5 8. e5 (más sólido es 8. 0-0 Ab7 9. De2 e5 10. Cb3 Cbd7 1 1 . Ad2 Ae7 12. Cd117) 8. . . . d e 9. fe Cd5 (9. ... Cfd7 10. Cxe61 conduce a una masacre) 10. Dg4 Cb41 1 1 . 0-0 Cxd3 12. cd Ac5 13. Ae3 0-0 14. Rh1 Axd4 15. Axd4 Ad7, con lucha com­ plicada, aunque las chances de las nllgras no son inferiores (Kupreichik/ Anikaiev, 1979). 4) 7. . . . Cc6 8. Cf3 (8. Ae3 ya ha sido discutida) 8 . ... Ae7 0-0 Dc7 10. Rh1 b5 1 1 . e5 de 12. fe Cd7 13. Af4 Cc5=. Es difícil conceder preferencia a una jugada de alfil sobre la otra, de modo que nos limitaremos a obser­ var que el sistema que parte de 7. Ad3 es menos conocido. Las blancas pueden mantener en reserva sus intenciones acerca del desarrollo de sus alfiles, jugando pre­ viamente 7. Df3, y si 7. . . . Db6 (la iniciativa blanca se desarrolla aún más rápidamente si se permite que el caballo siaa en d4: 7. ... Dc7 8. g4 b5 9. g5 Cfd7 10. a3 Ab7 1 1 . Ad3 Cc5 12. f5 e5?1 13. Cde2 Cbd7 14. Ae3 Ae7 15. Cg3 g6 16. 0-0·0 Cxd3 17. Txd3, con un control semitotal de la posición negra. Balashov/Najdorf, 1980) 8. Cb3 Dc7 9. g4 b5 10. Ad3. Aquf las negras pueden elegir entre 10. ... h6?! 1 1 . h4 b4 12. Ce2 h5 13. g5 Cg4 14. Ad2 Db6 15. g6 fg 16. e5;

10 . ... b4 1 1 . Ce2 Ab7 12. g5 Cfd7 13. Ae3, y, finalmente, 10. . . . Ab7 1 1 . g5 Cfd7 12. Ae3, pero en todos

estos casos las blancas conservan la iniciativa. Después de 7. Ae3 las negras de­ ben decidir el momento en que el peón 'b' ha de ser lanzado en cam­ paña ya que eso es, después de todo, la clave de . . . a6.

al

7. ... Oc7

b) 7. ... b5 a) 7. ... Dc7 7. ...

Oc7

Por el momento nadie puede decir si es necesario que las negras avan­ cen ahora el peón 'b' y, por otro lado, es difícil concluir qué jugadas normales de desarrollo daf'len la po­ sición negra en estadio tan temprano de la contienda. Con 7. . . . Qc7 las negras conservan la posibilidad de trasponer a una Scheveningen Clási­ ca, jugando. el caballo dama por c6. Además de 7. Dc7 también podría jugarse 7. ... Cbd7. Por ejemplo: 8. Df3 e51 9. Cf5 g6 10. Cg3 ef 1 1 . Axf4 Ce5 12. Df2 Ae7 13. 0-0-0 DaS, o bien 8. Ad3 b5 9. e5 de 10. Cc6 Dc7 1 1 . fe Ab7 12. ef Axc6, con juego complicado. Quizá 8. a4 sea la mejor réplica a 7 . . . . Cbd7, con objeto de practicar una estrategia "de fortifi­ cación". Aquf se bifurca el estudio en:

a1} 8. Of3 a2) 8. g4 al)

8.

Of3

177

los méritos de b5·b4 no están claros, las blancas no deben perder tiempo en la profiláctica 9. a3. 9. . . . 10. g4

Ab7

Cfd7

Es posible aquí 10. . . . Cc6 1 1 . g5 Cd7, pero es preferible que las ne­ gras se reserven la elección de esca­ que para el caballo dama. 11. o-o-o

8. ...

b5

Diferir aún más el avance del peón 'b' dejaría las manos libres a las blan­ cas para jugar en el centro. 1) 8. . . . Ae7 9. 0-Q-0 (contra 9. g4 las negras pueden emprender opera­ ciones centrales, con 9. . . . d5!? 10. ed Ab41) 9. ... Cbd7 10. g4 Cc5 1 1 . g5 Cfd7 12. Dh3 b5 13. g6 b4 14. gf + Rxf7 15. Cce2 y las blancas tie­ nen buenas perspectivas, gracias a la inestable defensa del rey negro, como ha demostrado Tahl. 2) 8. . . Cbd7 9. g4 (si 9. Q-0-0, la mejor continuación es 9. ... b5 10. Ab3 b4 11. Cb1 Ab7 12. Cd2, con juego complicado - Tahl) 9. . . . b5 10. g5 b4 1 1 . gf be 12. fg Axg7 13. b3 Ad3 14. Tg1 Af6 15. Dh5 Cc5 16. b4 Cxe4 17. Cxe6, con fuerte ataque (Ligterink/Tahl, 1967). .

9. Ad3 9. g4 Cfd7 10. Ad3 Ab7 conduce a una inversión de jugadas. Dado que 178

b4

Menos definitorio pero perfecta­ mente jugable es 1 1 . .. . Cc5, con idea de 12. ... Cbd7. Después de 1 1 . . . . b4, la partida Kupreichik/Zilberstein, 1976, conti­ nuó 12. Cce2 Cc5 13. Rb1 Cbd7 14. Thf1 g6 15. f5, y en esta posición las negras obtuvieron contrajuego, que se reveló suficiente para igualar, con 15. ... Ce5. a2)

8. g4

Una continuación lógica, en el espíritu del Ataque Keres, que obliga a las negras a reaccionar enérgica­ mente para evitar la asfixia. 8. . . .

d5!

Después de 8. . . . b5?! 9. g5 Cfd7 10. Ag2! Cb6 .1 1 . 0-0 Ab7 12. De2, las negras no podrán crear suficiente contrajuego. Contra 12. ... Cc4 es bueno 13. Af2, ya que no sirve 13. . . . Cxb2? debido a 14. Ccxb5, y si 12. . . . C8d 13. a4 b4 14. Cd1 e5 15. fe de 16. Cb3 Ae7 17. Ca5 0-0 18. Cxb7 Dxb7 19. b3, y las negras que­ dan relegadas a una defensa pasiva ( Romanishin/ Balashov, 1975). Con la dama en c7, es posible, sin embar­ go, que 8. . . . h6 resulte válido. Por ejemplo: 9. g5 hg 10. fg Cfd7 1 1 . g6 Ce512. gf+ Dxf717 9. eS 10. a3

Cfd7

prosiguió 1 1 . f5 Cxe5 12. De2 Cbc6 13. 0-0-0 Ae7 14. Ag2 Ad7 15. Axd5! y las blancas rápidamente llevaron a cabo un fuerte ataque. Según los úl­ timos análisis, la captura 11 . . . . Dxe5 no es jugable, a causa de 12. Dd2 Ac5 13. 0-0-0 Cc6 14. h4 Axd4 15. Axd4 Cxd4 16. Dxd4 Dxd4 17. Txd4, con el consiguiente ataque de peo­ nes en el flanco de rey. En opinión de los autores, sin embargo, esta posición difícilmente puede juzgarse como beneficiosa para las blancas. Después de 17 . ... gh 18. Txh4 Cf8 (con el plan . . . Ad7, . . . Tg8 y . . . 0-00) las negras no tienen problemas. La idea . . . g5 precisa el ulterior es­ paldarazo de la praxis. b) 7. . . . b5

7. .. .

b5

Keres estimaba que valía la pena invertir un tiempo en esta jugada profiláctica, ya que 10. Df3 permitiría la entrada en liza del Af8: 10. . . . Ab4! 1 1 . Ce2 Cc6 12. 0-0-0 Cb6 y las negras han conseguido una acepta­ ble formación para sus piezas. 10. ...

g5!7

Es posible jugar más tradicional­ mente con 10. . . . Cc6 1 1 . Df3 Cc5 (con idea de seguir . . . Ad7 y . . . 0-00), pero con el inesperado golpe en el ala de rey la negras se deciden por un arriesgado plan -que, por cierto, aún no ha tenido refutación- diri­ gido contra el centro blanco de peo­ nes. La partida Keres/Bilek, 1960,

8. Df3 Las blancas inician un despliegue standard de sus fuerzas, concen­ trando de manera ópt:ma su influen179

cia sobre el centro del tablero. En lugar de 8. Df3, Keres propuso en su día un interesante sacrificio de peón: 8. e5 de 9. fe Cd5 10. Cxd5 Dxd5 1 1 . Ae21? Dxe5 12. Dd2, que dictaminó favorable a las blancas. Ahora bien, tras 12. . . . Ab7 13. Af4 Dc5 14. 0-0-0 Ae7 la ventaja blanca de desarrollo dista de ser sustancial, y los puntos a lo largo de la colum­ na 'd' están bien protegidos. En la partida Gipslis/Sigurjonsson, 1976, las negras consiguieron reprimir el ataque: 15. Cb3 DeS 16. Ad6 Dd81 17. Db4 Axd6 18. Txd6 Dg5+ 19. Td2 De7 20. Cc5 0-0, conservando su peón de ventaja. 8. ...

Ab71

Una jugada necesaria, obstacu­ lizando el avance e4-e5. Las blancas deben, ahora, tomar una decisión critica: atenuar el im­ pacto del avance b5-b4, o ignorar el ulterior avance del peón b5.

b1) 9. a3

b2) 9. Ad3

11. 0-0

b1) 9. a3

Esta jugada profiláctica manten­ drá a la raya por un tiempo al peón b5 y, a primera vista, parece reforzar la posición blanca en el centro. Como contrapartida, las negras ga­ nan tiempo para proseguir con su desarrollo. 9. ...

10. Ad3 180

Parece que ésta es la continuación más consecuente. Difícilmente pue­ de considerarse prometedora la combinación 10. ... TeS 1 1 . 0-0 Txc3 12. be Cc5, debido al retraso de las negras en el desarrollo, lo que hace ardua la búsqueda de cualquier tipo de contrajuego real. Después de 13. De2 (13. a4 bal 14. Tfb1 Ae8:j:) 13. . . . Cfxe4 14. c4 be 15. Axc4 Ae7 16. f5 e5 17. Cb3, la ventaja blanca es evidente. Aquí hay, sin embargo, una interesante idea vinculada al fianchetto del alfil rey negro: 10 . ... g6 i 1 . 0-0 Ag7 12. Tae1 0-0 13. Dh3 TeS. La debilidad del peón d6 no es importante, mientras que el peón g6 reduce enormemente la actividad del alfil d3. Por otro lado, no hay que pensar en que el alfil de fianchetto pueda desarrollar actividad a lo largo de la diagonal a1-h8. Ahora, a 14. Cf3 es jugable un sacrificio de cali­ dad: 14. . . . Txc3 15. be Axe4. Lo mejor para las blancas es 14. f51 pero después de 14. ... efl 15. ef Ce5, las blancas, en nuestra opinión, tienen buen juego.

Cbd7 Ae7

0-0

También

merece

consideración

1 1 . ... TeS, con lo que las negras

pueden lanzarse a operaciones acti­ vas aun con su rey sin enrocar, debi­ do a que la oposición Ab7/Df3 difi­ culta las operaciones blancas en el centro y flanco de rey. En la partida Smyslov/Tahl, 1963, las blancas no consiguieron llevar la delantera: 1 1 . . . . TeS 12. Tae1 Cc5 13. g4 g6 14. g5 Cfd7 15. Dg3 e51 16. Cf3 0-0 17. f5 Te81S. Ch4d5= . 1 1 . ·. . . Dc7 es igualmente posible y s i, por ejemplo, 12. Tae1 Cc5, las ne­ gras ·tienen una fuerte posición. Apar ..rtemente, lo mejor para las blancas es 13. Af2. La inmediata 13. g4 concede a las negras buen juego, según análisis de Keres, tanto con 13. ... d5, como con 13. . . . h5 14. g5 Cg4 15. f5 d4 16. Af4 Db6.

12. Tae1 Las blancas completan su movili­ zación y se preparan para liberar a la dama de la defensa del peón 'e', lo que no se puede hacer sin esta juga­ da, ya que si 12. Dh3, 12. ... TeS! 13. g4 y ahora es fuerte el sacrificio stan­ dard de calidad 13. . . . Txc3 14. be Cxe4. 12. ...

Taca

Un caballo en c5 obstruiría la co­ lumna 'e', reduciendo las posibilida­ des negras. Después de 12. . .. CeS 13. Oh3 Cxd3 14. cd Cd7 15. Tf3 Affi 16. Af2, las blancas tienen mejores chances. 13. Dh3 Si 13. g4 hay una buena posibilidad

para las negras, a base del consabi­ do sacrificio de calidad: 13 . ... Txc3 14. be Cc5 15. Af2 Da5 16. g5 Cfd7, posición en la que la debilidad de los peones blancos en el flanco de dama es contrapeso suficiente por la cali­ dad. Por otra parte, las negras pue­ den igualmente decidirse por un jue­ go central: 13. ... g6 14. Cde2 e5 15. f5d51 Con 13. Dh3 las blancas eliminan la posibilidad 13. . .. Txc3 14. be Cxe4, pues seguiría 15, Axe4 Axe4 16. Cxe6l.± . 13. ...

14. Af2

Cc51

Si 14. e5 de 15. fe, las negras pueden tomar en d3: 1 5. ... Cxd3 16. cd (16. ef Axffi+ l 16. ... Cd5 f . Ahora las blancas tienen defendi­ do el peón e4 y preparan el avance g2-g4-g5. Las negras no deben apre­ surarse a capturar en d3 ahora, ya que el centro blanco se reforzaría, abriéndose la columna 'e'. Tampoco es conveniente para las negras rom­ per el centro con d6-d5. Por ejem­ plo: 14. . . • d5? 15. e5 (15. ed Cxd3 16. cd Cxd5 17. Cxe6 fe 1S. Dxe6 + Tf7 f 1 15. ... Cfe4 16. Axe4 Cxe4 17. Cxe4 de 1S. f5 ef 19. Cxf5 Txc2 20. Td1 DeS 21. Td7! ± . 14. ...

g6

El par de peones e4-f4 concede al­ guna ventaja a las blancas en el cen­ tro, pero las negras, aparentemente, pueden ejecutar de inmediato una ruptura en el centro (e6-e5, o bien d6-d51 equilibrando las posibilidades.

181

b2) 9. Ad3

Cbd7

Es posible avanzar inmediatamen­ te el peón 'b': 9. ... b4 10. Cce2 Cbd7 1 1 . g4, pero esto sólo conduce a posiciones ya estudiadas. De cual­ quier modo, es mejor aprovechar el turno con una útil jugada de desa­ rrollo. Hay otro plan defensivo que mere­ ce ser analizado: 9 . . . . Ae7 10. g4 g61? 1 1 . g5 Ch5 12. 0-0-0 Cd7 13. f5 Ce5 14. Dh3 b4 15. Cce2 Cxd3+ 16. cd Axg5 17. fe Axe3 + 18. Dxe3 0(Piatonov/Djindjihashvili). La jugada 9. ... Ae7 es sólida, pues a 10. g4 se­ guiría la maniobra natural de reagru­ pamiento 10 . ... Cfd7 1 1 . g5 Cc5.

10. g4

· torre en c8 es aquí inefectivo) 1 1 . Cce2 Cc5 12. Cg3 h5? 13. a3 h4 14. Cge2 Cfxe4 15. Cxe61 fe 16. ab Cg3 17. Ag6+Rd7 18. Dg4 Cxe2+19. Dxe2 Ce4 20. Ad4 Cf6 21. Tfe1 ±. En lugar de 12. . . . h5, las negras debe­ rían simplemente jugar 12. ... Ae7, con una sólida y prometedora posi­ ción. Por ejemplo: 13. a3 d5! o bien 13. f5 e5 14. Cde2 d5. El plan, a base de g41 por medio del cual las blancas intensifican la agre­ sión en la apertura, es muy peligroso para las negras. 10. ...

b4

Aparte de este avance, tendente a agudizar el juego, hay otros dos pla­ nes que merecen análisis y posible­ mente deban ser recomendados: 1) 10 . ... h6 1 1 . 0-0-0Tc8 12. Cce2 Cc513. Cg3 Cxd3 14. Txd3 g6 15. Tf1 h5 16. gh (16. g5 h41) 1 6. . . . Cxh5 17. f5 ef 18. Cdxf5 gf 19. Cxf5 Th7 20. Rb1 Dc7, con juego de doble filo (Kupreichik/Tukmakov, 1978).

161

No hay que decir que ésta es la continuación más agresiva, pero 10. 0-0 es la jugada más natural, que aportó un rápido éxito a las· blancas en el partida Christiansen/Reshevsky, 1977: 10. . . . b4 (10. ... Cc5?! 11. a31 ± pues el emplazamiento de la

2) 10. ... Cc5 1 1 . g5 b4 (si 11 . . . . Cfd7, es bueno 12. a3) 12. gf be 13. fg Axg7 14. b41? (también es intere­ sante 14. Tg1 cb 15. Tb1 Da5+ 16. Re2; 14. be Dc7 15. Tb1 0-0-0 16. Re2 conduce a un juego con posibilidades recíprocas, tanto después de 16. ... f51? como de 16. ... The8 17. Thg1 Ah8 18. f5 e5, Hübner/Portisch, 1980) 14. ... Cxd3+ 15. cd Tc8 16. Dh5!, o bien 15. ... De7 16. Tg1 Af6 17. Tac1 Tc8 18. Dh5 Rd7 19. e5!, con ataque, Sigurjonsson/Helmers, 1982.

-

182

11. Cce2

e5!?

Sin este contr(;lgolpe la jugada 10. ... b4sólo habrfa servido para mejorar la posición blanca. Por ejemplo: 1 1 . .. . CeS?! 12. Cg3, y ahora 12. ... Dc7 13. 0-0 g6 14. fS! (Balashov recomien· da abrir el juego en el flanco de dama: 14. a3 ba 15. Txa3) 14. . . . gf 15. gf eS 16. AgS Ae7 17. Axf6 Axf6 18. ChS De7 19. Cb3, o bien 12. ... g6 13. O-O­ O Cxd3+ 14. cd Ag7 15. f5 ef 16. Cdxf5 gf 17. Cxf5 Af8 18. Thf1 Dd7 19. Ad4 De6 20. Rb1 (Balashov/ Gtieorghiu, 19n), o incluso 12. ... d5 13. e5 Cfe4 14. 0-0·0 Da5 15. Rb1, casos todos en que las blancas con­ servan la iniciativa. La posibilidad de efectuar opera­ ciones centrales por parte de las ne­ gras cuando su rey aún no se halla enrocado, depende de consideracio­ nes tácticas y, por consiguiente, requiere minucioso análisis.

12. Cb3 El desplazamiento más activo, 12. Cf5, no interrumpe las operaciones negras. Después de 12. . . . d5 13. Cfg3· Ac51 14. g5 de 15. Cxe4 Cxe4 16. Axe4 Axe4 17. Dxe4 Axe3 18. Dxe3 0-0 19. 0-0-0. Dc7 20. Rb1 Tac8 (Balashov/Spassky, 1978) las chan­ ces resultan ser equivalentes. Con la retirada del caballo a b3,- las blancas dificultan el proyectado desplaza· miento del alfil enemigo a c5. 12. ...

d5

Una audaz decisión que inespera· damente concede a las. negras una seria iniciativa en el centro, basada en la desafortunada posición de la dama blanca en f3. Como resultado de esta

ruptura serán las negras y no las blan­ cas quienes dicten la conformación final de peones en el centro.

13. Cg3

Los jugadores que defienden el bando negro en la Scheveningen sue­ le llegar a esta posición un tanto a pesar suyo y su temor se basa en las dos partidas que siguen: 1) 13. ... ef 14. Axf4 de 15. Cxe4 Cxe4 16. Axe4 Axe4 17. Dxe4 + De7 18. Dxe7 + Axe7 19. 0-0-0 0-0-0 20. The1 The8 21. Cd4, con ventaja de­ cisiva de las blancas (Kupreichik/ Magerramov, 1978), y 2) 13. ... Ae7 14. 0-0-0 Dc7 15. g5 de 16. Cxe4 Cxe4 17. Axe4 Axe4 18. Dxe4 0-0 19. f5 Tfd8 20. f6!, también con clara ventaja blanca (Ligterink/ Panno, 1980) .

La situación es menos clara des­ pues de 13. ,.. de 14. Cxe4 Cd515. O­ O-O Dc7 16. f5 Ae7 17. g5 Cxe3 18. Dxe3 h6. Nuestra opinión, sin embargo, es

1� .

qu� después de 13. . . . Dc7 14. g5 Cxe4 15. Cxe4 Tc817 el enjuiciamiento de la posición es problemático. Una tal intensificación de la lucha es el resultado lógico de avanzar el peón 'b' en la 10 a. jugada. Después de 16. Cg3 d4 17. Ae4 Axe4 18. Dxe4 de 19. 0-0-0 los dos bandos tienen la igual-

dad y también . . . 1 buenas chances de victoria! Una vez més, también aquí se requiere un análisis intensivo de las distintas posiciones para poder acer­ carnos a un conocimiento serio de la variante y emitir, en consecuencia, un dictamen responsable.

4.6. SISTEMAS CON f4 Y Dd2 (1. e4 c5 2. Cf3 CeS 3. d4 cd 4. Cxd4 Ae7 8. Ae2 o-o 9. Dd2)

e6 5. Cc3 d6 6. f4 Cf6 7. Ae3

alfil de f3 y doblando la presión sobre la gran diagonal blanca. El inconveniente de este plan radi­ ca en su lentitud, lo que permite a las negras crear contrajuego en el flanco de dama. El lugar de 9. Dd2 las blan­ cas pueden transformar su ·posición jugando 9. Af3 a6 10. De2 Dc7 1 1 . 0-, 0-0, pero esto no modifica nuestra evaluación acerca de las posibilidades blancas. Tras 1 1 . ... Cxd4 12. Axd4, por ejemplo, las negras disponen de suficiente contrajuego: 12. ... e5 13. Ae3 Ae6 14. f5 Ac4 15. Dd2 b5 16. g4 b4 17. Ca4 d5 18. Cb6 Tab8. He aquí otra posición en la que es posible el enroque en flancos opues­ tos. ·El esquema a base de 9. Dd2 tie­ ne sus propias peculiaridades. El Ae2 apoyaré el avance del peón a g4, pu­ diendo situarse més tarde en la diago­ nal h1-a8. La dama, desde d2, crea amenazas sobre el centro y puede, eventualmente, trasladarse a g2 para sumarse al ataque sobre el rey enemi­ go, protegiendo al mismo tiempo el

184

Las negras pueden adoptar ahora una de las defensas siguientes:

a) 9. ... a6 b) 9. ... e5 En caso de 9. ... Ad7, sería desa­ gradable 10. Cdb5. Por ejemplo: 10. ... Ce8 1 1 . O-O-Oa612. Cd4Cxd4 13. Axd4 Ac6 14. Af3 Cf6 15. g4 Da5 16.

g5 Cd7 17. Rb1, y la amenaza 18. Cd5 · sitúa a las negras a la defensiva. a) 9. ... a6 9. ...

a6

Esta jugada es necesaria si las ne­ gras deciden adoptar un plan stan­ dard de contrajuego y a fin de liqui­ dar posibles amenazas contra el peón d6.

10. Q..Q.-0

Dc7

Incluso aquí falla 10. . . . Ad7 1 1 . g4 Cxd4 en su intento de conseguir la igualdad, debido a 12. Dxd4 (también es posible 12. Axd4, pero capturando con la dama las blancas no perderán un tiempo jugando Af3) 12. . . . Ac6 13. g5 Cd7 14. h4 TeS 15. h51 e5 16. Dd2 ef 17. Axf4. Si las negras tratan de llevar su alfil (Ac8-d7-c6), enton­ ces la jugada a7-a6 se revela una pér­ dida de tiempo. 10. ... Dc7 tiene lógi­ ca conexión con los planes negros de desarrollo. Es perfectamente posible 10. . . . Cxd4 que ofrece chances a los dos bandos después de 1 1 . Axd4 e5 12. Ae3 b5 13. Cd5 Cxd5 14. ed ef 15. Ad4Af51 (Timoshenko/Vilela, 1981). 10 . . . . d51 es digna de seria consi­ deración. Si las blancas cierran el centro, con 1 1 . eS, entonces se arries­ gan a caer bajo un ataque inmediato: 1 1 . . . . Cd7 12. Cb3?1 b5 13. Af� Ca5.

11.

g4

b5

Es peligroso para las negras jugar 1 1 . . . . Cxd4 12. Axd4 e5, con inten­ ción de ganar el peón 'g'. Después

de 13. Ae31 b5 14. a3! Axg4 15. Axg4 Cxg4, el peón no constituye compensación alguna por la tremen­ da ventaja posicional de las blancas: 16. Cd5 Db7 17. Thg1 Cxe3 18. Dxe3 f6 19. f5! Merece consideración el avance del peón 'd': 1 1 . . . . d5 12. ed ed!? 13. g5 Ce4 14. Cxd5 Dd8.

12. g5 Independientemente del amenaza­ dor trfo de peones (e4, f4, g5) se di­ rfa que las blancas deben recorrer un largo camino antes de que puedan crear una amenaza concreta. En efec­ to, para atentar contra el corazón del centro negro (e6) y trasladar las pie­ zas pesadas a la columna 'h' se re­ querirán muchas jugadas. Una larga y poco realista campaña o al menos así lo parece.

Cd7

12. . . .

El cambio 12. Cxd4 13. Axd4 Cd7 revierte a la lfnea que más ade­ lante se menciona. 13. f5! Una continuación lógica y directa, en la que jugará un inesperado papel la dama blanca. Diagrama Ha surgido una posición extrema­ damente confusa, en la que la cues­ tión esencial es: ¿qué peones son más peligrosos? 13. .. .

b4 185

En lugar d e l a jugada del texto, durante la partida ltkis/Popov, 1977, se vio 16. ef be 17. Dxc3 Cde5 18. f6 Ad8 19. Af4 Cg6 20. Dh3 Rh8 y la victoria blanca queda descartada. La evaluación de la variante depende de la posición que se produce tras 16. g6. Aquí hay gran cantidad de traba­ jo para los analistas. b) 9. ... e5! 9. .. .

e5!

Después de 13. . . . Cxd4 14. Axd4 b4! 15. f61 el alfil dama blanco ocupó una posición preponderante, que garantiza a sus piezas una prolonga­ da iniciativa sin gran esfuerzo: 15 . . .. be 1�. Axc3 Cc5 17. fe Dxe7 18. e5 de 19. Dd3 Cd7 20. Af3. La textual es más complicada y peligrosa.

14. f6 15. Thg11

gf

Esta es la jugada de Tseitlin que, audaz y eficazmente, insufla vi­ da a la posición. La lucha requerirá audacia en el ataque por parte de las blancas, mientras que las negras de­ berán llevar a cabo una defensa exacta.

15. ...

f5

15. . . . be pierde de inmediato con­ tra 16. Dxc3 Cxd4 17. gf + Rh8 18. fe Dxc3 19. Axd 4 + . Tampoco es mejor 1 5. . . . Rh8 16. Cd5! ed 17. Cxc6 Dxc6 18. Ad4.

16. g6! 1 86

Una continuación nueva y poco ensayada en la práctica. Las negras han situado a su rey en seguridad y ahora abren el centro, a fin de acti­ var a sus alfiles. Debilitan conscien­ temente d6, considerando que obtie­ nen compensación adecuada en la debilidad del peón e4 blanco.

10. Cf3 10. Cf5 no es bueno: 10. . . . Cxe4! 1 1 . Cxe7 + Dxe7 12. Cxe4 ef. Por otro lado, 10. Cxc6 be 1 1 . fe de con­ duce a una posición igualada, ya que la debilidad de los peones c6 y �

son equivalentes. Merece atención la rétirada 10. Cb3, ya que de algún modo atenúa el efecto de la ocupa­ ción de g4 por las piezas negras. Así, no es bueno 10. . .. Cg4, debido a 1 1 . Axg4 Axg4 12. fS, mientras que los cambios tras 1 0. . . . ef 1 1 . Axf4 TeS 12. 0-0-0 AfS 13. Axd6 Axd6 14. Dxd6 Dxd6 1S. Txd6 Cxe4 16. Cxe4 Txe4 son favorables a las blancas tras 17. Af3. Aparentemente, las ne­ gras deberían responder 1 O. . . . ef 1 1 . Axf4 Ae6, y ahora, tras 12. 0-0-0, pueden jugar 1 2. . . . CeS o bien 12. . . . Axb3 13. ab CeS, o incluso 13. . . . DaS.

10. . .

ef

.

Ag4!

11. Axf4

Con esta maniobra de alfil (con idea de Ah5-g6l las negras incre­ mentan su presión sobre el peón 'e', con posibilidad de conseguir la igual­ dad. Por ejemplo: 12. 0-0-0 TeS 13. Ac4 AhS 14. CgS CeS! o bien 13. h3 Ah5 14. Thel DaS 1S. Ab5 TacS 16. Rb 1 AfS= (Ghinda/Jansa, 1982). El sistema de defensa a base de 9. .. . e5 no es menos prometedor que el iniciado con 9. . a6, pero requie­ re ser contrastado en la práctica. ..

187

5, EL ATAQUE SOZIN

5.1. INTRODUCCION

(1. e4 c52. Cf3 Cc63. d4 cd 4. Cxd4 Cf65. Cc3 d66.Ac4) Este orden de jugadas ha sido adoptado frecuentemente, aun cuan­ do las blancas pueden trasponer al Ataque Rauzer (6. Ag5). En nuestros días, el Ataque Sozin se produce normalmente en el siguiente orden: 1 . e4 c5 2. Cf3 Cc6 3. d4 cd 4. Cxd4 e6 5. Cc3 Cf6 6. Ae3 d6 7. Ac4, o bien 1. e4 c5 2. Cf3 d6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 e6 6. Ae3 Ae7 7. Ac4. 6. Ac4 Esta jugada natural era bien cono­ cida antes de que el Sistema Sche­ veningen entrase en la práctica. Por entonces, eldesarrollo del alfil a c4 constituía, sin embargo, un intento de desalentar a las negras en el sen­ tido de renunciar al fianchetto de rey, con g6 y Ag7. Así, por ejemplo, la apertura de la partida Schlechter1

Lasker, 1910, continuó 6 . ... g6 7. Cxc6 be 8. e51 Cg4 9. e6 f5 10. 0-0 Ag7 1 1 . Af4 Db6 12. Ab3 Aa6, con juego complicado. Pero la jugada 6. .. . g6 es insuficiente para la igual­ dad, ya que después de 7. Cxc6 be 8. e5 Cg4 9. Af41 las negras tienen dificultades en el desarrollo, mien­ tras que 9 . .. d5 10. Cxd5 Ag7 1 1 . Cc3 conduce a clara ventaja blanca. Las negras pueden, sin embargo, fianchettar su alfil de rey jugando la previa 6. ... Ad7. En este caso, tras 7. Ab3 g6 se produce una posición típica de la variante del Dragón, con sus peculiaridades y problemas. Las blancas pueden enrocar corto. Por ejemplo: 8. 0-0 Ag7 9. Ae3 0-0 10. h3 TeS 1 1 . Dd3?! Ce5 12. De2 Txc3 13. be Cxe4 14. Del Dc7 + (Hennings/Taimanov, 1967). Sus perspectivas, . por supuesto, son mejores con el .enroque largo. Natu.

1 89

ralmente, no proc·ede analizar aquí exhaustivamente este tipo de posi­ ción, ya que constituye el objeto de otros libros temáticos, pero sí po­ demos mencionar algunos ejemplos: 6. ... Ad7 7. Ab3 g6 8. f3 Cxd4 9. Dxd4Ag7 166

• ••• 111

flt i .-l.(t t fl i • 11 · � · .. . . .

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1 ) 10. Ag5 Da5 1 1 . De3 ().O 12. Ah6 Tfc8 13. ().().0 Dc5 14. Dd2 Ah8 = .

2) 10. Ag5 ().0 1 1 . ().().0 h6 12. Ah4 Ac6 13. De3 Cd771 (13. ... Da5 es más sólido) 14. Txd6 g5 15. Tg6! e6 16. Txg7 + Rxg7 17. Af2 t (Tahl/ Stein, 1969). 3) 10. AgS ().0 1 1 . De31 bS 12. h4 aS 13. a4. ba 14. Cxa4 Tb8 1S. hS CxhS 16. g4 Cf6 17. Ah6 t (Ciocal­ tea/Stein, 1970). Después de 8. f3, las negras no deben cambiar en d4, pero pueden trasponer al Ataque Yugoslavo en la Variante del Dragón, con 8. ... Ag7 9. Ae3 () .0 10. Dd2, o bien adoptar la recomendación de Fischer, 8. ... CaSI? 9. AgS Ag7 10. Dd2 h6 1 1 . Ae3 TeS 12. ().().0 Cc4 13. De2 Cxe3

190

14. Dxe3 Da5 1S. f4 ().0 16. h3 e6=, mencionada en 1969. En respuesta a 7. Ab3 las negras podrían optar entre seguir el cauce del Dragón (7. . . . g6) y la Scheve­ ningen (7. . . . e6) ya que nada bueno resulta de otras posibilidades. 1) 7. ... a6 8. Ae3 Cg471 9. Cxc6 be 10. Df3 Cf6 1 1 . e5±. 2) 7. . .. Tc8 8. f3 a6 9. Ae3 DaS (o bien 9. ... Ca5 10. Dd3 b5 1 1 . g4 ±) 10. Dd2 e6 11. ().().0 Ae7 12. g4 ±.

En respuesta a 7. ().0 las negras pueden jugar 7. ... e6 y considerarse satisfechas ya que han evitado las peligrosas posiciones resultantes de enroques opuestos en el Ataque So­ zin. Si en lugar de ello se decidiesen por los esquemas del Dragón, con 7. .. . g6, tendrían que enfrentarse con la interesante idea de Boleslavsky 8. Cxc617 Por ejemplo: 8. ... Axc6 9. Ag5 Ag7 10. CdSI Axd5 1 1 . ed ().0 12. Te1, o bien 8. . . . be 9. f4 Oc7 10. eSI de 1 1 . fe Dxe5 12. Axf7 + Rxfl 13. Dxd7, con clara ventaja posicio­ nal blanca en ambos casos. 6. ... eS no es digna de recomen­ dación, ya que tras 7. Cde2 o incluso 7. Cf5, el contrajuego negro que pu­ diese compensar la debilidad dS no se ve por ningún lado. La interesante maniobra 6. ..: Db6, con idea de alejar al caballo blanco del centro, se considera en otro capítulo. En este punto debemos establecer un paréntesis para considerar algu­ nas peculiaridades del orden de juga­ das. Si 1 . e4 eS 2. Cf3 Cc6 3. d4 cd 4. Cxd4 e6 5. Cc3 d6 6. Ac4, las negras no disponen de nada mejor que 6. . .. Cf6, ya que en respuesta a 6. . .. Db6

las blancas contarlan con la fuerte jugada 7. Ae3! y en este caso sería peligroso aceptar el peón con 7. ... Dxb2, por 8. Cdb5 Db4, y las negras tienen la debilidad de d6 y retraso en el desarrollo. Después de 9. Ae2 no hay continuación satisfactoria para las negras. Así, 9. . . . a67 10. Tb1 Da5 1 1 . Ab6.± o bien 9. . . . Da5 10. Ad21 Dd8 1 1 . Af4 Cc5 (11 . ... e5 12. Cd51l 12. Dd41.± . Es posible, sin embargo, otro or­ den de jugadas que permite a las ne­ gras el privilegio de un curioso viaje de caballo: 1 . e4 c5 2. Cf3 e6 3. d4 cd 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 d6 6. Ac4 Ae7 7. Ae3 Q-0 8. Ab3 Ca617, un sistema in­ teresante aunque raramente emplea­ do, que tiene un cierto parentesco con el Ataque Sozin y donde fas ne­ gras tratan de eliminar inmediata­ mente el Ab3. En c5, por otro lado, el caballo está mejor situado que en a5, ya que desde aquel punto ataca el peón e4 enemigo. Las blancas de­ berán sacar el máximo partido a su fuerte caballo centralizado, pues de otro modo lal iniciativa pasará a manos de su oponente. Merece la pena analizar dos planes de desarro­ llo para fas piezas blancas: ·

1) 9. f3 Cc5 10. De2 (la dat;'la está aqul un poco mejor situada que en d2, ya que después de 10. Dd2 a6 1 1 . g4 Dc7 12. g5 Cfd7 13. h4 b5 15. g6 Ce5 15. gf + Txf7, el peón f3 está atacado, aunque quizá las blancas puedan mantener el carácter agudo de fa posición, con 16. Og2) 10. ... a6 11. g4 Dc7 12. g5 Cfd7. Aqur, jun­ to con 13. o-o-o (y, por qué no, 13. Q-07) es posible el lógico pero arries­ gado ataque sobre el peón e6: 13. f4 b5 14. f5.

2) 9. f4 Cc5 10. Df3. 167

10. . . . a6 (si 1'0. . . . d5 -Novo­ pashin/Tahf, 1962- 1 1 . ed ed 12. 0-0 TeS 13. f5! !). Las blancas no pueden ahora continuar con un plan basado en el enroque largo, dado que el peón e4 es débil y está presionado por el Cc5: 1 1 . 0-0-0 Dc7 12. g4 b5 13. f5 Cfxe41 :¡: , o bien 13. e5 de 14. fe Cte41 :f (Hübner/Ree, 1971). Tampoco es bueno 1 1 . g4, debido a 1 1 . ... d5 12. e5 Cfe4. En consecuencia, resta considerar 1 1 . o-o Dc7 12. f5, a fin de impedir el desarrollo del alfil dama negro a b7, pues de este modo queda atado a la defensa del peón e6. La réplica 12. . . . e5 permite a fas blancas tomar la iniciativa con 13. Cde2 Cxb3 14. cb h6 15. Cg3 b5 16. Ch51 Ab77 17. Axh6. No obstante, si las negras mantienen la presión sobre el centro no parece haber ningún camino que conduzca a ventaja blanca. Asl, por ejemplo, 12. . . . b5 13. fe fe 14. Dh3 Cxb3 15. ab b4 16. Ca4 e5 15. Cf5 Tb8, o bien 12 . ... Cxb3 13. cb Ad7 14. Tac1 Dd8 15. fe fe 16. Dh3 De81 y en ambos casos fas negras dispo191

nen de suficiente contrajuego. El sis­ tema 8. ... Ca6 requiere ulterior aná­ lisis y la definitiva "prueba de fuego" de la práctica. 6. ...

e6

la base conceptual de la jugada 6. Ac4 ha experimentado un profundo trastorno ya que con el tiempo se ha demostrado la viabilidad del peque­ "o centro negro (con e6+d6). Casi 50 aftos después de que el maestro soviético Sozin propusiera un siste­ ma estratégicamente rico y bien construido para las blancas que hoy lleva su nombre. El Ataque Sozin es uno de los mé­ todos más agudos deljuego contra el esquema Scheveningen. Tanto el desarrollo del alfil por c4 como el avance del peón 'f' a f5 (y, a veces, incluso el del peón 'g' a g5) están concebidos para debilitar la casilla d5. Si las negras deciden no sopor­ tar por más tiempo el alfil, cambián­ dolo por su caballo, sus posibilida­ des de contrajuego en el flanco de dama se verán notablemente redu­ cidas. 7. Ab3 En cuanto a 7. a3, véase el capítu­ lo siguiente. Si 7. 0-0 Ae7 8. Ae3 0-0 9. f4, las negras pueden efectuar inmediata­ mente un contragolpe central, con 9. . . . d5 10. ed ed. Después de 1 1 . Ae2 Te81 12. Rh1 Aa3 13. ba Txe3, consiguiendo una evidente ventaja IGrünfeld/Taimanov, 1950). Contra 7. Ab3, las negras dispo­ nen de dos planes. Pueden, en pri-

192

mer lugar, poner a su rey en seguri­ dad o bien decidirse por emprender operaciones en el flanco de dama. El primer plan será estudiado aquí, mientras que el segundo será objeto de estudio en el capítulo próximo. 7. . . . 8. Ae3

Ae7

No es conveniente diferir el desa­ rrollo del alfil dama ya que sin su apoyo y el de la torre al es difícil conseguir nada positivo en el centro. Asl, a 8. f41as negras cuentan con 8. ... Cxd4 además de la ya menciona­ da 8. . . . 0-0. Ahora, tras 9. Dxd4, las negras pueden seguir por uno de estos dos caminos:

1) la muy aguda línea 9. ... e517 10. fe de 1 1 . Dxe5 ( 1 1 . Aa4+ Ad71 1 1 . . . . 0-0 12. Ag5 h6 13. Ah4 Cxe4 14. Cxe4 Axh4 + 15. g3 Ah31, Bat­ skan/lotsov, 1970. 2) la "simplemente" aguda 9. . .. 0-0.

La dama, que parece ocupar una amenazadora posición en d4, de hecho sólo interfiere la rápida finali­ zación del desarrollo blanco. Contra 10. 0-0, es un buen plan 10. ... b61 amenazando 1 1 . . . . d5. Después de 1 1 . Rh1, tenemos: 2.1) 12. Te1 d5! 13. ed Cg4 14. Ce4 Ac5 15. Dd2 Dh4 16. g3 Dh5 17. Cxc5 be :¡: (Kiavin/Boleslavsky, 1957). 2.2) 12. Tf3 d51 13. ed Ac5 14. Oa4 Ab7 15. Ae3 ed 16. Ad4 y ahora, en lugar de 16 . . . . TeS 17. Td1 Cg4 (Fischer/Geller, 1962), 16. . . . a61 17. Axf6 gf habría ganado, ya que b6-b5 es imparable. En lugar de 1 1 . Rh1 es mejor 1 1 . Dd3 pero incluso así tras 1 1 . ... Cd7 12. Ae3 Ab7 13. Tad1 DeS! 14. Cb5 Cc5, las negras tienen adecuado contrajuego. Las negras tampoco tienen mayores dificultades si las blancas juegan 1 1 . Ae3, en lugar de 1 1 . 0-0. Por ejemplo: 1 1 . Ae3 Cg4! 12. o-o 1 1 1 . o-o-o e51l 1 1 . ... b6 12. Rh1 d5 13. Ag1 Aa6 o bien 10. Ad2 a6 1 1 . 0-0-0 Dc7 12. Thg1 Cd7 13. g4 Cc5 14. g5 b5. Cuestionar la octava jugada (S. Ae3J tampoco conduce a resultados concretos para las blancas (S. 0-0 0-0 9. Rh1J. Las negras disponen de dos mo­ dos de igualar: 1 ) 9. . .. Cxd4 10. Dxd4 b6 11. Ag5 ( 1 1 . f4 Aa6, etc) 1 1 . ... Ab7 12. Tad1 (12. f4 TeS 13. f5 Tc51) 12. ... Dc8 13. f3Td8. 2) 9. . . . Ca5 10. f4 b6 1 1 . e5 Ce8 12. f5 del 13. fe ed 14. ef + RhS 15. fe= O DxeS 16. TxfS+ AxfS 17.

De27 Aa61 "T. En la partida Neikirch/ Botvinnik, 1900, las blancas se abs­ tuvieron de jugar 12. f5, pero fueron aniquiladas a causa de la debilidad de su primera fila: 12. Tf3 Cxb3 13. Cc6 Dd7 14. Cxe7+ Dxe7 15. ab f6! 16. ed Cxd6 17. Td3 Cf5 1S. Ta4 DeS 19. Ce4 b51 20. Ta5 Ab7 21. Cd6 Cxd6 22. Txd6 Td81 8. . ..

O-O

La continuación 8. ... a6 será estu­ diada en el próximo capítulo. Ahora las blancas pueden elegir entre:

a) 9. f4 b) 9. 0-0 a) 9. f4 9. f4 Con esta jugada las blancas se re­ servan la posibilidad de enrocar en el flanco de dama.

9. ...

Cxd4

Otras jugadas son inferiores. Por ejemplo:

193

1) 9. 000 Ad7 10. Df3 Cxd4 1 1 . Axd4 Ac6 12. f S eS 13. Af2 b S 14. Q-Q-0±. 2) 9. oo• CaS 10. Dt3 b6 11. eS de 12. fe Ab7 13. ef Axf3 14. fe Dxe7 1S. Cxf3 Cxb3 16. ab ±. 3) 9. eS 10. fe Cg4 1 1 . Ag1 Cxd4 12. Dxd4 CxeS 13. o-o-o Af6 000

14. CdS, o bien 12. de 13. Dxd8 Txd814. CdS Ad61S. Q-Q-0. 00.

10. Axd4

b51

La posición que resulta de 1 1 . a3 Ab7 12. De2 aS se produjo en la par­ tida Shaposhnikov/Gurevich, 1964, que prosiguió 13. DxbS Dc7 14. Dd3 a41 1S. Axa4 eS! 16. Ae3 ef 17. Ad4 dS 18. eS Ce4 19. AbS Ah4 + y las negras consiguierou ventaja. Esta idea que implica sacrificios de peo­ nes volvió a verse en 1972, en la 4" partida del match Fischer/Spassky por el titulo mundial.

13. o-o La indefinición del peón bS es ilu­ soria ya que si 13. CxbS, 13. DaS+ 14. Cc3 CxeS, recuperándose el peón con buen interés por la inver­ sión. Las negras, al mismo tiempo, se las arreglan para conservar mag­ nificas diagonales para sus alfiles que proyectan instalar en b7 y eS, después de lo cual procederán a sus planes de asedio sobre el peón eS. La aguda continuación 13. Dg4 00.

AcS 14. Q-0-0 puede tener éxito para las blancas si sus oponentes juegan descuidadamente. Por ejemplo: 14. Db6 1S. Ce4Axd4 16. Txd4 CxeS? (más sólido es 16. 0 0 . Rh81 17. Thd1 CxeS 18. DhS f6! :¡: ) 17. Cf6 + RhB 000

18. Dh3 gf 19. Th4± (Barle/Beliav­ sky, 1971). Después de 13. Dg4 las chances de las negras no son peores: 13. b4 14. Ce4 Ab7 1S. Cd6 Axd6 16. ed Cf6 17. Dg3 ChS 18. Dg4 Cf6 (análisis de Gheorghiu), o bien 13. AcS 14. Q-0-0 Axd4 1S. Dxd4 OgS+ 16. Rb1 DxeS + (análisis de Krogius). La recomendación de O'Kelly 13. Dt3 Tb8 14. Ce4 Ab7 1S. Q-0-0 no consigue dar el zarpazo que pueda poner en peligro la posición negra: 1S. Dc7 16. The1 CeS 17. Axc5 AxcS = . Asl pues, la jugada textual crea más problemas a las negras. 000

000

11. e5 12. fe

de Cd7

000

13.

oo•

a6

13. o o • b47 14. Ce4 Ab7 1S. Cd6! Axd6 16. ed Dg5 17. De2 AdS 18. Tad1 ± (Fischer/Oiafsson, 1961). Con 13. AcS se origina un agudo final: 14. AxcS CxcS 1S. Dxd8 Txd8 0 0 .

194

16. Cxb5 Aa6 17. Ac4 Tab8 (Fischer/ Geller, 1962) donde las negras, pese a su peón de menos, consiguieron mantener el equilibrio y finalmente entablar el juego. La reputación de la jugada 13. 0-0 y, en consecuencia, �e todo el plan 9. . . . C>