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Casas de fuego De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Casas de fuego Título Casas de fuego

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Casas de fuego De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Casas de fuego Título

Casas de fuego Ficha técnica

Dirección

Juan Bautista Stagnaro

Producción

Pablo Rovito

Guion

Juan Bautista Stagnaro Rodolfo Mórtola

Música

Luis María Serra

Fotografía

Esteban Pablo Courtalón

Montaje

Miguel Pérez

Protagonistas Miguel Ángel Solá, Pastora Vega, Carola Reyna Ver todos los créditos (IMDb)

Datos y cifras País(es)

Argentina

Año

1995

Género

Histórica

Duración

110 minutos Ficha en IMDb

Casas de fuego es una película argentina de 1995, dirigida por Juan Bautista Stagnaro y protagonizada por Miguel Ángel Solá, Pastora Vega y Carola Reyna. Se estrenó el 31 de agosto de 1995 y fue ganadora de siete premios, entre ellos el Cóndor de Plata y el Kikito de Oro del Festival de Gramado como mejor película. Contenido [ocultar]  1 Sinopsis  2 Actores  3 Hecho por  4 Premios

 5 Enlaces externos [editar] Sinopsis La película se desarrolla en el Noroeste argentino. El Dr. Mazza (Miguel Ángel Solá) un prestigioso científico, decide trasladarse a Jujuy con su esposa (Pastora Vega) y un equipo de colaboradores para realizar investigaciones sobre enfermedades infecciosas de la región. El Dr. Salvador Mazza, quien se encontraba estrechamente relacionado con la docencia en el marco institucional de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, es presentado como un profesional trasgresor y obsesivo decidido a continuar las investigaciones del Dr. Chagas en el Brasil, quien postulaba la existencia de un insecto relacionado con una sintomatología que también presentaban nuestros pobladores del norte e intentaba relacionarlo con la causa de numerosas muertes en la región debido a problemas cardíacos. El filme muestra el carácter vivo y apasionado del protagonista, entrelazando la historia con algunas secuencias de su vida personal y conyugal (posiblemente ficticias) y también intenta mostrar que, si bien este mal es casi un patrimonio de los pobres, nadie está exento. A partir de un hecho puntual que resume la postura de sus colegas frente a sus nuevos planteamientos médicos, el Dr. Mazza decide renunciar a su cargo en la Universidad y hacer uso de sus contactos para desarrollar una importante investigación de campo. En su deambular por las zonas rurales, curando y educando a la población, comprueba las míseras condiciones de vida y detecta cómo sus viviendas de adobe constituyen el

más importante foco de transmisión de la enfermedad. La puja permanente que se da en el argumento, a lo largo de toda la película, se relaciona con el poder hegemónico de la Iglesia, la sociedad hipócrita de la época y la tradición del discurso médico positivista que se resiste a considerar una enfermedad ligada a una causalidad socio-económica que determina esta endemia. Gracias a sus esfuerzos y perseverancia y el apoyo de fieles profesionales orgullosos de haber sido sus colaboradores, Mazza logra reunir la cantidad necesaria de información y pruebas para crear un ambiente de aceptación ante la irrefutabilidad de las teorías expuestas primeramente por el Dr. Chagas y luego continuadas por él. En relación al título de la película cabe aclarar que nadie se atrevería, ni antes ni ahora, a quemar las casas de los pobladores, porque no iba a proporcionarles otra vivienda donde habitar. Lo que realmente se hizo siempre fue sencillamente desinfectar las casas y nada más. Ya que la “vinchuca” localizada en esa vivienda sólo les seguiría provocando daño a los pobladores del lugar sin gran riesgo de diseminación, nunca se realizó ninguna quema de ranchos; esta situación sólo se produjo en una epidemia de peste bubónica en el norte que obligó a tal medida por razones epidemiológicas diferentes. La expresión “quemar los ranchos” simboliza adecuadamente lo que se debería hacer si realmente se quisiera erradicar esta enfermedad de las zonas más pobres de Latinoamérica, darle a la gente la posibilidad de una vivienda digna, con materiales nobles y destruir para siempre esas chozas inhabitables; es una metáfora que significa poner un verdadero fin a tanta injusticia, cambiar de una vez las posibilidades de vida de

sus pobladores y no simplemente pasar a desinfectar una vez al año y que todo continúe sin mayores cambios.