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Sobre Crónicas del Ángel Gris de Alejandro Dolina

Los paraísos perdidos Sobre el amor imposible

Siempre estaremos solos y tristes, pero no es para tanto. Después de todo, ya se sabe que los únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos.

Alejandro Dolina

Los Hombres Sensibles de Flores son eternos enamorados, siempre de mujeres imposibles: no son correspondidos o buscan a aquella que ya no existe. Pero no son los únicos personajes de Crónicas del Ángel Gris que sufren el amor imposible. En efecto, los relatos que dan marco a las crónicas, los textos titulados “El caminante”, narran la historia de Tamas Dorkas, un hombre que ha sido hechizado por enamorarse de La Bruja. En estos relatos, el caminante se encuentra con el narrador mientras éste pasea por el barrio de Flores y recopila los relatos que encontramos en el libro. Por tratarse de la historia que da cohesión a todos los relatos de Crónicas del Ángel Gris y por la importancia que tiene este tema para sus personajes principales, consideramos productivo el análisis del tópico del amor imposible en Crónicas del Ángel Gris. Este tópico, entonces, es también un aspecto importante en la construcción del humor en la escritura de Dolina. Para analizarlo desde esta perspectiva, extrapolamos la categoría de desprecio del amor propuesta por Sergio Cueto en su ensayo Versiones del humor: Tal como se comercia entre los hombres, el amor significa el ultraje del amante. Lo ultrajado es más precisamente el amor del

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amante, la dignidad del amor en él, la seriedad del amante para con lo digno. Este ultraje se cumple ya en el adulterio, ya en el desdén. (18)

En este fragmento, encontramos otros dos conceptos que consideramos significativos para el análisis del tópico del amor imposible: la “vulgaridad” y la “humillación”. Conceptos que Cueto define de manera conjunta, puesto que “la humillación es la impotencia de lo serio ante lo vulgar” (17). Lo serio se encuentra impotente ante lo vulgar, porque no puede arrancarlo de su vulgaridad, ni atravesarlo, ni apartarse. Para comenzar nuestro análisis, nos parece interesante preguntarnos a qué se considera “vulgaridad” en Crónicas del Ángel Gris. En “Balada de la primera novia”, el narrador introduce el relato de la siguiente manera: El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años. Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de un hombre hay pocas cosas más serias que su amor inaugural. Por cierto, los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros que casi es imposible que nos molesten. (64)

En este fragmento, el narrador inicia su relato introduciendo la voz de los que no opinan como él. Podríamos considerarlo, en palabras de Cueto, que comienza con el discurso de la vulgaridad, ya que, como afirma el autor, “generalmente se ve la vulgaridad en los otros” (17). Vulgaridad que se opone y choca contra la seriedad del amor inaugural. En este fragmento, tanto los sujetos (“los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de inyecciones”) como 32

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los objetos (“el automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas”) pertenecen a la esfera de la vulgaridad: están relacionados estrechamente, por un lado, con la esfera del comercio y, por otro, con la racionalidad15. Y el efecto de humor, en este fragmento, es originado en la antítesis que surge entre la vulgaridad de lo práctico y concreto de estos sujetos y sus objetos, en contraposición con la seriedad del primer amor. Así como lo serio choca irremediablemente con lo vulgar, el amor choca con la vulgaridad de lo práctico y lo concreto y también, podemos decir, contra la vulgaridad de lo posible. El humor se produce, entonces, a partir de ese choque generando una burla de lo vulgar. Para Freud16, la burla “consiste en la imitación paródica de personas, costumbres, instituciones, valores, etc., convirtiéndolos en objetos de mofa ante los espectadores o lectores” (en Flores, 2009: 21). Esa mofa es un efecto generado precisamente por ese choque entre dos esferas que, desde la doxa, pueden considerarse opuestas: la esfera de lo idealizado y la de lo material. También, desde la doxa, esas dos esferas tienen valoraciones opuestas: la esfera de lo idealizado es considerada como “profunda” y la de lo material, como “superficial”. Así, lo práctico, lo concreto y lo posible se construyen como objetos de burla por su excesiva superficialidad. Esa hipérbole funciona gracias a la oposición. La exageración de lo idealizado y de lo material se profundiza porque se encuentra comparado con su opuesto. Tanto lo serio como lo vulgar son humorísticos, como efecto de esa hipérbole. Nos detengamos en el mito de la Primera Novia: Aquí conviene decir que la Aventura de la Primera Novia es un mito que aparece en muchísimos relatos del barrio de Flores. En el apartado “Argumentos inexpugnables”, analizaremos particularmente la figura de los Refutadores de Leyendas a partir del concepto de vulgaridad propuesto por Cueto. 16 Citado en Flores, Ana B. (2009): Diccionario crítico de términos del humor y breve enciclopedia de la cultura humorística argentina, Córdoba, Ferreyra Editor. 15

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Los racionalistas y los psicólogos tejen previsibles metáforas y alegorías resobadas. De ellas surge un estado de incredulidad que no es el más recomendable para emocionarse por un amor perdido. (65)

En este fragmento, la vulgaridad surge de los discursos que el narrador atribuye a los racionalistas y a los psicólogos. El narrador presenta la vulgaridad como previsible y trillada. La caracterización de las metáforas y alegorías de los racionalistas y psicólogos se construye como una metonimia de la vulgaridad. Y esos discursos “previsibles” y “resobados” nos llegan de la mano de aquellos que, como los Refutadores de Leyendas, sobrevaloran la razón. En “Balada del amor imposible”, la vulgaridad también está descripta en relación con la hipérbole de la racionalización y, esta vez, la voz del narrador la enuncia en comparación -chocando- con lo serio del amor: Mientras los jóvenes de otros barrios se enamoran de muchachas groseramente posibles, los hombres de Flores parecen condenados a amar -casi siempre en secreto- a mujeres que no serán para ellos. Y en honor a estas damas es que los Hombres Sensibles hacen lo que hacen. Algunos emprenden desde chicos el estudio del violín, únicamente para aprender a tocar un vals en obsequio de su amada. No importa que ella no alcance jamás a oírlo. Ése no es el punto. Otros indagan los secretos de la versificación y se sumergen en el dolor para lograr una poesía. Hay quienes se ejercitan en el coraje y cultivan la guapeza. Y no faltan los que eligen la melancolía o la locura. Piensan los Hombres Sensibles que siendo mejores merecerán ser amados. Y para la ética sentimental de este barrio, los mejores hombres son artistas, valientes, tristes o locos (…). Cada semana, los enamorados de Flores reciben el consejo de sus amigos sabios de otras barriadas. -¿Por qué amar a la Gran Marquesa del Norte, que es en realidad un duende? ¿Por qué no conformarse con la hija del yesero? Son voces tentadoras que exponen las ventajas del amor razonable. A estas exhortaciones, los Hombres Sensibles responden -no sin acierto- que en el amor no existe el libre albedrío y que nadie puede decidir de quién va a enamorarse.

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Sin embargo -y a riesgo de caer en especulaciones psicológicas fuera de tono- cabe reconocer que los muchachos del Ángel Gris tienden a aproximarse sentimentalmente a las mujeres que menos les convienen. Los tratadistas de Villa del Parque y los Refutadores de Leyendas sostienen que buscar pareja es una tarea enteramente racional y hasta científica. Vale la pena citar la novela didáctica Hoy te amo con la cabeza, del profesor Amadeo Battista. Esta obra esconde -apenas- la tesis antedicha, entre los rotosos pliegues de su trama. Parecidos criterios auspicia la esposa de este pensador, la doctora Alba C. de Battista, en su libro Me casé con un cretino. (257-258)

En este fragmento, lo vulgar es lo fácil, lo “groseramente posible”. Por su lado, lo serio del amor se opone a lo fácil y a lo vulgar a través del arte y de los sentimientos exacerbados. Lo serio es el cultivo de la música y la poesía, además del coraje y la guapeza. Lo serio es valiente y sensible a la vez, pleno de creatividad pero también, de tristeza. Y más aun, lo serio es la melancolía y la locura. La estrategia es, nuevamente, la hipérbole en la valorización del arte y la valentía. Además, como lo hemos analizado anteriormente, la exageración de la melancolía y a la tristeza contribuye a reforzar el mito de la “identidad porteña”. Por otro lado, tanto los consejos de los “amigos sabios” como la teoría de los Refutadores de Leyendas y los tratadistas de Villa del Parque son otros ejemplos de la vulgaridad de la razón excesiva. La nominación de “tratadistas” acentúa el carácter racional de este grupo, ya que el tratado, como género discursivo, se caracteriza por su intención didáctica y el tratamiento científico de un tema. Así, estos tratadistas son análogos a la descripción que hicimos anteriormente de los Refutadores de Leyendas. Y esa descripción que valora hiperbólicamente la razón -como índice de la burla a partir de la cual se construye este grupo-, se extiende hasta el predicado que los modifica. Ellos “sostienen que buscar pareja es una tarea enteramente racional y hasta científica” (Dolina, 2003:258), es decir, que se trata de un trabajo, algo que se planifica, se decide y se racionaliza. 35

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Cercano al género del tratado, está esta “novela didáctica” escrita por el profesor Battista, en la cual sostiene la tesis de los Refutadores a lo largo de una “rotosa” trama. La esposa de Battista completa la construcción negativa del personaje con el adjetivo “cretino”. En estos adjetivos, continúa la construcción de la vulgaridad. Así, en este fragmento, la vulgaridad es lo didáctico y lo excesivamente racional. Para concluir el análisis de la vulgaridad en Crónicas del Ángel Gris, observemos la degradación de la leyenda de la mujer perfecta: Tratando de reducir el número de desencuentros amorosos en beneficio de la felicidad general, los Refutadores de Leyendas con la ayuda de dos contadores de la Sociedad de Fomento de Villa Malcolm, prepararon las Tablas del Amor Infalible, especie de regla de cálculo según la cual las medidas del cuerpo del hombre, su coeficiente intelectual, su edad, su educación, fortuna y berretines determinaban de un modo preciso a la mujer más conveniente para sus planes amorosos. Esto es ni más ni menos que la refutación de una leyenda o -lo que es peor- su reducción a términos científicos. La leyenda es ésta: “Hay para cada hombre una mujer, una sola, que reúne todas las virtudes que ese hombre sueña. Su belleza está hecha para deslumbrar a ese hombre. Su voz ha sido creada para seducirlo. Su inteligencia, para suscitarle y sugerirle ideas amables. Su ternura, para hacerle dulce el diario sufrimiento. Esa mujer existe y anda por esas calles. Pero el destino ha decidido que nunca jamás se crucen los caminos de ningún hombre con la mujer que para él fue concebida”. (259)

El efecto de humor en este fragmento es generado por una paradoja17. Los Refutadores de Leyendas, acostumbrados y definidos por negar leyendas, en este fragmento no sólo toman por cierta una leyenda, sino que, además, intentan concretarla. Ese Paradoja (o antilogia o endiasis). “Figura de pensamiento que altera la lógica de la expresión pues aproxima dos ideas opuestas y en apariencia irreconciliables, que manifestarían un absurdo si se tomaran al pie de la letra -razón por la que los franceses suelen describirla como “opinión contraria a la opinión”- pero que contienen una profunda y sorprendente coherencia en su sentido figurado” (Beristáin, 1995: 380). 17

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intento de concreción deriva en una degradación de la leyenda. Lo abstracto del amor ideal es transferido a lo bajo material a partir de la posibilidad de ser medido. Y es medido a partir de ciertos parámetros que permiten armar, de manera totalmente científica, una tabla con resultados infalibles. Pero el humor en este fragmento no se genera sólo a partir de esa degradación, de la burla a partir de la cual se construye lo excesivamente racional, sino también -y sobre todo- a partir de la lectura literal de la leyenda por parte de los Hombres Sensibles de Flores. Los Hombres Sensibles están convencidos de la “verdad” de esta leyenda a tal punto que se construyen como una hipérbole del enamorado fracasado, una hipérbole del amor que, según el mito de la “identidad porteña”, debe vivir el porteño. En conclusión, en Crónicas del Ángel Gris, la vulgaridad se construye desde la burla. Una burla que se genera en la hipérbole de los valores de la “identidad porteña”. Desde el universo de estos “valores”, lo práctico y lo posible son cuestiones superficiales y están desvalorizadas: son la vulgaridad. Esa vulgaridad, que choca contra el amor, es una valoración excesiva de lo práctico y lo racional. Y es vulgar a partir de la hipérbole de la tristeza y la melancolía que genera el amor imposible. Sentimientos que hacen a la hipérbole del mito de la “identidad porteña” y funcionan, a nuestro entender, como una operación de puesta al desnudo de las estrategias por las cuales, un signo cultural e histórico deviene en “evidente por sí mismo”, es decir, se considera una “verdad” de la Naturaleza. Al empezar este apartado, decíamos que el tópico del amor imposible no se encuentra solo en las historias de los años dorados de Flores, sino también -y principalmente- en la historia que da cohesión a todas las crónicas: los textos titulados “El caminante”. Estos textos se intercalan a lo largo de todo el libro con los demás, dándoles una especie de marco narrativo. En ellos, el narrador relata en primera persona sus encuentros con Tamas Dorkas, un hombre que ha sido condenado a caminar perpetuamente. 37

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A diferencia de las demás crónicas, que relatan hechos sucedidos durante los años dorados de Flores y protagonizados por los Hombres Sensibles, estos textos tienen como personajes al narrador y al caminante. Así, estos textos relatan, de algún modo, el paseo del narrador por el barrio de Flores. Por lo cual, consideramos que constituyen la historia que da estructura al libro, el pretexto que da un marco a la “recolección” que hace el narrador de los relatos “míticos” del barrio de Flores. Nos parece importante destacar que los dos protagonistas de esta historia-marco de Crónicas del Ángel Gris sufren por amor. Tamas Dorkas fue hechizado por La Bruja, la mujer más hermosa del mundo, porque, al enamorarse vergonzosamente de ella y luego de ser abandonado, el caminante se desesperó, se arrastró como un gusano, imploró, suplicó y se ejercitó en el reproche minucioso (50). El narrador, por su parte, en “El caminante (III)”, es llevado por Dorkas a la puerta de una casa que, según el caminante, es una de las entradas del infierno. Luego de horas de espera, de la puerta sale una mujer vestida de negro. El narrador la persigue y cuando ella lo mira, él afirma: “era el diablo” (149-150). Luego, en “El caminante (IV)”, el narrador atribuye esa observación a Dorkas y confiesa que se había obsesionado con ella: “me había enamorado del modo más ruin” (170). La historia-marco de las crónicas también construye una hipérbole del mito de la “identidad porteña”. Mirado desde ese mito, en el barrio porteño, el amor es trágico y la mujer que enamora es La Bruja y el diablo y ejerce un poder sobrenatural sobre el enamorado. Además, ese enamorado porteño no completó su “experiencia amorosa”, si no se arrastró, sufrió y lloró desconsoladamente por su amada. El efecto humorístico se produce, entre otros aspectos, porque la Bruja, el diablo y María -la mujer amada por el narrador- son la misma mujer. La mujer que enamora a estos dos protagonistas de las crónicas es un estereotipo, es un personaje plano. La Bruja,

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el diablo y María son una mujer demonio18, a la vez que son una hipérbole de la imagen de la mujer según el mito de la “identidad porteña”. En “Balada de la primera novia”, Jorge Allen decide buscar a su novia de la escuela primaria. Entre otras cosas, para lograrlo, los Hombres Sensibles organizan una fiesta de ex alumnos en la escuela del poeta. En esta fiesta, a la que no va la primera novia de Allen, los muchachos de Flores intentan conseguir información sobre ella: Los viejos compañeros del colegio no tardaron en presentarse a reclamar evocaciones. Uno de ellos hizo una revelación brutal. - La chica se llamaba Gómez. Fue mi Primera Novia. - ¡Mentira!- gritó Allen. - ¿Por qué no? Pudo haber sido la Primera Novia de muchos. Entre todos lo echaron a patadas. (67)

La practicidad del comentario, su vulgaridad, choca contra la pasión y la seriedad del amor de Allen. Sin embargo, en el micromundo del barrio de Flores, lo serio choca contra lo vulgar y arremete contra él. Los Hombres Sensibles de Flores, fieles al mito de la “identidad porteña”, echan a patadas al portador de esa vulgaridad que pretende desnaturalizar el mito de la Primera Novia. Y ese intento, ese choque de lo serio contra lo vulgar en el que lo vulgar es superado por lo serio, tiene como efecto el humor. Lo vulgar, desde la racionalidad o “lo razonable”, atenta contra el mito de la Primera Novia a partir de una “revelación brutal”. Frente a esto, los Hombres Sensibles, para quienes la Primera Novia es algo serio, lo rechazan. Y el humor se produce por la persistencia en la inmutabilidad del mito por parte de los Hombres Sensibles: frente a un intento de desnaturalizar ese mito que ellos sostienen, reaccionan con violencia.

Nos referimos a la dicotomía mujer ángel/mujer demonio presente en el Romanticismo. 18

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El desprecio del amor es un tópico presente no sólo en Crónicas del Ángel Gris, sino también en muchas letras de tangos. Consideramos que es así, porque el mito de la “identidad porteña”, además de tener como característica la melancolía -que, en relación con el amor, se personifica en la Primera Novia-, construye también a un amante desdichado. El amante porteño es desdichado porque su amor quedó en el pasado, porque fue abandonado o porque su amor es imposible. Y Crónicas del Ángel Gris reproduce ese mito y logra un efecto humorístico a través de su hipérbole. Otra cuestión importante para analizar en relación con este tópico es la figura de la mujer. En Crónicas del Ángel Gris, como ya adelantamos, la figura femenina es construida a la manera de un personaje plano. La Bruja, el Diablo y María son la misma mujer porque, análoga a la “mujer demonio” del Romanticismo, son la fuerza que lleva al hombre enamorado a la perdición. Sin embargo, en la escritura de Dolina, hay otro tipo de mujer opuesto a este: la mujer fea. Así, la figura femenina es construida de una manera dicotómica, puesto que pueden pertenecer al grupo de las “mujeres hermosas” o, por el contrario, al de “los loros”. Cada grupo provoca distintos efectos en los Hombres Sensibles y, por lo mismo, en la trama narrativa. Consideramos que esa dicotomía entre dos figuras de mujer es una hipérbole de lo que hemos llamado la “identidad porteña”, puesto que podemos encontrarla también en algunas letras del tango. Para leer esa dicotomía, analizaremos la “Balada de la primera novia” y “La conspiración de las mujeres hermosas”. También analizaremos relaciones intertextuales con letras de tangos que construyen a la mujer según esa dicotomía “hermosa/fea” y cómo esa dicotomía tiene un efecto humorístico. La conspiración de las mujeres hermosas es una teoría elaborada por Jorge Allen. Según esta teoría, las mujeres hermosas están complotadas para ser indiferentes a los hombres que se enamoran de ellas. A partir de esto, Manuel Mandeb elaboró una conferencia 40

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titulada “De las mujeres mejor no hay que hablar” (Dolina, 2003: 291292). En ella, fiel a la hipérbole del mito de la “identidad porteña”, el polígrafo de Flores explica el poder innegable y diabólico de la belleza, “mucho más irresistible que la del dinero o la prepotencia” (Dolina, 2003: 292). Aquí tenemos, como hemos dicho anteriormente, la figura de la mujer demonio. Esa mujer que, desde la visión romántica, puede llevar a la locura al hombre enamorado de ella. Sin embargo, en este texto, a diferencia del Romanticismo que la opone a la mujer ángel, el narrador opone esta figura de la mujer hermosa con la de los “loros” o “bagayos”. El asunto se torna todavía más complejo a causa de la acción de los Agrandadores de Loros, unos caballeros más bien babosos que con halagos y falsedades consiguen que ciertos bagayos se crean la reina del corso. Así, los hombres de corazón llegan a padecer la violencia de ser rechazados por damas que jamás pensaron seducir. (295-296)

Podríamos decir que la dicotomía entre las mujeres hermosas y los “loros” es análoga a la dicotomía entre lo serio y lo vulgar. Lo serio, desde el mito de la “identidad porteña”, es el amor exacerbado e imposible que siente un hombre por una mujer hermosa. Es el sentimiento de los Hombres Sensibles de Flores. En cambio, lo vulgar, desde esa misma perspectiva, es la degradación de ese amor serio, la concreción del amor “groseramente posible” (Dolina, 2003:257). Y esa degradación no se relaciona únicamente con buscar un amor groseramente posible, sino también -y sobre todo- porque están degradados también los que lo “practican”, son caballeros “babosos” que consiguen lo que quieren con “halagos y falsedades”. Pero la hipérbole del mito de la “identidad porteña” no se encuentra únicamente en la comparación con el dinero y la prepotencia. A continuación, Manuel Mandeb afirma:

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Está muy bien reclamar la tolerancia de las señoritas. Pero todo amorío debe presentar una cantidad razonable de escollos. Para serles franco, no quisiera saber nada con una mujer capaz de entreverarse en dos minutos con un tipo como yo. (294)

Aquí, el efecto humorístico se produce porque la imposibilidad del amor no se encuentra ya en una conspiración de las mujeres ni en que los muchachos de Flores se enamoren de un ser lejano o indiferente, sino en otra objeción al amor “posible” afirmada por uno de ellos mismos. Podemos encontrar la construcción de la otra cara de las mujeres hermosas también en el desenlace de la “Balada de la primera novia”. Cuando Jorge Allen encuentra la casa de su Primera Novia, es atendido por una mujer gorda, morochita, vencida, avejentada. Un gesto forastero le habitaba el entrecejo. La boca se le estaba haciendo cruel. Los años son pesados con algunas personas. -Buenas tardes -dijo la voz que alguna vez había alegrado un patio de baldosas grises. Ya la mujer estaba más cerca del desengaño que de la promesa. Y allí, a su frente, Jorge Allen, más niño que nunca, mirando por encima del hombro de la Primera Novia, esperaba un milagro que no se producía. (…) Rápido como el refucilo, en uno de los procedimientos más felices de su vida, Mandeb se adelantó. -Nos han dicho que vive por aquí… Yo soy Manuel Mandeb, mucho gusto. Y apretó la mano de la mujer con toda la fuerza de su alma, mientras le clavaba una mirada de súplica, de inteligencia o quizá de amenaza.(70)

El desenlace de la Aventura de la Primera Novia consiste en Manuel Mandeb “salvando” a su amigo del desengaño amoroso. Desengaño que se produce porque la Primera Novia ya no es la niña “morocha y linda” (Dolina, 2003: 64) que el poeta recordaba, sino lo que el mito de la “identidad porteña” construye como lo contrario: una mujer gorda y avejentada. 42

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Consideramos que esta mirada dicotómica hacia la mujer es parte del mito de la “identidad porteña”, mito que también se encuentra textualizado en algunas letras de tangos en las cuales leemos esa dicotomía. Para leer el mito de la mujer hermosa y diabólica que con su belleza se “apodera” del hombre enamorado, leemos las letras de “Afiches” de Homero Expósito y “Chorra” de Enrique Santos Discépolo. En la primera, el yo poético canta Y apareces tú, vendiendo el último jirón de juventud, cargándome otra vez la cruz… Cruel en el cartel te ríes, corazón… ¡Dan ganas de balearse en un rincón! (…) Yo te di un hogar… Siempre fui pobre, pero yo te di un hogar (…) Yo te di un hogar… Fue culpa del amor… ¡Dan ganas de balearse en un rincón! (Consentino, 2003: 19-20)

Aquí, la mujer demonio es cruel y es una cruz. Por el amor que siente por ella, el yo poético le da un hogar. Y por esa crueldad, su risa provoca en el amante “ganas de balearse en un rincón” (Consentino, 2003: 19-20). El amor por esa mujer cruel lleva al hombre que se enamoró de ella al deseo del suicidio. Debemos destacar que esta mujer tiene como característica su juventud, característica que, desde el mito de la “identidad porteña”, pertenece a una mujer hermosa. En “Chorra”, la mujer demonio no lleva a su amante a la locura ni a la muerte, pero sí lo deja en la miseria. Entre todos me pelaron con la cero, tu silueta fue el anzuelo donde yo me fui a ensartar. Se tragaron vos, la “viuda” y el “guerrero”, Lo que me costó diez años de paciencia y de yugar. ¡Chorros, vos, tu vieja y tu papá…! (Cosentino, 2003: 45)

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En este caso, el enamorado es víctima de una trampa cuyo anzuelo es la silueta de esa mujer demonio, o sea, su belleza física. Y el objeto de esa trampa es robarle su “fortuna”, todo aquello que le costó diez años de trabajo. Por lo tanto, el sufrimiento provocado en el hombre enamorado es porque la belleza de esa mujer “chorra” ejerce un fuerte poder sobre su voluntad. A diferencia de esa mujer que, con su hermosura, logra llevar al hombre enamorado a la perdición, encontramos a la mujer fea. En “Fea” de Alfredo Navarrine, el narrador relata la rutina de una mujer fea: a su paso, cual todas la mañanas, las burlas inhumanas la hieren por doquier (…). En plena juventud ya estaba vieja, nunca exhaló una queja, al ver tanta maldad, soportando en su alma sola y mustia como una flor de angustia, la cruz de su fealdad (…). Pero fue tan pesada su cadena, tan grande fue su pena, ¡que anoche se mató!... (Todotango, 1999)

Esta letra de tango construye a la mujer fea de una manera similar a la de la escritura de Dolina. Para caracterizarla, se utiliza uno de los adjetivos que forma parte de la antítesis de la belleza desde el punto de vista del mito de la “identidad porteña”, el adjetivo “vieja”. Además, su fealdad es la causa de que sea objeto de “burlas inhumanas” que la hieren. Su alma, a causa de su falta de belleza física, está “sola y mustia”. Y su fealdad es una “flor de angustia” y una cruz. Así, esta mujer carga con su fealdad como una cruz y esa característica la hace un objeto de burlas. Al punto de que ser fea es la causa de su final trágico. Así, la mujer en Crónicas del Ángel Gris es un mero objeto que puede funcionar ejerciendo poder sobre el amante o no, según a 44

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cuál de los dos grupos de mujeres pertenezca. No es construida como un sujeto -o personaje-, sino desde otras perspectivas. La mujer hermosa, es una abstracción -por eso la Bruja, el diablo y María son la misma-, es una fuerza que ejerce poder sobre el enamorado. En cambio, la mujer fea, es animalizada, es un “loro”. Y esa animalización no es construida originalmente por la escritura de Dolina, sino que viene del lunfardo19. Esa dicotomía, también presente en muchas letras de tangos, es parte del mito de la “identidad porteña”. Y, al igual que la melancolía y el amor fracasado, se encuentra hiperbolizado en Crónicas del Ángel Gris y, por esa hipérbole, tiene un efecto humorístico. El amor imposible, entonces, tiene varias aristas en Crónicas del Ángel Gris. Aristas que apuntan todas a construir una hipérbole del mito de la “identidad porteña”. En el barrio porteño, el amor es imposible, en primer lugar, porque, como lo serio, choca contra lo vulgar y se pierde en ello. Para los Hombres Sensibles de Flores, el amor imposible es “lo serio” porque es parte del mito de la “identidad porteña”. Desde esta perspectiva, todo discurso que intente oponerse a ese mito y/o desnaturalizarlo es parte de la vulgaridad. Así, el amor imposible, como lo serio, choca contra la practicidad y la razón. Y ese choque hace que lo vulgar traspase lo serio, poniéndolo en ridículo. El amor imposible es un ideal; por lo tanto, se pierde en la materialidad de “lo razonable”. Sin embargo, en Crónicas del Ángel Gris, la vulgaridad también es burlada, es puesta en ridículo. Ambos “opuestos”, lo ideal y lo material, son humorísticos porque se construyen, como el mito de la “identidad porteña”, desde la hipérbole. Y esta condición se encuentra acentuada precisamente por la unión de esos dos extremos. En segundo lugar, el amor es imposible en Flores, porque los Hombres Sensibles “se enamoran irremediablemente” de mujeres Según el Diccionario de lunfardo, el loro es una “mujer sin atractivos” (Portal del tango, 1999). 19

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imposibles. Ya sea porque son mujeres que nunca conocieron, que no existen, que los rechazan o que los aceptan demasiado rápido. El amante porteño es melancólico porque el amor lo humilla. Le provoca arrastrarse y enloquecer. Y esa hipérbole que está tanto en los “efectos” del amor como en las condiciones que los Hombres Sensibles le atribuyen, tiene un efecto humorístico, porque el mito de la “identidad porteña”, textualizado también en muchas letras clásicas de tangos, también en este aspecto es hiperbolizado. Por último, el amor es imposible para los porteños, porque la mujer también es imposible e inalcanzable. Para el mito de la “identidad porteña”, la mujer puede ser hermosa o fea, y de esa caracterización dependerá su destino y el de quien se enamore de ella. Además, en ninguno de los dos casos, la mujer está a la altura del hombre. No es considerada un sujeto -o personaje-. La mujer hermosa es una abstracción, una fuerza que se ejerce sobre el hombre enamorado. La mujer fea, por el contrario, es un loro; así, animalizada, pertenece también a una esfera distinta de la del hombre. El amor imposible es una característica del mito de la “identidad porteña”. En Crónicas del Ángel Gris, la hipérbole de ese mito radica en la exageración de distintos elementos que hacen de ese amor un imposible.

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