Cuerpo Humano y Su Tratamiento Mortuorio

El cuerpo humano y su tratamiento mortuorio Elsa Malvido, Grégory Pereira y Ve ra Tiesler coordinadores ji: . ,.,. ..

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El cuerpo humano y su tratamiento mortuorio Elsa Malvido, Grégory Pereira y Ve ra Tiesler coordinadores

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\ desa:Jarición del religioso, un md1o d1o not1c1as de sus 34 ropas, silicio y rosario, pero no del cuerpo.

~~ne~~~~~~o~eq~ay Jartín de Valencia consta en

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· · d. · ante Dios Fr G. Mendieta, 31 Todos sus restos tenfan 1gual valor, pues eran mterme 1anos d . d · M · d ta tenfan Historia eclesiástica indiana, México, Porrúa, 1971, p. 767. Márt~res. que, a eclr e en le 'e sino como una de las condiciones no pedir la salvación cuando estuv1~1ran enhpehgro ~e m~~: eiapas ofrecerse como corderos a mortr cuando les tocaba . El mart1rolog1o novo 1spano u~o rte importantes: la de la primera conquista de Méx 1co y el altiplano , y la de la conqu1sta del no · posible¡rente mis numerosa. 3 lb/d., p. 767 · · 1 d" e lueno se 33 L. González. Crónlcaa ... op. cit., p. 61 . • ... sacaron de la sacnstla ~ guar . 1an, qu v • · como un cordero, y cortironle la cabeza. A este tiempo su campanero , v1endo que se que ofrecl~a casa saliósa[ .. .} con mucho sosiego aguardó la muerte (que ya vió sele .acercaba) : la cual maba nas macanas y tamb"n le cortaron la cabeza . y ambas las cocl_eron , limpiaron la le d¡eron c~~r~fan consigo en señal de victoria , según todos los ch1chi me~as lo tiene~ por costumcar~e;Ca~ cabezas da loa doa padrea fueron enviadas al Colegio. de Jes~1tas en Méx1co , _1907, qn bre · hablan estudiado y en donde se conservan con toda est1mac1ón: donde ,. A . de Ciudad Real, o_p, cit., t. l. p. CLIII . Fr. G. Mendieta , op, ctr., pp . 596-597 .

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Entre los venerables de los religiosos, sin distinción de sexo u orden, aunque no en la misma proporción, 35 sufrieron dos tipos de desmembramient o: uno realizado por los individuos de la orden misma y otro de tipo popular por la chusma, que encendía sus ánimos por los discursos exequiales que, durante las misas de cuerpo presente, elevaban sus compañeros frente a la comunidad. Después de ellos, todos querían alguna cosa del "santo": un pedazo de su ropa, incluso de su cuerpo, astillas de los féretros, flores del ataúd, prendas de la vida cotidiana, silicios, rosarios, medallas, libros de oraciones, astillas de sus camas u objetos de culto que, por tocamiento, adquirieran poderes protectores. 36 Hubo casos en que las monjas, después del fallecimiento de una madre superiora, todo el día continuaron dando objetos o rosarios que tocaran los muebles de la extinta, hasta quedar exhaustas, pues no paraban las demandas.37 Encontramos a otros individuos a los que se conservaba, aunque aún no tengo claro si su tratamiento especial corresponde a una moda temporal o a algún motivo en particular. Al morir, sus cuerpos se preparaban con yerbas aromáticas, "bálsamos, barnices, vinos y polvos, con que se embalsamaban" ,38 luego se les soterraba, algunas semanas, meses o años después se les exhumaba y se encontraban signos extraordinarios descritos así po r la frase bíblica: "su carne era más tierna que un niño"; por tanto, despedían olor a rosas -o de santidad-, no presentaban muestras de descomposición de las carnes y sus cuerpos se comportaban como si estuvieran vivos, pues conservaban el calor y el color, y eran más hermosos que cuando se hallaban vivos. Al mostrar estas señales, sufrían desmembramiento por los frailes y luego, en partes o enteros, se los mostraba en vitrinas como milagrosos casos de incorruptibilidad. 39 35 Pardo et a/., op. cit., pp. 18-19. ' ... baste recordar qua de los 1260 Santos canonizados entre los siglos X al XX, por cada mujer hay cuatro hombres, y por cada laico cuatro eclesiásticos[ ... ] el 65% son Latinos europeos•. Es decir: hombres, blancos, europeos y ricos 1 de donde se desprende lo sex1sta, racista, local y misógina que ha sido la ig lesia católica . 36 E . Malvido, op. cit., p. 600. A. Ma. Carreña, Fray Domingo de Betanzos fundador en /a Nueva Espafta de la venerable Orden Dominica, Toluca, Biblioteca Enciclopédica del Estado de Mé· xico pp . 220-221 . M . E. Báez, (paleógrafo) , F. Agustfn de la Madre de Dios , Tesoro escondido en el Monte Carme/o Mexicano. México , UNAM , 1986. G. J . Del Castillo, Compendio de/a vida y vtrrudes de la venerable Cetarina de San Juan, Puebla, Biblioteca Angelopolitana. Gob . Estado de Puebla , Srla. de la Cultura, 1987. 37 M . E. Báez , op. cit. , p. 363 . 'Todo el d i a estuvieron repartiendo en el torno sus alhajas y tocando rosarios a su cuerpo 1 con tan tenaz asistencia que estaban ya cansadas las r•ligiosas pero la devoción no satisfecha y hasta las mismas flores de su féretro llevaron por reliq u¡as .. ." 38 Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional, R. 1558, LAF. '1642 a Tixtla , (Gro.),' [fueron a recoger el cuerpo del venerable a llustrfsimo Sr. D. Feliciano Vega y lo encontraron] 'entero e incorrupto el cuerpo[ ... ] y a pesar del clima caliente y transportándolo más de 40 horas, no despidió mal olor [ ... ] es más sobra su sepulcro se hachó bastante cal para qua en breve desnudase de c arnes los huesos [ .. .] y aún con ésto después de 21 mases lo encont raron incorrupto, stn ha · berle P.revenido con bálsamos, barnices , vinos y polvos con que se embalsaman .. : 39 A . da Ciudad Real , op. cit., t. 1, p . 70. Véase nota 33. M. E. Báez, op. cit., p , 243 . 'Fray Miguel de fa Resurrección , su calavera se puso al pié de una Santa Cruz en la escalera principa l del convento mexicano, para que muerto predique sermones vivos de abstracción , de retiro, de desengaño que los que bajan y suben y sea espejo a la vista donde miren todos." G.J .I. Dávila, Traslación del cadáver de/limo. Sr. Arzobispo-Obispo Dr. D. Diego Camacho y Á vi/a , de/a ciudad de Zacatecas a /a de Guadalajara en la Nueva Galicia, p . 16. 'El primero de ellos fue al limo. Sr. Lic . D. Francisco G6mez de Mend1ola y Solórzano, cuyo cadáver incorrupto se disputaban los vecinos de Guadalajara a la vez que los de Zacatecas .. .' , p. 21.. Hablando de Diego Camacho : 'fue embalsamado y velado su cadáver[ .. .] se improvisó la capilla ardiente y estuvo el cadáver de su ilustrlsima tras dlas .. ."

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1 En Texcoco otro cuerpo más fue desenterrado y encontrado incorrupto; le separaron la cabeza y se expuso a la dulía en un nicho con rejas para evitar los abusos.-

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) Figura 1. Formación y trans formación del Contexto a rq ueologico (adaptado de Schiffer, 1987)

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mienza con la concepción o, en sentido estricto , con el nacimiento del individuo, y continúa con las fases de crecimiento , maduración, de~~ ­ neración y muerte, todas ellas condicionadas por las propiedades genetrcas. Así, el ciclo de vida natural "ideal" podr ía conceptualizarse como una constante , en la vida real modificada por las circunstancias externas , entre las que podemos identificar naturales y culturales , y, en cuanto a es tas últimas , accidentales , no intencionales e intencionales. Cronológicamente, cada uno de los agentes o el conjunto de ellos pueden modificar el ciclo de vida del cuerpo. Formalmente , son capaces de afectar sus características naturales de manera fisiológica, patológica o terapéutica. Cabe señalar que el cuerpo , en el momento de la defunción de un individuo, suele mantenerse en contexto sistémico , para recibir los tratamientos funerarios , definidos por Schiffer (1987: p. 85) como acto de simbol ización, aunque también podemos identificar cierta intencionalidad práctica en la forma de deposición del cadáver. Es claro que el cuerpo sufre una transformación tanto biológica como cultural al morir, representada en los ritos fúnebres . Éstos suelen re.flejar, más que el papel social del difunto cuando vivía , las creencias de un grupo. Al ser depos itado , el individuo vivo entonces pasa al registro arqueológico como contexto secundario -ya que ha sido manipulado después de su muerte-, salvo en condiciones especiales, sobre todo accidentales. Por otra parte , el difunto - o partes de él- puede ser depositado una sola vez (entierro primario) o ser redepositado en diferentes fases de su descomposición natural._ Por último referiremos la inte r p retación del contexto matenal bioarqueológico , así como el tipo de variables culturales y biológicas que influyen . En el transcurso de nuestra investigación hemos podido separar algunos campos trad icionales ,de la osteolog ía antropológica , ~~e se vincul an con la bioarqueolog ía. Estos, aunque conceptual y tematrcamente distintos , se encuentran entrelazados. Aquí mencionamos la paleodemografía, paleobiografía, paleopatolog ía, paleonutrición , marcas bioculturales intencionales (antemortem , postmortem) y relacione s de parentesco (como ej empl os). Todos ellos tienen en común enfocar procesos sociales o socio-biológicos , pese a la diversidad de los criterios aplicados para demarcar cada tema bioarqueológico , dependiendo de las necesidades inmediatas del análi sis y en func ión directa del tipo de marcas en el material óseo estudiado. Entre los conceptos de demarcación cuentan , para nom brar algunos , el número de individuos, el desarrollo biológ ico , la re lación con el medio amb iente y la intencionalidad de la actividad cu ltural. Si, de acuerdo con los pla nteam ientos de la teoría conductu al, enfocáramos el tipo de actividad o conducta que concretizan , se cristal izan algunos conceptos de relativos a la deposición de cadáveres , tal vez út iles para reconocer el tipo de variable social o bio lóg ica que trat an. Según nu estra prem isa arqueológ ica , habría que eva luar la utilidad de la divisió n académica convencional , para reestructurar y unificar el análisis biocu ltural conforme a las dicotom ías sigu ientes : ind ividuo-pob lació n , natu ra lcu ltural , ciclo de vida biológico modificaciones; además, consid erando tiempo cronológico y edad, duración y repetitividad , características formales , tipos de depos ición y de trans formaci ón del contexto .

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En resume~ : _visto el des_ a rrollo actual de la bioarqueología como campo ~~tr~pologrco y advertrda la necesrdad inmediata de crear una concepcron rnt~gra de alcance , tema y aplicaciones , en esta exposición hemos proporcronado algunas pautas generales para el estudio del cuerpo hum_ano en su c?ntexto arqueológico . Hemos justificado el desarrollo de 1~ broarqueolo_gra ~omo c_a mpo de investigación temática , de imparlanera pa~~ las cr:ncras socrales . Sistematizamos algunos criterios de demarcacron y s~nal~mos limitaciones teóricas y técnicas, así como algunas de sus aplrcacrones.

~or lo pronto, esperamos con lo expuesto haber proporcionado algunos rncentr_vos P.ara promover la investigación en este fascinante campo de la rnvestrgacron antropológica.

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Antropología biológica "de campo", tafonomía

y arqueología de la muerte Henri Ouday

Laboratorio de Antropología de la Universidad de Burdeos 1, Francia

En las últimas décadas hemos presenciado un incesante progreso en las técnicas de excavación, en el sentido de que cada vez proporcionan datos de una mayor precisión. A las observaciones estratigráficas clásicas ahora se suman las consideraciones relacionadas con la organización de los vestigios en el interior de cada nivel y las contribuciones de las disciplinas naturalistas: así, el conocimiento de las secuencias cronológicas se ve reforzado con el análisis paleoetnológico y paleoecológico_. En Francia los especialistas en el Paleolítico fueron los que introdujeron originalmente estos perfeccionamientos, y su aplicación a periodos más tardíos es relativamente reciente. Per~os datos adquiridos en tal dominio tienen una importancia considerab le para el estudio de estos periodos , porque han permitido perc ibir mejor las acciones realizadas por el hombre en su ambiente_,1 Por mucho tiempo los resultados más convincentes y espectaculares tenían que ver con los sitios hab itacionales. En cambio, eran ra ros los yacimientos sepulcrales donde se practicaban estos métodos. ' Muy~ menudo los trabajos de excavación fueron, y aún son , obra de arqueólogos más formados en el conocim iento del ajuar funerario (armas , adornos, ofrendas) y de la arquitectura, que en la anatomía del esqueleto humanoJ_iútmbién con gran frecuencia, el antropólogo -cuando se lo consultaba-limitaba su intervención sólo al estudio morfológico, hasta paleopatológico, de un material óseo privado de toda dimensión cultural : de esta manera desplegaba el discurso de su propia disciplina y no aportaba a la comprensión general del sitio más que el número, la edad y el sexo de los difuntOSJ No obstante, los documentos que se le confían representan los únicos testimonios tangibles del cadáver, que era , sin ni nguna duda, la razón de ser de la tumba y el elemento central en torno al cual -y en función del cual- se ordenaban las prácticas mortuorias. Así, querer descubrirlas -que tal es el propósito de la arqueología fun eraria- sin considerar los datos relativos a los restos humanos es muestra de una flagrante aberración epistemológ ica. Pero es preciso admitir cómo son las cosas : sobre estos fundamentos se ha construido la disciplina, y con base en ellos , en general , todavía sigue funcionando. 1 La publicación de la necrópolis "mesolitica" de Té viec ( M . y St.-J. Péquar1 , eral., 1937) s1gue s1endo a la techa un modelo pocas veces igualado .

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Tanto para el antropólogo t:omo par.a el arqueólogo es esencial que el estudio de las seoulturas comience en el campo: en gran medida el cuidado con que se excavan las osamentas y s'e registran los datos condiciona las potencialidades y la validez de los estudios po steri ores (Duday . 1978, 1981, 1987a y b; Masset, 1987; Duday et al., 1990). Por ello , el antropólogo "de campo" debe asegurarse de identificar con precisión cada pieza o fragmento del esqueleto in situ. registrar su posición exacta, su orientación anatómica y sus relaciones con los demás elementos de la tumba, ya sea que indiquen la arquitectura, el ajuar o , más generalmente el sistema funerario. Tambien debe levantar las medidas y hacer las observaciones necesarias para un conteo provisional del número mínimo de individuos y para una primera determinación del sexo y la edad en el momento del deceso, pues estos datos tendrán que ser controlados después en el laboratorio, si es que lo permite la conservación de los huesos. Por lo general , es imposible restituir estas informaciones a posteriori si no se tomó nota de ellas en el campo, independientemente de la calidad y la abundancia de los archivos de excavación : en general , los parámetros que se deben considerar en el análisis interpretativo son detalles anatómicos que el dibujante o el fotógrafo -quienes no advierten su importancia- no se tomarán el cuidado de mostrar en su plano o su foto. ~ara poder afirmar que un depósito de restos humands tiene un carácter sepulcral es necesario, desde luego, demostrar su intencionalidad (Leclerc, 1990); en ocasiones esto es muy difícil, sobre todo en cuanto a los periodos más antiguos , pero en muchos casos dicha intencionalidad es perfectamente manifiesta porque los arreglos practicados en torno al cuerpo son producto indudable de una acción voluntaria . Por eso es importante dar cuenta clara, en cada sepultura, de las observaciones que puntualicen directamente los gestos funeranos :•prácticas preparatorias o tratamiento presepulcral del cadáver (antes del depósito), prácticas sepulcrales (estructura de la tumba, posición del cuerpo y del material funerario), prácticas postsepulcrales (reapertura de la tumba, manipulación de las osamentas, reducción , reinhumación, etcétera) . En efecto , hay que diferenciar estos elementos de los indicios de origen tafonómico 2 provocados por las condiciOnes en que ocurrió la descomposición del cuerpo y por la intervc r ción fortuita de agentes naturales (erosión, infiltración de agua , conc~eciones, alteraciones físico-químicas, acción de microorganismos , de tanatófagos y de animales excavadores, etcétera). Sin embargo , el carácter aleatorio de estos últimos no es tan seguro como podría parecer a primera vista: como en gran medida dependen de la estructura de la tumba y de su "funcionamiento", indirectamente aportan valiosas informaciones sobre las prácticas sepulcrales. Por tanto , vemos que esta problemática deriva de un enfoque esencialmente dinámico que funda su discurso en la reconstitución conjunta de los gestos funerarios y de las distorsiones que han inducido los tacto2 El termino "tafonom1a· (del gnego taphos , sepultura , y nomos, costumbre) es ahora de uso corn ente en la lrteratura arqueologrca , por lo regular, desrgna las modalidades de conservacrón o de alteracron- de los elementos orga mcos luego de su enterramrento, y tambrén se ha aplicado

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res tafonómicos con respecto a 1 d' .. . lsp_~slclon inicial _de la ~umba . Esta forma de proceder no podría ser : geográfica determinados: es idénti~~~~ l~a dtpu7 pe_n odo ni de un área derna, aun cuando sea necesario s e e a eolitlco ~ la época movención -por ejemplo en el caso d a1aptarla .a las condiCI~nes de ínterque se destruirán en el futuro próxi~ os tralba¡os d7 salvamiento en sitios cada excavación . No obstante nuest~;;· a os m_e dlo_s Y a los objetivos de arqueológicos; es lógico que ~xista exposlclon ~al oa l_os datos osteo- ' dedicada a los cadáveres ue fuerouna ant~opologl a biologlca de campo les o artificiales, pero si susqprincipio~ s~fmlflcados por_ procesos natura0 0 poco de los que acabamos de ex ~e pueden d1ferenc1ar po r muy recurrir forzosamente a las técnic~oner, dl_c~a antropología tendrá que mente de las ciencias biológicas y ~é1;~~~~a as , que proceden directaComenzaremos por los conceptos . . los más simples con base en el anális ' dqule a pnmera Vl~ta- parecen duales: así, tendremos que abordar : e as sepulturas pnmarias indivi1 ción de las diversas articulaciones cr~nol_~gla re lativa de la destruccuerpo y de la disposición de los el~~;e~tltudclon de la actitud original del maciones relacionadas con la arquite tn os de ~rnato , el análisis de inforfunerario, e incluso algunas consider~ ~ra e da tumba y con el sistema Después examinaremos problemas m . Clones e orden paleopatológico . múltiples con depósitos sucesivos o si as l~_omple¡~s , como las sepulturas nas , las reducciones de cuerpo y m ':lu lan~os , as sepulturas secunda. an1pu ac1ones de osament t . 1 . .1 as, y ermlnaremos exammando la posibilidad más comp e¡a. as sepulturas colectivas.

l. Las sepulturas primarias individuales En arqueología puede definirse la s lt · · de un cadáver "fresco" -por tanto epo~ ura pnn:ana como la instalación lugar de depósito definitivo en el u~p o despu_es de la muerte-3 en el del cuerpo.• El único fundament~ so~e re~llzar~ la descomposición total como tal es la observación de las con re. e cua po?e~os caracterizarla preciso demostrar que, cuando el cuerep~l~nes ~nadtor~ucas: en efecto , es ue m ro UCido en la tumba, las a vestigios minerales transformados por el hombr . . queologla funeraria !lende a devolverle un sen t ~ (pedernal, ceram ica , metales, etcétera) . la arrnallzar el conjunto de los procesos que han ~feoctm~s ~corde con la elimolog fa; se tratara de un?rano, v.a sea de la conservacrón --o no ca a ~ os restos humanos desde su depósito reciproca disposición. De hecho la tafonomía d~lservdación- de cada pieza esqueiética o ae su hoy unJa de las vías fundamentales de la antropolo~~a ~~~ró -:má~ que del esqueleto- constituye No obstante, esta identlflcacrón entre cadáv • gl~a e campo. srempre- . Para persuadirse de ello basta con canse~ frescf y -muerte reciente no se ventica cuando los invrernos son muy rtgurosos y que eS im~ e~~~ e ~aso de las regrones fnas en que cuerpo se ha conservado en la meve hasta el mo osr e a nr una fosa. en el suelo helado ei Inhumación al mrs mo trampa que la restauración dem,ento en que la mejona del clima permJt~ la rmporta no es el trampa transcurrido entre el deces~sy~~oc~sos die descomposicrón . Así, lo que enc ont ~aba el cadaver cuando fue deposrtado . s un era es , srno el estado en que se . En realidad, los procesos físico-químicos de t . , . ~ues del deceso y, a veces , Inclusa antes (necro sis p~!~eg~C~Ión ~e. IniCian inmediatamente desInte resa san los fen omenos de descomposición llegad e a, e cetera) Pero la que aqu¡ nos os a un grado tan avanzado que provoquen la dislocaciOn de Ciertos elementos del esqueiSto .

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turas orgánicas que conservan unida$ las articu lacion e;; (piel, y sobre todo aponeurosis y _ligame ntos) aú n eran lo b:stante sólidas como para impedir la dtsyuncton de dos huesos cont1gu o....

~esn~uocnes

1. Articulaciones lábiles y articulaciones persistentes

Desde esta perspectiva , es_ fácil considerar com~ indicios má~ pert~n e_¡:J­ tes los referentes a las articulaciones que ceden mas pront?_(arttcul~cto~es lábiles) ·pues si se mantienen conectadas ello necesanamente 1mpl1ca que el p'lazo entre el deceso~ el dep?sito del cadáver fue corto , en contraste con las que resisten un penado mas prolongado a lo_s proces?s de descomposición (articulaciones persistentes) . Com? es logtco , el t1e_mpo q~e se toma la destrucción completa de las contenciones de una arttculacton determinada y el orden en que así se liber~n l~s diversas articulacione~ varían en función del tratami ento funerano y del med 1o en el cual se encuentra el cuerpo: entre la destrucción {;asi inmediata y simultánea (inci neraciones en los hornos crematorios actuales , cadáveres expuestos a la acción de grandes carnív oros co mo las hienas , etcétera) y la conservación perfecta durante varios milenios , ~ue se o bs~rva en al gun os casos de momificación (por frío, sequedad, salm1dad o ac1de z de las tu rbe ras o incl uso, por supuesto, por un tratamiento presep~lcral ap rop iado ... ), hay muchos puntos interme dios; por tanto , no es posible constrUif una tabla de tipos válida para todas las sepul~uras. Sin embargo , en condiciones "promedio" de inhumación de un cadaver. ~n las zonas templadas , p~rece que el tiempo nece sario para la dislocac10n natural de las articulaciones nunca es menor a unas cuantas semanas, lo cual nos perm ite establecer el límite de discrimi nación entre una auténtica sepultura primaria y un depósito diferido . . . . . . , Por lo regular, las articulaciOnes labtles -e~ las co ndiCion es promedio" antes mencionadas- son huesos pequenos (co lumna cerv1cal , manos, parte distal de los pies) o frágiles (u_nion esc~pulo-torácica) , raz?n por la cual es imprescindib le una excavac10n mmuc1osa. Por el contrano, las articulaciones persistentes unen p1ezas que deben soportar fuertes tensiones biomecánicas, lo que implica que se trata de ligamentos gruesos y potentes (articulación atlanto-occtpital , columna lumbar, eje lumbo-sacro, articulaciones sacro-il íacas , rodillas, tobillos Y tarsos): 5 se trata entonces de huesos voluminosos o sólidos, o ambas cosas, de manera que es

5 La arttculación de la cadera merece un lugar aparte. Pero.de a~ui en adelante, queda bien tnblecido que se trata de una articulación labil, lo que se expltca factlmente por sus delgados que se pued en concebtr como símples refuerzos de la capsula arttcular. En efecto , la cohestón está asegurada por potentes masas musculares -que se degradan con gran raptde_z t~as la muerte- y, sobre todo , porque la cabeza femoral se en va t':la en la cavtdad acetabular e~ta congruencia, ligada a la forma de los huesos presentes, perstste de modo _n atural despues de la desapanctón rte las partes blandas , de manera que la cadera , art1culac16n labtl , a menudo permanece c.onactada .

~~amentos

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más fácil identificar sus uniones; desafortunadamente, las conexiones más visibles en la excavación son las menos demostrativas. Sin embargo, aun cuando una sepultura primaria no haya sufrido ninguna perturbación exógena, la disposición de los huesos en el suelo casi siempre presentará distorsiones notables respecto a su arreglo original , es decir, en relación con el orden anatómico de los huesos en el interior del cadáver. Supongamos , por ejemplo, que un cuerpo fue depositado en una cámara cerrada , sobre una plataforma construida con materiales perecederos y por encima del nivel del suelo : al pudrirse el cuerpo el esqueleto conservará sus conexiones sobre la plataforma , hasta que ésta se descomponga a su vez ; entonces los huesos dislocados caerán al suelo y es poco probable que esta perturbación endógena,• si es suficientemente tardía , sea capaz de preservar la menor conexión anatómica. Si bien realmente es indispensable observar las conexiones lábiles para poder afirmar que se trata de un depósito primario, la ausencia de conexiones en nada prueba que no estemos ante una sepultura primaria. Aun falta demostrar que el "desorden" no es atribuible ni a la evolución intrínseca de l depósito ni a una perturbacíón fortuita de origen extrínseco. Tenemos aq uí un elemento fundamental del razonamiento en arqueología funeraria, que sin embargo parecen olvidar numerosos autores: ¡en muchas pub licaciones se ha concluido que se habían encontrado depósitos secu ndarios basándose tan sólo en el argumento de que no se observaron conexiones! Ninguna importancia le fue conced ida al agente tafonómico más universal de todos: la ley de la gravitación terrestre. Este papel esencial de la gravedad, claramente perceptible en el volumen global del espacio funerario, también se expresa -aunque con una menor ampl itud- en el volumen original del cuerpo : en efecto, al desaparecer las partes blandas se liberan espacios vacíos hacia los cuales pueden desplazarse las piezas esqueléticas en cuanto hayan cedido también las contenciones ligamentarias. Estos movimientos varían considerablemente en función de la posición original del cadáver, pero creo de interés mostrar aquí algunas de sus modalidades más comunes : El hundimiento de la caja torácica . Por naturaleza, las costillas son oblicuas por debajo y por delante, y dicha oblicuidad tenderá a acentuarse cuand o se rompan las contenciones intercostales , costo-esternales y costovertebrales ; ello provoca una importante disminución del volumen to rácico. Po r cierto, las articulaciones costo-transversas son las que, al parecer, se pierden al último , de manera que el descenso d'e l cuerpo de la costilla c oincidirá con una ascensión de la cabeza , pues esta última se eleva hasta media altura de la vértebra suprayacente. 7 Asimismo, no es raro

6 Los conceptos de exógeno y endógeno, de extr lnseco e intrínseco se definen aquf hactendo referenc1a a la tumba constderada como una ent1dad elemental, y no en rela ción con el mdivtduo . 7 En general, una costtlla de rango N se arttcula con la columna verte bral en dos puntos: Por su cabeza , que viene a aplicarse a la altura del disco intervertebral y entra en relación con la parte pastero-lateral del cuerpo de las vértebras torácicas de los rangos N- 1 y N.

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nerarias y, por ello, constituye una característica que ha de analizarse ; pero también puede deberse a la acción de la gravedad sobre el cráneo, que quedará en un equilibrio inestable por la ruptura de las contenciones cráneo-vertebrales -por ejemplo , cuando el occipital descansa sobre una superficie plana. En el sujeto vivo, y por tanto en el cadáver fresco, la rotación de la cabeza pone en juego el conjunto de la columna cervical, a pesar de que entre las dos primeras vértebras exista una amplitud mucho más considerable (Kapandji, 1975: 206-213). Durante la descomposición, la disyunción parece afectar primero la interlínea atlas-axis o axistercera cervical, y en ocasiones las cervicales tercera y cuarta (véanse figs . 5 y 6). Para poder evaluar estas dos posibilidac.es, es preciso observar la posición respectiva de las vértebras cervicales superiores: la continuidad preservada del conjunto, con amplitudes de rotación conformes con los datos de la biomecánica, será prueba de una auténtica rotación original de la cabeza; por el contrario, una dislocación limitada a un solo espacio intervertebral, y cuya amplitud sobrepase las que autoriza la morfología del esqueleto y de los ligamentos, será Indicio de una rotación diferida consecutiva a la acción d_!:! IQ~ procesos tafonómicos. Por tanto, es indispensable efectuar la determinación detallada de esta región después de recoger el cráneo y la mandíbula, cuando éstos oculten la parte superior de la columna cervical, 8 sin lo cual las tipologías serán confusas y no será posible discernirlas en una misma clase de tumbas en las cuales la extremidad cefálica haya tenido una posición inicial diferente. Aparte de estas consideraciones, también debemos apreciar en su justa dimensión los límites inherentes a este enfoque: en m~~~.~ ~s~~ el registro minucioso de las observaciones osteológ icas de campo permite precisar la actitud original; también hay que preguntarse si los hechos así establecidos son realmente resultado del rito o si sólo indican un suceso aleatorio: en efecto, es evidente que no todo en la posición del cuerp_Q. • tenía ql'e ver forzosamente con un sentido simbólico codificado.¡Así, para distinguir los elementos significativos de los que no tienen sino un valor "anecdótico", conviene buscar en la literatura si las observaciones efectu adas ·en--tlfla sepultura se pueden encontrar en varios otros sujetos-correspondientes a un contexto cronológ ico, cultural o cronológico-cultural , n. quivalente.~9 sólo con la repetición de los hechos es posible demostrar su c.arácter inferrcionat Habl"ar de una actitud "ritual" con base en un caso único , como se lee muy a menudo, procede indiscutiblemente de un inaceptable abuso. 8

En ocastones es postble encontrar ctertos elementos faltantes necesanos para la dtscustón medtante el examen cutdados o de los archivos de las excavaciones . Pero, en este cas o, con frecuencta el mtento es infructuoso : en efecto, el levantamiento del plano y la toma de fotografías se rea hzan stste mat icnmente en la fase de "l impieza ópttma" del esqueleto , a fin de establecer la

posición del mayor número posible de huesos. Con este propósito, el crilneo y la mandlbula se dejan naturalment e en su sttio , de modo que no es postble observar la dtstribuctón recíproca de las vértebras cervtcales supenores 9 Desde luego , esta operactón es mas fácil y más fructtfera cuando se excava en una necrópolis , ya que el control de la repet1tiv1dad de las observaciones se puede realizar en el intenor del yac1m1ento .

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3. La disposición del ajuar funerario Uno de l~s dominios más prolijos en la literatura consagrada a Ja arqtueoloJia fu~erana es el análisis tipológico del ajuar funerario. En efecto se_ rata e ob¡etos - en ocasiones prestigiosos- que suelen estar bie~ conservados en compara · · abando . _clon con 1os residuos acumulados en basureros 0 nades en las VIVIendas. Por otra parte , las sepulturas individuales repr~sentan el_e¡emplo característico de "conjuntos cerrados" y es lógico que os arqueologos los hayan utilizado con regularidad par~ establecer sus secuencias cronológicas.

Mas ' P0 bres son los datos relacionados con el emplazamiento

ue vestigio as?ciado al difunto (fig . 1). Ahora bien , esios nificado mblen pu_eden ~raduclrse en seriaciones conducentes a un sig1 cr~nologlco_ 0 ntual. Este hecho es particularmente evidente en 0 que concierne a p1ezas d~ indumentaria y elementos de ornato As 1· no es raro que un ·¡ · • f arqueo ogo descubra un anillo y tenga el cui dado de aislar 1 1 a . a ang~ en 1~ que estaba insertado ; pero esta precaución encomiable a ~non e~ 1 ~usona, pues es difícil determinar de qué dedo se trata a partir et ~na aange aislada , sobre todo con las falanges medias y a tortiori si 0 es a er~s~onada . ' Por tanto , resulta que el método de regi~tro escogido no es e a ecuado para el fin que el arqueólogo se propuso alcanzar En tal caso, a dmenudo es indispensable saber "leer" en el campo la p~sición prec ¡~a ~ la mano e identificar cada dedo (fig . 2). fo ~ r ultm~o, _en este caso también es necesario considerar las transv:~.~clones e lndole tafonómica: con frecuencia , las piezas de ornato 0 1 let s d os son arrastra?o_ s en l_ o s desplazamientos que afectan el esque0 . . • de mi odo que res_ tltutr su disposición original dependerá de la compren Sien e os mecan1sm · · _ _ os que ngen la descomposíciM-del cadáver-(fig. 3).

~~~~sa~aa tal _o cual

4. Los procesos de descomposición del cadáver: 0 la antropología biológica de campo en busca de sus referencias Ya hemos visto que el orden en que ceden las diversas articulaciones

c~ns_tltuye una de las bases primordiales de nuestra reflexión . Po'r des~ g a~a, existen muy po~~~ estudios detallados sobre este tema y sobre Ja ra~.1 ez de descompos1c1on en función del medio , y además, son trabajos

:~~guos (Orf1la ~ Lesueur, 1831 ); es fácil comprender que razones de d a Y la_ senslbll_l~ad de las poblaciones actuales prohíban cualquier tipo fe _ expenmentac1on en este dominio. Por ello , debemos atenernos a mullp¡lcar las observaciones arqueológicas para establecer un corpus de ref erencla: en cada ocasión favorable , hay que saber registrar las In ormac10nes que lo enriquezcan. 10

De hecho, esta tdenttftcactón e · -· con los tres dedos intermedios · au n u ~ facll para el pulgar y el menique . Es mucho más delicada rela~ivamente sustentables q~e no~m~lr:~n~~gunos caracteres dtscnminantes, s~ trata de detalles sufndo alguna alteración. Y~ no pueden se r observados st los huesos han

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. .. 1 orden costal se vea contam inada que en el campo la dete~r:nmaciOn ~~razo nes de facilidad, cas i si~mpre de error: en esta operacton que , p rden de las vértebras , bastana con se rea li za haciendo referencia al o ersas· ahora bien , éstas son poco considerar las rel acio.nes costo-~~~~~bito dorsal ; en tal caso se tiende a notorias cuando el sujeto _y ace e 1 cabeza de la costilla y el cuerpo tener en cuenta las relactones entr~aamos de ver- casi siempre son ve rteb ral , la s cu a l es -como aca mal interpretadas. d , bit o lateral las costillas rec.Q.stadas Cuando el indiv iduo yace en.3c~ - elmis~o...driliido_a fenómeno.§ en el f ondo de la tumba samanttene.n ~n ·--pra - .v::. centes El aumento de b d de los..huesos su . , r~x contrario y entonces se o serde frotam iento Y-.por la ayu a oblicu idad no afecta más que el h7;;' '~~s anteriores' de las costil las dereva un desajuste entre_las extremt a

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cha e izquierda del mtsmo orden. arecer las vísceras, se.caen ta~--A I hundirse las costillas y al desa~-b dheridos a la cara antenor , tos que esta an a 1 de adornos o, por ejemplo , de las mabién el esternon y los e eme~ del tórax o del abdomen , tratese d. el carpo los metacarpos y las trar los huesos ' nos : no es raro encon de los cuerpos vertebra 1e~ . falanges dispersas a uno y otro lados CT'IlliLY.Jlit.e.bLa.L En los en_t~e!!'o~·- a ; " La d[slocación parc.i.aLde..Ja colutada en subunidade~ com_pu~st_as me;udo la columna aparece segmen d . a cinco) en conexión estncta, de varias vértebras (por lo regul~_r d~ncfósn por rotación , por traslación o entre las cuales se aprecia _ un.a ;~~ ocurren cuando las tensiones _~~e por angulación. Estos movtmten . étricas · cuando la descompostcton soporta la columna vertebral son a~tm. 1 de .una zona intervertebral , se acaba por afectar los ligament.o s: ntvs~multáneamente los segmentos produce un ligero desp lazamt~~ · ~ny de estar sujetos a las fuerzas . ~e suprayacentes Y suby~centes . j licadas permanecerán en conexton dislocación ; ast , las verte~ras tm;o ducirán una nueva ruptura y un nu eperfecta, hasta la zona don e se p tras tens iones . vo desplazamiento asociados con o está encajado co.r:no una cuna .., La dislocación de la pelv¡s_.EI sacr.o as · así la destrucción de los coñ' base anteri or entre las. dos alas 1 la migración d'ei sacro haci"a ligamentos sacro-ilíacos ló~tcamente ~~fa putrefacción de las v ísceras adelante , en el espacio l t be;ad?b .~ lateral el coxal que se encuentre a pélvicas . Si el sujeto yace en ecu ' o ,

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mayor altura igualmente va a caer dentro de la pelvis; en cambio , si reposa en decúbito dors're el emplazamiento de las manos respecto al tronco , sin que los autores se hayan dado cuenta de que una pa rte muy significativa de los parámetros cons i derad os _no .só lo es co nsecu ent;:La de..la. disposició.nini cial.·de.l-euerpo; pues la razon también pu.e.des .ere Jhundimiento del tóraxJ a hinchazón deLabd.omen -y a v-eces ÍI1C/Yso su. explosi ón- y lu ego su hun dimiento; todos estos fenómen{)s guardan una relación dire.cta con la putrefacción . Hay otro ejemplo muy significativo que tie ne que ver con la i_O! ación de la cabeza: en efecto, ésta puede derivarse de ciertas prácticas fu-

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Figura 1. Sepultura del Neolítico antiguo (5000 a.C.) descubierta en la gruta Gazel en Salléles-Cabardes (Aude, Francia). El cuerpo de un adulto de sexo masculino yace en posición contraída en una fosa parcialmen te rodeada de bloques de piedra . Se colocó el cráneo de un puerco JOVen ante el rostro del difunto , cerca de la mano derecha asentada baJO la axila izquierda (Excavaciones de J. Guilaine y H. Duday.)

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Figura 2. Restos de l esqueleto de un adulto en una tumba protohistórica (siglo IV a.C.) de la necrópolis de Aleria (Córcega, Francra) . Estos vestigios se protegieron con piezas de adobe que caye ron sobre el piso de la cámara funeraria cuando los saqueadores de la sepultura derribaron el muro que la cerraba. Junto a dos fragmentos de costilla, se observa una fibula de bronce que parece , así, haber sido llevada a media altura del tórax , observación que pudo verificarse en otras sepulturas del mismo siti o (véase fig . 6); en la mano izquierda, una plaquilla rectangular taladrada por ambos lados, y tres anillos (dos en la falange proxrmal del dedo anular, uno en la falange proximal del meñique) (Excavaciones de H. Duday y J . Jehasse .)

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Figura 3. Sepultura doble del Neolítico antiguo (4500 a.C.) descubierta :n La

Chapelle-Saint-Mesmin (Loiret, Francia). Una mujer joven de unos 2? anos Y un niño de unos 18 meses fueron depositados en una fosa , acampanados de un rico ajuar; el niño lleva un collar de dentales y la mujer una. compleJa ornamentación compuesta de numerosos dentales y de cuentas dts~otdale s de lignito. Estos elementos cayeron en la región axial y paraaxtal _ del torax. en el espacio liberado por el hundimiento del esternón y de los cartilagos costoesternales; como no se encuentra ningún elemento de ornato en la parte lateral del tórax se excluye la hipótesis de un 'pectoral' y se acepta mas bten una disposición de las cuentas y dentales en forma de collares (Excavactones de H. Duday, G. Richard y C. Verjux.)

Como ejemplo de ello, consideremos un esqueleto humano encontrado en un nivel del siglo VI a.C., en la antigua ciudad de Lattes (Hérault, Francia) . Se encontraba a unos 150 cm por debajo del nivel de la capa freática; manifiestamente, no se trata de una sepultura intencional, sino de un caso accidental (ahogamiento), de modo que el interés arqueológico del hallazgo podría parecer limitado. El cuerpo , de una mujer de edad avanzada , yacía en decúbito ventral , y la mayor parte de sus articulaciones estaban en conexión estricta, en particular las manos , conservadas hasta los sesamoideos (figs. 4 y 5) : es evidente que la descomposición ocurrió in situ. Sin embargo, la excavación mostró varias disyunciones paradójicas: el cráneo no está en la prolongación de la columna vertebral, que se interrumpe por encima de la cuarta vértebra cervical ; el atlas está caído contra la cara inferior del occipital, en cercanía inmediata de las vértebras cervicales segunda y tercera que, no obstante, muestran su cara superior, mientras que la primera exhibe su cara lateral derecha, como el conjunto del esqueleto craneal. El hemitórax izquierdo también fue alterado: algunas costillas están fragmentadas , ya que la cuarta y la quinta quedaron atrás de la columna torácica . El hombro izqOJierdo está a la altura de la cuarta cervical, pero la clavícula, el omóplato y la cabeza humeral permanecieron en estrecha conexión ; el codo izquierdo está globalmente preservado , pero el olécranon se encuentra adelante de la extremidad distal del húmero. Por último , las relaciones recíprocas de los diferentes huesos de la mano izquierda están perfectamente conservadas, mientras que se observa un hiato de 7 cm entre la hilera proximal del carpo y la extremidad distal del antebrazo. Estos desplazamientos, sin duda, @.tle.nestar. relacionaqos con UQ movi miento de terreno ocurrido en un medio saturado de agua , con un efecto de atraccion hacia la región latero-cervical izquierda que determinó el desplazamiento del esqueleto craneal y el ascenso del hombro izquierdo. En este caso es muy difícil calcular el periodo que pudo haber transcum do entre el deceso y esta transformación, debido al medio tan peculiar de conservación . En cambio, se puede afirmar que en el momento en que se produ¡eron estas perturbaciones ciertos ligamentos todav ía mantentan la cohesión de piezas óseas : mandíbula-cráneo-atlas , clavícul aom óplato-hú mero, axistercera cervical ; otros estaban a punto de ceder, de modo que los huesos implicados pudieron haber sido arrastrados en el desplazamiento, aunque con algunas anomalías de posición o de ori entació n en su disposición respectiva: atlas-axis , codo ; por último, otros más estaban totalmente destruidos , lo que explica la muy clara ruptura entre la tercera y cuarta vért ebras cervicales, y sobre todo la disyunción de la muñeca izquierda: cuando el miembro superior izquierdo fue atra ído hacia arriba , ya no subsistía nada de las contencio nes entre el antebrazo y la mano , de manera que ésta permaneció en su empl azam iento ori ginal. Como se ve, es grande el interés que despierta tal descubrimi ento en cuanto a la cronología relativa de destrucci ón de las diferentes articu laci ones . Como se trata de una disciplina biológica que carece de verdaderas bases experi m enta les. la antro pol og ía biol ógica de ca mp o se ve ob ligad a a es-

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) Figuras 4 y 5. Levantamiento sintético y levantamientos sucesivos de un esqueleto femenino encontrado en un nivel del siglo VI a.C . en Lattes (Hérault , Francia). Leyenda en el texto (Excavaciones de H. Duday y H . Prades.)

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~ ) tablecer los fundamentos de su propio discurso, al mismo tiempo que contribuye a la comprensión de los conjuntos funerarios . Por ello el laboratorio se debe sustituir por el campo, y la experimentación por: la ax.-cavacióñ. Es esencial que los arqueólogos que dirigen las obras de excavación estén conscientes de la responsabilidad que descansa en ellos; es posible que una observación teng a un interés menor para com~re.nder el sitio estudiado, pero tendrá una importancia capital para el conoc1m1ento de los procesos de descomp osición, y por tanto para la interpretación de otros yacimientos funerarios. Sin duda, el ejemplo más convincente de esta arqueología "experimental"'' es el reciente estudio de una fosa funeraria en la cual fueron inhumados 21 soldados y oficiales franceses que murieron en el frente el 22 de septiembre de 1914 (F. Boura et al., 1992) .

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Contribuciones de las observaciones osteológicas a la restitución de la arquitectura funeraria

A menudo los datos osteológicos de campo permi~e~ preci~ar _el _~~~~

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En cuanto a ofrendas u objetos asociados, también se advierten particularidades de cada área. En el Área 1 son muy escasos , pues se encuentran sólo en nueve de 27 entierros primarios y, además, las que serían propiamente ofrendas --cuatro vasijas miniatura- aparecen asociadas exclusivamente a mujeres. En cambio, en las áreas 3 y 4, esos componentes del ajuar mortuorio son bastante más frecuentes. Nueve de 16 entierros primarios contienen ofrendas u objetos en el Área 4, indistintamente de sexo o edad, pero se localizan siempre a lo largo de la sección este-oeste del área en cuestión. En el Área 3 su presencia se registra en 26 de 31 individuos de entierros primarios , tanto hombres como mujeres -aunque ya se señaló arriba lo escaso de estas últimas-, y el único infante de sepultura primaria con que se cuenta no está acompañado de objetos . En las ofrendas resalta la presencia de materiales identificados como tarascas , los cuales no aparecen en el Área 1, pero sí en once casos del Área 3, tres casos del Área 4, y un entierro aislado. De hecho, en las áreas 3 y 4 el tratamiento funerario en cuanto a ofrendas u objetos asociados adopta varias modalidades: 1) individuos masculinos, femeninos, e incluso un infante, que presentan implementos genuinamente tarascas , ya sea cerámica -vasijas con asa estribo o con asa vertedera-, objetos diversos de metal -aretes, cascabeles, pinzas, agujas y cinceles de cobre-, o bezotes de obsidiana (figs. 6, 7 y 8); 2) esqueletos de adultos masculinos o femeninos acompañados por objetos de estilo tarasco mezclados con materiales característicos de la zona en la Fase Amacueca ; 3) entierros de hombres, mujeres o niños que presentan exclusivamente ofrendas locales y, finalmente, 4) entierros sin ofrendas correspondientes a ambos sexos y diversas edades. Otro asunto de interés relacionado con la parafernalia mortuoria compete a las puntas de proyectil. Estos artefactos no se encuentran en el Área 1, pero sí aparecen en el Área 4 (tres puntas en dos entierros) y principalmente en el Área 3 (15 puntas en nueve entierros). Tratando de relacionar la información osteológica con la de contexto funerario, encontramos que es también el Área 3 donde se registra mayor cantidad de huesos con fracturas o con periostosis. No parece casual que sea la misma área en que hay mayor frecuencia de puntas de proyectil la que presente a la vez la incidencia más alta de problemas resultantes de traumas óseos. Luego de haber descrito someramente los datos con que contamos en cuanto a los entierros de la Fase Amacueca , procederemos a evaluarlos, así como a p lantear algunas propuestas para interpretarlos. La primera cuestión por tratar corresponde a las posibles causas de la división espacial que encontramos en los entierros Amacueca. Las di-

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Fig. 8. Bezotes de obsidiana procedentes de entierros masculinos en el Fraccionamiento San Juan.

ferencias con el Área 1 parecen explicables en términos de temporalidad. Si bien algunos de los individuos de esta área muestran alteraciones osteoculturales como deformación craneal y mutilación dentaria -registradas presentan de manera homogénea en todas las áreas- e inclusive en algunos casos tienen ofrendas, éstas suelen ser pocas, y ello~ aunado al tipo de posición en que se encuentran los ~squelet_os, sug1e~e que probablemente esta agrupación corresponde a mhumac1ones realizadas en la parte temprana de la Colonia, pues así se explicaría que no obstante conservarse algunos patrones culturales prehispánicos se implementase ya la posición de enterramiento correspondiente a las costumbres españolas. . En cuanto a las diferencias entre las Areas 3 y 4 , las dos que cuentan con entierros claramente prehispánicos , la distribución demográfica de los esqueletos del Área 4 parece propia de situaciones regulares de enterramiento, con proporciones balanceadas tanto entre sexos como entre grupos de edad. El Área 3 es un tanto distinta debido al desequilibrio entre edades y sexos, pues en ella predominan individuos masculinos adultos, y al hecho de encontrarse claramente segregada de 1~ zona habitacional ; esto, unido a la mayor cantidad de puntas de proyectil halladas ahí, así como a la mayor incidencia de fracturas y de posibles resultados de traumas óseos, sugiere que ésta fue un área especial destinada a un uso exclusivamente funerario para cierto grupo de la población posiblemente involucrado en activi dad es militares , aunque la presencia oca-

sio nal de mujeres y niños constituiría una incógnita todavía no resuelta dentro de este argumento . . Así, las diferencias mencionadas entre las áreas 3 y 4, no se estanan postulando como producto de factores temporales sino socioculturales. ~mbos_ grupos d7 enterramiento parecen corresponder al reflejo de un m!~mo t1po de soc1edad que justamente nos gustaría explorar a continuaclo_n. Entr~ los tarascas " .. .el uso de objetos metálicos era prerrogativa ca~1 exclu~l.va ~:la. elite ~?cial y política ... " (Pollard, 1994: 189) pero, adem_as, la ut1l!zac10n espec1f1ca de be zotes estaba restringida a esa misma elite (Be_lt~an, 1_9_94: 97-98), con la salvedad de gente común que, por prestar ~erv1c1os m1l1tares excepcionales, hubiera sido recompensada con el permiso de portarlos (Pollard, 1994: 190). El hecho de contar dentro de nuestra mue~tra con individuos acompañados de los objetos mencionados nos perm1te suponer entonces la existencia de nobles tarascas en Atoyac, identificada en los masculinos principalmente por la presencia de bezotes y metal , y en los femeninos de metal y materiales cerámicos tar~scos ; la in~lusión _de implementos locales en algunos de esos mismos ent1~rr?~ podna explicarse en términos de complemento; están también los md1v1duos que no aparecen acompañados de metal o bezotes sino exclusivamente de cerámica de estilo tarasco , ya sea sola o mez~lada e?~ ofrendas locales, pero estos casos corresponden únicamente a dos individuos de sexo femenino , que podrían representar miembros tarascas de menor rango. El problema real estriba en determinar la filiación étnica de los i~dividuos que cuentan solamente con ofrendas locales o que aparecen sm ofrendas. El modelo de Estado tarasco que plantea Pollard (1994) estaría conformado por dos zonas distintas : la zona de asimilación que contendría ta~to el centro político del _Estado como poblaciones periféricas que provelan de recursos a esa elite central y que comenzaban a asimilar la identidad tarasca; y una segunda zona , la de segregación étnica, constituida tanto por enclaves extranjeros ubicados dentro de la zona de asimilación como por grupos ubicados a lo largo de las fronteras militares, a los cuales los tarascas enviaban administradores encargados de establecer vínculo~ con la población local y proporcionarles seguridad a cambio de sus serv1cios como intermediarios con otras comunidades no tarascas. De un modo muy interesante, Atoyac se ubicaría casi al límite occidental de la zona de s~gregación propuesta por Pollard (1994: 21 O, mapa 7). Considerando ese modelo y al mismo tiempo el interés de los tarascas por la Cuenca de Sayula y las incursiones hacia ella que las fuentes menciona~ (De Alcalá, 1988: 212) , podría plantearse que el sitio de Atoyac estuviese dentro de la zona de control tarasco , casi en la frontera de la misma (véase fig. 1), en calidad de una comunidad aliada sujeta (Pollard, 1994: 213) , en la que esperaríamos encontrar evidencia de presencia tarasca debido a la necesidad de contar con representantes tarascas en la comunidad que administrasen las relaciones y se encargaran de controlar el tributo. En esa misma lín ea , sería de esperar que esa elite administrativa estuviese apoyada por cierto personal de su misma etnia a su servicio.

1R~

188

Así pues, aun cuando podría suponerse que los entierros con ofrendas Amacueca , o sin ninguna ofrenda , pudieran corresponder a la población local, existe también la alternativa de que su estrecha asociación espacial con los entierros tarascas se deba a que fueran individuos perte necientes a esa misma etnia pero cuyo estatus no justificara la inclusión de los materiales sofisticados que permiten la fácil identificac ión 'como tarascas. Esto se vería reforzado por el hecho de que , en adición a los artefactos tarascas hallados en los entierros , existe material de esa misma filiación en otros elementos de la excavación como son los basureros de la zor'la habitacional -Área 4-, lo que implicaría que este tipo de objetos no era solamente de uso funerario, sino que formaba parte del modo de vida cotidiano de un grupo establecido en el lugar, grupo que evidentemente tendría que haber estado constituido más que solame nte por nobles . Reforzando lo anterior, es digno de mencionarse que se ha efec tuado ya el estudio osteológico de los restos humanos de este resc ate ; é en que dicho estudio muestra en otras instancias se ha hecho hincapi_ diferencias, particularmente en aspectos morfométricos, entre las poblaciones de Sayula y Amacueca (Uruñuela, 1994; Uruñuela y Acosta , 1993); sin embargo , en lo que concierne exclusivamente a esta última fase y que ha sido objeto de esta presentación , en el análisis osteológ ico no se detectaron diferencias identificables entre los supuestos tarascas y el resto de los individuos de las áreas 3 y 4. Podría haber otras razones para esta aparente ausencia de contrastes pero más bien pensamos que en este caso la evidencia negativa sugiere que , independ ientemente de la variación social reflejada por las ofrendas o por la ausencia de ellas , la serie esquelética de las áreas 3 y 4 corresponde a una misma filiación étn ica. Conforme al planteamiento original del que surg ió esta presentación, consideramos que los datos de Atoyac constituyen un ejemplo más que corrobora la idea del tratamiento mortuorio como reflejo de los patrones culturales del grupo que lo pone en práctica y que, como tal , resulta un valioso indicador para inferir diferencias cronológicas y culturales entre depósitos arqueológicos.

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run~:~·J~=~n!~~·y·~~o~~:caori.osesno~e

e~tierros

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Evidencia de sacrificio humano, modificación ósea y canibalismo en el México prehispánico Carmen María Pijoan A. Josefina Mansilla L.

Dirección de Antropología Física Instituto Nacional de Antropología e Historia

Cuando los españoles llegaron a México , el rasgo cultural que más los asombró fue la práctica extensiva del sacrificio humano. A consecuencia de ello , contamos con extensas descripciones de ese ritual formuladas por los cronistas que escribieron sobre historia, cultura y creencias de los diferentes pueblos del México antiguo. Asimismo , representaciones de sacrificio humano y en algunos casos aparente evidencia de canibalismo figuran en códices , cerámica y pintura mural. Desde hace tiempo los arqueólogos advirtieron que algunas sepulturas prehispánicas mostraban una ubicación dentro del sitio y un sistema de enterramiento peculiares, así como marcas de cortes en los huesos también singulares . Estas características en conjunto, a través del tiempo y el espacio , han hecho que la interpretación de estas evidencias enriquezca nuestro conocimiento de la cultura de los grupos prehispánicos. Por ejemplo, Anderson (1967: 94 y 96) reporta que en los entierros 2 y 3 de la Cueva Coxcatlán de Tehuacán, que corresponden a la fase precerámica de El Riego (6500-5000 a.C .) y que pertenecen a dos infantes (uno de alrededor de cinco años y el otro de menos de seis meses de edad), las cabezas de los cuerpos sepultados fueron removidas e intercambiadas . Respecto al periodo Formativo , Niederberger (1987 : 674-675) menciona la existencia de canibalismo. en las fases Ayotla, Manantial y Tetelpan (1250-700 a .C.) en Tlapacoya-Zohapilco , Estado de México, y Faulhaber (1965: 94-97) señala huellas del mismo en Tlatilco , en la .misma entidad (11 00-600 a.C .). Durante el Clásico hay reportes de decapitación, desmembramiento y descarnamiento, principalmente de cabezas y extremidades, así como la costumbre de horadar la parte superior de los cráneos para colgarlos, junto con ciertos huesos largos, de los techos de los templos. Estas costumbres han sido reportadas en dos sitios: Altavista, Zacatecas (Kelley, 1978: 102-126; Holien y Pickering, 1978: 146-147; Pickering, 1985: 290325), y Cerro del Huistle, Huejuquila el Alto, Jalisco (Hers , 1989 : 89-93) . En Electra, Villa de Reyes, San Luis Potosí (Braniff, 1992: 149-150; Pijoan y Mansilla , 1990b: 87-96) , se ha determinado la práctica de desmembramiento, descarnamiento y fracturas intencionales perimortem , mientras en Teotihuacán , Estado de México, (Serrano y Lagunas , 1974: 105-144; González M., 1989: 143-193; Cabrera et al., 1990: 123-146), se han hallado prue-

. to . Todos estos entierros han sido bas de decapitación y desmembramren .. no de todo el depósito. Estos materiales corresponden al Preclásico tardío, entre 500-300 a.C., con base en el análisis cerámico realizado por la investigadora mencionada (Reyna, inéd ito).

localizados en centros .ceremonral~~~ncias so~ más numerosas y tambren re resentaciones en códices . As_r , En cuanto al Posclasrco, lasev se dispone de referencras es~~~a~ey Tla~elolco , Distrito Federal (Gonzapodemos mencronar los repo 1972· 112· Noguera, 1966: 70), Templo 1 R 1 Y ·'L ., 262-270), Cholula, ez ., 963 ·· 5·· Matos, 1978: 143 · 1986· Lopez 1993 · Mayor Distrito Federa l (Roman , . , t . 1 1976: 61-70), Teotenango , (Serrano, 1972: ;. Loiez Morelos (Lagunas y Estado de México (Zacarras, 197~. 3~J ~stos sitios se localizaron grandes Serrano , 1972: 430-432) . En vanos e ellos con marcas de cortes , .así con:o hacinamientos de hueso~, muchos d bramiento , y ofrendas de pres o eraevidencia de decapitacron y desmem

Puebl~

~69-371

~e~~~nzolco,

neos sobre platos. . e en determinar los diferentes paUno de nuestros intereses consrst tos orlas prácticas del sacrrfrc~o !rones dejados di rectamente en~sq~elepre~spánico. El estudio srstemahu mano y el canibalismo en el .exrco 1' ar análisis comparativos entre . permrtrra rea rz · a tico de esas evidencras nos . d d estra labor es diferencrar y e poblaciones. La principal drfrculta. e nu espectiv amente , al canibalismo racteriza r las pruebas correspondrentels;:étodo que nos p~rmita supera r ·o humano y establecer e 'f' . • y el sacrr rcr

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aquélla. usamos la propuesta de Turner 9 83 · Para resolver este problema 83 White (1992), de que el mrnrmo 233-234), Turner y Turner (~99_3 . ) ye uede ser re conocido como depatron de daño o modific~cron ose~b~~is~o incluye , entre otros, roturas terminante de la evrdencra de can sición al fuego . abras iones debróseas intencionales , evrdencra de e~po ortes segmentos óseos faltantes das a un percutor o sopo~e , marcas 1deoeen la~ puntas de los fragmentos tales como vértebra~ o rlracos y p~' diada presenta sólo algunos de esde huesos largos. Sr la mu_estrabes _u diferente y asociarse generalmen. . . 1 . t pretacron de e ser to s rndrcros , a rn er . es al sacrificio humano. te con prácticas rituales posterror

Materiales

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. . diadas forman parte de las coleccrones Las muestras osteologrcas es_tu F ' . del Instituto Nacional de Antropode la Dirección de Antropologra rsrca tes sitios: Tlatelcomila , Tetelpan , ~ logia e Historia y provienen de los srguren V'lla de Reyes, San Luis Potosr. Tlatelolco Distrito Federal, y ~e Elect~a, ' O F fue localizada por la arLa de Tlatelcomrla, pan , .ndo excavó varios pozos h ce 23 anos, cua . _ queóloga Rosa Reyna a ado con el fin de determrnar la se~uen es tratigráficos de un metro cuadr de Méx ico Los restos oseos 1 r de la cuenca · . os dos de los cuales constrtuyen una cía cronológica cultural en e su se hallaron en cuatro de estos poz .huesos humanos estaban en rntruunidad, ya que fueron contrguos . L~suesos de animales. Los pozos no se siones mezclados con tepalcates y 1material obtenido de ellos y extendieron, por lo que sólo contamos con e

m~estra

194

A pesar del estado fragmentario de los huesos, tratamos de determinar el mínimo de individuos que conforman la muestra . Para ello, usamos los fragmentos craneales, en especial los maxilares y temporales , y obtuvimos un total de 18 individuos: 7 infantes -uno de primera (0-3 años), dos de segunda (4-6 años) y tres de tercera infancia (7-12 años)-, un subadulto (18-20 años) , posiblemente femenino, y diez adul tos -seis mascu l inos, un femenino y tres respecto de los cuales no fue pos ible determinar el sexo.

Tet~

1

La segunda muestra procede de Electra, Villa de Reyes, al sur del estado de San Luis Potosí y fue excavada en 1966 por Bran iff y Crespo. Este sitio es una aldea perteneciente a la región denominada por Braniff (1992: 17 -19) subárea arqueológica del Tunal Grande. El momento de la ocupación principal es durante la fase San Luis que corresponde al periodo Clásico entre 350-800 d .C. (Braniff, 1992: 149-151 ). Los materiales óseos que atañen a nuestro estudio fueron localizados en un pozo de 2 x 2 metros en el centro de un patio. Durante la época más temprana se construyó este último en una depresión , rodeado por piedras y con varios cuartos alrededor. Posteriormente, se levantó el nivel con un relleno artificial sobre el que se prendió un gran fuego y los restos de varios individuos se colocaron encima de las cenizas. Este osario fue sellado perfectamente por medio de varios pisos de barro que corresponden a un nuevo patio central cuadrado que tenía cuatro puertas y una gale r ía. Posteriormente las puertas fueron tapiadas, se quebraron tres vasi¡as y los fragmentos se colocaron sobre el prso antes de rellenar el patio. Los materiales óseos consisten en huesos rotos, principalmente largos, que no guardaban ninguna relación anatómica. Un gran número de ellos presenta marcas de cortes , fracturas intencionales y exposición al calor. Como en el caso anterior, únicamente contamos con los materiales del pozo y no todos los huesos que constitu ían el depósito. Sin embargo , se efectuó un recuento de individuos considerando, en esta ocasión, los huesos poscraneales, principalmente los omóplatos, ya que tenemos muy pocos fragmentos craneales . De esta manera pudimos determinar que el mínimo es de diez individuos : dos infantes -uno de primera (0-3 años) y otro de segunda infancia (4-6 años)-, un adolescente (13-17 años), un subadulto femenino (18-20 años) y seis adultos -tres masculinos, un femenino y dos cuyo sexo no pudo determinarse. Durante las excavaciones de 1961-1962 en la ciudad prehispánica de Tlatelolco , Distrito Federal, González Rul (1 963: 5) localizó , al noreste de la Gran Pirámide, 170 cráneos con su mandíbula y en algunos casos las tres primeras vértebras cervicales , enterrados en perfecto orden y co n la característica de presentar una gran horadación en la región de los temporales y parietales de ambos lados. Los cráneos estaban alineados en grupos de cinco, uno alfado del otro (Matos , 1978: 143; 1972: 112).

Este agrupamiento, así como el agujero en la región de los temporales , indujo a los arqueólogos a concluir que eran los restos de un Tzompantli , como lo habían descrito los cronistas . · Tanto los cráneos como las mand íbulas presentan marcas de cortes y golpes. Se estudiaron 100 de ellos, 43 femeninos y 57 masculinos de entre 18 y 40 años de edad.

Método Para llevar a cabo este análisis fue necesario un estudio sistemático de las marcas de corte visibles en la superficie de algunos huesos humanos , así como de fracturas y golpes intencionales, y exposición al calor. Esto nos permite establecer los patrones de las diferentes prácticas rituales en el México prehispánico : descarnamiento y desmembramiento de los cuerpos, golpes , roturas intencionales y exposición al calor. Para evaluar y analizar la frecuencia y localización de las marcas de cortes, se examinaron todas las superfiCies de cada hueso mediante una lupa y luz tangencial. La informa.;;ión obtenida se transfirió a una cédula de registro gráfico donde se dibujaron las marcas , señalando su ubicación y su ángulo de inclinación. En ocasiones tambiért· se analizaron estos cortes por medio de microfotografías, lo que nos permite determ inar el tipo de instrumento utilizado en ellos. De esta manera fue posible diferenciar entre corte sobre hueso y corte de hueso. El primero es el resultado indirecto del corte de partes blandas adyacentes al hueso y se produce cuando éste sirve de soporte. Tales marcas son generalmente perpendiculares a la dirección de la inserción de músculos y tendones y pueden presentarse como pequeños cortes paralelos e una región de raspado. Algunos de éstos únicamente afectan la superficie del hueso , mientras otros son más profundos. Los cortes de hueso aparecen cuando éste es separado en dos por un instrumento filoso aplicado varias veces sobre un mismo lugar (Pijoan y Pastrana, 1989: 293). La explicación de la distribución de las marcas de corte está dada por su relación anatómica, la cual nos permitirá determinar el tipo de actividad que puede ser desollamiento, descarnamiento, desmembramiento o deslazamiento. Una consideración importante al analizar las fracturas postmortem de los huesos es establecer si fueron hechas por causas naturales o de manera intencional y si el hueso se hallaba en estado fresco o seco . El hueso fresco tiene cierta flexibilidad y un comportamiento visco-elástico dúctil, así que resulta capaz de resistir gran presión y deformación antes de la falla o fractura. En contraste, los huesos en estado seco tienen un comportamiento quebradizo y rígido (Johnson , 1985: 160). La respuesta de falla producida por deformación o por impacto de un hueso fresco se manifiesta en espiral, que se propaga en un ángulo de 45° respecto al eje longitudinal del hueso (Johnson, 1989: 433-434). Las técnicas para quebrar los huesos cons isten en ejercer presión dinám ica o producir impacto de alta velo-

196

cidad. El equipo tecnológico mínimo necesario incluye un martillo 0 percutor Y uno o dos apoy~s que forman el yunque o soporte (fig. 1) . Para det~rm.lnar los patrones de frecuencia y localización de estas f ractur~s se d1bu¡aron en las mismas cédulas de registro gráfico donde seb ' reg~~tradron las marcas de corte, mostrando, cuando era evidente la ' u JcacJon el punto de impacto. Encontramos difícil demostrar si los huesos fueron expuestos al calos trabajos experimentales publicados han estudiado las m o 1 JcacJ?nes de textura, color, forma y tamaño que sufren Jos huesos al s(~r sometidos a altas temperaturas , generalmente debido a cremación rogman e !sean, 1986: 37-40; Stewart, 1976: 59-66 · Buikstra y Sweg le 1989: 24 7-258) . ' '

lor.dEf~ ge~eral ,

hSin em?argo, en algunas .de las muestras estudiadas Jos huesos pare-

c~n aber s1do asados o herv1dos. La única forma de determinar esta accJon la represe.nta un examen histológico de Jos huesos expuestos al calor E~ colaborac10n con la ~niversidad Gottingen , en particular con el docto~ M1chael Schultz, se llevo a cabo tal estudio en varios huesos de Tetelpan Las pruebas demostra.ron que ~s posible determ inar si un hueso ha sid~ ~x?uesto a un fuego directo , as1 como la intensidad de éste Pero el análisis de huesos posible~ente colocados bajo la acción del c.alor indirecto -esto es , herv1dos- aun no se lleva a cabo . . Por otra parte, es importante examinar la representación de elementos oseo~ . e.n la mu~stra •. puesto que la ausencia de algún segmento nos permJtJra determinar SI tuvo un fin diferente al del resto de los materiales.

Resultados Los materiales de Tlatelcomila, Tetelpan , Distrito Federal (Pijoan y Pastran.a, 1989. 287-306), muestran un patrón de marcas de cortes _ rinclpalm~nte en la bóveda y cráneo facial, así como en la mandíb~a­ p~oducJdos ?uando se cortó la piel, la aponeurosis epicraneal los diferentes mu~_cul~s de cráneo, cara y cuello . En Jos fragmentos cran~ales -uno d~ ~n mno (f1g . 2) Y el otro de un adulto-, el hueso fue cortado en forma semJcJrcular .c on un instrumento afilado. En ambos casos la intención parece haber s1~o la de. obtener una piPza circular de hueso . En un fragmento d~ craneo fac1al se notó que el borde inferior del malar fue co.rtado en !mea re.cta , posiblemente en el momento de desprender el musculo ~asetero (f1g . 3). A varias mand1bulas se les cortó un cóndilo 0 una parte de el. En cuanto a los golpes y fracturas intencionales en el cráneo vemos que en general todos los temporales muestran puntos de impact~ sobre la escama o. sobre los huesos adyacentes (parieta les 0 esfenoides) mientras los panetales presentan fracturas radiales , en ocasiones ca~sa de que algunos fragmentos se desprendieran . El cráneo facial fue separado del c~rebral por medio de golpes sobre el malar y fa rama ascendente del maxilar.

SISTEMA

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· Figura 2. Tlatelcomila, Tetelpan, D .F. Cráneo infantil que muestra un corte en forma semicircular en parietal derecho (Foto DAF-INAH)

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Las patologías dentales en individuos localizados en ofrendas a los dioses de la lluvia

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Juan Alberto Román Berrelleza Martha Carolina Rodrfguez Garcfa Museo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropolog ía e Historia* Programa de Arqueología Urbana

Introducción La antropología física - rama de la antropología dedicada al estudio del ser biológico dentro de su contexto sociocultural- se ha nutrido de una amplia gama de métodos y técnicas provenientes de otras disciplinas y especialidades que le son de utilidad para alcanzar sus propósitos. En este caso se trata de incursionar en el campo de la osteología apoyados en ciertos planteamientos de la odontología aplicables en ella. La utilización de normas y criterios odontológicos en estudios como el presente obedecen a tres razones fundamentales . En primer lugar, a que concordamos con Pompa (1990 : 9), en el sentido de que esta especialidad médica , al menos en México, ha pasado casi inadvertida en la antropología y se ha desaprovechado así un cúmulo de posibilidades de análisis. Es decir, se ha desperdiciado el potencial de la odontología vista desde el ángulo de la antropología. En segundo lugar, a que en la literatura de nuestra especialidad no se encuentran criterios suficientemente claros y precisos como para auxiliamos en la identificación , clasificación y medición de los problemas orales notados en los individuos objeto de este estudio . Y, por último, a que se ha pensado que sin esas bases sería imposible llegar a conceptos más precisos para comprender y tratar de explicar el fenómeno observado, razón por la que se consideró necesario buscar rutas de investigación que integraran diferentes visiones del estudio del hombre. Así, el objetivo general de esta investigación consiste en efectuar una valoración de los cuadros patológicos dentales y sus efectos en la salud de una serie de individuos que vivieron en la época prehispánica y que fueron exhumados durante las excavaciones arqueológicas de Tlatelolco , Templo Mayor, Catedral Metropolitana y Palacio Nacional, sitios localizados en el Distrito Federal. En todos los casos se trató de esqueletos procedentes de contextos de ofrendas , motivo por el cual el análisis de algunos de sus padecimientos , cuyos cuadros cl ínicos iban desde los leves hasta los sumamente severos, se ha confrontado con la hipótesis de que esta situación de salud precaria pudo haber tenido impl icaciones rituales , • Deseamos agradecer pro fundamente a la Asoci ación de Am igos del Museo Templo Mayor y en especi al a su tit ular, señora Georgina Alonso Escudero, qUien nos bri ndó tod o su apoyo para realiza r esta investigaci ón .

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en lo que se refiere a la selección de cierto tipo de individuos para el sacrificio dedicado a ciertas deidades asociadas con el agua y la fertilidad de la tierra (Román ; 1991) Por otro lado, para efectuar dicha valoración fue necesario diseñar dos cédulas de registro odontológico (una para sujetos infantiles y otra para los adultos), en las que se incluyeron las enfermedades y anomalías más frecuentes, como es el caso de caries de diferentes grados, hipoplasias. dientes fusionados y dientes supernumerarios , entre otras ; igualmente se incluyó un apartado para realizar un diagnóstico periodontal, donde se registra la presencia e intensidad de casos de sarro y la pérdida de hueso horizontal y vertical, entre lo más importante. Finalmente, se considera que la realización de estudios de esta naturaleza, al igual que los emprendidos por otros odontólogos y antropólogos físicos , demuestra que el potencial de estas disciplinas debe explotarse al máximo, en búsqueda de experiencias útiles para explorar caminos más precisos y seguros de investigación , con el propósito de resolver problemáticas como la aquí abordada.

Los materiales óseos y sus contextos

Como ya se mencionó, los individuos objeto del presente estudio fueron exhumados de cuatro sitios. A fin de tener una idea general de sus contextos de procedencia, a continuación se describe brevemente. cada uno de ellos.

Tia te/oleo

Se trata de una muestra de 22 esqueletos, en su mayoría de niños de corta edad, que formaron parte de diferentes ofrendas. Este depósito se localizó frente a la plataforma de la fachada principal del denominado Templo "R", dedicado al culto del dios Ehécati-Quetzalcóatl, como lo indica la presencia en el lugar de una escultura de esa deidad y las características arquitectónicas del edificio. Dicho templo se encuentra ubicado hacia la esquina suroeste de la actual zona arqueológica de Tlatelolco y fue explorado durante 1989, 1990 y 1991. En este sitio se localizaron dos tipos de ofrendas : las constituidas por ollas de cerámica de forma globular y de tamaño variable, en cuyo interior se depositaron los esqueletos de algunos niños. Se les asociaban diversos materiales, como cascabeles de cobre, conchas, caracoles, navajas de obsidiana, restos de madera, pigmento azul y restos óseos de ave, entre otros. Aunque no ocurrió en todos los casos, afuera de las ollas se colocaron representaciones zoomorfas y antropomorfas de cerámica, asi como cajetes, platos y vasijas del mismo material y una amplia variedad de objetos. La otra modalidad de ofrenda la constituyó el enterramiento de ind ividuos, tanto infantiles como juveniles y adultos, que fueron depositados

directamente sobre la tier 1 teriales similares a los ar~~~y d~~csri~~:.les se les colocaron objetos y ma·. Tomando como base la 1 r las ofrendas y los individuos oeca lzaclon yb ebllcontexto en q~e. se hallaron rres d'd . ' s muy pro a e que su deposrto haya coau!t~;lc'ó~tla ~~rcl~m~:Jo ce:~,monial y ritual dedicado al culto de Ehécatlrendidos en honor a esa ~~f~a~.mente represente un caso de sacrificios

Templo Mayor

Se t~~ta de un total de 26 cráneos de individuos . requisitos necesarios para ser incluid 1 . que reunreron los restos óseos formaban parte de la Ofr:~den ~ estudio . Este conjunto de El depósito se encontró en el interior de una~~Jamd~~ 48 del Templo Mayor. truida con sillares de cantera rosa que med · 1 70 orma rectangular consde ancho y 0.69 m de profundidad ' ra : m de largo por 1 .1Om y sus materiales asociados. ' y que contenla un total de 42 individuos

sobr~~~tr~e~~~e~~n~~~~ ~~i~:~~ó~ico d~l

edificio, la ofrenda se localizó dedicado al culto del dios Tl ' l a~la a esqurna noroeste del temp lo la fachada principal del Temp~o~,a~~/~ ~~fa'~!~f~~~ co,rrehspodndien!e a do Etapa Constructiva IVb . se a a enomlnahacia 1469, durante el rein'a~ot~~atlva~ente se calcula qu.e se edificó Tenochtitlan (Matos, 1981: 37, SO). Axayacatl, sexto Tlatoam de MéxicoEntre los elementos de la f d .

~~sh~~~~~~nd~~~~q~~~~t~~~sb:~~ooi:~ ~~~:~~~~~~s,! ~~~~~t:,ri~~ss ~~~o~~

verde pigmento azul a era, n.umerosas cuentas de piedra también materiales d/o~i~~r:1~~-nto de navaJa de obsidiana. Se hallaron caracol, restos de calabaza hu~;~~· dc:mo d~s conchas trabajadas , un copal. ' ave, ragmentos de madera y

co~~~s:s~:~ ~= ~:~i~':; ~~~:~~d~oe d~nla ofre~da, Ro~á.n

la (1990) llegó a honor a Tláloc y a los Tlaloques su cas~ e sacrrflcros de niños en · s pequenos ayudantes. Catedral Metropolitana

Se incluyen un total de ocho individuos . . . ser tomados en CL!enta en el estudio Ti d qu~ reunieron los requisitos para jetos recuperados de contextos d~ ~fr~~d~s ~a:~:~~~rres~ondreron a suformación arqueológica de cada caso es b~stante inc~na amente ~a Inque, por tratarse de un rescate en el subsuelo de la Cat "J''~ta, debido a

~=dsousr;~~%:n~~~~~i~~sd::~.~~~~~ir~~=="s(~~es~~~;i~:on: ~~~ 'lí~i~~;~~r~ que llegaron hasta una profundidad de 21

rf:).

3.80 m de drametro

214 215

Aunque la excavación fue parcial, se _pudo con~tatar. que los individuos ofrendados se asociaban a edificacrones prehrspanrcas. Puesto que la investigación arqueológica se encuentra en pro.ceso, hasta ~1 mom ente no se ha determinado de qué templos del Recm_to ~.eremonral se tratan. No obstante, los indicios arqueológicos y etnohrstoncos apu~tan hacia la posibilidad de que sean templos dedicados al culto de las derdades relacionadas con el agua y la agricultura, probablemente _EhécatiQuetzalcóatl, Chicomecóatl y Xilonen, principalmente, pero ello trene que corroborarse todavía. . Los restos óseos se recuperaron durante 1991 y 1992. Del con¡unto, tres infantes pertenecen a la ofrenda 1 de la Lumbrera 3,. un a~ulto a la cuatro, tres adultos a la ofrenda 1 de la Lumbrera 14 y un mfantrl a la 19.

Palacio Nacional De este sitio sólo se incluyó un individuo juvenil. El resto de entierros pertenecía a la época colonial, razón por la que no fueron tomados en consideración para el análisis. . El esqueleto procede de un contexto de ofrenda y se le asocraron cuchillos de sílex, una pequeña vasija de cerámica de forma globu_lar Y los restos de otro individuo. El entierro fue descubierto en 1992 y, alrgual que en Catedral, todavía no se determina con precisión de qué templo del Recinto Ceremonial podría tratarse.

Obtención de los registros

Conceptos generales En la actualidad hay pocos informes acerca de las frecuencias de padecimientos dentales en poblaciones prehisp~nicas. Quizás los reportes más conocidos sean los efectuados por Fastlrcht (1943, 1947 Y ~ 976), quien menciona la presencia de caries y proces~s paro~ontal~s, asr como la pérdida de piezas dentarias y lesiones debrdas a rnfeccron7s , entre otras anomalías. Trabajos más recientes, donde se hace referencra a este mismo tipo de casos, son los de Román (1990) y Fastlicht (1991 Y 1992). Sin embargo , a pesar de la importancia de _est~s. reporte~ para conocer los padecimientos orales en la época prehrspanr~a , ~n nmguno de los trabajos mencionados se exponen claramente los cntenos empleados para identificar y clasificar esas enfermedad~s. Este aspecto resulta de gran relevancia, pues no es suficiente con se~a~ar ~ue se trata, por e¡emplo, de una caries, sino que también es nece~arro rn~rca_r el grado de ava~ce o de gravedad de la lesión, en tanto esta drferencra trena consecuencras de distinta índole en el estado general de salud del individuo afectado. Así ante este problema se juzgó pertinente plantear sucintamente los crite~ios y conceptos empleados durante la investigación para obtener los registros de cada caso.

Caries Se define . ~omo una lesión causada por la desmineralización y disolución d~ l~s te¡rdos de~tales debido a diversos factores . La característica pnncrpal de _la canes

~s la formación de cavidades en los dientes, que

puede~ !o~alrzarse en drferentes partes anatómicas de las piezas. La caries ataca rnrcralmente la ~uperf_icie del esmalte y, una vez que ha penetrado, puede llegar~ la dentma. Sm tratamiento es capaz de afectar la pulpa de la preza (Darlrng , 1983: 264).

El curso que sigue una caries determina su clasificación . De acuerdo con autores_cor:no Jensen ~ col~borad~re~ (1979) , así como Darling (op. c1t.), los termmos de canes srmple, rncrpiente 0 de primer grado engloban las lesiones que únicamente han afectado el esmalte del diente. Por !o g~neral este tip? de carie_s es asintomático , de manera que se cursa srn nrnguna molestra. Exclusrvamente para fines de registro aquí se las ha denominado caries A (foto 1). ' . Por otro l_a do , los términos de caries agudas o de segundo grado se refreren ~ l~s.rones que han afectado el esmalte y la dentina. En tales casos el rndrvrduo af~ctad? pu~de padecer dolor agudo , ya sea espontáneo ? provocado al rngenr alimentos y líquidos fríos o calientes. Para p ropo~rtos de regrstro , aquí se las ha denominado caries B ( foto 2) . Frnalmente , cuando se habla de caries crónica o de tercer grado se hace referenci_a a las lesione~ ~ue afectan el esmalte, la dentina y la puÍpa. En este esta dro, el cu adro cl rnrco sepresenta_más severo debido a que el curso_de la canes provoca una pulprtrs, es decrr una lesión grave del nervio del drente, cuyo resultado , de seguir su avance, es un proceso in feccroso que a su vez provoca un absceso en el alveolo de la pieza con una consecuente pérdida de hueso. ' Además de lo anterior, se registra el mismo cuadro de dolor seña lado en el cas? de la caries B, así como inflamación aguda 0 crónica. Otras c?n~e?~encras s~n la s~puració~ _de las partes afectadas y una probable grng_rvrtrs , es decrr una rnflamacron de la encía . Para fines de registro aqur se la ha denominado caries e (fotos 3 y 4) . ' Hipop/asias del esmalte Se definen como_una serie de anomalías en el desarrollo de fa estructura del esmalte deldrente. Desde la vida intrauterina, la formación del esmalte dental es sensrble a u~~ variedad de disturbios que pueden traer como con_secuencra la alteracron de la matriz dental por hipocalcificación por 0 algun rmpacto ambre~tal durante su desarrollo (Cook y Buikstra, 1979: 649) . Lo~ factor~s mas frecuentes de las ~ i poplasias del esmalte pueden ser tres . herencra, trauma localizado y estres metabólico sistémico como el causado por la des~utrición . Esta última parece la causa más probable en poblacrones preh rs~anrcas (Goodman et al., 1984; Skinner y Goodman, 1992). Se conocen drversas formas de hipoplasias del esmalte. Entre las más comunes se encuentran las que modifican el tamaño , la forma 0 el color

216 217

:oto Foto 1. Individuo que presenta una caries incipiente o de primer grado (caries A) en la parte bucal del segundo molar inferior izquierdo .

3. lnd}viduo que ~resenta una caries crónica o de tercer grado (caries C) n 1a porc1on oc 1usal distal del primer molar inferior derecho .

absce;ogqr~~od~cs~~~ysó ~a)

Foto 2. Individuo que presenta una caries aguda o de segundo grado (caries B) en la porción oclusal del primer molar superior izquierdo .

Foto 4. Individuo que presenta una caries crónica o de terce en edl se gund o premolar inferior izquierdo , así como un pare a1veo 1ar externa .

·

219 218

de los dientes, así como las que presentan patrones lineales sobre la superficie de la pieza afectada por ellas . Sin el"!lbargo , ante la imposibilidad de efectuar estudios clínicos, genéticos, radiográficos, histológicos o químicos, en nuestro caso únicamente nos concretamos a registrar su presencia o ausencia con base en su apariencia morfoscópica de acuerdo con su localización en la anatomía del diente. Así, se las clasificó ·s egún su localización en el borde incisal, en el centro de la corona o en la porción cervical, y por estar ocasionadas por coloración de los dientes (Skinner y Goodman, op cit.) , (foto 5}.

Cálculo dentario (sarro) Se lo define como la calcificación de la placa dentobacteriana. De acuerdo con el lugar donde se deposita en la anatomía del diente, se lo clasifica en supragingival (por arriba del margen de la encía) y en infrag ingival (por debajo del margen de la encía). En los casos clínicos actuales el sarro supragingival es de color blanco cremoso o amarillento, mientras el segundo es de color café oscuro, como producto del exudado de la bolsa. En ambos casos la morfología es parecida , es decir, son depósitos espinosos, nodulares o con aspecto de costra que circundan al diente (Dobney y Brothwell, 1986; Hillson , 1990: 300-303). En el presente trabajo, únicamente nos limitamos a registrar su presencia o ausencia en los dientes, de acuerdo con la clasificación antes señalada (foto 6) .

Fot_o 5. Individuo que presenta hipoplasia del esmalte en forma de manchas cale s en los dientes centrales, laterales, incisivos y primeros molares de ambas arcadas.

Gingivitis Esta afección no es observable en los huesos, puesto que afecta principalmente en sus etapas iniciales a los tejidos blandos; no obstante, importa mencionarla por las consecuencias que de ella se derivan en otras estructuras de la cavidad oral. El padecimiento se define como la inflamación de la encía provocada por la mala higiene bucal, acumulación de placa dento-bacteriana, trauma , sarro, caries agudas y crónicas. En sus manifestaciones clínicas se distingue por tener una coloración rojo brillante con sangrado espontáneo y dolor agudo. Se la considera el primer estadio de la enfermedad parodontal (Grant, 1975} y de segu ir su curso, provoca en las estructuras óseas del maxilar y, la mandíbula severas lesiones conocidas como pérdida de hueso, tanto en sentido horizontal como vertical. La primera afecta a la cresta alveolar hasta destruirla, para formar en su lugar un reborde que deja el diente con escasos puntos de sostén, lo cual origina la movilidad dentaria, acompañada de dolor agudo. Clínicamente es posible medir esta pérdida en ambos sentidos; sin embargo, en nuestro caso tal medición se efectuó mediante la observación morfoscópica , basada en la alteración de la anatomía de las partes afectadas. Por lo general, destruyó aproximadamente hasta 2 mm de hueso en individuos menores y más de 2 mm en adultos (foto 7) .

6b

Foto Individuo que prese_nta una fuerte acum ulación de cálculo dentario (sarro) en -~m as arcadas. Tamb1en se observa , probablemente derivada de una gin(gfiVI lst, una acu s ada pérdida de hu eso en sentido horizontal y vertical enes rac1ones) .

220 221

Las lesiones en sentido vertical, también conocidas como fenestraciones, se definen como la pérdida de la tabla externa del alveolo que sostiene y contiene al diente. En estos casos se presentan secreciones purulentas y dolor agudo, al igual que halitosis, es decir un olor fétido. El registro de esta lesión se realizó mediante la observación morfoscópica de la alteración provocada en la anatomía de la parte afectada. En ambos casos la consecuencia de un estado grave de estas lesiones es la pérdida de las piezas afectadas (foto 8). Otras condiciones anómalas detectadas en la dentición de los casos estudiados fue la presencia de dientes supernumerarios y dientes fusionados. De acuerdo con Hillson (1990: 269-270}, estos cuadros son extremadamente raros y generalmente se asocian con disturbios sistémicos o problemas de tipo congénito, aunque los individuos que los padecen no sufren mayores problemas. En nuestro caso únicamente se registró su presencia, así como las piezas afectadas o involucradas (fotos 9 y 10).

Recopilación de los datos

. d"d d hueso en sentido horizontal, expresaFoto 7. Individuo que presenta per 't a ~ alares de toda la arcada inferior izda en un reborde óseo en las eres as a ve Quierda.

)

. érdida de hueso en sentido vertical Foto 8. Individuo que presenta una not~na P s de los dientes centrales y canino localizada en las paredes alveolares ex erna inferiores derechos.

Una vez definidos los criterios y parámetros conceptuales con los que se identificaron y clasificaron los padecimientos orales, se procedió a registrar la incidencia de éstos y los grados en que afectaban los dientes de cada uno de los individuos mediante las cédulas especialmente diseñadas para ello. Previamente se realizaron varias pruebas para unificar los estándares de observación y evitar hasta donde fuera posible, los errores de apreciación, aunque el llenado de las cédulas corrió a cargo exclusivamente de uno de los investigadores. La cédula está integrada por los datos generales de cada entierro , así como por dos odontogramas. En uno se registraron las anomalías encontradas, como caries, dientes fusionados, dientes supernumerarios e hipoplasias, entre las más importantes. En otro, se efectuó un diagnóstico periodontal y se registraron padecimientos como sarro , pérdida de hueso horizontal y vertical (cédulas 1 y 2). El llenado de la parte correspondiente se llevó a cabo mediante un código de colores y conforme a este mismo sistema se marcaran en los odontogramas tanto la pieza o las piezas como las zonas afectadas, de acuerdo con el tipo de padecimiento y su clasificación. As í, se estableció con precisión qué dientes estaban afectados, qué partes de su anatomía estaban dañadas y si la lesión era generalizada, según el tipo de padecimiento. Luego, recabar la información fue relativamente sencillo, aunque no por ello menos laborioso, pues fue preciso observar a cada individuo con sumo cuidado para identificar lo más acertadamente posible el padecimiento que lo aquejaba y, de esa manera, asi¡;nar a este último una clasificación determinada. Concluida esta labor, se procedió a capturar la totalidad de los registros en una base de datos computarizada y a efectuar los cruces de las variables identificadas para obtener los resultados del conjunto de obser-

223 222

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vaciones . En el siguiente apartado se presenta una síntesis de la información recopilada.

4 Resultados

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A juzgar por los valores obtenidos en cuanto a cada uno de los padecimientos considerados en la presente investigación, las anomalías más sobresalientes son las que afectan el desarrollo de la estructura de las piezas dentales , es decir, principalmente las hipoplasias del esmalte localizadas en el borde de la corona del diente (hipocc) , observadas en 36 de los individuos, que corresponden al 63% del total de la muestra. En segundo lugar se encuentran las lesiones observadas en los tejidos dentales, encabezadas por las caries incipientes o de primer grado (caries A) , registradas en 27 individuos, que equivalen al48% del total de la muestra. En proporciones decrecientes también se verificaron casos de caries de segundo (caries B) y tercer grado (caries C) . La decreciente incidencia de estas dos últimas enfermedades se explica por la pérdida de piezas dentales ocurrida a causa del cambio de la dentici ón decidual por la dentición permanente , es decir a la "muda' de los dientes de "leche" por los del adulto . Así, un individuo que haya padecido una caries incipiente a los cuatro años de edad puede padecer una caries de segundo grado en la misma pieza a los cinco años , en virtud del carácter progre sivo de la lesión, pero luego perderá el diente afectado a los seis años a causa del cambio de dentición, con lo cual desaparecerá el rastro del padecimiento . El tercer lugar lo ocupó el cálculo dentario (sarro), observado en 18 de los ind ividuos analizados , que representan 31 % del total de la muestra. La exposición completa de los padecimient0s estudiados se presenta en la gráfica número 1. Otros datos interesantes obtenidos por esta investigación se derivan de la distribución de las enfermedades por sitio arqueológico , sexo y edad de los individuos que integran la totalidad de la muestra. Así, por ejemplo, en la caries A, se observó en sujetos de los cuatro sitios incluidos en el análisis. Con respecto al sexo, encontramos que el femenino resultó el más afectado , si bien cabe señalar que abundan los casos de sexo in determinable. En lo que se refiere a la edad , los resultados indican que los individuos de cuatro, cinco, seis y siete años fueron los más afectados. La distribución completa de los padecimientos se expone en el cuadro 1. Por último, con el propós ito de contar con una idea más precisa de la distribución y los porcentajes de las dolencias y anomalías por sitio arqueológico, de acuerdo con el tamaño de la muestra de cada uno, se elaboró el cuadro 2. En él se observa un perfil más real de los grados en que los individuos de cada sitio resultaron afectados .

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224

225

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MUSEO DEL TEMPLO

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SECCION DE ANTROPOLOGIA FISICA

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Dentición

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PROYECTO SITIO TEMPORADA ENTIERRO OFRENDA

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Otras pat.olog1as

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: Ci rove rs 16n dft l Diente : Si n Erupcionll r

FECHA Cédula 1. Continuación Cédula 1. Registro odontológico para individuo infantil.

226

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II.-OCWSION Y ALINEAJoiiENTO. Desviada a:

Dentición

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5).-Sobremordida Vertical

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Si

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9 ).-Clasificación de Angle

I

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1).-Linea Media

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2).-Pérdida Prematura

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[]

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J).-Retención Prolongada

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No

[l

4).-Erupción retardada

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[l

No

[]

5).-Falta de Contacto Proximal

Si

[l

No

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6).-Malposición Dentaria

Si

(l

No

(]

N.-

SUPERIOR

[l

III.-ERUPCION Y DENTICION. 1).-Secuen~ia

infantil

INFERIOR

IZQUIERDA

) OlAGNOSTICO PEEIODONXAL: 1).-cálculo (Sarro} Supragingival ( ] 2}.-Pérdida de Hueso Horizontal [] J).-Gingivitis

EDAD DENTAL:

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Cédula 1. Continuación

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1

Cédula 1. Continuación

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1

MUSEO DEL TEMPLO MAYOR SECCION DE ANTROPOLOGIA FISICA

VI.-CALCIFICACION.

CE DULA DE REGISTRO ODONTOLOGICO

1) .-Buena

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2).-Pobre

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3) .• -oentinogénesis

Imperfecta

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l .-DATOS GENERALES:

[l

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VII.-OTRAS ANOMALIAS.

INDIVIDUO

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PROYECTO SITIO TEMPORADA ENTIERRO

VIII.-LESIONES

AMBIENTALES

CARACTERIZADAS

PERDIDA DE TEJIDOS DENTALES CALCIFICADOS. 1) . -Atrición

[)

2).-Abrasión

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J).-Erosión

[)

PRINCIPALMENTE

POR

OFRENDA CRONOLOGIA N' DE CATALOGO OBSERVACIONES y ASOCIACIONES CONTEXTUALES:

.

IX.-DIAGNOSTICO GENERAL:

REGISTRO FOTOGRAFICO EN CAMPO:

ROLLO

FOTO(S) REG ISTRO FOTOGRAFICO EN LABORATORIO:

ROLLO

FOTO(S) ANOTO FECHA

Cédula 2. Registro odontológico para individuo adulto. Cédula 1. Conclusión

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