Cuentos de Puno

Cuento del Eqeqo Antiguamente, muchos milenios atrás, había un Aymara cuyo nombre era Eqeqo. Era fornido, de estatura ba

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Cuento del Eqeqo Antiguamente, muchos milenios atrás, había un Aymara cuyo nombre era Eqeqo. Era fornido, de estatura baja, humilde, bondadoso, caritativo y sonriente. Eqeqo fue Un hombre bueno que buscaba una vida armoniosa entre los hombres, y por donde quiera que andaba predicaba las buenas costumbres. Donde había problemas y llantos llevaba la solución, la consolación y la alegría. Un día, por sus cualidades maravillosas, recibió poder del Apu Qullana Awki (Dios Padre Divino) que moraba en las alturas sagradas de Khunu Qullu (Montaña Nevada). Con este poder, Eqeqo había logrado realizar grandes hazañas. Dicen que manejaba grandes piedras, secaba el agua, trasladaba rocas y montañas solamente con hondas y su voz. Todo le obedecía; por eso la gente le seguía de cerca. Eqeqo tenia una honda y una ch'uspa (bolsa). Así caminaba por las montañas, cerros, pampas y por las riberas del Lago. Al que lloraba le consolaba y hacía reír; al que no tenia productos se los proporcionaba; a los que querían casarse los juntaba para formar su hogar. Un día vino el Awqa (ser maligno) con su gente sanguinaria. Su aspecto era de un hombre barbudo, de tez blanca y con genio muy malo. Awqa se portó muy cruel. Atemorizaba a los Aymaras y persiguió a Eqeqo. A los que le seguían los desbandó, a otros los asesinó ferozmente y a algunos los obligó para que no le apoyen. Cierta vez Eqeqo llegó a un ayllu donde Awqa también había instalado su posada para seguir persiguiendo a Eqeqo. Mientras este iba promoviendo diferentes formas de ayuda mutua, Awqa y su gente malvada, lo rodearon y capturaron. Lo torturaron y despedazaron el cuerpo de Eqeqo.

La cabeza, los brazos, las piernas y otras partes del cuerpo fueron desparramados por todas partes del altiplano y en las cordilleras, a fin de que no vuelva a formarse el cuerpo, porque tuvieron miedo al poder que tenia Eqeqo. Nuestros abuelos dicen que cada una de las partes del cuerpo de Eqeqo esta tomando forma y ha empezado a revivir. Otros dicen que cada parte del cuerpo se ha levantado y está en camino hacia Wiñay Marka (Ciudad Eterna). Un día no muy lejano, indudablemente, llegaran a Wiñay Marka. Se juntarán y Eqeqo tomará una fuerza sobrenatural que reunirá y llevará adelante a su pueblo.

El Águila, Allqamari y Q'aqenkura Cierto día el águila paseaba por el campo, buscando algo que llevar a la boca, en el camino se encontró con uno de sus mejores amigos, se saludan cordialmente conversan de aventuras pasadas, al despedirse de su amigo le invita a que asista a la fiesta de su cumpleaños. El Águila gustoso acepta la invitación y agradece. El Águila es siempre puntual en asistir a reuniones sociales con terno elegante; pero, al llegar a la casa hecha de menos la ropa, porque los encuentra algo arrugado; después de realizar el limpiado necesario, tiene que llevarlo donde un sastre para que así su terno negro esté bien planchado y elegante. Faltando algunos días, sube al pueblo en busca del servicio de un sastre; después de encontrar una sastrería, el dueño era nada menos que el ave q’aqenkura, quién aceptó realizar el trabajito con el mayor gusto y que al día siguiente recoja. El águila el día citado y se encuentra con la sorpresa que el taller estaba cerrado; preguntando a sus vecinos recibe la ingrata noticia que, el sastre en referencia era un mentiroso, incumplido, un completo foraja y borracho. El águila al recibir estas informaciones se arrepiente de haber entregado; pero, su reacción era tarde y se retira con cierta desconfianza y preocupado. Al día siguiente busca y encuentra al sastre en la

cantina, ebrio; preguntado por su terno, el sastre convence que esta listo y bien planchadito; que recoja temprano el día de la fiesta; así se retiró el águila. En la mañana de asistir al compromiso, se acerca al taller encuentra otra vez al sastre, mareado; el águila con voz de enojo exige a que entregue su terno, el sastre se pone en apuros, simula buscar; tanto esperar, el Marianu (águila) ya no podía soportar y de cólera le arremete físicamente. Busca su terno y no encuentra, avanzaban las horas para asistir al compromiso; después de rebuscar, en un rincón solo encuentra su saco, mientras el sastre se escapó; como faltaba pocos minutos, el águila, después de tanto protestar por la urgencia, solo se puso su saco negro con el que apurado se dirige a la fiesta; con ropa interior, y sin pantalón, por ésta burla hecha por el sastre (q’aqenkura). El marianu odia con todo su alma hasta el día de hoy, no queriendo verlo ni pintado; el q’aqenkura se cuida bastante del águila, quien con solo ver al marianu (águila) se esconde o escapa, de lo contrario no se sabe que suerte correría al sastre. NUESTRA ACTITUD NO SIEMPRE DEBE CONFIARSE A TERCERAS PERSONAS SIN ANTES CONOCER SU PERSONALIDAD.

El Cóndor de los Andes El cóndor siempre había vivido en la selva, estaba acostumbrado al calor; por eso, la primera vez que llegó a los Andes, debido a la altura y el frío le dio soroche. Estuvo volando por los cerros entre mareo y mareo. Tres días después enflaqueció tanto que parecía morir, las plumas se le cayeron, empezó a toser, y una noche ya no resistió más y se desmayó. Fue entonces que algunos habitantes de “Reino de los Andes” como: la tortolita, el halcón y el búho se compadecieron de él y decidieron ayudarlo.

Durante varios días el cóndor estuvo gravemente enfermo, tomando hierbas medicinales como: la wirawira, la huamanripa y el eucalipto. Incluso por las noches sus amigos se turnaban para cuidarlo. Cuando el cóndor estuvo ya restablecido, una familia de camélidos sudamericanos fueron a visitarlo, entre ellos estaba el guanaco, la vicuña, la llama y la alpaca. – Hemos traído este ragalito para usted, es una suave chalina blanca, para que se abrigue el cuello y nunca más vuelva a enfermarse – dijo la vicuña. El cóndor agradeció infinitamente tal gesto y al instante se la puso. Cuentan que desde entonces hasta la actualidad, con el fin de evitar los malos ratos que pasó durante sus primeros días en los Andes, nunca se quitó su suave y blanca chalina.

Los músicos y el encanto Para una fiesta de “casarasiri” (matrimonio) una familia había contratado una banda de músicos. Esta tenía un contrato para todo el día, pero cuando llegó la noche. Los músicos ya estaban borrachos ya no les importaba nada. El dueño de la fiesta les daba más cerveza para que toquen. Ya era cerca las 12:00 de la noche que decidieron irse. Se fueron tocando por la pampa, tomando y tocando. Así, tan borrachos en la noche se le apareció un hombre, para ellos era como si fuera de día, ese hombre les dijo: les voy a pagar todo lo que quieran señores músicos. Bueno, hicieron otro contrato. Entonces les hizo caminar por una ciudad, los músicos asombrados. Pero antes de entrar por la puerta uno de los músicos se quedó a orinar, cuando todos entraban, él se ha desesperado porque no acababa de orinar y de pronto se cerró la puerta, el músico empezó a tocar la puerta, pero nadie le abría, tanto fue que tocó se cansó, entonces furioso se decidió seguir caminando, mientras tanto se escuchaba la banda. Asís el músico llegó a su casa en la madrugada, mas tarde las esposas de los demás músicos preguntaban donde están

sus compañeros, él un poco mareado le dijo: se fueron a tocar a otro sitio, cuando atuvimos viniendo se hizo la contrata. Al saber la noticia todos los familiares decidieron ir al sitio, él los llevó, es aquí dijo, los familiares solo vieron un cerro y se escuchaba la banda de músicos, entre ellos se miraron. El músico dijo: esta parte del cerro era una puerta dorada y ahora no hay nada, solo estas rocas nomás. Fin del Cuento