Cuando El Tigre Probo a Su Gato

ADVERTENCIA DE CONTENIDO Este es un relato original de índole homoérotico de Milagro Gabriel. Sólo para personas mayores

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ADVERTENCIA DE CONTENIDO Este es un relato original de índole homoérotico de Milagro Gabriel. Sólo para personas mayores de edad. Contiene escenas de sexo explicito entre hombre-hombre.

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Agradecimientos :Le agradezco profundamente a la amiga del blogg que obsequió esta portada, además de a Dany Zapata por el montaje en PDF. También deseo hacer una mención especial de todos aquellos lectores del blogg que con sus comentarios me ayudaron en la construcción de esta novela. De todo corazón: Gracias!!!!!!!!

Resumen El amor es como la mala hierba, crece donde no debe o donde simplemente no debería ser posible. El tigre hace un contrato por una pareja que es fértil, resulta que el chico se aparea con otro antes que el tigre lo pueda reclamar. Tomando en cuenta las circunstancias adversas, Kigan tiene que aceptar al hermanito menor, el que ni siquiera ha llegado a su primera luna llena como adulto. Killa por su parte se encuentra prácticamente vendido por parte de su familia, es una propiedad que saldará la deuda de la manada de Gatos Monteses para con los Tigres.

Libro 1° Cuando el lobo atrapo a su gato

Autor: Milagro Gabriel_ Un lobo y un gato montés, ambos muy jóvenes. Por accidente acaban siendo arrastrados lejos del territorio de sus manadas. Ahora juntos comienzan un viaje para regresar a sus hogares. El lobo descubre que quiere a un gato para lamer y el gatito piensa que no es tan mala idea dejarse mimar por el sexy lobo feroz

Libro 2: Cuando el tigre probo a su gato

CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Prólogo Killa tenía miedo, y eso era algo que no le avergonzaba en lo más mínimo admitir, además, que otra cosa se podía hacer cuando un enorme tigre te cargaba por el cuello todo el camino hasta tu casa. — ¡Miaaaau! —Lloriqueo el pequeño gatito montés tratando una vez más de liberarse del agarre de las fauces de hierro. El corazoncito le latía a mil, había suplicado, aruñado, llorado y nada parecía conmover al enorme saco de pelo que lo llevaba a quién sabe dónde, porque para su total horror, desde hacía diez minutos estaba seguro de que no iban a la casa de su padre. Aún a sabiendas de que era arriesgado, ya que no podía calcular cual sería la reacción del tigre al verlo regresar a su forma humana, cerró los ojos y se visualizo a sí mismo en su piel de hombre. Para su total horror, no ocurrió nada, absolutamente nada. Siguió siendo el pequeño felino que era llevado por la piel del cuello por una enorme bestia peluda con piel a rayas. Furioso consigo mismo Killa guardo silencio. “¡Qué mierda!”, pensó el gatito. El Alfa Kigan emitió un bajo gruñido que hizo que los otros tigres dejaran de revolcarse con las hembras dispuestas que habían encontrado en la manada de Gatos Monteses. Llamando a sus naturalezas felinas, los centinelas que habían acompañado al alfa cambiaron, iniciando una feroz carrera hasta los vehículos que dejaron escondidos en los linderos del bosque. Cuando Kigan llegó hasta la camioneta, ya dos de sus hombres estaban terminando de ajustarse los pantalones. Dejando a su pequeña presa sobre el suelo, le puso una pata encima para asegurarse de que no huyera. Cambiando a su

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel forma humana, en su calidad de alfa, obligo al felino más joven a imitarlo. —¡Déjame en paz! — Grito Killa cuando era levantando en brazos por el tigre, él que sin ningún miramiento lo tiro al asiento de atrás de la camioneta. —¡Nos vamos a esperar al Alfa de los Gatos a su casa! — Anuncio Kigan a los centinelas que miraban toda la escena con bastante curiosidad. Killa abrió la boca para decir algo, pero se lo pensó mejor y decidió cerrarla. En lugar de ser Kigan el que condujera, dejo a uno de los centinelas hacerlo. Él prefería vigilar de cerca a su presa, ya que sabía por experiencia propia que quitarle la vista de encima a uno de esos malcriados era imprudente. Sentándose al lado del gatito, que para ese momento temblaba como una hoja, le gruño ordenes al conductor. Killa se sentía como en una nube, en una muy siniestra. El tigre, más parecido a un dios nórtico que a un simple mortal, lo miraba como si quisiera verlo hecho de piedra. El felino más joven tenía miedo hasta de respirar, estaba seguro de que el enorme cambia formas esperaba la menor excusa para comérselo de un bocado. El camino era ideal para salir en una camioneta doble tracción y probar si era tan genial como decía la propaganda. La suspensión del vehículo mantenía la comodidad de los pasajeros mientras transitaban por lo que se había convertido en un sendero estrecho. Esa era la trocha que acostumbraban tomar cuando se quería cortar camino hasta la casona del alfa de los Gatos Monteses. Las luces de la camioneta más la luz de la luna, que brillaba en todo su esplendor, hacían más fácil la conducción a esas horas de la noche. Killa cubría su desnudez apretando una manta que no era más que un corto trozo de tela con el que apenas lograba cubrir sus largas piernas y la mitad de su dorso. Nunca le había causado incomodidad estar en su piel humana, máxime que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel aún no llegaba a su primer celo como adulto, pero el estar tan cerca del alfa de los tigres lo hacía sentir aún más pequeño e indefenso de lo que era. Tal vez si llevara algo de ropa se sentiría menos expuesto. Después de pasar por tantos baches que podrían rivalizar con los de la luna, llegaron por la parte de atrás de la casona. Killa podía reconocer bajo cualquier contexto la linda valla blanca que su madre había hecho colocar para separar el huerto del bosque. Lástima que la camioneta no dejo mucho de ella al atropellarla sin ningún miramiento. Apenas detenerse la gran mano de Kigan lo sostuvo por el brazo, halándolo fuera sin mediar palabra. A como pudo Killa sostuvo la manta alrededor de su cintura. No tenía la menor idea de por qué ese tigre loco, que se suponía era el pretendiente de su hermano, lo trataba como si fuera una molesta bolsa de basura. Dentro de la casona todo era silencio, no era ningún secreto que para esa hora de la noche todos estaban retozando en el bosque con sus parejas, ya que la diosa luna así lo exigía. Después de la feroz carrera y de los coqueteos de rigor, cada quién iba a por lo suyo. Kigan no estaba de humor para formalidades, dándole un fuerte empujón a la puerta de entrada hizo que esta callera pesadamente sobre el fino piso de madera. Lo habían estafado y alguien tendría que pagar por ello. El trato había sido hecho, y pagado el precio, ahora debía ser entregado el macho con olor a hembra para que fuera su pareja, con el único fin de afianzar su poder dentro de la manada de los tigres. Jalando al pequeño cachorro que había chocado con él cuando regresaba del territorio de los lobos, lo tiro en uno de los sofás de la sala. En este molesto saco de pelos le diría donde encontrar al alfa de los Gatos Monteses. —¿Estás loco? — Se atrevió a gritar el pequeño felino, justo antes de invocar su piel de gato. Estaba por escabullirse hacía las escaleras cuando la pesada mano de Kigan lo halo por la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel piel del cuello, levantándolo en vilo. El gato trato de aruñar vanamente, ya que su captor lo sostenía con tanta fuerza que evitaba cualquier movimiento. —¡Cálmate! — Ordeno Kigan que ya para entonces comenzaba a perder la paciencia. La luz de la luna entraba por el ventanal, dándole a la sala una apariencia fantasmagórica. Killa estaba seguro de que allí exhalaría su último aliento. En un descuido del tigre, ya que se escuchaba ruido en el patio, el joven gato tomo ventaja, dándole una buena mordida que le saco sangre. La reacción del hombre más grande no se hizo esperar. Arrojando al pequeño bastardo lo tiro contra la pared. Killa escucho el ruido que hacen los huesos al quebrarse. Cerrando los ojos, el flexible cuerpo felino se dejo caer sobre la alfombra donde tantas veces jugara con sus hermanos mayores. Siempre había soñado con conocer el mundo más allá del bosque de los gatos, ahora sabía que eso sería algo que jamás lograría.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 1 Killa estaba acostado, como se había convertido en su rutina de vida desde hacia unas semanas. El médico de los gatos había venido a visitarlo nuevamente. Las noticias eran las mismas que había dado al dar su diagnóstico inicial, sus huesos sanaban muy lentamente debido a que el “accidente”, como insistían en llamar a lo sucedido, había ocurrido cuando estaba en la transición entre gato a hombre. Después de mucho dolor, había logrado llegar hasta su forma humana nuevamente, pero de allí a poder levantarse de la cama, había mucho trecho por recorrer. Sus hermanos lo visitaban de vez en cuando, su madre Miriam llegaba y le ayudaba a bañarse, luego peinaba sus risos rubios, le daba un beso en la frente y salía de allí tan rápido como podía. Erika, su hermana mayor, estaba demasiado ocupada con el asunto de Kalep y su fuga con el lobo, como para visitar a su desvalido hermanito menor. Esa era una de las cosas que más le dolía a Killa, aunque él era el menor de los cachorros, Kalep siempre fue el consentido. Era normal que olvidaran sus padres muchas veces al pequeño gatito que lloraba en la cuna. Con una sonrisa amarga limpio una lágrima solitaria que rodaba por su mejilla, no quería que si alguien entraba lo encontrara con la guardia baja. Él tenía una reputación que salvaguardar, él era el bromista de la familia, la patada en el culo de todos los amargados. Jamás nadie sabría cuanto le dolía el eterno abandono. Suspirando cansado comenzó a sentir el efecto relajante de la medicación que el médico le acababa de administrar. Supuestamente eso le ayudaría a calmar el dolor crónico de su

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel espalda. Dándose por vencido cerró los ojos, a veces dormir era una buena idea, especialmente cuando tu vida apesta. Unos fuertes gritos que venían desde el primer piso hicieron despertar a Killa. Su corazón comenzó a latir tan fuerte que pensó que se le saldría del pecho al reconocer una de las voces, era Kigan, el alfa de los tigres. El temor de que viniera a terminar lo que había comenzado durante la anterior luna llena lo embargo como si de una capa oscura se tratara. Casi le parecía ver al imponente dios nórtico entrar por la puerta de su habitación, todo para tomarlo del cuello rompiéndolo con sus grandes manos. No era ningún secreto que Killa le tenía miedo, y por muy buenas razones. Apretando la gruesa manta de algodón contra su pecho, quiso levantarse de la cama, mala suerte que el fuerte dolor en su baja espalda le recordara la razón de que era cliente frecuente de su maldita cama. Sintiéndose indefenso comenzó a hiperventilar. —¡El maldito cachorro esta emparejado! — Escucho el grito del tigre — Según el alfa Genser el chico esta de encargo. —Palabras, simples palabras—, se defendió el alfa de los gatos monteses—. Mi hijo no se emparejaría con un maldito chucho. —Entonces te recuerdo cual fue el fallo del Consejo— la voz helada del tigre asusto más a Killa que los mismos gritos —. Es hora de que me pagues según lo acordado y temo que no tienes con qué. Killa a miles costos logró controlar su respiración, poniendo las manos sobre su pecho trato de calmar el latido desbocado de su corazón. Aguzando el oído felino, trato de no perderle detalle a la conversación. Una suerte que los alfas no tuvieran problema en gritarse mutuamente. — Conozco lo que dice el maldito contrato — la voz de Merrick tembló de modo casi imperceptible.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Las cosas están bastante claras, a mi modo de ver—. Retumbo la voz del Kigan por toda la casa— Si no hay pareja, entonces me regresas las tierras que te cedí y el dinero que se giro a tu cuenta personal. Un incomodo silencio invadió la casa, ahora más que nunca Killa hubiera querido levantarse de su prisión de mantas para ir a curiosear que ocurría en la planta baja. Al parecer la conversación se dio por terminada, ya que el fuerte golpe de la puerta contra el marco fue lo último que se escucho de parte de los alfas. Dejando salir el aire lentamente Killa relajo la espalda contra el colchón de la cama, la punzada de dolor le dijo que había abusado de sus posibilidades al tratar de levantarse por sí mismo. “Tienes suerte, hermano”, pensó Killa al recordar a Kalep, según había podido entender de los retazos de información que llegaban hasta su habitación, este se había fugado con un lobo, que había resultado ser su pareja de vida. No es que sintiera envidia malsana, era más bien un anhelo, le hubiera gustado tener la oportunidad de correr en su primera noche de luna. En cinco meses más sería mayor de edad y esa posibilidad no existía en su futuro próximo. “¿Quién querría cargar con un gatito enfermo’”, reflexiono en silencio tragándose las lágrimas que amenazaban con salir. Kigan estaba furioso, ese maldito alfa se creía muy listo, le había puesto mil excusas para evitar pagar su deuda, desde que tenían que esperar la resolución del Consejo de Cambiaformas hasta que había que probar que la luna no era de queso. Estaba decidido a que esa sería la última conversación civilizada que tendría con ese lastimosa bola de pelos. Primero pondría la queja ante el Consejo y luego iría por el pellejo de Merrick. —¿Problemas, jefe? — Se atrevió a preguntar uno de los centinelas al ver como su alfa casi despega la puerta de la camioneta al azotarla al cerrarla.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Yo no los tengo—, hablo Kigan mientras comenzaba a conducir por el maltrecho camino— pero no puedo decir lo mismo de esa mierda que se hace llamar gato. Los cuatro tigres que acompañaban a su alfa decidieron quedarse calladitos el resto del viaje. Kigan en su forma de hombre era musculo sólido, actitud de cómo-clavos-para-eldesayuno y unos ajos verdes que parecían anunciar la muerte próxima del siguiente que se atreviera a respirarle demasiado cerca. Era un hijo de puta cuando lo cabreaban lo suficiente. El viaje fue bastante largo, en todo el trayecto Kigan planeo cual sería su estrategia al hablar con el Consejo. Él había pagado por una pareja, y eso debía ser lo que recibiría, en ese momento dicha entrega era imposible. La única solución honrosa sería el regreso la dote pagada por el cachorro. Al llegar al aeropuerto un helicóptero lo estaba esperando con el motor encendido, las aspas giraban listas para levantar el pesado aparato del suelo. La manada de los tigres había sido bien administrada por los últimos cinco alfas, hasta el punto de ser una de las más prosperas. Su influencia no solo era cuestión de territorio físico, sino que también tenía inversiones en varios consorcios que tenían una excelente circulación de capital. Dentro del helicóptero lo esperaba Andrey, un cambiaformas zorro que era el abogado de confianza de Kigan. Cuando entro apenas si este levanto la cabeza para saludar, ya que estaba concentrado en unos papeles que tenía sobre el regazo. El cabello rojo le caía sobre los ojos, impidiéndole ver a Kigan cuál era el estado de ánimo de su amigo. —¿Algún problema? — Se atrevió a preguntar cuando ya el helicóptero tomaba altura. —Al parecer— le dedico un guiño a su jefe— el que tiene el problema eres tú.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Tomando una tira de cuero que llevaba atada en la muñeca, peino su cabello en una coleta a la altura de la nuca. Ahora Kigan estaba listo para escuchar las buenas noticias— deja de disfrutar tanto y dí: “te lo dije”, sé que te mueres por hacerlo. El pelirrojo le dedico una mirada evaluativa a su jefe y mejor amigo, bajo toda esa fachada de tipo duro sabía que era un bueno hombre, por mucho que tratara de disimularlo. Tomando aire se preparo para darle la patada en el culo al pobre hombre que esperaba el golpe de gracia— El idiota que te hizo esta documentación no tenía idea de lo que era un contrato de emparejamiento. —¿Qué dices? — Kigan se veía tan impactado, que de no ser por la gravedad de la situación, Andrey se hubiera reído. —Así es amigo, en estos documentos se habla de una pareja que debe de ser entregada, pero no se especifica quién es el afortunado, solo se dice que es uno de los hijos menores del alfa Merrick. Ah!... Dice que es un macho… ¡Bonito problema tienes! —¿Pero cómo? — Rugió Kigan, arrebatándole los documentos de las manos a Andrey, como si pudiera entender una mierda de toda esa palabrería jurídica. Después de releer las dos hojas y verificar su firma en esos documentos, los tiro a un lado — ¿Y… ahora? — Pregunto el alfa de los tigres pasándose la mano por el rostro— Sabes que mi amado tío aprovechara este fallo. Andrey se recostó en el asiento, tratando de relajar el cuello lo masajeo con su mano abierta. Ambos hombres eran tan distintos como el día de la noche. El abogado vestían de traje hecho a la medida, cabello rojo perfectamente bien arreglado, corto hasta apenas tocar sus orejas, sus ojos grises eran dos chispas vivaces. Su jefe, por el contrario, bien podía confundirse con un guerrero más que con un hombre de negocios. El cabello rubio alborotado, el cual llevaba bastante

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel largo, su musculatura era más propia para manejar una espada que una computadora portátil. —Estoy seguro que tu le bajaras las ínfulas al querido tío— se mofo el abogado— Ese lo que está necesitando es que alguien le saque el palo que tiene enterrado en el culo. En lugar de un tigre, más parece un viejo búho. Ambos hombres rieron, la verdad era que tenían problemas serios encima. Su credibilidad ante la manada estaría en entredicho, eso si no encontraban una manera honrosa de salir del problema. —Por ahora debemos ver qué respuesta nos da el Consejo— levantando la mirada, una sonrisa maliciosa se formo en los labios de Andrey —. Espera un momento… ¿Mencionaste algo de un cachorro de gato montés?... Uno qué se atrevió a morderte… —¿Qué tiene que ver esa pequeña mierda con todo esto? — Se encogió de hombros Kigan. No le veía la lógica a esa idea que se atravesaba en la conversación. —Creo que debes exigirle un cachorro al alfa, nadie tiene que saber que era a Kalep a quién habías elegido… Kigan recostó la espalda al asiento, desviando la vista hacia la ventana, observó el paisaje verde que se extendía como una manta bajo el helicóptero— Si no queda de otra, quiero que me entreguen a ese pequeño cachorro luchador. Al menos sé que todavía es virgen, ya que todavía no llega a su primera luna llena…No tendré la sorpresa de que también este emparejado. —Entonces habrá que pedirlo un mes antes de que llegue a su primera luna—, estuvo de acuerdo Andrey — tomando en cuenta lo que pasó con Kalep, el alfa tendrá que ceder. Con suerte ni siquiera tendremos que apelar al Consejo. —Eso sería lo ideal— bufó Kigan, odiaba ser tomado por tonto y peor tener que hacerlo público.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

El helicóptero aterrizo suavemente sobre la pista colocada a un lado del complejo, el que más parecía un fuerte. Allí Kigan tenía a los que llamaba su gente. Cuando su padre había muerto, extrañamente a algunos de sus hermanos les habían ocurrido sospechosos accidentes, dejando las cosas entre su amado tío y Kigan. Por suerte su progenitor se había tomado el tiempo para convertir a su primogénito en todo un hijo de puta capaz de poner de rodillas a su cariñoso tío o a cualquiera que se atreviera a retarlo. Apenas poner los pies sobre el pavimento, Kigan y Andrey se vieron rodeados por guardias fuertemente armados — Tuvimos visitas indeseables— se explico el Beta de la manada con una mirada furibunda que dejaba a las claras que su día no había sido precisamente lindo. —Mi tío— fue la respuesta obvia de Kigan, ese maldito era una piedra en su zapato desde que tomo su lugar como alfa— ¿Qué quería ahora? El grupo fue caminando hasta llegar a uno de los edificios cercanos, una construcción cuadrada de hormigón y grandes ventanas de cristal reforzado—. Al parecer tenía la idea de que se haría cargo de las cosas aquí mientras estabas ausente— se encogió de hombros el Beta—, no lo dejamos pasar de la entrada. —Bien—, reconoció Kigan mientras ya su cerebro comenzaba a pensar en hacerle una amistosa visita a su pariente— no quiero a ese imbécil dentro de este lugar. —Se lo hicimos saber—, sonrió de manera bastante maliciosa el Beta— el tipo despotrico de un modo bastante infantil. —Ese es mi tío— bufo Kigan. Dentro del edificio lo esperaban tres de los cinco ancianos de la manada, hombres rubios, altos y de espaldas anchas que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel aún no lograba doblar los años. — Alfa— saludo el mayor de los tres hombres — necesitamos hablar con usted. Kigan observo a los tres hombres, sus semblantes serios y sus ojos severos esperaban una respuesta del joven Alfa. Sus ropas conservadoras contrastaban con los vehículos negros, las motocicletas deportivas y los helicópteros estacionados en el gigantesco hangar. —Podrían haber esperado en la casa— observo el alfa. Estaba seguro de que entre Andrey y los ancianos, iba a acabar poniéndole la cereza a su día de mierda. —Es mejor que lo hablemos aquí—, hablo uno de los hombres que hasta ahora habían guardado silencio— Tal vez en esa esquina— señalo uno de los lugares más alejados del hangar. —Está bien— estuvo de acuerdo Kigan, dejando a sus centinelas junto con Andrey. Caminando detrás de los ancianos llego hasta donde supusieron estarían libres de oídos curiosos— ¿Por qué tanto misterio? — fue la pregunta obvia. Los ancianos se miraron entre ellos, los rasgos de los cambiaformas tigres eran claros, altura, contextura de músculos marcados, cabello rubio y ojos de color claro. A pesar de los siglos que ya llevaban encima, esos hombres parecían nerviosos como gatos en una fiesta de mecedoras. El más joven de los tres, el que en años humanos podría pasar por un hombre de cincuenta , hablo— Debes encontrar la manera de mejorar las cosas con tu tío — no podo disimular lo mucho que le disgustaba decir aquello— Él se ha quejado con nosotros de qué lo tienes relegado del sitio que le corresponde en la manada. Kigan se cruzo de brazos, dejando que sus músculos se marcaran bajo las mangas de la chaqueta— ¿Y ustedes quieren que yo le bese el culo a esa hiena rastrera?

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Los tres hombres le dedicaron una mirada comprensiva al que para ellos era todavía un muchacho— Si estamos aquí es para prevenirte— respondió el líder de los ancianos— de cinco solo tres estamos hablando contigo. Has tus cuentas. Ahora le toco el turno a Kigan de poner las barbas en remojo. Dos de los ancianos estaban dispuestos a apadrinar las quejas de su tío— Entiendo— reconoció a regaña dientes—. Ahora díganme que aconsejan que haga. —Trae a tu pareja— hablo el viejo tigre— resguarda a las crías que engendraste el año pasado. Toma todas las medidas de precaución. Primero buscara matarte a ti, pero como ya sabe por experiencia propia que eso es un tanto difícil, irá por tu descendencia y por la pareja que el destino te dio. — Aún no me he emparejado— se explico Kigan. El rumbo de la conversación lo estaba comenzando a preocupar más de lo debido. —Ya tienes edad de hacerlo— señalo Kratos, el segundo más viejo— si quieres afianzar tu lugar en la manada, debes hacerlo. Un alfa sin cachorros y sin una pareja no es digna de confianza. Nadie defiende mejor su territorio que un tigre emparejado y que ya tiene crías. — Lo de las crías ya lo solucione— arrugo el ceño el alfa— lo de la pareja… es cosa de tiempo. —Pues que no te tome mucho traerlo aquí— insistió Tereom, el más anciano de los cinco—. Tu falta de pareja es algo en lo que él ha estado insistiendo. Dice que solo eres un cachorro que busca divertirse sin querer tomar enserio sus responsabilidades. Un fuerte golpe que arranco pedazos de concreto de la pared hizo que los centinelas y Andrey volvieran a ver desde su lugar en la entrada del hangar. —He entregado mi vida a la manada— hablo pausadamente, midiendo su ira—. No ha habido un maldito

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel minuto del día en que no me haya dedicado al bien de todos. Es que no ven lo que hemos crecido en los últimos cincuenta años como para sigan jodiendome con las quejitas de Alastor. Tereom, Leo, Kratos, ni se inmutaron ante la furia de su alfa, un tigre no llega a su edad por ser cobarde, o idiota, sabían que Kigan tenía razón, pero eso no cambiaba el hecho de que cada palabra que habían dicho, fuera cierta. —Trae a tu pareja—, resumió Leo, que al ser el menor de los ancianos, era un tanto más compresivo que los otros— busca a tus cachorros y tráelos. Toma todas las medidas de precaución y prepárate para enfrentar a Alastor, si es que quieres sacarte esa espina de la pata, pero ante todo ten en cuenta, que esto traerá consecuencias para todos. Kigan apretó tan fuerte las mandíbulas que le comenzaron a doler los dientes, en silencio vio como los tres hombres se despedían de sus centinelas y del abogado, para salir como si nada, por la puerta del edificio. Hasta que sintió como sus manos se humedecían, se dio cuenta de que se había clavado las garras en las palmas. —¿Malas noticias? — pregunto Andrey al acercarse a su jefe. —Busca arreglar este asunto con el Alfa Merrick — le dedico una mirada gélida al abogado—. Esta vez tú te encargaras de hacer ese maldito contrato. Tráeme a esa bolita de pelos malcriada… Lo quiero aquí antes de su primera luna, no vaya a ser que ande de puta como su otro hermano y cuando yo llegue ya se haya emparejado. Andrey podía ser un chico lindo y pelirrojo, pero era tenía alma de zorro, y como lo era ese sigiloso animal, él era lo suficientemente listo como para saber que era hora de mover el culo sin hacer más preguntas de las necesarias— Dalo por hecho— respondió mientras se dirigía hasta el deportivo negro que lo esperaba fielmente junto a la motocicleta de Kigan.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El alfa subió a su motocicleta, el corto viaje hasta el departamento que tenía en el complejo que compartía con los centinelas de su círculo de confianza, le ayudaría a despejar un poco la cabeza. La tarde estaba fresca y el sol iluminaba desde un cielo despejado, en unos minutos llego hasta el garaje donde guardaban los vehículos de uso diario. Allí se encontró con dos enormes tigres que trotaban hacía la salida que daba a las piscinas que ayudaban a los enormes animales con su manía de refrescarse en el agua. Sin detenerse en formalismos busco la entrada del elevador. Al tocar el número tres, en lugar de subir, comenzó a bajar hasta el subsuelo donde se encontraban los departamentos donde vivían los que conformaban el círculo interno del alfa. Una vez en su “hogar, dulce hogar”, que no era más que un refugio de dos ambientes, el dormitorio separado del resto por una delgada pared blanca. El sitio estaba igual que cuando se había mudado muchos años atrás, una cama grande en la habitación, algunos muebles genéricos en la sala, la cocina que nunca usaba y la mesa con las cuatro sillas donde jamás se había sentando. La televisión y el equipo de sonido era lo único que había añadido en última década. Cuando el padre de Kigan lo había traído, separándolo de sus otros hermanos, lo quiso preparar para tomar su lugar como el alfa. Quién diría que traer a su hijo a vivir junto con los otros guerreros, manteniendo en secreto cuál era su relación, fuera lo que al final terminara por salvarle la vida. Mientras sus hermanos, bajo extrañas circunstancias iban muriendo, Kigan se mantuvo seguro haciendo frente al duro entrenamiento de los otros machos que se convertirían en centinelas.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 2 Killa se había despertado en medio de la noche, al principio creyó que su sobresalto se debía al constante dolor en la espalda, pero el dolor seguía siendo tan molestamente constante como siempre. Masajeándose la frente, trato de recordar de qué iba el sueño, sabía que no era algo bonito ya que un sudor frio le bañaba el cuerpo bajo el piyama. El saber que no podría caminar hasta el baño para refrescarse sin tener que despertar a alguno de sus hermanos o a sus padres, le hizo sentir aún más miserable de lo que ya era. Estaba seguro que si fuera Kalep el que estuviera en esa situación, habría alguien durmiendo con él en la habitación para asegurarse que estuviera cómodo. El médico le había dicho a Killa que los nervios de su espalda tardarían en reconstituirse, que si hubiera sido humano de seguro estaría muerto. En ese momento ya no sabía que sería peor. Cuando su madre y el doctor pensaban que dormía, se habían puesto a hablar sin preocuparse del cachorro enfermo. Lo que el joven felino había escuchado, lo hizo sentirse lleno de esperanzas, si lo sometían a terapia, la rehabilitación de sus huesos y nervios sería más rápida, podría caminar. De esa conversación hacia dos semanas y nadie había mencionado el llevarlo a algún especialista en cambiaformas. Cerrando los ojos Killa trato de dormirse, después de más de una hora de intentar, logro perderse en el mundo de los sueños. En ellos un enorme tigre, tan grande como un automóvil pequeño, caminaba majestuoso entrando a su casa. Aún en el sueño, al pequeño felino le pareció extraño el hecho de que aunque era pleno día, el enorme animal entro como amo y señor, haciendo que su familia le diera paso.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El corazón de Killa comenzó a latir a toda prisa, el enorme animal subía las escaleras que lo llevarían hasta la segunda planta, donde estaban los dormitorios. En su sueño, sabía que era lo que buscaba el tigre, lo buscaba a él. Un grito despertó a Killa, para darse cuenta que era el suyo. Bañado en sudor abrió los ojos escudriñando su habitación a oscuras, casi le parecía ver al enorme animal vigilándolo desde el marco. Cuando la puerta comenzó a abrirse, sintió que el corazón se le iba a salir por la garganta, las formas femeninas dibujadas por la luz que entraba por la ventana, le dieron una pista de quién podía ser su visita nocturna. —¿Qué haces aquí? — pregunto el joven felino, apartándose unos mechones rubios que se le había pegado a la piel por la humedad del sudor sobre su rostro. La sonrisa tímida de la chica le dejo claro que ella no estaba muy cómoda allí parada bajo el marco de la puerta ahora abierta—. ¿Es que no puedo venir a ver a mi hermanito? — se encogió de hombros la felina. Killa le sonrió como única respuesta, de qué le serviría echarle en cara su abandono. Erika entendió que el cachorro se reservaba su derecho a comentar—.Siento haberte dejado solo todos estos días—, se excuso la hermana mayor — pero es que las cosas están de cabeza por aquí. El joven cachorro observo a la felina, se notaba que su grito la había despertado por que venía a su habitación en camisón y tenía el largo cabello rubio peinado en una trenza. —No importa—, se encogió de hombros Killa— mamá se ha ocupado de mí… Solo tengo que llamarla cuando ocupo ir al baño, me ayuda con mi aseo y me trae la comida a mis horas. Supongo que el hecho de que me aburra no es culpa de nadie. Erika se sentó en la horilla de la cama, le dedico una larga mirada al pequeño cuerpo del cachorro más joven de la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel manada. El chico siempre había sido bajito y esbelto, pero ahora era como una brizna de hierba bajo el terrible sol de verano. Encendiendo la luz de la lámpara junto a la cama pudo observar los ojos azules de su hermanito menor, antes siempre alegres y juguetones, ahora apagados con una sombra de gran tristeza. — Sé que te hemos tenido abandonado—, se excuso Erika, siempre había sido de la opinión que la verdad es la solución a todos los problemas—pero es que con lo de Kalep, el mundo se nos ha venido encima. Killa trago el nudo que se le estaba formando en la garganta, era de suponer que la fuga del preciado tesoro de la familia causaría mucho malestar — Sí, supongo que el que se fuera con ese lobo molesto mucho a papá y a mamá… bueno, y a ti también. Siempre lo viste como tú bebé. Erika supo enfrentar lo que le tocaba del reproche, el chico tenía razón, aunque no por las razones que él suponía—. El problema no está en que se fugara, no realmente. Lo que pasa es que el tigre le había dado a papá la dote necesaria para que apenas estuviera en su segunda luna, fuera tomado como pareja... —Y él se escapo— completo la idea Killa. —Sí—, estuvo de acuerdo Erika— y lo peor es que el alfa de los tigres vino a reclamarle a papá la devolución de lo dado. —¿Qué se lo devuelva? — fue la respuesta obvia según el joven gato. —Yo pensaba lo mismo—, suspiro la hermana mayor— pero al parecer ya se invirtió el dinero, además de que las tierras que se nos cedieron era algo que realmente necesitaba la manada… Papá llego al colmo de exigirle al Consejo de Cambiaformas que Kalep fuera devuelto a nosotros para entregarlo al Tigre.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Una mueca de dolor se dibujo en la joven carita del gatito montés al tratar de sentarse por sí mismo, la espalda dolía demasiado. —¿Te sientes muy mal? — pregunto Erika acariciando la mejilla pálida de Killa— ¿Quieres que te de algo para el dolor? El cachorro respiro profundo tratando de relajarse, según el doctor, la tensión solo empeoraba su precaria situación, ya que los músculos se contraían estrujando los nervios—. Estaré bien, en ocasiones duele más que otras. Ayúdame a recostar la espalda en las almohadas, sería bueno cambiar de posición. Con cuidado Erika le ayudo a recostarse en una posición vertical, el sudor y la palidez del rostro del chico le dijo a la felina que realmente le estaba doliendo—.¿Mamá sabe que te duele tanto? — no pudo evitar preguntar. Killa espero que lo peor pasara— Se lo dije un par de veces, pero siempre parece estar muy ocupada—, trato de excusar a la mujer. Erika se puso de pie en silencio, se dirigió al baño, tomando una toalla la humedeció en el lavado— Déjame refrescarte— sentándose nuevamente junto a Killa, comenzó a pasarle la tela por la piel del rostro y el cuello—. Hay hermano— se lamento— con todo lo que ha pasado nadie se ha acordado que tu también sufres. El cachorro solo se encogió de hombros, eso ya no era noticia para él. Siempre había sospechado que sus padres deseaban llegar hasta Kalep en eso de la tenencia de cachorros. Él de seguro había sido un accidente desafortunado con el que nadie sabía qué hacer. Tragándose las lágrimas, sonrió sin que el gesto se reflejara en sus ojos— ¡Qué más da!... No es como si con mimos me fuera a curar más rápido. —Pero al menos sería más cómodo para ti— agrego Erika sintiéndose bastante culpable—. Ya verás que cuando se solucione este asunto con la manada de los tigres mamá y

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel papá podrán concentrarse en buscar una solución para tu situación. —Tengo sueño— quiso terminar con la conversación. Para esas alturas poco le importaba si el mundo se acababa mañana, solo quería quedarse solo nuevamente. Era incomodo que alguien te recordara cuál era tu lugar en la lista de prioridades familiares. —Duerme—, susurro Erika mientras le daba un beso en la frente a su hermanito menor— me quedaré contigo hasta que lo hagas. Quizás por la presencia de alguien más en la habitación, o tal vez porque realmente estaba cansado, el sueño no tardo en llegar, llevando al gatito a un mundo sin tanto dolor. Con sumo cuidado, Erika arropo al indefenso cachorro, todavía era tan joven, era injusto que su primera luna la pasara en cama. El alma felina sufriría al sentir los calores del celo y no poder salir a correr bajo la luz de la dama plateada. De todos sus hermanos este siempre había sido el alma alegre, el simpático de la familia, viéndolo así solo parecía un pequeño gatito abandonado a los pies de una escalera. En ese momento se propuso dejar de pensar tanto en Kalep, después de todo el chico ya tenía una pareja que se ocuparía de él. Erika sentía el alma demasiado pesada como para poder dormir, bajando la escalera llego hasta la primera planta, el reloj de la sala marcaba las doce de la noche. Estaba por entrar a la concina cuando escucho ruido desde el estudio de su padre, lugar donde él y Miriam acostumbraban hablar cuando no querían que sus hijos metieran las narices. Tomando forma felina, Erika camino sigilosa sobre sus cuatro patas. Al llegar frente a la puerta del estudio, descubrió que esta no había sido cerrada del todo, de seguro supusieron que a esas horas ninguno de sus hijos andaría deambulando por allí. Con una sonrisa gatuna se arrastro dentro de lugar, escondiéndose tras un sillón, espero a ver qué estaba pasando.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Debes estar bromeando! — Hablo entre dientes Miriam— es sólo un cachorrito—. Dejándose caer en una silla que estaba frente al escritorio de caoba sintió todo el peso de sus años— Tienes que negarte… tienes que hacerlo. Merrick observo a su hermosa esposa, el cabello rubio le cubría el rostro al agachar su cabeza y ocultar su dolor con sus manos blancas, sabía que lo que pedía a su esposa era demasiado para cualquier madre. —Sabes que al ser alfas de una manada debemos hacer todo lo posible por el bienestar de los miembros— aclaro el hombre, arrodillándose frente a la silla de su esposa, le acaricio el largo cabello color sol—. La manada necesita esas tierras, hemos crecido demasiado y este territorio no es suficiente para la carrera de luna llena, el dinero que el tigre nos dio lo usamos para acondicionar la pequeña clínica… no hay otra solución. Para Erika, ver a su madre llorar como una niña mientras su padre trataba de consolarla, era para traumatizar a cualquiera, ya que Miriam era una mujer fuerte, capaz de enfrentar cualquier cosa. —Pero es solo un niño—, se puso de pie Miriam, negándose a ser consolada por su pareja— ni siquiera ha pasado por su primera luna… Además, está enfermo… El imponente alfa de los gatos monteses se levanto de donde estaba arrodillado, pasándose las manos por el cabello café oscuro, trato de ordenar sus ideas—. Ya le he dado todas las largas al asunto que he podido… No hay otra solución… Él quiere un cachorro virgen, no quiere arriesgarse a que ocurra lo mismo que con Kalep, quiere asegurarse de que no esté emparejado cuando él lo tome. Miriam se dio la vuelta y encaro a su marido, sus ojos azules había tomado una expresión feroz— es contra la ley entregar a un cachorro que todavía no ha madurado sexualmente.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Exacto—, grito Merrick golpeando con la mano abierta el escritorio — al igual que es ilegal no haber cumplido un contrato de apareamiento… Si el alfa Kigan pone una queja formal ante Consejo, nos harán pagar una multa de que no estoy seguro de poder pagar. —Pues no sé cómo diablos vas a ser para resolver esto— grito de la misma manera la hembra alfa—. No vas a entregar a mi pequeño gatito a ese salvaje, ese miserable fue el que lo lastimo… —Fue un accidente—, aclaro por milésima vez Merrick—si agredes a un alfa no puedes esperar nada menos que eso. —¡Es tu hijo! — Le recordó la mujer, ahora su voz era baja y filosa como una navaja—. Ni si quiera puedo ver a la cara a mi cachorro sin recordar el triste destino al que lo quieres condenar… Ya permití que humillaras a Kalep delante del Consejo porque pensé que tenías razón. El decir que ese maldito saco de pulgas lo había obligado y lo del embarazo falso no era más que patrañas tuyas para retenerlo, aún a sabiendas del daño que le harias… El alfa de los gatos monteses dio un paso al frente, acorralando a su esposa contra el escritorio, envolviéndola entre sus brazos beso los suaves mechones de cabello rubio—. El nuevo contrato ya está firmado— la sostuvo con fuerza, tratando de que su pareja no lo matara allí mismo— mañana vendrá el alfa por su prometido. Antes de ser descubierta, Erika huyo de la intima escena entre sus padres. Corriendo llego hasta el segundo piso, una vez allí tomo su forma humana, abriendo la puerta de su habitación entro mientras trataba de recuperar el control de su respiración. Miles de ideas surcaban su mente, ninguna era alegre. Si al menos su hermanito estuviera en mejores condiciones, ella misma lo habría convencido de escapar juntos, de esa manera al menos lograría salvarlo de ese negro destino. Ese alfa se comería vivo a su hermanito, tenía fama de ser cruel con

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel cualquiera que no cumpliera con sus expectativas, para nadie era un secreto la manera tan cruel como trataba a su tío, el hombre que lo había cuidado gran parte de su infancia. Killa aún dormía, o al menos lo intentaba, con los ojos cerrados se negaba a enfrentar el nuevo día. Durante toda la noche sueños extraños lo habían asaltado, oscuridad y unos ojos verdes le perseguían mientras él huía entre pasadizos interminables. —Sé que estas despierto— la voz tersa de Erika, la mano suave sobre su hombro, lo obligaron a abrir los ojos. — Necesitas desayunar. Me he dado cuenta que no lo has estado haciendo mucho últimamente. El joven felino trato de incorporarse, pero el dolor en su espalda le recordó que aquello era una mala idea— Ayúdame a sentarme—, pidió con voz temblorosa— es incomodo hablar contigo estando acostado. Con el mayor cuidado que pudo, ayudo a Killa a incorporarse, colocando algunos almohadones logro acomodarlo. Ignorando la transpiración que ahora cubría el rostro lívido del cachorro, trato de asegurarse que en esa posición la espalda estuviera apoyada mientras el chico podía estar en una posición más digna. —¿Más cómodo así? — pregunto Erika dedicándole una sonrisa que intento parecer animada. Como si alguien pudiera sentirse de algún modo feliz después de saber el destino de su hermanito menor. —En unos momentos el dolor pasará—, jadeo Killa sin poderlo evitar. —Eres valiente, hermano— acaricio con cuidado los risos de niño del cachorro. Killa le sonrió cansado — quiero que cortes mi cabello.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel La petición dejó algo descolocada a Erika— ¿Para qué?... Siempre has sido un niño hermoso con tus risos rubios. —Hoy es mi cumpleaños— fue la sencilla respuesta—. En un mes será mi primera luna como adulto y yo ya no quiero parecer un bebé… no lo soy, ni nunca lo he sido… Creo que es hora de que lo acepte. Si una bomba hubiera caído en medio de la habitación, quizás Erika habría podido reaccionar — No digas eso— balbuceo la felina sin saber qué más podía decir. —Sabes, el estar aquí sin nada que hacer, me ha dado tiempo para pensar— la voz de Killa era suave, tranquila, como si estuviera contando la historia de alguien más—. Desde que tengo memoria he sido el pequeño problema de la familia, el niño que no sabían con quién dejar cuando la manada salía a correr— mirando a su hermana, agrego— Kalep tenía tus brazos y yo nunca tuve nada. —Mamá cuidaba de ti— se defendió Erika poniéndose de pie—, yo me ocupaba de Kalep para que ella pudiera encargarse del nuevo cachorro. La risa de Killa estaba llena de amargura mal disimulada — ¿Te refieres a la madre que estaba demasiado ocupada siendo la madre de una manada completa? —Las cosas han sido difíciles para nosotros— se sentó nuevamente en el lugar que había dejado, en la horilla de la cama junto a su hermano— la última lucha entre manadas cobro muchas vidas… Cuando mamá y papá se emparejaron eran cenizas lo que quedaba para dirigir. —Sé honesta conmigo— bajo la voz nuevamente— ¿Qué está pasando? Erika, al ver la mirada asustada de su hermanito, supo que de algún modo sabía— ¿Qué quieres que te diga?

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¿Por qué todos me miran como si fuera un condenado a muerte? —fue la pregunta de quién estaba cansado de pasar por tonto—. Tisok y Neyme me evitan como si tuviera una enfermedad contagiosa, madre se niega a mirarme a los ojos, a papá solo lo he visto cuando el doctor viene a revisarme, apenas si me habla. Erika bajo la mirada, de pronto sus manos se volvieron un asunto muy interesante que valía la pena estudiar mientras estaban sobre su regazo— Creo que de todos modos te enterarás— suspiro la felina—. Papá ya te ha encontrado un pretendiente. Vendrá por ti antes de que pases por tu primer celo. —¿Qué? — Ahora sí que su padre había perdido la cordura— Estoy postrado en una cama… Él lo sabe… Nadie puede aceptar una pareja que no se sabe cuándo podrá… Además, mi primera luna todavía no llega… Tantas preguntas y Erika no sabía que decir que no fuera a matar del susto al cachorro—. ¿No vas a preguntarme quién es tu prometido? Killa se encogió de hombros, mirando a través de la ventana suspiro— Qué importa quién será mí esposo, definitivamente ya no puedo decir nada al respecto… No es como que pueda escapar por la ventana. —Cuando lo sepas vas a desear hacerlo, créeme—. Sonrió de una manera enfermiza. Ahora sí que Erika se gano la total atención del chico— No seas cruel conmigo, no estoy para bromitas tontas… —¿Qué dirías si tu futura pareja fuera Kigan, el alfa de la manada de tigres? El aire dejo los pulmones de Killa, es más, sintió como si su alma dejara el cuerpo para caer en picada momentos después— ¡No la jodas! — chillo el felino. El dolor en su baja espalda no era nada en comparación con la impresión.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Erika se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro de la pequeña habitación— Escuche a nuestros padres decirlo, al parecer esperaban su llegada para hace varios días, pero al parecer pudieron retrasarlo. —¿Mis otros hermanos lo saben? — fue la pregunta de rigor. —Si—, no había que otra casa decir— todos lo saben. Papá nos informo de las “buenas nuevas” cuando estábamos cenando anoche. Al parecer mis otros hermanos, al igual que yo, ya tenían una idea de que era lo que se traían mamá y papá. —¡Genial! — se lamento Killa sintiendo el peso de la noticia— ¿Cuándo pensaban decírmelo?... ¿Cuándo mi flamante prometido y me tuviera empacado en una caja? Erika paro de inmediato su deambular nervioso—, no digas eso hermano— llevando su mano al corazón, trato de poner buena cara— Hablare con nuestros padres, debe de haber una manera. —La única manera sería que Kalep viniera a cumplir el contrato— se encogió de hombros Killa— y eso no va a suceder. Lo único que me pregunto es si el tigre sabe cuál es mi condición. —Te recuerdo que él la causo—, los ojos azules de la chica fulguraron con ira mal contenida— no es como que pueda quejarse. Unos golpes en la puerta interrumpieron la charla que para ese momento había bajado hasta el punto de ser un intercambio de susurros. Merrick entraba, tomando por sorpresa a ambos chicos, ya que traía en sus manos el desayuno de Killa. —Tengo que hablar contigo, hijo— hablo el hombre dejando la bandeja sobre la mesita de noche—. Hija, te agradecería que nos dejaras solos.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Erika quiso protestar, la mirada del alfa le dejo claro que más le valía salir en silencio. Bajando las escaleras llego hasta la sala, donde estaban sentado Neyme y el otro hermano. Los chicos se veían cabizbajos, silenciosos, con esa expresión reservada para los funerales. —¿Papá está con Killa? — se atrevió a preguntar Tisok, sentado junto a Neyme, ambos parecían gemelos. Igual físico de músculos definidos, estatura alta, cabello rubio y los ojos azules tan claros como un cielo despejado. —Si—, balbuceo Erika mientras se secaba una lágrima que pronto fue acompañada por otros más— él le está diciendo lo de su compromiso. —Pobre papá—, hablo Neyme, de todos los hermanos eran el que siempre trataba de buscarle una solución diplomática a las cosas. —¡Estas de broma! — Chilló la felina, poniéndose de pie— papá lo está entregando a una muerte segura. Tisok observaba el duelo de miradas entre sus hermanos —. Esto no es fácil para nadie—, se atrevió a interrumpir— mamá parece un alma en pena, papá esta de un humor insoportable. Los tres cachorros se sentaron silenciosos sin atreverse a levantar la mirada, se dedicaron a esperar. Pasado más de media hora, el ruido de pisadas hizo que todos dirigieran la vista a las escaleras. El alfa bajó sin dignarse a decir nada, simplemente se dirigió a su estudio. El golpe de la puerta arranco varias astillas del marco, dejando saber que de allí no conseguirían ninguna información. —Ve con Killa— interrumpió el silencio Tisok— yo no sabría que decirle. Neyme estuvo de acuerdo asintiendo con un movimiento de cabeza. Erika se puso de pie, sin saber muy bien que encontraría, se fue a la habitación de su hermano. Reteniendo el aire se trago su pena, no tenía derecho al consuelo. Sobre la cama, con la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel espalda recostada sobre los almohadones estaba la pequeña figura de Killa. A Erika le habría parecido una hermosa estatua de cera, tan quieto y pálido, solo las lágrimas que recorrían las mejillas y el sutil temblor de los hombros dejaban ver que estaba vivo. —¿Qué te dijo? — pregunto Erika apenas disimulando el nudo que tenía en la garganta. —Déjame solo—, las palabras pronunciadas con tanta firmeza tomaron por sorpresa a la felina — por ahora solo quiero descansar. —Hermano— trato de iniciar una conversación, pero el chico simplemente la ignoro, centrando toda su atención en la ventana abierta observo el movimiento de las hojas al ser mecidas por la brisa de la mañana. — Él vendrá por mí mañana—, la voz de Killa detuvo a Erika cuando esta ya estaba en la puerta—todo está arreglado. Papá dice que no lo puede retrasar más las cosas. —Algo tenemos que hacer— susurro dándole la espalda a su hermano, aún sin quitar la mano del picaporte. —Creo que después de todo de algo le serviré a la familia— hablo el cachorro. Un ave le observaba desde la rama del árbol cercano. Erika apretó tan fuerte el picaporte que este se fracturo, sin darse la vuelta se negó a encarar al chico— no digas eso—. Con esas sencillas palabras salió de allí con el alma tan pesada que pensó que en cualquier momento la sentiría caer al piso. Killa escucho el sonido de la puerta al ser cerrada, su desayuno se enfriaba sobre la mesita junto a su cama, el sol poco a poco subía a lo alto del cielo. Poniendo una mano sobre la otra en su regazo trato de detener el temblor que le sacudía el cuerpo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 3 Andrey tenía una sonrisa socarrona que decía a las claras que era todo un hijo de puta zorro inteligente— Podrás ir cuando quieras por tu pareja. Kigan coloco la copia del contrato sobre el escritorio, en silencio observo como su mejor amigo tenía esa expresión que no dejaba dudas acerca de cuál era su naturaleza animal—. No lo puedo creer—, tuvo que reconocer el alfa de los tigres— ni siquiera tuviste que apelar al Consejo. — En ocasiones es mejor arreglar los asuntos con la cabeza que con las garras—. Aclaro mientras observaba de manera crítica la decoración del estudio de su jefe— ¿Has pensado en hacer que esto parezca tuyo?... Ya sabes, todavía está todo como si tu padre pudiera entrar por esa puerta en cualquier momento. —¿Para qué?—, se encogió de hombros el tigre— Este lugar tiene lo que necesita, un escritorio, sillones, la mesa del café, hasta tiene una ventana, qué más puedo pedir. Andrey simplemente sonrió, su amigo era del tipo práctico, criado y educado para ser un guerrero. El zorro esperaba de todo corazón que la pareja del alfa le diera a la manada un ambiente más de familia, ya que para ser justos, a veces era más un campamento militar que otra cosa. —¿Cuándo iremos por tu pareja? — pregunto Andrey mientras se ponía de pie, aún tenía algunas cosas que coordinar, especialmente el asunto de la seguridad. Kigan pareció pensárselo, después de un momento, contesto— arregla todo para mañana. Saldremos en el helicóptero, luego tomaremos los vehículos.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Hablaré con tu Beta para analizar la manera más segura de traer al cachorro—, propuso el cambia formas zorro— no resulte ser que tu tío decida darle una bienvenida más a su estilo. El bajo gruñido de Kigan no dejaba duda de lo lindo que le resultada recordar que ese pedazo de mierda compartía lazos de sangre con él—.Bien, arregla todo. No quiero sorpresas. Andrey asintió, si quería que la pareja del alfa estuviera en casa para el anochecer del día siguiente, tenía mucho trabajo por delante— Te llamo a tu línea privada en cuanto tenga todo arreglado. El tigre observo como su amigo salía con ese andar suyo tan cadencioso, sonrió al pensar en todo el revuelo que causo cuando le presentó al nuevo miembro de la manada a su padre. Aunque todos pusieron el grito en el cielo, al ver llegar a ni más ni menos que un zorro, su padre reconoció en el joven cachorro un aliado valioso. Entregándolo como sirviente a Kigan, permitió que este fuera a la universidad, sacando el máximo provecho a la despierta inteligencia del muchacho. Lo más divertido de todo ese asunto, es que los mismos que renegaron de la llegada del zorro, ahora trataban de convencer al atractivo cambia formas que follar con tigres era todo un evento. Lástima que el pelirrojo fuera una mierda testaruda, todo siempre tenía que ser bajo sus términos. Eso era lo que más le agradaba del hombre, hasta el punto de que acabaron siendo los mejores amigos. Entre el Beta y Andrey los preparativos estuvieron listos, se decidió que lo mejor sería que Kigan se quedara en las instalaciones principales de la manada, de manera que despistara a los espías de Alastor. Antes de que la luz del sol se extinguiera, el zorro salía en el helicóptero acompañado por el Beta, cosa que ocurría por lo común si el alfa necesitaba que alguien pateara culos mientras el pelirrojo tomaba nota de cuanto se desgastaban las botas el enorme tigre.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel — ¿Es verdad que estas por reclamar a tu pareja? — pregunto Andrey mientras se sacudía una pelusa imaginaria de su traje Armany hecho a la medida— tengo entendido que el antiguo alfa te dio el derecho de escoger a cualquiera que sea de tu gusto. La sonrisa del Beta fue tan amplia que el zorro pensó que al muy maldito se le iba a partir la cara— Sí, es el pago que se me prometió por mantener vivo a Kigan cuando este apenas si podía aguantar el peso de su propio cuerpo. Andrey observó al hombre, eran casi dos metros de musculo sólido, ojos cafés claros que parecían poder leer tu mente si te miraban fijamente, cabello rubio ondulado, como casi todos los miembros de la manada de los tigres, pero lo que más llamaba la atención de este espécimen de macho en particular, era esa mezcla entre portero de bar de mala muerte y la mente tras el crimen. En ese hombre no había nada suave, no tenía esquinas redondeadas, era peligro puro. —¿Y se puede saber quién será la afortunada? — No pudo evitar preguntar, era un zorro después de todo. —¿Quién te dijo a ti que es una hembra? — La voz ronca recorrió la espina dorsal de Andrey, rematando en la base de su sexo— He dejado que se divierta un poco, pero ya es hora de que sepa quién es su dueño. Las palabras acompañadas por ese tono de voz, eso sin contar la mirada calculadora del hombre, fueron suficientes para que Andrey tragara en seco. Casi sentía lastima por el pobre tipo que acabara debajo de ese macho territorial, ese enorme tigre no sería algo fácil de maniobrar, ni aunque se tuviera toda la experiencia del mundo. —Si necesitas alguna documentación o algo—, propuso el zorro tratando de mantenerse tranquilo— yo te puedo ayudar. —No te preocupes—, sonrió el tigre— si necesito ayuda, serás el primero en saberlo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Sitiándose extrañamente incomodo con la conversación, Andrey decidió que lo más seguro para su paz mental era concentrarse en algunos pendientes. Abriendo la portátil se zambullo en el trabajo, de vez en cuando levantaba la vista para observar a su compañero de viaje, el cual miraba el paisaje a través de la ventanilla. El trayecto aéreo fue tal y como fue previsto, al aterrizar en el aeropuerto privado la noche había caído hacia un buen rato. Fuera del hangar los esperaba una camioneta negra, doble tracción y reforzada contra la mayoría de cosas que podían hacer que un día bonito se convirtiera en una mierda. Tarem se sentó en el asiento del conductor, Andrey quiso protestar, pero por experiencia sabía que eso era perder el tiempo. —Por ahora nos quedaremos en el hotel— anuncio el Beta mientras encendía la camioneta. —Se supone que iríamos por el cachorro de una vez— le recordó Andrey mientras acomodaba su corbata que era del mismo tono gris que sus ojos. —No—, la respuesta del tigre fue contundente— es mejor que piensen que esta encomienda es algo de rutina. Andrey se mordió los labios, después de todo se jugaban mucho en ese viaje, como para no tomar todas las medidas de prevención que estuvieran al alcance. La mañana encontró al zorro duchado e impecablemente vestido, su infancia había transcurrido entre casas de acogida y basureros en callejones, siempre hacía lo posible por dejar a tras ese sentimiento de abandono, de estar sucio. Dándose una última mirada frente al espejo, se abono el saco del traje azul oscuro. Estaba listo para ir por la pareja de su mejor amigo. Al salir encontró al Beta tan bien vestido como siempre, el tipo parecía que solo tenía tres pantalones vaqueros desde que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel los habían sacado al mercado por primera vez. El muy maldito se vería sexy aunque se cubriera con un saco de patatas. —¿Listo? — Pregunto Andrey mientras llegaba hasta la acera donde la camioneta estaba estacionada. El tigre asintió mientras daba la vuelta para entrar— en unas dos horas tendremos a la pareja del alfa y podremos regresar a casa. Una vez dejaron la carretera principal, el camino se convirtió en una tortura, ya que al parecer había llovido durante la noche. —¿Quieres correr? — pregunto Tarem, tomando por sorpresa a Andrey, el tipo parecía que en ocasiones podía leerle la mente. Sin desviar la vista de la ventana, respiro profundo para llenar sus pulmones con el olor de la tierra húmeda. Su animal interno se retorcía queriendo salir a jugar, persiguiendo a los pequeños animales que huían espantados del vehículo en movimiento. —Otro día será— suspiro Andrey. En realidad llevaba mucho tiempo sin tomarse un momento para estirar las patas—. Por ahora hay que tomar al cachorro y rogar para que todo salga bien. Tarem resoplo, pero no dijo nada más. Frente a ellos apareció el portón que delimitaba el área privada del alfa, donde estaba la casa que albergaba a su familia inmediata. Lo que ocurrió de allí en adelante era algo que nunca hubiera pasado por la mente previsora de Andrey, la futura pareja del alfa, además de ser casi un niño, estaba acostado en una cama por un accidente con Kigan. Lo peor es que ya no había nada que hacer, debían llevar al chico hasta la manada, sea cual fuere su estado.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Después de un momento de observar en silencio al cachorro sentado en aquella silla de ruedas, el abogado se recompuso de la impresión — ¿Crees que podrás viajar? — pregunto al joven felino. La familia de gatos monteses estaba en pleno, de pie en aquella sala, la alegría que solía haber en momentos como ese, donde el pretendiente era llevado ante su compañero, no existía en ese lugar. Tarem estaba a la espalda de Andrey, listo para partir en dos a cualquiera que osara mirar feo al zorro. El joven cachorro se veía tan indefenso allí, todos estaban a su alrededor, pero eso al zorro no lo engañaba, él podía saber cuando ya alguien te hecho tierra encima sin darte tiempo de exhalar tu último aliento. La mirada entristecida de la madre, que se apoyaba en la que al parecer era la hija mayor, los otros dos hermanos sentados en el sofá que miraban a cualquier parte menos al hermano menor, el padre que aunque de pie tras la silla de ruedas, ni una sola vez hablo como si su hijo estuviera presente. —Sí—, fue la temblorosa respuesta del joven felino— si tengo donde apoyar la espalda y me aseguran con los cinturones, podré soportar el viaje. —Bien—, hablo Andrey— entonces vallamos ya—. Realmente estar en medio de esa familia de mierda lo estaba poniendo nervioso. Se veían demasiado ansiosos por acabar con todo eso de una vez, de seguro llorarían y se lamentarían por la entrega del cachorro, pero estaba seguro de que fácilmente se repondrían. Antes de acomodar a Killa en el asiento de atrás de la camioneta, Andrey se había leído la copia del expediente médico del cachorro. Si ya antes estaba pateando piedras, ahora realmente estaba cabreado, la situación del chico no era permanente, es más, el médico recomendaba rehabilitación para acelerar el proceso de sanación de los nervios.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Una vez asegurado en el asiento de atrás al cachorro, el zorro y el Beta comenzaron el viaje de regreso. Aunque no habían intercambiado más que una o dos opiniones al respecto, ambos hombres estaban de acuerdo en que lo mejor que podía pasarle al gato montés era marcharse con ellos. El alfa de los gatos monteses había explicado cómo había sido el “accidente” de Killa, el tipo parecía más interesado en quedar bien con ellos que en defender el punto del cachorro. Apenas llegaran al hotel, Andrey llamaría a Kigan para contarle lo que tendría que esperar, no quería que el gatito se asustara al ver el enojo del enorme tigre. Killa ahogo un grito cuando la camioneta calló en un bache del camino, el dolor había hecho que el sudor mojara con pequeñas gotas su rostro. —Detente—, ordeno Andrey a Tarem al ver al ver la palidez del cachorro— algo no va bien con el chico. De inmediato la camioneta se detuvo a un lado del mal llamado camino, ambos hombres bajaron. El Beta tomo una botella de agua, humedeciendo una toalla se la entrego al zorro. Andrey se sentó junto a Killa que jadeaba por el dolor— Te duele mucho, ¿verdad? — pregunto mientras limpiaba el sudor de la piel fría del gato. A Killa le hubiera gustado negar, pero su respiración entrecortada decía mucho al respecto —. Puedo seguir— aseguro valientemente—, solo necesito unos momentos, eso es todo. Andrey intercambio miradas con Tarem, en una comunicación silenciosa se tomaron decisiones. Al notar que las pastillas para el dolor relajaban al herido, lo dejaron dormir. Tardaron el doble en llegar a la carretera principal, ya que ahora el Beta conducía con sumo cuidado, evadiendo cualquier cosa que hiciera que el vehículo se sacudiera.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Esta vez escogieron un motel de carretera, en el cual algunas habitaciones contaban con un garaje que permitía estacionar el vehículo y llegar directamente a la habitación. Le daba privacidad a sus ocupantes, buena cosa en una salida de amor prohibido. Killa fue acomodado cuidadosamente sobre la cama, los gemidos ahogados del chico demostraron a sus guardianes que era de espíritu valiente. Entre Tarem y Andrey trataron de que estuviera lo más cómodo posible, tomando en cuenta la situación. Después de darle la medicación decidieron dejarlo dormir por unas horas, luego le darían algo de comer, el cachorro se veía demasiado delgado. —Hay que llamar a Kigan— el tigre puso en palabras lo que pensaba hacer Andrey. Cerrando la puerta ambos salieron del dormitorio, quedándose a hablar en el garaje. —Vamos a necesitar ayuda—, hablo el zorro mientras buscaba el teléfono en el bolsillo interno del saco— el gatito es valiente, pero se nota lo mucho que lo estamos lastimando con el viaje. —No creo que sea prudente transportarlo en una ambulancia— se cruzo de brazos Tarem mientras recostaba su sólido cuerpo a la camioneta. Una sonrisa de autosatisfacción se dibujo en el rostro del zorro — Creo que a la larga sería mejor, nadie podría esperarse que la pareja del alfa fuera transportado en un helicóptero con soporte médico. —Ni siquiera nosotros nos lo esperábamos— bufo el tigre sin poder disimular su malestar—. Todo esto parece una mala broma. Ambos hombres guardaron silencio, habría que ver como se tomaría todo el asunto Kigan. El zorro marco el número del alfa en el teléfono celular, después de esperar unos segundos la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel voz del hombre se escucho al otro lado de la línea— ¿Ya está con ustedes? — fue directo al punto, como era de esperarse. Andrey se tomo unos segundos para pensar en que responderle—Si, aunque no está en el estado en que esperábamos encontrarlo. —¿Y eso? — La voz del alfa no dejaba lugar a dudas de que el hombre carecía de sentido de humor en esos momentos — no me digas que todavía sin haber llegado a su primera luna llena el mocoso ya esta jodiendo con alguien. El zorro tuvo que morderse el labio para no reírse, a pesar de que Kigan lo negara, el asuntito con Kalep le había dado un duro golpe a su ego—. No hermano—, le hablo como el amigo que era— ¿Recuerdas que paso cuando el gatito malcriado te mordió? El alfa se tomo unos momentos para responder— Me lo quite de encima… — Pues al parecer lo golpeaste duro—, la verdad es que no había manera de endulzar el asunto— el chico se quebró varios huesos cuando ya había convocado el cambio. —¿Cómo esta? — La preocupación concordaba más con la imagen que Andrey tenía de su alfa— ¡No lo sabía! — Y lo que te falta por saber—, no pudo evitar soltar un suspiro cansado— los huesos en su mayoría ya han sanado, pero los nervios de la espalda todavía se están conectando entre sí. Esto hace que sienta mucho dolor y que no pueda ponerse de pie. —¿Es permanente? — Fue la pregunta de rigor. —Leí el informe médico—, el zorro se paso la mano por el cabello, en un gesto nervioso— si su familia lo hubiera puesto en rehabilitación, para esta hora ya estaría sobre sus pies.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El silencio en la línea se vio interrumpido por un bajo gruñido— ¿Se puede saber por qué diablos no lo han llevado?... Hasta donde sé, la dote que pague por Kalep era bastante jugosa como para que no pudieran pagarle a un maldito mata-sanos. Andrey dejo que su alfa despotricara un poco, le alegraba saber que la noticia tenía el mismo efecto que en él—. Algunos padres son realmente una dulzura—, no pudo evitar ironizar el zorro, que bien sabía de que hablaba— por ahora lo importante es que el chico está con nosotros. Tuvimos que parar en un motel de carretera, el viaje se está convirtiendo en toda una tortura para la espalda lastimada. —Traten de llevarlo hasta el aeropuerto, los esperaré allí en la mañana con un helicóptero con soporte médico— fue la orden fuerte y clara del alfa. El Beta de la manada había estado escuchando en silencio la conversación entre el abogado y Kigan, al parecer su alfa no había insinuado nada acerca de devolver al cachorro con su antigua familia. Dejando el teléfono dentro del bolsillo del pantalón de vestir, Andrey le dirigió una mirada preocupada a Tarem— Kigan nos esperara en el aeropuerto— encogiéndose de hombros, agrego— me da escalofríos pensar en todo lo que sufrirá con el viaje hasta allí. —Conduciré despacio—, se incorporo el tigre, alejándose del sostén de la camioneta— tardaremos más si es necesario. Al entrar a la habitación los hombres encontraron al joven felino profundamente dormido. Pensando en la seguridad del chico decidieron dormir en el piso, sobre la alfombra, en sus formas animales. El viaje fue tan malo como el tigre y el zorro se imaginaron, el joven gatito tuvo que ser sedado, llegando al aeropuerto totalmente noqueado. Allí los esperaba Kigan con el personal

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel médico necesario, a los paramédicos simplemente se les dijo que transportarían a un paciente con lesión en la espalda. Kigan se sorprendió al ver la pequeña figura del chico acostado en la camilla, vestido con un piyama color arena, no dejaba duda que era un pequeño cachorro herido. Lo recordaba con el cabello más largo, al parecer lo había cortada hasta dejarlo a la altura de sus orejas. Unas sombras grises bajo los ojos cerrados, le daban al fino rostro felino una apariencia enfermiza, eso y la delgadez le dieron pistas de que Andrey no le había dicho todo acerca del estado de salud del chico. —Llévenselo— ordeno Kigan. Colocando la camilla dentro del helicóptero se prepararon para el regreso. Killa abrió los ojos, la luz de la habitación era demasiado intensa para su vista cansada. Con un gemido cansado recorrió con la mirada el lugar tratando de ubicarse, poco a poco los recuerdos del día anterior fueron llegando. Un temblor nació en su estomago hasta que este hizo resonancia en todo su cuerpo, tenía miedo, al menos con su familia sabía que esperar. Después del susto inicial, logro tranquilizarse al notar que estaba solo en ese lugar desconocido, respirando profundo regreso a retomar el control sobre su estado de ánimo. Estudiando la habitación desde su posición horizontal sobre la cama, se dio cuenta que el lugar era una habitación bonita, no bonita acogedora, sino simplemente limpia, ordenada y con todo lo necesario para ser un dormitorio. El lugar donde estaba acostado era amplio, lo suficiente para caber tres personas cómodamente, una mesita de noche de color blanco a cada lado de la cama. Un mueble donde podía acomodar su ropa de ser necesario, un espejo de cuerpo entero colocado en la pared. Killa suponía que una de las dos puertas que había era la que llevaba al baño, la otra debía ser la de salida. Todo estaba pintado en colores claros, nada que diera pistas de quién era el dueño de ese lugar.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Poniendo todas sus fuerzas en los brazos, se apoyo en los codos para lograr sentarse. El dolor era casi insoportable, una suerte que en el último mes ya estuviera bastante familiarizado con este. Halando las almohadas, las puso tras su espalda, logrando quedar con el dorso erguido. Jadeando por el esfuerzo, puso toda su atención en averiguar la manera en que lograría llegar al baño. Para la total alegría de Killa, algún dios benevolente vio su difícil situación y envió ayuda en la forma de una mujer alta y rubia que entro a su habitación sin tocar. —Veo que la pareja de mi alfa ya está despierto— la sonrisa de la chica parecía honesta—. Es mi deber hacerlo sentir cómodo— dedicándole un guiño travieso, agrego— además de que lo voy a poner bonito para que todos envidien la suerte del líder de la manada de los tigres. Killa, a pesar de su nerviosismo, no pudo evitar devolverle la sonrisa— ¡Gracias! — Los ojos del chico se fijaron en la ventana abierta, se veía luz detrás de las cortinas, pero no lograba ver que nada se moviera tras estas— ¿Dónde estoy? —Empezare por decirte que mi nombres es Mime— se presento a sí misma la chica, yo seré tu enfermera hasta que te pongas bien— Mientras reacomodaba las almohadas tras la espalda de Killa, agrego— y con respecto a dónde estás, creo que estaría bien decir que esta es la habitación de huéspedes del departamento del alfa. La sola mención del hombre hizo que el ritmo cardiaco del cachorro se disparara — ¿Él está aquí? —No—, fue la respuesta de Mime— él está ocupado con Andrey y el Beta. Han estado encerrados en la oficina del alfa desde hace un buen rato—. Ignorando por completo el miedo que llevaba al pánico al joven felino, la enfermera comenzó a ayudar a Killa con sus necesidades más inmediatas.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Desayunado, bañado y vestido con una deliciosa piyama de seda de un azul tan intenso como el color de sus ojos, el cachorro se sentía casi en el cielo. Una lástima que la nube negra llamada Alfa Kigan, empañara su mundo perfecto.

Una vez asegurado en el asiento de atrás al cachorro, el zorro y el Beta comenzaron el viaje de regreso. Aunque no habían intercambiado más que una o dos opiniones al respecto, ambos hombres estaban de acuerdo en que lo mejor que podía pasarle al gato montés era marcharse con ellos. El alfa de los gatos monteses había explicado cómo había sido el “accidente” de Killa, el tipo parecía más interesado en quedar bien con ellos que en defender el punto del cachorro. Apenas llegaran al hotel, Andrey llamaría a Kigan para contarle lo que tendría que esperar, no quería que el gatito se asustará al ver el enojo del enorme tigre. Killa ahogo un grito cuando la camioneta calló en un bache del camino, el dolor había hecho que el sudor mojara con pequeñas gotas su rostro. —Detente—, ordeno Andrey a Tarem al ver al ver la palidez del cachorro— algo no va bien con el chico. De inmediato la camioneta se detuvo a un lado del mal llamado camino, ambos hombres bajaron. El Beta tomo una botella de agua, humedeciendo una toalla se la entrego al zorro. Andrey se sentó junto a Killa que jadeaba por el dolor— Te duele mucho, ¿verdad? — pregunto mientras limpiaba el sudor de la piel fría del gato. A Killa le hubiera gustado negar, pero su respiración entrecortada decía mucho al respecto —. Puedo seguir—

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel aseguro valientemente—, solo necesito unos momentos, eso es todo. Andrey intercambio miradas con Tarem, en una comunicación silenciosa se tomaron decisiones. Al notar que las pastillas para el dolor relajaban al herido, lo dejaron dormir. Tardaron el doble en llegar a la carretera principal, ya que ahora el Beta conducía con sumo cuidado, evadiendo cualquier cosa que hiciera que el vehículo se sacudiera. Esta vez escogieron un motel de carretera, en el cual algunas habitaciones contaban con un garaje que permitía estacionar el vehículo y llegar directamente a la habitación. Le daba privacidad a sus ocupantes, buena cosa en una salida de amor prohibido. Killa fue acomodado cuidadosamente sobre la cama, los gemidos ahogados del chico demostraron a sus guardianes que era de espíritu valiente. Entre Tarem y Andrey trataron de que estuviera lo más cómodo posible, tomando en cuenta la situación. Después de darle la medicación decidieron dejarlo dormir por unas horas, luego le darían algo de comer, el cachorro se veía demasiado delgado. —Hay que llamar a Kigan— el tigre puso en palabras lo que pensaba hacer Andrey. Cerrando la puerta ambos salieron del dormitorio, quedándose a hablar en el garaje. —Vamos a necesitar ayuda—, hablo el zorro mientras buscaba el teléfono en el bolsillo interno del saco— el gatito es valiente, pero se nota lo mucho que lo estamos lastimando con el viaje. —No creo que sea prudente transportarlo en una ambulancia— se cruzo de brazos Tarem mientras recostaba su sólido cuerpo a la camioneta. Una sonrisa de autosatisfacción se dibujo en el rostro del zorro — Creo que a la larga sería mejor, nadie podría esperarse

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel que la pareja del alfa fuera transportado en un helicóptero con soporte médico. —Ni siquiera nosotros nos lo esperábamos— bufo el tigre sin poder disimular su malestar—. Todo esto parece una mala broma. Ambos hombres guardaron silencio, habría que ver como se tomaría todo el asunto Kigan. El zorro marco el número del alfa en el teléfono celular, después de esperar unos segundos la voz del hombre se escucho al otro lado de la línea— ¿Ya está con ustedes? — fue directo al punto, como era de esperarse. Andrey se tomo unos segundos para pensar en que responderle—Si, aunque no está en el estado en que esperábamos encontrarlo. —¿Y eso? — La voz del alfa no dejaba lugar a dudas de que el hombre carecía de sentido de humor en esos momentos — no me digas que todavía sin haber llegado a su primera luna llena el mocoso ya esta jodiendo con alguien. El zorro tuvo que morderse el labio para no reírse, a pesar de que Kigan lo negara, el asuntito con Kalep le había dado un duro golpe a su ego—. No hermano—, le hablo como el amigo que era— ¿Recuerdas que paso cuando el gatito malcriado te mordió? El alfa se tomo unos momentos para responder— Me lo quite de encima… — Pues al parecer lo golpeaste duro—, la verdad es que no había manera de endulzar el asunto— el chico se quebró varios huesos cuando ya había convocado el cambio. —¿Cómo esta? — La preocupación concordaba más con la imagen que Andrey tenía de su alfa— ¡No lo sabía! — Y lo que te falta por saber—, no pudo evitar soltar un suspiro cansado— los huesos en su mayoría ya han sanado, pero los nervios de la espalda todavía se están conectando entre sí.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Esto hace que sienta mucho dolor y que no pueda ponerse de pie. —¿Es permanente? — Fue la pregunta de rigor. —Leí el informe médico—, el zorro se paso la mano por el cabello, en un gesto nervioso— si su familia lo hubiera puesto en rehabilitación, para esta hora ya estaría sobre sus pies. El silencio en la línea se vio interrumpido por un bajo gruñido— ¿Se puede saber por qué diablos no lo han llevado?... Hasta donde sé, la dote que pague por Kalep era bastante jugosa como para que no pudieran pagarle a un maldito mata-sanos. Andrey dejo que su alfa despotricara un poco, le alegraba saber que la noticia tenía el mismo efecto que en él—. Algunos padres son realmente una dulzura—, no pudo evitar ironizar el zorro, que bien sabía de que hablaba— por ahora lo importante es que el chico está con nosotros. Tuvimos que parar en un motel de carretera, el viaje se está convirtiendo en toda una tortura para la espalda lastimada. —Traten de llevarlo hasta el aeropuerto, los esperaré allí en la mañana con un helicóptero con soporte médico— fue la orden fuerte y clara del alfa. El Beta de la manada había estado escuchando en silencio la conversación entre el abogado y Kigan, al parecer su alfa no había insinuado nada acerca de devolver al cachorro con su antigua familia. Dejando el teléfono dentro del bolsillo del pantalón de vestir, Andrey le dirigió una mirada preocupada a Tarem— Kigan nos esperara en el aeropuerto— encogiéndose de hombros, agrego— me da escalofríos pensar en todo lo que sufrirá con el viaje hasta allí. —Conduciré despacio—, se incorporo el tigre, alejándose del sostén de la camioneta— tardaremos más si es necesario.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Al entrar a la habitación los hombres encontraron al joven felino profundamente dormido. Pensando en la seguridad del chico decidieron dormir en el piso, sobre la alfombra, en sus formas animales. El viaje fue tan malo como el tigre y el zorro se imaginaron, el joven gatito tuvo que ser sedado, llegando al aeropuerto totalmente noqueado. Allí los esperaba Kigan con el personal médico necesario, a los paramédicos simplemente se les dijo que transportarían a un paciente con lesión en la espalda. Kigan se sorprendió al ver la pequeña figura del chico acostado en la camilla, vestido con un piyama color arena, no dejaba duda que era un pequeño cachorro herido. Lo recordaba con el cabello más largo, al parecer lo había cortada hasta dejarlo a la altura de sus orejas. Unas sombras grises bajo los ojos cerrados, le daban al fino rostro felino una apariencia enfermiza, eso y la delgadez le dieron pistas de que Andrey no le había dicho todo acerca del estado de salud del chico. —Llévenselo— ordeno Kigan. Colocando la camilla dentro del helicóptero se prepararon para el regreso. Killa abrió los ojos, un rayo de sol burlaba las cortinas y le daba justo en la cara. Con un gemido cansado recorrió con la mirada el lugar tratando de ubicarse, poco a poco los recuerdos del día anterior fueron llegando. Un temblor nació en su estomago hasta que este hizo resonancia en todo su cuerpo, tenía miedo, al menos con su familia sabía que esperar. Después del susto inicial, logro tranquilizarse al notar que estaba solo en ese lugar desconocido, respirando profundo regreso a retomar el control sobre su estado de ánimo. Estudiando la habitación desde su posición horizontal sobre la cama, se dio cuenta que el lugar era una habitación bonita, no bonita acogedora, sino simplemente limpia, ordenada y con todo lo necesario para ser un dormitorio.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El lugar donde estaba acostado era amplio, lo suficiente para caber tres personas cómodamente, una mesita de noche de color blanco a cada lado de la cama. Un mueble donde podía acomodar su ropa de ser necesario, un espejo de cuerpo entero colocado en la pared. Killa suponía que una de las dos puertas que había era la que llevaba al baño, la otra debía ser la de salida. Todo estaba pintado en colores claros, nada que diera pistas de quién era el dueño de ese lugar. Poniendo todas sus fuerzas en los brazos, se apoyo en los codos para lograr sentarse. El dolor era casi insoportable, una suerte que en el último mes ya estuviera bastante familiarizado con este. Halando las almohadas, las puso tras su espalda, logrando quedar con el dorso erguido. Jadeando por el esfuerzo, puso toda su atención en averiguar la manera en que lograría llegar al baño. Para la total alegría de Killa, algún dios benevolente vio su difícil situación y envió ayuda en la forma de una mujer alta y rubia que entro a su habitación sin tocar. —Veo que la pareja de mi alfa ya está despierto— la sonrisa de la chica parecía honesta—. Es mi deber hacerlo sentir cómodo— dedicándole un guiño travieso, agrego— además de que lo voy a poner bonito para que todos envidien la suerte del líder de la manada de los tigres. Killa, a pesar de su nerviosismo, no pudo evitar devolverle la sonrisa— ¡Gracias! — Los ojos del chico se fijaron en la ventana abierta, se veía luz detrás de las cortinas, pero no lograba ver que nada se moviera tras estas— ¿Dónde estoy? —Empezare por decirte que mi nombres es Mime— se presento a sí misma la chica, yo seré tu enfermera hasta que te pongas bien— Mientras reacomodaba las almohadas tras la espalda de Killa, agrego— y con respecto a dónde estás, creo que estaría bien decir que esta es la habitación de huéspedes del departamento del alfa.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel La sola mención del hombre hizo que el ritmo cardiaco del cachorro se disparara — ¿Él está aquí? —No—, fue la respuesta de Mime— él está ocupado con Andrey y el Beta. Han estado encerrados en la oficina del alfa desde hace un buen rato—. Ignorando por completo el miedo que llevaba al pánico al joven felino, la enfermera comenzó a ayudar a Killa con sus necesidades más inmediatas. Desayunado, bañado y vestido con una deliciosa piyama de seda de un azul tan intenso como el color de sus ojos, el cachorro se sentía casi en el cielo. Una lástima que la nube negra llamada Alfa Kigan, empañara su mundo perfecto.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 4 Después de varios días, Kigan creyó necesarios supervisar personalmente los avances del mocoso. Sorpresa y media fue la que se llevo al entrar al dormitorio donde dormía el cachorro. Para un alfa admitir, aunque fuera para sí mismo, que estaba a punto de caer de rodillas por la simple vista de un culo cubierto por un fino pantalón de piyama de seda, el que parecía ofrecerse como en un sacrificio pagano, era algo difícil de afrontar. — El cachorro ha mejorado mucho— la voz calma del médico repitió la observación por dos veces, ya que el alfa no lo había escuchado la primera vez. Kigan sacudió la cabeza tratando de poner en línea sus pensamientos, lástima que el joven gatito no quisiera cooperar, ya que lentamente el chico se había dado la vuelta quedando acostado sobre su espalda. La visión del vientre plano, las tetillas endurecidas por el aire fresco que circulaba en el dormitorio, lo estaba llevando a un estado febril. —¿Estará listo para su primer celo? — El alfa casi se felicito por lograr conectar dos ideas juntas. Killa observo a los dos hombres hablando como si él no estuviera presente en la habitación, cubriéndose el pecho con la manta, decidió quedarse allí sentadito a esperar que alguien se acordara de su existencia. —¿Cuándo me podré levantar de esta cama? — Se atrevió a preguntar sin poder disimular su molestia. Ambos hombres cesaron de hablar, el médico sonrió sintiéndose algo incomodo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —No seas impaciente—, alecciono el alfa sin demostrar ni un poco de incomodidad— en dos días tendrás que cambiar para que termines de sanar. Decir que Killa se puso pálido era quedar corto, el chico parecía un papel — El dolor fue insoportable la última vez que lo intente—, protesto olvidando que Kigan se lo podía cenar si se molestaba lo suficiente—¡No lo hare! El alfa y el gatito se enfrascaron en una guerra de miradas, Killa no era de los de hacer un gran escándalo ni mucho menos, pero cuando quería podía ser una mierda bastante terca. —Ya veremos— fue lo único que dijo el alfa antes de salir del dormitorio, seguido por el médico, quedando el cachorro en compañía de Mime. Kigan libero el aire de sus pulmones, llevaba muchos años de no sentirse así, ya hacía mucho que había pasado por su primer celo, como para que su cuerpo se pusiera en esas por la simple vista de un cachorro que todavía olía a leche. Tratando de despejar su cabeza salió del apartamento que formaba parte de las instalaciones, las que habían sido pensadas más para militares que para familias. Sus dependencias estaban bajo tierra, tres pisos para ser exactos. Con una sonrisa pensó que el joven felino no tenía idea de donde estaba, la ventana simulada que había en el dormitorio de invitados existía para que el cachorro no se sintiera tan encerrado. En el ascensor se encontró con Andrey, él que como siempre estaba con la nariz metida en su teléfono celular o en la computadora, todo dependía del lugar donde se encontrara. —¿Cómo van las cosas? — Pregunto el alfa al abogado mientras este estaba metido en su propio mundo. —¡Ah! — Se sorprendió al ver que no estaba solo en el pequeño espacio— sí, estoy bien… Es solo que estoy tratando de averiguar qué maldita ventana encuentro para ganar este

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel caso, te juro que este abogadito que contrataron el año pasado debería estar limpiando traseros en lugar de en un bufete. Kigan sonrió, el pelirrojo tenía fuego en la sangre. Había quién se equivocaba al verlo tan bien peinadito y con trajes hechos a la medida, el hijo de puta era un hueso duro de roer. —¿Sabes a quien pedirá el beta como pareja? — Pregunto el zorro tomando por sorpresa al alfa—. Es simple curiosidad— repuso al ver la ceja alzada de su jefe. El hombre más alto se encogió de hombros—. Cuando esté listo, me lo dirá— fue la respuesta criptica. Ambos hombres salieron del ascensor y cada uno tomo caminos distintos, Kigan observo como Andrey caminaba con la mirada fija en el teléfono leyendo solo dios sabía qué. Esperaba que la pareja del chico supiera apreciarlo por lo que era y no tratara de matar ese espíritu indomable. Killa vio como todos salían y le dejaban solo. Liberando el aire lentamente, trato de normalizar su ritmo cardiaco, la presencia del alfa era siempre tan apabullante. Desnudo de la cintura para arriba, se recostó en las suaves almohadas, desde hace unos días se sentía caliente, la piel le hormigueaba al ser acariciado por las sábanas. Ronroneando se dio la vuelta en la cama, su duro pene se friccionaba contra el colchón. Hasta ahora ese miembro siempre le había servido sólo para orinar, ahora le enviaba sensaciones tan deliciosas. Imágenes de las manos grandes del alfa sosteniendo sus caderas, el aliento del hombre contra su cuello, la lengua tibia rastrillando su piel sensible, todo se conjugaba para acrecentar el placer que sentía al rosarse contra la cama. Unas cuantas envestidas más y Killa sintió que el alma se le salía del cuerpo, las bolas se apretaron contra su pelvis, un cosquilleo en la raíz de la columna y se vino tan fuerte que sintió que nunca volvería a recuperar el aliento. Su primer orgasmo real, con una sonrisa se quedo dormido sin importar la humedad en su pantalón.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Kigan entro al apartamento después de ocuparse de los asuntos de la manada, el lugar estaba extrañamente silencioso. Luego de unos momentos recordó que esa era la noche libre de Mime, ya que el gatito ya podía caminar con la andadera en caso de necesitar ir al baño. Apenas cerrar la puerta y el aroma a semen lo hizo levantar la nariz en busca del origen, la pista lo guiaba justo a la puerta del joven gatito. Apretando los puños contra su costado, Kigan dejo salir los colmillos, el maldito felino era tan puta como su hermano. Sin esperar la primera luna y ya había estado follando con alguien. Silencioso como solo un depredador puede serlo, abrió la puerta del dormitorio de invitados. Lo que vio lo dejó de una pieza. El gatito estaba acostado boca abajo en la cama, la espalda desnuda, el pantalón del piyama tan bajo que dejaba ver el valle entre los glúteos. El tigre dentro de Kigan rugió furioso, nadie tocaría lo que era suyo sin morir como consecuencia. Killa salto dentro de su propia piel, el rugido del tigre podía arrancarle el alma del cuerpo a cualquiera, especialmente si en su forma de hombre medía casi dos metros y sus ojos miraban como si te quisieran fulminar en ese mismo momento. —¿Pero qué…? — Apenas logro balbucear el cachorro mientras se sentaba sobre su trasero en la cama, listo para correr por su vida. —Eres igual de puta que tu hermano— gruño el tigre apresando al chico contra la cama, usando una sola de sus manos presiono hasta que Killa estaba seguro que tendría un horrible moretón. Al ver Kigan lo que estaba haciendo, soltó al gatito, sorpresa se llevó cuando el chico cambio a su forma felina. Finas garras se clavaron en el pecho de Kigan, gotas rojas mancharon su camisa blanca. Antes de que el alfa pudiera hacer algo, el cachorro le clavo los dientes en la mano con que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel intentaba quitárselo de encima. El cambio fue inmediato, un enorme tigre rugió dentro del dormitorio que para su enorme cuerpo se volvió demasiado pequeño. El gatito aprovecho la ventaja de movimiento, saltando sobre la cama chillo como solo uno de su especie puede hacerlo. El miedo estaba más allá de Killa en ese momento, el enorme saco de pelos no lo iba a tomar por sorpresa nuevamente, prefería morir antes de ser tratado como basura por ese tigre celoso. Andrey caminaba a sus aposentos, la puerta quedaba en el mismo pasillo, justo al frente de la puerta de entrada del Alfa. Los bellos de la nuca del zorro se erizaron, podía sentir la tensión en el ambiente. Aunque ningún sonido salía del departamento del alfa, sabía que algo grave estaba pasando. Sin pensárselo dos veces, uso la clave que su amigo y jefe le dio para que lo usara en caso de emergencia, si eso no era una emergencia, no tenía idea de cuándo sería el momento. Al abrirse la puerta de entrada, escucho como si el mismo infierno se hubiera desatado. Una de las puertas que daban a la pequeña sala de estar, prácticamente estallo cayendo a los pies de Andrey un furioso tigre. Justo cuando el zorro creyó haberlo visto todo en su joven vida, salió un gatito con el lomo arqueado y todos los pelos en punta, las garritas desnudas en las patitas mientras unos colmillos amenazaban con desgarrar lo que se pusiera enfrente. Una tremenda suerte que Tarem pasara por el pasillo cuando la escena peligraba volverse aun más sangrienta. En dos zancadas el Beta trato de sostener al tigre que tomaba la forma humana, en el momento que el zorro lo hacía con Killa, el que ahora estaba sobre sus dos piernas. Ambos hombres forcejeaban tratando de zafarse del agarre de sus captores.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Alfa de mierda! — Grito el cachorro— ¡Intenta ponerme una mano encima y te juro que te la arranco y te la meto por el culo! —¡Puta del infierno! — Rugió Kigan respirando furioso— no podías esperar a pasar por tu primer celo para joder. Tarem y Andrey se volvieron a ver uno al otro por sobre los hombres que trataban a miles costos de sostener. Cuando sintieron que la tensión en la pareja comenzaba a aflojar. El Beta fue el primero en soltar a Kigan. El zorro no se animo a hacerlo con el gatito, este todavía bufaba exigiendo sangre. —¿Qué demonios paso aquí? — Pregunto el Beta mientras pasaba la vista por el apartamento, el lugar parecía como si un tornado se hubiera desahogado allí. —Pregúntale a ese gran idiota que tienes junto a ti— respondió Killa haciendo un puchero. Él Beta le miraba como si estuviera loco—. Él intento matarme—, se quejo el cachorro mientras se abrazaba así mismo. — Si pudiera te devolvería con tu padre ahora mismo— hablo entre dientes el tigre. — Has lo que se te dé la maldita gana— contra atacó Killa—. No quiero estar emparejado con un arrogante que vive suspirando por mi hermano, él que para su buena fortuna encontró a una pareja que le cuida— tragándose las lágrimas, continuo— Siempre he sido la última opción, ahora me aguantas… No seré el único que se lamente por esto—. Diciendo esto se dio la vuelta y entró en el dormitorio, no pudo tirar la puerta, porque esta estaba decorando el piso de la sala de estar. Corriendo al baño, Killa se encerró para poder llorar su profunda pena. Podía caminar, su espalda había sanado con el cambio, lástima que lo que ahora tenía roto era su corazón. La única oportunidad que tenía de ser feliz se había ido a la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel mierda. Justo cuando comenzaba a pensar que, aunque sin amor, tendría una buena pareja. El Beta y Andrey miraban fijamente al alfa que no perdía detalle de la esbelta figura que corría a refugiarse al baño del dormitorio. —¿Realmente intentaste matarlo? — Se atrevió a preguntar el zorro, conocía a su amigo, pero lo que vio al entrar al apartamento lo dejo algo descolocado. La risa amarga del alfa los tomo por sorpresa— ¿De verdad piensas que el que estaba a punto de morir era él? — Se encogió de hombros Kigan— si revisas mi espalda, verás que el que perdió más sangre en esta pelea, fui yo. El zorro y el Beta no sabían si reírse o sentarse a llorar. El alfa aprovecho su desconcierto para ir hasta su habitación para conseguir un pantalón que ponerse. —El gatito se revolcó con alguien— rompió el silencio Kigan al entrar a la sala de estar nuevamente, encontrando a sus dos amigos, los que habían encontrado una sillón en buen estado donde sentarse. —En esta habitación no hay aroma de otro macho joven— sentencio Tarem— reconozco el aroma del médico, es todo. El sentido común que había abandonado a Kigan estaba regresando lentamente, las palabras del Beta no podían ser ciertas. Corriendo a la habitación de Killa, reviso las sábanas, allí solo estaba el delicioso aroma del gatito. Una mezcla entre niño y hombre. Kigan una vez había escuchado que la verdad podía golpearte, pero jamás había entendido las repercusiones de eso hasta ahora. Estaba allí de pie en medio del dormitorio de Killa, sintiéndose como la mierda, mientras desde el baño se escuchaba un llanto ahogado, uno que él mismo había provocado.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —La cagaste— fue la frase célebre de Andrey, la que enmarco toda la situación. El hombre miraba a su mejor amigo con cara de pena. —Hermano, vas a tener que arrastrarte mucho para que ese gatito se digne a darte la hora—esa sí que fue la cereza del pastel, que el Beta le diera advertencias era el colmo. Pasando por entre sus amigos, salió del apartamento sin dignarse a decir nada. Qué podía agregar que pudiera dar una explicación honrosa de lo que había ocurrido. — ¿Qué hacemos? — Pregunto Andrey al Beta. Tarem se encogió de hombros, los brazos cruzados en su amplio pecho —. Yo no cometeré el mismo error— explico recorriendo con la mirada el cuerpo del zorro enfundado dentro de un traje negro— mi pareja es un hombre que aguantara una buena zurra en el trasero sin protestar mucho. Andrey levanto una ceja molesto—.Ahora resulta que lo bruto se contagia— resoplo poniendo las manos en las caderas. La sonrisa lenta del Beta le erizo los bellos de la nuca al pelirrojo—. Lo que pasa es que mi pareja tiene un culo digno de mis palmas y los años suficientes para comprenderlo—con esas enigmáticas palabras se fue tras los pasos de su alfa. El zorro vio al hombre salir y luego centro su atención en la puerta del baño que se encontraba cerrada. “Demonios”, pensó Andrey, “a mí siempre me toca la peor parte”. Killa estaba sentado en el suelo del baño, con la espalda pegada a la puerta. Precaución estúpida, a quién le interesaría hablar con un cachorro histérico que había atacado al alfa de una poderosa manada de tigres. Era un milagro que todavía siguiera vivo. Una vez pasado el golpe de adrenalina, el miedo le apuñalo el estomago y le hizo temblar el pulso. Encogiendo las piernas las pego a su pecho, en un gesto protector se envolvió con sus brazos.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Un suave golpe en la puerta le indico que no todos habían salido—. Soy Andrey—, escucho una voz conocida—. Tú y yo tenemos que hablar. Algo en la escueta frase hizo que Killa levantara la cabeza que tenía recostada a sus rodillas— ¿Qué quieres? — Pregunto esforzándose en darle fuerza a su voz. Después de un corto silencio, en que pareció que el abogado armaba su caso, este habló— Puedo ayudarte a patearle el trasero a mi jefe— propuso tentando a su futuro cliente. La curiosidad de Killa gano la partida, levantándose con cuidado, siempre esperando que el molesto dolor llegara, le dio gusto a su curiosidad felina —. Habla— ordeno el cachorro mientras abría la puerta. La sonrisa del zorro era de autosatisfacción—. Definitivamente eres un chico listo— comento mientras se sentaba en una silla frente a la cama del gato— creo que es hora de que tú y yo nos pongamos de acuerdo en algunas cosas. Killa bastante dudoso, se sentó en la cama, mirando de frente a ese zorro belicoso— ¿Me estás diciendo que piensas conspirar contra tu jefe? — Con un movimiento negativo de cabeza, agrego— no te creo. — Bueno—, estiro las piernas Andrey, dando un aire relajado a la conversación— digamos que conspirar no sería lo adecuado, yo diría que esta es una necesaria intervención. —¡Ajá! — Mostró su incredulidad el rubio más joven— podrías explicarme que propones sin dar tanto rodeo. El zorro se mordió el labio, una sonrisa bailaba en los ojos grises— Escucha y aprende, cachorro. En menos de una semana tu primer celo te llevará a tu madurez sexual, bien es cierto que no eres como tu hermano, ya que no puedes dar crías…

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Ahórrate el recuento—, se puso de pie el gato montés, la conversación no estaba llegando a nada— sé que soy el remplazo de mi hermano, la pareja no deseada. Sé que llegará el día en que el alfa busque una hembra para que le dé cachorros y yo tendré que aguantar callado. De eso ya estoy enterado. Andrey ni pestañeo, escucho al gatito pacientemente, luego continúo como si nada— Lo bueno es que el alfa ya tiene tres crías— midiendo la reacción del cachorro, el cual se dejo caer en la cama con la boca abierta. —No juegues— balbuceo Killa— ¿Dónde están?... No los he escuchado dentro del apartamento. —Están en una guardería— explico Andrey, complacido al ver que el gatito estaba francamente interesado en el tema. —¿Y sus madres? Como el abogado que era, supo leer en las reacciones del gatito, así que se decidió a ser franco — ellas estaban siendo transportadas hasta la seguridad de este plantel, donde vive el alfa y su círculo interno. —Cambiando la expresión de su rostro por uno más serio, continuó— Tarem tuvo un mal presentimiento, así que por puro instinto, decidió trasladar a los cachorros de manera individual. Yo traje uno escondido en una maleta que traía abierta. Tarem lo hizo en su auto en una canasta, otro viajo con Mime. —¿Dices “estaban”? — Las implicaciones atenazaron la boca del estomago de Killa.

de

esto

—Exacto, “estaban” —. Aclaro Andrey— tu futura pareja tiene un tío, uno muy cariñoso, su nombre es Alastor. El tipo a tratado de matar al alfa desde que el padre de este murió, así que ataco el transporte donde se suponía viajaban las hembras con los cachorros. No sobrevivió nadie.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Killa se puso ambas manos a la altura del corazón tratando contener las nauseas — ¿Y las crías? — pregunto cuándo logro recuperar la voz. —Están acomodados en una habitación que hace las veces de guardería— explico Adrey. —¿A dónde? — Los ojos azules volvían a llorar. Los pobres niños debían sentirse perdidos, él sabía lo duro que era crecer sin la presencia amorosa de una madre. Bien es cierto que no era huérfano, pero ver a tu madre de vez en cuando no te convierte en un hijo muy amado. —Están en la puerta al fondo del pasillo — al ver que el cachorro se puso de pie para ir hasta el lugar, puso una mano en el hombro del chico para hacerlo sentarse—. La única manera en que puedas disponer de esos cachorros es si logras emparejarte con el bruto de mi jefe. Si las palabras tenía como fin hacer detenerse el corazón de Killa, por un pelo y lo logra —¿Qué? — Grito de la manera menos masculina conocida a través de la historia— primero me apareo con una rana. ¡Te lo juro! La sonrisa del zorro era digna de enmarcar— Es hora pequeño gatito de que tomes la vida por las bolas. Tienes dos opciones, te conviertes en la víctima del gran y malvado alfa o te lo cenas acompañado de un buen vino. Tú escoges. Ahora la sonrisa del gatito era tan diabólica como la del zorro. Andrey estaba hablando en perfecto español. Si de todos modos iba a tener que emparejarse con ese idiota, al menos esperaba tener las de ganar—.Sólo espero que valga la pena— quiso dejar el punto claro mientras juntaba las manos sobre su regazo, listo para hablar de negocios.

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Capítulo 5 Kigan caminaba de un lado a otro en el estudio que utilizaba para atender los asuntos de la manada, este se encontraba al nivel del suelo, impidiendo que alguien fuera del círculo interno llegara hasta las dependencias privadas bajo suelo. —No quiero asustarte—, Kigan escucho la voz del Beta desde el marco de la puerta abierta— pero Andrey se quedo hablando con el cachorro. Eso hizo que el alfa parara su deambular como animal enjaulado — ¡Diablos! — fue lo mejor que pudo decir, sentándose pesadamente sobre la silla de su escritorio, sostuvo la cabeza con las manos— Ahora sí que tengo problemas… ¿Cómo estaba Andrey? —Estaba furioso—, entro el Beta, cerrando la puerta tras de sí— Me acuso de ser tan bruto como tú. La risa amarga de Kigan le dio a entender a Tarem que él también era digno de lástima— pues no creo que a ti tampoco te vayan a dar la tuyo en esta luna llena. El Beta resoplo molesto, sentándose en la silla frente al escritorio de su jefe, se cruzo de brazos— Puedo jurarte que en este momento están conspirando en tú contra. Yo de ser tú, los enviaría como regalo a tu tío. Sería la venganza perfecta contra el muy maldito—. La risa de ambos hombres era un reflejo del estrés acumulado. La llegada intempestiva de uno de los centinelas encargados de la seguridad en ese turno de vigilancia, hizo que ambos hombres se pusieran en guardia.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Alfa! — Jadeo el hombre, el cabello rubio pegado a la frente— Estamos bajo ataque. Alguien violo el perímetro del lado norte. Enviamos varios hombres a revisar, pero no han regresado y no responden por radio. Tarem comenzó a ladrar órdenes mientras Kigan tomaba el arma que siempre tenía guardada en una de las gavetas del escritorio. Por suerte había sido entrenado como militar, toda su gente conocía los riesgos y sabía afrontarlos. Las hembras sabían disparar y la mayoría eran unas gatas realmente sanguinarias. Los cachorros y las hembras preñadas fueron puestos a buen resguardo, era preferible exagerar a tener que arrepentirse después por negligente. Los edificios fueron cerrados herméticamente mientras los guerreros se prepararon para enfrentar lo que viniera. El cielo se torno oscuro, todos supieron de que se trataba, los “Malditos” llegaban. Enormes aves negras, las plumas sin brillo, los ojos negros con una apariencia muerta, la sed y la locura. Los “Malditos” llegaban a alimentarse, alguien había sido tan idiota de convocarlos. —¡Son “Malditos”! — grito Tarem por encima de los chillidos de los enormes pájaros— hay que devolverlos al infierno. El primero en enfrentar a los atacantes fue Kigan, había dos maneras de acabar con esas cosas, una era de un certero disparo en medio de los ojos, o el clásico, cortarles la cabeza con una espada afilada. Los mejores tiradores pusieron una rodilla sobre el patio, el que hasta hace poco era lugar de recreo para los cachorros más jóvenes de la manada. Calibrando sus rifles comenzaron a disparar, haciendo caer a las apestosas criaturas sobre el suelo, donde otros guerreros le daban el golpe de gracia con el metal afilando. La carnicería duro un buen rato, las cosas esas no paraban de llegar. Para nadie era un secreto que la carne de cambia formas era el alimento favorito de los “Malditos”, esas bestias

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel eran carroñeras, usualmente duraban siglos dormidas en el fondo de cuevas olvidadas en los infiernos. Algo o alguien las había estado guardando para ensebarlas con su manada. Killa dormía, la conversación con Andrey le había hecho comprender muchas cosas. Tal vez hacerle caso a ese zorro maquiavélico no era tan mala idea. Después de todo era un zorro, esas criaturas eran conocidas por su astucia. En lo profundo del reino de los durmientes, en su sueño tranquilo, Killa estaba sentado en medio de un campo cubierto de hierba verde, tres cachorros en sus formas de tigre jugaban bajo su cuidado. De pronto comenzaron a caer plumas negras, gotas de sangre mancharon el tapis de hojas color esmeralda. Los tigres comenzaron a gruñir asustados mirando al cielo. Con un grito el joven gato despertó sentándose en la cama de golpe, la puerta rota de su habitación permitía ver hasta lo que había en la pequeña sala de estar. Todo parecía tranquilo a simple vista, pero algo en el aire saturaba sus sentidos, haciendo que su piel hormiguera. Su primer pensamiento coherente fue dedicado a los cachorros. Aún sabiendo que no tenía permitido ir hasta donde los niños, Killa se ajusto los pantalones del piyama y se puso una camiseta, con mirada decidida salió del apartamento. El pasillo estaba vacío, el silencio era abrumador. Un mal presentimiento, justo el que solía tener cuando estaba a punto de ser encontrado por su padre en medio de una memorable travesura, se filtraba por su piel. El pasillo era amplio, pintado en un aburrido blanco hueso, las lámparas en el techo daban la suficiente luz sin lastimar los sensibles ojos felinos, no había una sola ventana a la vista. Lo último no era sorpresa, ya que tenía el presentimiento de que estaba muy debajo de la superficie de la tierra. Buscando cual sería el camino a tomar, observo las puertas de los que se suponía era los departamentos del alfa y del Beta, ya que el abogado le había explicado que esta era la zona de

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel alta seguridad dentro de las instalaciones. Al final de pasillo estaba las puertas de metal del ascensor. Así que la puerta que había en el extremo contrario, tenía que ser la guardería. Conforme se acercaba a las puertas, la idea de que algo estaba mal era tan fuerte que casi podía tocarla. Sin detenerse a medir consecuencias, llegó hasta la entrada de la guardería, poniendo la palma de la mano sobre el metal, empujo la puerta suavemente. Por extraño que pareciera, ésta cedió abriéndole paso, si se suponía que los cachorros del alfa estaban allí, esta debía de estar mejor asegurada. Al entrar descubrió a una de las enfermeras tiradas en el piso, un lago de sangre bajo esta, otro hombre estaba sobre el suelo a pocos metros de ella, aunque no se veía ninguna herida obvia, Killa sabía que el hombre estaba muerto. Temiendo por lo que podía estar ocurriendo, corrió hasta donde estaban las cunas, para encontrarlas bacías. Los cachorros del alfa no estaban. Con reverencia toco las mantitas desordenadas sobre cada uno de los colchones, luego olfateo con cuidado para descubrir que los tigres tenían un leve olor parecido al de su padre. Un bufido furioso salió de lo más profundo de Killa, alguien había tomado lo que era suyo. La mente humana debatía con la idea, ya que aún no se había apareado con el padre de las crías, pero quién convencía de eso a un gatito que estaba a días de su primer celo. Al parecer la parte animal había escogido al candidato, ahora era cuestión de asegurar a su presa con todo el equipaje que esta traía. Los ojos azules de Killa se achinaron, las uñas se convirtieron en finas garras en las punta de sus dedos, los colmillos se desnudaron por completo en sus encías. Era hora de ir de cacería. Siguiendo sus instintos corrió por el amplio pasillo, el ascensor solo pedía clave para entrar a las entrañas del complejo, no para salir.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel En poco tiempo llego hasta la superficie. Siguiendo el olor de los cachorros llego hasta el vestíbulo, a través del vidrio reforzado pudo ver una batalla campal entre los guerreros de los tigres y unas enormes aves negras. Por un momento quiso ayudar a defender a la manada, pero ahora tenía tres pequeñas prioridades. Sin importarle estar vestido con piyama, Killa continúo con su búsqueda, estaba seguro que todo ese jaleo era una bomba de humo para ocultar el verdadero golpe que le estaban dando a la manada. Respirando profundo Killa corrió hasta un área que debía llevar a las cocinas. En todo el camino no se tomo con un alma viviente, al parecer todos estaban en algún refugio. El joven felino estaba seguro de que alguien dentro de la manada había cometido traición, sin saber en quién confiar, siguió su instinto. El aroma de los cachorros estaba acompañado con otro que le era conocido, sabiendo que no tenía tiempo para divagaciones, paso las puertas dobles que daban a la cocina principal. Los pies desnudos sobre el suelo no hacían ningún ruido, el aroma de los pequeños tigres era reciente. El ruido del metal al caer al piso hizo que Killa se agachara, escondiéndose tras una mesa de amasar pan, desde allí observó al buen doctor que lo había atendido las primeras veces antes de que fuera puesto en terapia. Con cuidado de no ser descubierto se arrastro para ver mejor lo que el hombre estaba empujando. Se quedó de piedra al ver que un cochecito sencillo tenía apiñado a los tres cachorros de tigre en su forma animal. Lo que era de esperarse, ya que por instinto recurrían a la naturaleza que les podía dar más seguridad, dependiendo de la situación. Los bellos de la nuca del joven gato se erizaron, el hombre estaba por salir por una puerta que estaba seguro daría a un

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel área de servicio que permitiría salir de manera furtiva, mientras fuera se desataba el infierno con esos extraños pájaros. El buen doctor, un tipo algo entrado en años, de mirada nerviosa y nariz aguileña, era un gato viejo y mañoso, por lo que Killa podía ver. —¿Necesita ayuda, doctor? — Pregunto Killa saliendo de su escondite— yo le podría ayudar con su pesada carga—. Achino los ojos viendo como los gatitos estaban atados por su cuello por finas correas de seda. El hombre miró nervioso a un lado y a otro, asegurándose que estaban solos en la cocina— Los llevo a un lugar seguro— logro hablar el hombre después de aclararse la garganta. —Como la pareja del alfa—, decidió darle un énfasis más diplomático a la situación, lo bruto se lo dejaba a Kigan— creo que es mi obligación velar por ellos. El viejo tigre le dedico una mirada evaluativa al joven gato montés, era cierto que en su forma animal era más grande que chico melindroso, pero la juventud de este jugaría a su favor. Soy el médico de los cachorros—, sentenció el bueno doctor mientras metía una mano por dentro de su chaqueta buscando el frio metal— sé cómo hacerme cargo, ve y busca donde esconderte. Las aves entraran aquí en cualquier momento. No le hacía falta ser un genio para tener una idea de lo que ocultaba el viejo tigre dentro de la chaqueta, conteniendo la respiración decidió hacer el tonto—. Tienes razón— hizo un pucherito, fingiéndose asustado— pero no sé a dónde ir… ¿Podrían llevarme con usted? El médico tardó unos segundos en tomar una decisión, la sonrisa complacida acompaño las palabras del hombre — Creo que tienes razón—, extendiendo la mano invito al niño— es peligroso que deambules por allí solo. Te llevaré a un lugar donde no corras peligro.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Killa podía ser tan malo como cualquier gatito, los tigres confiaban en su gran tamaño para salir airosos, los pequeños felinos le apostaba a su inteligencia. Con una sonrisa que aparentaba inocencia, Killa tomo la mano del doctor. Apenas haberle tocado con la mano izquierda, con la derecha tomo el mango de una olla y golpeo con esta al viejo doctor, dejándolo noqueado en el suelo. —¡Miaaauuuu! — Maulló contento mientras pateaba al maldito traidor que estaba fuera de combate en el frio piso. Desatando a pequeños tigres, los tomo entre sus brazos. Los instintos de conservación de los cachorros hicieron que se aferraran con las uñas a su salvador, manchando con pequeñas gotitas de sangre la inmaculada camiseta blanca. El ruido de guerreros se escuchaba tras las grandes puertas que separaban el comedor de la cocina industrial. Temiendo que estos trajeran consigo la cruenta lucha, abrazo contra su pecho a los cachorros, recorriendo con la vista el lugar, encontró una puerta que debía lleva a una bodega de suministros, ya que el médico no intento escapar por ella. Antes de que alguien entrara a la cocina, Killa se escondió en la bodega. Los cachorros comenzaron a lloriquear, para calmarlos se refugió tras un enorme estante de conservas, apretando contra su pecho a las pequeñas motitas de pelo rayado, les susurro palabras de aliento. —¡Killa! — Escucho la voz de Kigan que le hablaba desde el otro lado de la puerta. —¡Aquí estoy! — Respondió sin saber qué encontraría en la mirada de su alfa. Estaba consciente del estado en que se encontraba el doctor sobre el piso, quién podría decir que él no había sido quién trato de robarse a los niños. Los tigres comenzaron a ronronear al escuchar la voz de su progenitor, Killa trago duro su miedo, saliendo de detrás del estante, enfrento su destino.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El alfa Kigan estaba de pie con los brazos cruzado sobre el pecho. El cabello rubio del tigre estaba revuelto, manchas de ceniza oscurecían las mejillas bronceadas, la ropa raída del guerrero estaban impregnadas de sangre. —Veo que te da igual si golpeas al alfa o le pateas el culo al buen doctor — la sonrisa de Kigan desmentía la seriedad de las palabras. —Si me dejas quedarme con los cachorros prometo enseñarle a ellos como se hace— propuso Killa entre broma y enserio. Los tigres comenzaron su cambio, de pronto ya no tenía tres cuerpitos rayados, ahora tenía tres rollizos bebés sonrosados que estiraban los bracitos a su padre. De no ser por la rapidez del alfa, los cachorros abrían ido a dar al suelo. — Por lo que veo tienes las manos llenas— tomo a los cachorros mientras se acercaba para robarle un beso al joven gatito, él que ante la sorpresa abrió la boca. El alfa le dio a Killa su primer beso de hombre a hombre, de no ser por el chillido de uno de los niños, las cosas habrían pasado a cosas menos dignas de la visión pública. —Tenemos el área asegurada— se escucho la voz del Beta desde la puerta. Al escuchar el resoplido poco elegante del gatito, estuvo seguro que había interrumpido algo— de no ser por Killa, estos hijos de puta hubieran tenido a los niños… Un vehículo los esperaba fuera de las instalaciones listos para partir. Kigan de inmediato regreso a su modo alfa, los dos bebés que sostenía en sus brazos halaban mechones de cabello rubio, cosa que no pareció molestar al gran y malvado tigre—. ¿Hombres de mi tío? — Pregunto dejando salir un gruñido bajo, que hizo que los cachorros se apretaran contra el sólido cuerpo del padre. —No lo he confirmado—, se explico Tarem con un encogimiento de hombros— pero estoy seguro de que después

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel de disfrutar de nuestra amena compañía, comenzarán a contarnos su vida y milagros. Kigan desvió la vista hacia el hombre junto a él— Por ahora voy a interrogar a mi pequeña pareja traviesa— sonrió de una manera bastante maliciosa, una que hizo que a Killa se le erizara la piel del cuerpo— Me pregunto cómo se entero que mis hijos estaban siendo sacados del complejo. Killa trago saliva mientras abrazaba al bebé que tenía en brazos— Fue una coincidencia— trato de explicar lo que ni él mismo entendía. —Necesito un baño— explico al Beta que miraba atento a la pareja— voy a mi apartamento. —¿Qué haremos con los cachorros? — Pregunto Tarem al recordar el estado en que quedó la guardería. El joven gatito casi salió de su propia piel— ¡Se quedaran con nosotros!— Hablo sin atreverse a mirar a su alfa, primero muerto antes de alejar a los cachorros de su vista. La carcajada de ambos hombres tomaron por sorpresa a los guerreros presentes y a Killa que los miraba como si estos se hubieran vuelto locos— ¿Qué se supone que es tan gracioso? — pregunto arqueando una rubia ceja. Kigan guardo silencio observando cómo los labios llenitos de Killa formaban una sonrisa, la primera que sentía que era real desde que había llegado a formar parte de la manada—.¿Por qué sonríes? — pregunto sin saber si quería escuchar las respuesta. —Por qué no dudaste de mí — Hablo Killa bajando la mirada, las mejillas estaban del color de la sangre— esperaba que me acusaras de llevarme a los niños. —Equivocarse es de sabios, repetir la equivocación es cosa de necios— la seriedad en el semblante de Kigan le dijo al joven felino que el hombre era más de lo que parecía.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Sintiéndose algo incomodo Killa decidió salir por la tangente— creo que mejor me llevo a los cachorros al departamento mientras terminas aquí. La llegada de Mime, la cual estaba más pálida que un papel, su siempre pulcro cabello peinado en un moño a la altura de la nuca, ahora estaba totalmente despeinado. —¿Los cachorros están bien? — grito la chica antes de abalanzarse sobre Killa para examinar más de cerca al pequeño y regordete bebé— Fui a la guardería y encontré todo revuelto, había sangre por todos lados. Kigan dejo salir un suspiro— ¡Qué bueno que estas aquí! — Le sonrió el alfa a la mujer— acompaña a Killa y ayúdalo a instalar allí a los cachorros. La pareja salió de allí llevándose a los niños, el Beta y el Alfa les vieron salir. —¿Por qué estas tan seguro que él no está implicado en esto? — pregunto Tarem queriendo comprobar en que terreno pisaba. El alfa de los tigres simplemente movió la cabeza de un lado a otro de un modo negativo — Si el chico quisiera salir con los cachorros lo habría hecho, no se acabaría encerrando en una bodega detrás de las conservas y sentado sobre sacos de harina… Tarem sonrió complacido, quizás la pareja tendría alguna oportunidad de vivir en relativa paz. Entre el Beta y Andrey habían estado haciendo apuestas al respecto, el problema es que ninguno de los dos quería apostar a favor y acabar perdiendo.

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Capítulo 6 Kigan atendió algunos asuntos que no podían esperar, el deshacerse de los cuerpos de una manera segura era crucial. Luego estaba el asunto de los heridos y lo de coordinar las tareas de reparación. Sintiéndose como una mierda logro arrastrase hasta el tercer nivel bajo el suelo, una vez allí se dirigió hasta la puerta de su apartamento. Tecleando la clave de acceso espero. Dentro se encontró con una escena que por un momento hizo que el aire se incendiara en sus pulmones, el resultado, un pene tan duro que podía taladrar piedras. Con cuidado de no despertar al chico que dormía en el sofá, cerró la puerta. El gatito estaba acostado a todo lo largo del sofá, con el dorso desnudo y la cinturilla del pantalón que permitía ver el comienzo de la curva del trasero. Kigan respiro profundo, apuñando las manos trato de evitar que estas se dejaran llevar y fueran tras toda esa tersa piel pálida que se le ofrecía. El pantalón de mezclilla era casi una herejía al cubrir esas piernas largas y el sexo que dormía bajo el cierre, los pies desnudos le recordaba al tigre que el chico era aún un cachorro inocente. Aunque ese cuerpo fuera la encarnación del pecado. Tragando duro el alfa logro controlar los impulsos que comenzaban a desbocarse, lo achaco a la luna y al aroma del chico que pronto entraría en celo. Si se enlazaba al tomar su virginidad, el gatito sería su pareja ligada, jamás tendría otro amante más que él. Kigan, después de hacer acopio de toda su fuerza de voluntad, logro desviar la vista de la habitación sin puerta, la que había sido tirada a bajo después de su pelea en la mañana. Caminando a hurtadillas llego hasta donde estaban

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel acomodadas las cunas de sus hijos, la cama había sido retirada para darles espacio. Había un mueble para cambiarlos, una mecedora y una pequeña refrigeradora donde estaban guardados los biberones. Ahora entendió por qué su joven pareja estaba durmiendo en el sofá, el chico le había dado su habitación a los bebés. Kigan era un guerrero, su padre le había enseñado que su vida estaba al servicio de la manada. A pesar de ser un alfa joven, había demostrado que merecía el puesto con creces. Había engendrado a sus cachorros cuando supo que no tenía gusto por las hembras, al menos no del tipo sexual, así que de ese modo se había asegurado de tener descendencia. Para lo que no estaba preparado era para esa sensación de tibieza en el pecho cada vez que visitaba a sus hijos. El saber que su futura pareja sería capaz tomar riesgos por los niños, y lo que es más, les sedería su comodidad, lo hizo sentir humilde. Un gemido que provino desde la sala de estar, le recordó a Kigan que un chico sexy dormía incomodo sobre el sofá, con una sonrisa en el rostro, supo exactamente donde pasaría la noche el gatito malcriado. Killa había seguido los consejos de Andrey, cada palabra. “Si quería ser la presa del gran y malvado alfa debía esperar dócilmente, pero si quería carne de tigre para la cena, él debía controlar la situación”, así que el gatito se había quitado la camisa, acostándose boca abajo oculto sus tetillas erectas por el aire acondicionado de la habitación, eso sería suficiente para hacer que el tigre se despeinara un poco. Al notar que el alfa tardaba decidió desabrocharse la cinturilla del pantalón vaquero que el zorro le había prestado, cuando escuchara el sonido de la puerta se acostaría y fingiría dormir. Lo que no calculo fue que en verdad se quedó dormido, el acomodar a los cachorros había sido un trabajo titánico, tomando en cuenta que todo lo realizaron Mime y él por temor a qué alguien lastimara a los niños.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Cuando unos brazos fuertes lo levantaron en vilo, quiso asustarse, pero el olor conocido del tigre lo hizo dormir de nuevo. Estaba tan cansado, la baja espalda había comenzado a doler un poco por todo el trabajo y la tensión. Killa respiro profundo, el olor a macho inundaba sus pulmones, la piel desnuda hormigueaba al rosarse contra la seda. El chico en su inocencia comenzó a ronronear, el sexo duro se apretaba contra el colchón masturbándose buscando la liberación que le ayudaría con esa necesidad que se construía en la base de la columna y que le ahogaba las bolas. Justo cuando estaba a punto de obtener lo que buscaba, las delgadas caderas fueron sostenidas por unas manos grandes que le impidieron la búsqueda desesperada del orgasmo. —De ahora en adelante solo te correrás si estoy presente— la respiración del tigre contra la oreja del inocente cachorro era todo un acto sexual en sí mismo. Killa abrió los ojos de golpe, trato de incorporarse pero una mano grande se poso sobre la base de su espalda, su felino interno obedeció por inercia al dominio del alfa. —Tranquilo, cachorro—, una lengua húmeda recorrió el cuello del más joven— yo haré que valga la pena la espera. La inocencia a disposición de la experiencia, que podía hacer el inexperto para hacerle frente a la delicada seducción de la que estaba siendo víctima. Dejarse hacer fue la respuesta. Para la total vergüenza de Killa, su ronroneo solo aumento cuando pequeños besos fueron recorriendo su columna vertebral hasta llegar al valle de su culo. —Detente— suplico el gatito cuando las manos duras del guerrero apretaron los globos redondos de su trasero— ¡Ah! — grito cuando sintió que la lengua jugueteaba con su entrada más intima. —¡Disfruta!— ordeno el tigre— Este delicioso cuerpo tuyo me pertenece—.Al ver como el cachorro mordía la almohada

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel para evitar dejar salir otro grito, insistió— No me niegues tu placer. Lágrimas pesadas escaparon de sus ojos azules cuando sintió como la lengua de Kigan abría su culo virgen. Jamás se imagino que el sexo podía ser así, faltaban todavía dos días para su primera luna llena, pero la cercanía de un macho dispuesto volvía locas a sus hormonas. —¡Me muero! — Grito Killa cuando una mano de Kigan se metió bajo su cuerpo para apresar su sexo que lloraba líquido preseminal. La lengua del alfa penetro en un ritmo lento de entrar y salir mientras la mano masturbaba al chico en perfecta sincronía. El tigre no era de los que se tomaban tantas atenciones con un amante, por lo general era cuestión de dos machos grandes que buscaban sacar el mayor provecho uno del otro. La historia con Killa era totalmente diferente, su sabor era sexo puro, lo que sostenía en su mano era un pene digno de ser saboreado durante horas. Ese chico sería su muerte, estaba seguro de eso. Killa abrió más las piernas y levanto el culo en busca de la lengua que violaba su entrada sin compasión. Gemía y lloraba mientras apretaba las mantas tan fuerte que sus nudillos comenzaron a ponerse blancos. Kigan supo que su cachorro había alcanzado el límite, haciendo acopio de toda su destreza, metió la lengua hasta donde pudo mientras con su mano le hacía la mejor paja que un hombre le podía dar a otro. El gatito grito el nombre de Kigan mientras mojaba las mantas con grandes chorros de esperma. El tigre hizo volverse al chico, permitiendo que este sollozara contra su pecho escondiendo la cara. —Eres mío, gatito— hablo mientras besaba tiernamente la cabeza de cabello rubio corto—.Estas donde debes estar.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Killa abrió los ojos lentamente, la sensación de estar rodeado por un cuerpo tibio lo hizo sonreír. Las imágenes de la noche anterior llegaron una a una, como soldaditos bien formados. Al tratar de liberarse de su prisión de brazos escucho una risa ronca que lo hizo levantar la vista, sonrojándose como la grana al ver los ojos verdes que le miraban con una expresión francamente hambrienta. — Yo… yo…yo— trato de explicarse sin mucho éxito. El tigre tomo por la quijada al pequeño gatito obligándolo a sostenerle la mirada— Todo lo que paso anoche entre nosotros es natural, es correcto— dándole un delicado beso en los labios entre abiertos, agrego— en dos días seremos oficialmente una pareja enlazada… ¿Te gusto? Killa sonrió, aunque sus mejillas parecían estar a punto de incendiarse por la vergüenza— Me gusto— susurro tan bajo que Kigan apenas lo pudo escuchar— ¿Siempre será así? El beso que antes había sido tierno, ahora devoraba vivo a Killa, el que sin pensarlo mucho rodeo con sus brazos el cuello del tigre, para asegurar que la caricia no terminara nunca. En ese momento el gatito fue consciente de su propia desnudes y la del hombre que ahora se acomodaba sobre él. En un acto de entrega, el cachorro abrió las piernas, permitiendo que su pene se rosara contra la dura vara de su alfa. La barba de la mañana de Kigan rosaba la piel tierna del cuello del joven felino mientras este levantaba la pelvis para lograr el mayor contacto. El tigre tomo con ambas manos los penes juntos, había muchas cosas que el chico tenía que aprender y él estaba dispuesto a enseñárselas. Dejando el cuello comenzó a recorrer el pecho, hasta que se ensaño con una de las tetillas que se ofrecía para el sacrificio. Killa no sabía si estaba vivo o muerto, se sentía fuera de su propia piel, el placer era sublime y él no estaba seguro de poder

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel soportarlo. Kigan aumento el ritmo de la caricia en los penes, hasta que con un grito de éxtasis el gatito se vino. La imagen quedo gravada a fuego en el corazón del Alfa, al ver la belleza del rostro juvenil al alcanzar la plenitud, la reacción fue inmediata, el semen mancho el pecho de su amante, pintando también una de las mejillas. El beso que la pareja compartió sello el destino de los amantes. En dos días tomaría a su cachorro sembrando su semilla dentro de las entrañas del hombre, de ese sagrado momento en adelante sus vidas estarían entrelazadas. El llanto de uno de los bebés, desde la habitación cercana, hizo que los amantes se separaran sin dejar de mirarse a los ojos. —Parece que otro tigre está pidiendo mi atención— sonrió Killa de un modo que hizo que el corazón de Kigan trastabillara por uno o dos latidos—.Voy a darles su biberón. —¿Sabes cómo cuidar cachorros? — pregunto el alfa al ver como el gatito se ponía de pie mientras trataba de cubrir su redondo culo con la manta. —Digamos que aprendí por accidente—, se explico mientras tomaba el pantalón vaquero con que se había vestido la noche anterior—. En la manada una madre se puso muy mal cuando su pareja murió, así que Erika, Kalep y yo nos encargamos de sus cinco cachorros mientras ella se reponía. Kigan oyó toda la larga explicación que daba su futura pareja, aunque para ser honestos, apenas si escucho la mitad, ya que estaba demasiado entretenido en ver como el gatito trataba de ponerse el pantalón sin dejar caer la manta. Por desgracia el chico lo logró sin que él pudiera verle el apetitoso culo. ¡Una desgracia! —Voy a llamar a Mime— hablo el alfa poniéndose de pie. Él si no tuvo ningún pudor en mostrarse desnudo ante un muy sonrojado felino.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Killa abrió la boca para decir algo en contra de llamar a la enfermera, pero siendo realistas, en ese momento solo podía babear. El hombre era un monumento al sexo, sus dos metros de musculo cubierto por una piel bronceada, el cabello rubio despeinado por las horas de sueño llegaba hasta media espalda, los ojos verdes que en ocasiones parecían dos frías esmeraldas, ahora se veían iluminadas por la sonrisa traviesa que adornaba sus labios. —Este cachorro resulto bastante pervertido— se mofo Kigan al ver la expresión avergonzada del chico que de pie frente suyo no dejaba de mirarlo. Qué podía decir Killa en su defensa, sus ojos tenían voluntad propia, sin poderse detener recorrió aquel pecho de pectorales lamibles, las tetillas duras como pequeñas piedrecillas, los cuadros del abdomen, el bello fino de un color rubio oscuro que le guiaba al miembro que ahora estaba erguido pidiendo atenciones. El llanto renovado de dos bebés hizo que el cachorro despertara de su transe—.Yo me ocupare de los niños— tartamudeo— prepara algo para desayunar—. Antes de que el tigre pudiera decir algo, el chico había escapado del dormitorio. Kigan dejo salir un suspiro, con las manos apuñadas en sus caderas, bajo la vista para ver su pobre pene abandonado. Tendría que ir al baño para un trabajo manual antes de poder entrar a la cocina. El corazón de Killa se iba a salir de su pecho, a veces no sabía si era mejor seguir siendo un niño. Esto del celo era muy complicado, su felino interior ronroneaba y se ponía estúpido cuando olfateaba al aprovechado del tigre. Solo recordar las cosas pervertidas que habían hecho durante la noche, la cara le ardía tanto que sentía que en cualquier momento se iba a incendiar. Al entrar al dormitorio de los niños, lo que encontró lo hizo olvidar totalmente sus problemas. Había dos cachorros de tigre

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel halando del pañal al menor de sus hermanos, el que se negaba a transformarse a felino. El bebé humano y los dos tigres en una franca lucha en una cunita, era algo digno de una fotografía. —¡Hola bebés! —saludo. La voz del joven gatito hizo que la lucha quedara en pausa. Los dos tigres olfatearon el aire y ronronearon, mientras el bebé que conservaba su forma humana levanto las manitas en busca de brazos. El joven gatito sintió como su corazón se derretía, esos cachorros eran solo de él, bueno, tal vez tendría que compartirlos con el padre, pero esos eran simples detalles. Caminando hasta la cuna sobre poblada, rasco a los tigres detrás de sus suaves orejitas, luego alzo en brazos al menor de los bebés. —Sean buenos niños— le susurro a los cachorros— quiero verlos sobre sus dos piernitas. Los dos tigres mayores convocaron su forma humana. Los chicos eran una belleza, el mayor tenía tres años, tenía el cabello largo hasta los hombros, tan rubio como el padre, el mismo color de ojos, el de en medio tenía dos añitos, una belleza de cabello lacio que al llevarlo tan corto, se le paraba en puntas, los ojos eran tan azules como el mar en calma, pero de todos, el más pequeño, de año y medio era que el que robaba suspiros, con el cabello de un tono rubio tan claro que era casi blanco, los ojos grises y una expresión de no me miren por qué me asusto, que daban ganas de acurrucarlo hasta el fin de los tiempos. Killa se olvido de que el mundo giraba sobre su eje, se dedico a darles un baño rápido en la tina, luego les coloco el pañal a los dos menores, ya que el mayor parecía odiar esa incomoda prenda y la despedazo apenas la tuvo puesta. Con gran cuidado les dio un biberón para preparar sus jóvenes estómagos para el desayuno que él mismo les prepararía.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Estaba vistiendo a Sack, el menor de los chicos, el que para su tristeza descubrió que se negaba a convocar su naturaleza felina. Mientras los hermanitos jugaban en la tina en su forma animal, el más chico los miraba con una expresión de tristeza que ha Killa le recordó su infancia. Abrazando al niño le había cantado una vieja canción de cuna, mientras con mucho cariño le lavaba el largo cabello rubio tan claro como hilos de seda. —Si no vienes a comer voy a dejarte sin desayuno— se escucho la voz del alfa desde la cocina. El joven gatito no pudo evitar sonreír, solo esperaba no morir envenenado por la comida del improvisado cocinero. Cargando en brazos a Sack, Jorel caminando tomado de su mano derecha y con Yorme guiando, todos llegaron a la cocina donde un impactado Kigan veía llegar a su familia. Por qué sí, en ese momento el alfa se dio cuenta de eso, ya no eran tres cachorros que perpetuarían su sangre ni una pareja escogida para evitar perder autoridad en la manada. La idea lo asusto tanto que por un momento estuvo a punto de ir a buscar a los “Malditos” para tomar el té, definitivamente había cosas más fáciles de afrontar. —¿Estás bien? — pregunto Killa, algo incomodo al ver la expresión del tigre, una que por demás no supo interpretar. Kigan no era un alfa por mero título, el hombre tenía las bolas justo donde debía— Estoy bien— aclaro mientras ponía tocino en varios platos—, es solo que olvide que esos cachorros también comería. —Entonces yo te ayudo— hablo mientras le daba al más pequeño de los gatitos al alfa. Mirando a Yorme y a Sack, les informo— voy por sus sillitas para comer, espérenme aquí. En poco tiempo la mesa que Kigan nunca había usado, ahora estaba repleta, tres bebés en sus sillitas para comer

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel sonreían mientras trataba de meterse a la boca trozos de huevos revueltos con jamón, luego estaba el chico rubio vestido con un piyama de seda azul claro que gobernaba la mesa como si ese hubiera sido su lugar desde siempre. Kigan, sin entender muy bien como sucedió, se encontró a sí mismo lavando la bajilla, mientras observaba lascivamente como su pareja se agachaba para ponerle los calcetines al mayor de los niños, cosa que hizo que el pantalón del piyama bajara lo suficiente para dejar ver la curva del firme trasero con el que había jugado la noche anterior. Para desgracia del alfa, unos golpes en la puerta anunciaron que tendría visitas. —Iré a ver quién es—, anuncio Killa dirigiéndose a la puerta antes de que Kigan pudiera decir algo al respecto. Mime apareció del otro lado, el cabello rubio peinado en un moño riguroso, el uniforme blanco inmaculado, la perenne sonrisa en su rostro joven— He venido a echarte una mano con los chicos— aclaro después de los saludos de rigor. Kigan, sintiéndose más tranquilo con Mime ayudando a Killa, salió de su apartamento, dejando a dos de sus mejores guerreros cuidando la puerta de entrada del que ahora era su hogar. Era momento de dejar la tranquilidad doméstica para ir a patear algunos culos que se habían estado buscando ese honor desde hacía mucho tiempo. Después de todo su difunto padre tenía razón, un macho sin emparejar podía ser medianamente paciente con sus enemigos, pero cuando se tenía familia, la cosa era más sencilla: “El que se acerca demasiado, se muere”. Con esa ilustrativa idea en mente, llego al ascensor, tenía una fiesta que organizar. Tarem aprovecho la tranquilidad antes de la tormenta, conocía lo suficiente a Kigan para saber que pronto iba a llegar la sangre al río, así que decidió darse un gustito antes de entrar en materia.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Recostando la espalda a la pared, el Beta se deleito con la vista que a esa hora de la mañana proporcionaba el gimnasio. Un bonito zorro, vestido con un pantaloncillo corto de deporte, una camiseta sin mangas y destilando sudor en la máquina de pesas, era suficiente para que cualquier hombre con sangre en las venas se viniera solo con ver. Era la única ocasión en que se podía pillar a Andrey, en lo que para Tarem era su verdadera naturaleza, una que disfrazaba con ropa de marca y peinados engomados. El tigre dentro del Beta comenzó a gruñir y a mostrarse detrás de los ojos cafés claros, faltaban menos de 48 horas para que la luna llamara a los cambia formas al celo, hora de tomar lo que desde hace tiempo le pertenecía. Andrey debió sentir la vibración en el aire, no en vano su otra naturaleza era un zorro. Aunque había estado absorto en sus pensamientos, el bajo gruñido le erizo la piel, anunciándole que no estaba solo a horas tan tempranas de la mañana. —¿Tarem? — pregunto dejando las pesas en su base, poniéndose de pie trato de disimular su incomodidad fingiendo enojo— ¿En qué corral te criaste?... El tigre puso su mejor cara de inocencia, encogiéndose de hombres, abogo en su defensa— No fue en ningún corral, mi madre se tomo su tiempo en educarme. El zorro tomo la toalla que estaba sobre una silla cercana, secándose el sudor de la cara, trato de ganar tiempo, ese maldito tigre lo desconcertaba. Las cosas empeoraron al dedicarle una miradita al tremendo macho que tenía enfrente, el hombre estaba vestido con un pantalón largo de deporte, tan ajustado que podía ver la forma del pene totalmente erecto tras la tela de algodón. Tragando duro tuvo que soportar la sonrisa conocedora de Tarem, el maldito saco de pulgas se había dado cuenta del interés del zorro. —Insisto que tu madre te envió a educar con la vacas…— chilló su enfado, al diablo con el dominio que tenía sobre sí

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel mismo— Mira que llegar sin anunciarse y quedarte viendo como idiota. La risa de Tarem era ronca, lo más procupante es que aunque le caldeaba el carácter al zorro, también acariciaba su sexo haciéndolo estremecer. Andrey se quedo allí de pie, con la toalla todavía entre sus manos, viendo como el Beta dejaba la pared para caminar despacio hasta donde él estaba. —Voy a mostrarte lo bien educado que estoy—, hablo Tarem en un tono que hizo que a el zorro le temblaran las rodillas— voy a hacer que me pidas “por favor”, para luego yo decirte “gracias”. El zorro desvió la vista hasta el lugar en que el tigre estaba mirando, en ese momento se dio cuenta de que las cosas se iban a poner algo intensas. El tigre estaba tomándole las medidas a la máquina de pesas, viéndola bien era como si estuviera diseñada para que alguien fuera follado en ella. —¡Ni lo pienses!— señalo con un dedo, golpeando el sólido pecho de Tarem. Él no era un cachorro inocente que se dejara seducir, cuando tenía sexo, era algo que calculaba muy bien antes de actuar. Las manos grandes del Beta tomaron las delgadas caderas de Andrey, haciendo que los sexos duros se frotaran por encima de la tela— Esto me dice que ya tú lo has pensado por los dos. En el momento que el zorro abrió la boca para enviar al tigre a la mierda, el muy calienta pollas le metió la lengua hasta la garganta, mientras las manos grandes le masajeaban el culo. Andrey supo lo que era ser dominado, todos sus amantes se había quejado de que el zorro era un sumiso dominante, ya que siempre se hacía la voluntad del chico en la cama.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 7 Poniendo las palmas de las manos sobre el pecho de su agresor, por qué sí, eso no podía catalogarse como otra cosa que una lucha de poderes. El zorro trataba de apartar al maldito gato sobre alimentado que lo mantenía sujeto entre sus brazos. Lo malo de su infructuoso esfuerzo, es que en algún momento sus manos se cerraron para sujetar de la camiseta a Tarem, como si quisiera asegurase de que el hombre no se le escapara. La lengua del Beta exploro la boca de Andrey a voluntad, mientras el chico solo podía dar gemidos que acababan siendo bebidos por el tigre. Las manos grandes que masajeaban su culo acabaron rompiendo su pantalón al bajarlos con violencia, el zorro enserio quiso protestar, lástima que la mano que envolvió su pene envió al diablo la última neurona que se oponía. —¡No sigas! — Gimió el abogado cuando el tigre dejo su boca para lamer su cuello— ¡Por favor! — rogo sin saber si se refería a un “¡Déjalo ya!” o aún “¡No te atrevas a parar!”.La sensación de ser la presa del tigre lo estaba mareando, el placer que esa lengua sobre su piel y esas manos que apretaban de una manera casi dolorosa, era demasiado para sus sentidos. —¡Voy a comerte entero! — Fue lo que escucho el zorro al ser acostado con la espalda pegada al cuero de la máquina de pesas. Acomodado de manera horizontal, sintió el frio del aire acondicionado acariciar su pene desnudo. La sensación no duro mucho, ya que una mano callosa comenzó a calentársela de manera que rayaba entre lo agresivo y lo simplemente orgásmico.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Maldita sea! — grito entre gemidos— ¡Si vas a hacer algo hazlo de una puta vez y deja de estar jugando! — protesto al sentir que estaba a punto de tocar el cielo sin lograrlo. El tigre estaba más allá de ser un niño bueno, su naturaleza dominante tenía al zorrito justo donde lo quería, aprovechando la diferencia de tamaños lo aprisiono contra la base acolchada de cuero de la máquina. El aroma natural de Andrey, el sudor que mojaba la camiseta lo estaba volviendo loco, dándole mordiscos, los que perforaban la piel lo suficiente para causar escozor pero sin liberar sangre. El animal en su interior exigía tomar a su pareja con todo y darle la mordida de enlace, cosa que no era el momento de hacer. Por ahora solo ablandaría la carne para el asado. Andrey ya no sabía si iba o venía, el tigre hacía su voluntad dejándolo a merced de sus deseos. El desgraciado lo estaba devorando de a poco, su naturaleza animal era rebelde, difícil de subyugar, y ese tigre lo hacía parecer fácil. La camiseta le fue arrancada del pecho, el camino ardiente que la boca del Beta dibujaba en su vientre fue bajando hasta llegar a milímetros de su hombría. —Justo como me gusta—, alabo el tigre mientras soplaba sobre la superficie ardiente—duro y mojadito— para dar énfasis a lo último, le dio una larga lamida a las gotas de humedad que escapaban del pene rígido. —¡Comételo ya! —Ordeno Andrey a su compañero de juegos, no tenía paciencia para tanto jaleo. —Si quieres algo—, hablo el tigre dándole un fuerte apretón a la base del pene de su presa— tendrás que rogar. Por un momento fugaz el zorro realmente odio a Tarem, realmente lo hizo—¡Por favor! — una pena que no hubiera hombres con dignidad cuando tenía que decidir entre el amor propio y una buena manada—¡Por favor!

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Tarem le dedico una conocedora mirada al zorro. El hombre estaba fuera de sí, quién podría pensar que ese chico sexy que arqueaba la espalda bajo su toque era el abogado estirado de mirada calculadora. La traspiración corría en gruesas gotas de sudor por sobre aquella fina piel color crema, el cabello rojo esparcido sobre el cuero negro de la camilla, los labios hinchados por los besos recibidos, era toda una oda al placer. Andrey por su parte no era capaz de pensar, el Beta le abrió las piernas, situándolas lo más lejos posible una de la otra, sus manos se sostenían de las barras de metal por sobre su cabeza. El tigre, sin dar el mayor aviso, se trago el pene que lloraba por atención, mientras un dedo mojado con saliva violaba el culo que se le ofrecía hambriento. El grito del abogado salió desde lo más profundo de su ser cuando se vino con una fuerza que pensó se llevaría su vida. El tigre lo había acorralado, lo había apresado y como resultado final, había sido devorado de la manera más concienzuda posible. Lamiéndose los labios el tigre saboreo los restos de su presa—. Creo que ya cumplí aquí— fueron las últimas palabras que escucho Andrey cuando el Beta se puso de pie antes de marcharse como si nada. El zorro tardo todavía unos segundos en caer en la cuenta de lo que había sucedido, el maldito bastardo se había ido dejándolo acostado allí, desnudo y con las piernas abiertas. Al parecer el asno consideraba un acto de buena educación el haberle limpiado el semen con la lengua, de lo demás que se encargara el mismo. Andrey no se consideraba un mocoso malcriado ni mucho menos, era un abogado exitoso que se había hecho su camino por pura terquedad, aún en contra de todas las personas que pensaban que un mocoso mal viviente no pasaría de ser una estadística más. Con las piernas aún temblorosas, tomo el bolso

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel de deporte que contenía la ropa para después de ducharse. Caminando al baño lucho con todas sus fuerzas por no dar de patadas y chillar como una reina ofendida. ¡Maldito tigre como mierda! A Kigan no le pasó por alto la sonrisa satisfecha que tenía su Beta al entrar a la oficina— ¿Qué demonios hiciste? — pregunto temiendo la respuesta. —Digamos que pedí un adelanto— fue la enigmática respuesta de Tarem. El escritorio estaba lleno de mapas, la pantalla en la pared mostraba las fotografías de algunos de los guerreros que habían tenido turno de vigilando durante el ataque de los “Malditos”. —Creo que es hora de arreglar algunas cuentas— hablo el alfa mientras con un gesto le indicaba al Beta que se sentara. —¿Vamos a visitar al querido tío Alastor? — Pregunto el Tarem sin molestarse en disimular el mal gusto que le ocasionaba el pronunciar ese nombre. —Será la última vez—, gruño Kigan— amenos que se pueda ir de turista al infierno. El Beta se tomo su tiempo para ordenar sus ideas, la idea de despellejar vivo a ese hijo de puta era una tentación demasiado grande para ser desechada a la primera, aunque había que recordar que un gusto como ese no solía ser gratis—. De cinco ancianos, en estos momentos, dos lo apoyan— le recordó Tarem a su jefe—, si lo atacamos ahora, todo esto nos morderá el culo después. El alfa estaba sentado en la silla de su escritorio, su gran tamaño hacia aparecer el mueble de madera sólida como algo muy frágil, la mirada asesina del tigre recordaba que era un macho con familia, la misma que había sufrido un atentado—. Hasta ahora le he tenido paciencia—, aclaro Kigan— tengo que admitir que de una manera algo enferma, me he llegado a entretener con sus necedades… pero desde

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel que mato a las madres de mis cachorros, tres buenas amigas a las que apreciaba, la suerte de Alastor ha estado tambaleando. —El problema sigue siendo el mismo— se puso de pie Tarem, era difícil pensar con claridad cuando él también quería la sangre de ese desgraciado— no tenemos pruebas contra él, así de simple. —Hasta ahora—, sonrió Kigan haciendo que el constante ir y venir de “gato enjaulado” del Beta, parara en seco, ganándose toda la atención del hombre— tengo un plan para que el mismo se muerda la cola— Poniéndose de pie, agrego— vamos a la armería, un equipo selecto nos acompañará. Dentro de la armería una partida de veinte guerreros se preparaba para salir, los trajes negros reforzados con material anti balas, los cinturones surtidos de armas de fuego, espadas dobles entrecruzadas en sus fundas a la espalda. El Beta le dio una última revisión a los hombres que viajarían con ellos, levantando una ceja le hizo un gesto de pregunta a su alfa al notar que estos chicos no eran los que en el mejor de los casos serían elegidos para algo como lo que pretendían hacer. De varios de ellos había tenido sus dudas acerca de a quién pertenecían sus lealtades. La mano pesada de Kigan sobre el hombro del Beta, le dio a entender que las cosas estaban controladas. —¿Recuerdas la ves que le robamos a mi padre de su bodega de wisky lo mejor de sus botellas? — pregunto el alfa a su Beta. Tarem sonrió ampliamente— Claro que sí—, hablo sintiéndose más tranquilo, ahora sí entendía por donde iba la cosa— esa vez bebimos fino y de paso le dimos una lección a un par de imbéciles lameculos. —Exacto— estuvo de acuerdo Kigan— Nunca se es demasiado vengativo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Dándole una segunda mirada al destacamento que llevarían, Tarmen cayó en la cuenta de que algunos de estos guerreros le eran más leales a los Ancianos de la manada que ha Kigan. Cada pieza calló en su lugar, Kigan podía ser un desgraciado inteligente, cuando se lo proponía. Vistiendo sus trajes de gala salieron montando sus motocicletas, dos camionetas negras de vidrios polarizados dirigían la comitiva que viajaba fuera del complejo en caminadas a las afueras del territorio, donde se refugiaba la serpiente rastrera. Justo cuando los guerreros pasaban por las puertas abiertas de acero reforzado, uno de los guardias se aparto de los otros cinco que custodiaban la entrada y salida de vehículos, tomo su teléfono celular para hacer una llamada de índole personal. Kigan sonrió para sus adentros, desde su posición esperaba pacientemente que su presa llegara solita, muy confiada de sus informantes, sin sospechar que el alfa era más que un enorme tigre, era un cerebro bastante maquiavélico. Killa se había pasado el día en ir y venir de un lado a otro del pequeño apartamento, no podía recordar la última vez que había sido tan feliz. Los cachorros eran adorables. Yorme era la mente siniestra detrás de la operación, Jorel era el segundo al mando y Sack solo los miraba con los ojos grises abiertos de par en par, como si sus hermanitos estuvieran a punto de partirse la cabeza. Y es que ya en dos ocasiones el orgulloso papá gato había tenido que bajar a los dos mayores de la alacena cuando hacían competencia por ver quién mataba de un susto a Killa, de eso él estaba seguro. Mime hacia una hora que se había marchado, ya que el gato montés se sentía capaz de terminar con la cena y el preparar a los cachorros para dormir. Los dos mayores tomaron su forma felina, el más joven miraba a Killa como si le pidiera apoyo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¿Qué pasa, amor? — le pregunto con voz dulce mientras terminaba de colocarle las mediecitas, ya que el chico no parecía querer cambiar a su forma animal. El cachorro hizo un pucherito lastimero, los tiernos ojitos grises se comenzaron a llenar de lágrimas. Yorme se regreso a su forma humana, Jorel vigilaba a sus hermanos desde su propia cuna, aún con su piel a rayas. — Tene meo— Killa se sorprendió al escuchar la voz infantil del mayor de los cachorritos. El comentario hizo que Sack rompiera en un descarnado llanto. Todo fue como una especie de juego de domino, una cosa llevo a la otra, en menos de un minuto el joven gato montés tenía a tres cambiaformas de tigre ahogados en llanto. —Niños, tranquilos— suplico Killa tratando de consolar a los bebés—. Todo estará bien, yo los voy a cuidar y no voy a dejar que nada malo les pase— Tomando en brazos a Sack lo acuno contra su pecho— nadie te va a volver a atar con un collar, te lo juro. La mirada gris contacto con los ojos azules del mayor de los felinos, después de unos cuantos sollozos comenzó a calmarse, los otros hermanos lo imitaron— Muy bien, amor, sonrió con ternura — ahora tienen que dormir. Después de más de una hora de lucha, Yorme cambio a su forma animal, Jorel bostezo mostrando los pequeños colmillos y cayó en el reino de los sueños. El último en dormirse fue Sack, Killa jamás olvidará lo que sintió cuando el cuerpecito del niño cambio al de un cachorro de tigre mientras estaba en sus brazos. Apagando la luz, Killa cerró la puerta del dormitorio que ahora era de los niños. Dejando salir un suspiro, tuvo la certeza de que aunque sería difícil, valía la pena el esfuerzo. Con los niños en la habitación, el apartamento se sentía vacio, al ver la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel sencilla forma redonda del reloj de la pared, supo que ya era pasadas las diez de la noche. Dejándose caer en el sofá gruño al sentir un dolor en la baja espalda, que le recordaba que no hace mucho había estado en cama sin poderse mover. Era increíble como las cosas podían cambiar, un día pensabas que estar muerto era la mejor opción y al siguiente descubrías que había tres pequeñas razones para seguir luchando. Con una sonrisa Killa recordó los besos y las caricias que su tigre le prodigo durante la noche anterior, tal vez tenía esperanza de tener una pareja que lo amara, solo esperaba que su querido hermano Kalep también fuera feliz. Convocando a su forma animal, estiro su pequeño cuerpo peludo. Con cuidado de no clavar las uñas en el sofá se dio un ultimo estiron, luego se entrego al sueño. Andrey llego corriendo justo en el momento que las últimas motocicletas atravesaban las puertas de salida del complejo. Sin necesidad de explicaciones, el zorro sabía lo que iba a ocurrir, Kigan iría tras su tío y eso le daría una excusa al hombre para hacerse la víctima frente a los Ancianos, resultado final, una guerra interna en la manada. En ocasiones no entendía si era que todo ese musculo hacía que el cerebro se comprimiera, como era posible que no midieran los riesgos antes de actuar, golpeando la pared con la mano abierta, quiso que el escozor en la piel lo hiciera sentir menos inútil. Debería haber previsto que eso podía suceder y no dejarse engatusar por el maldito tigre calenturiento, de haber estado con la cabeza fría… Con un movimiento negativo de cabeza, alejo esos recuerdos, lo que menos necesitaba era recordar como la boca de Tarem se lo había comido entero mientras excava dentro de su culo con uno de esos gruesos dedos. —¡Andrey! — Escucho que uno de los guardias lo llamaba. Al volverse, descubrió que era la mano derecha del Beta.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¿Qué haces aquí? — fue lo primero que pregunto cuando al guerrero cuando estuvo frente suyo— ¿Por qué no estás con Tarem? El hombre, alto y rubio como la mayoría de los cambiaformas tigre, miro a todos lados cerciorándose que no había alguien que lo pudiera escuchar — Digamos que el jefe quiso a alguien de confianza que te cuidara mientras no estuviera por aquí. Una de las cejas de un rojo que rayaba en lo caoba se alzo hasta casi salirse de la cara del abogado—¿Por qué demonios iba yo a necesitar una niñera? — hablo masticando mal cada palabra. La sonrisa de Ayko era algo insolente al responderle— solo me dijo que lo que te ocurriera, me lo cobraba el doble a mí. El zorro iba a responder, cuando el sonido del teléfono dentro de su saco, llamo su atención. Apartándose de Ayko respondió la llamada. —No digas nada y escucha— la voz de Tarem ordeno desde el otro lado de la línea—. Ve al estudio del alfa. Una vez que llegues allí lo entenderás… Ayko está informado, pero no le preguntes nada. Andrey tuvo la idea infantil que tal vez el Beta le estaba preparando una celada o algo así, ya que con lo ocurrido la última vez que estuvieron solos, comenzó a temer a su falta de fuerza de voluntad. Dejando de lado esas ideas, decidió tomar al toro por los cuernos, o al tigre por la cola, todo de pendía del momento. Seguido por Ayko el abogado camino por los pasillos desiertos, dentro del complejo se respiraba un aire incierto, como si cuerdas de violín estuvieran tensas envolviendo el edificio, los zorros por naturaleza eran sensibles a esas cosas. Llegado hasta la zona administrativa, Andrey sintió que tardo una vida entera en llegar allí. Sin perder tiempo cruzo el amplio

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel espacio que comunicaba a las diferentes dependencias. Al abrir las pesadas puertas del estudio del alfa, el zorro quedo de una pieza, el lugar estaba abarrotado de guerreros fuertemente armados. Killa despertó de golpe, sentándose tan rápido que por un momento se desoriento. Las imágenes del sueño aún nublaban su mente, dos enormes tigres luchaban en me medio de un campo de hierba, la sangre de los dos machos impregnaban las hojas verdes mientras el cielo era de un tono gris muerte. Podría reconocer la enorme figura de Kigan donde fuera, del otro macho no tenía la menor idea de quién era. Levantándose del sofá apago las luces que habían quedado encendidas, con su visión felina llego hasta el dormitorio de los niños, allí los reviso a uno por uno. Los cachorros estaban arropaditos en su forma animal, nada perturbaba su mundo. Sintiéndose todavía aprensivo decidió darle una mirada a lo que ocurría fuera del apartamento, algo no estaba bien y no podía llegar a lo que era. Frente a la puerta, la abrió de golpe, asomándose al pasillo se preparo para que algo le saltara encima, pero el lugar estaba tan silencioso como una tumba. Cerrando entro de nuevo, encendiendo la luz comprobó la hora en el reloj de pared, eran pasada la una de la mañana y Kigan no había regresado. Jamás pensó que fuera a desear tanto la presencia del insufrible hombre, el que besaba como solo un dios del sexo podría hacerlo. Killa achaco todo a la cercanía de su primera luna, las moléculas censoras de la piel estaban extremadamente sensibles, su pene se había endurado dentro de su pantalón y su felino interno insistía en que revolcarse en el olor de su pareja sería el cielo. Sin lograr decidirse entre tomar a los cachorros y huir o meterse a la cama de Kigan y revolcarse desnudo sobre las mantas del hombre, se dejo caer sentado sobre la alfombra de la sala.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Últimamente pensaba muy a menudo en su hermano Kalep, no es que fueran los hermanos más cercanos ni mucho menos, pero el que ambos estuvieran emparejados con alfas, y que tuvieran cachorros, hacia que las cosas se vieran de un modo diferente. Según los cálculos de Killa, su hermano debía tener los gemelos en brazos o al menos estar a punto de parirlos. Quizás el destino había decidido que este era el lugar de Killa, no de Kalep. El amor de su hermano estaba junto a su lobo, el tigre era para él. Cruzándose de brazos, sentado en posición de yoga, espero despierto que su tigre regresara. Alastor sonrió, tan alto como su sobrino, cabello rubio largo como él de este, aunque su apariencia fuera la de un hombre entrado en los cuarentas. Los dos hombre compartían muchas características con su pariente, la mirada maliciosa y los ademanes nerviosos dejaban claro que sus espíritus estaban hechos de un material diferente. El retador estaba satisfecho, todo iba de acuerdo a su plan, jamás espero que ese inútil del médico lograra sacar a los cachorros, pero al menos la provocación sería suficiente para que su joven sobrino hiciera un movimiento estúpido que le diera la escusa perfecta para comenzar una lucha abierta por el liderazgo de la manada sin tener que batirse en duelo. El hombre estaba de pie con sus mejores guerreros justo a las afueras del complejo, mientras en su zona Kigan peleaba con los señuelos. Para esas alturas poco le importaba lo que le ocurriera a los tigres que habían quedado atrás, este era su momento y él deseaba tomarlo con sus propias manos. Mataría a la pareja sin enlazar, luego se desharía de los cachorros, nadie reclamaría lo que le pertenecía por derecho. El complejo del alfa había quedado desprotegido, según le informaron sus fuentes, no tendría un mejor momento que este. —¿Está seguro que esto dará resultado? — pregunto el que pronto sería el Beta de la manada. Un hombre alto, de hombros

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel anchos, de cabello cortado al estilo militar—, algo no me gusta de todo esto. La mirada furiosa de Alastor dejo claro que no aceptaría que su voluntad fuera cuestionada, pero aún así se explico— los ancianos tendrán que apoyarnos, ya que yo actuare en defensa propia ante el ataque de un alfa enloquecido. Cuando Kigan regrese triunfante de la lucha, se encontrara con que yo estoy a cargo del complejo. Quién se oponga a mí, estará muerto. El denominado Beta se limito a gruñir, él era hombre de acción y esos subterfugios le parecían una pendejada, con el arma desenfundada, estaba listo para lo que sabía hacer mejor. Cuando Alastor estuvo seguro de que todo marchaba según su plan, se decidió a dar la orden de ataque. De allí en adelante el infierno se desato en proporciones épicas. Las puertas del complejo fueron dinamitadas con algo más que saña. Dos helicópteros sobrevolaron el patio donde estaban las piscinas en que durante el día jugaban los cachorros. La noche se ilumino con la munición que fue disparada por ambos bandos, para total sorpresa de Alastor, la parte de los edificios que estaban sobre el nivel del suelo, estaba ocupados por francotiradores, los que desde las ventanas jugaban al tiro al blanco, ningún civil a la vista. Quizás a alguien menos egocéntrico se habría dado cuenta de que las cosas no estaban saliendo como lo había previsto, pero eso estaba más allá de la capacidad del porfiado tigre. Kigan dejo que los aliados de Alastor pasaran las puertas. Poco antes de que el ataque se diera todos los civiles habían sido puestos a buen resguardo, mientras los guerreros se preparaban para darle una calurosa bienvenida a las visitas impacientemente esperadas.

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Capítulo 8 Según los soldados enviados a las instalaciones de Alastor, Kigan y su Beta viajaban cada uno su motocicleta, ya que los enemigos siempre suponen que el alfa se transportaría bien protegido en la camioneta brindada. El doble engaño había funcionado, cuando se enteraron del cambio de planes de su alfa, ya estaban enfrascados en una pelea a muerte. La traición de Alastor hacia sus propios hombres fue evidente, cuando fueron atacados sin ningún miramiento, a pesar de que muchos de ellos eran aliados. Ese era el resultado de traicionar a su verdadero alfa en beneficio de su tío. Los que había viajado haciéndose pasar por Kigan y Tarem, se alejaron evitando que les mataran al llegar a la propiedad de Alastor, salvando el pellejo por muy poco al marcharse sobre sus cuatro patas. Kigan por su parte, tenía todo previsto, los soldados de Alastor dieron la cara a sus contrincantes. Espadas brillaban a la luz de las estrellas, otros peleaban en un combate cuerpo a cuerpo, los que estaban en campo abierto, usaban las armas de fuego. El Alfa, como el tigre que era, esperaba al asecho que Alastor perdiera la calma y le mostrara lo que él realmente necesitaba saber. Desde el tercer piso del edificio donde estaba el área pública de los gimnasios y las salas de entretenimiento, con sus prismáticos no le perdía la pista a su quiero tío. Andrey tenía a su cargo la última línea de defensa, su trabajo era evitar que alguien llegara hasta los subniveles donde la familia del alfa dormía tranquila ignorando el peligro inminente. Ayko estaba junto al zorro, el cual vigilaba los

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel monitores en busca del más mínimo indicio de que la seguridad del edificio había sido violada. El joven tigre le echaba una miradita de cuando en vez al abogado del alfa, ese hombre era todo un misterio para él. Era más bajo que los guerreros, pero aún así emanaba un aura de “no eres suficiente bueno para mí” que volvía locos algunos machos y al mayoría de las hembras. El tipo en cuestión siempre vestía de traje, conducía un BMW deportivo, jamás comía si no era con la cubertería completa, tomaba el té y nunca lo había visto con dos copas de más entre pecho y espalda. Aunque por allí se contaba una que otra historia acerca de lo afortunado que podías ser si el zorro te escogía para jugar a las manitas calientes. Podía hacer que un hombre recto conociera los placeres de la vida obtusa. —¿Algún problema? — pregunto al abogado sin dejar de vigilar el panel de los monitores. —Simplemente me preguntaba que tiene planeado para la noche de luna llena— sonrió Ayko con aires de autosuficiencia. Andrey sonrió perezosamente, podía sentir sobre su trasero la mirada ardiente del joven tigre, si seguía insistiendo tal vez le daría la oportunidad de probar si las rayas que tenía su forma cambiada eran pintadas o de verdad. Quizás Ayko le ayudara a quitarle las calenturas causadas por la luna llena próxima a llegar, hacerlo con Tarem era demasiado arriesgado y él jamás comenzaba algo en lo que no estaba seguro de poder ganar. —Lo pensaré, cachorro— le dedico un guiño travieso al tigre que comenzaba a notarse algo nervioso. El sexto sentido, el que siempre le advertía a Ayko cuando estaba a punto de morder más de lo que podía masticar, le advirtió que ese zorrito podría traerle muchos problemas. Como era de esperarse, al ser una criatura joven, envió la advertencia al diablo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Estaba Andrey por decir algo más, cuando sintieron como la puerta de entrada era golpeada hasta casi tirarla abajo, al levantar la vista hacia los monitores, se dieron cuenta que varias cámaras habían dejado de trasmitir. Kigan espero, todos sus músculos tensos, estaba seguro que Alastor lo haría en cualquier momento. Los hombres que eran fieles al retador estaban siendo desplazados hacia las fueras del complejo, varios estaban muertos, otros gravemente heridos, en cualquier momento convocaría por segunda vez a los “Malditos”, con todo lo que eso conllevaba. El Beta le había dicho que nadie sería tan estúpido como para hacer algo como eso, pero él conocía a su querido tío lo suficiente como para saber que lo haría al estar entre la espada y la pared. Vigilando sin atreverse a pestañar, vio a su pariente meter la mano dentro de la chaqueta de cuero negro, sus ojos felinos no lo engañaban, el idiota lo iba a hacer. Un pesado amuleto fue expuesto al cielo nocturno, desde esa distancia Kigan estuvo seguro que el idiota estaba conjurando a los “Malditos” por segunda vez. Una vida debía ser ofrecida en sacrifico para apaciguarlos, el alfa estaba decidido a que no fuera su carne la que esas cosas saborearían. Mucho había reflexionado en la manera en que averiguaría que usaba su tío para conjurar a esas viles criaturas, ahora el hombre muy amablemente se lo había mostrado, era increíble como la estupidez podía trabajar en un hombre que ya comenzaba a pintar algunas canas. —¡Es la hora! — informo por los comunicadores que todos llevaban en su oreja— Estén preparados, en cualquier momento van a llegar, quiero ver llover plumas— Terminando de dar sus últimas ordenes, dejo en manos de su Beta y de Andrey las siguientes etapas de su plan, era hora de que su tío conociera el lado oscuro de la luna. Un rugido silencio, el ruido de la batalla, un enorme tigre caminaba por entre las dos facciones que se habían quedado

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel mudas ante lo que estaba por venir. La piel del tigre se movía según los movimientos fluidos de los enormes músculos que le daban fuerza a aquel cuerpo que era sinónimo de muerte. Un nuevo rugido respondió al primero, un tigre no menos grande desnudaba los colmillos. Dos bestias, dignas oponentes una de la otra, se preparaban para hacer correr la sangre. El aire nocturno comenzó a cargarse de energía, el cielo estrellado se vio mancillado por las enormes aves negras que comenzaron a llegar llamadas por el poder del amuleto que colgaba del cuello de uno de los enormes tigres. Gritos de batalla despertaron, los hombres que desde las ventanas del edificio tenían sus armas cargadas, comenzaron a disparar en busca de causar el mayor daño posible, el disparo tenía que ser certero, justo en medio de los ojos. Las aves que llegaban a aterrizar, le hacían frente a los guerreros que luchaban con las espadas desenvainadas. La sangre cubría la hierba donde las tigresas tomaban el sol durante las tardes mientras vigilaban los juegos de sus crías. Los dos tigres, ignorando por completo el infierno que les rodeaba, comenzaron a dar vueltas en círculo, sin apartar la vista uno del otro, asechándose como los depredadores que eran. Sólo uno saldría de allí con vida, así era la gravedad de la afrenta entre los enemigos declarados. Alastor, en su impaciencia ya saboreando el dulce sabor de la victoria, se abalanzo sobre su sobrino, el cual aparto el cuerpo, encajándole las garras en el lomo y luego dando un salto hacia atrás. Sangre fresca emano de la herida, en una lucha entre tigres, el primero en golpear tenía mucho a su favor, ya que no eran muy buenos en soportar la pérdida de sangre. Contrario a Alastor, Kigan no acostumbraba menospreciar a su adversario, un animal herido era peligroso. Los soldados que había llegado junto con Alastor, se vieron luchando junto a los leales al alfa contra los “Malditos” que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel atacaban indiscriminadamente en la eterna búsqueda de carne, la que por fin saciara su eterna hambre. Killa temblaba, un miedo helado se incrusto como una estaca en su pecho, rozando su corazón. Cerrando los ojos lo vio todo, una visión tan fuerte que estaba colmada de olores, sabores y sonidos tan vividos que era como si estuviera allí en un cuerpo incorpóreo. Jadeando, el joven gato vio como dos tigres, los mismos que había visto en un sueño anterior, luchaban a muerte en medio de un campo bañado en sangre. Dirigiendo su vista al cielo, vio al mismo mal encarnado contaminar la luz de las estrellas, plumas negras caían como una lluvia blasfema sobre el lugar donde luchaban las enormes bestias. Sin poder evitarlo, Killa dirigió su vista hacia el extraño colgante que llevaba en su cuello el tigre que luchaba contra su futura pareja. La imagen de esto quedo incrustada en su mente, un rostro, mescla de ave y hombre, le miraba desde el metal que asemejaba al broce añejado por los siglos. Los ojos, dos rubíes tan rojos como la misma sangre, parecieron brillar en reconocimiento, como si supieran que estaban siendo observados. Killa cerró los ojos jadeando, luchando con todas sus fuerzas por apartar la influencia de esos ojos siniestros que le taladraban el alma. La visión desapareció, dejando a Killa de rodillas sobre la alfombra de la sala, el silencio dentro del apartamento contrastaba con el infierno que se desataba en la superficie. Solo los dioses podrían saber que había causado que el ataque que hasta ahora había sido, de parte de las aves, una lucha por conseguir la mayor cantidad de carne para alimentarse, se volviera más organizada. Un grupo de aves ataco a los guerreros, amigos y enemigos, que trataban de proteger el complejo donde habían escondidos a la familia del alfa.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Las inmundas criaturas, olvidándose por completo de los heridos que eran comida fácil, comenzaron a buscar la manera de pasar esa barrera de guerreros. Una vez que las criaturas se vieron satisfechas por el alboroto causado entre las filas de defensores, otra oleada comenzó a cruzar los puntos ciegos que habían quedado. Andrey vestido para el caso, igual que los otros guerreros, con el uniforme negro de cuero reforzado, armas guardadas en las fundas de su cinturón y una bella espada que cargaba en su espalda, estaba listo para enfrentarse a lo que sea que estaba tras la puerta de metal. No hacía falta ser un genio para saber que las cosas se pondrían feas. —Los “Malditos” están tratando de entrar— escucho la voz del Beta en el audífono que llevaba en el oído— Kigan está ocupado con Alastor, yo estoy tratando de organizar la defensa— Ruido de explosiones hicieron que el corazón de Andrey se saltara su ritmo por dos o tres latidos— Trata de mantenerte con vida, no los dejes pasar. La confianza que Tarem depositaba en el le calentó el corazón, el tigre lo había llamado a él, no a Ayko, su segundo. —¡Ayko! — grito el zorro al tigre, el que arma en mano esperaba lo que sea que insistía en entrar al área de ascensores—. El Beta dice que la están pasando mal en el exterior, no pueden hacer nada para quitarnos de encima a los “Malditos” que están tratando de destrozar la puerta— como si esas cosas trataran de probar el punto, se escucho el ruido de garras destrozando el metal— no podemos dejarlos pasar. Los veinte guerreros bien entrenados que estaban bajo las órdenes de Ayko, se prepararon para lo que se avecinaba. Según el protocolo, la mitad desenfundo sus pistolas semiautomáticas, las cuales tenían un cartuchos especiales adicionados con tierra de cementerio, lo que las hacia venosas para los “Malditos”. La otra mitad del equipo se encargaría de las bestias que no murieran al instante, para que dicha

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel estrategia diera resultado, el equipo debía estar bien coordinado. Era como un baile macabro, disparos y luego el filo de las espadas, todo en perfecta sincronización. Después de unos minutos que parecieron eternos, el metal de las puertas se quejo como alma en pena, siendo arrancada del marco. Los grandes pájaros negros estaban realmente desesperados, ya que no acostumbraban molestaren si había donde conseguir comida más fácilmente. Un mal presentimiento hizo que la piel se le pusiera de gallina al zorro, su especie era bastante perceptiva ante los cambios de ambiente, esas aves sabían lo que querían y lo estaban buscando a conciencia. —¡Algo anda mal! —se comunico con el exterior— Estas cosas van tras algo y no es una cena gratis, puedo asegurarlo. —¿De qué estás hablando? — escucho hablar entre jadeos a Tarem — Esas cosas son carroñeras, solo buscan saciar su hambre. —No es que quiera hacerme el inteligente— tuvo que gritar Andrey mientras el ruido de las pistolas de corto alcance hacían su trabajo— pero creo que estas cosas encontrarían comida menos empacada allá afuera que aquí adentro. Un gruñido fue la respuesta de Tarem. Después de unos segundos y unas cuantas maldiciones, el Beta encontró tiempo en medio de la lucha para responder— ¡Esas malditas cosas nos engañaron! … Van tras algo y saben dónde está. No dejes que pasen sobre ti. —Soy un culo demasiado fino para esas cosas— trato de bromear mientras le cercenaba la cabeza a una de las aves— trata de no dejar que te jodan a ti. Killa sintió más que escuchar, las criaturas de su sueño venían tras él, lo sabía cómo sabía que el aire existía aunque no pudiera verlo. Sin perder tiempo fue hasta la habitación de los

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel cachorros, los bebés del tigre dormían inocentes del peligro que les acechaba. El gato montés estaba dividido entre dejar a los cachorros o llevarlos con él, hasta ese día sus corazonadas fueron acertadas. Lo que sea que estuviera allá afuera, iba tras él, llevar a los cachorros era ponerlos en un riesgo innecesario. Ahora ya no eran sueños nublados, su última visión era tan real que aun temblaba, si iba a morir, quería hacerlo junto a Kigan. Simplemente había personas que habían nacido para conocer la felicidad, pero sin derecho a conservarla. Tragándose un gemido, beso cada uno de las cabecitas peludas de los cachorros, estaba seguro que no les volvería a ver. Lo único que le confortaba era que Kigan, Tarem y Andrey podrían cuidar bien de los niños. —¡Los amo! — susurro Killa dando rienda suelta a las lágrimas que insistían en mojar sus mejillas— Me hubiera gustado ser su papá durante más tiempo—. Una vibración en el aire le recordó que el tiempo se acababa, debía alejarse de los bebés lo antes posible, no podía arriesgarse a que esas cosas le encontraran allí. Killa se vistió con un pantalón vaquero, pasando una camiseta negra de mangas largas por su cabeza, se encontró listo para partir. Eso y unas viejas tenis deportivas sería todo lo que se llevaría consigo. Cerrando la puerta del apartamento se despidió de su ideal, justo cuando pensaba que todo estaría bien, la vida se aseguraba de escupirle a la cara. Sin detenerse en pensamientos tristes, corrió hasta el final del pasillo, a la guardería donde los niños habían vivido antiguamente. La puerta estaba de empujar para que se abriera, lógico si ya no tenía un uso, a menos que alguien quisiera salir furtivamente del edificio bajo tierra. Revisando el lugar, busco lo que necesitaba, el hueco del pequeño ascensor de servicio por donde se bajaba y subían los artículos pequeños que se

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel necesitaban diariamente. Acomodándose dentro del ínfimo espacio se preparo para el incomodo viaje. El movimiento fluido de la pequeña caja de metal en su búsqueda de la superficie, le pareció eterno a Killa. El corazón le latía tan rápido que sentía como peligraba salírsele del pecho. La sensación de peligro inmediato aumentaba, era como si algo realmente maligno estuviera respirando en su nuca esperando el menor descuido para saltarle encima. —Calma— hablo en voz alta, sorprendido de que le saliera la voz. Había apostado todo a que le seguirían, alejando el peligro de los pequeños cachorros. Les había prometido que nada malo les pasaría y pretendía cumplir su palabra. El ascensor de detuvo en seco, después de todo estaba diseñado para bajar y subir pequeños paquetes de suministros, no ha asustadizos gatitos monteses. La puerta se abrió, y a como pudo logro salir del pequeño espacio, el cuerpo le dolía por la incómoda posición en que se había tenido que acomodar allí dentro. Con un gemido se paso la mano por la parte baja de la espalda, tratando calmar el leve dolor que le recordaba que todavía no había sanado del todo. La siguiente noche sería su primer luna llena, su cuerpo joven era el de un hombre, ya no era un niño, esos cambios le había ayudado en su proceso de recuperación. Dejando salir toda su frustración con un suspiro, trato de dejar de lamentarse por aquello que le era imposible cambiar. Una vez fuera de la restricción de la caja, trato de descubrir en qué lugar estaba, las luces estaban apagadas y no había nada que pudiera ayudar a su visión felina a ubicarse. A tiendas logro pasar por entre los muebles de metal pesado, según pudo tocar, debía de estar en una de las cocinas. Llegando a la pared busco la puerta de salida.

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Capítulo 9 Al abrirse la puerta pudo escuchar el sonido de disparos y cosas cayendo, gritos y chillidos le dieron la impresión de estar a punto de pasar a los territorios del infierno. Tratando de evitar encontrarse en el foco de la batalla, corrió en sentido contrario, utilizaría la salida que el médico pensaba usar para secuestrar a los pequeños. Sin toparse con ninguna alma viva, llego hasta la parte donde estaban las bodegas de suministros, el sonido de una explosión le indico que las defensas del edificio estaban llegando al punto de no poder soportar. En una oración silenciosa pidió de todo corazón no estarse equivocando en su decisión, el ojo vigilante que le perseguía, sabría que él había salido y dejaría en paz a sus cachorros. En esa premisa depositaba toda su esperanza. En el fondo de las bodegas encontró lo que buscaba, la puerta por donde se descargaban los camiones, estaba bien cerrada, imposible salir por allí, al parecer el alfa no iba a permitir que esta fuera usada por segunda vez para salir a hurtadillas del edificio. Dejándose caer en las frías losas sintió como la presencia que le buscaba, presionaba a los suyos para que lo sacaran de allí. Justo cuando Killa estaba a punto de perder la esperanza, recordó la pequeña ventana que había visto en la bodega de las conservas donde se había escondido con los cachorros después de quitárselos al doctor. Si todavía no habían terminado con las reparaciones, la suerte le estaría sonriendo. La puerta no estaba asegurada, así que sin perder tiempo corrió dentro. Al fondo, justo detrás de un pesado mueble encontró lo que buscaba, al parecer todavía no terminaban de hacer las soldaduras, de seguro nadie pensaba que alguien

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel lograra pasar por ese espacio tan pequeño. Convocando su forma felina paso sin ningún problema por el estrecho espacio. En el patio las cosas estaban justo como las vio en su visión, enormes aves negras luchaban contra los guerreros que desde el suelo, unos a punto de pistola y otros al filo de espada, luchaban contra esas ignominiosas criaturas. El rugido de un enorme tigre lleno el aire, apartando la vista del cielo, Killa corrió alrededor del edificio buscando el lugar de donde provino el sonido. Allí encontró a su pareja peleando a muerte contra otro animal del mismo tamaño. Desde que era niño, era su persona de lo único que debía preocuparse, ahora tenía pareja y cachorros por los que velar. Llenando los pequeños pulmones de aire, decidió actuar como el hombre adulto que en cuestión de horas sería. Las aves tenía a Andrey y a Ayko a punto de claudicar, varios guerreros estaban gravemente heridos, las baldosas del suelo estaban manchadas de sangre y cubiertas de plumas negras. Justo cuando el abogado estaba por llamar al Beta para despedirse, quedo de una pieza al ver como las aves salían del lugar, como si una fuerza invisible les atrajera con el mismo ímpetu que les había impulsado a entrar. El abogado y el joven tigre se miraron uno al otro en una pregunta sin palabras. Los guerreros que estaban sobre el suelo fueron atendidos, los que estaban en condiciones de caminar salieron del edificio buscando a los enemigos en retirada. Las aves volaban sobre el cielo nocturno impidiendo ver la belleza de las estrellas, solo la lucha entre los tigres rompía el silencio sepulcral que cayó sobre el patio del complejo. Kigan le había causado a Alastor varias heridas graves en el lomo, cualquier otro tigre hubiera desistido. Los ojos de rubí en el talismán, que colgaba del cuello del mayor de los tigres, brillaba de una manera que recordaba dos gotas de sangre. El tigre más viejo parecía insensible al dolor o a la pérdida del

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel preciado líquido, se vía enajenado, como si estuviera más allá de sí mismo. Para el total horror de Killa, el tigre que luchaba con Kigan tenía la piel hecha girones, pero no se rendía, en uno o dos golpes de suerte le había logrado hacer algunos cortes a su pareja. Sin importar la diferencia de tamaño el joven gato montés actuó por puro instinto, abalanzándose sobre la enorme mole sanguinolenta, clavo los colmillos justo donde debía ir la vena del cuello. El líquido carmesí salió a borbollones, el tigre se paro con las patas delanteras en alto, tratando de quitarse de encima el pequeño cuerpo del gatito montes, que se aferraba con la voluntad de aquel que protege a los suyos. Alastor al tratar de defenderse de la molestia que se aferraba a su cuello, le dio un zarpazo tirando el cuerpo del felino más pequeño a unos metros, dejando al descubierto la parte más tierna de su garganta. Kigan, como cualquier guerrero experimentado, espero el momento justo para abrir sus fauces y dar el golpe de gracia. El amuleto fue arrancando de la cadena, de eso se encargo un pequeño felino que bufaba furioso, mientras su pareja hacía crujir los huesos de su enemigo, partiendo las vertebras. Un graznido infernal, como miles de almas en pena convocados por una sola voz hirieron los oídos de los guerreros. Las enormes aves negras perdieron la dirección, volaban de un lado a otro atacando a los cambiaformas que se defendían. Era como si la mente que controlaba a las criaturas de pronto hubiera desaparecido. Los guerreros sabían cómo enfrentar esa conocida faceta de su enemigo, reorganizando las fuerzas exterminaron a las aves que se negaron a escapar desapareciendo en el cielo. La manada de tigres no era conocida por tomar prisioneros, Killa, aún en su forma de gato, fue testigo de esto. Los grandes felinos peleaban tan concentrados en sus asuntos que era como si

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel desde que abrieran los ojos supieran como arrancarle el cuello a un rival. El cuerpo del joven gatito de grandes ojos azules comenzó a temblar sin poderse contener al ver como su compañero arrastraba el cuerpo flácido del otro tigre. Hasta ese momento fue realmente consciente de lo que había hecho, había atacado a una bestia que era cuando menos diez veces su tamaño. Alrededor la más cruenta lucha se desarrollaba, sangre mesclada con plumas negras saturaban el paisaje, una escena digna de las mismas mazmorras del infierno y él estaba allí, de pie, sobre sus cuatro patas luchando por respirar. Justo cuando el mundo se torno negro, unos brazos fuertes levantaron al minino aterrorizado —Todo estará bien ahora— escucho lejana la voz de Kigan— Eres la pareja más feroz que algún tigre podría llegar a tener y eres todo mío. El Alfa dejo a los guerreros hacer su trabajo, Tarem reorganizaba a los soldados de manera que metódicamente exterminaran a los “Malditos” que insistían en encontrar algo para comer, Andrey gritaba ordenes mientras se encargaba de los heridos. Sabiendo que dejaba todo en buenas manos, sostuvo contra su pecho a su valiente pareja que yacía desmayado. Sin poderlo evitar el tigre sonrió complacido al ver como sus hombres le dedicaban miradas algo envidiosas, Killa era todo lo que un macho podía desear en una pareja. La pequeña figura dormida en sus brazos era hermoso, noble y valiente, digno de ser reconocido como la pareja de un Alfa. Él era un felino con suerte y no le avergonzaba reconocerlo, el destino le había dado más de lo que se habría atrevido a pedir. El día había pasado rápido y la noche había estado llegando sin que nadie fuera consciente de ello, había mucho que hacer. Andrey estaba al teléfono dando mil explicaciones a los miembros del consejo acerca de lo que había sucedido dentro del complejo, ninguna era del todo cierta, mientras el

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Beta movilizaba a todos los guerreros para que limpiaran el área de cualquier rastro de la batalla. Los civiles también hicieron los suyo, no era como que las manchas de sangre fueran a asustar a una manada de tigres. Las labores de limpieza y reconstrucción fueron rápidas, sabían que el abogado estaba haciendo tiempo para evitar visitas indeseadas durante el día, una vez llegada la noche de luna llena, ni siquiera los Ancianos podrían ser tan aguafiestas. —¿Vendrán? — la voz del Beta hizo saltar el corazón de Andrey. El zorro dejo salir un suspiro cansado— Puedo jurarte que nunca he tenido que dar tantas evasivas en toda mi vida— dedicándole un guiño travieso al tigre, continuo— y eso viviendo de un abogado, es mucho decir. El Beta rio la broma, aunque el gesto no llego a sus ojos. Sin pestañear siquiera estudio el fino cuerpo enfundado en ese maldito traje azul oscuro, el cabello rujo peinadito escrupulosamente, la manera tan estudiada de moverse del zorrito seductor. Sentado en una esquina del escritorio del alfa, a Tarem le pareció que el chico se ponía más bueno con el paso de los años. Él estuvo allí cuando el animalejo llego a la manada, de cuerpo desgarbado, mirada triste y caminar cansado, con el paso de los años se había convertido en todo un hombre que valía por sí mismo, ganándose el respeto en una manada de depredadores. —¿Se puede saber qué miras? — tenso el cuerpo Andrey, dejando el escritorio se puso de pie. —Digamos que quiero ver si todo lo que pude apreciar en la mañana sigue allí todavía— ahora sí era genuina la sonrisa del tigre. Andrey apretó la mandíbula tan fuerte que le comenzaron a doler los dientes— Eres un hijo de puta aprovechado—, siseo

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel apenas controlando su mal genio— tuviste tu oportunidad, ahora mantén las manos para ti mismo… Ah! Y no quiero saber que me estas enviando de nuevo niñeras a cuidarme—Con esas palabras el zorro paso junto a Tarem camino a la puerta. —Ya veremos— gruño el Beta sabiendo que el joven zorro lo había podido escuchar, aunque ya estuviera en el pasillo. En otro momento quizás Andrey se habría devuelto para decirle algunas verdades a ese montón de mierda, pero ahora otros pensamientos llenaban su cabeza. No se podía quitar de encima la duda de por qué los “Malditos” habían estado tan interesados en entrar justo en el edificio donde se resguardaba la familia del alfa y de pronto simplemente habían perdido el interés. Ambos comportamientos denotaban una mente analítica, cosa que esas criaturas no se esforzaban por demostrar. —¿Dónde está Kigan? — pregunto el zorro a Ayko que estaba terminando de montar la puerta de acero reforzado que las aves habían arrancado. El chico le dio un tirón al pesado metal mientras otros dos tigres terminaba de asegurar los pernos, para terminar de colocarla en su sitio— Esta con Mime tratando de organizar lo que se va a hacer con la falta de médico en esta manada. —Es verdad— se paso la mano por la cabeza en un gesto nervioso—, había olvidado que tuvimos que despacharnos al anterior. Valla momento. Ayko dio un paso a tras, tratando de ver desde una distancia prudente, cuando el primer perno era colocado, tratando de descubrir algún desnivel. Luego de unos minutos, se dio la vuelta y le sonrió al abogado— Mime lo está haciendo bien, el personal médico hace su mejor esfuerzo. El que está muerto no tiene remedio, los heridos se recuperaran pronto. Andrey no pudo evitar sonreír ante esa manera tan despreocupada de ver la vida que tenía el joven guerrero. —

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Voy a buscar a Kigan, hay algunas cosas que necesito hablar con él— despidiéndose de Ayko se dirigió al área de enfermería que quedaba en el edificio cercano a las piscinas. —¡Hey, hombre! — le saludo el alfa apenas verlo entrar— ¿Necesitas alguna costura? Andrey negó con un movimiento de cabeza, todavía no se acostumbraba a esa nueva actitud de su amigo, desde que Killa llego a la manada, pequeños cambios por aquí y por allá comenzaron a darse. —¿Tienes un momento?— pregunto al alfa, esperando que terminara de hablar con el técnico médico que tenía enfrente. —En un momento— le respondió Kigan mientras entregaba unos documentos al chico, el que le miraba con adoración a su alfa. —Límpiate los zapatos—, aconsejo el zorro— mira que ese chico te los dejo llenos de babas. El movimiento en la enfermería ahora era menos ajetreado, los heridos habían sido atendidos y los muertos llevados a la morgue, todo estaba hecho para esas alturas. —Puede ver—, sonrió el tigre— pero tocar es exclusivo de mi pareja. —Hay, hermano— se quejo Andrey fingiendo un escalofrió— viéndote me da miedo a lo que puede llegar un hombre. —Muy gracioso—, se encogió de hombros Kigan— aunque supongo que no fue venir a mortificarme la razón para venir a buscarme hasta aquí. Mientras hablaban llegaron hasta la salida del edificio, el sol ya estaba en el ocaso, el poder de la luna hacía que la sangre de los cambiaformas comenzara a calentarse.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Quizás es una tontería—, suspiro cansado Andrey— pero es una duda que me ronda la cabeza desde que el polvo de la batalla se asentó. —Habla— ordeno el alfa, no era bueno con eso de escuchar pacientemente. El abogado pareció dudoso, los ojos grises estudiaban las expresiones faciales de su jefe— Es sobre los “Malditos” y el exagerado deseo de querer entrar al edificio donde estaba Killa y los cachorros. —Eso es lo que hacen esas cosas— dejo de observar el cielo que comenzaba a oscurecer, para dedicarle toda su atención al abogado, con el paso del tiempo había aprendido que escuchar al hombre evitaba muchos problemas venideros. —De estar buscando carne— cruzo el marco de la puerta de entrada, tomando una brizna de hierba de hierba, la observo con detenimiento— lo hubieran hecho en el otro edificio, donde estaban resguardados la mayoría de los civiles. De entre todos— se puso de pie entregándole la hoja a Kigan— ¿por qué buscar en un lugar en específico? El justo donde hay menos que comer y más guerreros. Recordando el medallón que aún cargaba en el cinturón donde la funda de su arma descansaba, lo saco con cuidado para mostrarlo al abogado— Mi tío tenía esto en el cuello— se explico observando como Andrey lo tomaba sin poder disimular el asco que le causaba dicho objeto— es lo que uso como llave para abrir la prisión de esas cosas. —¿Qué ofreció para obtenerlo? — Andrey no era un experto en magia ni mucho menos, pero sabía que ese tipo de cosas no se encontraban dentro de una caja de dulces. Si uno quería algo como eso, debía pactar algo a cambio. —Creo que mi vida— hablo con tanta naturalidad el tigre, que a Andrey se le encogieron los cojones—.Mi vida o la suya.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Estás loco! — Chillo de un modo poco masculino— ese hijo de puta estaba más loco de lo que suponía. —Si—, estuvo de acuerdo Kigan—. Casi me da lástima por lo que pasaran en el infierno con ese pariente mío allí. Andrey inhalo despacio, pasando la mano por la nuca trato de aliviar la tensión que se había estado formando. Sin poderlo evitar recordó las manos callosas del Beta, serían deliciosas al hacerle masajes en todo el cuerpo. El pensamiento lo asusto tanto que lo hizo regresar de golpe a la realidad. —Todavía está el punto de porqué atacar un edificio dónde había poca carne— insistió el zorro. — Por ahora no nos queda más que esperar— acepto el medallón que el abogado le devolvía—. Esta noche es noche de luna, por ahora busquemos pareja y lo demás tendrá que esperar hasta el amanecer. Andrey recordó la mirada del Beta, casi podía sentir el peso del interés del hombre en sus huesos, esa noche debía asegurarse de estar lo más lejos posible de ese tigre calentón. La idea de encerrarse en su forma animal dentro de la caja fuerte de Kigan lo tengo sobre manera. —Creo que esta noche buscaré a Ayko, el chico quiere probar suerte— sonrió Andrey— Creo que es hora de que descubra que tan tigre es. Kigan que ya estaba caminando hasta el edifico donde estaba su apartamento, volvió tan rápido la cabeza que está casi se le desprende del cuello— ¿Qué vas a hacer qué? — pregunto peligrando de atragantarse. Andrey entrecerró los ojos en una actitud bastante atrevida, si se tomaba en cuenta de que era con el alfa con quién estaba hablando— Supongo que lo mismo que va a hacer la mayoría, buscar a quién ponerle el culo o darle por el culo, todo depende del gusto.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Ahora Kigan si que estaba en un problema, regresando sus pasos llego frente al pelirrojo, dedicándole una mirada que era una mezcla entre lastima y culpabilidad, se cruzo de brazos sin saber muy bien que decir—.¿Ya hablaste con Tarem? — se decidió por darle largas al asunto. El zorro puso las manos en las caderas, parecía estar a punto de dar de pataditas— ¿Desde cuándo ese saco de pulgas tiene voz y voto en cuanto a quién me jode? “Desde que te solicito como pareja ante los ancianos”, pensó Kigan sin atreverse a pronunciar las palabras. Era un alfa y debía dejar que las cosas siguieran su curso, no era su asunto como terminaba el apareamiento, si en sexo o en un asesinato. En ese momento pensó que tendría que ordenar al menos tres tumbas, además de las que ya había hecho durante la mañana — Habla con él—, casi suplico el tigre— eso evitará muchos problemas futuros. —No sé qué te traigas tu y ese calentón de mierda—, siseo cada palabra— pero el día que alguien me diga con quién deba acostarme y con quién no, ese día me marcharé tan lejos que nadie volverá a saber de mí. ¡Lo juro! Si Kigan se había sentido tentado de dar explicaciones, ahora sí que se decidió por el voto de silencio—. Creo que es mejor que vaya a buscar a mi pareja— hablo el tigre desviando la vista hacia el cielo— pronto la luna comenzara su magia y mi cachorro estará listo para recibirme como su pareja enlazada. Andrey sintió un extraño peso en su corazón, esta sería otra noche de luna llena que pondría en evidencia la verdadera extensión de su soledad, nunca encontraría a alguien que le amara tanto como el alfa amaba a su gatito. Sin importar cuanta ropa cara llenara su vestidor, ni cuántos veces cambiara de automóvil, siempre sería el chico cuyo único valor radicaba en el fino culo que tenía para joder.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Suerte con eso, hermano— le dio un suave golpecito en el hombro a Kigan—. Trátalo bien, es un buen chico y merece que su primera vez sea memorable. —Lo será— le dedico un guiño al abogado—. Ya mande a preparar el jacuzzi. Voy a mostrarle al cachorro las ventajas de tener agua y un tigre en la misma habitación. La risa de ambos hombres aligero un poco el ambiente, era hora de enfrentar lo que la noche traía consigo. No para todos sería alegría.

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Capítulo 10 Una sensación cálida y húmeda rodeaba a Killa, la relajante certeza de flotar lo hizo ronronear, era un gatito con gusto por el agua, raro pero cierto. Tenía mucho tiempo de no tener sueños bonitos y este era uno de los mejores, o en eso se convirtió cuando sintió que sus muslos eran abiertos y una lengua rasposa recorría de arriba abajo sus testículos. El sueño iba divino hasta que unos colmillos mordieron la parte más tierna de su muslo, haciéndolo saltar dentro de su propia piel. —¡Qué demonios! — grito Killa cuando logro sacar su cabeza del agua, estaba seguro de haber tragado un litro entero del líquido. Abriendo los ojos se encontró a sí mismo justo en medio de un enorme jacuzzi, al menos dos docenas de velas iluminaban todo el rededor y unas enormes manos lo sostenían por la cintura, impidiéndole hundirse otra vez. —¿Despierto?— sintió la tibieza del aliento de su pareja en el lóbulo de su oreja, causándole escalofríos. Killa respiro profundo al darse cuenta que una de las manos del alfa había bajado hasta apretar sus testículos, como si tratara de calcular cuánto pesaban sus tensas bolas— .¿Dónde estoy? — casi se felicito porque dos de sus neuronas lograron confeccionar aquella pregunta. La otra mano del alfa recorría su falo con una lentitud diabólica. La risa ronca del alfa hizo que el pobre pene del chico temblara soltado un pequeño chorrito de líquido preseminal, se iba a venir si ese desgraciado seguía jugando a ese malicioso juego—. Te he traído a mi guarida— cada palabra de Kigan estaba cargada con una abundante ración de erotismo— es hora de que conozcas hasta donde te pueden llevar las caricias de un hombre.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Las rodillas de Killa se doblaron, sintiendo la fuerza de su compañero recostó la cabeza al pecho que le prestaba apoyo, un pene duro como vara de hierro estaba ajustada en entre los globos de su trasero—¿Es hora? — pregunto Killa sintiendo como un anhelo calentaba su sangre. La oscuridad total les envolvía, la danzarina luz de las velas evocaba a otro mundo, uno donde solo existían los amantes que se consumían por el deseo. La lengua de Kigan comenzó a probar todo el esbelto cuello del cachorro— Aún la luna no está en lo alto del cielo— susurro el tigre mientras sus manos masturbaban el sexo— pero voy a iniciarte de a poco, cuando sea la hora… estarás listo para mí. Killa era solo un manojo de nervios sobre excitados, su sexo estaba a dos pasadas de explotar, su culo era tentado por un pene duro mientras el agua acariciaba cada centímetro de piel, un ronroneo escapo de su pecho. —Ya no puedo— gimió el felino más joven— ¡Duele! —Déjate ir, amor— aconsejo el hombre más alto— muéstrame cuanto me deseas. Un dedo grueso penetro lentamente en la intimidad de Killa, el joven gatito trato de apartarse, pero la voz de Kigan lo calmo de inmediato— Eres joven, estas muy cerrado por aquí… Tengo que asegurarme de que llegado el momento no te haré daño. Para el joven gatito todo era nuevo, las manos que le acariciaban, el dolor en su pene desesperado por aliviarse de la enorme carga de semen, el vacio de su culo que estaba desesperado porque la enormidad del tigre entrara en el. Su madurez sexual no sería plena hasta que la luna estuviera en lo alto del cielo. Kigan respiro profundo, el aroma de su gatito era almizclado, con notas dulces, era como llegar a casa, sentía que estaba a un segundo de doblar al gatito y violarlo sin tanto trámite. El alfa estaba seguro de que si algún amante joven se hubiera topado con toda esa inocente sensualidad no habría

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel sabido cómo administrarla, suerte que él era un tigre con experiencia. Mientras las manos no se detenían en su juego erótico, la boca de Kigan devoro la de Killa. Los gritos del joven gato montés eran desesperados, el cabello rubio corto revuelto, los labios hinchados de tanto beso. El alfa se mantuvo en control, con un brazo alrededor de la fina cintura, retuvo a su amante sobre sus pies mientras con la otra mano masturbaba el pene erecto. Un chillido felino escapo del más joven. Doblando la espalda se vino tan fuerte que vio estrellas tras sus parpados cerrados. Killa abrió la boca tratando de llenar sus pulmones de aire, recostando la frente al pecho cálido de Kigan, cerró los ojos sintiéndose amado por primera vez en su vida. De pie, sostenido entre los brazos de su pareja, con el agua tibia acariciando su piernas hasta su sexo, estaba en lo más parecido al cielo que un ser vivo podría llegar a estar. —¡Te amo! — las palabras pronunciadas contra la oreja de Killa le hicieron sonreír perezosamente. —Yo también te amo—respondió el gatito montes, fijando la mirada en los ojos verdes que brillaban con tanto fuego que Killa pensó que se quemaría allí mismo. El silencio era bienvenido después de toda la conmoción de la batalla, la oscuridad que luchaba por ahogar la luz de las velas le daba al jacuzzi un ambiente íntimo, un sabor a dulce secreto entre los amantes. Killa suspiro al sentir las manos grandes de Kigan que le acariciaban la espalda, la dureza del hombre más alto punzando su vientre. Un ronroneo suave comenzó a brotar del pecho del gatito montes. Un aroma dulce a manzanas y canela saturaba el aire. El tigre de Kigan respondió con un gruñido bajo, que hizo que las mejillas del más joven se sonrojaran tanto que se notaba

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel a pesar de la débil luz de las velas. El tigre quería jugar, y no hacía falta ser un genio para saberlo. La luna lentamente se movía en el cielo, el alfa había dejado que su pareja durmiera durante todo el día, pero cuando el celo comenzó a encenderle la sangre, pensó que no era justo pasar el solo por esa penuria. Así que ordeno preparar el jacuzzi y el resto era historia. —¿Mi gatito es tímido? — pregunto Kigan mientras daba suaves lamidas a la mejilla del chico. Por increíble que pudiera parecer, Killa se sonrojo hasta el filo de la combustión instantánea— Eres un tigre malo— susurro mientras le daba un rápido beso al pecho desnudo de su pareja. El alfa sonrió, su cachorro era valiente al enfrentarse a la muerte, pero delicado y tierno a la hora de hacer el amor, porque sabía que joder estaba muy por debajo de lo que tendría ellos como pan diario. Sé te gusta lo que te hago—, solo para probar el punto bajo una de sus manos hasta el valle entre sus glúteos— así que a la larga los dos somos igual de malos. Una risa alegre, como campanas de carrito de helado, hizo temblar el cuerpo delgado que se pegaba al de Kigan como si fuera una segunda piel. El tigre aprovecho el ambiente festivo para jugar un poco, los de su especie eran tan juguetones con sus parejas como sanguinarios en el combate. Antes de que Killa pudiera prepararse para lo que vendría, el enorme tigre lo sostuvo por los hombros y lo hundió en el agua. Si el hombre más alto pensó que le daría una lección al pequeño gatito, estaba bastante equivocado. Killa cerró los ojos y se dejo consumir bajo el agua, aprovechando que el líquido estaba aceitoso e hizo que su piel se hiciera más resbalosa, se zafó de las manos de su tirano. Nadando entre las piernas abiertas de Kigan, le dio un apreté a las bolas del hombre justo antes de pasar al otro lado.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¡Qué mocoso! — grito Kigan dando un salto. Realmente apreciaba sus pelotas. Killa salió del agua por la espalda del tigre, sus carcajadas se vieron acompañadas por las de su pareja — ¡Qué cobarde! — sonrió aún más cuando se vio apresado por los brazos fuertes de su pareja. Si esa frase hubiera venido de otro, Kigan le hubiera arrancado la garganta sin pensárselo dos veces, pero en boca de su pareja, todo era tan cálido, tan inocente, que se sentía como el gato que se comería al canario. Por qué, sí, él pensaba comerse a ese tierno gatito. —Digamos que prefiero que me las lamas a que me las jales— hablo mientras le daba un fuerte apretón a la carne redonda del trasero de su pareja. La luna lentamente se movía en lo alto del cielo, la sangre de los cambiaformas se calentaba bajo su influjo. Sin importar en medio de qué guerra estuvieran, el mundo parecía detenerse para que las diferentes especies disfrutaran de su celo. Killa cerró los ojos, sabía que debería sentirse avergonzado. Diablos, estaba desnudo junto a otro hombre igual de desnudo que él, las manos del tipo lo recorrían y tocaban, sus dedos se habían introducido dentro de su culo, la pecadora boca le había comido el pene haciéndolo gritar mientras se corría. Con todo lo que habían estado haciendo, aún no era suficiente. —Me siento raro—, se quejo negándose a mirar a los ojos de su pareja— yo necesito… necesito… más. Kigan estaba seguro que ni viviendo mil años podría ver algo como aquello en otro hombre que no fuera su gatito. El chico era sexy, un provocador innato, lo peor era que hacía todo aquello con una maldita inocencia que lo estaba llevando a la locura. Cuando hablaba podía sentir el leve temblor en el esbelto cuerpo que se pegaba contra el suyo, los dientes

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel blancos mordían un tierno trozo de labio, en un gesto tímido que hizo que el pene del tigre diera un salto en reconocimiento. —¿Qué sientes? — pregunto el hombre más alto, sabiendo que estaba jugando con fuego. El pequeño gatito tomo aire, dejándolo salir lentamente sus temores, decidió ser honesto— Mi piel duele, solo se calma cuando la tocas, siento que me quemo a pesar de estar dentro del agua, siento ganas, ganas de que estés en mí. Kigan tenía entre sus brazos todo lo que podía desear —. Eres mi pareja, solo tienes que pedir y yo te daré todo lo que necesites. Con cada palabra pronunciada el tigre lamio los labios entre abiertos que se le ofrecían. Un gemido escapo del gatito, el tigre aprovecho e introdujo la lengua dentro de la tierna boquita. Sin saber dónde poner las manos, Killa las coloco en el pecho de su ahora amante. Sin miedo, sin dudas se entrego por completo a la exploración mutua. Despacio Kigan fue llevando a su amor hasta la orilla, donde el agua no estaba tan alta, sentándose acomodo al joven felino sobre su regazo, a milímetros de perder la virginidad. Killa sintió la dureza del hombre acomodarse entre los globos de su trasero, separándose de la boca que le devoraba trato de llenar sus pulmones de aire. Jamás pensó que estaría en esa situación por su propio gusto, tenía tantas ganas de sentir esa vara dentro de su culo que estaba a punto de chillar si Kigan seguía jugando y no pasaba a la exploración de sus profundidades. Ser virgen estaba comenzando a cabrear al tímido gatito. —¿Molesto? — Sonrió el tigre a sabiendas de lo que le estaba haciendo al chico— ¿Será que mi bebé quiere algo? Los ojos azules de Killa se rasgaron, los pequeños colmillitos felinos se asomaron un poco más de lo que sería normal en un humano. Kigan sintió como unas finas garras se clavaban en sus

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel hombros, definitivamente el minino estaba cabreado y se veía realmente lindo en ello. —Creo que ya es suficiente— hablo Killa midiendo cada palabra— si no te pones en nuestro asunto, yo salgo y busco a alguien que me rasque la comezón—. Esas fueron exactamente las últimas palabras de un gatito casto y puro, ya que en cuestión de segundos se vio en posiciones invertidas. Estaba sentado sobre la bañera, con las piernas abiertas y un enorme alfa entre ellas con cara de voy-a-joderte-hasta-que-se-salganlos-ojos. Killa abrió la boca para protestar, estaba más que sorprendido. El tigre sonrió justo antes de besar al chico sin ninguna compasión, un una mano bajo la espalda le sostenía para que no se hundiera y con la otra jugueteaba con la entrada de su pronto a ser ex-virgen. El joven gatito no sabía si gritar pidiendo auxilio o gritar pidiendo que se apresurara, un dedo penetro su culo, primero fue tentativo, apenas aflojo un poco, este se introdujo hasta el fondo. —¿Quieres que me detenga? — pregunto el tigre al ver como Killa se mordía los labios. —¡No! — grito el chico arqueando la espalda— yo solo necesito acostumbrarme. El tigre continuo con su trabajo ignorando el latido de su propio pene, apenas tuvo cuatro dedos dentro de la apretada entrada, tomo su miembro hasta acomodarlo justo donde debía— Es hora, amor— anuncio el tigre avanzando en la que de ahora en adelante sería su hogar. Killa gimió al sentir como era empalado, el tigre era demasiado grande, las sales aromáticas hacían más fácil la entrada, pero aún así era incomodo. Cerrando los ojos se propuso pasar por esto para por fin ser uno con su pareja, era cuestión de aguantar hasta que todo terminara.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Mírame— ordeno el tigre — ¡Abre los ojos y observa quién es el que toma la inocencia de tu cuerpo! El joven gatito obedeció sin cuestionar, los ojos verdes del gran felino le miraban con ternura. En respuesta el chico abrió aún más las piernas, aceptando sin palabras el dominio de su alfa. El tigre dentro del hombre gruño su aprobación, su pareja se entregaba con tanta confianza que Kigan se sintió humilde ante la fortaleza de su amor. La entrada de Killa estaba llena, la luna en lo alto del cielo marcaba el momento mágico, con un movimiento lento el tigre salió hasta volver a entrar, golpeando la glándula del placer que era su meta. Eso marco el punto donde una flor se abría por primera vez. La magia que los malditos habían perseguido para alimentarse ahora se mostraba. El chico más joven arqueo su espalda buscando profundizar la penetración, un gemido dulce salió de los labios entre abiertos. El baño se saturo de un olor dulce que evocaba la vainilla y a manzanas maduras. Un sudor perlado hacía brillar la piel de los amantes, la luz de las velas aumento su brillo como si le diera un tributo a la magia que era la fuente de la vida. Lo único que se escuchaba era el chapoteo del agua que causaba el choque de los cuerpos. Los colmillos del tigre salieron de las encías, el joven gatito clavo las garras en la espalda musculosa mientras con sus piernas envolvía las caderas de su amante. Un rugido hizo vibrar las paredes que privatizaban el jacuzzi, los colmillos del mayor se clavaron entre la unión del cuello y el hombro, los gritos de Killa acompañaron los rugidos del tigre. El orgasmo se construía golpe a golpe, los cuerpos luchaban por llegar al cielo venciendo las leyes divinas, aferrándose uno al otro. Kigan no dejo su lucha hasta que el pene de su pareja humedeció su vientre, acto seguido golpeo por otras tres veces y se vino llenando la cavidad de su ahora pareja enlazada.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Lo primero que escucho el alfa al regresar a su propio cuerpo, fue un suave llanto. Poniéndose de pie tomo en brazos a su cachorro, llevándolo hasta la cama se sentó en la orilla, acomodando al chico sobre su regazo espero pacientemente hasta que este se calmara. —¿Te hice daño? — pregunto el tigre temiendo la respuesta. La mirada azul de Killa estaba empañada por las lágrimas— Es que te amo… —¿Eso es malo? — beso el cabello húmedo con tanta ternura que el gatito comenzó a hipar. —No— logro hablar entre sollozos— es que si tu no me quieres en serio, yo… yo me voy a morir de tristeza— El llanto se confundía con las gotas de agua producto de los juegos en el jacuzzi— Me gustaría no ser tan tonto, pero no lo puedo evitar… El pecho de Kigan se comprimió, su pequeño amor era valiente, un chico de mente ágil y corazón de oro, cómo tan siquiera podía llegar a pensar que él no le quería— Yo te amo—, aclaro el tigre mientras tomaba una de las mantas de la cama y envolvía con ella a su amante eterno— eres mi pareja. Killa escondió la cara contra la piel cálida de su amante — Soy tu pareja porque Kalep se fugo con ese lobo, soy tu pareja porque ninguno de mis hermanos estaba disponible, al final tuviste que aceptar a un cachorro enfermo. Como si una revelación le hubiera dado en la cabeza con el peso de un piano de cola, Kigan entendió lo que había estado sufriendo su bebé— Los dioses tienen su manera de hacer las cosas— se explico el alfa mientras mecía el tesoro que envolvía entre sus brazos— estaba escrito que tu serías para mí y yo para ti. El gatito se encogió de hombros en respuesta, no estaba para nada convencido— lo dices porque ya no te queda de otra.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel — Siendo francos—, dejo salir una carcajada el tigre— y después de conocer por poco tiempo a tu hermano, te puedo asegurar que lo hubiera devuelto al día siguiente. Las palabras hicieron que Killa se apartara de la calidez del cuerpo más grande, sentándose erguido, junto las rubias cejas justo en medio de la frente— mi hermano no es tan malo. El tigre le dio un beso juguetón a la boquita terca— Tu hermano y tu son tan diferentes como el día de la noche… Yo amo la serenidad, la dulzura, la manera en que enfrentas las dificultades sin quebrarte. Kalep es una tormenta, tú eres la corriente de un lago cristalino. —¿Y eso dónde me deja? — Killa hizo un pucherito tan tierno que Kigan estuvo a punto de tirarlo en la cama, ponerlo sobre sus manos y rodillas y enseñarle como es follar a-la desesperada. —Te deja como dueño de mi corazón, de mi manada y de mis hijos que ahora son nuestros—.El tigre supo que tan acertada fue su respuesta cuando se vio envuelto en unos brazos esbeltos que estaban a punto de asfixiarlo en un enorme abrazo de oso.

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Capítulo 11 Killa se estiro todo lo que su metro setenta le permitían. Sin abrir los ojos disfruto de todos los dolores que la larga noche de amor le habían dejado. Justo cuando pensaba que todo era perfecto, sintió un leve mordisquito en su hombro derecho. Al abrir los ojos se encontró con los ojos verdes de su pareja. —¿Todo bien, amor? — Fue la pregunta de rigor mientras una mano se introducía bajo las mantas, como si quisiera confirmar que todo lo bueno del gatito estaba justo como lo había dejado antes de caer dormido. —Si sigues metiéndome mano—, sonrió el chico mientras prácticamente se enrollaba en el cuerpo de su pareja— sé que las cosas estarían a un mejor. —He creado a un monstro— se quejo Kigan llevando una mano a la frente— ahora estaré condenado a tener un orgasmo tras otro. La risa de Killa era contagiosa, era difícil permanecer serio durante mucho tiempo ante esa sencilla muestra de alegría. Kigan admiraba esa manera de ser de su gatito, era como un manantial de agua fresca para su alma cansada, era tenas como las olas que golpeaban una y otra vez las rocas del acantilado, todo en él exudaba vida. —¿Sabes cómo están los bebés? — quiso saber Killa sin poder evitar sentirse culpable por no haber hecho la pregunta antes. El tigre pareció comprenderlo, ya que le dedico una sonrisa comprensiva— Ellos están bien— explico mientras acariciaba el cabello corto de Killa— antes de que te despertaras llame a Mime y me dijo que ellos preguntaron por ti.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¿Por mí? — la alegría de Killa vibraba a su alrededor— ¿Estás seguro? —Si—, le dio más detalles el alfa— creo que tú eres “papi Iya” o algo así. El gatito estaba tan feliz que estaba a punto de ponerse de pie y dar saltitos—¿Qué haces? — chillo el gatito al sentir un pellizco en su trasero. —Estoy probando que tan buenos están estos duraznos— quiso recordarle al gatito dónde estaba. Sin darle tiempo de hacer algo para defenderse, el alfa se puso de rodillas halando la manta con la que Killa insistía en cubrirse— Eres un hombre emparejado, es hora de mostrarle las delicias a tu pobre compañero. Para sorpresa del gatito, el enorme tigre era divertido, era como tener un amigo, un amante y un guardián, todo en un solo ser. Dedicando una leve oración de agradecimiento a la diosa luna, decidió mostrarle al alfa de qué están hechos los gatitos monteses. Invocando su forma animal, Killa logro escapar por un pelo de entre las mantas —Ven gatito, gatito— escucho como Kigan le llamaba para sacarlo de debajo de la cama— no seas malo, si sales prometo que te daré una gran taza de leche. El gatito cruzo hasta el lado contrario de donde estaba el alfa, sosteniéndose con sus garras, saco la cabeza para que el tigre viera donde estaba— ¡Miaaaaaaau! — se burlo de su perseguidor. Kigan tendría que dejar de ser un tigre para dejar semejante reto sin tomar. Llamando a su naturaleza felina, se encontró a si mismo sobre sus cuatro patas, lamiéndose el hocico con su lengua carrasposa, se preparo para desayunar gatito. Killa supo leer el peligro inminente a través de esos codiciosos ojos verdes. El tigre le quería de mala manera.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Levantando todo el pelo de la espalda, uso la carta de soy más malo de lo que parezco. Una lástima que esto pareciera que lo único que logró fue despertar los instintos depredadores de su pareja. —¿Miau? — logro preguntar antes de que el tigre saltara buscando atraparlo en el otro lado de la cama. Suerte que tenía buenos instintos afinados por la presencia en una familia llena de hermanos pendencieros. Saltando hasta el armario cercano a la cama, logro salvarse por poco de caer bajo el peso de feroz tigre. Si los gatos pudieran sonreír, se podría decir que Killa tendría una sonrisa diabólica en su carita peluda. Justo cuando el tigre miraba hacia arriba buscando a la pequeña bolita de pelos, este se decidió a saltar usando la espalda del tigre como amortiguador. La cara de pánico en el malvado depredador era de película, girando 180° el tigre se acostó de espaldas para que el gatito callera en la parte más suave de su cuerpo. Apenas tener entre sus brazos al chico, invoco su forma humana, arrastrando en el cambio a su pareja. —¡Estás loco! — lo regaño sin importarle que el gatito entre sus brazos fuera ya todo un hombre— Estaba muy alto, pudiste romperte algo. El primer impulso de Killa fue el de ponerse de pie y dejar al tigre solo para que se hundiera en su propia necedad, pero al mirar a los ojos a su amor, entendió que su tigre le quería, que estaba asustado de que se hubiera hecho daño. El alfa tenía su propia manera de decir te quiero, aunque fuera una muy bruta, a Killa le parecía tierno. —Soy un gato— disfruto Killa del estar acostado sobre el pecho solido de su ahora pareja enlazada— nosotros siempre caemos de pie... Además, sabía que no me dejarías caer.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Eres demasiado lindo— se quejo el alfa—. Me pregunto si alguna vez podré realmente enojarme contigo. Killa le dio un rápido beso a su amante— No tendrás ocasión, yo soy un gatito bueno—. Ya para ese momento Kigan no sabía si alegrarse o ponerse a llorar. Antes de que el poderoso alfa pudiera decir algo, el joven gatito se puso de pie en un ágil salto, olvidando que estaba tan desnudo como cuando vino al mundo— Tengo hambre— anuncio Killa mientras se ponía los pantalones del piyama que vio sobre una silla cercana. Kigan quedo acostado con la espalda sobre el piso durante algunos segundos, lo suficiente como para que su cerebro se reiniciara, cuando estaba con ese pequeño cuerpo entre sus brazos perdía la capacidad de pensar claramente. —Comida—, gruño al ponerse de pie de un modo menos elegante que el de su amor— eso es buena idea. —¿Dónde es esto? — Escucho la voz de Killa llegar desde el otro lado de la puerta abierta— esta no es nuestro departamento. Alcanzando el pantalón vaquero, el alfa se lo ajusto cerrándolo en la cintura— estamos en las dependencias que se usan para los emparejamientos en la manada— le contesto al chico sin poder evitar que una sonrisa boba se formara en su cara. —Mira—, chillo Killa al ver llegar junto a él a Kigan— esto es hermoso…¿Quién lo ha hecho? El alfa se tomo su tiempo en observar el trabajo que habían hecho las hembras de la manada, habían arreglado el lugar detalladamente. Rosas frescas adornaban el centro de la mesa donde estaba servido el desayuno, o eso suponía Kigan ya que las bandejas estaban tapadas. —Las hembras hicieron todo esto mientras dormías durante las horas del día— aclaro el tigre observando el rostro arrebolado de su cachorro. El chico era un ángel rubio que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel había bajado del cielo exclusivamente para darle sentido a su vida— ahora eres toda una celebridad dentro de la manada. La boquita del gatito montes se abrió sin saber que decir, pasando la vista por la habitación observo que el lugar estaba arreglado de un modo sencillo pero romántico. Flores estaban colocados en las esquinas, velas de olor llenaban el aire de una sutil fragancia a vainilla, la pequeña mesa de dos puestos estaba de un modo digno de un restaurad de lujo —¿Por qué? — logro preguntar Killa al sentir como un nudo se formaba en su garganta. —Todavía preguntas—, le sonrió el alfa colocándole un brazo alrededor de la delgada cintura— eres el gatito más valiente de toda la manada de tigres, enfrentaste a un tigre rabioso solo con tus garritas y finos colmillos. —Eso no fue ser valiente—, recostó el rostro a la piel tibia de su amante— eso fue desesperación. Prefería morir que enfrentar el mundo sin que estuvieras en él. Kigan disfruto de la cercanía del pequeño cuerpo, besando la cabecita rubia respiro la fragancia dulce de las velas que parecía haberse impregnado en el cuerpo del gatito. —Pues recuérdame no estar del lado contrario cuando te desesperes— bromeo mientras se separaba lo suficiente para mirar el puchero del chico. Killa se separo de la tibieza que le ofrecía el tigre— no bromees con algo así, yo realmente me asuste. En respuesta el tigre puso la punta de sus dedos bajo la barbilla de la carita de porcelana, obligándolo a mirarlo a los ojos— Te amo— susurro el tigre mientras le daba un beso en los labios que lo esperaban abiertos. Killa subió los brazos hasta colocarlos alrededor del cuello del hombre más alto, obligándolo a profundizar el beso. Manos curiosas recorrieron la piel de los dorsos desnudos, gemidos comenzaron a llenar la habitación. Desesperado el joven gatito

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel salto sosteniéndose de los hombros anchos de Kigan, de manera que pudo envolver con sus piernas las caderas de su hombre. Una sonrisa maliciosa se formo en el rostro del tigre, era hora de que su pequeño amor aprendiera lo que conllevaba el ponerse a jugar con fuego. Aplastándolo contra la pared hizo que Killa abandonara el duelo de lenguas para jadear sorprendido — ¿Qué haces? — pregunto encontrándose con la espalda contra la pared y a Kigan entre sus piernas abiertas. La dureza del hombre parecía querer romper sus pantalones. El alfa no se molesto en responder, con una de sus garras rasgo el pantalón del piyama de Killa. El cuerpo del joven gatito tuvo una convulsión al sentir como un dedo humedecido con saliva entraba por el agujero hecho en el pantalón hasta penetrar dentro de su culo. La sensación de estar vestido mientras su pobre trasero estaba a punto de ser violado sin contemplaciones estuvo a punto de hacer que se viniera sin necesidad de tocarse. —Eres mío— gruño el tigre al colocar su miembro donde antes estuvieron sus dedos, sosteniendo con una mano la cadera de su amante, con la otra le ayudo a su pene a estar en la ruta correcta. El grito de Killa fue una deliciosa mescla entre el placer y dolor, su pobre culo fue abierto por el enorme sexo de su amante hasta golpear de lleno en su próstata. El tigre se asomaba a través de los ojos verdes mientras tomaba lo que era suyo. Dejando salir sus colmillos, Kigan mordió el delicado cuello del gatito mientras entraba y salía de la estrecha cavidad. —¡Más! — se encontró a sí mismo suplicando, aferrándose con las garras a la espalda de su torturador, Killa se entregaba por completo a la duce dominación. Sin poderlo evitar, el gatito montes mordió el cuello de su amante mientras Kigan hacia lo suyo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El intercambio de sangre y de fluidos se llevo a cabo en una explosión de placer que hizo que los amantes se perdieran a sí mismos fundiéndose en un solo ser. El aroma dulce de Killa se intensifico, los músculos en su interior ordeñaron el miembro del macho que le tomaba, sacando hasta la última gota de la gloriosa corrida. Con cuidado de no causarle daño al delicado cuerpo que sostenía entre sus manos, Kigan se dejo caer al suelo sentando a Killa sobre su regazo. Negándose a salir del estrecho canal que le había dado albergue beso una y otra vez la boquita que se abría buscando aire. El más joven de los dos recostó la frente al hombro de su pareja mientras las manos de su amor le acariciaban la espalda en un gesto cariñoso. —¿Esto siempre es así?— sonrió Killa a su pareja de un modo tan inocente que podría haber engañado a otro que no estuviera aún enterrado hasta las bolas en su culo. El alfa le beso la frente—Digamos que en nuestro caso— dedico un guiño cómplice— esto solo se pondrá mejor y mejor. El ruido del estomago de Killa hizo que el chico se sonrojara hasta la raíz del cabello, al parecer todavía le quedaba algo de pudor— ¡Lo siento! — trato de disculparse— es que no como nada desde ayer en la tarde. —Eres demasiado lindo para tu propio bien—. Se puso de pie Kigan mientras tomaba del brazo al chico— Vamos a limpiarnos y luego le hacemos los honores al desayuno. Killa asintió con un animado movimiento de cabeza, en total acuerdo con la idea. La mañana transcurrió como si la nueva pareja enlazada estuviera dentro de una burbuja de jabón, aislados del mundo por la delicada membrana de su felicidad, era un mundo nuevo y delicado. Andrey se sentía tan solo un poco mejor que la mierda, la noche había sido una farsa tras otra, mirándose en el espejo del

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel baño estuvo seguro de que su propio reflejo le apartaba la cara para no mirarlo. Cerrando los ojos recordó los fatídicos acontecimientos desde su habitación de hotel de mala muerte. En un lugar tan deprimente las cosas solo se veían peores de lo que ya eran. No era como se solía decir: “mañana nos reiremos de todo esto”. Haciendo un recuento de los acontecimientos, el zorro se salió del baño, llegando hasta la desvencijada cama se dejo caer como un peso muerto, recordaba perfectamente lo ocurrido: “Las horas habían pasado una tras otra, Andrey se había saltado el almuerzo, como solía pasarle cuando estaba demasiado lleno de papeleo pendiente. Dejando salir el aire de los pulmones tomo el puente de su nariz entre los dedos, un ligero dolor tras sus ojos se estaba comenzando a formar. Levantándose fue hasta la pequeña mesita junto a la ventana, donde estaba un surtidor de agua fría, más que beber, deseaba sumergirse en ella. Dentro del abogado, el animal conformaba su segunda naturaleza, gemía tratando de liberarse, la cercanía de la luna le causaba escozor en todo el cuerpo, una desgracia que solo pudiera pensar en Tarem para que se la aliviara. La noche había llegado, en su forma de zorro Andrey camino entre los árboles disfrutando de la luz de la luna llena que bañaba todo sobre la tierra. Llenando los pulmones de aire disfruto de la sensación de libertad. Con la intensión de mantener las distancias con el resto de la manada se dirigió en dirección contraria de donde se reunían para comenzar la carrera. Por suparte Ayko se había pasado la mañana coqueteándole, así que Andrey se había encerrado dentro de su oficina, la que quedaba a un lado de la del alfa. El sentir la hierba bajo sus patas y la brisa nocturna acariciando sus orejas, era el cielo después de tanto tedioso trabajo.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El rugido de los tigres lleno el aire, haciendo vibrar el corazón de la noche, la luna observaba desde lo alto del cielo. Al llegar al rio, el zorro observo el disco plateado que se reflejaba en el agua. El ruido de ramitas al quebrarse lo hizo levantar la cabeza alarmado, las orejas peludas como dos flechas amenazando el cielo buscaban la menor señal de peligro. De entre la hierba alta el cuerpo de un enorme tigre se apareció. El aire salió de los pulmones de Andrey, Ayko era hermoso sobre sus cuatro patas, a pesar de ser un animal joven, estaba de buen ver. La naricilla húmeda del zorrito olfateo el aire, aunque el tigre estaba a favor del viento, sentía que algo no estaba bien. Todos los instintos animales le gritaban “trampa”. Detrás de Ayko se abrió camino Tarem, el cual estaba en su imponente forma felina. Sin ser realmente consciente de ello, Andrey dio un paso a tras, el corazón latía tan rápido que pensó se le saldría del pecho. El primer impulso fue correr, salir de allí tan rápido que todos dudarían si realmente había estado en el lugar, una pena que el miedo le impidiera mover las patas. Cuando Andrey pensaba que lo había visto todo, observo a Tereom, el más anciano de la manada que en su forma humana le observaba sin ninguna expresión en su rostro. —Por el poder que la manada confiera a los veberables ancianos— se escucho la voz pausada del viejo tigre— soy testigo del cumplimiento del compromiso con Tarem, Beta de la manada, al entregarle a Andrey, el zorro, como su pareja enlazada. Un frio de muerte helo el corazón del pelirrojo, con cada latido del musculo la sensación de que la sangre se convertía en cristales de hielo se hizo más fuerte, cuando por fin pudo volver a respirar, corrió tan fuerte como pudo sin importarle nada más que salir de allí.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel La traición dolía, Kigan lo había sabido todo el tiempo, Ayko probablemente había sido informado hacia unas horas, hubiera agradecido una llamada de advertencia. Justo cuando pensaba que tenía amigos en quién confiar, la vida le demostraba que ninguna buena acción quedaba sin castigo. El mismo Tarem pudo haberse tomado su tiempo, tratar de seducirlo, convencerlo, pero el muy maldito lo había reclamado como se reclama un trozo de carne. Prefería morir antes de permitir que le trataran de un modo tan despectivo. Si el pago por su lealtad había sido la traición, entonces él se marcharía sin mirar atrás. Andrey había corrido tan rápido, ni siquiera Tarem pudo alcanzarle, era un zorro y como tal se movió entre los árboles. Al llegar al pueblo que estaba en las afueras del bosque, invoco el cambio, en su piel de hombre busco a uno de los puntos seguros donde había guardado suministros para casos en los que un miembro de la manada necesitaba ropa y dinero. Sabiendo que nadie le buscaría en uno de los autobuses, llego a la pequeña estación y de allí emprendió el viaje. Jamás regresaría.”

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel

Capítulo 12 Kigan le dio un beso a su pareja, el hombre era simplemente increíble, el gatito con el que pasaría el resto de su vida. Tenerlo sentado sobre su regazo se le daba tan natural como respirar, el chico era mimoso, lindo y travieso, si todo eso fuera poco, también tenía una vena protectora que rivalizaría con la de cualquier hembra con crías. Por primera vez en su vida sentía que podía formar una verdadera familia, Killa sería la base sobre la que se construiría el espíritu de la manada. —¿En qué piensas? — pregunto Killa abrazándose al cuerpo solido que le rodeaba. —En ti— le sonrió Kigan dándole un beso rápido a la boca que se le ofrecía—Pensaba en lo bonito que te ves desnudo sentado sobre mis piernas. El rubor de killa era salvaje, al tigre le encantaba ver hasta qué punto era inocente su amor, estaba seguro que esa candidez no la perdería nunca— Eres malo— se quejo el gatito luciendo un pucherito adorable— dices cosas vergonzosas. Kigan desvió la vista de la boquita hasta la entrepierna de su pareja, puede que se avergonzara de sus palabras, pero el pene lo tenía totalmente interesado—.Tienes razón—, concedió— creo que mejor ocupo la boca en otras cosas—. Diciendo esto el tigre levanto en vilo a Killa y lo coloco en la parte bacía de la mesa donde habían almorzado, sin darle tiempo al gatito de registrar lo que sucedía, separo las piernas y se trago toda la sabrosa erección del chico. Killa grito, se retorció y después de algunos minutos, se vino tan fuerte que sintió que por un momento el alma había dejado su cuerpo. El tigre se relamía goloso después de tragarse toda la corrida del felino más joven.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Tenemos que salir de aquí— jadeo Kigan al ver a su amor tan expuesto a su mirada— pero antes quiero hacerte mío una vez más. Killa sonrió, estaba tan feliz, por primera se sintió completo, tenía tres hijos y una pareja que le amaba, no podía pensar en nada mejor. Después de un ratito divertido, Kigan y Killa estuvieron en la puerta de salida, listos para enfrentar el mundo como una pareja enlazada. Un beso rápido en los labios del gatito y el tigre abrió la puerta. Extrañamente el complejo estaba demasiado silencioso, esa área pertenecía a la parte pública, donde se celebraban las fiestas, las habitaciones para invitados, el gran comedor, los gimnasios, debía estar llena de vida para esa hora del día. Un gruñido bajo salió del pecho de Kigan, en un gesto suave pero rápido coloco al hombre más chico a su espalda. La risa de Killa lo descoloco un poco —¿Qué es tan gracioso? El joven gatito salió de detrás del cuerpo grande que insistía en protegerlo— No creo que haya algún peligro—, señalo con un gesto de cabeza al pasillo vacio— solo siento alegría a nuestro alrededor. Kigan le dedico una mirada cuestionadora— No te entiendo. Killa bajo la vista al piso, sabía que había hablado demasiado— Yo, solo…— trato de buscar alguna buena excusa— es que.. Un dedo presiono debajo de la barbilla del chico para que le mirara a los ojos— Somos pareja— le susurro sin dejar lugar a dudas— sino podemos confiar uno en él otro, en quién podremos confiar. El pequeño felino trago duro, tomando aire decidió tomar el riesgo— A veces tengo presentimientos, visiones de cosas que ocurren o van a ocurrir— al ver que Kigan no salía corriendo,

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel decidió continuar— Cuando era más joven eran algo esporádico, pero desde que comenzó a acercarse mi primera luna llena como adulto, todo fue en aumento. —¿Viste llegar a los malditos? — pregunto el hombre más alto. El hecho de que no les dijera nada a tiempo no le gusto para nada. Killa bajo la vista, se encogió de hombros en un gesto cansado— los vi cuando estaban atacando. Pude sentir cuando buscaban a los cachorros, así que fui por ellos, fue cuando lo del doctor— Levantando el rostro, busco en el semblante de su pareja alguna pista de que pensaba de todo eso. —¿Y esta ultima vez? — El tigre no sabía cómo tomar las nuevas noticias, no creía que fuera broma lo que decía el gatito. El chico se mordió los labios nervioso — estaba con los niños y lo sentí. Era como si alguien te mirara a tu espalda, me buscaba, luego vi que peleabas con ese tigre traicionero. —Y saliste del complejo— término el pensamiento el tigre. —Así es— acepto el gatito— si iba a morir, quería hacerlo estando contigo. Si hasta ese momento al tigre había tenido sus dudas, las desecho al mirar los grandes ojos azules que le miraban empañados por las lágrimas, el chico esperaba el rechazo como si fuera algo natural. —¿De verdad crees que con esto me vas a espantar? — Abrazo el cuerpo más pequeño que temblaba como una hoja— Hace falta más que eso para alejar a este tigre terco. —Te amo—, escondió el rostro contra la camisa de Kigan— no sé qué haría sin ti.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —No tendrás que averiguarlo— hablo el tigre mientras respiraba el olor dulce de su gatito, al parecer el aroma de las velas se le había pegado en la piel. Su tigre interno ronroneo con placer. —Entonces si no te molesta que pueda ver cosas— hablo algo más animado el gatito— creo que debemos apurarnos o vamos a impacientar a los que nos esperan. Kigan quiso preguntar, pero el gatito prácticamente lo arrastraba por el pasillo llevándolo a la zona del comedor. Apenas el tigre empujo las pesadas puertas se dejo escuchar un mar de voces, al parecer la manada había preparado toda una fiesta para los recién enlazados. Los cachorros esperaban a sus padres sentados en sus cochecitos, estirando los brazos regordetes exigían que sus padres recordaran sus obligaciones para con ellos. El tigre disfruto de toda la atención que la manada le prodigaba a su pareja y a los cachorros, su vida estaba completa. Ahora solo le quedaba saber cómo habían ido las cosas con sus dos mejores amigos. Dejando a Killa arropando a los cachorros, decidió salir del apartamento para buscar alguna noticia de Tarem. No era como que se pudiera aparecer en medio del dormitorio del hombre mientras jodía al zorro, esa no era una opción, definitivamente apelaría a la capacidad de distribuir información de los centinelas. Dejando tras de sí el edificio donde residía su familia, se fue a buscar a los centinelas en el bar donde se reunían los miembros mayores de edad, algo de diversión nunca estaba demás. Para entrar a ese lugar solo había dos condiciones, haber pasado tu primera luna como adulto y haber cumplido con tus obligaciones en la manada, después de eso, había luz verde para hacer el tonto. La música del lugar estaba lo suficientemente fuerte como para ser divertido para los cambia formas sin ocasionarles daño en los oídos. La construcción era una caja cuadrada de

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel concreto, cristales ahumados y metal, sobre la entrada un gran letrero que decía “Prohibida la entrada a mocosos que apesten a leche”. Esa era la broma favorita de los chicos grandes y de las hembras que ya podían divertirse sin mamá rondando por allí. Empujando la puerta de entrada, la situación que encontró allí fue como para dejar a un alfa hecho de piedra. En una esquina estaba Ayko y por los menos diez de los centinelas que no estaba patrullando esa noche rodeando a alguien que despotricaba como loco. Los demás miembros de la manada se miraban unos a otros sin saber qué hacer. —¡Qué demonios! — grito el alfa haciendo que la música cesara del todo. Llegando hasta la esquina donde se llevaba a cabo todo el asunto que tenía pinta de drama barato, aparto a los curiosos. El panorama no era para nada halagador, su Beta estaba borracho hasta el tuétano, hablaba incoherencias y le mandaba golpes al aire tratando de darles a algunos de los que insistían en llevárselo de allí. —¿Qué infiernos paso aquí? — era la pregunta lógica que pronuncio Kigan. Esperaba ver a su amigo en cualquier otra parte menos allí. Ayko se sintió aludido, así que parándose frente a su alfa, se decidió a hablar— Andrey se fue— la voz del chico tenía una nota de culpabilidad que hizo que el alfa levantara una ceja—, luego Tarem vino aquí y no ha parado de beber desde anoche. —¿Cómo que se fue? — grito el alfa, haciendo que todos los presentes dieran un paso atrás— Me llevo a este costal mierda— anuncio mientras le daba un puñetazo a Tarem que lo dejo noqueado sobre el piso— Después voy a averiguar que paso aquí— Echándose el peso muerto sobre el hombro, se llevo a su Beta hasta el edificio donde habitaba el circulo interno de la manada.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Killa estaba apagando las luces del departamento cuando escucho ruido en el pasillo. Asomándose encontró a Kigan luchando por abrir la puerta del apartamento de al lado. —¡Por todos los dioses! — chillo Killa mientras corría junto a su pareja. —Ayúdame a abrir la maldita puerta— se quejo Kigan al tratar de mantener a Tarem sobre su hombro— Este pesa una o dos toneladas. Killa tecleo la clave que le dictaba el tigre, al abrirse la puerta le dio espacio al alfa para que entrara— Prepara un café fuerte— ordeno al gatito— nada de ponerle azúcar— Dirigiéndose a la puerta del dormitorio se volvió a mirar a su pequeña pareja— voy a darle un baño con agua fría para bajarle la borrachera. —Si quieres te ayudo con eso— se ofreció el gatito. La mirada helada del alfa le dejo claro que la propuesta no era bien recibida. —Al único hombre que tocarás sin la ropa puesta será a mi— le dio un guiño travieso al pequeño hombre que ya comenzaba a hacer un pucherito— Sé que soy un maldito celoso, pero es que tú eres la cosita más linda sobre dos piernas o cuatro patitas. Killa sabía que tenía que enojarse, protestar o algo, su compañero era todo un cavernícola, pero tenía una manera tan linda de decir las cosas que se encontró a si mismo yendo obediente a la cocina. Una vez listo el café lo sirvió en una tasa, solo necesitaba que Kigan le avisara cuando Tarem estuviera vestido. Pasando la vista por el apartamento, descubrió que tenía las mismas dimensiones del que ahora compartía con su pareja, la diferencia estaba en que el Beta no era un tipo muy ordenado, Killa casi temía contaminarse con alguna bacteria que incluso podría matar a un cambiaformas. La idea de que

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel había losa sucia desde el día en que se paso a vivir allí el tigre lo tenía apunto de devolver algo de su cena. La visión de ropa interior sobre uno de los sillones de la sala hizo que al gatito se le subieran los colores al rostro. El tiempo de curiosear y lamentarse paso debido a unos gritos algo pasados de tono. Afinando el oído se quedo quitecito de pie en medio de la cocina sin saber muy bien qué hacer. —¡Eres un maldito imbécil! — escucho Killa, la voz inconfundible de su amor. —¿Cómo demonios iba yo a imaginar…? — la otra voz era la del Beta, de eso estaba seguro el joven gatito. —¡Escucha, idiota— rugió el alfa— Te dije que tuvieras cuidado con él, que si apretabas mucho lo ibas a perder. ¿Cómo se te ocurrió irlo a buscar con el anciano Tereom?... Te juro que tengo el marco completo de lo que ocurrió, imagino que no te molestaste en proponerle, sino que lo hiciste a lo salvaje. —Si lo hubiera hecho según la voluntad de mi tigre, para estos momentos Ayko sería un tapete en la entrada de mi apartamento y Andrey estaría encadenado a mi cama— se defendió Tarem levantando la voz casi tanto como su alfa—. Lo hice de la manera más civilizada que pude… ¡Ese maldito traidor iba a revolcarse con Ayko cuando yo le había advertido que solo era mío! —¿De verdad que eres bruto! — hablo aún más fuerte Kigan. El joven gatito que escuchaba desde la cocina estaba seguro de que las cosas se iban a ir a los golpes en cualquier momento. —¡Mira quién habla! — siseo Tarem— Si es el idiota que hizo todo un drama porque su pareja se corrió sin él en la cama. Killa conocía lo suficiente a su compañero como para saber que esa línea que había cruzado el Beta iba a ser su

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel muerte, tomando la taza de café caliente entró tratando de disimular lo asustado que estaba— El café está listo— anuncio estampando una sonrisa en su rostro— Sé que se están divirtiendo mucho gritándose uno al otro, pero eso no solucionará nada… La pregunta es ¿Dónde está Andrey? El Beta estaba acostado sobre la cama con una manta sobre el regazo, Kigan estaba de pie con las manos en las caderas tratando de mantener las garras dentro de sus dedos. —No lo sé— el Beta fue el primero en bajar la mirada— Lo busque durante toda la noche en el bosque, al no poderlo encontrar fui al pueblo, allí me di cuenta que se había marchado antes del amanecer en el primer autobús que partió hacia la ciudad. Ante el silencio incomodo, Killa se acerco junto a la cama del Beta, sentándose en la orilla, le ofreció al hombre el café— Kigan lo encontrará— trato de reconfortarlo, por experiencia sabía lo que dolía no sentirse amado por tu pareja—. Cuando él regrese podrán aclarar los mal entendidos. Dejando a Tarem dormido, ambos hombres se fueron a su propio apartamento. Apenas cerrar la puerta Kigan rodeo con sus brazos a Killa, sintiendo en su pecho las formas de la espalda esbelta— Te amo— declaro desde el fondo de su corazón— Jamás te alejes de mi— susurro contra la oreja del gatito— me volvería loco. Según lo prometido, Kigan comenzó con la búsqueda de Andrey, lo primero que hizo fue intervenir sus cuentas, si el chico tocaba un solo céntimo, él lo sabría de inmediato. Tarem por su parte dejo de funcionar, si no estaba peleando con alguien estaba tirado por allí sintiendo lastima de sí mismo, era algo deprimente de ver. La vida de Killa era tranquila, se encargaba de los cachorros, los llevaba a darse largos baños junto a los otros bebés que jugaban como si el mundo fuera de algodón de azúcar. Atendía también los asuntos domésticos de la manada,

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel en fin, se preocupaba por que todos estuvieran cómodos y contentos. Su pareja por su parte se encargaba de la seguridad, además de conseguir comida y suministros para todos. En cuanto a Mime, esta había encontrado que el nuevo médico de la manada era un chico interesante, tanto así que en la luna llena de hacía dos días, estuvieron jugando a mamá y papá bajo un enorme árbol junto al arrollo. —¡Amor! — Beso Killa la mejilla de su amante— ya son pasadas las ocho de la mañana. Tus hijos están preguntando por ti desde hace rato. No quieren que Mime los lleve a fuera, quieren que seas tú. En respuesta el joven gatito tomo la manta y la halo hasta echársela encima, esto extraño mucho a Kigan, ya que el chico era madrugador. —No me obligues a ser rudo— el alfa trato de darle un tono enérgico a su voz, enserio que lo intento, pero el suave ronroneo de Killa termino por derretirlo—¿Mi lindo bebé quiere dormir un ratito más? — Un suave ronquido hizo que toda esperanza de Kigan se fuera al desagüé, el gatito no se iba a levantar en por lo menos una hora. Observando la figura dormida, se atrevió a bajar un poco la manta, los risos dorados de Killa había crecido lo suficiente para llegarle a la nuca, el hombre realmente amaba jugar con ellos, era casi un fetiche sentirlos como seda entre sus dedos. Ya habían pasado dos meses desde su enlace, lo único que empañaba su felicidad era la desaparición de Andrey, era como si se lo hubiera tragado la tierra. El cuerpo pequeño del gatito se movió buscando el calor de su amante, sin poderlo evitar Kigan se metió bajo las sábanas, era imposible estar cerca y no abrazar al chico. Cada día que pasaba olía más rico, su tigre amaba revolcarse en ese olor, adoraba sentir durante todo el día la esencia de su gatito sobre la piel, lo mejor de todo era que llegada la noche podía

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel renovar su lazo. Por primera vez el alfa sabía con certeza que era feliz. Una hora después las cosas eran muy diferentes, Killa estaba en el baño vomitando hasta lo que no se había comido. —Voy por el doctor—, anuncio Kigan mientras limpiaba el sudor del rostro de su pareja— esto no es bueno, llevas días así. —No—, se defendió Killa, sosteniéndose del hombre más alto se incorporo, alejándose de la tasa del sanitario— solo preocuparas a todos, estoy bien. De seguro es algo que me sentó mal. El tigre espero pacientemente a que el gatito se cepillara los dientes y tomara una ducha rápida. Al salir del baño Killa se encontró a su dios nórtico con los brazos cruzados y cara de pocos amigos— Envié a los niños a jugar con Mime a las piscinas— fue el mensaje fuerte y claro— para que tu y yo vallamos donde el doctor ya que no quieres que él venga aquí. La boquita rosa de Killa se convirtió en una ralla terca — No voy a ir donde el mata sanos solo por que hoy se me descompuso la tripa, punto— lo último lo acentuó con una patadita en el piso. La boca del alfa se abrió de par en par, una idea algo loca cruzó por su mente como lo haría un tren de carga. Cada pieza empezó a caer en su lugar, primero estaba ese delicioso aroma que dejaba Killa en todo lo que tocaba, luego los cambios de humor sin razón aparente, los malestares y los antojos por comida en las combinaciones más extrañas. El tigre en su interior rugió orgulloso, la idea de preñar a su pareja lo embriago de una felicidad que era apabullante. —Killa, ¿estás seguro de que todo está bien? — pregunto esta vez en un tono más bajo. Acercándose al minino lo obligo a mirarlo a los ojos, sabía que de esa manera el chico era como un libro abierto.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El cuerpo del hombre más pequeño comenzó a temblar, abrazándose a sí mismo no pudo evitar que lágrimas gruesas corrieran por sus mejillas—No lo sé— hablo antes de darle rienda suelta al llanto. Kigan levanto en brazos a su amor, no lo llevaría ante el doctor hasta que lograra tranquilizarlo. Sentándose sobre la cama arrullo al gatito sin dejar de acariciarle la espalda— ¿Confías en mí? — la respuesta fue inmediata, Killa asintió con un movimiento de cabeza, esto animo al tigre a continuar—Si tanto confías en mi, tienes que decirme que te sucede. Me duele que después de todo lo que hemos pasado tengas dudas. —No sé qué me pasa— hablo entre sollozos, Kigan apenas si lograba entender algo— mi cuerpo no se comporta como siempre. A veces el simple olor de la comida me enferma, a veces siento que podría comerme un elefante. A veces lloro y asusto a los cachorros, ayer todos lloramos juntos viendo Bamby. —Es triste la parte donde muere su padre— trato Kigan de consolar a su desolada pareja. —Lloré en la parte que conoce al maldito conejo y se ponen a jugar— ahora los sollozos eran desgarradores— Quiero comer conejo, ¿eso me hace mala persona?... Sólo pienso en lo deliciosa que puede ser esa carne tierna y luego recuerdo al conejo de ese cuento… Si antes Kigan estaba asustado, ahora ya no le cabía ninguna duda, vio en su futuro, por increíble que pudiera parecer, la presencia de un cuarto hijo. —Calma bebé— le dio un beso en los risos rubios— Creó que tengo una idea de lo que te pasa. —¿Me voy a morir? — gimió Killa haciendo un pucherito— yo no quiero dejarte viudo, de seguro harán cola tus pretendientes. Ni siquiera dejaran que mis pobres huesos se acostumbren al ataúd antes de saltar a tu cama.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Kigan no pudo evitar reírse al ver el desacostumbrado dramatismo de su pareja, el chico siempre era alegre, emprendedor, valiente, ahora era el más tierno manojo de nervios que hubiera visto en toda su larga vida. —No te vas a morir— lo tranquilizo— Creo que me vas a dar la más grande alegría que un hombre puede tener. — Pues yo creo que estás loco— se quejo el gatito aceptando que Kigan le secara las lagrimas con una toallita de papel que había en sobre la mesita de noche. —Loco por tí— le dio un mordisquito en la oreja de Killa haciendo que el chico saltara. Le encantaba ver lo sensible que era a su toque. —Eres un zalamero— estiro Killa la boquita en busca de un beso— tienes suerte de que seas tan bueno en la cama. Kigan ahora tenía otro síntoma que agregar, el gatito se había convertido en todo un depredador en la intimidad. El alfa estaba seguro de que lo habían hecho sobre cada superficie plana del apartamento. Si los cachorros no estaban, el hombre se podía considerar ocupado entre las piernas del feroz gatito. —Ahora iremos al doctor— anuncio el alfa después de degustar uno de esos besos que hacen que los dedos de los pies se doblen. —¡No! — grito Killa— no me llevarás donde el buen doc. Yo estoy bien— Eso fue lo último que pudo decir antes de que el bruto que tenía por pareja se lo llevar en brazos sin importarle cuanto despotricara el gatito. El hombre tenía experiencia, no era la primera vez que tenía que cargar al cachorro, la diferencia era que ahora él chico mostraba su descontento a todo pulmón.

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Capítulo 13 Killa se movía como solo un tanque ruso podría hacerlo, estaba tan gordo que parecía una pelotita. Hoy era un día especial, había organizado un almuerzo al aire libre y el sol brillaba en el cielo como si hubiera formado parte de la coordinación del evento. Kalep e Ikyta vendría con los gemelos de visita, los cachorros de tigre saltaban emocionados ante la perspectiva de juegos y travesuras con sus primitos los lobos. Para Kigan su pareja le había dado experiencias nuevas, jamás hubiera podido imaginar que el sanguinario grupo de tigres estuviera organizando una parrillada e invitado a los pulgosos lobos. Todo esto porque el pequeño gatito embarazado se había puesto a llorar un día cuando vio a los cachorros de tigre jugando en el patio mientras él jamás llegaría a conocer a sus sobrinos. Antes de que el alfa pudiera cordinar algún pensamiento, tuvo a las hembras de la manada llamándolo “insensible” y cosas peores. Así que para su paz mental, se vio implementando todo un plan diplomático con los lobos, una suerte que Kalep haciendo alarde de lo malcriado que podía llegar a ser, le había montado todo un drama al alfa de los lobos para que lo dejaran ver a su hermanito. Todo pensamiento coherente dejo la cabeza de Kigan al ver llegar a su pequeño amor moviéndose entre las mesas, con una agilidad algo tambaleante causado por gran bulto que tenía en el vientre. Solo para hacer que la imagen fuera más dulce, los cachorros de tigre en sus formas animales seguían a Killa como si fueran los guarda espaldas de su papi. —¿Cómo van las cosas aquí? — Jadeo Killa por el esfuerzo, moverse cada vez se le hacía más difícil.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El alfa se separo de la parrilla que estaba llenando de carbón, para abrazar a la pequeña cosita franqueada por tres feroces tigres que no pasaban de los tres años de edad. —Todo aquí está perfectamente controlado— hablo el alfa justo después de robarle un beso a su mimosa pareja— ¿Cómo se están portando estos hombrecitos? — dirigió una mirada cariñosa a los tres tigres que jugaban a las atrapadas mientras su papá se encargaba de papi. La risa de Killa era clara, estaba tan lleno de vida que a Kigan casi le pacía verlo brillar. El doctor les había explicado que el gatito era un chamán, su cuerpo entero estaba lleno de magia, la explicación para el embarazo fue tan simple como decir que el gatito había deseado entregarse a su pareja, y que cuando recibió la semilla, la guardo dentro de su ser, engendrando una nueva vida. Ante tal explicación el tigre no pudo más que jurarle a la diosa luna que cuidaría del gran tesoro que le había sido entregado. —¿Estás bien? — Se encogió para poder poner la nariz en el cuello del hombre más pequeño, aspirando el aroma dulce cerró los ojos. El tigre dentro de Kigan ronroneo sin ninguna vergüenza, los centinelas que estaban ayudando con el asado de la carne, miraban y sonreían algo celosos. —Estoy bien— se separo del cuerpo cálido de su amante— . Él bebé está feliz con todo este ajetreo— se toco la panza en un gesto protector— y sus hermanos lo alientan. A veces me patea tan fuerte que creo que ya está desesperado por salir a jugar con estos pequeños terremotos. El tigre se puso de rodillas, tomando con sus grandes manos el bultito, le dio un beso breve a su niño que vivía protegido dentro del cuerpo de Killa— No le des problemas a tu papí— advirtió al cachorro—mira que si te portas bien te llevaré a nadar al lago junto con tus hermanos— En respuesta una patadita suave golpeo a través de la piel tensa del vientre.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Este, es tu cachorro—, le defendió Killa— lo más que puedes pedirle es que “intente” portarse bien. —Dame algo de crédito— hablo Kigan poniéndose de pie— No mate al último idiota que entro a nuestro territorio sin permiso. Killa dio un paso atrás, una delgada arruga se lucía en medio de sus cejas— Digamos que hacerlo mearse en sus pantalones y luego patearle el culo hasta dejarlo en la autopista no es precisamente ser bueno. —El hombre podía estar muerto— se cruzo de brazos el gran y malo alfa. —No tienes remedio— se paró de puntillas el gatito, después de robarle un beso a su amor, se marcho de allí con toda la dignidad que su gran vientre le permitía. Observando cómo su pequeña familia se dirigía a tomar la siesta, no pudo evitar que se formara una sonrisa en su rostro. —Las parrillas están listas— anuncio Ayko mientras señalaba el lugar donde los otros centinelas terminaban de encender las suyas— Solo necesitamos que las hembras nos traigan la carne condimentada. Kigan asintió con un movimiento de cabeza— No dejen que las parrillas se enfríen, las hembras ya vienen con la carne y las verduras. Al llegar las hembras con la comida, los machos comenzaron a hacer derroche de su capacidad de voltear la carne para que no se quemara, mientras se jactaban de lo buenos cocineros que eran. Ni siquiera Kigan era tan cruel como para decirles que hacía falta ser muy idiota como para dejar que la carne se les carbonizara, y que las mujeres habían hecho todo el trabajo duro. Dejando el ajetreo en el área de las parrillas, decidió ir a asegurarse que hubiera suficiente cantidad de mesas y que la

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel seguridad estuviera en alerta. Hoy era un día especial para Killa y no permitiría que cualquier idiota viniera a arruinárselo. Si alguien más supiera de la clase de cambiaformas que era el gatito, habría muchos interesados en secuestrarlo. Hasta los mismos “Malditos” habían caído en la tentación al sentir su presencia. Con una sonrisa Kigan recordó a donde había mandado el medallón, ya que fue imposible destruirlo, en la fosa del tanque séptico era el lugar ideal para guardarlo. Ahora solo le quedaba arreglar el asunto entre el zorro y el Beta. Desde la desaparición de Andrey, Ayko había tomado muchas de las funciones de Tarem, claro que haciéndolo lo más disimuladamente posible. El Beta estaba siempre malhumorado, salía por varias semanas siguiendo una pista falsa sobre el zorro, para regresar luego aún más triste y deprimido. Por su parte Ayko se sentía demasiado culpable como para decir algo al respecto y trataba por todos los medios de ayudarle al hombre sin meterse mucho en su camino. Kigan camino hasta donde estaba Tarem, sentado frente al lago sin moverse, más parecía una estatua. Del hombre aguerrido que había sido, ahora era solo un recordatorio del guerrero que fue. El cabello rubio que siempre llevaba cortado a la altura de los hombros, ahora estaba descuidado, llegando a tocar hasta la media espalda, había perdido varios kilos y apenas si funcionaba lo básico para decir que seguía con vida. Killa había dormido durante una hora, cosa que había hecho sin chistar, ya que era una de las condiciones que su pareja pidió para dejarlo hacer la parrillada con los invitados de la manada de los lobos. Viendo la hora en el reloj de la mesita de noche, supo que las visitas llegarían en cualquier momento. Bajándose de la cama se dirigió al baño, de verdad deseaba que su bebé naciera pronto, se sentía tan pesado que a veces temía que sus piernas no pudieran sostenerle. Una vez bañado y vestido, el gatito salió al patio, sabía que Mime estaba con los cachorros, pero aún así no estaría tranquilo hasta ver que los pequeños traviesos estuvieran bien.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel Ahora hasta el tímido de Sack se unía a sus hermanos, Yormer y Jorel, en sus travesuras, convirtiéndose en toda una fuerza de la naturaleza. No tuvo que caminar mucho para encontrarlos, los cachorros estaban correteando entre las mesas mientras Ayko trataba de atraparlos sin ningún éxito. Sonriendo Killa estuvo conforme, eso mantendría ocupado a los cuatro tigres. El sonido de varias camionetas anunciaba la llegada al complejo de los miembros invitados de la manada de lobos. Killa se llevo la mano al corazón, tratando de calmar el latido alocado, después de largas llamadas por teléfono, Kalep se había convertido en la única familia que reconocía proveniente de la manada de los Gatos Monteses. Deseaba de todo corazón que todo estuviera perfecto. —Todo saldrá bien— la voz del alfa susurro en la oreja de Killa, mientras los brazos fuertes lo sostenían por la cintura— Cuando estabas dormido di una última revisión, todo lo que pediste fue realizado, no hay cabos sueltos. Y si los llega a haber, le arrancare la piel al culpable. Killa se dio la vuelta entre los brazos del tigre, sonriéndole le dio un beso rápido en la boca— Eres muy dulce— le dedico un guiño travieso al hombre—Estoy seguro que eres el único que puede hablar de despellejar a alguien y hacerlo oír romántico. Una camioneta doble tracción, junto con cinco motocicletas se acomodaron en el estacionamiento, interrumpiendo con su llegada toda la actividad que bullía en el patio central. —Llegaron— anuncio Killa mientras sostenía la mano de su pareja—. Están aquí. Los motocicletas desmontaron sus vehículos primero, una vez que se aseguraron que la invitación no era una especie de trampa, el Beta hizo una señal a los que viajaban en la camioneta. El primero en bajar fue Ikyta, después de asegurarse que no había un peligro inmediato para su pareja, abrió la puerta para que saliera su familia.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel El joven gatito salió, los ojos azules de Kalep buscaron los de su hermano. Al ver a su pariente tan redondo como una pelotita, no pudo más que chillar de contento, antes de que alguien pudiera detenerlos, los chicos se dieron un abrazo tan apretado como la enorme pansa de Killa lo permitió. —Te ves hermoso, hermano— lo felicito Kalep al dar un paso atrás para apreciar mejor al joven gatito. —Me hubiera gustado verte cuando estuviste tan redondo como yo— se quejo Killa dejando ver un pucherito dramático. Tal vez antes no habían sido muy unidos, pero ahora era toda la familia que le quedaba, ya que en la manada de Gatos Monteses ya no había nada para él. Después de lo que le hicieron a Kalep, exponiéndolo ante el Consejo, no quería arriesgarse a estar demasiado cerca de ellos. —Deja que conozcas a mis hijos— casi dio saltitos Killa, el embarazo no le habían quitado sus bríos juveniles— son unos tigres maravillosos. Kalep le sonrió, le alegraba ver como su hermano menor era feliz, tan feliz como alguien lo podría llegar a serlo. Kigan e Ikyta se miraron desconfiados, dos alfas compartiendo, aunque fuera momentáneamente un mismo territorio, ponía a los hombres incómodos. Mientras los alfas se lanzaban dagas con los ojos, los chicos se tomaron de las manos retirándose a una de las mesas cercanas, tenían mucho que conversar. La parrillada había sido un éxito, después de un rato de incomodidad, la comida se encargo de acercar a los miembros de dos rasas de carnívoros. Música, carne a término medio y una buena cantidad de cerveza hicieron el milagro. Killa no podía creer lo lindos que eran los gemelos de Kalep, uno tenía unos lindos mechoncitos negros como los de su padre y el otro era tan rubio como su papi y su tío. Los niños

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel estaba sentaditos sobre una manta en el césped y sus primos, los tres tigres, jugando como si se conocieran de toda la vida. —Son tan lindos— reconoció Killa— tienes mucha suerte, hermano. Sentados juntos tomando grandes raciones de comida disfrutaban de una tarde tranquila en familia. Los demás miembros de la manada de tigres se habían marchado, los lobos fueron recibidos en el edificio donde estaban las instalaciones públicas, donde había habitaciones disponibles. Después del ajetreado día, una sencilla cena sobre una manta era lo ideal. —Ikyta está muy contento— se encogió de hombros Kalep— la manada acepto bastante bien que uno de mis hijos fuera un gatito y el otro un lobo. El sol estaba muy cerca del cenit, la tarde había refrescado y una suave brisa mesías las ramas de los árboles cercanos. Los chicos cenaban mientras vigilaban a los niños y sus juegos, Kalep y Kigan por su parte estaban de pie a unos cuantos metros, en una conversación que parecía bastante seria. Era un contraste curioso, observo Killa al verlos de pie uno frente al otro, el alfa de los lobos era alto, de cabello negro corto y piel dorada por el sol, mientras el tigre era rubio, su piel era de un dorado más claro que el del lobo, y su manera de moverse era la de un depredador, Ikyta tenía una disposición más relajada. —¿Cómo es el parto de un hombre? — pregunto Kigan, no le gustaba la idea de que su pareja sufriera. —¿El médico no te lo explico? — se preocupo Ikyta, temía en manos de quién estaba su cuñado. —Si—, dejo salir el aire el tigre demostrando lo frustrado que estaba— pero no me gusta lo que me dijo. Tal vez tengas alguna idea mejor o un médico más capacitado.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel IKyta se mordió la parte interna de la mejilla para no reírse, él debió verse igual cuando se acercaba el parto de su gatito— . No hay manera de evitar que sea incomodo para tu pareja— hablo sin disfrazar la realidad— pero al menos puedes darle tu apoyo, hacerle sentir que no está solo. —Sigue sin gustarme— gruño el tigre, desviando la vista a su embarazada pareja que sentado sobre la manta le hacía cariñitos en la cabeza a Sack, Jorel aparentaba ser más independiente, pero estaba encantado con la cabeza apoyada sobre el regazo de su papi, Jorel hacía cabriolas para que los bebés de Kalep rieran. —Tienes una linda familia— reconoció el lobo—. Espero que podamos mantener una relación estrecha para que los hermanos y los primos se vean a menudo. —Esa es la idea— sonrió el tigre—. Pronto nacerá mi nuevo cachorro, espero que puedan venir a conocerlo. —¿Y si fuera un gatito, que pensarías? — Se atrevió a preguntar Ikyta— ¿La manada le aceptará? El tigre gruño mostrando los colmillos— cualquiera que vea de mala manera a un hijo mío, se quedará sin el pellejo. Ikyta asintió complacido— Uno de mis hijos es un gatito— se explico sin poder disimular su orgullo— ambos niños, cada uno a su manera, tiene el poder en mi mamada. Puedo jurarte que mi hijo mayor pateara culos mientras el más pequeño tiene el poder de utilizar sus grandes ojos azules con la más cruel de las criaturas y sacarle su lado tierno. En mi manada se pueden tomar muchas cosas por el lado amable, pero en lo que se refiere a los cachorros, los consideran un regalo de los dioses… Así que te imaginaras cuál es el estatus de los chicos. La risa de los alfas llamó la atención de sus parejas que estaban colocando las sobras en la canasta. Los niños reían a carcajadas, el pequeño Sack bostezo sin poder disimular su cansancio.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —Será mejor que vallamos a dentro— propuso Killa— Parece que nuestros compañeros están conversando muy tranquilos, pero los niños ya están cansados. Al ponerse de pie ayudado por Kalep, el joven gatito sintió una punzada en el bajo vientre, desde la mañana las había sentido, pero no dijo nada, ya que su pareja podría encerrarlo en la habitación por algo que no era más que un malestar pasajero. —¿Estás bien? — pregunto el mayor de los gatitos al ver la palidez de su hermano. —Es solo un pequeño malestar— se encogió cuando sintió que el “pequeño malestar” se repetía un tanto menos pequeño. —No sé qué pasa— agarro el vientre, sentía como si se estuviera partiendo en dos— Duele. Kalep ya había andado ese camino, así que sabía lo que estaba ocurriendo— ¡Chicos!— llamo la atención de los alfas que bebían cerveza y se reían de quién sabe qué broma— ¡Tenemos un problema aquí! El felino supo exactamente el momento en que Kigan se dio cuenta de la situación, la palidez del hombre era digna de leyenda. En grandes zancadas llego hasta el cuerpo del felino que se doblaba sobre si mismo sosteniéndose el vientre. —¿Estás bien? — hizo la pregunta boba el alfa de los tigres, a pesar de ver como Killa se mordía los labios para no gritar. —¿Duele, papi? — pregunto Yorme poniendo sus manitas en las caderas, igual que lo haría su padre. —No duele— respondió obligándose a sonreír, temía asustar a los cachorros. De allí en adelante todo fue un desastre, Kigan lo tomo en brazos y corrió con él hasta la enfermería, olvidando el detalle

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel de avisarle al doctor primero. Al llegar a la puerta noto que esta estaba asegurada, así que sin detenerse a tocar, le dio una patada, encontrando a Mime sentada a horcajas sobre las piernas del doctor mientras se devoraban la boca uno al otro. —Por lo menos no vas a tener que irlos a buscar— sonrió el lobo mientras venía como la pareja se ponía de pie tratando de enderezar la ropa lo mejor que podía — Suerte que todavía no habían pasado a la fase “B”. —¿Qué es esa manera de entrar? — defendió el doctor mientras cubría con su cuerpo a Mime, que trataba de cerrar los botones de su blusa, su siempre peinado cabello rubio caía desordenado por su espalda. —El cachorro va a nacer— anuncio el alfa sin ponerle mucha atención a la actitud igualada del doctor. El hombre entro en modo profesional al ver como la pareja de su alfa arrugaba su carita por culpa del dolor de una contracción— Mime—, le pidió a la enfermera— prepara los instrumentos en caso de tener que intervenir el parto—. Mime termino de colocarse el último botón de la blusa mientras corría a cumplir la orden del doctor. Luego refiriéndose a los preocupados acompañantes, les pidió que se quedaran en la salita de espera. Kigan coloco al gatito sobre la cama con gran cuidado. Tomando la mano de su amor se preparo para enfrentar lo que viniera—.Todo saldrá bien— le aseguro dándole un beso en la frente. Killa jadeo al sentir un nuevo espasmo en su vientre, el cachorro estaba ansioso por salir y estaba decidido a hacerlo— ¡Duele! — Chillo — ya quiere salir. El doctor le alcanzo una bata esterilizada a Kigan, además de unos guantes. Mime llego a hacerse cargo mientras el doctor se preparaba. Apenas estuvo vestido con la ropa de cirugía, comenzó a revisar el vientre del joven gatito.

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel —¿Cómo esta mi bebé? — Logro hablar Killa, la mano que sostenía la suya le daba valor. El doctor le sonrió complacido, podía ser un hombre joven, pero sabía lo que hacía— Este gatito tiene sangre de alfas— asevero al escuchar el latido fuerte y claro del bebé— está decidido a nacer. —¿Eso es bueno? — pregunto Kigan algo aprensivo. —Claro que sí—, explico mientras le quitaba el pantalón al paciente— eso hará más fácil el trabajo de parto. Este niño solo necesita que su papi empuje un poco. Killa se sintió algo incomodo, el doctor le había quitado el pantalón y le abría las piernas, desviando la mirada hacia su pareja, busco su aprobación— Es necesario, amor— le aclaro Kigan mientras le colocaba una manta sobre la cadera. No era como que no hubiera estado desnudo antes, era un cambiaformas después de todo, pero no estaba acostumbrado a ser manoseado por nadie más que su pareja. Mime llego con una pequeña cunita de plástico, mantas calientes, además de una sonrisa radiante. Esa visión y la mano de su pareja sobre la suya, le dijo sin palabras que todo iba bien. —¿Qué tengo que hacer? — podía ser casi un cachorro, pero estaba decidido a tener al bebé en sus brazos antes de que llegar el día siguiente. —Esa es la actitud— felicito el doctor—. Todavía te falta algo de dilatación, el canal de parto se forma, eso es lo que te esta doliendo tanto, cuando esté listo todo será cuesta abajo. Los minutos fueron pasando hasta formar una hora, Kigan secaba las gotas de sudor que mojaban la carita pálida del gatito mientras le daba ánimos— Pronto, amor— susurro contra la piel húmeda de Killa— el doctor dice que en cualquier momento podrás comenzar a pujar para que el niño nazca. El gatito asintió con un leve movimiento de cabeza, se sentía tan cansado, el dolor solo se incrementaba. El canal de

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel parto se formaba, la magia que le había dado el don de engendrar también le daba una manera de parir, pero era tan doloroso como para una mujer el dilatarse. El doctor estaba sentado al pie de la cama, teniendo la vista fija en un punto entre las piernas de su paciente. Killa dio un respingo al sentir el latex de los guantes del doctor— Casi estamos listos— hablo ignorando la incomodidad del chico—. Es hora de que demuestres de que estas hecho, muchacho. Kigan no sabía si estaba en la cima del cielo o en lo profundo del infierno. El amor de su vida estaba sobre la cama, gimiendo mientras prácticamente se partía en dos, el cabello rubio se pegaba a las mejillas pálidas y los cansados ojos azules se veían empañados por lágrimas no derramadas. —¡Ahora! — grito el doctor. Killa comenzó a pujar, podía sentir como el niño pasaba por el canal de parto tratando de salir de su cuerpo. La criatura tenía la terquedad del padre, de eso el gatito estaba seguro. —Tú puedes, amor— jadeo el alfa al sentir el férreo apretón de su mano por la del parturiento. — Estoy seguro que me darás un hermoso hijo. El grito de Killa se escucho por todo el complejo, o eso pensó su pareja. Justo cuando el grito se extinguió, el llanto de un bebé comenzó. La sonrisa del doctor al envolver al furioso bultito era de absoluta satisfacción— Son padres de una hermosa niña— anuncio colocando al pequeño cachorro sobre el pecho de su papi. Killa abrazo a la criatura, lágrimas gruesas de alegría mojaron sus mejillas. Estaba tan feliz que no sabía cómo su cuerpo podría resistirlo. La pequeña bebé dejo de llorar, la naricilla se restregaba sobre la piel de su papi asegurándose que este era quién le tuvo tantos meses en su vientre. El joven gatito estaba tan en su propio mundo que ni siquiera sintió

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CUANDO EL TIGRE PROBÓ A SU GATO | Milagro Gabriel cuando su cuerpo expulso el capullo, ni cuando Mime termino de limpiarlo y vestirlo. Fueron los brazos fuertes de su pareja los que le recordaron que la niña tenía un padre. —Es una niña— le dijo a su compañero. No sabía qué pensaría el alfa de eso. —Sí, lo sé— le dio un beso tierno a la boquita pálida— Lo que me preocupa es a cuantos hijos de puta tendré que despellejar por mirarla demasiado— Apenas termino de hablar el padre, el tierno cuerpito rosa vibro, mostrando su forma animal. Un hermosa gatita montes de ojos verdes, que miraba el mundo nuevo que se abría ante ella.

Fín

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Palabras de la autora Si han llegado hasta aquí con esta lectura, es porque quizás, con un poco de suerte, les ha gustado. Espero me visiten a mi blogg o me escriban a mi correo, me gusta conocer a mis lectores. Si tienes un blogg y quieres publicar mi libro, lo puedes hacer, solo te pido que hagas mención de mi blogg y respetes la integralidad del documento. Con cariño: Milagro Gabriel

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