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enrique hernández r.

HISTORIA *5 & TEORÍA DEL SERIGRAFÌA EN COLOMBIA DISEÑO cuadernillo HISTORIA DE LA

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tas la experiencia tuvo diversos grados de importancia; mientras para unos significó un enriquecimiento en sus medios expresivos, otros nunca pasaron de la primera serigrafía. La primera Bienal del Grabado Latinoamericano, convocada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña para el mes de enero de 1970, no tiene una incidencia directa en la historia de la serigrafía artística colombiana. Pero se justifica recordar algunos hechos que explicitan la difusión de los procedimientos serigráficos en el ámbito internacional, hechos que contribuyen a explicar la rapidísima propagación de esta forma del grabado en el ámbito nacional. De los artistas colombianos invitados a la muestra, quince pintores y grabadores enviaron obras: litografías, aguafuertes y aguatintas, intaglios y xilografías, a más de las siempre presentes técnicas mixtas. Solamente Hernando del Villar envió serigrafías: dos versiones de "Burucuca" (4). Ornar Rayo obtuvo uno de los siete premios por sus intaglios. Otro de los laureados fue el venezolano Jesús Rafael Soto por un trabajo en serigrafía, "Sotomagie No. 2" (1976), transposición serial de una tempera de los primeros años cincuenta. Soto, artista de sólida reputación internacional, cuyo trabajo ha oscilado entre la pintura y las construcciones tridimensionales, es uno de los artistas de primera línea que ha empleado la serigrafía como medio multiplicador. El premio de San Juan confirmó, más que el nombre de un

artista, la validez de una forma de grabado. De los grupos nacionales, los puertorriqueños y venezolanos participaron casi exclusivamente con serigrafias; esta forma del grabado representó cerca de un tercio respecto al total de las obras expuestas. Hacia el final del año 70 tuvo lugar en el museo La Tertulia de Cali la Exposición Panamericana de Artes Gráficas. Como recuerda Miguel González en un artículo publicado en 1981, este evento y las subsiguientes Bienales surgieron de las exposiciones que se presentaban en el marco de los Festivales de arte de Cali: ..."En 1970 los eventos pictóricos quedaron reducidos y todo el interés se centró en dibujo, grabajo y diseño gráfico. Otra vez artistas de todo el continente mandaron sus obras y creo que esta cita fue definitiva como influencia ...No solo la confrontación de diferentes propuestas se hizo saludable para los mismos artistas, sino que el público se manifestó menos receloso y más seducido por estas superficies... Estaba naciendo el "boom" gráfico con todos sus aspectos positivos y negativos." (5) En la Exposición Panamericana participaron ciento cuarenta artistas, sin contar a los diseñadores gráficos. Entre los colombianos que enviaron grabado, Alberto Gutiérrez, Cecilia Coronel, Evelia Medina y Nirma Zarate lo hicieron con serigrafias. Los trabajos enviados por Alfredo Guerrero eran dibujos en tinta china sobre un fondo serigráfico unido, empleado como

base para dar cierta atmósfera al dibujo. Diecisiete artistas extranjeros participaron igualmente con serigrafias, entre ellos Soto, Molinari, y Iazid Thame, quien mereció una de las menciones. En el jurado de calificación figuró Lorenzo Homar, artista gráfico puertorriqueño que posteriormente tendría gran importancia para el desarrollo de la serigrafía en nuestro país. Alberto Gutiérrez, radicado desde años atrás en España, envió un par de trabajos editados por una casa especializada. Este artista ya había trabajado con serigrafía desde 1963, animado por la posibilidad de ampliar su campo de acción la pintura al terreno de los múltiples. La abstracción geométrica que manejaba entonces, con perfiles nítidos y colores planos, se prestaba fácilmente a las versiones serigráficas. Gutiérrez partió de trabajos pintados que transfirió, primero, y luego hizo transferir a versiones estampadas mediante pantallas. Nirma Zarate, Cecilia Coronel y Evelia Medina, recién llegadas al país, se habían especializado en grabado en Europa, en Londres las dos primeras y en Madrid la tercera. Parte de sus entrenamientos giró en torno a los procedimientos serigráficos y fotoserigráficos. Cecilia Coronel es quien emplea el lenguaje más escueto. Ateniéndose a los parámetros de la abstracción geométrica estricta que han regido su obra, utiliza formas simples, colores contrastantes y perfiles nítidos. La vibración cromática es uno de

(4)Una tal como se presentó en Belarca y otra modificada manualmente. (5)Miguel González, "Las Bienales Gráficas de Cali", Revista del Arte y la Arquitectura en América Latina, No. 6, 1981, p. 33.

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los elementos constantes en la pintura de este período y por eso la artista prefirió la serigrafía a otros procedimientos de edición múltiple. Entre 1969 y 1970 realizó doce trabajos serigráficos, como becaria de la escuela de Print Making del Royal College of Art, Londres. "Lo que me interesó de la serigrafía era la amplia posibilidad de transparencias que lograba; la fidelidad con que obtenía el color; la precisión para el montaje de una obra como la mía" dice la artista (6). Los trabajos de Evelia Medina resultan más vinculados al mundo del dibujo, del cual, de hecho, derivan. La autora se sirvió de un procedimiento fotoserigráfico, semejante al empleado por Luis Paz, que se describe adelante. Aquí la serigrafía se entiende como un cómodo medio multiplicador que no aporta elementos expresivos propios. Nirma Zarate, como Cecilia Coronel, recibió un entrenamiento formal muy completo en el manejo de la serigrafía durante el año académico 1969-70 que cursó en el Royal

Academy of Arts, siendo becaria del Consejo Británico. La serigrafía le interesó en la medida en que le permitía hacer un trabajo múltiple sin abandonar el color, parte fundamental de su lenguaje. Las dos fotoserigrafías enviadas a Cali, "Gaminería" y "N.N. 7 años", realizadas a su regreso de Europa, representan la difícil adaptación de procedimientos aprendidos en un medio con amplios recursos técnicos a las muy restringidas posibilidades locales. Ambas composiciones utilizan fotografías extraídas de la prensa, textos y el tratamiento general del cartel o el afiche, en la medida en que transmiten directamente un mensaje extraplástico. La composición es fragmentada; el color incluye degradaciones tonales de difícil manejo. Estas obras recibieron una mención del jurado calificador. Las tres artistas cuyos trabajos se analizan someramente en los párrafos anteriores editaron personalmente sus serigrafías, a diferencia de los pintores del grupo de Belarca, que suministraron bocetos y,

(6) Carta de la artista a la autora. (7) En el Salón de Grabado participaron Hernando del Villar, Yolanda Pineda, Evelia Medina y Manolo Vellojin. En el XXI Salón Nacional, Evelia Medina y en el Salón del Museo del Minuto de Dios, también Evelia Medina y Nirma Zarate.

eventualmente, indicaciones para el proceso de edición. Esta misma disyuntiva acompaña toda la historia de la serigrafía en Colombia y, plausiblemente, en todo el mundo. Un camino es el del artista serígrafo que realiza cada uno de los pasos en la creación y edición de su obra; otro, el del creador sobre cuya pintura, dibujo o escultura se realiza una edición múltiple. Algunos de los nombres mencionados en relación al programa serigráfico de Belarca y a la muestra Panamericana de Cali figuran en los catálogos de otras muestras colectivas realizadas en 1970, verbigracia un Salón de Grabado presentado en la sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional, el XXI Salón Nacional y el IV Salón de Artistas del Minuto de Dios. Las serigrafías enviadas a estos eventos son las mismas que participaron o en Belarca o en Cali (7), lo que evidencia el uso extensivo que desde un comienzo se hace de estas ediciones en su calidad de múltiples. Otro evento fue la exposición individual de Pedro

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con los procedimientos de impresión mediante pantallas. Paz no tuvo un entrenamiento formal en este campo, pero sí ocasión de visitar varios talleres y exposiciones. Su esposa Evelia Medina compartió esa experiencia. El trabajo experimental de Luis Paz se concretó, en el terreno de la serigrafía, en una serie de seis grabados hechos entre el 69 y el 70 y nunca expuestos. El lenguaje de estos grabados es el de un expresionismo casi abstracto; el proceso de elaboración se diferencia sensiblemente de los modos tradicionales. Sobre un vidrio acondicionado con un pegante plástico aplicado con un rodillo (para lograr una superficie translúcida pero texturada), Paz elaboró sus dibujos con esmalte negro de calidad industrial. Este pigmento le daba buena adhesión y total cubrimiento. Una vez terminados, los trasladó a las sedas de impresión mediante proceso fotográfico y realizó el tiraje en ediciones cortas y una sola tinta pasada varias veces. Algunos de los motivos de esta serie reaparecen en series posteriores, asociados a un lenguaje más decididamente figurativo. y prolongada. Luis Paz, Pedro Alcántara Herrén y Nirma Zarate son los únicos que se dedican al trabajo serigráfico en los próximos años. Para los demás artistas, ante todo pintores, este procedimiento es primordialmente un mecanismo de multiplicación de su trabajo, menos exigente que la litografía pero ya catalogado como artístico. Apenas un año después de iniciado el discu-

rrir histórico de la serigrafía en el país, este procedimiento usado por un número creciente de artistas, se torna cada vez más importante en el conjunto de nuestra obra gráfica. Los catálogos de tres exposiciones colectivas destacadas suministran respaldo amplio a la anterior hipótesis. Las muestras son la Primera Bienal Americana de Artes Gráficas; Grabadores y Dibujantes de Colombia, organizada por la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, y el XXII Salón Nacional de Artistas. A ellas se suma la primera exposición individual de Luis Paz, integrada exclusivamente por trabajos serigráficos (1). Además de las exposiciones, esos foros que hacen público el resultado de los procesos creativos, otros acontecimientos señalan el afianzamiento de la serigrafía como medio expresivo. Continúa el programa de la galería Belarca, ya señalado; el Taller 4 Rojo se amplia con la adhesión de nuevos nombres: Umberto Giangrandi, Carlos Granada y Fabio Rodríguez, para citar solamente a los artistas (2). En el campo de la docencia, Nirma Zarate inicia

sendos talleres de serigrafía artística en las escuelas de Bellas Artes de las Universidades de los Andes y Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. En Cali y Medellín, algunos jóvenes que conocían la técnica del "screen" comercial comienzan a investigar sus posibilidades artísticas. Con la experiencia de la Exposición Panamericana, el Museo La Tertulia, apoyado por la industria Cartón de Colombia S.A., convocó para julio y agosto de 1971 la Primera Bienal Americana de Artes Gráficas. Un corto texto del catálogo precisa las intenciones de los organizadores: "Se ha insistido mucho en que son esas técnicas (el dibujo, el grabado y el diseño) las que permiten la tan buscada manos de unas privilegiadas minorías..." (3). Aparte de que esta tesis es válida sólo para los medios múltiples el dibujo ha sido siempre un arte de minorías el texto hace explícito un sentimiento ya generalizado sobre la validez del grabado como gran arte, independientemente del procedimiento empleado. Esta popularización se refiere a un fenómeno comercial, no a la mayor com-

(8) Alvaro Medina, catálogo de la exposición Alcántara-Selección de obra gráfica 1964-1974. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974. (1)Dos exposiciones europeas de arte gráfico vinieron al país en este año 1971: Arte Gráfico Italiano Contemporáneo (Museo Nacional) y Arte de España sobre el Papel (Biblioteca Luis Ángel Arango y Museo de Zea). Ambas muestras incluían serigrafías. (2)Recuérdese que el Taller 4 Rojo fue un centro de estudios sociales integrados y no solo un taller artístico.

prensión o asimilación de las formas de arte gráfico. A la convocatoria respondieron doscientos cincuenta expositores. Según consigna el catálogo, cuarenta y cinco presentaron serigrafías (o técnicas mixtas que incluyen serigrafía), tanto en la categoría de grabado como en la de diseño gráfico. Por Colombia participaron con esta forma de imagen múltiple (tomando en cuenta exclusivamente la categoría de grabado) Alberto Gutiérrez, Clemencia Lucena, Diva Teresa Ramírez y Nirma Zarate. También las técnicas mixtas de Luis Paz incluían serigrafía. Gutiérrez envió dos obras sin título del año 70. Pertenecen a la misma serie que las presentadas en la Panamericana, ya analizadas en estas páginas. A un propósito semejante, el de ampliar el campo de la pintura a imágenes múltiples, responde "Una noche de verano" de Diva Teresa Ramírez. Es un trabajo más experimental que acabado, editado por un taller comercial a partir de un dibujo coloreado. Traduce bastante fielmente el mundo imaginario de la obra de esta artista. La fotoserigrafía ''Colombia, febrero de 1971", presentada por Clemencia Lucena fue elaborada por el Taller 4 Rojo bajo la responsabilidad técnica de Nirma Zarate. Es una composición lograda mediante el fotomontaje de fragmentos de prensa, sin i::lerés estético y poca conección con el lenguaje figurativo de la artista firmante. Está realizado sometiéndose a una voluntaria pobreza de medios expresivos que la sobrecarga conceptual

no compensa. Es más un panfleto que un grabado artístico, e ilustra claramente la dirección que algunos de los miembros pugnaban por imprimir al Taller 4 Rojo, orientando su producción a la divulgación de una ideología, en desmedro de la calidad artística. Esta oposición es apenas el reflejo de la confusión entre actitud ética y actitud estética, generada en el medio latinoamericano probablemente desde la época del muralismo mexicano, confusión muy usual en todo el capítulo de las artes figurativas calificado absurdamente de "político" (4). Contrastan violentamente con la serigrafía arriba descrita los "Testimonios" de Nirma Zarate; aparte de la alta calidad de la impresión, en ellos sí existe un propósito estético que lejos de distraer la atención del espectador, refuerza el contenido conceptual de los trabajos. Entre los artistas extranjeros que mandaron a Cali obras serigráficas, merecen destacarse Luis Camnitzer, Sergio Camporeale, Lorenzo Homar, Robert Indiana, Julio Le Pare, Pablo Obelar, Liliana Porter, Luisa Richter, Jesús Soto, Iazid Thame y Daniel Zelaya. La simple mención de estos nombres certifica que para los artistas serígrafos colombianos la competencia no fue fácil. La exposición Dibujantes y Grabadores de Colombia organizada en las salas de la Biblioteca Luis Ángel Arango, coincidió casi con la Bienal de Cali, en julio y agosto. Reunió trabajos de cuarenta y un artistas; algo más de la mitad eran dibujos. Del texto del catá-

logo transcribo el siguiente párrafo, que en forma indirecta alude a la serigrafía: "El auge de los múltiples, motivado por razones que van desde el deseo bien intencionado de los artistas revolucionarios por aumentar el número de copias con el objeto de popularizarlas, hasta el afán de los mercaderes del arte por agrandar el número de sus ventas, ha determinado un enorme interés por todas las técnicas del grabado. Aunque en nuestro país los múltiples artísticos industrializados no son comunes, los grabados, particularmente en sus procedimientos más fáciles y económicos, son cada día más estimados. En este terreno, sin embargo, hay todavía mucho por abonar..." (5). La crítica velada de esta última frase de Germán Rubiano pone de presente el impacto causado por la altísima calidad de las serigrafías extranjeras que comenzaban a conocerse. Cuatro artistas que ya se han mencionado participaron con serigrafías en esta exposición colectiva de Dibujantes y Grabadores: Ana Mercedes Hoyos, Hernando del Villar, Nirma Zarate y Luis Paz. Los envíos, dos o tres trabajos por artista, repitieron grabados ya conocidos trabajos de Belarca o expuestos en Cali— y se completaron con trabajos más recientes, como "Puesta de luna" de del Villar o " Y de los niños qué?" de Nirma Zarate. El primero, todavía abstracto, utiliza primordialmente las formas circulares fraccionadas en una composición simétrica de pocos colores planos y opacos. El de Nirma Zarate presenta un tratamiento similar al

(3) Catálogo de la Primera Bienal Americana de Artes Gráficas, Museo La Tertulia, Cali, 1971. El texto no está firmado. (4) Con esta óptica, el Taller 4 Rojo elaboraría en los años siguientes decenas de fotoserigrafias concebidas como periódicos murales o carteles sin ninguna intención artística. Por ello estos trabajos no han sido considerados en el marco de esta investigación, referida a la serigrafía de arte. (5)Germán Rubiano Caballero, catálogo de la exposición Dibujantes y Grabadores en Colombia, Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, 1971. El subrayado es mío.

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de las dos fotoserigrafías enviadas a la Bienal de Cali; la grabadora parte de elementos fotográficos tomados de la prensa, que aisla y recompone en nuevas imágenes. El color muy discreto subraya las formas figurativas. El Salón Nacional del año 70 incluyó apenas dos trabajos serigráficos de Evelia Medina. En la presentación del 71 fueron admitidas por el jurado de selección diez serigrafías de las que varias resultaron destacadas en el acta de premiación (6). "Conjunto testimonio" se titula la obra de Diego Arango, acreedor a una bolsa de trabajo (segundo premio). Es una serie de cinco fotoserigrafías sobre el tema general de la represión. La composición de estos pliegos recuerda la de una carta de naipe: sobre un fondo casi uniforme en el que se intuye un desolado paisaje, aparecen un rectángulo central, unos diamantes en los ángulos superiores y tres cuadrados en la parte inferior. Dichos espacios se van llenando a medida que la serie se desarrolla con imágenes pertinentes al asunto. Un policía anti-motines en el centro, cuerdas, rostros convulsionados, manifestantes en los espacios menores. Editada en el Taller 4 Rojo, esta obra se destaca por su alta calidad y coherencia expresiva. Osear Jaramillo, José Urbach y Gustavo Sorzano recibieron menciones en este XXII Salón por grabados serigráficos. El de Jaramillo es una transposición cromática de uno de sus dibujos trabajados con lápices grasos y disolvente. Luces y

sombras habituales en las obras del dibujante antioqueño se vuelven, en serigrafía, zonas cortadas, duras y desajustadas. La intensidad del color endurece aún más este grabado, inexplicablemente premiado. "La Gioconda" de

Gustavo Sorzano, otra de las obras recompensadas, es en realidad un fragmento de un trabajo mucho más amplio, más cercano al arte conceptual y a las teorías de participación activa del espectador, que al lenguaje del pop suge-

rido por el fragmento desglosado de su contexto. Diseñador gráfico activo, más que artista grabador, Sorzano emplea la serigrafía apenas como un medio multiplicador barato. Los dos envíos de José Urbach, llamados "Sistema No. 1 y. No. 2" son expresiones casi abstractas, logradas con la manipulación de imágenes fotoserigráficas recortadas sobre fondos planos. El autor, radicado en los Estados Unidos desde varios años atrás, manejaba entonces con gran sensibilidad conceptos relacionados con el collage, el uso de materiales insólitos y todas las formas del fotograbado. Más que la calidad individual de estas serigrafías destacadas con las menciones del año 71, lo que resulta evidente es la afirmación del procedimiento como vehículo artístico reconocido. En noviembre, Luis Paz expuso individualmente en Belarca, realizando la primera muestra dedicada a obra serigráfica que se hizo en el país. El lenguaje del grabador evolucionó rápidamente desde su retorno de España para llegar a una expresión figurativa, de alguna manera relacionada con el arte pop, pero preñada por un evidente sentido crítico. La mayoría de los trabajos son collages en el sentido compositivo. Imágenes que vienen del mundo de la propaganda, de la simbología de consumo o de la prensa cotidiana. A base de reunir imágenes dispares, relacionadas conceptualmente y no visualmente, se buscan significados críticos, que no siempre resultan convincen-

tes. Todos los trabajos de esta etapa tienen una composición básica uniforme en torno a una ranura blanca vertical, centrada en el pliego a la manera de una estrecha ventana o aspillera. Las imágenes se organizan en el marco que simula un abultamiento, como si estuviese ligeramente inflado. Con frecuencia un mismo motivo aparece en varias composiciones, cambiando de ubicación y de escala. Para estos complejos trabajos, Paz conjugó dibujos, fotografías y heliografías. La edición final se hizo esencialmente en fotoserigrafía. Podemos resumir el año recalcando la clara expansión que va mostrando la serigrafía y su doble carácter: profesional en la obra de algunos artistas, los menos, y "amateur" o experimental para los más.

El uso de la serigrafía muestra en el año de 1972 la misma tendencia a la expansión que en el año anterior. Dos exposiciones internacionales recalcan este hecho, en tanto que el público colombiano puede ver una muestra de gráfica alemana y otra de gráfica inglesa, además de la retrospectiva de Lorenzo Homar. Por otra parte, el Taller 4 Rojo adelanta una activa labor difusora y las cátedras de serigrafía se afianzan en las escuelas de Bellas Artes en Bogotá, Cali y Medellín (1). En este terreno de la docencia tuvo capital importancia el curso dictado en La Tertulia por el maestro puertorriqueño Lorenzo Homar. A la misma fecha corresponde la iniciación del programa de portafolios de obra gráfica patrocinado por Cartón de Colombia S.A., decano de los innumerables portafolios de obra gráfica que existen hoy. Las dos muestras internacionales a las que artistas colombianos enviaron serigrafías fueron la Segunda Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y la XXXVI Bienal de Venecia. El catálogo de la primera indica la participación de veinte colombianos. De ellos, Diego

(6) El catálogo de este Salón era un simple volante. No fue posible localizar un ejemplar, ni siquiera en la Sección de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura, entidad organizadora de la muestra (1) Curiosamente, la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional fue la última en instituir la enseñanza de la serigrafía artística.

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(2) Este grabado tiene 40 x 35 cm.

Arango, Leonel Góngora, Alfredo Guerrero, Luis Paz, Ned Truss, Nirma Zarate y Armando Villegas enviaron serigrafías. Un tercio, más o menos, del total del envío. Dadas las fechas en que se realizó esta Bienal, enero, casi todas las obras datan del año anterior. Así, algunas de estas serigrafías ya se han mencionado y lo que hay que destacar es su difusión en un terreno competitivo y más amplio como es el de la muestra puertorricence. Otras señalan nombres nuevos: los de Leonel Góngora y Armando Villegas, especialmente. El estudio pormenorizado del envío aporta otros hechos de interés. La serie de "Casa Rebeca" de Góngora, trabajada en un taller mexicano existe también en litografía. La serigrafía es una versión más simple del complejo expresionismo del artista. La preparación de las pantallas exigió al artista concentrar su lenguaje, eliminando grafismos y acentos de color. Una década más tarde, esta disciplina no parece necesaria; las serigrafías editadas en talleres nacionales permiten un trabajo de gran riqueza formal y cromática. El nombre de Ned Truss, partícipe y entusiasta propulsor del programa de ediciones serigráficas de Belarca, no en nuevo. A su lado comienza a figurar el de Enrique Hernández, joven artista recién graduado que asume la edición de la mayoría de los grabados de Truss. Valga la pena señalar que las indicaciones suministradas por los catálogos de la época no incluyen el nombre de los talleres de edición. Este

derecho será revindicado solamente hacia mediados de la década. "Subject to vogue" es una fotoserigrafía de pequeño formato (2) que utiliza hábilmente tramas mecánicas y color sobreimpreso, además del dibujo transferido al tamiz por fotografía. El lenguaje característico de Truss, figurativo, fantástico y surrealista a la vez, se adapta a los requerimientos del proceso de edición con un criterio de eficacia que pocos trabajos serigráficos de ese momento logran. Con pocas tintas, tres o cuatro, y las mínimas pasadas posibles, el grabado conserva la calidad expresiva sin contradecir la calidad planimétrica de naturaleza. Presumible mente, el hecho de que este artista hubiese tenido una formación adecuada se refleja en su producción serigráfica. No se trata de pinturas transferidas a serigrafía sino de obras gráficas resueltas en concordancia con el medio de edición. Armando Villegas participó en San Juan con una serigrafía titulada "Estelamítica". Por cierto, su envío aparece en el grupo peruano. El pintor tenía a la sazón en Bogotá un taller de artesanías de arte dedicado a la producción de objetos decorativos en metal, cerámica, vidrio, textiles, etc. Aprovechando su experiencia en la impresión de textiles por el método de esténsiles serigráficos, Villegas realizó el grabado enviado a San Juan en una edición muy corta, a título casi experimental. En un espacio indeterminado aparece una forma central constituida por decenas de pequeños trazos

que sugieren un recóndito lenguaje. Este experimento serigráfico, el único realizado personalmente por el artista, coincide con la época en que el lenguaje abstracto expresionista de su obra pintada se orientaba hacia el terreno de la figuración. Como representación nacional a la XXXVI Bienal de Venecia la Sección de Artes Plásticas de Colcultura escogió un grupo de siete grabadores. Fueron ellos Pedro Alcántara Herrán, Diego Arango y Nirma Zarate (como taller), Umberto Giangrandi, Alfonso Quijano, Augusto Rendón y Juan Antonio Roda. El envío oficial ratificaba la enorme importancia de la gráfica en el país. El conjunto presentó un abanico completo de los procedimientos de grabado: litografías, aguafuertes y aguatintas, xilografías y serigrafías. Estas fueron el aporte del grupo Arango Zárate, como integrantes del taller 4 Rojo (3), que participó con "La agresión del imperialismo a los Pueblos''. Este trabajo es un conjunto secuencial de tres serigrafías con el tema de la guerra del Vietnam. En cada pliego se articulan imágenes alusivas a la resistencia armada del pueblo vietnamita, bajo una faja constituida por un billetes de dólar que va desintegrándose. El profesor Germán Rubiano, quien considera sobresaliente este trabajo, dice "...a base de imágenes, sin texto alguno, se cuenta uno de los episodios más dolorosos de la historia moderna..., se alecciona políticamente y se edifica. Llama la atención en estas serigrafías el cuidado de todos los detalles. Los foto-

montajes son excelentes; las imágenes y los colores, severos y dicientes. El terminado estético de estas serigrafías enseña cómo una obra por más política que sea puede estar bien presentada, y sobre todo cumple así más efectivamente su objetivo" (4). Otros trabajos artísticos del Taller 4 Rojo, fechados en el mismo año, muestran características simi-

lares, con temáticas más directamente alusivas a la historia nacional: "Colombian history", "La lucha es larga, comencemos ya". El lenguaje de los fundadores del Taller 4 Rojo se halla en esa época en su período más logrado. Conceptualización y realización estética logran un buen equilibrio, con frecuencia expresado en obras que tienen

el carácter de un ciclo o serie. La voluntad aleccionadora se torna didáctica, el grito de protesta se convierte en discurso plástico. La profesionalidad en el oficio destaca la calidad estética. Si las serigrafías de artistas colombianos se exponen en el exterior con buen éxito, aquí se tiene ocasión de ver trabajos serigráficos alemanes e ingleses (5). Estos grabados se expresan prioritariamente en lenguajes planistas, de formas simples y perfiles nítidamente recortados o en fotoserigrafías apenas coloreadas. La calidad técnica de las ediciones es impecable; la mayor ventaja respecto a las serigrafías hechas en Colombia la impone la calidad de los papeles utilizados. Hechos notables para la historia de la serigrafía artística en el país son la visita, exposición y curso que el serígrafo Lorenzo Homar realizó en Cali durante los meses de septiembre y octubre de 1972. Invitado por el Museo La Tertulia para mostrar su obra, vino así mismo con el objeto de dictar un cursillo práctico de serigrafía al que asistieron unos quince artistas, diseñadores y fotógrafos caleños, entre ellos Pedro Alcántara y Phanor León. La estadía de Homar se prolongó al aceptar la dirección técnica en la edición de tres trabajos serigráficos que formaron parte del primer portafolio de Cartón de Colombia S.A., trabajo que sirvió como elocuente colofón del curso. La exposición, verdadera antología del trabajo del puertorriqueño, reunió treinta y ocho grabados (linóleos, xilografías y serigrafías) fechados entre 1950 y 1972; más de cincuenta afiches y carteles, todos realizados en serigrafía (1955-

(3) El catálogo de este envió incluye, para cada artista, una ilustración en blanco y negro, un corto texto critico y algunos datos biográficos. El texto para el Taller 4 Rojo, de Mario Rivero, hace énfasis en los lincamientos teóricos del grupo; el análisis de las obras es muy somero. No hay una linea sobre los procedimientos de trabajo de los dos artistas.

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cuadernillos temáticos - arte & estètica 1972) de los cuales uno había sido impreso en 4.000 ejemplares! (6). Se expusieron igualmente trabajos serigráficos de antiguos alumnos del maestro. Grabados y carteles mostraban ampliamente el enorme dominio técnico de este artista diseñador, y evidenciaban un estilo serigráfico peculiar logrado a base de docenas de pasadas de cada tinta. En algunos trabajos el relieve así obtenido es realmente impresionante. Y sin duda impresionó profunda y duraderamente al grupo de artistas caleños que manejaban los procesos serigráficos. Otra influencia probable es el manejo simultáneo de textos e imágenes en trabajos que no son carteles, forma que fue utilizada posterioremente por León y Alcántara Herrán entre otros. El programa de portafolios gráficos auspiciado por la industria Cartón de Colombia S.A., realizado también por las filiales de México y Venezuela, busca patrocinar cada año la edición exclusiva de grabados comisionados a un grupo de artistas contemporáneos representativos en cada país. Los portafolios son objeto de donación a los principales museos y colecciones públicas, además de servir como regalo para clientes distinguidos de las empresas papeleras. Se exponen cada año ampliamente y, hoy, constituyen una magnífica colección de obra gráfica principalmente latinoamericana. En el Primer Portafolio Internacional de Cartón de Colombia participaron seis artistas: Grau, Aníbal Gil, Roda, Phanor León, Alcántara Herrán y Santiago Cárdenas. Así, desde el inicio, se hizo evidente que la selección de artistas no se refería exclusi-

vamente a grabadores, ni tampoco a creadores plenamente consagrados. La gráfica se propone como medio de divulgación, no como campo de acción de actitudes específicas. Las obras realizadas, muy disparejas en calidad, ponen de manifiesto la resultante de esta política. En la edición del 72 Enrique Grau, Pedro Alcántara y Phanor León participaron con

(4)Germán Rubiano Caballero, Historia del Arte Colombiano, Salvat Editores, vol. 11, p. 1572, 3 edición. (5)Gráfica contemporánea alemana, Museo de Arte Moderno de Bogotá, y Grabados de Artistas Británicos, La Tertulia, Cali. (6)Se trata del afiche para la segunda Bienal de Grabado.

serigrafías realizadas, como ya se dijo, con la guía de Lorenzo Homar. El trabajo de Grau se llama "La Cita": una cabeza femenina tocada con amplia cofia de volantes que se lleva a los labios entreabiertos el índice de la mano izquierda. El artista, que conocía superficialmente la serigrafía desde su época de estudiante en Nueva York, partió de un dibujo hecho sobre la

pantalla con lápiz litográfico. Este material graso se adhiere a la malla de impresión, asegurando la transferencia hasta del más mínimo detalle del dibujo. La serigrafía del portafolio está resuelta en tintas grises, apenas resaltadas por un tono rosa en el adorno del material de la cofia. La sutileza de la impresión preserva intacto el carácter inmediato del dibujo inicial, que con iguales o mejores títulos, podría haber sido editado por medio de la litografía. "El Guerrero" de Alcántara Herrán contrasta con la liviana imagen anterior por su dramatismo y densidad. También resuelta en grises, esta vez casi negros, con la cabeza de la figura comprimida en una forma-jaula ortogonal, este grabado ilustra plenamente las características formales que Alvaro Medina asigna a la producción del artista en esos años; a través del trabajo serigráfico, hecho por dibujo directo sobre las sedas de impresión, el trazo fino y nervioso de las etapas anteriores se trueca en trazos más densos en los que no cabe lo que Medina llama "ornamentación", esos acentos de lineas muy finas que refuerzan determinadas partes de las obras en plumilla o litografía (7). "Movimiento" de Phanor León es el trabajo más débil, pese a la alta calidad de la impresión. Su tema es una carrera de atletas; la composición muestra tres personajes en movimiento que se desplazan de derecha a izquierda, desdibujados en la intención de realzar el movimiento de la acción que

realizan. León, fundamentalmente un dibujante, usaba en ese período lápiz de grafito blando y borradores; este mismo efecto es el que se busca en la serigrafía, editada en cinco tonalidades de gris. El resultado carece de cohesión y la mancha resulta poco efectiva como transcripción de las calidades del dibujo ...y del des-dibujo (8). En estas tres serigrafías del portafolio de Cartón de Colombia S.A., están anunciándose características que tipifican buena parte de las ediciones serigráficas del grupo caleño. En los tres casos, la matriz de trabajo puede ser considerada como un dibujo; el elemento expresivo fundamental es la línea. Por lo tanto, para transferir este elemento a los planos de impresión —un bastidor por cada tinta empleada se requiere descomponer un proceso unitario mediante una especie de "scanning" tonal que rompe for-

zosamente la continuidad de las líneas, debilitando así considerablemente la expresión. El carácter orgánico de la línea de dibujo, que la litografía transcribe adecuadamente, se torna mecánico en la serigrafía. El portafolio completo fue exhibido en Bogotá, Cali y Barranquilla, además de varios lugares en Venezuela y México. Dos curiosidades históricas completan la reseña de este año: la primera serigrafía del escultor Eduardo Ramírez Villamizar, y la única realizada por el grabador Augusto Rendón. El grabado de Ramírez es un trabajo experimental, como lo son los intaglios de la misma fecha, elaborados en su totalidad por el artista en un taller de Nueva York. Constituye referencia forzosa a las serigrafías que, años adelante, van a conformar un campo significativo en la producción del artista. En el caso de Rendón, también se trató de un ensayo, ubicado en el marco de su serie erótica. Es un pequeño formato en el que un personaje femenino y uno masculino aparecen reclinados sobre un campo profusamente coloreado. Esta serigrafía de muchas tintas adelanta en cierto modo un tratamiento que volverían a utilizar años más tarde Umberto Giangrandi o Ángel Loochkart: no hay sombras ni transcripción de esquemas lineales; los colores son totalmente planos y cubrientes y es su misma multiplicidad la que confiere a la imagen un sentido espacial.

(7)Alvaro Medina, catálogo de la exposición. Pedro Alcántara Selección de obra gráfica 1964-1974, San Juan, Puerto Rico, 1974. (8)Este artista conocía la técnica serigráfica gracias al entrenamiento recibido como estudiante en la Escuela Departamental de Bellas Artes de Cali. Parte del programa de arte publicitario, incluido en el currículo para Bellas Artes, era el "screen", a cargo del chileno Pablo Artal. León finalizó sus estudios en 1965 y tres años más tarde, con la asesoría de Artal, editó sus dos primeras obras serigráficas, que fueron expuestas en Quito, y en la casa de la cultura (La Candelaria) de Bogotá.

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La Segunda Bienal Americana de Artes Gráficas domina el panorama de las exposiciones de obra seriada que nos interesan para este año de 1973. Como información complementaria podemos añadir la suministradas por los catálogos de algunas muestras colectivas realizadas en varias ciudades del país, a más de la entrega del Segundo Portafolio Internacional de Cartón de Colombia y de una primera edición serigráfica de carácter comercial que constituye el punto de partida para un taller, el primero, especializado en serigrafía artística. Todos estos hechos confirman, como en los dos años anteriores, el uso cada vez más generalizado de los procedimientos serigráficos y su indudable atractivo tanto para los artistas como para los llamados promotores. Pese a la profesionalización de la mayoría de las ediciones, los costos de la serigrafía aún podían competir favorablemente con los de otros sistemas de edición artística, y el público ya no mostraba reticencia alguna frente a estas estampas. A

medidados de octubre se inauguró en los salones de La Tertulia la Segunda Bienal Americana de Artes Gráficas, exposición pluridiscipli-naria que reunió, como en la primera edición, dibujos, grabados y diseños gráficos. El jurado para las categorías de dibujo y grabado estuvo constituido en esta ocasión por el profesor Eugenio Barney Cabrera, los artistas Jesús Rafael Soto y José Luis Cuevas y el museólogo Alan Fern. Peter Milton y Louise Nevelson recibieron los premios de grabado, en tanto que Alfredo Guerrero obtenía la medalla de oro en la misma categoría por su trabajo serigráfico "Uno, dos, tres, tricolor". Se trata de una serigrafía de medio pliego, trabajada directamente por el artista en un pequeño taller de publicidad, al final de 1972. Sobre los colores del pabellón nacional, un delgado marco en blanco y negro que recuerda los marcos ornamentales de los afiches callejerosdetermina un espacio central como un eco menor de la superficie total de grabado. Dentro de ese marco, en la zona inferior, se ubica una zona bicolor horizontal en amarillo y rojo, y sobre estos colores aparece un sobre de correo, abierto, trabajado en varios grises. La banda roja parece sangrar con algunas gotas el mismo recurso de vocabulario utilizado para "Las cacerolas". Arriba del sobre, y siempre dentro del espacio central, un rayado vertical en blanco altera ópticamente los colores del fondo. Las tintas, seis en total, son planas y opacas y logran un

excelente equilibrio en este trabajo emparentado con el arte pop. Además de Guerrero, participaron con serigrafías en esta Bienal, Alberto Gutiérrez, Phanor León, Armando Londoño, José Mina, Luis Paz, María Victoria Porras, Edgar Silva y Ned Truss. Resulta sensible la ausencia de todo el grupo artístico vinculado al Taller 4 Rojo , que por razones "ideológicas" rechazó la invitación de la Bienal. De todas estas serigrafías, las más interesantes son las de Luis Paz, María Victoria Porras y Edgar Silva; las demás muestran apenas el manejo decoroso del procedimiento con resultados estéticos válidos caso de Truss, de Gutiérrez o mediocres Mina, León, Londoño. "El país sigue en buenas manos", tres fotoserigrafías de Luis Paz, muestran un nuevo cambio de lenguaje en la producción del grabador. El tratamiento, decididamente figurativo, se simplifica. El símbolo se aclara. La fotoserigrafía resulta el instrumento predominante, desplazando al dibujo utilizado dos o tres años antes. Paz insiste en una composición de "collage" visual, con imágenes que conforman una charada. La ironía es aquí un elemento esencial. "Ensamblaje espacio 1, 2,3", de María Victoria Porras son grabados que combinan la serigrafía y la fotolitografía. El tema de las estructuras metálicas, con el que la artista había iniciado su trabajo en el campo del grabado (1), se mantiene, pero está resuelto en forma más cercana a una imagen televisada

que al dibujo característico de su primera etapa. Este trabajo, complejo técnicamente, no fue hecho en Colombia sino en Londres, ciudad donde la artista adelantaba cursos de grabado en St. Martin's School of Art. En años subsiguientes, María Victoria Porras, radicada en los Estados Unidos, realizaría numeroso grabados por procedimientos fotoserigráficos (2). Edgar Silva, que participaba fuera de concurso, lo hizo también físicamente fuera del recinto de la Bienal, colgando sobre el río Cali, frente a los edificios del museo, bolsas de polietileno "rellenas" con ejemplares de sus "Paisajes"', suspendidas de cables tensados de orilla a orilla. Estos paisajes geométricos, hechos por el artista en un taller comercial, con ocasión de su reciente muestra individual en la Biblioteca Luis Ángel Arango, se articulan en planos de color unido, sin grafismos ni modulaciones tonales. La pintura de Silva, con sus colores planos y perfiles nítidamente delineados, se presta admirablemente al proceso serigráfico y el artista lo ha empleado varias veces desde 1973. El montaje especial inventado para la Segunda Bienal de Cali sacaba buen provecho de la condición de múltiple de la serigrafía; la serie se mostraba en un orden aleatorio, repitiendo varias veces cada uno de los cinco paisajes. El carácter festivo, de evento temporal y especial de la Bienal, se aprovechó también en este montaje, donde las copias serigráficas se usaron casi como bandoleras o gallardetes, antiquísimos sím-

bolos de la apropiación temporal de un espacio determinado. Como a la primera Bienal de Cali, cerca de treinta artistas extranjeros enviaron serigrafías. Todas las posibilidades de lenguaje estuvieron representadas; desde la geometría planimétrica hasta el hiperrealismo, y todas las modalidades técnicas, desde la serigrafía manual hasta la más sofisticada fotoserigrafía. Merecen destacarse los envíos de los artistas que conformaban el grupo Grabas, de la Argentina: Camporeale, Cugat, Obelar y Zelaya. En orden de importancia relativa para esta historia, el XXIV Salón Nacional de Artistas ocupa el segundo lugar, después de la Bienal de Cali; en este Salón, que se mostró en Bogotá y en doce capitales departamentales se expusieron trece serigrafías: otra serie de Paz, "Para qué la violencia?", tres obras sin título de Evelia Medina, "Balance" de Hernando del Villar, "Mao tríptico" de Truss. La participación del antioqueño Luis Javier Restrepo consistió en una serie de cojines con retratos de artistas de cine estampados en serigrafía. La serie de Luis Paz, que conforma una sola obra, consta de seis serigrafías editadas en una sola tinta. La intención crítica y el uso de textos incluidos en cada pliego convierten estos grabados prácticamente en carteles. El artista establece un doble nivel de lectura y una contradicción semántica entre el lenguaje visual y el lenguaje escrito. La ironía es más descarnada que la de la serie pre-

sentada en Cali. Contrastan con la obra de Paz los tres elementos del "Mao Tríptico" de Ned Truss. Durante meses había trabajado Truss en el campo de la serigrafía, confiando el trabajo de edición a Enrique Hernández. El tríptico presentado al Salón Nacional es uno de esos trabajos. El rostro del líder chino, repetido en cada serigrafía, modificado por la caligrafía peculiar del artista, se presenta casi frontalmente, coloreado en matices contrastantes. Artista y editor emplearon la fotoserigrafía para trasladar las tramas del kodalite a las pantallas de impresión. El color se dosificó luego sobre las tramas, en zonas nítidas, más o menos independientes del dibujo inicial. En las serigrafías de Truss es siempre notable la buena adecuación del lenguaje expresivo a las características particulares del procedimiento de edición (3). "Balance" de Hernando del Villar es una serigrafía abstracta, geométrica, de composición muy simple. Cada forma está delimitada por lo que se interpreta como un trazo blanco, en realidad, una zona reservada en el papel. La limpieza de la edición y el perfecto ajuste de los colores hacen de este trabajo un bello ejemplo de serigrafía. Los grabados de Evelia Medina, tres rostros femeninos algo surrealistas, vuelven al uso de la fotoserigrafía a partir de trabajos dibujados. Predominan los grises y habanos; la cuidadosa impresión no traiciona la complejidad del diseño hecho a base de cientos de pequeños tr azo s. Los cojines de

(1)Serie "Los ramajes del hombre", editados en offset y expuestos en la galería Belarca en 1972. (2)Estos grabados no han sido expuestos en Colombia. 38

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Restrepo, estampados en serigrafía, sirven como indicativo del interés por los procesos serigráficos que un grupo de artistas jóvenes de Medellín comenzaba a manifestar. Además de Restrepo podemos mencionar a Félix Ángel y Armando Londoño. La motivación era, en cierta medida, una curiosidad técnica; y en otra, todas las implicaciones surgidas de la utilización del módulo o plantilla para lograr la multiplicación de una forma sobre

un mismo soporte. En colectivas menores como la segunda edición de Dibujantes y Grabadores de Colombia (Biblioteca Luis Ángel Arango), Treinta y Dos artistas Colombianos de Hoy (Museo de Arte Moderno, Bogotá), el Salón de Artistas Jóvenes (La Tertulia, Cali), el IV Salón de Arte Joven (Museo de Zea, Medellín) o el VII Salón de Agosto (Museo de Arte Contemporáneo del Minuto de Dios), la serigrafía estuvo

regularmente presente. Buena parte de los artistas que hemos venido mencionando tomaron parte en una o varias de estas muestras. Resultan novedosos los trabajos de Armando Londoño, parte de una serie bautizada "Los Burócratas". Un poco a la manera de los trabajos del grupo de Cali, estos personajes son grises lo que de paso pone de presente que su autor era esencialmente un dibujante; hay perfiles nítidos, som-

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bras logradas con fotoserigrafía, kodalites de trama mecánica y empleo de lacas obturadoras. Es decir, una amplia gama de los recursos técnicos empleados en el proceso serigráfico. En el VII Salón de Agosto, una obra colectiva presentada por el Taller "La Rata" mereció una Gran Mención, equivalente al cuarto premio. Era una valla hecha en serigrafía (4), de 2.50 x 3.50 m. que fue instalada por sus autores en la Plaza de Banderas, frente al edificio del Museo. Horas después de abierta la exposición la valla fue decomisada por la policía, bajo el cargo de subversión. El tema de esta valla era el de los conflictos estudiantiles: un grupo de policías armados de cascos, escudos y bolillos detienen a un estudiante descamisado en medio de un enfrentamiento. Naturalmente los medios de prensa hablada y escrita dieron publicidad al hecho y se desató una verdadera polémica en pro y en contra del trabajo en cuestión, de sus autores, de los jurados del Salón (5), del Museo y hasta del arte. Ante la enérgica protesta de la Dirección del Museo y del Jurado, y una solicitud firmada por muchos artistas, la valla volvió a ser instalada en su lugar dos o tres días más tarde. El Taller "La Rata" fue una asociación efírema de tres alumnos de la Escuela de Bellas Artes (U.N.) y un dibujante independiente medianamente conocido (6). La valla fue trabajada en las instalaciones muy incipientes que servían para la cátedra de "cartelismo" en la Escuela. Tuvo un

antecedente en otra, realizada el año anterior por el Taller 4 Rojo (7) y no pasó de ser un buen ejercicio de taller, más escandaloso que válido plásticamente. En el Segundo Portafolio de Cartón de Colombia participaron con serigrafías Alfredo Guerrero y Ned Truss. La obra de Guerrero se llama "Un Sombrero". Fue realizado directamente por el artista en los talleres de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, con la colaboración de Luis Paz y de Enrique Hernández. Como su nombre lo indica, es un sombrero un bombín colocado sobre una trama de líneas verticales, centrada en un espacio negro que llena el resto de la composición. La cinta del bombín tiene el tricolor nacional (8). "La Consumidora" de Ned Truss, igualmente editada por Hernández, utiliza los procesos usuales en la obra serigráfica del artista norteamericano: un dibujo, adicionado con tramas de kodalite y tintas planas, roja y verde, para el color. En Cali, la enseñanza de Lorenzo Homar rendía sus primeros frutos independientes en un trabajo conjunto firmado por Pedro Alcántara Herrén y Phanor León; fue un portafolio de cuatro fotoserígrafías, editado con el patrocinio de la Librería Cultura. Los autores combinaron dibujos (trabajados a partir de fotografías), clichés fotográficos y entintados planos en composiciones que insisten sobre la forma del "collage" visual. El tema, alusivo a la caída del presidente Allende, permite un tratamiento de cartel y las soluciones formales no dejan de tener

cierto parecido con las fotoserígrafías del artista norteamericano Andy Warhol cuando trata el asunto de la represión racial contra los negros en los Estados Unidos. Creo que este portafolio se puede considerar como el embrión de la que sería más tarde la Corporación Prográfica.

(3) Pocos años antes, el artista Andy Warhol había utilizado el mismo tema en una de sus famosas series de retratos. (4)El catálogo la reseña como "tamigrafía", término que se empleó en más de una ocasión para clasificar grabados serigráficos. (5)El jurado de este Salón estuvo integrado por Leonor Alvarez de Linares, Carlos Rojas y Augusto Rendón. (6)Los estudiantes eran Roberto Pizano, Rafael Román y Cesar Tobar, y el artista independiente Manuel Cantor. (7)La valla del Taller 4 Rojo, producto de un trabajo colectivo, fue destruida por la policía en la sede del Museo de Arte de la Universidad Nacional, donde se hallaba expuesta, en el momento de un violento enfrentamiento entre estudiantes y fuerza pública.(8)Este grabado existe en dos versiones, una en blanco y negro y otra con color.

Enrique Hernández, a quien ya he mencionado varias veces, considera que su empresa editora de serigrafía, la única especializada en este procedimiento, data igualmente de 1973. Hernández se graduó en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en 1970. En el programa académico que le correspondió, serigrafía se estudiaba tan solo en un semestre. Recibió en esta materia clases de Antonio Grass y de Gerardo Aragón, y más que como alumno actuó como monitor del curso, porque debido a una circunstancia familiar, ya conocía las técnicas serigráficas (9). Además de este temprano aprendizaje, adelantó por cuenta propia otras investigaciones en el campo de la serigrafía, al lado de sus estudios curriculares. Desde 1968 trabajó algunos diseños con Antonio Grass, y un año después asumió prácticamente la responsabilidad de la ediciones serigráficas de Truss. Ya en 1973, por encargo del Museo de Arte Moderno de Bogotá, editó un trabajo de Enrique Grau, "La Pasajera", en formato de un pliego y edición numerada de cien ejemplares. Este trabajo marcó el inicio de la empresa editora que hoy se llama GraphiGrupo. La obra le fue encargada a raíz de una muestra retrospectiva del maestro cartagenero (noviembre de 1973). El editor partió de un dibujo, realizado por Grau directamente sobre la pantalla de impresión. Como en la serigrafía del año 72 (10), Grau planteó un dibujo animado por dos toques cromáticos: rosa

en la cinta del sombrero y amarillo en el boleto que el personaje enseña en la mano. Con el paso del tiempo el rosa ha cambiado sensiblemente de tonalidad, pero aún así, este grabado es un buen ejemplo de trabajo serigráfico. Desde esta primera impresión como editor profesional, Hernández determinó su línea de trabajo,

buscando respetar la personalidad particular de cada artista y de cada serigrafía, sobre cualquier sello distintivo del editor. Este propósito resulta claro al analizar en conjunto cuatro grabados fechados en 1973: el ya mencionado de Grau, dos trabajos de Truss, y el "Ludwig Van" de Beatriz González.

Un cuñado de Hernández tuvo años antes un taller de "screen" comercial el ScreenService. Allí se inició el futuro editor como ayudante en los trabajos pequeños. (10)La realizada para Cartón de Colombia.

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Instituto Colombiano de Cultura como respuesta a una sensible inquietud del público en torno al tema. El propósito era presentar un panorama amplio de las distintas modalidades y expresiones que se realizaban serigráficamente, dentro de estrictos parámetros de calidad estética. Se invitaron a participar doce artistas, con varios grabados cada uno. El catálogo es apeEn la medida en que la serigrafía artística se vuelve un procedimiento conocido, el número de exposiciones en las que se exhiben serigrafías aumenta de año en año. Este aumento cuantitativo no implica uno cualitativo; bien al contrario, la serigrafía pierde el carácter de novedad que había tenido en años anteriores y su misma proliferación hace que muchas ediciones sean motivadas exclusivamente por un afán comercial que descuida el tratamiento artístico adecuado. Así, el año que remata la primera etapa de esta historia, resulta bastante más complejo que los que hasta ahora se han examinado. La serigrafía aparece en exposiciones internacionales, en colectivas nacionales y en muestras individuales. Y este año se realiza la primera exposición colectiva de obra serigráfica colombiana: la muestra Serigrafías, en la sala Gregorio Vásquez de la Biblioteca Nacional. En el conjunto de exposiciones presentadas en el 74, Serigrafías resulta, obviamente, la más significativa para esta historia. Fue organizada desde la Sección de Artes Plásticas del

(1) A mediados del año 1974, se presentaron diferencias irreconciliables entre los miembros del Taller 4 Rojo. Sus fundadores se retiraron —o fueron expulsados, según