Como Ser Un Buen Abogado

COMO SER UN BUEN ABOGADO Muchas veces nos preguntamos cuáles son las condiciones indispensables para ser un abogado exit

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COMO SER UN BUEN ABOGADO Muchas veces nos preguntamos cuáles son las condiciones indispensables para ser un abogado exitoso. Y seguro que muchas veces nos han dicho que la clave para serlo está en ser inteligente, estar bien formado e informado y tener experiencia. Pero esto no es del todo cierto o como mínimo, no es suficiente si lo que queremos es llegar a la cima del éxito. Si nos fijamos en cualquier ámbito de la vida cotidiana, no siempre (o casi nunca) aquellas personas mejor formadas se encuentran entre los primeros puestos de las listas de éxito a nivel profesional en su sector. Esto mismo podemos aplicarlo a los abogados. Ser un gran abogado no es suficiente para llegar al éxito, pero sin duda, es un buen principio para lograrlo.

Las claves para alcanzar el éxito Debes tener en cuenta que el éxito es una habilidad en sí misma, una habilidad que el ser humano puede desarrollar en mayor o menor medida. Teniendo en cuenta que la base de la actuación del abogado es la relación con su cliente, nosotros creemos que la clave para conseguirlo radica en ser capaces de entender a la gente, a los potenciales clientes, y con esta comprensión, dominar dos habilidades fundamentales, que son el marketing jurídico y el desarrollo y la gestión empresarial. Muchos buenos abogados se pasan el día estudiando casos, inmersos en el análisis de libros, leyes y reglamentos, y desconocen que el verdadero secreto del éxito comienza por conocer profundamente a las personas, por saber qué decirles en cada momento, cómo ayudarlas a resolver sus problemas jurídicos con eficacia, consiste en relacionarse de forma atrayente con ellas, radica en convertirse en profesionales indispensables, en escucharlas, etc.

Primero. Ser expertos Marketing Jurídico. Hoy en día, la publicidad y el márketing se han convertido en piedra angular del éxito en cualquier sector. En el nuestro es indispensable utilizar esta herramienta de forma adecuada, porque tampoco nos sirve cualquier tipo de marketing, todo lo contrario, un marketing basado en publicitarnos a nosotros mismos puede llegar a ser contraproducente. El éxito estriba en analizar y descubrir qué problema tienen las personas, buscar la mejor solución, la más efectiva, y finalmente posicionarnos en el mercado como

los profesionales que van a solucionarlo. No podemos errar; debemos centrarnos en el consumidor y no en nosotros mismos. Por lo general, cuando el cliente potencial busca ayuda en internet, está buscando la solución a un problema que se le ha planteado y que necesita resolver: “necesito…”, “tengo un problema con un vecino que…”, etc. Debemos comunicarles desde el principio, y dejarles bien claro, que somos todo lo que ellos necesitan para resolver su problema, y así tenemos que “vendernos”.

Especialización por nichos (sectores). Convertirnos en un abogado de éxito, puede depender en gran medida de nuestra especialización en la resolución de problemas de un nicho concreto. Debemos estudiar cuál sería el más apropiado para nuestra empresa o para nosotros. Así, nos posicionaremos como expertos en la resolución de un problema específico, por ejemplo en impuestos sobre la propiedad, despidos improcedentes, etc., o en clientes específicos, como empresas de transporte, médicos, restaurantes, hoteleros…, o en las relaciones particulares entre clientes y sus problemas, como por ejemplo en los problemas de custodia en familias separadas, etc. La clave del éxito en la especialización por nichos o sectores concretos está en elegir uno lo suficientemente grande como para asegurarnos un flujo continuo y sólido de clientes. Si eres nuevo en esto de la abogacía y aún no tienes bien claro cómo funciona el mercado laboral puedes comenzar por estudiarlo por ejemplo a través de Internet que es una fuente importante de datos. También puedes utilizar las reuniones sociales con tus colegas para ampliar el estudio poniendo en práctica el consejo de la escucha, preguntando y atendiendo a cuáles son los sectores más relevantes en el momento. Ellos, sin darse cuenta, pueden facilitarte una información preciosa. Una vez que hemos analizado nuestras aptitudes y preferencias y hemos encontrado el nicho que se adapta a nuestro perfil profesional y que podría conducirnos al éxito laboral, tenemos que asegurarnos, a través de las acciones de marketing necesarias, de que nuestro mensaje llegará a las personas adecuadas. El siguiente paso será por tanto poner en marcha nuestro plan de marketing, enfocado al nicho elegido. Debemos comentar que el tema de la especialización por nichos específicos es rechazado por muchos abogados que piensan que si se definen tanto, perderán clientes (puesto que llegan a un número de usuarios más reducido y concreto), pero si lo analizamos profundamente, llegaremos a la conclusión de que esto no es así, pues son

muchísimos los profesionales que queriendo llegar a todos, se quedan sin llegar a casi nadie. En cambio, estamos convencidos de que si estudiamos bien el mercado y estamos atentos a las oportunidades, encontraremos un buen nicho en el que especializarnos y convertirnos así en referente legal.

Desarrollo y gestión empresarial Muchas veces, al salir de la facultad, los profesionales buscan trabajo en empresas y bufetes y pasan a realizar dentro de ellos, el trabajo que se les asigna. Tendemos a pensar que no es el momento de crear un proyecto sólido de liderazgo, que ya dirigiremos más adelante y que estamos más tranquilos haciendo el trabajo que nos encomiendan y pasando prácticamente inadvertidos. Tenemos un sueldo “fijo” y estamos cómodos, pero ¿conseguiremos así llegar a alcanzar el éxito profesional? Nosotros creemos que no, y que nunca es demasiado pronto para empezar a desarrollar tu negocio. Decídete; pon en marcha tu iniciativa, aprende a ser un líder. Desarrolla tu propio negocio aprovechando las técnicas que existen en gestión empresarial. Hay muchos cursos y manuales que te ayudarán a desarrollar las características necesarias para alcanzar el triunfo. Aprovéchalas. El éxito, como hemos dicho, requiere de algo más que ser un buen abogado. Si quieres alcanzarlo, debes luchar día a día por llegar a la meta. Desarrolla tus relaciones con los colegas. No pierdas el contacto con tus compañeros de la Facultad. Es cierto que por el momento no van a poder ser fuente de nuevos clientes, pero es posible que en el futuro puedan recomendarte con confianza a sus propios clientes como especialista en un nicho concreto. Hazte visible en la Red. Forma parte de las Organizaciones profesionales y participa activamente en las actividades de gestión y planificación de las mismas. Ten presencia visible en los principales buscadores de abogados y profesionales del ámbito legal y motores de búsqueda y recuerda enfocar siempre tu presencia hacia la resolución de problemas de los potenciales clientes. Escribe artículos en las diferentes plataformas publicitarias y buscadores, que te posicionen como experto en la materia en que te has especializado.

Recuerda este consejo, las relaciones con los personas son vitales. Cuando conoces a la gente, ya sean posibles clientes o colegas, debes resistir la tentación que a priori tenemos por naturaleza de empezar a hablar de nuestras cosas. Todo lo contrario, aprende a mostrar curiosidad por los demás, preguntándoles cosas sobre ellos mismos, escuchando todo lo que nos cuentan, demostrando que nos interesa lo que dicen… esto construirá una importante y necesaria relación de confianza y nos permitirá conocer más cosas sobre ellos. Luego podremos aprovechar toda la información conseguida para dominar la situación.

Liderazgo: cuestión de aprendizaje. Si aún piensas que no tienes madera para ser un buen líder, terminaremos contándote que el liderazgo no es una cuestión de aptitud, sino que se trata de la consecución de una serie de habilidades que se pueden aprender. De hecho, hoy en día, hay infinidad de manuales y cursos de Liderazgo, en los que trabajas de forma práctica todas estas cuestiones. Básicamente, la idea es que te lo creas, que comiences a tomar decisiones importantes, que tomes la iniciativa; verás como los clientes comenzarán a seguirte y a escucharte. Está claro que ser un buen abogado no garantiza el éxito profesional, así que si esta es tu meta, comienza a intentarlo poniendo en práctica algunos de estos consejos. Puedes fijarte en los abogados de mayor éxito de nuestro País y analizar qué les ha hecho estar en esa posición. Verás que una de las características comunes entre ellos es que han dominado a la perfección la técnica de las relaciones interpersonales. Conviértelos en tus maestros y consigue una exitosa carrera como abogado.

ABOGADO EXITOSO Como abogado y estudioso del Derecho Penal me gustaría ofreceros unos puntos de vista que he ido recopilando con el paso de los años y que me han llevado a encontrarme con una serie de máximas que bien aprendidas e interpretadas podrían convertir a un abogado “normal” en un gran letrado defensor. -Debemos partir del hecho inexorable de que nadie nos va a enseñar realmente la profesión de abogado, pueden darnos directrices sí, pero únicamente va a ser cuando nos encontremos solos ante un caso cuando de verdad nos demos cuenta de en qué consiste nuestra profesión. – El gran fantasma que perturba a la justicia es la eventualidad del castigo a un inocente, de emplear un rigor excesivo o una reacción desproporcionada frente a una persona que no merecía un agravio tan considerable. – Frente a ellos, se alza el abogado defensor como una de las profesiones más dignas que el hombre ha creado encaminada a la salvaguarda de los derechos de sus semejantes. Este artículo está destinado a orientarnos en las herramientas básicas para el ejercicio de tan meritorio oficio. – Como el buen soldado (que lleva tras de sí cientos de horas de entrenamiento) o el buen piloto (que acumula cientos y cientos de horas de vuelo), el abogado precisa de forma imprescindible de muchas, muchas, muchas horas de estudio, si no, por muy elocuentes que seamos, fracasaremos. Pensadlo bien ¿Cómo vamos a ganar un juicio si nuestro adversario o quien nos juzga sabe más Derecho que nosotros? (sería como un combate de boxeo en el que tu oponente y el árbitro saben boxear mejor que tú, pues estaríamos listos,no?) – El ordenamiento jurídico provee al letrado de un haz de instrumentos procesales y sustantivos que, si son debidamente utilizados, facilitan enormemente el desarrollo eficaz de su labor hasta el punto que se coloca como una figura difícilmente rebatible, quizás como el condicionante principal del resultado del proceso. – Desde la redacción de nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal, nuestro Ordenamiento Jurídico se ha orientado bajo el prisma del principio pro reo, en aras de la defensa del inculpado, por lo que un buen letrado puede avanzar mucho en la defensa de su cliente si sabe manejar bien los entresijos (marcando los tempos) del proceso. – Un adecuado conocimiento de un arsenal jurídico repercute en que las posibilidades iniciales de defensa de ser binómicas (condena/absolución) se multipliquen, logrando, cuando menos, mejorar sustancialmente la situación inicial del imputado dentro del proceso.

– Contrariamente a lo que se piensa, un buen letrado penalista no es el que consigue un elevado número de sentencias absolutorias, colocando a su defendido a merced de una potencial condena y posterior ingreso en prisión. Muy al contrario, es aquél que consigue, partiendo de las circunstancias fácticas existentes, la situación más ventajosa y menos perjudicial para su defendido. – Esto es así porque el que recaiga una sentencia absolutoria, no es una variable que dependa exclusivamente del letrado, sino de la prueba de cargo practicada en el acto del Juicio Oral, dichas pruebas obedecen más a la actuación del Ministerio Fiscal y de la acusación particular, y no siempre van a poder ser anuladas o contradichas. Existe una multiplicidad de posturas jurídicas intermedias entre la condena y la absolución que pueden reportar perjuicios menores (a lo sumo meramente simbólicos para el cliente), tales como la suspensión de la condena. – Analizando cualquier causa, cuando menos en una inmensa mayoría de los casos, se puede advertir la existencia de circunstancias atenuantes de la responsabilidad. (a mí nunca me ha ocurrido no encontrar nada, siempre hay algo, aunque este muy bien escondido) – La primera misión del Letrado va a ser analizar el caso con sus circunstancias y llevar este examen bajo la forma de mensaje jurídico al Tribunal. – El letrado defensor es también valedor de una serie de principios humanitarios: favor libertatis, por reo, favorablia sunt amplianda, odiosa sunt restrigenda, lo que implica que debe hacer ver al Juzgador todos los condicionantes o situaciones que impulsaron la conducta de su defendido. Como decía el alegato bíblico “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, existen demasiadas circunstancias que determinan, envuelven y explican (aunque no justifican) la conducta del hombre. – Como apuntaba Calderón de la Barca, el mundo es un gran teatro donde todos desempeñamos un papel más o menos obligado por las circunstancias. Sin embargo, alguien tiene que poner un poco de luz, descubrir las circunstancias que operan como móviles, detrás de la comisión de todo comportamiento, especialmente de los que revisten carácter delictivo. Esta persona es el letrado defensor. – Tras el alegato de la defensa, el Tribunal tiene que dejar de ver el caso como una mera hipótesis matemática y contemplar al reo como una persona que actuó motivada por múltiples condicionantes. Para ello, con anterioridad, nosotros mismos debemos humanizarnos: ponernos en la situación del imputado y replantearnos cuál hubiera sido nuestro comportamiento en aquellas circunstancias. – En este sentido, un ejemplo paradigmático de las posibilidades de una buena defensa es el de los delincuentes que actuaron bajo el influjo de las sustancias

estupefacientes. Las estadísticas penitenciarias nos señalan que el 54% de los reclusos son drogodependientes, sin embargo, un competente abogado defensor que conozca el oficio, que sepa manejar los instrumentos procesales y materiales a su disposición podría hacer disminuir casi vertiginosamente esta cifra. Mas para ello es preciso plantear una estrategia procesal específica que debe comenzar desde la práctica de las primeras analíticas, desde el momento inicial de la detención, y que continúa durante toda la causa. Incluso una vez recaída la sentencia condenatoria, el haz de posibilidades se multiplica con la utilización de mecanismos procesales como la suspensión, la sustitución y el indulto. E, incluso, en el supuesto de que llegara a pisar la prisión, un buen abogado puede hacer factible que su defendido abandone el centro penitenciario ofreciendo al Tribunal una serie de alternativas que harán que cumpla su condena en centros específicamente destinados a ayudar a su defendido a salir de su problema (yo diría tragedia) personal. – En mi experiencia personal como abogado defensor he podido comprobar cómo una inmensa mayoría de compañeros se limitan a optar por esta dicotomía jurídica (condena/absolución), apostando únicamente por esta última disyuntiva y eludiendo el uso de otras técnicas procesales y sustantivas que pudieran colocar en una dificilísima situación a un Tribunal que quisiera exacerbar la pena. – Este uso empobrecido de la lex artis (de las reglas del debate) repercute en hacer que la dialéctica procesal y sustantiva se limite a una serie de puntos muy concretos, facilitando en grado sumo la labor de la acusación que sólo tendrá que centrarse en probar una serie de extremos importantes para verificar sus tesis. Se dejan en el tintero una multiplicidad de argumentos procesales que, convenientemente utilizados, hubieran repercutido en que la posición de su defendido fuera más difícilmente atacable. – Sin un conocimiento debido del oficio de letrado, reduciendo la discusión a una mera, simplista y maniquea negación de los hechos, se deja desguarnecido al cliente. Tras cada caso, parece necesario analizar si con otro tipo de defensa, mejor diseñada, se hubieran podido multiplicar las alternativas procesales y materiales. Dicha amalgama de alternativas hubieran provocado que el Tribunal se inclinara por atender alguno dulcificando en todo caso, los términos estrictos de una eventual condena. El principio de eventualidad procesal, tan infrautilizado en el usus fori, permite estar proponiendo al Tribunal una multiplicidad de disyuntivas. – La burda negativa de los hechos es a veces contraproducente pues el reconocimiento de esos mismos, sabiamente interpretados, pudiera comportar una idéntica absolución. Por ejemplo, unos daños inferiores a 60.000 euros bastará introducir en la mente del Juzgador una duda razonable de que fueron realizados por imprudencia para conseguir la misma sentencia absolutoria, estrategia mejor que la nuda negación de los hechos. Consiguiendo que el Tribunal admita la posibilidad cierta de que actuó con animus damnandi o intención maliciosa de perjudicar para que remita la causa a la vía civil y absuelva al imputado. – Estamos acostumbrados a oír afirmaciones peyorativas sobre los letrados penalistas, que denigran su función señalando que son los peores pues “el

Derecho penal es muy sencillo”. Lógicamente, ello dependerá del Derecho penal que uno sepa, pues si reducimos el debate a dos técnicas abstractas, la presunción de inocencia y carencia de prueba, entonces nuestro discurso SÍ que aparecerá como burdo y simple. – Me gustaría concluir diciendo que ni mucho menos el Derecho penal es un ordenamiento simple, simples o poco preparados serían aquellos que lo desconocen.

Las cualidades del abogado litigante “Un abogado que nunca pisa los Tribunales nunca sabrá como entregar un buen servicio a sus clientes. El mayor cumplido que un abogado puede recibir es: “El es un buen abogado litigante” Cómo tener éxito como abogado. Carta escrita por Roland Boyd a su hijo.

Si bien la principal labor del abogado se circunscribe a la defensa del cliente ante los Juzgados y Tribunales, lo cierto es que no todos los miembros de un despacho intervienen con frecuencia en sala. Distintas razones como la especialidad del abogado, la organización interna del despacho o incluso la falta de habilidades lo justifican. De hecho, un segmento importante tiende a evadir dicha intervención. No obstante, el trabajo en el foro es fundamental para el abogado, ya que el acto del juicio, sea cual sea el orden jurisdiccional, es el momento cumbre para la defensa del caso y el lugar en el que, frente al adversario, habrá que desplegar todas las habilidades que conforman nuestra profesión.

Con dichos antecedentes, en el presente post vamos a examinar algunas de las cualidades que, a nuestro juicio, deben adornar al abogado procesalista o litigante. El abogado litigante debe de ser, sobre todo, estudioso. La defensa del asunto requiere siempre el conocimiento de las normas, doctrina y jurisprudencia aplicable al caso, ya que en la fase de informe o conclusiones deberá razonar debidamente su petición. Si es él quien ha llevado el asunto desde el principio, es obvio que su estudio previo al juicio estará más asentado y requerirá menor esfuerzo; pero si los antecedentes proceden de otro compañero, deberá realizar, antes del juicio, un estudio profundo de la materia. Ser organizado es igualmente una habilidad esencial. Al conocer con la suficiente antelación la fecha de nuestra intervención, el abogado litigante tiene que organizarse cuidadosamente para preparar las dos fases fundamentales del juicio: práctica de la prueba y conclusiones. Para ello, deberá saber manejar criterios de organización y gestión del tiempo estableciendo los hitos temporales para la preparación del caso. No hay nada más desastroso para un abogado que prepararse un juicio el día antes de la vista, salvo, claro está, en aquellos casos en que las circunstancias del caso no han permitido la preparación (sustitución de otro compañero, encargo repentino, etc...). Vinculado a lo anterior se encuentra la constancia y disciplina. La constancia es la virtud que nos lleva a que, una vez tomada una determinación o decisión concreta, se lleve a cabo lo necesario para alcanzar las metas aunque surjan dificultades externas o internas o disminuya la motivación personal, gracias a un esfuerzo continuado para pasar a la acción venciendo las dificultades. Sin disciplina será difícil la preparación de un juicio, máxime cuando, como hemos visto es imprescindible un estudio y preparación bien gestionada del caso, y que duda cabe que durante su preparación surgirán dificultades y adversidades como por ejemplo los imprevistos o la acumulación puntual de trabajo. El abogado litigante nunca dejará nada al azar. Todo juicio requiere la determinación clara de la estrategia a seguir; la preparación de los interrogatorios, tanto de nuestros testigos como a los de la parte contraria, y la preparación del informe.

Todo, absolutamente todo, debe estar medido y previsto. Sorpresas, las mínimas. Relacionado con lo anterior se encuentra la capacidad de concentración. En estrados, el abogado deberá conocer la "topografía de la sala" y estar permanentemente alerta y centrado en todo lo que ocurre a su alrededor no perdiendo de vista ningún detalle que pueda ayudar a su defensa. Precisamente, el ingenio y la capacidad de reacción será clave en juicio. En sala, los abogados deben ser grandes comunicadores: son elocuentes e imaginativos e ingeniosos, lo cual es fundamental ya que en el foro se producen numerosas situaciones en las que los abogados deben comunicar con eficacia: los interrogatorios, las aclaraciones al Juez o a las partes, el informe. Un abogado en sala debe aspirar a ser cada vez un mejor orador. Para ello, deberá perfeccionarse no solo técnicas de oratoria, sino igualmente en habilidades para la práctica eficaz de los interrogatorios. En estrado, el abogado deberá tener aplomo y dignidad y no se debe mostrar con aire encogido. La pusilanimidad debilita la fuerza persuasiva del informe y, sin mengua de la consideración y del respeto debido al Tribunal y a las partes, el orador forense ha de tener presente que no es ni un superior ni un subordinado, en cuanto tal orador, sino el portavoz de un derecho autónomo, el de la libertad de defensa (Vicente GELLA). En fin, estas son algunas, pero no todas, las cualidades que a nuestro juicio debe tener todo abogado que interviene en el foro y que, como puede concluirse fácilmente, representan por sí solas, un fiel reflejo de lo compleja, difícil y sacrificada que es nuestra profesión.

¿Cuáles son las funciones de un abogado? 1. Defender los intereses de sus representados en toda clase de procedimientos judiciales. 2. Negociar, además de redactar, todo tipo de contratos sean públicos o privados. 3. Brindar asesoramiento en toda clase de operaciones inmobiliarias, especialmente cuando se trata de compraventa o arrendamiento de inmuebles o fincas. 4. Ofrecer asesoría fiscal y aprontar todo tipo de declaraciones y obligaciones fiscales y tributarias. 5. Actuar en materia testamentaria, siendo responsable de la redacción de testamentos, particiones hereditarias y declaraciones de herederos sin testamento. 6. Redactar capitulaciones matrimoniales. 7. Es el responsable de reclamar ante cualquier tipo de deudas u obligaciones contractuales. 8. Mediar ante cualquier conflicto, sea éste laboral, empresarial, vecinal e incluso familiar. 9. Reclamar a las compañías en caso de accidentes. Asimismo, también se encarga de la gestión de derechos y pensiones en materia de desempleo, maternidad, incapacidad, jubilación, etc.

8 cualidades que te pueden hacer un excelente abogado La abogacía es una profesión que requiere tener madera, por ello, si estás pensando en matricularte en la Facultad de Derecho tal vez te convenga descubrir si cuentas con estas 8 cualidades que te pueden hacer un excelente abogado. 1. Disfrutar de las discusiones con buenos argumentos Si eres de las personas que disfrutan de una discusión bien argumentada entonces vas por buen camino. Una de las características que no puede faltar en todo buen abogado es la argumentación; estos profesionales dedican parte de su día a exponer sus perspectivas frente a quien haga falta. 2. Negociar es una de sus actividades preferidas

Negociar es uno de los verbos predilectos de todo buen abogado. En casi cualquier caso los acuerdos entre las partes son parte esencial de su trabajo. Razón por la que si estás pensando dedicarte al mundo de las leyes, es importante que tengas buenas habilidades de negociación que te permitan llegar a buenos acuerdos antes de caer en procedimientos más engorrosos. 3. La persuasión es una habilidad que nunca falta La persuasión es otra habilidad que hace a un buen abogado. Qué tan desarrollada tengas esta competencia puede marcar la diferencia no sólo a la hora de presentar el caso, sino también de “convencer” al jurado acerca de la postura de tu cliente. Por eso, si estás pensando en dedicarte a esto, será mejor que comiences a entrenar tu capacidad de persuasión. 4. Crear una buena coraza emocional Diariamente los abogados están expuestos a muchas discusiones, malos humores e incluso a posibles amenazas; situaciones que de no tener una buena coraza emocional te será difícil soportar. Quienes ejercen esta carrera aseguran que tener una “piel gruesa” es clave para ser un buen abogado y lidiar con el estrés que trae consigo cada caso. 5. Ser capaz de llevar una excelente organización Si te destacas por tener una buena organización tanto del tiempo como de tu trabajo, entonces estás un paso más cerca de ser un buen abogado. Esta profesión te obligará a pasar tus jornadas entre entrevistas con clientes, papeleo diario, llamadas telefónicas, comparecencias, así como otra cantidad de actividades que deberás mantener organizadas correctamente. 6. La persistencia es otra de las grandes virtudes La persistencia es otra de las grandes virtudes de estos profesionales; un abogado no tiene permitido rendirse nunca. Si quieres tener éxito debes estar dispuesto a luchar hasta el final por conseguir tus objetivos. Esto no quiere decir que no fallarás, sino que tendrás que estar preparado para levantarte las veces que haga falta. 7. El éxito también dependerá de la paciencia Esta es una profesión que requiere esperar mucho tanto por los juzgados, los tribunales, como por otros actores del sistema legal. Si no quieres caer en el desespero debes ejercitar

tu paciencia para aprender a esperar por horas, semanas e incluso meses antes de que salga una resolución. 8. Tener cierta dosis de agresividad bien entendida Los tribunales no necesitan de boxeadores o personas violentas, pero sí de abogados con agresividad bien entendida. Está claro que todo cliente desea contar con un abogado resuelto, decidido, que trabaje con agilidad y que esté dispuesto a hacer frente a todos los obstáculos que hagan falta para conseguir sus objetivos.