Como Recuperar Los Valores en La Familia

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3.10.2. Familia Desde la más tierna edad, la familia debe considerarse el lugar privilegiado del cuidado entre las personas. En ella además de beneficiarnos con las amorosas atenciones de nuestros seres queridos, nosotros mismos nos convertimos en protagonistas de cuidados solícitos que les brindamos. En los aspectos más contingentes de la vida todos los días, así como en las íntimas motivaciones que sostienen las relaciones familiares, el hecho de ocuparse de los demás manifiesta la belleza de estar juntos. Está bien la igualdad de oportunidades, está bien generar más empleos y trabajo; pero si todo esto no se encuentra dentro de un horizonte más amplio, en función del bienestar de la familia y del apoyo de su tarea generativa educativa y de cuidado intergeneracional, se traducirá inevitablemente en un malestar social. (Antúnez, 2012, pág. 19)

2.13 La familia como base de la sociedad En la Colección Orientaciones en ciencia, tecnología y cultura (1999) se menciona: Es de todos conocida la afirmación de que la familia es la “célula básica de la sociedad”. ¿Cuál es su fundamento? Podría recurrirse, en primer lugar, a la experiencia de cada persona, fácilmente verificable en su vida cotidiana, con la complejidad a ella asociada. Se nace y se muere en familia, en ella se adquieren los rasgos más fundamentales e inconscientes del carácter y de la identidad personal, como los hábitos más variados en relación al trabajo, la educación, el ahorro, el gasto, la salud, la enfermedad, las diferencias del comportamiento sexual, las maneras de sentarse a la mesa, de conversar y discrepar, de valorar el tiempo y tantas otras características que determinan el pensamiento, al acción y la comunicación de las personas. Incluso, quienes por su historia personal han visto destruida o debilitada su familia y la han experimentado con sentido traumático en alguna circunstancia no les será fácil superar la influencia que los vínculos familiares habrán dejado en su carácter o en su memoria. La familia está íntimamente vinculada a la ontogénesis de cada ser humano y acompaña una parte fundamental de su desarrollo, especialmente en el momento de formación de la identidad personal. En ella se aprende qué significa ser persona.

Esta afirmación tiene, en segundo lugar, un fundamento histórico y social, verificado por antropólogos y sociólogos, con los métodos de las ciencias positivas, en un sinnúmero de sociedades. Los sistemas de parentesco, fundados en la prohibición universal del incesto, obligan a la exogamia creado, de este modo, vínculos de reciprocidad intergeneracional que constituyen la red social sobre la cual descansa la subsistencia y el desarrollo de las sociedades. La estabilidad o crecimiento de la población, su estructura por edad y la reposición de las personas fallecidas son fenómenos sociales muy directamente vinculados a la familia. Es también la familia el lugar en donde se produce la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, la crianza de los hijos, la alimentación, el aprendizaje del idioma, los hábitos de salud, el reposo. Ella se responsabiliza por el cuidado de las personas en la integridad de su existencia. La familia se ha asociado históricamente con el hogar, es decir, con el lugar del fuego, en su múltiple significación de calor, preparación de la comida, espacio interior y protegido para el amor, la reproducción humana y para toda forma de sociabilidad desinteresada y gratuita. Si esto puede decirse en forma desagregada de cada familia, en forma agregada, considerando el conjunto de las familias, se puede afirmar que a través de ellas la sociedad se cuida y protege a sí misma. La familia es también, en tercer lugar, la “célula básica” de la cultura, es decir, de la sabiduría humana que se cultiva y transmite de una generación a otra, dando continuidad social e histórica a la comprensión del fenómeno humano. La dramaticidad del existir contingente y limitado, que busca comprender el origen y el destino de cada persona se representa con las preguntas que surgen del existir mismo. La presencia o ausencia de quienes comparten los vínculos familiares, de sus rostros, de sus símbolos, de sus decires, de su experiencia, van formando el patrimonio simbólico que permite observar, diferenciar y comprender la temporalidad y la mundaneidad de la vida. La continuidad entre la comprensión precategorial y analógica del símbolo y la comprensión categorial y reflexiva del lenguaje es una dimensión fundamental de toda cultura y ella ocurre, habitualmente aunque no de manera exclusiva, en la convivencia intergeneracional al interior de las familias. Ella está en la base también de la formación de las pautas de valor y de las virtudes morales, dando origen a aquel “ethos” compartido que hace posible la convivencia humana.

Finalmente, en cuarto lugar, la afirmación de que la familia es una institución básica de la convivencia social tiene también una dimensión normativa, reconocida por el ordenamiento jurídico. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por las Naciones Unidas en 1948 se sostienen que “los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia…La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. No es difícil comprender que una institución tan fundamental como la familia y que abarca tantos aspectos de la vida personal y social, haya dado origen a una variada gama de teorías e interpretaciones acerca de su fundamento, su evolución, su significado y su destino. (p. 912)

2.12 Valores en la familia Los valores constituyen un complejo y multifacético fenómeno que guarda relación con todas las esferas de la vida humana. Están vinculados con el mundo social, con la historia, con la subjetividad de las personas, con las instituciones. Realmente vivimos un mundo lleno de valores. Y, por supuesto, uno de los ámbitos fundamentales donde los valores tienen su asiento es la familia. La familia y las Crisis de Valores Sabemos que continuamente se está hablando de una crisis de valores que muchas veces se asocia a una crisis de la familia. Y ciertamente, a pesar de que la familia es la más antigua forma de organización humana y tal vez el ámbito social donde mayor fuerza tienen las tradiciones y la tendencia a su conservación, esto no significa que no cambie y que sea una entidad siempre idéntica a sí misma, dada de una vez y para siempre. Los cambios en la familia, por supuesto, se insertan dentro de determinados cambios globales de la sociedad. Hoy mismo estamos viviendo en un mundo muy dinámico, matizado por el tránsito hacia lo que se ha dado en llamar Posmodernidad. Y esta transición

representa un cambio en la interpretación de valores. Hay toda una serie de valores, vinculados a la Modernidad, que comienzan a entrar en crisis. Ya no existe la misma confianza en la razón, en el progreso, en la ciencia, en la técnica. Se instaura cierta psicología nihilista, de desesperanza; pierden fuerza las utopías, los sueños en un cambio progresivo, en la posibilidad de alcanzar una sociedad más justa. Los valores adquiridos en el seno familiar son los de mayor arraigo, eso no significa que necesariamente marquen con un sello fatalista y predeterminado toda la evolución de la personalidad en lo que a los valores se refiere. En el transcurso de su vida, en la evolución natural de niño a adolescente y de adolescente a joven y a adulto, el individuo se inserta en otros grupos humanos: el barrio, la escuela, el colectivo laboral, y de todos ellos recibe determinados influjos valorativos. La propia realidad social a la que pertenece, cambia, evoluciona y ello también condiciona variaciones en su mundo subjetivo de valores. El propio individuo no es una entidad pasiva sometida a dictados valorativos externos, sino que es capaz de asumir actitudes personales, propias, creativas, diferenciadas, en relación con los valores. No es casual entonces que en determinado momento del desarrollo de la personalidad el individuo comience a cuestionarse los valores arraigados desde el seno familiar. El resultado de este cuestionamiento puede ser la asunción de esos mismos valores, ya ahora plenamente concientizados, racionalizados y lógicamente entendidos, o puede ser la renuncia parcial o total aquellos. En este último caso se asumen patrones valorativos diferentes, se adopta una lógica valorativa distinta y comienzan determinadas manifestaciones de contradicciones generacionales dentro de la familia. No podemos percatar que, aun en este último caso, la familia es un referente obligado en relación con los valores que porta cualquier individuo. Todo esto refuerza la idea del enorme papel de la familia en los marcos de cualquier tipo de sociedad y el por qué debe ser considerado como poseedora en sí misma de un alto valor social. (p. 145-149) Según la Universidad Católica Andrés (2008): Espigando de aquí y de allá, en textos contemporáneos, algunos más recientes, otros menos, encontramos una gran variedad de referencias a los valores, su importancia, su afirmación, su negación, su influencia en la conducta personal y social, e infinidad de otros aspectos: “Sin disciplina y valores no hay autoridad ni mando”. La frase está sacada de un texto que, según la revista colombiana

Cambio, guardaba el guerrillero de las FARC Iván Ríos (2008) en su computador. “Hay que enfrentar con determinación y claridad de propósitos el riesgo de escogencias políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos enraizados en la naturaleza del ser humano”. Son palabras del cardenal Bagnasco (2008), de Génova, al inaugurar el Consejo Episcopal Permanente de la Conferencia Episcopal Italiana. Habla además de “valores negociables”. Rigoberta Menchu (2008), en el diario Milenio de Monterrey, México, declara que hay que rescatar valores como la solidaridad y el diálogo. Varios obispos de Colombia (2008), según Caracol Radio, “se expresaron muy preocupados por la falta de una educación en valores”. “La violencia se genera por la pérdida de valores en la familia, y no necesariamente por el modelo económico, la corrupción o la incapacidad de las autoridades”. Esto lo afirmó el Cardenal Rivera (2005), arzobispo de México, en una misa dominical. Al parecer, todo el mundo habla de valores: un jefe guerrillero para promover la eficacia en su organización subversiva, un cardenal para aconsejar posturas morales en política, una premio Nóbel de la paz reclamando su rescate, los obispos de todo un país para quejarse de que no son promovidos en la educación, otro cardenal arzobispo para atribuir a su falta en la familia grandes consecuencias sociales, un escritor para explicar por la ausencia de unos y la presencia de otros en nuestros pueblos el endémico estado de pobreza, un futbolista para inculcar en los niños los valores de su deporte, una agencia internacional de noticias para anunciar que existen valores revolucionarios en un país muy conflictivo en el panorama mundial, un simple párroco de una popular feligresía para quejarse de su pérdida en la familia, un periodista de un cotidiano importante en un país latinoamericano para lamentarse del descuido de la educación en ellos, etc. Es un hecho que en nuestro mundo cultural y en nuestros sistemas educativos, se ha dado por aceptada la permanencia en el tiempo y la universalidad de algunos valores considerados superiores, irrenunciables e innegociables por ser vistos como constitutivos esenciales de la naturaleza humana, de la esencia del universo y de la estructura misma de la sociedad: Dios, la familia, la libertad, los derechos humanos, la vida humana y bastantes otros. Implícitamente se los ha tomado y se los toma como dotados de objetividad ontológica.

Es sobre los valores que en los hechos funcionan o no como componentes esenciales de la manera de vivir en nuestro momento histórico, sobre los que ahora nos interesa reflexionar. Los valores importan en cuanto se manifiestan en la conducta particular y social de las personas, y esto cae en el campo de la psicología. La familia del mundo modernizado educa espontáneamente en un sistema de valores muy distinto del que trasmite del mismo modo la familia popular. Sobre uno y otro ethos se instala o intenta instalarse una educación externa a la familia que proviene de distintas fuentes: una, el ambiente del mundo de vida en el que practica su vida cada grupo y que comparte con las familias el mismo ethos. Dos, la educación oficial de la escuela que pretende ser igual para ambos mundos pero que está estructurada según el ethos de la modernidad; tres, lo que podríamos llamar la cultura dominante actual que se expresa de muchas formas pero sobre todo en los medios de comunicación. (p. 12-24)

4. Los valores

4.1 ¿Que son los valores? El ser humano no sólo tiene una facultad cognoscitiva que le sirve para emitir “juicios sobre la realidad”, sino que es capaz también de emitir “juicios de valor sobre las cosas”.Al hablar del mundo que le rodea, el hombre se refiere a él no sólo con criterios lógicos o racionales, sino también meta-lógicos, que van más allá de la explicación racional. Cuando se oye hablar de valores, muchos se preguntan, entre asombrados y escépticos, “¿Pero qué son los valores? ¿Acaso existen con realidad propia, o son más bien creación de nuestra febril fantasía? Les parece a algunos que. al hablar de los valores, estarnos reclamando a la existencia todo aquel mundo de esencia o de ideas platónicas que el filósofo ateniense se esforzaba en privilegiar como auténtica realidad, fundamento y consistencia de todo cuanto existe, ideas externas, realidades ideales en un mundo que él soñaba anclado por encima de los altos cielos.

Más sencillamente, nosotros creemos, por el contrario, que no existen los valores como realidades aparte de las cosas o del hombre, sino como la valoración que el hombre hace de las cosas mismas. Los valores no son ni meramente objetivos ni meramente subjetivos: sino ambas cosas a la vez: el sujeto valora las cosas, y el objeto ofrece un fundamento para ser valorado y apreciado. Descubrir los valores sólo es posible a quien mira positivamente el mundo, al que previamente ha comprendido que todo lo que existe “existe por algo y para algo”; que cualquier ser, por pequeño que sea, tiene su sentido y su razón de ser, es decir VALE. Para el que se coloca así ante el mundo, y no pasivamente como cosa entre las cosas, todo cuanto existe es bueno, es un BIEN. De modo que podemos llamar BIEN a cualquier ser en cuanto es portador de valores. Y podemos designar como VALOR aquello que hace buenas a las cosas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo. Valor, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos. Pero estas convicciones o creencias se organizan en nuestro psiquismo en forma de escalas de preferencia (escalas de valores). Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en que nos ha tocado vivir. Una vez interiorizados, los valores se convierten en guías y pautas que marcan las directrices de una conducta coherente. Se convierten en ideales, indicadores del camino a seguir, nunca metas que se consigan de una vez para siempre. De este modo, nos permiten encontrar sentido a lo que hacemos, tomar las decisiones pertinentes, responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Los valores auténticos, asumidos libremente, nos permiten definir con claridad los objetivos de la vida, nos ayudan a aceptarnos tal y como somos y a estimarnos, al tiempo que nos hacen comprender y estimar a los demás. Dan sentido a nuestra vida y facilitan la

relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal. Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. También son fuente de satisfacción y plenitud. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos. Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes. Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad. Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que representan, y no por lo que se opine de ellos. Valores, actitudes y conductas están estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias, sentimientos y valores. Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera cómo los vive. Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa. Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos creer en eso y estimarlo de manera especial. 4.2 Características de los valores

Durabilidad: los valores se reflejan en el curso de la vida; por ejemplo el valor del placer es fugaz que el de la verdad Integridad: cada valor es una abstracción integra en sí mismo, no es divisible. Flexibilidad: los valores cambian con las necesidades y experiencias de las personas Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los practican Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor conlleva al contravalor Jerarquía: hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales) las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivamente a lo largo dela vida de cada persona Trascendencia: los valores trascienden al plano concreto; dan sentido y significado a la vida humana y alasociedad. Dinamismo: los valores se transforman con las épocas, Aplicabilidad: los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona. Complejidad: los valores obedecen a causas diversas requieren complicados juicios y decisiones

4.3 Clasificación de los valores 4.3.1 Valores humanos El ser humano, para comportarse como tal, ha de tender al bien que la razón le propone corno objetivo de su natural tendencia a la felicidad. Hablar de valores humanos es una redundancia, porque no puede hablarse de valores, sino en relación con el hombre. Toca a éste hacer una valoración de las cosas, es decir, entre los bienes que le solicitan y a los que naturalmente aspira. Porque los valores no “existen” con independencia unos de otros, sino en lógica subordinación, en referencia a una mayor o

menor importancia en la apreciación delsujeto que los descubre, ordenándolos en una “escala interior” que va a constituirse en guía de su conducta. Sólo así comprenderá que hay valores cuyo destino no es otro que el de ser sacrificados en aras de valores más altos; que el dinero, por ejemplo, debe servir a la persona y no la persona al dinero; que el sexo es un medio para expresar el amor y no un fin en sí mismo; que se puede renunciar a la propia comodidad para dar un minuto de felicidad a alguien. Si la distinta jerarquización de los valores es lo que otorga la talla moral a cada individuo, es evidente que la educación de una persona dependerá sin duda de esta “escala moral” que haya interiorizado, y que se encuentre en congruencia con el propio proyecto de vida como canalización de todas sus energías. Los valores humanos son aquellos conceptos universales, controladores de acción que se encuentran en todas las culturas, todas las sociedades, todas las víctimas y en todos los lugares donde los seres humanos a se ganan la vida. Los cinco valores humanos, que se pueden encontrar en todas las culturas, todas las sociedades y en todas las religiones, son la Honestidad, Humildad, el Amor, la Paz y la No Violencia. Estos valores son eternos, que elevan la vida humana a su más alta expresión, su mayor capacidad La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la mentira, el engaño o robo. La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego. La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo. El Amor: El amor es considerado como la unión de expresiones y actitudes importantes y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales.

La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualmente se explica como la ausencia de hostilidad. La No-Violencia: Es una práctica, estrategia, tácita o forma de actuar que no consiste en no recurrir a la violencia sin importar el método o justificación.

4.3.2 Los valores morales Los Valores Morales son todas las cosas que proveen a las personas a defender y crecer en su dignidad.Los valores morales son desarrollados y perfeccionados por cada persona a través de su experiencia. Por lo general los valores morales perfeccionan al hombre, en cuanto a las acciones buenas que realice, como: vivir de manera honesta, El Amor: El amor es considerado como la unión de expresiones y actitudes importantes y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales. El Agradecimiento: La gratitud, agradecimiento, gratitud o aprecio es un sentimiento, del corazón o de actitud en el reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o va a recibir El Respeto: significa mostrar respecto y el aprecio por el valor de alguien o de algo, incluyendo el honor y la estima. Esto incluye el respeto por uno mismo, respeto por los derechos y la dignidad de todas las personas y el respeto por el medio ambiente que sustenta la vida. El respeto nos impide lastimar a lo que debemos valorar. La Amistad: La amistad es una relación entre dos personas que tienen afecto mutuo el uno al otro. La amistad y de convivencia son considerados como atraviesa a través de un mismo continuo. El estudio de la amistad se incluye en los campos de la sociología, la psicología social, la antropología, la filosofía y la zoología. Diversas teorías académicas de amistad que se han propuesto, incluyendo la teoría del intercambio social, teoría de la equidad, la dialéctica relacional y estilos de apego.

La Bondad: Es el estado o cualidad de ser bueno, sobre todo moralmente bueno o beneficioso. En cierto sentido, es la cualidad de tener calidad. En otras palabras en el campo de texto de la bondad: beneficiosos, remunerado, útil, útil, provechoso, excelente. La Dignidad: La dignidad es un término que se utiliza en las discusiones morales, éticos y políticos para significar que un ser tiene un derecho innato de respeto y trato ético. La Generosidad: La generosidad es el hábito de dar libremente, sin esperar nada a cambio. Puede implicar tiempo, ofreciendo bienes o talentos para ayudar a alguien en necesidad. A menudo equiparada con la caridad como virtud, la generosidad es ampliamente aceptado en la sociedad como un rasgo deseable. La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la mentira, el engaño o robo. La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego. La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo La Laboriosidad: Es el gusto por trabajar y esforzarse en conseguir objetivos sin rendirse. La Lealtad: La lealtad es la fidelidad o devoción a una persona, país, grupo o causa. La Libertad: La libertad es la capacidad de los individuos para controlar sus propias acciones. La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualmente se explica como la ausencia de hostilidad. La Perseverancia: La perseverancia es la tendencia del individuo a comportarse sin ser reforzado en los propósitos motivación y al no desfallecer en el intento.

La Prudencia: Es la capacidad de gobernar y disciplinar a sí mismo mediante el uso de la razón. Es clásicamente considerada como una virtud. La Responsabilidad: Un deber u obligación de realizar satisfactoriamente o completar una tarea (asignado por alguien, o creados por la propia promesa propia o circunstancias) que hay que cumplir, y que tiene una pena consiguiente al fracaso. La Solidaridad: La solidaridad es la integración y el grado y tipo de integración, que se muestra por una sociedad o un grupo de gente y de sus vecinos. La Tolerancia: una actitud justa y objetiva, y permisiva hacia aquellos cuyas opiniones, prácticas, raza, religión, nacionalidad, etc, difieren de los propios. Los valores éticos son guías de comportamientos que regulan la conducta de un individuo. En primer lugar, la ética es la rama de la filosofía que estudia lo que es moral, realiza un análisis del sistema moral para ser aplicado a nivel individual y social. 4.4.3Los valores éticos Los valores éticos más relevantes son: justicia, libertad, responsabilidad, integridad, respeto, lealtad, honestidad, equidad, entre otros. Los valores éticos se adquieren durante el desarrollo individual de cada ser humano con experiencia en el entorno familiar, social, escolar e inclusive medios de comunicación. Los valores éticos demuestra la personalidad del individuo, una imagen positiva o negativa del propio, como consecuencia de su conducta, se puede apreciar sus convicciones, sentimientos e intereses que posee, por ejemplo: el individuo que lucha por la justicia, por la libertad, considerados como valores positivos, refleja una persona justa, de lo contrario, se observa un ser humano apático ante este valor y con cierto apoyo ante las injusticias. Los valores éticos permiten regular la conducta del individuo para lograr el bienestar colectivo y una convivencia armoniosa y pacífica en la sociedad. Es de destacar, que los valores éticos pueden ser relativos en virtud del punto de vista que posee cada persona, ya que por ejemplo para un individuo llegar puntual al trabajo como sinónimo de responsabilidad para otro no es ético o no es de relevancia, existen individuos que no respetan los diferentes puntos de vista, para algunos es una actitud no ética como

para otros es sinónimo de defender su punto de vista y, así como estos ejemplos pueden existir mucho. Por otro lado, los valores éticos pueden ser absolutos, en virtud de que es visto como un hábito o costumbre practicado por toda la sociedad. Una vez con la aclaración de que consiste y que son los valores éticos, el ser humano vive en un constante juicio ético, esto es, razonar y determinar qué acción, conducta o actitud es la más acertada en un momento determinado, en función a las normas y valores impuestos por la sociedad. Cuando el individuo se encuentra frente a un juicio ético es importante comprender el problema ético, buscar la mejor solución que no perjudique a otros individuos y reflexionar porque fue la mejor solución ante esa situación.

4.4 Tipos de valores 4.4.1 Los valores personales De acuerdo con Morris valores Massey se forman durante tres períodos significativos: 1. Período comprendido entre el nacimiento hasta los 7 años. 2. Modelización período comprendido entre el 8 -13 años. 3. Socialización período comprendido entre 13 -21 años. Los valores personales proporcionan una referencia interna para lo que es bueno, beneficioso, importante, útil, hermoso, deseable, constructivo, etc. Generar un comportamiento y ayudar a resolver los problemas comunes de las personas a través de los valores, puede ayudar a dar respuesta a las preguntas de por qué las personas hacen lo que hacen y en qué orden se elige para hacerlo. Con el tiempo la expresión pública de los valores personales, ayudan a si mimos y a las demás personas a encontrar el mejor camino durante su vida, basándose en la costumbre y la tradición. Los valores personales de esta manera existen en relación a los valores culturales, ya sea de acuerdo con o sin sus normas vigentes. Una cultura es un sistema social que comparte un conjunto de valores comunes, las cuales permiten las expectativas sociales y los acuerdos colectivos de las cosas buenas, constructivas, hermosas, etc Sin

valores normativos de carácter personal, no habría ningún referente cultural con el que medir la virtud de los valores individuales y la identidad de la cultura que está inmersa. Los valores se obtuvieron de muchas maneras diferentes. La pieza más importante de los valores de construcción es la familia de una persona. La familia es responsable de enseñar a los niños lo que está bien y el mal mucho antes de que haya otras influencias. Como se dice que un niño es un reflejo de los padres. La escuela ayuda a dar forma a los valores de los niños. Luego está la religión que la familia presenta a un niño que juega un papel en la enseñanza de las conductas correctas e incorrectas. Son aquellos que consideramos principios indispensables sobre los cuales construimos nuestra vida y nos guían para relacionarnos con otras personas. Por lo general son una mezcla de valores familiares y valores socio-culturales, juntos a los que agregamos como individuos según nuestras vivencias. 4.4.2 Valores Familiares Los valores familiares son todos aquellos valores que son inculcados a través de las generaciones, nuestros padres, abuelos, tíos, primos, etc. Esos valores como tener buenos pensamientos, obras bondadosas, amor, cuidar de aquellas personas que estamos cerca y hacen parte de nuestro grupo social, nuestra casa, hijos, padres, hermanos, familiares y amigos. Se refieren a lo que en familia se valora y establece como bien o mal. Se derivan de las creencias fundamentales de los padres, con las cuales educan a sus hijos. Son principios y orientaciones básicas de nuestro comportamiento inicial en sociedad. Se transmiten a través de todos los comportamientos con los que actuamos en familia, desde los más sencillos hasta los más “solemnes”. 4.4.3 Valores Sociales Son los que imperan en la sociedad en la que vivimos. Han cambiado a lo largo de la historia y pueden coincidir o no con los valores familiares o los personales. Se trata de una mezcla compleja de distintos tipos de valoraciones, que en muchos casos parecen contrapuestas o plantean dilemas.

Por ejemplo, si socialmente no se fomenta el valor del trabajo como medio de realización personal, indirectamente la sociedad termina fomentando “anti-valores” como la deshonestidad, la irresponsabilidad o el delito. Otro ejemplo de los dilemas que pueden plantear los valores socio-culturales ocurre cuando se promueve que “el fin justifica los medios”. Con este pretexto, los terroristas y los gobernantes arbitrarios justifican la violencia, la intolerancia y la mentira, alegando que su objetivo final es la paz.

4.4.4 Los valores espirituales Se refieren a la importancia que le damos a los aspectos no-materiales de nuestras vidas. Son parte de nuestras necesidades humanas y nos permiten sentirnos realizados. Le agregan sentido y fundamento a nuestras vidas, como ocurre con las creencias religiosas. La gracia: se entiende por gracia un favor o iniciativa gratuita que Dios hace al hombre para invitarlo a participar en su intimidad. La libre iniciativa de Dios requiere de la respuesta libre del hombre, para recibir y acoger la gracia. Requiere pues, de la voluntad humana para recibirla. La santidad: la santidad desde el punto de vista de la teología, se refiere al estado del alma en la cual ésta se encuentra en amistad y en profunda intimidad y comunicación con Dios. A la persona que alcanza este estado del alma se le llama bienaventurado y dichoso. La caridad: Cuando hablamos de caridad, nos referimos a una acción de ayuda al prójimo, motivados únicamente por ayudar, por darse a los demás y no por un renombre o prestigio. Inclusive con este tipo de acciones se busca ayudar desde el anonimato, el interés es exclusivamente ayudar a otros por amor. La caridad es un valor intrínseco de la persona con un alto valor espiritual, busca amar al prójimo, no sólo a la familia, a gente conocida o a parientes, sino a todo ser humano, incluso a aquél que nos ha dañado en algún momento, que nos ha hecho alguna injusticia o ha manchado nuestro nombre. Amar a los enemigos es un rasgo único de la persona que posee la caridad.

La fe: en la terminología religiosa la fe es el asentimiento firme de la voluntad de una verdad basada sola y únicamente en la revelación divina. La fe es un valor que el hombre por sí mismo no puede alcanzar, es un don de Dios, por esto decimos que los valores morales se mueven en un ámbito que va más allá de lo meramente humano, trasciende el orden natural y se eleva al orden de lo sobrenatural. Por medio del don de la fe la persona puede adentrarse en un conocimiento y en una experiencia con Dios. El hombre por sí mismo, cuando mucho podría afirmar que Dios existe y dar algunas características sobre Él, pero al recibir la fe, ésta transforma su existencia dando otro sentido a su vida, ya no se busca satisfacer la voluntad de uno mismo sino la voluntad de Dios. La fe va más allá del mero sentimiento o emoción de la presencia de Dios, no se acepta de modo irracional, sino que se busca su significado interno y coherente, es por esto que la fe requiere de la inteligencia y de la voluntad de la persona. La esperanza: es el valor espiritual que corresponde al anhelo de felicidad que se encuentra en el interior de cada hombre. La esperanza cristiana, tiene su origen y fundamento en la esperanza de Abraham e Isaac, quienes esperaban el cumplimiento de las promesas deDios. De acuerdo a la tradición judeocristiana, Él siempre se mantuvo fiel, aunque el pueblo se dejara llevar por la desconfianza y llegara a adorar a otros dioses, pero Dios seguía conservando su fidelidad y su amor hacia ese pueblo elegido, según lo cuenta el Antiguo Testamento. Este es el fundamento de la esperanza; Dios siempre se mantiene fiel en su amor hacia cada hombre. Sin esta esperanza el hombre se siente abatido, encerrado y desesperado sin ser capaz de resolver los enigmas de la vida y la muerte, del sufrimiento, del dolor, de la injusticia. Sin ella, el hombre cree que está solo ante las dificultades, que no cuenta con la ayuda de Dios. El amor: es una de las virtudes más extraordinarias que el ser humano puede tener, es el don más lindo que Dios puede dar a los hombres. El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumplen perfectamente todas las demás cosas. Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo,

y aun si entrego mi propio cuerpopara tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve. Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo .El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto. Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor.

4.5 La importancia de los valores Instaurar en nuestra sociedad una “Pedagogía de los valores” es educar al hombre para que se oriente por el valor real de las cosas, es una pedagogía de encuentro” entre todos los que creen que la vida tiene un sentido, los que saben que existe un porqué en lo extraño de todo, los que reconocen y respetan la dignidad de todos los seres. La Declaración Universal sobre los Derechos Humanos de la ONU no hace más que recoger el común sentido de los hombres que reconocen los valores que dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano. No creemos que sea mera retórica reconocer al hombre como “portador de valores eternos”, es decir, de valores que siempre, siempre, han de ser respetados. Hablar de “valores humanos” significa aceptar al hombre como el supremo valor entre las realidades humanas. Lo que en el fondo quiere decir que el hombre no debe supeditarse a ningún otro valor terreno, ni familia, ni Estado, ni ideologías, ni instituciones... Todos estos valores que configuran la dignidad del hombre, reconocidos por todos, dan apoyo y fundamento a un diálogo universal, a un entendimiento generalizado que harán posible la paz entre todos los pueblos. Y si el “mundo de los valores” puede servir de guía a la humanidad en sus aspiraciones de paz y fraternidad, por la misma razón deben servir de guía al individuo en sus deseos de autorrealización y perfeccionamiento.

En este caso, la acción educativa debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando para que aprenda a guiarse libre y razonablemente por una escala de valores con la mediación de su conciencia como “norma máxima del obrar”. Ello implica también ayudarle en la experiencia (personal e intransferible) de los valores, desarrollando esa “libertad experiencial” de la que habla Rogers, para que sepa descubrir el aspecto de bien que acompaña a todas las cosas, sucesos o personas: para que aprenda a valorar con todo su ser, a conocer con la razón, querer con la voluntad e inclinarse con el afecto por todo aquello que sea bueno, noble, justo y valioso. Pero, al mismo tiempo, debería ir haciendo el difícil aprendizaje de la renuncia. Tendrá que aprender a sacrificar valores menos importantes por otros que lo son más. Dicho de otra manera, educar en los valores es lo mismo que educar moralmente, o simplemente “educar”, porque son los valores los que enseñan al individuo a comportarse como hombre, ya que sólo el hombre es capaz de establecer una jerarquía entre las cosas, y esto resultaría imposible si el individuo no fuera capaz de sacrificio y renuncia. En definitiva, detrás de cada decisión, de cada conducta, apoyándola y orientándola, se halla presente en el interior de cada ser humano la convicción de que algo importa o no importa, vale o no vale. A esta realidad interior, previa a cada acto cotidiano, insignificante o meritorio, la llamamos actitud, creencia, ¡valor! Se trata de un sustrato, de un trasfondo que se ha venido formando en nosotros desde los años de la infancia y que nos predispone a pensar, sentir, actuar y comportarnos de forma previsible, coherente y estable. El valor, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos. Pero estas convicciones o creencias se organizan en nuestro psiquismo en forma de escalas de preferencia (escalas de valores). Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en que nos ha tocado vivir.

Una vez interiorizados, los valores se convierten en guías y pautas que marcan las directrices de una conducta coherente. Se convierten en ideales, indicadores del camino a seguir, nunca metas que se consigan de una vez para siempre. De este modo, nos permiten encontrar sentido a lo que hacemos, tomar las decisiones pertinentes, responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Los valores auténticos, asumidos libremente, nos permiten definir con claridad los objetivos de la vida, nos ayudan a aceptarnos tal y como somos y a estimarnos, al tiempo que nos hacen comprender y estimar a los demás. Dan sentido a nuestra vida y facilitan la relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal. La escala de valores de cada persona será la que determine sus pensamientos y su conducta. La carencia de un sistema de valores bien definido, sentido y aceptado, instalará al sujeto en la indefinición y en el vacío existencial, dejándole a merced de criterios y pautas ajenas. Los valores nos ayudan a despejar los principales interrogantes de la existencia: quiénes somos y qué medios nos pueden conducir al logro de ese objetivo fundamental al que todos aspiramos: la felicidad. 4.6 Como se forman los valores Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero aprendemos a tener aprecio por las cosas que satisfacen nuestras necesidades básicas, pero valoramos especialmente a las personas que nos las proporcionan. Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la principal referencia de lo que es valioso. Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea con las actitudes y comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los padres u otros familiares. Sus conductas tienen el principal peso de lo que después se convierte en nuestros principios y creencias personales más importantes. Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que ellos dicen y hacen, así como lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o comentario tiene una gran influencia en la

formación de nuestro juicio y aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de los valores. Esto último es lo que más nos marca. Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento de nuestros padres es lo que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen lo que dicen nuestra personalidad será más fuerte que cuando ellos no practican lo que pregonan. Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a sentir presiones sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a través de la relación con otras personas. Se pone a prueba la fortaleza de los valores que formamos con nuestros padres. La formación de valores Comenzamos a tener valores cuando somos niños. Primero aprendemos a tener aprecio por las cosas que satisfacen nuestras necesidades básicas, pero valoramos especialmente a las personas que nos las proporcionan. Su comportamiento hacia nosotros se vuelve la principal referencia de lo que es valioso. Por esta razón, nuestro carácter y personalidad se moldea con las actitudes y comportamientos de las personas que nos crían, bien sea los padres u otros familiares. Sus conductas tienen el principal peso de lo que después se convierte en nuestros principios y creencias personales más importantes. Aprendemos a valorar el fondo y la forma de todo lo que ellos dicen y hacen, así como lo que dejan de decir o hacer. Cada gesto o comentario tiene una gran influencia en la formación de nuestro juicio y aprendemos también a diferenciar la teoría y la práctica de los valores. Esto último es lo que más nos marca. Así que la consistencia y la coherencia en el comportamiento de nuestros padres es lo que le da solidez a nuestra formación. Si ellos hacen lo que dicen nuestra personalidad será más fuerte que cuando ellos no practican lo que pregonan Más adelante, cuando nos volvemos estudiantes, comenzamos a sentir presiones sociales y presión de valores diferentes a los nuestros, a través de la relación con otras personas. Se pone a prueba la fortaleza de los valores que formamos con nuestros padres.

Se suele confundir valores con hábitos, y muchos padres aspiran que el colegio forme los valores que no fueron formados en la casa. Eso no es posible, simplemente porque el colegio no satisface necesidades básicas de vida, esa es responsabilidad de las personas que nos crían. Los maestros, líderes y modelos de valores en el colegio, tienen la posibilidad de reforzar lo formado en el hogar, pero no sustituirlo. Si las convicciones que se forman en la casa no son sólidas, pronto se verán expuestas a una intensa competencia social con otras creencias.¿Por qué es tan difícil formar valores? Porque, a diferencia de las normas, los valores son convicciones.Son comportamientos que decidimos con gusto y nos producen satisfacción. Las normas las podemos acatar a pesar de nuestra voluntad, pero los valores tienen el respaldo de nuestra voluntad. Hemos aprendido su importancia por los beneficios que nos producen, individuales y colectivos. Las personas que en nuestras vidas tienen un rol de liderazgo son quienes nos transmiten más valores. Por eso no es casual que ellas sean nuestros padres, hermanos mayores, abuelos, ciertos familiares, maestros, compañeros estudiantiles que admiramos, profesores y jefes. Pero para poder transmitir algo hay que poseerlo, y sólo se transmiten a través del ejemplo práctico cotidiano de las actitudes y conductas. Es muy poco probable formarlos con grandes explicaciones o a través de una lista de lo que se considera correcto o incorrecto. La memorización de sus significados teóricos no garantiza que los valores se pongan en práctica. 4.7 Quienes son los responsables en la formación de valores Es en el propio hogar donde se inicia la aceptación de uno mismo y son los padres quienes deben estar atentos a considerar, alabar y reconocer en cada uno de sus hijos las cualidades, aptitudes y destrezas que se manifiestan de una manera más destacada. Que cada persona se sienta importante, reconocida y alabada por algo es fundamental para lograr ese nivel mínimo de autoestima durante los años de la infancia y de la adolescencia. Padres. Profesores, educadores y monitores que tienen a su cargo niños desde la más tierna infancia hasta bien entrada la adolescencia no deben escatimar los refuerzos positivos tras cada esfuerzo y acción meritoria para sentar las bases de la confianza en sí mismo y de la auto aceptación madura del adulto, sea cual fuere la realidad que le haya tocado vivir.

Las descalificaciones constantes, las burlas y los sarcasmos, el dejar públicamente en ridículo a un niño ante sus hermanos o ante sus compañeros de clase jamás favorecerán la auto aceptación y el desarrollo de una personalidad equilibrada y madura. Por el contrario, se irán minando poco a poco los frágiles cimientos de la autoestima, aparecerán los sentimientos de incompetencia, la infravaloración y el obsesivo deseo de aprobación por parte de los demás. El qué dirán, lo que puedan pensar de mí asfixiarán cualquier brote de libertad en el obrar y expresarse y manifestarse libre y autónomamente con actitud crítica. Las personas que recibieron de sus padres y educadores una dosis suficiente de confianza y seguridad en sus propios valores y aptitudes, acceden pronto a la madurez psíquica y a la auto aceptación que les permite considerar irrelevantes la aprobación o desaprobación de los demás. Conocen su propia realidad, sus capacidades y sus limitaciones, y lo que verdaderamente les preocupa es el juicio que merezca para sí mismos, la aceptación de la propia realidad. Sólo el niño que ha sido aceptado incondicionalmente por sus padres será capaz de aceptarse tal como es. Conocemos casos de homosexualidad más o menos larvada, motivada por el hecho de que los padres no supieron aceptar el sexo del hijo. Querían tener una niña y les nació un varón. Su rechazo del niño fue tan patente que éste se hizo consciente del problema desde muy corta edad y adoptó la actitud femenina que sus padres deseaban con el objeto de contentarles de alguna manera. Las condiciones de los padres impidieron en el hijo la aceptación del propio esquema corporal. El mismo resultado deformador se puede obtener poniendo condiciones a la conducta, a la inteligencia, a ciertas aptitudes o habilidades... Con tal modo de actuar, los padres demuestran que no quieren al hijo por sí mismo, sino por razones extrínsecas a él, proyectando en la vida del hijo sus propias expectativas y frustraciones, esperando que el hijo realice algún día los proyectos que ellos no fueron capaces de alcanzar. Alguien ha dicho que la aceptación incondicionada de sí mismo es «la primera ley del crecimiento personal». La primera cosa que poseemos es nuestro propio ser. El primer valor con que nos encontramos en la vida somos nosotros mismos. Es inútil querer realizarnos sin querer reconocer lo que de verdad somos.

Aceptar la propia «verdad interior» significa aceptarnos sin deformar lo que realmente somos. Es inútil que intentes realizarte como futbolista si tienes los pies torcidos. Inútil que pretendas ser como un chico cuando Dios te ha hecho mujer... ¿Acaso no tiene Freud razón cuando critica a algunas mujeres como “varones frustrados”? Aceptar “nuestra verdad interior” significa también aceptar ese fondo de inautenticidad que todos llevamos dentro. Esos impulsos inconfesables que nunca tuvieron que ser, pero que sin embargo han sido. Si no aceptamos nuestros errores, nunca nos libraremos de ellos. Los expertos de la educación infantil sostienen que la tarea de la formación de los hijos comienza por lo menos 20 años antes de que estos nazcan. Otros sostienen que mientras están en el vientre de la madre, los padres ya adquieren la responsabilidad de comenzar el proceso de la formación los hijos. La formación integral de los niños y las niñas ha de verse como un privilegio y una responsabilidad. La Biblia enseña que para Jehová los hijos son herencia que custodiar, para Jesús son almas que salvar, para la iglesia son un ministerio que atender y para los padres un tesoro confiado por Dios que ha de ser custodiado, formado y protegido. Hay una teoría propuesta desde hace muchos años la cual afirma que en los primeros cinco años de los niños y de las niñas es cuando se determina gran parte de lo que estos vendrán a ser cuando grandes. Influenciados por esta teoría se establece que esta edad es donde se ponen las bases para la formación integral de los hijos. James W. Flowler, creador de la teoría del desarrollo de la fe, sostiene que la formación integral de los niños y las niñas comienza en la de edad de 0 a 3 años. Él dice que se puede definir como un proceso integral, esencial, que subyace a la formación de las creencias, los valores y los significados.

4.8 Como se deforman los valores Uno de los mayores problemas de la sociedad actual, es que carece o no quiere respetar los valores morales, que representan la guía o el código de reglas que son necesarias para la mejor convivencia colectiva. En consecuencia, si no tratamos de conducirnos en nuestra

vida cotidiana, tomando como referencia estas reglas morales o de conducta, estaremos viviendo en iguales condiciones que en aquellas etapas de la historia humana, donde prevalecía la violencia, la inmoralidad, y el libertinaje como forma de vida, sin medir los resultados de tales acciones. En los últimos años se ha hecho frente a una gran disminución de valores sociales y morales. Estas conductas son antisociales y deshumanizadas pero desafortunadamente cada día que pasa se están instalando más dentro de la sociedad actual. Conductas llenas de odio, egoísmo, violencia e indiferencia ante el prójimo, son nuestro día a día. La razón de esto, quizás sea responsabilidad de nosotros mismos, ya que poco a poco el ser humano se ha deshumanizado, convirtiéndose en una maquina presa del stress diario y aupado por la tecnología dejando de lado el convivir cara a cara con sus semejantes. La carencia de valores en el mundo es una realidad que vemos a diario en los noticieros, revistas, periódicos y demás medios de comunicación nacional e internacional. Este problema se puede observar en todas las clases sociales y entre estos están la perdida de respeto, el desamor, la impuntualidad, la descortesía, la agresividad, la discriminación, etc. Una de las principales causas que se dan por la carencia de valores en las personas porque muchas crecieron en un entorno familiar en el que no les enseñaron un modelo de persona que presente valores éticos y morales. Las consecuencias de este problema social se observa en la insensibilidad, en la falta de la solidaridad, en la falta de recato, corrupción, matanzas, maldad, egoísmo, etc. dentro de la sociedad. En este problema es crucial la intervención de los padres y de los maestros para revertirlo. La pérdida de los valores es una de las causas que está originando todos los problemas sociales que actualmente se observan en la sociedad, como las adicciones, suicidios, delincuencia juvenil, muerte, corrupción entre otros. Para la comprensión de este tema primero definiremos los valores: Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias que nos ayudan a preferir un comportamiento en lugar de otro. Los valores valen por sí mismos y no por lo que opinen de ellos por ejemplo, aunque seamos injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad, amor, respeto, la solidaridad, la

Según Rosemary Rizo Patrón (1988) son ejemplos de crisis de valores: Pérdida del sentido de vida humana, donde la muerte se ha convertido un hecho cotidiano e inevitable lo que se expresa en indiferencia. Pérdida de un sentido de vida digna, vivimos en una sociedad que ante condiciones infrahumanas no nos sensibilizamos y lo asumimos como algo normal Ausencia de una verdadera concepción de libertad, donde la sociedad desfigura la naturaleza humana y su realización. Inhibición de nuestra realdad humana; es decir ya no nos importa a donde nos dirigimos como sociedad, existen instituciones en defensa de la vida y de los derechos pero no se trabaja para tener una meta orientada al desarrollo o crecimiento humano

¿Cómo Recuperar los Valores en la Sociedad guatemalteca?

http://www.prensalibre.com/noticias/comunitario/Guatemaltecos-sencillosamables_0_1056494363.html http://www.analistasindependientes.org/2012/02/y-los-valores-que-sera-lafamilia.html https://www.plazapublica.com.gt/content/el-mito-de-la-familia-guatemalteca