Comentario Casarse Pronto y Mal

COMENTARIO DEL ARTÍCULO "CASARSE PRONTO Y MAL" DE LARRA [INTRODUCCIÓN: intención del autor e introducción al tema] El ar

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COMENTARIO DEL ARTÍCULO "CASARSE PRONTO Y MAL" DE LARRA [INTRODUCCIÓN: intención del autor e introducción al tema] El artículo de Larra "Casarse pronto y mal", publicado en El Pobrecito Hablador en 1832, parte de la crítica a aquellos que por modas e imprudencia se casan jóvenes para después arrepentirse de ese tipo de decisiones precipitadas fruto de la falta de madurez y de reflexión, apoyadas por unas costumbres de época que favorecen este tipo de casamientos. El autor pretende con ello advertir a los jóvenes de lo negativo de las decisiones tomadas con precipitación y fruto de una educación no conveniente. No obstante, esta crítica contiene otra más profunda: la superficialidad con que se acogen ciertas costumbres, que lleva a interpretaciones erróneas en materia de educación, lo que demuestra, según el autor, que España no estaba en esa época preparada para acoger las ideas liberales francesas y, equivocada, toma solo lo malo. Así, el escritor aprovecha este tema para enfrentar dos modelos educativos característicos de España y de Francia, que ejemplificará con su entorno familiar (su hermana por una parte y el hijo de su hermana por otra): primero, habla de la educación en la España decimonónica, herencia por una parte de la del siglo anterior, basada en la hipocresía, el puritanismo y la autoridad paternas, y por otra, de la importada del país vecino, de carácter liberal y secular (no religioso) y fundamentada en la confianza entre padres e hijos, así como la falta de disciplina y de responsabilidades hacia estos últimos. [DESARROLLO: del tema y estructura del texto] Con todo ello, Larra critica la ausencia de un "justo medio", que evitaría los excesos de los dos tipos de educación citados anteriormente, tendentes a provocar en ambos casos matrimonios precipitados y abocados al fracaso. Además, el narrador aprovechará el tema principal (la educación) para tratar temas secundarios como la concepción religiosa de la época, dividida también en dos concepciones opuestas. Estas ideas se organizan en tres partes: una introducción (primer párrafo) donde se presenta el tema en cuestión, un desarrollo, donde se ejemplifica el tema con los casos particulares de su hermana y el hijo de ésta, modelos ambos de las dos formas de educar de la época, y una conclusión, donde Larra recapitula sobre lo expuesto y termina de reflejar su postura recogiendo en el último párrafo las palabras de la carta de suicidio de su sobrino como claves temáticas del artículo ("hijo... despreocupación... boda... religión... infeliz"), que previamente emplea como pretexto para verter en ella sus propias ideas sobre la importancia de la educación, y así evitar tragedias de tales características: "que aprendan [los hijos, los jóvenes] a domar sus pasiones y a respetar a aquellos a quienes lo deben todo [los padres]". [relación del tema con la contextualización, el género al que pertenece el texto y el estilo] Cabe pensar en la época en que se escribe este artículo, donde las ideas del Romanticismo (libertad, protesta social) triunfan y se mantienen en pugna con las del siglo anterior (razón, prudencia, orden). No obstante, vemos que Larra, aunque

romántico en su afán de búsqueda de una sociedad tolerante y libre, rechaza por contra los ideales del Romanticismo más extremo, pasional, utópico, anárquico e irreflexivo. El tipo de texto que emplea para expresar esta crítica, el artículo de costumbres, pertenece al género que estaba en auge en la época: el periodismo. El estilo del presente artículo es, así, típico de este tipo de textos, con un estilo sencillo, asequible a un lector medio, que presenta un lenguaje culto mezclado con ciertos coloquialismos ("fulanita", "menganito", "Pepe Botellas"...). Los ejemplos de personajes empleados (tanto familiares como históricos), la riqueza en las descripciones, que lo dota de mayor realismo, así como el empleo de la primera persona gramatical servirán para dotar al artículo de mayor cercanía al lector (si esto le ha ocurrido a la familia del autor, podría sucederle a cualquiera). Además, están presentes otros recursos retóricos que enriquecerán el texto y lo dotarán de gran expresividad y carácter literario como descripciones ricas en detalles, los refranes ("el pan pan y el vino vino", "en casa donde no hay harina, todo es mohína", etc.), las asociaciones ingeniosas (se refiere a su sobrino como "Orlando" o "caballerito"), las exclamaciones que potencian, con su excesiva expresividad, la ironía del texto ("¡Qué movimiento en él! ¡Qué actividad!...) o las interrogaciones retóricas ("¿Qué motivo habrá, efectivamente, que nos persuada que debemos en esta corta vida pasarlo mal, pudiendo pasarlo mejor?"), etc. [CONCLUSIÓN: opinión personal, relación del tema con el contexto actual] Este tipo de temas sobre la educación de los jóvenes, expuestos en una época que nos parece lejana, conservan sin embargo su actualidad y vigor. Hoy en día abundan las reflexiones en la prensa y otros medios sobre los problemas educativos de la juventud española actual, y sus males no son tan diferentes (salvando las distancias) de los del siglo de Larra. La irreflexividad, la falta de madurez y de responsabilidades, el trato de cercanía con los padres, que en muchas ocasiones presentan un apoyo acrítico e incondicional a sus hijos, el amparo de las instituciones (colegios, etc.) que los dotan de derechos y de ninguna obligación, convierte a muchos de ellos en personas malcriadas e irreverentes, capaces además de asumir responsabilidades. Esta falta de hábitos reflexivos lleva a los jóvenes de hoy a convertirse en adultos frustrados, incapaces de resolver problemas y llenos de miedos y prejuicios hacia una sociedad que si bien parecía que al principio los mimaba, ahora los abandona a su suerte. La analogía con la España de Larra queda clara, y cabe solamente reflexionar sobre las soluciones que habría que aportar en la España de hoy, que seguramente no serán tampoco demasiado distintas de las que ya planteaban hombres de cultura como nuestro autor.