Comentario Bblico Del Continente Nuevo - Hechos de los Apostoles

COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO Hechos I por Raúl Caballero Yoccou Editor General de la obra: Dr. Jaime Mirón

Views 204 Downloads 8 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO Hechos I por

Raúl Caballero Yoccou Editor General de la obra:

Dr. Jaime Mirón Asesor Teológico

Rvdo. Raúl Caballero Yoccou

2 [p 2]

Junta de Referencia Presidente: Luis Palau Raúl Caballero Yoccou (Argentina), H. O. Espinoza (Mexico), Olga R. de Fernández (Cuba), Pablo Finkenbinder (EE.UU.), Sheila de Hussey (Argentina), Elizabeth de Isáis (Mexico), Guillermo Milován (Argentina), Carlos Morris (España), Emilio Núñez (Guatemala), Dory Luz de Orozco (Guatemala), Patricia S. de Palau (EE.UU.), Héctor Pardo (Colombia), Aristómeno Porras (México), Asdrúbal Ríos (Venezuela), Randall Wittig (Costa Rica). Publicado por Editorial Unilit Miami, Fl. EE.UU. Todos los derechos reservados © 1992 Asociación Evangelística Luis Palau Este volumen ha sido escrito con la colaboración del Dr. Jaime Mirón y Letica Calçada. Versión utilizada de la Escritura: Reina Valera (RV) 1960. © Sociedads Biblicas Unidas Otras citas marcadas BLA, Biblia de las Américas © 1986 The Lockman Foundation Usado con permiso. Producto 498642, Tomo I rústica ISBN 0-56063-989-X

EX LIBRIS ELTROPICAL

3 [p 3]

PREFACIO DEL EDITOR GENERAL Cuando por primera vez pensamos en la necesidad de una obra como ésta, una de las necesidades que advertimos—al margen de que el material fuera original en castellano—fue que sirviera para llenar una gran necesidad del liderazgo iberoamericano. La mayoría de los obreros del Señor en Latinoamérica no cuentan con los privilegios educacionales ideales ni con las posibilidades para lograrlos. Es por eso que, recurriendo a hombres de Dios y excelentes maestors bíblicos del continente americano y de España, acordamos realizar esta obra. Este Comentario Bíblico está especialmente dirigido al obrero, líder o pastor que recién se inicia o bien que presiente no contar con preparación académica adecuada por falta de tiempo o de medios. Esta obra no está dirigida a los expertos o eruditos puesto que estos hermanos ya cuentan con suficiente material. Este Comentario Bíblico expositivo no analiza la Escritura versículo por versículo ni menos palabra por palabra. Por lo general se toman las ideas por párrafos y se extrae el contenido esencial. No intentamos, en esta obra, aclarar toda duda o contestar toda pregunta que pueda tener el maestro, predicador o estudioso de la Biblia. Lo que sí deseamos hacer es estimular al predicador y ayudarle a aplicar y predicar el pasaje bíblico. A pesar de que hay menciones ocasionales al original griego, como parte de la filosofía editorial la Junta de Referencia pidió a los autores no ser exhaustivos en las explicaciones técnicas ni eruditos en la presentación. Quiera el Señor añadir su bendición a este Comentario del Epístola a los Filipenses a fin de que los líderes del pueblo de Dios sean edificados y, a su vez, el cuerpo de Cristo crezca en conocimiento y sabiduría para gloria de Dios. Dr. Jaime Mirón Editor General [p 4]

4 [p 5]

ÍNDICE DE HECHOS Prefacio del editor general Prólogo Introducción 1.

El mundo del Nuevo Testamento

2.

El autor y sus escritos

3.

El objetivo de Hechos

I.

El comienzo de una nueva comunidad

1.

Las enseñanzas del Señor Jesucristo

2.

Los primeros síntomas de la comunión

3.

La primera evidencia de la comunión

4.

El día de Pentecostés

5.

Los fundamentos espirituales de la nueva comunidad

6.

El surgimiento de la oposición

7.

El diablo pone en funcionamiento otras estrategias

II.

Los primeros pasos hacia la extensión

8.

El ministerio de Esteban

9.

La defensa de Esteban

10.

El martirio de Esteban

11.

Felipe predica fuera de Jerusalén

12.

Felipe y el eunuco etíope

13.

Saulo se convierte al evangelio

14.

Cornelio recibe al Señor Jesús

15.

Los esparcidos predican en Antioquía

16.

La iglesia de Antioquía envía socorro a otras iglesias

17.

Herodes encara una oposición sangrienta: Dios lo juzga

5 [p 9]

PRÓLOGO El libro que nos proponemos estudiar cubre un breve espacio de tiempo en la historia de la iglesia, sólo alrededor de treinta años. Sin embargo, dudamos que en toda la historia del mundo hayan existido tres décadas con tanto contenido social, cambios religiosos y culturales, sin guerra y sin derramamiento de sangre. El Señor Jesús, que es su figura central, es también la fuente de la vida en todos los acontecimientos del siglo I. Por medio de él se rehabilitaron los genuinos sentimientos de patriotismo vinculados con la vigencia de la ley de Moisés. Por medio de él se volvieron a refrescar las Escrituras con respecto a Israel y el mundo que habían profetizado los hombres más destacados del AT. Cuando ascendió al cielo no dejó mandamiento alguno sobre el método o sistema para formar la iglesia. Tampoco dio instrucciones directas de cómo reunir a los creyentes de todas las naciones y razas en una comunidad fraternal. Con su partida al cielo dejó un gran suspenso en sus discípulos que convertidos en apóstoles tenían que esperar instrucciones más precisas por parte del Espíritu Santo para operar la voluntad de Dios. El libro casi naturalmente se divide en una serie de círculos concéntricos que marcan las distintas etapas de la expansión de la iglesia. Cada nueva circunferencia incluye lo ya sucedido y marca las etapas sucesivas del desarrollo de la iglesia en todos los sentidos: territorial, étnico, moral y espiritual, con creciente número de adherentes. Tal como lo hemos de estudiar más adelante, Lucas es el autor de la narración que va desde el nacimiento del Señor Jesús hasta la llegada del evangelio a Roma. Trabajó en dos documentos que inicialmente no estuvieron relacionados con ninguna iglesia en [p 10] particular, sino que circularon entre el público lector gentil para quienes habían sido escritos. La amplia circulación entre las iglesias tuvo como virtud la consolidación de las labores apostólicas al final del siglo I. Al comienzo del siglo II cuando ya se habían reunido los cuatro evangelios y circulaban como cuatro libros separados, la historia de Lucas también se dividió en dos partes, con el objetivo de seguir sus respectivos propósitos. El libro de Hechos tomó entonces una importancia tal que algunos escritores lo consideran un libro clave para la comprensión de la historia y la doctrina del NT. Muestra el nacimiento y progreso del evangelio a lo largo de la ruta desde Jerusalén hasta Roma. Nos explica cómo un movimiento que nació en el seno del judaísmo, en pocas décadas pasó a ser una religión esencialmente gentil. Nos explica cómo una creencia que surgió en Asia, se convirtió con los siglos en el desarrollo de la civilización europea. Fue en esta región del mundo donde se produjeron los debates teológicos más encarnizados sobre el contenido del NT y desde donde también se promocionaron los viajes misioneros similares—o no—a los encarados por Pablo. Para nosotros, el estudio de Hechos plantea un desafío actual que se renueva constantemente. Clarifica el valor histórico y doctrinal de la ascensión del Señor Jesús y la venida del Espíritu Santo. Son los acontecimientos centrales de toda la historia. Nosotros que tenemos a disposición el poder de lo alto, necesitamos ejercitar nuestro ser interior para obedecer las indicaciones de extender el evangelio tal como Lucas lo narra. Para encarar mejor nuestro estudio del libro, lo hemos dividido en dos partes. En la primera, hemos de tener en cuenta los acontecimientos en Jerusalén desde la resurrección del Señor Jesús hasta la muerte de Herodes (1:1–12:24). En este período los hechos o actividades están principalmente relacionados con la iglesia en Jerusalén. Pedro es el personaje central con Juan, su amigo y acompañante leal. En la segunda parte, hemos de estudiar las actividades misioneras que tienen a Pablo como motor principal y a la iglesia de Antioquía como su centro espiritual. Ponemos especial atención en no descuidar detalles que a simple vista parecen secundarios pero que en muchas oportunidades son vitales para comprender lo que el Espíritu Santo desea enseñarnos. Esta característica dilata el [p 11] comentario y hace necesario que debamos dividirlo en dos tomos, teniendo en cuenta, precisamente, las partes que mencionamos. Así que, el tomo I abarca los primeros doce capítulos y el tomo II los restantes. Hemos también procurado agregar notas adicionales y un buen número de cuadros explicativos para ayudar a la comprensión de algunos temas, y proveer al lector—especialmente a pastores y líderes—de bosquejos que les permitan utilizar las enseñanzas para su labor ministerial.

6 Finalmente, anhelamos honrar a Dios y glorificarlo por la bendición que significa comentar, aunque sea superficialmente, su palabra. El autor disfruta de momentos muy cálidos en su presencia escribiendo estas páginas. Gracias a Dios por su ayuda, y a tantos hermanos que por medio de sus libros o sus consejos han enriquecido estas páginas. RAÚL CABALLERO YOCCOU [p 12]

7 [p 13]

INTRODUCCIÓN 1. EL MUNDO DEL NUEVO TESTAMENTO A. Los poderes civiles a.

Judíos Después de las conquistas de Pompeyo (año 63 AC), el Imperio Romano afrontó tres serias disputas dinásticas para ocupar Jerusalén y anexar Palestina a la provincia de Siria. Pompeyo designó al sacerdote Hircano II para gobernar Galilea, Samaria, Judea y Perea. Este a su vez, trajo a Antipáter, un descendiente de Esaú (idumeo) muy astuto que logró que sus hijos Herodes y Fascal ocuparan puestos claves en la corte. Herodes no pudo dominar las luchas internas y huyó a Roma para obtener más respaldo del emperador Octavio (posteriormente Augusto César). Volvió entre los años 38 a 36 AC, con más autoridad pero menos independencia. Durante 34 años hizo una administración pro–romana. Construyó el puerto de Cesarea y un templo a Augusto en Samaria. Ganó el favor de los judíos (que lo odiaban por ser descendiente de Esaú) edificándoles un lujosísimo templo (Jn. 2:20) que congregó por muchas décadas a miles de hebreos de todo el mundo.

b.

Romanos Roma trató de gobernar Palestina por medio de reyes títeres con gobernadores obedientes alternativos, poco capaces e indiferentes a las necesidades del pueblo. Comenzando con Coponio (6 a 9 DC) [p 14] hasta Flaro (64 DC), alrededor de 15 procuradores (gobernadores) ocuparon el sitial. Para nuestro estudio tres son los que más interesan:

(1)

Poncio Pilato (26–36 DC). Caracterizado por arrogancia mezclada con cobardía. Esto provocó que en su carrera cometiera errores inexplicables. Pilato no supo manejar su influencia y permitió que la aristocracia por una parte y los saduceos por otra provocaran al pueblo con temas como la pobreza o la religión. El ajusticiamiento de Jesús, pese a que aparentemente fue una victoria religiosa, produjo muchas fricciones entre los poderes civiles y religiosos, sobre todo después de la resurrección de Jesús. El sanedrín (el más alto tribunal de los religiosos judíos) se sintió muy incómodo y presentó sus quejas al imperio. Por otra parte, ciertos sectores influyentes de la sociedad también hicieron lo mismo, llegando a ser una seria advertencia para Roma. Pilato fue llamado por el emperador, pero antes de llegar el monarca murió y no se supo más de él.

(2)

Antonio Félix (52–60 DC). Se caracterizó por el desgobierno, la corrupción y la violencia. En Palestina crecía el deterioro de las instituciones y se preparaba el camino para la sublevación, cosa que sucedió en el año 66 DC. El caos reinante se demuestra en el simple hecho de la formidable custodia que el comandante local se vio precisado a prepararle a Pablo para salvarlo de la turba (Hch. 23:23–35).

(3)

Porcio Festo (60–62 DC). Se hizo cargo de la situación e hizo lo mejor que pudo para lograr la reconciliación. De ahí, el exagerado respeto por Agripa (Hch. 24:27; 25:13–24) y su vacilación en tomar cartas definitivas en el tema de Pablo. El apóstol viendo tan comprometida la situación y la manera en que se manejaba la justicia, pese a la decisión de los magistrados locales decidió apelar a César. Tenía mucho más confianza a la corte romana.

B. Las sectas religiosas Al iniciar la historia de los evangelios hacía ya cuatrocientos años que los israelitas no oían la voz de los profetas. La religión que profesaban estaba seca, fría y sin respuestas para el pueblo.

a.

[p 15] El templo El humilde templete construido por Zorobabel, después que el pueblo volvió de Babilonia, fue reemplazado por el que construyó Herodes (el Grande). Se comenzó en el año 19 AC y la estructura principal se terminó en el 9 DC, aunque las labores continuaron hasta el 64 DC (poco antes de ser destruido por Tito).

8 Era hermoso y tan lujoso que despertó la admiración de todos. Abarcaba un área extensa con un complejo de edificios que aun los discípulos de Jesús no cesaban de admirar al verlo construir. Se practicaban sacrificios y se celebraban fiestas. Era un lugar tumultuoso de reunión donde nunca cesaba de subir el humo de los sacrificios. El imperio vigilaba todos los movimientos desde la torre Antonia (Hch. 21:31). En el atrio de los gentiles (el cual ningún gentil podía traspasar sin sufrir la pena de muerte—Hch. 21:28–29) estaba el mercado de animales y las mesas de dinero donde se realizaban los cambios de monedas. El templo era el lugar donde se podían reunir para oír la enseñanza de cualquier maestro.

b.

La sinagoga Se creó cuando Israel estaba en el exilio, y era independiente del templo. Tenía funciones complementarias especialmente para fortalecimiento mutuo. La tradición judía insiste en afirmar que la sinagoga nació en los días de Esdras, pero de ello no hay información. Posiblemente lo hagan para destacar su trascendencia fuera del territorio palestino. El templo era uno solo, pero cada comunidad tenía su sinagoga dentro y fuera del territorio de Israel. Solían tener tres cultos religiosos semanales: sábado, lunes y jueves, y a menudo también tres en un mismo día. Al principio se leía la ley en hebreo con una breve explicación en arameo. Con el propósito de finalizar las disputas con otros grupos sobre el modo de celebrar las fiestas, la lectura incluía también otros textos. Fue en la sinagoga donde se comenzó a leer los targumes (que son una paráfrasis en aramaico del texto hebreo de la ley). Al principio la traducción fue muy engorrosa, pero posteriormente mejoró. El Señor Jesús estaba familiarizado con el servicio religioso de la sinagoga y fue allí donde comenzó su labor en Nazaret [p 16] (Lc. 4:14–30). Asimismo Pablo tenía relación con este centro de reunión donde concurría para predicar a Cristo. El término “sinagoga” aparece unas 54 veces en los evangelios (ver Mt. 4:23; 9:35; 12:9; etc.) y significa “reunión de personas”. Hasta el presente la sinagoga es un lugar muy querido por el pueblo judío y un factor importante en la educación de la familia.

c.

La ley y sus efectos Fue al pueblo hebreo al cual Dios encargó que representara la santidad a Jehová. Con frecuencia trataban de conservar las formas pero no vivían la santidad misma. Después que volvieron de Babilonia renovaron su interés hasta niveles no alcanzados desde los días de Moisés. El verbo qiddesh que usaron por siglos, pasó a ser yiddish, que para nosotros es el idioma de los judíos aislados en Europa y que se habla hasta el presente. Significa “los separados o puestos aparte”. Con el propósito de diferenciarse de los gentiles, los judíos en los días del Señor Jesús adoptaron ritos muy severos—especialmente relacionados con el día sábado. Querían demostrar el amor a Dios y a su ley (Jn. 5:10; 9:16). Así que escribieron y reglamentaron sus ritos, compilando todo el material para formar la primera parte del Talmud que se denomina Mishnah (siglo II DC). La otra parte denominada Gémara son comentarios de la Mishnah producidos por los rabíes. A esta reglamentación se la denomina “tradición de los ancianos” (Mt. 15:3, 6), algunas de las cuales estaban referidas a la entrada al reino de los cielos que ellos aseguraban era privativa de los que observaban la ley tal como ellos la interpretaban. Una de las restricciones que habían impuesto era no caminar en sábado más que nueve o diez cuadras (Hch. 1:12).

d.

Sectas judías Había varias; algunas dependían de la influencia de los gobiernos de turno.

(1)

Fariseos. Grupo religioso que apareció a principios del siglo II AC y se lo conocía como hasidim (fieles a Dios). El nombre fariseo comenzó a relacionarse con los asmoneos (descendientes de [p 17] los macabeos) buscando el prestigio que tenían para llevar las prácticas religiosas a extremos ridículos. Fariseo puede ser una preservación del aramaico perishaya o del hebreo perushim, que significa “los separados”. Esta secta quería estar al margen del pueblo, pero por otro lado luchaba por ganar adeptos (Mt. 23:15). Eran celosos de la ley, pero en su afán por preservarla se fijaban más en la letra que en el espíritu de su contenido. Estaban

9 espiritualmente vacíos y a causa de ello recibieron severas condenas por parte del Señor Jesús (Mt. 12:1, 8; 23:1–33; Lc. 6:7). Al caer Jerusalén en manos romanas, quisieron conservar el espíritu religioso en el pueblo, fijando estrictas normas de ética. Escribas era el nombre del grupo más destacado—entre los fariseos—por su estudio de la ley. Trataban de enseñar e interpretar el texto y eran de gran estima. El Señor Jesús los denunció públicamente por quitarle valor a la Palabra de Dios al mezclarla burdamente con las tradiciones (Mt. 15:1–9). (2)

Saduceos. Se cree que el nombre deriva de Sadok, el sumo sacerdote en tiempo de Salomón (1 R. 2:35). Pertenecían a la clase aristocrática y se distanciaban mucho de la doctrina de los fariseos. Les ofendía que éstos creyeran ser los defensores de la ley, y trataban de ponerlos en ridículo, pero cada vez perdían más influencia. Sólo aceptaban la ley de Moisés, pero no creían en los profetas ni tampoco aceptaban la tradición oral de los ancianos. Negaban la existencia de espíritus, la resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma. No les interesaban las promesas mesiánicas, de modo que cuando perdieron la ciudad prácticamente se quedaron sin auditorio. Sumaron su oposición a los demás tanto contra el Señor Jesús como también cuando se inició la iglesia. En los días en que Pablo fue juzgado ocupaban un lugar importante en el Sanedrín (Hch. 23:6–10).

(3)

Zelotes. Fue una secta fundada por un tal Judas, el Galileo, quien produjo una subversión contra Roma precisamente en el tiempo en que Augusto decretó el censo. Tuvo un buen número de seguidores— especialmente entre los que se oponían a pagar tributo porque lo consideraban una traición al verdadero Rey [p 18] de Israel. Se los denominó zelotes porque siguiendo el ejemplo de Matatías (padre de los macabeos) y sus hijos, manifestaron mucho celo por la ley de Dios (comp. Nm. 25:11) Eran los revolucionarios del pueblo hebreo (comp. Hch. 5:36–37). Uno de los apóstoles del Señor Jesús había sido zelote o cananita (Hch. 1:13).

(4)

Esenios. Este partido religioso se conoció a raíz del descubrimiento de los rollos del mar Muerto (1947 DC). Estos rollos pertenecieron a la comunidad Qumran, una secta que vivía junto a las costas del Mar Muerto. Eran similares a los zelotes y posiblemente continuadores de su cultura. Surgieron en el siglo II (AC) y aunque separados, compartían con los fariseos el horror de tener que honrar al emperador. Los esenios tenían votos de celibato, pero adoptaban niños y los educaban en sus creencias. Tenían todas las cosas en común. No compraban ni vendían entre ellos y tenían un fondo común administrado por mayordomos elegidos. También escogían al sacerdote que debía cocinar y ofrecían sus propios sacrificios. Eran muy estrictos en la recepción de gente nueva.

(5)

Herodianos. Era una secta de carácter político porque seguían a Herodes y en consecuencia gozaban el beneplácito del Imperio. Se oponían a cualquier cambio político, en consecuencia, veían a Cristo como un revolucionario (Mr. 3:6; 12:13; etc.) Apoyaban a los fariseos en el tema de dar tributo a César porque implicaba una forma de nacionalismo.

(6)

Galileos. Era un partido político con formas religiosas que habían seguido a Judas de Galilea, pero no concordaban con los zelotes. Eran políticos muy fanáticos y luchaban por sus derechos territoriales. Chocaron con Pilato (Lc. 13:1–3), y los enemigos trataron de identificar a Jesús y los doce con esta secta (Mt. 26:69; Mr. 14:70).

(7)

Samaritanos. Era una raza mezclada de judíos con otras étnicas que vivían en la provincia de Samaria. Cuando Sargon II (722 AC) la tomó cautiva para Asiria juntamente con otras tribus de Israel, la dejó pobre y débil. Posteriormente con la invasión de los caldeos se profundizó la mezcla. Se convirtieron en hombres muy idólatras y alejados de Dios. Al construirse el segundo templo—pequeño edificio levantado por los que retornaron del exilio en [p 19] el 535 AC—los samaritanos ofrecieron su ayuda (Esd. 4:1–3) pero fueron rechazados. Esta circunstancia ahondó la enemistad ya existente. Notamos el antagonismo muy especialmente en los evangelios (Mt. 10:5; Jn. 4:9), aunque también en Hechos. Algunas experiencias tienen gran resonancia a causa de la actitud del Señor Jesús con ellos (Lc. 17:16) y también de Felipe (Hch. 8:1–10).

(8)

La diáspora. Esta expresión aparece tres veces en el NT (Jn. 7:35; Stg. 1:1; 1 P. 1:1) y se forma con dos términos griegos: speir, esparcir, y el prefijo dia, a través. De modo que en realidad quiere decir los esparcidos. Moisés había dicho a Israel que si dejaban la ley serían desparramados por las naciones (Lv. 26:33–37; Dt. 4:27–28; 28:64–68). Así ocurrió desde la invasión asiria (722 AC) y posteriormente con la transmigra-

10 ción de Babilonia. La gran masa del pueblo no retornó a Palestina y se asentó en otros lugares. En el siglo VI AC se notó cómo crecía el pueblo, a tal punto que alrededor de diez años después solamente en Egipto había alrededor de un millón de judíos.

C. La preparación del mundo para el evangelio Leemos en los evangelios que el Señor Jesús es el Salvador del mundo (Jn. 3:15). También leemos que el mandato que recibieron los apóstoles fue ir “al mundo y predicar el evangelio” o “hacer discípulos a las naciones” (Mr. 16:15; Mt. 28:19–20). Ninguno de ellos comprendió la magnitud de la propuesta, en parte quizás por lo grande que les pareció. Pero fue un hecho muy impactante y una evidencia de que Dios no se condicionaba a forma alguna de religión existente ni a las dificultades que pudieran surgir. Nada de lo que habría de ocurrir fue el resultado de la improvisación sino parte del desarrollo progresivo del propósito de Dios. Por esta causa creemos conveniente hacer un breve repaso de la manera en que las cosas se consumaban para culminar con el cumplimiento de la palabra dicha.

a.

La dispersión del pueblo hebreo En el prólogo ya hemos mencionado algo acerca de este fenómeno. En los alrededores del siglo VIII AC comenzó la emigración de grandes multitudes de hebreos. Parte del pueblo se [p 20] movió hacia el oriente, cautivos de los asirios, y parte a otros lugares. Durante siglos anduvieron de acá para allá, a veces por la fuerza y otras voluntariamente. En los días del profeta Jeremías, se levantó una parte del pueblo contra el gobernador instalado por el rey de Babilonia. Fueron amenazados si no deponían su actitud, pero ante la negativa fueron aplastados. Muchos—temiendo lo que habría de ocurrir—emigraron a Egipto (ver Jer. 41–44). Siglos después, al comenzar la dominación griega, el movimiento de gente se incrementó especialmente por la fundación de nuevas ciudades y el aumento de los privilegios en ciertos lugares. Muchos hebreos se hicieron a la aventura de colonizar zonas de Siria y posteriormente Asia Menor, ingresando en Europa (comp. Jn. 7:35; Stg. 1:1; 1 P. 1:1). Para el tiempo en que comenzó la iglesia, la diáspora hebrea había cubierto el mundo conocido, especialmente trabajando en centros comerciales. Un dato ilustrativo lo proporciona la cantidad de países mencionados en Hechos 2 en ocasión de la fiesta de Pentecostés (vv. 9–11). El historiador Josefo asegura que los judíos habían invadido cada ciudad y era difícil hallar un lugar donde no estuvieran ubicados en un puesto clave. Menciona que Agripa, escribiendo al emperador Calígula, hace referencia a las colonias judías en Egipto, Fenicia, Siria, Panfilia y casi toda Asia Menor, llegando a Bitinia y Ponto. También había colonias hebreas en Europa, al norte y sur de Grecia, el Peloponeso, Chipre y Creta (Josefo: Ant. XI, V:2). Las piezas arqueológicas como monumentos o pirámides llevan inscripciones que son credenciales para detectar la importancia de la comunidad hebrea que rodeó el Mediterráneo. Muchos creyeron que podrían afianzarse fuera de su territorio natural y trataron de fortalecerse. Alejandría—capital de Egipto en ese momento—estaba dividida en cinco partes que se distinguían por letras del alfabeto. Dos de éstas eran consideradas hebreas, aunque las restantes estaban mezcladas. Roma por su parte era una importante colonia judía, acrecentada por los cautivos de Pompeyo, colonia que fue creciendo hasta convertirse en baluarte de la fe ancestral (o de los padres); pujó por ser reconocida como autónoma pero fracasó (Hch. 18:1–2). [p 21] A los judíos de la dispersión se los conocía como helenistas, que a mediados del siglo I sumaban cerca de tres millones. Estos realizaban constantes peregrinaciones a Jerusalén especialmente para las grandes fiestas y para pagar el tributo anual por el templo. Reconocían a la santa ciudad como su verdadero lugar de adoración aunque guardaban gran respeto para los países donde habían nacido siguiendo el mandato del profeta: “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jer. 29:7). Por esta causa crecieron en influencia en los países donde habían nacido y ganaron a muchos paganos para su fe. Naturalmente que tanto los gobernantes como otros vieron esta influencia como perjudicial. En parte, porque no trabajaban los días sábados, pero mayormente porque cada siete años realizaban un paro por un año completo. También consideraban ridículos y absurdos los ritos que celebraban (Josefo: Contra Apión 2:7). No obstante, el pueblo ganó estima por la trascendencia de su fe, y hombres en posición encumbrada como el eunuco de Candace, reina de los etíopes, Arizo rey de Emesa, Polemo rey de Cilicia y muchos otros que abrazaron la creencia de los hebreos (Josefo: Ant. XX–VII:1, 3).

11 Esta dispersión tan importante, que para Israel podría parecer una desgracia, fue utilizada para la difusión del evangelio. Los predicadores eran judíos y la misión (tal como había ocurrido con el Señor Jesús) no fue descartar la antigua fe sino proclamar su cumplimiento. Fue una ventaja indiscutida que dondequiera que fueran había auditorio interesado en escuchar el mensaje, aunque posteriormente reaccionara en contra. En cada ciudad que visitaban inmediatamente podían dirigirse a la sinagoga y comenzar a predicar seguros de que serían escuchados (Hch. 9:20; 13:5; 13:14; 14:1; 17:1–3, 17; 18:4, 19; 19:8; 28:27, 23; Ro. 1:16). Por lo general el auditorio se dividía en tres sectores: a) los que discutían acaloradamente y mantenían viva la atención; b) los que se retiraban sonrientes, mostrando una indiferencia presuntuosa y c) los que realmente aceptaban a Cristo y se unían a los mensajeros. Así se salvaron miles y miles de almas.

b.

[p 22] Las conquistas realizadas por los griegos Los primeros misioneros tuvieron a su disposición un mismo idioma para todos los lugares donde predicaban. Les fue ventajoso hablar griego y saber que nunca se verían aislados por una mala comunicación a ese nivel. La ambición de Alejandro el Grande y sus sucesores fue vincular a todo el mundo con la obligatoriedad de hablar griego y adoptar sus costumbres. Querían ser supremos sobre todos los demás y no perdieron tiempo en manifestarlo. El idioma griego era común en todos los pueblos que rodeaban el Mediterráneo, salvo en regiones remotas donde la nueva civilización helénica no pudo penetrar. Ningún pueblo abandonó su lengua madre, sino que también adoptó la de los conquistadores para entonces convertirse en bilingües. Los predicadores podían proclamar en griego tal como Pablo en Listra (Hch. 14:7–11), pero cuando el auditorio quería expresarse lo hacía en el idioma propio de ellos. En Jerusalén se hablaba el griego popular (Hch. 21:37), pero cuando Pablo quiso tranquilizar a la turba lo hizo en aramaico (que era un dialecto hebreo), aunque el tribuno le pidió que lo hiciera en griego, que también era el idioma aceptado en Egipto. Los epigramas contra la persecución de Nerón hallados en las cuevas estaban escritos en griego. Cabe aquí una oportuna acotación. Como latinoamericanos, no hemos quizás agradecido a Dios, ni tomado en cuenta la gran ventaja que significa que Él haya querido que desde México hasta Argentina hablemos una misma lengua. Tampoco hemos advertido que Brasil—con su enorme población y potencial—hable un idioma similar al nuestro. Son provisiones de Dios para la extensión de la palabra.

c.

La dominación del Imperio Romano La instalación del Imperio Romano fue un vehículo magnífico para el progreso del evangelio. Mucho del aparato instalado se debió a la mente de estadista de Augusto César. Sus seguidores se enorgullecían diciendo que halló a Roma como una ciudad de adobes y ladrillos, y la elevó a una metrópolis de mármol. No obstante, lo mayúsculo de este emperador fue su capacidad para trascender al mundo. El triunfo de los romanos estableció la “Pax [p 23] Romana” que fue la joya sin precio aun para las razas o pueblos donde llegaba el ejército imperial. Es verdad que lamentaban la pérdida de la independencia, pero también es verdad que festejaban la desaparición del pillaje, pirataje y todo otro tipo de forma guerrillera de lucha. Avanzó la civilización y el derecho, floreció el comercio y se conocieron los principios sobre la justicia de los acusados, jamás practicados antes en los foros de los pueblos. Comenzaron a construirse caminos, de modo que todo el imperio estuviera interconectado. Estas rutas que partían desde la capital llegaban hasta cualquier frontera avanzando en pocos años sobre la declinación que habían padecido por siglos. Es verdad que los trazados de rutas fueron inicialmente preparados para el transporte de tropas, pero también es cierto que sirvieron para desarrollo de los pueblos así conectados. Favorecieron el tránsito de personas, uniendo y reconciliando pueblos que jamás se habían visto. El Asia Menor gozaba de una situación muy singular debido a su estrategia militar y ciudadana de una situación muy singular. Los caminos la atravesaban de este a oeste por varias rutas, siendo la principal la que unía Éfeso con el Éufrates. Esta interconectaba distintos caminos transversales que la vinculaban con el Mar Adriático a través de Ilírico, Macedonia y la Tracia. También tenía conexiones con varios puntos del Mediterráneo. El mar limpio de atentados pudo ser surcado por barcos cargados de mercadería que—salvo en invierno cuando la navegación estaba suspendida—podían navegar con toda tranquilidad. Los caminos que se constituían en acceso alternativo, donde era factible fueron transitados y custodiados por fuerzas imperiales. En consecuencia, los predicadores disponían en consecuencia de los medios para viajar con seguridad (para aquellos días) y no tenían dificultad alguna para llevar el mensaje a todos los rincones del imperio. Lo hacían

12 protegidos por la ley, y en el caso de Pablo la ciudadanía era de incalculable valor. (Comp. Hch. 18:12–16; 19:35–41; 21:27–29). La imparcialidad de la ley imperial se interpuso más de una vez para salvar a Pablo de la furia del populacho, tanto de origen pagano como hebreo. No nos resulta extraño que Pablo enseñara entonces que las autoridades puestas por Dios son para beneficio de los hombres, y encomendara a los creyentes que la obedecieran [p 24] (Ro. 13:1–7; 1 Ti. 2:1–4). Reconocía en las leyes romanas una fuerte valla en contra de las fuerzas de iniquidad, y una advertencia a la posibilidad de vivir en cualquier momento una crisis catastrófica. La inquietud de los pueblos y la falta de sabiduría de los religiosos hebreos eran para Pablo serios indicios de que el imperio en cualquier momento haría valer su fuerza y sus leyes. Todo el tiempo que Pablo ministró tuvo a los romanos como sus protectores, aun contradiciendo las mentes estrechas de los de su propia nación hebrea.

d.

La intrascendencia de la religión Al comparar las religiones del AT (2 R. 17; Dn. 3:1–7) con lo que vemos en los evangelios y Hechos, diríamos que el paganismo estaba en franca decadencia. La mitología griega que había dado origen a la religión griega no tenía ya vigencia y el pueblo no se guiaba por los poemas de Homero u otros. El aumento de la filosofía por una parte, y la valorización de la persona por otra, crearon escuelas de pensamiento distintas a la de los ancestros (Hch. 17:15–19) produciendo así situaciones insostenibles para los antiguos mitólogos. Empezaron a crear sistemas de teología que sólo algunos podían captar y admitir. La de los poetas era una mezcla de dioses con fábulas inmorales. Los dioses recibían todo lo que el hombre es, acompañado de ritos y placeres de los más aberrantes. Por su parte, la teología de los filósofos se basaba en “principios” que variaban de acuerdo al pensador. Así, para uno era el fuego (Heráclito), para otro eran los números (Pitágoras), para otros los átomos (epicúreos), etc. Debemos tratar de imaginar el sentir popular frente a todas estas maneras de pensar mezcladas y en pugna unas con otras. A esto deberíamos añadir la teología del pueblo, es decir la religión que ellos fabricaban, haciendo también sus mezclas entre lo que sentían y las ceremonias que partían de los religiosos. No obstante, podríamos pensar que los religiosos judíos basados en la ley de Moisés enseñaban los métodos bíblicos para la adoración. Pero no fue así, sino que ellos mismos disentían entre sí sobre temas claves del AT, y la gente desorientada e ignorante no [p 25] encontraba la religión que pudiera satisfacer sus inquietudes y necesidades espirituales. Era un verdadero caos porque los filósofos no creían en la religión y los magistrados tampoco, pero echaban mano de ella para su beneficio. Mientras tanto el pueblo esperaba.

e.

La búsqueda de Dios Como seres humanos nacemos con ansia por lo trascendente. Aunque los paganos del Imperio Romano vieron morir su antigua fe, no declinó el anhelo que tenían por hallar la verdad. Ya sabemos lo que le sucedió a Pablo en Atenas y cómo su “espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría” (Hch. 17:16). El mundo clamaba por lo real; y la religión cargando a la gente con más altares, hacía derretir aun más los corazones y disipar toda esperanza de paz. Los “guías espirituales” vivían en la imaginación, mojando sus ropas con las lágrimas del pueblo cargado de culpas. Pero también ellos se sentían culpables y plantaban altares a dioses “no conocidos” (Hch. 17:23). Esto también tenía su origen en la mitología de la pestilencia que había azotado a Atenas en el siglo VI AC. Según esa versión, el mal se detuvo cuando los habitantes ofrecieron sacrificios propiciatorios a todos los dioses que conocían. En su desesperación convocaron al poeta cretense Epiménides para que les ayudase (comp. Tit. 1:12). Éste arreó un rebaño de ovejas al Areópago para sacrificarlas a los dioses conocidos y a los otros. La tradición dice que fue todo un éxito porque apaciguó la ira de deidades que ellos habían descuidado. De ahí en más, y por todo el mundo griego se erigieron altares sin nombre fijo o deidad conocida para ellos. Lo que creyeron una solución engendró en los habitantes una zozobra aun mayor, dejándolos a expensas del miedo, la ignorancia

13 y el desamparo. Era una confesión abierta a la incapacidad de las religiones y la necesidad de una revelación más amplia que involucrara sus voluntades y solucionara la angustia de sus corazones. Paulatinamente, las mentes desorientadas se volvían más y más a las creencias orientales cuya mística les afectaba en su interior. Comenzaron a proliferar formas de adoración que combinaban [p 26] cultos a Cibeles (la madre frigia de los dioses) con los mithras de los persas. De todas las creencias orientales, únicamente el judaísmo no ingresó en el sincretismo que asolaba a occidente.1 Pero esta separación no fue agradable a los emperadores romanos—algunos de los cuales intentaron reprimir la religión judía y también la egipcia por considerarlas cultos extraños a su pueblo. Fue la confusión por una parte, y la ética espiritual monoteísta hebrea por otra, lo que atrajo la atención de la gente culta de la sociedad con trasfondo griego. Esta gente no compartía la deificación del hombre en medio de un ambiente desorientado como el que vivían, ni tampoco aceptaban la adoración de los animales que propiciaban los egipcios. Estaban preparados para apropiarse de un Dios que, sobrepasando las limitaciones de sus intelectos, produjera la satisfacción interior que no podían hallar ni en los “principios” griegos ni en las otras formas de creencias. Aunque creían que era mejor, tampoco el judaísmo les convencía totalmente porque el mismo pueblo hebreo vivía en el desencanto. Las leyes ceremoniales les resultaban desagradables y no querían someterse a ellas. Sólo el pensamiento de la circuncisión ya los mantenía lejos. Sin embargo, la gente admiraba la presencia definida de un Dios viviente. Tanto judíos como gentiles observaban que el Señor Jesús ofrecía y daba ayuda, benevolencia y constante protección. El centurión de Capernaum (Lc. 7:4–5) o el de Cesarea (Hch. 10:1–4) se habían inclinado a la devoción verdadera, aunque no habían aceptado ser prosélitos hebreos. Lo importante está en que representaban una tendencia difundida. Buscaban respuestas para sus inquietudes y algo veían en el judaísmo que les parecía muy bueno, aunque esperaban más. Veían que el Dios de los hebreos podía presentarse de otra manera y darles satisfacciones plenas. Esta expectativa generó un ambiente propicio para la llegada del evangelio. Parecería que todo desembocaba en lo mismo, en la necesidad de creer en algo trascendente y transformador. Toda la gente esperaba otro mensaje. [p 27] Aunque los apóstoles no comprendieron al principio el alcance del propósito de Dios (Mt. 15:16– 17) y se entretuvieron en disputas domésticas (Mt. 20:20–28), los planes estaban firmes. Aun el hecho de que los mismos discípulos no entendieron lo que estaba en juego, indicaba la necesidad de la llegada del Espíritu Santo con su luz y su poder. Cuando el Señor les mostró el mundo, también les dijo que debían comenzar en Jerusalén, formando círculos de testimonio que incluyeran Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra (Lc. 24:47; Hch. 1:8). Pero todo esto, después que recibieran el poder de lo alto que los convertiría en testigos. Al principio los apóstoles recibieron con gozo el mandato, pero no repararon en la magnitud del testimonio. No estaban dispuestos a desprenderse del templo y sus visitas diarias a las “tres de la tarde”. ¿Cómo salir al mundo si todos los días tenían una cita en el templo? Imposible. Sobrevino una persecución y Felipe realizó la primera salida fuera de Jerusalén, que continuó con otras por parte de Pedro (Hch. 9:32–11:18). Ninguno de los doce apóstoles sobrepasó los límites de Palestina. Las regiones más lejanas fueron Lida, Jope y Cesarea, en las cuales solamente los hebreos oyeron la palabra. Pedro nunca hubiera intentado salirse de esos límites si no hubiese recibido un llamado especial, y con un entrenamiento también singular que le quitó de la mente la acepción de personas. Cornelio, quien clamaba a Dios por el mensaje de la vida (Hch. 10), no era tampoco un gentil común sino una persona temerosa de Dios. No obstante, su ingreso y el de toda su familia a la comunidad de los santos fue gradualmente resistido por la iglesia en Jerusalén (Hch. 11:2; Gá. 2:12), especialmente por la importancia que algunos atribuían a la circuncisión como rito de iniciación. Los que bregaban por la circuncisión sostenían que ésta era complementaria de la fe en Cristo. No obstante, la expectativa del mundo no radicaba en mezclar el evangelio con el pasado, sino más bien emanciparse de aquello para vivir plenamente la provisión de la gracia de Dios. Esta fue la experiencia de los predicadores que ocuparán nuestra atención en el estudio que iniciamos. 1 Sincretismo

es el sistema que trata de conciliar doctrinas diferentes u opuestas.

14 [p 28] 2.

EL AUTOR Y SUS ESCRITOS

Lucas escribió dos libros. El primero es el evangelio que lleva su nombre y que él denomina “el primer tratado” (Hch. 1:1), y el otro es el que estamos estudiando. Ninguna crítica contra la autoría de Hechos por medio de Lucas ha prevalecido porque los argumentos se fueron desvaneciendo con el tiempo. Ambos escritos fueron dedicados a una persona desconocida llamada Teófilo (significa “amante de Dios”). Tanto el lenguaje como el estilo de los dos escritos nos guían en un mismo sentido, es decir, a explicar la veracidad de la vida del Señor Jesús, su amor por todas las almas, su interés por los gentiles y la seguridad de que el autor está convencido de estar diciendo la verdad. Además, de la lectura del texto surge que no está pensando en dos libros o escritos separados sino en uno solo. En verdad, este segundo es la continuación del primero.

A. El escritor es un compañero de Pablo Pese al escepticismo de los críticos sobre la veracidad de lo que Lucas escribe, tenemos buenas razones para creer en su honestidad. En principio él mismo lo dice: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas … me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden …” (Lc. 1:1– 4). “Escribir en orden” significa tomarse tiempo para ubicar hechos y personas de un modo tal que Dios pueda utilizar todo el trabajo para beneficio de muchos por medio del Espíritu Santo. Es el estilo que emplea para preparar Hechos, pasando de la tercera persona singular (cuando él no está presente) a la primera persona plural (cuando forma parte de la comitiva). Es un detalle que especialmente se ve en los viajes con Pablo. La primera ocasión está en el capítulo 16:10–17, referida al llamado que recibieron para visitar Macedonia. Dice el texto: “Cuando [Pablo] vio la visión en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio”, etc. Las otras son 20:5–21:18; 27:1– 28:16. No sabemos cuándo ni dónde Lucas se añadió a la expedición, pero está claro que fue durante el segundo viaje misionero. Acompañó a [p 29] Pablo, Silas y Timoteo para visitar Filipos, y fue de gran ayuda para Timoteo, mientras Pablo y Silas sufrían los horrores de la cárcel. Por lo que leemos después de 16:18, no los acompañó cuando abandonaron Filipos. Lucas se incluye en el cap. 20 donde precisamente dice: “Y nosotros, pasados los días … nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días” (v. 6). En esa oportunidad, finalizando ya su tercera gira misionera, Pablo decidió navegar a Jerusalén para llevar la ofrenda de las iglesias gentiles levantada especialmente para ayudar a los pobres de la iglesia madre (20:16; Ro. 15:25–27). No sabemos si Lucas se quedó todo el tiempo en Filipos o si realizó algunas giras por los lugares aledaños. Sabemos que acompañó a Pablo y sus compañeros hasta la ciudad de Jerusalén (21:17), pero no se ven sus huellas hasta que Pablo después de dos años en Cesarea fue remitido a Jerusalén. El modo en que Lucas describe la navegación a Italia (27:1) y los detalles con que matiza la travesía muestran su talento de escritor preciso y cuidadoso. Aunque él solamente se incluye en tres porciones de su escrito, esto no significa que no haya compartido otras experiencias. Sobre todo porque demuestra ser un profundo conocedor de todo lo que escribe. Por ejemplo, cuando menciona el llamado y ministerio de Felipe, no dice que él estuvo presente, pero cuando escribe nuevamente sobre el tema dice: “Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea, y entrando en la casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él”. Distinguió a Felipe como alguien bien conocido; incluso al enfatizar “que era uno de los siete” quiso distanciarlo del otro Felipe apóstol de Jesús (1:13). Estos detalles no habrían hecho falta si no hubiera habido otras personas con el mismo nombre cuando escribía los primeros capítulos de libro. Además, Lucas disponía de testigos que podían confirmar sus conclusiones. Al estar cerca de Pablo tenía a mano todo el material atesorado necesario para que el Espíritu pudiera trabajar por medio de él. [p 30] B. El autor es una persona culta

15 El nombre Lucas es de origen latino (comp. Col. 4:9–11) y podría ser una derivación de Lucio (13:1; Ro. 16:21). La tradición afirma que era de Antioquía de Siria, y poseía un buen conocimiento de idiomas, especialmente arameo, griego, latín y otros de carácter vernáculo. Por su parte, Pablo dice que era el “médico amado” (Col. 4:14). De por sí esa profesión es exigente, aun para aquellos días. No era fácil llegar a la medicina y eran escasos los centros que la cultivaban. Algunos hermanos se han ocupado en preparar listas de términos para demostrar la vasta cultura médica del autor. Pero esto no convence a la vasta mayoría que afirma que se trata simplemente de la forma “instintiva” en que Lucas se expresa.2 Lo mejor es pensar que aunque observamos muchos términos médicos en sus escritos, ello no prueba de por sí que Lucas sea el autor. Sí muestra, en cambio, que el autor está bien compenetrado de lo que escribe. En los primeros tiempos de la iglesia era más perceptible porque ambos libros (Lucas y Hechos) formaban una misma obra. Al separarlos para agrupar la parte de la vida del Señor Jesús con los evangelios recibió el agregado de “según San Lucas”. No solamente es importante lo que escribe sino lo que ignora. No es que sus relatos se interrumpan casi abruptamente a veces porque no conozca lo que sucedió, sino que no estaba en el propósito de Dios que Lucas dijera todo lo que sabía. Por el modo en que está seleccionado el material y por lo incompleto de algunas narraciones, parecería que además de lo que dice tenía presente otro motivo que posiblemente no surge a primera vista. Entendemos que la historia de Hechos tiene un propósito filosófico general que no podemos desconocer. Inicia una historia y la interrumpe. Al principio parece que quiere describir el testimonio de los doce (Matías incluido) pero luego sólo se ocupa de tres de ellos (Pedro, Jacobo y Juan), posiblemente por ser los coordinadores de todo el grupo. [p 31] Cuando nos interesamos por ver cómo salió el evangelio desde Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra, nos tropezamos con lo breve de algunas descripciones y lo irregular del avance del mensaje. Se ve cómo la palabra avanza hacia el norte y el oeste, entrando en Europa, pero poco o nada dice de otras partes. Parecería que el mundo termina en Roma. Pedro y sus compañeros desaparecen fugazmente de la escena, y Pablo se levanta como una estrella brillante iluminando los territorios gentiles. La iglesia en Jerusalén ocupa una atención especial; en cambio, la fundación de Antioquía (11:20–26), Tesalónica (17:1–4) y Corinto (18:5–11) tienen poco espacio en las descripciones, aunque trasunta mucha labor. Estos y otros detalles nos hacen pensar que Dios estaba usando a su siervo para escribir con un propósito especial. A nuestro entender la filosofía del escritor es hacer que escribiendo a un personaje desconocido a quien muy diplomáticamente trata de “excelentísimo” (Lc. 1:3), todos supieran al menos algo sobre tres importantes temas:

a.

La reacción del Imperio Romano ante la extensión del evangelio Tal como ya lo mencionamos los romanos no entendían de religión. Los procuradores querían ver a un pueblo sumiso. Para ellos, Pentecostés era una fiesta hebrea que congregaba gran cantidad de fieles y lo que Pedro dijo era parte de la celebración. Lucas no menciona a los romanos en todos los movimientos producidos en Jerusalén, pero señala que los oficiales fueron amigos de los cristianos. El impacto que hizo en ellos la conducta de los creyentes, insidió en Cornelio (10:1–2) y Sergio Paulo, el gobernador de Chipre (13:7). Los mismos que no habían hallado falta en Jesús, tampoco la vieron en los creyentes. Los romanos veían que la gente que creía en el Señor Jesús, tenía un estilo de vida diferente a la de los religiosos y era amable con el pueblo. Por todas partes corrían los buenos informes y los magistrados amparaban a los predicadores. En Filipos castigaron a Pablo y Silas, pero informados de que eran ciudadanos romanos les pidieron disculpas (16:35–39). En Corinto, el procónsul Galión expulsó a los judíos acusadores no queriendo [p 32] ser juez en temas de religión (18:12–16). Una actitud similar asumió el escribano de Éfeso (19:35–41). Lucas destina buen espacio de su narración a lo sucedido en Cesarea y la comparecencia de Pablo ante Félix, Festo y Agripa. Éstos, después de escuchar a distintos tiempos la defensa del apóstol, llegaron a la conclusión de que era inocente: “Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre” (26:31) (comp. Lc. 23:4, 14, 22). Los romanos estaban convencidos de que el evangelio predicado por Pablo era más 2 William

Barclay: Los Hechos de los Apóstoles.

16 puro que la religión que practicaban los judíos. No tuvieron ninguna duda, sobre todo después de la defensa que presentó ante el rey Agripa (26:1–29) que concluyó con la pregunta clave: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees” (v. 27). El rey, turbado, contestó con una evasiva para él, pero al mismo tiempo una confirmación para todos: que el cristianismo tiene su base en el AT, y Jesucristo es el cumplimiento de las promesas hechas a los profetas.

b.

Los efectos del evangelio en los pueblos paganos Aunque el cristianismo comenzó en Jerusalén, Lucas destina bastante espacio para mostrar los efectos en tierras religiosamente incultas. Los detalles sobre las predicaciones en Chipre, Iconio, Listra y Derbe (13:6– 12; 14:1–23) nos muestran el interés del autor para que se conociera el poder transformador del evangelio entre gente sin cultura religiosa alguna. Desde el capítulo 16 ingresamos en otras culturas con resultados similares. La conversión de Lidia y el carcelero (Filipos); las mujeres de Tesalónica (17:4) y los filósofos de Atenas oyeron mensajes conmovedores con resultados diferentes. Pero en todos los lugares quedaron almas salvadas. La única manera en que los seguidores podían animarse a tomar la delantera para plantar la semilla del evangelio en el mundo, era viendo los efectos alcanzados por los primeros predicadores.

c.

La declinación del judaísmo Lucas puntualiza en varias oportunidades el triste espectáculo que produjeron los judíos instando a la gente a castigar a los predicadores. El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia está envuelto en un manto de cariño para el pueblo de Israel. Cuando [p 33] quiso advertirles el peligro que corrían les citó a los profetas (Hab. 1:5) como lo había hecho para respaldar todos sus argumentos. Pero ¿cuál fue el resultado? Que “muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios … pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando” (13:43–45). Delicadamente Lucas se ocupó en mostrar cómo fue en aumento la oposición (13:50) y cómo en cada lugar que Pablo visitaba nacían crueles focos de oposición (14:19) que estaban decididos a terminar con el evangelio (17:13) y su predicador. La expulsión de los judíos de Roma (18:1, 2) debió haber sido una advertencia sobre las persecuciones que el Imperio Romano estaba dispuesto a tomar, pero los hebreos no hicieron caso. Al contrario, aumentaron la forma y cantidad de los motines (19:13–15), sin lograr ser oídos. Lucas dedica también bastante espacio al alboroto que protagonizaron frente al templo y el complot para eliminar a Pablo aun cuando estaba bajo protección romana (21:30–31; 23:12–30). Lo hace para que observemos cuán difícil es luchar contra los propósitos de Dios y cuán dañino resulta para el testimonio del evangelio la lucha entre facciones delante del mundo que no conoce la verdad.

C. El escritor es historiador y teólogo Lucas inicia su trabajo diciendo: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas … me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lc. 1:1–4). Pone en orden datos genealógicos conocidos o fáciles de conocer, con detalles del nacimiento de Juan el Bautista que no están en los otros evangelios. Algo similar hace con la descripción del nacimiento del Señor Jesús, pero en este caso mostrando cómo Dios movilizó al imperio para llevar a cabo su propósito (Lc. 2:1). [p 34] Aunque está generalizada la opinión de que este escritor escribió para el pueblo de origen gentil, Lucas es cuidadoso en mostrar la sensibilidad de los piadosos cuando aparecieron los síntomas de la llegada del Mesías (comp. Lc. 1:39–80). Además de Augusto César, menciona a otros gobernantes romanos (Lc. 3:1) para puntualizar el momento histórico y el estado del mundo político cuando irrumpió el mensaje del evangelio. A pesar de que la nación tenía sus sumos sacerdotes (Anás y Caifás), “la palabra de Dios” vino a Juan (Lc. 3:2). Fue el origen de la proclama que tuvo a Juan por heraldo. El krygma (mensaje) que Juan proclamó tenía—según dice Lucas—el objetivo de que la gente se arrepintiera y confesara sus pecados. Utilizó el texto

17 bíblico de Isaías para respaldar su ministerio (Lc. 3:4–6) y la convicción de que tenía el mensaje de Dios adecuado para movilizar a los oyentes. Después de describir la genealogía de Jesús y su triunfo contra Satanás en el desierto, menciona el krygma del Señor Jesús, que es fundamental para lo que posteriormente informaría a Teófilo en su segundo libro (Hechos). Estos relatos han dado a Lucas el apodo de “teólogo de la salvación”.3 El énfasis del historiador es mostrar que: (1) Dios es el origen de la salvación; (2) Cristo es el único Salvador; (3) el Espíritu Santo es quien aplica el mensaje; (4) los creyentes son los testigos y (5) todas las personas son destinatarias del evangelio. Tanto lo que incluye como lo que omite es muchas veces extraño, pero la cronología (especialmente en la segunda parte de Hechos) tranquiliza a cualquier lector. Los primeros capítulos del libro contienen momentos del desarrollo de la iglesia que parecen haber sido seleccionados cuidadosamente para mostrar las tentativas del enemigo en derribar el edificio que comenzaba a edificarse. Todo está bajo el amparo de la inspiración, incluso las historias truncas o los episodios narrados con minuciosidad como la navegación del capítulo 27. [p 35] Lucas menciona Filipos, Tesalónica y Berea pero no para narrar la fundación de las iglesias sino más vale para destacar el costo de la predicación del evangelio. Lucas no escatima espacio para repetir tres veces la conversión de Pablo (9:1; 22:3; 26:4–5), dos veces la de Cornelio, y tres veces lo decidido en Jerusalén (15:20, 29; 21:25). Nos muestra el énfasis que desea poner a la conversión de los gentiles, y que en Cristo Jesús todos los salvados tienen el mismo derecho sobre la base de que “Dios no hace acepción de personas” (10:34). Los discursos que no pueden considerarse aisladamente del resto del libro tienen distintas características. Los que pronuncia Pedro ante una audiencia judía (cap. 2:3; 4 y 5) son esencialmente de reproche. Contienen el mensaje del evangelio fundamentado en la resurrección de Cristo anunciada por los profetas. Vale para mostrar la supremacía del propósito de Dios sobre los restos incoherentes de la tradición hebrea. También hay discursos evangelísticos, especialmente el de Pedro en la casa de Cornelio (cap. 10) y el de Pablo a los judíos piadosos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (cap. 13), con las diferencias que pueden existir entre un auditorio totalmente gentil y otro totalmente hebreo. También son evangelísticos—aunque a auditorios distintos—los discursos que Pablo pronuncia en Listra (14:15) y en Atenas (17:22). Pero además hay otros también dignos de destacar: mensajes explicativos (1:16), como el pronunciado por Pedro antes de elegir a Matías o en el llamado concilio de Jerusalén (15). También tienen carácter similar el de Esteban (cap. 7) ante el sanedrín, o el de Pedro comentando lo sucedido en casa de Cornelio (11:4). Son esencialmente defensivos o apologéticos los de Pablo ante las autoridades en los distintos lugares donde debió dar razón de sus trabajos (22:1; 23:1; 24:10; 25:8; 26:1; 28:17). En cambio, el de Troas (20:18) es más vale persuasivo porque procura demostrar—y esto por única vez en su ministerio—la metodología que podría librar a la iglesia en Éfeso de la herejía que se cernía sobre ella (20:17–38). En los discursos se destaca la cantidad de referencias al AT, la confirmación del Espíritu Santo a las predicaciones apostólicas, y la seguridad de que Dios estaba visitando las naciones. [p 36] 3.

EL OBJETIVO DE HECHOS

Si en el “primer tratado” (el evangelio) Lucas se abocó a mostrarle a Teófilo lo que Jesús comenzó “a hacer y a enseñar”, en este segundo se propone describirle lo que hizo después de su ascensión. Se destacan tres temas principales: (1)

El cumplimiento de la promesa (Lc. 24:49; Hch. 1:5), que ocurrió en Pentecostés (2:1) y les permitió explicar las maravillas de Dios “en otras lenguas”. Desde ese momento el Espíritu Santo estuvo por todas partes guiando, fortaleciendo, impidiendo o respaldando con señales y prodigios el testimonio valiente de los predicadores. El Espíritu formó el cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13) y ubicó a los miembros en su lugar para que pudieran recibir constantemente el suministro de Dios (Ef. 4:16). Lucas muestra con pruebas abundantes la significación de la presencia de Dios por medio del Espíritu Santo.

3 M.

Green, págs. 125–127.

18 (2)

El modo de defender el evangelio implantado. Especialmente desde el capítulo 3 en adelante, los religiosos quisieron intimidar a los líderes (Pedro y Juan) pensando que pronto todo ese proceso religioso quedaría desbaratado. Pero como esa estrategia no dio resultado en Jerusalén, ensayaron otras antes de proceder drásticamente como en el caso de Esteban. Podemos mencionar como ejemplos el fraude de Ananías y Safira (cap. 5) y la murmuración étnica entre las hermanas (cap. 6). Quedaba aún una traba grande para la expansión. Era la reverencia y visita diaria que debían hacer al templo (5:42). Los apóstoles mismos trataron de unir la extensión del evangelio con “la hora de la oración” (3:1), limitando, en principio, el propósito de Dios al pueblo israelita de Jerusalén. Si esto hubiera seguido así, el mensaje nunca hubiera salido de la capital de Israel. Pero esta costumbre también cesó después del valiente discurso de Esteban. Tal como lo hemos de ver más adelante, este mártir se propuso demostrar la omnipresencia de Dios, el valor de los documentos históricos para mostrarlo operando en todo el mundo conocido, y la traba que un edificio significaba para la expansión del conocimiento suyo por medio del evangelio (7:47– 48). [p 37] Ya hemos señalado cómo el Imperio Romano defendió a Pablo en sus muchas peripecias, porque Dios preparó las cosas así. El mensaje salió por todas partes y llegó a la corte de Nerón (Fil. 4:22).

(3)

Mostrar cómo se produce la extensión del evangelio. Las palabras “que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lc. 24:47), señalan cuál era el propósito de Dios, pero no indican cómo iniciar el trabajo y menos aun cómo se desarrollaría. A causa de la persecución en los días de Esteban el evangelio salió por todas partes, pero por la manera en que Lucas retoma la explicación de la extensión en 11:19, advertimos que su interés está en el mundo gentil y en dirección a la capital del Imperio. La elección de Saulo y Bernabé por el Espíritu, la predicación en Galacia, el llamado macedónico y la predicación en Europa, son todos episodios ligados uno al otro para que el evangelio se anunciara en el corazón del imperio. Pablo alcanza ese objetivo cuando estando preso puede testificar en Cesarea y posteriormente en la cárcel. Trata de que todos sepan el valor de sus cadenas, y cómo por ese medio tan extraño el evangelio resuena ante las autoridades judiciales (Fil. 1:13) de lo cual el escritor sabe bien porque es testigo ocular. Es quizás una de las causas por las que Lucas termina su escrito con Pablo en la cárcel. Habiendo llegado el evangelio a Roma, su carta a Teófilo está también llegando a su fin. No sabemos el alcance del ministerio del apóstol en esa ciudad donde “permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimentos” (28:30–31). Pablo logró instalar un centro evangelístico en Roma y operar con la custodia del Imperio. Lucas, repetimos entonces, da por cumplido su propósito. [p 38]

19 [p 39]

PARTE I EL COMIENZO DE LA NUEVA COMUNIDAD (1:1–6:7) [p 40]

20 [p 41]

CAPÍTULO 1 (1:1–8) Ya hemos mencionado que Lucas habla de dos libros, haciendo del segundo la continuación del primero. Tuvo a su disposición mucha información para certificar la veracidad de sus afirmaciones. Además, por lo menos tres personas—según nosotros podemos observar—podían serle de mucha ayuda: Marcos, Pedro y Pablo. Éstas son claves, sobre todo en los trayectos de los viajes de Pablo. Además, había muchas otras fuentes de información que estaban disponibles, algunas conocidas y otras ni siquiera insinuadas en el libro, pero que conocían la historia desde sus comienzos (21:16).

Las enseñanzas del Señor Jesucristo (1:1–8) 1En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los

apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. 6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. [p 42] Al leer cuidadosamente lo que Lucas quiere explicar a Teófilo nos encontramos de inmediato con las dos etapas del ministerio de Cristo. En el primer tratado habló acerca de lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. Ahora, le seguirá mostrando lo que realizó como Cristo ascendido y glorificado. Miremos el cuadro que sigue. ESCRITOS DE LUCAS EVANGELIO “las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar …” EN LA TIERRA EN RELACIÓN CON EL PADRE (TRABAJÓ EL MISMO)

A

HECHOS

S

“hasta el día que fue recibido arriba …”

E

EN EL CIELO

N

EN RELACIÓN CON EL E.S.

S

(TRABAJA POR MEDIO DE LOS TESTIGOS)

I Ó N

El cuadro señala la continuidad del ministerio del Señor Jesucristo tal como lo muestran los dos libros, dándole a la ascensión una posición trascendente. En el Evangelio está el principio y fin de su trabajo en Palestina. En Hechos describe el comienzo y desarrollo de la obra mundial. Desde el siglo II, y a causa de esto, el título tradicional del libro ha sido “Hechos de los apóstoles”, y en algunos casos “Los hechos de los apóstoles”. Sin embargo, preferimos decirle simplemente “Hechos”, como parece que fue la tendencia en algunos manuscritos antiguos. Debido a la relación que tiene con el Espíritu Santo, tal como lo señalamos en el cuadro, muchos otros preferirían denominarlo “Los hechos del Espíritu Santo”. La base para esto último radica en las muchas maneras en que el Espíritu opera a lo largo de todo el escrito que abarca aproximadamente unos treinta años de historia.

21 [p 43] Si somos equilibrados en nuestro juicio veremos que todas estas alternativas son ciertas. Si nos detenemos a ver los trabajos de Pedro y Juan (cap. 1–8), las giras de Pedro (cap. 10–12), Santiago—o Jacobo— en Jerusalén (cap. 15) y las extensas actividades de Pablo (cap. 9, 13–28), probablemente optemos por “Los hechos de los apóstoles”; pero si pensamos en los muchos otros que sin serlo (en el sentido de los doce o Pablo) fueron y vinieron llevando el evangelio, nos quedaremos sorprendidos. De modo que en un sentido sustancial es el Espíritu Santo quien opera, pero en otro, lo hace por medio de testigos y enviados que obedecen aun a riesgo de sus vidas. Es por esta razón, reiteramos, que hemos preferido referirnos a este libro simplemente con el nombre de Hechos. Los primeros dos versículos tratan de explicar los hechos del Señor Jesús “por medio del Espíritu Santo”, y muestran la vitalidad del evangelio a diferencia de lo que enseña cualquier religión. Para dichas creencias, los hechos de sus iniciadores son pasados. Todas las prácticas se relacionan con los años en que ellos vivieron. En nuestro caso, tal como Lucas lo desea expresar, la vida del Señor fue solamente un comienzo. La preposición “hasta” con que comienza el v. 2 abre un capítulo inmenso para la historia del cristianismo que el mismo Lucas no pudo ver, ni aun millones y millones después de él. Lo que se inició con la resurrección del Señor Jesús y su ascensión, sobrepasó la vida de todos los historiadores, porque constantemente el Espíritu ha revitalizado el ministerio de los hombres que levanta. Las lecciones que aprendemos del Jesús histórico se ensanchan con las del Jesús “kerygmático” (el Cristo proclamado), y se convierten en la fuerza transformadora del evangelio.

A. Los mandamientos El texto dice que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo. Es decir que los apóstoles recibieron instrucciones muy expresas sobre el futuro que comenzarían a vivir. Al leer nuevamente sobre la relación entre Jesús y ellos, nos damos cuenta de la importancia de ser apóstol.

a.

[p 44] Los apóstoles habían sido escogidos por él Al relatar la elección de los doce, Lucas dice que Jesús había pasado “la noche” orando a Dios. A la mañana “llamó a sus discípulos [seguidores], y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Lc. 6:12–13). La multitud estaba animada por tener un profeta hacedor de milagros, pero él tenía los ojos puestos en ese puñado de hombres a quienes enviaría a discipular las naciones. Necesitaba sacarlos y prepararlos para que miraran a las gentes y aprendieran a identificarse con sus necesidades. Lucas dice que después de nominados, Jesús descendió con ellos del monte y “se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente”. Al escribir Hechos, Lucas utiliza por segunda vez el verbo eklego̅ (separar, seleccionar, elegir) cuando los hermanos eligen a dos personas para ocupar el espacio dejado por Judas. Oraron diciendo: “Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido” (1:24). La tercera vez que utiliza esta palabra es en el incidente de la conversión de Saulo y la resistencia de Ananías a asistirlo. El Señor le dijo a Ananías: “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre” (9:15) (comp. 22:14–15). De modo singular, Lucas describe una característica básica del propósito del Señor, que sus apóstoles fueran todos llamados al ministerio por él o por su expreso deseo, evitando interferencia extraña en el mensaje.

b.

Los doce habían recibido una revelación especial Marcos dice que el Señor “llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Mr. 3:13). La doble intención que señala el escritor fue que tuvieran un mensaje basado en una relación con Jesús y no simplemente con datos pasajeros o una información tradicional. Desde un comienzo Jesús quiso preparar testigos y no solamente comunicadores. Lucas dice que su escrito es para documentar cosas que eran “ciertísimas” entre ellos. Los predicadores del evangelio son embajadores y no sólo informantes. Los discípulos [p 45] no componían la masa de seguidores desvinculados de la rea-

22 lidad, sino que eran un grupo selecto a quienes él les daría la oportunidad de conocerlo íntimamente para que posteriormente fueran sus testigos. Los doce eran el fundamento de la nueva comunidad. Sabían cosas del Señor que nadie había oído (Mt. 13:11) y conocían secretos sobre su muerte y resurrección que nadie sabía. El candidato a ocupar el lugar de Judas debía saber tanto como lo que el traidor sabía, es decir, haber estado con Jesús “comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba” (1:22). Era necesario que todos por igual tuvieran evidencias de que la persona resucitada era la misma que habían visto crucificar. Tanto los evangelistas (Ej. Pablo—1 Co. 15:2–7) como los demás tenían que conocer el poder de la resurrección. Tenían que saber con claridad que había tenido entrevistas con varias personas y tanto su amor como su ética era la del Jesús que los había llamado.1 Ya vemos cuán importante era que tuvieran más que una simple información sobre lo sucedido. Es la presencia de Cristo lo que destruye las dudas y pone las cosas en su lugar. Durante sus apariciones (en distintas circunstancias y a diferentes personas) por cuarenta días, les fue dando muestras de su poder y comunicando nuevas dimensiones de sus propósitos. Lucas dice que les habló acerca del “reino de Dios”. Como este asunto ya lo había abordado durante los tres años anteriores, es justo pensar que ahora con “las pruebas indubitables” en sus manos podía enseñarles algo más sobre el tema, especialmente en lo relacionado con la predicación del evangelio (8:12; 28:23, 31).2 [p 46] Lo trascendente de todo lo que oyeron de él es que pudieron aprender y aplicar algunas lecciones que no habían entendido antes. Lucas mismo dice que cuando les predijo su muerte y de su resurrección “ellos nada comprendieron de estas cosas” (Lc. 18:34). Pero también dice que el día que resucitó les abrió el entendimiento a los dos que iban a Emaús “para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45). Posiblemente ésta sea la prueba más indubitable para los once (Jn. 2:22; 12:16), porque pudieron asociar lo que les repetía ahora con algunas enseñanzas que habían olvidado.

c.

Les dio un mandato distinto (v. 4) Antes de morir les había dicho: “que os améis unos a otros” (Jn. 13:34; 15:12). Ahora los mandamientos o instrucciones se extienden a otros campos. El v. 4 dice que “estando juntos” (posiblemente en una de las habituales comidas) les mandó que no se ausentaran de Jerusalén, es decir que no pusieran en actividad su propio programa de extensión del reino de Dios, sino el que estaba establecido (comp. Lc. 24:17). La primera fase del programa era esperar el cumplimiento de la promesa. Ésta era la venida del Espíritu Santo (Lc. 24:49), del cual muchas cosas les había explicado la noche en que fue entregado (Jn. 14:26; 15:26; 16:7–13). Como es el Espíritu de verdad, necesitaban ser guiados por él para caminar el camino de la verdad. Para ellos esperar era quedarse “dando vueltas” por Jerusalén. Este verbo (en gr. perimeno̅) que se utiliza aquí por única vez, les daba a entender el valor que tenía para el Señor la observación de las circunstancias, mucho más que simplemente “dar vueltas”. El Señor los invita a mirar alrededor, observar los detalles y ver la [p 47] manera de actuar de Dios. Todo lo que se mueve a nuestro alrededor es una demostración de que Dios está en actividad.

B. La promesa (vv. 4–5) La “promesa del Padre” tenía siglos de vida (Is. 32:15; Jl. 2:28). Los grandes profetas creían que algún día Dios visitaría a su pueblo. Los que vivieron en el exilio (como Ezequiel por ejemplo) esperaban que Dios les 1 Podríamos

señalar algunas entrevistas del Señor resucitado con: a) María Magdalena (Mr. 16:9; Jn. 20:11–18); b) las demás mujeres (Mt. 28:8–10); c) Pedro (Lc. 24:34; 1 Co. 15:5); d) dos en el camino a Emaús (Lc. 24:13–35); e) los diez (Lc. 24:36–43); f) los once (Jn. 20:24–29); g) siete en el mar de Tiberias (Jn. 21:1–23); h) quinientos hermanos (1 Co. 15:6); i) Jacobo (1 Co. 15:7); j) los once en su ascensión (Hch. 1:3–12). 2 Los evangelios nos enseñan que con la venida del Señor Jesús se acercó el “reino de Dios” (Mr. 1:15). Al anunciar los hechos relacionados con su vida, muerte y resurrección, los predicadores proclamaban la gracia de Dios que ponía al alcance de todos las bendiciones del reino (Hch. 20:24–25). Con la resurrección de Cristo y el descenso del Espíritu, esas bendiciones forman la esencia del nuevo estilo de vida (Ro. 14:17; 1 Co. 4:20; Col. 1:13). Esperamos aún la plena manifestación del reino cuando el Señor Jesús vuelva (2 Ti. 4:1; He. 1:8; Ap. 12:10).

23 mostrase cuándo ocurrirían los grandes cambios en los corazones de la nación (comp. Ez. 36:27) porque observaban que el pueblo no entendía la voz del Señor (Zac. 12:10). El Señor Jesús les había anticipado que el cumplimiento de la promesa estaba cerca (Lc. 24:49). Él mismo sería el medio para que se cumpliese: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros …” El “derramamiento” de Joel 2:28 es como un “vestido” en los labios del Señor Jesús. La promesa los investiría con poder (Ro. 13:14. Comp. 1 P. 3:3–4) y los uniría en un grupo. Lucas volvió a repetir lo que ya había escrito en su primer tratado con el fin de enfatizar los puntos básicos. Dos temas sobresalientes ocuparon la atención de los cuarenta días: el reino de Dios y el cumplimiento de la promesa. No tenemos ningún síntoma de cómo relacionó a los dos, pero en el curso de nuestro estudio observaremos que el poder del Espíritu actuando de varias maneras era fundamental para la extensión del reino. Por esta razón sigue explicando “la promesa”. Lo que en principio parecía ser un vestido es ahora similar a un bautismo. Juan había confirmado que su mensaje no admitía personas neutrales. Los que lo aceptaban tenían que bautizarse en señal de arrepentimiento y confesión. Los que no lo hacían, aunque demostraron estar de acuerdo, de hecho no aplicaban lo que oían. El bautismo de Juan dividió a su audiencia en dos: los que aceptaban y los que rechazaban. Con el cumplimiento de la “promesa”, y el recibimiento del “don”, también tendría lugar el “bautismo en el Espíritu Santo”. Los que sabían cómo había sido con Juan, no podían evitar reconocer el “antes y el después” del bautismo en el Espíritu Santo que ocurriría “dentro de no muchos días” (1:5). Era el momento en que serían vestidos “con poder de lo alto”. [p 48] “Los que se habían reunido” (v. 6) interrumpieron la enseñanza con la misma duda que los había acompañado durante todo el tiempo que estuvieron con él. Lucas inicia el nuevo párrafo con una modalidad que utiliza a lo largo de todo su escrito. Nuestra versión la traduce como “entonces”, “así que” o “pero los que”, etc. (1:8; 2:41; 5:41; 8:4, 25; 9:31; 11:19; 12:5; 13:4; 15:3, 30; 16:5; etc.) La duda era profunda y no se había disipado con las explicaciones que les había dado. Ellos querían saber si lo que habían oído era el mecanismo para la restitución del reino a Israel. De modo que la pregunta podría formularse así: La restitución del reino a Israel ¿viene juntamente con el Espíritu Santo o es un hecho aislado? El término “restituir” significa volver a poner en su lugar (He. 13:19). De modo que lo que querían saber en realidad era: “Señor ¿volverás a reponer el rey sobre Israel? ¿lo hará el Espíritu Santo?” El Señor no contestó la pregunta formulada en estos términos porque se hubiera apartado de los objetivos presentes del reino de Dios (comp. 1 Ts. 5:1; Tit. 1:2). Les respondió algo así como: “no es competencia de ustedes saber lo que Dios ha reservado para sí” (comp. Dt. 29:29). Les habló de “los tiempos” como el espacio que mediaba entre ellos y el día que esperaban;3 y las “sazones” como a los sucesos que habían de acaecer durante ese tiempo. Si pusiéramos esa respuesta en el idioma de hoy diríamos: “no les corresponde a ustedes saber cuánto tiempo hay entre este momento y la venida del rey, ni tampoco cuáles serán los hechos que lo caracterizarán (comp. Mt. 24:36). La instauración del reino de Israel es algo futuro por lo cual no deben luchar ahora”. Es un tema que el Padre “ha determinado por su propia autoridad” (comp. 17:26). Sin embargo, los apóstoles estaban aún equivocados porque confundían el reino de Israel con el reino de Dios. Lo que el Señor les respondió está relacionado con el reino de Dios para la promoción del cual les había preparado. [p 49] Convendría dejar aclarados algunos detalles:

a.

El reino de Dios es actualmente espiritual Lucas señala cómo el pueblo anhelaba ardientemente la venida del Mesías libertador (Lc. 2:25, 38; 23:51). Durante su ministerio, el Señor Jesús proclamó la “entrada” al reino por medio del arrepentimiento y la fe. El término aramaico malkuth es más propiamente “soberanía”, es decir un estilo de gobierno más que un espacio territorial. “Buscar primeramente el reino y su justicia” es preparar el camino para el gobierno de Dios y esperar que por su medio venga todo lo demás (comp. Mt. 6:33). En Marcos 10:23–24 leemos de la reacción del Señor Jesús al rechazo del joven rico. Dijo que era muy difícil que entraran al reino los que con3 Gr.

cronos.

24 fían en sus riquezas. Mas adelante al leer el v. 30, advertimos que para él (Cristo), entrar en el reino de Dios es igual a entrar en la vida eterna. Según Lucas mismo lo explicó, en Jesucristo el reino se presentó como un mensaje de poder, respaldado por milagros y prodigios. Al narrar la gira de los setenta, dice que el Señor les dio instrucciones precisas sobre las labores: “Sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”. Si eran rechazados cometían el grave pecado de despreciar el reino: “Sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros” (Lc. 10:9–11). Al volver, los setenta dieron un informe triunfalista de la gira, señalando que hasta los demonios se les sujetaban en el nombre de Cristo. Fue una buena ocasión para que Jesús les recordara que no debían regocijarse sólo por esto sino más bien porque podían agradecer la procedencia de la autoridad con que se manejaban y administraban (Lc. 10:20). Ahora nuevamente estamos en vísperas de una labor misionera y otra vez se plantea el tema del poder y autoridad. Pero es diferente. El poder (gr. dynamis) que recibirían cuando viniera el Espíritu Santo es resistente y no temporal, como en el caso de la gira. Habría de operar en ellos una inmediata transformación porque los convertiría en testigos habilitados para dar sus vidas por el nombre de Cristo. El reino no necesitaba espadas o armaduras humanas para la conquista; necesitaba testigos con poder interior que demostraran [p 50] con sus vidas la potencia transformadora del Cristo resucitado (comp. 2:32; 3:15; 5:32; 10:39; 13:31; 22:15).

b.

El reino de Dios no está vinculado a un solo pueblo La explicación del propósito de Dios que habían recibido era distinta a lo que imaginaban. No debían confundir el reino de Israel con el reino de Dios, porque este último hacía que cada súbdito fuera testigo “hasta lo último de la tierra”. El Señor les trazó los círculos de actividad comenzando desde Jerusalén donde “el reino” había sido rechazado, y desde allí seguirían avanzando (13:47). Algunos creen que para aquellos días “lo último de la tierra” era llegar a Roma. Si así fuera, Lucas cumple su propósito trabajando hasta que Pablo llegó a la capital del imperio. El libro se puede dividir en: (1) Jerusalén (caps. 1–7); (2) Judea y Samaria (8:1–25); (3) “hasta lo último de la tierra” (8:26–28:31). Cada lugar es un nuevo descubrimiento, cada persona un desafío distinto. Judíos, samaritanos, griegos, religiosos, paganos, siervos, libres, varón o mujer, etc., todos ingresan al reino cumpliendo los mismos requisitos. Para evitar la separación que podrían provocar los nacionalismos o los intentos étnicos de superioridad, Dios estableció que “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil. 3:20) y no en el Imperio Romano o en algún otro lugar de la tierra. Componemos una comunidad de salvados. Estamos dentro del reino de Dios y el reino está dentro de nosotros. Esto nos lleva a otro tema que el Señor Jesús también explicó.

c.

El reino de Dios está delante de nosotros como una misión La pregunta de “los que se habían reunido” no tenía relación alguna con la expansión del mensaje del evangelio. En cambio, la respuesta concordaba con lo que habían oído en Cesarea de Filipo acerca de las “llaves del reino” (Mt. 16:19). Se trataba de que la nueva comunidad fuera testigo de Dios abriendo puertas para muchos corazones sedientos. Por siglos ya, desde aquellos días el reino ha vivido la expansión, algunas veces visible y otras veces invisible. Pero la manera en que se extendió fue extraordinaria. Si pensamos en que [p 51] eran sólo ciento veinte los reunidos cuando vino el Espíritu (1:5) y en Pentecostés se agregaron como tres mil más (2:41), nos damos cuenta del rigor con que Dios comenzó a operar. Pero a esto le sumamos cinco mil más algunos días después (4:4) y la sorpresa de las autoridades religiosas por la conmoción. Las cosas siguieron adelante (4:32–6:1, 7) y después de la persecución en los días de Esteban, Samaria recibió el mensaje (8:14) y los que habitaban en Lida y Sarón se convirtieron al Señor (9:35). También muchos en Jope (9:42) oyendo el mensaje eran salvos, y los esparcidos por la persecución en los días de Esteban salieron por todas partes, algunos de los cuales llegaron a Siria. En Antioquía una multitud recibió al Señor (11:21). No sabemos qué ocurrió con los que fueron en otras direcciones.

25 Posteriormente, Saulo y Bernabé salieron a predicar por Galacia y esparcieron el mensaje por toda la región (13:48–49). Desde Antioquía de Pisidia y por toda el Asia Menor se extendía el evangelio en numerosas iglesias que aumentaban constantemente en número (16:5). Pero el mensaje ingresó también en Europa, y los puntos más duros de Grecia se conmovieron por la predicación (Filipos, Tesalónica, Berea y Corinto—16:10; 17:4, 12; 18:10) y desde allí a muchos otros lugares hasta llegar a Roma (Ro. 15:19; Hch. 19:2; 28:24). Miles y miles de personas de diversas lenguas, culturas y dialectos entraron en el reino de Dios alabando por la gracia de la vida eterna. Hemos podido constatar que en el propósito de Dios “hasta lo último de la tierra” no es Roma sino el mundo entero. La historia sigue mostrando que todo el mundo está bajo el ojo de Dios. Él se encarga de preparar y enviar a sus siervos a los lugares más remotos para que se cumpla el mandato: “Id y haced discípulos a las naciones”. A medida que los embajadores caminan, aprenden nuevas verdades sobre el poder de Dios. Así llegamos hasta nuestro día. Como aquellos discípulos nosotros también solemos abandonar nuestra responsabilidad de ser testigos. Nos acostumbramos a ser ciudadanos de nuestras patrias terrenales y nada más. Pero es posible que al estudiar estos versículos, también aprendamos a recrearnos en lo que debemos hacer, [p 52] y no a tratar de seguir buscando argumentos para permanecer paralíticos.

C. La misión (v. 8) Para confirmar la misión el Señor les anunció que recibirían poder del cielo cuando viniera sobre ellos el Espíritu Santo. Para nosotros, como seres humanos, nada es más estimulante que poseer fuerza. No la podemos crear, pero nos encanta reunirla de todos modos y dominar. Son los elementos que hacen posible que seamos grandes y los demás nos sirvan. No obstante, aquí el Señor Jesús no les está prometiendo poder físico como el de Sansón o el del ejército romano, posible de ser controlado por los hombres. No, les anuncia la venida del poder de Dios que los controlaría a ellos. Es el poder proveniente de la unión vital con el Dios eterno. En ese momento quedaría totalmente cumplida la promesa que tendría siempre evidencias frescas y renovadas. El Espíritu los capacitaría de tal modo que podrían vivir y explicar a otros las maravillas de Dios. Los seres humanos que no conocían la verdad serían impactados por el modo de reprochar del Espíritu y se convertirían al Señor. Para los apóstoles en aquella hora como para nosotros ahora, la presencia del Consolador cambia todas las cosas. La enseñanza y la guía a toda la verdad (Jn. 16:13) son una garantía para el ministerio en terreno desconocido y lleno de adversidad. Su sabiduría y su poder son también una evidencia de la presencia de Dios. El es el Morador permanente que abre el sentido y santifica las conciencias para hacer la voluntad de Dios.

a.

Todos serían ordenados como testigos La venida del Espíritu no sólo sería una prueba de la fidelidad de Dios en cumplir su promesa. Sería además una preparación para esparcir el evangelio al mundo. El soplo (gr. pneuma) de Dios que podía unirlos en un cuerpo, también los constituía en testigos competentes (2:32; 3:15, etc.) Una de las características de estas personas es la valentía para decir lo que han visto y oído. Exponer ante el juez en presencia de los acusadores la verdad de lo que está en curso y demostrar que no solamente hablan sino que también viven lo que dicen.

b.

[p 53] Todos deberían operar bajo el poder del Espíritu El poder les había sido necesario para subsistir hasta ese presente. Pero el que habrían de recibir era la credencial del evangelio (4:33; 6:8) para vivir la victoria. El Señor Jesús dejó bien claro los principios de autoridad con que se manejaba el reino de Dios. Operamos bajo esos principios y cumplimos los estatutos que agradan a sus planes.

c.

Todos tenían que transmitir el conocimiento de Cristo “Me seréis testigos” significa mucho más que simplemente ser “testigos míos”. Significa más vale que “ustedes son los testigos que yo pongo para que me representen”. No se limitarían únicamente a una ceremonia forense o judicial sino a hablar en todas partes lo que Jesucristo era y había hecho. Así como un buen

26 cuadro es el mejor testimonio para un artista, o un buen libro para un autor; los santos son los mejores testigos del Señor. Tales testigos saben y hablan de Cristo y para Cristo, con experiencias personales de su amor y poder.

d.

Todos tenían que moverse en un campo amplio de labor Era muy difícil el servicio que el Señor Jesús les proponía. Ser testigos en Jerusalén era casi imposible bajo las condiciones imperantes después de lo acontecido con el Señor Jesús. Sin embargo, las condiciones cambiarían muy pronto. El testimonio sería difícil pero no imposible, y muchos opositores se convertirían al evangelio: Jerusalén sería el lugar para la recepción del Espíritu y también el sitio donde los testigos comenzarían a actuar. La promesa se cumplió en la tierra prometida y allí también se vivió por primera vez la plenitud del gozo. Posteriormente, otros lugares blancos para la siega (Jn. 4:35) tuvieron la experiencia de los hebreos, y así se expandió la obra misionera tal como lo veremos más adelante.

27 [p 54]

CAPÍTULO 2 LOS PRIMEROS SÍNTOMAS DE LA COMUNIÓN (1:9–14) 9Y

habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. 12Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 10Y

PRIMEROS EFECTOS DE LA PARTIDA DEL SEÑOR 1. El robustecimiento de la fe al ver cumplida su palabra: (a) había venido del cielo (Jn. 6:38, 51, 61, 62); (b) volvería al cielo (Jn. 14:1–3, 19; 16:5, 16) y cumplió. 2. La confirmación de la esperanza al ver la manifestación de su señorío todopoderoso. Verlo ir, es también ver cómo puede volver. Su ida es la primera fase del retorno. Donde él está nosotros también iremos. El es “las primicias”, después nosotros los que somos de él en su venida. 3. La inflamación del amor. Necesitaron una visión personal del Señor glorificado para que salieran juntos, y fuertemente unidos en el amor mutuo (Lc. 24:52–53). La lección no ha cambiado. [p 55] Esa visión fue la base para formar y consolidar la comunión. Hasta ese presente los que no sabían el significado de la unidad podían “estar juntos” pero no eran uno. Fue necesario que vieran a Cristo ascendido para que todos comenzaran a tener la misma visión, y en consecuencia la misma motivación. Para ser testigos tenían que hablar lo mismo, y vivir lo mismo. Aunque el término koino̅nia no es frecuente en el libro,1 la actividad de la comunión es esencial para el desarrollo de la iglesia. Tal como lo estudiaremos más adelante, tiene la función de establecer una unidad vital entre Dios y nosotros (1 Jn. 1:1–3) que no comienza con actividades o labores por nobles que fueren sino con la presencia del Señor resucitado. Entonces, aparte de haberle oído por cuarenta días, ahora tenían que comprobar algo más.

A. Una misma visión El cielo es el granero de Dios. Allí está la meta de sus planes tal como se los había mostrado el Señor Jesús (Jn. 14:25). A ese lugar apuntan todos los propósitos de los siglos (Jn. 17:24). ¿Por qué tiene tanta importancia que lo hayan visto ir? En primer lugar, por el cumplimiento de sus palabras. Durante el ministerio público Jesús lo había insinuado varias veces (Jn. 6:62; 20:17). Había hablado y trabajado en función de su regreso al cielo. Al principio, los doce no lo entendieron, pero ahora lo ven con claridad. Se dan cuenta de la importancia de las promesas cumplidas. Se dan cuenta de que así como Cristo prometió, debían hacerlo ellos. Lo que desde ese momento en adelante dijeran, representaba las palabras de Cristo. Como él había cumplido, ellos también tenían que hacerlo (2 Co. 1:20). 1 Mencionado

una sola vez en 2:42.

28 En segundo lugar, porque una misma visión tenía que producirles un mismo sentir; ésta es la estructura de la comunión (1 Co. 1:10). La visión de la victoria de [p 56] Cristo es fundamental para el servicio (Ef. 1:9– 23). Sin visión no hay victoria y es imposible subsistir frente a las fuerzas del mal (7:55–57). La iglesia que estaba en gestación, tuvo este principio en su estructura: once hombres instruidos y comisionados mirando la ascensión del Señor Jesús. En tercer lugar, porque tenían que saber que la vida que iniciaban era distinta a la anterior. Hasta ese momento, de una u otra manera habían trabajado en función de los dichos de los fariseos o del resto de la gente. Ahora no sólo tenían la versión correcta de lo que había sucedido con Jesús, sino que además poseían el método para hacerlo saber a los demás. La ascensión es un milagro y la predicación de ese milagro genera otros milagros en transformación y consolación. Lo que hace no es momentáneo ni ficticio, es real (Col. 3:1) y duradero.

B. Una misma explicación Después de haberles hablado con claridad, Jesucristo dio por concluida su misión en la tierra, indicando con esto que la vida cristiana también tiene sus etapas. El ministerio no finaliza, pero no siempre es el mismo. El había concluido su labor en la tierra; ahora iniciaba otra en el cielo (Jn. 17:4). La bendición impartida (Lc. 24:50–51) es el sello de un trabajo bien terminado a su tiempo. No fue apurado ni incentivado por las circunstancias. Simplemente había sido planeado, prometido y ahora cumplido (comp. Lv. 9:22). Todos por igual entienden lo mismo, viven lo mismo y se disponen a hacer lo mismo. Habían visto y pasado por aflicciones, y ahora comprenden su valor. Se dan cuenta de que en las manos de Dios el dolor termina en gloria. [p 57] LA ASCENSIÓN DE CRISTO 1.

Las circunstancias: “viéndolo ellos”

a.

dirigido al cielo



b.

recibido por una nube

– la aprobación de Dios (Lc. 9:34, 35) (Ex. 13:21; 16:10; 40:38)

2.

Los beneficios:

a.

formación de la comunión (2:1)

b.

seguridad de la venida del Espíritu (Jn. 16:7)

c.

confirmación de la intercesión (Jn. 14:16)

3.

La conclusión:

a.

estímulo para el futuro (v. 11)

b.

preparación para las tareas (v. 12)

el poder de la resurrección (Mr. 16:19) (Fil. 2:9–10)

“FUE ALZADO, Y LE RECIBIÓ UNA NUBE” 1. Como la conclusión de la primera etapa de su ministerio (3:21; Ef. 4:10) a.

Entró al mundo en humildad (Gá. 4:4)

29 b.

Salió de él gloriosamente (1 Ti. 3:16)

2.

Como anticipo de la venida del Espíritu (Jn. 16:17)

a.

Tenían que quedar solos para aprender a confiar

b.

Tenían que vivir juntos para practicar la comunión

c.

Tenían que decidir responsablemente para saber actuar

3.

Como la manera de cambiar la visión de los apóstoles

a.

De mirar para atrás a ver el futuro

b.

De mirar para abajo a esperar en el Señor

c.

De mirar hacia lo terrenal a sentir el poder de Dios [p 58] C. Una misma expectativa

Una escena muy extraña se produjo sobre el monte de los Olivos adonde con seguridad Jesucristo los había llevado después de vivir en Betania (Lc. 24:50). Era el lugar indicado para la despedida. El texto dice que “estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba” dos personas con vestiduras blancas se pusieron junto a ellos. Había miles que esperaban en aquellos días la “redención de Israel”, pero solamente unos pocos (v. 10)pudieron contemplar o confirmar al Redentor. Unos años atrás, mientras los judíos miraban los movimientos de Herodes, y otros contemplaban las campañas conquistadoras de César, los ángeles contemplaban, anunciaban y alababan el nacimiento de Jesús; le ministraron en el desierto; lo asistieron en Getsemaní; montaron discreta guardia sobre la tumba en el huerto. Pero ahora todo había cambiado. La labor de los “seres celestiales” era confirmar la fe de los fieles y ayudarles a mirar el futuro que se avecinaba. Pero sigamos lo que dice el texto:

a.

Los mensajeros: “se pusieron junto a ellos dos varones”. ¿Serían los mismos que habían quitado la piedra del sepulcro? (Lc. 24:4). No lo sabemos. Quienesquiera que fueran, vinieron para dar testimonio de lo que estaba a punto de ocurrir. Lo hicieron para honrar la despedida y animar a los apóstoles. Se pusieron “junto a ellos” como verdaderos paracletos a fin de realizar una doble actividad. Primero, de cariños o reproche, “¿por qué estáis mirando al cielo?” Que es como decir: “No es necesario que lamenten lo que ya es una bendición. Todo lo necesario para el bienestar de ustedes está cumplido y ahora se va para que ustedes sean de bendición a muchos”. Si tuviéramos que aplicar estas palabras a nuestra vida diríamos que en toda partida de seres queridos hay desconsuelo y desasosiego. Hay preguntas sin responder y miradas que muestran incomprensión o asombro. El vacío es, al parecer, imposible de llenar. Pero aunque esa situación sea difícil, hallamos sentido después que podemos oír la voz del Paracleto (comp. Sal. 126:5–6).

Segundo, un anuncio reconfortante. Ni ellos (los dos varones) se quedarían en ese lugar, ni los once. La comisión que tenían [p 59] y las promesas recibidas necesitaban otras condiciones para desarrollarse. Comenzarían a pensar en todas estas cosas a partir de la ascensión del Señor Jesucristo. Ahora el retorno es una realidad. Más que seguirle con los ojos mientras se iba, tendrían que comenzar a esperarle cumpliendo sus palabras. b.

El mensaje: “Este mismo Jesús …” Fue poco lo que les dijeron, o posiblemente Lucas haga un resumen del mensaje. Lo que sacamos en esencia es lo siguiente: En primer lugar, la persona que volverá es la misma que se fue. Ningún acontecimiento de la historia ni otro incidente podría ser el complemento de esa promesa. Vuelve él mismo. Vuelve el Amigo, el Consejero, el Señor poderoso. En segundo lugar, “así vendrá”. Así como vino a Belén irrumpiendo en un mundo confuso y totalmente desorientado, así regresaría, pero a diferencia de aquella primera venida, vendrá inesperadamente para muchos, pero con gloria para los que lo esperan (He. 9:28). Era necesario que se comprometieran con la segunda venida del Señor para que sus ministerios fueran humildes, santos y desinte-

30 resados en ellos mismos. Tenían que saber que en cualquier momento habría de volver. Esa vuelta por muchas razones es el incentivo para ellos y para nosotros. PROPÓSITOS DE LA SEGUNDA VENIDA 1.

Ser glorificado en los santos (2 Ts. 1:10)

2.

Aclarar lo oculto de los corazones (1 Co. 4:5)

3.

Reunir a su iglesia (1 Ts. 4:15–17)

4. Juzgar a los santos y también al mundo (2 Co. 5:10; Mt. 25:31) 5. Recompensar a cada uno por su labor y fidelidad (Ap. 22:12) 6.

Establecer su reino de justicia y paz (Is. 24:23)

7.

Mostrar su identidad, “Este mismo Jesús” (Ef. 4:9–10) [p 60] NUESTRA REACCIÓN HACIA LA SEGUNDA VENIDA

1.

Vivir su inminencia (Ro. 13:12; Fil. 4:5)

2.

Santificar nuestro estilo de vida (Mt. 24:44, 46)

a.

Más santidad (1 Ts. 3:12, 13)

b.

Más sinceridad (Fil. 1:10)

c.

Más vitalidad (1 Co. 1:8)

d.

Más hermandad (1 Co. 4:5)

e.

Más paciencia (Stg. 5:7–8)

3.

Amar ese acontecimiento como único (2 Ti. 4:8)

4. Esperar que ocurra mientras servimos a otros (Fil. 3:20; 1 Ts. 1:10) 5. Tener valor para que no nos distraiga el enemigo (Mt. 24:42; Lc. 21:36) 6.

Tener paciencia hasta verla (2. Ts. 3:5)

Además, las palabras “como le habéis visto ir al cielo” no pueden referirse a la venida del Espíritu Santo ni a la comunión espiritual entre Cristo y los suyos (Mt. 28:20), sino a un acontecimiento futuro y singular mucho más significativo que los dos anteriores, sin quitarle a ninguno su gloria. La iglesia del siglo I esperaba ardientemente que el retorno se produjera en esos días (1 Ts. 4:17). Al pasar el tiempo y observar que las cosas no se daban como lo habían diagramado, la expectativa se enfrió. Sin embargo, Dios no posterga su venida; más vale quiere que todos conozcan sus propósitos (2 P. 3:9). Volver a reiterar la necesidad de recrear en nosotros el estilo de vida que tiene la “presencia” (gr. parousia) como expectativa: “Así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. [p 61] D. Una

misma reacción

Para aquellos apóstoles la partida del Señor en la manera en que había sucedido y la explicación que los dos varones habían dado tenían valor permanente. No necesitaban quedarse por más tiempo en ese lugar. Todo estaba claro. En su interior ya tenían presente cuáles eran las primeras etapas en el propósito de Dios.

31

FUNCIONAMIENTO DEL PLAN 1. Unidad en el retorno de Cristo



Visión de la ascensión

2. Unidad en el mensaje de los ángeles



Confirmación de la fe

3. Unidad en el testimonio de victoria



Retorno juntos a la ciudad

4. Unidad en la espera del Espíritu Santo



Todos esperan Pentecostés

5. Unidad en el testimonio que tenían que dar



Todos reunidos para alabar al Señor

Ni el Señor Jesús les dijo ni los dos varones les explicaron cuánto tiempo habría entre su partida y el retorno anunciado. Pero lo que vivieron fue suficiente para volver gozosos. Caminaron el kilómetro que los separaba desde Jerusalén, no tan ansiosos de que el Señor volviera en ese momento, como sí de poder cumplir con las normas trazadas. Intencionalmente el Señor los había dejado cerca de la ciudad para que pudieran volver a los suyos sin quebrantar las disposiciones de los fariseos. La norma de andar “camino de un sábado” (1, 2 km.) era para evitar que la gente abandonara los contornos de la ciudad en un día de reposo.

a.

[p 62] Separados del mundo: “se volvieron a Jerusalén” Lo hicieron no para iniciar las luchas de los últimos tiempos, sino para comenzar en el reino de Dios la nueva etapa a la que habían sido llamados. Iniciaron una nueva manera de pensar porque habían cambiado de mente, habían dejado de pensar en el reino de Israel (cosa temporal) para volcarse al reino de Dios (vida espiritual en un territorio nacional). ¿Qué hicieron?

(1)

Se fueron al aposento alto (comp. Jn. 20:19) La separación solamente y por sí misma no tiene sentido. Necesita también orientación. Es dejar algo para ir a un lugar, a un destino. Así lo hicieron ellos. Estaban unidos a Cristo pero necesitaban mostrar esa unión entre sí. Salieron apresuradamente del monte de los Olivos y se dirigieron al lugar de la comunión. La visión del Señor resucitado era fundamental para concretar la comunión práctica o efectiva entre ellos. Y anduvieron gozosos el kilómetro de distancia tratando de reunirse en un lugar tranquilo para meditar (comp. 10:9; 20:7–9).

(2)

Se reunieron todos. Todos están presentes porque reconocen que una misma cabeza solamente puede formar un solo cuerpo (comp. 1 Co. 12:12). En forma deliberada Lucas menciona a los once y a las mujeres, pero con seguridad había muchos más. La lista recuerda, además, cómo el evangelio es capaz de congregar a personas de distintos trasfondos. Si la unión fuera humana, alcanzaría sólo a los que “piensan como nosotros”. Pero aquí hay un objetivo superior. Es la labor de Dios que crea en los corazones el triunfo de la gracia y que los hace crecer en la fe. Tomás no es más incrédulo, ni Pedro el avasallador del conjunto. Todos han alcanzado una evidente maduración al comprobar la importancia del Cristo resucitado.

b.

Unidos en oración A este espíritu de paz y unidad se agregó el sentimiento de limitación personal. La suficiencia es contraria a la dependencia. No hay maestros judíos, ni filósofos griegos; hay únicamente hermanos esperanzados en que Dios les dé la salida a los temas pendientes y ponga a cada uno en su lugar para poder cumplimentar el propósito de ser testigos. [p 63] La inauguración de la iglesia precedida por una reunión de oración durante diez días (aunque quizás no todo el tiempo), nos demuestra el modo agradable a Dios para esperar el cumplimiento de su pala-

32 bra. Los grandes momentos de avivamiento están precedidos de celosos espacios vividos en gozosa oración (4:23–31; 12:12; 16:13) (comp. Is. 6:8; Mt. 18:19; Jn. 16:23, 24). Es el modo de preparar el corazón para lo inesperado que vendría de Dios. Estaban seguros de que no sería igual a lo que ya conocían sino de acuerdo a lo prometido. Lucas vuelve a repetir la lista de los que “moraban” en el lugar donde probablemente se había celebrado la última pascua. Aparte de confirmar a los “doce” (que son once) con Pedro en primer lugar, dos detalles encantan al leerla. (1)

La mención de Simón el Zelote, que había pertenecido a una secta fanática guerrillera que luchaba por la independencia política del pueblo hebreo. Josefo asegura que fue un partido fundado por Judas que se levantó contra los romanos en el año 6 DC, pero no sabemos más. Tampoco es de interés hablar de los zelotes, sino de la conquista que el Señor había logrado. Es a este discípulo a quien Mateo y Marcos denominan el cananita (es decir, alguien que sigue un cierto canon o patrón de vida) (Mt. 10:4; Mr. 3:19). El celo de Simón convertido al evangelio, es necesario para la verdadera transformación de la nación.

(2)

La presencia de las mujeres incluyendo las que acompañaron a Jesús desde Galilea (Lc. 8:2) y las que presenciaron la crucifixión y sepultura (Mt. 27:55–56; Lc. 24:10; Jn. 19:25). Estaban también María la madre de Jesús, mencionada por última vez, y asimismo los hermanos del Señor Jesús (1 Co. 9:5). La presencia femenina en un encuentro tan selecto demuestra la honra que el Señor había conquistado para la mujer en general y para la oriental en particular. La igualdad ante Dios que más tarde observábamos en las enseñanzas apostólicas es vital para el desarrollo del cuerpo de Cristo. Cabe agregar que los hermanos de Jesús (hijos de José y María) (Mt. 13:55; Mr. 6:3) no creían en el Señor Jesús antes de su muerte (Jn. 7:5), pero ahora están todos juntos. Jacobo tuvo una entrevista personal con el Señor después de la resurrección (1 Co. 15:7) y Judas probablemente es [p 64] el escritor de una epístola. Ambos con una actuación destacada (12:17; 15:13; 21:18; Jud. 1). Esta diversidad de personas se habían unido para perseverar en la oración unánime (2:42; 2:46; 6:4; etc.). La prioridad de esperar la respuesta del Señor los desvinculó de los posibles desencuentros entre los distintos pareceres que pudieran tener. Habían aprendido a ordenar las prioridades. LOS APÓSTOLES EN JERUSALÉN 1.

Es un período de transición—de seguidores a testigos.

– Entre la obra completada de Cristo y la no iniciada del Espíritu. 2. Es un período de expectativa—de discípulos a predicadores. –

No tenían claro cómo iniciar sus labores



No sabían cuál era el mensaje que debían dar



No conocían cuándo ni cómo llegaría “la promesa”

3. Es una oportunidad para orar—de soluciones diarias a dependencia constante. –

Muchas incógnitas por develar



Muchas respuestas por confirmar

4.

Es una oportunidad para confraternizar



Aprender a respetar el liderazgo de Pedro



Saber decidir sobre los temas más necesarios

– Comprender que para predicar a otros tenían que ser “doce”

33 [p 65]

CAPÍTULO 3 LA PRIMERA EVIDENCIA DE LA COMUNIÓN (1:15–26) 15En

aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. 21Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. Aunque Pedro lidera el grupo no toma una actitud de dominio. Más vale, asume la posición de liderazgo pensando en el pastoreo [p 66] de las ovejas frente a una decisión difícil. El texto dice que “se levantó en medio de sus hermanos” y no sobre ellos. Habían vivido tiempos de intensa oración, lo suficiente como para que Dios creara en él una inquietud particular por solucionar un problema grave. Todos sabían que Jesús tenía doce apóstoles, pero con lo sucedido a Judas quedaron solamente once.

A. Pedro utiliza la Escritura Son muchos los que creen que el apóstol se adelantó cuando debió haber esperado. Pero nosotros no nos atrevemos a juzgar. Es más provechoso observar el modo en que propuso al grupo de hermanos la solución del problema. Comienza explicando cómo se había cumplido la profecía. Notemos el modo en que explica la inspiración del texto, señalando: “La Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David”. Es el Espíritu quien anuncia la apostasía de Judas. Recordemos que después de su resurrección, el Señor Jesús abrió el entendimiento de los once para que comprendiesen las Escrituras (Lc. 24:25, 27, 32, 45, 49). Desde ese momento pudieron entender cómo había sido compuesto el AT y el valor que tenía para poder aplicarlo con precisión en la vida de la iglesia. Pedro se basó en dos salmos que sorpresivamente combinó para obtener la conclusión. El primero es el 69, del cual no extrajo las varias referencias al Señor Jesús que cita el evangelio de Juan (2:17; 15:25), sino otras. El apóstol aplica a Judas el trozo de una oración en la que David pide el juicio para los inicuos. “Sea su palacio asolado; en sus tiendas no haya morador” (v. 25). A esta frase le agrega parte del v. 8 del Salmo 109: “Tome otro su oficio”. Aunque parecería que el texto autoriza a que “otro” ocupe el lugar vacante, no hay aprobación para elegir al reemplazante. Como tampoco la hay para llenar posteriormente la vacante de Jacobo (12:1–2).

B. Pedro explica el caso Judas Lucas inserta una explicación sobre la ética de Judas y los últimos momentos de su vida tal como la narró el apóstol Pedro. La aparente discrepancia entre Mateo 27:3–5 donde dice que “se ahorcó” y nuestro texto: “cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y [p 67] todas sus entrañas se derramaron” (1:18), armoniza si pensamos que Mateo únicamente dice lo que Judas hizo, pero en nuestro caso cuenta lo que sucedió después.

34 Como en otras ocasiones (comp. 2 Cr. 25:12) pensamos que el hecho pudo haber sucedido a mucha altura y la cuerda utilizada no resistir el peso y se romperse. Hay quienes creen que para terminar con el espectáculo alguien cortó la cuerda, y Pedro narró a los reunidos el final del ex apóstol. La segunda nota que necesita explicación es la compra del campo. Mateo dice que Judas cargado de culpa devolvió el dinero, y al no ser aceptado por los sacerdotes, el mismo Judas lo arrojó dentro del templo. Posteriormente los fariseos con ese importe compraron el campo. Pero nuestro texto dice: que “con el salario [dinero] de su iniquidad [Judas] adquirió un campo”. ¿Quién fue finalmente el comprador? Lo más correcto es decir que con el dinero de Judas (que los sacerdotes nunca aceptaron para sí) los religiosos compraron el campo que naturalmente era de Judas. A ese campo del alfarero en aramaico se lo llamaba Acéldama porque fue comprado con dinero de sangre, incluyendo la misma de Judas (Mt. 27:6). EL PECADO DE JUDAS 1.

Le gustó convivir con la avaricia

(Jn. 12:6)

2.

Se ocupó de la murmuración

(Jn. 12:4–5)

3. Permitió que Satanás dirigiera su mente

(Lc. 22:3)

4.

Reveló sus planes a los enemigos

(Lc. 22:4–5)

5.

Rehusó oír la amonestación del Señor

(Jn. 13:26–27)

6. Pervirtió la manifestación de afecto en traición

(Mt. 26:47)

7. Cayó en la desesperación y se dirigió a la religión

(Mt. 27:3–4)

8.

(Mt. 27:5)

Se suicidó

[p 68] C. Pedro propone una

solución para la vacante

El escritor continúa dando espacio al discurso de Pedro, ahora para cubrir la vacante dejada.

a.

Tenía que ser una persona del grupo La persona a elegir tenía que poseer una relación familiar con todos y con el Señor Jesús. Estar juntos “todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía” indica que se necesitaba alguien que hubiera gustado la vida de hogar junto con ellos. “Salir y entrar” (comp. Sal. 121:8) es una manera de expresar libertad, sujeción y comunión (Jn. 10:9). El ministro del Señor no es un improvisado solitario surgido de la noche a la mañana, sino que debe conocer y haber practicado la convivencia (comp. Dt. 31:2).

b.

Tenía que poseer una experiencia completa El candidato para cubrir la vacante debía poseer un “desde” y un “hasta”. Es lo que denominamos un “hombre completo”. Tenía que haber palpado el comienzo del ministerio del Señor (10:37), bautizándose para sujetarse al propósito de Dios y “cumplir toda justicia” (Mt. 3:15). Tenía que ser alguien entrenado en estar bajo dependencia del Padre, en santidad y amor para los perdidos. El apóstol necesitaba encarnar la ética de Cristo y hablarle a otros con experiencia de su comunión. Haber sido testigo presencial de la resurrección era un ingrediente fundamental (2:32; 3:15; 5:32; 10:39; 1 Co. 9:1; 15:8) pero no suficiente; además debía haber vivido la experiencia de la ascensión.

35 También tenía que conocer sus responsabilidades. Pedro las denominó diakonia (ministerio) y apostole̅ (apostolado), que unidos a martyr (testigo) componen lo que el Señor había determinado. Durante nuestro estudio observaremos el modo en que estas características se concretaron.

c.

Tenía que tener la aprobación de Dios Con sumo cuidado en un ambiente de oración y unanimidad (1:14) repasaron los nombres de los ciento veinte, y sólo hallaron a dos que reunían todos los requisitos. Se enfrentaron con la primera prueba de sus limitaciones a fin de reconocer a una persona para el [p 69] ministerio. Pudieron avanzar hasta lo que sabían pero no quisieron avanzar dentro del terreno de Dios que es quien “conoce los corazones” (15:8). Si también hubieran podido hacer este análisis, habrían actuado como Dios. La sabiduría espiritual está en saber hasta dónde llega la responsabilidad humana y allí parar. Detenidos en su limitación se remitieron al Señor1 (2:36; 7:59) pidiendo específicamente en una oración especial que mostrase su elección (comp. 1 S. 16:7). De inmediato “echaron suertes” basándose seguramente en el método legislado en el AT (comp. Lv. 16:8; Nm. 26:55; Jos. 7:14; Pr. 16:33, etc.), utilizado aquí por última vez. Notemos que fue antes de Pentecostés. El Señor mostró su voluntad y Matías fue “contado con los once apóstoles”. Hay muchos que discrepan con el método utilizado y aun con la persona elegida. El autor de este libro cree que habiéndose cumplido con tanta prolijidad la sujeción al Señor, es peligroso emitir juicios. Están ya preparados para esperar la promesa del Señor. Tres experiencias básicas confirman esta presunción: (1) Estuvieron con Cristo y recibieron sus instrucciones; (2) recibieron la bendición y lo vieron ir; (3) completaron el número de los doce, necesario para el testimonio en Pentecostés (2:14). Pudieron cubrir la vacante de Judas, pero no pueden hacer lo mismo con la del Señor Jesús. Tienen que esperar. [p 70] TIEMPO DE ESPERA

Tiempo de transición

1. *

Entre la obra completada por Cristo en la tierra y la apertura de la labor del Espíritu.

* Se había terminado el capítulo de la encarnación que concluyó en la cruz. Ahora estaba por iniciarse otro.

Tiempo de necesidad

2. *

Los apóstoles convertidos en testigos, sin comprender lo que significaba.

*

Necesitaban aclarar sus pensamientos y recibir entendimiento.

Tiempo de expectativa

3. *

Tenían que esperar la “promesa del Padre” aunque no entendían el significado.

Tiempo de oración

4. *

Para incentivar la unidad

*

Para acrecentar la perseverancia

*

Para vivir la dependencia

5. 1 Gr.

Kyrios.

Tiempo de tomar decisiones

36 *

Observar al verdadero líder



Pedro

* Tener fundamento para decidir



la Escritura

* Emplear un sistema sano para persuadir



sabiduría

*

Buscar un candidato a pastor –

oración y condiciones espirituales

37 [p 71]

CAPÍTULO 4 EL DÍA DE PENTECOSTÉS (2:1–41) Lucas inicia esta sección del material volviendo al tema del Espíritu Santo que ya había mencionado en su primer escrito (Lc. 3:21–22; 4:1, 14, 18). Ahora muestra su actividad en muchos, y no sólo en algunos. Lucas observa que la venida del Espíritu es la promesa (2:33), el don (2:38), el bautismo (1:5), el poder (1:8) y la plenitud (4:31) en muchas personas.

A. La elección del día Un poco de historia nos puede ayudar a conocer las causas por las cuales Dios eligió ese día. El había ordenado al pueblo de Israel que celebrara ciertos acontecimientos con mucha prolijidad, especialmente cuando se trataba de dar valor a la libertad conseguida y los medios para conseguirla. Pentecostés marcaba la finalización de la cosecha que comenzaba con el primer corte del grano (Dt. 16:9–10) y el ofrecimiento de la gavilla mecida (Lv. 23:11). Por esta razón recibió también otros nombres como “fiesta de la cosecha” (Ex. 23:16) o “de las primicias” (Nm. 28:26), que en sí muestran el gozo del pueblo por ver el resultado de la bendición de Dios y que los estimulaba a ofrendar jubilosamente. Dios la denominó “santa convocación”, porque todos venían a presentarse a él, libres del dominio de otro dios (Lv. 23:21). Era tiempo de gran gozo (Dt. 16:15) por lo recibido y la oportunidad de disfrutar la presencia de Dios (Jer. 5:24). [p 72] El pueblo del pacto podía evaluar los propósitos divinos y recibir ánimo para el futuro (Dt. 16:12). Podríamos resumir la fiesta, entonces, de la siguiente manera: a. Se celebraba cincuenta días después que la hoz hubiera cortado el grano. El recuerdo de la obra de Cristo. b. Recordaba que el israelita había sido esclavo en Egipto. Cristo había dado la verdadera libertad (Jn. 8:32). c. Anunciaba el comienzo de la cosecha. Los anuncios de lo que sucedería con la venida del Espíritu (Ex. 23:16). d. No debían sujetarse a otro señor (Lv. 23:11). Donde está el Espíritu allí hay libertad (comp. 2 Co. 3:12). En la pascua se mecía la primera gavilla (Lv. 23:10), trigo que únicamente puede fructificar. En Pentecostés están ya los panes. Cristo es el grano de trigo que fue cortado, nosotros somos los “panes” (uno hebreo y otro griego) que al final nos transformamos en un “solo pan” (1 Co. 10:17), el cuerpo de Cristo. La historia cuenta que debido a los problemas para viajar (comp. 27:9) y al momento del año en que sucedió, Pentecostés se convirtió en la fiesta que atraía mayor número de personas. Fue para Pentecostés que Pablo visitó Jerusalén más de una vez (18:21; 20:16) durante sus labores en Grecia y Asia.

B. La narración del suceso Después de la elección de Matías la expectativa se acrecentó. Pero no de cualquier modo sino en sólida comunión: “todos unánimes juntos”. Se cumplió el tiempo desde la Pascua y tal como ya lo señalamos los festejos que la ley indicaba estaban a punto de iniciarse.

a.

El modo en que ocurrió (2:1–4) 1Cuando

llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose [p 73] sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. La presencia tiene cumplimiento. El verbo “llegar” es symplêroô que significa en el vocabulario de Lucas “un tiempo de conclusión o maduración”. Así como Cristo había venido en el cumplimiento del tiempo (Gá. 4:4), ahora con el Espíritu también ocurría lo mismo.

38 Pero notemos que el momento sorprendió a todos unánimes juntos. Habían aprendido las bases de la comunión por medio de una preparación lenta y eficaz. Todos rodeando al Señor, oyéndole y viéndole ir. Habían encontrado un buen fundamento para estar juntos y esperar unánimemente. La preparación había sido lenta, pero necesaria para esperar el avivamiento. Como humanos que somos, nos cuesta creer que la comunión con Cristo y unos con otros es previa a la manifestación de Dios. Aunque no sabemos con seguridad si la experiencia ocurrió en el “aposento alto” (1:13) o en algunos de los recintos del templo (Lc. 24:53), el énfasis está en que ocurrió el día de Pentecostés. Por lo que explicamos más arriba, la fiesta celebraba la terminación de las cosechas y se realizaba cincuenta días después de la Pascua. Por otro lado, está la versión de que los rabinos enseñaban que cincuenta días después de la salida de Egipto los israelitas recibieron la ley en el monte Sinaí. De modo que para aquellos hermanos tenía por lo menos dos recuerdos importantes: (1) la dádiva de la ley; (2) la verificación de las cosechas. Al tratar de buscar un significado para nosotros, podríamos decir que con la dádiva de la “promesa” estaba a punto de iniciarse una nueva cosecha de pueblo para Dios. “De repente” vino el Espíritu produciendo un fenómeno triple que pudieron ver, oír y hablar. Todos se vieron incluidos en la nueva experiencia: 1. Vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, que nos recuerda la petición de Ezequiel sobre los huesos secos (Ez. 37:9). El estruendo “como viento” muestra la soberanía y magnificencia de Dios (comp. Jn. 3:8). [p 74] 2. Se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Nuevamente nos hallamos frente a una experiencia muy particular. Los que estaban sentados sintieron algo como fuego pero que no era tal, y poseía efectos purificadores, penetrantes, iluminadores y santificantes. El fuego del calor despertaba en ellos una nueva relación con el Señor. 3. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas [idiomas de algún origen], según el Espíritu les daba que hablasen. Como símbolo de la universalidad del evangelio, las lenguas muestran que Dios previó alcanzar el mundo con su mensaje de poder. Necesitaban la plenitud de Dios para ser testigos de Jesucristo. Para concluir esta introducción diremos que el Espíritu como viento recio simboliza el poder prometido (1:8); la apariencia de fuego, la santidad purificadora; y la manifestación de otras lenguas, la universalidad del evangelio. PRIMERAS OBSERVACIONES DE PENTECOSTÉS 1.

Se inicia una nueva comunidad: 120 hebreos (1:15)

2. Comienza una verdadera nueva era: la dispensación del Espíritu (11:15) 3. Se confirma la iniciación de los “últimos días” (2:17) (comp. He. 1:2)

b.

La diversidad de observadores (2:5–13) 5Moraban

entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo pues, les oímos [p 75] nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

39 Lucas no explica más detalles del suceso estruendoso. Con lo que escribe anhela que ante todo Teófilo se entere y luego todos los demás, es decir la cantidad variada de lectores. Lo que realmente sucede en Pentecostés no es fácil de explicar, pero en Jerusalén hay una gran cantidad de residentes (v. 5) que de distintas regiones del mundo se habían radicado en la capital de Palestina. Es posible que el dicho: “bajo el cielo” sea una hipérbole, aunque es muy extensa la región que Lucas abarca. Menciona unos quince lugares, lo que muestra la extensión de la dispersión hebrea. Como si fuera a vuelo de pájaro, Lucas da una mirada al Imperio Romano. Comienza por los partos, que pertenecían a un imperio enemigo situado al sudeste del Mar Caspio; después los medos, quienes como los persas habían tenido mucho que ver con los judíos exiliados por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Siempre dentro de territorio vecino menciona a los elamitas, antigua civilización ubicada al norte del Golfo Pérsico (Gn. 10:22). (Algunos siguiendo la Septuaginta la mencionan como Persia.) Como si le llamara la atención también menciona a residentes procedentes de la Mesopotamia (hoy Irak), donde muchos residentes de la cautividad aún estaban bajo regímenes extranjeros muy severos. Pasando por el sur (Judea puede ser el nombre genérico para un vasto territorio ocupado por judíos) ingresa en Capadocia, el corazón del Asia Menor (hoy Turquía), y desde allí recuerda algunas provincias claves para lo que ocurriría con la extensión del evangelio. Desde Ponto en la costa norte va a la provincia proconsular de Asia de la cual Éfeso era la capital. Desde allí un poco hacia el [p 76] oeste—siempre dentro del Asia Menor—a la provincia vecina de Frigia y desde allí al sur a Panfilia. Cruzando el Mediterráneo pasó por Egipto a Cirene, que por haber sido parte del imperio de los Ptolomeos tenía muchos residentes hebreos (Mr. 15:21; Hch. 11:20), algunos judíos y otros prosélitos1 (comp. Hch. 6:9). Lucas cruza nuevamente el mar para ingresar en la capital del imperio: Roma. Como si fuera un apéndice que estaba a punto de olvidar, menciona a Creta y Arabia omitidas previamente. Arabia posiblemente no sea el territorio que hoy conocemos como Arabia Saudita sino una franja al norte de ese territorio cuya capital Petra había sido el centro de una cultura que habitó entre Damasco y Gaza, donde vivía mucho pueblo judío. No sabemos las razones por las cuales no están representadas Siria, Cilicia, Chipre, Bitinia, Macedonia, Acaya, España, etc., pero es posible que Lucas mencione solamente las zonas principales, o las únicas que en ese momento están presentes. Los observadores del fenómeno se sorprendieron al oír sus idiomas y dialectos de los lugares donde ellos habían nacido, hablados por personas de la provincia norteña de Galilea—caracterizada por la mezcla de razas y por la ignorancia del pueblo despreciado por los hebreos (Jn. 7:52). El Espíritu Santo tuvo una bienvenida dispar. Algunos querían saber y otros directamente juzgaron que los ciento veinte estaban borrachos. De modo que no fue sólo burla lo que recibieron, sino también una dura sentencia de reproche. En todos los tiempos los procederes misteriosos de Dios han tenido la misma suerte, y con frecuencia los juicios apresurados de lo que no se comprende bien ha menoscabado la bendición (comp. Sal. 73:11; 78:20; 1 S. 1:13–14; Mr. 3:21).

c.

[p 77] La pregunta clave: ¿Qué quiere decir esto? La pregunta era natural porque toda mente se rebela contra lo inexplicable. Queremos hallar sentido a todo lo que ocurre, y sobre todo ver la aplicación que pudiera tener para la vida. Aprendemos y nos desarrollamos cuando en lugar de dar prontas respuestas a temas desconocidos esperamos que Dios nos explique lo que acontece. Parte de aquel auditorio dio una respuesta al fenómeno y se apartó. Antes de considerar el discurso de Pedro es bueno que tratemos de ver cuál es la enseñanza que brinda esta primera reacción. Lo primero que Pedro hizo fue refutar a los burladores. No pudo tolerar que la operación del Espíritu fuera comparada con el descontrol avergonzante del alcohol. Una de las operaciones carac-

1 El prosélito era un extranjero que había aceptado las obligaciones y los derechos otorgados por la ley de Moisés. Para ser prosélito eran necesarios tres requisitos: (1) circuncisión; (2) bautismo para la purificación y (3) sacrificio expiatorio. Debido a la traba que significaba la circuncisión, era más fácil que las mujeres tomaran la decisión de unirse al judaísmo (comp. 10:2; 13:16; 17:17).

40 terísticas del Espíritu es la sobriedad, el equilibrio y el dominio propio (Gá. 5:22–23; 2 Ti. 1:7). Es una maniobra diabólica comparar la obra de Dios con la actividad disoluta de las tinieblas (Ef. 5:18). Otro dato interesante es que se trataba de “idiomas hablados” (2:4, 6, 8, 11) con su contenido específico. “Otras lenguas” significa idiomas diferentes al hablado en Jerusalén. Además del aramaico, griego y latín, algunos hablaban los dialectos de otras regiones, que fue precisamente el fundamento del asombro (2:8). Lucas utiliza el mismo vocabulario para explicar otras experiencias similares (10:46; 19:6) según veremos más adelante. Pudiera suceder que el lector se formulara la pregunta sobre la diferencia entre estas lenguas y las de 1 Co. 12 y 14. Al respecto aconsejamos leer detenidamente el pasaje bíblico y luego cotejar la explicación que damos sobre el tema en nuestro comentario de 1 Corintios correspondiente a esta serie. Hasta el presente los criterios no son uniformes. Quienes piensan que son distintos, tienen en cuenta al menos dos cosas: 1. Ámbito diferente. En Hechos fueron habladas en público para demostrar la venida del Espíritu y anunciar las maravillas de Dios. En 1 Corintios, en cambio, fueron en privado (14:2) y para edificación. 2. Origen diferente. En Hechos eran idiomas que al menos un sector de los presentes entendía cada uno el suyo. En cambio, en 1 Corintios se [p 78] habla de interpretación. Quien hable en otro idioma tiene que ser interpretado, para beneficio de todos.2

EL SIGNIFICADO DE LAS LENGUAS 1.

Que Cristo había ascendido y cumplido su palabra.

2. Que ninguna labor se podía realizar sin la instrumentación del Espíritu. 3.

Que el poder de Dios rompe todas las barreras.

4. Que la operación de Dios no siempre es entendida por todos.

C. El discurso de Pedro (2:14–36) Lucas incluye en su tratado no menos de diecinueve discursos en especial pronunciados por Pedro y Pablo, que forman aproximadamente el 25% de todo el libro. Por cierto no podemos pensar que todos están completos, sino más vale nos inclinamos por la idea de que son una síntesis de discursos o conferencias mucho más largas (2:40). Sin embargo, lo que contienen es suficientemente preciso como para que conozcamos las bases doctrinales sobre las que los primeros cristianos fundamentaron su fe. Nos permiten conocer cómo realizar una defensa ante los opositores y cómo hacer que la iglesia conozca el modelo de pastor que Dios busca (20:18ss; ver introducción). Los contemporáneos de Lucas en cambio, escribían componiendo dramas o imaginando posibles episodios que, aunque interesantes como literatura, [p 79] estaban carentes de la inspiración de Dios. Esta razón nos hace dedicar especial atención al contenido de lo que Lucas escribe.

a.

La referencia a Joel (2:14–21) 14Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 17Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; 18y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; 20el sol se convertirá en tinieblas, y la luna

2 El

debate sobre las lenguas como “señal” o como “don” está fuera de nuestro tema, teniendo especialmente en cuenta la abundancia de material existente que explica el asunto desde todo punto de vista. Debemos mantenernos libres de prejuicios a fin de estar preparados para oír la voz del Espíritu Santo (2 Co. 3:17–18).

41

en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; 21Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. (1) Pedro asume el liderazgo Es la primera vez que estos hombres de Galilea enfrentan un auditorio tan variado y además dividido. Desde un punto de vista, Pedro tenía que explicar el origen de esta nueva Babel, que era totalmente distinta incluso en sus propósitos. Se puso en pie con los once como si una pequeña columna se levantara en medio de los escombros de la confusión de la gente. Tiene una palabra precisa que en primer lugar sirve para unir a los doce, y mostrarlos ante la gente como un baluarte del poder de Dios. Al verlos, todos comprendían que eran los apóstoles de Jesús. Viven lo mismo, sienten lo mismo y ahora también testifican lo mismo. Pedro habló en hebreo o quizás en arameo. No se dedicó a explicar la escena tratando de mostrar algún poder especial sino la gracia de conocer la Escritura con exactitud como si una revelación especial de Dios se la hubiese mostrado. Vive el poder y la libertad del Espíritu, interpretando lo que en los versículos anteriores hemos denominado la descripción [p 80] de Lucas. Comenzó dando una explicación a la crítica, sin darle mucha importancia porque eso no era lo esencial. Más importante era ver a Pedro presidiendo el grupo.

La confirmación de “los postreros días”

(2)

En su explicación, Pedro tomó la profecía de Joel, que posiblemente citó de memoria, diciendo que lo que ocurría en ese momento ya estaba profetizado. Con la primera venida de Cristo se iniciaron los “postreros días” (He. 1:2; 1 P. 1:20; 1 Jn. 2:18). En Belén se vieron los prodigios no solamente con la encarnación sino también con la refulgencia del cielo. Los días del Mesías son los finales. No habrá otra dispensación de la gracia, y aunque no sabemos el tiempo que durará, estamos seguros de que es para la salvación de los que crean al evangelio entre las dos venidas de Cristo. El texto dice que con el derramamiento ocurrirían cambios en las personas y como consecuencia tendrían ministerios muy específicos para cumplir. Los vv. 17–18 han generado varias escuelas de pensamiento acerca del modo en que se desarrollan los fenómenos descritos. Es decir, si el derramamiento del Espíritu, las profecías, las visiones y los sueños tienen carácter de experiencias constantes durante los “últimos tiempos”, si sólo ocurren algunas veces, o si sucedió una única vez. Algunos creen que Pedro, al poner tanto énfasis en la universalidad del “derramamiento” sobre “toda carne”, sin mirar a quién, y sin distinción de sexo, estado civil o edad, parece indicar que el hecho ocurrió por única vez en Pentecostés y no debemos esperar repetición alguna. A este respecto, J.R.W. Stott dice: “Debemos ser cuidadosos de no volver a citar la profecía de Joel como si aún estuviéramos esperando su cumplimiento o que su cumplimiento haya sido parcial … Porque no es ésta la manera en que Pedro entendió y aplicó el texto”.3 Otros creen que en aquel Pentecostés [p 81] no se cumplió todo el contenido de la profecía, y que en consecuencia debemos esperar otro. Joel menciona “prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra”, también habla de las cosas que ocurrían “antes que venga el día del Señor grande y manifiesto”. Los que observan estos detalles como anunciando “otro Pentecostés”, también destacan que este párrafo tiene como contexto una segunda mención del derramamiento del Espíritu. Campbell Morgan señala: “¿Dónde, entonces, estamos ubicados ahora? La aurora ha pasado. El día está en progreso. Las tinieblas están aún por venir. La aurora es: ’derramaré mi Espíritu sobre toda carne’; el día: ’y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, y vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños … sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos día derramaré de mi Espíritu y profetizarán’. Finalmente, la oscuridad en ’… el día del Señor grande y manifiesto … el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre’. Esto no ha ocurrido aún. La enseñanza profética nos debería hacer cesar de hablar del día de Pentecostés. Pasó la aurora, pero ¿quién lamenta la aurora cuando el sol está en el meridiano …? No creemos que esta dispensación es la última actividad de Dios para este mundo. Nuestra esperanza está también en los movimientos que están detrás de ella. En el hecho que reunirá Judá a Jerusalén, e Israel a sí mismo …”4 3 4

The Message of Acts, pág. 73. The Acts of the Apostles, pág. 46.

42 Aparte de este argumento que “Pentecostés no ha terminado” usado por Morgan (y del que participan otros muchos teólogos), también están las promesas del derramamiento del Espíritu sobre Israel para transformar sus corazones, reconocer al Mesías y vivir la ética de pueblo santo (Is. 32:15; 44:3; Zac. 12:10; Ez. 36:27; 37:14). Hay quienes afirman que si en Pentecostés comenzó la era del Espíritu, es él quien regula los tiempos y también “las [p 82] lluvias”. Así que, Dios puede manifestarse según su soberanía en cualquier momento y época de la historia del mundo.5 Aunque lo que estudiamos no es fácil de explicar, podríamos dar a los lectores algunas pautas sin encerrar la operación del Espíritu dentro de nuestro pensamiento limitado y pasajero: 1. En Pentecostés vino el derramamiento del Espíritu que dio origen a la iglesia. En este sentido esta experiencia es singular. Pero el libro de Hechos además registra otros derramamientos con la intención visible de producir la unidad del cuerpo de Cristo entre otras cosas (10:44; 11:15; 19:6). En consecuencia, el mismo NT demuestra la existencia de más de un derramamiento. 2. Por otro lado, ni en Pentecostés ni en el curso de la historia de la iglesia se produjeron los fenómenos en el sol, la luna y la tierra que menciona el profeta Joel. Tampoco hubo cambios en el sentir de Israel, ni arrepentimiento alguno por el enfrentamiento a Dios. Esta circunstancia favorece el pensamiento de que aún hay un “derramamiento” de carácter universal que está por venir. Reiteramos que Dios puede obrar manifestaciones cuando él lo quiere hacer (comp. Jn. 3:8; 1 Co. 2:9–12). [p 83] 3. Con frecuencia tratamos de interpretar “vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán” como la actividad incentivada de predicar. Pero dado el alcance del verbo profetizar, tenemos que admitir que no está solamente circunscripto a la función de predicar sino también a la de publicar. Es una labor que observamos profundizada en este tiempo (1 Co. 14:3). 4. Quizás, contrariamente a lo que hubiéramos esperado, Pedro no da explicaciones largas sobre el tema del Espíritu. Se dedica más vale a exponer el alcance de: “todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo”. Desarrolla este asunto en su discurso para que los oyentes comprendieran los objetivos del propósito de Dios. La cláusula del profeta incluye por lo menos tres ingredientes:

El reconocimiento de la necesidad: “Todo aquel”. (ii) La espontaneidad de la entrega: “Invocar el nombre del Señor”. (iii) El efecto concreto: “Será salvo”. (i)

TODO AQUEL QUE INVOCARE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERÁ SALVO 1.

La naturaleza del nombre: “el Señor” Conquistador Libertador

2.

La condición para sentirlo: “invocar”

5

Hay variadas tendencias acerca del derramamiento del Espíritu, tanto para el presente como para el futuro, que no son nuestra responsabilidad investigar ahora. Aparte de aconsejar la lectura de otros autores, también incluimos un pensamiento del escritor pentecostal J. T. Nicol que nos parece importante tener en cuenta. El dice que después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron grupos pentecostales “independientes”. Después de mencionar cinco de los más representativos agrega: “Muchas de estas nuevas divisiones surgieron porque el liderazgo creyó que las iglesias más grandes y antiguas habían modificado o abandonado muchas de las prácticas pentecostales que habían sido prominentes durante el principio del avivamiento … Para remediar esta falta, una organización llamada New Order of the Latter Rain (nuevo orden de la lluvia tardía) se creó en 1947. Las reuniones se publicitaron como un nuevo derramamiento (es decir la lluvia tardía) del Espíritu Santo sobre un movimiento que se había convertido en seco y estéril”. (Pentecostalism, pág. 237–238). Además aconsejamos leer: (a) Los dones del Espíritu, Harold Horton, (Vida); (b) El libro de los Hechos, Stanley Horton, (Vida); (c) El Espíritu Santo, Charles Ryrie (Portavoz).

43 Sentirse necesitado Saber que él tiene poder Confiar que anhela hacerlo 3.

El alcance: “cualquiera” Pobres y ricos Ignorantes e instruidos Malos y buenos Varón y mujer Blancos y negros

b.

[p 84] La explicación de la vida y obra del Señor Jesús (2:22–24) 22Varones

israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por mano de inicuos, crucificándole; 24al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Pedro no se preocupa por sacar a la gente de la confusión procurando explicar el pasaje de Joel 2. Simplemente lo cita. Su deseo es hacer comprender al auditorio el alcance del pasaje “todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo”. Tomando esto como fundamento inicia la explicación. En tres versículos menciona la vida, la muerte y la resurrección del Señor Jesús. Lo hace en forma resumida porque su propósito está más allá de la vida histórica del Señor Jesús. Con todo, notemos lo que dice: (1)

Jesús fue un hombre diferente: “Jesús nazareno, varón aprobado por Dios” Se dirigió a la multitud como “varones israelitas” (comp. 1:15) convencido de que todos estaban interesados en el cumplimiento de las promesas de Dios para la nación. El título “Jesús nazareno”6 utilizado en 6:14; 22:8; 26:9 (comp. 3:6; 4:10) está inspirado en la inscripción que Pilato puso sobre la cruz que había causado mucha polémica entre los religiosos (Jn. 19:19; comp. Mt. 26:71). [p 85] Hablar abiertamente de Jesús nazareno, protagonista del escándalo de la cruz, podría haber provocado una confusión aun mayor entre la multitud. Pero Pedro no teme consecuencia alguna, sino que utiliza la oportunidad para dar la versión exacta de lo ocurrido. Todos escuchan con atención cómo Dios “designó” o “destinó” a Jesús (10:42) para realizar la redención. Lo acreditó hablando con él (Mt. 3:17; 12:18; 17:5) (comp. Lc. 20:13) y mostrando a través de él una santa compasión por la gente.

(2)

Jesús poseía credenciales diferentes “Dios hizo … prodigios … por medio de él”. Los tres modos de los fenómenos naturales son “maravillas” o poderes7 que denuncian la potencia de Dios; “prodigios” que son capaces de provocar asombro, y “señales” que muestran el origen del poder. Los judíos dijeron que ese origen era Satanás (Mt. 12:24); Jesús en cambio afirmó que hacía las obras del Padre (Jn. 5:36). Así quedó confirmado que sus milagros eran de Dios (Jn. 3:2; 7:31; 14:10; 15:24) para confirmar la presencia “de los postreros días” (comp. He. 6:5). Pedro no desaprovechó la oportunidad para recordarles que ellos sabían que los milagros eran de Dios, aunque lo negaran.

(3)

Jesús murió una muerte diferente: “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios”. algunos teólogos dicen que “nazareno” viene de la raíz hebrea nazir (que da origen al vocablo “nazareo” (Jue. 13:5), no creemos que es lo que Pedro dice. Nazareno significa “de Nazaret” (Mr. 1:24; 10:47; 14:67, etc.) el lugar donde Jesús se crió. Utiliza este epíteto despreciativo para indicar el cumplimiento de la profecía (Mt. 2:23; 21:11). 7 Gr. dynameis. 6 Aunque

44 Aunque fue entregado por Judas, e indignos representantes del Imperio Romano lo ajusticiaron, lo que ocurrió fue de acuerdo al propósito de Dios. Las expresiones “determinado consejo” y “anticipado conocimiento” aclaran el carácter preestablecido que tiene la muerte de Cristo. Dichas expresiones sirvieron para que los creyentes confirmaran su fe (4:28) y los predicadores pudieran mostrar la diferencia entre la muerte de cualquier persona y la de Cristo (3:18; 17:3; 26:23). Las profecías cumplidas en él y por él son las credenciales objetivas de nuestra fe (Sal. 22:16–17; Zac. 12:10) y el testimonio del [p 86] Espíritu la subjetiva (5:32). Por una parte saber que murió y resucitó para cumplir el propósito de Dios, confirma nuestra fe en la palabra profética; y por otra, el que haya ocurrido desafiando la amenaza de los hombres nos estimula al desafío y denuncia del pecado. Cristo tuvo una muerte violenta para que fuera un sacrificio a Dios (Dn. 9:26; Is. 53:8); si hubiera sido de otra manera ya no sería una ofrenda. (4)

Jesús volvió a vivir de un modo diferente: “al cual Dios levantó…” Fue una acción que solamente Dios puede realizar (comp. 3:15; 4:10; 5:30; 10:40; 13:30). Se puede llegar a la muerte por enfermedad; y a la tumba, por medios humanos, pero restaurar la vida venciendo la muerte y rompiendo toda forma de ligadura es privativo de Dios, que es el autor de la vida. Lo que ocurrió con Cristo es singular porque la muerte dependía de él y nunca se sometió a ella (Jn. 10:17–18). ALGUNAS RAZONES PARA LA RESURRECCIÓN DE CRISTO 1. Mostrar el poder de Dios (He. 13:20; Jn. 2:19; Ro. 1:4; 1. P. 3:18). 2.

Cumplir las Escrituras (Lc. 24:44; Jn. 20:9; 1 Co. 15:4).

3. Comprobar su carácter: “él lo había dicho” (Jn. 2:19; Mt. 12:40; 16:21; 17:12; 20:18). –

Él era la vida (Jn. 14:6; 5:26; 1:4).

– debía cumplir sus funciones (He. 6:20; 13:20; Sal. 45:6; Ro. 4:25). 4.

Formar la iglesia (Jn. 16:7; Ro. 8:11).

5.

Derrotar al enemigo (1 Co. 15:17).

6. Confirmar la resurrección de los creyentes (1 Co. 15:23; 1 P. 1:3–5). 7.

c.

Restaurar todas las cosas (Hch. 3:19; Ro. 8:21).

[p 87] La importancia de su resurrección (2:25–32) 25Porque

David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. 26Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aun mi carne descansará en esperanza; 27porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 28Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia. 29Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 30Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 31viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Por lo que veremos a continuación, resulta claro que lo predicado por Pedro hasta el v. 23 es una introducción a lo que sería su materia central: la resurrección y ascensión del Señor Jesús. No obstante, el apóstol está muy interesado en que aquellos judíos supieran que el plan desprolijo e improvisado de los fariseos para ejecutar a Jesús formaba parte del propósito eterno de Dios. Esos “dolores de la muerte” que sufrió (Sal. 18:4; 116:3) eran más como dolores de parto porque estaba haciendo nacer a la iglesia que es la familia de Dios.

45 Es evidente que David no se refiere a sí mismo. El trozo del Salmo que Pedro cita (16:8–11), describe en forma profética detalles de la vida del Señor Jesús. Se trata de una persona singular que “vivía” constantemente agradando a Dios. Es alguien a quien se deleita en mostrar que está mucho más allá de sus capacidades. Su lenguaje trasunta gran felicidad y entusiasmo por el futuro. David vio de antemano (2:31) al Señor en una posición de aprobación, confirmación y victoria. El argumento sobrepasa en mucho lo que le podría suceder a él, aunque cambió su conducta en regocijo, corazón satisfecho y alabanza. Se abrió ante él “el camino de la vida” y sintió plenitud de gozo, porque Dios le hizo conocer una nueva dimensión en sus planes. [p 88] Es evidente, entonces, que David no se refiere a sí mismo sino a Cristo (ver también 13:36). Comienza mostrando que el alma no sería dejada en el lugar de los espíritus (Hades), porque tampoco su cuerpo se sujetaría a los poderes de la muerte (comp. Jn. 2:19, 21). Cristo no participó del pecado porque era la vida misma (Jn. 1:4; 14:6). Tampoco Pedro le hace hablar a David estas cosas primero de sí mismo y después en sentido secundario del Mesías sino que las cita refiriéndose directamente a Cristo. El v. 28 habla en sentido triunfal de un pasaje fugaz por la muerte: “me mostrarás la senda de la vida” (cita de Sal. 16:11), hasta entrar en el gozo perfecto de la presencia de Dios. Para el predicador se había cumplido el anhelo más resonante de la Escritura (comp. Lc. 4:21; Jn. 5:39). Era el paso triunfal de Cristo por la muerte para vencerla y quitarle su cetro.

d.

La singularidad de la ascensión (2:33–35) 33Así

que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Además, Pedro certifica que las palabras no se refieren a David sino a otra persona que vendría por un pacto hecho con él (comp. 2 S. 7:12, 16; Sal. 132:11). David vio la muerte y el sepulcro, pero el Señor Jesús resucitó y no volvió al ministerio anterior sino que fue a cumplir otro más sublime en la casa de Dios. Así como aplicó el Salmo 16 para mostrar la muerte y resurrección de Cristo, ahora recurre al Salmo 110 para explicar su ascensión. David—dice Pedro—preso de la muerte no pudo ascender (v. 34), pero anunció que otra persona de su descendencia a quien llama “mi Señor”, sí lo haría (Mr. 12:35–37), y Dios por su victoria lo declararía “Señor y Cristo”, es decir, demostraría lo que realmente era (comp. 1 Co. 15:25; Fil. 2:9–11; He. 1:13). El discurso denuncia la felicidad del predicador por la victoria del Señor presentada en cuatro puntos sobresalientes: (1)

[p 89] Cristo cumplió la profecía. Todo lo escrito de él y especialmente Mt. 22:42–46 que Jesús había aplicado a él mismo en su argumentación con los fariseos, se ha verificado ahora (comp. Sal. 20:6; 89:13).

(2)

Dios intervino y lo resucitó (Mt. 26:64; Ro. 8:34; He. 1:3; 8:1). Es por esta causa que los hombres pudieron saber del dominio del Señor. Ahora “está sentado” (Col. 3:1; He. 1:3; 10:12) gozando perfecta felicidad y dándonos la oportunidad de que también la vivamos. Además, la resurrección y ascensión anuncian la victoria sobre los enemigos.

(3)

El Espíritu Santo es el certificado de la aprobación de Dios. Pedro repite que “el derramamiento” del Espíritu es el cumplimiento de su ascensión. De modo que no quedaba ya duda alguna sobre quién es la persona que había subido al cielo.

(4)

Con todo este respaldo Pedro tiene la certeza de que puede declarar delante de su auditorio que Jesús es el Señor y Cristo.

e.

La aplicación del sermón (2:36) 36Sepa,

pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Pedro enfrenta a la “casa de Israel” (Ex. 37:11) con el rechazo al Señor Jesús. Se lo hace ver como un hecho equivocado. Lo hace asegurándoles que por no haber querido entender las profecías procedieron con ceguera (comp. 1 Co. 2:8). Pero ese fue el medio para poner el fundamento de Dios en forma visible para ellos, expresado en el señorío de Cristo para todos los tiempos (Ro. 10:9). Ahora el nombre de Dios (Ro. 14:9)

46 es el único gobierno del universo. No porque no lo fuera antes, sino porque ahora las circunstancias permiten demostrarlo. Las expectativas mesiánicas estaban satisfechas y ellos no lo habían comprendido. Decirles que habían rechazado la provisión de Dios “crucificándole en un madero,” era aumentar al máximo el sentido de culpa y provocarles la reacción que efectivamente experimentaron (4:10) [p 90] D. Los resultados de la predicación (2:37–40) 37Al

oir esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 38Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Los oyentes sienten las palabras como flechas que perforan sus corazones (comp. Jl. 2:13). Es el remordimiento por el pecado cometido. Ven con claridad lo ocurrido y lo que les corresponde por la afrenta a Dios y no saber qué camino tomar (comp. Zac. 12:10) para escapar de las consecuencias. Por primera vez la predicación es una saeta afilada por el Espíritu que produce en los oyentes lo mismo que la lanza romana en el costado del Señor Jesús (Jn. 19:34) (comp. He. 4:12; Lc. 2:35). Los presentes aceptan el desafío y deciden acudir a los predicadores (Lc. 3:10; Hch. 9:6; 16:30). Están desorientados y buscan directivas definidas. La respuesta es también similar a la de Juan el Bautista (Mt. 3:2) y la del Señor Jesús. Pero los resultados fueron diferentes. En los casos anteriores continuaron siendo israelitas, pero ahora pasan a ser el cuerpo de Cristo, la iglesia. ¿Por qué? Porque anduvieron un camino distinto, comenzaron igual, pero después de la resurrección y ascensión de Cristo el propósito de Dios era otro. El arrepentimiento es el punto inicial en el proceso de la regeneración. Dios no pone parches o remiendos sobre las vidas viejas sino que cambia la persona. Arrepentirse es cambiar la mente como paso previo para vivir de otra manera (8:22; 17:30; 20:21). Es reaccionar contra el pasado y renunciar a todas sus exigencias, rechazando definitivamente las demandas de Satanás. El arrepentimiento verdadero trae paz y abre la puerta para seguir adelante con otras decisiones. En el caso que estudiamos los apóstoles les indicaron: “bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo”. Para los judíos esta señal externa del arrepentimiento les resultaba fácil [p 91] de entender y daba continuidad a la proclama de Juan el Bautista, relacionada específicamente con el nombre del Señor Jesús y el don del Espíritu Santo (18:25; 19:3). Bautizarse en el “nombre de Jesús” no es una fórmula como pasó a ser después para algunas sectas. Es como decirles: “Sométanse bajo el Cristo que rechazaron”. Es someterse a su autoridad, reconocer sus demandas y enrolarse en su servicio. Es decir, utilizando el mismo método con que los hebreos aceptaban a los prosélitos, Pedro les enseña que deben someterse al Señor Jesús (comp. He. 6:1–2). Bautizan en “su nombre” porque están bajo la autoridad del Señor Jesús que los ha comisionado (Mt. 28:19; Hch. 15:17). Indica que el tema de “toda potestad” (autoridad) afecta a todos los creyentes sin discriminación (v. 44). RESULTADO DEL MENSAJE 1. Lo que la gente oyó: “Este Jesús … es Señor y Cristo” (comp. 5:31). 2.

Lo que sintieron: “compungidos de corazón”.

3.

Lo que decidieron: “¿Qué haremos?”

4.

Lo que hicieron: “recibieron la palabra”

Habiendo ellos obedecido y demostrado que realmente habían cambiado, Dios tiene dos regalos: el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo.

a.

El perdón de los pecados

47 Este perdón es amplio e incluye todo su pasado, incluido el rechazo al Señor Jesús. Perdonar en calidad de “remitir” o “enviar lejos” es la forma más utilizada en el NT para indicar el propósito divino de eliminar la culpa del culpable y enviarla “a lo invisible” (Lc. 5:20; 7:47; 1 Jn. 1:9) (comp. Lv. 4:20, 26; 5:10, 13; Nm. 15:25). El perdón no es una acción de parte de Dios que merecemos o nos corresponde tener, sino que es una gracia suya hacia nosotros. En consecuencia, debemos recibirlo con gratitud y aceptarlo con [p 92] gozo porque es el mejor beneficio que podamos recibir de manos suyas. También tenemos la obligación de administrarlo (Mt. 6:12; Lc. 6:37). La disposición de perdonar a otros es el indicio de que nos hemos arrepentido y perdonado a nosotros mismos. Nace como una vertiente de gracia que surge de corazones que conocieron la integridad. Aquellos hermanos sintieron que algo había ocurrido en sus corazones y que la enseñanza tantas veces repetida por el Señor (Mt. 18:23–35) se había transformado en una realidad para ellos (5:31; 13:38). Estaban perdonados.

b.

El don del Espíritu Santo Aquí está la gran diferencia entre el perdón hasta ese momento y a partir de Pentecostés. Ahora la “promesa” está inmediatamente detrás. Recibir el Espíritu Santo es recibir a Dios mismo en el interior. El los bautiza, los habita, los regenera y los transforma en familia (Ef. 2:19). El don expresa esencialmente algo obsequiado con libertad, buena voluntad y generosidad. Así es la salvación (2 Co. 9:15) y también el Espíritu Santo (10:45; 11:17). Son regalos que no tienen precio, no se los puede pagar ni revender porque son obsequios particulares de Dios para nosotros. La Escritura confirma que “todo don perfecto” (Stg. 1:17) viene de Dios como un acto espontáneo de su gracia. Como veremos más adelante charisma (que también significa don) se utiliza más especialmente para los dones espirituales que debemos administrar a otros (1 P. 4:10–11).

c.

El alcance de la promesa La multitud se enteró de que la “promesa” (el don del Espíritu) no era sólo para los apóstoles o los ciento veinte inicialmente reunidos, sino para todos. En ese todos estaban incluidas más personas que las que Pedro mismo imaginaba. Dios había decidido bendecir al mundo con el mensaje del evangelio. El v. 39 es muy explícito porque dice que la “promesa” (que es también el don, o el bautismo en el Espíritu Santo) (1:4–5; 2:33) es para todos los presentes y “para todos los que están lejos”, refiriéndose en principio a los judíos en la dispersión (1 P. 1:1–2) y en segundo lugar [p 93] —según el propósito de Dios—a los gentiles. Cada persona llamada por medio del evangelio (Ro. 8:28–29) recibe ambos dones, vinculados con los propósitos de la salvación. De modo que la promesa no es únicamente para los distantes en tiempo sino también en lugar. Pedro tiene en cuenta dos pasajes del AT (Is. 57:19; Jl. 2:32).

d.

La conclusión del discurso Pedro continuó confirmando su argumento con “muchas otras palabras”. Lucas no explica cuáles fueron los temas abordados en estas muchas palabras. Es su metodología en este escrito (8:25; 10:42; 18:5; 20:21, 23, 24) pero es muy probable que Pedro haya tenido que insistir sobre el modo de librarse del pasado que estaba entrañablemente unido a ellos. Dice que “testificaba”, es decir ponía razones para acreditar lo que afirmaba mostrando posiblemente ejemplos o destacando lo sucedido con ellos mismos. Además los “exhortaba” llamándolos a un compromiso formal con la vida espiritual que propone el reino de Dios (11:23; 14:22; 15:32). La frase “sed salvos de esta perversa generación” (v. 40; ver Fil. 2:15) (comp. Dt. 32:5), demuestra en pocas palabras todo el contenido de lo que Pedro enseñaba. El quiso resumir en pocas palabras la posición cristiana con respecto al mundo que había rechazado a Cristo (Mt. 16:4; 17:7) por cuya causa estaban bajo el juicio de Dios (comp. Mt. 23:36). Les presenta una sola puerta de escape: la recepción del evangelio. Pedro es uno de los predicadores que acentúa la liberación de los salvos del juicio venidero—que los apóstoles creían que estaba muy próximo (3:19).

48 [p 94] EL MENSAJE DEL EVANGELIO 1.

En su naturaleza es

a.

claro

b.

sencillo

c.

conciso

d.

valiente

2.

En su contenido es

a.

salvador

b.

mirando al oyente

c.

centrado en Cristo

3.

En su resultado es

a.

transformador (3:19; 8:36)

b.

comprometedor (4:20; 4:33)

c.

inspirador (5:31, 32)

49 [p 95]

CAPÍTULO 5 LOS FUNDAMENTOS ESPIRITUALES DE LA NUEVA COMUNIDAD (2:41–47) 41Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del

pan y en las oraciones. 43Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Por lo que vemos, Pedro no reclama únicamente de este pueblo una reacción privada, sino más vale una expresión pública que pusiera en evidencia los efectos del evangelio. El apóstol abrevió en cinco o seis títulos principales lo que más tarde se denominó el kêrygma apostólico, es decir el contenido del mensaje evangélico. Con el ministerio, muerte, resurrección y ascensión de Cristo se había cerrado la época de la ley y abierto por medio del Espíritu—en cumplimiento de las Escrituras—el período de la gracia (20:21). Por ella el perdón de los pecados queda a disposición de todo aquel que cree. Todos los predicadores del NT, aunque con sus énfasis personales, mantuvieron estos fundamentos en sus exposiciones hasta [p 96] que otras corrientes teológicas cambiaron el contenido del mensaje y el método para recibirlo. Nuestro desafío es mantener la sustancia de lo que Cristo enseñó y que con tanta claridad Pedro expuso en Pentecostés. Jesucristo es el centro de lo que tenemos que decir (v. 22), y no es su vida o su ejemplo lo que nos salva, sino su muerte, sepultura, resurrección y ascensión (vv. 23–24). Tan bueno como todo esto es, no se completan aún los objetivos de Dios. Es menester que cada uno crea que es aplicable a su vida en particular para que sea totalmente transformada. La insistencia del predicador para que cada uno sea salvo, compromete a todos los que anuncian el evangelio. LA NUEVA COMUNIDAD 1.

El principio incorporador: arrepentimiento

2.

El poder transformador: “recibiréis el don”

3.

El nuevo estilo de vida: “perseveraban en la doctrina de los apóstoles …”

4.

La conducta diferente: “tenían … vendían … repartían”.

5.

La aprobación de Dios: “Dios añadía cada día …”

A. Es una comunidad valiente El nuevo párrafo se inicia con la obediencia de gran cantidad de personas a la exhortación de Pedro. Están decididos a abandonar los impedimentos, sean religiosos, políticos o sociales. En un momento cambiaron sus prioridades, y pensaban lo mismo y hacían lo mismo: “recibieron su palabra”. Recibir es aceptar gustosamente, hacerla suya o ponerla por obra. Es mucho más que simplemente estar de acuerdo o aceptarla. Es más vale someterse a sus normas, practicando el arrepentimiento y el bautismo que acababan de oír. El evangelio no es un llamado a indecisos o desconformes que quieren “cambiar de religión”. El evangelio es un paso adelante buscando la voluntad de Dios y haciendo a un lado las opiniones [p 97] de los hombres. Es una vuelta en la vida que nos pone frente a los riesgos de caminar de la mano de Dios contra la corriente de este mundo. Entre la multitud de aquel día se generó un clamor que sorprendió a centenares de observadores. Nada menos que “alrededor de tres mil” personas obedecieron la palabra dada. No hubo secretos; todos ven los cambios y asisten a los bautismos a la usanza hebrea (Mt. 3:11, 16). Aunque la ceremonia no tenía el mismo

50 significado que en el sacerdocio levítico, para todos era como “dar vuelta la hoja” en sus vidas a fin de iniciar una etapa totalmente diferente.

B. Es una comunidad comprometida Los nuevos convertidos cambiaron sus intenciones y sus afanes. “Perseverar” significa afirmarse fuertemente para no resbalar (He. 11:27), o persistir en aferrarse a algo por su valor o importancia (Ef. 6:18). Se aferraban a fin de avanzar hacia el objetivo. Para ellos “ser salvos” no era “aceptar a Cristo” sino más bien transformar toda su existencia al estilo de vida del reino de Dios. Se dedicaban a cumplir con la enseñanza que recibían de los apóstoles. Estaban llenos del Espíritu, y en consecuencia anhelaban oír su voz y vivir como él demandaba. No habían visto al Señor Jesús (por lo menos muchos de ellos) y no sabían cómo era vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Pero ahora constantemente podían ver cómo las Escrituras del AT suplían todas sus falencias. Veían con más claridad cada día el significado del reino de Dios al que tanta atención había destinado el Señor Jesús. En esas mentes hebreas se abrían nuevas dimensiones para resplandecer mejor en el reino de las tinieblas (Col. 1:13). No experimentaban una mística risueña que los distanciaba superficialmente del judaísmo fastidiado de esos días. No estaban juntos simplemente porque se alegraban de hacer una causa común con “algo nuevo”, sino más vale para conocer cómo se habrían de mover en el futuro. Aprendían más y más a confiar en las verdades que tenían que salir a desparramar por la ciudad. Para cumplir el propósito se dedicaron a estimular la comunión. Podríamos decir que es el primer objetivo de la perseverancia en la doctrina de los apóstoles. Se abocaron a incentivar la “comunión unos con otros”. Habían descubierto que no estaban aislados ni [p 98] tampoco divididos por lenguas, clanes o condición social. Eran una comunidad de distintos caracteres pero unidos por un vínculo común: el Espíritu Santo (Fil. 2:1). Habían dejado de ser seguidores aislados para transformarse en responsables unidos en el Señor, que daban una imagen coherente totalmente desconocida hasta ese presente. Eran un cuerpo viviente unido a Cristo (1 Co. 1:9) y entre sí por lazos indestructibles (comp. Ro. 15:26; He. 13:16). Trabajaban arduamente por la “comunión unos con otros” en todas las esferas y con ansias de solucionar todos los problemas. Los privilegios y las obligaciones de la hermandad hizo de la iglesia una entidad sin individualismos o espíritu de facción. Sabían que todos eran uno, tal como el Señor Jesús lo había enseñado (Jn. 17:21, 23) y los apóstoles lo reiteraban constantemente. Con esta perspectiva, koinônia (cuya raíz koinos significa común) es más que lo que entendemos hoy. Los creyentes se distribuían entre sí lo que Dios les había dado (He. 13:16) porque era parte de la comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo (2 Co. 13:14). Habían abandonado el sistema de “limosnas” practicado por los fariseos, para compartir la sustancia de sus bienes. Podían tener presente algunos modelos de vida en comunidad porque no lejos del lugar, a las márgenes del Mar Muerto, vivían los esenios, una comunidad religiosa hebrea formada no hacía mucho. Además de conservar hábitos ceremoniales puros, estos esenios compartían todas las cosas bregando por mantener sus costumbres acordes con la ley de Moisés. Eran sencillos, austeros y hospitalarios entre ellos. La nueva comunidad cristiana iniciada poseía algunos detalles similares pero se distanciaba de ellos por el gozo que manifestaban en vivir “entre” la gente transmitiendo el mensaje de la vida eterna que procedía de Cristo glorificado. Como observaremos más adelante, los creyentes no continuaron por mucho tiempo en esas condiciones. Pero fue un ejemplo permanente de los principios esenciales de la iglesia del Señor para todos los tiempos, sobre todo en lugares de persecución o soledad. Antes de poner algún ejemplo, recalquemos que los principios dados aquí son permanentes, sobre todo los esbozados en los vv. 42 y 47. [p 99] Como resultado del movimiento pietista que se desarrolló en Alemania en el siglo XVII, se revitalizaron los hermanos moravos cuyo líder—el conde Nicolás L.G.Von Zinzendorf (1700–1760)—utilizó su austeridad para dar refugio a muchos hermanos que huían de sus hogares durante la persecución. Los moravos reunidos en lo que denominaron Herrnhut (la casa del Señor) trataron de asemejarse tanto como les fuera posible a la iglesia de Jerusalén, mostrando un creciente celo misionero. No fue tan estable, ni tuvieron las cosas en común como en el caso que estudiamos en Hechos, pero acentuaron la comunión y se prepararon para extenderla a otras regiones como el Señor lo permitía. Fueron muy bendecidos, como tantos otros que

51 trataron de hacer ensayos similares. Un problema que muestra la historia contrariamente a lo sucedido en Jerusalén es que estas comunidades se transforman en colectividades que se aíslan del resto del mundo y convierten sus prácticas o creencias en doctrina de fe. Este no fue el objetivo de los hermanos en Jerusalén, al contrario; ellos donaban voluntariamente sus propiedades para beneficio del evangelio y “en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (comp. Ef. 6:5; Col. 3:22), “perseverando unánimes cada día en el templo”. Se movían entre la gente desde el templo a las casas y viceversa. ¿Podemos imaginar el impacto popular y la efervescencia de estar constantemente testificando de Jesucristo? Ya el Señor Jesús había utilizado las casas para la bendición de los que asistían para oírle (Mr. 2:1, 15; Lc. 19:5, 9). Él mismo había demostrado que las casas eran más eficaces que cualquier otro lugar. Ahora el compromiso de bendecir a tantos miles hace que los hogares se transformen en centros claves para el cumplimiento del propósito de Dios (9:11; 10:22; 12:12; 16:15, etc.). Es en las casas donde todos se conocen entre sí y se ayudan generosamente. Un hogar abierto es mucho más que una puerta abierta y un asiento preparado. Es también corazones que lentamente aprenden a vivificarse “unos a otros” (Ro. 12:5, 10; 13:8) y a unir intereses espirituales para la gloria de Dios. Esto nos explica la bendición experimentada en los primeros tiempos de la iglesia y lo que sucedió posteriormente. Ya sabemos que la puerta de la casa es, en cierto modo, también la del corazón. Marta y María recibieron al Señor en su casa [p 100] (Lc. 10:38), y estamos al tanto de cómo era la vida espiritual de ese hogar. Lidia, que abrió el corazón a la palabra (según operación de Dios), es también la primera que abre su casa en Filipos para recibir a los siervos de Dios (Hch. 16:15) (comp. 16:31; 18:8). El hogar es el símbolo de abrir y de dar. El cuidado de los menos pudientes, carentes o necesitados que Dios había indicado en la ley (Dt. 15:4, 7, 9, 11) evitando la discriminación o rechazo, tiene ahora un lugar destacado en la responsabilidad de la nueva comunidad. Los que aprenden a dar como Dios da, también ven con los ojos que Dios mismo mira: “Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus prisioneros” (Sal. 69:32–33). Parte del dolor posterior y que vivimos en el presente es ver a la iglesia girando en torno a su templo ya levantado o en vías de edificación, con la atención completamente cautivada por sucesos que ocurren en su interior, sean buenos o no. El lugar del culto es todo, y los semejantes pobres e injustamente olvidados, también suelen quedar sin atención como el hombre del evangelio que “cayó en manos de ladrones”. Ha llegado la hora de despertar, fijando la atención que Dios dedica a las buenas obras, nacidas en el poder de una koinônia fuerte (Ro. 15:26; 1 Ti. 5:10; 1 P. 2:12).

C. Es una comunidad adoradora La afinidad depende de la convicción que tienen sobre el carácter de Dios y cómo la viven. La vida espiritual que nace en Dios se desarrolla en el interior de sus almas. La “doctrina de los apóstoles” tiene la importancia de formar en los nuevos convertidos un carácter semejante al de Cristo. La primera actividad que desarrollan es la adoración que los estimula a conocer mejor a quien los ha llamado. La religión los había conducido por las calles áridas de la tradición, haciéndoles mirar para atrás a las formas hebreas de una religión de sombras terminadas definitivamente con la resurrección del Señor Jesucristo. Ya vemos que la unidad espiritual no se basa únicamente en lo que saben sino en el modo en que aplican ese conocimiento: hay unidad en la fe y unidad en la vida porque también la hay en la adoración. Todos miran a Dios como los once observaron la ascensión de [p 101] Cristo. Poseen una atracción común motivada por el Espíritu. Podríamos observar algunas características de la adoración:

a.

Lo hacían en el temor de Dios: “sobrevino temor a toda persona”. La consecuencia inmediata de la obediencia a la enseñanza de los apóstoles y la primera manifestación de la comunión es el temor a Dios, primeramente en la congregación. Temor como la expresión de reverencia producida por la presencia de Dios. Al estudiarlo en la Biblia nos encontramos con—por lo menos—tres términos principales (dos hebreos y uno griego) que se utilizan para describir cuatro formas de temor: temor a Dios, miedo a quebrar lo recto, miedo a los hombres y miedo al “miedo”.

52 Nos interesa observar ahora el primero de ellos, es decir el temor a Dios. Notemos que no puede experimentarlo el hombre natural porque es una dádiva de Dios. Por medio del Espíritu permite que los cristianos tengan una idea de la autoridad suya y lo obedezcan con gozo. Como consecuencia, imprime la percepción para desechar el mal y rechazar toda forma de iniquidad. Por ejemplo, leemos en Jeremías 32:40: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí”. Dios promete hacer una obra con Israel en particular, y con seguridad con cada uno de los que se relacionan con el pacto. Esta obra consiste en poner temor en el corazón. ¿Para qué? “Para que no se aparten de mí” (comp. Sal. 147:11). En el NT se dice lo mismo pero con otras palabras (2 Co. 7:1). Si esta breve introducción sobre el temor la aplicamos al texto de estudio, advertimos por lo menos dos cosas interesantes: (1) los componentes de la nueva comunidad experimentan una nueva relación con Dios porque están llenos de su temor reverente, y (2) las personas ajenas a la iglesia sienten espanto similar al de Félix al oír a Pablo (Hch. 24:25). De modo que la adoración es para la iglesia, la reacción natural hacia la persona a quien reverencian. Lo enseñado por la ley (Dt. 5:28–29) y más tarde practicado por el Señor Jesús (Lc. 4:16) es ahora la experiencia diaria de los cristianos. Van constantemente al templo. Y no lo hacen para ofrecer los sacrificios de la tradición hebrea sino porque están [p 102] entusiasmados con glorificar a Dios en el “lugar de la morada de tu gloria” (Sal. 26:8) (comp. Sal. 87:2). El evangelio se propaga más por el fervor que causa la reverencia, que por la multitud de la actividad desarrollada. El nombre del Salvador excede ya los límites estrechos de las calles o plazas, porque el templo—que es el lugar donde toda la nación se reúne—se sacude constantemente con la alabanza inextinguible de centenares de hombres y mujeres. Estos van y vienen llenando los atrios con canciones de adoración, tal como posteriormente Pablo aconseja a los creyentes que lo sigan haciendo (Ef. 5:19) como un modo corriente de conducta.

b.

Lo vivían en todas partes: “en el templo y por las casas”. Pero además, trasladan esta atmósfera del templo a las casas y viceversa. En los hogares comen juntos y celebran diariamente la cena del Señor. A la reverencia, le unen amor, gozo y una santa disposición de verse todos iguales, disfrutando de una satisfacción integral que Dios percibe como olor fragante. No nos es fácil a nosotros unir adoración y comida con “alegría y sencillez de corazón”, porque tenemos en mente que la reverencia es seria, mustia, con señales de melancolía, pero descuidamos la exteriorización del temor de Dios. Podemos tener todos los síntomas humanos de reverencia, y sin embargo estar lejos de la reverencia y temor de Dios. Pero si partimos de que el fruto del Espíritu es “amor, gozo, paz … etc.” (Gá. 5:22), nos parece que el equilibrio sano de todas estas expresiones juntas formaban la base de la adoración en aquella primera comunidad cristiana. El gozo es el ingrediente esencial en el testimonio cristiano bajo cualquier condición. Bajo una atmósfera muy agradable se asisten mutuamente (8:8; 13:52; 15:3) sin pretensiones de aparecer como mejores o de ser más que otros. Así, el estilo de vida del templo es igual al de las casas, porque el lugar es lo de menor importancia. [p 103] COMPONENTES DE LA ADORACIÓN 1.

Oración:

“mi casa, casa de oración será llamada” (Mt. 21:13).

2.

Alabanza:

“alabando a Dios” (Sal. 104:33; 135:1). Cantando con el gozo natural de la vida cristiana (Col. 3:16).

3.

Admiración reverente:

“Adorad a Dios en la hermosura de la santidad” (Sal. 29:2) (comp. Sal. 45:11; Jn. 4:23).

4.

Atención a la Escritura:

“la doctrina de los apóstoles” en práctica. Bajo la ley el sacerdote debía juicio (Mal. 2:7) (comp. 2 Ti. 4:1–2).

5.

Comunión hermanable:

“hablando entre vosotros” (Ef. 5:19–20).

53

D. Es una comunidad modelo A la piedad y la popularidad, agregamos ahora el aumento. El dicho acuñado por la frustración “pocos pero buenos”, no se puede avalar con la Biblia. Al contrario, la Escritura avala otra actitud: “Si son buenos, son muchos” porque los “buenos” según Dios tienen sus bendiciones en actividad. Aquellos hermanos eran de estos últimos. El Señor añadía pero ellos también lo hacían porque esa manera de ser y vivir atrae al pueblo. El buen Pastor forma su rebaño, pero ellos dan testimonio a la eficacia de pertenecer a ese redil. Notemos entonces, cómo crece la comunidad.

a.

[p 104] Divina en su origen: “el Señor” El Señor que vela sobre su heredad sabe quiénes son alcanzados y cómo. El ensanchamiento en número no depende directamente de los métodos empleados para alcanzar a las almas, sino de lo que hace el Señor. Esto nos explica hasta cierto punto el origen de las deserciones, esa extraña desaparición de los “miembros de la iglesia” o la frialdad de muchos “creyentes”. En verdad, se debe a la ausencia de la intervención divina en la decisión de seguir a Cristo (comp. 5:14; 13:48). Ser miembros de la iglesia no es sinónimo de ser miembros de Cristo.

b.

Visibles en su estilo: “a la iglesia” La controversia sobre “iglesia visible” contra “iglesia invisible” no tiene sentido en la vida diaria. Aunque hablemos de una iglesia visible, no todos los creyentes ven a todos los miembros de esa iglesia visible, pero en otro sentido el mundo tiene que observar la diferencia. De modo que podemos hablar de aspectos visibles. Los nuevos se “separan del mundo” y se “unen” a la iglesia (11:24) para testimonio a la verdad. En principio hay una separación visible y una unión indisoluble y comprometida. Los convertidos no quedan “en el aire”, sino que deben comprometerse con la comunidad y lo hacen con gozo. Aprenden a vivir en el mundo la vida de separados (Jn. 17:15–16), pero no son ovejas errantes. Son miembros los unos de los otros (Ro. 12:5), componentes del cuerpo de Cristo. Hay quienes dicen ser ovejas solitarias, y eso mismo nos hace pensar en dos cosas: no son ovejas, o son rebeldes porque la Escritura no concibe ovejas sin redil.

c.

Constante en su experiencia: “todos los días” Viven un progreso repetido, gradual y constante que no depende de un solo factor, sino de la manera de vivir. Hay una suma de cosas. Muestran amor, comunión, adoración e interés mutuo que forman la experiencia de todos los días, y Dios ayuda para que su nombre se extienda (6:7). Viven el evangelio (v. 46) y se transforman en evangelistas. La iglesia observaba diariamente el incremento en su número de miembros (16:5; 17:11–12) (comp. 5:42).

d.

[p 105] Redentora en sus efectos: “habían de ser salvos” No reciben únicamente a “personas”, sino a personas determinadas a quienes el Señor ya ha salvado. La salvación es una experiencia interior producida por el Espíritu, y no está relacionada con una apariencia de religión sino con un cambio en el estado espiritual. El cristianismo ritual al que nos acostumbramos posteriormente no conoce de los riesgos que estos hermanos asumían. En la actualidad vemos “modos de creer” y formas de manifestar esa creencia que no concuerda con el crecimiento que ese cristianismo vive (4:12; 1 Ts. 2:16).

54

LA VIDA ESPIRITUAL DE LA IGLESIA 1.

Basada en una nueva doctrina: “la doctrina de los apóstoles”

a.

Mostrando el cumplimiento del AT

b.

Centrada en la obra de Cristo y los propósitos del reino de Dios

c.

Nutriendo el testimonio nuevo de los santos

2.

Inspirada en un nuevo estilo de vida: “comunión … partimiento del pan … oraciones”

a.

Arrepentimiento y fe en Cristo

b.

Gozosa expresión por el poder del Espíritu Santo

c.

Práctica de la comunión completa: adoración, oración y vida comunitaria

3.

Alimentada por manifestaciones de la presencia de Dios: “Dios añadía cada día …”

a.

Alegría y sencillez de corazón

– testimonio

b.

Favor, con todo el pueblo

– atracción

c.

Atención a la comunidad

– servicio

55 [p 106]

CAPÍTULO 6 EL SURGIMIENTO DE LA OPOSICIÓN (3:1–4:31) Acabamos de estudiar a la primera comunidad cristiana desde el punto de vista de Dios. Es la iglesia que Dios quiere para sí, y a la cual le suministra todo el poder que necesita. Lucas describe a un cuerpo sano, sin las interferencias del enemigo. Tenemos dos capítulos gloriosos sobre el reino de Dios y sus primeras actividades. En lo que sigue veremos otras facetas con una mayor incidencia del mal y la actividad del reino de las tinieblas para dañar el patrimonio de Dios.

A. El origen del primer incidente (3:1–10) 1Pedro

y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la [p 107] puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. Aunque en los evangelios pocas veces podemos ver a Pedro y Juan juntos, cuando lo hacen generalmente es para mostrar o dar testimonio de algo. La tradición ha tratado de hacer a Juan menor, pero es probable que tuvieran aproximadamente la misma edad. Lo importante, no obstante, no está en la edad sino en la capacidad de unir dos caracteres tan distintos y dos vidas dispares para hacer algo similar para el Señor. Supieron trabajar juntos como pescadores (Lc. 5:10), oyeron el mismo llamado y recibieron el mismo bautismo (Jn. 1:41). Los dos prepararon la pascua (Lc. 22:8). Juan llevó a Pedro al palacio del sumo sacerdote (Jn. 18:16) y presenció las negociaciones. Pedro negó al Señor y se distanció, pero la amistad no se enfrió porque con Juan fueron al sepulcro en la mañana de la resurrección (Jn. 20:6). Después de la resurrección creció aún más el afecto entre los dos, después que Pedro ajusta sus relaciones con el Señor Jesús. Fue Pedro quien preguntó “Señor ¿y qué de éste?” (Jn. 21:21), señalando a Juan, pensando que una decisión de Cristo los separaría del ministerio. Ahora están definitivamente unidos, porque las rivalidades de la inmadurez pasaron al olvido (Mt. 20:20; Mr. 10:35). Juntos van a Samaria (8:14) y también respaldan la labor de Pablo y Bernabé entre los gentiles (Gá. 2:9).

a.

La visita al templo Los dos apóstoles están a punto de entrar al templo a las tres de la tarde, la hora del sacrificio. La tradición hebrea había establecido la hora tercia (9 de la mañana), la hora sexta (12 del mediodía) y la hora novena (3 de la tarde) para la oración privada. Daniel tenía esa misma costumbre (Dn. 6:10, 13) y también otros siervos de Dios (Sal. 55:17), aunque las frecuencias variaban (Sal. 119:164). Prácticas similares parecen haber prevalecido hasta principios del siglo II, aunque las circunstancias cambiaron a causa de la posterior desaparición del templo en el año 70 DC, y también por la extensión del evangelio en territorio gentil. Además, la enseñanza de la Biblia es orar en todo lugar (10:4; 12:5; 16:13; Ro. 12:12; Col. 4:2) y en todo tiempo, que es una [p 108] manera de dejar el judaísmo atrás y para siempre. Al margen de esta enseñanza nos conviene observar la lección para nosotros: (1) “subían juntos”—unidad de propósito; (2) “a la hora de la oración”—prolijidad en el horario fijado.

b.

La presencia del paralítico No sabemos si este era el único paralítico; pensamos que no. Seguramente había otros, pero a Lucas le interesa destacar este caso porque tiene presente por lo menos dos cosas: (1) ilustrarle a Teófilo cómo eran los

56 milagros que Jesús realizaba después “que fue recibido arriba” (1:2); (2) mostrar cómo la oposición no podría destruir la comunidad de los santos. Aunque hemos de estudiar el caso como algo real y práctico, no podemos dejar de decir que este hombre es una figura de la triste situación de la humanidad: espiritualmente paralítica, cerca de la religión pero lejos de Dios. Una humanidad en busca de favores de los hombres que no pueden dar las soluciones de fondo porque no tienen poder para enfrentar la situación. Aunque en 2:43 vimos que “muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles”, este caso es el primero que disponemos al detalle. Por esta causa es importante dedicarle atención. Miremos en primer lugar al paralítico, desahuciado por la sociedad, con más de cuarenta años de dolor en todos los sentidos: físico, moral, espiritual, etc. Era pobre y dependiente de la sociedad aun para el escaso movimiento que podía realizar.

En segundo lugar, y lo que a nuestro juicio es lo más importante, está la actitud de Pedro y Juan como representantes de un cristianismo activo. Si bien lo que piensan encarar es un desafío, se interesan por el prójimo, muestran interés por hacer el bien, y lo concretan. Ambos “pusieron en él los ojos”, buscando penetrar en el secreto de lo que pasaba en el interior de esta persona. Actuaron de un modo muy particular: (1) “Míranos”, es decir, pon en nosotros tu atención. No somos igual que los demás, porque representamos al Dios viviente. (2) “Él estuvo atento”, es decir, logran que preste atención. Están seguros de que tienen algo para él, pero el hombre ignora qué es. Los apóstoles quieren que deje todo para descubrir en detalle todo lo que sucederá y posteriormente esté en condiciones [p 109] de saber a quién atribuir lo acontecido. (3) Le hablan y se identifican con él. Pedro le dice: “no tengo plata ni oro, etc.”, frase con la que el apóstol se hizo famoso hasta hoy. Parte de esa fama surge de que siendo los apóstoles depositarios de las donaciones de la iglesia, no disponían de dinero para sí; y parte podría ser porque la iglesia que reclama ser sucesora de los apóstoles hoy tiene una fortuna incalculable. La cláusula central de su dicho es: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (v. 6), que como veremos es el epicentro del terremoto producido en los religiosos del sanedrín. (4) Transforman al cojo en un testigo, tomándole de la mano para ayudarle a concretar públicamente lo que acaba de oír. Antes de analizar el método de la sanidad, es bueno que notemos cómo estos hombres vincularon la vida devocional con la vida social. Ven a las personas en su necesidad y no se limitan únicamente a la “oración de las tres de la tarde”. La lección es de actualidad. Tenemos la tendencia a desligar lo espiritual de lo social, y para algunos hermanos nada tiene en común una cosa con la otra. Pero no es así porque en un sentido somos luz, pero en otro sal metidos en la sociedad.

c.

El “nombre de Jesucristo de Nazaret” El paralítico instalado en la puerta la Hermosa, que algunos identifican como la de Nicanor de tiempos posteriores, era la entrada principal oriental a los recintos del templo, desde el patio de los gentiles. Era bonita y elegante. Por las constantes visitas que los creyentes hacían al templo, se conocen las experiencias de la nueva comunidad. Pero ahora se produce un verdadero incendio, al resonar “el nombre de Jesucristo de Nazaret” para dar sanidad a uno de los más antiguos paralíticos. Para Pedro, hacer uso de su don de sanidad es normal. Tiene una potencia que Jesucristo le otorgó y que puede dar simplemente impartiendo órdenes. Le dijo: “lo que tengo te doy”. Opera en el mismo nombre que había exaltado en Pentecostés y por cuya autoridad miles conocieron la verdad y fueron bautizados (2:38). Es la causa que encoleriza a los sacerdotes y produce la primera reacción virulenta contra la iglesia, reacción que estudiaremos más adelante.

d.

[p 110] La reacción de la multitud “Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios” (v. 9). El paralítico—ahora sanado—de inmediato pone en funcionamiento sus nuevas capacidades mostrando a la gente al menos cuatro maneras para activar sus facultades restauradas: (1) “se levantó” y se afirmaron sus pies, cobró fuerzas; (2) inicia su camino de progreso: “anduvo”; (3) se compromete con sus benefactores: “entró con ellos al templo”; (4) agradece a Dios: “saltando y alabando a Dios.”

57 El testimonio es singular; la gente nunca había visto nada semejante y “se llenaron de asombro y espanto”. Esto último, posiblemente al observar que el Jesús despreciado por los hombres y crucificado como blasfemo, era más poderoso que toda la religión y su aparato tradicional que no les había proporcionado nada.

B. Pedro explica el milagro (3:11–16) 11Y

teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, 15y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. Mientras el paralítico sanado se aferraba a los apóstoles—quizás por temor o inseguridad—, la concurrencia se agolpaba más y más para investigar el suceso. El pórtico (que quizás para completar el pensamiento deberíamos decir que consistía de una doble fila de columnas de mármol con techo de cedro) era muy conocido por [p 111] Pedro, especialmente por la asistencia a las fiestas (comp. Jn. 10:23). No podemos desconocer que la memoria de Pedro se incentivó al ver reunida en ese lugar semejante cantidad de gente. Es una multitud preparada para oír la explicación, no tanto de la sanidad, sino de la persona en cuyo nombre Pedro la realizó. La primera parte del discurso tiene tres objetivos principales. (1)

Procura ubicar a sus oyentes. Aunque muchos habían oído que el milagro se había producido en el “nombre de Jesús de Nazaret”, estaban confundidos. Pedro les pregunta a qué se debe el asombro y por qué se muestran confundidos sobre el origen del suceso. El apóstol siente que antes de ofrecer su explicación el auditorio tiene que estar preparado para oír.

(2)

Corrige la suposición generalizada sobre el origen del milagro. Algunos suponen que se trata de un poder mágico nacido como recompensa a la piedad de aquellos hombres de oración. Pero la hipótesis es una deshonra para Dios. Pedro quiere corregirla dejando a la concurrencia aun más desconcertada.

(3)

Se asegura de que el camino para oír la verdad está libre de prejuicios. Si las suposiciones no hubieran sido eliminadas, no hubieran comprendido bien el sentido del verdadero milagro, y la verdad se hubiera mezclado con el error. Pedro obliga a su auditorio a creer una sola versión de lo ocurrido y no dos o más. LA FE EN OPERACIONES

a.

1.

Por la fe los apóstoles viven la vida de oración (3:1)

2.

Por la fe ven la necesidad del paralítico (3:4)

3.

Por la fe Pedro puso en evidencia el valor del cristianismo:



llama al paralítico a confiar: “míranos”



le hace oír el nombre de poder: “Jesús de Nazaret”



recibe lo que necesita: “se le afirmaron los tobillos”

[p 112] Anuncia al verdadero autor del milagro Dios es la fuente de los milagros. La creación visible e invisible es la evidencia. Cuando Pedro menciona al Dios de Abraham, de Isaac y Jacob, además de hacerles recordar las promesas recibidas (Gn. 26:24; 28:13) también les señala que la redención o éxodo de Egipto fue a causa de ellos (Ex. 3:6, 15, 16; 6:3; 32:13), y que la restauración del cautiverio de Babilonia se debía a la misma causa. Dios había demostrado su fidelidad con la nación a pesar de la idolatría en la que habían caído (2 R. 13:23; 1 Cr. 29:18; 2 Cr. 30:6). Tal como solían cantar, “Dios es misericordioso” (Sal. 136). El es quien en cumplimiento

58 a su palabra (Is. 7:14; Mi. 5:2) envió a su Hijo Jesús, cuya encarnación es el más grande de los milagros de todos los tiempos (Gá. 4:4).

b.

Aclara el propósito de Dios La dificultad existente en el pueblo hebreo no radicaba en la fidelidad de Dios o en el cumplimiento de sus promesas, sino en la relación—para ellos extraña—entre él y Jesús de Nazaret. Así que Pedro da un giro a su explicación diciendo que el mismo Dios (7:32) relacionado con Abraham es quien “ha glorificado a su Hijo Jesús” (ver Is. 52:13). Al ser así, lo que el judaísmo trataba de prolongar no tenía razón alguna. Los hebreos sabían que Dios había glorificado a Moisés (Ex. 24:16; 2 Co. 3:7, 8) y había dado por terminada la era patriarcal. Pero no podían (o no querían) comprender cómo la ley también había llegado a la culminación. Sin embargo, al haber glorificado a Jesús (7:55; Lc. 24:26; Jn. 17:22, 24) Dios mismo trajo la dispensación de la ley a su legítima finalización. Al rechazar a Jesucristo habían descartado la profecía más importante dicha por Moisés: “Vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable” (v. 22). La convicción de que Jesús es el Mesías le permite a Pedro abrir la puerta para puntualizar la fatalidad de lo que habían protagonizado en el pasado inmediato. Utiliza cuatro verbos claves y muy duros contra la actitud de ellos. Además, describe al Señor con los títulos mesiánicos que ellos bien conocían.

(i)

[p 113] “Vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato”. Como ya lo había dicho en Pentecostés, Pedro atribuyó al pueblo hebreo en general la culpa por la muerte de Jesús (v. 13). “Negar”, tal como él mismo lo había hecho delante de los sirvientes del sumo sacerdote, es afirmar lo contrario o “rechazar” lo que Cristo había afirmado y probado ser (Mt. 20:19; 26:2; 27:22–23). Lo hicieron por cuenta propia porque Pilato había decidido soltarle.

(ii)

“Vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida” (v. 14). La negación y entrega se ve agravada por la persona a quien rechazaron. El “Santo” es uno de los títulos más venerados en la expectativa mesiánica hebrea (comp. Sal. 16:10; 71:22; Is. 10:20; 47:4; 48:17; Mr. 1:24) que juntamente con el “Justo” vitalizaron las esperanzas de la nación (Lv. 19:36). Ellos conocían las Escrituras de los profetas que hablaban del que había de venir, pero cuando vino prefirieron un homicida y a Jesús lo hicieron ejecutar (4:27, 30; Lc. 23:18, 19).

(iii) “Matasteis al Autor de la vida” (v. 15). En el momento de elegir, no advirtieron la diferencia entre un supresor de la vida y el autor de ella. Por tener una conciencia desviada y sin libertad de análisis, se unieron a la masa de fastidiados con los conflictos planteados por los sacerdotes. No comprendiendo la obstinación religiosa prefirieron dar un corte, sin advertir que cortaban con el Autor de la vida, para escoger su propia muerte, para ellos y sus descendientes (comp. Jn. 1:4; 5:26). Dios revirtió el rechazo y lo utilizó para mostrar su soberanía. Resucitó al Señor Jesús en la manera en que lo hemos estudiado, y constituyó a los apóstoles en testigos (v. 15) (comp. 1:8).

c.

Atribuye el milagro al Señor Jesús El v. 16 es la clave para comprender este y otros milagros. Los apóstoles que vieron la resurrección del Señor Jesús conocen también el efecto del Espíritu. Tienen que creer en lo que poseían y en las palabras del Señor. Necesitan fe para utilizar tanto poder y no atribuirse para sí los resultados. Es por la fe en el nombre de Jesús (comp. Hch. 14:9–10) que este hombre está sano. Pedro se esfuerza en ponerlos a ellos por testigos de todo lo ocurrido tal como lo vieron y oyeron, agregando: “en presencia de todos vosotros”. [p 114] C. El pueblo judío tiene una nueva oportunidad (3:17–21) 17Mas

ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. 18Pero

59 Lo interesante en la predicación de Pedro es el modo en que utiliza las circunstancias inexplicables para los presentes a fin de presentar a Cristo. Así ocurrió en Pentecostés y vuelve a suceder ahora. Una vez que explica el incidente, aleja la atención puesta en el paralítico y en ellos mismos, para insistir en los propósitos de Dios. Pedro comienza su explicación dirigiéndose al auditorio como a sus “hermanos” (de sangre) para evidenciar su identificación con el pueblo hebreo. Trata de mostrarles que Dios retiene la solución. Sigue siendo perdonador (Sal. 103:3; Jer. 31:34) aun del asesinato cometido contra Cristo. No disimula el pecado, pero Cristo pagó el precio de la remisión (Mt. 12:31–32). Pese a estar relacionados con las Escrituras, Pedro les recuerda la ignorancia que tenían de ellas (1 Co. 2:8), por cuya razón perdieron la noción de los propósitos de Dios (Ro. 10:3). La ignorancia como sistema propio de conducta aísla de la realidad porque crea miedos y falsos celos (Hch. 17:23–30) que pueden finalizar destruyendo la verdad en todas sus formas (comp. 1 Ti. 1:13). Pedro no sólo denuncia sino que además barre la ignorancia y les confirma que Dios “ha cumplido” es decir completado su designio. Lucas utiliza especialmente este verbo en cuanto al cumplimiento de la palabra de Dios (ej. Lc. 1:20; 4:24; 21:22, 24; 24:44). En este caso está consumado lo que había anunciado antes (Sal. 22:1–8; Is. 50:6; 53:1–12). Al decirles “sé que por ignorancia lo habéis hecho”, Pedro les recuerda la provisión que había en la ley para expiar los pecados de [p 115] ignorancia que ahora habían sido cargados sobre Cristo (Nm. 15:27). No estaban exentos de culpabilidad, pero tenían abierta la puerta de la salvación. Habiendo probado que se hallaban mal con Dios, Pedro comienza el desafío con sus correspondientes resultados.

a.

Arrepentimiento y perdón El arrepentimiento comienza por “cambiar la mente”, y esto conduce a un cambio de proceder. El poder para el cambio viene de la obra del Espíritu (Jn. 16:9), y la ocasión para hacerlo es una gracia divina. El primer paso en el arrepentimiento es abrir nuestros ojos para ver las cosas tal como Dios nos las muestra (comp. Ez. 22:2; 43:10). El pueblo que acaba de oír a Pedro y sus indicaciones, ahora tiene que obedecer tal como había ocurrido en Pentecostés (2:38). El arrepentimiento es el paso previo a “volverse a Dios”. Para renunciar al error tenían que saber el camino hacia la verdad y Pedro se encarga de hacérselos saber (2 R. 23:25; 2 Cr. 7:14). Dice Nehemías 1:9: “si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, … os recogeré y os traeré al lugar que escogí…” El arrepentimiento no es únicamente llanto por el error, sino convicción para volver a Dios. De modo que prácticamente está unido a la conversión (Os. 12:6; 14:2) como si fuera parte de ella. Pedro les dijo: “arrepentíos y convertíos” como un paso previo a ser perdonados (9:35; 11:21; 14:15). Los pecados son una cuenta que no podemos pagar, y en el caso de ellos agravada por la persistencia contra el Señor Jesús. Es entonces muy adecuada la expresión “borrados vuestros pecados”, en la que “borrar” es exaleipho̅ que significa “obliterar” (Col. 2:14; Ap. 3:5). Es el único pasaje en el cual este verbo está relacionado directamente con los pecados. Subyace detrás la figura de una lista con los requisitos legales que cataloga los pecados y que abruma por su cantidad y magnitud. Borrar es el único verbo que cabe. Tal como lo imploraba David: “… borra mis rebeliones” (Sal. 51:1) (comp. Is. 43:25).

60

[p 116] CONVERSIÓN 1. No es un cambio externo ni una reforma del andar; es volver a Dios (1 Ts. 1:9). 2. No es un cambio de doctrina o de religión; es un retorno a la palabra de Dios (Hch. 2:37–42). 3. No es optar por un camino mejor en circunstancias de apremio; es obedecer el llamado divino (Jer. 3:12, 14, 22; Os. 14:1–4). 4. No es superficial o liviana, sino que es el camino al nuevo nacimiento (Hch. 11:21).

b.

Alivio y refrigerio Es el primer resultado del perdón. La vida espiritual depende de la intervención de Dios y de su suministro constante. Es como una lluvia que alivia el calor y enfría la temperatura (Is. 35:1; 44:3; Ez. 34:26), o como la peña en cuya sombra se pueden pasar las horas de mayor calor del día. Es además tiempo de reposo porque el alma renovada tiene ansias de vivir cerca de Dios y en paz (comp. Is. 25:6). Es tiempo cuando se ponen en claro las culpas y se comienza a vivir la satisfacción. El término anapsyxis utilizado para describir el “refrigerio” se halla únicamente en este lugar en el NT. Un verbo similar hallamos en 2 Timoteo 1:16: “… Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas” (comp. Ex. 8:15).

c.

La venida de Cristo y la restauración Pedro vuelve a utilizar el verbo apostellô para enseñar sobre la segunda venida de Cristo. Los evangelios asientan su doctrina sobre el principio de que Cristo había sido enviado (Jn. 3:17, 34; 6:57; 20:21). Era básico que fuera así, de otro modo no podía ser el Mesías (Jn. 10:36). Al terminar esa labor dijo: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Jn. 17:4). Ahora Dios lo vuelve a enviar. La primera venida fue para dar a conocer el nombre de Dios (Jn. 17:6), la segunda más vale su justicia y juicio. El predicador no les da detalles del programa, solamente lo anuncia. [p 117] La persona: Jesucristo.

(i)

Es el punto clave del programa. ¡Jesucristo otra vez! Repite lo que los dos seres celestiales dijeron: “este mismo Jesús … así vendrá…” (1:11). Aunque su nombre sugiere salvación, simpatía y condescendencia (Mt. 1:21), las condiciones y objetivos cambiaron, y su venida tiene otro cariz (Lc. 20:16–18).

Quien envía: Dios.

(ii)

Nos explicamos así la misión actual del Señor Jesús, que vive siempre para interceder. Pero el propósito no está terminado, es necesario que vuelva. Como en el primer caso esta labor también es operación de Dios (comp. Jn. 16:16–22). (iii)

El momento: Tiempos de refrigerio.

Cristo está siempre presente por medio del Espíritu (Mt. 28:20), pero no siempre en persona como dice el texto porque las mismas palabras sugieren que hay un período de ausencia. “Tiempos” tal como lo vimos anteriormente habla de formas especiales de la acción de Dios. El Señor les había dicho que a ellos no les correspondía saber el funcionamiento de los tiempos o de las “sazones”. Pero ahora Pedro demuestra saber algo más del tema de lo que nosotros creemos que sabía (comp. Mt. 19:28). El sabe que Dios tiene el propósito de “restaurar”, es decir, devolver al universo la fisonomía perdida por el pecado. Pedro encuentra un paralelo interesante con este pasaje cuando habla de los “cielos nuevos y tierra nueva” de los que escribe a los esparcidos (2 P. 3:10–14). En verdad son varias las esferas a restaurar: (1) La naturaleza, que ahora gime en su descomposición. Sabemos que a causa del pecado aparecieron los espinos y los cardos que terminaron con la vista placentera de la primera civilización (Ro. 8:20–22). (2) La sociedad: muchos problemas se nos presentan para aclarar el

61 modo en que Dios hará la sociedad del futuro. Tampoco en este caso ingresaremos en las varias interpretaciones existentes porque no aportan luz al texto que estudiamos. Nos atrevemos a asegurar que, siendo el alma de las personas el elemento esencial de perturbación, Dios anuncia ahora a todos los hombres que se arrepientan (17:30–31). Partiendo de este principio, la nueva comunidad crece obedeciendo los propósitos de Dios para todos los tiempos. [p 118] El término apokatastasis utilizado aquí por única vez en el NT crea en los oyentes una orientación escatológica. Está relacionado con lo que el Señor Jesucristo denominó “la regeneración” (Mt. 19:28) que ocurrirá cuando él mismo vuelva.

D. Jesucristo es el profeta prometido (3:22–26) 22Porque

Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad. Ahora Pedro echa mano al pasaje de Deuteronomio 18 que inicialmente fue pronunciado para prevenir a los israelitas de su tendencia a la idolatría. Moisés quiso advertirles que Dios tenía su método propio para hacerles saber su voluntad, y no les era necesario—ni legítimo—consultar a los ídolos como hacían los demás pueblos. Además, estaba en su propósito completar la revelación por medio de un profeta levantado por su mano y su voluntad. Los judíos estaban confundidos sobre quién era “el profeta” (Jn. 1:21; 6:14; 7:40), pero no los cristianos, como podemos comprobarlo en este caso.

a.

El dicho de Moisés El oficio del profeta es revelar la voluntad de Dios. Moisés proclamó la venida de un profeta excepcional (comp. He. 3:2–7). Una persona que por una parte completaría la revelación, y por otra era la revelación de Dios (Jn. 1:18). Los profetas fueron los instrumentos para unir las declaraciones de Dios, preparando el camino para la llegada de la Palabra (Logos) o Verbo de Dios (Jn. 1:1; He. 1:1) (comp. Jn. 8:26). De modo que entre Moisés y Cristo, todos los profetas fueron en realidad precursores y mensajeros del único [p 119] profeta. Los judíos que se habían acostumbrado a desobedecer a los enviados de Dios (7:52) hicieron lo mismo con Jesucristo, sin advertir que ahora las cosas eran diferentes: “toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo” (v. 23) (comp. Lc. 10:10, 12, 16; Mt. 21:37–38).

b.

La voz de los profetas Samuel es considerado como el primero de los hombres de la línea profética. Fue además quien ungió al primer rey y estableció la soberanía en Israel. Samuel conoció el propósito en el establecimiento del trono en Israel (2 S. 7:12). Pedro resaltó la unidad de la profecía, a pesar de las diferencias en los caracteres, tiempos y trasfondos de las personas involucradas. Les dijo claramente que “cuantos han hablado, también han anunciado estos días” (los días de la venida del Mesías, v. 24) sin detallar a qué personas aludía. El Señor Jesús mismo se había encargado de mostrarles “en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc. 24:27), tema que con seguridad continuó abordando durante los cuarenta días que pasó con ellos después de la resurrección. El apóstol denominó a su auditorio “los hijos de los profetas” (v. 25; comp. 2:39; Ro. 9:4) para destacar sus privilegios y resaltar la responsabilidad que les cabía por haber rechazado al Señor Jesús, ignorando que Dios había cumplido sus promesas.

c.

La bendición de Abraham Además Pedro los relaciona con “el pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra” (v. 25) (Gn. 12:3; 22:18; 26:4). Para los hebreos el

62 pacto era sagrado y consistía en cortar por el medio uno o varios animales escogidos. En el momento establecido los pactantes pasaban por entre las partes divididas (Gn. 15:8–18),1 dejando establecido un juramento por sangre que solían ratificar [p 120] comiendo juntos algo de los animales o simplemente untando con sangre alguna parte de la mano. La separación en mitades tenía el objetivo de graficar lo que ocurría y señalar la responsabilidad de los involucrados bajo el lema: “así me hagan si no cumplo lo que pacto”. Israel no cumplió las condiciones del pacto, aunque prometió hacerlo (2 Cr. 29:6) y ya sabemos lo que sucedió. Dios, a pesar de castigarlos, conserva su fidelidad en todos los términos (Dt. 7:9; Is. 49:7) y les reitera su benevolencia.

d.

La presencia de Jesucristo Pedro resume en pocas palabras la bendición a Abraham. Cristo nació entre su pueblo como si fuera uno de ellos (comp. Ro. 15:8; He. 2:14). Lo hizo para concretar el pacto de la redención pero ellos no lo aceptaron. Notemos algunos detalles:

(1)

Dios levantó a su Hijo (comp. v. 22). Lo hizo para que instruya al pueblo en la voluntad de Dios (Is. 61:1), tal como lo llevó a cabo durante tres años y medio (Jn. 7:16, 18, 28). Sus predicciones proféticas tenían todos los ingredientes de los profundos mensajes de los hombres del AT, con el agregado de que él hablaba lo que había oído cerca de Dios (Jn. 8:38). Puso delante de la nación sus credenciales de Mesías (Jn. 5:33–47) pero ellos no las aceptaron.

(2)

Dios lo envió para ser una bendición (comp. 1 P. 3:19). Vino para salvar, redimir y libertar (Ef. 1:7; Tit. 3:5). La nación estaba bajo el yugo romano, que era solamente una figura de la verdadera esclavitud que soportaban (Jn. 8:44). El perdón de los pecados es la bendición esencial (Mt. 9:2) porque abre la puerta a una nueva relación con Dios (Ro. 5:1). Cristo quitó el obstáculo entre Dios y nosotros (Is. 59:2), pero Israel no lo advirtió y siguió viviendo el obstáculo.

(3)

Dios anhela que cada uno se convierta de su maldad (comp. Sal. 132:1–2). Al utilizar nuevamente el verbo “convertir”, Pedro trata de inculcarles qué es lo que Dios espera de ellos. Dios los sigue esperando, de ahí la necesidad de la conversión (Ex. 18:20). Tenían que sentir la culpa para volverse a él (Lc. 13:3). [p 121] INTERPRETACIÓN SUGERIDA DE LA ESCATOLOGÍA DE PEDRO Resurrección de Cristo (3:15)

“el cielo recibe a Cristo hasta …”

“que envía a Jesucristo” (3:20)

“tiempos de refrigerio …” (3:19) “vengan de su presencia”

“restauración de todas las cosas” (3:21) SEGÚN DIOS HABLÓ POR BOCA DE SUS SANTOS PROFETAS

E. El concilio encara el contraataque (4:1–4) 1Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y

les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

1 En

este caso por tratarse del pacto de redención que solamente Dios puede hacer, no se menciona a la otra persona (comp. Ex. 2:24; 34:27; Dt. 5:2).

63 Como la conversación y aconsejamiento de Pedro—que Lucas denomina hablar al pueblo—gira en torno a la resurrección de Cristo, es lógico que los saduceos2 que no creían en este milagro (23:8), fueran los iniciadores de la persecución (5:17). Pertenecían a una clase social de categoría y por tener aspiraciones políticas mantenían buenas relaciones con los romanos. Aunque no resulta claro cuál fue el origen de la secta saducea, los historiadores se inclinan por la versión de que el grupo floreció en un movimiento fundado por un sacerdote llamado Sadoc del cual [p 122] leemos en el libro de Ezequiel (44:15; 48:11). Los saduceos decían representar el punto verdadero de la religión. Se unieron a los “sacerdotes” que oficiaban en el momento y buscaron al “jefe de la guardia” del templo para completar un juzgado unido. Los sacerdotes, para objetar la distorsión del oficio religioso; la guardia, para probar “desorden”; los saduceos por “la doctrina o enseñanza impartida” (comp. Lc. 22:52).3

a.

La enseñanza de los apóstoles Si hacemos un breve repaso de este y otros discursos de Pedro, veremos que se polarizaban alrededor del cumplimiento de las Escrituras especialmente con la muerte y resurrección de Cristo. En este caso, Pedro educa al pueblo a mirar la realidad de lo que Dios está haciendo. Los instruye a reaccionar para bien de sus almas. El método también compartido por Juan consiste en “hablar.” Lo hacen utilizando dos canales. Primero, “enseñan” que no se detengan en la tradición. Segundo, “anuncian”4 es decir insisten con vehemencia en que la resurrección de Cristo es una prueba de la existencia de la resurrección (23:6–8; 24:15; 26:6–8; 1 Co. 15:12–17).

b.

La reacción de los religiosos Una de las últimas invitaciones que Pedro había recibido era: “Sígueme” (Jn. 21:19). No lo había hecho antes pero ahora está preparado para seguir el camino del Maestro, sobre todo frente a la presión que hacen los religiosos para detener el avance del nombre de Jesucristo (comp. 1 P. 3:17; 4:16). El diablo tiene muy buenos soldados dentro de la religión. Son personas resentidas que, incentivadas por el rencor, hacen cualquier cosa. El término resentido, traducido “enojo” [p 123] en otras versiones, significa “estar profundamente contrariado (16:18) o dolorido”. Los religiosos retenían la autoridad para detener (Mr. 14:43) y arrestar por delitos contra la ley judía pero no podían aplicar la pena de muerte.5

c.

Los resultados: cinco mil almas más Cristo fue glorificado, los dirigentes confundidos, y muchas almas salvadas. “Muchos de los que habían oído la palabra, creyeron”. Se dieron cuenta de que Pedro hablaba con poder la Palabra de Dios, y la indignación de los religiosos no tenía base.

F. Pedro y Juan ante el Sanedrín (4:5–12) 5Aconteció

al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; 7y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? 8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12Y en ningún otros hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

2 Secta

de los judíos: ver introducción. jefe de la guardia era un cargo que Lucas menciona en plural (Lc. 22:4) y que también aparece en el AT (Jer. 20:1). Estaba a cargo de los levitas, especialmente de los que mantenían la vigilancia nocturna del templo. Quizás el Sal. 134:1–2 dé una idea de sus funciones. 4 Notar el uso de los distintos verbos: hablar (gr. laleô), enseñar (gr. didaskô, de donde proviene “didáctico”), anunciar (gr. katangell, de angell, anunciar un mensaje). 5 Lo sucedido con Esteban y Jacobo (7:59; 12:1) es un abuso de autoridad porque no poseían la autorización del procónsul. Los romanos cuidaban la seguridad personal de sus ciudadanos, pero no ponían la misma atención por los demás. 3 El

64 De todas las instituciones antiguas, pocas despiertan más interés que el sanedrín. Según la tradición tuvo su origen en los días de Moisés (Ex. 18:24–26; Nm. 11:16–24) y continuó durante el tiempo [p 124] de los reyes (Jer. 26:8; Ez. 8:11). Leemos del funcionamiento de este foro religioso en los Evangelios, y se lo denomina concilio (ej. Mt. 5:22; 26:59). Había dos clases de concilios. El superior o supremo compuesto por setenta miembros y un presidente; y el menor o pequeño, compuesto por veintitrés miembros nombrados por el anterior. Por razones religiosas, por mucho tiempo tuvo capacidad de mantener leyes severas (Dt. 17:12–13), pero durante el Imperio Romano la sentencia de muerte tenía que ser ratificada por el procurador. En el caso del incidente que estudiamos, se reunió el tribunal supremo presidido por el sumo sacerdote. El origen de los otros miembros mencionados es incierto. Aunque según Josefo, Alejandro era hermano del historiador Filón (Ant. XVIII, VIII:1) y Juan era un rabino de la escuela de pensamiento de Hillel que posteriormente llegó a ser presidente del concilio. Aunque los apóstoles estaban presos, la reunión de todas esas figuras con posibles asesores técnicos nos muestra la profundidad del peligro que avizoraban y el miedo que tenían. Veían venir una gran tormenta y no sabían cómo manejar el tema por la presión popular y la capacidad espiritual de los hombres de Dios.

a.

La pregunta obligada: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” El sanedrín se reunía en semicírculo, de modo que los pusieron “en medio”. Seguramente todos miraban a los apóstoles buscando asustarlos, porque siendo la autoridad religiosa máxima en Israel, no habían sido consultados. La palabra “potestad” es aquí dynamis, traducida en otras partes como poder, y el “nombre” es el equivalente a autoridad. Demandaban ser informados sobre el origen del poder y de la autoridad para ponerlo en acción. Aunque saben cómo ha ocurrido el milagro, en lugar de admitirlo buscan hallar algo “válido” para declararlo un fraude (comp. Mt. 12:24, 31, 32).

b.

La respuesta de poder: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret”. Lucas señala que Pedro recibió una unción fresca del Espíritu para llenarlo de poder e inspiración (4:8; comp. 13:9). Aunque [p 125] el Espíritu permanece en el cristiano desde su conversión (Ef. 1:13; Ro. 8:9– 11), en ciertos momentos especiales de decisión o prueba Dios provee el suministro necesario para esa circunstancia (Gá. 3:5; Fil. 1:19). Así ocurrió en el caso que estudiamos. La desazón de los gobernantes se acrecienta al recibir una respuesta que podríamos considerar así:

(1)

La actividad del Señor Jesucristo. Aunque había muerto por el anticipado consejo de Dios como ya lo hemos estudiado, los instrumentos del rechazo fueron los responsables de la ejecución (2:36). Observemos que es la tercera vez que Pedro repite la frase “vosotros crucificasteis” (2:23–24; 3:15). Ellos habían sido los canales para que Dios mostrase su voluntad, su gracia y su poder al resucitarlo de los muertos. Por ese hecho tan trascendente el “nombre” de Jesús pasó a estar sobre toda autoridad (4:7, 10, 12, 17, 18, 30; 5:28, 40, 41; 8:12; 9:27, 29) con legítimas credenciales que nadie puede discutir, y es el nombre ante quien toda rodilla se habrá de doblar (Fil. 2:7–9).

(2)

La posición del Señor Jesucristo. Pedro cita a continuación un texto clave del Salmo 118 ya referido con anterioridad por el mismo Señor Jesús (Mr. 12:10). Lo hace para certificar que lo sucedido está de acuerdo a la Escritura (Mt. 21:42; 1 P. 2:4–8). La “piedra angular” colocada en la cúspide del edificio que sirve para unirlo, es una expresión proverbial en la Escritura que tiene probablemente varias aplicaciones. Por haber sido cuidadosamente elegido para dar forma al propósito de Dios (comp. Zac. 4:7) formaba el edificio pero no era una piedra más de él, porque venía de Dios. Los judíos lo habían desechado (comp. 1 S. 8:7) porque no compaginaba la “construcción” que ellos levantaban. Para ellos Jesús es un apóstata que va en contra de los intereses del pueblo, pero para Dios es el Mesías.

(3)

La singularidad de Jesucristo. Pedro ingresa en el tema central. Con el paralítico sanado delante y sin ninguna acusación del concilio, comienza a explicar por qué Jesucristo es una figura excepcional. Unos tres meses atrás en ese mismo lugar y prácticamente delante de las mismas personas Pedro había protagonizado su negación. Había dicho que no conocía al Señor, jurando delante del pontífice estar desvinculado de él. Pero ahora Dios le permite [p 126] borrar esa triste imagen del pasado. Comienza la predicación y los miem-

65 bros del sanedrín (incluidos los teólogos) están espantados escuchando uno de los discursos más penetrantes del NT.

c.

La fuente de la salvación completa Si lo que dijo nos sorprende a nosotros, podemos imaginar las caras de los religiosos y el silencio de la escena cuando Pedro comienza a:

(1)

Destruir la objeción. Los judíos habían obrado con odio. El estado de ánimo no les permite pensar en lo ocurrido, pero Pedro los desafía, enjuiciándolos por haber crucificado a la persona aprobada por Dios. La resurrección es una prueba que no admite más discusión.

(2)

Explicar la verdad. Podemos decir que somos salvos por alguien conocido y viviente. Es una persona que los hebreos del AT conocían por figuras o metáforas. Leemos de la “simiente de la mujer”, de Silo, de la raíz de Isaí, de Renuevo y decenas de nombres, pero ahora sabemos que es Jesús. En consecuencia, “en ningún otro hay salvación” (v. 12; Ro. 10:13; 1 Jn. 2:2). Es una salvación profetizada (Is. 45:22), única y completa (Is. 1:18; 55:1). Solamente en Cristo Dios encontró satisfacción.

(3)

Reiterar definitivamente el principio salvador. El término griego stria (salvación)—que los judíos aplicaban principalmente a las condiciones de vida, salud física o persecución de los enemigos, pensando en la calidad de vida como nación—cobró una nueva dimensión. Pedro les muestra que el mayor peligro está en tener una mala relación con Dios. Lo que simboliza el día de la expiación, ya estaba consumado. Ellos conocían la ceremonia, pero Pedro había experimentado la explicación en él mismo. Conocían los sacrificios y la calidad de los animales para el holocausto, pero él había visto al Cordero de Dios y sabía qué otras dimensiones Dios tenía previstas para la salvación. El énfasis profético sobre la transformación interior demostraba la necesidad de cambio (Lc. 4:18; 7:50; 9:56), que ahora era posible en Cristo (Is. 65:17; Jer. 31:33, 34). El sanedrín sabe todo esto pero no quieren a Jesucristo y lo rechaza de corazón, [p 127] pero la afirmación quedó como una lápida sobre los corazones: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (v. 12).

G. La reacción del Concilio (4:13–18) 13Entonces

viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra. 15Entonces les ordenaron que saliesen del concilio; y conferenciaban entre sí, 16diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. El relato de Lucas es suficientemente claro como para que podamos ver en los religiosos una mezcla de sorpresa con impotencia e incapacidad de reacción. Es como si estos dos hombres los hubieran encerrado en la jaula que habían preparado ellos mismos para atrapar a los siervos de Dios. No tuvieron palabra alguna en contra de la apología y aceptaron los gravísimos cargos formulados, con tal de no producir más efervescencia. En cambio, reconocieron en los apóstoles ciertas características que por su importancia pasamos a estudiar:

a.

La valentía divina La persecución puede intimidar a los inseguros, pero ennoblece a los espirituales. Pedro y Juan demostraron algo más que capacidad humana para la defensa. En los días de la oposición, hay una diferencia sustancial entre el cristiano y el incrédulo. La valentía del cristiano nace de su comunión con Dios; el incrédulo confía en las armas. Denuedo significa sin nudo, traducida del griego parrhe̅sia, libertad o franqueza para hablar (2 Co. 7:4; 1 Ti. 3:13); libertad que en el caso de ellos nace en la plenitud del Espíritu. Demuestran su denuedo con tres actitudes: (1) La manera respetuosa de asumir [p 128] la defensa. Hablan con aplomo y valentía acerca del

66 Señor Jesús. (2) El modo preciso de los cargos. Les muestran su ignorancia en temas claves, pero no descienden al lenguaje de agravio personal. Sin embargo, destacaron el pecado de haber rechazado al Ungido. (3) Al decir: “en ningún otro hay salvación …” barren con las religiones incluida la judía.

b.

La sabiduría espiritual Los enemigos percibieron (10:33–34; 25:25) algo excepcional en dos hombres sin escuela rabínica (Jn. 7:15). Los apóstoles actúan tal como el Señor Jesús les había enseñado (Mt. 10:20) y el Espíritu proveyó para la emergencia. A nosotros nos incumbe acumular conocimiento, y el Señor ordena cómo y cuándo utilizarlo. También podemos advertir cómo opera el Espíritu pues pudieron producir una afirmación sobre el poder de Cristo. La pregunta fue “en qué nombre o autoridad” y la respuesta, “en el nombre de Jesucristo de Nazaret”. Además les informaron dónde se hallaba la salvación y cómo se había manifestado. Ellos estaban facultados para hacer una declaración sobre la ilimitada soberanía del Señor: “no hay otro nombre bajo el cielo …”

c.

La influencia santa El término “reconocer” significa mucho más que simplemente darse cuenta, más vale es advertir en profundidad. Jesucristo había hecho en ellos una labor singular y transformadora; podían hablar en su nombre porque realmente eran cristianos. La pregunta “¿qué haremos con estos hombres?” era un serio dilema. ¿Cómo disminuir su influencia? La “señal manifiesta” y “notoria” (10:38) es ya imposible de anular (Jn. 7:10).

H. La primera respuesta de los apóstoles (4:19–22) 19Mas

Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; 20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, 22ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de sanidad, tenía más de cuarenta años. a.

[p 129] La conducta que observaban era coherente El principio a seguir no era qué cosas debían evitar, sino cuál era la senda que inteligentemente deben seguir. Lo que hacen bien puede soportar el juicio humano. “Juzgad si es justo” (comp. Pr. 28:1), es el desafío. Es decir, “pongamos las conductas en la balanza; nosotros sabemos que obedecemos a Dios, pero ustedes no nos dicen a quién obedecen”. Lo que les solicitan va contra la conciencia de los apóstoles (comp. Mt. 23:28; Lc. 12:1).

b.

Tenían presente al Juez supremo El sanedrín era una cosa, pero “delante de Dios” era otra. El desafío no es qué dice el pueblo, o cuál es el criterio del tribunal, sino si es correcto delante de Dios que es el Juez justo (2 Co. 12:19; Gá. 1:4; Ef. 1:4). Es a causa de esta ubicación que los siervos de Dios arriesgan todo, y mucho más sabiendo que ese tribunal con testigos falsos condenó a Cristo.

c.

Se inclinaron por la obediencia a Dios Los apóstoles querían oír y obedecer las indicaciones de Dios. Tenían bien en claro los costos del nuevo estilo de vida al cual habían sido introducidos por el Espíritu. Tenían un solo mandato y un solo juez. Eran testigos y no podían dejar de “decir lo que habían visto y oído”. Sin hallar falta en ellos, y sobre todo temiendo al pueblo, pensaron que las amenazas serían suficientes y los soltaron.

I. La iglesia pone el tema delante de Dios (4:23–31) 23Y

puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; 25que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? 26Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo. 27Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y

67

el pueblo de Israel, 28para hacer cuanto tu mano y tu consejo [p 130] habían antes determinado que sucediera. 29Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. 31Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. LECCIONES SOBRE LA COMUNIÓN 1.

Es atractiva: Puestos en libertad vinieron a “los suyos”

2.

Es espiritual: “Alzaron unánimes la voz a Dios” Reconocen: a.

a.

Su autoridad

“Soberano Señor”

b.

Su poder

“Hiciste el cielo y la tierra”

c.

Su revelación

“Por boca de David tu siervo dijiste …”

d.

Su predestinación

“Tu consejo había antes determinado …”

3.

Es dependiente: “Mira … concede … extiende”

4.

Es revitalizante: “Todos fueron llenos del Espíritu …” a.

Hablaban con denuedo

b.

Eran de un corazón (v. 32)

c.

Ninguno decía ser propio lo que tenía

d.

Gran poder para el testimonio

La actitud de los apóstoles Al salir los apóstoles “vinieron a los suyos” (comp. 24:23) en busca de abrigo, consolación y consejo (comp. 1:15; 4:41–42). Lucas vuelve a mostrar el valor de la koino̅nia para la extensión del evangelio. Toda la iglesia está involucrada en la labor de ser testigos, no solamente sus líderes. Además, el relato que Pedro y Juan producen no está centrado en el milagro, ni en el regocijo del [p 131] pueblo o la respuesta de las circunstancias. Aunque seguramente refirieron todo esto a la iglesia, el tema central es: “lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho” (v. 23). No se gozan tanto en las victorias como para perder de vista los peligros. Hay un sano equilibrio que les ayuda a buscar el rostro del Señor.

b.

La oración de la iglesia El informe unánimemente recibido tuvo también una respuesta unánime. La oración no es el origen de un movimiento sino el resultado. La oración comienza con la observación de nuestra limitación y mira a la inextinguible riqueza de Dios (Is. 40:26).

(1)

Adoración. Lo que leemos en el v. 24 es otro milagro. La multitud levantó unánime la voz a Dios. No es un vocerío donde todos oran juntos y cada uno tiene su versión propia, en cuyo caso la unanimidad se restringe únicamente a que todos hablan al mismo tiempo y no a la oración. La iglesia ahora está unánime en el sentir. Es un concierto de corazones y no de voces (notar la diferencia en 19:32).

68 Lo primero que pronuncian es: “Soberano Señor”,6 que es la manera en que el esclavo reconocía la autoridad de su señor y dueño. Estos hermanos, conociendo algo de la eternidad de Dios, querían honrarle en su corazón poniéndolo en un sitio más alto que las amenazas del sanedrín. Saben que la iglesia no es una comunidad dependiente de la religión sino del Señor. Cabe notar que el término que aparece pocas veces en el NT no sólo se lo emplea para Dios como en este caso (Lc. 2:39; Ap. 6:10), sino también para el Señor Jesús (2 Ti. 2:21; 2 P. 1:2; Jud. 4). Nosotros no podemos utilizar con la misma libertad la palabra “déspota” porque la mente humana la ha pervertido y transformado en una expresión de arbitrariedad y venganza anidada en corazones resentidos por el pecado. (2)

[p 132] Poder. Antes de iniciar la petición comienzan la oración con un repaso sobre la actividad que los ayuda a confirmar la soberanía divina. En primer lugar, creen en su poder creador. La oración es la manifestación visible que más rápidamente nos permite captar la grandeza infinita de Dios. No vemos toda la creación, pero lo que vemos nos ayuda a entender lo pequeños que somos frente a su inmensidad (Ro. 1:19–20). Si así es lo creado, ¿cómo será el Creador? Por la creación aun los paganos pueden ver la grandeza de Dios (14:15; 17:24). Pueden contemplar el sol y las estrellas y percibir algo acerca del formador de los mundos y creador del hombre. Nos parece fácil hablar del Creador así por separado, pero es difícil hacerlo en el contexto de la ley tal como lo enseñó Moisés (Ex. 20:11) (comp. Neh. 9:6). ¿Por qué? Porque aprendemos lo profundo de la Majestad, cuando la enfrentamos con nuestra pequeñez. Por otra parte, la iglesia en Jerusalén tiene el mismo sentir que vemos en el NT (Sal. 146:6). Comprende que la autoridad de Dios no puede ser controlada por la religión y que el concilio está equivocado en sus restricciones. En segundo lugar, creen que es revelador porque habló por boca de David (Sal. 2:1–2) mostrando la convulsión de naciones en contra del Ungido, cosa que ocurrió en parte en aquellos días y en parte aún es futura (Ap. 19:15). En tercer lugar, creen que la historia está en sus propósitos (Is. 46:10). El es el Señor de todo lo que sucede (Is. 43:12; 45:21), y cada acontecimiento tiene su razón aunque nosotros la desconozcamos. Aquellos hermanos comprendían que lo que Herodes Antipas había protagonizado (Lc. 23:7–10) junto a Pilato, era parte de lo que Dios había determinado de antemano (comp. 2:23; 3:18). El convencimiento de que los hombres actuaban de acuerdo al propósito de Dios, infunde tal confianza en ellos que lo que se disponen a pedir es ayuda para no ser obstáculo en el cumplimiento de esos planes.

(3)

Petición. En primer lugar, “mira sus amenazas” (vv. 17, 21, 23); no que los juzgue sino que los tenga en cuenta. No muestran ni ansiedad ni temor. No imprimen vehemencia sino cuidadosa compasión, y tienen cuidado de separar “las amenazas” [p 133] de las personas, aunque en la práctica vayan juntas. No ruegan por ellos sino por la causa de Dios. En segundo lugar, “concede a tus siervos …” El valor, la intrepidez o la osadía para testificar son provisión de Dios. Nosotros ponemos nuestro mejor saber y entender a disposición de Dios, y él da lo que nosotros no poseemos: “hablar con denuedo” (comp. 4:13; 13:46; 14:3; 19:8). Habían utilizado lo que Dios les había dado, en consecuencia podían solicitar más. Si no hubieran utilizado lo recibido, ¿para qué solicitar más? La iglesia pide para los “siervos”,7 probablemente los apóstoles. En tercer lugar, “mientras extiendes tu mano que se hagan sanidades”. La mano es un emblema de poder, y el evangelio es “la mano” o el poder de Dios para salvar, para crear, para proveer. Las maravillas, los prodigios y sanidades que en el AT servían para solemnizar la atención de los presentes, tienen ahora además la función de corroborar el origen y la veracidad del evangelio como mensaje sobrenatural del cristianismo. Conviene que notemos la cantidad de nombres aplicados al Señor Jesús, y el modo en que cada uno marca su relación con Dios, con su obra, y con las personas.

c.

La respuesta de Dios

6 Gr. 7 Gr.

despots. doulos.

69 “Cuando hubieron orado el lugar … tembló” como si hubiese sido un terremoto, señal de la respuesta inmediata de Dios (2:2; Ex. 19:18; Is. 6:4). La oración había sido genuina, unida, creyente, sincera y específica. En consecuencia, cuenta con la asistencia de Dios. A la señal visible, se le suma la invisible. Reciben una provisión fresca del Espíritu Santo. Ya tenían el Espíritu, pero reciben una provisión extra. Ahora bien, las cosas no quedaron simplemente en experiencias intramuros ni solamente en los doce, sino que todos hablaron la palabra con denuedo. No sólo la plenitud del Espíritu sino además la plenitud de los miembros y la plenitud del mensaje (v. 32). [p 134] CONFIRMACIÓN DE LA COMUNIÓN 1. La unidad interior: “La multitud … era de un corazón y un alma …” 2. Las evidencias externas: “Ninguno decía ser suyo propio nada …” – Muestra que la hermandad es en Cristo (Ro. 12:10; He. 13:1; 1 P. 2:17). – Muestra que la responsabilidad hacia el prójimo nace en la iglesia (Ro. 13:8; 14:19; 1 Co. 16:20). – Muestra que la extensión es una consecuencia de la comunión. 3. Las causas visibles: “Con gran poder los apóstoles daban testimonio …” –

Ministros fieles al compromiso (2:14; 3:12; 4:3–8; 13:49).



Creyentes entusiasmados con el evangelio (v. 31).



Sujeción a la providencia de Dios (v. 28).



Animados en la oración (vv. 24–30).



Suministro fresco del Espíritu (v. 31) (comp. 2:4).

4. Los resultados permanentes: “No había ningún necesitado” –

Testimonio animado



Convicción de prioridades



Alarma del enemigo

70 [p 135]

CAPÍTULO 7 EL DIABLO PONE EN FUNCIONAMIENTO OTRAS ESTRATEGIAS (4:32–6:7) 32Y

la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. 33Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. 34Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, 35y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. 36Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, 37como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles Notemos que después de finalizada la oración y vistos los primeros efectos también se verifican otras formas de la bendición de Dios: (1) Nuevos convertidos: El sanedrín prohibió que dos hombres predicaran, pero ahora Dios prepara miles. Como consecuencia Lucas habla de “la multitud de los que habían creído” (2:6; 4:32; 5:14, 16; 6:2, 5). Ya hemos destacado que el plan de la salvación se vigoriza cuando todos testifican; así llegamos a la “multitud”. El término griego (plee̅ thos) tiene varias acepciones teniendo en cuenta la raíz ple̅ que significa terminar, completar, llenar, etc. No nos [p 136] equivocamos si decimos que la multitud es “lo que llena o completa”. En un sentido puede llenar lugares, pero en otro completa la propuesta de Dios. (2) Más personas unidas: También de este modo se completa. La iglesia no es un círculo social donde las cosas unen: comida, deporte, pobreza, riqueza, vicios o trabajo, etc. La iglesia es una comunidad diversa unida por el Espíritu Santo, con la característica singular de “un corazón y un alma”—una misma manera de experimentar a Dios y un mismo deseo de vivirlo. (3) Profundas evidencias de la comunión: “Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía …” (v. 32). Esta manifestación de la comunión es la evidencia más acabada de que la obra de Dios se continuaba profundizando (Fil. 2:1). (4) Renovado poder apostólico: “Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección”. Ya vemos el resultado de la oración (v. 29). También vemos que Dios desaprueba la posición de los religiosos y el evangelio recibe un impulso extraordinario. Para concluir, diremos que es instructivo ver estos dos cuadros de la misma iglesia (2:42–47 y 4:32–37) porque son el resultado de la oración unida y del compromiso individual en un contexto de sujeción a Dios por medio de sus apóstoles. Se da cumplimiento al principio que donde hay autoridad (no autoritarismo) que nace de Dios, también hay comunión no de palabra sino de calidad. Si estas dos condiciones están dadas, también está aprobado el testimonio y los resultados. La iglesia nació con autoridad, comunión y misión, y no podremos invertir esta secuencia de atrás para adelante. “Y abundante gracia era sobre todos ellos”; en un sentido era la provisión de Dios para relacionarlos con el mundo (18:27; 20:24) y en otros momentos para oponerse a los adversarios (12:5; 14:3). Para demostrar la importancia de su enseñanza, Pedro puso dos ejemplos. Uno responde al modelo de Dios (Bernabé), y el otro al de Satanás (Ananías y Safira). Bernabé (hijo de consolación) de quien hablaremos más adelante, se llamaba José. Vendió su heredad—posiblemente un campo—y regaló todo lo producido. La posesión de la iglesia es la provisión de los hermanos.

A. La simulación de Ananías y Safira (5:1–11) 1Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; [p 137] y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. 3Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5Al oir Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron. 7Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendiste en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto. 9Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la

71

hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas. Aunque Ananías significa “a quien Dios le ha dado por gracia” y Safira “hermosa o brillante”, lo que vamos a estudiar no refleja ninguna de las dos cosas. Este matrimonio protagonizó la primera página oscura en la iglesia. Lucas ha narrado con gozo hasta el presente los sucesos de avance, y presentó el ejemplo de Bernabé como “hijo de consolación” como modelo de la unidad del pueblo de Dios. Ahora tiene adelante otro modelo, esta vez preparado por Satanás. ¿Cuál es la razón por la cual Teófilo tiene que conocer estos detalles? La misma por la que debemos saberlos nosotros. (1) Para mostrar la fragilidad humana ante las demandas de Dios; (2) para aprender del llamado de la iglesia a la santidad; (3) para ver cómo actúa el diablo y cuáles son sus estrategias; (4) para profundizar la reacción de Dios a la deshonestidad. [p 138] EL PECADO DE ANANÍAS Y SAFIRA 1.

El engaño

A. Dedicaron una posesión: “vendieron una heredad” (2:45; 4:34) (comp. Lv. 27:28) B. Defraudaron el monto prometido: “sustrajo del precio” de la venta (Jos. 7:11; Mal. 3:8) C. Simularon honestidad e integridad: “trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles” a.

buscan la aprobación humana

b.

gran impresión de filantropía en la iglesia

c.

muchos los pondrían como modelo

d.

quieren acumular favores

2.

La detección inmediata: “Ananías ¿Por qué…?”

A.

El germen del pecado (v. 3; Jn. 13:27; Ef. 4:27)

B.

Es indisculpable (v. 4; Lv. 1:3)

C.

Es una mentira a Dios (Gn. 39:9; Sal. 51:4)

a.

no se puede ocultar

b.

el diablo no se hace responsable

c.

el engaño es inocultable

3.

El castigo ejemplar: “cayó y expiró”

A.

Ananías (comp. 13:11; Nm. 16:32; 2 R. 1:12) “gran temor” (Lv. 10:3; Dt. 13:11) “sepultura” (comprobación de la realidad) (2 S. 18:17)

B.

Safira (comp. Ap. 2:21) Pecado—“tentar a Dios” (Ex. 17:7) Muerte (Sal. 55:23; Lm. 3:29; 1 P. 2:14)

(Comp. 1 Co. 6:9; 15:33; Gá. 6:7; Ap. 12:9)

a.

[p 139] El carácter del pecado

72 No se trata solamente de falsedad—con lo grave que esto es—sino también de hacer creer que lo falso es verdadero (Pr. 6:16–19). Ananías y Safira quisieron aparecer ante todos como discípulos similares o mejores que Bernabé, pero pagando un precio menor y retorciendo su conciencia. Estaban seguros de que con toda facilidad podrían disimular la afrenta delante de Pedro (comp. Mt. 23:28). Sin embargo, Pedro supo todo. Quizás Dios mismo se lo había revelado o él por el don de discernimiento de espíritus lo había conocido. Consumado el doble pecado (deshonestidad y engaño) tenemos que esperar las consecuencias (Hab. 2:9).

b.

El descubrimiento del engaño Posiblemente la propiedad fue vendida fuera de la comunidad y nadie supo cómo fue la transacción. Esto explica, en parte, por qué Pedro le muestra a Ananías que no tenían necesidad de hacer lo que hicieron (v. 4). Pero también le reprocha el quebrantamiento del voto, porque llegado el momento trajeron una parte y ambos mintieron diciendo ése era el precio completo. Aunque los dos pecados son detestables, Pedro destacó el engaño (comp. Jer. 23:13; Mal. 1:14; 1 Ti. 6:9).

c.

El castigo aplicado Pedro puntualiza que mentir al Espíritu es mentir a Dios (v. 3–4) (comp. 8:18–22). Es el pecado de haber permitido voluntariamente que Satanás maneje su mente para ir contra Dios (2 R. 5:26–27). El castigo es extremo e instantáneo, y no hay oportunidad para reaccionar. Se acabó todo para un matrimonio que había podido meditar el tema y decidió ir contra Dios. Los donantes filantrópicos quedan al descubierto delante de todos como delincuentes (Job. 27:8).

[p 140] LECCIONES SOBRE EL CASO DE ANANÍAS Y SAFIRA 1.

La gravedad del pecado

– La mala acción se originó aparentemente en un deseo de ser alabado. –

Cuidado con el origen de los actos.



Los corazones no están preparados para la adoración.

– Cuidado con la necesidad de confesar a Dios nuestros deseos. – El pecado no se puede ocultar: tarde o temprano saldrá a la luz. 2.

La libertad de la voluntad



Podían haber evitado la entrada de Satanás (vv. 3–4).



Dios nos responsabiliza a nosotros y no al diablo.

– La mentira no eleva sino que envilece; el hombre más grande se puede volver un niño (Ex. 32:1–5; 23–24). – La pérdida de la libertad para decidir es también dar ingreso al pecado con todo lo que desea traer (amor falso, codicia, amor al dinero, etc.). 3.

La enseñanza para la iglesia



La iglesia es la casa de Dios; debe estar limpia.



La iglesia es la morada del Espíritu; debe ser honrada.



La iglesia es la esposa de Cristo; debe vivir en castidad.

– La iglesia es un modelo de pureza; debe eliminar la falsedad.

73 LABOR PASTORAL 1.

Detectar la hipocresía: falsedad en medio de la rectitud. Exponer su origen y gravedad: el pecado en sus distintas

2. formas.

3. Juzgamiento de la maldad: con equidad, como administrando la justicia de Dios.

d.

[p 141] La repercusión sobre la iglesia El resultado del incidente produjo varios efectos: (1) Un testimonio a la necesidad de la verdad. El “gran temor” (v. 11) significa que muchos se replantearon su forma de vivir. El castigo a la hipocresía siempre conmueve, pero en esta ocasión mucho más. La muerte de Ananías y Safira puso el brazo de Dios extendido sobre el pecado y lo dejó ahí para siempre en la iglesia. El temor no solamente es asombro sino también miedo a ser usado por el enemigo. (2) El temor se convirtió en testimonio a la presencia de Dios. Como había ocurrido con la mujer de Lot (Gn. 19); Nadab y Abihú (Lv. 10); Coré (Nm. 16); Acán (Jos. 7); etc., ahora Dios se muestra a la iglesia como el mismo Dios de la santidad (Dt. 8:2). La iglesia debe aprender que la casa donde vive el Altísimo es santa y él se encarga de demostrarlo. Esta lección está presente para nosotros en la actualidad.

B. Dios intensifica su actividad (5:12–16) 12Y

por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente. 14Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; 15tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. 16Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados. La ira de Dios por la boca de Pedro consumió a dos hipócritas, pero la bendición por la mano de los apóstoles trajo liberación a muchos. Al contrastar estos dos hechos aprendemos que en la actividad de Dios lo normal no es el juicio sino la misericordia. El muestra su celo contra los engañosos, pero su corazón a los caídos. Habían orado para que el Señor les diera valentía a fin de exponer la palabra y de que fueran hechas muchas maravillas. Y lejos de detenerse esta obra por la actividad enemiga, Lucas relata cómo se produce el avance. Hemos de destinar espacio al análisis [p 142] de estas experiencias, que son un paréntesis entre el primer ataque directo de Satanás y la segunda persecución de los sacerdotes.

a.

Dios confirma el ministerio apostólico Que Pedro haya podido—juntamente con los demás—continuar el ministerio de la manera en que lo leemos, nos muestra que el incidente anterior cuenta con la completa aprobación de Dios. Ambas muertes se produjeron por la intervención divina. Los apóstoles continúan siendo una bendición en el lugar de reunión donde se había producido la sanidad del paralítico. Estaban todos unánimes (2:44, 46) porque sentían el mismo poder y tenían el mismo objetivo.

b.

La iglesia viviente se diferencia de los demás “De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos” por temor de ser descubiertos como Ananías y Safira. Los apóstoles han implantado un estilo de vida santo (comp. Jn. 15:19) que “los demás”, posiblemente los religiosos, no se animaban a arriesgar. La iglesia tiene la función de ser el santuario de Dios (1 P. 2:9) y no una mezcla de luz con tinieblas (2 Co. 6:14–16). Los religiosos están contentos con su religión y no desean ser molestados.

c.

La sombra de Pedro Tan grande es el nombre de este siervo de Dios que la gente cree que aun su sombra es eficaz. El apóstol ni aprueba ni condena la admiración de la gente, simplemente no la fomenta. Pero está la lección para noso-

74 tros. Todos echamos sombra, porque ejercemos una influencia inconsciente. Nuestra presencia, nuestra voz y nuestro mensaje producen efectos. La Escritura es pródiga en ejemplos sobre esta metáfora (Sal. 17:8; 80:10; 91:1; 102:11) muchas veces aplicada a la presencia de Dios, o de otras cosas. Es sano aplicarla a nuestra influencia como cristianos (Gn. 39:5). Es oportuno notar en el v. 16 las dos clases de patologías: (1) enfermos (físicos) y (2) atormentados de espíritus inmundos (psíquicos). Pedro distingue una de la otra.

C. El sumo sacerdote encabeza la segunda persecución Lucas ocupa ahora bastante espacio para detallar lo que fue este segundo ataque del sanedrín con sus distintas alternativas, según [p 143] hemos de ver. El sumo sacerdote se fastidió hasta el extremo al ver que no había podido silenciar a los apóstoles, y sumamente disgustado se alió a los saduceos (4:1; 23:6), y metió en la cárcel a los apóstoles (o quizás a algunos de ellos).

a.

La cárcel para los siervos de Dios (5:17–21) 17Entonces

levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. ASÍ SE PREDICA EL EVANGELIO 1.

Los costos: “echaron mano … y los pusieron en la cárcel”

a.

cárcel por celo (4:1–2; 13:45; 17:5)

b.

libertad por milagro (12:7; 16:26)

2.

La tenacidad: “predicaban en el templo”

a.

por mandato (Mt. 10:27; Jn. 6:68; Hch. 20:20)

b.

por satisfacción (5:41)

3.

El cuidado: “un ángel del Señor, abriendo …” (Sal. 124:7; Ez. 34:22)

4.

La misión: “anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”

a.

El celo religioso no modifica el mensaje

b.

La liberación milagrosa no enorgullece a los mensajeros

c.

El retorno al templo no disminuye el riesgo (comp. 4:19; Dn. 3:18).

d.

El mensaje tiene el valor de resistir la oposición

[p 144] El sumo sacerdote buscó al mayor y más influyente sector del sanedrín. Lucas los denomina “secta”, como en 15:5 a los fariseos y en 24:5 a los nazarenos (comp. 24:14; 28:22). En apariencia no es una expresión despectiva sino más vale sinónimo de sector o partido. El escritor destaca que el enojo es por causa del celo. Los apóstoles habían logrado más popularidad que ellos, y además tenían a disposición el poder de Dios. El crecimiento vertiginoso y fuerte de la iglesia se había convertido en una amenaza seria para los judíos y sus tradiciones (4:33). Pero estuvieron presos muy poco tiempo porque Dios tenía preparada la liberación. Notemos algunos detalles: (1) El modo de intervenir: un ángel. Es un mensajero que entra a la cárcel pública y los rescata milagrosamente (ver también 12:1–11). No explica el método para abrir las puertas, pero comparándolo con otros casos nos damos cuenta del prodigio. Dios vigila el andar de sus siervos y los protege, anima y encami-

75 na (comp. 1 R. 19:5–7; 2 R. 6:16–17; Sal. 14:7). (2) La orden que imparten: liberados pero no para huir sino para continuar en el riesgo de hablar las palabras de la salvación (13:26). Los apóstoles vuelven al templo, y con la experiencia que acumulan vuelven a predicar la verdad del evangelio.

b.

Conflicto para los religiosos opositores (5:22–26) 22Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso, 23diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante

las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. Mientras los apóstoles cumplen con la orden del ángel, dando al cristianismo el carácter de “palabras de esta vida”, la religión se dispone a iniciar el juicio que Dios ya ha resuelto para confusión de ellos. Notemos estos pasos: 1.

[p 145] Se confiaron en la cárcel (v. 21)

2.

Se desilusionaron con el orden de la prisión (vv. 22–23)

3.

Se vieron desbordados por la realidad (v. 24)

4.

Se llenaron de miedo frente al pueblo (v. 26)

D. Los apóstoles nuevamente ante el sanedrín (5:27–39) 27Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. 29Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 30El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. 33Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos. 34Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. 36Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. 37Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. 38Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.

Lucas siente satisfacción al relatar la confusión producida en el concilio cuando “uno les dio la noticia” del lugar donde estaban los apóstoles y lo que hacían. El jefe de la guardia y los oficiales volvieron a detener sin violencia a los predicadores porque temían ser apedreados por el pueblo (v. 26). Por una parte el sanedrín [p 146] comprende el desprestigio que posee delante del pueblo, y por otra se da cuenta de que Dios tampoco está con ellos.

a.

La requisitoria del concilio Pese al odio que tenía el sumo sacerdote no lo descargó en su pregunta sino que más vale mostró tranquilidad, aunque dureza. ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? La pregunta elude la incógnita que todos tenían: ¿cómo habían salido de la cárcel? Y también evita pronunciar el nombre de Jesús (4:17). El sumo sacerdote quiere mostrar autoridad usando la forma reforzada de “mandar” (estrictamente) (comp. 4:18; 5:40), pero también testifica que han “llenado a Jerusalén” con la doctrina, la resurrección triunfal del Cristo que ellos habían crucificado y de cuya sangre se habían responsabilizado (Mt. 27:25). En verdad, con lo que dice se condena y demuestra que la religión perdió su valor.

76

b.

La respuesta de los apóstoles Pedro les confirma que su deber es obedecer a Dios. En verdad, debemos estar sujetos a nuestros magistrados (1 P. 2:13), pero si lo que nos ordenan atenta contra la voluntad de Dios, la opción es muy clara: obedecer primero a Dios. El significado de peitharqueo̅ es precisamente “obedecer a una autoridad” (5:32; Tit. 3:1) (comp. Hch. 27:21). La verdadera autoridad sobre ellos era Dios (comp. Ex. 23:22; Dt. 11:27). A continuación, Pedro vuelve a repasar las razones por las cuales Dios ocupa ese lugar tan destacado. Una de ellas es la primera vez que la menciona. Veamos:

(1)

“El Dios de nuestros padres levantó a Jesús” (no solamente de los muertos, sino como Príncipe) (3:26) a quien ellos tomaron la iniciativa de crucificar (Dt. 21:22) usando el sistema romano que era similar al que ellos tenían para los blasfemos (comp. 10:39; Gá. 3:13; 1 P. 2:24).

(2)

“Dios ha exaltado con su diestra …” (ver 3:15). El Salvador que ellos conocían del tiempo anárquico de los jueces (Jue. 3:9; 11:6) es el que ahora puso para la restauración espiritual del pueblo, pero con la ilimitada autoridad de Dios. Así que desde [p 147] esta posición está en condiciones de dar arrepentimiento y perdón de pecados.

(3)

Dios ha dado “el Espíritu a los que le obedecen”. Se convirtieron en testigos, pero Pedro destaca ahora la presencia de otro Testigo (Jn. 15:26) que Dios dio a los que le obedecen (4:33). Ese Espíritu produce los cambios en la vida y crea la ética de vida de Cristo. Ese Espíritu otorga dones para alumbrar la majestad de Cristo resucitado. CUATRO CARACTERES 1.

El sumo sacerdote



perseguidor

2.

Gamaliel



apaciguador

3.

La gente



admiradora

4.

Los cristianos



obedientes LA OBEDIENCIA A DIOS

1.

El principio: Sujeción a Dios (4:19, 20; 5:29)

a.

Mandato de Dios (Dt. 10:12; 13:4)

b.

La condición para ser aceptado (Ex. 19:5; Jer. 7:23)

c.

Es prioritaria (1 S. 15:22)

d.

Es evidencia de amistad (Jn. 15:14)

2.

La ejecución: Ética de fe (Jer. 26:13; 38:20)

a.

Oír la voz de Dios (Ex. 19:5)

b.

Seguir sus mandamientos (Jos. 1:7)

c.

Sujeción del pensamiento (2 Co. 10:5)

3.

La disposición

a.

De corazón (Dt. 11:13)

b.

Voluntariamente (Is. 1:19)

c.

Con fidelidad (Jos. 22:2–3)

77 d.

c.

Con dedicación (Fil. 2:12)

[p 148] La reacción de Gamaliel El concilio oía el testimonio de los apóstoles con profunda ira. El término diapriô traducido en nuestra versión “se enfurecían”, significa literalmente “totalmente aserrados” o “cortados profundamente”. Algunas versiones lo traducen “se sintieron heridos hasta el corazón” (7:54) (comp. He. 11:37). Ya estaban dispuestos a actuar cuando surgió la voz de Gamaliel. Este era un fariseo maduro en su pensamiento y más tolerante que la mayoría saducea. A este doctor de la ley, nieto del famoso Rabí Hillel, se lo conocía como el “Rabban” (nuestro maestro), título honorífico que compartía solamente con otros seis doctores hebreos. Tal como Saulo (22:3) muchos otros habían sido adoctrinados por él. Gozaba de gran prestigio, aun perteneciendo al ala liberal dentro de los fariseos. Sostenía que todas las personas comprometidas en labores de misericordia o necesidad deberían estar exentas de algunas restricciones impuestas por la tradición. Gamaliel puso dos ejemplos para probar si un movimiento era sostenido por Dios o no. Su criterio es que si no persiste después de la muerte del iniciador, no es aprobado; y si en cambio sigue adelante, sí lo es. Para aquella circunstancia, el criterio fue eficaz. Pero la historia nos ha mostrado que es inaplicable como regla general, porque las grandes sectas heréticas iniciadas hace milenios aún continúan—en algunos casos con sorprendente actividad (hinduismo, mahometanismo, catolicismo, budismo, etc.). Quizás la fórmula es más aceptable si hablamos de: “al fin solamente lo que es de Dios prevalecerá”. [p 149] REACCIONES FRENTE AL EVANGELIO

d.

1.

El Espíritu del testigo: “enseñaban al pueblo”.

a.

trabajan

b.

testifican

c.

obedecen

d.

se gozan (v. 41)

2.

El espíritu de los adversarios

a.

se oponen

b.

tienen miedo (v. 26)

c.

odian la verdad (vv. 28, 33)

d.

persiguen (v. 40)

3.

El espíritu del indeciso (Gamaliel)

a.

tolerancia y rechazo

b.

descontento y complacencia

c.

ética sin compromiso

La resolución final (5:40–42) 40Y

convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. 41Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo. Aceptaron el consejo de Gamaliel, en el sentido de no ejecutarlos. Pero quisieron dejar bien en claro su oposición al evangelio. (1) Aplicándoles el castigo de delincuentes, con un látigo preparado para producir heridas cortantes (2 Co. 11:24; Dt. 25:3). (2) Los “intimaron”, les ordenaron no mencionar el nombre de

78 Jesús. Los jueces pensaban que esta segunda medida sería más eficaz que la primera, y que las serias lastimaduras del látigo los acallaría por largo tiempo. [p 150] Para desazón del concilio y admiración nuestra, estos hombres salen cruelmente lastimados, pero profundamente gozosos de “sufrir por el Nombre” (comp. 21:13; 1 P. 4:16). Se cumplieron las palabras del Señor Jesús (Mt. 5:10–12; Lc. 6:22–23); los hombres de Dios exhibían cada vez con más entusiasmo el valor del denuedo que aprendieron en los primeros tiempos. La persecución nunca se detuvo. Bajo Nerón (54–68 DC) muchos cristianos fueron ajusticiados y Domiciano arremetió contra los creyentes en Asia Menor enviando a Juan a Patmos (80–96 DC). Posiblemente lo más horroroso sucedió bajo Diocleciano (284–304 DC) que con sus famosos decretos de exterminio, bañó en sangre y fuego a gran parte del territorio romano. Lamentamos lo sucedido, pero todos ellos están en la condenación y el evangelio continúa su marcha triunfal. Aún hoy observamos la oposición en numerosos países y pensamos que los propósitos de Dios no siempre están claros a nuestro entendimiento. El v. 42 es la conclusión de los primeros dos años de intensa actividad en la ciudad de Jerusalén. Lucas describe el carácter del oficio ministerial, mostrando en qué modo se ajusta al plan para el cual había sido creado. También destaca que la persecución no pudo contra la constancia y dedicación de los hombres de Dios. Los apóstoles exhibían una conducta ejemplar que servía para la formación ética de los nuevos cristianos, y para determinar el ritmo de crecimiento de la iglesia. MÉTODO APOSTÓLICO PARA EL AVANCE DE LA IGLESIA (5:42) 1.

Frecuencia: todos los días

a.

Celo por dar gloria a Dios

b.

Amor por las almas en tinieblas

c.

Perseverancia en una labor difícil

2.

Esfera de acción: el templo y las casas

a.

En público

b.

En privado (comp. 2:46)

3.

[p 151] Constancia: no cesaban

a.

Cristo ocupa las mentes

b.

Cristo modela la conducta, la santidad y el estilo de vida.

4.

Método: enseñar y predicar

a.

Predicaban y hablaban

b.

Testificaban y proclamaban

5.

Tema: Jesucristo

a.

Declaraban la justicia de Cristo

b.

Mostraban su poder transformador

c.

Ayudaban a que todos lo aceptaran

E. Otra amenaza interna: la murmuración (6:1–7) 1En

aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. 2Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros, a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de

79

fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. 7Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. El ataque que ahora prepara Satanás amenaza con ser el más eficaz. Ha fracasado tanto con la persecución como con la contaminación. Ahora intenta el descuido. Quiere que los apóstoles [p 152] abandonen el estudio de la palabra y dejen de predicar para dedicar ese tiempo a otras tareas. Si logra que estos hombres dejen de ser espirituales para transformarse en administrativos y activistas, está seguro de que declinará el fervor y la dependencia de Dios.

a.

La ocasión y el carácter del disenso La iglesia de Jerusalén comenzó a integrar cristianos de varios trasfondos culturales. Dos eran los grupos que sobresalían: los hebreos de origen griego nacidos en la dispersión (territorios conquistados por Alejandro del imperio griego) y los hebreos nacidos en Palestina que hablaban el aramaico. Las diferencias mayores no radicaban en el idioma sino en las costumbres. Los judíos nacidos en Palestina tenían poco alcance, escasa cultura y una manera restringida de ver las cosas. Los judíos o prosélitos nacidos en otras tierras habían tenido refinamiento, arte, y habían visto y disfrutado los beneficios de la cultura griega. De modo que estos judíos no solamente hablaban el griego, sino que se conducían como tales. Los judíos de Palestina se preciaban de más ortodoxos. No obstante, la influencia predominante era judía, y los griegos elevaron su protesta por el trato que recibían las viudas helenistas en la distribución diaria. El problema que—en apariencia—era pequeño fue magnificado por el trasfondo cultural en contra del propósito de Dios (Gá. 3:28; Ef. 2:14–18; Col. 3:11). Pero lo más grave no está en la superficie. El intento satánico era producir una situación interna de tal magnitud que los apóstoles abandonaran el ministerio recibido de Dios y se dedicaran al activismo administrativo (comp. Ro. 1:9; Col. 1:9–10).

b.

La manera de vivirlo El diablo había tenido éxito con la murmuración. Muchos del pueblo de Israel que habían salido de Egipto no ingresaron a la tierra prometida a causa de la queja y la rebelión (Ex. 15:24; 16:2–7; Nm. 14:27, 36; 1 Co. 10:10). No es extraño que ensaye ahora lo mismo, pensando que los apóstoles asustados por lo ocurrido en el pasado abandonarían la predicación para tranquilizar a la multitud. Le fue fácil comenzar porque el espíritu de descontento y censura está inserto en el corazón humano. Así que [p 153] el fuego comenzó a arder como tristemente ha ocurrido hasta el presente (Fil. 2:14; Jud. 16). Los apóstoles se hicieron eco de lo que sucedía y comenzaron a trabajar:

(1)

Convocar a la iglesia y distinguir claramente cuál era el ministerio de ellos. Se dan cuenta del problema y lo definen: ¿hay dificultades en la iglesia? Entonces es necesario mejorar el liderazgo. Esto no quiere decir que deben abandonar lo que hacen (v. 2), sino establecer ciertos principios de sujeción al cual ellos mismos se han de sujetar. Lo urgente nunca debe desplazar a lo principal.

(2)

Distinguir el grado de penetración que tiene el mal y la capacidad de observación que poseen los discípulos. Comienzan a diferenciarse los ministerios, “servir” a las mesas es diakonia (v. 2), pero también lo es “ministrar” la palabra (v. 4). La separación no es en calidad, no en que uno sea más que el otro; la separación está en la responsabilidad, en que cada uno haga lo que debe hacer. “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones”. Al realizar esta labor los doce pueden conocer cómo se encuentran espiritualmente los creyentes y si la percepción espiritual de los creyentes se ha dañado. En medio de miles tenían que distinguir a tan solamente siete varones.

(3)

Mostrar la profundidad espiritual de todas las labores. Posiblemente aquí “servir a las mesas” no es poner pan delante de alguien, sino ordenar toda la labor financiera involucrada en este servicio (comp. Mt. 21:12; Jn. 2:15) ¿Quiénes son los candidatos para estas labores? Los mejores, los más espirituales, los más destacados.

80 Debemos anotar los detalles: (i) de “entre vosotros” (v. 3), es decir miembros de la comunidad; (ii) de “buen testimonio” es decir, que todos hablen bien de ellos, que no haya sombra de duda sobre su conducta; (iii) “llenos del Espíritu” es decir, de una piedad confirmada por el Espíritu para el manejo de las finanzas. [p 154] CALIFICACIONES PARA EL MINISTERIO 1.

c.

Integridad—“buen testimonio” (16:2; 1 Ti. 3:7)

2.

Piedad—“llenos del Espíritu” (el manejo del dinero requiere el auxilio del Espíritu Santo).

3.

Capacidad—“sabiduría”. Las cosas deben ser hechas con: a) conocimiento; b) tacto; c) buenas intenciones.

El retorno a la armonía No es más importante el ministerio de los doce que el de los siete. Es distinto. Distintas esferas con distintos dones, pero las capacidades espirituales son exactamente las mismas. Así lo comprende la multitud y se prepara para buscar a estos hombres tan calificados. Aunque los siete llenaban los requisitos, de Esteban se dice expresamente que era “varón lleno de fe y del Espíritu Santo”. Los siete son de origen griego, posiblemente mostrando que la murmuración de los griegos no es muy profunda, y que los hermanos de origen hebreo están dispuestos a reconocer el calibre de los hombres que había entre los helenistas. Estos siete son presentados (traídos delante) a los apóstoles. Los doce seguramente recuerdan cómo fue reconocido Josué al ocupar el lugar que dejó Moisés (Nm. 27:18–23; comp. Dt. 34:9).

d.

Los resultados de la paz Con la obra del Espíritu Santo ya podemos imaginar los resultados. Los apóstoles ubicados, la asistencia social delegada y la iglesia en paz. ¿Qué podemos esperar? “Y crecía la palabra del Señor” (9:31; 12:24; 16:5; 19:20). Es posible que también el número de predicadores haya comenzado a crecer tal como veremos inmediatamente. Aun el sacerdocio de los judíos—que se había mantenido expectante—siente la conmoción y muchos abandonan sus [p 155] tradiciones hereditarias para unirse a la multitud de los discípulos de Jesús. Podemos entender algunas razones. Las autoridades religiosas se habían opuesto amargamente contra Jesús y ellos sabían que había sido por celos y que habían usado testigos falsos para crucificarlo. La condición política del país era mala y dominada por la rapiña. El trono de David lo ocupaba un “rey” idumeo adicto a Roma, y los tributos que pagaban eran enormes incluso por la conducta de los publicanos. No hacía mucho tiempo los fariseos, preocupados por la popularidad de Jesús, habían insistido en colocar un cordón de seguridad sobre el pueblo, amenazando con expulsar de la sinagoga a los que confesaran su fe en Cristo (Jn. 7:13; 9:22; 12:42; 19:38). Así que vivían vigilando y amenazando. Pero ahora las evidencias de la honestidad religiosa de los doce y el poder manifestado en la predicación y sanidad de muchos, comenzaron a derribar las vallas. No les dejaba duda alguna de que Dios había visitado a Israel y entonces “muchos sacerdotes obedecían a la fe” (v. 7), es decir, se unían a la comunidad. Reflexión: La lucha de la comunidad de los santos no es carnal, sino espiritual. Estamos enfrentados con el diablo y sus poderes. Nos confundimos si creemos que siempre nos encontraremos con una figura fiera como las bestias de Apocalipsis. Por el contrario, ya hemos visto en lo que va de nuestro estudio que las estrategias son variadas. Primero, Satanás trató de ensayar el antagonismo fariseo; segundo, la hipocresía de Ananías y Safira; y finalmente, la murmuración de las viudas, que tenía toda la apariencia de una causa noble, pero cuyos efectos hubieran sido desastrosos si se abandonaba la Escritura y la oración. También ahora necesitamos discernimiento para saber cuál es el verdadero enemigo y qué procura hacer. [p 156]

81 [p 157]

PARTE II LOS PRIMEROS PASOS HACIA LA EXTENSIÓN MUNDIAL (6:8–9:31) Para comenzar las labores agresivas que reclamaba la extensión del mensaje del evangelio se debían dar varias condiciones: (1) La venida del Espíritu Santo; (2) la victoria sobre las estrategias del enemigo; (3) la percepción espiritual para conocer la voluntad de Dios en el avance. Las tres condiciones estaban dadas, y lo que ahora estudiaremos nos muestra la manera en que empezaron a colocarse los fundamentos de la misión mundial. [p 158]

82 [p 159]

CAPITULO 8 EL MINISTERIO DE ESTEBAN (6:8–15) A. Los milagros y la oposición (6:8–12) 8Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. 9Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. 10Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. 11Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. 12Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio.

[p 160] Lucas ya nos presentó a Esteban como uno de los siete escogidos para servir a las mesas. Sabemos los rasgos espirituales que debían distinguirlos, pero este hermano aun tenía otras particularidades. Dice expresamente que era un “varón lleno de fe y del Espíritu Santo” (6:5). Además, agrega ahora que su estilo era estar “lleno de gracia y de poder” (6:8). Es conveniente destacar aquí que Lucas procura resaltar más las cualidades espirituales de Esteban que mencionar su función o desempeño como diácono. Si bien era importante cumplir con la ocupación para lo que había sido ordenado, más sustancial era conservar la probidad espiritual que Dios pedía. Por tal razón, Lucas no cesa de puntualizar que Esteban era especial. Estar “lleno del Espíritu” es, según el escritor, estar lleno de sabiduría, de fe, de gracia y de poder, que son las características que evidencian la plenitud de Dios. Tal como en 4:33, gracia tiene la idea de encanto o atractivo para los que lo rodeaban (ver Lc. 4:22); y poder se refiere a la manera en que se desempeñaba enfrentando las circunstancias, ejecutando maravillas y prodigios tal como lo vemos en otros pasajes (2:22; 4:30; 5:12; 7:36; 8:13; 14:3; etc.). No podemos imaginar todo lo que sucedió a consecuencia de los milagros que Esteban realizaba, que juntamente con los que ya hemos visto de manos de los apóstoles, habían conmocionado a toda la nación y a otras comarcas del Imperio Romano. Estalló el celo en todas las esferas de la religión. Judíos pertenecientes a las más de cuatrocientas sinagogas de Jerusalén se levantaron enfurecidos contra Esteban. Les parecía que había comenzado a seguir los pasos de Pedro, con la diferencia de que no era un testigo constituido como los apóstoles, sino un estudioso apologético de origen griego, conocedor del mundo filosófico exterior a Palestina. El texto dice: “entonces se levantaron … de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban”. Lucas no nos explica si todos estos estaban juntos. Aunque usa el singular “la sinagoga”, sabemos que años después los judíos venidos de España (sefardíes) y los otros del centro de Europa (askenazimes) tuvieron sinagogas separadas. Lucas destaca las divisiones étnicas que había entre ellos. Los libertos eran hombres libertados de Roma. Habían transcurrido [p 161] unos noventa años desde que Pompeyo había llevado cautiva una multitud de judíos. Descendientes de ellos, emancipados de sus amos se habían asentado en Trastavere. Eran judíos “libertos” que poblaban varias partes del imperio. Otro grupo provenía del norte del África: de Alejandría—en Egipto—y de Cirene—ciudad principal de Libia—, ambas muy pobladas de hebreos. El tercer grupo provenía del Asia, entre los cuales probablemente incluía a Saulo de Tarso. Si estos pertenecían a una sola sinagoga o a varias, no es de relevancia. Lo importante es que se unieron a los judíos de Palestina para atacar a Esteban. Es la primera vez que el judaísmo helénico alza la voz contra la extensión del evangelio. Esteban se encontró con un público enorme. Las labores iniciadas en relación con las viudas lo habían aproximado a mucha gente. Hacía más que repartir pan; era un paladín de la voluntad de Dios. Al leer el texto podríamos notar tres etapas iniciales en el enfrentamiento:

83 1.

La disputa doctrinal. Los judíos comenzaron a disentir con Esteban. Le pedían razón para sus actividades y enseñanzas contradiciendo sus tradiciones (comp. 9:29; 13:45). En verdad, ignoraban todo, incluso con quién se enfrentaban. Esteban contaba con dos elementos que lo hacían singular:

(a)

Su poder. Poder de Dios (v. 8), poder de persuasión (v. 7), y poder de defensa (v. 9). Podía verificar las Escrituras, podía investigar sus corazones y hacerlos enfrentar con la verdad (7:54). Pero descubrimos que no siempre la victoria es fácil; al contrario, frecuentemente tiene el alto precio que el mismo Esteban estaba comenzando a pagar.

(b)

Su eficacia. Tiene dos grandes ingredientes: el primero es la sabiduría. Esteban no es una persona con conocimiento solamente. Es un instrumento de la sabiduría. Se puede ver una relación similar a lo que dice Miqueas: “Mas yo estoy lleno del poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado” (3:8). El poder está unido a la sabiduría. También hallamos lo mismo profetizado con respecto al Señor Jesús en Isaías 11. Las palabras solas no valen, tampoco la fuerza aislada, pero ambas cosas juntas son de mucha bendición. [p 162] Esteban no podía moverse de cualquier modo. Había sido apartado por Dios para el servicio, y actuaba como un mayordomo sabio en la casa de Dios. Se dio en él lo que dice el salmista: “Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (119:99). El segundo ingrediente es la fe. La relación entre la fe y el poder, o entre la fe y la sabiduría son recurrentes. En el Salmo 111:10 leemos que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. En 1 Jn. 5:4 vemos al poder unido a la fe: “Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Abraham era fuerte en fe, pero Esteban vivía “lleno de fe”. Estas características hacen de Esteban un hombre imbatible.

2.

La persecución desleal. Viendo que habían fracasado en el debate público, comenzó el hostigamiento disimulado siguiendo parte de los procedimientos ya usados con el Señor Jesucristo. Se oponían a la verdad creando una controversia ficticia para disimular la incapacidad que los caracterizaba. Pero se sintieron heridos en su orgullo. Nada crea más furia que el agravio a la soberbia. Vieron tambalear su tradición y sus prejuicios. Todo comenzaba a demolerse. Tenían que detener la verdad, aun poniéndole delante la misma mentira. Buscaron el cargo que el sanedrín consideraría como más digno de juicio: blasfemia contra Moisés y contra Dios (v. 11) (comp. Nm. 15:30). Pusieron dos testigos falsos pagos y trataron de excitar al pueblo para que apoyara estos cargos. También quisieron que la controversia fuera un tema de “dignidad religiosa”, aunque no necesariamente de ética escritural.

3.

El juicio ilícito. “Arremetiendo, le arrebataron y le trajeron al concilio” (v. 12). La oposición cambió de carátula, pues de la doctrina pasó a la violencia. De la ley de Moisés, a la ley de la selva. Las mentes estrechas de los judíos helenistas—ansiosos de vindicarse ante los religiosos de Jerusalén—distorsionaron el concepto que Esteban realmente sostenía sobre la extensión del evangelio, para limitar ese pensamiento a una “blasfemia” localizada. Esteban, en cambio, es un testigo terminado del pensamiento misionero de Jesucristo. Tenía bien en claro el carácter universal [p 163] del evangelio, y el obstáculo que significaba la tradición para encarar la misión mundial. Por la gracia de Dios a nosotros nos alcanzó el evangelio fuera de los muros de Jerusalén y lejos de las celebraciones tradicionales de los judíos. La tendencia que apareció en los días de Esteban, según veremos, continuó hasta que el evangelio cubriera el mundo.

B. La violencia y la ética (6:13–15) 13Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; 14pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá ese lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés. 15Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.

Aproximadamente en el 35 DC cuando ocurre esta escena, Pilato, el procurador romano a cargo de Judea, había salido llamado a Roma para rendir cuentas por las graves acusaciones que pesaban sobre él. De paso diremos que nunca más se oyó de él y los rumores sobre su fin son varios y todos trágicos.

84 Al quedar el distrito sin representación romana, el poder sobre las personas y la propiedad, especialmente referidos al plano religioso, habían quedado totalmente a cargo del concilio hebreo. Las condiciones se presentaban muy desfavorables para Esteban que lleno de vigor espiritual y fe en la verdad, anhelaba ver la extensión del mensaje de la vida. Tres grupos de gente—según nuestro texto—se reunieron en torno al juicio: los judíos que aglomeraban la turba acusadora, muchos de los cuales no sabían lo que sucedía pero apoyaban lo que parecía ser la dignidad nacional hebrea. Los jueces que incluía a lo más selecto de la jerarquía judía, algunos viejos y otros jóvenes, pero todos versados igualmente en la ley y las tradiciones. Por último estaba Esteban, en un sentido solo y dispuesto a dar su vida por el mensaje y sus convicciones, pero en otro sentido, sabiendo que todo el cielo tenía los ojos puestos en él. Los acusadores tomaron los rumores (v. 11) y elaboraron cargos formales. Luego de formulados, los ojos de todos se clavaron sobre [p 164] Esteban. Al oír la calumnia, es difícil pensar que el siervo del Señor no tuviera una reacción de indignación, pero su ser interior se motivó y pudo evaluar que la magnitud de lo dicho exigía más que un simple rechazo. Dios acudió a socorrerlo para que la respuesta fuera certera y liberada de toda reacción humana. Los poderes divinos estaban sobre él y la luz de la gloria de Dios comenzó a manifestarse en su alma. Todos sus observadores pudieron ver en su rostro la respuesta de Dios: “vieron su rostro como el rostro de un ángel” (v. 15) (comp. Ex. 34:29–33; Mt. 17:2). ESTEBAN 1.

Hombre



“varón de buen testimonio” (v. 3)

2.

Cristiano



“lleno de fe y del Espíritu Santo” (v. 5)

3.

Servidor

– “lleno de gracia, hacía señales entre el pueblo” (v. 8)

4.

Defensor

– “unos de la sinagoga … disputando con Esteban …” (v. 9)

a.

con lógica por su cultura

b.

con la verdad por conocer el Antiguo Testamento

c.

con poder porque “no podían resistir …”

5.

Prisionero



“le arrebataron y le trajeron al concilio” (v. 12)

6.

Acusado



“le hemos oído decir …” (v. 14)

7.

Ángel



“su rostro como el rostro de un ángel” (v. 15)

Su rostro era: brillante, tranquilo, benigno, confiado.

85 [p 165]

CAPÍTULO 9 LA DEFENSA DE ESTEBAN (7:1–50) A fin de comprender la exposición de Esteban—en parte difícil de entender—tendríamos que tener presente lo siguiente: (1)

Se trata de una defensa a las acusaciones presentadas por los enemigos y una primera parte de respuesta al sumo sacerdote que le dio la palabra al preguntarle: “¿Es esto así?”. Esteban demuestra que, lejos de deshonrar a Dios o a Moisés, él cree en el trato de Dios con Abraham y sobre ello fundamenta su discurso. Contrariamente a una deshonra para el templo, su pensamiento lo exalta recordando la historia y el objetivo de la construcción, mostrando por los dichos de los profetas que Dios es grande y trascendente, que está en todas partes y actúa en todos los rincones del planeta. (2) Es una enseñanza acerca del profeta futuro que habría de venir, que Moisés había profetizado, y que sería el verdadero cumplimiento de la ley. Además, el Altísimo anunciado por los profetas no habita en templos hechos de manos humanas, sino en el cielo y en el corazón de su pueblo. (3) Es además una polémica sobre quiénes eran los verdaderos opositores de Dios. Notemos que desde el v. 9: “los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José…”, pasando por los vv. 25–44 con distintos rechazos a Moisés (por lo menos de tres maneras), la oposición de Israel a los enviados de Dios va en aumento hasta culminar con una resistencia generalizada. Esteban vio este antagonismo como resistencia al Espíritu Santo (vv. 51–53). De modo claro, Esteban les enseña que los que se oponen al Dios vivo son ellos, así como lo habían hecho sus ancestros en tiempos pasados. Muy tristemente, invocando ser obediente a Dios el pueblo se había especializado en desconocerlo. Esa es la base del estudio que estamos a punto de encarar. [p 166] A. “Abraham: llamado y propósito” (7:1–8) 1El

sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así? 2Y él dijo: Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, 3y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. 4Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora. 5Y no le dio herencia en ella, ni aun para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo. 6Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. 7Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. 8Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. Esteban basó su argumento tomando cuatro épocas principales en la historia de la nación. Muestra la relación de una con otra por medio de la presencia de Dios en todas partes. El Dios viviente, contrariamente a lo sucedido con otros pueblos, no se limitaba a una ciudad o región sino a llamar a su pueblo a experiencias nuevas, diferentes y en distintos lugares. Primero tomó la vida de Abraham haciendo notar que lo llamó cuando vivía en territorio pagano, y según hemos de ver a continuación acompañó a su descendencia por siglos aun dentro de Egipto. Segundo, se ocupa de José y el exilio egipcio con detalles que sorprenden tanto al estudioso de la Biblia como al ignorante (7:9–19). Tercero, su atención está en Moisés, con su preparación para ser libertador y lo que hizo por su pueblo (7:20–44), y por último David y Salomón con la implantación de la monarquía y la erección del templo (7:45–50). Esteban tenía buen fundamento para iniciar su discurso de este modo. Es la mejor manera de refutar el cargo de “hablar blasfemias contra … Dios” (6:11). Destruyó así la calumnia y le tributa a Dios la gloria debida a su nombre. La “gloria” de Dios es su capacidad de automanifestación (Sal. 29:3). En Génesis no tenemos el registro de cuando Dios se le apareció a Abraham para que saliese de Ur. [p 167] Cuando el patriarca se asentó en Harán (Gn. 11:31), ya había sido llamado a salir para ir a la tierra de Canaán (Gn. 12:1). Sobre este llamado, no obstante, hay cierto indicio en Génesis 15:7 “Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (comp. Jos. 24:2, 3; Neh. 9:7). Bien pudiera suceder que hubiera aun un doble llamado “de tu tierra” (Ur) y “de tu parentela” (Harán). Ur está ubicada en lo que se denomina la Mesopotamia entre los ríos Tigris y Éufrates. Harán, por su parte, está situada en la parte nordeste de la Mesopotamia en lo que fue el dominio de Siria.

86 Esteban comienza haciendo historia del llamamiento de Abraham, dejando de lado ciertos detalles para enfatizar la iniciativa de Dios en todos los movimientos. Los verbos “aparecer”, “hablar”, “mandar”, “prometer”, “dar”, “castigar”, etc., se podrían conjugar en distintos tiempos para mostrar su admiración por la provisión de Dios en la historia. Llaman la atención tres indicaciones sobre la fidelidad de Dios: (i) A sus promesas (v. 5). Abraham, aunque sin tierra y sin familia, como nómade recibió la promesa de que a su descendencia pertenecería todo el territorio que pisaban sus pies. Similares promesas recibieron Jacob (Gn. 48:4) y Moisés (Dt. 32:49). Para ellos, la fidelidad de Dios estaba garantizada por pacto.1 (ii) A sus profecías (v. 6). Tenemos la predicción a un hombre viejo y sin hijos sobre el modo en que su descendencia habitaría ese lugar. Una raza que no existía y que tendría que pasar una buena cantidad de vicisitudes [p 168] por varios siglos, sería la depositaria de la bendición. (iii) A sus amenazas (v. 7). Esteban da la cifra redonda de cuatrocientos años de esclavitud, aunque seguramente fueron cuatrocientos treinta (Ex. 12:40). Pero al fin dejarían esa nación en la que serían extranjeros, y Dios implacablemente ajusticiaría a Egipto por el duro trato que le prodigó a Israel durante al menos doscientos años. LA DEFENSA DE ESTEBAN 1.

La fuente de su argumentación—La historia hebrea del AT, que tanto acusados como acusadores creían, demostró que:

a.

Su fe en la historia era la misma que la de ellos.

b.

Su conocimiento de la historia era minucioso.

2.

El punto fuerte en la polémica—Que todos los tratos de Dios con su pueblo señalaban los cambios de que ellos le acusaban. Dios tiene una meta universal:

a.

Mostró que Dios está en todas partes y realiza cambios.

b.

Hubo cambios con Abraham (vv. 2–8); José (vv. 9–16); Moisés (vv. 17–44); David (vv. 45–46).

3.

El modo de aplicar lo que dice—Ellos eran la cumbre del rechazo:

a.

Por el carácter que mostraron: contumaces, rebeldes.

b.

Por la relación con lo divino: imperios, contaminados.

B. José y las experiencias de la esclavitud (7:9–16) 9Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, 10y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa. 11Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Canaán, y grande tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos. 12Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez. 13Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a Faraón el linaje de José. 14Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, [p 169] en número de setenta y cinco personas. 15Así descendió Jacob a Egipto, donde murió él, y también nues-

1

Al comparar Gn. 11:26, 32 y 12:4 surge una dificultad con las fechas. Si Taré tenía 70 años cuando engendró a Abram y Abram tenía 75 años cuando salió de Harán, entonces cuando Taré murió tenía 145 y no 205. Esto sería así si tomamos como seguro que Abram es el hijo mayor, pero lo más probable es que no lo sea y que esté mencionado en primer lugar por su preponderancia en los planes de Dios—como ocurre en otras ocasiones cuando el hijo menor se menciona primero de acuerdo a los propósitos de Dios con él (Gn. 10:1–2; 1 Cr. 1:28; 3:1–10; 5:1–2). F. F. Bruce presenta una solución que nos parece correcta: “Los cronólogos de la Biblia tratan esta dificultad tomando Gn. 11:26 como asegurando que Taré tenía 70 años cuando nació Harán su hijo mayor, mientras que Abraham pudo haber nacido 60 años después” (The Acts of the Apostles).

87

tros padres; 16los cuales fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que a precio de dinero compró Abraham de los hijos de Hamor en Siquem. Por una extraña actitud de los hijos de Israel, Dios nuevamente tiene que actuar en una nación extraña así como lo había hecho antes con Abraham en Ur (7:2). Es de admirar las veces que en nuestro relato Esteban menciona la nación del exilio, como para que comprendieran el cumplimiento de la profecía, la atención de Dios a sus promesas aun por medio de los malos procederes de los patriarcas. Es en Egipto donde habrían de morar como extraños por alrededor de cuatrocientos años, y no por voluntad de ellos sino a causa del celo que mostraron por el trato desigual que Jacob daba a su undécimo hijo José. El cuadro de la vida patriarcal no es halagador, y lo que ocurrió es invalorable para nuestras enseñanzas. Jacob no fue un hijo modelo, ni tampoco un padre ejemplar. Habiendo aprendido el favoritismo en la casa paterna, lo practicó descuidadamente en la suya. Mostró preferencias irritantes por José, el hijo mayor de Raquel—la mujer de su corazón. Esta fue la raíz de la “envidia” de los otros hijos, que se acrecentó a causa de los sueños de José que causaron molestias al mismo Jacob (Gn. 37:10–11). El dato de que “Dios estaba con él” (v. 9) revela la razón del triunfo en todas sus experiencias y el desarrollo de los propósitos divinos a través de las injusticias. Por haber sido fiel, Dios le otorgó una sabiduría singular especialmente para adivinar o interpretar sueños y ganar el favor del monarca egipcio (comp. Gn. 37:11; 45:4; 39:2, 3, 21). Además de proveer para José, Dios también quería vincular a su familia con sus planes, salvándolos del hambre durante los años de improducción (v. 11). De modo obligatorio se abrió el camino a Egipto. Esteban menciona las tres visitas que los hermanos de José realizaron, la primera para negociar el grano (v. 12), la segunda cuando José se hizo conocer a sus hermanos (v. 13) y la tercera cuando llevaron a su padre Jacob con ellos, juntamente con el resto de la parentela, “setenta y cinco personas” (v. 14). Este es el número que aparece en la Septuaginta (la traducción griega del AT que usaba Esteban) de Gn. 46:27; Ex. 1:5 y Dt. 10:22, donde posiblemente [p 170] está incluida parte de la familia de José nacida en Egipto. La muerte de Jacob (v. 15) está mencionada en Gn. 49:33 y la de sus hijos en Ex. 1:6. Jacob y sus hijos no volvieron más a su tierra, pero sus huesos fueron sepultados en la tierra prometida. Jacob fue sepultado en Hebrón en la cueva de Macpela que Abraham compró a los hijos de Het (Gn. 23:16; 49:29–30). José en cambio fue sepultado en Siquem en la tierra que Jacob compró a los hijos de Hamor (Gn. 33:18–20) (Jos. 24:32). Seguramente, la compra de la tierra en Siquem por Jacob había sido hecha en nombre de Abraham que aún vivía cuando llegó a ese lugar. TIEMPOS EN LA VIDA DE JOSÉ 1.

Aflicciones

causadas por: a.

La envidia de sus hermanos (patriarcas)

b.

Los deseos de la mujer de Potifar

c.

El olvido del copero (al salir de la cárcel)

consistentes en: a.

Actos de violencia de sus hermanos

b.

Pérdida de la libertad (vendido)

c.

Exilio de su hogar (siervo en Egipto)

d.

Acusaciones calumniosas (en la cárcel)

2.

Experiencias

a.

Dios estaba con él

b.

Dios lo libró de sus aflicciones

88 c.

Faraón lo hizo gobernador

3.

Lección importante Cuando Dios está presente no hay obstáculo que lo ahuyente

C. El nacimiento y ministerio de Moisés (7:17–44) 17Pero

cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, 18hasta que se levantó en Egipto otro rey que no conocía a José. [p 171] 19Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños, para que no se propagasen. 20En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre. 21Pero siendo expuesto a la muerte, la hija de Faraón le recogió y le crió como a hijo suyo. 22Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras. 23Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. 25Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. 26Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? 27Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? 28¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? 29Al oir esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos. 30Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: 32Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 33Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 34Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto. 35A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. 36Este los sacó, habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años. 37Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis. 38Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida [p 172] que darnos; 39al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto, 40cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 41Entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus manos se regocijaron. 42Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israel? 43Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella de vuestro dios Renfán, figuras que os hicisteis para adorarlas. Os transportaré, pues, más allá de Babilonia. 44Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto. En medio del olvido del pueblo, la fidelidad de Dios sigue siendo la misma (Dt. 7:9). No se olvida de sus promesas y de sus pactos (Sal. 119:89–90). Aunque duros, ni el exilio ni la esclavitud habían de sobrepasar sus propósitos, sino iluminarlos (Gn. 15:13). Esteban tiene claro el proceso y anhela que sus acusadores sepan que las adversidades sufridas por Israel tuvieron a Dios por gestor y a ellos como medios para cumplir sus planes. “Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa” (v. 17), cuyos dos componentes (crecimiento del pueblo y Canaán como residencia) Dios había anticipado a Abraham, algo singular debía acontecer. El pueblo tendría que salir y peregrinar a la tierra prometida. Para generar un desarraigo de tal proporción, Dios hizo cambiar la dinastía en Egipto y provocar la asunción de un monarca que no conocía a José. Y leemos: “El pueblo creció… y se multiplicó… hasta que se levantó en Egipto ’otro’ rey que no conocía a José” (v. 18). El cambio de dinastía también consumó una transformación de la política que según se la mire era un acto de “sabiduría” para Faraón o una “astucia” para Esteban (Ex. 1:9–10; Hch. 7:19). Lo esencial fue que Dios

89 estaba dirigiendo todo y ocurrió que la orden de matar a los niños hebreos fue la puerta por la que Moisés llegó a entrar al palacio real. [p 173] MOISÉS 1.

Un hombre del pueblo

—por nacimiento—

2.

Un abogado sobre el pueblo

—por su carácter—

3.

Un libertador para el pueblo —por orden de Dios—

En el momento en que el sufrimiento del pueblo había alcanzado el colmo, “nació Moisés” (v. 20). Ningún tirano puede torcer el propósito de Dios, y sólo sirve para darle forma. Faraón, que había dado la orden cruel de destruir a los niños hebreos, fue utilizado para que Moisés entrara en su palacio y recibiera su misma cultura. Dios sabe proteger a los suyos y valerse de sus enemigos. Las condiciones en que vivía el pueblo hizo necesaria la intervención de Dios para que la hija del monarca tomara a Moisés y lo criara “como a hijo suyo” (v. 21). Así, los egipcios costearon la educación y Moisés recibió el entrenamiento que Dios demandaba para las tareas que le esperaban. El alumno resultó ser más prominente que sus maestros, con sangre hebrea, trasfondo familiar, educación científica y todo el entorno de la visión que las circunstancias le creaban. Moisés fue disciplinado por las circunstancias. Algo hizo la hija de Faraón y algo su madre Jocabed (Ex. 6:20; Nm. 26:59), pero lo principal lo hizo Dios. Moisés estuvo cuarenta años en Egipto (v. 23). DIOS OPERA EN LA FORMACIÓN DE MOISÉS 1. Pertenece a un pueblo oprimido:

estimula su patriotismo (v. 23).

2.

Conoce la vida de soledad:

fomenta sus decisiones.

3.

Experimenta el desdén:

profundiza sus simpatías por los desposeídos (v. 24).

4.

Sufre el desprecio:

conoce lo que es vivir como despreciado (vv. 25–27).

5.

Vive como exiliado:

activa sus ansias de libertad (vv. 28–29).

[p 174] Al llegar a esa edad (dato que no aparece en Éxodo) decidió en su corazón “visitar a sus hermanos, los hijos de Israel” (v. 23). Se encontró con que la injusticia era un mal general. No solamente los egipcios maltrataban a los hebreos, sino que los hebreos querellaban entre sí. Primero Moisés trató de liberar a un hebreo del castigo egipcio, matando al opresor como si con eso comenzara la buscada emancipación, pero equivocó el sistema. Segundo, trató de poner paz entre dos hebreos, pero fue rechazado el argumento por el antecedente (comp. Ex. 2:13). El cuestionamiento a la autoridad de Moisés es interesante para nosotros, porque nos enseña la imposibilidad de hacer sin el mandato para actuar. El concilio que oía a Esteban también tenía que ubicarse. Podía ser como los judíos rechazantes de la bondad pacificadora de Moisés, o pertenecer al grupo que deseaba mandar sin tener la autoridad delegada de Dios. Esteban procuró que notaran que cuando Moisés comenzó a innovar también fue excluido por su pueblo, así como Jesucristo lo había sido por ellos. Ahora, él mismo estaba viviendo una experiencia parecida. Pero sigamos con el relato. Alarmado por sus experiencias y frustración Moisés también tomó el camino del exilio: “huyó y vivió como extranjero en Madián” (vv. 28–29), comenzando su segundo período de cuarenta años. Formó su hogar, conoció la vida de familia, y fue pastor de ovejas. Realizando este trabajo pastoral llegó hasta el Monte Sinaí (llamado Horeb en Ex. 3:1) (comp. Ex. 3:12; Dt. 1:6 y Ex. 19:11–13), donde Dios se encontró con él (vv. 30–32). Allí Moisés enfrentó una escena nueva: (1) Un monte imponente, mudo; (2) una zarza insignificante que ardía (pero no se quemaba) y (3) una voz definida que ordenaba. Le llamó la

90 atención la zarza ardiendo. “¿Qué significa esto?” En un sentido Dios le muestra la diferencia entre su majestad permanente (Sinaí) y la pequeñez de Israel sujeto al fuego de la prueba en Egipto. Ese pueblo nunca sería consumido. Pero además ese arbusto era un emblema de Moisés mismo usado por Dios para mostrar el fuego de su poder delante de los paganos. Sobre esta escena Esteban hace un gran énfasis. La lectura del texto demuestra que él desea que su auditorio preste toda la atención al lugar que en su corazón ocupa este incidente. El v. 31 dice que: “Moisés, mirando, se maravilló de la visión y acercándose para [p 175] observar vino a él la voz del Señor.” El pastor de Jetro está temblando frente a una lección que necesita explicación. El cuadro presenta una barrera para prevenirlo de sus acciones futuras. Es el marco solitario propicio para que aprenda su lección final: escuchar a Dios. Hasta ese presente, otros habían sido sus maestros, ahora Dios toma esa función y establece sus nuevas reglas. Estas son: 1) 2)

Revelación: “Yo soy el Dios de tus padres …” (v. 32). Sujeción: “Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa” (v. 33). Había tierra santa aun cuando Israel no hubiera sido establecido. La tierra santa no es obra de los hombres sino de la presencia de Dios (Ex. 3:5; Jos. 5:15). Moisés inicia el sendero de la fe. Tiene que obedecer a un nuevo amo que no ve, pero oye y siente.

3)

Comisión “… he visto la aflicción … he oído su gemido, y he descendido para librarlos … Ven, te enviaré a Egipto” (v. 34). LABOR DE MOISÉS 1.

El instinto natural del líder: presidir la paz.

2. La equivocación propia del líder: creer que el pueblo lo entendería. 3. El objetivo verdadero del líder: buscar la unidad del pueblo. 4. El fracaso del líder: creer que es la persona esperada para el cambio. El mismo Dios que observa el tiempo y prepara a Moisés, es el que determinó el cambio de dinastía en Egipto y observa la condición miserable de Israel. Dios está en todas partes y ve todas las cosas. Moisés fue a devolver las ovejas (Ex. 4:18) e inició su tercera etapa tal como lo mostramos a continuación: [p 176] CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE MOISÉS Cuarenta años en EGIPTO (v. 23)

Cuarenta años en MADIÁN (v. 30)

Cuarenta años en el DESIERTO (v. 36) (Dt. 2:7; 8:2; 29:5)

Educado como un PROFESIONAL (He. 11:24–26) Bajo la autoridad de FARAÓN JUSTICIA PROPIA

Entrenado como un PASTOR (Ex. 3:1) Bajo la autoridad de JETRO AMOR COMPARTIDO

Sirviendo como un MINISTRO (He. 11:27–29) Bajo la autoridad de DIOS AUTORIDAD DELEGADA

91 El mismo que cuarenta años atrás habían rechazado, es ahora el libertador enviado por Dios para arrancarlos de la opresión egipcia. Con abundantes muestras de admiración por Moisés, Esteban pulveriza la crítica de sus adversarios de que él había emitido “blasfemias contra Moisés” (6:11). Más vale, se preocupa por hacerles ver que fue Israel quien despreció a “este Moisés” (vv. 35, 37, 38) preparado por Dios. Esteban especifica a grandes rasgos el ministerio apostólico de Moisés bajo las órdenes divinas: a. Libertador (v. 36): Moisés los sacó con señales, los dirigió de una forma singular a través del Mar Rojo y también en el desierto: “Con mano fuerte y brazo extendido”. b. Profeta: “profeta … como a mí” (v. 37). Esteban continuó destacando el mensaje que Moisés recibió (Dt. 18:15) (ver Hch. 3:22), a fin de agigantar la figura de la persona que era tema de la apología. Les mostró que fue precisamente él quien mencionó la venida de otro mensajero al que debían oír. c. Mediador: “estuvo … con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí” (v. 38). Después de la rebelión del Sinaí, Dios dijo que enviaría un ángel con ellos (Dt. 33:2), pero Moisés clamó para que fuera El quien los acompañara. Posiblemente Dt. 33:2 arroje luz sobre el cuadro del monte (ver Is. 63:9). [p 177] d. Legislador: “palabras de vida para darnos”. Los israelitas reunidos alrededor del monte, esperaban recibir los mandamientos de Dios (oráculo o palabras vivientes). Pero Esteban continúa mostrando cómo concluirá su discurso: “nuestros padres no quisieron obedecer”, es decir no estuvieron dispuestos a someterse a la voluntad de Dios. No solamente rechazaron a Moisés, sino que “en sus corazones se volvieron a Egipto” (comp. Nm. 14:3–6), revirtiendo así el propósito de Dios. Ordenaron a Aarón que les hiciera dioses sustitutos para que los presidieran a la tierra prometida. Es como caminar para adelante mirando para atrás. Sabiendo cómo habría de concluir, Esteban dedica gran espacio a la tragedia de la rebelión en el Sinaí. LA PREPARACIÓN DE MOISÉS Dios formó a su siervo para: 1.

grandes peligros y poderosas manifestaciones (v. 21)

2.

darle instrucción secular (v. 22)

3.

dotarlo de capacidad especial (v. 30)

4.

hacerle ver sus experiencias y errores diarios (vv. 22–24)

5.

humillarlo profundamente (vv. 24, 28)

6.

crearle sentimiento de culpa (v. 29)

7.

mostrarle el favor divino (vv. 32–34)

Aunque Esteban se refiere a los primeros tiempos del peregrinaje, alude a todo el trayecto al mencionar que en su vida los israelitas conservaron la fascinación de Egipto. La productividad del país, demostrada en el clamor en Tabera (Nm. 11:5–6), les impedía ver el camino hacia la tierra que fluye leche y miel. No tenían fe para el futuro de Dios, más vale querían mirar la gloria del pasado, olvidando el lloro y la sangre de la esclavitud a la cual fueron sometidos. Lo que ocurrió en el Sinaí es, según Esteban, un indicio preciso de lo que ocurría en toda su vida, tal como lo [p 178] demuestra con la cita de Amós 5:25–27 sacada del “libro de los profetas”.2 Ofrecieron en verdad sacrificios con corazones contrarios a la voluntad de Dios y continuaron con lo mismo en la tierra prometida (Jer. 7:22–24; Os. 6:6).

2

Moloc o mejor aun Molec, era un dios adorado por los amonitas descendientes de Lot. En Fenicia era lo mismo que Baal. En Tiro, Melkar significaba “dios de la ciudad”. Algunos estudiosos afirman que las consonantes de Melek (rey)—que son MLK—se combinaron más tarde con las vocales de Boshet (vergüenza) para formar Molok. El sacrificio a este dios estaba estrechamente vinculado a Baal (Jer. 19:5 y 32:35) y era más abominable aun, porque se le ofrecían niños en sacrificio (Lv. 18:21; 20:2–5; 2 R. 23:10) (comp. Ez. 16:20–23; 20:26, 31; 23:37). Pero el texto también menciona a Renfán. Este nombre está relacionado con el planeta Saturno (Quium). Tiene origen desconocido y en 1 R. 11:5–7 se lo menciona con otro nombre. Pero uniendo ambos podemos saber que la idolatría, el adulterio y la hechicería astrológica van juntos.

92

EL PECADO DE ISRAEL 1.

Las exteriorizaciones

a.

Desobediencia (v. 39)

b.

Ingratitud (v. 40)

c.

Idolatría (v. 40)

2.

– murmuraciones, transgresiones a la ley y rechazo a los profetas –

rechazaron el propósito de Dios (v. 34)

– cambiaron al Dios invisible por una figura de becerro y adoraron las obras de sus manos (v. 41)

Los agravantes

a.

Reemplazaron a Moisés (v. 40)

b.

Desconocieron la “palabra de vida” (v. 38)

c.

Desplazaron el centro visible de la presencia de Dios (v. 44)

3.

El castigo

a.

Dios se apartó de ellos (v. 42)

b.

Dios los entregó al culto pagano (v. 42)

c.

Dios los hizo peregrinar sin rumbo por cuarenta años

[p 179] Esteban involucró la vida y ministerio de Moisés a través de su período tanto en Egipto como en Madián y en el desierto. Pero el énfasis está en su labor en el desierto, levantando el tabernáculo verdadero “como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto” (v. 44; Ex. 25:9). Era un lugar de reunión que se movía. Era tal como su nombre lo insinúa “una casa de pieles”, pero dentro de ella palpitaba el esplendor inefable de la presencia de Dios. Josué fue, sin embargo, quien los introdujo en la tierra prometida, que era territorio gentil, y además dirigió las grandes conquistas que los padres no supieron retener y la tierra fue compartida con los enemigos (Jos. 15:63 17:12; 24:19; Jue. 1:21–36). MOISÉS: UN MODELO PARA IMITAR 1.

Tiene un largo entrenamiento: “cuarenta años”

a.

Educado por su madre



Jocabed fue la institutriz de la princesa egipcia.

b.

Vinculado a la ciencia



La princesa quería lo mejor para su hijo. Futuro promisorio.

2.

Manifiesta una exhibición prematura: “le vino al corazón”

a.

Su llamado de Dios

b.

Sin la menor posibilidad de éxito

93 3.

Siente su convicción de error: “él pensaba” (v. 25)

a.

Comprendió que la fuerza no era la solución

b.

Trató de usar la persuasión pero fracasó, fue malentendido.

4. Se ve ingratamente rechazado:

“entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó” (v. 27)

a.

Cuando hirió al egipcio, ningún hebreo lo aprobó

b.

Cuando procuró sembrar un ambiente de armonía fraternal, no lo aceptaron.

5.

Sale solitariamente exiliado: “huyó a Madián” (v. 29)

a.

Teme enfrentar a Faraón

b.

Sabe que sería vilmente ejecutado

c.

Se disgusta por la conducta de sus hermanos

d.

Acepta su error, y toma otro rumbo: es el camino de Dios para su restauración.

6.

[p 180] Vuelve divinamente restaurado: “un ángel se le apareció” (v. 30).

a.

Deja atrás el patriotismo

b.

Está dispuesto a cambiar para su misión futura

c.

Abandona todo por las ovejas

d.

Dispuesto a dejar las ovejas por el llamado de Dios

e.

Rechaza todo impulso humano; Dios debe forzarlo a ir

f.

Se familiariza con la visión del futuro

D. David y Salomón con la confirmación de la monarquía (7:46–50) 45El

cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 46Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. 47Mas Salomón le edificó casa; 48si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 49El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? 50¿No hizo mi mano todas estas cosas? La cuarta parte del discurso de Esteban tiene como introducción el ingreso a la tierra prometida, y como médula un argumento básico para su apología. Se trata del gran lugar que ocupaban los “tabernáculos” (vv. 44, 46) en la vida de Israel y la imposibilidad “de construir una casa” capaz de contener a Dios. Quizás podríamos distinguir los detalles importantes que el predicador trata de enfatizar:

a.

La omnipresencia de Dios Se trata de una persona singular cuyo trono está en el cielo y “sus pies” en la tierra. Para quien todos los lugares son iguales, porque lo llena todo con su presencia. Está en todas partes como Persona libre, conscien-

94 te y activa. Todo lo demás está limitado por las leyes del espacio; y aun lo más grande es un puntito insignificante [p 181] en este espacio inmenso donde Dios habita. Moviéndose en los tiempos, se apareció a Abraham en Ur, a José en Egipto y a Moisés en el desierto. Donde él está es tierra santa, y todo los que andan en humildad de corazón gozan de su presencia y su poder. Esteban se esfuerza en demostrar que el error no está en construir tabernáculos o templos, sino en creer que éstos fueron literalmente la habitación de Dios, como los templos paganos lo eran para sus dioses. No nos extraña que Pablo tuviera que explicarlo posteriormente a los filósofos atenienses (17:24); lo que resulta incomprensible es que Israel no lo hubiera entendido, aunque Salomón lo dijo con claridad (1 R. 8:27). En lugar de señalar este pasaje, Esteban citó el de Isaías 66 porque se acomoda mejor a su argumento sobre la habitación peregrina de Dios en la tierra.

b.

La creación de Dios Si Dios mismo es el Creador, ¿cómo puede confinarse a estructuras hechas por sus mismas criaturas? (vv. 49–50). La respuesta es: de ningún modo. Pero Esteban, que tomó la cita de Isaías 66:1 no da ni siquiera la respuesta que muestra el profeta, sino que abruptamente interrumpe su discurso, viendo los rostros de sus acusadores y convencido de que había concluido el tiempo de historia para comenzar con el reproche del cual nos ocupamos a continuación.

95 [p 182]

CAPÍTULO 10 EL MARTIRIO DE ESTEBAN (7:51–60) 51¡Duros

de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 52¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; 53vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. 54Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. 55Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. 57Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.

A. La aplicación del discurso El cambio de tono de Esteban no era la modalidad común de los cristianos a los cuales los fariseos estaban acostumbrados. Pero debido a que los acusadores también habían modificado su injuria—al nombre del Señor Jesús que Pedro y Juan predicaban, agregaron el de Dios, el templo y la ley a la cual, según ellos, Esteban ofendía—, la defensa fue más virulenta (6:13). Podríamos, entonces, decir: (1) Se justifica el cambio de tono porque él se dirige a las autoridades religiosas y no al pueblo (comp. 7:1–2) Además, se [p 183] había agotado la instancia de conversación amable que Pedro y Juan habían mantenido (3:17; 4:11). (2) Los mismos argumentos provocaron la necesidad de ubicarlos dentro de los más falaces directivos que Israel había tenido, porque habían crucificado al Señor Jesús. (3) Definitivamente tenían que descubrir que el evangelio tenía en sí mismo un elemento antifarisaico visible. El mensaje de Cristo da por concluida la etapa de la hipocresía religiosa. Esteban les enrostra el carácter que ellos manifiestan en su resistencia a Dios. Duros de cerviz es una descripción utilizada por Dios (Ex. 32:9; 33:3, 5), por Moisés (34:9; Dt. 9:6, 13; 31:27) y los profetas o reyes (2 Cr. 30:8; Jer. 17:23) en cuanto al carácter rebelde de la nación en todos los tiempos. Llevaban la circuncisión como señal del pacto de Dios con ellos (Gn. 17:11–12), pero sus corazones violaron ese pacto durante siglos. En verdad, eran “incircuncisos de corazón y de oídos”. También aquí Esteban echa mano de un dicho repetido en la ley y por los profetas (Lv. 26:41; Dt. 10; 16; 30:6; Jer. 6:10; 9:26; Ez. 44:7). Por el contexto de estos pasajes aprendemos qué significa: “son paganos de corazón y no entienden los propósitos de Dios”. Es siguiendo este pensamiento que declaró a Israel un opositor crónico al Espíritu de Dios. Según el texto, lo eran por rechazar los mensajes enviados incluido el de Esteban. También eran opositores por perseguir a los profetas pensando que los privaban de la amistad con los demás pueblos y provocaban enfrentamientos ficticios con los vecinos. El odio llegó hasta el extremo de matar a los que “anunciaron de antemano la venida del Justo”. Y además, eran opositores crónicos al Espíritu de Dios por desatender los dictados de la ley que sabían que no provenía de la mente humana, sino que los ángeles fueron los intermediarios (Gá. 3:19). Dios quiso que la ley tuviera una vía distinta que la profecía para llegar al pueblo (v. 53) precisamente para evitar el desprecio al agente humano del mensaje (comp. He. 2:2). En consecuencia, el mensaje de Esteban no es tanto una apología a su posición y doctrina, sino una descripción objetiva de la presencia universal de Dios, su preocupación para que su pueblo conociera la ley y el objetivo singular de la venida y resurrección de Cristo.

96

[p 184] LA RESISTENCIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO a.

El carácter de los impíos Son duros de corazón



Desatienden su voz (Jue. 2:17; 1 S. 2:25; Neh. 9:16)



Postergan sus advertencias (1 R. 20:36)



Contradicen sus mandatos (Lv. 26:40)

1.

Pero en cambio: –

Siguen su propio capricho



Se obstinan y rebelan contra sus mandamientos



Tratan de anular los propósitos de Dios

b.

Están carentes de vida Viven sin renovación espiritual (Dt. 10:16–18)



Son sensuales (Dt. 21:18–20)



Orgullosos (Jer. 6:10–13)



Negligentes (Is. 66:3) (comp. Is. 29:9–13)

2.

El modo de resistir Desacata las evidencias de Dios (Mal. 2:8–10) Rechaza la comunicación divina por su Espíritu (1 S.

a.

b. 19:20).

– El Espíritu de verdad (Jn. 14:17; 15:26) revela el propósito de Dios y muestra con claridad las verdades del evangelio (Is. 30:8–13) – El Espíritu de gracia (Is. 42:1). El favor de Dios se observa a través del Espíritu Santo. 3.

Las consecuencias a soportar

a. Los que resisten se entregan a una mente confundida (Sal. 109:29; Dn. 9:7) b. La luz se retira para dejar lugar a las tinieblas (1 S. 2:9; Nah. 1:8) c.

Dios tiene preparado su destino (He. 6:8; 10:26–27) [p 185] B. La reacción de los opositores

Esteban se destacó entre los demás porque, lleno de poder, realizó grandes prodigios delante del pueblo. Pero sus adversarios no pusieron los ojos en estos beneficios que no cuestionaron sino en la controversia teológica que planteaba. Están furiosos pero derrotados (comp. 5:33). La manera de actuar tiene ahora milenios de práctica. Se han levantado imperios llenos de odio contra creyentes en Cristo cuyo único pecado fue confesar a Cristo. Pero también hay hermanos que fustigan a hermanos y los aborrecen en el corazón invocando la doctrina, que no es más que una débil cortina para ocultar pasiones, celos y envidias.

97 En esta circunstancia específica, es muy útil observar la actitud de Esteban. Lucas apunta este dato del siguiente modo: 1) La mirada de Esteban: Está dispuesto a morir como mártir y la tierra no le interesa. No tiene simpatía por nada, y nadie parece interesarse por él. Arriba, está la bienvenida. Como en la frase “está a la diestra de Dios”, en griego se utiliza hestôta, “de pie”, algunos creen que el Señor Jesús “se puso de pie” para recibir al primer mártir de la iglesia. Sin embargo, es sólo una interpretación emocionante que merece tomarse con cuidado (comp. Dn. 7:13). Esteban está lleno del Espíritu y su mente tiene una percepción más allá de las circunstancias. El Señor Jesús había dicho: “Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mr. 14:62). Los judíos lo verían “sentado” como Juez; Esteban, en cambio, lo ve “de pie”, preparado para asistirlo y recibirlo. Es la última vez que se usa este título de Cristo (la frase en Ap. 1:13 y 14:14 es diferente). 2) La barbarie de la religión. No queriendo oírlo más, gritando “se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon …” (vv. 57, 58a). Querían demostrar que tenían celo por la tradición y buscaban un lugar prominente en la ejecución. Necesitaban el crédito político delante de los fariseos de Jerusalén, demostrando celo por la ley (Lv. 24:14). Las ropas del ejecutado se ponían a corta distancia de la ejecución, a fin de conservar las normas de la tradición. Saulo por su parte se ocupó de custodiar las ropas de los verdugos (22:20). ¿Habrá [p 186] comprendido Esteban que dos años después aproximadamente Saulo vería en el cielo una escena similar? (9:3–5).

C. La finalización de una carrera Varios religiosos tomaron parte en la contienda. Piedra tras piedra fue abriendo el cuerpo del prestigioso diácono. Las piedras de la “justicia” se convirtieron en el monumento a la vergüenza de los enemigos de Dios. Son las diademas en la frente del santo varón, modelo de humildad, conocimiento y poder. Esteban concluyó su servicio declarando que Jesucristo es Dios, que el alma de los santos está en las manos de Dios (Ec. 12:7; Job. 20:2, 3; 32:8; Jn. 4:24; 2 Co. 5:1–8) y que solamente él puede perdonar los pecados. Esteban muere sujeto a la voluntad del Señor: “puesto de rodillas” (ver 9:40; 20:36; 21:5), pronunció una oración similar a la del Señor Jesús (Lc. 23:34), convencido de que obraban por ignorancia (3:17). Con esta oración final mostró la comunión con el Señor Jesús: a) Comunión en su desprecio (Jn. 15:18); b) comunión en su visión (Mr. 14:62); c) comunión en su piedad (Lc. 23:34); d) comunión en su victoria: “clamó a gran voz” (Lc. 23:46); e) comunión en su sepultura: “hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban” (8:2; ver Jn. 19:39–42).

D. Conclusión Esteban está muerto. Para muchos, con esa desaparición también había muerto la gloria del cristianismo. Para los judíos (incluido Saulo, tal como lo observaremos a continuación) había llegado el momento de arremeter asolando hogares y familias. Veían en la muerte de Esteban una posibilidad más propicia para la liquidación del cristianismo que la que se había dado con la muerte de Cristo. Para el mundo cristiano, por otra parte, el tema comienza y termina con Esteban. Es el primer mártir cristiano; es el modelo de hombre comprometido; es el seguidor más cercano al Señor Jesús. Aunque todas estas cosas son verdad, no debemos apropiarnos de esto último para ir contra lo anterior, es decir, lo que pensaban los judíos. El objetivo principal de Lucas radica en otra cuestión. Quiere hacer un formal hincapié sobre el papel desarrollado por Esteban en la extensión del evangelio. Sus oyentes no debían desconocer la función del templo como lugar de reunión (Lucas [p 187] hace un énfasis minucioso sobre esto) ni el fin de las labores ceremoniales de la ley en Jerusalén. El AT muestra a Dios unido a su pueblo dondequiera que estuviera, y no simplemente en el tabernáculo del desierto o en el templo de Jerusalén. Lo que pretendían los judíos era retener a Dios para Israel en su propia tierra, lo cual estaba aun en contra de la palabra profética que ellos creían (Is. 42:6; 49:6; 60:3). Pero si todos los días a las tres de la tarde tenían que ir al templo a orar, ¿cómo podían cumplir el mandato de ser luz a las naciones? Y si debían aplicar la ley a un Mesías que aún no había venido, ¿qué función cumplía la ley en territorio gentil? Estas preguntas y otras no tienen respuesta. Cuando Pablo y sus compañeros salieron para cumplir con la extensión del evangelio, notamos la aplicación que hicieron del AT mostrando que Dios siempre acompañó a los patriarcas y a Moisés dondequiera que estaban (14:27; 15:4). Aunque penoso, había comenzado un gran cambio. El reloj de Dios no funciona para

98 atrás. Doloroso como les resultaba, la tradición había sufrido un cambio y los edificios con sus ceremonias y encantos nacionales habían caducado. El martirio bochornoso de Esteban no eliminaba el mensaje, sino que abría nuevos canales. La iglesia sacudida en extremo, hizo gran llanto sobre Esteban, y empezó a ver la cadena de martirios similares que la convencieron de que había llegado la hora de abandonar la ciudad. Se acabó con el templo ceremonial y la ley que Cristo había cumplido. Amén.

99 [p 188]

CAPÍTULO 11 FELIPE PREDICA FUERA DE JERUSALÉN (8:1–25) 1Y

Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. 2Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. 3Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. 4Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. 5Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. 6Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. 7Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8así que había gran gozo en aquella ciudad. 9Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. 10A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. 11Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo. 12Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. 13También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. 14Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén [p 189] oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. 18Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. 20Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. 21No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí. 25Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio. Es importante detenernos con el trasfondo que Lucas aspira dar a conocer a sus lectores a propósito de la ejecución de Esteban.

A. Saulo encabeza una feroz persecución En este momento de su descripción Lucas menciona a Saulo tres veces. Es un joven fanático (7:58) que aspira a ver terminada la “herejía” iniciada con Jesús. Está tranquilo en su interior con la muerte de Esteban (8:1) y cree que ha llegado la hora de vindicar la tradición, el templo, la ley y la conciencia hebrea (8:3). Saulo decididamente violenta cada casa de creyentes en Cristo. Le parece que con su educación hebrea debe dar otra perspectiva al futuro del judaísmo. Con valentía quiere animar a todos los judíos a armarse de valentía para ir en contra de la religión que a su entender pretende reformar el rito de Moisés. Sin embargo, no hay dudas de que la muerte injusta de Esteban con la que colaboró (7:58) le tocó al corazón. Su testimonio posterior lo prueba (22:20).

100

[p 190] LA PERSECUCIÓN DE SAULO 1.

Complaciente: “Saulo consentía en su muerte” (v. 1). Atrevida: “a la iglesia” (v. 3) (comp. 9:1) (Fil. 3:6; 1 Ti.

2. 1:13). 3. 4. 5. 6.

Extensa: “asolaba” (v. 3) (comp. 22:4) Vergonzosa: “entrando casa por casa” (v. 3) Inhumana: “arrastraba hombres y mujeres” Injusta: “a la cárcel” (1 Co. 15:9; Gá. 1:13, 22)

El heridor sufre heridas (14:19; 16:23; 23:12; 26:10) La persecución no se limita solamente a Jerusalén; también las ciudades de Hebrón, Gaza, Lida y Jope sintieron los efectos porque se convirtieron en centros de refugio. Posiblemente esta es la razón por la cual encontramos creyentes en esos centros, y muchos recibieron la palabra con la visita de Pedro y otros.

B. Los creyentes asumen nuevas responsabilidades No todos los habitantes de Jerusalén estuvieron de acuerdo con la ejecución de Esteban. La expresión “hombres piadosos” puede referirse a hermanos de la iglesia o simplemente a judíos santos que disentían con lo ocurrido (5:13) y se identificaron con Esteban acudiendo al lugar para rescatar su cadáver, repudiando así la injusticia cometida. Lo hicieron a riesgo de sus propias vidas, convencidos de que el martirio provocaría reacciones imprevisibles. Hicieron “gran llanto” por la pérdida personal y de la iglesia, por la ferocidad demostrada en los religiosos y sus consecuencias. Pero sobre todo por el futuro incierto de la confesión hebrea y por cómo Dios vindicaría la muerte de su valiente siervo. Por otro lado, la iglesia comenzó su propia diáspora (v. 4) (comp. 11:19; 1 P. 1:1). Lucas vuelve a recordar cómo el Señor había dicho a los discípulos que serían testigos en Jerusalén primeramente y también “en toda Judea y Samaria” (1:8). Ahora muestra cómo la comisión comenzó a desarrollarse: “los que fueron esparcidos iban [p 191] por todas partes anunciando el evangelio”. El discurso de Esteban, reiteramos, había sido el punto de partida a fin de que los cristianos cortaran los vínculos tradicionales para iniciar la misión. Aun los apóstoles que se quedaron (v. 1) no sentían lo mismo que antes, y el peso que caía sobre ellos proveniente de la iglesia local se disipó en vista de menos responsabilidades por menor cantidad de miembros. Tenían que iniciar otras labores, como lo veremos más adelante. El diablo que instigaba la muerte de los creyentes para eliminar a la iglesia, recibió un revés cuando vio que los “esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (es decir evangelizando). Posiblemente las distracciones domésticas los habían detenido por mucho tiempo, y Dios tuvo que provocar la situación que observamos para extender sus propósitos. Notemos algunos detalles: 1) La revitalización del carácter agresivo del evangelio. Esteban creía que el evangelio era la verdad. La exposición basada en la Escritura es una credencial del carácter cristiano. Los que lo vieron morir por lo que creía, se dieron cuenta de algo nuevo: el costo de la verdad. El evangelio como poder de Dios se parece a una piedra que rompe y a un árbol que crece. Al romper, esa piedra termina con el pasado y prepara la construcción del futuro. Al crecer, el árbol extiende sus ramas a todo el mundo dando cabida a todos los pueblos. Los esparcidos comenzaron a verlo y salieron persuadidos de ser portadores del mensaje de vida eterna. 2) La puesta en marcha del celo por los demás. Estos esparcidos son carbones encendidos con el fuego de Dios. Salen animados por el fuego del Espíritu para encender a otros pueblos. “Iban por todas partes”, como si en su ansia por dejar el mensaje no les alcanzaran las piernas para andar por aldeas, pueblos y ciudades hablando del evangelio salvador.

101 3) La concentración de todas las fuerzas en un mensaje. No predican odio contra la religión ni contra los fariseos. No se preparan para contraatacar a los judíos fanáticos. Más vale se dedican a la verdadera predicación. Sin detenerse y sin vacilar anunciaban el evangelio.1 [p 192] En casi todos los casos, lo hacen como resultado de las explicaciones por la huida, o indicando lo sucedido con Esteban. No todos son capaces, pero todos pueden hablar de sus experiencias rectificadoras de la vida. Pueden mostrar la santidad de vida y la calidad del perdón que Dios da en Cristo. No todos son técnicos evangelistas, pero todos son testigos de la verdad.

C. Felipe en Samaria Los primeros cristianos no estaban dispuestos a dejar Jerusalén. El Señor Jesús les había aconsejado permanecer en la ciudad hasta que recibieran poder de lo alto. Pentecostés había venido y también había pasado, pero ellos se quedaron. En buena medida lo hacían para no mezclarse con los gentiles de alrededor. Dios levantó a helenistas (judíos de origen griego) para iniciar la salida. Esteban con su discurso y muerte cortó los lazos religiosos con la tradición. Los judíos infatuados y estimulados por la “victoria” de la ejecución, inician una persecución a fondo. Pero Dios, que controla todo, hace que el espíritu agresivo creado en la iglesia, se canalice en amor a las almas. Llama a otro de los siete elegidos para servir a las mesas (6:5) para que vaya Samaria, un lugar despreciado por los hebreos (8:15). Un predicador de origen griego y sin prejuicios sería bien recibido por la gente.2

a.

[p 193] El mensaje que proclama Es notable la frecuencia con que encontramos expresiones como “anunciar el evangelio (8:4) “predicar a Jesucristo” (5:42) o simplemente “predicar a Cristo” (9:20), porque nos aclara cuál es el tema diario para anunciar. Felipe es uno de esos pregoneros que tiene claro cuál es la necesidad de la gente. Es un heraldo de las buenas nuevas. Proclama mientras muchas cosas suceden. Su mensaje es Cristo, el mismo que había bendecido a Samaria con su presencia y su palabra (Jn. 4:39). La gente que sabía de la bondad de Jesús, estuvo encantada con el mensaje. Con seguridad Felipe les habrá recordado el lugar que Cristo había dejado, les habrá enseñado cómo se había identificado con los hombres, y les habrá reiterado su amor manifestado por los pecadores al morir en la cruz rechazado por los judíos. Seguramente les describió la resurrección triunfante y la ascensión victoriosa, y les dijo de su sacerdocio presente y su retorno en juicio. La gente estaba “unánime”, poniendo toda atención y dando una respuesta favorable a lo que oían (16:14), se mostraba impactada por las señales que hacía y el modo de expulsar demonios.

b.

El avivamiento que genera Hay una necesidad espiritual de tal magnitud que el mensaje engendra un oído unánime. La ausencia de la tradición judía que tanto había hostigado a los apóstoles y ejecutado a Esteban, es tan evidente que la palabra puede penetrar hasta conmover los corazones. La gente está atenta a su enseñanza y dispuesta a ver el origen del poder que puede mover las fuerzas de la enfermedad y de los espíritus inmundos. Lucas resalta que la combinación del mensaje de Cristo y la sanidad de tantas personas produjo “gran gozo” en la ciudad (v. 8). Es oportuna aquí una reflexión sobre lo que sucede en Samaria. Tanto el relato de Juan en su evangelio (cap. 4) como éste de Lucas, demuestran que los samaritanos eran un pueblo sencillo de mente; con un sentimiento crédulo esperaban al Mesías pero ignoraban los tiempos. Tenían el corazón preparado para el men-

1 Gr.

Euangelizomenoi.

2

La hostilidad entre judíos y samaritanos tiene su antecedente en la división de Israel en los días de Jeroboam (cerca del 930 AC) cuando se estableció para las diez tribus que comenzara a gobernar un nuevo tipo de sacerdocio (1 R. 12:25–33). Se concretó cuando estas tribus fueron invadidas por Asiria y anexadas a su territorio en el año 722 AC. Miles de paganos fueron asentados en el territorio, reemplazando a los que salían deportados a otras partes (2 R. 17:4ss). Cuando los judíos retornaron de la cautividad babilónica, enfrentaron en Jerusalén una fuerte oposición por parte de los samaritanos. Querían impedirles la edificación tanto del templo como de los muros (Neh. 2:19; Ez. 4:1) y hubo situaciones de fuerte enfrentamiento. Posteriormente, unos cuatro siglos antes de Cristo, viendo el desarrollo de los acontecimientos, los samaritanos levantaron un templo al pie del monte Gerizim, donde declararon su ritual de la pascua, cabañas, y pentecostés al estilo samaritano. Este pueblo sólo aceptaba el Pentateuco. El monte Gerizim es sagrado para ellos hasta hoy (Jn. 4:9, 20).

102 saje espiritual, movilizados por su condición religiosa confusa y el rechazo unánime de los hebreos. Algo similar ocurre en el presente.

[p 194] LAS EVIDENCIAS DEL CRISTIANISMO

c.

1.

Crece:

“y crecía la palabra del Señor” (6:7)

2.

Vence:

rompe los prejuicios de la raza (8:4)

3.

Destruye:

el mal se quebranta y libra a los oprimidos (8:7)

4.

Alegra:

hay gozo por la victoria de la verdad (8:8) (comp. 2 Cr. 24:10; Neh. 12:43; Lc. 2:10–14; 24:52).

5.

Disciplina:

enseña la sujeción a Cristo (8:14–16)

6.

Discierne:

conoce quiénes son verdaderos y quiénes son falsos (8:20–23).

La oposición que se levanta Los samaritanos tenían, además, necesidad de ver el poder en actividad. El paganismo al que estaban acostumbrados y la religión judía que veían practicar, no tenían ya atractivo. Eran ceremonias sin contenido. La puerta se abrió de par en par, para que tiempo antes que Felipe llegara “un hombre llamado Simón” (v. 9) que practicaba hechicería, y tuvo gran aceptación. Este mago había “engañado a la gente … haciéndose pasar por algún grande”. Sus discursos y sus artes mágicas hacían que todos le oyeran y creyeran que era “Dios” (comp. Mr. 14:62), o alguna de las emanaciones de Dios como más tarde predicó el gnosticismo. El evangelio que Felipe predica está directamente enfrentado con el reino de las tinieblas porque es el mensaje del reino de Dios (comp. 28:31). No es diferente al que el mismo Señor anunció pero el énfasis sobre la resurrección de Cristo pone un acento sobre el arrepentimiento, la fe, el perdón de los pecados, el bautismo y el don del Espíritu Santo que antes no tenía (comp. Mt. 24:14; 28:19–20). Más tarde, Pablo confirmó que predicar el “evangelio del reino” es igual a anunciar el “evangelio de la gracia de Dios” (20:24–25). La gente se sintió enfrentada a los dos poderes, a los dos reinos y a los dos soberanos. Pone atención a lo que dice Felipe y [p 195] lo cree. Creer “a Felipe” es apropiarse del mensaje aplicándolo a sus vidas y sus necesidades. Es decir, sacaron los ojos de Simón y se convirtieron a Dios. El bautismo es una confesión de fe personal que muestra identificación con la persona de Cristo (2:41; Ro. 6:3). Es también un sello de haber aceptado el nuevo pacto en la sangre de Cristo (Col. 2:11–13). Simón también creyó. Esto nos explica que el término “creer” por sí solo, no tiene gran valor (Jn. 8:30– 37). Muchos de los que creyeron en los días del Señor Jesús se contaron entre sus adversarios. La fe de Simón es superficial y no transformadora. No es el vehículo para llegar al Señor, sino más vale la manera de amoldarse convenientemente a las circunstancias. Vimos que Saulo fue un instrumento del diablo para enfrentar; Simón, en cambio, para hacer uso de la deslealtad. Simón quiere hacer ver a los samaritanos que la predicación de Felipe es una “mejora” o “reactualización” de lo que él predica (comp. 16:16–17). El mismo está sorprendido de los milagros de Felipe porque son superiores a los de él, pero su corazón “no es recto delante de Dios” (v. 21). Esto nos demuestra que los milagros no prueban que un hombre sea de Dios, ni que tampoco haya que iniciar la actividad tratando de ver milagros. Felipe comienza predicando de Cristo (v. 5), y posteriormente Dios le otorga credenciales. La gente no se confunde porque no creyó en los milagros sino en el nombre de Jesucristo.

d.

La unidad que se impone

103 Lucas detiene el relato de los sucesos para referirse a la resonancia que la predicación y sus efectos tuvo en Jerusalén. Hoy nosotros leemos lo sucedido en apenas unas veinte palabras del v. 14, pero en su día debió de haber sido una historia conmovedora. Es la aurora de un nuevo día para el evangelio; el momento cuando los enemigos samaritanos entran también en el reino de Dios. Es preciso que consideremos las circunstancias que rodean lo que Lucas desea enseñar. Juan mismo tiene que cambiar su modo de pensar, porque fue él uno de los que pidió autorización para orar por fuego del cielo sobre los samaritanos mientras caminaba con el Señor Jesús (Lc. 9:54). ¿Qué significa que los apóstoles “enviaron a Pedro y a Juan”? Significa que los doce están unánimes en lo que hacen y [p 196] unos sumisos a otros. Habla también del respeto de Pedro y Juan por la opinión del conjunto. Estos dos hombres ya han trabajado juntos y saben cómo manejar los asuntos exteriores de la iglesia (comp. 3:1ss). Además es la última aparición pública de Juan. La última vez que se lo menciona en relación con Jerusalén es en Gá. 2:9. Finalmente también significa que la prohibición de predicar en tierra samaritana dada en los primeros tiempos del ministerio del Señor Jesús, había caducado (Mt. 10:5), y que el evangelio era un mensaje universal (Hch. 1:8) que los judíos necesitan saber. Al comenzar sus labores, los apóstoles descubren que estos creyentes no han recibido el Espíritu Santo. Así que, “oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo,” identificándose con ellos y haciendo que ellos se sujeten a la comunión de la iglesia ya formada en Jerusalén. Los samaritanos entraron a la iglesia en pie de igualdad con los judíos. Es el modo que Dios aprueba para lograr la unidad del rebaño y no la formación de dos rediles.3 B.B.Warfield siguiendo la línea de Calvino sostiene que la imposición de manos no fue para iniciarlos (porque el Espíritu había venido en el momento de la conversión) sino para que recibieran algunos dones espirituales.4 [p 197] Estos hermanos bautizados “en el nombre del Señor Jesús”,5 es decir bajo la autoridad impartida por el Señor Jesús (Mt. 28:19), también entran a formar parte de su pertenencia. En aquellos días era común hacer una transacción “en el nombre” de alguien y eso significaba “meterlo dentro de su patrimonio”. Estos bautizados “en”,6 son ahora vistos por todos como pertenecientes al Señor Jesús.

e.

El juicio que lo libera Una razón adicional para que los apóstoles actuaran como lo hicieron es liberar a Felipe y a los nuevos cristianos de la influencia satánica de Simón el mago. La imposición de las manos (v. 17) como señal para impartir algo poseído por el dador (6:6; 9:17) simplemente como evidencia de comunión o identificación (13:3), desubicó totalmente al hechicero que seguramente pensaba continuar con sus prácticas junto a Felipe y detrás de su mensaje. El v. 18 muestra la sorpresa de Simón al contemplar la autoridad apostólica: “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero”. Si hubiera podido avanzar, quizás el mismo ministerio de Felipe se hubiera desacreditado por “el tráfico de los dones” movilizado por el dinero. Pero Dios liberó a su siervo Felipe cuidando su integridad espiritual. Pedro reprendió severamente a Simón por creer en la posibilidad de comprar el don de Dios. “No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios” (v. 21), presupone un corazón que aún continúa bajo el ambiente de la corrupción. Simón siente envidia por la verdad, por Felipe, y principalmente por los apóstoles.

3 Para

muchos creyentes éste es el modelo de las “dos etapas” de la salvación. Quienes utilizan el bautismo de los niños como “iniciación”, ven a la segunda etapa como “confirmación” (Dean Goulburn). Quienes creen que la primera es “conversión”, aseguran que la segunda es “poder”. Hay otros que creen que las dos etapas podrían ser “dos actos” de una sola etapa siguiendo el modelo de los 3000 en Pentecostés (2:38–41) o de la “multitud” en Antioquía (11:20–26). William Sanford la Sor dice al respecto: “Si la imposición de las manos precede al don del Espíritu Santo en Samaria ¡no fue ciertamente así en Cesarea! Alguien ha sugerido que la única regla que podemos establecer fundada en el libro de Hechos es que Dios no acata nuestras reglas. Yo sugeriría, en cambio, que él se opone a que se fijen disposiciones, pues él mismo está encargado de disponer el orden en la iglesia (ver 1 Co. 14:40) “(Una iglesia viva, pág. 138). La enseñanza del NT es variada y debemos tener cuidado con los moldes. 4 Miracles Yesterday and Today, pág. 22. 5 Ni en 2:38 ni en los otros casos mencionados (10:48; 19:5) aparece la fórmula mencionada por el Señor Jesús. F. F. Bruce citando a G. F. Moore dice que “mientras la fórmula trinitaria era apropiada para los gentiles que se volvían de los ídolos a Dios, el bautismo en el nombre del Señor Jesús como Mesías era suficiente en el caso de los judíos o samaritanos que no necesitaban profesar el monoteísmo. La misma consideración es buena para los ’discípulos’ de Hch. 19, los que ya se habían sometido al bautismo de Juan” (pág. 187). 6 Gr. eis (dentro).

104 [p 198] Samaria está conmovida por el Espíritu Santo y el operador de las tinieblas queda descubierto. Pensó que sería fácil convencer a un siervo de Dios con dinero, pero la instigación satánica no le dio resultado. La envidia y el celo son estratagemas terrenales que aún en el presente marcan a los seguidores de Simón. EL CASO SIMÓN 1.

El deber de la iglesia en los días de avivamiento (v. 14)



Ayudar a consolidar la palabra, no ajustar detalles (v. 25).

2.

La actitud ante la existencia de infiltración (v. 18)

– Saber que el diablo trabaja así: falsos profetas (Mt. 7:15); falsos enseñadores en Corinto (1 Co. 15:12), malos predicadores en Filipos (Fil. 3:18), herejías en Asia (1 Ti. 1:20), superstición en la Edad Media, y lo mismo en la actualidad. 3.

La necesidad de conocer la raíz del mal (v. 20).

La actitud de Pedro es un ejemplo para la iglesia y demuestra el celo necesario por la santidad. 4.

El apóstata amonestado no vuelve sino que sigue su ca-

mino Pedro le dijo que se arrepintiera y orara, pero Simón quería inmunidad y amnistía sin necesidad de arrepentimiento. Dios ahora ofrece el perdón, pero los hombres rechazan las condiciones para recibirlo. Una vez que la misión de Pedro y Juan queda terminada, permanecen en Samaria por cierto tiempo y después emprenden el retorno predicando la palabra “por muchas poblaciones de los samaritanos” (comp. vv. 4, 35).

105 [p 199]

CAPÍTULO 12 FELIPE Y EL EUNUCO ETÍOPE (8:26–40) 26Un

ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y vé hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. 29Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. 30Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. 33En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo o de algún otro? 35Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. 39Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso [p 200] su camino. 40Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. Al poco tiempo de partir Pedro y Juan de Samaria, Felipe también tuvo que dejarla. El Señor tenía para él otra labor porque la iglesia establecida ya discipulada, debía continuar por sí misma. Quien le ordenó la salida fue “un ángel del Señor” (v. 26) (ver 5:19; 7:30) que en este relato es difícil distinguir del Espíritu del Señor (comp. v. 39). La orden fue para ir “hacia el sur”. Tuvo que ir al “camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto”.1 Cualquiera podría decir que no era sabio sacar a Felipe de la gran tarea iniciada en Samaria para ir a un paraje extraño a fin de esperar a una sola persona, que además era extranjera. Pero Dios tiene propósitos misioneros no siempre al alcance de nuestra mente. Era la conversión de un dignatario, segundo en rango a la reina de Etiopía. Es una persona deseosa de saber y para quien la atmósfera de la ciudad santa había sido desfavorable para la meditación en la verdad de Dios. Su conversión es la base para la extensión del evangelio a vastos territorios lejos de Jerusalén.

A. Dios envía a Felipe Etiopía era lo que conocemos como el Nilo superior, una región más extensa que lo que fue después. La persona que volvía de [p 201] Jerusalén era un “etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes”.2 Candace no es el nombre de una persona sino el título de la dinastía de las reinas (posiblemente reina– madre), que era quien oficiaba de jefe del gobierno o en lugar del rey. Felipe tuvo que interceptar al tesorero de esta mujer, posiblemente un negro del África.

1 Gaza

(cuyo nombre significa “fuerte”) es una de las cinco ciudades de los filisteos, habitada primitivamente por caftores (o filisteos primitivos, Dt. 2:23; Jer. 47:4). A los caftores se los identifica también con los antiguos habitantes de Creta (comp. Gn. 10:14) de donde posiblemente vinieron los filisteos a Gaza. Esta ciudad era la frontera más sureña de los cananitas (Gn. 10:19). Josué no la pudo conquistar y quedó como habitación permanente de los filisteos (Jos. 10:41; 11:22). Por un tiempo corto estuvo en manos de Judá (Jue. 1:18), pero pronto cayó en poder de los filisteos (Jue. 3:3; 13:1). Sansón la atacó, pero fue filistea aun en los tiempos de Samuel, de Saúl y de David (1 S. 6:17; 14:52; 2 S. 21:15), de Salomón (1 R. 4:24) y más tarde de Ezequías (2 R. 18:8). Resistió a Alejandro el Grande durante el sitio de cinco meses y fue una importante base militar clave para el país durante las luchas entre Ptolomeos y Seléucidas, y en la guerra de los macabeos. Es una ciudad altamente pagana. 2 Eunuco significa en griego “cuidador de ama” o mucamo. El original hebreo claramente implica la incapacidad sexual que resulta de la mutilación o castración. En tiempos primitivos fueron excluidos de los privilegios de Israel (Dt. 23:1) (comp. Lv. 22:24). La práctica de castración comenzó en el despotismo de los paganos y así entró a Israel (2 R. 9:32; 23:11; Is. 56:3). En años posteriores y en algunas ocasiones el término se aplica a personas que cubren puestos delicados, de mucha responsabilidad y no tiene relación con la mutilación física.

106 Felipe tiene que obedecer órdenes, por una parte sencillas y simples, y por otra vagas e indefinidas. Ir a una ruta, sin saber lugar preciso u hora exacta exige fe. Para él era suficiente saber que Dios le había ordenado ir. Hay tres antecedentes por los cuales está seguro del llamado: 1. Dios busca un ganador del almas. Felipe ya había caminado por fe hasta Samaria convencido del llamado de Dios, y había hecho una hermosa labor. Dios se ocupó de liberarlo de sus dificultades. 2. Dios mira a uno listo para trabajar. Los haraganes que no quieren trabajar sino aparentar, son como Simón; tienen vida corta. El trabajador sujeto a Dios tiene mucho que esperar. Además, está dispuesto a cualquier labor aunque no lo diga. 3. Dios busca predicadores del evangelio. Felipe lo era. Si había predicado el evangelio en Samaria, ¿por qué no ahora? Si lo había hecho a multitudes, ¿por qué no solamente a uno?

B. Felipe se encuentra con un viajero lector de la Biblia Poco leemos de viajeros lectores. Hay ciertamente lectores y también lectores anhelantes como Simeón (Lc. 2:25–28) o Natanael (Jn. 1:47–51). Pero aquí nos encontramos con alguien que busca [p 202] explicación a lo que acaba de oír en Jerusalén. Había ido a la ciudad para asistir a una de las grandes fiestas de los judíos en calidad de prosélito o de hombre “temeroso de Dios” (comp. 2:10; 10:2). Leía en voz alta el rollo del profeta Isaías (v. 28), sin poder comprender a quién aludía su lectura. La ciudad de Jerusalén, que aún no se había terminado de reponer de la muerte de Jesucristo, está ahora nuevamente conmovida por la ejecución de Esteban. Tal vez el eunuco haya estado en la ciudad durante el martirio, o quizás haya llegado poco después. Los apóstoles predican y el pueblo habla. Jamás alma alguna siente más sed espiritual en la misma ciudad central del judaísmo. Ha estado en el templo con sacerdotes que leen Is. 53 pero no tienen aplicación para el texto. Es como sacar un hilo de la Biblia para atarlo con el viento. Los religiosos adoran silenciando el medio por el cual la adoración llega a Dios. Y ahora, ¿qué decir de Esteban? “Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca …” (v. 32) ¿Quién es? ¿Isaías, Jesucristo o Esteban? Los judíos hubieran dicho que se refería a Israel como nación que sufría como “cordero en el matadero”, pero el eunuco, que está buscando la verdad, no ve esa interpretación como válida. EL ETÍOPE 1.

Un buscador sincero (v. 28)

2.

Un oyente atento (vv. 30–35)



preparado por Dios



persuadido por la Escritura y por la explicación

3.

Un convertido comprometido (vv. 36–40)



convencido



iluminado



gozoso [p 203] C. El eunuco conoce a Cristo

Detenido muy cerca del carruaje (v. 29) y comenzando a caminar ligero junto a él, el evangelista inicia su labor: (1) es agresivo (v. 30); (2) es estratégico—pregunta exactamente lo importante—(v. 30); (3) es bíblico (vv. 31–35); (4) es práctico (vv. 35–37). No trata de congraciarse con detalles. Pregunta directamente: “¿Entiendes lo que lees?” (v. 30). El lector respondió con dos manifestaciones: que no podía entender sin explicación, y que lo invitaba a sentarse junto a él. Antes de ingresar en el texto que fue la base de la explicación, sería interesante volver sobre el significado de dos palabras importantes para nuestro estudio: La primera es “entender”, en griego gino̅sko̅, que equivale a conocer o venir al conocimiento. Es decir, asimilar el contenido de alguna cosa, en este caso de lo que está

107 leyendo (Jn. 8:27). Y la segunda es “explicar”, en griego hodêdêo, que literalmente es mostrar el camino, guiar o tomar la delantera (Jn. 16:13; Ro. 2:19). Con estas dos explicaciones la conclusión es que leer la Escritura es necesario, pero aun más importante es saber el contenido para aplicarlo a nuestra vida. El eunuco leía Isaías 53:7–8 en un rollo de la versión Septuaginta.3 Los versículos citados por Lucas describen a una persona sufriente semejante a una oveja llevada a la muerte o a “un cordero mudo delante del que lo trasquila” (comp. Mr. 14:61; 15:5; Jn. 19:9), que lo matan después de humillarlo y obrar injustamente. Parece que el eunuco interrumpe la lectura para preguntar: “¿De quién dice el profeta esto, de sí mismo o de algún otro?” Felipe comienza a sentir el privilegio de ser la persona anhelada por aquel hombre frustrado con la religión. Ninguno de los judíos [p 204] le hubiera hablado de un Mesías de estas características porque ellos esperaban otra persona. Pero el Señor lo había dicho (Mr. 10:45; 14:24–27) y Esteban lo explicó claramente (7:52). Aunque hay evidencias del Siervo sufriente en textos anteriores, la predicación de Felipe es la primera que aplica el texto de Isaías 53 a Jesús (comp. 3:13, 26; 4:27, 30). Como resultado del sermón de Felipe, la iglesia primitiva comenzó a utilizar Isaías 53 en este sentido. Tan decisiva es la predicación que aun pudo mostrarle el costo de la identificación con Cristo. Posiblemente utiliza la señal judía de la circuncisión porque es la más adecuada (comp. Col. 2:11–12). El bautismo es para el cristiano la señal permanente de que ha elegido el camino de la separación de lo terrenal (muerte) a fin de identificarse con Cristo.

D. El bautismo del etíope EL v. 37 no está en los manuscritos más antiguos. Puede ser original de Lucas o la inserción de algún escriba muy primitivo seguro de que Felipe no bautizaría a una persona sin asegurarse de su completa rendición a Cristo. Lo sucedido con Simón el mago, es suficiente para verificar el estado del corazón antes de pensar en la señal del pacto con Dios. Dice el texto que Pedro le dijo a Simón: “Tu corazón no es recto delante de Dios” (v. 21). En nuestro caso Felipe señala al eunuco: “Si crees de todo corazón, bien puedes” (v. 37). En aquellos días los bautismos se realizaban en ríos o arroyos de agua corriente. Por esta causa muchos piensan que ese lugar es la vertiente Wadi el Ghezzah, cerca de la ciudad de Gaza.

E. La desaparición de Felipe No bien salieron del agua, “el Espíritu del Señor arrebató a Felipe” (v. 39) y sin que tengamos explicación alguna de cómo, “se encontró en Azoto” (hoy Asdod). El “arrebatamiento” puede deberse simplemente a desaparecer de la escena por un impedimento que lo aparta (comp. 16:6, 7) sin que sea nada milagroso que hubiera llamado más la atención del escritor. Sin embargo, sin querer forzar un milagro, tampoco deseamos sacarlo, y bien puede deberse a una “salida” como ya otros siervos de Dios habían experimentado (comp. 1 R. 18:12; 2 R. 2:11; Ez. 3:12, 14; 2 Co. 12:2, 4). [p 205] Mientras tanto el eunuco que “no le vio más” a Felipe, siguió gozoso su camino (comp. Mt. 19:22). El evangelista, finalizada su labor con el eunuco, siguió haciendo lo mismo en el mismo corazón de terreno pagano de la costa del Mediterráneo. Lo hizo predicando el evangelio,4 es decir volviendo a repetir la experiencia de Samaria y con el eunuco (trabajo masivo y también personal) hasta Cesarea,5 donde lo hallamos la próxima vez que veamos algo de él (21:8).

3 La

Septuaginta (abreviada LXX) es la traducción griega del AT. Se la llama “de los setenta” porque de acuerdo a la tradición fue ese número de eruditos (o quizás 72) que la tradujo del hebreo unos dos siglos antes de Cristo. En el proceso de la traducción agregaron algún material que no fue aceptado por los hebreos. A este material se lo conoce como apócrifo. No obstante, por el idioma y difusión entre el mundo griego es la versión que a menudo se cita en el NT. 4 Gr. Euangelizō. 5 La ciudad de Cesarea fue edificada por Herodes el Grande en el lugar donde estuvo la torre Estratón, a unos 38 km. al sur del Monte Carmelo sobre el Mediterráneo entre Jope y Dova. Fue terminada alrededor del año 13 AC. Se quiso hacer el principal puerto palestino del Mediterráneo, y desde el principio fue de composición gentil. Era el asiento oficial de la residencia de los procuradores de Judea. Después de la caída de Jerusalén (70 DC) se la consideró la capital de Palestina.

108

REGLAS HACIA EL CONOCIMIENTO FRUCTÍFERO 1.

Leer la Escritura con avidez

2.

Interpretar el texto literalmente. Pensar en la Biblia como:

a.

un libro entendible

b.

un mensaje transformador

c.

el mensaje de Dios

3.

Entender cabalmente lo que dice

4.

Aplicar personalmente las lecciones

5.

Transmitir lealmente sus experiencias

109 [p 206]

CAPÍTULO 13 SAULO SE CONVIERTE AL EVANGELIO (9:1–31) Lucas narra con detalles las labores de los primeros dos misioneros. Tanto Esteban con su discurso sobre la presencia universal de Dios como también Felipe con la predicación transformadora de esa presencia, han contribuido a la preparación para la extensión mundial del evangelio. Si siguiéramos con cuidado los pasos de Felipe veríamos que saliendo de Samaria caminó al sudoeste para seguir después junto a la costa del Mediterráneo hasta llegar nuevamente a la provincia de Samaria, a la ciudad de Cesarea. El Espíritu Santo lo hace practicar la comunicación de la palabra en varias regiones transculturales. Aunque el territorio que acaba de recorrer no es demasiado grande, es no obstante lo suficientemente extenso como para experimentar con variedad la recepción de la gente y los aportes que el evangelio ofrece en salvación y transformación de vidas. Un ejemplo que conviene traer a luz es el de la ciudad de Azoto. Esta metrópolis pertenecía a la confederación filistea, y por siglos había sido habitada por paganos. Estuvo en ruinas desde el tiempo de los macabeos (doscientos años antes de Cristo) hasta el año 55 AC, cuando fue reconstruida por los romanos. Era totalmente pagana y estaba habitada por pueblos antagónicos al Dios de los hebreos. Felipe fue a predicar allí. Aunque nosotros no conocemos los resultados, los fariseos sí. También saben los cambios imperantes por causa de la palabra. De modo que el terreno está preparado para producir una segunda etapa, que es lo que Lucas desea explicar ahora. Principalmente le interesa destacar la conversión de Saulo de Tarso a causa de su trasfondo fariseo y la manera milagrosa en que fue sacudido su orgullo religioso. En cierto sentido, todas las conversiones son [p 207] milagrosas y transformadoras. Pero hasta cierto punto lo que ocurrió con él es excepcional (comp. 9:17, 27 con 1 Co. 15:8).

A. El carácter de Saulo (9:1–2) 1Saulo,

respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Saulo es una persona culta y educada. Nos sorprende mucho que los fariseos hayan podido “lavarle el cerebro” de un modo tal que él mismo haya querido involucrarse en una persecución feroz contra los creyentes. Es evidente que el sanedrín había distorsionado su mente a tal extremo que se convierte en una fiera solitaria violando domicilios (8:3) y arrastrando personas a la cárcel (22:4; 26:9–11) (comp. 1 Co. 15:9; Gá. 1:13; 1 Ti. 1:13). “Respirar” amenazas (Sal. 18:15 “soplo de aliento”) significa que todo su ser está en estado de beligerancia, y que vive para la amenaza y la muerte. No piensa en otra cosa. Su plan es concentrar a los cristianos en Jerusalén para eliminarlos allí, evitando la propagación de la “secta”. Resuelto a consumar el plan, visita al sumo sacerdote (probablemente Caifás—4:6) a fin de conseguir documentación para traer a los que se hallaban en Damasco y que habían escapado cuando comenzó la persecución. Damasco está en este momento bajo el rey Aretas,1 que no mantiene relaciones cordiales con el imperio. De modo que le es fácil a Pablo conseguir el salvoconducto para extraditar a los creyentes, pero la acción no llegó a consumarse. Además, los decretos del sanedrín eran tenidos como válidos por todos los judíos. El camino es un nombre aplicado a la iglesia (19:23; 22:4; 24:14, 22) y probablemente significa: “norma de [p 208] vida”. Es también la manera de encerrar a todos (comprometidos y simpatizantes) en un mismo “paquete”, procurando asestar un golpe definitivo a todos los que tuvieran una aparente semejanza al evangelio. Lucas trata de dejar bien claro que Saulo es un feroz oponente, por lo cual utiliza un lenguaje que deje en las 1 Aretas

es un nombre común para muchos de los reyes de Arabia. Conocemos el que menciona Pablo (2 Co. 11:32–33), que era suegro de Herodes Antipas. No sabemos con claridad cómo Damasco llegó a estar subordinada a este rey. Pero es posible que un conflicto de familia a raíz del divorcio de Antipas para casarse con Herodías mujer de su hermano haya sido la causa (Mt. 14:3; Lc. 3:19). Aretas hizo todo lo posible para congraciarse con el sanedrín judío.

110 mentes de sus lectores la confirmación del carácter feroz de Saulo. (Por ejemplo, el verbo lymainomai, traducido “asolar” en 8:3, es la base de nuestro vocablo castellano “eliminar”.)

B. La conversión en el camino a Damasco (9:3–9) 3Mas

yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 8Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Damasco2 es una ciudad bella e importante con una buena cantidad de hebreos y varias sinagogas que Saulo quería liberar de la “secta cristiana”. [p 209] EL PERSEGUIDOR 1.

Tiene espíritu de adversidad:

Ej. Caín frente a Abel (Gn. 4:9) Ismael frente a Isaac (Gn. 21:10; Gá. 4:21–31) El justo frente al injusto (Stg. 5:6) (comp. Sal. 55:21; Hch. 22:4) 2.

Tiene la desaprobación de Cristo

Dios denomina persecución a lo que Saulo llamaba servicio a Dios. 3. 4.

Ofende directamente a Cristo El es la vid y nosotros las ramas. Si daña a una rama, ataca a la vid. Llamado a rendirse

Dios no razona con el enemigo: le ordena Saulo dispone de todo lo que necesita para encarar su persecución fuera del territorio de Jerusalén. Lo hace convencido de que está trabajando para Dios. Pero no es así; tiene conciencia religiosa (24:16) pero no está practicando la voluntad de Dios. A pesar de su celo por la religión se ha convertido en un destructor de la verdad (26:4–5). Después de andar con su escolta unos 200 kilómetros, Dios tiene algo que decirle:

a.

[p 210] El emblema de la presencia de Dios: “una luz” Es una luz singular de origen divino y le demuestra que el Señor está más cerca de él que lo que él pensaba. Se verifica lo que Esteban había dicho sobre la omnipresencia de Dios. Ahora yendo por el camino le aparece a Saulo, a quien está vigilando muy de cerca (1 P. 3:12). Los hebreos conocían la luz que había alumbrado el peregrinaje de Israel (Ex. 13:2–22) y también la gloria que había llenado el tabernáculo (Ex. 40:34–

2

Damasco es una de las ciudades más antiguas del mundo. Algunos historiadores insisten en que fue escena de la muerte de Abel, algo que no podemos confirmar. Pero sí sabemos que aparece en la historia de Abraham (Gn. 14:15; 15:2) como un centro importante. Posteriormente, David puso en ella sus guarniciones (2 S. 8:6; 1 Cr. 18:6). Al mando de Rezón de Siria resistió a los ejércitos de Salomón (1 R. 11:23–24). Naamán destacó en su momento que las corrientes de los ríos Abana y Farfar en Damasco eran mucho mejores que las aguas de Israel (2 R. 5:12). Como centro bélico, Damasco reunió a muchos aliados para ir contra Israel y Judá (2 R. 14:28; 16:9–10; Am. 1:3, 5) y para comerciar con diversos pueblos cercanos y lejanos (Ez. 27:17–18). Fue tomada por los ejércitos de Alejandro el Grande y posteriormente por Pompeyo. El consejero de Herodes el Grande, Nicolás, nació en Damasco (Josefo: Ant. XII, 382, XVI, 2 X 2). Los descendientes de Mahoma (califas) la convirtieron en uno de los centros islámicos.

111 35), pero ignoraban que pudiera aparecer de manera semejante a una persona solitaria.3 Pero es así. No es una guía para el camino de Saulo sino una iluminación para su corazón. Aparece para detenerlo en su loca carrera, cobijado bajo la violencia de una tradición de orgullo (Fil. 3:3–6). Saulo está convencido de que podrá convertir a todos los cristianos en una réplica de Esteban; pero Dios dijo “no”.

b.

La manifestación de la gloria: “cayendo … oyó una voz”. Dios le habla en el idioma del pueblo. Es enfático delante del gigante de papel ahora caído en el suelo. Lo llama dos veces por su nombre, como antes lo había hecho con Marta y con Simón. Es incisivo: ¿por qué me persigues? o ¿qué mal he hecho en tu contra? Tiene efecto inmediato pues lo lleva a contacto consciente con Cristo, sometiéndolo a la voluntad de quien llama. La primera pregunta de Saulo es clave: “¿Quién eres, Señor?” Es ignorante del poder invisible. No conoce la manifestación dinámica de la gracia de Dios ni espera que el poder que lo arrojó en tierra provenga de Jesús, el nazareno despreciado. Ha entrado en una crisis espiritual profunda. Tiene que conocer al Señor de la gloria que es Jesús resucitado. Lucas conserva el aramaico (26:14) para que no tenga dudas de que quien le habla demuestra haber tomado la iniciativa en el rescate de su alma y el resguardo de los santos perseguidos. Además de identificarse, el Señor reprueba su actitud como dando “coces [p 211] contra el aguijón (o aguijones)” (frase ausente en algunos originales más antiguos). Es una figura tomada de la picana utilizada para dirigir o detener los bueyes.

c.

El mandamiento que lo conduce: “levántate” La luz que lo rodeó, más brillante que el sol a medio día (26:13), es la refulgencia del Señor Jesús. Es una revelación conmovedora que lo atonta y lo enceguece. A esa primera pregunta de: “¿Quién eres, Señor?”, él agrega una segunda: “¿Qué quieres que yo haga?” Una sola cosa puede hacer: obedecer. Pero la pregunta manifiesta un completo cambio de mente. Los antecedentes como la muerte de Esteban y la extensión del mensaje comenzaron su obra. La luz, la voz y la ceguera la completan. A Saulo se le caen las cartas y las autorizaciones humanas después de tener un encuentro con el Señor. Ahora necesita ser conducido y comenzar una vida de relación con Dios en meditación y oración. Dios quiere que cambie de visión y lo deja ciego. Quiere que tenga tres días de privacidad y lo pone solo para pensar. Más tarde tendrá más soledad en Arabia. Necesita tranquilidad y soledad. La entrada de Saulo a Damasco es humillante, y está ciego como cautivo de Jesucristo. Nadie puede dudar lo que ha sucedido; ha tenido un encuentro cara a cara con Jesucristo resucitado (vv. 17, 27). El Señor mismo lo toma y lo detiene como si él lo tuviera a su cuidado desde ese momento. Lo hace llevar de la mano (comp. 13:11; 22:11) al lugar de disciplina. SAULO EN PIE DE GUERRA 1.

La batalla



El evangelio surge—Saulo ataca (8:40; 9:1)



Los creyentes crecen—Saulo persigue (8:3)



Cristo aparece—Saulo cae (9:4)

2.

La victoria



Saulo se rinde—Cristo triunfa



Saulo se humilla—Cristo muestra gracia



Saulo se entrega—Cristo le revela su voluntad [p 212] C. El discipulado de Ananías (9:10–19)

término griego periastraptō significa “resplandecer alrededor” y se usa para describir al relámpago. Pero además es notable lo que aprendemos de otras acepciones (Lc. 11:36; Hch. 22:6) para entender lo que estudiamos, especialmente hablando del cuerpo luminoso (2 Co. 3:18; 4:4).

3 El

112 10Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 15El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

Comenzamos ahora a estudiar algunas de las consecuencias de la conversión de Saulo de Tarso.4 Aunque sus actitudes se transformaron, necesita un discipulado muy especial para caminar la parte importante que debe andar en el camino del Señor. Comienza ahora a formarse nuevas relaciones, con Dios y con los hermanos. Tiene [p 213] que aprender el “a b c” de la comunión y las exigencias de la autoridad espiritual. Para todo esto, necesita un adiestramiento especial. Dios también tiene preparada la persona que forma parte de los discípulos en Damasco:

a.

La persona: un discípulo Se describe el carácter de este hermano en 22:12. No es una persona destacada; es simplemente un canal limpio que Dios puede llamar a su ministerio. Dios no tiene en la mira a otro apóstol ni incita a la iglesia en Jerusalén para que haga como con Felipe. Tiene a Ananías, un hombre espiritual (12:12) sujeto a la voluntad de Dios, aunque en principio le cuesta aceptarla. Tiene muchos informes pero Dios tiene las últimas noticias.

b.

La disposición: “Heme aquí” Ananías está preparado para salir de su anonimato si Dios lo llama. Naturalmente, tiene que oír con claridad la voz de Dios, e interpretar los objetivos del llamado. Está familiarizado con el AT y sabe cómo Dios habló a Abraham, a Samuel e Isaías (Gn. 22:1; 1 S. 3:5; Is. 6:8). Está ejercitado con la respuesta de los siervos obedientes. Ananías no tiene reservas; está consagrado a Dios.

c.

Las directivas: “levántate, y vé…” Dios le revela a Ananías las razones inmediatas y mediatas por las cuales lo envía a Saulo. Entre las primeras se hallan las personales o circunstanciales; es decir, que en casa de Judas donde se hospeda, Saulo ora y ve la llegada de Ananías para asistirlo. Entre las segundas, que Saulo es el instrumento en las manos de Dios para llevar el evangelio a todo el mundo (romano). Lucas está interesado en destacar a los hospedadores (10:6; 21:16) que se preocupan por los siervos de Dios. También destaca la simplicidad de los hombres que utiliza. En este caso, Ananías recibe el informe de lo que Saulo ve como una misión para él. Las instrucciones son precisas: (1) Dónde debe ir. El Señor le muestra la calle y la casa donde está Saulo para evitar que vaya a la persona equivocada. (2) A quién debe ir. Había una población de alrededor de 135.000 personas en Damasco, pero el Señor está interesado en [p 214] una y quiere que Ananías lo advierta para cumplir su misión. En tanta cantidad de almas, una persona no es nada, pero es todo lo que el Señor quiere. (3) Cuándo debe ir. Posiblemente Ananías está en la casa porque la escena se desarrolla de noche. “Levántate y vé”. La importancia de la misión es parte de lo que Ananías tiene que aprender. No es importante por la cantidad de personas involucradas, sino porque el Señor está presente y lidera. (4) Qué debe hacer al encontrarse con Saulo y cuáles son los resultados de su gestión (v. 12). 4

Tarso era la capital de Cilicia, donde Saulo había nacido (9:11). Estaba ubicada en una ancha y fértil llanura a orillas del río Cydno que la cruzaba, razón por la cual el nombre aparece a veces en plural. No se conoce el tiempo de su fundación. Los asirios la ocuparon cerca del año 830 AC. Después de las conquistas de Alejandro y de que el reino seléucido fuera establecido en Antioquía, Tarso pasó a ser parte de ese reino, aunque por corto tiempo fue dominada por los ptolomeos. Era una ciudad antigua muy famosa por su belleza y abundante comercio.

113

d.

Los problemas: “he oído mucho acerca de este hombre …” Son muy lógicas las dificultades de Ananías, quizás él mismo fue uno de los fugitivos de Jerusalén a quienes denomina “santos” (término favorito de Pablo) (comp. 9:32; 9:41; 26:10). Pero como el Señor sabía todo, Ananías siente libertad en abrirle su corazón, mostrando sus reparos a la labor que está recibiendo. Y por haber sido sincero, Ananías también recibe una revelación especial del Señor acerca de Saulo y su ministerio.

e.

La confirmación: “Vé, porque instrumento escogido me es éste …” El Señor confirmó el ministerio a su siervo recordándole: (1) Su soberanía: “instrumento escogido me es éste”. Es alguien elegido (Gn. 1:15) para ser bendecido y para bendecir, aunque Ananías no lo supiera. (2) Su propósito: “para llevar mi nombre en presencia de los gentiles”. Un gran pecador convertido en un gran santo; un gran opresor convertido en un gran libertador. (3) Su condescendencia: “Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”. En verdad, el verdadero instructor de Saulo no es Ananías sino el Señor mismo. Ananías es un vehículo circunstancial; el Señor es el Maestro permanente.

f.

La obediencia: “fue entonces Ananías …” Rápidamente, convencido por el Señor, Ananías fue a la puerta que se llama Derecha, la cual todavía es la entrada principal este–oeste de Damasco, y se dirigió a la casa de Judas. Preciso en su movimiento, se dirigió a donde estaba Saulo y le halló, tal como el Señor le había dicho. Amoroso en su trato, poniéndole las manos [p 215] encima le dijo: “Hermano Saulo …” (v. 17), posiblemente comenzando a orar por su ceguera y para que la plenitud del Espíritu fortaleciera su ministerio. Estas palabras posiblemente fueron las primeras que oyó de los labios de un cristiano. Estimulante en sus palabras, Ananías vuelca todo su afecto sobre Saulo y lo anima a seguir adelante con su bautismo, que seguramente el mismo Ananías practicó. HERMANDAD CRISTIANA 1.

2.

El movimiento fraternal: “Fue entonces Ananías”. No bien se disiparon las dificultades, Ananías siguió su camino sin formular más preguntas. Fue con rapidez, con valentía, con amor y sin protocolo. El toque fraternal: “Poniendo sobre él las manos” (13:3; 1 Ti. 4:14).

3.

La palabra fraternal: “hermano Saulo”.



tenían relaciones comunes con un Padre común



tenían derechos comunes a los mismos privilegios



tenían obligaciones comunes



tenían esperanzas comunes

4.

El servicio fraternal: “Para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo”.

D. Saulo predica en Damasco (9:20–25) 20En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? 22Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 23Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle; 24pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle. 25Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.

[p 216] Por una parte el amor de Cristo actúa como un imán en la vida de Saulo, uniéndolo a los demás hermanos para demostrarles su sincero afecto en el Señor. Pudo confortarles y reconstruir las relaciones destruidas por la ferocidad religiosa. Pero por otra parte quiso predicar a Cristo (proclamar el mensaje trans-

114 formador del poder de Cristo) que lo había cambiado a él. Es sorprendente que tanto él como su mensaje son aceptados por el pueblo, aunque con gran sorpresa: “¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre?”—decían. Lucas no nos dice cómo fueron respondidas estas incógnitas que el pueblo no podía descifrar. Sucede como con el Señor Jesús: los fariseos están furiosos, pero el pueblo le escucha con admiración, sin hallar respuesta a sus sorpresas. Saulo se queda en Damasco por un período largo, aunque Lucas sólo habla de “pasados muchos días”. Es una referencia incierta a un período que posteriormente Pablo dice que son tres años (Gá. 1:17–18), en los cuales también estuvo en Arabia. En ese momento la frontera noroeste de Arabia casi llegaba hasta Damasco. Es allí en la soledad de ese retiro que Cristo le revela algunas verdades singulares sobre la cena del Señor (1 Co. 11:23), el misterio del evangelio (1 Co. 15:3), la segunda venida de Cristo (1 Ts. 4:15) y sobretodo la composición del cuerpo de Cristo (Ef. 3:5–6). Esos tres años en soledad con el Señor parecen ser una réplica de los tres años que Jesús pasó con sus discípulos. Después de este tiempo en Arabia, Saulo retorna a Damasco (Gá. 1:17) por poco tiempo. Pero los judíos no soportan su retorno y se preparan para matarlo, guardando “las puertas de día y de noche para matarle” (v. 24). Sin embargo, en conocimiento del plan, Saulo que ya había ganado un lugar dilecto en el corazón de los discípulos, concierta con ellos ser descolgado por el muro en una canasta y así huyó a Jerusalén (comp. 2 Co. 11:32–33).

E. Saulo presentando a los apóstoles en Jerusalén (9:26–31) 26Cuando

llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. 27Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había [p 217] hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. 28Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía, 29y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle. 30Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso. 31Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. Vuelve muy emocionado a Jerusalén. Había estado en un exilio espiritual, así como Esdras lo había pasado en lo físico. Todo cambió para él. ¡Qué emoción ver el templo, con sus sacrificios y sus enseñanzas ya cumplidas en Jesucristo! Puede repasar algunas profecías cumplidas. Pero llegando a la puerta lo asaltan los recuerdos tristes de su tozudez; la sangre de Esteban, las ropas de los ejecutores, etc. y ¡qué sentimiento de hermandad con el mártir siente ahora! Pero toda la culpabilidad es mayor que él, y podemos verle confesando sus muchos pecados y poniéndolos sobre la cruz para terminar con ese triste período de ignorancia.

a.

Intenta ingresar a la iglesia Busca ingresar a la comunión con los discípulos. Entre ellos está Pedro, un hermano de atracción especial (Gá. 1:18). Saulo había oído de su hermoso sermón en Pentecostés y también sabía de sus luchas a causa del nombre de Jesucristo. También estaba Jacobo—el hermano del Señor Jesús—y otros. Es una oportunidad magnífica para participar en la vida espiritual. Pero tres años atrás, él había sido el eje sobre el cual giraba la persecución a la iglesia, así que: “todos le tenían miedo” (v. 26). No traía carta de encomendación, y la entrada se le hacía difícil. Es triste para él después de tres años de testimonio riesgoso en Damasco, pero reconoce que es el precio de la desconfianza.

b.

La labor de Bernabé Ya hemos visto algo de este hermano al estudiar el final del cap. 4. Es bueno recordar que se trata de un levita, natural de la isla Chipre (4:36) a quien los apóstoles (teniendo en cuenta su carácter) denominaron Bernabé (hijo de consolación). No sabemos cómo se produjo su vinculación con Saulo, pero consecuente con su carácter, [p 218] asumió la obligación de encomendarle ante los apóstoles (Gá. 1:18–20). Al presentarlo, narra su testimonio de conversión tomando tres características fundamentales: (1) “había visto en el camino al Señor”, su encuentro personal con Cristo; (2) “el cual le había hablado”, la revelación que había recibido; (3) “cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús”, el testimonio que había dado. Para Bernabé no es suficiente decir lo que Cristo hace por él; también tiene que verse la parte humana, es

115 decir la respuesta a la obra de Cristo o lo que él hace por Cristo. No es necesario ir en busca de una “carta”, la presentación de Bernabé es más que suficiente.

c.

La vida de Saulo en la iglesia Como resultado, Saulo fue recibido a la comunión de la iglesia, y durante el corto tiempo que permanece en Jerusalén goza de absoluta libertad: “estaba con ellos” (comunión), y “entraba y salía” (libertad). Puede “entrar” a ellos con inquietudes, pensamientos y nuevas impresiones. Les podía comentar los hechos de Cristo y las revelaciones recibidas para alegrar sus corazones en medio de la adversidad. Pero también puede “salir” aprovechando los consejos, amor y experiencias para estimular su trabajo heroico. Saulo demuestra sujeción a la iglesia, constituida en su hogar espiritual.

d.

El ministerio de Saulo Con el respaldo de un vínculo sano con los hermanos, Saulo tiene la cobertura que necesita el ministerio de evangelista. Presentado por Ananías fue predicador para la comunidad de Damasco, y presentado por Bernabé ocurre lo mismo en Jerusalén. Nuevamente aparece el modo de hablar: “denodadamente”, es decir con valentía, con libertad y convicción (4:31; 5:40–42). El tema de su predicación es “el nombre del Señor” (v. 29). El mismo que una vez odiara y por cuya causa persiguiera a los cristianos. Saulo tiene una esfera definida de personas a quienes predicar: “los griegos”. Se trata de judíos helenistas, es decir hebreos de origen griego, como Esteban, “las viudas” convertidas (6:1) y posiblemente casi todos en la sinagoga (6:8–10). [p 219] Es bueno que notemos que la valentía no solamente se ve en su forma de hablar, sino también en su vigor para “disputar”. Saulo sabe argumentar su tesis de modo irrefutable. Conoce la Escritura y al Señor de ella. Lee la Biblia y habla con su autor. El Espíritu que inspiró el texto también robustece su conducta. Los resultados están a la vista: “los griegos procuraban matarle”, pero la iglesia le expresó su simpatía llevándole a Cesarea y enviándole a Tarso. SAULO PREDICA EL EVANGELIO Características centrales de su predicación: 1. 2. 3.

El tema: “en el nombre del Señor” (vv. 20, 22) El poder: “lleno del Espíritu Santo” (v. 17, 22) El estilo: “denodadamente” (v. 29) (comp. 4:13; 13:46; 14:3)



primero en Damasco (v. 27)



segundo en Jerusalén (v. 28)

4.

El precio: “sufrir por mi nombre” (v. 16) (comp. vv. 23– 24)

5. 6.

Los depositarios: “los griegos” (judíos de origen griego) Los resultados: “procuraban matarle” (v. 29)

F. Entonces las iglesias tenían paz “Entonces … tenían” muestra el comienzo y no la continuación de un estado de paz. “Entonces”—cuando la persecución había concluido (comp. 8:1–4). “Entonces”—cuando el perseguidor convertido a Cristo había dado pruebas de un compromiso real con él. “Entonces”—cuando todos habían comprendido que Dios tenía un propósito con ellos en favor del mundo. Es “entonces” cuando la primera parte de nuestro capítulo llega a su fin. Cuando el perseguidor, por una parte, y el emperador Calígula por otra, son utilizados por Dios para un cambio en la situación. Calígula trata de colocar su efigie en el templo, hecho que de por sí es más blasfemo para los israelitas que la extensión

116 del cristianismo. [p 220] Toda la atención de los judíos ahora está concentrada en programar la frustración del propósito del emperador. No tienen tiempo para perseguir, de modo que las iglesias tienen paz, no solamente por la desaparición de Saulo sino además por la actitud del sanedrín. ¿De qué modo utilizan las iglesias la oportunidad?

a.

Tenían paz En primer lugar están libres de toda interferencia extraña, y después también de necias disputas internas. La extensión que indica el texto es importante porque se están cumpliendo las pautas dadas por el Señor (1:8). La paz interior es el ingrediente fundamental para el progreso, aunque el diablo trate de producir malestar exterior (comp. Lc. 11:21; Jn. 16:33).

b.

Eran edificadas Toda la iglesia es como un edificio (Ef. 2:20–22), y cada una un edificio en sí misma (1 Co. 3:10–11). Cada una consolida su posición (1 Co. 14:4, 17) avanzando en conocimiento y percepción (1 Ti. 1:4). La comunión, el uso de los dones, la actividad espiritual que glorifica a Dios, son ingredientes vitales de la edificación. Cada alma componente del edificio es a su vez un edificio, y necesita ser edificada para vivir como digna habitación de Dios.

c.

Andando en el temor del Señor Significa por lo menos: (1) tener un carácter formado en profunda reverencia a la persona del Señor; (2) mostrar en la conducta la ética natural del reino de Dios. “Andar” es un término familiar en las cartas de Pablo. Lo utiliza para describir la conducta (Ef. 4:1; 5:2) tanto para con los hermanos como para con los de afuera (Fil. 3:17; Col. 1:10; 2:6; 1 Ts. 2:12). Aquí notamos que la conducta es específicamente en “el temor del Señor” (Ro. 3:18; 1 P. 2:18). Muestra no solamente cuidado circunstancial sino también una modalidad permanente de vida transformada.

d.

Se acrecentaban Al mantener la conducta espiritual como un sistema espiritual de comunión, algo visible ocurría. Las iglesias crecían. Las cifras son resultado de la fe y la comunión. La multiplicación numérica es la [p 221] consecuencia de la actividad de la piedad, como ya lo vimos en el cap. 2. No son sólo números. Es más vale la conducta que trae a muchos. Las iglesias crecen primeramente en fe y después se acrecientan en números que permanecen porque se suman al testimonio.

e.

Fortalecidas por el Espíritu Santo Libres de interferencia exterior y consolidadas por el sostén o animación del Espíritu, estas iglesias tienen lo que necesitan para crecer. No se apoyan en sus proyectos, ni confían en sus estrategias; simplemente administran la aprobación de Dios. IGLESIAS EN PROSPERIDAD 1.

Las circunstancias externas: “tenían paz”

a.

Tiempo oportuno para prosperar

b.

Tiempo adecuado para sembrar y cultivar

2.

Las relaciones mutuas

a.

Orgánicamente autónomas: “las iglesias”

b.

Espiritualmente unidas: “fortalecidas por el Espíritu Santo”

3. 4.

La condición interior: “andando en el temor del Señor” Las señales visibles: “se acrecentaban”

a.

En fortaleza interior

b.

En números evidentes

117 [p 222]

CAPÍTULO 14 CORNELIO RECIBE AL SEÑOR JESÚS Lucas suspende momentáneamente su descripción de los pasos de Saulo y de la iglesia relacionada con el ambiente judío, para iniciar el camino hacia la evangelización de los gentiles. Produce un cambio inesperado de Saulo a Pedro (9:32), mostrando paso a paso la preparación de este ministro de la circuncisión para que lleve el mensaje a los gentiles. Posteriormente, veremos también la discipulación de Saulo para la tarea famosa que comenzará en el cap. 13. Mientras tanto, Lucas se ocupa de algunos temas importantes relacionados con Pedro: (1) un doble milagro (sanidad de Eneas y resurrección de Tabita); (2) la conversión del centurión romano; (3) el encarcelamiento y la liberación de Pedro; (4) el enjuiciamiento y la muerte de Herodes. Lucas describe a Pedro como un siervo eficiente, fuertemente respaldado por el Señor, sin mostrar superioridad sobre sus hermanos sino más vale preparado para salir pronto de escena. En verdad, después de estos cuadros de él no volvemos a leer más sobre sus actividades.

A. La sanidad de Eneas y la resurrección de Tabita (9:32–42) 32Aconteció

que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida. 33Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. 34Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. 35Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor. 36Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido [p 223] quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 37Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. 38Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. 39Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas. 40Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. 41Y él, dándole la mano, la levantó; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. 42Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor. Pedro parece tener un ministerio itinerante iniciado después que cesó la persecución. Desde los días de la muerte de Esteban hasta que las “iglesias tenían paz” (v. 31), los apóstoles permanecieron en Jerusalén (8:1). Ahora que vivían una paz temporaria comienzan las salidas. Lucas se concentra en las labores de Pedro por ser clave para lo que viene más adelante. Tanto los lugares que menciona como los casos de milagros que presenta son característicos de la actividad del evangelio. En una gira hacia el sudoeste visita la ciudad de Lida conocida en el AT como Lod (1 Cr. 8:12; Esd. 2:33; Neh. 7:37; 11:35). Era una ciudad en la rica planicie de Sarón, distante de Jerusalén “como camino de un día” (aproximadamente 35 kilómetros) y unos 20 kilómetros al sudoeste de Jope. No sabemos a ciencia cierta cómo llegó el evangelio hasta allí pero conociendo las giras que el evangelista Felipe realizó por sus contornos, no es difícil suponerlo, máxime que existía una carretera que unía estas ciudades con Cesarea (comp. 8:40).

a.

La sanidad de Eneas Esta persona representa el estado enfermo de la humanidad. No se puede valer por sí misma, necesita el toque poderoso del evangelio. Algunos ven en esta enfermedad el estado del creyente [p 224] carnal; vive pero necesita sanidad espiritual. No queremos ser dogmáticos, de modo que simplemente veamos:

1)

El carácter del cristianismo Pedro restauró la salud de Eneas mostrando los beneficios del evangelio que había aceptado. Es una expresión misericordiosa de la fuente perpetua del amor de Dios. Claramente muestra de dónde procede el poder: Jesucristo.

2)

La misión del mensaje

118 Producir restauración. Cristo vino para buscar y para salvar. El evangelio no crea nuevas facultades, pero restaura el alma al conocimiento de Dios, a la comunión con Dios y a su imagen.

3)

El poder del evangelio “Jesucristo te sana”. El poder viene de Jesús. Eneas está verdaderamente enfermo. Durante ocho años el mal le ha dañado y no puede recuperarse. Pero Jesucristo tiene todo el poder (Ef. 1:19–21).

4)

La influencia de la verdad Pedro visita terreno pagano. No está seguro de los efectos fuera del terreno judío y samaritano. Pero ahora, lejos de esos lugares, ve cómo “todos los que habitaban en Lida y en Sarón … se convirtieron al Señor” (9:35).

b.

La resurrección de Tabita Jope (actualmente Jaifa) significa belleza.1 Pese a su trayectoria fue dos veces destruida por los romanos y muchas veces [p 225] cambió de manos. En esta ciudad había una fiel cristiana cuya muerte Dios usó para producir un avance importante en la extensión del mensaje de la vida eterna.

1)

Dorcas es una discípula Dorcas muestra cómo una persona puede ser bella naturalmente. Pero, además, es discípula que muestra la belleza espiritual. Es la única vez que este término se utiliza en femenino. Los griegos no hubieran aceptado discípulos de sexo femenino, y los judíos tenían el “atrio de las mujeres” pero para segregarlas y no para unirlas a la comunión. Con el evangelio es diferente (Ro. 16:1–2) porque hay igualdad en Cristo Jesús (1 Co. 12:12–13). Todos somos uno en Cristo (Gá. 3:28).

2)

Dorcas está llena de “buenas obras” Salimos ahora de la esfera del discipulado para ingresar en la región del carácter. En ella se ha desarrollado la vida cristiana. Sus dotes naturales están santificados por el Espíritu, y su discipulado se perfecciona en la beneficencia. Ser discípulo no es simplemente seguir de palabra y con palabras; es hacer de la vida un servicio santificado (1 Ti. 5:10; 2 Ti. 2:21; Tit. 3:1) (comp. Col. 1:25; 4:17). El conocimiento no se perfecciona con más conocimiento, sino con buenas obras. Dorcas abunda en buenas obras y limosnas porque su corazón no vive para otra cosa que no sea servir.

3)

Dorcas se enferma y muere La religión no exime de las calamidades de la vida. Esta consideración vale para entender la muerte de los santos y nos muestra cómo nosotros también tenemos que pasar por dolor. Las diferencias están en que los santos dejan un testimonio para Dios que los asiste en la hora de la muerte. Por esta razón fueron en busca de Pedro (v. 38). Pedro al venir puede hacer más que “llorar con los que lloran” y se dedica decididamente a su trabajo. Notemos su humildad, su decisión para servir y su seguridad de ser de bendición.

4)

[p 226] Dorcas es resucitada y se levanta Pedro hizo salir a todos para evitar ruidos, interferencias y aplausos humanos, y se dedicó a la oración buscando la voluntad de Dios. No necesitaba la “fuerza” de los humanos, sino la autoridad y poder de Dios. Habiendo hecho esta actividad previa, se volvió al cuerpo sin vida, impartiendo una orden: “Tabita, levántate”, algo similar a lo ocurrido con Eliseo (2 R. 4:33) (comp. Mr. 5:40, 41). Dorcas abrió los ojos y vio a una persona desconocida que la asistía. Lucas da el mismo espacio a la resurrección de la muchacha que a sus buenas obras y su testimonio. El cuadro puede ayudarnos para ver lo que ocurre con un inconverso que llega al conocimiento de la verdad. Él también necesita que lo tomemos de la mano para aprender a caminar la vida de resurrección delante de los demás creyentes y también ante el mundo.

1 Jope (heb. yapho) es una ciudad muy antigua sobre el Mediterráneo, a unos 48 km. al noroeste de Jerusalén. Aparece en la lista de ciudades del conquistador Phutmose III (siglo XV AC). Es el puerto de Jerusalén. Hasta aquí llegó la madera cortada del Líbano y despachada desde Tiro, para la construcción del templo (2 Cr. 2:16). Posteriormente Zorobabel, cumpliendo el edicto de Ciro, trajo los cedros desde el Líbano (Esd. 3:7). Desde este puerto se embarcó Jonás huyendo a Tarsis (Jon. 1:3). Pedro se hospedó en la casa de Simón y tuvo la gran visión que lo preparaba para Cornelio (Hch. 10:5). Ungers Bible Dictionary, pág. 604.

119 Ambos milagros fueron para la gloria de Dios, porque todos fueron conmovidos y muchos llegaron al conocimiento de la verdad.

B. Cornelio manda buscar a Pedro (10:1–8) 1Había

en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, 2piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. 3Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. 4El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. 5Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. 6Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas. 7Ido el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asistían; 8a los cuales envió a Jope, después de haberles contado todo. La historia del desarrollo de la iglesia en territorio fuera de Jerusalén nos muestra una sucesión de tres conversiones características: (1) el eunuco, un extranjero y prosélito de la fe judía; [p 227] (2) Saulo, nacido y criado como israelita; (3) Cornelio, el buscador gentil de Dios que vive en Cesarea.2 Cornelio es un centurión3 ejemplar porque tanto él como su familia son “piadosos y temerosos de Dios”. Los judíos consideran como “temerosos de Dios” a gentiles que aunque no están dispuestos a asumir los compromisos de los prosélitos con las obligaciones propias de la ley de Moisés, viven cerca de Dios leyendo la Escritura, orando y ofrendando. Para muchos gentiles la circuncisión es una traba.

a.

La posición histórica Cornelio marca el comienzo de una nueva época. Como una primera flor en primavera, es la señal y el heraldo de la nueva fuerza que está por unirse al trabajo de la misión. Su historia plantea la batalla final entre las estrechas fuerzas del judaísmo discriminatorio y la energía espiritual del cristianismo mundial. Está a la cabeza del cristianismo gentil, y en cierto modo se convierte para Saulo de Tarso en lo que Juan el Bautista era para Jesucristo. Irrumpiendo de las oscuridades del paganismo, se pone primero en [p 228] el cristianismo gentil como para preparar el desfile triunfal de la iglesia que debe iluminar con la luz de Jesucristo. Nadie anuncia su aparición, ni precursor alguno le prepara el camino. En medio de la indescriptible separación que hay en el momento entre judíos y gentiles (aun con los más devotos), se comienza a cumplir la Escritura que dice: “Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones” (Sal. 22:27–28). Está profetizado que en un día futuro las naciones participarían del propósito espiritual de Dios porque el Espíritu habría de venir sobre toda carne (Jl. 2:28–32). La bendición a “todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3) profetizada a Abraham quedó anulada por el orgullo racial hebreo que los hacía sentir superiores y con el cual prepararon una tradición que garantizara la separación física de los demás. Dios está a punto de revertir la situación creando en el corazón de un gentil extranjero las ansias de la comunión con Dios.

b.

El carácter religioso

2

Cesarea era una suntuosa ciudad romana a unos 37 km. al sur del Monte Carmelo y 100 km. al noroeste de Jerusalén, construida en el centro de la torre Estratón por Herodes el Grande y llamada así en honor de Augusto César. Una ingeniería bien diseñada había transformado a este puerto en la virtual capital de Palestina. Doce años de construcción levantaron un muelle sostenido por columnas para darle al puerto la forma de media luna. Había también un enorme anfiteatro (cuyas ruinas aún se ven bajo los médanos de arena en el extremo sur), palacios y otras estructuras. Los arqueólogos judíos aún siguen explorando el lugar. Poncio Pilato tenía en ella su residencia. Felipe el evangelista llevó el evangelio a Cesarea, su residencia (8:40). En su hogar hospedó a Pablo y sus compañeros (9:30; 21:8). Pablo estuvo en ella varias veces (18:22). Fue enviado a la ciudad para comparecer delante de Félix (23:23–33). Estuvo prisionero por dos años. Hizo su defensa delante de Festo y Agripa (25:26) y de allí fue enviado como prisionero a Roma (27:1). Harper’s Bible Dictionary, pág 85. 3

Lucas presenta a Cornelio como un centurión de la compañía (regimiento) llamada la Italiana. El regimiento normalmente “cohorte” consistía de seis centurias (100 hombres), cada una bajo el mando de un centurión. Diez cohortes formaban una legión.

120 Lucas señala (v. 2) cuatro características de la devoción de Cornelio a Dios, pero nos insta a que lo veamos como un soldado romano. Tal como ya lo señalamos, no es un prosélito. Para los judíos todavía él forma parte de otro círculo totalmente extraño, pero le falta un paso para ser cristiano y entrar en comunión viviente con el Jesús resucitado que lo había impactado. Y esto, sin detenerse a cumplimentar ceremonias legales. Aquí reside la revolución, no solamente para su alma, sino para toda la confesión de fe plantada hasta ese presente. La piedad demostrada por Cornelio es muy singular. Primero, es personal porque es “devoto y temeroso de Dios”, es decir, se dedica al servicio y la adoración a Dios. Es uno de los muchos que está desengañado con la invertebración religiosa del paganismo y la segregación orgullosa del judaísmo. Está reverentemente inclinado por la devoción al Dios eterno de los hebreos, sin entrar en sus tradiciones. Busca y busca en verdad. Segundo, es familiar, “con toda su casa”. Cornelio no sólo había renunciado privadamente a la idolatría; también había enseñado a sus seres queridos a hacerlo. Les había conducido con sinceridad por los mismos pasos [p 229] que había dado. Sabía que lo mejor para él, era también lo mejor para ellos. Tercero, es popular; “hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre”. Cornelio no practicaba una religión de claustro donde “yo recibo lo que necesito” o “donde voy a pedir lo que me hace falta”. Su devoción a Dios lo conduce a mirar y a ayudar a su prójimo. La religión brillaba, pero no hacía pasar trompeta. Es la “religión pura y sin mancha” que más tarde menciona Santiago (1:26–27) (comp. Pr. 19:17).

c.

Las órdenes misteriosas Por una parte, Cornelio está siendo instruido por la fe en el camino de la salvación, y por otra es utilizado en la preparación de Pedro para andar el camino de la obediencia que concluirá con la apertura de las puertas del reino para los gentiles (Mt. 16:19). Cornelio “vio claramente en una visión como a la hora novena” (alrededor de las tres de la tarde), que Lucas ya había mostrado como la hora de la oración (3:1). Vio a un ángel que lo llama por nombre y le dice en medio de su profundo temor que sus “oraciones y … limosnas han subido para memoria delante de Dios” (v. 4) (comp. 1 S. 1:19; Neh. 5:19). Además le indica que debía enviar hombres a Jope para “hacer venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro”. En ese momento el apóstol se hospedaba en casa de Simón el curtidor. El ángel no le predica el evangelio al militar romano; solamente los creyentes cristianos, que disfrutan de los beneficios del evangelio, lo deben proclamar. Pero también Pedro tenía que desarraigar su judaísmo intolerante para visitar el hogar de un gentil. DIOS OYE LA ORACIÓN —aunque creamos que no 1.

Cuando cambia los medios y contesta en forma distinta (2 Co. 12:7–9).

2.

Cuando difiere el momento de la respuesta para más adelante (Dn. 9:21; 2 Cr. 36:22).

3.

Cuando responde de otra manera que en su sabiduría es lo mejor (Sal. 22:2; Lm. 3:8). [p 230] C. Pedro recibe una

visión previa (10:9–16)

9Al

día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. 10Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; 11y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; 12en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. 13Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. 14Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 15Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 16Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. Al día siguiente de la visión de Cornelio, y cuando los enviados del centurión estaban cerca de Jope, Pedro se retira a la azotea de la casa de Simón para tener un tiempo quieto en oración. Allí, teniendo hambre y bajo la acción de un éxtasis, tiene una visión extraña que Lucas narra brevemente, con algunos detalles importantes. En verdad, lo sobresaliente es el contenido del lienzo, es decir “cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo” (v. 12), una mezcla variada de animales limpios e impuros, capaz de irritar a cualquier judío de

121 Jerusalén. Pero lo más extraño es la voz que le ordena comer indiscriminadamente de cualquiera de esos animales. Pedro reconoce que la voz es del Señor, así que al dicho de: “Levántate, Pedro, mata y come” (v. 13), responde inmediatamente “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás” (v. 14). La voz volvió a él la segunda vez: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. Y esto ocurrió por tres ocasiones y el lienzo volvió al cielo.

a.

La nueva revelación “No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo” (Jn. 3:27) (comp. Stg. 1:17). ¿Cómo podríamos venir a Dios si él no descendiera a nosotros? Así la historia del evangelio se presenta de modo muy singular ante Pedro. El lienzo que podría representar la obra unificadora del Espíritu Santo (Ef. 4:4–6; comp. 1 Co. 12:12–13) encierra por propósito de Dios a judíos y a gentiles [p 231] —animales limpios e inmundos—en el cuerpo de Cristo (Ef. 2:13–16). Nosotros sabemos que la iglesia nació en el propósito de Dios (desciende del cielo—v. 11) y concluye de la misma manera (v. 16). La lección que en un principio Pedro no puede comprender es: (1) que la ley ceremonial judía había quedado atrás después de la muerte de Cristo; (2) que la separación que por siglos había experimentado la religión hebrea estaba superada por la acción del Espíritu. La estrechez del viejo judaísmo es contraria al espíritu de la gracia; (3) que Dios creaba una nueva fraternidad sin restricciones humanas, y poniendo a todos los creyentes en igualdad de condiciones (Col. 3:10–11) (comp. Ro. 15:16).

b.

La resistencia a la voz del Señor Es fácil imaginar la cara de Pedro al ver en un mismo recinto a corderos, cerdos y yacarés. O también bueyes, caballos, mulos, conejos, etc. (Lv. 11:1–23; Dt. 14:3–21). No puede creer que Dios sea el autor de semejante mezcla y responde: “No”. Su viejo hombre se resiste a obedecer contra su conciencia. En otras ocasiones Pedro ha dicho lo mismo (Jn. 13:8), pero la paciencia del Señor lo hizo cambiar. Ahora sucede lo mismo, aunque la misericordia de Dios no lo violenta y la escena pasa.

c.

La reprensión: clave de la visión “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. Sin duda Pedro recordó la parábola del Señor en su dura disputa contra los fariseos. En esa ocasión les dijo qué cosas contaminaban al hombre y cuáles no (Mr. 7:1– 23). El y sus compañeros también habían requerido explicación de estos temas (Mr. 7:17) y la habían recibido, pero por lo que vemos, no habían comprendido. Ahora no se encuentra frente a una discusión dialéctica, sino a una realidad clave para la obra misionera mundial, de la cual debía ser el iniciador. Conocer el principio contaminante tanto de la doctrina como de la persona es primordial. Sin resolver este punto clave, lo que vendría de inmediato se convertiría en un fracaso. El tema mantiene una actualidad sorprendente, porque hoy también hay hermanos que aseguran contaminarse si tienen comunión con hermanos que no piensan como ellos. [p 232] D. Pedro va a Cesarea con los enviados de Cornelio (10:17–22) 17Y

mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta. 18Y llamando, preguntaron si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro. 19Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. 20Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado. 21Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido? 22Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones, de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oir tus palabras. La visión no tuvo inmediata explicación para Pedro. Seguramente en su corazón pensaba que Dios tenía un mensaje para él relacionado con la extensión del evangelio, pero en su corazón ya le parecía suficiente con haber extendido las alas hasta tomar a los samaritanos (8:5–8). Estaba confundido y necesitaba explicaciones adicionales. Estando “perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión que había visto” (v. 17), llegaron los “hombres que habían sido enviados por Cornelio … preguntando por la casa de Simón” en busca de Pedro. Fue en ese momento que en forma directa el Espíritu habló con Pedro, así como tiempo atrás lo había hecho

122 con Felipe. La clave a la interpretación de la visión la da el mismo Espíritu Santo. “No dudes de ir con ellos” (v. 20) o no vaciles en ir con varones gentiles (comp. 11:12). Aunque el cuadro presentado por Dios mostraba específicamente la comida o la ingestión de ciertos alimentos, el tema iba mucho más allá. Se trata además de las personas que rodean la escena. En verdad, lo que Dios le muestra es la destrucción de toda distinción entre personas. Esto es lo que Pedro al fin comprendió claramente: “Me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (v. 28), destrozando así su arrogante judaísmo (comp. Ez. 4:14). [p 233] El mismo Espíritu que lo había llamado a la contemplación, oración y meditación, ahora lo llama a la acción. La contemplación es preparación para la acción y viceversa, la acción se fortalece en la soledad y la dependencia. Pedro tiene que trabajar “sin dudar”; ése es el secreto de la libertad en el ministerio, la eficiencia en la obra y el éxito en lo emprendido. Para esto es necesario: 1)

Saber que la labor es parte del plan de Dios (v. 20)

2)

Hacer lo que debemos aunque haya esfuerzo y autonegación (v. 21)

3)

Ponerse a disposición de la necesidad espiritual de otros (v. 22). 23Entonces, haciéndoles entrar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope. 24Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos. 25Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. 26Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. 27Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían reunido. 28Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; 29por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? 30Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, 31y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. 32Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. 33Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oir todo lo que Dios te ha mandado. (10:23–33)

[p 234] CONVICCIONES EVANGELÍSTICAS 1.

Para que se extienda el cristianismo deben desaparecer hábitos y tradiciones que hacen de barrera (1 Co. 9:18–25) Pedro no ha entendido cabalmente la visión conquistadora del evangelio. Cuando los mensajeros de Cornelio llegaron, Dios estaba operando en él los cambios necesarios para darles la bienvenida.

2.

El mensaje de salvación está a disposición de los hombres por medio de los hombres El ángel oficia de intermediario para Cornelio pero no puede hacer las veces de predicador. En tanto el Espíritu prepara a Pedro para perfeccionar su eficacia, el ángel es el mensajero.

3.

El evangelio de Cristo es la solución a las necesidades espirituales de las gentes Cornelio está en ayunas (v. 30) Cornelio practica la oración (v. 31) Cornelio distribuye limosnas (v. 31) Pero solamente Cristo entronizado sacia el alma (v. 43)

123 Convencido de que Dios estaba operando un misterioso cambio en todas las cosas, Pedro comienza a caminar un sendero de fe. El primer paso es recibir a la delegación de Cornelio y prepararse para salir con ellos. Quizás se pregunta por qué Dios no llamó a Felipe que residía en Cesarea y ordenó que él fuera el instrumento para anunciar las buenas nuevas al centurión y su familia. La fe no tiene respuestas, sino camino hacia ellas. Así que comenzó el peregrinaje espiritual yendo con los enviados de Cornelio. Eran en total diez hombres: Pedro y seis más (v. 23; 11:12), y tres gentiles. Caminando les debe de haber llevado de nueve a diez horas, que con sus correspondientes paradas les hizo arribar al otro día. Ya en la casa, se encontraron con una asistencia sorprendente. Muchos allegados a Cornelio los esperaban, anhelantes de oír el [p 235] mensaje de Dios (v. 24). Por una parte, al ver a Pedro, Cornelio está convencido de que es el embajador que el Espíritu le indicó y desea darle la misma bienvenida que a Dios, por lo tanto se postró a sus pies. Pedro, admirado de su humildad, lo tomó del brazo impidiéndole hacerlo bajo el principio de: “yo mismo también soy hombre” (v. 26). Estaba convencido de que las cosas no podían cambiar tanto, hasta el límite de que un hombre reciba la honra reservada al Creador y Salvador. En su saludo, el apóstol no puede disimular que de acuerdo a sus antiguas costumbres, es abominable que un judío se acerque o junte a un extranjero. Pero él cambia de actitud por directa manifestación de Dios, quien ha quebrado la barrera limpio–inmundo con la obra de Cristo y el derramamiento del Espíritu sobre toda carne. El equilibrio espiritual de Pedro es digno de señalar. Por un lado no cree que como hombre deba recibir la honra reservada para Dios, y por otro, tampoco le parece justo que haya hombres más importantes que otros. Pedro rechaza ser tratado por Cornelio como si fuera Dios, y se obliga a sí mismo a no considerar abominable a Cornelio. Ni uno es Dios, ni el otro es perro. “Por lo cual—dice Pedro—vine sin replicar” (o sin presentar objeción). El apóstol aún no conoce el motivo de su venida pero comprende que algo grande está por acontecer. Cornelio le narra su experiencia, que es similar a la narrada por Lucas, salvo que describe al ángel como “un varón con vestido resplandeciente” (v. 30) y le da la bienvenida. Para terminar añade una frase que se hizo famosa en el mundo evangélico: “Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado” (v. 33). Pese al respeto que tiene por Pedro, cree que se halla “en la presencia de Dios” y que el apóstol tiene un mensaje de El para ellos. Es sincero, solemne y atento. [p 236] LA CONGREGACIÓN MODELO 1.

Están todos presentes: “estamos aquí” (comp. 19:32)

2.

Lo hicieron a un tiempo: “todos” (Sal. 89:7)

3.

Con un propósito definido: “para oír” (Mt. 18:20)

4.

Con corazones atentos: “todo lo que Dios …” (Is. 57:15; Sal. 51:6; 84:2)

5.

Con espíritus reverentes: “delante de Dios” (comp. Ex. 3:6; 1 S. 6:5, 7; Is. 6:5)

6.

Dispuestos a obedecer en orden: “te he mandado” (comp. Ro. 10:14; He. 10:15; Sal. 86:2).

E. Pedro les predica a Cristo (10:34–43) 34Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36Dios envió mensaje a los hijos de Israel,

anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos. 37Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42Y nos

124

mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. 43De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. [p 237] Pedro inicia su discurso con una introducción (vv. 34–35) que por su importancia clave habremos de dedicarle atención especial. Para comenzar, hace un reconocimiento público de su error anterior. (1) El prefacio: “abriendo la boca” (v. 34) es una manera hebraica de indicar que está por decir algo de mucha importancia (Mt. 5:2; Sal. 8:2; 78:2). (2) La fuente de la convicción: “En verdad comprendo”, una frase utilizada por los que han cambiado su persuasión natural por lo que Dios está mostrando. (3) El error de creer que la acepción de personas es de Dios: “que Dios no hace acepción de personas”. Él pensaba que Dios únicamente se revelaba a los judíos. Esto nos muestra que aun los apóstoles necesitan crecer en Dios. El apóstol conocía las profecías, había oído al Señor explicando el reino de Dios y había recibido la comisión de discipular las naciones, pero no había avanzado. También nos señala que cuando los hombres piadosos están convencidos de su error, lo confiesan abiertamente. Aprovechamos para agregar que un inmenso número de controversias finalizarían si pudiéramos mostrar la modestia de Pedro. Además, él utiliza la expresión: “acepción de personas” como si todos supieran su significado. El término griego prospolmpsia significa “discriminación de rostros” o “parcialidad”. En la ley estaba prohibida la discriminación entre ricos y pobres (Lv. 19:15), pero en la gracia, entre personas y razas. Posiblemente Teófilo, a quien va dirigida esta carta, sí sabía lo que significaba hacer acepción de personas, de modo que con la breve explicación del v. 35 ya bastaba. Pero nosotros debemos ir un poco más lejos.

a.

Acepción de personas Es tener reparo en hacer relación una persona con otra por diferencias sociales, raciales o religiosas. Pero no es al fuerte o hermoso a quien Dios acepta, sino al bueno y santo. Es a esa persona robusta en lo espiritual, que no vence a otro por la fuerza o lo rechaza por orgullo, sino que domina su propia carne (Pr. 16:32) y vence la tentación (1 Jn. 2:14). Las distinciones sociales no tienen peso para Dios, son vanas (1 Co. 1:26; Hch. 17:26) en sus razonamientos. Dios profundiza la relación y no la distrae en argumentos banales de esclavos o libres (1 Co. 7:22; Ef. 6:9). Hacer acepción de personas es separar a causa del estado o nacionalidad (Gá. 3:28); pero recibirlas, es hacer a todos igualmente responsables ante la [p 238] justicia (Col. 3:25). Hacer acepción de personas es creer que los privilegios espirituales de unos son distintos a los de los demás (Ro. 2:9–11), pero la gloria, la honra y la paz son para todos por igual según el propósito de Dios. Hacer acepción de personas es vulnerar la ley (Lv. 19:15) porque delante de ella todos somos iguales (1 P. 1:17). Hacer acepción es creer que Dios puede hacer misericordia para unos y no para otros (Mt. 20:15) (comp. Mt. 11:27). Pero no es así.

b.

Se agrada del que le teme y obra justicia El temor es el principio de la obediencia (Jn. 15:5). La Biblia enseña que temer a Dios también es tener fe en él y confiar en sus promesas (He. 11:6). El temor tiene dos modos de expresarse: (1) cuidando de no ofender a Dios (Jer. 10:7); (2) teniendo precaución de mantener vigilancia contra las tentaciones (2 Co. 10:12; 1 P. 5:8). Pero no es solamente temer a Dios; es también demostrarlo. ¿Cómo? En primer lugar, obrando justicia. Suprimir todo lo que le desagrada (Gn. 39:9; Fil. 2:12) y obrar todo cuanto él aprueba. Obrar justicia es el fruto de ese sentido de Dios en nuestros corazones que se pone en actividad viviendo en santidad y devoción. Cuando le obedecemos queda en nuestro ser una evidencia de agrado o aprobación (2 Co. 1:12; 1 Jn. 3:19). Pedro había comprendido antes de llegar a la casa de Cornelio, que otras personas podían estar en los propósitos de Dios aunque no fueran judíos. Esta convicción lo hace útil como apóstol para llevar el mensaje a los gentiles. Lo prepara para esperar a que Dios lo utilice, aunque los demás judíos no lo comprendan. Saber que Dios “se agrada” (comp. Pr. 10:29) es suficiente para tomar decisiones sobre sus propios prejuicios porque ve la recompensa (Sal. 15:2; 106:2–3).

c.

Dios envió mensaje … por medio de Jesucristo Con esta introducción afirmando la misión universal del evangelio y la desaparición de todo tipo de barreras raciales, Lucas hace un resumen del discurso de Pedro (vv. 36–43) procurando destacar los puntos sobresalientes de su contenido. Aunque el auditorio es esencialmente gentil las explicaciones son similares a las que dio al público hebreo. Habla del “mensaje que Dios envió [p 239] a los hijos de Israel” y también lo

125 llama “el evangelio de la paz por medio de Jesucristo”, que incluye a todos y no únicamente a los judíos. En consecuencia, “es Señor de todos” (comp. Ef. 1:21; Ap. 1:17, 18; 19:16). Pedro dedicó espacio para mostrar algunos aspectos de la obra del Jesús histórico, quizás tratando de señalar a su auditorio aspectos del ministerio de Cristo que hasta ese presente no conocían bien. Sabían a grandes rasgos “lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó” (v. 37), pero Pedro quiere insistir en la importancia doctrinal de la historia de Jesús, por lo que debemos ceñirnos a algunos temas sobresalientes:

1)

El ungimiento especial del Señor Jesús, similar al de los sacerdotes y profetas de Israel, pero distinto en carácter porque es con “Espíritu Santo y poder” (Is. 61:1–3). También era distinto su ministerio de servicio pues era:

(a)

Incesante: “Anduvo” de un lugar a otro. Aunque Jesús nunca había visitado Cesarea, sus habitantes no están desinformados de la vida de servicio que había cumplido. Pedro destruye cualquier idea sobre el carácter de agitador social con el que los judíos lo habían descrito y acusado.

(b)

Práctico: “Haciendo bienes”, no solamente enseñando o hablando sino “haciendo”, es decir, asistiendo con simpatía las necesidades del pueblo. Las cosas dichas al centurión romano y sus familiares, podrían aparecer como inadecuadas para aquellos a quienes deseaba alcanzar. Estas personas estaban acostumbradas al mundo grande de la conquista y podrían no interesarse por las circunstancias de las gentes de las aldeas (Mt. 22:37). Pero en este mundo del aparato gubernamental calculado para despertar asombro y admiración, hay un defecto sobresaliente: no hay amor ni interés por las personas. Es un mundo cargado de ansiedad, insatisfacción, necesidad y sufrimiento. Ni el imperio con su poderío, ni la religión con sus ordenanzas habían podido llenar ese espacio central. La compasión y la humanidad es peculiar de Cristo. El “anduvo haciendo bienes” sin discriminación de edad o raza.

(c)

[p 240] Victorioso: “Sanando a todos los oprimidos por el diablo” que no podían ser libertados por ningún ejército humano. Antes que el reino de Dios pudiera establecerse en los corazones, tenía que ser demolido el reino de las tinieblas (Mt. 8:16; Lc. 4:35, 41; 8:30). De esta manera, Pedro pone a Jesús ante los ojos de su auditorio como el general triunfante sobre el ejército más poderoso jamás conocido. Es el ejército invisible de los principados y potestades de las tinieblas que en número ignorado batalla contra las almas y mantiene cautivo a los imperios de la tierra. El argumento central de la victoria casi pasa desapercibido: “porque Dios estaba con él”. Es decir, la autoridad suprema eterna e invisible estaba en Cristo haciendo estos prodigios. Además, Pedro continúa mostrando el rol que los discípulos cumplieron. Le acompañaron por todas partes en carácter de “testigos”, una figura jurídica muy importante tanto para las autoridades romanas como para la judía, de lo cual ya nos hemos ocupado en el cap. 3 (ver Hch. 1:22).

2)

La muerte misteriosa del Señor Jesús Pedro tiene cuidado de no mencionar, como lo hizo en otras ocasiones, quiénes son los culpables por la ejecución. En 2:23 leemos: “prendisteis y matasteis por manos de inicuos”, en alusión directa a los romanos. Para Pedro los invasores que habían sido los ejecutores materiales de las ejecuciones eran inicuos porque refrescaban las violaciones de Antíoco Epífanes y negaban la ley que hacían alarde en establecer. Pero nada de esto insinúa delante del centurión. Ahora dice simplemente: “a quien [las autoridades] mataron colgándole en un madero” (v. 39), sin deslindar o discriminar responsabilidades. Lo que le interesa es declarar que detrás de la acción de los hombres está el propósito de Dios (comp. 2:23; 3:15–16; 5:30). “Colgándole en un madero” es una expresión que contiene más que decir “poniéndole en una cruz”, que hubiera satisfecho únicamente la ley romana. Esta es además, la sentencia para quien carga con la maldición de Dios (comp. Dt. 21:22–23; Gá. 3:13; 1 P. 2:23–24) por los pecados.

3)

La resurrección secreta Dios utilizó un método incompatible con los procedimientos humanos para los victoriosos. Los mismos romanos mostraban [p 241] con desfiles triunfales los trofeos ganados al enemigo. Querían que todos supieran la importancia del triunfador. Pero el Señor no necesitaba ni la negación persistente de los fariseos, ni el aplauso sin compromiso del populacho. En cambio, buscaba “testigos” que fueran portadores del mensaje de vida. No de cualquier modo sino de la manera establecida en su plan (ver 1:8). Sólo unos pocos se constituyeron íntimamente en portadores de la vida nueva. Todos los grandes cambios posteriores vendrían por la instrumentalidad de los pocos convencidos y comprometidos con Cristo. Ahora sucede lo mismo. La resurrec-

126 ción del Señor es una experiencia íntima de los santos (Ro. 6:1–6; Col. 2:9–15) y no un tema popular para filósofos. Con doce hombres, el Señor quebró el poder de las tinieblas y estableció el reino de la justicia. Ahora ocurre lo mismo. Con una minoría de salvados triunfantes está extendiendo el mensaje de salvación al mundo y componiendo el cuerpo de Cristo. Las nuevas características del cuerpo de resurrección que Cristo poseía no fueron obstáculo para que los testigos comieran y bebieran con él “después que resucitó de los muertos” (v. 41).

4)

El mandato evangélico Los testigos tienen un mensaje específico que proclamar. Deben dejar establecido el señorío de Cristo (v. 36) y su función sobre los hombres. Esta función cubre dos esferas: (i) Juez. “El es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos” (v. 42). Todos tienen que saber dónde reside la autoridad máxima del gobierno universal. El mundo no es una creación espontánea de funcionamiento anárquico. Tiene leyes físicas y leyes morales. Hay un juicio para los hombres (comp. Dn. 7:13; Jn. 5:22–27); tribunal para los salvos (2 Co. 5:10; Ro. 14:10–12) y trono blanco para los perdidos (Mt. 12:36; Ap. 20:11–15). Dios estableció que los hombres deben rendir cuenta (Ec. 12:14; Jn. 5:22, 27; Hch. 17:31) en un profundo y prolijo examen (Ro. 2:16) llevado a cabo por el mismo Señor Jesús. (ii) Salvador. “Todos los que en él creyeren recibirán perdón de pecados”. La presentación de Cristo en primer término como Juez crea en nosotros una ineludible sensación de responsabilidad. También señala la tesis de que él es el Juez de todos, pero sólo Salvador de los que creen. La salvación es también para todos, pero la [p 242] disfrutan únicamente los que la aceptan (9:42; 11:17; 16:31). Mucho antes que los apóstoles recibieran el mensaje y fueran constituidos testigos, “todos los profetas” del AT en forma oral o escrita testificaron acerca de Jesús y su función salvadora (v. 43). Mencionaron el “perdón de los pecados” como básico para una relación con Dios (Lc. 24:45) (comp. Is. 53:11; 62:1–2; Zac. 9:9), y establecieron las normas para la vida espiritual tal como lo hemos estudiado. Pedro nuevamente destruye las barreras discriminatorias poniendo el mensaje al alcance de “todos los que creyeren” (comp. 5:14; 8:12; 11:21; 16:34; 18:8) y dejando para los oyentes la oportunidad de ser incluidos entre los que creen. Un párrafo aparte queremos dedicar a la importancia del mensaje según la óptica de Pedro:

(a)

Es un mandato: “nos mandó”4 mostrando que los predicadores no tienen la opción de desobedecer porque predicar es una ley divina.

(b)

Es una proclama, por la modalidad de extender el mensaje en calidad de “heraldos” o proclamando a viva voz, es decir, asumiendo los riesgos y gustando de las bendiciones de un anuncio hecho a los cuatro vientos.

(c)

Es un testimonio poniendo en evidencia, por lo que vieron, las certificaciones de la resurrección de Cristo (comp. 2:32; 3:15; 5:32; 13:31; 22:15; etc.). [p 243] EL PERDÓN DE PECADOS

4 Gr.

1.

La bendición: “el perdón de los pecados”



Sacar la culpa



Evitar el castigo

2.

El alcance ilimitado: “todos los que en él creyeren”



Demanda fe



Crea confianza



Muestra amplitud

3.

El medio provisto: “por su nombre”



Es por la expiación que hizo

hōrismenos (2:23; 3:20), que significa determinar o indicar con un propósito (17:31).

127 – 4.

Es por el triunfo que logró

El cumplimiento profético: “todos los profetas dan testimonio”

La predicación fue sencilla y altamente comprensiva para quienes estaban familiarizados, por lo menos en parte, con los sucesos contemporáneos. Pedro tiene cuidado de relacionar al Cristo resucitado que los testigos habían visto con el Jesús histórico que Dios había usado para hacer bien a todos. Es también agradable ver que—como en otros casos—atribuye la resurrección de Jesús a la obra de Dios (v. 40), lo mismo que el mandato de anunciar las buenas nuevas a todos, o como lo dice Marcos a “todo el mundo” (Mr. 16:15–16). Mientras Cornelio, sus familiares, amigos y sirvientes oían estas palabras, Dios permitió que penetraran en corazones preparados, los cuales se abrieron plenamente a las buenas nuevas, arrepintiéndose y creyendo en el Señor Jesús.

F. Los resultados de la predicación (10:44–48) 44Mientras

aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. [p 244] 46Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. 47Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? 48Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días. 45Y

F.F.Bruce dice que “[el comentarista] Chase atinadamente denomina este día como ’el Pentecostés del mundo gentil’. Así como en el día de Pentecostés, Pedro había utilizado las llaves del reino de los cielos (Mt. 16:18–20) para abrir la puerta de entrada a creyentes de origen hebreo, ahora lo hace para que ingresen los de origen gentil. La venida del Espíritu sobre ellos se manifestó por medio de señales externas como en Pentecostés”.5 Dice Lucas que “mientras aun hablaba Pedro estas palabras” y antes de que concluyera (11:15) “el Espíritu Santo cayó sobre todos” los gentiles “que oían el discurso” y habían creído (v. 44). El pequeño grupo de creyentes judíos que habían venido con Pedro, denominados aquí “los fieles de la circuncisión” estaban profundamente sorprendidos “de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo” (v. 45). Ellos creían que si la gracia de Dios era para los gentiles, los creyentes tendrían que andar el camino de la judaización, esto es, hacerse primero a las prácticas hebreas y posteriormente aceptar el cristianismo. Pero Dios había procedido de otro modo y los judíos no lo podían negar, “porque los oían que hablaban en lenguas y magnificaban a Dios” (v. 46), tal como había ocurrido con los ciento veinte en el día de Pentecostés. Dios utiliza el mejor modo de unir a los pueblos después que Cristo destruyó en la cruz la pared de separación (Ef. 2:15): derrama sobre ambos pueblos el mismo Espíritu y les otorga el mismo idioma y el mismo poder. Pero inmediatamente Pedro descubrió la similitud y procedió con rapidez. Ya que Dios ha aceptado a estos creyentes gentiles (15:8), también la iglesia debe hacerlo, y como él los ha bautizado con el Espíritu (11:16) la deducción lógica es: ¿“Puede acaso alguno [p 245] impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (v. 47). Habiendo Dios unido a estos gentiles a su pueblo, la comunión no era externa sino interna. Ya no eran más judíos y gentiles, sino un pueblo que ha recibido el “mismo don” (11:17). Si la posesión interior es la misma, ¿por qué no la evidencia externa? Dios dio a Pedro el aval más grande imaginable para bautizar en agua a quienes ya habían sido ingresados al cuerpo de Cristo y dotados del poder del Espíritu. Así que fueron bautizados “en el nombre del Señor Jesús”6 (v. 48; 2:38; 8:16) y recibidos como iglesia de Cristo en las mismas condiciones que los hebreos. De inmediato le piden que se quede con ellos por algunos días (v. 48) a fin de enseñarles las bases doctrinales de la iglesia.

G. Pedro defiende su ministerio (11:1–18) 5 Obra 6 Ver

citada, pág. 228. el caso de Felipe en Samaria.

128 1Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles había recibido la palabra de Dios. 2Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, 3diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? 4Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo: 5Estaba yo en la ciudad e Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y venía hasta mí. 6Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro mata y come. 8Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 10Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo. 11Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13quien nos contó cómo había visto en su casa un [p 246] ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!

En principio, es comprensible que los apóstoles se hubieran sentido preocupados por no haber tenido participación alguna en la evangelización de los gentiles como había sido el caso de los samaritanos (8:14). Pero ahora es distinto, no solamente porque Pedro es apóstol, sino porque Dios mismo lo envía.

a.

El error en el juicio de la iglesia Cuando los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que “los gentiles habían recibido la palabra de Dios” se disgustaron. Al volver Pedro discrepaban con él, argumentando fuertemente en contra de su conducta. En lugar de regocijarse y animarlo, lo tratan como a un delincuente. Algunas lecciones que aprendemos de este proceder: (1) Por ser antigua, una costumbre no es de por sí infalible. Algunos toman a la “iglesia primitiva” como referencia óptima en procedimiento. Sin embargo, debemos estudiar cada actitud con sumo cuidado. (2) La tradición es buena para mostrar la fidelidad de Dios, y la relación de él con sus siervos en un determinado momento. Luego requiere revisión para ser aplicada. El nos manda “crecer en gracia” y no en tradición.

b.

La base de la censura Por una parte, la iglesia no cree que Pedro fuera el fundamento infalible de la iglesia, como ocurrió posteriormente en el sentir de la iglesia romana. Por otra, ¿cuál es el fundamento para que creyentes desinformados juzguen a un siervo de Dios? y ¿cuál es el argumento? A todas estas preguntas y otras más, podemos [p 247] responder que están preocupados porque Pedro ha entrado a una casa gentil (10:28) y ha comido allí. El favor que los apóstoles tenían con el pueblo por su constancia en la ley, está ahora en peligro. Los apóstoles no desean perder esta posición ya comprometida por el mensaje de Esteban. Por esta causa la pregunta “¿por qué has entrado a casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?” (v. 3). El temor a los hombres les está privando de conocer la voluntad de Dios. Antes de censurar, tendrían que haber averiguado cómo se sucedieron los hechos.

c.

La palabra conciliadora de Pedro Con la experiencia que Pedro tiene, bien puede denunciar la ingratitud de estos cristianos, y su falta de cortesía y respeto. Se puede retirar sin darles explicación. Pero de haber ocurrido, hubiese demostrado falta de madurez y hubiera creado un cisma inútil. De manera que escucha atentamente, trata de comprender la base de la discrepancia e inicia una respuesta digna, tranquila y generosa. En esta segunda descripción, los hechos aparecen en forma más breve y con algunos cambios en el énfasis. A medida que leemos los vv. 4–17 notamos que mientras Dios le muestra a Pedro la visión, también le imparte órdenes, algunas de las cuales le son difíciles de cumplir. Pedro inicia el relato narrando su propia experiencia y no la de Cornelio, como Lucas lo hace en la primera oportunidad (10:1–6).

129 1.

La visión celestial (5–10). Se trata del gran lienzo que desciende del cielo atado por las cuatro puntas, en el cual hay diversos tipos de animales (v. 6). Pedro agrega “y fieras”, juntamente con los cuadrúpedos terrestres, reptiles y aves del cielo. El apóstol añade que “fijó” en él los ojos mirando y considerando el contenido, cuando recibió una orden terminante: “Levántate, Pedro, mata y come” (v. 7). Bien se encarga Pedro de señalar su rechazo a la orden y la reprensión que recibió: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”. Tanto la visión como la orden y la reprensión ocurrieron tres veces. Como resultado comprendió que los animales limpios e impuros—ya una distinción abolida por el [p 248] Señor Jesús (Mr. 7:19)—eran un símbolo de judíos y gentiles, o de personas circuncidadas e incircuncisas.

2.

La orden del Espíritu (vv. 11–12) para que acompañase a los tres hombres que había enviado Cornelio. La evidencia es tan rotunda que fue llevando consigo a los seis hermanos que ahora subieron con él a Jerusalén (10:23). No solamente Dios ha cambiado su óptica sino que el Espíritu también ha modificado su itinerario.

3.

La intervención directa de Dios (vv. 13–14). Pedro no llega a una casa cualquiera, sino a un lugar donde Dios ha estado operando por mucho tiempo y ha dado expresas instrucciones de traer. Un ángel había aparecido a Cornelio para indicarle quién había de ser la persona que le predicaría el mensaje que anhelaba (10:5–6, 22, 32–33). Así que la intervención divina es evidente tanto en el caso de Pedro como de Cornelio.

4.

La aprobación completa (vv. 15–17). Pedro destaca la similitud de los acontecimientos al decir “cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio” (v. 15). Pedro une la experiencia con Pentecostés y enfatiza la unidad por el bautismo en el Espíritu Santo (v. 16). Los hechos demuestran que Dios da la bienvenida a los creyentes gentiles en los mismos términos que a los creyentes judíos. La conclusión surge de la evidencia: “Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?” (v. 17). Esta segunda parte vale de respuesta para la primera: “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” (10:47). Ambas preguntas tienen la misma contestación: Nadie, porque Dios lo había hecho todo. Así, los gentiles ingresaron a la iglesia de la misma manera que los judíos, con la hermosa experiencia del bautismo del Espíritu en el momento de la conversión. La iglesia en Jerusalén, sin objeciones ya a la labor de Pedro, comienza a glorificar a Dios, convencida de que “también a los gentiles Dios ha dado arrepentimiento para vida” (v. 18). [p 249] EL OBJECTIVO DE LA PREDICACIÓN 2.

La bendición que Dios otorga: “arrepentimiento” (11:18) Las personas a las que se lo concede: “los gentiles”



No es para judíos solamente



Ni para el territorio de Israel



También en Cesarea y hasta lo último de la tierra

3.

El destino al que apunta: “para vida”

1.

130 [p 250]

CAPÍTULO 15 LOS ESPARCIDOS PREDICAN EN ANTIOQUÍA (11:19–26) Iniciamos ahora un tema que ocupará el resto del libro. Se trata de la conversión de los gentiles. Lucas tiene un propósito especial al describir las distintas misiones encaradas para alcanzar a los paganos. Hace una extensa descripción de la conversión de Cornelio para mostrar la importancia del panorama que habremos de estudiar. A Lucas le resulta emocionante explicar cómo se produce la extensión del evangelio en lugares que habían sido olvidados por la religión judía. La primera historia muestra la extensión hacia el norte de Palestina, realizada por la actividad de creyentes anónimos que huían de la persecución desatada en Jerusalén. Es la tercera etapa resultante de la dispersión. La primera había sido la misión en Samaria (Felipe); la segunda, la predicación en la casa de Cornelio (Pedro); y esta tercera, la labor en Antioquía (predicadores anónimos). 19Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. 20Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. 21Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. 22Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. [p 251] 24Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. 25Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.

LA MISIÓN EN ANTIOQUÍA 1.

Evangelización: “anunciando el evangelio del Señor Jesús” (los esparcidos)

a.

Vencieron los prejuicios

b.

Anunciaron a Jesucristo

c.

Sintieron la aprobación de Dios

d.

Vieron muchas almas salvadas

2.

Exhortación: “permanecer fieles al Señor” (Bernabé)

a.

Decisión para seguir adelante

b.

Retener las verdades del evangelio

c.

Aprender a amar aun en otra cultura

d.

Seguir con fidelidad al Señor

3.

Enseñanza: “se congregaron allí todo un año … y enseñaron a mucha gente …” (Bernabé y Saulo)

a.

Bernabé bendijo a Saulo

b.

Ambos se integran a la iglesia

c.

Forman un equipo de enseñadores sistemáticos

d.

Trabajan incansablemente con “mucha gente”

4.

Testimonio: “a los discípulos se les llamó cristianos” (discípulos)

131 a.

La iglesia atrae atención

b.

Los miembros testifican

c.

La gente descubre el secreto

d.

Los santos tienen su identidad: cristianos [p 252] A. El impulso espontáneo que obedecieron

Al leer el “también” del v. 18 y ahora el “también” del v. 20 descubrimos que Dios está impulsando una apertura del evangelio hacia campos totalmente desconocidos. Primero a los gentiles en general, y ahora a los griegos en particular. No es que los judíos hayan sido dejados de lado sino que los gentiles también son parte de los pecadores a alcanzar (comp. Ro. 1:16; 2:9–10). Aunque los “esparcidos” huyen a causa de la persecución (8:1), no reniegan del evangelio; por el contrario, echan mano de las circunstancias para propagarlo. Lucas dice que “los que habían sido esparcidos … pasaron [o viajaron] hasta Fenicia, Chipre y Antioquía …” (v. 19a). Esta es la segunda vez que menciona a los cristianos en la dispersión (comp. 8:4) y en ambos casos destaca que predicaban el mensaje. Además, Lucas puntualiza que la expansión toma dos sentidos: el cultural y el geográfico. Con respecto a este último, menciona los lugares dentro del territorio (Fenicia, hoy Líbano), y fuera de él, la isla de Chipre, para detenerse en Antioquía (hoy Siria) que posteriormente se convertiría en un lugar clave para las misiones, tal como lo veremos más adelante. Lo importante de esta labor no radica tanto en el territorio que abarcaron, sino en la gente que alcanzaron. Es por esta causa que resaltamos el modo en que se quiebra la barrera cultural. Casi todos los que predicaban, lo hacían “sólo a judíos”. Sin embargo, “había entre ellos unos varones de Chipre”—lugar de origen de Bernabé (4:36)—“y de Cirene”—costa norte del África—“los cuales, cuando entraron en Antioquía,1 hablaron también a los [p 253] griegos,2 anunciando el evangelio del Señor Jesús” (v. 20). Esta última frase es una sola palabra en el texto griego: “anunciando el evangelio” que podríamos traducir “evangelizando”, inculcando la enseñanza con respecto al Señor Jesús. La proclamación espontánea nos demuestra hasta dónde están comprometidos con Jesús, al que ahora anuncian como: “el Señor Jesús”. La innovación en el mensaje fue ricamente bendecida por Dios, quien de inmediato salva muchas almas.

B. La simpleza del mensaje que proclamaron Hasta el presente hemos seguido con cuidado a todos los predicadores que desde Pentecostés han anunciado el reino de Dios. Lucas no dedica el mismo espacio para todos los mensajes, pero en todos los casos se encarga de hacernos notar el contenido (los citamos para ilustración: 2:22–36; 3:13–15; 4:2; 4:10–12; 5:29– 32; 5:42; 7:52; 8:5; 8:35; 9:17, 20, 29, 35, 42; 10:36–43). En el caso que estudiamos dice que “anunciaron el evangelio del Señor Jesús”. Si leemos con cuidado las Escrituras que acabamos de citar sabremos claramente cuál es el contenido de ese evangelio. Estos predicadores anónimos proclaman lo mismo que Pedro, Felipe y Esteban. No dedican tiempo a los detalles, sino que predican a la persona que puede salvar.

C. La poderosa prosperidad de Dios El texto dice que “la mano del Señor estaba con ellos” (v. 21), que es lo mismo que decir: “la aprobación y el poder de Dios los acompañó” (ver también 4:28, 30). En la Biblia hay muchísimas referencias a la mano de Dios en este sentido, así como en el de protección y defensa (1 Cr. 29:12; Sal. 104:28). En algunas ocasiones 1 Antioquía

(en Siria) fue edificada en el año 301 AC por Seleuco Nicanor, en honor de su padre Antíoco. Seleuco fue el fundador del imperio seléucida. La ciudad estaba situada a unos 24 km. del Mar Mediterráneo en la margen izquierda del río Orontes. Utilizaba el puerto de Seleucia como salida al mar. Como el río Orontes era navegable hasta la ciudad, ésta se convirtió en importante centro comercial. De ella partía y llegaba important tráfico desde todas partes del mundo, especialmente desde el oriente. En el primer siglo de la era cristiana contaba con una población aproximada a los 500.000 habitantes. (Merrill C. Tenney: Pictorial Bible Dictionary—Diccionario Bíblico Ilustrado—pág. 47.) 2 Hay quienes creen que se refiere a judíos de origen griego (comp. 6:1; 9:29); no obstante no nos parece que sea así. Nos inclinamos a la opinión de F.F. Bruce: “no debemos tomar el término ’griegos’ como técnico en el sentido de significar ’judíos de habla griega’ … sino simplemente ’griegos parlantes’” (F.F. Bruce, obra citada, pág. 235).

132 parece ser una metáfora para indicar al Espíritu Santo (Ez. 1:2–3; 3:14; Hch. 13:11). Cualquiera sea el significado, indica la [p 254] milagrosa intervención del Señor aplicando el mensaje de salvación. Es la única manera en que los hombres pueden llegar al conocimiento de la verdad. Si Dios no abre los entendimientos, no podemos esperar resultados. El es quien otorga, y nosotros quienes recibimos la vida. El texto dice: “gran número creyó y se convirtió al Señor”. Lucas distingue bien los dos pasos: (1) Creer, es decir, responder a la gracia de Dios y sus demandas, poner fe en la obra redentora de Cristo. (2) Convertirse (3:19), es decir, cambiar la mente y en consecuencia el proceder y el objetivo (1 Ts. 1:9). Esos detalles son importantes para nuestro ministerio del evangelio.

D. La misión encomendada a Bernabé Las noticias de lo que ocurre en Antioquía llegaron a “oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén” (v. 22) que ya conocía que Samaria había recibido el evangelio (8:14), y que también los gentiles (Cornelio y su familia) habían creído en Cristo. Parece que Lucas construye este párrafo mostrando que en Jerusalén había inquietud por estos desarrollos “fuera de control” en terrenos no previstos inicialmente por la iglesia madre. Podemos intuir que un peligro de cisma se cernía sobre la iglesia que pasa ahora a ser una congregación de carácter local bajo el rótulo: “la iglesia que estaba en Jerusalén”, cuya influencia es grande pero no única. Los hermanos en Jerusalén piensan en un hermano que podía consolidar este brazo de extensión gentil en Antioquía con la iglesia en Jerusalén, y envían a Bernabé. No lo hicieron con ninguno de los apóstoles, sino con una persona que pudiendo ocupar el lugar de ellos, fuera adecuada para tratar la delicada situación. Bernabé era levita, nacido en Chipre, conocido entre los hermanos como el “hijo de consolación” (4:36). Bernabé se convirtió así en el primer apóstol de la iglesia, un “enviado” por la iglesia de Jerusalén para cumplir una misión bajo la autoridad de los encomendantes (comp. 2 Co. 8:23; Fil. 2:25; Hch. 22:21). Es importante que distingamos entre “apóstol de Jesucristo” como es el caso de los doce o de Pablo (Mt. 10:1; 1 Co. 1:1) y apóstol de la iglesia, es decir, alguien enviado por la iglesia para cumplir una misión como en el caso que estudiamos. [p 255] Cuando Bernabé llegó vio claramente lo que la gracia de Dios había producido, cambiando la vida de tantos paganos idólatras y transformando familias enteras en una comunidad de cristianos culturalmente distintos, pero espiritualmente pertenecientes al cuerpo de Cristo. El texto dice que Bernabé se regocijó, porque observó de cerca que la gracia de Dios no tiene fronteras, y sus brazos de amor reciben en la iglesia a todos los que se acercan a Cristo. Lucas no da detalles del importante ministerio de discipulado encarado por Bernabé, y sólo se limita a decir que “exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor”. No trató de inculcarles la liturgia de la iglesia madre, ni de hacer que estos creyentes gentiles se asimilaran a la cultura hebrea. No, simplemente deben comprometerse con el Señor y sus demandas de santidad: “seguir fieles” al Salvador y no a las costumbres culturales hebreas. Bernabé, que conoce las estratagemas de Satanás, y sabiendo que su furor por la penetración del evangelio se habría de desatar sobre la comunidad naciente, les da una amonestación: permanecer fieles al Señor “con propósito de corazón” porque él es su guía (Sal. 48:14) y su fortaleza (Sal. 46:1). Lucas no disimula su emoción por el carácter de Bernabé y atribuye el éxito de la misión a que era “varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe”. No es de extrañar entonces que “una gran multitud fue agregada al Señor”. El verbo “agregar” es ya familiar para Lucas. En Pentecostés se “añadieron como tres mil” (2:41) y todos los días “el Señor añadía … los que habían de ser salvos” (2:47). Más adelante, viendo el desarrollo agresivo de la iglesia, dice que “los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres” (5:14) (comp. 6:1). En cada caso, Lucas se encarga de mostrar que las adiciones son al Señor y no a la iglesia. Podríamos asegurar que en la verdadera misión “es el Señor que añade al Señor” porque es la fuente y el objetivo de la evangelización.

133

[p 256] LA GRACIA DE DIOS 1.

La fuente

a.

Dios es el origen (1 P. 5:10)

b.

Dios es el dador (Sal. 84:11)

c.

Su trono es el administrador (He. 4:16)

d.

Cristo es la manifestación (Jn. 1:17; Ro. 5:15)

e.

El Espíritu Santo la imparte (Zac. 12:10; He. 10:29)

2.

La provisión

a.

Abundante (Hch. 4:33)

b.

Sobreabundante (Ro. 5:20)

c.

Rica (Ef. 1:7)

d.

Excedente—sobreabundante—(2 Co. 9:14)

e.

Verdadera (1 P. 5:12)

3.

La utilidad

a.

Necesaria para el servicio de Dios (He. 12:28)

b.

Necesaria para que Cristo sea glorificado (2 Ts. 3:11–12)

c.

Necesaria para evitar el orgullo (Ef. 2:7–9)

d.

Necesaria para formar a los creyentes (1 Co. 15:10)

E. El ingreso de Saulo en la escena El crecimiento vertiginoso de la iglesia y la necesidad de fundamentar a tantas almas en los principios del evangelio, motivaron a Bernabé a buscar ayuda inmediata. Este siervo de Dios advierte que el campo de labor que se inicia es muy vasto y que si se queda solo puede frustrar el futuro. Por una parte, Antioquía como capital de Siria es una gran ciudad con mucha población para alcanzar; y por otra, teniendo tantas vías de comunicación prácticamente todo el imperio podía ser evangelizado. Lucas no nos explica las razones por las cuales Bernabé piensa en Saulo. Posiblemente tenía instrucciones de la iglesia de Jerusalén. O quizás, sabiendo cómo Dios lo había preparado para el [p 257] evangelio, es fácil comprender que el Espíritu intervino para tomar la decisión. El texto dice: “Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo” (v. 25). Es decir, fue a la ciudad natal de Saulo. Para salvar su vida, los hermanos de Jerusalén lo habían enviado allí unos ocho o nueve años antes (9:28–30). Aunque no tenemos detalles de los trabajos de Saulo durante este tiempo, sabemos que realizó algunas giras por la región (Gá. 1:21–24). Es posible, además, que gran parte de los sufrimientos que narra en algunas de sus cartas (2 Co. 11:23–28) tuvieran lugar durante este período. Debemos destacar la humildad de Bernabé que desechó el primado en la iglesia en formación, en favor de un equipo que reuniera mejor las condiciones de extensión para el futuro de la iglesia. Bernabé no tiene apetencias personales, sino que desea el avance del evangelio. Con él o sin él, las cosas tienen que hacerse de la mejor manera. Bernabé y Saulo se vincularon íntimamente con la iglesia de Antioquía. El texto dice que se “congregaron”, palabra que en el original griego –synercomai– significa literalmente venir juntos o estar juntos (1 Co. 11:17, 18, 20, 33, 34; 14:23, 26), que por la aplicación que vemos en todos estos pasajes, significa reunirse con un fin determinado (Hch. 16:13). Esta finalidad está explicada claramente en el texto: “enseñaron a mu-

134 cha gente”. Esta es, además, la primera vez que se utiliza la palabra “iglesia” en Hechos con el propósito de definir a un grupo de creyentes no vinculados a la comunidad de Jerusalén (5:11; 9:31). Es importante el énfasis que Lucas pone a la enseñanza. Un año de estudio intensivo sobre la persona y obra del Señor Jesús, sobre la importancia y fundamento del testimonio de la iglesia, así como la ética de servicio en buenas obras que tendrían que poner en ejercicio. Estos fueron los pilares sobre los que se apoyó el testimonio a desarrollarse en territorio gentil. Finalmente, Lucas explica el resultado exterior de la enseñanza congregacional. “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (v. 26). La gente de la ciudad que oía constantemente el nombre de Cristo en labios de los discípulos, comienza a llamarlos de algún modo distintivo. Así acuñaron una palabra pocas veces usada en el NT: cristianos (26:28; 1 P. 4:16). [p 258] De esta manera se agrega otro nombre a los componentes del pueblo de Dios además de los que Lucas ya ha utilizado: “hermanos” (1:16; 9:30); “los que habían de ser salvos” (2:47); “discípulos” (6:1); “santos” (9:13); “fieles” (o creyentes) (10:45) y quizás “hombres y mujeres de este Camino” (9:2). Estos nombres confirman el carácter de la comunidad cristiana, como así también las distintas relaciones a las que están comprometidos. También ayudan a sepultar cualquier principio denominacional que pudiera surgir, y al que lamentablemente estuvieron tan proclives los creyentes (comp. Col. 3:11; Gá. 3:28).

135 [p 259]

CAPÍTULO 16 LA IGLESIA DE ANTIOQUÍA ENVÍA SOCORRO A LAS OTRAS IGLESIAS (11:27– 30) 27En

aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo. “En aquellos días” (1:15; 6:1) es decir, mientras Bernabé y Saulo están en Antioquía, llegan algunas visitas desde Jerusalén. Vienen a cumplir una extraña misión. Nada menos que a explicarles cómo el Espíritu Santo “daba a entender … que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada”, es decir, todo el territorio ocupado por el Imperio Romano. Esta catástrofe afectaría a las iglesias de Judea incluida la de Jerusalén. Nos parece casi increíble que esto fuera a acontecer a la generosa congregación que estudiamos en el cap. 2. Pero notemos, por otra parte, el modo misterioso en que el Señor provee para los suyos en tiempos de adversidad. Como estudiaremos más adelante, la misión de los profetas es dar a conocer el futuro, aunque no sea ésta la única función (15:32; 19:9, 10) porque aparte de predicar, tenían la misión de animar y edificar. Para confirmar la profecía, Lucas añade que el hambre vino [p 260] en los días del emperador Claudio (41–54 DC) (v. 28). En este período hubo sequías y muchas pérdidas de cosechas, según lo confirma la historia.1 El énfasis de Lucas no está, sin embargo, en el cumplimiento de la profecía, sino en la reacción de la iglesia a la palabra profética. Unánimemente decidieron enviar ayuda “cada uno conforme a lo que tenía” (comp. 1 Co. 16:1–3). Creyeron a la palabra de Dios y se sintieron deudores por el bien recibido de parte de aquellos hermanos. Se movilizaron para la ayuda comunitaria. De modo que enviaron el “socorro” a los ancianos de la iglesia,2 quienes presidían el rebaño, porque los apóstoles habían decidido dedicarse enteramente al “ministerio de la palabra” (6:2–5). Los delegados son Bernabé y Saulo, quienes no solamente pueden enseñar la palabra, sino también colaborar para que se cumpla. Aquellos que predican son los mismos que se dedican a estimular la responsabilidad social dentro de la iglesia. De acuerdo a sus posibilidades, “cada uno” se compromete a ayudar a la iglesia hermana en dificultades. Esta es la segunda vez que Saulo visita Jerusalén—aunque hay quien disiente con esta afirmación—de la cual Pablo mismo da detalles en Gá. 2:1–10. Es importante que destaquemos que a los hermanos de Antioquía la emergencia no los toma de sorpresa; todos saben cómo proceder y lo hacen. Por otra parte, la enseñanza que no contiene una cuota responsable de interés por las necesidades de los demás, es teóricamente vacía, y no armoniza con lo dicho por el Señor y [p 261] los apóstoles. No era este el tipo de enseñanza que reciben estos hermanos. Tal vez por eso actuaron en forma inmediata. Lo que ocurrió con esta ofrenda y la movilización que produjo, impresiona tanto a Pablo que posteriormente trata de poner el método en acción durante su ministerio por las iglesias (2 Co. 8 y 9) (comp. Ro. 15:27; Gá. 6:10). Destaquemos también que Lucas vuelve a utilizar para los creyentes un nombre que ya utilizó al comienzo de su escrito; los llama “hermanos” (v. 29).

1 Josefo:

Antiquities XX.2.5. ancianos de la iglesia son los que inicialmente tomaron a su cargo el gobierno de la congregación teniendo como modelo la autoridad civil del AT (Dt. 19:12; 21:2; 22:18) y la religiosa que posteriormente ejercieron en relación con la sinagoga. Continuaron siendo denominados ancianos aun con el cambio de oficio y de la edad. Los ancianos visitan (Stg. 5:14), detalle totalmente nuevo, y trabajan entre el rebaño dedicando mucho tiempo al pastoreo, la enseñanza y corrección de las ovejas (1 Ti. 5:17; He. 13:7, 17). Es su responsabilidad velar con cuidado sobre la iglesia y en su obispado (o supervisión Hch. 20:28) tienen que identificarse con la situación de cada miembro.

2 Los

136 [p 262]

CAPÍTULO 17 HERODES ENCARA UNA OPOSICIÓN SANGRIENTA, PERO DIOS LO JUZGA (12:1–25) Lucas ya ha narrado las primeras persecuciones llevadas a cabo por los judíos, tal como lo estudiamos en los caps. 3 a 5. Lo que ahora veremos es una actividad más oficial porque viene directamente del rey. Es prácticamente el último episodio relacionado con la iglesia en Jerusalén antes de pasar a estudiar las labores entre los gentiles con los viajes misioneros de Pablo.

A. La muerte para Jacobo y la cárcel para Pedro (12:1–4) 1En

aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. 2Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. 3Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. 4Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua. En lo que hemos de estudiar, Lucas contrasta el poder tiránico de Herodes Agripa I con el poder absoluto de Dios. Este rey era nieto de Herodes el Grande. Poseía algunas de las características crueles de su abuelo. Por su amistad con los emperadores Calígula y Claudio, había incrementado el territorio de su reino llegando casi a tener los mismos límites que en tiempos de su abuelo. [p 263] Lucas inicia el relato con una frase vaga, “en aquel tiempo”, mostrando no estar tan preocupado por el orden cronológico de los acontecimientos, como por los hechos en sí (comp. 10:23). El rey (título que había recibido del emperador) procuraba aumentar su prestigio con Roma y crecer en gracia con los judíos. En consecuencia, se lanzó contra la iglesia. Le pareció conveniente seguir la política de su tío Herodes Antipas que había condenado a Jesús mismo (Lc. 23:7) para evitar que los fariseos siguieran rechazando el reinado de los monarcas descendientes de Esaú (idumeos). Así que tomó a Jacobo, uno de los apóstoles hermano de Juan y lo decapitó. Con la ejecución se cumplió el deseo que estos hermanos tenían de ser bautizados con el bautismo de Cristo (Mr. 10:38–39). Juan no murió de la misma forma que Jacobo, pero fue maltradado y enviado al exilio en Patmos (Ap. 1:9). Herodes alcanzó su objetivo inmediato al comprobar que “esto había agradado a los judíos” (v. 3), y se atrevió a atrapar también a Pedro para proceder de igual manera. Si lograba eliminar al líder de los doce, la iglesia habría de sufrir un gran desbande. Esto ocurría durante la “fiesta de los panes sin levadura” (14 del mes Nisan) que duraba una semana (Ex. 12:18). Durante estos días la ley no permitía hacer enjuiciamientos o sentencias. Pedro (posiblemente encerrado en la torre Antonia) está tranquilo custodiado por cuatro soldados en turnos de seis horas cada uno. Quieren evitar asaltos populares o la difusión de alguna noticia sobre liberación milagrosa. Herodes tiene planeado un juicio similar al del Señor Jesús, público y burlesco con una “justa” ejecución posterior (v. 4). Todo hace pensar que con el apoyo que le ha dado el Imperio Romano, el plan de Herodes será un éxito.

B. La liberación de Pedro (12:5–19) 5Así

que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. 6Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. 7Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. 8Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo [p 264] hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. 9Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. 10Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. 11Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba. 12Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. 13Cuando llamó Pedro a la puerta del

137

patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, 14la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. 15Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel! 16Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le vieron, se quedaron atónitos. 17Pero él, haciédoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar. 18Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué había sido de Pedro. 19Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después de interrogar a los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí. Pedro podía recordar que en dos oportunidades anteriores había sido puesto en la cárcel por orden del sanedrín (4:3; 5:18) y que Dios lo había liberado. Y tanto él como su compañero Juan—después de libertados—se habían unido a la iglesia para orar, seguros de que las experiencias formaban parte del plan de Dios. En la segunda ocasión un ángel había abierto las puertas de la prisión y producido la libertad. Estos antecedentes, unidos a la profunda paz de su alma, hacen que Pedro, aunque con fuerte custodia en la cárcel, durmiera profundamente. En tanto “la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él” (v. 5). Sabían que por algún medio Dios podía desbaratar las fuerzas del mal y darle libertad (comp. Fil. 1:19). Los dos reinos están nuevamente enfrentados: [p 265] Herodes dirigiendo el reino de las tinieblas, y la iglesia usando el poder de Dios. Lucas enfatiza el cuidado que tomaron las autoridades (v. 6) para evitar cualquier tipo de fuga. Pero a pesar de la situación tan difícil para escapar, la iglesia continuaba orando por él sin desanimarse por lo ocurrido con Jacobo y anteriormente con Esteban. Pedro, por su parte, puso todo su temor en el Señor y espera la sentencia de él. De improviso “se presentó un ángel del Señor y una luz resplandeció en la cárcel”. Lucas ya ha mencionado la actividad de seres celestiales. Lo hizo muchas veces en el evangelio (alrededor de 15) y también en la primera parte de Hechos. La intervención divina no solamente molesta los planes del enemigo sino que los desbarata. La cárcel se iluminó como de día, pero la luz no despertó a la guardia que debía estar velando. Con dificultad Pedro pudo ser protagonista porque se le mezcló el sueño con la creencia que veía una visión. Pero el ángel le habló claramente lo que debía hacer, y le dio una orden conocida para él: “Sígueme”. El texto narra lo que sucedió y cómo en pocos segundos Pedro se encontró en la calle, restaurado a su sentido cabal y comprendiendo lo acontecido. Se dirigió, entonces, a la “casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos” (v. 12). Este joven es el sobrino de Bernabé (Col. 4:10) mencionado aquí por primera vez por Lucas, y de quien nos hemos de ocupar más adelante. Para muchos comentaristas, esta casa de María es el aposento alto (Mr. 14:15) donde Jesús celebró la pascua y donde juntos los discípulos se reunieron por varios días esperando la venida del Espíritu Santo. Cuando Pedro “llamó a la puerta del patio”, el grupo pensó que había llegado una delegación de los de la guardia. Todos se asustaron y no sabían qué hacer, mientras tanto salió a “escuchar una muchacha llamada Rode” (v. 13). Evidentemente, Pedro hablaba además de llamar, y la muchacha reconoció la voz. En lugar de abrir, corrió para dar la noticia dejando a Pedro afuera. Por otra parte, es una ironía que el grupo se dedique fervientemente a la oración en favor de la libertad del apóstol, y crea que Rode está loca cuando lo anuncia a la puerta. Así se entabla una disensión entre la simple fe de Rode y la incredulidad de la iglesia en oración. [p 266] “Cuando le abrieron y le vieron, se quedaron atónitos” (v. 16). Estaban confundidos por la maravilla que veían e hicieron un gran alboroto de alegría privando a Pedro de narrar lo acontecido. Pero pudo apaciguarlos “haciéndoles con la mano señal” (v. 17). Después de contarles lo sucedido, les pidió que hicieran saber todo a Jacobo (el hermano del Señor Jesús, que era el líder reconocido de la iglesia en Jerusalén— comp. 15:13; 21:18; Gá. 1:19; 2:9) y a los hermanos. Pedro salió inmediatamente “y se fue a otro lugar” (v. 17) que seguramente no era Roma, como lo insinúa la Iglesia Católica. Debía ser otro lugar cercano en la región. Alrededor de dos años después de estas cosas estuvo en Antioquía (Gá. 2:11) y posteriormente en Jerusalén (15:7). Cuando llegó la mañana del día cuando Pedro debía ser enjuiciado, “hubo no poco alboroto entre los soldados” porque el preso había desaparecido. Cuando Herodes se enteró, hizo todas las averiguaciones perti-

138 nentes, y como dieron resultado negativo, de acuerdo con la ley romana mandó ejecutar a los soldados (comp. 16:27; 27:42).

C. La muerte de Herodes (12:20–25) 20Y

Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. 21Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. 22Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos. 24Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. 25Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos. El historiador Josefo dice que Herodes se fue de Judea disgustado porque Pedro se le había escapado de las manos. De modo que los vecinos de Tiro y Sidón con quienes estaba disgustado no se encontraban en las mejores condiciones de negociación. Estas zonas necesitaban de la agricultura y la ganadería de Judea. Según lo relata el texto, el enojo del rey significaba guerra para Tiro y [p 267] Sidón. Vinieron, pues, a verlo a Herodes del modo más humilde posible, por medio de un intermediario a quien sobornaron para la entrevista de paz. En “un día señalado” cuando de acuerdo con Josefo1 se hacía un festival en honor del emperador, Herodes—vestido con fastuosidad en sus “ropas reales”—se sentó en el tribunal para hablar al pueblo de Cesarea. Al parecer, el discurso que Lucas no relata fue en tono soberbio. Pero la respuesta del pueblo, sintetizada por Lucas en una frase, fue sumisa en extremo. Josefo dice que también dijeron: “Sé propicio a nosotros. Si hasta aquí te hemos reverenciado como a un ser humano, en lo sucesivo no te reconoceremos más como de naturaleza mortal”. Herodes aceptó la adoración y usurpó el lugar de Dios, por lo que Dios le castigó y murió. Este último capítulo de la primera parte de nuestro estudio, está lleno de paradojas. Un rey impío comienza orgulloso una carrera sobre la iglesia. Dios permite la muerte de Jacobo, pero libra misteriosamente a Pedro. Las puertas de la cárcel se abren de por sí, pero las de la casa de María donde está la iglesia orando permanecen cerradas para Pedro. Los soldados que no pueden “arreglar” su situación son ejecutados, pero los de Tiro y de Sidón que sobornan a Blasto son oídos. Finalmente, el rey “inmortal” termina sus días comido por gusanos. Sobre este cuadro humano se levanta la palabra de Dios: “Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba” (v. 24) (6:7; 9:31). Así es el poder incomprensible de Dios. Los opositores pueden enorgullecerse por un tiempo tratando de detener el avance del evangelio, pero no prevalecerán. Sólo el Señor permanece para siempre, y su evangelio es el mensaje para el mundo como lo veremos desde el próximo capítulo.

1 Josefo:

Antiquities XIX. 8. 2.

COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVO Hechos II por

Raúl Caballero Yoccou Editor General de la obra:

Dr. Jaime Mirón Asesor Teológico

Rvdo. Raúl Caballero Yoccou

140 [Page 2]

Junta de Referencia Presidente: Luis Palau Raúl Caballero Yoccou (Argentina), H. O. Espinoza (Mexico), Olga R. de Fernández (Cuba), Pablo Finkenbinder (EE.UU.), Sheila de Hussey (Argentina), Elizabeth de Isáis (Mexico), Guillermo Milován (Argentina), Carlos Morris (España), Emilio Núñez (Guatemala), Dory Luz de Orozco (Guatemala), Patricia S. de Palau (EE.UU.), Héctor Pardo (Colombia), Aristómeno Porras (México), Asdrúbal Ríos (Venezuela), Randall Wittig (Costa Rica). Publicado por Editorial Unilit Miami, Fl. EE.UU. Todos los derechos reservados © 1992 Asociación Evangelística Luis Palau Este volumen ha sido escrito con la colaboración del Dr. Jaime Mirón y Letica Calçada. Versión utilizada de la Escritura: Reina Valera (RV) 1960. © Sociedads Biblicas Unidas Otras citas marcadas BLA, Biblia de las Américas © 1986 The Lockman Foundation Usado con permiso. Producto 498644, Tomo II rústica ISBN 0-56063-991-X

EX LIBRIS ELTROPICAL

141 [Page 3]

PREFACIO DEL EDITOR GENERAL Cuando por primera vez pensamos en la necesidad de una obra como ésta, una de las necesidades que advertimos—al margen de que el material fuera original en castellano—fue que sirviera para llenar una gran necesidad del liderazgo iberoamericano. La mayoría de los obreros del Señor en Latinoamérica no cuentan con los privilegios educacionales ideales ni con las posibilidades para lograrlos. Es por eso que, recurriendo a hombres de Dios y excelentes maestors bíblicos del continente americano y de España, acordamos realizar esta obra. Este Comentario Bíblico está especialmente dirigido al obrero, líder o pastor que recién se inicia o bien que presiente no contar con preparación académica adecuada por falta de tiempo o de medios. Esta obra no está dirigida a los expertos o eruditos puesto que estos hermanos ya cuentan con suficiente material. Este Comentario Bíblico expositivo no analiza la Escritura versículo por versículo ni menos palabra por palabra. Por lo general se toman las ideas por párrafos y se extrae el contenido esencial. No intentamos, en esta obra, aclarar toda duda o contestar toda pregunta que pueda tener el maestro, predicador o estudioso de la Biblia. Lo que sí deseamos hacer es estimular al predicador y ayudarle a aplicar y predicar el pasaje bíblico. A pesar de que hay menciones ocasionales al original griego, como parte de la filosofía editorial la Junta de Referencia pidió a los autores no ser exhaustivos en las explicaciones técnicas ni eruditos en la presentación. Quiera el Señor añadir su bendición a este Comentario del Epístola a los Filipenses a fin de que los líderes del pueblo de Dios sean edificados y, a su vez, el cuerpo de Cristo crezca en conocimiento y sabiduría para gloria de Dios. Dr. Jaime Mirón Editor General [Page 4]

142 [Page 5]

ÍNDICE DE HECHOS Prefacio del editor general Prólogo III.

[Page 6] El ministerio entre los gentiles

1.

La encomendación de Bernabé y Saulo

A.

La diversidad de culturas en la iglesia

B.

La orden del Espíritu Santo

2.

La salida de Bernabé y Saulo

A.

La autoridad del Espíritu y de la iglesia

B.

La entrada a Chipre

C.

La experiencia en Pafos

3.

La evangelización del sur de Galacia

A.

Antioquía de Pisidia

B.

Iconio, Listra y Derbe

C.

El viaje de retorno de Antioquía de Siria

4.

El concilio de Jerusalén

A.

Los temas a discutir

B.

El curso del debate

C.

La comunicación a las iglesias gentiles

D.

La carta llega a los destinatarios

5.

El segundo viaje misionero

A.

La visita a las iglesias de la Galacia

B.

El evangelio entra en Europa

C.

La misión en Filipos

D.

La predicación en Tesalónica

E.

La presencia en Berea

F.

La llegada a Atenas

G.

La predicación en Atenas

6.

El tercer viaje misionero

A.

Apolos en Éfeso

B.

Pablo llega a Éfeso

C.

Pablo visita Macedonia y Grecia

D.

Una semana en Troas

E.

Desde Troas a Mileto

F.

El discurso a los ancianos de Éfeso

7.

Experiencias finales del tercer viaje

A.

La escala en Tiro

B.

La visita a Cesarea

143 C.

Pablo en Jerusalén

8.

Pablo preso en Cesarea

A.

La acusación de Tértulo

B.

La defensa de Pablo[Page 7]

C.

El aplazamiento de Félix

D.

Pablo testifica delante de Félix y su mujer Drusila

9.

Pablo ante Festo

10.

Festo presenta el caso a Agripa

11.

Pablo delante del rey Agripa

A.

Festo introduce la sesión

B.

Pablo pronuncia su defensa

12.

En viaje a Roma

A.

Primera etapa: desde Cesarea a Creta

B.

Segunda etapa: la tempestad y el naufragio

C.

Tercera etapa: la estadía en Malta

D.

La llegada a Roma

13.

Ministerio de Pablo en Roma

A.

La conversación con los judíos

B.

La bienvenida a todos [Page 8]

144 [Page 9]

PRÓLOGO El libro que nos proponemos estudiar cubre un breve espacio de tiempo en la historia de la iglesia, sólo alrededor de treinta años. Sin embargo, dudamos que en toda la historia del mundo hayan existido tres décadas con tanto contenido social, cambios religiosos y culturales, sin guerra y sin derramamiento de sangre. El Señor Jesús, que es su figura central, es también la fuente de la vida en todos los acontecimientos del siglo I. Por medio de él se rehabilitaron los genuinos sentimientos de patriotismo vinculados con la vigencia de la ley de Moisés. Por medio de él se volvieron a refrescar las Escrituras con respecto a Israel y el mundo que habían profetizado los hombres más destacados del AT. Cuando ascendió al cielo no dejó mandamiento alguno sobre el método o sistema para formar la iglesia. Tampoco dio instrucciones directas de cómo reunir a los creyentes de todas las naciones y razas en una comunidad fraternal. Con su partida al cielo dejó un gran suspenso en sus discípulos que convertidos en apóstoles tenían que esperar instrucciones más precisas por parte del Espíritu Santo para operar la voluntad de Dios. El libro casi naturalmente se divide en una serie de círculos concéntricos que marcan las distintas etapas de la expansión de la iglesia. Cada nueva circunferencia incluye lo ya sucedido y marca las etapas sucesivas del desarrollo de la iglesia en todos los sentidos: territorial, étnico, moral y espiritual, con creciente número de adherentes. Tal como lo hemos de estudiar más adelante, Lucas es el autor de la narración que va desde el nacimiento del Señor Jesús hasta la llegada del evangelio a Roma. Trabajó en dos documentos que inicialmente no estuvieron relacionados con ninguna iglesia en [Page 10] particular, sino que circularon entre el público lector gentil para quienes habían sido escritos. La amplia circulación entre las iglesias tuvo como virtud la consolidación de las labores apostólicas al final del siglo I. Al comienzo del siglo II cuando ya se habían reunido los cuatro evangelios y circulaban como cuatro libros separados, la historia de Lucas también se dividió en dos partes, con el objetivo de seguir sus respectivos propósitos. El libro de Hechos tomó entonces una importancia tal que algunos escritores lo consideran un libro clave para la comprensión de la historia y la doctrina del NT. Muestra el nacimiento y progreso del evangelio a lo largo de la ruta desde Jerusalén hasta Roma. Nos explica cómo un movimiento que nació en el seno del judaísmo, en pocas décadas pasó a ser una religión esencialmente gentil. Nos explica cómo una creencia que surgió en Asia, se convirtió con los siglos en el desarrollo de la civilización europea. Fue en esta región del mundo donde se produjeron los debates teológicos más encarnizados sobre el contenido del NT y desde donde también se promocionaron los viajes misioneros similares—o no—a los encarados por Pablo. Para nosotros, el estudio de Hechos plantea un desafío actual que se renueva constantemente. Clarifica el valor histórico y doctrinal de la ascensión del Señor Jesús y la venida del Espíritu Santo. Son los acontecimientos centrales de toda la historia. Nosotros que tenemos a disposición el poder de lo alto, necesitamos ejercitar nuestro ser interior para obedecer las indicaciones de extender el evangelio tal como Lucas lo narra. Para encarar mejor nuestro estudio del libro, lo hemos dividido en dos partes. En la primera, hemos de tener en cuenta los acontecimientos en Jerusalén desde la resurrección del Señor Jesús hasta la muerte de Herodes (1:1–12:24). En este período los hechos o actividades están principalmente relacionados con la iglesia en Jerusalén. Pedro es el personaje central con Juan, su amigo y acompañante leal. En la segunda parte, hemos de estudiar las actividades misioneras que tienen a Pablo como motor principal y a la iglesia de Antioquía como su centro espiritual. Ponemos especial atención en no descuidar detalles que a simple vista parecen secundarios pero que en muchas oportunidades son vitales para comprender lo que el Espíritu Santo desea enseñarnos. Esta característica dilata el [Page 11] comentario y hace necesario que debamos dividirlo en dos tomos, teniendo en cuenta, precisamente, las partes que mencionamos. Así que, el tomo I abarca los primeros doce capítulos y el tomo II los restantes. Hemos también procurado agregar notas adicionales y un buen número de cuadros explicativos para ayudar a la comprensión de algunos temas, y proveer al lector—especialmente a pastores y líderes—de bosquejos que les permitan utilizar las enseñanzas para su labor ministerial. Finalmente, anhelamos honrar a Dios y glorificarlo por la bendición que significa comentar, aunque sea superficialmente, su palabra. El autor disfruta de momentos muy cálidos en su presencia escribiendo estas

145 páginas. Gracias a Dios por su ayuda, y a tantos hermanos que por medio de sus libros o sus consejos han enriquecido estas páginas. RAÚL CABALLERO YOCCOU

146 [Page 13]

PARTE III EL MINISTERIO ENTRE LOS GENTILES (13:1–21:17) [Page 14] [Page 15] CAPÍTULO 18 Llegamos a un punto decisivo en la narración. Perdemos de vista a Jerusalén desde donde se extendió el evangelio por “toda Judea y Samaria” como el Señor Jesús lo había mandado (1:8). Comenzamos ahora la última fase de la misión: “hasta lo último de la tierra”, teniendo como centro Antioquía y finalmente Roma. Los dos diáconos que predicaron en el ínterin prepararon el camino para lo que hemos de estudiar ahora. Esteban enseña la omnipresencia de Dios. Muestra claramente que no habita en templos hechos por los hombres y que Dios tenía en su propósito levantar un templo viviente construido con piedras vivas que son los salvados de todas partes y en todos los tiempos. Con su valiente exposición, Esteban demuestra que la asistencia al templo todos los días es un estorbo para salir a otras tierras. Por su parte, Felipe valientemente lleva a muchos samaritanos al conocimiento de la verdad y también al etíope. Pedro predica al centurión romano en Cesarea y el Señor derriba a Saulo en plena ciudad de Damasco. Algunos evangelistas desconocidos predican el evangelio en Antioquía, destruyendo prejuicios para permitir que otras tierras entren en la óptica de los predicadores. De esta manera está preparado el camino para iniciar la etapa que estudiaremos ahora.

1. LA ENCOMENDACIÓN DE BERNABÉ Y SAULO (13:1–3) La iglesia de Antioquía había enviado a estos dos hermanos claves a Jerusalén, para llevar socorro después de oír la profecía de Agabo (11:27–30). Habiendo “cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén” (12:25). Lo hacen trayendo “también consigo a Juan, el [Page 16] que tenía por sobrenombre Marcos” quien es posteriormente el compañero para la primera parte del primer viaje misionero.1

A. La diversidad de culturas en la iglesia (13:1–3) 1Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Los enseñadores de Antioquía se habían ocupado de preparar al liderazgo, tratando de dar espacio y experiencia a los dones que el Espíritu Santo daba. El pasaje menciona cinco hermanos con dones de “profetas y maestros”2 (11:26; 15:35; 18:11; 20:20; [Page 17] 28:31). Lucas no explica cuál es la diferencia entre uno y otro don, o si los profetas (como Agabo) se ocupaban en predecir y los maestros en explicar la predicción. Tampoco podemos deducir del texto si todos ejercían ambos dones o algunos uno y otros otro. Lucas menciona los nombres. El primero es Bernabé, de quien ya nos hemos ocupado. Es levita y oriundo de Chipre (4:36; 11:22–26). El segundo es “Simón el que se llamaba Niger”. Simón es un nombre hebreo, 1 Marcos

es hijo de una mujer llamada María que moraba en Jerusalén, por lo cual posiblemente él había nacido allí (Hch. 12:12). Es sobrino de Bernabé (Col. 4:10; anepsios se traduce algunas veces como primo). Por lo que dice Pedro (“Marcos mi hijo” 1 P. 5:13) aprendemos que el apóstol lo había llevado al conocimiento de la verdad. Hay una teoría que asegura que Marcos es el joven que en la noche en que Jesús fue entregado huye envuelto en una sábana (Mr. 14:51–52). Deseoso de trabajar para Cristo, va con Pablo y Bernabé como “ayudante” en el primer viaje pero los abandona en Perge de Panfilia y se vuelve (12:25; 13:13). Para el segundo viaje Bernabé quiere darle una segunda oportunidad, pero Pablo se opone tenazmente, por lo que hay entre ellos una calurosa discusión (15:36–40). Cualquiera haya sido la vacilación de Marcos, no lo separa para siempre de Pablo. Lo hallamos nuevamente junto al apóstol en su primer encarcelamiento (Col. 4:10; Flm. 24). Posiblemente viaja a Asia. Tiempo después está junto a Pedro en Babilonia (1 P. 5:13). A su regreso del Asia parece haber estado con Timoteo en Éfeso, cuando Pablo escribe a Timoteo en su segundo encarcelamiento (2 Ti. 4:11). 2 Para estudiar las labores de estos dones, aconsejamos leer el comentario sobre Efesios de ese autor (serie de Comentario Bíblico del Continente Nuevo, Unilit 1992, págs. 168–169).

147 pero apodado “Negro”, presumiblemente por ser natural del África. Esta persona es seguramente la que llevó la cruz de Jesús (Lc. 23:26), padre de Alejandro y Rufo (Mr. 15:21; Ro. 16:13). Tercero, “Lucio de Cirene” que algunos identifican como pariente de Pablo (Ro. 16:21) pero de lo cual no hay seguridad. Este hermano es del norte del África y posee trasfondo gentil. Cuarto, “Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca”. Manaén se había criado en la corte juntamente con Herodes Antipas, quien decapitó a Juan el Bautista y participó en el enjuiciamiento de Jesucristo. El quinto es Saulo nacido en Tarso de Cilicia, hebreo de hebreo, de quien nos hemos de ocupar abundantemente más adelante.

B. La orden del Espíritu Santo Mientras estos cinco hermanos ministran (adoran) al Señor ayunando, el Espíritu Santo hace conocer su voluntad. El término “ministrar” es en el griego leitourgia de donde nace nuestra palabra liturgia. En el NT significa “ministración sagrada” o adoración (Lc. 1:23; He. 8:6; 9:21) (comp. Fil. 2:30). En el AT griego (Septuaginta) se la emplea para los servicios realizados por sacerdotes y levitas (Ex. 29:30; 31:10; 39:13; Nm. 4:12; 16:9). Del estudio de estas palabras deducimos que ni la utilización de “liturgia”, ni la misma expresión “adoración” tal como la empleamos actualmente, responden a lo que la Escritura enseña y espera de nosotros. Además ayunan3 para evitar que aun una necesidad tan importante como comer les quite la prioridad de ministrar al Señor. Pero [Page 18] además, están convencidos de que es el medio para recibir respuestas de Dios para las necesidades que ponen delante del Señor. Mientras están en esta solemne actitud de expectativa “dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (v. 2). ¿Cómo hace el Espíritu para demostrar su voluntad? No lo dice, pero lo más probable es que algunos de los profetas reciben la revelación. Teniendo la precisión de Dios, vuelven a continuar su ayuno y oración sin apresurar sus pasos. Quieren verificar el llamado de Dios para confirmar sus corazones en su voluntad, y también anhelan interceder por las dos personas que deben apartar y enviar. Lucas no nos dice la naturaleza del ministerio al cual el Espíritu Santo los llama, ni tampoco el lugar de trabajo. Lo que claramente desea impartir es la confirmación completa de la manera en que los ministros del Señor deben ser apartados. El texto griego dice: “Apartadme verdaderamente o totalmente”, mostrando un acto soberano de Dios al sacar de la iglesia a las dos personas más dotadas y [Page 19] sobresalientes de cuya experiencia ya nos hemos ocupado (Ro. 1:1; Gá. 1:15). Por la dirección que posteriormente toman los enviados, nos damos cuenta de que el trabajo encomendado es la evangelización y formación de iglesias en las rutas del oeste del Imperio (comp. 14:26; 15:38). La iglesia aparta, pero el llamado es de Dios. La iglesia recibe la orden, pero ellos la misión. Hay una conjunción de voluntades, aunque con diversidad de labores. Cada uno hace lo suyo y todos obedecen a Dios. Bernabé y Saulo comprueban que Dios está en todo. Saben que la iglesia de Antioquía los encomienda porque cuando regresan de la extensa y riesgosa gira reúnen a la iglesia y “refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (14:27).

3

Ayunar significa privarse de alimento por un período de tiempo (Est. 4:16). En el AT se lo practicaba tanto en la fiesta anual de Israel (el día de la expiación Lv. 16:29, 31; 23:27–32; Nm. 29:7) como en forma individual. Después del exilio en Babilonia, la nación celebró algunas fiestas en recuerdo de liberaciones milagrosas o de algunos desastres acaecidos (Zac. 8:19; Est. 9:31); sobre esto no tenemos más que referencias vagas. El ayuno se practicaba mayormente en forma individual (2 S. 12:22) y también en grupos (Jue. 20:26; Joel. 1:14). Podía significar: 1) Tristeza (1 S. 31:13; 2 S. 1:12; Sal. 35:13) y penitencia (1 S. 7:6; Neh. 9:1–2; Dn. 9:3–4; etc.). 2) Humillación (Sal. 69:10). 3) Búsqueda de la guía de Dios (Ex. 34:28; Dt. 9:9). Por estas razones en el pueblo de Israel había quienes creían que con el ayuno se ganaba el favor de Dios (Is. 58:3), pero los profetas se ocuparon de clarificarlo (Is. 58:5–12; Jer. 14:11–12). Igualmente en el NT ayunar significa “sin comida” (Hch. 27:21). Siguiendo la costumbre del AT se ayunaba en el día de la expiación (Hch. 27:9), único día de ayuno prescrito en la ley. Sin embargo, algunos fariseos lo hacían dos veces por semana (Lc. 18:12) y otros con cierta frecuencia (Lc. 2:37). Una vez lo hizo el Señor Jesús (Mt. 4:1–4; comp. Ex. 34:28) aunque parecería que no en forma voluntaria. El Señor corrigió algunos desvíos de los fariseos (Mt. 6:16–18) y también explicó por qué los discípulos no debían ayunar (Mt. 9:14–17). Es una práctica de la iglesia primitiva al tener que elegir o apartar personas para el ministerio (Hch. 13:2, 3) o ancianos en la iglesia (Hch. 14:23). Se lo menciona dos veces en las cartas de Pablo (2 Co. 6:5; 11:27; comp. Mt. 17:21; Mr. 9:29).

148 [Page 20]

2. LA SALIDA DE BERNABÉ Y SAULO (13:4–12) CAPITULO 19 Cuando todo está confirmado después de haber “ayunado y orado, les impusieron1 las manos”. Algunos manuscritos agregan “todos” después de orado, para mostrar el compromiso asumido por la iglesia. Esto explica la actitud de Bernabé y Saulo al retornar. La [Page 21] imposición de manos es una confirmación de que Dios los había llamado y de que la iglesia se solidariza como esa salida en todo el sentido de la palabra. Es como decir: “Vayan como Dios los manda que nosotros los acompañamos siempre”. 4Ellos,

entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. 5Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante. 6Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, 7que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. 8Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul, 9Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, 10dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? 11Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. 12Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

[Page 22] A. La autoridad del Espíritu y de la iglesia

1

En términos generales las manos se utilizaban en la Escritura para diversos rituales. Para orar (1 R. 8:54) o para invocar la bendición de Dios (Lv. 9:22). Jacob bendijo a sus hijos poniendo las manos sobre ellos (Gn. 48:2–20), y también el Señor Jesús lo hizo (Mr. 10:16) sobre niños y enfermos (Mr. 6:5). En el AT los levitas fueron ordenados al ministerio por la imposición de las manos (Nm. 8:10). Josué también fue apartado de la misma manera e investido con autoridad por parte de Moisés (Nm. 27:18–23). Dt. 34 explica la función que cumplió la imposición de manos. El sumo sacerdote ponía las manos sobre un animal en el día de la expiación confesando los pecados del pueblo (Lv. 16:4). Una ceremonia similar se realizaba para ofrecer las ofrendas voluntarias (Lv. 1:4; 3:2; 4:4; Nm. 8:12), mostrando la identificación de las personas con ellos. En el NT también tiene aplicación variada: Pedro y Juan impusieron las manos para que los creyentes samaritanos recibieran el Espíritu (Hch. 8:14–19) (comp. Hch. 19:6); pero no ocurrió lo mismo en el caso de Saulo (Hch. 9:12, 17). Otras veces el don del Espíritu no requirió la imposición de las manos (Hch. 10:44–48). Siguiendo el modelo del AT, se la utiliza en el servicio cristiano. Así son ubicados los “siete” en Hechos 6:5 y en el caso que estudiamos, Bernabé y Saulo (Hch. 13:3). Pablo le recomienda a Timoteo no imponer apresuradamente las manos a nadie (1 Ti. 5:22), tal vez teniendo en cuenta el modo cuidadoso en el cual él mismo había sido apartado (1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6). Esta ordenación llevada a cabo bajo la guía de Dios (1 Ti. 1:18) es una señal externa de que Dios ha dado a la persona apartada los dones para la labor del ministerio, y por medio de la imposición de manos la iglesia reconoce la comisión divina asignada a la persona o personas para que realice maduramente una labor.

149 Aunque la iglesia los despide (comp. 4:26; 15:33), es el Espíritu Santo quien los envía a las labores. Con todos los detalles en regla, Bernabé y Saulo con Marcos como “ayudante”2 salen a su primer viaje misionero (ver nota adicional: los viajes misioneros). ¿Quién encomienda a estos predicadores? El v. 4 dice: “ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo”, que es quien había dado la orden de “separar” a dos de ellos, salen despedidos por la iglesia. En un sentido es la iglesia que por orden del Espíritu los desvincula de las responsabilidades locales para que asuman las nuevas que Dios les da. El verbo “despedir” significa “soltar” (comp. 4:23; 15:30–33; 19:40). En un sentido, es la labor del Espíritu instruyendo a la iglesia y en otro, la disposición de la iglesia asumiendo la responsabilidad de concretar el propósito del Espíritu. Se dirigen al puerto que sirve a la ciudad de Antioquía, distante unos veinticinco kilómetros de la ciudad. Seleucia, que así se llamaba, había sido construido por Seleuco Nicanor al norte de la desembocadura del río Orontes. Era muy importante por ser el paso obligado de entrada y salida al mar de una amplia extensión del territorio romano. De paso, queremos destacar que Lucas frecuentemente anota los puertos de salida y entrada de los misioneros (14:25; 16:11; 18:18) como para destacar las labores cumplidas en alguna región. NOTA ADICIONAL: LOS VIAJES MISIONEROS Pablo realiza cuatro giras, tres de las cuales conocemos como “viajes misioneros” y la cuarta es la navegación desde Cesarea a Roma (ver mapas). La primera de estas misiones abarca desde el capítulo 13:4 hasta el 14:28. Parece tener un carácter exploratorio para conocer la reacción del mundo gentil al evangelio. La segunda, que estuvo precedida por el Concilio de Jerusalén donde se había debatido parte de la experiencia entre los gentiles, comienza con la revisitación a los hermanos de las distintas iglesias plantadas en el primer viaje (15:36). [Page 23] En la práctica resulta un viaje mucho más largo que el primero porque lleva el evangelio a Europa. La tercera misión está dirigida esencialmente a Éfeso (18:21). Durante su estadía en Éfeso, Pablo realiza una profunda labor de consolidación planeando ir a Roma, previo paso por Jerusalén (19:21– 22). Desde Corinto escribe una carta a los hermanos de Roma, expresando su esperanza de visitarlos (Ro. 1:15; 15:24). La cuarta es una misión totalmente distinta, por lo cual muchos no la consideran como tal. Pablo no parte desde Antioquía, ni se mueve de acuerdo a su albedrío. Tampoco traza planes para visitar iglesias. Sale desde Cesarea preso bajo custodia con destino a Roma para comparecer ante el tribunal de César, a quien ha apelado. Tanto la evangelización como también el encuentro con hermanos durante este viaje es accidental (27:3). En Roma, aunque predica “abiertamente y sin impedimento” (28:31), está limitado por su calidad de detenido (Flm. 1; Ef. 6:20).

B. La entrada a Chipre Desde este puerto los misioneros se dirigen a Chipre3 que está distante unos 110 kilómetros de Seleucia. Es el lugar de origen de [Page 24] Bernabé (4:36). Aparte de las labores que pueden realizar con personas

2 Gr.

hyperete̅s, como los profetas solían tenerlos.

3

Gr. Kypros significa cobre. Es una isla del Mediterráneo frente a las costas de Siria. Tiene unos 240 km. de largo por unos 70 km. de ancho en su parte más extendida. Entre las dos cadenas principales de montañas que recorren su territorio, se extiende una gran llanura fértil cubierta de viñedos, olivos y campos de granos. Chipre se caracterizaba por sus reservas de cobre, peculiaridad que dio origen a su nombre. Además algunos historiadores famosos como Aristón y filósofos como Zenón nacieron en esta isla. El Imperio Romano la invadió aproximadamente en el 59 AC, y el emperador Augusto la convirtió en Provincia Senatorial en el 22 DC bajo el gobierno de un procónsul. Este magistrado tenía su asiento en Pafos, un puerto de mar y capital imperial de la isla situado en el extremo oeste.

150 relacionadas con Bernabé, también pueden valerse de los resultados dejados por los esparcidos en la primera persecución (11:19). Los creyentes que habían huido de Jerusalén se diseminaron por todas partes y algunos pasaron por Chipre antes de encaminarse para Antioquía, tal como lo hemos estudiado. “Y llegados a Salamina”4 se encontraron con una gran población judía, tan extensa que había varias sinagogas en la ciudad. Parecería extraño que teniendo la misión de predicar a los gentiles, se detengan para predicar a los judíos, pero éste es el método de Pablo en todas sus giras. En cada ciudad que visita inmediatamente busca la sinagoga para hacer el primer llamado, a fin de que el evangelio sea primeramente anunciado a los judíos (v. 46; Ro. 1:6) (comp. 2:9–10). El texto dice que “anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos”. El verbo “anunciar”5 es más propiamente declarar, mostrar o proclamar, y significa poner claramente en evidencia la obra del Señor Jesús (4:2; 13:38; 15:36; 16:17; 17:3, 13; 26:23). De esta primera actividad evangelística se desprende que la ley había sido una preparación providencial para el ingreso del evangelio. Es por medio del culto judío que Pablo esparce el mensaje de vida a los pueblos. La sinagoga es el hogar para la predicación, y únicamente cuando los judíos rechazan el mensaje, los misioneros buscan otro auditorio. Lucas agrega lacónicamente que “tenían también a Juan de ayudante” (v. 5), sin especificar la clase de asistencia que brinda. El significado de “ayudante” no explica de por sí la clase de ministerio que realiza, pero sí distingue que mientras Bernabé y Saulo fueron elegidos y separados por el Espíritu, Juan Marcos no. Su salida se debe a su relación con ellos y no a un específico llamado [Page 25] y encomendación de la iglesia. Esta información es necesaria para comprender lo que acontece después.

C. La experiencia en Pafos Dejando Salamina, viajan hacia el oeste “atravesando toda la isla hasta Pafos” (v. 6a). Esta es una travesía de unos 140 kilómetros en la cual seguramente predican a mucha gente. En este lugar “hallaron a cierto mago”, a quien Lucas describe como “falso profeta, judío, llamado Barjesús”. Su tarea es estar con el procónsul haciendo las veces de asesor. Este funcionario romano según Lucas es un “varón prudente”, o mejor dicho inteligente, sagaz, entendido (Mt. 11:25; 1 Co. 1:19). Pese a su vinculación con el ocultismo tiene vivo deseo de conocer el evangelio. Así que “llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oir la Palabra de Dios” (v. 7).6 El procónsul, que había oído los hechos de Bernabé y Saulo en el territorio de Chipre, necesita cotejarlos con el mago. Así que los convoca procurando oirlos. Ellos, aprovechando la oportunidad que se les presenta, predican a Cristo delante de Barjesús (significa: “hijo de Jesús”) a quien Lucas denomina ahora Elimas (es su nombre oficial, “el mago”). Este hombre viendo el interés del procónsul se alarma pensando que será despedido. Comienza, entonces, a contradecir y a negar las afirmaciones de Bernabé y Saulo, convencido de que puede apartar el oído de Sergio Paulo. Lucas dice que éste “les resistía” (comp. Ef. 6:13; 2 Ti. 3:8) pero como veremos le fue muy mal. Pablo ve en esta actitud hostil un serio intento del enemigo para destruir [Page 26] todo el trabajo iniciado, de modo que lo enfrenta, así como Pedro lo había hecho con Simón en Samaria (8:20). Sin dar explicación alguna, Lucas menciona el nuevo nombre de Saulo con el que llevaría, en el poder de Dios, el evangelio a los gentiles. Saulo es un nombre hebreo y Pablo, griego. Ignoramos cómo surge este nombre, pero es posible que fuera su sobrenombre desde la niñez. Era común la utilización de dos nombres, sobre todo pensando que muchos de los judíos esparcidos hablaban el griego, y que en ese momento estaban dominados por el Imperio Romano. Por ejemplo: José se llamaba Barsabás y Justo (1:23), otro José se llamaba Bernabé (4:36), Juan se llamaba Marcos (12:12, 25).

Una corriente de inmigrantes judíos entró en Chipre durante el hospitalario gobierno de los Ptolomeos—una dinastía de alrededor de 15 emperadores que dominaron Egipto y otros territorios después de la muerte de Alejandro el Grande—y promovida en los primeros tiempos del imperio de Augusto César para trabajar en las minas de cobre (Josefo: Antigüedades. XVI. IV. 5). 4 Ciudad griega en la costa este de Chipre, fundada en el siglo VI AC (F. F. Bruce, pág. 255). Esta ciudad fue visitada por Pablo una sola vez, pero la historia dice que Bernabé la volvió a evangelizar junto con Marcos (15:39) y posteriormente murió allí ejecutado por Nerón. 5 Gr. katangello̅. 6 En ese tiempo existía el criterio universal de que las vidas de las personas estaban relacionadas directamente con las estrellas, y que los destinos podían leerse en la faz del firmamento. El astrólogo que pudiera descifrarlo era tenido en gran estima. Muchos judíos eran astrólogos y también algunos hombres de estado (Pompeyo, Crasso, César Augusto, Tiberio). Los astrólogos creían en sus artes y traficaban con la credulidad de sus clientes. Debido a su influencia, el Senado Imperial repetidamente los expulsó de Roma. Sabiendo la posición de la ley de Dios (Ex. 22:18; Lv. 19:26; 20:27; Dt. 18:10) y de los predicadores del evangelio, los magos fueron opositores acérrimos.

151 Pero notamos que a Pablo no se lo llama más Saulo, y en lugar de ser Bernabé y Saulo, desde este momento es Pablo y Bernabé, según veremos más adelante. Pablo, con un suministro fresco del Espíritu, o “lleno del Espíritu Santo” como señala el texto, habla duramente al opositor. Es interesante notar el modo en que Dios da voluntariamente del Espíritu a los siervos que lo necesitan. Pablo había sido apartado por el Espíritu, guiado por el Espíritu y ahora, lleno del Espíritu. Dios quiere que su siervo actúe con denuedo, libertad y gran poder al reprender al enemigo. La reprensión es muy severa: “¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (v. 10). Hay una profunda indignación en el corazón del apóstol, pero también vergüenza, porque en la oposición del impostor judío puede reconocer el mismo espíritu que actuó un día en él mismo. Y pronuncia sobre Elimas, el mismo juicio que como Saulo de Tarso había caído sobre él: “!Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo” (v. 11a). Este hombre, lejos de ser “hijo de Jesús”, era “hijo del diablo” (Jn. 8:44; 1 Jn. 3:10) (comp. Ef. 4:27; 6:11) y como tal, en lugar de “convertir”7 las almas al Señor, (9:35; 11:21; 14:15) las “pervertía”8 alejándolas irremediablemente de él. [Page 27] Después de la dura sentencia, “inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas” (v. 11b) como años antes había ocurrido con Pablo en el camino a Damasco (9:8). Es una disciplina temporaria y misericordiosa. Pablo espera que como había sucedido con él, Barjesús fuera inducido al arrepentimiento. Es decir, con el método con que él había sido ganado, anhela ganarlo también a él. “Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor” (v. 12). La combinación del mensaje con señales, asombra al magistrado romano. Si creer es, además, convertirse al Señor, ha sido motivo de mucho debate. Nosotros creemos que realmente recibió la doctrina del Señor en su corazón y fue salvo, porque la enseñanza autoritativa que oye fue acompañada con poder del cielo.

7 Gr.

epistrepho̅.

8 Gr.

diastrepho̅.

152 [Page 28]

3. LA EVANGELIZACIÓN DEL SUR DE GALACIA (13:13–14:28) CAPÍTULO 20 Los misioneros abandonaron la isla de la cual Bernabé era oriundo para pasar al territorio continental donde Pablo había nacido. Posiblemente al llegar desembarcan en Atalia (14:25), que era el puerto que servía a Perge adonde se dirigían. Con seguridad caminan la distancia que separa los dos puntos, unos 20 kilómetros. En este lugar el ayudante los abandona, según informa Lucas muy escuetamente en el v. 13. Por lo que leemos en 15:38 parece que lo hace en discrepancia con los misioneros. Aunque el texto no lo dice, podríamos pensar en algunas causas separadas o juntas que provocaron el desenlace. La nostalgia del hogar, el cambio de liderazgo en la misión que se inicia como “Bernabé y Saulo” y ahora es “Pablo y sus compañeros” (13:13). Quizás también favorece la decisión el carácter duro de Pablo, o que siendo de extracción totalmente hebrea, Marcos no comparte la misión a los gentiles, con todos los riesgos que significa (comp. 2 Co. 11:26). [Page 29] Algunos estudiosos del tema creen que la verdadera razón fue la enfermedad de Pablo. Según William Ramsay1 Pablo padecía una “especie de fiebre malaria crónica” contagiosa, muy molesta y difícil soportar en climas cálidos. Por esta causa se dirigió rápidamente a Antioquía de Pisidia2 situada en una planicie fresca con clima más agradable. Marcos habría visto en la dolencia crónica de Pablo una barrera frustrante para el ministerio y se desanimó completamente.3

[Page 30] LA PREDICACIÓN DE PABLO 1.

1

Tiene un método

a.

Quién En Cristo se cumplieron las promesas dadas a los padres en el – AT. No es el fundador de una religión (Sal. 118:22–23).

b.

Cómo La maldad y la ignorancia de los religiosos operaron el cum– plimiento de las promesas (Lc. 23:13; Hch. 3:17).

c.

Para qué –

Por la resurrección de Cristo, Dios revirtió completamente la situación de condenación (Mt. 28:6; Lc. 24:48).

2.

Tiene un contenido

a.

Procura honrar a Dios por su propósito cumplido (v. 33) (Sal. 2:7).

b.

Mantiene un tema central todo el tiempo: Cristo (vv. 33–35) (Sal.

The Church in the Roman Empire, págs. 62–64.

2 Ciudad

del Asia Menor fundada por Seleuco Nicanor I (312–280 AC) en honor de su padre Antíoco. Estaba situada a unos 3600 pies de altura (aproximadamente 1.000 metros) sobre el nivel del mar; era el centro de la influencia helénica y controlaba la ruta principal del comercio entre Éfeso y los puertos cilicios. Los romanos la convirtieron en ciudad libre. El éxito notable de Pablo en la región de la Galacia (Hch. 13:49) se debe en parte a que estaba colonizada por judíos conformes con las condiciones que los seléucidas, que los habían radicado en todo el Asia Menor, habían impuesto para el comercio, la cultura y la política. (Diccionario Bíblico de Harper, pág. 21).

3

a) b) c) d) e)

Aunque parezca irrelevante conjeturar sobre las posibles causas del abandono de Marcos, debido a la deserción que observamos en el campo misionero actual es imprescindible tener en cuenta ciertos principios. En el caso de Marcos: ¿Cómo se produjo el llamamiento de Dios a la misión? ¿Cuál o cuáles fueron los factores determinantes? ¿Qué significado tenía la fe para él? ¿Sabía todos los riesgos de la misión en calidad de ayudante? ¿Había practicado la sujeción a la iglesia en la misión o era solamente un compañero de su pariente y amigo? Cada candidato a la misión necesita responder a estas y otras preguntas antes de pensar en una aventura que pueda frustrar muchos años de su vida—o todos.

153 16:10; Hch. 2:27–29). c.

Presenta con claridad los detalles prominentes (vv. 36–38) (Hch. 10:43; Ro. 3:28).

d.

Habla sin prejuicios a su auditorio (vv. 40–41) (Jn. 6:45; Hab. 1:5).

e.

Destaca las consecuencias de rechazar (v. 41).

3.

Tiene un efecto

a.

Porque está persuadido de lo que predica (v. 42).

b.

Conoce los detalles que enfatiza (vv. 44–45).

c.

Es capaz de formar decisiones (v. 43).

La ruta entre Perge y Antioquía era difícil y escarpada. Atravesaba la cadena del Taurus, conocida por su peligrosidad física y la peligrosidad de malhechores que abundaban en las montañas. El viaje es mucho más largo que lo que surge del texto. Finalmente llegan a la importante ciudad de Antioquía de Pisidia, denominada así para distinguirla de las otras. Estando en el límite, había pertenecido a otra provincia (Frigia) pero el Imperio Romano la había [Page 31] anexado a Galacia,4 provincia muy extensa que cruzaba diagonalmente el territorio del Asia Menor.

A. Antioquía de Pisidia (13:13–52) 13Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén. 14Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. 15Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. 16Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd: 17El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. 18Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; 19y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. 20Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. 21Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. 22Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. [Page 32] Pablo llega enfermo y en estado deplorable debido al largo y penoso viaje, pero todo le es favorable. Tanto el clima como la recepción son ventajosos para su curación (Gá. 4:13–15). Con seguridad, Bernabé tiene que asumir la mayor responsabilidad, por lo menos en los primeros tiempos. “Un día de reposo” Pablo y Bernabé entran en la sinagoga, que se convierte en el lugar estratégico de predicación durante el ministerio de Pablo. Es decir, predicar primeramente a los judíos. Así que, “entraron en la sinagoga y se sentaron” (v. 14; ver 16:13). La congregación está compuesta por judíos y por los temerosos de Dios, que incluía a los prosélitos y otro tipo de personas (10:2), en general una parte muy influyente en la comunidad. Algunos creen que habiendo estado un tiempo en la ciudad, los misioneros ya conocidos son invitados y ocupan los asientos reservados a los maestros (Lightfoot). El servicio se lleva a cabo según el orden establecido. Comienza con el Shema: “oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Dt. 6:4–9) (comp. 11:13–21). De inmediato la oración, la lectura de la ley y los profetas, y en cuarto lugar el sermón adecuado al tema. Era costumbre que cuando una visita calificada aparecía 4 Territorio

al norte y centro del Asia Menor y también una provincia romana. El nombre deriva de un pueblo llamado Gálatos, una modificación del nombre original griego KELTOI que eran tribus celtas de la antigua Galia. Después de invadir Macedonia y Grecia cerca del año 280 AC, fueron a Asia Menor invitados por Nikómedes I rey de Bitinia para ayudarlo en una guerra civil. Los gálatas fueron dominados por el Imperio Romano (25 AC) y su territorio se convirtió en una provincia romana. La provincia incluía no solamente el área habitada por los gálatas, sino también partes de Frigia, Pisidia, Licaonia e Isauria. Por lo tanto el término Galacia o Gálatas tenía desde este momento una doble connotación: geográficamente, para designar el territorio habitado por gálatas, y políticamente para describir la provincia romana completa (Diccionario bíblico ilustrado, pág. 294).

154 en la sinagoga, fuera invitada para dar este discurso. Por esta razón los principales de la sinagoga piden a las visitas que pasen y hablen. Pablo acepta la responsabilidad (comp. He. 13:22). Lucas registra lo ocurrido no solamente al reproducir el sermón, sino también al mostrar el modo en que Pablo lo hace. Se pone de pie y con un gesto característico, pide la atención de los asistentes (v. 16) (12:17; 21:40). Pablo se dirige a los presentes como a “varones israelitas y los que teméis a Dios” (comp. v. 26). Entre estos últimos están además de los prosélitos, simples gentiles que buscan a Dios y asisten al culto hebreo (10:2) (ver 15:21). Pablo procura vincular el Pentateuco y los profetas con el Señor Jesús, elaborando uno de los discursos más importantes del NT. Lucas lo transcribe—aunque resumido—para que Teófilo en primera instancia y luego todos sus lectores, detecten la similitud del mensaje de Pablo a los judíos con los de Pedro que ya hemos estudiado. Pablo, según lo observamos, quiere predicar el evangelio primeramente a los judíos, y después a los otros seguidores de esa fe.

1)

[Page 33] El sermón tiene un propósito Pablo diagrama un mensaje con el mismo argumento que Esteban, conservando la característica de Pedro en Pentecostés sobre la importancia central de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Él, que había oído la defensa del aquel mártir, no se puede sustraer al poder de su discurso. Nunca había oído a una persona que con tanta autoridad reprochara a Israel su pecado en calidad de resistencia al Espíritu Santo y asesinato. Si leemos el pasaje bíblico con cuidado, descubrimos que Pablo, como Esteban, no se identifica con el pueblo y solamente en una o quizás dos veces se involucra. Durante toda la exposición conserva una evidente separación. Desea mantenerse distante del judaísmo—y del helenismo—para demostrar el alcance universal del evangelio. Tres temas le preocupan en modo especial. Primero: la omnipresencia de Dios. Aunque predica en una sinagoga de Galacia, el Dios de su mensaje está en todas partes y tiene acceso a todos los lugares. Segundo: la soberanía de Dios. Todos los verbos que hallamos en el sermón, por ejemplo escoger, enaltecer, sacar, soportar, dar, levantar, son descriptivos de un propósito concretado por la soberanía de Dios. La misma visita de Pablo a ese lugar está enmarcada dentro de ese plan. Pablo muestra al Dios de “este pueblo de Israel” educando a la nación (Is. 1:2) desde la esclavitud de Egipto (Hch. 7:6, 29) para cumplir la promesa dada a Abraham (Gn. 15:13–16). Les recuerda la salida violenta de Egipto (Dt. 5:15) y los cuarenta años de desierto en los cuales los “soportó”—o alimentó, como dicen otros manuscritos—(Dt. 1:31), hasta llegar a la tierra prometida. Por el poder de Dios ingresaron en ella y habiendo “destruido siete naciones” (Dt. 7:1), “les dio en herencia su territorio” (Jos. 14:1) (comp. Nm. 34:18; Dt. 1:38; 3:28). Durante alrededor de cuatrocientos cincuenta años5 los libertó por medio de jueces hasta llegar a Samuel. Saúl fue el primer [Page 34] rey que según este dato reinó cuarenta años y finalmente “quitado éste, les levantó por rey a David”, una persona a quien denomina “varón conforme a mi corazón (1 S. 13:14; Sal. 89:20). Aunque la soberanía de Dios continuó ejerciéndose durante los siglos que separan a David del Señor Jesús, para los propósitos de su argumento, Pablo saltea esos centenares de años para puntualizar que la voluntad de Dios era que Cristo descendiera de esa línea real (Lc. 1:32; 2:4) (comp. Ro. 1:3). Esto sucedió y fue precedido por Juan el Bautista (v. 24).

Tercero: La gracia de Dios. Tal como Esteban lo había hecho, Pablo también se ocupa de mostrar el carácter bondadoso de Dios para con su pueblo, especialmente ayudándolos y sosteniéndolos a pesar de sus rechazos frontales. En cada consideración muestra algo de lo que Dios les dio sin obtener respuesta duradera alguna. Aunque Pablo no destaca los continuados enfrentamientos, como lo hizo Esteban, deja entrever la resistencia a la conducción cuando dice: “Luego pidieron rey”, que según leemos en 1 S. 8:6–7; 10:19 fue un rechazo a Dios. Casi los mismos verbos que sirven para describir la soberanía divina son también válidos para destacar su gracia incluso en dar arrepentimiento “a todo el pueblo de Israel” (v. 24). 2)

El sermón tiene un clímax (vv. 23–41) 23De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. 24Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no 5 Algunos escriben esta frase junto con el v. 19 “… en herencia su territorio, como por cuatrocientos cincuenta años. Después de esto les dio jueces …”, así los cuatrocientos cincuenta años abarcan todo el tiempo entre los vv. 17 a 19 (Versión castellana de Harper’s Study Bible, pág. 1170). “Si esta alternativa que presentan algunos manuscritos es la real para este pasaje oscuro, entonces, los cuatrocientos cincuenta años estarían compuestos así: ’Cuatrocientos años de opresión (Gn. 15:13; Hch. 7:6), cuarenta en el desierto y el período de conquista alrededor de diez años’” (David Smith, Vida y cartas de Pablo, pág. 92).

155

soy digno de desatar el calzado de los pies. 26Varones hermanos, hijos [Page 35] del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación. 27Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle. 28Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase. 29Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro. 30Mas Dios le levantó de los muertos. 31Y él se apareció durante muchos días a los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. 32Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, 33la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. 34Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David. 35Por eso dice también en otro salmo: No permitirás que tu Santo vea corrupción. 36Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción. 37Mas aquel a quien Dios levantó no vio corrupción. 38Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, 39y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree. 40Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas: 41Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y pereced; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare. Pablo continúa el mismo estilo que Pedro en su predicación, pero concentrando su atención en la venida del Señor Jesús. Dice que Dios “levantó a Jesús por Salvador a Israel” “conforme a la promesa” (2:30; 2 S. 22:51; Sal. 132:11). Sigue un estilo similar al de Pedro en casa de Cornelio (10:36–43), donde se dedica un hermoso espacio al trabajo de Juan el bautista (comp. Mal. 3:1) quien predicó “el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel” (19:4) y anunció a quien venía tras él. A esta altura de su mensaje, Pablo hace un paréntesis. Quiere involucrar nuevamente a su auditorio tratando de aplicar a [Page 36] los asistentes todo lo que resta de su exposición: “Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios”. Quiere que reconozcan que Dios se fue moviendo no de acuerdo a los sentimientos vacilantes de Israel, sino de acuerdo a sus propósitos. Por esta causa le es “enviada la palabra de esta salvación” (3:26), que los “habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle” (v. 27). Los judíos conservaron una ignorancia voluntaria. No quisieron entrar en los secretos de la vida de Jesús. Aunque por lo que veían y sabían de él no lo podían condenar, lo hicieron contra toda razón (3:13; Lc. 23:4) por medio de los romanos (v. 28). Al hacerlo, sin querer cumplieron “todas las cosas que de él estaban escritas” (Lc. 22:37; Jn. 19:28), incluso lo de quitarlo del madero, para ponerlo en el sepulcro, cosa que según los evangelios hicieron dos miembros del sanedrín (Nicodemo y José de Arimatea) (Lc. 23:50; Jn. 19:38). “Mas Dios le levantó de los muertos”, contradiciendo la voluntad de los gobernantes y moradores de Jerusalén (2:24), y aprobando la obra del Señor Jesús. Él, ya suelto de las ataduras de la muerte “apareció durante muchos días” (cuarenta días—1:2, 3) a aquellos que habían subido con él de Galilea a Jerusalén (ver 1:21–22). Son esas personas las que tienen autoridad para hablar porque “son sus testigos ante el pueblo” (v. 31; comp. 2:32). Dios no delega la labor de predicar el mensaje salvador a la tradición, sino a los que tienen la experiencia de la vida nueva.6 En consecuencia, Pablo agrega el párrafo sobre el cual quiere argumentar su conclusión. “Nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres”. Es decir “lo que nosotros proclamamos tiene su fundamento en las Escrituras de los profetas”. Dios cumplió lo prometido (2:26) (Gn. 3:15) “a los hijos [Page 37] de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús”7 (comp. 3:22, 24; 3:26; 5:30). Para respaldar su argumento, Pablo utiliza tres pasajes del AT muy conocidos para el pueblo hebreo. El primero es Sal. 2:7: “Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy”, que recuerda primeramente la promesa dada a David de que un descendiente suyo ocuparía su trono (2 S. 7:13–14), pero que en el NT se aplica al Señor Jesús (He. 1:5; 5:5) (comp. Lc. 3:22). Por otra parte el mismo contexto del sermón “y en cuanto a que le le6 Pablo

habla en tercera persona: “son” y no en primera “somos” porque él no pertenecía al grupo de discípulos que podían dar testimonio de haber visto y oído al Señor resucitado como fueron los doce. En 1 Co. 15:8 menciona la aparición posterior que él experimentó y de la cual leemos en Hechos 9. 7 Posiblemente la traducción más correcta sea: “levantando a Jesús” para enviarlo como Mesías (13:22; 7:37).

156 vantó de los muertos para nunca más volver a corrupción”, muestra que el Salmo 2 tiene un sentido de introducción al estado de poder y de gloria. Para probarlo, Pablo cita Isaías 55:3 acerca de las “misericordias fieles” dadas a David. Esas promesas podían ser firmes o permanentes para David, únicamente si su descendiente (v. 23) resucitaba para cumplirlas (comp. 2 S. 7:16; Ap. 11:15). Finalmente, avala el valor de la resurrección de Cristo con el Salmo 16 ya favorito en los discursos de Pedro (2:27), mostrando que David murió, fue sepultado y vio corrupción, pero en contraste Cristo “a quien Dios levantó, no vio corrupción” (v. 37). Israel esperaba el reino mesiánico (1:6; Mt. 24:3). En Cristo, el reino de Dios impera en nuestro ser por haber aceptado el evangelio (8:12). Es a esto a lo que Pablo anhela llegar después de haber mostrado la convergencia entre las Escrituras y la vida del Señor Jesús. Para aplicar el sermón a sus oyentes, vuelve a utilizar palabras de intimidad: “Sabed, pues, esto, varones hermanos” (2:14; 4:10; 28:28), tratando de mostrarles la limitación de la ley de Moisés. Por una parte por medio de Jesucristo hay “perdón de pecados” (2:38; 10:43, y por otra, debido a su labor mediadora “en él es justificado todo aquel que cree”8 (comp. Gá. 3:11; 5:4). Pablo [Page 38] desea que comprendan el alcance de lo que Cristo realizó para que no sigan insistiendo en una religión equivocada. De ahí la advertencia tomada de Hab. 1:5: “Mirad … menospreciadores … yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis …”, porque ese profeta que anunció la justificación que vivifica al justo (Hab. 2:4), también profetizó la invasión de los caldeos como instrumento de juicio sobre los incrédulos, cosa que nadie creía.

3)

El sermón produce un efecto (vv. 42–43) 42Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. 43Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. Al leer el modo en que concluye, nos parece que el discurso está interrumpido, como lo había sido el de Esteban. Mientras Pablo plantea la trayectoria histórica de Israel, el sentimiento patriótico de todos se siente fortalecido. Máxime cuando de tiempo en tiempo los estimula con frases cariñosas que los anima a sentirse temerosos de Dios. Pero cuando se extiende sobre la aparición de Jesús como descendiente de David y la reacción de los gobernantes en su contra, se ponen serios. Mucho más aun, cuando limita la capacidad de la ley, les aplica la dura advertencia del profeta Habacuc. Lucas no relata lo sucedido, pero dice que cuando Pablo y Bernabé “salieron de la sinagoga”, evitando un enfrentamiento con los sacerdotes, la gente entusiasmada quería oír más y les rogaron que el próximo sábado (o como creen algunos, “entre sábados”) continuaran con el tema. Al finalizar el culto y despedida la congregación “muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y Bernabé” deseosos de ver aplicada a su necesidad presente, las enseñanzas que Dios había afirmado a los padres en el AT. Muchos de los que aceptaron el mensaje necesitan ayuda para perseverar en la gracia de Dios (v. 43). Algunos manuscritos agregan a continuación del v. 43 “y sucedió que la Palabra de Dios se extendió por toda la ciudad”, lo cual de ser verdadero, demuestra que el evangelio había producido un interés general. Durante la semana todos conversan sobre el tema y aun el populacho gentil está entusiasmado. [Page 39] 44El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oir la palabra de Dios. 45Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. 46Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seáis para salvación hasta lo último de la tierra. 48Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. (vv. 44–48) “NOS VOLVEMOS A LOS GENTILES” (13:46)

8A

la predicación conocida de Hechos, Pablo añade un detalle característico de su ministerio: la justificación por la fe. Tiempo después, escribiendo su epístola a los Romanos, Pablo explica en detalle lo que ahora plantea en este discurso. Es decir: a) La muerte de la cruz (v. 29); b) la tragedia del pecado (v. 38); c) la justificación por la fe (v. 39); d) los efectos profundos de la gracia de Dios (vv. 41–43).

157 Esta decisión nos recuerda: 1.

La estrechez de la ortodoxia (v. 45). Es importante que nuestras opiniones sean correctas. Pero la historia demuestra que la ortodoxia está siempre dispuesta a detener el progreso del evangelio. Los judíos en lugar de regocijarse por el triunfo de la fe en los corazones paganos, se ponen en contra de los cristianos.

2.

La posibilidad de que personas honradas sean usadas por los interesados en ser inflexibles (v. 50). Los judíos persuaden con sus argumentos a mujeres piadosas y distinguidas.

3.

El destino de los verdaderos benefactores (v. 50). Los benefactores no siempre son recompensados con gratitud. Con frecuencia tienen el mismo destino que Bernabé y Pablo.

4.

El método adecuado para tratar con los obstinados (v. 46). Después de predicarles las consideraciones que deben convencerlos, los dejan y se van a anunciar el mensaje a los que tienen mejor disposición de oír.

5.

El gozo cristiano es independiente de las circunstancias (vv. 51–52)

[Page 40] Al leer que “casi toda la ciudad” se junta para oír la Palabra de Dios pareciera que Lucas exagera. Pero no es así, porque describe lo que realmente sucede por el impulso que los gentiles dan al mensaje de la gracia de Dios. El celo de los judíos es más fuerte que la tolerancia para oír la voz profética. No pueden admitir que los visitantes tengan mayor capacidad de convocación que ellos. Además les es intolerable que los gentiles sean puestos en igualdad de condiciones con ellos. Descuidando toda formalidad o ética, los interrumpen “contradiciéndolos y blasfemando” (v. 45), objetando las afirmaciones y resistiendo en duros términos lo que dicen del Señor Jesús (comp. 8:1). Posiblemente los apóstoles tienen que abandonar la sinagoga para hablar al pueblo (v. 46) (comp. 18:6; 19:9). Pablo y Bernabé hablan “con denuedo”, vale decir, sin ataduras, prejuicios o temores, sólo movidos por el Espíritu Santo (comp. 2:29; 4:31, 32; 9:27, 29; 14:3; 18:26; 19:8; 26:26; 28:31). Ninguno de los dos predicadores se hubiera sentido feliz si no hubiera mantenido el principio de anunciar el evangelio primeramente a los judíos como fue la consigna de la misión (3:26) (comp. Ro. 1:16; 2:9–10). Lucas mantiene en todo su escrito la filosofía de la misión que da a los judíos la primera oportunidad (14:1; 16:13; 17:2, 10, 17; 18:4, 19; 19:8; 28:17, 23), y cuando la rechazan, entonces los apóstoles se dirigen a los gentiles. Posiblemente por esta causa, también resalta el modo en que Israel como nación despreció la obra de Cristo (18:6; 28:28). Es esta resistencia hebrea, por una parte, y la apertura de los gentiles por otra, la que estimula a los apóstoles a buscar el respaldo bíblico para la decisión que están por tomar. El texto de Isaías 49:6 empleado por Pablo es, en principio, la Palabra de Dios a su Siervo, que Simeón aplica al Señor Jesús (Lc. 2:32). Y ahora, Pablo citando la Septuaginta la utiliza con respecto “a los siervos de Cristo” (comp. 26:17–18). El Señor Jesús como el Siervo sufriente de Dios (Is. 52:14), está reuniendo una comunidad de siervos de él que también carguen con su desprecio (Fil. 1:29, 30; He. 11:26; 13:13). Al oír la decisión de los predicadores “los gentiles … se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor”, y “creyeron los que estaban ordenados para vida eterna” (v. 48). Es decir, todos los [Page 41] inscriptos en los cielos, o para utilizar otra expresión común en el NT, en el libro de la vida (Lc. 10:20; Fil. 4:3; Ap. 13:8; 20:12–13). Notemos la manera en que Dios opera. Por voluntad propia los judíos llenos de celos, rebatieron a Pablo y blasfemaron contra Cristo, no juzgándose “dignos de la vida eterna” (v. 46). Por esa misma voluntad, los gentiles creyeron y vemos el resultado. La obra no se reduce a la ciudad de Antioquía, porque visitas de lugares aledaños oyen también el mensaje y lo llevan a sus respectivos distritos y hogares en toda la región de modo que “la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia” (v. 49). Semejante evidencia de triunfo exaspera a los judíos, que recu-

158 rren a la violencia. Entre los temerosos de Dios hay “mujeres distinguidas”, quizás esposas de los magistrados que se prestan al designio malévolo de los religiosos. Se produce un levantamiento religioso contra Pablo y Bernabé: “Y los expulsaron de sus límites” (v. 50). 49Y

la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia. 50Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. 51Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. (vv. 49–52) Los apóstoles sacuden “contra ellos el polvo de sus pies” demostrando con este gesto que públicamente han interrumpido el trato. Los consideran tal como el Señor Jesús lo había enseñado (Lc. 10:11), como si fueran paganos (Lc. 9:5). [Page 42] ANTIOQUÍA DE PISIDIA 1. a.

La palabra aceptada Pablo habla de lo que Dios hizo por su pueblo terminando su obra con Cristo (vv. 17–23).

b.

Pablo muestra la importancia de sus afirmaciones:

1.

Jesucristo fue preanunciado por Juan (vv. 24–25).

2.

Jesucristo murió y resucitó de entre los muertos (vv. 29– 37).

3.

Por Jesucristo proclama el perdón de los pecados (v. 38).

c.

Pablo advierte la fatalidad del rechazo de la salvación.

1.

El discurso despierta interés general (v. 42).

2.

Se convierte mucha gente (v. 43).

3.

Son obedientes: tienen que permanecer (v. 43).

2.

La palabra rechazada

a.

Demanda denuedo (v. 46).

b.

Necesita que tomen un compromiso (v. 46).

c.

Produce definiciones.

3.

La palabra perseguida

a.

Los incrédulos la resisten y se juzgan a sí mismos indignos (v. 46).

b.

Los apóstoles la predican y se transforman en luminares (v. 47).

c.

Los creyentes la creen y la difunden (v. 49).

159 [Page 43] CAPÍTULO 21

B. Iconio, Listra y Derbe (14:1–20) 1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. 2Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. 4Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. 5Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, 6habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, 7y allí predicaban el evangelio. LA PREDICACIÓN EN ICONIO Cuatro detalles importantes: 1.

Conversión masiva (v. 1). Ocurre así porque la predicación ilumina los corazones de los oyentes para que sepan poner la fe en Cristo.

2.

Oposición violenta (v. 2). El enemigo ataca a los predicadores pero realmente lo que desea es anular el mensaje.

3.

Manifestación del Señor (v. 3)

a.

En el tema: “la palabra de su gracia”

b.

En el espíritu: “hablando con denuedo”

c.

En los milagros: “señales y prodigios”

4.

Visible separación (v. 4)

a.

El ministerio de la palabra siempre produce decisiones.

b.

Están los que aceptan y están los que rechazan.

[Page 44] Iconio1 al igual que Damasco, siendo una ciudad antiquísima,2 tenía buenas conexiones camineras. Existía una ruta real—construida por Augusto—que unía Antioquía con Listra. Parte de ella transitan Pablo y Bernabé por lo menos hasta Mistia. Después toman un camino secundario más abrupto y menos cómodo hasta Iconio. Al llegar, proceden como lo habían hecho en Antioquía. “Entraron juntos en la sinagoga de los judíos”. Aunque los misioneros tienen a los judíos en sus corazones esta misión no es exclusivamente para ellos. Así que, “hablaron de tal manera [o con tanta efectividad] que creyó gran multitud de judíos y asimismo de griegos” (v. 1). Tan contundente es el resultado, que disgustó a los líderes judíos y se preparan para el contraataque. Como sus pares de Antioquía lo habían hecho, es natural que intenten actuar dentro de la sinagoga, pero no pueden a raíz del número de hebreos convertidos. Parece que en principio “los judíos que no creían” comienzan una campaña por cuenta propia,3 pero que posteriormente tuvo lugar [Page 45] una alianza entre las autoridades religiosas y civiles de la comunidad israelita (v. 5) para lograr resultados efectivos.4

1 Situada

al sudeste de Antioquía (ver mapa) a una distancia aproximada de 130 km. Ubicada en el borde de una planicie, estaba bien irrigada y era una región productiva y rica. Fue originalmente Frigia con el nombre de Kaivania, con religión frigia aun en los tiempos romanos. Adoraban a una diosa madre acompañada de sacerdotes eunucos. Después de ser por un tiempo la ciudad principal de Licaonia y después de pasar por varias aventuras políticas, fue finalmente incluida en el reino de la Galacia y un poco después a la provincia romana de Galacia. Su fama y prestigio crecieron grandemente bajo el régimen romano. Claudio la honró con el título Claudiconium. (J. D. Douglas, The New Bible Dictionary, IVF, pág. 551.) 2 Algunos historiadores la vinculan con la civilización prediluviana. 3 “La secuencia de estos dos versículos (2, 5) presenta al parecer dificultades. El v. 2 parece anticiparse al v. 5. Después que los judíos incitaron a los gentiles contra los apóstoles, ¿por qué estos últimos ’se detuvieron allí mucho tiempo’ (v. 3) en lugar de irse

160 A pesar de todo, desoyendo la difamación, Pablo y Bernabé “se detuvieron allí mucho tiempo”, enseñando a los creyentes y corrigiendo a los equivocados, sobre todo “hablando con denuedo”, seguros de que el propósito del Señor sería cumplido (3:16; 5:29, 32) o como dice nuestro texto: “confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia” (20:32)—o bien, el cual “confirmaba el mensaje de su gracia”, que es una manera de definir el evangelio del Señor. El ministerio llevado adelante con tanto valor está fuertemente asistido por Dios: “concediendo que se hiciesen por las manos de ellos [los misioneros] señales y prodigios” (v. 3) (2:22, 43). “La gente de la ciudad estaba dividida” (v. 4). El pueblo se ha alborotado y los judíos no pueden manejar el problema. “Unos estaban con los judíos y otros con los apóstoles.”5 Tanto de un lado como del otro hay judíos y gentiles que han creído y otros que se oponen. Pero la alianza, que mencionamos más arriba, comienza a actuar. “Los judíos y los gentiles juntamente con sus gobernantes se lanzaron a afrentarlos [con insultos, injuria e insolencia Ro. 1:30; 1 Ti. 1:13] y apedrearlos”. Iconio, sin las leyes romanas en amplia vigencia y con una magistratura nativa gobernando las circunstancias, carece de seguridad. Las cosas empeoran, de modo que “habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia y a toda la región circunvecina”. Licaonia, donde Lucas ubica estas dos ciudades, es una de las regiones que juntamente con Frigia y Pisidia componen la provincia de la Galacia. Ninguna de las dos [Page 46] ciudades es importante ni están unidas por ruta comercial. Tienen un alto porcentaje de analfabetismo. Posiblemente son escogidas como refugio circunstancial y lugar adecuado para predicar el evangelio (v. 7). 8Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombre han descendido a nosotros. 12Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio. (vv. 8–18)

LA TEOLOGÍA NATURAL Dios es: 1.

Creador poderoso (v. 15).

2.

Gobernador santo (v. 16).

3.

Sustentador providencial (v. 17).

[Page 47] Cuando Pablo y Bernabé salieron de Antioquía, lo hicieron porque los “principales de la ciudad” los persiguieron. Ahora las cosas son diferentes. Es una revuelta popular instigada por los judíos “que no creían” la que provoca la huida. Pablo y Bernabé tienen que escapar hasta un lugar donde puedan utilizar

como lo habían hecho en Antioquía de Pisidia?… No se necesita un exceso de imaginación para suponer que los judíos de Antioquía de Pisidia se comunicaron con los de Iconio, quienes procedieron de inmediato a enjuiciar a las autoridades contra Pablo y Bernabé. El v. 2 indica, entonces, la oposición judía inmediata y el v. 5 el éxito en la intención de incitar a los magistrados y al populacho. Hasta que se desatara la oposición gentil, los apóstoles ignoraron la hostilidad judía y llevaron adelante la obra de evangelización por un espacio considerable de tiempo” (F.F. Bruce, pág. 277). 4 El curso de los acontecimientos parece ser el siguiente: a) Un intento por parte de las autoridades civiles y religiosas judías de incitar a los gentiles, contra los apóstoles (v. 2); b) continuación del ministerio fructífero por parte de Pablo y Bernabé a pesar de la persistente animosidad de los judíos (v. 3); c) la formación de dos bandos en la ciudad a raíz de las maquinaciones de los judíos (v. 4); d) el enfrentamiento que logra el propósito que las autoridades judías habían procurado. 5 Pablo y Bernabé fueron enviados (gr. apostell) por la iglesia de Antioquía (comp. 15:27; Ro. 10:15); Pablo además era “apóstol de Jesucristo” (1 Co. 1:1; Gá. 1:1; Ef. 1:1).

161 el idioma griego, es decir otra ciudad. Es la razón por la que deben correr hasta Listra distante unos 40 kilómetros al sur de Iconio. Esta ciudad es de escasa importancia, pero a causa del régimen imperial había logrado cierta notoriedad. Además de ser la terminal del camino real desde Antioquía, también es una colonia militar y una ciudad fortificada. Listra, no obstante, tiene poco comercio y en consecuencia no hay comunidad judía ni sinagoga. La población se compone de ciudadanos romanos pertenecientes a las fuerzas armadas y de aborígenes licaónicos, quienes conservan el idioma nativo y su estilo de adoración. La gente habla el griego y por lo tanto puede comprender a los misioneros. Es oportuno recordar que aunque no hay una comunidad judía, hay por lo menos una familia hebrea piadosa, como veremos luego al estudiar Hechos 16. La predicación del evangelio se realiza en la calle. Le es muy difícil a Pablo inculcar la fe en un Dios invisible a los corazones paganos e ignorantes de las esperanzas y promesas cumplidas o a cumplirse. Parece que las dificultades con el idioma—aunque lo entendían—y lo difícil del contenido del mensaje, son un tropiezo duro desde el comienzo. Sin embargo, un día se presenta una oportunidad única. Mientras Pablo predica— posiblemente en la plaza pública—observa a un oyente ansioso en medio de tantos indiferentes. Es un paralítico, imposibilitado y sediento de la predicación. Pablo lo mira y ve que ha llegado la oportunidad para sacudir a la multitud ayudando a este hombre. Lo mira fijamente y viceversa, y “dijo a gran voz” para que todos oigan: “Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo” (v. 10). Aunque la dramática sanidad de este hombre es similar a la del cojo de nacimiento en Jerusalén (3:1–8), la reacción de la multitud es diferente. El populacho despierta de su apatía y saca sus conclusiones.

1)

La preparación para la adoración a Pablo y Bernabé En ese lugar se creía que los dioses a quienes se complacía descendían y caminaban en la tierra junto a los humanos, hablando [Page 48] con ellos. Existía una leyenda local atribuida al poeta latino Ovidio, que el dios supremo Júpiter (Zeus para los griegos) y su hijo Mercurio (Hermes para los griegos) en una oportunidad visitaron, simulando ser seres mortales. De incógnito buscaron hospitalidad pero fueron rechazados. Finalmente, les dieron alojamiento en una pequeña choza. Aquí vivía una pareja de ancianos campesinos llamados Filemón y Balleis que los recibieron con gusto a pesar de su pobreza. Posteriormente los dioses los recompensaron pero destruyeron con un diluvio los hogares de los que no los recibieron.6 Es razonable suponer que todos los ciudadanos conocen esta historia y que no quieren sufrir el mismo castigo de los antepasados. Como el pueblo grita a los dioses que los visitan nuevamente “en lengua licaónica”, los misioneros no comprenden al principio lo que sucede (vv. 11–12). Aplican al bueno de Bernabé el nombre de Júpiter (el rey de los dioses y de los hombres) y a Pablo el de Mercurio (el intérprete y profeta de los dioses). Además, queriendo revertir la actitud de los ancestros dan a los “visitantes celestiales” una digna bienvenida. Como Pablo y Bernabé no conocen el idioma del pueblo, tampoco comprenden el vocerío. En tanto, el pueblo va hasta el templo de Júpiter que estaba enfrente de la ciudad (v. 13) para informar al sacerdote lo que acontece. Rápidamente éste quiere celebrar la ocasión. Los misioneros advierten la situación cuando ven que toman “toros y guirnaldas” para ofrecer sacrificios. Seguramente quedan aun más perplejos al observar que preparan un altar delante de ellos. Cuando entendieron lo que estaba sucediendo, Bernabé y Pablo “rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces” (comp. Gn. 37:29, 34; Mt. 26:63).

2)

El discurso aclaratorio Aunque Lucas sintetiza el discurso, es importante captar la esencia de una exposición hecha a los paganos. Pablo y Bernabé les aseguran tanto al sacerdote como a la multitud, que ellos no son dioses sino simples mortales cuyo propósito es precisamente [Page 49] librarlos de esas falsas creencias. Tratan de describir “al Dios vivo” (1 Ts. 1:9) por la creación (revelación natural) (17:22–27; Ro. 1:19–22; 2:14), la inteligencia, el poder y el amor. Ese Dios “no se dejó a sí mismo sin testimonio”, sino que demostró su bondad “haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos (Ro. 1:20) y “llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (v. 17). La multitud detiene todos los preparativos y se retira cabizbaja. Pablo y Bernabé “lograron impedir” que ofrecieran sacrificios y dejan en los corazones ignorantes de Dios la primera imagen de la Majestad de la cual posteriormente tendrán más amplia información.

6 J.

R. Stott, págs. 230–231.

162

3)

Apedrean a Pablo (14:19–20) Aunque la multitud cesa en sus planes, el incidente termina de otra manera. El apedreamiento que se ha gestado en Iconio (v. 5) se lleva a cabo en Listra. La protesta contra la idolatría que Pablo ha formulado, disgustó al sacerdote de Júpiter y sus seguidores. Se hallan ahora preparados para escuchar cualquier propuesta contra lo que han oído. Una chispa puede encender una conflagración. Así ocurre cuando llegan “unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud.” Algunos manuscritos tienen amplificado el v. 19: “Y mientras se quedan enseñando en el lugar, algunos judíos arriban de Iconio y de Antioquía, quienes discutiendo denodadamente persuaden a la multitud a abandonarlos, afirmando no ser la verdad lo que enseñan sino engaño”.7 Si esta versión fuera verdadera, nos explica el por qué del cambio de la multitud. Los judíos por una parte trabajaron con su propio resentimiento, y por otra capitalizan la perplejidad del pueblo disgustado. Identifican a Pablo predicando en la plaza pública y comienzan a rebatirlo, predisponiendo a todos para el asalto. Pablo no puede huir y sufre una dura pedreada hasta que creen “que estaba muerto” (2 Co. 11:25). Mientras lo castigan, ¿se habrá acordado de Esteban y su oración? [Page 50] Es un acto inicuo que los ejecutores temen. Por lo tanto, lo arrastran fuera de la ciudad tratando de evadir las consecuencias judiciales. Aunque Lucas no lo dice, la actitud de los discípulos (seguramente nuevos convertidos de la ciudad) de rodearlo (v. 20) como había ocurrido con Dorcas (9:39), podría dar lugar (como sostienen algunos comentaristas) a que Pablo realmente hubiera muerto y los hermanos oran para que Dios intervenga (comp. 2 Co. 4:9). Aunque no sabemos si esto es realmente así, podemos decir que ocurre un verdadero milagro. El herido de muerte, con severas contusiones a causa de la pedreada (Gá. 6:17), se levanta y entra “en la ciudad”. Durante la noche recupera sus fuerzas y al otro día juntamente con Bernabé se ausenta de la ciudad hostil. Se dirigen hacia el sudeste—un trayecto de aproximadamente 100 kilómetros—a la ciudad de Derbe (v. 20). El lugar exacto de esta ciudad es desconocido, aunque el escritor Ballance la ubica a unos 20 kilómetros al norte de Karaman.8 Es la ciudad fronteriza de la provincia de Galacia y lugar de ingreso de mercadería del exterior. Posee aduana y una posada para viajeros. Poco dice Lucas de la estadía de los misioneros en esta ciudad, ni tampoco señala si es agradable o áspera la recepción, pero todo parece indicar que hubo calma (2 Ti. 3:11). Pueden “anunciar el evangelio” y hacer “muchos discípulos” (v. 21), uno de los cuales es Gayo (20:4), compañero leal y útil en años posteriores. [Page 51] CARACTERÍSTICAS DE LA PREDICACIÓN APOSTOLICA (cap. 14) 1.

Pablo comienza predicando las Escrituras Hace de la predicación el fundamento de su labor. Incluye en la enseñanza la responsabilidad cristiana.

2.

Pablo demuestra denuedo Sin temor, con convicción, con firmeza y con poder está dispuesto a pagar el costo de su ministerio.

3.

Pablo obra con discernimiento Vigila los efectos (v. 9). Cambia las tácticas. Está listo para modificar el sermón.

4.

Pablo continúa la labor iniciada Se queda en los lugares (si puede) (v. 3). Muestra capacidad para integrar los resultados. Discipula para evitar inmaduros en el liderazgo.

C. El viaje de retorno a Antioquía de Siria (14:21–28)

por David Smith en The life and letters of Saint Paul, pág. 103. Ballance, Anatolian Studies, págs. 147–151.

7 Citada 8 M.

163 21Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. 24Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.

Pablo y Bernabé pueden volver a Antioquía de Siria por un camino mucho más rápido y seguro, pero no lo hacen. Por esta causa [Page 52] después de “hacer muchos discípulos” en Derbe vuelven a las ciudades donde han sido rechazados y ha sido interrumpida la labor. Debido al trato recibido y a la represión desatada, los nuevos convertidos corren el serio peligro de desanimarse. De modo que Pablo y Bernabé no ven concluida la obra hasta comprobar que el grupo evangelizado puede seguir adelante por cuenta propia. Fue así que inician el peligroso camino de retorno visitando nuevamente las tres ciudades de la Galacia que han evangelizado—Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia (v. 21). La visita de retorno tiene, sin embargo, otra característica. No es para realizar una labor pública, sino para confirmar (corroborar, asegurar) “los ánimos de los discípulos”. Sienten una responsabilidad especial en afirmar a los hermanos, probándoles la singularidad del mensaje y el poder del evangelio. Pablo y Bernabé— como evangelistas—no solamente predican, sino que siguiendo el modelo de Antioquía (11:20–26) también discipulan para que los nuevos convertidos sepan evangelizar, testificar, y encaminar a otros. Los dos verbos “confirmar” y “exhortar” del v. 22—varias veces repetidos en Hechos (9:31; 15:32, 41; 18:23) (comp. 18:23; 1 Ts. 3:2; 3:13; Stg. 5:8; 1 Ti. 1:3)—, persiguen el implante de una técnica constante en el NT. La labor del evangelista es tan importante de “ida” como de “vuelta”. De ida, Pablo y Bernabé predican y se arriesgan hasta la muerte para ganar almas. De vuelta, la visión no es la multitud sino los discípulos a quienes instruyen, alientan, corrigen, amonestan y encomiendan al Señor (comp. Fil. 4:2; He. 13:19). Juntamente con el estímulo vino la advertencia: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (v. 22; ver 2 Ts. 1:5). Pablo y Bernabé, que les enseñan la base y la meta de la esperanza cristiana, les muestran también el costo para ingresar en la gloria (2 Ti. 4:18). Además de animarlos los instruyen en la disciplina, la autoridad y la comunión. Designan como ancianos a quienes tienen el reconocimiento general como hombres que llenan los requisitos establecidos por el Espíritu Santo (v. 23). Hacen este ordenamiento teniendo en cuenta el modelo de la iglesia en Jerusalén (11:30)9 con oración y ayunos (Ro. 12:8; 1 Ts. 5:12). Acto seguido oraron y “los encomendaron al Señor en quien había creído” (v. 23). El verbo paratithe̅mi traducido aquí “encomendar”, [Page 53] significa literalmente “poner cerca”, de modo que lo que Pablo y Bernabé hacen es entregar a estos cristianos al cuidado del Señor, así como ellos mismos lo habían sido (13:3; 20:28). Después de realizar esta visita “de vuelta” Pablo y Bernabé se encaminan decididamente a Antioquía de Siria. Cruzan los montes Taurus y descienden a Panfilia. Deben sortear algunas serias dificultades de terreno hasta llegar a Perge (comp. 2 Co. 11:25), donde predican la palabra para dirigirse posteriormente al puerto de Atalia. Aquí se embarcan hacia Antioquía, de donde habían “sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido” (v. 26). Al llegar reúnen a toda la iglesia para informar detalladamente “cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos” (como colaboradores de Dios, 2 Co. 6:1) y cómo Dios “había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (v. 27) (1 Co. 16:9; 2 Co. 2:12; Col. 4:3). Después de casi dos años de ausencia “se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos” (v. 28). Es en este tiempo cuando suceden las experiencias descritas en Gá. 2:11–21 (F.F. Bruce).

9 Ver

punto IV sobre el tema.

164

APRECIACIONES DEL PRIMER VIAJE 1.

Demuestran conocer el significado de la fe Salieron encomendados “a la gracia de Dios” (13:2–3).

2.

Visitan dispuestos a sufrir por la fe (13:50; 14:5)



Los riesgos de la navegación.



La oposición del enemigo.



El rechazo de la gente.

3.

Conocen el valor de la fe (13:52; 14:1)



Íntimamente felices.



Ministerialmente satisfechos.



Muchas almas confirmadas (14:21, 22).



Iglesias bíblicamente establecidas (14:23).

4.

[Page 54] Pueden informar del progreso de la fe (14:27)



Vuelta triunfal a la iglesia encomendante.



Muestran que “de ida” eran desconocidos y “de vuelta” ganan multitudes.



Narran lo que Dios hizo; lo que Dios abre. DETALLES DE ESTE PRIMER VIAJE

1. 2.

Pablo y Bernabé salen con el compromiso confirmado de la iglesia, llamados por el Espíritu Santo. Predican con libertad a riesgo de sus vidas.

3.

Visitan centros importantes (salvo Listra), tratando de poner el fundamento del cristianismo. No pierden tiempo denunciando en la sinagoga.

4.

Anuncian las buenas nuevas de acuerdo con el auditorio que tienen adelante. Enfrentan el problema de predicar a Cristo en la sinagoga.

5.

Establecen iglesias autónomas dependientes de Dios y no de ellos.

6.

Vuelven a su iglesia de origen a rendir cuentas de lo actuado.

7.

Se quedan mucho tiempo con la iglesia que los había encomendado.

165 [Page 55]

4. EL CONCILIO DE JERUSALÉN (15:1–35) CAPÍTULO 22 LA CONTROVERSIA EN JERUSALÉN 1.

El motivo de la disputa: el uso de la libertad. La iglesia de Antioquía está compuesta por judíos y gentiles (11:19–23) que viven en armonía. La iglesia crece.

a.

La labor de los intrusos: “si no os circuncidáis no podéis ser salvos” (v. 1)



Son falsos hermanos (Gá. 2:4).



No tienen autoridad y son rechazados (v. 24).

b.

Pablo y Bernabé enseñan otra cosa (Gá. 2:5). Se oponen a la herejía (comp. Gá. 5:2; 6:12).

c.

Es enviada a Jerusalén una delegación con autoridad

2.

La conversación aclaratoria: la búsqueda de la verdad.

a.

La delegación recibida con amor (v. 4).

b.

Escuchan atentamente los testimonios (comp. Gá. 2:2).

c.

El rechazo por parte de algunos (v. 5).

3.

La necesidad de armonía: la batalla por la unidad.

a.

La armonía en el liderazgo (vv. 6, 22).

b.

La atención a los argumentos de:



Pedro. La operación de Dios: escogiendo, dando testimonio, purificando corazones (vv. 7–10).



Pablo y Bernabé. Los milagros de Dios (v. 12).



Jacobo. Las Escrituras de Dios. La aceptación de los gentiles no era nueva (Am. 9:11–12).

[Page 56] Pablo y Bernabé llegan de retorno a Antioquía aproximadamente a mediados del año 49 DC. Durante el tiempo que se quedan con los hermanos (14:28) se ven involucrados en una grave y amarga controversia. Jerusalén sabe de la misión de Pablo y Bernabé en las ciudades al sur de la provincia de Galacia. Los informes pueden haber llegado por diversas fuentes, una de las cuales es la fiesta de la pascua en el año 48 DC. Muchos hermanos conocen que lo ocurrido en Galacia es resultado de lo convenido entre los apóstoles aproximadamente tres años antes (Gá. 2:7–9) y que la obra entre los gentiles es simple consecuencia de las labores ya iniciadas con los samaritanos y sobre todo con Cornelio (8:14; 11:2). Además Pedro, posiblemente comisionado por la iglesia en Jerusalén, llega a Antioquía después del viaje para hablar con Pablo y Bernabé. Éste aprueba sin reservas todo lo ocurrido. Los creyentes en Antioquía son en su mayoría gentiles y por lo tanto incircuncisos. No mantienen el rito judío del lavamiento de las manos antes de comer, ni los otros en vigencia. No obstante Pedro se sienta con ellos a la mesa sabiendo que la actitud es intolerable para los judíos. Mientras tanto el ala farisea de la iglesia de Jerusalén (la que cree que el evangelio es una reforma de la parte litúrgica del judaísmo) está profundamente disgustada. Creen que los gentiles pueden ser admitidos de la misma manera que los prosélitos, en consecuencia están espantados con lo ocurrido en la Galacia. Están dispuestos a condenar todo, incluyendo a Pedro, que no les ofrece garantía alguna como delegado de la iglesia. Quieren analizar los detalles del primer viaje misionero para juzgar lo que sucede.

166 De modo que desconociendo la labor de Pedro, van a Antioquía para defender su posición basada en que el Señor Jesús no había abrogado la ley, sino más vale la había confirmado (Mt. 3:15; 5:17, 18), incluso en su conversación con el maestro de la ley (Mt. 19:17). Pedro que ya en los días del Señor Jesús había sido dominado por su temor a caer en el ridículo, se atemoriza por la envestida judía y se aleja de comer con los hermanos para reunirse con los sediciosos. Su ejemplo es seguido por otros, incluyendo Bernabé (Gá. 2:11–14). Fue a causa de esta desavenencia que se “dispuso que [Page 57] subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén y algunos otros de ellos … para tratar esta cuestión” (15:2).

A. Los temas a discutir (15:1–5) 1Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 2Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión. 3Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. 4Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 5Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. Habían transcurrido alrededor de veinte años desde Pentecostés, y durante este tiempo el Señor había permitido que ocurrieran importantes cambios en la iglesia. Por lo general sucede que no todos los integrantes del cuerpo descubren los movimientos de la Cabeza, y de ahí los afanes—a veces descontrolados—por manejar los movimientos del Espíritu. Estamos ahora frente al caso en que la feliz comunión de la iglesia de Antioquía se ve seriamente amenazada por “algunos que venían de Judea” (v. 1) para intranquilizar a los hermanos. Posiblemente estos creyentes han sido autorizados (Gá. 5:11–12) para conversar el tema, pero ellos excediendo sus límites “enseñaban a los hermanos”. Por una parte estos “enseñadores” enfrentan a Jacobo contra Pedro (que estaba en Antioquía) y por otra, a la iglesia de Jerusalén contra la de Antioquía. Son “de la secta de los fariseos, que habían creído” (v. 5), pero que se conservaban celosos de la ley (21:20). Debido a esto, insisten en que “si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos” (v. 1). La facción se había consolidado como grupo de choque que reconocemos como “judaizantes”. Se oponen a las misiones tal como Pablo las entiende, y afirman que todos deben depender de la iglesia en Jerusalén obedeciendo a los rituales que [Page 58] de allí emanan. La legislación por lo menos significa que además del bautismo cristiano, los creyentes de todas partes tienen que someterse a la circuncisión y a la observancia de la ley. Fue esta enseñanza extraña a la voluntad del Espíritu la que provoca “una discusión y contienda no pequeña” entre Pablo y Bernabé contra estos enseñadores de la mala doctrina, que ponen en tela de juicio la salvación de todos los gentiles (v. 1). Los “judaizantes” confirman la circuncisión como señal del pacto; en cambio, para la iglesia esa señal está en el bautismo (Col. 2:10–12). Lo que se plantea es grave porque pone en juego la obra de Cristo para la salvación. La discusión gira en torno a los alcances del evangelio en la redención. De modo que “se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y los ancianos para tratar esta cuestión” (v. 2). Estos van, y a pesar de la delicada situación no pierden la oportunidad. Dan al mensaje un lugar prioritario con el respaldo tan sorprendente de la iglesia. El texto dice: “Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles” (v. 3) (comp. 8:25; 11:19). Llegan a Jerusalén no para aprender qué mensaje deben dar a los gentiles, sino para solucionar el problema entre el cristianismo judío y el gentil y dar por concluida la controversia. Cuando entran a la iglesia las cosas están bastante calmadas y los delegados reciben una bienvenida calurosa. Sin embargo, se inicia la polémica porque “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés”. Estos no pudieron aceptar la conversión de los gentiles, aunque, como los delegados lo mencionan, eran “cosas que Dios había hecho con ellos” (v. 4).

B. El curso del debate (15:6–21) 6Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 7Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 8Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 9y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la [Page 59] fe sus corazones. 10Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo

167

sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 12Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. 13Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 16Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas. Y lo volveré a levantar, 17para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, 18dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. 19Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 21Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas donde es leído cada día de reposo. 1) La defensa de Pedro Aunque hay otros presentes, “se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto” (v. 6). Lucas no da detalles con respecto a la “mucha discusión” que hubo, pero parece que Jacobo (hermano del Señor Jesús) dirige el debate de modo inteligente y espiritual. Después de oír las objeciones intervino el apóstol Pedro. Trae a la agitada asamblea un hecho decisivo. Les recuerda cómo unos diez años antes, cuando él estaba dominado por presuposiciones judías, estando en Jope había sido llamado por Cornelio y conducido por la operación del Espíritu Santo a admitir que Dios lo enviaba a predicar el evangelio a una familia gentil. Delante de la asamblea Pedro hace una vigorosa defensa de la admisión de los pueblos, argumentando su tesis sobre tres hechos sobresalientes: 1) “Dios escogió que los gentiles oyesen … la palabra del evangelio y creyesen” (v. 7); 2) “Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros” (v. 8). Es [Page 60] decir, es Dios quien aprobó el ingreso de los gentiles a la iglesia (10:44, 47); 3) “Ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos” (v. 9), mostrando que Él acepta a personas de cualquier nacionalidad u origen con tal que le teman y obren justicia (10:35), y por medio del Espíritu Santo las incorpora a la familia de Dios. Lo que cuenta para Dios es la pureza del alma (comp. 10:15; 11:9) y no las liturgias externas que pueden cumplirse sin ningún cambio externo. Como el tema principal en la defensa de Pedro es que Dios “ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos” (vv. 9; 10:20, 28; 11:12, 17), la conclusión que saca de la obra de Dios que hemos anotado, es que si Él elige a su pueblo, le da el Espíritu Santo y purifica sus corazones: “¿Por qué tentáis a Dios poniendo … un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” O dicho en otros términos: Si Dios muestra su satisfacción permitiendo la conversión de los gentiles igual que la de los judíos, ¿por qué hemos nosotros de poner condiciones que Dios mismo ha descartado? (comp. Mt. 23:4; Lc. 11:46; Gá. 5:1).

2)

La experiencia de Bernabé y Pablo Pedro culmina su alegato con una frase concluyente sobre la salvación por la fe: “creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (comp. 1 Co. 15:11; Gá. 2:16). Esta afirmación tan terminante abre la puerta para que Pablo pueda entrar con sus experiencias sobre el ingreso de los gentiles a la iglesia. El v. 12 dice: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo”. Lucas no hace un repaso de la gira porque ya todos conocían lo que había sucedido, sino simplemente cuenta “cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles” (v. 12) (comp. v. 4; 14:27). Los misioneros no utilizan los argumentos de Pedro, sino que narran cómo Dios había asistido el trabajo iniciado con la intervención del Espíritu. Lucas menciona a Bernabé en primer lugar dado que era más conocido en Jerusalén.

3)

La conclusión de Jacobo [Page 61] EL DISCURSO DE JACOBO 1.

Pedro produce silencio (v. 12) (comp. Ec. 3:7).

2.

Pablo (y Bernabé) produce convicción (v. 13).

3.

Jacobo produce decisión (vv. 19–22) porque:

a.

Dios está restaurando a Israel y

b.

permite que los gentiles busquen al Señor. Entonces:

168 c.

debemos aceptarlo con ciertas previsiones:

*

no comer comida ofrecida a ídolos—confusión de autoridad.

*

evitar fornicación—confusión de amores.

*

ahogado y sangre (Gn. 9:4; Lv. 10:14; Dt. 12:23; 1 S. 14:34)—confusión de pertenencia (porque la vida es de Dios)

Cuando todos terminan solamente falta dar la conclusión por parte de la asamblea. Esa fue la labor de Jacobo.1 Se dirige a la iglesia como: “Varones hermanos, oídme”. Después de sintetizar lo dicho por Pedro, mostrando que es Dios quien opera el ingreso de los gentiles a la iglesia, tomando “pueblo (gr. laos) para su nombre”, posiblemente Jacobo les quiere decir que la iglesia compuesta de judíos y gentiles es el verdadero Israel de Dios. La palabra “pueblo” es típica de Israel en el AT, y después también de la iglesia (18:10; Tit. 2:14). Lo más contundente está en las palabras proféticas que usa. Cita Am. 9:11–12 con la introducción: “Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito” (v. 15). El texto contiene [Page 62] dos profecías sobresalientes: 1) La promesa de Dios de restaurar el tabernáculo de David, que nosotros vemos más claro con la resurrección de Cristo (la descendencia de David) y la aceptación del evangelio por parte de los judíos. 2) Que “el resto de los hombres” (los demás no judíos) busque al Señor; es decir, que una vez que los israelitas tengan su lugar también los gentiles tendrán la oportunidad de tener el suyo.2 Una vez comprobado por la Escritura el ingreso de los gentiles, Jacobo coincidiendo con Pedro, Pablo y Bernabé, está convencido de lo ocurrido y sugiere: “Yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios” (v. 19), “sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre” (v. 20). La primera recomendación, explicada en el v. 29 “que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos” (21:25) se refiere a tener cuidado de comer alimento ofrecido a los ídolos porque es idolatría (1 Co. 8:7–13; 10:7, 8, 14–28, Ap. 2:14). Por lo que leemos en otras partes del NT, algunas iglesias no repararon en la importancia de santificar el nombre del Señor y gustaban de alimentos previamente agradecidos a un ídolo. La segunda recomendación es una ley moral relacionada con los alimentos. En el ambiente griego la comida está muy relacionada con la moralidad (idolatría y fornicación). Los cristianos deben no solamente eliminar todo tipo de orgía sexual, sino además descartar matrimonios que estuvieran prohibidos en Lv. 18:6– 18.3 La tercera y la cuarta recomendación son muy similares porque “ahogar” a un animal para alimento, es comer con sangre. La ley de Moisés no autorizaba ni sangre ni animal estrangulado (Lv. 17:10–13) por el principio de que la vida está en la sangre, y la vida pertenece a Dios. J.R.W. Stott citando a Alexander dice: “La abstinencia aquí recomendada debe ser entendida … no como un deber cristiano esencial, sino como una concesión a la conciencia [Page 63] de otros, es decir, de los judíos creyentes, que aún consideran tal alimento como ilegal y abominable en los ojos de Dios”.4

C. La comunicación a las iglesias gentiles (15:22–29) 22Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 23y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. 24Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 25nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. 28Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y 1 Jacobo

en Gálatas 1:19 es “el hermano del Señor” (comp. Hch. 12:17; 21:18; 1 Co. 15:7; Stg. 1:1). Al leer estas Escrituras notamos la prominencia que este hermano tiene en la iglesia en Jerusalén. Parece que todos esperan su palabra que es sencilla, bíblica y con autoritativa. Muchos comentaristas lo consideran también un apóstol, aunque no tenemos ese dato en el NT. El sentir de la iglesia no es circunstancial sino inducido por la presencia del Espíritu y la dirección espiritual de Jacobo. 2 Al leer el texto de Amós notamos cierta diferencia. Santiago (Jacobo) posiblemente cita de la Septuaginta. 3 Algunos creen que sólo se refería a lo primero (1 Co. 6:9–11) y no al texto de Levítico. 4 The Acts of the Apostles, pág. 250.

169

a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. Las recomendaciones preparadas no son de carácter doctrinal, sino moral y ceremonial. Desde un comienzo ponen celo para evitar el entorpecimiento en las relaciones entre iglesias de distinto origen, juntamente con un respeto por la diversidad de prácticas de acuerdo a la enseñanza recibida por los misioneros. La propuesta del concilio es agresiva y revolucionaria. Desautoriza a los que fueron a inquietar a los hermanos sin la debida autorización de la iglesia, y libera a los creyentes gentiles de la ley ceremonial hebrea. La propuesta de Jacobo tiene una aprobación completa, sin la tediosa diferencia que significa operar con el sistema mayoría–minoría al que la iglesia parece haberse acostumbrado [Page 64] posteriormente. La sabia política de los líderes es crear y estimular la tolerancia. La controversia tan irresponsablemente iniciada, había perturbado a las iglesias de los gentiles, en especial la de Antioquía. Aunque la iglesia de Jerusalén, como tal, no había tenido ingerencia en lo ocurrido, asume la responsabilidad de restaurar la paz a las otras iglesias afectadas. “Entonces pareció bien a los apóstoles, y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos [de la iglesia de Jerusalén] varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé”. Para la elección tienen en cuenta: 1) La calidad de los hermanos que presiden; 2) los argumentos esgrimidos con la experiencia del Espíritu Santo y las Escrituras; y 3) la estatura espiritual de los hermanos en quienes ponen la mirada. Entre “la multitud” (v. 12) eligen a dos, que es otra prueba de la calidad y sobriedad del liderazgo. Saben quiénes son los adecuados y tienen autoridad para apartarlos. Escogen “a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás”, de quien nada más sabemos, salvo que podía tener un parentesco con José Barsabás (1:23), “y a Silas”, ambos de habla hebrea. Este último conocido posteriormente por el sobrenombre latino de Silvano (2 Co. 1:19; 1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1; 1 P. 5:12) por ser ciudadano romano (16:37). Además de enviar a estos dos emisarios “varones principales entre los hermanos”, también deciden preparar una carta. El término “principales” es he̅goumenous, que es la raíz de nuestra palabra hegemonía. Significa hombres que van adelante, que presiden (14:12; He. 13:7, 17, 24). Son los que pastorean el rebaño y contribuyen a la solución de problemas delicados como el que comentamos. La carta es impersonal, está desprovista de protocolo y es llevada a mano por estos hermanos, y muestra gran tacto y delicadeza. Además, va cargada con un sentido de afecto y disculpa por lo acontecido (comp. 11:30). Notemos lo siguiente sobre la carta: 1) Los antecedentes. Después de encabezarla y poner los destinatarios en modo cariñoso y cálido (23:26; Stg. 1:1), los responsables de la nota tal como lo hemos señalado dedican espacio para desautorizar a las visitas que irrumpieron sin autorización en las iglesias de hermanos gentiles. Posiblemente habían sido comisionados para otra labor (Gá. 2:12) pero sin instrucciones para lo que han hecho. Las personas que vierten mensajes no estando bajo [Page 65] autoridad, producen inquietud con sus palabras, y confunden a quienes están bajo autoridad obedeciendo un mandato pastoral. Estos intrusos “ordenan” pero sin autoridad, y son desconocidos por la iglesia. 2) El procedimiento. Ponen bien en claro el criterio del movimiento y la autoridad de la iglesia. Dicen: “nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos …” (v. 25). Notemos que el “acuerdo”, precede a la “elección”, de manera que no hubo disparidad en lo que convenía haber. Además de los varones enviados, también dan un cariñoso respaldo a los misioneros con las expresiones: “nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (v. 26) (comp. 5:41). Con este proceder la iglesia recibe una nueva visión de las prioridades. Se da cuenta de qué características son esenciales y cuáles secundarias, en qué ingredientes los líderes espirituales ponen énfasis y sobre qué detalles son flexibles. Notamos que la santidad, la integridad espiritual y el amor fraternal están en primera línea. Envían a Judas y Silas “los cuales también de palabra” tienen que explicar el contenido de la carta y convencer a los que esperan una reacción distinta. 3) El contenido. Por el modo en el que todo se ha desarrollado, es evidente la presencia y autoridad del Espíritu Santo. “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros …” es un encabezamiento de autoridad pero de respeto a la independencia de la iglesia de Antioquía. El procedimiento que notamos en el párrafo anterior demuestra cómo surgen las soluciones cuando opera el Espíritu (comp. 5:3, 9; 13:2; 16:5–6). En consecuencia deciden: “no imponer ninguna carga” (como hubiera sido la circuncisión) sino “estas cosas necesarias”.

170 Muy escuetamente escriben las cuatro abstenciones que ya hemos considerado, que mencionan en calidad de “convivencia” o quizás de recomendación, pero no de imposición (v. 29).

D. La carta llega a los destinatarios (15:30–35) 30Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; 31habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación. 32Y Judas y Silas, [Page 66] como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras. 33Y pasando algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado. 34Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí. 35Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos. Provistos con la amable comunicación, Pablo y Bernabé y demás delegados parten desde Jerusalén para Antioquía. Lucas se encarga—como veremos—de mostrar que la carta llega a los lugares afectados. Primero a Antioquía de Siria (vv. 30–35), después a Siria y a Cilicia (v. 41), y finalmente a la provincia de Galacia (16:4). Aunque creemos que en todos los lugares hay una recepción muy favorable—y posiblemente similar—de la carta, Lucas únicamente describe algo de lo ocurrido en la iglesia de Antioquía. Así como lo habían hecho al volver del primer viaje misionero, Pablo y Bernabé reunieron a toda la congregación y “entregaron la carta”. Las buenas noticias de que los gentiles no deben “judaizarse” para ser cristianos, sino que habiendo aceptado a Cristo son salvos sin ninguna ceremonia agregada, produce enorme satisfacción. No nos extraña que al oír el contenido de la carta, “se regocijaron por la consolación” (o la animación que les produce) (v. 31) (4:35). Por su parte, “Judas y Silas” identificados ahora como profetas (13:1), utilizan su don para animar (1 Co. 14:3; Ro. 15:4, 5) y confirmar a los hermanos (v. 32). Acabada la misión, Judas y Silas son despedidos cariñosamente, o como dice nuestro texto, “en paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado” (v. 33). Los manuscritos más antiguos omiten el v. 34 porque contradice al anterior (F.F. Bruce). “Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía” (v. 35). La doble misión que realizan, según lo indica Lucas, es crucial para saber cómo actuar cuando la iglesia atraviesa tiempos de controversia. ¿Qué ministerio desarrollaron? “Enseñando la palabra del Señor” y “anunciando el evangelio con otros muchos”. Distinguimos rápidamente tres actividades: 1) enseñar; 2) predicar; 3)discipular. “Los otros muchos” del v. 35 aprenden a trabajar consolidando a los hermanos (11:23; 13; 43; 14:22), a quienes posteriormente tienen que comisionar para extender el reino de Dios.

171 [Page 67] CAPITULO 23

5. EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO (15:36–18:22) 36Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. 37Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; 38pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra. 39Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, 40y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, 41y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias. RESUMEN DE LA OBRA 1. A.

La decisión de una nueva gira La razón para la decisión—El celo de Pablo.

1)

No había sido llamado a quedarse en Antioquía sino a salir (22:21).

2)

El pastor no puede abandonar el rebaño a los peligros (1 Ts. 2:17–18; 3:10).

B.

La decisión de salir

1)

¿Quiénes deben formar el equipo? Tienen diferencias:

(a)

distinta visión;

(b)

distintas personas;

(c)

distinta dirección.

2.

[Page 68] El plan para el viaje

A.

Revisitar antiguos campos. Necesitan:

1)

Simpatía—por las pruebas que sufren

2)

Inspección—para “ver cómo están”

3)

Instrucción—por las muchas incógnitas y las nuevas normas de ética (15:29).

B.

Prepararse para la extensión (16:1–5) Esperar nuevas indicaciones del Señor Llevados a una

C.

encrucijada para confiar en Dios: 1)

al norte Bitinia—buen campo para labrar. ¡No!

2)

a la izquierda—grandes ciudades: Colosas, Éfeso, Sardis. ¡No!

3)

al noroeste—Misia de lado, llegaron a Troas, el mar ¡Sin destino! Esperar.

Como el concilio de Jerusalén había dirigido la carta a las iglesias de Antioquía, Siria y Cilicia (15:23), es justo pensar que los delegados quisieran realizar una gira también por estas últimas. Así que, “después de algunos días” (quizás cuando hubo pasado el invierno) Pablo le sugiere a Bernabé iniciar la gira volviendo a visitar los lugares conocidos, llevando ahora la misión de tranquilizarlos con la carta del Concilio. Bernabé está de acuerdo en salir. El tema se vuelve áspero cuando Bernabé quiere imponer como condición llevarlo a Marcos (v. 37). “Pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado [gr. apostante, v. 38] desde Panfilia”. La dura expresión claramente refleja la indignación de Pablo. Apostanta significa “actuar de apóstata” como si la defección de Marcos hubiera sido algo más que simplemente un

172 abandono por las circunstancias (comp. 21:21; 2 Ts. 2:3) y hubiera estado relacionada con la enseñanza de Pablo, o el mismo ingreso de los gentiles (13:13). [Page 69] Bernabé insiste, tal vez conociendo mejor las nuevas actitudes de Juan Marcos después de su visita a Jerusalén. Pero la disputa se profundiza sin que Lucas nos aclare cómo fueron las respectivas posiciones. Observamos por una parte, el entusiasmo apasionado que sacrifica todo por una causa sagrada, y considera traición a Dios toda defección; y por la otra, una dulce razonabilidad que siempre confía, siempre espera y siempre tolera (Lc. 6:35; 1 Co. 13:7). Pablo mira la “obra del Señor” como la misión de llevar a Cristo a las naciones, plantando iglesias y discipulando mucha gente (11:23; 13:41; 14:22). Bernabé, en cambio, como lo había hecho con Pablo (9:26, 27) pone la atención en cada persona individualmente. Las posiciones se tornan irreconciliables y “hubo tal desacuerdo entre ellos que se separaron”. El término “desacuerdo” en griego es paroxismos y significa realmente irritación o provocación (17:16; 1 Co. 13:5). Muestra la vehemencia de estos dos hombres al sostener sus respectivas posiciones. La separación es completa. Sin embargo, en verdad parece que los viejos camaradas se apartaron en paz, porque dividieron los campos de labor evitando interferir uno en los trabajos del otro (v. 39). “Bernabé,1 tomando a Marcos, navegó a Chipre”, que era su país natal (4:36) y “Pablo escogiendo a Silas”—entre otros candidatos que con seguridad se postulaban— satisfecho por el ministerio que éste había cumplido en Jerusalén y Antioquía, “salió encomendado por los ̅ i) significa entregar o poner en las mahermanos a la gracia del Señor” (v. 40). Encomendar (gr. paradidom nos de Dios a personas que son siervos (14:26). [Page 70] A. La visita a las iglesias de la Galacia

Debido a la separación entre Bernabé y Saulo, los planes tal como lo muestran los vv. 40 y 41, sufren una modificación. Este cambio presenta una ventaja. Ya que la ruta por tierra pasaba por la provincia de Siria– Cilicia, les permite a los misioneros visitar a las iglesias intranquilas para leerles “la carta” y ayudarles. Así que “Pablo, escogiendo a Silas … pasó por Siria y Cilicia confirmando [o fortaleciendo] a las iglesias” (14:22; 15:32; 18:23). El plan consiste en que después de atravesar el sur de la Galacia (de este a oeste) avancen desde Antioquía de Pisidia a la provincia de Asia para evangelizar las ciudades de Apamedia, Colosas, Laodicea, Hierápolis, etc. que estaban por la misma ruta, para finalizar en Éfeso, la brillante capital de la provincia. 1 Es

posible que cuando Bernabé visitó Jerusalén con motivo del concilio, haya mantenido una conversación con Marcos. Conociendo el vínculo de sangre nos damos cuenta del esfuerzo de Bernabé por reivindicarlo. Sabemos que Marcos se rehabilita y posteriormente Pablo lo desea tener como colaborador (Col. 4:10; Flm. 24; 2 Ti. 4:11). También acompaña a Pedro (1 P. 5:13). Marcos es el autor del evangelio que lleva su nombre.

173 1Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero [Page 71] de padre griego; 2y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego. 4Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen. 5Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día

EL PASTOR MODELO 1.

Fortalece a los nuevos convertidos

A.

El método (v. 4), mostrando un estilo de vida (15:23–29).

B.

El resultado (v. 5)

1)

profundización espiritual: “las iglesias eran confirmadas” (Ro. 6:17; 1 Ti. 6:3; 2 Ti. 1:13).

2)

aumento numérico: “aumentaban en número”.

2.

Enrola nuevos ministros

A.

Silas—hombre de experiencia (15:32).

B.

Timoteo—hombre de buen testimonio (16:1–2).

3.

Flexibiliza sus actitudes Circuncida a Timoteo porque en los ojos judíos era un gentil. Para los gentiles ya era un judío. Regularizó su status.

4.

Espera las directivas del Espíritu (16:6–7).

Pablo y Silas visitan las iglesias que habían sido fundadas por el mismo apóstol unos diez años antes (Gá. 1:21). Les explican los fundamentos de “las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos”, tranquilizando a los hermanos y compartiendo experiencias de afecto y gozo. Al observar la zona montañosa que debieron cruzar podemos imaginar los peligros y las inmensas dificultades, especialmente al tener que valerse de los precarios pasos montañosos existentes. Suponemos fundadamente que visitan Tarso, y cruzando la cadena [Page 72] montañosa del Tauro, tocan algunas ciudades importantes hasta llegar a Derbe. Aquí Pablo inicia su revisitación. El problema principal que había tenido en su primer contacto, fue la hostilidad de los judíos. Así que con el propósito de evitar más inconvenientes a los hermanos, les lee la carta que el concilio había preparado.2 Aunque Pablo insiste en la libertad de los gentiles, no quiere dañar innecesariamente los sentimientos hebreos. Una oportunidad se le presenta cuando llegan a Listra. Allí se encuentra con Timoteo, su madre y su abuela Loida (2 Ti. 1:2, 5). Éstos habían demostrado ser fieles al Señor. Timoteo, joven como es, ha probado devoción para el evangelio no solamente en Listra sino también en la ciudad vecina de Iconio. “Daban buen testimonio de él”, es decir, destacaban sus cualidades espirituales. Pablo advierte que este joven puede ser increíblemente útil para el futuro y decide comprometerlo en el servicio del evangelio dándole el espacio que había dejado vacante Juan Marcos. Su madre Eunice (2 Ti. 3:15) es “una mujer judía creyente” que tal vez se había convertido juntamente con Timoteo en la visita anterior (comp. 1 Co. 4:17). El padre de Timoteo era griego (v. 1), de modo que la doble nacionalidad puede darle la bienvenida entre gentiles y judíos sin dificultad. Timoteo nunca había sido circuncidado, de modo que aunque no lo exigían los principios doctrinales, Pablo lo circuncida a “causa de los judíos que había en aquellos lugares” (v. 3), porque todos sabían que su padre era griego.3 La circuncisión no era necesaria para la salvación como insistían los judaizantes (15:1), 2 Recordemos

que la carta había sido expresamente preparada para las iglesias en Antioquía, Siria y Cilicia (15:23). Estos hermanos la reciben: 1) Porque habían sido evangelizados desde Antioquía por las mismas personas que intervienen en la solución de la controversia; 2) porque estas iglesias son centros para la extensión del evangelio en toda la zona; 3) porque es necesario que el problema no se produjera en otras partes en el futuro. 3 Algunos creen que como el verbo hyperquen (v. 3) está en tiempo imperfecto, el padre había muerto (Stott).

174 pero sí útil [Page 73] para alcanzar al pueblo hebreo.4 Timoteo es ordenado al ministerio con “la imposición de las manos del presbiterio” (1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6). Su salida, a diferencia de la de Juan Marcos, lleva todo el respaldo de la iglesia. Pablo, Silas y Timoteo viajan hacia el oeste de ciudad en ciudad y de iglesia en iglesia hasta llegar a Antioquía de Pisidia. A continuación Lucas predice una pausa para proporcionar el tercer breve informe sobre el progreso alcanzado (comp. 6:7; 9:31). El informe consta de dos partes: 1) “las iglesias eran confirmadas en la fe” (18:23; Ro. 1:11; 1 Ts. 3:2; 3:13); 2) “y aumentaban en número cada día” (v. 5). Es bueno que observemos el orden en que ocurren las experiencias. La primera preocupación es consolidar y la segunda aumentar.

Reflexión Es interesante notar que la presión de los judaizantes para lograr que la circuncisión fuera parte de la confesión de fe se basa en la seguridad de que Jacobo mantenía esa postura. Estaban seguros de que la palabra de este prominente siervo de Dios sería un freno para el avance de la enseñanza de Pablo. Así, tres hombres importantes aparecen totalmente enfrentados ante los hermanos. Pablo contra Jacobo, y Pedro—según el caso—contra uno o contra el otro. Sin embargo, en el concilio de Jerusalén las cosas cambiaron porque los tres hermanos están de acuerdo produciendo una saludable unanimidad (15:22, 28) que la iglesia observa con un alivio singular. Los hermanos ven cómo se conducen hombres maduros en el Señor, hombres puestos para guiar el rebaño y no para confundirlo. Solucionan problemas muy graves manteniendo la unidad doctrinal pero flexibilizando la conducta. Todos tienen que ceder bastante. Este proceder es un modelo para el liderazgo de la iglesia del Señor en todos los tiempos. [Page 74] B. El evangelio entra en Europa (16:6–10) 6Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. 8Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. 9Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

Después de viajar por Antioquía de Pisidia y regocijarse con el adelanto de la iglesia, Pablo y sus compañeros visitan la Frigia Galática (donde estaban las ciudades de Neápolis, Mistia, etc.). Posiblemente visiten también otras partes de la provincia de Galacia con la intención de seguir al oeste, a la provincia de Asia— muy próxima a la frontera—y andar por la ruta real a Colosas. Por un medio no identificado en el texto, Lucas dice que “les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia” (v. 6). No parece que se trate de una revelación sino más vale de un hecho providencial (comp. 20:3) por el cual Dios muestra su desacuerdo con el plan. Con esta probabilidad interrumpida, van hacia el norte quizás retrocediendo hasta Antioquía de Pisidia para tomar la ruta que los llevará por Nikolía hasta Nicea, cruzando la cordillera Sultan Dagh. Deben transitar una parte difícil y riesgosa de esta ruta hasta llegar a Misia. Intentan seguir hacia el norte para alcanzar la provincia de Bitinia, pero nuevamente, de un modo que no conocemos, “el Espíritu no se lo permitió” (comp. 20:23; 21:4, 11). Habiendo venido del sureste y teniendo los caminos del suroeste y norte prohibidos, la única dirección posible es el noroeste. De modo que, “pasando junto a Misia, descendieron a Troas” (v. 8) (comp. 20:5).

1)

Preparativos para cruzar a Macedonia Troas era una ciudad ilustre. Había sido fundada por Antígono (320 AC), razón por la que originariamente se denominó Antigonia. Posteriormente fue Alejandría. Para distinguirla de la [Page 75] Alejandría egipcia, le pusieron el aditamento de Alejandría de Troas. Augusto César la convirtió en colonia romana y Julio César intentó en un momento hacerla el asiento de su gobierno imperial. Era el puerto común para las navegaciones desde y hacia Macedonia (comp. 20:5). Mientras la intención de Pablo es visitar lugares de menos importancia, Dios tiene otro propósito, y sin quererlo ellos, los lleva a un centro de vital importancia. La ciudad en sí misma presenta un desafío fenomenal para el evangelio. Pero mientras esperan la dirección del Señor “se le mostró a Pablo una visión de noche: 4 Pablo

se niega a circuncidar a Tito (Gá. 2:3) porque era gentil y porque los que exigen el rito lo hacen para “completar la salvación”, lo cual es inadmisible.

175 un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos”.5 William Ramsay6 supone que este varón era Lucas mismo. Pero sobre esta hipótesis no hay nada firme. Lo cierto es que Lucas se une al contingente en Troas y los acompaña por primera vez hasta Filipos (v. 17). Pablo comenta la experiencia a sus compañeros. Conversan juntos hasta tener la seguridad de que Dios los llamaba a un campo nuevo. Sin quedarse en Troas lo suficiente como para plantar una iglesia (se estableció una después, 2 Co. 2:12), Pablo y sus compañeros se embarcan “dando por cierto [gr. symbibazontes, 9:22, “seguros en unanimidad”] que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio” (v. 10).

C. La misión en Filipos (16:11–12) 11Zarpando, pues de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; 12y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Pablo, Silas, Timoteo y Lucas se embarcan para “Samotracia”, una isla rocosa del mar Egeo, donde posiblemente pasan la noche [Page 76] para seguir al día siguiente rumbo a Neápolis (puerto moderno de Kavalla) (v. 11). El viento es favorable en esa época del año y pueden completar los aproximadamente 250 kilómetros de distancia en sólo dos días (en el viaje de vuelta la navegación fue diferente porque emplean cinco días—20:6). Desde allí se internan unos 16 kilómetros hasta Filipos.7 Lucas, además de destacar la importancia de Filipos, dice también que era “una colonia”. Es “como un pedazo de Roma o de Italia trasplantada en el extranjero” (F.F. Bruce), porque los ciudadanos disfrutan los mismos derechos que si estuvieran en Italia. Sus autoridades políticas asumen la alta designación de “pretores” (para nosotros alguaciles). La población está compuesta de tres elementos principales: 1) los colonos romanos que es la casta dominante; 2) los macedonios que son numéricamente los más importantes; 3) una mezcla considerable de inmigrantes orientales incluyendo unos pocos judíos. Pablo y su comitiva se detienen en Filipos “algunos días”, que seguramente fueron varias semanas. Aunque la labor debe de haber sido intensa, Lucas sólo escoge los episodios centrales para ilustrar la actividad evangelística en la ciudad.

1)

Lidia—una comerciante convertida (16:13–15) 13Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos. [Page 77] LA CONVERSIÓN DE LIDIA 1.

Es una labor de corazón

A.

Motiva el asiento del sentimiento.

1)

Adora a Dios.

2)

Está oyendo.

3)

El Señor “abrió su corazón” (Pr. 4:23; 23:7).

B.

Ejercita su fe.

1)

Cree.

2)

Es bautizada (Sal 27:8).

era sin duda muy frecuentada por los macedonios que se distinguían por el gorro de alas anchas denominado causia y el clamys (capa pequeña generalmente de lana que se sujetaba al hombro derecho con un broche). El apóstol pudo identificar de inmediato la nacionalidad de la figura que veía en el sueño”. (G.W. Wade, New Testament History, pág. 543) 6 St. Paul the Traveller, pág. 195. 5 “Troas

7 Filipos

deriva de Felipe, el macedonio que la conquistó de los Tasianos (300 AC). Felipe la fortificó para defenderla de sus enemigos, mientras desarrollaba la explotación de las minas de oro. Con el resto de la Macedonia pasó a manos romanas en el año 168 AC. Cuando Macedonia fue dividida en cuatro partes con propósitos administrativos, Filipos fue incluida en el primero de los cuatro distritos. Por esta causa dice que era “la primera ciudad” (o la ciudad principal), aceptado en sentido general (J.D. Douglas, pág. 985).

176 C.

Demuestra un cambio. Abre su casa en hospedaje (v. 15).

2.

Los resultados permanentes de la conversión

A.

Sujeción a la autoridad apostólica: “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor”.

B.

Disposición de testificar para el Señor: “Entrad en mi casa y posad” (Ro. 16:23).

C.

Confirmación de su anhelo de servir: “Y nos obligó a quedarnos”.

Manteniendo el sistema seguido hasta ese momento, Pablo trata de hablar primeramente a los judíos. Aunque esa colectividad es escasa en Filipos (no había sinagoga), no obstante conservan sus costumbres religiosas y tienen un lugar para hacer “la oración” situado como a un kilómetro y medio “fuera de la puerta” de la ciudad, a orillas del río Gangites. El río era útil para las ceremonias hebreas en las que se necesitaba mucha agua. La presencia femenina por lo menos explica dos cosas interesantes: 1) confirma que no hay sinagoga porque se requerían por lo menos diez hombres para formarla; 2) que la vida social de Macedonia ha avanzado hasta otorgarle a la mujer una libertad [Page 78] singular. Lucas dice: “sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido” (v. 13). Entre ellas hay “una mujer llamada Lidia” proveniente de Tiatira8 ciudad que juntamente con Smirna, Sardis y Filadelfia está situada en la región de Asia Menor denominada Lidia. Esto hace posible que su nombre haya sido otro, pero se la conocía como la ’mujer de Lidia’ o simplemente Lidia. Tiatira, por su parte, era el asiento de una famosa industria de telas de altísima calidad, y de una colonia judía donde posiblemente Lidia se relaciona con la religión hebrea. No es judía sino una mujer “temerosa de Dios” (10:2), y de posición económica holgada según surge del relato bíblico. Al oír el mensaje de Pablo “el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta” (v. 14; Lc. 24:45). Notemos que aunque el mensaje es de Pablo, la iniciativa para la salvación vino de Dios (comp. 11:18). Es Dios quien salva a quienes él quiere (2:47; 13:48), utilizando a los siervos que envía como instrumentos para llamar a los que quieran oír. Seguramente Lidia necesita más de una explicación para comprender plenamente el propósito de Dios y tomar una decisión. Después de su conversión, “fue bautizada ella y su familia”, mostrando que todo su hogar ha recibido a Cristo (10:33; 16:33; 18:8). La primera evidencia de su cambio de experiencia está en que invita a Pablo y a los demás a hospedarse en su casa. La generosidad es característica de la iglesia en Filipos (Fil. 4:15), como Pablo lo destaca en su epístola unos diez años después. Este dato enseña que la iglesia refleja el carácter y proceder de sus líderes. Lidia invita a los hermanos en un tono delicado, diciéndoles: “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor”, o dicho en otros términos: “Si ustedes creen que yo soy una creyente en el Señor”. “Entrad en mi casa y posad”. No solamente los invita sino que además los “obliga” (v. 15) a quedarse (comp. Lc. 24:29). Desde [Page 79] ese momento en adelante la casa de Lidia se convierte en la morada de los misioneros (v. 40), y con seguridad en el lugar de inicio de la primera iglesia en Europa.

2)

La esclava con espíritu de adivinación (16:16–18) 16Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. 18Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora. Las mentes paganas eran tolerantes con cualquier idea nueva y le daban gustosa bienvenida a cualquier religión. Los apóstoles, por lo tanto, no encuentran en esas comunidades el resentimiento por sus innovacio8 Fundada

por Seleuco Nicanor a principios del siglo III AC como una guarnición para la defensa contra Lysimaco. Los colonizadores originales eran macedonios. Pasó al control romano en el 190 AC y formó parte de la provincia de Asia después del 133 AC. (F.F. Bruce, pág. 314).

177 nes doctrinales que hallan en las mentes judías. No obstante, el evangelio es una ofensa tanto para los judíos como para los gentiles, como lo demuestra el episodio que estudiamos. Un día sábado cuando Pablo y sus compañeros van “a la oración”, les “salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación”, o como dice el texto griego: “tenía un espíritu pitón”. La mitología afirmaba que Apolo se había encarnado en la serpiente pitón inspirando a sus devotas, dándoles distintas capacidades extrasensoriales como clarividencia y hechicería. A estas mujeres se las denominaba pitonisas. El reino de las tinieblas está en actividad desde la caída de Lucifer, y por su actividad constante procura atacar a los que obedecen a Dios tratando de oponerse a la justicia divina (Dt. 18:11). La muchacha motivada por Satanás para confundir a los creyentes, toma la iniciativa de hacer de heraldo para Pablo y sus compañeros, tal vez estimulada además por sus amos a quienes “daba gran ganancia” adivinando. Quiere demostrar que lo que Pablo enseña es parecido a lo que ella hace. Así podría aumentar su actividad atendiendo posteriormente a los seguidores del evangelio. [Page 80] Pero el contratiempo de tener semejante heraldo colma la paciencia de Pablo quien no tolera más el anuncio: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de la salvación” (v. 17) y decide detenerla. Debemos agregar que en una boca pagana “el Dios Altísimo” puede ser Zeus, Apolo o cualquier otro, y el camino de la salvación puede ser el que ella practica, el que Pablo anuncia o cualquier otro. De modo que la confusión es total. El texto dice que “esto lo hacía por muchos días”, y se produjo la crisis. Pablo entonces expulsa al espíritu en el nombre de Jesucristo. El proceder nos guía a la siguiente reflexión: 1) Pablo no dedica su ministerio a arrojar espíritus, porque su función es predicar el evangelio. 2) Pablo no actúa intempestiva sino cuidadosamente. Actúa contra el espíritu cuando descubre la intención del diablo. 3) Utiliza la autoridad del Señor Jesucristo (3:6; comp. 19:13). Pese a que es un acto misericordioso, es mal recibido especialmente por sus amos porque ha quedado destruido el negocio.

3)

El encarcelamiento de Pablo y Silas (16:19–34) 19Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. 27Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. 28Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. 29El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, [Page 81] se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34Y llevándolos a su casa, les puso a la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. LA CÁRCEL DE FILIPOS 2.

Los hombres apresados: “Pablo y Silas” El lugar al cual fueron confinados: “la cárcel”

A.

Este es el sitio que los hombres tienen para Dios.

B.

El mundo prefiere la ignorancia y mata la verdad.

C.

El mal está libre y la verdad en prisión.

1.

3.

La forma en que son tratados: “castigados”, “calabozo de más adentro”, “cepo” (1 Ts. 2:2; comp. Job. 13:27; 33:11; Jer. 29:26)

178 4.

La hora en que Dios interviene: “a medianoche” No es la hora habitual para la devoción, pero el oído de Dios no se guía por los horarios.

A.

Hora especial—el mundo duerme.

B.

Hora decisiva—el mal “ha triunfado”.

C.

Hora de alabanza—momento de testimonio para los presos (comp. Mt. 28:20).

5.

El resultado inesperado: “un terremoto”

A.

Se sacude la cárcel, las puertas se abren.

B.

Se moviliza el carcelero, corre, tiene temor, busca, decide equivocadamente, pone fe, se convierte.

C.

Se transforma una familia: salvación, testimonio, frutos, gozo.

Concluye la persecución. Ahora la mujer es inútil porque ha cesado la adivinación y el tráfico de dinero. Los amos de la muchacha prenden a Pablo y [Page 82] Silas por ser responsables, y los llevan a la agora (plaza del mercado o espacio abierto donde había una o más cortes judiciales llamadas foro—17:17) (comp. Mr. 7:4; Mt. 11:16; Lc. 7:32) ̅ oi) que son los dos pretores que gobiernan la ciudad. y los presentan “a los magistrados” (gr. strateg Lo increíble en la actitud de los amos es que si los misioneros alborotan la ciudad enseñando “costumbres que no les era lícito recibir ni hacer”, ¿por qué permitieron que la esclava los anunciara “por muchos días”? Ellos quieren disimular la verdadera razón, disfrazándola con un manto de color político–religioso que pueda valer ante los mandatarios romanos. Las autoridades se informan de las “actividades ilegales” de los misioneros judíos y proceden. Los acusadores logran encender la llama del orgullo racial romano (v. 21, en contra de la religión hebrea en declinación—comp. 18:2). Cuando son traídos delante de los magistrados, los opresores no pierden demasiado tiempo en juzgar a Pablo y Silas, máxime que se “agolpó el pueblo contra ellos” (v. 22). Inmediatamente, “rasgándoles las ropas”, “ordenaron azotarles con varas” sin hacer investigación alguna. Por una parte, el castigo es en sí cruel y despiadado, y por otra una violación a la ley romana que establecía la defensa en juicio. Pablo y Silas son ciudadanos romanos, de modo que los acusadores violan la verdad, y los jueces la ley suprema del imperio. Es extraño que Pablo se haya sometido a ese castigo terrible en más de una oportunidad (2 Co. 11:25) sin invocar su calidad de ciudadano romano como lo hace posteriormente en Jerusalén (Hch. 22:24–29). Dice el texto que “después de haberle azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad” (v. 23). Parece que tienen miedo que les suceda como a Pedro (12:7–8). Además el carcelero “recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo” (v. 24).9 [Page 83] Al llegar la media noche y no poder dormir por los intensos dolores y abatimiento físico, Pablo y Silas ven la oportunidad para una vigilia de alabanza y adoración. Están cantando un himno que todos los presos oyen cuando “sobrevino … un gran terremoto” tan violento que “los cimientos de la cárcel se sacudían” y al instante se abren todas las puertas y las cadenas de todos se sueltan (v. 26). El carcelero, que vive junto a la cárcel, al oír el ruido fenomenal sale para ver lo sucedido y encuentra “abiertas las puertas de la cárcel”. En profunda desesperación “pensando que los presos habían huido”, y sabiendo que es responsable por la seguridad de esos hombres (comp. 12:19), “sacó la espada y se iba a matar” antes que por indigno sea sentenciado a muerte por el tribunal romano. Pablo, oyendo el horror del hombre y advirtiendo su intención “clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (v. 28).

(gr. xylon) era un marco de madera con cinco aberturas para los pies, las manos y el cuello. Sin embargo, solamente los pies eran asegurados” (D. Smith, pág 132). 9 Cepo

179 La noticia es tan alentadora que pide luz para verificarla. Mientras llegan las antorchas, tiene una pausa para tranquilizarse y reflexionar sobre lo acontecido y lo que ha oído de los misioneros. Está impresionado por el mensaje de salvación y su poder, y está listo para tomar una decisión. “Y sacándolos les dijo:10 Señores ¿qué debo hacer para ser salvo?” Esta pregunta responde en parte a los anuncios de la esclava pitonisa y en parte a la conducta que ellos han observado. Para él, la salvación es distinta a todo lo que había oído, es una posesión personal. Allí mismo, en la penumbra de la cárcel, “le hablaron la palabra del Señor” a él y a toda su casa (v. 32). Todos son ganados por el evangelio y los frutos están a la vista. Como resultado del cambio operado, “tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos”. El lavado y el bautismo se llevaron a cabo en el mismo lugar, probablemente en el tanque o fuente de la misma cárcel. La familia bautizada da la bienvenida a Pablo y Silas a su hogar. Aún eran prisioneros, y el carcelero debe mantenerlos sujetos a los magistrados, pero no los confina nuevamente a la celda sino [Page 84] que “llevándolos a su casa, los puso a la mesa”, para alimentarlos y para celebrar exteriormente la fiesta que vive en el alma. El texto dice que “se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (v. 34; 18:8). 35Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres. 36Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz. 37Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. 38Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron miedo al oir que eran romanos. 39Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad. 40Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron.

Venida la mañana (el tribunal romano abría a las 8 de la mañana) los magistrados envían a los alguaciles para ordenar al carcelero la libertad de Pablo y Silas (v. 35). Sin duda estas autoridades creen que el castigo aplicado más una noche de prisión basta para intimidarlos y silenciarlos. Pero además, enterados del terremoto, se ven heridos sentimentalmente con alarma supersticiosa, pensando que con lo acontecido han ofendido al Dios (para ellos dios) que Pablo y Silas proclaman. El carcelero transmite la orden gustosamente y ordena que se vayan en paz. Pablo decididamente rechaza la orden. Quieren enseñar una lección a los magistrados y asegurar a los creyentes de Filipos que no serán molestados cuando ellos se fueran. “Después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos” (v. 37). Cuando los magistrados saben lo que sucede se atemorizan más aún. Es la primera reacción del pueblo a sus excesos, y esta vez contra ciudadanos romanos. Advierten la gravedad de la situación y se apresuran a humillarse delante de los misioneros, “les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la ciudad” (v. 39). Seguramente lo hicieron para evitar que todos se [Page 85] enteren de la actitud que tuvieron que asumir y prevenir la formación de nuevos tumultos. Satisfechos con la actitud, salen y van a casa de Lidia para reunirse con la iglesia y despedirse (v. 40). Así Pablo, Silas y Timoteo siguen viaje, pero Lucas se queda en Filipos hasta reunirse con ellos nuevamente más adelante (20:4). “CREE EN EL SEÑOR JESUCRISTO Y SERÁS SALVO”

10 Algunas

1.

¿Qué es creer en Cristo?

A.

Conocerlo íntimamente (1 Co. 2:2; Jn. 17:3).

B.

Confiar totalmente (Jn. 11:27).

C.

Esperar reposadamente (Ef. 1:12).

2.

¿De qué nos salva? De:

A.

La culpa del pecado (Gá. 3:13).

B.

La fortaleza del mal (Gá. 1:4).

versiones agregan en el v. 30: “después de asegurar a los demás y les dijo”.

180 C.

El poder del enemigo (He. 2:14).

D.

La ira de Dios (Ro. 5:9; Ef. 2:3).

3.

¿Para qué salva?

A.

Para justificar (1 Co. 6:11).

B.

Para regenerar (2 Co. 5:17).

C.

Para consolar (2 Co. 1:5).

D.

Para guardar (He. 7:25).

4.

¿Cómo disfrutamos la salvación?

A.

Estando seguros de ser salvos (Ef. 2:5; 2 Ti. 2:10).

B.

Viviendo sus frutos



cambio de carácter (v. 32).



cambio de actitudes (v. 33).



cambio de estilo de vida (v. 34).

[Page 86] Reflexión 1. El llamado a Macedonia es claro y majestuoso (v. 10). 2. La recepción en cambio es indiferente (v. 12). 3. Los misioneros demuestran seguridad en el llamado, pero no buscan al varón macedonio, sino la ocasión para testificar (v. 13). 4. Pablo utiliza los medios que conoce para lograr su propósito. No espera a nadie para buscar las almas (v. 13). 5. Comienza en forma modesta. No se desanima. No hay paganos. No hay hombres. Se convierte una mujer. 6. Establece la comunión. Lidia trajo su hogar al Señor. Cuando formaron la comunión, aseguraron la misión. 7. El enemigo puede resistir con oposición (13:8–10) o con propaganda (16:16). A veces le conviene diferenciarse y otras parecerse, pero siempre es el mismo. 8. Las mejores leyes del mundo pueden ser utilizadas en contra del evangelio (16:37). El sufrimiento de los misioneros es humillación para los soberbios (16:38–39). 9. El mensaje que abre el corazón y la casa de Lidia, es el mismo que abre el corazón y la casa del carcelero. Ellos son totalmente distintos, pero el Dios que opera es el mismo y los resultados son iguales.

181 [Page 87] CAPÍTULO 24

D. La predicación en Tesalónica (17:1–9) 1Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. 2Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, 3declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. 4Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. 5Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. 6Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; 7a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. 8Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas. 9Pero obtenida fianza de Jasón y de los demás, los soltaron. Habiendo recibido ánimo y posiblemente consejo sobre el camino a seguir, Pablo, Silas y Timoteo dejan Filipos y se dirigen por la Vía Ignacia en dirección a Anfípolis y Apolonia, ciudades por las que pasan, quizás por no existir en ninguna de las dos una población judía importante y por lo tanto ser ciudades sin sinagoga. Posiblemente, dada la distancia, pasan una noche en cada una. Al [Page 88] tercer día llegan a Tesalónica (actualmente Salónica),1 a unos 55 o 60 kilómetros de Apolonia; es el puerto principal en el golfo Térmico, donde “había una sinagoga de los judíos” (v. 1). Pablo y sus compañeros se hospedan en la casa de Jasón, probablemente un judío cuyo nombre verdadero era Jesús o Josué. Aunque Pablo ha dedicado su ministerio a los gentiles (13:46), mantiene el principio de predicar primeramente a los judíos. Así que, “como acostumbraba” va a la sinagoga y por “tres días de reposo discute con ellos” (v. 2). Por lo que leemos en el v. 3, dos son sus temas centrales:

1)

La necesidad de que el Cristo padeciese Pablo discute “con ellos declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese” (v. 3). Para los hebreos el Mesías era el libertador, y no el siervo sufriente y transformado en vergüenza. La discusión (gr. dialegomai) muestra la lucha de ideas encontradas en busca de la verdad (17:17; 18:4, 19; 19:8, 9; 24:25). El verbo castellano dialogar no traduce el significado de oír opiniones para hacer prevalecer la verdad que sí trasunta el texto bíblico. Más vale, nosotros dialogamos para traer varias opiniones y sacar una conclusión. Pero no es así con las Escrituras, se dialoga hasta hacer prevalecer el dicho de Dios. La discusión tiene su fundamento en las Escrituras y no en las tradiciones. Pablo vuelve sobre los pasajes que ya el Señor Jesús mismo había mencionado a los dos discípulos camino a Emaús (Lc. 24:44–46).

2)

Jesús es el Cristo Si es difícil para los judíos creer que el Mesías tenía que morir, más difícil les resulta creer que ese Mesías fuera Jesús [Page 89] (2:16–33). Pero tal como ya lo hemos visto al estudiar la predicación de Pedro en Pentecostés, esta cláusula es básica en el ke̅rygma apostólico (Lc. 24:26; Hch. 2:31–32; 3:18; 23:6–8; 26:23; 1 Co. 15:3–6). Sin duda las Escrituras a las que Pablo se refiere son bien conocidas por asistentes a la sinagoga (Sal. 2:1–7; 16:8–11; 110:1; 118:22; Is. 50:6; 52–53; Os. 6:2), pero no con la interpretación que él les da ahora. Lucas sintetiza en pocas palabras la argumentación de tres sábados. Por lo que dice (katangello̅—que significa declarar con vehemencia—16:17; 26:23) moviliza a los presentes, sacudiéndolos y dividiéndolos (comp. 1 Ts. 1:5). La identificación de la historia con la Escritura, puesta en claro en los oídos de los asistentes, produce la inescapable confrontación. Por una parte, debido al poder con que el mensaje es anunciado, muchos creyeron. “Y se juntaron con Pablo y con Silas” (v. 4). Entre éstos está Aristarco, que resulta ser un compañero fiel y sumamente útil, y tal

1 Originalmente

Tesalónica se denominó Terme. Fue fundada nuevamente por Casando cerca del año 315 AC y llamada Tesalónica como su esposa, la hermanastra de Alejandro el Grande. Después del 145 AC se transformó en capital de la provincia de Macedonia. Fue convertida en ciudad libre en el 42 AC. (F.F. Bruce).

182 vez también haya estado Jasón (Col. 4:10, 11; Ro. 16:21). También se convierten “de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles [destacadas] no pocas”.2 Por otra parte, los judíos incrédulos “teniendo celos, tomaron consigo algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba alborotaron la ciudad” (ver 13:45). Cierran las puertas de la sinagoga para los apóstoles al ver la conversión de los gentiles y la deserción de personas próximas a aceptar la tradición hebrea. Prefieren esta forma de confrontación a la que Pablo propone. Esto continúa por cierto tiempo, produciendo una conmoción en la ciudad. La turba finalmente asalta “la casa de Jasón” procurando “sacarlos al pueblo” para ser juzgados por un concilio popular. Los misioneros no son hallados en la casa, quizás porque tal como leemos en las cartas de Pablo a la iglesia, están trabajando para ganarse el sostén (1 Ts. 2:9; 2 Ts. 3:8). [Page 90] No obstante, los asaltantes “trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad3 acusándolos concretamente: 1) “estos que trastornan el mundo entero también han venido acá”; 2) “todos estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús”. Lo primero quiere decir que debido al contenido de la predicación están provocando una sedición. El verbo anastatoo̅ significa excitar, inestabilizar, de modo que el trastorno se interpreta en términos de subversión (comp. 21:38). Es un cargo de alta traición, hecho sobre la misma base con la que el Señor Jesús había sido acusado de sedición delante de Pilato. Sus vidas corren serio riesgo. Lo segundo explica que ya sea por celo, por ignorancia o malentendido, la predicación de Pablo sobre la segunda venida de Cristo había causado falsas expectativas para unos y alarma para otros. Los acusadores tienen su propia interpretación del tema y denuncian al evangelio como una propaganda a la subversión. Según ellos, la inminente venida de Cristo es para expulsar al Imperio Romano y entronizar a Jesús como soberano. El término parousia utilizado por Pablo, es el que empleaban en el imperio para anunciar la visita del emperador. Según Pablo mismo aclara posteriormente en sus cartas, lo que él enseñó había sido mal entendido (2 Ts. 2:1–2), y había traído confusión. Los acusadores “alborotaron al pueblo” y a las autoridades de la ciudad, pero no pueden lograr lo que desean porque los politarcos tienen buena disposición para con los misioneros y evalúan los cargos. Estos magistrados no pueden descartar lo que oyen porque es muy grave; pero utilizando una dosis de sabiduría siguen el curso más aconsejable. Consiguen que Jasón y los demás juramenten que harán salir de la ciudad a Pablo y sus compañeros y evitarán que retornen. Esta política estará vigente por el tiempo pactado. Pablo denomina a este arreglo como un estorbo de Satanás [Page 91] (1 Ts. 2:18). En tanto, los judíos continúan fomentando la persecución contra la iglesia recientemente constituida, a fin de desanimar a los creyentes (1 Ts. 2:13; 3:3). Es posible que algunos vacilen (1 Ts. 2:14), pero el grueso se convierte en fuertes y constantes propulsores del mensaje, y transforman a Tesalónica en uno de los centros más importantes de su día (1 Ts. 1:7–8).

2 Otras

versiones dicen: “muchas de las mujeres de hombres principales”, que está de acuerdo con la independencia que disfrutaban las mujeres en la sociedad macedónica. No pocas de estas mujeres son esposas de hombres prominentes (David Smith). 3 “Las autoridades de la ciudad” eran denominadas “politarcos”. Este título se usaba en la mayoría de los casos para magistrados en las ciudades de Macedonia (F.F. Bruce). Tesalónica es una ciudad “libre” y los ciudadanos pueden elegir sus propios politarcos.

183

LA PREDICACIÓN EN TESALÓNICA 1.

Es evangelística (v. 3)—Cristo es el tema central (comp. Dt. 18:15).

A.

Basada en las Escrituras—Pablo no utiliza argumentos humanos sino la Biblia (comp. Gn. 49:10; Is. 40:1–10; Mi. 5:2–6, etc.)

B.

Utiliza la vehemencia: El gr. dialegomai significa explicación y alegato mostrando pruebas (Is. 28:16) (ver Hch. 17:17; 19:8, 9).

2.

Gana personas (v. 4) “devotos griegos”

A.

Son muchos—“gran número”

B.

Son gente de influencia—“mujeres nobles”

C.

Se comprometen—“se juntaron a Pablo y Silas”

3.

Genera oposición (v. 5)

A.

La fuerza de la envidia—Mr. 15:10; Ro. 1:29 desata el mal.

B.

El servilismo de las masas—Mt. 26:47; Hch. 16:22 modifica rápidamente de actitud.

C.

El poder revolucionario del evangelio (v. 6)—Los enemigos dicen la verdad sin saberlo: el evangelio trastorna el mundo.

D.

La falsedad de la iniquidad (v. 10)—cargos falsos de sedición contra el imperio.

E.

En verdad se oponen porque es una doctrina nueva y no quieren pensar (comp. 1 R. 18:17; 22:7, 8).

E. La presencia en Berea (17:10–15) El arreglo logrado por los magistrados de Tesalónica no es del agrado de los judíos; sin embargo, se ven gratificados con la [Page 92] desaparición de escena de los misioneros. Fue imposible que se quedaran en Tesalónica porque exponían a muerte a Jasón y “los demás”. De modo que salen a toda prisa, procurando la noche para evitar la venganza de los adversarios. 10Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. 11Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. 12Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres. 13Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las multitudes. 14Pero inmediatamente los hermanos enviaron a Pablo que fuese hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí. 15Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, salieron.

Abandonando la Vía Ignacia, Pablo y Silas viajan unos 60 kilómetros hacia el oeste hasta llegar a Berea. Al sábado siguiente van a la sinagoga para recibir una agradable sorpresa. Aunque Lucas no dice la causa, estos judíos son más generosos y amplios que los de Tesalónica. Oyen atentamente a Pablo y reciben “la palabra con toda solicitud”, es decir que escuchan con profunda atención, y gratamente impresionados por el mensaje, examinan “cada día las Escrituras” para cotejar juntamente con Pablo la confirmación de lo que predica, o como dice nuestro texto, “para ver si estas cosas eran así” (v. 11).

184 El estudio trae convicción a sus corazones, “así que creyeron muchos de ellos”. El examen de las Escrituras en busca de la verdad tiene sus resultados, porque lo hacen con integridad y sin prejuicios. Muchas “mujeres griegas de distinción y no pocos hombres” se suman a los cristianos, transformando las jornadas de labor en una experiencia grata y totalmente singular en la vida de los misioneros. Aun los que no comparten la enseñanza se mantienen cautelosos sin provocar hostilidad alguna. Así se crea una buena relación con [Page 93] la sinagoga. Entre los convertidos figura Sópater (20:4), que se une a la caravana que acompaña a Pablo hasta Asia. Seguramente las cosas andan por el camino de la prosperidad durante dos o tres meses, pero de repente se encuentran con la oposición porque “cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las multitudes” (v. 13). Los judíos de Tesalónica repiten la experiencia de los de Antioquía de Pisidia e Iconio en Listra (14:19), usando las tácticas que han sido exitosas en su ciudad. Acusan a los misioneros de traición y enfurecen a los contrarios, sobre todo a la turba. Pablo es en especial el blanco del ataque, y la hubiera pasado mal si no hubiese sido arrestado por la segunda turba con la misma acusación. Estrechamente vigilado, no conviene que siga por tierra, de modo que los hermanos le proveen escolta y “enviaron a Pablo que fuese hacia el mar”, como si tuviera la intención de navegar desde el puerto de Pidna. No sabemos si embarcó, o si una vez que abandona la ciudad, sus guías toman hacia el sur y lo conducen por tierra hasta llegar a Atenas—un viaje de más de 400 kilómetros—, dejando órdenes para que “Silas y Timoteo viniesen a él lo más pronto que pudiesen” (v. 15).4

F. La llegada a Atenas (17:16–34) Antes de ingresar en la importante tarea que Pablo desarrolla en esta ciudad, es bueno repasar las circunstancias para descubrir [Page 94] algunas decisiones que tanto él como sus compañeros debieron tomar. Aunque Pablo tiene bastante labor por delante en Atenas, es su esperanza que con los informes favorables que trajeran Silas y Timoteo pudiera volver para continuar los trabajos interrumpidos. Pero cuando estos dos colaboradores llegan le dan noticias desalentadoras. La animosidad de los judíos de Tesalónica que lo habían perseguido hasta Berea seguía firme, más vale en aumento (1 Ts. 2:14–16). De modo que es imposible que vuelva. Pero está preocupado por los hermanos porque teme que el terrorismo los haga vacilar de su confianza en Cristo. Tampoco puede abandonarlos a su suerte, sin hacer un esfuerzo. Decide, entonces, que Timoteo vaya a Tesalónica para animar y consolar a los creyentes perseguidos. Es una carga pesada para el joven evangelista, que tal vez Silas hubiera cumplido mejor, pero no es prudente enviar a éste, dadas las circunstancias. De modo que envía a Timoteo, no sabemos si por tierra o por mar con algún buque costero. Como el problema es serio en toda la región, también Silas deja a Pablo y se va probablemente a Filipos. Pablo se queda solo en Atenas.5 16Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. 17Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.

[Page 95] Pablo no tiene la intención de predicar en Atenas, porque anhela retornar a Macedonia a donde había sido llamado. Sin embargo, la circunstancia de encontrarse providencialmente en un campo tan nece-

4

a) b) c) d) e) f)

Para tener información de los movimientos de Pablo y sus compañeros desde este punto en adelante, debemos comparar la información de 1 Ts. 3:1–6. A continuación agregamos una secuencia de los acontecimientos tal como la ofrece F.F. Bruce: Pablo deja a Silas y Timoteo en Berea y va a Atenas, desde donde envía un mensaje para que se unan nuevamente con él a la brevedad (17:15). Se encuentran con Pablo en Atenas (1 Ts. 3:1). Pablo envía a Timoteo a Tesalónica (1 Ts. 3:1–5) y a Silas a otra parte de Macedonia (comp. 18:5), probablemente Filipos. Pablo va a Corinto (18:1). Silas y Timoteo vuelven de Macedonia a Corinto (18:5; 1 Ts. 3:6). Desde Corinto, Pablo escribe las dos epístolas a los Tesalonicenses. 5 Atenas era en tiempos antiguos la famosa capital de Ática, uno de los estados griegos. Hoy es la capital de Grecia. La ciudad lleva el nombre de su diosa patrona Atene. Está edificada en torno a una colina rocosa llamada Acrópolis donde estaba el castillo de la municipalidad y a una distancia de 6 o 7 km. del mar. De acuerdo a la tradición había sido fundada por Cecrops de Egipto en los alrededores del año 1556 AC. En el 594 AC Solón dictó su constitución. El período de mayor gloria para los atenienses fue durante el gobierno de Pericles (459–431 AC) quien levantó hermosos edificios públicos e hizo florecer la literatura y el arte. Aunque fueron desafortunadas varias guerras que mantuvo posteriormente, los conquistadores la trataron con generosidad, permitiendo que retuviera su antigua libertad. Aun los romanos que entraron en el 146 AC y la constituyeron parte de la provincia de Acaya, permitieron la libertad de las instituciones.

185 sitado, le hace ver que la mano de Dios le ha conducido a un ministerio mucho más extenso. Atenas, que es preeminente en arte, literatura y filosofía, tiene una extraña aptitud hacia la religión.

1)

La observación de Pablo La ciudad de Atenas se parece a Roma por la disposición de dar la bienvenida a todo tipo de sectas y cultos extraños. Está atestada de templos, figuras y altares que impactan la mirada de Pablo. El hermoso templo (Partenón) dedicado a la diosa Atena edificado en el siglo V AC, deslumbra por su arquitectura, riqueza y arte colosales. La diosa de marfil hermosamente adornada con oro y piedras preciosas despierta la admiración de todos. Además de esculturas conocidas (Júpiter, Venus, Apolo, Baco, Diana, etc.) hay una infinidad de altares a otros dioses menos conocidos que dan vida al dicho que en Atenas es más fácil hallar a un dios que a un hombre. Mientras Pablo espera a Silas y Timoteo (v. 16) “su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”. Aunque parece admirar la belleza de las esculturas, en su corazón hay un profundo rechazo a todo aquello. La ciudad con su idolatría y la plaza con sus debates huecos le producen un extraño impacto. El verbo “enardecía” (gr. paroxyno̅) es muy fuerte e incluye provocación, irritación, violencia interior (comp. 15:39; 1 Co. 13:5; He. 10:24), y muestra el estado de ánimo de Pablo por lo que ve. Contento con las apariencias, el pueblo está sumergido en el miedo, la culpa y la confusión espiritual. Para Pablo el arte, la belleza natural, la tradición, así como la filosofía y las letras, han perdido valor y se han convertido en un obstáculo para que esas personas lleguen a solucionar el problema espiritual de sus almas. El adjetivo kateidol̅ os que Lucas utiliza, significa más que simplemente vivir en la idolatría. Significa estar “bajo la idolatría”. No solamente hay ídolos, sino que éstos dominan la vida ciudadana. Pablo se encuentra en una fortaleza de Satanás. [Page 96] Dios había advertido a Israel contra toda relación con la idolatría porque muy pronto caerían en la misma situación y provocarían la irritación divina (Ex. 34:7; Dt. 5:8; 9:7). El programa del diablo para desplazar a Dios ha sido humanamente exitoso en muchas áreas. El siervo de Dios siente indignación por la vigencia de la idolatría; su ardor contra lo que contempla demuestra su reverencia por Dios. Siente un celo santo y aborrece toda la provocación del paganismo contra su nombre. La idolatría denigra a los hombres y los aparta del verdadero culto.

2)

La reacción de Pablo (v. 18) 18Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. No le falta oportunidad para iniciar su predicación, pero primero estudia bien la situación. El v. 17 muestra los tres tipos de personas a los cuales presenta la verdad. Primero, como es su costumbre (v. 2) va a la sinagoga aunque en verdad el impacto lo tiene con el pueblo que concurría a la plaza. Con los judíos y piadosos inicia la discusión que ya se ha planteado en Tesalónica. Trata de confirmar que Jesús es el Mesías de las Escrituras. Tal como en el v. 2, Lucas utiliza el verbo “discutir”, demostrando la firmeza de la posición de Pablo frente a los argumentos de los religiosos. En segundo lugar, también lo hace “en la plaza cada día con los que concurrían”, echando mano a una ventaja natural para alcanzar al pueblo. Es la modalidad de los filósofos conferenciar y hablar públicamente en la plaza. Pablo aprovecha la costumbre y dialoga con los ciudadanos interesados “en oír algo nuevo” (v. 21). Así se establecen intercambios de preguntas y respuestas que para algunos es el modo de pasar el tiempo, y para otros de conocer algo nuevo. Sin embargo, con Pablo sucede otra cosa, porque su mensaje provoca un interés genuino en el pueblo. Su popularidad muy rápidamente lo involucra en un problema de celos con los filósofos. Nos encontramos con el tercer tipo de personas que muestra el v. 17 y con las cuales Pablo se enfrenta ásperamente: los filósofos. [Page 97] Éstos, que pertenecían a dos escuelas distintas de pensamiento,6 se ponen 6

Epicúreo (341–270 AC). Filósofo que creía que el universo es eterno e infinito y está compuesto por la unión casual de átomos indivisibles e inmutables. El mejor bien es el placer, definido por él como la paz de la mente. Los placeres intelectuales eran los más grandes. Los seguidores de Epicúreo sostenían que los dioses estaban desinteresados en la vida humana y que por lo tanto debemos disfrutar el presente en lugar de preocuparnos por el futuro. Los estoicos, por su parte, eran una escuela filosófica fundada por Zenón (340–265 AC) basada en la vigencia de la naturaleza y la necesidad de vivir en armonía con la ley natural. Según el estoicismo, el mundo es material pero permeado de energía divina (fuego, espíritu y razón o designio) (Logos). El hombre debe sujetar sus pasiones a la razón y a las leyes de la naturaleza. De ahí

186 de acuerdo para investigar al apóstol. Los epicúreos insistían en que el placer de la vida presente es lo mejor que podemos ansiar, y los estoicos—que derivan su nombre del griego stoa o pórtico (lugar donde solían enseñar)—, la sujeción al fatalismo. Ninguna de las dos escuelas cree en la vida después de la muerte y mucho menos en el juicio ante un Dios personal, porque son panteístas (Dios puede ser todo lo que nos rodea). Ambos tipos de pensadores ven a Pablo como a un intruso sin autoridad que enseña en su propio terreno. Se olvidan por un momento de sus rivalidades y arremeten juntos contra él. Algunos, para menospreciarle, le tildan de “palabrero” (gr. spermologos), un término del lunfardo ateniense compuesto por dos palabras: sperma (semilla) y lego̅ (juntar), dicho del pájaro que pica por aquí y por allí (Mt. 13:4). Posteriormente la palabra parece haberse utilizado para una persona acostumbrada a vivir a costa de los demás, mendigando en calles y mercados, levantando todo lo que caía de las cargas. De ahí que signifique parásito, o alguien que vive a expensas de otro. En el caso que nos ocupa quiere decir que el enseñador no tiene ideas propias ni originales sino que une conceptos que ha “juntado” por aquí y por allí. Otros, en cambio, son más serios. La predicación del apóstol no contiene restos filosóficos juntados, sino un tema definido muy diferente y concreto de carácter histórico y teológico. Se trata de la [Page 98] pasión del Señor Jesús, su resurrección y retorno. Como ponen poca disposición para oír, reconstruyen el mensaje como les parece mejor: “Parece que es predicador de nuevos dioses”, que era uno de los temores de los filósofos, y por cuya razón habían condenado a alguno de sus más prestigiosos predecesores (Sócrates entre otros). Los “nuevos dioses” para ellos eran dos: Jesús y la resurrección, tomando a esta última como una diosa unida a Jesús. Tenemos entonces a: Jesús y su consorte Anastasis (resurrección). Crisóstomo es el primero que sacó esta conclusión. Las mentes paganas no parecen preparadas para oír de un solo Dios verdadero y su manifestación encarnada en Jesucristo. Tanto en Listra con la gente del pueblo, como ahora entre los más educados, la confusión es grande y difícil. Las reacciones—aunque distintas—dan lugar a conclusiones diferentes en cuanto a la verdad. 19Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? 20Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. 21(Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oir algo nuevo.)

La corte que debe juzgar estos casos es el Concilio del Areópago. La palabra Areópago (en griego son dos palabras) significa Colina de Ares, siendo Ares el equivalente griego de Marte. Estaba ubicada al noroeste de la Acrópolis y había sido el lugar donde se reunía el augusto tribunal creado por el sabio Solón. En los tiempos del NT el nombre se refería al concilio y no al lugar en sí. La principal función de esta corte—cuyos poderes habían disminuido sensiblemente—era la investigación de casos de homicidio, sacrilegio, conspiración o traición. Supervisaba la vida cívica, castigando la inmoralidad e impulsando la educación. Se reunía por lo general en el pórtico real de la plaza. En esta oportunidad debe investigar el cargo contra Pablo de ser predicador de “nuevos dioses” y de introducir formas nuevas de adoración. Está en juego el prestigio de los filósofos y en su resentimiento olvidan ciertas normas de cortesía. El texto dice: “Y tomándole, le trajeron al Areópago” (v. 19) mostrando que lo arrestaron, y le preguntaron: “¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza [Page 99] de que hablas?” Las sesiones del concilio eran abiertas, de modo que cuando Pablo se pone en pie para responder a la pregunta, no se halla frente a los jueces solamente, sino a una cantidad de otras personas, algunos espectadores curiosos y otros asistentes inquietos. Aprovecha la oportunidad no sólo para responder, sino además para producir una defensa del evangelio que pueda satisfacer el hambre espiritual de muchos presentes.

3)

El discurso de Pablo (vv. 22–34) 22Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; 23porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. 24El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. 26Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los homque el estoico en el pensamiento popular vive sobre el dolor y el placer. (Donald Kauffman, The Dictionary of Religious Terms, págs. 171, 402).

187

bres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; 27para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. 28Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. 29Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 30Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. 32Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. 33Y así Pablo salió de en medio de ellos. 34Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos. [Page 100] Pablo logra su deseo y se dispone a pronunciar un discurso sintetizado por Lucas en estos versículos. Lo que ha dicho hasta el presente son tentativas preparando el terreno para decir todo lo que siente. El discurso es exactamente lo que un predicador debe presentar ante un auditorio de filósofos. Tiene que responder en el lenguaje de ellos al cargo de estar introduciendo “nuevos dioses”. Debe mostrarles que son ellos los que han dado la bienvenida a esas deidades y les han levantado un altar. Pero además, tiene que utilizar bien la oportunidad, sumando a su agudeza, tacto y honestidad. Como si hubiera utilizado las reglas modernas de la homilética, Pablo divide su discurso en tres partes: (a)

Introducción: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos”. Pablo toma como introducción el miedo griego a los dioses y así inicia su exposición. El término “religioso” puede traducirse “temeroso de dioses paganos”—aunque aparentemente decir “religioso” o “reverente” parece ser un cumplido, y puede también interpretarse como una ironía. Aunque son religiosos, son ignorantes. Los epicúreos adoraban a dioses simbólicos porque su maestro les había enseñado que el bien más alto en la vida era la felicidad, y que la infelicidad en general partía de los dioses que premiaban o castigaban. Para tener tranquilidad, entonces, había que quitar el miedo a los dioses. Los estoicos, en cambio, creían en muchos dioses (panteístas). El “Dios no conocido” es uno entre miles de deidades mitológicas. Para ellos, es un dios todo ser viviente que puede gobernar la vida humana. Cada dios está sometido a otros dioses, siendo Zeus el más grande. Nos imaginamos ahora el apremio de Pablo por sacar a Dios de ese altar (para unos simbólico y para otros panteísta) a fin de ponerlo en el lugar que le corresponde.

(b)

Desarrollo—Dios es el Creador: “El Dios que hizo el mundo …” (Sal. 19:1, 6). Esta manera de creer en un mundo diseñado y creado es totalmente opuesta a la filosofía epicúrea de la combinación casual de átomos y la aparición desconocida del universo. Es también totalmente distinta a la actividad vengativa de los muchos dioses estoicos. Dios puede revelarse por la creación (Ro. 1:19). Las obras que componen el vasto universo hablan de la [Page 101] infinitud de su Creador (Is. 42:5; Hch. 14:15) (comp. Is. 37:17; Jer. 23:24).

Dios es el Señor de la creación: “Siendo el Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas”. El conflicto sobre la jurisdicción de los dioses había sido el principal factor para las muchas deidades en distintas esferas. Dios es “el Señor del cielo y de la tierra”, no forma parte de la creación, en consecuencia es vigorosamente trascendente (7:48–50; 1 R. 8:27; Is. 66:1–2). Por esta razón “no habita en templos hechos por manos humanas” (comp. Jn. 4:20, 21). Cualquier intento para localizarlo sea por la religión o por la filosofía es una acción fallida y ridícula (2 Co. 6:18; Dn. 2:28). Dios es el Sustentador de lo creado: “El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (v. 25). Posiblemente aquí Pablo usa dos conceptos que ellos predican: Por ser Dios la fuente de vida (v. 28)—estoicos—, no necesita auxilio de los hombres—epicúreos—para que estén atentos al principio bíblico de providencia (Sal. 50:9–12; Mi. 6:6–8). Si él es el sustento de todo, es impensable que algo o alguien tenga que sostenerlo a él (14:17; He. 1:3). Dios es el Legislador de la vida: “De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres”. Adán es el progenitor de nuestra raza. Los atenienses aseguraban ser superiores, nacidos de una casta especial de inmigrantes milenarios que poblaron esa parte de su territorio. Pero aquí Pablo destruye cualquier principio de superioridad o de creación especial. Al estudiar Ro. 5:12–20 podemos ver lo esencial que es para la doctrina de la redención que la vida haya tenido comienzo en una persona. Además, les dijo que Dios fijó los límites geográficos y las épocas de la historia mientras los hombres vivan “sobre toda la faz de la tierra” (Gn. 2:6; 11:8; Lc. 21:35), mostrando su control sobre la marcha de las naciones (Is. 45:21; 46:10). El propósito principal suyo es que los humanos “busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle” (v. 27). Dios suministra la vida, el sostén y todas las cosas para que los hombres lo busquen. El suministro divino es para

188 que las personas como seres racionales se den cuenta de que alguien se interesa personalmente y procuren como ciegos “si en alguna manera, palpando, puedan hallarle”. Pablo quiere que adviertan que las provisiones no son el resultado de la casualidad sino de la [Page 102] presencia viva de Alguien “que ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros”. Con estas declaraciones, Pablo veladamente les demuestra la ignorancia en que vivían, y les señala que a pesar de todas las deducciones de su conocimiento, no han advertido la cercanía del Dios que necesitan. Dios no es un Padre universal como algunos de ellos sostenían, sino personal. Y no es por un problema de revelación que no lo hallan, pues “no está lejos de cada uno de nosotros”, sino un problema de visión, porque ni “palpando” como no videntes son capaces de encontrarlo. De modo que no es Dios que está lejos de nosotros, sino nosotros que estamos apartados de él.

Dios es el Padre de la raza humana: “Linaje suyo somos”. Para arribar a esta difícil conclusión, Pablo echa mano a dichos de dos poetas muy respetados por ellos. El primero es: “porque en él vivimos, nos movemos y somos” del poeta Epiménides del siglo VI AC. En sí misma esta cita no parece tener mucha importancia, si no fuera por la segunda de la cual fue el prefacio: “como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (v. 28). Esta cita es de Arato, un poeta estoico del siglo III AC. En el dios Zeus de estos poetas estoicos está el Logos o principio universal que anima todas las cosas. Su lenguaje, sin embargo, es altamente adaptable al Dios de la revelación. “Al presentar a Dios como Creador y Juez, Pablo hace énfasis en su personalidad en contraste con el panteísmo materialista de los estoicos”.7 ¿Por qué citó Pablo a autores profanos? Lo hizo para tomar los vestigios de verdad que abrigaban los griegos utilizando la revelación general de Dios, y así ampliarlos y aplicarlos a su auditorio. En verdad, tal como lo señalamos más arriba, Arato se refería a Zeus (y éste de ninguna manera es Dios), pero como ellos identificaban a Zeus con el Logos, Pablo utiliza el argumento para su explicación. Nosotros como cristianos sabemos que solamente son “familia” o descendencia (gr. genos) de Dios (1 P. 2:9) todos los que han sido salvos por Cristo Jesús (Jn. 1:12). Al hablar de la [Page 103] creación, Dios es el origen de la humanidad, y no otro. Todos los seres humanos llevan la imagen y semejanza del Creador (Gn. 1:26). Pensando aun en un dios griego, si esa deidad tiene linaje, entonces no puede ser una piedra. Pablo, al desarrollar su tesis les dice que ese Dios que ha descrito no puede ser “semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres” (v. 29) porque dejaría de ser Creador para ser un objeto de los creados (comp. Sal. 135:15–18; Is. 40:18). La idolatría, sea cual fuere el pueblo que la practique o los modos en que la desarrolle, no tiene razón de ser y fue introducida para contrariar la voluntad de Dios y para dar espacio al diablo (Lv. 19:4; 26:1; 1 R. 16:26; 1 Co. 5:11; 10:14; Col. 3:5). La idolatría trata de someter a Dios a nuestros pareceres, procurando mostrarle la conveniencia de lo que pensamos o hacemos. La idolatría es rebelión contra Dios. (c)

Conclusión—El argumento histórico–filosófico de Pablo que los filósofos reciben expectantes, tiene una aplicación inesperada. El apóstol clarifica la presencia activa de Dios para ingresar posteriormente en el terreno espiritual de la redención. Lo hace mostrando sus acciones presentes y futuras. En primer lugar: Lo que Dios manda. Pablo puntualiza que la ignorancia no tiene justificativo. Los atenienses han verificado por la inscripción en el altar que no conocen a Dios. Pero ahora, habiendo tenido una explicación personal, esa ignorancia se les vuelve aguda responsabilidad. El rechazo voluntario de la revelación los convierte en transgresores (Ro. 1:21) (comp. 1 Co. 1:21; Ef. 4:18). En consecuencia, aunque Dios en su misericordia ha pasado “por alto los tiempos de esta ignorancia” (comp. 14:16), no interviniendo en juicio como lo merecían, las cosas han cambiado. Ahora, “manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (v. 30). Ahora que la revelación en su persona está completa, ahora que Cristo ha venido y realizado su obra, ahora que quedó en evidencia el fracaso de otros sistemas para la salvación, ahora Dios “manda”, es decir “da la orden” (5:28; 16:24) para cumplir de inmediato. ¿Cuál es esa orden? “Que se arrepientan”. Imaginamos la incomodidad que sienten al oír el término metanoeo̅ que significa “cambio de percepción”. La mente es el asiento de la reflexión o propósito, que esta [Page 104] gente tiene que cambiar (3:19; 5:31; 11:18; 20:21; 26:20). Arrepentirse para ellos (como para los demás 2:38) es dejar una manera de ser para abrazar lo que Dios les demanda (Mt. 21:29) con confesión y abandono del pecado (Lc. 15:18; Is. 55:7). Como ellos pensaban ser una raza superior y tenerlo todo, esta primera conclusión del discurso resulta inquietante.

7 F.F.

Bruce.

189 Pero Pablo en segundo lugar continúa diciendo lo que Dios hará. Es bueno notar que Dios dicta leyes sobre todos los hombres y no solamente como una deidad jurisdiccional. Así como “ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación” (v. 26), también “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (v. 31). Aun nosotros, que sabemos que será así, nos sorprendemos de lo mucho que dice Pablo en tan pocas palabras. Primero, que el juicio está decretado (Ro. 2:5, 16; 1 Ts. 5:2, 4); segundo que el juicio será universal: Dios “juzgará al mundo”, que es una cita tomada de los Salmos donde se aclara cuál es el pensamiento de Dios (Sal. 9:8; 96:13; 98:9). Lo que Pablo quiere decir es que nadie escapará al juicio divino— sean vivos o muertos, ricos o pobres, educados o ignorantes. Tercero, el juicio será imparcial, “con justicia”, porque sacará a luz los secretos para que cada uno conozca lo que ocurre y compruebe la actividad pura de Dios. Finalmente, Pablo termina diciendo cómo hará Dios el juicio. El ha indicado que el Juez es una persona determinada. Confirma la enseñanza de Dn. 7:13 y de la cual el Señor Jesús dio algunas precisiones (Jn. 5:27). Pablo les dice que el juicio se realizará por medio de “aquel varón a quien designó”, sin dar su nombre porque no les hubiera interesado, pero sí su credencial: “dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (v. 31; comp. 10:42). Con esa encendida conclusión, Pablo les muestra que se refería a “Jesús y la resurrección”. Por eso cuando lo oyeron “unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez”. Para ellos, la resurrección del cuerpo era totalmente inaceptable. En un ambiente general de rechazo (o indiferencia) “Pablo salió de en medio de ellos”, lo cual es en sí ventajoso para su ministerio. Seguramente se fue animado porque “algunos creyeron, juntándose con él”. Entre estos “estaba Dionisio”, un miembro del [Page 105] areópago, “una mujer llamada Dámaris y otros con ellos” (v. 34). Posiblemente entre estos últimos se encuentre Estéfanas, a quien Pablo menciona cuatro años más tarde en su primera carta a los corintios, como las “primicias de Acaya” (1 Co. 16:15).

Reflexión Aunque algunos comentaristas critican este discurso de Pablo porque se aparta—según ellos—de la propuesta evangélica del apóstol, a nosotros nos parece justo observar algunos detalles importantes. Primero, tiene que exaltar la personalidad de un Dios que para los griegos es totalmente secundario. Segundo, quienes trajeron al apóstol al foro quieren oír más de “Jesús y Anastasis” como dos deidades complementarias. Para llegar a explicar ese tema tiene que comenzar desde el principio. Tercero, Pablo tiene que limpiar el camino de los prejuicios filosóficos centenarios antes de llegar a su objetivo para con los interlocutores. La tarea es grande y difícil, pero la encara con sabiduría. Proclama a Dios como Supremo: es el Creador, el Sustentador, el Legislador, el Padre y el Juez. Siendo lo que Dios es, muestra su relación con los hombres no sólo revelándose por la naturaleza, sino muy especialmente por la redención. Aunque Lucas no lo indica en el texto, Pablo también menciona la muerte de Cristo para poder explicar el enigma de la resurrección (anastasis) y su importancia en el juicio venidero. Pablo deja en claro la unicidad de Dios entre los dioses y su acción trascendente en favor de los seres humanos a quienes ordena sujeción a él en vista de lo que acontecerá en el futuro. No espera una respuesta, aunque la tiene, sino que quiere dejar en claro el evangelio del Dios viviente.

190 [Page 106] CAPÍTULO 25

G. La predicación en Corinto (18:1–22) 1Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. 2Y halló a un judío llamado Aquila, natural de Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, 3y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. 4Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos. 5Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. 6Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles. 7Y saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. 8Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados. 9Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; 10porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. 11Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios. (18:1–11) Pablo abandona Atenas, el centro intelectual del mundo antiguo para dirigirse a Corinto, una ciudad totalmente diferente. Es un gran centro comercial, capital de la provincia romana de Acaya. Su prosperidad se debe, en parte, a su posición geográfica privilegiada [Page 107] en el estrecho istmo que une el Peloponeso con el continente. Esta es una franja de tierra de unos 6 o 7 kilómetros de ancho que permite la formación de dos importantes golfos, uno a cada lado. Así los buques de oriente descargan en Cencreas y los de occidente en Lecaem (Lejaion). El istmo sirve para transportar la mercadería de un puerto a otro tomando la carretera para llevarla hacia el interior. Si a este tráfico le agregamos los juegos atléticos ístmico (casi como los olímpicos), nos damos cuenta de la importancia que Corinto había adquirido desde que Julio la convirtió en colonia romana en el año 27 AC. Corinto era una ciudad rica y próspera. Lamentablemente no era ésta la distinción más sobresaliente, porque en la cima del Acrocorinto había un templo dedicado a Afrodita1 con un millar de prostitutas libres para todos los “adoradores”, especialmente los hombres del mar. Aunque no tanto como Atenas, Corinto también era conocida por su renombre intelectual, su arte, pinturas, estatuas y esculpidos en bronce. PABLO EN CORINTO 1.

El trabajo de siervo

A.

Fabricando carpas durante la semana.

B.

Discutiendo en la sinagoga cada sábado.

2.

Las amistades de obrero—Aquila y Priscila

A.

Tenían la misma nacionalidad.

B.

Habían sido todos despreciados.

C.

Tenían el mismo oficio (1 Co. 4:12; 9:9 y sig.; 1 Ts. 2:9).

D. 3.

Experimentaron la misma convicción (Aquila y Priscila aprendieron a ayudar a otros—Ro. 16:3–5). [Page 108] El mensaje del misionero Cuando Silas y Timoteo vinieron lo ayudaron en la labor manual (2 Co. 11:9). Entonces tuvo tiempo para la palabra (1 Co. 9:16).

A. B. 1 Diosa

Pablo habla primeramente a los judíos—el testimonio fue rechazado (18:6) (comp. Ez. 33:8, 9). Después habló a los gentiles:

griega del amor y belleza, correspondiente a la romana Venus y a la semita Astarte.

191 a)

trabajó primero (18:11);

b)

vio resultados después (comp. 1 Co. 1:14; 16:5).

4.

Los riesgos del hombre de Dios

A.

La promesa de protección (vv. 9–10) (1 Co. 2:3).

B.

La promesa se cumple (vv. 12–13).

C.

Los acusadores derrotados (vv. 15–17).

“Después de estas cosas”, es decir de la actividad que había desarrollado y sus consecuencias, “Pablo salió de Atenas y fue a Corinto”, un viaje de aproximadamente 65 a 70 kilómetros. El orgullo y la inmoralidad que observa en el viaje y sus primeras impresiones de la gran ciudad lo hacen reflexionar mucho. Probablemente, es ésta la experiencia que posteriormente describe diciendo: “Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Co. 2:3–4). Los corintios se sientes fuertes con una bella ciudad que disfruta de un status político muy especial, y Pablo está humillado ante la tarea de tener que enfrentarlos con la cruz de Cristo.

1)

Pablo se relaciona con Aquila y Priscila Al llegar a Corinto, Pablo posiblemente es recibido por Estéfanas, pero no quiere abusar de su nuevo convertido y se hospeda definitivamente con Aquila y Priscila, un matrimonio con quienes traba una profunda amistad. Éstos son un modelo para las iglesias de aquellos días, y con su conducta fortalecen las enseñanzas [Page 109] de Pablo. Aquila había nacido en el Ponto, en la costa sur del Mar Negro (Euxino) y posteriormente había emigrado a Italia. En tiempos del emperador Claudio, se producen en Roma constantes enfrentamientos religiosos a causa del evangelio, por lo que el monarca opta por expulsar a los judíos de sus contornos. Entre estas expulsiones, hay algunas de judíos cristianos; tal es el caso del matrimonio de Priscila y Aquila (v. 2). Sabemos que comprometidos con el evangelio viajan posteriormente a Éfeso y tal vez a otros lugares (18:18, 19, 26; Ro. 16:3; 2 Ti. 4:19). Aquila y Priscila se ubican en Corinto, porque como capital de la provincia y centro de la administración militar, tienen allí abundante oportunidad para comerciar con el trabajo que realizan. La raza, la fe y el trabajo los une a Pablo y tal como lo dice el texto, “Pablo fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos” (v. 3), “pues el oficio de ellos era hacer tiendas”.2 Aunque Pablo tiene la convicción de que los creyentes deben sostener a sus enseñadores (1 Co. 9:11; Gá. 6:6), usa otra filosofía para su caso particular (comp. 20:24; 1 Co. 9:12; 2 Co. 12:13; 1 Ts. 2:9; 2 Ts. 3:8) quizás por tres razones: a) visitando las sinagogas quiere mantener el principio de los rabinos sobre el sostén de los enseñadores; b) quiere prevenir que la crítica de los judíos se una a la de los hermanos carnales (1 Co. 9:15; 2 Co. 11:7); y c) desea evitar ser una carga pesada para iglesias incipientes. Hoy se denomina “ministerio de fabricante de carpas” a los que manteniendo el principio de autosostén predican el evangelio, especialmente en aquellos países donde es difícil obtener visa para alguien en calidad de misionero. Aunque no le quedan muchas fuerzas durante la semana después de un trabajo tan pesado, “discutía en la sinagoga todos los [Page 110] días de reposo y persuadía a judíos y a griegos” (v. 4). Otro manuscrito dice: “Yendo a la sinagoga cada día de reposo, discutía introduciendo el nombre del Señor Jesús, persuadiendo no solamente a judíos, sino también a griegos”. Este posiblemente es un cambio en el método de Pablo, especialmente mientras espera a Silas y Timoteo. Cuando leen y estudian las Escrituras, Pablo inserta una reflexión oportuna sobre el nombre del Señor Jesús, con lo que obtiene resultados positivos porque muchos se persuadían (13:43; 19:8).

llamado de Pablo está relacionado con la principal manufactura de su provincia natal: el cilicio, que era un tejido preparado con cuero de liebre, usado para hacer carpas, cortinas, etc. Aunque el sentido etimológico de ske̅nopoios es fabricante de de tiendas (o carpas), su significado real en ese momento era talabartero. Como la enseñanza de los escribas y rabinos tenía que ser gratuita (por lo menos en teoría), tenían que ganar su sustento de otro modo y muchos sumaban el comercio al estudio y enseñanza de la ley, método recomendado por el Rabban Gamaliel III” (F.F. Bruce, pág 343).

2 “El

192 Esto continúa así por varias semanas hasta que “Silas y Timoteo vinieron de Macedonia” (v. 5). Silas vino de Filipos con otros hermanos (2 Co. 11:9), trayendo además de los saludos, una generosa ofrenda. La contribución no puede ser más oportuna porque libera a Pablo de la labor diaria, permitiéndole proseguir más de lleno en el ministerio de la palabra. Además, llega también Timoteo desde Tesalónica. Le trae información acerca de los sucesos en el seno de la iglesia (1 Ts. 2:14–16) y el consejo que necesita. La persecución ha continuado y se ha tornado más feroz aun (1 Ts. 3:6–7), pero la fe de los hermanos crece. Por otro lado, tal como ya lo hemos estudiado, la interpretación errónea sobre la venida del Señor dañó las relaciones políticas con las autoridades del imperio (17:7; 2 Ts. 2:2–3). Así que Pablo, habiendo abandonado la fabricación de carpas, “estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo” (v. 5). Durante un tiempo no encuentra dificultades, pero los judíos vigilan con preocupación el progreso del evangelio, hasta que el celo pudo más que la prudencia y se lanzan a una oposición abierta y despiadada (comp. 13:51; 22:22). Pablo les dice “sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles”. El dicho tomado del libro de Ezequiel muestra la responsabilidad completa de ellos asumida por la decisión de oponerse (Ez. 18:13; 33:4) (comp. Mt. 23:35; 27:25; Hch. 20:26).

2)

Pablo se dedica a los gentiles El v. 7 dice que Pablo “saliendo de allí [la sinagoga], se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga”. En esta corta frase, Lucas dice más de lo que [Page 111] leemos a simple vista. Dice que Pablo abandona la jurisdicción judía para entrar en casa de un gentil donde pueden ser alcanzados los que realmente están interesados. Justo es un ciudadano romano perteneciente a la colonia radicada en el lugar. Es “temeroso de Dios” (comp. 10:2) y gustoso de que su hogar sirva para la extensión del mensaje. Es notable que el primer creyente sea “Crispo, el principal de la sinagoga”, quien está a cargo de los servicios (13:15). Este “creyó en el Señor con toda su casa”, y siguiendo su ejemplo “muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados” (v. 8). Crispo juntamente con otros se cuentan entre los primeros corintios admitidos en la iglesia (1 Co. 1:14). La misión entre los gentiles comienza a tener fuerte arraigo. Dios aprueba la decisión de Pablo de dejar la sinagoga, dándole una visión en la cual el Señor Jesús le dice: “No temas, sino habla, y no calles” (comp. 9:10, 12; 10:3; 12:9; 16:9). Según el testimonio de Pablo (1 Co. 2:3), él llega a la ciudad “con debilidad y mucho temor y temblor”, pero ahora recibe una palabra de ánimo diciéndole: “Yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal” (v. 10). Además, con la confirmación “yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”, Pablo debe pensar que su ansiado retorno a Macedonia tiene que postergarse para concentrarse en las labores en Corinto. Pablo y sus compañeros dedican tanto tiempo discipulando, que esta iglesia se transforma en una de las más importantes plantadas por él. Sin embargo, no puede erradicar de su seno las consecuencias del orgullo, el disenso y la tolerancia a la inmoralidad que tan malos resultados le trae. Durante el año y medio que “se detuvo allí” (v. 11), Pablo extiende el mensaje al puerto de Cencreas y a otras partes de la provincia de Acaya (Ro. 16:1; 2 Co. 1:1). Además durante su estadía escribe las dos primeras cartas dirigidas a la iglesia en Tesalónica.

3)

Pablo se enfrenta con la oposición 12Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, 13diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley. 14Y al comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo [Page 112] os toleraría. 15Pero si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros; porque yo no quiero ser juez de estas cosas. 16Y los echó del tribunal. 17Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada se le daba de ello. (18:12–17) LA SITUACIÓN EN EL CAMPO DE LABOR 1.

La intolerancia religiosa (v. 12)

A.

La razón de la oposición a Pablo: simplemente “persuade” a la gente a adorar a Dios. Lo hace de modo distinto.

B.

El espíritu de antagonismo: Hablar y trabajar hasta provocar un espíritu de insurrección.

193 C.

Los medios utilizados para la rivalidad: La envidia que sustituye al argumento. El abuso cambia las condiciones legales.

2.

La sobriedad del magistrado romano (vv. 14, 15)

A.

No escucha argumentos falaces.

B.

Juzga que los temas religiosos no están bajo su jurisdicción.

3.

La represalia opositora (v. 17)

A.

Toma la justicia en sus manos: golpean a Sóstenes.

B.

La recompensa para el hombre conflictivo: Sóstenes había actuado primero contra Pablo y ahora el castigo es para él.

C.

El poder del evangelio: Sóstenes llega al conocimiento de la verdad y cambia su vida (1 Co. 1:2).

Acaya era una provincia senatorial gobernada por un procónsul que mantenía su mandato durante un año. Cuando se inició una nueva administración, los judíos creyeron que había llegado la oportunidad para ellos. El nuevo procónsul, hermano del filósofo Séneca, se llamaba Junio Anneo Galión y había iniciado su labor [Page 113] en julio del año 51 DC. Tenía cualidades de persona honrada y amable. Equivocando amabilidad por debilidad, los judíos piensan que pueden fácilmente ganar el favor del magistrado. Se levantan “de común acuerdo contra Pablo”, mostrando la feroz animosidad que por tanto tiempo los ha caracterizado. Mientras predica—posiblemente esta vez en la plaza pública—lo llevan “al tribunal”, ejerciendo la libertad que el imperio les concede. El tribunal era una plataforma en medio de la agora (plaza) frente a la residencia del procónsul y servía de foro para juzgar distintos casos.3 El término tribunal indica que puede haber acusadores y defensores en presencia de un nutrido auditorio. Los judíos, lejos de mostrar la astucia de los tesalonicenses (17:6–7), proponen un cargo ambiguo que no tiene ningún sentido político. ¿Cuál era la ofensa? “Este”, dijeron, “persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley”. Pero ¿a cuál ley se referían? ¿a la de Moisés o a la romana? En principio, el procónsul entiende que se refiere a la ley romana y por lo tanto le da a Pablo la oportunidad de defenderse, pero al “comenzar Pablo a hablar” descubre rápidamente que es un tema doméstico de la religión y suspende la audiencia. Galión no quiere ingresar en “cuestiones de palabras y de nombres, y de vuestra ley”, porque no debe ser “juez de estas cosas” (v. 15). Naturalmente la corte está llena de espectadores, que ven cómo arrestan a Pablo y lo siguen. La decisión de Galión les agrada y les da la oportunidad para manifestar la antipatía popular contra los judíos. De modo que cuando son expulsados del tribunal (v. 16), la multitud de curiosos gentiles “apoderándose de Sóstenes, principal de la sinagoga” (que evidentemente había reemplazado a Crispo) que [Page 114] es (comp. 1 Co. 1:1) quien encara la acusación, “le golpeaban delante del tribunal”. Galión no interviene porque está disgustado a causa del modo en que los judíos creen que se puede manipular la justicia romana. Los judíos invocan la ley romana, pero esa ley falla en contra de ellos. En consecuencia, Pablo no sólo está libre de posteriores acusaciones, sino que además gana la simpatía popular. De modo que el tiempo que se queda en el lugar, goza del amparo de la religio licita que conquista para el evangelio.4 Pablo “habiéndose detenido aun muchos días allí” (v. 18) recibe por intermedio del Imperio Romano la protección que el Señor le prometió.

4)

Pablo emprende el viaje de vuelta 18Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto. 19Y llegó a 3 El vocablo griego be̅ma, traducido aquí tribunal, significa en primera instancia un lugar donde asentar el pie (Hch. 7:5) y se lo utilizaba para indicar un lugar alto o plataforma a la cual se accedía por medio de escalones. La palabra llegó a ser utilizada con respecto a una tribuna. Dos de ellas se proveían en la corte de justicia (tribunales) de Grecia, una para el acusador y una para el defensor. Se la utiliza para el tribunal de un magistrado o gobernador romano (Mt. 27:19; Jn. 19:13; Hch. 12:21). En dos oportunidades la palabra se usa con respecto al tribunal divino ante el cual los creyentes han de comparecer (Ro. 14:10; 2 Co. 5:10) (W. E. Vine). 4 Religio licita: Cuando una religión adquiría el carácter de ser legalmente reconocida.

194

Éfeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía con los judíos, 20los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no accedió, 21sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso. 22Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia, y luego descendió a Antioquía. Durante aproximadamente tres años Pablo había evangelizado Macedonia y Acaya. Por razones particulares considera que su misión (al menos por esta oportunidad) está concluida. Lucas, que aún permanece en Filipos, sigue muy de cerca los movimientos de Pablo, cuya figura crece en admiración. A pesar de todo que el equipo (Pablo, Silas y Timoteo) abandona Corinto para ir a Siria, Lucas solamente menciona a Pablo, quien en el futuro ocupa el centro de la escena. Silas, que no se menciona más después de su relación con la segunda carta a los tesalonicenses, aparece de nuevo vinculado con Pedro (1 P. 5:12). [Page 115] Aquila y Priscila, que han sido los anfitriones de Pablo los dieciocho meses que estuvo en Corinto, también salen con él y lo acompañan hasta Éfeso. Este matrimonio se quedó allí unos dos años (1 Co. 16:19). Alrededor del año 56 DC vuelven a Roma (Ro. 16:3). Como ya lo había hecho en otras oportunidades (14:26; 15:35), después de tanto tiempo Pablo anhela informar a la iglesia en Antioquía las experiencias vividas y las decisiones tomadas, buscando consejo para el futuro. Lucas agrega un dato interesante pero sin ningún detalle explicativo: “habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto” (v. 18). Cencrea es el puerto oriental que sirve a Corinto. Nos unimos a los muchos sorprendidos por este dato. Aunque la construcción del texto puede admitir que fuera Aquila quien ha hecho voto, el sentido de la frase y su contexto hacen que sea Pablo el aludido. Además, tratándose del cabello, el voto tiene que ser nazareo (Nm. 6:2), en el cual también entran otros ingredientes. De todas las posibles causas del voto, la que nos parece más aceptable es la adoptada por J.R.W. Stott: “Tales votos se hacían ya sea por gratitud por bendiciones recibidas (tal como el cuidado de Pablo en Corinto) o como parte de una petición para bendiciones en el futuro (como el cuidado sobre Pablo para el viaje a realizar). Una vez que Pablo fue liberado de los intentos para ser justificado por la ley, su conciencia está libre para tomar parte en prácticas que, siendo ceremoniales o culturales, pertenecen a ’temas indiferentes’; tal vez en esta ocasión a fin de conciliarse con los líderes judeo–cristianos que entrevistaría en Jerusalén” (The Message of Acts, pág. 301). Aunque su destino es Antioquía de Siria, para el cumplimiento del voto debe visitar Jerusalén. El buque que aborda no hace el viaje directo a Cesarea, sino que fondea en Éfeso, donde se detiene por algún tiempo. Pablo aprovecha la oportunidad para vincularse con la capital de la provincia de Asia a la cual fue impedido de ir al comienzo de su viaje (16:6). Allí “entrando en la sinagoga discutía con los judíos” (v. 19). Aparentemente se forma un debate mucho más atractivo que en otras partes (comp. v. 4), tanto que “le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo” (v. 20). Pablo no acepta porque tiene que estar en Jerusalén para la fiesta próxima (Pascua o Pentecostés) y para [Page 116] dar por finalizado su voto. Con todo, les promete volver si “Dios quiere” (ver 21:14; comp. Stg. 4:15) en otra oportunidad, y zarpa de Éfeso (v. 21). “Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia”. La iglesia a que se refiere es seguramente Jerusalén, que estaba a unos 90 o 95 kilómetros del lugar. Los términos “subió” y “descendió” generalmente se utilizan para mostrar un viaje desde o hacia Jerusalén (8:26) (comp. Lc. 2:42; Jn. 12:20). Esta es la cuarta visita que Pablo efectúa a la ciudad después de su conversión. Pasa cierto tiempo con los hermanos, finaliza el período de su voto, y después “descendió a Antioquía”, dando por concluido su segundo viaje misionero.

195 [Page 117] CAPÍTULO 26

6. EL TERCER VIAJE MISIONERO (18:23–20:38) Antioquía de Siria se convierte en el centro de la evangelización gentil. Pablo vuelve a esa iglesia vez tras vez para informar a los hermanos y para alimentarse con la comunión ferviente. En este caso, pasa un tiempo fructífero en la iglesia que lo había encomendado y se prepara para salir nuevamente, en especial teniendo en cuenta su deseo de volver a Éfeso. Además, hay otra razón para volver a visitar las iglesias de Galacia. Para esos momentos ya Pablo tiene [Page 118] información acerca de la situación desconsoladora de algunas iglesias a causa del conflicto interno sobre la judaización. Algunos de la iglesia de Jerusalén no acatan la resolución del concilio (Hch. 15) y continúan su prédica en contra de la salvación de los gentiles únicamente por la fe. 23Y

después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos. 24Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. 26Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. 27Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; 28porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo. (18:23–28) Fue probablemente para mediados del año 53 DC que Pablo sale con sus compañeros para la tercera misión. Galacia es su primera escala. Pasa por Siria y Cilicia recorriendo el camino de los Puertos Cilicias hacia “la región de Galacia y de Frigia”. Significa que vuelve a visitar las iglesias de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe que ha fundado en el primer viaje (cap. 13 y 14) y ha discipulado durante su segunda gira (16:6). El trabajo principal fue “confirmando a todos los discípulos”. El significado de confirmar es “colocar un sostén” (14:22; 15:32, 41; Ro. 1:11; 1 Ts. 3:2). La idea principal es volver a traer evidencia bíblica para consolidar a los creyentes en la fe del evangelio (1 Ts. 3:13; 1 P. 5:10).

[Page 119] APOLOS 1.

Tiene un conocimiento profundo

Es poderoso en las Escrituras: A.

Sabe los hechos históricos.

B.

Discierne las bases doctrinales.

C.

Conoce los objetivos divinos.

2.

Tiene un poder efectivo de expresión

A.

Elocuente al hablar.

B.

Valiente en sostener su argumento.

C.

Dotado de medios de comunicación (voz, idioma, gestos).

3.

Tiene hermosas actitudes espirituales

A.

Auténtico.

B.

Dispuesto.

C.

Dócil.

4.

Tiene buena disposición para aprender

A.

Le llaman aparte—ética cristiana.

B.

Le señalan su falencia—la redención de Cristo.

196 C. 5.

Acepta su equivocación—“demuestra que Jesús es el Cristo” (28).

Tiene nuevas razones para seguir viaje Habiendo oído de los triunfos de Pablo, quiere ahora discipular a los nuevos (1 Co. 1:12; 3:6).

A. Apolos en Éfeso Previo al arribo de Pablo a Éfeso, había estado un varón judío de Alejandría (v. 24). Lucas se detiene para destacar algunas características relevantes sobre él: Primero dice que es “poderoso en las Escrituras”. Alejandría tiene mucha población hebrea y ha sido un centro de estudio y producción de las Sagradas Escrituras. No olvidemos que dos siglos antes de Cristo, en esta ciudad se había preparado la Septuaginta (versión griega del AT). Segundo, dice que es “varón elocuente”, hombre entendido y sabio expositor, posiblemente educado en el sistema alegórico de interpretar las Escrituras, [Page 120] según había “sido instruido en el camino del Señor”. Tercero, dice que es “fervoroso” (lleno de entusiasmo) y que enseña “diligentemente lo concerniente al Señor”, quizás la profecía con respecto a la venida del Señor, y su vida en tierra de Palestina. Cuarto, con claridad Lucas señala que “solamente conocía el bautismo de Juan”. Este dato muestra que Apolos había sido educado en una escuela de pensamiento distinta a la de Lucas, pues aunque conocía la historia de Jesús, ignoraba el epílogo que había dado por terminado el bautismo de Juan (1:5). Cuando “comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga”, Priscila (que se menciona antes que su marido) y Aquila (Ro. 16:3; 2 Ti. 4:19) descubren rápidamente que su enseñanza es defectuosa. Le invitan a estar a solas en un lugar “aparte”, posiblemente su casa, y allí “le expusieron más exactamente el camino de Dios”. Estos hermanos no le interrumpen en forma pública ni lo condenan como enseñador de “mala doctrina”; simplemente usan de sana ética cristiana y en privado le explican las cosas que necesitan ajuste. Usando prudencia, Lucas tampoco nos explica cuáles son las doctrinas que necesitan ser corregidas. “Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron” porque ahora está preparado para un ministerio profundo; “y escribieron a los discípulos que le recibiesen”. Apolos es de gran bendición a la iglesia en Corinto (vv. 27, 28; 1 Co. 3:6) porque utilizando su conocimiento del AT y su capacidad retórica, estimula “a los que por la gracia” han creído. Además, “con gran vehemencia” refuta “públicamente a los judíos”, es decir destruye sus argumentos opositores haciéndolos polvo, “demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo”. Este ministerio hace una impresión tal sobre los cristianos de Corinto que muchos se encolumnan detrás de él proclamándolo su maestro (1 Co. 1:12). Los primeros cuatro capítulos de 1 Corintios demuestran el aprecio que el apóstol tenía por el generoso ministerio de Apolos “regando” lo que Pablo había “plantado” (3:6).

B. Pablo llega a Éfeso (19:1–7) 1Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo [Page 121] cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. 3Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. 5Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7Eran por todos unos doce hombres. PABLO EN ÉFESO 1.

Las dificultades que enfrenta. Dos obstáculos clásicos:

A.

El judaísmo—constante, fijo, tradicional.

B.

El paganismo—inconstante, variado, circunstancial. El pueblo tiene sus principios

a.

practica la magia

197 b.

tiene su orgullo nacional (Diana)

c.

los intereses gobiernan la ley

2.

Las preparaciones para la introducción del evangelio La ciudad ha oído ya el mensaje por los discípulos de Juan. Éstos hacen para Pablo lo que el bautista hizo para Jesús. El apóstol predica a Cristo (vv. 4–5).

3.

Los tipos de labores apostólicas

A.

Predica y discute con los judíos (v. 8).

B.

Enseña cada día en lo de Tiranno (v. 9).

C.

Extiende el mensaje por toda la provincia (v. 10).

D.

Enfrenta vigorosamente al demonio (vv. 11–18).

E.

Pastorea a los hermanos de las iglesias (cap. 20).

4.

Los resultados que siguieron Se establece una iglesia poderosa; es una de las más vigorosas del NT:

A.

Es grande—muchos pastores.

B.

Es presbiteriana—gobernada por ancianos.

C.

Es doctrinal—cristocéntrica.

[Page 122] Pablo había prometido visitar Éfeso. De modo que una vez finalizada la actividad en las iglesias de Galacia, se dirige a la capital de la provincia. En lugar de viajar por la ruta principal que pasaba por Laodicea bordeando los valles de los ríos Lyco y Meandro, lo hace por otro lado en la parte superior de la provincia, una ruta que desde la ciudad de Apameia lo lleva directo a Éfeso.1 Éfeso no solamente es la capital de la provincia de Asia, sino que además es la ciudad más importante del Asia Menor. Su situación geográfica y la actividad portuaria le proporciona un enorme comercio. Éfeso es el punto terminal de la ruta comercial desde y hacia el Éufrates. Además, es famosa por su literatura y su arte, habiendo dado hombres prominentes en cultura y filosofía. Quizás su principal gloria para el momento histórico que estudiamos lo constituya el templo de Artemis con su diosa Diana, de lo cual nos ocuparemos más adelante. Cuando Pablo llega se hospeda en casa de Aquila y Priscila, quienes habían quedado en Éfeso cuando Pablo volvió para Jerusalén (18:19). Estos posiblemente continúan con sus labores seculares de fabricar carpas sin descuidar el ministerio espiritual (comp. 20:34; 1 Co. 4:12). En verdad el matrimonio no ha estado ocioso según se desprende de la experiencia con Apolos (18:26). Por el modo en que Pablo inicia sus trabajos, deducimos que sabe lo sucedido con Apolos. Le parece que es mejor eliminar cualquier foco de disensión antes de comenzar a predicar. Hay una pequeña secta con doctrina similar a la de Apolos—aunque no igual—que [Page 123] no conoce la obra del Señor Jesús, y es a ellos a quienes se dedica en primer lugar.

1)

El encuentro con los discípulos de Juan Lucas dice que Pablo “vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos” (v. 1) quiere catequizarlos haciéndoles algunas preguntas que el escritor añade en forma de diálogo. “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” Estos hombres habían sido bautizados en el bautismo de Juan para arrepentimiento, pero ignoran acerca del bautismo de Espíritu que viene al creer en el Señor Jesús, por tanto no conocen la abundante gracia que proviene de esa fuente. La respuesta a la pregunta es: “Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”. Evi1A

esta ciudad se la llamaba “Luz del Asia”. Era asiento del procónsul imperial y centro de la confederación denominada el Asiarcado. Hasta donde le fuera posible, Roma quiso siempre mantener la autonomía religiosa de los pueblos para compatibilizar las expectativas imperiales. Un ejemplo lo constituía la organización de las ciudades de cada provincia en una confederación o comunidad. Éstas eran principalmente de carácter religioso y propugnaban establecer la adoración al emperador, erigiendo templos en su honor. Cada ciudad tenía su templo, su sacerdocio y el sumo sacerdote provincial, es decir “las autoridades” (19:31), cuya función principal era la supervisión del culto al emperador en toda la provincia. Presidía los festivales y los juegos. Éfeso era asiento de un colegio de Asiarcas.

198 dentemente, el maestro de estos doce discípulos tampoco había profundizado en el incidente del bautismo del Señor Jesús donde el Espíritu Santo había tenido un lugar tan prominente (Mt. 3:11, 16). Pablo les formula, entonces, la segunda pregunta: “¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan” (v. 3) (comp. 1:5; 11:16; 13:24). Pablo conoce la relación entre la recepción del Espíritu y el bautismo (2:38), de modo que es pertinente la pregunta. Si conocen la doctrina del bautismo de Juan, es lógico que la sepan completa, incluyendo la venida de quien bautizaría con Espíritu Santo y fuego. Vista la ignorancia que tienen sobre el tema y sobre la salvación en el Señor Jesús, Pablo inicia su explicación mostrando el carácter preparatorio del bautismo de Juan “diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo” (v. 4). Juan indicó a sus seguidores que creyeran en Cristo (Jn. 1:26; 3:28). Pero los hombres que vemos ahora son muy pobres conocedores de su maestro e ignorantes del Señor Jesús. Viven aún las expectativas del AT que culminaron con la venida de Juan (Mal. 3:1–2), pero no saben cuál es el verdadero epílogo de esa historia. Una vez que debido a las explicaciones de Pablo comprenden la obra de Jesús y la aceptan en sus corazones, tienen la confirmación de todo lo que Juan ha enseñado. Se sujetan bajo la autoridad del Señor Jesús, bautizándose en su nombre (comp. 2:38–39). “Habiéndoles [Pablo] impuesto las manos” para aprobar lo que sucedía y para sujetar al grupo a la iglesia ya constituida [Page 124] (ver 8:15), “vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” (v. 6).2 Aunque las formas con respecto a las experiencias de la conversión que hemos visto hasta el presente, varían de acuerdo a las circunstancias y el lugar, hay algunos principios básicos que son comunes. Primero, el arrepentimiento de la vida pasada (2:38; 3:19; 5:31; 17:30; 22:16). Hay casos en que Lucas lo menciona y hay otros que son evidentes del texto como el de Antioquía de Siria (11:20–23). Segundo, “recibir al Señor” o “venir al Señor” (8:12; 11:17; 16:30, 31), algunas veces unido a lo anterior. Tercero, ser bautizado y el don del Espíritu Santo, algunas veces mencionado en este orden y otras no. Con respecto a la imposición de manos, la glosolalia (hablar en lenguas) y la profetización solamente se mencionan en algunos casos. En Samaria está la primera, pero no la segunda (8:17); en casa de Cornelio la segunda (hablar en lenguas) pero no la primera (10:44; 11:19); en Éfeso, las dos. En estos casos, a nuestro entender, la imposición de manos apostólicas significa la necesidad de que el grupo se sujete a la autoridad de la iglesia para mantener la cohesión del cuerpo de Cristo.

2)

El ministerio en la sinagoga (19:8–10) 8Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. 10Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. [Page 125] LA PREDICACIÓN DE PABLO Acompañada de:

2 Aquí,

1.

Proclamación valiente (v. 8)

A.

El modo de su predicación

a)

con denuedo (4:31; comp. 2 Co. 7:4; Fil. 1:14).

b)

con lógica (18:19; 28:23; Jud. 3).

B.

El rechazo al mensaje

a)

por ser duros de corazón (Ex. 8:15; comp. 2 Ti. 1:15).

b)

por ser blasfemos (v. 9; 28:22; 2 P. 2:2)

C.

La extensión de la predicación (v. 10)

a)

es paciente

b)

es efectiva

como en 8:15, el Espíritu es dado después del bautismo y con la imposición de las manos apostólicas. La venida del Espíritu está acompañada como en 2:4; 10:44 por glosolalia y profecía (profetización aquí y magnificar a Dios en 2:11; 10:46). En la enseñanza de Pablo, el Espíritu es el dador de los dones sobrenaturales (1 Co. 12:8; Gá. 5:22) (F.F. Bruce - pág. 355).

199 c)

tiene objetivos

2.

Sanidad extraordinaria (v. 11)

A.

Quita enfermedades (5:16).

B.

Expulsa demonios (16:18).

C.

Enfrenta al enemigo (vv. 19–20; comp. Dt. 18:20).

D.

Se salvan muchas almas (v. 20).

3.

Enfrentamiento gigantesco (vv. 23–41) ¿Por qué?

A.

Por la conmoción que produce el cambio del estilo de vida (v. 26).

B.

Por la reacción dispar algunos creyeron y otros no se interesaron.

C.

Por los intereses materiales que rodean a la religión (v. 25).

D.

Por la ceguera del corazón y falta de compromiso de Galión (vv. 40–41).

Pablo inicia su ministerio en Éfeso siguiendo su método acostumbrado. Se dirige primeramente a los judíos hablando “con denuedo por espacio de tres meses”. Trata de persuadirlos de que las Escrituras del AT sobre el reino de Dios habían comenzado a [Page 126] tener cumplimiento con la venida del Señor Jesús (1:3; 8:12; 20:25). Aunque conocen a Pablo porque ya los había visitado (18:19), algunos se endurecen (se obstinan) y contradicen “no creyendo”, tal como ya ha sucedido en Corinto (18:6). Además al quebrarse la tolerancia ridiculizan a los cristianos “maldiciendo el Camino” (ver 9:2), como denominaban a los seguidores de Cristo (19:23; 22:4; 24:14, 22) por ser el cristianismo un estilo de vida muy singular (Mt. 7:13–14). En vista de eso, “se apartó Pablo de ellos” con sus discípulos y transfirió su predicación a un lugar de conferencias perteneciente a un tal Tiranno (quizás un enseñador de filosofía o retórica). Según algunos manuscritos este lugar estaba disponible desde aproximadamente el mediodía hasta la noche. “Así continuó por espacio de dos años”, manteniendo un evangelismo de diálogo con los gentiles “de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús” (v. 10). Pablo siente vivo deseo por alcanzar al Asia con el evangelio (16:6) y finalmente el Señor se lo concede. Pero debe sufrir severas oposiciones (1 Co. 15:32) y como consecuencia, fuerte tribulación (2 Co. 1:8–10). Pero no podemos ignorar los resultados porque aparecen iglesias en Colosas, Hierápolis, Laodicea (Col. 4:13) y en muchos lugares más no mencionados en los Hechos o las epístolas (Ro. 16:4; 1 Co. 16:19; 2 Co. 8:1). Fueron la consecuencia de utilizar los centros para predicar y el sistema de diálogo (discusión) para arraigar el mensaje.

3)

El enfrentamiento con los poderes diabólicos (19:11–20). 11Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, 12de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. 13Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 14Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 15Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. 17Y esto [Page 127] fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús. 18Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. 19Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. 20Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. El extraordinario progreso del evangelio anima mucho al pueblo y acrecienta la credibilidad de Pablo, máxime cuando Dios comienza a hacer “milagros extraordinarios” (gr. tycon, que significa no comunes u

200 ordinarios) “por mano de Pablo” (comp. 28:8–10). Este dato demuestra que lo que viene a continuación es una excepción en la vida de la iglesia. En efecto, dado que Éfeso es la cuna de la magia oriental, es extremadamente supersticiosa. Está atestada de predicadores que dicen expulsar enfermedades por medio de la magia. La teoría que prevalece es que todos los males se deben a una posesión demoníaca y la cura depende de la expulsión del espíritu malo. Dios utiliza un modo singular para vencer con el evangelio la situación sombría que por primera vez se le presenta a Pablo. El ministerio utiliza sus capacidades de apóstol de Jesucristo (2 Co. 12:12), así como anteriormente lo había hecho Pedro (5:15). Lo hace de un modo prudente, pero la gente lo cree un personaje tal “que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales”, es decir sudarios y delantales que el apóstol utilizaba en su trabajo secular (20:34). Lucas dice que “las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían”. La superstición tiene su correctivo respectivo. Pablo, verdadero discípulo de Cristo, tiene resultados genuinos. No así los que practicaban la superstición. La diferencia entre Pablo y los adeptos paganos queda clara con lo que sucede a continuación. Los magos, reconociendo la potencia del nombre de Jesús, la utilizan para sus encantamientos y exorcismos como frase mágica (onomasticon sacrum). En ese momento hay en Éfeso “algunos de los judíos, exorcistas ambulantes”, hermanos entre sí, que practican la magia negra. Son hijos de un “jefe de los sacerdotes” o quizás de una persona perteneciente a la familia de sacerdotes. Éstos procuran [Page 128] hacer uso del poder de Dios para sus artes, invocando el nombre del Señor Jesús sobre los que tienen espíritus malos. Para provecho propio quieren—como Simón en Samaria (8:18–19)—hacer una combinación de los poderes diabólicos con el nombre de Jesucristo, pero les va muy mal. Una persona, que se conduce como un loco, es interceptada por los hijos de Esceva (quizás dos de los siete, como dicen algunas versiones), quienes abandonando los prejuicios judíos sobre el nombre de Jesús lo invocan para “sanar” al poseído. “Respondiendo el espíritu malo dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros ¿quiénes sois?” La irritación del enemigo es de una magnitud tal que se entabla una lucha encarnizada que concluye con la victoria del endemoniado, que salta sobre ellos y los domina, hasta que “huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (v. 16). Este caso demuestra que a pesar de que hay todo poder en el nombre de Jesús (3:6, 16; 4:10–12), no todos están autorizados a invocarlo sino aquellos sobre quienes él tiene señorío. El incidente es saludable porque al ser “notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; tuvieron temor todos ellos y era magnificado el nombre del Señor Jesús” (v. 17). La deducción de la gente no es que los magos han fracasado sino que la magia ha perdido valor y es inoperante frente al poder que Pablo predica. Los escritos de la magia denominados “libros efesios” (o grammata) entran en descrédito y “muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos”. Al parecer, son creyentes que aún están ocupados en prácticas ocultas condenadas por el Señor. Se sienten culpables de no haber entronizado a Cristo el Señor y de haberse entretenido con la superstición. Los libros donde se explicaban las prácticas secretas son quemados “delante de todos”, produciendo una impresionante conmoción al ver valiosos papiros y pergaminos devorados por las llamas. Lucas agrega el precio estimado que algunos hicieron de lo incinerado y “hallaron que era cincuenta mil piezas de plata” (dracmas).3 Esto es una evidencia del arraigo que el evangelio tiene [Page 129] en la ciudad cuya conquista es más importante que lo que nosotros podemos imaginar. En la metrópolis de Asia las buenas nuevas de la visitación divina rápidamente se extienden por toda la provincia: “así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor” (19:10, 26; 1 Co. 16:19) (comp. 6:7; 12:24; 16:5; 28:31).

Reflexión Hace pocos años era casi incomprensible para nosotros—con mentalidad occidental—la operación de los demonios y de los poderes satánicos. Parecía ser del siglo I. Hoy el satanismo avanza de muchas formas y alcanza a todas la capas sociales. Desde la aparición de la “iglesia de Satanás” hasta el presente, son miles las sectas que combinando prácticas afroasiáticas con dogmas de otras religiones, se implantan en América Latina. Las pocas que conocemos, como vudú, macumba o umbanda, mezclan sus hechicerías con la pobreza creciente del pueblo, produciendo un caos espiritual profundo. El reino de las tinieblas desafía a los cristianos a una revisión de los principios sobre santidad y a una entrega incondicional a Cristo, tomando como base la enseñanza que surge de las experiencias de Éfeso (comp. Ef. 1:19–23; 3:20; 5:11; 6:11, 12).

4)

Pablo tiene nuevos planes (19:21–22) 3 La

dracma era aproximadamente igual al denario, y éste representaba por lo general el salario diario de un jornalero.

201 21Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma. 22Y enviando a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto, él se quedó por algún tiempo en Asia.

“Pasadas estas cosas”, las que acabamos de comentar, “Pablo se propuso en espíritu ir a Jerusalén” y posteriormente “ver también a Roma”. Es la primera vez que el apóstol menciona un itinerario futuro en el cual incluye Roma. Parece que todo lo hecho no le satisface totalmente. Sabe con claridad que Roma es el centro estratégico en el mundo del imperio, y que desde las carreteras de la capital pueden salir delegaciones evangelísticas, así como lo hacen de otra naturaleza, hasta alcanzar los lugares más remotos. Está seguro de que si el evangelio ingresa en ese lugar (Ro. 1:11–15; 15:23), muy pronto todo el imperio conocerá a Jesucristo. [Page 130] Pese a que lo siente íntimamente quizás “en espíritu” debe ser “en el Espíritu” (comp. 20:22), el plan se dilata. En principio no pudo ir a Jerusalén y debe “quedarse por algún tiempo en Asia” (v. 22). Durante el tiempo que permanece en Éfeso, está bastante ocupado y tiene varios ayudantes. Timoteo a quien vemos por última vez en Corinto (18:5), había llegado a Éfeso y lo vuelve a enviar a Corinto (1 Co. 4:17; 16:10) con la misión de preparar su camino. Es posible que dadas las condiciones internas de la iglesia y las noticias que recibe, Timoteo (de quien no hemos tenido noticias desde 18:5) y Erasto (un creyente de Corinto) hayan llevado una carta (1 Co. 5:9), perdida en la actualidad, con algunas advertencias.4 Además estos hermanos deben preparar el ambiente para levantar la ofrenda que Pablo se propone recoger para los hermanos pobres de Judea (24:17; 1 Co. 16:1–8; 2 Co. 8 y 9). Entre tanto, “se quedó por algún tiempo en Asia”, en Éfeso mismo, porque Dios había “abierto puerta grande y eficaz” (1 Co. 16:9), a pesar de los muchos adversarios. Tanto la oportunidad para predicar como la oposición hacen necesaria la decisión de quedarse.

e. El alboroto en Éfeso (19:23–35) 23Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. 24Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; 25a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 26pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero. 28Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los [Page 131] efesios! 29Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. 30Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. 31También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el teatro. 32Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido. 33Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. 34Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios! 35Entonces el escribano, cuando había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? De la lectura del incidente, observamos tres etapas importantes. La primera referida al origen de la convulsión. La disputa no tiene su génesis en temas éticos o doctrinales, sino económicos. Demetrio, principal entre los plateros, ve el derrumbe financiero que se avecina si la gente cree el dicho de Pablo “que no son dioses los que se hacen con las manos” (comp. Is. 42:9–19). Pero para que el argumento tenga fuerza popular debe estar vestido con un ropaje de sentimiento religioso. Demetrio, entonces, argumenta que de seguir así las cosas, puede ser estimado en nada “el templo de la gran diosa Diana” (v. 27).5 De manera sutil, el argumento principal (que es el económico) llega a ser secundario al ponerle delante otros dos: a) que [Page 132] el templo pierda su prestigio y b) que “comience a ser destruida la majestad de 4 Según

algunos eruditos, 2 Co. 6:14–7:1 es un fragmento de esa carta. de los efesios” es Artemis en griego. Los templos de plata (19:24) eran pequeños santuarios que contenían una imagen de Artemis tal como la imaginaban los asiáticos. Ésta era una combinación de la virgen diosa griega con muchos pechos y la diosa luna semítica llamada Astoret. Para los efesios, Artemis era la gran madre nodriza de los dioses, hombres, animales y plantas. Era la patrona de los instintos sexuales. Su imagen, en lugar de ser artísticamente hermosa como las de los griegos, era fea. La adoración especial se centraba en la gran imagen en Éfeso”. (Merrill C. Tenney, Pictorial Bible Dictionary, pág. 216.) 5 “Diana

202 aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero”. Con estos argumentos Demetrio logra incentivar al pueblo para levantarse en defensa del patrimonio religioso, aunque lo principal fuera su fuente de enriquecimiento. Se inicia entonces la segunda etapa. La gente que se reúne para oír al platero, furiosa del anuncio, corre posiblemente a la calle principal de Éfeso produciendo una concentración numerosa en defensa de la diosa. Otros también lo hacen con otros propósitos. Por la manera en que ocurren los hechos la gente está completamente confundida. Los más exaltados corriendo hacia el teatro arriban con Gayo y Aristarco, posiblemente culpándolos de complicidad con Pablo. Por expresa advertencia de los discípulos y aun de las autoridades de Asia (asiarcas) que eran sus amigos, Pablo no fue al teatro (vv. 30, 31). Estos ciudadanos ilustres eran miembros destacados del consejo provincial de Asia. Es muy difícil describir cómo habría de terminar todo si tomamos en cuenta que “unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa” (v. 32), y la mayoría no sabe para qué se han reunido. Los judíos—posiblemente deseosos de diferenciarse de los cristianos—tratan de que un tal Alejandro les haga de vocero (v. 33), pero la multitud—que no tiene capacidad para distinguirlos cuando descubren que es judío—lo descarta y todos “a una voz casi por dos horas gritan: ¡Grande es Diana de los efesios!” (v. 34). 36Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente. 37Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. 38Que si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. 39Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. 40Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. 41Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.

[Page 133] Llegamos así a la tercera etapa de la situación. El escribano—un magistrado relacionado con el orden jurídico de la ciudad, que es oriundo de ella—les habla procurando restablecer el orden del cual es responsable. Primero apacigua a la multitud y después les dirige un discurso en el que clarifica cosas. Comienza asegurándoles que todo el mundo sabe que Éfeso es la guardiana del templo “de la gran diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter”. En consecuencia, el culto a ella no estaba en peligro (vv. 35–36). Después, les censura el apresuramiento en atrapar a Gayo y Aristarco, “sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa” (v. 37). Es decir, no pueden probar que hayan robado del templo ni hablado contra la diosa. Otro tema que aborda es la posición de los plateros, mostrándoles que son conocedores de las leyes vigentes. Procurando separar la causa particular de un asunto popular, les señala el camino legal para dirimir el pleito, sea en audiencia privada o en audiencia pública. Esta última referida posiblemente al concilio de la ciudad que se reunía tres veces al mes. Finalmente, el escribano les muestra lo grave del suceso. Por lo que han hecho pueden ser “acusados de sedición” (comp. Lc. 23:4) sin que tengan cómo explicarse o justificarse. Estas palabras son decisivas y todos vuelven a sus casas.

Reflexión Por varias razones nos hemos detenido en el relato de Lucas. La primera es el cuidado del escritor en destacar que el Imperio Romano no tenía aversión contra el evangelio, sino que trata de ayudarlo mostrando neutralidad. Tanto el procónsul Galión (18:12–17) en Corinto, como ahora el escribano en Éfeso tratan de mantener el orden. La segunda razón es la importancia de que hombres equilibrados intervengan en los momentos de crisis, como consejeros de los siervos de Dios (vv. 30–31) y como apaciguadores de personas descontroladas (v. 36). Una tercera razón nace del sistema utilizado por Pablo para implantar el evangelio. Ya vimos que discutía en la sinagoga y “persuadía” a griegos y a judíos (18:4). También notamos que los adversarios observan que aparta “a muchas gentes con persuasión” (19:26) porque presenta el evangelio con claridad, afectando en cada caso la situación o condición de su auditorio. [Page 134] Trata de comprometer a sus oyentes con el evangelio, poniendo argumentos persuasivos y decisivos. Esto lo hace por tiempos prolongados (18:11, 18; 19:8, 10, 22) para ayudar a los primeros convertidos y afianzarlos frente a la oposición. Además dedica muchas horas al ministerio.

203 [Page 135] CAPÍTULO 27

C. Pablo visita Macedonia y Grecia (20:1–6) 1Después que cesó el alboroto, llamó Pablo a los discípulos, y habiéndolos exhortado y abrazado, se despidió y salió para ir a Macedonia. 2Y después de recorrer aquellas regiones, y de exhortarles con abundancia de palabras, llegó a Grecia. 3Después de haber estado allí tres meses, y siéndole puestas asechanzas por los judíos para cuando se embarcase por Siria, tomó la decisión de volver por Macedonia. 4Y le acompañaron hasta Asia, Sópater de Berea, Aristarco y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo. 5Estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas. 6Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos, y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días. Al finalizar el alboroto, la gente se tranquiliza pero la hostilidad contra Pablo prevalece. Las condiciones para continuar se vuelven insostenibles, de modo que el apóstol decide marcharse. Por la misericordia de Dios y la ayuda de sus amigos, escapa de la ciudad y se lanza al mar. Antes de hacerlo tiene una reunión privada con los discípulos a quienes anima y de quienes se despide. El estímulo toma la forma de exhortación similar a la que acostumbra a dar en los lugares visitados y que veremos más adelante (20:17). El propósito de su visita a Macedonia es estimular la recolección de una ofrenda para ayudar a los miembros necesitados de la iglesia en Jerusalén (comp. 1 Co. 16:1–3; 2 Co. 8:1– 9:15; Ro. 15:25–27). No tenemos conocimiento de la ruta exacta que navega. Algunos creen que aborda un barco costero hasta Troas y allí sube a otro. Esta escala hubiera permitido contactarse con Tito [Page 136] en Troas pero no lo halla (2 Co. 2:12–13). De modo que, no teniendo tranquilidad para quedarse, decide seguir hasta Macedonia para reunirse con Timoteo y Erasto que lo han precedido (19:22). De Troas navega con seguridad a Neápolis y desde allí a Filipos. El v. 2 indica que recorrió “aquellas regiones”, lo cual muestra que pasó varios meses volviendo a animar a los hermanos de las iglesias que había fundado en su viaje anterior. Entre ellas sobresalen Filipos, Berea y Tesalónica. Nos imaginamos lo agradable de estos encuentros y lo sedientos que están los creyentes de recibir la “abundancia de palabra” de exhortación. Durante esta gira se encuentra con Tito (2 Co. 7:5–16) y con la controversia interna que generaba “temores”. Nada anima más que la misma Palabra de Dios leída, explicada y experimentada. Palabra transmitida en calidad de mensaje ético que forma las mentes y muestra la aprobación de Dios en lo que hacemos o experimentamos (15:41; 18:23). Hay probabilidades de que durante este período Pablo haya viajado hasta Ilírico en el mar Adriático (comp. Ro. 15:19) procurando extender el evangelio. Por último, llega a “Grecia”, nombre utilizado popularmente como sinónimo de Acaya, la principal provincia romana (18:12; 1 Co. 16:15; 2 Co. 9:2). Aquí, seguramente en Corinto, se queda por “tres meses” (v. 3). Aunque Lucas no lo dice, la actividad de Pablo es muy intensa. Desde su primera visita, muchas cosas han sucedido en la relación con los corintios. Les había escrito varias cartas y había realizado una posible visita privada (2 Co. 2:1) para tratar temas de preocupación para Pablo. De modo que ahora tienen bastantes asuntos que debatir, incluyendo la manera de recoger una ofrenda generosa para las iglesias de Judea (1 Co. 16:1–4). Desde Corinto, Pablo pudo ver con claridad el panorama que se presenta para las iglesias establecidas y el futuro misionero. Es desde este lugar que escribe la epístola a los Romanos, mostrando sus postulados teológicos y su inquietud por llevar el evangelio hasta el fin del mundo. Habiendo pasado el invierno y concluido su propósito, Pablo se prepara a fin de embarcar “para Siria” (v. 3), en su deseo de estar en Jerusalén para la Pascua. Un barco a punto de partir pudo haberlo llevado en forma directa como en su primera visita (18:18), pero cuando está listo para embarcar oye que los judíos han armado un [Page 137] complot contra su vida “para cuando se embarcase”. Seguramente el buque estaba cargado de peregrinos judíos que se disponen a asistir a la fiesta. Son ferozmente hostiles a Pablo y les sería fácil hallar la oportunidad para matarlo y arrojar su cuerpo al mar. Entonces decide “volver por Macedonia” (v. 3). A Pablo le agrada trabajar en equipo y ama la compañía de hombres valientes que preparados por Dios hicieron con él el ministerio. En consecuencia, aunque todos siguen el mismo plan, las circunstancias los separan momentáneamente. Por lo que señala el texto, sus compañeros macedónicos (Sosípater—Ro. 16:21—, Aristarco y Segundo), los dos de Galacia (Gayo de Derbe—19:29—y Timoteo) y los dos de Asia (Tíquico y Trófimo—este último de Éfeso según v. 4; 21:29; 2 Ti. 4:20), se embarcaron, pero él no. Con seguridad Lucas

204 agrega estos nombres y sus distintas procedencias, no sólo para identificarlos, sino especialmente para mostrar cómo Pablo prepara discípulos de las distintas regiones que evangeliza. Además, se ejercitó para que su equipo sea numeroso y adiestrado para la convivencia transcultural. Notemos también que los hermanos de Galacia habían sido ganados en su primer viaje, los de Berea y Tesalónica en el segundo viaje y los de Éfeso durante el tercero que está realizando, mostrando objetivos idénticos. El grupo se divide aquí en dos: “estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas” (v. 5). Aquí se inicia otra de las secciones en las que se incluye el escritor: “Y nosotros [Pablo y Lucas]… navegamos de Filipos”. Sin ser advertidos abandonan Corinto y comienzan a caminar el fatigoso trayecto a Macedonia. Basta mirar un mapa sobre el terreno para confirmar las enormes dificultades que encararon en la ruta. Lucas que había quedado en Filipos reaparece ahora, quizás como representante de esa generosa iglesia. “Pasados los días de los panes sin levadura” con los que comenzaba la pascua (12:3) y que duraban una semana, navegan “de Filipos” (seguramente desde Neápolis, 16:11) y en cinco días se reúnen “con ellos en Troas” donde se quedaron “siete días” (v. 6). Cabe destacar que todos estos viajes son muy agotadores. Como ejemplo, digamos que el cruce desde Neápolis a Troas llevaba aproximadamente cuatro días completos. [Page 138] D. Una semana en Troas (20:7–11) 7El

primer día de la semana reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. 8Y había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos; 9y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. 10Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo. 11Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió. 12Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.

MISIÓN Y COMUNIÓN 1. A.

La misión abrazada por varios (v. 4) Pablo planta iglesias, las ordena, prepara obreros y los desafía.

B.

Pablo genera centros de influencia evangélica.

2.

El primer día de la semana (v. 7)

A.

Día de reunión.

B.

Día de adoración.

C.

Día de enseñanza.

3.

El modo de generar comunión (v. 11)

A.

Gran gozo espiritual.

B.

Creciente estímulo entre personas.

C.

Mantener una reunión informal.

D.

Explicar el propósito de Dios.

4.

Los inconvenientes a tener en cuenta

A.

El oyente distraído—“sentado en la ventana”.

B.

El ambiente intoxicado—“muchas lámparas”.

C.

El recinto pequeño—“aposento alto”.

D.

El predicador demasiado extenso—“Pablo disertaba largamente”.

205 [Page 139] Pablo no es un extraño en Troas. La había visitado ya dos veces y una considerable cantidad de creyentes está gustosa en oírle. Se queda con ellos una semana. El último día, antes de marcharse es “el primer día después del sábado” (gr. sabbaton), convertido “en el primer día de la semana”. Ésta es la primera referencia definida que poseemos del día en que los cristianos se reúnen para la adoración (1 Co. 16:2) que Lucas denomina “para partir el pan” (2:42). Por lo que el pasaje describe, la frase incluye la comida comunitaria juntamente con la celebración del recuerdo de la muerte y resurrección del Señor Jesús. Pablo emplea la reunión de la iglesia para enseñar a los hermanos. Más que un monólogo de púlpito, esta disertación es una conversación animada entre todos. El verbo dialegomai que Lucas emplea en los vv. 7 y 9 describe más vale un cambio de ideas o quizás, disipación de dudas en forma de diálogo por medio de preguntas y respuestas. Como Pablo había “de salir al día siguiente; alargó el discurso hasta la medianoche” (v. 7). Lucas que está presente pudo notar algunos detalles funcionales. Primero, que el encuentro es el domingo de tarde, y segundo que se realiza en el tercer piso de una casa particular (vv. 8, 9). Otro detalle es que “había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos”, que por una parte eran imprescindibles para darles luz y por otra, intoxicantes para la atmósfera con tantas personas presentes. Lucas también observa a Eutico (un jovencito), que quizás eludiendo la multitud y la observación de sus padres, prefiere ubicarse en el marco de la ventana para disfrutar de un aire más puro. Desde ese lugar tan peligroso, queda profundamente dormido, cae y se mata. El texto dice: “cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto” (v. 9). Podemos imaginar la confusión en el auditorio, unos tratando de reanimarlo y otros procurando echar culpas. “Entonces Pablo”, interrumpiendo el sermón desciende y “se echó sobre él”, como Elías lo había hecho con el hijo de la viuda, y Eliseo con el de la sunamita (1 R. 17:21–22; 2 R. 4:32–33), posiblemente practicando respiración boca a boca. La figura de un anciano dejando todo para restaurar a un joven que ha caído, sacude la fibra de cualquiera que observa la demanda de esas mismas actitudes en el terreno espiritual. El texto dice que “abrazándole, dijo: No os [Page 140] alarméis [dejad de producir una convulsión] pues está vivo” (v. 10), vale decir “pues ha resucitado”. Finalizado este incidente, Pablo sube nuevamente y “después de partido el pan y comido”, retoma su sermón y habla “largamente hasta el alba; y así salió” (v. 11). Los asistentes, a su vez, posiblemente familiares y amigos, “se llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados” (v. 12).

E. Desde Troas a Mileto (20:13–16) 13Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón para recoger allí a Pablo, ya que así lo había determinado, queriendo él ir por tierra. 14Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándole a bordo, vinimos a Mitilene. 15Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de Quío, y al otro día tomamos puerto en Samos; y habiendo hecho escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto. 16Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén. Mientras Pablo se queda solo en Troas, quizás para observar cómo evolucionaba Eutico, sus colaboradores—incluyendo a Lucas—abordan un buque costero que los acerca a destino. Para alcanzar el puerto de Asón, el buque debe girar en torno al cabo Lectum y demorar más tiempo que si hubiera tomado otra ruta directa. Pablo, habiendo salido “por tierra” después que ellos, llega a tiempo para embarcar en esta primera escala. Podríamos preguntarnos por qué Pablo quiso quedarse solo. ¿No sería que necesitaba tiempo a solas con Dios para enfrentarse a la situación en Jerusalén? ¿Estaría preocupado por los acontecimientos en Asia y la conversación con los ancianos de Éfeso? No lo sabemos. De la narración surge que navegan de día, comenzando temprano a la mañana para aprovechar la brisa matutina y finalizando con la calma del anochecer. Cuando Pablo “se reunió” con la comitiva en Asón, la navegación continúa normalmente “a Mitilene” en la costa este de la isla de Lesbos. Al tercer día, anclan “delante de Quío”, es decir, en un puerto del territorio continental que da frente a la isla de Quío. Al cuarto día, ingresando en el Golfo Castrio pasan frente a Éfeso, tocan la isla de Samos y anclan en Trogilio. [Page 141] Finalmente, en el quinto día hacen la travesía hasta Mileto (v. 15), que es puerto importante para la provincia de Asia en la desembocadura del río Meandro, “porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia”. Los acontecimientos en la región hubieran demandado mucho tiempo y Pablo “se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén” (v. 16). Esta decisión había sido tomada en Troas.

F. El discurso a los ancianos de Éfeso (20:17–38)

206 17Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia. 18Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, 19sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; 20y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, 21testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. 22Ahora, he aquí, llegado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. 25Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro. 26Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; 27porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. 28Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. 29Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. 31Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. 32Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder [Page 142] para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. 33Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. 34Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. 35En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. 36Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. 37Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban, 38doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco.

DISCURSO DE PABLO EN MILETO A.

Las características de su testimonio Servicio con fidelidad (v. 19)—lealtad –

a)

con humildad (1 Co. 15:9; Ef. 3:8; Fil. 4:12)

b)

con sentimiento (v. 19)

1.



lágrimas de tristeza (2 Co. 2:4)



lágrimas de amor (v. 31)



lágrimas de despedida (vv. 37, 38)

c)

con oposición (v. 19) (9:23; 23:31)

B.

Enseñanza con experiencia (v. 21)—veracidad –

a)

a todos (18:4; Ro. 1:15)

b)

con toda la verdad (v. 20) (comp. Ef. 3:17)

C.

Evidencia con testimonio—convicción –

“vosotros sabéis”—vida visiblemente consagrada – “desde el primer día”—vida reconocidamente constante – “con humildad”—vida entregada al Señor 2.

La valentía de su proceder

A.

Sin temor a pesar de los peligros (v. 22; 14:22; 19:21).

B.

Con persuasión (v. 24; 21:13; Fil. 1:20).

C.

Sin mirar para atrás (v. 25; 20:38).

3.

[Page 143] La confirmación de su irreprensibilidad

207 A. B.

Libre de culpa contra los hermanos (v. 26; 18:6). Seguro de haber obrado con toda honestidad (vv. 20, 27, 31)

C.

Tranquilo en su ser interior (v. 33).

4.

El valor de su advertencia Respaldada en la enseñanza impartida (v. 27)

A. a)

en temas doctrinales: la persona de Dios, su existencia, gobierno, etc.

b)

en temas de redención: el hombre, la caída, la redención, el Salvador, el Espíritu Santo, etc.

c)

en temas de ética: la piedad, el amor, el prójimo.

B.

Basada en la responsabilidad de pastores (v. 28)

a)

tenían que vigilarse a sí mismos

b)

vigilar las ovejas

c)

vigilar los “lobos rapaces”

Antes de estudiar las características de este sermón, nos parece oportuno observar algunos detalles importantes. En primer lugar, se trata del único discurso registrado por Lucas dirigido expresamente a la iglesia (posiblemente a excepción del de Pedro 1:16). Todos los demás que vemos en Hechos son predicados a los judíos (2:14; 3:12; 13:16) o a los gentiles (10:34; 14:15; 17:22). Hay también algunos pronunciados en defensa propia, sea delante de las autoridades religiosas en los primeros tiempos de la persecución de la iglesia (4:8; 5:29; 7:1–2) cuando Pedro y Juan son llamados ante el sanedrín, o en los días finales de Pablo antes de ser remitido a Roma (cap. 22–26). En segundo lugar, en la iglesia de Éfeso en ese momento hay un gobierno colegiado (equipo de personas) que ejercen el ancianato consistente en varias funciones espirituales de acuerdo a sus dones. El trabajo en los hogares, la discipulación de los convertidos del paganismo (18:11) y la extensión del evangelio justifican (o requieren) que sean varios los hermanos que trabajen en la visión [Page 144] que Dios les da para el desarrollo armónico plural o consejo de ancianos en las iglesias de Galacia (14:23), y autoriza a Tito a que haga lo mismo en Creta (Tit. 1:5). Estos hombres de experiencia (gr. presbyteros) han ganado el reconocimiento de la iglesia por el desarrollo del ministerio del Espíritu en ellos y ejercen un pastorado de gran cuidado espiritual como veremos de inmediato (comp. Fil 1:1; 1 Ti. 5:17). Veamos ahora el contenido de la conversación:

1)

Pablo repasa su ministerio en Éfeso Una vez que el apóstol llega a Mileto decide enviar emisarios para “llamar a los ancianos de la iglesia” de Éfeso (v. 17). Por la distancia entre un punto y otro, el encuentro debe de haber tenido lugar al tercer día. Lucas, que es un testigo (comp. 21:1), reproduce las partes esenciales de la conversación que trataremos de observar. Primer tema: Su conducta en la iglesia. “Vosotros sabéis cómo me he comportado”. Inferimos por este comienzo que los opositores a Pablo le habían atacado duramente durante su ausencia. La defensa a su comportamiento no se basa en críticas a otros o en palabras de autocompasión. Se basa en su convicción de que los demás lo conocen y saben cuál es su estilo de vida (vv. 31, 34). Un modo similar de respaldar su trabajo lo hallamos en sus cartas a los tesalonicenses (1 Ts. 2:1, 5, 9, 10, 11; 2 Ts. 3:7–9) y otras (2 Ti. 3:10). El verbo que el escritor utiliza significa “conocer bien” o “entender cabalmente” y ya lo ha usado varias veces en lo que va de su trabajo para puntualizar hechos o episodios que son de profundo conocimiento para las personas involucradas (10:28; 15:7; 18:25; 19:15, 25), y lo continuará utilizando varias veces más (22:19; 24:10; 26:26). Una gran lección para nosotros es que es imposible destruir con palabras una buena impresión dejada por los hechos. En el caso de Pablo, el testimonio “todo el tiempo desde el primer día” que había entrado en

208 Asia, es uniforme y edificante, caracterizado por una modalidad pastoral singular que él mismo describe con cuatro verbos. El segundo tema es: Su ministerio en la ciudad. El primer detalle es “sirviendo (gr. douleo̅) al Señor”, donde él utiliza el verbo que muestra el trabajo de un esclavo (Ro. 1:1; 12:11; Ef. 6:7) cumpliendo las órdenes de su amo. Además lo ha hecho “con toda [Page 145] humildad” (Ef. 4:2; 1 Ts. 2:6) y “con muchas lágrimas” (v. 31; 2 Co. 1:8), estas últimas posiblemente por las experiencias duras que tuvo que sufrir (1 Co. 15:30–34; 15:9), en parte por la rebeldía de algunos miembros de la iglesia (Ef. 4:25–32). Estas palabras también confirman el profundo dolor que Pablo siente por el endurecimiento de Israel tal como lo ha acabado de expresar en la carta que desde Corinto escribe a los romanos (Ro. 9–11). El segundo detalle es el apremio en la predicación: “no he vacilado en predicar todo lo que les fuera útil a ustedes, sino que les he enseñado públicamente y también casa por casa” (v. 27, NVI). Si no les hubiera anunciado la verdad acerca de todas las cosas, se habría quedado para sí con mucho que era ventajoso para ellos. Pablo está persuadido de que el servicio al Señor tiene un costo irrenunciable (2 Co. 2:17; 4:2; Gá. 4:16; 1 Ts. 2:5) que él paga, no para destacar las formas de la profesión cristiana, sino para sostener la sustancia doctrinal del evangelio. Con valentía lo hace “públicamente”—como en la sinagoga y en la escuela de Tiranno (19:9) (comp. 16:37; 18:28) y “por las casas” (2:46). El tercer detalle es también el cuarto verbo. Muestra el contenido de su servicio. Dice: “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (v. 21). El testimonio algunas veces va acompañado de protesta (v. 26) y pone en los corazones de los oyentes la responsabilidad de obedecer el mensaje (Gá. 5:3; Ef. 4:17) o de hacerse responsable ante Dios de las consecuencias (1 Ti. 5:21; 2 Ti. 2:14; 4:1). Esta misma forma intensiva de testificar, favorita de Lucas, aparece nueve veces en este libro (2:40; 8:25; 10:42; 18:5; 23:11; 28:23) tres de las cuales están en este discurso (vv. 21, 23, 24), donde podemos comprobar que el testimonio está centrado en la persona de Cristo. Pablo se había esforzado para que tanto “judíos como gentiles” (1 Co. 1:22; 12:13) oyeran el evangelio (Ro. 1:14–16) cuyo contenido muy escuetamente está en las palabras “arrepentimiento para con Dios” (26:20; 2 Co. 5:19–21) y “fe en nuestro Señor Jesucristo” (ver Ro. 10:9) que son fundamentales para el nuevo nacimiento de los que creen. El tercer tema es: Sus sufrimientos futuros. Desde los vv. 22–27, Pablo aborda su futuro con la paradoja “sin saber lo que allá me ha de acontecer”, pero sabiendo “que el Espíritu me da testimonio … que me esperan prisiones y tribulaciones” (v. 23). Lucas [Page 146] cambia el “vosotros sabéis” por el “yo sé” (vv. 25, 29). El pasado todos lo conocen, pero el futuro es la obra del Espíritu Santo en él (Jn. 16:13). El Espíritu que lo conduce a Jerusalén es el mismo que le advierte sobre lo que le acontecerá. “Por todas las ciudades”— quizás por medio de profetas (21:4, 11) u otras personas (20:3; 23:16)—Pablo se entera de su futuro. ¿Con qué objetivo? Por lo menos, probar la fidelidad de su siervo, y también mostrarle que el propósito de Dios se cumple en él. El v. 24 es una declaración sobre la ética de su ministerio. Es una síntesis de lo que creían ser su llamado, trabajo y conclusión del servicio. Pablo se había entregado al Señor con integridad, de modo que las informaciones que recibe no hacen más que fortalecer su convicción (2 Co. 4:11; 6:4; 12:9). Sabe que nada puede impedir la finalización de su ministerio con gozo (Fil. 1:25; 2:17) si presta atención a las circunstancias duras que se le presentan (Fil. 3:10). Dos cosas había afirmado en su corazón. Una era concluir su “carrera con gozo” (2 Ti. 4:7). La “carrera” es una de las figuras clásicas con las que el apóstol suele describir la vida cristiana (13:25; 1 Co. 9:24). Se trata de mantener ciertas leyes atléticas (2 Ti. 2:5) dentro de un estadio en el cual, después de la largada (He. 12:1–2), la meta es lo más importante. La segunda es concluir el ministerio dando “testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (v. 24). Pablo había recibido la encomendación de Dios como un “diaconado” (2 Co. 3:6; 4:1), es decir un servicio en favor de los demás (Col. 1:25; 2 Ti. 4:5). Amaba y defendía lo que el Señor Jesús había puesto en su custodia para administrar a los pueblos (Gá. 1:1, 11–12; 1 Ti. 1:12), que aquí denomina “el evangelio de la gracia de Dios” (v. 24). El contenido del mensaje consiste en cómo Dios se había revelado en Cristo para brindar salvación a los hombres (14:3; Ef. 1:7–9; 3:2; Col. 1:5–6). La visión de Pablo, sin embargo, va más allá de las circunstancias adversas en Jerusalén. Quiere visitar Roma y aun España (19:21; Ro. 15:23–29). Pablo está dispuesto para lo peor (21:13), su ejecución. También está anhelando cumplir su sueño de ir al corazón del Imperio. Por una u otra circunstancia, les dice a los ancianos de Éfeso que “ninguno de todos [ellos] … verá más mi rostro” (v. 25). Extraño como nos pudiera parecer, cinco años más tarde y después de su liberación de la prisión en Roma, Pablo visitó Éfeso (1 Ti. 1:3) (comp. [Page 147] 2 Ti. 1:15), pero que sepamos nunca llegó a España. De paso, debemos puntualizar que al comparar este versículo con el anterior,

209 aprendemos que para Pablo predicar el reino de Dios equivale a “dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (1:3; 8:12; 19:8; 28:23, 31). LA IGLESIA DE DIOS 1.

De valor inapreciable: “ganó con su propia sangre”

A.

Sangre que redime (Ef. 1:7).

B.

Sangre que justifica (Ro. 5:9).

C.

Sangre que pacifica (Col. 1:20).

D.

Sangre que perdona (Col. 1:14).

2. A.

La iglesia es el rebaño (1 P. 5:1–4).

B.

Dios es el dueño (Jn. 21:15–17).

C.

Los ancianos puestos por el Espíritu son los responsables (1 Ts. 5:12–13).

D.

Apacentar es instruir, guiar, guardar, promover el bienestar espiritual de todos y vigilar (Ef. 4:11–13).

3.

Asechada por los enemigos: “entrarán lobos rapaces”

A.

Enseñadores de herejías (Jn. 10:12).

B.

Negadores de la comunión (1 Jn. 2:19).

C.

Destructores de la verdad (He. 10:29).

4.

Necesita constante cuidado: “por tanto, velad”

A.

No vigilancia de formas.

B.

No castigo por costumbres.

C.

2)

Puesta bajo cuidado: “el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos”

Sí atención al crecimiento, sanidad y objetivos del rebaño (1 Ts. 5:6, 10; Col. 4:2).

Pablo exhorta a los ancianos de la iglesia Después de explicar con cierto detalle las labores realizadas, como descargando toda responsabilidad por el futuro de la iglesia sobre esos hermanos, Pablo les dice: “Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos” o como dice [Page 148] otra versión: “Por esto, quiero decirles hoy que no me siento culpable respecto de ninguno”. ¿Por qué? “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” o “porque les he anunciado todo el plan de Dios sin ocultarles nada” (V.P.). El verbo protestar es más propiamente testificar (gr. martyromai), que ya Lucas ha utilizado durante su escrito (13:22; 14:3; 22:18, etc.), mostrando por las actividades espirituales llevadas a cabo, su decisión de dar a conocer a la iglesia todo el propósito de Dios con ellos y también su costo. A este propósito de Dios Lucas lo describe como “todo el consejo de Dios” o sea “toda la voluntad de Dios” (ver Ef. 1:11), como ya vimos al repasar el v. 20. Significa que Pablo había estudiado con estos hermanos la doctrina de Dios, el contenido del mensaje del evangelio, la ética establecida por el Señor Jesús en el trato con los hermanos, la responsabilidad de los creyentes de glorificar a Dios por medio del Espíritu, el destino de la iglesia y la urgencia en la extensión del mensaje completo del evangelio, etc. La “voluntad de Dios” para ellos no tiene nada que ver con formas de vestir o modalidades en la liturgia o comida, sino en la fundamentación bíblica de los santos. Así se desprende de los vv. 29–30 que hemos de estudiar de inmediato. La severa advertencia: “mirad por vosotros” (v. 28; 1 Ti. 4:16) nos muestra la fuente principal para cualquier desvío. Si son permisivos, dejan que las malas enseñanzas ya en boga ingresen. Si son descuidados, no enseñan toda la voluntad de Dios que ellos mismos han aprendido. Si son miedosos y están desconectados de la realidad, se encerrarán en una “cápsula de cristal” desde la cual podrán criticar todo, analizar todo, pero no oír nada ni hacer nada.

210 Para evitar estas ridículas posiciones extremas, Pablo les explica cuál es la función de los ancianos. Por su importancia las analizamos así: (a)

El examen a que deben someterse. Para analizar cuidadosamente la situación de cada oveja del rebaño (v. 31), los ancianos no deben conformarse con lo que son o hacen. La expresión “mirad por vosotros” es escudriñadora (Mt. 6:1; Lc. 17:3; 21:34). Gamaliel la utilizó para advertir al sanedrín, cuando estaba decidiendo ajusticiar a los apóstoles (5:34) (comp. Mt. 7:15; 10:17; 16:6). Convoca a detener la rutina a fin de evaluar la importancia de la sinceridad de procedimientos y la honestidad de los objetivos. [Page 149] Una vez efectuado este examen, entonces, lo segundo: “y por todo el rebaño”. El autoexamen previo es imprescindible. Por medio de él se perciben pecados, errores o desaciertos que posteriormente se detectarán en las ovejas. Sin él, en cambio, pueden llegarse a ver como pecados o desvíos cosas secundarias o inexistentes, y las verdaderas raíces del mal pasarán sin ser detectadas. Además, el examen es sobre “todo el rebaño” sin distinción de raza, sexo o parentesco. Todos, comenzando por los ancianos, tienen que ser profundamente escudriñados (Mt. 26:21–25).

(b)

El servicio que el Espíritu Santo les ha ordenado. No cualquiera puesto delante del rebaño es pastor de las ovejas. No. Aquellos hermanos habían recibido y ejercitado los dones que el Espíritu les había dado para el ejercicio del obispado.1 Después de haber servido largamente en la iglesia, confirmaban en sus corazones que el “Espíritu Santo los había puesto” para servir, tal como significa según el verbo utilizado por Lucas (1:7; 13:47) (comp. 1 Ti. 1:12; 2:7; ; 2 Ti. 1:11). Pablo les estaba mostrando una dimensión del ancianato que ellos no tenían bien clara. Los “ancianos de la iglesia” (v. 17) lejos de ser hombres duros y listos para juzgar como en el AT (Dt. 27:1) o en los días del Señor Jesús (Mt. 16:21; 26:47), son servidores maduros que transmiten confianza y amor por su vasta experiencia bajo el liderazgo del Espíritu Santo. De ahí, que a la percepción (gr. episkopos) en busca del bienestar del rebaño, Pablo agrega la función que deben desempeñar: “para apacentar la iglesia del Señor”. Así que, el Espíritu que prepara (madura, concede dones, corrige y recibe frutos) ancianos (gr. presbyteros) es el mismo que los ubica para que ejerzan su percepción (gr. episkopos) sobre sí mismos y sobre el rebaño. El Espíritu muestra la cordura para detectar posibles deficiencias o desvíos, así como también progresos, tendencias, necesidades y [Page 150] orientación. Los hombres preparados y ubicados tienen ahora una función de honra: “apacentar la iglesia del Señor”.2 “Apacentar” muy bien significa pastorear. Esto incluye un número importante de servicios o ministerios, tales como alimentar, cuidar, corregir, orientar, restaurar, asistir, etc. (1 P. 5:2). Son pastores–guías (Jn. 21:16; Ef. 4:11) puestos para administrar la palabra y la voluntad de Dios a un rebaño que no les pertenece porque es “la iglesia del Señor” (1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1; Gá. 1:13; 1 Ts. 2:14). Él es el Dueño legítimo que la ganó (o compró) con su sangre (1 Co. 6:20; 7:23). Pueblo santo adquirido por Dios (Tit. 2:14; 1 P. 2:9) para ofrecer sacrificios espirituales y para anunciar las glorias del Señor.

(c)

La constante vigilancia para detener la infiltración apóstata. Pero la labor vigilante tiene un tercer círculo, que son los enemigos. Pablo les dice: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (v. 29). Se refiere a los falsos enseñadores (Mt. 7:15) producto del ambiente hostil en el cual se mueven (Mt. 10:16; Jn. 10:12). Éstos, si entran en el rebaño dejarán el tendal de ovejas lastimadas y moribundas. Pero además, está latente el peligro que adentro también proliferen fuertes distorsiones de la verdad capaces de crear facciones. Éstas pueden liderar discípulos (Ro. 16:17; Gá. 4:17), como efectivamente ocurrió (1 Jn. 2:19) (comp. Col. 2:8; 2 Ti. 3:6). Por esta causa, es oportuna la advertencia de Pablo: “por tanto, velad” (v. 31). El verbo naturalmente agrega una dimensión a la percepción que ya hemos mencionado. Ser obispos, en el criterio de Pablo es vigilarse a sí mismos, vigilar el rebaño, vigilar a los lobos (falsos enseñadores) y sobretodo velar, estando espiritualmente alertas (1 Co. 16:13; Col. 4:2). Es estar conscientemente despiertos (1 Ts. 5:6, 10; He. 13:17), atentos a los acontecimientos (1 P. 5:8; Ap. 3:2, 3) y listos a poner todo lo que suceda delante de [Page 151] Dios (Ef. 6:18) a fin de operar con sabiduría, rapidez y acierto del Espíritu Santo. El pasado debe tener gran importancia en ese ministerio. El recordar la estadía de Pablo por alrededor de dos años (19:10), no es para legalizar su enseñanza sino para imitar el carácter. Claramente lo dice el texto: 1 Algunos han traducido el término episkopos literalmente como “sobreveedor”, creando una figura gramatical difícil de comprender en castellano. En verdad, el anciano (por su experiencia) vigila y cuida (por su percepción), así como también alimenta, preside y encamina (por su carácter de pastor). 2 Algunos manuscritos antiguos dicen: “la iglesia de Dios, la cual él compró con su propia sangre”, que ha engendrado teorías diversas sobre la “sangre de Dios”. Aunque la expresión “la iglesia de Dios” es correcta, el resto del texto debería ser: “la cual compró con la sangre del suyo propio” (F. F. Bruce), lo cual demuestra que la sangre no puede ser otra que la del Señor Jesús.

211 “Acordándoos … que de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (v. 31). El apóstol realiza su máximo esfuerzo para mentalizar la conciencia de estos “sobreveedores” a la calidad del ̅ oneuo̅, traer a la memoria) ministerio al que Dios los había llamado. En este sentido, “acordarse” (gr. mnem (Gá. 2:10; 2 Ti. 2:8) significa captar el significado de los acontecimientos del pasado (Ef. 2:11; 2 Ts. 2:5) para aplicarlo al presente con vistas al futuro. Siendo así, ¿qué deben recordar estos hermanos? ¿el legalismo de la “autoridad” o el carácter paciente del pastor? Pues lo segundo. “Amonestar con lágrimas”, significa ante todo encarnar la enseñanza, ponerse en el lugar de la otra persona para que la “formación de la mente” (2 Co. 2:4) (gr. noutheteo̅) sea efectiva. El método de los fariseos de reprender duramente a las personas pero haciéndolo de lejos, había sido cambiado por el método del Señor Jesús, “amonestar” (Ro. 15:14; 1 Co. 4:14; Col. 1:28). En éste, el componente esencial es el razonamiento, la advertencia y finalmente la corrección con otros métodos (Tit. 3:9–10).

3)

Pablo se despide de Asia Tal como Samuel lo había hecho en su día (1 S. 12:1–5), Pablo se dispone a alejarse de estos hermanos, mostrándoles la integridad de su conducta y la seguridad de no dejar nada pendiente que pudiera dañar los recuerdos. Veamos algunos detalles:

(a)

La encomendación: “Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia” (v. 32a). Es decir: “los pongo en las manos de Dios para que los guarde” (comp. 1 Ti. 1:18). Es lo que encontramos en otras expresiones de Pablo, tales como: “nuestro Señor Jesucristo; el cual os confirmará hasta el fin” (1 Co. 1:8) (Ro. 16:25); “el Señor os haga crecer … para que sean afirmados vuestros corazones” (1 Ts. 3:12–13) (comp. 2 Ts. 3:3). Pablo ve la soledad humana en la que queda esa iglesia. Sabe también del interés de Dios en afirmarla y proveerle todo lo [Page 152] necesario. De modo que por sobre cualquier ayuda de personas que pudieran esperar, los pone en las manos de Dios. Esta actitud no los deja a ellos sin responsabilidad. Por el contrario, Pablo los “remite a la palabra de su gracia [de Dios]” (v. 24) (comp. 14:3) para que presten atención al mensaje que tanto en forma oral como escrita estaba en conocimiento de ellos. El poder (gr. dynamis) para quebrantar corazones y edificar la iglesia (Ro. 14:4; Ef. 4:12–16) reside en la palabra a cuya autoridad deben someterse (10:36) (comp. 8:25; 13:49) si quieren ver resultados permanentes en sus vidas. Pablo—recordando quizás Dt. 33:4—les asegura que el futuro glorioso que espera a los escogidos del Señor está escrito y garantizado al creer en el mensaje de la palabra (“herencia entre los santificados”) (26:18) (Ef. 1:14; Col. 3:24).

(b)

La aclaración: Pablo suspende bruscamente lo que está diciendo para aclararles algo más de lo que ya les dijo sobre su ministerio, “ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado” (v. 33; comp. vv. 18, 26). Es posible que el apóstol no estuviera totalmente convencido de que estos hermanos no se han influenciado por los rumores que han corrido, y vuelve sobre el tema para clarificarlo (comp. 1 Ts. 2:3–6). Pero avanza un paso más y mostrando sus manos encallecidas dice: “para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido” (v. 34). Esta había sido la norma de su vida, siguiendo el estilo de la enseñanza del Señor Jesús: “más bienaventurado es dar que recibir”, frase que no hallamos en los evangelios, pero cuyo espíritu reflejan varios dichos (comp. Lc. 6:38). Los informes que el apóstol posee sobre las reacciones en varios lugares en el sentido de que el Señor Jesús está a punto de volver, han generado malestar que les quiere evitar a ellos (2 Ts. 3:7–12).

(c)

Las palabras finales: Después de pronunciadas estas palabras se pone de rodillas (comp. 7:60) y ora con todos ellos. Todos están muy emocionados por las palabras “que no verían más su rostro” (comp. Lc. 15:20). Lo abrazan y lo besan antes de acompañarlo definitivamente al barco.

212 [Page 153] CAPÍTULO 28

7. EXPERIENCIAS FINALES DEL TERCER VIAJE (21:1–23:35) 1Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. 2Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y zarpamos. 3Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí. 4Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén. 5Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos. 6Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos se volvieron a sus casas. (21:1–6). Los ancianos de Éfeso acompañan a Pablo y su comitiva hasta el puerto y no quieren verlo partir. El verbo “separarnos” con el que comienza nuestra narración es prácticamente una rotura que significa mucho más que sólo “despedirnos”. Hay como un desgarro en los sentimientos (comp. Lc. 22:41) por el contenido de lo que les dijo y por la despedida definitiva. Posiblemente, recién ahora entienden el valor de la presencia y enseñanza de Pablo. Lucas dice que salen “con rumbo directo a Cos”, que es el puerto oriental de una isla en el Dodecaneso perteneciente a la provincia de Asia. Debido a lo favorable del viento, llegan al lugar ese mismo día. “Al día siguiente a Rodas [nombre de la isla y también del puerto], y de [Page 154] allí a Pátara”. Ésta era una ciudad importante con un puerto muy activo. En este lugar trasbordan a una nave que los lleva a Fenicia, posiblemente tocando el puerto de Mira, y de allí dejando Chipre “a mano izquierda” navegan a Siria y arriban al puerto de Tiro. Tal vez sea bueno recordar que entre Mira y Tiro hay más de 600 kilómetros de distancia. Allí concluye la primera etapa porque el buque se detiene para descargar (v. 3).

A. La escala en Tiro Los siete días que dura la descarga son valiosos para buscar discípulos y robustecerse mutuamente (v. 4). Es posible que ninguno conociera Tiro, de modo que es una experiencia totalmente nueva. Pero la iglesia muestra el fervor propio de una congregación viva que sigue los pasos de los implantadores (11:19). Estos hermanos están informados de las amenazas de los judíos y le ruegan a “Pablo por el Espíritu” que no vaya a Jerusalén (ver 20:23). Están seguros de que el Espíritu les ha indicado los peligros que corre, y desean salvar su vida. El viaje del apóstol en realidad no está contra la voluntad de Dios, sino bajo la dirección del Espíritu como ya lo explicó él mismo. En consecuencia, Pablo decide seguir adelante y al hacerlo, la iglesia lo acompaña “hasta fuera de la ciudad”. Se arrodillan “en la playa” y oran a Dios (v. 5), repitiendo la despedida ocurrida en Mileto (20:36–38). Los misioneros se embarcan nuevamente y los hermanos con sus familias vuelven a sus hogares (v. 6) (comp. Jn. 19:27).

B. La visita a Cesarea (21:7–14) 7Y nosotros completamos la navegación, saliendo de Tiro y arribando a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos nos quedamos con ellos un día. 8Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. 9Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. 10Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le [Page 155] entregarán en manos de los gentiles. 12Al oir esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. 13Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. 14Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor. Enfilando hacia el sur, continúa el viaje hasta completarlo en el puerto de Tolemaida (llamado Acca posteriormente) que dista unos 35 kilómetros (v. 7). El evangelio había llegado a esta importante fortaleza romana por medio de los esparcidos en el tiempo de Esteban (11:19). Pablo y sus compañeros tienen que espe-

213 rar un día para embarcar nuevamente hacia Cesarea,1 y lo aprovechan para saludar y departir con los hermanos. Por la importancia que tiene la visita a Cesarea nos detendremos en algunas consideraciones: (1) El hogar de Felipe: En Cesarea el equipo recibe una calurosa bienvenida en la casa de Felipe “el evangelista, que era uno de los siete” (para distinguirlo del apóstol Felipe). La última vez que vimos a este hermano fue al estudiar el encuentro con el eunuco ya cerca de 20 años atrás (8:40). Durante este tiempo se confirma su carácter de “evangelista”, que como hemos estudiado no es únicamente una persona que predica el evangelio, sino un instrumento en las manos de Dios para discipular a los nuevos y formarles la mente con amor a las almas y enseñar el modo de alcanzarlas (comp. 8:12, 35). En Cesarea, la familia de Felipe creció en el temor de Dios. Su hogar es un modelo de evangelismo porque las propias hijas siguen fielmente al Señor, al punto que son utilizadas como intérpretes de la voluntad de Dios. En este hogar Lucas recibe mucha de [Page 156] la información que necesita para escribir la primera parte de este libro, máxime sabiendo que los misioneros pasaron mucho tiempo en esta ciudad. (2) La experiencia de Pablo. Las “cuatro hijas doncellas” de Felipe poseían el don de profecía y con seguridad sabían el futuro inmediato de Pablo. Algunos piensan que estas hermanas no hablan el tema pues mantienen el lugar que Pablo acaba de indicar para la mujer en su carta a Corinto escrita desde Éfeso (comp. 1 Co. 14:34). Otros creen, en cambio, que en el hogar se comentó el tema ampliamente y que la venida de otro profeta no hace más que corroborar todo. El autor de este libro se inclina por esta segunda posición.2 El venerable profeta Agabo de Jerusalén, que había anunciado la hambruna unos catorce años atrás (11:28), llega en esos días a ellos quizás llamado por Felipe y su familia. Este varón de Dios, a la modalidad profética del AT (1 R. 11:29–34; Ez. 4:1–5), toma el cinto de Pablo y anuncia una impresionante profecía. Entra donde están todos, toma “el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos” (v. 11), afirma que así sería atado “el varón de quien es este cinto”. Lo más sorprendente está en la frase: “Esto dice el Espíritu Santo” (comp. Jn. 21:18). Al leer Mr. 10:33 nos damos cuenta de cuán similar es esta experiencia a la del mismo Señor Jesús (vv. 31–32). No podemos evitar el volver al tema de la guía del Espíritu Santo que ya hemos comentado. ¿Qué pasa? ¿Tiene Pablo una convicción más fuerte que todas estas advertencias del Espíritu? ¿Acaso son las advertencias la mejor manera de probar su convicción? Al leer cuidadosamente 19:21; 20:22, 23; 21:4, 11, 13–14 podemos ver que Lucas está seguro de que Pablo debe ir a Jerusalén, porque el Espíritu así lo ha determinado. Lo que también hace el Espíritu es predecirle lo que le sucederá, pero los amigos, impresionados por los anticipos, le urgen que no vaya. Lo hacen con la [Page 157] mejor intención. No debemos olvidar que en este caso el mismo Espíritu que lo impulsa a ir es quien le advierte sobre las consecuencias. Lucas quiere con este énfasis resaltar el carácter de Pablo, y su convicción imperturbable por cumplir el mandato recibido del Señor.

C. Pablo en Jerusalén (21:15–26) 15Después de esos días, hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén. 16Y vinieron también con nosotros de Cesarea algunos de los discípulos, trayendo consigo a uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos. 17Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. 18Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; 19a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. 20Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. 21Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar a Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. 22¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. 23Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. 24Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. 25Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determi1 Cesarea

es una ciudad edificada por Herodes el Grande entre los años 25–13 AC, en honor del emperador Augusto César. Se utilizaron grandes piedras para completar el murallón y los distintos compartimientos que completaban el puerto. Es el cuartel militar de las fuerzas romanas y la residencia de los procuradores; es el hogar de Cornelio en cuya casa Pedro había predicado. 2 Quizás profetizar “quiere decir probablemente que proclamaban la Palabra de Dios. Éstas no fueron las que predijeron a Pablo lo que le iba a suceder en Jerusalén” (W. Sanford Lasor, Una iglesia viva, pág. 331).

214

nando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación. 26Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos. El equipo de obreros hace los preparativos incluyendo la obtención de caballos o mulas para partir, y así salen desde Cesarea para Jerusalén, una distancia de aproximadamente 95 a 100 kilómetros. [Page 158] La cubren en dos días con una escala intermedia. En la caravana hay varios hermanos de Cesarea, incluido Mnasón, “con quien nos hospedaríamos” (v. 16).3 Es posible que hubieran hecho arreglos de antemano para el alojamiento, dado que son muchas personas. Como este hermano mencionado es un “discípulo antiguo” (comp. 4:36; 11:20), está en condiciones de suministrar a Lucas abundantes datos sobre los primeros tiempos de la misión.

1)

El encuentro con Jacobo Al llegar a Jerusalén, Pablo y sus compañeros recibieron una calurosa bienvenida. En estos versículos Lucas explica la inquietud que existe en la iglesia. “Al día siguiente” Pablo se entrevista con el presbiterio presidido por Jacobo (v. 18). Este hermano es el líder indiscutido de la iglesia judeocristiana, especialmente después que Pedro y Juan abandonaron la ciudad. Lucas trata de destacar que están reunidos los dos líderes más representativos de la iglesia en ese momento. Aunque ésta no es la primera entrevista sino quizás la cuarta— dos registradas en Gálatas (1:18–19; 2:1, 9) y una en ocasión del concilio (15:2–27)—muchas cosas son nuevas porque ha habido cambios tanto en Jerusalén (vv. 20–22), como también entre las iglesias de los gentiles con evidente crecimiento y bendición de Dios.4 Aunque la entrevista pudo haber sido áspera, ambos siervos de Dios tienen una mente humilde y conciliatoria. Lucas observa [Page 159] primero a Jacobo. Dice que después que Pablo los saluda y les cuenta “una por una las cosas que Dios había hecho” entre los gentiles por su ministerio (notemos el énfasis “Dios había hecho”), este hermano y los ancianos no solamente “lo oyeron” sino que además “glorificaron a Dios” (v. 20). Como había ocurrido en ocasiones anteriores (11:18, 22–26; 14:27; 15:12) la reacción de la iglesia de Jerusalén a la conversión de los gentiles es positiva y respondida únicamente con adoración. Además, están conmovidos por la generosa ofrenda (24:17) que por años había preocupado a Pablo hasta hacerlo posponer su visita a Roma (19:21; comp. Ro. 15:23). La contribución tiene el gran valor de expresar el amor cristiano hacia los hermanos hebreos que pasan por dificultades. Los hermanos gentiles muestran de modo práctico su solidaridad para con los que les habían predicado el evangelio (Ro. 15:27). Todo parece andar bien, pero Lucas sabe que el presbiterio conoce la latente animosidad que existe contra el apóstol. Así que, a continuación surge el tema: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley” (v. 20), porque posiblemente pertenecían a la secta de los fariseos (comp. 15:5). Por las informaciones recibidas, creían que Pablo había renegado de su trasfondo enseñando “a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres” (v. 21). ¿Cuál es la preocupación de Jacobo? No es el modo de ser salvo, porque ambos sabían que era por fe en Cristo. El problema, más vale, es cómo vivir la vida cristiana. Tampoco se refiere a la enseñanza para los cristianos gentiles—porque en efecto Pablo insistía diciendo que la circuncisión no era necesaria (1 Co. 7:19; Gá. 6:15). La falsa acusación se basa en que “tú enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés”. En verdad, ni en Hechos ni en las epístolas hay sugerencia alguna sobre tal enseñanza de Pablo. Lo que sí hay son razones por las que los gentiles no deben cumplir con los requisitos de la ley. No eran necesarias para ser salvos ni para vivir la vida cristiana (comp. Ro. 14:5–8). Lo más probable es que sus adversarios utilizaran el pretexto de la enseñanza de Pablo a los cristianos gentiles, generalizándola, para crearle un ambiente desfavorable.

3 Uno de los manuscritos más antiguos (Codice Beza) dice así: “Y también vinieron con nosotros algunos de los discípulos de Cesarea; y estos nos condujeron hasta nuestros hospedadores. Al llegar a cierta villa fuimos alojados con un cierto Mnasón, un chipriota, discípulo antiguo. Y saliendo de allí vinimos a Jerusalén y los hermanos nos recibieron con gozo” (David Smith, The Life and Letters of Paul, pág. 467). 4 Son interesantes los tiempos que Lucas proporciona hasta que Pablo llega a Roma. Desde 21:17 a 24:23 hay doce días. Desde 24:24 a 24:27 tenemos dos años. Después desde el 25:1 hasta 28:7 hay alrededor de cinco meses. Lucas dedica bastante espacio al arresto de Pablo y su comparecencia delante de las autoridades, como queriendo indicar la actitud benévola del Imperio Romano frente a la injusta y desordenada acusación de los judíos.

215 [Page 160] La expresión “ni observan las costumbres” (v. 21) es muy vaga y se refiere posiblemente a los ritos ordenados por la ley de Moisés (comp. 6:14). Concluyendo, el tema es éste: ¿Deben los creyentes de origen judío cumplir con las costumbres en boga? El rumor afirmaba que Pablo decía que no, pero nada hay de ello. Tanto Jacobo como los ancianos juzgan que la situación es peligrosa. Planean, entonces, un remedio que proponen a Pablo como solución para definir su actitud hacia la ley. Lo plantean así: “La multitud [judíos cristianos celosos de la ley] se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (vv. 23, 24). Estos cuatro hermanos habían hecho el voto nazareo (Nm. 6:1–18; Hch. 18:18) que era temporario, generalmente por un mes. La proposición de Jacobo tiene al parecer dos objetivos, aunque no son sencillos de explicar. Primero, le sugiere a Pablo que se una a los cuatro hermanos con voto. “Tómalos contigo, purifícate con ellos”—le dice—, lo que en primer término significa identificación. Estos hombres pudieron haberse contaminado, pero Pablo no. Sin embargo, Jacobo le ruega que asuma esa posición de humildad. Segundo, Jacobo le propone a Pablo que pague los gastos “para que se rasuren la cabeza”. Según Josefo,5 era meritorio en aquellos días que un judío se uniera con un pobre que hacía voto y costeara los gastos del templo por su purificación. Este pago por parte de Pablo les demostraría a todos su reverencia por la ley. Pablo acepta hacer todo esto manteniendo su principio de hacerse “a los judíos como judío, para ganar a los judíos” (1 Co. 9:20). También Jacobo hace una alusión interesante respecto de los gentiles. Le dice que la dificultad para el ingreso de los “que han creído”, está ya solucionada a partir del concilio de Jerusalén celebrado unos siete años atrás. Como bien lo sabía Pablo, los hermanos de Jerusalén [Page 161] habían “escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (v. 25; ver 15:20, 29). Hasta aquí todo marcha bien y Pablo se dispone a cumplir la propuesta a la brevedad. El v. 26 detalla lo que hace: “al día siguiente, habiéndose purificado con ellos,6 entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación”. El proceder no involucra compromiso alguno para los principios, porque Pablo ya había practicado el voto nazareo en ocasión de su última visita a Jerusalén. En cambio, evidencia un espíritu tierno y amable para con sus hermanos que no practican las cosas como él. Tanto Jacobo como Pablo tienen claro que la salvación del alma es únicamente por gracia por medio de la fe. También conocen las exigencias de la vida cristiana, la labor del Espíritu Santo y el retorno del Señor Jesús. El problema se relaciona con la cultura, la etnia y la ceremonia legal. Pablo no sacrifica principios doctrinales, pero flexibiliza la práctica en beneficio de la unidad. Estos procedimientos hacen bien al pueblo de Dios.

2)

El arresto en el templo (21:27–32) 27Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, 28dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar. 29Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, de Éfeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. 30Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas. 31Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. 32Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. [Page 162] Pablo ya estaba finalizando su voto de una semana, cuando una circunstancia imprevista modifica la escena. Sucede que entre los peregrinos que acudieron a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés se hallan algunos judíos de la provincia de Asia que conocen a Pablo (comp. 20:19). Parece que éstos también individualizaron a Trófimo de Éfeso (v. 29). Entonces “alborotaron a toda la multitud y le echaron mano” (v. 27) (comp. 19:32) elevando las acusaciones. La primera, que Pablo “por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar” (v. 28). Por lo ocurrido con Esteban (6:13) y lo que confirma el v. 29 que hemos estudiado más arriba, ésta es la modalidad con la cual los fariseos quisieron eliminar el cristianismo desde los días del Señor Jesús (Mr. 14:57–58). La segunda acusación es que Pablo “ha metido a griegos en el templo, y 5 Ant. 6 La

XX. VIII. 6. ofrenda para esta purificación está detallada en Nm. 6:14–20.

216 ha profanado este santo lugar” (v. 28). Esta es más falsa aun que la anterior. Lucas, no obstante, trata de explicarlo de modo amable diciendo que ellos “pensaban que Pablo había metido en el templo” a Trófimo (v. 29). En verdad, los judíos habían visto a estos dos juntos en la ciudad y ahora sacan la conclusión de que también el compañero gentil de Pablo estaba en el recinto interior del templo con él.7 Pero no es así. Trófimo no había ingresado en el templo. No obstante, juntando ambas acusaciones lograron “que toda la ciudad” se conmoviera y el pueblo se agolpara contra Pablo. Se apoderaron de él y “le arrastraron fuera del templo” para eliminarlo. Felizmente, la guardia militar romana observa lo que acontece e interviene aceleradamente. La compañía tiene su asiento en la fortaleza Antonia edificada por Herodes el Grande en el límite noroeste del área del templo.8

3)

[Page 163] La protección de los romanos (21:33–40) 33Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, preguntó quién era y qué había hecho. 34Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza. 35Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; 36porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera! 37Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios? 39Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. 40Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:

El tribuno que se hace presente quiere ante todo restablecer el orden; no conoce a Pablo ni cuál es su verdadera función. Tal como la multitud había hecho, también el militar se apodera del apóstol pero con el propósito de protegerlo. Debido al espantoso ruido de la multitud y la gritería desorientada, el tribuno no puede identificar al preso (ver 19:34) porque dice el texto que “no podía entender nada de cierto”. La honestidad de Lisias a pesar de no poder identificar al acusado se manifiesta en la manera en que rescata a Pablo. Es llevado a la fortaleza en andas a “causa de la violencia de la multitud” (v. 35). Es la manera de aumentar la seguridad. Los judíos lo acusan de profanar el templo, en cambio el tribuno cree que es un terrorista egipcio (comp. 22:22; Lc. 23:18). El sedicioso al que alude Lisias es un “falso profeta egipcio” que unos años antes había reunido una multitud en el Monte de los Olivos para prometerles un milagro similar al de Jericó, es decir, que a su voz los muros caerían y ellos podrían entonces librar a la ciudad de los romanos (Josefo: Ant. XX.8.6). Pero el procurador Félix desbarató el plan y [Page 164] mató a los sicarios.9 Lamentablemente el egipcio huyó y no se oyó más de él. El tribuno sospecha que ha reaparecido y está enfrentando una sublevación similar pero más elaborada. Pablo inmediatamente se ocupa de proporcionar su identidad. Es “hombre judío de Tarso”, y ciudadano “de una ciudad no insignificante de Cilicia” (v. 39), la primera ciudad de esta provincia, no sólo por su riqueza sino por su reconocida fuente de erudición, porque allí se edificó una de las universidades romanas. A Lisias no le impresionan las declaraciones de Pablo ni su origen, porque simplemente se tranquiliza con saber que no es el egipcio. Pablo solicita autorización para hablar, y le es dada. Con el gesto de levantar la mano (comp. 13:16; 12:17; 19:33) y subido a las gradas de la torre Antonia, Pablo dirigió su discurso en “lengua hebrea” (posiblemente arameo)10 a la multitud que lo acusaba ardientemente. 7A

los gentiles se les permitía entrar únicamente al atrio exterior conocido como “de los gentiles”, que no podían trasponer. Según el historiador Josefo había “una piedra intermedia de separación con una inscripción que prohibía a todo extraño pasar so pena de ser condenado a muerte” (XV.II.5) (comp. Ef. 2:14). 8 El atrio del templo estaba bajo constante vigilancia, especialmente en celebraciones donde se reunía mucho público. La guarnición estaba compuesta de unos mil hombres bajo las órdenes de un “jefe de mil” (gr. Quiliarcos) denominado tribuno militar. En ese momento esa persona era Claudio Lisias (23:26). 9 Sicarios (del latín sicarius y ésta de sica, que significa daga). Los sicarios son asesinos pagados que comenzaron en el tiempo de Félix y cometieron muchas atrocidades por ser enemigos acérrimos de los romanos. 10 Idioma similar al hebreo que produjo varios dialectos (Gn. 31:47). Como idioma incluido en las lenguas de los conquistadores, se extendió en muchas partes y en cada una tenía su característica. Fue usado por los asirios (2 R. 18:26; Is. 36:11) y por otros pueblos. Parte de Daniel (2:4–7:28) está escrito en aramaico y también parte de Esdras (4:8–6, 18; 7:12–26). Era el idioma del pueblo en Palestina desde el retorno del exilio de Babilonia. Hay historiadores que insisten en que el Señor Jesús habló normalmente en arameo, pero también lo hizo en hebreo y alguna vez en griego.

217

4)

El discurso desde la torre Antonia (22:1–22) 1Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros. 2Y al oir que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo: 3Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de [Page 165] quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. 6Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. 12Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. 14Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 15Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre. 17Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. 18Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. 21Pero me dijo: Vé, porque yo te enviaré lejos a los gentiles. 22Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva. Pablo inicia su defensa (gr. apologia) cuando aún el auditorio tumultuoso no había cesado la protesta. Pero al oír su idioma vernacular y el comienzo tan cariñoso, “guardaron más silencio” (comp. 7:2). Por segunda vez Lucas relata la conversión de Saulo. En el primer caso (cap. 9) utilizó sus propias palabras, pero ahora, [Page 166] así como delante del rey Agripa (cap. 26), lo hace usando las palabras de Pablo. En el primer caso, el énfasis estuvo en lo milagroso de la intervención de Dios y la actividad soberana del Señor Jesús. En éste, aunque ese ingrediente está presente, es un discurso a una multitud hostil que trae severos cargos contra él, acusándole de profanar el templo y despreciar la ley (21:28). El polo del mensaje es su lealtad a la tradición hebrea, incluyendo desde luego la ley y el templo. Notemos los detalles destacados del discurso:

(a)

Su origen hebreo (v. 39). Pablo describe su principio y trayectoria hebrea, utilizando frases cortas pero llenas de contenido. “Nacido en Tarso de Cilicia”, que es una ciudad importante para los romanos, aunque quizás no tanto para los judíos. Pero Pablo se interesa en que ellos sepan que no era un gentil infiltrado sino un hebreo de nacimiento (Fil. 3:5–6; 2 Co. 11:22).

(b)

Su educación ortodoxa. “Criado en esta ciudad”, queriendo apuntar a su familiaridad con la vida de la nación al conocer desde niño la capital del país. Pero además, “instruido a los pies de Gamaliel” (ver 5:34), el reconocido enseñador de su día, a cuyos pies se sentaban los más destacados fariseos para asimilar la instrucción del maestro sentado en un lugar elevado (comp. Lc. 2:46; 8:35; 10:39). En verdad, la tolerancia y equilibrio de Gamaliel hubieran sido necesarios en esos momentos de ofuscación, como lo son siempre que nos encontramos en dificultades. Pero con frecuencia, ocurre que los alumnos son más severos o extremistas que los mismos maestros.

(c)

Su conducta en el judaísmo. “Estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios …” (v. 3). Al comparar esta declaración con 24:14, nos damos cuenta de que “la ley de nuestros padres” se refiere a las cosas escritas en la ley y los profetas (comp. Mr. 7:3). Pablo se esfuerza por mostrarles que el celo que él demostró es tan robusto como el de ellos (21:20; Ro. 10:2; Gá. 1:14). Estaba convencido de que la interpretación de la ley que había recibido era la verdadera, y que todos los medios justificaban su defensa (Fil. 3:6). Es exhibiendo este celo que persiguió “este Camino hasta la muerte” (ver 9:2) y justificó la despiadada ejecución de [Page 167] Esteban (v. 20; 8:3; 26:9–11) y de otros muchos hermanos a quienes arrastró descarnadamente al patíbulo. El sanedrín sabe muy bien y el “sumo sacerdote también [me] es testigo” juntamente con “todos los ancianos” (ver 4:5, 15), que él cargó sobre sí la responsabilidad de aniquilar a los cristianos. No es únicamente un profesante sino un “perseguidor de la iglesia” (8:1; 1 Co. 15:9; 1 Ti. 1:13).

218 (d)

Su conversión a Cristo. “Pero aconteció que yendo yo …” Pablo pone gran énfasis en lo milagroso de su cambio y a la forma inusual de la intervención de Dios. “De repente”—dice—“me rodeó mucha luz del cielo; y caí al suelo” (v. 6). El resultado es una ceguera que lo inhabilita para seguir por sus propios medios y necesariamente tiene que sujetarse a otro. Quien lo llama es nada menos que “Jesús de Nazaret” a quien él perseguía. Las palabras “de Nazaret” no están en 9:5 y 26:15. Como ya lo hemos señalado cuando comentamos la historia de este episodio en el capítulo 9, Saulo, que entiende el idioma (v. 9), no comprende lo que acontece aunque discierne que algo sustancial ocurrirá en su vida.

(e)

Su primera relación con la iglesia. “Entonces uno llamado Ananías …” (v. 12). Aunque Pablo presenta a Ananías como “varón piadoso según la ley” para que los judíos entiendan de quién se trata, relata con detalles la labor de este enviado del Señor y la manera en que le explica el significado de la conversión. El v. 13 es una narración resumida de lo que encontramos en 9:17. En cambio, el v. 14 es una declaración que no hallamos en la primera narración. Dice que Ananías le comunica a Pablo que “el Dios de nuestros padres te ha escogido” para su labor apostólica. Lucas utiliza el verbo “escoger”, una palabra que vemos de un modo y otro solamente tres veces en el NT. Significa “ordenar de antemano” o “poner en funciones anticipadamente” (ver 10:41) (comp. 3:20; 26:16). Es por este medio providencial que Pablo recibe su carácter de apóstol. El ordenamiento no es caprichoso ni fortuito. Necesita previamente tener tres experiencias claras que son: (a) “que conozcas su voluntad” (Ro. 2:18; Col. 1:9), vale decir que sepas con precisión el propósito de Dios para ti. (b) “veas al Justo” (22:14; ver 3:14). Esta experiencia de haber visto al Justo que es Jesucristo, es imprescindible para que una persona pueda invocar el carácter de “apóstol de Jesucristo” (1 Co. 9:1). (c) “Y oigas la voz [Page 168] de su boca”. Para ser apóstol (enviado) de Jesucristo, él mismo tiene que haber intervenido en su envío a las labores (1 Co. 1:17). El “apóstol de Jesucristo” (1 Co. 1:1; Ef. 1:1) debe ser comisionado por Jesucristo a quien ve y oye, precisamente para poder cumplimentar lo que Pablo señala en este testimonio: “porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído” (v. 15) (comp. 26:16). Según el cap. 26 el apóstol considera la visita de Ananías como parte de la revelación de Dios (vv. 16–18). Aunque para la multitud enardecida estos detalles pasaran desapercibidos, para nosotros son de una importancia rectora. Nos ilustran la calidad del llamado apostólico y el alcance del ministerio, en distinción con los muchos que posteriormente también se anunciaron como apóstoles. Por último, Ananías no se limita únicamente a mostrarle el propósito de Dios, sino a que Pablo se inicie en la nueva senda. Imperativamente le ordena bautizarse para transformar su experiencia interior en una acción visible. Según la enseñanza de Pablo mismo, el bautismo no lava pecados (1 Co. 6:11) sino identifica con Cristo (Ro. 6:3–6). Nos parece, entonces, que el texto está más claro si lo leemos así: “y lava tus pecados, invocando su nombre”.

(f)

Su visión en el templo: “… vuelto a Jerusalén orando en el templo me sobrevino un éxtasis …” Voluntariamente Pablo menciona su experiencia espiritual en el lugar que ellos alegan que menospreciaba y profanaba. Posiblemente se refiera a la visita registrada al comienzo de su ministerio (9:26; Gá. 1:17, 18), como bien puede avalarlo el v. 18: “sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí” (ver 9:29). Desde el primer momento Pablo sabe que tendrá otro campo de labor que no es Jerusalén. Mientras el Señor le enseña sus propósitos de enviarle a otros lugares, Pablo no comprende por qué alguien que es el adecuado para predicar a su nación deba ser descartado, e inicia su argumentación: “Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti …” (v. 19), incluyendo la escena de Esteban a quien denomina “tu testigo” (comp. Ap. 2:13) y la forma en que él se hace cómplice del martirio (v. 20) (comp. 7:58; 8:1). Pese a su cercanía al templo y su vinculación con la eliminación de Esteban, siguió los planes indicados por Dios, y así [Page 169] cuando los hermanos de Jerusalén lo “llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso” (9:30), comienza a cumplirse la primera fase de la predicación a los gentiles (comp. Gá. 1:21; 2:7), que en ese momento está en pleno desarrollo. La mención de los gentiles es la gota que rebalsa el vaso del fastidio, porque es precisamente esa actividad de Pablo la que ha enfurecido a los judíos, hasta solicitar la pena de muerte para el apóstol (v. 22). Están de acuerdo en que los gentiles sean judaizados (prosélitos), pero discrepan en que se conviertan en cristianos, porque es lo mismo que afirmar que los gentiles son ante Dios iguales que los judíos, y que los judíos necesitan de Cristo para ir a Dios. La brusca interrupción del discurso y el motín que provocan con gritos, tierra y ropas (v. 23) es tal magnitud que casi eclipsa los interesantes temas que el predicador explica. Pero no nos dejemos confundir, lo primero que se destaca es la ferviente fidelidad de Pablo para con Dios y el propósito divino con los hombres.

219 Lo segundo que vemos es que con la venida del Señor en la revelación que recibe Pablo, la revelación se completa al tener un mensaje fresco de “la voz de su boca” (v. 14). Dios ha hablado por su Hijo (He. 1:1).

5)

El valor de la ciudadanía romana (vv. 23–30) 23Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. 27Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí. 28Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. 29Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado. 30Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas y mandó venir a los principales [Page 170] sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos. El furioso tumulto desconcertó al tribuno Lisias, responsable por el mantenimiento del orden en la ciudad. Con la esperanza de calmar los ánimos tomó medidas de emergencia sin contar con los recaudos legales. Manda meter a Pablo en la fortaleza para azotarlo (gr. mastizo̅, castigar con látigo) con el fin de obtener la verdad del episodio porque no comprendía el arameo. Es el examen que solían aplicar a un esclavo o extranjero sospechado de mentir. Tampoco el tribuno entiende el contenido ni la vehemencia de la gritería (comp. 12:22; 21:34). Está cometiendo una doble ilegalidad. En primer lugar, solamente puede aplicarse la tortura cuando un prisionero se niega a decir la verdad o la falsea, que no es el caso de Pablo. En segundo lugar, aunque el tribuno lo ignora, está frente a un ciudadano romano que no puede ser ajusticiado sin causa justificada y defensa en juicio. Están los soldados atándolo al poste para castigarlo, cuando Pablo le pregunta al centurión sobre la legitimidad de la pena, teniendo en cuenta su ciudadanía romana (ver 16:37). El tribuno que acaba de salvar al predicador de la turba enfurecida, no puede disimular su asombro porque el castigo que está a punto de acontecer es un salvaje flagelo, del cual, si saliera con vida con seguridad quedaría paralítico. El tribuno toma a cargo la indagatoria por la cual, en su propio idioma ahora, descubre que Pablo es romano. Parece que esa ciudadanía podía adquirirse por derecho (en el caso de personas de alto rango) o por recompensa para quienes siendo leales al Imperio hubieran hecho evidentes manifestaciones de fidelidad. Pero por lo que dice nuestro texto, ninguno de los dos es el caso de Lisias que la adquirió en los días del emperador Claudio, sin reunir ningún requisito ciudadano sino sólo el financiero. El caso de Pablo es totalmente distinto a los anteriores; él es romano porque nació dentro del territorio del Imperio. Aparentemente, su padre también lo era. De modo que al comprobar “que era ciudadano romano” el tribuno tuvo temor por “haberle atado” (v. 29) y lo suelta, aunque por lo que leemos en el v. 30 esto no es un acto simultáneo.

6)

[Page 171] Pablo ante el sanedrín (23:1–11) 1Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. 2El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca. 3Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? 4Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo. 6Entonces Pablo, notando que era una parte de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se juzga. 7Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. 8Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas. 9Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios. 10Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza. 11A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.

220

[Page 172] PABLO ENFRENTA SU PRIMER JUICIO 1.

La buena conciencia (v. 1) (comp. 24:16)



vivir en santidad delante de Dios.



vivir en integridad.



vivir en dependencia. (comp. 2 Co. 1:12; 2 Ti. 1:3; He. 13:18; 1 P. 3:15).

2.

La santa reacción (v. 3)



porque en lugar de ver justicia siente venganza.



la función del sumo sacerdote es ajusticiar a los condenados y no a un inocente. (comp. Lv. 19:35; Dt. 25:1).

3.

La actitud sabia (v. 6)



produjo una declaración de fe que sinceró a su tribunal (Hch. 26:5; 28:20).



los errores doctrinales entre ellos son más graves que los de Pablo (v. 8).

4. –

La intervención de Dios (v. 11) habiendo sido fiel en lo que Dios le confió, se extiende ahora su ministerio (Hch. 18:9; 27:23).

Por una parte el tribuno tiene que brindarle a Pablo el derecho a la defensa, y por otra él mismo necesita saber la causa de semejante alboroto. De las preguntas formuladas a la gente no obtiene resultado alguno por la disparidad de contestaciones (21:33–34), así que opta por lo más sabio: confrontarlo con el sanedrín (v. 30). Posiblemente el magistrado hubiera estado más satisfecho si hubiese podido actuar como los de Filipos ante una situación similar: pedir disculpas al prisionero y rogarle que desaparezca (16:35–39). Pero Jerusalén no es Filipos, y debe enfrentar el momento del mejor modo posible haciendo que el sanedrín (cuerpo de hebreos con autoridad sobre el tema) (4:5, 15) tome cartas en la cuestión. Al leer el episodio podemos tener en cuenta tres cosas: (a)

[Page 173] Pablo y el sumo sacerdote La corte judía se reunió en su lugar de audiencia simplemente para condenar a Pablo, esperando que con posterioridad el procurador romano ratifique la sentencia de muerte. Pero las cosas siguen un giro diferente. Lisias, previendo una actitud de violencia, “mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio”, y llevó personalmente a Pablo y “lo presentó ante ellos” (v. 30). Pablo, que ya abandonó cualquier tipo de justicia por parte de los judíos, comienza a expresar su fe sin temor alguno y “mirando fijamente el concilio” dice: “Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy” (23:1). No les reconoce jerarquía y se les acerca en calidad de “hermanos” (4:8). Dos actitudes colman la tranquilidad de Ananías:11 (1) ser considerado simplemente “hermano” (hebreo) y (2) oír que la conducta judía del preso—Pablo—es intachable (2 Ti. 1:3) (comp. 24:16; Gá. 2:10). Esta afirmación es inaceptable para Ananías, porque como sumo sacerdote tiene el deber de velar por una lealtad absoluta a la tradición de los ancianos. Sumamente ofendido, ordena a uno de sus asistentes que lo silenciara hiriéndolo en la boca. El gesto arrogante de Ananías también es un craso insulto perpetrado por quien debió ser un ministro de justicia. La respuesta de Pablo es lapidaria: “¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!” La frase, que parece ser un proverbio en boga (comp. Mt. 23:27), sirve para contrastar el exterior de apariencia pura con el interior de ma11 Ananías

es un conocido sumo sacerdote que maneja la tradición de modo inconsciente e inescrupuloso desde el día de su ascención en el año 47 DC. Es de origen saduceo, pero ignorante de la voluntad de Dios. Unos cinco años después de este episodio es remitido a Roma acusado de sedición. Es absuelto y vuelve a su país. Es asesinado en el 66 DC.

221 las intenciones, o quizás el muro elegante a la vista que como lo menciona el profeta (Ez. 13:10–13) pronto sería derrumbado y solo quedarían las ruinas. Pablo continúa recriminando al heridor indicándole desfavorablemente que aplica el juicio antes de tener la sentencia. Quienes le oyen le dicen: “¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?” (v. 4). El acusado tiene ahora que presentar sus excusas, y dice: “no [Page 174] sabía hermanos, que era el sumo sacerdote”.12 Normalmente, las reuniones del sanedrín estaban presididas por el sumo sacerdote sentado en su asiento presidencial en medio del semicírculo de los sanedristas. Pero en esta ocasión no sabemos que haya sucedido eso porque el concilio había sido convocado por el tribuno. Así que bien puede ser que Pablo no haya reconocido a Ananías, sea por su supuesta afección a la vista o por el cambio de sacerdote desde su última visita. En verdad, el momento es dramático y con la disculpa que Pablo presenta (citando el texto de Ex. 22:28 “no maldecirás al príncipe de tu pueblo”) el asunto queda superado. (b)

Pablo y la división del concilio. Está claro para Pablo que la justicia en última instancia no provendrá de los judíos, de modo que le parece sabio demostrar a los romanos la inconsistencia de sus acusadores. ¿Cómo? Haciendo evidente la fractura que existe entre sus opositores en temas doctrinales esenciales para los hebreos, pero intrascendentes para los romanos. Pablo se alinea con los que responden a sus convicciones, los fariseos, y dice: “Varones, hermanos, yo soy fariseo hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga” (v. 6). La frase desencadena una división en la asamblea, y es lo suficientemente tumultuosa como para que los romanos no emitieran juicio alguno (comp. 4:32). Lucas se encarga de explicar lo que acontece señalando que los “saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, pero los fariseos afirman estas cosas” (v. 8) (comp. Mt. 22:23; Hch. 4:2; 17:18). Pablo es un fariseo no solamente por su linaje (v. 6) sino porque abriga y predica la esperanza de la resurrección, razón por la cual está en dificultades. Los saduceos, en cambio, al negar la inmortalidad, descartan el valor de la esperanza mesiánica que los judíos abrigaban desde después del exilio babilónico (Dn. 12:2–3). Refuerzan su posición sectaria negando a los ángeles y a los espíritus. [Page 175] La estrategia de Pablo surte un efecto casi inmediato: “hubo un gran vocerío” (v. 9) y los escribas (4:5) (comp. Lc. 5:30) inclinándose a favor del apóstol justifican sus experiencias espirituales diciendo: “no resistamos a Dios” (comp. 22:6–9; 22:17–19). A causa del tumulto, la verdadera razón de la acusación (haber metido a un gentil en el templo) queda totalmente de lado. Los ánimos no están ya para oír y discernir la situación a causa de la “grande disensión” producida en presencia del tribuno. Éste, “teniendo temor de que Pablo fuese despedazado, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos y le llevasen a la fortaleza” (v. 10).

(c)

Pablo y la presencia del Señor Pablo pasa una noche difícil. Tiene poca satisfacción con lo ocurrido durante el día y está preocupado por su ministerio desde que llega a Jerusalén. Pero por otra parte, después del enfrentamiento con Ananías y el tumulto fariseo–saduceo que acaba de protagonizar, es un verdadero alivio estar a solas bajo fuerte custodia en la torre Antonia. Pablo siente mucha soledad y desazón acerca de su futuro. Ve pocas esperanzas de salir con vida de esa ciudad, y mucho menos continuar su deseado viaje a Roma. Sin embargo, la misteriosa presencia del Señor Jesús pone muy rápidamente todas las cosas en orden: “Ten ánimo, Pablo”—le dice—“pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (v. 11) (comp. 9:4; 16:9; 18:9; 22:17; 27:23). Lucas no es más explícito, y no sabemos si hay un diálogo o explicación sobre los medios que Dios usaría. Estamos seguros, no obstante, de que Pablo siente una paz profunda y una valentía reavivada que vigorizan lo mucho que le espera antes de arribar a Roma.

7)

La protección del complot judío (23:12–35) 12Venido el día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. 13Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración, 14los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que [Page 176] hayamos dado muerte a Pablo. 15Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue. 16Mas el hijo de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo. 17Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven ante el tribuno, porque tiene cier12 Muchos

creen que no es una disculpa sino más vale un sarcasmo: Es como si Pablo hubiera dicho: “Ciertamente el sumo sacerdote debe ser reverenciado, pero ¿quién podía suponer que este impostor es el sumo sacerdote?”

222

to aviso que darle. 18Él entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo me llamó y me rogó que trajese ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte. 19El tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme? 20Él le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio, como que van a inquirir alguna cosa más cierta acerca de él. 21Pero tú no les creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición, a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están listos esperando tu promesa. 22Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto. 23Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fuesen hasta Cesarea; 24y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen en salvo a Félix el gobernador. 25Y escribió una carta en estos términos: 26Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud. 27A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano. 28Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; 29y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión. 30Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien. 31Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antipatris. 32Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza. 33Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él. 34Y el gobernador, leída la carta, preguntó de [Page 177] qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, 35le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes. El modo en que Pablo se libra de las manos del sanedrín es frustrante para ellos. Sin embargo, algunos piensan que mientras esté cerca, algo deben hacer contra él. Toman otro camino: traman un complot y lo juramentan “bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo”. Lo básico es hallar una excusa para tener a Pablo en la calle. El complot está en contra de la voluntad de Dios y él utiliza medios muy sencillos para frustrar todo. Aunque el juramento tiene la fórmula hebrea “Así me haga Dios y aun me añada” sin echar mano a algunos incisos de excepción que posteriormente añadieron, los cuarenta hombres bajo pacto deben morir porque lo pactado no se cumple. La abrupta aparición del sobrino de Pablo sorprende, por lo poco que conocemos acerca de la familia del apóstol. Lo que podemos ver es que las informaciones sobre el complot se filtran y llegan a oídos del joven (quizás un adolescente) interesado en el destino de su tío. Pablo, que se encuentra en una posición de honra, recibe visitas y da ciertas indicaciones sobre lo que el muchacho le informa. No obstante sigue siendo “el preso” (Ef. 3:1; 4:1). Con toda rapidez el tribuno decide enviarlo a Cesarea. La escolta que prepara parece exagerada, con infantería, caballería y tropa armada con lanzas. Pero pensando en que pasarían la noche en el trayecto y la situación era peligrosa, el tribuno cree que deben ir bien pertrechados. Cesarea era la capital de la provincia de Judea y lugar de residencia del gobernador.13 Félix es en ese momento [Page 178] el gobernador, y ofició como procurador de Judea a partir del año 52 DC. Nos sorprende que Lucas haya conseguido tantos datos. Aun más, que haya podido disponer de la carta que el tribuno envió al gobernador, máxime que estos temas estaban rodeados del secreto de estado. Lo que posiblemente obtuvo Lucas fue el contenido en forma verbal y entonces redacta algo “en estos términos” (v. 25). Sea cual fuere la verdad, la nota reproduce los hechos con precisión destacando especialmente la exagerada participación que Lisias se da a sí mismo (v. 27), tergiversando la verdad en cuanto a que él sabía “que era ciudadano romano” (v. 27) ya que la información la había obtenido cuando ya Pablo estaba atado al poste del castigo (vv. 25–30). Si leemos nuevamente la carta y la comparamos con lo sucedido, nos damos cuenta de que habiendo hallado “que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos; pero que ningún delito tenía digno de muerte o prisión” (v. 29), entonces ¿para qué lo envía al gobernador? Él mismo tiene autoridad para decidir favorablemente la situación. Sin embargo, Lisias—a nuestro entender—necesita afianzar las relaciones con Roma por una parte, mostrando su efectividad en caso de tumulto (nótese que los verbos de la carta están en primera persona del singular), y por otra parte quiere finalizar con el tumulto fenomenal que término gobernador es genérico (1 P. 2:14). En este caso se refiere al procurador (gr. epitropos) (Mt. 27:2). Esta persona “era un oficial de finanzas bajo un procónsul o pretor que reunía los ingresos para el Imperio, pero además revestido de poderes magisteriales para realizar decisiones en cuestiones relativas a los impuestos. En algunas provincias como Judea, el procurador—que dependía del delegado de Siria—era el administrador general y juez supremo con atribuciones expulsivas sobre la vida y la muerte” (W. E. Vine).

13 El

223 parece escapar a su control. Así que Pablo sale de noche para Cesarea haciendo una parada en Antipatris para descansar. Habiendo cesado el peligro, los soldados volvieron a la fortaleza, y los jinetes llevan al prisionero cruzando terreno habitado principalmente por gentiles hasta llegar a destino, y entregan a Pablo en manos de Félix. Este funcionario lee la carta y le pregunta a Pablo por la provincia de su nacimiento para confirmar que está bajo su competencia. Añade que le indagará cuando “vengan tus acusadores” (v. 35). Mientras tanto el acusado queda bajo custodia en el palacio que Herodes el Grande había levantado, y que servía de residencia para el gobernador (pretorio) (comp. Fil. 1:13).

Reflexión Al concluir una parte tan importante de nuestro estudio podemos resaltar algunas cosas. Si consideramos los pensamientos de Pablo observamos algunos detalles: [Page 179] 1. La convicción del apóstol sobre su vocación (22:14). 2. La seguridad sobre los alcances de su ministerio (9:15; 22:15). 3. La confirmación de que para cumplirlo tenía que ir a Jerusalén y a Roma (19:21)—razón por la cual nada lo detiene (21:13; Ro. 1:15). 4. Aunque en cada emboscada está en juego el futuro del evangelio, la provisión de Dios es consecuente con su promesa. Los romanos rescatan cuatro veces a Pablo de la muerte a manos de los judíos (21:32–33; 22:23–24; 23:10; 23:23), y en por lo menos tres de ellas lo declaran inocente. 5. La soledad de Pablo interrumpida pocas veces por la presencia del Señor (23:11) es digna de toda admiración. En verdad, la promesa de Dios nunca falla, y en su ser interior hay algo más que convicción: está la fortaleza del Espíritu Santo. Es un modelo de misionero, de obrero, y de ciudadano. En todo, la convicción supera las dificultades.

224 [Page 180] CAPÍTULO 29

8. PABLO PRESO EN CESAREA (24:1–27) 1Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. 2Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo: Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, 3oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud. 4Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. 5Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. 6Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. 7Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, 8mandando a sus acusadores que viniesen a ti. Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. 9Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo.. Para apreciar mejor la falsedad del discurso de Tértulo tenemos que apuntar a la calidad de persona que es Félix. Se caracteriza por su crueldad y vida licenciosa. Lleva una vida amorosa muy tormentosa, con tres matrimonios concretados con princesas y quebrados por infidelidad. El gobierno de Félix es además inestable y sangriento, con sublevaciones, torturas y constantes intentos de revolución. Tanto Josefo (XX.8.5–6) como Tácito hablan de él muy [Page 181] negativamente. Es este último quien dice: “Ejerció el poder de rey con la mente de un esclavo” (Historias 5.9). Es realmente un régimen de terror que termina cuando Nerón lo llama a Roma en el año 59 DC. Aunque los antecedentes son malos, es la persona provista por Dios para vigilar el destino de Pablo. Como magistrado romano, Félix se cuida muy bien de proteger a Pablo bajo la ley romana. Sin embargo, Tértulo dice lo contrario a todo este antecedente.

A. La acusación de Tértulo El gobernador Félix hace venir a los acusadores a Cesarea. Durante el tiempo transcurrido los judíos no habían estado ociosos. Al contrario, trabajaron implacablemente para armar sus acusaciones para la audiencia. El sanedrín nombra a una delegación compuesta por el sumo sacerdote Ananías en representación de los fariseos. Para evitar fricciones mutuas asocian a un letrado judío o quizás helenista llamado Tértulo, a fin de que hable en la audiencia exponiendo el punto de vista de ellos (comp. 23:15). Cuando la delegación llega a Cesarea y todo está preparado, Félix hace venir al acusado Pablo para que esté frente a sus acusadores. Tértulo comienza su exposición con una florida adulación a Félix para ganar su favor: “Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia”, etc (v. 2). El orador sabe, no obstante, que está mintiendo porque todos los presentes pueden presentar pruebas en contrario. Pero el alegato sigue: “Oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud” (v. 3). A continuación, Tértulo cambia el tono de su alocución porque comienza a detallar los cargos contra Pablo. Habla en términos duros que mezclan traición con herejía y sacrilegio. Dice que es “una plaga”, “un promotor de sediciones”, “cabecilla de la secta de los nazarenos” (comp. 5:17; 15:5)1 que “intentó también profanar el templo” (v. 6). A estas exageraciones, Tértulo justifica la acción desplegada por los judíos como “prendiéndole, quisimos juzgarle [Page 182] conforme a nuestra ley” (v. 6), pero esto tampoco es cierto, porque lo que en realidad deseaban era matarlo (22:22; 23:12). Tal como Lisias lo había hecho antes, ahora los judíos quieren manipular el incidente buscando el interés propio. Quieren demostrar que la violencia tiene a Pablo como generador y a Lisias como ejecutor. Y según Tértulo fue a causa de la inadecuada intervención del tribuno (v. 7) que se produjo el tumulto ¡porque ellos querían la paz! Para completar su argumento el abogado de los judíos dice: “Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos” (v. 8) (comp. 22:14).

B. La defensa de Pablo (24:10–23) hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: Porque sé que desde hace muchos años eres juez de esta nación, con buen ánimo haré mi defensa. 11Como tú puedes cerciorarte, no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén; 12y no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en las sinagogas ni en la ciudad; 13ni te pueden probar las cosas de que ahora me 10Habiéndole

1 Para

el sanedrín los cristianos eran todavía una secta judía herética.

225

acusan. 14Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; 15teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. 16Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. 17Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas. 18Estaba en ello, cuando unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto. 19Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra mí tienen algo. 20O digan éstos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, 21a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros. 22Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de este Camino, les aplazó, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto. 23Y mandó al centurión que se custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o venir a él. [Page 183] Sin responder palabra a los acusadores Félix hace “señal … a Pablo para que hablase”. Él también comienza con palabras de buena voluntad, aunque con una mayor modestia: “Sé que desde muchos años eres juez de esta nación”, sin calificar la forma de su desempeño. En verdad, Félix había sido procurador por cierto tiempo ya, y había servido anteriormente en Samaria (Tácito: Annals 12.54). Estas experiencias le sirven para entender un poco mejor la idiosincrasia hebrea. Pablo comienza su defensa enfrentando la acusación de “promotor de sediciones” (v. 5) diciendo: “tú puedes cerciorarte” que “no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén”. El argumento pretende fundamentar no solamente que en tan poco tiempo es imposible gestar una sublevación, sino que tampoco fue esa su intención, porque no le “hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud” (comp. 17:5)—como hubiese sido necesario si la acusación de Tértulo era cierta. Además, dice Pablo “ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan” (v. 13), como era imprescindible para la ley romana. Todo esto lo afirma, enfrentando los cargos acerca de su conducta en Jerusalén. Lo que Tértulo dice que ocurrió “entre todos los judíos por todo el mundo” (v. 5), por no estar dentro de la provincia de Félix, no es de pertinencia en ese momento y Pablo no lo menciona. Lo que sí refuta en segundo lugar es la acusación de ser “cabecilla de la secta de los nazarenos”. No lo hace negando, ni tampoco describiendo sus labores realizadas, que poco podían interesar al gobernador romano. Más vale, elabora una corta y precisa confesión de fe que pone en claro su modo de pensar.2 (1) Sirvo al Dios de mis padres. A esta actividad la denomina aquí el “Camino” (9:2; 19:9, 23; 22:4) (comp. 16:17; 18:25) y la encuadra dentro de lo que se conocía como religio lícita. El verbo [Page 184] “servir” (gr. latreu), que significaba en principio trabajar por contrato, toma después casi exclusivamente el carácter de servicio sagrado (oficio del culto—He. 9:1, 6). De modo que cuando Pablo habla en esos términos pone a disposición del gobernador una cantidad de labores hechas para honrar al “Dios de sus padres” (comp. 7:7; 26:7; 27:23; Ro. 1:9) en beneficio de todo el pueblo de Israel. (2) Creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas. Esta afirmación no pudo caer bien al sector saduceo que no creía en los profetas (Josefo: Antigüedades 10:6), pero es necesaria no sólo para mantener la diferencia entre ellos, sino ante todo para confirmar la venida del Señor Jesús y del Espíritu Santo. (3) Teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos (v. 15). La esperanza es un enigma para ambos grupos israelitas presentes. Aunque los fariseos efectivamente creían en ella (23:6) (comp. 26:6; 28:20), vivían descorazonados porque no se verificaba en la “redención de Israel” (Lc. 24:21) (comp. Lc. 1:68–69). Los saduceos, en cambio, la niegan rotundamente y con ello hacen a un lado el juicio sobre los injustos que tan rotundamente afirma Pablo.3 Pero al involucrar a sus acusadores en la misma expectativa (“la cual ellos también abrigan”), crea muchos interrogantes en los oídos del gobernador que simplemente está más confundido que al principio. Notemos que los cargos sobre sedición no tienen modo de probarse y los de doctrina puestos de esta manera no existen. Entonces ¿qué? 2 El

término “secta” no tiene para ellos en ese momento el sentido que adquirió posteriormente (5:17; 15:5). Significa más vale “denominación” o “grupo”. Aunque el término no lo usan los cristianos (28:22), para los demás son una secta, en algunos casos simplemente para distinguirlos de los fariseos o saduceos. Lo que sí es despectivo es hablar de la “secta de los nazarenos” (v. 5), según Pablo mismo lo reconoce (v. 14). 3 Es el único lugar donde Pablo específicamente menciona la resurrección de condenación (comp. Dn. 12:2; Jn. 5:28–29; Ap. 20:12).

226 (4) Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres (v. 16). A causa de la resurrección y seguridad de tener que comparecer ante el trono de Dios (2 Co. 5:10) para dar cuenta, es que Pablo se esfuerza para vivir con buena conciencia (23:1) (comp. 1 Co. 10:32; Fil. 1:10), es decir sin mancha, sin herida, sin culpa. [Page 185] Finalizada la confesión de fe, Pablo continúa explicando su actividad en Jerusalén. Primero señaló lo que no hizo (vv. 12–13); ahora, en cambio, se ocupa de lo que sí hizo. Lejos de intentar “profanar el templo” como dice Tértulo (v. 6), Pablo afirma haber tenido propósitos netamente religiosos y similares a los que ellos tienen—o deben tener. Después de un intervalo de “algunos años” (quizás cuatro o cinco desde la última visita, señalada en 18:22, o tal vez refiriéndose al Concilio descrito en el cap. 15), vuelve a ingresar a esa casa trayendo las contribuciones para los creyentes pobres de Jerusalén (v. 17), posiblemente las ofrendas mencionadas en 1 Co. 16:1–4; 2 Co. 8–9; Ro. 15:25–27.4 Entra al templo bajo pureza ceremonial rigurosa (v. 18), precisamente para evitar malos entendidos. No hay multitud ni sedición ni violencia de ningún orden. Fueron “unos judíos de Asia” (21:27) que no están allí para presentar pruebas testimoniales, quienes dedujeron lo que ahora otros presentan como cargo. Esa ausencia es clave para la defensa que presenta Pablo, protegido bajo ley romana. Los romanos odiaban a los acusadores que no se presentaban en las audiencias. Pablo, queriendo desenmascarar aun más a sus acusadores, dice: “O digan éstos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio” (v. 20) (comp. 20:16). Ante el silencio, Pablo da la versión sobre el origen del alboroto: “a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros” (v. 21). No es una autoacusación sino una manera de dejar en claro la base de su enseñanza y el punto clave que la asamblea de los judíos en su momento no supo tolerar ni quiso manejar (23:6–7). Al volver al terreno teológico, Félix da por terminada la audiencia. [Page 186] C. El aplazamiento de Félix El gobernador romano, que está “bien informado de este Camino” posiblemente por intermedio de Drusila su mujer, pospone los procedimientos. Por una parte no puede condenar a Pablo ya que ni Lisias, el tribuno (23:29), ni él mismo, pueden hallar falta luego de una audiencia sin cargos valederos y sin testigos como exigía la ley. Las acusaciones de Tértulo no convalidan la decisión anterior del sanedrín (23:9), de modo que todo resulta confuso. Por otra parte, el gobernador no quiere liberar a Pablo por no destrozar el favor que estaba ganando entre los judíos y que necesitaba. Al leer el v. 26 nos enteramos de que Lucas está al tanto de una poderosa razón privada: “esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase”. El gobernador sale del paso de modo elegante: “Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de conocer de vuestro asunto” (v. 22). Los romanos utilizaban distintos grados de prisión. Pablo, que es ciudadano romano, acusado pero sin cargos en su contra, obtiene una reclusión parcial. No es llevado a la cárcel sino simplemente detenido bajo las condiciones de la libera custodia que concede alguna libertad y que no impide a ninguno de los suyos servirle o venir a él. Lucas no dice si Lisias bajó alguna vez a Cesarea para aportar más información o percepción sobre este asunto, aunque no dudamos que visitó al procurador en más de una ocasión. Al parecer, Félix deja el tema en punto muerto, pero no lo da por terminado.

D. Pablo testifica delante de Félix y su mujer Drusila (24:24–27) días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. 25Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. 26Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él. 27Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo. 24Algunos

[Page 187] Una nueva persona aparece en escena. Se trata de Drusila, la hija menor de Herodes Agripa I (12:1). Esta había estado casada durante 15 años con un rey sirio, pero su reconocida belleza la hizo codicia-

4 Aquí

hallamos la única referencia clara de los Hechos al propósito de Pablo en su visita a Jerusalén, que tanto espacio ocupa en las epístolas. El evangelista era portador de una ofrenda de las iglesias gentiles para los empobrecidos cristianos de Jerusalén (Everett F. Harrison, El Comentario Bíblico Moody. Ed. Moody, pág. 232.

227 ble a otros magistrados. Así que Félix se enamoró de ella y se casó. Según dice Josefo, con la ayuda de un judío de Chipre Félix persuadió a Drusila para que abandonara a Aziru y se casara con él.5 Algunas versiones del NT añaden que fue por iniciativa de ella que Pablo aparece en la escena, porque ella quería oírle. Según estos manuscritos Drusila “pidió ver a Pablo y oír la palabra. Deseando satisfacerla, Félix llamó a Pablo”. La moral de este matrimonio y la clase de persona que es Félix nos explica, en parte, qué cosas quería Pablo poner delante de ellos. Lucas no señala lo que dijo Pablo. No tenemos siquiera una versión resumida del mensaje. Pero el escritor nos muestra los cuatro temas centrales. Primero les habló de “la fe en Jesucristo” (v. 24). Como Drusila es judía, muy bien Pablo pudo repasar la historia sobre la vida, muerte, sepultura y resurrección de Jesús como lo vino haciendo en todas sus predicaciones, poniendo un énfasis especial en que Jesús es el Cristo (17:3) y que “en él es justificado todo aquel que cree” (13:39). Pablo espera que la ocasión sea propicia para que Dios obre un milagro en esas vidas alejadas de Dios. Como lo hace constantemente, el predicador espera que el mensaje aplicado por el Espíritu produzca el reproche íntimo que los haga cambiar. Les explica, entonces, las tres esferas de sus vidas en las que el evangelio tiene que actuar. Pablo está en lo meduloso de su disertación (gr. dialegomai)6 cuando Félix espantado (mejor dicho aterrado) (10:4; comp. 1 R. 3:14; Ro. 13:3; 2 Co. 5:11) interrumpió la entrevista. ¿Cuál puede ser la causa del espanto? Pues nada menos que la aplicación del [Page 188] evangelio a las tres áreas de la vida que Lucas menciona: “justicia, dominio propio, y juicio venidero” (v. 25). La reconocida crueldad del mandatario romano y la opresión deshumanizada con que trataba al pueblo, sirven de fundamento para denunciar la injusticia y llamar la atención a lo que Pablo explica como la autoridad delegada de los gobernantes (Ro. 13:1). Por lo que escribió a los romanos sobre la justicia, Pablo se debe de haber extendido más en el tema para que su auditorio comprenda la diferencia entre lo humano y lo divino (Ro. 3:5, 25, 26), y pueda optar por lo segundo por el poder del Espíritu (Ro. 6:19; Ef. 6:14). Pablo también conoce la agitada vida matrimonial de Félix y las razones por las que se casó con Drusila para hacerla su tercera esposa. En consecuencia, aborda el “dominio propio”, el autocontrol que no está relacionado con el esfuerzo humano por “ser mejor” sino con la actividad del poder de Dios operando en el interior de la persona. Bien lo dice el texto griego enkrateia, que significa literalmente “fortaleza interior”. Es la tarea que el Espíritu realiza en nuestro espíritu para balancear los poderes, inclinaciones e intenciones que tenemos a disposición. Nosotros podemos elegir y contristar al Espíritu o autorizarlo a actuar y engrandecer su propósito (Gá. 5:25; 2 P. 1:6). Félix al oír—quizás por primera vez—una explicación semejante, se sintió afectado y temió seguir oyendo a Pablo. Pero las cosas empeoraron cuando ingresa el tema del juicio venidero. Ya sabemos cómo suele Pablo tratar el tema (17:31; comp. Ro. 2:2–3), sobre todo cuando puntualiza el resultado de la acción de Dios (Jn. 9:39; Ap. 20:11–15). Claramente describe un estrado más justo que el de César y más definitivo que el de la ley romana. Ante ese trono todos los magistrados habrán de comparecer para rendir cuenta ante el Juez Supremo. El gobernador cree que ha oído suficiente y manda sacar a Pablo. Durante los meses subsiguientes Félix “muchas veces lo hacía venir y hablaba con él” (v. 26). Lucas indica expresamente para qué lo hacía: “esperaba … que le diera dinero”, quizás sabiendo que Pablo lo tenía, o que lo podía conseguir. El soborno estaba expresamente prohibido por ley, pero el corazón humano no mejora la ley humana (Josefo: Antigüedades XX.9.5). Lo importante es que durante mucho tiempo Félix oyó el mensaje de la vida eterna. [Page 189] Lucas no nos da más datos salvo que “al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo” (v. 27; 25:9).7

5 Josefo:

Antigüedades. XX.7.2. utilización de este verbo demuestra que hubo diálogo o razonamiento entre las partes. Pablo presenta los pensamientos tal como lo hizo hasta ese momento (17:17; 18:4, 19; 19:8, 9), y permite que la otra parte reaccione hasta comprender lo que Dios propone. 7 A Félix se le había creado una situación muy desagradable por la manera de terminar con las sublevaciones entre judíos y gentiles en la ciudad de Cesarea. Tenía oposición creciente con los judíos. Así que convenía poner el caso de Pablo a congelar, aun más allá de los dos años máximos de detención que era el período legal. 6 La

228 [Page 190] CAPÍTULO 30

9. PABLO ANTE FESTO (25:1–12) 1Llegado, pues, Festo, a la provincia, subió de Cesarea a Jerusalén tres días después. 2Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron, 3pidiendo contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para matarle en el camino. 4Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría en breve. 5Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenle. 6Y deteniéndose entre ellos no más de ocho o diez días, venido a Cesarea, al siguiente día se sentó en tribunal, y mandó que fuese traído Pablo. 7Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar; 8alegando Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada. 9Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? 10Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien. 11Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. 12Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás. De acuerdo con lo que leemos en la historia de Josefo “cuando Festo llega a Judea, el país estaba siendo devastado por bandidos que incendiaban las aldeas y las saqueaban” (Antigüedades. [Page 191] XX.8.10). Festo aparentemente actúa con celeridad para eliminar las bandas y devolver la paz a la provincia. También decide finalizar con el caso de Pablo que su antecesor había dejado sin solución. Fueron estos temas pendientes y la creciente disputa con los judíos que motivaron a César a relevar a Félix y ordenar un castigo severo para él, que fue conmutado por la intervención de un hermano suyo (Josefo: Guerras de los judíos II.13.7). Lucas demuestra el carácter activo del nuevo procurador, al decir que “subió de Cesarea a Jerusalén tres días después” de llegar (v. 1). A pesar del tiempo transcurrido (24:17) y de las otras importantes necesidades que tenían los judíos, el único afán de ellos es terminar con Pablo. De modo que los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos (seguramente los más respetados del sanedrín), le piden en calidad de riguroso favor (gr. caris) (vv. 11, 16)—es decir una decitio placitum—que “hiciese traer a Jerusalén” a Pablo. Exteriormente para juzgarlo, aunque interiormente prepararían “una celada para matarle en el camino” (v. 3; 23:14–15). Aunque Festo desconoce el complot, se niega a complacerlos, aduciendo que “Pablo estaba custodiado en Cesarea”. En otras palabras: “Pablo está amparado y será juzgado por la ley romana”. Es como si les hubiera dicho: (1) Necesitamos tener los cargos bien formulados; (2) celebraremos una reunión donde se puedan oír esas demandas y el acusado pueda ofrecer sus descargos; y (3) el juez pueda decidir (en este caso el procurador) la sentencia a aplicar. Para preparar la audiencia, Festo invita a “los que de vosotros puedan” (v. 5) que le acompañen a Cesarea. Está seguro que solamente pueden mencionar “algún crimen” a entender de ellos que naturalmente necesita ser probado. Ya en Cesarea, Festo se constituyó y “se sentó en el tribunal”—formalidad legal para ejercer justicia (comp. Mt. 27:19; Jn. 19:13). Por su parte, Pablo está convencido de que si su causa ha de ser considerada con justicia, no debe moverse de la protección romana. Cuando llega a la audiencia “lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén” (v. 7) (comp. 21:17; 28:17). Lo hacen quizás para amenazarlo o infundirle miedo, mostrándole que nuevamente está en manos de ellos. Los judíos no terminan de comprender que a cada cargo formulado tienen que producir la correspondiente prueba. Ellos creen que pueden hablar y hacer “graves acusaciones, [Page 192] las cuales no podían probar” (v. 7). Cuanto más graves son los cargos, tanto más difícil les resulta hallar la prueba, y tanto más se les complica el caso (comp. 24:5, 13; 1 P. 4:12, 16). Pablo repite sus antiguos descargos al defenderse, y agrega “ni contra César he pecado en nada” (v. 8), posiblemente destruyendo algún cargo similar al levantado en Tesalónica (17:6–8; comp. Lc. 18:2; Jn. 19:12). Aunque Festo sabe muy bien las intenciones de los acusadores y sus incapacidades ante la ley para presentar pruebas, quiere “congraciarse con los judíos” (v. 9; 24:27) y entonces le ofrece a Pablo la opción de ser juzgado por él, pero en Jerusalén, ya que los llamados “crímenes” habían sido cometidos en esa ciudad. Pablo descubre que éste es un camino intermedio para pasar definitivamente a la jurisdicción de sus enemigos, y entonces el caso estaría perdido. La respuesta a la opción es terminante: “Estoy ante el tribunal del emperador romano, que es donde debo ser juzgado. Como bien sabe usted, no he hecho nada malo contra

229 los judíos … pido que el emperador mismo me juzgue” (vv. 10, 11 VP.).1 Por la manera en que Lucas narra el suceso, parece que lo toma a Festo de sorpresa, como si nunca hubiese pensado que las cosas tomarían ese giro. ¿Qué hacer entonces ahora? No puede pronunciar sentencia porque es violentar la ley romana. Tampoco puede soltar al acusado porque ha recusado al tribunal. Si lo hace obtendrá la censura unánime que los judíos aprovecharían para criticarlo despiadadamente. Así que “habiendo hablado con el consejo”, es decir los asesores que tenían los gobernadores o procuradores de provincia (comp. Mt. 12:14; 22:15) para estudiar estos casos, comprende que no tiene otra alternativa que atender a la apelación.2 [Page 193] Aunque, dicho sea de paso, es posible que Pablo no se haya referido a César en carácter de persona sino como status jurídico.3 Lo que sí nos parece importante es que con la actitud, Pablo está gestionando una solicitud de religio lícita también para el evangelio, con el propósito de separarlo del judaísmo y que no sea más tratado como una secta. La actitud de Festo es muy favorable para alcanzar los objetivos de Pablo.

10. FESTO PRESENTA EL CASO A AGRIPA (25:13–22) 13Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo. 14Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix, 15respecto al cual, cuando fui a Jerusalén se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él. 16A éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la acusación. 17Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre. 18Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, 19sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo. 20Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. 21Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. 22Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oir a ese hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás. [Page 194] Al gobernador no le queda otro trámite que enviar al prisionero a la capital imperial, ero tiene que tomar algunos recaudos preliminares, principalmente con la preparación del informe oficial para ser sometido al emperador. En verdad, ésta es una tarea difícil para el procurador, ignorante además de los procedimientos previos sobre el caso. Repentinamente se le abre una puerta. En su visita a Jerusalén—que ya hemos mencionado (v. 1)—concertó un encuentro con el rey Agripa que en forma inesperada parece concretarse a los pocos días (v. 13). Este monarca era el hijo del Herodes de figura en los primeros tiempos de Hechos (12:1, 6, 19, 23), y bisnieto de Herodes el Grande, tirano de Judea en los días del Señor Jesús. Además era hermano de Drusila, la tercera mujer de Félix. Los datos que suministra la historia es que era un títere del emperador, que había demostrado un carácter sumiso y pusilánime. Además, vivía con su hermana viuda Berenice, con la cual mantenía una relación marital incestuosa (Josefo. Antigüedades XX.7.3). Agripa y Berenice vienen a Cesarea en visita oficial y son atendidos por el magistrado con toda deferencia. Festo aprovecha la oportunidad para presentarle el caso Pablo. Es interesante notar el modo en que lo narra. Repasemos el texto: (1) Dice que el caso había quedado pendiente del gobernador anterior y que cuando fue a “Jerusalén … los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos” pidieron que fuera condenado. Él, por su parte, había respondido que de acuerdo a los romanos era necesario que antes el acusado enfrente a sus acusadores y se defienda (vv. 15–16). (2) Cuando los líderes religiosos vinieron a Cesarea, sin dilación se reunió la corte y los acusadores “ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba”, sino que los temas contra él eran religiosos basados “en un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo”

1 “A

César apelo” (RV). la constitución republicana, la palabra apellatio y su correspondiente appelare se usan para expresar la solicitud de un individuo a un magistrado y particularmente a un tribuno del pueblo, tribunicium auxilium, para intervenir a fin de prevenir una equivocación que podría introducirse en un juicio a un solicitante por orden de algún otro magistrado. El magistrado o tribuno a quien se le hacía la solicitud tenía autoridad para anular la orden del magistrado contra quien se apelaba. (Warren Cornish, Greek and Roman Antiquities. London. John Murray, pág 709). 3 De ser así, esta apellatio no estaba relacionada con una corte superior, sino con el derecho antiguo que tenía un ciudadano romano a la provocatio que lo protegía del “juicio sumarísimo” que podía significar tortura o ejecución sin pasar por las instancias de un juicio ordinario. Estaba limitado a temas criminales y consistía en volver a escuchar el caso previamente enjuiciado y dictar una nueva sentencia sobre él. (Ibid. pág. 709). 2 Bajo

230 (v. 19). (3) Como Festo era ignorante “en cuestión semejante”, preguntó a Pablo “si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado”, pero Pablo apeló a César, y él le concedió lo solicitado (vv. 20–21). Al oír los detalles de un tema tan insólito, Agripa se mostró interesado en ver a Pablo y escucharlo. Festo de inmediato estuvo de acuerdo y concertó una entrevista para el día siguiente (v. 22), porque necesitaba reunir datos a fin de escribir a César.

231 [Page 195] CAPÍTULO 31

11. PABLO DELANTE DEL REY AGRIPA (25:23–26:32) De los juicios que soportó Pablo, el que ahora nos disponemos a estudiar es el más largo y meduloso. Lucas procura profundizar cada escena extrayendo jugosas conclusiones. El discurso de Pablo tiene más contenido y está más estructurado que cualquiera de los anteriores. En verdad, también todos ponen cuidadosa atención a las palabras que pronuncia. Pero veamos los preparativos. Lucas dice que “al otro día” se realiza la audiencia real con un despliegue militar impresionante. Agripa y Berenice aparecen vestidos “con mucha pompa”, según algunas fuentes con ropajes reales de color púrpura, con la corona de oro y collares reales resplandecientes que impactan al público reunido. También Festo, representando a la corona imperial se viste de rojo y todo parece ser un despliegue de autoridad, que en nada hace sospechar a Pablo lo que sucede. Detrás también entran “los tribunos y principales hombres de la ciudad” y por “mandato de Festo fue traído Pablo” (v. 23), sin corona ni ropa reluciente, sino con la túnica de prisionero. Este insignificante personaje es el polo de atracción general y la dínamo que mueve a los gobernantes.

A. Festo introduce la sesión (25:23–27) 23Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo. 24Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda la [Page 196] multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más. 25Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él. 26Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué escribir. 27Porque me parece fuera de razón enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra. Al ver el impresionante desfile y todo el protocolo, ¿qué piensa Pablo? ¿mira la pompa, la guardia, la ceremonia? No lo sabemos. Posiblemente en su interior compare la diferencia entre ser siervo de los hombres y embajador de Cristo (Ef. 6:19–20), y se sienta gratificado por el auditorio dado por Dios. Festo se dirige primordialmente al rey, y después “a todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros”. Presenta una situación distinta a la real porque trata de mostrar la capacidad de decisión del procurador frente a quien “toda la multitud de los judíos me ha demandado … dando voces que no debe vivir más” (v. 24). Es verdad, primero, que no ha hallado “ninguna cosa digna de muerte” y segundo, que “él mismo [Pablo] apeló a Augusto”. Pero también es verdad que su posición como procurador hubiera sido ridícula si lo enviaba a César sin cosa cierta que escribirle (v. 26) acerca de un preso que hacía más de dos años que estaba privado de la libertad sin sentencia.21 En verdad cargos tenía según los acusadores, pero faltaban las pruebas para sustanciarlos. Pudo haberlo declarado inocente, pero le hubiera generado gran problema. Así que, ahora lo trae “ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle [investigarle] tenga yo qué escribir” (v. 26). [Page 197] B. Pablo pronuncia su defensa (26:1–32) 1Entonces

Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: 2Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que haya de defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. 3Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia. 4Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; 5los cuales también saben que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo. 6Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; 7promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos. 8¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos? 9Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; 10lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo Festo, el emperador es aquí “mi señor” (gr. kyrios), nominación que ya usaban emperadores anteriores a los romanos, pero que comenzó a utilizarse desde aquí en adelante y muy especialmente durante el reinado de Nerón, quien también llegó a demandar otro título aún más absoluto (despote̅s) (G.A. Deissmann según F.F. Bruce).

21 Para

232

di mi voto. 11Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. 12Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, 13cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. 14Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 15Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de [Page 198] Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. 19Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, 20sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. 21Por causa de esto los judíos prendiéndome en el templo, intentaron matarme. 22Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: 23Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles. 24Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. 25Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. 26Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. 27¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. 28Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano. 29Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas! 30Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos; 31y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. 32Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César. Siendo el rey quien le da la palabra, es a él a quien se dirige Pablo produciendo un meduloso discurso, cuyo contenido va mucho más allá de lo que podemos descubrir con la simple lectura del texto que tenemos delante, especialmente cuando describe la misión recibida del Señor. Pero vayamos por partes:

1)

Es un fariseo de sangre y convicción Fue un momento difícil para el apóstol solo y acusado de traidor, comenzar su defensa, pero siente paz de Dios. Una de las [Page 199] razones es porque el rey “conoce todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos” (v. 3; comp. 25:19). Pablo no ingresa en los detalles de las luchas internas (23:7), ni de los arreglos entre grupos para ganar el favor de los romanos, simplemente lo deja flotando. El rey entiende bien lo que Pablo dice, aunque posiblemente los demás no. Es debido a esa circunstancia que Pablo se siente “dichoso” (afortunado) de hablarle a Herodes Agripa II pese a los horribles antecedentes dejados por esa dinastía. Tenemos que recordar que el fundador del clan fue Herodes el Grande. Éste mandó ejecutar a los niños en los días del Señor Jesús (Mt. 2:16). Herodes Antipas, su hijo, había hecho degollar a Juan el Bautista (Mt. 14:2–8), y su nieto Herodes Agripa I, ejecutó a Jacobo, hermano de Juan (Hch. 12:1). Pablo está ahora frente al bisnieto de aquella fiera de los días del Señor Jesús. Sin embargo, los antecedentes no lo perturban ni cambian el tono del discurso que se dispone a pronunciar. Es la apología más larga de su vida ministerial. Comienza recordando que es una persona conocida en Jerusalén por la educación recibida (22:3), que como ya lo estudiamos había sido instruido a los pies de Gamaliel. Ahí profundizó su celo “conforme a la más rigurosa secta” de los judíos. Utiliza el término secta no con el sentido que le damos nosotros sino más bien con el de “rama del judaísmo” (5:17; 15:5; 24:5, 14; 28:22). Aunque el rey no profesaba pertenecer a la misma denominación, Pablo habla de “nuestra religión”, procurando unir a ambos bajo un común denominador. Él, no obstante, se declara “fariseo” (22:3; 23:6; Gá. 1:14; Fil. 3:5) porque quiere destacar su celo por las Escrituras del AT entre otras cosas. Lo que sigue es más difícil de entender, porque no todos los presentes advierten dónde está el vértice del ángulo en el cual se inicia la discrepancia con los fariseos. Pablo aborda el tema con mucha sabiduría y un lenguaje tan académico como para que Festo no entienda y Herodes capte el tema en parte. Dice así: “Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche” (v. 7). ¿Qué dice? o mejor dicho ¿qué quiere decir? Para comprender, tenemos que descubrir la in-

233 terpretación que hace [Page 200] del sustantivo “promesa”. Si la promesa “que Dios hizo a nuestros padres” no se había cumplido, entonces, es correcto que las “doce tribus” esperen su cumplimiento “sirviendo constantemente a Dios”. Pero si se había cumplido (comp. Lc. 1:55, 72; Ro. 9:4) como lo predicaba Pablo (13:32, 33), las cosas habían cambiado sustancialmente. Para Pablo “la esperanza de la promesa” (la venida del Mesías), se había cumplido en Cristo (comp. 28:20) y los judíos lo habían acusado porque no creían nada de lo que se atribuía a Jesús.

2)

Es un perseguidor convencido Pablo comienza a explicar su teología de la promesa cumplida, asegurando que aún había judíos que dudaban de la resurrección: “¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble que Dios resucite a los muertos?” (v. 8). Si esa duda aún prevalece, la esperanza está muerta (Mt. 22:31–32) (Hch. 17:3, 31; 23:6; 24:15, 21; 26:23), lo que ya se observa en los saduceos. Si en cambio está viva, necesita recobrar vitalidad. A continuación, Pablo pasa revista a los sucesos que vitalizan su esperanza y los explica. Como fariseo había creído su deber “hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret”, pensando que era un impostor. El propósito de explicar la resurrección de esta manera lo introduce a la historia de su conversión, que habrá de narrar por segunda vez en poco tiempo (22:3–21) y que aparece en Hechos por tercera vez (9:3). Comienza mostrando un coraje despiadado al mantener sus convicciones en una persecución ciega dentro de la ciudad de Jerusalén. Parece que esta narración expande lo poco que dice 8:3 y nos muestra la ferocidad de la guerra santa—pero sin Dios y sin santidad (comp. 22:4, 19; 2 Co. 11:23). Encarcela, tortura, mata o da su aprobación a los que lo hacen (9:2, 14). Invade sinagogas y hogares castigando con látigo, y forzando a todos a abjurar blasfemando contra el nombre de Jesús (aunque no dice que lo haya conseguido), y “enfurecido sobremanera contra ellos”, los persigue “en las ciudades extranjeras”. Saulo cree que el sistema más propicio para terminar con el evangelio es eliminar a los cristianos, sin advertir que el poder de este Camino provenía del cumplimiento de la promesa, según lo explica a continuación.

3)

[Page 201] Recibe una visión celestial Ocupado en estas funciones asesinas se dirigía a Damasco, una de las “ciudades extranjeras” (v. 11). Llevaba “poderes y comisión de los principales sacerdotes” para extraditar a los que pudiera (ver 9:2; 22:5). Pero antes de llegar a destino “yendo por el camino” al mediodía, vio una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual lo rodeó a él y a sus compañeros (v. 13). “Y habiendo caído todos nosotros en tierra” (en los otros casos dice que sólo Saulo cayó, pero probablemente los demás se levantaron de inmediato y Pablo quedó en tierra). Estando en esa condición de humillación oye una voz que le habla “en lengua hebrea” (posiblemente arameo) preguntándole por qué lo perseguía. Lo hace citando un proverbio en boga sobre lo doloroso que es dar coces contra el aguijón. Es evidente que Pablo está preocupado en su mente por la persecución de los cristianos, especialmente después de la muerte de Esteban, y no puede librarse de la trascendencia de esa pregunta (1 Co. 15:9). A la pregunta que le formula la voz, él responde con otra pregunta: “¿Quién eres, Señor?” es decir ¿quién es esa persona a quién yo persigo? Pablo le cuenta al rey que la respuesta no se hace esperar: “Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quién tu persigues” (v. 15). En un modo muy delicado, pero claro, Lucas nos muestra cómo Pablo identifica a Jesús con el Señor (gr. kyrios), que había sido el tema de Pedro (2:36; 10:36) y es también el suyo. Este principio es básico en el cumplimiento de la promesa que venimos estudiando (vv. 6, 7). También queda claro que perseguir a los cristianos es ir contra Cristo, que es tanto el Señor de la iglesia como su cabeza. Para el propósito que persigue Pablo, los detalles que siguieron al episodio en Damasco no son relevantes. Pero lo que dice es importante para destacar quién lo comisionó y por qué está seguro de que es un apóstol de Jesucristo.2 La primera orden que el Señor le dio es: “levántate y ponte sobre tus pies” (v. 16). Es un mandato necesario como un día lo recibió Ezequiel (2:1, 3, 7). Es como [Page 202] decirle: “prepárate para salir”. La misión de Saulo, tal como la describe en este incidente, se asemeja a la que tenían aquellos grandes profetas de Israel que también en su día el pueblo despreció (7:52). Lo que Pablo narra es realmente sorprendente: (1) para esto he aparecido a ti; para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti (v. 16). Muchos podían ser empleados o dependientes de alguien en un trabajo, como el término que Pablo utiliza lo expresa (Jn. 18:36; Hch. 13:36). Sin embargo, eran pocos los que ade2 Hay

ciertas diferencias entre las tres narraciones de la conversión de Pablo, que comentaremos al final de este capítulo.

234 más de “ministros” (gr. hyperetes) (Lc. 1:2) podían ser “puestos” (ordenamiento especial) (comp. 3:20; 22:14) para operar en calidad de “testigos”. La habilitación de Pablo para ocupar ese lugar no es tanto su educación como el que es un testigo ocular “de las cosas que has visto”, y de las que “me apareceré a ti” (v. 16) (comp. 18:9; 22:17; 23:11; 27:23). De esto último hay mucho ya para comentar. (2) librándote de tu pueblo, y de los gentiles. Al leer Jer. 1:8 “no temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte”, comprendemos algunas cosas que esta frase significa: (a) puede decir “eligiéndote de entre tu pueblo para que les confieses el ’santo nombre’”; (b) otro concepto sería: “defendiéndote de sus ataques”, como ocurrió en toda la carrera de Pablo y especialmente en los momentos que ahora le toca vivir (comp. 21:32); (c) lo más probable es que además de lo anterior—que el rey Agripa puede comprender bien—el Señor le dice que lo librará de las trabas religiosas y sus limitaciones tradicionales. Le asegura que con la iluminación de su mente caerían todas las barreras culturales para dejarlo libre al servicio del evangelio. Es posible que estos tres significados juntos ingresen dentro de la frase “librándote de tu pueblo y de los gentiles”, garantizándole su compañía para los momentos difíciles que le tocarán atravesar (2 Co. 4:8–11). (3) A quienes ahora te envío. El griego eg apostello̅ se de algunas versiones es muy contundente: “Yo te envío” (22:21; comp. Ez. 2:3). Esta es la base de la función apostólica, que es similar a la que recibieran los otros apóstoles: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn. 20:21). Estas palabras dan al [Page 203] apóstol la singularidad de una persona que ha oído el llamado del Señor y sale para cumplir una misión específica, tal como lo veremos más adelante. A continuación Pablo resume su misión a los gentiles en tres títulos importantes: (a) Para que abras sus ojos, o para que sanes la ceguera de sus ojos (comp. Is. 42:7). Éste es el drama del mundo que nos rodea (2 Co. 4:4–6). Además de la bendición de oír el evangelio, necesitan la apertura de los ojos a fin de ver su condición y arrepentirse (comp. Is. 35:5). (b) Para que se conviertan de las tinieblas a la luz—las tinieblas del error, de la idolatría y de la superstición (comp. Jn. 8:12). La conversión significa para el predicador un cambio completo y de raíz. Es un giro de ciento ochenta grados cortando toda vinculación con las tinieblas y su entorno, para ir a Dios (9:35; 11:21; 14:15; 15:19) (comp. 1 Ts. 1:9). Los que oyen la demanda del evangelio no pueden pisar con un pie el reino de Satanás y con otro el reino de Dios, porque el propósito es que cada persona convertida cambie de soberano: “de la potestad de las tinieblas a Dios” (Col. 1:13), que salga del reino de las tinieblas para ingresar en el reino de Dios y gozar de sus prerrogativas, tal como Pablo lo resume a continuación. (c) Para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados (v. 18). La promesa del perdón es esencial en el mensaje del evangelio (3:19; 5:31; 13:38; Ef. 1:7; Col. 1:14), sin cuya cláusula el contenido adolece de un ingrediente primordial. El perdón es la desaparición de la culpa del culpable. Esto es lo primero que debe ocurrir para que Dios pueda seguir adelante con su propósito. La herencia mencionada es el lugar privilegiado de los santos (Col. 1:12), elegidos para formar parte del cuerpo de Cristo (20:32; Ef. 1:4; 1 P. 1:4) (comp. He. 10:14). No sabemos cuánto de toda la explicación entiende el rey. Pero sea cual fuere su experiencia, Pablo deja claro que su conducta concuerda con el mandato recibido, que el Espíritu Santo ha estado con él desde su salida de Jerusalén. Pablo lo muestra en la manera en que Dios trató con él, primero en disciplina y después en instrucción, para que sea quien es ahora, un mensajero en cadenas. Lejos de oír una queja contra los judíos, Agripa se encuentra con el brazo de Dios que quiere que los judíos y gentiles concluyan sus pleitos y vivan perdonados bajo las normas [Page 204] edificantes del reino de Dios. A esta altura de su discurso, Pablo siente que ha llegado el momento de sacudir al rey, y lo hace con una extraña afirmación: “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial” (v. 19).

4)

Es un predicador obediente Lo sucedido no fue solamente una experiencia placentera, sino que incluye una visión, un sonido y un mandato. Su sentimiento fariseo fanático queda de inmediato desarmado y resueltas sus dudas sobre la “secta de los cristianos”. Cristo mismo que le aparece, lo envía y en obediencia a esa misión Pablo inicia su labor itinerante. El término enviado no es únicamente alguien que sale para ver o contemplar el campo de labor o quizás realizar alguna tarea errática por aquí y por allí. No, ésas fueron las distorsiones posteriores. Pablo tiene claro el ámbito de su predicación: “anuncié primeramente a los que están en Damasco (ver 9:19, 20), y Jerusalén (9:28–29) y por toda la tierra de Judea y a los gentiles” (13:46). También sabe cuál es el contenido de su mensaje: “que se arrepintiesen y convirtiesen a Dios haciendo obras dignas de arrepentimiento” (v. 20) (comp. 20:21). El arrepentimiento y la conversión son pilares básicos en la proclamación del evangelio (9:35;

235 14:15) y jamás debieran desaparecer de nuestro mensaje evangelístico. Con ellos están “las obras dignas de arrepentimiento” que muestran el cambio de vida (Mt. 3:8; Ef. 2:10; Tit. 2:14). Como estas últimas se mezclaron con la salvación, gran parte del pueblo evangélico eliminó la actividad permanente de las buenas obras como mandato de Dios en favor del prójimo (Gá. 6:10), a fin de no ser confundidos con la iglesia romana. Grave error. Es precisamente este modo de proclamar el mensaje a todos por igual que genera las primeras voces de protesta. Los judíos afirmaban que para recibir las promesas de Dios, los gentiles tenían que judaizarse previamente y aceptar los ritos de Moisés. Como no lo hicieron porque el Señor dio otro mandato, “los judíos prendiéndome en el templo, intentaron matarme” (v. 21). Tal como ya lo hemos estudiado Pablo es librado y conforme a la promesa del Señor (v. 17) y con su asistencia puede decir: “persevero hasta el día de hoy” o “estoy de pie hasta hoy” (Ro. 14:4; 1 Co. 16:13). Como la alusión a la acción de los judíos fue tan general y el rey no reaccionó pidiendo que explicara más, Pablo continúa con su [Page 205] defensa en juicio, agregando una frase sustancial sobre el origen y contenido de su predicación que como veremos parece haber molestado a Festo: “no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder”. Esto lo menciona para confirmar que él no es un innovador sino un expositor del texto bíblico (Lc. 24:27, 44; Ro. 1:2; 1 Co. 15:3). Y añade, primero que “el Cristo había de padecer”; segundo, “ser el primero de la resurrección de los muertos”; y tercero “para anunciar luz al pueblo y a los gentiles” (3:18; 17:3, 32; 1 Co. 15:20). En este momento se colmó la paciencia de Festo y clamando “a gran voz” dijo a Pablo: “Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco” (v. 24). ¿Se enfureció porque dijo que “el Cristo había de padecer” y cree que alude al Imperio Romano? ¿o se siente involucrado en una responsabilidad común con los judíos porque dice: “anunciar luz al pueblo y a los gentiles”? ¿o acaso no cree en la resurrección? No lo sabemos. Lo que sí podemos notar es que desde este punto hasta el final del texto hay un llamativo movimiento entre Pablo y las autoridades. Pablo por su parte, asumiendo su lugar de ofendido, dice: “No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabra de verdad y de cordura”. Se dirige al gobernador con la formalidad ro̅ a) de verdad y de su mente sana (comp. 2 Co. 5:13), mana (23:26; 24:3), y persuadido de su mensaje (gr. rem rechaza plenamente el comentario de Festo. Afirma que no solamente el rey sabe lo que dice, sino también todos, porque “no se ha hecho esto en algún rincón” (v. 26). Ahora que ha logrado un espacio entre los magistrados, Pablo, no satisfecho con mostrarle a Festo que Agripa conoce lo que habla, se dirige valientemente al rey y le pregunta: “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees” (v. 27). Si el soberano cree la voz de los profetas, concuerda con Pablo y su mensaje encuadrado dentro “de las cosas que los profetas y Moisés dijeron” (v. 22). Agripa, a quien nunca le preguntaron semejante cosa, se turba y no sabe qué responder. De manera que la respuesta es difícil de comprender—máxime que algunos manuscritos presentan diferencia. Siguiendo una versión, le dijo: “Por poco me persuades a que me haga cristiano”. Otra versión, en cambio, favorece: “En poco [tiempo] tratas de persuadirme a que sea cristiano”. El problema [Page 206] está en que “por poco” puede significar varias cosas. Con todo, por lo que Pablo responde en el v. 29, esta última nos parece ser la más aceptable. Si hubiera habido algún sarcasmo por parte del monarca, Pablo lo desecha y sigue con su pensamiento sin entrar a aclarar qué significa ser o no cristiano. Más vale, aprovecha la oportunidad para hablar de la libertad. Así que, levantando las manos dice: “¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!”3 Las electrizantes palabras del apóstol produjeron un efecto de desconcierto en el auditorio y Agripa siente que si Pablo continúa con su defensa, muy pronto se encontrará comprometido con ella—tendría que aceptar a los profetas y ser cristiano, o rechazar el compromiso y quedar en ridículo. De modo que sin responder opta por la actitud de abandonar su sitial. Los demás hacen lo mismo. Los jueces son juzgados, y aunque Pablo queda preso, gana confianza al pronunciar el mensaje de la libertad y siente paz. Ellos son los verdaderos atados, y el apóstol queda libre de responsabilidad. “Cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí” sobre la inocencia de Pablo. Parece repetirse el episodio cuando Herodes, uno de los antecesores de Agripa, y Pilato unos treinta años atrás hicieron lo mismo con Cristo (Lc. 23:14). Festo quizás cree que Pablo está loco y Agripa piensa que es fanático, pero ambos con3 Es

improbable que un ciudadano romano estuviera encadenado antes de ser condenado. La forma plural “estas cadenas” más vale significan esta condena, esta esclavitud, o simplemente esta prisión.

236 cuerdan en que “ninguna cosa digna de muerte ni de prisión ha hecho este hombre” (v. 31). En consecuencia, Agripa cree que “podía … ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César” (v. 32).

Reflexión Es notable que Lucas haya descrito tres veces la conversión de Pablo. La primera de modo histórico (9:1– 19) y las otras dos como discursos que el acusado realizó en su defensa (22:5–16; 26:12–18). Al hacerlo, naturalmente muestra la importancia del suceso y despierta la curiosidad a la comparación. [Page 207] En verdad, notamos ciertas diferencias en los relatos. Algunas son de poca significación, pero otras merecen un comentario. Lo primero que llama la atención es lo que sucede con los compañeros de Pablo. En 9:7 dice que los hombres que iban con Saulo “se pararon atónitos” (es decir mudos o sin hablar); en 22:9 que “vieron la luz” y en 26:14 que “todos cayeron en tierra”. Por otra parte, en 9:7 señala que éstos oyeron la voz, y en 22:9 que no la entendieron. Al comparar todos estos textos advertimos que en ningún caso tenemos el relato completo de lo que ocurrió, debido posiblemente (en el caso del cap. 22 y 26) a los distintos tipos de oyentes. Lo más probable con respecto a los compañeros de Pablo es que todos cayeron, pero los hombres se levantan primero y Pablo queda en el suelo. Es con él con quien el Señor tiene el encuentro (v. 8). Además todos los hombres ven la luz pero no a la persona que habla. Oyen la voz pero no comprenden el mensaje. Por otra parte, casi con seguridad la voz que oyen es sólo la de Saulo, como bien lo dice F. F. Bruce: “Los compañeros oyeron que hablaba, pero no vieron a quien dirigía la conversación”. Otro tema que también despierta comentarios es la visión de Ananías. Aunque en el cap. 9 es donde leemos la historia narrada con detalles, algunos datos que Pablo da en los otros dos comentarios parecen discrepar. Lo más probable es que el cap. 9 da la participación de Ananías y el cap. 26 presenta la comisión completa que recibió Pablo. Esta última está compuesta de tres partes: Primero, una conversación del Señor antes que Pablo entrara en Damasco (26:16); segundo, las palabras de Ananías; y tercero, la posterior revelación que recibe en el templo cuando le sobrevino un éxtasis (22:17). Por otra parte, delante de la multitud enfurecida (cap. 22) algunos detalles son innecesarios porque no hacen al meollo de la apología, aunque conviene decir que Ananías es “varón piadoso según la ley”, que tiene “buen testimonio de todos los judíos que allí moraban” (v. 12). Delante de las autoridades sí es preciso abundar en los detalles (26:3–18), cosa que en efecto hace según lo vimos más arriba. Pablo reúne la mayor cantidad de datos posibles, tanto de lo que Jesús le dijo en el camino como de lo que recibió en Jerusalén juntamente con las palabras de Ananías.

237 [Page 208] CAPÍTULO 32

12. EN VIAJE A ROMA Roma había sido fundada alrededor del año 753 AC sobre siete colinas, y se convirtió en el centro de atracción de muchos pueblos tanto por su hermosura como por su cercanía al Mediterráneo. En los tiempos del NT el crecimiento estaba en su apogeo con edificios de varios pisos. Los césares atraían los beneficios de todo el mundo conocido. Edificaron en el corazón de la ciudad una serie de construcciones nunca igualadas en ninguna otra capital. La misma concentración de riqueza trajo bienestar económico y corrupción de todo tipo, generando un polo de degeneración. Roma [Page 209] aventajaba a todo el mundo por su magisterio jurídico, y por algunas características de su legislación pudo integrar pueblos de distintos trasfondos, tanto griegos como judíos y bárbaros. Todo esto era con cierta precariedad y solamente en el orden social. Los romanos trataron de promover la cultura e idioma griegos. Respetaron las religiones de los pueblos mientras preservaron o estimularon los beneficios de la pax romana. Estos antecedentes, y muchos otros imposibles de enumerar, engendran en Pablo un ferviente deseo de visitar Roma. Como sabe bien el grado de decadencia moral a que Roma ha llegado (Ro. 1:21–32), cree que el evangelio es la única solución para sus males. Además, está seguro de que si Antioquía es un buen centro para extender el mensaje (también Éfeso o Tesalónica), ¡cuánto más puede serlo el corazón del Imperio! Ignoramos cuándo se comienza a conocer el evangelio en Roma, pero hemos estudiado que judíos romanos residentes en Jerusalén (2:10) están presentes en Pentecostés. Posiblemente ellos mismos lo llevan, o quizás otros. Lo importante es que durante una visita que Pablo hace a Corinto—según hemos visto—envía una carta a la iglesia allí y algunos miembros de la iglesia lo acompañan en el último tramo de su travesía a la ciudad (28:14–15) donde debe ser juzgado. Va con muchas ansias y tal como lo ha deseado por mucho tiempo (Ro. 1:10), aunque posiblemente no de la manera que él hubiese querido. Por lo que leemos en la epístola que envía a estos hermanos, su anhelo es llegar a los confines del Imperio (España) (15:23–24) cumpliendo lo que sentía como el objetivo de su llamamiento.

A. Primera etapa: Desde Cesarea a Creta (27:1–12) se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. 2Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. 3Al otros día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. 4Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los [Page 210] vientos eran contrarios. 5Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella. 7Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón. 8Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea. 9Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas. 11Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. 12Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí. 1Cuando

Estamos en los alrededores de julio del año 59 o 60 DC, y todo está preparado para enviar a Pablo a Roma juntamente con algunos otros presos. Posiblemente a varios de estos los aguarda la sentencia de jugar el papel de bestiaarii, es decir, personas que deben pelear con las fieras en el circo. Ellos para ser ajusticiados, y el pueblo para diversión (comp. 1 Co. 4:9). En Cesarea los presos quedan a cargo “de un centurión llamado Julio”, militar que pertenece a la guardia imperial. La “compañía Augusta” era un batallón asignado a cada legión provincial con el propósito de hacer de enlace entre el emperador y sus fuerzas en el exterior. Oficiaban de correo y de tareas delicadas como la de inteligencia. En este momento está anclado en Cesarea un buque de cabotaje matriculado en Adramitina (hoy Edremit), puerto de la provincia de Misia situado a unos kilómetros al sur de Troas. Esta nave realiza una travesía

238 comercial a lo largo de la costa de la provincia de Asia. Las autoridades con seguridad pensaban que podían mover a los prisioneros y sus escoltas hasta el importante puerto de Éfeso, y desde allí embarcar directamente a Roma. Pablo, por gozar de ciertas franquicias, embarca acompañado por Lucas y Aristarco que son considerados sus ayudantes. Zarpan de Cesarea y “al otro día” llegan a Sidón (v. 3), puerto en el que [Page 211] deben completar la carga. Durante esta estadía, Julio “tratando humanamente a Pablo” le permite “que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos”. Puede ser que “atendido” signifique más que simplemente hospedado y se refiera a asistencia médica (comp. Lc. 10:34–36). Los “amigos” (comp. 3 Jn. 15) se refiere a los hermanos establecidos en la gran ciudad fenicia. Desde este puerto el barco continúa navegando hacia el noroeste “protegido del viento por la isla de Chipre” (v. 4, VP) porque “los vientos eran contrarios”. Tratan de acercarse a la costa para aprovechar otras brisas. “Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia”, se acercan lentamente al puerto de Mira favorecidos por los vientos de la costa. Los historiadores especializados en las navegaciones de los romanos difieren en el tiempo empleado en esta travesía, pero asignan no menos de veinte días. En este puerto desembarcan porque el buque al parecer sigue otro rumbo, posiblemente hacia el puerto de Adramitina en Misia. En este puerto de Mira, el centurión halla “una nave alejandrina que zarpaba para Italia” (v. 6). Es un carguero de gran porte que había salido de Alejandría, puerto desde el cual el Imperio se surtía de granos (v. 38). Debido al cargamento y lo adverso del clima, a pesar de que navegan cerca de la costa tienen que hacerlo “despacio” (v. 7) durante “muchos días”. A “duras penas” llegan frente a Gnido. Este puerto casi desconocido para nosotros, era muy frecuentado por barcos mercantes que venían de Egipto, pero a causa del viento no pudieron fondear. Con todo, las condiciones empeoran cuando dejan la costa para intentar el cruce del Mar Egeo (como lo podemos observar en el mapa), cosa que les es imposible porque lo “impedía el viento”. Empujado hacia el sur, el buque pierde su rumbo y se interna en el Mediterráneo hasta llegar frente a cabo Salmón en la isla de Creta. “Costeándola con dificultad” llegaron a un lugar que llaman Buenos Puertos. Esta es una pequeña bahía al este del cabo Matala, protegida por pequeñas islas. Aunque no muy saludable para pasar el invierno, es mejor que seguir la aventura. Todos están de acuerdo en que no es posible seguir después de haber “pasado mucho tiempo” y de haber llegado a ese puerto cuando ya es “peligrosa la navegación” por ser invierno. En algún lugar tienen que pasar el tiempo adverso. Lo único por resolver es dónde. Habiendo ya [Page 212] pasado el ayuno (es decir el día de la expiación), alrededor del cinco de octubre (W. Ramsay), para esa fecha las condiciones hacían aconsejable no moverse del lugar. Pablo, que tiene mucha experiencia en navegación interviene en la conversación proponiendo (comp. 2 Co. 11:25–28) no salir a navegar. “Veo”, dice Pablo, “que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida” (v. 10). Pero el piloto (timonel) y el patrón de la nave pensaban de otra manera y el centurión apoyó la idea de navegar unos 60 kilómetros más hasta Fenice (Fénix) “puerto de Creta que mira al noreste y sudeste, e invernar allí”.

B. Segunda etapa: La tempestad y el naufragio (27:13–44) soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. 15Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar. 16Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 17Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 18Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar, 19y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 20Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. 21Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. 22Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 25Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. 26Con todo, es necesario que demos en alguna isla. [Page 213] 27Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; 28y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día. 30Entonces los 13Y

239

marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. 31Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. 32Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse. 33Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. 34Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. 35Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. 36Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también. 37Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. 38Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar. 39Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra, pero veían una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. 40Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. 41Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría con la violencia del mar. 42Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. 43Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 44y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra. 1) El consejo de Pablo no tiene valor Al soplar “una brisa del sur” todos creen que “ya tenían lo que deseaban” y que les sería fácil navegar los aproximadamente 60 [Page 214] kilómetros que los separan del puerto de Fenice (v. 13). Pero las condiciones climáticas cambiaron rápidamente y se levantó un tifón (viento huracanado de rotación violenta) “llamado Euroclidón”1 que los separa cada vez más de la protección de la isla de Creta y obliga al buque a seguir sus peligrosos impulsos caprichosos, sin posibilidad alguna de “poner proa al viento” (v. 15) para escapar. Ya separados de la influencia de la brisa favorable de la costa puede suceder lo imprevisible, aunque lo más acertado es pensar en el naufragio. La tripulación atina a realizar varias maniobras de precaución. Primero, aprovechando la protección que les ofrece la pequeña isla Clauda, tratan de poner a bordo el pequeño barquito salvavidas que arrastran (“el esquife”). Segundo, utilizan los “refuerzos”, que son los cabos o sogas que disponen para “ceñir la nave” (v. 17) es decir, atarla todo alrededor para evitar que se rompa la quilla o comience a desarmarse. Por el rumbo que toma la navegación piensan que finalmente darán contra los bancos de arena del norte de África (Sirte), así que deciden tomar la tercera precaución, arriar las velas y quedar a la deriva (v. 17). Prefieren permanecer flotando lentamente que ser impulsados hacia el desastre. Al día siguiente “siendo combatidos por una furiosa tempestad” (v. 18) deciden en cuarto lugar, alivianar el buque previendo un naufragio inminente. Y aun, en quinto lugar, “al tercer día” de tempestad continuaron arrojando al agua pesadísimos enseres de la nave para lo cual fue necesario la colaboración de todos (v. 19). El barco ya ha comenzado a hacer agua, por lo que la única esperanza es entrar a puerto, pero desde que comenzó la tormenta hasta este presente no aparece “ni el sol ni las estrellas”, sino solamente nubes densas y oscuras. Sin elementos de guía y sin posibilidad de puerto han “perdido toda esperanza” de salvación (v. 20).

2)

La intervención de Pablo trae sosiego Una mañana cuando las cosas habían llegado al extremo, aparece Pablo para ayudar con su mensaje. Tiene sobre sus espaldas la experiencia de treinta años de servicio bien cumplidos con [Page 215] naufragios y persecuciones injustas. A bordo, no obstante es un prisionero sujeto a la ley bajo la supervisión de un centurión. Solamente Lucas y Aristarco conocen la calidad de ese pasajero que no sobresale entre los otros 270 (v. 37). Con todo, hay algo diferente en él que se puede descubrir en la adversidad.

(a)

La exhortación a mantener buen ánimo. La abstinencia de todos a bordo puede deberse a varias razones. Lucas no da ninguna, solamente dice que “como hacía ya mucho que no comíamos” Pablo “puesto en pie en medio de ellos dijo” que hubiese “sido por cierto conveniente oh varones, haberme oído”. Después de la pérdida que ya han sufrido, sus palabras tienen mayor peso, especialmente porque aún están en medio del mar embravecido. Pero ¿qué base tiene para la exhortación al “buen ánimo” y a confirmar que “no habrá pérdida de vidas … sino solamente de la nave”? (v. 22). Que la noche anterior el ángel de Dios “de quien soy y a quien sirvo” (comp. 23:11) lo había visitado y hablado (v. 23). La esencia del mensaje entregado es: “que es necesario que comparezcas ante Cesar” y “Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”. Si Pablo tiene que estar ante César entonces no se ahogará en el mar, y si le ha dado a todos los que navegan con él, entonces ellos tampoco. Estas dos promesas fundamentan su consejo de “tener buen ánimo”, porque está se1 Posiblemente

Euroquilón. Palabra formada por euro que significa este, y aquilon que es el viento norte.

240 guro de que “será así como se me ha dicho” (v. 25). Pablo conoce la voz de Dios, así como su poder y fidelidad, algo que ni la tripulación ni los soldados ni los presos han conocido jamás. Lucas no explica la reacción a las palabras de Pablo, pero al parecer los marineros captan solamente una de las frases: “con todo, es necesario que demos en alguna isla” (v. 26) y se disponen a trabajar sobre ella. Hace ya quince días que el barco se distanció de Creta y está a la deriva en el Adriático.2 Carecen de dirección al no haber visto sol ni estrellas, pero esta palabra de Pablo les hace creer a los marineros que están cerca de tierra (v. 27) y a medianoche echan la sonda. Posiblemente también creen que oyen [Page 216] olas que dan contra las rocas, y tratan de conocer la profundidad. La primera medida es de “treinta y seis metros” (VP) y un poco más adelante de “veintisiete metros” (VP). “Como tenían miedo de chocar contra las rocas echaron cuatro anclas por la parte de atrás del barco, mientras pedían a Dios que amaneciera” (v. 29, VP). Es evidente que el viento debió de cesar para que los marineros intentaran la maniobra de arrojar al agua el bote salvavidas (esquife) con el cual huir simulando una maniobra en la proa. (b)

La exhortación a quedarse juntos. Por tercera vez (vv. 11, 21) Pablo interviene en el curso de la navegación. Si los marineros hubieran podido escapar, hubieran faltado brazos para maniobrar la nave o acompañar a los pasajeros. La advertencia de Pablo “si estos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros” (v. 31) es oportuna. Lo que no sabemos si fue correcta, es la reacción de los soldados al cortar las amarras del bote salvavidas para que se pierda y los marineros no escapen (v. 32). Quizás, siguiendo la exhortación del apóstol habría que haberlo impedido sin perder una valiosa herramienta de salvataje. Por otra parte, es importante que los marineros estén con los demás para que se cumpla la promesa: te he concedido “todos los que navegan contigo” (v. 24).

(c)

3)

La exhortación a que todos coman. Lo que nos proponemos comentar es un incidente en la navegación de tantos días que solamente ocupa unas pocas horas. El v. 33 dice: “cuando comenzó a amanecer” y el v. 39: “cuando se hizo de día”. Lucas le dedica tanto espacio porque es realmente importante. Pablo teme que al problema que están pasando se agregue el de la enfermedad o epidemia a bordo. Por otra parte, los movimientos de las últimas horas parecen anunciar el pronto arribo a una isla. La fuerza de las palabras de Pablo está en lo que le había dicho el ángel, y que aquí reitera como si repitiera palabras del Señor Jesús: “ni un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá” (comp. 1 S. 14:45; Mt. 10:30; Lc. 21:18). Dicho esto, procedió decididamente, porque comida hay pero nadie tiene ganas de comer. “Tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer” (v. 35). Dar gracias es un acto normal para todo cristiano, costumbre heredada de la tradición hebrea (Mr. 6:41; 8:6). Viéndolo, “todos, [Page 217] teniendo ya mejor ánimo, comieron también” (v. 36). Recién en esta circunstancia Lucas menciona el número de las personas a bordo, como 276, porque posiblemente está relacionado con el alimento a preparar y la decisión de arrojar “el trigo al mar” (v. 38). La conducta de Pablo modifica los planes El dato más llamativo en los vv. 39–44 es la actitud del centurión frente a Pablo. Dice el texto que la tripulación no ve que están próximos a tierra pero lo sospecha por la “ensenada” que tenían delante en la cual acordaron varar la nave si les era posible. Por ser un lugar fangoso donde había dos corrientes de aguas, las condiciones para el desembarco son difíciles. Los marineros cortan “las anclas” y largan las amarras del timón. Además, izan la vela de proa para dirigirse suavemente hacia la playa (v. 40). Pero la nave da fuertemente contra el suelo fangoso y queda inmóvil semisumergida. A causa de la furia del mar, el buque comienza a deshacerse en pedazos. En este momento dramático, los soldados inconsultamente acuerdan matar a todos los presos temiendo que, en cumplimiento de la ley romana, si alguno escapa ellos deben morir. El centurión detiene la orden “queriendo salvar a Pablo”, seguro de que Dios intervendría. El testimonio dado por el apóstol es de tal penetración que utilizando distintos medios todos se salvan llegando a tierra (v. 44). Detrás de la escena están las palabras del ángel: “Dios te ha concedido todos los que navegan contigo” (v. 24).

C. Tercera etapa: La estadía en Malta (28:1–6) 1Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. 2Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío. 3Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. 4Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapando del mar, la justicia no deja vivir. 5Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. 6Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese 2 Palabra

que en aquel entonces cubría toda la corriente central del Mediterráneo.

241

muerto de [Page 218] repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios. No podemos imaginar los horrores del naufragio que acabamos de describir en muy pocas palabras, pero la desesperación para algunos, los temores a la furia del mar para otros y para todos la posibilidad de llegar a tierra con todas sus consecuencias, hace de la experiencia una de las más dramáticas del NT. Ahora están ya a salvo, pero los habitantes de la isla no son griegos. Originalmente Malta (denominada en aquel entonces Melita) era un asentamiento fenicio que posteriormente pasó a dominio griego. Desde el año 218 AC pertenecía al Imperio y pasó a ser parte de la provincia de Sicilia. Los habitantes eran muy civilizados. Con seguridad hablaban griego, la lengua más hablada en el Imperio. Lucas dice que los naturales los tratan con mucha filantropía. Están cerca del mes de noviembre y las condiciones climáticas son desagradables. Desde el lugar del naufragio hasta la ciudad hay mucha distancia, pero los naturales preparan un fuego para que los náufragos se calienten y sequen sus ropas, mientras que con seguridad preparan algo para comer. Lucas dedica espacio a la intervención de Pablo, primero mostrándolo como a uno de tantos que colabora en el bienestar común. De inmediato, muestra que al trabajar sufre un accidente: una víbora, escapando del fuego “se le prendió en la mano” (v. 3). Ciertos isleños dieron por cierto que había sido mordido y esperan las consecuencias. Arriban a la conclusión de que es un delincuente a quien la justicia—en este caso personificada por la diosa Dike—no lo deja escapar. Pero en la lucha por la vida, Pablo pudo contra la diosa y ni se hincha ni le ocurre ningún mal, por lo que creen que están en presencia de un poderoso dios. Este incidente nos recuerda la experiencia de Pablo en Listra (14:11–19). Nosotros sabemos que Dios protege a su siervo cumpliendo puntualmente su promesa (27:24).

1)

El ministerio de Pablo en la isla (28:7–10) 7En aquellos lugares había propiedades del hombre principal de la isla llamado Publio, quien nos recibió y hospedó solícitamente tres días. 8Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo [Page 219] de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó. 9Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían y eran sanados; 10los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias. Las tierras alrededor de donde sucede el naufragio pertenecen al hombre más prominente en la isla, quizás el gobernador, quien Lucas dice que se llama Publio. Éste—dice el escritor—“nos recibió y hospedó solícitamente tres días” (v. 7). No sabemos si el “nos” se refiere únicamente a Pablo, Lucas y Aristarco, o a los 276. Pensamos que a los primeros, posiblemente con las autoridades de la nave. En el hogar se enteran de que el padre de Publio también está en la casa pero en cama. Está enfermo de “fiebre y disentería” una enfermedad común en el Mediterráneo. Pablo entra en su aposento a verlo y después de haber orado “le impuso las manos” (ver 9:17; Lc. 4:40) y lo sanó instantáneamente (v. 8). Rápidamente toda la isla se entera de la bendición traída por Pablo, y “otros que en la isla tenían enfermedades, venían y eran sanados” (v. 9). Como Lucas utiliza el verbo therapeuo̅ (del cual surge nuestro vocablo terapia), muchos creen que estos pacientes son tratados médicamente, pero no debemos llevarnos por esta especulación. Estas circunstancias hacen feliz la oportunidad para asentar en la isla los principios salvadores del evangelio que acompañaron al ministerio apostólico. Los isleños están tan felices que los cargaron de obsequios y abundantes provisiones (v. 10).

D. La llegada a Roma (28:11–16) 11Pasados tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux. 12Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días. 13De allí, costeando alrededor, llegamos a Regio; y otro día después, soplando el viento sur, llegamos al segundo día a Puteoli, 14donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos con ellos siete días; y luego fuimos a Roma, 15de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento. 16Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al [Page 220] prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que le custodiase. Tres meses han transcurrido desde el naufragio y han comenzado de nuevo los preparativos para zarpar. Hacen los arreglos para abordar la tercera nave, que es como la anterior, un buque proveniente de Alejandría que había pasado el invierno en la isla de Malta. Tiene grabada y pintada la enseña de Dioskouri (esto es, “los mellizos”—hijos de Zeus) Cástor y Pólux, llamados en algunas versiones “los mellizos celestiales” porque de acuerdo con la mitología griega habían descendido del cielo para constituirse en los dioses de los navegantes.

242 Lucas no abunda en detalles en esta última parte de la navegación, destacando únicamente algunos puntos importantes. Primero navegan desde Malta, posiblemente el puerto de Valeta, hasta Siracusa. Esta es la capital de Sicilia y había sido fundada en el año 734 AC, de modo que es muy antigua ya para esos días. Anclan en este puerto durante tres días (v. 12). Durante ese tiempo de carga y descarga desconocemos la actividad de Pablo y sus compañeros. Segundo, zarpan de allí “costeando alrededor” para seguir los vientos y cruzando el estrecho entran en Regio (Calabria), un importante puerto por su ubicación estratégica. Tercero, al día siguiente navegan con viento a favor y adelantan mucho porque ya al otro día están por ingresar al puerto de Puteoli (Golfo de Nápoles) que dista unos 360 kilómetros del anterior (v. 13). En este lugar hallan hermanos con quienes se quedan (v. 14) mientras Julio recibe órdenes acerca del resto del viaje porque la navegación termina allí. El cuarto comentario que extraemos de lo poco que Lucas nos dice es acerca del encuentro con los hermanos de Roma. Habiendo andado unos pocos kilómetros de Puteoli comenzaron a transitar la Vía Apia, una famosa ruta en el Imperio Romano. Este camino que lleva directamente a Roma pasa por los lugares mencionados por Lucas. Los creyentes de Roma que oyen del arribo salen a recibir a Pablo y sus compañeros. Algunos hacen un trayecto de unos 50 kilómetros y se detienen a esperarlos en Tres Tabernas; otros en cambio prefieren seguir hasta la ciudad del mercado conocida como Foro (mercado) de Apio. Con una emoción incontenible estos hermanos abrazan a quien tanto bien les había hecho y tanto amor les había demostrado [Page 221] enviándoles esa carta teológica que es una de las más famosas de la Biblia. Pablo, por su parte, se halla frente a frente con los residentes de la ciudad anhelada. Muchas cosas pasan por su mente mientras da gracias a Dios y recobra su ánimo (v. 15). Se forma una caravana hasta Roma, feliz por una parte, y llena de incógnitas por otra. Al llegar, muchas cosas deben de haber ocurrido de las que nada nos dice Lucas, solamente dos datos. Primero: “el centurión entregó los presos al prefecto militar”. Este militar es con seguridad el princeps castrorum, el jefe de administración del oficio de la guardia pretoriana. Era el encargado de controlar a los prisioneros que esperaban ser juzgados. Segundo: “a Pablo se le permitió vivir aparte”, indudablemente favorecido por los informes de Festo y del centurión Julio que ha observado su conducta durante la terrible navegación desde Cesarea. El apóstol se aloja solo, posiblemente en la casa de algún cristiano. Día y noche está sujeto por la muñeca a una guardia militar. Lucas y Aristarco quedan en libertad. Pablo puede ser visitado irrestrictamente.

243 [Page 222] CAPÍTULO 33

13. MINISTERIO DE PABLO EN ROMA (28:17–31) A. La conversación con los judíos (28:17–24) 17Aconteció que tres días después, Pablo convocó a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; 18los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar, por no haber en mí ninguna causa de muerte. 19Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar a César; no porque tenga de qué acusar a mi nación. 20Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena. 21Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti. 22Pero querríamos oir de ti lo que piensas; porque de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella. 23Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. 24Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían. Durante todo su ministerio Pablo mantiene la norma de anunciar el mensaje primeramente a los judíos y después a los griegos [Page 223] (Ro. 1:16). De modo que habiendo descansado tan solamente tres días y en vista de no poder visitar la sinagoga, invita a los representantes de la comunidad hebrea—posiblemente a los principales de la sinagoga—a que lo visitaran. Nuevamente Lucas sintetiza el contenido de la conversación. Lo hace en tres puntos: Primero, su inocencia tocante a las acusaciones de los judíos; literalmente afirma: “no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres”. Habla identificándose con Israel y las aspiraciones ancestrales de la nación. Segundo, aunque no menciona lo que hemos estudiado sobre la forma en que es hecho prisionero, dice que puesto “preso desde Jerusalén en manos de los romanos” (v. 17) había sido examinado y estos desearon dejarlo en libertad por no hallar en él nada digno de muerte (v. 18). Tercero, porque los judíos objetaron esa libertad, él apeló a César, aunque esa decisión no fue para acusar “a mi nación” de algo en especial. Pablo quiere que ellos se enteren de su propia boca que no tiene nada contra los judíos, ni tampoco contra los romanos. Quiere que en resumen sepan que su prisión está relacionada con “la esperanza de Israel” (ver 23:6; 26:6–7). En respuesta, los líderes de la sinagoga dicen que no tienen información alguna de estas cosas, pero están interesados en profundizar el tema “porque de esta secta” (de los nazarenos) (24:5) por “todas partes se habla contra ella” (v. 21). Fijaron un día para conversar en el cual “vinieron a él muchos a la posada” (comp. Flm. 22). Lucas no explica en este caso el desarrollo de los temas, posiblemente porque fueron muchos y se trataron en forma de diálogo. Lo que hace es señalar los dos tópicos sobresalientes “dando testimonio del reino de Dios” y “persuadirlos acerca de Jesús” (vv. 23, 31; 1:3; 8:12; 20:24–25). Estos temas son precisamente los que le causaron tantas dificultades; ya sabemos lo que le sucedió en Tesalónica cuando quiso identificar a Jesús con el Cristo de las Escrituras (17:3) (comp. 26:2). Como ya había sucedido, la predicación divide al auditorio porque “algunos asentían”, pero otros de plano rechazan la enseñanza (comp. 14:1–3).

B. La bienvenida a todos (28:25–31) 25Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del [Page 224] profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: 26Vé a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; 27porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane. 28Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. 29Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión entre sí. 30Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, 31predicando el reino de Dios, y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. Las discrepancias entre los visitantes de Pablo son profundas, seguramente como habían sido en el sanedrín en Jerusalén (23:6–7). Además de los temas teológicos ahora tienen que discernir las declaraciones de Pablo. Declarar en este caso significa “exponer” o “explicar” (7:21; 11:4; 18:26). Pablo le da una aplicación al reino de Dios que algunos creen ver en la ley y los profetas y otros no. Los que más avanzan llegan hasta estar de acuerdo o asentir con lo que Pablo dice, pero ninguno cree al estilo bíblico.

244 Resumiendo el suceso, el apóstol aplica las palabras que el Espíritu Santo habló por medio de Isaías a “nuestros padres” (6:9–10). La cita traza la distinción entre oír y entender, así como entre ver y percibir (v. 26) (comp. Is. 29:13). El v. 27 es un proceso funesto de descomposición y muerte que el pueblo desea vivir. Al hacerlo, cumple sin querer el propósito de Dios. Si nos preguntáramos por qué no se convierten a Dios, una respuesta evidente es: porque el Espíritu dijo por boca del profeta que sería así; pero también diríamos que es por rebeldía e incapacidad para comprender (Mr. 13:14–15). Aun podría haber una tercera razón: por juicio de Dios (Jn. 12:37–41). Debido a esta situación asumida por los judíos, que “a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán” (v. 28) (comp. 4:10; 13:38), el tema queda terminado. Por una parte, Hechos se ocupa de mostrar la extensión del evangelio en terreno gentil, y por otra de probar el rechazo del pueblo hebreo al mensaje de salvación. La puerta que se había [Page 225] abierto en las provincias del Imperio (13:46; 18:6; 19:8–9), se abre también en la misma capital, dejando inaugurado oficialmente el camino para que el mensaje corra por todo el mundo. “Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (vv. 30– 31). Durante dos años Pablo recibió “a todos” en su propia casa alquilada. Quizás trabajó para pagar el alquiler o lo hizo con las ofrendas que recibía. Lo importante en el énfasis que Lucas pone sobre el ministerio— “predicando el reino de Dios (comp. v. 23) y enseñando acerca del Señor Jesucristo”—está en demostrar que es esencialmente lo mismo. La predicación inicial no había cesado sino que en Cristo la esperanza es ya una realidad presente. Aunque el v. 31 parece dar una terminación muy abrupta al relato, Lucas alcanza su objetivo al dejar a Pablo en Roma donde el evangelio puede ser extendido. Es extraño, no obstante, que Lucas no diga absolutamente nada acerca del juicio en Roma, ni de su resultado por haber apelado a César. Posiblemente no forme parte del propósito inicial del escritor.

Reflexión En los últimos dos capítulos de Hechos se ve la actividad providencial de Dios preparando a Pablo para su testimonio especial en Roma. (1) Modifica y sosiega el apuro del apóstol por ir a la capital del Imperio. El habla de “ver a Roma”, pero Dios necesita que “testifique” (23:11). Por esta causa el viaje se demora a fin de preparar a su siervo para la misión. (2) Pablo sabe que debe seguir adelante (20:22), aunque no sabe en verdad cuáles son las circunstancias del trayecto. Tampoco piensa que llevar adelante la misión que Dios le tiene preparada necesita un entrenamiento especial. Pero ya vemos lo que sucedió; fue arrestado en Jerusalén y acusado de la manera en que lo hemos estudiado. Fue encarcelado en Cesarea por dos años para que conociera el valor de la justicia romana (22:27) y el peligro de los hombres que la administraban (24:26–27; 25:9). [Page 226] (3) Pablo tiene que conocer la presencia de Dios en la soledad (23:11; 27:23) para poder asumir su responsabilidad. Es así que la oscuridad del naufragio, la tentativa de pena de muerte por parte de los soldados y la mordedura de una víbora no lo acobardan porque aún resuena en su oído el mensaje: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César” (27:24). El diablo podría poner todos los obstáculos posibles, pero la promesa de Dios no fallaría. (4) Confirmada la voluntad soberana de Dios, Pablo está ya en Roma. Llega con una experiencia más profunda y más completa. Llega con un conocimiento mayor del Señor y de sus propósitos. Por una parte sigue siendo “apóstol de Jesucristo”, y por otra es un prisionero de Roma (24:23; 26:29; 28:16). El Señor que le había anunciado su testimonio en Roma (23:11), no le dijo de qué modo ingresaría a esa ciudad ni por qué. Pablo es un testigo que puede decir muchas cosas precisamente por su condición de “preso con cierta libertad” (27:31). (5) El modo de predicar en Roma es completamente distinto al practicado durante esos últimos treinta años. La predicación se realiza en dos sentidos: Uno, por medio de la constante afluencia de personas a su casa (28:30) y otro, por la prosecución del juicio y la necesidad de visitar al emperador. Al escribir a los filipenses, Pablo envía un saludo totalmente inusual. Dice: “todos los santos os saludan y especialmente los de la casa de César” (4:22). Es una manera de informarles cómo Dios había bendecido sus prisiones. Es la mejor noticia de la carta, dejada para el final y que complementa lo que ya les comunicó (1:12–13).

245 No hay duda de que a pesar de la posición hostil del emperador Nerón, la influencia de Pablo es tan poderosa que aun miembros de la familia real llegan a conocer a Cristo. Además, muchos soldados oyen y creen en el Señor mientras cumplen labores como custodios pretorianos. Lo más extraordinario de todo es que según lo anticipado por el Señor, y a pesar de todos los riesgos que esto presupone, Pablo comparece ante el feroz emperador para dar testimonio de Cristo, y él también oye el mensaje poderoso de la salvación. [Page 227] (6) Dios le provee de un lugar adecuado desde el cual ensanchar su visión y vigilar el futuro. Con todos los datos que tiene sobre las iglesias, las constantes visitas de todas partes, y por sobre todo la revelación del Espíritu, Pablo escribe cuatro cartas que forman una de las partes medulares del NT. Nos referimos a Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. Las tres primeras son un legado invalorable para la iglesia peregrina, por la fortaleza que trasmiten a la doctrina. Se destaca en ellas la supremacía y soberanía de Cristo como cabeza de la iglesia y sustentador de cada creyente. Cristo es el modelo, es el objetivo, es la meta, es el poder y el todo para los creyentes como cuerpo y para cada cristiano individualmente. La perspectiva de Pablo adquiere un gran ángulo en la visión, una sensible intensidad en la penetración y un discernimiento mayor en el fortalecimiento de los santos, que deben ya enfrentar distintas estrategias de las fuerzas de oscuridad. (7) Cuando a los dos años, tal como él lo esperaba, Pablo es liberado de su prisión (Flm. 22), escribe tres cartas más, denominadas cartas pastorales (Timoteo y Tito). Lo hace desde distintos lugares. Uno de los temas que más sorprende es el referido a los últimos tiempos (1 Ti. 4:1; 2 Ti. 3:1) porque parecería estar viviendo en nuestros días. Nosotros, en posesión de todo este hermoso caudal de experiencia y releyendo el v. 30, que acabamos de estudiar, damos gracias a Dios por la amplia puerta que nos ha dado para predicar “abiertamente y sin impedimento”. Amén. [Page 228]

246 [Page 229]

BIBLIOGRAFÍA Barclay, William. Hechos de los apóstoles. (Aurora, 1983) Bruce, F.F. Acts of the Apostles. _____. La defensa apostólica del evangelio. (Certeza, 1961) Caballero Yoccou, Raúl. Dios aplastará pronto a Satanás. (Unilit, 1992) _____. Sobre esta roca. (Unilit, 1993) Coleman, Roberto E. Plan supremo d evangelización. (CBP, 1990) Cueva, Samuel. La iglesia local en misión transcultural. (Clie, 1994) Crane, J.D. La reproducción espiritual. (CBP, 1967) Dana, H.E. El mundo del Nuevo Testamento. (CBP, 1993) Henry, Matthew. Comentario exegético—Hechos. (Clie, 1993) Grau, José. Introducción a la teología. (Clie, 1973) Harrison, Everett F. El comentario bíblico Moody—Nuevo Testamento. (CBP, 1988) Horton, Stanley M. El libro de los Hechos. (Vida) Jones, Estell J. Hechos: Colaborando en la misión de Cristo. (CBP, 1994) Himitian, Jorge. Jesucristo es el Señor. (Logos) Kemp de Money, Netta. La geografía histórica del mundo bíblico.(Vida, 1964) Laser, W.C. Una iglesia viva. (Clie, 1972) Meyer, F.B. Pablo, siervo de Jesucristo. (CBP, 1973) Ryrie, Charles C. Los hechos de los apóstoles. (Portavoz, 1980) Trenchard, Ernesto. Los hechos de los apóstoles. (Portavoz,1990)