coloquio relacional

Este libro nace de la necesidad de proporcionar al estudiante, al psicólogo, al médico y al operador social un manual si

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Este libro nace de la necesidad de proporcionar al estudiante, al psicólogo, al médico y al operador social un manual simple y de fác il lectura sobre el coloquio relacional. No se trata de un libro de clínica, si por ello se entiende la descripción de los procesos terapéuticos, sino más bien de un volumen útil para el clínico por cuanto lo introduce en una disciplina, la psicología relacional, que en los próximos decenios proporcionará una contribución vital a la psicología dinámica y a la cognitiva en el plano de la investigación, la formación y aquel más complejo de la prevención y el tratamiento del desorden psicológico y la enfermedad mental. La familia, como sistema emociona l y muestra del desarrollo del ciclo vital, es el cliente con el que dialoga el psicólogo en los distintos capítulos que componen el libro. Así, habla con el niño, con el adulto, con el anciano, con la pareja, adoptando el papel de quien comprende los distintos lenguajes de cada generación, del género masculino y del femenino, de los diferentes tiempos y culturas.

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Maurizio Andolfi es neuropsiquiatra y profesor de Teoría y Técnica del Coloquio Psicológico en la Universidad La Sapienza de Roma. Desde 1977 d irige la revista Terapia familiare y es también autor de libros como Terapia familiar, Dimensiones de la

terapia familiar y La creación del sistema terapéutico (con A. Ackermans), todos ellos igualmente publicados por Paidós.

ISBN 84-493-1434-8 14087 o ~ 1

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Terapia familiar

Maurizio Andolfi

Últbnos títulos publicados: 4 L. 42. 4}. 45. 46. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 6L 62.

6). 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72.

C. Whitaker - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar M. M. Berger -Más allá del doble vínculo M. Walters, B. Carter, P. Papp y O. Silverstein- La red invisible M. Selvini- Crónica de una investigación C. R. Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia S. Rosen - Mi voz irá contigo A. Campanini y F. Luppi - Servicio social y modelo sistémico B. P. Keeney- La improvisación en psicoterapia Ph. Caillé- Uno más uno son tres. La pareja revelada a sí misma J. Carpenter y A. Treacher - Problemas y soluciones en terapia familiar y de pareja M. Zappella- No veo, no oigo, no hablo. El autismo infantil J. Navarro Góngora - Técnicas y programas en terapia familiar C. Madanes- Sexo, amor y violencia M. White y D. Epston - Medios narrativos para /in es terapéuticos W. R. Beavers y R. B. Hampson- Familias exitosas L. Sega! -Soñar la realidad S. Cirillo - El cambio en los contextos no terapéuticos S. Minuchin y M. P. Nichols - La recuperación de la familia. Relatos de esperanza " y renovacton D. A. Bagarozzi y S. A. Anderson - Mitos personales, matrimoniales y familiares J. Navarro y M. Beyebach -Avances en terapia familiar sistémica B. Cade y W. H. O'Hanlon - Guía breve de terapia breve B. Camdessus y otros - Crisis familiares y ancianidad J. L. Linares -Identidad y narrativa L. Boscolo y P. Bertrando - Los tiempos del tiempo W. San ti y otros- Herramientas para psicoterapeutas M. Elkai'm (comp.) -La terapia familiar en transformación J. L. Framo- Familia de origen y psicoterapia J. M. Droeven (comp.)- Más allá de pactos y traiciones M. C. Ravazzola - Historias in/ames: los maltratos en las relaciones M. Coletti y J. L. Linares - La intervención sistémica en los servicios sociales ante

la familia multiproblemática 73. R. Perrone - Violencia 'Y abusos sexuales en la familia 74. J. Barudy- El dolor invisible de la infancia 75. S. Minuchin - El arte de la terapia /a miliar 76. M. Selvini Palazzo]i y otros - Muchachas anoréxicas y bulímicas 77. S. Cirillo y otros - La familia del toxicodependiente 78. P. Watzlawick y G. Nardone (comps.)- Terapia breve estratégica 79. M. Malacrea- Trauma y reparación 80. J. Navarro y J. Pereira - Parejas en situaciones especiales 81. J. L. Linares y C. Campo - Tras la honorable fachada 82. V. Ugazio- Historias permitidas, historias prohibidas 83. B. O'Hanlon - Desarrollar posibilzdades 84 . R. Ramos- Narrativas contadas, narraciones vividas 85 . J. L. Linares - Del abuso y otros desmanes 86 . G. Cecchin, G. Lane y W. A. Ray- Irreverencia 87. M. Andolfi - El coloquio relacional





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Título original: Il Colloquio Relazionale Publicado en italiano, ~n 2000, por Accademia di Psicoterapia della F amiglia, Roma

SUMARIO

Traducción, revisión y adaptación de: María de Jesús Albuerne, Emilio Ricci y Ángeles Sánchez Sarachaga

Cubierta de Mario Eskenazi

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Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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l. Introducción a la epistemología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

El progreso de la ciencia: del modelo de la explicación causal al modelo de la explicación informativa . . . . . . 15 Primera cibernética y segunda cibernética: hacia la complejidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 El lenguaje: posibilidad de encuentro entre el sistema «observativo» y el sistema familiar . . . . . . . . . . . . . . . 26 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción rotal o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático. y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

© Accademia di Psicoterapia della famiglia © 2003 de la traducción, María de Jesús Albuerne y Emilio Ricci © 2003 de todas las ediciones en castellano Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós, SAICF, Defensa, 599- Buenos Aires http://www.paidos.com ISBN: 84-493 -1434-8 Depósito legal: B-30.633-2003 Impreso en Novagrafik, S.L. Vivaldi, 5 - 08110 Monteada i Reixac (Barcelona) Impreso en España- Printed in Spain

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2. Conceptos clave para la comprensión del coloquio . . . . . Definición de coloquio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El coloquio y la estructura multicontextual . . . . . . . . . . Contenido y evolución del coloquio . . . . . . . . . . . . . . . .

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3. El triángulo como unidad mínima de observación . . . . . . De la díada a la tríada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El genograma como mapa de los triángulos intergeneracionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los mitos como intersecciones de historias familiares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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4. El coloquio como ámbito de diagnóstico y de cambio . . . El diagnóstico sistémico-relacional . . . . . . . . . . . . . . . . . Inicio del proceso evaluativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Recogida y transformación de las informaciones . . . . . .

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5. La posición del psicólogo relacional en el coloquio . . . . . El observador relacional como parte del sistema . . . . . . Resonancia emotiva ........... . .. . .. .. .... . .... Disponibilidad para la escucha y la empatía .......... Respeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La duda como modalidad de comprensión . . . ..... . . Reciprocidad social y comunicación transcultural ..... Coherencia, intensidad y creatividad . . . .. ... . . .. ...

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6. Preguntas, redefiniciones e hipótesis relacionales . ..... Los puntos nodales en la construcción de significados .. Las preguntas relacionales ........... . ........... El proceso de redefinición y de formulación de hipótesis ... . ............... . . . .. . ...........

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7. El lenguaje del cuerpo y el coloquio relacional . . ....... 13 5 Los mensajes corporales en el ámbito relacional . ... .. 135 Cuerpo y lenguaje: dos términos, una conexión . .. .. .. 139 Los signos corporales en los intercambios personales . . 146 Metacomunicar con el cuerpo ................... . 163 Espacios del cuerpo y límites relacionales . . . . . . . . . . . 17 O Los ritmos de la comunicación no verbal ... . ........ 180 El lenguaje corporal en el encuentro intergeneracional . 183

8. El silencio en el coloquio relacional .... ....... . .. . ... 195 El silencio como escucha ..... . . . .. . . . ... . .. . ... . 197 El silencio como pausa .. ... .. . . . ..... . . . ... . . .. . 200 El silencio para el psicólogo relacional .. . .... . ...... 203 El silencio de la familia ......... . . . ... .. ........ 207 Bibliografía .... . ............ . ...... ..... ... . ........ 211

PREFACIO

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El presente libro surge de la necesidad de proporcionar al estudiante, al psicólogo, al médico, al asistente social, un manual sencillo, de lectura fácil, sobre el coloquio relacional. Tras la respuesta estimulante que nos llegó por parte de los lectores de la obra precedente sobre la observación relacional· (La /amiglia trigenerazionale, 1988) parece necesario mantenerse en esta línea y encontrar ojos, palabras y escucha. En este libro se intenta describir la teoría y la técnica del coloquio psicológico, según una metodología relacional. La familia, en su expresión del sistema emocional y en el desarrollo de su ciclo vital, es el cliente (C) con el que dialoga el psicólogo relacional (Pr) en varios capítulos. Este último habla con el niño, el adulto y la pareja y los observa adoptando el rol del que comprende y traduce el lenguaje distinto de las generaciones, de los géneros masculino y femenino, de tiempos y culturas diversas. No se trata de un libro de clínica, si por tal se entiende la descripción de procesos terapéuticos. Sin embargo, es una obra que resultará útil para el especialista clínico, ya que lo introduce en una disciplina relativamente nueva y fascinante, la psicología relacion,al, que en los próximos decenios proporcionará una contribución vital a la psicología dinámica y a la psicología cognitiva, tanto en el plano de la investigación como en el de la formación y en el más complejo de la prevención y el tratamiento del malestar psicológico y de la enfermedad mental.

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EL COLOQUIO RELACIO NAL

PREFACI O

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un camino para progresar, sintiéndo~e más competente a la hora de guiar sus propios destinos evolutivos.

Asimismo, el presente libro se gestó en las aulas de la universidad ... es decir, se formó a partir de las lecciones académicas que impartí durante los últimos tres años en la licenciatura en psicología. Entre el centenar de alumnos inscritos, diez estudiantes que siguieron con entusiasmo y constancia las clases y las experiencias prácticas guiadas llevadas a cabo en la cátedra de teoría y técnica del coloquio psicológico se convirtieron en el motor que impulsó este proyecto. También mis maestros más significativos (Bollea, Bowen, Minuchin, Whitaker, Zwerling) , seguidos de mi experiencia formativa en el gueto del South Bronx y de Filadelfia, junto con las enseñanzas recibidas por parte de tantos niños sometidos a terapia, de los estudiantes de psicología y, en este caso concreto, de mis jóvenes colaboradores (Elisa Agostinelli, Giulia Bettini, Fabrizia Bracaglia, Daniela Curra, Cristina Delia Valle, Antonella Di Donato, Maria Stella Di Tullio D'Elisiis, Anna Giulia Pirrera, Daniela Sardella, Fulvio Sciamplicotti) han sido para mí fuente de enriquecimiento, de curiosidad cultural y de crecimiento personal. Estos últimos han preparado y discutido, de un modo brillante, su tesis de licenciatura en mi cátedra, ampliando y desarrollando los temas principales presentados en este volumen (la lista completa de las tesis se incluye en la bibliografía). Así se creó un pequeño laboratorio de investigación en torno a las bases de la teoría sistémica, que se ha centrado en los conceptos clave del coloquio psicológico, útiles para formular una evaluación diagnóstica. Tomando el triángulo como unidad de observación, el psicólogo relacional se ha adentrado en los procesos de desarrollo de la familia como un explorador hambriento de conocimientos y, al mismo tiempo, capaz de escuchar su propia resonancia emotiva al encontrarse con el cliente. El lenguaje de las palabras, entrelazándose con el de los ojos, el del cuerpo y el del silencio, crea las bases relacionales para un encuentro auténtico y creativo entre aquel al que impulsa el deseo de comprender y de reactivar recursos (Pr) y quien, acuciado por una necesidad o bien una dificultad (familia), busca

Agradecemos a los estudiantes de psicologí~ q.ue con su pa~­ ticipación atenta y entusiasta en el curso academtco ~an con~~l­ buido a la realización de este manual. Dam~s las gracias ~ambten a Angela Luise y a Daniela Resi por sus valtosas aportactones e~ torno al concepto de tiempo. Deseamos expresar n~estro mas sincero agradecimiento sobre todo a los ex~ert~s ~ue m:egran la cátedra de teoría y técnica del coloquio pslcol~glco (Btanca ~e Caro Marcella de Nichilo, Massimo Falcuccl, Marco ~~ssl y Pasq~ale Saluzzi), quienes han contribuido, a ~a elab.oracton de este volumen dirigiendo las experiencia~ ~ractlcas.~madas sobre las etapas del ciclo evolutivo de la famlha ~1 nu~o, el adolelsI d lto la pareja el anciano- e mcentlvando a os cente, e a u ' ' 1 , 1 . 1d modo alumnos en el estudio de la psico ogla re aclona e un concreto y creativo.

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l. INTRODUCCIÓN A LA EPISTEMOLOGÍA

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Al aventurarse en un área del conocimiento como la epistemología es posible que surjan dudas de antiguo «sabor» adolescente, al igual que le sucede a un quinceañero que logra la conquista cognitiva de la abstracción y se pierde en un pensamiento perennemente autorreflexivo y lleno de trampas lógicas:

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presupuesto sistémico según el cual «lo más complejc explica lo más simple» permite diseñar hipótesis que, al menos por el hecho de ser triádicas, se sitúan en un nivel distinto y amplían el campo del observador (Ugazio, 1984; Ricci, Selvini-Palazzoli, 1988). Supongamos que estamos viendo una película: ante nosotros, el primer plano de un hombre aterrorizado, con la boca abierta. Nuestra hipótesis podría consistir en imaginar que el hombre está en una situación de extremo peligro. Pueden aparecer ctros elementos que amplíen ligeramente el encuadre: dos manos femeninas sujetan al hombre sentado en una butaca, asiéndolo por la espalda. Todavía no acabamos de comprender lo que está pasando. ¿Quizá la mujer está a punto de matarle? ¡Ni mucho menos! Ampliando más el marco de observación, descubrimos, con una pizca de desilusión para los amantes del género policíaco, que todo ocurre en la consulta de un dentista. El contenido emotivo (el miedo del desventurado) permanece; lo que cambia es el contexto en el que se expresa esa emoción. Se pasa, de esta forma, a una situación más compleja, que está en condiciones de dar una explicación posible a una simple expresión, uniéndola a otros elementos. La ampliación del campo de observación, con referencia a la complejidad de los sistemas, permite al psicólogo relacional plantearse cómo debe utilizar el esquema mental del triángulo para recabar información. Lo fundamental es que el triángulo constituye un esquema mental que se puede compartir. Gracias a él, es posible captar los nexos que unen los distintos elementos de tres en tres y confrontar las entidades situadas en los vértices del triángulo. En la trayectoria evolutiva hacia una ciencia compleja, el elemento fundamental pasa a ser el constructivo: la epistemología que se basaba en la representación del mundo es sustituida por otra que gira en torno a la construcción del mundo real, en el sentido de que el observador, con sus construcciones, constituye la realidad, no la representa, y ya no cabe la posibilidad de representar de modo objetivo lo que sucede realmente. Cada uno tiene su propia realidad objetiva, elaborada a partir de una

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EL COLOQUIO RELACIONAL

EL TRIÁNGULO COMO UNIDAD MÍNIMA DE OBSE RVAC[Ó N

selección de los datos de la realidad, en la que inciden tanto teorías precedentes como su visión particular del mundo. Existen, como consecuencia, hipótesis interpretativas diversas, distintas posibilidades en función de cómo se unan los hechos. La utilidad de la estructura triangular viene dada por la posibilidad que ofrece de unir entre sí, de forma diversa, hechos e informaciones que en cierto modo vienen presentados por la familia. La descripción de un problema por parte de una familia es un sistema semántico que contiene una trama (qué sucede), personajes (quién) y una situación (dónde y cuándo) (Sluzki, 1991). El coloquio se convierte en un proceso particular, en el que el psicólogo relacional, por medio de preguntas, afirmaciones y del análisis de otros comportamientos, trata de obtener un «cambio en la historia» que se traduzca en hipótesis alternativas a las de la familia; que deje abierta la posibilidad de otras explicaciones y que puntúe de modo diferente los acontecimientos, uniendo el «quién», el «qué», el «dónde» y el «cuándo» en una narración distinta a la que transmitió la familia. Es la introducción de las distintas posibilidades lo que crea posibles claves interpretativas. Entender la modalidad relacional existente dentro de un sistema y cómo se ha organizado en la creación de un problema, quiere decir tener en cuenta las posibles alternativas a la presencia de determinados factores y variables. La tarea del psicólogo en el coloquio consiste en describir y evidenciar uniones y relaciones entre el sistema y el contexto particular actual, por un lado, y, por otro, entre aquél y los diferentes contextos de significados que han tenido importancia a lo largo del tiempo, participando en la construcción, mantenimiento y evolución del síntoma mismo. En definitiva, se trata de analizar la relación entre el síntoma y la organización actual del sistema en relación con el tiempo pasado, presente y futuro (Telfener, 1991). Ya hemos dicho que, a través de la elección de la estructura triangular, tenemos la posibilidad de actuar confrontando la entidad situada en el vértice del triángulo. Esta entidad puede ser de cualquier tipo; los polos de la estructura son susceptibles de estar ocupados por miembros de la familia, por entidades

abstractas, por personas ausentes, recuerdos y expectativas. El psicólogo crea así, en su mente, nexos entre entidades de cualquier naturaleza para que estén en relaóón significativa entre ellas, poniéndolas metafóricamente en los polos del triángulo y visualizando la relación a través de la unión con el vértice. El psicólogo relacional, a través de sus preguntas, activa configuraciones triangulares (por ejemplo, madre-hijo o esposa-marido-familia del marido). De este modo, tiende a crear hipótesis que acentúan siempre los elementos de diversificación y de especificidad, con lo que la relación se torna más compleja. Al utilizar preguntas relacionales que unen los elementos en tríadas y al tener en cuenta el aspecto emotivo de los triángulos , surgen nexos significativos, que aprovechan elementos importantes de las respuestas y sugieren tramas alternativas respecto al «guión» previamente presentado por el interlocutor. El psicólogo puede potenciar la creación de nexos, por ejemplo, solicitando la opinión de un sujeto acerca de la relación que un segundo individuo tiene con un tercero; formulando preguntas sobre personas ausentes; captando elementos significativos comunes a los tres; reformulando todo esto en una pregunta que haga pensar al interlocutor ... La finalidad de este «juego triangular» es evidenciar que pueden existir más claves de lectura de la misma situación, y que experimentar posiciones diferentes dentro de un sistema puede llevar a distintas interpretaciones de la misma situación. De hecho, es esta posibilidad de verse en diversos triángulos, ya sea por parte de un miembro o de todo el sistema familiar, observándose en nuevas posiciones relacionales, lo que permitirá aprender nuevos modos de ser y de relacionarse con los demás. Uno de los triángulos más habituales es el formado por los progenitores y el hijo. Si existe un conflicto no explícito entre los primeros, éste puede ser desviado hacia el hijo para mantener el equilibrio del sistema, ya que un conflicto abierto entre padre y madre desestabilizaría su relación. Un padre puede buscar el favor del hijo para establecer una coalición frente al cónyuge, pero este último puede intentar lo mismo. En este punto, el hijo puede quedar preso de lo que Haley llama un «conflicto de leal-

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EL TRIANGULO COMO UNIDAD MÍNIMA DE OBSERVACIÓN

tad» (Haley y Hoffman, 1974). Lo que aparece es un sistema en d que, en apariencia, no hay tensión entre los miembros de la pareja; la única tensión es la ligada al hijo que presenta síntomas. Cuando hablan de triángulos, Cartwright y Haray (1956) individualizan soluciones equilibradas, describiendo los distintos lados negativos (es decir, en conflicto) y los positivos. En algunas ocasiones, sin embargo, el precio que hay que pagar por un equilibrio relacional puede ser alto: puede tener como consecuencia la aparición de un paciente designado para salvaguar. dar la estabilidad del sistema más amplio. En períodos de tensión, no sólo los miembros de una familia pueden formar triángulos con objeto de aliviar la situación, sino también amigos, compañeros de trabajo, instituciones, etcétera. En períodos de tensión elevada, una díada puede «volcarse hacia lo externo» y triangular a una tercera persona (Bowen, 1979). Esta última está implicada emotivamente en esta relación para disminuir el nivel de ansiedad, lo que equivale a desviar la lava de un volcán por canales construidos para evitar que destruya el país, es decir, el sistema. Más recientemente, Ricci y Selvini-Palazzoli (1988) afirmaban que, para comprender la comunicación establecida entre dos personas, es necesario considerar la territorialidad de esa comunicación, entendiendo por tal denominación la cantidad de personas realmente presentes en la secuencia. Para explicar esto, los autores introducen un ejemplo, ya citado en una de sus comunicaciones precedentes (Selvini-Palazzoli y otros, 1981), en el que el presidente de una empresa importante, para convencer a un experto de que acepte el puesto que le ofrece, lo invita a numerosos encuentros en cuyo transcurso lo trata muy cordialmente. Una vez resuelto el asunto, empieza a tratarlo de un modo formal y distanciado, negándose incluso a atenderlo al teléfono. Este comportamiento parecería irracional si sólo se tuvieran en cuenta los dos personajes, pero se comprende claramente si se introduce un tercer elemento: el vicepresidente de la sociedad, enemigo de innovaciones, había expresado su opinión y su desagrado por los nuevos hallazgos del presidente.

Este ejemplo puede aplicarse a cualquier situación aparentemente diádica, en la que la introducción de un tercer elemento permite obtener más información: por ejemplo , ¿cuánta información más podemos obtener si consideramos, además de a los miembros de una pareja, al padre de uno de los dos?, o ¿en qué medida puede modificarse el comportamiento iracundo de una mujer hacia su marido, si se invita a participar al coloquio a su padre? Lo que sucederá será que la esposa mostrará comportamientos que están ligados a ella en cuanto mujer (o cómo ha «aprendido» este rol en su propia familia), pero también otros asociados a ella en cuanto hija y, de este modo, será posible captar semejanzas y diferencias, construir hipótesis sobre la estructura de ese sistema y de su funcionamiento. Uno de los intentos que se han llevado a cabo para visualizar los vínculos a nivel triangular y el modo de utilizarlos durante el coloquio, lo ha realizado Matis Hubbard (1985). Basándose en la estructura tetrádica del carbono presente en las macromoléculas orgánicas, este autor propone tal estructura como modelo para poner de manifiesto los vínculos triangulares en un sistema familiar. Geométricamente, la estructura tetrádica es una pirámide, en la que tanto la base como los tres lados son triángulos equiláteros (fig. 1). Figura 1

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Estructu ra tetrádica abierta

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EL TRI ÁNG ULO COMO UNIDAD MÍ NIMA DE O BSERVAC l Ó N

Como podemos ver en las dos figuras, esta estructura no sólo permite la visualización de cualquier triángulo relacional (A-BC), sino que permite considerar el vínculo existente entre dos de los tres «ángulos» con un elemento ulterior (D) y, por tanto, poder efectuar visualmente confrontaciones con la entidad puesta en el vértice. El ejemplo siguiente representa una estructura tetrádica, en la que el padre, la madre y el hijo sintomático se sitúan en los ángulos del triángulo base, mientras que el cuarto ángulo está ocupado por la abuela paterna (fig. 2).

Si uno no adopta la posición de observador, o si está demasjado implicado emotivamente, puede resultar dificj} conseguir ver cómo actúan los triángulos dentro de un sistema de dimensión media. El problema, según Bowen (1974) , es que no se pueden ver los triángulos hasta que no se asume cierta distancia emotiva respecto a ellos. Desde que nace, toda persona forma parte, naturalmente, de una serie de triángulos; sólo la posibilidad de la distancia emotiva permite ver la red en la que está inserta y reconectarse con ella de un modo más favorable. En el curso del coloquio, utilizando preguntas significativas en términos de relaciones que se mueven a través de la estructura triangular, se obtiene, casi automáticamente, información sobre la familia de origen. Ya en la descripción que se recoge de un miembro de la familia, se percibe que es muy difícil permanecer en el plano horizontal. El plano horizontal y el vertical se entrecruzan constantemente, aunque no se haga nada para solicitarlo. Por tanto, la capacidad del psicólogo relacional se cifra en conferir, en el transcurso del coloquio, un rol central a la categoría temporal. Sluzki (1991) , al describir la transformación terapéutica de la trama narrativa que actúa en un coloquio, afirma que la importancia de introducir una dimensión temporal consiste en añadir marcos alternativos. A través de esto, se puede ampliar el repertorio de las posibles direcciones de un suceso o situación, permitiendo, de este modo, la individuación de una gama más vasta de modalidades, cuyos contextos pueden influir en los problemas y, a su vez, ser influidos. Introducir la dimensión dinámica temporal puede facilitar la descripción de modelos y escenarios alternativos a los propuestos por la fami lia. Por ejemplo, una crisis de la pareja puede suponer para los cónyuges significados distintos, según si se verifica antes o después del nacimiento de los hijos o si, entretanto, ha fallecido una persona significativa en una de las familias parentales. Para comprender qué es lo que se verifica en el interior de una relación, hace falta saber en qué relaciones están implicados los individuos. Ya no es suficiente tener en cuenta lo que ocurre en un episodio singular, sino que es necesario considerar el nivel

Figura 2 Abuela

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Hijo sintomático

Es la posibilidad de hacer preguntas que utilicen esta serie de triángulos la que permite producir información particular en el curso del coloquio, jugando, bien con el triángulo base (padremadre-hijo), bien con el constituido por el padre, la madre y la abuela, o por el que forman padre, hijo y abuela, y así sucesivamente. El hecho de situarse en posiciones relacionales diversas permite a los miembros del sistema salir del guión familiar, donde cada miembro tiene un rol definido en función del significado que se le atribuye en la red de relaciones.

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EL COLOQUIO RELACIONAL

EL TRIÁNGULO COMO UNIDAD MÍNJMA DE OBSERVACIÓN

superior, el de la relación, que sólo se puede construir a través de una serie de episodios, viendo repetidamente cómo interactúan estas personas. Además, necesitamos al menos contar con un tercer elemento, es decir, saber cuál ha sido la clase de relación que han mantenido estas dos personas en el transcurso del tiempo, y para ello debemos acudir a la dimensión temporal. Para diseñar hipótesis en torno a las relaciones dentro de la historia familiar, el psicólogo relacional utiliza los esquemas de la interacción familiar. De este modo, se crea una imagen de qué tipo de relaciones tiene el cliente con la madre, el padre, el hermano, la hermana, etcétera. En las relaciones extrafamiliares, uno de los modelos de los que se servirá el individuo, o uno de los elementos que incidirán en la construcción de una relación, procederá, seguramente, de esos esquemas que el individuo ha interiorizado. Introducir la dimensión temporal supone situarse en una óptica trigeneracional. De hecho, los triángulos no se limitan sólo a la segunda y tercera generación, sino que pueden retrotraerse hasta la primera. Cada lado del triángulo puede estar ocupado por la mujer, el marido y la familia de ella o la de él. Se pueden encontrar los polos de cada nivel generacional, como, por ejemplo, en un triángulo formado por una adolescente, su madre y su abuela. Esto puede ser puesto de relieve por el psicólogo, captando los nexos de algunos aspectos emotivos que pueden ligar entre sí a las tres generaciones. Esta posibilidad permite confrontar, apreciando semejanzas y diferencias, los modelos relacionales utilizados en torno a determinada función, como, por ejemplo, qué significa ser madre. Tal confrontación actúa efectuando, metafóricamente, saltos temporales al pasado, el presente y el futuro -representados respectivamente por la generación de los abuelos, la de la pareja de progenitores y la de los hijos-, y creando conexiones entre estos niveles. A través del trabajo de conexión, se incrementa el número de triángulos que forma una familia hasta acabar dibujando una especie de «tela de araña», en la que el hilo representa los dis-

tintos lados del triángulo. Esta metáfora evidencia, de un modo eficaz, el vínculo existente entre los miembros de la familia situados en los polos; de hecho, si se toca la tela en un punto, vibrará el resto. El intento de individuación de una persona que se encuentra en un polo de un triángulo, mediante una transformación de su posición dentro del sistema y, por tanto, del cambio de un triángulo base, llevará a un cambio en toda la tela. Los psicólogos de orientación sistémica se distinguen como grupo, sobre todo, por un postulado: para comprender al individuo es necesario comprender el contexto en el que vive (Haley y Hoffman, 1974). La unidad de observación ya no es sólo la persona (incluso en un coloquio individual), sino el conjunto de relaciones en el que ésta se implica.

EL GENOGRAMA COMO MAPA DE LOS TRIÁNGULOS INTERGENERACIONALES

Cuando recaba información, el psicólogo, a fin de crear una representación gráfica de la estructura familiar y, sobre todo, de los diversos planos generacionales, puede recurrir al genograma, una especie de árbol genealógico donde están representadas, al menos, las tres últimas generaciones. De la técnica que se utiliza para recopilar información se han ocupado varios autores, entre ellos Montagano (y otros, 1989), Andolfi (y otros, 1989a) y Me Goldrick (y otros, 1982). Lo que nos interesa poner de manifiesto es que este instrumento proporciona una suerte de esqueleto, de armazón, que facilita al psicólogo su tarea a la hora de captar nexos significativos en las relaciones que se dan en los distintos planos generacionales, utilizando como unidad mínima de medida la estructura triangular. Para ejemplificar esto podemos describir un caso referido por Bowen (197 4). Se trata de la familia Wilkin; uno de sus miembros, Chuck, un adolescente de 17 años, se había probado en varias ocasiones la ropa de su madre. Podemos representar gráficamente la familia nuclear del modo siguiente (fig. 3 ):

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EL COLOQUIO RELACIONAL

EL TRIÁNGULO COMO UNIDAD MÍNIMA DE OBSERVACIÓN

Figura 3

Las interacciones entre marido y mujer parecen seguir la línea de «la perfección»: una pareja perfecta, una madre perfecta, un padre perfecto. Los dos se ven a sí mismos muy preocupados por sus hijos, que consideran una entidad única. Avanzando en la historia de esta familia, comienzan a surgir una serie de triángulos que modifican la trama inicial narrada por los cónyuges. En realidad, el padre, Charles, está completamente absorbido por el trabajo (es un abogado exitoso), tiene una relación con su secretaria y una distancia consiguiente con su mujer, Loucille. La única persona con la que ciertamente está en contacto es su hija Joyce. En cambio, Loucille resulta ser una mujer solitaria, insatisfecha con su trabajo y con su condición de mujer, y que ha desarrollado un vínculo fortísimo, casi morboso, con su hijo Chuck. Aislado, casi indiferente a lo que ocurre en la familia y ajeno al «juego emotivo», el otro hijo, Paul, tan sólo tiene un vínculo: la televisión (fig. 5). Ampliando cada vez más el campo de observación en el curso del coloquio, con la inclusión de las familias de origen de ambos cónyuges, emergen otros triángulos que aportan informaciones adicionales (fig. 6). Loucille es hija única de una pareja divorciada, formada por Jimmy, de 68 años, y Catherine, de la misma edad. Ambos han

Esta primera representación no da cuenta de la dinámica emotiva existente dentro de la familia, pero puede funcionar como una base eficaz sobre la que comenzar a trabajar en términos de hipótesis triangular. De la representación que los padres dan de la familia, surge una situación del siguiente tipo (fig. 4): Figura 4. Presentación inicial de la familia

Figura 5. Relaciones dentro de la familia nuclear

Charles

Joyce

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EL TRIÁNGULO COMO UNIDAD MÍNIMA DE OBSERV/\Clé)N

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EL COLOQUIO RELACIONAL

Charles es el menor de dos hermanos y proviene de una familia que se parece en muchos aspectos a la de Loucille (fig. 8).

Figura 6. La familia de origen de Loucille 1971

1971

Figura 8. Familia de origen de Charles

Charles padre

m.1957

~

m.1967

vuelto a contraer matrimonio después del divorcio, Jimmy en 1957 y Catherine en 1967. Los dos nuevos cónyuges de los padres de Loucille murieron en 1971. Jimmy es una persona débil, con un nivel de instrucción bajo, que no ha tenido mucho éxito en el trabajo y que ha pasado por épocas de alcoholismo. En ca~bio, Catherine es una mujer fascinante e inteligente, pero emocionalmente fría con su hija. Según esta última, el divorcio de sus padres se debió a la personalidad de su madre, que acabó anulando la del marido. Loucille tenía un vínculo muy fuerte con s~ pa~re, del cual estuvo excluida la madre incluso después del dtvorcto, cuando le fue otorgada la custodia de su hija, que contaba 15 años (fig. 7).

El padre de Charles es descrito como un hombre débil, aunque muy trabajador, que ha pasado por varios episodios de alcoholismo y que estaba en competencia continua con su mujer, Ruby. En cambio, ésta es descrita como la esposa y la mujer perfecta, de hecho, una supermujer. Ruby tenía estudios superiores a los de su marido. Charles junior había establecido una relación muy exclusiva con su madre, hasta el punto de que tanto el padre como la propia Loucille estaban excluidos de este vínculo. Figura 9. Relaciones en la familia de origen de Charles

/ Ruby

Figura 7. Relaciones en la familia de origen de Loucille

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Charles hijo

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En esta familia, mucho más que en la de Loucille, los problemas no se habían afrontado nunca. La hermana de Charles, Helene, mantení~ sólo un vínculo con el padre, quien, sin embargo, estaba absorbido por el alcohol y la televisión. Los dos hermanos (Charles y Helene) no mantenían ningún tipo de relación significativa (fig. 9).

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Figura 10. Genograma de la familia Wilkin

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1971

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Chuck 17

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Paul 11

Relaciones emotivas en el seno de la familia

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Con lo dicho hasta ahora, se puede construir un genograma de la familia Wilkin que evidencie el sistema de relaciones en su interior y, a la vez, muestre cómo se ha formado tal sistema a lo largo del tiempo. En ambas familias de origen, el paradigma familiar de la fuerza y la dominación materna y de la pasividad y ausencia paterna, ha supuesto dificultades para los modelos masculinos y femeninos. Para Charles, el mensaje aprendido había sido: «Si siempre eres débil, jamás tendrás problemas». Buscaba la perfección en cada actividad y, al mismo tiempo, subordinaba sus pensamientos y sentimientos a los de su madre. Buscaba en Loucille otra mujer perfecta pero, al mismo tiempo, estaba asustado, porque pensaba que podía quedar anulado por la personalidad de su esposa. Por eso mantenía una relación con Secy, considerada una mujer «no perfecta». Loucille había aprendido de su madre que si era lo bastante fuerte, no necesitaría de un hombre que la cuidase. Es ella quien ve a Charles como un ser débil del que se avergüenza. La necesidad de aparecer como personas fuertes parece ser el tema recurrente en esta historia familiar.

LOS MITOS COMO INTERSECCIONES DE HISTORIAS FAMILIARES

Paul

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Igual que una araña empieza a tejer su tela pasando de un punto a otro y uniendo luego los hilos entre sí hasta concluir su obra, también el Pr, en un movimiento continuo, crea uniones entre diversos niveles con objeto de disponer de un cuadro acerca del funcionamiento de la familia y de la apretada red de relaciones que hay dentro de ella. El psicólogo relacional se servirá de esta gran cantidad deinformación para descubrir mitos familiates, normas y valores, para ver cómo se han transmitido de una generación a otra. Los mitos son construcciones que, a menudo, entrelazan historias, fantasías, anécdotas, narraciones, fábulas y realidad. Son un entramado de elementos que ha ido adquiriendo forma y que

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