Coeficiente Intelectual Coeficiente Emocional 1

INDICE INTRODUCCION.....................................................................................................

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INDICE INTRODUCCION................................................................................................................................... 2 COEFICIENTE INTELECTUAL ................................................................................................................. 3 BREVE RESEÑA HISTORICA .............................................................................................................. 4 EL EFECTO DE FLYNNS ..................................................................................................................... 4 Coeficiente Emocional......................................................................................................................... 5 COEFICIENTE EMOCIONAL FRENTE A COEFICIENTE INTELECTUAL ................................................. 5 Inteligencia emocional impacta en las empresas ......................................................................... 10 Conclusión ......................................................................................................................................... 14 Bibliografía ........................................................................................................................................ 15

INTRODUCCION La presente investigación trata de la comprensión de los dos coeficientes que son evaluados en las personas para saber si son capaces y a la vez productivos para beneficio, ya sea de una organización contratante o vislumbrar el alcance de sus metas. Cabe mencionar que el trabajo que a continuación se presenta, trata de cómo ser mejores personas dentro de las organizaciones tomando en cuenta la perfección personal acerca de nuestro nivel de intelectualidad y/o emocional. En la parte del coeficiente intelectual se hace mención de pruebas psico-analíticas para medir dicho coeficiente.

COEFICIENTE INTELECTUAL El cociente intelectual, abreviado CI (en inglés IQ) es un número que resulta de la realización de un test estandarizado para medir las habilidades cognitivas de una persona, "inteligencia", en relación con su grupo de edad. Se expresa de forma normalizada para que el CI medio en un grupo de edad sea 100 –es decir, una persona con un CI de 110 está por encima de la media entre las personas de su edad. Lo más normal es que la desviación estándar (σ) de los resultados sea de 115 ó 116, y los test rediseñan de tal forma que la distribución de los resultados sea aproximadamente la distribución normarlo gaussiana, es decir, que siguen la curva normal. Las puntuaciones en un test dado y en una población dada han tendido a subir a lo largo de la historia de los test de CI (el efecto Flynn), así que estos test requieren una adecuación continuada si se desea que los estándares anteriores se mantengan. Los superdotados son aquellos que se encuentran por encima del 98% de la población. Desde 1925 y, de forma más amplia, desde 1936, principalmente por trabajos de Thurstone, se han desarrollado complejos estudios estadísticos para la normalización de test de CI, en la llamada "Teoría de respuesta al ítem" (TRI). Los modelos de Rasch (1960) y Birnbaum (1968) son los más usados en los mejores test modernos. Estos métodos difieren de los tradicionales sistemas basados en media y desviación típica, que son medidas de paridad que producen una escala ordinal, mientras que la TRI genera medidas de habilidad (trazo latente) en una escala casi de intervalo (o mismo de razón)

BREVE RESEÑA HISTORICA .En1905, el psicólogo francés Alfred Binet publicó el primer test de inteligencia moderno: la escala de inteligencia de Binet-Simon. Su principal objetivo era identificar a estudiantes que necesitaban ayuda especial para cumplir con las exigencias escolares. Con la colaboración de Theodore Simon, Binet publicó revisiones de su escala de inteligencia en 1908 y 1911, apareciendo la última justo antes de su prematura muerte. En 1912, la abreviatura de cociente intelectual o CI, una traducción del alemán intelligenz-quotient, fue acuñada por el psicólogo alemán William Stern. Una adaptación de la escala de Binet-Simon se publicó en 1916 gracias aLewis M. Terman, de la Universidad de Stanford, quien incorporó la proposición de Stern de que el nivel de inteligencia de un individuo puede ser medido como un cociente de inteligencia (CI). El test de Terman, al cual se le denomina Escala de Inteligencia deStanford-Binet, formaba la bases de uno de los tests de inteligencia modernos usados habitualmente hoy en día. Se conocen coloquialmente como test de CI.

EL EFECTO DE FLYNNS Se le llama Efecto Flynn después de que James R. Flynn, un neozelandés especializado en ciencias políticas, descubriera que en todo el mundo las puntuaciones de CI subían pausadamente a razón de tres puntos de CI por década (Flynn, 1999). Las explicaciones qué se han intentado han incluido la mejor nutrición, una tendencia hacia familias más pequeñas, la mejor educación, una mayor complejidad en el ambiente y la heterosis (Mingroni, 2004). De todos modos, los tests se renormalizan ocasionalmente para obtener valores medios de 100 en la puntuación, como, por ejemplo, en WISC-R (1974), WISC-III (1991) y WISC-IV (2003). Por lo tanto, es difícil comparar puntuaciones de CI cuya medición dista varios años en el tiempo. Hay una evidencia reciente de que la tendencia al alza de las puntuaciones en tests de inteligencia ha remitido en algunos países del primer mundo. En 2004, Jon Martin Sundet (de la Universidad de Oslo) y algunos colaboradores publicaron un artículo documentando puntuaciones en tests de inteligencia administrados a reclutas noruegos entre la década de 1950 y 2002, mostrando que el incremento en las puntuaciones en tests de inteligencia general paró después de mediados de la década de 1990, y que incluso disminuyó en subtests de razonamiento numérico.

Thomas W. Teasdale (de la Universidad of Copenhage) y David R. Owen (del Brooklyn Collegede la ciudad de Nueva York), descubrieron resultados similares en Dinamarca, donde los resultados de los tests de inteligencia mostraron que no hubo aumento durante la década de los 1990. También hay indicaciones provenientes del Reino Unido de que las puntuaciones en los test de inteligencia no están siempre subiendo. Michael Shayer (un psicólogo del King's College de la Universidad de Londres) y dos colaboradores reportaron que el rendimiento en los tests de razonamiento en Física que se administraron a adolescentes británicos de las escuelas secundarias disminuyó considerablemente entre 1976 y 2003.

Coeficiente Emocional. La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de los aspectos no cognitivos. El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.

COEFICIENTE EMOCIONAL FRENTE A COEFICIENTE INTELECTUAL Daniel Goleman, psiquiatra y autor del libro Inteligencia emocional asegura que estamos asistiendo, en este final de siglo, a la revancha de los sentimientos sobre la inteligencia. < < El pensamiento frío y calculador impuesto en los años ochenta, durante la era del yuppismo, está siendo desbancado por la inteligencia emocional, que engloba cualidades tan intangibles como la conciencia de uno mismo, la capacidad de poder comunicarse con los demás, la receptividad a los sentimientos ajenos o la autoestima.

Frutó de este nuevo enfoque es la justa valoración que se le empieza a dar a la intuición, como forma de conocimiento no formada en la razón, pero igualmente válida. Valoración bastante alejada de la expresada por Darwin, hace tan solo un siglo y medio y relacionada con la mujer: "Se admite que en la mujer los poderes de la intuición, la percepción y quizás la imitación son más señalados que en el hombre, pero algunas de estas facultades, al menos, son características de razas inferiores y, por consiguiente, de un estado de civilización menos desarrollado". Por aquel entonces abundaban las teorías que mostraban a las mujeres esclavizadas a sus sentimientos o histéricas -recordemos a Freud- y, por tanto, con menor capacidad para el raciocinio y la ciencia que sus colegas varones. Sin embargo hoy se ha demostrado que la intuición, el sexto sentido y lo emocional, cualidades todas ellas acompañadas con el adjetivo femenino, no son sólo necesarias para asegurar la supervivencia de la especie, sino que también son muy recomendables para efectuar algo tan genuinamente masculino como una inversión en bolsa.

Muchas veces sorprende enterarse que personas que parecían destinadas a convertirse en exitosos profesionales y que tendrían matrimonios felices, con el tiempo fracasaron paulatinamente en sus trabajos o en sus relaciones de pareja, y terminaron desempeñándose en labores mediocres y con sus vidas arruinadas. Otros, en cambio, que nunca destacaron en el colegio, llegaron a ser personas felices, plenas y realizadas. ¿Por qué algunas personas parecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien, aunque no sobresalgan por su inteligencia? ¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar los contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta? Un nuevo concepto de la psicología está tratando de dar respuestas a estas interrogantes. Al parecer, para tener éxito en la difícil vida moderna, tanto o quizás más importante que las habilidades intelectuales son las capacidades para expresar y manejar sentimientos y emociones: la inteligencia emocional. Daniel Goleman, doctor en Filosofía y redactor científico del The New York Times, resumió muchas de las teorías y propuestas al respecto en su libro EmotionalIntelligence (La Inteligencia Emocional), superventas en Estados Unidos. A principios de octubre saldrá a la venta en Chile la edición en español. En el texto Sé afirma que tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos delos demás, manejar las presiones y frustraciones laborales y acentuar el trabajo en equipo, son habilidades simples pero cruciales para desenvolverse con propiedad en la sociedad actual. Estas habilidades parten desde los primeros años de la infancia. Goleman cita un estudio realizado por el psicólogo Walter Mischel en la década del sesenta. El investigador invitaba a niños, uno a uno, a una sala de juegos y les ofrecía un bombón. Pero si esperaban a que Mischel regresara luego de un momento, podrían recibir no uno sino dos bombones. Con este desafío ponía a prueba a los niños para evaluar su autocontrol, es decir, si eran capaces de postergar la gratificación inmediata para así lograr beneficios mayores en el futuro. En efecto, algunos niños agarraban el obsequio al minuto que Mischel salía de la habitación, pero otros esperaban. A estos últimos, cuando regresaba, Mischel les daba sus dos bombones duramente ganados. Entonces, el investigador esperó que crecieran. Cuando estos mismos niños llegaron a la enseñanza media, sucedió algo revelador. Aquellos niños que supieron esperar eran adolescentes más adaptados, populares, seguros y responsables. Los que cedieron rápidamente a la tentación eran más solitarios, obstinados, con mayor facilidad para frustrarse y temerosos de los desafíos. Este experimento demuestra cómo la capacidad para controlar la impulsividad rinde beneficios en la vida.

El psicólogo Howard Gardner señala que en el mundo cotidiano ninguna otra inteligencia es más importante que la intrapersonal, la del autoconocimiento. Si uno no la tiene, elegirá inadecuadamente con quién casarse o qué trabajo aceptar. Por eso, uno de los secretos a voces de la psicología es la relativa incapacidad de las notas, el coeficiente intelectual (CI) o las pruebas de aptitud académica para predecir de manera infalible si alguien tendrá éxito en la vida. En el mejor de los casos, apunta Goleman, e lCI contribuye con sólo un 20 % a los factores que determinan el éxito en la vida. En el80 % restante, caben elementos tan alejados del CI como la clase social e, incluso, la suerte. Pero, sobre todo, juegan un papel relevante las habilidades emocionales, tales como: Conocer las propias emociones: La conciencia de uno mismo –el reconocer un sentimiento mientras ocurre- es la clave de la inteligencia emocional para ser nuestro propio guía en la vida. La incapacidad de advertir nuestras auténticas emociones nos deja a merced de las mismas. Manejar las emociones: Quienes carecen de esta destreza luchan constantemente contra sentimientos de aflicción, mientras que quienes la tienen desarrollada se recuperan más rápidamente de reveses y trastornos de la vida. El objetivo de esto es el equilibrio, no la supresión emocional: cada sentimiento tiene su valor y su Significado. Cuando las emociones son demasiado apagadas crean aburrimiento y distancia. Pero lo que se requiere es la emoción adecuada, el sentir de manera proporcionada a las circunstancias, ya que cuando están fuera de control y son persistentes, las emociones se vuelven patológicas, como en la depresión inmovilizante, la ansiedad abrumadora, la furia ardiente y la agitación maníaca. La auto motivación: Ordenar las emociones al servicio de un objetivo es esencial para prestar atención a la auto motivación y la creatividad. Manejar las relaciones: El arte de las relaciones es, en gran medida, la habilidad de manejar emociones en los demás. Reconocer emociones en los demás: La empatía, otra capacidad que se basa en la autoconciencia emocional, es la "habilidad" fundamental de las personas emocionalmente aptas. Las personas que tienen empatía están mucho más adaptadas a las sutiles señales sociales que indican lo que otros necesitan o quieren. Esta capacidad para detectar señales provenientes de otra persona y entender su verdadero estado de ánimo, de "sentir como el otro" y ponerse en su lugar, es una habilidad que facilita en gran medida las relaciones interpersonales. Los resultados de pruebas que miden el grado de empatía, apuntan a que las personas más empáticas tienden a ser más exitosas en su trabajo y relaciones. Los niños con buenos puntajes son más populares y exitosos en el colegio, incluso aunque su CI sea promedio. Otra cualidad que también distinguen a las personas emocionalmente inteligentes, es el optimismo. Evita que la gente caiga en la apatía, la desesperanza o la depresión ante la adversidad

y reporta importantes beneficios en la vida (por supuesto, siempre y cuando sea un optimismo realista; el optimismo demasiado ingenuo puede resultar catastrófico). Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pensilvania, define el optimismo en función de la forma en que la gente se explica a sí misma sus fracasos y éxitos. Las personas optimistas consideran que el fracaso es algo pasajero y que el éxito vendrá en la siguiente oportunidad, mientras que los pesimistas asumen la culpa del fracaso, adjudicándolo a alguna característica perdurable que son incapaces de cambiar. Una de las demostraciones más reveladoras del poder del optimismo para motivar a la gente es un estudio llevado a cabo por Seligman sobre los vendedores de seguros de la empresa MetLife. El descubrió que los vendedores nuevos, que generalmente eran más optimistas, vendían un 37 % más de seguros en los dos primeros años de trabajo. Y durante el primer año, los pesimistas abandonaban en doble proporción que los optimistas. Más aún, Seligman convenció a MetLife de que contratara a un grupo especial de aspirantes que habían obtenido una puntuación elevada en un test de optimismo, pero que fracasaban en las pruebas normales de selección, las que se basaban en un perfil estándar obtenido de vendedores exitosos. Este grupo especial superó a los pesimistas en un 21 % durante el primer año, y en 57 % durante el segundo. ¿Cómo aplicar las habilidades emocionales? Estas resultan útiles a lo largo de toda la vida, en cada momento en que sea necesario tomar decisiones y enfrentar desafíos. Pero su aplicación y beneficios se observan, principalmente, en tres áreas vitales de cada ser humano: sus relaciones de pareja, el trabajo y la crianza de los hijos. Las actuales tendencias en cuanto a matrimonio y divorcio hacen que la inteligencia emocional sea más crucial que nunca. De los matrimonios norteamericanos que se formaron en 1890, alrededor del 10 % acabó en divorcio. Para aquellos que se casaron en 1920, el índice fue aproximadamente del 18 %; para las parejas casadas en 1950, el30 %. Las parejas que se casaron en 1970 tenían un 50 % de probabilidades de divorciarse, y para las que se unieron en 1990, la probabilidad de acabar en divorcio estaba cerca del67 %. Si el cálculo se mantiene, sólo 3 de cada 10 matrimonios recientes pueden contar que seguirán unidos como pareja. Goleman se refiere a las diferencias emocionales entre los sexos para explicar esta situación. En una pareja existen dos realidades emocionales: la de él y la de ella. De niños, las nenas están más expuestas a la información sobre las emociones. Por eso, centenares de estudios han descubierto que, en promedio, las mujeres muestran más empatía que los hombres y suele ser más fácil interpretar los sentimientos a partir del rostro de una mujer que de un hombre. Es necesario, entonces, considerar las implicaciones de esta brecha emocional entre los sexos con respecto a la forma en que las parejas enfrentan los conflictos que cualquier relación íntima, inevitablemente, genera. De hecho, temas específicos tales como con cuánta frecuencia hacer el

amor, cómo disciplinar a los hijos o cuántas deudas o ahorros resultan aceptables, no son los que unen o rompen un matrimonio. Es más bien la forma en que una pareja discute esos temas críticos lo más importante para el destino de ella. Igual para las relaciones laborales. Las vicisitudes emocionales presentes en el matrimonio también funcionan en el lugar de trabajo, donde adoptan formas similares. A veces, las críticas se expresan como ataques personales más que como quejas sobre las que se puede actuar; existen acusaciones con dosis de disgusto, sarcasmo y desdén; ello da origen a actitudes defensivas, evasión de la responsabilidad y, finalmente, al bloqueo por sentirse injustamente atacado. Una crítica razonable, según Harry Levinson, sicoanalista y asesor de empresas, es específica: hay que decir qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal. Además, ofrece una solución abriendo la puerta a posibilidades y alternativas que la persona, tal vez, no advertía que existían. Levinson agrega que es necesario hablar cara a cara y en privado y mostrándose sensible. Esta es una apelación directa a la empatía, a estar sintonizado con el impacto que provoca en el receptor lo que uno dice y la forma en que lo dice. En el caso de las relaciones entre padres e hijos, tener inteligencia emocional trae una serie de ventajas para educar niños emocionalmente sanos y equilibrados. Cientos de estudios muestran que la forma en que los padres tratan a los hijos -ya sea con férrea disciplina o una comprensión empática, con indiferencia o cariño-, tiene consecuencias profundas y duraderas en la vida emocional del hijo. Cuando los equipos de investigación dirigidos por Carole Hooven y John Gottman, dela Universidad de Washington, llevaron a cabo un microanálisis de las interacciones que se producen en las parejas sobre la forma en que los padres trataban a sus hijos, descubrieron que los matrimonios mejor avenidos eran también los más eficaces cuando se trataba de ayudar a sus hijos en sus altibajos emocionales. El estudio determinó tres estilos más comunes de paternidad emocionalmente inepta: Ignorar los sentimientos en general: Tratar las aflicciones de sus hijos como algo trivial o aburrido, algo que deben esperar que pase. Estos padres no logran utilizar los momentos emocionales como una oportunidad para acercarse a su hijo o ayudarlo a aprender una lección en el aspecto emocional. Mostrarse demasiado liberal: Estos padres se dan cuenta de lo que siente el niño, pero siempre aprueban la forma que éste usa para enfrentarlo, aunque sea inadecuada. Mostrarse desdeñoso y no mostrar respeto por lo que el niño siente: Estos son padres típicamente desaprobadores, duros tanto en sus críticas como en sus castigos. Cuando el niño trata de dar su versión de algún hecho que les molestó, suelen gritar "¡No me contestes!” Lo sano es aprovechar la oportunidad de un trastorno del hijo para actuar como un mentor o un entrenador emocional. Los buenos padres toman las preocupaciones del hijo con seriedad, para tratar de entender exactamente qué le preocupa y ayudarlo a encontrar soluciones positivas. Para que los padres

sean eficaces entrenadores en este sentido, deben tener un buen dominio de los rudimentos mismos de la inteligenciaemocional. El impacto que este tipo de paternidad ejerce en los niños es extraordinariamente profundo. El equipo de la Universidad de Washington descubrió que cuando los padres son emocionalmente expertos, sus hijos manejan mejor sus propias emociones, son más eficaces a la hora de serenarse cuando están preocupados y se preocupan con menor frecuencia. En el plano biológico, son chicos más relajados, y presentan menores niveles de estrés (una pauta que, de mantenerse, puede augurar una buena salud para el futuro). Otras ventajas son de tipo social: son niños más populares, caen mejor a sus pares y tienen menos problemas de conducta. Finalmente, hay beneficios cognitivos: estos niños prestan más atención y, por lo tanto, son alumnos más eficaces. Si tomamos la constante del CI, los niños de cinco años cuyos padres eran buenos entrenadores tenían mayor puntuación en matemáticas y en lectura cuando llegaban al tercer grado. Inteligencia emocional impacta en las empresas EN LAS AREAS técnicas de hoy en día es necesario tener una base de destrezas delicadas muy desarrolladas que soporte el peso de los sólidos conocimientos, asegura el experto Daniel Goleman, Jeff Greenwald, Wired/El Universal Nueva York.- Es una gran jugada del destino. El progreso en esta era del trabajador del conocimiento no depende de cómo utilicemos nuestra capacidad Intelectual sino de cómo controlemos nuestras emociones para beneficio propio. Daniel Goleman, psicólogo egresado de la Universidad de Harvard y ex articulista de la sección de Ciencia del diario The New York Times convirtió esta idea en una frase familiar gracias a su libro Emotional Intelligence (Inteligencia emocional). La obra, un tratado elemental sobre el arte y la ciencia del dominio de sí mismo y la persuasión social. El libro que publicó posteriormente, Working with Emotional Intelligence -Cómo trabajar con la inteligencia emocional- (Editorial Bantam, 1998), va Incluso más allá, al proporcionar una especie de filosofía moral para el sector empresarial de Estados Unidos. Tal y como lo plantea Goleman, en las áreas técnicas de hoy en día es necesario tener una base de destrezas delicadas muy desarrolladas que soporte el peso de los sólidos conocimientos. Tal parece que Goleman, que actualmente se desempeña como presidente ejecutivo de la firma consultora Emotional Intelligence Services, ha sabido mantener vigente sus ideas. _El héroe mítico del Valle del Silicio es el nerd, un gran cerebro encerrado en un cuerpo poco agraciado. Sus investigaciones indican todo lo contrario. _El estereotipo del experto en tecnología con pocas habilidades sociales puede ser exacto. Solía

pensar que estos dos factores eran independientes. Sin embargo, amigos como los que tengo en el Instituto de Tecnología de Massachusetts sostienen que la gente que trabaja en las áreas técnicas pasan muchas horas, particularmente en la adolescencia, sola, absortas en sus computadoras, o en el laboratorio. Mientras incrementan sus conocimientos técnicos en matemática y ciencia, se pierden una parte paralela del aprendizaje social. En términos de emoción, ellos llegan a carecer de destrezas, y ello los arrastra hacia atrás a finales de sus carreras. _Hay alguien que, al parecer, contradice este punto de vista. A juzgar por las apariencias, Bill Gates es una persona casi autista, pero, difícilmente puede ser lo que alguien consideraría un fracasado. _Gates es un caso fascinante. Posee un impulso fabuloso para lograr lo que quiere, y ello repercute en toda su compañía. Por otra parte, se destaca por tener el coeficiente de inteligencia emocional (IE) más bajo. Grita y es severo, y parece que no le interesan las consecuencias. Si tuviera que empezar desde abajo, él no es el tipo de persona que surgiría para dirigir un equipo. Trabajaría para todos, no para dirigirlos. _Entonces, ¿cuál es la función de las destrezas técnicas? _Es un requisito elemental. Debes tener muchas habilidades para realizar bien tu trabajo, pero no es lo que distingue a los trabajadores sobresalientes. En la década de los cincuenta, el núcleo de la Universidad de California en Berkeley comenzó un estudio con un grupo de estudiantes de doctorado en ciencia y otras carreras técnicas y los siguió por 40 años. De acuerdo con los resultados, las habilidades en términos de IE fueron cuatro veces más importantes que el coeficiente intelectual para determinar el éxito y el prestigio profesionales a finales de sus carreras. En cambio, un estudio realizado con gerentes de escaso éxito determinó que se debió a la deficiencia de inteligencia emocional. ¿Nuestra inclinación por las tarjetas y casas inteligentes y la tecnología de la información, estimula la IE o la impide? _Los primeros resultados muestran un efecto negativo, en particular porque afecta a los niños _el nivel promedio de inteligencia emocional ha estado disminuyendo en la población de jóvenes en los últimos 20 años. La generación actual pasa mucho más tiempo que cualquiera de otra época en la historia mirando los monitores de video. No importa si están trabajando con programas educativos en los CD-ROM de sus computadoras; no están jugando fuera de sus casas con otros niños. ¿Y qué ocurre con el lugar de trabajo? _La creciente dependencia en las comunicaciones vía web y los correos electrónicos _en caso de que reemplacen el contacto humano_ debilita la esencia de las relaciones que hacen funcionar una compañía u organización. Esa es la razón por la que la IE es tan importante en el mundo de la alta tecnología.

_ ¿Cómo se aplica la inteligencia emocional a personas como Larry Ellison, de Oracle, que se inspiran más en la 'mentalidad de guerrero' de los japoneses? _Los samuráis fueron estudiantes de zen _combatían con más habilidades porque cultivaban la paz interior. La IE trata sobre ser diestros, no débiles. _Actualmente, ¿qué tecnología se orienta más hacia la inteligencia emocional? _Roz Picard, que trabaja en The Media Lab, está realizando investigaciones con computadoras que pueden leer las emociones del usuario y ajustar su funcionamiento de acuerdo con ellas. Personas exitosas, son aquellas que consiguen unir la inteligencia racional a la inteligencia emocional. Se sabe que el 90% del tiempo de cualquier ejecutivo está ocupado por tareas que involucran relacionarse con otros. Lo mismo sucede con profesionales de Ciencias Exactas, por ejemplo. La Ingeniería, una de las profesiones mejor conceptuadas por sus niveles de CI, tiene en la mayor parte de sus actividades las relaciones interpersonales. En estas actividades, los ingenieros necesitan motivar a otros, conseguir apoyo, influenciar a jefes de departamentos, conseguir recursos, etc. En cualquier empresa, toda actividad está asociada al trabajo en equipo. Un profesional que se considera autosuficiente, que desprecia los valores de sus compañeros y subordinados, que pretende trabajar aislado, no solamente está destinado al fracaso sino que será además un generador de problemas. Se sabe que ningún gran genio puede suplantar la fuerza de la unión de talentos de un equipo. Basta ver los ganadores más recientes de los Premios Nobel: todos los 25 últimos Premios Nobel de Física fueron otorgados a líderes de laboratorios, personas que supieron unir la fuerza intelectual con la capacidad de Coordinar esfuerzos, estimular talentos de colaboradores, lidiar con vanidades y frustraciones y negociar recursos materiales para sus investigaciones. Estos genios percibieron que necesitaban desarrollar también su INTELIGENCIA EMOCIONAL. Varias escuelas, siguiendo el concepto de Inteligencia Emocional, han comenzado a invertir en el desarrollo de aptitudes emocionales de sus alumnos, dando tanto énfasis a actividades con estos fines –e incluso más- que a aquellas actividades relacionadas con lenguas, ciencias y álgebra. La figura del alumno que pasa horas estudiando solo o jugando Ajedrez con una computadora (el niño genio de antes), ha dejado de ser un motivo de orgullo para los padres para convertirse en causa de preocupación. Como contrapartida, aquel muchachito inquieto, que tiene muchos amigos, ya no preocupa a sus padres. Actualmente se valoriza al alumno que dosifica dedicación a los estudios con una buena habilidad para relacionarse jugando y divirtiéndose con los compañeros. De igual manera, las empresas valorizan a aquel profesional que cultiva el hábito de un asado

(barbacoa) los fines de semana. La figura del adicto al trabajo (“workaholic”) se ha convertido en una figura deprimente. En los procesos de contratación de empleados, informaciones que antes no tenían ninguna importancia ahora se consideran cruciales: se el candidato conserva amistades antiguas –de la universidad, por ejemplo-. Ese tipo de información denota en el individuo cualidades de relaciones humanas tales como afabilidad, comprensión y gentileza. Claro que antiguos valores como conocimientos técnicos e idiomas extranjeros continúan siendo importantes, aunque ya no son tan decisivos. A fin de cuentas, cuesta menos perfeccionar a un empleado en habilidades intelectuales que en habilidades emocionales. Casi siempre un profesional desea y acepta cursos de perfeccionamiento intelectual, pero casi el 100% rechaza –consciente o inconscientemente- cambios en su comportamiento Emocional.

La Inteligencia Emocional está vinculada a actividades tales como la automotivación y la persistencia frente a las frustraciones, el control sobre los impulsos, la canalización de emociones, la práctica de gratificación prolongada; el motivar a otros ayudándolos a explotar sus talentos y conseguir su compromiso con los objetivos e intereses comunes.

Conclusión

La Inteligencia Emocional se ha ido desarrollando en una mayor complejidad y capacidad de los sistemas tecnológicos, que tienden a poner en entredicho las capacidades y desempeños de las personas, especialmente en situaciones de alto estrés y presión psicológica, ya que las maquinas no tienen que lidiar con emociones. Por otro lado, las exigencias de calidad de vida, tanto fuera como dentro del trabajo, han hecho que la cultura de la comodidad, de las facilidades y de la calidad conecte los productos y los servicios con las necesidades, tanto de los usuarios como de todas las personas implicadas en los procesos. Por todo ello, la importancia de la IE se puede medir con una mejor rentabilidad, en la empresa, mejor calidad de vida para las personas, menos accidentes, menos ausentismo, menos enfermedades y más salud y beneficios para todos en todos los aspectos de su vida. Se ha observado que cuando los trabajadores utilizan su inteligencia emocional ayudan a crear una organización emocionalmente inteligente en la que todos los miembros adoptan la responsabilidad de aumentar su propia inteligencia emocional para utilizarla en sus relaciones con los demás y aplicarla en el conjunto de la organización.

Bibliografía Buzan,T. Y Buzan, B. (1996) El libro de los Mapas Mentales. Barcelona. Aquino J., Vola R., Arecco M., Aquino G.: Recursos Humanos. Ed, Macchi, Buenos Aires, 1996. http://es.wikipedia.org/wiki/Cociente_intelectual http://es.wikipedia.org/wiki/Inteligencia_emocional http://psyciencia.com/2013/05/03/por-que-el-coeficiente-emocional-es-mas-importante-que-elcoeficiente-intelectual/